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Santa Mariam de Belén

(Santa María de Jesús Crucificado)


1846 - 1878
Carmelita descalza palestina.

Mariam, nos descubre este mundo invisible tan cerca de nosotros, el cual es todo
misericordia. Ella nos enseña a apostar toda nuestra vida por “aquello que no pasa nunca”,
aquello que únicamente “tiene peso”: Dios solo.
POBREZA
Sor María Teresa declaró: Era muy sobria en el comer y beber y guardaba rigurosamente los
ayunos de la Iglesia y de la Orden. Y a estos añadía otros con el permiso de la obediencia,
incluidos ayunos a pan y agua. Durante un tiempo, ella bebía en el hueco de la mano, porque
así le era más difícil saciar la sed. En Belén comía olivas verdes, amargas, tal como venían
del árbol. Una vez en Belén estuvo despierta hasta medianoche para cocer un dulce para la
comunidad sin querer dejar este trabajo a otras, lo que no le impidió levantarse como todas.
SANTIDAD
El camino a la santidad es cuesta arriba, no es un camino fácil de senderos anchos y llenos de
flores. El camino a la santidad es el camino del amor, pero el amor tiene raíces en forma de
cruz. Por eso, suele decirse: Por la cruz a la luz. Por la cruz a la resurrección. Y podríamos
decir también: Por la cruz a la santidad. Pero por la cruz aceptada con amor, porque la
santidad es esencialmente Amor.
Repetía frecuentemente esta oración que, durante el noviciado, le enseñó una paloma
(el Espíritu Santo) para ser santa:

Espíritu Santo, inspírame,


Amor de Dios, consúmeme.
Al verdadero camino, guíame,
María, Madre mía, mírame
y con Jesús, bendíceme.
De todo mal, de todo engaño,
y de todo peligro, presérvame. Amén.

Sus últimas palabras fueron;


¡Jesús mío, misericordia! ¡Por favor misericordia!

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