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UN COWBOY EN APUROS

JOY DARK
Copyright©2023 JOY DARK
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Primera edición, septiembre 2023
Traducción: Teresa Gomares.
En Kansas, la grandeza de sus vastas llanuras se encuentra en cada
rincón, mientras el viento susurra secretos de libertad y los campos
dorados bailan al compás de los sueños.

Joy Dark
SINOPSIS

Ethan Brooks, un apuesto y rudo vaquero, nunca imaginó que su vida


tranquila en el rancho tomaría un giro inesperado. Cuando una mañana
encuentra a un bebé abandonado en su puerta, su mundo se ve sacudido por
una responsabilidad imprevista. Sin saber quién es la familia ni el motivo de
ese misterioso regalo, Ethan se ve forzado a hacerse cargo del pequeño.
Emily Summers, su vecina y científica dedicada, se ofrece a ayudar a
Ethan en su nueva tarea de cuidar al bebé, a pesar de que no tiene
experiencia en maternidad. Juntos, comienzan una travesía llena de desafíos
mientras intentan descubrir la identidad del precioso bebé y cómo encaja en
sus vidas.
Las sombras del pasado y las incertidumbres del futuro se entrelazan en
este lugar remoto de Kansas, donde dos corazones heridos intentan
encontrar su camino hacia la verdad y, tal vez, hacia el amor.
1
ETHAN

—¡¿Qué narices?! —exclamo, ajustándome el sombrero cuando veo un


portabebés en el porche de mi casa en el rancho.
Subo las escaleras con cautela, consciente de que podría ser un señuelo
de algún ladrón, esperando ser emboscado con una pala en la cabeza.
Entre todas las desgracias que me han ocurrido hoy, esto es lo último
que me faltaba.
Me detengo un instante al escuchar un sonido similar al maullido de un
gato.
«Puede que sea solo un gato o varios», pienso, tratando de mantener la
calma. Sin embargo, tres pasos más adelante, mi corazón se acelera al
comprobar que no se trata de una camada de gatitos, sino de una pequeña
mano moviéndose en el aire.
Doy dos pasos más y ahí está: ¡un bebé!
Una pequeña criatura con los ojos cerrados, moviendo los labios y
agitando sus manitas inquietas.
Un destello de pelo rubio rojizo se asoma del gorrito azul que lleva
puesto, a juego con una manta mullida del mismo color con un estampado
de nubes.
—Un bebé —repito en voz alta, tratando de procesar quién puede ser y
por qué lo han dejado en la puerta de mi casa.
Junto al bebé hay un bolso blanco acolchado.
Con el pulso acelerado, me agacho y lo examino detenidamente.
¿Quiénes son los padres de este bebé y, lo más importante, dónde
diablos están? ¿Podría ser mío?
Retrocedo mentalmente unos meses.
El bebé no parece tener más de tres meses, por lo pequeño que es.
Hace exactamente un año, estuve con algunos de mis hombres en una
feria de ganado en Dallas.
¿Conocí allí a alguna pelirroja?
Intento recordar, pero no me viene a la mente nadie, aparte de Betsy,
una morena pechugona con la que tuve una relación fugaz y que suelo ver
cada mes cuando voy a hacer los pedidos de pienso. Además, sé que no ha
estado embarazada.
No, este bebé no es mío, estoy seguro, pero ¿qué se supone que debo
hacer con él?
Como si pudiera escuchar mis pensamientos, el bebé abre los ojos y
comienza a llorar desconsoladamente.
—¡Mierda! —exclamo sin saber qué hacer.
No tengo ni idea de cómo cuidar a un bebé.
Miro alrededor y hacia el camino, pero no hay nadie escondido para
decirme que esto es una broma de cámara oculta.
Quienquiera que haya dejado al bebé en mi porche ya se ha largado
hace mucho tiempo.
Estamos en agosto y hace un calor insoportable.
Debo quitarle esa manta que le han colocado encima o se va a asfixiar.
Agarro el asa del portabebés y con la otra mano abro la puerta, entrando
con cuidado y dejando al bebé sobre la mesa de centro frente al sofá.
—Sí, ya lo sé. El desquiciado que te ha cubierto con una manta en
pleno agosto debería estar en prisión —le digo mientras retiro la pequeña
colcha.
Me preocupa que tenga sed, pero no sé si los bebés beben agua o solo
leche.
La angustia comienza a apoderarse de mí. No saber qué necesita un ser
tan pequeño me pone nervioso.
Decido tomarlo en brazos y tratar de calmarlo, así que voy al baño para
lavarme las manos antes de hacerlo.
Al regresar, me cuesta desatar las correas de seguridad hasta que
finalmente descubro cómo hacerlo y lo cojo torpemente.
Lo sostengo en el aire y lo veo llorar con fuerza.
¡Dios mío, qué pulmones!
—A mí tampoco me gusta esto, así que deja de llorar o empezaré a
hacer lo mismo que tú en cualquier momento —le digo, aunque es evidente
que no me entiende y que mi casa, y yo mismo, somos completos
desconocidos para él. Debe estar asustado.
Recuerdo que había un bolso de esos que los padres llevan para cargar
todas las cosas del bebé.
—Vamos a buscar tus cosas, tal vez dentro encuentre algo que me
indique quién eres —le digo mientras lo cargo nuevamente y nos dirigimos
hacia el porche.
Espero encontrar un nombre o una dirección dentro de esa bolsa.
Al regresar al interior, comienzo a vaciarla.
Hay pañales, ropa de bebé, biberones y un bote de lo que parece ser
leche en polvo, pero no hay rastro de una nota o una identificación que me
dé alguna pista.
A medida que la conmoción inicial comienza a desvanecerse, la
irritación empieza a aflorar.
Todo esto es una locura absoluta.
¿Qué tipo de persona deja a un bebé en el porche de un rancho y se va
sin más? ¿Qué clase de madre o padre haría algo así?
Suspiro frustrado. Creo que lo mejor será llamar a la policía.
Estoy a punto de coger el teléfono cuando mi molesta vecina irrumpe en
mi casa gritando mi nombre.
—Ethan Brooks, has vuelto a estacionar mal la camioneta en la entrada
y no puedo entrar en mi... —de repente, al verme con el bebé en brazos, se
queda sin palabras—. ¿De quién es ese bebé? ¿Y quién ha tenido la osadía
de dejártelo a cargo, siendo tan irresponsable como eres? —pregunta,
levantando una ceja.
—Lo primero, hola, y lo segundo, ¿qué haces en mi casa?
—Ya te lo he dicho, reclamarte lo irresponsable que eres al bloquear mi
paso.
—Pues como puedes ver, estoy ocupado con asuntos más importantes,
así que aparca fuera y camina unos pocos metros hasta tu casa, Emily.
—Para ti, señorita Summers, pero aún no me has dicho de quién es ese
bebé. —Se cruza de brazos y me mira ceñuda.
—Eso no es asunto tuyo
—Entiendo, debe ser una de esas tantas cosas irresponsables que haces,
¿no? La madre, cansada de que no la ayudes en nada, ha decidido compartir
la custodia contigo.
—Para tu información, no es hijo mío.
—¿Y cómo lo sabes? —pregunta de manera condescendiente.
—¿Necesito darte una clase sobre cómo se hacen los bebés? Sé
perfectamente que no es mío, señorita Summers. Alguien lo ha dejado en
mi porche —digo pronunciando su nombre con cierto retintín.
—¿Y no llamas a la policía?
—Eso es lo que estaba intentando hacer cuando has entrado
vociferando.
—Parece que al bebé le divierte vernos discutir porque está sonriendo
mientras nos mira.
Compruebo que tiene razón, el niño ha dejado de llorar y nos mira con
una sonrisa adorable en la cara.
Emily se acerca y se sienta a nuestro lado en el sofá.
—¿Puedo? —dice estirando los brazos para que lo deje sostenerlo.
—Todo tuyo —le digo entregándoselo.
—¿Qué te estaba haciendo este señor tan malo con lo bonito que tú
eres? ¿Te has hecho caca cuando lo has visto? —le dice, y para mi sorpresa,
el bebé suelta una risotada.
—No le he hecho nada, ¿cómo puedes decir algo así? —bramo, viendo
lo bien que parece llevarse con ella.
—Puedo porque sé que eres un negado y no tienes ni idea de cómo
cuidar a un bebé. Debes tener el instinto paternal debajo de las orejas.
—Será que no se me suele despertar con los bebés que no son míos. He
revisado la bolsa que traía junto al portabebés y no hay ninguna nota ni
nada que me indique quién es.
—¿Y eso? —dice señalando un sobre que no había visto, pegado en el
lateral de la sillita donde estaba sentado.
Me levanto levemente para alcanzarlo.
Lo abro y vuelvo a dejarme caer en el sofá.
Leo las breves palabras que hay escritas y encorvo los hombros antes de
apartar la vista del papel y mirar a Emily.
—¿Qué pasa? Te has quedado blanco —pregunta cuando me ve con la
mirada perdida.
—Se llama Harper Brooks.
—¡Lo sabía! Sabía que habías metido tu cosita en el cuerpo de alguna
pobre incauta y te habías largado sin más con tu superioridad machista —la
escucho parlotear como si acabara de ganar un premio, pero no hago caso a
sus provocaciones.
—Es mi sobrino —digo sin más.
—¿Tú qué?
—Mi sobrino. Mi hermano Graham, por lo visto, ha tenido un hijo y me
lo está encomendando a mí porque la madre ha fallecido y él no se ve capaz
de cuidar de él.
—Es demasiada información que procesar. A ver… ¿tu hermano ha
tenido un hijo y no lo sabías?
Niego con la cabeza.
—Hace mucho tiempo que no nos hablábamos, no sé ni dónde vive.
—¿Puedo leer la nota? —me pregunta y accedo pasándosela mientras
suelto un bufido.
—Este es Harper Brooks. No puedo hacerme cargo de él en estos
momentos y he pensado que será mejor que lo cuides tú. No sé cuándo
volveré, confío en ti, Ethan —lee en voz alta— ¿Dónde dice exactamente
que su madre ha fallecido?
—No lo dice, pero nadie en su sano juicio dejaría a un bebé con mi
hermano si no está muerta.
—¿Y tus padres? —pregunta algo confusa.
—No tenemos padres desde hace diez años. De mi familia solo
quedamos mi hermano y yo, y unos tíos que viven en Canadá —respondo
con pesar, comprendiendo que Emily y yo no somos exactamente los
mejores amigos.
Cierro los ojos, aún aturdido por el contenido de la nota que acabo de
leer.
Emily suspira, me entrega nuevamente al bebé y se levanta del sofá.
Observo cómo coge uno de los biberones y el bote de leche mientras se
dirige a mi cocina.
—¿Se puede saber qué estás haciendo?
—Estoy echándote una mano y preparando un biberón para el pequeñín.
Debe tener hambre, por la forma en que se está mordiendo el puño.
Mientras tanto, comprueba si necesita que le cambien el pañal —me dice
con amabilidad.
—No necesito tu ayuda.
—Tal vez tú no, pero Harper sí. Nadie en su sano juicio dejaría a un
bebé contigo a menos que sea tuyo —responde Emily, insistiendo en esa
posibilidad.
—No es mío, te aseguro, y solo tengo un hermano, así que sumando dos
más dos… —digo convencidísimo.
Ella suelta un resoplido y pone los ojos en blanco un poco menos
convencida que yo.
¿Dónde diablos está mi maldito hermano?
¡Lo quiero matar!
2
ETHAN

Harper, al sentir la tetilla de plástico en sus labios, abre la boca de


inmediato y comienza a succionar la leche con ansia.
Observo a Emily a nuestro lado, satisfecha por ver cómo el pequeño
está comiendo adecuadamente.
—¿Cómo sabes tanto de bebés? —le pregunto a Emily, curioso,
mientras seguimos atentos al pequeñín.
—No lo sé, supongo que las mujeres somos más observadoras y
algunas de mis amigas ya han sido madres —responde con humildad.
—Nunca te lo he preguntado, pero ¿qué edad tienes? —le pregunto con
una sonrisa juguetona.
—¿Por qué quieres saberlo? ¿Acaso quieres comprobar si aún estoy en
buena edad para procrear? —responde sarcásticamente, haciendo rodar los
ojos.
—Sí, algo así —digo riendo, divertido por su respuesta.
—Tengo veintisiete —responde Emily.
—¿Y qué hace una mujer sola, viviendo en medio del campo? —le
pregunto, genuinamente interesado.
—¿Qué es lo que más te preocupa, que viva sola o que haya decidido
mudarme al campo? Me encanta vivir aquí en Haysville —responde con
una mirada desafiante.
—Las dos cosas. Hace siete meses no tenía a una loca gritándome todo
el día si dejaba mi camioneta fuera o si no me preocupaba de sacar la basura
a la hora acordada por la comunidad de vecinos.
—Entonces, deberías pensar en cómo estabas viviendo hasta que yo
llegué. Las normas están para cumplirlas, o ¿acaso das de comer a tus reses
cuando te da la gana? —me reprocha Emily.
—No, no lo hago. En ese sentido, soy muy responsable —admito,
reconociendo su punto.
—Bien, entonces empieza tú por contarme por qué llevas un rancho
solo, por qué no te hablas con la única familia que tienes y, además, ¿qué
piensas hacer con Harper a partir de ahora? —me cuestiona directamente.
Me paso la mano por la cara, sintiendo una mezcla de emociones antes
de responder. En este momento, siento una punzada de crueldad en mi
interior.
—Siempre he luchado por no parecerme a mi progenitor. Ese hombre
jamás se hubiera ganado el premio al padre del año, pero mi querido
hermano sí heredó su odioso carácter. Así que esto no me sorprende en
absoluto, además de que algún día vendrá un hijo no reconocido a reclamar
su parte del rancho. ¿Responde eso a tu pregunta sobre mi solitaria vida?
—¿Heredaste tú solo el rancho familiar? —pregunta Emily, interesada
en conocer más detalles.
—No, mi hermano y yo lo heredamos, pero le compré su parte y él
decidió largarse a vivir la vida. Ha sido más fácil fingir que no existía,
ignorar otro símbolo más del irrespeto que mi propio padre mostró hacia su
propia familia. ¿Ha acabado ya tu interrogatorio sobre mi árbol
genealógico? —expreso con cierta amargura.
—Supongo que es un buen resumen —responde Emily encogiéndose de
hombros.
—Si fuéramos amigos, podría explicarte más en detalle, pero no es el
caso —comento, resignado.
—Bien, entonces, será mejor que me vaya —dice Emily, levantándose
rápidamente y apresurando el paso hacia la puerta.
—Espera, ¿dónde vas? —pregunto con un pánico evidente en mi voz.
No quiero quedarme solo otra vez con Harper.
—A mi casa, no creerás que me voy a quedar en un lugar donde
claramente no soy bienvenida, ¿verdad? —responde con un tono de
sarcasmo.
—Yo no he dicho que me molestes, solo que no somos amigos —aclaro
rápidamente, sintiéndome un poco desesperado.
—Para mí, esas palabras suenan bastante similares. Hasta luego,
vaquero —dice mientras se da la vuelta de manera rápida, haciendo que su
coleta cobriza gire bruscamente.
—¿Qué tengo que hacer para que te quedes y me ayudes hasta que
Harper se duerma esta noche? —le pregunto apremiantemente, tratando de
retenerla—. Mañana buscaré a alguien que se haga cargo de él hasta que
encuentre al despreciable de mi hermano, no puedo llamar a la poli
sabiendo que es mi sobrino. Mi hermano Graham ya tiene demasiados
problemas.
Emily se detiene en seco, como si mis palabras hubieran capturado su
atención.
—Quiero un millón de dólares —dice después de unos segundos, con
su espalda aún hacia nosotros.
—¿Qué? ¿Te has vuelto loca? —respondo sorprendido y desconcertado.
En ese preciso momento, ella se da la vuelta con una expresión
divertida en el rostro.
—No, solo estaba bromeando. Me quedaré si prometes no ser tan
desagradable conmigo a partir de ahora y si te comprometes a ser un buen
vecino —declara, con un tono más suave.
—Supongo que eso puedo hacerlo —digo, pensando que sus peticiones
son razonables y fáciles de cumplir.
—No puedes, pero agradezco que estés dispuesto a intentarlo —
responde con una sonrisa. Luego, camina de regreso al sofá dando pequeños
saltitos.
Emily Summers es, sin duda, una chica muy peculiar, pero ahora mismo
la necesito porque tengo un problema importante. Soy un hombre de treinta
y dos años, soltero que intenta manejar un rancho y que no sabe nada de
bebés.
3
ETHAN

—No tengo ni idea de cómo cuidar de un bebé. No sé nada al respecto


—digo, mirándola y esperando que esté de acuerdo.
—No necesitas decirlo, me di cuenta de eso de inmediato —responde,
cruzando los brazos—. Pero eso no cambia el hecho de que te hayan dejado
a cargo de Harper.
—No sé qué hacer.
Emily me dedica una sonrisa comprensiva.
—Recuerda que una vez tú mismo fuiste un bebé, solo eso —me dice.
—No recuerdo haber cuidado de mí mismo cuando era un bebé, así
que... —respondo irónicamente, aunque me relajo un poco al recordar que
debo evitar enfadarla si quiero que me ayude con Harper.
El momento se prolonga y Emily mantiene su mirada fija en mi rostro.
—Cuando te relajas y te muestras vulnerable, eres bastante... bastante
atractivo.
No esperaba en absoluto que mi vecina me dijera algo así.
—Gracias, ¿pero siempre eres tan directa cuando intentas ligar?
—¿Ligar? Solo te hice un cumplido para que no fueras tan brusco, tan...
serio. No quiero ligar contigo. ¿Es eso lo que piensas cuando una mujer te
dice que eres atractivo? ¿Acaso no tienes espejos para saberlo?
—No me considero tan atractivo.
—Entonces entiendo tu mal genio, tal vez deberías quererte más y
confiar en ti mismo. Esa es la clave para cuidar de otro ser humano.
—Pero todo cambia cuando se trata de un niño inocente. Es imposible
no juzgarme. Me doy cuenta de que puedo ser incompetente cuando se trata
de cosas que desconozco por completo.
—Siempre hay una primera vez para todo, incluso para tener una
conversación conmigo sin gruñir como un búfalo.
—¿A qué te refieres? —pregunto, y Emily se gira para mirarme
mientras sigue acariciando los pies del bebé.
—A que siempre hay una primera vez para todo y no sabes cuánto
puedes superarte hasta que la vida te pone a prueba.
—¿Crees que la vida me ha puesto una vecina quejona como tú para
que supere algún tipo de prueba?
—No, tonto, a Harper —me dice, inclinando la cabeza y mirándome
acusadoramente. Sabe que le estaba tomando el pelo.
—Quizá no pueda correr ese riesgo con él, sería un pésimo cuidador. Sí,
es mi sobrino y no puedo llamar a la policía, ¿verdad? Ambos sabemos lo
que le pasaría al niño si lo hago.
—No puedes dejarlo en un hogar de acogida. Si lo haces, es posible que
su padre nunca pueda recuperarlo. Y no puedo permitir que eso suceda.
Debes encontrar a tu hermano y hablar con él.
—Lo sé —respondo, mirando a Harper y preguntándome quién era su
madre y por qué la familia de esa chica lo dejó con mi incompetente
hermano—. Necesito saber muchas cosas sobre este bebé que me resultan
confusas.
—Te ayudaré —dice decididamente.
—¿Estás segura? Entiendo que es mucha responsabilidad.
—Puede que lo sea, pero dispongo de mucho tiempo libre y, recuerda,
no lo hago por ti, sino por él —dice haciéndole una carantoña al niño, que,
sin duda, parece muy a gusto con su presencia.
Me doy cuenta que, de algún modo, Emily puede sentir que ya está
involucrad y arrastrada hacia una situación que no ha provocado ella.
—¿A qué te dedicas para tener tanto tiempo libre? —le pregunto con
curiosidad.
—Soy bióloga. Por eso me ves merodeando por tus tierras recogiendo
algunas flores.
—No te había visto, pero ya sé quién es la persona que me deja sin
Gloriosas Daisys.
—No exageres, solo me he llevado algunas para analizarlas.
—¿Qué tienen de especial esas flores y por qué las analizas?
—Es una flor perenne que atrae a mariposas y abejas, añadiendo vida y
color a los paisajes de Kansas durante esta temporada, ¿te parece que eso no
es especial?
—No lo sé, dímelo tú.
—¿Que su nombre incluya la palabra gloriosa no te da ninguna pista?
—me pregunta, a lo que niego con la cabeza haciéndole poner los ojos en
blanco
—Como bióloga, me interesa estudiar la flora autóctona de Kansas y
comprender su papel en el ecosistema local. Además, las Gloriosas Daisys
son particularmente fascinantes por su resistencia y su capacidad para atraer
polinizadores. Quiero descubrir más sobre sus propiedades y cómo
contribuyen al equilibrio natural de la región.
—Vaya, no tenía idea de que las flores tuvieran todo ese trasfondo
científico. Supongo que hay mucho más de lo que se ve a simple vista.
—Exactamente. La naturaleza es un tesoro de sorpresas y misterios
esperando a ser descubiertos. Además, no hay nada mejor que pasar tiempo
al aire libre, rodeada de flores y animales, para inspirar la creatividad y
encontrar paz interior. Además, cuidar del pequeño Harper es una forma de
combinar mi amor por la vida silvestre con el cuidado de los seres vivos.
—Bueno, en ese sentido me alegra que estés dispuesta a ayudar.
—Creo que eso responde a tu pregunta de por qué vivo sola aquí. —
Emily se encoge de hombros y estira los brazos para que le entregue a
Harper.
—Creía que ya me habías contestado a eso —le digo mientas se lo doy.
—Eso es porque aún no has aprendido a escuchar a los demás, porque
te aseguro que no lo había hecho. Ahora voy a cambiar a este muchachote
para que descanse y poder irme a casa. Te daré unas instrucciones básicas
por si se despierta esta noche.
—¿Se va a despertar? —pregunto con los ojos tan abiertos, que creo
que Emily ha podido ver parte de mi cerebelo.
—Sí, los bebés aún no controlan los ciclos circadianos. Puede que
tengas que cambiarle el pañal, darle de comer o simplemente acunarlo
porque se ha desvelado.
Todo lo que me dice hace que el corazón se me acelere y comiencen a
sudarme las manos.
Sé que lo que voy a hacer puede sonarle raro, incluso atrevido, pero
estoy sufriendo un ataque de pánico y tengo miedo de joderle la infancia a
mi propio sobrino si no lo hago.
—Emily, por favor, no me abandones, quédate esta noche aquí con
nosotros.
Emily me mira unos segundos con una cara indescifrable. Debe pensar
que estoy loco por pedirle una cosa así.
—Igual sería mejor que me llevara a Harper a mi casa.
—No, no puedo hacer eso, es mi sobrino y no estaría bien que dejara
que …
—Termina sin miedo, ¿qué ibas a decir? —me insta con cierta furia en
sus ojos.
—Que una mujer a la que apenas conozco se lo lleve así sin más.
Veo cómo mi vecina me escudriña con la mirada unos segundos antes
de contestar.
—Sin embargo, crees que yo voy a aceptar quedarme en casa de un tipo
al que apenas conozco para echarle un cable con un bebé al que tampoco
conozco, ¿no? —deja a Harper en su sillita, y se cruza de brazos ante mí de
manera desafiante.
—Dicho así…
—Simplemente he trasladado tu teoría a lo que realmente me estás
pidiendo. Pero ¿sabes una cosa, Ethan? Que yo no soy como tú, y confió
que tendrás algún rifle a mano por si tengo que defenderme de ti durante la
noche para salvarnos el pobre Harper y yo.
—¡No soy ningún loco! —protesto.
—Ni yo tampoco, pero lo has insinuado de manera subliminal. Me
quedo porque este niño me da mucha pena. Tu hermano será un
descerebrado, pero creo que compartes con él la nula habilidad de las
relaciones sociales a la hora de pedir un favor. —Vuelve a coger al niño
mientras rebusca un pañal en su bolsa.
No sé qué contestar ante tal verdad.
—Lo siento si he sido un poco torpe al expresarlo. A veces me cuesta
pedir ayuda —digo a modo de disculpa.
—Pues en unas horas me lo has pedido un par de veces, así que corta el
rollo y prepara un barreño con agua tibia, vamos a bañar a Harper para
acostarlo limpio y relajado. Pero asegúrate de que entiendes que esto no es
algo que hago por amistad o por sentirme cómoda en tu casa. Lo hago por
el bienestar del niño.
4
ETHAN

Harper gorgotea y ríe mientras Emily lo sumerge con cuidado en la tina


llena de agua tibia y espuma. El pequeño se divierte con los juguetes
flotantes y salpica alegremente, llenando el baño de risas contagiosas.
Observo la escena con una sonrisa en mi rostro, disfrutando del
momento.
Emily acaricia suavemente la cabecita de Harper mientras le canta una
canción de cuna suavemente, haciendo que el bebé se relaje.
Ella envuelve al pequeño en una toalla suave y lo lleva a mi habitación.
Es la primera vez que una mujer entra en ella y me siento extraño.
Nunca antes me había fijado en mi vecina de este modo, es bastante guapa y
atractiva, y en cierto modo, siento peligro.
Juntos, colocamos cojines y almohadas alrededor del borde de la cama,
creando una barrera de protección para el bebé, y nos acercamos demasiado
el uno al otro, tanto, que puedo sentir el olor a miel y camomila que
desprende su pelo. Mi entrepierna me manda una señal, una que no debería
estar mandando en este momento.
La fantasía de que parecemos una familia me viene a la mente.
¡Mierda! No debería haberle pedido que se quedara.
Con ternura, Emily acuesta a Harper en la cama, acomodando las
almohadas detrás de él para mayor comodidad. El pequeño se agita
ligeramente, todavía lleno de energía después del baño, pero pronto se va
tranquilizando. Sus ojitos se cierran lentamente mientras bosteza, dando
señales de que está listo para dormir.
Emily se acerca a mí, susurrando suavemente para no despertar al bebé.
—Mañana deberías comprar una cuna para Harper, Ethan. Estará más
seguro y cómodo en su propia camita.
Asiento, sé que tengo que comprar muchas cosas para él y que mi vida
ha dado un giro en menos de cinco horas, y que ella y yo también
estaríamos más seguros en nuestra propia cama.
—Tienes razón, quiero que tenga todo lo que necesita.
Emily me sonríe.
—Seguro que conseguirás ser un tío increíble si te lo propones.
—Haré todo lo posible para darle a Harper la mejor vida posible
mientras esté aquí, él no tiene culpa de nada.
Juntos, nos quedamos junto a la cama, observando al pequeño dormir
plácidamente.
—Voy a preparar té en la cocina —me dice Emily, que, para no estar
cómoda en mi casa, se mueve por ella sin dificultad, y no sé si me gusta que
lo haga.
—Iré contigo, Harper ya está dormido.
—Asegúrate que está bien protegido, los bebés se mueven mucho y
puede caerse de la cama. Te espero allí.
—Está bien —le digo mientras la veo salir de la habitación sin poder
evitar fijarme en su trasero enfundado en unos malditos vaqueros ajustados.
5
EMILY

Enciendo la tetera y saco dos tazas, preguntándome qué diablos estoy


haciendo aquí.
Debería largarme a mi casa, enseñarle a este tipo cómo calentar los
biberones y desearle suerte.
¿Desde cuándo me ofrezco de esa manera tan impulsiva a ayudar a los
vecinos que me caen mal?
La respuesta está clara, pero intento no formularla en mi mente para que
no sea tan real.
En ese preciso momento, aparece Ethan en la cocina con su imponente
cuerpo cargando a Harper en brazos.
Me quedo petrificada con la taza en la mano, contemplando su cara de
pocos amigos. Resoplo mientras dejo las tazas en la encimera imaginando
cómo debe de sentirse.
—Se despertó justo después de que te largaras.
—Tal vez tenga hambre otra vez —le digo.
—Voy a preparar un biberón —comenta decidido.
Lo veo agarrar el que hemos usado antes y que he fregado y esterilizado
con agua hirviendo en el microondas, mientras tiene a Harper en brazos.
Lo hace todo con torpeza y se le nota que está nervioso, sabiendo que
estoy observando la escena.
—Dame. Déjame enseñarte cómo se hace. —Me acerco a él, intentando
no tocarlo demasiado. Con los dedos le rozo la camisa y siento una
corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo mientras acomodo a Harper en
sus brazos. Ahí está la maldita razón de ser tan solicita con él, Ethan Brooks
despierta un interés en mí que desconocía—. Tienes que sostenerle más el
cuello. Al principio, los bebés no pueden mantener la cabeza en alto, así
que cuando lo levantes o lo cargues, asegúrate de darle apoyo.
Lo acerco más a él y puedo sentir su aroma varonil a campo,
descubriendo que así huele un cowboy rudo como él.
Me gusta lo que percibe mi olfato y me sorprendo de nuevo de que
Ethan Brooks despierte en mí alguna emoción que no sea rabia o furia.
«Nunca te acostarás sin saber una cosa más», me dice mi subconsciente,
aunque intente acallarlo chistando de manera imaginaria.
—Quizá debería llamar a un profesional y dejarte en paz. No tienes por
qué estar aquí. Me siento mal por obligarte de alguna manera a que me
ayudes. Estaría mejor con otra persona, ¿no crees? Tú misma lo has dicho.
Soy un inútil en esto.
Sus ojos reflejan indecisión y me avergüenzo por haber dicho algo así,
sabiendo lo hiriente que he podido ser.
A pesar de lo hosco y cascarrabias que ha sido Ethan conmigo, está
claro que está tratando de hacer lo correcto.
—Nadie nació sabiendo cómo cuidar a un bebé. Y si lo que dice la carta
es verdad, tú eres su familia. ¿Eso no cuenta?
—Más de lo que te imaginas —responde él sin mucho entusiasmo—.
Pero tengo que encargarme de un rancho. ¿Cómo demonios voy a cuidar a
un bebé y hacer todo lo demás?
La tetera empieza a pitar y trago saliva.
—Lo descubrirás día a día. ¿Quieres un té?
—No, gracias —niega con la cabeza—. Debería darle de comer a
Harper e intentar que se duerma para poder descansar yo también. Necesito
despejar la mente y encontrar una solución. Lo primero es encontrar a mi
hermano.
No lo dice, pero intuyo que mi presencia lo está incomodando de algún
modo, aunque un rato antes me hubiera pedido que me quedara.
—¿Significa eso que quieres que me largue?
Él aprieta la mandíbula de nuevo y me sonrojo un poco, dándome
cuenta de lo guapo y sexi que se ve cuando hace ese gesto.
—No quiero meterte más en esto de lo necesario. No es justo, lo tuyo
son las flores, no los tipos como yo a los que los problemas lo persiguen.
Sus pasos se alejan de la cocina para volver al salón. Cierro los ojos y
suspiro, no sé si aliviada.
—Ethan —lo llamo.
—¿Qué? —me dice unos segundos después asomándose por el umbral
de la puerta.
—Calienta el agua y echa dos cacitos de leche en polvo. Luego, pon
unas gotas en la parte interna de tu muñeca. Cuando sientas que está
templada, será la temperatura adecuada para que Harper tome la leche.
Por unos segundos, mantenemos la mirada y algo fugaz sucede entre
nosotros.
Hay algo brillante en sus ojos que acaba reflejándose en los míos.
No quiero pensar en lo que podría ser, seguro que me estoy montando
una película del Hallmark Channel.
Doy un paso atrás y bajo la vista al suelo.
—Gracias —murmura él.
—Bien, entonces, me voy a casa. Procura descansar.
Lo veo asentir con Harper en sus brazos mirándome atentamente,
haciéndome sentir que lo estoy abandonando.
Me obligo a agachar la mirada, Ethan prefiere encargarse de todo él
solo después de todo y tengo que aceptar su deseo.
No vuelvo a levantar la vista hasta que salgo por la puerta de la casa de
mi apuesto vecino y vuelvo a la calle.
El sol comienza a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos
dorados y naranjas, como si derramara su fuego sobre las vastas llanuras de
Kansas.
El aire adquiere una suave frescura mientras la brisa mece suavemente
los altos tallos de trigo dorado. El paisaje se extiende ante mí en una
sinfonía de colinas ondulantes, salpicadas aquí y allá por granjas y campos
interminables.
Ethan tiene razón, no estoy aquí para encargarme de la vida de otra
persona y es mejor que vuelva a casa.
Bastante tengo con mis propias preocupaciones, le he mentido cuando
me ha preguntado qué hago en Hasyville.
6
EMILY

Termino mi cena y como lentamente mientras mi mente se llena de


pensamientos sobre Ethan y Harper.
Después de terminar, coloco el plato en el lavavajillas y limpio las migas de
la encimera.
Me acerco a las ventanas que dan a los campos del sur y me pregunto
cómo les estará yendo en este momento... si el bebé estará llorando, si
Ethan ha logrado darle el biberón correctamente y si finalmente han
conseguido dormirse.
Paso las yemas de mis dedos por mi rostro y una mezcla de sorpresa y
normalidad me invade al descubrir que estoy llorando.
¿Qué diablos me sucede?
No los conozco lo suficiente como para sentirme así, aunque el hecho
de que mi padre biológico nos abandonara a mi madre y a mí cuando yo era
un bebé tal vez tenga algo que ver.
Intento controlar mis emociones y racionalizar mis sentimientos, pero la
conexión que he empezado a sentir con ellos es inexplicable. Tal vez sea el
instinto maternal que se despierta en mí al ver a Ethan cuidando de Harper
con tanta dedicación. O tal vez es la nostalgia de lo que nunca tuve, la
imagen de una familia unida que siempre anhelé, con un padre que te
quiere.
No puedo evitar sentir que ese bebé abandonado, una vez fui yo.
Suspiro profundamente y me seco las lágrimas.
¿Qué hará Ethan cuando tenga que trabajar? ¿No deberíamos anteponer
el bienestar del pequeño a nuestras propias inseguridades?
Vuelvo a secarme los ojos y, antes de poder reconsiderarlo, cojo mis
llaves y camino a través de la hierba que me separa de su casa.
7
ETHAN

Caminando por el salón con Harper en brazos, siento sus labios


húmedos pegados a mi cuello y un profundo respeto por todas las madres.
Desde que Emily abandonó mi casa, no he logrado que el niño se
duerma y estoy exhausto. No solo por la falta de sueño, sino por haber
pensado tanto en ella, en su cabello, en su aroma, en sus hermosos ojos
esmeralda y su atractivo trasero. Incluso en lo acogedora que parecía mi
casa con ella moviéndose de un lado a otro con Harper. ¿Qué me está
sucediendo?
El sonido de una llamada a la puerta rompe el silencio, y Harper se
sobresalta, extendiendo sus manitas. Veo que ha vuelto a abrir los ojos y
contengo mi irritación mientras me acerco a abrir, rezando para que sea mi
hermano y que todo esto haya sido un simple error por su parte. Pero en
lugar de él, me encuentro con Emily en el porche.
—Vaya, eres tú —digo, y la veo fruncir el ceño.
—Lamento decepcionarte y que mi presencia, una vez más, te moleste
—comenta, ladeando la cabeza y dejando que su coleta repose sobre su
hombro.
Tengo que luchar contra la sensación de alegría que surge en mi pecho
al verla nuevamente.
Esta tarde he sido un idiota. Le pedí ayuda, pero mis prioridades
cambiaron cuando me di cuenta de que su presencia me perturbaba por
cómo resaltan sus largas pestañas en sus ojos azules, o cómo ese vaquero
que llevaba puesto resaltaba sus curvas.
No estoy decepcionado en absoluto, aunque debería estarlo.
—Solo esperaba que fuera mi hermano, nada más.
—Eso sería lo ideal, pero la persona más maravillosa que puede estar
aquí en este momento, soy yo. Así que... —Me ofrece una leve sonrisa y mi
mirada se posa en sus labios carnosos, traicionándome por completo— ¿No
me vas a invitar a pasar?
Aquí estoy, parado como un idiota, pensando en lo hermosa que se ve
con esa sonrisilla en la cara.
Me aparto y sostengo la puerta para que entre.
—Claro, pasa.
—Solo quería ver cómo te va con Harper. Supongo que, como mujer, el
instinto de protección aflora como las flores en primavera.
—¿Tienes todo tu vocabulario relacionado con las flores?
—¿Y tú con gruñidos? —me pregunta, obligándome a contener uno, y
decido cambiar de tema.
—No he podido volver a dejarlo en la cama, así que no paro de ir con él
de un lado para otro. —Emily me mira los brazos y un deseo inesperado
vuelve a golpear mi pecho.
—A los bebés les gusta que los tengan cerca —murmura—. Piénsalo. Si
hubieras pasado los primeros nueve meses de tu vida en un lugar cálido y
acogedor, también querrías tener esa sensación afuera.
Me doy cuenta de que estoy parado frente a ella pensando si también le
gustaría que la cargara y la abrazara para tener esa sensación de protección.
Hay algo en ella que evoca que es como un pajarillo herido, huele a
fragilidad, aunque se intente hacer la dura.
Me digo a mí mismo que debería bloquear esos pensamientos intrusivos
e inapropiados hacia mi vecina.
—Lo siento, soy un negado para muchas cosas. Supongo que nunca
tuve esa sensación en mi casa. He hecho café, ¿quieres una taza?
Ella parece complacida y sonríe.
Mi corazón da un pequeño vuelco al ver cómo cambia su expresión,
desvaneciéndose la seriedad y volviéndose casi juvenil de nuevo.
Se ve tan dulce con esos ojos vivarachos y esa sonrisa tímida...
—Un café suena genial. Parece que este pequeñín va a dar guerra esta
noche. Los bebés son seres humanos pequeñitos y deben sentirse
descolocados, tanto o más que tú.
—Bueno, al menos no soy el único que se siente descolocado. Supongo
que eso nos aporta algo en común —digo con una sonrisa.
Emily asiente mientras entramos en la casa y me dirijo a la cocina.
—Es cierto, pero ¿sabes una cosa?, los bebés tienen una forma especial
de enseñarnos paciencia y darnos lecciones de vida inesperadas.
Mientras sirvo el café, no puedo evitar soltar una risa.
—Supongo que Harper está empeñado en darme todas esas lecciones al
mismo tiempo.
Emily se ríe y toma asiento en la mesa de la cocina cuando Harper
comienza a llorar desconsoladamente. Estoy desesperado y ella lo nota
cuando hago una mueca de hastío.
—¿Le has dado el biberón ya? —pregunta con tono crítico.
—Sí, ya le he dado el biberón. También ha eructado —respondo,
tratando de defenderme.
—Dámelo a mí, tú termina de servir ese café.
Los llantos de Harper se calman cuando Emily lo toma en brazos.
Me giro en el acto cuando el pequeño deja de llorar por completo.
—Quizá esté incómodo. ¿Tú qué dices, pequeñito? —le habla al bebé, y
dirijo mi atención a ellos, dejando la cafetera sobre la base caliente.
La expresión en el rostro de Emily es extraña, como una mezcla de
culpabilidad y pánico, aunque desaparece rápidamente.
—No estoy seguro —respondo—. No puedo decirlo con certeza. Pero
seguro que tú lo sabes, esta tarde parecías muy hábil con él.
—Fue solo suerte. Simplemente... recordé algunas cosas que he visto
hacer a algunas amigas —contesta, mientras llevo el café a la mesa.
—Pues parecía que sabías exactamente lo que estabas haciendo —le
reprocho, sintiéndome más inepto aún, algo que detesto, ya que me gusta
tener el control de todo lo que hago.
—La verdad es que nunca antes había cuidado de un bebé. Las cosas en
las que pensé eran solo cosas de las que había oído hablar, no experiencias
propias —levanta la barbilla, poniendo fin al tema.
—Lo alimenté, le di palmaditas en la espalda como me indicaste, lo
puse a dormir, pero cada vez que lo dejaba...
—Probablemente ya sea hora de cambiarle el pañal, ¿no crees?
Claro, había olvidado algo importante.
Estaba tan concentrado en recordar todos los pasos que olvidé por
completo verificar si necesitaba un cambio de pañal.
Emily rodea la encimera y me entrega al pequeño.
—Aquí tienes, tío Ethan —dice con ligereza—. Te toca encargarte de
los pañales. Yo me ocuparé del café. ¿Con leche y azúcar?
8
EMILY

Mientras Ethan se prepara para cambiarle el pañal a Harper, me acerco


sigilosamente y observo la escena.
Ethan, con una expresión de determinación, levanta las piernas de
Harper y lucha por deshacerse del pañal sucio. Sus movimientos son un
tanto torpes y parece tener dificultades para mantener el equilibrio.
Sus manos grandes y ásperas, acostumbradas al trabajo duro, ahora
luchan con un pañal.
No puedo contener la risa y me acerco, sin hacer ruido, para observarlo
más de cerca.
Cuando finalmente Ethan logra retirar el pañal, suelta un suspiro de
alivio. Pero, justo cuando va a agarrar el pañal limpio, se le escapa de las
manos y cae al suelo.
—¡Vaya, vaya! Parece que el tío Ethan necesita algunas lecciones de
cambio de pañales —comento, divertida, mientras me muerdo el labio
inferior para contener la risa.
Ethan levanta la mirada y se encuentra con mis ojos burlones.
—Oh, muy graciosa. Tú deberías intentarlo entonces, a ver qué tan bien
te va —responde Ethan, sonriendo con sarcasmo.
Acepto el desafío y me acerco, tomando el pañal limpio y colocándolo
hábilmente debajo de Harper. Mientras Ethan me observa con asombro,
deslizo el pañal sucio en un movimiento rápido y seguro, asegurándolo en
su lugar.
—¡Voilà! ¡El cambio de pañal perfecto! ¿Ves cómo se hace, señor
torpe? —exclamo, riendo abiertamente.
Ethan no puede evitar reírse también, reconociendo su propia torpeza.
—Está bien, está bien. Admito que necesito algo de práctica. Pero,
¿sabes qué? Tú puedes quedarte con el título de experta en cambios de
pañales mientras yo sigo mejorando mis habilidades —responde,
juguetonamente.
Ambos compartimos una risa contagiosa mientras Harper, ajeno a la
situación, nos observa curiosamente desde la mesa, y no puedo evitar notar
lo guapo que se ve Ethan en este momento.
Su expresión de determinación, a pesar de su torpeza, y su sonrisa
juguetona, me hacen sentir una atracción irresistible hacia él.
Sus ojos brillantes reflejan la complicidad que hemos creado juntos en
esta divertida situación.
Mientras nos reímos, mi mirada se desliza por su rostro, notando los
rasgos rudos y varoniles.
Aunque pueda parecer torpe en momentos como este, no puedo evitar
ver en Ethan a un verdadero vaquero, un hombre valiente y protector.
¿Era posible que esté empezando a gustar este hombre?
Su mirada intensa hace que mi corazón lata más rápido.
¿Cómo es posible que me esté sintiendo así?
Me pregunto si Ethan también percibe la electricidad en el aire.
Observo a Harper, quien nos observa curiosamente desde la mesa. En su
inocencia, parece comprender que algo especial está sucediendo en este
momento.
¿Podrán los bebés leer la mente de los adultos?
—No he tenido ni un momento para tomar un respiro. Y ahora tengo
que darte las gracias otra vez —comenta, dejando escapar un suspiro de
cansancio.
—No ha sido nada.
Ethan entrecierra los ojos, mirándome atentamente. Ha sucedido varias
veces a lo largo del día.
Esa evasión revela que hay muchas cosas que desconozco sobre Ethan
Brooks.
Tomo un sorbo de café, intentando mantener la calma.
—Esta noche todavía tengo que ocuparme de algunas tareas en el
rancho...
—Y siendo así, ¿por qué me has propuesto volver a mi casa? Ya había
aceptado quedarme aquí a echarte una mano.
Lo observo por encima del borde de mi taza.
Casi puedo escuchar cómo giran los engranajes de su cabeza mientras
piensa en qué decir a continuación.
—Sé que es una carga enorme, pero necesito encontrar a mi hermano
Graham, ocuparme de las tareas del rancho y no puedo llevarlo al granero
conmigo ni dejarlo aquí solo. Si acepto tu ayuda, me gustaría pagarte.
—No estoy segura de ser apta como niñera —respondo.
—Ibas a hacerlo gratis esta noche, así que no veo de dónde ha salido tu
inseguridad. Además, sería solo algo temporal.
—No es lo mismo, quieres pagarme como si fuera una profesional,
estoy segura de que en el pueblo habrá alguien más cualificado que yo para
cobrarte por ese servicio.
—Cuantas menos personas sepan sobre esto, al menos por ahora, mejor.
No puedo estar seguro de que alguien no haga una llamada telefónica a los
servicios sociales. Solo quiero mantenerlo seguro y hacer lo correcto.
—Lo entiendo, pero no sabría cuánto cobrarte. Yo ya tengo una
profesión —digo vacilando.
—Los dos sabemos que, en estos momentos, estás tan involucrada en
esto como yo, si no, no habrías vuelto una hora después de haberte
marchado a tu casa.
—A la hora de haberme mandado derechita a mi casa —lo corrijo.
—Vale, acepto que no debería haber hecho eso, a la vista está que me ha
podido el orgullo. Así que te suplico que no me hagas rogártelo —me dice
mesándose el pelo.
—Mmmm, suena tentador eso de oírte rogar algo. Apuesto a que no
estás acostumbrado a sentirte tan vulnerable.
—La verdad es que no, soy un vaquero solitario que suele cuidarse muy
bien solito.
—Pero se te acabó la soledad, Ethan, así que tendrás que ponerte de
rodillas y pedírmelo de manera formal.
—No estoy pidiéndote que te cases conmigo, solo quiero pagarte por
tus servicios de niñera.
—Ni yo aceptaría a ser tu esposa, no eres mi tipo —digo
categóricamente, aunque en el fondo de mi ser, las palabras suenan con la
boca pequeña.
—Y por Harper, ¿aceptarías formar parte temporal de esta familia?
Miro al pequeño, que ha cogido su pie derecho y se lo está llevando a la
boca, y después a su tío antes de contestar.
9
EMILY

—Está bien, pero solo lo haré por un tiempo, hasta que puedas
solucionar las cosas —respondo.
No puedo permitirme crear un vínculo. Sería demasiado fácil
enamorarme de Harper sin siquiera intentarlo.
Ethan suspira en voz alta.
—Gracias —dice aliviado—. No tienes idea de lo agradecido que estoy.
—Hay dos cosas que debemos hacer —murmuro—. Primero, Harper
necesita pañales, leche de fórmula, ropa, un carrito y una cuna. Quizá
alguien del vecindario tenga cosas que ya no use, pero necesitarás
ayudarme, no puedo cargar ciertas cosas yo sola con un bebé.
—Creo que la señora Bryan puede ayudarnos con eso, pero no sé qué
excusa poner. No quiero que empiece a divulgar rumores por el pueblo y se
entere de la existencia de Harper. Además, ¿y si mi hermano ha mentido?
Solo ha dejado una nota confusa, pero conociéndolo, puede que lo que haya
escrito ahí no sea verdad.
—Encontrar a tu hermano puede ser otra de nuestras prioridades.
¿Tienes alguna idea de cómo localizarlo?
—Estoy de acuerdo. —Él se frota la barbilla en un gesto pensativo—.
No puedo evitar pensar que puede estar en algún tipo de problema. —Se
levanta y deja la taza en el fregadero, luego apoya las manos en la encimera
—. Tengo un número antiguo, mañana lo llamaré y veremos si contesta. Lo
último que supe es que estaba en Topeka.
—Tal vez la madre tuvo a Harper en el hospital más cercano a esa
localidad. No perdemos nada por preguntar.
—Solo sabemos el nombre y el apellido paterno, creo que va a ser
difícil saber si dio a luz allí porque no sabemos quién es.
—Tienes razón, pero si tu hermano fue quien la llevó al hospital, es
posible que haya registrado la entrada con su nombre. No perdemos nada
por intentarlo.
—Por supuesto —asiente aguantándome la mirada.
Ethan está tan atractivo que tengo que tragar saliva. Me digo a mí
misma que solo estoy cansada y que la oscuridad afuera hace que la cocina
parezca más acogedora de lo que realmente es.
—Creo que debería dormir a Harper, el día ha sido muy largo. Mañana
nos pondremos en marcha con todo eso.
—Está bien, si no te importa, voy a terminar de hacer algunas tareas del
rancho.
—Es tarde, ¿no podría eso también esperar a mañana?
—Los ranchos no duermen, ¿lo hacen las flores?
Sonrió en su dirección.
Ethan se acerca a mí, con una mirada comprensiva en sus ojos.
—No te preocupes, solo serán un rato y luego descansaré. Quiero
asegurarme de que todo esté en orden para mañana —me dice.
Asiento con seriedad, admirando la dedicación y responsabilidad que
Ethan muestra hacia el rancho.
Sus ojos reflejan una profunda pasión por su trabajo, y eso me hace
apreciar aún más su compromiso.
—Entiendo. Harper y yo estaremos bien. Nos vemos mañana —digo
con una sonrisa reconfortante, mientras coloco suavemente mi mano en su
brazo en un gesto de apoyo.
A medida que me alejo de Ethan, siento cómo mi corazón late un poco
más rápido.
Aunque este acuerdo es temporal, no puedo evitar sentir una conexión
especial con él y, sobre todo, con el adorable Harper. Es como si nuestros
destinos se hubieran entrelazado en este momento crucial.
Adentrándome en la habitación, lo acuno suavemente en mis brazos,
sintiendo la calidez de su cuerpecito contra el mío.
En este instante, una determinación indomable se apodera de mí.
Estoy dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo que se presente, porque
sé que este pequeño se merece todo el amor y la protección que puedo
brindarle.
10
ETHAN

Cuando Emily se retira a la habitación con Harper, me marcho decidido


a terminar las tareas pendientes del rancho.
El resplandor cálido de la luna baña el paisaje de Kansas, creando un
ambiente mágico que resalta las siluetas de los animales pastando en la
pradera y los contornos de las construcciones de madera en la distancia.
Mientras realizo las tareas, como reparar una cerca dañada por el viento
y revisar los corrales, los pensamientos sobre Emily no dejan de rondar mi
mente.
Su presencia en mi vida es refrescante y reconfortante, como una brisa
suave que alivia el agotamiento de los largos días de trabajo.
No puedo evitar recordar su bonita sonrisa y sus ojos llenos de
determinación, que reflejan la fortaleza y la bondad que lleva en su interior.
Nunca antes la había visto de ese modo.
Cuando llegó a Haysville, hace ya siete meses, nuestro primer
encuentro no fue lo que se dice agradable.
No voy a negar que por aquel entonces ya me pareció atractiva, pero
también una chica amargada que estaba obsesionada con las normas
vecinales.
Yo soy responsable en mi trabajo, y algo más distraído con las cosas
que, para mí, no tienen mucha importancia.
Sin embargo, ahora, mientras mis manos hábiles trabajan en cada tarea,
mi mente divaga hacia los pocos, pero intensos momentos que hemos
compartido juntos durante este día.
Recuerdo la forma en que Emily ha tocado mi brazo con ternura, y
cómo su voz suave y tranquilizadora ha sido un bálsamo para mi alma en
medio del caos.
El aire fresco de la noche acaricia mi rostro mientras me detengo un
instante para admirar el cielo estrellado.
Las constelaciones brillan con intensidad, y el deseo poder compartir
esta vista con Emily, envueltos en una manta mientras conversamos bajo la
luz titilante de las estrellas, me sacude la mente. Imagino sus risas y
nuestras miradas entrelazadas en ese mágico escenario nocturno.
«¿Desde cuándo te has vuelto tan sentimental?», me pregunto
mentalmente.
Después de una infancia difícil, aprendí a vivir de manera solitaria
como una forma de protección. El dolor y la inestabilidad en las relaciones
familiares me dejaron profundas cicatrices emocionales. Desarrollé un muro
protector y me volví cauteloso a la hora de formar lazos.
La soledad se convirtió en mi refugio, permitiéndome controlar mi
entorno y protegerme de las heridas del pasado. Aprendí a depender de mí
mismo, encontrando consuelo en la naturaleza y en mi trabajo en el rancho.
Aunque la decisión de vivir de manera solitaria puede parecer un
mecanismo de defensa, también hay una parte de mí que anhela la conexión
humana y el amor.
Sin embargo, el miedo a que me hieran de nuevo y la incertidumbre
sobre si puedo confiar en los demás me han mantenido siempre alejado de
establecer vínculos profundos y duraderos.
A medida que avanzo con las tareas, me doy cuenta de que Emily se ha
convertido en un faro de esperanza.
Su presencia me tranquiliza.
No quiero que Harper corra la misma suerte que yo, en el fondo,
agradezco que, si realmente es sobrino mío, mi hermano haya decidido
dejarlo a mi cargo.
Mientras los recuerdos de Emily persisten en mi mente, una sonrisa se
dibuja en mi rostro.
11
ETHAN

El aire fresco de la noche acaricia mi rostro mientras abro la puerta de


la casa y entro en silencio.
La tranquilidad envuelve cada rincón, y la suave luz de la lámpara crea una
atmósfera acogedora.
Cuando llego a la habitación, veo a Emily aún vestida, recostada en la
cama con Harper durmiendo pacíficamente a su lado.
Me detengo en el umbral, observándolos con ternura. El pequeño
Harper parece tan frágil y sereno en sus brazos, y una sonrisa se dibuja en
mi rostro.
Con pasos ligeros y cuidadosos, me acerco a la cama y me siento junto
a Emily.
La observo con admiración mientras su rostro refleja la serenidad del
sueño.
Su cabello cae suavemente sobre su hombro y, sin poder evitarlo, aparto
un mechón delicadamente para admirar su rostro angelical.
Con suavidad, cubro a Emily y a Harper con una sábana ligera,
asegurándome de que estén cómodos y protegidos.
Me inclino y le doy a Harper un beso en la frente.
Me levanto lentamente, dejándolos descansar, y salgo de la habitación
para ir al baño a darme una ducha.
La casa del rancho no es grande, tres habitaciones y un baño en una sola
planta, pero las otras dos estancias no están habilitadas para el descanso,
más bien son un nido de recuerdos familiares, aunque en mi casa nunca
fuimos una verdadera familia, así que me toca dormir en el sofá.
Cierro los ojos y dejo que el agua me abrace, pensando en lo mucho que
Emily me ha impactado en tan poco tiempo.
Su dedicación hacia Harper y su disposición para ayudarme en la
búsqueda de respuestas me ha dejado impresionado.
Es una mujer fuerte y valiente, y con mucha capacidad de desafío.
Pero también me preocupa.
Me inquieta que al involucrarse en mi vida y en la situación de Harper,
pueda verse afectada por el caos y la incertidumbre que me rodean.
Mi deseo de protegerla se mezcla con el miedo de repetir los errores del
pasado.
Termino la ducha y salgo del baño, envuelto en una toalla.
Me dirijo al salón y me estiro en el sofá, pensando en lo extraño que es
tener a alguien más en esta casa que siempre ha sido un refugio solitario
para mí.
Mientras me acomodo en el sofá, miro al techo y reflexiono.
La noche se desvanece lentamente mientras me sumerjo en
pensamientos y emociones encontradas.
En medio de todas las preocupaciones y temores, hay una chispa de
esperanza y un sentimiento de que, tal vez, esta vez las cosas pueden ser
diferentes.
12
EMILY

