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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.

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Biblia Septuaginta
Traducida al español por el R.P. Guillermo Jünemann .

La Septuaginta , también conocida como la Biblia de los Setenta o simplemente LXX


es la traducción de la Biblia hebrea o Tanakh el griego koiné entre los siglos III y I aC
en Alejandría , en la actualidad, Egipto . Es la primera de muchas traducciones
antiguas de la Biblia hebrea en la lengua griega, la lingua franca del Mediterráneo
oriental desde los tiempos de Alejandro Magno . La palabra septuaginta , que significa
setenta en latín y se deriva de la tradición que setenta o setenta y dos eruditos judíos
tradujeron el Pentateuco (o la Torá) del hebreo al griego para Ptolomeo II Filadelfo ,
entre el 285 y el 246 aC .

La Septuaginta era altamente respetada desde tiempos antiguos, Filón de Alejandría y


Flavio Josefo atribuyeron inspiración divina a sus autores. Además de ser el
fundamento de las versiones latinas antiguas de la Biblia, la Septuaginta también fue el
fundamento de las versiones eslavòniques, sirohexapla (pero no en la Peshitta ),
armenia, georgiana y copta del Antiguo Testamento. La Septuaginta ha sido muy
importante a lo largo de la historia cristiana desde los tiempos de la Iglesia primitiva ,
al ser citada incluso en los escritos de los padres apostólicos , los evangelios y las
epístolas . Es la Biblia que debían usar Jesucristo y sus discípulos .

La Septuagina sí incluye algunos libros que no se encuentran en la Biblia hebrea o


Tanakh del concilio de Jamnia , lo que hace pensar que sí formaron parte del primer
canon cristiano y que los Concilios de Florencia y de Trento válida y que es el oficial a
la Iglesia Católica Romana.(estos libros son los conocidos como deuterocanónicos ).

Traducción del P. Guillermo Jünemann y concluida en 1928

Versión directa del Griego, Hebreo y Arameo.

Según los mejores códices:

Vaticano, Sinaítico, Alejandrino y sus mejores ediciones

Texto bíblico autorizado para su publicación por la Conferencia Episcopal de Chile mediante el decreto n. 70 (860/92) con fecha del 8
de octubre de 1992.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Evangelio según San Mateo


Capítulo 1

Genealogía de Cristo

1 Libro de generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham; 2 Abraham


engendró a Isaac, e Isaac engendró a Jacob; y Jacob engendró a Judas y sus hermanos;
3 y Judas engendró a Farés y Zará de Tamar; y Farés engendró a Esrom; y Esrom
engendró a Aram; 4 y Aram engendró a Aminadab; y Aminadab engendró a Naasom; y
Naasom engendró a Salmón; 5 y Salmón engendró a Boós de Rahab; y Boós a Jobed de
Rut; y Jobed engendró a Jesaí; 6 y Jesaí engendró a David, el rey. Y David engendró a
Salomón de la de Urías; 7 y Salomón engendró a Roboam; y Roboam engendró a
Abías; y Abías engendró a Asaf; 8 y Asaf engendró a Josafat; y Josafat engendró a
Joram; y Joram engendró a Ozías; 9 y Ozías engendró a Joatam; y Joatam engendró a
Acaz; y Acaz engendró a Ezequías; 10 y Ezequías engendró a Manasés; y Manasés
engendró a Amós; y Amós engendró a Josías; 11 y Josías engendró a Jeconías y sus
hermanos en la transmigración de Babilonia. 12 Y después de la transmigración de
Babilonia. Jeconías engendró a Selatiel; y Selatiel engendró a Zorobabel; 13 Zorobabel
engendró a Abiud; y Abiud engendró a Eliaquín; y Eliaquín engendró a Azor; 14 y
Azor engendró a Sadoc; y Sadoc engendró a Aquim; y Aquim engendró a Eliut; 15 y
Eliut engendró a Eleazar; y Eleazar engendró a Matán; y Matán engendró a Jacob; 16 y
Jacob engendró a José, el esposo de María; de la cual nació Jesús, el llamado Cristo. 17
Todas las generaciones, pues, desde Abraham hasta David, generaciones catorce; y
desde David hasta la transmigración de Babilonia, generaciones catorce; y desde la
transmigración de Babilonia, hasta el Cristo, generaciones catorce; 18 y la generación
de Cristo Jesús fue así:
Desposada su madre, María, con José, antes(a) de juntarse ellos, se halló en el vientre
teniendo del Espíritu Santo; 19 Pero José, su esposo, siendo justo y no queriendo
denunciarla, quería ocultamente repudiarla. 20 Mas, pensando él esto, he aquí que un
ángel del Señor en sueños(b) se le apareció diciéndole: José, hijo de David, no temas
acoger a María, tu mujer, pues lo engendrado en ella de Espíritu es, de santo: 21 y
parirá un hijo, y llamarás su nombre Jesús; pues él salvará a su pueblo de sus pecados.
22 Y todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho del Señor por el profeta,

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diciendo: 23 He aquí que la virgen tendrá en el vientre y parirá hijo y llamarán su


nombre Emanuel; lo que es interpretado: «Con nosotros Dios». 24 Y despertando José
del sueño, hizo como le mandó el ángel del Señor, y acogió a su mujer; 25 y no la
conoció hasta que parió hijo,(c) y llamó su nombre Jesús.

18 a. Sin —Todas las notas de interpretación son de los santos padres y de autorizados exegetas
católicos.
20 b. Visión.
25 c. «Primogénito». J. E. —El Evangelio constata la virginidad de María como

Evangelio según San Mateo


Capítulo 2

Los magos

1 Nacido Jesús en Belén de Judea en los días de Herodes, el rey, he aquí que magos del
oriente llegaron a Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el nacido rey de los judíos? pues
hemos visto su estrella en el oriente y venido a adorarle». 3 Mas, oyendo el rey Herodes
se espantó y toda Jerusalén con él. 4 Y reuniendo todos los pontífices y escribas del
pueblo, interrogóles dónde el Cristo nacería. 5 Y ellos le dijeron: «En Belén de la
Judea. Pues así está escrito por el profeta:
6 Y tú Belén, tierra de Judá.en manera alguna eres la más pequeña enlos príncipes de
Judá; (a)
pues de ti saldrá el guía
que pastoreará a mi pueblo, a Israel».

7 Entonces Herodes llamando ocultamente a los magos averiguó de ellos el tiempo de


la estrella aparecida; 8 y enviándoles a Belén, dijo: «Caminando, indagad
cuidadosamente acerca del infante; y cuando le hallareis, avisadme de nuevo, para que
yo también yendo le adore». 9 Y ellos oyendo al rey, partieron. Y he aquí que la estrella
que vieran en el oriente, guióles hacia adelante, hasta que, llegando, se paró sobre
donde estaba el infante; 10 y viendo la estrella, se alegraron con alegría grande
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sobremanera; 11 y viniendo a la casa, vieron al infante con María, su madre, y


postrándose, le adoraron; y, abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, e incienso y
mirra. 12 Y habiéndoseles revelado en sueños, no volver a Herodes, por otro camino
retiráronse a su lugar.
13 Y, habiéndose ellos retirado, he aquí que un ángel del Señor en sueños se apareció a
José, diciendo: «Despertando toma al infante y a su madre, y huye a Egipto, y estáte allí
hasta que yo te dijere; pues Herodes ha de buscar al infante, para perderle». 14 Y él,
despertando, tomó al infante y a su madre, de noche, y se retiró a Egipto; 15 y estuvo
allí hasta el fin de Herodes; para que se cumpliese lo dicho del Señor por el profeta,
diciendo:
De Egipto llamé a mi hijo.
16 Entonces Herodes, viendo que había sido burlado por los magos, se enfureció
grandemente y enviando, arrebató a todos los niños, a los en Belén y en todos sus
confines, de dos años abajo, según el tiempo que había inquirido de los magos: 17
Entonces se cumplió lo dicho por Jeremías, el profeta, diciendo:
18 Voz en Ramá se ha oído;llanto y alarido mucho;Raquel llorando a sus hijos;y no
quiso consolarse, porque no son.
19 Pero, muerto Herodes, he aquí que un ángel del Señor se aparece en sueños a José en
Egipto; 20 diciendo: «Despertando toma al infante y su madre y ve a la tierra de Israel;
porque están muertos los que buscaban el alma del infante». 21 Y él, despertando,
tomó al infante y su madre y se fue a la tierra de Israel. 22 Pero, oyendo que Arquelao
reina sobre la Judea, en lugar de su padre Herodes, temió irse allá, y advertido del cielo,
en sueños, retiróse a las partes de la Galilea. 23 Y viniendo, habitó en una ciudad,
llamada Nazaret, para que se cumpliese lo dicho por los profetas: porque «Nazareno
será llamado.»

6 a. Ciudades principales.

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Evangelio según San Mateo


Capítulo 3

El Bautista

1 Y en aquellos días vino Juan el Bautista, predicando en el desierto de la Judea, 2


diciendo: «Arrepentíos; que cerca está el reino de los cielos». 3 Pues éste es el dicho
por Isaías, el profeta, diciendo:
«Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus
sendas».
4 Y el mismo Juan tenía su vestido de pelo de camello y ceñidor de piel sobre su lomo;
y su comida era langostas y miel silvestre. 5 Entonces salió a él Jerusalén y toda la
Judea y todos los contornos del Jordán, 6 y eran bautizados en el río Jordán por él,
confesando sus pecados. 7 Mas, viendo a muchos de los fariseos y saduceos venir al
bautismo, díjoles: «Engendros de víboras ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que ha
de venir? 8 Haced, pues, fruto digno de arrepentimiento, 9 y no penséis decir dentro de
vosotros mismos: «Por padre tenemos a Abraham», pues dígoos que puede Dios de
estas piedras despertar hijos a Abraham. 10 Y ya la segur en la raíz de los árboles yace;
todo árbol pues, que no hace fruto bueno, es cortado y al fuego arrojado. 11 Yo os
bautizo en agua para arrepentimiento: pero el que después de mi viene, más fuerte que
yo es, cuyas sandalias no soy bastante a llevar, él os bautizará en Espíritu Santo y
fuego; 12 cuyo aventador en su mano, y depurará su era y reunirá su trigo en su
granero; mas la paja quemará con fuego inextinguible».
13 Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para ser bautizado por él. 14 Mas él
detúvole, diciendo: «Yo necesidad tengo de ser por ti bautizado ¿y tú vienes a mí?». 15
Pero, respondiendo Jesús, díjole: «Deja ahora; pues así conveniente es a nosotros
cumplir toda justicia». Entonces dejóle. 16 Y bautizado Jesús, luego subió del agua. Y
he aquí que se abrieron los cielos; y vio el espíritu de Dios, bajando
como paloma, venir sobre él. 17 Y he aquí una voz de los cielos,diciendo: «Este es el
hijo mío, el amado, en quien me he complacido.»

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Evangelio según San Mateo


Capítulo 4

Tentación de Cristo
Mc. 1,12-13; Lc. 4,1-13

1 Entonces Jesús fue llevado al desierto por el espíritu para ser tentado por el diablo. 2
Y habiendo ayunado días cuarenta y noches cuarenta, al último tuvo hambre. 3 Y
acercándose el tentador, díjole: «Si hijo eres de Dios, di que las piedras éstas panes se
hagan». 4 Y él respondiendo dijo: «Escrito está»: No de pan sólo vivirá el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios». 5 Entonces cógele consigo el diablo hacia
la santa ciudad, y púsole en el alero del santuario 6 y dícele: «Si hijo eres de Dios,
arrójate abajo; porque escrito está que
a sus ángeles mandará de ti y en manos te llevarán no sea que lastimes en piedra tu
pie».
7 Díjole Jesús: «De nuevo, escrito está: «No tentarás al Señor, tu Dios». 8 De nuevo
cógele consigo el diablo hacia un monte grandemente alto y muéstrale todos los reinos
del mundo y la gloria de ellos, 9 y dícele: «Esto te lo daré todo, si, prosternándote, me
adoras». 10 Entonces dícele Jesús: «Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu
Dios adorarás y a él sólo servirás». 11 Entonces dejóle el diablo, y he aquí que ángeles
se acercaron y le sirvieron.
12 Y, oyendo que Juan había sido entregado, se retiró a la Galilea, 13 Y dejando a
Nazaret, yendo, habitó, en Cafarnaúm, la marina, en los confines de Zabulón y Neftalí;
14 para que se cumpliese lo dicho por Isaías, el profeta, diciendo: 15 «Tierra de
Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, allende el Jordán, Galilea de las gentes;
16 el pueblo el sentado en tinieblas luz vio grande, y a los sentados en región y sombra
de muerte luz nacióles.»
17 Desde entonces principió a predicar y decir: «Arrepentíos; pues cerca está el reino
de los cielos». 18 Y, caminando junto al mar de la Galilea vio dos hermanos: a Simón,
el llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, lanzando red en la mar, pues eran
pescadores, 19 y díceles: «Venid en pos de mí, y haréos pescadores de hombres»: 20 Y

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ellos al punto, dejando las redes, siguiéronle. 21 Y, caminando adelante de allí, vio
otros dos hermanos: a Santiago, el de Zebedeo y Juan, su hermano, en la barca, con
Zebedeo, el padre de ellos, reparando sus redes, y llamóles; 22 y ellos al punto, dejando
la barca y su padre, siguiéronle. 23 Y anduvo al través de toda la Galilea, enseñando en
las sinagogas de ellos y predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y
toda flaqueza en el pueblo. 24 Y fue su fama por toda la Siria; y traían todos los
enfermos de varias enfermedades y poseídos de penalidades, endemoniados y lunáticos
y paralíticos y les sanaba. 25 Y seguíanle turbas muchas desde la Galilea, y Decápolis,
y Jerusalén, y Judea y allende del Jordán.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 5

Sermón de la montaña
I
Bienaventuranzas

1 Y viendo las turbas, subió al monte; y, sentándose él, se le acercaron sus discípulos; 2
y abriendo su boca, enseñóles diciendo: 3 «Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los llorosos, porque ellos
serán consolados. 5 Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 6
Bienaventurados los hambrientos y sedientos de la justicia, porque ellos serán hartos. 7
Bienaventurados los compasivos, porque ellos serán compadecidos. 8
Bienaventurados los puros del corazón, porque ellos a Dios verán. 9 Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos hijos de Dios serán llamados. 10 Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11
Bienaventurados sois, cuando os afrentaren y persiguieren y dijeren todo lo malo,
contra vosotros, mintiendo por causa mía. 12 Alegráos y alborozáos, porque vuestro
galardón,(a) mucho en los cielos; pues así persiguieron a los profetas, a los anteriores a
vosotros.»

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13 «Vosotros sois la sal de la tierra; pero, si la sal se desvaneciere ¿con qué se la


salará(b)? Para nada vale ya, sino para que arrojada fuera, sea hollada por los hombres.
14 Vosotros sois la luz del mundo. No puede una ciudad ocultarse que sobre monte
yaciere; 15 ni encienden lumbre y pónenla bajo el celemín; sino sobre el candelabro; y
luce a todos los de la casa. 16 Así luzca vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre el de los cielos.»
17 «No creáis que he venido a derogar la ley o los profetas; no he venido a derogar sino
a cumplir(c). 18 Pues, en verdad os digo que hasta que pasare el cielo y la tierra, jota(d)
alguna o tilde alguna no pasará, no, de la ley, hasta que todo se haga. 19 Quien, por
tanto, quebrantare uno de estos mandamientos, de los más pequeños, y enseñare así a
los hombres, el más pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero, el que hiciere
y enseñare, ése grande será llamado en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que, si
no abundare vuestra justicia más que la de los escribas y fariseos, no entraréis, no, en el
reino de los cielos.»
21 «Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás»; y el que matare, reo será del
juicio. 22 Mas yo os digo que todo el que se airare con su hermano, reo será del juicio;
pero el que dijere a su hermano «¡Racá!»,(e) reo será del tribunal(f) pero el que dijere:
«¡Insensato!(g) reo será de la gehenna(h) del fuego. 23 Si trajeres, pues, tu don al altar, y
allí recordares que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu don delante del altar y
ve primero a reconciliarte con tu hermano y entonces, viniendo, presenta tu don. 25 Sé
benévolo con tu adversario luego, mientras estés con él en el camino; no sea que te
entregue el adversario al juez y el juez al ministro; y a la guardia seas arrojado; 26 en
verdad te digo, no saldrás de allí, mientras no pagues el último cuadrante(i). 27 Habéis
oído que se dijo: No adulterarás. 28 Yo, empero, os digo que todo el que mirare mujer
para codiciarla, ya ha fornicado con ella en su corazón.»
29 «Y, si tu ojo el derecho te escandaliza, arráncale y arrójale de ti; pues te conviene
que perezca uno de tus miembros y tu cuerpo entero no sea arrojado a la gehenna. 30 Y,
si tu mano derecha te escandaliza, córtala y arrójala de ti; pues te conviene que perezca
uno de tus miembros y tu cuerpo entero no vaya a la gehenna.»
31 «Se ha dicho: Quien repudiare a su mujer, déle libelo de repudio. 32 Mas yo os digo
que todo el que repudiare a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hácela
adulterar, y el que con repudiada se casare, adultera.»
33 «De nuevo, habéis oído que se ha dicho a los antiguos: No perjurarás, y cumplirás
al Señor tus juramentos. 34 Mas yo os digo que no juréis en manera alguna: ni por el
cielo porque trono es de Dios, 35 ni por la tierra, porque peana es de sus pies; ni por
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Jerusalén, porque ciudad es del gran rey. 36 Ni por tu cabeza jures, porque no puedes
un solo cabello blanco hacer o negro. 37 Mas sea vuestra palabra: «sí, sí; no, no»; pero
lo que excede de esto, del mal
es.» 38 «Habéis oído que se ha dicho: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Mas yo os
digo que no resistáis al mal: sino que quien te golpeare en tu mejilla derecha vuélvele
también la otra; 40 y al que quisiere enjuiciarte y tu túnica tomar, déjale también el
manto; 41 y quien te forzare(j) una milla, ve con él dos; 42 al que te pidiere, dale, y al
que quisiere prestado de ti, no te vuelvas(k) de él. 43 Habéis oído que se ha dicho:
Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo(l). 44 Yo, empero, dígoos, amad a
vuestros enemigos(m), y orad por los que os persiguen; 45 para que os hagáis hijos de
vuestro Padre, el de los cielos; porque alza su sol sobre malos y buenos, y llueve sobre
justos e injustos. 46 Pues, si amareis a los que os aman ¿qué galardón tenéis? ¿No
hacen también los publicanos lo mismo? 47 Y si saludareis a vuestros hermanos
solamente ¿qué demás hacéis? ¿no hacen también los gentiles lo mismo? 48 Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre, el celestial, perfecto es.»

12 a. Es.
13 b. Mejor que: «¿se salará?»
17 c. Llenar, perfeccionar.

18 d. Jota: la letra hebrea más pequeña; tilde: acento. Sentido: las modificaciones
más pequeñas de la palabra de sentido, las disposiciones más leves de la ley divina:
los más pequeños mandamientos.
22 e. Necio.
f. Que juzgaba las causas más graves. —Gradúa Cristo la gravedad de las culpas: 1º grave; 2º más
grave; 3º gravísima o mortal.
g. Impío.
h. Del hebreo, ge-hinnom = valle de Hinnom, donde se quemaba lo putrefacto. 26 i. 1/4 de un as o un
maravedí. 41 j. A ir con él. 42 k. Y no le des la espalda y te vayas. 43 l. Enemigo de tu pueblo. 44 m.
Sigue con la V.: «y haced bien a los que os aborrecen».

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Capítulo 6

El Sermón de la Montaña
II
Caridad

1 «Guardaos de no hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de
ellos; pues, de no, galardón no tenéis delante de vuestro Padre, el de los cielos. 2
Cuando, pues, hicieres limosna, no trompetees delante de ti, como los hipócritas hacen
en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados de los hombres. En verdad dígoos,
reciben su galardón. 3 Pero, tú, haciendo limosna, no sepa tu izquierda qué hace tu
derecha; 4 para que sea tu limosna en oculto; y tu Padre, el que ve en lo oculto, te
recompensará.»
5 «Y, cuando orareis, no seréis como los hipócritas; porque aman, en las sinagogas y en
las esquinas de las calles, de pie, orar, para ser vistos de los hombres. En verdad os
digo, reciben su galardón. 6 Tú, empero, cuando orares, entra en tu alcoba y cerrando
tu puerta, ora a tu Padre el en lo oculto; y tu Padre, el que ve en lo oculto, te
recompensará. 7 Y orando, no parléis como los gentiles, pues creen que en su
verbosidad serán escuchados. 8 No os asemejéis, pues, a ellos; porque sabe vuestro
Padre lo que necesitáis, antes de pedírselo vosotros. 9 Así, pues, oraréis vosotros:
«Padre nuestro, el de los cielos, santifíquese(a) tu nombre(b); 10 llegue tu reino(c); hágase
tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra; 11 el pan nuestro, el del día, dánosle
hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas como también nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores. 13 Y no nos entres en tentación(d), sino líbranos del mal(e). 14 Pues, si
perdonareis a los hombres sus caídas, os perdonará también vuestro Padre el celestial;
15 pero, si no perdonareis a los hombres, ni vuestro Padre perdonará las caídas
vuestras. 16 Y, cuando ayunareis, no os pongáis como los hipócritas, mustios; pues
demudan sus rostros para aparecer a los hombres ayunando. En verdad os digo, reciben
su galardón. 17 Tú, empero, ayunando, unge tu cabeza y lava tu rostro; 18 para no
aparecer a los hombres ayunando, sino a tu Padre, el en lo oculto; y tu Padre, el que ve
en lo oculto, te recompensará.»
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19 «No os atesoréis tesoros sobre la tierra, donde carcoma y herrumbre destruyen, y


donde hurtadores desentierran y hurtan; 20 pero atesoraos tesoros en el cielo donde ni
carcoma ni herrumbre destruyen y donde hurtadores no desentierran ni hurtan; 21 pues,
donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. 22 La candela de tu cuerpo es el
ojo. Si, pues, tu ojo fuere sencillo(f), todo tu cuerpo luminoso será; 23 pero, si tu ojo
estuviere malo, todo tu cuerpo tenebroso será. Si pues la luz, la en ti, tinieblas fuere, las
tinieblas ¡cuántas(g)! 24 Nadie puede servir a dos señores; pues, o al uno odiará y al
otro amará; o al uno adherirá y al otro despreciará; no podéis a Dios servir y al
Mamoná(h). 25 Por esto os digo, no os solicitéis de vuestra alma(i), qué comáis o qué
bebáis, ni de vuestro cuerpo qué os vistáis ¿Acaso el alma no es más que la comida y el
cuerpo que el vestido? 26 Contemplad los volátiles del cielo cómo no siembran, ni
siegan, ni allegan en graneros, y vuestro Padre el celestial, aliméntalos, ¿No sois
vosotros mucho más que ellos? 27 Y ¿quién de vosotros, solicitándose, puede añadir a
su vida codo uno(j)? 28 Y del vestido ¿qué os solicitáis? aprended de los lirios del
campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan. 29 Y dígoos que ni Salomón en toda su
gloria cubrióse como uno(k) de éstos. 30 Pero, si a la hierba del campo que hoy es y
mañana en el horno se arroja, Dios viste así, ¿cuánto más a vosotros, poco creyentes?
31 No os solicitéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos? o ¿Qué beberemos? o ¿Qué nos
vestiremos? 32 Pues todo esto los gentiles lo buscan; porque sabe vuestro Padre, el
celestial, que necesitáis todo esto. 33 Mas, buscad primero la justicia y el reino de él y
todo esto se os añadirá. 34 No os solicitéis, pues, del mañana, pues el mañana, se
solicitará de sí mismo; basta al día su mal.»

9 a. Glorifíquese.

b. Ser, poder, majestad (el mismo Dios apareciéndose). 10 c. Ven a reinar (la oración puede acelerar
esta venida). 13 d. Prueba: tribulación. Pedimos que no permita Dios que sucumbamos en la
tentación.

e. De todo mal; del malo, el demonio, y del mal moral sobre todo. 22 f. No compuesto, limpio, sano.
23 g. Serán. 24 h. Pluto, el dios de las riquezas. 25 i. Vida. 27 j. Tiempo brevísimo.

29 k. Uno solo.

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Evangelio según San Mateo


Capítulo 7

Caridad

1 «No juzguéis para que no se os juzgue; 2 pues, con el juicio que juzgáis, se os
juzgará; y, con la medida que medís, se os medirá. 3 ¿Y qué miras la paja, la en el ojo
de tu hermano, y la en ojo, el tuyo, viga no adviertes? 4 O ¿cómo dirás a tu hermano:
«Deja arroje yo la paja del ojo tuyo», y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 Hipócrita,
arroja primero de tu ojo la viga, y entonces verás de arrojar la paja del ojo de tu
hermano.»
6 «No deis lo santo(a) a los perros(b), ni arrojéis vuestras perlas(c) delante de los
puercos, no sea que las huellen con sus pies, y, volviéndose, os destrocen a vosotros.»
7 «Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; golpead, y se os abrirá. 8 Pues todo el que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que golpea, se le abrirá. 9 O ¿quién de vosotros
es el hombre a quien, si pidiere su hijo pan, una piedra le dará? 10 O también un pez
pidiere ¿una sierpe le dará? 11 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dones buenos
dar a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre, el de los cielos, dará lo bueno a los que
le pidieren? 12 Todo, pues, cuanto quisiereis que a vosotros hagan los hombres, así
también vosotros hacedles; que ésta es la ley y los profetas.»
13 «Entrad por la estrecha puerta; porque ¡ancha, la puerta y espacioso el camino que
conduce a la perdición!; y muchos son los que van por él. 14 ¡Qué estrecha la puerta y
angosto el camino, que conduce a la vida, y pocos son los que le encuentran! 15
Guardaos de los falsos profetas los que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas;
pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos les conoceréis. 16 ¿Acaso cogen de
las espinas uvas o de los abrojos higos? 17 Así todo árbol bueno frutos hermosos hace;
pero el podrido árbol frutos malos hace. 18 No puede árbol bueno frutos malos llevar,
ni árbol carcomido frutos hermosos llevar. 19 Todo árbol que no hace fruto hermoso,
cortado es y al fuego, arrojado. 20 Por sus frutos, pues, ciertamente les conoceréis. 21
No todo el que me dijere: «¡Señor, Señor!», entrará en el reino de los cielos, sino el que
hiciere la voluntad de mi Padre, el de los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día:
«Señor, Señor, ¿no hemos en tu nombre profetizado, y en tu nombre arrojado los

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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demonios; y en tu nombre virtudes muchas hecho?» 23 Y entonces les confesaré que


«jamás os conocí: apartaos de mí, los que obráis la iniquidad». 24 Todo aquel, pues,
que oye estas palabras mías y las hace, se asemejará a varón prudente, que edificó su
casa sobre la peña. 25 Y descendió la lluvia, y vinieron los ríos, y soplaron los vientos,
y despeñáronse sobre aquella casa, y no cayó; pues fundada estaba sobre la peña. 26 Y
todo el que oye estas palabras mías, y no las hace, se asemejará a varón necio, que
edificó su casa sobre la arena. 27 Y descendió la lluvia y vinieron los ríos y soplaron
los vientos, y batieron aquella casa, y cayó, y fue su ruina grande». 28 Y aconteció
cuando Jesús acabó estas palabras, asombráronse las turbas de su doctrina; 29 pues
estábales enseñando como quien tiene poder, y no como los escribas de ellos.

6a. El cuerpo y todo lo sagrado.


b. Perros, cerdos o jabalíes = bestias feroces; demonios y hombres malos.
c. Los bienes mejores, sobre todo los hijos.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 8

El leproso. Curaciones

1 Y bajando El del monte, siguiéronle turbas muchas. 2 Y he aquí que un leproso,


acercándose, adoróle diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». 3 Y,
extendiendo la mano, le tocó, diciendo: «Quiero, sé limpio». Y al punto limpióse su
lepra. 4 Y dícele Jesús: «Mira, a nadie digas, sino ve, muéstrate al sacerdote y llévale el
don que mandó a Moisés, en testimonio a ellos.»
5 Y yendo Él a Cafarnaúm acercósele un centurión, rogándole 6 y diciendo: «Señor, el
niño(a) mío está postrado en la casa, paralítico, terriblemente atormentado». 7 Dícele:
«Yo, viniendo, curaréle». 8 Y, respondiendo el centurión, dijo: «Señor, no soy digno
de que entres bajo mi techo; pero solo di de palabra, y sanará el niño mío». 9 Pues
también yo hombre soy bajo potestad constituido, teniendo debajo de mí soldados, y
digo a éste: «Ve, y va»; y al otro: «Ven, y viene»; y a mi siervo: «Haz esto, y hace». 10
Y, oyendo Jesús, admiróse, y dijo a los que seguían: «En verdad dígoos: en ninguno

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tanta fe en Israel he encontrado. 11 Y os digo que muchos de oriente y occidente


vendrán y recostaránse(b) con Abraham e Isaac y Jacob, en el reino de los cielos; 12
pero los hijos del reino arrojados serán fuera, a las tinieblas las exteriores; allí será el
llanto y el rechino de los dientes». 13 Y dijo Jesús al centurión: «Vete; cual has creído,
hágasete». Y sanó el niño en aquella hora.
14 Y, yendo Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de él postrada y afiebrada; 15 y
tomó la mano de ella y la dejó la fiebre; y se levantó, y sirvióle.
16 Y, llegada la noche, trajeron a El endemoniados muchos; y arrojó fuera los
demonios de palabra; y a todos los enfermos sanó, 17 para que se cumpliese lo dicho
por Isaías, el profeta, diciendo: «Él las flaquezas nuestras tomó y las enfermedades
llevó.»
18 Y, viendo Jesús turba alrededor de sí, mandó transfretar; 19 y, acercándose un
escriba, díjole: «Maestro, te seguiré a donde fueres». 20 Y dícele Jesús: «Las raposas
cuevas tienen y los volátiles del cielo, albergues; pero el Hijo del hombre(c) no tiene
dónde la cabeza reclinar». 21 Y otro de los discípulos díjole: «Señor, déjame primero
ir, y enterrar a mi padre(d)». 22 Y Jesús dícele: «Sígueme, y deja a los muertos enterrar
sus muertos»(e).
23 Y, entrando él en barca, le siguieron sus discípulos. 24 Y he aquí que un
movimiento grande sobrevino en el mar; que la barca fue cubierta por las olas; Él,
empero, dormía. 25 Y acercándose, despertáronle, diciendo: «Señor, salva;
perecemos». 26 Y, díceles: «¿Qué? ¿miedosos estáis, poco creyentes?» Entonces,
levantándose, increpó a los vientos y al mar, y fue bonanza grande. 27 Y los hombres
admiráronse, diciendo: «¿De dónde es éste, que también los vientos y el mar le
obedecen?»
28 Y, yendo él hasta allende, hasta la región de los gadarenos, viniéronle al encuentro
dos endemoniados, saliendo de las tumbas, pesados por demás, de no poder nadie
andar por aquel camino. 29 Y he aquí que gritaron, diciendo: «¿Qué a nosotros y a ti,
Hijo de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo a atormentarnos?». 30 Y había lejos de
ellos una piara de puercos muchos, paciendo. 31 Y los demonios rogáronle, diciendo:
«Si nos echas fuera, envíanos a la piara de los puercos». 32 Y díjoles: «Id»(f). Y ellos,
saliendo, fueron a los puercos; y he aquí que se precipitó toda la piara, escarpa abajo, al
mar, y perecieron en las aguas. 33 Y los que apacentaban, huyeron y, viniendo a la
ciudad, anunciaron todo y lo de los endemoniados. 34 Y he aquí que toda la ciudad
salió al encuentro de Jesús, y, viéndole, rogaron que saliera de sus confines.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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6 a. Siervo.

11 b. A comer, gozar. 20 c. El hombre por excelencia, la flor del hombre, del linaje humano. 21 d.
Hasta que entierre: hasta que muera mi padre. 22 e. Proverbial = «los muertos se avengan entre sí:
entiérreseles como se pueda».
32 f. De los demonios mismos apiádase Cristo. «Nada odias de lo que hiciste» (Sab. 11,25-27).

Evangelio según San Mateo


Capítulo 9

Un paralítico; curaciones

1 Y entrando en una barca, transfretó y vino a su ciudad. 2 Y he aquí que trajéronle un


paralítico en una litera puesto. Y, viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «Confía,
hijo; perdonados te están los pecados». 3 Y he aquí algunos de los escribas dijeron
dentro de sí: «Este blasflema». 4 Y viendo Jesús los pensamientos de ellos dijo: «¿A
qué pensáis mal en vuestros corazones?» 5 pues ¿qué es más fácil decir: «Perdonados
te están los pecados», o decir: «Levántate y anda»? 6 Y para que veáis que tiene poder
el Hijo del hombre sobre la tierra de perdonar pecados— (entonces dice al paralítico):
«Levántate, alza tu litera y vete a tu casa». 7 Y levantándose, fuese a su casa. 8 Y,
viendo las turbas, temieron y glorificaron a Dios que dio poder tal a los hombres.
9 Y, yendo Jesús de allí, vio a un hombre sentado en el telonio, llamado Mateo, y
dícele: «Sígueme». Y, levantándose, siguióle. 10 Y sucedió que, recostado él en la
casa, he aquí muchos publicanos y pecadores, viniendo, se recostaron junto a Jesús y a
sus discípulos. 11 Y viendo los fariseos, dijeron a sus discípulos: «¿Por qué con los
publicanos y pecadores come vuestro maestro?» 12 Y él, oyendo, dijo: «No necesidad
tienen los fuertes de médico, sino los que mal están». 13 Y, yendo, aprended qué es:
«Misericordia quiero, y no sacrificio»; pues no he venido llamar a los justos, sino a los
pecadores». 14 Entonces se acercaron a él los discípulos de Juan, diciendo: «¿Por qué
nosotros y los fariseos ayunamos mucho, y los discípulos tuyos no ayunan?» 15 Y
díjoles Jesús: ¿Acaso pueden los hijos(a) del Esposo entristecerse, mientras con ellos
está el Esposo? Mas, vendrán días en que les será quitado el Esposo, y entonces
ayunarán. 16 Y nadie echa remiendo de paño inabatanado(b) en vestido viejo; pues tira la

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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plenitud(c)
de él del vestido, y peor se hace la rotura. 17 Ni echan vinos nuevos en odres
viejos, que, de otra suerte, se rompen los odres, y el vino se derrama y los odres se
pierden: sino que echan vino nuevo
en odres nuevos, y ambos se conservan a la vez(d)». 18 Hablándoles él esto, he aquí un
príncipe, acercándose, adoróle, diciendo: que «mi hija acaba de morir, pero, viniendo,
pon tu mano sobre ella, y vivirá». 19 Y, levantándose Jesús, siguióle y los discípulos de
él. 20 Y ahí una mujer, hemorrágica doce años, acercándose por detrás, asió la fimbria
de su vestido; 21 pues dijo entre sí: «Si tan sólo asiere su vestido, sanaré». 22 Y Jesús,
volviéndose y viéndola, dijo: «Confía, hija; tu fe te ha salvado». Y sanó la mujer desde
aquella hora. 23 Y, viniendo Jesús a la casa del príncipe, y viendo los flautistas y la
turba tumultuando, 24 dijo: «Retiraos; pues no ha muerto la niñita, sino que duerme».
Y reíanse de él. 25 Y, cuando fue arrojada fuera la turba, acercándose, cogió la mano de
ella, y despertó(e) la niñita. 26 Y salió esta(f) fama por toda aquella tierra.
27 Y caminando de allí, siguieron a Jesús dos ciegos gritando y diciendo: «Apiádate de
nosotros, hijo de David». 28 Y, viniendo él a la casa, acercáronsele los ciegos, y díceles
Jesús: «¿Creéis que puedo hacer esto?» Dícenle: «Sí, Señor». 29 Entonces tocó los ojos
de ellos, diciendo: «Según vuestra fe, hágaseos» 30 Y se abrieron los ojos de ellos. Y
entre murmuróles(g) Jesús, diciendo: «Mirad; que nadie lo sepa(h)» 31 Pero ellos,
saliendo, le divulgaron por toda aquella tierra.
32 Y, saliendo ellos, he aquí le trajeron un mudo endemoniado. 33 Y, arrojado el
demonio, habló el mudo. Y maravilláronse las turbas, diciendo: «Jamás pareció tal en
Israel». 34 Pero los fariseos decían: «En el príncipe de los demonios arroja los
demonios.»
35 Y recorrió Jesús las ciudades todas y las aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos
y predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda flaqueza(i). 36 Y
viendo a las turbas se lastimó de ellas; porque estaban desgarradas,(j) postradas como
ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dice a sus discípulos: «La mies, por cierto,
mucha; pero los obreros, pocos; 38 rogad, pues, al señor de la mies, que apremie(k)
obreros a su mies.»

15 a. Los amigos, los convidados a las bodas.


16 b. Aún inabatanado = recién hecho.
c. La fuerza apretada arrebata algo del vestido = tirando de él lo deshace.
17 d. Los dos símiles son para responder a los discípulos de Juan que la nueva ley (el paño nuevo) no

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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se infiere en la vieja, en lo ritual y en lo positivo de ella; ni el espíritu (el vino), de la nueva, en las
formas de aquélla; sino que, derogándola, en cuanto a lo material, a las disposiciones legales y al
espíritu, consérvala, sin embargo, pues la amplía, eleva y perfecciona.
25 e. Levantóse del sueño.
26 f. De esto.
30 g. Como indignándose y amenazando.
h. No lo divulguéis; no quería Cristo, generalmente, se conociera demasiado su
divinidad.

35 i. Corporal. 36 j. Por los lobos: los principios de ellos. 38 k. Envíe apresurada, instantemente.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 10

Envío de los apóstoles; instrúyeles

1 Y llamando a sus doce discípulos les dio potestad de(a) los espíritus inmundos, para
que los arrojasen, y sanasen toda enfermedad y toda flaqueza. 2 Y los nombres de los
doce apóstoles son éstos: el primero, Simón, el llamado Pedro, y Andrés su hermano, y
Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano. 3 Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el
publicano; Santiago, el de Alfeo y Tadeo. 4 Simón, el Cananeo(b) y Judas, el Iscariote(c) el
que también le vendió. 5 A éstos doce envió Jesús mandándoles diciendo: «A camino
de gentes no os apartéis, y a ciudad de samaritanos no entréis; 6 e id más bien a las
ovejas las perecidas de la casa de Israel. 7 Y, yendo, predicad, diciendo: que se ha
acercado el reino de los cielos. 8 Enfermos sanad; muertos resucitad; leprosos limpiad;
demonios arrojad. De gracia recibisteis, de gracia dad. 9 No adquiráis oro, ni plata, ni
bronce, para(d) vuestros cinturones; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni
calzado ni báculo; que digno es el obrero de su alimento. 11 Y en la ciudad o aldea que
entrareis, indagad quién en ella hay digno, y allí quedaos hasta iros. 12 Y, entrando en
la casa, saludadla. 13 Y, si ya fuere la casa digna, venga vuestra paz(e) sobre ella; mas,
si no fuere digna, vuestra paz sobre vosotros vuelva. 14 Y quien no recibiere a
vosotros, ni escuchare las palabras de vosotros —saliendo fuera de la casa o de aquella
ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies(f). 15 En verdad os digo: más llevadero será a

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que a aquella ciudad. 16 He aquí que
yo os envío como ovejas en medio de lobos; sed pues, prudentes, como las serpientes y
sencillos(g), como las palomas. 17 Y guardaos de los hombres; pues os entregarán en
sanedrines(h) y en sus sinagogas azotarános, 18 y así ante príncipes como reyes se os
llevará, por causa mía, en testimonio para ellos(i) y las gentes(j). 19 Y cuando os
entregaren, no os solicitéis de cómo o qué hablar, pues se os dará en aquella hora qué
habléis; 20 pues no vosotros sois los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre el
que habla en vosotros. 21 Y entregará hermano a hermano a muerte y padre a hijo, y se
levantarán juntos hijos contra padres y mataránles. 22 Y seréis odiados de todos por mi
nombre; y el que perseverare hasta el fin, éste se salvará. 23 Y cuando os persiguieren
en esta ciudad, huid, a la otra; pues, en verdad os digo; no acabaréis(k) las ciudades de
Israel que no venga el Hijo del hombre. 24 No hay discípulo sobre el maestro ni siervo
sobre su señor. 25 Basta al discípulo ser como su maestro; y el(l) siervo como su señor.
Si al padre de familias llamaron Beelzebub ¿cuánto más a sus domésticos? 26 No les
temáis, pues; porque nada hay tan cubierto que no se descubra y oculto que no se
conozca. 27 Lo que os digo en las tinieblas, decidlo en la luz, y lo que oís a la oreja,
predicadlo sobre los terrados. 28 Y no temáis de los que matan el cuerpo, y el alma no
pueden matar, pero temed mas bien al que puede así el alma como el cuerpo perder en
la gehenna(m). 29 ¿No se venden dos gorriones por un as(n)? y uno de entre ellos no cae
sobre la tierra sin el padre de vosotros. 30 De vosotros, empero, aún los cabellos de la
cabeza todos contados están. 31 No temáis, pues: de muchos gorriones diferís(o)
vosotros. 32 Todo aquél, pues, que me confesare delante de los hombres, le confesaré
yo también delante del Padre mío el de los cielos; 33 y cualquiera que me negare
delante de los hombres, le negaré yo también delante del Padre mío el de los cielos. 34
No creáis que he venido a lanzar paz sobre la tierra(p) no he venido a lanzar paz, sino
cuchilla. 35 Pues he venido a dividir hombre contra su padre e hija contra su madre, y
nuera contra su suegra. 36 Y ¡enemigos del hombre, sus domésticos! 37 Quien amare a
padre o a madre más que a mí, no es de mí digno; y quien amare hijo o hija más que a
mí, no es de mí digno; 38 y quien no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es de mí
digno. 39 Quien hallare su alma, perderála, y quien perdiere su alma, por causa mía,
hallarála. 40 El que os recibiere a vosotros, me recibe y el que me recibiere, recibe al
que me ha enviado. 41 El que recibiere a un profeta, en nombre de profeta, galardón de
profeta recibirá; y el que recibiere a un justo, en nombre de justo, galardón de justo
recibirá. 42 Y el que diere de beber a uno de estos pequeños(q) un cáliz de fría(r), solamente,
en nombre de discípulo, en verdad os digo: no perderá, no, su galardón.»
1 a. Sobre.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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4 b. Celador.
c. «Hombre de Cariot».
9 d. Guardar en.
13 e. La paz es algo como real, una emanación, divina que va y viene, cuya presencia y ausencia se
perciben.
14 f. Para no llevar nada de ellos.
16 g. Puros.
17 h. Junta, tribunal.
18 i. Los judíos: para que conozcan todos el evangelio.
j. Gentes siempre = gentiles.
23 k. De recorrer.
25 l. Al.
28 m. El infierno.
29 n. Moneda ínfima de cobre.

31 o. Sois mejores. 34 p. Su paz es interior. Fuera hay guerra para los suyos. 42 q. Pobres y humildes
que le rodeaban.
r. Agua.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 11

Juan y Cristo. Divinidad de Cristo

1 Y sucedió, que cuando acabó Jesús de mandar a sus doce discípulos, se fue de allí a
enseñar y predicar en las ciudades de ellos. 2 Y Juan, oyendo en la cárcel, las obras del
Cristo, enviando por medio de sus discípulos(a), le dijo: 3 «¿Tú eres el que ha de venir,
o a otro esperamos?» 4 Y, respondiendo Jesús, díjoles: «Yendo, anunciad a Juan lo que
oís y veis: 5 Ciegos están viendo y cojos andando; leprosos son limpios; y sordos oyen,
y muertos resucitan y pobres son evangelizados(b); 6 y bienaventurado es, quien no se
escandalizare en mí». 7 Y, yéndose éstos, empezó Jesús a decir a las turbas sobre Juan:
«¿Qué habéis salido al desierto a mirar? ¿caña por el viento balanceada? 8 Pero ¿qué
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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habéis salido a ver? ¿hombre en blanduras envuelto? he aquí los que lo blando llevan,
en las casas de los reyes(c). 9 Pero ¿a qué habéis salido? ¿profeta a ver? Sí; os digo, y
más que profeta. 10 Este es de quien está escrito: He aquí yo envío mi mensajero
delante de tu faz; quien preparará tu camino delante de ti.
11 En verdad os digo: no se ha levantado en nacidos de mujeres mayor que Juan el
Bautista; pero el menor en el reino de los cielos mayor que él es(d). 12 Y desde los días
de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es forzado(e), y forzadores
arrebátanlo. 13 Pues todos los profetas y la ley han profetizado(f) hasta Juan; 14 y si
queréis permitir(g) él es Elías, el que ha de venir. 15 El que tuviere orejas, oiga.»
16 «Y ¿a quién asemejaré esta generación? semejante es a pequeñuelos sentados en las
plazas, los que voceando a los otros, dicen: 17 Flauteado os hemos, y no habéis
danzado: trenádoos(h), y no habéis llorado(i). 18 Pues vino Juan, ni comiendo ni bebiendo, y
dicen: «Demonio tiene». 19 Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen:
«He aquí un hombre glotón y vinolento, de publicanos amigo y de pecadores». Y se
justificó la sabiduría por sus obras(j). 20 Entonces empezó a reconvenir a las ciudades
en que habían sido hechos los más de los poderes de él, porque no se habían
arrepentido: 21 «¡Ay de ti, Corazaín! ¡ay de ti, Betsaida; que, si en Tiro y Sidón, se
hicieran los poderes, los hechos en vosotras, mucho ha, en saco y ceniza se hubieran
arrepentido. 22 Empero, dígoos que a Tiro y Sidón más llevadero será en el día del
juicio que a vosotras. 23 Y tú, Cafarnaúm ¿acaso hasta el cielo te sublimarás? Hasta el
infierno bajarás; pues, si en Sodoma se hicieran los poderes los hechos en ti, quedara
ella hasta el día de hoy. 24 Empero, dígoos que a la tierra de Sodoma más llevadero
será en el día del juicio que a ti.»
25 En aquel tiempo, respondiendo(k) Jesús, dijo: «Ensálzote, Padre, señor del cielo y de
la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes(l), y reveládolas a los
pequeñuelos(m). 26 Sí, Padre; porque tal plugo ante ti. 27 Todas las cosas me han sido
entregadas por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre; ni al Padre alguien
conoce sino el Hijo y a quien quisiere el Hijo revelar. 28 Venid a mí, todos los
trabajados y recargados, y yo os refrigeraré. 29 Alzad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, porque suave soy y humilde del corazón, y hallaréis alivio para
vuestras almas; 30 que mi yugo es bueno; y mi carga, ligera es.»

2 a. Para satisfacer al pueblo. 5 b. Se les anuncia el evangelio, la buena nueva del reino; la dicha. 8 c.
Están.
11 d. En la tierra.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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12 e. Es forzado por el amor o el odio.


13 f. Al Mesías: el reino de los cielos; el mesiánico.
14 g. Se me permite decirlo = él es en cierto modo, Elías: el primer Elías, con respecto al de la 2ª
venida de Cristo.
17 h. Decir trenos, lamentaciones.
i. Juego en que imitan los niños las danzas corales, y las nenias y pompas fúnebres. El sentido es: este
pueblo es como los niños que malamente imitan las cosas, y quieren que todos los otros niños les
hagan caso, cantando y llorando. La mitad dice: «Cantad»; la otra mitad: «Llorad»; y luego riñen
entre sí. Imposible es contentar a tal pueblo. Alude Cristo abiertamente a su propia suavidad, con el
canto; a la austeridad de Juan, con los lamentos.
19 j. La sabiduría divina es justificada en Juan y Jesús por sus obras y por los hijos
de ella.
25 k. Explicando, continuando.
l. Los que presumen de sabiduría y discreción.
m. Humildes.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 12

Enseñanzas del sábado

1 En aquel tiempo fue Jesús el sábado al través de los sembrados; y sus discípulos
hambrearon, y principiaron a desgranar espigas y a comer. 2 Pero los fariseos, viendo,
dijéronle: «He ahí que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado». 3 Y él
díjoles: «¿No habéis leído qué hizo David, cuando hambreó y los con él? 4 ¿cómo entró
en la casa de Dios y los panes de la proposición comió; lo que no le era lícito comer ni
a los con él, sino a los sacerdotes solos? 5 ¿O no habéis leído en la ley que los sábados
los sacerdotes en el santuario el sábado profanan(a) e inocentes son? 6 Y dígoos que
cosa mayor que el santuario hay aquí(b). 7 Y si conocieseis qué es: «Misericordia
quiero, y no sacrificio», no condenaríais a los inocentes. 8 Pues señor es del sábado el
Hijo del hombre». 9 Y partiendo de allí, fue a la sinagoga de ellos. 10 Y he aquí un
hombre, una mano teniendo seca; y preguntáronle diciendo: «¿Si es lícito los sábados
curar?» para acusarle. 11 Y él díjoles: «¿Quién será de entre vosotros el hombre que

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tenga oveja una, y si cayere ésta el sábado en un hoyo, no la coja y alce? 12 Pues,
¿cuánto difiere(c) un hombre de una oveja? así que lícito es los sábados bellamente
hacer». 13 Entonces dice al hombre: «Extiende tu mano». Y la extendió y restituida fue
sana como la otra. 14 Y saliendo los fariseos, consultáronse contra él, para perderle.
15 Pero Jesús, conociendo, retiróse de allí. Y siguiéronle muchos, y sanóles a todos; 16
e intimóles que no le descubriesen; 17 para que se cumpliese lo dicho por Isaías, el
profeta, diciendo:
18 He aquí a mi Hijo a quien elegí,mi amado, en quien se ha complacido mi
alma;pondré mi espíritu sobre él,y mi juicio a las gentes anunciará.
19 No contenderá ni voceará; ni oirá alguien en las calles su voz. 20 Caña
quebrantada no romperá; y lino(d) humeante no apagará; hasta que lanzare a victoria
el juicio. 21 Y en su nombre las gentes esperarán.
22 Entonces le fue traído un endemoniado ciego y mudo(e) y sanóle, que el mudo habló
y vio. 23 Y arrobáronse todas las tubas y dijeron: «¿Acaso no es(f) éste el hijo de
David?» 24 Pero los fariseos, oyendo, dijeron: «Este no lanza los demonios sino en
Beelzebub, príncipe de los demonios». 25 Y conociendo los sentimientos de ellos,
díjoles: «Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado, y toda ciudad o casa
dividida contra sí misma no subsistirá. 26 Si Satanás a Satanás lanza, contra sí mismo
está dividido: ¿Cómo, pues, subsistirá su reino? 27 Y, si yo en Beelzebub lanzo los
demonios, vuestros hijos(g) ¿en quién le lanzan? Por esto ellos jueces serán vuestros. 28
Pero si en el Espíritu de Dios yo lanzo los demonios, por cierto ha llegado a vosotros el
reino de Dios. 29 ¿O cómo puede alguno entrar en la casa del fuerte, y arrebatar sus
armas si primero no atare al fuerte; y entonces despojará su casa? 30 El que no es
conmigo, contra mí es, y el que no recoge conmigo, desparrama. 31 Por esto dígoos:
todo pecado y blasfemia, perdonada será a los hombres; pero la blasfemia del Espíritu
no será perdonada. 32 Y, si alguno dijere palabra contra el Hijo del hombre, se le
perdonará, pero si hablare contra el Espíritu santo(h), no se le perdonará, no, ni en este
siglo, ni en el venidero(i). 33 O haced(j) el árbol hermoso y su fruto hermoso, o haced el
árbol carcomido y su fruto carcomido; pues por el fruto se conoce el árbol. 34
Engendros de víboras, ¿cómo podéis lo bueno hablar, malos siendo? pues de la
abundancia del corazón la boca habla. 35 El buen hombre del buen tesoro lanza lo
bueno; y el mal hombre del mal tesoro lanza lo malo. 36 Y dígoos que toda palabra
ociosa(k) que hablaren los hombres, —darán de ella cuenta en el día del juicio. 37 Pues
por tus palabras serás justificado, y por tus palabras, condenado.»

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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38 Entonces, respondiéronle algunos de los escribas y fariseos, diciendo: «Maestro,


queremos de ti una señal ver». 39 Y él, respondiendo, díjoles: «Generación mala y
adúltera, señal demanda, y señal no se le dará, sino la señal de Jonás el profeta. 40 Pues,
así como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el
Hijo del hombre en el corazón de la tierra, tres días y tres noches. 41 Varones ninivitas
resucitarán en el juicio con esta generación y condenaránla; porque se arrepintieron a la
predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás aquí(l). 42 Reina del noto(m) levantárase, en
el juicio con esta generación y condenárala, porque vino de los fines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón;
y he aquí más que Salomón, aquí.»
43 «Y cuando el inmundo espíritu(n) ha salido del hombre, va al través de inacuosos
lugares buscando reposo, y no halla. 44 Entonces dice: «A mi casa volveré de donde
salí»; y, viniendo, hállala reposando y barrida y adornada: 45 Entonces va y toma
consigo siete otros espíritus peores que él y entrando habitan allí; y se hace lo postrero
de aquel hombre peor que lo primero. Así sucederá también a esta generación, la
mala.»
46 Aún hablando él a las turbas, he aquí que la madre y los hermanos(o) de él, estaban
parados fuera, queriéndole hablar. 47 y díjole alguien: «He ahí que tu madre y tus
hermanos fuera están parados queriéndote hablar». 48 Y él respondiendo, dijo al que le
hablaba: «¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?» y, extendiendo su mano,
sobre sus discípulos, dijo: «He ahí mi madre y mis hermanos; 49 pues quien quiera que
hiciere la voluntad de mi Padre, el de los cielos, él es mi hermano, y hermana y madre.»

5 a. Ofreciendo los sacrificios legales.


6 b. Es decir: Cristo.
12 c. Vale más.
20 d. Pabilo de hilo.
22 e. Sordomudo.
23 f. Será.

27 g. Los exorcistas judíos. 32 h. Contra obras claramente de él, y de consiguiente por pura malicia.
i. Esto es: será castigado. 33 j. Suponed. 36 k. Mentida, «que contiene calumnia» (Crisóst.) Vana,
falsa. 41 l. Hay aquí.
42 m. Sur.

43 n. Vuelve Cristo al asunto principal (24) interrumpido por esta digresión. No es parábola este obrar
del demonio, sino que todo hay entenderlo literalmente. 46 o. Consanguíneos.
23
Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Evangelio según San Mateo


Capítulo 13

Parábolas

1 En aquel día, saliendo Jesús de la casa, sentóse junto al mar; 2 y congregáronse a él


turbas muchas, de modo que él, en barco entrando, se sentó y toda la turba sobre la
ribera estaba parada, 3 y hablóles muchas cosas en parábolas, diciendo: «He aquí salió
el sembrador a sembrar. 4 Y, sembrando él, lo uno cayó junto al camino y, viniendo los
volátiles del cielo, devoráronlo. 5 Y lo otro cayó sobre lo pedregoso, donde no tenía
tierra mucha y pronto brotó por no tener hondura de tierra; 6 pero, naciendo el sol, se
quemó y, no teniendo raíz, secóse. 7 Y lo otro cayó sobre las espinas, y subieron las
espinas, y ahogáronlo. 8 Y lo otro cayó sobre la tierra la bella y daba fruto; cual a
ciento; cual a sesenta; cual a treinta. 9 El que tenga orejas para oír, oiga». 10 Y
allegándose los discípulos, dijéronle: «¿Por qué en parábolas les hablas?» 11 Y él
respondiendo, díjoles: «Porque a vosotros es dado conocer los misterios del reino de
los cielos; mas a aquéllos no es dado. 12 Pues, quien tuviere,(a) le será dado; y
abundará; pero, el que no tuviere, —aún lo que tuviere, le será quitado. 13 Por esto en
parábolas les hablo, porque viendo no ven(b), y oyendo no oyen, ni entienden. 14 Y
cumplida les está la profecía de Isaías, la que dice:
Is. 6,9-10. Con oído oiréis y no entenderéis, no;Y mirando, miraréis y no veréis, no.15
Pues se endureció el corazón de este puebloy con las orejas pesadamente han oído;y
sus ojos han ido cerrando,que jamás vean con los ojos,y con las orejas oigan,y con el
corazón entiendan;y se conviertan, y yo los sane.

16 De vosotros, empero, felices los ojos porque miran, y las orejas, porque oyen. 17
Pues, en verdad dígoos que muchos profetas y justos anhelaron ver lo que miráis y no
vieron, y oír lo que oís, y no oyeron. 18 Vosotros, pues, oid la parábola del que
siembra. 19 De todo el que oyere la palabra del reino y no entendiere, —viene el malo
y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el junto al camino sembrado. 20 Y el
sobre lo pedregoso sembrado; éste es el que la palabra oye y al punto con alegría la
recibe; 21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que temporal es, y viniendo tribulación o

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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persecución por la palabra, al punto se escandaliza. 22 Y el sobre las espinas sembrado:


éste es el que la palabra oye, y el cuidado del siglo y el engaño de las riquezas acaba de
ahogar la palabra, e infructuosa se hace. 23 Y el sobre la hermosa tierra sembrado: éste
es el que la palabra oye y entiende, el que fructifica y da: quien a ciento; quien a
sesenta; quien a treinta.»
24 Otra parábola propúsoles, diciendo: «Asemejádose ha el reino de los cielos a un
hombre sembrando hermosa simiente en su campo. 25 Y mientras dormían los
hombres, vino el enemigo de él, y sobresembró cizaña en medio del trigo, y se fue. 26
Y cuando floreció la yerba y fruto dio, entonces apareció también la cizaña. 27 Y,
llegándose los siervos del dueño de casa le dijeron: «Señor, ¿no has acaso hermosa
simiente sembrado en tu campo? ¿de dónde pues, tiene cizaña? 28 Y él díjoles:
«Enemigo hombre esto hizo». Y ellos le dicen: «¿Quieres, pues que, yendo, la
recojamos?» 29 Y les dice: «No», no sea que, recogiendo la cizaña, desarraiguéis a la
vez con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente los dos hasta la siega; y, en tiempo de
la siega, diré a los segadores: «Recoged primero la cizaña y atadla en atados para
quemarla; y el trigo juntad en mi granero.»
31 Otra parábola propúsoles diciendo: «Semejante es el reino de los cielos a un grano
de mostaza, el que tomando un hombre, sembró en su campo, 32 la cual, aunque es la
más pequeña de todas las simientes, sin embargo, cuando ha crecido, es la mayor de las
hortalizas y se hace árbol que vienen los volátiles del cielo y moran en sus ramas.»
33 Otra parábola hablóles: «Semejante es el reino de los cielos a levadura, que
tomando una mujer, escondió en, de harina, satos(c) tres hasta que se leudó todo». 34
Todo esto habló Jesús en parábolas a las turbas, y sin parábola nada les hablaba. 35
Para que se cumpliese lo dicho por el profeta, diciendo: «Abriré en parábolas mi boca;
desbordaréme en cosas escondidas desde la creación del mundo». 36 Entonces,
despidiendo las turbas, vino a la casa. Y llegáronse a él sus discípulos, diciendo:
«Acláranos bien la parábola de la cizaña del campo». 37 Y él respondiendo, dijo: «El
que siembra la bella simiente es el Hijo del hombre; 38 y el campo es el mundo, y la
bella simiente —éstos son los hijos del reino; y la cizaña son los hijos del malo; 39 y el
enemigo el que la siembra, es el diablo; y la siega, consumación de siglos, y los
segadores ángeles son. 40 Así como, pues, se recoge la cizaña y con fuego se quema,
así será en la consumación del siglo. 41 Enviará el Hijo del hombre sus ángeles y
recogerán de su reino todos los escándalos y a los que hacen la iniquidad. 42 y
arrojaránles en el horno del fuego; allí habrá el llanto y el rechino de los dientes. 43
Entonces los justos destellarán como el sol, en el reino de su Padre. Quien tuviere

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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orejas para oír, oiga.»


44 «Símil es el reino de los cielos a un tesoro escondido en el campo, el que,
encontrando un hombre, escondió, y de gozo de él se va, y vende cuanto tiene y compra
aquel campo.»
45 «De nuevo símil es el reino de los cielos a un mercader buscando hermosas perlas;
46 y, encontrando una preciosa perla, yéndose, ha vendido todo cuanto tenía, y
compróla.»
47 «De nuevo símil es el reino de los cielos a una red lanzada al mar y de todo género(d)
juntando, 48 la que, cuando se llenó, sacándola fuera a la playa y sentándose, reunieron
lo hermoso en vasos, pero lo podrido fuera arrojaron. 49 Así será en la consumación
del siglo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de en medio de los justos, 50 y
arrojaránles en el horno del fuego; allí habrá el llanto y el rechino de los dientes. 51
¿Tenéis entendido esto todo?». Dícenle: «Sí». 52 Y él díjoles: «Por esto,(e) todo escriba
instruido en el reino de los cielos símil es a un hombre dueño de casa, el cual saca de su
tesoro cosas nuevas y viejas.»
53 Y sucedió, cuando acabó Jesús estas parábolas pasó de allí. 54 Y viniendo a su
patria, enseñóles en la sinagoga de ellos, que se arrobaron y dijeron: «¿De dónde a éste
esta sabiduría y los poderes?(f) 55 ¿No es éste del carpintero hijo? ¿No la madre de él se
llama María y los hermanos de él Santiago, y José, y Simón y Judas? 56 Y las hermanas
de él ¿acaso no todas con nosotros están? ¿De dónde, pues, a éste todo esto?» 57 Y
escandalizábanse en él. Y Jesús díjoles: «No hay profeta deshonrado, sino en su patria
y en su casa». 58 Y no hizo allí poderes muchos, por la incredulidad de ellos.

12a. Trabajare, cooperare al bien, a la gracia. 13b. Culpablemente se ciegan. 33c. El sato (med.
hebrea) = 1 1/2 fanegas. Parece que en grandes festines se

amasaban tres.

47d. De peces. 52e. Porque entendisteis, sed semejantes a un padre de familia muy rico que tienelleno
su tesoro de toda suerte de bienes: nuevos y viejos, para todas las necesidadesy gustos. —Imitadme
también a mí explicando en parábolas el reino divino. 54f. Fuerzas de hacer milagros.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Evangelio según San Mateo


Capítulo 14

Milagros
Muerte del Bautista

1 En aquel tiempo oyó Herodes, el tetrarca, la oída (a) de Jesús, 2 y dijo a sus jóvenes:(b)
«Este es Juan el Bautista: él ha resucitado de los muertos, y por esto los poderes se
obran en él». 3 Porque Herodes, apoderándose, a Juan había atado y en prisión
puéstole, por Herodías, la mujer de Felipe, su hermano; 4 pues decíale Juan: «No te es
lícito tenerla». 5 Y queriendo matarle, temía a la muchedumbre, porque por profeta le
tenían. 6 Y viniendo el natalicio de Herodes; danzó la hija de Herodías al medio y
agradó a Herodes, 7 por donde con juramento prometió darla lo que pidiese. 8 Y ella
prevenida de su madre: «Dame, dice, aquí en una escudilla, la cabeza de Juan el
Bautista». 9 Y entristecido el rey por los juramentos y los comensales, mandó se diese;
10 y enviando, decapitó a Juan en la prisión. 11 Y se trajo la cabeza de él en una
escudilla y se le dio a la doncellita, y la llevó a su madre. 12 Y viniendo sus discípulos
levantaron el cadáver, y sepultáronle, y, viniendo, anunciaron a Jesús.
13 Y, oyendo Jesús, se retiró en barca a desierto lugar aparte; y, oyendo las turbas,
siguiéronle a pie de las ciudades. 14 Y, saliendo, vio mucha turba y se lastimó de ellos
y sanó sus enfermos. 15 Y al atardecer acercáronsele los discípulos, diciendo:
«Desierto es el lugar y la hora ya ha pasado; despide, pues, las turbas para que, yendo a
las aldeas, se compren alimento». 16 Y Jesús díjoles: «No tienen necesidad de irse;
dadles vosotros de comer». 17 Y ellos dícenle: «No tenemos aquí sino cinco panes y
dos peces». 18 Y él dijo: «Traédmelos acá». 19 Y mandando a las turbas recostarse en
la hierba, tomando los cinco panes y los dos peces, mirando hacia el cielo, bendijo, y
partiendo dio a los discípulos los panes, y los discípulos, a las turbas. 20 Y comieron
todos y hartáronse y alzaron las sobras de los pedazos; doce cofines(c) llenos. 21 Y los
que comieron, fueron como cinco mil hombres sin mujeres y niños. 22 Y luego hizo a
sus discípulos subir en la barca y precederle allende hasta mientras despedía las turbas.
23 Y habiendo despedido las turbas, subió al monte aparte a orar. Y al atardecer solo
estaba allí. 24 Y la barca ya estadios(d) muchos de la tierra distaba, azotada por las olas;
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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pues era contrario el viento. 25 Mas, a la cuarta vigilia(e) de la noche vino a ellos
paseando sobre el mar. 26 Y los discípulos viéndole pasear por el mar se espantaron,
diciendo que: «fantasma es», y de temor gritaron. 27 Pero luego hablóles Jesús,
diciendo: «Confiad: yo soy: no temáis». 28 Y respondiéndole Pedro, dijo: «Señor, si tú
eres, mándame ir a ti sobre las aguas». 29 Y él dijo: «Ven». Y bajando de la barca
Pedro, paseó sobre las aguas, y fue a Jesús. 30 Mas, mirando el viento fuerte, se
atemorizó; y empezando a sumergirse, gritó diciendo: «Señor sálvame». 31 Y luego
Jesús, extendiendo la mano, le cogió, y dícele: «Poco creyente, ¿a qué has dudado?» 32
Y subiendo ellos en la barca, calmó el viento. 33 Y los de la barca adoráronle, diciendo:
«Verdaderamente de Dios Hijo eres».
34 Y atravesando llegaron a la tierra, a Genesaret. 35 Y conociéndole los hombres de
aquel lugar, enviaron a todos aquellos contornos y trajéronle todos los enfermos, 36 y
rogábanle que tan sólo tocaran la orla de su vestido; y cuantos le tocaron, sanaron.

1 a. Fama.
2 b. Pajes, cortesanos.
20 c. Cestas.
24 d. El estadio = unos 180 metros.
25 e. Los romanos dividían la noche en cuatro vigilias: 1º de la puesta del sol 9; 2º
2 M; 3º 3; 4º el alba.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 15

Son confundidos los fariseos

1 Entonces acércanse a Jesús de Jerusalén, fariseos y escribas, diciendo. 2 «¿Por qué


tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? ¿pues no se lavan las manos
cuando pan comen?» 3 Y él respondiendo, díjoles: «¿Por qué también vosotros
quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? 4 Pues Dios dijo: Honra al
padre y la madre. Y: el que hablare mal de padre o madre, de muerte fine; 5 y vosotros
decís: «El que dijere al padre o a su madre: «Ofrenda que de mí(a) a ti te aprovechará»;
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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no honrará a su padre, no, a su madre(b); 6 y derogasteis la palabra de Dios por vuestra


tradición. 7 Hipócritas, bellamente profetizó de vosotros Isaías, diciendo: Este pueblo
con los labios me honra; 8 pero su corazón lejos está de mí; 9 y en vano me
reverencian, enseñando enseñanzas, invenciones de hombres». 10 Y llamando a sí la
turba, díjoles: «Oid y entended: 11 No lo que entra en la boca, comunica(c) al hombre,
sino lo que sale de la boca, esto comunica al hombre». 12 Entonces, acercándose los
discípulos, le dicen: «¿Sabes que los fariseos, oyendo la palabra, se han
escandalizado?» 13 Y él respondiendo, dijo: «Todo plantel que no ha plantado mi
Padre el celestial, desarraigado será. 14 Dejadles: ciegos son guías de ciegos; y ciego si
a ciego guía, ambos en hoyo caerán». 15 Y respondiendo Pedro díjole: «Explícanos la
parábola». 16 Y él dijo: «¿Aún ahora también vosotros ininteligentes sois? 17 No
comprendéis que todo lo que entra en la boca, al vientre va y en la letrina(d) se arroja?
18 Pero lo que sale de la boca, del corazón parte, y aquello comunica al hombre. 19
Pues del corazón salen pensamientos malos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos,
falsos testimonios, blasfemias. 20 Esto es lo que comunica al hombre; pero el con
manos no lavadas comer no comunica al hombre.»
21 Y saliendo de allí Jesús, se retiró a las partes de Tiro y Sidón. 22 Y he aquí una
mujer cananea de aquellos confines saliendo, gritaba, diciendo: «Apiádate de mí,
Señor, hijo de David. Mi hija está malamente endemoniada». 23 Pero él no la
respondió palabra. Y acercándose sus discípulos, rogáronle, diciendo: «Despídela,
porque grita detrás de nosotros». 24 Y él respondiendo dijo: «No se me ha enviado sino
a las ovejas, las perecidas, de casa de Israel». 25 Mas, ella, viniendo, adoróle diciendo:
«Señor, socórreme». 26 Y él respondiendo dijo: «No es bello tomar el pan de los hijos
y arrojar a los perrillos». 27 Y ella dijo: «Sí, Señor, —también los perrillos comen de
las migajas las que caen de la mesa de sus señores». 28 Entonces respondiendo Jesús,
díjola: «¡Oh mujer, grande, tu fe!: hágasete como quieres». Y sanó su hija desde
aquella hora.
29 Y saliendo de allí Jesús, vino junto al mar de la Galilea, y, subiendo al monte,
sentóse allí. 30 Y acercáronse a él turbas muchas, teniendo consigo cojos, mancos,
ciegos, sordos y otros muchos, y arrojáronles a los pies de él; y sanóles; 31 que las
turbas se maravillaron viendo a sordos hablar, mancos sanos; y cojos pasear, y ciegos
ver, y glorificaron al Dios de Israel.
32 Y Jesús llamando a sí sus discípulos, dijo: «Lastímome de la turba, que días tres
permanecen conmigo y no tienen qué comer; y despedirles ayunos no quiero; no sea
que desfallezcan en el camino». 33 Y dícenle los discípulos: «¿De dónde a nosotros en

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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páramo panes tantos para hartar turba tanta?» 34 Y díceles Jesús: «¿Cuántos panes
tenéis?» Y ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos». 35 Y significando a la turba
echarse sobre la tierra, 36 tomó los siete panes y los peces, y agradeciendo, partió, y
daba a los discípulos; y los discípulos, a las turbas. 37 Y comieron todos, y hartáronse y
las sobras de los pedazos alzaron: siete espuertas llenas. 38 Y los que comieron, fueron
cuatro mil hombres, sin mujeres y niños. 39 Y habiendo despedido a las turbas, entró
en la barca y fue a los confines de Magadán.

5 a. Viene.
b. Sentido: Quien ofrenda a Dios, no está obligado a honrar, a mantener, padre o
madre.
11 c. Boca común = contamina.
17 d. Expresión enérgica para estigmatizar la hipocresía y superstición farisaicas.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 16

Enseñanzas
La señal de Jonás

1 Y acercándose los fariseos y saduceos, tentando, pidiéronle señal del cielo les
mostrara. 2 Mas él, respondiendo, díjoles: «Al atardecer, decís: «Bonanza, que se
enrojece el cielo»; 3 Y al alba: «Hoy tempestad que se enrojece, entristeciéndose el
cielo». La faz del cielo, ciertamente, sabéis distinguir; pero ¿las señales de los tiempos
no podéis? 4 Generación mala y adúltera señal pide, y señal no se le dará sino la señal
de Jonás.» Y abandonándoles, se fue.
5 Y viniendo los discípulos allende, olvidaron panes tomar. 6 Y Jesús, díjoles: «Mirad
y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos». 7 Y ellos consideraban entre sí,
diciendo: que «panes no hemos tomado». 8 Y conociendo Jesús, dijo: «¿Qué
consideráis dentro de vosotros, poco creyentes, que panes no tenéis? 9 ¿Aún no
comprendéis, ni recordáis los cinco panes de los cinco mil y cuantos cofines cogistéis?

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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10 Ni los siete panes de los cuatro mil, y cuántas espuertas cogisteis? 11 ¿Cómo no
comprendéis que no de panes os dije: «Y guardaos de la levadura de los fariseos y
saduceos?» 12 Entonces comprendieron que no dijo se guardasen de la levadura de los
panes, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos.
13 Y viniendo Jesús a las partes de Cesarea, la de Filipo, preguntó a sus discípulos,
diciendo: «¿Quién dicen los hombres ser el Hijo del hombre?» 14 Y ellos dijeron:
«Unos que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que Jeremías, o uno de los profetas».
15 Díceles: «Y vosotros ¿quién decís que soy?» 16 Y respondiendo Simón Pedro, dijo:
«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el viviente». 17 Y respondiendo Jesús, díjole:
«Bienaventurado eres, Simón Barjonás(a), porque carne y sangre(b) no te ha revelado, sino
mi Padre el de los cielos. 18 Y yo también(c) te digo que tú eres Pedro(d) y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y puertas de infierno no prevalecerán contra ella. 19 Te daré las
llaves del reino de los cielos, y lo que atares sobre la tierra, atado estará en los cielos, y
lo que desatares sobre la tierra, desatado estará en los cielos.» 20 Entonces intimó a sus
discípulos que a nadie digan que él es el Cristo.
21 Desde entonces empezó Jesús a manifestar a sus discípulos que debe él a Jerusalén
ir y mucho padecer de los ancianos y sumos sacerdotes y escribas, y ser muerto, y al
tercer día, resucitar. 22 Y tomándole aparte Pedro, dícele intimando: «¡Lejos de ti
Señor!: no te será esto, no». 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Retírate! detrás de
mí, Satán(e); escándalo(f) eres mío, porque no piensas lo de Dios, sino lo de los
hombres.»
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «si alguno quiere en pos de mí venir, niéguese
a sí mismo, y alce su cruz, y sígame. 25 Pues el que quisiere su alma salvar, perderála;
mas, el que perdiere su alma por causa mía, hallarála. 26 Pues ¿qué aprovechará un
hombre, si el mundo entero ganare y a su alma dañare? O ¿qué dará un hombre en
cambio de su alma? 27 Pues debe el Hijo del hombre de venir en la gloria de su Padre
con sus ángeles, y entonces remunerará a cada uno según su conducta. 28 En verdad os
digo que hay algunos de los aquí parados los que no gustarán(g) muerte hasta que no
vieren al Hijo del hombre venir en su realeza»(h).

17 a. Bar = hijo; Jonás = de Jonás.


b. Hombre.

18 c. A mi vez, en recompensa.
d. Petros en griego = «piedra». 23 e. Tropiezo.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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f. Adversario.

28 g. Apurarán, consumarán.
h. En su gloria, a reinar. —Absurdo es referir el pasaje a la transfiguración, que tuvo lugar sólo seis
días después.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 17

Milagros
La Transfiguración

1 Y después de días seis toma consigo aparte Jesús a Pedro, y Santiago, y Juan, el
hermano de él, y los lleva arriba, a un monte alto aparte. 2 Y transfiguróse delante de
ellos: y resplandeció su rostro como el sol; y sus vestidos tornáronse esplendorosos
como la luz. 3 Y he aquí que se les apareció Moisés y Elías, conversando con él. 4 Y
respondiendo Pedro, dijo a Jesús: «Señor, bello es que nosotros aquí estemos; si
quieres, haré aquí tiendas tres: a ti una, y a Moisés una, y a Elías una». 5 Aún hablando
él, he aquí una nube luminosa les fue sombreando y he aquí una voz de la nube
diciendo: «Este es el Hijo mío, el amado, en quien me he complacido: escuchadle». 6 Y
oyendo los discípulos, cayeron sobre su rostro y atemorizáronse sobremanera. 7 Y
llegóse Jesús y, tocándoles, dijo: «Levantaos y no os atemoricéis». 8 Y alzando sus
ojos a nadie vieron, sino a Jesús sólo. 9 Y bajando ellos del monte, encargóles Jesús,
diciendo: «A nadie digáis la visión hasta que el Hijo del hombre de los muertos
resucite.» 10 Y preguntáronle los discípulos, diciendo: «¿Qué, pues, los escribas dicen
que Elías debe venir primero?» 11 Y él respondiendo, dijo: «Elías ciertamente viene y
restaurará todo; 12 y dígoos que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron en
él cuanto quisieron; así también el Hijo del hombre ha de padecer de ellos.» 13
Entonces comprendieron los discípulos que de Juan el Bautista les habló.
14 Y viniendo ellos a la turba acercósele un hombre, arrodillándosele, 15 y diciendo:
«Señor, apiádate de mi hijo, porque es lunático y mal está; pues, muchas veces cae al
fuego y muchas veces al agua. 16 Y le traje a tus discípulos y no le pudieron sanar.» 17

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Y respondiendo Jesús, dijo: «Oh generación, increyente y perversa ¿hasta cuándo con
vosotros estaré? ¿hasta cuándo os sufriré? Traédmelo acá.» 18 E impúsole Jesús, y
salió de él el demonio y sanó el niño desde aquella hora. 19 Entonces acercándose los
discípulos a Jesús aparte dijeron: «¿Por qué nosotros no pudimos lanzarle?» 20 Y él les
dice: «Por vuestra poca fe; pues en verdad os digo: si tuviereis fe como un grano de
mostaza, diréis a este monte: «Pásate de acá a allá». Y se pasará, y nada os será
imposible. 21 Pero este linaje no sale sino en oración y ayuno.»
22 Y volviendo, ellos juntos, en la Galilea, díjoles Jesús: «Ha de ser el Hijo del hombre
entregado en manos de hombres, 23 y mataránle y al tercer día resucitará». Y se
entristecieron sobremanera.
24 Y, viniendo ellos a Cafarnaúm, se acercaron los que los didracmas cobraban a Pedro
y dijeron: «¿Vuestro maestro no paga didracmas?». 25 Dice: «Sí». Y viniendo él a la
casa adelantóse a él Jesús, diciendo: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra ¿de
quiénes cobran tributos o censo? ¿de los hijos de ellos o de los extraños?» 26 Y
diciendo él: «De los extraños», díjole Jesús: «Luego, pues, libres están los hijos. 27
Pero, porque no los escandalicemos, yendo al mar, arroja anzuelo y al saliente primer
pez alza; y abriendo su boca, hallarás un estatero(a); aquél tomando, dales por mí y ti».

27 a. Dos dracmas = 1 1/4 mc.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 18

Enseñanzas
El niño

1 En aquella hora acercáronse los discípulos a Jesús, diciendo: «¿Quién, pues, mayor
es en el reino de los cielos?» 2 Y llamando a sí a un pequeñuelo púsole en medio de
ellos, 3 y dijo: «En verdad dígoos; si no os mudareis e hiciereis como los pequeñuelos,
no entraréis, no, en el reino de los cielos». 4 Quien, pues, se humillare como este
pequeñuelo, ése es el mayor en el reino de los cielos».

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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5 «Y el que recibe un pequeñuelo tal, en mi nombre, a mí recibe; 6 mas, el que


escandalizare a uno de estos pequeños, de los que creen en mí, conviénele que se
cuelgue muela asinina(a) alrededor de su cuello y se sumerja en el piélago de la mar(b).
7 Ay, del mundo por los escándalos; necesario es, por cierto, que vengan los
escándalos; empero ¡ay del hombre, por quien el escándalo viene! 8 Y si tu mano
o tu pie te escandaliza, córtalo y arrójalo de ti; bello te es entrar en la vida manco o cojo
que, dos manos o dos pies teniendo, ser arrojado al fuego al eterno. 9 Y si tu ojo te
escandaliza, sácalo y arrójalo de ti; bello te es monóculo a la vida entrar que, dos ojos
teniendo, ser arrojado a la gehenna del fuego. 10 Mirad que no despreciéis a uno de
estos pequeños; pues, dígoos que sus ángeles en los cielos de continuo miran el rostro
de mi Padre, del de los cielos. 11 Pues ha venido el Hijo del hombre a salvar lo perdido.
12 ¿Qué os parece? si tuviera algún hombre cien ovejas y se descarriare una de ellas
—¿no dejará las noventa y nueve en los montes, y, yendo, busca la descarriada? 13 Y si
aconteciere hallarla, en verdad dígoos que se alegra de ella más que de las noventa y
nueve no descarriadas. 14 Así no hay voluntad delante de mi Padre, el de los cielos, de
que perezca uno de estos pequeños. 15 Y, si pecare tu hermano, ve, repréndele entre ti
y él solo. Si te oyere, has ganado a tu hermano; 16 mas, si no oyere, tómate contigo
todavía uno o dos para que en boca de dos testigos o tres conste toda palabra. 17 Pero,
si les desoyere, di a la iglesia;(c) pero, si también a la iglesia desoyere, séate tal como el
gentil y el publicano. 18 En verdad, os digo: cuanto atareis sobre la tierra, estará atado
en el cielo; y cuanto desatareis sobre la tierra, desatado estará en el cielo. 19 De nuevo,
en verdad, dígoos que, si dos se concertaren de vosotros sobre la tierra, acerca de toda
cosa que pidieren, seráles(d) desde mi Padre, el de los cielos. 20 Pues donde están dos o
tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.»
21 Entonces, acercándose Pedro, díjole: «Señor ¿cuántas veces pecará contra mí mi
hermano y le perdonaré? ¿hasta siete veces?» 22 Dícele Jesús: «No te digo: hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete. 23 Por esto se ha asemejado el reino de los cielos
a un hombre rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Y principiando él a
ajustar, fue traído uno a él, deudor de diez mil talentos(e). 25 Y no teniendo él cómo
pagar, mandóle el señor vender y la mujer y los hijos y todo cuanto tiene, y pagarse. 26
Cayendo, pues, el siervo, adoróle diciendo: «Magnánimo sé conmigo, y todo te
pagaré». 27 Y lastimado el señor de aquel siervo, soltóle y la deuda perdonóle. 28 Pero,
saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios(f) y
cogiendo le ahogaba, diciendo: «Paga, si algo debes». 29 Cayendo(g) pues, su
consiervo, rogábale diciendo: «Magnánimo sé conmigo y te pagaré»; 30 pero él no

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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quiso, sino que yéndose, le arrojó en prisión hasta que pagase lo debido. 31 Viendo,
pues, sus consiervos lo acontecido, se entristecieron sobremanera, y, viniendo,
contaron a su señor todo lo acontecido. 32 Entonces, llamándole a sí, su señor dícele:
«Siervo malo, toda aquella deuda te perdoné, cuando me rogaste; 33 ¿no era necesario
también apiadarte tú de tu consiervo, como yo también me apiadé de ti? 34 Y airado su
señor, entrególe a los verdugos hasta que pagase todo lo a él debido. 35 Así también mi
Padre, el celestial, hará con vosotros si no perdonareis, cada cual a su hermano, de
vuestros corazones.»

6 a. Piedra de moler movida por asno.


b. Alta mar.
17 c. Asamblea, tribunal.
19 d. Vendráles.
24 e. Cuarenta y cinco millones de mc.

28 f. Una mina ó 1/60 de talento. 29 g. Postrándose.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 19

Enseñanzas.
De la monogamia

1 Y aconteció, cuando Jesús terminó estas palabras, pasó de la Galilea, y fue a los
confines de la Judea, allende del Jordán, 2 Y siguiéronle turbas muchas, y sanóles allí.
3 Y acercarónse a él fariseos, tentándole y diciendo: «¿Si es lícito repudiar a su mujer
por cualquier causa?» 4 Y él, respondiendo, dijo: «¿No habéis leído que quien les creó,
desde el principio macho y hembra hízoles y dijo:(a) 5 Por esto abandonará hombre
padre y madre y se adherirá a su mujer, y serán los dos para en carne una. 6 Así que
ya no son dos sino carne una. Lo que Dios, pues, coyundó, el hombre no lo separe». 7
Dícenle: «¿Qué, pues, Moisés encargó dar libelo de divorcio y repudiar?» 8 Díceles:

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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«Porque Moisés por vuestro duro corazón os concedió repudiar vuestras mujeres; pero
al principio no fue así. 9 Y dígoos que quien repudiare a su mujer, si no por fornicación
y se casare con otra, adultera». 10 Dícenle los discípulos: «Si así es la condición del
hombre con la mujer, no conviene casarse». 11 Y él les dijo: «No todos comprenden
esta palabra, sino a los que ha sido dado(b). 12 Pues hay castrados que del vientre de la
madre han nacido así, y hay castrados quien castrados fueron de los hombres; y hay
castrados que se castraron a sí mismos por el reino de los cielos. El que pueda
comprender, comprenda.»
13 Entonces trajeron a él pequeñuelos, para que pusiera las manos sobre ellos y orara;
pero los discípulos impusiéronles. 14 Y Jesús dijo: «Dejad a los pequeñuelos y no les
estorbéis venir a mí; que de tales es el reino de los cielos». 15 Y habiendo puesto las
manos sobre ellos, partió de allí.
16 Y he aquí uno llegándose, díjole: «Maestro bueno ¿qué de bueno haré para tener la
vida eterna?» 17 Y él díjole: «¿Qué me(c) preguntas de lo bueno? uno es el bueno; pero si
quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». 18 Dícele: «¿Cuáles?» Y Jesús
dijo: «El de no matarás; no adulterarás; no hurtarás; no testimoniarás falso; 19 honra al
padre y a la madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo». 20 Dícele el jovencito:
«Todo esto he guardado desde mi juventud;(d) ¿qué me falta todavía?». 21 Díjole Jesús:
«Si quieres ser perfecto anda, vende lo que tienes y dalo a los mendigos, y tendrás un
tesoro en los cielos, y acá sígueme». 22 Pero, oyendo el jovencito la palabra, se retiró
entristecido; porque estaba teniendo bienes muchos. 23 Y Jesús dijo a sus discípulos:
«En verdad os digo que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos. 24 Y de
nuevo os digo: más fácil es que un camello por ojo de aguja entre(e) que un rico, en el
reino de Dios.» 25 Y, oyendo los discípulos, se pasmaron sobremanera, diciendo:
«¿Quién, pues, se puede salvar?» 26 Y contemplando, Jesús, díjoles: «Ante hombres
esto imposible es, pero ante Dios; todo posible». 27 Entonces, respondiendo Pedro,
díjole: «He aquí nosotros hemos dejado todo y seguídote: ¿qué, pues, habrá para
nosotros?» 28 Y Jesús díjoles: «En verdad os digo que vosotros los que me habéis
seguido, en la regeneración, cuando se sentare el Hijo del hombre en trono de su gloria
os sentaréis también vosotros en doce tronos, juzgando las doce tribus de Israel. 29 Y
todo aquel que ha dejado casas y hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o
campos por mi nombre, el múltiplo recibirá y la vida eterna heredará. 30 Y muchos
habrá primeros, últimos, y últimos, primeros.»

4 a. Dios por boca de Adán. 11 b. Pondera Cristo la dificultad y el mérito de la castidad voluntaria. 17

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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c. Hay que suplir: «llamas bueno y...» (Mc. 10,17; Lc. 18,18) 20 d. Primera.

24 e. Proverbio rabínico; Sentido: imposible es que se salve un rico amante de las riquezas.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 20

Parábola de la viña

1 «Porque semejante es el reino de los cielos a un hombre dueño de casa, el que salió
con el alba a ajustar obreros para su viña. 2 Y habiéndose concertado con los obreros en
un denario al día envióles a su viña. 3 Y saliendo cerca de la tercera hora(a) vio otros
parados en la plaza, ociosos, 4 también a aquéllos dijo: «Id también vosotros a la viña,
y lo que fuere justo daréos». 5 Y ellos se fueron. Y otra vez saliendo cerca de la sexta y
nona hora, hizo otro tanto. 6 Y cerca de la undécima, saliendo halló otros parados y
díceles: «¿Qué aquí estáis parados todo el día ociosos?» 7 Dícenle: «Porque nadie nos
ha ajustado». Díceles: «Idos también vosotros a la viña». 8 Y atardeciendo, dice el
dueño de la viña a su mayordomo: «Llama a los obreros y paga el jornal principiando
por los últimos, hasta los primeros. 9 Y viniendo los de cerca de la undécima hora
recibieron sendos denarios. 10 Y viniendo los primeros pensaron que más recibirían, y
recibieron sendos denarios también ellos. 11 Y cogiendo, murmuraron contra el dueño
de casa, 12 diciendo: «Estos, los últimos, una hora han hecho, e iguales a ellos con
nosotros has hecho que hemos llevado el peso del día y el ardor». 13 Y, él
respondiendo, a uno de ellos, dijo: «Amigo no te agravio: ¿Acaso en denario no te has
concertado conmigo? 14 Toma lo tuyo, y vete; Quiero yo a éste, el último, dar lo
mismo que a ti.(b) 15 ¿No puedo yo, lo que quiero hacer en lo mío? ¿o tu ojo malo está
porque yo bueno soy?» 16 Así serán los últimos, primeros; y los primeros, últimos.
Pues muchos son llamados; pero pocos, escogidos.»
17 Y, habiendo de subir Jesús a Jerusalén, llevóse los doce aparte, y en el camino
díjoles: 18 «He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los
sumos sacerdotes y escribas; y condenaránle a muerte, 19 y entregaránle a las gentes
para jugarse con él y azotar y crucificar; y al tercer día resucitará».
20 Entonces acercóse a él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos adorando y
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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pidiendo algo de él, 21 y él díjola: «¿Qué quieres?» Dícele: «Di que se sienten estos
dos hijos míos: uno a la derecha tuya y uno a la izquierda en tu reino». 22 Y
respondiendo Jesús dijo: «No sabéis qué pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de
beber?» Dícenle: «Podemos». 23 Díceles: «El cáliz mío ciertamente beberéis; mas el
sentarse a la derecha mía o a la izquierda, no es mío esto dar, sino a quienes está
preparado por mi Padre». 24 Y oyendo los diez, indignáronse contra los dos hermanos.
25 Y Jesús llamándoles a sí, dijo: «Sabéis que los príncipes de las gentes se enseñorean
de ellos y los grandes aduéñanse de ellos. 26 No así es en vosotros; sino que el que
quisiere en vosotros grande hacerse, será de vosotros servidor. 27 Y el que quisiere en
vosotros ser primero, será de vosotros siervo; 28 así como el Hijo del hombre no vino a
ser servido, sino a servir y dar su alma redención por muchos.»
29 Y saliendo ellos de Jericó, siguióle turba mucha. 30 Y he aquí dos ciegos sentados a
par del camino, oyendo que Jesús va pasando, clamaron diciendo: «Señor, apiádate de
nosotros, hijo de David». 31 Y la turba intimábales que callaran; pero ellos más
clamaban, diciendo: «Señor, apiádate de nosotros, hijo de David». 32 Y parándose
Jesús, voceóles y dijo: «¿Qué queréis os haga?» 33 Dícenle: «Señor, que se abran
nuestros ojos». 34 Y lastimado Jesús, tocó los ojos de ellos y al punto vieron y
siguiéronle.

3 a. 9; hora 6ª 12; 9ª 3 T; 11ª 5 T; 12ª —puesta de sol. 14 b. El jornal, el denario, es el cielo; donde hay
mayor gloria para los quehubieren trabajado más.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 21
Jesús en Jerusalén
Entrada triunfal

1 Y cuando se acercaron a Jerusalén, llegaron a Betfagé, al monte de las Olivas.


Entonces Jesús envió dos discípulos, 2 diciéndoles: «Id a la aldea, la de enfrente de
vosotros, y luego hallaréis asna atada y pollino con ella; desatando, traedme. 3 Y si

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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alguien os dijere algo, diréis: que «el Señor de ellos necesidad tiene, y luego los
enviará.» 4 Y esto ha acontecido para que se cumpliese lo dicho por el profeta,
diciendo:
5 Decid a la hija de Sión: Zc.9,9. «He aquí tu rey te viene manso y sentado sobre asna
y sobre pollino, hijo de subyugal»(a)
6 Y yendo los discípulos y haciendo según les determinó Jesús, 7 trajeron el asna y el
pollino, y pusieron sobre ellos las vestiduras y sentóse sobre ellas. 8 Y la mayor(b) turba
tendieron sus vestiduras en el camino y otros cortaban ramas de los árboles y tendían
en el camino. 9 Y las turbas las que le precedían y las que seguían clamaban diciendo:
Hosanna(c) al Hijo de David,
bendito el que viene en nombre del Señor;
hosanna en lo más excelso.

10 Y entrando él en Jerusalén se conmovió toda la ciudad, diciendo: «¿Quién es éste?»


11 Y las turbas decían: «Este es el profeta Jesús, el de Nazaret, de la Galilea». 12 Y
entró Jesús en el santuario de Dios y arrojó fuera todos los vendientes y comprantes en
el santuario, y las mesas de los cambistas volcó y las sillas de los vendientes de las
palomas. Y díceles: 13 Escrito está: «La casa mía, casa de oración será llamada: pero
vosotros la hacéis cueva de bandidos». 14 Y
allegáronsele ciegos y cojos en el santuario, y curóles. 15 Y viendo los sumos
sacerdotes y los escribas lo maravilloso que hizo y los niños clamantes en el santuario y
dicientes: «Hosanna al Hijo de David», se indignaron, 16 y dijéronle: «¿Oyes qué estos
dicen?» y Jesús díceles: «Sí; ¿jamás habéis leído que de boca de infantes y mamantes
has consumado loor?» 17 y abandonándoles, salió fuera de la ciudad a Betania y
pernoctó allí. 18 Y al alba, retornando a la ciudad, hambreó. 19 Y, viendo higuera
una(d) a par del camino, vino a par de ella, y nada encontró en ella, sino hojas solamente
y dícele: «No más, no, saldrá de ti fruto por el siglo».(e) Y secóse al punto la higuera. 20
Y viendo los discípulos, maravilláronse diciendo: «¿Cómo al punto se ha secado la
higuera?» 21 Y, respondiendo Jesús, díjoles: «En verdad dígoos; si tuviereis fe y no
vacilareis no sólo lo de la higuera haréis, sino que, si también a este monte dijereis;
«Alzate y arrójate en el mar», se hará, 22 y todo cuanto pidiereis en la oración,
creyendo, recibiréis». 23 Y viniendo él al santuario, acercáronse a él, cuando enseñaba,
los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo: «¿En qué poder esto haces?(f)
¿Y quién te ha dado este poder?» 24 Y, respondiendo Jesús, díjoles: «Preguntaréos yo
también, palabra una: la cual si me dijereis, yo también os diré en qué poder esto hago:
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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25 «El bautismo el de Juan, de dónde era: ¿del cielo o de los hombres?» Y ellos
consideraban entre sí, diciendo: Si dijéremos: «del cielo», dirános: «¿Por qué, pues, no
le habéis creído?» 26 Y si dijéremos: «de los hombres», tememos la turba, pues, todos
por profeta tienen a Juan». 27 Y respondiendo a Jesús dijeron: «No sabemos». Díjoles
también él: «Ni yo os digo en qué potestad esto hago». 28 «¿Y qué os parece? Un
hombre tenía hijos dos; viniendo el primero, dijo: «Hijo, vete, hoy trabaja en la viña».
29 Y él respondiendo, dijo:»¡Yo señor!» —Y no fue. 30 Y, viniendo al segundo; dijo
asimismo. Y él respondiendo, dijo: «No quiero», por fin, arrepintiéndose, fue, 31
«¿Quién de los dos hizo la voluntad del padre?» Dicen: «el último». Díceles Jesús: «En
verdad dígoos que los publicanos y las rameras se adelantan a vosotros al reino de
Dios». 32 Pues vino Juan a vosotros en camino de justicia y no le creisteis; pero los
publicanos y las rameras creyéronle; pero vosotros, viendo ni os habéis arrepentido por
fin a creerle. 33 Otra parábola escuchad: Un hombre hubo dueño de casa, el que crió
viña y cerca le puso en torno
y cavó en ella lagar, y edificó torre(g) y arrendóla a agrícolas, y peregrinó. 34 Y cuando
se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los agrícolas a coger los frutos de
ellas. 35 Y cogiendo los agrícolas a sus siervos a uno desollaron(h); a otro mataron; a
otro apedrearon. 36 De nuevo envió otros siervos, más que los primeros, e hiciéronles
asimismo. 37 Y, por fin, envió a ellos su hijo, diciendo: «Considerarán a mi hijo». 38
Pero los agrícolas, viendo al hijo, dijeron entre sí: «Este es el heredero: Venid,
matémosle, y tengamos su herencia», 39 y cogiendo le lanzaron fuera de la viña y
mataron. 40 Cuando venga, pues, el señor de la viña ¿qué hará a aquellos agrícolas?»
41 Dícenle: «Malos, mal perderáles y la viña arrendará a otros agrícolas los que le
paguen los frutos a sus tiempos». 42 Díceles Jesús: «¿Nunca habéis leído en las
Escrituras:
¡A la piedra que desestimaron los edificantes esta fue hecha cabeza de ángulo; desde
Señor hecha fue ésta(i), y es maravillosa en nuestros ojos!
43 Por esto dígoos que será quitado de vosotros el reino de Dios y dado a gente(j) que
haga los frutos de él(k). 44 ¡Y el que cayere sobre esta piedra —a ése destrozará; y
sobre quién ella cayere— le aventará(l)!» 45 Y oyendo los sumos sacerdotes y escribas
sus parábolas; conocieron que de ellos habla. 46 Y buscando cómo prenderle, temieron
a las turbas, porque por profeta le tenían.

5 a. Animal de yugo, carga.


8 b. Posible — innumerable.
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9 c. Salve.
19 d. Sola, aislada.
e. Eternidad.
23 f. De enseñar.

33 g. De habitación y defensa. 35 h. Desgarraron a azotes. 42 i. Cosa = esto.


43 j. A gentiles.
k. Del reino.
44 l. Pulverizará, esparcirá al viento. —La piedra (Cristo con su inmensa fuerza) desmenuzará al que
cayere sobre él = le atacaré, pero le aventará cuando viniere
sobre él como juez.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 22

Parábola de las bodas reales

1 Y respondiendo(a) Jesús, de nuevo hablóles en parábolas diciendo: 2 «Asemejádose


ha el reino de los cielos a un hombre rey, el que hizo bodas a su hijo: 3 y envió sus
siervos a convidar a los convidados a las bodas; y no querían venir. 4 De nuevo envió
otros siervos, diciendo: «Decid a los llamados: «He aquí mi comida aderezada tengo;
mis toros y cebas(b), muertos y todo preparado: venid a las bodas». 5 Ellos, empero,
desentendiéndose, se fueron: el uno al propio campo; el otro a su negocio; 6 y los
demás, prendiendo los siervos de él ultrajaron y mataron. 7 Y el rey airóse, y mandando
sus ejércitos, perdió a aquellos homicidas y su ciudad quemó. 8 Entonces dice a sus
siervos: «La boda a la verdad aderezada está: pero los llamados no eran dignos; 9 id,
pues, a los cruceros de los senderos, y a cuanto hallareis, llamad a las bodas». 10 Y,
saliendo aquellos siervos a los senderos, trajeron juntos a todos los que hallaron; malos
así como buenos, y llenóse el tálamo de comensales. 11 Y entrando el rey a ver a los
comensales, vio allí a un hombre no vestido con veste de boda. 12 Y dícele: «Amigo,
¿cómo has entrado aquí, no trayendo veste de boda(c)?» El, empero, enmudeció. 13
Entonces el rey dijo a los ministros: Atándole de pies y manos, y arrojadle fuera, en las
tinieblas las exteriores(d); allí será el llanto y el rechino de los dientes. 14 Que muchos
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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son los llamados; pocos, empero, los escogidos.»


15 Entonces yéndose los fariseos, consultaron, entre sí cómo enlazarle en palabra. 16 Y
le envían los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: «Maestro, sabemos que
veraz eres: y el camino de Dios en verdad enseñas: y que no te importa de nadie, porque
no miras a faz de hombres; 17 dinos, pues, ¿qué te parece? ¿es lícito(e) dar censo a
César, o no?» 18 Mas, conociendo Jesús la malicia de ellos, dijo: «¿Qué me tentáis,
hipócritas? 19 Mostradme la moneda del censo». Y ellos trajéronle un denario. 20 Y
díceles: ¿De quién esta imagen y el epígrafe? 21 Dicen: «De César». Entonces díceles:
«Devolved, pues, lo de César a César, y lo de Dios a Dios». 22 Y, oyendo;
maravilláronse, y, dejándole, se fueron.
23 En aquel día se acercaron a él saduceos diciendo que no hay resurrección, y le
preguntaron, 24 diciendo: «Maestro, Moisés dijo: «Si alguno muriere, no teniendo
hijos se casará leviráticamente(f) su hermano con su mujer, y resucitará simiente a su
hermano». 25 Había, pues, entre nosotros, siete hermanos. Y el primero, habiéndose
casado, finó, y, no teniendo simiente, dejó su mujer a su hermano. 26 Lo mismo
también el segundo y el tercero hasta los siete. 27 Y, al fin de todos, murió la mujer. 28
En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será mujer? pues todos tuviéronla». 29 Y
respondiendo Jesús, díjoles: «Erráis: no sabiendo las Escrituras, ni el poder de Dios».
30 Pues, en la resurrección, ni se casan, ni se las casa,(g) sino como ángeles en el cielo
son. 31 Y de la resurrección de los muertos ¿no habéis leído lo hablado a vosotros por
Dios, diciendo: 32 «Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob.
No es Dios de muertos, sino de vivientes». 33 Y oyendo las turbas asombrábanse de su
doctrina.
34 Pero los fariseos, oyendo que había acallado a los saduceos, juntáronse a una, 35 y
preguntó uno de ellos, legisperito, tentándole: 36 «Maestro ¿cuál es el mandamiento
grande en la ley? 37 Y él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios en todo tu corazón y en toda
tu alma y en toda tu mente. 38 Este es el grande y primero mandamiento. 39 El
segundo, semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 En estos dos
mandamientos toda la ley pende y los profetas».
41 Y congregados los fariseos, preguntóles, Jesús, diciendo: 42 ¿Qué os parece del
Cristo? ¿de quién es hijo? Dícenle: «De David». Díceles: 43 «Pues ¿cómo David, en
espíritu, llámale señor, diciendo: 44 Dijo Señor a mi Señor: «Siéntate a mi diestra
hasta poner yo tus enemigos por debajo de tus pies? 45 Si David, pues le llama señor
¿cómo hijo suyo es?» 46 Y nadie pudo responderle palabra, ni se atrevió alguno, desde
aquel día, a preguntarle más.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 a. A algo que no se menciona.


4 b. Animales de ceba.
12 c. A los pobres solíanles los grandes obsequiar el vestuario festivo. Por esto es
culpable el que ha entrado mal vestido. Entre todos los malos que han sido también llamados, es el
peor, pues ni ha respetado las bodas. El símil pinta la unión del Verbo con la humanidad, su esposa.

13 d. Las de fuera de los esplendores del festín. 17 e. Los judíos se creían injustamente sometidos a
los romanos. 24 f. Levirato = matrimonio entre cuñados.
30 g. Ni el hombre busca mujer, ni la mujer marido: no habrá generación carnal, sino amor puro.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 23

Contra los fariseos y Jerusalén


Hipocresía y ambición farisaicas

1 Entonces Jesús habló a las turbas y a sus discípulos, 2 diciendo: «Sobre la de Moisés
cátedra sentáronse los escribas y los fariseos; 3 todo, pues, cuanto os dijeren, haced, y
guardad, pero, según sus obras, no hagáis; que dicen y no hacen. 4 Y atan cargas
pesadas e insoportables y pónenlas sobre los hombros de los hombres; pero ellos con su
dedo no quieren moverlas. 5 Y todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres;
pues ensanchan(a) sus filacterias(b) y extienden sus franjas;(c) 6 y aman el primer lecho
en los banquetes, y las primeras sillas en las sinagogas; 7 y las salutaciones en las
ágoras y ser llamados de los hombres rabbí,(d) 8 vosotros, empero, no os llaméis rabbí,
que uno es vuestro maestro, y todos vosotros hermanos sois. 9 Y padre no llaméis
vuestro sobre la tierra; pues uno es vuestro padre: el celestial. 10 Ni os llaméis guías
que vuestro guía es uno: el Cristo. 11 Y el mayor de vosotros será vuestro servidor. 12
Y quienquiera que se ensalzare, será humillado; y quienquiera que se humillare, será
ensalzado.»
13 «Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque cerráis el reino de los
cielos delante de los hombres, que ni vosotros entráis ni a los que entran, dejáis entrar!
14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque devoráis las casas de las

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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viudas, orando con aparato, largamente(e) por esto llevaréis más abundante juicio! 15
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque atravesáis la mar y la árida por
hacer un prosélito y cuando sucede, hacéisle hijo de la gehenna duplo que vosotros! 16
¡Ay de vosotros, ductores ciegos, los que decís: «Quien jurare en el templo, —nada es,
pero, quien jurare en el oro(f) del templo, se obliga!(g)». 17 ¡Necios y ciegos! pues ¿quién es
mayor; el oro o el templo que santifica el oro? 18 Y: «Quien jurare en el altar nada es;
pero, quien jurare en la ofrenda la sobre él, se obliga». 19 ¡Necios y ciegos! pues ¿qué
es mayor: la ofrenda o el altar, el que santifica la ofrenda? 20 Quien jurare, en el altar,
jura en él y en todo sobre él; 21 y quien jurare en el templo, jura en él y en el que se
aposenta en él; 22 y quien jurare en el cielo, jura en el trono de Dios y el sentado sobre
él. 23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque diezmáis la menta, y el
eneldo y el comino, y tenéis dejado lo más grave de la ley: el juicio, y la misericordia y
la fe! Y esto era necesario hacer, y aquello no dejar. 24 ¡Ductores ciegos, los que coláis
el mosquito, y el camello tragáis! 25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas
porque limpiáis lo de fuera del cáliz y de la escudilla, y por dentro rebosan de rapiña e
intemperancia! 26 Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del cáliz y de la escudilla,
para que quede también lo de fuera de él limpio. 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, porque semejáis tumbas recién blanqueadas; las que por fuera parecen
hermosas, pero por dentro rebosan de huesos de muertos y de toda impureza! 28 Así
también vosotros, por fuera ciertamente parecéis a los hombres, justos, pero por dentro
estáis henchidos de hipocresía e injusticia. 29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, porque edificáis las tumbas de los profetas y adornáis los monumentos de
los justos! 30 y decís: «Si fuéramos en los días de nuestros padres, no fuéramos de ellos
partícipes en la sangre de los profetas» 31 Así que atestiguáis de vosotros mismos que
hijos sois de los que mataron a los profetas. 32 Y vosotros llenasteis la medida de
vuestros padres, 33 serpientes, engendros de víboras ¿cómo huiréis del juicio de la
gehenna? 34 Por esto, he aquí que yo envío a vosotros profetas, y sabios y escribas; de
ellos mataréis y crucificaréis; y de ellos azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis
de ciudad en ciudad, 35 para que venga sobre vosotros toda sangre justa derramada
sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías(h), hijo de
Baraquías; a quien matasteis entre el templo y el altar. 36 En verdad dígoos: vendrá
todo esto sobre esta generación. 37 Jerusalén, Jerusalén, la matadora de los profetas y
apedreadora de los enviados a ella —¡cuántas veces quise ir juntando tus hijos del
modo que un ave va juntando sus pollos bajo sus alas, y no quisisteis! 38 He aquí se os
abandonará(i) vuestra casa. 39 Pues dígoos que no me veréis, no, desde ahora hasta que
digáis:
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Bendito el que viene en nombre de Señor.»

5 a. Agrandaban hipócritamente las filacterias y franjas.


b. «Amuletos». Tiritas de pergamino en que estaban escritos ciertos pasajes de la ley; que llevaban los
fariseos en la frente o en el brazo, entendiendo materialmente lo de tener siempre delante de los ojos y
en el corazón la ley de Dios.
c. Llevábalas el vestuario judío para diferenciarse de los gentiles.

7 d. Mi señor = maestro.
14 e. Engañándola con largas oraciones.
16 f. El tesoro.

g. A cumplir su juramento. 35 h. Muchos antiguos le tienen por el padre del Bautista. 38 i. Será
abandonado por Dios, hasta que al fin de los tiempos se convierta Israel y

Evangelio según San Mateo


Capítulo 24

Escatología
De la ruina de Jerusalén y del fin del mundo.
Ocasión de la profecía

1 Y saliendo Jesús, íbase del santuario, y se llegaron sus discípulos, a mostrarle los
edificios del santuario. 2 Y él respondiendo, díjoles: «¿No veis todo esto?» En verdad
dígoos no se dejará, no, aquí piedra sobre piedra que no sea deshecha». 3 Y, sentándose
él en el monte de las Olivas, llegáronse a él sus discípulos aparte, diciendo: «Dinos,
cuándo esto será y cuál la señal de tu advenimiento(a) y consumación del siglo».
4 Y respondiendo Jesús, díjoles: «Mirad que nadie os descamine. 5 Pues muchos
vendrán en mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y a muchos descaminarán. 6 Y
habéis de oír guerras y oídas(b) de guerras. Ved: no os espantéis; porque es menester
que suceda; pero todavía no es el fin. 7 Porque se levantará gente contra gente(c) y
reino contra reino; y habrá hambres, y pestes y terremotos aquí y allí; 8 y todo esto,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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principio de dolores de parto(d) 9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán y


seréis aborrecidos de todas las gentes por mi nombre. 10 Y entonces se escandalizarán
muchos, y unos a otros se entregarán, y se aborrecerán unos a otros. 11 Y muchos
pseudoprofetas se levantarán y descaminarán a muchos. 12 Y, por colmarse la
iniquidad, se enfriará la caridad de los más. 13 Y el perseverante hasta el fin, éste se
salvará. 14 Y se predicará este evangelio del reino en toda la habitada(e), en testimonio
a todas las gentes, y entonces vendrá el fin. 15 Cuando viereis, pues, la abominación
del asolamiento(f), la dicha por Daniel el profeta, parada en lugar sagrado (el leyente,
entienda(g)), 16 entonces los en la Judea, huyan a los montes; 17 y el que sobre el
terrado, no descienda a alzar lo de su casa; 18 y el que en el campo, no vuelva atrás a
alzar su manto. 19 Y ¡ay de las preñadas y las lactantes en aquellos días! 20 Y
orad, que no sea vuestra fuga en invierno ni en sábado(h). 21 Pues habrá entonces
tribulación grande, cual no ha habido de principio de mundo hasta lo de ahora, ni
habrá, nunca jamás. 22 Y si no se acortaran aquellos días, no se salvara toda carne; pero
por los elegidos se acortarán aquellos días. 23 Entonces, si alguno os dijere: «Ve: ¡aquí
el Cristo!» o: «¡aquí!» no creáis; 24 pues se levantarán pseudocristos y pseudoprofetas
y darán señales(i) grandes y prodigios hasta descaminar (si es posible) también a los
elegidos. 25 He aquí, predicho os lo tengo. 26 Si os dijeren, pues: «He aquí, en el
desierto» no salgáis; y «he aquí, en las alcobas», no creáis. 27 Pues, como el relámpago
sale de oriente y parece hasta occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre.
28 Donde estuviere la carroña,(j) allí juntaránse las águilas. 29 Y al punto, después de la
tribulación de aquellos días el sol se entenebrecerá, y la luna no dará su esplendor, y
los astros caerán del cielo, y los poderes(k) de los cielos se estremecerán. 30 Y
entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces plañirán todas
las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con
poder y gloria mucha. 31 Y enviará sus ángeles con trompeta grande, e irán juntando
sus elegidos de los cuatro vientos, de extremos de cielos hasta extremos de ellos(l). 32
Y de la higuera(m) aprended la parábola. Cuando ya su rama se tornare tierna y las hojas
brotaren, conocéis que cerca el estío; 33 así también vosotros, cuando viereis todo esto,
conoced que cerca está(n), a las puertas. 34 En verdad dígoos que no pasará, no, esta
generación(o) hasta que todo esto acontezca. 35 El cielo y la tierra pasará; pero mis
palabras no habrán pasado, no. 36 Pero acerca de aquel día y hora nadie sabe, ni los
ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino el Padre sólo. 37 Pues tal como los días de Noé,
así será el advenimiento del Hijo del hombre(p). 38 Pues, como estaban, en aquellos
días, los antes del diluvio, comiendo y bebiendo; casándose y casando, hasta el día que
entró Noé en el arca; 39 y no conocieron hasta que vino el diluvio y arrebató a todos
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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totalmente; así será el advenimiento del Hijo del hombre. 40 Entonces habrá dos en el
campo: uno es llevado de allí(q), y uno, dejado; 41 dos molineras en la molienda: una es
llevada de allí, y una dejada. 42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora vuestro Señor
viene. 43 Aquello, empero, conoced: que, si supiera el dueño de casa a qué vigilia el
ladrón viene,
velaría y no dejaría socavar su casa. 44 Por esto también vosotros estad prontos; pues a
la que no pensáis hora(r), el Hijo del hombre viene. 45 ¿Quién es, pues, el fiel siervo y
prudente, a quien ha puesto el Señor sobre su familia, para darles el alimento a tiempo?
46 Bienaventurado aquel siervo, a quien, viniendo su Señor, hallare así haciendo. 47
En verdad dígoos que sobre todos sus bienes le pondrá. 48 Si dijere, empero, aquel mal
siervo en su corazón: «Tarda mi Señor»; 49 y comenzare a golpear a sus consiervos; y
comiere y bebiere con los ebrios; 50 llegará el Señor de aquel siervo el día que no
aguarda y a la hora que no sabe, 51 y le cortará en dos, y su parte con los hipócritas
pondrá; allí será el llanto y el rechino de los dientes.»

3 a. Parusía.
6 b. Fama de guerras lejanas.
7 c. Guerras intestinas.
8 d. Dolores vehementes de la tierra vieja engendrando a la nueva.
14 e. Tierra.
15 f. Muy abominable, horrorosa desolación; parada = completa, perpetua, del templo.
g. Advierte Cristo que se entienda bien a Daniel; quien (9,27) habla de la primera destrucción de
Jerusalén, y (12,19) de la segunda. De ambas habla a la vez Cristo aquí.
20 h. Invierno y sábado son los tiempos las mayores tribulaciones, acaso porque en invierno (o al fin
de él) fue la pasión; y los sábados padeció más Cristo por las
contradicciones de los fariseos.
24 i. Predicciones.

28 j. Los cadáveres de los malos, que serán muertos a la venida de Cristo y cubriránla tierra. Su
exterminio precederá inmediatamente a la venida. 29 k. Fuerzas, leyes.
31 l. Ampliaciones para explicar las inmensidades del reino divino. 32 m. Imagen muy propia de la
dicha de los justos; pues la higuera por fructificartodo el año en aquellos países; y por la suavidad y
utilidad de su fruto, como por suinmensa fecundidad; pues llega a tener 500 metros de circunferencia
su copa;aparece en la lengua bíblica (al lado de la vid) como símbolo de la abundancia yfelicidad
—Acaso también habría alguna cerca del sitio donde hablaba el Salvador.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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33 n. Cristo.
34 o. Linaje, el pueblo israelítico.

37 p. Como hombre. 40 q. Por los ángeles y llevado al encuentro de Cristo. 44 r. A la que no pensáis.
El hipérbaton realza sobremanera el concepto de hora.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 25

Parábolas de la segunda venida

1 «Entonces asemejaráse el reino de los cielos a diez vírgenes(a), las que, tomando sus
lámparas, salieron al encuentro del esposo. 2 Y cinco de ellas eran fatuas y cinco
prudentes. 3 Pues las fatuas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 mas,
las prudentes tomaron aceite en los vasos con las lámparas. 5 Pero, tardando el esposo,
dormitaron todas y se durmieron. 6 Y a la media noche clamor hubo: «He aquí el
esposo: salid al encuentro». 7 Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes y
aderezaron sus lámparas. 8 Y las fatuas a las prudentes dijeron: «Dadnos de vuestro
aceite, porque nuestras lámparas se apagan». 9 Mas, respondieron las prudentes,
diciendo: «No sea que no alcance no para nosotras y vosotras. Id más bien a los que
venden y compraos». 10 Y, yendo ellas a comprar, vino el esposo, y las apercibidas
entraron con él a las bodas, y cerróse la puerta. 11 Y al fin llegaron también las demás
vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». 12 Mas, él, respondiendo, dijo: «En
verdad dígoos: no os conozco». 13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora.»
14 «Pues,(b) así como un hombre, peregrinando, llamó a sus siervos y les entregó sus
bienes; 15 y a éste dio cinco talentos; al otro, dos; al otro, uno; a cada cual según su
propia fuerza; y peregrinó. Al punto, 16 partiendo el que cinco talentos recibió, trabajó
en(c) ellos y ganó otros cinco. 17 Así mismo el que los dos, ganó otros dos. 18 Mas, el
que uno recibió, yéndose, cavó la tierra y ocultó el dinero de su señor. 19 Y después de
mucho tiempo, viene el señor de aquellos siervos y tómales cuenta. 20 Y, llegando el
que los cinco talentos recibió, trájole otros cinco talentos, diciendo: «Señor, cinco
talentos me entregaste; he aquí otros cinco talentos he ganado». 21 Díjole su señor:

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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«¡Bien! siervo bueno y fiel: sobre poco has sido fiel; sobre mucho te pondré, entra en el
gozo de tu señor». 22 Y llegando también el que los dos talentos, dijo: «Señor, dos
talentos me entregaste, he aquí otros dos talentos he ganado». 23 Díjole su señor
«¡Bien! siervo bueno y fiel: sobre poco has sido fiel; sobre mucho te pondré: entra en el
gozo de tu señor». 24 Pero, llegando también el que un talento ha recibido, dijo:
«Señor, te he conocido yo: que duro eres —hombre, segando donde no sembraste, y
juntando donde no esparciste; 25 y, atemorizado, yendo oculté tu talento en la tierra; he
aquí tienes lo tuyo». 26 Y respondiendo su señor, díjole: «Mal siervo y perezoso
¿sabías que siego, donde no sembré, y junto, donde no esparcí? 27 Debías, pues, haber
echado mis dineros a los cambistas, y, viniendo yo, recibiera lo mío con intereses. 28
Quitadle, pues, el talento y dad al que tiene los diez talentos. 29 Pues al que tiene,
todo(d) se le dará, y abundará; mas al que no tiene, aún lo que tiene, quitarásele. 30 Y al
inútil siervo lanzad a las tinieblas exteriores: allí será el llanto y el rechino de los
dientes.»
31 «Y cuando viniere el Hijo del hombre en su gloria y todos los ángeles con él;
entonces se sentará en trono de su gloria; 32 y congregadas serán delante de él todas las
gentes; y les separará unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de los cabritos;
33 y pondrá las ovejas a su derecha; los cabritos, a la izquierda. 34 Entonces dirá el Rey
a los de su derecha. «Venid, los benditos de mi Padre, heredad el reino dispuesto para
vosotros desde fundación de mundo. 35 Pues hambre tuve, y me disteis de comer, sed,
y me disteis de beber; huésped fui, y me recogisteis; 36 desnudo, y me vestisteis;
enfermé y me visitasteis; en prisión estuve y vinisteis a mí. 37 Entonces responderánle
los justos, diciendo: «Señor ¿cuándo te vimos hambriento, y sustentamos, o sediento y
dimos de beber? 38 Y ¿cuándo te vimos huésped, y recogimos; o desnudo y cubrimos?
39 Y ¿cuándo te vimos enfermo o en prisión, y vinimos a ti? 40 Y, respondiendo el Rey
les dirá: «En verdad os digo: en cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos, los más
pequeños, a mí hicisteis». 41 Entonces dirá también a los de la izquierda: «Apartaos de
mí, los malditos, al fuego, al eterno, el preparado al diablo y sus ángeles. 42 Pues
hambre tuve, y no me disteis de comer, y sed, y no me disteis de beber; 43 huésped fui,
y no me recogisteis; desnudo y no me cubristeis; enfermo y en prisión, y no me
visitasteis». 44 Entonces responderán también ellos, diciendo: «Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, o sediento, o desnudo, o enfermo, o en prisión, y no te servimos?»
45 Entonces les responderá, diciendo: «En verdad os digo: en cuanto no hicisteis a uno
de estos más pequeños, ni a mí hicisteis». 46 E irán éstos a castigo eterno, y los justos a
vida eterna»(e).

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 a. Número algo crecido de doncellas del séquito, por la magnificencia de las bodas las gloriosas del
Mesías con la humanidad.
14 b. El reino de los cielos es.
16 c. Más expresivo que con. En equivale a dentro de, como viviendo en la negociación.

29 d. El que tiene. 46 e. El sentido del pasaje es el que los hombres serán juzgados principalmente
porla caridad: la ley y el precepto de Cristo.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 26

Pasión
Anuncia Cristo su muerte

1 Y, aconteció que, acabando Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: 2
«Sabéis que, dentro de dos días la Pascua es, y el Hijo del hombre es entregado para
que se le crucifique».
3 Entonces juntáronse los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo en el aula del
sumo sacerdote, del llamado Caifás; 4 y consultáronse, para a Jesús con engaño
prender y matar. 5 Y dijeron: «No en fiesta, porque tumulto no haya en el pueblo».
6 Y, estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, 7 acercósele una mujer
teniendo un alabastro(a) de ungüento precioso, y derramólo sobre la cabeza de él
recostado. 8 Y viendo los discípulos, indignáronse, diciendo: «¿A qué esta pérdida? 9
Que podíase esto vender caro y dar a los pobres». 10 Y, conociendo Jesús, díjoles:
«¿Qué? ¿golpes asestáis a la mujer? Pues obra hermosa ha obrado conmigo. 11 Que
siempre a los pobres tenéis con vosotros, pero a mí no siempre tenéis. 12 Pues echando
ésta este ungüento sobre mi cuerpo, para sepultar me ha hecho(b). 13 Y en verdad
dígoos: doquiera se predicare este evangelio en todo el mundo, se contará también lo
que ésta ha hecho, en memoria de ella».
14 Entonces, yendo uno de los doce: el llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes,
15 dijo: «¿Qué me queréis dar? y yo os lo entregaré». Y ellos le señalaron treinta
dineros; 16 y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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17 Y el primero de los ázimos, acercáronse los discípulos a Jesús, diciendo: «¿Dónde


quieres, te preparemos el comer la Pascua?»(c) 18 Y él dijo: «Id a la ciudad a tal(d) y
decidle: «El Maestro dice: «Mi tiempo cerca está; contigo hago la Pascua con mis
discípulos». 19 E hicieron los discípulos como les mandó Jesús, y prepararon la
Pascua.
20 Y, atardeciendo, recostóse con los discípulos; 21 y, comiendo ellos, dijo: «En
verdad os digo que uno de vosotros me entregará». 22 Y, contristados sobremanera,
empezaron a decirle cada uno de ellos: «¿Acaso yo soy, Señor?» 23 Y él respondiendo
dijo: «El que remoja conmigo la mano(e) en la escudilla, éste me entregará. 24 El Hijo
del hombre ciertamente va; según está escrito de él; mas ¡ay de aquel hombre por quien
el Hijo del hombre es entregado; bello le fuera, si no hubiese nacido aquel hombre». 25
Y respondiendo Judas, el que le entregó, dijo: «¿Acaso yo soy, Maestro?» Dícele: «Tú
has dicho». 26 Y, comiendo ellos, tomando Jesús pan y bendiciendo, partió, y, dando a
los discípulos, dijo: «Tomad, comed; éste es mi cuerpo». 27 Y, tomando un cáliz, y,
agradeciendo, dioles, diciendo: «Bebed de él todos: 28 ésta es mi sangre del (nuevo)
testamento; la que por muchos es derramada en remisión de pecados. 29 Y dígoos: no
beberé, no, desde ahora de este germen de la vid, hasta aquel día que le beberé con
vosotros nuevo en el reino de mi Padre».
30 Y, salmeando, salieron al monte de las Olivas. 31 Entonces díceles Jesús: «Todos
vosotros os escandalizaréis en mí esta noche; que escrito está: «Heriré al pastor, y se
dispersarán las ovejas de la grey.» 32 Pero, después de resucitar yo, os conduciré a la
Galilea». 33 Y, respondiendo Pedro, díjole: «Si todos se escandalizaren en ti, yo jamás
me escandalizaré.» 34 Díjole Jesús: «En verdad te digo: en esta noche antes de cantar el
gallo, tres veces me negarás». 35 Dícele Pedro: «Aunque sea menester morir yo
contigo, jamás te negaré». Así dijeron también todos los discípulos. 36 Entonces va
con ellos Jesús a un paraje, llamado Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí,
mientras yendo allá orare yo». 37 Y, llevándose a Pedro y los dos hijos del Zebedeo,
comenzó a entristecerse y atediarse. 38 Entonces díceles: «Triste en torno(f) está mi
alma a muerte: quedaos aquí, y velad conmigo». 39 Y, adelantándose un poco, cayó
sobre su rostro orando y diciendo: «Padre mío, si posible es, pase de mí este cáliz. Mas,
no como yo quiero, sino como tú». 40 Y va a los discípulos y hállales durmiendo, y
dice a Pedro: «Así ¿no habéis valido para una hora velar conmigo? 41 Velad y orad
para que no entréis en tentación. Que el espíritu, pronto; la carne, empero, enferma».
42 De nuevo segunda vez, retirándose, oró: «Padre mío, si no puede éste (cáliz) pasar
sin beberlo yo, hágase tu voluntad». 43 Y, yendo de nuevo, hallóles durmiendo, porque

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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los ojos de ellos cargados estaban: 44 Y, dejándoles, de nuevo retirándose, oró tercera
vez, diciendo las mismas palabras. 45 Entonces va a los discípulos y díceles: «Dormid
ya, y reposad(g). Pues he aquí es llegada la hora, y el Hijo del hombre entregado es en
manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; he aquí es llegado el que me entrega». 47
Y, aún hablando él, he aquí Judas, uno de los doce, vino y con él turba mucha con
cuchillas y palos, de(h) los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 Y el que le
entregó, dioles señal, diciendo: «A quien yo besare, él es; prendedle». 49 Y al punto
llegándose Judas, dijo: «Salve, rabí», y le besó tiernamente. 50 Y Jesús díjole: «Amigo,
¿a qué tú aquí» Entonces, llegándose, echaron las manos a Jesús y prendiéronle. 51 Y
he aquí uno de los de él, extendiendo la mano, desenvainó su cuchilla, e hiriendo al
siervo del sumo sacerdote, llevóle la orejilla(i). 52 Entonces dícele Jesús: «Vuelve tu
cuchilla a su lugar, que todos los que cogieren cuchilla, a cuchilla perecerán. 53 ¿O
crees que no puedo pedir a mi Padre, y me rodeará al punto de más de doce legiones de
ángeles(j)? 54 ¿Como, pues, se cumplirían las escrituras de que así ha de suceder?» 55
En aquella hora dijo Jesús a las turbas: «¿Como a ladrón, habéis salido con cuchillas y
palos a cogerme? Día a día en el templo sentábame yo enseñando, y no me prendisteis.
56 Pero todo esto aconteciendo está, para que se cumplan las Escrituras de los
profetas». Entonces los discípulos todos, dejándole, huyeron.
57 Y ellos, prendiendo a Jesús, fuéronle llevando ante Caifás, el sumo sacerdote; donde
los escribas y los ancianos estaban reunidos. 58 Mas, Pedro seguíale de lejos, hasta el
atrio del sumo sacerdote; y, entrando dentro, sentóse con los servidores, para ver el fin.
59 Y los sumos sacerdotes y todo el sanedrín buscaban falso testimonio contra Jesús,
para matarle; 60 y no hallaron, habiéndose llegado muchos falsos testigos. Y, al fin,
llegándose dos falsos testigos, 61 dijeron: «Este dijo: Puedo deshacer el templo de Dios
y en tres días edificarle.» 62 Y, levantándose el sumo sacerdote, díjole: «¿Nada
respondes? ¿Qué(k) testifican éstos contra ti?» 63 Jesús, empero, callaba. Y el sumo
sacerdote le dijo: «Conjúrote por el Dios, el viviente, que nos digas si tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios». 64 Dícele Jesús: «Tú has dicho. Empero dígoos: desde ahora(l) veréis
al Hijo del hombre, sentado a diestra del Poder; y viniendo sobre las nubes del cielo».
65 Entonces el sumo sacerdote desgarró sus vestiduras, diciendo: «Ha blasfemado.
¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? He aquí ahora habéis oído la blasfemia. 66
¿Qué os parece?» Y ellos, respondiendo, dijeron: «Reo de muerte es». 67 Entonces
escupieron en su rostro y abofeteáronle, y otros le golpearon; 68 diciendo:
«Profetízanos, Cristo, ¿quién es el que se ha jugado contigo?»
69 Y Pedro sentado estaba, fuera, en el atrio, y llegóse a él una muchacha, diciendo:

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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«También tú estabas con Jesús, el galileo». 70 Mas, él negó delante de todos, diciendo:
«No sé lo que dices». 71 Y, saliendo él al pórtico, vióle otra, y dice a los de allí; «Este
estaba con Jesús el Nazareno». 72 Y de nuevo negó con juramento: que «no conozco al
hombre». 73 Y un poco después, llegándose los que estaban, dijeron a Pedro:
«Verdaderamente también tú de ellos eres; que aún tu habla te da a conocer». 74 Y
entonces empezó a maldecir mucho y a jurar, que «no conozco al hombre». Y al punto
cantó el gallo. 75 Y recordó Pedro la palabra de Jesús, diciéndole: que «antes que el
gallo cante, tres veces me negarás», y saliendo fuera lloró amargamente.

