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NARRADOR: Por lo cual al momento de oír estos instrumentos sonar, Todos los pueblos, naciones y
lenguas se postraron y adoraron la estatua que el rey había levantado.
Por esto en aquel tiempo unos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos
diciendo:
VARONES: Tu oh rey has dado una ley que todo hombre al oír el sonido de los instrumentos se
postre y adore la estatua de oro. Oh rey hay unos varones judíos los cuales pusiste sobre los
negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-Nego, estos varones no te han
respetado, no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.
REY NABUCODONOSOR: (Dijo con ira): Traigan a estos tres jóvenes Sadrac, Mesac Y Abed-nego.
(traen a los tres jóvenes ante el rey)
REY NABUCODONOSOR: ¿Es verdad que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro
que he levantado?
Ahora pues estáis dispuestos para que al oír el sonar de los instrumentos
os postréis y adoréis la estatua que he hecho?
Porque si no adoráis en esta misma hora seréis echados en medio de un
horno de fuego ardiendo y que dios será aquel que os libre de mis manos?
MESAC: He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos de tu mano y del horno de
fuego ardiendo oh rey nos librara.
ABED-NEGO: Y si no, sepas oh rey que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la
estatua que has levantado.
REY NABUCODONOSOR: Calienten siete veces más de lo acostumbrado el horno, aten a Sadrac,
Mesac y Abed-nego y échenlos al horno ardiente.
NARRADOR: Estos varones fueron atados con sus mantos, calzado y vestidos y fueron echados
dentro del horno de fuego ardiendo.
Como la orden del rey era apremiante y este horno había sido calentado mucho más
de lo acostumbrado la llama de fuego mato inmediatamente a aquellos hombres que
lanzaron a estos tres jóvenes.
Sadrac, Mesac y Abed-nego cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.
Entonces el rey se espantó y se levantó apresuradamente y dijo:
REY NABUCODONOSOR: ¿No echaron tres varones atados dentro del horno de fuego?
Yo veo a cuatro varones sueltos que se pasean en medio del fuego sin
sufrir ningún daño y el aspecto del cuarto es semejante al hijo de los
dioses.
REY NABUCODONOSOR: Sadrac, Mesac y Abed-nego siervos del Dios altísimo salid y venid.
NARRADOR: Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron del horno de fuego y ni siquiera un
cabello de ellos fue tocado por el fuego.
REY NABUCODONOSOR: Bendito sea el Dios de ellos que envío su ángel y libro a sus siervos en
medio del fuego, pues confiaron en El y no cumplieron el edicto del rey
y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios.
Por tal motivo decreto que toda lengua, pueblo y nación adoren al Dios
de Sadrac, Mesac y Abed-nego pues es el único que puede librar aun
de la misma muerte.
NARRADOR: Esta historia nos enseña la importancia de permanecer fieles a nuestras creencias y
principios incluso cuando enfrentamos presiones o amenazas.
Los tres jóvenes hebreos confiaron en que Dios los protegería a pesar de las
consecuencias. Afirmaron que Dios podía rescatarlos, pero incluso si no lo hacía,
no renunciarían a su fe. Esta actitud muestra una profunda confianza en la
providencia de Dios y nos anima a confiar en que Él está a cargo de nuestras vidas,
sin importar las circunstancias.