Me despierto temprano y por un momento no sé dónde estoy. Alguien


nos ha cubierto con una sábana y me he despertado acalorada.
Mis ojos se adaptan a la luz tenue y miro hacia mi lado en la cama,
donde veo a Harper durmiendo plácidamente. Una sonrisa se dibuja en mi
rostro al contemplar su serenidad.
Decido levantarme y bajar al salón para preparar café. Al entrar, me
encuentro con una sorpresa:
Ethan está durmiendo en el sofá, desnudo.
Un rubor invade mis mejillas mientras mi mirada se desliza de manera
involuntaria por su cuerpo fuerte y bien formado. Cada músculo parece
esculpido a la perfección, como resultado de su trabajo duro como cowboy
en el rancho.
No puedo evitar sentirme atraída por su apariencia viril y ruda. Los
hombros amplios y musculosos, los brazos fuertes y definidos, el torso
marcado y el abdomen esculpido, y su entrepierna…
Unos instantes me quedo paralizada, admirando su figura masculina con
una mezcla de fascinación y deseo.
Me doy cuenta de que estoy observando algo privado, una imagen
íntima que solo debería ser para él.
El calor invade mis mejillas mientras mi mirada se desliza de manera
involuntaria por su cuerpo bien formado.
Mis mejillas arden mientras el conflicto interno se apodera de mí.
¿Debería cubrirlo con la toalla que está en el suelo?
Aunque me siento tentada a hacerlo, me contengo y dejo la toalla donde
está.
Con pasos suaves, me dirijo a la cocina y comienzo a preparar el café,
tratando de distraerme y apartar los pensamientos subidos de tono que
invaden mi mente.
Mientras el aroma del café se expande por la casa, intento ignorar las
imágenes que persisten en mi cabeza.
Si bien siento una atracción hacia la apariencia física de Ethan, también
me siento incómoda al invadir su privacidad.
No es la primera vez en mi vida que veo a un hombre completamente
desnudo, pero ninguno se asemejaba al que acabo de ver tendido en el salón
durmiendo plácidamente.
13
ETHAN

Me despierto repentinamente al escuchar un ruido que proviene de la


cocina.
Parpadeo un par de veces, tratando de ubicarme en el momento, hasta
que caigo en la cuenta de que estoy completamente desnudo en el sofá.
Me levanto rápidamente, con cuidado de no hacer más ruido del
necesario, y busco a tientas la toalla que había dejado en el suelo. La recojo
rápidamente y la envuelvo alrededor de mi cintura, sintiéndome al menos
un poco más protegido.
Camino en silencio hacia la cocina, tratando de no hacer demasiado
ruido para no interrumpir el momento de tranquilidad de Emily.
A medida que me acerco, puedo escuchar suaves movimientos y el
aroma del café recién preparado llenando el aire.
Al llegar a la cocina, Emily está concentrada lavando el último biberón
que Harper se tomó la noche anterior.
Nota mi presencia a pesar de que no he dicho ni una sola palabra y su
mirada se encuentra con la mía y, por un instante, percibo una mezcla de
sorpresa y rubor en su rostro.
Es evidente que me ha visto desnudo antes y me recoloco la toalla
nervioso.
Intento no dejar que la incomodidad se apodere de mí. Me acerco a ella
con una sonrisa ligera y le digo en tono jocoso:
—Creo que hoy me he quedado sin pijamas.
—Sí, y que te has levantado con el arma cargada, vaquero —dice,
llevando la vista a mi entrepierna que, involuntariamente, levanta la toalla
como su fuera una tienda de campaña.
Ambos soltamos una pequeña risa nerviosa, aliviando la tensión que se
ha formado en el ambiente.
—Lo siento, no estoy acostumbrado a tener visita en casa.
—Tranquilo, tampoco es la primera vez que veo a un hombre desnudo y
sus erecciones masculinas. Nuestro cuerpo es más discreto en ese aspecto.
—Creo que debería ir a ponerme algo de ropa.
—¿Y privarme tan rápido de las bonitas vistas? Tómate un café, no
quiero que despiertes a Harper, le costó dormirse anoche —dice
tendiéndome una taza humeante con una sonrisa pícara que no le había
visto hasta este momento. La clase de sonrisa que podía hacerme perder la
cabeza en cosas extrañas y maravillosas a mis intenciones.
Sin duda, su apariencia angelical me cautiva una vez más, pero ya tengo
suficientes complicaciones. Coquetear con ella no me llevará a buen puerto.
Mi vida está aquí, en esta casa y en este rancho. Todo lo demás es
pasajero, capaz de entrar y salir sin previo aviso.
He construido mi vida de esta manera a propósito.
Lo último que deseo es parecer tonto e impulsivo y terminar tan infeliz
como lo fueron mis padres.
—Creo que yo también he dormido tan solo un par de horas —le digo
sentándome en la mesa, ocultando mi erección debajo de la mesa.
—¿Demasiado trabajo anoche?
—Más bien preocupaciones. ¿Y si Harper no es mi sobrino? ¿Y si mi
hermano ha secuestrado a ese niño para obtener dinero de su familia?
—¿Lo crees capaz de algo así? —me pregunta ceñuda mientras toma
asiento en la mesa frente a mí.
—Hace tiempo que no confío en él —contesto, mesándome el pelo.
—Si el bebé fuera de otra persona, ya hubiéramos visto algo en las
noticias hace días, ¿no crees? A menos que lo secuestrara ayer y lo trajera
directamente aquí con una bolsa llena de cosas de bebés, y la verdad, me
parece un poco improbable.
—Eso es porque no conoces a Graham Brooks.
—¿Quieres que pongamos la tele? Quizá podamos comprobar que a
Harper no lo está buscando nadie —me propone.
—Lo haría si tuviera una, no suelo verla, no tengo tiempo.
—No me he dado cuenta de que no tenías televisión. ¿Tan aislado te
gusta vivir del mundo exterior?
—Salgo al campo cada día, yo a eso no lo llamaría aislarse.
Simplemente tengo mi propio mundo exterior, como tú lo llamas.
De pronto, un llanto agudo rompe nuestra conversación, y ambos nos
levantamos como un resorte para ir a la habitación.
—Será mejor que te quedes ahí sentado, ya voy yo —me dice, cuando
la simple toalla que me cubre se desliza levemente.
14
EMILY

Mi corazón se acelera al ver cómo la toalla que cubre el cuerpo de


Ethan se desliza ligeramente.
Intento apartar mi mirada, pero es difícil resistirse a la tentación.
Debo recordar que esto es su casa, su espacio privado, y no debería
estar invadiendo su intimidad de esta manera con mis pensamientos.
Me apresuro a entrar en la habitación, encontrando a Harper llorando en
la cama.
Lo levanto con cuidado y lo sostengo en mis brazos, tratando de
calmarlo con movimientos suaves.
Aunque mi atención está en el bebé, mi mente no puede evitar volver a
la imagen de Ethan, desnudo y vulnerable en la cocina.
Intento enfocarme en Harper y en las preocupaciones que Ethan ha
mencionado acerca de su hermano.
¿Será posible que Harper no sea realmente su sobrino? La idea de un
secuestro y de la posible implicación de Graham Brooks me preocupa
enormemente.
Después de cambiarlo y con Harper en brazos, regreso a la cocina,
donde encuentro a Ethan sentado en la mesa, aún cubierto por la toalla.
Su presencia me hace sentir una extraña mezcla de confort y
nerviosismo.
—¿Cómo está Harper? —pregunta con una voz suave y preocupada.
—Está un poco inquieto, pero creo que se calmará en cuanto le demos
de comer.
Ethan suspira y baja la mirada, como si estuviera sumergido en sus
propios pensamientos.
—Deberíamos contactar con la familia materna de Harper, si es que la
hay. Llamar a los hospitales como sugeriste.
—Tal vez deberíamos considerar hablar con las autoridades y preguntar
por tu hermano. Si hay alguna posibilidad de que Harper no sea tu sobrino,
es importante resolverlo cuanto antes.
Ethan asiente, con una expresión de determinación en su rostro.
—Tienes razón. Haré algunas llamadas hoy mismo y veré qué podemos
descubrir. No puedo dejar que mi hermano se salga con la suya si está
involucrado en algo turbio.
La seriedad de la situación nos une en un propósito común.
Aunque solo hemos pasado poco tiempo juntos, siento que confío en
Ethan y que puedo apoyarlo en esta difícil situación.
Mientras Harper se calma en mis brazos, Ethan se levanta de la mesa y
se acerca a mí lentamente. Me mira fijamente, como si estuviera buscando
algo en mi rostro.
—Emily, quiero agradecerte que estés aquí y por ayudarme en todo
esto. No sé qué haría sin ti.
Sus palabras me tocan profundamente, y siento un nudo en la garganta.
Quiero decirle que estoy aquí para él, que lo apoyaré en cada paso del
camino, pero mis palabras se quedan atrapadas en mi interior.
En cambio, le sonrío y le digo:
—Estoy aquí para apoyarte, Ethan. No tienes que enfrentar esto solo.
Juntos encontraremos la verdad y protegeremos a Harper.
Ethan asiente, y en sus ojos puedo ver una mezcla de gratitud y
determinación.
—¿Puedes prepararle el biberón? —le pregunto con nerviosismo, su
mirada penetrante me altera.
—Claro, siempre y cuando vigiles lo que hago para no cagarla. —
Harper nos mira y suelta un balbuceo feliz—. Este pequeñín y yo confiamos
en ti.
Sonríe ante mi comentario y asiente con determinación.
15
ETHAN

Preparo el biberón con una minuciosidad que raya en la obsesión.


Cada medida, cada indicación precisa de Emily, la sigo al pie de la letra.
Pero mi mente no está del todo centrada en la tarea. Mis pensamientos se
desvían constantemente hacia Harper, hacia la incógnita de su identidad y
hacia los secretos que rodean su llegada a nuestras vidas.
En ese instante, Emily se acerca a mí, su presencia envolvente casi
rozando mi cuerpo. Puedo sentir el calor que emana de ella, esa energía
vibrante que me desconcierta y me hace desear un contacto más íntimo.
Trato de concentrarme en lo que estoy haciendo, pero sus ojos me atrapan
una vez más.
Ella sonríe, asintiendo en silencio, mientras nuestros dedos se rozan en
el momento en que le entrego el biberón que he preparado con tanto
esmero.
Una corriente eléctrica recorre mi cuerpo al sentir su suave contacto, y
el tiempo parece detenerse.
En ese instante, en medio de la cotidianidad de la cocina, el mundo se
reduce a nosotros dos.
No puedo evitar preguntarme qué hay detrás de esos ojos llenos de
misterio y complicidad.
Sin embargo, la incertidumbre me asalta.
¿Será apropiado dejarme llevar por esta atracción? Ambos estamos
inmersos en una situación compleja, con un niño en peligro y un misterio
que amenaza con desmoronar nuestras vidas. Pero el deseo, esa fuerza
incontrolable, se hace presente, y me enfrento a una elección complicada.
La mirada de Emily es un cóctel de emociones, una invitación a
explorar lo desconocido y arriesgarse.
En medio del caos, nuestras miradas se conectan una vez más, y sin
palabras, siento que nuestros cuerpos se entienden. Somos un hombre y una
mujer adultos.
—Iré a sentarme al salón para darle el biberón, tú deberías vestirte, por
muy vaquero que seas, no puedes ir todo el día apuntado con esa pistola —
me dice echando un vistazo rápido a mi entrepierna, que, de nuevo, parece
haberse despertado.
Continúo mirando fijamente a Emily, con una sonrisa pícara en los
labios.
—Tienes razón, Emily. No quiero asustaros con mi estilo salvaje oeste.
Además, Harper no necesita verme así mientras le das el biberón —le
respondo, intentando mantener la compostura a pesar de la situación.
Ella se ríe y niega con la cabeza, mientras se aleja hacia el salón con
Harper en brazos.
La sigo con la mirada, apreciando su figura y deseando poder abrazarla
en este instante.
Me dirijo rápidamente a mi habitación, buscando algo que ponerme.
Mientras revuelvo mi armario, una idea se apodera de mí. Quizás pueda
hacer de este momento una oportunidad para sorprender a Emily.
Finalmente, encuentro una camisa desgastada sin mangas, pero con
estilo, unos jeans ajustados y unas botas. Me visto rápidamente y me miro
en el espejo.
Regreso al salón, donde encuentro a Emily alimentando a Harper.
Nuestros ojos se encuentran de nuevo, y no puedo evitar soltar una frase
con un tono divertido.
—Espero que Harper no se haya quedado con hambre por culpa de mi
pistola —le digo, haciendo una mueca cómica.
Emily no puede contener la risa y Harper parece contagiado por nuestra
alegría. La atmósfera se llena de complicidad y ligereza.
—Ethan, eres todo un personaje. Pero te aseguro que Harper está
satisfecho y feliz —responde Emily, con una sonrisa radiante que ilumina la
habitación.
Me acerco a ella y acaricio suavemente la mejilla de Harper.
—Es imposible no encariñarse con un bebé —digo mirando los ojitos
vivarachos de Harper.
—Tienes razón, Ethan. Harper es realmente adorable. Te roba el
corazón en un instante. Es difícil no encariñarse con él.
Nuestros dedos siguen acariciando la suave piel de Harper.
—Será mejor que me ponga en marcha. Tengo que preguntar a la señora
Bryan si puede prestarnos algunas cosas para el bebé y hablar con el sheriff
y que averigüe algo de mi hermano —digo volviendo a la realidad.
—¿Qué le vas a decir a la señora Bryan? No la conozco mucho, pero se
comenta que es un poco chismosa.
—He pensado contarle una verdad a medias. Que tengo el bebé de un
familiar de visita.
—Supongo que no es a medias, es prácticamente toda la verdad, no
hace falta que le des muchas más explicaciones.
—Tras darle vueltas al asunto, es absurdo inventarse alguna otra excusa
que complique más las cosas —le digo encogiéndome de hombros.
Emily asiente mientras juega con el pequeño.
—Bien, yo también creo que debo ponerme en marcha. Si no te
importa, me llevaré a Harper a mi casa, tengo que hacer un par de cosas
importantes antes de mediodía.
—¿Alguna investigación sobre flores?
—Más o menos —dice de manera escueta.
Sonrío ante su respuesta enigmática. Emily siempre tiene ese toque
misterioso que me intriga y me atrae aún más hacia ella.
—Está bien, llévatelo a tu casa. Sé que estarás pendiente de él. Y
prometo ponerme en contacto con el sheriff y obtener cualquier información
que pueda ayudarnos a descubrir la verdad sobre mi hermano y la situación
de Harper.
Nos levantamos del sofá y nos dirigimos hacia la puerta, ella con
Harper en brazos. Antes de salir, me detengo y miro a Emily con una
sonrisa.

—De nuevo gracias, Emily. No sé qué haría sin ti en medio de todo


esto.
Ella me devuelve la sonrisa y me mira con sinceridad.
—Tranquilo, nos vemos luego.
Veo cómo Emily se aleja con Harper en sus brazos.
A medida que se va, una parte de mí se siente vacía, pero sé que es
necesario que ella se ocupe de sus asuntos y yo de los míos antes de
reunirnos nuevamente.
Cierro la puerta y me quedo solo en la casa, con mis pensamientos y la
determinación de descubrir la verdad.
Con renovada determinación, saco mi teléfono y marco el número del
sheriff.
Es hora de buscar respuestas y enfrentar la verdad, por difícil que sea.
Después de unos tonos, el sheriff responde al teléfono.
—Sheriff Johnson al habla, ¿en qué puedo ayudarle?
—Hola, sheriff. Soy Ethan Brooks. Quería pedirle un favor. Necesito
información sobre mi hermano, Graham, y cualquier pista que pueda tener
sobre su paradero.
El sheriff guarda un breve silencio antes de responder.
—¿Por qué no te pasas por aquí para eso? No creo que pueda darte
muchas respuestas por teléfono.
16
ETHAN

El camino hacia la oficina del sheriff es corto, pero lleno de


pensamientos turbulentos.
Me pregunto si la solicitud de información sobre mi hermano Graham
traerá alguna pista que nos acerque a la verdad detrás de Harper y su
misteriosa llegada a nuestras vidas.
Al llegar, encuentro al sheriff Johnson absorto en su trabajo.
Levanta la mirada al escuchar la puerta abrirse y me observa con
sorpresa.
—Ethan, ¿qué mosca te ha picado para querer saber algo de ese granuja
de tu hermano Graham? No pensé que tendrías interés en meterte en sus
asuntos otra vez.
El tono del sheriff es directo y lleno de escepticismo. Sé que mi
hermano Graham ha estado involucrado en actividades turbias en el pasado,
pero algo en mi interior me dice que su paradero puede ser una pieza crucial
en el rompecabezas que estamos tratando de resolver.
—Sheriff, entiendo que mi hermano ha tenido problemas, pero me
siento mal por haberlo dejado tan de lado todo este tiempo y quiero
encontrarlo para saber qué es de él. Instinto fraternal, creo que lo llaman así
¿no?
El sheriff suspira y se ajusta el sombrero antes de responder poco
convencido.
—Muy bien, Ethan. No sé qué te ha llevado a querer cambiar de
opinión, pero haré alguna búsqueda de información para saber sobre su
paradero. Aunque no tengo muchas esperanzas de que Graham pueda
aportar algo valioso a tu vida, no esperes mucho, ya sabes cómo es y quizá
esté en otro país huyendo de a saber qué, pero si encuentro algo relevante,
te lo haré saber.
Le agradezco al sheriff por su ayuda y me retiro de la oficina con una
mezcla de ansiedad y esperanza.
No puedo evitar sentirme frustrado por la falta de respuestas con
respecto a mi hermano, pero sigo convencido de que su implicación en todo
esto puede ser significativa.
Cada rincón del pueblo parece tener secretos ocultos y susurros en el
viento.
Me detengo frente a la tienda de antigüedades de la señora Bryan y
decido entrar.
La campanilla de la puerta suena mientras entro y me encuentro con la
señora Bryan examinando un viejo reloj de bolsillo.
—Buenos días, señora Bryan.
Ella levanta la mirada y me observa con curiosidad.
—Oh, buenos días, Ethan. ¿Qué te trae por aquí hoy? —pregunta con
curiosidad, y no es para menos, jamás había visitado su tienda porque no
soy un amante de las antiguallas.
—Señora Bryan, estoy cuidando de un bebé y necesito algunas cosas
para él. ¿Podría prestarme una cuna y algunas cosas que puedan serme
útiles, como un carrito? Es el bebé de un familiar que está de visita y quiero
asegurarme de que esté cómodo mientras está aquí.
La señora Bryan parece intrigada por mi historia y deja de examinar el
reloj.
—Un bebé, dices... Interesante. No sabía que tenías familia visitándote.
Tenías unos tíos por Canadá, ¿no? Claro, puedo prestarte una cuna y
algunas cosas más, pero… ¿sus padres no tienen un carrito propio? —me
pregunta escudriñándome con la mirada.
—Me temo que cuando me dejaron a Harper, se olvidaron de dejarme
su carrito de bebés.
—¿Te han dejado a ti a cargo de su pequeñín? —pregunta de nuevo
abriendo mucho los ojos.
—Sí, ¿por qué le extraña?
—Porque no sabía que te quedara familia con la que tuvieras un
contacto tan estrecho, y porque siempre estás muy ocupado con tu rancho.
—He contratado ayuda.
—¿Ayuda? —parece que la señora Bryan no está dispuesta a dejar el
interrogatorio.
—Sí, Emily Summers me está echando una mano con el bebé.
—¿La loca de las flores? Es una mujer muy extraña, siempre la veo con
una lupa e instrumentos raros explorando los parajes como si fuera a
descubrir un poblado de hadas oculto.
—No está loca, es bióloga —digo algo ofendido por cómo la ha
definido.
La señora Bryan parece sorprendida por mi respuesta y se disculpa
rápidamente.
—Oh, lo siento, no tenía idea. Supongo que cada uno tiene sus propias
pasiones y formas de ver el mundo. Bien, déjame buscar esa cuna y el
carrito para el bebé. Seguro que tengo algo en el almacén.
Mientras la señora Bryan se adentra en el almacén en busca de los
objetos solicitados, aprovecho para explorar la tienda. Las estanterías están
repletas de antigüedades y objetos curiosos que parecen tener una historia
propia. Mi mirada se detiene en un viejo libro de fotografías y lo cojo entre
mis manos.
En ese momento, la señora Bryan regresa con un carrito de bebé en
buen estado.
—Aquí tienes, Ethan. Espero que esto sea de ayuda para el pequeñín.
La cuna tendrás que montarla, tengo varias, elige la que más te convenga —
me dice dándome paso al almacén.
Agradezco a la señora Bryan por su generosidad y la sigo hacia el
almacén.
Al entrar, me encuentro rodeado de cajas y estanterías llenas de
diversos objetos.
La señora Bryan busca entre ellas y saca varias partes de una cuna de
madera oscura clásica, indicándome cómo armarla.
—Aquí tienes los barrotes y los paneles laterales de la cuna. Deberías
encontrar las instrucciones en esa caja, allí —me dice, señalando una caja
etiquetada como Cunas en un rincón —Si necesitas algo más, no dudes en
decírmelo.
—Supongo que también necesitaré un colchón, o colchoncito para la
cuna.
—Claro, tengo algunos de espuma básicos. ¿Cuánto tiempo crees que
estará ese niño contigo?
—No lo sé, pero le prometo que cuidaré bien de todas estas cosas.
—Ah, aquí está el colchón —dice ella, sacándolo de detrás de una pila
de cajas. Está en buenas condiciones y parece bastante cómodo.
Le agradezco a la señora Bryan por su amabilidad y recojo los objetos
que me ha prestado para cargarlos en la camioneta.
Antes de salir de la tienda, no puedo evitar preguntarle algo más.
—Señora Bryan, ¿ha oído algo interesante últimamente en el pueblo?
Estoy investigando un asunto personal y cualquier información podría ser
de utilidad.
Ella se toma un momento para pensarlo y luego responde con una
sonrisa enigmática.
—Oh, Ethan, siempre hay rumores y murmullos por aquí, aunque
últimamente está todo muy calmado. Pero no te preocupes, si escucho algo
relevante, serás el primero en enterarte.
Agradezco sus palabras y salgo de la tienda.
Cargo todo en la parte trasera y me dirijo de regreso al rancho,
esperando noticias del sheriff y con la determinación de descubrir la verdad
sobre mi hermano Graham y su conexión con Harper.
17
ETHAN

Con la camioneta cargada con las cosas que la señora Bryan


amablemente me ha prestado, regreso al rancho. La tarde se ha desvanecido
lentamente, dejando paso a un cielo estrellado sobre el pueblo. La carretera
que serpentea por las colinas se ilumina con los faros de mi camioneta
mientras avanzo hacia casa.
Mis pensamientos se centran en Harper, en cómo ha sido cuidar de él
durante estas últimas horas, y en cómo Emily ha estado ayudando en este
complicado proceso. Mientras aparco la camioneta en el camino que
conduce a la casa, me doy cuenta de que Emily es ahora mismo una parte
esencial de esta nueva dinámica.
Al entrar en la casa, me concentro en organizar los suministros que he
comprado en la tienda.
Coloco los pañales en un cajón, junto con la leche de fórmula y alguna
ropa básica nueva de bebé.
A pesar de las circunstancias inesperadas, estoy decidido a hacer todo lo
posible para que Harper esté cómodo y bien cuidado.
Después de organizar las cosas, no puedo evitar sentir la necesidad de
ver a Emily y asegurarme de que está bien. Ha pasado un tiempo desde que
nos separamos en la mañana, y la idea de volver a estar cerca de ella y
Harper, me llena de un sentimiento cálido.
Salgo de la casa y me dirijo hacia la casa de Emily.
Las estrellas brillan en el cielo nocturno, y el aire fresco de la noche me
rodea. Mis pensamientos se desvían hacia ella mientras camino por el
sendero que conduce a su hogar. Finalmente, llego a su puerta y golpeo
suavemente. Espero un momento antes de que la puerta se abra y Emily
aparezca ante mí, su cabello cobrizo iluminado por la luz suave de su casa.
Una sonrisa cálida cruza su rostro al verme.
—Ethan, hola —me saluda, su voz suave y acogedora.
—Hola, Emily —respondo, devolviéndole la sonrisa. —¿Cómo va
todo?
Ella se aparta de la puerta para permitirme entrar, y sigo con mi mirada
mientras entro en su casa por primera vez. Es un lugar acogedor y lleno de
plantas que dan vida a la habitación, y refleja muy bien la personalidad de
mi vecina.
—Todo está bien, Harper se ha portado de maravilla, está durmiendo en
este momento —me informa mientras observo su hogar con detenimiento.
Emily cierra la puerta detrás de mí y asiente.
—Eso es genial. Estoy contento de que todo esté en orden —digo
mientras me guía hacia la sala de estar.
—He hecho las llamadas a los hospitales de la zona, y no he encontrado
nada relevante, lo siento.
—Te lo agradezco, Emily.
—¿Y cómo ha ido tu día? ¿Has conseguido las cosas para Harper?
—Ha sido interesante. Fui a hablar con el sheriff y después pasé por la
tienda de la señora Bryan para recoger algunas cosas para Harper. La señora
Bryan es muy amable, y estoy agradecido de que haya sido tan generosa,
aunque me molestó un poco el comentario que hizo sobre ti.
—¿Qué dijo? —me pregunta arrugando la frente.
—Que eras una loca.
—Vaya, la señora Bryan es una persona encantadora.
—¿Crees que es cierto? —pregunto con la intención de hacerla enfadar
un poco.
—¿Que estoy loca? ¿Quieres que afirme semejante burrada sobre mí?
—Sería un alivio que lo desmintieras —le digo sin poder evitar reírme.
—Creo que negarlo es justo lo que haría una loca, ¿no crees?
—Entonces…
—No, no estoy loca, ¿contento?
—No mucho, acabas de decir que es justo lo que haría una loca.
—¿Estás intentado desestabilizarme y que monte en cólera? Porque te
advierto que estás a dos frases de cachondeo para que eso suceda. —Emily
se cruza de brazos y me mira ceñuda.
—Solo quería hacerte enfadar un poco. Es raro no verte crispada y
como un ser humano normal y amable.
—Pues para mí es un alivio que tengas todo lo que necesitas para cuidar
de Harper, porque después de esto me estoy planteando seriamente dejarte
en la estacada.
—No lo harás, en el fondo te conozco ya lo suficiente para saber no
solo que no estás loca, sino que eres encantadora.
—¿En menos de veinticuatro horas eres capaz de dilucidar todo eso?
—Eres demasiado transparente, todo el mundo te conoce como la loca
de las flores en el pueblo, no eres lo que se dice muy discreta cuando sales
con tu cazamoscas.
—¡Jamás salgo con una cosa de esas! ¿Para qué querría yo cazar
moscas?
—Para estudiar su comportamiento similar al tuyo, porque eres un poco
como un moscardón, bueno, eras —Me atrevo a tocar con mi dedo índice la
punta de su nariz.
—Muy gracioso, Ethan. Mi intención era agradecerte por confiar en mí
y permitirme ayudarte con Harper. Es un bebé maravilloso, y estoy feliz de
poder ser parte de su vida, aunque sea temporalmente, pero creo que no
quiero ya formar parte de la tuya —dice Emily con cierto enfado.
—No te pongas así, solo era una broma. Yo también estoy agradecido
de tenerte a mi lado en esto. Eres increíble, Emily. Tu apoyo significa
mucho para mí, más de lo que puedo expresar con palabras.
—Pues has dicho muchas, y no muy agradables.
—Soy un idiota, lo siento. ¿Me perdonas? —le digo con profunda
sinceridad.
Nuestros ojos se encuentran, y en ese momento, siento una conexión
profunda con Emily. Es como si nuestros corazones estuvieran en sintonía,
compartiendo la responsabilidad de cuidar de Harper y enfrentar el misterio
que lo rodea.
Emily coloca su mano suavemente sobre la mía, un gesto que no me
esperaba para nada, y la sensación de su contacto me llena de calor.
—Juntos encontraremos respuestas, tú sobre si de verdad estoy loca, y
yo de si las moscas y yo tenemos demasiadas cosas en común, Ethan. Estoy
segura de que lo haremos —dice Emily con una sonrisa estampada en el
rostro.
18
EMILY

Las palabras de Ethan me sacan una sonrisa.


A pesar de su peculiar sentido del humor y sus bromas, sé que está
agradecido por mi ayuda y apoyo en esta situación.
Nuestro encuentro en medio de las circunstancias extraordinarias que
nos han unido ha creado un vínculo especial entre nosotros, o eso quiero
creer.
El tacto de su mano bajo la mía envía una corriente de electricidad a
través de mi piel, pero también una sensación de calidez y seguridad.
Me doy cuenta de que, en medio de la incertidumbre y el misterio que
rodea a Harper, hemos encontrado consuelo en la compañía del otro.
—Estoy segura de que Harper se sentirá afortunado de tener a alguien
como tú cuidando de él —le digo con sinceridad, refiriéndome tanto a su
responsabilidad como a su corazón generoso.
Ethan asiente.
—Harper es un bebé increíble. Me sorprende cómo ha logrado cautivar
mi corazón en tan poco tiempo —comenta Ethan, con un brillo en sus ojos
que refleja el cariño que siente por el niño.
Asiento con complicidad, entendiendo completamente su sentimiento.
Harper y, supongo que todos los bebés, tienen una forma especial de
tocar los corazones de quienes lo rodean.
—Estoy agradecido de que estés dispuesta a ser parte de esto, Emily.
No puedo evitar pensar en cómo sería todo esto sin ti —confiesa Ethan,
mirándome con ternura.
Me siento halagada por sus palabras, pero también agradecida de que él
haya entrado en mi vida.
Los últimos siete meses no han sido agradables, me he sentido muy sola
y desprotegida del mundo, y aunque es cierto que las flores me han traído
hasta aquí, no es solo el único motivo, pero no estoy preparada para abrirme
tanto a Ethan. No quiero que mi corazón ya de por sí magullado, vuelva a
dolerme tanto como lo hizo siete meses atrás.
—Cuidaremos de Harper como si fuera nuestra propia familia, aunque
ninguno de los dos hayamos tenido una de verdad jamás —le aseguro,
apretando su mano con suavidad.
—¿A qué te refieres con eso?
—A nada, olvídalo. ¿Tienes hambre? He preparado algo de pasta.
Ethan sonríe, y puedo ver en sus ojos que aprecia mis nulos dotes para
la cocina casera americana y que acepta con agrado mis macarrones con
queso de paquete.
—Nada me apetece más en estos momentos, estoy hambriento.
—¿Tienes que trabajar en el rancho esta noche?
—No me queda más remedio, hoy he ocupado el día en otras cosas.
—Aún no me has contado qué te ha dicho el sheriff —le digo mientas le
sirvo un plato de comida recalentada.
Ethan acepta el plato de pasta con una sonrisa agradecida y se sienta a
la mesa de la cocina.
Nuestros hombros se rozan mientras me preparo una porción para mí, y
siento el contacto como una chispa de electricidad que corre por mi piel.
—El sheriff no tenía información relevante sobre mi hermano Graham.
Parece que sigue desaparecido, y nadie sabe dónde está. Es frustrante, pero
no me rendiré en mi búsqueda —me informa Ethan, su mirada reflejando
determinación.
Mientras compartimos la cena, nuestra conversación se centra en
Harper y los ajustes que hemos tenemos que hacer en nuestras vidas para
cuidar de él.
Es evidente que se preocupa profundamente por Harper y está dispuesto
a hacer lo que sea necesario para asegurarse de que esté bien.
—No es fácil, pero estamos haciendo todo lo que podemos por Harper.
Lo importante es que no está solo en esto, Ethan. Somos un equipo, y juntos
encontraremos las respuestas que estamos buscando —le digo, tratando de
transmitirle confianza.
Ethan asiente con gratitud y toma otro bocado de su cena.
En ese momento, me doy cuenta de lo agradecida que estoy de tenerlo a
mi lado en esta extraña y misteriosa situación, a pesar de nuestras
diferencias y bromas.
La soledad, a veces, es como un refugio.
Un lugar donde puedes encontrar tu propio ritmo, tus pensamientos son
los únicos que resuenan en el silencio y no hay expectativas que cumplir
más que las tuyas propias. He vivido en esa soledad durante los últimos
siete meses, y me refugié en las flores de mi jardín. Y, aunque al principio la
soledad era un bálsamo, un alivio de las heridas del pasado, con el tiempo,
comenzó a sentirse como una prisión dorada.
Con Ethan a mi lado esta noche, me doy cuenta de que esa soledad,
aunque necesaria en su momento, se está agotando.
Puede que haya encontrado satisfacción en mis plantas y en la
tranquilidad de mi hogar, pero también he estado evitando algo: la
posibilidad de una conexión humana de verdad y volver a confiar en la
gente.
Terminamos de cenar en un cómodo silencio, y después de recoger los
platos, nos encontramos nuevamente en la sala de estar, donde Harper
duerme tranquilamente en su cuna improvisada.
—¿Cómo has construido esto? —me pregunta mirando la caja de
madera que hace de cuna con un enorme cojín como colchón.
—Ya estaba construida, es una vieja caja de madera que lijé para
convertirla en un parterre rústico.
Ethan se acerca a la cuna y observa al bebé con ternura en sus ojos. Es
un momento hermoso y tranquilo, y me doy cuenta de que estoy
presenciando una parte diferente de Ethan, una que rara vez debe mostrar a
los demás.
Es un lado suave y vulnerable, una parte de la cual podría enamorarse
cualquiera.
—Harper es un luchador, eso seguro. Ha superado tantos obstáculos en
tan poco tiempo —comenta Ethan en voz baja, como si hablar demasiado
alto pudiera perturbar el sueño del bebé.
—Sí, es un niño increíblemente fuerte. Me pregunto qué historia se
esconde detrás de su llegada a nuestro pueblo —comento con una mirada
pensativa.
Ethan se gira hacia mí y nuestros ojos se encuentran en una mirada
cargada de significado.
—Descubriremos la verdad, Emily, lo prometo —dice Ethan con
determinación, extendiendo una mano hacia mí.
Estrecho su mano con la mía, sellando nuestro compromiso silencioso.
—¿Tienes mucha prisa? —le pregunto sin saber por qué. Las palabras
han salido solas de mi boca y casi sueno desesperada, ¿qué demonios me
pasa?
—Sí, debería irme a trabajar ya si quiero dejar lista la cuna para Harper
antes de mañana. Debo organizarme mejor y poder llevar un horario normal
para poder pasar las noches con él en mi casa.
—No te preocupes, puede quedarse aquí hasta que te estabilices.
—Lo sé, pero aún no me has dicho cuáles son tus tarifas nocturnas —
me comenta y no puedo evitar hacer una mueca extraña.
—Eso ha sonado un poco raro, ¿no crees?
Ethan ríe ante mi comentario, y su risa llena la habitación con una
sensación de ligereza que me hace sonreír.
—Bueno, Emily, no sé si puedo competir con las tarifas de los hoteles
de lujo, pero si me voy ya, puedo ofrecerle a Harper una cuna cómoda y un
montón de amor y cuidado sin costo adicional.
—Entonces, tenemos un trato, hoy se queda conmigo y mañana te dejo
las noches todas para ti—digo, jugando con la idea de tener a Harper más
tiempo en mi casa. Ethan asiente y se levanta de su silla.
—Gracias, Emily. De verdad, gracias por todo tu apoyo y generosidad.
—De nada, Ethan. Estoy aquí para ayudar en lo que pueda.
Nos quedamos de pie frente a la puerta de entrada, mirándonos el uno al
otro.
La atmósfera está cargada de una tensión silenciosa, y puedo sentir
cómo nuestros corazones laten en un ritmo similar.
—Bueno, me temo que tengo que irme. Gracias de nuevo, Emily. Y, por
favor, si necesitas algo, no dudes en decírmelo.
—Lo haré. Cuídate y que vaya bien el trabajo.
Ethan sonríe y se aleja de la puerta, desapareciendo en la noche
estrellada.
Cierro la puerta detrás de él, pero la sensación de su presencia todavía
perdura en mi hogar.
Mientras me quedo sola en mi casa, me doy cuenta de que algo ha
cambiado.
La soledad que una vez fue mi refugio ahora se siente menos
reconfortante, menos necesaria.
Ethan y Harper han traído consigo una nueva dinámica a mi vida, una
que no puedo evitar abrazar.
Tal vez la soledad es necesaria en ciertos momentos, pero también es
importante saber cuándo es el momento de abrir las puertas de tu corazón y
permitir que otros entren.
Harper sigue durmiendo plácidamente, y me quedo mirándolo mientras
duerme.
Es un recordatorio constante de la belleza y la fragilidad de la vida, y
estoy decidida a protegerlo y cuidarlo.
Estoy dispuesta a dar ese paso hacia lo desconocido, hacia un futuro
que, aunque incierto, me da la sensación de que será inolvidable.
19
ETHAN

El sol se asoma en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y


rosados mientras me dirijo después de una noche dura de trabajo hacia mi
camioneta deseando llegar a mi casa.
Los rayos de la mañana se filtran a través de los árboles, creando un
espectáculo de luces y sombras que siempre me han fascinado. Aunque el
rancho requería de trabajo duro, había una belleza en cada amanecer que
hacía que valiera la pena.
El rancho era mi vida, y había pasado años construyéndolo desde cero.
La tarea había consistido en revisar la cerca perimetral y asegurarme de
que no hubiera brechas por donde el ganado pudiera escapar.
Las lluvias de la noche anterior habían dejado el suelo embarrado, por
lo que tenía que tener cuidado de no quedar atrapado en el barro con la
camioneta.
A mediados de agosto son habituales estas tormentas nocturnas.
Mientras conducía por los caminos del rancho revisando todo el
cercado, no podía evitar pensar en Emily. Su imagen llenaba mi mente, y su
risa resonaba en mis oídos.
Había algo en ella, en su fortaleza y ternura, que me había cautivado
desde el momento en que la conocí. A pesar de nuestros mundos tan
diferentes, habíamos encontrado un punto en común cuidando de Harper.
Durante años, había estado solo en este rancho, concentrado en mi
trabajo.
La soledad había sido mi compañera constante, una compañera que me
había mantenido ocupado, pero también había dejado un vacío en mi
corazón.
Conocer a Emily ha sido como encontrar un oasis en medio del desierto
de mi vida.
Mientras inspeccionaba la cerca, mis pensamientos volvieron a ella.
Imaginaba cómo habrían sido sus mañanas regando sus flores en el
jardín. Su habilidad para convertir algo tan simple en un acto de amor y
belleza era sorprendente.
Era como si pudiera encontrar la magia en las cosas más simples de la
vida.
A medida que avanzaba con mi tarea, no podía evitar pensar en cómo
ha cambiado mi vida en tan solo una fracción diminuta de tiempo.
He pasado de ser un solitario en busca de respuestas a ser parte de una
familia improvisada.
La soledad, a veces, es como un abrazo cálido, un refugio en el que
puedes encontrar tu propio ritmo y escuchar tus propios pensamientos.
Durante años, me había refugiado en esa soledad, pero ahora me doy
cuenta de que, aunque necesaria en su momento, había llegado el momento
de abrir mi corazón a algo más.
Reviviendo esos pensamientos regreso a la camioneta, sin poder evitar
sonreír al pensar en Emily y Harper y todo lo que me queda por delante,
pues tengo que montar la cuna.
Me he propuesto pasar el día despierto para poder dormir por primera
vez con Harper a solas en mi casa, no puedo seguir abusando de la
generosidad de Emily de esta forma.
Aunque, por primera vez en mucho tiempo, no me siento solo y eso
hace que todo sea un poco más brillante.
20
EMILY

Ethan se desenvuelve con destreza en mi pequeña cocina, haciéndose


un sándwich de manteca de cacahuete.
Intuyo que es tan mal cocinero como yo y, mientras lo observo, me doy
cuenta que su cara refleja claramente que está agotado, aunque ese hecho no
le hace perder ni un ápice de atractivo.
Ha estado toda la noche despierto y trabajando en el rancho, y después
al llegar a su casa ha montado la cuna para Harper y ha preferido
mantenerse despierto.
Se lo agradezco, pero le he insistido en que no era necesario y que el
niño podía quedarse conmigo todo el tiempo que hiciera falta, porque la
idea de no compartir momentos tan íntimos y llenos de confianza como el
que estamos viviendo en estos momentos, en el fondo me aterra.
Sin embargo, en medio de la tranquila atmósfera de la cocina, él rompe
el silencio con una pregunta que me deja algo perpleja.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —inquirió, sus ojos preciosos clavados
en los míos mientras sus manos cogen el sándwich para darle luego un
bocado.
Asiento, no sé qué tipo de pregunta será, pero estoy dispuesta a
responder en la medida de lo posible.
—Dispara —digo, añadiendo una mueca de disgusto.
Ethan deja el sándwich a medio hacer y se gira para enfrentarme, sus
ojos aún fijos en los míos.
—¿Por qué viniste a Haysville? Creo que hay algo misterioso en ti.
Suspiro internamente, consciente de que hay muchas respuestas
posibles a esa pregunta. Pero si vamos a cuidar de Harper juntos, debo de
hacer el esfuerzo de ser honesta y amigable, aunque hablar de mi vida
personal me resulte incómodo.
—¿Sigues pensando que estoy loca?
—Yo jamás lo he pensado, fue la señora Bryan la que lo insinuó, y no
creo que ella sea la persona más cuerda del condado —dice, dando un
nuevo bocado al sándwich.
Me obligo a sonreír.
—Escucha, voy a ser sincera contigo.
—Me alegra oír eso —responde sonriendo también.
—Tienes un pegote de crema de cacahuete encima del labio.
«Y si fuera ético, te lo quitaría yo misma con lengua», pienso cuando lo
hace él para mi deleite.
—Vaya, esperaba otra clase de sinceridad, no una en la que mi dignidad
quedara en evidencia.
—Es muy digno ensuciarse cuando uno está disfrutando de una comida
reconfortante —le respondo, cogiendo a Harper que ya está cansado de
estar tumbado en mi caja.
—Sí, pero eso no responde a mi pregunta.
Cojo aire antes de sincerarme de una vez por todas, sé que, de no
hacerlo, va a seguir insistiendo.
Ethan deja de masticar y pone el sándwich a medio comer en el plato
mientras me escucha atentamente.
—Perdí mi trabajo debido a una reducción de personal y. también pasé
por un divorcio hace poco. He estado tomando cursos online para mejorar
mis habilidades, pero estoy aquí, en este rincón apartado, sola con mis
pensamientos y sintiéndome bastante inútil. Quise ayudarte porque así
puedo sentirme útil de nuevo. Así que, como podrás ver, también me estás
ayudando.
Cuando termino de hablar, una expresión pensativa cruza mi rostro.
—Apuesto a que eso te resultó liberador, aunque deduzco que ese
divorcio está estrechamente ligado al despido, ¿me equivoco? —comenta
Ethan, y no va desencaminado.
—Perdí mi trabajo debido a un giro inesperado en el laboratorio
farmacéutico donde trabajaba. Resulta que mi esposo, quien también era mi
colega en el mismo laboratorio, estaba involucrado en un escándalo de mala
conducta científica. Hubo acusaciones de manipulación de datos en uno de
los proyectos de investigación clave —comienzo, sintiendo que es el
momento adecuado para compartir mi historia—. Aunque yo no tuve nada
que ver con sus acciones, mi conexión con él causó un gran revuelo en la
empresa. Me convertí en una especie de culpable por asociación y,
finalmente, me despidieron como parte de un esfuerzo por limpiar su
imagen.
Hago una pausa, rememorando los momentos de incertidumbre y
ansiedad que siguieron a mi despido. Luego, continúo.
—El divorcio, bueno, mi exmarido y yo acabamos teniendo diferencias
irreconciliables. Durante unos meses después del despido intentamos hacer
funcionar nuestro matrimonio, pero al final, ambos sabíamos que no éramos
las personas adecuadas el uno para el otro y que mi confianza en él se había
roto. Supongo que su ambición terminó con mi carrera y con nuestro
matrimonio un año después de casarnos y, ahora, soy la loca de las flores.
—Lamento lo de tu matrimonio —añade Ethan, mostrándome empatía.
—Yo también lo lamento. En realidad, no deberíamos haber estado
casados nunca. Éramos buenos fingiendo que éramos lo que el otro quería,
sobre todo él.
—Yo tampoco suelo conocer a las personas de esta forma tan repentina.
De hecho, tiendo a mantenerme apartado la mayor parte del tiempo —
reconoce Ethan, compartiendo un poco más de sí mismo.
—Pero no es lo mismo, tú y yo no tenemos nada romántico.
Ethan me devuelve una sonrisa insegura a modo de respuesta y, a
medida que pasan los segundos, nos damos cuenta de que estamos allí
parados, con un bebé de por medio, sonriéndonos mutuamente.
Me siento avergonzada, sobre todo por la manera en la que él me afecta
y me vuelve tan vulnerable.
—No lo había notado —responde finalmente Ethan, queriendo
mostrarse sarcástico —. Nunca te he caído bien.
—Eso no es cierto, no había una base sólida para juzgarte, solo el hecho
de que no eras un buen vecino.
—¿Siempre tienes que seguir las normas al pie de la letra, sufres alguna
especie de TOC? —me pregunta cogiendo el sándwich de nuevo.
—Las reglas de convivencia y ciertas pautas morales son importantes,
si no díselo a Will.
—¿Así se llama tu exmarido? —me pregunta.
Asiento y la tensión inicial entre nosotros parece disiparse.
De repente, parecemos simplemente un hombre y una mujer
compartiendo una conversación sincera, a pesar del comienzo complicado
que habíamos meses tenido meses atrás.
—Es agradable hablar con alguien que no me trata con
condescendencia, alguien que me ve como su igual.
—¿Qué crees tú que tenemos en común? —Ethan me pregunta a la vez
que le hace una mueca divertida a Harper.
—No lo creo, lo has dicho hace un momento. A ninguno se nos dan
bien las relaciones sociales. Así que supongo que sí tenemos cosas en
común.
—Bueno, pero ahora estamos teniendo lo más parecido a una —me
responde mirándome tan fijamente que me estremezco por dentro.
—¿Y qué me dices de ti, Ethan? ¿Eres un buen hombre?
Él baja la vista al suelo para luego volver a alzarla y capturar mis ojos.
De nuevo experimento un nudo en el pecho, aunque por un motivo del
todo diferente.
Hay algo tenso y misterioso en él, todo mezclado con una sensación de
inaptitud.
Terco o sonriente, Ethan no se parece a ningún otro hombre que haya
conocido.
—Lo dudo —contesta—, soy un Brooke, y en mi familia parece no
haber ningún hombre bueno.
—Pero no eres como tu hermano o como tu padre —musito—. Eres
demasiado bueno para eso.
—Ojalá pudiera estar tan seguro como tú.
Después de esa última conversación, Ethan parece querer huir de mí y
se marcha con Harper a su casa de manera apresurada.
Y tengo que ser yo la que le pregunte qué necesita que haga por él y
Harper al día siguiente.
—Ven a casa a eso de las ocho, puedo atrasar un poco la hora a la que
suelo empezar a trabajar. Descansa, te lo mereces.
—Tú también, y si necesitas cualquier cosa…
Me corta antes de que pueda terminar la frase.
—Descuida, me las arreglaré.
21
EMILY

Cuando Ethan abre la puerta en la mañana siguiente, las sombras


oscuras debajo de sus ojos son evidentes.
Viste unos vaqueros y una camiseta desgastada, muy lejos de su aspecto
magnífico de siempre.
Su cabello parece haber tenido una pelea durante la noche, y sospecho
que se levantó hace apenas unos minutos.
No puedo evitar que mi corazón se acelere al verlo en este estado.
Entro en su casa, deseando escapar del fresco de la mañana.
A pesar de su apariencia un tanto desaliñada, el hogar de Ethan rezuma
calidez y el aroma a café recién hecho me da la bienvenida.
—¿Has tenido una noche difícil? —pregunto con una sonrisa,
observando su cansancio.
Él arquea una ceja y suspira.
—Algo así. ¿Cómo lo sabes?
Sonrío y señalo su camiseta desgastada.
—Apenas pude dormir unas horas. ¿Y tú? —le digo.
Ethan también parece agotado.
Pasé gran parte de la noche en vela, preocupada por Harper y
preguntándome si finalmente se durmió.
Cuando caí en un sueño inquieto, mi mente se llenó de sueños
mezclados con imágenes de Ethan y de la última conversación que tuvimos
en mi casa antes de que se marchara.
—Me preocupaba cómo estabas tú y Harper. ¿Cómo está ahora?
—Está durmiendo el muy cabrito.
Un suspiro de alivio escapa de mis labios al decirlo. Sabemos que
necesitamos encontrar a la verdadera familia de Harper y poner orden en
todo esto.
—Tienes un aspecto terrible, Ethan —lo sigo a la cocina, intentando no
hacer ruido.
Él se encoge de hombros y se dirige a la cafetera.
—He dormido un poco, en pequeños intervalos. Fue más difícil de lo
que imaginé.
—¿Por qué no te vas a descansar? Yo me quedaré aquí y cuidaré de
Harper —digo, tratando de sonar más segura de lo que me siento.
Me entrega una taza de café y suelta un suspiro.
La noche anterior consideré ofrecerme en su casa para ayudarlo, ya que
sabía que era probable que Harper se despertaría durante la noche, como
suelen hacer los bebés. Sin embargo, la reacción intensa y visceral que
experimenté la noche anterior fue completamente inesperada: una atracción
que me desbordó por completo.
Sabía que quedarme a dormir aquí no sería una buena idea, así que opté
por quedarme en casa analizando cada una de las palabras y miradas que
compartimos.
—Estoy bien, comeré algo y me iré a trabajar al rancho. Es lo que
acordamos, ¿no?
—Ahora eres tú el que parece querer seguir unas normas estrictas, a
veces hay que ceder un poco por las circunstancias que se nos presentan. —
Lo miro ladeando la cabeza con una tonta sonrisa estampada en la cara.
—Entonces, tal vez, deberías ser tú la que se encargue de alimentar a
las reses hoy, ¿te parece? —me suelta en un tono hosco.
—Me parece que has perdido todo el sentido del humor, Ethan. Mírate
en el espejo, pareces un muerto viviente, así que no tendré en cuenta la
manera en la que me estás hablando.
Mientras saboreo mi café, él se prepara en silencio una tostada y la
cubre generosamente con mantequilla.
La serenidad de la mañana, de nuevo, crea una especie de atmósfera
íntima a nuestro alrededor.
Los últimos meses de mi vida los he vivido en una soledad abrumadora.
Compartir una taza de café con alguien en la cocina es un nivel de
intimidad que he estado evitando durante mucho tiempo. Pero,
sorprendentemente, es agradable.
Tal vez ya he lidiado con mis heridas en la privacidad el tiempo
suficiente.
—Lo siento, reconozco que todo esto me supera —dice finalmente.
—A mí también, aunque yo solo sea una mera colaboradora.
Ethan y yo nos quedamos en silencio por un momento, cada uno
sumergido en sus pensamientos y sentimientos.
La intimidad de la mañana parece envolvernos como un abrazo cálido,
y aunque no puedo negar que estoy agotada y confundida, siento una
extraña paz en este momento compartido.
Después de terminar su tostada y dejar la taza de café en el fregadero,
Ethan se voltea hacia mí con una mirada más suave en los ojos, como si
hubiera decidido dejar atrás la tensión de antes.
—Lo siento si fui brusco contigo, Emily. Estoy lidiando con muchas
cosas a la vez y... —hace una pausa, como si buscara las palabras adecuadas
—. Aprecio que estés aquí para ayudar. A veces, tiendo a ser demasiado
obstinado.
Le sonrío con ternura, entendiendo perfectamente su postura.
De alguna manera, disculpo su forma de tratarme a veces, quizá porque
estoy demasiado desesperada por mantener esto que tenemos, y en el fondo,
no me gusta sentirme así, pero no puedo evitarlo. Ethan Brooks me atrae de
un modo raro de explicar.
—No tienes por qué disculparte. Comprendo que esto es un desafío
para ti, y estoy dispuesta a colaborar en todo lo que necesites. Solo quiero
ayudar a Harper y aclarar esta situación lo antes posible para que ambos
podamos volver a nuestras vidas.
«¿Qué vida, Emily?», pienso. Hasta hacía poco no tenía claro que
volvería a tener una vida, unas obligaciones y algo o alguien por lo que
luchar y levantarme cada día.
Ethan asiente, y sus ojos reflejan gratitud.
—Gracias, Emily. Es un alivio contar contigo en esto.
—Deja de darme las gracias, ayer fui sincera y te confesé que tú a mí
también me estás ayudando.
Ethan asiente, y noto como ambos estamos pensando que esto no se
trata solo de Harper. También es sobre lo que sentimos el uno por el otro de
manera tan repentina. Pero en este momento, lo más importante es
mantenernos enfocados en encontrar respuestas.
Ethan parece cargar con el peso del mundo en sus hombros, y aunque
me gustaría acercarme y abrazarlo, sé que este no es el momento adecuado
para cruzar esa línea invisible que nos separa.
—Sí, lo sé —responde con un suspiro—. Esto es un enredo
monumental. Aún no puedo creer que Harper haya terminado en mi vida de
esta manera.
Asiento con comprensión. Yo tampoco puedo evitar sentirme abrumada
por la complejidad de la situación. Pero a pesar de todos los desafíos, hay
algo en esta experiencia que me hace sentir más viva que nunca.
—Al menos estamos trabajando juntos para resolverlo —le digo,
tratando de inyectar un poco de optimismo en la conversación—. Juntos
somos más fuertes.
Ethan levanta la mirada hacia mí y me regala la primera sonrisa del día,
cansada pero genuina.
—Tienes razón. Supongo que no podría pedir una mejor compañera en
este caos.
Nuestras miradas se cruzan y por un instante, el tiempo parece
detenerse.
Hay una conexión entre nosotros, una chispa que se enciende cada vez
que estamos cerca.
La sensación me asusta un poco, pero también me emociona.
No estoy segura de hacia dónde nos llevará todo esto, pero estoy
dispuesta a averiguarlo. Por Harper, por Ethan y, quizás, incluso por mí
misma.
—Creo que será mejor que me vaya a preparar para el trabajo. Hoy
llega un nuevo capataz.
—Está bien. Algún día podrías contarme qué se hace exactamente en un
racho, tal vez me sea útil y decida cambiar de profesión. Siempre he
querido ser una cowgirl.
—¿De veras? —Ethan para en seco y se gira para mírame.
—No, nunca he querido ser una vaquera, pero quizá esté empezando a
picarme el gusanillo.
«Lo que te pica es otra cosa, mentirosa», me reprendo mentalmente.
—Pues habrá que ponerle remedio, me sabría muy mal que tuvieras
esos picores indeseables. —Me dedica una mirada cargada de picaresca y
me emociono pensando que, quizá en ese momento, ambos hemos hablado
el mismo idioma.
El llanto de Harper me devuelve a la realidad.
Sé que esta jornada será una montaña rusa de emociones y, que, el que
juega con fuego… acaba quemándose.
22
ETHAN

