se desean. Vive Vive. Vivir, aunque muchos digan que es el camino, no lo es. Vivir tampoco es el inicio de una gran aventura. Lo que pasó antes de llegar aquí, a este punto de la existencia, fue el proceso. Existimos para vivir. Vivir es un fin en sí mismo. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, disfruta del día sabiendo que es uno menos en tu calendario. Vive y sé consciente de que vives. Hazlo con fuerzas. Has venido a vivir y, de una u otra forma, dejar tu huella. Quieras o no, lo harás. Así que… ¡vive! Ama Ama. Ámate y ama a quienes te rodean. Aprende a amarte tanto que no recuerdes lo que es odiar. Encuentra tus defectos y ámalos; reconoce tus miedos y ámalos; acepta tus errores y ámalos. Ama lo que fuiste. Ama lo que eres. Y, sin duda, podrás amarte para siempre. Solo haciéndolo podrás amar en profundidad a los demás y ayudarles a hacerlo también. Amar es la clave de la felicidad. Sonríe Sonríe. Si tuviste un mal día, mírate al espejo y sonríe igual. No se trata de fingir o autoengañarte, se trata de encontrar luz en medio de la oscuridad. La luz está en ti, dentro de tu mente, y a tu mente entras a través de los sentidos. Así que mírate; usa los ojos para ver tu sonrisa. Toca tu boca, delinea tus labios, comprueba que las comisuras de estos están inclinadas hacia arriba. Ríe si es necesario, que tus oídos escuchen ese sonido. Ponte manteca cacao aunque no la necesites y, por más extraño que suene, huele tu sonrisa. Una sonrisa puede cambiar vidas. Jamás olvides eso. Recuerda Recuerda. Recuerda todo lo que te hace feliz y todo lo que alguna vez te entristeció. Sin recuerdos no hay vida. Somos memorias andantes, intentando recrear aquello que nos llenó el alma y evitando lo que dolió, aprendiendo de ambos constantemente. Si bien olvidar no es una decisión que podamos tomar, recordar sí lo es. Por eso, ahora mismo, es lo único que te pido. Recuerda. Porque quien recuerda, crece. Quien olvida, se estanca. Y tú mereces crecer. Agradece Agradece. Sé agradecido con lo que tienes, pero también con lo que no. Todo ello te ha convertido en lo que eres. Lo que anhelaste y nunca tuviste, lo que ansiaste y conseguiste, lo que te llegó inesperadamente y lo que pasaste años tratando de tener te ha traído hasta aquí. Agradece tenerte a ti mismo. Agradece por las personas que llegaron a tu vida. Todas, hayan permanecido a tu lado o apenas entrado y salido, te marcaron. Agradece los pequeños momentos de felicidad así como los momentos de tristeza; ambos forman parte de un mismo ciclo. Agradece que estás aquí. Porque, créeme, justo ahora tienes más de lo que crees. Para empezar, una vida. Regala Regala. Así como a ti te obsequiaron la vida, y bendiciones que a simple vista nadie es capaz de ver, tú puedes obsequiarle algo a otro. Los regalos intangibles, en la mayoría de los casos, son los mejores. Regala sonrisas, halagos y calma. Regala aquello que te gustaría recibir. Regala lo más bonito de tu alma porque, aunque muchos no lo saben, es lo único que jamás se agotará. Atrévete, regálalo sin miedo. Regalar es, a fin de cuentas, agradecer. Y agradecer es amar. Perdona Perdona. Si te dañan, inevitablemente quedarán cicatrices. Pero perdonar no significa olvidar, sino recordar sin dolor. Perdona de corazón y tu corazón sanará. Así como todos cometemos errores, todos merecemos ser perdonados. Solo somos humanos a fin de cuentas. ¿Y sabes qué? Perdonar no ayuda tanto al otro como a uno mismo. Porque quien perdona, vive feliz. Perdona y perdónate. Porque culpar es fácil y todos lo pueden hacer. Perdonar, en cambio, requiere de amor. Y el amor propio comienza cuando nos perdonamos a nosotros mismos. Respeta Respeta. Respeta la vida, el suelo que pisas y el aire que respiras, lo que fuiste y también lo que eres hoy. Respeta a todos, más allá de sus defectos y cualidades, pues todos merecemos ser tratados con respeto a pesar de las diferencias. Respeta los ideales ajenos así como respetas los tuyos. No se trata de tolerar ni aceptar, sino de ver a cada quien por lo que es y dice ser. Por eso, si quieres que otros te respeten, primero tienes que respetarte a ti mismo. El respeto, después de todo, es una de las grandes expresiones del amor. Confía Confía. Confiar, según el diccionario, es tener seguridad o esperanza en algo o alguien. Sin embargo, el significado va más allá de lo que se dice. Lo importante está en lo que no se expresa con palabras, sino con actos. En este caso, en lo que no se explica. Lo cierto es que nadie te enseña a confiar, pero hay personas que constantemente demuestran que confiar vale la pena. Sé esa persona. Confía y haz que confíen en ti. Con confianza en otros y en uno mismo, los milagros son posibles. Suelta Suelta. No es fácil, pero es imprescindible que lo hagas. Si aprendes a confiar, aprenderás a soltar. Deja atrás el miedo y las inseguridades que te mantienen estático. Renuncia a lo no te deja avanzar, pero jamás renuncies a lo que te mueve. Suelta. Desapégate, porque mientras más te apegas a algo, menos creces.
Soltar no es desinteresarse por la vida, es entender
que lo que no es para uno jamás lo será y lo que es, siempre lo será. Soltar es disfrutar al máximo del momento, dejar de mirar hacia el pasado y pensar en el presente, un presente que si aprovechas te llevará a un futuro mejor.
Suelta. Y entonces, más que dejar ir, le abrirás la
puerta a miles de nuevas posibilidades. Soltar, después de todo, es lo único que te permitirá vivir plenamente. Vive y déjate ser. Esta es tu única misión en la vida.
Problemas de Confianza en las Relaciones - Guía para Principiantes para Restaurar la Confianza Eliminando los Celos, la Ansiedad y el Comportamiento de Necesidad o de Apego