7 a. Una redoma alabastrina.

12 b. Dispuesto. 17 c. Pas’cha, arameo; hebreo: pesach = perdón; por haber perdonado el ángel
lascasas de los hebreos a la salida de Egipto.
18 d. Mc. 14,13; Lc. 22, 10.
23 e. Para remojar algo en ella; tal vez las hierbas amargas que se comían con el cordero pascual.

45 g. Dejóles descansar. Mas tarde, llegando la turba, dice: «Pues he aquí es llegada», etc.
47 h. Desde, enviada de ellos.
51 i. Aurícula, lóbulo.

53 j. Por los doce discípulos. —La legión romana era de seis mil soldados. 62 k. Mejor que: «a lo
que»... 64 l. Ya muy pronto.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 27

Crucifixión

1 Y, amaneciendo, consultáronse todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo
contra Jesús, para matarle; 2 y, atándole, llevaron y entregaron a Pilato el presidente.
3 Entonces, viendo Judas, el que le entregó, que se le había condenado, arrepentido,
devolvió los treinta denarios a los sumos sacerdotes y ancianos, 4 diciendo: «Pequé,
entregando sangre inocente». Mas, ellos dijeron: «¿Qué a nosotros? Tú verás». 5 Y,
arrojando los denarios en el templo, retiróse, y, yendo, se ahorcó. 6 Y los sumos
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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sacerdotes cogiendo los dineros, dijeron: «No es lícito echarlos en el gazofilacio,


porque precio de sangre es». 7 Y, consultándose, compraron con ellos «el campo del
alfarero» para sepultura de los peregrinos. 8 Por esto se llamó aquel campo campo de
sangre, hasta el día de hoy. 9 Entonces cumplióse lo dicho por Jeremías, el profeta,
diciendo: Y cogieron los treinta dineros, el precio del apreciado que apreciaron, de
entre los hijos de Israel; 10 y los dieron para el campo del alfarero según lo que me
mandó(a) el Señor.
11 Y Jesús estuvo delante del presidente. Y preguntóle el presidente, diciendo: «¿Tú
eres el rey de los judíos?» Y Jesús díjole: «Tú dices». 12 Y acusándosele por los sumos
sacerdotes y ancianos, nada respondió. 13 Entonces dícele Pilato: «¿No oyes cuántas
cosas testifican contra ti?» 14 Y no le respondió ni a una palabra, que se maravilló el
presidente sobremanera. 15 Y durante la fiesta acostumbraba el presidente soltar un
preso al pueblo: el que querían. 16 Y tenían entonces un preso señalado, llamado
Barrabás. 17 Reunidos, pues, ellos, díjoles Pilato: «¿A quién queréis os suelte? a
Barrabás o a Jesús el llamado Cristo?» 18 Pues sabía que por envidia le habían
entregado. 19 Y sentado él en el tribunal, envió a él su mujer, diciendo: «¡Nada a ti y
aquel justo!: que mucho he padecido hoy en sueños(b) por él». 20 Pero los sumos
sacerdotes y ancianos persuadieron a las turbas que pidiesen a Barrabás, y a Jesús
perdiesen. 21 Y respondiendo el presidente, díjoles: «¿A quién queréis, de entre los
dos, os suelte?» Y ellos dijeron: «A Barrabás». 22 Díceles Pilato: «¿Qué, pues, haré de
Jesús, el llamado Cristo? «Dícenle todos: «¡Crucifíquesele!» 23 Y él dijo: «Pues, ¿qué
mal ha hecho?» Pero ellos gritaban sobremanera, diciendo: «¡Crucifíquesele!» 24 Y,
viendo Pilato que nada adelanta, sino que más tumulto se hace, tomando agua, lavóse
las manos, frente por frente de la turba, diciendo: «Inocente soy de la sangre de éste
(justo); vosotros veréis». 25 Y, respondiendo todo el pueblo, dijo: «¡Su sangre sobre
nosotros y sobre nuestros hijos!» 26 Entonces soltóles a Barrabás, y a Jesús, azotando,
entregó para ser crucificado.
27 Entonces los soldados del presidente, llevando a Jesús al pretorio, juntaron cerca de
él el manípulo(c) entero. 28 Y, desvistiéndole, pusiéronle clámide purpúrea; 29 y
tejiendo corona de espinas, pusieron en su cabeza y una caña en su derecha; y,
arrodillándose delante de él, jugábanse con él diciendo: «Salve, rey de los judíos»; 30
y, escupiéndole, cogieron la caña y heríanle en la cabeza. 31 Y, después de jugarse con
él, desvistiéronle la clámide y vistiéronle sus vestidos y lleváronle a crucificar. 32 Y,
saliendo, hallaron a un hombre cireneo; por nombre, Simón; a éste compelieron a
llevar su cruz. 33 Y, viniendo al lugar, al llamado Gólgota; esto es: el lugar llamado del

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Cráneo(d), 34 diéronle a beber vino mezclado con hiel(e); y, gustando, no quiso beber.
35 Y, crucificándole, repartiéronse sus vestiduras echando suertes: para que se
cumpliese lo dicho por el profeta: «Repartiéronse mis vestidos y sobre mis vestiduras
echaron suertes(f); 36 y, sentados le guardaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza su
causa escrita: «Este es Jesús, el rey de los judíos». 38 Entonces son crucificados con él
dos bandidos; uno a derecha y uno a izquierda. 39 Y los transeúntes, blasfemábanle,
moviendo sus cabezas 40 y diciendo: «¡El que deshace el templo de Dios y en tres días
edifica! —sálvate a ti mismo; si Hijo de Dios eres, baja de la cruz». 41 Así mismo
también los sumos sacerdotes, mofándose de él, con los escribas y ancianos, decían: 42
«A otros salvó: a sí mismo no puede salvar; rey de Israel es; baje ahora de la cruz, y
creeremos en él. 43 Confiado ha en Dios; líbrele ahora, si le quiere; pues dijo: que «de
Dios soy Hijo». 44 Lo mismo también los bandidos, los crucificados con él,
improperábanle. 45 Pero, desde la sexta hora tinieblas fueron sobre toda la tierra hasta
hora nona. 46 Y, cerca de la nona hora, clamó Jesús con voz grande, diciendo: «Helí,
Helí, lemá sabaktaní»; esto es: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»
47 Y algunos de los circunstantes, oyendo, dijeron: que «a Elías vocea éste». 48 Y al
punto, corriendo uno de entre ellos, y tomando una esponja y empapando en vinagre, y
poniéndola alrededor de una caña, diole a beber. 49 Y los demás dijeron: «Deja(g);
—veamos si viene Elías, salvándole». 50 Pero Jesús, de nuevo clamando con voz
grande(h), entregó el espíritu. 51 Y he aquí que el velo(i) del templo se rasgó, de alto a
bajo, en dos; y la tierra tembló; y las peñas se rasgaron; 52 y las tumbas abriéronse, y
muchos cuerpos de los dormidos(j) santos(k) resucitaron, 53 y saliendo(l) de las tumbas,
después de la resurrección de él, entraron en la santa ciudad y aparecieron a muchos. 54
Y el centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto(m) y lo
acontecido, temieron muy mucho, diciendo: «Verdaderamente, Hijo de Dios era éste».
55 Y había allí mujeres muchas, a lo lejos, mirando; las que habían seguido a Jesús,
desde la Galilea, sirviéndole; 56 entre las cuales estaba María, la Magdalena, y María,
la de Santiago y José madre, y la madre de los hijos del Zebedeo.
57 Y atardeciendo, vino un hombre rico, de Arimatea, por nombre José; que también
era discípulo de Jesús; 58 éste, llegando a Pilato; pidió el cuerpo de Jesús. Entonces
Pilato mandó entregarlo. 59 Y tomando el cuerpo José, envolviólo en sábana
límpida(n), 60 y le puso en su nueva sepultura, que había labrado en la peña, y rodando
una piedra grande a la puerta de la sepultura, se fue. 61 Y estaba allí María, la
Magdalena y la otra María(o), sentadas enfrente del sepulcro.
62 Y al otro día, el que es después de la parasceve(p), juntáronse los sumos sacerdotes y

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los fariseos cerca de Pilatos, 63 diciendo: «Señor, hemos recordado que aquel el
impostor dijo, viviendo aún: «Después de tres días, resucito». 64 Manda, pues, se
asegure la tumba hasta el tercer día, no sea que, viniendo los discípulos, lo hurten y
digan al pueblo: «Resucitó de los muertos»; y será el último error peor que el primero».
65 Díjoles Pilato: «Tenéis guardia; marchaos; aseguraos como sabéis(q)». 66 Y ellos,
yéndose aseguraron la tumba, sellando la piedra con la guardia.

10a. La compra del campo del alfarero (Jer. 32,6 y Zac. 11,12-13) es imagen profética de la compra
de este mismo campo; campo de Dios y figura de Israel. Con dinero de Dios hácense ambas compras;
y el sitio es acaso el mismo.
19b. Visión.
27c. 200 hombres, tercera parte de la cohorte.
33d. De Adán, según tradición mencionada por Orígenes.

34e. Substancia amarga, mirra; con que se solían mezclar vinos generosos.
—Ofreciéronselo, parece, las santas mujeres.
35f. Este inciso no es de S. Mateo, sino de S. Juan 19,24.

49g. De darle de beber. 50h. Prodigiosamente. 51i. El interior.


52j. Durmientes; sueño es la muerte.
k. Recientes.
53l. No salieron de las tumbas sino después de resucitar Cristo: Él les vivifica y están ellos allí con Él:
quien está vivo también en su tumba, hasta el momento de manifestar su gloria, resucitando.

54m. Milagro principal de los físicos. 59n. Y preciosa. 61o. Véase v. 56.
62p. Preparación (para la pascua). 65q. Se os ocurra.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 28
Resurrección

1 Y en la tarde(a) del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vino María, la
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. 2 Y he aquí un terremoto hubo grande;
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pues un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegándose, echó a rodar la piedra y
sentóse sobre ella. 3 Y era su aspecto como relámpago y su vestidura alba como nieve.
4 Y de temor de él estremeciéronse los guardas y quedaron como muertos, 5 Mas, el
ángel dijo a las mujeres: «No temáis vosotras; pues sé que a Jesús el crucificado
buscáis. 6 No está aquí; pues resucitó como dijo. Venid, ved el lugar donde yació. 7 Y
presto, yendo, decid a sus discípulos que resucitó de los muertos, y he aquí condúceos a
la Galilea; allí le veréis. He aquí que os he dicho». 8 Y retirándose al punto de la tumba,
con temor y gozo grande, corrieron a anunciar a sus discípulos. 9 Y he aquí Jesús
encontrólas, diciendo: «Alegraos(b)», y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le
adoraron. 10 Entonces díceles Jesús: «No temáis; id, anunciad a mis hermanos que se
retiren a la Galilea, y allí me verán».
11 Y, partiendo ellas, he aquí que algunos de la guardia, viniendo a la ciudad,
anunciaron a los sumos sacerdotes todo lo acontecido. 12 Y, juntándose con los
ancianos y consultándose, dieron dinero bastante a los soldados, 13 diciendo: «Decid
que sus discípulos, de noche viniendo, le hurtaron, durmiendo nosotros». 14 Y, si fuere
oído esto por el presidente, nosotros persuadiremos, y os tendremos sin cuidado». 15 Y
ellos tomando el dinero, hicieron como se les había enseñado; y divulgóse esta
palabra(c) entre los judíos, hasta el día de hoy. 16 Mas, los once discípulos fuéronse a la
Galilea, al monte donde les había ordenado Jesús, 17 Y, viendo, le adoraron; algunos
empero dudaron(d).
18 Y, llegándose Jesús, hablóles, diciendo: «Dada me ha sido toda potestad en el cielo
y sobre la tierra. 19 Partiendo pues, enseñad a todas las gentes, bautizándoles en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Santo Espíritu, 20 enseñándoles a guardar todo
cuanto he mandado a vosotros. Y he aquí que estoy con vosotros todos los días hasta la
consumación del siglo»(e).

1a. Víspera.
9b. Salve.
15c. De los soldados sobornados.
17d. Quedaron perplejos, atónitos de asombro al verle. El pasaje es análogo a: «no

20e. De la humanidad actual.

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Evangelio según San Marcos


Capítulo 1

1 Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2 Según está escrito en Isaías, el
profeta:
«He aquí envío mi ángel ante tu faz,que aderezará tu camino;3 voz de clamante en el
desierto:«Preparad el camino del Señor;rectas hace sus sendas»;
4 estaba Juan, el bautizante, en el desierto, predicando bautismo de penitencia en
remisión de pecados. 5 Y salía a él toda la Judea región y los jerosolimitanos todos, y
eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Y estaba Juan
vestido de pelos de camello y ceñidor de cuero en torno de su cintura, y comiendo
langostas y miel(a) silvestre. 7 Y predicaba, diciendo: «Viene el más poderoso que yo
en pos, de quien no soy digno de desatar, postrándome, la correa de sus zapatos. 8 Yo
os he bautizado con agua; él, empero, os bautizará con Espíritu Santo.»
9 Y aconteció, en aquellos días, que vino Jesús desde Nazaret a la Galilea, y fue
bautizado en el Jordán por Juan. 10 Y presto, saliendo del agua, vio henderse los cielos
y el Espíritu como paloma descendiendo sobre él. 11 Y voz hubo de los cielos: «Tú
eres el hijo mío, el amado; en ti me he complacido».
12 Y presto el Espíritu le lanza(b) al desierto. 13 Y estuvo en el desierto cuarenta días,
tentado por Satanás, y estaba con las fieras, y los ángeles le servían.
14 Y, después de ser entregado(c) Juan, vino Jesús a la Galilea, predicando el evangelio
de Dios, 15 y diciendo: que «cumplido está el tiempo y cerca el reino de Dios:
arrepentíos y creed en el Evangelio».
16 Y pasando junto al mar de la Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón,
redando en el mar; pues eran pescadores. 17 Y díjoles Jesús: «Venid en pos de mí, y
haréos ser pescadores de hombres». 18 Y al punto, dejando las redes, le siguieron. 19
Y, caminando un poco, vio a Santiago, al del Zebedeo, y a Juan, su hermano, a ellos
también en la barca aderezando las redes; 20 y presto les llamó. Y, dejando a su padre
Zebedeo en la barca con los jornaleros, fuéronse en pos de él.
21 Y llegaron a Cafarnaúm; y al punto el sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba; 22
y asombráronse de su enseñanza, porque estábales enseñando, como potestad teniendo,

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y no como los escribas. 23 Y luego estaba en la sinagoga de ellos un hombre en(d)


espíritu inmundo(e), y vociferó, 24 diciendo: «¿Qué a nosotros y a ti, Jesús Nazareno?
¡Has venido a perdernos! Conózcote quién eres: el Santo de Dios». 25 E impúsole
Jesús, diciendo: «Enmudece, y sal de él». 26 Y descoyuntándole el espíritu, el
inmundo, y gritando con voz grande, salió de él. 27 Y espantáronse todos ellos, a punto
de preguntarse entre sí, diciendo: «¿Qué es esto? ¡Doctrina nueva! Con poder a los
mismos espíritus los inmundos manda, y obedécenle». 28 Y salió su oída luego a
doquiera, a toda la región al través de la Galilea.
29 Y luego de la sinagoga yéndose, fue a la casa de Simón y Andrés, con Santiago y
Juan. 30 Y la suegra de Simón postrada estaba de fiebre; y luego dijéronle de ella. 31 Y,
llegándose, la levantó tomando de la mano, y la ha dejado(f) la fiebre; y servíales. 32 Y,
atardeciendo, cuando se puso el sol, traían a él todos los que mal estaban y los
endemoniados; 33 y estaba toda la ciudad agolpada a la puerta. 34 Y sanó a muchos(g)
que mal estaban de diversas enfermedades; y demonios muchos lanzó; y no dejaba los
demonios hablar; pues sabían que él el Cristo era.
35 Y, al alba, muy de noche, levantándose, fuése y retiróse a lugar desierto, y allí oraba.
36 Y le siguió Simón y los con él. 37 Y halláronle, y dícenle: que «todos te buscan» 38
y díceles: «Vamos a otra parte, a las cercanas villas, para también allí yo predicar; pues
a esto he salido(h)». 39 Y vino predicando a las sinagogas de ellos, a toda la Galilea, y
los demonios lanzando.
40 Y viene a él un leproso, rogándole y arrodillándose, diciéndole: que «si quieres,
puedes limpiarme». 41 Y, compadecido, extendiendo la mano, lo tocó, y dícele:
«Quiero: sé limpio». 42 Y luego, en diciendo él, se fue de él la lepra y fue limpio(i). 43
Y, conminándole, luego lanzóle(j), y dícele: 44 «Mira: a nadie nada digas; mas, ve y
muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que ordenó Moisés en testimonio a
ellos».(k) 45 Pero él, saliendo, empezó a encomiar grandemente y a divulgar la
palabra(l), de suerte que no pudo(m) ya manifiestamente en la ciudad entrar; sino fuera, en desiertos
lugares(n); y venían a él de dondequiera.

6a. De árbol.
12b. Lleva con ardor.
14c. Encarcelado.

23d. En poder de.

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e. Más inmundo, peor y más tentador que los demás espíritus malos. 31f. Al instante la dejó. 34g. Los
que sanó, eran muchos, es decir: todos los que estaban allí. 38h. Del cielo.
42i. De tal modo que no quedó huella de la lepra. 43j. Le despidió al punto con mucha severidad e
imperio. 44k. Los sacerdotes.
45l. Lo dicho y hecho por Jesús.
m. Jesús.
n. Tanta fue la entusiasta agitación popular. La que Cristo trataba de evitar, intimando a veces (como
aquí) no divulgar inmediatamente sus milagros.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 2
Oposición primera a Jesús

1 Y, entrando de nuevo en Cafarnaúm, días después, se oyó que está en casa; 2 y


juntáronse muchos, que ya no cabían ni delante de la puerta, y hablábales la palabra. 3
Y vienen trayendo a él un paralítico alzado por cuatro. 4 Y, no pudiéndole traer hasta
él, a causa de la turba, destejaron el techo donde estaba, y perforando, descolgaron la
camilla en que el paralítico yacía. 5 Y, viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico:
«Hijo, perdonados te están los pecados». 6 Y estaban algunos de los escribas allí
sentados y considerando en sus corazones: 7 «¿Qué? ¿éste de este modo habla?
Blasflema; ¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» 8 Y luego, conociendo
Jesús en su espíritu que así consideraban dentro de sí, díceles: «¿Qué? ¿esto
consideráis en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil: decir al paralítico:
«Perdonados te están tus pecados»; o decir: «Levántate y coge tu camilla, y paséate?»
10 Pero para que sepáis que poder tiene el Hijo del hombre de perdonar pecados sobre
la tierra; —(dice al paralítico):— 11 «Te digo, levanta, alza tu camilla y vete a tu casa».
12 Y levantóse y luego alzando la camilla, salióse delante de todos; que se extasiaron
todos y glorificaron a Dios, diciendo que «así jamás hemos visto».
13 Y, salió de nuevo junto a la mar y toda la turba venía a él, y enseñábalos. 14 Y,
pasando, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el telonio, y dícele: «Sígueme». Y,
levantándose, siguióle. 15 Y acontece que, recostándose(a) él en la casa de él, también muchos
publicanos(b) y pecadores se recostaron junto con Jesús y sus discípulos; pues eran muchos(c) y le seguían.

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16 Y los escribas de los fariseos, viendo que come con los pecadores y publicanos,
decían a sus discípulos: que «¿con los publicanos y los pecadores come?» 17 Y,
oyendo Jesús, díceles: que «no necesidad tienen los fuertes de médico, sino los que mal
están. No he venido a llamar justos, sino pecadores». 18 Y estaban los discípulos de
Juan y los fariseos ayunando. Y vienen y dícenle: «¿Por qué los discípulos de Juan y
los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no ayunan?» 19 Y díjoles Jesús:
«¿Acaso pueden los hijos del tálamo, mientras el Esposo está con ellos, ayunar?
Cuanto tiempo tuvieren consigo al Esposo, no pueden ayunar; 20 mas, vendrán días,
cuando les será quitado el Esposo, y entonces ayunarán en aquel día. 21 Nadie
remiendo de paño no abatanado(d) zurce en vestido viejo; que, si no, tira la plenitud(e) la nueva de
lo viejo, y peor rotura se hace. 22 Y nadie echa vino nuevo en odres
viejos; que, si no, romperá el vino los odres, y el vino se pierde y los odres. (Empero
¡vino nuevo en odres nuevos!)». 23 Y aconteció que en el sábado fue pasando por los
sembrados, y sus
discípulos empezaron a caminar arrancando las espigas. 24 Y los fariseos le decían:
«Mira qué hacen en el sábado: lo que no es lícito». 25 Y les decía: «¿Jamás habéis leído
qué hizo David, cuando necesidad tuvo y hambreó él y los con él? 26 ¿Cómo entró en
la casa de Dios, bajo Abiatar, sumo sacerdote, y los panes de la proposición comió, que
no es lícito comer sino a los sacerdotes, y dio también a los que con él estaban?» 27 Y
decíales: «El sábado por el hombre ha sido hecho, y no el hombre por el sábado. 28 Así
que señor es el Hijo del hombre también del sábado.»

15 a. A comer.
b. Arrendadores (por 5 años) de los impuestos públicos. Aborrecíanles los judíos y considerábanlos
pecadores y gente infame; al contrario, los romanos. Leví era príncipe de ellos.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 3
1 Y entró de nuevo en la sinagoga, y estaba allí un hombre resecada teniendo la mano;
2 y acechábanle si en el sábado le curaría, para acusarle. 3 Y dice al hombre, al que la
mano tenía seca: «Levántate al medio». 4 Y díceles: «¿Es lícito los sábados bien hacer
o mal hacer; alma salvar o matar?» Pero ellos callaban. 5 Y, mirándoles alrededor con
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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indignación, condoliéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: «Extiende la


mano». Y extendió y restituida fue su mano. 6 y saliendo los fariseos luego con los
herodianos, consultábanse para perderle.
7 Y Jesús con sus discípulos retiróse al mar y mucha turba de la Galilea siguió, y de la
Judea, 8 y de Jerusalén y de la Idumea y de allende el Jordán; y alrededor(a) de Tiro y
Sidón turba mucha, oyendo cuanto hace, vinieron a él. 9 Y dijo a sus discípulos que
barca le aprestaran, por la turba, para que no le estrechasen; 10 pues a muchos sanó, de
modo que cayeron sobre él, para tocarle, cuantos tenían plagas. 11 Y los espíritus los
inmundos, viéndole, postrábanse ante él y clamaban, diciendo: que «tú eres el Hijo de
Dios». 12 Y muchísimo intimábales que no le diesen a conocer.
13 Y sube al monte y llama a sí los que quiso él, y volvieron a él. 14 E hizo(b), doce para
que estén con él y les envíe a predicar. 15 y tener potestad de lanzar los demonios. 16 E
impuso nombre a Simón: Pedro, 17 y a Santiago, el del Zebedeo, y a Juan, el hermano
de Santiago(c), —y les impuso nombres: Boanerges(d); esto es: «hijos del trueno»—; 18
y a Andrés, y Felipe, y Bartolomé, y Mateo, y Tomás, y Santiago, el de Alfeo, y Tadeo,
y Simón, el cananeo(e); 19 y Judas Iscariote(f); que también(g) le entregó.
Y va a la casa, 20 y vase de nuevo juntando la turba, de no poder ellos ni pan comer. 21
Y, oyendo los de cerca de él, salieron a sujetarle(h); pues decían: que «está fuera de sí».
22 Y los escribas, los de Jerusalén descendidos, decían: que «a Beelzebub tiene»; y
que, «en el príncipe de los demonios lanza los demonios». 23 Y llamándoles a sí, en
parábolas hablóles: «¿Cómo puede satanás a satanás lanzar? 24 Y, si un reino contra sí
mismo se dividiere; no podrá afianzarse aquel reino. 25 Y, si una casa contra sí misma
se dividiere, no podrá aquella casa permanecer. 26 Y si Satanás se alzare contra sí
mismo y se dividiere, no puede permanecer, sino que fin tiene. 27 Empero, no puede
nadie, en la casa del fuerte entrando, sus enseres saquear, si primero al fuerte no atare;
y entonces su casa saqueará. 28 En verdad dígoos que todo se perdonará a los hijos de
los hombres: los pecados y las blasfemias, cuanto blasfemaren; 29 pero el que
blasfemare contra el Espíritu, el santo, no tiene perdón en tiempo alguno, sino que reo
es de eterno pecado(i)». 30 Porque decían: «Espíritu inmundo tiene».
31 Y vienen su madre y sus hermanos; y, fuera parados, enviaron a él, llamándole. 32 Y
estaba sentada alrededor de él la turba, y dícenle: «He aquí, tu madre y tus hermanos y
tus hermanas, fuera, búscante». 33 Y, respondiendo, les dice: «¿Quién es mi madre y
mis hermanos?» Y, mirando en contorno a los en torno de él en círculo sentados, dice:
«He aquí mi madre y mis hermanos. Quien hiciere la voluntad de Dios, éste, mi
hermano, y hermana y madre es».
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8a. De alrededor.
14b. Determinó, eligió.
17c. Envió.
d. De bene (hijos) régesh (trueno).
18e. El celador.
19f. Is (hombre) Karioth (lugar de Judá): «Hombre de Cariot»; el único apóstol no galileo.
g. Entre otras cosas.
21h. Era tan grande la apretura y el entusiasmo de la muchedumbre, que corrió la voz de que Cristo
las fascinaba; que estaba fuera de sí, padecía algún delirio
mental, o acceso.
29i. Es tan malvado que no se ha de convertir.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 4

Parábolas. Tempestad.

1 Y de nuevo comenzó a enseñar cerca del mar; y júntase a él turba muchísima, tanto,
que, entrando él en la barca, se sienta en el mar; y toda la turba junto al mar sobre la
tierra estaban. 2 Y enseñábales, en parábolas, muchas cosas, y decíales en su
enseñanza: 3 «Oíd. He aquí salió el sembrador a sembrar. 4 Y aconteció, en el sembrar,
lo uno cayó junto al camino y vinieron los volátiles y devoráronlo. 5 Y lo otro cayó en
lo pedregoso y donde no tenía tierra mucha, y luego brotó, por no tener hondura de
tierra; 6 y cuando salió el sol, quemóse y, por no tener raíz, se secó. 7 Y lo otro cayó
entre espinas y subieron las espinas y lo ahogaron del todo y fruto no dio. 8 Y lo otro
cayó en la tierra la hermosa, y daba fruto subiendo y creciendo, y llevaba a treinta, y a
sesenta y a ciento». 9 Y él decía: «Quién tiene orejas para oir, oiga». 10 Y, cuando
estaba a solas, preguntábanles los en torno de él con los doce las parábolas. 11 Y
decíales: «A vosotros el misterio es dado del Reino de Dios; a aquéllos, empero, los de
fuera, en parábolas todo se hace para que,
12 mirando, miren, y no vean;y oyendo, oigan, y no entiendan;no sea que se conviertan

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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y se les perdone.»
13 Y díceles: «¿No sabéis esta parábola? y ¿cómo todas las parábolas conoceréis? 14
El que siembra, la palabra siembra. 15 Y éstos son los de junto al camino donde es
sembrada la palabra: los que, cuando la oyeren, luego viene Satanás y quita la palabra
la sembrada en ellos. 16 Y éstos son lo mismo que los en lo pedregoso sembrados; los
que, cuando oyeren la palabra, luego con gozo la toman; 17 y no tienen raíz en sí
mismos, sino temporáneos son; después, viniendo tribulación o persecución por la
palabra, luego se escandalizan. 18 Y otros son los entre las espinas sembrados; éstos
son los que la palabra han oído; 19 y los cuidados del siglo y el engaño de la riqueza, y
las acerca de las demás cosas codicias, entrando, ahogan del todo la palabra, e
infructuosa se hace. 20 Y aquéllos son los sobre la tierra, la hermosa, sembrados: los
que oyen la palabra, y la reciben y fructifican a treinta y sesenta y(a) ciento.»
21 Y decíales que: «¿por ventura viene la candela para ser bajo el celemín puesta o bajo
la cama, no para ser sobre el candelero puesta? 22 pues nada hay oculto sino para que
se manifieste; ni se ha hecho escondido, sino para que venga a lo público. 23 Si alguno
tiene orejas para oír, oiga.»
24 Y decíales: «Mirad qué oís. En la medida que medís, mediráseos y añadiráseos: 25
pues el que tiene —se le dará; y el que no tiene, aún lo que tiene— se le quitará.»
26 Y decía: «Así es el reino de Dios como un hombre ha arrojado la simiente sobre la
tierra; 27 y ha dormido y levantádose noche y día, y la simiente germina y dilátase,
como(b) no sabe él. 28 Automática la tierra fructifica, primero, hierba; luego, espiga;
luego, ¡lleno trigo(c) en la espiga! 29 Y, cuando se ha presentado el fruto, al punto
mete(d) la hoz, pues ha llegado la siega.»
30 Y decía: «¿Cómo(e) compararemos el Reino de Dios? o ¿en qué parábola lo
pondremos? 31 Como(f) a un grano de mostaza, el que, cuando se ha sembrado sobre la
tierra, siendo la más pequeña de todas las semillas de las sobre la tierra; 32 y cuando se
ha sembrado, sube y se hace mayor que todas las hortalizas y cría ramas grandes, hasta
poder bajo su sombra los volátiles del cielo habitar.» 33 Y con tales parábolas muchas
hablábales la palabra, así como podían oír(g); 34 y sin parábolas no les hablaba; pero en
particular a sus particulares(h) discípulos explicaba todo.
35 Y díceles en aquel día al atardecer: «Atravesemos allende». 36 Y dejando ellos la
turba, le tomaron, como estaba(i) en la barca, y otras barcas estaban con ella. 37 Y viene
un torbellino grande de viento, y las olas despeñábanse en la barca, que ya se llevaba la
barca. 38 Y él estaba en la popa sobre la almohada durmiendo. Y despiértanle y

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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dícenle: «Maestro, ¿nada se te da que perezcamos?» 39 Y, levantándose, amenazó al


viento y dijo al mar: «Calla, enmudece». Y calmó el viento y fue bonanza grande. 40 Y
díjoles: «¿Qué?
¿medrosos estáis así? ¿Cómo no tenéis fe?» 41 Y atemorizáronse con temor grande, y
decían unos a otros: «¿Quién, pues, éste es que así el viento como el mar obedécenle?»

20 a. La parábola encarece el estudio y la divulgación de la palabra divina. Quien la estudia se


enriquece cada vez más («se le añadirá»); así como al rico favorece todo para enriquecer, y al pobre,
por el contrario.

27 b. De manera que...= sin saberlo, advertirlo él. 28 c. Hay, aparece. 29 d. El hombre; el que ha
sembrado. 30 e. Con qué. 31 f. Lo compararemos conno = en cierto modo, a un grano... 33 g.
Conforme a su capacidad. 34 h. Mejores que los más de los apóstoles. 36 i. Partieron al punto, sin
prevención alguna.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 5

Curaciones

1 Y vinieron hasta allende el mar, a la región de los gerasenos. 2 Y, saliendo él de la


barca, al punto encontróse con él, desde los monumentos un hombre en espíritu
inmundo; 3 el cual la morada tenía en las tumbas; y ni con cadenas ya nadie podía
atarle; 4 por haber sido muchas veces con grillos y cadenas atado, y rotas por él las
cadenas y los grillos desmenuzados, y nadie podíale domar; 5 y durante toda la noche y
día en las tumbas y en los montes estaba gritando y despedazándose con piedras. 6 Y,
viendo a Jesús de lejos, corrió y adoróle; 7 y gritando con voz grande, dice: «¿Qué a mí
y a ti, Jesús, Hijo de Dios, del Altísimo? conjúrote por Dios que no me atormentes(a)».
8 Pues decíale(b): «Sal el espíritu, el inmundo, del hombre». 9 Y, preguntóle: «¿Qué
nombre el tuyo?» Y dícele: «Legión mi nombre es que muchos somos». 10 Y rogábale
muchísimo que no les enviase fuera de la región. 11 Y estaba allí cerca del monte una
piara de puercos grande paciendo; 12 y rogáronle diciendo: «Mándanos a los puercos,
porque entremos en ellos». 13 Y permitióles; y saliendo los espíritus, los inmundos,

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entraron en los puercos; y precipitóse la piara de la escarpa abajo, al mar como dos mil,
y ahogáronse en el mar. 14 Y los que los apacentaban, huyeron, y lo anunciaron a la
ciudad y a los campos; y vinieron a ver qué es lo acontecido. 15 Y vienen a Jesús y ven
al endemoniado sentado, vestido y cuerdo, al que ha tenido la Legión, y
atemorizáronse. 16 Y contáronles los que habían visto: cómo le fue al endemoniado y
lo de los puercos. 17 Y comenzaron a rogarle que saliese de los confines de ellos. 18 Y,
entrando él en la barca, rogábale el que estuvo endemoniado para estar con él. 19 Y no
le dejó, sino dícele: «Ve a tu casa, a los tuyos, y anúnciales cuánto el Señor te ha hecho
y apiadádose de ti». 20 Y retiróse y empezó a publicar en la Decápolis cuánto le hizo
Jesús; y todos maravillábanse.
21 Y atravesando Jesús en la barca de nuevo hasta allende, juntóse turba mucha a él; y
estaba él junto al mar. 22 Y viene uno de los arquisinagogos, por nombre Jairo, y
viéndole cae a sus pies; 23 y rogábale muchísimo, diciendo: que «mi hijita está en los
últimos; para que, viniendo, pongas tus manos sobre ella, para que salve y viva». 24 Y
se fue con él, y seguíale turba mucha, y estrechábanle. 25 Y una mujer que estaba en
flujo de sangre doce años 26 y, mucho había padecido de muchos médicos y gastado lo
junto a ella(c) todo, y nada adelantado, sino más bien a peor venido; 27 habiendo oído
lo acerca de Jesús, viniendo en la turba, por detrás tocó su vestido. 28 Pues decía: que
«si tocare yo no más que sus vestidos, salvaré». 29 Y al punto secóse la fuente de su
sangre y conoció en el cuerpo que está sana de la plaga. 30 Y luego Jesús, conociendo,
en sí mismo la de él virtud salida, volviéndose en la turba, decía: «¿Quién ha tocado
mis vestidos?» 31 Y decíanles sus discípulos: «Miras la turba estrechándote, y dices:
«¿Quién me ha tocado?» 32 Y miraba en su torno a ver la que esto había hecho. 33 Y la
mujer, medrosa y temblorosa, sabiendo lo que la había pasado, vino y cayó ante él y
díjole toda la verdad. 34 Y él díjola: «Hija, tu fe te ha salvado, ve a paz(d), sé sana(e) de
tu plaga». 35 Aún hablando él, vienen del arquisinagogo, diciendo: que «tu hija ha
muerto: «¿qué ya mortificas al Maestro?» 36 Pero Jesús, desoyendo la palabra, la
hablada, dice al arquisinagogo: «No temas, sólo cree». 37 Y no dejó a nadie consigo a
par seguir, sino a Pedro y Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38 Y vienen a la
casa del arquisinagogo; y ve el tumulto y a los que plañían y ululaban muchísimo; 39 Y
entrando, díceles: «¿Qué tumultuáis y plañís? La niñita no ha muerto, sino dormídose».
40 Y reíanse de él. él, empero, lanzando fuera a todos, toma consigo al padre de la
niñita y la madre y los con él, y entra en donde estaba la niñita. 41 Y cogiendo la mano
de la niñita, dícela: Talithá kum; lo que es interpretado: ¡La doncellita! —te digo(f)—
despierta. 42 Y al punto levantóse la doncellita, y paseábase; pues era de doce años(g).
Y extasiáronse al punto con éxtasis grande. 43 Y encargóles muchísimo que nadie
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supiese esto, y dijo se la diera de comer.

7a. Se alivian los demonios en cuerpo ajeno.


8b. Acabábale Jesús de decir.

26c. Todo lo propio y lo que estaba a su alcance. 34d. Para vivir en ella, para ser dichosa.

e. Enteramente = tu plaga no volverá. 41f. Palabras añadidas por el evangelista para explicar algún
gesto o interjección

de Cristo; o más probablemente la terminación a (acaso interjectiva) de talith (fem;de tali o talis) (en
griego también talis = doncella). 42g. Semiadulta. Advierte esto el evangelista para que, por los
diminutivos niñita,

doncellita no se le crea infanta.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 6

Peregrinaciones de Cristo
Jesús en Nazaret

1 Y salió de allí, y va a su patria y síguenle sus discípulos. 2 Y llegado el sábado,


empezó a enseñar en la sinagoga. Y los más, oyendo, pasmábanse, diciendo: «¿De
dónde a éste esto?» ¿Y qué la sabiduría la dada a él, y tales virtudes que por sus manos
se hacen? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, y José, y
Judas y Simón? Y ¿no están sus hermanas aquí con nosotros?» Y escandalizábanse en
él. 4 Y decíales Jesús: «que no hay profeta deshonrado, sino en su patria, y en sus
parientes y en su casa». 5 Y no podía allí hacer ninguna virtud(a); sino que a unos pocos
enfermos, imponiendo las manos, sanó. 6 Y admiróse de la incredulidad de ellos.
Y recorría las aldeas en contorno, enseñando. 7 Y llama a sí los doce y empezó a
enviarles dos dos,(b) y dábales potestad de(c) los espíritus, los inmundos; 8 y mandóles
que nada cogiesen(d) para el camino, sino báculo sólo, ni pan, ni alforja, ni para el

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cinturón, metal(e); 9 mas, calzados ir de sandalias(f), y no vestir dos túnicas. 10 Y


decíales: «Dondequiera que entréis en una casa, allí permaneced, hasta que salgáis de
allá(g). 11 Y el lugar que no os recibiere ni os escucharen, —saliendo de allá, sacudid el
polvo el debajo de vuestros pies en testimonio a ellos». 12 Y, saliendo, predicaron, que
se arrepintiesen; 13 y demonios muchos lanzaban y ungían con óleo a muchos
enfermos y(h) sanaban.
14 Y oyó el rey Herodes (pues notorio hízose su nombre y decían: que Juan el Bautista
ha resucitado de los muertos, y por esto obran(i) las virtudes en él(j); 15 y otros decían: que
«Elías es»; y otros decían: que «profeta, como uno de los profetas». 16 Y, oyendo
Herodes, decía: «Al que ya decapité: Juan, éste ha resucitado». 17 Pues el mismo
Herodes, enviando, prendió a Juan y atóle en prisión por Herodías, la mujer de Felipe,
su hermano, por haberse casado con ella; 18 pues decía Juan a Herodes: que «no te es
lícito tener la mujer de tu hermano». 19 Mas, Herodías clavada estaba en él y le quería
matar; y no podía; 20 que Herodes temía a Juan, sabiéndole hombre justo y santo; y
guardábale(k), y, oyéndole, vacilaba(l) en muchas cosas, y gustoso le oía. 21 Y, venido un
día oportuno(m), cuando Herodes en sus natalicios(n) un festín hizo a sus magnates y los tribunos(o) y los
primeros de la Galilea; 22 y(p), entrando la hija de la misma Herodías y danzando
agradó a Herodes y los comensales. Y el rey dijo a la doncellita: «Pídeme lo que
quisieres, y daréte». 23 Y juróle: «Cuanto me pidieres, daréte —hasta la mitad de mi
reino». 24 Y, saliendo ella, dijo a su madre: «¿Qué pediré?» Y ella dijo: «La cabeza de
Juan el Bautista». 25 Y, entrando ella luego, de prisa, al rey, pidió diciendo: «Quiero
que al punto me des en escudilla la cabeza de Juan el Bautista». 26 Y triste en torno(q)
poniéndose el rey, por los juramentos y los comensales, no quiso rechazarla. 27 Y
luego, enviando el rey un guarda, mandó traer su cabeza. 28 Y, yéndose, decapitóle en
la prisión, y trajo su cabeza sobre una escudilla y dióla a la doncellita: y la doncellita
dióla a su madre 29 Y, oyendo sus discípulos, vinieron y alzaron su cadáver, y
pusiéronlo en una tumba.
30 Y júntanse los apóstoles a Jesús y anunciáronle todo cuanto hicieron y cuanto
enseñaron. 31 Y díceles: «Venid vosotros mismos(r) aparte a lugar desierto y reposad
un poco». Pues eran los yentes y vinientes muchos, y ni a comer se desocupaban. 32 Y
retiráronse en la barca a desierto lugar aparte.
33 Y viéronles yendo, y conocieron muchos, y a pie de todas las ciudades concurrieron
y adelantáronseles. 34 Y, saliendo, vio mucha turba, y lastimóse de ellos, pues eran
como ovejas sin tener pastor(s), y empezó a enseñarles muchas cosas. 35 Y, ya hora
mucha(t) venida, llegándose a él sus discípulos, decían: que «desierto es el lugar, y ya
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hora mucha: 36 despídeles, porque, retirándose a los circunvecinos campos y aldeas, se


compren qué comer». 37 ¿Y él díceles: «Dadles vosotros de comer». Y dícenle:
«¿Yendo compraremos, por denarios doscientos, panes y les daremos de comer? 38 Y
él díceles: «¿Cuántos tenéis panes? Id, ved.» «Y, saliendo, dicen: «cinco y dos peces».
39 Y ordenóles que se recostaran todos —comensalías comensalías(u)— en el verde
césped. 40 Y asentáronse —cuadros cuadros— de a ciento y de a cincuenta. 41 Y,
tomando los cinco panes y los dos peces, mirando hacia el cielo, bendijo, y fue
partiendo los panes, y daba a los discípulos, para que les sirviesen, y los dos peces
partió a todos. 42 Y comieron todos y hartáronse, 43 y alzaron los pedazos —de doce
cestas llenuras y de los peces. 44 Y eran los que comieron los panes: cinco mil varones.
45 Y luego obligó a sus discípulos a entrar en la barca y adelantarse allende, a Betsaida;
mientras él despedía la turba. 46 Y separándose de ellos(v), retiróse al monte a orar. 47
Y atardeciendo, estaba la barca en medio del mar, y él sólo en la tierra. 48 Y, viéndoles
atormentados en el remar (pues era el viento contrario a ellos), cerca de la cuarta vigilia
de la noche viene a ellos paseando sobre la mar. Y quería dejarles atrás: 49 y ellos,
viéndole pasear sobre la mar, creyeron que fantasma era, y rompieron a gritar, 50 pues
todos le vieron y espantáronse. Pero él llegó, habló con ellos, y díceles: «Animaos, yo
soy, no temáis». 51 Y subió a ellos en la barca, y calmó el viento. Y muy por demás en
sí mismos arrobáronse. 52 Pues no entendieron de los panes(w), sino que su corazón
empedernido estaba.
53 Y, transfretando hasta la tierra, vinieron a Genesaret, y aportaron. 54 Y saliendo
ellos de la barca, luego conociéndole, 55 recorrieron(x) toda aquella región y
principiaron, en camillas, los que mal estaban a llevar en torno, donde oían que está. 56
Y, doquiera entraba en aldeas
o ciudades o campos, en las plazas ponían los enfermos, y rogábanle tocar ellos
siquiera la fimbria de su vestido, y cuantos le tocaban, salvaban.

5 a. Fuerza, algo extraordinario, maravilla.


7 b. De dos en dos.
c. Sobre.
8 d. En caso de tenerlo a la mano. —En Mt. 10,9 se les prohíbe, no llevarlo, sino adquirirlo.
e. Metálico, cobre = el dinero menos valioso.

9 f. Suelas; no zapatos (los que se les prohíben), (Mt. 10,10). 10 g. De aquel lugar.

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13 h. Los.
14 i. Están activas.
j. No obró milagros en vida; y se creía que, resucitado, los obraba.
20 k. De las asechanzas de Herodías.
l. Menos correcto: «hacía muchas cosas».
21 m. Para Herodías.
n. Días, fiestas.
o. Militares.

22 p. Entonces. 26 q. Total, profundamente. 31 r. Que habéis trabajado tanto. 34 s. Carniceros eran


los que tenían. 35 t. Avanzada ya mucho la hora. 39 u. Comensalías con comensalías, a modo de
comensalías.
46 v. De la turba.

52 w. No comprendieron la divinidad de Jesús por la multiplicación de los panes.Por esto se


espantaron ahora demasiado. 55 x. Las gentes.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 7
Redarguye a los fariseos, y cura.
Lo que mancha

1 Y júntanse a él los fariseos y algunos de los escribas, viniendo de Jerusalén. 2 Y


viendo a algunos de sus discípulos que con comunes manos, esto es: no lavadas, comen
los panes, 3 pues los fariseos y todos los judíos, si, con el puño(a) no se lavan las manos,
no comen, conservando la tradición de los ancianos; 4 y, del ágora(b), si no se rociaren,
no comen; y otras muchas cosas hay que recibieron para observar: lavados de copas, y
ánforas, y bronces(c); 5 y preguntáronle los fariseos y los escribas: «¿Por qué no andan
tus discípulos según la tradición de los ancianos, sino que, con comunes manos comen
el pan?» 6 Y él díjoles: «Bellamente profetizó Isaías de vosotros, los hipócritas, como
escrito está que
este pueblo con los labios me honra;pero su corazón lejos distánciase de mí;7 mas en
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vano me reverencian,enseñando enseñanzas: mandatos de hombres.


8 Dejando el mandamiento de Dios, conserváis la tradición de los hombres; lavados de
ánforas y copas; y otras cosas, semejantes a éstas, muchas hacéis. 9 Bellamente anuláis
el mandamiento de Dios, para vuestra tradición guardar. 10 Porque Moisés dijo: Honra
a tu padre y a tu madre; y: Quien maldijere padre o madre, de muerte perezca; (Dt.
5,16; Ex. 20, 12; 21,17) 11 vosotros, empero, decís: Si dijere un hombre al padre o a la
madre «¡Corbán (lo que es»: ¡Don!)—el que de mí, te aprovechará(d); 12 y no le dejáis
ya hacer nada al padre o a la madre, 13 invalidando la palabra de Dios con vuestra
tradición que tradicionasteis; y cosas, semejantes a éstas, muchas hacéis». 14 Y,
llamando a sí de nuevo a la turba, díceles: «Oídme, todos, y entended. 15 Nada hay de
fuera del hombre, entrando en él, que pueda comunicarle,(e) pero lo que del hombre
sale, es lo que comunica al hombre. 16 Si alguno tuviere orejas para oír, oiga.» 17 Y,
cuando entró en casa, de la turba, preguntáronle los discípulos la parábola. 18 Y
díceles: «¿Así(f) también vosotros insipientes estáis? ¿No entendéis que todo lo de
fuera entrando en el hombre no puede comunicarle. 19 pues no entra en su corazón,
sino en el vientre, y a la secreta sale, purgando todas las viandas?» 20 Y decía que «lo
que del hombre sale, aquello comunica al hombre. 21 Pues de dentro del corazón de los
hombres los pensamientos, los malos, salen, ramerías, hurtos, homicidios, 22
adulterios, codicias, maldades, fraude, desenfreno, ojo maligno, blasfemia, soberbia,
insipiencia(g); 23 todo esto, lo malo, sale y comunica al hombre.»
24 Y de allí levantándose, retiróse a los confines de Tiro y Sidón. Y, entrando en casa,
nadie quiso conociera(h); y no pudo quedar oculto; 25 sino que luego, oyendo una
mujer acerca de él; cuya hijita de ella(i) tenía espíritu inmundo, viniendo, cayó ante sus
pies; 26 y la mujer era griega, sirofenisa del linaje, y rogábale que al demonio lanzase
de su hija. 27 Y decíale él: «Deja primero hartarse los hijos; que no es bello tomar el
pan de los hijos y a los perrillos lanzar». 28 Y ella repuso y dícele: «Sí, Señor;
—también los perrillos por debajo de la mesa comen de las migajas de los niñitos». 29
Y díjole: «Por esta tu palabra anda: ha salido de tu hija el demonio». 30 Y, yéndose a su
casa ella, encontró a la niñita echada sobre la cama, y al demonio del todo salido.
31 Y de nuevo saliendo de los confines de Tiro fue, a través de Sidón, al mar de la
Galilea, por en medio de los confines de Decápolis(j). 32 Y tráenle un sordo y mal
hablante(k); e invócanle que le imponga la mano. 33 Y, tomándole de la turba aparte,
metió sus dedos en las orejas de él; y, ensalivando(l) tocó su lengua; 34 y, mirando al
cielo, gimió, y dícele: «¡Effatá!» esto es: «¡Abrete!». 35 Y abriéronse sus oídos, y
soltóse la atadura de su lengua, y hablaba rectamente. 36 Y ordenóles que a nadie

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digan; pero, cuanto más les ordenaba, ellos más sobremanera publicaban. 37 Y
sobremanera(m) arrobábanse, diciendo: «Bellamente todo ha hecho; así como(n) a los
sordos hace oír y a los mudos hablar».

3 a. Empuñada la mano; lavada bien y enteramente.


4 b. Volviendo.
11 d. El don que yo diere al templo, a ti (al padre y a la madre) te aprovechará. (Véase Mt. 15,1-20).
15 e. Tanto.

18 f. Impiedad. 22 g. Impiedad, maldad, perversidad. 24 h. No quiso él que nadie lo supiera. 25 i.


Hebraísmo.
31 j. «Diez ciudades». 32 k. Que hablaba con dificultad; esto es: sonidos inarticulados o
palabrasentrecortadas; en rigor: mudo.
33 l. Tomó de su saliva.
37 m. Sobre toda ponderación.
n. Ahora.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 8
Milagros. La cruz

1 En aquellos días, otra vez, habiendo mucha turba, y no teniendo ellos qué comer,
llamando a sí sus discípulos, díceles: 2 «Lastímome de la turba, pues ya días tres
permanecen aquí, y no tienen qué comer. 3 Y, si les despidiere ayunos a su casa,
desfallecerán en el camino; y algunos de ellos de lejos son». 4 Y respondiéronle sus
discípulos: que «¿de dónde a éstos podrá alguien aquí hartar de panes en el páramo?» 5
Y preguntóles: «¿Cuántos tenéis —panes?» Y ellos dijeron: «Siete». 6 Y significó a la
turba echarse sobre la tierra: y tomando los siete panes, agradeciendo(a) partió, y daba a
sus discípulos para servir, y sirvieron a la turba. 7 Y tenían pececillos pocos; y,
bendiciéndolos, dijo también éstos servir. 8 Y comieron y hartáronse, y alzaron las
sobras de los pedazos(b); siete espuertas. 9 Y eran como cuatro mil. Y despidióles. 10 Y
luego, entrando él en la barca, con sus discípulos vino a las puertas de Dalmanutá.

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11 Y volvieron los fariseos y principiaron a inquirirle(c), requiriendo de él una señal(d)


del cielo; tentándole. 12 Y suspirando en su espíritu, dice: «¡Qué! la generación ésta
¿pide señal? En verdad digo: si se dará a aquesta generación señal(e)...» 13 Y,
dejándoles, de nuevo entrando,(f) retiróse allende. 14 Y olvidáronse de tomar panes, y
no más que un pan tenían(g) consigo en la barca. 15 Y encargóles, diciendo: «Mirad,
guardaos de la levadura(h) de los fariseos y la levadura de Herodes.» 16 Y consideraban
entre sí, porque panes no tienen. 17 Y conociendo, díceles: «¿Qué?, consideráis que
panes no tenéis?» ¿Aún no entendéis ni advertís? ¿Ofuscado tenéis vuestro, corazón?
18 Ojos teniendo, ¿no véis?, y orejas teniendo, ¿no oís? Y ¿no recordáis, 19 cuando los
cinco panes partí a los cinco mil? ¿cuántos cofines de pedazos llenos alzasteis?»
Dícenle: «Doce». 20 «Y, cuando los siete a los cuatro mil, ¿de cuántas espuertas
llenuras de pedazos, alzasteis?» Y dícenle: «Siete». 21 Y díceles: «¡Cómo!
¿todavía no advertís?»22 Y vienen a Betsaida. Y tráenle un ciego, e invócanle que le
toque.23 Y, cogiendo la mano del ciego, sacóle fuera de la aldea, yensalivando(i) sus
ojos, imponiéndole las manos, preguntóle si algove. 24 Y, mirando, arriba, decía: «Veo
los hombres, que, comoárboles, los miro pasear». 25 Luego de nuevo puso las manos
en susojos, y miró recto, y restituido fue; y miraba fijo(j), a lo lejos

esplendorosamente todo del todo. 26 Y envióle a su casa, diciendo:«Ni en la aldea


entres, ni digas a alguno en la aldea».27 Y salió Jesús y sus discípulos a las aldeas de
Cesarea, la de Filipo.
Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: «¿Quién yodicen los hombres
que soy?» 28 Y ellos habláronle, diciendo: que«Juan el bautista», y otros que «Elías»;
y otros: que «uno de losprofetas». 29 Y él preguntóles: «Vosotros, empero, ¿yo quien
decísque soy?» Y, respondiendo Pedro, dícele: «Tú eres el Cristo». 30 Eimpúsoles que
a nadie digan acerca de él.
31 Y empezó a enseñarles que es menester que el Hijo del hombremuchas cosas
padezca y desechado sea por los ancianos, y los sumossacerdotes y los escribas, y
muerto, y después de tres días resucite; 32y con libre habla(k) la palabra hablaba. Y
tomándole aparte Pedro,empezó a imponerle. 33 Y él, volviéndose y viendo a sus
discípulos,impuso a Pedro, y dice: «Anda, detrás de mí, Satán; pues no piensasen lo de
Dios, sino en lo de los hombres». 34 Y, llamando a sí a laturba con sus discípulos,
díceles. «Si alguno quiere en pos de mívenir, niéguese a sí mismo, y alce su cruz y
sígame. 35 Pues quienquisiere su alma salvar, perderála; y quien perdiere su alma por
causamía y del Evangelio, salvarála. 36 Pues ¿qué aprovecha al hombreganar el mundo

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entero y dañar a su alma? 37 Pues ¿qué dará unhombre en cambio de su alma? 38 Pues,
quien se avergonzare de mí yde mis palabras, en esta generación la adúltera y pecadora,
también elHijo del hombre se avergonzará de él, cuando viniere en la gloria desu Padre
con los ángeles los santos». 39 Y decíales: «En verdad osdigo que hay algunos de los
aquí parados, los que no gustarán(l), no,
muerte hasta que vieren la realeza de Dios venida en poder.»

6 a. Mirando al cielo y dando gracias a Dios por el pan, el alimento propio, principal. Bendice los
peces como alimento accesorio, especie de postre entre los antiguos. Ambas acciones: dar gracias y
bendecir, simultáneas, son casi sinónimas.
8 b. De las porciones que les habían tocado.
11 c. Armarle discusión.
d. Desde.
12 e. La señal que pide: tantas se le dan y no cree.
13 f. En la barca.

14 g. Y no tenían sino un solo pan. 15 h. Fermento malo: contagio. 23 i. Poniéndole de su saliva; al


modo que suele hacer para suavizar ojos enfermos.
25 j. Con mirada fija clara, y veía las distancias y cada cosa bañada en luz = Parece que el ciego tenía
poca fe y que por esto le sanó Cristo así. No le invocó el ciego,
sino, otros.

32 k. Toda claridad y fuerza. 39 l. Apurarán, agotar.

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Capítulo 9
Enseñanzas

1 Y, después de días seis, toma consigo aparte Jesús a Pedro, y a Santiago y Juan, y los
lleva arriba a un monte alto aparte solos; y transfiguróse delante de ellos; 2 y sus
vestidos tornáronse esplendentes, blancos sobremanera, (cual nieve); como batanero
sobre la tierra no los puede así blanquear. 3 Y aparecióles Elías con Moisés; y

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estábanse conversando con Jesús. 4 Y, respondiendo Pedro, dice a Jesús: «‘Rabbí’(a),


bello es que nosotros aquí estemos; y hagamos tres tiendas: a ti una, y a Moisés una, y
a Elías una». 5 Pues no sabía qué respondía; pues espantados estaban. 6 Y hubo(b) una
nube que les fue sombreando, y hubo una voz de entre la nube: «Este es el Hijo mío, el
amado, oídle». 7 Y súbitamente, mirando alrededor, no ya a nadie vieron consigo, sino
a Jesús sólo. 8 Y, bajando ellos del monte, encargóles que a nadie lo que vieron,
contaran, sino cuando el Hijo del hombre de entre muertos resucitara. 9 Y la palabra
retuvieron consigo, inquiriendo entre sí qué «es lo de entre muertos resucitar». 10 Y
preguntábanle, diciendo: «¿Cómo, pues, dicen los escribas que Elías debe venir
primero(c)?» 11 Y él díjoles: «Elías ciertamente viniendo primero reintegra todo; —y
¿cómo escrito está acerca del Hijo del hombre que muchas cosas padezca y anonadado
sea(d)?» 12 Pero dígoos que así Elías(e) ha venido como le hicieron cuanto quisieron,
según escrito está acerca de él».
13 Y, viniendo,(f) a los discípulos, vieron turba mucha en torno de ellos y escribas
disputando contra ellos. 14 Y luego toda la turba, viéndole arrobáronse, y corriendo a
él, le saludaron. 15 Y preguntóles: «¿Qué disputáis contra ellos?» 16 Y respondióle
uno de la turba: «Maestro, he traído mi hijo a ti, que tiene espíritu mudo; 17 y doquier
que de él se apodera, convulsiónale; —y espumarajea(g) y cruje los dientes;— y
secándose está. Y dije a tus discípulos que le lanzasen , y no pudieron». 18 Y él
respondiendo, les dice: «¡Oh generación increyente! ¿hasta cuándo con vosotros
estaré? ¿hasta cuándo os sufriré? Traédmele». 19 Y trajéronsele. Y viéndole(h) el espíritu,
luego le fue retorciendo(i), y cayendo sobre la tierra rodó espumarajeando. 20 Y preguntó a
su padre: «¿Cuánto tiempo ha que esto aconteciéndole está?» Y él dijo: «Desde muy
niño; 21 Y a menudo aún en fuego le ha arrojado y en aguas para perderle. Pero, si algo
puedes, ayúdanos, lastimado de nosotros». 22 Y Jesús díjole: «¡Lo de: «Si puedes!»(j)
Todo (es) posible al que cree». 23 Pronto exclamando el padre del niñito con lágrimas
decía: «Creo; ayuda(k) mi incredulidad». 24 Y viendo Jesús que corriendo se aglomera
turba, impuso al espíritu, al inmundo, diciendo: «¡El mudo y sordo espíritu, yo te
mando: sal de él, y ya no entres en él!». 25 Y, exclamando y muchísimo
convulsionando, salió; —y quedó cual si muerto, que muchos decían: que «ha
muerto». 26 Pero Jesús, tomando su mano, levantóle, y se alzó. 27 Y, entrando él en
casa, sus discípulos a solas preguntábanle: «¿Cómo, pues, nosotros no pudimos
lanzarlo?» 28 Y díjoles: «Este linaje en nada puede salir, sino en oración y ayuno».
29 Y de allí saliendo, caminaba al través de la Galilea; y no quiso que alguno supiera;
30 pues enseñaba a sus discípulos y decía que el Hijo del hombre es entregado en

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manos de hombres, y mataránle y, muerto, después de tres días, resucitará. 31 Mas,


ellos ignoraban la palabra, y temían interrogarle.
32 Y vinieron a Cafarnaúm. Y, a la casa llegado, preguntábales: «¿Qué en el camino
tratabais?» 33 Y ellos callaban; pues entre sí habían conversado en el camino de quien
(era) mayor. 34 Y, sentándose, voceó(l) a los doce, y díceles: «Si alguno quisiere
primero ser, será de todos último y de todos servidor». 35 Y, tomando un niñito, púsole
en medio de ellos, y abrazándolo, díjoles: «Quien a uno de tales niñitos recibiere en mi
nombre, a mí recibe; y quien a mí recibiere, no a mí recibe, sino al que ha enviado a
mí». 36 Díjole Juan: «Maestro, vimos a uno en tu nombre lanzar demonios; y le
estorbábamos, porque no seguía a nosotros». 37 Y Jesús dijo: «No le estorbéis; pues
nadie hay que haga poder(m) en mi nombre y pueda luego maldecirme; 38 pues quien
no es contra nosotros, por nosotros es(n). 39 Pues, quien de beber os diere cáliz de agua
en nombre mío, porque de Cristo sois, en verdad os digo que no perderá, no, su
galardón. 40 Y, quien escandalizare a uno de estos pequeños, los que creen en mí, bello
es para él más bien, si yace muela asinaria(o) en torno de su cuello, y está lanzado él en
la mar. 41 Y, si te escandalizare tu mano, córtala; bello es que manco entres en la vida
que, las dos manos teniendo, te vayas a la Gehenna, al fuego, el inextinguible; 42
donde el gusano de ellos no acaba, y el fuego no se extingue. 43 Y, si tu pie te
escandalizare, cortálo; bello es que entres en la vida cojo, que, los dos pies teniendo,
arrojado seas en la Gehenna, al fuego, el inextinguible. 44 Donde el gusano de ellos no
acaba y el fuego no se extingue. 45 Y, si tu ojo te escandalizare, lánzalo fuera; bello te
es monóculo entrar en el Reino de Dios, que, dos ojos teniendo, ser arrojado en la
Gehenna; 46 donde el gusano de ellos no acaba y el fuego no se extingue. 47 Pues cada
uno(p) con fuego será salado; y cada víctima con sal será salada. 48 ¡Bella, la sal! mas,
si la sal insulsa se hiciere ¿en qué la sazonaréis? Tened en vosotros sal(q), y pacificad entre
vosotros».

4a. «Maestro».
6b. Apareció.
10c. Que Cristo se glorifique.

11d. No reintegra el Elías de la 2ª venida, al pueblo y todas las cosas, antes de


padecer Cristo.

12e. El segundo Elías y precursor primero: Juan. Ambos fueron muy perseguidos.

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13f. Los otros nueve discípulos. 17g. El niño.


19h. A Jesús.
i. Al niño.

22j. Ironía. 23k. Ayúdame a mí, que soy incrédulo; no tengo aún bastante fe. 34l. Llamó en alta voz.
37m. Cosa poderosa = milagro.
38n. Invocando el nombre de Cristo, está con Cristo.

40o. Piedra de moler, movida por asno.

47p. De los condenados será envuelto y atormentado con el fuego y el ardor de lasal (como la víctima
es envuelta en ella para ser quemada). 48q. El condimento bello: la paz.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 10

Enseñanzas

1 Y, de allí levantándose, vase a los confines de la Judea y allende del Jordán; y


júntanse de nuevo turbas a él; y, como solía, de nuevo enseñábales. 2 Y, viniendo a él
fariseos, preguntábanle si es lícito a hombre mujer repudiar, tentándole. 3 Y él,
respondiendo, díjoles: «¿Qué os ha ordenado Moisés?» 4 Y ellos dijeron: «Concedió
Moisés libelo de repudio escribir y repudiar». 5 Y Jesús díjoles: «Por vuestro duro(a)
corazón os escribió Moisés este mandamiento. 6 Del principio, empero, de la creación,
macho y hembra hízoles; 7 por esto abandonará hombre a su padre y su madre; 8 y
serán los dos para en carne una; así que ya no son dos, sino una carne. 9 Lo que Dios,
pues, ha coyundado, hombre no lo separe». 10 Y, a la casa(b), de nuevo los discípulos
acerca de esto preguntábanle. 11 Y díceles: «Quien repudiare a su mujer y se casare
con otra, adultera contra ella; 12 y si ella, repudiando a su marido, se casare con otro,
adultera».
13 Y trajéronle niñitos, para que los tocase; mas, los discípulos imponíanles. 14 Y,
viendo Jesús, indignóse, y díjoles: «Dejad a los niñitos venir a mí; no les estorbéis,
porque de los tales es el Reino de Dios. 15 En verdad dígoos: quien no recibiere el
Reino de Dios como niñito, no entrará, no, en él». 16 Y, abrazando, bendíceles mucho,

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poniendo las manos sobre ellos.


17 Y, saliendo él al camino, corriendo a él uno y arrodillándosele, preguntóle:
«Maestro bueno, ¿qué haré para la vida eterna heredar? 18 Y Jesús díjole: «¿Qué me
dices bueno? Nadie bueno sino uno: Dios. 19 Los mandamientos sabes: «No matarás,
no adulterarás; no hurtarás; no perjurarás; no dañarás; honra tu padre y tu madre». 20 Y
él díjole: «Maestro, esto todo he guardado desde mi juventud». 21 Y Jesús, mirándole,
amóle y díjole: «Una cosa te falta: vete: cuanto tienes, vende y da a mendigos, y tendrás
tesoro en el cielo: y ¡acá! sígueme».
22 Pero él, contrariándose por la palabra, se fue contristado; pues estaba poseyendo
bienes muchos. 23 Y, mirando en torno Jesús, dice a sus discípulos: «¡Cuán
difícilmente los que las riquezas tienen, en el Reino de Dios entrarán!» 24 Y los
discípulos maravillábanse por sus palabras. Y Jesús, de nuevo respondiendo, díceles:
«Hijos, cuán difícil es que quien están confiados en las riquezas, en el Reino de Dios
entren. 25 Más fácil es que un camello por el ojo de una aguja pase que un rico en el
Reino de Dios entre». 26 Y ellos sobremanera pasmábanse, diciéndose a sí mismos:
«¿Y quién puede salvarse?» 27 Contemplándoles Jesús, dice: «Ante los hombres
¡imposible!; pero no ante Dios; que ¡todo posible ante Dios!» 28 Empezó a decir Pedro
a él: «He aquí, nosotros hemos dejado todo y seguídote». 29 Dijo Jesús. «En verdad
dígoos: nadie hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o
hijos, o campos por mí y por el evangelio; 30 si no(c) recibiere el céntuplo ahora en este
tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, e hijos y campos, con(d) persecuciones, y, en
siglo venidero, vida eterna. 31 Y muchos serán primeros, últimos; y los últimos,
primeros.»
32 Y estaban en el camino subiendo a Jerusalén, y estaba conduciéndoles(e) Jesús, y
maravillábanse; y los que seguían, atemorizábanse. Y tomando aparte de nuevo a los
doce, empezóles a decir lo que le había de acontecer. 33 que «he aquí subimos a
Jerusalén, y el Hijo del hombre entregado será a los sumos sacerdotes y a los escribas,
y condenaránle a muerte y entregaránle a las gentes. 34 Y jugaránse con él, y
escupiránle y azotaránle y matarán; y, después de tres días, resucitará».
35 Y viénense acercando a él Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, diciéndole:
«Maestro, queremos que, lo que pidiéremos, nos hagas». 36 Y él díjoles: «¿Qué
queréis yo os haga?» 37 Y ellos dijéronle: «Danos que uno a tu derecha y uno a la
izquierda nos sentemos en tu gloria». 38 Y Jesús díjoles: «No sabéis qué pedís. ¿Podéis
beber el cáliz que yo bebo, o con el bautismo que yo me bautizo, bautizaros?» 39 Y
ellos dijéronle: «Podemos». Y Jesús díjoles: «El cáliz que yo bebo, beberéis; y con el
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bautismo que yo me bautizo, os bautizaréis; 40 pero el sentarse a mi derecha o a la


izquierda, no es mío dar, sino a los que prevenido está». 41 Y oyendo los diez,
comenzaron a indignarse de Santiago y Juan. 42 Y llamándoles a sí Jesús, díceles:
«Sabéis que los que parecen principar a las gentes, avasállanlas; y los grandes de ellos
enseñoréanse de ellos. 43 Mas no así es en vosotros, sino que, quien quisiere grande
hacerse en vosotros, será de vosotros servidor, 44 y, quien quisiere en vosotros ser
primero, será de todos siervo. 45 Pues también el Hijo del hombre no ha venido a ser
servido, sino a servir y dar su alma redención por muchos».
46 Y van a Jericó. Y partiendo él de Jericó, y sus discípulos y turba bastante, el hijo de
Timeo: Bartimeo(f), ciego, mendigo, sentado estaba junto al camino. 47 Y, oyendo que
Jesús es, el Nazareno, empezó a gritar y decir: «¡Hijo de David, Jesús, apiádate de mí!»
48 E intimábanle muchos que callara; pero él mucho más gritaba: «¡Hijo de David,
apiádate de mí!» 49 Y parándose Jesús, dijo: «Voceadle». Y vocean al ciego,
diciéndole: «Confía; levanta; vocéate». 50 Y él, arrojando lejos su manto, saltando
alto, vino a Jesús. 51 Y respondiéndole Jesús, dijo: «¿Qué te quieres haga?» Y el ciego
díjole: «Rabbuní(g), que vea». 52 Y Jesús díjole: «Vete; tu fe te ha salvado». Y luego
vio, y seguíale en el camino.

46f. «Hijo de Timeo». 51g. «Maestro».

Evangelio según San Marcos


Capítulo 11

Jesús en Jerusalén

1 Y, cuando se acercaron a Jerusalén, a Betfagé y Betania, hacia el monte de las Olivas,


envía dos de sus discípulos, 2 y díceles: «Id a la aldea la de en frente de vosotros. Y
luego, entrando en ella, hallaréis pollino atado, sobre el cual nadie todavía de hombres
se ha sentado; soltadlo y traed. 3 Y si alguno os dijere: «¿Qué hacéis esto?, decid: «El
Señor de él necesidad tiene, y luego envíale de nuevo acá». 4 Y fuéronse y hallaron
pollino atado a la puerta fuera, a la calle, y suéltanle. 5 Y algunos de los allí parados
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decíanles: «¿Qué hacéis, soltando el pollino?» 6 Y ellos dijéronles según dijo Jesús; y
dejáronles. 7 Y traen el pollino a Jesús, y echan sobre él sus mantos; y sentóse sobre él.
8 Y muchos sus mantos tendieron por el camino, y otros, frondas cortando de los
campos; 9 y los que precedían y los que seguían, clamaban: «¡Hosanna!»(a)
bendito el que viene en nombre de Señor;10 bendita la que viene realeza de nuestro
padre David;Hosanna en lo más excelso!
11 Y entró en Jerusalén, en el santuario; y mirando en torno todo,
tarde ya siendo la hora, salió a Betania con los doce.12 Y al otro día, saliendo ellos de
Betania, hambreó; 13 y viendo unahiguera, de lejos, teniendo hojas, vino por si algo
hallaba en ella; y,viniendo a ella, nada halló, sino hojas; pues el tiempo no era
dehigos(b). 14 Y, respondiendo, díjola: «No más por el siglo(c) de tinadie fruto coma».
Y oyeron sus discípulos. 15 Y viene a Jerusalén.
Y: entrando en el santuario, comenzó a arrojar fuera los vendientes y los comprantes en
el santuario, y las mesas de los cambistas y las sillas de los vendientes de las palomas
volcó; 16 y no dejaba que alguno llevase vaso(d) a través del santuario: 17 y enseñaba y
decía: «¿No está escrito que la casa mía, casa de oración será llamada, para todas las
gentes? Vosotros, empero, tenéisla hecha cueva de bandidos». 18 Y oyeron los sumos
sacerdotes y los escribas, y buscaban como perderle. Pues atemorizábanse; pues toda la
turba pasmábase de su doctrina. 19 Y, cuando atardeció, salieron fuera de la ciudad. 20
Y, pasando de alba, vieron la higuera secada de raíz. 21 Y, recordando Pedro, dícele:
«Rabbí, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado». 22 Y, respondiendo Jesús,
díceles: «¡Tened fe de(e) Dios! 23 En verdad os digo: que quien dijere a este monte:
«Alzate y arrójate en la mar», y no vacilare en su corazón, sino creyere que lo que
habla, se hace, le será(f).» 24 «Por esto dígoos: todo cuanto orareis y pidiereis, creed
que lo habéis recibido(g) y seráos. 25 Y, cuando estéis parados orando, perdonad, si
algo tenéis contra alguno, para que también vuestro Padre, el de los cielos, os perdone
vuestros deslices». 26 Y, si vosotros no perdonáis, ni vuestro Padre, el de los cielos,
perdonará vuestros deslices».
27 Y vienen de nuevo a Jerusalén. Y, en el santuario paseándose él, vienen a él los
sumos sacerdotes y los escribas y los ancianos; 28 y decíanle: «¿En qué poder esto
haces? y ¿quien te tiene dado este poder, que esto haces?» 29 Y Jesús díjoles:
«Preguntaréos una(h) palabra, y respondedme; y diréos en qué poder esto hago»: 30 «el
bautismo de Juan ¿del cielo era o de los hombres?» Respondedme». 31 Y consideraban
consigo, diciendo: «Si dijéremos: «Del cielo», dirá: «¿Por qué, pues, no le habéis
creído?» 32 Empero, ¿diremos(i): «De los hombres»? temían a la turba; pues todos

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tenían a Juan verdaderamente como que profeta era. 33 Y, respondiendo a Jesús, dicen:
«No sabemos». Y Jesús díceles: «Ni yo os digo en qué potestad esto hago».

9 a. «Hoshián-ná». Ayuda, ¡ea! = Salve. 13 b. De abundancia de higos. 14 c. Los siglos. 16 d.


Utensilio alguno, convirtiendo el templo en vía de tránsito. 22 e. En.
23 f. Sucederá; lo alcanzará.
24 g. Lo habéis ya recibido; con fe tan firme como si ya lo hubieseis recibido.
29 h. Sola.
32 i. Si dijéremos.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 12

Confunde Cristo a los fariseos y saduceos

1 Y principióles en parábolas a hablar: «Viña un hombre crió, y en torno puso cerca, y


cavó sublagar(a), y edificó torre(b), y arrendóla a agrícolas, y peregrinó. 2 Y envió a los
agrícolas, en el tiempo(c), un siervo, para que, de los agrícolas, cogiera de los frutos de
la viña. 3 Y, cogiéndole, desollaron(d), y le enviaron vacío. 4 Y de nuevo envió a ellos
otro siervo; a aquél también descabezaron(e) y deshonraron. 5 Y otro envió; a aquél
también mataron; y muchos otros, a éstos desollando, a aquéllos matando. 6 Todavía
uno tenía: hijo amado; envióle postrero a ellos, diciendo: que «considerarán a mi hijo».
7 Aquéllos, empero, los agrícolas, entre sí dijeron: que «éste es el heredero: «¡acá!
matémosle y nuestra será la herencia». 8 Y cogiendo matáronle y arrojáronle fuera de
la viña. 9 ¿Qué hará el señor de la viña? Vendrá y perderá a los agrícolas y dará la viña
a otros. 10 ¿Ni esta escritura habéis leído?
Salmo 118, A la piedra que desestimaron los edificantes,20,23 ésta fue hecha cabeza
de ángulo;11 desde Señor hecha fue ésta(f),
y es maravillosa en nuestros ojos».

12 Y buscaban de él apoderarse; pero temieron a la turba; pues


conocían que a ellos la parábola dijo. Y, dejándole, se fueron. 13 Y envían a él algunos
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de los fariseos y los herodianos para prenderle con palabra. 14 Y, viniendo, dícenle:
«Maestro, sabemos que veraz eres y no te importa de nadie; que no miras a la faz de los
hombres, sino en verdad el camino de Dios enseñas: ¿Es lícito dar censo a César o no?
¿Daremos o no daremos?» 15 Y él, sabiendo la hipocresía de ellos, díjoles: «¿Qué me
tentáis? Traedme denario, para ver». 16 Y ellos trajeron. Y díceles: «¿De quién, esta
imagen y el epígrafe?» Y ellos dijéronle: «De César». 17 Y Jesús dijo: «Lo de César
devolved a César, y lo de Dios a Dios». Y asombrábanse de él. 18 Y vienen saduceos a
él, los que dicen que resurrección no hay, y preguntábanle, diciendo: 19 «Maestro,
Moisés escribiónos que, si de alguno un hermano muriere y abandonare mujer y no
dejare hijo; —que tome su hermano la mujer y excite de ella simiente a su hermano. 20
Siete hermanos eran. Y el primero tomó mujer; y, muriendo, no dejó simiente. 21 Y el
segundo tomóla, y murió, no dejando en pos simiente, y el tercero asimismo; 22 y los
siete no dejaron simiente. Al fin de todos también la mujer murió. 23 En la resurrección
¿de quién de ellos será mujer? que los siete tuviéronla por mujer». 24 Díjoles Jesús:
«¿No por esto(g) erráis: no sabiendo las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Pues, cuando
de los muertos resucite, ni se casan, ni se les casa, sino son como ángeles, los de los
cielos. 26 Y acerca de los muertos: el que despiertan ¿no habéis leído en el libro de
Moisés, sobre la zarza, cómo le dijo Dios, diciendo: «Yo
el Dios de Abrahán, y Dios de Isaac y Dios de Jacob? 27 No es Dios de muertos, sino
de vivientes; mucho erráis.» 28 Y, acercándose uno de los escribas, oyéndoles disputar,
sabiendo
que bellamente les ha respondido, preguntóle: «¿Cuál es el mandamiento primero de
todos?» 29 Respondió Jesús que el primero es: «Oye, Israel: Señor, el Dios nuestro,
Señor uno es: 30 y amarás a Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de
toda tu mente, y de toda tu fuerza 31 Segundo éste: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. Mayor que éstos otro mandamiento no hay». 32 Y díjole el escriba:
«Bellamente, maestro, en verdad has dicho que uno es y no hay otro fuera de él. 33 Y el
amarle de todo el corazón, y de todo el entendimiento y de toda la fuerza; y el amar al
prójimo como a sí mismo, superior es a todos los holocaustos y sacrificios». 34 Y
Jesús, viéndole que razonablemente respondió, díjole: «No lejos estás del Reino de
Dios». Y nadie más ya atrevióse a preguntarle.
35 Y, respondiendo Jesús, decía, enseñando en el santuario: «¿Cómo dicen los escribas
que el Cristo hijo de David es? 36 El mismo David dijo en el Espíritu el santo: Salmo
109,1. Dijo Señor a mi Señor: «Siéntate a mi diestra, hasta poner yo a tus enemigos
debajo de tus pies». 37 El mismo David dícele Señor; y ¿de dónde(h) de él es Hijo?»

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Y la mucha turba(i) oíale placenteramente; 38 Y en su doctrina decía: «Mirad(j) de los


escribas, los que quieren en estolas(k) pasear, y salutaciones en las ágoras(l), 39 y primeras sillas en las
sinagogas y primeros lechos(m) en las comidas. 40 Los que devoran las casas de las
viudas, y con apariencia muy largamente oran; —éstos recibirán mayor juicio».
41 Y, sentándose en frente del gazofilacio(n), miraba cómo la turba echaba bronce(o); y
muchos ricos echaban mucho; 42 y viniendo una viuda mendiga, echó monedas dos(p);
lo que es un cuadrante. 43 Y, llamando a sí a sus discípulos, díjoles: «En verdad dígoos
que esta viuda, la mendiga, más que todos echó de los que echaron en el gazofilacio. 44
Porque todos de lo sobrante a ellos echaron; ésta, empero, de su penuria, todo cuanto
tenía, echó: todo su sustento».

1 a. Lagar con recipiente inferior.


b. De habitación y defensa.
2 c. De la vendimia.
3 d. Desgarraron a azotes.
4 e. Destrozaron la cabeza.
11 f. Cosa = esto.
24 g. Por esto: por no saber las Escrituras.
37 h. Cómo.
i. La mayor parte de la turba. 38 j. Apartad de ellos los ojos, guardaos.
k. Vestidura talar.
l. Plazas públicas. 39 m. Poltronas, canapées.

41 n. Tesoro, alcancía.
o. Cobre.
42 p. Monedillas de cobre = 1 cuadrante, o 1/4 de as.

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Evangelio según San Marcos


Capítulo 13

Sermón escatológico de Cristo


Fin de Jerusalén y del mundo

1 Y saliendo él del santuario, dícele uno de sus discípulos: «Maestro, ¿ve? de dónde
—piedras(a) y ¿de dónde— ¡edificios!» 2 Y Jesús díjole: «Miras estos grandes
edificios? No se dejará, no, aquí piedra sobre piedra que no sea, no, deshecha». 3 Y,
sentándose él en el monte de las olivas, en frente del santuario, preguntóle aparte Pedro
y Juan y Andrés: 4 «Dínos ¿cuándo esto será; y qué, la señal, cuando se hubiere esto de
consumar todo?»
5 Y Jesús empezó a decirles: «Mirad que nadie os descamine. 6 Muchos vendrán en mi
nombre, diciendo: que «yo soy» y a muchos descaminarán. 7 Y, cuando oyereis
guerras y oídas(b) de guerras, no os espantéis: necesario es que acontezca; pero ¡aún no
el fin! 8 Pues se levantará gente contra gente, y reino contra reino; habrá hambres. 9 El
principio de los dolores de parto(c), esto. Y miraos a vosotros mismos: os entregarán a
sanedrines y a sinagogas; desollados seréis(d), y, ante presidentes y reyes, puestos por
mí en testimonio para ellos. 10 Y a todas las gentes primero(e) menester es se predique
el Evangelio. 11 Y, cuando, os lleven, entregando, no os preocupéis de qué hablar, sino
lo que se os dé en aquella hora, esto hablad; que no sois vosotros los hablantes, sino el
Espíritu el santo. 12 Y entregará hermano a hermano a muerte, y padre a hijo; y
levantaránse juntos hijos contra padres y mataránles, 13 y seréis aborrecidos de todos
por mi nombre. Mas el perseverante(f) hasta el fin, éste se salvará.»
14 «Y, cuando viereis la abominación de la desolación, —lo parado(g) donde no debe
(el leyente entienda), entonces los en la Judea huyan a los montes; 15 el sobre la azotea
no baje, ni entre a alzar algo de su casa; 16 y el que al campo(h), no se vuelva a lo de
atrás a alzar su manto. 17 Y ¡ay de las preñadas y lactantes(i) en aquellos días! 18 Y
orad que no acontezca en invierno(j).»19 «Pues serán aquellos días de tribulación, cual
no ha habido tal, decomienzo de criatura que crió Dios hasta lo de ahora, y no habrá,
no.20 Y, si no acortara Señor los días, no salvara toda carne; pero, porlos elegidos que

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ha elegido, ha acortado los días. 21 Y entonces, sialguno os dijere: «¡Mira! ¡aquí el


Cristo! mira: ¡allí! no creáis; 22pues se levantarán pseudocristos y pseudoprofetas, y
darán señales yprodigios para ir descaminando, si posible, los elegidos. 23 Y
vosotrosmirad: os he predicho todo. 24 Empero en aquellos días, después deaquella
tribulación, el sol se entenebrecerá, y la luna no dará suesplendor, 25 y los astros
estarán del cielo cayéndose; y los poderes,los en los cielos, se estremecerán. 26 Y
entonces verán al Hijo delhombre venir en nubes con poder y gloria mucha. 27 Y
entoncesenviará los ángeles e irá juntando sus elegidos, de los cuatro vientos,de
extremo de tierra a extremo de cielo. 28 Y de la higuera aprendedla parábola. Cuando
ya su rama tierna se tornare, y brotare las hojas,conocéis que cerca el estío está; 29 así
también vosotros, cuandoviereis esto acontecer, conocéis que cerca está(k), a las
puertas. 30 Enverdad os digo que no pasará, no, esta generación, hasta que esto todo
acontezca. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras nopasarán, no.»32 «Pero
acerca de aquel día y la hora, nadie sabe ni ángel en el cielo,
ni el Hijo, sino el Padre. 33 Mirad, velad: que no sabéis cuándo eltiempo es. 34 Como(l)
hombre peregrino dejando su casa y dando asus siervos la potestad, a cada cual su obra;
—también al porteroencargó que velase(m). 35 Velad, pues; porque no sabéis cuándo
elseñor de la casa viene: si tarde, si a medianoche, si al galicinio, si alalba, 36 porque,
viniendo de repente no os halle durmiendo. 37 Y loque a vosotros digo, a todos digo:
velad».

1 a. Tamañas. —Eran albas y pulidas cada una de unos 25 codos de largo, 12 de ancho, 8 de alto. El
templo parecía una montaña esplendorosa. Herodes había ocupado en su fábrica diez mil obreros y
ocho años.
7 b. Rumores, relatos.

9 c. Grandes congojas de la tierra vieja que engendra a la nueva.


d. Desgarrados a azotes. 10 e. Que se consume el siglo, el mundo.
13 f. El fiel, paciente, confiado en Cristo.
14 g. Las abominaciones; todo lo abominable (que se hizo en el templo al principio
de la guerra judaica).
16 h. Haya ido.
17 i. Por lo que sufrirán sus hijos (degollados acaso, cual solía hacerse).
18 j. En que habrá mayor tribulación.

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29 k. Cristo.
34 l. En su vida mortal.
m. Así os digo: Velad.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 14

Pasión de Cristo

1 Y era la Pascua y los ázimos después de dos días; y buscaban los sumos sacerdotes y
los escribas cómo en dolo prendiendo matarle; 2 pues decían: «No en la fiesta, no sea
que haya tumulto del pueblo».
3 Y, entrando él en Betania, en la casa de Simón, el leproso, recostado él, vino una
mujer teniendo un alabastro(a) de ungüento de nardo líquido(b) muy valioso; quebrando
el alabastro, derramó sobre su cabeza. 4 Y había algunos indignándose dentro de sí.
«¿A qué esta pérdida de ungüento se ha hecho? 5 Porque se pudo este ungüento vender
por más de trescientos denarios y dar a los mendigos». Y entremurmuráranla. 6 Mas,
Jesús dijo: «Dejadla ¿Qué? ¿a ella golpes asestáis? Hermosa obra ha obrado en mí. 7
Pues siempre a los pobres tenéis con vosotros, y cuando quisiereis, podéisles bien
hacer; pero a mí no siempre tenéis. 8 Lo que tuvo(c), hizo: anticipóse a ungir mi cuerpo
para la sepultura. 9 En verdad dígoos: doquiera se predicare el Evangelio en todo el
mundo, también lo que ha hecho ésta, se contará en memoria de ella.»
10 Y Judas Iscariotes, el uno de los doce, se fue a los sumos sacerdotes, para entregarle
a ellos. 11 Y ellos, oyendo, alegráronse y anunciáronle dinero dar; y buscaba cómo
oportunamente entregarle.
12 Y el primer día de los ázimos, cuando la Pascua inmolaban, dícenle sus discípulos:
«¿Dónde quieres que, yéndonos, preparemos para que comas la Pascua?» 13 Y envía
dos de sus discípulos, y díceles: «Idos a la ciudad. Y encontraráos un hombre, cántaro
de agua llevando: seguidle; 14 y, donde entrare, decid al dueño de casa: que «el
Maestro dice: «¿Dónde está mi estancia, donde la Pascua con mis discípulos yo
comer?» 15 Y él mismo os mostrará cenáculo(d) grande, tendido(e), preparado; y allí
preparadnos». 16 Y salieron los discípulos, y fueron a la ciudad y hallaron según les
dijo, y prepararon la Pascua. 17 Y atardeciendo, va con los doce. 18 Y, recostados ellos
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y comiendo, Jesús dijo: «En verdad dígoos que uno de vosotros me entregará, el que
come conmigo». 19 Empezaron a entristecerse y decirle uno por uno: «¿No
ciertamente yo?» 20 Y él díjoles: «Uno de los doce: el que remoja conmigo dentro de la
escudilla. 21 Porque ciertamente el Hijo del hombre se va, según escrito está acerca de
él; ¡ay empero, de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado; bello para
él, si no hubiese nacido aquel hombre!» 22 Y, comiendo ellos, tomando pan,
bendiciendo, partió y dióles, y dijo: «Tomad: este es mi cuerpo». 23 Y tomando cáliz,
agradeciendo, dioles; y bebieron de él todos. 24 Y díjoles: «Esta es mi sangre, la del
testamento, la que es derramada por muchos. 25 En verdad dígoos que no más no
beberé, no, del germen de la vid, hasta aquel día que lo beba nuevo en el reino de
Dios».
26 Y, salmeando, salieron al monte de las Olivas; 27 y díceles Jesús: que «todos os
escandalizaréis; que escrito está: «Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán», 28
«Empero, después de resucitar yo, conduciréos a la Galilea». 29 Y Pedro díjole: «Aun
cuando todos se escandalicen, pero no yo». 30 Y dícele Jesús: «En verdad dígote que tú
hoy en esta noche, antes de que dos veces el gallo cante, tres veces me negarás». 31
Pero él tanto más hablaba: «Si menester fuere que yo muera contigo, no te negaré, no».
Y lo mismo también todos decían.
32 Y vienen a un paraje cuyo nombre, Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos
aquí, mientras yo orare». 33 Y, llevóse a Pedro; y a Santiago y a Juan consigo, y
empezó a aterrarse y atediarse; 34 y díceles: «Triste en torno(f) está mi alma a muerte:
quedaos aquí y velad». 35 Y, adelantándose un poco, caía sobre la tierra y oraba que, si
posible es, pasara de él la hora y decía: 36 «Abbá, el Padre, todo posible a ti: traspasa
este cáliz de mí; empero, no lo que yo quiero, sino lo que tú». 37 Y viene y hállales
durmiendo, y dice a Pedro; «Simón, ¿duermes? ¿No has valido para una hora velar? 38
Velad y orad que no entréis en tentación; el espíritu ciertamente, pronto; la carne,
empero, ¡enferma!» 39 Y de nuevo yéndose oró, la misma palabra diciendo. 40 Y de
nuevo viniendo, hallóles durmiendo; que estaban los ojos de ellos oprimidos, y no
sabían qué responderle. 41 Y viene tercera vez y díceles: «Dormid ya y reposad(g).
Basta. Ha llegado la hora: he aquí es entregado el Hijo del hombre en las manos de los
pecadores. 42 Levantaos, vamos: he aquí el que me entrega, es llegado». 43 Y al punto,
aún hablando él, llégase Judas uno de los doce, y, con él, una turba con cuchillas y
palos, de(h) los sumos sacerdotes, y los escribas y los ancianos. 44 Y había, el que le
entregaba, dádoles seña, diciendo: «A quien yo besare, él es: prendedle y llevadle
seguramente». 45 Y, viniendo al punto, y llegándose a él, dice: «Rabbí», y le besó

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tiernamente, 46 y ellos echaron las manos a él y prendiéronle. 47 Uno, empero, de los


circunstantes, tirando de la cuchilla, hirió el siervo del sumo sacerdote y llevóle la
orejilla(i). 48 Y, respondiendo Jesús, díjoles: «¿Como a bandido habéis salido con
cuchillo y palos a aprehenderme? 49 Día a día estaba ante vosotros en el santuario,
enseñando, y no me prendisteis. —Empero(j)— ¡para que se cumplan las Escrituras!»
50 Y, dejándole, huyeron todos. 51 Y cierto jovencillo seguíale al par, envuelto en una
sábana sobre lo desnudo; y préndenle; 52 mas, él, abandonando la sábana, desnudo
huyó.
53 Y fueron llevando a Jesús ante el sumo sacerdote; y juntáronse todos los sumos
sacerdotes, y los ancianos y los escribas. 54 Y Pedro; de lejos siguióle hasta dentro del
atrio del sumo sacerdote, y estaba sentado junto con los servidores y calentándose a la
lumbre. 55 Y los sumos sacerdotes y todo el sanedrín buscaban contra Jesús testimonio
para matarle, y no hallaban; 56 pues muchos testificaban en falso contra él, e iguales
sus testimonios no eran. 57 Y algunos, levantándose, testificaron en falso contra él,
diciendo: 58 que «nosotros hémosle oído decir: que «yo desharé este templo el
hechizo, y, en tres días, otro no hechizo edificaré». 59 Y ni así igual era su testimonio.
60 Y, levantándose el sumo sacerdote al medio, preguntó a Jesús, diciendo: «¿No
respondes nada a lo que éstos contra ti testifican?» 61 Mas él callaba; y no respondió
nada(k). De nuevo el sumo sacerdote preguntábale y dícele: «¿Tú eres el Cristo el Hijo
del (Dios) Bendito?» 62 Y Jesús dijo: «Yo soy: y veréis al Hijo del hombre a diestra del
Poder y viniendo con las nubes del cielo». 63 Y el sumo sacerdote, desgarrando sus
túnicas, dice: «¿Qué ya necesidad tenemos de testigos? 64 Habéis oído la blasfemia:
¿qué os parece?» Y ellos todos condenáronle: que reo era de muerte. 65 Y empezaron
algunos a escupir en él, y cubrir en torno su rostro, y abofetearle y decirle:
«Profetiza(l)»; y los servidores a puñadas le tomaban.
66 Y, estando Pedro abajo, en el atrio, viene una de las muchachas del sumo sacerdote;
67 y, viendo a Pedro calentándose, contemplándole, dice: «También tú con el
Nazareno estabas, con Jesús». 68 Pero él negó, diciendo: «No sé, ni entiendo tú lo que
dices». Y salió fuera, al vestíbulo; 69 y la muchacha(m) viéndole, empezó de nuevo a
decir a los circunstantes: que «éste de ellos es». 70 Y él de nuevo negó. Y poco
después, de nuevo los circunstantes decían a Pedro: «Verdaderamente de ellos eres;
pues también galileo eres». 71 Pero él empezó a maldecir y jurar: que «no conozco a
este hombre que decís». 72 Y al punto, por segunda vez el gallo cantó. Y recordó Pedro
la palabra: como le dijo Jesús: que «antes que el gallo dos veces cante, tres veces me
negarás». Y, advirtiendo, lloraba.

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3 a. Vaso de alabastro.
b. Según otros: «puro». 8 c. Consigo = pudo. 15 d. Sala del segundo piso, en la casa romana.
e. Con los lechos (poltronas) tendidos ya y prontos para la cena.

34 f. Toda entera.
41 g. Aquí una larga pausa, en que les dejó dormir.
43 h. Desde; enviada de ellos.
47 i. Aurícula, lóbulo.

49 j. Elipse: «esto sucede». 61 k. A la pregunta. 65 l. Adivina. (Mt. 26,68).


69 m. No de ésta, sino de otra, habla Mt. 26,71.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 15

Crucifixión

1 Y luego, al alba, consejo preparando los sumos sacerdotes con los ancianos y escribas
y todo el sanedrín, atando a Jesús, fuéronle llevando y entregáronle a Pilato. 2 Y
preguntóle Pilato: «¿Tú eres el rey de los judíos?» y él, respondiendo, le dijo: «Tú
dices». 3 Y acusábanle los sumos sacerdotes de muchas cosas. 4 Y Pilato de nuevo
preguntábale diciendo: «¿No respondes nada? Mira de cuán grandes cosas te acusan».
5 Mas, Jesús ya no respondió nada, que se maravilló Pilato. 6 Y durante la fiesta,
soltábales un preso: el que pedían. 7 Y estaba el llamado Barrabás, con los sediciosos
atado; los que en la sedición muerte habían hecho. 8 Y, subiendo la turba, empezó a
pedir, según siempre les hacía. 9 Y Pilato respondióles, diciendo: «¿Queréis os suelte
al rey de los judíos?» 10 Pues conocía que por envidia le habían entregado los sumos
sacerdotes. 11 Y los sumos sacerdotes sublevaron la turba: que más bien a Barrabás les
soltase. 12 Y Pilato de nuevo respondiendo decíales: «¿Qué, pues, haré del que decís:
«el rey de los judíos»? 13 Y ellos de nuevo gritaron: «¡Crucifícale!» 14 Y Pilato
decíales: «¿Pues qué ha hecho malo?» Mas, ellos sobremanera gritaron:
«¡Crucifícale!» 15 Y Pilato queriendo a la turba satisfacer, soltóles a Barrabás, y
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entregó a Jesús flagelado, para que se le crucificase. 16 Y los soldados fueron


llevándole adentro del atrio, lo que es pretorio; y convocan todo el manípulo(a). 17 Y
fuéronle revistiendo de púrpura y le pusieron en torno, tejiendo, espínea corona; 18 y
empezaron a saludarle: «Salve, rey de los judíos»; 19 y herían su cabeza con caña y
escupían en él, y poniendo las rodillas, adorábanle. 20 Y, cuando se hubieron jugado
con él, desvistiéronle la púrpura, vistiéronle sus vestiduras. Y llévanle fuera para
crucificarle. 21 Y compelen a cierto transeúnte, Simón, cireneo, viniendo del campo,
padre de Alejandro y Rufo, para que llevase su cruz. 22 Y llévanle al del Gólgota lugar;
lo que es interpretado: del Cráneo(b), lugar. 23 Y dábanle mirrado vino; y él no tomó.
24 Y crucifícanle, y repártense sus vestiduras, echando suertes sobre ellas: quién qué se
llevaba. 25 Y era la hora tercia y(c); crucificáronle. 26 Y estaba el epígrafe de su causa
escrito: «El rey de los judíos». 27 Y con él crucifican dos bandidos: uno a derecha y
uno a izquierda. 28 Y cumplióse la escritura, la que dice: «Y con los inicuos fue
contado». 29 Y los transeúntes blasfemábanle, moviendo sus cabezas y diciendo:
«¡Ah! el que deshace el templo de Dios y edifica en tres días! 30 Sálvate a ti mismo,
bajando de la cruz». 31 Así mismo también los sumos sacerdotes, jugándose con él,
unos a otros con los escribas, decían: «A otros salvó, a sí mismo no puede salvar. 32 El
Cristo, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos». También los
crucificados juntamente con él, improperábanle. 33 Y siendo hora sexta, tinieblas
fueron sobre toda tierra hasta hora nona, 34 y a la nona hora clamó Jesús con voz
grande: «Eloí, Eloí, ¿lama sabachtaní?»; lo que es interpretado: «Dios mío, Dios mío
¿a qué me has desamparado?» 35 Y algunos de los circunstantes oyendo, decían:
«Mira: a Elías vocea». 36 Y corriendo uno, empapando una esponja en vinagre,
poniendo alrededor de una caña, dióle a beber, diciendo; «Dejad: veamos si viene Elías
a bajarle». 37 Y Jesús, dando voz grande, expiró. 38 Y el velo del templo se rasgó en
dos, de alto a bajo. 39 Y viendo el centurión, el circunstante, en frente de él, que así
expiró, dijo: «Verdaderamente este hombre, Hijo de Dios era». 40 Y había también
mujeres de lejos mirando; entre las cuales también María, la Magdalena, y María, la de
Santiago, el menor y de José, madre, y Salomé. 41 Las que, cuando estaba en la
Galilea, seguíanle y servíanle; y otras muchas, las que habían subido con él a Jerusalén.
42 Y ya atardeciendo, por ser la parasceve(d); lo que es: ante sábado(e), 43 viniendo, José de
Arimatea, noble consejero; el cual también, él mismo, estaba aguardando el reino de
Dios; audazmente entró a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Y Pilato maravillóse de
que ya estuviere muerto y, llamando a sí al centurión, preguntóle si ya era muerto. 45 Y
conociendo del centurión, donó el cadáver a José. 46 Y, comprando sábana, bajando, le

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envolvió en la sábana; y depúsole en un sepulcro que estaba canteado en piedra; y rodó


piedra ante la puerta de la sepultura. 47 Y María, la Magdalena, y María, la de José,
miraban dónde estaba(f) puesto.

16a. 200 hombres. 22b. Véase Mt. 27,33. 25c. Después. 42d. «Preparación».

e. Víspera del sábado.

47f. Quedaba.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 16

Resurrección

1 Y, pasado el sábado, María, la Magdalena y María, la de Santiago, y Salomé


compraron aromas, para, yendo, ungirle. 2 Y muy al alba, el primero(a) de los sábados
vienen al sepulcro, naciendo el sol. 3 Y decían entre sí: «¿Quién revolverános la piedra
de la puerta de la sepultura?» 4 (Y, reparando, ven que está revuelta atrás la piedra).
Pues era grande sobremanera. 5 Y entrando en la sepultura, vieron un jovencito
sentado a la derecha, envuelto en estola esplendorosa, y arrobáronse. 6 Mas él díceles:
«No os arrobéis: a Jesús buscáis, al Nazareno, al crucificado: resucitó; no está aquí; he
aquí el lugar donde le pusieron. 7 Empero, idos, decid a sus discípulos, y a Pedro que os
conduce a la Galilea; allí le veréis, según os dijo». 8 Y, saliendo, huyeron de la
sepultura, pues apoderóse de ellas temblor y éxtasis; y a nadie nada dijeron(b), pues
temían. 9 Y, resucitando al alba, el primero del sábado, aparecióse primero a María, la
Magdalena; de la cual había lanzado siete demonios. 10 Aquélla, yendo, anunció a los
que con él estuvieron, que lamentaban y lloraban. 11 También aquéllos, oyendo que
vivía y habíase manifestado a ella, no creyeron. 12 Y, después de esto, a dos de ellos
que paseaban, aparecióse en otra forma, yendo ellos al campo; 13 y también aquéllos,
yéndose, anunciaron a los demás; ni aquéllos creyeron. 14 Y por fin, recostados ellos,
los once, aparecióse, y vituperó su incredulidad y duro corazón, porque a los que le
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vieran resucitado, no creyeron. 15 Y díjoles: «Yendo al mundo todo entero, predicad el


Evangelio a toda criatura. 16 El creyente y bautizado, se salvará; mas, el increyente, se
condenará. 17 Y señales a los creyentes acompañarán éstas: en mi nombre demonios
lanzarán; lenguas hablarán nuevas; 18 serpientes alzarán; y si mortífero algo bebieren,
no les dañará, no; sobre enfermos manos impondrán, y bellamente estaránse». 19 Y
ciertamente el Señor Jesús, después de hablarles, fue asumido al cielo, y sentóse a la
diestra de Dios; 20 aquéllos, empero, saliendo, predicaron doquiera, cooperando el
Señor a la palabra, confirmando con las señales que la seguían.

2a. Día de la semana.


8b. Temblando de estupor, vuelven rápidamente, sin detenerse a hablar con nadie.

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Evangelio Según San Lucas


Capítulo 1

Anunciación del Bautista y de Cristo


Prólogo

1 Dado que ya muchos han puesto mano en componer narración acerca de las cosas, en
nosotros plenamente confirmadas(a), 2 según nos han trasmitido los que desde el
principio testigos oculares y servidores fueron de la palabra; 3 pareció también a mí,
que he seguido a par, desde atrás, todo exactamente, ordenadamente escribirte, óptimo
Teófilo(b); 4 porque de las palabras(c) en que se te instituyó, conozcas bien la
certidumbre.
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote, por nombre Zacarías, del
turno de Abías; y mujer tenía de las hijas de Aarón, y el nombre de ella, Elisabet. 6 Y
eran justos ambos delante de Dios, caminando en todos los mandamientos y justicias(d)
del Señor intachables. 7 Y no tenían hijo, pues era Elisabet estéril; y ambos avanzados
en sus días eran. 8 Y aconteció que, de sacerdote él en el orden de su turno ante Dios, 9
según la costumbre del sacerdocio; 10 tocóle incensar, entrando en el templo del Señor;
y toda la muchedumbre estaba del pueblo orando fuera, a la hora del timiama(e). 11 Y
aparecióle ángel del Señor; parado a la diestra del ara del timiama. 12 Y espantóse
Zacarías viendo, y temor cayó sobre él. 13 Y dijo a él el ángel: «No temas, Zacarías,
porque escuchada ha sido tu plegaria, y tu mujer, Elisabet, te parirá hijo, y llamarás su
nombre Juan; 14 y tendrás gozo y júbilo; y muchos en su nacimiento se gozarán. 15
Pues será grande delante del Señor; y vino y sidra no beberá, no; y de Espíritu Santo
será lleno aún de vientre de su madre; 16 y a muchos de los hijos de Israel convertirá al
Señor, al Dios de ellos; 17 Y él precederá delante de él en espíritu y poder de Elías, a
convertir corazones de padres(f) a hijos, e inobedientes, en pensamiento de justos a
preparar al Señor pueblo perfecto». 18 Y dijo Zacarías al ángel: «¿Por dónde conoceré
esto? Pues yo soy anciano y mi mujer avanzada en sus días». 19 Y, respondiendo el
ángel díjole: «Yo soy Gabriel el parado junto a la faz de Dios, y he sido enviado a
hablar a ti, y evangelizarte(g) esto. 20 Y he aquí estarás callando y no pudiendo
hablar(h) hasta el día que acontecieren estas cosas, por esto: porque no has creído a mis
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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palabras; las cuales se cumplirán a su tiempo». 21 Y estaba el pueblo aguardando a


Zacarías, y maravillábanse de que tardase en el templo él. 22 Y, saliendo, no pudo
hablarles. Y conocieron bien que visión había visto en el templo; y él estaba
significándoles;(i) y quedó sordomudo. 23 Y aconteció que cuando se cumplieron los
días de su servicio, se fue a su casa. 24 Y, después de estos días, concibió Elisabet, su
mujer; y ocultóse en torno meses cinco(j), diciendo: 25 que «así me ha hecho el Señor
en los días que miró por mí a quitar mi afrenta en los hombres».
26 Y en el mes el sexto fue enviado el ángel Gabriel de Dios, a una ciudad de Galilea,
cuyo nombre Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón, cuyo nombre, José, de
casa de David; y el nombre de la virgen, María. 28 Y, entrando a ella dijo: «Alégrate(k),
agraciada(l): el Señor, contigo, bendita tú en mujeres(m)» 29 Y ella por la palabra
perturbóse, y consideraba de dónde fuese esta salutación(n). 30 Y dijo el ángel a ella:
«No temas, María; porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y he aquí, concebirás
en vientre, y parirás hijo, y llamarás su nombre, Jesús. 32 Este será grande e Hijo del
Altísimo será llamado; y darále Señor Dios el trono de David, su padre; 33 y reinará
sobre la casa de Jacob por los siglos, y de su reino no habrá fin». 34 Y dijo María al
ángel: «¿Cómo será esto, cuando varón no conozco?» 35 Y, respondiendo el ángel,
díjola: «Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te sombreará; por esto
también lo nacido santo será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí, Elisabet, tu parienta,
también ella ha concebido hijo en su vejez; y este mes el sexto es para ella la llamada
estéril; 37 que no será imposible delante de Dios toda palabra». 38 Y dijo María: «He
aquí la sierva del Señor; hágaseme según tu palabra». Y retiróse de ella el ángel.
39 Y levantándose María, en estos días, se fue a la montaña, de prisa, a una ciudad de
Judá; 40 y entró en la casa de Zacarías y saludó a Elisabet. 41 Y aconteció, como oyó la
salutación de María, Elisabet, saltó la criatura en su vientre, y fue llena de Espíritu
Santo Elisabet; 42 y exclamó con grito grande y dijo: «¡Bendita tú en mujeres, y
bendito el fruto de tu vientre! 43 Y ¿de dónde a mí esto: que venga la madre de mi
Señor a mí? 44 Pues he aquí, como llegó la voz de tu salutación a mis orejas, saltó en
júbilo la criatura en mi vientre. 45 Y bienaventurada la creyente, pues habrá
cumplimiento para lo hablado a ella del Señor». 46 Y dijo María:
«Magnifica mi alma al Señor,47 y jubiló mi espíritu en Dios mi salvador;48 Porque ha
mirado a la humildad(o) de su sierva. Que he aquí,desde ahora mismo, bienaventurada
diránme todas las generaciones;49 que me ha hecho cosas grandes el poderoso; y
santo su nombre;50 y su misericordia, a generaciones y generaciones, a los que
letemen.51 Ha hecho fuerza en su brazo:dispersó los soberbios con pensamiento de su

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corazón.52 derribó potentes de tronos,y exaltó humildes;53 hambrientos llenó de


bienesy ricos despidió vacíos.54 Acogió a Israel, niño suyo,para recordar
misericordia,según habló a nuestros padres:55 a Abrahán y su simiente por el
siglo(p)».

56 Y quedó María con ella como meses tres, y volvió a su casa. 57 Y a Elisabet
cumplióse el tiempo de parir ella, y engendró hijo. 58 Y oyeron los vecinos y los
parientes de ella que magnificaba Señor su misericordia con ella, y alegráronse con
ella. 59 Y aconteció en el día el octavo vinieron a circuncidar al párvulo, y llamábanle,
por el nombre de su padre, Zacarías. 60 Y respondiendo su madre dijo: «No; sino se
llamará Juan». 61 Y dijeron a ella: que «ninguno hay de tu parentela, que sea llamado
con este nombre». 62 Y significaron a su padre que qué quería se le llamase. 63 Y,
pidiendo tablilla, escribió diciendo: «Juan es su nombre». Y maravilláronse todos. 64
Y abrióse su boca al punto y su lengua, y hablaba, bendiciendo a Dios. 65 Y vino sobre
todos temor los que en torno de ellos habitaban; y en toda la montaña de la Judea
hablábanse todas estas palabras. 66 Y pusiéronselas todos los que oían, en su corazón
diciendo: «¿Quién, pues, este infante será?» Porque también la mano del Señor era con
él.
67 Y Zacarías su padre fue lleno de Espíritu Santo y profetizó
diciendo:68 «Bendito, Señor, el Dios de Israel;pues ha visitado y hecho redención a su
pueblo69 y alzó cuerno(q) de salvación a nosotros,en casa de David, niño suyo;70
según habló, por boca de los santos(desde el siglo) profetas suyos:71 salvación de
nuestros enemigosy de mano de todos los que nos odian;72 para hacer misericordia
con nuestros padresy recordar testamento(r) santo suyo,73 juramento que juró
Abrahán, padre nuestro, el darnos.74 que, inmedrosamente, de mano de nuestros
enemigos librados, lesirvamos75 en piedad y justicia a su faz todos nuestros días.76 Y
también tú, infante, profeta del Altísimo serás llamado, puesprecederás a faz de Señor,
a preparar sus caminos,77 para dar ciencia de salud a su pueblo en(s) remisión de
suspecados;78 por entrañas de misericordia de nuestro Dios; en las que nosvisitó,
oriente(t) de lo excelso,79 a manifestarse a los en tinieblas y sombra de muerte
sentados,para enderezar nuestros pies a camino de paz».
80 Y el infante crecía; y confortábase de espíritu; y estábase en los desiertos hasta día
de su manifestación a Israel.

1 a. De tal manera que inspiraron plena fe.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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3 b. Amante de Dios, hombre devoto.


4 c. Doctrinas.
6 d. Lo natural o divinamente justo.
10 e. Incienso.

17 f. No convertidos a hijos convertidos. 19 g. Darte feliz nueva de esto. 20 h. Palabra alguna. 22 i.


Esto por señas. 24 j. Para que no se dudase de la verdad de su concepción.
28 k. «Ave», salve; fórmula de saludo.
l. La agraciada; estás con la gracia, con toda ella; llena de gracia.
m. Este inciso es casi exclusivamente occidental.

29 n. Por dónde podía ella merecerla —Inaudito era que un ángel, que Dios, saludase, como se
saludan iguales y amigos.
48 o. Condición humilde.

55 p. Tiempo, todo tiempo, siempre. 69 q. Fuerza, poder. 72 r. Alianza.


77 s. En la, no: para. En el perdón de los pecados está la salvación.
78 t. Como oriente; como sol naciendo del cielo.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 2

Infancia de Jesús

1 Y aconteció en aquellos días, salía edicto de César Augusto de que se empadronase


todo el orbe. 2 Este empadronamiento primero hízose, presidiendo a la Siria Cirino. 3 E
iban todos a empadronarse, cada cual a su ciudad. 4 Y subió también José, desde la
Galilea, de ciudad de Nazaret, a la Judea, a ciudad de David; la cual se llamaba Belén;
por ser él de la casa y familia de David; 5 para empadronarse con María, la desposada
con él, estando grávida. 6 Y aconteció que estando ellos allí, cumpliéronse los días del
parir ella; 7 y parió a su hijo, el primogénito(a); y fajóle y reclinóle en pesebre; porque
no había para ellos lugar en la posada. 8 Y pastores había en aquel mismo paraje
pernoctando al sereno y guardando guardias de la noche sobre su grey. 9 Y he aquí un
ángel del Señor detúvose sobre ellos, y gloria del Señor circunfulgoróles, y
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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atemorizáronse con gran temor. 10 Y díjoles el ángel: «No os atemoricéis; pues he


aquí, evangelízoos gozo grande, el que será para todo el pueblo; 11 porque os ha nacido
hoy el Salvador; quien es Cristo Señor, en ciudad de David. 12 Y ésta, para vosotros
señal: hallaréis infante fajado y yaciendo en pesebre». 13 Y de súbito fue con el ángel
muchedumbre de milicia celestial, que alababan a Dios, y decían: 14 «Gloria en lo más
excelso a Dios, y sobre tierra paz en hombres de beneplácito(b)». 15 Y aconteció, en
retirándose de ellos, al cielo, los ángeles, los pastores hablaban entre sí: «Pasemos ya
hasta Belén, y veamos esta palabra la acontecida que el Señor nos ha manifestado». 16
Y vinieron apresurados y encontraron a María y a José, y al infante yaciendo en el
pesebre; 17 y viendo, noticiaron acerca de la palabra, la hablada a ellos acerca de este
niñito. 18 Y todos los oyentes maravilláronse de lo hablado por los pastores a ellos; 19
y María todas conservaba —las palabras, confiriendo en su corazón(c). 20 Y retornaron
los pastores, glorificando y alabando a Dios por todo lo que oyeran y vieran, según
se habló a ellos.21 Y, cuando se cumplieron días ocho para circuncidarle, también fue
llamado su nombre Jesús, el llamado por el ángel, antes de serconcebido en el
vientre.22 Y, cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos(d),

según la ley de Moisés, subiéronle a Jerusalén, para presentar alSeñor, 23 según está
escrito en la ley del Señor: que «todo lomasculino, abriendo matriz santo al Señor será
llamado»; 24 y paradar hostia, según lo dicho en la ley de Señor, «un par de tórtolas o
dospalominos».
25 Y he aquí que un hombre había en Jerusalén, cuyo nombre,Simeón, y este hombre,
justo y timorato, esperando consolación deIsrael. Y Espíritu había Santo sobre él, 26 y
habíale sido vaticinadopor el Espíritu, el Santo, que no vería muerte antes de ver al
Cristo deSeñor. 27 Y vino en el Espíritu al santuario; y, al entrar los padres alinfante
Jesús, para hacer, según lo acostumbrado de la ley, con él, 28también él recibióle en los
brazos, y bendijo a Dios y dijo:
29 «Ahora despides a tu siervo, Soberano,según tu palabra, en paz;30 pues han visto
mis ojos lo saludable tuyo,31 que preparaste a faz de todos los pueblos:32 luz para
revelación(e) de gentes
y gloria de tu pueblo de Israel».

33 Y estaba su padre y la madre maravillándose de lo que se hablaba acerca de él. 34 Y


bendíjoles Simeón; y dijo a María, su madre: «He aquí éste puesto está para caída y
resurrección de muchos en Israel y para señal a quien se contradice; 35 (y a tu propia
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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alma traspasará espada) a fin de que se revelen, de dentro de muchos corazones,


pensamientos».
36 Y había una Ana, profetisa, hija de Fanuel, de tribu de Aser; —ésta avanzada en días
muchos; que viviera con marido años siete, desde su virginidad; 37 y ésta, viuda hasta
años ochenta y cuatro; quien no se retiraba del santuario, con ayunos y plegarias
sirviendo noche y día. 38 Y, a la misma hora sobreviniendo, confesaba a la vez a Dios
y hablaba acerca de él a todos los que esperaban redención de Jerusalén. 39 Y, en
terminando todo lo según la ley del Señor, retornaron a la Galilea, a su ciudad de
Nazaret. 40 Y el infante crecía y confortábase,
llenándose de sabiduría; y gracia de Dios era sobre él. 41 E iban sus padres cada año a
Jerusalén la fiesta de la Pascua. 42 Y, cuando fue de años doce, subiendo ellos, según la
costumbre de la fiesta, 43 y terminando(f) los días, al retornar ellos; quedóse Jesús, el
infante, en Jerusalén; y no supieron sus padres. 44 Y, creyendo que él estaba en la
comitiva, anduvieron una jornada, y mucho buscáronle entre los parientes y los
conocidos; 45 y, no hallando, retornaron a Jerusalén, mucho buscándole. 46 Y
aconteció, después de días tres, halláronle en el santuario, sentado en medio de los
maestros, y oyéndoles y preguntándoles. 47 Y arrobábanse todos los que le oían por el
entendimiento y las respuestas de él. 48 Y, viéndole, pasmáronse, y dijo a él su madre:
«Hijo, ¿qué nos has hecho así? He aquí tu padre y yo doloridos te buscábamos». 49 Y
dijo a ellos: «¿Qué? ¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que en lo de mi Padre debo
estar yo?» 50 Y ellos no comprendieron(g) la palabra que les habló. 51 Y bajó con ellos
y vino a Nazaret; y estaba sujeto a ellos. Y su madre conservaba todas estas palabras en
su corazón. 52 Y Jesús adelantaba en la sabiduría, y edad y gracia ante Dios y hombres.

7 a. Al primero; esto es: era virgen.


14 b. Divino.

19 c. Callándolas impresas, como parte de su ser, extasiándose en ellas. 22 d. De la madre y del niño.
32 e. Iluminación.
43 f. Ellos.
50 g. Toda la fuerza y profundidad de la palabra: de no buscarle, de renunciar al sentimiento humano:
persuadidos de que él no podía estar sino en lo conducente a la gloria de su Padre.

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Evangelio Según San Lucas


Capítulo 3

Predicación del Bautista

1 Y en el año quince del imperio de Tiberio César, imperando Poncio Pilato a la Judea,
tetrarquiando(a) a la Galilea Herodes, y Felipe, su hermano, tetrarquiando a la Iturea y
Traconítide región, y Lisanias a la Abilene tetrarquiando; 2 bajo sumo sacerdote Anás
y Caifás, hubo palabra de Dios sobre Juan, el de Zacarías hijo, en el desierto; 3 y vino a
toda la circunvecindad del Jordán, predicando bautismo de penitencia en remisión de
pecados; 4 como escrito está en libro de palabras de Isaías, el profeta:
«Voz de clamante en el desierto:Preparad el camino del Señor;rectas haced sus
sendas:5 toda hondonada se llenará,y todo monte y collado se humillará;y será lo
torcido en rectos(b),y los ásperos en caminos llanos;6 y verá toda carne lo saludable de
Dios».
7 Decía, pues, a las salidas turbas(c) para ser bautizadas por él: «Engendros de víboras,
¿quién os ha significado huir de la venidera ira? 8 Haced, pues, dignos frutos de
penitencia. Y no empecéis a decir(d) en vosotros. «Padre tenemos: a Abrahán»; pues
dígoos que puede Dios de estas piedras levantar hijos a Abrahán. 9 Y ya también la
segur hacia la raíz de los árboles yace: todo árbol, pues, que no hace fruto bello,
cortado es, y al fuego arrojado». 10 Y preguntábanle las turbas, diciendo: «¿Qué, pues,
haremos?» 11 Y, respondiendo, decíales: «El que tiene dos túnicas, participe al que no
tiene; y el que tiene alimentos, así mismo haga». 12 Y vinieron también publicanos a
bautizarse, y dijeron a él: «Maestro, ¿qué haremos?». 13 Y él dijo a ellos: «Nada más
que lo ordenado a vosotros, obrad». 14 Y preguntábanle también soldados, diciendo:
«¿Qué haremos también(e) nosotros?» Y díjoles: «A nadie concusionéis, ni calumniéis,
y contentaos con vuestros estipendios». 15 Y aguardando el pueblo(f) y considerando
todos en sus corazones, acerca de Juan: si acaso él era el Cristo, 16 respondió diciendo
a todos Juan: «Yo por cierto con agua os bautizo; viene, empero, el más fuerte que yo,
de quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos; él os bautizará en Espíritu
Santo y fuego; 17 cuyo bieldo en su mano, para limpiar del todo su era y juntar el trigo
en su granero; —mas, la paja quemará con fuego inextinguible». 18 Ahora por cierto

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también muchas otras cosas, exhortando, evangelizaba al pueblo; 19 y Herodes el


tetrarca, reconvenido por él a causa de Herodías, la mujer de su hermano, y a causa de
todo lo que hizo de malo Herodes; 20 añadió esto a todo, y encerró a Juan en prisión.
21 Y aconteció que, bautizándose todo el pueblo, y bautizado Jesús y orando; abrióse el
cielo, 22 y descendió el Espíritu Santo en corporal forma, como paloma, sobre él, y voz
del cielo hubo: «Tú eres el Hijo mío, el amado; en ti me he complacido».
23 Y el mismo(g) era Jesús; que empezaba(h), como de años treinta; siendo hijo, cual se
creía, de José, de(i) Helí, 24 de Matat, de Leví, de Melqui, de Jana, de José, 25 de
Matatías, de Amós, de Nahum, de Esli, de Naga, 26 de Maat, de Matatías, de Semeí, de
Josec, de Jodá, 27 de Joanán, de Resa, de Zorobabel, de Salatiel, de Neri, 28 de Melqui,
de Adi, de Cosán, de Helmadán, de Her, 29 de Jesús, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de
Leví, 30 de Simeón, de Judas, de José, de Jonán, de Eliacim, 31 de Melea, de Mena, de
Matata, de Natán, de David, 32 de Jesé, de Jobed, de Boós, de Sala, de Naasón, 33 de
Aminadab, de Arni, de Esrón, de Fares, de Judas, 34 de Jacob, de Isaac, de Abrahán, de
Tara, de Nacor, 35 de Seruc, de Ragau, de Falec, de Eber, de Sala, 36 de Cainán, de
Arfaxad, de Sem, de Noé, de Lamec, 37 de Matusalén, de Henoc, de Jared, de
Maleleel, de Cainán, 38 de Enós, de Set, de Adán, de Dios.

1 a. Siendo tetrarca; esto es: príncipe de la cuarta parte del país.


5 b. Se trocarán los caminos torcidos en rectos.
7 c. Turbas salidas.
8 d. Dentro de.
14 e. De nuestra parte.
15 f. Al Mesías.
23 g. Que había recibido el testimonio divino.
h. Su misión.
i. Hijo de... etc.

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Evangelio Según San Lucas


Capítulo 4

Comienza Cristo su vida pública

1 Y Jesús, lleno de Espíritu Santo, retornó del Jordán, y fue llevado en el Espíritu; en el
desierto 2 días cuarenta tentado del diablo. Y no comió nada en aquellos días; y
terminados ellos, hambreó. 3 Y díjole el diablo: «Si Hijo eres de Dios, di a esta piedra
que se haga pan». 4 Y respondió a él Jesús: «Escrito está: que no de pan sólo vivirá el
hombre». 5 Y, subiéndole, mostróle todos los reinos del orbe en un punto de tiempo. 6
Y díjole el diablo: «Te daré esta potestad toda y la gloria de ellos, pues a mí ha sido
entregada, y a quien quiero, doila, 7 tú, pues, si adorares a faz mía, —será de ti toda». 8
Y, respondiéndole, dijo Jesús: «Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo
servirás». 9 Y llevóle a Jerusalén y puso en el alero del santuario, y díjole: «Si Hijo
eres de Dios, arrójate de aquí abajo, 10 porque está escrito: que a sus ángeles mandará
de ti que te guarden; 11 y que en manos te lleven, no sea que lastimes en piedra tu pie».
12 Y, respondiendo, díjole Jesús que «está dicho: «No tentarás al Señor tu Dios». 13 Y
habiendo consumado toda tentación, el diablo retiróse de él hasta su tiempo(a). 14 Y
retornó Jesús, en el poder del Espíritu, a la Galilea; y fama salió por toda la
circunvecindad acerca de él; 15 y él enseñaba en las sinagogas de ellos, glorificado por
todos.
16 Y vino a Nazaret, donde se había criado, y entró, según lo acostumbrado por él, en el
día de los sábados, en la sinagoga, y levantóse a leer. 17 Y se le pasó un libro del
profeta Isaías; y, abriendo el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
18 «Espíritu de Señor sobre mí: por lo cual me ungió; para evangelizar a pobres me ha
enviado; 19 a sanar deshechos de corazón, a predicar a cautivos remisión y a ciegos
vista, enviar quebrantados en remisión; predicar año de Señor, acepto».
20 Y plegando el libro, devolviéndolo al ministro, sentóse, y, de todos en la sinagoga,
los ojos, estaban fijos en él. 21 Y empezó a decirles: que «hoy se ha cumplido esta
escritura en las orejas de vosotros(b)» 22 Y todos atestiguábanles y maravillábanse de
las palabras de gracia salidas de su boca, y decían: «¿Acaso no hijo de José éste?» 23 Y
dijo a ellos: «Sin duda, me diréis esta parábola: «Médico, cúrate a ti mismo»: cuanto

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hemos oído verificado en Cafarnaúm haz también aquí en tu patria». 24 Y dijo: «En
verdad dígoos que ningún profeta acepto es en su patria. 25 Y a la verdad dígoos:
muchas viudas había en los días de Elías, en Israel, cuando cerrado fue el cielo años
tres y meses seis, que hubo hambre grande por toda la tierra; 26 y a ninguna de ellas
enviado fue Elías el profeta, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda. 27 Y muchos
leprosos había en Israel bajo Eliseo el profeta; y ninguno de ellos limpio fue, sino
Naamán el siro». 28 Y llenáronse todos de ira en la sinagoga, oyendo esto; 29 y,
levantándose, arrojáronle fuera de la ciudad, y lleváronle hasta la cima del monte,
sobre el cual la ciudad estaba edificada de ellos, para despeñarle; 30 él, empero,
pasando por en medio de ellos, se fue.
31 Y descendió a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea. Y estábales enseñando, en los
sábados, 32 y pasmáronse de su enseñanza; pues en potestad era su palabra. 33 Y en la
sinagoga estaba un hombre, teniendo demonio inmundo, y vociferó con voz grande: 34
«¡Deja! ¿Qué a nosotros y a ti, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Conózcote
quién eres: el Santo de Dios». 35 E impúsole Jesús, diciendo: «Enmudece, y sal de él».
Y tirándole el demonio al medio, salió de él, nada dañándole. 36 Y sobrevino espanto a
todos, y conversaban entre sí, diciendo: «¿Qué palabra ésta, pues con potestad y fuerza
impera a los inmundos espíritus, y salen?» 37 E iba resonando fama acerca de él por
todo lugar de la circunvecindad.
38 Y, levantándose de la sinagoga, entró en la casa de Simón. Y la suegra de Simón era
estrechada de fiebre grande; y rogábanle por ella. 39 Y, llegándose hasta por sobre ella,
intimó a la fiebre, y dejóla; y, al punto levantándose, servíales. 40 Y, poniéndose el sol,
todos cuantos tenían enfermos de enfermedades varias, lleváronles a él; y él a cada uno
de ellos, las manos imponiendo, sanábales. 41 Y salieron también demonios de
muchos, vociferando y diciendo: que «tú eres el Hijo de Dios». E, intimando, no
dejábales hablar; pues sabían que el Cristo él era. 42 Y siendo ya de día, saliendo se fue
a un desierto lugar; y las turbas iban buscándole; y vinieron hasta él, y deteníanle que
no se fuese de ellos. 43 Pero él dijo a ellos: que «también a las otras ciudades
evangelizar debo el reino de Dios; pues a esto he sido enviado». 44 Y estábase
predicando por las sinagogas de la Galilea.

13 a. El de la pasión. 21 b. Escritura que acabáis de oír.

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Evangelio Según San Lucas


Capítulo 5

Varios milagros y enseñanzas

1 Y aconteció, cuando la turba le asediaba y oía la palabra de Dios, que él estaba parado
junto al lago de Genesaret; 2 y vio barcas dos paradas junto al lago; y los pescadores, de
ellas apartados, lavaban las redes. 3 Y, subiendo en una de las barcas; que era de
Simón, rogóle, de la tierra, adentro, tirar un poco; y, sentándose, desde la barca,
enseñaba a las turbas. 4 Y, en acabando de hablar, dijo a Simón: «Tira a lo alto, y soltad
vuestras redes a pesca». 5 Y, respondiendo Simón, díjole: «Amo, durante toda la noche
trabajando, nada hemos cogido; pero, en tu palabra, soltaré las redes». 6 Y, esto
haciendo, recogieron muchedumbre de peces grande; e íbanse rompiendo sus redes. 7
Y significaron a los compañeros en la otra barca, que, viniendo, alzasen con ellos; y
vinieron y llenaron las dos barcas, hasta hundirse(a). 8 Y, viendo Simón Pedro, cayó a
las rodillas de Jesús, diciendo: «Apártate de mí, porque varón pecador(b) soy, Señor». 9
Pues asombro apoderóse de él y todos los con él, por la pesca de los peces que
recogieron; 10 y asimismo a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo; que eran compañeros
de Simón. Y dijo a Simón Jesús: «No temas: desde ahora mismo hombres estarás
cogiendo». 11 Y, arrastrando las barcas a la tierra, dejando todo, siguiéronle.
12 Y aconteció, mientras estaba él en una de las ciudades, que he aquí un varón lleno de
lepra; y, viendo a Jesús, cayendo de rostro, rogóle, diciendo: «Señor, si quieres, puedes
limpiarme». 13 Y extendiendo la mano, tocóle, diciendo: «Quiero: sé limpio». Y luego
la lepra se fue de él. 14 Y él indicóle que a nadie dijera, sino: —«yéndote, muéstrate al
sacerdote y ofrece por tu limpieza, según ordenó Moisés en testimonio a ellos». 15
Pero cundía más la palabra(c) acerca de él; y aglomerábanse turbas muchas a oír y
curarse de sus enfermedades; 16 y él estábase retirado en los desiertos y orando.