La mañana avanza con una mezcla de tareas y responsabilidades en el


rancho.
Mientras me dirijo hacia el corral principal, no puedo evitar pensar en
lo caótica que se ha vuelto mi vida desde que Harper apareció en ella.
No es que me queje, pero nunca imaginé que terminaría siendo
responsable de un bebé.
Llego al corral y me encuentro con algunos de los trabajadores que ya
están ocupados con las tareas del día. Me aseguro de que todo esté en orden
antes de la llegada del nuevo capataz. Su llegada está prevista para más
tarde, y estoy ansioso por conocerlo.
Con su experiencia, espero que nos ayude a poner orden, la necesito
más que nunca.
Mientras organizo algunas cosas, mi mente vuelve a Emily. No puedo
evitar pensar en la conversación que tuvimos esta mañana en mi casa.
Su presencia en mi vida ha sido un giro inesperado, pero uno que no
puedo evitar disfrutar. Aunque todo esto es complicado, me siento
agradecido de tenerla a mi lado en esta situación.
Finalmente, el nuevo capataz llega al rancho. Es un hombre joven, con
una expresión seria y unos ojos que parecen haber visto mucho.
—Mike Davis —me dice tendiéndome la mano.
—Ethan Brooks, bienvenido al equipo.
Nos estrechamos la mano.
Estoy ansioso por ver cómo se adapta a la dinámica del rancho.
El día comienza a tomar forma, y mientras trabajamos y no puedo evitar
pensar en lo impredecible que puede ser la vida.
Hace solo unos meses, mi principal preocupación era mantener el
rancho funcionando sin problemas. Ahora, tengo a Harper y a Emily en mi
vida, y siendo sincero, si me dieran la opción de rebobinar y eliminar parte
de las cosas que me han sucedido, no lo haría.
«Pues habrá que ponerle remedio, me sabría muy mal que tuvieras esos
picores indeseables», me viene esa estúpida frase a la mente. «¿Qué
demonios te pasa, Ethan?», me pregunto.
Quizá debería haberla invitado a cenar, o proponerle algún plan
interesante en vez de decir esa tontería. Porque… ¿ella ha dicho eso del
gusanillo con segundas intenciones, no?
«Eres un completo imbécil», me digo a mí mismo en mi cabeza una y
otra vez.
Emily ocupa el noventa por ciento de mis pensamientos más íntimos,
cuando la realidad es que debería estar pensando en cómo encontrar a
Graham y arrancarle el pescuezo. Pero, en el fondo, sabía que cuanto antes
acabara todo este misterio, también lo haría mi relación con mi vecina.
¿Cómo podía siquiera pensar que una mujer inteligente como ella, le iba
a gustar un tipo raro, hosco y rudo como yo?
Mis manos callosas no podían ser compatibles con la piel fina y suave
que se le veía a simple vista a Emily.
Era preciosa, culta, vivaracha, solicita, amable y especial, todas las
cosas que yo no soy y todo lo que me gustaría ser para conquistar a una
mujer de su calibre.
Sé que todo esto es complicado, pero no puedo evitar pensar que tal vez
haya una razón por la que estamos aquí y ahora juntos.
Quizás el destino nos ha unido por una razón y tiene planes para
nosotros que aún no comprendemos del todo.
23
ETHAN

Ha pasado una semana desde que Emily llegó a mi vida de una manera
que nunca imaginé.
Cada día que compartimos juntos ha sido una montaña rusa de
emociones y experiencias, y me ha quedado claro que esta mujer me gusta
más de lo que podría haber esperado.
Nuestras conversaciones son fluidas, nuestras risas sinceras, y cada
momento que pasamos juntos solo reafirma lo bien que encajamos.
Es como si nuestros corazones hubieran encontrado su lugar en el
mundo, uno al lado del otro.
Cada noche, cuando Emily se marcha a su casa para descansar, me
quedo solo con Harper en la mía, y mis pensamientos inevitablemente
vuelven a ella.
Me encuentro recordando su sonrisa, sus comentarios ingeniosos, su
manera de andar con esa confianza que la hace única, y esos ojos
vivarachos que parecen esconder un mundo entero de secretos y pasiones.
Sé que estoy perdido en sus encantos, y eso me asusta un poco. Pero al
mismo tiempo, no puedo evitar sonreír cuando pienso en todo lo que hemos
compartido en tan poco tiempo.
La mañana en el rancho está en pleno apogeo cuando uno de mis
trabajadores se me acerca con una expresión de diversión en su rostro.
—Jefe, parece que tenemos visita —me informa, con una risa
contenida.
Levanto la mirada de los documentos que estoy revisando y frunzo el
ceño.
—¿Visita? ¿De qué estás hablando?
El hombre señala hacia el camino de entrada al cobertizo, y mi corazón
da un vuelco cuando veo a Emily que se acercaba con Harper en brazos.
Los otros trabajadores se acercan y comienzan a hacer comentarios
burlones.
—¿Qué pasa, jefe? ¿Has dejado embarazada a alguna chica y ahora
viene a reclamarte la paternidad? —se burla uno de ellos, provocando risas
entre los demás.
Las risas burlonas de los otros trabajadores llenan el aire, pero las
palabras de Jake me hacen sentir una punzada de nerviosismo en el
estómago.
Mi paciencia se agota en ese momento, y les lanzo una mirada asesina.
—Callaos, esta situación no tiene nada que ver con vuestros estúpidos
chismes.
Me dirijo rápidamente hacia ella.
Cuando estoy lo suficientemente cerca, noto que Emily tiene una
expresión preocupada y Harper parece incómodo en sus brazos.
—¿Qué ha pasado? —pregunto, intentando mantener la calma a pesar
de la confusión que se apoderaba de mí.
Ella me mira con ojos cansados y preocupados.
—Siento molestarte, pero Harper tiene demasiada fiebre y pensé que
deberíamos llevarlo al médico de inmediato.
Mi corazón da un vuelco.
Cojo a Harper con cuidado de los brazos de Emily y lo miro. Está
pálido y sudando, y su respiración está agitada.
—Has hecho bien. Vamos a llevarlo al médico de inmediato. —Le
devuelvo a Harper a Emily y me dirijo hacia mis trabajadores—. Necesito
que alguien cuide del rancho mientras estamos fuera. Aseguraos de que
todo siga funcionando sin problemas y ayudad al nuevo capataz,
¿entendido?
Los hombres asienten menos dispuestos a hacer chistes, aunque sé que
me tocará dar algunas explicaciones cuando vuelva.
Emily y yo nos dirigimos rápidamente hacia mi camioneta, donde
colocamos a Harper en su asiento de seguridad, que resulta ser el capazo
con el que mi hermano lo dejó en la puerta de mi casa, menos mal que tuvo
al menos esa decencia.
El trayecto hacia el médico se hace en silencio, excepto por el llanto
intermitente de Harper. Emily está preocupada y yo no puedo evitar
sentirme culpable por no haberme dado cuenta antes de que algo andaba
mal. Miro al pequeño por el espejo retrovisor y desearía poder hacer que se
sintiera mejor con solo un chasquido de dedos.
Finalmente, llegamos a la clínica del pueblo y aparcamos el coche.
Emily lleva a Harper en brazos mientras cruzamos la puerta de la clínica y
nos dirigimos hacia la recepción.
—Es una urgencia, el bebé tiene casi cuarenta de fiebre —le dice Emily
a la recepcionista, cuya mirada de sorpresa no pasa desapercibida.
—¿Son ustedes sus padres? —nos pregunta.
Ambos nos miramos y asiento levemente.
—Sí, somos sus padres —mentimos, no es momento de dar muchas
explicaciones a nuestra compleja situación.
—Está bien, seguro que no es nada grave. Esperen en esa sala, el
médico los atenderá en seguida.
Nos hacen esperar un poco, y mientras lo hacemos, no puedo evitar
sentir que todas las miradas en la sala de espera están puestas en nosotros.
No es algo a lo que esté acostumbrado, pero sé que es el precio a pagar por
vivir en un pueblo pequeño donde todo el mundo parece conocerse.
Finalmente, una enfermera nos llama y nos lleva a una habitación.
Emily coloca a Harper con cuidado en la camilla mientras la enfermera
toma sus signos vitales y hace algunas preguntas sobre sus síntomas. Harper
sigue llorando, y mi impotencia solo aumenta al verlo sufrir.
Finalmente, el médico entra en la habitación y revisa a Harper. Mientras
lo hace, Emily y yo intercambiamos miradas de preocupación.
—Tiene fiebre alta —nos informa el médico—. Vamos a hacerle
algunos análisis para ver si podemos determinar la causa. Mientras tanto, le
recetaré algo para bajarle la fiebre y aliviar su malestar. Han hecho bien en
traerlo, son ustedes unos buenos padres.
Emily se acerca a la camilla y acaricia la mejilla de Harper con ternura.
—Todo va a estar bien, cariño —le susurra con voz suave—. Estamos
aquí contigo.
Mi corazón se llena de gratitud hacia ella en ese momento.
Sé que hemos mentido, que no somos sus verdaderos padres, pero
entiendo a la perfección que el sentimiento de paternidad o maternidad
trasciende los lazos biológicos, y que se encuentra en el amor y cuidado
incondicional que se brinda, independientemente de la sangre que nos una.
Además, Harper es mi sobrino.
El médico finaliza su examen y deja la habitación para preparar la
receta. Mientras tanto, Emily y yo nos quedamos a solas con Harper.
El bebé sigue llorando, pero parece haberse calmado un poco en brazos
de Emily.
—Gracias por traerlo al médico tan rápido —le digo a Emily, mi voz
llena de gratitud—. No sé qué habría hecho sin ti.
Ella me sonríe con ternura y acaricia la mejilla de Harper.
—Somos un equipo, Ethan. Estamos juntos en esto, recuerda. Ya
llevamos una semana y un par de días metidos de lleno en esto.
Asiento con la cabeza, agradecido por sus palabras y su apoyo.
La conexión que siento con Emily se hace más fuerte en momentos
como este, cuando estamos juntos cuidando de Harper.
Finalmente, el médico regresa con la receta y las instrucciones para
cuidar a Harper en casa.
—El pequeño tiene una infección respiratoria leve, no es nada grave y
es bastante común en bebés de su edad.
—¿Se pondrá bien, doctor? —le pregunto.
—Sí, por supuesto, no se preocupe. Necesita medicamentos para la
fiebre y reposo, aunque deberán mantener una atención constante en casa
por si empeora y volverlo a traer si eso sucede.
—Bien, así lo haremos.
—Es uno niño sano, no tienen de qué preocuparse —nos dice
entregándonos la receta con una sonrisa.
Le damos las gracias y salimos de la clínica, con Harper en brazos de
Emily.
Mientras caminamos hacia el coche, siento un nudo en el estómago por
la preocupación.
Una vez que estamos de vuelta en la camioneta, Emily se sienta en el
asiento trasero junto a Harper, que ha dejado de llorar pero sigue
visiblemente incómodo.
Pasamos por la farmacia y conduzco de regreso al rancho en silencio,
pensando en lo afortunado que soy de tener a Emily a mi lado en este
momento.
Cuando llegamos al rancho, Emily y yo nos ocupamos de cuidar a
Harper, siguiendo las indicaciones del médico. A medida que pasa el
tiempo, la fiebre del niño parece ceder un poco, y eso nos da algo de alivio.
Después de un día agotador, Emily y yo nos sentamos en el porche
trasero, viendo la puesta de sol sobre el horizonte. El cielo se tiñe de tonos
cálidos y dorados, y el aire fresco de la noche nos rodea.
—Gracias por estar aquí, Emily —le digo, mirándola con gratitud—.
No sé qué habría hecho sin ti.
Ella me sonríe y coloca una mano en mi brazo.
—Estoy aquí porque quiero estar, Ethan. Ya te he dicho que dejes de
darme las gracias.
Asiento con la cabeza, sabiendo que es cierto. Emily y yo estamos
unidos por esta extraña situación con Harper, y aunque no sé hacia dónde
nos llevará, estoy agradecido de tenerla a mi lado. Por primera vez en
mucho tiempo, no me siento solo.
—Lo sé —respondo con una sonrisa, apreciando su amabilidad y
comprensión.
Mientras la puesta de sol pinta el cielo de colores dorados y
anaranjados, siento una sensación de paz que no había experimentado en
mucho tiempo.
A pesar de la preocupación por Harper, estar aquí con Emily me hace
sentir que todo va a salir bien.
El viento suave del atardecer agita ligeramente nuestras ropas, y
nuestras miradas se encuentran en un momento de silencio compartido. Hay
una conexión especial entre nosotros, algo que va más allá de la amistad, y
aunque no estoy seguro de lo que significa, estoy dispuesto a averiguarlo.
—Creo que deberías quedarte aquí hasta que Harper esté mejor —le
digo de repente, sintiendo la necesidad de su presencia en este momento.
Emily me mira sorprendida, y sus labios se curvan en una sonrisa
tímida.
—¿Estás seguro?
Asiento con determinación. No quiero que Emily se vaya, al menos no
esta noche.
—Sí, estoy seguro. Harper está mejorando, pero sería un alivio saber
que estás aquí si necesitamos algo durante la noche.
Ella asiente con gratitud, y puedo ver en sus ojos que aprecia mi gesto y
que para ella quedarse con nosotros también supone un alivio.
—Está bien, me quedaré. Pero solo si me prometes que intentarás
descansar un poco, Ethan.
Sonrío ante su preocupación.
—Lo intentaré, te lo prometo.
Nos quedamos en silencio, disfrutando de la tranquilidad del momento.
La noche cae lentamente sobre el rancho y Emily, está aquí conmigo.
24
EMILY

La noche se cierne sobre el rancho de Ethan, y tras un día agotador


cuidando a Harper, la fatiga se apodera de mí.
Miro a Ethan mientras sigo sosteniendo a Harper en mis brazos.
Aunque el bebé se encuentra más tranquilo después, sigue necesitando
nuestra atención constante.
—Ethan, deberíamos irnos a dormir. Harper necesita descansar, y
nosotros también —le digo en voz baja, tratando de no interrumpir el tenue
silencio del salón y no alterar al bebé.
Él asiente con cansancio, y ambos nos levantamos del sofá con cuidado.
Harper ha estado en duermevela sobre los brazos de Emily, pero sé que
necesitamos estar cerca en caso de que despierte.
—Tienes razón. Pero tú deberías irte a descansar a mi habitación, yo me
quedaré aquí en el sofá —me dice, mirándome con una mezcla de gratitud y
preocupación.
Lo miro con sorpresa y luego sacudo la cabeza.
—Ethan, no es necesario. Somos amigos y hemos compartido tantas
cosas juntos en estos días. No me importa dormir en la misma cama, no
pasa nada.
A lo largo de esta semana que ha transcurrido, mi atracción por Ethan
ha ido en constante aumento.
Cada día que compartimos, siento que me adentro más en sus encantos,
pero también soy consciente de que no puedo permitirme dejarme llevar
como si fuera una adolescente deslumbrada.
Todavía tengo muchos asuntos pendientes por resolver en mi vida, y no
puedo permitir que un enamoramiento tonto nuble mi juicio.
He aprendido a ser cautelosa y a protegerme, y no voy a dejar que las
emociones me arrastren sin pensar en las consecuencias.
Sin embargo, no puedo negar que estar cerca de Ethan me llena de
alegría y emoción. Cada gesto suyo, cada palabra compartida, me hace
sentir viva de una manera que nunca antes había experimentado.
Él parece titubear por un momento antes de asentir lentamente.
Sonrío y le doy un suave golpe en el brazo.
—No te preocupes, seré silenciosa como un ratón. Ve a descansar, lo
necesitas tanto como yo.
Ethan se dirige a su habitación y yo lo sigo, cargando a Harper con
cuidado. La habitación está iluminada por una suave luz de la lámpara de
noche, y la cama se ve acogedora y tentadora, tanto o más que la primera
vez que dormí aquí con Harper.
Ethan empieza a prepararse para dormir en el sofá, pero lo detengo
sorprendida.
—Ethan, en serio, no tienes por qué dormir en el sofá. La cama es lo
suficientemente grande para los dos, y, además, es más cómoda.
Él parece dudar un momento, pero luego sonríe cansinamente.
—Lo siento, sé que he asentido y que tienes razón. No tiene sentido que
duerma en el sofá, además, estoy roto.
—Sé que tienes un trabajo duro y que llevas mucha preocupación sobre
los hombros, de verdad que no me importa. Además, ya he dormido una vez
en esta cama, ¿recuerdas? Sé que es muy cómoda, pero eso sí, no lo hagas
desnudo.
Ethan sonríe con la boca torcida y yo me río por lo bajo. Harper ya se
ha quedado dormido del todo y lo dejo en su cunita.
Nos preparamos para la cama en silencio, y cuando finalmente nos
acostamos, estoy sorprendida por lo cómoda y relajada que me siento. Hace
mucho que no duermo con un hombre, y mucho menos con uno de este
calibre.
Escucho a Ethan suspirar aliviado y murmurar un agradecimiento por
tenerme aquí.
—Prométeme una cosa, Ethan. Y te juro que, si no lo haces, me levanto
y me voy a mi casa para siempre.
Noto que se gira hacia mí, quedando su cara frente a la mía.
—¿Qué necesitas que te prometa? No voy a tocarte ni a aprovecharme
de esta situación, no soy esa clase de tío, ¿sabes?
Mi corazón late con fuerza, y mi aliento se entrecorta cuando siento su
cercanía. Estamos a centímetros de distancia, y su aliento cálido acaricia mi
piel. Una parte de mí, la más audaz, desea que sus labios se acerquen a los
míos.
—No es eso, ya sé que no soy el tipo de mujer a la que querrías tener en
tu cama —me atrevo a decir en un intento silencioso de descubrir si a él le
gusto del mismo modo que él me gusta a mí.
—¿Por qué dices eso? —me susurra, su voz ronca y profunda, mientras
sus ojos azules parecen explorar los míos con intensidad.
Nuestra cercanía se vuelve aún más palpable, y mi cuerpo responde con
un hormigueo inconfundible.
—No es que me considere fea ni nada por el estilo, es solo que un tipo
como tú debe de tener a muchas mujeres despampanantes a sus pies cada
día.
Ethan se queda en silencio por un momento, y puedo ver la reflexión en
sus ojos.
—¿Qué te hace pensar que no eres despampanante? —susurra mientras
su mano se desliza suavemente por mi mejilla, y mi piel se estremece ante
su tacto.
—Soy flacucha, mi pelo no es gran cosa… soy, lo que se dice, una
mujer que pasa desapercibida.
—¿Desapercibida tú? —ahoga una carcajada.
Nuestra proximidad es abrumadora, y me encuentro perdida en su
mirada. No sé cómo ha sucedido, pero siento que el mundo exterior ha
desaparecido, y solo existimos él y yo en este momento.
—No te rías de mí y mis inseguridades.
—Me río contigo y de esas inseguridades absurdas que tienes. Emily,
eres hermosa por dentro y por fuera. Si supieras… —murmura antes de
inclinarse lentamente hacia mí.
La tensión en el aire es palpable mientras permanecemos inmóviles en
medio de la penumbra. Sus ojos, intensos y profundos, se mantienen fijos
en los míos, atrapándome en un momento que parece congelado en el
tiempo. En este instante, siento un suspiro escapar de sus labios, un suspiro
que parece transmitir una mezcla de deseo y anhelo.
Mi mente lucha contra mis emociones en un frenesí de confusión.
Me he prometido a mí misma que no permitiré que esto suceda, que
mantendré las cosas bajo control.
Sin embargo, algo en su cercanía, en la forma en que su aliento acaricia
mi piel, me está haciendo cuestionar esa decisión.
Un impulso urgente me insta a detenerlo, a apartarme antes de que sea
demasiado tarde. Sé que esto podría cambiarlo todo, que un beso podría
abrir la puerta a un territorio desconocido. Pero mis labios permanecen
inmóviles, como si tuvieran una mente propia, ansiosos por conocer los
suyos.
Él se inclina un poco más cerca, sus labios casi rozando los míos.
Cada parte de mi ser está alerta, mi corazón late con fuerza, y una
chispa eléctrica parece recorrer mi cuerpo. Pero algo más profundo, algo
que está enterrado en el fondo de mi ser, me dice que me deje llevar, que
permita que esto suceda.
Entonces, nuestros labios se encuentran en un beso suave pero
apasionado.
Es como si el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor y solo
existiéramos nosotros dos.
La resistencia que sentía antes se desvanece, reemplazada por una
intensa necesidad.
Mientras nos besamos, sé que no quiero que esto se detenga.
En el fondo de mi ser, he deseado este momento más de lo que estoy
dispuesta a admitir. A pesar de mis dudas y temores, he llegado a este punto
porque en el fondo de mi corazón, quiero que esto suceda.
Sus labios son cálidos y demandantes, y siento una corriente eléctrica
recorrer mi cuerpo mientras nuestros cuerpos se acercan aún más.
Mi mente se nubla con el deseo, y no puedo evitar responder a su beso
con pasión.
Nuestras manos empiezan a explorar los contornos de nuestros cuerpos,
y el calor entre nosotros se intensifica.
Ethan me abraza con ternura mientras sus labios se deslizan por mi
cuello, enviando escalofríos por mi espalda. Cada caricia, cada beso, es un
fuego ardiente que nos consume a ambos.
En este momento, no somos amigos cuidando de un bebé.
Somos dos personas que se han encontrado en medio de la oscuridad,
buscando consuelo y pasión en los brazos del otro.
Nuestros cuerpos se entrelazan en la penumbra de la habitación, y el
deseo se desborda entre nosotros como una fuerza imparable.
La pasión arde con cada caricia, y nuestros labios se encuentran de
nuevo en un beso ardiente y apasionado hasta que nos quedamos sin
oxígeno y nos obligamos a separarnos.
—Emily, no puedo creer lo que acaba de suceder, hace un momento te
he dicho que no esa clase de tío y… —murmura Ethan, su voz llena de
sorpresa.
—En cierto modo yo he querido provocar esto. Aunque en realidad
quería que me prometieras que no volverías a decirme: gracias, me hace
sentir incómoda.
—Lo siento, es que no puedo evitarlo, y no solo porque estés
ayudándome con Harper, es por muchas otras cosas más.
—¿Qué…? —el llanto del bebé interrumpe nuestro momento. Quería
preguntarle qué otras cosas podría él agradecerme.
Ambos nos levantamos como un resorte, pero le indico con las manos a
Ethan que me deje a mí.
—Será mejor que vaya abajo con él, necesitas descansar. La noche va a
ser larga. Ya hablaremos de esto en otro momento.
—Gra… —intenta decir, pero mi mirada reprobatoria lo hace frenar en
seco—. Está bien —dice finalmente.
Bajo las escaleras en silencio, con el llanto de Harper resonando en mis
oídos.
Mientras lo sostengo en mis brazos, me doy cuenta de que lo que acaba
de suceder entre Ethan y yo.
«¿Qué diablos has hecho, Emily Summers?».
No es propio de mí utilizar la vulnerabilidad de alguien de esa manera,
y menos aún de alguien como él, que confía en mí para cuidar de su
sobrino.
Me siento culpable y confundida por la mezcla de emociones que acabo
de experimentar. Ha habido pasión y deseo, pero también hay
arrepentimiento y remordimiento en mi corazón. Hay un bebé al que han
abandonado y yo estoy pensado con la entrepierna en vez de con la cabeza.
Cuando llego a la sala de estar con Harper en brazos, intento calmarlo,
meciéndolo suavemente y susurrándole palabras de consuelo. El bebé se
tranquiliza lentamente, y sus llantos se convierten en sollozos antes de que
finalmente vuelva a dormirse.
Me siento en el sofá con Harper en brazos, acariciando su cabecita con
ternura mientras reflexiono sobre lo que ha pasado. No puedo permitir que
esto afecte nuestra amistad y la confianza que Ethan ha depositado en mí.
Cuando regreso a la habitación, Ethan está tumbado en la cama,
mirando el techo en silencio. Su expresión es difícil de descifrar, pero
puedo ver una mezcla de emociones en sus ojos.
—Lo siento, Ethan —digo con sinceridad—. No debería haber
permitido que esto sucediera. Ha sido un error… yo…
Él se gira hacia mí, y puedo ver la tristeza en su mirada.
—No te preocupes, Emily. Yo también he sido parte de esto, no es culpa
de nadie. Solo somos dos seres humanos que se han dejado llevar por el
momento. Ambos estamos cansados y no hemos comido bien en todo el día,
estamos algo vulnerables.
Me siento aliviada por sus palabras, pero sé que esto no se puede dejar
de lado tan fácilmente.
—De todas formas, deberíamos hablar de esto en algún momento,
cuando las cosas se calmen un poco —le propongo.
Ethan asiente con la cabeza, y aunque su expresión es seria, también
hay un destello de esperanza en sus ojos.
—Tienes razón, siempre la tienes. Tenemos mucho de qué hablar.
Terminamos la conversación en silencio, y tengo un nudo enorme en el
estómago.
La noche continúa, pero esta vez, el peso de nuestras acciones se cierne
sobre nosotros porque una cosa es segura: las cosas han cambiado entre
Ethan y yo.
25
ETHAN

Estoy en el rancho, rodeado de la rutina de trabajo, intentando


mantenerme ocupado y concentrado en las tareas del día.
El sol brilla en el cielo y el aire fresco del campo me llena los
pulmones, pero no puedo evitar sentir una punzada en el corazón.
Esta mañana, cuando me desperté y la vi allí, en mi cama, dormida y
tranquila, algo dentro de mí cambió.
Fue como si un torrente de emociones y pensamientos se desencadenara
de repente.
Harper también dormía plácidamente en su cuna, los medicamentos
hicieron su trabajo y el bebé parecía encontrarse mejor.
La imagen de Emily durmiendo pacíficamente se ha quedado grabada
en mi mente, y no puedo dejar de pensar en ella.
La vulnerabilidad que mostró la noche anterior, la pasión que
compartimos, todo ello sigue rondando en mi cabeza.
No puedo evitar preguntarme qué significa todo esto, qué estamos
haciendo y hacia dónde nos dirigimos.
Las dudas me atormentan, pero también una sensación de deseo y
anhelo que no puedo ignorar.
A medida que avanzo por el rancho, supervisando las tareas de los
trabajadores, mi mente sigue divagando hacia ella.
No puedo evitar recordar su mirada, su tacto, la forma en que sus labios
se encontraron con los míos.
Me siento dividido entre la necesidad de enfrentar lo que siento y el
temor a las consecuencias.
No sé qué está pasando entre nosotros, no sé si esto es solo un momento
fugaz o algo más profundo. Pero una cosa es segura: algo ha cambiado.
El rancho que solía ser mi refugio ahora se ha convertido en un lugar
lleno de preguntas sin respuesta.
Mientras observo el horizonte y el ganado pastando en los campos, me
doy cuenta de que no puedo huir de lo que siento.
Me siento confundido y preocupado.
Emily es una mujer increíble, una amiga en la que confío para cuidar de
Harper, y no puedo permitir que lo que sucedió afecte nuestra relación.
Pero, al mismo tiempo, no puedo negar que siento una conexión profunda
con ella, una atracción que va más allá de la amistad.
Mis miedos se mezclan con mis deseos.
Tengo miedo de arruinar nuestra amistad, de hacerla sentir incómoda o
herirla de alguna manera. Pero también tengo miedo de enfrentar la realidad
de lo que siento por ella, de permitirme abrir mi corazón a la posibilidad de
una relación.
Por ahora, lo único que puedo hacer es enfrentar el día y tratar de
encontrar la claridad en medio de la confusión.
A medida que el sol se eleva en el cielo y la mañana avanza, siento que
estoy en medio de un torbellino de emociones y decisiones difíciles.
El futuro es incierto, y no estoy seguro de cómo navegar por él.
26
EMILY

He pasado la mañana cuidando de Harper, dándole de comer,


cambiándole los pañales y asegurándome de que estuviera cómodo y feliz.
Llamé a primera hora a la consulta médica para informarles de su
mejoría y me tranquilizó saber que el médico estaba satisfecho con su
progreso.
A medida que lo sostenía en mis brazos, me daba cuenta de lo profundo
que había sido mi compromiso en esta extraña situación con Ethan.
A pesar de las dudas y los sentimientos encontrados que había
experimentado, no podía negar que algo entre Ethan y yo había cambiado.
La pasión que compartimos la noche anterior me había dejado con un
torbellino de emociones, y no sabía cómo abordar la situación.
En un momento dado, mientras Harper dormía plácidamente en su cuna,
me encontré sola en la habitación, perdida en mis pensamientos.
Sabía que tenía que enfrentar la conversación pendiente con Ethan,
hablar sobre lo que había sucedido y lo que eso significaba para ambos.
Pero también sabía que no podía hacerlo en ese momento, no con el bebé en
medio de todo.
Ahora, mientras observo a Harper dormir de nuevo, soy consciente que
esta experiencia estaba cambiando mi vida de maneras que ni siquiera podía
imaginar.
No solo estoy cuidando de un bebé que no es mío, sino que también
estaba lidiando con sentimientos que creía que nunca más volvería a
experimentar.
La incertidumbre sobre el futuro y mis sentimientos hacia Ethan son
abrumadores, pero sé que no puedo dar marcha atrás.
He cruzado un umbral sin retorno, y tengo que encontrar la manera de
lidiar con todo esto.
Mientras tanto, tengo que seguir cuidando de Harper, disfrutando de
cada sonrisa y risa que me regala.
Sé que, pase lo que pase, mi compromiso con su bienestar es
innegociable, y haré todo lo que esté a mi alcance.
Escucho el sonido de la puerta principal al abrirse y cerrarse mientras
estoy en la habitación.
Sé que es Ethan, ha vuelto del rancho y ahora está en la casa.
Siento un nudo en el estómago, y mi mente se llena de pensamientos
sobre la noche anterior y nuestras conversaciones pendientes.
Bajo las escaleras con cuidado, preocupada por cómo abordar la
situación con él.
Cuando llego al salón, lo encuentro sentado en el sofá, mirando
fijamente al frente como si estuviera perdido en sus pensamientos.
La tensión en la habitación es palpable.
—Hola, Emily —me saluda cuando me ve entrar.
—Hola, Ethan —respondo, intentando parecer lo más tranquila posible.
Me acerco a él y noto que está preocupado.
Me mira con una expresión ansiosa y llena de interrogantes.
—¿Cómo está Harper? ¿Ha mejorado?
Asiento con una sonrisa tranquilizadora.
—Sí, el médico dijo que está mejorando. La fiebre ha bajado y parece
estar más cómodo.
Ethan suspira aliviado, pero aún parece nervioso. Decido abordar el
tema directamente.
—Ethan, tenemos que hablar de lo que sucedió la noche anterior.
Él asiente, y puedo ver la preocupación en sus ojos.
—Sí, lo sé.
—Fue un momento impulsivo, y entiendo que ambos estábamos bajo
mucha presión, pero...
Él asiente de nuevo y suspira, pasándose una mano por el cabello.
—Sí, fue un error, y no debería haber sucedido.
Ethan me mira a los ojos, y puedo ver la confusión en su rostro.
Me muerdo el labio inferior, luchando contra mis propios sentimientos
contradictorios.
Estoy tentada a decirle que no lo fue, que para mí no es un error, que
me gusta, que me encanta pasar tiempo con él y Harper, que poco a poco
toda esta situación me está sacando del pozo en el que estaba metida, pero,
me limito a asentir.
Puede que, para él, efectivamente, haya sido un error.
—Eso es lo que hace que esta situación sea aún más complicada.
Ethan se levanta del sofá y se acerca a mí, mirándome intensamente.
—¿Qué debemos hacer entonces? —me pregunta.
Respiro profundamente antes de responder.
—Creo que lo mejor para Harper es que yo vuelva a mi casa. Está
bastante mejor y ya está dormido y tranquilo. No podemos permitir que
nuestras emociones interfieran en su bienestar.
Ethan asiente, aunque parece afectado por la decisión.
Nos quedamos en silencio por un momento, ambos sabiendo que esta
conversación no ha resuelto nada, pero al menos nos ha ayudado a aclarar
nuestras intenciones.
Me dirijo hacia la puerta, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza.
—Mañana vendré lo antes posible, mi compromiso para con Harper
sigue en pie. Pero por favor, haz todo lo posible para encontrar a tu
hermano.
—Lo haré —es lo único que me dice cuando la puerta se cierra tras de
mí.
Mientras camino de regreso a mi casa, siento un torbellino de
emociones en mi interior.
Mi pasado amoroso, marcado por la traición de Will, aún se encuentra
muy presente en mi vida.
Su engaño y ocultamiento de sus acciones fraudulentas en el laboratorio
farmacéutico en el que trabajábamos, dejaron una herida profunda en mí,
una herida que no sé si alguna vez sanará por completo.
Aquella experiencia me dejó con una sensación constante de
inestabilidad y una falta de confianza en los hombres.
La traición de Will fue un golpe devastador que me hizo dudar de la
sinceridad y lealtad de cualquier hombre que se cruzara en mi camino.
Me prometí a mí misma que no volvería a permitir que alguien me
hiriera de esa manera y, al actuar de manera tan impulsiva y apasionada con
Ethan, siento que estoy caminando por un terreno peligroso.
Mi deseo por él es innegable, pero también sé que abrir mi corazón de
nuevo podría reavivar esa herida que tanto he luchado por cerrar.
La confusión y los sentimientos encontrados me atormentan, pero por el
bien de Harper y mi propia salud mental, siento que alejarme es la única
opción sensata por ahora.
27
ETHAN

Emily ha llegado temprano.


Al entrar, la atmósfera se carga de tensión.
Intentamos no cruzar más palabras de las necesarias: unos buenos días y
una breve conversación sobre cómo está el bebé.
Nos miramos en silencio durante unos segundos, como si nuestras
miradas pudieran comunicar más de lo que las palabras pueden expresar.
Aunque nuestras miradas compartían ese entendimiento profundo, no
podía evitar sentir una punzada de dolor en mi interior.
Cuando le dije a Emily que lo que había ocurrido entre nosotros era un
error, había albergado una pequeña esperanza de que ella lo negara, de que
dijera que no lo era. Pero sus palabras fueron claras, y en ese momento, me
sentía dolido por la frialdad con las que las había pronunciado: «Por favor,
haz todo lo posible para encontrar a tu hermano».
Sé que tiene razón, que nuestra situación es complicada y que quizá no
era el momento adecuado para este tipo de distracciones, pero, aun así, hay
algo en mí que desea que sea diferente. Aunque ese es el problema, solo yo
lo quiero.
Soy yo quien finalmente rompe el silencio, diciendo con determinación:
—Haré todo lo posible por encontrar a mi hermano Graham y terminar
con esto cuanto antes.
—No quiero que te sientas presionado de ninguna manera. Me refiero a
que entiendo que no te llevas bien con él… a que… —Niego con la cabeza,
no sé ni lo que digo—. Déjalo, haz lo que tengas que hacer, Ethan.
Le dedico una sonrisa forzada y luego me dirijo hacia la puerta.
—Tengo que volver al rancho. Hay mucho trabajo que hacer y no puedo
permitirme quedarme aquí todo el día.
Emily asiente nuevamente y se queda en silencio mientras me alejo.
Puedo sentir su mirada en mi espalda mientras lo hago, y aunque me
duela la frialdad con la que trató lo que pasó entre nosotros, sé que es lo
correcto en este momento.
Tenemos asuntos más importantes que atender, y es mejor mantenernos
enfocados en eso.
Mientras vuelvo al rancho, mi mente está llena de pensamientos y
emociones encontradas.
Mi prioridad debe ser encontrar a Graham y resolver esta situación de
una vez por todas.
28
ETHAN
Cuatro días después…

Me encuentro en mi oficina revisando algunos documentos cuando mi


nuevo capataz, Mike, entra en la habitación.
Mike ha estado trabajando en el rancho durante unas semanas y se ha
adaptado sorprendentemente bien a su nuevo rol.
Levanto la mirada y lo saludo con una sonrisa.
—Buenos días, Mike. ¿Cómo va todo por el rancho?
Mike responde con entusiasmo.
—Buenos días, jefe. Todo marcha sobre ruedas. Hemos estado
ocupados con las tareas habituales y los trabajadores se han acostumbrado a
mi liderazgo.
Me satisface escuchar sus palabras.
—Me alegra escuchar eso. ¿Hay algo que necesitas o que quieras
discutir?
—En realidad, tenía un par de ideas para mejorar la eficiencia en el
manejo del ganado en el corral principal. Creo que podríamos hacer algunos
ajustes en la disposición de las vallas y la forma en que organizamos el
trabajo.
Asiento, mostrándome receptivo a sus sugerencias.
—Adelante, estoy dispuesto a escuchar tus ideas. La eficiencia en el
rancho es fundamental, y si tienes propuestas para mejorarla, estoy abierto a
implementar cambios.
Cuando Mike está a punto de comenzar a hablar sobre sus ideas para
mejorar la eficiencia en el manejo del ganado, el sheriff Johnson irrumpe en
la oficina del rancho de forma abrupta.
—Ethan Brooks, me han dicho que andabas buscándome, pero he
estado ocupado estos días en unos asuntos que creo que te interesan.
Miro a Mike y le pido que nos deje a solas.
Este asiente y se retira, dejándonos a solas en la oficina.
—Siéntese y dígame —le digo al sheriff.
—Ya sé dónde está tu hermano y me temo que no es un resort en las
Bahamas —me responde con seriedad.
—¿A qué se refiere? —pregunto con preocupación.
—A que está en la cárcel de Sedgwick desde hace un año, y le quedan
un par más para salir de allí —me dice, y siento como si el mundo se
detuviera.
—¿Por qué lo han encerrado? —pregunto, mi mente llena de confusión
y ansiedad.
El sheriff suspira y me cuenta la verdad sobre Graham, una verdad que
me golpea como un puñetazo en el estómago.
Mi hermano está cumpliendo una condena por tráfico de drogas, algo
que nunca habría imaginado.
Me siento traicionado y devastado por la noticia.
Las palabras del sheriff resuenan en mi cabeza, y mi corazón late con
fuerza mientras intento procesar la información que acabo de recibir.
—Necesito hablar con él, verlo. ¿Puedo hacerlo? —pregunto con
urgencia.
Si mi hermano Graham ha estado en la cárcel durante un año, eso
significa que no puede ser el padre de Harper.
La cronología simplemente no encaja, por lo menos no en la que me he
montado en mi cabeza.
La noticia es impactante y desconcertante, y siento que el suelo se
desmorona bajo mis pies.
He estado tan seguro de que Harper es mi sobrino, de que estoy
cuidando al hijo de mi hermano.
He dedicado tiempo, esfuerzo y amor a ese pequeño, convencido de que
es parte de mi familia.
Y ahora, todo eso se tambalea.
Mientras me devano los sesos tratando de encontrar una explicación
lógica, un nudo se forma en mi garganta.
Si Harper no es hijo de mi hermano, ¿quiénes son sus verdaderos padres
y por qué lo dejaron en la puerta de mi casa? ¿Se apellida realmente
Brooks?
—Si quieres, puedo organizarte una visita a la cárcel para que puedas
hablar con tu hermano y obtener más detalles sobre su situación.
—Sí, quiero hablar con Graham.
—Por otro lado…—El sheriff me mira ceñudo un momento—la señora
Bryan va contando que alojas a un bebé en tu casa y que una tal Emily
Summers te hace de niñera. ¿Es eso cierto?
La pregunta del sheriff sobre Harper me pone nervioso.
Aunque sé que lo correcto, después de enterarme de la situación con mi
hermano, sería contarle la verdad y dejar que la policía se encargue de
encontrar a su familia, siento una punzada de angustia al pensar en la
posibilidad de separarme del pequeño al que le he cogido tanto cariño.
Sé que debo enfrentar la situación con honestidad, pero la idea de
perder a Harper me aterra.
Se ha convertido en una parte fundamental de mi vida, y la idea de
separarme de él parece insoportable.
La decisión de qué hacer con respecto a Harper pesa sobre mí como una
losa, y me doy cuenta de que estoy en un dilema moral complicado.
Por un lado, está la lealtad a mi hermano y la necesidad de descubrir la
verdad, pero por otro, siento una fuerte conexión con el niño y una
responsabilidad que no estoy dispuesto a dejar de lado fácilmente.
—Así es, ¿hay algún problema con eso? —intento parecer sosegado.
—No, pero me sorprende que sea el hijo de un familiar tuyo, creía que
no te quedaba familia a parte del impresentable de tu hermano.
—Una prima lejana en Canadá, ha tenido que viajar por trabajo, es
madre soltera. ¿Alguna pregunta más?
—¿Te incomoda hablar del tema, Brooks? —el sheriff parece
desconfiado.
—No, simplemente no entiendo por qué debo dar tantas explicaciones
sobre mi familia.
—Nadie te las ha pedido de manera forzada, solo estaba comentándolo
por mera curiosidad. —Parece estar estudiando mis reacciones.
—Pues espero que mi respuesta haya aclarado sus dudas.
—Podría decirse que sí, así que será mejor que me vaya. Te informaré
lo antes posible sobre esa visita a la cárcel, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, gracias sheriff.
El sheriff se marcha, aparentemente satisfecho con mi explicación. Pero
en el fondo, sé que no se ha ido del todo convencido.
La conversación me ha dejado un sabor amargo en la boca, y las
implicaciones de lo que acabo de descubrir pesan sobre mis hombros como
una carga insoportable.
29
EMILY

Desde que Harper llegó a nuestras vidas, todo ha cambiado


drásticamente.
Y aunque este bebé representa un enigma que desafía mi entendimiento,
también ha sido un recordatorio constante de que las cosas más importantes
de la vida no siempre se pueden explicar o prever.
Los últimos días han sido extraños.
A pesar de que Ethan y yo compartimos la responsabilidad de cuidar a
Harper, nuestra relación se ha enfriado.
Sé que es mi elección llevarme a Harper a casa conmigo por las
mañanas. En mi terreno, siento que tengo más control sobre el entorno y
puedo cuidar mejor de él, pero también estoy tratando de entender por qué
siento que necesito espacio cuando hace apenas unos días, lo que llenaba la
soledad y me hacía feliz era compartir todas estas cosas con Ethan.
Nuestra noche juntos, en la que las chispas de pasión surgieron, solo
sirvió para complicar aún más las cosas. Después de esa experiencia, ambos
paremos incómodos y confundido.
La barrera que había mantenido nuestras emociones a raya se había
debilitado, y enfrentábamos la realidad de que podríamos sentir algo el uno
por el otro.
Mi mente ha estado dando vueltas desde entonces, recordando mi
pasado y mi corazón roto.
Will, me dejó una herida profunda que sigo llevando conmigo. Por eso,
lo que ocurrió con Ethan me desconcierta y me asusta.
Estoy intentando protegerme, incluso si eso significa alejarme de
alguien que podría ser más importante de lo que jamás había imaginado.
Mientras Harper duerme plácidamente en su carrito, me siento en el
porche de mi casa y reflexiono sobre todo lo que ha sucedido.
Mi corazón está dividido entre el miedo a abrirme a alguien nuevo, y la
posibilidad de que Ethan sea mucho más que un simple vecino por cómo
me siento.
El sonido de mi teléfono rompe mis pensamientos y me sobresalta. Es
un mensaje de Ethan.
Ethan: ¿Cómo va el día con Harper?.
Sus palabras me hacen sentir apreciada y valorada, pero también me
recuerdan que la distancia entre nosotros está creciendo.
Le contesto rápidamente.
Últimamente nuestras conversaciones se basan en saber cómo está el
niño.
Yo: Bien, muy bien, ahora está durmiendo, ya sabes come y duerme
como cualquier bebé.
Ethan: En realidad me gustaría hablar contigo de otra cosa.
Yo: ¿De qué se trata?
Después de enviar mi respuesta a Ethan, me siento ansiosa y
expectante. La idea de que quiera retomar la conversación pendiente sobre
lo que pasó en su cama me asusta.
Ethan: Es mejor que lo hablemos en persona, es importante y muy
serio.
Yo: Está bien, cuando vengas a recoger a Harper podemos hablar.
Ethan: Es urgente, ¿puedo ir ahora?
Cuando Ethan menciona que es urgente y pregunta si puede venir de
inmediato, mi nerviosismo se intensifica. ¿Qué podría ser tan urgente que
no pueda esperar a que venga a recoger a Harper como de costumbre?
El misterio que rodea a su mensaje me hace sentir vulnerable y
expectante.
Yo: Claro, aquí te espero.
A medida que el tiempo pasa y se acerca la llegada de Ethan, siento una
mezcla de emociones revoloteando en mi interior.
La cercanía de su presencia despierta una serie de sentimientos
encontrados que me confunden y me hacen cuestionar mis propias
emociones.
Me pregunto si será capaz de leer mis pensamientos y emociones, si
notará mi nerviosismo o si podrá sentir la tensión en el aire cuando
finalmente estemos cara a cara. Aunque quiero estar cerca de él porque hay
algo en su presencia que me hace sentir segura, como si estuviera protegida
y cuidada, también me asusta lo que pueda suceder entre nosotros, y en
cierto modo, la distancia que parecía haberse creado entre nosotros me
mantiene a salvo.
Cuando finalmente aparece en mi puerta, no puedo evitar quedarme
sorprendida por su apariencia.
La luz del sol acaricia sus facciones, resaltando la rudeza y la fortaleza
en su rostro.
Sus músculos tensos, resultado de años de trabajo duro en el rancho, se
definen bajo su camiseta.
Me doy cuenta de lo guapo que es, de cómo su aspecto áspero y
masculino se combina a la perfección con el entorno rural en el que vive.
Sus ojos claros, bañados por los cálidos rayos del sol, me miran con
intensidad.
Esos ojos, que a veces reflejan una seriedad impenetrable, en este
momento parecen suavizarse con la luz dorada del atardecer.
Cada rasgo en su rostro, desde sus cejas ceñidas hasta su mandíbula
cuadrada, parece tallado con precisión, creando un conjunto armonioso que
me deja sin aliento.
Es como si la luz del sol hiciera resplandecer su atractivo natural, y no
puedo evitar apreciar la belleza de este hombre frente a mí.
Su presencia llena mi puerta con una magnetismo que me hace sentir
atraída hacia él, y mi corazón comienza a latir con fuerza mientras espero a
escuchar lo que necesita decirme.
30
ETHAN

Cuando Emily se acerca a mí en el porche de su casa, no puedo evitar


sentir una oleada de admiración.
Su cabello cobrizo cae en suaves ondas sobre sus hombros, brillando
bajo la luz del sol de la tarde.
Sus ojos centellean con una chispa de inteligencia y determinación, y
sus labios rosados se curvan en una sonrisa amigable.
Las facciones de Emily son suaves y delicadas, y su mirada tiene un
brillo especial que ilumina su rostro.
A pesar de la sencillez de su apariencia, su belleza es innegable.
No puedo evitarlo, cada vez que la veo, mi corazón late un poco más
rápido.
Aunque nuestras vidas están enredadas en una maraña de misterio y
complicaciones, no puedo evitar admirar la belleza que Emily irradia en
este momento, mientras me mira con esos ojos que parecen ver más allá de
la superficie.
¡Diablos, cómo la he echado de menos esta cercanía!
—Hola, Ethan. ¿Cómo ha ido tu día?
—Ha sido un día ocupado en el rancho, como siempre. Pero eso no es
lo que quiero hablar contigo.
—Entiendo. Has dicho que era importante y urgente. ¿Qué pasa?
—Es sobre Harper. Tengo noticias poco alentadoras.
—¿Qué pasa, Ethan? —pregunta visiblemente preocupada.
—El sheriff me ha informado de que mi hermano, Graham, lleva un año
en la cárcel de Sedgwick. Eso significa que no puede ser el padre de Harper.
—¿Qué? ¿Estás seguro de eso?
—Sí, el sheriff lo confirmó. Graham está encerrado desde antes de que
Harper naciera. No hay forma de que sea su padre biológico.
Emily está pensativa.
—Es extraño... No sabemos si tu hermano tuvo algún encuentro casual
o algo por el estilo dentro la cárcel o poco antes de ser arrestado, teniendo
en cuenta que Harper tiene alrededor de tres meses, y si tu hermano lleva un
año en la cárcel, las cuentas salen perfectamente. Además, en la nota que
dejaron no mencionaba nada sobre la madre. Fuiste tú el que supuso que esa
mujer estaba muerta.
—Es cierto, la nota no decía nada sobre la madre. Pero, ¿qué persona
abandonaría a su hijo de esa manera?
—No lo sé, Ethan. Tal vez haya circunstancias que desconocemos. Lo
importante ahora es cuidar de Harper y asegurarnos de que esté bien
mientras averiguas algo más.
—El sheriff va a concretarme una visita a la cárcel de Sedgwick para
hablar con mi hermano. Pero hay algo más.
Ambos compartimos una mirada de complicidad en silencio que acaba
por ponerla de los nervios.
—Suéltalo de una vez, Ethan —me dice presa de la ansiedad.
—El sheriff se ha interesado demasiado por el bebé, creo que sospecha
algo.
—¿Algo? Nosotros no estamos haciendo nada malo, Harper es tu
sobrino, no tienes que darle tantas explicaciones a nadie por esto. —Emily
se cruza de brazos ceñuda.
—Pero ¿y si no lo es? ¿Y si estamos cuidando al hijo de una persona
que está buscando a su hijo?
—En ese caso, habría que buscar al gracioso o graciosa que lo dejó en
la puerta de tu casa con una nota que decía que era un Brooks, no a
nosotros.
—Me preocupa que averigüen algo por su cuenta y se lo lleven sin que
podamos aclarar la verdad sobre él y se nos acuse de algo que no hemos
hecho.
—Nadie va a llevárselo, Ethan, y ten por seguro que nosotros no
estamos haciendo nada malo.
—Me preocupa haberte metido en un lío, Emily. Debía haber llamado a
la policía ese día y o involucrarte de esta manera.
Emily suspira, tratando de calmar mi inquietud mientras me mira a los
ojos con determinación.
—Ethan, escucha, no importa cómo llegó el bebé a nuestras vidas. Lo
importante es que lo estamos cuidando y protegiendo. No estamos haciendo
nada malo, y no voy a dejar que nadie te haga sentir culpable por hacer lo
correcto. A veces, las circunstancias nos llevan por caminos inesperados, y
estamos haciéndolo lo mejor que podemos.
Asiento, aunque todavía me siento preocupado.
—Solo quiero asegurarme de que estemos haciendo lo correcto y de que
Harper esté a salvo.
Emily me sonríe con cariño y toma mi mano.
—Vamos a averiguar la verdad y asegurarnos de que Harper esté en
buenas manos. No importa lo que descubramos, lo enfrentaremos juntos,
¿de acuerdo?
El roce de la mano de Emily en la mía envía un escalofrío a lo largo de
mi brazo y hace que mi corazón lata un poco más rápido, obligándome a
deshacerme del agarre.
La expresión de Emily cambia, y puedo ver un destello de decepción en
sus ojos.
Me siento fatal al darme cuenta de que, en realidad, me encantaría
retomar lo que dejamos a medias en mi cama.
Un deseo profundo de cogerla entre mis brazos, besarla
apasionadamente y llevarla adentro de la casa para hacer el amor hasta que
ambos quedemos sin aliento.
Sin embargo, sé que este no es el momento adecuado para esos
pensamientos.
—Lo siento, Emily, no quería…
—No, tranquilo —me corta—. Lo entiendo perfectamente, nuestra
relación ya quedó clara el otro día y no debería haberme tomado esas
confianzas.
—Emily, yo…
—Si no vas a volver al rancho, puedes llevarte ya a Harper, me vendrá
bien estar sola, más bien lo necesito.
Me siento terriblemente mal por la forma en que las cosas se están
desarrollando.
En el fondo esperaba que esta conversación con Emily suavizara las
cosas, pero en lugar de eso, parece haber distanciado aún más nuestros
deseos y expectativas.
La confusión y la frustración crecen en mi interior mientras lucho por
encontrar las palabras adecuadas.
—Emily, por favor, déjame explicar...
Pero me interrumpe, y su tono es firme y decidido.
—Será mejor que dejemos las cosas así por hoy, yo también necesito un
respiro, Ethan, no soy de piedra y conozco muy bien de primera mano el
rechazo.
—No pienses ni por un segundo que quiero rechazarte, es solo que...
—Por favor, Ethan, vete a casa.
Tiene razón, sin saber qué más decir, lo mejor es que me vaya.
Me dirijo hacia el carrito donde Harper duerme plácidamente.
Luego, miro a Emily una vez más, pero ella aparta la mirada, evitando
nuestro contacto visual.
Con pasos lentos y pesados, comienzo a andar por el camino de tierra
arrastrando el carrito con Harper.
Siento un nudo en la garganta y un vacío en el pecho. Las palabras no
dichas entre nosotros pesan más que nunca, y no sé si alguna vez
encontraremos una manera de aclarar las cosas y encontrar la verdadera
conexión que parece estar enterrada bajo capas de confusión y
malentendidos.
31
EMILY

Después de que Ethan haya apartado su mano de la mía, una sensación


de frío y desazón se apodera de mí.
Siento un nudo en el estómago, y la decepción me invade por completo.
Había albergado la esperanza, tal vez ingenua, de que Ethan quisiera
retomar lo que dejamos a medias en su cama, para qué nos vamos a
engañar.
Por un breve momento, permití que la idea de que podría haber algo
más entre nosotros, algo que fuera más allá de la simple amistad y el
cuidado de Harper, se filtrara en mi mente.
Pero sus acciones y su reacción fueron un duro recordatorio de que eso
no era lo que él deseaba, una vez más.
Me siento mal, no solo por el rechazo que acabo de experimentar por
parte de Ethan, sino porque sus acciones me han arrastrado a una época
dolorosa de mi vida.
Mi mente viaja atrás en el tiempo, recordando los días en mi antiguo
trabajo, cuando todos me dieron la espalda y me acusaron injustamente solo
por estar casada con Will, sin conocer la verdad sobre sus acciones
fraudulentas en el laboratorio farmacéutico.
Esa experiencia me dejó marcada y me enseñó a desconfiar de las
personas y a proteger mi corazón a toda costa.
El rechazo de Ethan me ha hecho revivir esa sensación de ser señalada
y juzgada por algo que no he hecho.
Aunque comprendo que nuestra situación es completamente diferente,
no puedo evitar sentirme vulnerable y herida.
He bajado mis barreras con él, y su rechazo me ha recordado que no
puedo permitirme ser vulnerable de esa manera nuevamente.
Mientras paso la noche en soledad, me hago una promesa: no volveré a
cometer el mismo error.
Aunque sin quererlo, comienzo a revivir una y otra vez lo que pasó
aquel día en su casa.
¿Qué diablos me está pasando?
Parece que me he convertido en una adicta, una drogadicta emocional
que ansía una dosis de adrenalina que solo él puede proporcionar.
Sus besos, sus caricias, su olor a hierba fresca en un día cálido; todo eso
ha quedado grabado en mi memoria de una manera que no puedo controlar.
Cierro los ojos y trato de recordar cómo fue que llegué a este punto.
Cuando conocí a Ethan, él era solo mi vecino, pero algo cambió, algo se
desató entre nosotros esa noche en su casa, algo que no puedo ignorar.
Aunque me he prometido a mí misma no cometer el mismo error de ser
vulnerable, mis sentimientos hacia Ethan son innegables. Pero tengo que ser
fuerte y mantener mis barreras en su lugar.
La vida me ha enseñado que no puedo confiar plenamente en nadie, y
no puedo permitir que mi corazón sea destrozado de nuevo.
Aunque para ser sincera, creo que ya está un poco magullado.
Desde la ventana de mi habitación, puedo ver la casa de Ethan en la
distancia.
La luz está encendida, lo que significa que seguramente está lidiando
con el pequeño Harper en medio de la noche.
Mi corazón se encoje un poco al pensar en él, en lo solo que debe de
estar en este momento.
Sé que debería alejar mis pensamientos de Ethan y concentrarme en
mantener mis barreras emocionales intactas, pero no puedo evitar mirar
hacia su casa y preocuparme por él y por Harper.
Después de todo, hemos compartido tantos momentos juntos cuidando
al bebé que es difícil no preocuparme por su bienestar.
La noche avanza lentamente, y mi mente se llena de pensamientos
confusos y emociones encontradas.
Mientras tanto, la luz en su casa sigue brillando, recordándome que él
está justo al otro lado de la calle, a solo unos pasos de distancia.
32
ETHAN

