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EL PODER
DE TU MENTE
SUBCONSCIENTE
Traducción:José Real
I.S.B.N.: 978-84-96111-99-8
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Índice
INTRODUCCIÓN:
Conoce el poder de tu mente subconsciente
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
OBTENCIÓN DE LA COOPERACIÓN
Y APOYO DE LOS DEMÁS
¿Estás descontento con tu carrera profesional? ¿Te impide progresar una acusada
falta de oportunidades? ¿Quieres lograr tus objetivos? No tienes por qué estar
eclipsado por un jefe dogmático o atascado por innumerables requisitos
burocráticos, como tampoco tienes que depender de la suerte o de un hecho fortuito.
Tienes la fuerza dentro de ti; un poder que se hará cargo de tu carrera.
Todo lo que logramos y todo lo que dejamos de lograr es un resultado directo de
nuestros propios pensamientos. Sólo a nosotros nos pertenecen nuestras fortalezas y
debilidades, nuestras purezas e impurezas. Somos nosotros los únicos que podemos
cambiarlas; nunca otra persona. Tanto nuestra felicidad como nuestro sufrimiento se
desarrollan en nuestro interior. Como pensamos, así somos; como continuemos
pensando, así permanecemos.
Como es natural, hay algunas cosas que no puedes cambiar; entre otras, el
movimiento de los planetas, el cambio de las estaciones atmosféricas, las mareas y
las salidas y las puestas del Sol. Ahora, eso sí, puedes cambiarte a ti mismo. Puedes
transformarte por medio de la renovación de tu mente. Es la clave para darle un
buen empuje a tu carrera profesional. Tu mente es una grabadora; de aquí que todas
las creencias, impresiones e ideas aceptadas conscientemente por ti queden grabadas
en ese ámbito más profundo que es tu mente subconsciente. Por tanto, si aprendes a
encauzar tu mente subconsciente, podrás muy bien controlar el desarrollo de tu
carrera profesional.
Sí, créetelo; posees el poder necesario para cambiar aquello que esté en tu mente
subconsciente. Todo comienza dando, de forma manifiesta, los pasos necesarios
para absorber patrones edificantes de pensamiento. Así que, además de ideas
creativas, ten pensamientos relacionados con la belleza y con el amor, que ensalcen
la paz y la sabiduría. Ten por seguro que tu mente subconsciente te responderá en
consecuencia
y transformará tu mentalidad, tu cuerpo y las circunstancias que rodeen tu vida. Esto
es particularmente cierto cuando se trata de dar un paso adelante en tu carrera
profesional. Mucha gente imposibilita su desarrollo profesional por miedo; esto es,
por miedo a contrariar a un jefe, por miedo a la reacción de unos rivales, por miedo
a un estancamiento burocrático. En efecto, todos y cada uno de estos miedos pueden
paralizar tu carrera, pero sólo si tú lo permites.
Si confías en tu propia capacidad y trabajas con ahínco para conseguir los
objetivos de la empresa, te harás con el poder de tu mente subconsciente, que te
servirá para salvar todos los obstáculos.
Al poco tiempo que un importante bufete de abogados contratara a Jules H., un
brillante y joven abogado, éste se dio cuenta de que había una docena de otros
jóvenes abogados que, al igual que él, intentaban encaramarse a los mejores puestos
de la empresa. Todos eran extremadamente competentes y tenían más o menos el
mismo nivel de aspiración. La mayoría de estos colegas, según observó nuestro
hombre, siempre se estaban quejando de las muchas horas que empleaban en
trabajos rutinarios en vez de dedicarlas a actividades interesantes de índole
puramente jurídica, que era lo que todos ellos deseaban. Jules, por su parte, aunque
tan frustrado como sus compañeros, recurrió al poder de su mente subconsciente y
se dijo a sí mismo: «Sin duda alguna este trabajo es aburrido y soporífero, pero es el
precio que tengo que pagar si quiero seguir adelante. Haré este trabajo, aunque para
ello tenga que utilizar mi corazón y no mi cerebro. Y lo afrontaré como si se tratase
del más interesante estudio jurídico que me hayan asignado nunca en la facultad de
derecho.» Pues bien, no tuvo que pasar mucho tiempo para que sus jefes
reconocieran su superioridad y comenzaran a encargarle casos más importantes, lo
cual dio lugar a que adquiriese una categoría más elevada que sus rivales.
Psicólogos y psiquiatras sostienen que cuando los pensamientos se trasvasan a la
mente subconsciente, las neuronas quedan de alguna manera marcadas. En cuanto tu
subconsciente acepta una idea, enseguida procede a ponerla en práctica. El
subconsciente funciona por asociación de ideas y utiliza todos los conocimientos —
por muy insignificantes que sean— que hayas adquirido a lo largo de tu vida para
llevar a cabo su propósito. Se vale del poder infinito, de la energía y de la sabiduría
que hay dentro de ti. Ajusta todas las leyes de la naturaleza de forma que pueda
salirse con la suya. Hay veces en las que parece que aporta una solución inmediata a
tus cuitas, pero en otras puede tardar días, semanas o incluso más en hacer esta
aportación.
Tu mente subconsciente es como la tierra, que acepta cualquier clase de idea, ya
sea buena o mala. Tus pensamientos son activos y podrían parangonarse con las
semillas. Los pensamientos negativos o destructivos germinan en tu mente
subconsciente hasta que finalmente brotan de ellos acciones acordes con sus
características. No te olvides de que tu mente subconsciente no se para a comprobar
si tus pensamientos son buenos o malos, verdaderos o falsos; aunque, eso sí,
reacciona a tenor de la naturaleza de tus pensamientos o sugerencias. Por ejemplo, si
tú conscientemente asumes algo como cierto, aunque en realidad pueda ser falso, tu
mente subconsciente lo aceptará como cierto y se prestará a conseguir resultados en
consonancia con este convencimiento. Tu mente subconsciente no puede argumentar
de manera controvertida. De aquí que si tú le das sugerencias erróneas, las aceptará
sin más como verdaderas y procederá a llevarlas a cabo como condiciones,
vivencias y acontecimientos. Con frecuencia se la conoce como mente subjetiva, ya
que adquiere percepción de su entorno por medios independientes de los cinco
sentidos.
Tu mente subjetiva percibe por intuición. Es el asentamiento de tus emociones y
el almacén de tu memoria. Tu mente subjetiva realiza sus más altas funciones
cuando la mente objetiva está inoperante o en un estado adormecido o aletargado.
Tu mente ve sin tener que utilizar los órganos naturales de la visión. Posee las
facultades de la clarividencia y de la clariaudiencia.
Cuando estas dos mentes —la consciente y la inconsciente— funcionan en paz y
en concordia, el resultado es armonía, salud, serenidad, alegría y felicidad. Todo los
males, los dolores, los sufrimientos, las guerras, los delitos y la enfermedades que
aquejan al mundo son debidos a una relación inarmónica entre las mentes consciente
y subconsciente. Ten en cuenta que tu subconsciente es impersonal e
indiscriminatorio.
El modo de pensar habitual de tu mente consciente produce surcos profundos en
tu mente subconsciente. Por tanto, si tus pensamientos habituales son armoniosos,
pacíficos y constructivos, podemos decir que son muy favorables para ti mismo y
para tu carrera profesional.
Por otro lado, si estás a merced del miedo, de la preocupación o de cualquier otra
forma de pensamiento pernicioso, el remedio está en reconocer la omnipotencia de
tu mente subconsciente y prescribir libertad, felicidad, buena salud y prosperidad.
Tu mente subconsciente, al ser creativa y formar unidad con tu origen divino,
procederá a crear la libertad y la felicidad que tú con tanto fervor has prescrito.
Lo casual o lo accidental no tiene nada que ver con el derrotero que tome tu
carrera profesional, ni tampoco tu desgracia ni tu fortuna están predestinadas. A tu
mente subconsciente no le afecta en absoluto la veracidad o la falsedad de lo que tú
conscientemente sientas o creas que es verdad. Quédate sólo con lo que sea
verdadero, amoroso, noble y divino, y verás cómo tu subconsciente reacciona en
consecuencia.
Aunque los filósofos, teólogos y pensadores de todas las épocas han sido
conocedores de lo que acabamos de exponer, no está de más que sea recordado a
cada generación para que ésta lo aplique a sus miembros.
Tanto en su gran éxito editorial, El poder de tu mente subconsciente, como en
posteriores escritos, el Dr. Joseph Murphy ha sintetizado este concepto; concepto,
cabe decirlo, ampliamente difundido, toda vez que miles de hombres y mujeres
hicieron acto de presencia en sermones y conferencias que pronunció en un buen
número de países, y a los que hay que añadir millones de ellos que escucharon sus
emisiones de radio.
El Dr. Murphy convierte estas teorías en modos prácticos de abordar la vida y te
proporciona un programa lógico que te ayudará a dejar de condenarte a ti mismo. Se
te demostrará que ahora estás en disposición de reivindicar lo que quieres ser. Ahora
puedes poseer lo que desees poseer. Ahora puedes hacer lo que desees hacer. Puedes
vivir en esta atmósfera mental; atmósfera que, paso a paso, se precipitará por
ósmosis desde tu consciente hasta tu subconsciente, convirtiéndose gradualmente,
por poco que la alimentes y sostengas, en una convicción. Entonces tus limitaciones
se desintegrarán y, como un ave Fénix, renacerás de las cenizas del pasado
convertido en una nueva persona.
Adquirirás una nueva visión, una nueva imagen de ti mismo, una nueva
conciencia. Son tus creencias más arraigadas y tus adhesiones emocionales las que,
en definitiva, te gobiernan y te controlan. Cualquier idea o creencia que domine en
tu mente subconsciente se hará con el control de tus pensamientos y también de tus
acciones y reacciones. Si crees en el fracaso, no puedes tener éxito. Podrías trabajar
con dureza durante dieciocho horas diarias y no tener éxito, y ello porque el fracaso
es la idea dominante en tu mente. A tenor de lo que pienses, así te irán las cosas. Es
lo que dice la ciencia de la mente.