17 Y aconteció en uno de los días, y él estaba enseñando; y estaban sentados los


fariseos y maestros de la ley; que habían venido de toda aldea de la Galilea, y Judea y
Jerusalén; y fuerza de Señor(d) había de curar él(e). 18 Y he aquí varones trayendo en
litera un hombre que era paralítico, y buscaban cómo llevarle adentro a ponerle a faz de
él. 19 Y, no hallando por dónde llevarle adentro, por(f) la turba, subiendo al terrado, por

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entre las tejas, bajáronle con la literilla delante de Jesús. 20 Y, viendo la fe de ellos,
dijo: «Hombre, perdonados te están tus pecados». 21 Y empezaron a considerar los
escribas y fariseos, diciendo: «¿Quién es éste, que habla blasfemias? ¿Quién puede
pecados perdonar sino sólo Dios?» 22 Y, penetrando Jesús las consideraciones de
ellos, respondiendo, dijo a ellos: «¿Qué consideráis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es
más fácil decir: «Perdonados te están tus pecados»; o decir: «Levántate y paséate? 24
Pero, para que veáis que el Hijo del hombre poder tiene sobre la tierra de perdonar
pecados» —dijo al paralítico: «Te digo: Levántate, y, alzando tu literilla, vete a tu
casa». 25 Y al punto, levantándose a faz de ellos, alzando sobre lo que yacía, fuese a su
casa, glorificando a Dios. 26 Y éxtasis cogió a todos ellos; y glorificaron a Dios, y
llenáronse de temor, diciendo: que «hemos visto increíbles cosas hoy».
27 Y después de esto salió, y contempló a un publicano, por nombre Leví sentado en el
telonio, y díjole: «Sígueme». 28 Y, abandonando todo, levantándose, siguióle. 29 E
hizo recepción grande Leví a él en su casa, y había turba mucha de publicanos y otros
que estaban con ellos recostados. 30 Y murmuraban los fariseos y los escribas de
ellos(g), a sus discípulos diciendo: «¿Por qué, con los publicanos y pecadores coméis y
bebéis?» 31 Y respondiendo Jesús, dijo a ellos: «No tienen necesidad los sanos de
médicos, sino los que mal están. 32 No he venido a llamar justos, sino pecadores a
penitencia».
33 Y ellos dijeron a él: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y plegarias hacen; así
mismo también los de los fariseos; ¿y los tuyos comen y beben?» 34 Y él dijo a ellos:
«¿Acaso podéis a los hijos del tálamo en tanto el Esposo con ellos está, hacer ayunar?
35 Mas, vendrán días; y cuando será quitado de ellos el Esposo, entonces ayunarán en
aquellos días». 36 Y decía también una parábola a ellos: que «nadie remiendo, de
vestido nuevo rasgando, echa en vestido viejo; que, si no por cierto, también el nuevo
se rasgará, y con el viejo no se armonizará remiendo, el del nuevo. 37 Y nadie echa
vino nuevo en odres viejos; que, si no por cierto, romperá el vino el nuevo los odres; y
él se derramará, y los odres se perderán; 38 sino que vino nuevo en odres nuevos hay
que echar. 39 Y nadie bebiendo viejo quiere nuevo; pues dice: «El viejo, bueno es».

7 a. Principiar a hundirse ellas. 8 b. Ante la grandeza y santidad de Dios, siente Pedro toda su bajeza.
15 c. Fama.
17 d. Dios, el Señor, en S. Lucas, siempre es: Cristo.
e. A los enfermos.

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19 f. Por causa de...


30 g. De su partido.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 6

Enseñanzas

1 Y aconteció que en sábado fue a través de sembrados; y arrancaban sus discípulos y


comían las espigas, estregando con las manos. 2 Y algunos de los fariseos dijeron:
«¿Qué hacéis lo que no es lícito los sábados?» 3 Y, respondiendo, a ellos dijo Jesús:
«¿Ni esto habéis leído lo que hizo David cuando hambreó él y los con él? 4 ¿Cómo
entró en la casa de Dios, y, los panes de la proposición tomando, comió y dio a los con
él; que no es lícito comer, sino a solos los sacerdotes?» 5 Y decíales: «Señor es también
del sábado el Hijo del hombre».
6 Y aconteció que en otro sábado entró en la sinagoga y enseñó. Y estaba allí un
hombre, y su mano la derecha, era seca, 7 y acechábanle los escribas y los fariseos, si
en el sábado cura, para hallar cómo acusarle. 8 Y él sabía sus consideraciones, y dijo al
hombre, al que seca tenía la mano: «Levántate, y párate al medio». Y levantándose,
paróse. 9 Y dijo Jesús a ellos: «Pregúntoos, ¿si es lícito el sábado bien hacer o mal
hacer, alma salvar o perder?» 10 Y, mirando alrededor a todos ellos, díjole: «Extiende
tu mano». Y él hizo así, y restituida fue su mano. 11 Y ellos llenáronse de desconcierto;
y, conversaban entre sí qué harían a Jesús.
12 Y aconteció en estos días que salió al monte a orar, y estaba pernoctando en la
oración de Dios. 13 Y cuando amaneció, convocó a sus discípulos, y, eligiendo de ellos
doce, los que también apóstolesllamó, 14 a Simón, al que también llamó Pedro, y a
Andrés, su hermano, y a Santiago, y Juan, y Felipe, y Bartolomé, 15 y Mateo, y Tomás,
a Santiago de Alfeo, y Simón, el llamado Celador(a), 16 y Judas de Santiago, y a Judas
Iscariot(b); quien fue traidor, 17 y bajando con ellos paróse en lugar llano; y turba
mucha de sus discípulos, y gentío mucho del pueblo, de toda la Judea, y Jerusalén y la
marina de Tiro y Sidón; que vinieran a oírle y sanar de sus enfermedades; 18 y los
vejados por espíritus inmundos eran curados; 19 y toda la turba buscaba cómo tocarle;
porque fuerza de él salía, y sanaba a todos.
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20 Y él, alzando sus ojos a sus discípulos, dijo: «Bienaventurados, los pobres; porque
vuestro es el reino de Dios. 21 Bienaventurados, los que hambreáis ahora; porque
seréis hartos. Bienaventurados, los que lloráis ahora; porque reiréis. 22
Bienaventurados sois, cuando os aborrecieren los hombres, y afrentaren; y arrojaren
fuera vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. 23 Alegraos aquel día
y brincad; pues he aquí vuestro galardón ¡mucho en el cielo! pues así mismo hacían a
los profetas los padres de ellos. 24 Empero, ay de vosotros, los ricos; pues os lleváis
vuestra consolación. 25 Ay de vosotros, los hartos ahora; pues hambrearéis. Ay de los
que reís ahora; pues lamentaréis y lloraréis. 26 Ay cuando de vosotros bellamente
dijeren todos los hombres; pues así mismo hacían a los pseudoprofetas los padres de
ellos. 27 Pero a vosotros digo, los oyentes: amad a vuestros enemigos; bellamente
haced a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os imprecan; orad por los que os
dañan. 29 Al que te hiere en la mejilla, preséntale también la otra; y al que se lleve tu
vestidura,tampoco la túnica niegues. 30 A todo el que te pide, da, y del que se lleva lo
tuyo, no vuelvas a pedir. 31 Y según queréis que os hagan los hombres, hacedles
asimismo. 32 Y, si amáis a los que os aman ¿qué gracia(c) tenéis? Pues también los
pecadores a los que les aman, aman. 33 Y si bien hacéis a los que os hacen ¿qué gracia
tenéis? También los pecadores lo mismo hacen. 34 Y si prestareis a los de quien
esperáis coger ¿qué gracia tenéis? También pecadores a pecadores prestan, para
recoger otro tanto. 35 Empero, amad a vuestros enemigos y bien haced, y prestad, nada
esperando por ello; y será vuestro galardón mucho, y seréis hijos del Altísimo; porque
él bueno es con los ingratos y malos. 36 Haceos misericordiosos, según vuestro Padre
misericordioso es. 37 Y no juzguéis, y no se os juzgará, no. Y no condenéis, y no se os
condenará, no. Perdonad, y se os perdonará. 38 Dad, y se os dará; medida hermosa,
apretada, remecida, rebosante darán en vuestro seno; pues con la medida que medís, se
os volverá a medir». 39 Y dijo también parábola a ellos: «¿Por ventura puede ciego a
ciego guiar? ¿Acaso ambos dentro al hoyo no caerán?
40 No hay discípulo sobre el maestro; y perfecto todo(d) será como su maestro. 41 Y,
¿qué miras la paja, la en el ojo de tu hermano, y la viga, la en el propio ojo, no
consideras? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja arroje yo fuera la
paja, la en tu ojo, tú mismo la en tu ojo, viga no mirando? Hipócrita, arroja fuera
primero la viga, del ojo tuyo, y entonces mirarás cómo la paja, la en el ojo tu hermano,
arrojar. 43 Pues no hay árbol hermoso que haga fruto podrido; ni a su vez árbol podrido
que haga fruto hermoso. 44 Pues cada árbol por su propio fruto es conocido; pues no de
espinas recogen higos; ni de zarza uva vendimian. 45 El buen hombre del buen tesoro

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del corazón saca lo bueno; y el malo de lo malo saca lo malo; pues de abundancia de
corazón habla su boca. 46 ¿Qué me llamáis: «¡Señor! ¡Señor!» y no hacéis lo que digo?
47 Todo el que viene a mí y que oye mis palabras y hácelas —os manifestaré a quién es
semejante. 48 Semejante es a hombre edificando casa; quien cavó, y ahondó y puso
cimiento sobre piedra. E, inundación viniendo, rompió el río sobre aquella casa, y no
pudo conmoverla, por lo hermosamente edificada que estaba. 49 Pero el que oye y no
hace, semejante es a hombre edificando casa sobre tierra, sin cimiento; sobre la cual
rompió el río, y al punto se derrumbó, y fue el rompimiento de aquella casa magno».

15a. De la ley. El nombre de Cananeo que le dan los otros evangelistas significa
celador.
16b. Hombre de Cariot.

32c. Agradecimiento, recompensa. 40d. Todo perfecto; todo discípulo perfecto.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 7

Milagros y enseñanzas

1 Cuando ya llenó(a) a todas sus palabras en los oídos del pueblo, entró en Cafarnaúm.
2 Y de cierto centurión el siervo mal estando, había de finar; que le era apreciado. 3 Y,
oyendo acerca de Jesús, envió a él ancianos de los judíos, rogándole que, viniendo,
salvase a su siervo. 4 Y ellos, acercándose a Jesús, pedíanle instantemente, diciendo:
que, «digno es de que le otorgues esto; 5 pues ama nuestra gente, y la sinagoga él nos
edificó». 6 Y Jesús iba con ellos. Y, cuando ya él no lejos estaba de la casa, mandó
amigos el centurión, diciéndole: «Señor, no te mortifiques; que no digno soy de que
bajo mi techo entres; 7 por lo cual ni a mí mismo he creído digno de a ti venir; mas di
con una palabra, y ¡sane mi niño! 8 Que también yo hombre soy bajo potestad
constituido teniendo bajo mí mismo soldados, y digo a éste: «Ve, y va», y a otro: «Ven,
y viene»; y a mi siervo: «Haz esto, y hace». 9 Y oyendo esto Jesús, admiróle, y
volviéndose, a la a él siguiente turba, dijo: «Dígoos, ni en Israel tanta fe he
encontrado». 10 Y retornando a su casa los enviados, encontraron al siervo sano.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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11 Y aconteció en seguida, fue a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos
y turba mucha. 12 Y, en acercándose a la puerta de la ciudad, he aquí llevárase fuera
difunto al unigénito hijo de su madre; y ella era viuda; y turba de la ciudad bastante
había con ella. 13 Y, viéndola el Señor, lastimóse de ella y díjola: «No llores». 14 Y,
acercándose, tocó el féretro; y los llevadores paráronse. Y dijo: «Jovencito, (te digo)
levántate». 15 Y sentóse el muerto, y empezó a hablar, y dióle a su madre. 16 Y cogió
temor a todos, y glorificaron a Dios, diciendo: «que profeta grande se ha levantado en
nosotros» y que «ha visitado Dios a su pueblo». 17 Y salió esta palabra en toda la Judea
acerca de él y toda la circunvecindad.

18 Y anunciaron a Juan sus discípulos acerca de todas estas cosas. 19 Y, llamando a sí


ciertos dos de sus discípulos Juan, mandóles al Señor, diciendo: «¿Tú eres, el que viene
o a otro esperamos?» 20 Y, acercándose a él los varones, dijeron: «Juan el Bautista nos
ha enviado a ti, diciendo: «Tú eres el que viene, ¿o a otro esperamos?» 21 En aquella
hora curara, a muchos de enfermedades, y plagas y espíritus malos, y a ciegos muchos
agraciara con el ver. 22 Y, respondiendo, díjoles: «Yendo, anunciad a Juan lo que
habéis visto y oído: ciegos ven; cojos paséanse; leprosos limpios son; sordomudos
oyen; muertos resucitan; pobres son evangelizados; 23 y bienaventurado es, quien no
se escandalizare en mí». 24 Y, yéndose los mensajeros de Juan, empezó a decir a las
turbas sobre Juan: «¿Qué habéis salido al desierto a mirar? ¿caña por el viento
balanceada? 25 Pero ¿qué habéis salido a ver? ¿A hombre de blandas vestiduras
revestido? He aquí los que en vestimenta ostentosa y voluptuosidad viven, en los
palacios están. 26 Pero ¿qué habéis salido a ver? ¿A un profeta? —Sí, dígoos, y más
que profeta. 27 Este es, de quien está escrito: He aquí envío a mi mensajero delante de
tu faz; quien preparará tu camino delante de ti». 28 Dígoos: mayor, en nacidos de
mujeres, que Juan, ninguno hay; pero el menor en el reino de Dios, mayor que él es».
29 Y todo el pueblo oyendo(b), y los publicanos justificaron(c) a Dios, siendo
bautizados con bautismo de Juan; 30 mas, los fariseos y los escribas el consejo de Dios
frustraron para sí, no siendo bautizados por él. 31 «¿A quién, pues, asemejaré los
hombres de esta generación, y a quién son semejantes? 32 Semejantes son a
pequeñuelos, a los sentados en las plazas y voceándose entre sí, que dicen:
Flauteádoos hemos, y no habéis danzado,
trenádoos hemos, y no habéis llorado(d). 33 Pues vino Juan el Bautista ni comiendo
pan ni bebiendo vino, y decís: «Demonio tiene». 34 Ha venido el Hijo del hombre
comiendo y bebiendo, y decís: «He aquí un glotón y vinolento, amigo de publicanos y
pecadores». 35 Y justificada ha sido la sabiduría(e) por todos los hijos de ella».
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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36 Y rogaba alguno a él de los fariseos que comiese con él; y, viniendo a la casa del
fariseo, reclinóse. 37 Y he aquí una mujer, la que había en la ciudad, pecadora, en
sabiendo que está recostado en la casa del fariseo, trayendo alabastro de ungüento, 38 y
parándose junto a sus pies llorando, con las lágrimas empezó a regar sus pies; y con los
cabellos de su cabeza enjugaba y besaba tiernamente sus pies y ungía con el ungüento.
39 Y, viendo el fariseo el que le llamara, habló dentro de sí, diciendo. «Este, si fuera
profeta, conocería quién y de dónde, la mujer, la que le toca; porque pecadora es». 40 Y
respondiendo Jesús, dijo a él: «Simón, tengo a ti algo que decir». Y él «Maestro, di»,
dice: 41 «Dos deudores había de cierto prestamista: el uno debía denarios quinientos, y
el otro, cincuenta. 42 No teniendo ellos cómo devolver, a los dos perdonó. ¿Quién,
pues, de ellos más le amará?» 43 Respondiendo Simón, dijo: «Paréceme que a quien lo
más perdonó». Y él díjole: «Rectamente has juzgado». 44 Y, volviéndose a la mujer, a
Simón dijo: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa; agua para los pies no me diste; mas
ésta con las lágrimas ha regado mis pies y con sus cabellos enjugado. 45 Beso no me
diste; mas ésta, desde que entré, no ha dejado de besarme tiernamente los pies. 46 Con
óleo mi cabeza no has ungido; pero ella con ungüento ha ungido mis pies. 47 Por lo
cual (dígote) perdonados le están sus pecados, —los muchos, pues amó mucho; mas a
quien poco se perdona,— también poco ama». 48 Y díjola: «Perdonados te están los
pecados». 49 Y empezaron los comensales a decir dentro de sí: «¿Quién éste es que
también pecados perdona?» 50 Y dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; ve a paz».

1 a. Dijo más llena, extensamente.


29 b. A Juan.
c. Creyéronle justo, obedeciendo a Juan.
32 d. Véase Mt. 11,17.
35 e. De Dios en Juan y en Jesús.

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Evangelio Según San Lucas


Capítulo 8

1 Y aconteció en seguida de esto que él atravesaba cada ciudad y aldea, predicando y


evangelizando el reino de Dios; y los doce con él, 2 y algunas mujeres que habían sido
curadas de espíritus malos y enfermedades: María, la llamada Magdalena; (de la cual
demonios siete habían salido). 3 y Juana, mujer de Cuza, procurador de Herodes, y
Susana, y otras muchas; las cuales servíanles de sus haciendas.
4 Y, juntándose mucha turba, y los de cada ciudad viniendo junto a él, dijo por
parábola: 5 «Salió el sembrador a sembrar su semilla, y sembrando él, lo uno cayó
junto al camino, y conculcado fue, y los volátiles del cielo devoráronlo. 6 Y lo otro
cayendo fue sobre la piedra, y, naciendo, secóse por no tener humedad. 7 Y lo otro cayó
en medio de las espinas, y naciendo a la vez las espinas, ahogáronlo. 8 Y lo otro cayó
en la tierra la buena y, naciendo, hizo fruto céntuplo». Esto diciendo, clamó: «El que
tenga orejas para oír, oiga». 9 Preguntáronle sus discípulos cuál fuese esta parábola. 10
Y él dijo: «A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; a los demás,
empero, ¡en parábolas! porque, viendo, no vean, y, oyendo no oigan. 11 Es ésta,
empero, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. 12 Y los juntos al camino, son
los que oyen; después viene el diablo y quita la palabra, de sus corazones, no sea, que
creyendo, se salven. 13 Y los sobre la piedra —los que, cuando oyeren, con gozo
reciben la palabra; y éstos raíz no tienen— los que, por tiempo creen, y en tiempo de
tentación, se apartan. 14 Y lo sobre espinas caído, éstos son los que oyen, y por los
cuidados y riquezas y placeres de la vida, yendo, se ahogan y no maduran. 15 Y lo que
en hermosa tierra, éstos son los que en corazón hermoso y bueno, oyendo, la palabra
retienen y fructifican en paciencia.»
16 «Y nadie la candela tomando, ocúltala con vaso, o por debajo de
cama pone, sino sobre candelero pone para que los que entran, vean laluz. 17 Pues no
hay cosa oculta que manifiesta no se haga, niescondida que no se conozca y a público
venga. 18 Mirad, pues, comooigáis(a); porque quien tuviere, —darásele; y, quien no
tuviere,—
también lo que parece tener, quitado será de él».

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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19 Y acercáronsele la madre y los hermanos de él, y no podían llegara él por causa de la


turba. 20 Y anunciósele: «Tu madre y tushermanos parados están fuera, verte
queriendo». 21 Y él,respondiendo, dijo a ellos:
«Madre mía y hermanos míos, éstos son, los que la palabra de Dios

oyen y hacen».22 Y aconteció en uno de los días que él en entró en barca y


losdiscípulos de él; dijo a ellos: «Atravesemos allende del lago»; yzarparon. 23 Y,
navegando ellos, durmióse. Y bajó un torbellino deviento al lago, e íbanse inundando y
zozobrando. 24 Y, acercándose,despertáronle, diciendo: «¡Amo, amo, perecemos!» Y
él,levantándose, impuso al viento y al golpe del agua; y calmaron y fuebonanza. 25 Y
díjoles: «¿Dónde vuestra fe?» Y atemorizándose,maravilláronse, diciendo unos a
otros: «¿Quién, pues, éste es, quetambién a los vientos ordena y al agua, y
obedécenle?»
26 Y navegaban abajo, a la región de los gerasenos; la cual está frentede la Galilea. 27
Y, saliendo él a la tierra, vínole al encuentro ciertohombre de la ciudad, teniendo
demonios; tiempo bastante no se pusovestidura; y en casa no quedaba, sino en las
tumbas. 28 Y, viendo aJesús, vociferando cayó ante él y con voz grande dijo: «¿Qué a
mí y ati Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ruégote, no me atormentes». 29(Pues
significara al espíritu, al inmundo salir del hombre). Puesmuchos tiempos habíale
arrebatado consigo; y atábasele, con cadenasy grillos guardado; y, destrozando las
ataduras, llevado era por eldemonio a los desiertos. 30 Y preguntóle Jesús: «¿Qué
nombre tienes?» Y él dijo: «Legión»; pues entraron demonios muchos en él. 31
Yrogábanle que no les ordenase al abismo irse. 32 Y había allí una piarade puercos
bastantes, que pacía en el monte; y, rogáronle que lespermitiese en aquéllos entrar. Y
permitióles. 33 Y saliendo losdemonios del hombre, entraron en los puercos; y
precipitóse la piaraescarpa abajo al lago y ahogóse. 34 Y, viendo los que apacentaban,
loacontecido, huyeron, y, yéndose, lo anunciaron a la ciudad y los
campos. 35 Y salieron a ver lo acontecido, y vinieron a Jesús; y encontraron sentado al
hombre de quien los demonios salieron, vestido y cuerdo, a los pies de Jesús; y
atemorizáronse. 36 Y contáronles los que vieran, cómo fue salvado el endemoniado. 37
Y rogáronle toda la muchedumbre de los circunvecinos de los gerasenos se retirase de
ellos; pues de temor grande eran estrechados; y él, entrando en barca, retornó. 38 Y
pidióle el hombre de quién habían salido los demonios, estar con él. Pero despidióle,
diciendo. 39 «Retorna a tu casa, y refiere cuanto te ha hecho Dios.» Y retiróse, por toda
la ciudad publicando cuanto le hizo Jesús.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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40 Y entrando Jesús, acogióle la turba; porque estaban todos aguardándole. 41 Y he


aquí vino un hombre cuyo nombre Jairo; y éste, príncipe de la sinagoga era; y cayendo
a los pies de Jesús, rogábale fuese a su casa; 42 pues hija unigénita tenía como de años
doce, y ésta moríase. Y, yendo él, las turbas del todo sofocábanle. 43 Y una mujer que
estaba en flujo de sangre, años doce había; la cual habiendo en médicos gastado toda su
hacienda, no pudo ser por ninguno curada, 44 acercándose por detrás, tocó la fimbria
de su vestido; y al punto paró el flujo de su sangre. 45 Y dijo Jesús: «¿Quién, el que me
ha tocado?» Y negando todos, dijo Pedro: «Amo, las turbas estréchante y estrujan, y
dices: «¿Quién el que me ha tocado?» 46 Y Jesús dijo: «Tocado me ha alguien; pues yo
he conocido virtud salida de mí» 47 Y viendo la mujer que no se ha ocultado,
temblorosa vino, y cayendo ante él, por qué causa le ha tocado, significó a la faz de
todo el pueblo, y cómo ha sanado al punto. 48 Y él díjola: «Hija, tu fe te ha salvado; ve
a paz». 49 Aún hablando él, viene alguien del arquisinagogo, diciendo: que «ha muerto
tu hija; ya no mortifiques al Maestro. 50 Y Jesús, oyendo, respondióle: «No temas; sólo
cree, y salvará». 51 Y, viniendo a la casa, no dejó entrar ninguno consigo, sino a Pedro,
y Juan, y Santiago, y al padre de la niña y a la madre. 52 Y plañían todos y
lamentábanla. Y él dijo: «No plañáis; que no ha muerto, sino dormídose». 53 Y reíanse
de él, sabiendo que murió. 54 Y él cogiendo la mano de ella, clamó diciendo: «¡La
niña! levántate». 55 Y volvió el espíritu de ella, y resucitó al punto; y ordenó se la diera
de comer. 56 Y arrobáronse los padres de ella; y él significóles a ninguno decir lo
acontecido.
18a. Y practiquéis mi doctrina.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 9

Milagros y enseñanzas

1 Y, convocando a los doce, dióles fuerza y potestad sobre todos los demonios y para
enfermos curar; 2 y envióles a predicar el reino de Dios y sanar, y 3 dijo a ellos: «Nada
cojáis para el camino: ¡ni báculo, ni alforja, ni pan, ni plata, ni dos túnicas tener! 4 Y en
la casa que entréis, —allí quedad, ni de allí salgáis. 5 Y cuantos no os recibieren,
saliendo de aquella ciudad— el polvo de vuestros pies sacudid en testimonio de ellos».

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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6 Y, saliendo, atravesaban por las aldeas, evangelizando y curando doquiera.


7 Y oyó Herodes, el tetrarca, lo sucedido todo, y confundióse por decirse de algunos:
que «Juan ha resucitado de muertos», 8 y de algunos: que «Elías ha aparecido»; y de
otros que «algún profeta de los antiguos se ha levantado». 9 Y dijo Herodes: «A Juan
yo decapité; y ¿quién es éste acerca del cual oigo tales cosas?» Y buscaba verle.
10 Y retornando los apóstoles refiriéronle cuanto hicieron. Y, tomándoles consigo,
retiróse aparte, a una ciudad llamada Betsaida. 11 Y las turbas, conociendo,
siguiéronle; y, acogiéndoles, hablábales del reino de Dios y a los que menester habían
curación, sanaba. 12 Y el día empezaba a declinar; y, acercándose los doce, dijéronle:
«Despide la turba, porque, yendo a las, en torno, aldeas y campos, se hospeden y hallen
comestibles; pues aquí en desierto lugar estamos». 13 Y dijo a ellos: «Dadles de comer
vosotros». Y ellos dijeron: «No tenemos más que panes cinco y peces dos; —a no ser
que, yendo, nosotros comprásemos para todo este pueblo, viandas». 14 Pues eran como
varones cinco mil. Y dijo a sus discípulos: «Recostadles— comensalías(a) como de a
cincuenta». 15 E hicieron así, y recostaron a todos. 16 Y, tomando los cinco panes y los
dos peces, mirando hacia el cielo, bendíjolos, y fue partiendo, y dio a los discípulos
para servir a la turba. 17 Y comieron y hartáronse todos, y alzado fue lo sobrante a
ellos: de pedazos cofines doce. 18 Y aconteció, estando él orando a solas, estaban con
él los discípulos, y preguntóles, diciendo: «¿Quién yo las turbas dicen que soy?» 19 Y
ellos, respondiendo, dijeron: «Juan el Bautista; y otros: Elías; y otros que algún profeta
de los antiguos ha resucitado». 20 Y díjoles: «Y vosotros ¿quién yo decís que soy?» Y
Pedro, respondiendo dijo: «El Cristo de Dios». 21 Y él intimándoles, significó a
ninguno decir esto; 22 diciendo que «debe el Hijo del hombre muchas cosas
padecer y ser desestimado por los ancianos, y sumos sacerdotes y escribas; y muerto
ser y al tercer día resucitar». 23 Y dijo a todos: «Si alguno quiere en pos de mí venir,
niéguese a sí
mismo; alce su cruz cada día y sígame. 24 Pues, quien quisiere su alma salvar,
perderála, y quien perdiere su alma por causa mía, éste salvarála. 25 Pues ¿qué
aprovecha el hombre, ganando el universo entero, y a sí mismo perdiéndose o
dañándose? 26 Pues, quien se avergonzare de mí y de mis palabras; —de éste el Hijo
del hombre se avergonzará, cuando viniere en la gloria de él, y del Padre y de los santos
ángeles. 27 Y dígoos verdaderamente: hay algunos de los aquí parados que no
gustarán, no, muerte, hasta que vieren la realeza de Dios.»
28 Y aconteció, después de estas palabras como días ocho, que tomando consigo a
Pedro, y Juan y Santiago, subió al monte a orar. 29 Y tornóse, orando él, la figura de su
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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rostro otra, y su vestimenta esplendorosa— destellando. 30 Y he aquí varones dos


conversaban con él; los que eran Moisés y Elías; 31 que, apareciendo en gloria, decían
la salida de él que había de cumplir en Jerusalén. 32 Y Pedro y los con él, estaban
cargados de sueño; y despertando de él, vieron su gloria y los dos varones los parados
junto a él. 33 Y aconteció, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Amo, bello es
que nosotros aquí estemos, y hagamos tiendas tres: una a ti, y una a Moisés y una a
Elías»; no sabiendo lo que dice. 34 Y, esto él diciendo, hubo una nube y fue
sombreándoles. Y atemorizáronse al entrar ellos en la nube. 35 Y voz hubo de entre la
nube, diciendo: «Este es el Hijo mío, el elegido: a él oíd». 36 Y, cuando hubo la voz,
hallóse Jesús solo. Y ellos callaron y a nadie significaron en aquellos días nada de lo
que han visto.
37 Y aconteció el siguiente día, bajando ellos del monte, junta encontróle turba mucha.
38 Y he aquí un hombre, desde la turba, gritó diciendo: «Maestro, ruégote mires a mi
hijo, pues unigénito mío es; 39 y he aquí un espíritu cógele y de súbito vocifera, y
dilacérale con espuma; y apenas retírase, deshaciéndole; 40 y rogué a tus discípulos
que le lanzasen, y no pudieron». 41 Y respondiendo Jesús, dijo: «Oh generación
increyente y perversa ¿hasta cuándo estaré con vosotros y os sufriré? Trae para acá tu
hijo». 42 Y, aún acercándose él, convulsionóle el demonio y al par dilaceróle. E
impuso Jesús al espíritu, al inmundo; y sanó al niño; y devolvióle a su padre. 43 Y
pasmáronse todos de la grandeza de Dios.
Y todos maravillándose de todo lo que hacía Jesús, dijo a sus discípulos: 44 «Poned
vosotros en vuestras orejas estas palabras: pues el Hijo del hombre ha de ser entregado
en manos de hombres». 45 Mas ellos ignoraban esta palabra, y encubierta estaba ante
ellos, para que no la entendiesen; y temían preguntarle acerca de esta palabra.
46 Y entró consideración en ellos de quién sería mayor de ellos. 47 Y Jesús, viendo la
consideración del corazón de ellos, tomando un niñito, paróle junto a sí, 48 y díjoles:
«Quien recibiere a este niñito en nombre mío, a mí recibe; y quien a mí recibiere, recibe
al que me ha enviado. Pues, el que menor en todos vosotros hay, éste es grande». 49 Y,
respondiendo Juan, dijo: «Amo, hemos visto a alguno en tu nombre lanzando
demonios; y le estorbábamos, pues no sigue con nosotros». 50 Y dijo a él Jesús: «No
estorbéis; porque, quien no es contra vosotros, por vosotros es».
51 Y aconteció, al cumplirse los días de su asunción, que él la faz fijó para ir a
Jerusalén; 52 y envió mensajeros ante su faz. Y, yendo entraron en aldea de
samaritanos, a prevenir, para él. 53 Y no le recibieron, porque su faz era yendo a
Jerusalén. 54 Y, viendo los discípulos, Santiago, y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres
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digamos fuego baje del cielo y los consuma(b)? 55 Mas, volviéndose, impúsoles y dijo:
«No sabéis de qué espíritu sois, pues el Hijo del hombre no ha venido almas de
hombres a perder, sino a salvar». 56 Y fueron a otra aldea.
57 Y, yendo ellos, en el camino uno dijo a él: «Te seguiré a doquiera que te fueres». 58
Y díjole Jesús: «Las raposas cuevas tienen, y los volátiles del cielo albergues; pero el
Hijo del hombre no tiene dónde la cabeza reclinar». 59 Y dijo a otro: «Sígueme». Y
dijo: «Señor, déjame primero, yendo, enterrar a mi padre»(c). 60 Y díjole: «Deja a los
muertos enterrar sus muertos; mas tú, yéndote, anuncia doquiera el reino de Dios». 61
Y dijo también otro: «Te seguiré, Señor; mas primero déjame despedirme de los de mi
casa». 62 Y díjole Jesús: «Nadie, echando la mano al arado y mirando a lo de atrás,
bien dispuesto está para el reino de Dios».

14 a. En comensalías.

59 c. Véase Mt. 8,22.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 10

Enseñanzas
Envío de los discípulos

1 Y después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y envióles de a dos ante su
faz, a toda ciudad y lugar a donde había él de ir. 2 Y dijo a ellos: «¡La mies, por cierto,
mucha! mas los obreros, ¡pocos! Rogad, pues, al señor de la mies, que obreros envíe a
su mies. 3 Idos, he aquí envíoos como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa,
ni alforja, ni zapatos; y a nadie por el camino saludéis. 5 Y en la que entrareis —casa,
primero decid: «Paz a esta vivienda». 6 Y, si allí hubiere hijo(a) de paz, reposará por
sobre él vuestra paz; empero, si no, a vosotros retornará. 7 Y en la misma casa quedad,
comiendo y bebiendo lo cerca de ellos; pues ¡digno el obrero de su salario! No paséis
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de casa en casa. 8 Y a la ciudad que entrareis y os recibieren— comed lo que se os


sirviere, 9 y curad los en ella enfermos, y decidles: «Se ha acercado a vosotros el reino
de Dios». 10 Pero, a la ciudad que entrareis y no os recibieren— saliendo a las calles de
ella, decid: 11 «También el polvo pegado a nosotros de vuestra ciudad, a los pies os
sacudimos; empero esto conoced: que se ha acercado el reino de Dios». 12 Dígoos que
a Sodoma en aquel día más llevadero será que a aquella ciudad. 13 ¡Ay de ti, Corazín,
ay de ti, Betsaida! pues, si en Tiro y Sidón hubiera habido las virtudes las habidas en
vosotras, tiempo ha en saco y ceniza sentados se arrepintieran. 14 Empero a Tiro y
Sidón más llevadero será en el juicio que a vosotras. 15 Y tú Cafarnaúm ¿no has sido
hasta el cielo exaltada? Hasta el infierno bajarás. 16 El que oye a vosotros, a mí oye, y
el que desecha a vosotros, a mí desecha; y el que me desecha, desecha al que me ha
enviado». 17 Y retornaron los setenta y dos con gozo, diciendo: «Señor, también los
demonios sujétansenos en tu nombre». 18 Y díjoles: «Veía yo(b) a Satanás del cielo
como, relámpago, caer. 19 He aquí os he dado la potestad de pisar por sobre serpientes
y escorpiones, y sobre toda la fuerza del enemigo; y nada os dañará, no. 20 Empero, en
esto no os gocéis: que los espíritus se os sujeten, mas gozaos de que vuestros nombres
están escritos en el cielo».
21 En aquella hora jubiló por el Espíritu, el Santo, y dijo: «Ensálzote, Padre, señor del
cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y
reveládolas a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque tal plugo ante ti. 22 Todas las cosas
me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre, y
quién es el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo quisiere revelar». 23 Y volviéndose a
los discípulos, aparte dijo: «Bienaventurados los ojos los que miran lo que miráis. 24
Pues dígoos que muchos profetas y reyes quisieron ver, lo que vosotros miráis, y no
vieron, y oír lo que oís, y no oyeron».
25 Y he aquí un legisperito levantóse tentándole, diciendo: «Maestro, ¿qué haciendo
vida eterna heredaré?» 26 Y él dijo a él: «En la ley ¿qué escrito está? ¿Cómo lees?» 27
Y él, respondiendo dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, de todo tu corazón, y en toda tu
alma y en toda tu fuerza y en toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo» 28 Y
díjole: «Rectamente has respondido; esto haz, y vivirás». 29 Mas él, queriéndose
justificar(c), dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?» 30 Y, respondiendo Jesús, dijo:
«Un hombre bajó de Jerusalén a Jericó, y en medio de bandidos cayó; que, también
desvistiéndole y golpes imponiéndole, se fueron, dejando medio muerto. 31 Y por
acaso un sacerdote bajó en aquel camino, y, viéndole, pasó de largo. 32 Y así mismo
también un levita(d), yendo de camino, viniendo y viendo, pasó de largo. 33 Pero un

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samaritano, viajando, vino cerca de él, y, viendo, lastimóse, 34 y, llegándose, fue


ligando sus llagas, infundiendo aceite y vino, y, subiéndole en la propia bestia, llevóle a
posada y cuidó de él. 35 Y al otro día, sacando(e), dio dos denarios al posadero y dijo:
«Cuida de él, y todo lo que de más gastares, yo volviendo por acá te devolveré». 36
¿Quién de estos tres, parécete prójimo haber sido del que cayó en bandidos?» 37 Y él
dijo: «El que hizo la misericordia con él». Y díjole Jesús: «Vete, y tú haz así mismo».
38 Y, yendo ellos, él entró en una aldea; y una mujer, por nombre Marta, hospedóle. 39
Y ella tenía hermana llamada María; que también(f) sentándose a los pies de Jesús, oía
su palabra; 40 y Marta afanábase acerca de mucho servicio. Y, parándose junto, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana sola me ha dejado servir? Di, pues, a ella que
ayude juntamente conmigo». 41 Y, respondiendo, díjole Jesús: «Marta, Marta, te
cuidas y agitas acerca de muchas cosas; 42 y una es menester(g). Y María la buena parte se ha
elegido; la cual no será quitada de ella».

6 a. Como engendrado por la paz; de disposiciones nativas para ella.


18 b. Mientras vosotros les lanzabais.

29 c. Su pregunta, como que iba a preguntar más.

32 d. El Crisóstomo (con mejores códices, sin duda, que los nuestros) lee: fariseo.Con lo cual gana
mucho el texto. 35 e. De la bolsa, de lo propio, necesario para sus gastos. 39 f. A más de oírle y
acompañarle. 42 g. El códice B (Vaticano): «y pocas menester son o una».

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 11

Enseñanzas

1 Y aconteció, estando él en un lugar orando, como acabó, dijo uno de sus discípulos a
él: «Señor, enséñanos a orar, así como también Juan enseñó a sus discípulos.» 2 Y
díjoles: «Cuando orareis, decid: «Padre, santifíquese tu nombre: venga tu reino: 3 el
pan nuestro, el cotidiano, danos cada día; 4 y perdónanos nuestros pecados; pues
también nosotros mismos hemos perdonado a todo el que nos debe; y no nos entres en

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tentación». 5 Y dijo a ellos: «¿Quién de vosotros tendrá amigo, e irá a él a media noche
y le dirá: «Amigo préstame tres panes, 6 puesto que un amigo mío ha venido de camino
a mí, y no tengo qué servirle, 7 y aquél de dentro, respondiendo dijere: «No me des
molestias; ya la puerta cerrada está, y mis niñitos conmigo en la cama están: no puedo,
levantándome, darte». 8 (Y, si aquél perseverare golpeando), dígoos: aunque no le dé,
levantándose, por ser su amigo; por su impudencia, sin embargo, alzando, darále
cuanto necesita. 9 Y yo os digo: pedid y se os dará; buscad y hallaréis; golpead y se os
abrirá. 10 Pues todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que golpea, se le
abrirá. 11 Y, ¿a quién, de entre vosotros, padre, pedirá el hijo un pez, y, en lugar de pez,
sierpe le dará y pan, acaso piedra le dará? 12 O también pedirá un huevo —¿darále
escorpión? 13 Sí, pues, vosotros, malos como sois, sabéis dádivas buenas dar a
vuestros hijos ¿cuánto más el Padre, el desde cielo, dará Espíritu Santo a los que le
piden?»
14 Y estaba lanzando demonio, y él era mudo; y aconteció, saliendo el demonio, habló
el mudo, y maravillarónse las turbas. 15 Mas algunos de entre ellos dijeron: «En
Beelzebub, el príncipe de los demonios, lanza los demonios»; 16 y otros, tentando,
señal desde cielo buscaban de él. 17 Y él, sabiendo sus pensamientos, díjoles: «Todo
reino dividido contra sí mismo, es desolado, y casa sobre casa cae. 18 Y si también
Satanás contra sí mismo está dividido ¿cómo subsistirá su reino? porque decís que en
Beelzebub lanzo yo los demonios. 19 Y, si yo en Beelzebub lanzo los demonios,
vuestros hijos ¿en quién lanzan? Por esto ellos vuestros jueces serán. 20 Pero, si, en
dedo de Dios, lanzo los demonios, por cierto ha llegado a vosotros el reino de Dios. 21
Cuando el fuerte armado guardare su atrio, en paz está, lo que posee; 22 pero, tan
pronto como uno más poderoso que él, sobreviniendo, le venciere, toda su armadura
alza, en la que fiado estaba, y sus despojos reparte. 23 El que no es conmigo, contra mí
es; y el que no recoge conmigo, desparrama. 24 Cuando el inmundo espíritu saliere del
hombre, atraviesa, por inacuosos(a) lugares, buscando reposo, y no hallando dice:
«Retornaré a mi casa de donde salí»; 25 y viniendo, halla barrida y adornada. 26
Entonces va y toma consigo otros espíritus peores que él: siete, y entrando,
establécense allí; y hácese lo postrero de aquel hombre peor que lo primero».
27 Y aconteció, diciendo él esto, alzando alguien voz: una mujer, de entre la turba,
díjole: «Bienaventurado el vientre el que que te llevó, y pechos que mamaste». 28 Y él
dijo: «Sí, por cierto, bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y guardan».
29 Y las turbas juntándose aún más, empezó a decir: «La generación ésta, generación
mala es; señal busca, y señal no se le dará, sino la señal de Jonás. 30 Pues, así como se

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hizo Jonás para los ninivitas señal, así será también el Hijo del hombre para esta
generación. 31 La reina del noto(b) levantaráse en el juicio, con los varones de esta
generación, y condenaráles, pues vino de los fines de la tierra a oír la sabiduría de
Salomón. Y he aquí ¡más que Salomón aquí! 32 Varones ninivitas resucitarán en el
juicio con esta generación, y condenaránla; pues arrepintiéronse a la predicación de
Jonás. Y he aquí ¡más que Jonás aquí!»
33 «Y nadie, candela cogiendo en oculto(c) pone ni bajo el celemín, sino sobre el
candelero, porque los que entran, la luz miren. 34 La candela de tu cuerpo es tu ojo.
Cuando tu ojo sencillo fuere, también todo tu cuerpo luminoso es; mas tan pronto como
malo fuere; también tu cuerpo tenebroso. 35 Mira, pues, que la luz la en ti no sea
tinieblas. 36 Si, pues, tu cuerpo todo luminoso, no teniendo parte alguna tenebrosa,
será luminoso todo, como cuando la candela con el relámpago te iluminare».
37 Y, mientras hablaba, rogábale un fariseo que comiese con él; y, entrando recostóse.
38 Pero el fariseo, viendo, maravillóse de que primero no se lavase antes de la comida.
39 Y dijo el Señor a él: «Ahora vosotros, los fariseos, lo de fuera del cáliz y de la
escudilla limpiáis; pero lo de dentro de vosotros rebosa de rapiña y maldad. 40 Necios
¿no el que ha hecho lo de fuera, también ha hecho lo de dentro? 41 Por lo demás, lo de
adentro dad de limosna, y he aquí todo limpio os es. 42 Pero, ay de vosotros, los
fariseos, porque diezmáis la menta y la ruda y toda hortaliza, y pervertís el juicio(d) y el
amor de Dios; y esto debíase hacer y aquello no omitir. 43 Ay de vosotros, los fariseos,
porque amáis el primer asiento en las sinagogas y las salutaciones en las ágoras. 44 Ay
de vosotros, porque sois como los monumentos los invisibles; y los hombres los que se
pasean por encima, no saben». 45 Y, respondiendo uno de los legisperitos, dícele:
«Maestro, esto diciendo, también a nosotros ultrajas». 46 Y él dijo: «También de
vosotros, los legisperitos, ¡ay! porque cargáis a los hombres con cargas mal llevaderas;
y vosotros mismos con uno de vuestros dedos no tocáis en las cargas. 47 Ay de
vosotros, porque edificáis los monumentos de los profetas; y vuestros padres
matáronles. 48 Por cierto, testigos sois y al par os complacéis en las obras de vuestros
padres; porque ellos ciertamente matáronles, y vosotros edificáis. 49 Por esto también
la sabiduría de Dios dijo: «Enviaré a ellos profetas y apóstoles; y de ellos matarán y
perseguirán; 50 para que exigida sea la sangre de todos los profetas, la derramada, de
fundación de mundo, de esta generación; 51 de sangre de Abel a sangre de Zacarías,
del que pereció entre el ara y la casa. Sí, dígoos: exigiráse de esta generación. 52 Ay de
vosotros, los legisperitos, porque os llevasteis la llave del conocimiento: vosotros
mismos no entrasteis(e) y a los que entraban, estorbasteis». 53 Y, de allí saliendo él,

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empezaron los escribas y los fariseos a terriblemente asediar y abocarle acerca de más
cosas, acechándole por coger algo de su boca para acusarle.

24a. Sin agua.


31b. Sur.
33c. Lugar.
42d. Justicia.
52e. En la inteligencia de la ley.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 12

Enseñanza

1 Entre tanto, juntándose aún más las miríadas(a) de la turba, hasta hollarse unos a
otros, empezó a decir a sus discípulos primero: «Guardaos de la levadura (la que es
hipocresía) de los fariseos. 2 Y nada encubierto está que no se descubra, ni oculto que
no se conozca. 3 Por esto cuanto en las tinieblas habéis dicho, en la luz se oirá; y lo que
a la oreja habéis hablado en las alcobas, predicado será sobre los terrados. 4 Dígoos a
vosotros, mis amigos: no temáis a los que matan el cuerpo y, después de esto, no tienen
más que hacer. 5 Pero os mostraré a quién temáis: temed al que, después de matar, tiene
potestad de arrojar a la gehenna. Sí, dígoos: a éste temed. 6 ¿Acaso cinco gorriones no
se venden por asillos(b) dos? y uno de ellos no está olvidado a la faz de Dios. 7 Empero,
también los cabellos de vuestra cabeza todos contados están. No temáis: de muchos
gorriones diferís(c). 8 Y dígoos: todo el que me confesare delante de los hombres,
también el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; 9 Pero, el que
me negare a faz de los hombres, le renegará a faz de los ángeles de Dios. 10 Y todo el
que dijere palabra contra el Hijo del hombre, perdonarásele; mas el que contra el Santo
Espíritu blasfemare, no se perdonará. 11 Y, cuando os introdujeren en las sinagogas, y
los principados y las potestades, no os solicitéis de cómo o qué respondáis o qué digáis;
12 pues el Santo Espíritu enseñaráos en aquella hora lo que fuere menester decir».

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13 Y dijo uno de la turba a él: «Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la


herencia». 14 Y él díjole: «Hombre ¿quién me ha constituido juez o partidor sobre
vosotros?» 15 Y dijo a ellos: «Ved y guardaos de toda codicia; pues no (si le sobra a
alguno), la vida de él es(d) de lo que posee». 16 Y dijo parábola a ellos diciendo: «De un
hombre rico bien fructificó la región. 17 Y consideró dentro de sí, diciendo: «¿Qué
haré, pues no tengo dónde juntar mis frutos?» 18 Y dijo: «Esto haré: derribaré mis
graneros y mayores edificaré; y juntaré allí todo el trigo y los bienes míos, 19 y diré a
mi alma: «Alma, tienes muchos bienes yacientes para años muchos: descansa, come,
bebe, goza». 20 Y díjole Dios: «Necio, esta noche tu alma pedirán de ti; y lo que has
preparado ¿para quién será?» 21 Así, el que atesora para sí, y no para Dios enriquece.»
22 Y dijo a sus discípulos: «Por esto, no os solicitéis de vuestra alma qué comáis ni de
vuestro cuerpo qué vistáis. 23 Que el alma más es que la comida, y el cuerpo, que el
vestido. 24 Contemplad los cuervos, cómo no siembran ni siegan; que no tienen
despensa ni granero, y Dios aliméntalos. ¿Cuánto más vosotros diferís de los volátiles?
25 Y ¿quién de vosotros, solicitándose, puede a su vida añadir un codo(e)? 26 Si, pues,
ni lo muy pequeño podéis ¿qué acerca de lo demás os solicitáis? 27 Contemplad los
lirios cómo crecen: no trabajan ni hilan; y dígoos: ni Salomón en toda su gloria vistióse
como uno de éstos. 28 Y, si, en campo, la hierba que es hoy, y mañana en el horno se
arroja, Dios así cubre, ¿cuánto más a vosotros, poco creyentes? 29 Y vosotros no
busquéis qué comáis y qué bebáis; y no zozobréis; 30 que esto todo las gentes del
mundo se buscan; pero vuestro Padre sabe que necesitáis de esto; 31 empero, buscad su
reino y esto se os añadirá.»
32 «No temas, el(f) pequeño rebañito; pues ha placido a vuestro Padre daros el reino. 33
Vended lo que poseéis y dad de limosna: haceos bolsas que no envejecen, tesoro
indefectible en los cielos; donde ladrón no se allega, ni carcoma corrompe; 34 pues,
donde está vuestro tesoro, allí también vuestro corazón estará.»
35 «Estén vuestros lomos ceñidos en torno(g) y las candelas ardiendo, (en vuestras
manos) y vosotros, semejantes a hombres aguardando a su señor, 36 cuando retorne de
las bodas; para que, viniendo él y golpeando, al punto le abran. 37 Bienaventurados
aquellos siervos, que, viniendo el señor, hallare velando; en verdad dígoos que se
ceñirá en torno, y recostaráles y, pasando, serviráles. 38 Y, si en la segunda y si en la
tercera vigilia viniere y hallare así, bienaventurados son aquéllos. 39 Y esto conoced
que, si supiera el dueño de casa a qué hora el ladrón viene, no dejará socavar su casa. 40
También vosotros estaos preparados; pues a la hora que no pensáis, el Hijo del hombre
viene». 41 Y dijo Pedro: «Señor, ¿a nosotros esta parábola dices, o también a todos?»

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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42 Y dijo el Señor: «¿Quién, pues, es el fiel administrador, el prudente, a quien pondrá


el señor sobre su servidumbre para dar a tiempo la medida de trigo(h)? 43
Bienaventurado aquel siervo, a quien, viniendo su señor, hallare haciendo así. 44
Verdaderamente dígoos que sobre todos sus bienes pondrále. 45 Si dijere, empero,
aquel siervo en su corazón: «Tarda mi señor en venir»; y empezare a golpear los
muchachos y las muchachas, a comer así como a beber y embriagarse; 46 llegará el
señor de aquel siervo en el día que no espera y en la hora que no conoce, y le cortará en
dos(i), y su parte con los infieles pondrá. 47 Pero aquel siervo el que conoce la voluntad
de su señor, y no preparare o hiciere según su voluntad, será desollado(j) con muchos(k);
48 pero el que no conoce, e hiciere cosas dignas de golpes, será desollado con pocos. Y,
a todo el que ha sido dado mucho, mucho buscarán de él; y al que han entregado
mucho(l), más pedirán de él. 49 Fuego he venido a arrojar sobre la tierra, y ¿qué
quiero(m), si ya está encendido? 50 Y, con bautismo tengo que ser bautizado; y ¿cómo
me angustio hasta que se cumpla? 51 ¿Pensáis que paz he venido a dar en la tierra? Que
no, dígoos, sino sólo división. 52 Pues habrá desde ahora mismo cinco en una casa
divididos; tres contra dos, y dos contra tres 53 se dividirán: padre contra hijo e hijo
contra padre; madre contra hija, e hija contra la madre; suegra contra su nuera, y nuera
contra la suegra».
54 Y dijo también a las turbas: «Cuando viereis nube naciendo de occidente, al punto
decís: «Lluvia viene»; y acontece así; 55 y, cuando, al noto soplando, decís que «ardor
habrá»; y acontece. 56 Hipócritas, la faz de la tierra y del cielo sabéis examinar 57 ¿Y
qué también por vosotros mismos(n) no juzgáis lo justo? 58 Pues, cuando vas con tu
adversario al príncipe, en el camino date trabajo por librarte de él, no sea que te arrastre
al juez, y el juez te entregue al ejecutor, y el ejecutor te arroje en prisión. 59 Dígote: no
saldrás; no, de allí hasta que también el último maravedí pagues».

1a. Diez millares.

6b. As pequeño, maravedí. 7c. Sois mejores. 15d. Proviene. —La vida no depende de la abundancia
de lo que se posee, sino de
Dios.
25e. Tiempo brevísimo.
32f. Tú, él.
35g. Más alto, como para andar y trabajar.
42h. Ración.

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46i. Descuartizará, al modo de los tiranos orientales.

47j. Desgarrado, azotado.

k. Golpes. 48l. Para negociar con ello. 49m. Sino ser ya bautizado. Encendido está el fuego; falta sólo
que Cristo se
inmole.
57n. Dentro de vosotros mismos.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 13

Parábolas

1 Y estaban allí algunos en este mismo tiempo, significándole acerca de los galileos,
cuya sangre Pilato mezclara con los sacrificios de ellos. 2 Y, respondiendo, díjoles:
«¿Pensáis que estos galileos pecadores más que todos los galileos fueron, porque esto
han padecido? 3 Que no, dígoos; empero, si no os arrepintiereis, todos así mismo
pereceréis. 4 O aquéllos, los dieciocho sobre quienes cayó la torre en Siloé, y matóles
¿pensáis que ellos deudores fueron más que todos los hombres, los habitantes de
Jerusalén? 5 Que no, dígoos; empero si no os arrepintiereis, todos del mismo modo
pereceréis». 6 Y dijo esta parábola: «Higuera tenía uno criada en su viña, y vino
buscando fruto en ella, y no encontró. 7 Y dijo al viñador: «He aquí tres años ha que
vengo buscando fruto en esta higuera, y no encuentro; córtala ¿para qué todavía la
tierra esquilma?» 8 Y él respondiendo, dícele: «Señor, déjala todavía este año, hasta
que cave yo en torno de ella y arroje estercolillos: 9 y, si ya hiciere fruto en lo
venidero(a). Empero, si no cortarásla».
10 Y estaba enseñando en una de las sinagogas en los sábados. 11 Y he aquí una mujer
que espíritu tenía de enfermedad años dieciocho, y estaba encorvada y no podía
desencorvarse en manera alguna. 12 Y viéndola Jesús, voceóle y díjole: «Mujer, libre
estás de tu enfermedad», 13 e impúsole las manos y al instante enderezóse y glorificó a
Dios, 14 Y, respondiendo el arquisinagogo, indignándose de que el sábado hubiese
curado Jesús, dijo a la turba: que «seis días hay en que se debe trabajar; en ellos, pues,
viniendo curaos, no el día del sábado». 15 Y respondióle el Señor y dijo: «Hipócritas,
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¿cada uno de vosotros el sábado no suelta su buey o el asno, del pesebre, y, llevando,
abreva? 16 Y a esta, hija de Abrahán siendo, a la que ató Satanás, he aquí dieciocho
años ¿no se debía soltar de esta atadura el día del sábado?» 17 Y, esto diciendo él,
avergonzándose iban todos
los adversos a él; y toda la turba gozábase en todas las cosas gloriosas,

las hechas por él.18 Dijo, pues: «¿A qué semejante es el reino de Dios? ¿y a
quéasemejarélo? 19 Semejante es a un grano de mostaza, el cual,tomando un hombre,
arrojó en su huerto; y creció y convirtióse enárbol, y los volátiles del cielo moraron en
sus ramas». 20 Y de nuevodijo: «¿A quién asemejaré el reino de Dios? 21 Semejante es
alevadura, que tomando una mujer, escondió en, de harina, satos tres,hasta que se leudó
todo».
22 Y caminando iba a través de ciudades y aldeas, enseñando, ycamino haciendo hacia
Jerusalén. 23 Y dijo uno a él: «Señor ¿si pocoslos que se salvan?» Y él dijo a ellos: 24
«Luchad por entrar por laestrecha puerta; pues muchos, dígoos, buscarán cómo entrar,
y nopodrán. 25 Desde que se levante el dueño de casa y llavee la puerta,también
empezaréis fuera a estaros y golpear la puerta, diciendo:«Señor, ábrenos»; y
respondiendo diráos: «No os conozco, de dóndesois». 26 Entonces empezaréis a decir:
«Hemos comido a faz tuya ybebido, y en nuestras calles has enseñado». 27 Y dirá:
«Dígoos: no séde dónde sois; apartaos de mí, todos obradores de iniquidad». 28
Allíserá el llanto y el rechino de los dientes, cuando viereis a Abrahán, y aIsaac y a
Jacob y todos los profetas en el reino de Dios y a vosotrosarrojados fuera. 29 Y llegarán
de oriente y occidente, y de bóreas ynoto; y recostaránse en el reino de Dios. 30 Y he
aquí son últimos queserán primeros, y son primeros que serán últimos».
31 En la misma hora llegáronse algunos de los fariseos, diciéndole:«Sal y vete de aquí,
porque Herodes quiérete matar». 32 Y díjoles;«Yendo, decid a esa raposa: «He aquí
lanzo demonios, y sanidadesvoy consumando hoy y mañana; —y al tercer día
consumado soy(b)».33 Empero, debo hoy y mañana y pasado andar, que no es dable
queun profeta perezca fuera de Jerusalén. 34 ¡Jerusalén, Jerusalén, lamatadora de los
profetas y apedreadora de los enviados a ella!—¡cuántas veces quise ir juntando tus
hijos al modo que un ave vajuntando su nido(c) bajo las alas, y no quisisteis! 35 He
aquíabandónaseos vuestra casa. 36 Y dígoos: no me veréis, no, hastaque(d) digáis:
«Bendito, el que viene en nombre del Señor».

9a. Súplese —«bien está». —(Reticencia).

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32b. «Continúo tranquilamente mi obra hasta resucitar al tercer día y ser consumado y glorificado».
34c. Nidada.
36d. («llegue (tiempo) cuando»).

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 14

Enseñanzas

1 Y aconteció, mientras iba él a casa de uno de los príncipes de los fariseos en sábado a
comer pan, que ellos estaban acechándole. 2 Y he aquí un hombre estaba hidrópico
delante de él. 3 Y, respondiendo Jesús, habló a los legisperitos y fariseos, diciendo:
«¿Es lícito el sábado curar, o no?» Mas ellos callaron. 4 Y cogiendo sanóle y despidió;
5 y a ellos dijo: «¿De quién de vosotros hijo o buey en pozo caerá, y no al punto le tirará
arriba en día del sábado?» 6 Y no pudieron replicar a esto.
7 Y decía a los convidados parábolas; advirtiendo cómo los primeros lechos se elegían,
diciendo a ellos: 8 «Cuando fueres convidado de alguno a bodas, no te asientes en el
primer asiento, no sea que uno más honrado que tú esté convidado por él. 9 y, viniendo
el que a ti y a él convidó, te diga: «Da a éste lugar»; y entonces empieces con vergüenza
el último lugar a ocupar. 10 Mas, cuando fueres convidado, andando recuéstate en el
último lugar, para que, cuando venga el que te ha convidado, te diga: «Amigo vente
subiendo más arriba»; entonces habrá para ti gloria a faz de todos los comensales
tuyos. 11 Porque, todo el que se exaltare, humillado será, y el que se humillare,
exaltado será». 12 Y decía también al que le había convidado: «Cuando hagas comida
o cena, no llames tus amigos, ni tus hermanos, ni tus parientes, ni los vecinos ricos; no
sea que también ellos te vuelvan a convidar y se te haga retorno. 13 Empero, cuando
banquete hagas, convida pobres, mútilos, cojos, ciegos; 14 y bienaventurado serás,
porque no tienen cómo retornarte; que se te retornará en la resurrección de los justos».
15 Y, oyendo uno de los comensales díjole: «Bienaventurado el que come pan en el
reino de Dios». 16 Y él díjole: «Un hombre hizo cena grande y convidó a muchos; 17 y
envió a su siervo, a la hora de la cena, a decir a los convidados: «Venid, que ya las
cosas preparadas están». 18 Y empezaron a una todos a excusarse. El primero díjole:

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«Campo he comprado, y tengo necesidad de, saliendo, verlo; ruégote, tenme por
excusado». 19 Y otro dijo: «Yuntas de bueyes he comprado cinco, y voy a probarlas;
ruégote, tenme por excusado». 20 Y otro dijo: «Mujer he tomado, y por esto no puedo
ir». 21 Y, volviendo aquel siervo, refirió a su señor estas cosas. Entonces, airado el
dueño de casa, dijo a su siervo: «Sal pronto a las vías y calles de la ciudad y a los
pobres, y mútilos, y ciegos y cojos tráete acá». 22 Y dijo el siervo: «Señor, hecho está
lo que ordenaste, y todavía lugar hay». 23 Y dijo el señor al siervo: «Sal a los caminos
y cercas, y fuérzales a entrar, para que se llene mi casa». 24 Pues dígoos que ninguno
de aquellos varones los convidados, gustará mi cena».
25 E iban con él turbas muchas; y, volviéndose dijo a ellos: 26 «Si alguno viene a mí, y
no odia a su padre, y la madre, y la mujer, y los hijos, y los hermanos y las hermanas, y
aún también su alma(a), no puede ser mi discípulo. 27 Quienquiera, pues, que no lleva
su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo(b). 28 Pues ¿quién de entre
vosotros, queriendo torre edificar no ya primero, sentándose, calcula el gasto, si tiene
para conclusión? 29 No sea que, más tarde, habiendo él puesto el cimiento y no
pudiendo concluir, todos los que miran, empiecen a mofarse de él, 30 diciendo: que
este hombre empezó a edificar y no pudo concluir. 31 ¿O qué rey, yendo con otro rey a
chocar en guerra, no ya, sentándose, primero consultará, si poderoso es, en diez
millares, a afrontar al que con veinte millares viene sobre él? 32 Empero, si no, aún él
lejos estando, embajada enviando, ruega lo para paz. 33 Así, pues, cada uno de entre
vosotros, que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 34 ¡Bella,
pues, la sal! pero, si también la sal se desvaneciere ¿en qué se sazonará? 35 Ni para la
tierra, ni para el estercolero buena es; fuera arrójanla. El que tiene orejas para oír,
oiga».

26a. Vida.
27b. El que sigue a Cristo, debe renunciar a cuanto se opone a él y medir la magnitud de la obra, como
quien edifica; y la dificultad, como quien entra en
batalla.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 15

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Parábolas sobre la piedad divina

1 Y estábansele acercando todos los publicanos y los pecadores para oírle. 2 Y mucho
murmuraban así los escribas como los fariseos, diciendo: que «éste pecadores acoge y
come con ellos». 3 Y dijo a ellos esta parábola, diciendo: 4 «¿Qué hombre de entre
vosotros, teniendo cien ovejas y perdiendo de entre ellas una, no abandona las noventa
y nueve en el desierto y va tras la perdida, hasta hallarla? 5 Y, hallando, impónela sobre
sus hombros gozándose 6 y viniendo a la casa, convoca los amigos y los vecinos,
diciéndoles: «Gozaos conmigo, porque he hallado mi oveja la perdida». 7 Dígoos que
así gozo en el cielo habrá sobre un pecador arrepentido, que sobre noventa y nueve
justos, los que necesidad no tienen de arrepentimiento».
8 «¿O qué mujer, dracmas teniendo diez, cuando perdiere dracma una, no ya enciende
candela y barre la casa y busca empeñosamente hasta que la halla? 9 Y, hallando,
convoca las amigas y vecinas diciendo: «Gozaos conmigo, pues he hallado la dracma
que perdiera». 10 Así, dígoos, hácese gozo a la faz de los ángeles de Dios sobre un
pecador arrepentido.»
11 Y dijo: «Un hombre tenía dos hijos. 12 Y dijo el menor de ellos al padre: «Padre,
dame la correspondiente parte de los bienes». Y él repartióles la hacienda. 13 Y,
después de no muchos días, reuniendo todo el hijo menor, peregrinó a región lejana; y
allí, disipó sus bienes, viviendo perdidamente. 14 Y, habiendo gastado él todo, hubo
hambre fuerte por aquella región, y él empezó a padecer, 15 y, yendo, adhirió a uno de
los ciudadanos de aquella región; y envióle a sus campos a apacentar puercos. 16 Y
deseaba hartarse(a) de las algarrobas(b) que comían los puercos; y nadie dábale. 17 Y, en sí
volviendo, dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre abundan de panes, y yo de hambre
aquí perezco! 18 Levantándome, iré a mi padre, y diréle: «Padre, he pecado contra el
cielo y a faz de ti; 19 ya no soy digno de llamarme hijo tuyo; hazme como uno tus
jornaleros». 20 Y, levantándose, vino a su padre. Y aún lejos de él estando, vióle su
padre, y lastimóse; y, corriendo, cayó sobre su cuello y tiernamente besóle. 21 Y dijo el
hijo a él: «Padre, he pecado contra el cielo y a faz de ti; ya no soy digno de llamarme
hijo tuyo». 22 Y dijo el padre a sus siervos: «Pronto traed acá estola la primera, y
vestidle y dad anillo a su mano y calzados a sus pies; 23 y traed el becerro el cebado,
matad, y, comiendo, gocemos; 24 porque este hijo mío muerto era y ha revivido; estaba
perdido, y ha sido hallado». Y empezaron a gozar. 25 Mas estaba su hijo el mayor en el
campo. Y, como, viniendo, aproximóse a la casa, oyó sinfonía y danzas, 26 y, llamando
a sí a uno de los niños, averiguó qué fuese esto. 27 Y él díjole: que «tu hermano ha
llegado y ha muerto tu padre el becerro el cebado, porque sano le ha recobrado». 28 Y
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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airóse, y no quiso entrar. Mas su padre, saliendo, rogábale. 29 Pero él respondiendo,


dijo a su padre: «He aquí tantos años te sirvo y jamás tu mandato preterí, y a mí jamás
diste cabrito, porque con mis amigos gozara; 30 Pero, cuando tu hijo éste, el que ha
devorado tu hacienda con rameras, ha venido, hazle muerto el cebado becerro». 31 Y él
díjole; «Hijo, tú doquiera conmigo estás, y todo lo mío tuyo es; 32 pero gozarse y
alegrarse era menester, porque tu hermano éste muerto era y ha revivido, y perdido y ha
sido hallado».

16 a. Variante menos aceptable: «henchir su vientre».


b. Fruto del algarrobo: una vaina azucarada comestible.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 16

Parábolas sobre las riquezas

1 Y decía también a los discípulos: «Un hombre había rico, que tenía administrador, y
éste fuéle acusado como disipando sus bienes. 2 Y, voceándole, díjole: «¿Qué esto oigo
de ti? Da la cuenta de tu administración: pues no podrás ya administrar». 3 Y dijo entre
sí el administrador: «¿Qué haré, que mi señor quita la administración de mí? Cavar no
puedo, y de mendigar avergüénzome. 4 He advertido qué haré, para que, cuando fuere
sacado de la administración, me reciban en sus casas. 5 Y, llamando a sí a cada uno de
los deudores de su señor, decía al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?» 6 Y él dijo:
«Cien batos(a) de aceite». Y él díjole: «Toma tus escrituras, y sentándote, escribe
pronto: «Cincuenta». 7 Después a otro dijo: «Y tú ¿cuánto debes?» Y él dijo «Cien
coros(b) de trigo». Dícele: «Toma tus escrituras, y escribe: «Ochenta». 8 Y alabó el
señor al administrador de la iniquidad, porque prudentemente obró, porque los hijos de
este siglo más prudentes sobre(c) los hijos de la luz para su generación(d) son».
9 «Y yo os digo: haceos amigos del(e) Mamoná de la iniquidad, para que, cuando él
desfalleciere, os reciban en las eternas tiendas. 10 El fiel en cosa muy pequeña,
también en mucha fiel es; y el, en cosa muy pequeña, inicuo, también en mucha inicuo

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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es. 11 Si, pues, en el inicuo Mamoná(f) fieles no fuisteis, lo verdadero ¿quién os fiará?
12 Y, si en lo ajeno fieles no fuisteis; lo nuestro(g) ¿quién os dará? 13 Ningún
doméstico puede a dos señores servir; pues al uno odiará y al otro amará; o al uno
adherirá, y al otro despreciará. No podéis a Dios servir y al Mamoná.»
14 Y oían esto todos los fariseos, que amantes del dinero eran, y mucho fruncíansele de
nariz. 15 Y díjoles: «Vosotros sois los que os justificáis a faz de los hombres; pero Dios
conoce vuestros corazones,

pues, lo en los hombres alto, ¡abominación, a faz del Señor!». 16 «¡La ley y los
profetas, hasta Juan!; desde entonces el reino es
evangelizado, y cada cual a él se esfuerza(h). 17 Y más fácil es que el cielo y la tierra
pasen que de la ley tilde una caiga(i)». 18 «Todo el que repudiare a su mujer, y se casare
con otra, adultera; y
el que con repudiada por varón se casare, adultera.» 19 «Y un hombre había rico; y que
se revestía siempre de púrpura y biso(j), gozando cada día espléndidamente. 20 Y un
mendigo por nombre Lázaro(k), estaba arrojado contra su portada ulcerado, 21 y
deseando hartarse de lo que caía de la mesa del rico(l); —pero también los perros,
viniendo, lamían(m) sus úlceras. 22 Y aconteció morir el mendigo y ser llevado de allí
él, por los ángeles, al seno de Abrahán; y murió también el rico y fue sepultado(n). 23 Y
en el infierno(o), alzando sus ojos, estando en tormentos, ve a Abrahán de lejos y a
Lázaro en los senos de él. 24 Y él, clamando, dijo: Padre Abrahán, apiádate de mí y
envía a Lázaro, para que moje lo extremo de su dedo en agua, y vaya refrigerando mi
lengua(p), porque afligido soy en esta llama. 25 Y dijo Abrahán: «Hijo, acuérdate de
que recibiste tus(q) bienes en tu vida; y Lázaro así mismo los males; pero aquí es
consolado; y tú, afligido. 26 Y en todo esto, en medio de nosotros y vosotros sima
grande afianzada está, para que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no puedan,
ni de ahí a nosotros atravesar». 27 Y dijo: «Ruégote, pues, padre, que lo envíes a la casa
de mi padre; 28 pues tengo cinco hermanos; para que les conjure que no también ellos
vengan a este lugar del tormento». 29 Y dícele Abrahán: «Tienen a Moisés y los
profetas: oíganlos». 30 Y él dijo: «No, padre Abrahán; empero, si alguno de entre
muertos fuere a ellos, se arrepentirán». 31 Y díjole: «Si a Moisés y los profetas no
oyeren, ni si alguno de entre muertos resucitare, creerán».

6 a. El bato-tonelada.
7 b. Un coro = 10 celemines o fanegas.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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8 c. Que.
d. Para tratar entre sí, para sus negocios.
9 e. Con él.

11 f. Pluto, el dios de las riquezas. 12 g. Variante menos aceptable: lo vuestro.


16 h. Tiende a él con fuerza, o de amor o de odio.

17 i. Asevera Cristo solemnemente la eternidad de su ley; cuya esencia es el amordel prójimo; 1º de la


familia (18) y: 2º del pobre (19-31). 19 j. Lino delicadísimo y muy precioso. 20 k. El nombrar al
mendigo manifiesta que no es parábola, sino hecho. 21 l. («y nadie le daba»).

m. Compasivos. 22 n. («en el infierno»). 23 o. Ultratumba.


24 p. Inflamada en castigo de su gula. Cree que tiene Lázaro bastante poder pararefrigerarle. 25 q.
Los que amabas.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 17

Enseñanzas

1 Y dijo a sus discípulos: «Imposible es que escándalos no vengan; empero, ay del por
quien vienen; 2 conviénele, si piedra molar yace alrededor de su cuello y arrojado está
en la mar; que no que escandalice, de estos pequeños a uno. 3 Atended a vosotros: Si
pecare tu hermano, intímale; y si se arrepintiere, perdónale. 4 Y, si siete veces al día
pecare contra ti, y siete veces se volviere a ti, diciendo: «Arrepiéntome»,
perdonarásle».
5 Y dijeron los apóstoles al Señor: «Añádenos fe». 6 Y dijo el Señor: «Si tuviereis fe
como un grano de mostaza, diréis a este moral»: «Desarráigate y plántate en el mar»; y
os obedecerá. 7 ¿Y quién de vosotros, siervo teniendo, arando o apacentando(a), que, al
que retorna del campo, le diga: «Pronto acercándote, recuéstate», 8 pero no ya le diga:
«Prepárame de cenar; y ciñéndote en torno, sírveme hasta que yo coma y beba; y
después de esto, comerás y beberás tú? 9 «¿Acaso tiene gratitud al siervo, porque hizo
lo ordenado? 10 Así también vosotros, decid: que siervos inútiles somos: lo que
debimos hacer, hemos hecho».

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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11 Y aconteció, yendo a Jerusalén, que él atravesaba por medio de Samaria y Galilea.


12 Y, entrando él en cierta aldea, viniéronle al encuentro diez leprosos varones, que se
pararon de lejos; 13 y ellos alzaron voz, diciendo: «Jesús, amo, apiádate de nosotros».
14 Y, viendo, díjoles: «Yendo, mostraos a los sacerdotes». Y aconteció, retirándose
ellos, fueron limpios. 15 Y uno de ellos, viendo que sanó, regresó, con voz grande
glorificando a Dios; 16 Y cayó de rostro, a los pies de él, agradeciéndole, y él era
samaritano. 17 Y, respondiendo Jesús, dijo: «¿No los diez han sido limpios? Y los
nueve ¿dónde? 18 ¿No se han hallado quien regresaran a dar gloria a Dios, sino este
extranjero?». 19 Y díjole: «Levantándote, anda»: (tu fe te ha salvado).

20 Y preguntado por los fariseos, cuándo viene el reino de Dios, respondióles y dijo:
«No viene el reino de Dios con observación(b); 21 ni dirán: «¡He aquí o allí(c)! Pues he
aquí el reino de Dios dentro de vosotros(d) está». 22 Y dijo a los discípulos: «Vendrán
días, cuando desearéis uno de los días(e) del Hijo del hombre ver, y no veréis. 23 Y os
dirán: «¡He allí; he aquí!»; no vayáis, ni corráis en pos». 24 Pues, así como el
relámpago, el relampagueante de lo debajo del cielo a lo debajo del cielo, resplandece,
así será también el Hijo del hombre. 25 Mas primero debe muchas cosas padecer y ser
desestimado por esta generación. 26 Y según como aconteció en los días de Noé, así
será también en los días del Hijo del hombre: 27 comían, bebían, casábanse, casaban,
hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y perdió a todos. 28
Igualmente también como aconteció en los días de Lot (comían, bebían, compraban,
vendían, plantaban, edificaban; 29 y el día que subió Lot a Sodoma, llovió fuego y
azufre del cielo y perdió a todos); 30 lo mismo será el día que el Hijo del hombre se
revele. 31 En aquel día quien estuviere sobre el terrado, y sus enseres en la casa, no baje
a alzarlos; y en el campo, igualmente no retorne a lo de atrás. 32 Acordaos de la mujer
de Lot. 33 Quien buscare cómo su alma lograr, perderála; y quien perdiere,
viviparirála(f). 34 Dígoos: esta noche habrá dos en lecho uno: el uno será llevado(g) de
allí, y el otro, dejado; 35 habrá dos moliendo juntas: la una será llevada de allí, y la otra
dejada». 36 Y, respondiendo, dícenle: «¿Dónde, Señor?» 37 Y él díjoles: «Donde, la
carroña(h), allí también se juntarán las águilas».

7a. Habrá.
20b. De modo que se pueda observar, notar su llegada, sino súbitamente.
21c. Está.

d. En medio de vosotros y dentro de vosotros está ya el reino: Cristo rey, según la

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palabra del Bautista (Jn. 1-26). 22e. Glorioso. Y no lo verán, en razón de las tribulaciones que
precederán a sugloria plena.
33f. La dará viva a luz para la vida eterna: hará con ella lo que la madre con el hijo que engendra: esta
vida es tiempo en que toda criatura (según el apóstol. —Rom. 8,22) —está parturiente.
34g. Al cielo.
37h. En la destrucción final de los malos.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 18

Enseñanzas sobre oración, humildad, pobreza

1 Y decía parábola a ellos sobre el deber siempre orar ellos y no acobardar, 2 diciendo:
«Un juez había en una ciudad, a Dios no temiendo, y a hombre no considerando. 3 Y
viuda había en aquella ciudad; y venía a él, diciendo: «Desagráviame de mi
agraviador». 4 Y no quería por un tiempo. Después de esto, dijo dentro de sí: «Aunque
a Dios no temo ni a hombre considero, 5 por ya acarrearme trabajo esta viuda, la
desagraviaré; para que al fin, viniendo no me acardenale los ojos». 6 Y dijo el Señor:
«¡Oíd qué el juez de la iniquidad dice! 7 Y Dios ¿no hará, no, el desagravio de sus
escogidos, de los que claman a él día y noche; —y se alarga de ánimo(a) con ellos? 8
Dígoos que, hará su desagravio en breve—. Empero, el Hijo del hombre viniendo
¿acaso hallará la fe sobre la tierra?»
9 Y dijo también a algunos, los que confiaban en sí mismos, porque son justos, y en
nada tienen a los demás, esta parábola: 10 «Hombres dos subieron al santuario a orar:
uno, fariseo, y el otro, publicano. 11 El fariseo apostado esto consigo oraba: «¡Dios!
agradézcote que no soy así como los demás hombres: rapaces, injustos, adúlteros; —o
también como este publicano; 12 ayuno dos veces el sábado(b); diezmo todo cuanto
adquiero». 13 Y el publicano, a lo lejos parado, no quería ni los ojos alzar al cielo, sino
golpeaba su pecho, diciendo: «¡Dios! apiádate de mí, el pecador». 14 Dígoos: bajó éste
justificado a su casa, antes que el otro; pues todo el que se exaltare, humillado será, y el
que se humillare, exaltado será».
15 Y trajéronle también las criaturas, para que las tocase; y, viniendo los discípulos,

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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imponíanles. 16 Y Jesús llamólas a sí diciendo: «Dejad a los niñitos venir a mí y no les


estorbéis, porque de los tales es el reino de Dios. 17 En verdad dígoos: quien no
recibiere el reino de Dios como niñito, no entrará, no, en él».

18 Y preguntó uno a él , un príncipe, diciendo: «Maestro bueno ¿Qué haciendo, vida


eterna heredaré?» 19 Y díjole Jesús: «¿qué me dices bueno? Nadie bueno, sino uno:
Dios. 20 Los mandamientos sabes: «No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no
perjurarás; honra a tu padre y tu madre». 21 Y él dijo: «Esto todo he guardado desde
juventud(c). 22 Y, oyendo Jesús, díjole: «Todavía una cosa te falta: todo cuanto tienes,
vende y reparte a mendigos, y tendrás tesoro en los cielos; y ¡acá! sígueme». 23 Pero él,
oyendo esto, triste en torno se puso, porque era rico sobremanera. 24 Y, viéndole Jesús,
dijo: «¡Cuán difícilmente los que las riquezas tienen, al reino de Dios llegan!; 25 que
más fácil es que un camello por ojo de aguja entre que un rico en el reino de Dios
entre». 26 Y dijeron los que oían: «¿Y quién se puede salvar?» 27 Y él dijo: «Lo
imposible ante los hombres, posible ante Dios es».
28 Y dijo Pedro: «He aquí nosotros, dejando lo propio, te hemos seguido». 29 Y él
díjoles: «En verdad dígoos que ninguno hay que ha dejado casa, o mujer, o hermanos, o
padres, o hijos por causa del reino de Dios, 30 que no reciba de fijo el múltiplo en este
tiempo y en el siglo el futuro vida eterna».
31 Y llevándose los doce aparte, dijo a ellos: «He aquí subimos a Jerusalén, y se
cumplirá todo lo escrito por los profetas, al Hijo del hombre; 32 pues entregado será a
las gentes, y escarnecido, y ultrajado, y escupido; 33 y, después de azotar, mataránle, y
al día, el tercero, resucitará». 34 Mas ellos nada de esto comprendieron, y estaba esta
palabra oculta a ellos, y no conocían lo dicho.
35 Y aconteció, acercándose él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino,
mendigando. 36 Y, oyendo a la turba pasar, preguntó qué era eso. 37 Y significáronle
que Jesús, el Nazareno, va pasando. 38 Y clamó, diciendo: «Jesús, hijo de David,
apiádate de mí». 39 Y los que iban adelante, intimábanle que callara; pero él mucho
más gritaba: «Hijo de David, apiádate de mí». 40 Y, parado Jesús, mandó se le trajera a
él. Y, acercándose él, preguntóle: 41 «¿Qué te quieres haga?» Y él dijo: «Señor, que
vea». 42 Y Jesús díjole: «Ve: tu fe te ha salvado». 43 Y al punto vio y seguíale,
glorificando a Dios. Y todo el pueblo, viendo, dio loor a Dios.

7 a. ¿Diferirá su voluntad para con ellos, para socorrerles? 12 b. La semana. 21 c. Mía primera.

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Evangelio Según San Lucas


Capítulo 19

En Jericó y Jerusalén

1 Y, entrando, atravesó a Jericó. 2 Y he aquí un varón por nombre llamado Zaqueo; y él


era arquipublicano(a), y él rico; 3 y buscaba cómo ver a Jesús: quién es; y no podía por
la turba; pues de estatura pequeño era. 4 Y, corriendo adelante, a lo delantero, subióse a
un sicomoro(b), para verle; pues por allí había de pasar. 5 Y, como vino al lugar,
mirando hacia arriba Jesús, dijo a él: «Zaqueo, apresurándote, baja, pues hoy en tu casa
debo quedarme». 6 Y, apresurándose, bajó y recibióle, gozándose. 7 Y, viendo todos
mucho murmuraban, diciendo que con pecador varón entró a hospedarse. 8 Y, parado
Zaqueo, dijo al Señor: «He aquí la mitad de mis haberes, Señor, a los pobres doy; y, si
de alguno algo he calumniado(c); devuelvo cuádruplo». 9 Y dijo a él Jesús: que «Hoy
salud a esta casa se ha hecho; —por cuanto también él hijo de Abrahán es; 10 porque ha
venido el Hijo del hombre a buscar y salvar lo perdido».
11 Y, oyendo ellos esto, añadiendo dijo parábola, porque cerca estaba de Jerusalén él; y
pensaban ellos que al punto debe el reino de Dios aparecer; 12 dijo pues: «Un hombre
noble partió a región lejana, a tomar para sí un reino y retornar. 13 Y, llamando diez
siervos suyos, dióles diez minas(d) y dijo a ellos: «Negociad, mientras vengo». 14 Pero
los ciudadanos de él, aborrecíanle, y enviaron mensaje tras él, diciendo: «No queremos
que éste reine sobre nosotros». 15 Y aconteció, regresando él, habiendo tomado el
reino, que dijo que se le llamase a estos siervos, a los que había dado el dinero, para
saber qué se habían negociado. 16 Y acercóse el primero, diciendo: «Señor, tu mina
diez se ha ganado minas». 17 Y díjole: ¡Bien! buen siervo, porque, en muy pequeña
cosa, fiel has sido, sé potestad teniendo sobre diez ciudades». 18 Y vino el segundo,
diciendo: «Tu mina, señor, ha hecho cinco minas». 19 Y dijo también a éste: «También
tú ponte sobre cinco ciudades». 20 Y el otro vino, diciendo: «Señor, he aquí tu mina
que yo tenía y haciendo aparte en sudario; 21 pues te temía, porque hombre austero
eres: alzas lo que no pusiste; y siegas lo que no sembraste». 22 Dícele: «De tu boca
júzgote, mal siervo. ¿Sabías que yo hombre austero soy, alzando lo que no puse y
segando lo que no sembré? 23 ¿Y por qué no diste mi dinero a mesa(e)? Y yo, viniendo,

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con interés lo hubiera pedido». 24 Y a los circunstantes dijo: «Alzad de él la mina y dad
al que las diez minas tiene» 25 (y dijéronle: «¡Señor, tiene diez minas!») 26 «Dígoos
que, a todo el que tiene, se le dará y del que no tiene, también lo que tiene, se quitará. 27
Empero, a estos mis enemigos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traed
acá e idlos degollando delante de mí».
28 Y, diciendo esto, iba adelante, subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció, como se acercó
a Betfagé y Betania, al monte el llamado de Olivas, envió dos de los discípulos, 30
diciendo: «Id a la de enfrente—aldea, en que entrando, hallaréis pollino atado, sobre el
cual nadie jamás de hombres se ha sentado; y soltándole, traed. 31 Y si alguno os
preguntare: «¿Por qué soltáis?» así diréis: «Porque el Señor de él necesidad tiene». 32
Y, partiendo los enviados, hallaron, según les dijo; 33 y, soltando ellos el pollino,
dijeron los dueños de él a ellos: «¿Qué soltáis el pollino?» 34 Y ellos dijeron: «Porque
el Señor de él necesidad tiene»; 35 y trajéronle a Jesús; y, tirando sus vestiduras sobre
el pollino, subieron a Jesús. 36 Y, caminando él, tendían debajo sus vestiduras en el
camino. 37 Y, acercándose él ya a la bajada del monte de las Olivas, empezaron toda la
muchedumbre entera de los discípulos, gozándose, a loar a Dios, con voz grande,
acerca de todas las que vieran virtudes, 38 diciendo:
Bendito el que viene,
el rey, en nombre del Señor,
en cielo paz,
y gloria en lo más excelso.

39 Y algunos de los fariseos, desde la turba, dijeron a él: «Maestro, increpa a tus
discípulos». 40 Y, respondiendo, dijo: «Dígoos que, si éstos callaran, las piedras
clamarían».
41 Y, como se acercó, viendo la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: 42 que, «si
conocieses en este día también tú lo para paz; pero ahora ocultóse a tus ojos; 43 porque
vendrán días sobre ti, y en torno te arrojarán tus enemigos empalizadas y en torno
rodeárante y estrechárante doquiera, 44 y en tierra darán contigo y tus hijos en ti y no
dejarán piedra sobre piedra en ti, por cuanto no has conocido el tiempo de tu
visitación».
45 Y, entrando en el santuario, empezó a arrojar los vendientes y comprantes,
diciéndoles: 46 «Escrito está: Y será la casa mía, casa de oración, pero vosotros la
habéis hecho cueva de bandidos». 47 Y estaba enseñando todos los días en el santuario.
Y los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo perderle, y los primeros del
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pueblo; 48 y no hallaban cosa qué hacer; pues el pueblo entero suspendíase oyéndole.

2 a. Príncipe de publicanos. 4 b. Higuera egipcia. 8 c. Defraudado, llevado por calumnia. 13 d. La


mina = 1/60 de talento = 135 fr. 23 e. De negocio.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 20

Confunde Cristo y enseña

1 Y aconteció en uno de los días, enseñando él al pueblo en el santuario y


evangelizando, llegáronse los sumos sacerdotes y escribas con los ancianos, y dijeron,
hablando a él: 2 «Dínos ¿en qué poder esto haces, o quién es el que te ha dado este
poder?» 3 Y, respondiendo, dijo a ellos: «Preguntaréos también yo una palabra, y
decidme: 4 «El bautismo de Juan ¿del cielo era o de los hombres?» 5 Y ellos
reflexionaron entre sí, diciendo: que «si dijéremos: «Del cielo», dirá: «¿Por qué no le
habéis creído?» 6 Y si dijéremos: «De los hombres», el pueblo todo entero nos
apedreará; pues persuadido está de que Juan profeta es». 7 Y respondieron no saber de
dónde. 8 Y Jesús díjoles: «Ni yo os digo en qué poder esto hago».
9 Y empezó al pueblo a decir esta parábola: «Un hombre crió una viña, y arrendóla a
agrícolas; y peregrinó tiempos bastantes. 10 Y en tiempo envió a los agrícolas un
siervo, para que del fruto de la viña le diesen; mas los agrícolas le despidieron,
desollando(a), vacío. 11 Y prosiguió a otro enviando —siervo; y ellos también a aquél
desollando y deshonrando, despidieron vacío. 12 Y prosiguió a un tercero a enviar; y
ellos también a éste, llagando, arrojaron. 13 Y dijo el señor de la viña: «¿Qué haré?—
Enviaré a mi hijo el amado: tal vez a éste considerarán». 14 Mas, viéndole los
agrícolas, confirieron entre sí, diciendo: «Este es el heredero; matémosle; para que de
nosotros sea la herencia». 15 Y, arrojándole fuera de la viña, mataron. ¿Qué, pues, les
hará el señor de la viña? 16 Vendrá y perderá a estos agrícolas y dará la viña a otros».
Y, oyendo dijeron: «¡No sea!» 17 Mas él, contemplándoles, dijo: «¿Qué, pues, es esto
escrito:

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La piedra que desestimaron los edificantes, ésta fue hecha en cabeza de ángulo?
18 Todo el que cayere sobre aquella piedra, destrozado será; y sobre quien ella cayere,
le aventará(b)». 19 Y buscaron los escribas, y los sumos sacerdotes como echar sobre él
las manos en la misma hora, y temían al pueblo; pues conocieron que a ellos dijo esta
parábola.
20 Y, acechando, enviaron espías que simulasen que ellos justos eran, para que
cogiesen palabra de él, para entregarle al principado y la potestad del presidente. 21 Y
preguntáronle, diciendo: «Maestro, sabemos que rectamente dices y enseñas, y no
aceptas rostro, sino con verdad el camino de Dios enseñas. 22 ¿Es lícito que nosotros a
César tributo demos o no?» 23 Y penetrando su astucia, dijo a ellos: 24 «Mostradme
denario: ¿de quién tiene imagen y epígrafe?» Y ellos dijeron: «De César». 25 Y él dijo
a ellos: «Pues bien, devolved lo de César a César y lo de Dios a Dios». 26 Y no
pudieron coger palabra de él delante del pueblo; y, maravillándose de su respuesta,
callaron.
27 Y, acercándose algunos de los saduceos, que dicen que resurrección no hay,
preguntáronle 28 diciendo: «Maestro, Moisés escribiónos: Si de alguno hermano
muriere, teniendo mujer, y éste sin hijos fuere, que tome su hermano la mujer y suscite
simiente a su hermano. 29 Siete hermanos, pues había; y el primero, tomando mujer,
murió sin hijos; 30 y el segundo; 31 y el tercero tomóla; y así mismo también los siete:
no dejaron hijos y murieron. 32 Y al fin también la mujer murió. 33 La mujer, pues, en
la resurrección; ¿de quién de ellos es mujer? pues los siete tuviéronla por mujer». 34 Y
díjoles Jesús: «Los hijos de este siglo se casan y casan; 35 mas los que por dignos
fueren tenidos de aquel siglo alcanzar y la resurrección, la de entre los muertos, ni se
casan ni casan; 36 ni morir ya pueden (pues iguales a ángeles son) e hijos de Dios, de la
resurrección hijos siendo. 37 Y que resurgen los muertos también Moisés mostró
(sobre la zarza),(c) como dice al Señor el Dios de Abrahán, y el Dios de Isaac y el Dios
de Jacob; 38 y Dios no es de muertos, sino de vivientes; pues todos para él viven». 39
Y respondiendo algunos de los escribas dijeron: «Maestro, bellamente has dicho»; 40
pues ya no se atrevían a preguntarle nada.
41 Y dijo a ellos: «¿Cómo dicen que el Cristo es de David hijo?; 42 pues el mismo
David dice, en libro de salmos: Dijo Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra 43 hasta
poner yo a tus enemigos debajo de tus pies. 44 David, pues, a él Señor llama; y ¿cómo
su hijo es?».
45 Y, oyendo todo el pueblo, dijo a los discípulos: 46 «Guardaos de los escribas, los
que quieren pasearse en estolas y aman salutaciones en las ágoras, y las primeras sillas
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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en las sinagogas y los primeros lechos en los banquetes; 47 que devoran las casas de las
viudas, y con apariencia muy largamente oran; éstos recibirán mayor juicio».

10 a. A azotes.
18 b. Véase Mt. 21,44.
37 c. Hablando de la zarza, llama al Señor.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 21

Sobre la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo

1 Y mirando vio los que echaban en el gazofilacio sus dádivas, ricos. 2 Y vio a una
viuda pobre echando allí monedas dos, 3 y dijo: «En verdad dígoos esta viuda la
mendiga más que todos echó 4 pues todos estos, de lo sobrante a ellos, echaron a las
dádivas; ésta empero, de su penuria, todo el sustento que tenía, echó».
5 Y diciendo algunos acerca del santuario, que de piedras hermosas y dones ornado
está, dijo: 6 «Esto que miráis, —vendrán días en que no se dejará piedra sobre piedra
aquí, que no sea deshecha». 7 Y preguntáronle diciendo: «Maestro, ¿cuándo, pues, esto
será, y cuál la señal cuando haya esto de acontecer?».
8 Y él dijo: «Mirad que no se os descamine; pues muchos vendrán en mi nombre,
diciendo: «Yo soy» y: «El tiempo se ha acercado»; no os vayáis en pos de ellos. 9 Y,
cuando oigáis guerras y revueltas, no os espantéis; que necesario es que esto acontezca
primero, pero ¡no luego el fin!».
10 Entonces díjoles: «Se levantará gente contra gente y reino contra reino»; 11 y
terremotos grandes, y aquí y allí pestes y hambres habrá; y cosas espantables y del cielo
señales grandes habrá. 12 Y ante todo esto, echarán sobre vosotros sus manos y
perseguirán, entregando a sinagogas y prisiones, llevados a reyes y presidentes por
causa de mi nombre; 13 y sucederáos en testimonio. 14 Poned, pues, en vuestros
corazones no preocuparos de defenderos; 15 pues yo os daré boca y sabiduría a la que
no podrán contrastar o contradecir todos cuantos contra vosotros se asentaren. 16 Y
seréis entregados también por padres y hermanos, y parientes y amigos; y matarán de
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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vosotros; 17 y seréis aborrecidos de todos por mi nombre. 18 Y cabello de(a) vuestra


cabeza no perecerá, no. 19 En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.»
20 «Y, cuando viereis cercado de ejércitos a Jerusalén, entonces conoced que se ha
acercado su desolación. 21 Entonces los en la Judea huyan a los montes; y los en medio
de ella, retírense, y los en las regiones no entren en ella; 22 porque días de venganza
éstos son, para que se cumpla todo lo escrito. 23 Ay de las grávidas y lactantes en
aquellos días; pues habrá necesidad grande sobre la tierra e ira para este pueblo; 24 y
caerán a filo de cuchilla, y serán cautivados en las gentes todas, y Jerusalén será
hollada por gentes, hasta que se cumplan tiempos de gentes.»
25 «Y habrá señales en sol, y luna, y estrellas; y sobre la tierra angustia de gentes en
desatiento de resonancia y piélago y marejada, 26 exanimándose los hombres de temor
y expectación de lo sobreviniente al orbe; pues los poderes de los cielos se
estremecerán. 27 Y entonces verán al Hijo del hombre venir en nube con poder y gloria
mucha. 28 Mas, empezando esto a acontecer, erguíos y alzad vuestras cabezas, por
esto: porque se acerca vuestra redención». 29 Y dijo parábola a ellos: «Ved la higuera y
todos los árboles: 30 cuando han brotado ya, mirando, de vosotros conocéis que ya
cerca el estío está; 31 así también vosotros, cuando viereis esto acontecer, conoced que
cerca está el reino de Dios. 32 En verdad dígoos que no pasará, no, esta generación
hasta que todo acontezca. 33 El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no pasarán,
no. 34 Y atended a vosotros, no sea que se carguen vuestros corazones en crápula(b), y
embriaguez y solicitudes vitales(c), y esté sobre vosotros súbitamente aquel día, 35
como lazo; pues aún sobrevendrá sobre todos los sentados sobre la faz de toda la tierra.
36 Y velad en todo tiempo, rogando que logréis huir de esto todo que ha de acontecer,
y presentaros delante del Hijo del hombre». 37 Y estaba los días en el santuario
enseñando; y las noches, saliendo, pernoctaba en el monte el llamado de Olivas. 38 Y
todo el pueblo madrugaba a él, en el santuario a oírle.

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Evangelio Según San Lucas


Capítulo 22

Pasión

1 Y acercábase la fiesta de los ázimos: la llamada pascua. 2 Y buscaban los sumos


sacerdotes y los escribas el cómo arrebatarle; pues temían al pueblo.
3 Y entró satanás en Judas, el llamado Iscariotes, que era del número de los doce; 4 y,
yéndose, habló con los sumos sacerdotes y estrategos(a) el cómo a ellos entregarle. 5 Y
alegráronse y concertaron dinero darle. 6 Y prometió; y buscaba oportunidad de
entregarle, lejos de turba, a ellos.
7 Y vino el día de los ázimos en que debía matarse la pascua; 8 y envió a Pedro y Juan,
diciendo: «Yendo, preparadnos la pascua, para que comamos». 9 Y ellos dijéronle:
«¿Dónde quieres preparemos?» 10 Y él díjoles: «He aquí, entrando vosotros en la
ciudad, encontraráos un hombre, cántaro de agua llevando; seguidle a la casa a donde
se encamina. 11 Y diréis al dueño de casa de la casa(b): «Dícete el Maestro: «¿Dónde
está la estancia donde la Pascua, con mis discípulos, yo comer?». 12 Y aquél os
mostrará un cenáculo grande tendido(c): allí preparad. 13 Y, yéndose, hallaron según
habíales dicho, y prepararon la Pascua. 14 Y, cuando fue la hora, recostóse y los
apóstoles con él. 15 Y dijo a ellos: «Con deseo he deseado esta Pascua comer con
vosotros, antes de padecer yo; 16 pues dígoos que ya no la comeré, no, hasta que se
llene en el reino de Dios». 17 Y recibiendo cáliz, agradeciendo, dijo: «Tomad éste y
repartid entre vosotros; 18 pues dígoos no beberé, no, desde ahora, del germen de la
vid, hasta que el reino de Dios venga(d)». 19 Y tomando pan, agradeciendo, partió y
dióles, diciendo: Y, «Este es mi cuerpo el que por vosotros es dado; esto haced en mi
memoria». 20 Y el cáliz así mismo, después de cenar, diciendo: «Este cáliz(e) el nuevo
testamento; en mi sangre, la que por vosotros es derramada. 21 Empero ¡he aquí la
mano del que me entrega, conmigo, sobre la mesa! 22 Porque el Hijo del hombre,
según lo determinado, se va; empero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!» 23
Y ellos empezaron a inquirir entre sí quién ya fuese de entre ellos el que esto había de
hacer.
24 Y hubo también emulación en ellos sobre quién de ellos parece ser mayor. 25 Y él

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díjoles: «Los reyes de las gentes domínanles y los poderosos sobre ellos, bienhechores
se llaman. 26 Mas vosotros no así, sino el mayor en vosotros hágase cual el más
joven(f), y el que manda, cual el que sirve. 27 Pues ¿quién mayor: el que se recuesta o el
que sirve? ¿acaso no el que se recuesta? Y yo en medio de vosotros estoy cual el que
sirve. 28 Y vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones; 29 y
yo dispóngoos, según me ha dispuesto mi Padre, un reino, 30 para que comáis y bebáis
sobre mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos, juzgando a las doce tribus de
Israel. 31 Simón, Simón, he aquí Satanás os ha reclamado, para zarandearos como el
trigo; 32 mas yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe. Y tú un día,
volviéndote a ellos(g), afianza a tus hermanos». 33 Y él díjole: «Señor, contigo, pronto
estoy así a prisión como a muerte ir». 34 Y él dijo: «Dígote, Pedro, no cantará hoy el
gallo hasta que tres veces me niegues conocer». 35 Y díjoles: «Cuando os envié, sin
bolsa y alforja y zapatos ¿acaso algo os faltó?» Y ellos dijeron: «Nada». 36 Y díjoles:
«Empero ahora(h) el que tiene bolsa, alce; igualmente también alforja; y el que no tiene,
venda su vestido, y compre cuchilla. 37 Pues, dígoos que también esto escrito debe
cumplirse en mí, lo de: «Y con inicuos contado fue»; y lo tocante a mí, fin tiene(i)». 38
Y ellos dijeron: «Señor, he aquí cuchillas acá dos(j)». Y él díjoles: «Bastante es».
39 Y saliendo, fue, según la costumbre al monte de las Olivas; y siguiéronle también
sus discípulos. 40 Y llegando al lugar, díjoles: «Orad para no entrar en la tentación». 41
Y él mismo arrancóse(k) de ellos como a tiro de piedra, y puesto de rodillas oró, 42
diciendo: «Padre, si quieres, traspasa este cáliz de mí; empero, no mi voluntad, sino la
tuya hágase». 43 Y aparecióle un ángel desde el cielo, confortándole. 44 Y, entrando en
agonía, más instantemente oró; y fue hecho su sudor como gotas de sangre
deslizándose sobre la tierra. 45 Y, levantándose de la oración, viniendo a los
discípulos, hallóles dormidos, de la tristeza; 46 y díjoles: «¿Qué dormís? Levantando,
orad, para no entrar en tentación». 47 Aún hablando él, he aquí turba; y el dicho Judas,
uno de los doce, iba delante de ellos, y acercóse a Jesús a besarle. 48 Y Jesús díjole:
«Judas, ¿con beso al Hijo del hombre entregas?» 49 Y, viendo los en torno de él lo que
acontecería, dijeron: «Señor ¿si golpeáremos en cuchilla?» 50 Y golpeó uno de ellos,
del sumo sacerdote al siervo y llevóle la oreja la derecha. 51 Y, respondiendo Jesús,
dijo: «Dejad —¡hasta aquí(l)!» y tocando la orejilla(m), sanóle. 52 Y dijo Jesús a los venidos
sobre él: sumos sacerdotes y estrategos del santuario y ancianos: «¿Cómo a bandido
habéis salido con cuchillas y palos? 53 Día a día, estando yo con vosotros en el
santuario, no extendisteis las manos sobre mí. Pero ésta es vuestra hora y el poder de
las tinieblas».

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54 Y aprehendiendo, le condujeron e introdujeron en la casa del sumo sacerdote. Y


Pedro seguía de lejos; 55 y, prendiendo en torno fuego, en medio del atrio, y
sentándose juntos, sentóse Pedro al medio de ellos. 56 Y viéndole una muchacha
sentado a la lumbre, y atisbándole, dijo: «También éste con él estaba». 57 Pero él negó
diciendo: «No le conozco, mujer». 58 Y, a poco, otro, viéndole, dijo: «También tú de
entre ellos eres». Y Pedro dijo: «Hombre, no soy». 59 Y, mediando cerca de hora una,
un otro aseguró, diciendo: «A la verdad, también éste con él estaba; pues también es
galileo». 60 Y dijo Pedro: «Hombre, no sé lo que dices». Y al punto, aún hablando él,
cantó un gallo; 61 y, volviéndose el Señor, contempló a Pedro; y recordó Pedro la
palabra del Señor: como le dijo que «antes que gallo cante hoy, negarásme tres veces»;
62 y, saliendo fuera, lloró amargamente.
63 Y los varones que le sujetaban, jugábanse con él, desollando(n), 64 y, velándole en
torno, heríanle el rostro y preguntábanle diciendo: «Profetiza: ¿quién es el que te ha
golpeado?» 65 Y otras muchas cosas, blasfemando, decían contra él.
66 Y, como amaneció, se juntó la ancianidad del pueblo, y los sumos sacerdotes y los
escribas, y lleváronle al sanedrín de ellos, diciendo: «Si tú eres el Cristo, dinos». 67 Y
díjoles: «Si os dijere, no creeréis, no; 68 y, si preguntare, no responderéis, no, o
soltaréis. 69 Pero, desde ahora, estará el Hijo del hombre sentado a la diestra del poder
de Dios». 70 Y dijeron todos: «¿Tú, pues, eres el Hijo de Dios?» Y él les dijo:
«Vosotros decís: porque yo soy». 71 Y ellos dijeron: «¿Qué ya tenemos de testimonio
necesidad? Pues vosotros mismos habéis oído de boca de él».

4a. Jefes militares del templo. 11b. De todo el edificio. Sería, probablemente, subalterno el dueño de
casa del
cenáculo.
12c. Mc. 14,15.
18d. Llegue a su plenitud, y sea celestial la cena.
20e. Es.

26f. Niño, pequeño.

32g. Hacia tus hermanos, hacia la grey de Cristo, velando por la Iglesia a través delos tiempos. 36h.
Antes os amaban los hombres; ahora viene la guerra: armaos. 37i. Acércase mi fin.
38j. Cándidamente creen los discípulos que habla de espadas materiales. Con

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Evangelio Según San Lucas


Capítulo 23

Crucifixión

1 Y levantándose toda la muchedumbre de ellos, lleváronle a Pilato. 2 Y empezaron a


acusarle, diciendo: «A éste hemos hallado extraviando a nuestra gente y estorbando
tributos a César dar, y diciendo que él Cristo es». 3 Y Pilato preguntóle, diciendo: «¿Tú
eres el rey de los judíos?» Y él, respondiéndole, dijo: «Tú dices». 4 Y Pilato dijo a los
sumos sacerdotes y las turbas: «Nada hallo culpable en este hombre». 5 Mas ellos
esforzáronse, diciendo: «que subleva al pueblo, enseñando por toda la Judea, y,
empezando por la Galilea, hasta aquí». 6 Y Pilato preguntó si el hombre galileo es; 7 y,
conociendo que de la potestad de Herodes es, remitióle a Herodes, que estaba también
él mismo en Jerusalén en estos días. 8 Y Herodes, viendo a Jesús; alegróse mucho;
pues estaba, de bastantes tiempos, queriendo verle, por lo que oía acerca de él; y
esperaba alguna señal ver por él hecha. 9 Y preguntábale en palabras bastantes; mas él
nada respondióle. 10 Y estábanse los sumos sacerdotes y los escribas muy
instantemente acusándole. 11 Y, despreciándole, Herodes con sus ejércitos y
jugándose con él, echando en torno veste espléndida, reenvióle a Pilato. 12 E
hiciéronse amigos Herodes y Pilato en el mismo día, el uno con el otro; pues antes
encontrábanse en enemistad estando consigo. 13 Y Pilato, convocando a los sumos
sacerdotes, y los príncipes y el pueblo, 14 dijo a ellos: «Me habéis traído este hombre
como seduciendo al pueblo; y he aquí, a faz de vosotros inquiriendo, nada he hallado
en este hombre, culpable de lo que acusáis contra él. 15 Empero, ni Herodes; pues le ha
reenviado a vosotros, y he aquí nada digno de muerte le(a) ha sido hecho. 16
Castigando, pues, le soltaré». 17 Pero necesidad tenía de soltarles para la fiesta uno. 18
Y vociferaron, a toda turba, diciendo: «Quita a éste, y suéltanos a Barrabás»; 19 el cual
estaba, por cierta revuelta y muerte hecha en la ciudad, arrojado en la prisión. 20 De
nuevo, pues, Pilato voceó a ellos, queriendo soltar a Jesús. 21 Mas ellos vocearon,
diciendo: «¡Crucifica, crucifícale!» 22 Y él tercera vez dijo a ellos: «Pues ¿qué malo ha
hecho éste? Nada digno de muerte he hallado en él; castigando, pues, le soltaré». 23
Pero ellos, insistieron, con voces grandes pidiendo fuese crucificado; y reforzáronse
sus voces; 24 y Pilato juzgó se hiciera la petición de ellos; 25 y, soltó al por revuelta y
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homicidio arrojado en prisión, al que pedían, y a Jesús entregó a la voluntad de ellos.


26 Y, como le llevaban, cogiendo a cierto Simón cireneo, viniendo del campo,
impusiéronle la cruz, a llevar detrás de Jesús. 27 Y seguíale mucha turba del pueblo y
mujeres; las que plañían y lamentábanle. 28 Y, volviéndose hacia ellas Jesús, dijo:
«Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí; empero sobre vosotras mismas llorad y sobre
vuestros hijos; 29 pues he aquí vienen días en que dirán: «Bienaventuradas las
estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron». 30 Entonces
empezarán a decir a los montes: «Caed sobre nosotros», y a los collados: «Cubridnos»;
31 pues, si en verde leño(b)esto hacen, en el seco ¿qué se hará? 32 Y llevábanse
también otros, malhechores dos, con él, a ser muertos. 33 Y, cuando vinieron al lugar,
el llamado Cráneo(c), allí crucificáronle y a los malhechores: uno a derecha, el otro a izquierda(d). 34 Y
Jesús dijo: «Padre, perdónales, pues no saben qué hacen». Y, repartiéndose, sus
vestiduras, echaron suertes. 35 Y estábase el pueblo parado, mirando; y mucho
fruncíanse de nariz(e) también los príncipes diciendo: «Otros salvó; sálvese, si Hijo es,
el Cristo, de Dios, el elegido». 36 Y jugábanse con él también los soldados, llegándose,
vinagre trayéndole, 37 y, diciendo: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate». 38 Y había
también epígrafe sobre él: escrito en letras griegas, y romanas y hebreas: «¡El rey de los
judíos, éste!» 39 Y uno de los suspendidos malhechores blasfemábale: «¿Acaso tú no
eres el Cristo? Sálvate y a nosotros». 40 Y respondiendo el otro, imponiéndole, dijo:
«¿Ni temes tú a Dios, ya que en la misma condena estás? 41 Y nosotros por cierto
justamente, pues lo digno de lo que hemos hecho, recibimos; pero éste nada criminal ha
hecho». 42 Y dijo a Jesús: «Acuérdate de mí, cuando vinieres a tu reino». 43 Y díjole:
«En verdad te digo: hoy conmigo estarás en el paraíso». 44 Y era ya como hora sexta; y
tinieblas fueron sobre toda la tierra hasta hora nona, 45 desfalleciendo el sol; y se rasgó
el velo del templo por medio. 46 Y, clamando con clamor grande, Jesús dijo: «Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu». Y, esto diciendo, expiró. 47 Y, viendo el
centurión lo acontecido, glorificó a Dios diciendo: «Realmente, este hombre, justo
era». 48 Y todas las agolpadas turbas a este espectáculo, espectadoras de lo acontecido,
golpeando los pechos, retornaron. 49 Y parados estaban todos los conocidos de él, de
lejos; y las mujeres las que a par habíanle seguido de la Galilea, viendo esto.
50 Y he aquí un varón por nombre José, consejero que era, varón bueno y justo 51 (éste
no estaba de acuerdo con el consejo y obra de ellos), de Arimatea, ciudad de los judíos;
el que aguardaba el reino de Dios; 52 éste, llegándose a Pilato, pidió el cuerpo de Jesús;
53 y, bajando, envolvióle en sábana, y púsolo en sepulcro cortado en piedra; donde no
había nadie aún yaciente. 54 Y día era de paresceve, y el sábado despuntaba. 55 Y,

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siguiendo en pos las mujeres, las cuales habían venido de la Galilea con él, miraron el
monumento y cómo se puso el cuerpo de él; 56 y retornando, prepararon aromas y
ungüentos. Empero, el sábado reposaron, según la ley.

15a. Por él.


31b. Proverbial.
33c. Mt. 29,33.

d. (no: ladrones) todo para colmo de escarnio. 35e. En señal de profundo desprecio.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 24

Resurrección

1 Mas el primero de los sábados, despuntando la aurora, trayendo, vinieron los que
prepararon aromas. 2 Y hallaron la piedra rodada del monumento; 3 y; entrando, no
hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Y aconteció, vacilando ellas, acerca de esto, que
he aquí varones dos presentáronse a ellas en veste relampagueante. 5 Y, temerosas,
volviéndose ellas, e inclinando los rostros a la tierra, dijeron a ellas: «¿Qué buscáis al
viviente, con los muertos? 6 No está aquí, sino resucitó. Recordad cómo os habló, aún
estando en la Galilea. 7 diciendo: el Hijo del hombre cómo debe ser entregado en
manos de hombres pecadores, y crucificado y al tercer día resurgir». 8 Y recordaron
sus palabras; 9 y, retornando del monumento, anunciaron esto todo a los once, y todos
los demás. 10 Y eran: la Magdalena, María, y Juana y María, la de Santiago; y las
demás con ellas decían a los apóstoles esto. 11 Y parecieron a faz de ellos cual sandez
estas palabras y desconfiaron de ellas. 12 Y Pedro, levantándose, corrió al monumento
e, inclinándose ve los lienzos solos, y retiróse aparte,(a) admirando lo acontecido.
13 Y he aquí dos de entre ellos el mismo día habíanse encaminado a una aldea, distante
estadios(b) sesenta de Jerusalén; cuyo nombre, Emaús; 14 y ellos conversaban entre sí
acerca de todo esto ocurrido. 15 Y aconteció, conversando ellos y disputando, que el

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mismo Jesús, acercándose, caminaba a par de ellos; 16 pero los ojos de ellos eran
forzados para no reconocerlo. 17 Y dijo a ellos: «¿Qué palabras éstas que cambiáis
entre vosotros, paseándoos?» Y detuviéronse mustios de faz. 18 Y respondiendo uno;
por nombre, Cleofás, dijo a él: «Tú solo vives aparte(c) en Jerusalén, ¿y no sabes lo
acontecido en ella en estos días?» 19 Y díjoles: «¿Qué?» Y ellos dijéronle: «Lo de
Jesús el Nazareno; que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra, delante de Dios y
todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los sumos sacerdotes y los príncipes de
nosotros a juicio de muerte y crucificáronle. 21 Pero nosotros esperábamos que él es el
que debe redimir a Israel; empero, ya también, con(d) todo esto, el tercer día éste va que
esto aconteció. 22 Empero, también unas mujeres de entre nosotros desconcertáronnos,
yendo madrugadoras al monumento 23 y, no hallando el cuerpo de él, vinieron,
diciendo que también visión de ángeles habían visto; los que dicen que él vive. 24 Y
dirigiéronse algunos de los con nosotros al monumento, y hallaron así según las
mujeres dijeron; mas a él no vieron». 25 Y él díjoles: «¡Oh ininteligentes y tardos del
corazón para creer en todo lo que hablaron los profetas! 26 ¿Acaso no esto debió
padecer el Cristo y entrar en su gloria?» 27 Y empezando de Moisés y de todos los
profetas, interpretóles, en todas las Escrituras, lo acerca de él. 28 Y acercáronse a la
aldea a donde iban. Y él hizo ademán de más lejos ir. 29 Y luego forzáronle,
diciéndole: «Queda con nosotros, porque tarde es y se ha inclinado ya el día». Y entró a
quedar con ellos. 30 Y aconteció, al reclinarse él con ellos, tomando el pan, bendijo y
partiendo, ofrecióles, 31 y de ellos fuéronse abriendo los ojos y reconociéronle; y él
invisible se hizo a ellos. 32 Y dijeron entre sí: «¿Acaso nuestro corazón no estaba
ardiendo en nosotros, cuando nos hablaba en el camino, cuando nos iba abriendo las
Escrituras?». 33 Y, levantándose a la misma hora, retornaron a Jerusalén, y hallaron
reunidos a los once y los con ellos, 34 diciendo que realmente resurgió el Señor y
aparecióse a Simón. 35 Y ellos contaron lo del camino y cómo fue conocido de ellos en
la partidura del pan.
36 Y hablando esto ellos, él mismo paróse(e) en medio de ellos, y díceles: «¡Paz a
vosotros!» 37 Y espantados y temerosos volviéndose, pensaban un espíritu ver. 38 Y
díjoles: «¿Qué? ¿turbados estáis? Y, ¿qué pensamientos suben a vuestro corazón? 39
Ved mis manos y mis pies; porque yo soy—mismo; palmadme y ved que un espíritu
carne y hueso no tiene, según me veis tener». 40 Y, esto diciendo, mostróles las manos
y los pies. 41 Pero, aún desconfiando ellos por el gozo y maravillándose, díjoles:
«¿Tenéis algo comestible por aquí?» 42 Y ellos ofreciéronle de pez asado parte y de un
panal de miel; 43 y, tomando, a faz de ellos comió(f).

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44 Y dijo a ellos: «Estas, mis palabras que he hablado a vosotros, aún estando con
vosotros; pues debe cumplirse todo lo escrito en la ley de Moisés, y los profetas y
salmos acerca de mí». 45 Entonces fue abriendo de ellos el entendimiento para
comprender las Escrituras; 46 y díjoles: que «así está escrito que padeciera el Cristo y
resucitara de muertos, al tercer día; 47 y se predicara, en su nombre, arrepentimiento en
perdón de pecados a todas las gentes. Empezando de Jerusalén, 48 ¡vosotros, testigos
de estas cosas! 49 Y he aquí, yo emito la promesa(g) de mi Padre sobre vosotros, y vosotros
sentaos en la ciudad hasta que se os revista, desde la altura, con fuerza».
50 Y sacóles fuera hasta frente a Betania, y elevando sus manos, bendíjoles. 51 Y
aconteció, al bendecir él a ellos, separóse de ellos y alzóse al cielo. 52 Y ellos,
habiéndole adorado, retornaron a Jerusalén, con gozo grande; 53 y, estaban siempre en
el santuario, bendiciendo a Dios.

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Evangelio Según San Juan


Capítulo 1

Divinidad de Cristo
El Verbo encarnado

1 En el principio(a) era el Verbo; y el Verbo era ante(b) Dios; y Dios era el Verbo. 2 Este
era en el principio ante Dios. 3 Todo por medio de él fue hecho y, sin él no ha sido
hecho nada, que ha sido hecho. 4 En él vida era, y la vida era la luz de los hombres; 5 y
la luz en la obscuridad luce; y la obscuridad a ella no cogió. 6 Hubo un hombre enviado
por Dios; su nombre Juan; 7 éste vino en testimonio, para testimoniar acerca de la luz,
para que todos creyesen por él. 8 No era aquél la luz, sino para que testimoniase acerca
de la luz. 9 Era la luz la verdadera que alumbra a todo hombre, que viene al mundo. 10
En el mundo estaba, y el mundo por medio de él fue, y el mundo a él no conoció. 11 A
lo propio vino, y los propios no le recibieron. 12 Mas, cuantos le recibieron —dióles
potestad de hijos de Dios ser; a los que creen en su nombre; 13 que, no de sangres(c) ni
de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios han nacido. 14 Y el Verbo
carne se hizo y habitó en nosotros, y hemos visto su gloria, gloria de Unigénito de
Padre; —lleno de gracia y verdad.
15 Juan testimonia acerca de él, y ha clamado, diciendo: «Este era de quien dije: «El
que, después de mí, viene, antes de mí es; porque, primero que yo, era». 16 Pues de su
plenitud todos nosotros hemos recibido, y gracia por gracia; 17 pues la ley por medio
de Moisés fue dada; la gracia y la verdad por medio de Jesucristo ha sido. 18 A Dios
nadie ha visto jamás; el unigénito Hijo, el que es dentro al seno del Padre, aquél ha
declarado. 19 Y éste es el testimonio de Juan, cuando enviaron a él los judíos, desde
Jerusalén, sacerdotes y levitas, para que le preguntasen: «Tú ¿quién eres?» 20 Y
confesó, y no negó; y confesó: que «yo no soy el Cristo». 21 Y preguntábanle: «¿Qué,
pues? ¿Elías eres tú?» Y dice: «No soy». —«¿El profeta eres tú?» Y respondió: «No».
22 Dijeron pues a él: «¿Quién eres?» para que respuesta demos a los que nos han
enviado. «¿Qué dices de ti mismo? » 23 Dijo: «Yo, voz del que clama en el desierto:
«Enderezad el camino del Señor, según dijo Isaías, el profeta». 24 Y los enviados eran
de los fariseos; 25 y preguntáronle y dijéronle: «¿Qué, pues, bautizas, si tú no eres el
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Cristo, ni Elías, ni el profeta?» 26 Respondióles Juan, diciendo: «Yo bautizo en agua;


en medio de vosotros está, a quien vosotros ignoráis, 27 el que, después de mí viene; de
quien no soy yo digno de desatar la correa de su sandalia». 28 Esto en Betania
aconteció, allende el Jordán; donde estaba Juan bautizando. 29 El siguiente día ve a
Jesús venir a sí y dice: «He aquí el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo.
30 Este es de quien yo decía: «Después de mí viene un varón que antes de mí es,
porque, primero que yo, era. 31 Y yo ignorábale; pero, para que se manifestase a Israel,
por esto he venido yo en agua bautizando». 32 Y testimonió Juan, diciendo: que «he
visto al Espíritu descender, como paloma, desde el cielo; y quedó sobre él. 33 Y yo
ignorábale; pero el que envió a bautizar en agua, aquél me dijo: «Sobre quien vieres el
Espíritu descender y quedar sobre él, éste es el que bautiza en Espíritu Santo. 34 Y yo
he visto y testimoniado que éste es el Hijo de Dios». 35 El siguiente día de nuevo
estaba parado Juan y, de sus discípulos, dos; 36 y, contemplando a Jesús pasearse, dice:
«He aquí el cordero de Dios». 37 Y oyéronle los dos discípulos hablar, y siguieron a
Jesús. 38 Y, volviéndose Jesús y mirándoles seguir, díceles: 39 «¿Qué buscáis?» Y
ellos dijéronle: «Rabí (lo que se dice interpretado: Maestro) ¿dónde moras?» 40
Díceles: «Venid y ved». Fueron, pues, y vieron dónde mora, y con él moraron aquel
día. Hora era como décima. 41 Era Andrés, el hermano de Simón Pedro, uno de los dos,
los que oyeron de(d) Juan y siguiéronle; encontró éste primero al hermano, al propio,
Simón, y dícele: «Hemos encontrado al Mesías» (lo que es interpretado: Cristo). 42
Llevóle a Jesús. Y, contemplándole Jesús, dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te
llamarás Cefas(e)» (lo que se interpreta: Pedro).
43 El siguiente día quiso salir a la Galilea, y encuentra a Felipe, y dícele Jesús:
«Sígueme». 44 Y era Felipe, de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Encuentra
Felipe a Natanael, y dícele: «Al que escribió Moisés, en la ley, y los profetas, hemos
encontrado, a Jesús hijo, de José, al de Nazaret». 46 Y díjole Natanael: «De Nazaret
¿puede algo bueno ser?» Dícele Felipe: «Ven y ve». 47 Vio Jesús a Natanael venir a sí
y dice de él: «He aquí verdaderamente un israelita en quien dolo no hay». 48 Dícele
Natanael: «¿De dónde me conoces? » Respondió Jesús y díjole: «Antes de llamarte
Felipe, cuando estabas bajo la higuera, te vi». 49 Respondióle Natanael: «Rabí, tú eres
el Hijo de Dios; tú el rey eres de Israel». 50 Respondió Jesús y díjole: «¿Por qué te dije
que te vi por debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás». 51 Y dícele:
«En verdad, en verdad dígoos: veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios ascender y
descender sobre el Hijo del hombre».

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 a. De las cosas, del tiempo ya era el Verbo: es eterno.

b. Subsiste, es persona, unida a Dios. 13 c. Las malas pasiones: la carne (la mujer) la concupiscencia
de ella y la del
varón.
41 d. A.
42 e. Kefá, en arameo, es en griego, Petros = peña.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 2

Las bodas de Caná

1 Y al tercer día boda hubo en Caná de la Galilea, y estaba la madre de Jesús allí; 2 y
habíase también convidado a Jesús y a sus discípulos a la boda. 3 Y, faltando vino, dice
la madre de Jesús a él: «Vino no tienen». 4 Dícele Jesús: «¿Qué a mí y a ti(a), mujer?
aún no llega mi hora(b)». 5 Dice su madre a los servidores: «Cuanto os dijere él,
haced». 6 Y había allí lapídeas hidrias(c) seis, conforme a la purificación de los judíos,
puestas, que cogían cada una metretas(d) dos o tres. 7 Díceles Jesús: «Llenad las hidrias
de agua». Y llenáronlas hasta arriba. 8 Y díceles: «Sacad ahora y llevad al
arquitriclino(e)». Y ellos llevaron. 9 Y, como gustó el arquitriclino el agua vino hecha
(y no sabía de dónde es; pero los servidores sabían, los que habían sacado el agua),
llama al esposo el arquitriclino, 10 y dícele: «Todo hombre primero el hermoso vino
pone, y, cuando están ebrios(f), el inferior: tú has guardado el hermoso vino hasta
ahora». 11 Esta hizo principio(g) de las señales Jesús, en Caná de la Galilea; y
manifestó su gloria; y creyeron en él sus discípulos. 12 Después de esto bajó a
Cafarnaúm él, y la madre de él, y los hermanos, y los discípulos de él; y allí permaneció
no muchos días.
13 Y cerca estaba la Pascua de los judíos, y subió a Jerusalén Jesús. 14 Y halló en el
santuario los vendientes de bueyes, y ovejas y palomas, y los cambistas sentados; 15 y,
haciendo un azote de cuerdas, todos(h) arrojó del santuario, así las ovejas como los bueyes; y de los
cambistas desparramó los cambios(i), y las mesas volcó; 16 y a los que las palomas vendían,

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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dijo: «Alzad esto de aquí; no hagáis la casa de mi Padre casa de negocio». 17


Recordaron los discípulos que está escrito: «El celo de tu casa devórame». 18
Respondieron, pues, los judíos y dijeron: «¿Qué señal nos muestras, que esto haces?»
19 Respondió Jesús y díjoles: «Disolved este templo, y en tres días levantárele». 20
Dijéronle, pues, los judíos: «En cuarenta y seis años edificóse este templo; ¿y tú en tres
días levantarásle?» 21 Mas aquél decía del templo de su cuerpo. 22 Cuando resurgió,
pues, de muertos, recordaron sus discípulos que esto decía y creyeron a la escritura y la
palabra que dijo Jesús. 23 Y, como estaba en Jerusalén, en la pascua, la fiesta, muchos
creyeron en su nombre, viendo sus señales, que hacía; 24 mas Jesús mismo no se
creía(j) de ellos, por conocer él a todos, 25 y porque no menester había él de que alguno
atestiguara acerca del hombre; pues él conocía qué había en el hombre.

4 a. De esto.

b. La de atender a esto; (quería Jesús acaso que todos se diesen cuenta de la falta

del vino). 6 c. Cántaros de piedra para agua.


d. Medida o cántaro de 39 litros.

8 e. Maestresala, mayordomo. 10 f. Habla en general y en tono jocoso. 11 g. Como principio. 15 h.


