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Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.° 3 - Págs. 401-423.

ISSN: 1135-0806

ARTÍCULOS

Procesos básicos en una aproximación


cognitivo-conductual a los trastornos
de personalidad
Basic processes in the cognitive-
behavioral approach to personality
disorders
MIGUEL ÁNGEL PÉREZ NIETO1
HÉCTOR GONZÁLEZ ORDI2
MARTA M.ª REDONDO1

RESUMEN

El presente trabajo pretende revisar el protagonismo de procesos psicológi-


cos básicos en la actual conceptualización de los trastornos de personalidad
(TTPP), sus modelos explicativos más relevantes y las terapias cognitivo-con-
ductuales centradas en estos trastornos. Para ello se revisará la tendencia
actual a una aproximación más dimensional que categorial a los TTPP señalan-
do la mayor relevancia implícita que en esa perspectiva tendrán los procesos
psicológicos básicos. Para revisar el protagonismo de estos procesos se pre-
sentarán distintos modelos teóricos: el modelo de los siete factores, la aproxi-
mación desde el modelo de los cinco grandes, el modelo biosocial, y aproxi-
mación desde los modelos cognitivos. También se presentarán los principios
de las dos terapias cognitivo-conductuales propias de los TTPP. Una vez pre-
sentado el estado actual de la cuestión se revisa el papel de la percepción, la
atención, la memoria, el aprendizaje, la emoción y la impulsividad y su afronta-
miento y regulación en la los modelos y terapias cognito-conductuales presen-
tados, discutiendo sobre la necesidad de darles mayor protagonismo.

1 Departamento de Psicología. Universidad Camilo José Cela.


2 Facultad de Psicología. Universidad Complutense de Madrid.

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Procesos básicos en una aproximación cognitivo-conductual a los trastornos de personalidad

ABSTRACT

This paper is a review of the key role played by basic psychological processes
in the current conceptualization of personality disorders, the most outstanding
models, and the cognitive-behavioral therapies. Currently, there is an increas-
ing tendency towards more dimensional approaches at the expense of more
categorical ones. Basic psychological processes are more relevant for dimen-
sional approaches. In this regard, a number of models will be described: the
7 factor model, the Big Five model, the biosocial model, and the cognitive
models. Likewise, the basics of both cognitive-behavioral approaches to per-
sonality disorders will be outlined. Finally, the role of perception, attention,
memory, learning, impulsivity, and the way cognitive-behavioral therapies cope
with them will also be reviewed. All these processes should be given due rele-
vance.

PALABRAS CLAVE

Trastornos de personalidad, Terapia cognitivo-conductual, Procesos cogniti-


vos, Impulsividad.

KEY WORDS

Personality disorders, Cognitive-behavioral therapy, Cognitive processes,


Impulsivity.

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Miguel Ángel Pérez, Héctor González y Marta M.ª Redondo

APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A dad de los TTPP (Clark, 2005; Tyrer


LOS TRASTORNOS DE et al., 2007). Clark (2007) apunta a
PERSONALIDAD una reconceptualización de los
TTPP en la que se relatibizaría el
Los trastornos de personalidad concepto de estabilidad, de manera
(TTPP) son definidos según el DSM- que los TTPP reflejarían similares
IV-TR como patrones estables e combinaciones de rasgos de perso-
inflexibles de conducta y experien- nalidad (O`Connor, 2002, 2005) que
cia interna (procesos cognitivos y presentarían una moderada estabili-
afectivos) que se apartan significati- dad pero que diferirían en intensi-
vamente de lo culturalmente espe- dad, desadaptabilidad y conse-
rado, que se prolongan desde la cuencias conductuales. En definiti-
adolescencia o inicio de la edad va, los TTPP se definirían como sín-
adulta y que son fuente de desajus- tomas agudos vinculados a rasgos
te social o malestar (APA, 2000). desadaptativos (p.ej. evitación inter-
Precisamente es la estabilidad de personal) y/o conductas defensivas
los procesos cognitivos y afectivos o compensatorias que se darían en
desajustados lo que aparta a estos procesos de afrontamiento de estre-
trastornos del orden clínico y obliga sores internos y/o externos (Skodol
a la clasificación diagnóstica a et al., 2005).
generar un eje paralelo. Esta distin-
ción apareció en el DSM-III (APA, Este planteamiento favorece más
1980) y ha sido y es entendida un abordaje de los TTPP atendiendo
como un avance en la clasificación al funcionamiento de procesos bási-
diagnóstica, pero sin embargo, des- cos, es decir atendiendo de manera
pués de más de veinte años, no ha especial al funcionamiento de los
conseguido que dicha conceptuali- procesos involucrados en las áreas
zación de los TTPP sea plenamente cognitivas, afectivas y conductua-
satisfactoria y válida para la totali- les.
dad de la comunidad científica, de
la que todavía surgen críticas sobre Las evidencias sobre las dimen-
la comunalidad, el solapamiento y siones de personalidad han ayuda-
cierta arbitrariedad en los dominios do mucho en esta dirección, y como
que agrupan los distintos trastornos señalan Widiger y Mullins-Sweatt
(véase Livesley, 2003; Millon, 2002; (2007) se ha observado que buena
Tyrer et al., 2007; Widiger y Samuel, parte de los rasgos de personalidad
2005). Estas críticas, sumadas a la desadaptativos que se incluyen en
presencia de trabajos que muestran los criterios diagnósticos de los
evidencia sobre la dimensionalidad trastornos de personalidad se dan
de los TTPP (Trull y Durrett, 2005), o en personas que nunca recibirían
las implicaciones teóricas de la ese diagnóstico, lo que favorecería
comorbilidad entre ejes (Krueger, considerar que parte de los sínto-
2005) ha favorecido que haya nue- mas de los TTPP serían variantes de
vas propuestas que desafían una rasgos de personalidad incluidos en
visión más simplista de la estabili- modelos teóricos generales de la

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personalidad (Saulsman y Page, personalidad se denominaría como


2004; Widiger y Costa, 2002). el dominio neuroticismo.