Aprenderás a esperar lo mejor, a desear de antemano el más prometedor futuro, a
creer que todo es posible. Con esta nueva imagen de ti mismo, experimentarás el
júbilo y la emoción de la realización de tus sueños. Aprenderás a aplicar una serie
de principios que te ayudarán a progresar en tu carrera profesional.
Si bien el contenido de este libro está principalmente extraído de las obras del Dr.
Murphy, ha sido, no obstante, aumentado con ideas y ejemplos adicionales con el
fin de demostrar lo valioso que es su mensaje para los lectores del siglo XXI.
Habida cuenta del origen sacerdotal del Dr. Murphy, muchas de sus
manifestaciones llevan la impronta de su firme creencia en Dios. Sin embargo, tanto
si eres religioso, agnóstico o ateo, puedes experimentar cómo esta Inteligencia
Infinita trabaja para ti. No necesitas ningún credo. Si llamas, te responderá. Es
impersonal, no tiene en consideración a la persona. Para la gente creyente, esta
Inteligencia Infinita es Dios; para otros, es algo profundo que llevamos dentro. Si lo
deseas, puedes llamarla Inteligencia Sobrehumana o mente subliminal.
Si tienes un problema —ya sea mental, físico o sentimental— que te impida
prestarle a tu trabajo la dedicación adecuada, hazte preguntas como éstas: «¿A qué
le estoy dando la espalda?», «¿Qué es aquello con lo que no me quiero enfrentar?»,
«¿Estaré ocultando mi resentimiento o animadversión hacia alguien?» Plántale cara
al problema. Soluciónalo con el conocimiento de tu mente profunda y a sabiendas
de que el Principio Vital siempre busca sanar, restaurar. Este principio es la fuerza
vital que nos anima. Nunca condena. Nunca castiga. Nunca juzga. No puede. Tú sí
puedes emitir juicios sobre ti mismo por medio de tu propio pensamiento; la
conclusión a la que llegues o el veredicto que des está en tu misma mente. Ten
siempre en cuenta que el Principio Vital no puede penalizarte. No puede juzgarte.
Tu eres el que moldea y da forma a tu propio destino, porque tú, en definitiva, eres
lo que piensas con tu corazón o con tu subconsciente.
Date cuenta, por tanto, que los pensamientos son cosas, que lo que tú pienses es
lo que atraerás hacia ti mismo y que lo que tú te imaginas es en lo que te convertirás.
Si lo haces así, tu vida se llenará de hechos maravillosos; porque sólo hay Un Poder,
y este Poder se encuentra en tu interior. Eres el capitán que está en el puente de
mando dando órdenes, por lo que tu mente subconsciente hará suya la impresión que
tú le des y la llevará a cabo, ya sea ésta —como hemos dicho— verdadera o no.
Acepta, pues, sólo aquellas cosas que sean verdaderas.
Cuando nuestra mente está atestada de falsas creencias, ideas y opiniones, reina
en ella el desorden; pero cuando está repleta de eternas verdades, se hace entonces
invulnerable. Aquellas personas que estén llenas de confianza y de fe no llegarán
nunca a estar sugestionadas por el miedo. Estas personas refuerzan su fe y su
confianza mediante el principio del éxito, y refuerzan, además, el concepto de que la
Inteligencia Infinita no puede fallar. Sólo las personas que no poseen la necesaria
confianza en sus poderes internos son susceptibles de estar sugestionadas por el
fracaso.
Numerosos experimentos realizados por psicólogos y psiquiatras con personas en
estado hipnótico, pusieron de relieve que la mente subconsciente es incapaz de
llevar a cabo tareas de selección y comparación, tan necesarias en todo proceso de
razonamiento.
Ten siempre presente que tu mente consciente es el centinela que vigila la puerta
y que su principal función es proteger tu mente subconsciente de impresiones falsas.
Lo más seguro es que no estés al tanto de una de las leyes básicas de la mente; me
refiero a la que asegura que la mente subconsciente es susceptible de ser
sugestionada. Ya hemos dicho que la mente subconsciente no es capaz de comparar
o discriminar, como tampoco lo es de razonar o pensar por sí misma. Esta última
función es propia de la mente consciente. La mente subconsciente lo único que hace
es reaccionar a las impresiones que le proporciona la mente consciente; no
manifiesta preferencia alguna por una u otra línea de acción.
Recuerda: ningún tipo de sugestión puede imponer algo a la mente subconsciente
en contra de la voluntad de la mente consciente. Tu mente consciente posee la
facultad de rechazar toda sugestión que sea falsa o negativa.
Lo aconsejable es que procures que tu mente subconsciente sólo sea afectada por
sugestiones sanas, benditas, elevadas y que sean edificantes para ti mismo en todos
los sentidos. No te olvides del hecho de que tu mente subconsciente siempre te toma
la palabra; de que hace a pie juntillas lo que le dices. Por tanto, si tú le dices con
insistencia que «no conseguirás ese ascenso» o que «no lograrás tus fines», ella hará
todo lo posible para que se cumpla lo que tú dices.
Otras influencias que recibe tu subconsciente son sugestiones provenientes de
otras personas. En cualquier época y en cualquier país de la Tierra, el poder de la
sugestión siempre ha representado un papel relevante en la vida y en el pensamiento
humanos. Mediante la constante reiteración de comentarios tales como «eres un
pecador», «el demonio tomará posesión de ti» o «cuando mueras irás al infierno», la
sugestión ha sido el poder controlador de la religión en muchas partes del mundo.
Comentarios como éstos introducen el miedo en el ánimo de la gente.
Ya desde la infancia, la mayoría de nosotros nos hemos sentido muchas veces
sugestionados de una manera negativa. Por otro lado, debemos decir que las
sugestiones constructivas son de todo punto maravillosas y magníficas. Una
sugestión negativa es, con mucho, el más destructivo de todos los patrones de
respuesta de la mente, ya que da lugar a conflictos armados, situaciones de miseria,
sufrimientos, prejuicios raciales y religiosos, y a toda clase de desastres. Los
dictadores, los déspotas y los tiranos del mundo saben mucho del poder de la
sugestión. Stalin la practicó, Hitler la practicó, Osama bin Laden la practicó. Todos
ellos se valieron de la religión o de los prejuicios raciales para excitar
emocionalmente a sus respectivos pueblos. Una vez que consiguieron imponer en
millones de personas el grado de excitación emocional adecuado, lo mantuvieron e
incluso lo exacerbaron creando nuevas y oportunas sugestiones negativas y
repitiendo hasta la saciedad ciertas consignas.
En cualquier ámbito de tu vida estás expuesto a sugestionarte de forma negativa.
He aquí algunas de las sugestiones más corrientes en relación con tu trabajo y
carrera profesional: «no vas a poder», «nunca conseguirás nada», «no debes
hacerlo», «seguro que fracasarás», «no tienes ninguna posibilidad de lograrlo»,
«estás equivocado», «es inútil que lo intentes», «no es cuestión de lo que sepas, sino
de a quién conozcas», «no vale la pena que te esfuerces», «hagas lo que hagas, a
nadie le importa», «no tiene sentido esforzarse tanto», «ya eres demasiado viejo»,
«las cosas están cada vez peor», «la vida es un interminable calvario», «no puedes
ganar», «te despedirán muy pronto», «no puedes fiarte de nadie».
Todo lo anterior son órdenes dirigidas a tu mente subconsciente que contribuirán
a que tu vida se convierta en un verdadero infierno. Serás un ser frustrado, neurótico
e inhibido. Frecuentarás la consulta del psiquiatra, porque eres tú mismo quien te
está produciendo estas sugestiones destructivas.
Puedes desprenderte de todas estas sugestiones negativas alimentando con
oraciones a tu mente subconsciente o también leyendo reflexiones edificantes antes
de quedarte dormido. Esto neutralizará todas las ideas destructivas. No tienes que
estar influiado por las sugestiones negativas. Si echas una mirada atrás, no te costará
trabajo recordar cómo tus padres, tus amigos, tus parientes, tus jefes y tus sacerdotes
contribuyeron por medio de campañas a la implantación de estas sugestiones
destructivas. El propósito de estas campañas era controlarte o meterte el miedo en el
cuerpo. Si cavilas un poco, te darás cuenta de que muchas de estas sugestiones
tienen por objeto hacer que pienses, sientas y actúes de la forma que otros desean y
que tomes el camino que a ellos más le conviene. Está claro que no eres la marioneta
de nadie. Debes escoger tu propio camino: el camino que conduce a la plenitud, a la
libertad. Y este camino está dentro de ti. Todo lo que des por cierto en tu mente
consciente, lo experimentarás con tu mente subconsciente. Por tanto, piensa que
Dios, o la Inteligencia Infinita, te está guiando, que la acción correcta reina con
carácter supremo, que te gobiernan la ley divina y el orden, que la paz divina ocupa
tu alma, etcétera. Procura creer en todas estas cosas. Aunque tú no seas su creador,
sí puedes activarlas y potenciarlas a lo largo de tu vida.
Piensa como te venga en ganas. Tienes el poder de controlar tus propias
emociones. En tu puesto de trabajo y en tu carrera profesional, eres tú, no tus
superiores ni tus compañeros, quien debe tener el pleno control de tu destino.
Invoca la inspiración celestial. En cuanto aceptes estas verdades con tu mente
consciente, tu subconsciente las llevará a cabo y te percatarás de que no hay nada
que te impida la consecución de tus objetivos, de que te estás moviendo en la
dirección que has escogido para tu carrera profesional y para tu vida.
Estamos obligados a creer que podemos mejorar nuestra vida. Cualquier creencia
—ya sea verdadera, falsa o meramente indiferente—, si se sostiene más allá de un
determinado período de tiempo, se asimila y queda incorporada a nuestra
mentalidad. A menos que sea anulada por otra de índole contraria, la creencia, más
tarde o más temprano, toma forma y es expresada o experimentada como cualquier
otro hecho, condición, circunstancia o acontecimiento de la vida. Dentro de nosotros
se encuentra el poder que nos permite cambiar creencias negativas en positivas y,
por añadidura, cambiar nuestra vida por otra mejor.
