Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
JOY DARK
Copyright©2023 JOY DARK
Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra ni su
incorporación a un sistema informático ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio,
sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y
por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). El copyright estimula la
creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre
expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y
por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra
por ningún medio sin permiso.
Primera edición, septiembre 2023
Traducción: Teresa Gomares.
En Kansas, la grandeza de sus vastas llanuras se encuentra en cada
rincón, mientras el viento susurra secretos de libertad y los campos
dorados bailan al compás de los sueños.
Joy Dark
SINOPSIS
—Está bien, pero solo lo haré por un tiempo, hasta que puedas
solucionar las cosas —respondo.
No puedo permitirme crear un vínculo. Sería demasiado fácil
enamorarme de Harper sin siquiera intentarlo.
Ethan suspira en voz alta.
—Gracias —dice aliviado—. No tienes idea de lo agradecido que estoy.
—Hay dos cosas que debemos hacer —murmuro—. Primero, Harper
necesita pañales, leche de fórmula, ropa, un carrito y una cuna. Quizá
alguien del vecindario tenga cosas que ya no use, pero necesitarás
ayudarme, no puedo cargar ciertas cosas yo sola con un bebé.
—Creo que la señora Bryan puede ayudarnos con eso, pero no sé qué
excusa poner. No quiero que empiece a divulgar rumores por el pueblo y se
entere de la existencia de Harper. Además, ¿y si mi hermano ha mentido?
Solo ha dejado una nota confusa, pero conociéndolo, puede que lo que haya
escrito ahí no sea verdad.
—Encontrar a tu hermano puede ser otra de nuestras prioridades.
¿Tienes alguna idea de cómo localizarlo?
—Estoy de acuerdo. —Él se frota la barbilla en un gesto pensativo—.
No puedo evitar pensar que puede estar en algún tipo de problema. —Se
levanta y deja la taza en el fregadero, luego apoya las manos en la encimera
—. Tengo un número antiguo, mañana lo llamaré y veremos si contesta. Lo
último que supe es que estaba en Topeka.
—Tal vez la madre tuvo a Harper en el hospital más cercano a esa
localidad. No perdemos nada por preguntar.
—Solo sabemos el nombre y el apellido paterno, creo que va a ser
difícil saber si dio a luz allí porque no sabemos quién es.
—Tienes razón, pero si tu hermano fue quien la llevó al hospital, es
posible que haya registrado la entrada con su nombre. No perdemos nada
por intentarlo.
—Por supuesto —asiente aguantándome la mirada.
Ethan está tan atractivo que tengo que tragar saliva. Me digo a mí
misma que solo estoy cansada y que la oscuridad afuera hace que la cocina
parezca más acogedora de lo que realmente es.
—Creo que debería dormir a Harper, el día ha sido muy largo. Mañana
nos pondremos en marcha con todo eso.
—Está bien, si no te importa, voy a terminar de hacer algunas tareas del
rancho.
—Es tarde, ¿no podría eso también esperar a mañana?
—Los ranchos no duermen, ¿lo hacen las flores?
Sonrió en su dirección.
Ethan se acerca a mí, con una mirada comprensiva en sus ojos.
—No te preocupes, solo serán un rato y luego descansaré. Quiero
asegurarme de que todo esté en orden para mañana —me dice.
Asiento con seriedad, admirando la dedicación y responsabilidad que
Ethan muestra hacia el rancho.
Sus ojos reflejan una profunda pasión por su trabajo, y eso me hace
apreciar aún más su compromiso.
—Entiendo. Harper y yo estaremos bien. Nos vemos mañana —digo
con una sonrisa reconfortante, mientras coloco suavemente mi mano en su
brazo en un gesto de apoyo.
A medida que me alejo de Ethan, siento cómo mi corazón late un poco
más rápido.
Aunque este acuerdo es temporal, no puedo evitar sentir una conexión
especial con él y, sobre todo, con el adorable Harper. Es como si nuestros
destinos se hubieran entrelazado en este momento crucial.
Adentrándome en la habitación, lo acuno suavemente en mis brazos,
sintiendo la calidez de su cuerpecito contra el mío.
En este instante, una determinación indomable se apodera de mí.
Estoy dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo que se presente, porque
sé que este pequeño se merece todo el amor y la protección que puedo
brindarle.
10
ETHAN
Ha pasado una semana desde que Emily llegó a mi vida de una manera
que nunca imaginé.
Cada día que compartimos juntos ha sido una montaña rusa de
emociones y experiencias, y me ha quedado claro que esta mujer me gusta
más de lo que podría haber esperado.
Nuestras conversaciones son fluidas, nuestras risas sinceras, y cada
momento que pasamos juntos solo reafirma lo bien que encajamos.
Es como si nuestros corazones hubieran encontrado su lugar en el
mundo, uno al lado del otro.
Cada noche, cuando Emily se marcha a su casa para descansar, me
quedo solo con Harper en la mía, y mis pensamientos inevitablemente
vuelven a ella.
Me encuentro recordando su sonrisa, sus comentarios ingeniosos, su
manera de andar con esa confianza que la hace única, y esos ojos
vivarachos que parecen esconder un mundo entero de secretos y pasiones.
Sé que estoy perdido en sus encantos, y eso me asusta un poco. Pero al
mismo tiempo, no puedo evitar sonreír cuando pienso en todo lo que hemos
compartido en tan poco tiempo.
La mañana en el rancho está en pleno apogeo cuando uno de mis
trabajadores se me acerca con una expresión de diversión en su rostro.
—Jefe, parece que tenemos visita —me informa, con una risa
contenida.
Levanto la mirada de los documentos que estoy revisando y frunzo el
ceño.
—¿Visita? ¿De qué estás hablando?
El hombre señala hacia el camino de entrada al cobertizo, y mi corazón
da un vuelco cuando veo a Emily que se acercaba con Harper en brazos.
Los otros trabajadores se acercan y comienzan a hacer comentarios
burlones.
—¿Qué pasa, jefe? ¿Has dejado embarazada a alguna chica y ahora
viene a reclamarte la paternidad? —se burla uno de ellos, provocando risas
entre los demás.
Las risas burlonas de los otros trabajadores llenan el aire, pero las
palabras de Jake me hacen sentir una punzada de nerviosismo en el
estómago.
Mi paciencia se agota en ese momento, y les lanzo una mirada asesina.
—Callaos, esta situación no tiene nada que ver con vuestros estúpidos
chismes.
Me dirijo rápidamente hacia ella.
Cuando estoy lo suficientemente cerca, noto que Emily tiene una
expresión preocupada y Harper parece incómodo en sus brazos.
—¿Qué ha pasado? —pregunto, intentando mantener la calma a pesar
de la confusión que se apoderaba de mí.
Ella me mira con ojos cansados y preocupados.
—Siento molestarte, pero Harper tiene demasiada fiebre y pensé que
deberíamos llevarlo al médico de inmediato.
Mi corazón da un vuelco.
Cojo a Harper con cuidado de los brazos de Emily y lo miro. Está
pálido y sudando, y su respiración está agitada.
—Has hecho bien. Vamos a llevarlo al médico de inmediato. —Le
devuelvo a Harper a Emily y me dirijo hacia mis trabajadores—. Necesito
que alguien cuide del rancho mientras estamos fuera. Aseguraos de que
todo siga funcionando sin problemas y ayudad al nuevo capataz,
¿entendido?