Esta postura más dimensional no En definitiva, la identifcación de


sería obligatoriamente contrapuesta procesos cognitivos y afectivos,
si se atiende a propuestas como la tanto emocionales como motivacio-
de Millon y Escovar (1996) que a nales, comunes a diversos modelos
partir del concepto de “prototipo” explicativos de los TTPP, así como
identificarían al individuo que posee- su peso en distintas terapias espe-
ría todas las características de una cíficas para los TTPP se convierte
categoría pero asumiéndose que en el objetivo del presente trabajo.
éste sería el extremo de un vector Con ello se pretende favorecer la
que ayudaría a definir diagnóstica- identificación de objetivos terapéuti-
mente aquellos casos con una alta cos en distintas intervenciones ade-
comorbilidad entre las distintas cuando las mismas a los procesos
categorías diagnósticas actuales. que se convierten síntomas. Hay
Lynam y Widiger (2001) desarrollan que recordar que los procesos cog-
un método “prototípico” de diag- nitivos, afectivos y conductuales
nóstico de los TTPP de acuerdo al que se identifican como síntomas
modelo de los cinco grandes, pueden ser generadores y mantene-
encontrando algunos trabajos un dores del propio cuadro, como ocu-
buen ajuste del sistema experto rre en trastornos puramente clínicos
de identificación de prototipos y o en el desarrollo de la personalidad
el actual modelo de los cinco gran- a partir de modelos dinámicos no
des (Miller, Reynolds y Pilkonis, lineales (Lewis, 2000).
2004).

En cualquier caso, una aproxima- MODELOS DE PERSONALIDAD


ción a los TTPP que da relevancia a
la exacerbación de algunas dimen- En las explicaciones sobre la
siones de personalidad hace, en estructura y el desarrollo de la per-
nuestra opinión, que los procesos sonalidad se combinan tanto apro-
afectivos, cognitivos y conductuales ximaciones de carácter más biológi-
que permiten identificar esa exacer- co, a cuyos factores se denominan
bación sean realmente el objeto de temperamentales, como de aproxi-
la intervención. Así, como señalan maciones de carácter más ambien-
diversos trabajos (Morey y Zanarini, tal, a cuyos factores se denominan
2000; Trull et al., 2003) en el caso, caracterológicos (Caballo, 2004).
por ejemplo, del trastorno límite de
la personalidad, sus síntomas po- El peso de las variables biológi-
drían considerarse básicamente cas en la regulación conductal va
variantes extremas de lo que en el unido al desarrollo de la psicología
ámbito de la emoción se denomina- como ciencia y autores como Pau-
ría afecto negativo o emocionalidad lov ya hipotetizaron sobre los meca-
negativa y que en el ámbito de la nismos de alternancia y equilibrio

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entre “procesos básicos de excita- pensa”. En cuanto a las tres dimen-


ción e inhibición” (Olivencia y Can- siones del carácter estas serían: la
gas, 2002). En la actualidad uno de “cooperación” (empatía frente a
los modelos teóricos más relevantes hostilidad); autotranscendencia (ori-
que dan especial peso a las varia- ginialidad e imaginación frente a
bles temperamentales es el modelo control); y “autodirección” que haría
de los siete factores de Cloninger referencia a la capacidad para man-
(1998, 2000). El modelo propone tener una conducta en la dirección
cuatro dimensionas temperamenta- de un objetivo frente a la inseguri-
les que reflejan disposiciones inna- dad, es decir, la capacidad de auto-
tas de respuesta a estímulos que regular la conducta.
son persistentes a lo largo del tiem-
po y por otra parte propone también De acuerdo a estas dimensiones
tres dimensiones caracterológicas planteadas por Cloninger, el trastor-
que reflejan diferencias individuales no de personalidad se daría por el
y que se desarrollan en intereaccio- aprendizaje de niveles bajos de
nes no lineales entre el tempera- “cooperación”, “autotranscenden-
mento y las experiencias vitales cia” y sobre todo “autodirección”,
(Svrakic et al., 2002). vinculándose el tipo de trastorno de
personalidad a cada uno de los cua-
Las dimensiones temperamenta- tro tipos de temperamento. Una
les planteadas en el modelo de Clo- revisión y descripción detallada del
ninger son: “búsqueda de novedad” modelo en general, y especialmente
que se referiría a la activación con- de las bases biológicas, se puede
ductual; “evitación del daño” que se ver en un reciente capítulo del autor
referiría a la inhibición conductual; del modelo (Cloninger, 2007).
“dependencia de la recompensa”
que se referiría a los procesos de En esta perspectiva que incluye
extinción y habituación de respues- dimensiones más temperamentales
tas conductuales aprendidas; y se hallarían también modelos de
finalmente, una cuarta dimensión personalidad normal como el “Big
que inicialmente formaba parte de Five” (Costa y McCrae, 1985), que si
“dependencia de la recompensa” bien parte de un desarrollo factorial
que es la de “persistencia”. Para las a partir de análisis léxicos, presen-
tres primeras dimensiones Clonin- tan una alta difusión y han sido utili-
ger plantea una hipótesis por cuál, zados también en la evaluación y el
cada una de las tres primeras diagnóstico de los TTPP, aunque
dimensiones del temperamento presentando algunas limitaciones en
estaría asociada respectivamente estos aspectos (Bagby, Costa, Widi-
con un determinado neuromodula- ger, Ryder y Marshall, 2005; Furnam
dor monoamina, que serían la dopa- y Crump, 2005). Las cinco dimen-
mina para la “búsqueda de nove- siones que propone el modelo:
dad”, la serotonina para la “evita- “neuroticismo”, “extraversión”,
ción del daño” y la noradrenalina “apertura a la experiencia”, “amabi-
para la “dependencia de la recom- lidad” y “ responsabilidad” (compro-