Aunque hay mucha gente que se da de cara con el éxito sin buscarlo, la mayoría
de las veces tenemos que poner algo o mucho de nuestra parte para la lograrlo. Por
desgracia, no hay muchas personas que sean conscientes del poder que existe dentro
de ellas para salir de una situación funesta y comenzar a subir la escalinata del éxito.
De forma latente, cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior unos poderes
que no usamos, pero que, sin embargo, esperan ser activados. Muchos no tenemos
confianza en nosotros mismos o tenemos nuestra propia estima por los suelos. Otros
vivimos en un estado constante de preocupación o de miedo. Algunos encontramos
en nuestra carrera profesional —o en otros aspectos de nuestra vida— obstáculos
inesperados que, en principio, nos parecen insalvables. Muchos de nosotros tenemos
empleos sin futuro o simplemente odiamos tener que levantarnos por las mañanas
para tener que soportar un ambiente laboral que nos es hostil e ingrato. Nos gustaría
cambiar, pero nos sentimos incapaces de hacerlo.
Tú puedes cambiar tu propia vida. Y para hacerlo, puedes encontrar dentro de ti
las herramientas necesarias. Todo lo que tienes que hacer es ponerlas a punto,
utilizarlas y comprobar los resultados.
En los próximos capítulos analizaremos los atributos personales que conducen al
éxito y estudiaremos, además, cómo mediante la canalización de los poderes de tu
mente subconsciente puedes llegar, en menos tiempo, a culminar con pleno éxito tu
carrera profesional.
1
Establecimiento y consecución de tus metas
¿Tienes algún sueño, alguna visión relacionada con tu futuro? ¿Eres rico en este
sueño? ¿Famoso? ¿Feliz? Mucha gente sueña con un futuro prometedor, si bien en
la mayoría de los casos se queda sólo en eso: en un sueño.
Las personas que han alcanzado el éxito también han tenido sueños de esta clase,
lo que pasa es que ellas los han convertido primero en objetivos y luego en realidad.
Sus sueños no eran vagas esperanzas de éxito; no, sus sueños estaban compuestos
por metas específicas a cuya consecución se dedicaron en cuerpo y alma. Edison
soñó con un mundo en que la energía eléctrica iluminara la noche. Stephenson soñó
con una máquina de vapor que arrastrara vagones y eliminara el trabajo agotador de
hombres y animales. Beethoven soñó con una música que elevara el espíritu. No
sólo fue la fama la que ocupó los sueños de grandes actores, pintores, músicos y
escritores, sino el modo en que utilizarían sus respectivos talentos para conseguir el
éxito.
Soñar no es algo que sea exclusivo de los grandes genios. Cualquier persona que
haya tenido éxito nos dirá que todo comenzó con una esperanza, con un sueño. A lo
largo de los años, centenares de hombres y mujeres han declarado que todos sus
logros comenzaron con un sueño que luego se convirtió en una meta; meta ésta que
dio lugar a un plan de acción especialmente dirigido a su consecución.
Soñar tampoco es una acción que esté solamente reservada a los jóvenes. Nunca
es demasiado tarde para tener un nuevo sueño que dé paso a nuevas aspiraciones
que, a su vez, terminen en nuevos éxitos. Es impresionante lo que han conseguido
personas que tuvieron en su vida sueños tardíos. Benjamin Franklin, por ejemplo,
tenía más de cincuenta años cuando le dio por estudiar ciencias y filosofía. Milton,
ciego y todo, había cumplido ya los cincuenta años cuando cogió la pluma para
terminar su poema épico El paraíso perdido.
Asimismo, los sueños no son propios de personas que sufren discriminaciones o
prejuicios existentes en su época. Durante incontables años, las mujeres se han visto
notablemente constreñidas en lo relativo a su actividad laboral. Hubo un tiempo en
que sus aspiraciones profesionales estaban limitadas a lo que se conocía como
«trabajos femeninos». Para emprender una carrera profesional distinta, se necesitaba
una fuerte determinación y una gran valentía. Un ejemplo de esto lo tenemos en
Elaine Pagels, profesora en Princeton y autora de libros de gran éxito editorial sobre
gnosticismo y cristianismo primitivo. Pagels decía que había sido educada en una
época en la que era de todo punto impensable que una mujer intentara cursar
cualquier carrera académica. En su caso, emprendió con entera libertad el camino
que a ella le gustaba, descubriendo más tarde que incluso podía ganarse la vida con
su trabajo. Su sueño se había convertido en su meta.
En la actualidad existen muy pocas barreras que impidan a alguien dedicarse a la
actividad profesional que le apetezca. Es significativo el hecho de que en algunas
facultades de los Estados Unidos, entre ellas las de derecho y medicina, la mitad o
más de los estudiantes sean mujeres.
En los noventa y en los primeros años del segundo milenio, muchas empresas
estadounidenses comenzaron a subcontratar trabajos a países en los que el coste de
la mano de obra era sustancialmente más bajo. Esto dio lugar a que miles de
personas se quedaran sin trabajo. Algunas de ellas se jubilaron, mientras que otras
—sin dejar de lamentarse de su mala suerte— desistieron de ganarse el sustento por
sí mismas y recurrieron a las ayudas que les ofrecían los organismos de bienestar
social. La mayoría de estas personas, sin embargo, optaron por hacer uso de sus
facultades personales y se prepararon convenientemente para ocupar puestos de
trabajo en otros ámbitos laborales. Muchas de ellas tuvieron que comenzar de nuevo
e incluso ganando un sueldo más bajo que en su anterior empleo; pero lo hicieron
con una energía y con un entusiasmo renovados, lo cual les permitió, sin arredrarse
lo más mínimo, volver a subir una vez más la escalinata del éxito.
En circunstancias como éstas, la determinación cuenta más que el cerebro. Sólo
aquellos que tengan la firme determinación de que nada les impedirá conseguir su
propósito, serán los que, con perseverancia y valor, se harán con los laureles de la
victoria. Para aquellos que luchan con fuerza y constancia, los sueños se convierten
en objetivos y los objetivos en logros y realidades.
Los grandes atractivos de la vida, aquellas cosas que hacen que valga la pena
vivirla, que nos han rescatado del trabajo monótono y elevado por encima de la
mediocridad y del mal gusto, se las debemos a nuestros soñadores.
CONVERSIÓN DE LOS SUEÑOS EN METAS
Sólo hay una persona en todo este mundo que te puede encarrilar por el camino
del éxito. Y esa persona eres tú.
Antes de que puedas determinar cuáles son las metas que podrías alcanzar a lo
largo de tu vida, tienes que evaluarte a ti mismo. Haz un recorrido investigador por
el interior de tu mente y descubre en tu subconsciente qué es a lo que tú aspiras
realmente en la vida y con qué recursos cuentas para conseguir esta aspiración.
Debes ser realista, toda vez que puede darse el caso de que escojas una meta
como deseable y no tengas las cualidades necesarias para lograrla. Puedes muy bien
desear ser una estrella de cine o un cantante de ópera, pero si careces de las aptitudes
y del talento necesarios, lo mejor es que te olvides de este deseo. Ahora bien, lo que
sí puedes hacer es intentar destacar en una actividad que no hayas tocado antes, ya
que puedes poseer cualidades y pericias hasta entonces desconocidas para ti y que te
podrían servir para iniciar una carrera profesional satisfactoria y rentable.
¿Cómo puedes descubrir esto? Pues mirando con detenimiento y profundidad
dentro de ti. Un cuidadoso ejercicio de introspección sacaría esto a la luz. La
mayoría de los adultos saben ya de lo que son capaces y no capaces de hacer, lo que
les gusta y lo que no les gusta. Puede ser que en tu caso la cuestión no sea tan obvia;
pero si es así, la introspección te permitirá ir más allá de la obviedad y analizarte a ti
mismo a fondo.
Un buen ejemplo de esto lo encontramos en Shonda Rhimes, guionista y
productora de los programas Grey’s Anatomy y Private Practice de la televisión
estadounidense. Siendo aún una niña ya sabía que con el tiempo llegaría a ser
escritora. Como no sabía escribir, se imaginaba historias y las grababa en una cinta
magnetofónica. Su madre, para estimularla, se las transcribía, dándoles de esta
forma una mayor materialidad.
Lo que tienes que hacer es repasar sistemáticamente tus estudios, tu experiencia,
tus aficiones y las cosas que te interesan. Busca aquellos aspectos de tu vida en los
que has tenido éxito y te han producido alegría y satisfacción. Todas estas
circunstancias son indicativas de aquellos ámbitos en los que podrías tener éxito en
el futuro. No obstante, esto es sólo el comienzo.
Desde el principio de sus respectivas carreras, las personas de éxito suelen tener
una idea bastante exacta de los medios con que cuentan. Haz, por tanto, un
inventario de todos tus posibles recursos y capacidades. No te detengas en lo que
hasta ahora hayas conseguido en la vida y ten en cuenta también lo que crees que
eres capaz de conseguir. La inmensa mayoría de la gente joven comienza su carrera
con un conocimiento muy escaso de sus capacidades mentales, y sólo más tarde, con
el transcurso del tiempo, empezará poco a poco a descubrirlas.
La mayoría de las personas sólo descubren un pequeño porcentaje de sus
habilidades y, por ello, nunca levantan cabeza y se quedan estancadas en puestos de
trabajo de poca categoría y bajo salario. A pesar de contar con recursos, permanecen
sumergidas en la mediocridad. Si estas personas pudiesen detectar sus propios
recursos, estarían en disposición de aspirar a mejores puestos de trabajo. Sea por la
razón que fuere, nunca se vieron inmersas en un ambiente que espolease sus deseos
de progreso o nunca tuvieron la ocasión de producir la chispa que encendiese el
gigantesco poder de ese «gran interno» que poseen.
