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Autor: Agustín Fernández Paz

Mujer muy joven, de 31 años, cuerpo delgado y un pelo intensamente rojo. Estuvo internada
casi 6 semanas en el Hospital General de Santiago y, después, la trasladaron a la clínica a finales
de junio. Su relato comienza en el verano de 1988. Llevaba una relación con Miguel que ya iba
muy deteriorada.

Laura había conocido a Carlos Valcárcel cuando ella cumplió 16 años y comenzaba 3° de
bachillerato en el Instituto Daniel Castelao de Coruña y, Carlos era el que les iba a dar la materia
de Historia Contemporánea. No había sido solo su físico lo que le fascino a Laura, lo que la
sedujo por completo fueron sus clases. Laura siempre había sido una alumna destacada. Se tuvo
que ir del instituto porque su estilo pedagógico no encajaba con el de la mayoría del profesorado
del centro.

Tenía un amor al poco tiempo que Laura se marchara de Coruña. Su problema con Laura era
que ella es pelirroja. El creía que existía el peligro que Laura despertara a la Gran Bestia.

Relato de la novela

Tomo el informe biográfico de Laura y le decepciono leer un diagnóstico tan simple. Al día
siguiente, fue hasta la celda de Laura con un libro y una silla plegable y comenzó a leer en voz
baja mientras que Laura escribía. Luego de 3 días haciendo esto, Víctor decidió que era hora de
pasar a la siguiente fase de su plan, repitió las mismas acciones que los días anteriores, pero,
después de la primera interrupción de Laura, comenzó a leer en voz alta. En la mañana del
séptimo día, Víctor entro en la celda, pero en vez sentarse, se quedó parado a poca distancia de
la puerta abierta.

Cuando llevaba leídas ya 4 o 5 páginas, Víctor abandono la celda sin dejar de leer, y, aunque
Laura dudó, lo siguió. La llevo al pabellón de las buganvillas, se sentó en uno de los bancos y
continúo leyendo, y Laura se sentó con él. Al llegar la hora del mediodía, dos enfermeras
llegaron para buscar a Laura y llevarla de vuelta a su celda. Todos los días continuo con el
mismo plan, y muy pronto ya se hicieron innecesarias su visita a la celda, porque ya era Laura la
que iba al pabellón de las buganvillas.

Un día, Víctor y Laura fueron a comer a un restaurante llamado O Barao, Víctor pidió mariscos,
pero, Laura al tener uno en la mano, se cayó y perdió el sentido. Laura se había empeñado en
regalarle un colgante a Víctor que tenía la forma de un trisquel celta, era su forma de mostrarle
su agradecimiento por lo mucho que la estaba ayudando. Cada vez Laura estaba recordando
mejor lo sucedido, así que, Víctor le pidió que escribiera todo lo que recordara. Hablo con Miguel
explicándole que se iba ausentar una temporada, que se iba a Galicia.

Al llegar, Carlos la recibió, paso a hacer su labor de anfitrión y la llevo a su habitación. Carlos
dedicaba casi todas las horas del día a estar con ella, hacían salidas a Vilalba, a los montes de
San Simón, etc. Para llegar a los sitios más apartados usaban el coche, pero, cuando se movían
por los alrededores, se movían a pie, en bicicleta e incluso a caballo. María y Gloria acogieron a
Laura con gran amabilidad desde que llego, en cambio Moncho, se mostraba esquivo y era
áspero con ella. Luego Laura conoció a 2 parejas con las cuales, con el paso del tiempo, tuvo
una buena relación.

Un día de finales de septiembre, Carlos tuvo que ir a Lugo para hacer diferentes gestiones
administrativas, era el primer día que Laura pasaba sin él. Laura paso la mañana entera
revisando y ordenando todas las fichas y papeles que guardaba en sus carpetas. Ella tenía la
intención de acercarse al bosque de Vilagondriz, y Dédalo se decidió por acompañarla. Si se
dejara llevar por ella misma, ya habría acabado su redacción, pero, la insistencia de Víctor es la
que la hace intentarlo de nuevo.