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miso con objetivos), han mostrado perspectivas que abordan la perso-


cierto grado de asociación con al- nalidad y sus trastornos, distintos
gunas de las dimensiones del autores han buscado modelos inte-
modelo de Cloninger (véase Fara- gradores (veáse Escovar, 1997;
baugh et al., 2005). Paris, 1996). La propuesta que
mayor grado de integración alcanza
El carácter, al definirse por y que mayor difusión tiene en la
dimensiones aprendidas y vincula- actualidad es el “modelo evolutivo”
das a factores psicosociales, tiende de Millon (1990), donde, además de
a formarse de manera continua pero incluir aspectos cognitivos, conduc-
especialmente en los procesos de tuales y biológicos, se incluyen tam-
socialización más básicos. Entre los bién algunos derivados de perspec-
modelos centrados en dimensiones tivas interpersonales (véase Kiesler,
del carácter destacan los que se 1982; Benjamín, 1996) y psicodiná-
centran en el concepto de “esque- micas (véase Abraham, 1927; Kern-
ma”. Los esquemas serían sistemas berg, 1996). Este modelo parte de
estructurados y entrelazados que una versión previa, el modelo de
son los responsables del procesa- “aprendizaje biosocial” (Millon,
miento de un estímulo percibido y 1985), en la que Millon ya daba
su respuesta conductual asociada equiparable efecto sobre la perso-
(Beck et al., 1995). Una definición nalidad a las variables biológicas
muy descriptiva sería la dada por como a las variables psicosociales,
Segal (1998), como “elementos combinando esta propuesta teórica
organizados a partir de experiencias la “naturaleza del refuerzo” (positiva,
y reacciones pasadas que forman negativa o ninguna) y la “fuente del
un cuerpo relativamente compacto refuerzo” (yo, otros, ambivalente o
y persistente de conocimiento alineada) con la “conducta instru-
capaz de dirigir las percepciones y mental” (activa o pasiva). A partir de
valoraciones posteriores”. Estos estas variables, se establece una
esquemas influirían en los procesos taxonomía en el aprendizaje bioso-
de valoracióin y podrían sesgarlos. cial que combina la dimensión acti-
La identificación de esquemas vo-pasivo con cuatro estilos: inde-
característicos para cada tipo de pendiente, dependiente, ambivalen-
trastorno de personalidad ha sido te y desvinculado. El modelo actual
un elemento fundamental en el de Millon, extrae, de las perspecti-
abordaje cognitivo de los TTPP, vas psicodinámica, cognitiva, inter-
aunque siempre con una intención pesonal y biológica, ocho ámbitos
más terapéutica que explicativa, de manifestación de la personali-
siendo en la actualidad la “terapia dad, que serían: mecanismos de
de esquemas” de Young (1999), la defensa, representaciones objeta-
que, con una visión no sólo cogniti- les, autoimagen, estilo cognitivo,
va, más y mejor ha identificado comportamiento interpesonal y
esquemas relevantes en TTPP. estado de ánimo/temperamento. En
Frente a la diversidad de modelos un nivel previo a estas expresiones
teóricos derivados de las diversas de personalidad se encontrarían las

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polaridades que las estructuran, nuación se plantean los principios y


cuatro “esferas” o dimensiones, que fases de la TDC, por ser la que ha
serían: “placer-dolor”, “pasividad o mostrado ciertos avales empíricos,
acomodación al ambiente vs. activi- y también la terapia de esquemas
dad o modificación del ambiente”, (Young, 1999; Young, Klosk y Weis-
“sí mismo-otros” y “alta vs. baja haar, 2003), por encontrarse en un
abstracción”. amplio desarrollo, no presentándose
nada sobre la terapia conductual
clásica al darse por conocidos sus
TRATAMIENTO COGNITIVO- principios.
CONDUCTUAL

Como Pretzer y Beck (2004) Terapia Dialéctica Conductual


señalan, el tratamiento cognitivo-
conductual de los TTPP es espe- La TDC se desarrolla como trata-
cialmente relevante debido, entre miento para el trastorno límite de la
otras cosas, a que dichos trastornos personalidad –TLP- con tendencia
están cada vez más definidos en suicida y autolítica. El TLP se plantea
términos cognitivo y conductuales, como trastorno en el que se alteran
gran parte de los tratamientos con las capacidades de autorregulación
terapia cognitivo-conductual –TCC- de la emoción, la conducta, la cogni-
se dan a pacientes con hasta un ción y las relaciones interpersonales.
50% de comorbilidad con alteracio- Esta alteración en la regulación se
nes de personalidad (Turkat y Mais- daría, de acuerdo al modelo bioso-
to, 1985), más presentes, por ejem- cial, como fruto de la vulnerabilidad
plo, en pacientes crónicos depresi- emocional innata y un entorno infan-
vos (Prieto, Vera, Pérez y Ramírez, til invalidante (Linehan, 1993a).
2007). La eficacia de la intervención
cognitivo conductual para los TTPP La TDC se basa especialmente en
podría variar mucho entre los distin- los principios del aprendizaje, tanto
tos trastornos, siendo más eficaz en del condicionamiento clásico como
el trastorno límite, en el trastorno del condicionamiento operante,
por evitación y en el trastorno por dejando la cognición en un segundo
dependencia y muy poco en el plano al considerarla una conducta
esquizoide, el antisocial y el narci- más (Stanley y Brodsky, 2007). Ahora
sista (Caballo, 2001). De acuerdo a bien, a estos principios, Linehan
la revisión de Quiroga y Errasti añade una orientación “mindfulness”
(2001), son la terapia conductual y un abordaje dialéctico. Con la
clásica y la terapia dialéctica cogni- orientación “mindfulness” se busca
tivo-conductal –TDC-de Linehan asumir las conductas desadaptativas
(1993a) para el trastorno límite de la actuales (p.ej., autolisis) como las
personalidad, las únicas que cuen- mejores posibles hasta el momento
tan con suficientes avales empíricos sin que por ello se abandone la nece-
para mostrarse como probablemen- sidad de cambiarlas. Esta orienta-
te eficaces. Es por ello que a conti- ción, con una fuerte raíz en la filosofía