Una forma de identificar tu potencial oculto sería preparar una lista que incluyera
las principales actividades, como por ejemplo académicas, laborales y de cualquier
otra índole, en las que hubieses tenido una participación activa. Una vez
confeccionada esta lista, tendrías que estudiarla para determinar cuáles actividades
te gustaron, cuáles te fueron satisfactorias y cuáles te resultaron desagradables.
Josh D., de veinticinco años y con estudios superiores, estaba muy descontento
con su trabajo de perito-tasador de siniestros en una compañía de seguros. Había
hecho un curso posgrado sobre dirección empresarial y aceptado este puesto con la
intención de que le sirviese de trampolín para dar el salto a un cargo directivo.
Cuando relacionó todas las clases de actividades que realizaba, llegó a la conclusión
que lo que menos le gustaba era realizar tareas que requiriesen un gran detallismo.
Se dio cuenta de que su jefe y el jefe de su jefe dedicaban la mayor parte de su
tiempo a realizar trabajos de esta naturaleza. Observó también que el aspecto de su
trabajo que más le gustaba era tratar con los asegurados, entrevistarlos y ayudarlos a
tramitar sus partes de siniestro. Al revisar sus actividades escolares y su trabajo en
un grupo social, descubrió que las actividades para él más gratificantes eran las que
estaban relacionadas con la gente. Josh puso esta cuestión en conocimiento del
departamento de recursos humanos de su empresa, donde le apuntaron que quizá su
cometido ideal fuese la venta de seguros. Accedió al cambio y ahora disfruta de un
trabajo que le está llevando por el sendero del éxito.
UNICIDAD DE PROPÓSITO
2
Desarrollo de la autoestima y de la confianza en sí mismo
Puede haber innumerables razones para que a una persona le sonría el éxito en su
profesión o negocio y a otra no. Los muchos años que he cambiado impresiones con
personas de distinta extracción —ricas y pobres, famosas y corrientes, líderes y
gregarias— han permitido que me diese cuenta de que uno de los elementos más
significativos que predestina a una persona al éxito o al fracaso es cómo se sienta
consigo misma. Aquellos que verdaderamente se aman a sí mismos, que piensan que
son seres portadores de valores, tienen muchas más posibilidades de tener éxito que
aquellos otros que no piensan de esta forma.
¿Qué tienen las personas de éxito que los demás no tienen? A mi entender,
autoestima y confianza en sí mismas. Creen en ellas mismas y en el poder que
tienen en su interior.
LA AUTOESTIMA: INGREDIENTE BÁSICO DE LA CONFIANZA EN SÍ MISMO
Son tus propias estimaciones, esquemas y creencias los que de verdad tienen
trascendencia en tu vida, no lo que puedan pensar de ti otras personas. Si alguien te
dice que «eres un fracasado y que nunca llegarás a ser algo», ¿qué es lo que debes
hacer? Algo muy sencillo, decirte a ti mismo que «lo que digan los demás es
irrelevante, que has nacido para ganar y que, por tanto, triunfarás». Remacha esta
autoafirmación diciéndote que «debes triunfar, que vas a conseguir el éxito de una
manera única y notable».
Cada vez que una persona te diga que vas a fracasar, es una ocasión que tienes
para reforzar tu fe en el poder de tu mente subconsciente, la cual nunca falla. En
otras palabras: no culpes a los demás de tus fracasos. No le eches tampoco la culpa a
situaciones coyunturales difíciles. Las personas de éxito tratan por todos los medios
superar cualquier situación, por muy adversa que ésta sea. Lo más seguro es que
tengas algún que otro fracaso, pero esto no quiere decir que tú seas un fracasado.
Tienes dentro de ti la suficiente fuerza creadora como para darle la vuelta al fracaso
y convertirlo en éxito. Piensa que las personas que estén a tu alrededor no pueden
influir en ti. A menos que tú lo consientas, estas personas no cuentan con el poder de
manipularte.
Con cada uno de tus éxitos, crecerá en tu interior la autoestima. Es más, tu
autoestima crecerá incluso aunque de vez en cuando tengas un fracaso; para lograr
esto, sólo tienes que pensar en que el poder está todavía contigo, que crees en él y
que siempre responderá a tus requerimientos.
Eres lo que crees que eres. Te crearás a ti mismo con la imagen que tienes de ti en
tu propia mente. Tu autoestima y tu autoconfianza son tan sólo la proyección de tu
misma imagen. Si consigues formar una imagen tuya fuerte y positiva, llegarás a ser
una persona más feliz y con más posibilidades de éxito. Serás una persona capaz de
superar cualquier obstáculo —por muy importante que sea— que encuentres en tu
camino, así como alcanzar las metas que tú mismo te fijes.
Para hacer realidad lo anterior, el principal requisito es creer en ti mismo, en lo
que haces y en tu destino supremo. La seguridad o la confianza en uno mismo
adquiere su mayor expresión cuando va acompañada por el convencimiento de que
nuestro yo real es un regalo de Dios, y que con Dios todas las cosas son posibles.
Adquiere una nueva mentalidad ahora mismo; no pierdas ni un segundo. Esta
nueva mentalidad estará basada en la idea de que uno puede poseer lo que desee;
que las cosas suceden tal como uno cree. Practica la vieja máxima que dice:
«Asegúrate primero que estás en lo cierto, y luego sigue adelante.» No permitas que
nada te cambie ni ponga en peligro tus convicciones. Haz esto parte integrante de tu
mentalidad. Ten la seguridad que con esta clase de creencia no se te puede escapar el
éxito y que siempre darás pasos hacia delante en la vida.
ESCRIBE UN GUIÓN POSITIVO PARA TU VIDA
Los psicólogos nos dicen que cada uno de nosotros escribimos un «guión» para
nuestra propia vida. Este guión puede ser optimista o pesimista, que nos haga felices
o desgraciados, que refleje autoestima y actitudes positivas o que presente una vida
dominada por el negativismo, incluso por el odio a uno mismo. Los hombres y las
mujeres que cosechan fracasos en los primeros tramos de sus carreras son proclives
a perder su autoestima y su confianza en sí mismos. Estos fallos tempraneros
afectan a sus psiques y, por tanto, no es raro que subconscientemente escriban para
sí mismos unos guiones en los que el fracaso sea el leitmotiv y ellos los
protagonistas; y lo seguirán siendo a menos que renueven su fe en ellos mismos.
Si has escrito un guión típico de un fracasado, este guión dominará tus
pensamientos y tus acciones. Siempre te considerarás a ti mismo un perdedor y todo
apunta que lo terminarás siendo. A menos que vuelvas a escribir el guión, estarás
abocado a tener toda una vida jalonada de fracasos e infelicidades.
La mayoría de los hombres y de las mujeres de éxito no nacieron con el éxito
implantado en sus genes. Las biografías de muchas de estas personas eminentes nos
hablan de que antes de alcanzar sus metas, tuvieron que luchar contra la pobreza, la
depresión y lo que parecían ser obstáculos insalvables.
Para llegar hasta donde llegaron, tuvieron que reescribir su propio guión mental y
cambiar su imagen de negativa a positiva. Luego, por su determinación, dedicación
y trabajo, comenzaron a disfrutar del éxito que habían plasmado en su guión.
Nadie partió desde tan bajo como lo hizo Frederick Douglass. Nació con la
consideración de esclavo en una plantación de algodón. Si nos atenemos a las
oportunidades de perfeccionamiento y mejora personales con las que pudo contar,
tenemos que decir que estaba en una situación tan desasistida y hostil como
cualquier otra persona de su condición, lugar y época. Supongamos que cuando
pudo darse perfecta cuenta de su falta de libertad y de las negras perspectivas que
tenía delante de él, se dijese a sí mismo: «Estoy aquí bajo la condición de esclavo.
Por muy ambicioso que sea y por muy ansioso que esté por salir de este ambiente,
nunca podré lograrlo porque nací en esclavitud. Mis padres son esclavos y mis
abuelos fueron también esclavos. No tengo la más mínima posibilidad de conseguir
la educación necesaria para iniciar otra vida fuera de esta plantación.»
Pues bien, si él se hubiese hecho este razonamiento, ¿crees que hubiéramos oído
hablar de Frederick Douglass. Por supuesto que no. Al igual que lo hicieron
millones de sus semejantes, hubiera vivido y muerto como esclavo. Pero en su caso,
él no pensó que no podía hacerse nada, sino que pensó todo lo contrario y tomó la
firme determinación de salir de su condición de esclavo.
Redactó un guión para sí mismo en el que recurría a ese misterioso poder que, en
estado de latencia, se encuentra en nuestro interior y que siempre acude a nuestra
llamada. Por lo visto, este poder le sirvió para allanar cualquier obstáculo,
aparentemente insuperable, que se interpusiera entre él y su libertad y educación.
Carteles pegados a las paredes, papeles impresos de la basura y un viejo almanaque
que se encontró en la plantación le sirvieron para aprender las letras y las palabras.
Nunca tuvo un verdadero libro en sus manos antes de aprender a leer.
Con medios tan escasos y en un entorno tan poco propicio, este muchacho
esclavo se las ingenió, primero, para que lo manumitieran, y luego para adquirir un
nivel de educación adecuado. Se ganó una buena reputación internacional como
adalid de una raza esclavizada; actividad ésta a la que dedicó toda su vida. Su figura
no pasó inadvertida al presidente de Estados Unidos, quien le nombró embajador en
Haití.
Tú también puedes reescribir ese guión que te mantiene empantanado en los
estratos más bajos de la vida. Una tarea así requiere dedicación y un esfuerzo
continuo; pero si quieres salir de verdad del agujero en que te encuentras, no tendrás
más remedio que emprenderla.
Los siguientes consejos facilitarán esta tarea:
Ámate a ti mismo. Como no lo hagas tú, no esperes que los demás te amen y
te respeten.
Confía en ti. No te sientas inseguro si tienes que tomar decisiones que afectan
a tu vida. Si te fijas unos objetivos y tienes el convencimiento de que lograrás
alcanzarlos, no debes tener miedo de tomar unas decisiones que, en todo caso,
te ayudarán a conseguir tu propósito.