Mientras la noche avanza, me encuentro en la penumbra de mi sala de


estar, sintiéndome culpable por haber ofendido a Emily.
Su rostro decepcionado sigue rondando mis pensamientos, y eso me
hace sentir terriblemente mal.
No era mi intención herirla de esa manera, y lamento haberme dejado
llevar por el miedo y las inseguridades.
Recuerdo por qué siempre he mantenido mis distancias emocionales,
por qué me he resistido a involucrarme sentimentalmente con alguien.
Mi infancia a la sombra de mi padre, un hombre distante y poco
cariñoso, me ha dejado marcado de muchas maneras.
Crecer junto a él me hizo creer que no soy digno de querer bien a
ninguna mujer, que soy igual de frío e inaccesible que él.
Pero Emily ha llegado a mi vida de una manera inesperada, y no puedo
evitar sentirme atraído hacia ella de formas que no puedo controlar.
Me preocupa que mis miedos y traumas del pasado estén interfiriendo
tanto en mi vida como para impedirme a mí mismo sentir algo por alguien y
ser feliz.
Mientras tanto, la luz de mi casa se refleja en la oscuridad de la calle, y
sé que Emily está justo al otro lado. La distancia entre nosotros es
físicamente corta, pero emocionalmente parece insuperable en este
momento.
Estoy sentado en la penumbra de la habitación, con Harper en mis
brazos, dándole un biberón.
Las noches de rutina con el bebé se han convertido en algo casi
imprescindible para mí.
Aunque al principio me costó adaptarme a este nuevo rol, ahora lo
considero una de las pocas cosas que me traen algo de paz.
Harper parece el único que siente algo bueno por mí en este momento.
Sé que es solo un bebé, que no tiene el conocimiento para juzgarme ni
para entender todo lo que está pasando a su alrededor. Pero cada vez que me
mira con esos ojos inocentes y confiados, siento que algo dentro de mí se
ablanda. Como si él pudiera ver más allá de mis errores y defensas, y
aceptarme tal como soy.
Mientras le doy el biberón, pienso en lo afortunado que soy de tener a
Harper en mi vida.
A pesar de todas las complicaciones y preguntas sin respuesta que
rodean su llegada, él es la luz en medio de la oscuridad que me rodea.
Y por él, estoy dispuesto a enfrentar mis demonios internos y tratar de
ser una mejor persona, no solo para él, sino también para mí mismo y, tal
vez, para Emily.
33
ETHAN

La mañana empieza con un sol tímido asomándose por el horizonte. He


estado despierto desde temprano, ocupado con Harper.
Normalmente, como cada día desde hace un tiempo, espero la llegada
de Emily, aunque hoy no las tengo todas conmigo.
Pero de pronto escucho su coche aparcando frente a mi casa y me
asomo por la ventana para verla bajar.
Emily está radiante, como siempre, y su presencia ilumina la mañana.
A pesar de que nuestros encuentros diarios son casi una constante en mi
vida, no puedo evitar sentir un cosquilleo de emoción cada vez que la veo.
Cuando Emily entra por la puerta, me encuentro con su mirada, y es
inevitable que nuestras sonrisas se crucen en un cómplice saludo.
Pero hoy, algo en su expresión parece diferente. Algo que no puedo
definir completamente.
—Buenos días, Ethan —su voz es cálida y amigable mientras se acerca
a mí.
—Buenos días, Emily. —Le devuelvo la sonrisa, aunque siento que hay
algo en el aire que aún no se ha dicho.
Ella coloca su bolso en la mesa y luego se dirige a Harper, que está en
su carrito, jugueteando con sus manitas. Emily lo levanta en brazos con
ternura y comienza a hablarle.
—¿Cómo ha pasado la noche, pequeño? —dice en un tono dulce y
cariñoso mientras acaricia la mejilla del bebé.
—Bien, no esperaba que vinieras en coche o, mejor dicho, que vinieras
hoy —le digo con sinceridad.
—Tenía que hacer unas cosas en el pueblo, y aunque no lo creas, no
todo gira en torno a ti, Ethan. Soy una persona que suelo cumplir mis
promesas.
Emily continúa sosteniendo a Harper, pero puedo notar que su atención
está en mí, como si estuviera reuniendo el coraje para abordar el tema
delicado.
—Sé quién eres, sé que eres honesta. Yo…
—Déjame terminar, necesito hablar contigo y decirte algo que ha estado
en mi mente durante un tiempo.
La seriedad en su voz se hace palpable, y la preocupación que sentía
antes se intensifica.
Siento un nudo en el estómago mientras espero a que continúe.
Emily deposita a Harper en su carrito de nuevo, y ambos nos sentamos
en el sofá, enfrentándonos en la tensión que llena la habitación.
—Adelante, habla. Pero antes de que sigas, quiero que sepas que valoro
mucho lo que hemos compartido, y también he estado pensando en lo que
podría significar para nosotros —le digo todo lo digno que puedo, tratando
de ocultar mi propia ansiedad.
Ella toma aliento antes de comenzar, y sus ojos se encuentran con los
míos, buscando conexión.
—No puedo evitar notar que las cosas entre nosotros han estado
cambiando. Ha sido una experiencia increíble, pero también ha llegado el
momento en que debemos ser honestos el uno con el otro.
La sinceridad de sus palabras me golpea como un viento helado.
Sé que lo que Emily quiere discutir es importante, y no puedo evitar
preguntarme si está pensando lo mismo que yo.
—Emily, siempre he sido honesto contigo.
Ella asiente, agradecida por mi apertura, y luego continúa.
—Tienes razón, y lo aprecio. Lo que quiero decir es que, aunque te
considero un amigo y valoro mucho lo que hemos compartido, siento que
las cosas podrían empezar a complicarse si continuamos como hasta ahora.
Estoy pensando en lo que es mejor para Harper y para nosotros.
Mientras Emily habla, me doy cuenta de que mi corazón late
descontrolado, como si hubiera subido una colina empinada y estuviera
luchando por recuperar el aliento.
Sus palabras son como una revelación que me había temido durante
mucho tiempo, pero que no quería enfrentar.
—Entiendo lo que estás diciendo, Emily —respondo con una voz que
intenta sonar tranquila a pesar de la tormenta de emociones en mi interior.
Emily asiente, como si esperara mi respuesta, y me doy cuenta de que
ambos estamos tratando de medir nuestras palabras para no lastimarnos más
de lo necesario.
—Nuestra relación ha sido... especial —continúa Emily—. Y aunque en
un principio solo era una cuestión de cuidar de Harper, ha evolucionado en
algo más profundo. No puedo negar que me importas, Ethan, pero también
sé que tenemos historias y vidas separadas.
La mirada de Emily se encuentra con la mía, y puedo ver comprensión
en sus ojos, pero también un toque de tristeza.
Es evidente que nuestras palabras están dejando claro lo que ambos
sentimos, aunque ninguna de las dos partes quiera decirlo en voz alta.
—Ethan, lo que estoy tratando de decir es que, tal vez, sería lo mejor
para todos si reducimos la intensidad de nuestra relación. Me preocupa que
esto se convierta en algo que pueda lastimarnos en el futuro.
Siento que un abismo se abre entre nosotros.
Ambos sabemos que esta conversación ha marcado un antes y un
después y no puedo evitar preguntarme si alguna vez las cosas volverán a
ser como antes.
—¿Y cómo quieres hacerlo? Me refiero a que cortar del todo nuestra
relación personal es un tanto complicada si sigues cuidando de Harper —le
digo, algo perdido y confuso.
Emily suspira, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para
explicar su plan.
Mientras lo hace, puedo ver la lucha interna en su rostro, y eso solo
agrega a la confusión que siento.
—Tengo que volver unos días a Lawrence. No pienses que lo hago para
alejarme de aquí y que las cosas sean más fáciles, es que debo hacerlo y
acabar de arreglar unos asuntos. Lo he estado posponiendo y creo que ha
llegado el momento de enfrentarme a ello. Nos vendrá bien a ambos.
—¿Te vas? —debe notar el terror en mis ojos y en mi voz, porque hace
el intento de tocarme pero se frena enseguida.
Emily asiente con una expresión contraída en su rostro.
—Sí, me voy por unos días. No es una huida, Ethan, te lo prometo. Es
solo que hay ciertas cosas que debo resolver y empezar a aclarar mi mente
de una vez por todas.
Siento un nudo en el estómago ante la idea de que Emily estará ausente
por un tiempo.
Me he acostumbrado a su presencia constante en mi vida, y enfrentar
estos cambios no será fácil.
—Entiendo que haya cosas que debas hacer en Lawrence —digo
finalmente, tratando de ocultar mi preocupación—. Solo asegúrate de
volver pronto. Harper y yo te echaremos de menos. ¿Cuándo te vas?
Emily sonríe, pero puedo ver la tristeza en sus ojos. Nuestra
conversación ha cambiado la dinámica de nuestra relación, y eso es algo
que ambos estamos sintiendo.
—Mañana. Lo prometo, no estaré mucho tiempo. Cuida bien de Harper
mientras tanto, y te mantendré informado de mi regreso.
Asiento con la cabeza, tratando de mantener una actitud positiva ante
estos cambios que se avecinan.
Por Harper y por mí, debemos encontrar la manera de seguir adelante a
pesar de todo lo que está sucediendo entre nosotros.
Sé que yo tengo culpa de su marcha. Necesita poner distancia entre
nosotros, necesita alejarse de mí.
—Será mejor que me vaya, luego te traeré a Harper. Lo voy a echar
mucho de menos.
No se me escapa que no menciona que me echará de menos a mí
también.
—Bien, siento mucho si he tenido algo que ver en tu decisión.
—¿No lo entiendes, verdad? No entiendes nada, Ethan.
—Entiendo que he sido un imbécil y que de algún modo he trastocado
tu solitaria vida aquí —le digo en un tono un poco más alto de lo que ella y
yo esperábamos.
—Mi vida no era muy diferente a la tuya, solitaria y triste. Tal vez rara
para muchos, incluido tú. ¿La loca de las flores? Yo disto mucho de estar
loca, Ethan. Solo soy una mujer a la que la vida le dio un duro golpe, una
mujer que por culpa de un hombre no es válida en su campo laboral. No soy
digna de nada, ni siquiera de que se sanen mis heridas sin que otra cosa
llegue para reabrirlas.
—Tú estuviste de acuerdo en que fue un error —le recuerdo.
—Y a la vista está que lo fue, ¿no crees?
—¿Importa mucho lo que yo crea? Tú ya has tomado todas las
decisiones por los dos.
—Nunca ha habido un dos. Además, jamás te hubieras fijado en mí si
no hubieras necesitado mi ayuda.
—¿Piensas que me he aprovechado de ti? —pregunto dolido.
—Yo ya no sé qué pensar.
Harper comienza a llorar desconsoladamente, estamos hablando
demasiado alto.
Emily lo coge en brazos para consolarlo.
—No pasa nada pequeño, todo está bien —le dice besando su cabecita.
—¿Sabes una cosa? Creo que es mejor que te vayas ya, yo me ocuparé
de Harper. No quiero que pienses que voy a exprimir hasta la última gota de
tu compasión.
—Lo que dices es totalmente injusto, Ethan Brooks.
—Puede que lo sea, pero tú tampoco eres la responsabilidad
personificada.
Emily me mira con los ojos enrojecidos por la furia mientras intenta
contener las lágrimas.
Me entrega al niño y siento que está temblando.
—Que te vaya bien con todo esto, Ethan —dice dirigiéndose a la puerta.
Siento que las palabras que acaban de cruzarse han dejado un rastro de
amargura y tristeza en el aire.
—Espero que te vaya bien a ti también, Emily. Cuida de ti misma —mis
palabras suenan amargas, a pesar de que desearía poder encontrar la manera
de arreglar las cosas entre nosotros. Pero el orgullo me lo impide.
Ella asiente con la cabeza, pero no dice nada más. Antes de salir por la
puerta, se gira para mirarme una última vez, y puedo ver la tristeza en sus
ojos.
Cuando Emily se va, me quedo solo en la casa con Harper y el silencio
es abrumador.
El bebé está tranquilo ahora, pero su llanto anterior todavía resuena en
mis oídos.
—¡Mierda! —digo para mí mismo.
34
EMILY

Mientras conduzco por la carretera que me lleva de vuelta a Lawrence,


mi corazón late con una mezcla de emoción y aprehensión.
Ha pasado un tiempo desde que estuve por última vez, y las
circunstancias que me han traído de regreso son mucho más complicadas de
lo que me hubiera gustado.
El paisaje familiar de campos y granjas pasa junto a mí, y siento que
estoy dejando atrás Haysville y todos los recuerdos que se han acumulado
allí en los últimos meses.
Sobre todo, el último mes.
El recuerdo de su mirada herida y sus palabras cargadas de frustración
me persigue.
Sé que nuestras vidas han tomado rumbos distintos y que nuestras
expectativas no coinciden, pero eso no hace que sea más fácil lidiar con la
distancia que se ha creado entre nosotros.
Tras tres horas de viaje, finalmente, llego a Lawrence.
Mi parada es en la casa de mi mejor amiga, Sarah, a quien le he contado
sobre mi situación y que me ha ofrecido alojamiento durante un tiempo.
La casa que solía compartir con Will ya no es un hogar para mí, y la
idea de estar allí sola, rodeada de recuerdos dolorosos, simplemente no es
una opción en este momento.
Cuando llego a casa de Sarah, ella me recibe con los brazos abiertos y
una sonrisa amigable en el rostro.
Es un alivio verla y saber que tengo un lugar donde refugiarme en
medio de esta tormenta emocional.
—Emily, te he echado tanto de menos —dice Sarah mientras me abraza
con fuerza.
—Yo también, Sarah. Estoy agradecida de tener a alguien como tú a mi
lado.
Sarah toma mi maleta y la lleva adentro, y mientras entramos en la casa,
siento como si hubiera vuelto a un refugio seguro de mi juventud. Siento un
alivio necesario
La casa de Sarah siempre ha sido un lugar lleno de risas, amistad y
apoyo, y estoy segura de que estos días aquí me ayudarán a recargar
energías y afrontar lo que viene.
—Emily, esta siempre será tu casa. Además, tengo muchas ganas de
conocer todos los detalles sobre ese pequeño y su rudo tío del que tanto me
has hablado.
—Sí, pero antes necesito una copa de vino.
—Lo tengo descorchado desde hace media hora.
Mi vida en Haysville ha sido un torbellino de emociones, pero aquí, en
Lawrence, puedo encontrar la calma y la seguridad que necesito junto a mi
amiga.
—Sarah, no sé cómo agradecerte por ofrecerme quedarme aquí unos
días. Estoy emocionada por pasar tiempo contigo y ponerme al día con
todos los demás —le digo sinceramente.
Ella sonríe y me da un abrazo reconfortante.
—Estoy feliz de tenerte de vuelta y de que podamos compartir
momentos como los de antes. Así que ponte cómoda, te espero en la cocina
para que me pongas al día de todo.
La discusión con Ethan es un cuchillo afilado que se clava en mi mente
mientras me acomodo en el refugio de mi mejor amiga.
Aquí, rodeada de su amistad y apoyo, mis pensamientos no encuentran
tregua y regresan una y otra vez al despiadado intercambio de palabras con
Ethan.
La imagen de su mirada herida y sus palabras como balas me persiguen
incansablemente.
Comprendo que nuestras vidas han tomado direcciones opuestas, que
nuestras expectativas son divergentes, pero eso no disminuye la intensidad
del dolor que siento por la brecha que se ha abierto entre nosotros.
35
ETHAN

Me encuentro en el rancho junto a Harper.


Estamos en mi despacho, revisando algunas facturas de pienso y otros
suministros necesarios para mantener el ganado en buen estado.
Harper está jugando en su carrito con algunos juguetes colgantes que
Emily dejó aquí.
Es un niño tranquilo y, en su mayoría, se comporta bien, lo que facilita
mi tarea mientras trabajo en el rancho.
En medio de los números y las cuentas, la puerta de mi despacho se
abre de golpe, y entra el nuevo capataz, Mike. Levanta una ceja al verme
allí con Harper.
—Buenos días, Ethan. ¿Qué haces aquí con el niño? —pregunta con
curiosidad mientras se acerca.
—Buenos días, Mike. Estamos revisando algunas facturas y viendo
cómo marchan las cosas en el rancho. —Le dedico una mirada significativa
a Harper, señalando que es parte de nuestras ocupaciones.
Mike asiente, aunque aún parece intrigado.
—¿Necesitas algo en particular? —le pregunto, notando que tiene una
expresión inquisitiva en el rostro.
—Bueno, estaba a punto de hablar contigo sobre algunas sugerencias
para mejorar la eficiencia en el manejo del ganado en el corral principal. —
Se detiene un momento antes de añadir—: Y también me preguntaba quién
este bebé. Oí a los demás reírse cuando esa chica vino un día a buscarte con
él.
Miro a Harper, que sigue jugando, ajeno a la conversación de los
adultos.
Decido ser honesto con Mike.
—Este es Harper, mi sobrino, o eso creo. Emily, mi vecina me echaba
una mano con él antes de irse. Se quedará conmigo mientras ella resuelve
algunos asuntos personales.
La mirada de Mike se ilumina con comprensión, y asiente.
—Entiendo. Bueno, si necesitas ayuda con algo relacionado con el
rancho o el pequeño, aquí estoy para echarte una mano.
—La verdad es que me harías un gran favor si estos días aumentas tus
responsabilidades. Me va a ser imposible ayudaros con las tareas más
pesadas con Harper a mi cargo.
—Claro, lo que necesites. Pero… ¿estás bien?
—Todo lo que puedo estarlo, ¿por qué lo preguntas?
Mike se quita el sombrero, lo deja sobre la mesa y se sienta mientras
suspira levemente.
—Verás, esa cara que tienes la he visto muchas veces. Sé que nos
conocemos desde hace poco, pero es fácil adivinar cuando un cowboy sufre
mal de amores.
—No sé si era amor lo que teníamos —digo desviando la vista a los
papeles que tengo delante.
—¿Quién es ella, la tal Emily que has mencionado?
—Supongo que sí, no conozco a muchas mujeres en los alrededores —
digo soltando todo el aire de los pulmones para mirar a Mike.
—Jefe, puedes contarme lo que quieras y desahogarte conmigo. Eso
también podría considerarse aumentar mis responsabilidades.
Asiento agradecido por la comprensión de Mike. Aunque me cuesta
abrirme sobre mis problemas personales, la presión acumulada en mi
interior me hace reconsiderar.
—Emily es una mujer asombrosa, pero nuestra relación ha sido
complicada. Al principio, solo se trataba de cuidar de Harper, pero ha
evolucionado en algo más profundo. Sin embargo, nuestras vidas y
expectativas han tomado caminos diferentes, y eso nos llevó a una
discusión bastante intensa. Ahora, ella se ha marchado por un tiempo, y no
sé cuál será el futuro de nuestra relación. Estoy tratando de adaptarme a esta
nueva situación, y, la verdad, no sé muy bien cómo hacerlo.
Mike escucha atentamente mientras le cuento mi versión de los hechos.
Luego asiente con comprensión.
—Entiendo. Las relaciones pueden ser complicadas, y cada persona trae
su propia carga de experiencias y expectativas. A veces, lo mejor es darse
espacio para aclarar las cosas y decidir qué es lo que realmente se quiere.
Aprecio las palabras de Mike.
A pesar de ser alguien relativamente nuevo en mi vida, el capataz
demuestra ser un buen oyente y un apoyo en un momento difícil.
—Tienes razón, necesito tiempo para aclarar mis pensamientos y
entender qué quiero en mi vida.
El capataz se pone de pie y se ajusta el sombrero antes de darme una
palmada amigable en el hombro.
—Estoy aquí para lo que necesites, jefe. Tanto en el trabajo como para
hablar sobre la vida. No importa cuán complicadas sean las cosas, aquí en el
rancho siempre hay alguien dispuesto a echar una mano.
—Te lo agradezco.
—He de volver al trabajo. Tal vez podamos quedar cuando terminemos
y tomarnos unas cervezas y hablar un poco más. No he salido mucho de
casa desde que llegué a este pueblo.
—Me parece bien, pero tendrá que ser en mi casa —le digo mirando a
Harper.
—No hay problema.
Sonrío.
Aunque las cosas en mi vida personal estén confusas en este momento,
al menos sé que en el rancho puedo contar con el apoyo y la camaradería de
mi equipo.
36
EMILY

—¿Y dices que está como un tren? —dijo mi amiga, dándole un sorbito
pequeño a su copa de vino.
—Eso no es lo más importante que te he contado.
—Es que lo que me has contado, querida Emily, es solo una reacción de
un hombre enamorado que simplemente tiene miedo al amor.
—¿Enamorado? No te montes películas, nos conocemos desde hace
muy poco tiempo como para decir eso. Puede que simplemente se dejara
llevar por un calentón y me deteste como mujer en realidad.
—¿Te has vuelto loca? Que Will fuera una cucaracha y no te valorara lo
suficiente como para haberte salvado de la crema, no significa que no seas
maravillosa en todos los sentidos. No solo eres preciosa, también eres
generosa y abnegada.
—Eso lo dices porque me quieres de manera incondicional.
—Puede que te quiera mucho, pero también soy objetiva. Además, has
estado cuidando de ese bebé día y noche, y según tú, Ethan está como un
tren y te ha besado apasionadamente. Si eso no es amor, no sé qué lo es.
—Nuestras vidas son muy diferentes.
Sarah toma otro sorbo de vino y luego mira directamente a mis ojos.
—Emily, la vida está llena de complicaciones. Siempre lo ha sido y
siempre lo será. Pero eso no significa que no podáis superarlas juntos si
realmente os importáis el uno al otro.
Sus palabras me hacen pensar en la conversación que tuve con Ethan
antes de marcharme.
—Me llamó irresponsable, y ya sabes el daño que pueden hacerme esas
palabras. Las tuve que escuchar durante una larga temporada.
—No creo que se refiriera a que seas una incompetente, sino a que te
has ido dejándolo en la estacada.
—Igualmente me hicieron mucho daño.
—Por cierto, ¿cómo llevas lo de volver a ver a Will?
—Lo he pospuesto mucho tiempo, casi ocho meses para ser exactos,
creo que en cierto modo estoy preparada.
—¿Qué te ha hecho cambiar de idea? Hace relativamente poco me
dijiste que no lo estabas.
—Tal vez esas palabras de Ethan, o el simple hecho de tener que
redirigir mi vida de una vez por todas. ¿En qué estaba pensando? —digo,
refiriéndome al hecho de empezar a sentir algo por otro hombre cuando aún
no he dado un carpetazo definitivo a mi anterior relación.

—A veces, el corazón y la razón no van de la mano. Es normal sentir


confusión después de una relación complicada como la que tuviste con
Will. Pero si ahora sientes algo por Ethan, tal vez sea el momento de
explorar esos sentimientos y ver a dónde te llevan. No tienes que tener todo
resuelto de inmediato.
Miro a mi amiga con gratitud por su consejo y apoyo inquebrantable.
—Sí, tal vez sea hora de enfrentar mi pasado, reconciliarme con él y
seguir adelante con mi futuro.
Sarah sonríe y me estrecha la mano.
—Eres valiente, Emily, y mereces encontrar la felicidad. Estoy segura
de que todo saldrá bien, sin importar lo que decidas hacer. Y no importa lo
que pase, siempre estaré aquí para apoyarte.
Mientras escucho las palabras de Sarah, siento una mezcla de
emociones en mi interior. El camino por delante puede ser incierto, pero al
menos sé que tengo a una amiga en la que puedo confiar y que estará a mi
lado pase lo que pase.
—No puedo estar en la misma habitación con Ethan sin que el corazón
me empiece a latir como un loco. —Me llevo las manos a la cara y suelto
todo el aire retenido en mis pulmones.
—Cuando vuelvas, podrías comentárselo, quizá, o más bien estoy
segura, de que a él le pasa lo mismo. —Sarah posa su mano sobre la mía
para reconfortarme.
—Me aterra enfrentarme a otro de sus rechazos.
—Entiendo tus miedos, Emily, pero a veces, vale la pena arriesgarse por
lo que realmente importa. Si sientes algo fuerte por Ethan y crees que
podría ser mutuo, ¿por qué no explorar esos sentimientos? Claro, existe el
riesgo de un rechazo, pero también existe la posibilidad de encontrar la
felicidad juntos. No puedes dejar que el miedo gobierne tu vida otra vez.
Las palabras de Sarah me hacen reflexionar. A veces, el miedo al
rechazo puede paralizarnos y evitar que tomemos decisiones que podrían
cambiar nuestra vida para mejor.
—Lo tendré en cuenta, pero no prometo nada.
—Y sobre ese bebé tan mono, seguro que pronto alguien lo reclama, es
todo muy raro y confuso. Y ya sabes que puedes contar conmigo como
abogada si surgen algunas complicaciones, aunque teniendo en cuenta esa
nota que dejaron, queda claro que él pensaba que realmente es su sobrino.
Sarah es abogada, y a menudo me asombra su habilidad para ver las
cosas desde una perspectiva lógica y legal.
—Gracias, de verdad aprecio mucho que sigas estando de mi lado.
Sarah me mira con cariño y me dice: —La amistad es como una estrella
en la oscuridad, siempre brilla cuando más la necesitas y te guía a través de
las noches más largas de la vida.
—No sabía que ahora también eras poeta —digo soltando una risita.
Sarah sonríe y levanta su copa de vino en un gesto de brindis simbólico.
—Bueno, querida Emily, todos tenemos nuestros momentos de
inspiración. Pero en serio, estamos juntas en esto, pase lo que pase. Y si
necesitas cualquier consejo legal, ya sabes dónde encontrarme.
Levantamos nuestras copas y brindamos, sellando así nuestra amistad y
el apoyo incondicional que siempre nos hemos brindado mutuamente.
37
ETHAN

Mike y yo nos encontramos en mi casa, tomando unas cervezas después


de un día de trabajo en el rancho.
Ha pasado mucho tiempo desde que compartí un momento así con otro
tío, y siento que necesito hablar con alguien sobre todo lo que ha estado
pasando en mi vida últimamente.
—Así que, ¿qué tal te parece todo lo que te he contado? —le pregunto
mientras le ofrezco una cerveza.
Él acepta la cerveza y se acomoda en el sofá.
—La vida es complicada, jefe. No siempre podemos controlar lo que
nos sucede, pero podemos decidir cómo afrontarlo.
—¿Y tú, Mike? ¿Has tenido alguna vez una relación complicada?
Mike se ríe antes de responder.
—Bueno, supongo que todos hemos tenido nuestros problemas en el
amor en algún momento. Pero a veces, la vida nos sorprende y nos lleva por
caminos inesperados.
Asiento, reflexionando sobre lo que ha dicho.
La vida es realmente impredecible, y a veces nos encontramos en
situaciones que no habíamos planeado.
—¿Crees que alguna vez podré entender a las mujeres? —pregunto, con
una sonrisa irónica.
Mike se encoge de hombros.
—Nadie entiende del todo a las mujeres. Pero eso es parte de lo que las
hace interesantes.
Río ante su respuesta y me doy cuenta de que, a pesar de todos mis
problemas personales, estoy disfrutando de esta conversación con Mike.
Después de un rato, Harper comienza a llorar, indicando que es hora de
su baño.
Me levanto y me dirijo a coger al bebé.
—Voy a bañar a Harper, ¿quieres ayudarme? —le pregunto a Mike.
Él asiente y me sigue hasta el baño de la planta superior.
Mientras bañamos al niño y compartimos algunas anécdotas sobre
nuestros días de solteros, me doy cuenta de que, a pesar de todas las
complicaciones en mi vida, de la nada, tengo a un buen amigo que está
dispuesto a apoyarme.
Cuando terminamos, Mike hace un comentario con una sonrisa.
—Parece que formamos parte del reparto de la película Tres Solteros y
un Biberón.
Río ante su ocurrencia.
—Me preocupa mucho el futuro de Harper. El hecho de que no pueda
dar con su verdadera familia y tener que enfrentarme a una batalla legal
para adoptarlo en caso de que no resuelva el misterio y tenga que recurrir a
la policía —le digo mientas seco al pequeño y este me sonríe agradecido.
Mike se queda pensativo por un momento antes de responder.
—Entiendo tus preocupaciones. Pero ya has demostrado ser un buen
tutor para Harper, y estoy seguro de que harás todo lo posible por su
bienestar. Además, siempre podemos buscar ayuda legal si llega el
momento. No estás solo en esto.
Sus palabras me reconfortan.
A veces, la idea de ser el único responsable de Harper me abruma, pero
saber que cuento con apoyo y que hay opciones legales disponibles me da
un poco de tranquilidad.
—Gracias, Mike. Significa mucho para mí tener a alguien en quien
confiar en estos momentos. Siempre me he sentido un poco solo.
Él asiente con seriedad.
—Esa es la esencia de trabajar juntos en un equipo. Nos cuidamos
mutuamente, en el trabajo y en la vida. Yo tampoco es que ande sobrado de
amigos.
Terminamos de cuidar a Harper, le doy un biberón y lo dejamos
descansar en su cuna.
Mike y yo regresamos al salón, donde nuestras cervezas todavía están
sobre la mesa.
—Has sido de gran ayuda, Mike. Estoy seguro de que Harper también
te aprecia, incluso si aún es muy pequeño para expresarlo.
Mike sonríe y levanta su cerveza en un gesto de camaradería.
—Estoy aquí para lo que necesites. Y respecto a lo de las mujeres, te
diré algo: no siempre entenderemos por completo el corazón femenino, pero
eso no significa que no podamos aprender a amar y respetar a una mujer en
nuestra vida.
Sus palabras me hacen reflexionar sobre Emily y lo que siento por ella.
Tal vez no entienda todos los matices de su corazón, pero estoy
dispuesto a aprender y a luchar por lo que siento por primera vez en la vida.
Solo me queda esperar que vuelva pronto, la echo mucho de menos.
38
EMILY

El día de la reunión con los abogados finalmente ha llegado. Sarah, mi


leal amiga y brillante abogada, está a mi lado, lista para enfrentarse a lo que
promete ser una tensa sesión de conciliación antes de firmar el divorcio
definitivo.
Will ha demostrado ser todo un desafío en todo el proceso, y la
perspectiva de estar cara a cara con él no es precisamente reconfortante.
Sarah y yo nos encontramos en el vestíbulo del edificio donde
tendremos la reunión de conciliación.
Hemos llegado con tiempo de sobra, y mientras esperamos a que nos
llamen, Sarah me mira con preocupación en sus ojos.
—Emily, ¿estás preparada? —pregunta en voz baja.
Asiento con determinación, aunque mi corazón late con fuerza en mi
pecho.
—Sí, quiero cerrar este capítulo de una maldita vez y seguir adelante
con mi vida. No puedo seguir atada a Will de esta manera.
Sarah me dedica una mirada comprensiva, como si entienda la
magnitud de lo que estoy sintiendo.
—Entiendo lo que dices, pero también quiero que sepas que no tienes
que enfrentar esto sola. Estoy aquí para apoyarte, en cada paso del camino.
Le agradezco con la mirada, sabiendo que su amistad y apoyo son
invaluables en este momento. Saber que no estoy sola en esta batalla legal
me da fuerzas.
Justo en ese momento, nuestro abogado llama nuestro nombre,
indicando que es hora de entrar a la sala de reuniones.
Respiro profundamente y camino con determinación hacia la puerta,
seguida de Sarah.
La sala de reuniones está fríamente iluminada, y Will ya está allí con su
abogado, una expresión de desdén en su rostro.
—Emily, finalmente me he dignado a contestar tus burofaxes para hacer
efectivo el divorcio —dice Will con un tono sarcástico mientras sostiene un
sobre en la mano.
Sus palabras me hacen sentir como si estuviera reviviendo una
pesadilla.
He pasado tanto tiempo evitando su presencia que tenerlo allí, frente a
mí, es una experiencia abrumadora.
—Will, hemos acordado que quiero seguir adelante con mi vida de la
manera más digna posible. No quiero más conflictos innecesarios —le
respondo con firmeza, aunque mi voz tiembla ligeramente.
Él suelta una risa amarga y deja el sobre sobre la mesa.
—Dignidad, ¿dices? No puedo evitar notar que no estás en tu mejor
forma, Emily. Te ves desmejorada.
Sus palabras me golpean como un puñetazo en el estómago. Sé que he
perdido peso y que el estrés de la separación ha dejado huellas en mi
apariencia, pero no esperaba que Will lo mencionara de esa manera.
—Eres tan despreciable que tus palabras no cambian mi decisión de
seguir adelante.
Will se recuesta en su silla y me mira con una mezcla de
condescendencia y desdén.
—Supongo que estarás deseando volver al mundo de las citas, ¿verdad?
Seguro que ya tienes a algún amante esperándote.
Su comentario me enfurece, pero no voy a permitir que su provocación
me afecte. He aprendido a lidiar con sus juegos mentales durante años, y no
voy a caer en su trampa.
—Will, no estoy aquí para discutir mi vida personal contigo. Estoy aquí
para resolver los asuntos pendientes y poner fin a nuestro matrimonio.
Él bufa y parece pensar por un momento antes de hablar de nuevo.
—Bien, entonces, hablemos de los asuntos legales. Estoy dispuesto a
firmar los papeles del divorcio, pero quiero quedarme con la casa. Solo
quiero asegurarme de que lo tengas claro. ¿Algún otro asunto que quieras
discutir?
Sus palabras me sorprenden, pero contesto lo más digna posible.
—No es mi intención complicar las cosas. Lo que quiero es que esto se
resuelva de la forma más rápida y menos dolorosa para ambos —mi voz
suena firme, aunque por dentro me siento vulnerable.
Pero él no parece dispuesto a dejar las hostilidades de lado.
Fue entonces cuando mi teléfono comenzó a sonar, y el nombre de
Ethan iluminó la pantalla. Aunque mi corazón da un vuelco al ver su
nombre, sé que no es el momento adecuado para hablar con él frente a Will
y sus acusaciones infundadas.
—Ethan, no es un buen momento, hablaremos cuando llegue a casa —
digo con firmeza antes de colgar.
La mirada de Will se vuelve venenosa, y su actitud se torna aún más
agresiva.
—Ese debe ser tu amante, ¿verdad? —dice con desprecio.
Mi mandíbula se tensa, pero no permito que su actitud me afecte. No
voy a discutir algo tan absurdo en este lugar.
—No es mi amante. No voy a hablar de esto contigo aquí.
Sarah intenta mediar, pero él está decidido a luchar por cada centímetro
de terreno, por cada posesión material.
La tensión en la sala aumenta con cada minuto que pasa.
La discusión continúa durante un tiempo, pero yo ya he tomado una
decisión.
No voy a permitir que este tipo continúe desgarrando mi vida
emocionalmente. Mi paz y mi dignidad valen más que cualquier posesión
material.
Finalmente, lo miro con determinación.
—Está bien, Will. Puedes quedarte con todo. La casa, las pertenencias,
lo que quieras. No quiero seguir luchando contigo ni alimentando esta
toxicidad. Quiero terminar con dignidad y seguir adelante con mi vida.
Sarah me mira con admiración y asiente con aprobación.
Mi decisión de priorizar mi bienestar emocional sobre las posesiones
materiales es la correcta, y estoy lista para dar el siguiente paso hacia mi
libertad y paz interior.
Will, aunque inicialmente intenta protestar, se da cuenta de que no va a
lograr lo que quiere, lo que ha querido siempre, desestabilizarme y verme
hundida.
A regañadientes, acepta el acuerdo rápidamente a petición de sus
abogados que deben estar hartos de escucharnos discutir cuando yo ya he
tomado una decisión beneficiosa para él.
La reunión finalmente llega a su fin.
Salir de esa sala de reuniones es un alivio. Me siento liberada de las
cadenas emocionales que me han atado a Will durante tanto tiempo. Es el
comienzo de un nuevo capítulo en mi vida, uno en el que tengo el control y
la libertad para buscar mi propia felicidad.
Sarah me mira con una sonrisa cálida cuando salimos del edificio.
—Lo has hecho muy bien, Emily. Tomaste la decisión correcta al
priorizar tu bienestar emocional, aunque mi deber de abogada sea decirte
que le has hecho un gran regalo cediéndole todo a ese capullo.
Asiento, sintiendo un peso enormemente liberador levantarse de mis
hombros.
—No me importa. Estoy lista para cerrar este capítulo de mi vida y
avanzar hacia un futuro mejor.
Después de esa reunión, me voy a casa de Sarah, y la realidad de que mi
matrimonio ha llegado a su fin comienza a asentarse.
39
ETHAN

El sheriff me llamó hace un par de días para decirme que era hora de
visitar a Graham en la cárcel.
Sabía que este momento llegaría tarde o temprano, pero no me había
preparado completamente para ello.
Graham y yo solíamos ser inseparables en nuestra infancia, pero las
circunstancias nos habían separado a lo largo de los años.
Sin embargo, seguía siendo mi hermano, y tenía la responsabilidad de
estar allí para él en sus momentos más oscuros y, sobre todo, para aclarar si
Harper era su hijo o no.
La ausencia de Emily ha dejado un vacío en mi vida, un vacío que a
menudo se llena con preocupaciones y asuntos pendientes. Hace dos
semanas que se marchó.
Quince largos días en los que la había llamado una sola vez y recibí una
escueta advertencia de que no era un buen momento para hablar y me colgó
sin más.
No quería presionarla, solo saber cómo estaba.
Aunque su partida me ha dejado con el corazón roto, sé tengo que
seguir adelante, y eso significa ocuparme de los problemas que surgen en el
rancho y en mi vida en general.
Durante estos días, mi principal preocupación ha sido Harper.
La responsabilidad de cuidar de él ha recaído principalmente en mí.
Afortunadamente, he estado contando con la ayuda de Mike, mi capataz
de confianza y recién estrenado buen amigo.
Él siempre está dispuesto a echarme una mano en cualquier tarea que
necesitara realizar para poder ocuparme de Harper.
Aunque Mike no tiene hijos propios, sí tiene un corazón generoso y una
gran paciencia para cuidar al pequeño mientras yo me ocupo de los
quehaceres de la granja.
—Ethan, ve a atender a los caballos, yo me encargaré de Harper por
un rato —me decía a menudo, dándome un respiro en medio de las tareas
diarias.
A medida que el tiempo pasa, me doy cuenta de que la ausencia de
Emily se está haciendo más llevadera gracias a la rutina y a los amigos que
tengo a mi lado. Aunque sigo sintiendo su falta todos los días.
Así que, con el apoyo de Mike y la dulce sonrisa de Harper, he seguido
adelante, día tras día, tratando de mantener viva la esperanza de que algún
día las cosas volverán a ser como antes, o al menos, encontrar una nueva
normalidad en la que pueda encontrar la felicidad y la paz que tanto
necesito.
Me dirijo a la cárcel con un nudo en el estómago, sin saber exactamente
qué esperar. Al llegar, me registran y me guían hacia una sala de visitas.
Graham ya está allí, esperándome, y cuando me ve, sus ojos se iluminan un
poco. Es difícil verlo en ese lugar, privado de su libertad.
Nos sentamos frente a frente, separados por una mesa de plástico. La
atmósfera es tensa, pero al menos hay un atisbo de emoción en su mirada.
—Ethan... —murmura Graham, su voz ligeramente quebrada.
—Graham —respondo, tratando de sonar calmado y comprensivo—.
¿Cómo estás?
Él suspira y se pasa una mano por el pelo desaliñado.
—No muy bien, hermano. Estar aquí no es precisamente agradable.
Siento mucho haber terminado en este lugar y arrastrarte a ti conmigo.
Su confesión me toma por sorpresa, pues puede significar que, en
efecto, es el padre de Harper.
¿Si no, a qué viene eso de que me está arrastrando con él?
Siempre he sabido que Graham tiene sus problemas, pero nunca ha
admitido sus errores de esta manera.
—Cada uno de nosotros toma sus propias decisiones en la vida, y a
veces cometemos errores. Lo importante es que estás tratando de enmendar
las cosas ahora.
Él asiente, agradecido por mi comprensión.
—Supongo que he heredado el carácter de mierda de papá. Siempre fui
el rebelde, mientras tú eras el responsable.
Recordar a nuestro padre es un ejercicio que siempre ha sido doloroso
para ambos. Ha sido un hombre difícil, cuyas palabras y acciones han
dejado cicatrices profundas en nuestras almas. Aunque la sangre nos une
como hermanos, la figura paterna que compartimos se convirtió en un lastre
que llevamos a cuestas, una sombra que se cernió sobre nuestras vidas
durante años.
En muchos sentidos, un padre es el primer espejo en el que un hijo se
mira. Es el faro que guía los primeros pasos en el laberinto de la vida. Pero
cuando ese faro emana una luz oscura y opresiva, el camino se vuelve
difícil de transitar. Nuestro padre era un hombre de carácter tiránico, un
hombre que nunca dudó en expresar su desdén y su desprecio. Sus palabras
hirientes eran como dagas que se clavaban en nuestros corazones jóvenes y
vulnerables.
A medida que crecíamos, sus expectativas inalcanzables se convertían
en una pesada carga sobre nuestros hombros. Nos hizo creer que nunca
seríamos lo suficientemente buenos, lo suficientemente dignos de amor y
respeto. Sus críticas constantes minaron nuestra autoestima y nos llevaron a
cuestionarnos a nosotros mismos una y otra vez. La influencia tóxica de
nuestro padre se infiltró en nuestros pensamientos y creencias, arraigándose
como una maleza en lo más profundo de nuestra psique.
La figura paterna debería ser un faro de apoyo, un refugio seguro en
momentos de tormenta. Pero para nosotros, fue un tornado que desgarró
nuestros sueños y esperanzas. Crecimos con la creencia errónea de que no
merecíamos nada, que éramos indignos de amor y felicidad. Esta herida
emocional se convirtió en una cicatriz que llevamos con nosotros, una
sombra que amenazaba con oscurecer cada rayo de luz en nuestras vidas.
—Yo disto mucho de ser responsable, no sabes lo capullo que puedo
llegar a ser, pero últimamente, gracias a ti, he descubierto que la verdadera
familia no se basa en el ADN, sino en el amor y el apoyo mutuo.
—¿De qué estás hablando? —Graham no parece entender nada de lo
que le digo.
—Estoy hablando de Harper.
—¿Harper? ¿Quién demonios es…? No me jodas… ¿no me jodas que
alguien ha ido a reclamarte dinero? —mi hermano se lleva las mano a la
cabeza.
—No, pero alguien me dejó a tu hijo en el rancho —le digo para a ver si
así reacciona de una vez.
—¿A mi qué? —suelta una carcajada—. A ti se te va la olla, hermanito.
Yo no tengo ningún hijo, que yo sepa.
—Ahí está la cuestión, que quizá no lo sabes y su madre lo ha dejado
allí porque sabe que es el rancho familiar. Tiene tres meses, bueno ya
cuatro.
—Llevo un año aquí encerrado, Ethan. No he echado un polvo desde
entonces, así que a no ser que una paloma haya inseminado a una mujer con
mi espíritu, lo veo un poco complicado.
Mi hermano y yo compartimos una mirada que dice más que mil
palabras.
—Hace un mes me dejaron un bebé en el porche. Llevaba consigo una
nota que decía: Este es Harper Brooks. No puedo hacerme cargo de él en
estos momentos y he pensado que será mejor que lo cuides tú. No sé cuándo
volveré, confío en ti, Ethan.
—¿Y no será tuyo? Que des por hecho que es mío y que no te he dicho
nada, resulta ofensivo.
Me callo para no ofenderlo más, porque Graham siempre ha estado
lejos de ser un hermano que me mantuviera al día sobre sus asuntos.
—Sabría si he tenido alguna posibilidad de embarazar a una mujer,
suelo llevar precaución con eso —le digo convencido de ello.
—¿Y si es de nuestro padre? —pregunta.
—Nuestro padre está muerto, ¿lo has olvidado?
—El bebé no, idiota, el padre o la madre de ese niño. Quizá tengamos
un hermano o hermana oculto que ha querido encasquetarnos a su hijo
porque es un Brooks.
No había pensado en esa posibilidad, porque, por otro lado, nadie en su
sano juicio que conociera a mi padre, querría que su hijo se criara en una
familia tan desestructurada como la nuestra.
—¿Crees que eso es posible? Me refiero a que nuestra familia no es lo
que se dice un modelo de conducta a seguir, y no tiene sentido que alguien
deje a su hijo en el rancho por muy Brooks que sea ese bebé.
—¿Y por qué no? Si es hijo o hija de papá, quizá yo no sea el único que
ha heredado su desgraciado carácter y ha dejado al niño para que su abuelo
le dé una buena educación. Qué ironía, ¿verdad? Esa persona no debe saber
que el bueno de Peter Brooks ya no está entre nosotros —dice todo ironía.
—No sé ni qué decir, la cosa empieza a complicarse demasiado. ¿De
quién será el bebé?
—Sea de quién sea, debe confiar mucho en ti y quererte mucho como
para dejar a su cargo a su hijo. ¿Estás seguro de que no es tuyo?
—¡Ya te he dicho que no! Hace un año tuve un escarceo con una mujer
en una feria de ganado, pero la conozco y no ha estado embarazada. Y
luego está esa loca de … —me callo antes de contarle demasiadas
intimidades a mi hermano. Es algo que ya no tiene importancia.
—¿Solo con ella? Recuerdo lo bien que solías pasarlo cuando ibas a una
de esas ferias. Te ponías todo borracho y volvías bien relajado al rancho y
me libraba de tus broncas un par de días.
—Te prometo que esta vez recordaría con quién más me he acostado —
afirmo, devanándome los sesos un poco, para qué nos vamos a engañar.
—Pues en ese caso, te sugiero que montes una recogida de ADN en el
pueblo y alrededores, porque esta vez, ese niño no es culpa mía, muy a mi
pesar.
—No puedo hacer eso.
—Entonces solo te queda esperar, en esa nota pone que volverá, no sabe
cuándo, pero lo hará.
—Me temo que el sheriff tiene la mosca detrás de la oreja, y si Harper
no resulta ser nada mío, puede que me meta en problemas. Es un menor sin
identificar y quizá lo esté reteniendo en mi casa.
—Pues habla con ese poli y dile lo que está pasando. ¿Por qué razón
tendrías que hacerte cargo de un mocoso que no es tuyo? —me dice,
sacando todo su potencial de mala persona en sus palabras.
—Porque es una criatura que no tiene culpa de nada y puede acabar en
un orfanato o vete a saber en qué tipo de familia.
—Bueno, no es que ahora mismo esté en la mejor, y tú nunca has sido
un tipo cariñoso.
—Quizá eso esté cambiando.
Mi hermano abre los ojos como platos.
—No puedo creerlo, Ethan Brooks sintiendo algo por otro ser humano.
—Si conocieras a Harper lo entenderías.
—Lo dudo mucho, mi instinto paternal está muy lejos y bajo tierra y no
creo que aflore nunca. Llama a la poli y deshazte de ese mocoso cuanto
antes —me dice, y no puedo evitar pensar que ojalá su instinto se quede allí
para siempre.
40
EMILY

—Sarah, ya llevo dos semanas aquí. Va siendo hora de que vuelva,


tengo muchas plantas que regar —le digo entre risas mientas ella pone
morritos para tratar de convencerme de que me quede un poco más de
tiempo.
—Es que lo hemos pasado tan bien juntas, que no quiero que te vayas.
Además, quiero organizarte una bienvenida a la soltería de nuevo.
—Ya no soy una soltera, más bien una divorciada feliz —digo
riéndome.
—Es lo mismo, eres libre y debemos celebrarlo.
—No lo sé, eres peligrosa en ese sentido —esbozo una sonrisa
juguetona.
—Tranquila, no haré nada que comprometa tu sexualidad, entiendo que
quieres volver a Haysville tan precintada como has venido aquí —dice
Sarah en tono de broma.
—¡Qué tonterías dices! —la reprendo, riendo.
Sarah se toma un momento antes de continuar, cambiando el tono de la
conversación.
—Hace días que no mencionas a Ethan, pero no creo que sea porque lo
has olvidado del todo. ¿Por qué no le has devuelto la llamada que te hizo
aquel día?
La mención de Ethan me trae de vuelta a la realidad. Durante mi tiempo
aquí, he tratado de distanciarme de los problemas que dejé atrás en
Haysville, incluyendo mis sentimientos por Ethan.
—No estoy segura de qué hacer al respecto, Sarah. Supongo que quiero
volver libre de ataduras mentales y quizá empezar de cero con él. Las cosas
con Ethan son complicadas, y siento que necesito un poco más de tiempo
para entender lo que realmente quiero.
Sarah asiente con comprensión.
—Entiendo que quieras aclarar tus sentimientos antes de tomar una
decisión. Solo recuerda que mereces ser feliz, Emily, y no dejes que el
pasado te impida buscar la felicidad en el futuro. Y si necesitas más tiempo,
lo mejor será que organice esa fiesta y te diviertas un poco antes de volver.
—Está, bien, tienes dos días para organizar esa fiesta de despedida, pero
al día siguiente me marcharé. No te he mentido con eso de las plantas,
tengo que seguir cuidando de ellas y regarlas si no quiero que se sequen. Y
cuidado con lo que organizas, Sarah Taylor, que nos conocemos.
—Lo entiendo y, de paso, riega también otra cosa. Tampoco queremos
que se seque del todo, ¿verdad? —Sarah me guiña un ojo y no puedo evitar
soltar una carcajada sonora.
Mi amiga es incorregible, pero tiene razón. No solo tengo que cuidar de
mis plantas y flores, también de mi felicidad.
41
ETHAN

Salgo de la cárcel con una mezcla de emociones. La conversación con


Graham ha dejado mi mente en un torbellino de pensamientos y preguntas
sin respuesta.
Aparco la camioneta y mientras camino hacia el rancho, me siento más
confundido que nunca. Cada paso me acerca a una realidad que no estoy
preparado para enfrentar.
Graham insiste en que no tiene hijos, pero la mirada de Harper, sus
rasgos, son pruebas demasiado convincentes de que sí podría estar ligado a
nuestro linaje, pero cualquier niño de ojos claros y pelo cobrizo podría serlo
en realidad.
Finalmente, llego al rancho y veo a Mike con Harper en brazos.
El pequeño está mirando fijamente a uno de los caballos, sus ojos llenos
de curiosidad. Me acerco lentamente, sin querer interrumpir el momento.
Mike nota mi llegada y me sonríe, aunque parece notar la confusión en
mi rostro.
—¡Ethan! Mira quién está aquí, Harper está haciendo nuevos amigos.
Miro al pequeño y no puedo evitar sentir una oleada de amor por él.
—Sí, parece que le gustan los caballos.
Mike me da una palmada en el hombro de manera amistosa.
—Oye, amigo, ¿qué pasó en la cárcel? Pareces un poco aturdido.
Respiro profundamente antes de responder.
—Sí, todo bien. Solo que... he tenido una conversación con Graham en
la cárcel, y ha sido... intensa. Ha sacado a relucir cosas del pasado que
preferiría no recordar.
Mike asiente comprensivamente y me da una palmada en el hombro.
—Entiendo. Hablar con tu hermano después de tanto tiempo debe haber
sido duro.
Harper extiende sus bracitos hacia mí, como si quisiera que lo cargue.
Lo tomo en mis brazos y le doy un beso en la frente. A pesar de todo lo
que está pasando, Harper es mi ancla en medio de la tormenta.
—Sí, ha sido duro, y lo peor de todo es que no parece ser el padre de
Harper. Y si él no lo es, y yo tampoco. ¿De quién es este precioso niño?
—Ethan, eso es... complicado. ¿Estás seguro de que Graham está
diciendo la verdad?
Suspiro y sacudo la cabeza.
—No lo sé, Mike. Pero su respuesta fue tan convincente como la de
cualquier hombre que está seguro de no ser el padre de un niño.
—La idea de una familia desconocida y ausente me resulta
desgarradora. Tú eres el único que ha demostrado ser un padre increíble, y
no mereces lidiar con esta confusión.
Sonrío débilmente, agradecido por su apoyo.
—Te agradezco mucho como te has volcado no solo con el rancho,
también conmigo y con Harper, pero en momentos como este echo mucho
de menos a Emily. Estábamos juntos en esto, ¿sabes?
—Lo sé y lo entiendo perfectamente, ¿has intentado volver a llamarla?
—No, ya dejó claro que no quería hablar conmigo.
—Igual deberías hacerlo, esto parece importante y estoy seguro que
querrá saber que tienes novedades sobre la identidad de Harper —dice
echando una ojeada al niño.
—No quiero cargarla con mis problemas e involucrarla más. Ella se
marchó precisamente por eso y por mi actitud absurda ante nuestros
sentimientos.
—¿Estás seguro? Quizá se marchó por otra cosa.
—Llegados a este punto, ya no estoy seguro de nada.
—He visto como riegas las flores de su jardín alguna tarde —me dice
con una sonrisa pícara.
—Le encantan sus Daisys, está bien que yo le devuelva algunos favores
sin que me lo haya pedido.
—Sí, claro, pero ambos sabemos que no es por eso, más bien has
encontrado la forma de estar un poco cerca de ella en su ausencia.
Cojo una gran bocanada de aire y siento que el hombre hermético que
habitaba en mí, se ha desvanecido frente a Mike para exponerme como un
libro abierto.
—¿Cómo puedes adivinar esas cosas?
—Será que las he vivido de primera mano. Nunca me has preguntado
qué hago aquí, en un rancho de Kansas cuando podría trabajar en Texas,
que es de donde soy.
—Lo siento, soy un pésimo amigo. Nunca se me han dado bien las
relaciones sociales, y como ves, suelo meter la pata mucho —digo con
pesar.
—No te preocupes, Ethan. Todos tenemos nuestras propias formas de
lidiar con las cosas y nuestras debilidades. No eres un pésimo amigo, solo
estás pasando por un momento complicado.
—Bueno, ahora quiero saber qué te trajo hasta aquí.
—Sabes, vine aquí porque necesitaba un cambio en mi vida. Las cosas
no estaban yendo bien en Texas, y sentí que necesitaba alejarme de todo.
Kansas me ofrecía una especie de refugio tranquilo, y el rancho me dio un
propósito.
Mike me mira con simpatía.
—Entiendo lo que quieres decir. A veces, es necesario alejarse de todo
y encontrar un lugar donde podamos reorganizar nuestras vidas. Este rancho
ha sido ese lugar para ti, y me alegra que así sea.
Mike sonríe y me da una palmada en la espalda.
—Ahora, ¿qué dices? ¿Llamas a Emily? Al menos debería saber lo que
está pasando con Harper.
—Creo que esperaré un par de días, y si no vuelve, lo haré, te lo
prometo.
—A mí no tienes que prometerme nada, tan solo aceptar que estás
enamorado de ella hasta las trancas y hacer las cosas como tú creas
conveniente. No la conozco, solo tú sabes lo que necesitáis ambos en estos
momentos.
«¿Estoy enamorado de Emily?», me pregunto.
No lo sé.
Tan solo puedo afirmar que siento una profunda conexión con ella, un
deseo de tenerla cerca, de compartir con ella los momentos buenos y malos.
Pensar en ella hace que se me forme un nudo en el estómago, un
cosquilleo en el corazón y una sonrisa involuntaria en los labios. Cada
recuerdo, cada conversación, cada mirada compartida, todo eso se mezcla
en mi mente y en mi cuerpo, creando una sensación abrumadora de cariño y
deseo.
Si eso no es amor, entonces no sé qué podría ser.
Tal vez Mike tenga razón y esté experimentando por primera vez el
amor hacia otras personas que no sean yo mismo.
Y aunque es algo bonito, con Emily se ha vuelto algo doloroso.
Necesito que vuelva, necesito besarla de nuevo y pedirle que no se aleje
de mí nunca más.
Quiero vivir plenamente lo que es el amor por una mujer, y ella es la
única que ha conseguido atravesar la barrera de hierro que protegía mi
corazón, además de Harper.
42
EMILY

Me encuentro en el vestíbulo de un elegante club en Lawrence,


sintiéndome completamente fuera de lugar. Sarah, ha organizado una fiesta
de despedida para mí, y me ha colocado una corona brillante y un velo de
novia como si estuviera teniendo una despedida de soltera. A mi alrededor,
algunas de mis amigas de la universidad están charlando y riendo,
disfrutando de la atmósfera de este lugar exclusivo.
El club está decorado con luces tenues que crean un ambiente íntimo y
misterioso. Hay una pista de baile en el centro, donde la música de moda
bombea desde los altavoces y la gente se mueve con gracia. En las esquinas,
se encuentran cómodos sofás y mesas donde grupos de personas disfrutan
de bebidas exóticas.
Sarah se acerca a mí con una copa en la mano y una sonrisa traviesa en
el rostro.
—¡Emily! ¡Tienes que divertirte esta noche! Es tu despedida de casada,
después de todo —dice mientras me entrega la copa.
Le doy un sorbo a la bebida y asiento con una sonrisa forzada. Aunque
aprecio el gesto de Sarah, no me siento exactamente como una mujer
emocionada en este momento.
—Lo sé, Sarah. Gracias por organizar esto. Es solo que...
Antes de que pueda terminar mi frase, una de mis amigas, Lisa, se une a
la conversación.
—¡Emily! ¡Mira a esos chicos guapos en la barra! —exclama,
señalando hacia un grupo de hombres elegantes.
Otras amigas se unen a la conversación, y pronto estamos todas
mirando a los chicos guapos que parecen haberse apoderado de la barra.
Comenzamos a comentar y a hacer chistes graciosos sobre quién se
atrevería a acercarse primero.
—Bueno, chicas, no olvidemos que soy la exnovia esta noche —
bromeo, señalando mi corona y mi velo de novia.
Todas ríen, y Lisa agita la mano en un gesto de desdén.
—Oh, no te preocupes, Emily. Eres una exnovia increíblemente
atractiva. ¡Seguro que se acercarán a ti también!
La idea de que los chicos guapos se acerquen a mí me hace sonreír, pero
en realidad, lo único que quiero en este momento es un poco de tranquilidad
y tiempo para pensar. No estoy segura de si esta es la despedida de que
había imaginado, pero sé que las intenciones de mis amigas son buenas.
Mientras observo a las chicas bailando en la pista y a los chicos guapos
en la barra, me doy cuenta de que mi mente sigue regresando a un solo
pensamiento. Ethan. Su imagen sigue apareciendo en mi mente una y otra
vez, como si no pudiera evitarlo.
Continuamos divirtiéndonos a medida que la noche avanza. La música
se vuelve más animada, y algunas de mis amigas se aventuran en la pista de
baile. Me río con ellas y disfruto de su compañía. Aunque mis
pensamientos siguen volviendo a Ethan de vez en cuando, me obligo a
apartarlos de mi mente y sumergirme en la atmósfera festiva.
Sarah se acerca a mí nuevamente, esta vez con una bandeja llena de
chupitos de colores brillantes.
—Emily, ¡tienes que probar uno de estos chupitos! Son deliciosos y te
harán olvidar todos tus problemas —dice, ofreciéndome un chupito rosa
brillante.
Acepto el chupito y lo tomo de un solo trago. El sabor dulce y afrutado
me hace sonreír.
—Tienes razón, Sarah. Esto definitivamente ayuda a olvidar los
problemas por un rato.
Las risas y las conversaciones llenan el aire mientras seguimos
celebrando. Mis amigas me cuentan anécdotas divertidas de su vida
amorosa y comparten historias embarazosas que me hacen reír aún más.
—Tengo que ir al baño —les anuncio y me marcho a buscarlos
desesperadamente.
Me deslizo entre la multitud en dirección al baño, aprovechando
cualquier espacio que se abra entre la gente para avanzar más rápido. Por
suerte, cuando llego al baño, no hay cola y puedo entrar de inmediato.
Dentro, veo que algunos cubículos están ocupados, así que me quedo
cerca de las puertas, esperando mi turno. Mientras espero, una mujer rubia y
alta entra al baño. No puedo evitar notar lo guapa que es, con su cabello
largo y ojos brillantes.
Ella me sonríe amablemente y comienza una conversación.
—Hola, ¿cómo te llamas? —me pregunta con una voz suave y amigable
mientras se retoca los labios frente al espejo.
Le devuelvo la sonrisa, agradecida por su amabilidad en medio de la
animada fiesta.
—Soy Emily. Estoy aquí celebrando una especie de despedida —le
respondo, pensando en lo ridículo que le debe parecer mi atuendo.
Ella asiente, mostrando interés genuino.
—Vaya, debe ser un hombre muy afortunado.
—¿Quién exactamente? —le digo, sin saber realmente a qué se refiere.
—Ese con el que vas a casarte. —Ladea la cabeza mirándome muy
sonriente.
—¿Casarme? —suelto una carcajada— No es una despedida de soltera,
es más bien de matrimonio. Acabo de divorciarme definitivamente.
—Oh, lamento oír eso. De todas formas, estás en un lugar genial para
olvidarte de las preocupaciones. seguro que hay algún hombre ocupando tu
corazón, ¿verdad, Emily? Yo soy Vanessa, por cierto.
—¿Tanto se me nota? —suspiro, aunque no estoy tentada de contarle a
esta desconocida mi vida sentimental. Sacudo la cabeza —. Déjalo, no es
nada serio.
—Entiendo Pues te deseo mucha suerte con lo que tengas entre manos
—dice antes de sacudirse la melena y salir del baño tras acabar de retocarse.
Por fin uno de los cubículos se desocupa y puedo usar el baño.
Vuelvo al área principal del club donde están mis amigas. La música
sigue sonando fuerte, y todas están disfrutando de la noche al máximo.
Sarah me guiña un ojo cómplice cuando me ve regresar.
El ambiente sigue siendo animado y divertido mientras la noche avanza.
Mis amigas y yo compartimos risas, anécdotas y bailes en la pista. La
corona en mi cabeza me hace sentir especial, y sé que Sarah ha puesto
mucho esfuerzo en organizar esta despedida de soltera inesperada.
Pero a medida que la noche avanza y la diversión continúa, no puedo
evitar que mi mente divague hacia el día siguiente. Tengo planeado regresar
a Haysville, y ese pensamiento hace que mi corazón dé un vuelco.
Inevitablemente, tendré que enfrentar a Ethan nuevamente.
La música, las luces y las risas de mis amigas son un buen distractor por
ahora, pero sé que el momento de la despedida se acerca.
Me siento agradecida por tener a estas mujeres increíbles a mi lado esta
noche, pero también siento una mezcla de emociones al pensar en lo que me
espera cuando regrese a casa.
43
ETHAN

Es un hermoso domingo, y Harper y yo estamos sentados en el porche,


disfrutando de la brisa suave y el cálido sol que se cierne sobre el rancho.
El pequeño está en mi regazo, jugando con un juguete mientras observa
fascinado los alrededores.
Me siento agradecido por estos momentos tranquilos, aunque mis
pensamientos siempre terminan volviendo a Emily.
Recuerdo su risa, su forma de caminar con gracia, incluso la manera en
que solía sacarme de quicio en ocasiones. No puedo evitar pensar en ella
constantemente, y cada recuerdo me llena de nostalgia y anhelo. La he
extrañado más de lo que jamás podría expresar.
De repente, mientras estoy absorto en mis pensamientos, veo algo que
parece un espejismo.
Un coche está entrando por el camino de tierra que conduce a la casa de
Emily. Mis ojos se abren con sorpresa y me quedo mirando fijamente, como
si no pudiera creer lo que estoy viendo.
¿Es posible que Emily esté de vuelta?
Miro a Harper, que aún no ha notado nada inusual, y luego vuelvo mi
atención al coche que se acerca lentamente.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho, lleno de emoción y
nerviosismo.
Espero ansiosamente a que el coche se detenga frente a la casa de
Emily, con la esperanza de que tal vez, solo tal vez, ella haya decidido
regresar a su hogar en Haysville y esto no sea fruto de mi imaginación.
La he pensado tanto, que siento como si mi corazón estuviera a punto
de salir disparado de mi pecho.
El coche finalmente se detiene, y mi corazón se acelera aún más.
Las puertas se abren, y veo a Emily salir, su cabello al viento y una
expresión que no puedo descifrar en su rostro.
No puedo evitar sentir un nudo en la garganta mientras la observo
acercarse.
Han pasado semanas desde que hablamos por última vez, desde que se
fue sin mirar atrás, y ahora, verla venir hacia mí es como un sueño que
nunca esperé que se hiciera realidad.
Emily me mira directamente a los ojos, y en ese momento, siento como
si el tiempo se detuviera.
Estamos parados allí, a solo unos metros de distancia, con un millón de
emociones entre nosotros.
No sé qué decir, cómo reaccionar, pero mi corazón late más fuerte que
nunca.
Finalmente, Emily rompe el silencio y dice mi nombre en un susurro
que parece llevar todas las palabras que ha estado guardando.
—Ethan... —murmura, y su voz es como una caricia en mi alma.
Mis oídos registran su voz como una melodía, y no puedo evitar sonreír,
incluso si todavía no estoy seguro de lo que significa su regreso.
Sin pensarlo, me acerco a ella, dejando a Harper en su carrito, y en un
impulso la abrazo con fuerza.
Siento su cuerpo cálido y tembloroso contra el mío, y sé que esto no es
un espejismo.
Emily está aquí, en mis brazos, de nuevo en mi vida.
44
EMILY

Su abrazo es tan inesperado como significativo.


