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COMPRENSIÓN ESCRITA Simulación ILM Diciembre 2014
COMPRENSIÓN ESCRITA Simulación ILM Diciembre 2014
COMPRENSIÓN ESCRITA
Pero no es este desequilibrio lo que me preocupa. Al fin y al cabo, durante siglos fueron los
varones los que hicieron burla de las mujeres, los que las tildaron de tontas e incapaces y les
negaron el voto y antes el alma. Quizá no tenga mucho de particular que ahora haya un buen
grupo de ellas -sin duda las más elementales- que deseen resarcirse y aun tomarse la
revancha. Son las más miméticas, las que piensan "Ahora nos toca a nosotras" y lo pasan en
grande copiando las actitudes de los hombres más brutos del pasado, sólo que dándole la
vuelta a la tortilla. Lo que me parece preocupante no son estas mujeres que -aunque de modo
rudimentario- tanto se divierten, sino el gran número de ellas que, por el contrario, se diría
que viven en la permanente furia.
El último artículo que aquí publiqué antes de mi respiro de agosto hablaba de las antiguas
esposas y madres que se veían confinadas al exclusivo ámbito doméstico, y condenadas a
conocer el resto del mundo sólo de manera indirecta, a menudo a través de sus maridos; y
lamentaba que a lo largo de la historia fueran tantas las generaciones que se habían visto
obligadas a desperdiciarse. Y decía, entre otras cosas: "Cuántas existencias dedicadas a
procrear y a proteger y a formar a los jóvenes miembros de la especie, tarea admirable, pero
limitada y con fecha de caducidad". Había simpatía y lástima por esas existencias "recortadas",
en muchos casos no elegidas sino impuestas o heredadas. Pero las cartas furiosas no se
hicieron esperar: algunas se han leído aquí, otras me fueron remitidas. Se me ha acusado de
denigrar a las esposas y madres de la historia entera, se me ha espetado que muchas amas de
casa eran sin embargo cultas y leían la prensa y muchos libros (como si eso no fuera conocer el
mundo de manera indirecta), que he faltado al respeto a quienes han llevado y llevan a cabo la
más importante misión de la humanidad, la de dar a luz hijos y criarlos, y hasta una señora se
ha empeñado en que yo había insultado personalmente a su madre (Dios me libre). Añadía yo
en mi pieza esta frase: "Imaginar hoy a una mujer que por elección no trabaje, o sin vida
propia, produce bostezos ...", lo cual, es evidente -mis artículos son de opinión-, quiere decir
que a mí me los produce. Alguien que me hablara sólo de sus niños y de sus problemas
domésticos y vecinales -o de lo que ve en la tele, que a fin de cuentas es un electrodoméstico-
me aburriría mucho, qué quieren.
Mi columna era, en suma, una deploración por el papel secundario, casi ancilar, que se ha
asignado a demasiadas mujeres, y una incitación a las actuales a seguir la senda ya emprendida
por la mayoría: a no conformarse con eso, a sentirse en igualdad de condiciones con los
hombres, a no permitir que sean ellos quienes les cuenten y muestren la vida y el mundo, ni
tampoco sus hijos ya crecidos; a no agacharse ni resignarse. Pues bien, no quiero ni imaginar
las cartas que habrían llegado si hubiera hecho yo una loa del ama de casa, y hubiera
manifestado lo que las mujeres que me han escrito han afirmado: que las meras esposas y
madres son divertidísimas, que están al tanto de todo aunque nunca hayan trabajado fuera de
sus hogares, que sus maridos no sólo no se aburren con ellas, sino que están contentísimos de
que hayan optado por la vida familiar y hayan renunciado a casi cualquier otra. Diga uno lo que
diga sobre cuestiones concernientes a una parte u otra de la población femenina, salen
mujeres furiosas de debajo de las piedras. Esto es lo que me parece más preocupante, porque
empiezan a recordarme a los nacionalistas más fanáticos, los cuales sostienen que nadie que
no pertenezca a su casta puede entenderlos (como si el nacionalismo fuera complejo), ni
opinar, ni hablar de ellos. A lo cual hay que responder que no hace falta ser gallina para saber
si un huevo está podrido. Sólo faltaría que la mitad de la humanidad no pudiéramos decir una
palabra sobre la otra mitad, la que nos completa.
JAVIER MARÍAS, 7 SEP 2008
1. En el primer párrafo del texto el autor hace referencia a una actitud bastante común
en nuestros días por parte de las mujeres, ¿cómo resumirías tal actitud?
2. ¿Qué preocupa especialmente al autor del artículo sobre la actitud actual de las
mujeres?
3. ¿Cómo han reaccionado algunas lectoras ante el artículo publicado anteriormente por
Javier Marías sobre las amas de casa? ¿de qué modo se defiende el autor de los
ataques recibidos?
4. Resume brevemente cuál era el contenido del artículo escrito por el autor antes de ‘su
respiro de agosto’.
5. El autor afirma que si hubiera escrito un artículo distinto –alabando a las amas de casa-
le habrían criticado igualmente, ¿por qué llega a esta conclusión?