Quédate con lo positivo. Lo más seguro es que a lo largo del proceso tengas
algunos reveses. En este supuesto, lo más apropiado es no darles demasiada
importancia. Fíjate sobre todo en tus logros diarios y, con ello, le darás aún
más consistencia a tu guión de éxitos. La autoestima es perecedera y, por
consiguiente, debe ser constantemente nutrida y reforzada. Su alimento son
las palabras, las acciones, las actitudes y la experiencia, y sobre todo tu
determinación personal de mantenerla alta e intacta.
Exígete mucho. Cuando consigas un éxito, por muy pequeño que éste sea,
felicítate a ti mismo; ahora bien, procura no caer en la autocomplacencia.
Utiliza los pequeños logros como incentivo para conseguir otros más grandes.
Repítete una y otra vez el mantra que hizo famoso el psicólogo y farmacólogo
francés Émile Coué: «Día tras día, en todos los aspectos, me va mejor y
mejor.»
ARÉNGATE A TI MISMO
Hay veces en que necesitamos alentar a nuestra autoestima y, para ello, debemos
actuar como lo haría el preparador (o la preparadora) de un equipo deportivo.
Cuando el equipo flaquea, ahí está su preparador para enardecer los ánimos, y uno
de los métodos más efectivos es dirigirse a sus componentes y soltarles algo
parecido a una arenga. Con bien escogidas palabras, el preparador les imbuye
entusiasmo, confianza en sí mismos y no sólo el deseo de ganar, sino también el
compromiso de no escatimar ningún esfuerzo para lograr la victoria.
En el plano personal, también necesitamos una arenga de vez en cuando. La
necesitamos en el instante en que decae nuestra alegría de vivir, cuando estamos
deprimidos y cuando hemos tenido un fracaso. Asimismo, necesitamos que alguien
nos aliente cuando perdemos confianza o dejamos de creer en nosotros mismos.
Pero en estas circunstancias, ¿dónde está el preparador?
En estos casos, no nos queda otro remedio que ser nuestro propio preparador. Para
cambiar el guión en tu mente, date una arenga. Convéncete a ti mismo de que eres
bueno, de que eres un ganador y de que, puesto que has tenido éxitos en el pasado,
no hay razón alguna para que no los tengas ahora. Una arenga personal de este tipo
planta en tu mente subconsciente semillas de autoestima; y si se repite una y otra
vez, terminará por filtrarse hasta tu mente subconsciente para convertirse en las
raíces de tu conducta.
La autoestima nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida. En los años
juveniles nos empuja hacia delante, nos sostiene cuando llegamos a la mediana edad
y nos renueva durante los años postreros de nuestra vida.
Adquiere la sana costumbre de borrar en tu guión personal las palabras negativas
y sustituirlas por otras positivas. En vez de palabras de desesperación, siembra
palabras de esperanza; en vez de palabras que den la noción de fracaso, utiliza
palabras que den la noción de éxito; en vez de palabras de derrota, piensa en
palabras de victoria; en vez de palabras de consternación, añade palabras de aliento;
en vez de palabras de apatía, usa palabras de entusiasmo; en vez de palabras de odio,
pronuncia palabras de amor. Si reemplazas todas las palabras negativas por otras de
signo contrario, puedes estar tan seguro, como que el día sigue a la noche, de que la
autoestima y la confianza en ti mismo impregnarán tu vida.
AFRONTA Y DERRIBA LOS OBSTÁCULOS
Hazte a la idea, desde este preciso instante, que puedes hacer lo que te
propongas hacer y que puedes llegar a ser lo que buenamente quieras llegar a
ser. Piensa, asimismo, que puedes tener lo que desees tener y que lo que
creas se materializará en ti.
Como no te quieras y no te respetes a ti mismo, no podrás ni siquiera
comenzar a dibujar una imagen propia de éxito. No hay razón alguna para que
presentes perpetuamente una imagen propia negativa. Debes crearte una
imagen positiva si quieres llegar a ser una persona de éxito.
Cuando pienses sobre ti mismo no lo hagas de forma descalificadora,
escatimadora o derrotista; tampoco te califiques de débil, ineficiente o
enfermo. Piensa que eres perfecto, completo y entero.
En tu recorrido por el camino de la vida encontrarás, sin duda alguna,
obstáculos que te cerrarán el paso. Nunca pierdas la confianza en ti mismo.
El camino que conduce al éxito no suele ser fácil. Programa a tu mente
subconsciente de forma que esté en todo momento dispuesta y sea capaz de
acometer y derribar cualquier barrera que te impida alcanzar tus metas.
*
Hay traducción castellana: Anatomía de una enfermedad o la voluntad de vivir, Editorial Kairós, S. A,
Barcelona, 1993.
3
Piensa de manera más positiva
Las personas que tienen una forma de pensar negativa nunca llegan a lograr algo.
Excepto deterioro, destrucción y muerte, no hay vida en una persona negativa. La
negatividad es la gran enemiga del éxito. La gente que siempre está echando todo
por tierra, que siempre se está quejando de lo mal que le van los negocios y demás
cosas, de su mala salud y de su falta de dinero, es la gente que atrae sobre ella
influencias destructivas y negativas, y la que hace que todos sus esfuerzos resulten
fallidos.
Los pensamientos constructivos abandonan a todo aquel que caiga en el
derrotismo y tienda a utilizar un lenguaje pesimista; y ello porque no se le ocurre
nada que tenga la más mínima afinidad con un positivismo existencial, ni nada
tampoco que lo inicie o fomente. Los principios creativos no pueden subsistir en
medio de una atmósfera destructiva; en una atmósfera en la que no puede tener lugar
ni un solo logro. Las personas con talante negativo andan siempre de capa caída y
son las que, con harta frecuencia, experimentan la amargura del fracaso. Son seres
que pierden el poder de afirmación; pérdida que los desconcierta y les impide seguir
adelante.
LA NEGATIVIDAD SE APODERARÁ DE TU PODER
Cuando tengas un pensamiento maligno, insano o letal hacia otra persona, ten la
suficiente entereza para gritarte: «¡Alto! ¡Marcha atrás!» Ponte de cara al sol y hazte
la reflexión de que si no puedes hacer nada bueno en esta vida, ¿qué vas a hacer
entonces? ¿Sembrar por doquier semillas de violencia, malicia y odio?
Por supuesto que no. Tanto en tu trabajo como en cualquier otra faceta de tu vida,
procura relacionarte con los demás de forma amable, caritativa, cariñosa y
magnánima. Comportándote así, no humillarás ni obstaculizarás a tu prójimo, sino
que, en vez de rencores y sombras, esparcirás por el mundo sonrisas y luces; ayuda y
ánimo en vez de desaliento.
Cuando Marisa L. se cambió de empresa y empezó a trabajar en su nuevo
empleo, se percató de que era la única afroamericana de su departamento. Trató de
hacer amistades entre sus compañeros, pero fue sistemáticamente rechazada. No
sólo hacían como si no existiera, sino que además se esforzaban por hacerle la vida
imposible.
El primer impulso de Marisa fue denunciar al departamento de recursos humanos
una situación que, a todas luces, era un claro quebrantamiento de la igualdad de
oportunidades en el trabajo; sin embargo, lo pensó mejor, y finalmente decidió
manejar el asunto ella misma. En vez de adoptar una postura defensiva y de
enfrentarse abiertamente con sus compañeros, eligió la vía del diálogo cordial y
positivo. Sustituyó su resentimiento por una actitud comprensiva acerca del
comportamiento de sus compañeros y les invitó a que pusieran de su parte la mejor
voluntad para cambiarlo. Se enteró de lo que hacía cada uno e hizo todo lo posible
para compartir con ellos los conocimientos especializados que ella tenía y por los
cuales fue contratada.
No tuvo que pasar mucho tiempo para que Marisa contara, primero, con el respeto
de sus colegas, y luego, al cabo de cierto tiempo, con su amistad. Consiguió que
fuese aceptada como «una más de la camarilla».
PROCURA ADOPTAR UNA ACTITUD OPTIMISTA
No hay una costumbre tan reconfortante como mirar siempre el lado bueno de las
situaciones. Pensemos en que las cosas se van a solucionar y que no van a ir a peor;
que vamos a triunfar y no a fracasar, y que, suceda lo que suceda, seremos felices.
Para aumentar tu satisfacción laboral y establecer relaciones que te ayuden a
triunfar y a progresar profesionalmente, no te desprendas nunca de una actitud
optimista y expectante —la actitud que siempre busca y espera lo mejor, lo más alto,
lo más placentero—, y no te permitas, bajo ningún concepto, caer en el pesimismo y
el desaliento.
Cree de todo corazón que harás lo que estés llamado a hacer. Nunca, ni por un
solo instante, abrigues la menor duda sobre tu éxito. No le des cabida al fracaso en
tu mente, en el supuesto de que intentara colarse. Ábrela sólo para que entren
«pensamientos beneficiosos»; esto es, pensamientos que favorezcan la culminación
de los proyectos que te propones llevar a cabo. Rechaza cualquier «pensamiento
perjudicial», cualquier postura que propicie la apatía, cualquier cosa que, incluso de
manera indirecta, pudiese inducir al fracaso o a la infelicidad.
Arianna Huffington, prominente personalidad televisiva y co-fundadora del
periódico digital Huf inton Post, pasó su infancia en Grecia. Siendo todavía una
colegiala, vio en una revista una foto de la Universidad de Cambridge, lo que la
movió a comunicarle a su familia y a sus amigos que deseaba estudiar en ése centro.
Todo el mundo, y sobre todo su padre, le dijo que una idea como ésa era
francamente descabellada y que, por consiguiente, debía descartarla de plano. A
pesar de esto, para tener una impresión más realista de cómo sería la estancia de
Arianna en dicha universidad, su madre compró dos billetes de avión de bajo coste
para visitar, acompañada de su decidida hija, la ciudad de Cambridge. Durante los
días que permanecieron allí no se entrevistaron con miembro alguno de la
institución universitaria; se limitaron a pasear bajo la lluvia y a comportarse como si
ya Arianna residiera en la localidad.