Siento sus brazos fuertes rodeándome, como si estuvieran dispuestos a
protegerme de todo el mundo. Sus manos se aferran suavemente a mi
espalda, y puedo sentir el latido de su corazón cerca del mío.
En ese momento, parece que el tiempo se detiene y todo lo que ha
pasado entre nosotros se desvanece.
El aroma de su piel, el mismo aroma reconfortante que recordaba, llena
mis sentidos.
Cierro los ojos y permito que esa sensación me envuelva por completo.
Durante semanas, he estado tratando de resistir la atracción que siento
hacia él, luchando contra mis emociones y negándome a enfrentar la
verdad.
Pero ahora, en sus brazos, todas mis defensas se desmoronan.
Me doy cuenta de que he estado mintiéndome a mí misma, tratando de
convencerme de que podía seguir adelante sin él, cuando en realidad, lo que
más deseo es estar a su lado, a pesar de todas nuestras complicaciones y
desacuerdos.
Finalmente, me separo lentamente, pero nuestras manos todavía están
entrelazadas.
Nuestros ojos se encuentran, y puedo ver la sinceridad en su mirada, el
deseo de hacer las cosas bien esta vez.
—Emily... —dice en voz baja, como si estuviera buscando las palabras
adecuadas—. No sé por qué has vuelto, pero estoy agradecido de que lo
hayas hecho.
Sus palabras me conmueven profundamente, y me doy cuenta de que
estoy agradecida de haber tomado la decisión de regresar, a pesar de mis
dudas y temores. juntos.
—Ethan, hay muchas cosas que necesitamos hablar —respondo,
mirándolo directamente a los ojos—. Pero, antes que nada, quiero que sepas
que he estado pensando mucho en nosotros y en lo que significa este
abrazo. No quiero más confusiones, debemos ser sinceros el uno con el
otro.
—¿Has venido para quedarte? —me pregunta con el gesto serio.
—Sí, eso creo.
—Te he echado de menos —dice finalmente tras mirarme unos
segundos.
—Espero que no haya sido solo por dejarte en la estacada por Harper. Si
no te importa, quiero verlo.
Ethan se hace a un lado y me acerco al carrito para coger al bebé.
—Hola pequeñín, espero que tu tío Ethan haya cuidado muy bien de ti o
tendrá que vérselas conmigo —le digo mientras lo acuno en mis brazos y él
me sonríe—. Parece que no se ha olvidado de mí.
—Es imposible que nadie lo haga, Emily.
Le sonrío y vuelvo la vista a Harper.
No quiero precipitarme y decirle algo que me deje expuesta y
vulnerable otra vez. Pero finalmente, cedo a la tentación.
—Yo también os he echado mucho de menos. No ha sido hasta que me
he alejado de vosotros, que me he dado cuenta de lo mucho que significáis
en tan poco tiempo.
—Me alegra oírlo. He regado tus plantas, sé lo mucho que las quieres.
—Te lo agradezco, Ethan. Y siento no haberte devuelto la llamada, en
esos momentos no podía hablar.
—Lo entiendo, necesitabas un tiempo y yo tenía que respetarlo.
Asiento, sintiendo un nudo en el estómago.
Tal vez debería explicarle lo que estaba haciendo en ese momento, que
legalmente aún no era una mujer divorciada hasta hace poco, pero la idea de
entrar en detalles sobre la situación me resulta abrumadora. Prefiero
guardarme esos episodios que no quiero revivir por ahora.
—Tengo que bajar las maletas del coche y organizar un poco la casa,
pero… ¿te importa que me quede un rato más con vosotros? —le digo
pegando a Harper a mi cuerpo.
—Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, Emily. Además, tengo
que contarte algo importante sobre Harper.
—¿Qué sucede? —pregunto con cierto miedo en la voz.
—Será mejor que entremos en la casa, es un tema un poco delicado.
Mi corazón se salta un latido.
Sé que es algo referente a Harper y a su situación de vulnerabilidad y,
que, lo que tiene que decirme, no va a ser muy alentador.
45
ETHAN

—¿Quieres una cerveza? —le pregunto mientras cojo una bien fría para
mí.
—No, me temo que ayer ya bebí demasiado. Mis amigas me
organizaron una fiesta y… déjalo, no tiene importancia.
Asiento y me dirijo hacia el sofá para sentarme junto a ella.
Le doy un largo trago a la Budweiser.
—Ethan, empieza a contarme ya lo que está pasando, me tienes de los
nervios —me dice cargando a Harper en su regazo mientras lo entretiene
jugueteando con las manos.
—Fui a la cárcel y hablé con mi hermano. Todo parece indicar que
Harper no es hijo suyo.
—¿Estás seguro que dice la verdad?
—Mike me dijo lo mismo, pero me temo que sí, no tiene ningún motivo
real para mentirme si Harper ya está conmigo.
—¿Mike? ¿Quién es Mike? —me pregunta ceñuda.
—El capataz del racho, un buen hombre y un buen amigo desde que te
fuiste.
—Bueno, entonces has sacado algo bueno de este tiempo separados.
—Es tipo excelente, y se desenvuelve muy bien con Harper. Me ha
estado echando una mano también en ese asunto.
Emily asiente.
—Entonces, ¿qué vas a hacer? Igual sí es el momento de avisar a la
policía —me dice con cierto pesar.
—Solo de pensar que pueden llevarse a Harper…
—Lo sé, pero no sé hasta qué punto podemos seguir buscando a su
verdadera familia sin que las cosas que compliquen aún más. En la nota,
fuera quién fuese que lo dejó aquí, expresaba su deseo de que tú te
encargaras de él. Según mi amiga Sarah, con eso debería de bastar, es
abogada y de las buenas.
—Mi hermano dijo que cabía la posibilidad que fuera un nieto de mi
padre.
—¿De tu padre?
—Lo creas o no, la idea no es muy descabellada. Quién sabe si tuvo
algún hijo o hija fuera del matrimonio y Harper siga siendo mi sobrino. Si
hubieras conocido a mi padre, no te extrañaría nada esa posibilidad.
—Podemos investigar por esa vía. Si esa persona dejó al bebé aquí, es
porque tu padre reconoció que era su hijo o hija cuando nació. Debe haber
alguna partida de nacimiento donde conste el nombre de tu padre. Sarah
puede ayudarnos con eso.
—No es mala idea. ¿Crees que conseguirá averiguar algo?
—Estoy segura de ello. Haré una llamada en cuanto llegue a mi casa, a
la cual, por cierto, debería de irme ya.
—¿Tan pronto? —mi voz suena algo desesperada, lo sé, pero no puedo
evitarlo. La presencia de Emily tiene un efecto en mí que me descoloca.
—Estoy cansada, ha sido un viaje largo y tengo un poco de resaca. —
Sonríe mientras me entrega a Harper. Aunque mi cuerpo está agotado, no
puedo evitar pensar en lo guapa que se ve Emily en este momento, con una
luz especial en sus ojos.
—¿Vendrás mañana?
—Sí, no te preocupes. —Emily duda un momento, pero finalmente posa
su mano sobre mi brazo para apretarlo levemente.
El contacto con su piel me hace sentir una conexión especial, y sé que
esta situación está lejos de ser sencilla.
Mi corazón late con fuerza, y siento que hay algo más entre nosotros,
algo que no puedo ignorar por mucho más tiempo.
Quiero que nuestros labios se unan en un baile apasionado, que el
mundo desaparezca mientras nos entregamos al amor y al deseo. Pero las
palabras se quedan atascadas en mi garganta, incapaces de expresar la
tormenta de emociones que bulle en mi interior, como si fuera el
protagonista de alguna película romántica.
Sin embargo, en la vida real, la complejidad de la realidad me abruma,
y temo arruinar este valioso momento.
Por eso, en lugar de hablar, simplemente sonrío.
Nuestra mirada se conecta en una complicidad que transmite mucho
más de lo que las palabras podrían expresar. En ese momento, comprendo
que tenemos todo el tiempo del mundo, y no hay necesidad de forzar las
cosas.
A veces, el silencio habla más alto que cualquier declaración de amor.
46
EMILY

La noche después de mi inesperado encuentro con Ethan fue una


mezcla de emociones, pensamientos y recuerdos que no me dejaron
descansar.
Cada vez que cerraba los ojos, su mirada intensa y su sonrisa
encantadora volvían a mi mente, como si quisieran recordarme que él
estaba de nuevo en mi vida.
Antes de acostarme, hice una llamada a Sarah, pidiéndole que
investigara cualquier partida de nacimiento en la que el padre de Ethan
estuviera inscrito como progenitor.
Era un paso importante en la búsqueda de respuestas sobre Harper
después de los últimos acontecimientos.
Cuando llego al rancho de Ethan, noto de inmediato que la puerta
principal está abierta.
Me aventuro dentro, siguiendo el aroma tentador del café recién hecho
que flota en el aire.
Mi sorpresa aumenta cuando llego a la cocina y encuentro a Ethan de
pie junto a la cafetera. Está vestido solo con unos vaqueros y sin camiseta, y
la luz de la mañana ilumina su torso marcado y musculoso. Mi corazón da
un vuelco ante la imagen, y tengo que luchar por mantener la calma.
Ethan se da cuenta de mi presencia y se voltea hacia mí con una sonrisa
amigable.
—Emily, buenos días. No te esperaba tan temprano.
Mis mejillas se sonrojan ligeramente ante la vista de su figura. Trato de
encontrar las palabras adecuadas mientras respondo.
—Buenos días, tenía ganas de ver a Harper. Pero veo que te he
interrumpido.
Ethan se acerca a la cafetera y se sirve una taza de café, aparentemente
sin preocuparse por su falta de camiseta.
—No te preocupes, no me interrumpes en absoluto. Además, no es la
primera vez que me ves sin camiseta.
Recuerdo la ocasión en la que lo encontré durmiendo con tan solo una
toalla en el sofá, y eso solo hace que mi sonrojo aumente. No quiero parecer
descarada, pero es difícil no notar su atractivo físico y deleitarse con él.
—¿Quieres un café?
—Sí, gracias. Por cierto, necesito el nombre completo de tu padre, ayer
hablé con Sarah y hará todo lo que esté en su mano.
Me tiende una taza de café y nos sentamos a la mesa en la cocina.
—Mi padre se llamaba Peter Morris Brooks, aunque el apellido ya lo
sabes. Crucemos los dedos, tengo esperanzas de obtener alguna información
pronto.
—Estoy segura de ello, tarde o temprano averiguaremos de quién es el
pequeño Harper. Por cierto, ¿dónde está?
—Arriba, aún duerme.
Asiento con una sonrisa.
Nos quedamos en silencio un momento, ambos observando nuestras
tazas de café humeantes, hasta que Ethan dice algo.
—Emily, yo… no sé cómo decirte esto sin asustarte y sin que pienses
que soy un gilipollas, pero lo cierto es que durante tu ausencia casi me
vuelvo loco.
—Lo entiendo, lidiar con un bebé y un rancho no ha tenido que ser
fácil.
—No, no me refiero a eso. Sé que te di la impresión de no querer nada
contigo, que te aparté la mano, que me mostré raro y tímido, y me culpo por
ello. Pero lo que quiero decir es que durante este tiempo he estado pensando
mucho en nosotros, en lo que compartimos antes de que te fueras. Y me he
dado cuenta de que me haces falta, Emily, más de lo que imaginaba. Por
primera vez en mi vida he odiado la soledad porque has llenado de luz mi
mundo.
Miro a Ethan, sus ojos sinceros y preocupados.
El nerviosismo se refleja en su voz y en sus gestos, y me hace darme
cuenta de que no soy la única que ha estado lidiando con sus sentimientos.
—Ethan, yo... —comienzo a decir, pero él levanta la mano para
interrumpirme.
—Espera, déjame terminar. No quiero apresurarte ni presionarte, pero
necesito que sepas que estoy dispuesto a luchar por nosotros si es que existe
la posibilidad.
Me quedo sin palabras ante su confesión.
Mi corazón late con fuerza mientras intento procesar sus palabras y sus
intenciones.
La idea de estar con Ethan, de volver a compartir mi vida con él, es
aterradora y emocionante al mismo tiempo.
—Ethan, yo también he pensado mucho en nosotros, en lo que
compartimos. Y no puedo negar que siento algo muy fuerte por ti. Y siento
que debes saber que cuando me fui a Lawrence no fue solo por ti, también
porque por fin me vi con fuerzas para hacer efectivo mi divorcio de una vez
por todas. Te mentí cuando te dije que ya estaba divorciada.
—Bueno, tampoco es como si aún vivieras con tu marido, estabas ya
separada de él.
—Sí, eso es verdad, pero quiero que tú también seas sincero conmigo.
—Sonrío sintiéndome tonta.
Ethan toma una de mis manos con ternura y continúa mirándome a los
ojos, como si quisiera grabar cada palabra en su memoria.
—Emily, lo que has visto de mí es lo que soy, no te he ocultado nada.
No quiero que sientas presión alguna. Quiero que tengas tiempo para pensar
en lo que realmente deseas, en lo que te hace feliz. No puedo evitar sentir
que hay algo especial entre nosotros, algo que nunca he experimentado
antes. Si estás dispuesta, me gustaría intentarlo de nuevo, comenzar desde
cero, como si aquellos malentendidos nunca hubieran existido.
Sus palabras me hacen sonreír, y siento un nudo en la garganta mientras
contemplo la posibilidad de un nuevo comienzo con Ethan.
La idea de que él esté dispuesto a luchar por nosotros me llena de
emoción y excitación.
—Si hay algo que he aprendido en este tiempo es que la vida es
impredecible, pero también que algunos momentos valen la pena.
Ethan asiente con una sonrisa radiante, y siento que el peso de las
incertidumbres y las dudas se desvanece. Sus ojos se acercan a los míos, y
puedo sentir el calor de su aliento mientras pregunta con voz suave y
apasionada:
—¿Puedo besarte, Emily? ¿Podemos empezar de nuevo?
Mis labios tiemblan con la anticipación, y asiento lentamente. Los
latidos de mi corazón se aceleran mientras nuestros rostros se acercan cada
vez más.
El mundo a nuestro alrededor parece desvanecerse, y finalmente,
nuestros labios se acercan con una delicadeza que parece sostener el peso
de todas las palabras no dichas entre nosotros.
Es un beso lento, como si el tiempo se hubiera detenido por un instante
para dejarnos saborear cada sensación.
Siento la calidez de sus labios presionando los míos, y mi corazón late
con fuerza mientras nuestras bocas se encuentran en un baile suave y
apasionado.
Nuestras lenguas se entrelazan en un juego de complicidad y deseo,
explorando el territorio desconocido de nuestras bocas.
Sus manos encuentran su camino hacia mi cintura, sujetándome con
ternura, pero con firmeza, como si quisiera asegurarse de que no me escape.
Mis dedos se enredan en su cabello, sintiendo la suavidad de sus hebras
entre mis manos.
El beso es un suspiro compartido, una promesa sin palabras de lo que
podría ser.
Y en este instante, mientras nos perdemos el uno en el otro, sé que este
capítulo de nuestras vidas apenas está comenzando.
47
ETHAN

El primer roce es suave, un encuentro tímido pero lleno de promesas.


Nuestros labios se mueven con una cadencia natural, como si hubieran
estado esperando este momento durante mucho tiempo.
Cierro los ojos para sumergirme por completo en ese beso.
Sus labios son suaves y cálidos, y cada contacto envía una corriente
eléctrica a través de mi cuerpo.
Es un beso tierno pero apasionado, como si estuviéramos descubriendo
un nuevo lenguaje, una nueva forma de comunicarnos.
Nuestras lenguas se encuentran en un baile suave y sensual. Es un beso
que habla de deseos contenidos y de emociones profundas. No necesitamos
palabras para expresar lo que sentimos; nuestros labios se encargan de
hacerlo por nosotros.
Nos separamos lentamente, nuestros ojos se encuentran y en ellos veo
la misma emoción que siento en mi interior.
—Quiero quedarme contigo todo el día, comer juntos en el lago, pasear
por el campo, disfrutarte plenamente —le digo, porque es lo que realmente
quiero hacer.
—No me parece un mal plan. Pero ¿qué pasa con el rancho? —me
pregunta aún con sus manos en mis hombros.
—Mike se hará cargo. Me encantaría mostrarte cada rincón de este
lugar, Emily. Pero antes de hacerlo, hay algo que quiero que sepas que estoy
decidido a hacer esto bien, Emily.
Ella sonríe, y su mirada refleja una mezcla de emoción y alegría que me
llena de calidez.
—Está bien, creo que puedo dejarme mimar por el cowboy más guapo
de todo Kansas —dice, volviendo a ser la de antes.
—Entonces tendrás que estar a la altura de las circunstancias.
La veo fruncir el ceño.
—¿Me estás llamando fea? —Me da un golpe seco en el brazo.
—Sabes de sobra que eres preciosa, me refiero que, para estar con un
cowboy de Kansas, tú tienes que ser una auténtica vaquera. Iremos a montar
a caballo.
—¿Y qué pasa con Harper? ¿Me has sustituido por otra niñera y no me
has presentado la carta de despido? —suelta una risotada encantadora.
—Más bien un niñero, hablaré con Mike, estoy seguro que estará
encantado de dejarnos disfrutar de un día libre a solas. Le he hablado
mucho de ti.
—Entonces me va a dar vergüenza conocerlo. —Tuerce el gesto.
—Es un gran tipo, te encantará.
—Así que el solitario vaquero ha estado haciendo amiguitos —dice
toda ironía.
—Será que has conseguido hacerme mejor persona.
Mis palabras suenan tan sinceras, que casi no me reconozco.
—Ya eras una gran persona, tan solo hacemos un buen equipo juntos.
Asiento, convencido de que tiene razón, que hay personas que aparecen
para complementarte y llenarte la vida. Y es justo lo que hace Emily
Summers con la mía, pintar de colores las sombras de mi oscuro pasado y
llenar de luz los caminos de mi futuro.
—Somos un gran equipo —afirmo.
La vida en el rancho hoy puede esperar; lo que realmente importa en
este momento es estar juntos y descubrir lo que el destino tiene reservado
para nosotros.
48
EMILY

—Harper se ha puesto muy contento al ver a tu capataz —le digo,


mientras caminamos por el establo.
—Ya te he dicho que es un tipo genial y que parece más ducho con los
niños que yo.
—¿Tiene hijos? —pregunto, mientras paramos frente a un caballo o
yegua, no lo tengo muy claro, de color marrón.
—No que yo sepa, no me ha contado demasiado de su vida. Tan solo
que está aquí buscando un respiro de su anterior vida en Texas.
Asiento, mientras siento la tentación de acariciar el morro al animal.
—Hazlo sin miedo, Storm es muy buena y dócil.
—Así que es una chica —sonrío a la yegua mientras le toco con cautela
el hocico.
—La única que he querido de verdad hasta que te conocí.
—¿Estás reconociendo que me quieres?
—Un poco, ¿por qué no habría de hacerlo?
—Si te soy sincera, me dolería que no lo hicieras —desvelo casi en un
susurro.
Ethan me da un beso fugaz en los labios.
Esto parece una declaración en toda regla, pero prefiero no hacerme
ilusiones tontas, porque querer se puede querer a mucha gente y no estar
enamorado.
Nuestras palabras fluyen con naturalidad mientras Ethan continúa con
sus quehaceres en el establo. El amor es un sentimiento complejo, y sé que
lleva tiempo construirlo. Pero estar aquí, compartiendo este momento con
él, es un paso en la dirección correcta. Y por ahora, eso es suficiente para
mí.
—Storm ya está preparada, ¿lo estás tú?
—¿Vamos a montar juntos sobre ella? —pregunto, pensando en que es
demasiado peso para el animal.
—Claro, y no te preocupes, ella estará bien. Le encanta salir a cabalgar
y creo que le has caído bien.
—Puede ser, soy una persona encantadora —digo dedicándole una
sonrisa socarrona.
Él me devuelve el gesto y sube con destreza a la yegua, sin evitar echar
un vistazo fugaz a su trasero alzándose para dejarlo reposar sobre la silla.
Mi corazón late con fuerza mientras me preparo para subir también.
—Es es tu turno —me indica, mientras Storm relincha como si me
animara a unirme.
—Si te soy sincera, dudo mucho que pueda hacerlo tan bien como tú,
así que tendrás que darme algunas instrucciones —le digo con una sonrisa
nerviosa.
Ethan me explica cómo montar y sujetar las riendas, y poco a poco, con
su ayuda, logro subir a Storm. La sensación es única, y aunque estoy un
poco tensa al principio, me siento emocionada por esta nueva experiencia.
—¿Lista para explorar el rancho a caballo? —me pregunta Ethan, con
una sonrisa alentadora.
—Creo que sí.
—Entonces agárrate fuerte a mí.
Mis brazos rodean a Ethan con una mezcla de deseo y anticipación.
La proximidad de su cuerpo, firme y cálido, despierta una chispa de
pasión en lo más profundo de mi ser. Mi corazón late con fuerza, y no
puedo evitar que una sonrisa juguetona se dibuje en mis labios.
Estar tan cerca de él desencadena una oleada de emociones sensuales
que me dejan sin aliento.
Nuestros cuerpos encajan a la perfección y se rozan ligeramente, puedo
sentir la electricidad en el aire, la tensión cargada de deseos contenidos.
Mientras Storm comienza la salida del establo, mi abrazo se vuelve más
intenso, mis manos explorando la firmeza de su cuerpo y el ritmo acelerado
de su corazón, que coincide con el mío.
Cada roce, cada contacto, es un recordatorio de la intensidad de lo que
compartimos, y estoy ansiosa por desatar esta pasión que arde entre
nosotros.
El rancho se extiende ante nosotros, una vasta extensión de tierra que se
despliega en todas direcciones. Los campos verdes se dilatan hasta donde
alcanza la vista, salpicados de flores silvestres que dan color al paisaje. El
cielo azul sobre nosotros, inmenso y sin fin, con solo unas pocas nubes
blancas flotando perezosamente.
Mientras cabalgamos por el rancho, siento la inmensidad de este lugar.
Los campos se ondulan suavemente, creando pequeñas colinas y valles
que dan un carácter único a la tierra. Los árboles se alzan aquí y allá,
proporcionando sombra y refugio para la fauna local.
El aire fresco y puro llena mis pulmones, y el sonido de los cascos de
los caballos resonando en el suelo me envuelve.
Cierro los ojos por un momento y disfruto de la sensación de libertad
que me invade.
Es como si estuviéramos solos en el mundo, lejos de las preocupaciones
y el estrés.
Ethan y yo cabalgamos en silencio, disfrutando del paisaje y de la
compañía del otro.
El viento acaricia mi rostro mientras avanzamos por los senderos del
rancho, y puedo sentir la energía mágica en cada rincón de esta tierra.
A medida que avanzamos, descubro pequeños tesoros en el paisaje: un
arroyo serpenteante que brilla bajo el sol, una familia de ciervos que se
adentra en el bosque, y campos de flores silvestres que se mecen con la
brisa.
El rancho de Ethan es un lugar de belleza natural y serenidad, un
refugio en medio de la naturaleza que me llena de asombro.
Cabalgar por este extenso rancho es como una metáfora de nuestra
relación, un viaje juntos hacia lo desconocido. explorando no solo este
hermoso paisaje, sino también los secretos de nuestros corazones.
49
ETHAN

Mientras cabalgamos por el extenso rancho, siento una alegría que me


llena el corazón.
Ver a Emily disfrutando de la belleza de este lugar me hace sentir aún
más afortunado por tenerla a mi lado.
Finalmente, llegamos a uno de mis lugares favoritos en el rancho: un
tranquilo lago rodeado de árboles frondosos.
El agua refleja el cielo azul y crea una imagen idílica. Decidimos
detenernos aquí y darle un merecido descanso a Storm.
Descendemos de la yegua y la dejamos beber del lago mientras nos
acercamos al viejo roble que se encuentra cerca de la orilla.
Es un árbol majestuoso, con sus ramas extendiéndose ampliamente para
proporcionar sombra.
Decidimos que es el lugar perfecto para nuestro picnic improvisado.
Extendemos una manta en la sombra del roble y comenzamos a
desempacar la comida que hemos traído. Emily y yo nos complementamos
perfectamente en este momento.
Mientras compartimos la comida, hablamos de todo y de nada. Las risas
y la conversación fluyen con facilidad, como si nos hubiéramos conocido
toda la vida.
Es un momento de complicidad y felicidad que no quiero que termine.
Emily mira a su alrededor, admirando el lago y el paisaje circundante.
—Este lugar es increíble, Ethan. No puedo creer que sea parte de tu
rancho.
—Es uno de mis lugares favoritos. Solía venir aquí a pescar y escapar
de los gritos de mi casa.
Emily sonríe mientras escucha mis recuerdos. Puedo ver la curiosidad
en sus ojos mientras observa el lago.
—¿Tienes cañas de pescar por aquí?
—Sí, en la cabaña del lago. Si quieres, después del picnic, podemos
intentar pescar algo.
Emily asiente emocionada ante la idea. Continuamos disfrutando de
nuestra comida y de la paz que nos rodea. Después de comer, nos
recostamos en la manta, mirando las nubes pasar en el cielo azul.
Mientras descansamos bajo la sombra del viejo roble, mi mirada se
cruza con la de Emily, y no puedo evitar notar que parece perdida en sus
pensamientos. Decido romper el silencio.
—¿En qué estás pensando? —pregunto con curiosidad, esperando que
comparta sus pensamientos conmigo.
Emily me mira con una sonrisa suave y reflexiva.
—En todo y en nada en particular —responde, su mirada perdida en el
horizonte.
Me intriga su respuesta, así que decido indagar un poco más.
—¿Podrías ser un poco más específica?
Ella suspira antes de hablar, como si estuviera ordenando sus
pensamientos.
—Anoche, después de que me fui de tu casa, estuve reflexionando
sobre mi vida, sobre todo lo que ha sucedido desde que fui a Lawrence.
Tomé una decisión importante allí, casi sin darme cuenta.
Mi curiosidad aumenta, pero no quiero presionarla, así que espero a que
continúe.
—Decidí ceder todos los bienes a mi exmarido, incluida la casa en
Lawrence. En principio, cuando vine a Haysville, pensé que sería una
medida temporal y que algún día regresaría, pero ahora... ahora estoy
empezando a pensar que podría acostumbrarme a vivir aquí toda la vida.
—¿Puedo preguntar si yo tengo algo que ver?
—En parte sí, pero básicamente se trata de que nada me une ya a esa
ciudad. Soy una sintecho allí —ríe.
—¿Por qué le cediste todo?
—Porque no quiero nada que me vincule a esa persona. A veces es
mejor dejar perder las cosas materiales para llenarte el alma de cosas más
importantes. Quizá por eso, todo esto me emocione y me asuste a partes
iguales. No quiero volver a sentirme decepcionada, triste y con el corazón
partido. Duele demasiado, ¿sabes?
—Yo jamás te haría daño, Emily.
—Will también afirmó eso hace tiempo, y ya ves, esas palabras parecen
habérselas tragado la tierra.
—Entiendo tus reticencias, yo también soy bastante asustadizo con el
amor, seguramente porque lo que se suponía que era una familia llena de
ese sentimiento, en realidad era un infierno.
—¿Cómo era tu madre?
—Mi madre era una mujer que jamás contradijo a mi padre. Era sumisa
y callada, aguantaba cada grito, cada mal gesto con ella y con nosotros con
tal de no desatar su furia. Supongo que intentaba que la vida pasara en
calma, aunque no lo consiguió. Creo que murió tan joven porque estaba
agotada, su mente y cuerpo no tenían fuerzas para aguantar más, necesitaba
descansar.
—¿Y tu padre?
—Mi padre duró unos años más, en los que se sumió más que nunca en
el alcohol y me cedió el trabajo duro del campo, no sin antes recordarme
que era un inútil y que por mi culpa los Brooks perderíamos nuestro bien
más preciado. Supongo que eso me dio fuerzas para demostrarle que el
único inútil era él, pero murió antes por una cirrosis. Conseguí remontar el
rancho, y hasta el día de hoy a mis treinta y cinco años, no me quejo,
aunque no me gusta alardear de dinero y prefiera una vida modesta.
—No sabía que te iba tan bien. Me alegro por ti.
—Lo sabe poca gente, aunque supongo que con alguna cerveza extra
suelo hablar más de lo que debería.
—Supongo que eso nos pasa a todo el mundo.
—No me malinterpretes, no soy ningún borracho, pero en alguna feria
de ganado me he corrido algunas buenas juergas.
—Y me parece bien, no todo va a ser trabajar —me dice de manera
comprensiva.
—¿Y qué hay de tu familia? —pregunto, pensando en que nunca me ha
hablado de ella.
—No tengo hermanos, soy la hija única de una familia americana
corriente. Mi padrastro es mecánico y mi madre ama de casa en Eudora. Mi
padre biológico nos dejó en la estacada cuando yo era tan solo un bebé, por
eso creo que estoy tan vinculada a Harper —hace una pausa antes de
continuar—. Estudié la universidad de Lawrence y supongo que construí mi
vida allí. Amigos, novio, matrimonio… Los visito de vez en cuando, pero
ni siquiera saben que estoy aquí desde hace ocho meses. No quiero que se
preocupen demasiado por mí.
—Es muy considerado de tu parte, pero creo que deberías ponerlos al
corriente ahora que has decidido instalarte aquí de forma definitiva —le
digo, pensando en lo afortunada que es de contar con uno familia, aunque
su padre biológico huyera como un cobarde.
—Lo haré, pero ahora, ¿por qué no me enseñas esa cabaña de pesca? —
dice, incorporándose como un resorte.
—No sabía que fueras aficionada a la pesca.
—No lo soy, pero me da curiosidad ver cuantas cañas tienes. —Me
guiña un ojo y me tiende la mano para que me levante.
—Tus deseos son órdenes para mí.
50
EMILY

Juntos caminamos por el sendero boscoso.


—Pensé que estaba más cerca —digo ansiosa por llegar.
—Solo llevamos dos minutos andando. No te esperes gran cosa, solo es
una vieja cabaña.
—No es que me interese mucho la arquitectura —contesto cargada de
dobles intenciones que no escapan al entendimiento de mi compañero de
ruta.
Ethan sonrió, sus ojos centelleaban con anticipación.
—Estamos casi.
Continuamos caminando unos minutos más hasta que finalmente
llegamos a un pequeño claro en medio del bosque.
En el centro de ese claro se alza una cabaña de madera.
Aunque el tiempo ha dejado su huella en la estructura, la cabaña tiene
un encanto rústico que encuentro irresistible.

Ethan abre la puerta y entramos juntos.


Un olor a humedad se hace presente, pero no es desagradable. Más
bien, un recordatorio del paso del tiempo y de la historia que este lugar debe
tener.
—¡Bienvenida a la cabaña de pesca, Emily! — exclama Ethan con
entusiasmo—. También es un lugar especial para mí. En realidad, todo lo
que está en este lago. Ven, déjame enseñarte.
La cabaña está dividida en una sala principal, que sirve también como
cocina.
En un rincón, hay una pequeña encimera con un hornillo de gas y
algunos utensilios básicos.
Un sofá de piel desgastado ocupa el centro de la sala, junto a una
pequeña mesa de madera.
Sonrío alrededor, absorbiendo la atmósfera acogedora de la cabaña.
—Es encantador, Ethan. Realmente parece un lugar para escapar.
Ethan asiente.
—Es donde solía encerrarme después de la pesca. Aquí, las
preocupaciones desaparecen, y todo lo que importa es la tranquilidad y la
naturaleza.
Me sentí conmovida por la historia de Ethan y me acerco a él.
—Gracias por compartir este lugar especial conmigo Significa mucho
para mí.
Ethan me mira a los ojos y sonríe.
—No podría pensar en nadie con quien preferiría compartirlo que
contigo, Emily.
El ambiente se carga de un silencio cómodo mientras nuestros ojos se
encuentran.
No hace falta decir más; nuestras miradas hablan por sí solas.
La cabaña de pesca, con su historia y su encanto, se convierte en el
escenario perfecto para que nuestros sentimientos florezcan.
Este lugar, que una vez fue un refugio solitario para Ethan, ahora se ha
convertido en el escenario de un nuevo comienzo para nosotros.
—Está siendo una primera cita perfecta, gracias —le digo acercándome
un poco más a él.
—Te he dicho que estoy dispuesto a hacer las cosas bien.
—Entonces creo que deberías besarme aquí y ahora —digo con
atrevimiento, porque es lo que quiero.
La atmósfera en la cabaña de pesca está cargada de electricidad.
Mis ojos se encuentran con los suyos, y en este instante, todo parece
detenerse.
Siento el latido de mi corazón acelerándose mientras Ethan se acerca
lentamente, sus labios rozando los míos con una suavidad irresistible.
La primera caricia de sus labios enciende una llama ardiente en lo más
profundo de mí.
Nuestras lenguas se entrelazan en un baile sensual, explorando cada
rincón.
No puedo evitar gemir suavemente contra su boca, rendida al placer que
su cercanía me provoca.
La excitación crece con cada caricia, con cada roce de nuestras pieles
que parecen anhelar un contacto más íntimo.
Nuestros besos se vuelven más y más apasionados y urgentes, como si
no pudiéramos contener la pasión que arde entre nosotros.
Mis manos se deslizan por su espalda, explorando cada centímetro de
su piel, mientras él sostiene mi rostro con ternura, como si yo fuera la cosa
más preciada en el mundo.
El susurro de su aliento en mi oído, sus manos expertas recorriendo mi
cuerpo, todo ello desencadenado una ola de deseo que me envuelve por
completo.
Mis labios encuentran su cuello, y un gemido escapa de sus labios,
impulsándonos a explorar aún más el territorio prohibido.
Nuestros cuerpos se funden en un abrazo apasionado, y la cabaña pare
vibrar con la intensidad de nuestra conexión y, en este momento, no hay
lugar para nada más que para el ardor de nuestra pasión desenfrenada.
—Necesito hacerte el amor —susurra Ethan con una cadencia que hace
que mi piel se erice.
—Hazlo, vaquero —le respondo en un susurro, mordiendo ligeramente
su labio inferior.
Ethan me mira con una mezcla de deseo y diversión.
—Si vuelves a hacer eso, no tendré más remedio que cogerte en
volandas y llevarte a ese sofá.
—Entonces, no me queda más remedio que volverlo a hacer. No me
dejas muchas opciones, ¿verdad?
Sonrío traviesamente y, esta vez, tiro un poco de su labio mientras
nuestras bocas vuelven a unirse en un beso ardiente.
La pasión entre nosotros crece, y la cabaña se convierte en un refugio
de amor y deseo, un lugar donde dejamos que nuestras emociones se liberen
por completo.
—Tú lo has querido.
Ethan me levanta en peso, su cuerpo en tensión, cada músculo en
acción, ese cuerpo que estoy desenado ver de nuevo desnudo.
Me lleva hasta el sofá y me tiende sobre él.
—No eres consciente de lo mucho que he estado deseando esto —me
dice, mientras levanta mi camiseta y besa suavemente mi vientre.
—Creo que queda bastante claro que yo también lo estaba deseando.
51
ETHAN

Emily es tan bonita, que me tiemblan las manos mientras la desnudo


lentamente.
Nos dejamos llevar por la magia del momento, permitiendo que
nuestras miradas y nuestros labios expresen todo por nosotros sin necesidad
de hablar.
Rodea mi cintura con sus piernas y pronto su mano acaricia mi sexo.
—No te imaginas las ganas que tengo de ti… —me dice mordiéndose el
labio.
—Y yo de ti.
—Voy a hacerte el amor, Emily.
—Aquí y ahora, vaquero —me dice casi en un gruñido.
Mi sexo palpita como nunca, ardiendo por ella, por su cercanía y por el
roce de su piel.
En un rápido movimiento, libero mi sexo de los calzoncillos y hago
presión contra el suyo, tan solo separados el uno del otro por la fina y
empapada tela de sus braguitas.
Mis dedos traspasan la barrera y le acaricio suavemente el clítoris
arrancándole un gemido.
Sonreí.
—Estás empapada…
Mis dedos entran y salen de ella de forma suave.
—Dios mío… —susurra clavando sus uñas en mi espalda.
Después, Emily hace la tela de sus bragas a un lado y se cuela dentro de
mí de una embestida.
Gimo de placer en su oído.
Se mueve encima de mí, entrando y sacando mi sexo del suyo,
quejándose de placer y haciendo que mi excitación vaya en aumento.
—Eres increíble, Emily Summers —digo mientras ella ahoga un
gemido en mi boca.
Nos besamos de nuevo, esta vez de forma lenta y suave sin dejar de
movernos, mientras ella se muerde los labios presa del placer.
Cada embestida hace rebotar sus pechos contra mi torso, sus gemidos y
los míos van al unísono.
Tiro de su pelo y llevo mis dedos a su clítoris.
—Para o harás que me corra ya —me dice, queriendo dilatar la
experiencia al máximo.
No pronunciamos palabra alguna. Creo en la profundidad de nuestras
miradas, en el lenguaje de las caricias y en las palabras mudas que dicta
nuestra excitación.
El gemido de un orgasmo arrollador por parte de ambos resuena en las
paredes que nos rodean, llenándonos de un éxtasis embriagador.
Ella se derrumba sobre mí, temblando de placer, y su gesto me dice
cuán bien lo hemos hecho juntos.
Ella conoce el camino para encauzar mi locura, porque para volverse
verdaderamente loco, uno debe elegir con quién perder la cordura.
Cada beso, cada caricia, cada centímetro recorrido de su piel me ha
hecho perderme en las sensaciones, en lo delicioso de estar a su lado.
Ha caído la tarde, la tenue luz que nos vigila me obliga a separarme un
poco de ella y observar detenidamente su cuerpo.
Las yemas de mis dedos acompañan el recorrido de mi mirada.
Ella me mira también, apropiándose de mis marcas en la piel y cada
rastro que el tiempo ha dejado en mi cuerpo para hacerme un hombre pleno.
Ella no es una aventura más.
La espontaneidad de nuestro primer encuentro me ha dejado un buen
sabor.
Con un dulce beso pactamos convertir este día en un momento
inolvidable.
Yo he matado sus dudas mientras ella ha destruido mis miedos.
52
EMILY

Mientras el sol comienza a ponerse en el horizonte, Ethan y yo


regresamos al rancho, con el cielo teñido de tonos cálidos y dorados,
creando un escenario romántico.
El aire fresco y el aroma de la naturaleza impregnan mis sentidos, y mi
corazón se llena de felicidad después de pasar un día maravilloso con
Ethan.
Al llegar al rancho, noto que Mike está sentado en el porche de la casa
de Ethan, sosteniendo a Harper en sus brazos.
El pequeño está jugando con un juguete de peluche y riendo a
carcajadas.
Ethan y yo descendemos de Storm.
Nos miramos con complicidad, compartiendo un silencio lleno de amor
y significado.
Mike nos saluda con una sonrisa mientras nos acercamos al porche.
Dejo un beso suave en la mejilla de Harper antes de que Ethan lo tome
en sus brazos.
—¿Cómo os ha ido? —pregunta Mike, curioso.
Ethan me mira con cariño antes de responder.
—Ha sido increíble, disfrutamos mucho.
—Estoy segura de que Harper también disfrutó su tiempo contigo,
Mike. Gracias por cuidarlo.
Mike asiente y me dirige una cálida sonrisa.
—Ha sido un placer. Harper es un niño maravilloso.
—Si no es mucho pedir, ¿podrías llevar a Storm al establo? —le
pregunta Ethan a Mike.
—Claro, jefe, ningún problema. Después me iré a descansar. Mañana
me gustaría comentarte algunas cosas del rancho.
—Descuida, mañana hablamos.
Noto que entre ellos van a contarse más cosas que las que Mike ha
mencionado del rancho, pero no les culpo, yo haría lo mismo con Sarah.
Nos quedamos un rato en el porche, disfrutando de la serenidad del
atardecer en el rancho.
El viento sopla suavemente, y el sonido de la naturaleza nos envuelve,
creando un ambiente mágico.
Harper bosteza, mostrando signos de cansancio, y Ethan lo acuna con
ternura en sus brazos.
—Creo que es hora de llevarlo a la cama —dice Ethan, con una mirada
amorosa hacia mí.
Me mira a los ojos con ternura.
—Emily, ¿te gustaría quedarte aquí esta noche?
La invitación de Ethan hace que mi corazón dé un vuelco de emoción y
asiento con una sonrisa.
—Me encantaría quedarme, Ethan.
Me da un beso suave en los labios antes de llevar a Harper adentro.
Mientras los observo alejarse, sé que este es el comienzo de una
hermosa noche juntos, en la que mis sentimientos por Ethan solo crecerán
más.
53
EMILY

Han pasado ya siete días desde aquel inolvidable encuentro en la cabaña


de pesca, y cada día que pasa me siento más conectada con Ethan y Harper.
No puedo evitar sentir que estamos formando una verdadera familia, y
esa idea me llena de felicidad.
Ethan ha demostrado ser un hombre completamente distinto al que
conocí.
Su ternura, su dedicación hacia Harper y hacia mí misma, y su
capacidad para hacerme sentir amada y protegida me dejan sin palabras.
Me ha permitido conocerlo un poco más, y entre besos y caricias, he ido
descubriendo que me hace sentir como ningún otro hombre lo ha hecho
jamás.
A su lado me siento bien y siento una confianza y una conexión que me
obligan a pensar en él noche y día con una estúpida sonrisa en la cara.
Estoy enamorada de la versión que ahora veo de él, y no puedo evitar
hablar maravillas de cómo ha cambiado.
—Es como si hubiera descubierto una parte de él que estaba escondida,
una parte que solo tú has logrado sacar a la luz —le digo a Harper mientras
lo sostengo en mis brazos.
El pequeño responde con una sonrisa, como si entendiera cada palabra
que pronuncio.
Estamos solos en mi casa. Cuando Ethan se va temprano al rancho,
suelo venir aquí con Harper para mantener la vivienda, regar las plantas y
ponerme al día con mis correos electrónicos.
—Tu tío es un buen hombre —le digo, cuando de pronto suena mi
teléfono.
La pantalla me indica que es Sarah la que me está llamando.
—Hola vaquera, ¿qué tal todo por el mundo del amor, la fantasía y los
caballos relinchantes?
—De maravilla —digo riéndome feliz.
—Pues espero que las noticias que tengo para ti, o más bien para ese
chico que te ha fundido todos los plomos, nos agüe la fiesta —comenta al
otro lado del teléfono.
—¿Has averiguado algo?
—Sí, y me temo que Peter Brooks no está registrado como padre de
otras personas que no sean él y su hermano Graham. Así que, si ese niño es
su nieto bilógico, mucho me temo que a efectos legales no lo es,
básicamente porque no existe ningún reconocimiento paterno por parte de
ese hombre hacia un hijo posiblemente nacido fuera de su matrimonio.
Suspiro algo decepcionada.
—¿Y qué podemos hacer ahora?
—Mi consejo es que acudáis a la policía y no dilatéis más esta
situación.
Miro a Harper y siento que el corazón se me encoge.
—¿Crees que podría pasarnos algo si no lo hacemos?
—Sé que te dije que con la nota bastaría, pero no sé hasta qué punto.
Tenéis un niño sin identificar y ante la justicia, podría suponer un problema.
—No sé cómo va a tomarse esto Ethan. Parece otro, parecemos una
verdadera familia.
—Con un niño que no es vuestro. Emily, hazme caso. Habla con él del
tema y si necesitáis asesoramiento, llámame.
—Lo haré, aunque no te prometo nada. Estoy segura de que se negará
en rotundo con hablar con el sheriff.
—Entonces tendrás que hacerlo tú —me sugiere mi amiga.
—No puedo traicionarlo de ese modo, creo que nos queremos, ¿sabes?
Que estamos enamorados.
—Pues con más razón para hacer las cosas con sensatez y no acabar con
un pie en la cárcel. Si Harper pasa a manos del cuidado del estado, quizá
podáis tramitar su adopción legal, pero no en estas condiciones. Es un
menor, y la justicia se toma muy enserio esas cosas.
Tras una breve conversación más, cuelgo y siento el corazón se me va a
salir del pecho.
Después de mi conversación con Sarah, me quedo pensando en lo que
me ha dicho.
No puedo evitar sentirme abrumada por la situación. Harper se ha
convertido en una parte fundamental de mi vida, y no puedo permitir que
nada malo le suceda.
54
EMILY

Por la noche, mientras recojo los platos de la cena, miro a Ethan que
está jugando con Harper en el suelo, y me pregunto cómo reaccionará
cuando le cuente lo que he descubierto.
—Ethan —le digo con suavidad, llamando su atención.
Él levanta la mirada y me sonríe.
—¿Qué pasa, vaquera?
Respiro profundamente antes de hablar.
—He hablado con Sarah, y parece que la situación legal de Harper es
complicada. Tu padre, no está registrado como tal en ninguna partida de
nacimiento excepto la vuestra. Eso significa que, a efectos legales, Harper
no es tu sobrino de ninguna manera.
Ethan frunce el ceño, y puedo ver la preocupación en sus ojos.
—¿Qué significa eso?
—Significa que, si no actuamos, podríamos tener problemas legales con
Harper. Sarah me ha aconsejado que hablemos con el sheriff y busquemos
asesoramiento legal.
Ethan se queda en silencio por un momento, procesando la información.
Luego, asiente lentamente.
—Entiendo. Tenemos que hacer lo correcto por Harper, incluso si eso
significa enfrentarnos a la ley.
Me siento aliviada de que esté dispuesto a abordar esta situación con
responsabilidad. Sé que no será fácil, pero juntos podemos superarlo.
—Me preocupa que acabe en algún centro o que nunca encuentren a su
familia, porque siento que esa familia somos nosotros —le digo,
abrazándolo por la espalda.
—Si eso sucede, podremos reclamar su custodia, ¿no?
—No lo sé, pero podríamos intentarlo. Aunque si dilatamos esta
situación, quizá compliquemos más las cosas.
—¿Qué pasará con él durante todo ese tiempo?
—No tengo una respuesta para eso, Ethan, y solo de pensarlo se me
parte el corazón.
Harper nos mira ajeno a todo lo que está pasando, balbuceando y
jugando con sus pies en alto.
Ethan abraza mi mano con firmeza mientras seguimos observando a
Harper jugar. El peso de la responsabilidad y la incertidumbre se cierne
sobre nosotros, pero estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario por el
bienestar del pequeño.
—Hablaré con el sheriff lo antes posible y le contaré todo lo que ha
pasado. No podemos permitir que nada malo le pase a Harper ni a nosotros,
sobre todo a ti. No quiero que esto te salpique de una forma negativa.
En el fondo siento miedo de volver a verme involucrada, sin quererlo,
en asuntos ilegales.
Pero no se lo digo, no quiero que piense que lo voy a dejar solo para
enfrentarse a esto. Yo me ofrecí a ayudarlo hasta las últimas consecuencias,
y ahora somos lo más parecido a una pareja feliz y no quiero estropear lo
que tenemos con cosas que pueden sonar mal si las verbalizo.
—Todo va a salir bien, ¿me oyes? Ni tú ni yo hemos hecho nada malo,
a Harper lo dejaron aquí con una nota que decía que se apellida Brooks,
quizá haya sido una equivocación, hay muchísima gente con tu mismo
apellido.
—No lo dudo, pero que tengan un rancho en la zona no. Esa persona
sabía dónde lo dejaba.
—O tal vez no, pero es el momento de dejar a los profesionales actuar y
encontrar la verdad de todo esto.
Ethan asiente algo confundido.
Sé que las piezas del puzle no terminan de encajar y todo es muy
extraño.
Ethan y yo compartimos un abrazo reconfortante, tratando de disipar los
temores que rondan nuestras mentes. Sabemos que este camino no será
fácil, pero estamos dispuestos a enfrentarlo juntos.
—Tienes razón, Emily. Tenemos que confiar en que las autoridades
hagan su trabajo y descubran la verdad. Lo más importante ahora es el
bienestar de Harper. Mañana mismo iré a la comisaría.
Acaricio su mejilla con ternura y le sonrío, intentando transmitirle mi
apoyo incondicional.
—Estoy segura de que todo saldrá bien, Ethan. Harper tiene una familia
que lo ama y lo cuidará, pase lo que pase.
Ethan asiente, y juntos volvemos nuestra atención a el pequeño, quien
continúa jugando felizmente en el suelo.
Nuestros corazones latiendo al unísono con la preocupación latente.
55
ETHAN

