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Cortes Felipe
Cortes Felipe
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espacio potencial que es la escena analítica. La concepción misma de la Paradoja
involucra entenderla como una dimensión irreductible de nuestra experiencia –
donde “el todo constituye una unidad”- que es esencialmente dialéctica: en
nuestro mundo los otros y las cosas son creados subjetivamente y encontrados
intersubjetivamente al mismo tiempo en el espacio potencial. Espacio cuya
concepción a su vez, implica su existencia en una sincronía más que en la
diacronía evolutiva de un viaje hacia la realidad.
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Estos desarrollos teóricos de la intersubjetividad son diversos de aquellos que se
fundamentan en las teorías del apego.
Como decía, los autores antedichos preservan la concepción del espacio potencial
y describen situaciones dialécticas ocurridas en el seno de esta dimensión de la
experiencia. La naturaleza dialéctica de la paradoja y el espacio potencial es más
o menos evidente en las descripciones de Winnicott sobre los hechos producidos
en ese espacio. Sin embargo –al decir de Ogden- el uso por parte de este autor,
de un “lenguaje metafórico, altamente evocador y engañosamente sencillo” que
logra condensar “un conjunto extraordinariamente complejo de ideas”, hace
necesario entonces interpretar o inferir concepciones implícitas de su
pensamiento, como por ejemplo que “Winnicott era un dialéctico”(Ogden,1986)(6)
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Las consideraciones necesarias dicen relación con:
I.
Lo primero a pensar en relación al Objeto en psicoanálisis es que Freud nunca
miró al paciente como un objeto en la práctica analítica. En Freud el paciente fue
concebido como un sujeto portador de pulsiones y desde ahí subvirtió la
concepción antigua de la relación sujeto-objeto: “En lugar de oponer al objeto el
sujeto según lo definía la tradición filosófica, acopló el objeto a la pulsión: el anti-
sujeto. Porque está bien claro que la pulsión no puede asumir una función
subjetiva. En esta teoría, la pulsión(..) representa para Freud lo más
impersonal..”(Green,1972)(8). Pulsión o instinto aún siendo distintos, guardan
afinidad por su “naturaleza impropia” respecto de la “mismidad del sujeto” según
este autor. El primer sujeto freudiano, a mi parecer, es el sujeto de la pulsión; lo
que define su subjetividad es la forma específica en que construye –a través de
los juegos de las pulsiones en su historia- las constelaciones de su vida amorosa,
que Freud en su texto de 1912 sobre la transferencia define como un clisé que se
repite a lo largo de la vida.
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abarcan la naturaleza y conducta del objeto(..) es forzoso que el objeto sea real en
el sentido de formar parte de la realidad compartida, y no un manojo de
proyecciones”(9).
El proceso de transformación del objeto subjetivo implica su destrucción en la
fantasía –su desinvestidura según Green (1972)- como formación o material de
proyección. Es lo que acaece con el objeto en la relación con el sujeto como
objeto de la pulsión o, en términos de Winnicott, como “objetos cargados”
(catectizados): la destrucción de este objeto es lo que permite su emergencia
fuera de la zona de control omnipotente del sujeto bajo formas en que “aquel
desarrolla su propia autonomía y vida, y (si sobrevive) ofrece su contribución a
este en consonancia con sus propias propiedades”(9). En esta zona el niño puede
desprender un uso de los objetos como primera posesión no-yo, y en este empleo,
“vemos al mismo tiempo la primera utilización de un símbolo por aquel y su
primera experiencia de juego(..) El objeto es un símbolo de la unión del bebé y la
madre (o parte de esta). Ese símbolo puede ser localizado”, dice Winnicott, en el
espacio potencial. Y lo que luego sigue me interesa destacarlo: “El uso de un
objeto simboliza la unión de dos cosas que ahora están separadas, bebé y madre,
en el punto del tiempo y el espacio de la iniciación de su estado de separación”(3).
II.
En cuanto a la condición subjetiva del analista: en esto seré más breve y me
remito simplemente a las palabras de Margaret Little :
“Me dí cuenta de que el D.W. que conocía era diferente del que conocían los
demás, aunque los demás conocieran algunos de los mismos aspectos de él. Yo
‘creaba’ una imagen de él que me era propia, y esto era porque yo era diferente de
los demás, aunque pudiéramos parecer iguales; les daba a ellos sus valores y su
realidad. Por sobre todas las cosas, D.W. se convirtió en una persona viviente
verdadera con quién yo mantenía una relación nacida años antes y que ya no se
basaba sólo en la transferencia”(1985)(10) Este pasaje ahorra mil palabras
posteriores, lo rescato porque refleja con nitidez como lo intersubjetivo es una
experiencia antes que una teoría, pero por sobre todo una experiencia en el
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espacio potencial. Lo que ahí se dice sintetiza lo que algunos autores actuales
definen como la práctica de un análisis intersubjetivista.