Tres años más tarde, Arianna obtuvo una beca y fue admitida en la Universidad
de Cambridge. Le agrada decir que su madre le inculcó el afán de probar cosas
nuevas y que, desde muy pequeña, sabía que una actitud positiva podía derribar
cualquier obstáculo. Durante el transcurso de los siguientes años, el talante positivo
de Arianna le permitió cosechar éxitos en política, televisión y, últimamente, en el
campo del periodismo digital.
Independientemente de lo que pretendas hacer o ser, aborda siempre la pretensión
con una actitud que se caracterice por la ilusión, la esperanza y el optimismo. Te
asombrará el hecho de comprobar lo mucho que se han acrecentado y perfeccionado
todas tus facultades, así como la mejora que, en general, tú mismo has
experimentado.
Dos hermanos se asociaron para montar juntos un negocio. Durante varios años el
negocio les fue bastante bien, pero empezaron a especular en los mercados de
futuros y productos básicos y terminaron perdiendo absolutamente todo, incluso sus
empresas y sus ahorros. Como debían la cifra de cincuenta mil dólares y no podían
pagarla, no tuvieron más remedio que declararse en quiebra.
Uno de los hermanos, poseedor de un carácter emprendedor y positivo, se hizo
esta reflexión: «Aunque no me queda nada de lo que tenía, me meteré de nuevo en
negocios y recuperaré lo que he perdido. He aprendido una buena lección, que
terminará rindiéndome buenos dividendos. Tengo fe y confianza en que saldré del
atolladero en que me encuentro; además, facultades para conseguirlo no me faltan.
Tengo mucho que ofrecer y seré de nuevo un hombre al que el éxito le sonría.»
Entró a trabajar en una agencia de valores y, puesto que tenía un buen número de
amistades, no le fue difícil conseguirle a su empleador nuevos clientes.
Su hermano, sin embargo, se sentía humillado y desgraciado por haberlo perdido
todo. A todo aquel con quien se encontraba le contaba lo de sus pérdidas y repetía
hasta la saciedad el consabido estribillo de que la culpa de todo la había tenido su
agente de bolsa; creía que así justificaba una situación que sólo era producto de sus
propias decisiones y errores. Sus amigos comenzaron a darle de lado y su salud se
vio gravemente quebrantada por su desmoralización y abatimiento. Rehusó todo tipo
de ayuda psíquica e ingresó en las filas de los ciudadanos beneficiarios de la
asistencia pública.
Tenemos, pues, a dos hermanos que sufrieron la misma pérdida. Uno encajó bien
el revés y reaccionó de manera apropiada, mientras que el otro se creyó hundido
para siempre y no hizo nada para salir adelante. Esto nos da pie a pensar que lo que
en realidad importa no es lo que nos suceda personalmente, sino cómo nos tomemos
lo que nos ha ocurrido; es decir, cómo reaccionamos ante la adversidad. Uno de los
hermanos, según hemos visto, solucionó su problema de la manera más ventajosa,
para sus intereses particulares, utilizando sabiamente su conocimiento y sus
facultades para forjarse de nuevo una vida mejor. Descubrió que el éxito y la riqueza
se alojaban en su propia mente.
SUSTITUYE LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS POR PENSAMIENTOS POSITIVOS
4
Dominio de la ley de atracción
¿Por qué algunas personas llaman fácilmente la atención, hacen amistades con
naturalidad y se ganan sin esfuerzo alguno la admiración del prójimo, mientras que
otras, por el contrario, mantienen a duras penas relaciones con los demás?
Cuando conocemos a ciertas personas, quedamos impresionados por su agradable
«personalidad». Algo que emana de estas personas nos mueve a depositar en ellas
nuestra confianza, a admirarlas y a sentirnos cómodos a su lado. Son personas que
dominan la ley de atracción. Es gente que llama la atención de sus jefes, de sus
clientes y de cualquier persona con que se relacione. Estos hombres y mujeres son
los que normalmente elegimos como mentores nuestros. Forman un grupo que sirve
de cantera a las empresas para contratar a sus directivos, y suele ser gente que sube
con suma facilidad la escalinata del éxito.
El psicólogo estadounidense William James define la personalidad como un
conjunto de patrones de conducta —característicos y de evolución personal— que
determina el funcionamiento diario de los niveles consciente e inconsciente. Se dice
que la personalidad representa el equilibrio entre los impulsos innatos y una
combinación de controles externos y conscientes.
Lo importante aquí es recordar que las características atractivas pueden cultivarse
y desarrollarse. Algunas de nuestras facetas son connaturales —la apariencia física,
la inteligencia básica y algún que otro talento—, si bien todos tenemos capacidad
para perfeccionar y desarrollar al máximo nuestras cualidades innatas con el fin de
conseguir ese tipo de personalidad que será la admiración de los demás. En
resumen, podemos aprender a utilizar la ley de atracción.
No es fácil convertirse en la persona que uno quiere ser; para empezar, hay que
tener como mínimo un ferviente deseo y una decidida disposición para potenciar lo
más posible nuestras facultades innatas. De ti depende observar de forma natural un
comportamiento sociable, alegre, optimista y positivo; o sea, una personalidad que
merezca la aprobación de las mujeres y de los hombres con que te relaciones.
LOS RASGOS DE PERSONALIDAD SE ADQUIEREN
William James sostiene que la personalidad es la suma total de todos los rasgos
del individuo. Esto incluye, además de los poderes del cuerpo y de la psique de la
persona, sus vestidos, su casa, su esposa e hijos, sus ancestros y amigos, su
reputación y su actividad profesional, sus posesiones y su cuenta bancaria. Todas
estas cosas producen la misma diversidad de sentimientos o sensaciones. Si
aumentan y prosperan, tendrás un sentimiento de triunfo; si menguan y languidecen,
te sentirás desalentado o vencido. Puede ser que en cada caso difiera la intensidad de
los sentimientos, si bien su naturaleza será en todos muy parecida.
La personalidad es la forma con la que solemos expresarnos hacia fuera, hacia el
mundo externo. No solamente somos animales sociables que gustamos de la
compañía y del trato con los demás, sino que además tenemos una propensión
congénita a hacernos notar —sobre todo de manera favorable— entre los de nuestra
clase.
Ciertas personalidades son más poderosas y valiosas que el mero atractivo físico
y, en determinadas ocasiones, que el mismísimo saber. Poseer una personalidad de
aceptación general es un don divino, puesto que con ella podemos influir en los
caracteres más fuertes, escalar hasta los puestos más altos de las empresas y, a
veces, incluso controlar el destino de las naciones.
Las personas que poseen este carisma influyen en nosotros de un modo
inconsciente. En el momento en que estamos en su presencia nos invade un
sentimiento de grandeza. Son un ejemplo para sus subordinados y clientes, y la
mayoría ve en ellas un modelo a imitar, tanto en el trabajo como en la vida en
general. Despliegan ante nosotros posibilidades que ni siquiera sabíamos que
existían. Nuestro horizonte se ensancha; sentimos cómo nuestro ser se va haciendo
con un nuevo poder; experimentamos una sensación de alivio, como si nos quitaran
un gran peso de encima que ha estado oprimiéndonos durante largo tiempo.
Gran parte del encanto de una persona carismática se debe a sus maneras finas y
educadas. El tacto es también un elemento muy importante, quizá el que más. Eso de
saber con exactitud qué es lo adecuado que hay que hacer y ser capaz de hacerlo en
el momento oportuno, es algo que tiene un gran valor. Un buen juicio y una dosis
idónea de sentido común son indispensables para todo aquel que trate de adquirir
este mágico poder. El buen gusto es también uno de los ingredientes del encanto
personal. No es posible ofender el gusto de los demás sin herir su susceptibilidad.
Una de las mejores inversiones que uno puede hacer es adquirir, y luego prodigar,
buenas maneras, un trato cordial y unos sentimientos pletóricos de generosidad; en
suma, pujar sobre el precio del delicioso arte de complacer. Es una inversión mucho
más rentable que la que se haga en bienes materiales, ya que todas las puertas se
abren de par en par a una personalidad brillante y atractiva. Más que bien recibidas,
son buscadas por todas partes.
Los rasgos de personalidad pueden adquirirse. Aunque convengamos que todos
los seres humanos deben tener los mismos derechos y oportunidades, tenemos que
reconocer que no todos tienen la misma inteligencia, la misma fuerza física e
idénticos niveles de energía; no obstante esto, y con independencia de su estatus
social, cualquier ser humano puede mejorar los anteriores atributos por medio del
autoaprendizaje y el autodesarrollo. Como es natural, las personas más ansiosas por
aprender y más deseosas de sobresalir serán las que tomarán la delantera. Tras elegir
los rasgos de personalidad que se desea adquirir, uno puede trabajar sobre ellos para
desarrollarlos. En estos casos, el interés y la perseverancia son los elementos clave.
Las principales cualidades que determinan al ser humano perfecto es la paciencia,
la generosidad, la humildad, la cortesía, el desprendimiento, el buen carácter y la
sinceridad. Estos rasgos no son innatos, pueden adquirirse. Considéralos como el
marco de la personalidad que deseas crear a partir de las cualidades encontradas en
tu propia y compleja naturaleza.
Es de lamentar, sin embargo, que haya personas que posean todas estas
cualidades y no sean vistas como poseedoras de una agradable personalidad; la
razón: no tener una buena apariencia. No me estoy refiriendo a la belleza física. No
tienes por qué haber nacido con una cara o una psique hermosa para proyectar hacia
los demás una buena apariencia; ahora bien, como no vayas vestido pulcra y
adecuadamente, lleves siempre en la cara una sonrisa en vez del ceño fruncido y
seas limpio y bien hablado, tus excelsas cualidades no serán percibidas.