Esta mañana, mientras sostengo a Harper en mis brazos para darle el


biberón, una profunda desazón me invade.
El pequeño se ha convertido en una parte fundamental de mi vida y de
mi corazón. Cada sorbo que da al biberón parece cargar el ambiente con una
sensación agridulce.
No puedo evitar pensar que esta podría ser la última vez que comparta
este precioso momento con el niño al que he llegado a amar como a mi
propio sobrino.
A pesar de que las pruebas encontradas sugieren que no estoy vinculado
por la sangre a Harper, eso no ha impedido que el vínculo emocional entre
nosotros crezca cada día más fuerte.
Mientras lo alimento, miro fijamente sus ojos y siento un nudo en la
garganta.
Sé que, en el peor de los casos, podrían separarnos debido a la
complejidad de la situación legal que lo rodea. Y eso me duele
profundamente, porque en mi corazón, este bebé ya es parte de mi familia.
A pesar de la incertidumbre y el dolor que siento en este momento, me
esfuerzo por brindarle a Harper todo mi amor y cuidado.
Quiero que cada instante que pasemos juntos sea especial, sin importar
lo que depare el futuro.
Me parte el corazón lo indefenso que está y la poca empatía que han
mostrado con él las personas que le han dado la vida.
Supongo que el mundo está lleno de padres como el mío y como el de
Emily, pero eso no significa que duela menos. El mal de muchos no debe
ser el consuelo de los que sufrimos las consecuencias.
—¿Cómo estás? —me pregunta Emily a mi lado mientras observa al
pequeño comer.
—Agradecido de que estés aquí conmigo y algo conmocionado por
todo. ¿Cómo puede doler tanto?
—El amor duele —afirma como si fuera una verdad universal e
inevitable.
Supongo que ambos estamos acostumbrados a perder en ese sentido,
pero no es justo, no cuando por fin los dos hemos encontrado un poco de
luz en el camino de sombras que se cierne sobre nuestro pasado.
—Pues no debería de hacerlo, y menos cuando está vinculado a un ser
tan pequeño e indefenso.
—Es injusto, lo sé —murmura, sintiendo el peso de la situación—. Pero
a veces, el mundo simplemente no lo es. Lo único que podemos hacer es
dar lo mejor de nosotros y no centrarnos en las cosas malas que pasan a
nuestro alrededor. Dejarnos llevar y ser buenas personas. Creo que es de la
única forma de sacar algo positivo de cualquier situación y vivir con la
conciencia tranquila.
Asiento, sus ojos reflejando la determinación que siento en mi interior.
—Tienes razón. No importa lo que suceda, estamos y estaremos aquí
para él. Somos su familia, de una forma u otra.
—Ha sido bonito formar una contigo, aunque fuera de forma temporal
—me dice, dándome un beso en la mejilla.
Mi relación con Emily ha traído una nueva luz a mi vida.
Cada día que pasa, mi corazón late con una emoción que nunca antes
había experimentado. La sensación de amor y conexión que compartimos es
indescriptible, y me siento agradecido por tenerla a mi lado.
Cada momento juntos se ha vuelto precioso y significativo.
El sonido de su risa llena mi mundo de alegría, y su mirada me
hipnotiza en una danza eterna de complicidad. La forma en que ha cuidado
de Harper me hace amarla aún más, si eso es posible.
La vida ha adquirido un matiz más vibrante y hermoso desde que Emily
llegó a mi rancho.
Susurra en mis oídos en los momentos de silencio, y sus abrazos son el
refugio perfecto en medio de la tormenta.
Con cada latido de mi corazón, sé que estoy enamorado de Emily de
una manera que nunca creí posible.
La vida se ha vuelto más hermosa, más significativa, y todo gracias a
esta mujer increíble que ha entrado en mi vida.
—Yo solo sé que quiero un futuro contigo, Emily.
Estamos a punto de besarnos cuando alguien toca a la puerta de una
manera algo brusca.
Unos golpes fuertes en la puerta nos sobresaltan.
Los tres, Emily, Harper y yo, nos miramos sorprendidos. La
tranquilidad que habíamos estado disfrutando se rompe de repente con ese
ruido inesperado.
—¿Qué demonios? —mascullo.
Le entrego el niño a Emily y me dirijo hacia la puerta. Ella me sigue
de cerca, y Harper emite un pequeño quejido de confusión.
Con cautela, abro la puerta y me encuentro con una figura conocida en
el umbral que pensaba que ya se había cansado de acosarme hacía bastantes
meses.
—¿Qué quieres? Pensaba que ya te había quedado claro que no quiero
nada contigo —pregunto antes de que pueda decir nada.
—Hola, vaquero. Antes solías saludar a los amigos.
—Espera… —dice Emily con una expresión de sorpresa en el rostro—
Yo… yo te conozco. Te llamas, Vanessa y estabas en esa discoteca en
Lawrence.
—Ah, veo que me recuerdas y, ¿podrías darme a mi hijo? —dice
Vanessa como si nada, arrebatándole al pequeño de los brazos a Emily.
—¿Tú hijo? —pregunto casi en un grito.
—Bueno, nuestro hijo, Ethan. Te lo dije, te dije que me habías dejado
embarazada y no lo creíste. Como siempre los hombres echando balones
fuera, ¿verdad? —Ladea la cabeza y chasquea la lengua contra el paladar
—. Menos mal que os he estado vigilando de cerca y vengo a salvar a esta
pobre chica de ti. Se acaba de divorciar, ¿sabes? Ya tiene suficientes
traumas como para que tú le añadas uno más.
—¿De qué narices está hablando? —Miro a Emily, que ya no tiene cara
de estar sorprendida, más bien de estar tremendamente enfadada.
—Vanessa y yo nos conocimos en una discoteca cuando estuve en
Lawrence, pero nunca pensé que… —Emily parece incapaz de terminar la
frase.
—¿Nadie me va a invitar a pasar? Bueno, lo haré yo misma. —Vanessa
hace a un lado a Emily y entra en la casa con toda la confianza del mundo.
Yo estoy frente a Emily aún en la entrada, paralizado y sin saber qué
decir.
—Así que me has mentido. Sabías de sobra que Harper podía ser hijo
tuyo.
—Emily, yo… Te juro que creía que eran invenciones de Vanessa. Nos
conocimos en…
—Perdonad, pero creo que no hay nadie mejor que yo para sacar de
dudas a esta mujer. Ethan aquí presente no recuerda mucho de esa noche,
estaba un poco… ¿cómo diría? ¿Borracho? —me interrumpe Vanessa, a la
que, sin duda alguna, parece divertirle todo esto.
—Sí, Ethan, será mejor que la escuchemos a ella. —Emily se cruza de
brazos y me mira con los ojos encendidos en furia.
—¿Puede alguien servirme un café? Vengo rota —dice la supuesta
madre de Harper poniendo los ojos en blanco.
¡¿Qué demonios está pasando?!
¿Realmente Harper es hijo mío?
56
EMILY

Mi mente es un torbellino de emociones mientras a Vanessa parece no


afectarle lo más mínimo la situación.
La confusión se mezcla con la devastación en mi interior, y me siento
completamente abrumada.
Durante estos últimos días, había llegado a pensar que Ethan era un
hombre maravilloso, con sus luces y sombras, pero honrado.
La idea de que Ethan me ocultara algo tan importante me hiere
profundamente.
Sus palabras resuenan en mi cabeza, tratando de justificar su falta de
conocimiento sobre la situación. Pero no puedo evitar sentirme traicionada.
—Emily, yo… Te juro que creía que eran invenciones de Vanessa. Nos
conocimos en…
¿Invenciones de Vanessa?
Qué típico, qué manera tan burda de eludir las responsabilidades.
¿Cómo pudo ocultarme algo tan fundamental como la existencia de esa
mujer y la posible vinculación con Harper?
¿Por qué no me lo dijo desde un principio?
Miro al bebé, quien parece ajeno a toda la tensión en la habitación en
los brazos de su madre, que, por otro lado, ha optado por un método poco
ortodoxo para probar su existencia abandonándolo en la puerta de Ethan. Es
un niño inocente que no tiene la culpa de las decisiones de los adultos a su
alrededor.
La vida que habíamos construido juntos, Ethan y yo, de repente se ve
sacudida por esta bomba inesperada.
Mis pensamientos se mezclan en un remolino de confusión y shock.
Pero una cosa es segura: nuestra relación acaba de dar un giro
inesperado, y la confianza que teníamos se ha visto sacudida hasta los
cimientos.
—Empieza a hablar de una vez y déjate de gilipolleces —le espeta
Ethan de mala manera y salgo en defensa de Vanessa.
—Deja de comportarte así, Ethan. Vale que ella no lo ha hecho de la
mejor manera, pero merece un poco de respeto dadas las circunstancias.
—Gracias, Emily, sabía que tú me apoyarías en esto. Sé que has
cuidado muy bien de Harper y de… mi hombre, y tienes derecho a conocer
todos los detalles para empezar a olvidarte de él.
No sé cómo tomarme eso último que ha dicho.
Si yo fuera ella, sin duda no llamaría al hombre que me ha dejado
embarazada y no me ha creído: mi hombre.
—Pues ilumíname, Vanessa —le digo un poco menos amistosa.
—Bien, fue hace un año, en aquella feria de ganado en Dallas. Yo suelo
hacer trabajos de modelo para exposiciones y, allí, en la fiesta de clausura,
conocí a Ethan. Un baile precioso, por cierto, deberías ir este año Emily.
—Lo pensaré, gracias. ¿Puedes continuar, por favor? —digo toda
ironía.
—Fue una noche fantástica —suspira—. Ya debes de conocer los
múltiples encantos de Ethan, y también, lo tontorrón que se pone con unas
copas de más.
—No he tenido el gusto de conocerlo en ese estado, pero algo me
comentó al respecto —digo mirando a Ethan.
Hace una semana, en el lago, recuerdo una de nuestras conversaciones:
—Lo sabe poca gente, aunque supongo que con alguna cerveza extra
suelo hablar más de lo que debería.
—Supongo que eso nos pasa a todo el mundo.
—No me malinterpretes, no soy ningún borracho, pero en alguna feria
de ganado me he corrido algunas buenas juergas.

—Fue el hombre más cotizado de la noche, alardeando de su dinero y


de su rancho, pero ninguna logró captar su atención como yo.
Ethan en silencio y con la cara desencajada, escucha lo que Vanessa
está contando, apretando tanto los puños, que debe estar clavándose las
uñas en las palmas.
—Salta a la vista que eres una mujer muy atractiva, el tipo de mujer que
gusta a los hombres pagados de sí mismos, como Ethan —el sarcasmo
implícito en mis palabras.
—Cuando nos escapamos del resto de la gente y me subió a su
camioneta, me llevó a un claro con unas vistas preciosas e hicimos el amor
apasionadamente, pero los dos habíamos bebido, él un poco más que yo, y
olvidamos cuidarnos de un posible embarazo.
—Y de alguna enfermedad de transmisión sexual, Vanessa —le
respondo.
—Bueno, ¿tú nunca cometes locuras por el que crees que puede ser el
hombre de tus sueños? Quizá por eso te hayas divorciado, pobrecita —me
responde con ese tono condescendiente que lleva usando desde que ha
llegado.
—Vanessa, no te pases ni un pelo con Emily. Recuerdo perfectamente
todo eso, y estoy seguro de que utilicé protección. Siempre lo hago —le
advierte Ethan, y me molesta que intente defenderme.
—Tú mejor cállate, lo que estoy diciendo aplica a los dos. ¿En qué
estabais pensando?
—En echar un buen polvo querida. ¿Puedo continuar? —dice Vanessa
rodando los ojos exasperada.
Acabo asintiendo, aunque me dan ganas de decirle que me está
resultado un poco ordinaria.
—Un mes después, lo llamé para contarle que estaba embarazada.
—Eso también lo recuerdo, pero no me pareciste precisamente una
mujer afligida y preocupada con el hecho de haberte quedado embarazada
de prácticamente un desconocido. Y te repito, recuerdo que me puse un
condón.
—¿Y también recuerdas las promesas que me hiciste cuando te corriste
dentro de mí, Ethan? Te aseguro que no utilizaste ninguna protección,
estabas muy borracho y cachondo.
—No creo que yo te hiciera ninguna promesa.
—Oh sí, claro que lo hiciste. Me dijiste que nunca habías conocido a
alguien como yo, que había traído luz a tu mundo, que era preciosa y
maravillosa y que no te importaría comenzar un futuro conmigo si no
estuviéramos tan lejos el uno del otro. Pero no te molestaste en preguntar de
dónde era yo. No soy de Dallas, soy de Wichita, Kansas. Como he dicho,
estaba trabajando como modelo de exposiciones.
—Esas palabras no han podido salir de mi boca —le espeta Ethan,
mientras mi corazón se va haciendo un poco más pequeñito haciéndome
sentir insignificante.
—¿Y recuerdas el secreto que me contaste? —ataca de nuevo Vanessa.
—¿Qué secreto? —pregunto yo, esta vez, presa de la intriga.
—Que su padre intentó abusar de él una vez cuando tenía doce años.
¿Verdad, Ethan?
—¿Cómo sabes eso? ¡Maldita sea! —grita exasperado.
—Porque tú me lo contaste. ¿Ves cómo ibas muy borracho? Has
intentado dejarme a mí de mentirosa, pero el único que no ha sido sincero
con la pobre Emily eres tú. Parí a nuestro hijo, y pensé que la única manera
de que lo quisieras de verdad era entregándotelo un tiempo para que
formaras un vínculo, y parece que lo hemos conseguido, ¿verdad? —
Vanessa mira al pequeño sonriendo cínicamente.
—¿Es eso cierto? —le pregunto, mirándolo a los ojos con un nudo
tremendo en la garganta y las lágrimas a punto de brotar, sintiéndome mal
por la situación que tuvo que vivir de pequeño, pero traicionada por su falta
de confianza conmigo.
—Sí, no lo hizo, pero lo intentó una noche que volvió muy borracho y
mi madre se encerró en su habitación, supongo, que para no volviera a
violarla.
—¿Y se lo has contado a ella y no a mí? ¿Has dudado de su palabra de
estar embarazada y cuando dejaron a Harper en tu puerta, ni una mínima
parte de tu conciencia recordó que te habías acostado hace un año con esta
mujer?
—Supongo que no solo con ella, yo… también con una chica que
trabaja en la tienda de piensos del pueblo. Mi vida no ha sido fácil y esas
ferias son un punto de inflexión en mi solitaria vida. Simplemente me
dejaba llevar. Pero te juro que nunca he sido tan inconsciente y he ido
metiéndola a diestro y siniestro sin cuidarme. Por aquel entonces no quería
tener hijos, no me creía digno de eso. No podía siquiera pensar en formar
una familia, Emily, hasta ahora —dice con la voz quebrada.
—Pues mira qué suerte, ya tienes una —le digo con lágrimas en los
ojos antes de dirigirme a la puerta rota de dolor —. Espero que seáis muy
felices.
—Gracias, Emily, y también por tus servicios, pero ahora es momento
de seguir cuidando tus flores —me responde Vanessa triunfal, mientras
Ethan, paralizado, se deja caer en el sofá con las manos en su cara.
57
ETHAN

—¿No vas a decir nada? Creía que te alegrarías de verme —me dice
Vanessa, cuando llevo más de diez minutos en silencio intentado procesar
todo lo que ha pasado.
—¿Qué puedo decir? ¿Cómo te encontraste a Emily en Lawrence? —
me froto la cara presa del agobio.
—¿Creías que iba a dejar a mi hijo sin más y no vigilar a quién se lo
habías confiado? ¿Que permitiría que esa mujer me quitara al hombre por el
que he estado intentado luchar un año entero de mi vida? La señora de la
tienda de antigüedades del pueblo es una gran informadora, un poco cotilla,
insistió mucho en saber quién era yo, pero me dio toda clase de información
sobre esa loca de las flores.
—Sí, la señora Bryan me prestó algunas cosas para Harper, y Emily no
es ninguna loca —gruño antes de continuar con las preguntas a las que no
puedo encontrar una respuesta—. ¿Por qué no antes? ¿Por qué dejaste de
insistir? Pensé que te habías cansado de chantajearme y que, en efecto, solo
estabas mintiendo porque te habías obsesionado conmigo.
—Porque sabía que pedir una prueba genética judicialmente tardaría
mucho tiempo y no parecías dispuesto a aceptar que me habías arruinado la
vida. ¿Crees que yo quería ser madre tan joven? Solo tengo veinticuatro
años, Ethan. Pero lo hecho, hecho está y esta responsabilidad es de los dos.
Ahora ya sabes lo que supone un niño en la vida de alguien que está solo,
que es justo como me dejaste tú a mí, sola con el marrón.
—Harper no es ningún marrón y es imposible que pueda arruinar la
vida de nadie. Y veo que has estado merodeando por aquí todo este tiempo
—le digo mirando al pequeño que parece incómodo en sus brazos. Me
duele que hable así de él.
—Claro, ¿qué pensabas? Gracias a eso, he descubierto que serás un
buen padre y esposo entregado.
—¿Esposo? —Desvío la mirada hacia ella con el ceño fruncido.
—No pensarás que siga criando a este niño yo sola, ¿verdad? Tú tienes
un rancho y bastante dinero para mantenernos a los tres. Mi cuerpo se ha
estropeado con el embarazo, no me salen trabajos y es culpa tuya.
—No estaba yo solo en esa camioneta tomando decisiones estúpidas.
—Yo confié en tus palabras y me dejé llevar por la pasión del momento.
Tú parecías un hombre roto con todas esas cosas malas que te pasaron en tu
infancia, me ablandaste el corazón y sufrí una especie de flechazo. Y creo
que no has dudado en usar esas armas con la tonta de tu vecina para que te
echara un cable con la situación, pero te lo voy a perdonar por el bien de
nuestra familia.
—No voy a casarme contigo.
Vanessa vacila un momento antes de contestar.
—Acepto que hacerlo de inmediato sea precipitado, pero al menos,
reconocerás a Harper y le darás tu apellido para asegurarme sus intereses y
los míos. Todo esto no ha sido plato de buen gusto y lo he hecho por tu bien
—parlotea, pero en realidad no le estoy prestando atención.
—¿Me lo dejas? —le pido y ella me entrega al niño sin rechistar.
—Todo tuyo, necesito ir al baño. Cuando vuelva, ¿puedes bajar las
maletas de mi coche? —Vanessa da un golpe de melena y se marcha
contoneándose como una serpiente a buscar un cuarto de baño, porque no se
ha molestado en preguntarme dónde está.
No le contesto nada, me quedo mirando a Harper y este me sonríe.
—Pues va a ser que soy tu papá. Siento mucho que te hayas enterado de
esta forma, pero necesito que me ayudes a superar todo esto e intentar
hablar con Emily, ¿de acuerdo? Los dos la queremos mucho y la he
fastidiado. Aunque esta mujer sea tu mamá, creo que a ti tampoco te cae
muy bien.
Harper balbucea y no puedo reprimir por mucho tiempo las lágrimas.
Sé que no puedo negarme a que Vanessa se quede aquí y se lleve a
Harper con ella, no cuando demuestra cierto desprecio hacia el niño y no
parece ser muy buena madre.
Tengo que aguantar esto hasta que lo reconozca y pueda adquirir ciertos
derechos con él legalmente. Pero hay algo en ella que me sigue haciendo
desconfiar.
Estoy seguro de que usé protección. Por muy borracho que haya ido en
algunas ocasiones, para mí eso era sagrado.
Intento hacer memoria, y recuerdo perfectamente ese momento, aunque
me duelan las imágenes que llegan a mi mente.
No me estoy intentando justificar, no siempre he sido el hombre que soy
ahora y he cometido muchos errores. No me enorgullezco. Pero estoy
seguro de ello, utilicé condón, o eso quiero creer y mi mente solo está
diciéndome lo que quiero oír.
Emily también viene a mi mente, y me rompo por fuera y por dentro.
Lloro desconsoladamente como un niño pequeño, como aquel día en el
que la persona que supuestamente debía protegerme, quiso hacerme daño,
como el día que me juré frente al espejo después de una noche de juerga
que jamás traería a este mundo un hijo para hacerlo sufrir como me habían
hecho sufrir a mí.
¿Cómo pude contarle eso a Vanessa? A una auténtica desconocida…
¿Sería cierto que le prometí un futuro y luego me comporté como el
capullo que solía ser?
Tengo ganas de estamparme la cabeza contra la pared.
Observo a Harper con ternura, sus pequeños ojos curiosos mirándome
como si supiera que algo ha cambiado en nuestra relación. Le sonrío
débilmente, tratando de encontrar consuelo en su inocencia.
Todo lo que se ha dicho en mi casa, ha golpeado como un puñetazo en
el estómago de Emily, he visto cómo sus ojos se han llenado de lágrimas.
Mi corazón se rompe al recordarla así, y desearía poder retroceder en el
tiempo y cambiar el pasado.
La confianza ha sido traicionada, y el amor que compartíamos se ve
ensombrecido por la sombra de la incertidumbre y la traición.
«El amor, la confianza y la traición de un hombre que ama», pienso
para mí mismo mientras contemplo el desastre emocional que he
desencadenado.
La verdad ha salido a la luz de la manera más dolorosa posible, y no sé
si nuestras vidas volverán a ser las mismas después de esto.
58
EMILY

—Emily, si no dejas de llorar de esa forma no puedo entender nada de


lo que dices —me responde Sarah al otro lado del teléfono.
Necesitaba hablar con alguien, desangrarme y llorar mares y ríos para
sacar todo el dolor que llevo dentro.
—Esa mujer, esa mujer de los baños… Harper, Ethan es su padre, yo…
—Emily, cálmate, te lo suplico. ¿Necesitas que vaya? Me deben
algunos días libres en el bufete, creo que es mejor que no estés sola.
—Si te digo que sí, ¿estaré siendo egoísta? —digo sorbiéndome la nariz
e intentando calmarme.
—Eres mi mejor amiga, no voy a dejarte sola con todo esto. Es que es
muy fuerte, Emily. Lo poco que he entendido, me ha hecho explotar la
cabeza.
—Creo que necesito escapar de aquí —digo mirando a todos lados,
aunque Sarah no puede verme.
—No, tú ya no te vas a ninguna parte, ¿me oyes? Basta de ir como una
nómada por las cagadas de los demás. Tú no has hecho nada malo,
¿entendido? Que ese tío venda su rancho y se marche con esa loca y su hijo
a otra parte. Debería darle vergüenza.
—No lo ha negado, ha confirmado todo lo que ha contado ella, ni
siquiera ha intentado frenarme cuando me he marchado de allí.
—También tienes que ponerte en su postura. Ha debido ser un auténtico
capítulo de telenovela —escucho como Sarah reprime una risilla.
—Eres malvada, ¿cómo puedes reírte de mi desgracia? —le echo en
cara con un grito ahogado.
—Lo siento, ha sido un acto reflejo porque me he imaginado una escena
de Falcon Crest. Es que es alucinante todo lo que ha pasado desde que ese
niño apareció en tu vida.
—Me duele tanto el corazón, que siento que voy a morir de pena esta
noche y nadie me encontrará hasta días después. ¿Cómo ha podido
mentirme de este modo? Quizá si me lo hubiera contado lo habría
entendido, apoyado de otra forma, no lo sé.
—No lo puedes entender porque no eres un tío, su cabeza funciona de
otra manera, el pensamiento patriarcal lo llaman. Veo muchas cosas como
estas en los juzgados. Ellos nunca tienen la culpa de nada hasta que se
demuestra lo contrario.
—Ha cambiado tanto desde que volví de Lawrence, todo parecía tan
idílico entre nosotros.
—También lo parecía esa noche cuando se trajinó a la rubia en su
camioneta, o eso ha dicho ella por lo poco que te he podido entender
mientras llorabas histérica.
—Habría que verte a ti llorar si te pasara algo similar a esto —le
recrimino.
—Lo sé, seguramente ya hubiera sufrido tres ictus y dos embolias, por
eso reniego de los hombres y me mantengo soltera y feliz. Me quiero tanto,
que me protejo.
—No me hables de protección.
—Lo siento, sabes que no lo decía por eso. Me refiero a que, si
superaste al capullo de Will, podrás superar al idiota de Ethan.
—Esto es muy diferente, tú no lo entiendes.
—Lo entiendo tanto, que estoy intentando animarte, aunque veo que sin
éxito. ¿Puedes aguantar un día sin morirte? Arreglo un par de asuntos y
mañana estoy allí, te lo prometo.
—Lo intentaré —digo con voz queda.
—Con que lo intentes me sobra. Y si necesitas que me lleve una pala y
cantidades ingentes de vino, avísame.
—¿Una pala?
—Sí, para enterrar al muerto en caso de cometer una locura contra ese
tío.
—¡Estás loca! No digas tonterías. —Me sorbo la nariz un poco más
calmada, al saber que pronto estará aquí conmigo.
—¿Qué? Soy abogada, conozco muchas maneras de librarnos de la
cárcel en caso de tener que cometer un asesinato.
Sarah consigue sacarme una sonrisa en toda esta vorágine, por eso la
quiero tanto.
Cuando cuelgo y me quedo en silencio en mi casa, frente a una maceta
de Gloriosas Daisys, me echo a llorar de nuevo.
Me va a costar mucho superar esto.
Todo el amor que sentía por Ethan Brooks, se ha convertido en odio, o
es lo que de verdad debería de sentir en estos momentos por él, pero no es
verdad, no lo odio.
Me odio más a mí por ser tan ingenua.
Odio a esa mujer, Vanessa, por tener un niño tan dulce que no merece
una madre que es capaz de utilizarlo para mendigar el amor de un hombre.
Los niños no se utilizan en esas batallas, ellos son sagrados.
«Harper», pienso soltando un sollozo.
Mi pequeño Harper.
59
ETHAN

Han pasado tres días, tres largos días conviviendo con Vanessa en los
que ella se ha encargado de preparar todo el papeleo para el registro para ir
con ella en un par de días y reconocer a mi hijo, dar vueltas por mi casa en
shorts diminutos cargando a Harper como si fuera un muñeco mientras ella
habla por teléfono y contarme cosas que no me interesan para nada de su
vida.
—Necesito algún sitio dónde hagan uñas acrílicas en condiciones.
¿Sabes si hay algún salón decente en este pueblucho?
Me preguntó el otro día, y me mordí la lengua para no decirle dónde
podían irse ella y sus uñas.
Es una persona insufrible, pero me toca aguantarla por Harper.
Me lo tomo como un castigo por ser un idiota integral.
Yo me encargo del rancho y empleo todo mi tiempo libre en cuidar del
niño, como hasta ahora. Él supone un respiro, una inyección de vitaminas
en todo este caos que se ha convertido mi hogar.
—Vanessa resopla abatida cada vez que me ve entrar por la puerta,
entregándome al niño como si le molestara —le digo a Mike, estamos
esperando que descarguen el camión de balas de heno.
—Es que le molesta. No parece estar hecha para ser madre, y me temo
que está más interesada en gastarse tu dinero y que tú te ocupes de Harper,
que realmente en formar una familia contigo como vino pregonando.
—¿Tú crees? No es como si yo viviera en una mansión y condujera un
Porche.
—No, pero ella podría sacar tajada a la larga y volverse a marchar con
una buena suma de dinero bajo el brazo. En realidad, no sé cuáles son sus
verdaderas intenciones.
—No me importa si quiere largarse ella, me preocupa que se lleve a
Harper con ella. —La sola idea hace que se me erice todo el vello del
cuerpo.
—Vas a reconocerlo, ¿verdad? Aunque creo que sigues teniendo tus
dudas sobre tu paternidad.
Asiento.
—Creo que eso ya no importa, quiero asumir ese rol
independientemente de la consanguinidad.
—Eso te honra, y es normal que te sientas así, a mí también me costaría
no encariñarme con Harper, de hecho, lo estoy. Es un crío precioso.
—Lo es, él y Emily me han cambiado la vida.
—¿Has hablado con ella? —me pregunta, posando su mano sobre mi
hombro.
—No, no me atrevo a acercarme a su casa. Sé que hay alguien que ha
venido de visita, pero no ha salido de allí desde entonces. Debe odiarme.
—No creo que lo que sentía por ti se haya convertido en eso tan pronto.
Está dolida, y no es para menos.
—¿Y cómo se supone que voy a poder recuperarla si Vanessa está
empeñada en que lo intentemos como pareja? ¿Yo y Vanessa? —bufo—. No
creo que pudiera soportarla nunca.
—Cuando reconozcas legalmente a Harper, puedes pedirle
amablemente que se vaya. Quizá le hagas un favor y para ella supone un
alivio que quieras hacerte cargo tú del niño y ella volar libre para siempre.
—Creo que la idea de disponer de mi dinero no le desagrada, así que
veo difícil que se marche teniendo en cuenta que sigo siendo yo el que se
encarga del niño. Seguramente ahora mismo está comprando cosas en el
pueblo, o tirada en el sofá viendo la tele y mascando chicle, mientras
Harper está sentado en el carrito toda la mañana.
—El premio a la madre del año no se lo van a dar, desde luego. —Mike
se quita el sombrero para secarse el sudor de la frente con el dorso de la
mano.
—No es que lo trate mal, es que no tiene en cuenta que es un ser
humano en miniatura y que necesita sentirse querido, aunque no pueda
expresarlo.
—Lo dejó abandonado en tu porche sin ningún tipo de remordimiento,
así que… —dice Mike, con toda la razón del mundo.
—Lo sé, y si le hubiera atacado un animal salvaje, o una persona
indeseable se lo hubiera llevado. Fue toda una imprudencia por su parte.
—No sé qué más decirte, jefe. Creo que deberías hablar con ella.
—¿Con Vanessa o con Emily?
—Con las dos, pero a la segunda deberías darle un poco más de tiempo.
No estoy en tu pellejo ni el suyo, pero sé lo que es llevarte un gran impacto,
necesita procesarlo.
Asiento abatido.
—La he cagado a base de bien —digo sintiendo como el estómago me
da un par de punzadas.
—Un poco, pero no hay mal que cien años dure, Ethan.
60
EMILY

—Tú eres mucho más guapa que ella —me dice Sarah, tendiéndome
una taza de té caliente.
—¿La has visto?
—El otro día cuando salí a regar tus plantas, ella estaba en el poche con
Harper llorando a mares mientras ella hablaba entre risas con alguien.
—Pobrecito, es tan pequeño, pero a la vez tan sensible. Creo que los
bebés sientes las malas energías —le digo abrazando la taza con ambas
manos.
—Pero la vida es así, y esa mujer es su madre. No podemos denunciarla
porque un bebé llore en sus brazos. No lo estaba maltratando, pero tampoco
se le veía muy empática con él.
—¿Y a Ethan?
—¿Qué pasa con él? Habíamos quedado en no nombrarlo hasta que se
te pasara un poco el mal de amores.
—¿Lo has visto? —pregunto con melancolía.
—No, lo de ella ha sido por casualidad. Me tienes encerrada en esta
cueva y te advierto que estoy al borde de gritar en medio del campo del
agobio.
—Tú puedes salir, ve al pueblo y visita el centro. Hay muchas tiendas.
—¿Y dejarte aquí sola y que cometas el error de llamarlo? Estás muy
débil y confusa, no quiero ningún paso atrás ahora que estamos avanzando.
—No voy a llamarlo, ahora es un hombre con una familia de verdad.
Nosotros, éramos una farsa. Me ha utilizado.
—Voy a decirte una cosa y que no sirva de precedente. —Sarah alza las
cejas para mirarme con una advertencia—. Dudo que haya fingido que
siente algo por ti. Porque las cosas que me has contado o se sienten, o es el
mejor actor del mundo.
—¿Decirme esto no se considera un paso atrás?
—No sería justa diciendo que es un completo farsante. No soy tan
diabólica.
Niego con la cabeza un par de veces.
—Me niego a creerlo, es un mentiroso, y no creo que sea conveniente
que nos crucemos por el camino estos días. Vanessa dejó claro que él es su
hombre y él no dijo nada para desmentirla.
—Tiene las cejas negras —suelta Sarah de repente y sin venir a cuento.
—¿Qué, qué cejas?
—Vanessa, tiene el pelo oxigenado y las cejas muy negras. Parece que
lleve una peluca, como Lily Colins.
—No digas chorradas, está muy de moda ese look.
—Será en Mordor, querida. En mi mundo eso es antiestético.
Suelto una carcajada cuando utiliza sus dedos índices para ponerlos
sobre sus cejas con los ojos bizcos.
—Agradezco mucho que estés aquí conmigo.
—Me dijiste que ibas a morirte de pena, no me dejaste muchas
opciones.
Se sienta a mi lado y me abraza fuertemente.
—Tal vez sea buena idea salir de aquí un rato y tomar algo en un pub
del pueblo —le digo en un arranque después de hacerme reír.
—¿Lo dices en serio? Porque me muero por un poco de aire fresco y
una cerveza de barril bien fría.
—Lo digo en serio, dame media hora y nos vamos. Estoy harta de
lamentarme mientras bebo té como si fuera una enferma que necesita calcio
—digo con determinación.
Sarah da unas palmaditas emocionada.
Yo también necesito un poco de aire y cerveza fría, y comenzar de una
maldita vez a enfrentarme a las cosas con valentía.
No puedo seguir escondiéndome eternamente.
61
EMILY

El bullicio de la pequeña comunidad es reconfortante, y el pub local,


bastante acogedor.
A medida que entramos, el murmullo de las conversaciones animadas y
las risas llena el aire, dándonos la bienvenida a la vida del pueblo.
Encontramos un rincón tranquilo cerca de la barra, donde podemos
disfrutar de nuestras bebidas y conversar en paz. La madera desgastada de
la barra y las sillas altas añaden un toque rústico al lugar, mientras que las
luces tenues crean una atmósfera acogedora.
El camarero, un hombre amable con una sonrisa sincera, se acerca a
nosotras. Sarah y yo intercambiamos miradas y luego dirigimos nuestra
atención al camarero.
—¡Hola, chicas! ¿Qué queréis tomar? —pregunta con entusiasmo.
Le devolvemos la sonrisa, sintiéndonos bienvenidas.
—Dos cervezas de grifo bien frías, por favor —responde Sarah, y yo
asiento en acuerdo.
El camarero asiente y procede a llenar dos vasos.
El sonido del líquido fluyendo desde el grifo es reconfortante, y
nuestras bebidas llegan a la barra con una espuma perfecta.
—Aquí tenéis, chicas. Disfrutad de la cerveza —dice el camarero
mientras desliza los vasos hacia nosotras.
Le agradecemos con una sonrisa y levantamos los vasos en un brindis
silencioso antes de tomar un sorbo.
—Este sitio está lleno de vaqueros de muy buen ver —comenta mi
amiga mirando en derredor —. Ahora entiendo el porqué de vivir aquí.
—No he venido hasta aquí para ligar con vaqueros.
—Ah, ¿no? Creo que estás jodida por haberte encamado con uno, pero
vale. —Levanta las manos en señal de rendición y vuelve a echar un vistazo
a la sala de pub.
En un rincón del pub, cerca de una vieja máquina de discos, el sonido
nostálgico de una canción country romántica llena el aire.
La música fluye suavemente de la máquina, añadiendo una capa de
encanto al ambiente del local.
Resuena Love at Dusk de Jackson Malone.
Los acordes melancólicos y la lírica apasionada de la canción se
mezclan con la conversación y el murmullo de los presentes, creando una
atmósfera única y especial.
Haciéndome recordar cuantas tardes hemos pasado juntos viendo el
atardecer, Ethan y yo.
—Acabo de ver al hombre más guapo del mundo —me dice Sarah
cogiéndome el brazo y devolviendo la vista a la barra.
—Ya será menos —bufo riéndome.
—¡Oye! ¿Dudas de mi buen gusto? —dice molesta, aunque sabe que
estoy intentando bromear con ella.
—No, es que estás muy necesitada por lo que veo.
—Cállate, déjame jugar un poco. Tú ya has probado a un hombre rudo,
yo todavía no.
—¿Y no te sirvo de ejemplo? Deja de acosarlos con la mirada.
—Míralo, Emily, por favor, y dime si no es un Dios.
Me obligo a darme la vuelta y cuando veo al hombre al que se refiere, el
corazón me da un vuelco.
—¡Mierda! —mascullo.
—¿Qué pasa? ¿No me digas que es Ethan? Ni siquiera te has dignado a
enseñarme una foto de él.
—Será que no tengo. Nunca nos hemos hecho una foto con el móvil. —
Me quedo pensativa pensando por qué—. Es Mike.
—Mike ¿qué más?. Necesito más datos de ese hombre.
Ruedo los ojos con cansancio.
—Mike Davis, es el capataz del rancho de Ethan y un buen amigo de él.
—Viene hacia aquí, aparenta normalidad.
—-¿Eso lo dices por mí o por ti? Estás desquiciada desde que lo has
visto.
Emily adopta una pose tan absurda, mirando como una loca a cualquier
parte menos a él, que no puedo evitar reírme.
—Señoritas. —Mike se quita el sombrero y nos saluda gentilmente.
—Hola Mike, no esperaba encontrarte aquí.
—Yo a ti tampoco, nunca te he visto venir antes.
—Antes no necesitaba ahogar las penas en cerveza —le digo
levantando el vaso de cerveza para darle un trago.
—¿Cómo estás?
—¿Lo que te acabo de decir no te sugiere nada? Estoy jodida, pero
estoy segura de que estás al corriente de todo lo que ha pasado.
—Sí, pero Ethan no está mejor que tú. En algún momento deberíais
hablar.
—¿Y tú quién eres? ¿Su representante? —suelta de pronto Sarah.
—¿Y tú? —le pregunta Mike, escrutando la cara de mi amiga.
—Soy Sarah, y mi amiga y yo hemos venido al pub para que se olvide
de ese amigo tuyo. Así que no intentes hacer de casamentero y constrúyete
tu propia historia de amor.
—Sarah —la reprendo.
Pero ¿qué le pasa? Hace cinco minutos, Mike, le había parecido el
hombre más guapo del mundo y ahora lo estaba atacando.
—Tranquila, estoy acostumbrado a encontrarme histéricas como ella.
—¿Histérica? Perdona guapito, pero ya quisieras tú conocerme —le
dice clavándole un dedo en el pectoral.
—Será mejor que os deje a solas, creo que necesitas calmar a tu amiga
—me dice Mike, torciendo el gesto, y yo simplemente asiento.
—¿Se te ha ido la olla? ¿Por qué has tenido que decir todo eso? —le
pregunto, cuando Mike se ha ido al otro lado del pub.
—Estaba ligando con él, pero veo que no puede apreciar a una buena
mujer.
—¿Ligando? Le has dicho de todo, incluso que se construyera su propia
historia de amor.
—¿Y no es eso una declaración en toda regla? Lo estaba invitando a
construirla conmigo, ¿es que la gente aquí no pilla esas cosas? —dice, pero
no creo que esté hablando en serio, ¿o sí?
—No puedes estar diciendo eso de verdad.
—¿Cómo que no? A los hombres les va la marcha.
—Estás loca, Sarah.
Ella niega con la cabeza, convencida que los locos somos el resto del
mundo.
—Vamos a bailar un poco —me sugiere al cabo de un rato cuando
hemos apurado las cervezas.
—No, será mejor que volvamos a casa. No quiero que Mike vaya
contándole a Ethan que hemos estado aquí pasándolo en grande.
—Claro, es mejor que le diga que te has convertido en un muerto
viviente. Es una idea brillante que solo le confirma que te ha jodido la vida
a base de bien. ¿Dónde tienes el orgullo?
—Mi orgullo está intacto, pero no puedes invalidar mis emociones. No
está bien que lo hagas, porque por mucha normalidad que quiera aparentar,
no me encuentro bien, y aunque no lo creas, no es malo sentirse así y
pasarlo a mi manera.
Sarah se queda en silencio un momento procesando lo que acabo de
decirle.
—Lo siento, tienes razón. A veces me paso de intensa, pero es que me
duele mucho verte así.
—Y te agradezco que lo intentes, pero de verdad quiero volver a casa,
tú puedes quedarte un rato si quieres.
—No, me voy contigo, creo que a ese Mike le he caído bastante mal —
reconoce al fin haciendo un mohín —. ¿Soy idiota, Sarah? ¿Espanto a los
hombres?
—No, eres la persona más ingeniosa y divertida del mundo, pero a
veces debes canalizar toda esa energía. Venga, compramos unas cervezas en
la tienda y nos las bebemos en casa, ¿te parece? —le sugiero.
—¡Qué desastre! Vengo hasta aquí para consolarte, y acabas
consolándome tú a mí. —Sarah se cubre la cara con las manos.
—Es un fifty-fifty. Venga, también compraremos helado.
Ella asiente y salimos del pub, pero no sin darme cuenta de que Mike,
mira en nuestra dirección y sonríe echando un último vistazo a mi amiga.
62
ETHAN

—¿No es emocionante? En un par de días seremos una familia ante la


ley y nuestro hijo por fin será reconocido por ti, su padre —dice Vanessa,
mientras se pinta las uñas de los pies.
—Sí muy emocionante —digo con Harper en mi regazo.
—Creo que deberíamos arreglar un poco esto. Tu casa resulta un poco
impersonal, como de poca categoría. Con el dinero que tienes, no entiendo
que te guste vivir de este modo tan… cutre.
—No es cuestión de dinero, Vanessa. No se necesitan lujos para ser
feliz. Además, no creo que este sea el momento adecuado para hablar de
esto —respondo con paciencia, tratando de no entrar en una discusión con
ella.
Vanessa se encoge de hombros y continúa pintándose las uñas sin darle
importancia a mis palabras.
La verdad es que no sé por qué ha vuelto a mi vida de esta manera, y
sus comentarios sobre mi casa me parecen fuera de lugar.
Siento que esta situación se está volviendo cada vez más complicada.
Mi mente está llena de preguntas sobre el pasado y sobre cómo Vanessa
ha llegado a esta conclusión de que Harper es mi hijo.
Aunque me gustaría pensar que todo esto es un malentendido, no puedo
evitar una sensación de preocupación que se instala en mi pecho.
Vanessa, con una sonrisa coqueta, vuelve a hablar:
—Ethan, cariño, ahora que hemos resuelto lo de Harper, ¿por qué no
consideramos hacer cosas de pareja? Puedes llevarme a cenar, comprar un
anillo bonito...
—Vanessa, hemos dejado claro que Harper es mi hijo, y eso es
importante. Pero eso no significa que esté interesado en establecer una
relación contigo.
—¡No puedes ser tan frío, Ethan! Después de todo lo que pasamos,
después de haberte rogado que te hicieras responsable de tu hijo... Me
merezco más que esto.
—Voy a hacer lo correcto al resolver el tema de la paternidad de Harper,
pero eso no cambia lo que siento por ti.
—¡Pues deberías! ¡Soy la madre de tu hijo! ¡Me merezco ser la Señora
Brooks! —grita exasperada.
—Ser madre de Harper no te garantiza el título de Señora Brooks. Ese
título es algo que se gana, y hasta ahora, no has demostrado que merezcas
llevarlo.
—¡Eres un desagradecido!
—No se trata de ingratitud, Vanessa. Se trata de honestidad. Mi corazón
ya le pertenece a otra persona, y no puedo ofrecerte lo que estás buscando.
—¡Esto no se queda así, Ethan! Ya verás lo que te espera —dice
dejando el pintauñas de un golpe en la mesa sofá.
—Haré todo lo necesario para proteger a mi hijo, Vanessa. Pero eso no
significa que estaré contigo de esa manera.
Vanessa se levanta de un salto, molesta por mi negativa.
Mientras tanto, Harper sigue tranquilo en mi regazo, ajeno a la tensión
que se ha apoderado de la sala. Acaricio su pequeña cabecita y le sonrío,
tratando de transmitirle calma.
—No permitiré que me dejes fuera de la vida de nuestro hijo. Te
aseguro que lucharé por lo que me pertenece —declara Vanessa con
determinación, mirándome con desafío.
Vanessa, evidentemente enojada, se marcha a la habitación sin decir una
palabra más y respiro profundamente, sintiendo un alivio momentáneo.
Harper comienza a moverse en mi regazo, y vuelvo mi atención a él.
—Vamos, pequeño, creo que necesitamos un cambio de aire después de
esto. ¿Qué te parece si salimos a dar un paseo? —le digo, levantándolo en
mis brazos.
Él responde con una sonrisa, ajeno a todos los problemas que nos
rodean.
Con Harper en mis brazos, salgo de la casa y comienzo a caminar por
los terrenos del rancho, tratando de dejar atrás la complicada conversación
con Vanessa y enfocándome en el futuro incierto que nos espera a mí y a mi
pequeño hijo.
63
EMILY

El atardecer tiñe el cielo con tonos cálidos y suaves, y Sarah y yo


decidimos disfrutar de este momento juntas en el porche de mi casa.
Una buena taza de té nos acompaña mientras charlamos amigablemente
sobre la vida en general y, en particular, sobre los hombres.
Sarah, siempre llena de humor, no pierde la oportunidad de hacer un
comentario ingenioso.
—Sabes, Emily, los hombres son como... —Comienza a hablar, pero
Sarah la interrumpo con una sonrisa juguetona.
—Déjame adivinar, ¿como un rompecabezas?
Exacto, tienes que encontrar todas las piezas correctas para que encajen
en tu vida.
Río ante su ocurrencia.
—Algunos son complicados de armar, otros tienen piezas que no
encajan, y otros simplemente se extravían.
Sarah se ríe con ganas.
—Vaya, Emily, parece que tienes experiencia en eso. Cuéntame más.
—Bueno, puedo decirte que los hombres tienen muchas capas, como
una cebolla. Algunos pueden hacerte llorar, y otros simplemente te hacen
sentir que te estás pelando.
Sarah asiente, entendiendo perfectamente a lo que me refiero.
—No podría estar más de acuerdo contigo. Pero, ¿qué opinas de Ethan?
¿En qué categoría lo colocarías?
Me tomo un momento para pensar, observando el atardecer.
—Ethan es como un buen café recién hecho en una fría mañana de
invierno. Caliente, reconfortante y te hace sentir viva. Aunque, debo admitir
que también tiene su lado complicado, incluso el mejor café puede tener sus
granitos de cafeína rebelde —suspiro, es imposible no hacerlo porque todo
lo que siento por él aún no se ha desvanecido.
Mientras continuamos nuestra charla, nuestros oídos captan un sonido
que llama nuestra atención. Desde nuestra posición, vemos a Vanessa salir
al porche de la casa de Ethan, con su teléfono en la mano.
Está visiblemente enfadada y no parece estar manteniendo una
conversación agradable.
—¡No sé en qué momento te creíste que podía hacer esto! —exclama
Vanessa, su voz elevándose—. ¡Ethan es demasiado duro de pelar y no voy
a conseguir el objetivo!
Sarah y yo intercambiamos miradas de asombro al escuchar el nombre
de Ethan en medio de la discusión. Estamos seguras de que Vanessa está
hablando con alguien por teléfono, pero su tono y sus palabras sugieren que
tiene una conversación con alguien que está al corriente de dónde está y con
qué motivo.
—¿Deberíamos escuchar más? —susurro a Sarah, sintiéndome como si
estuviéramos presenciando un drama televisivo en vivo.
Sarah asiente, con la misma curiosidad que yo y empieza a grabar la
escena con su móvil como si fuera una espía profesional.
Continuamos escuchando, esperando obtener alguna pista sobre lo que
está sucediendo entre Vanessa y Ethan. Las palabras de Vanessa resuenan
en el aire, y estamos decididas a descubrir más sobre esta misteriosa
conversación.
—Claro que se lo ha tragado. Además, está demasiado encariñado con
el niño y va a firmar los papeles de reconocimiento paterno. Por lo menos
nuestro hijo tendrá una buena herencia, pero no nosotros.
Miro a Sarah para ver si ella ha escuchado lo mismo que yo. Ella
asiente y me dice que mantenga el silencio para seguir escuchando lo
siguiente que dice.
—Yo he cumplido con mi parte del plan, Derek. No puedo obligarlo a
casarme conmigo, ya me arriesgué demasiado acostándome con él estando
embarazada de ti por lo inútil que eres, me sacrifiqué para darnos una mejor
vida. Así que no me presiones más.
La sangre me empieza a hervir en las venas y estoy tentada de
levantarme e ir a decirle cuatro cosas a esa mujer, pero Sarah me frena
cogiéndome del brazo.
—No puedes cagarla y que ella se marche con el niño, es una mujer sin
escrúpulos y Harper pagaría las consecuencias —me dice en un susurro y
asiento.
—Me quedaré hasta que se convierta en el padre legal de Harper y
después podré exigirle una renta de manutención e incluso alojamiento.
Puedo alegar que no tengo trabajo por culpa del embarazo o inventarme
alguna excusa para sacarle un poco más en compensación, pero no voy a
volver a seducirlo, no quiero vivir en este rancho harapiento aguantando sus
desprecios, Derek. Y deja de beber, se te nota que ya te has pasado con el
alcohol otra vez —dice antes de colgar y entrar de nuevo en la casa.
Cuando creemos que estamos solas de nuevo. Sarah me mira con la
boca abierta y yo con el corazón a mil por hora.
—Todo lo que tenemos aquí vale oro, Emily —dice levantando el
móvil.
—Estoy tan nerviosa que estoy temblando. ¿Cómo ha podido esa mujer
hacer algo así? —digo con un nudo en la garganta.
—Te sorprendería que cosas hace la gente para obtener dinero de
pobres incautos. Me parece que Ethan está siendo víctima de una estafa
como esas de internet en la que un marine o soldado, te declara su amor
incondicional y empieza a pedirte dinero, lo que esta vez, es en vivo y en
directo.
—¿Cómo puede una mujer utilizar a su hijo de esa forma? —tengo
tantas preguntas agolpadas en la mente, que no sé cómo procesarlas.
—El tal Derek no se queda atrás. Debe ser un pobre borracho que no
duda en regalar la paternidad de su propio hijo para conseguir dinero
fácilmente o de manera vitalicia para costear sus vicios y deudas de juego.
Estoy segura de que es un pack completo de adicciones.
—Tenemos que hablar con Ethan, debe ver todo lo que tenemos y que
ponga a esa mujer de patitas en la calle.
—Estoy de acuerdo —dice Sarah con determinación —. Ahora te doy
permiso para llamarlo y que os veáis cara a cara, así de paso le pongo
imagen a ese hombre que te ha vuelto completamente loca.
—Dame unos segundos y lo haré. Esto es demasiado fuerte y necesito
poner en orden mi respiración y mi mente.
—Pues respira hondo, ese vaquero está en un verdadero apuro y
tenemos las pruebas perfectas para ayudarlo, y de paso, recomponer los
corazones rotos de ambos —me dice poniendo su mano sobre mi brazo para
infundirme calma.
Cojo aire, miro al horizonte un momento, y marco el número de Ethan.
64
ETHAN

Me encuentro en el establo, sosteniendo a Harper en mis brazos


mientras observo a Storm.
Harper sigue mis movimientos con sus ojos curiosos, llenos de
asombro, mientras trato de enseñarle a Storm algunos comandos básicos.
Aunque es un poco joven para entender completamente, estoy seguro de
que disfruta de esta conexión con los animales y del entorno sereno del
establo.
—¿Ves, Harper? —le susurro al niño mientras acaricio su pequeña
cabecita—. Un día, cuando seas mayor, te enseñaré a montar a caballo. Será
una experiencia increíble, te lo prometo.
Harper balbucea como si estuviera de acuerdo, y eso me hace sonreír
aún más.
En medio de esta enseñanza informal en el establo, mi teléfono suena,
rompiendo la tranquilidad del lugar.
Miro hacia el banco cercano donde dejé el dispositivo y veo que la
llamada entrante muestra el nombre de Emily en la pantalla. Mi corazón da
un vuelco ante la vista de su nombre. Es la primera vez que Emily me llama
desde que toda la confusión con Vanessa y Harper comenzó.
Camino hacia mi teléfono, con una mezcla de emoción y nerviosismo
mientras contesto la llamada.
—Hola, Emily —digo con la voz ligeramente entrecortada por la
emoción.
—Hola, Ethan —responde Emily con tono suave pero cálido—. ¿Cómo
estás?
—Estoy bien, gracias. He estado ocupado cuidando de Harper y
tratando de resolver esta situación. ¿Y tú? ¿Cómo estás?
—Estoy bien también. He estado pensando mucho en todo esto, y creo
que deberíamos hablar en persona, hay algo importante que deberías de
saber. Me gustaría que te reunieras con Sarah y conmigo.
Siento un nudo en la garganta ante su propuesta, ¿por qué querrá que
me reúna con ella y su amiga la abogada? ¿Va a reclamarme ella también
por daños y perjuicios?
Niego con la cabeza, es algo que no cuadra en absoluto con la
personalidad de Emily.
—¿Pasa algo?
—Sí y me temo que en parte te gustará saberlo.
—¿De qué se trata? —mi curiosidad va a en aumento.
—Es algo que debes saber sobre Vanessa y sus intenciones. Deberías
venir a mi casa ahora, si es que puedes.
—Sí, claro. Me encantaría verte, Emily.
—Sí, a mí también. No tardes.
—Estaré allí lo antes posible.
La idea de ver a Emily de nuevo me llena de emoción y esperanza. Es
como si mi corazón latiera más rápido solo de pensar en ello.
—¿Has oído eso, pequeño? Emily quiere verme.
Parece que Harper reconoce de inmediato su nombre porque empieza a
balbucear mientras sonríe.
Me despido de Storm y ella relincha cuando nos ve salir del establo,
seguramente, para desearnos suerte.
65
EMILY

—¿Cómo estoy? ¿Tengo buen aspecto? —le pregunto a Sarah después


de haberme puesto apresuradamente a arreglarme un poco para recibir a
Ethan.
—Estás perfectamente guapa, como siempre. No olvides que la
prioridad es ayudarlo en estos momentos y que no quiero estar presente si
os ponéis a haceros carantoñas. Eso solo me recuerda lo sola que estoy y no
quiero morirme de envidia.
—¡No pensaba mostrarme cariñosa con él delante de ti!
—Bueno, por si acaso —dice al punto que tocan a la puerta —Debe ser
él. ¿Abres tú o abro yo?
—Lo haré yo, estoy segura de que le dirás alguna cosa y lo pondrás en
un aprieto.
—De nada, eh. Si no hubiera sacado el móvil rápidamente no
tendríamos esas pruebas.
La miro rodando los ojos y me dirijo a la puerta.
Tiene razón y sabe que aprecio su gesto y que esté aquí conmigo como
amiga y como abogada por si las cosas se ponen feas.
Cuando abro la puerta y me encuentro cara a cara con Ethan, mi
corazón da un vuelco. Han pasado muchos días desde que nos vimos por
última vez.
Está de pie en mi umbral, sosteniendo a Harper en sus brazos.
El niño extiende sus manitas hacia mí, y sus ojos brillan con una mezcla
de emoción y reconocimiento.
Mis ojos se empañan de lágrimas al verlo, y no puedo evitar sonreír
mientras tomo a Harper en mis brazos y lo abrazo con ternura.
—¡Hola, pequeño! —susurro emocionada, sintiendo cómo mi corazón
se llena de amor al tenerlo de nuevo entre mis brazos—. Te he echado tanto
de menos.
Harper responde a mi abrazo con una sonrisa adorable y un balbuceo
que parece ser su manera de decir que también me ha extrañado.
Mi corazón se derrite ante su dulzura.
Miro a Ethan y veo una mezcla de emociones en su rostro: alegría,
alivio y un atisbo de nerviosismo.
Nos quedamos mirándonos por un momento, como si el tiempo se
hubiera detenido a nuestro alrededor.
—Hola, Emily —dice finalmente Ethan, con una voz suave y cálida—.
Ha sido un espacio de tiempo difícil, ¿verdad?
Asiento con la cabeza, incapaz de hablar debido a la emoción que siento
en este momento.
No importa cuán complicada sea nuestra situación, estar de nuevo junto
a Ethan y Harper me llena de felicidad.
—Sí, ha sido difícil, pero estamos aquí ahora. Gracias por traer a
Harper —respondo finalmente, luchando contra las lágrimas que amenazan
con caer—. Significa mucho para mí.
Ethan asiente y sonríe, y puedo ver la sinceridad en sus ojos.
—De nada, él también te ha echado mucho de menos.
Sarah, que ha estado observando la escena desde el interior de la casa,
se une a nosotros en el umbral.
—¡Oh, no puedo resistirlo más! —exclama Sarah, y antes de que nadie
pueda detenerla, se lanza sobre Harper, abrazándolo con entusiasmo—.
¡Eres el bebé más adorable que jamás haya visto!
Harper emite una risita contagiosa ante la efusividad de Sarah, y todos
reímos juntos.
—Bueno, ella es Sarah Parker, la amiga de la que tanto te he hablado —
le digo a Ethan.
—Un placer conocerte —le extiende la mano y ella la aprieta la mano.
—De ti también me han hablado mucho, y aunque reconozco que te he
criticado un poquito, voy a echarte una mano con todo esto —le dice Sarah
y Ethan me mira buscando una respuesta.
—Será mejor que entres, lo que te vamos a contar va a impactarte un
poco.
66
ETHAN

Tras escuchar todo y ver aquel vídeo tan revelador, me meso el pelo
nervioso y siento unas ganas tremendas de cruzar el camino y sacar a esa
mujer de mi casa lo antes posible, pero Sarah intenta calmarme y ponerme
en situación si hago algo así.
—Ahora tenemos una baza estupenda que no solo te beneficia a ti, sino
también a Harper —dice Sarah con un tono profesional.
—¿A qué te refieres?
—A que entiendo que no quieres, al igual que nosotras, que ella se lleve
al niño y Harper viva con unos padres como esos. El tal Derek deja claro
que es un borracho y un manipulador y, Vanessa, una mujer que se deja
manipular por él con tal de satisfacerlo sin ningún tipo de escrúpulos. Han
sido capaces de utilizar a un pobre bebé inocente en sus planes diabólicos.
—No, sin duda alguna, quiero quedarme con Harper. Reclamar donde
sea su custodia, hacer lo que haga falta por él.
—Tienes en tu mano ahorrarte muchísimo papeleo y batalla legal, y no
te garantizará la adopción de Harper. No es tan fácil.
—Entonces, ¿qué propones? —pregunta Emily.
—Que aguante un par de días como si nada hubiera pasado, y que
reconozca a Harper tal y como tenía previsto. Una vez formalizado eso,
Ethan ya será legalmente su padre.
—¿Y qué pasa con Vanessa después de eso? —lo primero que ha dicho
Sarah tiene toda lógica.
—Habrá que hacerla renunciar a cambio de no presentar una denuncia
contra ella con las pruebas que tenemos. Lo que ha hecho es un delito, pero
hay un problema.
—¿Cuál? —interviene Emily.
—Que en el vídeo también queda claro que Ethan no es el padre
biológico de Harper, que ya estaba embarazada del tal Derek cuando
mantuvisteis aquella relación fugaz, y, por lo tanto, podrían quitaros al niño
a ambos y pasar directamente a servicios sociales.
—Entonces no es viable el plan —suspiro con pesadez.
—Quizá te cueste algunos dólares conseguir que ella renuncie y se
marche. Pero con las pruebas y la posibilidad de entrar ella en la cárcel,
quizá unos miles de dólares la hagan renunciar al niño siendo tú ya su padre
legal.
—En caso de seguir esa pauta, ¿cómo lo hacemos sin que ella huya con
el niño antes de asegurarnos que va a cumplir su parte? —pregunto
intentando verle las fallas al plan antes de tomar una decisión de cómo
proceder.
—Presentándole las pruebas y un papel de renuncia, todo el mismo día,
y con tiempo suficiente de que haga las maletas y se largue sin mirar atrás
con el dinero en efectivo —anuncia Sarah con seguridad. Se nota que es
una buena abogada.
—Creo que es una muy buena idea, solo falta que tú estés de acuerdo,
Ethan —me dice Emily, mirándome a los ojos para infundirme confianza en
el plan de su amiga.
—Confío plenamente en ella, así que haré todo lo que me digáis de aquí
a ese día. Voy a necesitar toda la fuerza de voluntad para no decirle cuatro
cosas a esa mujer.
—Debe ser una especie de cazafortunas. Se dedicará a visitar ferias y
convenciones de empresarios para buscar a una víctima con dinero.
—¡Yo y mi maldita bocaza cuando me paso de cervezas! —exclamo
enfadado conmigo mismo.
—Tú no has hecho nada malo, solo estabas divirtiéndote y puedes
hablar de tus cosas sin que venga ninguna aprovechada.
—Lo sé, pero siempre soy bastante reservado con el tema.
—Solo tuviste la mala suerte de cruzarte con ella. —Emily pone su
mano sobre la mía por primera vez desde hace días—. O la suerte —dice
mirando a Harper.
—La verdad, es que la situación ha hecho que conozca a personas
maravillosas. —La miro y ella sonríe con dulzura.
—Bueno, tortolitos, hasta que todo se resuelva sed discretos, no
podemos alterar a esa mujer y que sospeche de nuestras intenciones. Hay
que actuar como hasta ahora, hasta que consigamos nuestro objetivo.
¿Cuándo es la firma en el registro?
—Pasado mañana —le respondo a Sarah.
—Bien, ves pensando en una cantidad que no te suponga mucho
agravio económico y sácala del banco en efectivo. Yo preparé el documento
de renuncia y la cesión de la custodia total para ti. Si esa mujer sabe lo que
se hace, firmará y se irá con el dinero.
—Gracias, de verdad, gracias por todo esto —le digo mirando de una a
la otra.
—De nada, la vida a veces pone a personas en nuestro camino para
iluminarla, así que estás de suerte Ethan, todo va a salir bien —me dice la
amiga de Emily—. Ahora os dejo solos un momento, pero no os emocionéis
mucho y pongáis en peligro el plan. Sois vecinos y por aquí hay mil ojos.
Ambos asentimos, y miramos cómo desaparece del salón.
67
EMILY

Ethan y yo nos encontramos a solas por un momento en mi casa.