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oriental zen (Ro-bins, 2002), favore- — Fase IV: Efectividad personal


cería un abordaje dialéctico en la • Entrenamiento en asertivi-
reestructuración cognitiva que estaría dad.
más orientado a añadir nuevas estra- • Reestructuración cognitiva
tegias que a cambiar las actuales, lo • Equilibrio entre los objetivos
que abordaría también el pensamien- y el mantenimiento de las
to polarizado característico del TLP. relaciones y la autoestima.
De hecho, el abordaje dialéctico se
define por intentar unir opuestos, es Es interesante recalcar los objeti-
decir dicotomías, fundamento a partir vos terapéuticos que se marcan en
del cuál se generan tres suposiciones la primera fase, por su condición de
para la terapia: los pacientes colabo- jerarquizados, y que obligan en un
ran de la mejor manera posible; los primer lugar a reducir las conductas
pacientes pueden no haber causado parasuicidas, en segundo lugar, a
todos sus propios problemas y haber reducir las conductas que interfieren
intentado solucionarlos; y, los pacien- en la terapia, y, en tercer lugar, a
tes no pueden fallar, es el tratamiento reducir las conductas que interfieren
el que fracasa. en la calidad de vida (Stanley y
Brodsky, 2007). Hay que tener en
Con estos presupuestos, la TDC cuenta estos objetivos eliminando la
se organiza en cuatro fases diferen- crítica y centrándose en el momento
tes (Linehan, 1993b), que a su vez actual.
incluyen distintos módulos. La es-
tructura general sería la siguiente: En relación al objetivo del presente
trabajo es interesante recalcar los
— Fase I: “Mindfulness”. procesos objetivo en la fase III de
• Centrarse en el momento. regulación emocional. En esta fase, la
• Conciencia sin crítica. respuesta emocional y su vulnerabili-
dad se regula centrándose en proce-
— Fase II: Tolerancia al “dolor”: sos biológicos, cognitivos y conduc-
• Estrategias para sobrevivir a tuales. Para los procesos biológicos
las crisis. se incluyen habilidades específicas
• Aceptación radical de la como las habilidades denominadas
realidad. “PLEASE”, que se centran en la opti-
mización del ámbito físico, alimenta-
— Fase III: Regulación emocio- rio, del consumo de drogas, de los
nal. patrones de sueño y del ejercicio físi-
• Observar e identificar esta- co. Para los procesos cognitivos
dos emocionales. implicados en la respuesta emocional
• Validar y aceptar las propias se incluyen la actuación sobre proce-
emociones. sos atencionales y de valoración, así
• Reducir la vulnerabilidad a como de autoconocimiento o meta-
las emociones negativas. cognitivos. Una revisión exhaustiva y
• Aumentar la experiencia de reciente sobre la regulación emocio-
las emociones positivas. nal en el TDC y sus fundamentos se

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puede encontrar en Linehan, Bohus y El modelo reformulado de Beck


Lynch (2007). para la personalidad la entiende
como patrones específicos de pro-
La TDC se examinó inicialmente cesos sociales, motivacionales, cog-
en un estudio clínico controlado con nitivos y emocionales, que vienen
muestra seleccionada al azar (Line- determinados por estructuras idio-
han et al., 1991; Linehan, Heard y sincrásicas que pueden ser definidas
Armstrong, 1993; Linehan et al., como esquemas y que pueden ser
1994; Shearin y Linehan, 1994). Los representados mediante creencias
resultados muestran, tras tratamien- nucleares (Alford y Beck, 1997).
to de un año comparado con trata-
miento habitual, efectos significati- La terapia de esquemas trata
vos y positivos clínicamente en tres esos temas y creencias centrales de
áreas relevantes: conducta suicida y los pacientes con trastornos de per-
automutilación; permanencia en el sonalidad, denominando a dichos
tratamiento y cantidad de tratamien- temas como “esquemas desadapta-
to hospitalario. tivos tempranos”, que son el con-
cepto del que parte la terapia. De
acuerdo a Young y Klosko (2007), el
Terapia de Esquemas esquema desadaptativo temprano
se entiende como “… un patrón
La terapia de esquemas tiene compuesto de memorias, emocio-
bastante en común con la TDC, y nes, cogniciones y sensaciones cor-
aunque en un primer momento porales en relación con uno mismo,
pueda no parecerlo, ambas coinci- y las relaciones de uno con otras
den en aspectos fundamentales personas, que se desarrollan duran-
como el equilibrio entre la acepta- te la infancia o la adolescencia, ela-
ción y la confrontación (Klosko y boradas durante la vida del indivi-
Young, 2004). La terapia integra dis- duo y disfuncionales en grado signi-
tintas técnicas cognitivo-conduc- ficativo”. Estos esquemas tendrían
tuales en un único cuerpo metodo- su origen en la interacción entre
lógico, además de incluir técnicas unas necesidades emocionales cen-
más novedosas provenientes de trales no satisfechas en la infancia y
otros enfoques similares, y partien- las características temperamenta-
do de un análisis causal de las cre- les, es decir biológicas e innatas,
encias y distorsiones cognitivas del del niño, siendo cinco las necesida-
paciente (Valenzuela y Caballo, des emocionales que se plantean
2001). Surge en respuesta a las limi- como centrales: los afectos seguros
taciones de la terapia cognitiva clá- con otras personas; la autonomía,
sica para los trastornos de persona- competencia y sentido de identidad;
lidad (Beck y Freeman, 1990) si bien la libertad para expresar necesida-
es cierto que basa en la terapia des y emociones válidas; la espon-
cognitiva de Beck para la depresión taneidad y el juego; y, los límites
(Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979). realistas y el autocontrol.

