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verosimilitud, para ello se vale de diferentes recursos, como pueden ser las descripciones muy por-
menorizadas; los personajes que evolucionan a lo largo de la obra y aparecen en varias obras del
mismo autor. Por este mismo motivo, en la novela realista se unen los hechos históricos con la fic-
ción; los personajes reales con los inventados. También por esta causa la acción transcurre en luga-
res conocidos, se alude a fechas coincidentes con el momento en que se escribe la obra y se hace
que los personajes hablen conforme a su condición social.
Otro rasgo formal es la utilización de un narrador, que aun adoptando diferentes formas, sue-
le aparecer como ultraomnisciente (con el papel de cronista). Aparte de la narración tradicional y el
estilo indirecto sobresalen el diálogo (caracterización de personajes) y el monólogo interior (subjetivi-
dad). Se busca la naturalidad estilística.
Dentro del Realismo encontramos una derivación que se conoce con el nombre de Naturalis-
mo. Este movimiento pretendió llevar hasta sus últimas consecuencias los postulados del Realismo,
por lo que intentó retratar la realidad con un método científico, para lo que hizo de la observación y de
la experimentación su método de trabajo. La conclusión a la que llegaron sus cultivadores es que el
hombre es pura materia y que no tiene libertad de actuación, porque su existencia se halla determina-
da por la herencia genética (Mendel) y las circunstancias sociales. Todo lo anterior explica que las no-
velas naturalistas estuvieran protagonizadas por tarados, alcohólicos, psicópatas, seres que obedecí-
an a impulsos primarios,...; esto es, personajes dominados por su origen biológico o por la sociedad
opresiva en la que vivían. El mayor exponente del Naturalismo fue Émile Zola. Esta tendencia, aun-
que contó con seguidores como Emilia Pardo Bazán, Blasco Ibáñez o el mismísimo Clarín, no se de-
sarrolló plenamente en España por el peso del catolicismo, que era incompatible con el determinismo
naturalista.
4. PRINCIPALES AUTORES
Entre los novelistas españoles del Realismo cabe destacar a Juan Valera y su Pepita Jimé-
nez, Emilia Pardo Bazán (muy influenciada por el Naturalismo) y su obra Los Pazos de Ulloa y Leo-
poldo Alas, “Clarín” y su La Regenta, novela que narra la búsqueda del amor ideal en un ambiente
hostil y mediocre, es en resumen, la historia de una carencia de amor y de amistad.
Sin embargo, el novelista en el que nos vamos a centrar es BENITO PÉREZ GALDÓS, autor
de tendencia liberal. Su producción literaria intenta novelar todo el siglo XIX.
Al pasado histórico del XIX dedica Galdós los Episodios nacionales, narraciones breves dis-
tribuidas en cinco series. En ellas el autor toma una etapa del pasado inmediato del siglo XIX y lo
transforma en una novela. Utiliza personajes históricos para dar verosimilitud a la historia. Sin embar-
go, los protagonistas carecen de importancia y su intervención es simplemente como testigos o jue-
ces de los acontecimientos. Su propósito es hacer historia sin componer tratados históricos (El 7 de
julio, Trafalgar, Arapiles,...)
El otro gran grupo de novelas es aquél en el que Galdós trata de retratar su mundo contem-
poráneo. Dentro de este apartado de las novelas de su actualidad encontramos:
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Las novelas de la primera época o de tesis . El tema y los personajes están sometidos a
las ideas del autor. Los personajes son los portavoces de esos pensamientos, mientras
que los antagonistas se caracterizan por adoptar una postura contraria, y al final quedan
en evidencia. Todos ellos son planos. El narrador, omnisciente, realiza continuos comen-
tarios moralistas con los que apela al receptor. Entre las técnicas narrativas usadas so-
bresalen las cartas y los diálogos. Un título destacado Doña Perfecta.
Las novelas contemporáneas. Galdós inventa un mundo ficticio en el que se cuentan las
preocupaciones, bajezas, etc., de la burguesía española del XIX. Muestran la realidad de
la época. Para ello hace un retrato del Madrid de la época y, por extensión, del resto de
España. Los personajes son complejos y evolucionan a lo largo de la obra; además, es-
tán influenciados por el Naturalismo. Predomina el narrador omnisciente que funciona
como cronista. Encontramos diálogos, monólogo interior, estilo indirecto libre y modo tea-
tral. Emplea el humor, la ironía y la parodia.
Dos obras muy famosas son Miau y Fortunata y Jacinta. En esta última se presenta el conflic-
to de un triángulo amoroso, muy adecuado para expresar el conflicto entre el amor y la sociedad. Las
mujeres, Fortunata (símbolo de la naturaleza, el pueblo, la rebeldía frente a las reglas y la trasgresión)
y Jacinta (personificación del ideal burgués, respeto a las leyes y a las convenciones), son las verda-
deras protagonistas. La primera se enamora de Juan Santa Cruz, pero éste se casa con Jacinta. En
un principio Fortunata ingresa en una orden monacal, pero más tarde se casa, aunque sigue enamo-
rada de Juan. Antes de morir ésta da a su hijo a Jacinta, que era estéril. El desenlace de la historia re-
presenta el fracaso de todos ellos. De esta forma se expresa el conflicto entre amor y sociedad.
Las novelas espiritualistas. Están marcadas por unos claros valores evangélicos que
abarcan el amor y la caridad cristiana. Manifiestan la desilusión del autor al ver que los
esfuerzos de la burguesía por cambiar la sociedad han sido vanos, de ahí que su obra
tome un carácter trascendental. Los personajes son humildes, pero con alta moral y senti-
do del deber. Están ambientadas en los barrios más miserables de la época. Aquí habría
que destacar Misericordia.
5. Misericordia (1897)
5.1. Argumento
La obra nos sitúa en el ambiente de los mendigos que piden limosna a la puerta de la parro-
quia madrileña de San Sebastián. Entre ellos sobresale Benina, una anciana que pide limosna
para mantener a su antigua ama, doña Francisca Juárez de Zapata, una mujer rica venida a me-
nos. Cuando la suerte de esta última cambia no duda en deshacerse de su antigua criada con las
excusas más falsas.
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5.2. Personajes
5.2.1. Benina o la caridad no recompensada
Esta figura galdosiana personifica una virtud sublime: la caridad. Es, pues, la criatura per-
fecta.
Su espíritu evangélico llega a tal extremo que, después de ser expulsada de la forma más
indecorosa, no guarda rencor a la familia.
Sin embargo, las cualidades de la protagonista no le impiden aparecer a nuestros ojos como
una criatura de carne y hueso (sisa, se muestra crédula ante la magia de Almudena,…).
Por último, Benigna es por antonomasia la personificación de la vida en libertad. No vacila
en convivir con Almudena cuando la caridad así se lo exige.