La apariencia personal es importante porque es la primera impresión que la gente
tiene de ti; impresión ésta que determina que te den o no la oportunidad de
demostrar tus inmejorables cualidades.
No sólo te juzgará tu prójimo por tu aspecto externo, sino que tú mismo te fijarás
en la apariencia para juzgar a los demás. Hay una tendencia instintiva en la gente a
adoptar para sí misma la estética externa que ve en las personas que admiran. Y así
vemos que se viste con el mismo estilo de ropa, que imita sus peinados y cortes de
pelo o que anda, habla o se comporta como sus modelos. Pues bien, algo muy
parecido puede hacerse con otras cualidades. Así que fíjate en los rasgos de
personalidad de la gente que respetas y procura hacerlos tuyos. En esta gente puedes
encontrar la persona que deseas ser. No te fijes solamente en los hombres y mujeres
que conozcas, sino que debes ampliar tu búsqueda a personas, tanto del presente
como del pasado, que tengan lo que para ti es la personalidad ideal y que, por
consiguiente, anheles adquirir.
BUSCA LO MEJOR
Es muy fácil; todo estriba en ir por la vida buscando lo bueno y lo bello en vez de
lo feo y lo desagradable, lo noble en vez de lo rufianesco, lo resplandeciente y alegre
en vez de lo oscuro y triste, lo esperanzador en vez de lo desesperante; en suma,
buscar el lado bueno de la vida y desechar el malo. Dirigir siempre tu rostro hacia la
luz del sol es tan fácil como mirar siempre las sombras y, sin embargo, esto tan
simple es lo que marca la diferencia en tu carácter entre estar contento o
descontento, entre ser feliz o desgraciado, y en tu vida entre disfrutar de prosperidad
o entrar en decadencia, entre tener éxito o sufrir un fracaso. Introduce estos
pensamientos en tu mente subconsciente. Es así cómo se pone en práctica la ley de
atracción.
Aprende, pues, a buscar la luz. Rechaza de plano dar albergue en tu mente a
sombras, borrones, imágenes negativas o a cualquier otra cosa que resulte
discordante; no te desprendas, en cambio, de todo lo que sea placentero, útil y
edificante. Esto, además de transformar tu personalidad en muy poco tiempo, le dará
un cambio radical a tu forma de mirar las cosas.
Un modo de desarrollar en ti mismo los mejores rasgos de personalidad es fijarse
en los mejores rasgos de los demás. Si adoptas una actitud magnánima con respecto
a todas las personas que conoces, si tratas de horadar la máscara con la que se cubre
tu prójimo con el fin de llegar hasta lo más hondo de sus entrañas y si cultivas
sentimientos bondadosos para ofrecérselos a todo el mundo, puedes adquirir el
inapreciable don que es la afabilidad de carácter.
Nada te proporcionará beneficios más altos que adquirir la facultad de hacer que
los demás se sientan cómodos, felices y satisfechos consigo mismos. Del mismo
modo que el Sol ahuyenta las tinieblas, las personas luminosas disipan la
melancolía, la tristeza, la preocupación y la ansiedad de todos aquellos seres con los
que entran en contacto. Si estas personas se incorporan a un grupo de gente cuya
conversación ha languidecido y todos sus componentes parecen aburridos, lo más
seguro es que le den una nueva luminosidad a la situación del mismo modo que el
Sol se la da al paisaje cuando, después de una tormenta, se abre paso a través de las
densas y plomizas nubes. Inmediatamente, todo el mundo se contagia del espíritu
jovial del alegre ser que acaba de unirse al grupo; las lenguas se desatan, la
conversación que languidecía cobra vivacidad y animación, y en el ambiente
predomina el regocijo y el buen talante.
Procura ser empático. La gente empática es la que se pone en el lugar de la
persona con la que se interrelaciona. Esta gente no sólo escucha lo que la otra
persona le dice, sino que en ese momento siente lo que ella siente. ¿Cómo puede
alguien no reaccionar positivamente ante gente de esta clase?
MANTÉN UN TALANTE JOVIAL
A menos que tengas una actitud mental exenta de amargura y doblez, y estimes
que cada día es una bendición divina que merece ser disfrutada y saboreada,
arrastrarás una vida infeliz y poco productiva.
No podemos hacer un buen trabajo si en nuestro pecho tienen cobijo sentimientos
de venganza o animadversión hacia nuestro prójimo. Para que nuestras facultades
den lo mejor de sí mismas, tienen que trabajar en un clima de perfecta armonía.
Nuestro corazón debe estar henchido de buena voluntad si queremos realizar un
buen trabajo, ya sea con las manos o con la cabeza. El odio, la venganza y los celos
son venenos tan letales para todo lo bueno que hay en nuestro interior, como lo es el
arsénico para nuestra existencia física.
Una actitud amable, un detalle de buena voluntad hacia alguien, es nuestra mejor
protección contra pensamientos amargos, de odio o injuriosos de cualquier clase. En
toda personalidad agraciada existe un encanto al que es muy difícil sustraerse.
Cuesta mucho despreciar a la persona que lo posee. Hay algo en ella que te atrae.
Aunque estemos ocupados, preocupados o nos disguste mucho ser interrumpidos, no
tenemos fuerza moral para despedir con cajas destempladas a alguien que tenga una
personalidad agradable.
EL SECRETO DE SER AGRADABLE
Emerson * solía decir: «Lo que eres habla tan alto que no puedo oír lo que dices.»
En efecto, no podemos disimular lo que somos y lo que sentimos porque irradiamos
hacia fuera nuestro hálito, nuestra personalidad; y ésta, según sean los rasgos y las
cualidades que predominen en nosotros, se mostrará fría o cálida, atractiva o
repelente.
La persona que sea egoísta siempre pensará en ella y buscará su propio provecho,
mientras que la que sea desapegada, antipática o codiciosa nunca podrá irradiar un
hálito cálido y tierno. Si el egoísmo, la indiferencia, la avaricia y la codicia son los
elementos dominantes de tu forma de ser, más tarde o más temprano los sacarás a
relucir, con lo cual te ganarás el rechazo de los demás, ya que son cualidades que la
gente instintivamente detesta.
Las cualidades que atraen tienen mucho que ver con la extroversión y el amor al
prójimo, mientras que las que repelen son todo lo contrario: introvertidas y
representativas de un amor a sí mismo. Es decir, la gente que no tiene magnetismo
es egocéntrica y, por tanto, piensa demasiado en ella y sólo en ella. Le cuesta
desprenderse de alguna cosa en beneficio de los demás, es absorbente y siempre
intenta sacar tajada de lo que sea. Carece de simpatía, de cordialidad y de
compañerismo. Es gente solitaria.
Un imán sólo atrae los objetos de hierro. De aquí que no atraiga a la madera, al
cobre, al caucho o a cualquier otra sustancia que no contenga nada de hierro. Siendo
un niño pudiste comprobar que a tu pequeño imán se pegaba una aguja pero no un
mondadientes. Sólo atrae lo que le es afín.
Las personas son imanes humanos. Si hacemos pasar un imán por encima de un
montón heterogéneo de cosas, el imán sólo extraerá de este montón aquellos
materiales que posean unas determinadas características físicas para ser atraídos por
él; pues bien, lo mismo pasa con los contactos humanos, que constantemente
estamos atrayendo hacia nosotros —y, por tanto, estableciendo relaciones—
personas y cosas que tienen una cierta afinidad con nosotros, sobre todo estética e
ideológica.
Nuestro entorno, nuestras amistades o nuestra condición general son el resultado
de nuestra atracción mental. Estos elementos han llegado a nosotros en el plano
físico porque nos hemos concentrado en ellos, porque nos hemos relacionado
mentalmente con ellos; esto es, que nos son afines y, por tanto, permanecerán con
nosotros en tanto en cuanto dure en nuestra mente esta afinidad.
APLICACIÓN DE LA LEY DE ATRACCIÓN
El primer paso para hacerte con el magnetismo que necesitas es mejorar tu salud,
si ello fuese necesario. Una buena salud, acompañada por una adecuada actitud
mental y por una mente optimista, esperanzada, jovial y feliz, aumentarán tu
magnetismo hasta cotas insospechadas.
Una persona saludable da sensación de fortaleza, vigor y coraje, mientras que
aquella a la que le falte vitalidad parece que necesita más de los demás que los
demás de ella. La fortaleza física y una salud exuberante contribuyen a la creación
de una personalidad atractiva y vigorosa. Las personas que poseen una mentalidad
entusiasta, que tienen ojos chispeantes, andares elásticos y que, además, bullen de
un lado para otro haciendo alarde de una gran vitalidad física, cuentan con una
enorme ventaja sobre aquellas otras que son enfermizas y físicamente débiles.
ADMITE TUS ERRORES
Haz lo necesario para que la gente piense que ha conocido a una persona sincera.
De entrada, no saludes a la gente con un seco «¿cómo está usted?» o «mucho gusto
en conocerle», ya que, por regla general, ninguno de estos saludos expresa algún
tipo de sentimientos. Procura ser lo más sociable que puedas. Mira a la gente
directamente a la cara y haz que sienta tu personalidad. Extiéndele gustosamente
una mano acompañada de una sonrisa y una palabra amable; de esta forma le darás a
entender a la gente que se ha puesto en contacto con una fuerza auténtica, a la par
que le imbuirás el deseo de verte de nuevo.
Si quieres contar con la amistad de todo el mundo, tienes que cultivar la
cordialidad. Debes abrir de par en par la puerta de tu corazón y no dejar abierta,
como hacen muchos, sólo una pequeña rendija, como si le dijeran a la gente:
«Podéis mirar un poco, pero no entraréis hasta que yo no sepa si me interesa o no
vuestra amistad.» Muchas personas se muestran poco generosas en lo que toca a la
cordialidad; es como si quisieran reservarla para una mejor ocasión o para los
amigos íntimos. Piensan que es demasiado valiosa como para dilapidarla
concediéndosela a todo el mundo.
