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DESIDERATA

Jennifer Whitney
desiderata

Del lat. desiderãta, pl. de desiderãtum.

1. f. Conjunto de cosas que se echan de menos y


se desean.
Vive
Vive. Vivir, aunque muchos digan que es el camino, no
lo es. Vivir tampoco es el inicio de una gran aventura.
Lo que pasó antes de llegar aquí, a este punto de la
existencia, fue el proceso. Existimos para vivir. Vivir es
un fin en sí mismo. No dejes para mañana lo que
puedes hacer hoy, disfruta del día sabiendo que es
uno menos en tu calendario. Vive y sé consciente de
que vives. Hazlo con fuerzas. Has venido a vivir y, de
una u otra forma, dejar tu huella. Quieras o no, lo
harás. Así que… ¡vive!
Ama
Ama. Ámate y ama a quienes te rodean. Aprende a
amarte tanto que no recuerdes lo que es odiar.
Encuentra tus defectos y ámalos; reconoce tus miedos
y ámalos; acepta tus errores y ámalos. Ama lo que
fuiste. Ama lo que eres. Y, sin duda, podrás amarte
para siempre. Solo haciéndolo podrás amar en
profundidad a los demás y ayudarles a hacerlo
también. Amar es la clave de la felicidad.
Sonríe
Sonríe. Si tuviste un mal día, mírate al espejo y sonríe
igual. No se trata de fingir o autoengañarte, se trata
de encontrar luz en medio de la oscuridad. La luz está
en ti, dentro de tu mente, y a tu mente entras a través
de los sentidos. Así que mírate; usa los ojos para ver
tu sonrisa. Toca tu boca, delinea tus labios,
comprueba que las comisuras de estos están
inclinadas hacia arriba. Ríe si es necesario, que tus
oídos escuchen ese sonido. Ponte manteca cacao
aunque no la necesites y, por más extraño que suene,
huele tu sonrisa. Una sonrisa puede cambiar vidas.
Jamás olvides eso.
Recuerda
Recuerda. Recuerda todo lo que te hace feliz y todo lo
que alguna vez te entristeció. Sin recuerdos no hay
vida. Somos memorias andantes, intentando recrear
aquello que nos llenó el alma y evitando lo que dolió,
aprendiendo de ambos constantemente. Si bien
olvidar no es una decisión que podamos tomar,
recordar sí lo es. Por eso, ahora mismo, es lo único
que te pido. Recuerda. Porque quien recuerda, crece.
Quien olvida, se estanca. Y tú mereces crecer.
Agradece
Agradece. Sé agradecido con lo que tienes, pero
también con lo que no. Todo ello te ha convertido en
lo que eres. Lo que anhelaste y nunca tuviste, lo que
ansiaste y conseguiste, lo que te llegó
inesperadamente y lo que pasaste años tratando de
tener te ha traído hasta aquí. Agradece tenerte a ti
mismo. Agradece por las personas que llegaron a tu
vida. Todas, hayan permanecido a tu lado o apenas
entrado y salido, te marcaron. Agradece los pequeños
momentos de felicidad así como los momentos de
tristeza; ambos forman parte de un mismo ciclo.
Agradece que estás aquí. Porque, créeme, justo ahora
tienes más de lo que crees. Para empezar, una vida.
Regala
Regala. Así como a ti te obsequiaron la vida, y
bendiciones que a simple vista nadie es capaz de ver,
tú puedes obsequiarle algo a otro. Los regalos
intangibles, en la mayoría de los casos, son los
mejores. Regala sonrisas, halagos y calma. Regala
aquello que te gustaría recibir. Regala lo más bonito
de tu alma porque, aunque muchos no lo saben, es lo
único que jamás se agotará. Atrévete, regálalo sin
miedo. Regalar es, a fin de cuentas, agradecer. Y
agradecer es amar.
Perdona
Perdona. Si te dañan, inevitablemente quedarán
cicatrices. Pero perdonar no significa olvidar, sino
recordar sin dolor. Perdona de corazón y tu corazón
sanará. Así como todos cometemos errores, todos
merecemos ser perdonados. Solo somos humanos a
fin de cuentas. ¿Y sabes qué? Perdonar no ayuda
tanto al otro como a uno mismo. Porque quien
perdona, vive feliz. Perdona y perdónate. Porque
culpar es fácil y todos lo pueden hacer. Perdonar, en
cambio, requiere de amor. Y el amor propio comienza
cuando nos perdonamos a nosotros mismos.
Respeta
Respeta. Respeta la vida, el suelo que pisas y el aire
que respiras, lo que fuiste y también lo que eres hoy.
Respeta a todos, más allá de sus defectos y
cualidades, pues todos merecemos ser tratados con
respeto a pesar de las diferencias. Respeta los ideales
ajenos así como respetas los tuyos. No se trata de
tolerar ni aceptar, sino de ver a cada quien por lo que
es y dice ser. Por eso, si quieres que otros te respeten,
primero tienes que respetarte a ti mismo. El respeto,
después de todo, es una de las grandes expresiones
del amor.
Confía
Confía. Confiar, según el diccionario, es tener
seguridad o esperanza en algo o alguien. Sin embargo,
el significado va más allá de lo que se dice. Lo
importante está en lo que no se expresa con palabras,
sino con actos. En este caso, en lo que no se explica.
Lo cierto es que nadie te enseña a confiar, pero hay
personas que constantemente demuestran que
confiar vale la pena. Sé esa persona. Confía y haz que
confíen en ti. Con confianza en otros y en uno mismo,
los milagros son posibles.
Suelta
Suelta. No es fácil, pero es imprescindible que lo
hagas. Si aprendes a confiar, aprenderás a soltar. Deja
atrás el miedo y las inseguridades que te mantienen
estático. Renuncia a lo no te deja avanzar, pero jamás
renuncies a lo que te mueve. Suelta. Desapégate,
porque mientras más te apegas a algo, menos creces.

Soltar no es desinteresarse por la vida, es entender


que lo que no es para uno jamás lo será y lo que es,
siempre lo será. Soltar es disfrutar al máximo del
momento, dejar de mirar hacia el pasado y pensar en
el presente, un presente que si aprovechas te llevará a
un futuro mejor.

Suelta. Y entonces, más que dejar ir, le abrirás la


puerta a miles de nuevas posibilidades. Soltar,
después de todo, es lo único que te permitirá vivir
plenamente. Vive y déjate ser. Esta es tu única misión
en la vida.

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