Los hombres asienten menos dispuestos a hacer chistes, aunque sé que
me tocará dar algunas explicaciones cuando vuelva.
Emily y yo nos dirigimos rápidamente hacia mi camioneta, donde
colocamos a Harper en su asiento de seguridad, que resulta ser el capazo
con el que mi hermano lo dejó en la puerta de mi casa, menos mal que tuvo
al menos esa decencia.
El trayecto hacia el médico se hace en silencio, excepto por el llanto
intermitente de Harper. Emily está preocupada y yo no puedo evitar
sentirme culpable por no haberme dado cuenta antes de que algo andaba
mal. Miro al pequeño por el espejo retrovisor y desearía poder hacer que se
sintiera mejor con solo un chasquido de dedos.
Finalmente, llegamos a la clínica del pueblo y aparcamos el coche.
Emily lleva a Harper en brazos mientras cruzamos la puerta de la clínica y
nos dirigimos hacia la recepción.
—Es una urgencia, el bebé tiene casi cuarenta de fiebre —le dice Emily
a la recepcionista, cuya mirada de sorpresa no pasa desapercibida.
—¿Son ustedes sus padres? —nos pregunta.
Ambos nos miramos y asiento levemente.
—Sí, somos sus padres —mentimos, no es momento de dar muchas
explicaciones a nuestra compleja situación.
—Está bien, seguro que no es nada grave. Esperen en esa sala, el
médico los atenderá en seguida.
Nos hacen esperar un poco, y mientras lo hacemos, no puedo evitar
sentir que todas las miradas en la sala de espera están puestas en nosotros.
No es algo a lo que esté acostumbrado, pero sé que es el precio a pagar por
vivir en un pueblo pequeño donde todo el mundo parece conocerse.
Finalmente, una enfermera nos llama y nos lleva a una habitación.
Emily coloca a Harper con cuidado en la camilla mientras la enfermera
toma sus signos vitales y hace algunas preguntas sobre sus síntomas. Harper
sigue llorando, y mi impotencia solo aumenta al verlo sufrir.
Finalmente, el médico entra en la habitación y revisa a Harper. Mientras
lo hace, Emily y yo intercambiamos miradas de preocupación.
—Tiene fiebre alta —nos informa el médico—. Vamos a hacerle
algunos análisis para ver si podemos determinar la causa. Mientras tanto, le
recetaré algo para bajarle la fiebre y aliviar su malestar. Han hecho bien en
traerlo, son ustedes unos buenos padres.
Emily se acerca a la camilla y acaricia la mejilla de Harper con ternura.
—Todo va a estar bien, cariño —le susurra con voz suave—. Estamos
aquí contigo.
Mi corazón se llena de gratitud hacia ella en ese momento.
Sé que hemos mentido, que no somos sus verdaderos padres, pero
entiendo a la perfección que el sentimiento de paternidad o maternidad
trasciende los lazos biológicos, y que se encuentra en el amor y cuidado
incondicional que se brinda, independientemente de la sangre que nos una.
Además, Harper es mi sobrino.
El médico finaliza su examen y deja la habitación para preparar la
receta. Mientras tanto, Emily y yo nos quedamos a solas con Harper.
El bebé sigue llorando, pero parece haberse calmado un poco en brazos
de Emily.
—Gracias por traerlo al médico tan rápido —le digo a Emily, mi voz
llena de gratitud—. No sé qué habría hecho sin ti.
Ella me sonríe con ternura y acaricia la mejilla de Harper.
—Somos un equipo, Ethan. Estamos juntos en esto, recuerda. Ya
llevamos una semana y un par de días metidos de lleno en esto.
Asiento con la cabeza, agradecido por sus palabras y su apoyo.
La conexión que siento con Emily se hace más fuerte en momentos
como este, cuando estamos juntos cuidando de Harper.
Finalmente, el médico regresa con la receta y las instrucciones para
cuidar a Harper en casa.
—El pequeño tiene una infección respiratoria leve, no es nada grave y
es bastante común en bebés de su edad.
—¿Se pondrá bien, doctor? —le pregunto.
—Sí, por supuesto, no se preocupe. Necesita medicamentos para la
fiebre y reposo, aunque deberán mantener una atención constante en casa
por si empeora y volverlo a traer si eso sucede.
—Bien, así lo haremos.
—Es uno niño sano, no tienen de qué preocuparse —nos dice
entregándonos la receta con una sonrisa.
Le damos las gracias y salimos de la clínica, con Harper en brazos de
Emily.
Mientras caminamos hacia el coche, siento un nudo en el estómago por
la preocupación.
Una vez que estamos de vuelta en la camioneta, Emily se sienta en el
asiento trasero junto a Harper, que ha dejado de llorar pero sigue
visiblemente incómodo.
Pasamos por la farmacia y conduzco de regreso al rancho en silencio,
pensando en lo afortunado que soy de tener a Emily a mi lado en este
momento.
Cuando llegamos al rancho, Emily y yo nos ocupamos de cuidar a
Harper, siguiendo las indicaciones del médico. A medida que pasa el
tiempo, la fiebre del niño parece ceder un poco, y eso nos da algo de alivio.
Después de un día agotador, Emily y yo nos sentamos en el porche
trasero, viendo la puesta de sol sobre el horizonte. El cielo se tiñe de tonos
cálidos y dorados, y el aire fresco de la noche nos rodea.
—Gracias por estar aquí, Emily —le digo, mirándola con gratitud—.
No sé qué habría hecho sin ti.
Ella me sonríe y coloca una mano en mi brazo.
—Estoy aquí porque quiero estar, Ethan. Ya te he dicho que dejes de
darme las gracias.
Asiento con la cabeza, sabiendo que es cierto. Emily y yo estamos
unidos por esta extraña situación con Harper, y aunque no sé hacia dónde
nos llevará, estoy agradecido de tenerla a mi lado. Por primera vez en
mucho tiempo, no me siento solo.
—Lo sé —respondo con una sonrisa, apreciando su amabilidad y
comprensión.
Mientras la puesta de sol pinta el cielo de colores dorados y
anaranjados, siento una sensación de paz que no había experimentado en
mucho tiempo.
A pesar de la preocupación por Harper, estar aquí con Emily me hace
sentir que todo va a salir bien.
El viento suave del atardecer agita ligeramente nuestras ropas, y
nuestras miradas se encuentran en un momento de silencio compartido. Hay
una conexión especial entre nosotros, algo que va más allá de la amistad, y
aunque no estoy seguro de lo que significa, estoy dispuesto a averiguarlo.
—Creo que deberías quedarte aquí hasta que Harper esté mejor —le
digo de repente, sintiendo la necesidad de su presencia en este momento.
Emily me mira sorprendida, y sus labios se curvan en una sonrisa
tímida.
—¿Estás seguro?
Asiento con determinación. No quiero que Emily se vaya, al menos no
esta noche.
—Sí, estoy seguro. Harper está mejorando, pero sería un alivio saber
que estás aquí si necesitamos algo durante la noche.
Ella asiente con gratitud, y puedo ver en sus ojos que aprecia mi gesto y
que para ella quedarse con nosotros también supone un alivio.
—Está bien, me quedaré. Pero solo si me prometes que intentarás
descansar un poco, Ethan.
Sonrío ante su preocupación.
—Lo intentaré, te lo prometo.
Nos quedamos en silencio, disfrutando de la tranquilidad del momento.