La atmósfera es un tanto tensa, pero también llena de emociones
contenidas.
Poder tenerlo aquí de nuevo, en mi hogar, me llena de un sentimiento
agridulce.
Por un lado, me alegra verlo y saber que está dispuesto a luchar por
Harper y afrontar juntos esta situación complicada. Pero, por otro lado, no
puedo evitar sentir una mezcla de ansiedad y nostalgia.
Nos miramos durante un instante, nuestros ojos buscándose
mutuamente en silencio.
Hay tanto que quiero decirle, tanto que quiero preguntar, pero las
palabras parecen atragantarse en mi garganta.
Finalmente, rompo el silencio, hablando en voz baja, atendiendo las
instrucciones de Sarah. .
—Ethan, es un alivio tenerte aquí de nuevo. Ha sido un período muy
difícil sin ti.
Él asiente con comprensión, sus ojos revelando la misma mezcla de
emociones que siento. Saber que compartimos esos sentimientos me
reconforta.
—Lo sé, Emily. Te he extrañado más de lo que puedo expresar. Pero
estoy decidido a arreglar todo esto y asegurarme de que Harper esté bien,
que nosotros estemos bien. Es importante que me creas cuando digo que me
cuidé cuando estuve con ella. Aunque he de reconocer que llegué a sentir
dudas y me culpé por ello, sobre todo por lo que hayas podido pensar de mí
o de que creyeras que he querido aprovecharme de ti.
Sus palabras son sinceras, y eso me hace sentir más conectada con
Ethan que nunca.
A pesar de la incertidumbre que enfrentamos, sé que estamos en esto
juntos y que haremos todo lo que esté a nuestro alcance por el bien de
Harper.
Ethan da un paso hacia mí, y el espacio entre nosotros se reduce. Mi
corazón late con fuerza, y siento una mezcla de nerviosismo y deseo. La
tensión en el aire se vuelve palpable, y puedo ver en sus ojos que también
está luchando por contener sus emociones.
—Emily, quiero que sepas que... —comienza a decir, pero lo
interrumpo suavemente.
—Ethan, sé que hay muchas preguntas sin respuesta en este momento, y
también sé que tenemos mucho que hablar. Pero ahora mismo, lo más
importante es Harper y su bienestar. Podemos abordar el resto más adelante.
Él asiente lentamente, sus ojos mostrando gratitud por mi comprensión.
Aunque hay mucho que resolver entre nosotros, por ahora, nos
concentramos en lo que realmente importa: Harper y su bienestar.
—Supongo que es hora de volver, debe estar preguntándose donde
diablos nos hemos metido, pero quiero que sepas una última cosa.
—¿El qué?
—Que te quiero, que te quise casi desde el minuto uno que entraste por
la puerta de mi casa y me echaste la bronca por haber aparcado por
millonésima vez mal la camioneta. Desde el mismo momento que
irrumpiste en mi vida para hacérmela más fácil, más bonita y más llevadera.
Y si no fuera porque es contraproducente besarte en este instante, lo haría
hasta que los labios se me desgastaran.
Sus palabras me dejan sin aliento, y por un momento, el mundo a
nuestro alrededor parece desvanecerse.
Escuchar a Ethan expresar sus sentimientos de una manera tan sincera y
apasionada es abrumador, pero también es increíblemente reconfortante.
Lo miro a los ojos, mi corazón latiendo con fuerza, y no puedo evitar
sonreír a pesar de la tensión que rodea nuestra situación.
La química entre nosotros es innegable, y sé que lo que siento por
Ethan va más allá de cualquier obstáculo que enfrentemos.
—Ethan, también siento lo mismo —le digo con voz suave, dejando
que mis emociones fluyan libremente—. Desde el momento en que te
conocí, supe que eras alguien especial, y has hecho mi vida más hermosa de
lo que jamás imaginé.
Él asiente, comprendiendo la prioridad que debemos mantener en este
momento. Pero en sus ojos, veo un brillo de esperanza y promesa de un
futuro en el que podamos explorar lo que sentimos el uno por el otro.
—Después de que resolvamos todo esto, quiero que sepas que estoy
dispuesto a luchar por un futuro juntos, si tú también lo estás.
Mi corazón late aún más fuerte ante sus palabras, y sé que lo que nos
espera es incierto y complicado, pero al menos, tenemos algo en lo que
aferrarnos.
Un amor que ha crecido en medio de la confusión y la adversidad, y
que, con el tiempo, puede convertirse en algo hermoso y duradero.
68
ETHAN

Dos días después, entro en la comisaría junto a Vanessa y Harper,


sintiendo un nudo en el estómago mientras nos dirigimos al despacho del
Sheriff Johnson. La tensión en el aire es palpable, y sé que esta reunión era
inevitable.
Durante estos dos días, he enfrentado la difícil tarea de mantener la
calma y la normalidad, especialmente después de contarle a Mike toda la
situación.
Aunque él lo ha tomado peor que yo, su apoyo ha sido invaluable.
También, después de las conversaciones sinceras con Emily en su casa,
siento que tengo la fuerza para lidiar con Vanessa y sus manipulaciones.
Ahora sé que su interés en mí es puramente material.
El Sheriff Johnson nos recibe con calma y nos pide que tomemos
asiento. Sentados frente a su escritorio, Vanessa parece nerviosa, y sus
labios están tensos mientras los aprieta con fuerza.
El sheriff me mira con seriedad antes de hablar.
Su voz es tranquila pero firme.
—Ethan, sé que esta situación ha sido complicada y confusa para ti.
Pero me sorprendió que no compartieras toda la verdad desde el principio.
Resulta que Harper no es tu sobrino, sino tu hijo. No me molesta que no me
lo dijeras de inmediato, pero esperaba que tuvieras la confianza en
contarme la verdad.
Le respondo con sinceridad, tratando de explicar mi posición.
—Sheriff Johnson, entienda que esto ha sido un torbellino emocional.
Cuando encontré a Harper, no sabía cómo manejar la situación, y me asusté.
No quería que lo separaran de Vanessa ni que se viera involucrado en
problemas legales.
El sheriff asiente con comprensión y se gira hacia Vanessa, quien ha
estado en silencio hasta ahora y decide hablar.
—Sheriff, yo también soy culpable de no contar la verdad. Cuando me
enteré de que estaba embarazada, tenía miedo de cómo reaccionaría Ethan,
y no quería arruinar su vida —dice, y puedo notar su falsedad. Seguramente
ha estado contando otra versión de la historia a las personas en el registro
civil.
El sheriff nos dirige una mirada comprensiva y continúa.
—Entiendo que ambas partes estuvieran preocupadas. Pero ahora que
sabemos la verdad, debemos tomar medidas para proteger los derechos y el
bienestar de Harper. Eso incluye asegurarnos de que Ethan esté legalmente
reconocido como su padre.
Asiento, sintiendo un peso abrumador en mis hombros. Voy a
convertirme en padre, algo que jamás pensé que ocurriría, pero estoy
emocionado de hacerlo por Harper.
—Sheriff Johnson, haré todo lo necesario para asegurarme de que
Harper esté protegido y cuidado. No importa lo que se necesite.
El sheriff me dedica una mirada seria y luego asiente.
—Eso es lo que quiero escuchar, Ethan. Y en el futuro, espero que
ambos entiendan la importancia de la confianza y la honestidad en asuntos
legales como este.
Vanessa y yo asentimos, aunque por motivos distintos. La miro de
reojo, no porque le tenga algún afecto, sino porque me fascina su capacidad
para fingir ser una víctima en esta situación, cuando es consciente de que
está cediendo la paternidad de su propio hijo a un desconocido. Lo que ella
no sabe es que Harper y yo ya tenemos un vínculo real, y que lo quiero más
de lo que lo quieren sus propios padres. Independientemente de la sangre,
para mí, ya es mi hijo.
El sheriff Johnson toma una decisión rápida y hace una llamada al juez
de guardia para que venga a completar el proceso.
No pasa mucho tiempo antes de que el juez llegue, y todos nos
trasladamos a un espacio más grande y adecuado para llevar a cabo el acto.
Vanessa y yo nos colocamos frente al juez con Harper en brazos. El juez
comienza a explicar el proceso legal, es un momento solemne y emotivo.
Cuando firmo el documento, siento que se ha completado un ciclo
importante en la vida de Harper y en la mía.
A pesar de las circunstancias complicadas que nos llevaron hasta aquí,
este es un paso en la dirección correcta para garantizar el bienestar de ahora
mi hijo.
Estoy orgulloso al darle mi apellido a Harper.
Mis ojos brillan con determinación y amor mientras lo abrazo con
ternura. Puedo ver en su rostro que se siente conectado a mí, que Harper
también ha conocido por primera vez, desde hace casi dos meses, el
verdadero amor de un padre
Ahora queda la peor parte de esto, y me temo que Vanessa demostrará
una vez más, que no tiene en realidad ningún interés en su hijo, que le
motivan otras cosas y me duele que el pequeño pueda también sentir su
rechazo.
Aunque me aseguraré de que sea feliz y le compense todo lo que hice
por él cuando sea mayor y pueda explicarle esto con delicadeza.
Emily y Sarah nos están esperando en mi casa, Vanessa no se espera la
gran sorpresa que le tenemos preparada para cuando lleguemos.
69
EMILY

Estoy sentada en el salón de la casa de Ethan junto a Sarah, y la tensión


en el ambiente es palpable.
Frente a nosotras, sobre la mesa, está toda la documentación preparada
y un maletín con diez mil dólares en billetes de cincuenta y cien.
Mis manos tiemblan ligeramente mientras intento controlar mi
nerviosismo.
Sarah intenta calmarme, me da un apoyo silencioso pero sólido. Sus
palabras tranquilizadoras intentan disipar mis miedos, pero es difícil ignorar
el latido desbocado de mi corazón.
Todo está en juego en este momento.
—Tranquilízate, todo va a salir bien, soy una profesional y sea lo que
sea que pase, buscaré la manera de solucionar esto —me dice mi amiga.
—No dudo de ti, sino de esa mujer.
—Si firma, no tendrá ningún derecho sobre el niño, así que no hay de
qué preocuparse. Me he encargado de añadir una clausula en referencia al
dinero para que no pueda reclamar nada más, lo he metido como
compensación económica por sus servicios de maternidad. Está todo muy
bien atado y no hay fallos posibles.
Asiento con la boca seca, estoy sumamente nerviosa.
De repente, escucho el sonido característico de la camioneta de Ethan
aproximándose.
—Son ellos —digo, sabiendo que falta poco para que crucen la puerta,
y mi ansiedad alcanza un punto máximo.
—Respira, amiga —me dice Sarah, que está mucho más calmada que
yo fruto de su profesión y confianza en lo que hace.
Así que le hago caso y respiro profundamente, tratando de mantener la
calma.
La puerta se abre, y Ethan entra seguido de Vanessa, quien sostiene al
niño en brazos.
Vanessa parece estar furiosa, y su mirada se posa en mí con
incredulidad.
—¿Qué demonios hace ella aquí con esa otra mujer? —exclama
Vanessa, sus ojos llenos de ira.
Sarah toma la palabra con serenidad, revelando su papel como abogada.
—Soy Sarah, la abogada del señor Brooks y su hijo. Por favor, tome
asiento. Tenemos una propuesta que hacerle.
La atmósfera se tensa aún más, y todos sabemos que estamos en un
momento crítico.
Las decisiones que se tomen en este lugar determinarán el curso de
nuestras vidas, y mi corazón sigue latiendo descontroladamente mientras
espero ver cómo se desarrolla esta reunión.
70
ETHAN

Vanessa, con la expresión de incredulidad aún en su rostro, me mira y


me pregunta con enfado:
—Ethan, ¿qué narices está pasando aquí?
Le hago una señal para que tome asiento, tratando de mantener la calma
en medio de la tensión en la habitación.
Vanessa camina nerviosa hasta la mesa, pero en lugar de sentarse,
decide quedarse de pie, como si eso pudiera darle más control sobre la
situación.
Sarah, nuestra abogada, interviene con voz tranquila:
—No hay problema, Vanessa. Si prefieres quedarte de pie, no interfiere
en lo que tenemos que hablar aquí.
La presión en la habitación es palpable, y mientras todos nos
preparamos para la conversación que está por venir, siento que cada minuto
que pasa se vuelve más crucial.
La incertidumbre y la expectación llenan el aire mientras esperamos a
ver cómo se desarrollarán los acontecimientos.
Miro a Emily, y siento que está igual de nerviosa que yo, pero su
presencia me da fuerza y paz.
Tiene un don especial para hacerme sentir seguro.
Hacerme sentir en casa.
—Será mejor le des al niño a su padre —le pide Sarah, y aunque
Vanessa vacila un momento, acaba accediendo y me entrega a Harper.
—Vale, ¿qué queréis? —dice con desdén.
—Hacer lo mejor para ti y para Harper.
—¿Para mí? Tú no me conoces de nada para saber lo que es mejor o
peor para mí y tampoco lo sabe esa mosquita muerta que tienes al lado.
—Por tu forma de expresarte, creo que como persona de ley sí sé lo que
te conviene, pero sobre todo lo que le conviene a ese padre y a ese niño.
—Entonces, empieza a iluminarme en vez de dar rodeos diciendo
pamplinas. Sorpréndeme y sácame de dudas.
—El señor Brooks quiere que le cedas la custodia total de Harper.
Vanessa abre los ojos como platos y comienza a reírse de manera
histérica.
—¿Por qué razón querría apartarme de mi hijo?
—Por la misma razón que tú dejaste abandonado a este niño para
obtener un propósito. Deja de fingir, Vanessa. Las mentiras, tarde o
temprano salen a la luz, y tú has demostrado ser una estafadora poco
inteligente —intervengo, y Sarah me hace un gesto para que me calme.
—Señorita Barney, tenemos suficientes pruebas contra usted para
meterla de patitas en la cárcel.
—Deja de llamarme de usted, eso no te hace más profesional
abogaducha. ¿Qué pruebas? —dice, esta vez, algo menos convencida de
que es intocable.
—De que eres una mentirosa, que ha utilizado a su propio hijo y al de
un tal Derek, para sacar un rendimiento económico de mi cliente, aquí el
señor Brooks.
—¿Cómo puedes probar eso? —Vanessa se cruza de brazos en actitud
chulesca.
—Con un vídeo donde hablas por teléfono con ese hombre, explicando
con todo lujo de detalles tu plan. Eres un poco escandalosa, muy poco
discreta.
—Enséñamelo —le pide.
—No hay problema. Emily —le pide, y esta levanta su móvil y
comienza a reproducir el vídeo.
—Esa no soy yo —intenta exculparse Vanessa.
—Sí que lo eres, lo sabes muy bien, y el juez puede probar que en
efecto realizaste esa llama. Para ser una persona que juega con la ley,
pareces conocerla bien poco.
Estoy alucinando con el poder de palabra de Sarah, su profesionalidad y
en su saber estar ante situaciones complicadas como esta.
Miro a Emily y me dedica una sonrisa preciosa en medio de toda esta
tormenta.
—El vídeo está en posesión de nosotros tres, y no dudaremos en
enviarlo a las autoridades si no pones de tu parte en todo este proceso.
Todos sabemos que Harper no es más que un estorbo para ti.
Vanessa ni confirma ni desmiente eso último que ha dicho Sarah.
Se limita a mirarla fijamente hasta que habla de nuevo.
—¿Y cuál es la propuesta?
—Ceder todos los derechos al señor Brooks y renunciar a la custodia de
tu hijo, visitas incluidas. Estoy segura que añadir un régimen de visitas que
te permita ver a tu hijo los fines de semana, no está en tus planes.
—¿Y yo que saco de todo esto? ¿Esperáis que renuncie sin más?
—Entendemos que tus servicios, llamémoslo así, de madre subrogada,
se deben ver compensados. ¿Te parecen bien diez mil dólares en efectivo?
—Sarah tamborilea los dedos sobre el maletín.
—Me parece muy poco dinero.
—Dado tu intento de estafa, creo que es una cantidad más que generosa.
Además de quitarte una carga como madre, que no has querido en ningún
momento. Sabes de sobra que Harper estará mejor aquí que contigo.
—Si acepto, ¿me aseguráis que no iréis a la policía?
—Borraremos el archivo delante de ti, después de que hayas firmado.
Pero la oferta económica expira en diez minutos, así que, si no quieres ver
tu precioso culo en la cárcel, firma y lárgate con un canto en los dientes —
dice Sarah de nuevo toda seguridad.
Vanessa parece pensárselo un momento, mira a Harper, me mira a mí y
coge el bolígrafo que amablemente Sarah le tiende.
Firma todos los documentos y Emily le entrega el maletín.
—Cuéntalo si quieres, está todo —le dice.
—Sí, claro que lo haré. —Cuando lo abre, su expresión se congela en el
sitio —. Me habéis engañado, son billetes falsos como los del Monopoli.
—¿Y qué vas a hacer, Vanessa? ¿Denunciarnos? —le espeto más
tranquilo, porque ha firmado los dichosos papeles y Sarah ya los ha
atesorado en su maletín.
—No pienso consentirlo, dame a mi hijo, me largaré de aquí y jamás
volverás a vernos.
—Lo siento mucho, pero me temo que ya no eres la que tiene su
guardia y custodia y has firmado que has recibido la compensación
económica. Mi amiga Sarah es muy buena abogada —le dice Emily, con
una seguridad que me sorprende.
—Ya lo has conseguido, ¿no? Has conseguido quedarte a mi hijo y al
hombre al que quiero —le dice meneando su melena aún mimetizada en su
papel.
—Tú no quieres a nadie, bueno, a ese tal Derek sí, porque haces
demasiadas cosas horribles por él. Deberías valorarte más, das un poco de
pena. Así que deja de fingir de una vez y vete con la poca dignidad que te
queda —le contesta, y me dan ganas de ir junto a ella y besarla.
—¿Sabéis una cosa? Quedaros con ese estúpido bebé en este rancho de
mierda, pero por lo menos borrad ese vídeo como me habéis prometido.
—Será un placer. —Los tres sacamos nuestros móviles y eliminamos en
vídeo en sus narices.
—Perfecto, acabamos de eliminar cualquier prueba con la que pudieras
recurrir y probar que, en efecto, yo no soy su padre biológico —digo con
una paz, cayendo como una losa sobre mí.
—Esto no quedará así, me oyes Ethan Brooks, me la has jugado.
—Créeme que tú sabes más de juegos que yo, y que, además, Harper
estará a salvo aquí conmigo. Es el primer signo de que eres una buena
madre y quieres lo mejor para él.
—Me das igual tú, ella, esta abogada de pacotilla y ese bebé estúpido
que no me ha dado más que problemas. Haré mis maletas y me iré a rehacer
mi vida.
—Tranquila, te hemos adelantado el trabajo. Aquí las tienes. —Emily
va hacia la cocina y arrastra las maletas de Vanessa hasta ella—. Te he
metido dentro las extensiones que tenías en el cuarto de baño, de nada. —
Le guiña un ojo y siento que en estos momentos la quiero más que nunca.
Vanessa gruñe una vez más antes de salir con las maletas a cuestas de
mi casa.
Todo ha salido tal y como había planeado Sarah, aunque he de
reconocer, que lo de cambiar el dinero por billetes falsos me ha pillado por
sorpresa porque no me lo habían comentado.
Aun así, miro a Harper que sigue en mis brazos ajeno a todo lo
acontecido, y le digo por primera vez una palabra que he sentido, pero
jamás he verbalizado:
—Lo hemos conseguido, hijo.
71
EMILY

Cuando por fin estamos solos, me acerco a Ethan y a Harper, y sin decir
nada, nos fundimos en un abrazo.
—Toda esta locura ha merecido la pena. —Ethan me besa la coronilla
mientras sigo apretujada a él y a Harper intentando llenarme de la calma
que necesito —. Aunque me he preocupado cuando he visto que habéis
cambiado el dinero por billetes falsos.
—Una licencia dramática, no podía consentir que esa mujer se fuera
con dinero de aquí. No es justo —dice Sarah—. Así que decidí arriesgarme.
Lo tienes todo en el tercer cajón de la cocina.
—Creo que ese dinero debería ser tuyo como honorarios —le dice,
lleno de agradecimiento.
—Con que hagas feliz a mi amiga, me siento más que pagada. Creo que
yo también debo ir a casa de Emily a hacer las maletas. Presentaré estos
papeles mañana a primera hora.
—Gracias por todo, Sarah. Ha sido un placer conocerte.
—Espero que así sea. Ya sabes lo buena abogada que soy, y no querría
tener que presentar una querella contra ti por volver a partirle el corazón a
Emily.
—Ten por seguro que eso no va a pasar.
—Lo sé.
Sarah se acerca a nosotros para despedirse de Harper.
—Tienes mucha suerte de haber encontrado un papá como este, espero
que seas muy feliz aquí, coleguita —le da un beso al bebé y se despide de
nosotros.
—Tienes una amiga fantástica —me dice cuando estamos por fin los
tres solos y a salvo del mundo.
Entrelazo mis dedos con los suyos y le sonrío.
—Sí, tengo mucha suerte en muchos aspectos. Pero la suerte más
grande que he tenido es haberte encontrado.
—Creo que esa suerte la he tenido yo.
—Digamos que ambos, no nos vamos a pelear ahora por quién tiene la
razón, creo que de litigios legales ya estamos sobrados hoy —le digo
riéndome mientras Harper coge un mechón de mi pelo para jugar con él.
—Emily, quiero que sepas que...
Lo interrumpo con dulzura, anticipando sus palabras.
—Ethan, no necesitas decirlo en voz alta. Lo sé. Y yo también te
quiero.
Nos miramos a los ojos con amor y complicidad, sabiendo que las
palabras a veces no son necesarias para expresar lo que sentimos el uno por
el otro.
Ethan asiente con una sonrisa cálida y aprieta mi mano con un gesto
tierno.
—Sí, lo sabes. Pero no puedo evitar decírtelo una y otra vez porque he
reprimido esas palabras muchas veces. Te quiero, te quiero, te quiero
mucho, Emily Summers.
—Y yo con todo mi corazón, Ethan Brooks.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras siento la emoción y el
amor que compartimos en ese momento.
Nos acercamos el uno al otro lentamente, nuestras miradas se
entrelazan, y finalmente, nuestros labios se encuentran en un dulce y
apasionado beso.
Mientras nos besamos, puedo sentir que todo está en su lugar, que
hemos superado los obstáculos y las complicaciones que la vida nos ha
presentado.
Ahora, estamos juntos, dispuestos a enfrentar el futuro como pareja y
como una familia que ha luchado por su amor y su felicidad, y sobre todo
por la del niño que sonriendo nos mira.
Después de ese beso, nos quedamos abrazados, sintiendo la calidez y la
promesa de un mañana lleno de amor y esperanza.
Sin decir una palabra más, sabemos que estamos en el lugar correcto, en
el momento correcto y con la persona adecuada.
EPÍLOGO

Un año después…

El sol se alza en el cielo, derramando su luz dorada sobre el hermoso


rancho de Ethan.
Es un día especial, un día en el que el amor y la felicidad llenan el aire.
Emily está a punto de casarse con el hombre que ama, y el rancho se ha
convertido en el escenario perfecto para su boda de ensueño.
La zona del lago ha sido decorada con delicadeza y elegancia.
Un arco floral elaborado con las flores más hermosas de la temporada
se erige como el fondo perfecto para la ceremonia.
Los asientos para los invitados están dispuestos en filas a lo largo del
lago, y una alfombra blanca con pétalos de rosa marca el camino que Emily
recorrerá para unirse a Ethan.

Harper, que ahora tiene un año y medio, se ve absolutamente


encantador en su atuendo de niño de las flores mientras reposa en el regazo
de su abuelo Gavin, el padrastro de Emily, quien ocupa un lugar destacado
en la primera fila junto a la madre de Emily, Emma.
Cuando Emily compartió con ellos toda la historia de su vida y la
existencia de Harper, un niño precioso que había sido testigo directo del
amor entre ella y Ethan, sus ojos se llenaron de emoción. Gavin, su
padrastro, compartió su propia experiencia al conocer a la madre de Emily y
cómo se enamoró instantáneamente de la hermosa bebé que llegaría a
formar parte fundamental de sus vidas. Con gran orgullo, le expresó a
Emily la admiración que sentía por la mujer en la que se había convertido y
reafirmó su compromiso de ser una figura maternal en la vida de Harper.
Reafirmando así, que los lazos parentales no se forjan en la sangre, sino en
el corazón de aquellos que entregan incondicionalmente su amor a un niño,
tejiendo un vínculo eterno y profundo.
Mientras la brisa suave acaricia el paisaje del rancho y los invitados
esperan con anticipación, Emily se encuentra lista para dar el siguiente paso
en su vida junto a Ethan. Con elegancia y gracia, camina hacia el altar del
brazo de Mike, el capataz del rancho y buen amigo de Ethan.
—Estás preciosa, Emily. Ethan no sabrá qué hacer cuando te vea —dice
Mike en voz baja mientras avanzan hacia el altar.
Emily le sonríe agradecida y con un brillo de emoción en los ojos.
—Gracias, Mike. Esto es un sueño hecho realidad, y estoy emocionada
de compartirlo con todos nuestros seres queridos.
Mientras camina hacia el altar, Emily se siente como si estuviera en un
cuento de hadas.
Su vestido de novia, elegante y sencillo, resalta su belleza natural. Lleva
un ramo de Gloriosas Daisys.
El paisaje del rancho, con el lago como telón de fondo, crea un
escenario impresionante para este momento tan especial.
Ethan la espera en el altar, con una mirada de asombro y amor en sus
ojos mientras observa a su futura esposa acercarse.
La sonrisa en su rostro es la expresión de la felicidad pura.
El camino de Emily hacia Ethan simboliza no solo el inicio de su
matrimonio, sino también la culminación de un viaje lleno de desafíos y
amor inquebrantable.
Con cada paso que da, siente que está caminando hacia su futuro con
confianza y alegría, lista para abrazar lo que la vida tiene reservado para
ellos como marido y mujer.
Cuando Emily llega al altar del brazo de Mike, los ojos de Ethan se
iluminan con admiración y profundo amor. Está impresionado por la belleza
de su futura esposa y la manera en que irradia felicidad en este día especial.
Cuando finalmente están uno frente al otro, Ethan toma las manos de
Emily con ternura y le susurra:
—Emily, no puedo creer lo afortunado que soy de tenerte aquí, en este
momento, como mi futura esposa. Eres la luz de mi vida, la razón por la que
sonrío todos los días y la persona con la que quiero pasar el resto de mi
vida. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Eres mi todo, y
estoy ansioso por construir un futuro increíble juntos.
Con lágrimas de felicidad en los ojos, Emily le responde:
—Ethan, desde el momento en que entraste en mi vida, supe que eras el
hombre con el que estaba destinada a estar. Tu amor me ha llenado de
alegría y me has mostrado lo que significa ser amada de verdad. Eres mi
compañero de vida, mi amor eterno, y no puedo esperar para comenzar esta
nueva aventura juntos como marido y mujer.
La ceremonia está oficiada por el sheriff Johnson, quien, con
solemnidad y calidez, guía a Ethan y Emily a través de este importante
momento de sus vidas. Y a todos se nos ha caído alguna que otra lagrimita.
—En virtud de los votos y compromisos que han expresado el uno al
otro y ante todos los presentes, yo, el Sheriff Johnson, los declaro marido y
mujer.
Ethan y Emily se miran profundamente a los ojos, sus labios se acercan
y se sellan con un beso apasionado, marcando el comienzo de su vida juntos
como esposos. Los aplausos y vítores de los invitados llenan el aire
mientras celebran este hermoso día de amor y unión.
Gavin deja al niño en el suelo, quien, con pasos tambaleantes se acerca
a sus padres reclamando su atención.
Ethan lo toma en brazos y los tres se funden en un precioso abrazo,
sellando de nuevo su compromiso y la bonita familia que han construido.
En la vida, descubrimos el amor en los lugares más inesperados, la
familia en los corazones que eligen amar, y la belleza en los momentos que
nunca vimos venir. Con amigos leales a nuestro lado, la vida se convierte
en un viaje aún más hermoso.

Sarah Parker, abogada y amiga de confianza.


AHORA UN POCO DE ROMEO CAPITALE
1
AVA

Miro el reloj y son las doce y tres minutos de la noche.


Necesito terminar un ensayo y estudiar para el examen de mañana. ¿Por
qué es tan difícil la universidad? Y ¿por qué elegí estudiar derecho
mercantil?
Le estoy empezando a coger manía a la carrera y solo me queda un año.
Decido tomarme un descanso y bajar a la planta baja para buscar un
tentempié antes de continuar con la larga noche que me espera.
Salgo de mi habitación y recorro el pasillo, que está oscuro porque tía
Nadia no está en casa esta noche, y mi hermana Isa y yo estamos solas.
Al pasar por la habitación de Isa, veo la luz encendida por debajo de la
puerta.
Abro de golpe y la veo vistiéndose a toda prisa.
Abre los ojos y grita: —¡Me has asustado!
Lleva ropa deportiva, como si fuera a salir a entrenar para una maratón.
Isa empieza a jugar con su pelo, haciendo un tirabuzón con un mechón
enroscándolo en el dedo índice.
Una costumbre que tiene cuando la pillan haciendo algo indebido.
Le cojo las manos y le digo:
—¿Adónde vas, Isa? —pregunto.
—¡A comprar algo dulce! —exclama.
La miro con incredulidad.
—¿A las doce de la noche? —pregunto molesta.
—La tienda está a solo dos calles —responde alegremente. «Esta chica
está loca», pienso.
—No vas a ir, ¿me oyes? No tienes permiso, mocosa.
Salgo de su habitación y bajo las escaleras, pero me sigue hasta la
cocina.
Ya debería estar durmiendo, solo tiene catorce años y mañana tiene
clases.
—Ava, por favor, lo necesito —suplica.
La ignoro y enciendo la luz.
Voy a la nevera y ella la cierra con fuerza y se pone delante de mí.
—Si te preocupa, ven conmigo. No vivimos en un barrio peligroso. Por
favor, estoy con la regla —ruega, tratando de persuadirme.
—No, ya sabes cuales son las normas.
—Si me acompañas, prometo no molestarte durante el próximo mes y
no cogeré tu ropa prestada —dice.
Es una oferta tentadora porque siempre me está molestando y robando
mi ropa, cosa que detesto. Mi ropa y zapatos, es sagrado para mí.
—De acuerdo —digo—Pero tienen que ser dos meses.
Subo la oferta, aunque sé que no cumplirá el trato.
—Hecho —dice dando saltitos.
—Espérame aquí, voy a por mi sudadera.
Subo corriendo las escaleras, me pongo la sudadera encima de mi
camiseta rosa, me calzo las zapatillas, recojo mi cabello rubio en un moño y
me meto el móvil y mi cartera en los bolsillos de mi pantalón de chándal.
Isa, ya está fuera en el porche esperándome.
Esta maldita niña no sabe acatar normas, ni, aunque la obligues bajo
amenaza.
—Te he dicho que me esperaras en la cocina.
—El porche está prácticamente pegado a la cocina. No seas tan rígida,
hermanita.
Pongo los ojos en blanco antes de cerrar la puerta con llave para irnos a
por los malditos dulces.
—¿Dónde van las hermanas Bianchi?
—Hola, Roger, ¿no deberías estar ya en la camita? Eres muy pequeño
para que tu madre te deje jugar en la calle a estas horas —le digo para
chincharlo, es un año mayor que yo.
Es el hijo de los vecinos, y desde que llegamos a vivir aquí, le encanta
meterse en nuestros asuntos sin que nadie se lo pida. Creo que le gusto, y es
su manera idiota de intentar ligar conmigo.
Nos dedica un corte de mangas y lo ignoramos siguiendo nuestro
camino.
—¿Por qué te he tenido que hacer caso? Mañana tengo un examen
importante —pregunto, chascando la lengua contra el paladar.
—Porque me quieres —dice arrastrando las palabras.
Mi hermana es insufrible.
Seguimos caminando, mientras me hablaba sin parar, es una pequeña
cotorra.
—¿No puedes callarte nunca? —suelto, mientras intento contestar un
mensaje de una compañera de clase.
—¿Qué quieres decir? Pensaba que una universitaria como tú, sabría
escuchar y no perder la orientación —se burla de mí.
—¿Quieres que dé media vuelta y quedarte sin dulces?
—No seas gruñona, Ava, seguro que es por ahí.
Me señala una calle oscura.
—¿No decías que sabías dónde estaba la tienda?
—Pues, parece ser que no. —Isa se encoge de hombros.
Nos mudamos a este barrio tan solo hace tres meses y ni ella ni yo
estamos familiarizadas con el barrio.
—Volamos a casa, esa calle tan oscura no me da buena espina.
—Necesito chocolate con carácter urgente.
Dice quejándose, cuando escucho algo.
Chisto para que se Isa se calle.
—Lo siento, no me hagáis daño. No volverá a pasar, lo juro —es la voz
de un hombre gritando y suplicando en alguna parte de esa oscura calle.
—Deberíamos pedir ayuda —dice mi hermana, echando a correr hacia
la calle.
—Isa, no. Para, joder.
Me obliga a ir tras ella, intentando alzar la voz entre susurros, lo que es
una tarea imposible.
Por suerte, mi hermana se detiene y se esconde detrás de un gran
contenedor de basura y me detengo junto a ella para hacer lo mismo.
—¿Estás loca? ¿Por qué has tenido que venir hasta aquí corriendo?
—Porque es emocionante, Ava. Nuestra primera pelea de delincuentes
en Chicago.
—¿Qué tiene de emocionante ponernos en peligro de esta forma? —le
pregunto. No entiendo qué tipo de emociones busca Isa poniéndonos en esta
tesitura.
—Calla, por ahí viene alguien.
Vemos salir a cuatro hombres, dos de ellos, arrastrando a un quinto por
el suelo.
Sigue suplicando, por lo que entendemos que es el hombre que hemos
escuchado antes.
Uno de ellos tiene una pistola y está apuntando a su cabeza, pero no le
veo con claridad la cara. Lo único que puedo ver es el arma y cómo va
vestido.
Están sosteniendo al hombre para que no huya, debe ser un ajuste de
cuentas por drogas o deudas de juego.
Le doy un codazo a mi hermana, no deberíamos estar aquí.
—Vámonos, esto no está bien, vamos a meternos en problemas —
susurro muerta de miedo.
Ella asiente, ya no debe parecerle tan emocionante, y comienza a
moverse sigilosamente a cuatro patas y yo la sigo, pero mi móvil empieza a
sonar con la canción Moments we live for de In Paradise a todo volumen.
—¡Mierda! —mascullo tratando de silenciarlo, cuando compruebo que
es mi tía Nadia la que llama.
—¿Quién anda ahí? Fabio, comprueba quienes son y mátalos. Escucho
que uno de ellos le dice a un tal Fabio que nos aniquile, y pienso que no
estoy preparada para morir por culpa de un antojo de mi hermana.
—¡Corre, ¡Isa, corre sin parar! —le grito a mi hermana que empieza la
carrera hasta casa seguida de mí.
Corremos lo más rápido que podemos, pero escuchamos pasos detrás de
nosotras.
De repente, un hombre se abalanza sobre mí y me tira al suelo, no estoy
en forma, y saltarme las clases de gimnasia en el instituto me va a pasar
factura.
Grito a Isa que no se detenga, que siga corriendo hasta casa cuando otro
hombre me agarra por detrás y me levanta en peso por los brazos para
arrastrarme hacia el callejón oscuro.
—Tranquila, nena, no te haremos daño si te portas bien —dice el
hombre mientras me sujeta con fuerza.
—Jefe, mira lo que tenemos, una gatita —oigo decir al hombre que me
ha abatido contra el suelo y que va por delante de nosotros.
Intento zafarme del agarre de esta bestia que me lleva con el supuesto
jefe, pero es demasiado fuerte.
Grito y lloro, pero él me mantiene bajo control.
Me siento impotente, no sé qué hacer.
Oigo como alguien se acerca, pero no puedo verle la cara. Está oscuro y
va vestido con un traje de negro riguroso.
Es el que sostenía la pistola y apuntaba a la cabeza de ese hombre, lo
reconozco porque el resto no vestía de ese modo.
El pulso se me acelera, y salvo sollozar muerta de miedo, no pronuncio
palabra para evitar mi muerte.
Desde su posición, a unos cuatro metros de mí, me apunta con una luz
cegadora, seguramente de una linterna pequeña.
—Es perfecta, metedla en el coche —dice tras observarme.
El hombre que me sujeta pide ayuda al otro y entre los dos me arrastran
hasta un coche negro con las lunas tintadas y me meten dentro a la fuerza.
La bestia se queda a mi lado en la parte trasera, el otro se pone a los
mandos del vehículo.
Los otros dos se han quedado en el callejón con el hombre que
intentaban extorsionar en paz, hasta que mi hermana y yo nos hemos
entrometido.
Segundos después, oigo dos disparos y el coche en el que me han
metido, arranca a toda velocidad conmigo dentro.
Pego las manos a la ventanilla con la cara desencajada y la respiración
acelerada.
¿Dónde me llevan? ¿Quiénes son esta gente?
El hombre del callejón, probablemente está muerto y me temo que
correré el mismo destino…
2
AVA

Me despierto sintiendo la cabeza pesada y el cuerpo inmóvil.


Abro los ojos y lo que pasó la noche anterior vuelve a mi mente.
Después de que el coche arrancara, no recuerdo nada más.
Grito el nombre de Isa, cuando me doy cuenta de que no estoy en mi
cama.
Miro a mi alrededor y veo un dormitorio lujoso.
Las paredes están pintadas en un negro profundo y aterciopelado que le
da a la habitación un aire de elegancia y sofisticación.
El suelo es de mármol negro brillante que refleja la luz de la lámpara en
forma de candelabro de cristal que cuelga del techo.
En el centro de la habitación hay una cama kingsize con sábanas de
satén negro y un edredón de terciopelo rojo, donde estoy tumbada. El
cabecero es alto e imponente, hecho de cuero rojo con remaches de oro. A
ambos lados de la cama hay mesillas de noche lacadas en negro con
lámparas elegantes.
En una esquina de la habitación, hay una pequeña zona de estar con un
sofá de cuero negro y dos sillones de terciopelo rojo, una alfombra suave y
cortinas de seda con adornos dorados cubren las ventanas.
Las paredes están adornadas con fotos en blanco y negro de famosos
gánsteres y jefes de la mafia, dando a la habitación un ambiente ligeramente
ominoso.
En general, esta lujosa habitación en negro y rojo irradia poder y
opulencia, convirtiéndola en el escenario perfecto para un romance de
mafia.
¿Estoy en una película?
Me esfuerzo por levantarme y tropiezo antes de llegar a la puerta.
Intento abrirla, pero está cerrada con llave.
—¿Qué? ¿Por qué estoy encerrada? ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —
Golpeo la puerta con los puños hasta que empiezo a sentir dolor.
Finalmente me rindo y me dirijo a otra puerta negra.
La abro y entro a un baño de mármol blanco.
¿Esto también es parte de la película?
Me lavo la cara en el lavabo y miro mi reflejo en el espejo. Tengo una
herida en la cara, pero alguien la ha curado y puesto un apósito.
¿Me torturarán? ¿Moriré?
Las preguntas inundan mi mente.
Sobre todo, si mi hermana estará bien.
Busco mi teléfono, pero ha desaparecido.
Vuelvo a salir de la cama para mirar por la ventana, parece que es
alrededor del mediodía.
El lugar está rodeado de árboles frondosos que deben ocultar bien la
localización de la casa.
Estoy intentando descifrar dónde estoy, mirando el paisaje, cuando
escucho que alguien abre la puerta.
Me doy la vuelta asustada y veo a un hombre de cara angulosa, ojos
oscuros, pelo negro y extremadamente guapo.
Me impresiona cómo llena la estancia con su presencia.
Lleva un pantalón de vestir negro que se le ajusta perfectamente al
cuerpo y una camisa del mismo color semiabierta.
Puedo ver el potencial de sus pectorales, todos los tatuajes que adornan
su cuerpo, incluido el cuello, y lo marcados que debe tener los músculos.
Cierra la puerta detrás de él y se acerca a mí.
—Veo que estás despierta —su voz es fría pero profunda, diría que casi
fascinante—. Necesito hacerte una pregunta y necesito respuestas —dice en
un tono exigente.
Trago saliva.
—¿Dónde está mi hermana? —logro decir.
Mis manos comienzan a sudar y empiezo a buscar oxígeno.
Genial, otro ataque de ansiedad.
Se acerca a mí y su olor a perfume caro se convierte en parte de mi
oxígeno.
—Tu hermana no está aquí, Ava. Supongo que llegó a casa sana y salva
—dice en un tono más calmado, supongo para que me confíe.
«¿Cómo demonios sabe mi nombre?», pienso.
Joder, ¿ahora irán a por ella?
—Por favor, no le hagan daño, solo es una cría —le suplico, mientras
las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas de manera incontrolable.
—No le haré daño, pero si no colaboras, me lo pondrás difícil —dice de
nuevo con su tono frío.
Vuelvo a tragar saliva, pero tengo la boca seca.
—Vale —susurro.
—¿Por qué estabais allí? —me pregunta, molesto.
—No vimos nada, lo juro.
—Si me mientes, no saldrás de aquí, ¿lo entiendes?
—No diré a nadie lo que vi si es lo que le preocupa, solo quiero volver
a casa —suplico.
Me mira con desconfianza, y sus ojos se vuelven aún más oscuros.
—No voy a correr ese riesgo, de momento. Así que te quedarás aquí
hasta que decida qué hacer contigo. Aquí está tu teléfono, envía un mensaje
a tu familia e invéntate cualquier excusa para justificar tu ausencia. Te
advierto que tenemos tu móvil pinchado, así que nada de tonterías, ¿de
acuerdo? —me dice tendiéndome mi móvil.
Ya sé cómo ha descubierto mi nombre, también debe tener mis tarjetas
y mi documento de identidad a buen recaudo.
—Me ha prometido soltarme si decía la verdad.
—No —dice en voz grave, he prometido no hacerte daño. ¿Las rubitas
como tú no sabéis interpretar las frases sencillas?
—Sí sé interpretar frases sencillas, tan solo es que… creía que…
—¿Qué te ibas a librar tan pronto de tu imprudencia? No eran horas
para que dos señoritas como vosotras anduvierais por la calle metiendo las
narices donde no os importa.
—La calle es de todos —me atrevo a decir, pero al segundo me
arrepiento cuando veo en su cara dibujarse una sonrisa maliciosa.
—Te equivocas, preciosa, las calles de Chicago son mías. ¿Entendido?
Me quedo paralizada cuando acerca su cara a la mía, puedo sentir su
aliento rozándome la punta de la nariz.
—¿Entendido? —repite ante mi mutismo y yo solo asiento—. Bien, así
me gusta. Date una ducha y vístete, en ese armario tienes todo lo que
necesitas, te servirán el desayuno y vendrá alguien a cambiarte un poco el
aspecto.
—¿Mi aspecto? ¿Qué le pasa a mi aspecto?
—Nada, pero no voy a arriesgarme a que alguien dé la voz de alarma si
te ve merodeando por aquí, cuando tus padres activen la alarma Amber.
—No tengo padres y no soy menor de edad, y se supone que voy a estar
aquí encerrada.
—No vas a estar en esta habitación eternamente. Me gusta vigilar de
cerca a mis rehenes —dice riéndose, se nota que mi situación le divierte de
algún modo.
—¿Y quiere ponerme guapa para la ocasión?
Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro de nuevo.
—Quiero que crean que eres una Capitale.
—¿Quiere hacerme pasar por su hermanita pequeña?
—Eso depende de ti, ¿quieres ser mi hermanita pequeña, Ava? —me
responde con tono jocoso.
—Quiero ser yo misma.
—Eso no es posible, haberlo pensado antes de acercaros al callejón.
Ahora ve y haz lo que te he dicho.
Empieza a andar a la salida, pero antes de salir por la puerta dejándome
allí con la respiración entrecortada, se gira de nuevo hacia mí y me dice:
—Por cierto, deja de llamarme de usted, solo tengo veintisiete años. Mi
nombre es Romeo, Romeo Capitale, bienvenida a la familia.
Cierra la puerta de un portazo y noto como las mejillas se me encienden
por la rabia y la impotencia.
¿Qué ha querido decir con eso de: bienvenida a la familia?
3
AVA

Cuando logro estabilizar mi estado después de lo que me ha dicho el tal


Romeo, miro mi teléfono y tengo doce llamadas perdidas de mi tía Nadia y
diez mensajes de Isa.
Inmediatamente le escribo a mi hermana con las manos temblorosas.

Isa: ¿Dónde estás?


Contéstame, estoy preocupada y tía Nadia no para de preguntarme.
Ava, por favor, tengo miedo de que te haya pasado algo con esos tipos,
contesta por favor.
Nadia quiere llamar a la policía, pero le he dicho que no lo haga.
He visto en una película que lo mejor es no hacerlo para no meterte en
problemas.
Dime algo, Ava, necesito saber que estás bien.
¿Estás muerta? Dime que no, por favor.
Joder, me va el corazón a mil, todo esto es por mi culpa.
Vi cómo te tiraba al suelo ese hombre, lo siento mucho Ava.
Tengo miedo.

Yo:
Hola, Isa.
Estoy bien, o eso creo.
No llaméis a la policía, volveré en cuanto pueda a casa.
Dile a tía Nadia que estoy con Martha y que voy a pasar un tiempo en
su casa para concentrarme en los estudios.
Te quiero.
Ah, y no digas palabrotas.

Me tiro abatida sobre la cama.