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Procesos básicos en una aproximación cognitivo-conductual a los trastornos de personalidad

Los esquemas de desadaptación En la terapia de esquemas el psi-


temprana que se señalan son tam- cólogo buscará, desde la empatía,
bién cinco, aunque tendría distintos cambiar esos modos generando esti-
dominios asociados, lo que llevaría los de afrontamiento para los esque-
a un total de dieciocho los esque- mas correspondientes que sean
mas específicos identificados en adaptativos y no incluyan la rendi-
esta terapia. Los cinco básicos se ción, evitación o sobrecompensación.
denominarían según los siguientes
epígrafes: 1) desconexión tempra- La terapia de esquemas viene, por
na y rechazo; 2) trastornos de auto- tanto, a estructurar creencias y estilos
nomía y de rendimiento; 3) límites de afrontamiento que se basarán en
alterados; 4) ser dirigido por otros; emociones, autocogniciones y apren-
y 5) hipervigilancia e inhibición. Una dizajes desadaptativos. En la actuali-
descripción detallada de los esque- dad la terapia de esquemas tiene una
mas en castellano se puede encon- amplia difusión, y se ha encontrado
trar en Young y Klosko (2007). gran fiabilidad y consistencia interna
para los esquemas identificados en la
Hay que señalar que la terapia misma (veáse Schmidt et al., 1995), y
distingue entre el esquema des- aunque faltan datos sobre su efica-
adaptativo y la estrategia que se cia, algunos estudios (Young y Klos-
utiliza para afrontar dicho esque- ko, 2007) muestran ya una mayor
ma. Así, las estrategias de afronta- efectividad en el tratamiento del tras-
miento pueden ser variadas para torno límite de la personalidad, con
un mismo esquema y también pue- tasas de abandono más bajas, que
den variar a lo largo del tiempo, otras terapias, por ejemplo, de corte
comenzando a afrontarse el esque- psicodinámico. En definitiva, la tera-
ma con un tipo de conductas y pia de esquemas se puede conside-
variando después a otras. Final- rar la evolución y crecimiento de la
mente la terapia de esquemas terapia cognitiva para los trastornos
señala tres estilos básicos de de personalidad.
afrontamiento desadaptativo de los
esquemas, que ya por sí mismos
son desadaptativos, y que serían la PROCESOS BÁSICOS EN TTPP,
rendición al esquema, la evitación MODELOS Y TERAPIAS
de ese esquema y su activación y COGNITIVO CONDUCTUALES
la sobrecompensación de ese
esquema. La combinación de un Identificar los componentes bási-
esquema y un estilo de afronta- cos de los procesos cognitivos, de
miento en un momento dado es lo aprendizaje, motivacionales y emo-
que esta terapia denomina “modo”. cionales en los TTPP puede ser
Ejemplos de modos, o de respues- especialmente relevante, más aun si
tas específicas de afrontamiento en se busca el papel que juegan dentro
relación a esquemas desadaptati- de los modelos teóricos y de las
vos se puede encontrar en Young y terapias cognitivo conductuales.
Klosko (2007). Identificar dichos procesos permitirá

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definir elementos centrales en el encontrado diferencias de acuerdo


proceso terapéutico, dándoles una a TTPP en la percepción e identifi-
entidad propia en la terapia. Así se cación de la agresividad, entendida
revisa la literatura sobre determina- como reacción violenta (Muro,
dos procesos: atención y percep- Tomás, Moreno y Rubio, 2002).
ción, aprendizaje, memoria, emo-
ción y motivación. Atención. Se han encontrado difi-
cultades en la integración sensorial
Percepción. Procesos básicos en pacientes con personalidad
como la atención y la percepción no esquizotípica (Cadenhead, Light,
parecen haber gozado de excesivo Geyer y Braff, 2000), pero es tam-
protagonismo en la investigación bién en el trastorno límite de la per-
sobre los TTPP, ni en los modelos sonalidad donde las alteraciones
explicativos y los abordajes tera- atencionales se han visto vinculadas
péuticos revisados. Escasos estu- en mayor medida a las alteraciones
dios han investigado los procesos de personalidad, identificando algu-
perceptivos aunque los resultados nos trabajos relaciones significati-
de trabajos como el de Bohus et al. vas entre historia de trastorno de
(2000) muestran, por ejemplo, varia- déficit atencional y la presencia del
ciones significativas en los umbrales trastorno límite de la personalidad
de percepción del dolor en pacien- (véase Flory et al., 2007; Fossati,
tes con trastorno límite de persona- Novella, Donati, Donini y Maffei,
lidad, aumentando el umbral en 2002). De manera más precisa,
situaciones de estrés hasta conse- autores como Sieswerda y su equi-
guir niveles importantes de analge- po ya han señalado la relevancia
sia en conductas autolíticas, dismi- que la atención puede tener en los
nuyendo significativamente dicho trastornos de personalidad en gene-
umbral en ausencia de estresores. ral, aunque especialmente en el
También en pacientes con trastorno trastorno límite, y también en los
límite de personalidad la percepción procesos terapéuticos (Arntz,
del tiempo parece estar alterada, Apples y Sieswerda, 2000; Sieswer-
aumentando la sensación subjetiva da, Arntz, Mertens y Vertoment,
de rapidez (Berlin y Rolls, 2004). En 2007). Este grupo ha investigado la
el trastorno de personalidad esqui- atención selectiva con el paradigma
zotípica se han encontrado déficit del stroop emocional encontrando
en la percepción visual y el procesa- mayores niveles de hipervigilancia y
miento de dicha información, en sesgos atencionales a estímulos
comparación con las capacidades amenazantes en pacientes con tras-
mostradas por pacientes esquizo- torno límite de personalidad, hiper-
frénicos (Farmer, O`Donnell, Nizni- vigilancia que a su vez se reducía
kiewicz, Voglmaier, McCarley y significativamente en aquellos
Shenton, 2000). También ha sido pacientes límite que alcanzaban
investigada la percepción de con- éxito terapéutico (Sieswerda, Arntz
ductas de interacción o interpeso- y Kindt, 2007). Además, la atención
nales pero, por ejemplo, no se han aparece explícitamente señalada