Ovejas y bueyes con el azote.
i. El dinero.
24 j. No se fiaba de ellos.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 3

Nicodemo

1 Y había un hombre de los fariseos; (Nicodemo su nombre), príncipe de los judíos; 2


éste vino a él de noche, y díjole: «Maestro, sabemos que de Dios has venido,
maestro(a), pues nadie puede estas señales hacer que tú haces, si no fuese Dios con él».
3 Respondió Jesús y díjole: «En verdad, en verdad, dígote: si alguno no naciere de

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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nuevo, no puede ver el reino de Dios». 4 Dice a él Nicodemo: «¿Cómo puede un


hombre nacer, anciano siendo? ¿Acaso puede en el vientre de su madre segunda vez
entrar y nacer?» 5 Respondióle Jesús: «En verdad, en verdad dígote: si alguno no
naciere de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo nacido de la carne,
carne es, y lo nacido del espíritu, espíritu es. 7 No te admires porque te he dicho:
«Debéis nacer de nuevo». 8 El espíritu, donde quiere, espira, y su voz oyes, pero no
sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo el que ha nacido del espíritu». 9
Respondió Nicodemo y díjole: «¿Cómo puede esto suceder?» 10 Respondió Jesús y
díjole: «Tú eres el maestro de Israel, ¿y esto ignoras? 11 En verdad, en verdad, dígote
que lo que sabemos, hablamos, y lo que hemos visto, atestiguamos, y nuestro
testimonio no recibís. 12 Si lo terreno os he dicho, y no creéis ¿cómo, si os dijere lo
celestial, creeréis? 13 Y nadie ha ascendido al cielo, sino el que del cielo ha
descendido: el Hijo del hombre. 14 Y así como Moisés exaltó la serpiente en el
desierto, así conviene que sea exaltado el Hijo del hombre. 15 para que, todo el que
creyere en él, tenga vida eterna. 16 Pues así ha amado Dios al mundo, que a su Hijo, al
unigénito, ha dado, para que, todo el que creyere en él, no perezca, sino tenga vida
eterna. 17 Que no ha enviado Dios el Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino
para que se salve el mundo por él. 18 El que cree en él, no es juzgado; el que no cree, ya
juzgado está, pues no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y éste es el
juicio: que la luz ha venido al mundo, y han amado los hombres más las tinieblas que la
luz; pues eran malas sus obras. 20 Pues todo el que lo malo practica, aborrece la luz y
no viene a la luz, para que no se vituperen sus obras; 21 pues el que hace la verdad,
viene a la luz, para que se manifiesten sus obras; pues en Dios están hechas».
22 Después de esto vino Jesús a sus discípulos a la judaica tierra; y allí quedábase con
ellos, y bautizaba. 23 Y estaba también Juan bautizando, en Enón cerca de Salem; pues
aguas muchas había allí; y llegábanse y bautizábanse; 24 pues aún no estaba arrojado
en la prisión Juan.
25 Hubo, pues, cuestión de parte de los discípulos de Juan con un judío sobre la
purificación. 26 Y vinieron a Juan y dijéronle: «Maestro, el que estaba contigo allende
el Jordán; a quien tú has testimoniado, he aquí éste bautiza, y todos van a él». 27
Respondió Juan y dijo: «No puede un hombre tomar ni una cosa, si no le ha sido dada
desde el cielo. 28 Vosotros mismos me testimoniáis que dije: «Yo no soy el Cristo, sino
que he sido enviado delante de él. 29 El que tiene la esposa(b), esposo es; y el amigo del
esposo, el que parado está y le oye, con gozo gózase por la voz del esposo. Este gozo,
pues, el mío cumplido está. 30 Aquél debe crecer, yo, empero, disminuir. 31 El que de

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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arriba viene, por sobre todos está. El que es de la tierra, de la tierra es, y de la tierra
habla; el que del cielo viene, por sobre todos está; 32 lo que ha visto y oído, esto
testimonia. Y su testimonio nadie recibe. 33 El que recibió su testimonio, selló que
Dios veraz es. 34 Porque(c) a quien envió Dios, las palabras de Dios habla; porque no
por medida da(d) el espíritu. 35 El Padre ama al Hijo y todo ha dado en la mano de él. 36
El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que desobedece al Hijo, no verá vida,
sino la ira de Dios queda sobre él».

Evangelio Según San Juan


Capítulo 4

En Sicar y Galilea
La samaritana

1 Como conoció, pues, el Señor que oyeron los fariseos que Jesús más discípulos hace
y bautiza que Juan, 2 (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos) 3 dejó la
Judea y retiróse otra vez a la Galilea. 4 Y debía atravesar por la Samaria. 5 Viene, pues,
a una ciudad de la Samaria, llamada Sicar, cerca del paraje que dio Jacob a José, su
hijo. 6 Y había allí una fuente de Jacob. Jesús, pues, fatigado del viaje, sentóse así(a)
sobre la fuente. Hora era como sexta; 7 viene una mujer de la Samaria, a sacar agua.
Dícela Jesús: «Dame de beber». 8 Pues sus discípulos habíanse ido a la ciudad a
alimentos comprar. 9 Dice, pues, a él la mujer, la samaritana: «¿Cómo tú que judío
eres, a mí de beber pides que mujer samaritana soy?» (Pues no tratan judíos con
samaritanos). 10 Respondió Jesús y díjola: «Si supieras el don de Dios y quién es el que
te dice: «Dame de beber»; tú le pedirías y él te daría agua viva». 11 Dícele la mujer:
«Señor, ni cubo tienes, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua, la viva? 12
¿Acaso tú mayor eres que nuestro padre Jacob; que nos dio el pozo; y él mismo de él
bebió, y sus hijos y sus crianzas(b)?» 13 Respondió Jesús y díjola: «Todo el que bebe de
esta agua, tendrá sed de nuevo; 14 pero el que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed, no, por el siglo(c), sino el agua que le daré, haráse en él fuente de agua

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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saltando a vida eterna». 15 Dice a él la mujer: «Señor dame esta agua, para no tener
sed, ni atravesar acá a sacar». 16 Dícela: «Vete, llama tu marido y ven acá». 17
Respondió la mujer y dijo: «No tengo marido». Dícela Jesús: «Bellamente has dicho:
que «marido no tengo»; 18 pues cinco maridos has tenido; y ahora el que tienes, no es
tu marido. Esto verdadero has dicho». 19 Dícele la mujer: «Señor: veo que profeta eres
tú. 20 Nuestros padres en este monte adoraron; y vosotros decís que en Jerusalén es el
lugar donde adorar se debe». 21 Dícela Jesús: «Créeme, mujer, que viene hora, cuando,
ni en este monte, ni en Jerusalén, adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no
sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud, de(d) los judíos es; 23
empero viene hora y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y verdad. Pues también el Padre tales busca; los que le adoren. 24 Espíritu,
Dios, también los que le adoran, en espíritu y verdad deben adorarle». 25 Dícele la
mujer: «Sé que el Mesías viene (el llamado Cristo); cuando viniere aquél, nos declarará
todo». 26 Dícela Jesús: «Yo soy, el que hablo contigo». 27 Y en esto vinieron sus
discípulos, y maravillábanse de que con mujer(e) hablaba; nadie, sin embargo, dijo:
«¿Qué buscas o qué hablas con ella?». 28 Dejó, pues, su hidria la mujer y se fue a la
ciudad, y dice a los hombres: 29 «Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que
he hecho: ¿acaso éste no es el Cristo?» 30 Salieron de la ciudad y vinieron a él. 31
Entre tanto rogábanle los discípulos, diciendo: «Rabí, come». 32 Mas él díjoles: «Yo
alimento tengo para comer, que vosotros no sabéis». 33 Decían, pues, los discípulos
entre sí: «¿Acaso alguien le ha traído de comer?» 34 Díceles Jesús: «Mi alimento es
que yo haga la voluntad del que me ha enviado y cumpla su obra. 35 ¿No decís
vosotros: que «todavía un cuatrimestre es y la siega viene(f)?» He aquí dígoos, levantad
vuestros ojos y mirad las regiones, pues albas están para la mies. Ya 36 el que siega,
salario recibe y recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra, a la vez se goce
y el que siega. 37 Pues en esto la palabra es verdadera: que «otro es el que siembra, y
otro el que siega». 38 Yo os he enviado a segar lo que no vosotros habéis trabajado:
otros han trabajado, y vosotros en su trabajo habéis entrado». 39 Y de aquella ciudad
muchos creyeron en él, de los samaritanos, por la palabra de la mujer atestiguando: que
«díjome todo lo que he hecho». 40 Vinieron, pues, a él los samaritanos; rogábanle
quedar con ellos. Y quedó allí dos días; 41 y muchos más creyeron por la palabra de él;
42 y a la mujer decían: «No ya por tu habla creemos; pues nosotros mismos hemos
oído, y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo».
43 Después de los dos días, salió de allí a la Galilea. 44 Pues el mismo Jesús atestiguó
que un profeta en su propia patria honor no tiene. 45 Cuando vino, pues, a la Galilea,

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recibiéronle los galileos, que todo habían visto cuanto hizo en Jerusalén en la fiesta;
pues también ellos vinieron a la fiesta. 46 Vino, pues, de nuevo a Caná de
la Galilea; donde hizo el agua vino. Y había un regio(g), de quien el hijo estaba
enfermo, en Cafarnaúm; 47 éste, oyendo que Jesús llega, de la Judea, a la Galilea, fuese
a él; y rogábale que bajara y sanara a su hijo; porque había de morir. 48 Dijo, pues,
Jesús a él: «Si no señales y prodigios viereis, no creeréis, no». 49 Dijo a él el regio:
«Señor, baja, antes que muera el niñito mío». 50 Dícele Jesús: «Ve: tu hijo vive».
Creyó el hombre a la palabra que le dijo Jesús, y se iba. 51 Y, ya bajando él, sus siervos
encontráronle, diciendo: «que tu niño vive». 52 Indagó, pues, aquella hora en que
mejoró. Dijéronle, pues: que «ayer a la hora séptima dejóle la fiebre». 53 Conoció,
pues, el padre que(h) en aquella hora en que le dijo Jesús: «Tu hijo vive»; y creyó él y su
casa entera. 54 Y esta, de nuevo, segunda señal hizo Jesús, viniendo, de la Judea, a la
Galilea.

6 a. Como estaba.

12 b. Ovejas y cabras. 14 c. Los siglos... 22 d. Desde.

27 e. De que se humillara a hablar con una mujer cualquiera y en vía pública. 35 f. Proverbio =
«después de cuatro meses, es la cosecha»; tanto tarda la simiente

Evangelio Según San Juan


Capítulo 5

Afirma Jesús su divinidad

1 Después de esto era una fiesta de los judíos; y salió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en
Jerusalén junto a la probática(a) una piscina(b), la llamada en hebreo Betsaida; que
cinco pórticos tiene: 3 En éstos estaba yaciendo una muchedumbre de los enfermos,
ciegos, cojos, secos; que aguardaban el movimiento del agua. 4 Pues un ángel del
Señor por tiempo descendía a la piscina y agitaba el agua; el primero pues, entrando
tras de la agitación del agua, sano quedaba de cualquier enfermedad que estaba cogido.
5 Y había un hombre allí, que treinta y ocho años tenía en su enfermedad; 6 a éste

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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viendo Jesús estar yaciendo, y conociendo que mucho ya tiempo tiene, dícele:
«¿Quieres sano ser?» 7 Respondióle el enfermo: «Señor, hombre no tengo, para que,
cuando se agita el agua, me eche en la piscina; y en tanto que vengo yo, otro antes de mí
baja». 8 Dícele Jesús: «Levántate, alza tu litera, y paséate». 9 Y al punto fue sano el
hombre y alzó su litera, y paseábase. Y era sábado en aquel día. 10 Decían, pues, los
judíos al curado: «Sábado es: no te es lícito alzar tu litera». 11 Y él respondióles: «El
que me hizo sano, aquél me dijo: «Alza tu litera y paséate». 12 Preguntáronle: «¿Quién
es el hombre, el que te dijo: «Alza y paséate?» 13 Mas el sanado no sabía quién es;
porque Jesús declinó de la turba que había en el lugar. 14 Después de esto hállale Jesús
en el santuario; y díjole: «He aquí sano has sido hecho; ya no peques, para que no peor
a ti algo suceda». 15 Retiróse el hombre y comunicó a los judíos que Jesús es el que le
hizo sano. 16 Y por esto perseguían los judíos a Jesús, porque esto hacía en sábado.
17 Y él respondióles: «Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro». 18 Por esto, pues, más
buscábanle los judíos cómo matar, porque no sólo soltaba el sábado, sino también
padre propio decía a Dios; igual a sí mismo haciéndose con Dios. 19 Respondió; pues,
y díjoles: «En verdad, en verdad dígoos: no puede el Hijo hacer por sí nada, si no algo
viere al Padre hacer; pues, lo que aquel hiciere, esto también el Hijo semejantemente
hace. 20 Pues el Padre ama al Hijo y todo manifiéstale lo que él mismo hace; y mayores
que éstas manifestarále obras, para que vosotros os maravilléis. 21 Pues, así como el
Padre resucita los muertos y vivifica, así también el Hijo a los que quiere, vivifica. 22
Pues ni el Padre juzga a nadie, sino el juicio todo ha dado al Hijo; 23 para que todos
honren al Hijo, según honran al Padre. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre, el
que le envió. 24 En verdad, en verdad dígoos, que el que mi palabra oye, y cree al que
me envió, tiene vida eterna y a juicio no viene, sino que ha pasado de la muerte a la
vida. 25 En verdad, en verdad dígoos que viene la hora y ahora es, cuando los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios; y los que hubieren oído, vivirán. 26 Pues, así como el
Padre tiene vida en sí mismo, así también al Hijo dio vida tener en sí mismo; 27 y
potestad dióle de juicio hacer, porque Hijo de hombre es. 28 No os maravilléis de esto,
porque viene la hora en que todos los en los monumentos oirán la voz de él; 29 y
saldrán fuera los que lo bueno han hecho, a resurrección de vida; los que lo malo han
hecho, a resurrección de juicio. 30 No puedo yo hacer de mí mismo nada; según oigo,
juzgo, y el juicio el mío justo es; porque no busco la voluntad la mía, sino la voluntad
del que me envió. 31 Si yo atestiguo acerca de mí mismo, mi testimonio no es
verdadero; 32 otro es el que atestigua acerca de mí; y sé que verdadero es el testimonio
que atestigua acerca de mí. 33 Vosotros habéis enviado cerca de Juan; y ha atestiguado

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a la verdad; 34 y yo, no de parte de hombre el testimonio tomo; sino esto digo, para que
vosotros os salvéis. 35 Aquél era la lámpara la que arde y luce; y vosotros quisisteis
alborozaros por una hora a su luz. 36 Mas yo tengo testimonio mayor que el de Juan;
pues las obras que ha dado el Padre para que yo las cumpla; las obras mismas que hago,
atestiguan acerca de mí que el Padre me ha enviado. 37 Y el que ha enviado: Padre,
aquél ha atestiguado acerca de mí; ni su voz jamás habéis oído, ni su figura visto; 38 y
su palabra no tenéis en vosotros quedando; pues al que envió aquél, a éste vosotros no
creéis. 39 Escudriñáis las Escrituras; porque vosotros creéis en ellas vida eterna tener;
y aquéllas son las que atestiguan acerca de mí; 40 y no queréis venir a mí para vida
tener. 41 Gloria de parte de hombres no tomo; 42 Empero conózcoos que el amor de
Dios no tenéis en vosotros. 43 Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís;
si otro viniere en el nombre el propio, a aquél recibiréis. 44 ¿Cómo podéis vosotros
creer, gloria unos de otros tomando, y la gloria la de parte del sólo Dios no buscáis? 45
No creáis que yo os acusaré ante el Padre; hay quien os acusa: Moisés en quien
vosotros estáis esperando. 46 Pues, si creyeseis a Moisés, creeríais a mí; pues acerca de
mí aquél escribió. 47 Y si a los de aquél escritos no creéis ¿cómo a mis palabras
creeréis?».

Evangelio Según San Juan


Capítulo 6

Del pan de la vida

1 Después de esto, retiróse Jesús allende el mar de la Galilea, de la Tiberíade; 2 y


seguíale turba mucha; pues veían las señales que hacía sobre los que estaban enfermos.
3 Y subió al monte Jesús, y allí sentóse con sus discípulos. 4 Y estaba cerca la Pascua,
la fiesta de los judíos. 5 Alzando, pues, los ojos Jesús, y viendo que mucha turba viene
a él, dice a Felipe: «¿De dónde compraremos panes, porque coman éstos?» 6 Y esto
decía, tentándole; pues él sabía qué había de hacer. 7 Respondióle Felipe: «De
doscientos denarios panes no bástanles, para que cada cual un poco reciba». 8 Dícele
uno de sus discípulos: Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9 «Hay un niñito aquí, que

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tiene cinco panes cebadazos y dos pececillos; ¿pero esto qué es para tantos?» 10 Dijo
Jesús: «Haced a los hombres recostarse». Y había pasto mucho en el lugar.
Recostáronse, pues, los varones, en número de cinco mil. 11 Tomó, pues, los panes
Jesús, y, agradeciendo, distribuyó a los recostados; así también de los pececillos cuanto
querían. 12 Y, como se hartaron, dice a sus discípulos: «Recoged los sobrantes
pedazos, para que nada perezca». 13 Recogieron, pues, y llenaron doce cofines de
pedazos de los cinco panes, los cebadazos, que sobraron a los que habían comido. 14
Los hombres, pues, viendo las que hizo señales Jesús, decían: que «éste es
verdaderamente el profeta el que viene al mundo». 15 Jesús, pues, conociendo que han
de venir a arrebatarle para hacer rey, retiróse de nuevo al monte, él sólo.
16 Y, al atardecer, descendieron sus discípulos a la mar. 17 y, entrando en la barquilla,
vinieron allende la mar, a Cafarnaúm. Y obscuridad ya había, y aún no había a ellos
venido Jesús; 18 y la mar, viento grande soplando, entumecíase. 19 Habiendo, pues,
andado como estadios veinticinco o treinta, divisan a Jesús, paseando sobre la mar y
cerca de la barca viniendo, y temieron. 20 Pero él díceles: «Yo soy, no temáis». 21
Querían, pues, acogerle en la barca; y al punto
estuvo la barca sobre la tierra a la cual se dirigían. 22 El siguiente día la turba, la parada
allende la mar, viendo que barquilla otra no había allí sino una, y que no vino junto a
sus discípulos Jesús a la barca, sino solos sus discípulos, se retiraron; 23 otras vinieron
barcas de la Tiberíade cerca del lugar donde comieron el pan, bendiciendo el Señor. 24
Cuando vio la turba que Jesús no está allí, ni sus discípulos; entraron ellos en la barca y
vinieron a Cafarnaúm, buscando a Jesús; 25 y hallándole allende la mar, dijéronle:
«Rabí ¿cuándo acá has llegado?» 26 Respondióles: Jesús y dijo: «En verdad, en verdad
dígoos: buscáisme, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los
panes y hartádoos. 27 Obrad,(a) pues, no la comida la que perece, sino la comida la que queda para vida
eterna, que(b) el Hijo del hombre os dará; pues a éste el Padre ha sellado: Dios» 28
Dijeron, pues, a él: «¿Qué haremos, para obrar las obras de Dios?» 29 Respondió Jesús
y díjoles: «Esta es la obra de Dios: que creáis en el que ha enviado aquél». 30 Dijeron,
pues, a él: «¿Cuál, pues haces tú señal, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obras?
31 Nuestros padres el maná comieron en el desierto, según está escrito. «Pan del cielo
dióles a comer». 32 Díjoles, pues, Jesús: «En verdad, en verdad dígoos; no Moisés
dióos el pan del cielo, sino mi Padre daos el pan del cielo, el verdadero. 33 Pues el pan
de Dios es el que desciende del cielo y vida da al mundo. 34 Dijeron, pues a él: «Señor,
siempre danos este pan». 35 Díjoles Jesús: «Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí,
no hambreará, no; y el que cree en mí, no tendrá sed, no, jamás. 36 Pero dígoos que y

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me habéis visto, y no creéis. 37 Todo lo que me da el Padre, a mí llegará; y al que viene


a mí, no le arrojaré fuera, no; 38 pues he descendido del cielo, no para hacer la
voluntad, la mía, sino la voluntad del que me ha enviado. 39 Y ésta es la voluntad del
que me ha enviado: que todo lo que me ha dado —no pierda yo de ello, sino lo resucite
en el último día. 40 Pues ésta es la voluntad de mi Padre que me ha enviado: que todo el
que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna; y resucitaréle yo en el último día». 41
Murmuraban, pues, los judíos acerca de él, porque dijo: «Yo soy el pan el descendido
del cielo». 42 y decían: «¿Que no éste es Jesús el hijo de José; de quien nosotros
conocemos al padre y la madre? ¿Cómo ahora dice: que «del cielo he descendido?» 43
Respondió Jesús y díjoles: «No murmuréis entre vosotros. 44 Nadie puede venir a mí,
si el Padre, el que me ha enviado, no le trajere; y yo resucitaréle en el último día. 45
Está escrito en los profetas: «Y serán todos doctos(c) de Dios». Todo el que oye del
Padre y aprende, viene a mí. 46 No porque al Padre ha visto alguno, si no el que es de
Dios; éste ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad dígoos: el que cree, tiene vida
eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros padres comieron en el desierto el maná,
y murieron; 50 éste es el pan el que del cielo desciende, para que alguno de él coma, y
no muera. 51 Yo soy el pan, el vivo, el del cielo descendido; si alguno comiere de este
pan, vivirá por el siglo. Y el pan también que yo daré, la carne mía, es por la del mundo
vida». 52 Contendían, pues, entre sí los judíos, diciendo: «¿Cómo puede éste darnos su
carne a comer?» 53 Díjoles, pues, Jesús: «En verdad, en verdad dígoos: si no comiereis
la carne del Hijo del hombre y bebiereis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo resucitaréle el último día. 55
Pues mi carne, verdadera es comida, y mi sangre, verdadera es bebida. 56 El que come
mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece y yo en él. 57 Según me ha enviado, el
vivo, Padre y yo vivo por el Padre, también el que me come, también aquél vivirá por
mí. 58 Este es el pan el del cielo descendido; no según comieron los padres, y
murieron; el que come este pan vivirá por el siglo». 59 Esto dijo en la sinagoga
enseñando en Cafarnaúm. 60 Muchos, pues, oyendo de entre sus discípulos dijeron:
«Dura es esta palabra: ¿quién puede oírla?» 61 Sabiendo, pues, Jesús, dentro de sí, que
murmuraban acerca de él sus discípulos, díjoles: «¿Esto os escandaliza? 62 ¿Si viereis,
pues, al Hijo del hombre ascender a donde estaba primero(d)? 63 El espíritu es el que
vivifica; la carne no aprovecha nada: las palabras que yo os he hablado, espíritu son, y
vida son(e). 64 Empero hay entre vosotros algunos que no creen». Pues sabía desde un
principio Jesús, quiénes son los no creyentes, y quién es el que le ha de entregar. 65 Y
decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí, si no le ha sido dado por el
Padre». 66 Desde entonces muchos de entre sus discípulos volvieron atrás, y ya no con
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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él iban andando. 67 Dijo, pues, Jesús a los doce: «¿No también vosotros queréis iros?»
68 Respondióle Simón Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? palabras de vida eterna tienes,
69 y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios». 70 Respondióles
Jesús: «¿No yo a vosotros los doce he elegido? Y de entre vosotros uno diablo es». 71
Y decía de Judas, de Simón Iscariotes; pues éste había de entregarle, uno, de entre los
doce.

27 a. Trabajad por.

b. La comida que. 45 c. Enseñados por Dios. 62 d. ¿Qué diréis? ¿Dudaréis todavía de lo que os digo?
= (Reticencia). 63 e. Advierte Cristo que no habla de su carne material, mortal, sino de la

glorificada, espiritualizada.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 7

De Galilea a Jerusalén

1 Y después de esto, recorría Jesús la Galilea; pues, no quería la Judea recorrer, porque
buscábanle los judíos matar. 2 Y estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los
tabernáculos. 3 Dijeron, pues, a él sus hermanos: «Pásate de aquí y vete a la Judea, para
que también tus discípulos vean tus obras que haces; 4 pues nadie algo en oculto hace;
y busca él mismo en libre habla estar. Si esto haces, manifiéstate al mundo». 5 Pues ni
sus hermanos creían en él. 6 Díceles, pues, Jesús: «El tiempo el mío aún no ha llegado;
pero el tiempo, el vuestro, siempre está preparado. 7 No puede el mundo aborreceros,
pero a mí aborrece; porque yo atestiguo acerca de él que sus obras malas son. 8
Vosotros subid a la fiesta, yo aún no subo a esta fiesta; porque mi tiempo aún no está
cumplido». 9 Y, esto diciéndoles, quedó en la Galilea. 10 Mas como subieron sus
hermanos a la fiesta, entonces también él subió, no manifiestamente, sino como en
oculto. 11 Los judíos, pues, buscábanle en la fiesta y decían; «¿Dónde está aquél?» 12
Y murmullo acerca de él había mucho en las turbas. Unos decían: que «bueno es» y
otros decían: «No; sino que descamina a la turba». 13 Nadie sin embargo, con libre

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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discurso hablaba acerca de él, por miedo de los judíos.


14 Y, ya la fiesta mediando, subió Jesús al santuario; y enseñaba. 15 Maravillábanse,
pues, los judíos, diciendo: «¿Cómo éste letras sabe, no habiendo aprendido?» 16
Respondióles, pues, Jesús y dijo: «La doctrina mía no es mía, sino del que me ha
enviado; 17 si alguno quisiere el querer de él hacer, conocerá acerca de la doctrina: si
acaso de Dios es o yo por mí mismo hablo. 18 El qué por sí mismo habla, la gloria la
propia busca; mas el que busca la gloria del que le ha enviado, éste veraz es, e injusticia
en él no hay: 19 Moisés ¿no os dio la ley? y nadie de entre vosotros hace la ley; ¿qué
me buscáis matar(a)?» 20 Respondió la turba: «Demonio tienes; ¿quién te busca
matar?» 21 Respondió Jesús y díjoles: «Una obra he hecho, y todos os maravilláis(b).
22 Por esto Moisés os ha dado la circuncisión: no porque de Moisés es, sino de los
padres; y en sábado circuncidáis a un hombre. 23 Si la circuncisión recibe el hombre en
sábado para que no se suelte la ley de Moisés ¿conmigo os encolerizáis porque a todo el
hombre sano he hecho en sábado? 24 No juzguéis, según vista, sino el justo juicio
juzgad». 25 Decían, pues, algunos de los jerosolimitanos: «¿No es éste el que buscan
matar? 26 Y he aquí con libre discurso habla, y nada le dicen: ¿No será que
verdaderamente han conocido los príncipes que éste es el Cristo? 27 Empero éste
sabemos de dónde es». 28 Clamó, pues, en el santuario enseñando Jesús y diciendo: «Y
a mí sabéis, y sabéis de dónde soy; y de mí mismo no he venido; empero es veraz el que
me ha enviado, a quien vosotros no sabéis; 29 yo le sé, pues de él soy(c), y aquél me ha
enviado». 30 Buscaban, pues, prenderle; y nadie echó sobre él la mano, porque aún no
había venido su hora. 31 Y de la turba muchos creyeron en él; y decían. «El Cristo,
cuando viniere ¿acaso más señales hará que éste ha hecho?» 32 Oyeron los fariseos, a
la turba susurrar acerca de él estas cosas; y enviaron los sumos sacerdotes y los fariseos
servidores para prenderle. 33 Dijo, pues, Jesús: «Aún tiempo pequeño con vosotros
estoy, y voime al que me ha enviado. 34 Buscaréisme y no hallaréis, y donde estoy yo,
vosotros no podéis venir». 35 Dijeron pues los judíos entre sí: «A dónde éste ha de ir,
que nosotros no le hallaremos? ¿Acaso a la dispersión de los helenos(d) ha de ir y
enseñar a los helenos? 36 ¿Cuál es esta palabra que ha dicho: «Buscaréisme y no
hallaréis y a donde estoy yo, vosotros no podéis venir?» 37 Y en el último día el grande
de la fiesta, parado estaba Jesús, y clamó diciendo: «Si alguno tuviere sed, venga a mí y
beba. 38 El que cree en mí, según dijo la Escritura —ríos de su vientre fluirán de agua
viva». 39 Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creían en él; pues aún no
había sido dado Espíritu Santo, porque Jesús todavía no estaba glorificado. 40 De entre
la turba, pues, oyendo estas palabras, decían: «Este es verdaderamente el profeta». 41

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Otros decían: «Este es el Cristo». Quiénes decían: «¿Pues acaso de la Galilea el Cristo
viene? 42 ¿No dice la Escritura que de la simiente de David y de Belén, la aldea donde
estaba David, viene el Cristo?» 43 Escisión, pues, hubo en la turba por él; 44 y algunos
querían entre ellos, prenderle; pero nadie echó sobre él las manos. 45 Vinieron, pues,
los servidores a los sumos sacerdotes y fariseos, y dijéronles aquéllos: «¿Por qué no le
habéis traído?» 46 Respondieron los servidores: «Jamás ha hablado así un hombre». 47
Respondieron, pues, los fariseos: «¿Acaso también vosotros descaminados estáis? 48
¿Acaso alguno de entre los príncipes ha creído en él o de entre los fariseos? 49 Empero
la turba ésta, la que no conoce la ley —malditos son». 50 Dice Nicodemo a ellos, el que
vino a él antes, que uno era de entre ellos: 51 «¿Acaso nuestra ley juzga al hombre, si
no oyere primero de él y conociere qué hace?» 52 Respondieron y dijéronle: «¿Acaso
también tú de la Galilea eres? Escudriña y ve que de la Galilea profeta no se levanta».
53 Y fuese cada cual a su casa.

19 a. Vosotros, transgresores de ella, como si la quebrantara yo. 21 b. Espantáis, indignáis. 29 c.


Procedo.

35 d. Judíos dispersos entre los helenos, paganos.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 8

Testifica su divinidad
La adúltera

1 Y Jesús fuese al monte de las Olivas. 2 Y al alba de nuevo vínose al santuario, y todo
el pueblo vino a él, y sentado enseñábales. 3 Y traen los escribas y los fariseos a él una
mujer en adulterio sorprendida; y poniéndola en medio, 4 dícenle: «Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en el hurto(a) mismo, adulterando; 5 y en la ley Moisés nos
mandó a las tales apedrear. Tú, pues, ¿qué dices?» 6 Y esto decían, tentándole para
tener cómo acusarle. Mas Jesús hacia abajo encorvándose, con el dedo escribía en la
tierra. 7 Y, como se quedaron preguntándole, desencorvándose, dijo a ellos: «El
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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inculpable de vosotros primero la piedra sobre ella arroje»; 8 y de nuevo hacia abajo
encorvándose, escribía en la tierra. 9 Y ellos, oyendo, salíanse uno a uno, empezando
por los ancianos; y quedó sólo Jesús y la mujer en medio parada. 10 Y
desencorvándose Jesús y a nadie viendo, fuera de la mujer, díjola: «¡Mujer! ¿dónde
están aquéllos, los acusadores tuyos? ¿Nadie te ha condenado?» 11 Y ella dijo: «Nadie,
Señor». Díjole Jesús: «Ni yo te condenaré; anda, y ya no peques». 12 De nuevo, pues,
les habló Jesús, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no se andará, no,
en la obscuridad, sino tendrá la luz de la vida». 13 Dijéronle, pues, los fariseos: «Tú de
ti mismo testificas; tu testimonio no es verdadero». 14 Respondió Jesús y díjoles:
«Aunque yo testifico de mí mismo, mi testimonio verdadero es; porque sé de dónde he
venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo y a dónde voy. 15
Vosotros, según la carne, juzgáis; yo no juzgo a nadie. 16 Y si también yo juzgo, el
juicio el mío verdadero es; porque solo no soy, sino yo y el que me ha enviado —Padre.
17 Y también en ley, la vuestra, escrito está que de dos hombres el testimonio
verdadero es; 18 Yo soy el que testifico de mí mismo y testifica de mí el que me ha
enviado —Padre». 19 Decíanle, pues: «¿Dónde está tu padre?» Respondió Jesús: «No
a mí sabéis, ni a mi Padre; si a mí supieseis, también a mi Padre sabríais». 20 Estas
palabras habló en el gazofilacio, enseñando en el santuario; y nadie prendióle, pues aún
no había venido su hora. 21 Díjoles, pues, de nuevo: «Yo me voy, y buscaréisme; y en
vuestro pecado moriréis; a donde yo me voy, vosotros no podéis venir». 22 Decían,
pues, los judíos: «¿No se habrá de matar, que dice: «A donde yo me voy, vosotros no
podéis venir». 23 Y decíales: «Vosotros de lo de abajo sois; yo de lo de arriba soy;
vosotros de este mundo sois; yo no soy de este mundo. 24 Digo, pues, a vosotros que
moriréis en vuestros pecados; porque, si no creyereis que yo soy(b), moriréis en
vuestros pecados». 25 Decíanle, pues, «Tú ¿quién eres?» Díjoles Jesús: «Desde
luego(c) ¿qué también hablo a vosotros? 26 Mucho tengo de vosotros que hablar y
juzgar; pero, el que me ha enviado, veraz es; y yo lo que he oído de él, esto hablo al
mundo». 27 No conocieron que al Padre les decía. 28 Dijo, pues, Jesús: «Cuando
exaltareis al Hijo del hombre, entonces conoceréis que yo soy, y de mí mismo hago
nada, sino que, según me ha enseñado mi Padre, esto hablo. 29 Y el que me ha enviado,
conmigo está; no me ha dejado solo, porque yo lo agradable a él hago siempre». 30
Esto él hablando, muchos creyeron en él. 31 Decía, pues, Jesús a los que estaban
creyendo en él, judíos: «Si vosotros permaneciereis en la palabra la mía,
verdaderamente discípulos míos sois; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad
libertaráos». 33 Respondieron a él: «Simiente de Abrahán somos y a nadie hemos
servido jamás; ¿cómo tú dices: que libres seréis?» 34 Respondióles Jesús: «En verdad,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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en verdad dígoos que todo el que hace el pecado, siervo es del pecado; 35 y el siervo no
queda en la casa por el siglo. El hijo queda por el siglo. 36 Si el hijo, pues, os libertare,
realmente libres seréis. 37 Sé que simiente de Abrahán sois; empero buscáisme matar,
porque la palabra la mía no cabe en vosotros. 38 Lo que yo tengo visto cerca del Padre,
hablo; y vosotros, pues, lo que habéis oído cerca del padre(d), hacéis». 39 Respondieron
y dijéronle: «El padre de nosotros Abrahán es». Díceles Jesús: «Si hijos de Abrahán
sois, las obras de Abrahán haced; 40 pero ahora buscáisme matar, a un hombre que la
verdad os ha hablado que he oído de Dios: esto Abrahán no hizo. 41 Vosotros hacéis
las obras de vuestro padre». Dijéronle: «Nosotros de ramería(e) no hemos nacido: a un
padre tenemos: Dios». 42 Díjoles Jesús: «Si Dios vuestro padre fuese, amaríais a mí,
pues yo de Dios he salido y llego; pues ni de mí mismo he venido; sino que aquél me
envió. 43 ¿Por qué el habla la mía no conocéis? Porque no podéis oír la palabra la mía.
44 Vosotros del padre, del diablo, sois, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
Aquél homicida era, de principio, y en la verdad no se estuvo, porque no hay verdad en
él. Cuando hablare la mentira, de lo propio habla; porque mentiroso es y el padre de
ella(f). 45 Pero yo, porque la verdad digo, no me creéis. 46 ¿Quién de entre vosotros me
arguye de pecado? Si verdad digo, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 El que es de
Dios, las palabras de Dios oye; por esto vosotros no oís, porque de Dios no sois». 48
Respondieron los judíos y dijéronle: «¿No bellamente decimos nosotros que
samaritano eres tú, y demonio tienes?» 49 Respondió Jesús: «Yo demonio no tengo,
sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis. 50 Y yo no busco mi gloria; hay
quien busque y juzgue. 51 En verdad, en verdad dígoos: si alguno mi palabra guardare,
muerte no verá, no, por el siglo». 52 Dijéronle los judíos: «Ahora hemos conocido que
demonio tienes. Abrahán murió y los profetas, y tú dices: «Si alguno mi palabra
guardare, no gustará, no, muerte por el siglo». 53 ¿Qué tú mayor eres que nuestro padre
Abrahán; el cual murió y los profetas murieron? ¿Quién a ti mismo haces?» 54
Respondió Jesús: «Si yo me glorificare a mí, mi gloria nada es; es el Padre el que me
glorifica, quien vosotros decís que vuestro Dios es; 55 y no le habéis conocido; pero yo
le sé. Y, si dijere que no le sé, seré semejante a vosotros: mendaz; empero le sé y su
palabra guardo. 56 Abrahán, vuestro padre, alborozóse para ver el día, el mío, y vio y
se gozó». 57 Dijeron, pues, los judíos a él; «Cincuenta años aún no tienes, y ¿a Abrahán
has visto?» 58 Díjoles Jesús: «En verdad, en verdad dígoos: antes que Abrahán fuese,
yo soy». 59 Alzaron, pues, piedras para lanzar sobre él; pero Jesús ocultóse y salió del
santuario.

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4 a. Como ladrón en el hurto = en fragante.


24 b. El que digo.

25 c. En manera alguna merecéis que os hable. —A la pregunta de mala fe y audaz,


responde Cristo enérgicamente.
38 d. Vuestro.

41 e. Idolatría. 44 f. La mentira.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 9

El ciego de nacimiento

1 Y pasando Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y preguntáronle sus


discípulos diciendo: «Rabí, ¿quién pecó: éste o sus padres para que ciego naciera?» 3
Respondió Jesús: «Ni éste pecó, ni sus padres; pero para que se manifiesten las obras
de Dios en él. 4 Nosotros debemos obrar las obras del que me ha enviado, mientras día
es; viene noche, cuando nadie puede obrar. 5 En tanto yo en el mundo fuere, luz soy del
mundo». 6 Esto diciendo, esputó en tierra, e hizo lodo del esputo, y puso el lodo sobre
sus ojos; 7 y díjole: «Véte, lávate en el natatorio de Siloé «(lo que se interpreta:
Enviado). Retiróse, pues, y lavóse y vino viendo. 8 Los vecinos, pues, y los que le
veían antes, porque mendigo era, decían: «¿No éste es el sentado y mendigando?» 9
Otros decían: que «éste es»; otros decían: «No, sino semejante a él es»: Aquél decía:
que «yo soy». 10 Decíanle, pues: «¿Cómo abriéronsete los ojos?» 11 Respondió aquél:
«El hombre, el llamado Jesús, lodo hizo, y untó mis ojos y díjome: que «vete a Siloé, y
lávate». Yéndome, pues, y lavándome, vi». 12 Y dijéronle: «¿Dónde está aquél?». Dice
«No sé». 13 Llévanle, pues, a los fariseos, al antes ciego. 14 Y era sábado el día en que
el lodo hizo Jesús y abrió sus ojos. 15 De nuevo, pues, preguntáronle también los
fariseos cómo vio. Y él díjoles: «Lodo puso sobre mis ojos, y lavéme, y veo». 16
Decían, pues, de entre los fariseos algunos: «No es éste de Dios —el hombre, porque el
sábado no guarda». Otros decían: «¿Cómo puede un hombre pecador tales señales

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hacer?» Y escisión había en ellos. 17 Dicen, pues, al ciego de nuevo: «¿Qué tú dices de
él, porque te abrió los ojos?» Y él dijo: «Que profeta es». 18 No creyeron, pues, los
judíos de él: que fue ciego y vio hasta que llamaron a los padres, del que vio; 19 y les
preguntaron, diciendo: «¿Este es el hijo vuestro, que vosotros decís que ciego nació?
¿Cómo, pues, ve ahora?» 20 Respondieron, pues, sus padres, y dijeron: «Sabemos que
éste es el hijo nuestro y que ciego nació; 21 mas cómo ahora ve, no sabemos; o quién
abrió sus ojos, nosotros no sabemos; a él preguntad; edad tiene; él acerca de sí mismo
hablará». 22 Esto dijeron sus padres porque temían a los judíos; pues ya habían
acordado los judíos que, si alguno le confesaba Cristo, fuese entredicho de la sinagoga.
23 Por esto sus padres dijeron: que «edad tiene; a él preguntad», 24 Llamaron, pues, al
hombre por segunda vez, al que había sido ciego, y dijéronle: «Da gloria a Dios,
nosotros sabemos que este hombre pecador es». 25 Respondió, pues, aquél: «Si
pecador es, no sé: una cosa sé: que, siendo ciego, ahora veo». 26 Dijéronle pues: «¿Qué
te hizo? ¿Cómo abrió tus ojos?» 27 Respondióles: «Díjeos ya, y no oísteis(a). ¿Qué otra
vez queréis oír? ¿Qué también vosotros queréis discípulos suyos haceros?» 28 E
improperáronle y dijeron: «Tú discípulo eres de aquél, pero nosotros de Moisés somos
discípulos. 29 Nosotros sabemos que a Moisés ha hablado Dios; pero éste no sabemos
de dónde es». 30 Respondió el hombre y díjoles: «Pues en esto lo admirable está: que
vosotros no sabéis de dónde es; y abrió mis ojos. 31 Sabemos que Dios a pecadores no
oye; empero, si alguno temeroso de Dios fuere y su voluntad hiciere, a éste oye. 32
Desde el siglo no se ha oído que abriera alguno ojos de ciego nato; 33 si no fuese éste
de Dios, no pudiera hacer nada». 34 Respondieron y dijéronle: «En pecados tú naciste
todo, ¿y tú nos enseñas?»; y arrojáronle fuera. 35 Oyó Jesús que le arrojaron fuera; y
hallándole, dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?» 36 «¿Y quién es —dijo— Señor,
para creer yo en él?» 37 Díjole Jesús: «Y le has visto, y el que habla contigo, ése es».
38 Y él dijo: «Creo, Señor»; y adoróle. 39 Y dijo Jesús: «A juicio yo a este mundo he
venido, para que, los que no ven, vean, y los que ven, ciegos se hagan». 40 Y oyeron,
de entre los fariseos, esto los que con él estaban; y dijéronle: «¿Que también nosotros
ciegos somos?» 41 Díjoles Jesús: «Si ciegos fueseis, no tendríais pecado; mas ahora
decís: que «vemos»; vuestro pecado queda.»

27 a. No quisisteis oír.

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Evangelio Según San Juan


Capítulo 10

Divinidad de Cristo
El buen pastor

1 «En verdad, en verdad dígoos: el que no entra, por la puerta, en el redil de las ovejas,
sino que sube por otra parte, aquél ladrón es y bandido; 2 mas el que entra por la puerta,
pastor es de las ovejas. 3 A éste el portero abre, y las ovejas su voz escuchan; y las
propias ovejas llama por nombre y sácalas fuera. 4 Cuando las propias todas echare
fuera, delante de ellas camina; y las ovejas le siguen; pues saben su voz; 5 mas a
extraño no seguirán, no; sino que huirán de él, porque no saben de los extraños la voz.»
6 Esta parábola díjoles Jesús; pero aquéllos no conocieron qué era lo que hablaba. 7
Dijo pues, de nuevo Jesús: «En verdad, en verdad dígoos que yo soy la puerta de las
ovejas. 8 Todos cuantos han venido antes de mí, ladrones son y bandidos; empero no
les han escuchado las ovejas. 9 Yo soy la puerta; por mí si alguno entrare, se salvará, y
entrará y saldrá, y pasto hallará. 10 El ladrón no viene, sino para robar, y matar y
perder; yo he venido para que vida tengan y demás tengan. 11 Yo soy el pastor, el
bello(a). El pastor, el bello, su alma pone por las ovejas; 12 pero el mercenario y el que
no es pastor, de quien no son las ovejas propias, ve al lobo venir y abandona las ovejas
y huye (y el lobo arrebátalas y dispersa); 13 porque mercenario es y no le importa de las
ovejas. 14 Yo soy el pastor bello, y conozco las mías, y conócenme las mías; 15 según
me conoce el Padre y yo conozco al Padre; y mi alma pongo por mis ovejas. 16 Y otras
ovejas tengo que no son de este redil; también aquéllas debo traer, y mi voz
escucharán, y haráse un rebaño, un pastor. 17 Por esto me ama el Padre, porque yo
pongo mi alma, para de nuevo tomarla. 18 Nadie arrebátala de mí; mas yo póngola de
mí mismo. Potestad tengo para ponerla, y potestad tengo para de nuevo tomarla. Este
mandamiento he recibido de mi Padre». 19 Escisión de nuevo hubo en los judíos por
estas palabras. 20 Y decían muchos de entre ellos: «Demonio tiene y enloquece: ¿qué
le oís?» 21 Otros decían: «Estas palabras no son de endemoniado. ¿Acaso un demonio
puede de ciegos, ojos abrir». 22 Hubo entonces la dedicación(b) en Jerusalén; invierno
era; 23 y paseábase Jesús en el santuario, en el pórtico de Salomón. 24 Cercáronle,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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pues, los judíos, y decíanle: «¿Hasta cuándo nuestra alma alzas?(c). Si tú eres el Cristo,
dinos con libre habla». 25 Respondióles Jesús: «Os he dicho, y no habéis creído. Las
obras que yo hago en el nombre de mi Padre, éstas testifican en mí; 26 empero vosotros
no creéis; porque no sois de las ovejas, las mías. 27 Las ovejas, las mías, mi voz
escuchan y yo conózcolas, y síguenme, 28 y yo doiles vida eterna, y no perecerán, no,
por el siglo, y no arrebatará alguno a ellas de mi mano. 29 Mi Padre lo que me tiene
dado, lo mayor de todo es, y nadie puede arrebatar de la mano del Padre. 30 Yo y el
Padre uno somos». 31 Levantaron, pues, de nuevo piedras los judíos para apedrearle.
32 Respondióles Jesús: «Muchas obras os he manifestado bellas de(d) mi Padre: ¿por
cuál de las mismas obras me apedreáis?» 33 Respondiéronle los judíos: «Por bella obra
no te apedreamos, sino por blasfemia, y porque tú, hombre siendo, háceste Dios». 34
Respondióles Jesús: «¿No está escrito en vuestra ley que: «Yo dije: «¿Dioses sois?» 35
Si a aquellos dijo dioses, a los que la palabra de Dios vino, y no puede soltarse la
Escritura; 36 a quien el Padre santificó, y envió al mundo —¿vosotros decís: que
«blasfemas», porque dije: «Hijo de Dios soy?» 37 Si no hago las obras de mi Padre, no
me creáis; 38 a las obras creed, para que conozcáis y reconozcáis que ¡en mí, el Padre,
y yo, en el Padre!» 39 Buscaron, pues, de nuevo prenderle; y salió de la mano de ellos;
40 y retiróse de nuevo allende el Jordán, al lugar donde estaba Juan, primero,
bautizando; y quedóse allí. 41 Y muchos vinieron a él; y decían que Juan ciertamente
señal hizo ninguna; pero todo cuanto dijo Juan acerca de él, verdadero era. 42 Y
muchos creyeron en él allí.

11 a. Perfecto.

22 b. Las fiestas de la dedicación del templo. 24 c. Nos perturbas profundamente.


32 d. Desde; hechas con él.

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Evangelio Según San Juan


Capítulo 11

Resurrección de Lázaro

1 Y había alguien enfermo: Lázaro de Betania, de la aldea de María, y Marta, su


hermana; 2 y era María, la que ungió al Señor con ungüento y enjugó sus pies con sus
cabellos; cuyo hermano Lázaro enfermo estaba. 3 Enviaron, pues, las hermanas a él,
diciendo: «Señor: he aquí el que quieres, enfermo está». 4 Y, oyendo Jesús dijo: «Esta
enfermedad no es para muerte, sino por la gloria de Dios, para que sea glorificado el
Hijo de Dios por ella». 5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana y a Lázaro. 6 Como
oyó, pues, que está enfermo, entonces aún quedóse en el lugar que estaba, dos días; 7
luego, después de esto, dice a los discípulos: «Vámonos a la Judea de nuevo». 8
Dícenle los discípulos: «Rabí, ahora buscábante apedrear los judíos, ¿y de nuevo te vas
allá?» 9 Respondió Jesús: «¿Que no doce horas son del día? Si alguno caminare en el
día(a), no se lastima, porque la luz de este mundo mira; 10 pero, si alguno caminare en
la noche, se lastima, porque la luz no está en él». 11 Esto dijo, y, después de esto,
díceles: «Lázaro, nuestro amigo, está durmiendo; pero me voy, para despertarle». 12
Dijerónle, pues, sus discípulos: «Señor, si está durmiendo, salvará». 13 Y había dicho
Jesús de la muerte de él; mas aquéllos pensaron que de la dormición del sueño dice. 14
Entonces, pues, díjoles Jesús con libre habla: «Lázaro ha muerto, 15 y alégrome (por
vosotros, para que creáis) de no haber estado allí(b); empero, vámonos a él». 16 Dijo,
pues, Tomás, el llamado Dídimo(c), a los condiscípulos: «Vámonos también nosotros,
para morir con él». 17 Viniendo, pues, Jesús, hallóle cuatro ya días teniendo en la
sepultura. 18 Y estaba Betania cerca de Jerusalén, como a estadios quince; 19 Y
muchos de entre los judíos habían venido a Marta y María, para consolarlas del
hermano. 20 Marta, pues, como oyó que Jesús viene, encontróle; y María en la casa
estaba sentada. 21 Dijo, pues, Marta a Jesús: «Señor, si estuvieras aquí, no hubiese
muerto mi hermano. 22 Empero, también ahora sé que, cuanto pidieres a Dios, te dará
Dios». 23 Dícela Jesús: «Resucitará tú hermano». 24 Dícele Marta: «Sé que resucitará
en la resurrección, en el último día». 25 Díjola Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida;
el que cree en mí, aunque muriere, vivirá; 26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá,
no, por el siglo. ¿Crees esto?» 27 Dícele: «Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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el Hijo de Dios, el que al mundo viene». 28 Y esto diciendo, fuese y llamó a María, su
hermana, en secreto, diciendo: «El Maestro está aquí, y llámate». 29 Y aquélla, como
oyó, levantóse presto y vino a él; 30 y aún no había llegado Jesús a la aldea, sino estaba
todavía en el lugar donde le encontró Marta. 31 Los judíos, pues, los que estaban con
ella en la casa y consolábanla, viendo a María que prestamente se levantó y salió,
siguiéronla, pensando que va a la sepultura a llorar allí. 32 María, pues, como vino
donde estaba Jesús, viéndole, cayó a sus pies, diciéndole: «Señor, si estuvieras aquí, no
hubiese muerto el hermano». 33 Jesús, pues, como la vio llorando y a los con ella
venidos judíos llorando, regimió con el espíritu y conturbóse a sí mismo, 34 y dijo:
«¿Dónde le habéis puesto?» 35 Dícenle: «Señor, ven y ve». Lagrimó Jesús. 36 Decían,
pues, los judíos: «He aquí cómo le quería». 37 Y algunos de entre ellos dijeron: «¿No
podía éste, que abrió los ojos del ciego, hacer que éste no muriese?» 38 Jesús, pues, de
nuevo, regimiendo dentro de sí mismo, viene a la sepultura; y era una gruta, y una
piedra yacía sobre ella. 39 Dice Jesús: «Alzad la piedra». Dícele la hermana del
difunto, Marta: «Señor, ya hiede; porque cuatriduano es». 40 Dícela Jesús: «¿No te he
dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios?» 41 Alzaron, pues, la piedra. Y Jesús
alzó los ojos arriba y dijo: «Padre, agradézcote, que me has oído. 42 Y yo sabía que
siempre me oyes; empero, por la turba circunstante, he dicho; porque crean que tú me
has enviado». 43 Y esto diciendo, con voz grande clamó: «¡Lázaro!, ¡acá! ¡fuera!». 44
Salió el muerto atado los(d) pies y las manos con ligaduras; y su rostro en sudario
envuelto estaba. Dice Jesús a ellos: «Desatadle, y dejadle irse». 45 Muchos, pues, de
los judíos, los que vinieron a María y vieron lo que hizo, creyeron en él; 46 mas
algunos de ellos, fuéronse a los fariseos y dijéronles lo que hizo Jesús.
47 Congregaron, pues, los sumos sacerdotes y los fariseos sanedrín(e); y decían: «¿Qué
hacemos, porque este hombre muchas hace —señales? 48 Si le dejamos así, todos creerán en él,
y vendrán los romanos y llevaránse de nosotros y el lugar y la gente». 49 Y alguien, de
entre ellos: Caifás, sumo sacerdote siendo de aquel año, díjoles: «Vosotros no sabéis
nada, 50 ni pensáis que os conviene que un hombre muera por el hombre y no toda la
gente perezca». 51 Pero esto de sí mismo no dijo, sino que, sumo sacerdote siendo de
aquel año, profetizó que había Jesús de morir por la gente; 52 y no por la gente sólo;
sino para que también los hijos de Dios los dispersos congregase en uno. 53 Desde
aquel día, pues, acordaron matarle. 54 Jesús, pues, ya no con libre habla se andaba en
los judíos; sino que se retiró de allí a la región cerca del desierto: a Efrén, llamada:
ciudad(f) y allí quedóse con los discípulos. 55 Y estaba cerca la pascua de los judíos, y
subieron muchos a Jerusalén, desde la región, antes de la Pascua, para santificarse(g).

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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56 Buscaban, pues, a Jesús, y decían unos a otros, en el santuario parados: «¿Qué os


parece que no ha venido, no, a la fiesta?» 57 y habían dado los sumos sacerdotes y los
fariseos órdenes de que, si alguno conocía dónde está, avisase para prenderle.

9 a. La luz dada por Dios para trabajar —si hiciere la voluntad de Dios. 15 b. El corazón me habría
obligado a sanarle. 16 c. Mellizo.

44 d. De los...
47 e. Consejo.
54 f. Urbecita la llama Josefo.
55 g. Por los sacrificios.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 12

Glorificación de Jesús

1 Jesús, pues, antes de seis días de la pascua, vino a Betania; donde estaba Lázaro, a
quien resucitó de entre los muertos Jesús. 2 Hiciéronle, pues, cena allí; y Marta servía;
y Lázaro uno era de los recostados con él; 3 María, pues, tomando una libra de
ungüento de nardo líquido, muy precioso, ungió los pies de Jesús y enjugó con sus
cabellos sus pies; y la casa llenóse del olor del ungüento. 4 Dice, pues, Judas, el
Iscariotes, uno de los discípulos; el que le había de entregar. 5 «¿Por qué este ungüento
no se vendió en trescientos denarios y se dio a los pobres?» 6 Y esto dijo, no porque de
los pobres le importara, sino porque ladrón era, y la bolsa teniendo, lo que se echaba, se
llevaba. 7 Dijo, pues, Jesús: «Déjala, que, para el día de mi sepultura, lo guarde(a), 8
pues, pobres siempre tenéis con vosotros; a mí, empero, no siempre tenéis». 9 Conoció,
pues, turba mucha de los judíos que allí está; y vinieron, no por Jesús sólo, sino
también a Lázaro ver, a quien resucitó de muertos. 10 Y consultábanse también los
sumos sacerdotes para también a Lázaro matar; 11 pues muchos, por él, íbanse, de los
judíos, y creían en Jesús.
12 El siguiente día, turba mucha, la que había venido a la fiesta, cuando oyeron que
viene Jesús a Jerusalén, 13 cogieron las ramas de las palmeras y saliéronle al
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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encuentro; y clamaban: «¡Hosanna, bendito el que viene en nombre de Señor, y el rey


de Israel». 14 Y, hallando Jesús un asnillo, sentóse sobre él; según está escrito:
15 No temas, hija de Sión; he aquí tu rey viene sentado sobre pollino de asna.
16 Esto no conocieron sus discípulos de primero, sino, cuando glorificado fue Jesús,
entonces recordaron que esto estaba de él escrito y esto hiciéronle. 17 Atestiguaba,
pues, la turba; la que estaba con él, cuando a Lázaro llamó de la sepultura y resucitóle
de los muertos. 18 Por esto también encontróle la turba, cuando oyeron que ésta él
había hecho señal. 19 Los fariseos, pues, dijeron entre sí: «¿Veis que no aprovecháis
nada? He aquí el mundo en pos de él se ha ido».
20 Y había helenos, algunos de los que subían a adorar en la fiesta; 21 éstos, pues,
acercáronse a Felipe, el de Betsaida de la Galilea, y rogáronle, diciendo: «Señor,
queremos a Jesús ver». 22 Viene, pues Felipe y dice a Andrés; viene Andrés y Felipe y
dicen a Jesús. 23 Y Jesús respondióles diciendo: «Ha venido la hora de que glorificado
sea el Hijo del hombre. 24 En verdad, en verdad dígoos: si el grano de trigo, cayendo en
la tierra, no muriere, él sólo queda; pero, si muriere, mucho fruto lleva. 25 El que ama
su alma, perderála; y el que aborrece su alma, en este mundo, para vida eterna
guardarála. 26 Si a mí alguno sirviere, a mí siga; y donde yo estoy, allí también el
servidor, el mío estará. Si alguno me sirviere, honrarále el Padre. 27 Ahora mi alma
conturbada está; y —¿qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Empero por esto(b) he
venido a esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre». —Vino, pues, una voz del cielo: «Y
he glorificado, y de nuevo glorificaré». 29 La turba, la que parada estaba y escuchaba,
decía que trueno había habido; otros decían: «Un ángel le ha hablado». 30 Respondió y
dijo Jesús: «No por mí esta voz ha sido, sino por vosotros. 31 Ahora juicio es de este
mundo; ahora el príncipe de este mundo arrojado será fuera; 32 y yo, si exaltado fuere
de la tierra, a todos traeré a mí mismo». 33 Y esto decía, significando de qué muerte
había de morir. 34 Respondió, pues, a él la turba: «Nosotros hemos oído, de la ley, que
el Cristo permanece por el siglo; y ¿cómo dices tú que debe ser exaltado el Hijo del
hombre? ¿Quién es este Hijo del hombre?» 35 Dijo, pues, a ellos Jesús: «Todavía un
pequeño tiempo la luz en vosotros está. Caminad mientras la luz tenéis, para que la
obscuridad, no os coja; y el que camina en la obscuridad no sabe a dónde va. 36
Mientras la luz tenéis, creed en la luz, para que hijos de luz os hagáis».
Esto habló Jesús, y, retirándose, ocultóse de ellos. 37 Y tantas él señales habiendo
hecho delante de ellos, no creían en él; 38 para que la palabra de Isaías el profeta se
cumpliese; la que dijo: «Señor ¿quién ha creído a la oída de nosotros? y el brazo del
Señor ¿a quién ha sido revelado? 39 Por esto no podían creer, por que de nuevo dijo
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Isaías: 40 Ha cegado de ellos los ojos, y empedernido de ellos el corazón, para que no
vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan y les sane. 41 Esto dijo
Isaías, porque vio la gloria de él y habló de él. 42 A pesar de todo, hasta de entre los
príncipes muchos creyeron en él; empero, por los fariseos, no confesaban, para no
entredichos de sinagoga ser; 43 pues amaban la gloria de los hombres más bien que
gloria de Dios. 44 Y Jesús clamó y dijo: «El que cree en mí, no creerá en mí, sino en el
que me ha enviado; 45 y el que me ve, ve al que me ha enviado. 46 Yo luz al mundo he
venido, porque el que cree en mí, en la obscuridad no permanezca. 47 Y, si alguno de
mí oyere las palabras, y no guardare, yo no le juzgo; pues no he venido a juzgar al
mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me desecha y no recibe mis palabras, tiene
quien le juzgue: la palabra que he hablado, aquélla júzgale en el último día. 49 Porque
yo de mí mismo no he hablado, sino el que me ha enviado —Padre, él mandamiento me
ha dado: qué diga yo y qué hable. 50 Y sé que su mandamiento vida eterna es. Lo que
yo, pues, hablo, según me ha dicho el Padre, así hablo».

7 a. Observe = lo haga como lo está haciendo. 27 b. Para conturbarme, padecer la muerte.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 13

1 Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que ha venido su hora de pasar de


este mundo al Padre; habiendo amado a los propios que estaban en el mundo, al fin(a)
amóles. 2 Y cena haciéndose, habiendo el diablo ya arrojado en el corazón que le
entregase Judas, de Simón Iscariotes; 3 sabiendo que todo le ha dado el Padre en las
manos, y que de Dios ha salido y a Dios se va; 4 levántase de la cena y quita las
vestiduras; y tomando un lienzo, ciñóse; 5 después echa agua en el lavatorio, y empezó
a lavar los pies de los discípulos, y a enjugar con el lienzo de que estaba ceñido. 6
Viene, pues, a Simón Pedro; dícele: «Señor, ¿tú me lavas los pies?» 7 Respondió Jesús
y díjole: «Lo que yo hago, tú no sabes todavía; pero sabrás después». 8 Dícele Pedro:
«No me lavarás, no, los pies por el siglo». Respondióle: «Si no te lavare, no tienes parte
conmigo». 9 Dícele Simón Pedro: «Señor, no mis pies solo, sino también las manos y

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la cabeza». 10 Dícele Jesús: «El lavado no tiene necesidad sino de lavarse los pies; mas
está limpio todo; y vosotros limpios estáis; pero no todos». 11 Pues sabía al que le
entregaba; por esto dijo: que «no todos limpios estáis». 12 Cuando lavó, pues los pies
de ellos, y tomó sus vestiduras y recostóse de nuevo, díjoles: «¿Conocéis qué os he
hecho? 13 Vosotros llamáisme el Maestro y el Señor; y bellamente decís; pues soy. 14
Si yo, pues, he lavado vuestros pies, el Maestro y el Señor, también vosotros debéis
unos de otros lavar los pies; 15 porque ejemplo os he dado, para que, según yo he hecho
a vosotros, también vosotros hagáis. 16 En verdad, en verdad dígoos: no hay siervo
mayor que su señor, ni enviado, mayor que quien le envió. 17 Si esto sabéis,
bienaventurados sois, si lo hiciereis. 18 No de todos vosotros digo; yo sé a quiénes he
elegido; empero, para que la Escritura se cumpla: «El que come mi pan, levantó contra
mí su calcañar». 19 Desde ahora dígoos, antes que suceda, para que creáis, cuando
sucediere, que yo soy. 20 En verdad, en verdad dígoos: el que recibe, si a alguno
enviare yo, a mí recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me ha enviado». 21 Esto
diciendo, Jesús conturbóse en el espíritu, y testificó y dijo: «En verdad, en verdad
dígoos que uno de vosotros me entregará». 22 Miraban unos a otros los discípulos,
dudando de quién dice. 23 Estaba recostado uno de sus discípulos en el seno de Jesús, a
quien amaba Jesús; 24 significa, pues, a éste Simón Pedro y dícele; «Di quién es, de
quién dice». 25 Reclinado aquél así sobre el pecho de Jesús, dícele: «Señor, ¿quién
es?» 26 Responde, pues, Jesús: «Aquél es, a quien yo remojare el bocadillo y le diere».
Remojando, pues, un bocadillo, toma y da a Judas de Simón Iscariotes. 27 Y, después
del bocadillo, entonces entró en aquél Satanás. Dice, pues, a él Jesús: «Lo que haces,
haz más pronto». 28 Esto nadie conoció de los recostados: por qué le dijo; 29 porque
algunos pensaban, puesto que la bolsa tenía Judas, que le dice Jesús: «Compra de lo
que tenemos necesidad para
la fiesta»; o a los pobres que algo diese. 30 Habiendo, pues, recibido el bocadillo aquél,
salió luego; y era noche. Cuando hubo, pues, salido, 31 dice Jesús: «Ahora ha sido
glorificado
el Hijo del hombre, y Dios glorificado en él; 32 y Dios glorificarále en sí mismo, y
luego glorificarále. 33 Hijitos, todavía un poco con vosotros estoy. Buscaréisme, y,
según dije a los judíos: que «a donde yo me voy, vosotros no podéis venir»; también a
vosotros digo ahora. 34 Mandamiento nuevo os doy: que os améis; según os he amado,
que también vosotros os améis. 35 En esto conocerán todos que mis discípulos sois, si
amor tuviereis entre vosotros». 36 Dícele Simón Pedro: «Señor, ¿dónde te vas?»
Respondió Jesús: «A donde me voy, no me puedes ahora seguir; pero seguirás más

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tarde». 37 Dícele Pedro: «Señor, ¿por qué no te puedo seguir ya? mi alma por ti
pondré». 38 Responde Jesús: «¿Tu alma por mí pondrás? En verdad, en verdad dígote:
no gallo cantará, no, hasta que me niegues tres veces».

1a. Hasta el extremo, en extremo.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 14

Divinidad y amor de Cristo

1 «No se conturbe vuestro corazón: creed en Dios, y en mí creed. 2 En la casa de mi


Padre moradas muchas hay; y, si no, os hubiera yo dicho; pues yo voy a preparar lugar
para vosotros; 3 y, cuando me fuere y preparare lugar para vosotros, de nuevo vengo, y
os acogeré a mí mismo; para que, en donde estoy yo, también vosotros estéis. 4 Y,
adónde me voy, sabéis el camino». 5 Dícele Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas:
¿cómo sabemos el camino?» 6 Dícele Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad y la vida:
nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me hubiéseis conocido, también a mi Padre,
conocierais; desde ahora conocéisle y habéis visto». 8 Dícele Felipe: «Señor,
muéstranos al Padre, y bástanos». 9 Dícele Jesús: «Tanto tiempo con vosotros estoy, ¿y
no me has conocido, Felipe?» El que ha visto a mí, ha visto al Padre: ¿cómo tú dices:
«Muéstranos al Padre?» 10 ¿No crees que yo en el Padre, y el Padre en mí está? Las
palabras que yo os digo, de mí mismo no hablo; pero el Padre, en mí permaneciendo,
hace las obras de él. 11 Creedme que ¡yo en el Padre y el Padre en mí!; y si no, por las
obras mismas, creedme. 12 En verdad, en verdad dígoos, el que cree en mí, las obras
que yo hago, también aquél hará, y mayores que éstas hará, porque yo al Padre me voy;
13 y lo que(a) pidiereis en mi nombre, esto haré; para que sea glorificado el Padre en el
Hijo. 14 Si algo me pidiereis en mi nombre, yo esto haré. 15 Si me amáis, los
mandamientos los míos guardad. 16 Y yo rogaré al Padre, y otro consolador daráos,
para que esté con vosotros por el siglo: 17 el Espíritu de la verdad, al que el mundo no
puede recibir, porque no le ve ni conoce; vosotros conocéisle, porque con vosotros
permanece y en vosotros está. 18 No os dejaré huérfanos: vengo a vosotros. 19 Todavía
un poco, y el mundo ya no me ve; pero vosotros me veréis, porque yo vivo, y vosotros
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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viviréis. 20 En aquél día vosotros conoceréis ¡que yo en mi Padre y vosotros en mí y yo


en vosotros! 21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, aquél es el que me ama; y
el que me ama, amado será por mi Padre; y yo amaréle y manifestarémele». 22 Dícele
Judas (no el Iscariotes): «Señor, ¿qué es que a nosotros has de manifestarte, y que no al
mundo?» 23 Respondió Jesús y díjole: «Si alguno me ama, mi palabra guardará, y mi
Padre amarále; y a él vendremos y morada con él haremos. 24 El que no me ama, mis
palabras no guarda; y la palabra que oís, no es mía, sino del que me ha enviado: del
Padre. 25 Esto os he hablado, con vosotros permaneciendo; 26 pero el Consolador, el
Espíritu, el santo, que enviará el Padre en mi nombre, aquél os enseñará todo y
recordaráos todo lo que os he dicho. 27 Yo paz dejo a vosotros; paz, la mía, os doy; no,
según el mundo da, yo os doy. No se conturbe vuestro corazón, ni se acobarde. 28
Habéis oído que yo os dije: «Vóime, y vengo a vosotros. Si me amaseis, os gozarais,
porque me voy al Padre; porque el Padre mayor que yo es. 29 Y ahora, os he dicho
antes que suceda, para que cuando sucediere, creáis. 30 Ya no muchas cosas hablaré
con vosotros; pues viene el del mundo príncipe; y en mí no tiene nada; 31 empero, para
que conozca el mundo que amo al Padre, y, según mandamiento me ha dado el Padre,
así hago: —levantaos, vámonos de aquí.»

Evangelio Según San Juan


Capítulo 15

Exhortaciones
Cristo es la vid

1 «Yo soy la vid la verdadera, y mi Padre el agrícola es. 2 Todo pámpano que en mí no
lleva fruto, quítalo; y todo el que fruto lleva, límpialo, para que más fruto lleve. 3 Ya
vosotros limpios estáis por la palabra que os he hablado; 4 permaneced en mí, y yo en
vosotros. Así como el pámpano no puede fruto llevar de sí mismo, si no permaneciere
en la vid, así ni vosotros, si en mí no permaneciereis. 5 Yo soy la vid; vosotros, los
pámpanos. Quien permanece en mí y yo en él, éste lleva fruto mucho, porque, sin mí,

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no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permaneciere en mí, arrojado será fuera, como el
pámpano, y secaráse; y júntanlos y en el fuego arrojan, y quémanse. 7 Si
permaneciereis en mí, y mis palabras en vosotros permanecieren, lo que quisiereis,
pediréis, y haráseos. 8 En esto ha sido glorificado mi Padre: que fruto mucho llevéis y
os hagáis mis discípulos. 9 Así como me ha amado el Padre, también yo a vosotros he
amado; permaneced en el amor, el mío. 10 Si mis mandamientos guardareis,
permaneceréis en mi amor; así como yo de mi Padre los mandamientos he guardado, y
permanezco en su amor. 11 Esto os he hablado, para que el gozo el mío en vosotros
esté, y el gozo vuestro se llene. 12 Este es el mandamiento el mío: que os améis así
como os he amado. 13 Mayor que éste, amor nadie tiene: que alguno su alma ponga por
sus amigos. 14 Vosotros mis amigos sois, si hiciereis lo que yo os mando. 15 Ya no os
digo siervos; porque el siervo no sabe qué hace su señor; mas a vosotros he dicho
amigos; porque todo lo que he oído de mi Padre, os he comunicado. 16 No vosotros me
elegisteis, sino yo os elegí, y púseos, para que vosotros vayáis y fruto llevéis y el fruto
vuestro permanezca; para que lo que pidiereis al Padre en mi nombre os dé. 17 Estas
cosas mando: que os améis. 18 Si el mundo os aborrece, conoced que a mí primero que
a vosotros ha aborrecido. 19 Si del mundo fuerais, el mundo lo propio amara; pero,
porque del mundo no sois, sino que yo os he elegido del mundo, por esto aborréceos el
mundo. 20 Acordaos de la palabra que yo os dije: «No hay siervo mayor que su señor».
Si a mí han perseguido, también a vosotros perseguirán; si mi palabra han guardado,
también la vuestra guardarán. 21 Empero todo esto harán contra vosotros, por mi
nombre; porque ignoran al que me ha enviado. 22 Si no hubiere yo venido y
habládoles, pecado no tuvieran; pero ahora excusa no tienen de su pecado. 23 Quien a
mí aborrece, también a mi Padre aborrece. 24 Si las obras no hubiese yo hecho en ellos
que ningún otro ha hecho, pecado no tuvieran; mas ahora, y han visto y aborrecido; y a
mí y a mi Padre. 25 Empero, para que se cumpla la palabra, la en la ley de ellos escrita:
que «aborreciéronme gratuitamente». 26 Mas, cuando viniere el Consolador, a quien
yo enviaré a vosotros del Padre, el Espíritu de la verdad, el que del Padre procede,
aquél testificará de mí. 27 Y también vosotros testificaréis, pues, del principio,
conmigo estáis».

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Evangelio Según San Juan


Capítulo 16

Del Espíritu Santo

1 «Esto os he hablado, para que no os escandalicéis. 2 De sinagogas os extrañarán;


empero, viene la hora de que todo el que os mata, pensará culto rendir a Dios. 3 Y esto
harán, porque no han conocido al Padre, ni a mí. 4 Empero estas cosas os he hablado,
para que, cuando viniere la hora de ellas, os acordéis de ellas: de que yo os dije. Y estas
cosas a vosotros, al principio, no dije, porque con vosotros estaba; 5 mas ahora voime
al que me envió. Y nadie de vosotros pregúntame: «¿A dónde te vas?» 6 Empero,
porque esto os he hablado, la tristeza ha llenado vuestro corazón. 7 Empero, yo la
verdad dígoos: conviéneos que yo me vaya; pues, si no me fuere, el Consolador no
vendrá, no, a vosotros; pero, si yo partiere, enviaréle a vosotros. 8 Y, viniendo aquél
argüirá al mundo de pecado, y de justicia y de juicio: 9 de pecado ciertamente, porque
no creen en mí; 10 y de justicia, porque a mi Padre me voy, y ya no me veis (porque me
voy al Padre). 11 y de juicio, porque el príncipe de este mundo juzgado está(a) 12 Aún
muchas cosas tengo que deciros; pero no podéis sufrir ahora; 13 mas, cuando viniere
aquél: el Espíritu de la verdad, encaminaráos a la verdad toda; pues no hablará de sí
mismo, sino, cuanto oyere, hablará, y lo que viene, comunicaráos. 14 Aquél me
glorificará; porque de lo mío tomará y anunciaráos. 15 Todo cuanto tiene el Padre, mío
es; por esto he dicho que de lo mío toma y comunicaráos. 16 Un poco, y ya no me veis;
y de nuevo un poco, y me veréis». 17 Dijeron, pues, de entre sus discípulos unos a
otros: «¿Qué es esto que nos dice: «Un poco, y no me veis, y de nuevo un poco, y me
veréis? ¿y que me voy al Padre?» 18 Decían, pues: «¿Qué es esto que dice: «Un poco?»
No sabemos qué habla». 19 Conoció Jesús que le querían preguntar y díjoles: «De esto
discutís entre vosotros, que dije: «¿Un poco, y no me veis, y de nuevo un poco, y me
veréis?» 20 En verdad, en verdad dígoos que plañiréis y trenaréis(b) vosotros, pero el mundo
gozará; vosotros os entristeceréis; empero la tristeza de vosotros en gozo trocaráse. 21
La mujer, cuando pariere, tristeza tiene, porque ha venido su hora; pero cuando hubiere
generado al niñito, ya no se acuerda de la tribulación, por el gozo; pues ha nacido un
hombre al mundo. 22 También vosotros, pues, ahora ciertamente tristeza tenéis; pero
de nuevo veréos, y se gozará vuestro corazón, y el gozo vuestro, nadie quitará de
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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vosotros; 23 y en aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad dígoos: si


algo pidiereis al Padre, daráos en nombre mío. 24 Hasta ahora no habéis pedido nada
en nombre mío; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo lleno esté. 25 Esto en
proverbios os he hablado: viene la hora, cuando ya no en proverbios os hablaré; sino
con libre habla acerca del Padre noticiaréos. 26 En aquel día en mi nombre pediréis, y
no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros 27 pues el mismo Padre ámaos, porque
vosotros me habéis amado y creído que yo del Padre he salido. 28 He salido del Padre y
venido al mundo; de nuevo dejo el mundo y voime al Padre». 29 Dicen sus discípulos:
«He aquí ahora con libre habla hablas, y proverbio ninguno dices. 30 Ahora sabemos
que sabes todo, y no has menester que alguno te pregunte: en esto creemos que de Dios
has salido». 31 Respondióles Jesús: «¿Acaso creéis? 32 he aquí viene la hora y ha
venido, de que seréis esparcidos cada cual a lo propio, y a mí solo dejaréis; —y no
estoy solo, pues el Padre conmigo está. 33 Esto os he hablado, para que en mí paz
tengáis. En este mundo tribulación tendréis; empero confiad: yo he vencido al mundo.»

11 a. Cristo glorificado es el juez del mundo; y tiene juzgado, vencido, al demonio.


20 b. Diréis trenos, lamentos.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 17

Ora Cristo por los suyos

1 Esto dijo Jesús, y alzando sus ojos al cielo, dijo: «Padre ha venido la hora: glorifica a
tu Hijo, para que el Hijo te glorifique, 2 según(a) le has dado potestad de toda carne;
para que todo lo que le has dado —les dé vida eterna. 3 Y ésta es la eterna vida: que
conozcan a ti, el solo, verdadero Dios, y al que enviaste: Jesucristo. 4 Yo te he
glorificado sobre la tierra, la obra consumando que me has dado a hacer; 5 y ahora
glorifícame, tú, Padre, ante ti mismo, con la gloria que yo tenía, antes que el mundo
fuera, ante ti. 6 He manifestado tu nombre a los hombres que me has dado, del mundo.
Tuyos eran; y a mí les has dado, y tu palabra han guardado; 7 ahora han conocido que
todo cuanto me has dado, de ti es: 8 porque las palabras que me has dado, he dado a

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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ellos; y ellos han recibido y conocido verdaderamente que de ti he salido; y han creído
que tú me has enviado. 9 Yo por ellos ruego; no por el mundo ruego; sino por los que
me has dado, porque tuyos son; 10 y lo mío todo, tuyo es, y lo tuyo, mío; y he sido
glorificado en ellos. 11 Y ya no estoy en el mundo, y ellos en el mundo están; y yo a ti
vengo. Padre santo, guárdales en tu nombre los que me has dado, para que sean uno, así
como nosotros. 12 Cuando estaba con ellos, yo les guardaba en tu nombre los que me
has dado, y custodié; y ninguno de ellos ha perecido, sino el hijo de la perdición; para
que la Escritura se cumpliese; 13 y ahora a ti vengo, y esto hablo en el mundo, para que
tengan el gozo, el mío, cumplido, en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el
mundo les ha aborrecido porque no son del mundo; así como yo no soy del mundo. 15
No ruego porque les quites del mundo, sino porque les guardes de lo malo. 16 Del
mundo no son; así como yo no soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad: la palabra
la tuya la verdad es. 18 Así como me has enviado al mundo, también yo los he enviado
al mundo; 19 y por ellos yo santifícome(b); para que sean ellos también santificados en
verdad. 20 Y no por éstos ruego solamente, sino también por los que creen, por la
palabra de ellos, en mí; 21 para que todos uno sean así como, tú, Padre, en mí y yo en ti,
para que también ellos en nosotros estén; para que el mundo crea que tú me has
enviado. 22 Y yo la gloria que me has dado, he dado a ellos, para que sean uno; así
como nosotros, uno. 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumados en uno; para
que conozca el mundo que tú me has enviado, y amádolos así como a mí has amado. 24
Padre, lo que me has dado, —quiero que, donde estoy yo, también aquéllos estén
conmigo; para que contemplen la gloria la mía, que me has dado, porque me has amado
antes de fundación de mundo: 25 Padre justo, y el mundo no te ha conocido; mas yo te
he conocido, y ellos han conocido que tú me has enviado; 26 y les he manifestado tu
nombre, y manifestaré, para que el amor con que me amaste, en ellos esté, y yo en
ellos».

2 a. Puesto que.

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Evangelio Según San Juan


Capítulo 18

Prisión de Jesús

1 Esto diciendo Jesús, salió con sus discípulos allende el torrente del Cedrón(a); donde
había un huerto; al que salió él y sus discípulos. 2 Y sabía también Judas, el que le
entregaba, el lugar; porque a menudo juntábase Jesús con sus discípulos allí. 3 Judas,
pues, tomando el manípulo y, de los sumos sacerdotes y los fariseos, servidores, viene
allí con antorchas, y lámparas y armas: 4 Jesús, pues, sabiendo todo lo que viene sobre
él, salió; y díceles: «¿A quién buscáis?» 5 Respondiéronle: «A Jesús, el Nazareno».
Díceles: «Yo soy». Y estaba parado también Judas el que le entregaba, con ellos. 6
Como, pues, les dijo: «Yo soy», fuéronse hacia atrás y cayeron en tierra. 7 De nuevo,
pues, preguntóles: «¿A quién buscáis?» Y ellos dijeron: «A Jesús, el Nazareno». 8
Respondió Jesús: «Heos dicho que yo soy; si, pues a mí buscáis, dejad que éstos se
vayan». 9 Para que se cumpliese la palabra que dijo: que «los que me has dado, —no
perdí de ellos ninguno». 10 Simón, pues, Pedro, teniendo cuchilla, tiró de ella e hirió al
del sumo sacerdote siervo, y cortóle la orejilla la derecha(b); y tenía por nombre el
siervo, Malco. 11 Dijo, pues, Jesús a Pedro: «Mete la cuchilla en la vaina. El cáliz que
me ha dado el Padre ¿no beberéle, no?» 12 El manípulo, pues, y el tribuno(c) y los
servidores de los judíos prendieron a Jesús y atáronle; 13 y llevaron a Anás primero;
pues era suegro de Caifás; quien era sumo sacerdote de aquel año; 14 y era Caifás el
que aconsejó a los judíos que conviene que un hombre muera por el pueblo. 15 Y
seguía a Jesús Simón Pedro y otro discípulo; y aquel discípulo conocido era del sumo
sacerdote, y entró con Jesús en el atrio del sumo sacerdote. 16 Y Pedro paróse a la
puerta, fuera. Salió, pues, el discípulo, el otro, el conocido del sumo sacerdote; y dijo a
la portera e introdujo a Pedro. 17 Dice, pues, a Pedro la muchacha, la portera: ¿No
también tú de los discípulos eres de este hombre?» Dice aquél: «No soy». 18 Y
habíanse parado los siervos y los servidores, que brasas habían hecho; porque frío
hacía; y calentábanse; y estaba también Pedro con ellos parado y calentándose. 19 El
sumo sacerdote, pues, preguntó a Jesús de sus discípulos y de su doctrina. 20
Respondióle Jesús: «Yo con libre habla he hablado al mundo; yo dondequiera he
enseñado en la sinagoga y en el santuario, en donde todos los judíos se juntan; y en
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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secreto he hablado nada. 21 ¿Qué me preguntas? Pregunta a los que han oído qué les he
hablado; he aquí éstos saben lo que he hablado yo». 22 Y, esto, él diciendo, uno que
estaba parado, de los servidores, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así respondes al
sumo sacerdote?» 23 Respondióle Jesús: «Si mal he hablado, testifica de lo malo; pero,
si bellamente, ¿qué me desuellas(d)? 24 Envióle, pues, Anás, atado a Caifás, el sumo
sacerdote. 25 Y estaba Simón Pedro parado y calentándose. Dijeron, pues, a él: «¿No
también tú de los discípulos de él eres?» Negó aquél y dijo: «No soy». 26 Dice uno de
los siervos del sumo sacerdote, que pariente era del que cortó Pedro la orejilla: «¿No te
vi yo en el huerto con él?» 27 De nuevo, pues, negó Pedro; y luego el gallo cantó.
28 Llevan, pues, a Jesús, de Caifás, al pretorio; y era mañana. Y ellos mismos no
entraron al pretorio, por no contaminarse, sino comer la pascua. 29 Salió, pues, Pilato
fuera a ellos y dice: «¿Qué acusación tenéis de este hombre?» 30 Respondieron y
dijéronle: «Si no estuviera éste mal haciendo, no te le entregáramos». 31 Díjoles Pilato:
«Tomadle, vosotros, y según vuestra ley, juzgadle». Dijéronle los judíos: «A nosotros
no es lícito matar a nadie». 32 Para que la palabra de Jesús se cumpliese que dijo
manifestando de qué muerte había de morir(e) 33 Entró, pues, de nuevo en el pretorio
Pilato y llamó a Jesús y díjole: «¿Tú eres el rey de los judíos». 34 Respondió Jesús:
«¿De ti mismo esto dices, u otros habláronte de mí?» 35 Respondió Pilato: «¿Acaso yo
judío soy? —La gente, la tuya, y los sumos sacerdotes hante entregado a mí. «¿Qué has
hecho?» 36 Respondió Jesús: «El reino, el mío, no es de este mundo. Si de este mundo
fuese el reino el mío, los servidores los míos, hubieran luchado porque no fuese yo
entregado a los judíos; pero ahora el reino, el mío, no es de aquí». 37 Díjole, pues,
Pilato: «Luego ¿rey eres tú?» Respondió Jesús: «Tú dices; porque rey soy yo. Para esto
he nacido y para esto he venido al mundo: a testificar la verdad. Todo el que es de la
verdad, escucha mi voz». 38 Dícele Pilato: «¿Qué es verdad?» Y, esto diciendo, de
nuevo, salió a los judíos; y díceles: «Yo ninguna hallo en él causa(f). 39 Pero tenéis
costumbre de que a uno os suelte en la pascua: ¿queréis, pues, os suelte al rey de los
judíos?» 40 Vociferaron, pues, de nuevo, diciendo: «No a éste, sino a Barrabás». Pero
era Barrabás bandido.

1 a. «El turbio».
10 b. Mt. 27,27.

12 c. O «quiliarca», jefe de mil soldados. 23 d. Desgarras. Despedazóle el rostro. 32 e. Que sería


entregado a los gentiles. Mt. 20,19, etc. 38 f. De acusación y condena.

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Evangelio Según San Juan


Capítulo 19

Crucifixión

1 Entonces, pues, tomó Pilato a Jesús y azotó. 2 Y los soldados tejiendo una corona de
espinas, pusieron sobre su cabeza, y vestidura purpúrea tiráronle en torno; 3 y venían a
él y decían: «Salve, el rey de los judíos», y dábanle bofetadas. 4 Y salió de nuevo fuera
Pilato; y díceles: «He aquí, tráigoosle fuera, para que conozcáis que ninguna causa
hallo en él». 5 Salió, pues, Jesús fuera, llevando la espínea corona y la purpúrea
vestidura. Y díceles: «He aquí el hombre». 6 Cuando le vieron, pues, los sumos
sacerdotes y los servidores, vociferaron, diciendo: «¡Crucifica, crucifica!» Díceles
Pilato: «Tomadle vosotros y crucificad; pues yo no hallo en él causa». 7
Respondiéronle los judíos: «Nosotros ley tenemos, y según la ley, debe morir, porque
Hijo de Dios se ha hecho». 8 Cuando, pues, oyó Pilato esta palabra, más se atemorizó;
9 y entró en el pretorio de nuevo; y dice a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús
respuesta no le dio. 10 Dícele, pues, Pilato: «¿A mí no hablas? ¿No sabes que potestad
tengo de soltarte y potestad tengo de crucificarte?» 11 Respondióle Jesús: «No tuvieras
potestad contra mí ninguna, si no te hubiese sido dado de arriba. Por esto el que me ha
entregado a ti, mayor pecado tiene». 12 Después de esto, Pilato buscaba soltarle; pero
los judíos vociferaron, diciendo: «Si a éste soltares, no eres amigo del César: todo el
que rey se hace, contradice al César». 13 Pilato, pues, oyendo estas palabras, llevó
fuera a Jesús; y sentóse, en tribunal, en el lugar llamado Lithostroto(a); y en hebreo:
Gabbathá(b). 14 Y era la parasceve(c) de la pascua. Hora era como sexta. Y dice a los
judíos: «He aquí vuestro rey». 15 Vociferaron, pues, aquéllos: «¡Quita, quita:
crucifícale!» Díceles Pilato: «¿A vuestro rey crucificaré?» Respondieron los sumos
sacerdotes: «No tenemos rey, sino César». 16 Entonces, pues, entrególe a ellos, para
que fuese crucificado. 17 Tomaron consigo, pues, a Jesús; y llevando él la cruz, salió al
llamado del Cráneo lugar; que se dice en hebreo: Gólgota(d) 18 donde le crucificaron,
y, con él otros dos, de acá y de acá, y al medio a Jesús. 19 Y escribió también el título
Pilato y puso sobre la cruz; y estaba escrito: Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos. 20
Este título, pues, muchos leyeron de los judíos, pues cerca estaba el lugar, de la ciudad;
donde se crucificó a Jesús; y estaba escrito en hebreo, romano, heleno. 21 Decían,
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pues, a Pilato los sumos sacerdotes de los judíos; «No escribas: el rey de los judíos,
sino que aquél dijo: Rey soy de los judíos». 22 Respondió Pilato: «Lo que he escrito, he
escrito». 23 Los soldados, pues, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras e
hicieron cuatro partes, a cada soldado una parte; y la túnica. Mas era la túnica
inconsútil; desde lo de arriba tejida por entero. 24 Dijeron, pues, unos a otros: «No la
rasguemos, sino sorteemos acerca de ella: de quién será». Para que la Escritura se
cumpliese: Repartiéronse mis vestiduras, y sobre mi veste echaron suertes. Los
soldados, pues, de su parte, esto hicieron; 25 estaban, empero, paradas, junto a la cruz
de Jesús, su madre y la hermana de su madre, María, de Cleofás, y María, la
Magdalena. 26 Jesús, pues, viendo a la madre y al discípulo parado al par, al que
amaba, dice a la madre: «Mujer, he ahí a tu hijo». 27 Después dice al discípulo: «He ahí
a tu madre». Y desde aquella hora recibióla el discípulo en lo propio. 28 Después de
esto Jesús, sabiendo que ya todo está consumado, para que se consumase la Escritura,
dice: «Sed tengo». 29 Un vaso yacía, de vinagre lleno; una esponja, pues, llena de
vinagre, a un hisopo poniendo en torno, ofrecieron a su boca. 30 Cuando, pues, tomó el
vinagre Jesús, dijo: «Consumado está»; e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. 31
Los judíos, pues, porque parasceve era, para que no quedasen sobre la cruz los cuerpos
en el sábado (pues era grande el día de aquél sábado) rogaron a Pilato que se
quebrantasen las piernas de ellos y se quitasen. 32 Vinieron, pues, los soldados; y del
primero ciertamente quebrantaron las piernas y del otro del crucificado con él; 33 mas,
a Jesús viniendo, como le vieron ya muerto, no quebrantaron sus piernas; 34 sino que
uno de los soldados con lanza su costado hirió; y salió luego sangre y agua. 35 Y el que
ha visto, ha testimoniado, y verdadero es su testimonio; y aquél sabe que lo verdadero
dice, para que también vosotros creáis. 36 Pues aconteció esto para que la Escritura se
cumpliese: Hueso no será
desmenuzado de él(e). 37 Y de nuevo otra Escritura dice: Mirarán hacia quien
traspasaron.
38 Después de esto, rogó a Pilato José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero
oculto, por el miedo de los judíos, para llevarse el cuerpo de Jesús; y accedió Pilato.
Vino, pues, y llevóse el cuerpo de él. 39 Y vino también Nicodemo (el que vino a él de
noche primero) trayendo mixtura de mirra y áloe, como libras ciento. 40 Tomaron,
pues, el cuerpo de Jesús y ligáronle con lienzos, con los aromas; según costumbre es de
los judíos sepultar. 41 Y había en el lugar donde fue crucificado, un huerto, y en el
huerto un monumento nuevo, en que jamás nadie había sido puesto; 42 allí, pues, por la
parasceve de los judíos, pues cerca estaba el monumento, pusieron a Jesús.

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13a. «Empedrado».
b. «Altura.»
14c. «Preparación».
17d. Cráneo.
36e. Del cordero pascual, imagen de Cristo.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 20

Resurrección

1 Y en uno de los sábados(a), María, la Magdalena viene, al alba, obscuridad aún


habiendo, al monumento, y mira la piedra alzada del monumento. 2 Corre, pues, y
viene a Simón Pedro y al otro discípulo al que amaba Jesús, y dícele: «Se han llevado al
Señor del monumento, y no sabemos dónde le han puesto». 3 Salió, pues, Pedro y el
otro discípulo; y venían al monumento; 4 y corrían los dos juntamente. Y el otro
discípulo corrió adelante más rápidamente que Pedro y vino primero(b) al monumento;
5 e inclinándose de lado(c) mira yacientes los lienzos; sin embargo no entró. 6 Viene,
pues, también Simón Pedro siguiéndole; y entró en el monumento; y contempla los
lienzos yaciente; 7 y el sudario el que estaba(d) sobre su cabeza, no con los lienzos
yacientes, sino aparte arrollado en un lugar(e). 8 Entonces, pues, entró también el otro
discípulo, el que vino primero al monumento; y vio y creyó(f); 9 pues aún no sabían la
Escritura; que debe él de los muertos resucitar. 10 Retiráronse, pues, de nuevo a sí
mismos(g) los discípulos.
11 Pero María estaba parada junto al monumento, fuera, llorando. Como, pues, lloraba,
inclinóse de lado al monumento; 12 y ve dos ángeles, en albas(h), sentados: uno a la
cabeza y uno a los pies, donde yacía el cuerpo de Jesús. 13 Y dícenla aquéllos: «Mujer
¿qué lloras?» Y díceles: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le pusieron».
14 Esto diciendo, volvióse hacia atrás; y ve a Jesús parado; y no sabía que es Jesús. 15
Dícela Jesús: «Mujer ¿qué lloras? ¿A quién buscas?» Aquélla, pensando que el
hortelano es, dícele: «Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has puesto, y yo le
alzaré». 16 Dícela Jesús: «¡María! Volviéndose aquélla, dícele en hebreo: «¡Rabbuní!»

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(que se dice: Maestro). 17 Dícela Jesús: «No te adhieras a mí(i); pues aún no he
ascendido al Padre; pero vete a mis hermanos, y diles: «Asciendo a mi Padre y vuestro
Padre, y mi Dios y vuestro
Dios». 18 Viene María, la Magdalena, anunciando a los discípulos:
que «he visto al Señor y esto me ha dicho».19 Siendo, pues, tarde en aquel día el
primero de los sábados, y laspuertas cerradas donde estaban los discípulos
congregados por elmiedo de los judíos; vino Jesús y detúvose al medio, y díceles: «Paz
avosotros». 20 Y, esto diciendo, mostróles, las manos y el costado.Regocijáronse,
pues, los discípulos, viendo al Señor. 21 Dijo, pues, aellos Jesús de nuevo: «Paz a
vosotros; así como me ha enviado elPadre, también yo os envío». 22 Y, esto diciendo,
insufló(j); y díceles:«Recibid Espíritu santo. 23 Si de alguno perdonareis los
pecados,perdonados le están; si de alguno retuviereis, retenidos están».
24 Pero Tomás uno de los doce, el llamado Dídimo, no estaba conellos, cuando vino
Jesús. 25 Dijeron, pues, a él los otros discípulos:«Hemos visto al Señor». Mas él
díjoles: «Si no viere yo en sus manosla herida de los clavos, y metiere mi dedo en la
herida de los clavos ymetiere mi mano en su costado, no creeré, no». 26 Y, después de
díasocho, de nuevo estaban dentro sus discípulos, y Tomás con ellos.Viene Jesús, las
puertas cerradas; y detúvose en medio y dijo: «Paz avosotros». 27 Después dice a
Tomás: «Trae tu dedo acá, y ve mismanos; y trae tu mano y mete en mi costado; y no te
hagas increyentesino creyente». 28 Respondió Tomás y díjole: «¡El Señor mío y
elDios mío!» 29 Dícele Jesús: «¿Porque me has visto, has creído?Bienaventurados los
que no han visto, y creído».
30 Muchas ciertamente, pues, y otras señales hizo Jesús a faz de losdiscípulos, que no
están escritas en este libro; 31 mas éstas estánescritas, para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios; y paraque, creyendo, vida tengáis en su nombre.

1a. El día uno, primero, de la semana. 4b. Como más ardoroso que era. 5c. Como para mirar más
atentamente.
7d. Había estado.

e. En un solo punto = bien arrollado. 8f. Que Jesús había resucitado: señal evidente de ello eran los
lienzos, y el sudario,
pegados, dice el Crisóstomo, al cuerpo, con la mirra como con plomo. Nadiehurtando el cuerpo,
hubiera obrado así. 10g. A su casa.
12h. Vestiduras.

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17i. Loca de júbilo no se quiere desprender de los pies de Jesús. Cree que ya havuelto al cielo y quiere
la lleve consigo. 22j. Alentó sobre ellos.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 21

Pesca milagrosa

1 Después de esto(a) manifestóse de nuevo Jesús a los discípulos, a la mar de la


Tiberíade, y manifestóse así: 2 Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás, el llamado
Dídimo, y Natanael, el de Caná de la Galilea, y los del Zebedeo y otros de los
discípulos de él dos: 3 Díceles Simón Pedro: «Voime a pescar». Dícenle: «Venimos
también nosotros contigo». Salieron y entraron en la barca; y en aquella noche
cogieron nada. 4 Y, mañana ya siendo, paróse Jesús en la ribera; sin embargo no
conocieron los discípulos que Jesús es. 5 Dice, pues, a ellos Jesús: «Hijitos, ¿no algún
bocado tenéis?» Respondiéronle: «No». 6 Y él díjoles: «Echad a las diestras partes de
la barca la red, y hallaréis». Echaron, pues, y ya no arrastrarla pudieron por la
muchedumbre de los peces. 7 Dice, pues, aquel discípulo al que amaba Jesús, a Pedro:
«El Señor es». Simón, pues, Pedro, oyendo que el Señor es, la sobreveste ciñóse (pues
estaba desnudo) y echóse a la mar, 8 y los demás discípulos con la barca vinieron (pues
no estaban lejos de la tierra, sino como a codos doscientos) tirando la red de los peces.
9 Como, pues, bajaron a la tierra, ven brasas yacientes, y un pececillo yaciendo encima,
y pan. 10 Díceles Jesús: «Traed de los pececillos que cogisteis ahora». 11 Subió Simón
Pedro y arrastró la red a la tierra, llena de peces grandes ciento cincuenta y tres; y,
tantos siendo, no se rasgó la red, 12 Díceles Jesús: «Venid, comed». Nadie se atrevió
de los discípulos a interrogarle: «Tú ¿quién eres?» sabiendo que el Señor es. 13 Viene
Jesús y toma el pan y dales, y el pececillo igualmente. 14 Esta ya tercera vez
manifestóse Jesús a los discípulos, resucitado de muertos. 15 Cuando pues, comieron,
dice a Simón Pedro Jesús: «Simón de Juan, ¿ámasme más que éstos?» Dícele: «Sí,
Señor, tú sabes que te quiero». Dícele: «Apacienta los corderos míos». 16 Dícele de
nuevo, segunda vez: «Simón de Juan, ¿ámasme?» Dícele: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero». Dícele: «Pastorea las ovejuelas mías». 17 Dícele tercera vez: «Simón de Juan,
¿quiéresme? » Entristecióse Pedro porque díjole tercera vez: «¿Quiéresme?»; y dijo:
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«Señor, todo tú sabes; tú conoces que te quiero». Dícele Jesús: «Pastorea las ovejuelas
mías». 18 «En verdad, en verdad dígote: cuando eras más joven, ceñíaste y caminabas
a donde querías; mas, cuando envejecieres, extenderán tus manos, y otro te ceñirá y
llevará a donde no quieres». 19 Y esto dijo, significando con qué muerte glorificará a
Dios. Y esto diciendo, dícele: «Sígueme». 20 Volviéndose Pedro, ve al discípulo, el
que amaba Jesús, seguir (el que también se reclinó, en la cena, sobre su pecho y dijo:
«Señor, ¿quién es el que te entrega?») 21 a éste, pues, viendo Pedro, dice a Jesús:
«Señor, ¿y éste, qué(b)?» 22 Dícele Jesús: «Si él quiero que quede, mientras vengo ¿qué
a ti? Tú, sígueme». 23 Salió, pues, esta palabra a los hermanos que aquel discípulo no
muere; y no dijo a él Jesús: que «no muere, sino: «Si él quiero que quede mientras
vengo, ¿qué a ti?».
24 Este es el discípulo el que también testifica de esto y el que ha escrito esto, y
sabemos que verdadero su testimonio es. 25 Y hay también otras muchas cosas que
hizo Jesús; las cuales si se escriben, una por una, ni el mismo, creo —el mundo, ha de
coger los libros que se escriben(c).

1 a. Las apariciones anteriores.


21 b. ¿Qué será de él?

25 c. Alude a la multitud de biografías de Cristo o evangelios que en aquel tiempo


se escribían. Los apócrifos son probablemente de la época.

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Hechos Apostólicos
Capítulo 1
Ascensión de Cristo

1 La primera narración(a), ciertamente he hecho acerca de todo, oh Teófilo, lo que


empezó Jesús y a hacer y a enseñar, 2 hasta el día que, preceptuando a los apóstoles,
por el Espíritu Santo (a los que eligió) fue asumido. 3 A los cuales también presentóse
vivo, después de padecer él, en muchos documentos, por días cuarenta, apareciéndoles
y hablando lo del reino de Dios. 4 Y, reunido con ellos, significóles de Jerusalén no
retirarse, sino aguardar a la promesa del Padre, «que habéis oído de mí; 5 porque Juan
ciertamente bautizó con agua; pero vosotros en Espíritu Santo seréis bautizados, no
después de muchos estos(b) días». 6 Aquéllos congregados, pues, preguntáronle
diciendo: «Señor, ¿si en este tiempo restituyes el reino a Israel?» 7 Dijo, pues, a ellos:
«No de vosotros es conocer tiempos o momentos que el Padre ha puesto en su propia
potestad; 8 empero recibiréis fuerza, viniendo el Santo Espíritu sobre vosotros; y seréis
mis testigos, y en Jerusalén, y en toda la Judea, y Samaria y hasta lo último de la
tierra». 9 Y, esto diciendo, ellos mirando, alzóse, y nube por debajo tomóle de los ojos
de ellos. 10 Y, como atisbando estaban al cielo, habiéndose ido él; —y he aquí hombres
dos detuviéronse a par de ellos en vestiduras esplendorosas; 11 los que también
dijeron: «Hombres galileos ¿qué estáis parados mirando al cielo? Este Jesús, el
asumido de vosotros al cielo, así vendrá del modo que le habéis visto irse al cielo». 12
Entonces regresaron a Jerusalén del monte llamado de Olivar; que está cerca de
Jerusalén, de sábado teniendo camino(c). 13 Y cuando entraron(d), subieron a los
altos(e); donde estaban morando: y Pedro, y Juan, y Santiago, y Andrés; Felipe, y
Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago, de Alfeo, y Simón, el Celador(f) y Judas, de
Santiago. 14 Estos todos estaban perseverando unánimemente en la oración, con las
mujeres; y María, la madre de Jesús, y con los hermanos de él.
15 Y en estos días, levantándose Pedro en medio de los hermanos dijo (y era la turba de
los nombres(g) en lo mismo(h) como ciento veinte): 16 «Varones hermanos, debía
cumplirse la Escritura, que predijo el Espíritu, el Santo (por boca de David), acerca de
Judas; 17 porque contado era en nosotros, y tocó la suerte de este ministerio. 18 Este
ciertamente, pues, adquirió un campo de pago de iniquidad, y yéndose de bruces(i),

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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crujió por medio y derramáronse todas sus entrañas; 19 y notorio hízose a todos los
habitantes de Jerusalén; y así fue llamado aquel campo en la propia habla de ellos:
Hakeldamách; esto es: «Campo de sangre». 20 Pues escrito está en libro de Salmos:
69,26 Hágase la alquería de él desierta,y no haya quien habite en ella,109,8 y: La
atalaya de él tome otro.
21 Necesario es, pues, que, de los con nosotros venidos(j) varones, en todo tiempo que
entró y salió entre nosotros el Señor Jesús; 22 empezando del bautismo de Juan hasta el
día que fue asumido de nosotros —testigo de su resurrección con nosotros se haga uno
de éstos». 23 Y pusieron a dos: a José, el llamado Bersabás, que fue sobreapellidado
Justo, y a Matías. 24 Y orando dijeron: «Tú, Señor, cordi —conocedor de todos,
declara a quién has elegido de estos dos: uno, 25 para tomar el sitio de este ministerio y
apostolado, del que se descaminó Judas para irse al lugar, al propio». 26 Y dieron
suertes a ellos, y cayó la suerte sobre Matías, y electo contado fue con los once
apóstoles.

1 a. Su evangelio, el de S. Lucas.
5 b. De estos.
12 c. El que se podía andar en sábado = unos cinco estadios.
13 d. En la ciudad.
e. De la casa del cenáculo.
f. Lc. 6,14.

15 g. Personas.

h. Reunidos para esto. 18 i. Estrangulado se derribó. 21 j. Que han estado siempre.

Hechos Apostólicos
Capítulo 2
Venida del Espíritu Santo

1 Y, al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntamente en lo mismo(a). 2 Y


hubo de súbito del cielo un estruendo tal como de arrastrada ráfaga violenta y llenó
toda la casa donde estaban sentados; 3 y apareciéronseles repartidas lenguas como si de
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fuego; y posóse sobre cada uno de ellos. 4 Y llenáronse todos de Espíritu Santo y
empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu dábales arengar(b). 5 Y había en
Jerusalén habitantes judíos, varones timoratos de toda gente de las bajo el cielo; 6 y
hecha esta voz(c), juntóse la muchedumbre y confundióse, pues oía cada uno que en la
propia habla hablaban ellos. 7 Y arrobáronse y maravilláronse, diciendo: «¿Que no
—he aquí— todos estos son, los que hablan, galileos? 8 Y ¿cómo nosotros oímos cada
uno en la propia habla de nosotros en que hemos nacido: 9 partos, y medos; y elamitas;
y los que habitan la Mesopotamia, y Judea, y Capadocia, y Ponto, y el Asia, 10 y Frigia
y Panfilia, Egipto, y las partes de la Libia, la al través de Cirene(d), y los peregrinantes
romanos, 11 y judíos y prosélitos, cretenses y árabes, oímos que hablan ellos, en
nuestras lenguas, las grandezas de Dios?» 12 Y arrobáronse todos, y vacilaban, uno a
otro diciendo: «¿Qué quiere esto ser?» 13 Pero otros, mofándose, decían: que «de
mosto henchidos están». 14 Pero parado Pedro con los once alzó su voz y arengóles:
«Varones judíos y los que habitáis en Jerusalén todos: esto a vosotros notorio sea, y
escuchad mis palabras. 15 Pues no, como vosotros imagináis, éstos ebrios están (pues
es la hora tercia del día); 16 sino que esto es lo dicho por el profeta Joel:
(3,1-5) 17 Y será en aquellos días dice Dios: derramaré de mi Espíritu sobre toda
carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; y vuestros jovencillos visiones
verán, y vuestros ancianos ensueños soñarán;
18 y a fe sobre mis siervos y sobre mis siervasen aquellos días derramaré de mi
Espírituy profetizarán.19 Y daré prodigios en el cielo arribay señales sobre la tierra
abajo:sangre y fuego y vapor de humo.20 El sol se convertirá en tinieblasy la luna en
sangre,antes de venir día de Señor; el grandey manifiesto(e).21 Y será: todo el que
invocare el nombre deSeñor, se salvará.
22 Varones israelitas, oíd estas palabras: a Jesús, el Nazareno, hombre declarado por
Dios a vosotros con potestades, y prodigios y señales; que hizo, por él, Dios, en medio
de vosotros, según vosotros mismos sabéis: 23 a éste, con definida voluntad y
presciencia de Dios, entregado por manos de inicuos, enclavando, arrebatasteis; 24 a
quien Dios resucitó, soltando las congojas de la muerte; según que no era posible que
dominado fuera él de ella. 25 Pues David dice de él:
(16,8-11) Delante veía al Señor, a mi faz, por siempre;pues a mi diestra está, porque
no me estremezca,26 por esto regocijóse mi corazón, y alborozóse mi lengua.y aún
también mi carne habitará en esperanza;27 pues no abandonarás mi alma al
infierno;ni darás tu santo a ver corrupción.28 Manifestásteme caminos de
vida:llenarásme de regocijo con tu faz».

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29 «Varones hermanos, lícito es decir con libre habla a vosotros, acerca del patriarca
David, porque y falleció, y sepultado fue; y su tumba está en nosotros hasta este día. 30
Profeta, pues, siendo y sabiendo que «con juramento juróle Dios que del fruto de su
lomo se sentaría sobre su trono»; 31 previendo, habló de la resurrección de Cristo,
«porque no fue abandonado al infierno; ni su carne vio corrupción». 32 «A este Jesús
resucitó Dios; de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Por la diestra, pues, de Dios
exaltado, y la promesa del Espíritu, del Santo, recibiendo del Padre; derramó a éste(f)
que vosotros, y veis y oís. 34 Pues no David ascendió a los cielos; y dice él: Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a diestra mía 35 hasta poner yo tus enemigos escabel de tus
pies». 36 «Seguramente, pues, conozca toda casa de Israel que también Señor a él y
Cristo hizo Dios(g): a este Jesús a quien vosotros crucificasteis». 37 Y, oyendo,
compungiéronse de corazón; y dijeron a Pedro y los demás apóstoles: «¿Qué haremos,
varones hermanos?» 38 Y Pedro a ellos: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo, en remisión de vuestros pecados, y recibiréis el
don del Santo Espíritu. 39 Pues para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y
para todos los a lo lejos, a cuantos hubiere a sí llamado Señor, el Dios de nosotros». 40
Y con otras palabras más conjuraba; y exhortábales, diciendo: «Salvaos de esta
generación, la torcida». 41 Aquéllos, pues, que acogieron la palabra de él,
bautizáronse: y agregáronse en aquel día almas como tres mil; 42 y estaban
perseverando en la doctrina de los apóstoles y en la comunicación(h), y la fracción del
pan y las oraciones. 43 Y hacíase a toda alma temor; y muchos prodigios y señales por
los apóstoles se hacían (y miedo había grande en todos). 44 Y todos los creyentes
estaban en lo mismo(i) y lo tenían todo común; 45 y los bienes y los haberes vendían y
repartíanlos a todos, según alguno necesidad tenía; 46 y, cada día perseverando
unánimemente en el santuario, y partiendo en casa pan, tomaban juntos alimento en
júbilo y sencillez de corazón: 47 alabando a Dios y teniendo gracia delante de todo el
pueblo. Y el Señor agregaba los que se salvaban, cada día, en lo mismo.

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Hechos Apostólicos
Capítulo 3

Curación del cojo

1 Y Pedro y Juan subieron al santuario a la hora de la oración, la nona. 2 Y a un varón,


que cojo desde el vientre de su madre era, llevábase; al que ponían cada día a la puerta
del santuario, la que se llama Hermosa, para pedir limosna a los que entraban en el
santuario; 3 el cual, viendo a Pedro y Juan que iban a entrar en el santuario, rogaba
limosna recibir. 4 Y contemplándole Pedro, con Juan, dijo: «Míranos». 5 Y él fijándose
en ellos, aguardaba algo de ellos recibir. 6 Y dijo Pedro: «Plata y oro no tengo; pero lo
que tengo, esto te doy: en el nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y paséate». 7
Y asiéndolo de la diestra mano, levantóle; y al punto se afirmaron las plantas de él y los
tobillos; 8 y alto saltando, paróse; y paseábase, y entró con ellos en el santuario,
paseándose, y saltando y alabando a Dios, 9 Y vióle todo el pueblo paseándose y
alabando a Dios; 10 (y reconocíanle que éste era el para la limosna sentado a la
Hermosa puerta del santuario); y llenáronse de estupor y éxtasis por lo acontecido a él.
11 Y, asiéndose él de Pedro, y de Juan, concurrió todo el pueblo hacia ellos, al pórtico,
el llamado de Salomón, estupefactos. 12 Y viendo Pedro, respondió al pueblo:
«Varones israelitas, ¿qué os maravilláis de esto; o en nosotros, qué os fijáis, como si
hubiéramos por propia fuerza o piedad hecho pasearse a él? 13 El Dios de Abrahán y el
Dios de Isaac, y el Dios de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su niño(a)
Jesús; a quien vosotros ciertamente entregasteis, y negasteis, a faz de Pilato, juzgando
aquél soltar; 14 vosotros, empero, al santo y justo negasteis, y pedisteis varón homicida
se os agraciase; 15 y al autor de la vida matasteis; a quien Dios resucitó de muertos; de
lo que nosotros testigos somos; 16 y, por la fe de su nombre, a éste, a quien contempláis
y sabéis, ha afirmado el nombre de él; y la fe, la por él, dádole ha esta integridad frente
por frente de todos vosotros. 17 Y ahora, hermanos, sé que, por ignorancia, obrasteis,
así como también vuestros príncipes; 18 pero Dios, lo que prenunció por boca de todos
los profetas: padecer su Cristo; ha cumplido así. 19 Arrepentíos, pues, y convertíos, a
que del todo se borren vuestros pecados, para que vengan tiempos de refrigerio desde
faz del Señor, 20 y envíe al predestinado a vosotros: Cristo Jesús; 21 quien debe el
cielo ciertamente recibir, hasta tiempos de apocatástasis(b) de todo lo que habló Dios
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por boca de los santos, desde el siglo: sus profetas. 22 Moisés ciertamente dijo: que un
profeta os levantará Señor Dios de entre vuestros hermanos, como a mí: a él
escucharéis, según todo cuanto hablare a vosotros. 23 Y será: toda alma la que no
escuchare a aquel profeta, exterminada será del pueblo. 24 Y todos también los
profetas, desde Samuel a los en seguida, cuando hablaron, también anunciaron estos
días. 25 Vosotros sois los hijos de los profetas y del pacto que Dios pactó con nuestros
padres, diciendo a Abrahán: «Y en tu simiente benditas serán todas las familias de la
tierra». 26 A vosotros primero, resucitando Dios a su niño, envióle a bendeciros para
convertir a cada uno de las maldades de vosotros».

13 a. Hijo. Niño es voz más familiar y amorosa; hijo más solemne. 21 b. Restitución al estado
primero.

Hechos Apostólicos
Capítulo 4

Los apóstoles ante el sanedrín

1 Y hablando ellos al pueblo, sobreviniéronles los sumos sacerdotes y el estratego(a)


del santuario y los saduceos, 2 indignados de enseñar ellos al pueblo y anunciar, en
Jesús, la resurrección, la de entre muertos; 3 y echaron sobre ellos las manos y pusieron
en custodia hasta el siguiente día; pues era tarde ya. 4 Y muchos de los que oyeron la
palabra, creyeron; e hízose número de los varones como millares. 5 Y aconteció al
siguiente día, reunirse de ellos los príncipes, y los ancianos, y los escribas, en
Jerusalén, 6 y Anás, el sumo sacerdote, y Caifás, y Juan, y Alejandro y cuantos eran del
linaje pontifical; 7 y, poniéndoles en el medio, indagaron: «¿En qué fuerza o en qué
nombre habéis hecho esto vosotros?» 8 Entonces Pedro, habiéndose llenado de
Espíritu Santo, dijo a ellos: «Príncipes del pueblo y ancianos, 9 si nosotros hoy somos
interrogados acerca del beneficio de un hombre enfermo: en quién éste ha sido salvado,
10 notorio sea a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel: que en el nombre de
Jesucristo, el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis, a quien Dios resucitó de
muertos, en éste aquí está a faz de vosotros, sano. 11 Este es «la piedra, la desechada
por vosotros, los edificantes, la hecha cabeza de ángulo». 12 Y no hay en otro ninguno
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la salud; pues ni nombre hay otro bajo el cielo —el dado en hombres, en el que
debamos salvarnos». 13 Y viendo la de Pedro libre habla y de Juan, y, comprendiendo
que hombres iletrados son e indoctos, maravillábanse (y reconocíanles que con Jesús
estaban); 14 y al hombre mirando que con ellos estaba parado, al curado, nada tenían
que contradecir; 15 y mandándoles fuera del sanedrín retirarse conferían entre sí, 16
diciendo: «¿qué haremos a estos hombres? porque ciertamente notoria señal ha sido
hecha por ellos, a todos los que habitan en Jerusalén manifiesta, y no podemos negar;
17 pero, porque no se divulgue más por el pueblo, amenacémosles no ya hablar en este
nombre a nadie de hombres». 18 Y llamándoles, significaron del todo no arengar ni
enseñar en el nombre de Jesús. 19 Y Pedro y Juan, respondiendo, dijeron a ellos: «Si
justo es, a faz de Dios, que a vosotros oigamos más que a Dios, juzgad; 20 pues no
podemos nosotros lo que hemos visto y oído, no hablar». 21 Y ellos, conminando,
soltáronles, nada hallando por qué castigarles; por causa del pueblo, pues todos
glorificaban a Dios por lo acontecido; 22 pues de años era más de cuarenta el hombre
en quien se había hecho esta señal de la sanidad. 23 Y, sueltos, vinieron a los propios y
refirieron cuanto a ellos los sumos sacerdotes y los ancianos dijeron. 24 Y ellos,
oyendo, unánimemente alzaron la voz a Dios y dijeron: «Soberano, tú el que has hecho
el cielo y la tierra, y el mar, y todo lo en ellos; 25 el que por el Espíritu Santo por boca
de David, niño tuyo, dijiste:
Sal. 2,1-2 ¿Por qué bramaron gentes; y pueblos meditaron cosas vanas? 26 Asistieron
los reyes de la tierra y los príncipes juntáronse en lo mismo contra el Señor y contra su
Cristo.
27 pues se han juntado, en verdad, en esta ciudad contra el santo niño tuyo, Jesús, a
quien ungiste, y Herodes y Poncio Pilato con gentes y pueblo de Israel, 28 para hacer
cuanto tu mano y voluntad predeterminó aconteciera. 29 Y, cuanto a ahora, Señor, mira
a las amenazas de ellos, y da a tus siervos con libre habla toda, hablar tu palabra, 30 la
mano extendiendo tú, a que sanidad, y señales y prodigios se hagan por el nombre del
santo niño tuyo, Jesús». 31 Y, pidiendo ellos, tembló el lugar en que estaban reunidos,
y llenáronse todos ellos de Santo Espíritu; y hablaban la palabra de Dios con libre
habla. 32 Y de la muchedumbre de los creyentes era corazón y alma una; y ni uno algo
de lo que poseía, decía propio ser, sino érales todo común. 33 Y con fuerza grande
daban el testimonio los apóstoles, de la resurrección del Señor Jesús; y gracia grande
era sobre todos ellos. 34 Porque ni indigente había alguno en ellos; pues, cuantos
poseedores de campos o casas eran, vendiendo, traían los precios de lo que enajenaban;
35 y ponían a los pies de los apóstoles; y repartíase a cada uno, según alguien necesidad

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tenía. 36 Y José, el sobreapellidado «Bernabé»(b) por los apóstoles (lo que es


interpretado: «hijo de consolación»), levita, cipriota por linaje, 37 poseyendo un
campo, vendiendo, trajo el valor y puso a los pies de los apóstoles.

1 a. Jefe de la milicia. 36 b. Barnabás.

Hechos Apostólicos
Capítulo 5

1 Y un cierto varón, Ananías por nombre, con Safira su mujer, vendió una posesión; 2
y defraudó del precio, consabidora también la mujer; y, trayendo, cierta parte a los pies
de los apóstoles puso. 3 Y dijo Pedro: «Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu
corazón a que mintieses al Espíritu, el Santo, y defraudases del precio del campo? 4
¿Acaso quedando(a) no te quedaba; y lo vendido en tu poder estaba? ¿Qué(b), que
pusiste en tu corazón cosa tal? No has mentido a hombres, sino a Dios». 5 Y oyendo
Ananías estas palabras, cayendo, expiró. Y sobrevino temor grande a todos los que
oyeron; 6 y, levantándose los jóvenes, envolviéronle, y, fuera llevando sepultaron. 7 Y
hubo como de horas tres intervalo; y la mujer de él, no sabiendo lo acontecido, entró. 8
Respondió a ella Pedro: «Dime ¿si en tanto el campo habéis vendido?» Y ella dijo: «Sí;
en tanto». 9 Y Pedro a ella: «¿Qué, os habéis concertado a tentar al Espíritu del Señor?
He aquí los pies de los que han enterrado a tu marido; ¡a la puerta! y fuera llevaránte».
10 Y cayó al punto a los pies de él y expiró; y entrando los jovencillos, halláronla
muerta y, fuera llevando, sepultáronla con su marido. 11 Y sobrevino temor grande a
toda la Iglesia y a todos los que oyeron esto.
12 Y por las manos de los apóstoles hacíanse señales y prodigios muchos en el pueblo.
Y estaban unánimes todos en el pórtico de Salomón; 13 y de los demás(c) nadie se
atrevía a juntarse a ellos, y magnificábales el pueblo, 14 (y más agregábanse los
creyentes al Señor: muchedumbre, y de hombres y de mujeres); 15 hasta también a las
calles fuera llevar los enfermos y poner en camillas y literas, para que, viniendo Pedro,
al menos la sombra sombrease a alguno de ellos y fuesen libres de sus enfermedades.
16 Y concurría también la muchedumbre de las ciudades circunvecinas de Jerusalén,
trayendo enfermos y perturbados de espíritus inmundos; los cuales eran curados todos.

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17 Y levantándose el sumo sacerdote y todos los con él (la que es la secta de los
saduceos), llenáronse de celo, 18 y echaron las manos sobre los apóstoles y pusiéronles
en custodia pública. 19 Pero un ángel del Señor, durante la noche, abrió las puertas de
la custodia, y, sacándoles, dijo: 20 «Id, y, parándoos, hablad en el santuario al pueblo
todas las palabras de esta vida(d)». 21 Y, oyendo, entraron al alba en el santuario; y
enseñaban. Y llegando el sumo sacerdote y los con él, convocaron el sanedrín y toda la
ancianidad de los hijos de Israel; y enviaron a la prisión a que se les trajese. 22 Pero los
llegados servidores no les hallaron en la custodia; y, retornando, anunciaron; 23
diciendo: que «la prisión hemos hallado cerrada en toda seguridad y los custodios
parados a las puertas; pero, abriendo, dentro a nadie hemos hallado». 24 Y como
oyeron estas palabras y el estratego del santuario y los sumos sacerdotes, confundíanse
acerca de ello: cómo hubiese acontecido esto. 25 Pero, llegando alguien, anuncióles:
que «he aquí los varones que pusisteis en la custodia, están en el santuario parados y
enseñando al pueblo». 26 Entonces, retirándose el estratego con los servidores y
llevóles, no por fuerza (pues temían al pueblo: que no se les lapidara); 27 y,
llevándoles, pusieron en el sanedrín. Y preguntóles el sumo sacerdote, 28 diciendo:
«Con intimación intimádoos hemos no enseñar en este nombre, y he aquí tenéis llena a
Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis imputarnos la sangre de este hombre». 29 Y,
respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: «Someterse hay a Dios más que a los
hombres. 30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros echasteis
mano, suspendiendo sobre leño. 31 A éste, Dios a fundador y salvador ha exaltado con
su diestra, a dar arrepentimiento a Israel y remisión de pecados. 32 Y nosotros con él,
testigos de estas palabras(e), y el Espíritu, el Santo, que ha dado Dios a los que se
someten a él». 33 Y ellos, oyendo, aserrados por medio(f) eran y querían arrebatarles.
34 Pero, levantándose uno en el sanedrín: un fariseo, por nombre Gamaliel, maestro de
la ley, honorable a todo el pueblo, mandó un poco los hombres echar fuera; 35 y dijo a
ellos: «Varones israelitas, atended a vosotros acerca de estos hombres: qué habéis de
hacer. 36 Pues, antes de estos días, levantóse Teudás, diciendo ser alguno(g) él; a quien se
inclinó de varones un número, como cuatrocientos; el cual arrebatado fue; y todos cuantos le
obedecían, fueron disipados y convertidos en nada. 37 Después de éste, levantóse
Judas, el galileo, en los días del empadronamiento; y apartó pueblo tras sí; también
aquél pereció; y todos cuantos le obedecían, fueron dispersados. 38 Y, cuanto a ahora,
dígoos: apartaos de estos hombres y dejadlos; porque, si fuere de hombres esta
voluntad o esta obra, se deshará; 39 mas si de Dios es, no podréis deshacerles; no sea
que también teómacos(h) se os halle». 40 Y obedeciéronle, y llamando a sí los
apóstoles, flagelando, intimaron no hablar en el nombre de Jesús; y soltáronles. 41 Y
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ellos ciertamente fuéronse; gozando, de faz del sanedrín; porque se les dignó, por el
nombre de Jesús, de ser deshonrados; 42 y todo el día, en el santuario y en casa, no
cesaban, enseñando y evangelizando a Cristo Jesús.

4a. Sin vender, era tuyo ¿quién te obligó a vender?


b. Fue.
13c. De los no fieles.
20d. La eterna; el Evangelio.
32e. Cosas.

33f. Como cortados por sierra, del furor. 36g. Algo: un hombre grande, extraordinario. 39h.
Luchadores con Dios (como taurómaco, torero)

Hechos Apostólicos
Capítulo 6

Los Diáconos

1 Y en estos días, multiplicándose los discípulos, hubo murmullo de los helenistas(a)


contra los hebreos, de mirarse de reojo en el ministerio cotidiano las viudas de ellos. 2
Y, llamando a sí los doce a la muchedumbre de los discípulos, dijeron: «No grato es
que nosotros, abandonando la palabra de Dios, sirvamos a mesas. 3 Considerad ya,
hermanos, hombres de vosotros, testimoniados, siete, llenos de Espíritu santo y
sabiduría; que constituyamos sobre esta necesidad; 4 y nosotros en la oración y el
ministerio de la palabra perseveraremos». 5 Y plugo la palabra a faz de toda la
muchedumbre; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y Espíritu Santo; y a Felipe, y
Prócoro, y Nicanor, y Timón, y Parmenás, y Nicolás, prosélito antioqueno; 6 que
pusieron a faz de los apóstoles: y, orando, impusiéronles las manos. 7 Y la palabra de
Dios crecía; y multiplicábase el número de los discípulos en Jerusalén sobremanera;
mucha turba también de los sacerdotes obedecían a la fe.
8 Y Esteban, lleno de gracia y fuerza, hacía prodigios y señales grandes en el pueblo. 9
Y levantáronse de los de la sinagoga, la dicha de libertinos(b), y cirenenses, y

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alejandrinos, y los de Cilicia y Asia, disputando con Esteban; 10 y no podían oponerse


a la sabiduría y al Espíritu que hablaba. 11 Entonces sobornaron a varones, diciendo:
que «oídole hemos hablar palabras blasfemas contra Moisés y Dios»; 12 y
conmovieron al pueblo, y a los ancianos y los escribas: y, sobreviniendo, arrastráronle
consigo y llevaron al sanedrín; 13 y pusieron testigos falsos, diciendo: «El hombre éste
no cesa de hablar palabras contra el lugar el sagrado, y la ley; 14 que le hemos oído
decir: que «Jesús el Nazareno, éste deshará este lugar y mudará las costumbres que nos
entregó Moisés». 15 Y, fijándose en él todos los sentados en el sanedrín, vieron la faz
de él, cual si faz de ángel.
1 a. Griegos convertidos. 9 b. Libertos-esclavos puestos en libertad.

Hechos Apostólicos
Capítulo 7

Discurso de San Esteban

1 Y dijo el sumo sacerdote: «¿Si esto así se es?» 2 Y él dijo: «Varones hermanos y
padres, oíd: «El Dios de la gloria aparecióse a nuestro padre Abrahán que estaba en la
Mesopotamia antes de habitar él en Carrán(a); 3 y dijo a él: «Sal de tu tierra y tu
parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré». 4 Entonces, saliendo de tierra de
caldeos, habitó en Carrán. Y, de allí, después de morir el padre de él, trasladóle a esta
tierra en que vosotros ahora habitáis; 5 y no le dio heredad en ella «ni pisada de pie(b)»,
y prometióle «dársela, en posesión y a su simiente después de él»; no teniendo él hijo. 6
Y habló así Dios: que «será la simiente de él cohabitadora en tierra extraña; y
esclavizaránla y maltratarán años cuatrocientos; 7 y la gente a quien fueren
esclavizados, juzgaré yo». Dios dice; «y después de esto saldrán y serviránme en este
lugar». 8 Y dióle testamento de circuncisión; y así engendró a Isaac, y circuncidóle el
día, el octavo; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. 9 Y los patriarcas, celando,
a José vendieron para Egipto; y era Dios con él; 10 y arrancóle de todas sus
tribulaciones, y dióle gracia y sabiduría «delante de Faraón, rey de Egipto; y
constituyóle príncipe sobre Egipto y toda su casa». 11 Y vino hambre sobre todo el
Egipto y Canaán, y tribulación grande; y no hallaban víveres nuestros padres. 12 Y,

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oyendo Jacob haber cereales en Egipto, despachó a nuestros padres primero; 13 y a lo


segundo(c), fue conocido José de sus hermanos, y manifiesto fue a Faraón el linaje de
José. 14 Y, enviando José, llamó a sí a Jacob, su padre, y toda la parentela: en almas,
setenta y cinco. 15 Y descendió Jacob a Egipto; y él falleció y nuestros padres, 16 y
traspuestos fueron a Siquem y puestos en la tumba que compró Abrahán con precio de
plata a los hijos de Hemor en Siquem. 17 Y, como se acercó el tiempo de la promesa
que comunicó Dios a Abrahán, acrecentóse el pueblo y multiplicóse en Egipto; 18
hasta que se levantó un rey, otro, en Egipto, quien no sabía a José. 19 Este,
sofisticando(d) al linaje nuestro, maltrató a los padres, haciendo las criaturas expósitas,
de ellos, para que no se vivificaran. 20 En el cual tiempo nació Moisés, y era gracioso a
Dios. Que se crió meses tres en la casa del padre; 21 Y, expuesto él, llevóselo la hija del
Faraón y crióselo para hijo. 22 e instruyóse a Moisés en toda sabiduría de egipcios; y
era poderoso en palabras y obras suyas. 23 Y, como se le cumplió cuadricenal tiempo,
ascendió a su corazón visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Y, viendo a un
injuriado, defendió e hizo venganza al domeñado, hiriendo al egipcio. 25 Y pensaba
entender los hermanos que Dios, por mano de él, daba salud a ellos; pero ellos no
entendieron. 26 Y al siguiente día, aparecióseles, riñendo ellos; y reconciliábales a paz,
diciendo: «Varones, hermanos sois: ¿por qué os injuriáis?» 27 Y el que injuriaba al
prójimo, empujóle, diciendo: «¿Quién te ha constituido príncipe y juez sobre nosotros?
28 ¿Qué? ¿arrebatarme tú quieres del modo que arrebataste ayer al egipcio?» 29 Y
huyó Moisés en esta palabra; e hízose cohabitador en tierra de Madián; donde
engendró hijos dos. 30 Y, cumpliéndose años cuarenta, apareciósele en el desierto del
monte Sinaí un ángel en llama de fuego de una zarza. 31 Y Moisés, viendo, maravillóse
de la visión; y, llegándose para contemplar, vino voz de Señor: 32 «¡Yo, el Dios de tus
padres: el Dios de Abrahán, e Isaac y Jacob!» Y tembloroso poniéndose Moisés, no se
atrevía a contemplar. 33 Y díjole el Señor: «Suelta tu zapato de los pies; porque el lugar
en que parado estás, tierra santa es. 34 Viendo, he visto el maltrato de mi pueblo el de
Egipto; y su gemido he escuchado, descendido a libertarles; y, ahora ¡acá! enviaréte a
Egipto». 35 A este Moisés, a quien negaron, diciendo: «¿Quién te ha constituido
príncipe y juez?» —a éste Dios, y príncipe y redentor ha enviado con mano de ángel,
del aparecido a él en la zarza. 36 Este sacóles, haciendo prodigios y señales en Egipto,
y en el rojo mar, y en el desierto, años cuarenta. 37 Este es Moisés, el que habló a los
hijos de Israel: «Profeta os levantará Dios de entre vuestros hermanos, como a mí, a él
oíd. 38 Este es el que estuvo en la iglesia(e), en el desierto, con el ángel el que le habló en el monte
Sinaí; y(f) nuestros padres, que recibió sentencias vivientes para darnos; 39 del que no
quisieron escuchadores hacerse nuestros padres, sino empujaron; y volviéronse en sus
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corazones a Egipto, 40 diciendo a Aarón: «Haznos dioses que nos precedan; porque
este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto— no sabemos qué ha acontecido a él». 41
Y becerrificaron en aquellos días y trajeron hostia al ídolo; y gozábanse en las obras de
sus manos. 42 Mas convirtió(g) Dios y entrególes a servir al ejército del cielo, según está escrito en
libro de los profetas:
Am. 5,25-27 ¿Acaso víctimas y hostias habéisme ofrecidoaños cuarenta en el desierto,
casa de Israel?43 Y recibisteis el tabernáculo de Molocy el astro del dios Refá(h);
las figuras que hicisteis, a ¡adorarlas!
y os trasladaré allende de Babilonia».