La noche cae lentamente sobre el rancho y Emily, está aquí conmigo.
24
EMILY
—¿Y dices que está como un tren? —dijo mi amiga, dándole un sorbito
pequeño a su copa de vino.
—Eso no es lo más importante que te he contado.
—Es que lo que me has contado, querida Emily, es solo una reacción de
un hombre enamorado que simplemente tiene miedo al amor.
—¿Enamorado? No te montes películas, nos conocemos desde hace
muy poco tiempo como para decir eso. Puede que simplemente se dejara
llevar por un calentón y me deteste como mujer en realidad.
—¿Te has vuelto loca? Que Will fuera una cucaracha y no te valorara lo
suficiente como para haberte salvado de la crema, no significa que no seas
maravillosa en todos los sentidos. No solo eres preciosa, también eres
generosa y abnegada.
—Eso lo dices porque me quieres de manera incondicional.
—Puede que te quiera mucho, pero también soy objetiva. Además, has
estado cuidando de ese bebé día y noche, y según tú, Ethan está como un
tren y te ha besado apasionadamente. Si eso no es amor, no sé qué lo es.
—Nuestras vidas son muy diferentes.
Sarah toma otro sorbo de vino y luego mira directamente a mis ojos.
—Emily, la vida está llena de complicaciones. Siempre lo ha sido y
siempre lo será. Pero eso no significa que no podáis superarlas juntos si
realmente os importáis el uno al otro.
Sus palabras me hacen pensar en la conversación que tuve con Ethan
antes de marcharme.
—Me llamó irresponsable, y ya sabes el daño que pueden hacerme esas
palabras. Las tuve que escuchar durante una larga temporada.
—No creo que se refiriera a que seas una incompetente, sino a que te
has ido dejándolo en la estacada.
—Igualmente me hicieron mucho daño.
—Por cierto, ¿cómo llevas lo de volver a ver a Will?
—Lo he pospuesto mucho tiempo, casi ocho meses para ser exactos,
creo que en cierto modo estoy preparada.
—¿Qué te ha hecho cambiar de idea? Hace relativamente poco me
dijiste que no lo estabas.
—Tal vez esas palabras de Ethan, o el simple hecho de tener que
redirigir mi vida de una vez por todas. ¿En qué estaba pensando? —digo,
refiriéndome al hecho de empezar a sentir algo por otro hombre cuando aún
no he dado un carpetazo definitivo a mi anterior relación.
El sheriff me llamó hace un par de días para decirme que era hora de
visitar a Graham en la cárcel.
Sabía que este momento llegaría tarde o temprano, pero no me había
preparado completamente para ello.
Graham y yo solíamos ser inseparables en nuestra infancia, pero las
circunstancias nos habían separado a lo largo de los años.
Sin embargo, seguía siendo mi hermano, y tenía la responsabilidad de
estar allí para él en sus momentos más oscuros y, sobre todo, para aclarar si
Harper era su hijo o no.
La ausencia de Emily ha dejado un vacío en mi vida, un vacío que a
menudo se llena con preocupaciones y asuntos pendientes. Hace dos
semanas que se marchó.
Quince largos días en los que la había llamado una sola vez y recibí una
escueta advertencia de que no era un buen momento para hablar y me colgó
sin más.
No quería presionarla, solo saber cómo estaba.
Aunque su partida me ha dejado con el corazón roto, sé tengo que
seguir adelante, y eso significa ocuparme de los problemas que surgen en el
rancho y en mi vida en general.
Durante estos días, mi principal preocupación ha sido Harper.
La responsabilidad de cuidar de él ha recaído principalmente en mí.
Afortunadamente, he estado contando con la ayuda de Mike, mi capataz
de confianza y recién estrenado buen amigo.
Él siempre está dispuesto a echarme una mano en cualquier tarea que
necesitara realizar para poder ocuparme de Harper.
Aunque Mike no tiene hijos propios, sí tiene un corazón generoso y una
gran paciencia para cuidar al pequeño mientras yo me ocupo de los
quehaceres de la granja.
—Ethan, ve a atender a los caballos, yo me encargaré de Harper por
un rato —me decía a menudo, dándome un respiro en medio de las tareas
diarias.
A medida que el tiempo pasa, me doy cuenta de que la ausencia de
Emily se está haciendo más llevadera gracias a la rutina y a los amigos que
tengo a mi lado. Aunque sigo sintiendo su falta todos los días.
Así que, con el apoyo de Mike y la dulce sonrisa de Harper, he seguido
adelante, día tras día, tratando de mantener viva la esperanza de que algún
día las cosas volverán a ser como antes, o al menos, encontrar una nueva
normalidad en la que pueda encontrar la felicidad y la paz que tanto
necesito.
Me dirijo a la cárcel con un nudo en el estómago, sin saber exactamente
qué esperar. Al llegar, me registran y me guían hacia una sala de visitas.
Graham ya está allí, esperándome, y cuando me ve, sus ojos se iluminan un
poco. Es difícil verlo en ese lugar, privado de su libertad.
Nos sentamos frente a frente, separados por una mesa de plástico. La
atmósfera es tensa, pero al menos hay un atisbo de emoción en su mirada.
—Ethan... —murmura Graham, su voz ligeramente quebrada.
—Graham —respondo, tratando de sonar calmado y comprensivo—.
¿Cómo estás?
Él suspira y se pasa una mano por el pelo desaliñado.
—No muy bien, hermano. Estar aquí no es precisamente agradable.
Siento mucho haber terminado en este lugar y arrastrarte a ti conmigo.
Su confesión me toma por sorpresa, pues puede significar que, en
efecto, es el padre de Harper.
¿Si no, a qué viene eso de que me está arrastrando con él?
Siempre he sabido que Graham tiene sus problemas, pero nunca ha
admitido sus errores de esta manera.
—Cada uno de nosotros toma sus propias decisiones en la vida, y a
veces cometemos errores. Lo importante es que estás tratando de enmendar
las cosas ahora.
Él asiente, agradecido por mi comprensión.
—Supongo que he heredado el carácter de mierda de papá. Siempre fui
el rebelde, mientras tú eras el responsable.
Recordar a nuestro padre es un ejercicio que siempre ha sido doloroso
para ambos. Ha sido un hombre difícil, cuyas palabras y acciones han
dejado cicatrices profundas en nuestras almas. Aunque la sangre nos une
como hermanos, la figura paterna que compartimos se convirtió en un lastre
que llevamos a cuestas, una sombra que se cernió sobre nuestras vidas
durante años.
En muchos sentidos, un padre es el primer espejo en el que un hijo se
mira. Es el faro que guía los primeros pasos en el laberinto de la vida. Pero
cuando ese faro emana una luz oscura y opresiva, el camino se vuelve
difícil de transitar. Nuestro padre era un hombre de carácter tiránico, un
hombre que nunca dudó en expresar su desdén y su desprecio. Sus palabras
hirientes eran como dagas que se clavaban en nuestros corazones jóvenes y
vulnerables.
A medida que crecíamos, sus expectativas inalcanzables se convertían
en una pesada carga sobre nuestros hombros. Nos hizo creer que nunca
seríamos lo suficientemente buenos, lo suficientemente dignos de amor y
respeto. Sus críticas constantes minaron nuestra autoestima y nos llevaron a
cuestionarnos a nosotros mismos una y otra vez. La influencia tóxica de
nuestro padre se infiltró en nuestros pensamientos y creencias, arraigándose
como una maleza en lo más profundo de nuestra psique.