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Procesos básicos en una aproximación cognitivo-conductual a los trastornos de personalidad

como parte del proceso terapéutico distintas estructuras en la terapia de


en la fase III de la TDC, donde se esquemas de Young.
favorece el despliegue atencional
(Linehan, Bohus y Lynch, 2007). De manera más específica, el
condicionamiento clásico se está
Aprendizaje y memoria. Los pro- utilizando en la identificación de
cesos de aprendizaje por condicio- posibles déficit asociativos en la
namiento clásico y por condiciona- psicopatía y personalidad antisocial,
miento operante están claramente encontrándose especialmente limi-
asumidos en los modelos explicati- taciones en estos sujetos para anti-
vos más relevantes de los TTPP, cipar eventos aversivos (Birbaumer
incluso en los más temperamentales et al., 2005; Flor, Birbaumer, Her-
o biológicos, como el de Cloninger, mann, Ziegler y Patrick, 2002). En
y por supuesto, en los que destacan esta población, se asume que ade-
el papel de la socialización, como el más de las dificultades de asocia-
de Millon. Es interesante destacar ción, se darían dificultades de me-
que en el modelo de los siete facto- moria en la recuperación de infor-
res de Cloninger, el temperamento mación emocional dañina, centrán-
está asociado a un aprendizaje aso- dose la investigación en la actividad
ciativo/procedimental y el carácter a en el circuito sistema límbico-cortex
un aprendizaje reflexivo, que por prefrontal (Dolan y Fullam, 2005).
tanto, incluyen la memoria (Heim y
Westen, 2007). Así, en el tempera- La memoria operativa es objeto de
mento, una de sus dimensiones es estudio especialmente en el contexto
la “denpendencia de la recompen- de la personalidad esquizotípica
sa”, es decir, del refuerzo, y otra es donde parece darse con evidencia
la “evitación del daño”, claramente un peor rendimiento en el procesa-
vinculada al concepto de refuerzo miento de información visual y audi-
negativo. Obviamente, el modelo tiva, con claros déficit de memoria
del aprendizaje biosocial de Millon episódica (Farmer et al., 2000;
da especial protagonismo al refuer- McClure, Romero, Bowie, Reichen-
zo, tanto en lo referente a su natura- berg, harvey y Siever, 2007; Mitro-
leza, como a la fuente del mismo, poulou, Harvey, Zegarelli, New, Sil-
así como a la conducta instrumen- verman y Siever, 2005). También en
tal, que es lo que acaban formando el trastorno límite de la personalidad
sus tres polaridades iniciales. Tam- se ha estudiado el funcionamiento
bién en el abordaje terapéutico revi- de la memoria operativa encontrán-
sado los procesos de aprendizaje y dose de nuevo peor funcionamiento
los procesos de memoria se vuelven de la misma en la velocidad de pro-
fundamentales, siendo especial- cesar información sensorial (Stevens,
mente relevantes los principios del Burkhardt, Hautzinger, Schwarz y
condicionamiento clásico y operan- Unckel, 2004). En este mismo tras-
te en la TDC de Linehan y asumién- torno la memoria autobiográfica ha
dose como fundamentales el fun- sido también objeto de estudio
cionamiento de la memoria y sus encontrando algunos trabajos ciertos

