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Alejandro Labaka fue un destacado obispo católico y misionero que dedicó su vida al servicio

de la comunidad indígena en la selva amazónica. Nació el 19 de abril de 1920 en Beizama, un


pequeño pueblo en Guipúzcoa, España. Desde muy joven, Labaka sintió una fuerte vocación
religiosa y decidió ingresar al seminario para convertirse en sacerdote.

Después de completar sus estudios teológicos y recibir la ordenación sacerdotal, Labaka


decidió embarcarse en una misión en la selva amazónica en 1965. Fue en este lugar donde
comenzó su trabajo con la comunidad indígena huaorani.

Labaka se dedicó incansablemente a comprender y respetar la cultura y las tradiciones de los


huaorani. Aprendió su idioma, estudió sus costumbres y se sumergió en su forma de vida. Su
objetivo principal era acercarse a esta comunidad y brindarles apoyo espiritual y social.

Uno de los logros más destacados de Labaka fue la alfabetización de los huaorani. Desarrolló
un sistema de escritura adaptado a su idioma y enseñó a los miembros de la comunidad a leer
y escribir. Esto les permitió tener acceso a la educación y abrir nuevas oportunidades para
ellos.

Labaka también se preocupó por la defensa de los derechos de los indígenas frente a la
explotación de los recursos naturales en la región amazónica. Junto con la hermana Ins
Arango, una misionera que también trabajaba en la zona, abogaron por la protección de las
tierras indígenas y lucharon contra la explotación indiscriminada de los recursos naturales.

Trágicamente, el 21 de julio de 1987, Alejandro Labaka y la hermana Ins Arango fueron


asesinados en un acto de violencia mientras defendían los derechos de los huaorani. Su
muerte fue considerada un acto de martirio y su legado ha dejado una profunda huella en la
comunidad indígena y en el mundo de las misiones.

Hoy en día, se les recuerda y valora como defensores de los derechos humanos y de la vida y
cultura indígena. Su dedicación y sacrificio han inspirado a muchas personas a continuar
trabajando por la justicia y la igualdad en la sociedad.

Alejandro Labaka sigue siendo un ejemplo de servicio y compromiso, recordándonos la


importancia de respetar y valorar la diversidad cultural y la dignidad de todos los seres
humanos. Su legado vive en las comunidades a las que sirvió y en aquellos que han sido
inspirados por su labor misionera.

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