III.
En el último aspecto a considerar sobre las raíces winnicottianas de las teorías
intersubjetivistas antes citadas, entramos al asunto de la creatividad en el proceso
psicoanalítico. Aquí seguimos la idea de Green acerca de lo que Winnicott define
como la ‘actitud profesional’ del analista, es decir un reflejo de su aptitud para
participar confluyendo hacia los puntos de integración con el paciente en pro de
creaciones idiosincráticas, singulares de ese espacio potencial dado en cada
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encuentro intersubjetivo. Green caracteriza la situación por la producción de cada
uno de los dos participantes de la escena psicoanalítica de un doble de él mismo,
el paciente comunica un análogo de su experiencia afectiva y corporal; el analista
comunica un doble del efecto de la comunicación del paciente en su experiencia
corporal, afectiva e intelectual. Aquí le faltó explicitar el efecto del analista sobre el
paciente y su transferencia, pero me parece implícito en la concepción general: la
alianza que llama “asociación analítica” se funda, “en la posibilidad de crear un
objeto analítico formado por estas dos mitades”, que coincide con lo que se
entiende por símbolo, “un objeto dividido en dos que constituye un signo de
reconocimiento en el momento en que sus portadores juntan los dos trozos”.
De esta manera el objeto analítico no sería interno ni externo para ambos, “sino
que se sitúa entre los dos. Se corresponde entonces exactamente con la definición
de Winnicott de objeto transicional y de su localización en el área intermedia del
espacio potencial”(8). Espacio que se deslinda en la superposición de ambas
subjetividades experimentadas en el encuentro dado en el llamado ‘encuadre’
psicoanalítico.
El autor que a mi parecer, más representa este punto de vista es Thomas Ogden
con su concepto de el “Tercero Analítico”, que no es un tercer sujeto –al modo del
Padre en el Edipo- como lo aclara en la nota 2 del capítulo homónimo de su libro
“Subjects of Analysis”(1994), que como no me considero buen traductor citaré en
el inglés original: “This subjectivity, the intersubjective analytic third (Green’s [1975]
“analytic object”), is a product of a unique dialectic generated by/between the
separate subjectivities of the analyst and analysand whitin the analytic setting”(11).
Creo relevante remarcar que lo que se pone en juego, lo que se crea y es hallado
en el encuentro con el otro son subjetividades, que es lo que se desprende y
manifiesta del ‘centro equivalente de experiencia’ constituido y constituyente para
cada sujeto humano.
Cuando el objeto subjetivo comienza a devenir en un símbolo de la unión
primordial, puede ser entonces usado por el sujeto en tanto intérprete de su
contraste con el objeto simbolizado: “The..concept refers to a middle term that
stands between symbol and symbolized, between oneself and one´s immediate
lived sensory experience, thereby creating a space in which the interpreting, self-
reflective, symbolizing subject is generated”(11) Se trata del surgimiento dialéctico
de una tercera subjetividad tal como el “objeto analÍtico”, o sea de la creación de
un objeto transicional: Algo que representa la unión en la separación y viceversa.
Mirado desde este vértice, lo intersubjetivo tiene implicancias para el enfoque de la
empresa psicoanalítica; por ejemplo lo descrito en palabras de Ogden: “the
analytic task involves an attempt to describe as fully as one can the specific nature
of the experience of the interplay of individual subjectivity and intersubjectivity”(11).
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de experiencia’. Esto existe en el proceso puesto en marcha en la escena
psicoanalítica mediante esos interjuegos dialécticos creativos –y dedicamos
nuestras vidas como analistas a la forjadura y el estudio de esas esculturas- que
tienen su lugar en el Espacio potencial formando parte de los reciclajes infinitos de
la Paradoja. Conceptos concebidos y donados a la cultura por Donald Winnicott.
Referencias Bibliográficas:
(1) Ambiente
D.W.Winnicott en Naturaleza Humana, 1988
Ed. Paidos
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(9) El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones
cruzadas
D.W.Winnicott en Realidad y Juego, 1971
Ed. Gedisa