Está en la página 1de 2

De la mano

En las vastas tierras donde una vez se alzaban las ciudades de los hombres,
ahora solo quedaban ruinas y silencio. Yo, una criatura de leyenda, vagaba sola
por estos desolados paisajes, mi conexión con la humanidad se había
desvanecido hace mucho tiempo. Pero un día, mientras exploraba las sombras
de un mundo olvidado, encontré algo que cambió mi existencia solitaria.

Allí, entre los escombros de lo que alguna vez fue un hogar humano, yacía un
pequeño niño. Sus hermosos ojos azules color cielo, llenos de asombro y
miedo, se encontraron con los míos. En ese momento, supe que mi vida ya no
sería igual. Lo levanté en mis brazos, sintiendo su fragilidad y su esperanza
latente. Decidí adoptarlo, cuidarlo en este mundo desprovisto de vida y
civilización.

A medida que los años pasaban, vi al niño crecer y florecer a mi lado. Le


enseñé los secretos de la naturaleza que me rodeaba, compartiendo con él los
dones y las habilidades que habían sido parte de mi ser desde tiempos
inmemoriales. Juntos, exploramos las tierras abandonadas, encontrando
belleza en la decadencia y significado en la soledad.

Con el tiempo, el niño comenzó a hacer preguntas sobre quién era yo, sobre mi
origen y mis poderes. Con cautela, le revelé la verdad: yo era una criatura de
los mitos, un vínculo entre el mundo humano y las antiguas leyendas. Aunque
temía que su percepción de mí pudiera cambiar, en su mirada vi comprensión y
aceptación.

Nuestro vínculo creció más allá de la sangre y la adopción. Éramos


compañeros en esta tierra olvidada, enfrentando juntos los desafíos que
presentaba cada día. Nos cuidábamos mutuamente, compartíamos risas y
lágrimas, y encontrábamos alegría en las pequeñas maravillas que
descubríamos en los rincones más oscuros de nuestro mundo.

A pesar de la falta de civilización, encontramos una forma de vida significativa


en esta tierra silenciosa. Aprendimos a apreciar la belleza de la naturaleza que
nos rodeaba y a crear nuestras propias historias en medio de la desolación.
Mientras caminábamos juntos, sentí que, a través de la relación con este niño,
estaba recuperando un vínculo perdido con la humanidad y la emoción que
conlleva.
Nuestra historia, la mía y la suya, se convirtió en una leyenda para las pocas
generaciones que nos siguieron. Una historia de cómo una criatura mítica
encontró la redención y el propósito a través del amor y el cuidado de un niño
humano en un mundo sin civilización.

También podría gustarte