44 El tabernáculo del testimonio tuvieron nuestros padres en el desierto, según que


ordenó el que habló a Moisés hacerlo, según la figura que había visto; 45 el que
también introdujeron, habiéndolo heredado, nuestros padres con Jesús, en la posesión
de las gentes; que arrojó Dios de faz de nuestros padres, hasta los días de David; 46
quien halló gracia a faz de Dios, y pidió hallar pabellón para la casa de Jacob. 47 Y
Salomón edificóle casa. 48 Mas no el Excelso en manuhechuras habita; según el
profeta dice:
49 Is. 66,1-2 El cielo, a mí, trono; y la tierra escabel de mis pies: ¿qué casa
edificaréisme (dice Señor);
o qué lugar de mi reposo?
50 ¿que mi mano no ha hecho todo esto?» 51 Cuelliduros e incircuncisos de corazones
y de las orejas, vosotros siempre al Espíritu, el Santo, combatís; como vuestros padres,
también vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron los padres de vosotros? Y
mataron a los que prenunciaban acerca de la venida del Justo; del que ahora vosotros
traidores y asesinos os habéis hecho; 53 los que recibisteis la ley en disposiciones de
ángeles y no guardasteis...»
54 Y, oyendo esto, aserrabánseles los corazones, y rechinaban los dientes contra él. 55
Y, estando lleno de Espíritu Santo, fijándose en el cielo, vio gloria de Dios, y a Jesús
parado a la derecha de Dios; 56 y dijo: «He aquí, miro los cielos abiertos y al Hijo del
hombre a la derecha parado de Dios». 57 Y clamando con voz grande, taparon sus
orejas, y precipitáronse unánimemente sobre él; 58 y, lanzando fuera de la ciudad,
lapidaban. Y los testigos depusieron sus vestiduras a los pies de un joven, llamado
Saulo; 59 y lapidaban a Esteban, que invocaba y decía: «Señor Jesús, recibe mi
Espíritu». 60 Y, poniendo las rodillas, clamó con voz grande: «Señor, no les peses(i) este
pecado». Y, esto diciendo durmióse, en el Señor.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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2 a. O Harán.

5 b. Ni un solo pie. 13 c. Al segundo viaje. 19 d. Engañando con sofisterías: malas razones.


38 e. Asamblea.
f. Con.

42 g. Les. 43 h. Tal vez el planeta Saturno. 60 i. En la balanza de la justicia.

Hechos Apostólicos
Capítulo 8

1 Y Saulo estaba complaciéndose en el arrebatamiento de él. Y hubo en aquel día


persecución grande contra la iglesia, la de Jerusalén; y todos dispersáronse por las
regiones de Judea y Samaria, fuera de los apóstoles. 2 Y juntos alzaron a Esteban,
varones timoratos, e hicieron llanto grande sobre él. 3 Y Saulo mancillaba(a) la iglesia,
por las casas entrando y arrastrando hombres y mujeres entregaba a custodia.
4 Ellos, pues, ya dispersos, discurrieron, evangelizando la palabra; 5 y Felipe,
descendiendo a la ciudad de la Samaria, predicábales al Cristo. 6 Y atendían las turbas
a lo que decía Felipe, unánimemente a oír ellos y mirar las señales que hacía; 7 pues
muchos de los que tenían espíritus inmundos —gritando con voz grande, salían; y
muchos paralíticos y cojos eran curados; 8 y hubo mucho gozo en aquella ciudad.
9 Y cierto varón por nombre Simón había antes estado en la ciudad hechizando, y
arrobando a la gente de la Samaria, diciendo ser alguno él grande; 10 al que atendían
todos, de pequeño a grande, diciendo: «Esta es la fuerza de Dios la que se llama
grande»; 11 y atendíanle, por haber bastante tiempo con las magias arrobádoles. 12
Mas, cuando creyeron a Felipe evangelizando acerca del reino de Dios y del nombre de
Jesucristo, bautizábanse, y hombres y mujeres. 13 Y Simón también él mismo creyó, y,
bautizado, estaba perseverando con Felipe; y, viendo señales, y fuerzas grandes
haciéndose arrobábase. 14 Y, oyendo los en Jerusalén apóstoles que ha recibido la
Samaria la palabra de Dios, enviaron a ellos a Pedro y Juan; 15 los cuales,
descendiendo, oraron por ellos que recibiesen Espíritu Santo; 16 pues aún no había
sobre ninguno de ellos caído; y sólo bautizados estaban en el nombre del Señor Jesús.
17 Entonces, imponían las manos sobre ellos, y recibían Espíritu Santo. 18 Y, viendo

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles es dado el Espíritu, trajo a
ellos dinero, 19 diciendo: «Dad también a mí esta potestad de que, a quien impusiere
yo las manos reciba Espíritu Santo». 20 Y Pedro dijo a él: «Tu plata contigo sea en
perdición porque el don de Dios has pensado por dinero adquirir. 21 No hay para ti
parte ni herencia en esta palabra; que tu corazón no es recto delante de Dios. 22
Arrepiéntete, pues, de ésta tu maldad; y ruega al Señor, si por ventura se te perdonará
este pensamiento de tu corazón; 23 pues en hiel de amargura(b) y atadura de iniquidad
véote estar». 24 Y respondiendo Simón dijo: «Rogad vosotros por mí al Señor, para
que nada venga sobre mí de lo que habéis dicho». 25 Ellos, pues, ya habiendo
testificado y hablado la palabra del Señor, retornaron a Jerusalén; y muchas aldeas de
los samaritanos evangelizaban.
26 Y un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: «Levántate y vete hacia el
mediodía(c) a la vía, la que baja de Jerusalén a Gaza»; ésta es: desierta(d). 27 Y,
levantándose fuese. Y he aquí un varón etíope, eunuco poderoso de Candace(e), reina
de etíopes; el que era sobre todo el tesoro de ella; el que había venido adorando a
Jerusalén; 28 y estaba retornando y sentado sobre su carro; y leía al profeta Isaías. 29 Y
dijo el Espíritu a Felipe: «Llégate y júntate a este carro». 30 Y, corriendo allá Felipe,
oyóle leyendo a Isaías, el profeta, y dijo: «Con que, ¿conoces lo que lees?» 31 Y él
dijo: «Pues ¿cómo he de poder, si alguno no me guiare?» Y rogó a Felipe que, subiendo
se sentase con él. 32 Y el paraje de la Escritura que leía, era éste:
Is. 53,7.8. Como oveja, a matanza fue llevado;y como cordero delante del que le
trasquila,mudo así no abre su boca.33 En la humildad su juicio fue alzado(f):
su generación(g) ¿quién referirá?
pues alzada es de la tierra su vida.

34 Y, respondiendo el eunuco a Felipe dijo: «Ruégote ¿de quién el profeta dice esto?
¿de sí mismo o de otro alguno?» 35 Y, abriendo Felipe su boca, y empezando de esta
Escritura, evangelizóle a Jesús. 36 Y como iban por el camino, llegaron a un agua, y
dijo el eunuco: «He aquí agua: ¿qué impide sea yo bautizado?» 37 (Y dijo Felipe: «Si
crees de todo el corazón, lícito es». Y, respondiendo dijo: «Creo que el Hijo de Dios es
Jesucristo».) 38 Y mandó parar el carro; bajaron ambos al agua, y Felipe y el eunuco, y
bautizóle. 39 Y, cuando subieron del agua, Espíritu del Señor llevóse a Felipe, y no le
vio ya no, el eunuco; pues iba por su camino gozándose. 40 Y Felipe hallóse por Azoto;
y, atravesando, evangelizaba las ciudades todas, hasta venir él a Cesarea.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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3a. Devastaba.
23b. El vicio es amargo como hiel, y encadena al alma.
26c. El sur.
d. La llamada «desierta».
27e. Nombre genérico de las reinas etíopes; como Faraón de los soberanos egipcios; y César, de los
romanos.
33f. Arrebatóse, consumóse; fue condenado.
g. Su pueblo, el pueblo de su tiempo ¿quién podrá pintarlo? pintar su iniquidad.

Hechos Apostólicos
Capítulo 9

1 Y Saulo, aun respirando amenaza y matanza contra los discípulos del Señor,
acercándose al sumo sacerdote, 2 pidió de él cartas a Damasco para las sinagogas, a fin
de que, si algunos hallase de esta sentada, y hombres y mujeres, atados llevase a
Jerusalén. 3 Y en el camino aconteció acercarse él a Damasco; y de repente la
circunrelampagueó luz del cielo; 4 y cayendo en la tierra, oyó voz diciéndole: «Saúl,
Saúl, ¿qué me persigues?» 5 Y dijo: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a
quien tú persigues: duro para ti, recalcitrar contra el aguijón(a)». 6 Y temblando y
atónito, dijo: «Señor; ¿qué yo quieres haga?» 7 Y el Señor a él: «Levántate y entra en la
ciudad, y hablarásete lo que debes hacer». Pero, los varones, los que caminaban con él,
habíanse parado mudos, oyendo en verdad la voz; a nadie, empero viendo. 8 Y
levantóse Saulo de la tierra; y, abiertos los ojos, nada veía; y manuguiándole,
introdujeron en Damasco. 9 Y estuvo días tres no viendo, y no comió ni bebió. 10 Y
había cierto discípulo en Damasco, por nombre Ananías. Y dijo a él, en visión, el
Señor: «¡Ananías!». Y él dijo: «¡Señor!» Y el Señor a él: 11 «Levántate vete a la vía, la
llamada recta y busca en casa de Judas a Saulo por nombre Tarsense(b); pues he aquí
ora» 12 (y vio a un varón, en visión: Ananías por nombre, entrar e imponerle las
manos, para que volviese a ver). 13 Y respondió Ananías: «Señor, he oído de muchos
acerca de este varón: cuántos males a tus santos ha hecho en Jerusalén; 14 y aquí tiene
potestad, de los sumos sacerdotes, de atar a todos los que invocan tu nombre». 15 Y

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dijo a él el Señor: «Vete, por que vaso de elección esme éste para llevar mi nombre a
faz, y de las gentes, y reyes e hijos de Israel; 16 que yo mostraréle cuanto debe, por mi
nombre, padecer». 17 Y fuese Ananías, y entró en la casa, y, poniendo sobre él las
manos, dijo: «Saúl hermano, el Señor hame enviado: Jesús, el aparecido a ti en el
camino que has andado, para que vuelvas a ver y lleno seas de Espíritu Santo». 18 Y
luego cayeron de sus ojos abajo como escamas; y volvió a ver, y levantándose, fue
bautizado; 19 y, tomando alimento, confortóse. Y quedóse con los en Damasco
discípulos días algunos; 20 y luego en las sinagogas predicaba a Jesús: que «éste es el
Hijo de Dios». 21 Y arrobábanse todos los que oían, y decían: «¿No es éste el que
asolaba en Jerusalén a los que invocan este nombre, y aquí a esto había venido; a fin de
que atados los llevase a los sumos sacerdotes?» 22 Y Saulo más fortalecíase y
confundía a los judíos: a los que habitaban en Damasco, demostrando que éste es el
Cristo. 23 Y, como se cumplían días bastantes, acordaron los judíos arrebatarle; 24 y
comunicóse a Saulo el acuerdo de ellos. Y guardaban también las puertas, y de día y de
noche, para arrebatarle. 25 Mas, tomando los discípulos a él, de noche, por el muro,
bajáronle descendiendo en una espuerta. 26 Y, llegando a Jerusalén, intentaba adherir a
los discípulos; y todos temíanle, no creyendo que es discípulo. 27 Mas Bernabé,
cogiéndole llevó a los apóstoles, y refirióles cómo en el camino vio al Señor, y que le
habló, y cómo en Damasco habló libremente en el nombre de Jesús. 28 Y estaba con
ellos entrando y saliendo de Jerusalén, hablando libremente en el nombre del Señor; 29
y hablaba y disputaba con los helenistas. Y ellos ponían mano para arrebatarle; 30 y,
conociendo los hermanos, lleváronle abajo a Cesarea, y de allí enviáronle a Tarso.
31 La Iglesia, en verdad, por toda la Judea, y Galilea y Samaria tenía paz, edificándose
y caminando con el temor del Señor; y con la consolidación del Santo Espíritu
multiplicábase. 32 Y aconteció que Pedro, que atravesaba por todos, descendió
también a los santos los que habitaban en Lida. 33 Y encontró allí a un hombre, por
nombre Eneas, desde años ocho, yaciente en litera; que estaba paralizado. 34 Y díjole
Pedro: «Eneas, sánate Jesucristo: levántate y aderezáte(c)». Y luego se levantó; 35 y
viéronle todos los que habitaban Lida y el Sarón; los cuales se convirtieron al Señor. 36
Y en Yope una discípula, por nombre Tabitá (la que, interpretada, se dice Dorcas(d));
—ésta era llena de obras buenas y limosnas que hacía. 37 Y aconteció en aquellos días
que, enfermando, murió; y, lavando, pusieron en azotea. 38 Y, cerca estando Lida de
Yope, los discípulos, oyendo que Pedro está en ella, enviaron dos varones a él,
rogando: «No tardes en venir hasta nosotros». 39 Y, levantándose Pedro, vino con
ellos; a quien, llegando, subieron a la azotea; y paráronse en torno de él todas las

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viudas, llorando y mostrando túnicas y vestiduras: cuántas hacía, con ellas estando,
Dorcas. 40 Y, echando fuera a todos Pedro y, poniendo las rodillas, oró; y, volviéndose
al cuerpo, dijo: «Tabitá, levántate». Y ella abrió sus ojos, y, viendo a Pedro,
incorporóse. 41 Y, dándole mano, levantóla; y llamando a los santos y las viudas, con
ellos púsola viva. 42 Y notorio hízose por toda Yope; y creyeron muchos en el Señor.
43 Y aconteció días bastantes permanecer él en Yope, cerca de cierto Simón, curtidor.

36d. Corza.

Hechos Apostólicos
Capítulo 10

Conversión de Cornelio

1 Y un varón en Cesarea, por nombre Cornelio, centurión del manípulo, el llamado


itálico; 2 piadoso y temiendo a Dios, con toda su casa, haciendo limosnas muchas al
pueblo y rogando a Dios de continuo; 3 vio, en visión, manifiestamente, como
alrededor de la hora nona del día, a un ángel de Dios venir a él y decirle: «Cornelio». 4
Y él, fijándose en él, y medroso poniéndose, dijo: «¿Qué es, Señor? » Y díjole: «Las
oraciones tuyas y las limosnas tuyas han ascendido en memorial, delante de Dios. 5 Y
ahora manda varones a Yope y haz venido a cierto Simón que se sobreapellida Pedro; 6
éste hospédase cerca de cierto Simón curtidor; cuya casa está junto a la mar; éste
hablaráte qué debes hacer». 7 Y, como se retiró el ángel, el que le hablaba, llamando
dos de sus domésticos y un soldado piadoso de los que le asistían; 8 y, narrando todo
ello a ellos, envióles a Yope. 9 Y al siguiente día, caminando aquéllos y a la ciudad
acercándose, ascendió Pedro al terrado a orar alrededor de la hora sexta; 10 y púsose
hambriento; y quería gustar. Y, preparando aquéllos, vino sobre él un éxtasis. 11 y vio
al cielo abierto, y descendiendo un recipiente, como un lienzo grande, con cuatro
puntas bajando sobre la tierra, 12 en el que había todos los cuadrúpedos y reptiles de la
tierra y volátiles del cielo. 13 Y vino voz a él: «Levantándote, Pedro, mata y come». 14
Y Pedro dijo: «Jamás, Señor; pues nunca he comido todo común e impuro». 15 Y voz

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de nuevo, por vez segunda, a él: «Lo que Dios ha purificado, tú no comuniques(a)». 16
Y esto aconteció hasta tres veces; y luego recibido fue el recipiente en el cielo. 17 Y,
como dentro de sí vacilaba Pedro: qué fuese la visión que vio, he aquí los varones los
enviados de Cornelio, preguntando por la casa de Simón, detuviéronse en el atrio; 18 y,
llamando averiguaban: si «Simón, el sobreapellidado Pedro, aquí se hospeda».
19 Y, Pedro reflexionando sobre la visión, díjole el Espíritu: «He aquí varones dos,
buscándote; 20 empero, levantándote, desciende, y vete con ellos, nada considerando;
pues yo les he enviado». 21 Y, descendiendo Pedro a los varones, dijo: «He aquí yo soy
el que buscáis; ¿qué causa por la que estáis aquí?» 22 Y ellos dijeron: «A Cornelio,
centurión, varón justo y temiendo a Dios, y testimoniado, de toda la gente de los judíos,
revelado fue por un ángel santo hacerte venir a su casa y oír palabras de ti». 23
Llamándoles, pues, adentro, hospedó; y al siguiente día, levantándose, salió con ellos;
y algunos de los hermanos, de Yope fueron con él. 24 Y al siguiente día entró en
Cesarea; y Cornelio estaba aguardándoles, habiendo convocado sus parientes y
necesarios(b) amigos. 25 Y como aconteció entrar(c) Pedro, encontrándole Cornelio,
cayendo a los pies, adoró. 26 Mas Pedro levantóle, diciendo: «Alza: también yo mismo
hombre soy». 27 Y, conversando con él, entró; y halla reunidos muchos; 28 y dijo a
ellos: «Vosotros sabéis como ilegal es para varón judío adherir o acercarse a
alienígena; y a mí Dios mostró a nadie común o inmundo decir —a hombre(d); 29 por
lo cual también irreplicadamente he venido, habiéndoseme hecho venir. Pregunto,
pues: ¿con qué palabra habéisme hecho venir?» 30 Y Cornelio dijo: «Desde cuarto día
hasta esta hora, estaba yo, la nona, orando en mi casa; y he aquí un varón detúvose a faz
mía en veste radiosa; 31 y dijo: «Cornelio, escuchada ha sido tu oración; y las limosnas
tuyas recordadas han sido a faz de Dios. 32 Manda, pues, a Yope y llama acá a Simón,
que se sobreapellida Pedro: éste hospédase en casa de Simón, curtidor, junto a la mar».
33 Al punto, pues mandé a ti; y tú bellamente has hecho viniéndote. Ahora, pues, todos
nosotros a faz de Dios estamos aquí a oír todo lo ordenado a ti por el Señor». 34 Y,
abriendo Pedro la boca, dijo: «En verdad comprendo que no es de faz aceptador Dios;
35 sino que en toda gente el que le teme y obra justicia aceptable a él es. 36 La palabra
envió a los hijos de Israel evangelizando paz por medio de Jesucristo. Este es de todos
Señor. 37 Sabéis la venida palabra a través de toda la Judea; empezando de la Galilea,
con el bautismo que predicó Juan(e): a Jesús de Nazaret: 38 cómo ungióle Dios con
Espíritu Santo y fuerza; el cual pasó bien haciendo y sanando a todos los esclavizados
por el diablo; pues Dios era con él. 39 (Y ¡nosotros, testigos de todo lo que hizo en la
región de los judíos y Jerusalén!); al que también arrebataron suspendiendo de leño. 40

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A éste Dios resucitó al tercer día y dióle manifiesto hacerse, 41 no a todo el pueblo,
sino a testigos preelegidos por Dios: nosotros que hemos con él comido y con él bebido
después de resurgir él de muertos; 42 y mandónos predicar al pueblo y testimoniar que
éste es el determinado por Dios, juez de vivientes y muertos. 43 A éste todos los
profetas testifican: remisión de pecados recibir por su nombre todo el que cree en él».
44 Aún hablando Pedro estas palabras, cayó el Espíritu, el Santo, sobre todos los que
oían la palabra. 45 Y arrobábanse los de circuncisión fieles, cuantos vinieron con
Pedro, de que también sobre las gentes el don del Espíritu, el Santo, se ha derramado;
46 pues oíanles hablar en lenguas y magnificar a Dios. Entonces respondió Pedro: 47
«¿Acaso el agua puede estorbar alguno que no se bauticen éstos, los que el Espíritu, el
Santo, han recibido, tal como nosotros?» 48 Y ordenó que ellos en el nombre de
Jesucristo se bautizasen. Entonces, rogáronle permanecer allí días algunos.

15 a. No tengas por común. 24 b. Inseparables, íntimos.

Hechos Apostólicos
Capítulo 11

Vocación de los gentiles

1 Y oyeron los apóstoles y los hermanos los que estaban por la Judea, que también las
gentes recibieron la palabra de Dios. 2 Y, cuando subió Pedro a Jerusalén, disceptaban
contra él los de la circuncisión, 3 diciendo: que «entraste a varones que prepucio tienen
y comiste con ellos». 4 Y, empezando Pedro exponíales todo, diciendo: 5 «Yo estaba
en ciudad de Yope orando, y vi, en éxtasis, visión: descendiendo cierto recipiente como
un lienzo grande, con cuatro puntas bajando del cielo, y vino hasta mí: 6 en el cual
fijándome, contemplaba y veía los cuadrúpedos de la tierra, y las fieras y los reptiles; y
los volátiles del cielo. 7 Y oí también una voz, diciéndome: «Levantándote, Pedro,
mata y come». 8 Y dije: «Jamás, Señor; pues común e inmundo nunca ha entrado en mi
boca». 9 Y respondió, por vez segunda, voz del cielo: «Lo que Dios ha purificado, tú no
comuniques». 10 Y esto aconteció hasta tres veces; y fue retirado de nuevo todo ello al
cielo. 11 Y he aquí, al punto, tres varones detuviéronse en la casa en que estábamos,

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enviados de Cesarea a mí. 12 Y dijo el Espíritu a mí venir con ellos, nada trepidando. Y
vinieron conmigo también estos seis hermanos, y entramos en la casa del varón; 13 y
refiriónos cómo vio al ángel en su casa, parado y diciendo: «Manda a Yope y haz venir
a Simón, el sobreapellidado Pedro; 14 quien hablará palabras a ti en que salvarás tú y
toda tu casa». 15 Y, al empezar yo a hablar, cayó el Espíritu, el Santo, sobre ellos, así
como también sobre nosotros al principio. 16 Y acordéme de la palabra del Señor:
como decía: «Juan ciertamente bautizó con agua; vosotros, empero, seréis bautizados
en Espíritu Santo». 17 Si, pues, el igual don dióles Dios como también a nosotros,
creyendo en el Señor Jesucristo, yo ¿quién era —poderoso a estorbar a Dios?» 18 Y,
oyendo esto, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: «¡Con que, también a las gentes
Dios el arrepentimiento para la vida ha dado!» 19 Mientras tanto, los diseminados por
la tribulación la hecha bajo Esteban, atravesaron hasta Fenicia, y Chipre y Antioquía, a
nadie hablando la palabra sino solamente a judíos, 20 Y había algunos de ellos, varones
cipriotas y cirenenses; los que, viniendo a Antioquía, hablaban también a los helenos,
evangelizando al Señor Jesús. 21 Y era mano del Señor con ellos; y mucho número, el
creyente, convertíanse al Señor. 22 Y oyóse la palabra en las orejas de la Iglesia, la que
había en Jerusalén, acerca de ellos; y enviaron a Bernabé hasta Antioquía; 23 quien,
llegado y viendo la gracia la de Dios, gozóse; y exhortaba a todos, en el propósito del
corazón permanecer en el Señor; 24 pues era varón bueno y lleno de Espíritu santo y fe.
Y añadióse turba bastante al Señor. 25 Y, salió a Tarso, a buscar a Saulo; y, hablando,
condujo a Antioquía. 26 Y acontecióles también un año entero conversar en la Iglesia y
enseñar turba bastante; y llamarse primeramente en Antioquía los discípulos:
cristianos. 27 En los mismos días descendieron de Jerusalén profetas a Antioquía; 28
y, levantándose uno de ellos, por nombre ágabo, manifestó por el Espíritu, que hambre
grande debía de haber sobre todo el orbe; la cual hubo bajo Claudio. 29 Y de los
discípulos, según abundaba alguno; —determinó cada cual de ellos, para servicio(a)
enviar a los que habitaban en la Judea— hermanos; 30 lo que también hicieron,
enviando a los ancianos, por mano de Bernabé y Saulo.

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Hechos Apostólicos
Capítulo 12

Pedro libertado por un ángel

1 Y por aquel tiempo echó Herodes rey las manos a maltratar a algunos de los de la
iglesia. 2 Y arrebató a Santiago, el hermano de Juan, con cuchilla; 3 y viendo que grato
es a los judíos; añadió prender también a Pedro (y eran días de los ázimos); 4 al que
también atando puso en custodia, entregando a cuatro cuaternos de soldados para
custodiarle; queriendo, después de la pascua, subirle(a) al pueblo. 5 Y, ciertamente
Pedro era guardado en la custodia; oración, empero, era continuamente hecha de la
iglesia a Dios por él. 6 Y cuando había de sacarle fuera Herodes, aquella noche estaba
Pedro durmiendo en medio de dos soldados, atado con cadenas dos, y los guardas
delante de la puerta guardaban la custodia. 7 Y he aquí un ángel del Señor al par
detúvose, y luz esplendió en la habitación; y percutiendo el costado de Pedro,
despertóle, diciendo: «Levántate en rapidez». Y cayéronle las cadenas de las manos. 8
Y dijo el ángel a él: «Cíñete, y átate tus sandalias». E hizo así. Y dícele: «Lanza en
torno tu vestidura, y sígueme». 9 Y, saliendo, seguía, y no sabía que verdadero es lo
acontecido por el ángel; y pensaba visión mirar. 10 Y, atravesando primera custodia y
segunda, vinieron a la puerta la férrea, la que lleva a la ciudad; la cual automática
abrióseles; y, saliendo, avanzaron vía una, y luego retiróse el ángel de él. 11 Y Pedro,
en sí volviendo, dijo: «Ahora sé verdaderamente que ha enviado Señor su ángel y
arrancádome de mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».
12 Y, considerando, vino a la casa de María, la madre de Juan, el sobreapellidado
Marco; donde estaban bastantes congregados y orando. 13 Y, golpeando él a la puerta
del atrio, acudió una niña a escuchar, por nombre Rode. 14 Y, reconociendo la voz de
Pedro, de gozo, no abrió el atrio; y corriendo adentro anunció estar Pedro delante del
atrio. 15 Y ellos la dijeron: «Deliras» Mas ella aseguróles así ser. 16 Y ellos dijeron:
«El ángel es de él». Y Pedro seguía golpeando; y, abriendo, viéronle y extasiáronse. 17
Y, reprimiéndoles con la mano a callar, refirió cómo el Señor le sacó de la custodia; y
dijo: «Anunciad a Santiago y a los hermanos esto». Y, saliendo, fuése a otro lugar. 18
Y, venido el día, había turbación no poca en los soldados: qué, pues, Pedro se hubiese
hecho. 19 Y Herodes, buscándole y no hallando, juzgando a los guardas, mandó fuesen
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llevados(b); y, bajando de la Judea, en Cesarea vivía. 20 Y estaba de ánimo reluchando


contra tirios y sidonios. Mas unánimemente presentáronse a él, y, persuadiendo a
Blasto, el sobre el tálamo del rey, pedían paz(c), por alimentarse su región de la real. 21
Y en fijado día Herodes, vistiendo vestidura regia, sentado sobre solio, arengaba
popularmente a ellos; 22 y el pueblo aclamaba: «¡De Dios voz, y no de hombre(d)!» 23
Y al punto percutióle un ángel del Señor, por cuanto no dio la gloria a Dios; y
habiéndose agusanado, expiró. 24 Y la palabra del Señor crecía y multiplicábase. 25 Y
Bernabé y Saulo retornaron de Jerusalén, después de cumplir el ministerio, llevando
consigo a Juan, el sobreapellidado Marco.

4 a. Llevarle a lugar alto, visible ante el pueblo.


19 b. Al suplicio.

20 c. Trataban de desarmar las iras de él; cuyos dominios les suministraban los
víveres de que ellos carecían.

22 d. El rey accede, y ellos, instigados por aduladores, hacen su apoteosis.

Hechos Apostólicos
Capítulo 13

Trabajos apostólicos de Pablo.

1 Y había en Antioquía, en la existente Iglesia, profetas y maestros: y Bernabé, y


Simeón, el llamado negro, y Lucio el cirenense, y Manahén de Herodes, el tetrarca
colactáneo y Saulo. 2 Y ministrando ellos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu el
Santo: «Separad ya, para mí, a Bernabé y Saulo, para la obra que les tengo llamados». 3
Entonces, ayunando, y orando, e imponiendo las manos a ellos, despidieron. 4 Ellos, en
tanto, enviados por el Santo Espíritu, bajaron a Seleucia; y de allí fueron navegando a
Chipre; 5 y, estando en Salamina, anunciando fueron la palabra de Dios en las
sinagogas de los judíos, y tenían también a Juan de ministro. 6 Y, atravesando toda la
isla hasta Pafo, hallaron un varón: cierto mago, pseudoprofeta, judío, cuyo nombre
Barjesús; 7 quien estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este llamando

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a sí a Bernabé y Saulo, trató de oír la palabra de Dios; 8 mas resistíales élimas(a), el


mago (pues así interprétase su nombre); buscando apartar al procónsul, de la fe. 9 Y
Saulo (el que también Pablo)(b), llenándose de Espíritu Santo, fijándose en él, 10 dijo:
«Oh lleno de todo dolo y de toda falsía, hijo del diablo, enemigo de toda justicia ¿no
cesas de trastornar las vías del Señor, las rectas? 11 Y ahora he aquí mano del Señor
sobre ti, y serás ciego, no viendo el sol hasta un tiempo». Y al punto cayó sobre él
obscuridad y tinieblas; y, girando buscaba manuguías. 12 Entonces, viendo el
procónsul lo acontecido, creyó, pasmado por la doctrina del Señor. 13 Y, zarpando de
Pafo, los en torno de Pablo, vinieron a Perge, de la Panfilia; pero Juan, separándose de
ellos, retornó a Jerusalén. 14 Y ellos, atravesando desde Perge, arribaron a Antioquía,
la Pisidia; y, viniendo a la sinagoga el día de los sábados, sentáronse. 15 Y, después de
la lección de la ley y los profetas, enviaron los arquisinagogos a ellos, diciendo:
«Varones hermanos, si alguna hay en vosotros palabra de exhortación al pueblo,
decid». 16 Y,
levantándose Pablo y, reprimiendo(c) con la mano, dijo: «Varones israelitas y los que
teméis a Dios, oíd. 17 El Dios de este pueblo de Israel, eligió nuestros padres, y al
pueblo exaltó en la convivencia en tierra de Egipto; y con brazo excelso sacóle de él; 18
y, como de cuarenta años tiempo, toleróles en el desierto, 19 y arrebatando gentes siete
en tierra de Canaán, sorteó en herencia la tierra de ellos, 20 como años cuatrocientos
cincuenta. Y, después de esto dio jueces hasta Samuel profeta. 21 Y de allí pidieron
rey, y dióles Dios a Saúl, hijo de Cis, varón de tribu de Benjamín, años cuarenta; 22 y,
removiéndole, levantóles a David en rey; al que también dijo, testificando. «He hallado
a David, el de Jesé, varón según el corazón mío; que hará todas las voluntades mías».
23 De cuya simiente Dios, según promesa, sacó a Israel un Salvador: Jesús; 24
predicando antes Juan, ante faz de su venida, bautismo de arrepentimiento a todo el
pueblo de Israel. 25 Y, como cumplía Juan la carrera, decía: «Lo que pensáis que soy,
no soy yo; mas he aquí viene, después de mí, de quien no soy digno de que el zapato de
los pies desate». 26 Varones hermanos, hijos de linaje de Abrahán y los que en
vosotros temen a Dios: a vosotros la palabra de esta salud enviada ha sido. 27 Pues los
habitantes de Jerusalén y sus príncipes, a éste desconociendo y las voces de los profetas
las que por todo sábado se leen, juzgando, cumplieron(d); 28 y ninguna causa de muerte
hallando, pidieron a Pilato se le arrebatase; 29 y, como consumaron todo lo escrito
acerca de él, descendiéndole del leño, pusieron en monumento. 30 Y Dios resucitóle de
muertos; 31 quien aparecióse por días muchos a los que subieron con él de la Galilea a
Jerusalén; los cuales son testigos de él al pueblo. 32 Y nosotros os evangelizamos la a
los padres promesa hecha; porque ésta Dios ha cumplido a los hijos de ellos: a

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nosotros, resucitando a Jesús; 33 como también en salmo está escrito: el(e) segundo:
Hijo mío eres tú, yo hoy engendrádote he. 34 Y porque resucitóle de muertos al que ya
no debía retornar a corrupción, así ha dicho: que «os daré lo santo(f) de David, lo fiel».
35 Por esto también en otro dice: No darás a tu santo a ver corrupción. 36 Pues David
ciertamente, por propia generación(g), sirviendo a la de Dios voluntad, durmióse y fue
puesto con sus padres; 37 mas al que Dios resucitó, no vio corrupción. 38 Notorio,
pues, séaos, varones hermanos, que, por éste, a vosotros remisión de pecados se
anuncia; 39 de todo lo que no
podíais en ley de Moisés ser justificados; en éste todo creyente es justificado. 40 Mirad,
pues, que no sobrevenga lo dicho en los profetas:
41 Mirad, despreciadores y admirad y desvaneceos;pues obra obro yo en los días
vuestros;obra que no creeréis, no, si alguien os refiriere».
42 Y, saliendo ellos rogaban, para el entrante(h) sábado, se les
hablasen estas palabras. 43 Y, despedida la sinagoga, seguían muchos de los judíos y
de los timoratos prosélitos a Pablo y Bernabé; los cuales, hablándoles, persuadiéronles
de permanecer en la gracia de Dios. 44 Y el siguiente sábado casi toda la ciudad juntóse
a escuchar la palabra de Dios. 45 Y, viendo los judíos las turbas, llenáronse de celo; y
contradecían a lo por Pablo dicho, blasfemantes. 46 Y, libremente hablando Pablo a
Bernabé, dijeron: «A vosotros era menester primero se hablase la palabra de Dios; mas,
ya que rechazáisla y no dignos jusgáisos de la eterna vida, he aquí nos volvemos a las
gentes. 47 Pues así nos ha mandado el Señor:
Is. 49, 6 Puesto te he en luz de las gentes,para que seas en salud hasta el último de la
tierra».
48 Y, oyendo las gentes, alegrábanse y glorificaban la palabra de Dios; y creyeron
cuantos destinados estaban a la vida eterna; 49 y divulgábase la palabra del Señor por
toda la región. 50 Pero los judíos instigaron a las timoratas mujeres, las nobles, y a los
primeros de la ciudad, y excitaron persecución contra Pablo y Bernabé; y arrojáronles
de sus confines. 51 Y ellos, sacudiendo el polvo de los pies sobre ellos, vinieron a
Iconio; 52 y los discípulos llenáronse de gozo y Espíritu Santo.

8 a. «Mago», en árabe.
9 b. Más exactamente: Paulo.

16 c. Las voces-imponiendo silencio. 27 d. Cumpliéronlas; estas voces. 33 e. En el segundo. 34 f. Las


promesas sagradas. 36 g. Condición.
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42 h. Próximo.

Hechos Apostólicos
Capítulo 14

1 Y aconteció en Iconio a una entrar ellos en la sinagoga de los judíos, y hablar, así que
creyeron de judíos y helenos harta muchedumbre. 2 Pero los inconvencidos judíos
excitaron y maltrataron(a) las almas de las gentes contra los hermanos. 3 En tanto
bastante tiempo pasaron libremente hablando en el Señor, el que testificaba la palabra
de su gracia, dando que señales y prodigios hubiera por las manos de ellos; 4 pero
dividióse la muchedumbre de la ciudad, y unos eran con los judíos, otros con los
apóstoles. 5 Y, como hubo ímpetu, y de las gentes y de los judíos con los príncipes de
ellos, para ultrajar y lapidarles, 6 comprendiendo(b) refugiáronse en las ciudades de
Licaonia: Listra y Derbe, y la circunvecindad; 7 y allí evangelizando estaban.
8 Y un varón impotente, entre listrios, de los pies, sentado estaba, cojo desde el vientre
de su madre; el que jamás había andado. 9 Este oía a Pablo hablando; quien, fijándose
en él y viendo que tiene fe para salvarse; 10 dijo con grande voz: «Levántate sobre tus
pies recto». Y saltó; y paseábase; 11 Y las turbas, viendo lo que hizo Pablo, alzaron su
voz, en licaonio, diciendo: «Los dioses, hechos semejantes a hombres, han descendido
a nosotros»; 12 y llamaban a Bernabé, Júpiter, y a Pablo, Mercurio; puesto que él era el
guía de la palabra; 13 y el sacerdote de Júpiter del que estaba(c) delante de la ciudad,
toros y coronas a las puertas trayendo, con las turbas quería sacrificar. 14 Mas, oyendo
los apóstoles Bernabé y Pablo, desgarrando sus vestiduras, saltando fueron a la turba,
gritando, 15 y diciendo: «Varones, ¿qué esto hacéis? También nosotros a par pasibles
con vosotros somos —hombres; que os evangelizamos de estas cosas vanas volveros al
Dios viviente; quien hizo el cielo, y la tierra, y la mar y todo lo en ellos; 16 quien en las
pasadas generaciones dejó a todas las gentes andar por los caminos de ellas; 17 aunque
no intestimoniado(d) a sí mismo se dejó, bien obrando desde el cielo, a vosotros lluvias
dando y tiempos fructíferos, llenando de alimento y regocijo vuestras almas». 18 Y,
esto diciendo, apenas apaciguaron al pueblo que no sacrificaran a ellos. 19 Y
sobrevinieron de Antioquía y de Iconio judíos, y persuadiendo a las turbas y lapidando
a Pablo, arrastraban fuera de la ciudad; pensando que estaba muerto. 20 Mas,

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cercándole los discípulos, levantándose, entró en la ciudad; y, al siguiente día, salió


con Bernabé a Derbe; 21 y, habiendo evangelizado a aquella ciudad y enseñado a
bastantes, retornaron a Listra, y a Iconio y a Antioquía; 22 confirmando las almas de
los discípulos, exhortando a permanecer en la fe, y que, «por muchas tribulaciones
debemos entrar en el reino de Dios». 23 Y, habiéndoles, por iglesias(e), elegido
ancianos, orando con ayunos, encomendáronlas al Señor, en quien habían creído. 24 Y,
atravesando la Pisidia, vinieron a la Panfilia: 25 y, hablando en Perge la palabra,
descendieron a Atalía; 26 y de allí zarparon a Antioquía; de donde habían sido
entregados a la gracia de Dios para la obra que cumplieron. 27 Y, llegando, y
congregando la Iglesia, refirieron cuán grandes cosas hizo Dios con ellos; y que «abrió
a las gentes puerta de fe». 28 Y pasaron tiempo no poco con los discípulos.

2a. Hicieron sentir mal-sublevaron.

6b. Los apóstoles. 13c. Tenía su templo. 17d. Dando testimonio de sí mismo: dándose a conocer por
sus beneficios. 23e. Iglesia por iglesia.

Hechos Apostólicos
Capítulo 15
Concilio de Jerusalén

1 Y algunos, bajando de la Judea, enseñaban a los hermanos que «si no os circuncidáis


a la usanza la de Moisés, no podéis salvaros». 2 Y, hecha disidencia y cuestión no poca
a Pablo y Bernabé contra ellos,(a) dispusieron que subiesen Pablo y Bernabé y algunos
otros de ellos a los apóstoles y ancianos de Jerusalén acerca de esta cuestión. 3 Ellos,
empero, acompañados de la Iglesia, atravesaron, y la Fenicia y Samaria, refiriendo la
conversión de las gentes; y hacían gozo grande a todos los hermanos. 4 Y, llegando a
Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, y los apóstoles y los ancianos; y anunciaron
cuán grandes cosas hizo Dios con ellos. 5 Pero levantáronse algunos de los de la secta
de los fariseos que habían creído, diciendo: que «se debe circuncidarles y mandar
guardar la ley de Moisés». 6 Y congregáronse los apóstoles y los ancianos a ver acerca
de esta palabra. 7 Y, mucha cuestión habiendo, levantándose Pedro, dijo a ellos:
«Varones hermanos, vosotros sabéis que, desde días antiguos entre vosotros eligió
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Dios que, por boca mía, oyesen las gentes la palabra del evangelio y creyesen. 8 Y el
cordiconocedor Dios testimonióles, dando el Espíritu, el Santo, tal como también a
nosotros; 9 y nada diferenciaba en medio y de nosotros y de ellos, por la fe purificando
sus corazones. 10 Ahora, pues, ¿qué tentáis a Dios, imponiendo yugo sobre la cerviz de
los discípulos; el que ni los padres de nosotros ni nosotros hemos podido llevar?» 11
Empero, por la gracia del Señor Jesús creemos salvarnos de la manera que también
aquéllos». 12 Y calló toda la muchedumbre; y oían a Bernabé y Pablo referir cuán
grandes cosas hizo Dios: señales y prodigios, en las gentes por ellos. 13 Y, después de
callar ellos, respondió Santiago, diciendo: «Varones hermanos, oídme: 14 Simeón(b)
ha narrado del modo que primero Dios miró a tomar, de las gentes, un pueblo para su
nombre. 15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, según está escrito:
16 Después de esto, volveré y reedificaréla tienda de David, la caída,y lo deshecho en
ella reedificaré y reendureceréla,17 para que requieran los restantes de los hombresal
Señor, y todas las gentes, sobre las cuales hasido invocado mi nombre —sobre ellos,
dice el Señor,que hace estas cosas 18 conocidas desde el siglo(son para Dios sus
obras).
19 Por lo cual juzgo no recargar a los que de las gentes se conviertan a Dios; 20 sino
encargarles abstenerse de las contaminaciones de los ídolos y de la ramería(c), y lo
sofocado y de la sangre. 21 Porque Moisés, desde generaciones antiguas, por ciudades
tiene quien le prediquen, por todo sábado leído». 22 Entonces pareció a los apóstoles y
a los ancianos con toda la iglesia, elegidos varones de entre ellos enviar a Antioquía,
con Pablo y Bernabé: a Judas, el llamado Barsabás, y Silas, varones principales de los
hermanos; 23 escribiendo por mano de ellos: «Los apóstoles y ancianos hermanos, a
los de Antioquía, y Siria y Cilicia hermanos los de entre las gentes, ¡salud! 24 Ya que
hemos oído que algunos de entre nosotros os han turbado con palabras, arruinando
vuestras almas, a los que no hemos encargado, 25 nos ha parecido, convenidos
unánimemente(d), elegidos varones enviar a vosotros, con nuestros amados Bernabé y
Pablo, 26 hombres que han entregado sus almas por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo. 27 Hemos, pues, enviado a Judas y Silas, para que también ellos, de palabra,
refieran lo mismo. 28 Pues ha parecido al Espíritu, el Santo, y a nosotros ninguna carga
más imponeros que esto necesario; 29 abstenerse de lo sacrificado a ídolos, y de
sangre, y de lo sofocado y de ramería; de lo cual guardándoos, bien pasaréis.
Conservaos». 30 Así, pues, despedidos, bajaron a Antioquía; y, congregando la
muchedumbre, entregaron la epístola; 31 y, leyendo, gozáronse por la consolación. 32
Y Judas y Silas, también ellos profetas siendo, por palabra mucha consolaron a los

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hermanos y confirmaron. 33 Y, habiendo hecho(e) tiempo, fueron despedidos con paz(f), por
los hermanos, a los que les enviaron. 34 Y pareció a Silas quedarse allí; y solo Judas
partió. 35 Y Pablo y Bernabé conversaban en Antioquía, enseñando y evangelizando,
también con otros muchos, la palabra del Señor. 36 Y, después de algunos días, dijo a
Bernabé Pablo: «Retornando ya, visitemos a los hermanos, por ciudad toda, en las que
hemos anunciado la palabra del Señor(g): cómo están». 37 Y Bernabé quería llevar
también juntamente a Juan, el llamado Marco; 38 Pablo, empero, estimaba que al que
se separó de ellos, de Panfilia, y no vino junto con ellos a la obra —no llevar
juntamente a éste. 39 Y hubo exacerbación(h), que se retiraron el uno del otro, y que
Bernabé llevando a Marco, zarpó a Chipre. 40 Mas Pablo, eligiendo a Silas, salió,
entregado(i) a la gracia del Señor por los hermanos; 41 y atravesó la Siria; confirmando
las iglesias (mandando guardar los preceptos de los apóstoles y ancianos).

2 a. Los judaizantes.
14 b. Simón.
20 c. Idolatría, excesos idolátricos.

25 d. Convenidos en el mismo parecer. 33 e. Pasado algún tiempo.


f. Afecto.

36 g. Para ver cómo. 39 h. Pasajera; no enemistad. No son impecables los santos.


40 i. Encomendado.

Hechos Apostólicos
Capítulo 16

Timoteo en Macedonia
Lidia una pitonisa

1 Y bajó también a Derbe y a Listra. Y he aquí un discípulo había allí, por nombre
Timoteo, hijo de mujer judía fiel y de padre heleno; 2 quien era testificado por los en
Listra e Iconio hermanos. 3 Este quiso Pablo que con él saliera, y, acogiendo,
circuncidóle, por los judíos que había en aquellos lugares; pues sabían todos ellos que
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heleno su padre era. 4 Y, como pasaban por las ciudades, entregaban a ellos los
decretos los juzgados por los apóstoles y ancianos, los en Jerusalén. 5 Las iglesias; en
verdad, confirmábanse en la fe, y abundaban por el número cada día; 6 y atravesaron la
Frigia y Galacia región, detenidos por el Santo Espíritu de hablar la palabra en el Asia;
7 y, viniendo por(a) la Misia, intentaron a la Bitinia ir, y no dejóles el Espíritu de Jesús;
8 y, pasando(b) de la Misia, descendieron a la Tróade. 9 Y visión de noche a Pablo
aparecióse: un varón macedonio estaba parado y rogándole y diciendo: «Pasando a
Macedonia, ayúdanos». 10 Y, como la visión vio, luego buscamos salir para
Macedonia, considerando que nos había llamado Dios a evangelizarles. 11 Zarpando,
pues, de Tróade, enderezamos a Samotracia y, al siguiente día, a Nápolis; 12 y de allí, a
Filipos; la cual es primera, de la parte de la Macedonia —ciudad, colonia(c). Y
estábamos en esta ciudad pasando días algunos; 13 y el día de los sábados salimos
fuera de la puerta al río donde pensábamos oración haber; y sentándonos, hablábamos a
las reunidas mujeres. 14 Y una mujer por nombre Lidia, purpurera(d) de ciudad de
Tiatira, temiendo a Dios, oía; de quien el Señor abrió el corazón a atender a lo hablado
por Pablo. 15 Y, como se bautizó y la casa de ella, rogó, diciendo: «Si habéis juzgado
que fiel al Señor soy, entrando a mi casa, permaneced»; y fuénos obligando. 16 Y
aconteció, yendo nosotros a la oración, que una niña que tenía espíritu pitónico(e) nos
encontró; la cual ganancia mucha brindaba a sus amos, adivinando. 17 Esta siguiendo en pos
de Pablo y nosotros, gritaba, diciendo: «Estos hombres siervos del Dios, el Altísimo,
son; los que anuncian a vosotros camino de salud». 18 Y esto hacía por muchos días. E
indignándose Pablo y volviéndose, al espíritu dijo: «Mándote en nombre de Jesucristo
salir de ella». Y salió a la misma hora. 19 Mas, viendo los amos de ella que salió la
esperanza de la ganancia de ellos, cogiendo a Pablo y Silas arrastraron al ágora, a los
príncipes; 20 y llevándoles hasta los estrategos, dijeron: «Estos hombres conturban
nuestra ciudad, judíos como son; 21 y anuncian costumbres que no nos es lícito recibir
ni hacer, romanos siendo». 22 Y, junta en torno púsose la turba contra ellos; y los
estrategos, desgarrando de ellos las vestiduras, mandaban avarillar; 23 y golpes
imponiéndoles muchos, arrojaron en custodia, encargando al guardaprisión
seguramente guardarles; 24 quien, encargo tal recibiendo, arrojóles en la interior
custodia, y los pies aseguró de ellos sobre el leño. 25 Mas, por la medianoche, Pablo y
Silas, orando, himnodiaban a Dios; y escuchábanles los presos. 26 Y súbitamente
terremoto hubo grande, que se estremecieron los cimientos de la prisión; y abriéronse
al punto las puertas todas, y de todos las ataduras soltáronse. 27 Y, del sueño
despertado el guardaprisión, y viendo abiertas las puertas de la custodia, tirando de la
cuchilla, íbase a sí mismo arrebatar, pensando haberse huido los presos. 28 Pero voceó
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Pablo con gran voz, diciendo: «Nada hagas a ti mismo de malo; que todos nosotros
estamos aquí». 29 Y, pidiendo antorcha, saltó cerca; y, tembloroso poniéndose, cayó
ante Pablo y Silas; 30 y, sacándoles fuera, dijo: «Señores, ¿qué debo hacer para
salvarme?» 31 Y ellos dijeron: «Cree en el Señor Jesús, y te salvarás tú y tu casa». 32 Y
habláronle la palabra de Dios, con todos los de su casa. 33 Y, tomándoles consigo, en
aquella hora de la noche, lavó de los golpes(f); y bautizóse él y los suyos todos ellos al
punto; 34 y, subiéndoles a su casa, púsoles delante mesa, y alborozóse casa entera,
creyendo en Dios. 35 Y, amaneciendo, enviaron los estrategos a los varilleros,
diciendo: «Suelta a aquellos hombres». 36 Y anunció el guardaprisión las palabras a
Pablo: que «han enviado los estrategos porque se os suelte; ahora, pues, idos en paz».
37 Pero Pablo dijo a ellos: «Flagelándonos públicamente, no juzgados, a hombres
romanos como somos, han arrojado en custodia ¿y ahora ocultamente nos arrojan
fuera? No, por cierto; sino que, viniendo ellos nos saquen fuera». 38 Y anunciaron a los
estrategos los varilleros estas palabras; y temieron, oyendo que romanos son; 39 y,
viniendo, consoláronles; y, sacando fuera, rogaron se retirasen de la ciudad. 40 Y,
viendo a los hermanos, consoláronles y salieron.

7 a. Cerca de.
8 b. De largo.
12 c. Romana.

14 d. Vendedora de púrpura.

16 e. De Pitón o Apolo, llamado así por haber matado a la serpiente Pitón. Porinflujo demoníaco
vaticinaba el oráculo de Apolo. 33 f. Las llagas.

Hechos Apostólicos
Capítulo 17

San Pablo en otras ciudades

1 Y caminando a través de Anfípolis y Apolonia, vinieron a Tesalónica; donde había


sinagoga de los judíos. 2 Y, según lo acostumbrado por Pablo, entró a ellos, y por
sábados tres, disputó con ellos de las Escrituras; 3 abriendo y exponiendo que el Cristo

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debía padecer y resucitar de muertos; y que «éste es Cristo, el Jesús, a quien yo os


anuncio» 4 Y algunos de ellos convenciéronse y fueron adjudicados(a) a Pablo y Silas;
y de los timoratos y helenos muchedumbre harta, y de mujeres de las primeras no
pocas. 5 Y, celando los judíos y tomando consigo, de los callejeros, varones algunos
malos, y turba haciendo, tumultuaron la ciudad; y, situándose ante la casa de Jasón,
buscábanles conducir al pueblo; 6 pero, no hallándoles, arrastraron a Jasón y algunos
hermanos a los politarcas(b), vociferando: «que los que el orbe revuelven, éstos
también acá preséntanse; 7 que ha acogido Jasón; y estos todos contra los decretos de
César obran, rey otro diciendo, que es Jesús». 8 Y espantaron a la turba y los politarcas
que oían esto; 9 pero, tomando satisfacción de Jasón y los demás, soltáronles. 10 Y los
hermanos luego de noche enviaron de allí, y a Pablo y Silas a Berea; los cuales,
llegando, a la sinagoga de los judíos dirigiéronse; 11 y éstos eran más bien nacidos que
los de Tesalónica; los que recibieron la palabra con toda voluntad, día a día
escudriñando las Escrituras: si sean estas cosas así. 12 Muchos, en verdad, de ellos
creyeron; y de helenos mujeres, de las nobles, y de varones no pocos; 13 pero, como
conocieron los de Tesalónica judíos, que también en Berea fue anunciada por Pablo la
palabra de Dios, fueron también allá conmoviendo y turbando las turbas. 14 Pero luego
entonces a Pablo despidieron los hermanos que fuese hasta el mar, mas quedándose, y
Silas y Timoteo allí.
15 Y los que conducían a Pablo, llevaron hasta Atenas; y, recibiendo mandato para
Silas y Timoteo, de que lo más pronto vinieran a él, partieron. 16 Y en Atenas,
aguardándoles Pablo, exacerbóse su espíritu en él, viendo llena de ídolos estar la
ciudad. 17 Disputaba, en verdad, en la sinagoga, con los judíos y los timoratos; y en el
ágora cada día con los que ocurrían; 18 y algunos también de los epicúreos y estoicos
filósofos discutían con él. Y algunos decían: «¿Qué querrá el charlatán éste decir?»
Otros: «De peregrinos númenes parece anunciador ser», porque a Jesús y la
resurrección evangelizaba; 19 y, cogiéndole, al areópago(c) llevaron, diciendo: «¿Podemos
saber cuál(d) esta nueva por ti hablada doctrina? 20 Pues algunas peregrinas(e) cosas traes
a nuestros oídos. Queremos, pues, saber cuáles quieren éstas ser». 21 (Pero los
atenienses todos y los advenedizos huéspedes para ninguna otra cosa más desocupados
están que para hablar u oír algo nuevo). 22 Y parado Pablo en medio del areópago, dijo:
«Varones atenienses, por todo, como más temerosos de los númenes os veo; 23 pues,
atravesando y contemplando vuestros santuarios, encontré también ara en que estaba
escrito: «Al ignorado Dios». Lo que pues, ignorando, veneráis, esto yo voy a
anunciaros. 24 El Dios quien hizo el mundo y todo lo en él, éste de cielo y tierra siendo

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señor, no en manuhechos templos habita, 25 ni de manos humanas es servido,


necesitado de algo, él dando a todos vida, y aliento y todas las cosas; 26 e hizo, de uno,
toda gente de hombres habitar sobre toda faz de la tierra, determinando preestablecidos
tiempos(f) y las delimitaciones de la habitación de ellos. 27 para que busquen a Dios, si
así al menos le palpen y hallen; aunque no lejos de cada uno de nosotros se encuentra.
28 Pues en él vivimos, y nos movemos y somos; como también algunos de los de entre
vosotros poetas han dicho: «Pues de él también linaje somos»(g),(h). 29 Linaje, pues,
siendo de Dios, no debemos pensar que a oro, o plata o piedra, tallas de arte y de
pensamiento de hombre, lo divino es semejante. 30 Los tiempos, en verdad, de la
ignorancia, sobremirando Dios, ya ahora anuncia a los hombres que todos en todas
partes se arrepientan; 31 puesto que ha estatuido día en que ha de juzgar el orbe en
justicia, en varón a quien constituyó(i), fe ofreciendo a todos resucitándole de
muertos». 32 Mas, oyendo resurrección de muertos, unos mofábanse; otros dijeron:
«Oirémoste de esto también otra vez». 33 Así Pablo salió de en medio de ellos; 34 pero
algunos varones, adhiriendo a él, creyeron; en quienes(j), y Dionisio Areopagita y una mujer,
por nombre Dámaris, y otros con ellos.

4 a. En herencia por Dios. 6 b. Príncipes de la ciudad. -Reciente descubrimiento ha hecho reaparecer


esta palabra; con que eran designados en Tesalónica los magistrados; palabra enteramente
desconocida de la lexicografía; y que prueba la exactitud histórica

suma de San Lucas.


19 c. «Campo de Marte», colina de Atenas donde en lo antiguo se había administrado justicia.
d. Sea.

20 e. Extranjeras, singulares. 26 f. A los pueblos y fijándoles sus límites. Como a cada hombre, así
gobierna Dios

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Hechos Apostólicos
Capítulo 18

Otras predicaciones
En Corinto

1 Después de esto, retirándose de Atenas, vino a Corinto; 2 y, hallando a un judío, por


nombre áquila, póntico por linaje, recién venido de la Italia; y a Priscila, su mujer, por
haber ordenado Claudio salieran todos los judíos de Roma; llegóse a ellos; 3 y porque
de su mismo oficio era, quedóse con ellos y trabajaba (pues eran tenderos(a), por el
oficio): 4 y disputaba en la sinagoga por todo sábado, mencionando el nombre del
Señor Jesús; y persuadía a judíos y helenos. 5 Y, como descendieron de la Macedonia,
y Silas y Timoteo, contrájose a la palabra Pablo, conjurando a los judíos ser el Cristo,
Jesús. 6 Pero, oponiéndose ellos y blasfemando, sacudiendo él las vestiduras, dijo a
ellos: «¡La sangre de vosotros sobre la cabeza de vosotros! puro yo; desde ahora
mismo, a las gentes me voy». 7 Y, pasando de allí, vino a la casa de uno, por nombre
Titio Justo, que temía a Dios, cuya casa estaba contigua a la sinagoga. 8 Y Crispo, el
arquisinagogo, creyó al Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo,
creían y bautizábanse. 9 Y dijo el Señor, en noche, por visión, a Pablo: «No temas; sino
habla, y no calles; 10 por esto: porque yo soy contigo; y nadie te acometerá para
maltratarte; por esto: porque pueblo tengo mucho en esta ciudad». 11 Y asentóse año y
meses seis, enseñando en ellos la palabra de Dios. 12 Y, Galión, procónsul(b) siendo de
la Acaya, levantáronse los judíos unánimemente contra Pablo y lleváronle al tribunal,
13 diciendo: que «contra la ley persuade éste a los hombres honrar a Dios». 14 Mas,
yendo Pablo a abrir la boca, dijo Galión a los judíos: «Si a la verdad, fuese injusticia
alguna o ligereza mala, oh judíos, según razón yo os sufriera; 15 pero, si cuestiones son
acerca de palabra o nombres o ley la entre vosotros, ved vosotros mismos; juez yo de
estas cosas no quiero ser». 16 Y echóles del tribunal. 17 Y, cogiendo todos a Sóstenes,
el arquisinagogo, golpearon delante del tribunal; y nada de esto a Galión importaba. 18
Y Pablo, aun aguardando días bastantes, de los hermanos separándose, zarpó a la Siria;
y con él Priscila y áquila; habiéndose(c) trasquilado en Cencreas la cabeza; pues tenía
voto. 19 Y dirigióse a éfeso; y a aquéllos dejó allí, y él, entrando en la sinagoga, disputó
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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con los judíos. 20 Mas, rogándole ellos por más tiempo quedar, no consintió; 21 sino
que separándose y diciendo: «De nuevo tornaré a vosotros, Dios queriendo», partió de
éfeso; 22 y, descendiendo a Cesarea, subiendo y saludando a la iglesia(d), descendió a
Antioquía; 23 y, haciendo tiempo alguno, salió, atravesando sucesivamente la galática
región y Frigia, confirmando a todos los discípulos. 24 Y un judío, Apolo(e) por
nombre, alejandrino por el linaje, varón elocuente, dirigióse a éfeso; poderoso siendo
en las Escrituras. 25 Este era instruido en el camino del Señor, y ardiente del espíritu, y
hablaba y enseñaba exactamente lo de Jesús, sabiendo sólo el bautismo de Juan; 26 y
éste empezó a hablar libremente en la sinagoga. Y, oyéndole, Priscila y Aquila
acogiéronle y más exactamente expusiéronle el camino de Dios. 27 Y, queriendo él
atravesar a la Acaya, alentando(f) los hermanos escribieron a los discípulos le
acogieran; quien, llegando, aprovechó mucho a los que habían creído por la gracia; 28
pues fuertemente a los judíos acallaba, en público demostrando por las Escrituras ser el
Cristo, Jesús.

3 a. Fabricantes de tiendas y pabellones menores. 12 b. Hombre integérrimo y de superiores dotes,


hermano del filósofo Séneca. 18 c. Pablo.
22 d. De Jerusalén.
24 e. Apolonio.
27 f. Alentándole.

Hechos Apostólicos
Capítulo 19

Pablo de nuevo en éfeso

1 Y aconteció, mientras Apolo estaba en Corinto, que Pablo, atravesando las superiores
partes, viniese a éfeso y hallase algunos discípulos; 2 y dijo a ellos: «¿Si Espíritu Santo
habéis recibido creyendo?» Y ellos a él: «Pero ni si Espíritu Santo hay hemos oído». 3
Y dijo: «¿En qué(a), pues, habéis sido bautizados? Y ellos dijeron: «En el de Juan
bautismo». 4 Y dijo Pablo: «Juan bautizó bautismo de arrepentimiento, al pueblo
diciendo, en el que venía después de él creyesen; esto es: en Jesús» 5 Y, oyendo

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bautizáronse en el nombre del Señor Jesús; 6 e, imponiéndoles Pablo manos, vino el


Espíritu, el Santo, sobre ellos, y hablaban en lenguas y profetizaban. 7 Y eran todos
varones como doce. 8 Y, entrando en la sinagoga, hablaban libremente por meses tres;
disputando y persuadiendo acerca del reino de Dios. 9 Y, como algunos, se endurecían
y desobedecían, maldiciendo el camino del Señor a faz de la muchedumbre;
separándose de ellos, segregó los discípulos; cada día disputando en la escuela de
Tirano. 10 Y esto sucedió por años dos; así que todos los que habitaban el Asia, oyeron
la palabra del Señor, y judíos y helenos.
11 Y virtudes, no las habituales, Dios hacía por las manos de Pablo; 12 tal que también
sobre los enfermos se llevaban, de la piel(b) de él, sudarios o delantales, y retirábanse
de ellos las dolencias, y los espíritus los inmundos salían.
13 Y pusieron mano algunos también de los ambulantes judíos exorcistas a nombrar,
sobre los que tenían los espíritus los malos, el nombre del Señor Jesús, diciendo:
«Conjúroos por el Jesús a quien Pablo predica». 14 Y había de un Sceva, judío sumo
sacerdote, siete hijos que esto hacían. 15 Pero, respondiendo el espíritu el malo,
díjoles: «A Jesús, por cierto conozco, y a Pablo sé; pues vosotros ¿quiénes sois?» 16 Y,
saltando el hombre sobre ellos, en quien estaba el espíritu, el malo; y, apoderándose de
ambos, prevaleció contra ellos, tal que, desnudos y heridos, escapáronse de aquella
casa. 17 Y esto hízose notorio a todos, y judíos y helenos los que habitaban en éfeso; y
cayó temor sobre todos ellos y engrandecían el nombre del Señor Jesús; 18 y muchos
de los creyentes venían, confesando y refiriendo sus prácticas(c). 19 Y bastantes de los
que las cosas curiosas(d) practicaran, trayendo al par los libros, íbanlos quemando a faz de todos; y
computaron los precios de ellos y hallaron de plata miríadas(e) cinco. 20 Así con poderío del Señor
la palabra crecía y fortificábase. 21 Y, como se cumplió esto, puso Pablo en el espíritu,
pasando la Macedonia y Acaya, ir a Jerusalén, diciendo: que, «después de estarme allí,
debo también a Roma ver». 22 Y, enviando a la Macedonia dos de los que le servían:
Timoteo y Erasto, él estúvose un tiempo en el Asia.
23 Y hubo por aquél tiempo tumulto no poco acerca del camino (del Señor). 24 Pues
uno, por nombre, Demetrio platero, que hacía templos(f) argénteos de Diana(g); brindaba a
los artífices no poca obra; 25 a los cuales reuniendo y a los en torno de semejantes
cosas obreros, dijo: «Varones sabéis que de esta obra nuestro bienestar es; 26 y veis y
oís que, no sólo de éfeso, sino de casi toda el Asia este Pablo persuadiendo, ha apartado
bastante turba; diciendo que no son dioses los con manos hechas. 27 Y no sólo esta
parte pelígranos venir a menosprecio, sino también el de la gran diosa Diana santuario,
a ser en nada estimado, y haber de ser arrasada la majestad de ella a quien toda el Asia

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y el orbe venera». 28 Y, oyendo y poniéndose llenos de cólera, gritaban, diciendo:


«¡Grande, la Diana de efesios!» 29 Y llenóse la ciudad de confusión, y precipitáronse
unánimemente al teatro, arrastrando consigo a Gayo y Aristarco macedonios,
coperegrinos de Pablo. 30 Y Pablo, queriendo entrar en la plebe, —no le permitieron
los discípulos; 31 y algunos también de los asiarcas(h), siendo con él amigos,
mandando a él, exhortaron a no darse en el teatro. 32 Otros, en tanto, otra cosa gritaban,
porque estaba la iglesia(i) confusa; y los más no sabían a qué se habían reunido. 33 Y,
de la turba, retiraron a Alejandro, adelante echándole los judíos; y Alejandro hacia
abajo agitando la mano, quiso apologar(j) al pueblo. 34 Pero, reconociendo que judío
es, voz hubo una de todos, como por horas dos gritando: «¡Grande, la Diana de efesios!
¡Grande, la Diana de Efesios!» 35 Y, apaciguando la turba el escriba(k), dice: «Varones
efesios, ¿pues quién hay de hombres que no sepa que la de efesios ciudad barrendera(l) es de la gran Diana y de
la del cielo caída(m)? 36 Incontestables, pues, siendo estas cosas; menester es que vosotros
apaciguados estéis y nada precipitado obréis. 37 Porque habéis traído a estos varones ni
sacrílegos ni blasfemando a vuestra diosa. 38 Si en verdad Demetrio y los con él
artífices tienen contra alguno palabra, forenses(n) y procónsules hay; acúsense entre sí.
39 Pero, si más allá(o), inquirís, en legal iglesia, resolveráse. 40 Pues también
peligramos ser acusados de sedición por la de hoy: nada motivado habiendo de qué
podamos dar razón de este tumulto». 41 Y esto diciendo, despidió la iglesia.

3 a. Nombre.

12 b. Sólo la piel de rostro y manos; ni siquiera el cuerpo. Sudarios y delantales sonprendas de vestir
accesorias. 18 c. Mágicas. 19 d. Mágicas.
e. La miríada -10,000 denarios. Cinco miríadas, unos 36 mil marcos.

24 f. Templetes, miniaturas del templo grande.


g. «Artemis» en griego. 31 h. Príncipes asiáticos. 32 i. Asamblea.

33 j. Hacer apología, defensa, justificación. 35 k. «Escriba» o «asiarca» llamábase (según recientes


hallazgos de inscripciones)
39 o. De lo forense.

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Hechos Apostólicos
Capítulo 20

Pablo en Macedonia, Grecia y Tróade

1 Y después de cesar el tumulto, llamando a sí Pablo los discípulos y exhortando,


saludando salió a irse a Macedonia. 2 Y atravesando aquellas partes, y exhortándoles
con palabra mucha, vino a la Hélada; 3 y, haciendo meses tres, sobreviniéndole
asechanza por los judíos al ir él a zarpar para la Siria; sobrevino propósito de retornar
por Macedonia. 4 Y acompañábale Sópater, de(a) Pirro bereo, y, de tesalonicenses:
Aristarco, y Secundo y Gayo derbeos y Timoteo; y asiáticos, Tíquico y Trófimo. 5 Y
éstos, adelantándose, aguardáronnos en Tróade; 6 y nosotros zarpamos, después de los
días de los ázimos, de Filipos y vinimos a ellos a la Tróade, dentro de días cinco; donde
pasamos días siete. 7 Y en el uno de los sábados(b), congregados nosotros a partir pan,
Pablo disputaba con ellos, habiendo de salir al siguiente día, y prolongó la palabra
hasta medianoche; 8 y había lámparas bastantes en la azotea, donde estábamos
congregados. 9 Y, sentado un joven, por nombre éutico, sobre la ventana, dominado(c)
de sueño profundo, disputando Pablo más(d); oprimido del sueño, cayó del tercer piso
abajo, y fue alzado muerto. 10 Y bajando Pablo, postróse sobre él y abrazándole en
torno, dijo: «No tumultuéis, pues su alma en él está». 11 Y, subiendo y partiendo el pan
y gustando; y habiendo lo bastante conferido hasta claror(e), así salió. 12 Y trajeron al
niño viviente, y consoláronse no poco.
13 Y nosotros, antes viniendo al barco, zarpamos a Aso; allí habiendo de tomar a
Pablo; pues así ordenado había, debiendo él mismo ir a pie. 14 Y, como se juntó con
nosotros en Aso, tomándole, vinimos a Mitilene; 15 y, de allí navegando, al siguiente
día, llegamos frente a Quío, y a la tarde arribamos a Samos; y al siguiente día vinimos
a Mileto. 16 Pues había juzgado Pablo trasnavegar a éfeso, para que no le aconteciese
pasar tiempo en el Asia; pues apresurábase, para, si posible le fuese, el día el de
Pentecostés llegar a Jerusalén. 17 Y de Mileto enviando a éfeso, llamó a los ancianos
de la Iglesia; 18 y, como llegaron a él, díjoles: «Vosotros sabéis, desde el primer día
que entré en el Asia, cómo con vosotros todo el tiempo he estado, 19 sirviendo al Señor
con toda humildad, y lágrimas y tentaciones, las sobrevenidas a mí en las asechanzas
de los judíos; 20 cómo nada he rehuido de lo conveniente, a fin de anunciaros y
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enseñaros, en público y por casas; 21 conjurando, y a los judíos y a helenos al para con
Dios arrepentimiento, y fe en nuestro Señor Jesús. 22 Y ahora, he aquí ligado yo por el
Espíritu, parto a Jerusalén; lo que en ella ha de ocurrirme no sabiendo; 23 sólo que el
Espíritu, el Santo, en cada ciudad, protéstame, diciendo que prisiones y tribulaciones
me aguardan. 24 Empero, de ninguna manera estimo mi alma preciosa para mí(f), para
consumar mi carrera y el ministerio que he recibido del Señor Jesús: de testificar
grandemente el evangelio de la gracia de Dios. 25 Y ahora he aquí yo sé que ya no
veréis mi rostro todos vosotros en quienes he pasado, predicando el reino (de Dios). 26
Por lo cual protéstoos en el día de hoy que puro soy de la sangre de todos; 27 pues no he
rehuido el anunciar toda la voluntad de Dios a vosotros. 28 Atended a vosotros y toda
la grey en que a vosotros el Espíritu, el Santo, ha puesto por obispos(g) para apacentar
la Iglesia de Dios; la que ha adquirido por la sangre la propia. 29 Porque yo sé que
entrarán, después de mi partida, lobos pesados en vosotros, no perdonando a la grey; 30
y de entre vosotros mismos levantaránse varones hablando cosas perversas, para
apartar a los discípulos en pos de sí. 31 Por lo cual velad, rememorando que un trienio
noche y día no he cesado con lágrimas de amonestar a cada cual. 32 Y lo que es ahora,
encomiéndoos al Señor y a la palabra de su gracia(h), al que puede edificar y dar
herencia en los santificados todos. 33 Plata u oro
o vestimenta de nadie he codiciado; 34 vosotros mismos conocéis que a mis
necesidades y a los que están conmigo han servido estas manos. 35 Todo os he
manifestado, pues los que así se fatigan, han de acoger a los enfermos(i), y recordar las
palabras del Señor Jesús, pues él dijo: «Bienaventurado es más bien dar que recibir».
36 Y, esto diciendo poniendo sus rodillas, con todos ellos oró. 37 Y bastante llanto
hubo en todos; y, cayendo sobre el cuello de Pablo besábanle tiernamente, apesarados
sobre todo por la palabra que había dicho: que ya su rostro no habían de ver. Y
acompañábanle al barco.
4 a. Hijo de. 7 b. El primero (día) de la semana. 9 c. Oprimido hondamente.

d. De lo acostumbrado - muy largamente.


11 e. Día claro.

24 f. Me importa la vida. 28 g. «Epíscopos» - atalayas. 32 h. Lo revelado por su gracia. 35 i. Hacer


obras de caridad con el sobrante de su trabajo.

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Hechos Apostólicos
Capítulo 21

Agabo. Pablo en Jerusalén

1 Y, como aconteció zarpar nosotros, arrancándonos de ellos, rectos corriendo vinimos


a Cos y al otro día, a Rodas; y de allí, a Pátaras; 2 y, hallando un barco que trasfretaba
Fenicia, subiendo, zarpamos; 3 y avistando a Chipre y dejándola a izquierda,
navegamos a Siria y bajamos a Tiro; pues allí el barco había de descargar la carga. 4 Y,
encontrando a los discípulos, permanecimos días siete; los cuales a Pablo decían, por
medio del Espíritu, no ascender a Jerusalén. 5 Y, cuando aconteció cumplir nosotros
los días, saliendo, caminábamos acompañándonos todos, con mujeres e hijos, hasta
fuera de la ciudad; y, poniendo las rodillas sobre la playa, orando. 6 nos despedimos y
subimos al barco, y aquéllos retornaron a lo propio. 7 Y nosotros, la navegación
terminando, de Tiro llegamos a Ptolemaida; y, saludando a los hermanos,
permanecimos día uno con ellos. 8 Y, al otro, saliendo, vinimos a Cesarea; y, entrando
en la casa de Felipe, el evangelista(a), que era de los siete(b), permanecimos con él. 9 Este
tenía hijas cuatro, vírgenes profetizantes. 10 Y, permaneciendo días varios, descendió
alguno de la Judea: profeta, por nombre ágabo; 11 y, viniendo a nosotros y tomando el
ceñidor de Pablo, atándose los pies y las manos, dijo: «Esto dice el Espíritu, el Santo:
«Al varón cuyo es este cinturón —así atarán en Jerusalén los judíos y entregarán en
manos de gentiles». 12 Y, como oímos esto, rogamos y nosotros y los lugareños, no
ascendiese él a Jerusalén. 13 Entonces respondió Pablo y dijo: «¿Qué hacéis llorando y
destrozando mi corazón? Que yo no sólo para ser atado, sino también para morir en
Jerusalén preparado estoy por el nombre del Señor Jesús». 14 Y, no persuadiéndole,
callamos diciendo: «Del Señor la voluntad hágase». 15 Y, después de estos días,
preparados, ascendimos a Jerusalén; 16 y vinieron también de los discípulos, desde
Cesarea, con nosotros, llevando con quien nos hospedamos: a Mansón, un cipriota,
antiguo discípulo. 17 Y, llegando nosotros a Jerusalén, gozosamente recibiéronnos los
hermanos. 18 Y, al siguiente día, entraba Pablo con nosotros a Santiago; y todos
juntáronse los ancianos. 19 Y saludándoles refirió, cosa por cosa, lo que hizo Dios en
las gentes por el ministerio de él. 20 Y ellos, oyendo, glorificaban a Dios; y dijéronle:
«Ves, hermano, cuántas miríadas hay, en los judíos, de los creyentes; y todos celadores
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de la ley son; 21 e informados han sido acerca de ti que separación enseñas de Moisés a
todos los, entre las gentes, judíos, diciendo no circuncidar ellos a los hijos ni con las
costumbres caminar. 22 ¿Qué, pues, es(c)? Ciertamente se ha de juntar muchedumbre;
pues oirán que has venido. 23 Esto, pues, haz que te decimos: tenemos varones cuatro,
voto teniendo sobre sí; 24 a éstos tomando contigo, santifícate(d) con ellos y gasta en
ellos que se rasuren la cabeza; y conocerán todos que lo de que han sido informados
acerca de ti, nada es, sino que caminas también tú mismo, guardando la ley. 25 Y,
acerca de las creyentes gentes, nosotros hemos enviado, juzgando que se guarden ellos,
y de lo sacrificado a ídolos, y sangre, y lo sofocado y ramería». 26 Entonces Pablo,
tomando consigo a los varones al otro día, con ellos santificándose, entraba en el
santuario, anunciando doquier el cumplimiento de los días de la santificación; hasta
ofrendarse por cada uno de ellos la ofrenda. 27 Y, como se iban los siete días a cumplir,
los del Asia judíos, viéndole en el santuario, concitaban toda la turba; y echaron sobre
él las manos, 28 gritando: «Varones israelitas, ayudad. Este es el hombre, el que contra
el pueblo, y la ley, y este lugar, a todos en todas partes enseña; y ya también a los
helenos ha llevado al santuario y comunicado(e) este santo lugar». 29 Pues habían visto
a Trófimo, el efesio, en la ciudad con él, al que pensaban que al santuario introducía
Pablo. 30 Y, movióse la ciudad entera, y hubo concurso del pueblo; y, cogiendo a
Pablo, arrastráronle fuera del santuario; y luego cerráronse las puertas. 31 Y,
buscándole matar, subió aviso al tribuno del manípulo(f) que entera se confunde
Jerusalén; 32 quien al punto tomando soldados y centuriones, corrió abajo(g) a ellos. Y
ellos viendo al tribuno, y los soldados cesaron de golpear a Pablo. 33 Entonces,
llegándose el tribuno, cogióle y mandó se le atara con cadenas dos; e indagaba quién
era, y qué había estado haciendo. 34 Y unos una cosa, otros otra gritábanle en la turba;
y, no pudiendo él conocer lo cierto por el tumulto, mandó se le llevase al campamento.
35 Y, cuando llegó a las gradas(h), aconteció ser llevado él por los soldados, por la
violencia de la turba; 36 pues seguía la muchedumbre del pueblo, gritantes;
«¡Arrebátale!»(i). 37 Y, yéndole a entrar en el campamento, Pablo dijo al tribuno: «¿Si
lícito me es decir algo a ti?» Y él dijo: «¿Griego sabes?» 38 Pues ¿no eres tú el egipcio,
el que, antes de estos días, sublevó y sacó al desierto los cuatro mil varones de los
sicarios?». 39 Y dijo Pablo: «Yo hombre ciertamente soy judío, tarsense, de la Cilicia,
de no desconocida ciudad ciudadano; y ruégote, permíteme hablar al pueblo»; y,
silencio haciéndose mucho, arengóles, en hebrea lengua diciendo:

8 a. Que evangelizaba.

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b. Diáconos.

22 c. ¿qué hay que hacer? 24 d. Guarda retiro religioso, rasurándote y haciendo los sacrificios legales.
28 e. Hecho común, profano. 31 f. Jefe de la fuerza militar.

32 g. Del alcázar. 35 h. De la escalera del alcázar-campamento.


36 i. De un medio-mátale.

Hechos Apostólicos
Capítulo 22

1 «Varones hermanos, y padres, oídme la para vosotros, presente defensa». 2 Y,


oyendo que en hebrea lengua arengábales, más bien prestaron silencio. Y dijo: 3 «Yo
soy varón judío, nacido en Tarso de la Cilicia, y criado en esta ciudad; a los pies de
Gamaliel instruido con exactitud en la paterna ley, celador siendo de Dios, así como
todos vosotros sois hoy; 4 quien este camino perseguí a muerte, atando y entregando en
custodias, y a varones y mujeres; 5 como también el sumo sacerdote testificábame y
toda la ancianidad; de los que asimismo epístolas recibiendo para los hermanos en
Damasco, partía, habiendo de traer también los que allí hubiese atados a Jerusalén, para
ser castigados. 6 Y acontecióme yendo y acercándome a Damasco, alrededor del
mediodía, súbitamente del cielo relampaguear luz bastante en torno de mí; 7 y caí al
suelo y oí una voz, diciéndome: «Saúl, Saúl, ¿qué me persigues?» 8 Y yo respondí:
«¿Quién eres, Señor?» Y dijo a mí: «Yo soy Jesús, el Nazareno, a quien tú persigues».
9 Y los que conmigo estaban, la luz ciertamente vieron; la voz, empero, no oyeron del
que me hablaba. 10 Y dije: «¿Qué haré, Señor?» Y el Señor dijo a mí: «Levantándote,
ve a Damasco; y allí se te hablará de todo lo que determinado te está hacer». 11 Y,
como nada veía por la gloria de aquella luz, manuguiado de los que conmigo estaban,
vine a Damasco. 12 Y Ananías, un varón timorato según la ley, testimoniado de todos
los habitantes judíos. 13 viniendo a mí y parado a par, díjome: «Saúl hermano, mira
acá». Y yo a la misma hora miré allá: a él. 14 Y él dijo: «El Dios de nuestros padres ha
predeterminado que conozcas su voluntad, y veas al justo(a) y oigas voz de su boca; 15
porque testigo de él a todos los hombres serás de lo que has visto y oído. 16 Y ahora
¿qué tardas? Levantándote, bautízate y lávate de tus pecados, invocando el nombre de
él». 17 Y acontecióme retornando a Jerusalén y orando en el santuario estar en éxtasis,
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18 y verle diciéndome: «Apresúrate y sal en breve de Jerusalén, por esto: porque no


recibirán tu testimonio acerca de mí». 19 Y yo dije: «Señor, ellos saben que yo estaba
encarcelando y flagelando, por las sinagogas, a los creyentes en Ti; 20 y, cuando se
derramaba la sangre de Esteban, testigo tuyo, también yo estaba allí parado, y
consintiendo y guardando las vestiduras de los que le arrebataban». 21 Y dijo a mí:
«Anda, que yo a gentes lejos he de enviarte». 22 Y escucháronle hasta esta palabra; y
alzaron su voz diciendo: «¡Quita de la tierra al tal! ¡pues no debe él vivir!» 23 Y,
vociferando ellos, y lanzando sus vestiduras, y polvareda arrojando al aire, 24 mandó el
tribuno se le introdujese en el campamento, diciendo que con azotes se le interrogase,
para conocer por qué causa así voceábanle. 25 Y, como le estiraron con correas, dijo al
que allí estaba centurión, Pablo: «¿Si a hombre romano y no condenado lícito os es
azotar?» 26 Y, oyendo el centurión, acercándose al tribuno, anuncióselo, diciendo:
«¿Qué vas a hacer? Que este hombre romano es». 27 Y, acercándose al tribuno, díjole:
«¿Dime si romano eres?» Y él dijo: «Sí». 28 Y respondió el tribuno: «Yo, por mucha
suma la ciudadanía esta he adquirido». Y Pablo dijo: «Yo, empero, hasta he nacido(b)».
29 Luego, pues, retiráronse de él los que le iban a interrogar. Y el tribuno temió,
conociendo que romano es y que le ha atado. 30 Y al siguiente día, queriendo conocer
lo cierto: el por qué es acusado por los judíos, soltóle y mandó juntarse los sumos
sacerdotes y todo el sanedrín, y descendiendo a Pablo, puso ante ellos.

Hechos Apostólicos
Capítulo 23

Ante el sanedrín

1 Y, fijándose Pablo en el sanedrín, dijo: «Varones hermanos, yo con toda conciencia


buena he ministrado a Dios hasta este día». 2 Mas el sumo sacerdote Ananías ordenó a
los que le asistían, herir su boca. 3 Entonces Pablo le dijo: «Herirte ha Dios, pared
blanqueada. También tú ¿siéntaste juzgándome según la ley, e ilegal mándasme herir?»
4 Y los circunstantes dijeron: «¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?» 5 Y dijo Pablo:
«No sabía yo, hermanos, que es sumo sacerdote; pues escrito está; que «al príncipe de

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tu pueblo no maldecirás». 6 Y, conociendo Pablo que la una parte es de saduceos, y la


otra de fariseos, exclamó en el sanedrín: «Varones hermanos, yo fariseo soy, hijo de
fariseos; de esperanza y resurrección de muertos se me juzga». 7 Y, esto él hablando,
descargó discusión de los fariseos y saduceos, y dividióse la muchedumbre. 8 Pues los
saduceos dicen no haber resurrección, ni ángel, ni espíritu; mas los fariseos confiesan
lo uno y lo otro. 9 Y hubo vociferación grande, y, levantándose algunos de los escribas
de la parte de los fariseos, rebatían, diciendo: «Nada malo hallamos en este hombre; ¿y
si un espíritu le ha hablado o un ángel?» 10 Y discusión habiendo mucha, temiendo el
tribuno fuese destrozado Pablo por ellos, mandó al ejército, bajando, arrancarle de en
medio de ellos y llevar al campamento. 11 Y, a la siguiente noche parado a par de él, el
Señor dijo: «Confía, pues, como has testificado mucho lo acerca de mí, en Jerusalén;
así debes también en Roma testificar». 12 Y hecho día, haciendo conspiración los
judíos, anatematizáronse, diciendo ni comer ni beber hasta matar a Pablo. 13 Y eran
más de cuarenta los que esta conjuración hicieron; 14 los que, acercándose a los sumos
sacerdotes y ancianos, dijeron: «Con anatema anatematizádonos hemos a nada gustar,
hasta matar a Pablo. 15 Ahora, pues, vosotros manifestad al tribuno con el sanedrín,
para que le descienda a vosotros como habiendo de conocer más exactamente lo acerca
de él; y nosotros, antes de acercarse él, preparados estamos a arrebatarle». 16 Y,
oyendo el hijo de la hermana de Pablo la asechanza, viniendo y entrando en el
campamento, anunciólo a Pablo. 17 Y, llamando a sí Pablo a uno de los centuriones,
dijo: «A este joven lleva al tribuno; pues tiene algo que anunciarle». 18 El en verdad
acogiendo le llevó al tribuno; y dice: «El encadenado Pablo, llamándome a sí rogóme a
este joven traer a ti, que tiene algo que hablarte». 19 Y, cogiendo la mano de él, el
tribuno y retirándose aparte, indagaba: «¿Qué es lo que tienes que anunciarme?» 20 Y
dijo: que «los judíos se han concertado para rogarte que mañana a Pablo desciendas al
sanedrín como habiendo(a) algo más exactamente que indagar acerca de él. 21 Tú,
pues, no les creas; porque le asechan, de ellos varones más de cuarenta; los cuales
hanse anatematizado para no comer ni beber hasta arrebatarle, y ahora están
preparados, aguardando tu promesa». 22 El tribuno en verdad, despidió al jovencito,
encargando a nadie propalar de que «esto has manifestado a mí». 23 Y llamando a sí a
ciertos dos de los centuriones, dijo: «Preparad soldados doscientos para que vayan a
Cesarea, y jinetes setenta y hombres doscientos, desde tercera hora de la noche; 24 y,
jumentos prevenir, para que, subiendo en ellos, a Pablo salven al través, hasta Félix, el
presidente(b), 25 (pues temió que por ventura arrancándole los judíos matasen; y él,
después, calumnia tuviese como habiendo recibido dinero); 26 escribiendo epístola que
tenía este tenor: «Claudio Lisias al óptimo presidente Félix; ¡salud! 27 A este varón
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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aprehendido por los judíos y que iba a ser arrebatado por ellos, acudiendo con el
ejército, arranqué después que entendí que romano es; 28 y, queriendo conocer la causa
que le objetaban, descendíle al sanedrín de ellos; 29 al que hallé acusado sobre
cuestiones de la ley de ellos, por ninguna digna de muerte o cadenas teniendo
acusación. 30 Y, delatada a mí asechanza que contra el varón había, al pronto he(c)
enviado a ti, anunciando a la vez también a los acusadores decir lo contra él delante de
ti». 31 Los soldados, pues, según lo ordenado a ellos, cogiendo a Pablo, llevaron al
través de la noche a Antipátride; 32 y al siguiente día, dejando a los jinetes irse con él,
retornaron al campamento; 33 los cuales, entrando en Cesarea y entregando la epístola
al presidente, pusieron también a Pablo delante de él, 34 Y leyendo y preguntando de
qué provincia es, y sabiendo que de Cilicia, 35 «Por entero oiréte, dijo, cuando también
tus acusadores llegaren», mandando en el pretorio, el de Herodes, guardarle.

20 a. Tú. 24 b. Un tirano de la peor especie. (Tácito, Hist. 5,9) 30 c. Le he.

Hechos Apostólicos
Capítulo 24

En Cesarea

1 Y, después de cinco días, bajó el sumo sacerdote Ananías con ciertos ancianos y
cierto rétar Tertulo; los cuales presentarónse al presidente contra Pablo. 2 Y, llamado
él, empezó a acusar Tertulo, diciendo: 3 «Mucha paz alcanzando nosotros por ti, y
mejoras haciéndose a esta gente por tu providencia, y del todo y en todas partes,
recibimos(a), óptimo Félix, con toda gratitud. 4 Y, para no mucho molestarte, ruego nos
oigas brevemente, con tu clemencia. 5 Pues, hallando a este varón peste y que mueve
disensiones a todos los judíos los del orbe, y jefe de la de los nazarenos secta; 6 quien
también el santuario ha probado a mancillar, a quien también prendimos (y según
nuestra ley quisimos juzgar); 7 pero, llegando Lisias, el tribuno, con mucha fuerza, de
nuestras manos sacó, 8 mandando a los acusadores de él venir a ti); de quien podrás tú
mismo, inquiriendo acerca de todo esto, conocer de qué nosotros le acusamos». 9 Y

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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asintieron a la vez asimismo los judíos, afirmando ser así. 10 Y respondió Pablo,
significándole el presidente que hablara: «Que, de muchos años, eres juez de esta gente
sabiendo yo, tranquilamente lo acerca de mí vindico; 11 pudiendo tú conocer que no
más llevo que días doce, desde que ascendí a adorar en Jerusalén. 12 Y, ni en el
santuario hanme hallado con alguien disputando, o concurso haciendo de turba, ni en
las sinagogas ni por la ciudad; 13 ni demostrar podránte de lo que aquí mismo me
acusan. 14 Y confieso esto a ti que, según el camino que dicen secta, así sirvo al
paterno Dios, creyendo en lo que por la ley y los profetas escrito está; 15 esperanza
teniendo en Dios que, la que también estos mismos aguardan resurrección habrá de
haber, y de justos y de injustos. 16 En esto(b) también yo mismo trabajo por ilesa
conciencia tener para con Dios y los hombres siempre. 17 Y, después de años varios,
limosnas haciendo a mi gente, llegué, y votos; 18 en los que me hallaron santificado en
el santuario, no con turba, ni con tumulto; mas(c) algunos del Asia judíos; 19 los que
deberían ante ti comparecer y acusar, si algo tuvieran contra mí. 20 O estos mismos
digan cuál hallaron iniquidad, parado yo ante el sanedrín; 21 sino por solo esta voz con
que clamé, entre ellos parado: que «por resurrección de muertos yo soy juzgado de
vosotros». 22 Y difirióles Félix, muy bien sabiendo lo de este camino(d), diciendo:
«Cuando Lisias, el tribuno, descendiere, acabaré de conocer lo entre vosotros, 23
ordenando al centurión guardarle, y tener(e) alivio y a nadie estorbar de los propios
suyos que le sirviesen. 24 Y después de algunos días, llegando Félix con Drusila, su
mujer, que era judía, llamó y oyóle acerca de la en Cristo Jesús fe. 25 Pero, disputando
él sobre justicia, y continencia y el juicio venidero, temeroso volviéndose Félix,
respondió: «Lo que ahora es, vete; pero, ocasión a su vez cogiendo, a su vez he de
llamarte»; 26 juntamente también esperando que dinero sería dado por Pablo; por lo
cual también más a menudo a él llamando a sí, conversaba con él. 27 pero, un bienio
cumplido, recibió sucesor Félix: a Porcio Festo; y queriendo gracia conceder a los
judíos, dejó a Pablo atado.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Hechos Apostólicos
Capítulo 25

Ante Festo

1 Festo, pues, entrando en la provincia, después de tres días, subió a Jerusalén, de


Cesarea; 2 y presentáronse a él los sumos sacerdotes y los primeros de los judíos con
Pablo; y rogábanle, 3 pidiendo gracia con él, para que le reenviase a Jerusalén,
asechanza haciendo para arrebatarle por el camino. 4 Festo, en verdad, respondió que
era guardado Pablo en Cesarea, y que él mismo había en breve de salir. 5 «Aquéllos,
pues, de entre vosotros, dice, poderosos, descendiendo juntamente, si algo hay en el
varón de improbo, acúsenle». 6 Y pasando entre ellos días no más de ocho o diez,
descendiendo a Cesarea, al siguiente día, sentado sobre el tribunal, mandó que Pablo
fuera traído. 7 Y, llegado él, pusiéronse en torno de él los de Jerusalén descendidos
judíos, muchas y graves acusaciones aduciendo que no podían probar; 8 vindicándose
Pablo: pues «ni contra la ley de los judíos, ni contra el santuario ni contra César cosa
alguna pequé». 9 Pero Festo, queriendo a los judíos gracia conceder, respondiendo a
Pablo, dijo: «¿Quieres, a Jerusalén ascendiendo allí de estas cosas ser juzgado ante
mí?» 10 Y dijo Pablo: «Puesto ante tribunal de César(a) estoy, donde debo ser juzgado.
A los judíos nada he agraviado; como también tú muy bellamente reconoces. 11 Si, en
verdad, pues, agravio y digna de muerte he hecho alguna cosa; no rehuso el morir:
pero, si nada hay de lo que éstos me acusan, nadie me puede a ellos obsequiar(b). A
César apelo». 12 Entonces Festo, después de hablar con el consejo, respondió: «A
César has apelado; a César irás». 13 Y, días pasados algunos, Agripa, el rey, y Bernice
llegaron a Cesarea, saludando a Festo. 14 Y, como varios días quedábanse allí, Festo
impúsoles de lo contra Pablo, diciendo: «Cierto varón ha sido dejado, por Félix
encadenado; 15 acerca del cual, llegando yo de Jerusalén, presentáronse los sumos
sacerdotes y los ancianos y los judíos, pidiendo contra él condena; 16 a los que
respondí: que «no es costumbre de romanos agraciar(c) un hombre antes de que el
acusado a faz tenga a los acusadores, y lugar de defensa tome acerca del cargo». 17
Congregándose, pues, acá, dilación ninguna haciendo, al siguiente día, sentado sobre el
tribunal, mandé se trajera al varón; 18 en torno del cual, parados los acusadores,
ninguna causa traían de las que yo suponía cosas malas; 19 pero cuestiones algunas
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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sobre el propio temor divino(d) tenían contra él, y sobre cierto Jesús muerto; quien
afirma Pablo que vive. 20 Y, vacilando yo en la acerca de estas cosas investigación,
decía yo si quería él ir a Jerusalén, y allí ser juzgado sobre ellas. 21 Pero, Pablo,
apelando: que se le guardase para el del Augusto(e) conocimiento, mandé se le
guardase hasta enviarle yo a César». 22 Y Agripa dijo a Festo: «Querría yo también al
hombre oír». «Mañana, dice, oirásle». 23 Al siguiente día, pues, viniendo Agripa y
Bernice con mucha ostentación y entrando en la audiencia, con los tribunos y varones
los por excelencia de la ciudad, y, mandando Festo, se trajo a Pablo. 24 y dice Festo:
«Agripa rey, y todos los que con nosotros estáis varones, veis a éste, acerca del cual
toda la muchedumbre de los judíos dirigióse a mí en Jerusalén, y aquí gritando que no
debe él vivir más ya. 25 Y yo averigué que nada digno él de muerte había hecho; y, éste
mismo apelando al Augusto, juzgué enviar. 26 Sobre el que algo seguro que escribir al
señor no tengo; por lo cual hele sacado a vosotros, y sobre todo a ti, rey Agripa, para
que, la investigación hecha, tenga yo qué escribir, 27 pues irracional me parece, que
quien envía a un preso, las contra él acusaciones no manifieste también».

10 a. El tribunal del procurador es el mismo del César. 11 b. Entregar. 16 c. Entregarle por gracia,
condescendencia. 19 d. Religión.

21 e. «Excelso»; nuevo título del César.

Hechos Apostólicos
Capítulo 26

Oración de Pablo ante Agripa

1 Y Agripa a Pablo dijo: «Permítesete de ti mismo hablar». Entonces Pablo,


extendiendo la mano, vindicábase: 2 «De todo lo que soy acusado por los judíos, rey
Agripa, heme creído feliz ante ti haberme hoy de vindicar; 3 sobre todo, conocedor
siendo tú de todo lo de los judíos: y costumbres y cuestiones. Por lo cual pido que
longánimamente me escuches. 4 La vida mía, en verdad, de juventud, la de principio
hecha en la gente mía en Jerusalén, saben todos los judíos, 5 que de antes me conocen,
desde el principio, si quisieren testificar; porque, según la severísima secta de nuestra
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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religión he vivido fariseo; 6 y ahora, por la esperanza de la a nuestros padres promesa(a)


hecha por Dios estoy aquí, como reo; 7 a la que las doce tribus de nosotros, en fervor
noche y día sirviendo, esperan llegar; de la cual esperanza acusado soy por los judíos,
rey. 8 ¿Qué? ¿cosa increíble júzgase por vosotros, si Dios muertos resucita? 9 Yo, en
verdad, estimé contra el nombre de Jesús, el Nazareno, deber muchas cosas contrarias
practicar, 10 lo que también hice en Jerusalén; y muchos de los santos yo en custodia
encerré, la de los sumos sacerdotes potestad recibiendo; y por que fuesen arrebatados
ellos, emitió voto; 11 y por todas las sinagogas muchas veces castigando les forzaba a
blasfemar(b); y sobremanera enfureciéndome contra ellos, perseguía hasta también en
las vecinas ciudades. 12 En lo cual, yendo a Damasco, con potestad y permiso de los
sumos sacerdotes, 13 a mediodía por el camino vi, rey, desde el cielo sobre el fulgor del
sol circunfulgiéndome luz y a los conmigo caminantes; 14 y, todos cayendo en la tierra,
oí voz diciéndome en hebrea habla: «Saúl, Saúl, ¿qué me persigues? ¡Duro para ti,
contra el aguijón recalcitrar(c)!» 15 Y yo dije: «¿Quién eres, Señor?» Y el Señor dijo:
«Yo soy Jesús, a quien tú persigues». 16 Empero, levántate, y álzate sobre tus pies,
porque para esto me he aparecido a ti: para constituirte servidor y testigo, así de lo que
me has visto(d), como de lo que he de aparecerte; 17 eligiéndote del pueblo y de las
gentes; a quien yo te envío. 18 para abrir sus ojos, a fin de que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios, a fin de recibir ellos remisión de
pecados y herencia de los santificados por fe, la en mí». 19 De donde, rey Agripa, no he
sido inobediente a la celestial visión: 20 sino que, y a los de Damasco primero, y de
Jerusalén, y por toda la región de la Judea, y a las gentes anunciaba yo arrepentirse y
volverse a Dios, dignas del arrepentimiento obras practicando. 21 Por causa de estas
cosas, habiéndome judíos cogido juntos en el santuario probaron a poner manos(e) en
mí. 22 Auxilio, pues, alcanzando el de Dios, hasta este día, parado estoy testificando, y
al pequeño y al grande, nada fuera diciendo de lo que también los profetas hablaron que
ha de acontecer, y Moisés 23 si pasible el Cristo, si primero de resurrección de muertos,
luz ha de anunciar, y al pueblo y a las gentes». 24 Y esto él alegando. Festo, con gran
voz, dice: «Deliras, Pablo: las muchas letras en delirio te envuelven». 25 Y Pablo, «No
deliro, dice, óptimo Festo, sino que de verdad y cordura palabras pregono. 26 Porque
sabe de estas cosas el rey, a quien con libre habla hablo; pues, que se le oculte de estas
cosas, (no me persuado) ninguna; pues no ha sido en rincón hecho esto. 27 ¿Crees, rey
Agripa, a los profetas? Sé que crees. 28 Y Agripa a Pablo: «¡Por poco no me persuades
de que cristiano me haga!» 29 Y Pablo: «Rogara yo a Dios que, o en poco o en mucho,
no sólo tú, sino también todos los que me oyen, hoy os hicierais tales, cual también yo
soy; —salvo estas cadenas!» 30 Y levantóse el rey, y el presidente, y Bernice y los
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sentados con ellos; 31 y, retirándose, hablaban entre sí, diciendo: que «nada de muerte
o cadenas practica este hombre». 32 Y Agripa a Festo dijo: «Soltar se podía a este
hombre, si no hubiese apelado a César».

6 a. Del Mesías.
11 b. Les hacía fuerza para que blasfemaran a Jesús.
14 c. Proverbial.
16 d. Servidor y testigo de las cosas que hubo, cuando me viste y de las que habrá cuando te
apareciere yo.
21 e. Matarme.

Hechos Apostólicos
Capítulo 27

Viaje a Roma

1 Y, como se juzgó que zarpáramos a Italia, entregaron, y a Pablo y algunos otros


encadenados, a un centurión, por nombre Julio, del manípulo Augusto(a). 2 Y subiendo
en barco adramiteno que debía navegar a los por el Asia lugares, zarpamos, estando
con nosotros Aristarco, macedón tesalonicense; 3 y al otro día arribamos a Sidón; y
benignamente Julio a Pablo tratando, permitió, a los amigos yendo, cuidado alcanzar. 4
Y, de allí zarpando, costeamos a Chipre, porque los vientos eran contrarios; 5 y, el
piélago el de la Cilicia y Panfilia atravesando, bajamos a Mirra de la Licia. 6 Y allí,
hallando el centurión nave alejandrina navegando a Italia, trasbordónos a ella. 7 Y en
bastantes días lentamente navegando y apenas llegados cerca de Gnido, no dejándonos
el viento, costeamos a Creta a lo largo de Salmón(b); 8 y, apenas, perlongándola,
vinimos a un lugar llamado Bellos Puertos; del cual cerca estaba una ciudad: Lasea. 9
Y, bastante tiempo pasado, y siendo ya insegura la navegación, por haber también el
ayuno(c) ya pasado, amonestó Pablo, 10 diciéndoles: «Varones, veo que, con maltrato y
mucho daño, no sólo de la carga y de la nave, sí que también de nuestras almas, habrá
de ser la navegación». 11 Pero el centurión, al piloto y patrón más obedecía que a lo
que por Pablo era dicho. 12 Y mal situado el puerto que había para invernadero, los
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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más estatuyeron consejo de zarpar de allí, por si pudiesen, llegando, en Fenice


invernar: un puerto de Creta, mirando al sudeste y al noroeste. 13 Y, alentando noto(d),
creyendo haber el propósito alcanzado, alzando más de cerca perlongaban a Creta. 14
Pero, después de no mucho, cayó sobre ella(e) un viento huracanado: el llamado euroaquilón(f);
15 y, arrebatada la nave y no pudiendo afrontar al viento, cediendo éramos arrastrados.
16 Y, bajo una isleta corriendo, llamada Clauda, logramos apenas dueños hacernos del
esquife; 17 el que alzando, de recurso les servía, ciñendo(g) por debajo a la nave; y
temiendo en la sirte caer, largando el aparejo(h), así éramos arrastrados. 18 Pero,
reciamente entormentados nosotros, al otro día alijamos. 19 Y, al tercero, con sus
manos los enseres arrojaron; 20 y, ni sol, ni astros pareciendo por varios días, y
tormenta no poca asediando, ya quitábase esperanza toda de salvarnos. 21 Y, mucha
hambre habiendo, entonces, parado Pablo en medio de ellos dijo: «Debíais
ciertamente, oh varones, sometiéndoos a mí, no haber zarpado de Creta y ahorrar este
maltrato y daño. 22 Y lo que es ahora, exhórtoos a alentaros; pues pérdida de alma
ninguna habrá, de nosotros; salvo de la nave. 23 Pues presentóseme esta noche, del
Dios de quien soy y a quien sirvo, un ángel, 24 diciendo: «No temas, Pablo; a César
debes presentarte; y he aquí te ha agraciado(i) Dios todos los que navegan contigo. 25
Por lo cual alentaos, varones; pues creo a Dios que así será, al tenor que se me ha
hablado. 26 En una isla hemos de dar». 27 Y cuando la catorcena noche fue, arrastrados
nosotros en el Adriático, por mitad de la noche, sospecharon los nautas que se acercaba
algo a ellos como tierra; 28 y, sondando, hallaron brazas veinte, y un poco separándose
y de nuevo sondando, hallaron brazas quince; 29 y, temiendo que fuésemos en ásperos
lugares a dar, de popa echando anclas cuatro, anhelaban que amaneciese. 30 Pero los
nautas, buscando huir de la nave y largando el esquife al mar, so pretexto de como si
anclas hubiesen de largar, 31 dijo a Pablo al centurión y los soldados: «Si éstos no
quedaren en la nave, vosotros salvaros no podéis». 32 Entonces los soldados cortaron
las maromas del esquife y dejáronle caer. 33 Y, mientras que iba amaneciendo, exhortó
Pablo a todos ellos a tomar alimento, diciendo: «El catorceno hoy día aguardando, sin
comer pasáis, nada tomando. 34 Por lo cual exhórtoos a tomar alimento; pues esto para
vuestra salud es; pues de ninguno de vosotros cabello de la cabeza perece». 35 Y,
diciendo esto y tomando pan, agradeciendo a Dios a faz de todos, y partiendo, comenzó
a comer. 36 Y alentándose todos, también ellos tomaron alimento. 37 Y éramos todas
almas en la nave doscientas setenta y seis. 38 Y, hartos de comida, aligeraron la nave,
echando el trigo(j) al mar. 39 Y, cuando amaneció, la tierra no conocían; pero una
ensenada divisaban que tenía playa; a la que querían, si pudiesen, arrojar la nave. 40 Y,
las anclas levando, cedieron al mar, a la vez soltando las amarras de los timones; e
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izando el artemón(k) a la ráfaga, enderezaron a la playa. 41 Y, dando en medio de un


paraje bimar(l), encallaron la nave; y, mientras la proa hincada quedó inmóvil, la popa
era deshecha por la violencia de las olas. 42 Y de soldados consejo hubo para que a los
encadenados matasen, a fin de que ninguno, saliendo a nado, se fugase; 43 pero el
centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbóles el acuerdo, y mandó que los que
pudiesen salir a nado, arrojándose, primeros a la tierra saliesen; 44 y los demás, unos en
tablones; otros en algunos objetos de los de la nave. Y así aconteció que todos se
salvaron a la tierra.

1 a. De la cohorte Augusta.
7 b. Promontorio de Creta.
9 c. El día grande de ayuno a fines de septiembre.
13 d. Viento sur.
14 e. La nave.
f. Euro - este, y aquilón - norte. 17 g. Atando el esquife a la nave para favorecerla del embate de las
olas.
h. Ancla o algo semejante. 24 i. Obsequiar, hacer gracia de... 38 j. Cereales, víveres. 40 k. La vela
mayor.

41 l. Entre dos mares.

Hechos Apostólicos
Capítulo 28

1 Y salvos, entonces conocieron que Melite(a) la isla se llama. 2 Y los bárbaros(b) nos
brindaron no poca humanidad; pues encendiendo hoguera, nos acogieron a todos, por
la lluvia inminente y por el frío. 3 Y, recogiendo Pablo de fajina un haz y poniendo en
el fuego, una víbora, del calor saliendo, pegóse(c) a su mano. 4 Y, como vieron los
bárbaros colgado el animal de su mano, unos a otros decían: «A fe asesino es este
hombre; a quien, salvo del mar, la justicia vivir no ha dejado». 5 El, empero,
sacudiendo al animal en el fuego, padeció ningún mal; 6 pero ellos aguardaban a que él
se hubiese de inflamar o caer súbitamente muerto. Y mucho ellos aguardando, y viendo
que nada insólito le sucedía, cambiando, decían que era un dios. 7 Y en los alrededores
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de aquel lugar había predios del primero de la isla, por nombre Publio; el que,
acogiéndonos, días tres amigablemente hospedó. 8 Y aconteció que el padre de Publio
de fiebres y disentería afligido yacía; a quien Pablo, entrando y orando, poniendo las
manos sobre él, sanó. 9 Y, esto sucedido, los demás los que en la isla tenían
enfermedades, acercábanse y eran curados; 10 los cuales también con muchos honores
honrábannos; y, zarpando, nos allegaron lo necesario. 11 Y, después de tres meses,
zarpamos en barco que había invernado en la isla alejandrino, por enseña:
Dioscóridas(d). 12 Y, bajando a Siracusa, quedamos allí días tres; 13 de donde
rodeando, llegamos a Regio. Y, después de un día, viniendo noto, al segundo vinimos a
Putéolos; 14 donde, hallando hermanos, rogósenos con ellos permanecer días siete; y
así a Roma vinimos. 15 Y de allí los hermanos, oyendo lo acerca de nosotros, nos
vinieron al encuentro hasta el de Apio foro, y Tres Tabernas: a los que viendo Pablo
agradeciendo a Dios, tomó ánimo.
16 Y, cuando entramos a Roma, permitióse a Pablo quedar solo con el custodiante
soldado. 17 Y aconteció, después de días tres, convocar él a los que eran, de entre los
judíos, primeros; y congregados ellos, les decía: «Yo, varones hermanos, nada en
contra haciendo del pueblo o de las costumbres las paternas, encadenado, de Jerusalén,
he sido entregado en las manos de los romanos; 18 los cuales, interrogando, me querían
soltar, porque ninguna causa de muerte había en mí; 19 pero, contradiciendo los judíos,
forzado fui a apelar a César, no como de la gente mía teniendo algo que acusar. 20 Por
esta causa, pues, os he llamado a ver y hablar; pues por la esperanza(e) de Israel de esta
cadena rodeado estoy». 21 Y ellos le dijeron: «Nosotros ni letras acerca de ti hemos
recibido de la Judea; ni, llegando alguno de los hermanos, ha anunciado o hablado algo
de ti malo. 22 Pero por conveniente tenemos de ti oír qué piensas; pues, lo que es esta
secta, conocido nos es que doquiera se le contradice». 23 Y, habiéndole fijado día,
vinieron a él al hospedaje los más; a quienes exponía testificándoles mucho el reino de
Dios, y persuadiéndoles acerca de Jesús, y por la ley de Moisés y los profetas, de
mañana a tarde. 24 Y unos obedecían a lo que se decía; otros, empero no creían; 25 y,
discordes estando entre sí, despidiéronse; diciendo Pablo palabra una: que «bellamente
el Espíritu, el Santo, ha hablado por Isaías, el profeta, a vuestros padres diciendo:
26 «Vete a este pueblo y di:«Con oído oiréis, y no entenderéis, no;y mirando miraréis,
y no veréis, no.27 pues se endureció el corazón de este pueblo,y con las orejas
pesadamente han oído,y sus ojos han ido cerrando,que jamás vean con los ojos,y con
las orejas oigan,y con el corazón entiendan: y se conviertan y les sane».
28 Conocido, pues, os sea que a las gentes ha sido enviado esta salud de Dios; ellos

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también oirán». 29 (Y esto él diciendo, retiráronse los judíos, cuestión entre sí teniendo
mucha).
30 Y permaneció un bienio entero en propia casa de alquiler; y recibía a todos los que
entraban a él; 31 predicando el reino de Dios y enseñando lo acerca del Señor
Jesucristo, con toda libre habla, inimpedidamente.
1a. Malta.
2b. Todos los no griegos o romanos.

3c. Mordió. 11d. Cástor y Pólux. 20e. El Mesías esperado.

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Epístola a los Romanos


Capítulo 1
Prólogo

1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado apóstol, segregado para evangelio de Dios; 2
que antes prometió, por sus profetas en Escrituras santas, 3 acerca de su Hijo, el nacido
de simiente de David, según carne; 4 el declarado Hijo de Dios, en poder, según
espíritu de santificación por resurrección de muertos: Jesucristo, Señor nuestro; 5 por
quien hemos recibido gracia y apostolado para obediencia de fe en todas las gentes, por
su nombre; 6 en las cuales estáis también vosotros llamados de Jesucristo: 7 a todos los
que estáis en Roma, amados de Dios, llamados santos: gracia a vosotros y paz de Dios,
Padre nuestro y de Señor Jesucristo. 8 Primero ciertamente, agradezco a mi Dios, por
Jesucristo, acerca de todos vosotros, porque vuestra fe se va anunciando en todo el
mundo. 9 Pues testigo mío es Dios (a quien sirvo en mi espíritu en el Evangelio de su
Hijo): de cómo incesantemente memoria de vosotros hago, 10 siempre en mis
oraciones pidiendo, si de algún modo ya alguna vez buen viaje he de tener, en la
voluntad de Dios, para ir a vosotros. 11 Pues anhelo veros, para que alguna participe yo
dádiva a vosotros espiritual, para que os confirméis; 12 y esto es: para consolarme
juntamente con vosotros por la entre vosotros fe, y vuestra y mía. 13 Y no quiero que
ignoréis, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (y he sido
impedido hasta aquí mismo) para algún fruto tener también en vosotros, según que
también en las demás gentes. 14 Y a helenos, y a bárbaros; y a sapientes y a insipientes
deudor soy. 15 Así lo dentro de mí, pronto(a) para también a vosotros los de Roma
evangelizar. 16 Pues no me avergüenzo del Evangelio; pues la virtud de Dios es en
salud a todo creyente: y a judío y a heleno. 17 Pues, justicia de Dios en él se revela, de
fe en fe(b), según está escrito: «Y el justo de fe vivirá».
18 Pues revélase ira de Dios, desde el cielo, sobre toda impiedad e injusticia de
hombres, los que la verdad en injusticia detienen(c); 19 por esto: porque lo cognoscible
de Dios manifiesto es en ellos; porque Dios se les ha manifestado. 20 Pues las cosas
invisibles de él, por creación del mundo, en las hechuras, entendidas se miran(d), y la
eterna su virtud y divinidad; para que sean ellos indefendibles; 21 por esto: porque,
conociendo a Dios, no como a Dios glorificaron o agradecieron, sino que se
desvanecieron en sus pensamientos, y entenebrecióse su insipiente corazón. 22
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Jactándose de ser sabios, infatuáronse, 23 y mudaron la gloria del incorruptible Dios,


en semejanza de imagen(e) de corruptible hombre, y de volátiles, y de cuadrúpedos y de
reptiles. 24 Por lo cual entrególes Dios en las concupiscencias de sus corazones, a
inmundicias de deshonrar sus cuerpos entre ellos(f); 25 los que mudaron la verdad en la
mentira, y reverenciaron y sirvieron a la criatura que no al que creó; quien es bendito
por los siglos; amén. 26 Por esto entrególes Dios a pasiones de deshonra; pues también
las hembras de ellos mudaron el natural uso en el contra naturaleza; 27 e igualmente
también los machos, desechando el natural uso de la hembra, inflamáronse en el apetito
de ellos unos con otros; machos en machos la torpeza obrando; y el merecido (que era
menester) de su descamino en sí mismos recibiendo. 28 Y, así como no probaron a
Dios tener en conocimiento, entrególes Dios a réprobo entendimiento, a hacer lo no
conveniente; 29 repletos de toda injusticia, malicia, ramería, codicia, maldad;
henchidos de envidia, matanza, contención, dolo, malignidad; 30 susurrones,
detractores, odiadores de Dios, ultrajadores, soberbiosos, jactanciosos, inventores de
maldades, a padres inobedientes; 31 desatinados, desleales, desamantes, despiadados;
32 los cuales, la justicia de Dios conociendo: que los que tales cosas hacen, dignos de
muerte son; no sólo las hacen, sino también asienten a los obrantes.

15a. Está.

17b. De fe menor en mayor. 18c. Oprimen, ahogan. 20d. Las obras de la creación visible revelan a
todo entendimiento lo invisible de
Dios.
23e. A imagen y semejanza.
24f. Entre sí, mutuamente.

Epístola a los Romanos


Capítulo 2
Culpa y castigo de los judíos

1 Por lo cual indefendible eres, oh hombre, todo el que juzgas; pues, en lo que juzgas al
otro, a ti te condenas; pues lo mismo obra el que juzgas. 2 Y sabemos que el juicio de
Dios es, según verdad, contra los que tales cosas obran. 3 ¿Y estimas esto, oh hombre,

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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el que juzgas a los que tales cosas obran, y háceslas: que tú te librarás del juicio de
Dios? 4 ¿O las riquezas de la bondad de él y de la paciencia y de la longanimidad
desprecias; ignorando que lo bueno de Dios a penitencia te trae; 5 y, según tu dureza e
impenitente corazón, atesoraste ira en día de ira y revelación de justo juicio de Dios? 6
quien retribuirá a cada cual, según sus obras; 7 a los que, ciertamente, según paciencia
de obra buena(a), gloria y honor e incorrupción buscan: vida eterna; 8 pero a los de
contención y que desobedecen a la verdad; obedecen empero, a la injusticia: ira e
indignación. 9 Tribulación y angustia sobre toda alma de hombre del que consuma lo
malo; y de judío primeramente y de heleno; 10 pero gloria, y honor y paz a todo el que
obra lo bueno: a judío primeramente y a heleno; 11 pues no hay acepción de personas
ante Dios. 12 Pues, cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y, cuantos en
ley pecaron, por ley juzgados serán; 13 porque no los oidores de ley, justos ante Dios,
sino los hacedores de ley justificados serán. 14 Pues, cuando gentes las que ley no
teniendo, por naturaleza lo de la ley hacen, éstos, ley no teniendo, para sí mismos son
ley; 15 (los cuales manifiestan el hecho de la ley escrito en sus corazones, testificando
con ellos la conciencia, y, entre sí los pensamientos acusando o también defendiendo),
16 en el día que juzgará Dios lo recóndito de los hombres, según el evangelio mío(b),
por Cristo Jesús. 17 Pero, si tú judío te llamas, y reposas en ley, y te glorías en Dios, 18
y conoces la voluntad y aprecias lo mejor, instruido de la ley; 19 y confías en que tú
mismo guía eres de ciegos, luz de los en tinieblas, 20 enseñador de insipientes, maestro
de infantes, que tienes la forma del conocimiento y de la verdad en la ley; 21 el que
enseñas, pues, a otro, ¿a ti mismo no enseñas? El que predicas no hurtar ¿hurtas? 22 El
que dices no adulterar ¿adulteras? El que abominas de los ídolos ¿santuario despojas?
23 El que en la ley te glorías ¿por la transgresión de la ley a Dios deshonras? 24 Pues el
nombre de Dios, por vosotros, es blasfemado en las gentes, según está escrito. 25 Pues
la circuncisión, por cierto, aprovecha, si la ley practicas; pero, si transgresor de la ley
eres, la circuncisión tuya prepucio está hecha(c). 26 Si, pues, el prepucio las justicias de
la ley guardare ¿no será su prepucio en circuncisión reputado? 27 ¿y juzgará el por
naturaleza prepucio, la ley consumando, a ti el, por la letra y la circuncisión,
transgresor de ley? 28 Pues no el en lo manifiesto, judío es; ni la, en lo manifiesto, en
carne, circuncisión, 29 sino, el, en lo oculto, judío, y circuncisión de corazón en
espíritu, no letra; cuyo loor, no de hombres, sino de Dios.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola a los Romanos


Capítulo 3

El judío y el gentil necesitan de justificación

1 ¿Qué, pues, lo más del judío(a), o cuál el provecho de la circuncisión? 2 Mucho en


todo modo. Lo primero, porque confiados fueron los dichos de Dios. 3 Pero ¿qué, si
descreyeron algunos? ¿Acaso el descreimiento de ellos la credibilidad de Dios
anonadará? 4 ¡No sea! y; hágase(b) Dios veraz, pero todo hombre mendaz; según lo que
está escrito: «Para que seas justificado en tus palabras, y venzas, cuando se te juzgare».
5 Pero, si la injusticia de nosotros, de Dios justicia realza ¿qué diremos? ¿Acaso,
injusto Dios, quien infiere ira? (según hombre digo). 6 ¡No sea! De otra suerte ¿cómo
juzgará Dios el mundo? 7 Pues, si la verdad de Dios, en la mentira mía ha abundado en
gloria suya ¿que aún también yo como pecador soy juzgado? 8 ¿y(c) no (según se nos
blasfema, según dicen algunos que nosotros decimos) haremos los males porque
vengan los bienes? la condenación de los cuales(d) es justa. 9 ¿Qué, pues? ¿Nos
aventajamos?(e). En manera alguna, pues ya hemos acusado, y a judíos y helenos que
todos bajo pecado están; 10 según está escrito que:
no hay justo, ni uno;Sal. 14,1-3 11 no hay quien entienda;no hay quien busque a
Dios;Sal. 53. 2-4 12 todos han declinado; a una inutilizádose,no hay quien haga
bondad; no hay siquiera uno.Sal. 5,10 13 Tumba abierta, su laringe;con sus lenguas
engañaran;Sal. 140,4 veneno de áspides, bajo sus labios;Sal. 10,7 14 cuya boca, de
ellos, de maldición, yamargura híncheseIs. 59, 7,8 15 veloces sus pies para verter
sangre,16 quebranto y miseria en sus caminos;
Lc, 1,79 17 y camino de paz no conocieron,
Sal. 36,2 18 no hay temor de Dios ante sus ojos. 19 Y sabemos que cuanto la ley habla,
a los en la ley habla; para que toda boca se selle, y reo se haga todo el mundo para con
Dios. 20 Puesto que por obras de ley no se justificará toda carne a faz de él; pues, por
ley, conocimiento de pecado. 21 Y pues ahora, fuera de ley(f), justicia de Dios se ha
manifestado, testificada por la ley y los profetas; 22 justicia de Dios, por fe de
Jesucristo a todos y sobre todos los creyentes; pues no hay diferencia; 23 pues todos
pecaron y carecen(g) de la gloria de Dios; 24 justificándose gratuitamente por su gracia,
por la redención la en Cristo Jesús; 25 a quien propuso Dios como propiciación por la
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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fe en la sangre de él, en manifestación de su justicia, por la remisión de las precedentes


culpas, 26 en la paciencia de Dios, para la manifestación de su justicia en el presente
tiempo; a fin de ser él justo y justificando al de fe de Jesús. 27 ¿Dónde, pues, la
gloriación? Excluyóse. ¿Por qué ley? ¿de las obras? Jamás; sino por ley de fe. 28
Inferimos, pues, que justificado es con fe el hombre, sin obras de ley. 29 ¿O de judíos
Dios solamente, que no también de gentes? Sí; también de gentes; 30 puesto que uno el
Dios, el que justificará la circuncisión con fe y el prepucio por la fe. 31 ¿La ley, pues,
desvirtuamos por la fe? ¡No sea! sino que ley establecemos.

1 a. Tiene más el judío.


4 b. Manifiéstese.
8 c. Porque, —Rebátense las dos objeciones: 1ª de que Dios no puede castigar al que ha contribuido a
su gloria; y 2ª de que de esto se siga que se pueda hacer mal para que resulte bien.

d. De los que nos blasfeman. 9 e. A los gentiles. 21 f. Derogada la ley divina positiva. 23 g. Están
excluidos de su reino glorioso.

Epístola a los Romanos


Capítulo 4

Por la ley antigua pruébase que la fe sola justifica


Abrahán justificado por la fe

1 ¿Qué, pues, diremos que Abrahán, nuestro progenitor, ha hallado según la carne? 2
Pues, si Abrahán por obras fue justificado, tiene gloriación, pero no ante Dios. 3 Pues
¿qué la Escritura dice? «Y creyó Abrahán a Dios, e imputado fuele a justicia». 4 Pero,
al que obra, salario no se imputa según gracia, sino según deuda. 5 Mas, al que no obra,
pero cree en el que justifica al impío, impútase su fe a justicia. 6 Conforme a lo que
también David dice la bienaventuranza del hombre a quien Dios imputa justicia sin
obras:
7 «Sal. 32,1-2 Bienaventurados, de quienes perdonadas han sido las iniquidades, y de
quienes han sido cubiertos los pecados; 8 bienaventurado el varón a quien no ha
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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imputado, no, Señor pecado».


9 Esta bienaventuranza, pues, ¿en la circuncisión o también en el prepucio? Pues
decimos: «Imputada fue a Abrahán la fe a justicia. 10 ¿Cómo, pues, fue imputada? ¿En
el que en circuncisión estaba o en prepucio? No en circuncisión, sino en prepucio(a). 11
Y señal recibió de circuncisión: sello de la justicia de la fe, la en el prepucio, para ser él
padre de todos los creyentes por prepucio, para serles imputada la justicia; 12 y(b) padre
de circuncisión a los no de circuncisión solamente, sino también a los que siguen las
huellas de la en prepucio fe de nuestro padre Abrahán.
13 Pues no por ley la promesa a Abrahán o a su simiente: de que heredero él sería del
mundo, sino por justicia de fe. 14 Pues, si los de la ley(c) herederos, anonadada está la
fe y desvirtuada la promesa; 15 pues la ley ira obra; y, donde no hay ley, tampoco(d)
transgresión. 16 Por esto por fe(e), para que según gracia, para que sea firme la promesa a toda la
simiente, no al de ley solamente, sino también al de fe de Abrahán; quien es padre de
todos nosotros, 17 (según escrito está: que padre de muchas gentes te he puesto)
delante del a quien creyó: Dios; el que vivifica los muertos y llama lo que no es como
lo que es.
18 Quien contra esperanza en esperanza creyó que sería él padre de muchas gentes,
según lo dicho: Así será tu simiente. 19 Y, no debilitado en la fe, consideró su cuerpo
muerto, centenario de algún modo(f) siendo, y la muerte de la matriz de Sara; 20 y a la
promesa de Dios no vaciló con descreimiento, sino se confortó con la fe, dando gloria a
Dios; 21 confirmado plenamente en que lo que ha prometido, poderoso es también a
hacer. 22 Por lo cual fuele también imputado a justicia.
23 Y no se escribió por él solamente que imputado le fue: 24 sino también por nosotros;
a quienes será imputado, a los que creemos en el que resucitó a Jesús, nuestro Señor, de
muertos; 25 quien fue entregado por causa de nuestras caídas y resucitado por causa de
nuestra justificación.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola a los Romanos


Capítulo 5

1 Justificados, pues, por fe, paz tengamos para con Dios, por nuestro Señor Jesucristo;
2 por el cual también el acceso hemos alcanzado a la fe por esta gracia, en que nos
alzamos y gloriamos en esperanza de la gloria de Dios. 3 Y no sólo(a), sino que nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación paciencia obra; 4 y la
paciencia, probación, y la probación, esperanza; 5 y la esperanza no confunde; porque
el amor de Dios difundido está en nuestros corazones por Espíritu Santo el dado a
nosotros. 6 Pues, si Cristo, siendo nosotros enfermos todavía, según tiempo(b) por
impíos murió 7 (pues apenas por un justo alguien muere; 8 y demuestra su amor a
nosotros, porque aún pecadores siendo nosotros, (según tiempo) Cristo por nosotros
murió); 9 mucho más, pues, justificados ahora en su sangre, nos salvaremos, por él, de
la ira. 10 Pues, si, enemigos siendo, reconciliados hemos sido con Dios por la muerte
de su Hijo, mucho más reconciliados nos salvaremos en su vida; 11 y no sólo, sino que
también gloriándonos en Dios por nuestro Señor Jesucristo; por quien ahora la
reconciliación hemos recibido.
12 Por esto, así como por un hombre el pecado en el mundo entró, y, por el pecado la
muerte; y así a todos los hombres la muerte pasó; en quien todos pecaron(c); 13 pues
hasta ley, pecado estaba en el mundo; y pecado no se imputa, no habiendo ley; 14
empero reinó la muerte desde Adán hasta Moisés; también sobre los que no pecaron en
la semejanza de la transgresión de Adán; quien es figura del venidero. 15 Mas, no así
como la caída, así el carisma(d). Pues, si por la del uno caída, los más murieron, mucho
más la gracia de Dios; y el don, en gracia, la de un hombre, Jesucristo, en los muchos
abundó. 16 Y no, como por un pecado, la dádiva; pues ciertamente el juicio, de uno, en
condenación; pero el carisma; de muchas caídas, en justicia. 17 Pues, si por la del uno
caída, la muerte reinó por el uno; mucho más los que la abundancia de la gracia, y del
don y de la justicia reciben, en vida reinarán por el uno: Jesucristo. 18 Luego, pues, así
como por de uno caída, a todos los hombres(e) en condenación, así también por una
justicia a todos los hombres en justificación de vida; 19 pues, así como por la
desobediencia del un hombre, pecadores constituidos fueron los muchos(f), así también
por la obediencia del uno, justos constituidos serán los muchos. 20 Y la ley añadióse

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para que abundase la caída(g); y, donde abundó el pecado, superabundó la gracia; 21


para que, así como reinó el pecado en la muerte, así también la gracia reinara por
justicia en vida eterna por Jesucristo, nuestro Señor.