A partir del día en que entro en la cueva, comenzó a sentirse observada durante las 24 horas
del día, sobre todo cuando estaba sola. Laura y Carlos pensaban que era un error del revelado,
en cambio, Moncho dijo que esa que esa mancha, esa sombra, era la Gran Bestia acechando. En
los últimos días de noviembre, ocurrió algo terrible. En una noche, en donde había una tormenta
de nieve terrible, a Laura la despertaron unos fuertes ladridos, a los que le siguió un aullido
prolongado.

Carlos se fijó en la caseta de Dédalo y la parte en donde están los caballos, y no estaba Dédalo.
Luego, Carlos salió a buscarlo, pero lo encontró muerto, con unas heridas terribles por todo el
cuerpo. Cuando llegaron Moncho y María, enterraron a Dédalo. Al principio, Laura aceptó sin
dudar la versión del ataque de un jabalí, pero, el paso del tiempo fue minando su certeza inicial
hasta hacerla desaparecer.

A principios de diciembre, había un puente de 4 días, por lo que la casa Grande se llenó de
huéspedes. Se reunieron de nuevo la mayoría de clientes nuevos, incluso la pareja de Lugo, que
le contaron a Laura que Iria quiere ser periodista como ella, hasta se había teñido el mismo color
de pelo que ella . Todavía no habían avanzado un kilómetro, cuando escucharon los gritos de
Moncho y el relojero. Al llegar a donde ellos estaban, vieron el cuerpo de Iria boca abajo y con la
bicicleta al lado.

Por suerte, la frialdad de Carlos, hizo que se acercara al cuerpo de Iria y pusiera su oído sobre
su pecho, luego de un rato, grito que estaba viva. La ambulancia arranco hacia al Hospital
General de Lugo, con Sebastián siempre a su lado. Carlos se encargó de llevar en el coche a
Charo, a su hijo y a Laura. Antes de que se marcharan, tuvieron que quedarse a hablar con dos
inspectores de policía que se presentaron en el hospital.

Abrió la puerta para ver quien era, pero el pasillo estaba desierto. Al día siguiente, estaba la
policía y la Guardia Civil, estaban con Carlos, Moncho, el editor y el relojero. Dos días más tarde,
Laura hablo con Carlos para comunicarle que quería irse a durante algún tiempo. Laura no
pensaba volver nunca más a la Casa Grande.

Cuando llegara a Madrid, le mandaría un correo a Carlos pidiéndole que empaquetara todo y se
lo enviase. Ella pensaba que nunca más volvería a la Casa Grande, pero acabo volviendo en los
últimos días de enero. El 30 de diciembre, Laura decidió romper con Miguel, porque ya no
soportaba estar con su familia. Ella volvió por los correos que Carlos le mandaba.

En primer lugar, la evolución de Iria en el hospital, ella iba muy bien. El hombre afirmo que
había pasado la tarde en la parroquia, ya que quería visitar a un amigo que vivía en el lugar de
Monsevaine, pero negaba cualquier relación con el ataque sufrido por Iria. Luego, Carlos le
revelo a Laura que la carta anónima que había recibido en su habitación de la Casa Grande, era
obra de Moncho. El mismo se lo había confesado arrepentido y le dijo que lo había escrito bajo
los efectos de la conmoción que le produjo el ataque a Iria.

Pero la verdadera razón por la que Laura volvió a la Casa Grande, fue por carta de amor que
Carlos le había mandado. El reencuentro de Laura con Carlos fue magnifico. Este exaltado
estado de ánimo motivó que, Laura retomase su trabajo en la tesis con una concentración e
intensidad sorprendentes. En uno de los primeros días de abril, Carlos había salido de caza y,
aunque iba bien abrigado, Laura se quito su fular y se lo dio.

Carlos regreso a la última hora de la tarde, y trajo consigo 3 liebres y 2 perdices. Cuando María
estaba preparando la cena, Carlos fue contando todas las incidencias de la jornada, fue entonces
cuando Laura se dio cuenta que no traía su fular. Esa misma noche, a eso de las 4 de la
madrugada, Laura despertó gritando y bañada en sudor. A partir de ese día, volvieron las
pesadillas nocturnas y la sensación de que alguien la vigilaba todas las horas del día.

El día 4 de mayo, Laura decidió dar un paseo ella sola. Después de comer un bocadillo, debió de
quedarse dormida, porque recuerda que el ruido de los truenos la hizo despertar sobresaltada.
Pensó en quedarse allí, resguardada bajo los árboles, y esperar a que pasase la tormenta.

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