Te sorprenderá comprobar lo que este apretón de manos cálido y jovial, y este
saludo cordial, harán en cuanto a crear un lazo de buena voluntad entre la persona
que ves por vez primera y tú mismo. Esta persona dirá para sus adentros: «He aquí
una personalidad realmente interesante. Me gustaría saber más acerca de esta señora
o caballero. El saludo que me ha dispensado se sale de lo corriente. Evidentemente,
esta persona ve algo en mí que no ve la mayoría de la gente.»
Practica la buena costumbre de ser cordial, de recibir a la gente con el corazón en
la mano, de otorgarle un saludo caluroso y sincero, y verás cómo este gesto tan
simple hará maravillas en tu favor. Te darás cuenta de que la frialdad, la inseguridad
y la indiferencia de tus contactos personales, o ese distanciamiento con que tratabas
a todo el mundo y que tantos quebraderos de cabeza te ha dado, desaparecerán como
por arte de magia. La gente verá que tú realmente evidencias un franco interés y que
de verdad deseas conocerla, complacerla y relacionarte con ella. La práctica de la
cordialidad incrementará de forma espectacular tu capacidad social. Desarrollarás
unas cualidades de atracción personal que ni siquiera soñabas tener. No faltarán
personas que quieran asociarse contigo, que soliciten tu opinión o que te ayuden a
hacer realidad tus sueños.
ELIGE UN MENTOR. SÉ UN MENTOR
5
Conviértete en una persona más entusiasta
¿Qué es lo que hace que un empleado, por regla general, consiga tres o cuatro
veces más cosas que otro? Esta diferencia no siempre es debida a una cuestión de
pericia o capacidad personal, pues a menudo tiene que ver con el carácter del
esfuerzo. La gente de éxito suele poner más celo que los demás en todo lo que hace.
Aporta a su trabajo tal entusiasmo y brío que, casi sin notarlo, incrementa tanto su
calidad como su cantidad.
Con bastante frecuencia, y a primera hora de la mañana, he oído a empleados
decir lo mucho que temían a la jornada laboral que tenían por delante, que las horas
transcurrían con exasperante lentitud y que sentían una gran alegría cuando su vía
crucis terminaba. Estaba claro que no estaban entusiasmados lo más mínimo con su
empleo. ¿Puede alguien que considera un martirio una simple jornada de trabajo, o
que la ve con ojos de esclavo, triunfar en la vida?
Los que de verdad están hechos de una pasta triunfadora son los empleados que
se responsabilizan de su trabajo como si fuese algo propio y aquellos otros que se
sienten orgullosos por el mero hecho de realizarlo. Nada molesta tanto a un
empleador que ver a sus empleados realizando sus tareas con indiferencia y desgana,
como si para ellos el trabajo fuese un mal necesario, algo que inevitablemente hay
que sufrir para no morirse de hambre.
Por el contrario, los trabajadores que llevan a cabo sus tareas con energía,
determinación y entusiasmo le están asegurando a su patrono que las faenas que
tienen asignadas no sólo las harán, sino que las harán bien.
Cuando los empleados se arrastran de un lado para otro como si la existencia
fuese una gran carga, cuando emprenden su trabajo con reparo o repugnancia, el
empresario sabe que nunca llegarán a ser algo en la vida.
EL ENTUSIASMO ES CONTAGIOSO
Sólo hay dos clases de sujetos y sólo dos. No podemos hablar de buenos y malos,
porque es bien sabido que los buenos son medianamente malos y los malos
medianamente buenos. Tampoco podemos hablar de felices y desgraciados, ni de
ricos y pobres ni de humildes y pretenciosos. No, nada de esto. Las dos clases de
gente que pueblan el mundo son los que tiran y los que se dejan llevar. Vayas donde
vayas, te encontrarás con que las poblaciones se dividen precisamente en estas dos
clases de personas. Y por muy raro que parezca, también descubriremos que, por lo
visto, hay veinte vagones por cada locomotora. ¿Eres una locomotora o, por el
contrario, eres un vagón que se deja arrastrar? ¿Sueles apoyarte en cualquiera que
sea más dinámico que tú? Estás aquí para desarrollar, para trascender. Estás aquí
para enfrentarte a problemas, dificultades y desafíos, y por supuesto para superarlos.
No estás aquí para darles la espalda y salir corriendo. Lo meritorio es salir airoso de
cualquier problema o contratiempo. Si hay alguien que te haga el crucigrama, la
cosa no tendría gracia, sería demasiado insípida. La gracia está en solucionar uno
mismo el crucigrama.
Para el ingeniero constituye una gran satisfacción superar o solucionar todos los
obstáculos, fallos y problemas que se le presenten durante la construcción de un
puente. Estás aquí para afilar tus herramientas mentales y espirituales a la par que
creces en sabiduría, fortaleza y comprensión. Estás aquí para añadirle entusiasmo a
tu vida y a las vidas de aquellos con los que te relacionas.
EL ENTUSIASMO CONDUCE AL LOGRO
Enfila tu mente hacia el objetivo que quieras lograr, pero hazlo con tal
resolución, con tales bríos, de forma tan definitiva y con una determinación
tan entusiasta, que nada en el mundo te pueda privar de su consecución. La
gente de éxito suele poner más celo que los demás en todo lo que hace.
Aporta a su trabajo tal entusiasmo y brío que, casi sin notarlo, incrementa
tanto su calidad como su cantidad.
Cuando estamos entusiasmados con algo que estamos haciendo, toda la
actividad, cualquiera que ésta sea, se empapa de nuestra animación, de
nuestra dicha y de nuestro sentimiento interno de satisfacción. No siempre es
fácil ilusionarse con muchas de las cosas que tenemos que hacer diariamente;
no obstante, si nos esforzamos un poco es posible que lo logremos. El
entusiasmo es contagioso. Cuando estás entusiasmado, tus ojos relucen, tu
voz vibra y tus andares se vuelven más elásticos. El entusiasmo empapa todos
los aspectos de tu conducta y de tu personalidad. Tu jefe lo nota, tus
subordinados y tus colegas se dan cuenta de ello y tus clientes son
favorablemente influidos por él.
El entusiasmo es inconstante; se puede perder con facilidad. Es un gran arte
aprender cómo podemos conservar el entusiasmo en medio del abatimiento,
aunque, a pesar de esta grandeza, este aprendizaje no envuelve muchas
dificultades. Simplemente es cuestión de controlar el pensamiento, de
mantener a toda costa los pensamientos negativos fuera de nuestra mente. No
hay nada que quite con más rapidez el entusiasmo y las ganas de emprender
algo que atiborrar la mente con pensamientos destructivos y discordantes. Sin
duda alguna podemos controlar nuestro talante, y el mejor modo de ahuyentar
las tinieblas es anegar la mente con luz del Sol.
6
Hazte más flexible y adaptativo
Seguramente habrás oído ese viejo refrán que dice que «si algo no está roto, no lo
arregles». Como todo refrán, hay en él algo de verdad. En efecto, cambiar las cosas
por el gusto de cambiarlas no supone ventaja alguna, no se gana nada con ello. No
obstante, para seguir adelante, para ver las cosas a través de nuevos prismas, a
menudo es necesario un cambio. Es fácil y cómodo hacer la misma cosa repetidas
veces. Si lo que hacemos ha sido desarrollado por nosotros mismos, hay incluso más
propensión a resistirse al cambio. Muchas veces nos enamoramos de nuestras
propias ideas y somos reacios a cambiarlas, aunque se vea que ello implicaría una
clara mejora.
Otra razón por la que muchas personas se niegan a considerar la posibilidad de un
cambio es el miedo al fracaso. A nadie le gusta sufrir los sinsabores de la derrota,
pero ninguna empresa puede llegar a un buen final si no se intenta por lo menos, aun
cuando cada intento lleve aparejado el riesgo de que el asunto no funcione.
Para asegurarte de que estás dispuesto a revisar y reevaluar todo lo que haces con
miras a realizar los cambios necesarios, debes darle a tu mente subconsciente un
carácter adaptativo. Si aprovechas cualquier oportunidad para reforzar la apertura de
tu mente y tu flexibilidad, tu mente subconsciente, en vez de resistirse al cambio y
optar por el statu quo, se convertirá en un vehículo para la adaptación de nuevos
conceptos. La gente de éxito asume riesgos; no se ciñe a los métodos y
procedimientos que ya ha utilizado.
Es verdad que corres el albur de fallar, pero para contrarrestar esto de alguna
manera debes procurarte la dosis adecuada de flexibilidad que te haga encajar los
reveses y te anime a intentarlo otra vez. Tenemos que aprender de nuestros yerros y
aprovechar lo que hemos aprendido para orillar nuevos fracasos. R. H. Macy tuvo
que cerrar sus primeros siete grandes almacenes, pero en vez de considerar esto
como un fracaso «definitivo», continuó intentándolo y hoy en día es uno de los
detallistas que más venden en los Estados Unidos. El jugador de béisbol Babe Ruth
falló bateando más de mil trescientas veces; sin embargo, estos fallos quedaban
olvidados por las setecientas catorce carreras que hizo a lo largo de su vida
deportiva. Thomas Edison nunca se dio por vencido, pero la perseverancia no lo es
todo. Cada vez que fallaba uno de sus experimentos, estudiaba la causa y seguía
buscando soluciones. Sus fracasos lo único que hacían era agudizar su flexibilidad y
adaptabilidad. En vez de desengañarle, le motivaban para seguir intentándolo.
SÓLO TÚ PUEDES CAMBIARTE
Ten siempre presente esta gran verdad: no tienes por qué aprobar los
procedimientos o sistemas de uso común, ni tampoco reaccionar mecánicamente
como tú hacías anteriormente; reacciona y piensa de manera distinta. Tienes que ser
una persona de éxito. Por consiguiente, a partir de este momento debes dejar de
identificarte con aquellos pensamientos negativos que suelen desmoralizarte y, en su
lugar, encauzar tus pensamientos a solventar, de una forma nueva y diferente, los
problemas que te acucian.
SÉ PERSEVERANTE