La figura paterna debería ser un faro de apoyo, un refugio seguro en
momentos de tormenta. Pero para nosotros, fue un tornado que desgarró
nuestros sueños y esperanzas. Crecimos con la creencia errónea de que no
merecíamos nada, que éramos indignos de amor y felicidad. Esta herida
emocional se convirtió en una cicatriz que llevamos con nosotros, una
sombra que amenazaba con oscurecer cada rayo de luz en nuestras vidas.
—Yo disto mucho de ser responsable, no sabes lo capullo que puedo
llegar a ser, pero últimamente, gracias a ti, he descubierto que la verdadera
familia no se basa en el ADN, sino en el amor y el apoyo mutuo.
—¿De qué estás hablando? —Graham no parece entender nada de lo
que le digo.
—Estoy hablando de Harper.
—¿Harper? ¿Quién demonios es…? No me jodas… ¿no me jodas que
alguien ha ido a reclamarte dinero? —mi hermano se lleva las mano a la
cabeza.
—No, pero alguien me dejó a tu hijo en el rancho —le digo para a ver si
así reacciona de una vez.
—¿A mi qué? —suelta una carcajada—. A ti se te va la olla, hermanito.
Yo no tengo ningún hijo, que yo sepa.
—Ahí está la cuestión, que quizá no lo sabes y su madre lo ha dejado
allí porque sabe que es el rancho familiar. Tiene tres meses, bueno ya
cuatro.
—Llevo un año aquí encerrado, Ethan. No he echado un polvo desde
entonces, así que a no ser que una paloma haya inseminado a una mujer con
mi espíritu, lo veo un poco complicado.
Mi hermano y yo compartimos una mirada que dice más que mil
palabras.
—Hace un mes me dejaron un bebé en el porche. Llevaba consigo una
nota que decía: Este es Harper Brooks. No puedo hacerme cargo de él en
estos momentos y he pensado que será mejor que lo cuides tú. No sé cuándo
volveré, confío en ti, Ethan.
—¿Y no será tuyo? Que des por hecho que es mío y que no te he dicho
nada, resulta ofensivo.
Me callo para no ofenderlo más, porque Graham siempre ha estado
lejos de ser un hermano que me mantuviera al día sobre sus asuntos.
—Sabría si he tenido alguna posibilidad de embarazar a una mujer,
suelo llevar precaución con eso —le digo convencido de ello.
—¿Y si es de nuestro padre? —pregunta.
—Nuestro padre está muerto, ¿lo has olvidado?
—El bebé no, idiota, el padre o la madre de ese niño. Quizá tengamos
un hermano o hermana oculto que ha querido encasquetarnos a su hijo
porque es un Brooks.
No había pensado en esa posibilidad, porque, por otro lado, nadie en su
sano juicio que conociera a mi padre, querría que su hijo se criara en una
familia tan desestructurada como la nuestra.
—¿Crees que eso es posible? Me refiero a que nuestra familia no es lo
que se dice un modelo de conducta a seguir, y no tiene sentido que alguien
deje a su hijo en el rancho por muy Brooks que sea ese bebé.
—¿Y por qué no? Si es hijo o hija de papá, quizá yo no sea el único que
ha heredado su desgraciado carácter y ha dejado al niño para que su abuelo
le dé una buena educación. Qué ironía, ¿verdad? Esa persona no debe saber
que el bueno de Peter Brooks ya no está entre nosotros —dice todo ironía.
—No sé ni qué decir, la cosa empieza a complicarse demasiado. ¿De
quién será el bebé?
—Sea de quién sea, debe confiar mucho en ti y quererte mucho como
para dejar a su cargo a su hijo. ¿Estás seguro de que no es tuyo?
—¡Ya te he dicho que no! Hace un año tuve un escarceo con una mujer
en una feria de ganado, pero la conozco y no ha estado embarazada. Y
luego está esa loca de … —me callo antes de contarle demasiadas
intimidades a mi hermano. Es algo que ya no tiene importancia.
—¿Solo con ella? Recuerdo lo bien que solías pasarlo cuando ibas a una
de esas ferias. Te ponías todo borracho y volvías bien relajado al rancho y
me libraba de tus broncas un par de días.
—Te prometo que esta vez recordaría con quién más me he acostado —
afirmo, devanándome los sesos un poco, para qué nos vamos a engañar.
—Pues en ese caso, te sugiero que montes una recogida de ADN en el
pueblo y alrededores, porque esta vez, ese niño no es culpa mía, muy a mi
pesar.
—No puedo hacer eso.
—Entonces solo te queda esperar, en esa nota pone que volverá, no sabe
cuándo, pero lo hará.
—Me temo que el sheriff tiene la mosca detrás de la oreja, y si Harper
no resulta ser nada mío, puede que me meta en problemas. Es un menor sin
identificar y quizá lo esté reteniendo en mi casa.
—Pues habla con ese poli y dile lo que está pasando. ¿Por qué razón
tendrías que hacerte cargo de un mocoso que no es tuyo? —me dice,
sacando todo su potencial de mala persona en sus palabras.
—Porque es una criatura que no tiene culpa de nada y puede acabar en
un orfanato o vete a saber en qué tipo de familia.
—Bueno, no es que ahora mismo esté en la mejor, y tú nunca has sido
un tipo cariñoso.
—Quizá eso esté cambiando.
Mi hermano abre los ojos como platos.
—No puedo creerlo, Ethan Brooks sintiendo algo por otro ser humano.
—Si conocieras a Harper lo entenderías.
—Lo dudo mucho, mi instinto paternal está muy lejos y bajo tierra y no
creo que aflore nunca. Llama a la poli y deshazte de ese mocoso cuanto
antes —me dice, y no puedo evitar pensar que ojalá su instinto se quede allí
para siempre.
40
EMILY
—¿Quieres una cerveza? —le pregunto mientras cojo una bien fría para
mí.
—No, me temo que ayer ya bebí demasiado. Mis amigas me
organizaron una fiesta y… déjalo, no tiene importancia.
Asiento y me dirijo hacia el sofá para sentarme junto a ella.
Le doy un largo trago a la Budweiser.
—Ethan, empieza a contarme ya lo que está pasando, me tienes de los
nervios —me dice cargando a Harper en su regazo mientras lo entretiene
jugueteando con las manos.
—Fui a la cárcel y hablé con mi hermano. Todo parece indicar que
Harper no es hijo suyo.
—¿Estás seguro que dice la verdad?
—Mike me dijo lo mismo, pero me temo que sí, no tiene ningún motivo
real para mentirme si Harper ya está conmigo.
—¿Mike? ¿Quién es Mike? —me pregunta ceñuda.
—El capataz del racho, un buen hombre y un buen amigo desde que te
fuiste.
—Bueno, entonces has sacado algo bueno de este tiempo separados.
—Es tipo excelente, y se desenvuelve muy bien con Harper. Me ha
estado echando una mano también en ese asunto.
Emily asiente.
—Entonces, ¿qué vas a hacer? Igual sí es el momento de avisar a la
policía —me dice con cierto pesar.
—Solo de pensar que pueden llevarse a Harper…
—Lo sé, pero no sé hasta qué punto podemos seguir buscando a su
verdadera familia sin que las cosas que compliquen aún más. En la nota,
fuera quién fuese que lo dejó aquí, expresaba su deseo de que tú te
encargaras de él. Según mi amiga Sarah, con eso debería de bastar, es
abogada y de las buenas.
