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En este tomo Foucault nos enseña un poco de como aun en el siglo XVII la sexualidad era libertad,
el sexo era una puerta con fácil acceso a ello, no existía tanta represión ni castigo, sin embargo, al
paso de los años la religión, la política y diversos grupos de poder, fueron suprimiendo, silenciando y
encerrando a la sexualidad en todas sus expresiones, incluso en la libertad de género, creando un
control y dominio sobre el pueblo, ganando poder. En esta época la sexualidad se suprimió y se
limitó a practicarse solo por procreación, sin placer, solo en un horario, un lugar establecido, orillando
a las personas que lo practicaban ‘deliberadamente’ eran aquellos que se encontraban en los
burdeles y psiquiátricos. Entre la lectura, Foucault nos explica como al pasar de los años, la idea del
sexo, ha ido cambiando, sin embargo, no del todo, aun nos cuestionan las prácticas sexuales
‘deliberadas’, aun el juego de la sexualidad sigue siendo seña de poder y dominio para algunos
grupos o personas, incluso, esta práctica continúa siendo un tabú en muchos lugares del mundo.
Este aumento del discurso sexual no significa una liberación del control, sino más bien una
transformación del poder, donde se han creado nuevas formas de regulación y vigilancia hacia
nuestra sexualidad. Hasta este punto, coincido con Foucault, y me pregunto, -si no hubiera represión
en la sexualidad, ¿cómo la viviríamos?, leyendo los discursos del autor podemos darnos cuenta lo
fácil que es explicar por qué es complicado vivirla la sexualidad plena y consiente, pero sobre todo
libre, la libertad de género y la expresión sana sobre ello.