Epístola a los Romanos


Capítulo 6

Los justificados exentos están de la servidumbre del pecado;

1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado, para que la gracia abunde? 2


¡No sea! Los que hemos muerto al pecado ¿cómo aún viviremos en él? 3 ¿O ignoráis
que, cuantos hemos sido bautizados en(a) Cristo, en su muerte hemos sido bautizados?
4 Consepultados, pues, hemos sido con él, por el bautismo en la muerte; para que, así
como resucitó Cristo de muertos, por la gloria del Padre, así también nosotros en
novedad de vida caminemos. 5 Pues, si retoños(b) nos hubiéremos hecho, a la
semejanza de la muerte de él; —empero, también de la resurrección seremos; 6 esto
conociendo que el viejo hombre nuestro juntamente crucificado fue, para que se
anonadara el cuerpo del pecado(c), para no ya servir nosotros al pecado; 7 pues el que
ha muerto, justificado está del pecado. 8 Y si hemos muerto con Cristo, creemos que
también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, resucitando de muertos, ya no muere.
Muerte de él ya no se enseñorea. 10 Pues lo que murió(d), al pecado murió una vez por
todas, pero, lo que vive, vive a Dios. 11 Así también vosotros considerad que estáis
muertos ciertamente al pecado, vivientes, empero, a Dios en Cristo Jesús (Señor
nuestro). 12 No reine, pues, ya el pecado en el mortal cuerpo vuestro para obedecer a
sus concupiscencias; 13 ni presentéis vuestros miembros armas(e) de iniquidad al
pecado, sino presentaos a Dios, cual si de entre muertos viviendo, y vuestros miembros
armas de justicia a Dios. 14 Pues pecado de vosotros no se enseñoreará; pues no estáis
bajo ley, sino bajo gracia.
15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo ley, sino bajo gracia? ¡No sea! 16
¿No sabéis que a quien os presentáis siervos a obediencia, siervos sois del a quien
obedecéis, ya sea de pecado, a muerte, sea de obediencia a justicia? 17 Pero gracias a

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Dios, que fuisteis siervos del pecado, habéis, empero, obedecido de corazón a la forma
que os entregasteis de doctrina; 18 y libertándoos del pecado, os habéis hecho siervos
de la justicia. 19 Cosa humana(f) digo, por la flaqueza de vuestra carne; pues, así como
presentasteis vuestros miembros siervos a la inmundicia y a la iniquidad para la
iniquidad; así ahora presentad vuestros miembros siervos a la justicia para
santificación. 20 Pues, cuando siervos erais del pecado, libres érais(g) para la justicia.
21 ¿Qué fruto, pues, teníais entonces? ¡En lo que ahora os avergonzáis! Pues, a la
verdad, el fruto de aquéllos, ¡muerte!; 22 mas ahora ya, libertados del pecado, pero
hechos siervos de Dios, tened vuestro fruto en santificación; y el fin, vida eterna. 23
Pues los estipendios del pecado, muerte; pero el carisma de Dios, vida eterna en Cristo
Jesús, Señor nuestro.

3 a. En él y para él, consagrados a él. 5 b. De la muerte, la pasión, de él. 6 c. El cuerpo pecador. 10 d.


En él.

13 e. Como armas, instrumentos.


19 f. Natural.
20 g. Prescindíais del todo de ella.

Epístola a los Romanos


Capítulo 7

Los justificados exentos están de la ley;

1 ¿O ignoráis, hermanos, (pues a los que conocen ley(a), hablo) que la ley domina al
hombre, cuanto tiempo viviere? 2 Pues la enmaridada mujer al viviente marido sujeta
está por ley; mas, si muriere el marido, aniquilada está(b) para la ley del marido. 3 Por
lo tanto, viviendo el marido, adúltera será juzgada, si fuere de varón otro; mas, si
muriere el marido, libre está de la ley, para no ser ella adúltera, siendo de varón otro. 4
Así mismo, hermanos míos, también vosotros muertos habéis sido para la ley por el
cuerpo del Cristo, para ser vosotros para otro: para el de muertos resucitado, a fin de
que fructifiquemos para Dios. 5 Pues, cuando estábamos en la carne, las pasiones de
los pecados, las por la ley, obraban en nuestros miembros, para fructificar para la
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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muerte; 6 mas ahora ya hemos sido aniquilados(c) de la ley, muertos a la en que


estábamos detenidos, para servir nosotros en novedad de espíritu, y no vetustez de
letra.
7 ¿Qué, pues, diremos? ¿La ley, pecado (es)? ¡No sea! empero el pecado no conocí,
sino por ley. Pues que la concupiscencia no supiera yo, si la ley no dijese: «No
codiciarás». 8 Pero, incitativo tomando el pecado por el mandamiento, ha consumado
en mí toda concupiscencia. Pues, sin ley ¡el pecado muerto!; 9 pero yo vivía sin ley un
tiempo; pero, viniendo el mandamiento, el pecado revivió; 10 y yo morí(d), y fue
hallado por mí el mandamiento, el para vida, éste, para muerte; 11 pues el pecado,
incitativo tomando por el mandamiento, engañóme y por él mató. 12 Así que la ley,
santa; y el mandamiento, santo, y justo y bueno. 13 Lo bueno, pues ¿se me hizo
muerte? ¡No sea!; sino el pecado, para que apareciera pecado(e), por lo bueno
consumando muerte; para que se hiciese por hipérbole pecador el pecado por el
mandamiento.
14 Pues sabemos que la ley espiritual es; mas yo carnal soy, vendido bajo el pecado(f).
15 Pues lo que consumo, no conozco; pues, no lo que quiero, esto practico, sino lo que
odio, esto hago. 16 Y, si, lo que no quiero, esto hago, asiento a la ley: que es bella; 17
pero, hoy por hoy, ya no yo consúmolo, sino el que inhabita en mí pecado. 18 Pues sé
que no habita en mí, esto es: en mi carne, cosa buena; pues el querer consiste en mí,
pero el consumar lo bello, no; 19 pues no lo que quiero, hago: lo bueno, sino, lo que no
quiero: lo malo, esto practico. 20 Pero, si lo que no quiero, esto hago, ya no yo
consúmolo, sino el que habita en mí: el pecado. 21 Hallo, pues, la ley(g) queriendo yo
hacer lo bello: que en mí lo malo consiste; 22 pues congratúlome de la ley de Dios,
según el interior hombre; 23 mas veo otra ley en mis miembros, guerreando contra la
ley de mi mente y cautivándome en la ley del pecado la que hay en mis miembros. 24
¡Miserable yo hombre! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?(h) 25 ¡Gracias a
Dios(i) —por Jesucristo Señor nuestro! Por lo tanto yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, con la carne
empero, a ley del pecado.

1 a. Mosaica. — La palabra ley sola siempre designa en S. Pablo la mosaica o


revelación viejo testamental. 2 b. Está aniquilada para ella la ley. —Expresión enérgica y audaz, para
realzar laderogación de la ley mosaica.
6 c. Véase vs. 2.
10 d. A la inocencia.

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13 e. El pecado: la concupiscencia, para que aparezca como pecado, como pecaminosa, por lo bueno,
la bondad de la ley; ha obrado en mí la muerte, para que el pecado se hiciese: se manifestase,
sobremanera pecador grave; se conociese toda la gravedad de la concupiscencia.

14 f. Vendido como esclavo al pecado. 21 g. La inclinación al mal. 24 h. ¿Del cuerpo que me angustia
y mata así? 25 i. Quien me librará por Jesucristo.

Epístola a los Romanos


Capítulo 8

1 Ninguna, pues, ahora condenación para los en Cristo Jesús, (que no según carne
caminan). 2 Pues la ley del espíritu de la vida en Cristo Jesús te libertó de la ley del
pecado y de la muerte. 3 Pues lo imposible de la ley(a), en lo que flaqueaba por la
carne(b) —Dios, a su Hijo enviando en semejanza de carne de pecado; y por pecado
condenó el pecado en la carne; 4 a fin de que la justicia(c) de la ley se cumpliese en
nosotros, los que, no según carne caminamos, sino según espíritu. 5 Pues, los que
según carne son, lo de la carne sienten; pero, los que según espíritu, lo del espíritu; 6
pues el sentir de la carne, muerte; pero el sentir del espíritu, vida y paz. 7 Por esto:
porque el sentir de la carne, enemistad de Dios; pues a la ley de Dios no se sujeta; pues
ni puede(d). 8 Pero, los que en carne son(e), a Dios placer no pueden. 9 Mas vosotros no
sois en carne, sino en espíritu; si es que espíritu de Dios habita en vosotros. Pero, si
alguno espíritu de Cristo no tiene, éste no es de él. 10 Pero, si Cristo en vosotros, el
cuerpo ciertamente muerto por pecado, mas el espíritu, vida por justicia. 11 Pero, si el
espíritu del que resucitó a Jesús de muertos, habita en vosotros, el que resucitó a Cristo
de muertos, vivificará también los mortales cuerpos vuestros, por inhabitar su espíritu
en vosotros.
12 Por lo tanto, hermanos, deudores somos, no a la carne, para según carne vivir. 13
Pues, si según carne viviereis, habéis de morir; mas, si con espíritu los hechos del
cuerpo matareis, viviréis. 14 Pues, cuantos por espíritu de Dios son llevados, éstos
hijos son de Dios. 15 Pues no habéis recibido espíritu de servidumbre de nuevo para
temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción; en el que clamamos: «¡Abbá, el
Padre!» 16 Pues el mismo espíritu testifica a la vez a nuestro espíritu que somos hijos
de Dios. 17 Mas, si hijos, también herederos: herederos ciertamente de Dios,

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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coherederos, empero, de Cristo; si es que compadecemos, para ser también


conglorificados. 18 Pues estimo no dignos los padecimientos del presente tiempo para
la gloria que se ha de revelar en nosotros. 19 Pues la expectación de la criatura la
revelación de los hijos de Dios aguarda. 20 Pues a la vanidad la criatura ha sido
sometida, no de grado, sino por el que la ha sometido, con esperanza; 21 pues también,
la misma criatura libertada será de la servidumbre de la corrupción para la libertad de la
gloria de los hijos de Dios. 22 Pues sabemos que toda criatura consuspira y comparture
hasta ahora, 23 y no sólo, sino que también los mismos que las primicias del espíritu
tenemos, también nosotros mismos en nosotros suspiramos, adopción aguardando: la
redención de nuestro cuerpo. 24 Pues, por la esperanza, nos hemos salvado; pero la
esperanza que ve, no es esperanza; pues lo que ve alguien ¿qué(f) espera? 25 Pero, si lo
que no vemos, esperamos, por paciencia, aguardamos. 26 Y así mismo también el
espíritu socorre a nuestra flaqueza; pues, lo que oremos, cual se debe, no sabemos; pero
el mismo espíritu intercede con gemidos inefables; 27 pues, el que escudriña los
corazones, sabe cuál el sentir del espíritu; porque, según Dios, demanda por santos. 28
Y sabemos que a los amantes de Dios, todo coopera en bien, a los que según propósito
llamados son. 29 Pues, a los que preconoció, también predestinó conformes(g) a la
imagen de su Hijo, para ser él primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los
que justificó, a éstos también glorificó. 31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios por
nosotros ¿quién contra nosotros? 32 Pues, aquél que al propio Hijo no perdonó, sino
por nosotros todos entrególe ¿cómo no ya, también con él, con todas las cosas nos
agraciará? 33 ¿Quién acusará contra elegidos de Dios? Dios el que justifica: 34 ¿quién
el que condenará? ¿Cristo, el que murió; mas aún: el que resucitó; el que también está a
diestra de Dios; el que también intercede por nosotros? 35 ¿Quién nos apartará del
amor del Cristo(h)? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro o cuchilla? 36 Según está escrito: Sl. 44,23 que
por causa tuya se nos mata el día entero; considérasenos como ovejas de matanza. 37
Mas en todo esto sobrevencemos(i) por el que nos ama. 38 Pues cierto estoy de que ni
muerte, ni vida; ni ángeles(j), ni principados, ni potencias; ni lo presente ni lo futuro; 39
ni alteza, ni hondura, ni criatura alguna otra podrános apartar del amor de Dios, el en
Cristo Jesús, Señor nuestro.

3a. A la ley: lo que no podía la ley.


b. Reticencia para encarecer la idea de lo imposible. Hay que suplir: esto hizo Dios, enviando a su

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Hijo.

4c. Lo justo que pide la ley. 7d. Tan esencialmente contraria es a ella.
8e. Viven según la carne. 24f. ¿A qué lo espera? 29g. Para ser conformados. 35h. Que Cristo nos
tiene.
37i. Vencemos facilísima, totalmente.
38j. Malos.

Epístola a los Romanos


Capítulo 9

Exordio: Tristeza del apóstol por la presente infidelidad de su pueblo

1 Verdad digo en Cristo; no miento; testificando conmigo mi conciencia, en Espíritu


Santo: 2 que tristeza tengo grande; e incesante dolor, mi corazón, 3 pues votara yo
anatema(a) ser yo mismo del Cristo(b) por mis hermanos, mis congéneres, según carne;
4 los que son israelitas; de quienes, la adopción, y la gloria; y la alianza, y la
legislación, y el culto y las promesas; 5 de quienes, los padres, y de quienes, el Cristo,
en cuanto a la carne. El que, sobre todas las cosas, Dios, bendito por los siglos; amén.
6 Pero(c) no como que se haya derribado la palabra de Dios. Pues no todos los de Israel,
éstos, Israel; 7 ni, porque son simiente de Abrahán, todos Gn. 21,12 hijos; sino: En
Isaac llamada te será simiente. 8 Esto es: que no los hijos de la carne, éstos hijos de
Dios, sino los hijos de la promesa considéranse como simiente. 9 Pues de promesa esta
palabra: Gn. 18,10 Según este tiempo vendré, y tendrá Sara hijo. 10 Gn. 25,21 Y no
sólo —sino que también Rebeca, de un(d) concúbito teniendo: de Isaac, padre nuestro;
11 Pues, aún ni nacidos ni habiendo hecho algo bueno o malo, (para que el, según
elección, propósito de Dios permaneciese), no por obras, sino por el que llamaba; 12
fue dicho a ella que Ml. 1,2-3 el mayor servirá al menor; 13 según lo que está escrito: A
Jacob amé; a Esaú, empero, aborrecí(e).
14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Acaso, injusticia, ante Dios? ¡No sea! 15 Pues a Moisés dice:
Ex. 33,19 Me apiadaré de quien me apiadare, y me compadeceré de quien me
compadeciere. 16 Por lo tanto, no(f) del que quiere, ni del que corre, sino del que se
apiada: Dios. 17 Pues dice la Escritura a Faraón: que Ex. 9,16 a esto mismo
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despertádote he para manifestar yo en ti mi poder, y para que se pregone mi nombre en


toda la tierra. 18 Por lo tanto, de quien quiere, apiádase, y a quien quiere, endurece. 19
Dirásme, pues: «¿Qué, pues, aún vitupera? Porque a su voluntad ¿quién ha resistido?»
20 Oh hombre, y tú ¿quién eres el que interpelas a Dios? Acaso dirá el plasma al
plasmante: «¿Qué me has hecho así?» 21 ¿O no tiene potestad el alfarero del(g) barro,
para, de la misma masa, hacer: uno, de honra vaso, otro de deshonra? 22 Y ¿si,
queriendo Dios manifestar la ira y patentizar lo poderoso que es, ha soportado(h) en
mucha longanimidad vasos de ira dispuestos ya(i) a perdición; 23 para patentizar él las riquezas
de su gloria para con vasos de misericordia; los que previno para gloria; 24 a los que
también llamó: a vosotros, no sólo de judíos, sino también de gentes(j)? 25 Como
también en Oseas dice:
Os. 2,25. Llamaré al no pueblo mío, «pueblo mío»,y a la no amada, «amada»;(y a la
que no ha misericordia conseguido,«la que ha misericordia conseguido»);26 Os. 2,1 y
será: en el lugar donde se les dijo:«No pueblo mío, vosotros»,allí llamados serán hijos
de Dios viviente.27 E Isaías clama sobre Israel:
Is. 10,22. Si(k) fuere el número de los hijos de Israel como la arenadel mar, el resto se
salvará; 28 Is. 10,23. pues palabra consumante yconcisa (en justicia; porque palabra
recortada) hará el Señor sobre latierra. 29 Y, según que ha predicho Isaías.
Is. 1,9. Si el Señor Sabaot(l) no nos hubiese dejado simiente, como
Sodoma hechos fuéramos y como Gomorra hechos semejantes.

30 ¿Qué, pues diremos? Que las gentes, las que no seguían justicia, cogieron justicia, y
justicia la de fe; 31 e Israel, siguiendo ley de justicia, a ley no llegó. 32 ¿Por qué?
Porque, no por fe, sino como por obras tropezaron en la piedra del tropiezo(m) 33 según
está escrito: Is. 8,14; 28,16. He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo y peña de
escándalo; y el que cree en él, no será confundido.

3 a. Maldición.
b. Y ser separado de Cristo (aunque no eternamente).
6 c. No es mi dolor como si...
10 d. Una solo.
13 e. Desamé, desatendí.

16 f. Es, no depende. 21 g. Sobre él. 22 h. Soporta. i. Por propia culpa. 24 j. Reticencia. Súplese: ¿no

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hizo bien? haciendo todo esto. 27 k. Cuando fuere el pueblo israelítico: judíos y gentiles, como la
arena del mar,

32 m. Cristo.

Epístola a los Romanos


Capítulo 10

Abandonó Israel la justicia de Dios, buscando la suya propia

1 Hermanos, el beneplácito(a) ciertamente de mi corazón, y mi plegaria a Dios por ellos


en salud. 2 Pues testifícoles que celo de Dios tienen, pero no según conocimiento; 3
pues, desconociendo la justicia de Dios, y la propia buscando establecer, a la justicia de
Dios no se sometieron. 4 Que fin de ley, Cristo, en justicia, a todo creyente. 5 Que
Moisés escribe que la justicia, la por ley, haciendo el hombre, vivirá en ella. 6 Pero la
por fe justicia así dice: «No digas en tu corazón(b): «¿Quién ascenderá al cielo?» (esto
es: a Cristo bajar). 7
O: «¿Quién bajará al abismo?» (esto es: a Cristo de entre muertos sacar). 8 Mas ¿qué
dice(c)? (la Escritura). Dt. 30,14. Cerca está de ti la palabra(d), en tu boca y en tu
corazón. Esta es la palabra de la fe que predicamos. 9 Porque, si confesares en tu boca
a Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de muertos, te salvarás; 10
pues con corazón se cree para justicia; con boca, empero, se confiesa para salud. 11
Pues dice la Escritura: «Todo el que cree en él, no será confundido». 12 Que no hay
distinción, y de judío y de heleno; pues el mismo Señor de todos, que es rico para con
todos los que le invocan. 13 Que todo el que invocare el nombre del Señor, se salvará.
14 ¿Cómo, pues, invocarán al que no han creído? ¿Y cómo creerán a quien no han
oído? ¿Y cómo oirán sin predicador? 15 ¿Y cómo predicarán, si no se les enviare?
según está escrito: Is. 52,7. ¡Qué hermosos los pies de los que evangelizan (paz, de los
que evangelizan) lo bueno! 16 Pero no todos han obedecido al Evangelio. Pues Isaías
dice: Is. 53,1. «Señor, ¿quién creyó a nuestra oída? 17 Luego la fe por oído, y el oído
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por medio de palabra de Cristo. 18 Empero digo: ¿Acaso no oyeron? Antes bien: Sl.
19,5 Por toda la tierra ha salido el son de ellos, y hasta los fines del orbe, las palabras
de ellos. 19 Pero digo: ¿Acaso Israel no conoció? Primero Moisés dice: Dt. 32,21. Yo
celaréos en no gente; en gente insipiente
irritaréos. E Isaías atrévese y dice: Is. 65,1. Hallado fui de los que no me buscaban;
manifiesto híceme a los que no me interrogaban(e). Y a Israel dice: Is.65,2. Todo el día
he extendido mis manos a pueblo que desobedece y contradice.

1 a. Deseo ardiente.
6 b. Como la impiedad, que niega la ascensión y la vuelta del Mesías y su
resurrección.

8 c. La justicia, el justificado por la fe.

d. Fácil de hallar y cumplir es la palabra de la fe. 19 e. Inquirían.

Epístola a los Romanos


Capítulo 11

No todos los judíos se endurecieron

1 Digo, pues: ¿Acaso ha repelido Dios a su pueblo? ¡No sea! que también yo israelita
soy, de simiente de Abrahán, tribu de Benjamín. 2 No ha repelido Dios a su pueblo, al
que preconoció(a). ¿O no sabéis, en Elías, qué dice la escritura: cómo interpela a Dios
contra Israel?: 3 1 R. 19,10. Señor, a tus profetas han muerto; tus aras socavado, y yo
he sido dejado solo, y buscan mi alma. 4 Pero ¿qué le dice el oráculo(b)? 1 R. 19,18.
Heme dejado siete mil varones; los cuales no han doblado rodilla a Baal. 5 Así, pues,
también en el presente tiempo, resto, según elección de gracia, (salvo) ha sido hecho; 6
y, si, de gracia, ya no por obras, que de otra suerte la gracia ya no se hace gracia. 7
¿Qué, pues? Lo que busca Israel, esto no consiguió; la elección(c), empero, lo
consiguió; mas los restantes obcecáronse; 8 según está escrito: Is. 29,10. Dióles Dios
espíritu de quebranto, ojos para no ver, y orejas para no oír, hasta el día de hoy. 9 Y
David dice: Sl. 69,23,24. Hágase la mesa de ellos en lazo, y en prendimiento, y en
escándalo y en retribución a ellos; 10 entenebrézcanse sus ojos para no ver; y la
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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espalda de ellos siempre encorva.


11 Digo, pues: ¿Acaso tropezaron para que cayesen? ¡No sea! ¡sino que, con la caída
de ellos, la salud(d) a las gentes, para encelarles. 12 Y, si la caída de ellos, riquezas del
mundo; y la merma de ellos, riquezas de las gentes; cuánto más la plenitud de ellos! 13
Y a vosotros digo: a las gentes; en cuanto, en verdad, soy yo de gentes apóstol, mi
ministerio glorifico; 14 por si de algún modo he de encelar a mi carne(e) y salvar
algunos de ellos. 15 Pues, si la repulsa de ellos, reconciliación de mundo ¿cuál la
recepción; si no vida de muchos? 16 Y si las primicias(f), santas, también la masa; y, si
la raíz, santa, también las ramas. 17 Y, si algunas de las ramas se desgajaron, y tú,
oleastro siendo, injertado has sido en ellas y copartícipe de la raíz, de la grosura de la
oliva has sido hecho; 18 no te jactes de las ramas, y, si te jactares, no tú la raíz llevas,
sino la raíz, a ti. 19 Dirás, pues; «Desgajáronse ramas, para que yo fuese injertado». 20
¡Bellamente! Por la infidelidad desgajáronse, y tú por la fe parado estás. No cosas
excelsas sientas, sino teme; 21 pues, si Dios a las según naturaleza ramas no perdonó,
ni a ti perdonará. 22 Ve, pues, benignidad y severidad de Dios: para los que cayeron
ciertamente, severidad; y para ti, benignidad de Dios, si permanecieres en la
benignidad; de otra suerte también tú cortado serás. 23 Y también aquéllos si no
permanecieren en la infidelidad, injertados serán. Que poderoso es Dios para de nuevo
injertarles, 24 pues, si tú cortado has sido del, por naturaleza, oleastro, y, contra
naturaleza, injertado en bella oliva; ¡cuánto más éstos, los según naturaleza, injertados
serán en su propia oliva!
25 Pues no quiero que vosotros ignoréis, hermanos, este misterio (para que no seáis en
vosotros mismos prudentes(g): que la ceguedad en parte a Israel aconteció, hasta que la
plenitud(h) de las gentes entrare. 26 Y así(i) todo Israel se salvará, según está escrito:
Is. 59.20. Llegará de Sión el que libertará, y apartará impiedades de Jacob. 27 Y ésta
para ellos la conmigo alianza, cuando quitare yo los pecados de ellos.
28 Según el Evangelio ciertamente odiados(j), por causa de vosotros; pero, según la
elección, amados, por causa de los padres, 29 pues irrevocables los carismas y la
vocación de Dios. 30 Pues, así como vosotros un día desobedecisteis a Dios; mas ahora
ya se os compadece por la de éstos desobediencia; 31 así también éstos ahora han
desobedecido por vuestra compasión, a fin de que también a ellos ahora se les
compadezca; 32 pues ha encerrado Dios a todos en desobediencia, para de todos
compadecerse.
33 ¡Oh profundidad de riquezas y sabiduría y ciencia de Dios! ¡cuán
inescrutables sus juicios, e ininvestigables sus caminos!34 Pues ¿quién conoció mente
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de Señor?¿O quién consejero suyo hecho fue?35 ¿O quién antes dióle, y


retribuirásele?
36 Pues de él, y por él y a él todas las cosas: a él la gloria por los siglos; amén.
2 a. Predestinó.
4 b. Divino.
7 c. Los elegidos.
11 d. Vino.
14 e. Estimular a los de su carne: a los israelitas.

16 f. De la masa, de las cuales se hacían los panes de la proposición. 25 g. No os creáis cuerdos, que
no penséis altamente de vosotros mismos.
h. La universalidad.
26 i. Entonces.
28 j. Son los israelitas actuales, rebeldes.

Epístola a los Romanos


Capítulo 12

Tema general

1 Exhórtoos; pues, hermanos, por las piedades de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos hostia viviente, santa, bien placiente a Dios; el espiritual culto vuestro; 2 y no
os conforméis a este siglo, sino transformaos con la renovación de la mente, para
probaros: cuál(a), la voluntad de Dios, la buena(b), y bien placiente y perfecta.
3 Pues digo, por la gracia la dada a mí, a todo el que está entre vosotros: no sentir más
allá de lo que se debe sentir, sino sentir para bien sentir(c); a cada cual como(d) Dios
repartió medida de fe. 4 Pues, así como en un cuerpo muchos miembros tenemos, y los
miembros todos no el mismo oficio tienen, 5 así los muchos un cuerpo somos en
Cristo; y, por lo tocante a cada cual, uno de otro miembros, 6 y, teniendo carismas,
según la gracia la dada a nosotros, distintos: sea profecía, en razón(e) de la fe, 7 sea
ministerio, en el ministerio(f); sea el que enseña, en la enseñanza; 8 sea el que exhorta,
en la exhortación; el que distribuye, en simplicidad; el que preside, en solicitud; el que

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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compadece, en hilaridad.
9 ¡El amor, indisimulado! Odiando lo malo, adhiriendo a lo bueno; 10 con amor
fraterno unos de otros tiernamente amantes; 11 con la solicitud no perezosos; con
espíritu fervorosos; al Señor sirviendo; 12 con la esperanza, gozándoos; en la
tribulación pacientes; en la oración, perseverantes; 13 con las necesidades de los santos
comunicando(g); la hospitalidad persiguiendo(h); 14 perseguidores bendecid, y no maldigáis.
15 Gozar con los que gozan; llorar con los que lloran. 16 Lo mismo entre vosotros
sintiendo(i); no lo alto sintiendo, sino de los humildes dejándoos llevar. No os hagáis
prudentes ante vosotros mismos. 17 A nadie mal por mal devolviendo; proveyendo lo
bello a faz de todos los hombres; 18 si posible, lo de vosotros(j), con todos los hombres
paz teniendo; 19 no vengándoos, amados; sino dad lugar(k) a la ira; pues escrito está:
Prov. 25, 21-22. «A mí la venganza; yo retribuiré, dice Señor». 20 Empero, «si
hambreare tu enemigo, aliméntale; si sed tuviere, dale de beber. Pues, esto haciendo,
ascuas de fuego acumularás sobre su cabeza(l)». No seas vencido de lo malo(m), sino vence, en lo
bueno lo malo.

2 a. Sea.
b. Lo bueno, etc.
3 c. No pensar alto, soberbios, sino sana, cuerda, modestamente.
d. Como a cada cual.
6 e. A medida del don de la fe.

7 f. El ministro, el profeta, el maestro, etc. cada cual esté sólo en su oficio. 13 g. Haciéndolas
comunes, socorriéndoles.
h. Corriendo en pos de ella. 16 i. Sentid lo mismo unos que otros; tened el mismo corazón. 18 j. Lo
que depende de vosotros. 19 k. Dejadla pasar; despedidla. 20 l. Le quemará y hará arrepentirse el
recuerdo del mal que hizo.
m. Haciendo mal también tú. El que hace mal es vencido del mal, el que hace lo

bueno, vence lo malo.

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Epístola a los Romanos


Capítulo 13

Obediencia a la autoridad

1 Toda alma a potestades superiores sométase. Que no hay potestad sino de Dios; y las
que son, de Dios ordenadas son. 2 Así que el que resiste a la potestad, a la de Dios
ordenación se opone; y los que se oponen, a sí mismos condenación cogerán. 3 Pues los
príncipes no son temor para la buena obra, sino para la mala. ¿Y quieres no temer a la
potestad? Lo bueno haz, y tendrás loor de ella; 4 pues de Dios ministro te es para lo
bueno. Pero, si lo malo hicieres, teme; pues no en vano la cuchilla lleva; pues de Dios
ministro es; vengador, para ira, al que lo malo obra. 5 Por lo cual ¡menester someterse,
no solo por la ira(a), sino también por la conciencia! 6 Pues por esto también tributos
pagáis; pues servidores de Dios son en esto mismo(b) esforzándose. 7 Pagad a todos las
deudas: al que(c) el tributo, el tributo: al que el derecho, el derecho; al que el temor, el
temor; al que el honor, el honor.
8 A nadie nada debáis, sino unos a otros amaros. Que quien ama al otro, ley ha
cumplido; 9 pues el «no adulterarás, no matarás, no hurtarás, (no jurarás falso) no
codiciarás»; y, si algún otro mandamiento(d), en esta palabra se recapitula: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. 10 El amor(e), al prójimo mal no hace; plenitud, pues, de ley
el amor.
11 Y esto(f), sabiendo el tiempo; pues hora ya de que de sueño despertemos; pues ahora
más cerca de nosotros, la salud que cuando creímos(g). 12 La noche ha avanzado y el
día aproximádose, depongamos, por tanto, las obras de las tinieblas y revistámonos las
armas de la luz. 13 Como de día decorosamente caminemos, no en bacanales y
ebriedades, no en concúbitos y lascivias; no en contiendas y celos, sino revestíos del
Señor Jesucristo; y de la carne, el cuidado no hagáis en concupiscencia.
5 a. Por temor de la ira del príncipe. 6 b. En castigar al malo y proteger al bueno.

7 c. Debéis. 9 d. Hay. 10 e. No hace mal al prójimo. 11 f. Sobre todo.

g. Empezamos a creer.

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Epístola a los Romanos


Capítulo 14

Dios es el juez

1 Y al débil en la fe(a) acoged, no para juicios de opiniones. 2 Uno cree(b) comer todo;
otro, enfermo(c), hortalizas come. 3 El que come, al que no come, no desprecie; y el que
no come, al que come no juzgue; pues Dios le ha acogido. 4 Tú ¿quién eres el que
juzgas a ajeno siervo? Para el propio Señor álzase(d) o cae; alzaráse, empero; porque
puede el Señor alzarle. 5 Uno juzga día ante día(e); otro juzga todo día. Cada cual en el
propio sentir plenamente se confirme(f). 6 El que observa el día, para Señor observa (y
el que no observa el día, para Señor no observa). Y el que come, para Señor come; pues
agradece a Dios; y el que no come, para Señor no come, y agradece a Dios. 7 Pues
nadie de nosotros para sí mismo vive; y nadie para sí mismo muere; 8 pues sea que
vivamos, para el Señor vivimos; sea que muramos, para el Señor morimos. Luego sea
que vivamos, sea que muramos, del Señor somos. 9 Que, para esto, Cristo murió y ha
vivido(g), para que, y a muertos y a vivos señoree. 10 Y tú ¿qué juzgas a tu hermano? O
también tú ¿qué desprecias a tu hermano? Pues todos nos presentaremos al tribunal de
Dios. 11 Que escrito está: Is. 45,23.
¡Vivo yo!, dice Señor: que a mí se doblará toda rodilla; y toda lengua confesará a
Dios. 12 Por consiguiente cada uno de nosotros acerca de sí mismo razón dará a Dios.
13 Luego, no más ya unos a otros juzguemos; sino esto juzgad más bien: el no poner
tropiezo al hermano o escándalo. 14 Sé y estoy cierto, en Señor Jesús, de que nada
común(h) por sí mismo, sino para el que cree que algo común es; —para aquél, común(i). 15 Pues, si por
comida tu hermano es contristado, ya no, según caridad caminas. No con tu comida a
aquél pierdas, por quien Cristo murió. 16 No se blasfeme, pues, vuestro bien(j). 17 Que
no es el reino de Dios comida y bebida, sino justicia, y paz, y gozo en Espíritu Santo;
18 pues el que en esto sirve al Cristo ¡bienplaciente a Dios y probado(k) a los hombres!
19 Por lo tanto, lo de la paz persigamos y lo de la edificación de los unos a los otros
(guardemos). 20 No a causa de comida deshagas la obra de Dios. Todas las cosas
ciertamente puras; pero malo para el hombre el que, por medio de tropiezo, come; 21
Bello el no comer carnes, ni beber vino, ni(l) en lo que tu hermano tropieza, o se
escandaliza o flaquea. 22 Tú, la fe que tienes, para ti mismo ten a faz de Dios.
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Bienaventurado el que no juzga(m) a sí mismo en lo que probare; 23 pero el que,


vacilando, comiere, condenado está, porque no de fe(n); y todo lo no de fe, pecado es.

1 a. La buena fe —dictamen de la conciencia.


2 b. Poder comer.
c. En la fe.

4 d. Alzarse, caer (términos forenses) por ser absuelto o condenado. 5 e. Distingue entre día y día;
otro los cree todos iguales.
f. Se forme conciencia plenamente. 9 g. Revivido; está vivo. 14 h. Impuro.
i. Es.

16 j. El de la libertad. 18 k. Aprobado por ellos. 21 l. Hacer.


22 m. Condena, tiene remordimiento.
23 n. De buena fe ha comido.

Epístola a los Romanos


Capítulo 15

El ejemplo de Cristo enseña tolerancia

1 Pero debemos nosotros los potentes las flaquezas de los impotentes llevar, y no a
nosotros mismos placer. 2 Cada uno de nosotros al prójimo plazca para lo bueno, a
edificación; 3 pues también el Cristo no a sí plugo, sino, según está escrito: Sl. 69,10.
Los improperios de los que te improperaban, cayeron sobre mí. 4 Pues, cuanto antes se
escribió, para nuestra enseñanza se escribió; a fin de que, por la paciencia y por la
consolación de las Escrituras, esperanza tengamos. 5 Y el Dios de la paciencia y de la
consolación déos lo mismo sentir(a) entre vosotros, según Cristo Jesús; 6 para que
unánimemente en una boca glorifiquéis a Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. 7
Por lo cual acogeos unos a otros, según también el Cristo ha acogido a nosotros para
gloria de Dios. 8 Pues digo que Cristo ministro fue hecho de la circuncisión(b) en razón
de la verdad de Dios, para confirmar las promesas de los padres; 9 y que las gentes, en
razón de la misericordia, glorifican a Dios; según está escrito: Sl. 18,50. Por esto te
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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confesaré en gentes, y a tu nombre cantaré. 10 Y de nuevo dice: Sl. 117,1. Alegraos,


gentes con su pueblo. 11 Y de nuevo dice: Alabad, todas las gentes, al Señor; y
ensálcenle todos los pueblos. 12 Y de nuevo Isaías dice: Is.11,10. Estará la raíz de Jesé
y el que se levanta a principar a las gentes; en él las gentes esperarán. 13 Y el Dios de
la esperanza llenaráos de todo gozo y paz en el creer; para que abundéis en la
esperanza, en virtud de Espíritu Santo.
14 Pero cierto estoy, hermanos míos, también yo mismo de vosotros que también
vosotros mismos llenos estáis de bondad(c), repletos de toda ciencia, que podéis
también unos a otros amonestar, 15 pero más audazmente(d) heos escrito en parte, como
rememorándoos(e), por la gracia la dada a mí por Dios, 16 para ser yo ministro de Cristo
Jesús, para las gentes, administrando el Evangelio de Dios, para que se haga la
oblación de las gentes acepta, santificada en Espíritu Santo. 17 Tengo, pues, la
gloriación en Cristo Jesús en lo para con Dios; 18 pues no me atrevo a algo hablar de lo
que ha obrado Cristo por mis palabras para obediencia de gentes, con palabra y obra,
19 en virtud de señales y prodigios, en virtud de Espíritu Santo; de modo que, desde
Jerusalén y contorno hasta el Ilírico, he llenado(f) el Evangelio del Cristo. 20 Y así
hónrome de evangelizar, no donde se ha nombrado a Cristo, para no sobre ajeno
fundamento edificar; 21 sino según está escrito: Is. 52,15. Verán los a quien no se ha
anunciado acerca de él; y los que no han oído, entenderán.
22 Por lo cual también he sido impedido muchas veces para venir a vosotros; 23 pero
ahora ya, no más lugar(g) teniendo en estas regiones; ansia, empero, teniendo de venir a
vosotros, desde bastantes años; 24 así que partiere a España, iré a vosotros, pues
espero, pasando(h), veros y de vosotros ser enviado allá, si de vosotros primero en parte
me hubiere saciado(i). 25 Pero ahora parto a Jerusalén, ministrando a los santos, 26
Pues plugo a Macedonia y Acaya comunicación(j) alguna hacer para los pobres de los
santos, de los en Jerusalén. 27 Pues plúgoles, y son deudores de ellos; pues, si en lo
espiritual de ellos han comunicado las gentes, deben también en lo carnal ministrarles.
28 Esto, pues, consumando y sellándoles(k) este fruto, partiré, por entre vosotros, a
España; 29 y sé que, viniendo a vosotros en plenitud de bendición (del Evangelio) de
Cristo vendré. 30 Pero ruégoos, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por la
caridad del (Santo) Espíritu, que conmigo luchéis, en (vuestras) oraciones por mí a
Dios; 31 a fin de que me libre yo de los que desobedecen en la Judea, y mi ministerio, el
en Jerusalén acepto a los santos se haga; 32 para que, en gozo viniendo a vosotros, por
voluntad de Señor Jesús, me refrigere con vosotros. 33 Y el Dios de la paz ¡con todos
vosotros; amén!

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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5 a. Tener concordia.
8 b. Cristo es ministro y dueño de la circuncisión: de los circuncisos, de los israelitas, por la fidelidad
de Dios, la justicia; y, por la misericordia, dueño también de las gentes.
14 c. Todo lo bueno; toda virtud.
15 d. Con libertad y vehemencia.
e. Trayéndoos a la memoria lo que ya sabéis.
19 f. Terminado, acabado de anunciar.
23 g. Oportunidad de evangelizar.
24 h. En mi travesía.

i. Hartado de verles y estar con ellos. 26 j. Colecta. 28 k. Con sello, testimonio de la caridad de
aquéllos.

Epístola a los Romanos


Capítulo 16

Recomendación de Febe

1 Y recomiéndoos a Febe, la hermana nuestra; que es diaconisa de la Iglesia, la de


Céncreas; 2 para que la acojáis en Señor, dignamente de los santos; y la asistáis en el(a)
que de vosotros necesitare negocio; pues también ella protectora de muchos se ha
hecho y de mí mismo.
3 Saludad a Prisca y áquilas, los cooperadores míos en Cristo Jesús 4 (los que por mi
alma su cerviz expusieron; a quienes no yo sólo agradezco, sino también todas las
Iglesias de las gentes); y a la en casa de ellos Iglesia. 5 Saludad a Epéneto el amado
mío; que es primicias del Asia para con Cristo. 6 Saludad a María; la que mucho se ha
fatigado por nosotros. 7 Saludad a Andrónico y Junia, los congéneres míos y
concautivos míos; los cuales son insignes en los apóstoles; que también antes de mí han
sido en Cristo. 8 Saludad a Amplias, el amado mío en Señor. 9 Saludad a Urbano,
nuestro cooperador en Cristo, y a Staquio, el amado mío. 10 Saludad a Apeles el
probado en Cristo. Saludad a los de los(b) de Aristóbulo. 11 Saludad a Herodión, el
congénere mío. Saludad a los de los de Narciso, los que son en el Señor. 12 Saludad a

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Trifena y Trifosa las que se fatigan en Señor. Saludad a Pérside, la amada; la que
mucho se ha fatigado en Señor. 13 Saludad a Rufo, el escogido en Señor, y a la madre
suya y mía. 14 Salud a Asíncrito, Flegonte, Hermes, Pátrobas, Hermas, y a los con ellos
hermanos. 15 Saludad a Filólogo y Julia, y a Nereo y a la hermana de él, y a Olimpas y
a los con ellos, todos santos. 16 Saludaos entre vosotros en ósculo santo. Saludan a
vosotros las Iglesias todas del Cristo.
17 Pero, ruégoos, hermanos, mirar a los que las disensiones y los escándalos contra la
doctrina que aprendisteis, hacen, y desviaos de ellos, 18 pues los tales a nuestro Señor
Cristo no sirven, sino al vientre de ellos, y por la buena habla y bendición engañan los
corazones de los inmaliciosos. 19 Pues vuestra obediencia(c) a todos ha llegado; de vosotros,
pues, gózome; y quiero que vosotros sabios seáis para lo bueno, y sencillos(d) para lo malo. 20 Y el
Dios de la paz quebrantará a Satanás debajo de vuestros pies en breve. La gracia de
vuestro Señor Jesús con vosotros. 21 Salúdaos Timoteo, mi cooperador, y Lucio y
Jasón y Sosípatro, mis congéneres. 22 Salúdoos yo, Tercio, que he escrito la epístola,
en Señor. 23 Salúdaos Cayo, huésped mío y de toda la iglesia. Salúdaos Eraos, el
ecónomo de la ciudad, y Cuarto, el hermano. 24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
con todos vosotros. Amén.
25 Y al que os puede confirmar según mi evangelio y la predicación de Cristo Jesús,
según la revelación del misterio por tiempos eternos silenciado; 26 manifestado,
empero, ahora también por las escrituras proféticas, según ordenación del eterno Dios,
para obediencia de fe, a todas las gentes noticiado; 27 al sólo sabio Dios, por Cristo
Jesús, la gloria por los siglos. Amén.

2 a. Negocio que de vosotros necesitare.


10 b. De la familia.
19 c. La fama de ella.
d. Puros, ignorantes de malas trazas.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 1

Salutación

1 Pablo, llamado apóstol de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano,
2 a la Iglesia de Dios, la que está en Corinto, a santificados en Cristo Jesús, llamados
santos, con todos los que invocan el nombre del Señor de nosotros, Jesucristo, en todo
lugar, de ellos y nosotros: 3 gracia a vosotros y paz de Dios, Padre nuestro y de Señor
Jesucristo.
4 Agradezco a Dios siempre, por vosotros, a causa de la gracia de Dios, la dada a
vosotros en Cristo Jesús; 5 porque en todo habéis enriquecido en él, en toda palabra y
toda ciencia; 6 según que el testimonio del Cristo se ha confirmado en vosotros; 7 tal
que no os falta ningún carisma, aguardando a la revelación de nuestro Señor Jesucristo;
8 que también os confirmará, hasta el fin, irreprensibles en el día de nuestro Señor
Jesucristo. 9 ¡Fiel Dios, por quien elegidos habéis sido para comunión de su Hijo
Jesucristo, nuestro Señor!
10 Pero ruégoos, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo: que lo mismo
digáis todos y no haya en vosotros cismas, y seáis perfectos en el mismo sentir y en la
misma sentencia. 11 Que se me ha manifestado acerca de vosotros, hermanos míos, por
los de Cloe(a): que contiendas en vosotros hay. 12 Y digo esto, porque cada uno de
vosotros dice: «Cuanto a mí, soy de Pablo»; —«Y yo, de Apolos»—»Y yo, de Cefas»
—«Y yo, de Cristo». 13 ¿Dividido está Cristo? ¿Acaso Pablo ha sido crucificado por
vosotros o en el nombre de Pablo habéis sido bautizados? 14 Agradezco a Dios, que a
nadie de vosotros he bautizado, sino a Cristo y Cayo; 15 para que nadie diga que en mi
nombre habéis sido bautizados. 16 Y he bautizado también la de Estéfanas casa; por lo
demás no sé si a algún otro haya bautizado.
17 Que no me ha enviado el Cristo a bautizar, sino a evangelizar, no en sabiduría de
palabra, para que no se desvanezca la cruz de Cristo. 18 Pues la palabra de la cruz, si a
los perecientes estulticia es; a los salvantes: a nosotros, virtud de Dios es. 19 Que
escrito está:
Is. 29,14. Perderé la sabiduría de los sabios, y la cordura de los cuerdos anonadaré.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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20 ¿Dónde sabio? ¿Dónde escriba? ¿Dónde investigador de este siglo? ¿Que no ha


estultificado Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues, ya que, en la sabiduría de Dios, no
ha conocido el mundo, por la sabiduría, a Dios; plugo a Dios, por la estulticia de la
predicación(b), salvar a los creyentes; 22 ya que, si judíos señales piden, helenos
sabiduría buscan; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para judíos
ciertamente escándalo; para gentes, empero, estulticia; 24 mas a los mismos elegidos, y
judíos y helenos, a Cristo(c), de Dios virtud y de Dios sabiduría; 25 porque lo estulto de
Dios más sabio que los hombres es, y lo flaco de Dios más fuerte que los hombres. 26
Mirad, pues, vuestra vocación hermanos, porque no muchos sabios, según carne; no
muchos poderosos, no muchos nobles; 27 sino lo estulto del mundo ha elegido Dios,
para confundir a los sabios, y lo flaco del mundo ha elegido, para confundir a lo fuerte;
28 y lo innoble del mundo y lo despreciado ha elegido Dios y lo que no es para lo que
es, destruir; 29 para que no se gloríe toda carne a faz de Dios. 30 Y, por él, vosotros sois
en Cristo Jesús; quien ha sido hecho sabiduría nuestra por Dios, y justicia, y
santificación, y redención; 31 a fin de que, según escrito está: Jr. 9, 22-23. el que se
gloría, en Señor se gloríe.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 2

Sencillez de la predicación del apóstol

1 Y yo, viniendo a vosotros, hermanos, vine, no según supereminencia de palabra o


sabiduría, anunciándoos el testimonio de Dios. 2 Pues no he juzgado algo saber entre
vosotros, sino a Jesucristo, y éste, crucificado. 3 Y yo, en flaqueza, y en temor y en
temblor mucho estuve con vosotros; 4 y mi palabra, y mi predicación, no en
persuasivas de sabiduría palabras, sino en demostración de espíritu y virtud; 5 para que
vuestra fe no esté en sabiduría de hombres, sino en virtud de Dios.
6 Y sabiduría hablamos entre los perfectos, y sabiduría, no de este siglo, ni de los
príncipes de este siglo, los que son destruidos; 7 sino que hablamos de Dios sabiduría
en misterio, la oculta, que predestinó Dios antes de los siglos, para gloria nuestra; 8 que

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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ninguno de los príncipes de este mundo conoció (pues, si conocieran, no al Señor de la


gloria crucificaran); 9 empero, según está escrito:
Is. 64,3. «Lo que ojo no vio y oreja no oyó; y a corazón de hombre no ascendió—
cuanto preparó Dios a los que le aman»;
10 Pues a nosotros reveló Dios por su Espíritu. Pues el Espíritu todo escudriña, hasta
las profundidades de Dios. 11 Pues ¿quién ha conocido de hombres lo del hombre, sino
el espíritu del hombre, el en él? Así también lo de Dios nadie ha conocido, sino el
Espíritu de Dios. 12 Mas nosotros, no el espíritu del mundo hemos recibido, porque
sepamos lo por Dios agraciado a vosotros; 13 lo que también hablamos, no en doctas de
humana sabiduría palabras, sino en doctas del Espíritu, a lo espiritual lo espiritual
comparando(a) 14 Mas el psíquico hombre(b) no percibe las cosas del Espíritu de Dios;
pues estultas para él son y no puede conocer; pues espiritualmente se juzgan. 15 Pero el
espiritual juzga, a la verdad, todo; pero él de nadie es juzgado. 16 Pues Is. 40,13.
¿quién ha conocido mente del Señor, que le arguya? Y nosotros mente del Señor
tenemos.

13 a. Adaptando, tratando espiritual, dignamente, lo espiritual. 14 b. El de alma, razón, que sigue solo
la razón natural.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 3

Los corintios aún carnales

1 Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a
párvulos en Cristo. 2 Leche os di a beber, no vianda; pues aún no podíais. Empero ni
ahora podéis; 3 porque todavía carnales sois. Pues, donde entre vosotros, celo y
contienda —¿acaso carnales no sois y según hombre camináis?
4 Pues, cuando dijere alguno: «Cuanto a mí, soy de Pablo»; y otro: «Yo, de Apolos»,
¿no hombres sois? 5 Pues ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Ministros por quienes
habéis creído, y a cada cual como(a) el Señor dio. 6 Yo planté; Apolos regó; empero
Dios acrecentó; 7 así que ni el que planta, es algo, ni el que riega, sino el que

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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acrecienta: Dios. 8 Y el que planta y el que riega, uno(b) son, y cada cual el propio
galardón recibirá, según la propia labor. 9 Que de Dios somos cooperadores: de Dios,
labranza, de Dios edificación sois. 10 Según la gracia de Dios, la dada a mí, como sabio
arquitecto, fundamento puso; pero otro sobreedificó. Y cada cual mire cómo
sobreedifica. 11 Pues fundamento otro nadie puede poner fuera del yaciente, que es
Jesucristo. 12 Y, si alguno sobreedifica, sobre el fundamento, oro y plata, piedras
preciosas; madera, heno, paja(c), 13 de cada cual la obra manifiesta haráse; pues el día
(del Señor) declarará; porque en fuego se revela; y de cada uno cuál la obra sea, el
fuego lo probará. 14 Si de alguno la obra quedare que sobreedificó, galardón recibirá;
15 si de alguno la obra se quemare, dañaráse; mas él se salvará; así, empero, como por
fuego. 16 No ¿sabéis que templo de Dios sois y el Espíritu de Dios en vosotros habita?
17 Si alguno el templo de Dios violare, violará a este Dios; que el templo de Dios
sagrado es; los que sois vosotros.
18 Nadie a sí mismo engañe; si alguno parece sabio ser entre vosotros, en este siglo,
estulto hágase, para que se haga sabio. 19 Pues la sabiduría de este mundo, estulticia
ante Dios es. Porque escrito está: Sl. 94,11. El que coge a los sabios en la arteria de
ellos. 20 Y de nuevo: Señor conoce las consideraciones de los sabios: que son vanas.
21 Así que nadie se gloríe en hombres; pues todo de vosotros es: 22 sea Pablo, sea
Apolos, sea Cefas; sea mundo, sea vida, sea muerte; sea lo presente, sea lo futuro; todo
de vosotros; 23 vosotros, empero, de Cristo, y Cristo, de Dios.

8 b. Una misma cosa.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 4

1 Así a nosotros estime el hombre como ministros de Cristo y dispensadores de


misterios de Dios. 2 Aquí ya se busca entre los dispensadores que fiel alguno se halle. 3
Pero yo en muy poco tengo el ser de vosotros juzgado o de humano día(a); empero ni a
mí mismo juzgo; 4 (pues nada(b) sé de mí; empero no en esto justificado estoy)(c); pero
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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el que me juzga, Señor es. 5 Así que no antes de tiempo algo juzguéis; hasta que venga
el Señor; que también iluminará lo oculto de las tinieblas y manifestará las voluntades
de los corazones. Y entonces el loor se hará a cada cual, de Dios.
6 Y esto, hermanos, he asimilado(d) en mí y Apolos, por vosotros; para que en(e)
nosotros aprendáis no más allá de lo que escrito está(f); para que uno contra el uno no se
infle contra el otro. 7 Pues ¿quién te juzga? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Pero,
si también lo ha recibido ¿qué te glorías, como si no lo hubieses recibido? 8 Ya
saciados estáis; ya enriquecido habéis; sin nosotros habéis reinado, para que también
nosotros con vosotros reinemos. 9 Que pienso Dios a nosotros los apóstoles últimos ha
manifestado como a muerte condenados; porque espectáculo hemos sido hechos al
mundo, y ángeles y hombres. 10 Nosotros estultos, por Cristo; y vosotros, prudentes en
Cristo; nosotros, flacos, y vosotros, fuertes; vosotros gloriosos, y nosotros
deshonrados. 11 Hasta la presente hora y hambreamos, y sed tenemos, y desnudos
estamos, y abofeteados somos, y vagamos; 12 y nos fatigamos, trabajando con las
propias manos; injuriados, bendecimos; perseguidos, sufrimos; 13 blasfemados,
rogamos; cual basuras del mundo hemos sido hechos; de todos desecho hasta ahora.
14 No, avergonzándoos, escribo esto; sino que como a hijos míos amados amonesto. 15
Pues, si diez mil ayos tuvieseis en Cristo, empero, no muchos padres; que en Cristo,
por el evangelio, yo os he engendrado. 16 Ruégoos, pues: imitadores míos haceos
(como yo de Cristo) 17 Por esto he enviado a vosotros a Timoteo; quien es mi hijo
amado y fiel en Señor, que os recordará mis caminos, los en Cristo Jesús; según
doquiera en toda iglesia enseño. 18 Como, no viniendo(g) yo a vosotros, se han inflado
algunos; 19 pero vendré pronto a vosotros, si el Señor quisiere, y conoceré no la
palabra de los inflados, sino la virtud. 20 Que no en la palabra, al reino de Dios, sino en
virtud.
21 ¿Qué queréis? ¿en vara vendré a vosotros, o en caridad y espíritu de mansedumbre?

3a. Día de juicio = juicio. 4b. Malo; de nada malo tengo conciencia.
c. Puede haber en el alma defectos y vicios que ella misma no conoce; por los cuales no será
castigada, pero que desagradan a Dios. Debe, por tanto, sentir
humildemente de sí.
6d. Referido, como ejemplo, a mí y Apolos.
e. De.
f. Ya por mí: a no sentir soberbiamente. 18g. No viniera.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 5

1 Generalmente se oye entre vosotros ramería, y tal ramería la que ni entre las gentes,
hasta mujer alguno del padre tener. 2 Y vosotros inflados estáis, y no ya más bien
habéis lamentado, porque fuese quitado de en medio de vosotros, el que esta obra hizo
3 Pues yo por cierto, ausente con el cuerpo, pero presente con espíritu, ya he juzgado,
como presente, al que así esto obró: 4 en el nombre de nuestro Señor Jesús,
congregados vosotros y mi espíritu, con la virtud de nuestro Señor Jesús, 5 entregar al
tal a Satanás(a), en perdición de la carne, para que el espíritu se salve en el día del Señor
Jesucristo.
6 ¡No bella vuestra gloriación! ¿No sabéis que una poca levadura toda la masa leuda? 7
Expurgad la vieja levadura, para que seáis nueva masa, así como sois ázimos; pues
también pascua nuestra fue inmolado Cristo. 8 Así que celebremos, no en levadura de
malicia y maldad, sino en ázimos de sinceridad y verdad.
9 Heos escrito en la epístola no mezclaros con rameros; 10 no del todo con los rameros
de este mundo(b) o los avaros y rapaces; puesto que deberíais entonces del mundo
haber salido; 11 mas ahora heos escrito no mezclaros, si alguno, hermano llamado,
fuere ramero, o avaro o idólatra, o injuriador, o ebrioso o rapaz, con el tal ni comer. 12
Pues ¿qué a mí a los de fuera juzgar? ¿Que no a los de dentro vosotros juzgáis, 13 y a
los de fuera Dios juzga? Quitad al malo de entre vosotros mismos.

5a. Al mundo, el imperio de Satanás, excluyéndole de la Iglesia. 10b. Los gentiles.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 6

No acudir a jueces gentiles

1 ¿Atrévese alguno de vosotros negocio teniendo contra otro, a ser juzgado ante los
injustos y no ya antes los santos? 2 ¿O no sabéis que los santos al mundo juzgarán? Y,
si en vosotros juzgado es el mundo ¿indignos sois de juicios mínimos? 3 ¿No sabéis
que a ángeles juzgaremos? ¡Cuánto más lo secular! 4 Pues que, seculares juicios si
tuviereis, a los desestimados(a) en la Iglesia, a éstos asentad(b). 5 Para vergüenza os
digo: ¿Así(c) no hay entre vosotros ningún sabio que pueda dirimir en medio de su
hermano? 6 ¿sino que hermano con hermano litiga, y esto ante infieles? 7 Ya, a la
verdad, generalmente de empeoramiento os es que juicios tengáis entre vosotros. ¿Por
qué no ya más bien sois injuriados(d)? ¿Por qué no ya más bien sois despojados?
8 Empero, vosotros injuriáis y despojáis, y esto, a hermanos. 9 ¿O no sabéis que
injustos de Dios el reino no heredarán? No erréis: ni rameros, ni idólatras, ni adúlteros,
ni muelles(e), ni concubinarios masculinos(f); 10 ni ladrones, ni avaros, ni ebriosos; no
contumeliosos, no rapaces reino de Dios heredarán. 11 Y esto algunos habéis sido;
empero lavóseos; empero santificóseos; empero justificóseos en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.
12 Todo me es lícito(g), empero no todo conviene; todo me es lícito, empero no yo
dominado seré de alguno. 13 Los alimentos para el vientre, y el vientre para los
alimentos; mas Dios, y a éste y éstos destruirá . Y el cuerpo no para la ramería, sino
para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios, y al Señor resucitó y a nosotros
resucitará por la virtud suya. 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos miembros de Cristo
son? Quitando, pues, los miembros del Cristo, ¿haré(h) de ramera miembros? ¡No sea!
16 ¿O no sabéis que el que se adhiere a la ramera, un cuerpo es? Pues serán, dice, Gn.
2,24. los dos para en carne una, 17 Y el que se adhiere al Señor, un espíritu es. 18 Huid
la fornicación. Todo pecado que hiciere un hombre, fuera del cuerpo es; pero el que
fornica, contra el propio cuerpo peca. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo y templo del
en vosotros Santo Espíritu es; a quien tenéis de Dios; y que no sois vuestros? 20 Pues
comprados habéis sido por precio. Glorificad ya (y llevad) a Dios en vuestro cuerpo.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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4 a. Hasta a los más pequeños, menos estimados, si fuere necesario.


b. En tribunal como jueces. 5 c. A tal punto. 7 d. Os dejáis agraviar, perjudicar. 9 e. Masturbadores y
pederastas.
f. Sodomitas.

15 h. Los haré.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 7

Honestidad y uso del matrimonio

1 Mas acerca de lo que me habéis escrito(a): Bello, para el hombre a mujer no adherirse;
2 mas, en razón de la fornicación, cada uno su mujer tenga, y cada una al propio marido
tenga. 3 A la mujer, el marido lo debido pague; e igualmente también la mujer, al
marido. 4 La mujer al propio cuerpo no señorea, sino el varón; e igualmente tampoco el
marido al propio cuerpo señorea, sino la mujer. 5 No os defraudéis el uno al otro, sino
ya, de convenio, por un tiempo para daros a la oración; y otra vez en lo mismo estaos; a
fin de que no os tiente Satanás por vuestra incontinencia(b). 6 Y esto digo por
permisión, no por mandato. 7 Y quiero que todos los hombres sean así como yo
mismo(c); empero cada cual carisma tiene propio, de Dios: uno así, otro así. 8 Pero digo
a los solteros y a las viudas: hermoso para ellos, si quedaren así como yo; 9 pero, si no
se contienen, cásense; que mejor es casarse que quemarse. 10 Pero a los casados
ordeno, no yo, sino el Señor: que mujer de varón no se aparte; 11 (y si también se
apartare, quédese soltera o con el marido se reconcilie); y que marido a mujer no
despida. 12 Y a los demás digo yo, no el Señor: si algún hermano mujer tiene
increyente, y ésta conviene en habitar con él, no la despida. 13 Y mujer, la que tiene
marido increyente, y éste conviene en habitar con ella, no despida al marido; 14 pues
santificado está el marido, el increyente, en la mujer; y santificada está la mujer, la
increyente, en el hermano; si no, vuestros hijos impuros fueran; mas ahora santos son.
15 Que, si el increyente se aparta, apártese. No está esclavizado el hermano o la
hermana en tales casos; pero en paz nos ha llamado Dios. 16 Pues ¿qué sabes, mujer, si
al marido has de salvar? ¿O qué sabes, marido, si a la mujer has de salvar? 17 Empero,

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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a cada cual como ha repartido el Señor, a cada cual como ha llamado Dios, así camine.
Y así en las Iglesias todas ordeno. 18 ¿Circunciso alguno ha sido llamado? No se lo
extire(d) ¿En prepucio ha sido llamado alguien? No se circuncide. 19 La circuncisión
nada es, y el prepucio nada es: sino observancia de mandamientos de Dios. 20 Cada
cual en el llamamiento que ha sido llamado, en éste quédese. 21 ¿Siervo has sido
llamado? No te importe; empero, aún cuando puedas libre hacerte, más bien
aprovéchate(e). 22 Pues el en Señor llamado siervo, liberto de Señor es; e igualmente
también el libre, llamado, siervo es de Cristo. 23 Por precio comprados habéis sido; no
os hagáis siervos de hombres. 24 Cada cual en lo que ha sido llamado, hermanos, en
esto quédese ante Dios.
25 Pero, sobre las vírgenes, ordenación de Señor no tengo; mas consejo doy como
compadecido por Señor, para fiel ser. 26 Estimo, por tanto, que esto bello es a causa de
la apremiante necesidad(f), pues bello para el hombre el así estarse. 27 ¿Ligado estás a
mujer? No busques desligadura. ¿Desligado estás de mujer? No busques mujer. 28 Y,
aunque te hubieres casado, no pecaste; y si se hubiere casado una virgen, no pecó; pero
tribulación por la carne(g) tendrán los tales; mas yo os perdono(h). 29 Pero esto digo,
hermanos: el tiempo breve es(i); sólo falta; que también los que tienen mujeres, como si
no tuvieran, sean; 30 y los que lloran, como si no lloraran; y los que gozan, como si no
gozaran; y los que compran, como si no poseyeran; 31 y los que usan de este mundo,
como si no utilizaran; pues pasa la figura de este mundo; 32 y quiero que vosotros
insolícitos estéis. El soltero solicítase de las cosas del Señor: de cómo agradar al Señor;
33 pero el casado solicítase de las cosas del mundo: de cómo agradar a la mujer; 34 y
dividido está. Y la mujer, la soltera, solicítase de las cosas del Señor, para ser santa, y
de cuerpo y de espíritu; pero la casada solicítase de cómo agradar al marido. 35 Pero
esto para vuestra propia conveniencia digo; no para lazo echaros, sino para lo noble y
asiduo para con el Señor indistraídamente. 36 Pero, si alguno avergonzarse en su
virgen cree(j), si fuere sobreadulta, y así debe hacerse(k), lo que quiera, haga; no peca:
cásense. 37 Y el que ha puesto en su corazón asentado(l), no teniendo necesidad, y
potestad tiene de la propia voluntad(m); y esto ha juzgado en su corazón: guardar su
virgen, bellamente hará. 38 Así que también el que casa a su virgen, bellamente hará; y
el que no casa, mejor hará.
39 La mujer ligada está, por cuanto tiempo viviere su marido; pero, si durmiere el
marido, libre es para con el que quiera, casarse; solamente en Señor. 40 Pero más feliz
es, si así permaneciere, según mi consejo; y creo yo también Espíritu de Dios tener.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 a. Digo.
5 b. Sobremanera incontinentes eran los corintios.
7 c. Esto es: continentes.
18 d. El prepucio, haciéndose prepucio artificial, como lo hacían los judíos apóstatas.
21 e. De la servidumbre.

26 f. Por las necesidades premiosas de la vida, por los trabajos del matrimonio, porpobreza, etc. 28 g.
Todo lo concerniente al cuerpo.
h. Dejo en libertad. 29 i. Encogido, abreviado. 36 j. Si se atribuye la soltería, en mayor edad, o a
dureza del padre o vicio de la
hija, conviene que se case.

k. Por el honor del padre o de la hija; o para no exponerla a peligro.


37 l. Asentada, firmísimamente.
m. Si es enteramente libre.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 8

La cuestión en general

1 Mas, acerca de lo sacrificado a ídolos, todos ciencia tenemos(a). La ciencia infla; y la


caridad edifica. 2 Si alguno piensa conocer algo, aún no ha conocido cómo debe
conocer; 3 pero, si alguno amare a Dios, éste es conocido por él. 4 De la comida, pues,
de lo sacrificado a ídolos, sabemos que nada es el ídolo en el mundo, y que ningún
Dios, sino uno. 5 Pues, aún cuando hay los que son llamados dioses(b), ora en el cielo,
ora sobre la tierra (así como son dioses muchos y señores muchos); 6 empero, para
nosotros un Dios, el Padre, desde quien todas las cosas, y nosotros para él; y un Señor:
Jesucristo; por quien todas las cosas, y nosotros por él. 7 Empero no en todos, la
ciencia(c); y algunos; con la conciencia, hasta ahora del ídolo, como sacrificado a
ídolos comen; y su conciencia, débil siendo, mancíllase. 8 Pero vianda no nos
recomendará a Dios; ni, si comiéremos, abundamos; ni, si no comiéremos,
empobrecemos. 9 Pero, mirad, no sea que esta vuestra potestad(d) tropiezo se haga a los

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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flacos. 10 Pues si alguno viere al que tiene ciencia, en templo de ídolo recostarse
¿acaso la conciencia de él, flaca siendo, no se edificará(e) para lo sacrificado a ídolos
comer? 11 Pues perece el flaco en(f) tu creencia, el hermano por quien Cristo murió. 12
Y, así, pecando contra los hermanos y percutiendo su conciencia flaca, contra Cristo
pecáis. 13 Por lo tanto, si comida escandaliza a mi hermano, no comeré, no, carne por
el siglo, para no a mi hermano escandalizar.

1 a. De lo que son los ídolos. —El apóstol responde a lo que habían preguntado los corintios: si era
lícito comer carne de los sacrificios gentiles; lo que afirmaban en absoluto algunos de los más sabios
de entre los cristianos corintios.
5 b. El sol, la luna, etc.
7 c. Hay la ciencia de que nada son los ídolos, pues algunos débiles de entendimiento creen que son
demonios, o algo al menos.

9 d. De comer idolótitos (lo sacrificado a ídolos). 10 e. Armará, se propasará. 11 f. Por.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 9

Humildad del apóstol


Vindica sus derechos apostólicos

1 ¿No soy libre(a)? ¿No soy apóstol? ¿Acaso a Jesús, nuestro Señor, no he visto? ¿No la
obra mía vosotros sois en Señor? 2 Si para otros no soy apóstol, empero al menos para
vosotros soy; pues el sello de mi apostolado vosotros sois en Señor. 3 Mi defensa para
con los que me interrogan, es ésta. 4 ¿Acaso no tenemos potestad de comer y beber? 5
¿Acaso no tenemos potestad de hermana mujer doquiera llevar; como también los
demás apóstoles, y los hermanos del Señor y Cefas? 6 ¿O sólo yo y Bernabé no
tenemos potestad de no trabajar? 7 ¿Quién milita con propios estipendios jamás?
¿Quién cría viña, y su fruto no come? ¿Quién pastorea grey, y de la leche de la grey no
come? 8 ¿Acaso, según hombre, esto hablo? ¿O también la ley esto no dice? 9 Pues en
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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la de Moisés ley escrito está. Dt. 25,4. No amordazarás al buey trillando. ¿Acaso de los
bueyes solicítase Dios? 10 ¿o por nosotros del todo dice?(b) Pues por nosotros se
escribió, porque debe en esperanza el que ara, arar; y el que trilla, en esperanza de
disfrutar. 11 Si nosotros os hemos lo espiritual sembrado ¿cosa grande, si nosotros de
vosotros lo carnal segáremos? 12 Si otros de vuestra potestad disfrutan ¿no más bien
nosotros? Empero no hemos usado de esta potestad, sino que todo sufrimos, para no
algún tropiezo dar al Evangelio del Cristo. 13 ¿No sabéis que los que lo sagrado obran,
del sagrario comen? ¿los que en el altar se asientan(c), del altar participan? 14 Así
también el Señor ordenó a los que el Evangelio evangelizando van, del Evangelio vivir;
15 pero yo no he usado de nada de esto. Y no he escrito esto, para que así se haga en mí;
pues bello para mí más bien morir que mi gloria nadie desvanezca. 16 Pues, si
evangelizare, no es para mí una gloria; pues necesidad me incumbe; que ¡ay de mí, si
no evangelizare! 17 Pues si de grado esto practico, galardón tengo: pero, si mal grado,
dispensación me ha sido confiada(d). 18 ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que,
evangelizando, gratuito ponga el evangelio, para no usar de la potestad mía en el
Evangelio. 19 Pues, libre siendo, de todos a todos me he esclavizado, para los más(e)
ganar; 20 y heme hecho a los judíos como judío, para los judíos ganar; a los bajo ley,
como bajo ley, no estando yo mismo bajo ley, para los bajo ley ganar; 21 a los sin ley(f)
como sin ley; y no siendo yo sin ley de Dios, sino con ley de Cristo, para ganar los sin
ley; 22 heme hecho a los flacos flaco, para los flacos ganar: a todos heme hecho todo,
para todos salvar. 23 Y todo hago por el Evangelio, para partícipe de él hacerme.
24 ¿No sabéis que los que en estadio corren, todos por cierto corren, pero uno coge el
premio? Así corred, para coger. 25 Pero todo el que lucha, de todo se abstiene;
aquéllos, a la verdad, para corruptible corona coger; pero nosotros, incorruptible. 26
Yo, por tanto, así corro, como no ocultamente; así pugno, no como aire azotando(g); 27
sino que acardenalo mi cuerpo y esclavizo; no sea que, habiendo a otros predicado, yo
mismo réprobo me haga.

1 a. Como vosotros, y sin embargo absténgome de idolótitos.


10 b. Lo dice.

13 c. Se ocupan asiduamente. 17 d. Cumplo siempre mi deber. 19 e. Posibles.


21 f. Mosaica =ánoma.
26 g. Como mal púgil, atleta.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 10

Exhortaciones
Nadie está seguro: el ejemplo de Israel

1 Pues no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres todos bajo la nube
estuvieron, y todos la mar pasaron; 2 y todos en Moisés bautizados fueron en la nube y
en el mar; 3 y todos el mismo espiritual alimento comieron; 4 y todos la misma
espiritual bebieron bebida (pues bebían de la espiritual acompañante peña; mas la
peña(a) era el Cristo); 5 empero no en los más de ellos complacióse Dios; pues
derribados fueron en el desierto. 6 Y estas cosas figuras de nosotros fueron hechas,
para no ser nosotros codiciosos de lo malo, según también aquéllos codiciaron. 7 Ni
idólatras os hagáis; al modo que algunos de ellos; así como escrito está: Nm. 25,1-9.
Sentóse el pueblo a comer y beber; y levantóse a jugar(b). 8 Ni forniquemos; al modo
que algunos de ellos fornicaron, y cayeron un día veintitrés millares. 9 Ni tentemos al
Señor; al modo que algunos de ellos tentaron, y por las serpientes perecieron. 10 Ni
murmuréis; al modo que algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el
exterminador. 11 Y todo esto típicamente aconteció a aquéllos y escribióse para
amonestación de nosotros; a quienes los fines de los siglos han llegado. 12 Así que, el
que cree estar en pie, mire no caiga. 13 Tentación no os ha tomado sino humana(c); y
fiel es Dios que no dejará seáis tentados sobre lo que podéis; sino que hará, con la
tentación, también la salida, para que podáis soportar.
14 Por lo tanto, amados míos, huid de la idolatría. 15 Como a prudentes hablo: juzgad
vosotros lo que digo. 16 El cáliz de la bendición que bendecimos ¿acaso no comunión
es de la sangre del Cristo? El pan que partimos ¿acaso comunión del cuerpo del Cristo
no es? 17 Porque a un pan, un cuerpo los muchos somos; pues todos del un pan
participamos. 18 Mirad a Israel, según carne; ¿acaso los que comen las hostias,
partícipes del altar no son? 19 ¿Qué, pues, digo?
¿Que lo sacrificado a ídolos algo es? ¿O que un ídolo algo es? 20 Empero porque, lo
que inmolan las gentes, a demonios, y no a Dios inmolan; y no quiero que vosotros
partícipes de los demonios os hagáis. 21 No podéis cáliz del Señor beber, y cáliz de
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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demonios; no podéis de mesa del Señor participar, y de mesa de demonios. 22 ¿O


celamos(d) al Señor? ¿Acaso más fuertes que él somos?
23 Todo es lícito, empero no todo conviene; todo es lícito, empero no todo edifica. 24
Nadie lo suyo busque, sino lo del otro. 25 Todo lo que en carnicería se vende; comed,
nada preguntando por la conciencia; 26 pues del Señor, la tierra y la plenitud de ella. 27
Si alguno os llama de los infieles, y queréis ir, todo lo presentado a vosotros, comed,
nada preguntando por la conciencia. 28 Mas, si alguno os dijere: «Esto es sacro
inmolado», no comáis por aquél que ha advertido y la conciencia. 29 Y conciencia
digo, no ya suya, sino la del otro. Pues ¿por qué mi libertad es juzgada(e) por otra
conciencia? 30 Si yo con gracia(f) participo(g) ¿qué se me blasfema por lo que
agradezco? 31 Sea, pues, que comáis, sea que bebáis, sea que algo hagáis, todo a gloria
de Dios haced. 32 Inofensivos y a judíos haceos, y a helenos y a la Iglesia de Dios; 33
según también yo por todo a todos complazco, no buscando lo a mí conveniente, sino
lo a muchos, porque se salven.

4 a. De aguas vivas; la cual hallaban doquiera, y con el refrigerio del cuerpo


comunicábales el del alma.
7 b. A danzar idolátricamente.
13 c. Conforme a vuestra naturaleza y sus fuerzas.
22 d. Provocamos.

29 e. ¿A qué doy motivo para que mi libertad se juzgue y condene? 30 f. Acción de gracias.

g. Disfruto, como.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 11

1 Imitadores míos haceos, así como también yo de Cristo. 2 Y aláboos, porque en todo
de mí os acordáis, y, según os he enseñado, las enseñanzas retenéis. 3 Y quiero que
sepáis que de todo varón la cabeza el Cristo es; y cabeza de mujer, el varón; y cabeza
del Cristo, Dios. 4 Todo varón orando o profetizando,(a) cubierta cabeza teniendo,
afrenta su cabeza(b). 5 Y toda mujer orando o profetizando, con la cabeza descubierta,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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afrenta su cabeza; porque, una cosa es y la misma que la raída. 6 Pues, si no se cubre
una mujer, también trasquílese; pero, si es feo para mujer el trasquilarse o raerse,
cúbrase. 7 Porque el varón ciertamente no ha de cubrirse la cabeza, imagen y gloria de
Dios como él es; pero la mujer gloria de varón es. 8 Que no viene varón de mujer, sino
mujer, de varón; 9 pues tampoco fue creado varón por causa de la mujer, sino mujer por
causa del varón. 10 Por esto debe la mujer potestad(c) tener sobre la cabeza, por(d) causa
de los ángeles. 11 Empero, ni mujer sin varón, ni varón sin mujer, en Señor; 12 pues,
así como la mujer, del varón, así también el varón, por la mujer; y todo(e), de Dios. 13
En vosotros mismos juzgad: ¿decoroso es que mujer descubierta a Dios ore? 14 Y la
naturaleza misma ¿no os enseña que un varón por cierto, si se encabella, deshonra para
él es; 15 pero, una mujer, si se encabella, gloria para ella es? Porque el cabello por velo
le ha sido dado. 16 Pero, si alguno
parece contencioso(f) ser —nosotros tal(g) costumbre no tenemos, ni la Iglesia de Dios.
17 Pero esto preceptúo; no alabando que no para lo mejor, sino para lo
peor os congregáis. 18 Que lo primero, congregándoos en Iglesia; oigo que disensiones
entre vosotros existen; y en parte creo. 19 Porque es necesario hasta que herejías entre
vosotros haya, para que aún los probados manifiestos se hagan entre vosotros. 20
Congregándoos, pues, en uno, no hay domínica(h) cena comer; 21 pues cada cual la
propia cena antes toma, comiendo; y uno hambrea; otro embriágase(i). 22 ¿Por ventura
casas no tenéis para comer y beber? ¿O la Iglesia de Dios menospreciáis y avergonzáis
a los que no tienen(j)? ¿Qué os diré? ¿Aláboos? en esto no alabo.
23 Pues yo he recibido del Señor lo que también he trasmitido a vosotros: que el Señor
Jesús en la noche que fue entregado, tomó pan, 24 y, agradeciendo, partió y dijo:
(«Tomad, comed») «Este es mi cuerpo el por vosotros (entregado); esto haced en
memoria mía.» 25 Asimismo, también el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz,
el Nuevo Testamento es en mi sangre; esto haced, cuantas veces bebiereis, en memoria
mía». 26 Pues, cuantas veces comiereis este pan y el cáliz bebiereis, la muerte del
Señor anunciad, hasta que venga. 27 Así que, quien comiere el pan y bebiere el cáliz
del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Pero pruébese
el hombre a sí mismo; y así del pan coma y del cáliz beba; 29 pues el que come y bebe
indignamente, juicio para sí come y bebe, no discerniendo el cuerpo del Señor. 30 Por
esto entre vosotros, muchos débiles y enfermos, y duermen bastantes. 31 Pero, si nos
juzgáramos bien, no seríamos juzgados; 32 mas, siendo juzgados, por el Señor somos
enseñados, para que no con este mundo nos condenemos. 33 Así que, hermanos míos,
congregándoos a comer, unos a otros aguardaos. 34 Si alguno hambrea, en casa coma,

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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para que no a juicio os congreguéis. Pero lo demás, cuando yo viniere, dispondré.

4a. Enseñando públicamente.


b. El cubrirse la cabeza es signo de sujeción. Por lo mismo, ha de orar la mujer,
cubierta la cabeza; y también por modestia. 10c. Signo de potestad, a manera de yugo =velo.
d. Respeto de los ángeles del lugar sagrado y los propios tutelares.
12e. Viene.
16f. Amigo de contradecir.
g. De orar descubiertas las mujeres.
20h. Del Señor.

21i. Hártase de comer y beber. 22j. Los pobres.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 12

Naturaleza, fin y variedad de dones

1 Y acerca de lo espiritual, hermanos, no quiero ignoréis. 2 Sabéis que, cuando gentes


erais, a los ídolos los mudos como conducidos erais, llevándoseos. 3 Por lo cual os
declaro que nadie en Espíritu de Dios hablando, dice: «¡Anatema Jesús(a)!»; y nadie
puede decir: «¡Señor Jesús!» sino en Espíritu Santo. 4 Y divisiones de carismas hay,
pero, el mismo Espíritu; 5 y divisiones de ministerios hay; y el mismo Señor; 6 y
divisiones de operaciones hay, y el mismo Dios el operante es, el todo en todos. 7 Mas
a cada cual ha sido dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8 Pues a uno por
el Espíritu ha sido dada palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según el mismo
Espíritu; 9 a otro, fe en el mismo Espíritu; 10 a otro, carismas de sanidades en el un
Espíritu; a otro, operaciones de virtudes(b); a otro, profecía; a otro, discernimiento de
espíritus; a otro, géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas(c); 11 pero
particularmente todo esto obra el uno y el mismo Espíritu, dividiendo a cada cual,
como quiere.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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12 Pues, al modo que el cuerpo uno es, y miembros muchos tiene; y todos los
miembros del cuerpo, muchos siendo, cuerpo son uno; así también el Cristo. 13 Pues
también en un Espíritu nosotros todos para en un cuerpo hemos sido bautizados, sea
judíos, sea helenos; sea siervos, sea libres; y a todos un Espíritu se nos ha dado a beber.
14 Pues también el cuerpo no es un miembro, sino muchos. 15 Si dijere el pie: «Porque
no soy mano, no soy del cuerpo»; no por esto no es del cuerpo. 16 Y, si dijere la oreja:
«Porque no soy ojo, no soy del cuerpo»; no por esto no es del cuerpo. 17 Si todo el
cuerpo, ojo ¿dónde el oído? Si todo, oído ¿dónde el olfato? 18 Pero ahora Dios ha
puesto los miembros, uno a uno, en el cuerpo según ha querido. 19 Que, si fuesen todos
un miembro ¿dónde el cuerpo? 20 Pero ahora, muchos miembros, y un cuerpo. 21 Y no
puede el ojo decir a la mano: «Necesidad de ti no tengo»; o, a su vez, la cabeza a los
pies: «Necesidad de vosotros no tengo»; 22 sino que mucho más los que parecen
miembros del cuerpo más débiles(d) presentarse, necesarios son; 23 y los que nos
parecen más deshonrosos(e) ser del cuerpo, a éstos de honra más abundante rodeamos;
y los indecorosos de nosotros, decoro más abundante tienen; 24 pero los decorosos de
nosotros necesidad(f) no tienen. Empero Dios ordenó el cuerpo, al que faltaba(g), honra dando más
abundosa; 25 para que no haya discordia en el cuerpo, sino que lo mismo unos de otros
se soliciten los miembros. 26 Y ora padezca un miembro, al par padecen todos los
miembros; ora se glorifique un miembro, al par se gozan todos los miembros. 27 Pero
vosotros sois cuerpo de Cristo y miembros en parte(h). 28 Y estos mismos ha puesto
Dios en la Iglesia: primero, apóstoles; segundo, profetas; tercero, maestros; después,
virtudes; después, carismas de sanidades; socorros(i), gobiernos(j), géneros de lenguas. 29
¿Acaso todo, apóstoles? ¿Acaso todos profetas? ¿Acaso todos maestros? ¿Acaso todos
virtudes? 30 ¿Acaso todos carismas tienen de sanidades? ¿Acaso todos lenguas
hablan? ¿Acaso todos interpretan? 31 Pero celad los carismas los mayores; y, aún: por
excelencia camino os muestro(k):

3 a. Como dicen los judíos. Ni ellos por tanto, ni los gentiles que son llevados amodo de bestias, a los
ídolos, pueden tener el Espíritu de Dios. 10 b. Grandes milagros.
c. Porque no todas hablaban todas las lenguas; y había entre ellos quien con ciencia infusa, traducía
las que, con la misma ciencia, hablaban otros.

22 d. p.e. ojos. 23 e. p.e. pies.


24 f. De esto.
g. Al miembro a quien faltaba honra. 27 h. Y parte de ellos. 28 i. Espirituales y corporales.
j. De los espíritus.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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31 k. El camino por excelencia el del capítulo siguiente: el de la caridad; que es el mayor carisma.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 13

Excelencia de la caridad

1 Si las lenguas de los hombres yo hablara y de los ángeles, pero caridad no tengo, he
sido hecho bronce retumbante o címbalo estrepitoso. 2 Y, si tengo profecía, y supiere
los misterios todos y toda ciencia; y, si tengo toda la fe, hasta montes trasladar, pero
caridad no tengo, nada soy. 3 Y, si diere de comer con todos mis bienes; y si entregare
mi cuerpo a ser quemado, pero caridad no tengo, nada aprovecho. 4 La caridad
longánima es, bondadosa es; la caridad no cela, no se jacta, no se infla; 5 no
avergüenza; no busca lo suyo; no se irrita; no piensa lo malo; 6 no se goza en la
injusticia; goza, empero, con la verdad; 7 todo sufre, todo cree, todo espera; todo
soporta. 8 La caridad jamás cae(a); pero, sean profecías, anularánse; sean lenguas,
cesarán, sea ciencia, anularáse. 9 Pues en parte(b) conocemos y en parte profetizamos;
10 pero, cuando viniere lo perfecto, lo en parte se anulará. 11 Cuando yo era párvulo,
hablaba, como párvulo; sentía, como párvulo; pensaba, como párvulo; cuando me he
hecho hombre, he anulado lo del párvulo. 12 Pues vemos ahora como por espejo, en
enigma; pero entonces, faz a faz; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré así
como también he sido conocido. 13 Y ahora queda fe, esperanza, caridad: estas tres
cosas; pero la mayor de éstas, la caridad.

8 a. Cesa, muere.
9 b. Por parte, sólo parcialmente.

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Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 14

De algunos carismas, comunes a los fieles de los primeros siglos


Profecía y don de lenguas

1 Corred en pos de la caridad; y celad lo espiritual; pero más bien que profeticéis. 2
Pues el que habla en lengua(a), no a hombres habla, sino a Dios; pues nadie oye, y en
Espíritu habla misterios; 3 pero el que profetiza(b), a hombres habla edificación, y
exhortación y consolación. 4 El que habla lengua, a sí mismo edifica; pero el que
profetiza, a la Iglesia edifica. 5 Y quiero que todos habléis lenguas; pero más que
profeticéis; y mayor el que profetiza que el que habla con lenguas, a no ser que
interprete, para que la Iglesia edificación reciba. 6 Y ahora, hermanos, si yo fuere a
vosotros lenguas hablando, ¿qué os aprovecharé, si no os hablare, o en revelación, o en
ciencia, o en profecía o en doctrina? 7 Aún lo inanimado que voz da, sea flauta sea
cítara, si diferencia de sonido no diere —¿cómo se conocerá lo que se flautea o
citariza? 8 Pues y si desconocida voz una trompeta diere ¿quién se preparará a guerra?
9 Así también vosotros, por la lengua si no clara palabra diereis ¿cómo se conocerá lo
que se habla? Pues estaréis al aire hablando. 10 Tantos, verbigracia, géneros de voces
hay en el mundo, y ninguna es muda. 11 Si, pues, no supiere yo la virtud de la voz, seré,
para el que habla, un extranjero; y el que habla, en(c) mí, un extranjero. 12 Así también
vosotros, pues celadores sois de espíritus, para la edificación de la Iglesia buscad cómo
abundéis. 13 Por lo cual el que habla lengua, ore por que interprete. 14 Si yo orare en
lengua, mi espíritu(d) ora; pero mi mente infructuosa es. 15 ¿Qué, pues, es? Oraré con
el espíritu, y oraré también con la mente; salmearé con el espíritu; salmearé también
con la mente. 16 Puesto que, si bendijeres con el espíritu, el que ocupa el lugar del
particular ¿cómo dirá el «amén» a tu agradecimiento?(e) pues qué dices no sabe; 17 que
tú por cierto bellamente agradeces; empero el otro no se edifica. 18 Agradezco a Dios,
que, más que todos vosotros, lenguas hablo; 19 empero en la Iglesia quiero cinco
palabras con mi mente hablar (para también a otros instruir) que(f) infinitas palabras en
lengua. 20 Hermanos, no párvulos os hagáis por el ánimo; empero, para la malicia,
niñead; mas en el ánimo perfectos haceos. 21 En la ley escrito está: que Is. 28, 11-12.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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en heteróglotas(g) y en labios de otros hablaré a este pueblo; y ni así escucharán, dice


el Señor. 22 Así que las lenguas para señal son, no a los creyentes, sino a los
increyentes; y la profecía(h), no a los increyentes, sino a los creyentes. 23 Si, pues,
viniere la Iglesia toda en uno, y todos hablaren lenguas, y entraren los indoctos o
infieles ¿no dirán que deliráis? 24 Y, si todos profetizaren, y entrare un increyente o
indocto, convencido es por todos, interrogado es por todos; 25 lo oculto de su corazón
manifiesto se hace, y así, cayendo de rostro, adorará a Dios, anunciando que realmente
Dios en vosotros está. 26 ¿Qué, pues, hay(i), hermanos? Cuando os congregáis, cada uno(j) salmo
tiene, doctrina tiene, revelación tiene, lengua tiene, interpretación tiene; todo para
edificación hágase. 27 Si ya lengua alguien habla, de a dos o a lo más, tres(k), y por
parte(l); y uno interprete; 28 y, si no hubiere intérprete, calle en la Iglesia, y a sí mismo
hable y a Dios. 29 Y profetas dos o tres hablen, y los otros interroguen; 30 y, si a otro se
revelare(m) sentado, el primero calle. 31 Pues podéis uno por uno todos profetizar, para
que todos aprendan y todos exhortados sean. 32 Y espíritus de profetas a profetas
sométense(n); 33 porque no es de tumulto Dios, sino de paz. Como en todas las Iglesias
de los santos, 34 las mujeres en las Iglesias callen; pues no les es permitido hablar; sino
sométanse, según también la ley dice. 35 Y, si algo aprender quieren, en casa a los
propios maridos pregunten; pues feo para mujer, hablar en Iglesia. 36 ¿O de vosotros la
palabra de Dios ha salido, o a vosotros solos llegado? 37 Si alguno parece profeta ser o
espiritual, conozca lo que os escribo; porque del Señor es mandato. 38 Pero si alguien
desconoce, desconozca. 39 Así que, hermanos, celad el profetizar; y hablar no impidáis
en lenguas; 40 y todo noblemente y según orden hágase.

2 a. Extraña, con don de lenguas. Por ostentación solían hablar en la Iglesia los que tenían este don;
aunque ellos mismos no entendían lo que hablaban y nadie les
escuchaba.
3 b. El don de profecía es para edificación.
11 c. Para.

14 d. El espíritu que me agita; pero el alma, si ella no ora con el afecto, nadaaprovecha. 16 e. Acción
de gracias, oración. 19 f. Antes que. 21 g. Que hablan otras lenguas. 22 h. Instrucción.
26 i. Que hacer.
j. Cada cual su carisma especial tiene: uno de cantar, otro de enseñar, etc.
27 k. Hablen.
l. Turno.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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30 m. Recibiese revelación, mientras está sentado como oyente. 32 n. El profeta es dueño de su


espíritu.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 15

Argumento de la resurrección de Cristo

1 Y os noto, hermanos, el Evangelio que os he evangelizado; que también recibisteis;


en que también perseveráis; 2 por el cual asimismo os salváis: con qué palabra heos
evangelizado, si(a) retenéis; a no ser que en vano hayáis creído. 3 Pues trasmitíos, entre
lo primero; lo que asimismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al día el tercero, según las Escrituras; 5
y que apareció a Cefas; luego a los doce. 6 Después apareció a más de quinientos
hermanos a la vez; de los cuales los más quedan hasta ahora; pero algunos se han
dormido. 7 Después apareció a Santiago; luego a los apóstoles todos. 8 Y, al último de
todos, tal como si a un abortivo, apareció también a mí. 9 Pues yo soy el más pequeño
de los apóstoles; que no soy digno de llamarme apóstol; por esto: porque perseguí a la
Iglesia de Dios; 10 pero, por gracia de Dios, soy lo que soy; y su gracia, la para
conmigo, no vana se hizo; sino que más que ellos todos heme fatigado; aunque no yo,
sino la gracia de Dios conmigo. 11 Ya, pues, yo, ya aquéllos, así predicamos, y así
habéis creído. 12 Pero, si Cristo es predicado que de muertos ha resucitado, ¿cómo
dicen, entre vosotros, algunos que resurrección de muertos no hay? 13 Pero, si
resurrección de muertos no hay, ni Cristo ha resucitado; 14 pero, si Cristo no ha
resucitado, vana, por tanto, nuestra predicación; vana también vuestra fe; 15 y somos
hallados asimismo, falsos testigos de Dios: porque hemos testimoniado contra Dios:
que resucitó al Cristo, a quien no resucitó; si ya, en verdad, los muertos no resucitan. 16
Pues, si muertos no resucitan, ni Cristo ha resucitado; 17 y, si Cristo no ha resucitado,
vana vuestra fe es: aún estáis en vuestros pecados; 18 por tanto también los que se han
dormido en Cristo, han perecido. 19 Si, en esta vida, en Cristo estamos esperando sólo,
más lastimosos de todos los hombres somos. 20 Pero, ahora Cristo ha resucitado de
entre muertos, primicias de los dormidos. 21 Porque, después que, por hombre, la
muerte, también, por hombre, resurrección de muertos. 22 Pues, así como en Adán
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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todos mueren, así también en el Cristo todos serán vivificados; 23 y cada cual en su
propio orden: primicias Cristo; después, los del Cristo en la parusia(b) de él; 24 luego el
fin, cuando entregare el reino a Dios y Padre; cuando anulare todo principado, y toda
potestad y virtud, 25 Que necesario es que él reine, hasta que pusiere todos los
enemigos bajo sus pies. 26 Postrera enemiga anulada es la muerte. 27 Pues todo ha sido
sometido bajo los pies de él. Y, cuando dice: «Todo ha sido sometido», claro(c) que,
fuera del que ha sometido a él todas las cosas; 28 y, cuando sometiere a él todas las
cosas; entonces el mismo Hijo se someterá al que ha sometido a él todas las cosas; para
que sea Dios todo en todos.
29 De no ¿qué harán los que se bautizan por los muertos(d)? Si, del todo, los muertos no
resucitan ¿qué también se bautizan por ellos? 30 ¿Qué también nosotros peligramos a
toda hora? 31 Cada día muero; sí, ¡por vuestra gloriación, hermanos; la que tengo en
Cristo Jesús, nuestro Señor! 32 Si, según(e) hombre, con fieras lidié en éfeso, ¿cuál para
mí el provecho? Si muertos no resucitan, Is. 22,13 comamos y bebamos; que mañana
morimos. 33 No os descaminéis: corrompen costumbres buenas conversaciones malas.
34 Recobraos justamente, y no pequéis; porque desconocimiento de Dios algunos
tienen. Para confusión os hablo.
35 Empero dirá alguno: «¿Cómo resucitan los muertos? ¿Y con qué cuerpo vienen? 36
Insensato, tú lo que siembras no se vivifica, si no muriere; 37 y lo que siembras, no el
cuerpo, el que ha de nacer, siembras, sino desnudo grano, por ejemplo, de trigo o de
algo de lo demás; 38 y Dios dale cuerpo, según ha querido; y a cada una de las
simientes, propio cuerpo. 39 No toda carne la misma carne; sino una de hombres; otra,
carne de bestias; otra, carne de volátiles; otra, de peces. 40 Y cuerpos celestes, y
cuerpos terrenos(f); empero, otra, por cierto, la de los celestes gloria, y otra, la de los
terrenos. 41 Otra, gloria de sol; y otra, gloria de luna; y otra, gloria de estrellas; que
estrella de estrella difiere en gloria. 42 Así también la resurrección de los muertos.
Siémbrase en corrupción; levántase en incorruptibilidad: 43 Siémbrase en deshonra;
levántase en gloria; 44 Siémbrase cuerpo anímico; levántase cuerpo espiritual. Si hay
cuerpo anímico, hay también espiritual. 45 Así también está escrito: «Hecho fue el
primer hombre Adán, en alma viviente, el último Adán, en espíritu vivificante». 46
Empero no primero lo espiritual, sino lo anímico; después, lo espiritual. 47 El primer
hombre, de tierra, lúteo; el segundo hombre, de cielo. 48 Cual el lúteo, tales también
los lúteos; y cual el celeste, tales también los celestes; 49 y, según hemos llevado la
imagen del lúteo, llevaremos también la imagen del celeste. 50 Pero esto digo,
hermanos, que carne y sangre, reino de Dios poseer no pueden, ni la corrupción la

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incorruptibilidad posee.
51 He aquí misterio os digo: todos no dormiremos; todos, empero, nos
transformaremos, 52 en un momento, en un cerrar de ojo, en la postrera trompeta; pues
trompeteará, y los muertos levantaránse incorruptibles, y nosotros(g) nos
transformaremos. 53 Que debe esto corruptible revestirse incorruptibilidad, y esto
mortal revestirse inmortalidad. 54 Y, cuando esto corruptible se revistiere
incorruptibilidad, y esto mortal se revistiere inmortalidad, entonces haráse la palabra la
escrita; Is. 25,8 Devorada fue la muerte en victoria. 55 Os. 13,14. ¿Dónde, muerte, tu
victoria? ¿Dónde, muerte, tu aguijón? 56 Pero el aguijón de la muerte, el pecado(h), y
el poder del pecado, la ley; 57 Pero, a Dios gracias, al que nos da la victoria por nuestro
Señor Jesucristo. 58 Así que, hermanos míos amados, estables hacéos, inamovibles,
abundando en la obra del Señor siempre; sabiendo que vuestra fatiga no es vana en el
Señor.

2 a. La.
23 b. Venida (segunda) llegada.
27 c. Es.
29 d. Para cuando estén muertos =para resucitar de entre los muertos.
32 e. A modo de hombre, con esperanza y mira puramente humanas.
40 f. Hay.

52 g. Los que entonces estuviéremos en el mundo, seremos transformados súbita,


no lentamente, como los muertos. Esta súbita transformación será la muerte de los
entonces vivos.
56 h. El pecado es la causa de la muerte; la muerte es un escorpión cuyo aguijón es el pecado.

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Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 16

De las colectas

1 Mas, acerca de la colecta, la para los santos así como he ordenado a las Iglesias de la
Galacia; así también vosotros haced. 2 En cada sábado(a) cada cual de vosotros consigo
ponga, guardando lo que le pareciere, para que no, cuando yo vengo, entonces colectas
se hagan. 3 Y, cuando llegare, a los que probareis, por cartas a éstos enviaré a llevar
vuestra gracia(b) a Jerusalén; 4 y, si ello digno fuere de que yo también vaya, conmigo
irán. 5 Y vendré a vosotros, cuando Macedonia atravesare; pues Macedonia atravieso;
6 y, con vosotros acaso permanezca o también inverne; para que vosotros me
conduzcáis adonde yo fuere. 7 Porque no quiero ahora veros de paso; pues espero
algún tiempo quedarme con vosotros; si el Señor permitiere. 8 Pero me quedaré en
éfeso hasta Pentecostés; 9 que puerta se me ha abierto grande y eficaz(c); y adversarios,
muchos. 10 Y si viniere Timoteo, mirad que inmedrosamente esté con vosotros; pues la
obra del Señor obra él, como yo. 11 Que nadie, pues, le menosprecie. Y conducidle en
paz, para que venga a mí; pues aguárdole con los hermanos. 12 Y, acerca de Apolos, el
hermano, mucho le he rogado que venga a vosotros con los hermanos; pero de ningún
modo ha tenido voluntad de venir ahora; pero irá, cuando le acomodare. 13 Velad,
estad firmes en la fe; viriles sed; esforzaos; 14 todo lo vuestro en caridad hágase. 15 Y
ruégoos, hermanos (conocéis la casa de Estéfanas (y Fortunato y Acaico); porque es las
primicias de la Acaya, y al ministerio de los santos se entregaron a sí mismos) 16 que
también vosotros os sometáis a los tales y a todo el que al par trabaja y se fatiga. 17 Y
gózome de la presencia de Estéfanas, y Fortunato y Acaico, porque vuestra falta éstos
han suplido; 18 pues han refrigerado mi espíritu y el vuestro. Conoced, pues, a los
tales. 19 Os saludan las Iglesias del Asia. Os saludan, en Señor, mucho áquila y
Priscila, con la, de la casa de ellos, Iglesia. 20 Os saludan los hermanos todos. Saludaos
unos a otros en ósculo santo. 21 El saludo, de mi mano: Pablo. 22 Si alguno no ama al
Señor, sea anatema. Maranatá(d). 23 La gracia del Señor Jesús con vosotros. 24 El
amor mío con todos vosotros en Cristo Jesús. Amén.

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2 a. Cada primer día de la semana —cada domingo.


3 b. Caridad, donativos.

9 c. Útil para evangelizar a muchos. 22 d. (Arames) —Señor nuestro vienes.

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Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 1

Salutación

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a la


Iglesia de Dios, la que está en Corinto, con los santos todos los que están en toda la
Acaya: 2 gracia a vosotros y paz, de Dios nuestro Padre y de Señor Jesucristo.
3 ¡Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el padre de las misericordias y
Dios de toda consolación; 4 el que nos consuela en toda la tribulación nuestra, para
poder nosotros consolar a los en toda tribulación, por la consolación que somos
consolados nosotros mismos por Dios! 5 Porque, así como abundan los padecimientos
del Cristo en nosotros, así, por el Cristo, abunda también la consolación nuestra. 6 Y,
ora seamos atribulados,(a) por vuestra consolación y salud; ora seamos consolados,(b)
por vuestra consolación; la que obra para paciencia de los mismos padecimientos que
también nosotros padecemos. Y nuestra esperanza firme(c), de vosotros; 7 sabiendo
que, como compañeros sois de los padecimientos, así también de la consolación. 8
Pues no queremos que ignoréis hermanos, acerca de la tribulación nuestra, la acaecida
en el Asia: que con exceso, sobre fuerza, gravados fuimos, que desesperamos también
del vivir, 9 empero, nosotros mismos en nosotros la respuesta de la muerte(d) hemos
tenido, para que, no confiados estemos en nosotros, sino en Dios, el que resucita los
muertos; 10 quien, de tamaña muerte nos ha librado y nos librará; en quien hemos
esperado que aún librará; 11 ayudándonos al par también vosotros por la plegaria; a fin
de que el por causa de muchas personas a nosotros(e) carisma, por muchos se agradezca
por nosotros.
12 Que nuestra gloriación ésta es: el testimonio de nuestra conciencia de que en
santidad y pureza de Dios, y no en sabiduría carnal, sino en gracia de Dios hemos
conversado en el mundo; y mucho más con vosotros. 13 Que no otras cosas os
escribimos que lo que leéis o también conocéis. Y espero que hasta el fin conoceréis,
14 según también nos habéis conocido en parte; porque gloria vuestra somos, al igual
que también vosotros nuestra, en el día de nuestro Señor Jesús. 15 Y con esta confianza
quería yo primero a vosotros venir, para que segunda gracia tuvieseis; 16 y, por

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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vosotros atravesar a Macedonia, y de nuevo de Macedonia venir a vosotros, y por


vosotros ser conducidos a la Judea. 17 Esto, pues, queriendo ¿acaso de ligereza he
usado? ¿O lo que quiero, según carne quiero, para que sea en mí el «Sí, sí» y el «No,
no»? 18 Y fiel Dios, que nuestra palabra la a vosotros no es «Sí» y «No». 19 Pues de
Dios, el Hijo, Jesucristo, él en vosotros por nosotros predicado, por mí, y Silvano y
Timoteo, no se ha hecho «Sí» y «No», sino que «Sí» en él ha sido(f); 20 Pues cuantas
promesas(g) de Dios en él, el «Sí»; por lo cual también por él, el «Amén»(h); a Dios para gloria por(i)
nosotros. 21 Y el que nos confirma, con vosotros en Cristo, y nos unge: Dios; 22 el que
también os ha sellado, y dado las arras del Espíritu en vuestros corazones. 23 Y yo por
testigo a Dios invoco sobre mi alma: de que, lastimándome de vosotros, aún no he
venido a Corinto. 24 No que nos enseñoreemos de vuestra fe; sino que colaboradores
somos de vuestro gozo; que en la fe estáis firmes.

b. Es.

9d. Lo que se nos respondió acerca de la muerte, cuando atediados, la deseábamos.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 2

1 Y he juzgado para mí mismo esto: el no de nuevo(a) en tristeza a vosotros ir. 2 Pues, si


yo os contristo —¿y quién el que me regocija, sino el que es contristado de mí? 3 Y he
escrito esto mismo para que, viniendo, no tenga tristeza (sobre tristeza) yo, de los que
debía regocijarme, confiado en todos vosotros; porque mi gozo de todos vosotros es. 4
Que de mucha tribulación y angustia de corazón, os escribí entre muchas lágrimas; no
para que os contristaseis, sino el amor para que conocieseis que tengo sobrado a
vosotros. 5 Pero, si alguno ha contristado, no(b) a mí ha contristado, sino en parte (para
no exagerar) a todos vosotros. 6 Bastante al tal(c) el vituperio mismo, el de los más; 7
para que, por el contrario, condonéis y consoléis, no sea que por la excesiva tristeza
consumido sea el tal. 8 Por lo que os ruego que confirméis, con él, caridad; 9 pues, para
esto; también escribí, para conocer vuestra probanza: si para todo obedientes sois. 10
Y, a quien algo condonáis, también yo; que también yo, lo que he condonado, si algo he

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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condonado, por vosotros a faz de Cristo(d); 11 para que no seamos suplantados por
Satanás; pues sus pensamientos no desconocemos. 12 Y, viniendo a la Tróade al
Evangelio del Cristo; y, puerta para mí abierta en Señor; 13 no he tenido reposo para mi
espíritu, por no hallar a Tito, mi hermano; sino que, despidiéndome de ellos, salí a
Macedonia. 14 Y ¡a Dios gracias, al que siempre nos da triunfar en el Cristo, y el olor
de su conocimiento manifiesta por nosotros en todo lugar!, 15 pues de Cristo buen olor
somos, para Dios en los que se salvan y en los que perecen: 16 a unos olor de muerte
para muerte; a otros olor de vida para vida. Y, para esto(e) ¿quién bastante? 17 Pues no
somos como los muchos que adulteran la palabra de Dios, sino que, como en pureza,
sino que, como delante de Dios, en Cristo, hablamos.

1a. La 1ª epístola, la primera fue, de tristeza, de reconvención.


5b. Tanto.
6c. Véase 1. Cor. 5,2
10d. Lo he hecho.
16e. Para despedir tal olor.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 3

1 ¿Empezamos de nuevo a recomendarnos? ¿O acaso necesitamos, como algunos, de


comendaticias epístolas para vosotros o de vosotros? 2 Nuestra epístola vosotros sois,
inscrita en nuestros corazones, que es conocida y leída por todos los hombres; 3 que os
manifestáis que sois epístola de Cristo, suministrada por nosotros e inscrita no con
tinta, sino con Espíritu de Dios viviente; no en placas lapídeas, sino en placas de
corazón carnales. 4 Y confianza tal tenemos, por el Cristo, para con Dios. 5 No,
porque, por nosotros mismos, capaces seamos de pensar algo de nosotros mismos; sino
que nuestra capacidad de Dios(a); 6 el que también nos ha capacitado ministros de
Nuevo Testamento, no de letra, sino de espíritu; que la letra mata; pero el espíritu
vivifica. 7 Y, si el ministerio de la muerte(b) en letra, grabado en piedras, se convirtió
en gloria, que no pudieron fijarse los hijos de Israel en la faz de Moisés, por la gloria de
su faz, la que se anulaba; 8 ¿cómo ya no más bien el ministerio del espíritu será en
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gloria? 9 Pues, si el ministerio de la condenación gloria(c), mucho más abunda el


ministerio de la justicia en gloria. 10 A la verdad, no está glorificado lo glorificado en
esta parte(d), a causa de la superante gloria. 11 Pues, si lo que es anulado, por gloria(e),
mucho más lo permanente, en gloria(f). 12 Teniendo, pues, tal esperanza, de mucha libre habla
usamos. 13 Y no al igual que Moisés ponía velo sobre su faz, para que no miraran los
hijos de Israel hasta el fin(g) de lo que era anulado. 14 Empero petrificáronse los
sentidos de ellos. Pues hasta el día de hoy, el mismo velo en la lección del Antiguo
Testamento queda, no descubierto, porque en Cristo es anulado; 15 empero, hasta hoy,
cuando es leído Moisés, velo sobre el corazón de ellos yace. 16 Pero, cuando se
convirtiere a Señor, quitado es el velo. 17 Mas el Señor el Espíritu es y donde el
Espíritu de Señor, allí libertad(h). 18 Y nosotros todos, a descubierta faz, la gloria de
Señor especulando(i), en la misma imagen somos transformados, de gloria en gloria, como por
Señor-Espíritu(j).

5a. Es.

7b. De la ley, que fue ocasión de prevaricaciones y de muerte. (Rom. 7,12). 9c. Fue gloria. 10d. Ni
gloria fue bajo este respecto, toda aquella gloria, comparada, con estotra
gloria: tanto supera ésta a aquélla. 11e. Fue, glorioso fue.
f. Estará.
13g. Fin —término, para que no creyesen que su alianza con Dios, era sólo temporal. El esplendor era
figura de Cristo, que es terminación de la ley mosaica, y a la vez su objetivo.

17h. Hay. 18i. Mirar como en espejo; reflejada, atentamente.


j. Dios-Espíritu.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 4

1 Por esto, teniendo este ministerio, según se nos compadeció, no acobardamos. 2 sino
que hemos renunciado a lo oculto de la vergüenza(a), no caminando en artería, ni
falseando la palabra de Dios, sino con manifestación de la verdad, recomendándonos a
toda conciencia de hombres, a faz de Dios. 3 Y, si también está velado nuestro
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evangelio; en los que perecen, está velado; 4 en los que el Dios de este siglo ha cegado
los sentidos de los increyentes, para que no (les) esplenda la iluminación del Evangelio
de la gloria del Cristo; quien es imagen de Dios; 5 pues, no a nosotros mismos
predicamos, sino a Cristo Jesús, Señor, y a nosotros mismos siervos vuestros por Jesús:
6 por el Dios que dijo: «De las tinieblas luz resplandezca»; el(b) que ha resplandecido
en nuestros corazones para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios; en faz
de Cristo.
7 Pero tenemos este tesoro en barrizos vasos para que la supereminencia del poder sea
de Dios, y no de nosotros, 8 siendo en todo atribulados, empero no angustiados;
vacilando, empero no desesperando; 9 perseguidos, empero no abandonados;
postrados, empero no pereciendo; 10 siempre la mortificación de Jesús en el cuerpo a
doquier llevando; para que también la vida de Jesús en nuestro cuerpo se manifieste. 11
Pues siempre nosotros los vivientes a la muerte entregados somos por Jesús; para que
también la vida de Jesús se manifieste en la mortal carne nuestra. 12 Así que la muerte
en nosotros obra, mas la vida en vosotros. 13 Y, teniendo el mismo espíritu de fe, según
lo escrito: «He creído; por lo cual he hablado»; también nosotros creemos; por lo cual
también hablamos; 14 sabiendo que el que resucitó a Jesús, asimismo a nosotros con
Jesús resucitará y pondrá con vosotros. 15 Pues todo por vosotros; para que la gracia,
abundando por los muchos, el agradecimiento redunde para la gloria de Dios. 16 Por lo
cual no desmayamos, sino que, aunque nuestro exterior hombre se corrompe, empero
el interior es renovado día a día. 17 Pues lo, por hoy, leve de la tribulación; va, de
demasía en demasía, un eterno peso de gloria obrándonos; 18 no contemplando
nosotros lo que se ve, sino lo que no se ve; que, lo que se ve, temporal; mas, lo que no
se ve, eterno.

2a. Ocultación muy vergonzosa. 6b. Es el que.

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Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 5

1 Pues sabemos que, si la terrena casa nuestra(a) de pabellón, se deshiciere, edificación


de Dios tenemos: casa no hechiza, eterna en los cielos. 2 Y por esto también gemimos,
nuestra habitación la del cielo sobrevestirnos ansiando; 3 con tal que también vestidos,
no desnudos fuéremos hallados(b). 4 En verdad los que estamos en el pabellón,
gemimos gravados, porque no queremos se nos desvista, sino sobrevista; a fin de que
absorbido sea lo mortal por la vida. 5 Y el que nos ha formado para esto mismo(c):
Dios; el que nos ha dado las arras del Espíritu. 6 Confiando, pues, siempre y sabiendo
que, avecinándonos en el cuerpo, nos desavecinamos del Señor; 7 (que, por(d) fe,
caminamos, no por visión)(e); 8 y confiamos, y nos complacemos más bien en
desavecinarnos del cuerpo y avecinarnos al Señor, 9 por lo cual también a honor
tenemos, sea avecinándonos, sea desavecinándonos, aceptos serle(f). 10 Pues todos
nosotros comparecer debemos ante el tribunal del Cristo, para que reciba cada cual lo
del cuerpo(g), según lo que ha hecho, sea bueno, sea malo.
11 Sabiendo, pues, el temor del Señor, a los hombres persuadimos, y a Dios
manifiestos estamos; mas, espero también en vuestras conciencias manifiestos estar.
12 No otra vez nos recomendamos a vosotros, sino motivo dándoos de gloriación por
nosotros, para que tengáis(h) contra los que de faz(i) se glorían, y no de corazón. 13 Pues, si
nos hemos arrobado, —para Dios; y si nos moderamos—, para vosotros; 14 pues el
amor del Cristo estréchanos; 15 habiendo juzgado esto: que, si uno ha muerto por
todos, luego todos han muerto, y por todos ha muerto, para que los vivientes ya no para
sí vivan, sino para el que por ellos ha muerto y resucitado. 16 Así que nosotros, desde
ahora a nadie conocemos según carne(j); aunque hemos conocido según carne a Cristo,
empero ahora ya no conocemos. 17 Así que, si alguno en Cristo(k), nueva criatura: lo viejo ha
pasado; he aquí se ha hecho nuevo todo. 18 Y todo, de Dios(l), del que nos ha reconciliado
consigo por Cristo y dádonos el ministerio de la reconciliación; 19 como que Dios
estaba en Cristo, el mundo reconciliando consigo, no imputándoles las caídas de ellos,
y poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Por Cristo, pues, legados
somos, como de Dios, que exhorta por medio de nosotros: rogamos por Cristo,
reconciliaos con Dios. 21 Al que no conocía pecado, por nosotros pecado hizo(m), para

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que nosotros nos hiciésemos justicia(n) de Dios en él.

1a. Por estar nosotros en casa terrenal.


3b. Si a la venida segunda estuviéremos aún vivos, revestidos de carne mortal, esta carne será
sobrevestida por la inmortalidad.
5c. Es.
7d. Por medio de.

e. Apariencia visible de las cosas que se creen. 9f. Agradarle, sea vivos, sea muertos. 10g. Reciba
premio o castigo por lo hecho en el cuerpo: en la vida del cuerpo, la
mortal.

12h. Qué responder.

i. Aparente, ficticiamente. 16j. Carnal, material, grosera y erróneamente. 17k. Está, vive.
18l. Viene.
21m. Hizo Dios a su Hijo pecado =igual al mismo pecado.
n. Justos como la justicia misma de Dios.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 6

1 Y cooperadores, también exhortamos a que en vano la gracia de Dios no recibáis 2


(pues dice:
Is. 49,8 En tiempo acepto te he escuchado, y en día de salud ayudádote;
he aquí ahora tiempo acepto; he aquí ahora día de salud); 3 ninguna, en nada, dando
ofensa, para que no se vitupere el ministerio; 4 sino en todo recomendándonos como de
Dios ministros, en paciencia mucha, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5
en golpes, en prisiones; en sediciones; en fatigas, en vigilias, en ayunos; 6 en castidad,
en ciencia, en longanimidad, en bondad, en Espíritu Santo, en caridad infingida, 7 en
palabra de verdad, en virtud de Dios; por las armas de la justicia, las diestras y las
siniestras(a); 8 por gloria y deshonra, por infamia y buena fama; como seductores, y
veraces; 9 como desconocidos, y conocidos; como muriendo, y he aquí vivimos; como

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castigados, y no occisos; 10 como entristecidos, y siempre gozando; como pobres, pero


a muchos enriqueciendo; como nada teniendo, y todo poseyendo. 11 Nuestra boca
abierta está para vosotros, corintios; nuestro corazón dilatado está; 12 no os angustiáis
en nosotros(b), pero os angustiáis en vuestras entrañas; 13 pero, al mismo galardón
(como a hijos digo), dilataos también vosotros. 14 No os hagáis diversamente
enyugados(c) con infieles; pues ¿qué compañía a justicia e iniquidad? ¿o qué comunión
a luz con tinieblas? 15 ¿Y qué armonía de Cristo con Belial? ¿o qué parte a fiel con
infiel? 16 ¿Y qué convenio a templo de Dios con ídolos? Pues nosotros templo de Dios
somos vivientes; según dijo Dios:
que habitaré en ellos e iréme caminando en ellos; y seré su Dios; y ellos serán mi
pueblo.
17. Por lo cual salid de en medio de ellos, y separaos, dice Dios;
y a cosa impura no adhiráis; y yo acogeréos;
18. y seréos en padre y vosotros seréisme en hijos e hijas, dice Señor Omnipotente.

7a. Diestras = ofensivas; siniestras = defensivas.


12b. Demasiado es, para ello, el amor que les tiene. 14c. No os estrechéis íntimamente —Alusión a la
prohibición mosaica de enyugarjuntos animales diversos.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 7

Explanaciones de la epístola 1ª

1 Estas, pues, teniendo promesas, amados, purifiquémonos de toda mancha de carne y


espíritu, consumando santificación en temor de Dios. 2 Entendednos: a nadie hemos
agraviado; a nadie, corrompido(a); a nadie, defraudado. 3 Para condenación no digo;
pues ya he dicho que en nuestros corazones estáis para el conmorir y convivir. 4 Mucha
mi confianza en vosotros; mucha mi gloria de vosotros: estoy lleno de consuelo;
sobreabundo del gozo, en toda tribulación nuestra. 5 En verdad, viniendo nosotros a
Macedonia, ninguna ha tenido refrigeración la carne nuestra, sino en todo atribulados:
fuera luchas, dentro temores. 6 Empero el que consuela a los humildes, nos ha

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consolado: Dios, en la llegada de Tito; 7 y no sólo en su llegada, sino también en la


consolación que fue consolado entre vosotros, refiriéndonos vuestra ansia(b), vuestro
lamento, vuestro celo por mí, tal que más me gocé. 8 Pues, aunque os contristé en la
epístola, no me pesa; y aunque me pesara, (veo que aquella epístola, aunque una hora,
os contristó), 9 ahora me gozo, no porque os contristasteis, sino porque os contristasteis
para arrepentimiento; pues os habéis contristado según Dios, para que en nada seáis
dañados de nosotros. 10 Pues la, según Dios, tristeza arrepentimiento, para salud,
impesarosa(c) obra; pero la del mundo tristeza muerte opera. 11 Pues he aquí esto
mismo: el, según Dios, contristarse ¡cuánta os ha operado solicitud! —empero defensa,
empero indignación, empero temor, empero ansia, empero celo, empero vindicación(d).
En todo os habéis probado puros ser en el negocio(e). 12 Por tanto, aunque os escribí, no por causa
del que injurió, empero, ni por causa del injuriado; empero por causa de que se
manifestase vuestra solicitud la por nosotros entre vosotros, a faz de Dios; 13 por esto
hemos sido consolados. Y, en nuestra consolación, muchísimo más nos hemos gozado
en el gozo de Tito, porque ha sido recreado su espíritu por todos vosotros; 14 porque, si
algo con él de vosotros me he gloriado, no he sido confundido; sino que, como todo en
verdad os hablamos, así también la gloriación vuestra ante Tito verdad se ha hecho; 15
y sus entrañas(f) más abundantemente con vosotros están; rememorando la de todos
vosotros obediencia, cómo con temor y temblor le acogisteis. 16 Gózome de que en
todo confío en vosotros.

2 a. Intelectual y moralmente, enseñando el error.


7 b. De verme.

10 c. Arrepentimiento que no se arrepiente =estable, inconmovible. 11 d. Todo esto a favor del


apóstol.
e. Del incestuoso.
15 f. Amor entrañable.

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Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 8

Ejemplo de los macedonios

1 Y os noticiamos, hermanos, la gracia de Dios la dada en las Iglesias de la Macedonia;


2 porque en mucha prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y la, de
profundidad(a), pobreza de ellos abundó en la riqueza de su simplicidad; 3 porque,
según sus fuerzas (atestiguo) y sobre sus fuerzas, espontáneos, 4 con mucha instancia
pidiéndonos la gracia y la participación(b) del ministerio(c) del para con los santos; 5 y no,
según hemos esperado(d), sino que a sí mismos diéronse primero al Señor, y(e) a nosotros por
voluntad de Dios; 6 de modo que hemos exhortado a Tito, para que, así como antes
empezó, así también termine entre vosotros, también esta gracia. 7 Empero, así como
en todo abundáis fe, y palabra, y ciencia, y toda solicitud y el nuestro a vosotros amor,
¡que también en esta gracia abundéis! 8 No según mandato digo, sino por la de otros
solicitud, y lo noble de vuestro amor probando; 9 (pues conocéis la gracia(f) de nuestro
Señor Jesús, porque, por nosotros, se empobreció, rico siendo, para que vosotros, con
la de aquél pobreza enriquecieseis). 10 Y consejo en esto doy. Pues esto os aprovecha,
los que no sólo en el hacer, sino también en el querer(g) habéis adelantado, desde el año
anterior. 11 Pero, ahora ya también el hacer terminad a fin de que, al igual que la
propensión del querer, así también(h) el terminar del tener. 12 Pues, si la propensión
existe, según lo que tuviere, acepta(i), no, según lo que no tiene(j). 13 Pues no, para que a
otros refrigerio, a vosotros tribulación,(k) sino que según igualdad. En el tiempo de
ahora vuestra abundancia para la de aquéllos indigencia; 14 a fin de que también la de
aquéllos abundancia(l) se haga para vuestra indigencia; para que se haga igualdad; 15
según está escrito(m): Ex. 16,18. El que lo mucho, no abundó, y el que lo poco, no
minoró. 16 Pero, gracias a Dios al que da la misma solicitud por vosotros en el corazón
de Tito; 17 porque ciertamente la exhortación acogió; pero, más solícito hallándose,
espontáneo salió a vosotros. 18 Y hemos enviado al par con él al hermano cuya
alabanza en el evangelio por todas las Iglesias; 19 (y no sólo, sino también elegido por
las Iglesias coperegrino mío en esta gracia(n) la que es administrada por nosotros para la del Señor
gloria y(o) propensión nuestra); 20 evitando esto: que nadie nos vitupere en esta
abundancia(p) la administrada por nosotros; 21 pues proveemos lo bello, no sólo a faz
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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de Señor, sino también a faz de hombre. 22 Y hemos enviado con ellos a nuestro
hermano; a quien hemos probado que en muchas cosas muchas veces solícito es, pero
ahora mucho más solícito, con confianza mucha la en vosotros; 23 sea cuanto a Tito,
compañero mío y para con vosotros, coadjutor; sean(q) nuestros hermanos, legados de
Iglesias, gloria de Cristo; 24 ¡la demostración, pues(r), del amor vuestro y la gloriación nuestra
por vosotros, para con ellos mostrando, a faz de las Iglesias!

2 a. Profundísima, extrema.
4 b. La gracia de participar.
c. De las limosnas =de agregar las suyas a las destinadas a los pobres de Jerusalén.
5 d. Dieron.
e. Después.
9 f. Condescendencia amorosa.

10 g. Espontáneo, grande. 11 h. Sea el terminar del querer: el realizar la voluntad: el dar del tener, de
lo que tenéis. De cada cual a medida de su voluntad grande, y de lo que buenamente pueda
dar.
12 i. Es.
j. Buenamente; no puede dar buenamente.
13 k. Sea.

14 l. Espiritual; que se comunica por la oración. 15 m. Acomoda el apóstol a su pensamiento el pasaje


del maná.
19 n. Las limosnas.

o. Según. 20 p. De dinero colectado. 23 q. Sea cuanto a...


24 r. Hacedles.

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Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 9

De la limosna

1 Pues ciertamente acerca del ministerio del para con los santos, demás para mí está el
escribiros; 2 pues sé la propensión vuestra, por la cual, de vosotros, me glorío ante los
macédones, pues Acaya prevenida está desde el año pasado, y vuestro celo ha incitado
a muchísimos. 3 Y he enviado los hermanos, para que nuestra gloriación, la por
vosotros, no se desvanezca en esta parte; para que, así como decía yo, prevenidos
estéis; 4 no sea que, cuando vinieren conmigo macédones y os hallaren desprevenidos,
nos avergoncemos nosotros (por no decir: vosotros por esta circunstancia. 5 Necesario,
pues, he estimado exhortar a los hermanos, a antes venir a vosotros y prevenir que esta
antes prometida bendición vuestra preparada esté, así como bendición(a), y no como
avaricia. 6 Pero esto(b): el que siembra parcamente, parcamente también segará, y el
que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará. 7 Cada cual según ha
propuesto en su corazón, no con tristeza o por necesidad. Pues al alegre dador ama
Dios. 8 Pero puede Dios toda gracia colmar en vosotros, para que en todo siempre toda
suficiencia teniendo, abundéis en toda obra buena; 9 según está escrito:
Sl. 112,9. Desparramó, dio a los pobres; su justicia permanece por el siglo.
10 Pero el que suministra simiente al que siembra, también pan para comida
suministrará, y multiplicará la simiente vuestra y acrecentará los gérmenes de vuestra
justicia; 11 en todo enriquecidos para toda simplicidad(c); la cual obra por nosotros
agradecimiento de Dios(d). 12 porque el ministerio de este servicio(e) no sólo está supliendo
las faltas de los santos, sino también abundando en muchos agradecimientos a Dios; 13
y por la probación de este ministerio glorificando a Dios, en la obediencia de vuestra
confesión(f) para con el Evangelio del Cristo, y la simplicidad de la contribución para con
ellos y para con todos; 14 y con su plegaria por vosotros, deseándoos(g), por la
eminente gracia de Dios en vosotros. 15 ¡Gracias a Dios por su inenarrable don!

5 a. Generosidad.
6 b. Mirad.

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11 c. «Cándida liberalidad» (Cris).


d. Para con.
12 e. Distribución de las limosnas.

13 f. Por vuestra humilde fe en el Evangelio. 14 g. Os desean, aman.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 10

Potestad

1 Y yo mismo: Pablo, exhórtoos, por la mansedumbre y clemencia del Cristo; quien, de


rostro por cierto humilde entre vosotros; pero ausente, osado soy con vosotros; 2 y
ruego que no, presente sea(a) yo osado por la confianza que se cree soy osado con
algunos que creen que nosotros, como según carne, caminamos. 3 Pues, en carne
caminando, no según carne militamos; 4 (pues las armas de nuestra milicia, no
carnales, sino poderosas con Dios para derribamiento de fortificaciones); 5 razones
derribando y todo baluarte que se alza contra la ciencia de Dios, y aprisionando todo
entendimiento en obediencia del Cristo; 6 y prontos estando a castigar toda
desobediencia, cuando cumplida fuere vuestra obediencia. 7 Lo según apariencia(b)
mirad. Si alguno parece estar fiado de sí mismo en que de Cristo es, esto considere otra
vez consigo mismo: que, según él de Cristo, así también nosotros. 8 Pues, aunque algo
más me gloriara de la potestad nuestra, que ha dado el Señor para edificación, y no para
destrucción vuestra, no me avergonzaría. 9 Para no parecer yo como espantándoos por
las epístolas—. 10 Porque «Las epístolas por cierto, dicen, graves y fuertes; pero la
presencia del cuerpo flaca, y la palabra, despreciable». 11 Esto considere el tal: que
cuales somos, con la palabra, por epístolas, ausentes, tales también presentes con la
obra. 12 pues no osamos equiparar o compararnos con algunos que a sí mismos se
recomiendan. Empero ellos en sí mismos midiéndose y comparándose consigo
mismos, no entienden(c); 13 pero nosotros no hasta lo desmedido nos gloriaremos, sino
según la medida de la regla que nos distribuyó Dios: medida(d) de alcanzar también
hasta vosotros. 14 Pues no, cual no alcanzando hasta vosotros, nos hemos
sobreextendido(e); pues hasta también a vosotros hemos llegado en el Evangelio del
Cristo; 15 no hasta lo desmedido gloriándonos en ajenos trabajos; y, esperanza
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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teniendo, creciendo vuestra fe, de ser, en vosotros, magnificados, según nuestra


designación, en abundancia, 16 para aquello(f) de más allá de vosotros evangelizar, no en ajena
designación, en lo preparado(g), gloriarnos. 17 Mas el que se gloría, en Señor gloríese; 18
pues no el que a sí mismo recomienda, aquél es aprobado, sino el que el Señor
recomienda.

2a. Tenga que ser. 7b. Lo que las apariencias mismas dicen; lo que resalta a la vista. 12c. Deliran
soberbios no midiendo sus fuerzas y creyéndose suficientes a sí
mismos.
13d. Como medida.