—Mi hermano dijo que cabía la posibilidad que fuera un nieto de mi
padre.
—¿De tu padre?
—Lo creas o no, la idea no es muy descabellada. Quién sabe si tuvo
algún hijo o hija fuera del matrimonio y Harper siga siendo mi sobrino. Si
hubieras conocido a mi padre, no te extrañaría nada esa posibilidad.
—Podemos investigar por esa vía. Si esa persona dejó al bebé aquí, es
porque tu padre reconoció que era su hijo o hija cuando nació. Debe haber
alguna partida de nacimiento donde conste el nombre de tu padre. Sarah
puede ayudarnos con eso.
—No es mala idea. ¿Crees que conseguirá averiguar algo?
—Estoy segura de ello. Haré una llamada en cuanto llegue a mi casa, a
la cual, por cierto, debería de irme ya.
—¿Tan pronto? —mi voz suena algo desesperada, lo sé, pero no puedo
evitarlo. La presencia de Emily tiene un efecto en mí que me descoloca.
—Estoy cansada, ha sido un viaje largo y tengo un poco de resaca. —
Sonríe mientras me entrega a Harper. Aunque mi cuerpo está agotado, no
puedo evitar pensar en lo guapa que se ve Emily en este momento, con una
luz especial en sus ojos.
—¿Vendrás mañana?
—Sí, no te preocupes. —Emily duda un momento, pero finalmente posa
su mano sobre mi brazo para apretarlo levemente.
El contacto con su piel me hace sentir una conexión especial, y sé que
esta situación está lejos de ser sencilla.
Mi corazón late con fuerza, y siento que hay algo más entre nosotros,
algo que no puedo ignorar por mucho más tiempo.
Quiero que nuestros labios se unan en un baile apasionado, que el
mundo desaparezca mientras nos entregamos al amor y al deseo. Pero las
palabras se quedan atascadas en mi garganta, incapaces de expresar la
tormenta de emociones que bulle en mi interior, como si fuera el
protagonista de alguna película romántica.
Sin embargo, en la vida real, la complejidad de la realidad me abruma,
y temo arruinar este valioso momento.
Por eso, en lugar de hablar, simplemente sonrío.
Nuestra mirada se conecta en una complicidad que transmite mucho
más de lo que las palabras podrían expresar. En ese momento, comprendo
que tenemos todo el tiempo del mundo, y no hay necesidad de forzar las
cosas.
A veces, el silencio habla más alto que cualquier declaración de amor.
46
EMILY
Por la noche, mientras recojo los platos de la cena, miro a Ethan que
está jugando con Harper en el suelo, y me pregunto cómo reaccionará
cuando le cuente lo que he descubierto.
—Ethan —le digo con suavidad, llamando su atención.
Él levanta la mirada y me sonríe.
—¿Qué pasa, vaquera?
Respiro profundamente antes de hablar.
—He hablado con Sarah, y parece que la situación legal de Harper es
complicada. Tu padre, no está registrado como tal en ninguna partida de
nacimiento excepto la vuestra. Eso significa que, a efectos legales, Harper
no es tu sobrino de ninguna manera.
Ethan frunce el ceño, y puedo ver la preocupación en sus ojos.
—¿Qué significa eso?
—Significa que, si no actuamos, podríamos tener problemas legales con
Harper. Sarah me ha aconsejado que hablemos con el sheriff y busquemos
asesoramiento legal.
Ethan se queda en silencio por un momento, procesando la información.
Luego, asiente lentamente.
—Entiendo. Tenemos que hacer lo correcto por Harper, incluso si eso
significa enfrentarnos a la ley.
Me siento aliviada de que esté dispuesto a abordar esta situación con
responsabilidad. Sé que no será fácil, pero juntos podemos superarlo.
—Me preocupa que acabe en algún centro o que nunca encuentren a su
familia, porque siento que esa familia somos nosotros —le digo,
abrazándolo por la espalda.
—Si eso sucede, podremos reclamar su custodia, ¿no?
—No lo sé, pero podríamos intentarlo. Aunque si dilatamos esta
situación, quizá compliquemos más las cosas.
—¿Qué pasará con él durante todo ese tiempo?
—No tengo una respuesta para eso, Ethan, y solo de pensarlo se me
parte el corazón.
Harper nos mira ajeno a todo lo que está pasando, balbuceando y
jugando con sus pies en alto.
Ethan abraza mi mano con firmeza mientras seguimos observando a
Harper jugar. El peso de la responsabilidad y la incertidumbre se cierne
sobre nosotros, pero estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario por el
bienestar del pequeño.
—Hablaré con el sheriff lo antes posible y le contaré todo lo que ha
pasado. No podemos permitir que nada malo le pase a Harper ni a nosotros,
sobre todo a ti. No quiero que esto te salpique de una forma negativa.
En el fondo siento miedo de volver a verme involucrada, sin quererlo,
en asuntos ilegales.
Pero no se lo digo, no quiero que piense que lo voy a dejar solo para
enfrentarse a esto. Yo me ofrecí a ayudarlo hasta las últimas consecuencias,
y ahora somos lo más parecido a una pareja feliz y no quiero estropear lo
que tenemos con cosas que pueden sonar mal si las verbalizo.
—Todo va a salir bien, ¿me oyes? Ni tú ni yo hemos hecho nada malo,
a Harper lo dejaron aquí con una nota que decía que se apellida Brooks,
quizá haya sido una equivocación, hay muchísima gente con tu mismo
apellido.
—No lo dudo, pero que tengan un rancho en la zona no. Esa persona
sabía dónde lo dejaba.
—O tal vez no, pero es el momento de dejar a los profesionales actuar y
encontrar la verdad de todo esto.
Ethan asiente algo confundido.
Sé que las piezas del puzle no terminan de encajar y todo es muy
extraño.
Ethan y yo compartimos un abrazo reconfortante, tratando de disipar los
temores que rondan nuestras mentes. Sabemos que este camino no será
fácil, pero estamos dispuestos a enfrentarlo juntos.
—Tienes razón, Emily. Tenemos que confiar en que las autoridades
hagan su trabajo y descubran la verdad. Lo más importante ahora es el
bienestar de Harper. Mañana mismo iré a la comisaría.
Acaricio su mejilla con ternura y le sonrío, intentando transmitirle mi
apoyo incondicional.
—Estoy segura de que todo saldrá bien, Ethan. Harper tiene una familia
que lo ama y lo cuidará, pase lo que pase.
Ethan asiente, y juntos volvemos nuestra atención a el pequeño, quien
continúa jugando felizmente en el suelo.
Nuestros corazones latiendo al unísono con la preocupación latente.
55
ETHAN
—¿No vas a decir nada? Creía que te alegrarías de verme —me dice
Vanessa, cuando llevo más de diez minutos en silencio intentado procesar
todo lo que ha pasado.
—¿Qué puedo decir? ¿Cómo te encontraste a Emily en Lawrence? —
me froto la cara presa del agobio.
—¿Creías que iba a dejar a mi hijo sin más y no vigilar a quién se lo
habías confiado? ¿Que permitiría que esa mujer me quitara al hombre por el
que he estado intentado luchar un año entero de mi vida? La señora de la
tienda de antigüedades del pueblo es una gran informadora, un poco cotilla,
insistió mucho en saber quién era yo, pero me dio toda clase de información
sobre esa loca de las flores.