Odio que mi hermana se sienta así y obligarla a mentir a mi tía de esa
forma, pero es por su seguridad y la mía.
Inevitablemente pienso en Romeo Capitale.
¿Quién es? ¿Un pandillero?
Esta habitación es tan lujosa, que no puede ser un simple miembro de
pandilla callejera, aunque por su aspecto lo parezca.
Es un hombre extremadamente atractivo para ser tan depravado. Es un
asesino y un secuestrador, de esos a los que no les tiembla el pulso para
apretar un gatillo. No como yo, que por enviar un simple mensaje de
WhatsApp me tiemblan hasta los párpados.
Justo cuando pienso eso, escucho algo en el pasillo que me alerta y
salgo de la habitación de forma sigilosa.
Necesito saber a qué me enfrento, aunque debería quedarme aquí
quietecita.
El pasillo es amplio y espacioso, con techos altos. Está decorado con
gusto, el suelo es de mármol, y las paredes tienen molduras y está pintado
con colores neutros y elegantes.
Me quedo impresionada con la opulencia de esta casa, cuando veo a
alguien dirigirse a una sala grande, donde puedo distinguir una especie de
barra de bar al fondo porque tiene las amplias puertas abiertas de par en par.
Me quedo paralizada, observando la escena con cierta incredulidad.
¿Estoy en un prostíbulo? ¿Es posible que haya sido víctima de la trata
de blancas?
El miedo se apodera de mí.
Camino lentamente por el pasillo para acercarme más a la sala, cuando
escucho pasos acercándose hacia mí.
—Hola, ¿quién eres tú? —De repente, un hombre alto y elegante se me
saluda con una sonrisa cálida.
Pienso que se parece demasiado a Romeo en su versión adulta y sin
tatuar.
—Ava, señor.
—¿Y qué haces aquí? ¿Eres la nueva novia de mi hijo? No me dijo que
vendría nadie fuera de la familia estos días —pregunta con curiosidad.
Me siento aliviada al ver que no hay signos evidentes de peligro o
coerción en su comportamiento. Aunque todavía estoy un poco
desconcertada por la situación, decido mantener la calma.
—Me trajeron aquí… yo —vacilo, pero antes de que pueda continuar,
Romeo aparece y con un tono frío pero respetuoso le dice:
—¡Padre!
—Hijo, ¿quién es esta chica tan guapa en chándal?
Me parece que mi ropa le llama la atención, teniendo en cuenta que
ellos caminan por casa como si fueran a asistir a una boda, pero no digo
nada al respecto. Mi idea no era estar aquí, sino en mi casa, estudiando.
Romeo mira a su padre y le hace una señal con la cabeza, perecen estar
comunicándose de una forma no verbal, pero que ellos entienden a la
perfección
—Bien, me retiro. Que paséis buen día.
Me quedo confundida. ¿Qué acaba de pasar?
—¿Qué haces aquí? ¿Quién te ha dado permiso para salir de la
habitación? —pregunta Romero enfadado.
—Escuché algo, así que me aventuré a ver lo que era — confieso. No
puedo decir que salí a por un sándwich de mantequilla de cacahuete como si
esta fuera mi casa.
—Las personas curiosas como tú, no suelen acabar bien. ¿Acaso no has
tenido suficiente?
Me coge del brazo y me arrastra de nuevo hasta la habitación.
—No hace falta que me lleves hasta allí como a una niña pequeña, sé
entrar y salir sola de una habitación —me quejo.
—Eso me ha quedado bastante claro. Y también que no has hecho nada
de lo que te he dicho.
—Perdona, pero me he distraído pensando en que estoy secuestrada y
que estoy viviendo la peor situación de mi vida —digo con ironía,
tomándome un poco a la ligera que este tipo mató ayer a un hombre y es
peligroso.
—¿Siempre eres así de graciosa? Porque no vacilaré en cerrarte la boca
si siguen siendo tan insolente.
Me empuja dentro de la habitación y cierra dando un portazo.
—Dúchate y cámbiate de ropa, ahora. En esta casa hay unas normas y
unos códigos.
—Uuuuh qué miedo, sin duda es lo que más me preocupa en estos
momentos, los códigos de elegancia de esta casa.
Veo cómo se le tensa la mandíbula y doy un respingo.
Me estoy pasando, lo sé, pero no puedo evitarlo, lo único que conservo
intacto es el orgullo.
—Desnúdate.
—¿Delante de ti?
—¡Desnúdate, ahora! —me exige levantado la voz.
—Vale, lo siento, no volveré a hablarte así. Iré a la ducha y me pondré
la ropa que tú quieras…
—He dicho que te desnudes, Ava.
Pronuncia mi nombre arrastrando las palabras y soltando un gruñido.
—¿Vas a torturarme? Por favor, no lo hagas, me magullo como un
melocotón maduro con solo tocarme.
Lo veo aguantarse la risa y no puedo evitar sorprenderme.
—¿Ahora te ríes? —Me cruzo de brazos mirándolo con las cejas
levantadas.
Menudo delincuente de pacotilla está hecho.
—Lo siento, es que lo del melocotón me ha hecho gracia.
—Me alegra verte de buen humor, ¿significa eso que puedo desnudarme
en la intimidad del baño, por favor?
—No —dice con la voz grave de nuevo.
Pasa de la risa al rictus total en cuestión de segundos, clara simbología
de que es un psicópata.
—Empieza a quitarte esa maldita ropa, ya, o me veré obligado a hacerlo
yo mismo. Y te aseguro que no te va a gustar.
Me quedo paralizada unos segundos, pero entiendo que debo hacer lo
que me pide o tendrá consecuencias para mí.
—Está bien, pero ¿puedes darte la vuelta?
—Prefiero mirar, gracias —me espeta.
Trago saliva, o lo intento, porque tengo la boca seca.
Me doy la vuelta lentamente, sintiendo su mirada clavada en mi espalda
mientras me quito la ropa con movimientos nerviosos. Me siento vulnerable
e indefensa, pero sé que tengo que hacer lo que me pide si quiero
mantenerme a salvo.
Finalmente, me quedo desnuda, sintiendo su mirada fija en mí.
Me doy la vuelta y lo veo mirándome con los ojos entrecerrados,
evaluándome como si fuera una mercancía.
—He dicho que te desnudes, y aún llevas la ropa interior.
—No… por favor.
—Quítatela —ordena.
Me desabrocho el sujetador y lo dejo caer al suelo, después me quito las
bragas. Me enderezo, no voy a mostrar debilidad si quiero sobrevivir
mentalmente a esto.
—¿Contento?
Me hace un recorrido de arriba abajo con sus ojos y se humedece los
labios con la lengua.
—Me gusta lo que veo —dice con una sonrisa de medio lado.
Me siento incómoda con su mirada, pero intento mantener la
compostura y mantenerme a salvo.
—¿Qué quieres de mí? ¿Vas a violarme, es eso? —le pregunto con la
voz temblorosa. Él se acerca a mí y me coge el brazo con fuerza.
Suelta una carcajada.
—No necesito violar a nadie, no es mi estilo.
Me doy cuenta de que estoy en una situación peligrosa, pero trato de no
mostrar mi miedo.
—¿Entonces?
—Voy a ayudarte con la ducha, o, mejor dicho, con el baño.
Me suelta de su agarre y me tiende la mano para que se la coja, dudo si
hacerlo o no, pero me mira de una forma intensa, como si quisiera
hipnotizarme y acabo accediendo.
A mis veintidós años, mis experiencias sexuales se resumen en cinco
veces. Una en el baile de graduación con Nick Mackenna, el chico al que
decidí entregarle mi virginidad y después cuatro veces más con Peter Flinn,
alguien que conocí en una de las fiestas de universitarios y con el que
mantuve un breve romance.
Esto es distinto, no es que esté pensando aprovechar el baño para
satisfacer nuestros instintos, pero ¿está mal que esté pensando que Romeo
Capitale me parece el tipo más sexi que he visto en la vida? ¿Y que su
autoridad sobre mí me excita de un modo extraño?
Juntos accedemos al lujoso cuarto de baño de la habitación.
Romeo abre el grifo y empieza a llenar la bañera de agua caliente.
Yo me quedo rezagada en un rincón, pero no intento cubrirme, ya me ha
visto desnuda y apuesto a que ha visto a cientos de mujeres de la misma
guisa.
La bañera es grande y profunda, con bordes suavemente curvados que
la hacen parecer como una obra de arte tallada en una sola pieza de mármol
blanco.
—Entra en la bañera —sé que es una orden, pero me lo pide, esta vez,
con cierta delicadeza.
Hago lo que me pide, y entro ayudada por él que de nuevo me coge de
la mano.
El calor del agua sobre mi cuerpo es reconfortante y la superficie lisa y
fresca del mármol es suave al tacto.
Con manos hábiles, Romeo coge una esponja y la sumerge en el agua,
para luego comenzar a enjabonarme.
Cierro los ojos y me dejo llevar por la sensación de sus manos
deslizándose suavemente sobre mi piel.
Se muestra atento y delicado mientras enjabona mi cuerpo,
asegurándose de cubrir cada rincón de mi piel con el jabón. Con
movimientos suaves y circulares, masajea mis músculos tensos y me hace
suspirar de placer.
—Así me gusta, principessa. Tienes que empezar a confiar en mí si
quieres que nos llevemos bien.
Odio lo atractivo que es este hombre, no se merece su apariencia. Es un
asesino despiadado, y yo me estoy dejando hacer sin pensar en nada más en
estos momentos.
Empieza a lavarme el pelo con delicadeza, hundiendo sus dedos en mi
cabeza, masajeándola hasta la nuca.
Qué fácil le estoy poniendo matarme en esta bañera.
Podría agarrarme el cuello y apretarlo hasta dejarme sin aliento, pero
confío en él, me siento de algún modo a salvo en este baño, en donde por el
gran ventanal que tengo enfrente, puedo ver el hermoso paisaje exterior.
No puedo evitar llevar mi cabeza hasta el borde de la bañera, y él me
mira a los ojos mientras sigue lavándome el pelo con habilidad, como si
supiera exactamente cómo hacerlo. A pesar de todo lo que sé sobre él, no
puedo evitar sentirme atraída por su presencia. Sus manos son suaves y
expertas, y cada movimiento es como una caricia en mi cabeza.
Me siento vulnerable y expuesta, pero extrañamente segura en su
presencia.
Mi mente divaga sobre lo que podría pasar después.
Termina de lavar mi cabello y se inclina para darme un beso en la frente
antes de salir del baño.
Me quedo sola en el agua, pensando en lo que acaba de suceder y en lo
que podría pasar después con un extraño cosquilleo en mi entrepierna.
¿Me estoy volviendo loca?
4
AVA

Salgo de la bañera y me envuelvo en una toalla blanca y mullida, que


hay en la mesa supletoria junto a la bañera.
Busco un cepillo para desenredarme el pelo, pero no encuentro ninguno,
solo un peine que no sirve para mi espesa melena.
Decido volver a la habitación, y cuando lo hago, Romeo está sentado en
el borde de la cama pensativo, pero levanta la vista cuando nota mi
presencia.
—¿Estás más relajada?
—Un poco, pero no he encontrado nada con lo que cepillarme el pelo.
—Te facilitaré todo lo que necesites.
—¿Y también quién eres en realidad y el hombre que mataste ayer? —
pregunto algo conmocionada con ese hecho.
—¿Lo conocías?
Niego con la cabeza.
—Entonces no deberías preocuparte por él —suelta como si nada, si
como la vida de ese hombre importara poco.
—¿Y por mí?
—Tampoco, de momento, pero nadie que me traiciona disfruta más de
la vida —me dice con un brillo oscuro en los ojos.
—¿Eres italiano?
—De origen sí, pero nací y crecí aquí en Chicago, como tú.
Eso ha sido fácil de deducir por mi apellido.
Vale, por lo menos sé que sigo en Ilinois,
—¿Y a qué te dedicas? —puedo intuirlo, pero decido preguntar para
cerciorarme de que estoy en lo cierto.
—¿Con todos esos datos no has podido deducirlo tú solita?
—¿Eres de la mafia? ¿Descendiente de Colosimo?
—La respuesta es sí a la primera pregunta y no a la segunda. Pero mi
familia pertenece a la Comisión.
—Entiendo.
—¿Sabes algo sobre a lo que nos dedicamos? —Ladea la cabeza y me
mira ceñudo.
—No con exactitud, solo que eres, o sois delincuentes peligrosos.
—Solo con los que no entienden las normas.
Romeo se levanta de la cama y se acerca a mí, su presencia imponente
hace que me estremezca un poco.
Coge mi mano y la besa suavemente antes de susurrar en mi oído: —
Pero no tienes nada que temer de mí, principessa. Te protegeré de todo lo
que se interponga en nuestro camino.
—¿Nuestro camino?
—Mañana es un día importante para ti y para mí.
—¿Qué quieres decir?
—Lo descubrirás mañana.
Me quedo mirando sus ojos oscuros y profundos, y siento como si me
estuviera atrayendo hacia él como un imán.
—¿Y qué pasa ahora? —pregunto, tratando de mantener la cabeza fría.
—Ahora, tienes que descansar un poco más. Luego vendrán a teñirte el
cabello y te mostraré la casa. Te explicaré cómo funcionan las cosas aquí.
Después, cenaremos juntos.
—¿Es necesario que lo haga? Me gusta mi pelo y lo acabas de lavar.
—Lo es, es precioso y me ha encantado sentirlo entre mis dedos, pero
es absolutamente necesario, y también que te maquilles y vistas
correctamente.
—Es una forma sutil de llamarme fea. —Tuerzo el gesto.
—Eres respondona, orgullosa, algo terca, pero nada fea.
—Bonita forma de arreglarlo, señor Capitale.
Esboza una sonrisa canalla.
—En ese armario tienes ropa suficiente para estos días. Pediré que te
traigan un cepillo.
—Me prometiste algo de comer —digo, recordando que me iban a traer
el desayuno, aunque ya debe ser la comida y me ruge el estómago.
—Descuida, pero si te hubieras quedado en la habitación habrías
comido algo ya. Me dieron la voz de alarma de que no estabas dentro de
ella.
—Y viniste corriendo a asegurarte que tu presa no se había escapado y
ya estaba corriendo sin rumbo por el bosque. ¿Ibas también a soltar a los
perros? —Me cruzo de brazos desafiante.
—Más o menos, pero no hay perros en esta casa.
«Solo tú ladras mucho, pero no pareces morder», pienso.
—Pues no te vendría mal una mascota, ayudan a superar traumas, y
dedicándote a lo que te dedicas, tienes que tener muchos.
—Uno no elige donde nace. Es mi deber de hijo.
—El mío solo consistía en portarme bien y hacer los deberes —
respondo con ironía.
—Venimos de mundos distintos, Ava, pero estoy seguro que acabarás
apreciando tu nueva vida.
—¿Mi nueva vida? ¿Significa eso que jamás saldré de aquí?
—Significa que lo harás cuando entiendas que eres una Capitale más y
podamos confiar en ti.
—¿Una Capitale más? No entiendo. —Sacudo la cabeza confusa.
—Ahora eres parte de nuestra familia, Ava. Y como en toda familia,
hay ciertos secretos y obligaciones que debes aprender y cumplir. Pero
también hay protección y lealtad.
—No sé si quiero ser parte de una familia de mafiosos. No es
precisamente mi sueño de infancia.
—Quizá no lo era, pero a veces la vida nos lleva por caminos que nunca
esperamos. Y si eres inteligente, verás las oportunidades que te ofrezco.
Podrás tener todo lo que quieras.
—No sé si quiero tener todo lo que quiera, si significa tener que hacer
cosas malas.
—No todo lo que hacemos es malo, pero algunas veces es necesario
tomar medidas extremas para proteger lo que es nuestro.
—Pero ¿qué pasa si decido que no quiero estar aquí? ¿Qué pasa si
intento escapar? —pregunto para saber si tengo alguna opción.
—No te lo recomiendo. Sería una decisión muy peligrosa. Y no solo
para ti, sino para los que te rodean. Recuerda que la mafia no perdona la
traición y no sabes aún todo lo valiosa que eres. Pero no te preocupes, no
necesitarás escapar. Una vez que veas todo lo que podemos ofrecerte, no
querrás irte nunca más porque nos vas a necesitar.
—No estoy segura de eso. Pero supongo que no tengo otra alternativa.
Romeo parece dispuesto a terminar nuestra charla y marcharse cuando
lo veo dirigirse a la puerta.
—En seguida te traen algo para comer.
Me siento en uno de los sillones de terciopelo rojo cuando me quedo
sola y miro a mi alrededor un buen rato.
Tocan a la puerta, y una mujer vestida de servicio doméstico con una
bandeja con huevos revueltos, bacon, zumo y café. Además, saca un cepillo
del bolsillo de su babi que deja junto a la bandeja.
No me dirige la palabra, se limita a dejarla sobre la mesa y marcharse
sin más.
Estoy atrapada en esta casa, rodeada de mafiosos.
No sé qué me depara el futuro, pero una cosa es segura: intuyo que mi
vida nunca volverá a ser la misma.
5
AVA

—Ella es mi estilista, Shasha Jones. Sabrá qué hacer contigo —me


explica Romeo.
Después de comer algo y cepillarme el pelo, me volví a quedar dormida
y me desperté a media tarde.
En el armario encontré un vestido sencillo de punto de color beis y unas
zapatillas deportivas blancas, y me vestí.
¿Cómo diablos ha adivinado mi talla de ropa y zapatos?
Me vi tentada a escribir de nuevo a mi hermana o comprobar si me
había contestado, pero rehusé hacerlo recordando que tenía el móvil
pinchado y no quería levantar sospechas. Era mejor dejarlo guardado en el
cajón de la mesita y resignarme a mirar por la ventana como una enferma
mental que tienen recluida.
Casi agradecí que Romeo irrumpiera con esa mujer en la habitación una
hora después, para sacarme del aburrimiento, aunque ahora deseo que se
marchen y me dejen en paz.
—Quería un castaño oscuro, ¿verdad señor Capitale? —le pregunta la
mujer, que lleva un maletín gigante con ruedas. Los típicos que utilizan las
personas que hacen servicios a domicilio.
Él asiente con la cabeza y la mujer se acerca a mí, agarrando mi brazo.
Me están obligando a teñirme el cabello. Amo mi cabello natural,
siempre ha sido la única parte de mí que realmente me gustaba.
—No voy a teñirme el pelo, joder —escupo de mala manera.
Romeo no dice nada, solo me mira con sus ojos fríos y oscuros.
—Date prisa, no tengo todo el día —dice la mujer, tirando de mí hacia
el baño.
Tropezando detrás de ella, llegamos y me hace sentarme en la silla que
hay al lado del lavabo
Romeo nos observa desde la puerta, apoyando medio cuerpo contra el
marco.
—No voy a teñir mi pelo, me niego —me cruzo de brazos y hago un
puchero.
—No te preocupes, el marrón te quedará bien —dice Shasha que ya ha
comenzado a hacer la mezcla.

***

Veinte minutos después, me está secando el pelo, y cuando está termina,


me pasa la plancha para dejarlo liso como una tabla.
—¿Puedo ver lo horrible que estoy ya? —pregunto desesperada.
—¿Esta chica siempre es así de impaciente? —le pregunta la estilista a
Romeo, que sigue allí observando toda la escena.
Tan solo se ha ausentado a hacer unas llamadas mientras el tinte hacía
su efecto embadurnado en mi cabeza.
—Siempre, y desobediente.
Frunzo los labios.
¿Qué sabrá él cómo soy?
—Listo, ya puedes mirarte —me dice Shasha, dándole movimiento a mi
pelo con sus manos.
Me levanto y me miro frente al gran espejo del baño.
Me muerdo el labio sin saber qué decir.
Tenía razón, el marrón realza el color verde de mis ojos y aunque
endurece un poco mis facciones, me veo guapa.
—Ahora sí pareces una auténtica principessa italiana —comenta
Romeo.
—Sí, salvo por el hecho de que no soy una principessa ni italiana de
verdad, solo de origen como tú.
—No se trata de serlo, sino de parecerlo. Pronuncias bien el italiano,
igual podrías impartir algunas clases para aprenderlo.
—Solo he repetido lo que has dicho, no creo que me sea útil un idioma
que no se habla en Estados Unidos. De haber querido aprender lo hubiera
tenido fácil, mis padres lo hablaban a menudo y mi tía Nadia también, pero
nunca se preocuparon de enseñarnos el idioma, aunque puedo reconocer
algunas palabras.
—El saber no ocupa lugar, Ava.
—Bueno, yo ya he terminado aquí —dice la estilista cerrando el
maletín, con el sonido de los remaches de cierre—. Os dejo con vuestra
interesante conversación, parejita.
¿Parejita? ¿De qué va esta mujer?
—Gracias, Sasha, un placer como siempre trabajar contigo.
—Lo mismo digo, nos vemos el próximo mes para retocar las raíces.
La mujer se marcha haciendo rodar por el suelo el maletín y nos
quedamos solos de nuevo.
—Ya tienes lo que querías, otra vez —recalco.
—Te gusta cómo te queda, admítelo.
—No está mal.
—Mentirosa.
—¿Vas a añadir eso a la lista de adjetivos con los que describirme a la
gente? —pregunto un poco malhumorada.
—Puede, ¿te molesta?
—Digamos que un poco sí. No me conoces para decir ciertas cosas tan
fehacientemente.
—Te conozco más de lo que te crees, es parte de mi trabajo investigar
un poco a la gente.
—¿Y te ha dado tiempo a descubrir todo eso en menos de veinticuatro
horas?
—Sí, y siento mucho lo que les pasó a tus padres.
—Gracias —digo secamente.
Este hombre está demasiado familiarizado con la muerte a sangre fría,
así que la muerte de mis padres en un accidente aéreo mientras volaban en
una avioneta, le debe parecer una forma muy aburrida de morir, y en
realidad no siente nada de nada.
—Y, se puede saber también mucho por el móvil de una persona. Te
expones demasiado en redes, deberías saber que eso es peligroso —añade.
—¿Más que la vida que llevas tú?
—Sí, si no quieres encontrarte con alguien como yo.
—No me has encontrado por las redes, te encontré yo a ti amenazando a
un pobre hombre en un callejón —le recuerdo.
—El destino es caprichoso, y nunca deja de sorprendernos. Así que deja
de conmemorar el día mundial de las mujeres que rechistan por todo.
—A veces me cuesta pillar tu sentido del humor —le digo, porque las
cosas que ha dicho hasta ahora no me han hecho ni pizca de gracia.
—Será porque no estoy bromeando, principessa.
—¿Es necesario que me llames de ese modo todo el tiempo?
—¿Prefieres gatita? —me pregunta con una mirada lasciva.
—Preferiría mi nombre, si es posible.
—Te concederé ese deseo, pero no me mates si se me escapa algún
apelativo cariñoso.
—¿Matarte yo a ti? —bufo.
—Pronto descubrirás donde guardamos las armas, y puede, que
consigas que confíe en ti. Que tengas alguna estrategia para librarte de la
familia a la que perteneces ahora y volver a tu antigua vida.
—Eres tú el que intenta hacer eso conmigo, yo no tengo la maldad por
norma.
—Te equivocas, yo no quiero matarte. —Me da un ligero toque en la
punta de la nariz, un gesto demasiado pueril que no le pega nada a un
hombre como él.
—Pues casi lo haces del disgusto.
—Tu sentido del humor sí es bastante curioso.
—No pretendo ser graciosa, solo expresar mi desacuerdo con todo esto
—le informo.
Romeo ignora mis últimas palabras y decide seguir en su rol de la
persona que manda en este binomio.
—¿Tienes hambre? Es casi la hora de la cena. De camino al salón, te
enseñaré la casa y te presentaré a algunos de mis hombres.
Extiende un brazo para que pase delante de él a la salida de la
habitación.
—Claro, ayer me parecieron todo un encanto. —Pongo los ojos en
blanco y empieza a seguirme.
—Fabio quiere disculparse por el golpe que te dio en la cabeza. Fue
difícil que te relajaras para traerte a la propiedad.
—Por eso no recuerdo nada, ¿no? ¿Me golpeó para dejarme
inconsciente?
—No, te inyectó un calmante y te dio contra el marco de la puerta
cuando te entró en sus brazos dormida. —Romeo se ríe y me molesta.
—No es gracioso.
—Lo siento, y él también. —Pone las manos en modo rezo.
—Bueno, es un mal menor.
Aunque estamos conversando, me voy fijando en la casa mientras
vamos recorriendo el largo pasillo.
Es enorme y lujosa, con altos techos y paredes de mármol. Todo parece
estar cuidadosamente decorado y diseñado con muebles elegantes y obras
de arte costosas. A medida que caminamos por el pasillo, puedo ver varias
puertas que conducen a habitaciones más pequeñas y una escalera que
conecta ambas plantas. Nosotros aún estamos en la superior, pero tras
cruzar la guardia de dos hombres, empezamos a descender por ella hasta la
primera planta.
Romeo me presenta a varios hombres que trabajan para él en el camino
hacia el salón, y aunque trato de ser amable, no puedo evitar sentirme
incómoda y asustada en su presencia. Todos parecen armarios roperos y
tener cara de pocos amigos. Por lo que hablan, son leales a Romeo y están
dispuestos a hacer lo que sea necesario para protegerlo.
Finalmente, llegamos al salón, donde la mesa está puesta para la cena.
Romeo me invita a sentarme y me sirve una copa de vino.
—¿Y tu padre? ¿No nos acompaña?
—Mi padre está ocupado con negocios y ha salido de viaje esta tarde,
pero se aseguró de dejarme a cargo de todo mientras él está fuera —
responde Romeo mientras se sienta en la cabecera de la mesa.
—Debería haber dejado a alguien más en su lugar —murmuro,
recordando la situación en la que me encuentro.
—¿No confías en mí para cuidar de ti? —pregunta Romeo con una
sonrisa.
—No confío en ti para nada —le respondo directamente, mientras cojo
mi copa de vino y le doy un trago largo.
Romeo parece sorprendido por mi respuesta, pero luego su expresión se
vuelve más seria.
—Tendrás que aprender a confiar en mí si quieres sobrevivir —dice con
tono amenazante.
—Si por mí fura, no tendría intención de quedarme aquí por mucho
tiempo. —Lo miro directamente a los ojos. Romeo me devuelve la mirada y
parece sopesar mis palabras antes de responder.
—Eso es una lástima, pero como te he dicho antes, pronto empezarás a
apreciar todo lo que puedo darte.
—No hay nada que puedas ofrecerme que me haga querer quedarme
aquí y no volver con mi hermana —le respondo con determinación.
Romeo parece un poco frustrado por mi respuesta, pero no dice nada
más mientras nos sirven la cena.
Los platos son variados y parecen deliciosos.
Hay una ensalada fresca con tomates y lechuga, y unas berenjenas
rellenas de queso y carne. También hay un plato de pasta con una salsa roja
y una lasaña con capas de queso y carne picada. El aroma que sale de los
platos es maravilloso, y me doy cuenta de que tengo mucha hambre.
Me sirvo un poco de ensalada y la pruebo. Es fresca y crujiente, y la
vinagreta tiene el punto justo de acidez. Luego, pruebo las berenjenas
rellenas, que están tiernas y suaves.
La mezcla de queso y carne es deliciosa, y no puedo evitar sonreír
mientras me las como.
—Menos mal que no tengo nada que ofrecer que te haga disfrutar de tu
estancia aquí, pero por tu cara, veo que es la segunda vez que sí he
conseguido hacerte un poco feliz —me dice bebiendo de su copa mientras
me observa.
—Son cosas que podría hacer en mi propia casa y las disfrutaría igual.
—En tu casa no estaría yo para ayudarte con el baño. Has gemido
mientras te lavaba el pelo y seguro que la comida te está pareciendo una
delicia, tenemos los mejores cocineros.
—No necesito que nadie me ayude con el baño, y ciertamente no
necesito tus servicios para disfrutar de la comida —le respondo con una
mueca de disgusto.
Aunque en realidad el baño ha sido agradable y la comida es realmente
deliciosa, no puedo quedarme en un lugar donde me siento prisionera.
Necesito volver con mi hermana y poner fin a todo esto, no es justo que me
obligue a formar parte de su clan mafioso.
Termino de comer en silencio mientras él me sigue observando.
—¿Satisfecha? —me pregunta cuando dejo los cubiertos y me limpio la
boca con la servilleta.
—Sí, creo que sí. Me gustaría volver a la habitación y descansar.
—No hay problema.
Con un gesto de Romeo, el servicio se pone en marcha para recoger la
mesa y nosotros nos levantamos para salir del salón.
6
AVA

Cuando llegamos a la habitación, Romeo entra conmigo.


—¿Dónde crees que vas? Esta es mi celda, y de verdad estoy muy
cansada.
—Para ti será una celda, pero para mí es mi habitación.
—¿Disculpa?
—¿Pensabas que iba a dejarte sola en una habitación de invitados?
—Sí, pensaba exactamente eso, y no soy tu invitada.
—Deberías empezar a verlo de ese modo, te conviene.
—¿Y tenemos que dormir juntos o vas a utilizar el sofá? —pregunto,
pero casi puedo adivinar la respuesta.
—Sí, para poder vigilarte y que no te pierdas en mitad de la noche. Eres
muy dada a explorar por tu cuenta y ahora tengo que protegerte. —Me mira
con una sonrisa vacilante.
—¿De quién, de ti mismo?
—No te tocaré, si es lo que te preocupa. Ya te he dicho que no soy un
violador.
—No, eres un mafioso que tiene las manos manchada de sangre de
inocentes.
—¿Por qué crees que son inocentes ellos y no yo?
—¿De verdad necesitas una respuesta a eso?
—No me lo vas a poner fácil, pero no es lo más difícil con lo que he
tenido que lidiar en la vida, Ava. Ve a dormir, mañana es un día importante
para ti y dejaré de parecerte tan malo —dice mientras comienza a caminar
hasta el baño.
Me resigno, soy su prisionera y tiene mi vida y el control de cualquier
cosa que diga o haga en sus manos.
Me desvisto y me pongo una camiseta de algodón que hay en el
armario. No he encontrado un pantalón a juego, así que me pongo el mío de
chándal y me meto en la cama.
Cuando Romeo sale del baño y viene a acostarse, en bóxer y sin
camiseta, el corazón me da un vuelco.
Sus brazos, torso y cuello están casi cubierto de tatuajes, y aunque
personalmente nunca me han gustado, no puedo evitar pensar en lo
impresionante que es este hombre lleno de tinta.
Debe entrenar mucho para tener todos esos músculos marcados.
Romeo se mete en la cama a mi lado y me sonríe.
—¿Te molestan los tatuajes? —pregunta, se ha debido de dar cuenta de
que me he quedado mirándolo demasiado tiempo.
—No, solo estaba admirándolos. Debe haber dolido mucho hacérselos.
—Sí, pero para mí es una forma de expresión y arte. Cada uno tiene su
forma de manifestarse en el mundo, y esta es la mía.
Lo miro de reojo mientras apaga la luz, y no puedo evitar pensar lo
guapo y atractivo que es.
Su piel morena contrasta con el blanco de las sábanas, y su cabello está
húmedo y despeinado, ha debido darse una ducha rápida.
De repente, me doy cuenta de que estoy en la cama con un extraño y
siento un nudo en el estómago.
No debería estar aquí, debería estar con mi hermana. Pero también sé
que estoy en una situación complicada, y que es mejor no hacer nada que lo
complique aún más.
Cierro los ojos y trato de dormir, pero no puedo evitar sentirme
inquieta.
Romeo se da cuenta de mi incomodidad y se acerca un poco más a mí,
rodeándome con su brazo.
—Tranquila, Ava. No te haré nada que no quieras. Solo quiero que te
sientas cómoda y a salvo.
Su voz es suave y reconfortante, y me siento un poco más relajada.
—Solo necesito un poco de tiempo para asimilar todo esto.
—Lo entiendo, estaré aquí para lo que necesites, pero no me traiciones
Ava, no lo hagas. Es por tu bien o estarás en peligro.
Esas últimas palabras son difíciles de asimilar, así que decido no decir
nada más e intentar dormir y olvidarme por unas horas de todo esto.
Nos quedamos en silencio y puedo sentir su respiración calmada y
regular en mi cuello y poco a poco me quedo dormida.
7
AVA

Me despierto, y aún con los ojos cerrados, busco la presencia de Romeo


a mi lado para darme cuenta de que se ha ido.
Miro la hora en el reloj de pared y son las ocho y media de la mañana.
Me desperezo y me incorporo para apoyar mi espalda en el cabecero y
lo primero que me viene a la cabeza es que me repitió muchas veces que
hoy era un día importante para mí.
¿De qué demonios estaría hablando?
Niego con la cabeza, tratándose de este tipo de gente, podría ser
cualquier cosa.
Mientras estiro los brazos, trato de recordar si Romeo mencionó algo
específico sobre este día importante. Pero nada viene a mi mente. Quizá sea
una sorpresa, algo que quería mantener en secreto. Me preocupa un poco,
porque sé que Romeo está involucrado en cosas peligrosas, y cualquier
evento importante podría significar algo grave para mí o para él.
Necesito saber qué es lo que está sucediendo en su mundo, porque estoy
cada vez más involucrada en él y eso me asusta.
Alguien abre la puerta sin siquiera tocar. Antes de que pueda decir nada
para reprender su falta de educación, el tipo, del cual no puedo recordar el
nombre, era demasiada información para procesar en un solo día, dice en
tono frío y profundo:
—El jefe te está esperando, sígueme.
Su apariencia es robusta, severa y fría. Va vestido con un traje formal
negro y sus tatuajes se asoman por el borde del puño de su camisa.
¿Todos aquí tienen tatuajes?
—Disculpa, dile al jefe que estoy en pijama.
—No me importa, si el señor Capitale dice que tengo que llevarte donde
está él, vienes sin rechistar. ¿Está claro?
Su forma autoritaria asusta, sin duda están entrenados en academias del
miedo.
Sin decir nada, más. Salgo de la cama y lo sigo desgreñada.
Si Romeo se refería ayer a las comodidades de una vida llena de lujos,
no es para nada lo que uno debería encontrarse por los pasillos de esta
mansión, una mujer completamente somnolienta y con las legañas aún
pegadas en los ojos.
Giramos y atravesamos unas puertas dobles. Ahí veo a Romeo sentado
en una silla, mientras dos hombres más están de pie a su lado discutiendo
algo.
Es una habitación enorme con una gran mesa.
Hay una silla detrás de ella y dos delante, y a unos pocos metros hay
una mesa de café redonda rodeada de sofás. Las tres paredes están rodeadas
de estanterías mientras que la cuarta tiene ventanas con cortinas negras.
Hay algo diferente en esta habitación, quizás sean los colores.
—Gracias, Salvatore, puedes irte —dice Romeo
—Sí, señor.
—Dante, tráeme los documentos, necesito que la señorita Bianchi lo
vea con sus propios ojos.
—¿Qué quieres decir? —pregunto sin saber qué es lo que tengo que ver
y por qué.
—Cuando revisé tu identidad, encontré algo que no es fácil de decirte.
Como te dije ayer, el destino es caprichoso.
Dante, que le entrega una carpeta de papel marrón, las típicas que
puedes encontrar en los archivos de documentos, y Romeo comprueba que
en efecto son los papeles que ha pedido.
—Echa un vistazo. —Me los tiende, y se recuesta en su sillón y
entrelaza sus manos por encima de la mesa.
Abro la carpeta y empiezo a mirar los papeles que contiene,
sintiéndome confundida.
—Son mis padres —digo con un nudo en la garganta.
—Lo sé, mi familia los conocía bien.
—¿De qué? No entiendo nada.
—Es comprensible, pero necesito que mi padre vuelva para poder
hablar contigo los dos. Aunque te adelanto, que a partir de ahora hay que
empezar tu entrenamiento.
—¿Perdón? ¿Entrenamiento de qué tipo?
—De defensa personal y combate. Ava, tienes que aprender a
protegerte, especialmente ahora que sabemos que los peligros te acechan.
Necesitas estar preparada por si acaso algo llega a pasar. ¿Comprendes?
Serás uno de nosotros. Si eres como tus padres, seguro que sabes mucho
sobre informática y pelea y te será más fácil.
Mi mente regresa al pasado, cuando mi madre me enseñaba técnicas de
lucha y mi padre me daba nociones básicas de informática. Según ellos,
eran aspectos importantes que me serían útiles en el futuro.
Aquellas palabras de mis padres, se parecen un poco a lo que Romeo
me acaba de decir, pero no encuentro la relación entre mis padres y los
Capitale. Hasta donde yo sé, mis padres trabajaban para el servicio de
inteligencia del estado.
—Sé algo de informática, pero si supiera pelear no estaría aquí ahora
mismo.
Romeo me ignora y sigue con su perorata.
—Si necesitas algo o tienes dudas, puedes preguntarle a Fabio, Dante,
Salvatore, o a mí —dice con su tono frío.
—¿Qué has querido decir con eso de que voy a ser uno más de
vosotros? ¿Quieres convertirme en un capo femenino de la mafia?
La curiosidad me está consumiendo.
—No te confundas, Ava, el capo, el jefe, el rey de la mafia
italoamericana en Chicago, soy yo. Tú serás una principessa de la mafia,
aunque si logras sorprenderme, puedes acabar siendo una auténtica reina —
termina con una sonrisa malvada.
Así que no era un apelativo cariñoso cuando me llamaba de ese modo.
—¿Es una especie de broma? ¿Te estás montando la versión mafiosa de
Princesa por sorpresa?
Romeo suelta una risa gutural.
—No, esto no es un juego, Ava. Esto es la realidad. Y la realidad es que
ahora eres parte de nuestra familia, de nuestra organización. Tienes que
aprender a defenderte, a luchar y a sobrevivir en este mundo, porque una
vez que entras, no hay marcha atrás. Pero te prometo que estarás segura con
nosotros, siempre y cuando nos obedezcas y respetes las reglas.
Me quedo callada, procesando toda esta información.
No puedo creer que mis padres estuvieran involucrados en la mafia y
que ahora yo esté siendo arrastrada a todo esto. Pero algo en el tono de voz
de Romeo me hace sentir que no está bromeando, que esto es en serio y que
tengo que tomarlo en serio también.
—Entiendo. Haré lo que sea necesario para estar segura, pero necesito
saber más sobre mis padres y su relación con vosotros, los Capitale.
Romeo asiente, como si esperara esa pregunta.
—Claro, te explicaré todo lo que sé esta tarde. Mi padre estará de
vuelta, y entonces podremos hablarte bien de todo esto Y Ava, no hables de
esto con nadie, ni siquiera con tu hermana para no ponerla en peligro,
seguramente no saben de su existencia porque era muy pequeña cuando
todo pasó. Nuestra existencia es un secreto y no queremos atraer la atención
no deseada.
Asiento en silencio, todavía abrumada por todo lo que acaba de pasar y
todo lo que está por venir.
—No haré nada que la ponga en peligro.
—Bien, es lo que necesitaba oírte decir. Ahora ve a cambiarte y a
desayunar. ¡Salvatore! —grita, y el hombre que me ha traído hasta aquí,
vuelve a entrar. Seguramente estaba vigilando fuera.
—Sí, señor.
—Quiero que acompañes a Ava vayas a comprar ropa para ella. Puede
comprar todo lo que quiera y vigila que no haya peligro. Si ves algo
sospechoso, llámame —ordena con firmeza. —Sí, señor. ¿Es todo? —
pregunta.
—Como mi guardaespaldas personal, quiero que la protejas con tu vida,
¿me entiendes? —le dice Romeo con firmeza, y no puedo evitar sentir una
emoción excitante sobre él, que me recorre todo el cuerpo—. Acompáñala
hasta nuestra habitación.
—De acuerdo, jefe.
Salvatore espera que yo empiece a andar para seguirme pegado a mi
espalda.
Cuando estoy a punto de salir por la puerta, me doy la vuelta y miro a
Romeo.
—Gracias por todo, Romeo. Por cuidarme y protegerme. Y por hablar
conmigo sobre mis padres.
Él asiente, y por un momento su expresión cambia, como si hubiera
algo detrás de esa máscara fría que siempre lleva.
—No hay nada que agradecer, Ava. Además, eres la primogénita de su
sangre y ya tienes veintidós años, la edad perfecta para que vayan a por ti,
pues es el momento idóneo para que heredes su legado y tus padres eran
muy buenos en lo que hacían, así que haré lo que sea necesario para
protegerte. Pero no olvides que esto es un mundo peligroso, y que la mafia
no es para los débiles. Prepárate para lo que viene, porque no será fácil. Y
agradece al destino de que nos hayamos encontrado.
Asiento, sabiendo que tiene razón, pero no entiendo qué tipo nivel de
involucración tenían mis padres en todos estos asuntos, y qué legado puedo
heredar yo, si no vengo de una familia de mafiosos poderosos.
Sí, mis padres me instruyeron en algunas habilidades, pero no les dio
tiempo a formarme del todo y mucho menos a mi hermana. Quizá su
intención hubiera sido convertirme en una de ellos a esta edad, contármelo
todo y que me dedicara a este mundo, pero las cosas no han sucedido como
se esperaba y soy una estudiante de Derecho corriente.
Y aunque todavía no sé si quiero estar aquí, por lo que me acaba de
decir, sé que no tengo otra opción.
Salgo de la habitación con Salvatore siguiéndome de cerca, y pensando
que tengo que estar lista para enfrentar lo que sea que venga.
8
ROMEO

Dante y Fabio continúan hablando del trato comercial en el que estamos


trabajando, pero no puedo dejar de pensar en los padres de Ava y en ella.
¿Sabe quiénes eran sus progenitores en realidad? ¿Sabe lo que pasó en
ese accidente?
Por su expresión facial, dudo que sea consciente de nada.
—Dante, quiero que la entrenes físicamente y Fabio tú le enseñarás a
disparar. No la presiones, asegúrate de que esté cómoda con ello y vigila a
su tía y a su hermana. No podemos permitir que lo que les sucedió a sus
padres vuelva a ocurrir —les ordeno.
—Sí, jefe, haremos lo que nos ordene.
Cuando Fabio la atrapó y la trajo al callejón para que la viera, no pude
evitar sentir alguna emoción, algo que nunca había sentido antes. Hubo algo
que me atrajo de ella.
Cuando anoche en la cama la noté nerviosa, sentí la necesidad de
consolarla y matar cualquier atisbo de miedo o dolor que le pudiera acechar.
Quizá fue por la conexión que tengo con sus padres lo que me hace sentir
así, pero hay algo más de ella que me atrae de una manera eléctrica.
Sus ojos, su boca, esa cara angelical endemoniadamente sexi. Y su
cuerpo, ese maldito cuerpo curvilíneo de pechos pequeños pero firmes… es
una jodida locura.
Mientras sigo pensando en ella, siento una punzada de culpa. Recuerdo
como me dejé llevar ayer cuando decidí ayudarla con el baño, me excedí
utilizando mi poder y su miedo para poder tocarla aun sabiendo quién era.
¡Mierda! No puedo permitir que mis sentimientos personales interfieran
en mi trabajo o en nuestra seguridad.
Pero no puedo evitar sentirme atraído por ella de alguna manera.
Intento concentrarme en la reunión, tratando de ignorar cualquier
pensamiento que no tenga que ver con los negocios.
Pero sus caras de placer mientras la enjabonaba, vuelven en bucle a mi
mente.
Se me ha puesto dura delante de mis hombres y me obligo a esconder
mi erección pegando el sillón a la mesa con tanta fuerza, que pudo sentir
como me corta la respiración.
Cualquier acción impulsiva o imprudente podría poner en peligro a
todos los involucrados. Además, tengo que respetar los límites y la
privacidad de Ava, ya que ha pasado por una experiencia traumática por la
muerte de sus padres.
No sé cómo, logro concentrarme en los detalles del trato comercial y
dar instrucciones precisas a Dante y Fabio. Es importante que la operación
sea un éxito y que no haya margen de error.
Una vez que la reunión termina, me tomo unos minutos para relajarme
y enfocar mi mente. Después de unos momentos, me levanto de la silla y
me dirijo al mueble bar y me sirvo un vaso de whisky, dejando que la
bebida me calme y me relaje.
Respiro profundamente y me prometo a mí mismo que no permitiré que
la atracción que siento por ella y por su cuerpo pongan en peligro nuestra
seguridad.
Mi prioridad es proteger a Ava y a su familia, y hacer todo lo posible
para garantizar su seguridad y su bienestar, y cualquier distracción
sentimental, puede hacer que todo estalle por los aires.
9
AVA

Salvatore y yo compramos casi todo el día y cuando llego de nuevo a la


casa me siento exhausta.
No estamos en Chicago, sino en Oak Park, un pueblo cercano a unos
veinte kilómetros.
—¿Crees que puedo ir a buscar a Romeo? —le digo a Salvatore—.
Quiero darle las gracias por dejarme comprar todo esto.
—Déjame que pregunte, ¿de acuerdo?
Asiento, mientras se aleja un poco para hacer una llamada y no tarda en
volver a darme una respuesta.
—De acuerdo, jefe.
—¿Entonces?
—Está reunido en su despacho, es mejor que vuelvas a la habitación y
él te avisará para reunirte con él y su padre.
—Ok, me vendrá bien una ducha.
Cojo las bolsas yo misma y empiezo a subir las escaleras.
Salvatore me sigue como un perrito faldero. Ya no estamos en la calle,
aquí no puede haber ningún peligro, es una casa constantemente vigilada.
—¿Dónde crees que vas? No hace falta que me acompañes.
—Mi deber es protegerla en todo momento, señorita.
—Llámame Ava, y no sé de qué puedes protegerme salvo de tropezar
subiendo escalones. Necesito algo de intimidad y no sentirme una inútil
todo el tiempo.
—Son órdenes del jefe.
—¿Nunca te saltas las normas? Seguro que estás harto de ir de todo el
día de tienda en tienda, soportando cómo me probaba modelitos.
Salvatore pone cara de que, efectivamente, el día le ha parecido
insufrible.
—No me pasará nada, y será nuestro secreto.
Veo en su cara un esbozo de sonrisa y finalmente me deja subir sola.
Seguro que necesita tomarse alguna píldora para el dolor de cabeza, hasta a
mí me duele después de un día de shopping en el centro comercial de Oak
Park.
Cuando estoy a punto de entrar en mi cuarto, dejo las bolsas en el suelo
del pasillo y decido ir yo misma al despacho, que, si no me equivoco, es
donde me ha dado la gran noticia esta mañana.
Ni cuatro pares de zapatos han podido hacerme olvidar lo que hemos
hablado y de qué conoce a mis padres exactamente.
La curiosidad me está matando, y si como dice ya soy una más de la
familia, no puede molestarle que me tome ciertas licencias.
Estoy a punto de llamar cuando escucho a Romeo y a su padre hablar.
—Creo que Ava no sabe lo que sucedió esa noche —escucho decir a
Romeo.
—Cuando me dijiste quien era, pensé que estaba aquí porque ya estaba
enterada de todo, no obstante, Nadia planeaba contárselo pronto.
¿Mi tía Nadia también está involucrada en todo esto?
—No, la traje aquí porque nos vio con ese tipo en el callejón, ella fue la
única testigo. Yo no sabía quién era hasta que la trajimos aquí y le requisé el
móvil y su documento de identidad. Tuve que comprobarlo pidiéndole que
se desnudara si tenía la marca de nacimiento que su madre siempre
comentaba.
—Sí, Linet siempre decía que tenía una mancha en forma de balazo en
la nalga derecha —oigo decir a su padre. ¿Cómo saben todo eso de mí?
—Tenía que cerciorarme que era ella y no que estaba allí como señuelo
para alguna estrategia de Petrov.
—¿Se lo vamos a decir? Podría alterarla mucho —dice su padre.
—Debería saberlo para saber a qué se enfrenta. Por eso te he pedido que
vinieras, tú conoces más detalles que yo.
—No sé cómo se va a tomar que el accidente de sus padres fuera
provocado. Quizá no esté lista todavía. No está entrenada.
—Empezará a hacerlo mañana, no hay tiempo que perder, pero quizá
tengas razón y haya que esperar un poco, es una mujer fuerte y no se
achanta ante nada, puede que quiera tomarse la justicia por su mano antes
de tiempo —dice Romeo y mi corazón empieza a bombear con fuerza.
¿La muerte de mis padres no fue un accidente? ¿Qué saben ellos que yo
no sé?
No aguanto más y entro a la habitación de golpe.
—¿Qué demonios acabo de escuchar? ¿De verdad quieres matarme de
intriga y atrasar lo que sea que tengas que contarme? —grito pesa de la ira.
—¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Salvatore? —pregunta Romeo
mirando a todos lados.
—Le he dado la tarde libre, si soy una Capitale más, puedo tomar
algunas decisiones. No soy una niña pequeña que no ha entendido nada de
lo que le has dicho. Sé cuidarme sola.
La ira me consume.
—Ava cálmate, podemos sentarnos y hablar de esto —dice intentando
que me relaje.
—No, no sé cómo sabes todo eso de mis padres, me secuestraste, me
hiciste parte de tu mafia y ahora tengo que enterarme de que conoces a mis
padres y su accidente fue provocado —grito, con lágrimas corriendo por
mis mejillas debido a la ira que siento y el vacío en mi corazón que he
sentido desde su muerte.
—Esto ha sucedido muy rápido, pero podemos hablar de esto
tranquilamente. Te prometo que yo y mi padre te contaremos todo lo que
quieras saber —dice Romeo con preocupación. Miro a su padre y este
asiente.
—Bien, pero quiero saber todo —respondo con firmeza.
Los tres nos sentamos.
—Tienes el mismo carácter de tu madre —empieza a hablar su padre—.
Por cierto, me llamo Giacomo, no nos han presentado formalmente.
—Usted ya sabe quién soy, así que id al grano —exijo.
—Está bien Ava, en efecto los conocíamos. Tu padre y yo éramos
amigos de la infancia, una vez que mi padre me cedió el mando, le pedí que
se uniera a mí, era nuestro mejor hacker, mi mejor amigo y mi segundo al
mando.
—¿Mi padre era un mafioso?
—De los mejores en su campo. Tu madre también fue un miembro
activo, era muy buena en combate cuerpo a cuerpo, era fuerte y muy astuta.
Además, mi difunta esposa y tu madre eran muy amigas, seguro que la
conociste cuando eras pequeña, su nombre era Silvia.
—Tengo un vago recuerdo —digo intentando recordar.
—Murió cuando tenías diecisiete años aproximadamente.
—Sé que mi madre estuvo muy triste por la muerte de una amiga eso sí
lo recuerdo, pero no fui a su funeral.
—Mi esposa fue asesinada por la mafia rusa durante una cena. La
balearon, los hombres que venían con nosotros, no fueron suficientes para
defendernos, y así la perdimos —dice con emoción triste en su rostro—.
Poco después, tus padres y yo fuimos en una misión para matar al líder de
la mafia rusa en el estado, Dominic Pretrov. La misión fracasó, ya que un
hombre infiltrado le contó nuestros planes a Dominic. Tus padres fueron
asesinados por él. Yo logré escapar, pero perdimos a lo mejor de nuestra
gente ese día —dice con tristeza—. Después de perder a mi mejor hombre,
a mi esposa y a tu madre, decidí que no podía perder a nadie más por mi
estatus en la mafia, y le cedí el cargo a Romeo. Nuestra motivación ahora es
acabar con Dominic y hacerlo pagar por lo que hizo. Solo participo en las
misiones de la mafia cuando Petrov está involucrado —dice Giacomo, con
rabia y un tono frío.
—Ese Dominica Petrov, ¿cómo provocó el accidente de la avioneta? —
pregunto en un hilo de voz.
Giacomo me mira directamente a los ojos, y por un momento puedo ver
la tristeza y la ira en ellos antes de responder:
—No estoy seguro de los detalles, pero creo que sus hombres
sabotearon el motor de la avioneta. Algunos de nuestros hombres
sobrevivieron al accidente, pero tus padres no tuvieron esa suerte.
—Pero si ya he cumplido los veintidós, ¿por qué nunca os conocí a ti y
a Romeo, por qué nadie me lo dijo? —digo con dolor y curiosidad.
—No nos conocías porque no queríamos ponerte en peligro, ni
queríamos llamar la atención sobre nosotros. En cuanto a que tus padres te
lo dijeran, eras demasiado joven, no querían presionarte con nada
relacionado con el mundo de la mafia. Nadia iba a contártelo tan pronto
como terminaras tus estudios, y decidimos que podías esperar un año más,
tus padres cuidaron bien de ocultar tu identidad.
Siento una punzada en el corazón al escuchar la historia. Hasta donde
yo sé, mis padres iban solos en esa avioneta con el piloto rumbo a Barbados
por cuestiones de trabajo.
Me siento abrumada por la información que acabo de recibir y por la
conexión que tengo con los Capitale.
Las lágrimas inundan mis ojos, mis padres fueron asesinados, no fue un
accidente.
Todo tiene sentido ahora, el entrenamiento, las armas que me enseñaron
a usar, las llamadas telefónicas secretas, las salidas nocturnas. Las
excusas…
—Después de que murieran tus padres, mi deber es cuidar de ti y de tu
familia —dice, Giacomo—. Romeo sabía de ti, pero simplemente no te
conocía. Ha sido toda una casualidad.
—¿Estoy en peligro? —pregunto.
—Sí, Ava, lo estás. En la mafia, cuando los hijos cumplen veintidós
años, somos objetivo directo de nuestros enemigos, para asegurarse de que
no continuamos con el legado de nuestros padres. Tus padres fueron
objetivo directo de Petrov porque gracias a su trabajo para los Capitale,
perdieron una misión y murieron muchos de sus hombres —interviene
Romeo.
—¿Y mi hermana?
—No, si acabamos con ellos antes.
—¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo ayudar? —pregunto con voz
temblorosa, todavía procesando la información que acabo de recibir.
—Por ahora, lo mejor es que te mantengas segura y sigas nuestras
instrucciones —responde Giacomo con firmeza—. Tenemos un plan para
acabar con Petrov y su organización, pero necesitamos tiempo y recursos
para llevarlo a cabo.
Asiento en silencio, sintiéndome impotente ante la situación. Pero sé
que tengo que confiar en ellos, son los únicos que pueden protegerme y a
mi hermana.
—No te preocupes, Ava, estaremos vigilándote las veinticuatro horas
del día, los siete días de la semana —dice Romeo con una sonrisa
tranquilizadora—. Y tienes que saber que no estás sola en esto, somos tu
familia ahora.
Asiento de nuevo, sintiendo una mezcla de gratitud y tristeza por la
pérdida de mis padres y mi antigua vida. Pero sé que tengo que seguir
adelante y ayudar de cualquier manera que pueda.
—Gracias —digo con voz suave—. Haré lo que sea necesario para
proteger a mi hermana y ayudar en lo que pueda.
Giacomo y Romeo me miran con aprobación, y siento una chispa de
determinación dentro de mí.
—Os dejo solos para que sigáis hablando de todo esto —anuncia
Giacomo levantándose para marcharse.
Romeo también se levanta, pero para venir hacia mí.
Siento su mano alrededor de mí y me inclino hacia él, llorando para
llorar en su pecho, su agarre se aprieta y el mío también mientras proceso el
hecho de que mis padres fueron asesinados y tengo que pasar por todo esto
para salvar mi futuro y el de mi hermana.
—¿Cómo es posible todo esto? Mis padres eran personas normales, no
entiendo que pertenecieran a la mafia y yo no lo supiera. ¿Mataron alguna
vez a alguien?
—A nadie que no se lo mereciera. No somos animales salvajes, Ava.
—Aun así, es muy complicado asimilar todo esto.
—Lo sé, por eso no queríamos decírtelo tan pronto. Pensamos que era
mejor que te adaptaras poco a poco.
—El impacto hubiera sido el mismo.
—Tu tía Nadia pensó que era mejor que os mudarais de casa para
protegeros. Ni siquiera nosotros sabíamos a dónde habíais ido, pero la vida
ha hecho que nos encontremos, tienes suerte de que haya sido así y que
fuéramos los Capitale los que estuviéramos por tu nuevo barrio y no los
Petrov.
—Lo mejor sería que las calles fueran seguras y no encontrarnos
escenas como esa —le digo toda sinceridad—. Preferiría ser una chica
corriente que va a la universidad y no un objetivo de la mafia.
—Lo sé, Ava. Pero las cosas son como son, y tenemos que lidiar con
ellas. Tienes que ser fuerte, no solo por ti, sino por tu hermana. Y no te
preocupes, haremos todo lo posible para protegerte a ti y a ella. Además, te
enseñaremos habilidades y entrenamiento que te ayudarán a defenderte en
caso de peligro —dice Romeo, tratando de consolarme.
Me seco las lágrimas y asiento con determinación. No puedo cambiar lo
que ha pasado, pero puedo decidir cómo afrontarlo.
—Entonces, ¿qué debo hacer ahora? —pregunto.
—Primero, debes entrenar para estar preparada para cualquier situación.
También, necesitamos que nos mantengas informados de cualquier cosa
sospechosa que veas o escuches, nunca sabes quién puede haber infiltrado.
Y por supuesto, no debes confiar en nadie que no sea de la familia o de
nuestra confianza —explica Romeo.
Asiento de nuevo, entendiendo la gravedad de la situación.
—Lo haré. Haré todo lo que sea necesario para proteger a mi hermana y
a mí misma —digo con firmeza.
Romeo me sonríe y me da un abrazo reconfortante.
Huele tan bien, que me intoxican los pulmones con su perfume.
—Eso es lo que esperamos de ti, Ava. Eres una Capitale, y tienes que
estar a la altura de nuestro nombre —dice antes de darme un beso en la
frente.
Me siento aliviada al escuchar sus palabras y sé que puedo contar con
ellos en cualquier momento. Aunque el futuro es incierto y peligroso, sé
que tengo un equipo de personas que me apoyan y me protegen.
Y a él.
—Deberías ir a descansar, te acompaño hasta la habitación.
Asiento y cojo la mano que me tiende Romeo.
Cuando nuestras palmas chocan, siento una electricidad abrumadora.
Romeo me conduce a través del pasillo, abriéndome la puerta de mi
habitación.
Me siento en el borde de la cama con la intención de quitarme los
zapatos, pero Romeo se agacha para descalzarme él mismo.
El gesto me resulta altamente erótico y siento un cosquilleo en mi
estómago.
Cuando termina, se levanta y se queda de pie frente a mí, con los ojos
oscuros clavados en los míos.
Noto cómo su mirada recorre mi cuerpo y me estremezco de placer. Me
levanto y me acerco a él, sin saber muy bien qué estoy haciendo.
Romeo me coge por la cintura y me atrae hacia él, y siento el calor de
su cuerpo contra el mío.
Nos miramos fijamente y el ambiente se carga de tensión sexual.
Romeo me levanta en brazos y me deposita sobre la cama con suavidad
y empieza a quitarme la ropa con habilidad.
—Métete dentro de la cama, Ava.
Hago lo que me dice, y cuando estoy acostada y cubierta por las suaves
sábanas, Romeo se tumba a mi lado y me coge de la mano.
—Descansa, no dejaré que nada te pase. Aquí estás a salvo —me dice,
mirándome a los ojos y haciendo que me sienta abrumada por las
emociones que él me despierta.
Su cercanía me hace sentir protegida y me tranquiliza.
Cierro los ojos y me dejo llevar por la sensación reconfortante de tener
a alguien a mi lado que me apoya.
Siento su respiración cerca de mi cara y me doy cuenta de que estoy
muy cerca de él.
Sin pensar, me muevo un poco para acercarme más a su cuerpo y puedo
sentir su calor.
Romeo no se aparta, sino que me abraza con fuerza. Nuestros cuerpos
se ajustan uno al otro de manera perfecta, como si hubieran sido diseñados
para encajar juntos.
Me relajo, sintiéndome agotada por todo lo que ha sucedido hoy.
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