412 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


Miguel Ángel Pérez, Héctor González y Marta M.ª Redondo

déficit en la activación de áreas invo- arrollar buscan también regular la


lucradas en la memoria auobiográfi- respuesta emocional. En los modelos
ca que sugieren una tendencia al explicativos revisados, sin embargo,
modo autoreferencial en el procesa- no se da explícitamente relevancia a
miento de la información (Schnell, los procesos emocionales, como por
Dietrich, Schnitker, Daumann, Her- ejemplo, la autorregulación de las
pertz, 2007), aunque es preciso respuestas emocionales, a pesar del
señalar otros trabajos que muestran claro valor que dichos procesos tie-
la ausencia de diferencias entre nen en el ámbito terapéutico y de la
grupo control y pacientes límite en el relevancia de las respuestas emocio-
uso de memoria autoreferencial en el nales en la descripción, categoriza-
procesamiento de ítems con conteni- ción y diagnóstico de los TTPP y en
do emocional (Minzenberg, Fisher- la conceptualización dimensional de
Irving, Poole, Vinogradov, 2006). los mismos. De manera implícita, sin
Contenidos traumáticos serán bien embargo, sí tienen presencia los pro-
recordados en pacientes límites (Kre- cesos emocionales tanto en el
mers et al., 2007), aunque la presen- modelo de Millon como en el de Co-
cia de síntomas depresivos sí favore- ninger, al incluir ambos una dimen-
cería errores en la memoria episódi- sión como es la “búsqueda de sen-
ca (Kremers, Spinhoven y Van der saciones”, que para Millon represen-
Does, 2004). ta una polaridad de naturaleza afecti-
va “placer-dolor”,y que para Conin-
Emoción e impulsividad. Los pro- ger incluye variables motivacionales,
cesos emocionales son altamente como la exploración, así como la
relevantes en los TTPP, siendo el impulsividad.
ámbito afectivo uno de los cuatro en
los que se basarán los criterios diag- La impulsividad es probablemente
nósticos para cualquier TTPP. De uno de los elementos emociona-
igual modo, las respuestas emocio- les/motivacionales que transversal-
nales no sólo van a estar describien- mente más relevancia ha tenido en el
do y categorizando los distintos abordaje cognitivo-conductual de los
TTPP sino que también van a ser ele- TTPP, siendo una variable fundamen-
mentos fundamentales en los proce- tal en el trastorno límite de la perso-
sos terapéuticos, especialmente en nalidad. El vínculo entre respuestas
la TDC en la que una fase del trata- emocionales e impulsividad es muy
miento está plenamente centrada en alto en los TTPP. La impulsividad es
la regulación de la respuesta emocio- una variable que, por dificultar el
nal, siendo éste el objetivo funda- control de la regulación emocional y
mental de la terapia para algunos conductual, juega un rol importante
autores (García Palacios, 2006). Algo en el desarrollo de distintas altera-
similar es lo que ocurre en la terapia ciones psicológicas, de entre las
de esquemas, en la que necesidades cuáles podrían destacarse las adic-
emocionales no resueltas están en el ciones, el trastorno bipolar, los tras-
origen del problema, y en la que las tornos de control de impulsos, y,
estrategias de afrontamiento a des- especialmente el cluster B de los

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 413


Procesos básicos en una aproximación cognitivo-conductual a los trastornos de personalidad

TTPP. La delimitación conceptual de distress (Gratz, Rosenthal, Tull,


la impulsividad no es fácil, aunque Legues y Gunderson, 2006).
en su definición, delimitación y com-
prensión se suelen incluir conceptos La impulsividad es característica
como la desinhibición conceptual y de los trastornos de personalidad del
la agresividad, el papel de los proce- grupo B, pero también se pueden
sos de habituación y extinción a los encontrar respuestas impulsivas clí-
refuerzos y castigos, así como las nicamente relevantes en el grupo A y
bases biológicas subyacentes. Revi- C de los TTPP, y de hecho, el trastor-
siones al respecto se pueden encon- no de control de impulsos y los
trar en García Marco (2004) y Arranz, TTPP compartieron categorización
García Blanco y Ros Montalbán hasta el DSM-III (Szerman, 2004), lle-
(2004). A pesar de ello, se puede gándose a plantear en los años
asumir un vínculo claro entre impulsi- ochenta un “trastorno multimpulsivo
vidad y desinhibición conductual, así de la personalidad” (Lacey y Evans,
como un vínculo con una mayor 1986). A pesar de ello, es en el grupo
dependencia del refuerzo más inten- B donde la impulsividad es una
so e inmediato, lo que daría a la variable fundamental presentándose,
emoción un mayor peso frente a la incluso, como la variable que podría
“razón” sobre la conducta posterior explicar el alto grado de covariación
(Pérez Nieto, Redondo, Sánchez que presentan los trastornos que
Burón y Fernández, 2007). componen dicho grupo (Fossati,
Barratt, Borrón, Villa, Grazioli, Maffei,
Es en el trastorno límite de la per- 2007). Incluso la impulsividad es un
sonalidad donde más se ha estudia- de los elementos que parece expli-
do la desregulación emocional y la car también la asociación entre los
impulsividad. En relación a la desre- trastornos del grupo B y el abuso de
gulación emocional, se han aportado sustancias (Casillas y Clark, 2002),
datos sobre la existencia de un presentándose la impulsividad y el
substrato neural específico frontolím- abuso de sustancias como una
bico asociado al descontrol emocio- dimensión en sí misma con capaci-
nal y conductual (Silbersweig et al., dad explicativa para los TTPP (Bes-
2007; Williams, Sidis, Gordon y Mea- teiro, Lemos, Muñiz, García y Álva-
res, 2006), aunque en el contexto de rez, 2007). Aun así, aunque la rela-
las aproximaciones más biológicas, ción entre trastornos del grupo B y
también desde la “teoría polivagal” abuso de sustancias mediando la
(Porges, 1995) se explica la desregu- impulsividad está asumida, la natura-
lación emocional (Austin, Riniolo y leza multidimensional de la impulsivi-
Porges, 2007). Hay que decir, sin dad obliga a ahondar en sus matices
embargo, que cuando se somete a y algunos trabajos señalan el impor-
examen la desregulación emocional tante papel que en esta variable y en
en pacientes límites, variables como este contexto tiene la emocionalidad
la tolerancia al distress pueden negativa, potenciando sus conse-
modificar claramente el alcance de la cuencias (Bornovalova, Legues,
desregulación, mayor cuanto más Daughters, Rosenthal y Lynch,