—Sí, la señora Bryan me prestó algunas cosas para Harper, y Emily no
es ninguna loca —gruño antes de continuar con las preguntas a las que no
puedo encontrar una respuesta—. ¿Por qué no antes? ¿Por qué dejaste de
insistir? Pensé que te habías cansado de chantajearme y que, en efecto, solo
estabas mintiendo porque te habías obsesionado conmigo.
—Porque sabía que pedir una prueba genética judicialmente tardaría
mucho tiempo y no parecías dispuesto a aceptar que me habías arruinado la
vida. ¿Crees que yo quería ser madre tan joven? Solo tengo veinticuatro
años, Ethan. Pero lo hecho, hecho está y esta responsabilidad es de los dos.
Ahora ya sabes lo que supone un niño en la vida de alguien que está solo,
que es justo como me dejaste tú a mí, sola con el marrón.
—Harper no es ningún marrón y es imposible que pueda arruinar la
vida de nadie. Y veo que has estado merodeando por aquí todo este tiempo
—le digo mirando al pequeño que parece incómodo en sus brazos. Me
duele que hable así de él.
—Claro, ¿qué pensabas? Gracias a eso, he descubierto que serás un
buen padre y esposo entregado.
—¿Esposo? —Desvío la mirada hacia ella con el ceño fruncido.
—No pensarás que siga criando a este niño yo sola, ¿verdad? Tú tienes
un rancho y bastante dinero para mantenernos a los tres. Mi cuerpo se ha
estropeado con el embarazo, no me salen trabajos y es culpa tuya.
—No estaba yo solo en esa camioneta tomando decisiones estúpidas.
—Yo confié en tus palabras y me dejé llevar por la pasión del momento.
Tú parecías un hombre roto con todas esas cosas malas que te pasaron en tu
infancia, me ablandaste el corazón y sufrí una especie de flechazo. Y creo
que no has dudado en usar esas armas con la tonta de tu vecina para que te
echara un cable con la situación, pero te lo voy a perdonar por el bien de
nuestra familia.
—No voy a casarme contigo.
Vanessa vacila un momento antes de contestar.
—Acepto que hacerlo de inmediato sea precipitado, pero al menos,
reconocerás a Harper y le darás tu apellido para asegurarme sus intereses y
los míos. Todo esto no ha sido plato de buen gusto y lo he hecho por tu bien
—parlotea, pero en realidad no le estoy prestando atención.
—¿Me lo dejas? —le pido y ella me entrega al niño sin rechistar.
—Todo tuyo, necesito ir al baño. Cuando vuelva, ¿puedes bajar las
maletas de mi coche? —Vanessa da un golpe de melena y se marcha
contoneándose como una serpiente a buscar un cuarto de baño, porque no se
ha molestado en preguntarme dónde está.
No le contesto nada, me quedo mirando a Harper y este me sonríe.
—Pues va a ser que soy tu papá. Siento mucho que te hayas enterado de
esta forma, pero necesito que me ayudes a superar todo esto e intentar
hablar con Emily, ¿de acuerdo? Los dos la queremos mucho y la he
fastidiado. Aunque esta mujer sea tu mamá, creo que a ti tampoco te cae
muy bien.
Harper balbucea y no puedo reprimir por mucho tiempo las lágrimas.
Sé que no puedo negarme a que Vanessa se quede aquí y se lleve a
Harper con ella, no cuando demuestra cierto desprecio hacia el niño y no
parece ser muy buena madre.
Tengo que aguantar esto hasta que lo reconozca y pueda adquirir ciertos
derechos con él legalmente. Pero hay algo en ella que me sigue haciendo
desconfiar.
Estoy seguro de que usé protección. Por muy borracho que haya ido en
algunas ocasiones, para mí eso era sagrado.
Intento hacer memoria, y recuerdo perfectamente ese momento, aunque
me duelan las imágenes que llegan a mi mente.
No me estoy intentando justificar, no siempre he sido el hombre que soy
ahora y he cometido muchos errores. No me enorgullezco. Pero estoy
seguro de ello, utilicé condón, o eso quiero creer y mi mente solo está
diciéndome lo que quiero oír.
Emily también viene a mi mente, y me rompo por fuera y por dentro.
Lloro desconsoladamente como un niño pequeño, como aquel día en el
que la persona que supuestamente debía protegerme, quiso hacerme daño,
como el día que me juré frente al espejo después de una noche de juerga
que jamás traería a este mundo un hijo para hacerlo sufrir como me habían
hecho sufrir a mí.
¿Cómo pude contarle eso a Vanessa? A una auténtica desconocida…
¿Sería cierto que le prometí un futuro y luego me comporté como el
capullo que solía ser?
Tengo ganas de estamparme la cabeza contra la pared.
Observo a Harper con ternura, sus pequeños ojos curiosos mirándome
como si supiera que algo ha cambiado en nuestra relación. Le sonrío
débilmente, tratando de encontrar consuelo en su inocencia.
Todo lo que se ha dicho en mi casa, ha golpeado como un puñetazo en
el estómago de Emily, he visto cómo sus ojos se han llenado de lágrimas.
Mi corazón se rompe al recordarla así, y desearía poder retroceder en el
tiempo y cambiar el pasado.
La confianza ha sido traicionada, y el amor que compartíamos se ve
ensombrecido por la sombra de la incertidumbre y la traición.
«El amor, la confianza y la traición de un hombre que ama», pienso
para mí mismo mientras contemplo el desastre emocional que he
desencadenado.
La verdad ha salido a la luz de la manera más dolorosa posible, y no sé
si nuestras vidas volverán a ser las mismas después de esto.
58
EMILY
Han pasado tres días, tres largos días conviviendo con Vanessa en los
que ella se ha encargado de preparar todo el papeleo para el registro para ir
con ella en un par de días y reconocer a mi hijo, dar vueltas por mi casa en
shorts diminutos cargando a Harper como si fuera un muñeco mientras ella
habla por teléfono y contarme cosas que no me interesan para nada de su
vida.
—Necesito algún sitio dónde hagan uñas acrílicas en condiciones.
¿Sabes si hay algún salón decente en este pueblucho?
Me preguntó el otro día, y me mordí la lengua para no decirle dónde
podían irse ella y sus uñas.
Es una persona insufrible, pero me toca aguantarla por Harper.
Me lo tomo como un castigo por ser un idiota integral.
Yo me encargo del rancho y empleo todo mi tiempo libre en cuidar del
niño, como hasta ahora. Él supone un respiro, una inyección de vitaminas
en todo este caos que se ha convertido mi hogar.
—Vanessa resopla abatida cada vez que me ve entrar por la puerta,
entregándome al niño como si le molestara —le digo a Mike, estamos
esperando que descarguen el camión de balas de heno.
—Es que le molesta. No parece estar hecha para ser madre, y me temo
que está más interesada en gastarse tu dinero y que tú te ocupes de Harper,
que realmente en formar una familia contigo como vino pregonando.
—¿Tú crees? No es como si yo viviera en una mansión y condujera un
Porche.
—No, pero ella podría sacar tajada a la larga y volverse a marchar con
una buena suma de dinero bajo el brazo. En realidad, no sé cuáles son sus
verdaderas intenciones.
—No me importa si quiere largarse ella, me preocupa que se lleve a
Harper con ella. —La sola idea hace que se me erice todo el vello del
cuerpo.