14e. Excedido en la medida que nos ha sido señalada. 16f. Aquellas tierras.

g. Evangelizado por otros.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 11

Gloríase de su integridad

1 Ojalá supieseis algún poco de la insipiencia mía(a); —empero, también sufridme. 2


Pues céloos con de Dios celo; que os he concertado a un varón virgen pura presentar: al
Cristo; 3 pues temo no sea que, como la serpiente engañó a Eva en su astucia, se
corrompan vuestros pensamientos de la simplicidad y pureza la para con Cristo. 4 Pues
ciertamente, si el que viene, a otro Jesús predica que no hemos predicado; u otro
espíritu recibís que no habéis recibido, o evangelio otro que no habéis recibido,
bellamente sufrís(b). 5 Pues estimo en nada haberme quedado atrás de los muy
grandemente apóstoles(c). 6 Mas, aunque indocto en la palabra, empero no en la
ciencia; sino que en todo habiéndonos manifestado en todas las cosas a vosotros. 7 ¿O
pecado he hecho humillándome para que vosotros fueseis exaltados, porque
gratuitamente el de Dios Evangelio os he evangelizado? 8 Otras Iglesias he despojado
tomando estipendio para vuestro servicio; y, presente entre vosotros y necesitado, no
he molestado a nadie; 9 (pues la necesidad mía fueron llenando los hermanos, viniendo

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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de Macedonia) y en todo ingravoso heme a vosotros guardado y guardaré. 10 Está la


verdad de Cristo en mí: de que esta gloriación no será obstruida para conmigo en las
regiones de la Acaya. 11 ¿Por qué? ¿porque no os amo? ¡Dios sabe! 12 Mas, lo que
hago, también haré, para cortar la ocasión de los que quieren ocasión(d), para, en lo que
se glorían, hallarse, así como también nosotros. 13 Pues los tales, pseudoapóstoles(e)
obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles de Cristo. 14 Y no(f) maravilla;
que el mismo Satanás transfigúrase en ángel de luz. 15 No cosa grande, por tanto, sino
también sus ministros se transfiguran cual ministros de justicia; cuyo fin será según las
obras de ellos. 16 Otra vez digo: que nadie crea ser yo insipiente; pero, de no(g),
también como a insipiente recibidme, para también yo algún tanto gloriarme. 17 Lo
que hablo, no según Señor hablo, sino como en insipiencia(h): en esta materia de
gloriación. 18 Puesto que muchos se glorían según la carne; también yo me gloriaré(i).
19 Pues de grado sufrís a los insipientes, sabios siendo vosotros; 20 pues sufrís, si
alguno os esclaviza; si alguno devora; si alguno coge; si alguno se yergue; si alguno de
rostro os desgarra(j). 21 Por afrenta digo, como si nosotros hubiésemos flaqueado; pero
en lo que alguno es osado(k) (en insipiencia digo) osado soy también yo. 22 ¿Hebreos
son? También yo. ¿Israelitas son? También yo. ¿Simiente de Abrahán son? También
yo. 23 ¿Ministros de Cristo son? (desatinando hablo): más(l) yo: en trabajos más
abundantemente, en prisiones más abundantemente; en golpes desmedidamente; en
muertes a menudo. 24 De judíos cinco veces cuarenta(m), menos uno, he recibido; 25
tres veces he sido apaleado, una vez lapidado, tres veces he naufragado, una noche y
día en el piélago(n) he pasado; 26 viajes(o) a menudo, peligros de ríos, peligros de bandoleros,
peligros de linaje(p), peligros de gentes, peligros en ciudad, peligros en páramo, peligros en
mar, peligros en pseudohermanos, 27 trabajo y miseria; en vigilias a menudo, en
hambre y sed, en ayunos a menudo, en frío y desnudez. 28 Fuera de lo demás: el
concurso a mí el cotidiano, la solicitud de todas las Iglesias. 29 ¿Quién enferma, y no
enfermo? ¿Quién se escandaliza, y yo no me abraso? 30 Si gloriarse es menester, de lo
de mi flaqueza gloriaréme. 31 El Dios y Padre del Señor Jesús sabe —el que es bendito
por los siglos— que no miento. 32 En Damasco el etnarca(q) de Aretas, el rey guardaba,
la ciudad de los damascenos para prenderme; 33 Y, por ventana, en espuerta,
descolgóseme por el muro, y escapé de sus manos.

1 a. Pues toda gloriación, por justa y necesaria que sea, parece necedad, por lomenos al vulgo. 4 b.
Ironía = muy mal hacéis sufriendo a esos falsos apóstoles. 5 c. Irónico.
12 d. Los falsos apóstoles, para cohonestar su avaricia, enseñaban que era indignode un apóstol

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trabajar para comer, como lo hacía S. Pablo. 13 e. Quieren que todos vivan del ministerio.
14 f. Es.
16 g. Creyéndolo siempre.
17 h. A manera imperfecta, humana (a lo que las circunstancias lo obliguen). Pues, según el Señor, el
Evangelio, no es lícito, generalmente, gloriarse; y el hacerlo, siempre parece necedad.
18 i. De vosotros.

20 j. Os afrenta sobre manera. 21 k. A gloriarse. 23 l. Aún más que ellos. 24 m. Según la ley mosaica
no podían darse al reo más de cuarenta azotes. 25 n. Alta mar.
26 o. En viajes.

p. Del linaje judío. 32 q. Príncipe de la gente.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 12

Visiones y revelaciones

1 ¿Gloriarse hay? No conviene ciertamente; pero vendré también a las visiones y


revelaciones de Señor. 2 Conozco a un hombre en Cristo, ha catorce años, (si en
cuerpo, no sé; si fuera del cuerpo, no sé: Dios sabe) —arrebatado el tal hasta el tercer
cielo. 3 Y conozco al tal hombre (si en cuerpo, si fuera del cuerpo, Dios sabe). 4 que
fue arrebatado al paraíso, y oyó inefables palabras, que no es lícito a hombre hablar; 5
De este tal(a) me gloriaré; pero de mí mismo no me gloriaré, sino en mis flaquezas. 6
Pues si quisiera gloriarme, no sería insipiente; que verdad diría; pero absténgome, para
que nadie me estime en más de lo que me ve u oye de mí; 7 y por el exceso de las
revelaciones. Por lo cual, para que no me sobreexalte, se me ha dado aguijón a la
carne:(b) ángel de Satanás, para que me abofetee, para que no me sobreexalte. 8 Por
esto tres veces al Señor he rogado que se retirase de mí. 9 Y me ha dicho: «Bástate mi
gracia; que el poder en flaqueza se perfecciona». Muy a placer, pues, más bien me
gloriaré en mis flaquezas, para que se empabellone en mí el poder del Cristo. 10 Por lo
cual me complazco en flaquezas, en ultrajes, en necesidades, en persecuciones, y
angustias por Cristo; pues, cuando flaqueo, entonces potente soy. 11 Heme hecho

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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insipiente: vosotros habéisme obligado. Pues yo debí de vosotros ser recomendado;


pues en nada heme quedado atrás de los muy grandemente apóstoles; —aunque nada
soy. 12 Sin embargo las señales del apóstol obradas han sido en vosotros, en toda
paciencia; y señales, y prodigios y virtudes. 13 Pues ¿qué es en lo que habéis sido
inferiores(c) a las demás Iglesias, sino que yo mismo no os he molestado? Perdonadme
esta injuria. 14 He aquí esta la tercera vez que prevenido estoy para venir a vosotros; y
no importunaré; pues no busco lo vuestro, sino a vosotros; que no deben los hijos para
los padres atesorar, sino los padres para los hijos. 15 Y yo muy a placer gastaré, y
sobregastaré por vuestras almas; aunque, más amándoos, sea yo menos amado. 16 Pero
sea; yo no os he molestado; mas como soy industrioso, por engaño os he cogido(d). 17
¿Acaso a alguno de los que he enviado a vosotros— por medio de él os he defraudado?
18 He rogado a Tito, y enviado con él al hermano. ¿Acaso os ha defraudado Tito? ¿No
hemos en el mismo espíritu caminado? ¿No, en las mismas huellas?
19 ¿Aún pensáis que ante vosotros nos excusamos? Delante de Dios en Cristo
hablamos; y todo, amados, por vuestra edificación. 20 Pues temo no sea que, viniendo,
no cuales quiero, os halle y yo sea hallado por vosotros cual no queréis; no sea que(e)
contienda, celo, animosidades, disensiones, detracciones, susurraciones, inflaciones,
sediciones. 21 Para que de nuevo viniendo yo, no me humille mi Dios ante vosotros, y
llore yo a muchos de los que antes han pecado y no se han arrepentido de la impureza,
y ramería, y libertinaje que han hecho.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 13

Vendrá como juez

1 Tercera esta vez vengo a vosotros. En boca de dos testigos o tres se establecerá toda
palabra. 2 He predicho y predigo (como presente la segunda vez,(a) y ausente ahora) a
los que antes han pecado y a los demás todos: que si yo viniere de nuevo, no perdonaré.
3 Puesto que prueba buscáis del que en mí habla: Cristo; quien para con vosotros no
flaquea, sino que es potente en vosotros. 4 Pues también crucificado fue por flaqueza;

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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pero vive por potencia de Dios; pues también nosotros flaqueamos con él; pero
viviremos con él por potencia de Dios para con vosotros. 5 A vosotros mismos tentad si
estáis en la fe; a vosotros mismos probad. ¿O no os reconocéis: que Jesucristo en
vosotros? ¡si ya no sois reprobados! 6 Mas espero que conozcáis que nosotros no
somos reprobados. 7 Y rogamos a Dios que no hagáis malo nada; no, para que nosotros
probados aparezcamos, sino para que vosotros lo bello hagáis, y nosotros como
reprobados seamos. 8 Pues no podemos cosa alguna contra la verdad(b), sino por la
verdad. 9 Pues nos gozamos, cuando nosotros flaqueamos, y vosotros potentes sois;
esto también rogamos: vuestra consumación(c). 10 Por esto, esto ausente, escribo, para
que, presente, no proceda yo, según la potestad que el Señor me ha dado, para
edificación, y no para destrucción. 11 Por lo demás, hermanos, gozaos, consumaos,
consolaos, lo mismo sentid, paz tened; y el Dios de la caridad y paz será con vosotros.
12 Saludaos en santo ósculo. Os saludan los santos todos. 13 La gracia del Señor
Jesucristo, y la caridad de Dios y la comunicación del Santo Espíritu con todos
vosotros.

2 a. En el segundo viaje que hizo a ellos. 8 b. La virtud y justicia evangélicas.


9 c. Perfección.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola a los Gálatas


Capítulo 1

1 Pablo, apóstol, no de parte de hombres(a), ni por hombre, sino por Jesucristo y Dios
Padre, que le resucitó de muertos; 2 y los conmigo todos hermanos, a las Iglesias de la
Galacia: 3 Gracia a vosotros y paz de Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo; 4 el que se
dio por nuestros pecados, a fin de sacarnos del siglo, del presente, malo, según la
voluntad de Dios y Padre nuestro; 5 a quien la gloria por los siglos de los siglos: Amén.
6 Admírome de que tan pronto os paséis del que os llamó en gracia de Cristo, a otro
evangelio; 7 que no es otro, sino algunos son los que os perturban y quieren trastornar
el Evangelio del Cristo. 8 Empero, aunque nosotros o un ángel del cielo os
evangelizare fuera de lo que os hemos evangelizado, anatema sea. 9 Como antes hemos
dicho, ahora de nuevo digo: si alguno os evangelizare fuera de lo que habéis recibido,
anatema sea. 10 Pues ahora ¿a hombres persuado o a Dios? ¿O busco a hombres
agradar? Si todavía a hombres agradara, de Cristo siervo no sería.
11 Pues os noticio, hermanos, el Evangelio, el evangelizado por mí: que no es según
hombre; 12 pues, ni yo de hombre lo he recibido ni aprendido, sino por revelación de
Jesucristo. 13 Pues habéis oído mi conversación un día en el judaísmo: que en exceso
perseguía la Iglesia de Dios y devastábala; 14 y sobrepasaba en el judaísmo a muchos
coetáneos en mi linaje, sobremanera celador siendo de las paternas mías tradiciones. 15
Mas, cuando plugo al que me segregó, del vientre de mi madre, y llamó por su gracia,
16 para revelar a su Hijo en mí, para que yo le evangelizara en las gentes; al punto no
me confié a carne o sangre; 17 ni me fui a Jerusalén, a los antes que yo apóstoles, sino
que me fui a Arabia y de nuevo retorné a Damasco. 18 Tras de esto, después de años
tres, vine a Jerusalén, a ver a Cefas, y quedéme con él días quince; 19 pero a otro de los
apóstoles no vi, sino a Santiago, el hermano del Señor. 20 Y lo que os escribo, he aquí,
a faz de Dios, que no miento. 21 Tras de esto, vine a las regiones de la Siria y la Cilicia.
22 Pero era yo desconocido de rostro para las Iglesias de la Judea, las en Cristo; 23 y
sólo oyendo estaban: que «el que nos perseguía un tiempo, ahora evangeliza la fe que
un tiempo devastaba»; 24 y glorificaban en mí a Dios.

1a. De origen humano.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola a los Gálatas


Capítulo 2

Pablo en el concilio de Jerusalén

1 Tras de esto, después de catorce años, de nuevo subí a Jerusalén con Bernabé,
llevando juntamente también a Tito; 2 y subí, según revelación, y expúseles el
evangelio que predico en las gentes, y, aparte, a los estimados(a), para no en vano correr
o haber corrido(b). 3 Empero, ni Tito conmigo, heleno siendo, obligado fue a
circuncidarse; 4 y(c) por los subintroducidos pseudohermanos; los cuales se
subintrodujeron a espiar la libertad nuestra, que tenemos en Cristo Jesús, para
esclavizarnos ellos; 5 a quienes ni por una hora cedimos con sujeción; a fin de que la
verdad del Evangelio permaneciera con vosotros. 6 Pero, de los que estimaban ser algo
(cuáles antes fueran, nada me importa: rostro Dios de hombre no acepta) —pues a mí
los estimados nada me han añadido(d); 7 sino que, lo contrario: viendo ellos que me
había sido confiado el evangelio del prepucio, así a como a Pedro, de la circuncisión; 8
(pues el que obró por Pedro(e), para apostolado de la circuncisión, obró también por mí
para las gentes) 9 y conociendo la gracia la dada a mí, Santiago, y Cefas y Juan, que son
estimados columnas ser, diestras dieron a mí y a Bernabé, de compañía, para que
nosotros(f), a las gentes, y ellos, a la circuncisión; 10 sólo de los pobres que nos
acordásemos, lo que también me he empeñado esto mismo en hacer.
11 Y, cuando vino Cefas a Antioquía, a faz le resistí, porque reprensible era. 12 Pues,
antes de venir algunos(g), de Santiago, con las gentes comía; pero, cuando vinieron
sustraía y separábase, temiendo a los de circuncisión. 13 Y disimularon con él los
demás judíos, tal que también Bernabé fue al par arrastrado a la disimulación de ellos.
14 Empero, cuando vi que no con recto pie andaban, según la verdad(h) del Evangelio, dije
a Cefas delante de todos: «Si tú, judío como eres, gentílica(i), y no ya judaicamente vives ¿cómo las
gentes obligas a judaizar?» 15 Nosotros por naturaleza judíos(j), y no de entre gentes
pecadores(k); 16 y, sabiendo que no se justifica el hombre por obras de ley, sino por la
fe de Cristo Jesús, también nosotros en Jesucristo hemos creído, para ser justificados
por fe de Cristo, y no obras de ley; porque, por obras de ley, no será justificada toda
carne. 17 Y, si, buscando justificarnos en Cristo, hemos sido hallados también nosotros
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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mismos pecadores ¿acaso Cristo, de pecado ministro(l)? ¡No sea! 18 pues, si lo que he
deshecho, esto de nuevo edifico, transgresor me constituyo. 19 Que yo, por ley, a ley he
muerto, para a Dios vivir. 20 Con Cristo he sido crucificado; y vivo, no ya yo, pero vive
en mí Cristo; y lo que ahora vivo en carne, en fe vivo la de Dios y Cristo; el que me amó
y se entregó por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; pues, si por ley, justicia, luego en
vano murió.

2 a. Preeminentes.
b. Si en las labores y correrías apostólicas he andado conforme con los demás apóstoles. —Dícelo
para confundir a sus enemigos y afirmar la unidad de la Iglesia.
4 c. Y esto.
6 d. Nada he recibido de ellos; mi autoridad no viene de ellos.
8 e. Con Pedro y para él.
9 f. Predicásemos.

12 g. De parte de. 14 h. Que no era recto lo que hacían.


i. Con prescindencia de los ritos judaicos. 15 j. Somos.
k. Los judíos consideraban pecadores a los gentiles. 17 l. Causa de nuestro pecado, de ser nosotros
pecadores.

Epístola a los Gálatas


Capítulo 3

1 ¡Oh insensatos gálatas!, ¿quién os ha fascinado, (para no obedecer a la verdad) ante


cuyos ojos Jesucristo ha sido descrito crucificado(a)? 2 Esto sólo quiero saber de
vosotros: ¿por obras de ley el Espíritu habéis recibido o por oído de fe? 3 ¿Tan
insensatos sois? Habiendo comenzado por espíritu ¿ahora por carne termináis? 4
¿Tamañas cosas habéis padecido en vano? ¡Ojalá que sólo en vano!— 5 Quien, pues,
os concede el Espíritu y obra virtudes en vosotros, ¿por obras de ley o por oída de fe? 6
Así como Abrahán, Gen. 15,6, creyó a Dios, e imputósele a justicia. 7 Sabed, pues, que
los por fe, éstos hijos son de Abrahán. 8 Pues, previendo la Escritura que, por fe
justifica las gentes de Dios, prenunció a Abrahán: Gen. 12,3 que benditas serán en ti

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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todas las gentes. 9 Así que los de fe, benditos son con el fiel Abrahán. 10 Pues, cuantos
de obras de ley son, bajo maldición están. Pues escrito está: que maldito todo el que no
permanece en todo lo escrito en el libro de la ley, para hacerlo. 11 Y, que en ley nadie
es justificado ante Dios, claro(b); porque el justo de fe vivirá; 12 pero la ley no es de fe,
sino el que lo(c) hiciere, vivirá en ello. 13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición; pues escrito está que: Dt. 21,23. maldito todo el
suspendido de leño; 14 a fin de que para las gentes la bendición de Abrahán se hiciera
en Jesucristo; a fin de que la promesa del Espíritu recibamos por la fe.
15 Hermanos, según hombre(d) digo. Sin embargo, de hombre(e) un sancionado
testamento, nadie invalida o sobreañade. 16 Pero a Abrahán dichas fueron las promesas
y a la simiente de él. No dice: «Y a las simientes», como(f) de muchos, sino como de
uno: «Y a tu simiente; el que es Cristo. 17 Y esto digo: testamento antes sancionado por
Dios, la después de cuatrocientos y treinta años hecha ley, no deroga, para anular la
promesa. 18 Pues, si de ley la herencia, ya no de promesa; pero a Abrahán, por
promesa, ha agraciado Dios.
19 ¿Qué, pues, la ley? Por causa de las transgresiones(g) fue añadida,(h) hasta que
viniese la simiente a quien se había prometido(i), establecida por ángeles en mano de
mediador(j). 20 Pero el mediador de uno no es, y Dios uno es(k). 21 ¿La ley, pues,
contra las promesas de Dios? ¡No sea! Pues, si se hubiera dado ley, la que pudiese
vivificar, realmente en ley fuera la justicia. 22 Empero ha encerrado(l) a la vez la
escritura todo bajo pecado, para que la promesa de fe de Jesucristo fuese dada a los
creyentes. 23 Pero, antes de venir la fe, bajo ley se nos guardaba encerrados para la
venidera fe por revelar. 24 Así que la ley, ayo hízose hacia Cristo, para que por fe
fuésemos justificados. 25 Pero, venida la fe, ya no bajo ayo estamos. 26 Pues todos
hijos de Dios sois por la fe en Cristo Jesús. 27 Que, cuantos en Cristo habéis sido
bautizados, de Cristo os habéis revestido. 28 No hay en él judío ni heleno; no hay en él
siervo ni libre; no hay en él macho ni hembra; que todos vosotros uno sois en Cristo
Jesús. 29 Y, si vosotros de Cristo, luego de la de Abrahán simiente sois, según promesa
herederos.

1a. Pintado al vivo, predicado con grandes instancias, como crucificado, redentor
de todas nuestras servidumbres.
11b. Es.

12c. Lo que manda la ley. 15d. Humanamente: con modo y ejemplo humano.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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e. Aunque sea de hombre... sin embargo nadie invalida...


16f. Hablando.
19g. Para refrenar las transgresiones, el extravío de las pasiones.
h. A las promesas, como institución distinta.
i. Se habían hecho las promesas.
j. Moisés.

20k. Promete gratuitamente. La ley mosaica fue contrato bilateral; no unilateralcomo la promesa. 22l.
Comprendido, declarado que todos están bajo pecado.

Epístola a los Gálatas


Capítulo 4

1 Pero digo: cuanto tiempo el heredero párvulo es, en nada difiere de siervo, señor de
todo siendo; 2 sino que bajo tutores está y curadores hasta el día prefijado, el del padre.
3 Así también nosotros, cuando éramos párvulos bajo los elementos(a) del mundo,
estábamos esclavizados; 4 pero, cuando vino la plenitud del tiempo, envió Dios a su
Hijo, hecho de mujer, hecho bajo ley; 5 para que los bajo ley redimiese; para que la
filiación recibiésemos. 6 Y, porque sois hijos, envió el Espíritu de su Hijo a vuestros
corazones, el que clama: «Abbá, el Padre». 7 Así que ya no eres siervo, sino hijo; y, si
hijo, también heredero por Dios. 8 Empero entonces por cierto no conociendo a Dios,
servisteis a los que, por naturaleza, no eran dioses; 9 pero ahora, conociendo a Dios, y
más bien: siendo conocidos(b) por Dios ¿cómo retornáis de nuevo a los flacos y pobres
rudimentos, a que otra vez, de nuevo, servir queréis? 10 Días observáis, y meses, y
tiempos y años. 11 Temo, por vosotros, no sea que en vano haya trabajado yo por
vosotros. 12 Haceos como yo, porque también yo(c), como vosotros hermanos,
ruégoos. Nada me habéis agraviado: 13 pero sabéis que, en medio de flaqueza de la
carne, evangelicéos primeramente; 14 y la tentación(d) vuestra en mi carne; no
menospreciasteis ni abominasteis; sino que, cual a un ángel de Dios me recibisteis, cual
a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde, pues, vuestra felicidad(e)? Pues os atestiguo que, si posible,
vuestros ojos sacando, me hubierais dado. 16 ¿Así que enemigo vuestro me he hecho,
la verdad diciendo? 17 Os celan no bellamente, sino excluiros(f) quieren, para que a
ellos celéis. 18 Y bello, ser celado en lo bueno siempre, y no sólo, estando yo con
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vosotros, 19 hijos míos; por quienes de nuevo dolores puerperales tengo, que se forme
Cristo en vosotros. 20 Y querría yo estar con vosotros ya y cambiar mi voz(g) porque
vacilo cuanto(h) a vosotros. 21 Decidme, los que bajo ley queréis estar: ¿la ley no oís? 22
Pues escrito está que Abrahán dos hijos tuvo: uno de la sierva y uno de la libre. 23
Empero el de la sierva según carne nació; pero el de la libre, por la promesa. 24 Lo que
es alegórico. Que éstos son dos testamentos: el uno ciertamente del monte Sinaí, para
servidumbre engendrado, cual es Agar(i). 25 (y Agar, el Sinaí monte, es en Arabia), y
confina con la actual Jerusalén (pues sirve con los hijos suyos); 26 pero la superior
Jerusalén libre es; la que es nuestra madre; 27 pues escrito está:
Is. 54,1. Regocíjate, estéril, la que no pares; alborózate y clama la sin dolor puerperal:
pues muchos, los hijos de la abandonada, que de la que tiene marido.
28 Y vosotros, hermanos, según Isaac, de la promesa hijos sois. 29 Empero, así como
entonces el según carne nacido perseguía al según espíritu; así también ahora. 30
Empero ¿qué dice la Escritura?: Gn. 21,10 «Arroja fuera a la sierva y a su hijo; pues
no heredará el hijo de la sierva con el hijo de la libre». 31 Por lo cual, hermanos, no
somos de sierva hijos, sino de la libre.

3a. Principios, comienzos mundanales, materiales, de la ley mosaica. 9b. Reconocidos, aprobados.
12c. Me he hecho como vosotros.
14d. Lo que os tentó y escandalizó en mí por mis tribulaciones y persecuciones.
15e. De entonces.
17f. De los otros maestros.
20g. Con la vuestra, cambiar voces, palabras.
h. En lo que deba yo hacer con vosotros.
24i. Madre de Ismael y de los ismaelitas siervos, habitantes del Sinaí en Arabia, simboliza a la
Jerusalén mosaica, bajo la servidumbre de la ley.

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Epístola a los Gálatas


Capítulo 5

1 En la libertad, pues, con que Cristo nos ha libertado, afirmaos; y no de nuevo seáis a
yugo de servidumbre sujetos. 2 He aquí yo, Pablo, dígoos que, si os circuncidáis, Cristo
a vosotros nada aprovechará; 3 y testifico de nuevo a todo hombre que se circuncida;
que deudor es de toda la ley hacer. 4 Estáis borrados de Cristo, los que en ley sois
justificados: de la gracia habéis caído. 5 Pues nosotros, por Espíritu, por fe, esperanza
de justicia aguardamos; 6 pues en Cristo, ni circuncisión algo vale, ni prepucio, sino fe,
por caridad obrando. 7 Corríais bellamente; ¿qué os estorbó de la verdad no
persuadiros? 8 La persuasión(a) no del que os llama. 9 Pequeña levadura toda la masa
leuda. 10 Yo confío en vosotros que ninguna otra cosa habéis de sentir; pero el que os
perturba, llevará el juicio, quienquiera que él fuere. 11 Y yo, hermanos, si la
circuncisión todavía predico ¿por qué todavía soy perseguido? luego ha cesado el
escándalo de la cruz(b). 12 Ojalá también cortados fuesen los que os conturban. 13 Pues
vosotros a libertad habéis sido llamados, hermanos; sólo que no(c) la libertad en
ocasión a la carne; empero por la caridad servíos unos a otros. 14 Pues toda la ley en
una palabra cumplida está: en la de: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero, si
unos a otros mordéis y devoráis, mirad no seáis unos de otros consumidos(d). 16 Y
digo: en espíritu caminad, y concupiscencia de carne no satisfagáis, no. 17 Pues la
carne codicia contra el espíritu, y el espíritu contra la carne; pues éstos entre sí se
oponen; para que, no lo que queráis, esto hagáis. 18 Pero, si de espíritu sois llevados,
no estáis bajo ley: 19 Que manifiestas son las obras de la carne; las que son: ramería,
inmundicia, libertinaje; 20 idolatría, hechicería(e), enemistades, contienda, celo, iras,
riñas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, ebriedades, bacanales y lo
semejante a esto; lo cual os declaro, según antes he dicho: que los que lo tal hacen;
reino de Dios no heredarán. 22 Pero el fruto del espíritu es: caridad, gozo, paz,
longanimidad, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, continencia, (temperancia,
castidad). Contra las cuales cosas no es la ley. 24 Pero los de Cristo Jesús, la carne han
crucificado con las pasiones y las concupiscencias. 25 Si vivimos de espíritu, en
espíritu también andemos. 26 No nos hagamos vanagloriosos, unos a otros irritando;
unos a otros envidiando.

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8a. Que os viene de los pseudoapóstoles, no es del... 11b. Si yo predicara, como antes, la circuncisión,
no se me perseguiría; y elescándalo de la cruz cesara; la cruz cesara de escandalizar a mis
perseguidores.

13c. Deis, uséis.

15d. Todos os perdáis. 20e. Brebajes mágicos, ponzoñosos.

Epístola a los Gálatas


Capítulo 6

Admoniciones varias

1 Hermanos, aunque sorprendido fuere un hombre en alguna caída, vosotros los


espirituales, restituid al tal en espíritu de mansedumbre; mirándote a ti mismo, porque
no también tú seas tentado. 2 Unos de otros las cargas sobrellevad, y así cumpliréis la
ley de Cristo. 3 Pues, si cree alguno ser algo, nada siendo, engáñase a sí mismo; 4 y su
obra examine; y entonces de sí mismo solamente gloriación tendrá(a), y no del otro; 5
pues cada cual su propia carga llevará. 6 Y comunique, el que es enseñado en la
palabra, al que enseña, en todos los bienes(b). 7 No erréis: a Dios no se escarnece. Pues
lo que sembrare el hombre, esto también segará; 8 porque el que siembra en su carne,
de la carne segará corrupción; y el que siembra en el espíritu, del espíritu segará vida
eterna. 9 Y, lo bello haciendo, no desmayemos; que en el tiempo propio, segaremos, no
desfalleciendo. 10 Por lo tanto, mientras tiempo tenemos, obremos lo bueno para con
todos, pero mayormente para con los domésticos de la fe.
11 Ved con qué letras(c) os he escrito de mi mano. 12 Cuantos quieren bien parecer en
carne, éstos os obligan a circuncidaros, sólo para que, por la cruz del Cristo, no se les
persiga(d). 13 Pues, ni los circuncisos mismos la ley guardan, sino que quieren os
circuncidéis, para en vuestra carne gloriarse. 14 Pero a mí no acontezca gloriarme, sino
en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; por quien a mí el mundo crucificado está y yo al
mundo. 15 Pues ni circuncisión algo es, ni prepucio, sino nueva criatura. 16 Y, cuantos
con esta regla andan, paz sobre ellos y misericordia, y sobre el Israel de Dios. 17 En
adelante trabajos a mí nadie ocasione(e); pues yo los estigmas(f) de Jesús en mi cuerpo

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llevo. 18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo con vuestro espíritu, hermanos; amén.

4 a. Se podrá gloriar de lo propio, y no de lo ajeno, sobreponiéndose a los demás.Examinándose,


aprenderá a ser humilde y considerarse cargado de defectos. 6 b. Temporales. 11 c. Claras, enérgicas.
12 d. Eran tolerados los judíos en el imperio romano. 17 e. Como los presentes de la circuncisión.
f. Marcas serviles.

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Epístola a los Efesios


Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, a los santos, a los que están en
éfeso, y fieles en Cristo Jesús: 2 gracia a vosotros, y paz de Dios, nuestro Padre y Señor
Jesucristo.
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo; el que nos ha bendecido en toda
bendición espiritual, en lo celeste, en Cristo; 4 así como nos eligió en él, antes de la
constitución del mundo, para ser santos e irreprensibles faz a faz de él; en caridad 5
predestinándonos a filiación por Cristo Jesús, para él, según el beneplácito de su
voluntad; 6 en loor de gloria de su gracia; con que nos agració en el amado; 7 en quien
tenemos la redención por su sangre: la remisión de las caídas, según la riqueza de su
gracia; 8 que abundó en nosotros en toda sabiduría y prudencia; 9 manifestándonos el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, que propuso en él, 10 en dispensación de
la plenitud de los tiempos, a resumir todo en el Cristo, lo en los cielos y lo en la tierra,
en él; 11 en quien también hemos sido llamados predestinados, según propósito del que
todo lo obra, según el consejo de su voluntad; 12 para que seamos en loor de su gloria,
lo que antes hemos esperado en el Cristo; 13 en quien también vosotros, oyendo la
palabra de la verdad: el Evangelio de vuestra salud. —en quien también creyendo,
habéis sido sellados con el Espíritu de la promesa, el Santo; 14 que es las arras de
vuestra herencia en redención de la adquisición, en loor de su gloria. 15 Por esto
también yo, oyendo la entre vosotros fe en el Señor Jesús y la caridad la para con todos
los santos; 16 no ceso de agradecer, de vosotros memoria haciendo en mis oraciones;
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de
sabiduría y revelación, en conocimiento de él, 18 iluminados los ojos del corazón, para
que sepáis cuál es la esperanza de su vocación, cuál la riqueza de la gloria de su
herencia, en los santos; 19 y cuál la eminente grandeza de su virtud para con nosotros,
que creemos según la operación del poder de su fuerza(a); 20 que ha operado en el
Cristo, resucitándole de muertos y sentando a su diestra en los cielos; 21 por sobre todo
principado, y potestad, y virtud, y dominación y todo nombre que se nombra, no sólo
en este siglo, sino también en el futuro; 22 y todo sometió bajo sus pies, y diólo por
cabeza, sobre todas las cosas, a la iglesia; 23 la cual es su cuerpo, la plenitud del que

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todo en todo llena.

19a. Se encarece la grandeza divina en dar la fe.

Epístola a los Efesios


Capítulo 2

1 Y a vosotros, estando muertos por vuestras caídas y pecados; 2 en que un día habéis
caminado según el siglo(a) de este mundo, según el príncipe de la potestad del aire(b), del espíritu el
que ahora opera en los hijos de la desobediencia; 3 entre los cuales también nosotros
todos un día hemos conversado en las concupiscencias de nuestra carne; haciendo las
voluntades de la carne y de los pensamientos, y éramos hijos, por naturaleza, de ira,
como también los demás; 4 pero Dios, rico siendo en misericordia, por su mucho amor
con que nos amó; 5 y, estando nosotros muertos por las caídas, convivificónos en el
Cristo (por gracia habéis sido salvados); 6 y conresucitó y consentó en lo celestial, en
Cristo Jesús; 7 para manifestar en los siglos, los sobrevinientes, la excesiva riqueza de
su benignidad para con nosotros en Cristo Jesús. 8 Pues, por la gracia, habéis sido
salvados por fe; y éste, no de vosotros: de Dios don(c); 9 no por obras, para que nadie se
gloríe; 10 pues de él somos hechura, creados en Cristo Jesús para obras buenas, que
previno Dios, para que en ellas caminásemos. 11 Por lo cual, rememorad que un día
vosotros las gentes en carne, los que sois dichos «prepucio» por la que es dicha
«circuncisión» en carne, a mano hecha; 12 que estabais en aquel tiempo sin Cristo,
extrañados del estado de Israel y huéspedes de los testamentos de la promesa,
esperanza no teniendo, y sin Dios en el mundo. 13 Y ahora ya en Cristo Jesús vosotros
que un día estabais lejos, habéis sido hechos cercanos en la sangre del Cristo. 14 Que él
es nuestra paz, el que hizo entrambos(d) uno y la pared media del cercado disolviendo,
15 la enemistad, en su carne, la ley(e) de los mandamientos con doctrinas, anulando,
para los dos crear, en sí mismo, en un nuevo hombre, haciendo paz; 16 y reconciliar
ambos en un cuerpo para Dios por la cruz, matando la enemistad en sí mismo. 17 Y,
viniendo, evangelizó paz a vosotros, los de lejos, y paz a los de cerca; 18 que por él
tenemos el acceso ambos a dos, en un Espíritu, al Padre. 19 Por lo tanto, ya no sois
huéspedes y advenedizos, sino que sois conciudadanos de los santos y domésticos de

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Dios, 20 sobreedificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo piedra


angular el mismo Cristo Jesús; 21 en quien toda edificación que se compagina, crece en
templo santo, en Señor; 22 en quien también vosotros coedificados sois para morada
del Cristo en Espíritu.

2a. Corrupción.
b. Los espíritus malos que dominan en el aire.
8c. Es.

14d. Judaísmo y gentilidad. 15e. Ley mosaica que solo consistía en mandamientos y decretos.

Epístola a los Efesios


Capítulo 3

Vocación de las gentes por S. Pablo

1 Por causa de esto, yo, Pablo, el prisionero de Cristo Jesús(a), por vosotros, las gentes;
2 si es que(b) habéis oído la dispensación de la gracia de Dios, la dada a mí para
vosotros; 3 que, según revelación, se me manifestó el misterio, según antes(c) he escrito
en breve; 4 para lo cual podéis, leyendo, entender mi inteligencia en el misterio del
Cristo; 5 que(d) a las otras generaciones no fue manifestado, a los hijos de los hombres,
como ahora ha sido revelado a los santos de él y profetas en Espíritu: 6 el ser las gentes
coherederas, y concorpóreas y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por el
Evangelio; 7 de que(e) he sido hecho ministro, según el don de la gracia de Dios, la
dada a mí según la operación de su virtud. 8 A mí, el menos que el menor de todos los
santos(f) ha sido dada esta gracia: a las gentes evangelizar la inescrutable riqueza del
Cristo, 9 e iluminar a todos: cuál sea la dispensación del misterio, el oculto desde los
siglos en Dios, el que todo lo ha creado; 10 para que sea manifestada ahora a los
principados y las potestades en lo celeste, por las Iglesias, la muy varia sabiduría de
Dios, 11 según propósito de los siglos; lo que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor; 12 en
quien tenemos la libre habla y acceso en confianza por la fe de él. 13 Por lo que pido(g)
que no desmayéis en las tribulaciones mías por vosotros; lo cual es vuestra gloria. 14
Por causa de esto doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo; 15 de
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quien todo lo paterno en los cielos y sobre la tierra es denominado, 16 para que dé a
vosotros, según la riqueza de su gloria, que con potencia seáis corroborados, por su
Espíritu en el interior hombre; 17 para que inhabite el Cristo, por la fe, en vuestros
corazones; 18 en caridad arraigados y fundamentados(h) a fin de que os fortifiquéis a
comprender con todos los santos, cuál sea la latitud, y longitud, y altura y hondura(i); 19 y conocer el
todo superante amor del Cristo; a fin de que os llenéis en toda llenura de Dios. 20 Y al
que puede a todo exceder, en abundancia, sobre lo que pedimos o entendemos, según el
poder, el que opera en nosotros; 21 a él la gloria, en la Iglesia y en Cristo Jesús, por
todas las generaciones del siglo de los siglos(j); amén.

1 a. Soy. 2 b. Puesto que. 3 c. Capítulos 1 y 2. 5 d. El misterio.


7 e. Del evangelio.
8 f. Fieles.
13 g. Os.
18 h. Vosotros.

i. Del misterio de la vocación de las gentes. 21 j. Del mundo de los mundos, de todos los mundos, de
la creación entera.

Epístola a los Efesios


Capítulo 4

1 Exhórtoos, pues, yo el prisionero en Señor, a que dignamente(a) caminéis del


llamamiento con que habéis sido llamados, 2 con todo humilde sentir y mansedumbre;
con longanimidad, soportándoos en amor, 3 apresurándoos a guardar la unidad del
Espíritu en el vínculo de la paz: 4 un cuerpo y un Espíritu, así como habéis sido
llamados en una esperanza de vuestro llamamiento: 5 un Señor, una fe, un bautismo; 6
un Dios y Padre de todos, el sobre todos y por todo en todos. 7 Y a cada uno de nosotros
ha sido dada gracia, según la medida del don del Cristo. 8 Por lo cual dice:
Sl. 67,19. Ascendiendo a la altura, cautivó a la cautividad;
dio dádivas a los hombres. 9 Mas lo de: ascendió ¿qué es sino que también descendió
primero a las inferiores partes de la tierra? 10 El que descendió, el mismo es también el
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que ascendió por sobre todos los cielos para llenarlo todo. 11 Y él mismo dio unos(b)
apóstoles; otros profetas; otros, evangelistas; otros, pastores y maestros; 12 para la
consumación de los santos en obra de ministerio, en edificación del cuerpo del Cristo;
13 hasta que nos encontremos todos en la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo
de Dios, en varón perfecto, en medida de edad de la plenitud(c) del Cristo; 14 para que
ya no seamos infantes fluctuando y agitados por todo viento de la doctrina en el
dadeo(d) de los hombres, en artería, para el rodeo del descarrío; 15 y, siendo veraces en
amor, crezcamos hacia él en todo; quien es la cabeza: Cristo; 16 de quien todo el
cuerpo que es compaginado y conglomerado por toda ligadura de suministración(e),
según operación, en medida de todas y cada una de las partes, el crecimiento del cuerpo
efectúa para edificación de sí mismo en amor.
17 Esto, pues, digo y atestiguo en Señor: que ya no caminéis, según también las gentes
caminan en vanidad de su inteligencia, 18 entenebrecidos del pensamiento estando,
extrañados de la vida de Dios, por la ignorancia la que hay en ellos, por el
empedernimiento de su corazón; 19 los cuales, indolentes, a sí mismos entregaron al
libertinaje, a operación de impureza toda, en avidez. 20 Pero vosotros no así habéis
aprendido al Cristo; 21 si es que le habéis oído y en él sido enseñados, según hay
verdad en Jesús, 22 a que depongáis, según(f) la primera conversación, el viejo hombre, el que se
corrompe según los apetitos del engaño(g); 23 y a que os renovéis en el espíritu de vuestra
mente, 24 y os vistáis al nuevo hombre, al, según Dios, creado en justicia y santidad de
la verdad(h). 25 Por lo cual, deponiendo la mentira, hablad verdad cada cual con su
prójimo, pues somos unos de otros miembros. 26 Airaos(i), y no pequéis; el sol no se ponga
sobre vuestro airamiento(j); 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurta, ya no hurte, y más
bien fatíguese trabajando con las manos lo bueno, para que tenga qué partir con el que
necesidad tiene. 29 Toda palabra corrompida de vuestra boca no salga, sino que, si
alguna(k) buena para edificación de la necesidad(l), para que dé gracia a los oyentes. 30 Y no
contristéis al Espíritu, al Santo de Dios; en quien habéis sido sellados para el día de la
redención(m). 31 Toda amargura, y cólera, e ira, y vociferación y blasfemia quítese de
vosotros, con toda malicia. 32 Haceos, unos para con otros, buenos, entrañables,
condonándoos, según también Dios en Cristo os ha condonado.

1a. Dignos del llamamiento.


11b. Para, como.

13c. Edad plenísima, perfecta: la de Cristo. 14d. Juego de dados = intrigas. 16e. Que suministra vida.

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22f. Por lo tocante.


g. Muy engañosos. 24h. Muy verdadera. 26i. Cuando sintáis ira, no os dejéis arrastrar de ella.
j. Proverbio = «Refrenaos al punto...

29k. Es.
l. Necesaria, oportuna para edificar, que sirva a los oyentes.
30m. Resurrección.

Epístola a los Efesios


Capítulo 5

1 Haceos, pues, imitadores de Dios, como hijos amados; 2 y caminad en amor, así
como también el Cristo nos amó y entregóse por nosotros ofrenda y hostia a Dios en
olor de fragancia. 3 Pero ramería e impureza toda o avaricia ni se nombre entre
vosotros, tal como conviene a santos(a), 4 y torpeza y necio hablar o jocosidad que no
cuadran, sino más bien benevolencia. 5 Pues esto sabed: que todo ramero, o impuro o
avaro, que es idólatra(b), no tiene herencia en el reino del Cristo y Dios. 6 Nadie os
engañe con vacías palabras; pues, por esto,(c) viene la ira de Dios sobre los hijos de la
infidelidad. 7 No os hagáis, copartícipes de ellos. 8 Pues erais un día tinieblas, pero
ahora luz en Señor: como hijos de luz caminad 9 (que el fruto de la luz(d), en toda
benignidad, y justicia y verdad); 10 probando qué sea bien placiente al Señor, 11 y no
comuniquéis con las obras, las infructuosas, de las tinieblas; pero más bien también
vituperadlas. 12 Pues, lo que en oculto se hace por ellos, feo es hasta decirlo; 13 pero
todo lo que se vitupera, por la luz se manifiesta; que todo lo que se manifiesta(e), luz es.
14 Por lo cual dice:
Is. 26,19. Despiértate, el que duermes, y levántate de los muertos; y te iluminará el
Cristo.
15 Mirad, pues, cómo exactamente caminéis, no como insipientes, sino como
sapientes; 16 redimiendo(f) el tiempo; que los días malos son. 17 Por esto no os hagáis
insensatos, sino que comprended cuál(g) la voluntad del Señor. 18 Y no os embriaguéis
con vino, en el que hay lujuria; sino que llenaos en Espíritu; 19 hablándoos en salmos,
e himnos y cantares espirituales(h); cantando y salmeando, en vuestro corazón, al

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Señor; 20 agradeciendo siempre todo en nombre de nuestro Señor Jesucristo, al Dios y


Padre.
21 Sujetándoos unos a otros en temor de Cristo; 22 las mujeres a los propios varones,
como al Señor; 23 que varón cabeza es de la mujer, como también el Cristo, cabeza de
la iglesia; él mismo, salvador del cuerpo(i). 24 Empero, la iglesia está sujeta al Cristo;
así también las mujeres a los maridos en todo. 25 Los maridos, amad a vuestras
mujeres; así como también el Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, 26 para
santificarla, purificando con el lavacro del agua en palabra; 27 para presentar él a sí
mismo gloriosa a la iglesia, no teniendo mancha, o arruga o algo de lo tal, sino para que
sea santa e inmaculada. 28 Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como a
sus cuerpos. Quien ama a su mujer, a sí mismo ama; 29 pues nadie alguna vez su carne
ha aborrecido, sino que cría y caliéntala, como también el Cristo a la iglesia; 30 porque
miembros somos de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Gn 2,2.4 Por esto
abandonará hombre a su padre y a la madre, y se apegará a su mujer, y serán los dos
para en carne una. 32 Este misterio grande es, pero yo digo: para(j) Cristo y la iglesia.
33 Empero también vosotros todos uno por uno, cada cual a su mujer así ame como a sí
mismo; y la mujer que tema(k) al marido.

3a. Fieles.

5b. El vicio impuro y la avaricia ponen su amor todo en su ídolo. 6c. La impudicia y avaricia. 9d. Es.
13e. Pone algo de manifiesto, visible.
16f. Como comprándolo del mundo, que lo cautiva y hace perder.
17g. Sea.

19h. Cantares llenos, ebrios del Espíritu Santo, cantad entre vosotros toda suerte
de cánticos: salmos, cánticos sagrados, cantares de júbilo.
23i. De ella.
32j. En orden a.
33k. Con temor reverencial admirativo.

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Epístola a los Efesios


Capítulo 6

1 Los hijos, obedeced a vuestros progenitores; que esto es justo. 2 Honra al padre tuyo
y a la madre; el que es el mandamiento primero en(a) promesa: 3 para que bien te vaya
y seas longevo sobre la tierra(b). 4 Los padres, no enojéis a vuestros hijos, sino criadles
en enseñanza y amonestación de Señor(c). 5 Los siervos, obedeced a los carnales amos
con temor y temblor, en sencillez de vuestro corazón, como al Cristo; 6 no según
servicio al ojo como a hombres placiendo, sino como siervos de Cristo, haciendo la
voluntad de Dios, de alma: 7 con benevolencia sirviendo como al Señor, y no a
hombres; 8 sabiendo que cada cual lo que hiciere bueno, esto se llevará de Señor, sea
siervo, sea libre. 9 Y los amos, otro tanto(d) haced con ellos, dejando la amenaza;
sabiendo que de ellos y de vosotros el Señor está en cielos y acepción de personas no
hay ante él.
10 Por lo demás, hermanos, confortaos en Señor, y en el poder de su fortaleza. 11
Vestíos la armadura toda de Dios para que podáis afrontar las asechanzas del diablo; 12
porque no es para nosotros la lucha contra sangre y carne, sino contra los principados,
contra las potestades, contra los mundipotentes de estas tinieblas, contra lo espiritual(e)
de la malicia, en lo celeste. 13 Por esto, coged la armadura toda de Dios, para que
podáis resistir en el día el malo, y de todo en todo consumados alzaros. 14 Is. 59,17.
Alzaos, pues, ceñidos en torno vuestro lomo en verdad, y vestidos la loriga de la
justicia. 15 y calzados los pies en preparación del Evangelio de la paz. 16 En todo
cogiendo el escudo de la fe; en el cual podréis todos los dardos del malo los encendidos
apagar; 17 y el morrión de la salud tomad y la cuchilla del Espíritu; lo que es palabra
de Dios. 18 Por toda oración y plegaria orando en todo tiempo en Espíritu, y para ello
velando en toda constancia y plegaria para todos los santos; 19 y por mí, para que se me
dé palabra en abrimiento de mi boca, en libre habla, para manifestar el misterio del
Evangelio; 20 por el cual legado
soy en cadena, para que en él libremente hable, como debo hablar. 21 Y, para que
también vosotros sepáis lo acerca de mí, qué hago; todo noticiaráos Tíquico, el amado
hermano y fiel ministro en Señor; 22 al que envié a vosotros para esto mismo: a fin de
que conozcáis lo acerca de nosotros y consuele él vuestros corazones. 23 Paz a los

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hermanos y caridad con fe, de Dios Padre y Señor Jesucristo. 24 La con todos los que
aman a nuestro Señor Jesucristo en incorrupción.(f)

2a. Con.

3b. A larga vida, largo premio. Siendo la vida presente de prueba y sufrimiento,mientras más larga
sea, mayor será su galardón. 4c. Con temor de Dios y caridad. 9d. Tratadles según Dios. 12e. Las
potencias espirituales malignísimas, esparcidas por los aires, dominando
al mundo.

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Epístola a los Filipenses


Capítulo 1

1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús, los que
están en Filipos, con obispos y diáconos: 2 gracia a vosotros y paz, de Dios, nuestro
Padre, y Señor Jesucristo. 3 Agradezco al Dios mío, en toda memoria de vosotros, 4
siempre en toda plegaria mía por todos vosotros, con gozo la plegaria haciendo, 5 por
vuestra participación en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; 6 confiado de
esto mismo: que, quien empezó en vosotros obra buena, perfeccionará hasta día de
Jesucristo; 7 según es justo que yo esto sienta por todos vosotros; por tener yo, en mi
corazón, a vosotros, que, y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del
Evangelio, copartícipes de mi gracia todos vosotros sois. 8 Pues testigo mío es Dios de
cómo deseo a todos vosotros, en entrañas de Jesucristo. 9 Y esto oro: que vuestra
caridad todavía más y más abunde en conocimiento y todo sentir, 10 para que probéis
lo mejor; a fin de que seáis puros e inmaculados para día de Cristo; 11 repletos de fruto
de justicia, el por Jesucristo, en gloria y loor de Dios. 12 Y que conozcáis quiero,
hermanos, que lo acerca de mí, más bien para adelanto del Evangelio ha venido; 13 tal
que mis prisiones manifiestas en Cristo se han hecho en todo el pretorio y a los demás
todos; 14 y que los más de los hermanos, en Señor confiados, por mis prisiones, más
abundantemente osan inmedrosamente la palabra de Dios hablar. 15 Unos también, por
envidia y contienda; otros también, por beneplácito, a Cristo predican. 16 Unos por
caridad, sabiendo que en defensa del Evangelio yazco; 17 otros por emulación a Cristo
van anunciando, no puramente, creyendo tribulación suscitar a mis prisiones. 18 ¿Pues,
qué? —Con tal que, de toda suerte, sea por pretexto, sea por verdad, Cristo sea
anunciado; —también en esto gózome; mas también gozaréme. 19 Pues sé que esto se
me convertirá en salud, por vuestra plegaria y suministración del Espíritu de Jesucristo,
20 según la expectación y esperanza mía de que en nada seré confundido, sino que en
toda libre habla, como siempre, también ahora magnificado será Cristo en el cuerpo
mío, sea por vida, sea por muerte. 21 Que a mí, el vivir(a), Cristo, y el morir, ganancia.
22 Y, si el vivir en carne, esto para mí, fruto de labor, entonces qué he de elegir no sé.
23 Y angústiome por las dos cosas: el anhelo teniendo de disolverme y con Cristo estar,
pues muchísimo mejor(b); 24 pero el quedarme en carne, más necesario por vosotros.
25 Y de esto confiado sé que quedaré, y quedaréme con todos vosotros para vuestro
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adelanto y gozo de la fe; 26 a fin de que vuestra gloriación abunde en Cristo Jesús, en
mí, por mi presencia de nuevo, entre vosotros.
27 Sólo dignamente del Evangelio del Cristo conversad; para que, sea, viniendo y
viéndoos, sea, ausente, oiga lo acerca de vosotros: que os afirmáis en un espíritu, una
alma, luchando por la fe del Evangelio; 28 y que no os aterráis en nada por los
adversarios; lo que es para ellos señal de perdición, y para vosotros, de salud; y esto
de(c) Dios; 29 porque a vosotros ha donado, cuanto a Cristo: no sólo en él creer, sino
también por él padecer; 30 el mismo conflicto teniendo, cual habéis visto en mí y ahora
oís en(d) mí.

Epístola a los Filipenses


Capítulo 2

Ejemplo, humildad y gloria de Cristo.


Amar a imitación de Cristo

1 Si, pues,(a) alguna consolación en Cristo; si algún lenitivo de caridad; si alguna


comunión de espíritu; si algunas entrañas y conmiseraciones; 2 llenad mi gozo, para
que lo mismo sintáis, la misma caridad teniendo, unánimes, lo uno(b) sintiendo; 3 nada
por emulación, nada por vanagloria; sino con humildad, el uno al otro considerando
superior a sí; 4 no a lo suyo cada cual mirando; sino también a lo de los demás cada
cual. 5 Pues esto sentid en vosotros lo que también en Cristo Jesús; 6 quien, en forma
de Dios subsistiendo, no rapiña consideró el ser igual a Dios; 7 pero a sí mismo se
anonadó, forma de siervo tomando, en semejanza de hombres hecho y de condición
hallado como hombre; 8 humillóse a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. 9 Por lo cual también Dios le sobreexaltó y donóle un nombre, el sobre
todo nombre; 10 para que, en el nombre de Jesús, toda rodilla se doble de celestiales, y
terrenales e infernales; 11 y toda lengua confiese que Señor Jesucristo(c) en la gloria de
Dios Padre. 12 Así que, amados míos, según siempre habéis obedecido, no como en
presencia mía sólo, sino ahora mucho más en ausencia mía, con temor y temblor

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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vuestra salud consumad. 13 Que Dios es el que obra en vosotros, y el querer y el obrar,
por el beneplácito(d). 14 Todo haced sin murmuración y vacilaciones; 15 a fin de
haceros intachables e íntegros, hijos de Dios, irreprensibles en medio de una
generación torcida y depravada; entre quienes lucís como lumbreras en el mundo; 16
palabra de vida reteniendo, en gloriación a mí, para el día de Cristo; porque no en vano
corrí; ni en vano me afané. 17 Empero, aunque soy libado(e) sobre la hostia y culto de la
fe vuestra,(f) gózome, y gózome con todos vosotros; 18 y asimismo, vosotros gozaos y
gozaos conmigo.
19 Y espero, en Señor Jesús, a Timoteo más presto enviaros, para también yo respirar,
conociendo lo acerca de vosotros. 20 Que a nadie tengo tan unánime(g); el cual
noblemente lo acerca de vosotros procure; 21 que casi todos lo suyo buscan, no lo de
Jesucristo. 22 Y la prueba de él conoced; de que, como a un padre un hijo, conmigo ha
servido en el Evangelio. 23 A éste, por lo tanto, espero enviar, cuando yo divisare(h) lo
acerca de mí, al punto. 24 Y confío en Señor que también yo mismo presto iré a
vosotros. 25 Y necesario he creído, a Epafrodito, el hermano, y cooperador, y
conmilitón mío, y de vosotros apóstol, y ministro de la necesidad mía, enviar a
vosotros, 26 puesto que deseoso estaba él de todos vosotros y afligido, por esto: porque
habíais oído que había enfermado. 27 Pues también enfermado había de muerte;
empero Dios apiadóse de él, y no de él solamente, sino también de mí, para que no
tristeza sobre tristeza yo tuviese. 28 Más presurosamente, pues, le he enviado, para
que, viéndole de nuevo, os gocéis, y yo menos triste esté. 29 Acogedle, pues, en Señor,
con todo gozo, y a los tales en estima tened; 30 porque, por la obra de Cristo, a la
muerte se acercó, peligrando de alma(i), para suplir vuestra falta en mi ministerio(j).

1 a. Hay.
2 b. Una misma cosa.
11 c. Está.
13 d. Suyo.
17 e. En libación del holocausto.

f. Ella es la víctima sobre la cual y por la cual se inmola el apóstol. 20 g. Conmigo. 23 h. El fin de mi
prisión: libertad o muerte; pues no podía carecer de los servicios

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Epístola a los Filipenses


Capítulo 3

Contra los falsos doctores

1 Por lo demás, hermanos míos, gozaos en Señor. Lo mismo(a) escribiros, a mí


ciertamente, no penoso, y a vosotros, seguro. 2 Mirad(b) los canes; mirad los malos
obreros; mirad la mutilación(c). 3 Que nosotros somos la circuncisión, los que, en
espíritu, a Dios servimos y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no en carne confiamos; 4
aunque yo tengo confianza aún en carne. Si algún otro cree confiar en carne, yo más: 5
de circuncisión, de ocho días; de linaje de Israel; de tribu de Benjamín; hebreo de
hebreos; según ley, fariseo; 6 según celo, persiguiendo a la Iglesia; según justicia la en
ley, hecho irreprensible. 7 Empero, las cosas que me eran ganancias, éstas he creído,
por el Cristo, pérdida. 8 Empero, por lo tanto, también creo que todas las cosas pérdida
son por la eminencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor; por quien todas las
cosas he perdido, y creo basuras para a Cristo ganar, 9 y ser hallado en él, no teniendo
mi justicia, la de ley, sino la por fe de Cristo, la de Dios justicia en la fe; 10 para
conocerle y la virtud de su resurrección y la comunión de sus padecimientos,
configurado con su muerte; 11 por si llego al resurgimiento el de entre muertos. 12 No
que ya haya alcanzado yo(d)
o ya perfeccionádome(e); pero en pos corro, por si también prendo(f) en lo que he sido también
aprehendido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pienso haber(g) aprehendido;
una cosa empero:(h) ya a lo de atrás olvidando, ya a lo de adelante tendiendo: 14 tras la
meta lánzome al premio de la suprema vocación de Dios, en Cristo Jesús. 15 Cuantos,
pues, perfectos(i), esto sintamos, y, si algo de otra manera sentís, también esto Dios os
revelará; 16 sólo que, a lo que hemos llegado(j) lo mismo sintamos, con regla andemos
igual. 17 Coimitadores míos haceos, hermanos, y mirad a los que así caminan, según
nos tenéis por ejemplar. 18 Que muchos caminan, de los que muchas veces os he dicho,
y ahora también llorando digo; —los enemigos de la cruz del Cristo; 19 cuyo fin,
perdición; cuyo dios, el vientre, y la gloria, en la vergüenza de ellos, los que lo terreno
sienten. 20 Que nuestra conversación en los cielos es; de donde también salvador
aguardamos a Señor Jesucristo; 21 quien trasformará el cuerpo de la humildad nuestra
configurado al cuerpo de la gloria suya, según la operación con que puede también
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someterse las cosas todas.

1 a. Que os he hablado.
2 b. Guardaos de...
c. Que circuncidándoos, no seáis del todo mutilado, arruinados.
12 d. Esto: la conformidad con Cristo.
e. Consumado la labor necesaria para alcanzarla.
f. La conformidad y resurrección, para la cual Cristo me ha cogido con su gracia en

Damasco.
13 g. Lo.
h. Hago.
15 i. Somos, fuéremos.
16 j. Al estado, la doctrina, a que hemos llegado.

Epístola a los Filipenses


Capítulo 4

Conclusión

1 Así que, hermanos míos amados y deseados; gozo y corona mía, así estaos en Señor,
amados. 2 A Evodia exhorto y a Síntique exhorto a lo mismo sentir en Señor. 3 Sí;
ruego también a ti, noble compañero, acude a ellas(a); las que en el Evangelio han
luchado a par de mí; también de Clemente y los demás colaboradores míos; cuyos
nombres, en libro de vida. 4 Gozaos en Señor siempre; otra vez diré: gozaos, 5 Vuestra
modestia(b) conózcase por todos los hombres: el Señor cerca(c). 6 Nada os afanéis; sino en todo,
por la oración y la plegaria, con agradecimiento, vuestras peticiones manifiéstense ante
Dios. 7 Y la paz de Dios, la que supera a todo entendimiento, custodiará vuestros
corazones y vuestras inteligencias en Cristo Jesús. 8 Por lo demás, hermanos, cuanto es
verdadero; cuanto, honesto; cuanto, justo; cuanto, casto; cuanto, amable; cuanto, bien
afamado; si alguna virtud y si alguna alabanza —esto pensad. 9 Y lo que habéis
aprendido, y recibido, y oído y visto en mí, esto haced; y el Dios de la paz será con

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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vosotros. 10 Pero gocéme en Señor grandemente de que ya, al fin, hayáis reflorecido
para de mí cuidar, en lo cual también os cuidábais; pero os era inoportuno. 11 No que,
en razón de penuria, lo diga; pues yo he aprendido, con lo que tengo, a contentarme. 12
Sé también humillarme(d); sé también abundar; en todo y en todas las cosas(e) iniciado estoy: y en
hartarme y hambrear; y abundar, y necesitar. 13 Todo puedo en el que me conforta. 14
Empero, bellamente habéis hecho, comunicando al par con mi tribulación(f). 15 Y
sabéis también vosotros, filipenses, que en comienzo del Evangelio, cuando salí de
Macedonia, Iglesia conmigo ninguna comunicó, cuanto a donación y recepción, sino
vosotros sólo; 16 porque también en Tesalónica, y una y dos veces, para la necesidad,
me mandasteis. 17 No que busque yo el don, sino busco el fruto, el que abunda, en pro
de vosotros. 18 Y tengo recibido todo, y abundo; heme llenado, recibiendo de
Epafrodito lo de vosotros, olor de fragancia, hostia acepta, grata a Dios. 19 Y mi Dios
llenará toda necesidad de vosotros, según su riqueza, en gloria, en Cristo Jesús. 20 Y al
Dios y Padre nuestro la gloria por los siglos de los siglos; amén. 21 Saludad a todo
santo, en Cristo Jesús. Os saludan los conmigo hermanos. 22 Os saludan todos los
santos, y mayormente los de la del César casa. 23 La gracia del Señor Jesucristo con
vuestro espíritu. Amén.

3a. A Evodia, Síntique, para avenirlas. 5b. Moderación, temperancia.


c. Está.

12d. Estar pobre, hambriento.

e. En todo y todo. 14f. Tomando parte, socorriéndome en ella.

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Epístola a los Colosenses


Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios; y Timoteo, el hermano, 2 a los en


Colosas, santos y fieles hermanos en Cristo Jesús: gracia a vosotros y paz, de Dios,
Padre nuestro y de Señor Jesucristo.
3 Agradecemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, siempre por vosotros
orando; 4 oyendo vuestra fe en Cristo Jesús y la caridad que tenéis para con todos los
santos, 5 por la esperanza, la reservada a vosotros en los cielos; la que antes habéis oído
en la palabra de la verdad del Evangelio, 6 la llegada a vosotros, así como también en
todo el mundo está fructificando(a) y creciendo; así como también en vosotros, desde el
día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios, en verdad; 7 según aprendisteis de
Epafrás, el amado consiervo nuestro, que es fiel para vosotros ministro del Cristo; 8
que también nos ha manifestado la caridad vuestra en espíritu. 9 Por esto también
nosotros, desde el día que oímos, no cesamos, por vosotros orando y pidiendo que seáis
llenos del conocimiento de la voluntad suya, en toda sabiduría, e inteligencia espiritual;
10 para caminar dignos del Señor, para toda complacencia, en toda obra buena
fructificando 11 y creciendo en el conocimiento de Dios, en toda fuerza fortalecidos,
según la potencia de la gloria suya, para toda paciencia y longanimidad, con gozo; 12
agradeciendo al Padre que nos ha capacitado para la parte(b) de la herencia de los
santos, en la luz; 13 quien nos libró de la potestad de las tinieblas y trasladó al reino del
Hijo del amor suyo; 14 en quien tenemos la redención: la remisión de los pecados; 15
quien es imagen del Dios, el invisible, primogénito de toda criatura; 16 que en él
creado fue todo en los cielos y, sobre la tierra; lo visible y lo invisible, ora tronos, ora
dominaciones; ora principados, ora potestades: todo por él y para él ha sido creado; 17
y él es ante todo; y todo en él susténtase. 18 Y él es la cabeza del cuerpo de la iglesia; el
que(c) principio, primogénito(d) de entre los muertos; para que se haga en todas las cosas él
primando. 19 Porque en él plugo que toda la plenitud(e) inhabitase; 20 y, por él, lo
reconciliase todo consigo; pacificando por la sangre de su cruz, ora lo sobre la tierra,
ora lo en los cielos. 21 Y a vosotros, que un día erais extraños y enemigos, por la
mente, en las obras, las malas;— 22 pero ahora ya reconcilió en el cuerpo de su carne,
por la muerte, para presentaros santos e inmaculados, e irreprensibles faz a faz de él; 23

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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si ya perseveráis en la fe fundados, y estables y no removibles de la esperanza del


Evangelio que oísteis, el que ha sido predicado en toda criatura, la bajo el cielo; del
cual he sido yo, Pablo, hecho ministro. 24 Ahora gózome en los padecimientos por
vosotros, y lleno de mi parte(f) las deficiencias de las tribulaciones del(g) Cristo en mi carne, por
el cuerpo suyo, que es la iglesia; 25 de la cual he sido yo hecho ministro, según la
dispensación de Dios, la dada a mí para con vosotros, para cumplir(h) la palabra de
Dios: 26 el misterio(i), el oculto desde los siglos y desde las generaciones; —y ahora ha
sido descubierto a sus santos; 27 a quienes quiso Dios manifestar cuál(j) la riqueza de la
gloria de este misterio, entre las gentes, el que es Cristo entre vosotros: la esperanza de
la gloria; 28 a quien nosotros anunciamos, amonestando a todo hombre y enseñando a
todo hombre en toda sabiduría, para presentar a todo hombre, perfecto en Cristo; 29
para lo cual también me fatigo lidiando, según la operación suya, la que obra en mí, en
poder.

6a. El evangelio. 12b. Participación.


18c. Es.
d. Reengendrado por la resurrección, para resucitar a sus hermanos.
19e. De todo.
24f. Lleno del todo de mi parte, a porfía, lo que me falta de tribulaciones que sufrir por Cristo.
g. Cumplida está por él la pasión de Cristo; pero no la de su cuerpo místico, la Iglesia; cuyas
tribulaciones van llenando, para recíproca utilidad, su tesoro.

25h. Anuncia plenamente. 26i. De Cristo.


27j. Sea.

Epístola a los Colosenses


Capítulo 2

1 Pues, quiero sepáis cuán grande solicitud tengo por vosotros y los de Laodicea, y
cuantos no han visto mi rostro en carne; 2 para que se consuelen sus corazones,
instruidos en caridad y para toda la riqueza de la plenitud de la inteligencia, en
conocimiento del misterio de Dios Padre y Cristo; 3 en quien están todos los tesoros de

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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la sabiduría y ciencia ocultos. 4 Y esto digo, para que nadie os paralogice en argucias. 5
Pues, aunque, con la carne estoy ausente; empero, con el espíritu, con vosotros estoy,
gozándome y viendo vuestro orden y la firmeza de vuestra, en Cristo, fe. 6 Como, pues,
recibisteis a Cristo Jesús, el Señor, en él caminad, 7 radicándoos y sobreedificándoos
en él, y afianzándoos por la fe, según habéis aprendido, abundando, en él, en
agradecimiento. 8 Mirad, nadie haya que os prenda por la filosofía y vana falacia,
según la tradición de los hombres, según los principios del mundo, y no según Cristo; 9
porque en él inhabita toda la plenitud de la divinidad corporalmente; 10 (y estáis en él
llenos) el que es la cabeza de todo principado y potestad; 11 en quien también habéis
sido circuncidados con circuncisión no hecha a mano en despojo del cuerpo de la
carne; en la circuncisión del Cristo, 12 consepultados con él en el bautismo; en quien
también conresucitasteis por la fe de la operación de Dios, el que le resucitó de entre
los muertos. 13 Y a vosotros, muertos estando en las caídas y el prepucio(a) de la carne
vuestra, convivificó con él, condonándonos todas las caídas; 14 borrando la a nosotros
adversa escritura(b) con los decretos, que nos era contraria; y, quitándola del medio,
clavóla en la cruz; 15 despojando, a los principados y las potestades, exhibió
confiadamente, triunfando de ellos en sí mismo. 16 Nadie, pues, os juzgue en comida o
en bebida, o en punto a fiesta o novilunio, o sábados; 17 cosas que son sombra de lo
futuro; pero el cuerpo(c) del Cristo. 18 Nadie os condene(d) complacido(e) en humildad y culto
de los ángeles; lo que no ha visto, usurpando, en vano inflándose por la mente de su carne; 19 y no
ateniéndose a la cabeza(f); de la cual todo el cuerpo, por los nexos y articulaciones suministrado(g) y
conglomerado, crece con el crecimiento de Dios. 20 Si habéis muerto con Cristo a los
elementos del mundo ¿por qué, cual si vivieseis en el mundo, se os enseña: 21 «No
toques(h); no gustes(i); no palpes(j)»? 22 (las cuales cosas son todas para ruina, con el uso)
según los mandamientos y enseñanzas de los hombres; 23 cosas que apariencia
ciertamente tienen de sabiduría, en culto voluntario(k), y humildad y despiedad con el cuerpo; no
en honra alguna, para hartura de la carne.

13a. Incircuncisión = desenfreno.

14b. Documento escrito, ley sancionada, con sus decretos de muerte y rigor; la leyantigua, mosaica.
17c. La realidad es el cuerpo, la verdad de Cristo. 18d. Adjudique el premio del certamen: os lo quite.
e. Calculadamente; afectando humildad y culto supersticioso de los ángeles; arrogándose
revelaciones.
19f. Cristo.
g. Vivificado. 21h. Cadáveres ni cosas impuras.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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i. Carne porcina y otras impuras.


j. Mujer. —La secta novadora y adoradora de ángeles proscribía todas estas cosas y

reducía el cuerpo y la naturaleza humana al último extremo. 23k. Personal, antojadizo. Esta secta
pretexta sabiduría, humildad, mortificación;pero no hartando, no dando a la carne lo suyo, la
deshonra y destruye.

Epístola a los Colosenses


Capítulo 3

1 Si habéis, pues, conresucitado en Cristo, lo de arriba buscad; donde el Cristo está en


diestra de Dios sentado; 2 lo de arriba pensad, no lo sobre la tierra. 3 Que habéis
muerto, y la vida vuestra escondida está, con el Cristo, en Dios. 4 Cuando el Cristo se
manifestare: la vida vuestra, entonces también vosotros, con él, manifestados seréis en
gloria. 5 Mortificad, pues, los miembros vuestros, los sobre la tierra: ramería,
impureza, pasión(a), apetito malo y la avaricia; la que es idolatría; 6 por las cuales cosas
viene la ira de Dios sobre los hijos de la inobediencia(b); 7 en las cuales también
vosotros caminasteis un día cuando vivíais en éstas. 8 Pero ahora ya deponedlo
también vosotros todo: ira, enojo, malicia, blasfemia, torpe habla de la boca vuestra. 9
No mintáis unos a otros, desvistiéndoos del viejo hombre con sus obras; 10 y
vistiéndoos del nuevo, el que es renovado, en conocimiento, según la imagen del que le
creó; 11 donde no hay heleno y judío, circuncisión y prepucio, bárbaro, escita, siervo y
libre, sino el todo y en todo, Cristo. 12 Vestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y
amados, entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad; 13
sobrellevando unos a otros y condonándoos, si alguno contra alguno tuviere queja; tal
como también el Señor ha condonado a vosotros, así también vosotros; 14 y sobre todo
esto, la caridad(c), la que es lazo de la perfección. 15 Y la paz del Cristo triunfe en
vuestros corazones; a la cual también fuisteis llamados en un cuerpo; y gratos(d)
haceos. 16 La palabra del Cristo inhabite en vosotros ricamente, en toda sabiduría,
enseñando y Cor.10,31. amonestándoos, con salmos, himnos y cantares espirituales, en
la gracia cantando, en vuestros corazones, a Dios. 17 Y todo lo que hiciereis en palabra
o en obra, todo, en nombre de Señor Jesucristo; agradeciendo al Dios y Padre,
mediante él.
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18 Las mujeres, sujetaos a los maridos; cual conviene en Señor. 19 Los maridos, amad
a las mujeres, y no os amarguéis para con ellas. 20 Los hijos, obedeced a los padres en
todo; que esto bien placiente es en Señor. 21 Los padres, no irritéis a los hijos vuestros,
para que no se apoquen. 22 Los siervos, obedeced en todo a los carnales amos; no en
servicio al ojo, como a hombres placiendo, sino en simplicidad de corazón, temiendo al
Señor; a 23 lo que hiciereis, de alma obrad, cual para el Señor; y no para hombres; 24
sabiendo que de Señor recibiréis la remuneración de la herencia: al Señor Cristo servid.
25 Pues el que prevarica, recibirá lo que prevaricó; y no hay acepción de personas.

Epístola a los Colosenses


Capítulo 4

1 Los amos, lo justo y la igualdad a los siervos tribuid, sabiendo que


también vosotros tenéis amo en el cielo. 2 En la oración perseverad, velando en ella, en
agradecimiento; 3 orando a la vez también por nosotros, para que Dios nos abra puerta
de la palabra, para hablar el misterio del Cristo; por lo que también atado estoy; 4 a fin
de Efes. 5, 15 manifestarlo según debo hablar. 5 En sabiduría caminad con los de fuera,
la ocasión redimiendo. 6 La palabra vuestra, siempre en gracia, con sal sazonada, que
sepáis cómo debéis a cada uno responder. 7 Lo acerca de mí, todo os noticiará Tíquico,
el amado hermano, y fiel ministro y consiervo en Señor; 8 a quien he enviado a
vosotros a esto mismo, para que conozcáis lo acerca de nosotros y él consuele los
corazones vuestros; 9 con Onésimo, el fiel y amado hermano; que es de entre vosotros;
todo os noticiarán lo de acá. 10 Os saluda Aristarco, el concautivo mío, y Marco, el
primo de Bernabé, acerca del cual habéis recibido recomendaciones (cuando viniere a
vosotros, recibidle) 11 y Jesús, el que es llamado Justo; los que son de circuncisión:
éstos solos(a) cooperadores para el reino de Dios; los que se me han hecho consuelo. 12
Salúdaos Epafrás, el de entre vosotros, siervo de Cristo Jesús, siempre esforzándose
por vosotros en las oraciones, para que os estéis perfectos y plenamente confirmados
en toda voluntad de Dios. 13 Porque testifícoos que tiene mucho trabajo por vosotros, y
los de Laodicea y los de Hierápolis. 14 Salúdaos Lucas, el médico, el amado, y Demas.
15 Saludad a los de Laodicea hermanos, y a Ninfas y la de su casa iglesia. 16 Y, cuando

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se hubiere leído ante vosotros la epístola, haced que también en la de los laodicenos
iglesia se lea; y la(b) de Laodicea, que vosotros también leáis. 17 Y decid a Arquipo:
«Mira el ministerio que has recibido en Señor, para que le cumplas». 18 El saludo de
mi mano —de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La
gracia con vosotros.

11a. Son mis.

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Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 1

1 Pablo, y Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el


Señor Jesucristo. Gracia a vosotros y paz. 2 Agradecemos a Dios siempre por vosotros,
memoria de vosotros haciendo en las oraciones nuestras, incesantemente; 3
memorando vuestra obra de la fe y del trabajo de la caridad y la paciencia de la
esperanza de nuestro Señor Jesucristo delante de Dios y Padre nuestro; 4 sabiendo,
hermanos amados de Dios, la elección vuestra: 5 que el Evangelio nuestro no fue a
vosotros en palabra sólo, sino también en poder, y Espíritu Santo, y en plena
confirmación mucha, según sabéis cuáles fuimos entre vosotros, por vosotros. 6 Y
vosotros imitadores nuestros os hicisteis; y del Señor, recibiendo la palabra en
tribulación mucha, con gozo de Espíritu Santo; 7 hasta haceros vosotros modelo a
todos los creyentes de la Macedonia y de la Acaya. 8 Que de vosotros resonó la palabra
del Señor, no sólo en la Macedonia y en la Acaya; sino que en todo lugar de la fe
vuestra, la para con Dios, ha salido; tal que necesidad no tenemos de hablar cosa
alguna; 9 pues ellos, de nosotros anuncian cuál entrada tuvimos a vosotros, y cómo os
convertisteis a Dios, de los ídolos, a servir al Dios viviente y verdadero; 10 y a aguardar
al Hijo suyo de los cielos; al que resucitó de los muertos; a Jesús, al que nos salva de la
ira, la que viene.

Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 2

1 Que vosotros mismos sabéis, hermanos, la entrada nuestra, la a vosotros: que no vana
ha sido; 2 sino que, antes padeciendo y ultrajados, según sabéis, en Filipos, libremente
obramos en el Dios nuestro para hablar a vosotros el Evangelio de Dios en mucha lid. 3
Que la exhortación nuestra, no de descamino, ni de impureza, ni en dolo; 4 sino que,

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según hemos sido probados por Dios para confiársenos el evangelio; así hablamos, no
como a hombres placiendo, sino a Dios, el que prueba los corazones nuestros. 5
Porque, ni alguna vez en palabra de adulación hemos estado, según sabéis; ni en
pretexto de avaricia (¡Dios testigo!); 6 ni buscando de hombres gloria: ni de vosotros,
ni de otros; 7 pudiendo en gravamen estar cual de Cristo apóstoles; empero nos hicimos
infantes en medio de vosotros; cual una nodriza calienta a sus hijos; 8 así, ansiándoos,
nos complacemos en comunicaros, no sólo el Evangelio de Dios, sino también las
almas(a) nuestras, por esto: porque amados a nosotros os habéis hecho. 9 Memorad,
pues, hermanos, la fatiga nuestra y el afán: noche y día trabajando por no gravar a
alguno de vosotros, hemos predicado a vosotros el Evangelio de Dios. 10 Vosotros
testigos y Dios, de cuán santa, y justa e irreprensiblemente con vosotros, los creyentes,
hemos estado; 11 según que sabéis: cómo a cada uno de vosotros como un padre a sus
hijos, exhortándoos y consolando; 12 y testificando que caminéis dignos de Dios, el
que os llama a su reino y gloria. 13 Por esto también nosotros agradecemos a Dios
incesantemente que, recibiendo palabra de oída, de nosotros, de Dios, acogisteis, no
palabra de hombres, sino, según es verdaderamente, palabra de Dios; la que también
obra en vosotros, los creyentes. 14 Que vosotros imitadores os hicisteis, hermanos, de
las iglesias de Dios las que hay en la Judea, en Cristo Jesús, porque las mismas cosas
habéis padecido también vosotros de los propios connacionales; según que también
nosotros mismos, de los judíos; 15 de los que también al Señor mataron: a Jesús y a los
profetas; y a nosotros han lanzado fuera; y a Dios no agradando, y de todos los hombres
adversarios; 16 estorbándonos a las gentes hablar a fin de que se salven, para colmar
sus pecados siempre; y ha llegado sobre ellos la ira hasta el fin. 17 Pero nosotros
hermanos, huérfanos de vosotros a tiempo de hora(b), con rostro, no con corazón, más
abundantemente nos hemos apresurado el rostro de vosotros a ver, en mucho anhelo.
18 Por esto: porque quisimos ir a vosotros, yo, por cierto, Pablo, y una y dos veces;
pero se nos atravesó Satanás. 19 Pues ¿cuál nuestra esperanza,
o gozo, o corona de gloriación; o no ya también vosotros, delante de nuestro Señor
Jesucristo, en su parusia(c)? 20 Que vosotros sois la gloria nuestra y el gozo.

8a. Vidas.

17b. Por una hora; por breve tiempo. 19c. Advenimiento, venida segunda.

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Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 3

1 Por lo cual, no ya sufriendo, plúgonos ser dejados en Atenas solos; 2 y hemos


enviado a Timoteo, el hermano nuestro y ministro de Dios en el Evangelio del Cristo,
para confirmaros y exhortar sobre vuestra fe; 3 para que nadie se conturbe en estas
tribulaciones; que vosotros mismos sabéis que a eso puestos estamos. 4 Porque
también, cuando con vosotros estábamos, os predijimos que hemos de ser atribulados;
así como también sucedió, y sabéis. 5 Por esto también yo, ya no sufriendo, envié a
conocer vuestra fe, no fuese que os hubiera tentado el que tienta; y vana se haga nuestra
fatiga. 6 Mas, acabando de venir Timoteo a nosotros de vosotros y bien
anunciándonos(a) la fe y la caridad de vosotros, y que tenéis memoria de nosotros
buena siempre, anhelando vernos; tal como también nosotros a vosotros; 7 por esto,
nos hemos consolado, hermanos, en vosotros, en toda la necesidad y tribulación
nuestra, por vuestra fe; 8 pues ahora vivimos, si vosotros os estáis en Señor. 9 Pues
¿qué agradecimiento podemos a Dios retribuir por vosotros, en todo el gozo que
gozamos, por vosotros, delante de nuestro Dios, 10 noche y día sobreexcesivamente
pidiendo por ver vuestro rostro, y perfeccionar las deficiencias de la fe vuestra? 11 Y el
mismo Dios y Padre nuestro y el Señor nuestro Jesucristo enderece del todo el camino
nuestro a vosotros. 12 Y a vosotros, el Señor multiplique, y replete en la caridad a los
unos para con los otros y para con todos; tal como también nosotros para con vosotros;
13 para confirmar los corazones vuestros, irreprensibles, en santidad delante del Dios y
Padre nuestro, en la parusia del Señor nuestro Jesucristo, con todos sus santos.

6a. Dándonos la buena nueva.

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Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 4
1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en Señor Jesús, a que, según
habéis recibido de nosotros cómo debéis caminar y agradar a Dios; según esto también
caminéis para abundar más. 2 Pues sabéis qué mandamientos os hemos dado por el
Señor Jesús. 3 Pues ésta es la voluntad de Dios: la santificación vuestra: que os
abstengáis de la ramería; 4 que sepa cada uno de vosotros su vaso poseer en
santificación y honor; 5 no en pasión de concupiscencia, tal como también las gentes
las que no conocen a Dios; 6 que no suplante y defraude en el negocio a su hermano;
por esto: porque vengador Señor de todas estas cosas; según también antes os dijimos y
conjuramos. 7 Que no nos llamó Dios para impureza, sino en santificación. 8 Por lo
tanto, el que desprecia(a), no a hombre desecha, sino a Dios, el que os ha dado su
Espíritu, el Santo, en vosotros. 9 Y, cuanto al amor fraterno, necesidad no tenemos de
escribiros; que vosotros mismos de Dios enseñados(b) sois para amaros unos a otros. 10
Pues que lo hacéis para con todos los hermanos, los de toda la Macedonia. Pero os
exhortamos, hermanos, a abundar más, 11 y a rivalizar en sosegaros y hacer las cosas
propias y trabajar con vuestras manos; según os hemos preceptuado, 12 a fin de que
caminéis noblemente ante los de fuera y de nada necesidad tengáis.
13 Y no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de los que duermen, para que no os
contristéis, tal como también los demás, los que no tienen esperanza. 14 Pues, si
creemos que Jesús murió y resucitó; —así también Dios a los que han dormido por
Jesús, traerá con él. 15 Que esto os decimos en palabra de Señor: que nosotros los que
vivimos(c) los que somos dejados para la parusia del Señor, no nos adelantaremos, no, a
los que durmieron; 16 porque el mismo Señor en mandato, en voz de arcángel y en
trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resurgirán primero; 17
después nosotros, los que vivimos, los que somos dejados, seremos a una con ellos
arrebatados, en nubes, al encuentro del Señor, por el aire; y así siempre con Señor
estaremos. 18 Así que, consolaos unos a otros en estas palabras.

8a. Estas cosas.


9b. Teodidactos.
15c. Los hombres como nosotros que entonces vivieren.
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Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 5
Incierto es el día del Señor

1 Y, cuanto a los tiempos y los momentos, hermanos, no tenéis necesidad de que se os


escriba; 2 que vosotros mismos exactamente sabéis que el día de Señor, como ladrón
de noche, así viene. 3 Cuando dijeren: «Paz y seguridad», entonces súbita viene sobre
ellos la perdición, así como el dolor(a) a la que en vientre tiene; y no se evadirán, no. 4
Y vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que el día, como ladrón, arrebate; 5
que todos vosotros hijos de luz sois e hijos de día; no somos de noche ni de tinieblas. 6
Luego, pues, no durmamos, cual también los demás, sino velemos y temperémonos. 7
Pues, los que duermen, de noche duermen; y, los que se embriagan, de noche se
embriagan; 8 mas nosotros, de día siendo, temperémonos, vistiendo coraza de fe y
caridad, y yelmo: esperanza de salvación; 9 que no nos ha puesto Dios para ira, sino
para adquisición de salud, por nuestro Señor Jesucristo; 10 el que murió por nosotros,
para que, sea velemos, sea durmamos, juntamente con él vivamos. 11 Por lo cual
exhortaos unos a otros, y edificad uno al otro, según que también hacéis. 12 Y os
rogamos, hermanos, que conozcáis a los que se fatigan en vosotros y os presiden en
Señor, y os amonestan; 13 y los estiméis sobreabundantemente en caridad, por la obra
de ellos. Paz tened entre vosotros. 14 Y os exhortamos, hermanos: amonestad a los
desordenados; alentad a los pusilánimes; sostened a los débiles; longanimaos para con
todos. 15 Ved que nadie mal por mal a alguno retorne; sino, siempre tras lo bueno
corred, y unos para con otros y para con todos. 16 Siempre alegraos; 17 incesantemente
orad; 18 en todo agradeced; que ésta, voluntad de Dios en Cristo Jesús para con
vosotros. 19 El espíritu no apaguéis(b); 20 profecías(c) no menospreciéis; 21 todo
probad; lo bello, retened. 22 De toda especie(d) mala, absteneos. 23 Y el mismo Dios de
la paz santifíqueos todo perfectos; e íntegro el espíritu vuestro, y el alma, y el cuerpo
irreprensiblemente en la parusia de nuestro Señor Jesucristo se conserven. 24 Fiel,
quien os llama, el que también hará(e). 25 Hermanos, orad por nosotros. 26 Saludad a
los hermanos todos en ósculo santo. 27 Conjúroos por el Señor que se lea la epístola a
todos los santos hermanos. 28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo con vosotros.

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Epístola Segunda a los Tesalonicenses

Capítulo 1

1 Pablo y Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios, Padre nuestro,


y Señor Jesucristo. 2 Gracia a vosotros y paz, de Dios, Padre nuestro, y Señor
Jesucristo.
3 Agradecer debemos a Dios siempre por vosotros, hermanos, según justo es, porque
lozanea vuestra fe y abunda la caridad de cada cual de todos vosotros, unos para con
otros; 4 de suerte que nosotros mismos en vosotros mucho nos gloriamos, en las
iglesias de Dios, de la paciencia vuestra y fe en todas las persecuciones vuestras y las
tribulaciones que toleráis: 5 ejemplo del justo juicio de Dios(a) para que se os digne del
reino de Dios; por el cual también padecéis; 6 si ya(b) justo ante Dios retribuir a los que
os atribulan, tribulación, 7 y a vosotros los que sois atribulados, reposo con nosotros en
la revelación del Señor Jesús, desde el cielo, con ángeles de su poder, 8 en fuego de
llama dando él venganza a los que no saben a Dios y a los que no obedecen al
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9 los cuales pena pagarán: perdición eterna
desde(c) la faz del Señor y desde la gloria de su virtud; 10 cuando viniere a ser
glorificado en sus santos y admirado en todos los que creyeron; pues creído(d) fue el
testimonio nuestro sobre vosotros(e) en aquel día. 11 Para lo cual también oramos
siempre por vosotros, para que os digne del llamamiento el Dios nuestro y llene todo
beneplácito de bondad, y obra de fe en poder; 12 para que sea glorificado el nombre de
nuestro Señor Jesucristo en vosotros, y vosotros, en él, según la gracia del Dios nuestro
y Señor Jesucristo.

5a. Manifiesta Dios su justicia en los padecimientos de los buenos, evidenciando laexistencia y
felicidad de la vida futura, donde son premiados. 6b. Es; a fe que es. 9c. Ante y por.
10d. Por vosotros.
e. Nuestra predicación a vosotros.

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Epístola Segunda a los Tesalonicenses


Capítulo 2

1 Y os rogamos, hermanos, por la parusia de nuestro Señor Jesucristo y la reunión


nuestra a él: 2 que no pronto os mováis del entender(a), ni os intimidéis, ni por
espíritu(b), ni por palabra, ni por epístola, como nuestra: como que próximo esté el día
del Señor. 3 Nadie os seduzca de ninguna manera; porque, si no viniere la apostasía
primero, y se revelare el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición; 4 el que se
opone, y levanta sobre todo el que se dice Dios o numen; hasta él en el templo de Dios
asentarse, manifestándose a sí mismo que es Dios(c)— 5 ¿No recordáis que, todavía
estando con vosotros, esto yo os decía? 6 Y ahora lo que detiene(d), sabéis, para que él
se revele en el tiempo suyo. 7 Pues el misterio ya se obra de la iniquidad; sólo que el
que detiene, ahora(e), hasta que del medio sea quitado. 8 Y entonces revelaráse el
inicuo; a quien el Señor Jesús arrebatará con el aliento de su boca, y desvanecerá con la
manifestación de su parusia; 9 cuya parusia es, según(f) operación de satanás en toda
virtud, y señales y prodigios mentidos; 10 y en todo engaño de injusticia para los que
perecen; por cuanto la caridad de la verdad no abrazaron para salvarse. 11 Y por esto
envíales Dios operación de descarrío para que crean a la mentira; 12 para que sean
juzgados todos los que no creyeron a la verdad, sino complacieron a la injusticia. 13
Mas nosotros debemos agradecer a Dios siempre por vosotros, hermanos amados de
Señor, porque os eligió Dios primicias para salvación en santificación de espíritu y fe
de verdad; 14 para lo cual también os eligió por el Evangelio nuestro, para consecución
de gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Luego, pues, hermanos, afirmaos, y retened
las tradiciones que se os han enseñado; sea de palabra sea por epístola nuestra. 16 Y el
mismo Señor nuestro Jesucristo y el Dios y Padre nuestro; el que nos amó y dio
consolación eterna y esperanza buena en gracia; 17 consuele vuestros corazones y
confirme en toda obra y palabra buena.
2a. De lo que entendéis, creéis.
b. Revelación.
4c. No vendrá el día del Señor.
6d. Lo que le detiene; para que sea revelado; lo que falta, lo que ha de preceder a
su aparición. 7e. Está, existe. Ha empezado ya el misterio de la iniquidad: la misteriosaapostasía. Ella
detiene al anticristo, mientras ella dure, no vendrá.
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9f. A medida de... adecuada a...

Epístola Segunda a los Tesalonicenses


Capítulo 3

1 Por lo demás, orad, hermanos, por nosotros, para que la palabra de Dios corra y se
glorifique; así como también entre vosotros, 2 y para que se nos libre de los importunos
y malos hombres; pues no de todos, la fe. 3 Pero fiel es el Señor, que os confirmará y
guardará de lo malo. 4 Y confiamos en Señor, cuanto a vosotros, que, lo que hemos
mandado, y hacéis y haréis. 5 Y el Señor enderece vuestros corazones a la caridad de
Dios y paciencia del Cristo. 6 Y os mandamos, hermanos, en nombre del Señor nuestro
Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que desordenadamente anduviere, y no
según la doctrina que recibieron de nosotros. 7 Que vosotros mismos sabéis cómo es
menester imitarnos, pues no nos hemos desordenado entre vosotros; 8 ni gratuitamente
pan comido de alguno, sino en fatiga y afán, noche y día trabajando, para no gravar a
alguno de vosotros; 9 no, porque no tengamos potestad, sino porque a nosotros mismos
por ejemplar diésemos a vosotros que imitar. 10 Pues también, cuando estábamos entre
vosotros, esto os preceptuamos: que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11
Pues oímos que algunos caminan entre vosotros desordenadamente, nada trabajando,
sino ocioseando. 12 Y a los tales preceptuamos y exhortamos, en Señor Jesucristo, a
que, con quietud trabajando, su pan coman. 13 Y vosotros, hermanos, no desmayéis
bellamente haciendo. 14 Y, si alguien no obedece a la palabra nuestra por la epístola, a
éste señalad, y no os mezcléis con él, para que se avergüence; 15 y, no como enemigo
consideréis, sino amonestad como a hermano. 16 Y el mismo Señor de la paz déos paz
siempre, dondequiera. El Señor con todos vosotros. 17 El saludo de la mano mía: de
Pablo; que es señal en toda epístola; así escribo. 18 «La gracia de nuestro Señor
Jesucristo con todos vosotros».

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Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Jesucristo, según ordenación de Dios, salvador nuestro, y de Cristo


Jesús, la esperanza nuestra, 2 a Timoteo, nativo hijo de la fe: Gracia, misericordia, paz
de Dios Padre y Cristo Jesús, el Señor nuestro.
3 Según te rogué quedaras en éfeso, al partir yo a Macedonia, para que preceptuases a
algunos no disidentemente enseñar, 4 ni atender a fábulas y genealogías
interminables(a); las que disquisiciones ofrecen más bien que dispensación de Dios, la en fe;(b) 5 y el fin
de la preceptuación es caridad de puro corazón y conciencia buena y fe infingida; 6 de
lo que algunos desacertando, convirtiéronse a vaniloquio; 7 queriendo ser
legisdoctores, no entendiendo ni lo que dicen, ni lo que aseguran. 8 Y sabemos que
hermosa la ley, si uno de ella legítimamente usa; 9 sabiendo esto: que para justo ley no
está puesta, pero para ilegales e insubordinados, impíos y pecadores, facinerosos e
inmundos, parricidas y matricidas, homicidas, 10 rameros, sodomitas, plagiarios,
embusteros, perjuros; y si alguna otra cosa a la sana doctrina repugna, 11 según el
Evangelio de la gloria del bienaventurado Dios, que ha sido confiado a mí. 12 Gracias
doy al que me ha confortado: Cristo Jesús, el Señor nuestro, porque fiel me juzgó,
poniendo en ministerio 13 al que antes era blasfemo, y perseguidor y ultrajador;
empero compadecióseme, porque, ignorando, hice en infidelidad; 14 y sobreabundó la
gracia de nuestro Señor con fe y amor el en Cristo Jesús. 15 Fiel la palabra y de toda
aceptación digna: que Cristo Jesús vino al mundo, pecadores a salvar; de los que el
primero soy yo; 16 mas por esto compadecióseme, por que en mí primero manifestara
Cristo Jesús, la omnímoda longanimidad, para dechado de los que han de creer en él,
para vida eterna. 17 Y al rey de los siglos, incorruptible, invisible, a sólo Dios, honor y
gloria por los siglos de los siglos; amén. 18 Este precepto encomiéndote, hijo Timoteo,
según precedentes, relativas a ti profecías(c), para que milites en(d) ellas la hermosa milicia;
19 teniendo fe y buena conciencia; la cual algunos repeliendo, acerca de la fe han
naufragado; 20 de los cuales es Himeneo y Alejandro; a quienes he entregado a
Satanás, para que aprendan a no blasfemar.

4a. Tradiciones y genealogías talmúdicas de los judíos.

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b. Así también ahora.


18c. Revelaciones, sobre tu elección; como solía haberlas en la primitiva iglesia.

Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 2

1 Exhorto, pues, ante todo, a que se hagan plegarias, oraciones, peticiones,


agradecimientos por todos los hombres; 2 por reyes y todos los que en eminencia están,
para que placentera y tranquila vida pasen en toda piedad y honestidad. 3 Que esto,
hermoso y acepto a faz del salvador de nosotros, Dios; 4 quien todos los hombres
quiere se salven y a conocimiento de verdad vengan. 5 Que uno, Dios; uno también
medianero de Dios y hombres, hombre Cristo Jesús; 6 el que se dio rescate por todos: el
testimonio en tiempos propios(a), 7 para lo cual he sido puesto yo predicador y apóstol
(verdad digo; no miento), maestro de gentes en fe y verdad. 8 Quiero, pues, oren los
hombres en todo lugar, alzando piadosas manos, sin ira ni disputa; 9 asimismo también
mujeres, en vestuario ornado(b), con pudor y moderación órnense; no en trenzados, u
oro, o perlas o vestimenta muy costosa; 10 sino lo que cuadra a mujeres que profesan
timoratez, por obras buenas. 11 La mujer en sosiego aprenda, en toda sumisión; 12 y
que enseñe mujer no permito, ni que domine al marido, sino que esté en sosiego. 13
Pues Adán primero fue formado; después, Eva. 14 Y Adán no fue engañado; pero la
mujer engañada en transgresión vino a ser. 15 Pero se salvará por el engendramiento de
hijos, —si permaneciere en fe y caridad y santificación con temperancia.

6a. La redención en tiempos fijados por Dios, atestigua la misericordia y el

9b. Decente y modesto.

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Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 3

1 Fiel(a) la palabra: Si alguno episcopado pretende, bella obra anhela. 2 Debe, pues, el
obispo irreprensible ser, de una(b) mujer marido, sobrio, prudente, decoroso,
hospitalario, enseñador(c); 3 no vinolento, percusor, sino benigno, incontencioso,
desamante del dinero, 4 a la propia casa bellamente presidiendo, hijos teniendo en
sumisión, con toda honestidad; 5 (pero si a la propia casa presidir no sabe ¿cómo de
iglesia de Dios cuidará?) 6 no un neófito(d), para que no, inflado, en juicio caiga del
diablo; 7 Y debe él también testimonio bello tener de los de fuera, para que no en
vituperio caiga y lazo del diablo. 8 Los diáconos(e) asimismo honestos(f), no bilingües,
no a vino mucho dándose, no torpes logreros; 9 teniendo el misterio de la fe en pura
conciencia. 10 Y también éstos probados sean primero; después ministren,
irreprensibles siendo. 11 Las mujeres asimismo honestas, no detractoras, sobrias, fieles
en todo. 12 Diáconos sean de una mujer maridos, a hijos bellamente presidiendo y a las
propias casas. 13 Pues los que bellamente ministraren, grada(g) para sí bella ganan y
mucha libre habla(h) en la fe, la en Cristo Jesús. 14 Esto te escribo, esperando venir a ti
en breve; 15 y, si tardare, para que sepas cómo se debe en casa de Dios conversar; la
que es iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad. 16 Y convenidamente(i)
grande es el de la piedad(j) misterio; que manifestado fue en carne, justificado en
espíritu(k), visto de ángeles, predicado entre gentes, creído en el mundo, asumido en
gloria(l).

13g. De la escala del honor.


h. Libertad de hablar, enseñar, reconvenir. 16i. En que todos convienen.
j. Divina de la redención.
k. Divino.
l. El misterio, la aparición: Cristo.

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Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 4

1 Y el Espíritu expresamente dice que en los postrimeros tiempos apostatarán algunos


de la fe, atendiendo a espíritus falaces y doctrinas de demonios, 2 en hipocresía
habladores de embustes, cauterizados(a) en la propia conciencia; 3 que prohiben
casarse; —abstenerse(b) de manjares que Dios crió en comida, con agradecimiento,
para los fieles y que han conocido la verdad. 4 Que toda criatura de Dios, bella, y nada
desechable lo que, con agradecimiento, se toma; 5 porque es santificado por palabra de
Dios y oración. 6 Esto preceptuando a los hermanos, bello serás ministro de Cristo
Jesús, nutriéndole con las palabras de la fe y de la bella doctrina, a la que han seguido.
7 Pero las profanas y aniles fábulas rechaza; y ejercítate en la piedad. 8 Pues el corporal
ejercicio para poco es provechoso; pero la piedad para todo provechosa es, promesa
teniendo de vida de la de ahora y de la venidera. 9 Fiel la palabra y de toda aceptación
digna. 10 Pues por esto nos fatigamos y vituperados somos, porque hemos creído en
Dios viviente; quien es salvador de todos hombres, mayormente de los fieles. 11
Manda esto y enseña. 12 Nadie tu juventud menosprecie, en conducta, en caridad, en
fe, en castidad. 13 Mientras vengo, atiende a la lectura(c), a la exhortación, a la
enseñanza. 14 No descuides el, en ti, carisma, que se te dio, por profecía(d), con
imposición de las manos del presbiterio. 15 Esto medita; en esto está, porque tu
aprovechamiento manifiesto sea a todos. 16 Atiende a ti y a la doctrina; persiste en ello;
que esto haciendo, y a ti mismo salvarás y a los que te oyen.

2a. Marcados con marca de fuego.


3b. Que mandan abstenerse.
13c. Pública.
14d. Revelación.

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Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 5

1 A anciano no increpes, sino exhorta, cual a padre; a jovencillos, cual a hermanos; 2 a


ancianas, cual a madres; a jovencillas, cual a hermanas, en toda castidad. 3 Viudas
honra, a las realmente viudas. 4 Y si alguna viuda hijos o nietos tiene, —aprendan(a)
primero la propia casa reverenciar y compensaciones retornar a los progenitores; que
esto acepto es a faz de Dios. 5 Y la realmente viuda y desolada, esperanzada está en
Dios; y persevera en las plegarias y oraciones día y noche; 6 pero la disoluta, viviendo,
muerta está. 7 Y estas cosas preceptúa, para que inimpugnables sean. 8 Y, si alguno, a
los propios, y máximamente a los domésticos, no provee, la fe ha negado y es, más que
un infiel, malo. 9 Viuda regístrese(b), no menos de años sesenta nacida, de un marido
mujer; 10 en obras bellas siendo testimoniada: si hijos ha criado; si ha hospedado; si de
santos pies lavado; si a atribulados, socorrido; si de toda obra buena ha ido en pos. 11
Pero a las algo jóvenes viudas rechaza(c); pues, cuando han lozaneado(d) contra Cristo,
casarse quieren 12 teniendo juicio(e), porque la primera fe desecharon; 13 y a la vez
también ociosas aprenden, recorriendo las casas, y no sólo ociosas, sino también
locuaces e impertinentes, a hablar lo no debido. 14 Quiero, pues, que las algo jóvenes
se casen(f), hijos engendren, casa gobiernen, ningún asidero den al adversario de
vituperio; 15 pues ya algunas hanse vuelto en pos de satanás. 16 Si un fiel o una infiel
tiene viudas, socórralas, y no se grave la iglesia, para que a las realmente viudas
socorra. 17 Los que bellamente presiden, presbíteros, de doble honor son dignos;
máximamente los que se fatigan en palabra y enseñanza. 18 Pues dice la Escritura: A
buey que trilla, no bozalearás; y digno, el obrero de su jornal. 19 Contra presbítero
acusación no admitas, a no ser que con dos o tres testigos. 20 A los que pecan, a faz de
todos reprende, a fin de que también los demás temor tengan. 21 Conjuro a faz de Dios
y de Cristo Jesús y de los escogidos ángeles, que, esto(g) guardes, sin prejuicio, nada
haciendo según propensión. 22 Manos más(h) luego a nadie impongas, ni participes de
pecados ajenos: a ti mismo casto conserva. 23 (Ya no agua(i) bebas, sino de vino
módico usa por tu estómago y tus frecuentes enfermedades). 24 De algunos hombres
los pecados manifiestos son, que se adelantan a juicio; pero a algunos también siguen:
25 asimismo también las obras, las bellas, manifiestas son, y las que de otro modo se
han, ocultarse no pueden(j).
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4a. Ellas, las viudas.

9b. Póngase en registros eclesiásticos, para ser sustentada. 11c. De los registros.
d. Se han desenfrenado carnalmente, violando voto, hecho de castidad.
12e. Teniendo sobre sí juicio condenatorio.
14f. Otra vez.

21g. Lo referente a la acusación de presbítero. 22h. Muy luego; más luego que conviene. 23i. Seas
hidrópota = bebas solamente agua. 25j. Encárgale examine a los ordenandos, según la luz y opinión
públicas.

Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 6

1 Cuantos son bajo yugo siervos, a los propios amos de toda honra dignos estimen; para
que el nombre de Dios y la doctrina no sean blasfemados. 2 Pero, los que fieles tienen
amos, no menosprecien, porque hermanos son; sino más bien sirvan, porque fieles son
y amados los que el beneficio reciben. Esto enseña tú y exhorta.
3 Si alguno enseña disidente y no se allega a sanas palabras: las de nuestro Señor
Jesucristo, y a la, según piedad, doctrina, 4 inflado está, nada sabiendo, sino
enfermando acerca de disputas y logomaquias(a); de las que nace envidia, contienda,
blasfemias, sospechas malas, 5 refriegas de hombres de la mente corrompidos y
privados de la verdad; que estiman negocio ser la piedad 6 Pero es negocio grande la
piedad con bastantía(b). 7 Pues nada hemos traído al mundo; claro que tampoco llevar
cosa alguna podemos; 8 y, teniendo sustento y cobertura esto nos ha de bastar. 9 Pero
los que quieren enriquecer, caen en tentación y bajo el diablo y apetitos muchos
insensatos y perniciosos; los que hunden a los hombres en ruina y perdición. 10 Que
raíz de todos los males es el amor del dinero, a que algunos tendiendo, se han
extraviado de la fe y a sí mismos traspasádose con dolores muchos. 11 Mas tú, oh
hombre de Dios, esto huye, y corre en pos de justicia, piedad, fe, caridad, paciencia,
mansedumbre. 12 Combate el bello combate de la fe; aprehende la eterna vida, para la
cual has sido llamado, y has confesado la bella confesión a faz de muchos testigos. 13
Preceptúote a faz del Dios, el que vivo engéndralo todo, y de Cristo Jesús, el que
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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testificó ante Poncio Pilato la bella confesión; 14 que guardes la(c) ordenación
inmaculado, inimpugnable, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo; 15 la que en
tiempos propios mostrará el bienaventurado y sólo dinasta, el rey de los reinantes y
señor de los señoreantes; 16 el sólo que tiene inmortalidad, luz habitando inaccesible; a
quien ha visto nadie de hombres ni ver puede; a quien honor e imperio sempiterno;
amén. 17 A los ricos en el de ahora siglo, preceptúa que no sublimes sientan, ni estén
confiados en, de riqueza, incertidumbre, sino en el Dios, el viviente; el que nos brinda
todo ricamente para disfrutar; 18 que bien obren, enriquezcan en obras bellas,
dadivosos sean, comuniquen(d), 19 atesorándose fundamento bello para lo futuro, para
que aprehendan la realmente vida. 20 Oh Timoteo, el depósito custodia, esquivando las
profanas nuevas voces(e) y objeciones de la mentidamente llamada ciencia; 21 la cual
algunos profesando, acerca de la fe, desacertaron. La gracia contigo. Amén.

4a. Lides de (=por) palabras. 6b. Lo bastante para vivir. 14c. Esta: la que precede. 18d. A los demás.

20e. Alusión a los innumerables eones y principios de los gnósticos y otros herejes.

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Epístola Segunda a Timoteo


Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, según promesa de vida, la en


Cristo Jesús, 2 a Timoteo, amado hijo: gracia, misericordia, paz, de Dios Padre y Cristo
Jesús, nuestro Señor.
3 Agradecimiento tengo al Dios a quien sirvo, desde progenitores, en pura conciencia,
que ininterrumpida tengo de ti memoria en mis oraciones noche y día; 4 anhelando
verte, recordando tus lágrimas(a), para de gozo llenarme; 5 a la memoria trayendo la en
ti infingida fe; la que inhabitó primero en tu abuela, Lóide, y tu madre, Eunice; y
persuadido estoy de que también en ti. 6 Por la cual causa te recuerdo que reinflames el
carisma de Dios, que hay en ti por la imposición de mis manos. 7 Pues no nos ha dado
Dios espíritu de timidez, sino de fuerza, y caridad y templanza. 8 No te avergüences,
pues, del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero, sino que males padece,
con el Evangelio, según la virtud de Dios(b), 9 el que nos ha salvado y llamado con
llamamiento santo, no, según nuestras obras, sino según propia determinación y gracia,
la dada a nosotros, en Cristo Jesús, antes de tiempos seculares(c); 10 y manifestada
ahora por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo; que, así abolió la muerte como
iluminó vida e incorruptibilidad, por el Evangelio; 11 para lo cual he sido puesto yo
predicador, y apóstol y maestro de gentes. 12 Por la cual causa también esto padezco;
empero no me avergüenzo; pues sé a quién he creído, y persuadido estoy de que
poderoso es para el depósito mío custodiar hasta aquel día. 13 Dechado ten de sanas
palabras, las que de mí has oído en fe y amor el en Cristo Jesús. 14 El bello depósito
custodia, por el Espíritu Santo el que inhabita en nosotros. 15 Sabes esto: que se han
apartado de mí todos los del Asia; de los que es Figelo y Hermógenes. 16 Dé
misericordia el Señor a la de Onesíforo casa; porque muchas veces me ha refrigerado y
de mi cadena no avergonzádose; 17 sino que, viniendo a Roma, diligentemente
buscóme y halló. 18 Déle el Señor hallar misericordia de Señor en aquel día. Y cuanto
en éfeso ministró, mejor tú conoces.

4a. Al despedirme de ti. 8b. Padece confortado por Dios. 9c. Desde antes de los tiempos del siglo: de
la creación.

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Epístola Segunda a Timoteo


Capítulo 2

1 Tú, pues, hijo mío, confórtate en la gracia la en Cristo Jesús; 2 y lo que has oído de
mí, por muchos testigos, esto encomienda a fieles hombres, los que idóneos han de ser
para también a otros enseñar. 3 Soporta, como bello soldado de Cristo Jesús. 4 Nadie,
militando, implícase en los de la vida negocios; para al reclutador, agradar. 5 Y, si
también luchare alguien, no es coronado, si no legítimamente luchare. 6 El labrador
agrícola debe primero(a) de los frutos participar. 7 Entiende lo que digo(b), pues te dará
el Señor entendimiento en todo. 8 Recuerda a Jesucristo resucitado de muertos, de
simiente de David(c); según mi Evangelio; 9 en que soporto, hasta cadenas, como
malhechor; empero la palabra de Dios no está encadenada. 10 Por esto, todo sufro por
los elegidos, para que también ellos salud consigan: la en Cristo Jesús con gloria
eterna. 11 Fiel la palabra: pues si hemos conmuerto, también conviviremos; 12 si
sufrimos, también conreinaremos; si negáremos, aquél también nos negará; 13 si
descreemos, aquél fiel permanece; pues negar a sí mismo no puede. 14 Estas cosas
recuerda, conjurando a faz del Señor. 1 Tim. 1,4 No alterques; cosa para nada proficua;
para(d) subversión de las gentes. 15 Afánate para a ti mismo probado presentarte a
Dios: obrero inavergonzable, recta cortando la palabra(e) de la verdad. 16 Y los
profanos vaniloquios esquiva; pues mucho ayudarán a la impiedad; 17 y la palabra de
ellos como gangrena, pábulo tendrá(f); de los que es Himeneo y Fileto; 18 los cuales
acerca de la verdad han desacertado, diciendo que la resurrección ya ha sido(g); y
subvierten de algunos la fe. 19 Empero, el firme fundamento de Dios mantiénese,
teniendo este sello: Ha conocido el Señor a los que son suyos; y: «Apártese de
iniquidad todo el que nombra el nombre de Señor». 20 Pero, en grande casa, no hay
sólo vasos áureos y argénteos, sino también lígneos y lúteos, y unos para honra, otros
para deshonra. 21 Si alguien, pues, se depurare de estas cosas, será vaso para honra,
santificado y útil al dueño, para toda obra buena dispuesto. 22 Y los juveniles apetitos
huye, y corre en pos de justicia, fe, caridad, paz con los que aman al Señor, de puro
corazón. 23 Pero las necias e indisciplinadas cuestiones evita, sabiendo que engendran
riñas. 24 Y el siervo de Señor no debe reñir, sino suave ser para con todos, docente,
paciente, 25 en mansedumbre amaestrando a los contradictores; por si les dé Dios

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arrepentimiento para a conocimiento de verdad venir, 26 y vuelvan en sí del lazo del


diablo, vivos prendidos por él a su voluntad.

6a. El primero; el maestro antes que los discípulos.


7b. Lo del buen soldado, del buen atleta, del buen agrícola; que, padeciendo,
alcanzan la palma y el fruto de la vida eterna.
8c. Verdadero hombre; lo que negaban los herejes de aquel tiempo.
14d. Sino para.
15e. Libre y enérgicamente hablando.

17f. Irá cundiendo.


18g. Que no hay más resurrección que la de Cristo.

Epístola Segunda a Timoteo


Capítulo 3

1 Y esto conoce: que en los últimos días sobrevendrán tiempos pesados, 2 pues serán
los hombres amantes de sí mismos, amantes del dinero, jactanciosos, altaneros,
blasfemos, a los padres inobedientes, desagradecidos, impíos, 3 inamantes,
implacables, calumniadores, incontinentes, indómitos, inamantes del bien, 4 traidores,
precipitados, inflados, del deleite amantes, más que de Dios amantes; 5 teniendo
apariencias de piedad, pero la virtud de ella negando; también de éstos apártate. 6 Pues
de éstos son los que se entran en las casas y cautivan mujerzuelas cargadas de pecados,
que son llevadas de concupiscencias diversas, 7 siempre aprendiendo y jamás a
conocimiento de verdad venir pudiendo. 8 Del modo que Janés y Jambrés resistieron a
Moisés; así también éstos resisten a la verdad, hombres corrompidos de la mente,
réprobos acerca de la fe. 9 Empero no adelantarán más; pues su demencia muy
manifiesta será a todos; como la de aquéllos fue. 10 Pero tú has seguido la doctrina mía,
la institución, el propósito, la fe, la longanimidad, la caridad, la paciencia, 11 las
persecuciones, los padecimientos; cuales me acontecieron en Antioquía, en Iconio, en
Listras; las cuales persecuciones toleré, y de todas me libró el Señor. 12 Y todos los que
quieren piadosamente vivir en Cristo Jesús, perseguidos serán. 13 Pero malos hombres
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y embaidores empeorarán más y más, engañando y engañándose. 14 Mas tú permanece


en lo que has aprendido, 15 y que, desde niño, las sagradas letras sabes, las que pueden
adiestrarte para la salud por la fe, la en Cristo Jesús. 16 Toda escritura, por Dios
inspirada, también provechosa para enseñanza, para reprensión, para corrección, para
amaestramiento el en justicia; 17 para que perfecto sea el de Dios hombre, para toda
obra buena perfeccionado.

Epístola Segunda a Timoteo


Capítulo 4

1 Conjuro a faz de Dios y de Jesucristo del que ha de juzgar vivientes y muertos, y por
su aparición y su reino: 2 predica la palabra; insiste a tiempo, a destiempo; convence,
increpa; exhorta con toda longanimidad y doctrina. 3 Pues habrá tiempo, cuando la
santa doctrina no tolerarán; sino que, según los propios apetitos, se hacinarán maestros,
picándoseles(a) el oído; 4 y ciertamente, de la verdad el oído apartarán; pero a las
fábulas se convertirán. 5 Mas tú vela en todo; soporta; obra haz de evangelista; tu
ministerio completa. 6 Que ya yo soy libado(b), y el tiempo de mi disgregación está
próximo. Flp. 2, 17 7 La bella lid he lidiado, la carrera consumado, la fe conservado. 8
Por lo demás, guardada me está la de la justicia(c) corona, que me dará en aquél día, el
justo juez; y no sólo a mí, sino también a todos los que han amado su aparición(d).
9 Apresúrate a venir a mí presto. 10 Que Demas me ha abandonado, amando el
presente siglo, y ha partido a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia; 11
Lucas está sólo conmigo. A Marco tomando trae contigo; porque me es útil para
ministerio. 12 Y a Tíquico envié a éfeso. 13 El capote que dejé en Tróade, cerca de
Carpo, viniendo, trae, y los libros; sobre todo, los pergaminos. 14 Alejandro, el herrero,
muchos males me ha mostrado(e); le pagará el Señor, según sus obras; 15 de quien
también tú guárdate; pues muy mucho resistió a las palabras nuestras. 16 En mi
primera defensa(f) nadie me acompañó; sino que todos me abandonaron; no se les
impute. 17 Pero el Señor me asistió y confortóme para que por mí la predicación fuese
completada y oyesen todas las gentes; y librado fui de boca de león. 18 Libraráme el
Señor de toda obra mala, y salvará para su reino, el celestial; a quien la gloria por los
siglos de los siglos, amén. 19 Saluda a Prisca y áquilas y la de Onesíforo casa. 20
Erasto quedó en Corinto; y a Trófimo dejé, en Mileto, enfermo. 21 Apresúrate, para,
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antes del invierno, venir. Salúdate Eubulo, y Pudente, y Lino, y Claudia y los hermanos
todos. 22 El Señor Jesucristo con tu espíritu. La gracia con vosotros.

3a. Sintiendo prurito de oír doctores y doctrinas nuevos. 6b. Víctima pronta a ser libada, inmolada.
8c. Debida justamente.

d. Que han amado, deseado y preparándose para su vuelta gloriosa. 14e. Hecho y mostrado; mostrado
muy mala voluntad. 16f. En su primera prisión, en tiempos de Nerón.

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Epístola a Tito
Capítulo 1

De los ordenados. Increpaciones y consejos.


Exordio

1 Pablo, siervo de Dios, apóstol de Jesucristo, según fe de elegidos de Dios y


conocimiento de verdad, la según piedad, 2 en esperanza de vida eterna; que prometió
el inmendaz Dios, antes de tiempos seculares; 3 y manifestó, en sazones propias, su
palabra, en predicación; que ha sido confiada a mí, según ordenación de nuestro
Salvador, Dios; 4 a Tito, verdadero hijo, por la común fe: gracia y paz de Dios Padre y
Cristo Jesús, Salvador nuestro. 5 Por esta causa te dejé en Creta: para que, lo que falta,
acabases de corregir; y constituyeses en cada ciudad ancianos(a); cual yo te ordené: 6 si
alguno es irreprensible, de una mujer marido, hijos teniendo fieles, no en acusación de
libertinaje o insumisos. 7 Que debe el obispo irreprensible ser, como de Dios
dispensador: no arrogante, no iracundo, no vinolento, no percusor, no torpe logrero; 8
sino hospitalario, benigno, sobrio, justo, santo, continente, 9 atenido a la, según la
doctrina, fiel palabra; para que poderoso sea, y a exhortar en la enseñanza la sana, y a
los que contradicen, refutar. 10 Pues hay muchos también insumisos, vanílocuos y
embaidores; sobre todo los de la circuncisión; 11 a quienes hay que refrenar; los cuales
enteras casas trastornan, enseñando lo que no se debe, por causa de torpe lucro. 12 Dijo
uno de ellos, propio de ellos profeta(b): Los cretenses siempre embusteros, malas
bestias, vientres haraganes. 13 Este testimonio es verdadero. Por la cual causa
repréndeles ásperamente, para que sanen en la fe, 14 no ateniéndose a judaicas fábulas
y mandamientos de hombres que de sí apartan la verdad. 15 Todo(c) puro a los puros;
pero a los manchados e infieles, nada puro; sino que manchadas están, y su mente y su
conciencia. 16 A Dios confiesan conocer, mas con las obras niegan; abominables
siendo y rebeldes, y, para toda obra buena, reprobados.
12 b. ¿Epiménides?

15 c. Alimento.

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Epístola a Tito
Capítulo 2

De los diversos deberes

1 Pero tú habla lo que corresponde a la sana doctrina; 2 que los ancianos sobrios sean,
graves, prudentes, sanos(a) en la fe, la caridad, la paciencia; 3 las ancianas, asimismo,
en porte propio de lo sacro, no calumniadoras, no a mucho vino esclavizadas, bellas
maestras; 4 para que prudentes hagan a las jóvenes, porque amantes de los maridos
sean, amantes de los hijos, 5 prudentes, castas, caseras buenas, sometiéndose a los
propios maridos para que la palabra de Dios no sea blasfemada. 6 A los jóvenes
asimismo exhorta a ser temperantes; 7 acerca de todo a ti mismo presentándote modelo
de bellas obras, en la doctrina incorruptibilidad, gravedad, 8 palabra sana, intachable,
para que el adversario se confunda, nada teniendo que decir de nosotros malo. 9
Siervos(b) que a los propios amos se sujeten; en todo complacientes sean, no
contradiciendo, 10 no defraudando, sino toda fe demostrando buena, para que la
doctrina la de nuestro Salvador Dios, atavíen(c). 11 Porque ha destellado la gracia de
Dios salvadora a todos los hombres, 12 instruyéndonos, para que, renunciando a la
impiedad y las mundanas concupiscencias, sobria, y justa y piadosamente vivamos en
el presente siglo, 13 aguardando la bienaventurada esperanza y aparición de la gloria
del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo; 14 que se dio por nosotros, para
rescatarnos de toda iniquidad, y depurar para sí un pueblo opulento, celador de
hermosas obras. 15 Esto habla y exhorta y reprende con todo imperio: nadie te
menosprecie.

2 a. Íntegros y fuertes. 9 b. Exhorta (el verbo del vs. 6) 10 c. Presenten amable y bella a los hombres.

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Epístola a Tito
Capítulo 3

De las virtudes cristianas

1 Acuérdales que a principados y potestades se sometan; sumisos sean; para toda obra
buena preparados estén; 2 que a nadie blasfemen; incontenciosos sean, benignos, toda
mansedumbre demostrando para con todos los hombres. 3 Pues éramos un tiempo
también nosotros, insipientes, inobedientes, extraviados; sirviendo a concupiscencias y
deleites diversos, en malicia y envidia viviendo, odiados, aborreciendo unos a otros. 4
Pero, cuando la bondad y la afabilidad destelló de nuestro Salvador, Dios; 5 no por
obras, las en justicia que habíamos hecho nosotros, sino según su misericordia
salvónos, por lavacro de regeneración y renovación del Espíritu santo; 6 a quien
derramó sobre nosotros opulentamente por Jesucristo, Salvador nuestro; 7 para que,
justificado por su gracia, herederos fuésemos hechos, según esperanza, de vida eterna.
8 Fiel la palabra, y estas cosas quiero aseveres: que piensen por hermosas obras
descollar los que han creído a Dios. Esto es hermoso y útil a los hombres. 9 Pero necias
cuestiones, y genealogías y contiendas y luchas legales evita; pues son inútiles y vanas.
10 A herético hombre, después de una y otra amonestación, evita; 11 sabiendo que está
pervertido el tal y peca, estando condenado por sí mismo(a).
12 Cuando yo enviare ártemas a ti o Tíquico, apresúrate a venir a mí a Nicópolis; pues
allí he resuelto invernar. 13 A Zenas, el legisperito y a Apolo, había enviado adelante
procurando que nada les falte. 14 Y aprendan también los nuestros a ser en hermosas
obras los primeros(b) para las premiosas necesidades, a fin de que no sean infructuosos.
15 Salúdante los conmigo todos; saluda a los que nos aman en la fe. La gracia con
todos vosotros.

11 a. Por su culpable obstinación.


14 b. Darse empeñosamente a trabajar para vivir.

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Epístola a Filemón
Capítulo único

1 Pablo, encadenado de Cristo Jesús, y Timoteo, el hermano, a Filemón, el amado y


cooperador nuestro; 2 y a Apia, la hermana, y a Arquipo, el conmilitón nuestro, y a la,
en tu casa, iglesia. 3 Gracia a vosotros y paz de Dios, Padre nuestro, y Señor Jesucristo.
4 Agradezco a mi Dios, siempre memoria de ti haciendo en mis oraciones, 5 oyendo la
caridad tuya y la fe, que tienes para con el Señor Jesús y para con todos los santos; 6 a
fin de que la comunicación de tu fe, activa se haga en conocimiento de todo bien(a), el
en nosotros, para con Cristo Jesús. 7 Pues gozo mucho tuve y consuelo en tu caridad,
porque las entrañas de los santos refrigeradas están por ti, hermano. 8 Por lo cual, libre
habla en Cristo teniendo mucha para ordenarte lo conveniente; 9 por el amor más bien
ruego, tal siendo, como(b) Pablo: anciano, y ahora ya también encadenado de
Jesucristo; 10 ruégote por el hijo mío, que engendré en las prisiones: Onésimo; 11 el un
tiempo para ti inútil, pero ahora ya, y a ti y a mí muy útil, 12 el que te he remitido; y tú
a él, esto es: las entrañas mías(c), acoge. 13 Al que yo quería conmigo retener, para que,
por ti, me sirviese en las prisiones del evangelio. 14 Pero, sin el asentimiento tuyo,
nada he querido hacer, para que no como de fuerza el bien tuyo sea, sino de grado. 15
Porque tal vez por esto se apartó por una hora, para que sempiterno le recobres; 16 no
ya como siervo, sino más que siervo: hermano amado, sobre todo para mí y cuánto más
para ti, y en carne y en Señor. 17 Si, pues, me tienes por compañero, acógele como a
mí. 18 Y, si algo te ha agraviado o debe, esto a mí cárgamelo. 19 Yo, Pablo, he escrito
de mi mano; yo pagaré; por no decirte que aún a ti mismo te me debes además. 20 Sí,
hermano; yo te disfrute en Señor: refrigera mis entrañas en Cristo. 21 Confiado en tu
obediencia te he escrito, sabiendo que aún sobre(d) lo que digo, harás. 22 Y a la vez
también prepárame hospedaje; pues espero que, por vuestras oraciones donado(e) seré a
vosotros. 23 Salúdate Epafrás, el concautivo mío en Cristo Jesús, 24 Marco, Aristarco,
Demas, Lucas, mis cooperadores. 25 La gracia de nuestro Señor Jesucristo con vuestro
espíritu.

6a. Para que se haga conocido todo el bien que hacéis por Jesucristo.
9b. Lo es.

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12c. Hijo muy querido.


21d. Más.
22e. Dado graciosamente, conservado para vosotros.

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Epístola a los Hebreos


Capítulo 1

Cristo excede a los ángeles

1 Habiendo múltiple y multímodamente, en lo antiguo, Dios hablado a los padres en los


profetas; 2 en el último de estos días, nos ha hablado en el Hijo; a quien puso heredero
de todo, por(a) quien también hizo los siglos; 3 El cual, siendo destello de la gloria e
imagen de la substancia de él, y sustentándolo todo con la palabra de su poder,
habiendo purificación de los pecados hecho, sentóse a la diestra de la majestad en lo
excelso; 4 tanto mejor hecho(b) que los ángeles, cuanto más excelente que ellos ha
heredado nombre. 5 Porque ¿a quién dijo alguna vez de los ángeles: Sl. 2,7. Hijo mío
eres tú yo hoy te he engendrado? Y de nuevo: 2 S. 7,14. ¿Yo seréle en padre y él
seráme en hijo? 6 Y, cuando de nuevo, introdujo al Primogénito en el orbe, dice: Sal.
103,4. Y adórenle todos los ángeles de Dios. 7 Y cuanto a los ángeles, dice: Sl. 44,7.
«El que hace a sus ángeles ráfagas y a sus ministros de fuego llama». 8 Y cuanto al
Hijo: Sal. 44, 7-8. El trono tuyo, el(c) Dios, por el siglo del siglo; vara de rectitud, la
vara de tu reino. 9 Amaste justicia, y odiaste iniquidad; por esto te ungió Dios, tu Dios,
con óleo de alborozo, sobre tus copartícipes. Sl. 101, 26-28. 10 Y: Tú, en los
principios, Señor, la tierra cimentaste, y obras de tus manos son los cielos; 11 ellos
perecerán, pero tú permaneces; y todos, como vestidura se envejecerán; 12 y, cual si
manto les mudarás y se mudarán; pero tú el mismo eres, y tus años no desfallecerán.
13 Y ¿a quién de los ángeles ha dicho alguna vez: Sl. 109,1 Siéntate a mi diestra hasta
que yo ponga tus enemigos escabel de tus pies? 14 ¿Acaso no todos son ministeriales
espíritus, que, en ministerio son enviados por los que han de heredar la salud?

2 a. Medio de quien. 4 b. Tanto más excelente nacido, hecho hombre que.


8 c. Oh, tú.

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Epístola a los Hebreos


Capítulo 2

Obediencia al Hijo de Dios.