414 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


Miguel Ángel Pérez, Héctor González y Marta M.ª Redondo

2005). De igual manera, la relación en la ira y el miedo (Magai y Hunzi-


entre trastornos del grupo B, como ker, 1998). Sin embargo, hay que
el antisocial o el límite, y la violencia, decir que, si bien el diagnóstico de
se presentan claramente vinculados cualquier trastorno de personalidad
al rol de la impulsividad (véase suele hacer referencia a alguna res-
Komarovskaya, Lopez y Warren, puesta emocional específica, la posi-
2007; Retz, Retz-Junginger, Sup- bilidad de que la misma sea objeto
prian, Thome y Rosler, 2004), siendo de estudio como variable sobre la
en muchos casos la inestabilidad que se estructure el trastorno es
afectiva y determinadas respuestas escasa, siendo los procesos de
emocionales las que favorecen la autorregulación de la misma los que
desinhibición de dichas conductas. sí obtienen ese papel relevante.
La labialidad emocional y la impulsi-
vidad comunes al trastorno límite y al Contenidos cognitivos, valoración
bipolar (Henry, Mitropoulou, New, y afrontamiento. Los contenidos
Koenigsberg, Silverman, Siever, cognitivos y los procesos de afronta-
2001) muestran la importancia de la miento gozan de protaganismo tanto
regulación de determinadas respues- en los modelos explicativos como en
tas emocionales. las terapias cognitivo conductuales
revisadas. En el modelo de los siete
Las respuestas emocionales, factores de Cloninger se incluyen la
como tal, que más aparecen en los autodirección y la autotranscenden-
trastornos de personalidad son la ira, cia como dimensiones que formarían
el miedo/ansiedad y la tristeza. Sin el dominio del carácter. Millon inclu-
embargo, hablar de la ansiedad y la ye también los procesos de abstrac-
depresión en este contexto implica ción como una “esfera” más de sus
habitualmente hablar de cuadros clí- estilos de personalidad, además de
nicos que no sólo incluyen una res- implícitamente hacer referencia a los
puesta emocional, sino también procesos de afrontamniento en su
varias respuestas emocionales dimensión activo-pasivo. En estos
(como la ira y la tristeza en el episo- procesos cognitivos hay también
dio depresivo), un curso y conductas concordancia a nivel terapéutico de
asociadas, por lo que, unido al manera que, especialmente la tera-
hecho de que sobrepasaría el objeti- pia de esquemas, claramente asume
vo del trabajo, no se incluyen en la la relevancia de los contenidos cog-
revisión. En relación a respuestas nitivos, llegando a “definirlos” según
emocionales básicas, ha habido trastornos a partir de creencias pro-
intentos de integrar en torno a la ira y totípicas para esquemas. Esta tera-
el miedo el amplio espectro afectivo pia incluye también referencias
y conductual de los trastornos de específicas al afrontamiento, seña-
personalidad (Lara, Pinto, Akiskal, lando tres estilos específicos para el
Akiskal, 2006), así como vincular la desarrollo de TTPP. También para la
teoría de las emociones discretas a reestructuración se usaría los proce-
los síntomas del trastorno límite, sos de valoración en esta terapia. En
haciendo especial hincapié también la TDC, son los procesos de valora-

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 415


Procesos básicos en una aproximación cognitivo-conductual a los trastornos de personalidad

ción los que aparecen explícitamen- para trastornos de ansiedad (véase


te señalados como parte del proce- Wells, 2000). Las creencias meta-
so terapéutico en la fase III, favore- cognitivas pueden tener un efecto
ciendo la revaloración situacional en el uso de determinadas estrate-
(Linehan, Bohus y Lynch, 2007), ade- gias de control cognitivo y en la
más de dar una especial importancia impulsividad (Pérez Nieto, Redondo
a la regulación emocional como pro- y Martin, 2005; Pérez Nieto et al.,
ceso de afrontamiento emocional, y 2007), aspectos, a su vez, funda-
de iniciar el tratamiento por la acep- mentales para la regulación emo-
tación como clara estrategia de cional, donde sí parece existir una
afrontamiento. mayor profundización. La regula-
ción emocional se presenta como
muy relevante a nivel terapéutico,
DISCUSIÓN tanto en la terapia de esquemas,
como especiamente en la TDC, que
Son, por tanto, estos procesos ocupa una amplia parte de la tera-
cognitivos de valoración, afronta- pia y donde se parte además del
miento y las creencias y contenidos manejo de los procesos atenciona-
cognitivos aquellos sobre los que les, de valoración, activación, etc
en mayor medida se apoya el abor- implicados en la aparición de la
daje cognitivo-conductual de los respuesta emocional (Linehan, Bo-
TTPP, aunque siempre dando espe- hus y Lynch, 2007).
cial importancia a los contenidos,
siendo fácil encontrar trabajos que Una vez que parece asumida la
identifican las creencias asociadas limitación de los modelos categoria-
a los trastornos (véase, Arntz, Dre- les frente a los dimensionales en los
essen, Schouten, Weertman, 2004; TTPP, que se plantea un abordaje de
Jones, Burell-Hodgson y Tate, los mismos desde modelos dinámi-
2007). Sin embargo, los modelos y cos no lineales que asuman los con-
terapias más relevantes en el con- tinuos procesos de intereacción a lo
texto cognitivo-conductual revelan largo del tiempo (véase Bornas y
la importancia de la formación de García de la Banda, 2001); y que las
esas creencias, estilos, modos, terapias más prometedoras se cen-
etc., que podrían ser la punta del tran en los procesos emocionales,
iceberg, prestándose, sin embargo, motivacionales y conductuales para
menor atención a los procesos alcanzar el éxito terapéutico, puede
implicados en su formación y man- ser el momento de que la aproxima-
tenimiento. Así, se incluyen varia- ción dimensional se apoye en los
bles vinculadas al procesamiento procesos más básicos. La comple-
metacognitivo, como son la autodi- jidad de los TTPP y la escasa efica-
reccion de Cloninger, o la identifi- cia de las terapias para los mismos
cación de los propios esquemas, podrían verse contrarrestada por la
pero no hay un cuerpo teórico identificación de los procesos más
sobre estos procesos aplicado a relevantes y el desarrollo de estra-
los trastornos a pesar de existir ya tegias específicas para su regulación.

416 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


Miguel Ángel Pérez, Héctor González y Marta M.ª Redondo

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