—Vas a reconocerlo, ¿verdad? Aunque creo que sigues teniendo tus
dudas sobre tu paternidad.
Asiento.
—Creo que eso ya no importa, quiero asumir ese rol
independientemente de la consanguinidad.
—Eso te honra, y es normal que te sientas así, a mí también me costaría
no encariñarme con Harper, de hecho, lo estoy. Es un crío precioso.
—Lo es, él y Emily me han cambiado la vida.
—¿Has hablado con ella? —me pregunta, posando su mano sobre mi
hombro.
—No, no me atrevo a acercarme a su casa. Sé que hay alguien que ha
venido de visita, pero no ha salido de allí desde entonces. Debe odiarme.
—No creo que lo que sentía por ti se haya convertido en eso tan pronto.
Está dolida, y no es para menos.
—¿Y cómo se supone que voy a poder recuperarla si Vanessa está
empeñada en que lo intentemos como pareja? ¿Yo y Vanessa? —bufo—. No
creo que pudiera soportarla nunca.
—Cuando reconozcas legalmente a Harper, puedes pedirle
amablemente que se vaya. Quizá le hagas un favor y para ella supone un
alivio que quieras hacerte cargo tú del niño y ella volar libre para siempre.
—Creo que la idea de disponer de mi dinero no le desagrada, así que
veo difícil que se marche teniendo en cuenta que sigo siendo yo el que se
encarga del niño. Seguramente ahora mismo está comprando cosas en el
pueblo, o tirada en el sofá viendo la tele y mascando chicle, mientras
Harper está sentado en el carrito toda la mañana.
—El premio a la madre del año no se lo van a dar, desde luego. —Mike
se quita el sombrero para secarse el sudor de la frente con el dorso de la
mano.
—No es que lo trate mal, es que no tiene en cuenta que es un ser
humano en miniatura y que necesita sentirse querido, aunque no pueda
expresarlo.
—Lo dejó abandonado en tu porche sin ningún tipo de remordimiento,
así que… —dice Mike, con toda la razón del mundo.
—Lo sé, y si le hubiera atacado un animal salvaje, o una persona
indeseable se lo hubiera llevado. Fue toda una imprudencia por su parte.
—No sé qué más decirte, jefe. Creo que deberías hablar con ella.
—¿Con Vanessa o con Emily?
—Con las dos, pero a la segunda deberías darle un poco más de tiempo.
No estoy en tu pellejo ni el suyo, pero sé lo que es llevarte un gran impacto,
necesita procesarlo.
Asiento abatido.
—La he cagado a base de bien —digo sintiendo como el estómago me
da un par de punzadas.
—Un poco, pero no hay mal que cien años dure, Ethan.
60
EMILY
—Tú eres mucho más guapa que ella —me dice Sarah, tendiéndome
una taza de té caliente.
—¿La has visto?
—El otro día cuando salí a regar tus plantas, ella estaba en el poche con
Harper llorando a mares mientras ella hablaba entre risas con alguien.
—Pobrecito, es tan pequeño, pero a la vez tan sensible. Creo que los
bebés sientes las malas energías —le digo abrazando la taza con ambas
manos.
—Pero la vida es así, y esa mujer es su madre. No podemos denunciarla
porque un bebé llore en sus brazos. No lo estaba maltratando, pero tampoco
se le veía muy empática con él.
—¿Y a Ethan?
—¿Qué pasa con él? Habíamos quedado en no nombrarlo hasta que se
te pasara un poco el mal de amores.
—¿Lo has visto? —pregunto con melancolía.
—No, lo de ella ha sido por casualidad. Me tienes encerrada en esta
cueva y te advierto que estoy al borde de gritar en medio del campo del
agobio.
—Tú puedes salir, ve al pueblo y visita el centro. Hay muchas tiendas.
—¿Y dejarte aquí sola y que cometas el error de llamarlo? Estás muy
débil y confusa, no quiero ningún paso atrás ahora que estamos avanzando.
—No voy a llamarlo, ahora es un hombre con una familia de verdad.
Nosotros, éramos una farsa. Me ha utilizado.
—Voy a decirte una cosa y que no sirva de precedente. —Sarah alza las
cejas para mirarme con una advertencia—. Dudo que haya fingido que
siente algo por ti. Porque las cosas que me has contado o se sienten, o es el
mejor actor del mundo.
—¿Decirme esto no se considera un paso atrás?
—No sería justa diciendo que es un completo farsante. No soy tan
diabólica.
Niego con la cabeza un par de veces.
—Me niego a creerlo, es un mentiroso, y no creo que sea conveniente
que nos crucemos por el camino estos días. Vanessa dejó claro que él es su
hombre y él no dijo nada para desmentirla.
—Tiene las cejas negras —suelta Sarah de repente y sin venir a cuento.
—¿Qué, qué cejas?
—Vanessa, tiene el pelo oxigenado y las cejas muy negras. Parece que
lleve una peluca, como Lily Colins.
—No digas chorradas, está muy de moda ese look.
—Será en Mordor, querida. En mi mundo eso es antiestético.
Suelto una carcajada cuando utiliza sus dedos índices para ponerlos
sobre sus cejas con los ojos bizcos.
—Agradezco mucho que estés aquí conmigo.
—Me dijiste que ibas a morirte de pena, no me dejaste muchas
opciones.
Se sienta a mi lado y me abraza fuertemente.
—Tal vez sea buena idea salir de aquí un rato y tomar algo en un pub
del pueblo —le digo en un arranque después de hacerme reír.
—¿Lo dices en serio? Porque me muero por un poco de aire fresco y
una cerveza de barril bien fría.
—Lo digo en serio, dame media hora y nos vamos. Estoy harta de
lamentarme mientras bebo té como si fuera una enferma que necesita calcio
—digo con determinación.
Sarah da unas palmaditas emocionada.
Yo también necesito un poco de aire y cerveza fría, y comenzar de una
maldita vez a enfrentarme a las cosas con valentía.
No puedo seguir escondiéndome eternamente.
61
EMILY
Tras escuchar todo y ver aquel vídeo tan revelador, me meso el pelo
nervioso y siento unas ganas tremendas de cruzar el camino y sacar a esa
mujer de mi casa lo antes posible, pero Sarah intenta calmarme y ponerme
en situación si hago algo así.
—Ahora tenemos una baza estupenda que no solo te beneficia a ti, sino
también a Harper —dice Sarah con un tono profesional.
—¿A qué te refieres?
—A que entiendo que no quieres, al igual que nosotras, que ella se lleve
al niño y Harper viva con unos padres como esos. El tal Derek deja claro
que es un borracho y un manipulador y, Vanessa, una mujer que se deja
manipular por él con tal de satisfacerlo sin ningún tipo de escrúpulos. Han
sido capaces de utilizar a un pobre bebé inocente en sus planes diabólicos.
—No, sin duda alguna, quiero quedarme con Harper. Reclamar donde
sea su custodia, hacer lo que haga falta por él.
—Tienes en tu mano ahorrarte muchísimo papeleo y batalla legal, y no
te garantizará la adopción de Harper. No es tan fácil.
—Entonces, ¿qué propones? —pregunta Emily.
—Que aguante un par de días como si nada hubiera pasado, y que
reconozca a Harper tal y como tenía previsto. Una vez formalizado eso,
Ethan ya será legalmente su padre.
—¿Y qué pasa con Vanessa después de eso? —lo primero que ha dicho
Sarah tiene toda lógica.
—Habrá que hacerla renunciar a cambio de no presentar una denuncia
contra ella con las pruebas que tenemos. Lo que ha hecho es un delito, pero
hay un problema.
—¿Cuál? —interviene Emily.
—Que en el vídeo también queda claro que Ethan no es el padre
biológico de Harper, que ya estaba embarazada del tal Derek cuando
mantuvisteis aquella relación fugaz, y, por lo tanto, podrían quitaros al niño
a ambos y pasar directamente a servicios sociales.
—Entonces no es viable el plan —suspiro con pesadez.
—Quizá te cueste algunos dólares conseguir que ella renuncie y se
marche. Pero con las pruebas y la posibilidad de entrar ella en la cárcel,
quizá unos miles de dólares la hagan renunciar al niño siendo tú ya su padre
legal.
—En caso de seguir esa pauta, ¿cómo lo hacemos sin que ella huya con
el niño antes de asegurarnos que va a cumplir su parte? —pregunto
intentando verle las fallas al plan antes de tomar una decisión de cómo
proceder.
—Presentándole las pruebas y un papel de renuncia, todo el mismo día,
y con tiempo suficiente de que haga las maletas y se largue sin mirar atrás
con el dinero en efectivo —anuncia Sarah con seguridad. Se nota que es
una buena abogada.
—Creo que es una muy buena idea, solo falta que tú estés de acuerdo,
Ethan —me dice Emily, mirándome a los ojos para infundirme confianza en
el plan de su amiga.
—Confío plenamente en ella, así que haré todo lo que me digáis de aquí
a ese día. Voy a necesitar toda la fuerza de voluntad para no decirle cuatro
cosas a esa mujer.
—Debe ser una especie de cazafortunas. Se dedicará a visitar ferias y
convenciones de empresarios para buscar a una víctima con dinero.
—¡Yo y mi maldita bocaza cuando me paso de cervezas! —exclamo
enfadado conmigo mismo.
—Tú no has hecho nada malo, solo estabas divirtiéndote y puedes
hablar de tus cosas sin que venga ninguna aprovechada.
—Lo sé, pero siempre soy bastante reservado con el tema.
—Solo tuviste la mala suerte de cruzarte con ella. —Emily pone su
mano sobre la mía por primera vez desde hace días—. O la suerte —dice
mirando a Harper.
—La verdad, es que la situación ha hecho que conozca a personas
maravillosas. —La miro y ella sonríe con dulzura.
—Bueno, tortolitos, hasta que todo se resuelva sed discretos, no
podemos alterar a esa mujer y que sospeche de nuestras intenciones. Hay
que actuar como hasta ahora, hasta que consigamos nuestro objetivo.
¿Cuándo es la firma en el registro?
—Pasado mañana —le respondo a Sarah.
—Bien, ves pensando en una cantidad que no te suponga mucho
agravio económico y sácala del banco en efectivo. Yo preparé el documento
de renuncia y la cesión de la custodia total para ti. Si esa mujer sabe lo que
se hace, firmará y se irá con el dinero.
—Gracias, de verdad, gracias por todo esto —le digo mirando de una a
la otra.
—De nada, la vida a veces pone a personas en nuestro camino para
iluminarla, así que estás de suerte Ethan, todo va a salir bien —me dice la
amiga de Emily—. Ahora os dejo solos un momento, pero no os emocionéis
mucho y pongáis en peligro el plan. Sois vecinos y por aquí hay mil ojos.
Ambos asentimos, y miramos cómo desaparece del salón.
67
EMILY
Cuando por fin estamos solos, me acerco a Ethan y a Harper, y sin decir
nada, nos fundimos en un abrazo.
—Toda esta locura ha merecido la pena. —Ethan me besa la coronilla
mientras sigo apretujada a él y a Harper intentando llenarme de la calma
que necesito —. Aunque me he preocupado cuando he visto que habéis
cambiado el dinero por billetes falsos.
—Una licencia dramática, no podía consentir que esa mujer se fuera
con dinero de aquí. No es justo —dice Sarah—. Así que decidí arriesgarme.
Lo tienes todo en el tercer cajón de la cocina.
—Creo que ese dinero debería ser tuyo como honorarios —le dice,
lleno de agradecimiento.
—Con que hagas feliz a mi amiga, me siento más que pagada. Creo que
yo también debo ir a casa de Emily a hacer las maletas. Presentaré estos
papeles mañana a primera hora.
—Gracias por todo, Sarah. Ha sido un placer conocerte.
—Espero que así sea. Ya sabes lo buena abogada que soy, y no querría
tener que presentar una querella contra ti por volver a partirle el corazón a
Emily.
—Ten por seguro que eso no va a pasar.
—Lo sé.
Sarah se acerca a nosotros para despedirse de Harper.
—Tienes mucha suerte de haber encontrado un papá como este, espero
que seas muy feliz aquí, coleguita —le da un beso al bebé y se despide de
nosotros.
—Tienes una amiga fantástica —me dice cuando estamos por fin los
tres solos y a salvo del mundo.
Entrelazo mis dedos con los suyos y le sonrío.
—Sí, tengo mucha suerte en muchos aspectos. Pero la suerte más
grande que he tenido es haberte encontrado.
—Creo que esa suerte la he tenido yo.
—Digamos que ambos, no nos vamos a pelear ahora por quién tiene la
razón, creo que de litigios legales ya estamos sobrados hoy —le digo
riéndome mientras Harper coge un mechón de mi pelo para jugar con él.
—Emily, quiero que sepas que...
Lo interrumpo con dulzura, anticipando sus palabras.
—Ethan, no necesitas decirlo en voz alta. Lo sé. Y yo también te
quiero.
Nos miramos a los ojos con amor y complicidad, sabiendo que las
palabras a veces no son necesarias para expresar lo que sentimos el uno por
el otro.
Ethan asiente con una sonrisa cálida y aprieta mi mano con un gesto
tierno.
—Sí, lo sabes. Pero no puedo evitar decírtelo una y otra vez porque he
reprimido esas palabras muchas veces. Te quiero, te quiero, te quiero
mucho, Emily Summers.
—Y yo con todo mi corazón, Ethan Brooks.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras siento la emoción y el
amor que compartimos en ese momento.
Nos acercamos el uno al otro lentamente, nuestras miradas se
entrelazan, y finalmente, nuestros labios se encuentran en un dulce y
apasionado beso.
Mientras nos besamos, puedo sentir que todo está en su lugar, que
hemos superado los obstáculos y las complicaciones que la vida nos ha
presentado.
Ahora, estamos juntos, dispuestos a enfrentar el futuro como pareja y
como una familia que ha luchado por su amor y su felicidad, y sobre todo
por la del niño que sonriendo nos mira.
Después de ese beso, nos quedamos abrazados, sintiendo la calidez y la
promesa de un mañana lleno de amor y esperanza.
Sin decir una palabra más, sabemos que estamos en el lugar correcto, en
el momento correcto y con la persona adecuada.
EPÍLOGO
Un año después…
Yo:
Hola, Isa.
Estoy bien, o eso creo.
No llaméis a la policía, volveré en cuanto pueda a casa.
Dile a tía Nadia que estoy con Martha y que voy a pasar un tiempo en
su casa para concentrarme en los estudios.
Te quiero.
Ah, y no digas palabrotas.
***