Su humillación para salvar a los creyentes

1 Por esto debemos más abundantemente atenernos a lo oído; no sea que difluyamos(a).
2 Pues, si la por ángeles hablada palabra(b) se hizo firme, y todo descamino y
desobediencia recibió condigna retribución; 3 ¿cómo nosotros escaparemos, tamaña
descuidando salud?(c) la que, principio tomando de ser hablada del Señor, por los que
oyeron, fue a nosotros confirmada, 4 atestiguándola a la vez Dios, y con señales y
prodigios, y diversas virtudes y del Espíritu santo repartimientos, según su voluntad. 5
Pues no a ángeles sometió el mundo el futuro; del cual hablamos. 6 Y testificó en
alguna parte alguien, diciendo, Sl.8-5. ¿Qué es el hombre que te acuerdas de él; o el
hijo de hombre, que le visitas? 7 Minorástele un tanto(d) de los ángeles, de gloria y
honor coronástele, y constituístele sobre las obras de tus manos. 8 Todo sometiste por
debajo de sus pies. Porque, al sometérselo todo, nada dejó insumiso a él. Pero ahora
todavía no se lo vemos todo sometido. 9 Y al un tanto de ángeles minorado vemos: a
Jesús, por el padecimiento de la muerte, de gloria y honor coronado; para que, por
gracia de Dios, por cada uno gustara la muerte. 10 Pues cumplía a él(e), por causa de
quien las cosas todas y por quien las cosas todas(f), que, a muchos hijos a gloria
llevando, al autor de la salud de ellos(g), por padecimientos, consumase. 11 Pues el que
santifica y los que son santificados, de uno(h), todos; por la cual causa no se avergüenza
de hermanos llamarles, 12 diciendo: Sl. 21,23. Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
en medio de la iglesia te himnaré. 13 Y de nuevo: Is. 8,17. Yo seré confiado en él. Y de
nuevo: He aquí yo y los párvulos que me ha dado Dios(i). 14 Ya que los párvulos, pues,
han comunicado con sangre y carne, también él mismo igualmente participó de ellas(j),
para que, por la muerte, anonadase al que el imperio tenía de la muerte; esto es: al
diablo; 15 y soltase a éstos;
cuantos, por temor de la muerte, durante todo el vivir, sujetos estaban a servidumbre(k).
16 Pues no por cierto de ángeles asume,(l) sino de simiente de Abrahán asume. 17 Por
donde debió en todo a los hermanos asemejarse, para misericordioso hacerse y fiel
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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sumo sacerdote en lo para con Dios, para expiar los pecados del pueblo. 18 Pues en(m)
lo que ha padecido él, tentado, puede a los tentados socorrer.

1 a. Como agua: nos deshagamos, perezcamos. 2 b. En el Sinaí: la ley mosaica. 3 c. La evangélica. 7


d. En su vida mortal.
10 e. Dios.
f. Son.
g. A Cristo.

11 h. Vienen todos: de Dios.

13 i. Isaías en figura, aquí de Cristo. 14 j. Sangre y carne; es de la misma naturaleza humana. 15 k. La


del temor de la muerte.
16 l. Naturaleza de ángeles.
18 m. Por.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 3

Cristo mayor que Moisés

1 Por donde, hermanos santos del llamamiento celestial partícipes, considerad al


apóstol y sumo pontífice de nuestra confesión Jesús; 2 que fiel es a quien le hizo; como
también Moisés, en toda la casa(a) de él. 3 Porque de mayor gloria éste sobre Moisés ha
sido dignado, cuanto mayor honor tiene que la casa el que la fabricó. 4 Pues toda casa
fabricada es por alguno; pues, quien todo fabricó(b): Dios. 5 Y Moisés ciertamente,
fiel(c) en toda su casa, como servidor, en testimonio de lo que se había de hablar(d); 6
pero Cristo, como Hijo(e), sobre su casa; cuya casa somos nosotros, si la libre habla y la
gloriación de la esperanza, hasta el fin, firme retuviéremos. 7 Por lo cual, según dice el
Espíritu Santo: Sl. 94,8-11. Hoy, si la voz de él oyereis, 8 no endurezcáis vuestros
corazones, como en la exacerbación, según el día de la tentación en el desierto; 9
donde me tentaron vuestros padres; probáronme, y vieron mis obras, 10 cuarenta
años; por lo cual, indignéme contra esta generación y dije: «Siempre yerran de
corazón. Y ellos no han conocido mis caminos; 11 como juré en mi ira: «¡No entrarán
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en el reposo mío...!» 12 Mirad, hermanos, no sea que haya en alguno de vosotros


corazón malo de infidelidad para(f) apartarse del Dios viviente; 13 sino exhortaos cada
día, mientras que el Hoy(g) se nombra: para que no se endurezca alguno de entre
vosotros con engaño del pecado. 14 Pues partícipes del Cristo hemos sido hechos, con
tal que el principio de su fundamento(h), hasta el fin, firme retuviéremos; 15 mientras
se dice: «Hoy, si la voz de él oyereis, no endurezcais vuestros corazones, como en la
exacerbación». 16 Pues algunos, oyendo, exacerbaron, empero no todos los que
salieron de Egipto por Moisés. 17 Pero, ¿contra quiénes se indignó cuarenta años?
¿Acaso no contra los que pecaron; cuyos cadáveres cayeron en el desierto? 18 Pero ¿a
quiénes juró que no entrarían en el reposo de él, sino a los increyentes? 19 Y
vemos que no pudieron entrar por incredulidad.

2 a. Familia, pueblo.
4 b. Es.
5 c. Fue.

d. Para que testificarse lo que Dios había de revelar. 6 e. Es; preside a. 12 f. Que os aparte. 13 g. La
vida presente. 14 h. El primer fundamento de la fe subsistente, viva.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 4

El reposo a los judíos, se da por Cristo


Fuerza de la palabra divina

1 Temamos, pues, no sea que, abandonando la promesa de entrar en el reposo(a) de él,


parezca alguno de entre vosotros haberse rezagado. 2 Pues también hemos sido
evangelizados, así como aquéllos; empero no aprovechó la palabra de la oída a
aquéllos no mezclada con la fe, en lo que oyeron. 3 Pues entramos en el reposo, los que
hemos creído; según ha dicho: «Como juré en mi ira: «¡Si entrarán en mi reposo!...»; y
eso, estando las obras, desde fundación de mundo, hechas(b). 4 Pues ha dicho en alguna

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parte acerca del séptimo así: Gn. 2,2. Y reposó Dios en el día el séptimo de todas sus
obras. 5 Y en ésta de nuevo: «¡Si entrarán en el reposo mío!...» 6 Ya que resta, pues,
que algunos entren en él, y los primeros evangelizados no entraron por desobediencia,
7 de nuevo determina día: «Hoy», en David, diciendo, después de tanto tiempo, como
antes ha dicho: «Hoy, si la voz de él oyereis, no endurezcáis vuestros corazones». 8
Pues, si a ellos Jesús(c) reposara, no de otro hablara luego día. 9 Por tanto queda el
sabatismo(d) para el pueblo de Dios. 10 Pues, el que entró en el reposo de él, también él
reposó de sus obras, tal como de las propias Dios. 11 Apresurémonos, pues, a entrar en
aquel reposo, para que nadie en el mismo ejemplo caiga de la desobediencia. 12 Pues
viviente, el verbo de Dios y eficaz, y cortante sobre toda cuchilla bifauce(e); y, pasando
hasta la división del alma y espíritu, así de articulaciones como de médulas, y
discernidor de intentos y pensamientos de corazón; 13 y no hay criatura invisible a faz
de él, y todo desnudo y cuellidescubierto(f) a sus ojos; para con quien a nosotros la cuenta(g). 14
Teniendo, pues, sumo sacerdote grande que ha atravesado los cielos: a Jesús, el Hijo de
Dios, asgámonos a la confesión(h). 15 Que no tenemos sumo pontífice que no pueda
compadecerse de nuestras flaquezas, sino tentado, por todo, según semejanza, sin
pecado. 16 Lleguémonos, pues, con libre habla(i) al trono de la gracia, para alcanzar misericordia;
y gracia hallar, para oportuno socorro.

1 a. El reposo de la tierra prometida es figura del reposo eterno del cielo. 3 b. Por eso no habla Dios
aquí, ni del reposo del sábado, ni del de la tierraprometida, sino del celestial.
8 c. Josué.
9 d. El reposo sabático, santo, eterno, que —aguarda el pueblo de Dios.
12 e. De dos bocas, filos; devoradora con sus filos.
13 f. Alzado y descubierto el cuello, como para ser degollado.
g. A quien debemos dar cuenta.
14 h. De la fe.
16 i. Libre, confiadamente, hablando, orando.

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Epístola a los Hebreos


Capítulo 5

Cristo pontífice eterno

1 Porque todo sumo pontífice, que de entre hombres se toma, en pro de hombres
constituido es en lo para con Dios, a fin de ofrecer dones y hostias por pecados; 2 que
condolerse pueda de los ignorantes y errantes; ya que también él cercado está de
flaqueza; 3 y, por ella, debe, así como por el pueblo, así también por sí mismo ofrendar
por pecados. 4 Y no se toma alguno el honor, sino el que es llamado por Dios; así como
Aarón. 5 Así también el Cristo no a sí mismo se glorificó, haciéndose sumo pontífice,
sino el que le habló: Sl. 2,7. Hijo mío eres tú: yo hoy te he engendrado; 6 así como
también en otro lugar dice: Sl. 109, 4 Tú, sacerdote por el siglo, según el orden de
Melquisedec. 7 Quien, en los días de su carne, y plegarias y súplicas al que podía
salvarle de muerte, con clamor intenso y lágrimas, ofreciendo; y escuchado por la
reverencia(a), 8 con ser Hijo, aprendió, de lo que padeció, la obediencia; 9 y,
consumado, hízose para todos los obedientes a él, causante de salud eterna; 10
designado por Dios pontífice sumo, según el orden de Melquisedec. 11 De quien
tenemos mucha palabra, y mal declarable, que decir, ya que tardos os habéis hecho de
los oídos. 12 Puesto que, debiendo ser maestros, por el tiempo, de nuevo necesidad
tenéis de que se os enseñe cuáles(b) los rudimentos del principio de los dichos de
Dios(c), y habéis venido a tener necesidad de leche, no de sólido manjar. 13 Pues, todo
el que participa de leche, inexperto(d), de palabra de justicia(e); que párvulo es; 14 pero,
de perfectos es el sólido manjar, de los que, por el hábito, los sentidos ejercitados
tienen para discernimiento y de bello y de malo.

7 a. Debida a él.
12 b. Sean.
c. De las primeras revelaciones.
13 d. Es.
e. Enseñanza de justicia perfecta y santidad.

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Epístola a los Hebreos


Capítulo 6

Exhortación a permanecer en la fe y confianza, a ejemplo de Abrahán

1 Por lo cual, preteriendo la del principio del Cristo palabra(a), a la perfección


dirijámonos, no de nuevo fundamento echando de penitencia de muertas obras y fe en
Dios, 2 de bautismos(b) doctrina y de imposición de manos, de resurrección de muertos
y juicio eterno. 3 Y esto haremos, si lo permitiere Dios. 4 Pues imposible(c) que, los que
una vez han sido iluminados, y han gustado el don el celestial y partícipes han sido
hechos del Espíritu santo, 5 y la hermosa han gustado de Dios palabra y las virtudes del
venidero siglo(d), 6 y han recaído; otra vez se renueven a penitencia; crucificando otra
vez, para sí, al Hijo de Dios y exhibiendo(e). 7 Pues tierra que se ha embebido, la sobre
ella a menudo caída lluvia, y genera hierba útil a aquéllos por quienes también se
cultiva; ha participado de bendición de Dios; 8 pero, produciendo espinas y abrojos,
réproba(f) y de maldición cerca; cuyo fin en quema. 9 Pero persuadidos estamos,
cuanto a vosotros, amados, de lo mejor y próximo a salud; aunque así hablamos. 10
Que no injusto Dios, para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis demostrado
para con su nombre, habiendo servido a los santos y sirviendo. 11 Pero anhelamos que
cada uno de vosotros demuestre empeño en el pleno aseguramiento de la esperanza,
hasta el fin, 12 para no tardos haceros, sino imitadores de los que, por fe y
longanimidad, heredan las promesas. 13 Pues a Abrahán prometiendo Dios, ya que a
nadie tenía mayor por quien jurar, juró por sí mismo, 14 diciendo: Gen. 22,16. «En
verdad, bendiciendo te he de bendecir, y multiplicando, multiplicarte. 15 Y así,
longanimándose, alcanzó la promesa. 16 Pues hombres por el mayor juran y de toda,
para ellos, controversia fin en firmeza(g), el juramento; 17 en lo que, más
abundantemente queriendo Dios demostrar a los herederos de la promesa lo inmutable
de su determinación, interpuso el juramento; 18 a fin de que, por dos cosas
inmutables,(h) en las cuales imposible(i) que mienta Dios, poderosa consolación tengamos
los que nos hemos refugiado a asirnos a la propuesta esperanza. 19 La que como áncora
tenemos del alma y segura y firme, y que entra en lo interior del velo; 20 adonde
precursor por nosotros entró Jesús, según el orden de Melquisedec, sumo pontífice
hecho por el siglo.
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Epístola a los Hebreos


Capítulo 7

Melquisedec y Cristo

1 Pues este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios, del Altísimo, el que
encontró a Abrahán volviendo de la matanza de los reyes, y le bendijo; 2 al que
también diezmo de todo dividió Abrahán; el que en primer lugar es interpretado; «rey
de justicia»; y después también: «rey de Salem; lo que es: rey de paz»; 3 sin padre, sin
madre, sin genealogía; ni principio de días, ni de vida fin teniendo, y asemejado al Hijo
de Dios, permanece sacerdote para siempre. 4 Y mirad ¡cuánto éste! al que también
Abrahán dio de lo principal, el patriarca. 5 Y aquéllos, de entre los hijos de Leví, el
sacerdocio recibiendo, mandamiento tienen de diezmar al pueblo, según la ley; esto es:
a sus hermanos, aunque salidos del lomo de Abrahán; 6 pero éste, que no es
genealogado de entre ellos, ha diezmado a Abrahán; y, al que tiene las promesas, ha
bendecido. 7 Pero fuera de toda contradicción, lo menos por lo más es bendecido. 8 Y
aquí por cierto diezmos murientes hombres reciben; pero allí, quien es atestiguado que
vive. 9 Y, por decir la palabra: por Abrahán, también Leví, el que diezmos recibe,
diezmado ha sido(a); 10 pues ya en el lomo del padre estaba, cuando le encontró
Melquisedec. 11 Si a la verdad, pues, perfección(b) por el levítico sacerdocio había
(porque el pueblo por él ha sido legislado) ¿qué ya necesidad(c) de que, «según el orden
de Melquisedec» otro se levantara sacerdote, y que no «según el orden de Aarón» se
diga? 12 Pues trasladado el sacerdote, por fuerza también de ley traslación se hace. 13
Pues el en(d) que se dice esto, de tribu otra ha descendido, de la que nadie ha atendido al
altar; 14 que claro es que de Judá ha nacido nuestro Señor; a la cual tribu, sobre
sacerdotes, nada Moisés habló. 15 Y más aún claro es, si, a la semejanza de
Melquisedec, se levanta sacerdote otro, 16 que no, según la ley de mandamiento carnal
ha sido hecho, sino según virtud de vida indisoluble. 17 Porque testimoniado es: que
«Tú, sacerdote
por el siglo, según el orden de Melquisedec». 18 Pues derogación por cierto se hace de
precedente ordenación por su flaqueza e inutilidad; 19 pues nada perfeccionó la ley;
introducción, empero, de mejor esperanza(e), por la que nos acercamos a Dios. 20 Y en
cuanto no(f) sin juramento (pues aquéllos, sin juramento, han sido hechos sacerdotes;
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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21 pero éste, con juramento, por el que le dice: Juró Señor, y no se arrepentirá: Tú,
sacerdote por el siglo); 22 en tanto de mayor testamento ha sido hecho fiador Jesús. 23
Y aquéllos, muchos han sido hechos sacerdotes, por serles , por muerte, impedido
permanecer; 24 pero éste, por permanecer él por el siglo, intransitorio tiene el
sacerdocio. 25 Por donde también salvar del todo puede a los que se allegan, por él, a
Dios, siempre viviente para interceder por ellos. 26 Pues tal a nosotros convenía sumo
pontífice, santo, inocente, incontaminado, segregado de los pecadores, y más excelso
que los cielos hecho; 27 que no tiene cada día necesidad, así como los sumos
pontífices, de primeramente por los propios pecados hostias ofrecer, después, por los
del pueblo; pues esto hizo de una vez, a sí mismo ofreciendo. 28 Pues la ley hombres
constituye sumos pontífices que tienen flaqueza; pero la palabra del juramento, del
después de la ley, a Hijo, por el siglo, consumado(g).

9 a. Se le exigieron diezmos, pues descendiente él de Abrahán, en persona de éste


los pagó a Melquisedec, reconociéndole por superior. 11 b. Que el sacerdote levítico era perfecto, no
se subordinaba al de Cristo ysantificaba por sí mismo al hombre.
c. Había.
13 d. De.
19 e. Fue.
20 f. Fue, sucedió, fue hecho sumo sacerdote Jesús.
28 g. Eternamente perfecto.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 8

Cristo pontífice de la nueva y mejor alianza

1 Y suma de lo que se dice: Tal tenemos sumo pontífice que se sentó a diestra del trono
de la majestad en los cielos; 2 del santuario ministro y del tabernáculo el verdadero,
que plantó Dios, y no hombre. 3 Pues todo sumo pontífice para ofrecer y dádivas y
hostias ese constituido; por donde necesario(a) que tenga algo también éste que ofrecer.
4 Sí, por lo tanto, estuviese sobre la tierra, ni sería sacerdote, habiendo quienes ofrecen,
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según la ley, las dádivas; 5 los cuales a figura y sombra sirven de las cosas celestes;
según fue revelado a Moisés, cuando había de fabricar el tabernáculo: Porque Mira,
dice, Ex. 25,40 harás todo según el dechado que se te mostró en el monte. 6 Pero ahora
más excelente ha recibido ministerio, cuanto también de una mejor es alianza
medianero; la cual sobre mejores promesas ha sido instituida. 7 Pues, si aquella
primera hubiese sido intachable, no de segunda se buscara lugar. 8 Pues, tachándoles,
dice: Jer. 31,31-34. He aquí días vienen, dice Señor y consumaré sobre la casa de
Israel y sobre la casa de Judá alianza nueva; 9 no según la alianza que hice a los
padres de ellos un día que tomé yo la mano de ellos para sacarles de tierra de Egipto;
porque ellos no permanecieron en mi alianza, y yo les desprecié, dice Señor. 10
Porque éste(b) el pacto que pactaré con la casa de Israel, después de aquellos días,
dice Señor: dando mis leyes en su mente también en su corazón inscribirélas,(c) y
seréles en Dios, y ellos seránme en pueblo. 11 Y no enseñará, no, cada cual a su
conciudadano y cada cual a su hermano, diciendo: «Conoce tú al Señor»; porque
todos sabránme, de pequeño a grande de ellos; 12 porque propicio seré a sus
iniquidades; y de sus pecados no me acordaré, no, ya. 13 Al decir: nueva, ha anticuado
a la primera; y lo que se anticúa y envejece, cerca(d) de desaparición.
3 a. Es.
10 b. Es.
c. Refiérese el pasaje a la venida del Espíritu Santo.
13 d. Está.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 9

Cristo medianero por su sangre

1 Tenía, por cierto, también la primera prescripciones de culto y el santuario


mundano(a). 2 pues tabernáculo fue dispuesto, el primero, en el cual(b), y el candelabro,
y la mesa y la proposición de los panes; el cual se dice el santo. 3 Y detrás del segundo
velo(c); tabernáculo, el que se llama el santo de los Santos(d), 4 áurea teniendo ara, y el
arca del testamento, revestido doquier de oro; en la que una urna áurea, teniendo el

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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maná y la vara de Aarón la brotada y las tablas del testamento; 5 y encima de ella
querubines de gloria que sombreaban el propiciatorio; de lo cual no hay ahora que
hablar parte por parte. 6 Y, estas cosas así dispuestas, en el primer tabernáculo siempre
entran los sacerdotes que los cultos consuman; 7 en el segundo, empero, una vez en el
año, sólo el sumo sacerdote, no sin sangre; que ofrece por sí mismo y las del pueblo
ignorancias(e); 8 esto mostrando el Espíritu el santo: no haberse aún manifestado la del
santuario vía, mientras el primer tabernáculo tiene consistencia; 9 lo que(f) parábola
para el tiempo el presente(g), según la cual, y dádivas y hostias se ofrecen que no
pueden, cuanto a conciencia, perfeccionar el cultor, 10 que sólo en viandas, y bebidas y
diversas lociones y prescripciones de carne, hasta tiempo de rectificación(h), consisten.
11 Cristo, empero, viniendo sumo pontífice de los venideros bienes, por el mayor y
más perfecto tabernáculo no hechizo; esto es: no de esta creación, 12 ni por sangre de
cabrones y becerros, sino por la propia sangre entró una vez por todas en el santuario,
eterna redención hallando. 13 Pues, si la sangre de cabrones y toros, y cenizas de
becerra espolvoreadas a los contaminados santifica para la de la carne pureza; 14
¿cuánto más la sangre del Cristo, quien, por Espíritu eterno, se ofreció inmaculado a
Dios, purificará nuestra conciencia de muertas obras para servir a un Dios viviente? 15
Y por esto de alianza nueva medianero es; para que, muerte viniendo en redención de
las bajo el primer testamento
transgresiones, la promesa recibiesen los llamados, de la eterna herencia. 16 Pues,
donde(i) testamento, muerte menester(j) que sobrevenga del testador; 17 porque
testamento en muertos es firme; puesto que nunca vale, mientras vive el testador. 18
Por donde, ni el primero sin sangre ha sido consagrado. 19 Pues, recitada toda la
ordenación según ley, por Moisés a todo el pueblo, tomando la sangre de los becerros y
de los cabrones, con agua y lana carmesí e hisopo, así el mismo libro, como todo el
pueblo roció, 20 diciendo: «Esta(k), la sangre del testamento que ha dispuesto para con
vosotros Dios». 21 Y también el tabernáculo y todos los vasos del ministerio con
sangre igualmente roció. 22 Y casi, en sangre, todo se purifica, según la ley, y sin
efusión de sangre, no hay remisión. 23 Menester(l), pues, que las figuras de lo de los
cielos, con esto, se purificasen; las celestiales mismas, empero, con mejores hostias
que éstas. 24 Pues no en hechizo santuario entró Cristo, antitípico(m) del verdadero,
sino en el mismo cielo, para ahora aparecer al rostro de Dios por nosotros; 25 ni para a
menudo ofrecerse a sí mismo; como el sumo pontífice entra en el santuario cada año en
sangre ajena; 26 si no, hubiera sido menester que muchas veces padeciese, desde la
fundación del mundo; empero, ahora ya una vez por todas, en consumación de los
siglos, para anonadamiento del pecado, por su inmolación se ha manifestado. 27 Y, tal
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como está decretado a los hombres una vez morir; y, después de esto, el juicio; 28 así
también el Cristo, una vez ofrecido para de muchos quitar pecados; por segunda vez,
sin pecado, apareceráse a los que le esperan, para salud.

1 a. Terrenal.
2 b. Estaban así el candelabro como, etc.
3 c. Había.
d. Sancta sanctórum: tienda santa de las santas = santa por excelencia.
7 e. Pecados.
9 f. Es.
g. Figura del tiempo presente. 10 h. Perfeccionamiento evangélico. 16 i. Hay.
j. Es.

20 k. Es.
23 l. Fue.
24 m. Imitado.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 10

Cristo expió en la cruz todos los pecados

1 Pues, sombra teniendo la ley, de los venideros bienes, no la imagen misma de las
cosas, cada año(a) con las mismas hostias que ofrecen perennemente, jamás pueden a
los que se allegan, perfeccionar; 2 de otro modo ¿no hubieran cesado de ofrecerse, por
ninguna(b) tener ya conciencia de pecados los cultores una vez purificados? 3 Empero
en ellas(c), memoria(d) de pecados cada año; 4 pues imposible que sangre de toros y
cabrones quite pecados. 5 Por lo cual, entrando en el mundo, dice: Sl. 39,7-9. Hostia y
oblación no quisiste; pero cuerpo adaptásteme; 6 holocaustos aun por pecado no te
pluguieron. 7 Entonces dije: «He aquí vengo (a la cabeza del libro(e) escrito está de
mí) a hacer, el(f) Dios, tu voluntad». 8 Diciendo más arriba: «Porque hostias, y
oblaciones y holocaustos, aún por pecado, no quisiste, ni pluguieron»; las cuales(g),

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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según ley, se ofrecen, 9 entonces ha dicho: «He aquí vengo para hacer tu voluntad»;
quita lo primero, para lo segundo establecer. 10 En la cual voluntad santificados
estamos por la oblación del cuerpo de Jesucristo una vez por todas. 11 Y todo sacerdote
asiste cada cada día ministrando, y las mismas a menudo ofreciendo hostias; las cuales
jamás pueden quitar pecados; 12 éste, empero, habiendo una por pecados ofrecido
hostia, para siempre sentóse a la diestra de Dios; 13 en adelante aguardando a que sean
puestos sus enemigos escabel de sus pies. 14 Porque, con una oblación, ha consumado
para siempre a los que se santifican. 15 Y testifícanos también el Espíritu, el Santo.
Porque, después de haber dicho: 16 Jer. 31,33. Este, el testamento que testaré con ellos,
después de aquellos días, dice Señor: «Dando leyes mías en su corazón; y en su mente
las escribiré. 17 y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré, no, ya». 18
Pero, donde(h), remisión de éstos; ya no(i) oblación por pecado.
19 Teniendo, pues, hermanos, libertad para la entrada del santuario, en la sangre de
Jesús, 20 por el camino que nos consagró nuevo y viviente, por el velo; esto es: la
sangre suya; 21 y(j) sumo pontífice grande sobre la casa de Dios; 22 lleguémonos con
verdadero(k) corazón, en plenitud de fe, rociados(l) los corazones de conciencia mala, y lavados el
cuerpo(m) con agua pura; 23 mantengamos la confesión de la esperanza indeclinable(n)
(pues fiel, el que ha prometido); 24 y mirémonos(o) unos a otros, en estímulo de caridad
y hermosas obras; 25 no abandonando nuestra congregación, según costumbre de
algunos, sino exhortando, y tanto más, cuanto veis acercarse el día(p). 26 Que
voluntariamente pecando nosotros, después de recibir el conocimiento de la verdad, ya
no por pecados queda hostia; 27 pero una medrosa expectación de juicio; y de fuego
celo, que devorar debe a los contrarios. 28 Desechando alguno la ley de Moisés, sin
lástimas, mediante dos o tres testigos, muere; 29 ¿cuánto más, pensáis, peor merecerá
castigo, el que al Hijo de Dios conculcó y la sangre del testamento, común(q) reputó; en
la cual ha sido santificado; y al Espíritu de la gracia ultrajó? 30 Pues sabemos al que
dijo: Deut. 32,35. A mí, venganza: yo retribuiré; y de nuevo: Sl. 135,14. Juzgará Señor
a su pueblo. 31 Medroso, el caer en manos de un Dios viviente. 32 Pero rememorad los
anteriores días, en que, iluminados(r) mucha lid sostuvisteis de padecimientos: 33
ahora, así con oprobios como con tribulaciones hechos espectáculo; ahora en partícipes
de los así vivientes(s), convertidos. 34 Pues también con los aprisionados padecisteis y
la rapiña de vuestros bienes con gozo aceptasteis, conociendo que tenéis mejores
haberes, y permanentes. 35 No abandonéis, pues, vuestra confianza; la cual tiene
grande remuneración. 36 Que de paciencia tenéis necesidad, para que, la voluntad de
Dios haciendo, reportéis la promisión. 37 Is. 26,20. Pues todavía un poco, tantito,

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tantito —el que viene, llegará, y no tardará; 38 Hb. 2,3-4. y el justo mío de fe vivirá, y
si se retrajere(t), no se complace mi alma en él. 39 Pero nosotros no somos de
retraimiento, para perdición, sino de fe, para ganancia de alma.

1 a. En las mismas hostias que cada año ofrecen. 2 b. Ninguna conciencia.


3 c. Las hostias.
d. Es; se hace.
7 e. Lo principal de las escrituras.
f. Oh Dios: el Dios mío.

8 g. Hostias. 18 h. Hay.
i. Hay. 21 j. Teniendo.
22 k. Sincero.
l. Nosotros —habiendo rociado nosotros, lavado con la rociada.
m. Totalmente con el bautismo.

23 n. Sin declinar, decaer.

24 o. Mirémonos para estimularnos a porfiar en caridad. 25 p. De Cristo: su reinado. 29 q. Impura. 32


r. Bautizados.
33 s. Perseguidos y oprobiados.
38 t. De la fe.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 11

Ejemplos de fe

1 Y es la fe de las cosas que se esperan, fundamento; de cosas demostración que no se


ven. 2 Pues en ésta testimoniados(a) fueron los antiguos, 3 Por fe, entendemos haber
sido dispuestos los siglos(b) por palabra de Dios, para que, de lo que no parece, se
hiciera lo que se ve. 4 Por fe, mayor hostia Abel que Caín ofreció a Dios; por la que fue
testimoniado ser justo; testimoniando a sus ofrendas Dios; y por ella, muerto, aún

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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habla(c). 5 Por fe, Enoc trasladado fue, para no ver muerte; y no fue hallado, por esto:
porque le había trasladado Dios; pues, antes de la traslación, testimoniado está de haber
placido a Dios. 6 Y, sin fe, imposible placerle; pues creer debe, el que se llega a Dios,
que(d) es, y, para los que le buscan, remunerador se hace. 7 Por fe, habiéndose revelado
a Noé lo que aún no se veía, temeroso dispuso el arca, para salvación de su casa, por la
cual(e) condenó al mundo, y de la, según fe, justicia hízose heredero. 8 Por fe, el
renombrado(f) Abrahán, obedeció en salir a lugar que había de recibir en herencia; y
salió, no sabiendo a dónde va. 9 Por fe, avecindóse en tierra de la promesa, como ajena;
en tiendas habitando con Isaac y Jacob, los coherederos de la promesa la misma; 10
porque esperaba la que los fundamentos tiene ciudad, cuyo artífice y autor(g), Dios. 11
Por fe, también la misma Sara virtud, para fundación de simiente, recibió, aún fuera de
sazón de edad, por cuanto fiel reputó al que prometía. 12 Por lo cual también, de uno
engendrados fueron (y eso amortecido) tal como los astros del cielo, por la
muchedumbre, y, como la arena la en la ribera del mar, la innumerable. 13 Conforme
a fe(h) murieron éstos todos, no habiendo recibido las promesas, sino en lontananza
viéndolas y saludando, y confesando que huéspedes y peregrinos son sobre la tierra. 14
Pues los que tal dicen, demuestran que patria buscando van. 15 Y, si por ventura
aquélla hubieran recordado de que salieron, hubiesen tenido tiempo de retornar; 16
pero ahora una mejor
pretenden; esto es: celestial. Por lo que no se avergüenza de ellos Dios, Dios
llamándose de ellos; porque preparádoles ha ciudad. 17 Por fe, ha ofrecido Abrahán a
Isaac, siendo tentado; y al unigénito ofrecía, el que las promesas recibiera; 18 a quien
se habló: Gn. 21,18. Que en Isaac llamada te será simiente; 19 pensando que también
de entre muertos a resucitar poderoso(i) Dios; por donde también en parábola,(j) le recibió. 20
Por fe, asimismo acerca de lo venidero bendijo Isaac a Jacob y a Esaú. 21 Por fe, Jacob,
muriendo, a cada uno de los hijos de José bendijo, y adoró hacia la punta de la vara de
él(k). 22 Por fe, José, feneciendo, de la salida de los hijos de Israel acordóse, y acerca de
los huesos de él mandó. 23 Por fe, Moisés; nacido, ocultado fue un trimestre por sus
padres, por esto: porque vieron gracioso al niñito, y no temieron la orden del rey. 24
Por fe, Moisés, grande hecho, rehusó decirse hijo de hija de Faraón; 25 más bien
eligiendo ser maltratado, con el pueblo de Dios, que temporales tener de pecado
fruiciones; 26 mayor riqueza estimando, que los de Egipto tesoros, el oprobio del
Cristo(l); pues miraba a la remuneración. 27 Por fe, abandonó a Egipto, no temiendo la
ira del rey; pues al invisible, como(m) viendo, se atuvo. 28 Por fe, ha hecho la pascua y
la aspersión de la sangre, para que, el que exterminaba lo primogénito, no tocase a
ellos. 29 Por fe, pasaron por la roja mar, como por seca tierra; de la cual experiencia
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tomando los egipcios, devorados fueron. 30 Por fe, los muros de Jericó cayeron
cercados por siete días. 31 Por fe, Rahab, la ramera, no pereció al par de los
increyentes, acogiendo a los exploradores con paz. 32 ¿Y qué aún digo? Pues
faltaríame; refiriendo, el tiempo, acerca de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté y David y
Samuel, y de los profetas; 33 quienes por medio de fe debelaron reinos; obraron
justicia; alcanzaron promesas, cerraron bocas de leones, 34 extinguieron poder de
fuego, huyeron bocas(n) de cuchilla; confortados fueron de flaqueza; hiciéronse fuertes en guerra,
campamentos derribaron de extraños(o); 35 recibieron mujeres por resurrección, a los muertos
de ellas; y otros atimbalados(p) fueron, no admitiendo el rescate(q) para mejor resurrección
tocar. 36 Y otros de ludibrios y azotes experiencia tomaron, y, a más, de prisiones y
custodia: 37 lapidados fueron, aserrados fueron, probados fueron, en matanza de
cuchilla murieron, anduvieron en zaleas, en caprinas pieles, necesitados, atribulados,
maltratados; 38 de quienes no era digno el mundo; en soledades errabundos, y montes,
y cavernas y las grietas de la tierra. 39 Y estos todos, testificados(r) por la fe, no se
llevaron la promesa; 40 Dios acerca de nosotros algo mejor proveyendo, para que no
sin nosotros, consumados fuesen(s).

2 a. Recibieron buen testimonio: fueron aprobados.


3 b. Todo el universo.
4 c. Por su sangre que clama al cielo.
6 d. Dios.
7 e. El arca. Condenó ésta, por la fe, la incredulidad del mundo.
8 f. Divinamente.
10 g. Es.
13 h. Conformándose a ella, reteniéndola.
19 i. Es.

j. Figura; pues Isaac librado de la muerte y como resucitado, es, en todo su

sacrifico, una imagen viva de Cristo. 21 k. De José, en señal de sumisión, pues la vara era el cetro
regio que llevaba José.
26 l. Proféticamente vio Moisés a Cristo y padeció por él.
27 m. Si le viera.
34 n. Filos, a modo de bocas abiertas, devoradoras.

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o. Enemigos.
35 p. El suplicio del timbal consistía en que se ponía al reo en una rueda, donde se le estiraba la piel
hasta dejarla como un timbal.

q. Redención, liberación de los tormentos. 39 r. Aunque de Dios recibieron testimonio, alabanza, por
la fe. 40 s. Proveyó Dios que no fuesen perfeccionados: recibiesen la promesa, la
recompensa, la gloria antes que nosotros; antes de la muerte de Cristo.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 12

De la paciencia, a ejemplo de Cristo


Excelencia de la nueva alianza

1 Por lo tanto; también nosotros, tanta teniendo, que nos cerca, nube de testigos, carga
deponiendo toda y el cautivador pecado, por paciencia corramos la que se nos propone,
lid, 2 mirando al de la fe autor y consumador, Jesús; quien en vez del que se le proponía
gozo, soportó cruz, vergüenza menospreciando; y a la diestra del trono de Dios está
sentado. 3 Porque recapacitad al que tamaña(a) ha soportado, de los pecadores, contra
sí, contradicción; para que no os rindáis, en las almas vuestras desmayados. 4 Aún no
hasta sangre habéis resistido, contra el pecado reluchando: 5 y os(b) habéis olvidado de
la consolación; la que con vosotros, cual con hijos conversa: Prov. 3,11. Hijo mío, no
apoques(c) la corrección del Señor, ni desmayes, por él reprendido. 6 Pues al que ama
Señor, corrige; y vapula a todo hijo que recibe(d). 7 Hasta la corrección perseverad;
cual a hijos, se os ofrece Dios; pues, ¿qué hijo(e) a quien no corrige el padre? 8 Y, si
fuera estáis de corrección, de que partícipes han sido hechos todos; luego bastardos, y
no hijos sois. 9 Además; a los de nuestra carne padres teníamos de correctores; y les
reverenciábamos; ¿no mucho más nos subordinaremos al padre de nuestros espíritus, y
viviremos? 10 Pues aquéllos para pocos días, según lo que les parecía, educaban; éste,
empero, en lo conveniente a participar de su santidad. 11 Pero toda educación, en
cuanto a lo presente, no parece de gozo ser, sino de pesar; al fin, empero, fruto pacífico,
a los por ella ejercitados, da de justicia. 12 Por lo cual, las remisas manos y las

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disueltas rodillas erguid, 13 y pasos rectos haced con vuestros pies para que lo
claudicante no extravíe; sane, empero, más bien. 14 La paz seguid con todos, y la
santificación; sin la cual nadie verá al Señor; 15 mirando que nadie falte a la gracia de
Dios; que ninguna raíz de amargura, subiendo, empezca y por ella se manchen los
muchos; 16 que ninguno(f), ramero, o profano, como Esaú; quien, por manjar uno,
vendió su primogenitura; 17 porque sabéis que también más adelante, queriendo
heredar la bendición, reprobado fue; pues de penitencia lugar no halló; con lágrimas,
buscándola. 18 Porque no os habéis allegado a palpable monte, y encendido fuego,
nieblas y tinieblas, y tormenta, 19 y a de trompeta son y voz de palabras; la cual
oyendo, pidieron que no se les dirigiera palabra; 20 (pues no sufrían lo que se
ordenaba: Aun cuando bestia tocare el monte, lapidada será; 21 y tan temeroso era lo
que aparecía que Moisés dijo: Espantado estoy y tembloroso); 22 sino que os habéis
allegado a Sión monte y ciudad de Dios viviente, a Jerusalén celeste y a miríadas(g) de
ángeles, 23 a asamblea y congregación de primogénitos(h) inscritos en los cielos, y al
juez Dios de todos, y a espíritus de justos consumados(i). 24 y a de alianza nueva
medianero, Jesús, y a sangre de aspersión, mejor hablando que Abel. 25 Mirad que no
desechéis al que habla; pues, si aquéllos no escaparon los que sobre la tierra
desecharon al vaticinante(j); mucho menos nosotros los que al de los cielos
desechamos; 26 cuya voz la tierra estremeció entonces; ahora, empero, ha prometido
diciendo: Ag. 2,6. Todavía una vez yo estremeceré, no sólo la tierra, sino también el
cielo. 27 Y lo de: «Todavía una vez», declara la de las cosas estremecidas traslación,
como(k) de hechas; para que queden las no estremecidas. 28 Por lo cual reino
inestremecible recibiendo, retengamos la gracia; por la que sirvamos gratamente a
Dios, con reverencia y temor, 29 que nuestro Dios, fuego consumidor.

3 a. Tamaña —contradicción. Hipérbaton enfático.


5 b. Ni.

c. No tengas en poco. 6 d. Admite por suyo. 7 e. Hay. 16 f. Sea.


22 g. Una miríada = diez mil. Miríadas = multitud incontable. 23 h. Los santos primeros, más
excelentes.
i. Glorificados.

25 j. Moisés. 27 k. Como que son cosas hechas, transitorias, amovibles; la ley y el reino
mosaicos.

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Epístola a los Hebreos


Capítulo 13

Exhortaciones

1 La fraternidad persevere. 2 De la hospitalidad no os olvidéis; que, por ésta,


ocultóseles a algunos(a), que hospedaban a ángeles. 3 Acordaos de los cautivos, como
de concautivos; de los afligidos, como que también vosotros estáis en cuerpo. 4
Honorable, el matrimonio en todo, y el tálamo, inmaculado; que a rameros y adúlteros
juzga Dios. 5 Desinteresada la vida; contentos con lo presente; pues él dijo: Deut. 31,6.
No te dejaré, no; ni te abandonaré, no; 6 así que confiadamente digamos: Señor, para
mí, ayudador: no temeré: ¿que me hará el hombre? 7 Recordad a los prepósitos
vuestros; los cuales os hablaron la palabra de Dios, de los que, contemplando la salida
de la conversación(b), imitad la fe. 8 Jesucristo: ayer y hoy el mismo, y por los siglos. 9
De doctrinas varias y peregrinas no seáis llevados; porque hermoso, con gracia
afianzarse el corazón; no con viandas, que no aprovecharon a los observantes. 10
Tenemos altar, de que comer no tienen potestad los que al tabernáculo sirven. 11 Pues
de los animales, cuya sangre es introducida, por pecado en el santuario, por el sumo
sacerdote; de éstos los cuerpos se queman fuera del campamento. 12 Por lo cual
también Jesús, para santificar por la propia sangre al pueblo, fuera de la puerta(c)
padeció. 13 Por tanto salgamos a él, fuera del campamento, su oprobio llevando; 14
que no tenemos aquí permanente ciudad, sino que la venidera buscamos. 15 Por él,
pues, ofrezcamos hostias de loor siempre a Dios; esto es: fruto de labios que confiesan
su nombre. 16 Y de la beneficencia y comunión(d) no os olvidéis, pues en tales hostias
se complace a Dios. 17 Obedeced a vuestros prepósitos, y someteos; pues ellos velan
por vuestras almas, como que cuenta han de dar, para que, con gozo esto hagan, y no
gimiendo; pues inconveniente a vosotros esto. 18 Orad por nosotros; pues confiamos
en que bella conciencia tenemos, en todo bellamente queriendo conversar. 19 Y
más exhorto a esto hacer, para que más pronto sea yo restituido a vosotros. 20 Y el Dios
de la paz, el que sacó de muertos al pastor de las ovejas, el grande, en sangre de
testamento eterno, a nuestro señor Jesús; 21 os perfeccione en todo bien, para hacer su
voluntad, haciendo(e) en vosotros lo grato a faz de él, por Jesucristo; a quien la gloria
por los siglos de los siglos, Amén. 22 Y exhórtoos, hermanos, a sufrir la palabra de la

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exhortación; por haberos brevemente escrito. 23 Sabed que nuestro hermano Timoteo
está libre, con quién, si más pronto él viniere, os veré. 24 Saludad a todos vuestros
prepósitos y a todos los santos. Os saludan los de la Italia. 25 La gracia con todos
vosotros.

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Epístola de Santiago
Capítulo 1

De la sabiduría; la tentación; la lengua

1 Santiago, de Dios y Señor Jesucristo siervo, a las doce tribus, las en la dispersión,
salud. 2 Todo gozo estimad, hermanos míos, cuando en tentaciones(a) cayereis varias; 3
conociendo que la probación de vuestra fe obra paciencia. 4 Y la paciencia obra
perfecta tenga(b), para que seáis perfectos e íntegros, en nada faltos. 5 Y, si a alguno de
vosotros falta sabiduría, pida al que da: Dios, a todos sencillamente(c) y no enrostra; y
darásele. 6 Mas pida en fe, nada vacilando; pues el que vacila, parécese a oleadas de
mar aventadas y agitadas. 7 Pues bien no piense aquel hombre, que alcanzará algo del
Señor; 8 un varón doble(d) instable en todos sus caminos. 9 Y gloríese el hermano, el
bajo en su alteza(e); 10 el rico; empero, en su bajeza(f); pues, como flor de heno pasará.
11 Pues alzóse el sol con el ardor, y secó el heno, y la flor de él cayóse, y el decoro de
la faz de él pereció; así también el rico en sus andanzas se marchitará. 12
Bienaventurado el varón que sobrelleva tentación; porque después de probado, recibirá
la corona de la vida; que ha prometido el Señor a los que le aman. 13 Nadie, al ser
tentado, diga: que «de Dios soy tentado»; que Dios intentado es de males(g); y tienta él
a nadie. 14 Cada cual, empero, tentado es; por la propia concupiscencia arrastrado y
cebado; 15 luego la concupiscencia, concibiendo, pare pecado; y el pecado,
consumado, engendra muerte. 16 No erréis, hermanos míos amados. 17 Toda dádiva
buena y todo don perfecto de arriba es, descendiendo del Padre de las luces; en quien
no hay mudanza o de vicisitud sombreamiento(h). 18 Queriendo, engendrónos con
palabra de verdad, para que seamos ciertas primicias de sus criaturas. 19 Sabéis(i),
hermanos míos amados. Y sea todo hombre pronto para el oír; tardo para el hablar;
tardo para ira; 20 pues ira de varón justicia de Dios no obra. 21 Por lo cual, desechando
toda impureza y demasía de malicia, en mansedumbre aceptad la implantada palabra,
la poderosa a salvar vuestras almas. 22 Y convertíos en hacedores de palabra, y no en
oidores solamente, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque, si alguno oidor de
palabra es, y no hacedor, éste parécese a varón que contempla la faz de su natividad(j)
en espejo; 24 pues contempládose ha, e ídose y luego olvidádose de cómo era(k). 25
Pero, el que escudriña la ley perfecta, la de libertad(l), y persevera, no oidor de olvido(m)
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hecho, sino hacedor de obra, éste, bienaventurado en su hacer será. 26 Si alguien cree
religioso ser, no refrenando su lengua, sino engañando a su corazón(n); de éste, vana la
religión. 27 Religión pura e inmaculada ante Dios y Padre, ésta es: visitar huérfanos y
viudas en la tribulación de ellos; inmancillado guardarse del mundo.

2 a. Tribulaciones, persecuciones. 4 b. Sea perfecta en su obrar. 5 c. Sin restricción: abundantemente.


8 d. Es.
9 e. Porque es alteza el humillarse.
10 f. El rico humíllese.

13 g. Inaccesible a lo malo, a tentación mala que induce a pecado. Pero permite y


aún dispone la que es prueba, para recompensa y corona. 17 h. La vicisitud, denota cambio, y el
cambio proyecta cierta sombra. Dios es luzpurísima y autor de toda luz.
19 i. Esto.
23 j. La faz con que ha nacido; la propia, no pintada; que se puede mirar siempre.
24 k. Se mira un instante para conocerse o corregir algo; es decir: oye la palabra deDios, mírase y
conoce sus defectos; pero olvídase al punto de sí mismo. 25 l. De la libertad, la ley evangélica.

m. Muy olvidadizo. 26 n. Ilusionándose profundamente.

Epístola de Santiago
Capítulo 2

De la misericordia y las buenas obras

1 Hermanos míos, no en acepciones de personas tengáis la fe de nuestro Señor


Jesucristo de la gloria(a). 2 Pues, si entrare en vuestra reunión un varón de anillos de
oro, en vestimenta esplendorosa; y entrare también un pobre en sórdida vestimenta; 3 y
miráreis al que lleva la vestimenta la esplendorosa, y dijereis: «Tú, siéntate aquí
bellamente»; y al pobre dijereis: «Tú, párate allí, o siéntate debajo del escabel mío»; 4
¿no habéis juzgado(b) en vosotros mismos y héchoos jueces de pensamientos malos? 5
Oíd, hermanos míos amados: ¿no ha elegido Dios a los pobres para el mundo, ricos en
fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? 6 Y vosotros habéis
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deshonrado al pobre. Los ricos ¿no se enseñorean de vosotros y ellos os arrastran a


tribunales? 7 ¿No blasfeman ellos el bello nombre el invocado sobre vosotros? 8 Si a la
verdad ley cumplís regia, según la escritura: Lev.19,18. Amarás a tu prójimo como a ti
mismo; bellamente hacéis; 9 mas, si personas aceptáis, pecado obráis, siendo
redargüidos por la ley como transgresores. 10 Pues, quienquiera que toda la ley
guardare, pero ofendiere en una cosa, ha sido de todas hecho reo. 11 Pues, el que dijo:
No adulterarás, dijo también: No matarás; y si no adulterares, matares, empero, te has
hecho transgresor de ley. 12 Así hablad y así haced, como por ley de libertad habiendo
de ser juzgados. 13 Pues el juicio inmisericordioso al que no ha hecho misericordia;
gloríase, empero, misericordia contra juicio. 14 ¿Cuál, el provecho, hermanos míos, si
fe dijere alguno tener, pero obras no tuviere? ¿Acaso puede la fe salvarle? 15 Y si
hermano o hermana desnudos están, y privados del diario sustento; 16 y les dijere uno
de entre vosotros: «Id en paz, calentaos y hartaos», pero no les diereis las cosas
necesarias del cuerpo: ¿cuál el provecho? 17 Así también la fe, si no tuviere obras,
muerta está en sí misma. 18 Empero dirá alguno: «Tú fe tienes, y yo obras tengo»,
muéstrame tu fe sin las
obras, y yo te mostraré, por mis obras, mi fe. 19 Tú crees que uno es Dios; bellamente
haces; también los demonios creen, y se estremecen. 20 Pero ¿quieres conocer, oh
hombre vano, que la fe, sin las obras, muerta es? 21 Abrahán, nuestro padre, ¿no por
obras justificóse, ofreciendo a Isaac, su hijo, sobre el altar? 22 ¿Ves que la fe cooperó a
sus obras y por las obras la fe se consumó? 23 Y cumplióse la escritura la que dice:
Gen. 15,6 Y creyó Abrahán a Dios e imputósele a justicia y amigo de Dios fue
llamado(c). 24 ¿Veis que por obras, justificado es el hombre, y no por la fe solamente?
25 Y asimismo también Rahab, la ramera, ¿no por obras fue justificada(d), acogiendo a
los mensajeros y, por otro camino lanzándoles? 26 Pues, así como el cuerpo, sin
espíritu, muerto es, así también la fe, sin las obras; muerta es.

1 a. Glorioso, dueño y rey de la gloria. 4 b. Inicuamente, condenando al pobre por pobre, honrando al
rico por rico. 23 c. Por su fe en Dios se justificó; por sus obras se consumó su fe y justicia. 25 d. Por su
gran fe y sus obras.

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Epístola de Santiago
Capítulo 3

De la lengua y la sabiduría

1 No muchos, maestros os hagáis, hermanos míos, sabiendo que mayor juicio


recibiremos. 2 Que en muchas cosas tropezamos todos; si alguno en palabra no
tropieza éste, perfecto varón, poderoso a enfrenar todo el cuerpo. 3 Y, si de los caballos
los frenos a las bocas echamos para que nos obedezcan, también todo el cuerpo de ellos
manejamos. 4 He aquí también las naves, tamañas siendo, y por vientos ásperos
empujadas, gobiérnanse con pequeñísimo timón a donde el impulso del dirigente
quisiere. 5 Así también la lengua pequeño miembro es, y muy grande se jacta(a). He aquí
cuánto(b) fuego, cuánta selva enciende; 6 y la lengua, fuego: el mundo(c) de la iniquidad. La
lengua constituida está(d) en los miembros nuestros, la que mancilla todo el cuerpo(e) e inflama el rodar de
nuestra vida desde el nacer, y es inflamada(f) por la gehenna. 7 que toda naturaleza, y de bestias,
y volátiles, y reptiles, y marinos dómase; y domada está por la naturaleza, la humana; 8
la lengua, empero, nadie domar puede de hombres: desasosegado mal, henchida de
veneno mortífero. 9 En ella bendecimos al Señor y Padre, y en ella maldecimos a los
hombres los a semejanza de Dios hechos; 10 de la misma boca procede bendición y
maldición. No debe, hermanos míos, esto así suceder. 11 ¿Por ventura el manantial por
la misma abertura brota lo dulce y, lo amargo? 12 ¿Acaso puede, hermanos míos,
higuera olivas hacer, o vid, higos? ni la salada dulce hacer agua. 13 ¿Quién sabio y
entendido entre vosotros? Muestre por la bella conversación sus obras en
mansedumbre de sabiduría. 14 Pero si celo amargo tenéis y emulación en vuestro
corazón, no alardeéis y mintáis contra la verdad. 15 No es ésta la sabiduría que de
arriba desciende, sino terrenal, psíquica(g), demoníaca. 16 Pues, donde celo y
emulación, allí desasosiego y toda mala obra. 17 Mas la de arriba sabiduría, lo primero,
pura es; luego pacífica, clemente, dócil, henchida de misericordia y frutos buenos, no
juzgadora, no hipócrita. 18 Y fruto de justicia en paz siémbrase para los que hacen paz.

5 a. Tiene muy grande arrogancia.


b. Cuán pequeño.

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6 c. Es ella todo un mundo, el mundo mismo de la iniquidad, por todos los estragos que hace.
d. De tal suerte que mancilla.
e. El hombre entero.
f. Cuando es inflamada por el infierno. 15 g. Del alma animal.

Epístola de Santiago
Capítulo 4

Contra la concupiscencia, maledicencia, y presunción

1 ¿De dónde guerras, y de dónde contiendas entre vosotros? ¿No de aquí: de vuestras
concupiscencias las que militan en vuestros miembros? 2 Codiciáis, y no tenéis(a);
matáis y envidáis, y no podéis alcanzar; contendéis y guerreáis, y no tenéis; por cuanto
no pedís; 3 pedís, y no recibís; por esto: porque malamente pedís: para en vuestras
concupiscencias gastarlo. 4 Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad del mundo enemiga
de Dios es? Quien, pues, quisiere amigo ser del mundo, enemigo de Dios constitúyese.
5 ¿O pensáis, que en vano la escritura dice: «¿Para envidia codicia el Espíritu que
habita en vosotros?»; 6 pero(b) mayor da gracia. Por lo cual dice: Prov. 3,34. Dios a
soberbios resiste; a humildes, empero, da gracia. 7 Someteos, pues, a Dios, y resistid
al diablo, y huirá de vosotros. 8 Acercaos a Dios, y se acercará a vosotros. Limpiad
manos, pecadores, y purificad corazones, dobles. 9 Afligíos, y lamentaos y llorad: la
risa vuestra en lamento conviértase, y el gozo, en confusión. 10 Humillaos a faz de
Señor, y exaltaraos. 11 No murmuréis unos de otros, hermanos. El que murmura del
hombre o juzga a su hermano, murmura de ley y juzga ley; y, si ley juzgas, no eres
hacedor(c) de ley, sino juez. 12 Uno es el legislador y juez el que puede salvar y perder,
pero tú ¿quién eres, el que juzgas al prójimo?— 13 Ea, ahora, los que decís: «Hoy o
mañana partiremos a la ciudad tal, y pasaremos allí un año, y comerciaremos y
ganaremos»; 14 (los que no sabéis lo del mañana; pues ¿qué vuestra vida? Vapor es, el
que un momento aparece y luego desaparece); 15 en vez de decir: «Si el Señor quisiere
y viviéremos, haremos esto o aquello». 16 Mas ahora os gloriáis en vuestras soberbias:
toda gloriación tal mala es. 17 El que sabe, pues, bello hacer, y no hace, pecado para él
es.

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2 a. No alcanzáis lo que apetecéis.

6 b. Antes bien. 11 c. Cumplidor.

Epístola de Santiago
Capítulo 5

Contra los avaros. De la paciencia; juramento; extremaunción, confesión, acción


y celo

1 Ea; ahora, los ricos, llorad ululando sobre vuestros infortunios los que llegan. 2
Vuestra riqueza podrida está, y las vestiduras vuestras apolilladas están; 3 el oro
vuestro y la plata se han enmohecido, y el moho de ellos en testimonio os será y comerá
vuestras carnes, como fuego. Habéis atesorado para los últimos días(a). 4 He aquí el
jornal de los obreros los que segaron vuestras regiones, el defraudado por vosotros,
grita; y los clamores de los que han cosechado, en las orejas del Señor sabaot(b) ha
entrado. 5 Os habéis holgado sobre la tierra, y lujuriado, nutrido vuestros corazones
para día de degüello. 6 Condenasteis, matasteis al justo: no os resiste. 7 Longanimaos,
pues, hermanos, hasta la parusia(c) del Señor. He aquí el labrador aguarda el precioso
fruto de la tierra, longanimándose con él, hasta coger el temprano y el tardío. 8
Longanimaos también vosotros; confirmad vuestros corazones; que la parusia del
Señor se ha acercado. 9 No os lamentéis, hermanos, unos contra otros, para que no se
os juzgue; he aquí el juez a las puertas está. 10 Por dechado tomad, hermanos, del
sufrimiento y la longanimidad, a los profetas, que hablaron en el nombre de Señor. 11
He aquí felicitamos a los que sufrieron: el sufrimiento de Job habéis oído y el fin de
Señor visto; pues de muchas entrañas(d) es el Señor, y misericordioso— 12 Pero, ante
todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra; ni otro alguno
juramento; y sea de vosotros el «Sí; sí»; y el «No; no»; porque bajo de juicio no caigáis.
13 ¿Sufre alguno entre vosotros? Ore. ¿Goza alguno? Cante. 14 ¿Enférmase alguno
entre vosotros? Llame a sí a los presbíteros de la iglesia, y oren sobre él, ungiéndole
con óleo, en el nombre del Señor. 15 Y la oración de la fe salvará al enfermo; y
levantarále(e) el Señor; y si pecados hubiere hecho, perdonaránsele. 16 Confesaos,

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pues, unos a otros los pecados y orad los unos por los otros; para que sanéis. —Mucho
puede plegaria de justo asidua. 17 Elías hombre era pasible igual a nosotros; y con
oración oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra, años tres y meses seis; 18 Y de
nuevo oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra brotó su fruto. 19 Hermanos míos, si alguno
entre vosotros se extraviare de la verdad, y le convirtiere alguno; 20 conozca que, quien
convirtiere a pecador de extravío de su camino, salvará el alma de él de muerte y
cubrirá muchedumbre de pecados(f).

3 a. Ira para los días del juicio. 4 b. «De los ejércitos» celestiales. 7 c. Segunda venida. 11 d. Muy
blando de entrañas. 15 e. Espiritual y corporalmente, infundiéndole fuerza. 20 f. Ajenos y propios.

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Epístola Primera de San Pedro


Capítulo 1

Méritos de Cristo. Santa vida

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos(a) advenedizos de dispersión de Ponto,


Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 según presciencia de Dios Padre, en santificación
de Espíritu, para obediencia, y aspersión de sangre de Jesucristo: gracia a vosotros y
paz acreciéntese.— 3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo; quien,
según la muchedumbre de su misericordia, nos ha regenerado en esperanza viva, por
resurrección de Jesucristo de entre muertos; 4 para herencia incorruptible e
incontaminada e inmarcesible conservada en los cielos a vosotros; 5 los que, en virtud
de Dios, custodiados sois, por fe, para salud preparada a revelarse en tiempo postrero. 6
En el cual os alborozáis(b); un poco ahora, si menester es, apenados en varias
tentaciones; 7 para que la prueba de vuestra fe(c) mucho más preciosa que oro el que
perece, aunque a fuego es probado; se halle, en loor, y gloria y honor, en revelación de
Jesucristo; 8 a quien no viendo, amáis; a quien ahora no mirando, pero creyendo, os
alborozáis con gozo inenarrable y glorificado; 9 reportando el fin(d) de vuestra fe: salud
de almas. 10 Acerca de la cual salud inquirieron y escrudriñaron profetas, los, acerca
de la para con vosotros gracia, profetizantes, 11 escudriñando en qué o cuál tiempo
declaraba el en ellos Espíritu de Cristo, pretestificando los para Cristo padecimientos y
las, después de ellos glorias; 12 a quienes revelado fue que no para sí, pero para
vosotros ministraban(e) lo que ahora se os ha anunciado por los que os han evangelizado por el Espíritu
Santo(f), enviado del cielo; lo que anhelan ángeles contemplar. 13 Por lo cual, ciñéndoos
los lomos de vuestra mente, ayunos(g), perfectamente esperad en la que se os trae
gracia, en revelación de Jesucristo. 14 Cual hijos de obediencia, no configurándoos con
los anteriores de vuestra ignorancia apetitos; 15 sino que según el que os ha llamado
Santo, también vosotros mismos santos en toda conversación haceos; 16 por esto:
porque está escrito: Lv. 11,44. Santos seréis; porque yo santo soy. 17 Y, si por Padre
invocáis al que, sin acepción de personas, juzga según la de cada uno obra, en temor el
de vuestra peregrinación tiempo pasad; 18 sabiendo que, no con corruptibles cosas,
plata u oro, habéis sido redimidos de vuestra vana conversación paterno-tradicional, 19
sino con la preciosa sangre, como de cordero inmaculado e incontaminado: Cristo; 20
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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preconocido por cierto antes de la constitución del mundo; manifestado, empero, en el


último de los tiempos, por vosotros; 21 los, por él fieles a Dios; el que le resucitó de
muertos, y gloria le dio; para que vuestra fe y esperanza sea en Dios. 22 Vuestras almas
habiendo vosotros purificado en la obediencia de la verdad, en fraternidad infingida; de
corazón amaos entrañablemente; 23 renacidos, no de simiente corruptible, sino
incorruptible; por palabra de viviente Dios y permanente. 24 Por esto: Is. 40, 6-8.
porque toda carne, como heno, y toda gloria de ella, como flor de heno: secóse el heno
y su flor se cayó. 25 Mas la palabra de Señor permanece por el siglo. Y ésta es la
palabra, la que se os ha evangelizado.

1 a. Según presciencia, etc. del vs. 2.


6 b. Alborozaréis.

7 c. Para que vuestra fe probada mucho más preciosa... se halle. 9 d. Recompensa. 12 e. Profetizaban,
servían de profetas.

f. Lo que se os ha anunciado: los misterios de la pasión y gloria de Cristo. 13 g. Muy sobrios.

Epístola Primera de San Pedro


Capítulo 2

Inocencia; obediencia; paciencia

1 Despojándoos, pues, de toda malicia y todo dolo, e hipocresía, y envidias y todas


detracciones; 2 cual recién nacidos niños, la racional, indolosa leche ansiad; a fin de
que en ella crezcáis en salud; 3 si ya es que gustasteis que bueno, el Señor. 4 Al que
aproximándoos, a piedra viviente, por hombres, en verdad, desechada, pero, ante Dios,
escogida, preciosa, 5 también vosotros mismos, como piedras vivientes edificaos sobre
ella, casa espiritual, en sacerdocio santo, a ofrecer espirituales hostias, aceptas a Dios
por Jesucristo. 6 Por lo cual se contiene en la escritura: Is. 28,16. He aquí pongo en
Sión piedra angular, escogida, preciosa; y el que cree en ella, no será confundido, no;
7 A vosotros, pues, la honra, a los creyentes; a los desobedientes, empero, piedra que
desecharon los edificantes; ésta ha sido hecha en cabeza de ángulo; 8 y piedra de
tropiezo y peña de escándalo; los que tropiezan, a la palabra desobedeciendo; para lo
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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cual también han sido puestos(a). 9 Pero vosotros, linaje escogido, regio sacerdocio,
gente santa, pueblo de adquisición(b); para que las virtudes anunciéis del que os ha
llamado de tinieblas a su maravillosa luz; 10 los, un día, no pueblo; ahora empero,
pueblo de Dios; los no compadecidos; ahora, empero, compadecidos. 11 Amados,
exhorto a que, como advenedizos y peregrinos os abstengáis de los carnales apetitos;
los cuales militan contra el alma; 12 vuestra conversación entre las gentes teniendo
hermosa; a fin de que, en lo que murmuran de vosotros como malobrantes, por las
hermosas obras, contemplando, glorifiquen a Dios en día de visitación(c). 13 Someteos,
pues, a toda humana criatura(d), por el Señor; sea a rey, como a descollante; 14 sea a
presidentes, como por él enviados para vindicta de malobrantes, y alabanza de
bienobrantes; 15 pues así es la voluntad de Dios: que, bien obrando, acalléis la de los
insensatos hombres ignorancia; 16 como libres, y no, como por velo teniendo de la
malicia, la libertad(e),
sino como siervos de Dios. 17 A todos honrad; la fraternidad amad; a Dios temed; al
rey honrad. 18 Los siervos sometidos en todo temor a los amos; no sólo a los buenos y
clementes, sino también a los torcidos. 19 Que esto, gracia(f): si por conciencia de Dios,
sobrelleva alguno penas, sufriendo injustamente. 20 Pues, ¿qué gloria, si, pecando,
también abofeteados sufrís? Empero, si, bien obrando y padeciendo, sufrís, esto, gracia
ante Dios. 21 Pues para esto habéis sido llamados; porque también Cristo padeció por
vosotros, dejándoos dechado para que siguierais sus huellas; 22 quien pecado no hizo,
ni se halló dolo en su boca; 23 quien, siendo ultrajado, no a su vez ultrajaba;
padeciendo, no conminaba; y entregábase al que juzga justamente; 24 quien los
pecados nuestros el mismo llevó, en su cuerpo, sobre el leño; para que, a los pecados
muriendo, a la justicia viviésemos; con cuyas llagas habéis sido sanados. 25 Pues erais
como ovejas errantes; pero os convertisteis ahora al pastor y guarda de vuestras almas.

8 a. Para obedecer a la palabra. 9 b. Pueblo hecho para adquirirle, poseerle Dios. 12 c. En día que
Dios los visite, les abra los ojos. 13 d. A todo hombre cualquiera que fuere. 16 e. Y no teniendo,
usando la libertad como velo = por velo y pretexto. 19 f. Agradable a Dios.

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Epístola Primera de San Pedro


Capítulo 3

Deberes de los casados. De las principales virtudes morales


De la pasión y el bautismo

1 Asimismo(a) las mujeres, sometidas a los propios maridos; para que, aunque algunos
desobedezcan a la palabra, por la de las mujeres conversación, sin palabra sean
ganados; 2 contemplando vuestra en temor, pura conversación. 3 De las cuales sea, no
el exterior, de ensortijamiento y atavíos áureos o uso de vestes, ornato; 4 sino el oculto
del corazón hombre(b), en la incorruptibilidad del sosegado y manso espíritu; que es, a
faz de Dios, muy precioso. 5 Pues así en otro tiempo también las santas mujeres, las
que esperaban en Dios, adornábanse, sometiéndose a los propios maridos; 6 como Sara
obedecía a Abrahán, señor llamándole; de la cual habéis venido a ser hijas, bien
obrando y no temiendo ningún terror. 7 Los maridos, asimismo cohabitando según
ciencia(c), como con más débil vaso, con el mujeril, dispensando honra como a también
coherederas de gracia de vida; para que no sean impedidas vuestras oraciones(d). 8 Y,
al fin, todos, unánimes, compasivos, hermanables, bien entrañables, humildes; 9 no
volviendo mal por mal o ultraje por ultraje; pero, al contrario, bendiciendo; pues a esto
habéis sido llamados, para que bendición heredéis.
10 Sl. 33,13 Pues, el que quiere vida amary ver días buenos,reprima su lengua de lo
malo,y sus labios para que no hablen dolo;11 apártese de mal y haga bien;busque paz
y corra en pos de ella;12 porque ojos de Señor sobre justos,y sus orejas a plegaria de
ellos;y faz de Señor sobre los que hacen mal.

13 ¿Y quién, el que os maltratará, si del bien celadores os hiciereis? 14 Empero, aunque


sufriereis por justicia, bienaventurados. Is. 8,12. Y el temor de ellos no temáis; ni os
conturbéis. 15 Y al Señor, al Cristo santificad(e) en vuestros corazones, prontos
siempre a defensa a todo el que os pidiere cuenta de la en vosotros esperanza; 16
empero con mansedumbre y temor, conciencia teniendo buena; para que en lo que se os
detracta, sean confundidos los que calumnian vuestra buena en Cristo conversación. 17
Pues mejor que, bien obrantes vosotros, si quisiere la voluntad de Dios padezcáis, que

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mal obrantes. 18 Pues también Cristo una vez por pecados padeció, justo por injustos,
para introduciros a Dios, muerto ciertamente en carne; vivificado, empero, en espíritu;
19 en el que también a los en custodia espíritus yendo predicó; 20 a los inobedientes en
otro tiempo(f); cuando aguardaba la de Dios longanimidad en días de Noé,
fabricándose el arca; en la cual pocos; esto es: ocho almas, se salvaron del agua. 21
Como también a vosotros una imagen(g), ahora salva: el bautismo: no de carne
ablución, de inmundicia; sino de conciencia buena seguridad para con Dios, por
resurrección de Jesucristo; 22 quien está a la diestra de Dios; (devorando a la muerte,
para que de vida eterna nos hiciéramos herederos) ido al cielo; sometidos a él ángeles,
y potestades y virtudes.

1 a. En el capítulo anterior se habla de la sumisión.


4 b. Sea su cuidado el hombre oculto del corazón: lo oculto del hombre interior.
7 c. Con discreción, condescendencia con la mujer como ser más débil.
d. Para que haciendo todo lo precedente, no se impida vuestro trato con Dios, vuestra vida religiosa.
15 e. Llamad Santo, ensalzad.

20 f. Los que, llegando el diluvio, creyeron y se arrepintieron. 21 g. El bautismo es imagen del


diluvio, cuyas aguas salvaron a los creyentes delarca, y a los increyentes perdieron.

Epístola Primera de San Pedro


Capítulo 4

Nueva vida. Gozo en la tribulación

1 Habiendo, pues, Cristo, padecido en carne, también vosotros del mismo pensamiento
armaos; pues, quien padece en carne, ha cesado de pecado; 2 para no ya para de
hombres concupiscencias, sino, para voluntad de Dios, el restante, en carne, vivir
tiempo. 3 Pues basta que el pasado tiempo, el querer de las gentes hayan cumplido,
caminando en lascivias, concupiscencias, vinolencias, bacanales, potaciones y
criminales idolatrías. 4 Por lo que se extrañan de que no concurráis al mismo de la
lujuria desenfreno, blasfemando; 5 los que darán cuenta al que pronto está a juzgar

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vivos y muertos. 6 Pues para esto también a los muertos(a) se ha evangelizado; para que
de una parte sean juzgados, según hombres, de carne; vivan, empero, según Dios, de
espíritu. 7 Mas de todas las cosas el fin se ha acercado. Moderaos, pues, y templaos
para oraciones; 8 pero, ante todo, la entre vosotros caridad continua teniendo; porque la
caridad cubre muchedumbre de pecados. 9 Hospitalarios unos con otros sin
murmuración; 10 cada uno, según ha recibido carisma, entre vosotros ministrándolo,
como buenos dispensadores de varia gracia de Dios. 11 Si alguno habla, como dichos
de Dios; si alguno ministra, como con fuerza que suministra Dios; para que en todo
glorificado sea Dios por Jesucristo; a quien es la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos; amén. 12 Amados, no os extrañéis del en vosotros fuego para prueba a vosotros
encendido, como de cosa extraña a vosotros acontecida; 13 sino que, por cuanto
participáis de los de Cristo padecimientos, gozaos; para que también en la revelación
de su gloria os gocéis, alborozándoos. 14 Si se os ultraja en nombre de Cristo,
bienaventurados; pues el de la gloria y potestad y el de Dios espíritu sobre vosotros
reposa. 15 Pero nadie de vosotros padezca como homicida, o ladrón o malhechor, o
como de lo ajeno codicioso; 16 mas, si como cristiano, no se avergüence, sino
glorifique a Dios en este nombre. 17 Porque(b), el tiempo de empezar el juicio por la
casa de Dios; pero, si primeramente por nosotros, ¿cuál, el fin de los que desobedecen
al de Dios Evangelio? 18 Y si el justo apenas se salva, el impío y pecador ¿dónde
parecerá? 19 Así que también los que padecen, según la voluntad de Dios, al fiel
Creador encomienden sus almas, en beneficencia.

Epístola Primera de San Pedro


Capítulo 5

Exhortación a los presbíteros. De la humildad

1 A los ancianos, pues, a los entre vosotros exhorto, el coanciano y testigo de los de
Cristo padecimientos; el también, de la que se ha revelar, gloria partícipe: 2 Apacentad
la entre vosotros grey de Dios; vigilando, no forzada, sino espontáneamente, según
Dios; ni sórdido-codiciosa, sino gustosamente; 3 ni como dominando sobre las

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heredades, sino dechados haciéndoos de la grey; 4 y, apareciendo el arquipastor, os


llevaréis la inmarcesible de la gloria corona. 5 Asimismo, adolescentes, sujetaos a
ancianos. Y todos, unos con otros, de humildad revestíos; porque Dios a soberbios
resiste; pero a humildes da gracia. 6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios;
para que os exalte en tiempo de visitación; 7 toda vuestra solicitud arrojando sobre él;
pues él cuida de vosotros. 8 Templaos, velad: vuestro enemigo diablo, como león
bramante ronda, buscando a quien devorar; 9 al que resistid, firmes en la fe; sabiendo
que las mismas tribulaciones están a vuestros en el mundo hermanos reservadas. 10 Y
el Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, habiendo
un poco padecido vosotros; él os perfeccionará, afirmará, esforzará. 11 A él la gloria y
el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
12 Por Silvano, el fiel hermano, como pienso, os he brevemente escrito, exhortando y
conjurando que ésta es la verdadera gracia de Dios; en la cual os mantenéis.
13 Salúdaos al en Babilonia(a) coelegida(b) y marco(c), el hijo mío. 14 Saludaos unos a
otros en ósculo de caridad. Paz a vosotros todos los en Cristo.

13 a. Roma; llamábanle Babel los primeros cristianos.


b. Iglesia.
c. Tal vez el evangelista.

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Epístola Segunda de San Pedro


Capítulo 1

Prácticas de la virtud. De la transfiguración

1 Simeón(a) Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han alcanzado igual fe que
nosotros en justicia del Dios nuestro y Salvador Jesucristo. 2 Gracia a vosotros y paz
multiplíquese, en conocimiento de Dios y Jesucristo, Señor nuestro: 3 como todas las
cosas(b) a nosotros, de su divino poder, para vida y piedad; el que ha sido donado(c) por el
conocimiento del que nos ha llamado a la propia gloria y virtud. 4 Por las cuales, las
muy grandes y preciosas promesas nos ha donado; para que, por ellas, os hagáis de la
divina partícipes naturaleza, huyendo de la del mundo de concupiscencia corrupción. 5
Y por esto mismo también, solicitud toda empleando añadid a vuestra fe la virtud; y, a
la virtud, la ciencia; 6 y, a la ciencia, la templanza, y, a la templanza, la paciencia: y, a
la paciencia, la piedad; 7 y, a la piedad, la fraternidad; y a la fraternidad, la caridad; 8
Pues, estas cosas en vosotros existiendo y acrecentándose, no ociosos ni infructuosos(d)
constituyen en el de nuestro Señor Jesucristo conocimiento, 9 pues, quien no tiene
estas cosas, ciego es, miopeando, olvido tomando de la purificación de sus antiguos
pecados. 10 Por lo cual más bien, hermanos, apresuraos, para que, por las hermosas
obras cierta vuestra vocación y elección hagáis; que, esto haciendo, no caeréis jamás.
11 Que así ricamente se os suministrará la entrada en el eterno reino de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo. 12 Por lo cual os habré siempre de rememorar estas cosas, aún
sabiéndolas y estando afirmados en la presente verdad. 13 Y justo creo, mientras estoy
en esta tienda, despertaros con recordación; 14 sabiendo que rápida es la guarda de mi
tienda; según también nuestro Señor Jesucristo me declaró. 15 Y me empeñaré en que
también de continuo tengáis, después de mi partida, cómo de estas cosas memoria
hacer. 16 Pues no de ingeniosas fábulas en pos siguiendo, os hemos manifestado de
nuestro Señor Jesucristo virtud y parusia; sino espectadores hechos de la de aquél
majestad. 17 Pues, recibiendo(e) de Dios Padre honor y gloria, una voz deslizándose
sobre él, así, de la magnífica gloria: «El Hijo mío, el amado mío éste es, en quien yo me
he complacido (a él oíd)». 18 Y esta voz nosotros hemos oído del cielo deslizada con él
estando en el santo monte. 19 Y tenemos una más firme(f): la profética palabra, a la que
bellamente hacéis ateniéndoos, como a lámpara luciendo en tenebroso lugar, hasta que
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día irradie y lucero nazca en vuestros corazones; 20 esto primero conociendo que toda
profecía de la escritura, de propia interpretación(g), no se hace; 21 pues, no por
voluntad de hombre, ha sido traída jamás una profecía; sino que de Espíritu santo
llevados, han hablado (santos) de Dios, hombres.

1 a. Simón.
3 b. Todos los bienes de su divino poder han venido.
c. El divino poder.
8 d. Os.
17 e. Recibió.

19 f. Aún más firme que nuestra propia visión. 20 g. Inspiración.

Epístola Segunda de San Pedro


Capítulo 2

Contra los falsos doctores

1 Y hubo también pseudoprofetas en el pueblo; como también en vosotros habrá


pseudomaestros; los cuales subintroducirán sectas de perdición, y, del que les compró
dueño, renegando, atrayendo sobre sí rápida perdición. 2 Y muchos irán en pos de las
lascivias de ellos; por quienes el camino de la verdad blasfemado será; 3 y, en avaricia,
con fingidas palabras, os negociarán(a); para quienes el juicio, tiempo ha, no ocia(b); y
la perdición de ellos no dormita.
4 Pues, si Dios a ángeles que pecaron, no perdonó, sino que con cuerdas de tinieblas
tartarizando(c) entregó a que, para juicio, castigados siendo, fuesen guardados(d)—; 5 y al antiguo
mundo no perdonó, sino que a octavo(e), Noé, de justicia heraldo, guardó, un
cataclismo sobre un mundo de impíos trayendo; 6 y ciudades de Sodoma y Gomorra
incinerando, a perdición condenó, ejemplo a los que habían de prevaricar poniendo; 7 y
al justo Lot, atormentado por la, de los desenfrenados en lujuria conversación, libró; 8
(pues, con vista y oído, el justo habitando entre ellos, día por día, alma(f) justa, con sus
obras inicuas, atormentaba); 9 sabe Señor a píos de tentación librar; pero, a injustos a

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día de juicio, para castigados, guardar; 10 y, sobre todo, a los que, en pos de carne, en
concupiscencia de inmundicia, van, y dominación(g) desprecian, audaces, presuntuosos,
glorias(h), no tiemblan de blasfemar; 11 donde ángeles, en fuerza y poder mayores
siendo, no llevan contra ellos, ante Señor, blasfemo juicio(i). 12 Pero éstos, como
irracionales vivientes nacidos naturalmente para captura y destrucción, de lo que
ignoran, blasfemando; en su corrupción también serán destruidos; 13 llevándose
galardón de injusticia. Deleite estimando la del día(j) sensualidad; manchas e ignorancias que se
encenagan en sus extravíos(k), banqueteando con vosotros; 14 ojos teniendo henchidos de
adulterio e insaciables de pecado, cebando almas instables; corazón ejercitado en
avaricia teniendo; de maldición hijos; 15 abandonando recta vía, se han extraviado;
yendo en pos del camino de Balaán, el de Bosor; quien galardón de injusticia amó; 16
pero el vituperio tuvo de la propia prevaricación: un animal de carga mudo, en de
hombre voz hablando, refrenó la del profeta insensatez. 17 Estos son manantiales
inacuosos y nieblas por huracán arrastradas; a quienes la calígine(l) de las tinieblas
reservada está. 18 Pues, la hinchazón de la vanidad hablando, ceban, en apetitos de
carne, con lascivias a los que apenas se habían evadido de los que en error conversan;
19 libertad prometiéndoles, ellos mismos esclavos viviendo, de la corrupción; pues, de
quien alguno vencido está, a éste también esclavizado está. 20 Pues, si huyendo las
contaminaciones del mundo, en reconocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo; en éstas de nuevo implicándose, son vencidos, hánseles las postrimerías
hecho peores que los principios. 21 Porque mejor fuérales no haber conocido el camino
de la justicia que, habiendo conociendo, volverse del a ellos dado santo mandamiento.
22 Hales acontecido lo del verdadero proverbio: Prov. 26,11. Perro volviendo al
propio vómito; y: Cerdo lavado, a revolcadero de cieno.

3 a. Supeditarán, engañarán.
b. No está ocioso = vela sobre ellos, viene pronto sobre ellos. 4 c. Lanzó al tártaro = profundo
infierno.
d. Súplese: (si a ángeles y hombres perversos ha castigado), «también a éstos (los

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Epístola Segunda de San Pedro


Capítulo 3

Fin del mundo y segunda venida.


Las epístolas de San Pablo

1 ésta ya, amados, segunda os escribo epístola; en las cuales despierto de vosotros, en
recordación, lo sincera mente, 2 a recordar las predichas palabras por los santos
profetas y el de vuestros apóstoles mandamiento del Señor y Salvador; 3 esto primero
conociendo, que vendrán en los últimos días, en mofa mofadores, según sus propias
concupiscencias caminando, 4 y diciendo: «¿Dónde está la promesa de la parusia de él?
Pues desde que nuestros padres se durmieron, todo así persevera desde principio de
creación». 5 Pues ocúltase a los que esto quieren(a), que cielos eran de muy antiguo, y
tierra de agua y por agua consistiendo(b), por la de Dios palabra; 6 por las cuales el de
entonces mundo, por agua inundado, pereció. 7 Y los de ahora cielos y la tierra, por la
misma palabra, guardados están para fuego, reservados, para día de juicio y perdición
de los impíos hombres. 8 Pero esto uno no se os oculte, amados: que un día ante Señor,
como mil años, y mil años, como día uno. 9 No tarda Dios la promesa, como algunos
tardanza creen; sino que se longanima por nosotros; no queriendo que algunos
perezcan, sino que todos a arrepentimiento se lleguen. 10 Pero vendrá el día de Señor
como ladrón; en el que cielos estruendosamente pasarán; y elementos, ardiendo,
disolveránse, y tierra y las en ellas obras se quemarán. 11 Esto, pues, todo
disolviéndose ¡cuáles debéis haberos vosotros en santas conversaciones y piedades; 12
aguardando y apresurándoos a la parusia del de Dios día, por el cual los cielos,
encendidos disolveránse; y elementos, ardiendo, se funden! 13 Y nuevos cielos y
nueva tierra, según las promesas de él aguardamos, en los cuales justicia habita.
14 Por lo cual, amados, esto aguardando, empeñaos en que inmaculados e intachables
por él hallados seáis en paz. 15 Y la de nuestro Señor longanimidad salud estimad, así
como también nuestro amado hermano Pablo, según la a él dada sabiduría, os ha
escrito; 16 cual también en todas las epístolas hablando en ellas de esto; en las cuales
hay algunas cosas difíciles de entender; que los indoctos e instables tuercen, como
asimismo las demás escrituras, para su propia perdición. 17 Vosotros, pues, amados,
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preconociendo, guardaos para que, por el de los desenfrenados extravío al par


arrebatados, no caigáis de la propia firmeza; 18 y creced en gracia y conocimiento de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él la gloria y ahora y hasta día de siglo.

5 a. Pretenden.
b. Formada de agua y sacada de agua.

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Epístola Primera de San Juan


Capítulo 1

Cristo es la vida; y Dios luz

1 Lo que era desde el principio: lo que hemos oído; lo que hemos visto con nuestros
ojos; lo que hemos mirado y nuestras manos han palpado, acerca del Verbo de la vida;
2 (y la vida manifestóse; y hemos visto, y testificamos y os anunciamos la vida la
eterna; la cual era con el Padre y manifestóse a nosotros) 3 lo que hemos visto y oído,
os anunciamos a vosotros; para que también vosotros comunión tengáis con nosotros;
—y asimismo nuestra unión(a) con el Padre y con su Hijo Jesucristo. 4 Y esto os
escribimos, porque vuestro gozo sea lleno.
5 Y éste es el anuncio, que hemos oído de él y os anunciamos: que Dios luz es y
tinieblas en él no hay ningunas. 6 Si dijéremos que comunión tenemos con él, y en las
tinieblas andamos, mentimos y no hacemos la verdad; 7 pero, si en la luz andamos,
como él está en la luz, comunión tenemos entre nosotros y la sangre de Jesucristo, su
Hijo, purifícanos de todo pecado. 8 Si dijéremos que pecado no tenemos, nos
engañamos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesáremos nuestros pecados, fiel
es y justo para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. 10 Si
dijéremos que no hemos pecado, mendaz le hacemos, y su verbo no está en nosotros.

Epístola Primera de San Juan


Capítulo 2

De la caridad

1 Hijitos míos, esto os escribo, para que no pequéis. Y, si alguno pecare, abogado
tenemos para con el Padre: a Jesucristo justo; 2 y él propiciación es por nuestros

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pecados; y no por los nuestros solamente, sino también por los de todo el mundo. 3 Y
en esto conocemos que le hemos conocido: si sus mandamientos guardamos. 4 El que
dice: que «le he conocido», y sus mandamientos no guarda, mendaz es; y en éste la
verdad no está; 5 pero, el que guardare su palabra, verdaderamente en éste la caridad de
Dios consumada está. En esto conocemos que en él estamos. 6 El que dice en él
permanecer, debe, según aquél anduvo, también él andar.
7 Amados, no mandamiento nuevo os escribo, sino mandamiento antiguo, que teníais
desde el principio: el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído. 8 Otra vez(a)
mandamiento nuevo os escribo; lo que es verdadero en él(b) y en vosotros, porque las
tinieblas pasan, y la luz la verdadera(c) ya luce. 9 El que dice en la luz estar y a su
hermano odia, en las tinieblas está hasta ahora. 10 El que ama a su hermano, en la luz
permanece, y escándalo en él no hay; 11 pero el que odia a su hermano en las tinieblas
está y en las tinieblas anda y no sabe a donde va; pues las tinieblas han cegado sus ojos.
12 Escríboos, hijitos, porque os han sido perdonados los pecados por su nombre. 13
Escríboos, padres, porque habéis conocido al del principio(d). Escríboos adolescentes,
porque habéis vencido al malo. 14 Os he escrito, hijitos, porque habéis conocido al
Padre. Os he escrito, padres, porque habéis conocido al del principio. Os he escrito,
adolescentes, porque fuertes sois, y la palabra de Dios en vosotros permanece, y habéis
vencido al malo. 15 No améis al mundo ni lo del mundo; si alguno ama al mundo, no
está la caridad del Padre en él; 16 porque todo lo del mundo: la concupiscencia de la
carne(e) y la concupiscencia de los ojos(f) y la soberbia de la vida(g), no es del Padre; sino que
del mundo es. 17 Y el mundo pasa, y la concupiscencia de él; mas, quien hace la
voluntad de Dios, permanece por el siglo.
18 Hijitos, última hora es, y, según habéis oído que anticristo viene; también ahora(h)
anticristos muchos se han hecho; por donde conocemos que última hora es. 19 De
nosotros salieron; pero no eran de nosotros; pues, si fueran de nosotros, hubieran
permanecido con nosotros: —empero, para que se manifiesten que no son todos de
entre nosotros. 20 Y vosotros unción tenéis del Santo, y sabéis todo. 21 No os he
escrito, porque no sepáis la verdad, sino, porque la conocéis; y porque toda mentira de
la verdad no es. 22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?
Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo el que niega al Hijo,
tampoco al Padre tiene; el que confiesa al Hijo, también al Padre tiene. 24 Vosotros, lo
que habéis oído desde el principio, en vosotros permanezca. Si en vosotros
permaneciere, lo que desde el principio habéis oído, también vosotros en el Hijo y en el
Padre permaneceréis. 25 Y ésta es la promesa que él os ha prometido: la vida la eterna.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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26 Esto os he escrito acerca de los que os extravían. 27 Y vosotros, la unción que


recibisteis de él, permanece en vosotros, y no necesidad tenéis de que alguno os
enseñe; sino, como su unción enséñaos acerca de todo (y verdadero es, y no es mentira)
y según que os ha enseñado, permaneced en él. 28 Y ahora, hijitos, permaneced en él;
para que, si(i) se manifestare, tengamos libre habla, y no nos avergoncemos en la
parusia de él. 29 Si supiereis que es justo, conoced que también todo el que hace la
justicia, de él ha nacido.

8 a. Repito: no un mandamiento nuevo; nuevo no en sí mismo (porque es viejo),


sino renovado e inculcado sobremanera.
b. Cristo.
c. De la caridad y verdad evangélicas. 13 d. Al que es desde el principio, desde la eternidad.

16 e. La sensualidad.
f. La avaricia.
g. La ambición.

18 h. Ya ahora muchos se han convertido en anticristos precursores del anticristo postrero.


28 i. Cuando.

Epístola Primera de San Juan


Capítulo 3

De la caridad

1 Ved qué amor nos ha dado el Padre: que hijos de Dios nos llamemos; y somos. Por
esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció. 2 Amados, ahora hijos de Dios
somos, y aún no ha parecido lo que seremos. Sabemos que, si él pareciere, semejantes a
él seremos; porque le veremos, así como es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza en él,
santifícase, así como aquél santo es. 4 Todo el que hace el pecado, también la
iniquidad(a) hace; y el pecado es la iniquidad. 5 Y sabéis que aquél padeció para los
pecados quitar; y pecado en él no hay. 6 Todo el que en él permanece, no peca; todo el
que peca, no le ha visto, ni conocido.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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7 Hijitos, nadie os seduzca: el que hace la justicia, justo es, según aquél justo es; 8 el
que hace el pecado, del diablo es; porque, desde el principio, el diablo peca. Para esto
padeció el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. 9 Todo el que ha nacido de
Dios, pecado no hace; porque la simiente de él(b) en él permanece; y no puede pecar(c),
porque de Dios ha nacido. 10 En esto manifiestos son los hijos de Dios y los hijos del
diablo: todo el que no hace justicia, no es de Dios; y el que no ama a su hermano. 11
Porque éste es el anuncio que habéis oído desde el principio: que nos amemos; 12 No
así como Caín, que del malo era y mató a su hermano. ¿Y por qué le mató? Porque sus
obras malas eran; y las de su hermano, justas.
13 No os maravilléis, hermanos, si os odia el mundo. 14 Nosotros sabemos que hemos
pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos; el que no ama,
permanece en la muerte. 15 Todo el que odia a su hermano, homicida es, y sabéis que
todo homicida no tiene vida eterna en sí permanente. 16 En esto hemos conocido el
amor: que aquél por nosotros su alma puso, y nosotros debemos por los hermanos las
almas poner. 17 Y el que tuviere los bienes del mundo y viere a su hermano necesidad
tener, y cerrare sus entrañas para con él, ¿cómo el amor de Dios permanece en él? 18
Hijitos, no amemos de palabra y con la lengua, sino con obra y verdad. 19 En esto
conoceremos que de la verdad somos; y delante de él aprobaremos nuestro corazón. 20
Pues, si nos condenare el corazón, —por cierto mayor es Dios que nuestro corazón y
conoce todo. 21 Amados, si el corazón no condenare, confianza tenemos para con
Dios; 22 y lo que pidiéremos; recibimos de él; porque, sus mandamientos guardamos y
lo grato a faz de él hacemos. 23 Y éste es su mandamiento que creamos en el nombre
del Hijo suyo Jesucristo y nos amemos, unos a otros, según nos ha dado mandamiento.
24 Y el que guarda sus mandamientos, en él permanece, y él, en él; y en esto
conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.

4 a. Injusticia, quebrantamiento de la ley y del orden; lo que es muy grave.


9 b. De Dios.
c. Mientras permanece en él la simiente divina; mientras él coopera a ella; a la gracia.

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Epístola Primera de San Juan


Capítulo 4

Espíritu de Dios, y espíritu del mundo

1 Amados, no a todo espíritu creáis, sino probad los espíritus, si de Dios son; pues
muchos pseudoprofetas han salido al mundo. 2 En esto conocéis el Espíritu de Dios:
todo espíritu que confiesa que Jesucristo en carne ha venido, es de Dios; 3 y todo
espíritu que no confiesa a Jesús, de Dios no es; y éste es el del anticristo; el que habéis
oído que viene, y ahora en el mundo está ya. 4 Vosotros de Dios sois, hijitos; y le
habéis vencido; porque mayor es el en vosotros que el en el mundo. 5 Ellos del mundo
son; por esto del mundo hablan, y el mundo les oye. 6 Nosotros de Dios somos; el que
conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu
de la verdad y el espíritu del error. 7 Amados, amémonos unos a otros, porque el amor
de Dios es; y todo el que ama, de Dios ha nacido y conoce a Dios. 8 El que no ama, no
ha conocido a Dios; porque dios amor es. 9 En esto se ha manifestado el amor de Dios
para con nosotros: que a su Hijo el unigénito, ha enviado Dios al mundo, para que
vivamos por él. 10 En esto está el amor: no, porque nosotros hayamos amado a Dios,
sino porque él nos amó y envió a su Hijo, propiciación por nuestros pecados. 11
Amados, si así Dios nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. 12 A
Dios nadie jamás ha visto; si nos amamos, Dios en nosotros permanece, y su amor
perfecto en nosotros es. 13 En esto conocemos que en él permanecemos, y él, en
nosotros: que de su Espíritu nos ha dado. 14 Y nosotros hemos visto y testificamos que
el Padre ha enviado al Hijo: Salvador del mundo. 15 Quien confesare que Jesús es el
Hijo de Dios, dios en él permanece, y él, en Dios. 16 Y nosotros hemos conocido y
creído el amor que tiene Dios para con nosotros. Dios amor es; y el que permanece en
el amor, en Dios permanece; y Dios en él permanece. 17 En esto perfecto está el amor
con nosotros: que confianza tengamos en el día del juicio; porque, así como aquél es,
también nosotros somos en este mundo. 18 Temor no hay en el amor, sino que el
perfecto amor fuera lanza al temor; porque el temor congoja tiene; y el que teme, no es
perfecto en el amor. 19 Nosotros le amamos, porque él primero nos amó. 20 Si alguno
dijere: que «amo a Dios», y a su hermano odiare, mentiroso es; porque el que no ama a
su hermano, a quien está viendo, a Dios a quien no ha visto, no puede amar. 21 Y este
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mandamiento tenemos de él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.

Epístola Primera de San Juan


Capítulo 5

Fe y caridad.
Confianza en Cristo. El es Dios

1 Todo el que cree que Jesús es el Cristo, de Dios ha nacido; y todo el que ama al
engendrante, ama también al engendrado de él. 2 En esto conocemos que amamos a los
hijos de Dios: cuando a Dios amamos, y sus mandamientos hacemos. 3 Pues éste es el
amor de Dios: que sus mandamientos guardemos y sus mandamientos pesados no son;
4 porque todo lo nacido de Dios, vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al
mundo: nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el
Hijo de Dios? 6 Este es el que ha venido por agua y sangre: Jesucristo: no en el agua
solamente, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es el que testifica; porque el
Espíritu es la verdad. 7 Porque tres son los testificantes (en el cielo: el Padre, el Verbo,
y el santo Espíritu y éstos los tres uno son; 8 y tres son los testificantes en la tierra): el
espíritu y el agua y la sangre, y estos tres para en uno son. 9 Si el testimonio de los
hombres recibimos, el testimonio de Dios mayor es; porque éste es el testimonio de
Dios: porque ha testificado acerca de su Hijo. 10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el
testimonio (de Dios) en sí. El que no cree a Dios, mendaz le ha hecho; porque no ha
creído en el testimonio que ha testificado Dios acerca de su Hijo. 11 Y éste es el
testimonio: que vida eterna nos ha dado Dios; y esta vida en su Hijo es. 12 El que tiene
al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, la vida no tiene. 13 Esto os he
escrito para que sepáis que vida tenéis eterna, los que creéis en el nombre del Hijo de
Dios. 14 Y ésta la confianza que tenemos para con él: que, si algo pidiéremos, según su
voluntad, nos oye. 15 Y, si sabemos que nos oye lo que pidiéremos, sabemos que
tenemos las peticiones que le hemos pedido. 16 Si alguno supiere que su hermano peca
pecado no para muerte(a); pedirá y darále vida, a los que pecan no para muerte. Hay pecado para muerte;

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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no por él digo que


ruegue. 17 Toda iniquidad pecado es; y es pecado no para muerte. 18
Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que el nacido de Dios se
guarda a sí mismo(b); y el malo no le coge. 19 Sabemos que de Dios somos, y el mundo
todo en lo malo yace. 20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y dádonos
entendimiento para que conozcamos al Verdadero; y somos en el Verdadero: en su
Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y vida eterna. 21 Hijitos, guardaos de los
ídolos.

16 a. Eterna: pecado de fragilidad. 18 b. Se conserva en gracia.

Capítulo único

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola Segunda de San Juan


Capítulo único

1 El anciano a la elegida señora(c) e hijos de ella, a quienes yo amo en verdad; y no yo


sólo, sino también todos los que han conocido la verdad, 2 por la verdad(d), la que
permanece en nosotros, y con nosotros estará por el siglo. 3 Será con vosotros gracia,
misericordia, paz, de(e) Dios Padre y de Jesucristo el Hijo del Padre, en verdad y
caridad.
4 Heme gozado sobremanera de haber hallado, de tus hijos(f), caminantes en verdad,
según que mandamiento hemos recibido del Padre. 5 Y ahora, ruégote, señora, no
como mandamiento escribiéndote nuevo, sino el que hemos tenido, desde el principio:
que nos amemos unos a otros. 6 Y éste es el amor: que caminemos según sus
mandamientos; éste es el mandamiento, según que habéis oído desde el principio: que
en él(g) caminéis. 7 Porque muchos seductores han salido al mundo; los que no
confiesan que Jesucristo viene en carne. Este es el seductor y el anticristo. 8 Mirad por
vosotros, que no perdáis lo que habéis trabajado, sino que galardón lleno reportéis. 9
Todo el que se desvía y no permanece en la doctrina del Cristo, a Dios no tiene; el que
permanece en la doctrina, éste y al Padre y al Hijo tiene. 10 Si alguno viene a vosotros
y esta doctrina no trae, no le recibáis en la casa y «Salve» no le digáis;(h) 11 pues, el que
le dice «Salve», comunica con las obras de él las malas.
12 Mucho teniéndoos que escribir, no he querido por papel y tinta, sino que espero ir a
vosotros y boca a boca hablar, para que vuestro gozo sea cumplido. Salúdante los hijos
de tu hermana, la elegida.

4f. Algunos.
6g. Mandamiento. 10h. Prohíbe el apóstol cultivar relaciones amistosas con herejes y malvados.

Epístola Tercera de San Juan


Capítulo único
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 El anciano a Gayo, el amado, a quien yo amo en verdad. 2 Amado, en todo oro que
avances y bien estés, tal como avanza tu alma. 3 Pues heme gozado sobremanera,
viniendo hermanos y testificando a tu verdad: cómo tú en verdad caminas. 4 Mayor que
éste no tengo gozo, que oír que mis hijos en la verdad caminan. 5 Amado, fiel cosa
haces, lo que trabajares por los hermanos, y estos peregrinos; 6 los que han testificado
tu caridad a faz de iglesia; los que bellamente harás, aviando dignamente de Dios; 7
pues por el nombre(i) partieron, nada recibiendo de los étnicos. 8 Nosotros, pues,
debemos acoger a los tales, para cooperadores hacernos de la verdad.
9 Escribiera yo algo a la iglesia; empero, el amigo de primar entre ellos: Diótrefes, no
nos recibe. 10 Por esto, si yo viniere, amonestaré sus obras que hace, con palabras
malas mofándose de nosotros; y, no bastándole esto, ni él recibe a los hermanos, y a los
que quieren, estorba, y de la iglesia arroja.
11 Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El benéfico de Dios es; el maléfico no ha
visto a Dios. 12 A Demetrio se ha testificado(j) de todos y de la misma verdad; y
también nosotros testificamos; y sabes que, nuestro testimonio verdadero es.
13 Mucho tenía yo que escribirte; mas no quiero, por tinta y cálamo, escribirte; 14 mas
espero pronto verte; y boca a boca hablaremos. Paz a ti. Salúdante los amigos. Saluda a
los amigos nominalmente.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola de San Judas


Capítulo único

1 Judas, de Jesucristo siervo, hermano de Santiago, a los en Dios Padre amados y en


Jesucristo guardados, llamados. 2 Misericordia a vosotros, y paz y caridad
multiplíquese.
3 Amados, toda solicitud haciendo de escribiros acerca de nuestra común salud:
necesidad he tenido(k) de escribiros, exhortando a luchar por la, una vez entregada a los
santos, fe. 4 Pues se han subintroducido algunos hombres, (los de antiguo, prescritos(l)
para este juicio)(m) impíos, la de nuestro Dios gracia convirtiendo en lascivia, y al solo
amo y señor nuestro Jesucristo negando. 5 Y, amonestaros quiero, que sabéis una
vez(n) todo: que Jesús(o); al pueblo de tierra de Egipto salvando; lo segundo(p) a los no creyentes
perdió; 6 y ángeles, los que no guardaron su principado, sino, abandonaron la propia
morada, para juicio del gran día con ataduras sempiternas bajo calígine tiene
guardados; 7 como Sodoma y Gomorra y las circunvecinas ciudades, habiendo de
semejante modo que éstos(q) ramereado e ídose tras carne otra; yaciendo están para
escarmiento, de fuego eterno pena sufriendo. 8 Asimismo, en verdad, también éstos,
soñando(r), carne por cierto manchan, soberanía(s), empero, desechan; glorias,(t) empero, blasfeman;
9 cuando Miguel, el arcángel, con el diablo contendiendo, disputaba acerca del de
Moisés cuerpo; no osó juicio(u) interponer de blasfemia(v), sino que dijo: «Incrépete Señor».
10 Estos, empero, ora cuanto no saben, blasfeman; ora cuanto naturalmente, como los
irracionales animales entienden, en esto se corrompen. 11 Ay de ellos, pues por el
camino de Caín han ido, y por el error de Balaán: de paga, derramáronse(w) y por la
contradicción de Coré perecieron. 12 Estos son los que, en vuestros ágapes(x) manchas,
banqueteando inmedrosamente, a sí mismos pastoreando, nubes inacuosas, por vientos arrastradas; árboles
otoñales, infructuosos, dos veces muertos(y), desarraigados; 13 olas fieras de mar espumante de
sus ignominias, astros errantes(z) a quienes la calígine(a) de las tinieblas por siglos reservada
está. 14 Y profetizó también acerca de éstos el séptimo, desde Adán: Henoc, diciendo:
«Hé aquí ha venido Señor en sus santas miríadas(b), 15 a hacer juicio contra todos y
redargüir a todos los impíos acerca de todas las obras de impiedad con que han sido
impíos; y acerca de todo lo duro que han hablado contra él pecadores impíos». 16 Estos
son murmuradores querellosos, según sus concupiscencias caminando; y su boca habla

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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cosas altaneras; admirando personas por ganancia. 17 Pero vosotros, amados, acordaos
de las cosas las predichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, 18 porque os
decían: que «en el último tiempo habrá mofadores, según sus concupiscencias
caminando, de las impiedades(c)». 19 Estos son los que a sí mismos se segregan
sensuales, Espíritu no teniendo. 20 Pero vosotros, amados, sobreedificándoos sobre
vuestra santísima fe, en Espíritu Santo orando, 21 a vosotros mismos en amor de Dios
guardaos, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. 22 Y
a unos reprended, juzgados; 23 a otros salvad, del fuego arrebatando; a otros
compadeced en(d) temor; aborreciendo aun la por la carne manchada túnica.
24 Y al que puede guardaros seguros y poneros faz a faz de su gloria, inmaculados en
alborozo: 25 a sólo Dios, Salvador nuestro, por Jesucristo Señor nuestro, gloria,
magnificencia, imperio y potestad antes de todo el siglo, y ahora y por todos los siglos.
Amén.

3k. No he podido menos de escribiros.


4l. Escritos, descritos antes.
m. Condenación.
5n. Por todas: clara, plenamente.
o. El Salvador Dios.
p. Después. 7q. Los ángeles.

8r. Delirando.
s. La divina.
t. Divinas.

9u. Altercado.
v. Blasfematorio.
11w. Lanzáronse sobre el lucro.
12x. Son.
y. Deshojados y muertos = del todo muertos.
13z. Filantes.
a. Lo más profundo.
14b. Miríada = diez mil.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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18c. Concupiscencias de las impiedades. 23d. Por medio del temor y huyendo de todo trato de ellos
compadecedles,
salvadles.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 1

1 Apocalipsis(a) de Jesucristo que le dio Dios, para manifestar a sus siervos lo que ha de
acontecer en breve; y significó enviando, por su ángel, a su siervo Juan; 2 el que
testificó la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, cuanto vio. 3 Bienaventurado
quien lee, y quien oye las palabras de la profecía y guarda lo en ella escrito; que el
tiempo, cerca.
4 Juan a las siete iglesias las del Asia(b): gracia a vosotros y paz del que es, y que era y
que viene; y de los siete espíritus los a faz de su trono, 5 y de Jesucristo, —el testigo el
fiel, el primogénito(c) de los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos
ama, y nos lavó de nuestros pecados en su sangre; 6 e hízonos reino, sacerdotes para
Dios y su Padre; a él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos; amén.
7 «He aquí viene con las nubes, y verále todo ojo, y los que le
traspasaron; y plañirán sobre él todas las tribus de la tierra». Sí; amén. 8 «Yo soy el alfa
y la O(d) [principio y fin], dice Señor Dios; el que es, y que era y que viene, el
todopoderoso».
9 Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe en la tribulación, y reino y paciencia, en
Jesús, estuve en la isla llamada Patmos, por la palabra de Dios y el testimonio de Jesús;
10 estuve(e) en espíritu en el dominico día, y oí detrás de mí una voz grande, como de
trompeta, 11 diciendo: «Lo que miras, escribe en libro y envía a las siete iglesias: a
éfeso, y a Esmirna, y a Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a Filadelfia y a Laodicea»: 12
y volvíme a mirar la voz la que hablaba conmigo; y volviéndome, vi siete candelabros
áureos; 13 y en medio de los candelabros a uno semejando hijo de hombre, revestido de
talar y ceñido, a los pechos, de ceñidor áureo; 14 y su cabeza y los cabellos,
esplendentes, como lana esplendente; como nieve; y sus ojos, como llama de fuego; 15
y sus pies semejantes a electro; como en horno encendidos; y su voz, como voz de
aguas muchas; 16 y en su diestra mano, astros siete y de su boca, espada aguda, bifila
saliendo; y su rostro, como el sol luce en su fuerza. 17 Y, cuando le vi, caí ante sus pies
como muerto; y puso su diestra sobre mí, diciendo: «No temas: yo soy el primero y el
último, 18 y el viviente, y estuve muerto, y he aquí viviente soy por los siglos de los
siglos; y tengo las llaves de la muerte y del infierno. 19 Escribe, pues, lo que has visto,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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y lo que es, y lo que ha de ser, después de esto. 20 El misterio de los siete astros que has
visto en mi diestra, y los siete candelabros los áureos —los siete astros, ángeles de las
siete iglesias son, y los candelabros los siete, siete iglesias son.

1a. = «Revelación».
4b. Presidida por los siete arcángeles; espíritus principales y figurativas de la Iglesia universal.

5c. El primer engendrado, resucitado, de la muerte. 8d. La O grande, omega; alfa y omega las letras
primera y última del alfabetogriego.
10e. Estuve sólo en espíritu = en éxtasis.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 2

1 Al ángel(a) de la de éfeso iglesia escribe:«Esto dice el que tiene los siete astros en su
diestra; el que camina enmedio de los siete candelabros los áureos: 2 «sé tus obras, y tu
fatigay tu paciencia; y que no puedes soportar malos; y has probado a los
que se dicen apóstoles, y no son, y les has hallado mendaces; 3 ypaciencia tienes, y has
sufrido por mi nombre, y no has desfallecido.4 Empero tengo contra ti que tu caridad la
primera has dejado. 5
Recuerda, pues, de dónde has caído, y arrepiéntete y las primerasobras haz; y, si no,
vengo a ti, y moveré tu candelabro de su lugar; sino te arrepintieres.
6 Empero esto tienes: que odias las obras de los nicolaítas(b); quetambién yo odio. 7
Quien tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice alas iglesias: «Al que venciere, daréle
a comer del leño de la vida; elque está en el paraíso de Dios».
8 Y al ángel de la de Esmirna iglesia escribe:«Esto dice el primero y el último, el que
estuvo muerto y vivió: 9 «Sétu tribulación y tu pobreza (empero rico eres), y la
blasfemia de losque se dicen judíos ser, y no son, sino sinagoga de satanás. 10 Notemas
lo que has de padecer. He aquí ha de arrojar el diablo de entre
vosotros en prisión, para que seáis tentados; y tendréis tribulación dedías diez. Sé fiel
hasta la muerte, y te daré la corona de la vida».11 Quien tiene oreja, escuche lo que el
Espíritu dice a las iglesias: «El
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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que venciere, no será dañado, no, por la muerte la segunda»(c).12 Y al ángel de la de


Pérgamo iglesia escribe:«Esto dice el que tiene la espada la bifila la aguda»:13 «Sé
dónde habitas: donde el trono de satanás, y tienes mi nombre;
y no has negado mi fe; hasta en los días que Antipas mi testigo mifiel; —que fue
muerto entre vosotros, donde satanás habita. 14
Empero tengo contra ti unas pocas cosas: que tienes allí a los que adhieren a la doctrina
de Balaán; quien enseñaba a Balac a lanzar escándalo a faz de los hijos de Israel: a
comer lo sacrificado a ídolos y a fornicar.
15 Así tienes también tú a los que adhieren a la doctrina de los nicolaítas asimismo. 16
Arrepiéntete, pues; y, si no, vengo a ti prestamente, y guerrearé con ellos en la espada
de mi boca». 17 Quien tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias: «Al que
venciere, le daré del maná el oculto; y le daré pedrezuela alba(d) y en la pedrezuela
nombre nuevo escrito, que nadie sabe, sino el que recibe».
18 Y al ángel de la de Tiatira iglesia escribe:
«Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llama de fuego;y sus pies
semejantes a electro»:19 «Sé tus obras; y tu caridad, y tu fe, y tu ministerio y tu
paciencia; y
tus obras las últimas, más(e) que las primeras. 20 Empero tengo contra ti: que dejas a la
mujer Jezabel; la que se dice a sí misma profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a
fornicar y comer lo sacrificado a los ídolos. 21 Y la he dado tiempo de arrepentirse; y
no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 He aquí la arrojo en lecho(f); y a los que
adulteran con ella, en tribulación grande; si no se arrepintieren de las obras de ella; 23 y
a los hijos de ella mataré en muerte; y conocerán todas las iglesias que yo soy el que
escudriño riñones y corazones; y daréos a cada cual, según vuestras obras. 24 Y a
vosotros digo, los demás de Tiatira, cuantos no tienen esta doctrina; los cuales no han
conocido «las profundidades de satanás»; como dicen: no arrojaré sobre vosotros otro
peso; 25 sólo que lo que tenéis, retenedlo hasta que yo viniere. 26 Y el que venciere y el
que guardare hasta el fin mis obras, daréle potestad sobre las gentes; 27 y las regirá en
vara férrea: como los vasos los cerámicos, son quebrantados; como también yo he
recibido de mi Padre; y le daré la estrella matutina. Quien tiene oreja, escuche lo que el
Espíritu dice a las iglesias».

1a. Obispo, representante del apóstol. 6b. Secta disoluta, atribuida (tal vez sin fundamento) a Nicolás,
uno de los siete

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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diáconos.
11c. La del alma.

17d. Voto de triunfo, de vida nueva. 19e. Que son más. 22f. Enfermedad, tormento.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 3

1 Y al ángel de la de Sardis iglesia escribe:«Esto dice el que tiene los siete espíritus de
Dios y los siete astros(a):«Sé tus obras: que nombre tienes de que vives, y muerto estás.
2 Sévigilante, y confirma lo demás que hubiera tenido que morir; que nohe hallado tus
obras llenas a faz de mi Dios. 3 Recuerda, pues, cómohas recibido(b) y oído, y guarda, y
arrepiéntete. Si, pues, no velares,llegaré a ti como ladrón, y no conocerás, no, en que
hora llegaré a ti. 4Empero, tienes unos pocos nombres(c) en Sardis, que no
hancontaminado sus vestiduras; y caminarán conmigo en albas, porquedignos son. 5 El
que venciere así envolveráse en vestiduras albas; yno borraré, no, su nombre del libro
de la vida, y confesaré su nombre
a faz de mi Padre y a faz de sus ángeles. 6 Quien tiene oreja, escuchelo que el Espíritu
dice a las iglesias».7 Y al ángel de la de Filadelfia iglesia escribe:«Esto dice el Santo, el
Verdadero; el que tiene la llave de David(d); el

que abre y nadie cerrará; y que cierra y nadie abre: 8 Sé tus obras. Heaquí he dado a faz
de ti puerta abierta(e), que nadie puede cerrarla;
porque poca tienes fuerza, y(f) has guardado mi palabra, y no hasnegado mi nombre. 9
He aquí daré de la sinagoga de satanás, de losque se dicen judíos ser, y no son, sino que
mienten; he aquí harélesque se lleguen(g) y adoren a faz de tus pies, y conozcan que yo
te heamado. 10 Porque has guardado la palabra de mi paciencia, tambiényo te guardaré
de la hora de la tentación la que ha de venir sobre elorbe entero, a tentar a los que
habitan sobre la tierra.
11 Vengo pronto; conserva, lo que tienes, para que nadie tome tucorona. 12 El que
venciere, haréle columna en el templo de mi Dios; yfuera no saldrá, no, ya; y escribiré
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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sobre él el nombre de mi Dios, y elnombre de la ciudad de mi Dios: la nueva Jerusalén,


la que desciendedel cielo, desde mi Dios; y mi nombre el nuevo(h). 13 Quien tiene
oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias».14 Y al ángel de la de Laodicea
iglesia escribe:«Esto dice el Amén, el testigo el fiel y verdadero, el principio de la
criatura de Dios: 15 «Sé tus obras: que ni frío eres ni cálido. Ojalá frío fueras o cálido.
16 Así, porque tibio eres, y ni cálido ni frío, he de vomitarte de mi boca(i). 17 Porque
dices: que «rico soy y estoy enriquecido y de nada necesidad tengo»; y no sabes que tú
eres el desventurado, y el miserando, y mendigo, y ciego y desnudo; 18 aconséjote
comprar de mí oro acrisolado en crisol, para que enriquezcas, y vestiduras albas, para
que te vistas, y no parezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio para ungir tus ojos,
para que veas(j). 19 Yo a cuantos amo, reprendo y castigo: cela(k), pues, y arrepiéntete.
20 He aquí estoy a la puerta y golpeo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré
a él y cenaré con él, y él conmigo. 21 El que venciere, le daré sentarse conmigo en mi
trono; como también yo he vencido y sentándome con mi Padre en su trono. 22 Quien
tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias».

1a. Cristo.
3b. La doctrina.
4c. Personas: nombradas, distinguidas.
7d. De la casa de David, la casa de Dios, el cielo.
8e. Para predicar y convertir.
f. Sin embargo.

9g. Estos de la sinagoga. —Aquí empieza ya la profecía acerca de la conversión final de los judíos y
acerca de las postrimerías del mundo. 12h. Triple nombre: el de Dios, haciéndole bienaventurado; el
de la Jerusalén, la
ciudad divina, más excelente de Dios; y el de Cristo el de los habitantes escogidos
de la ciudad santa. Son estos los tres cielos.

16i. El agua tibia es emético. 18j. La tibieza, la indiferencia, es la soberbia raíz de todos los males y de
laceguedad espiritual.
19k. Ten emulación de los buenos; enfervorízate.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 4

1 Después de esto vi, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la voz la primera que oí,
como de trompeta hablando conmigo, diciendo: «Asciende acá, y te mostraré lo que ha
de acontecer después de esto». Al punto estuve en espíritu; 2 y he aquí un trono se
hallaba en el cielo y en el trono uno sentado; 3 y el sentado, símil, por el aspecto, a
piedra jaspe y sardonio; y un iris en cerco del trono, símil, por el aspecto, a esmeralda.
4 Y en cerco del trono, tronos veinticuatro; y en los tronos(a), veinticuatro ancianos(b)
sentados cubiertos de vestiduras albas y sobre sus cabezas, coronas áureas. 5 Y del
trono salen relámpagos, y voces y truenos(c); y siete lámparas de fuego ardientes a faz
del trono; las que son los siete espíritus de Dios; 6 y a faz del trono, como un mar
vítreo, símil a cristal; y en medio del trono y en cerco del trono, cuatro vivientes llenos
de ojos(d) delante y detrás. 7 Y el primer viviente, símil a león; y el segundo viviente,
símil a becerro; y el tercer viviente, teniendo la faz como de hombre; y el cuarto
viviente, símil a águila volante(e). 8 Y los cuatro vivientes, cada uno de ellos, teniendo
alas seis; en cerco y por dentro llenos están de ojos; y reposo no tienen día y noche,
diciendo: «Santo, santo, santo Señor Dios, el Todopoderoso; el que era, y el que es y el
que viene». 9 Y, al dar los vivientes gloria, y honor y agradecimiento al sentado en el
trono, al que vive por los siglos de los siglos; 10 caerán(f) los veinticuatro ancianos a
faz del sentado en el trono, y adorarán al que vive por los siglos de los siglos, y
arrojarán sus coronas a faz del trono, diciendo; 11 «Digno eres, el Señor, el Dios
nuestro, de recibir la gloria y el honor, y la potestad; porque tú lo has creado todo y, por
el querer tuyo, era y creado fue».

4a. Vi.
b. Simbólicos, acaso de los doce apóstoles y las tribus de Israel, y asimismo de los 24 príncipes de los
sacerdotes.

5c. Señales de juicio. 6d. Centros luminosos (semejantes tal vez a los ojos de la cola del pavo real);
símbolos de la omnisciencia divina.
7e. Siendo simbólica toda esta visión y figurativa de la majestad divina, ocioso es e imposible

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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explicarla detalladamente. Sin embargo; estos cuatro seres misteriosos, parecen ser querubines, de
figura humana, y de faz como reflejando los cuatro seres más excelentes de la creación visible,
símbolos a su vez: el león, de la fuerza y majestad de Dios; el becerro, de su beneficencia; el hombre,
de su belleza; el águila, de su sublimidad.
10f. Caían y seguirán cayendo.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 5

1 Y vi en la diestra del sentado en el trono un libro, escrito, por dentro y fuera, sellado
con sellos siete. 2 Y vi un ángel fuerte, pregonando con voz grande: «¿Quién, digno de
abrir el libro y desatar sus sellos(a)?» 3 Y ninguno podía, en el cielo, ni sobre la tierra ni
por debajo de la tierra, abrir el libro ni mirarle(b). 4 Y yo lloraba mucho, porque nadie
digno fue hallado de abrir el libro ni de mirarle. 5 Y uno de los ancianos díceme: «No
llores: he aquí ha vencido el león, el de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el
libro y los siete sellos de él». 6 Y vi, en medio del trono y de los cuatro vivientes y en
medio de los ancianos, un Cordero estante, como inmolado, teniendo cuernos siete y
ojos siete(c); los que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. 7 Y vino, y
tomó de la diestra del sentado en el trono el libro; 8 y, cuando hubo tomado el libro, los
cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron a faz del Cordero, teniendo cada
cual cítara y tazas áureas henchidas de timiamas, las que son las oraciones de los
santos. 9 Y cantan cantar nuevo, diciendo: «Digno eres de tomar el libro y abrir los
sellos de él; porque has sido inmolado y nos has comprado para Dios, en tu sangre, de
toda tribu, y lengua, y pueblo y gente; 10 y les has hecho, para nuestro Dios, reino y
sacerdotes; y reinarán sobre la tierra». 11 Y vi, y oí voz de ángeles muchos en torno del
trono, y de los vivientes y de los ancianos; y era su número miríadas de miríadas, y
millares de millares, 12 diciendo con voz grande: «Digno es el Cordero, el inmolado,
de tomar la potestad, y riqueza, y sabiduría, y fuerza, y honor, y gloria y bendición». 13
Y toda criatura que en el cielo, y sobre la tierra y por debajo de la tierra y sobre el mar
es; y lo en ellos todo, oí decir: «Al sentado en el trono y al Cordero, la bendición, y el
honor, y la gloria y el poder por los siglos de los siglos». 14 Y los cuatro vivientes
decían: «Amén». Y los ancianos cayeron y adoraron.
2a. De anunciar y obrar los profundos misterios del libro de Dios: los arcanos de la Divina

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Providencia al fin de los tiempos. El león, la raíz, el descendiente de David:

3b. Ver lo escrito en él. 6c. Fuerza y ciencia inmensas.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 6

1 Y vi que abrió el Cordero uno de los siete sellos; y oí uno de los cuatro vivientes,
diciendo, cual con voz de trueno: «Ven y ve». 2 Y vi, y he aquí un corcel albo, y el
sentado en él, teniendo arco, y diósele corona, y salió venciendo, y para vencer(a).
3 Y, cuando abrió el sello, el segundo, oí al segundo viviente diciendo: «Ven». 4 Y
salió otro corcel, rojizo, y al sentado en él diósele quitar la paz de la tierra y para que
unos a otros se degollaran, y diósele cuchilla grande(b).
5 Y, cuando abrió el sello el tercero, oí al tercer viviente diciendo: «Ven». Y vi, y he
aquí un corcel negro, y él sentado en él, teniendo balanza en su mano. 6 Y oí cual voz
en medio de los cuatro vivientes, diciendo: «Ración de trigo a denario, y tres raciones
de cebada, a denario; y al aceite y al vino no dañes(c).
7 Y, cuando abrió el sello el cuarto, oí voz del cuarto viviente, diciendo: «Ven». 8 Y vi,
y he aquí un corcel jalde, y el sentado sobre él, —su nombre: «la muerte»; y el infierno
seguíale, y dióseles potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar en espada, y
en hambre y en muerte, y por las fieras de la tierra.
9 Y, cuando abrió el quinto sello, vi por debajo del altar las almas de los degollados por
la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban con voz grande,
diciendo: «¿Hasta cuándo, el Soberano, el santo y verdadero, no juzgas y vindicas
nuestra sangre de los que habitan sobre la tierra? 11 Y dióseles a cada uno estola alba, y
díjoseles que reposaran todavía tiempo pequeño, hasta completarse, y sus consiervos y
sus hermanos los que habían de ser matados cual, también ellos(d).
12 Y vi, cuando abrió el sello el sexto, y terremoto grande fue, y el sol fue tornándose
negro cual cilicio(e), y la luna entera fue tornándose cual sangre, 13 y las estrellas del
cielo cayeron sobre la tierra, como una higuera arroja sus higos invernizos, de viento
grande sacudida: 14 y el cielo fue cediendo, como libro que se arrolla; y todo monte e

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isla de sus lugares moviéronse. 15 Y los reyes de la tierra y los magnates, y los
tribunos, y los ricos, y los fuertes, y todo siervo y libre ocultáronse en las cavernas y en
las peñas de los montes; 16 y dicen a los montes y a las peñas: «Caed sobre nosotros y
ocultadnos de la faz del sentado en el trono, y de la ira del Cordero; 17 porque ha
llegado el día el grande de la ira de ellos; ¿y quién se puede sostener?».

2a. Símbolo de Cristo triunfador pacífico y perfecto.


4b. Cristo vengador.

6c. Cristo castigando con hambre. El denario era el jornal. Mitiga la gran carestía,
eximiendo de ella aceite y vino.
11d. Son los mártires cuya sangre clama a Dios contra sus inmoladores. Están en
la gloria; pero al fin de los tiempos con los que ha de matar el anticristo, celebrarán
el gran triunfo.

12e. Saco negro áspero, de pelo.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 7

1 Y después de esto vi, cuatro ángeles estantes sobre los cuatro ángulos de la tierra,
señoreando los cuatro vientos de la tierra, para que no sople viento sobre la tierra, ni
sobre el mar, ni sobre todo árbol. 2 Y vi otro ángel ascendiendo del oriente del sol,
teniendo sello del Dios viviente; y clamó con voz grande a los cuatro ángeles a quien se
les dio dañar la tierra y el mar, 3 diciendo: «No dañéis la tierra ni el mar, ni los árboles,
hasta que sellemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes». 4 Y oí el número de los
sellados: ciento cuarenta y cuatro millares de sellados de toda tribu de hijos de Israel; 5
de tribu de Judá, doce millares de sellados; de tribu de Rubén, doce millares; de tribu de
Gad, doce millares; 6 de tribu de Aser, doce millares; de tribu de Neftalí, doce millares;
de tribu de Manasés, doce millares; 7 de tribu de Simeón, doce millares; de tribu de
Leví, doce millares; de tribu de Isacar, doce millares; 8 de tribu de Zabulón, doce
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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millares; de tribu de José, doce millares; de tribu de Benjamín, doce millares de


sellados(a). 9 Después de esto vi, y he aquí turba mucha que contarla nadie podía, de
toda gente, y tribus, y pueblos y lenguas, estantes a faz del trono y a faz del Cordero,
vestidos de estolas albas, y palmas en sus manos. 10 Y claman con voz grande,
diciendo: «La salud a nuestro Dios, al sentado en el trono, y al Cordero». 11 Y todos
los ángeles estaban en torno del trono, y de los ancianos y de los cuatro vivientes; y
cayeron a faz del trono sobre sus rostros y adoraron a Dios, 12 diciendo: «Amén. La
bendición y la gloria, y la sabiduría, y el agradecimiento, y el honor, y la potestad y la
fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos; amén». 13 Y respondió(b) uno de los
ancianos, diciéndome: «Estos los vestidos de las estolas las esplendentes ¿quiénes son,
y de dónde han venido?» 14 Y he dicho: «Señor mío, tú lo sabes». Y díjome: «Estos
son los que vienen de la tribulación la grande; y lavaron sus estolas y esplendoráronlas
en la sangre del Cordero. 15 Por esto están a faz del trono de Dios y sírvenle día y
noche en su templo; y el sentado en el trono aposentárase en ellos. 16 No tendrán
hambre ya, ni sed ya; ni habrá de caer sobre ellos el sol ni todo ardor; 17 pues el
Cordero el en medio del trono pastorearáles y encaminaráles a de vida manantiales de
agua; y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos».

8a. Todos ellos israelitas convertidos al fin del mundo y sellados con el martirio, y
víctimas del Anticristo.
13b. A mi pregunta interior, a mi deseo de saber.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 8

1 Y, cuando abrió el sello el séptimo, hízose silencio en el cielo, como media hora(a); 2
y vi a los siete ángeles, que a faz de Dios están; y diéronseles siete trompetas. 3 Y otro
ángel vino y púsose ante el altar, teniendo turíbulo áureo, y diéronsele timiamas
muchos(b), para que diese a las oraciones de los santos todos, sobre el altar áureo, el a
faz del trono. 4 Y ascendió el humo de los timiamas a las oraciones de los santos, de
mano del ángel, a faz de Dios. 5 Y recibió el ángel el turíbulo, e hinchióle del fuego del
altar, y lanzó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos y temblor. 6 Y los siete

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ángeles los que tenían las siete trompetas, aprestáronse a trompetear.


7 Y el primero trompeteó: y hubo granizo y fuego mezclados de sangre, y arrojados
fueron sobre la tierra: y el tercio de la tierra se abrasó; y el tercio de los árboles se
abrasó, y toda hierba verde se abrasó.
8 Y el segundo ángel trompeteó: y uno cual monte grande, en fuego ardiendo, fue
arrojado a la mar: y se hizo el tercio de la mar sangre; 9 y murió el tercio de las criaturas
las en la mar, las que tenían almas; y el tercio de las naves pereció.
10 Y el tercer ángel trompeteó, y cayó del cielo un astro grande, ardiendo cual
antorcha, y cayó sobre el tercio de los ríos y sobre los manantiales de las aguas. 11 Y el
nombre del astro se dice el Ajenjo. Y convirtióse el tercio de las aguas en ajenjo, y
muchos de los hombres murieron de las aguas por haberse amargado.
12 Y el cuarto ángel trompeteó: y fue herido el tercio del sol y el tercio de la luna y el
tercio de los astros, para que se entenebreciera el tercio de ellos, y el día para que no
luciera el tercio de él, y la noche asimismo.
13 Y vi y oí a un águila volando en medio del cielo, diciendo con voz grande: «¡Ay, ay,
ay! de los que habitan sobre la tierra, por las demás
voces de la trompeta de los tres ángeles que van a trompetear(c)».

1a. Silencio de estupor ante las cosas grandes que han de sobrevenir. 3b. Son ellos las oraciones de
los santos, de los mártires, pidiendo les vengue Diosde los impíos. 13c. Es anuncio de males aún
mucho mayores; los que la voz de los últimos tres

ángeles va a causar.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 9

1 Y el quinto ángel trompeteó; y vi una estrella del cielo caída en la tierra; y diósele la
llave del pozo del abismo; 2 y abrió el pozo del abismo: y subió humo del pozo, cual
humo de horno grande; y entenebrecióse el sol y el aire, del humo del pozo. 3 Y del
humo salieron langostas a la tierra, y dióselas potestad, cual tienen potestad los

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escorpiones de la tierra. 4 Y díjoselas que no dañaran la hierba de la tierra, ni toda


verdura, ni todo árbol, sino a los hombres, los que no tienen el sello de Dios en las
frentes. 5 Y dióseles que no les matasen, sino atormentasen meses cinco; y el tormento
de ellas, como tormento de escorpión, cuando hiere a hombre. 6 Y en aquellos días
buscarán los hombres la muerte, y no la hallarán, no, y apetecerán morir, y huye la
muerte de ellos. 7 Y las semejanzas de las langostas, semejantes a caballos aparejados
para guerra, y sobre las cabezas de ellas, cual coronas semejantes a oro; y los rostros de
ellas, como rostros de hombres; 8 y tenían cabellos como cabellos de mujeres; y los
dientes de ellas, como de leones, eran; 9 y tenían corazas, como corazas férreas y la voz
de sus alas como voz de carros de bridones muchos, corriendo a guerra. 10 Y tienen
colas semejantes a escorpiones, y aguijones; y en las colas de ellas su poder de dañar a
los hombres meses cinco. 11 Tienen sobre sí por rey al ángel del abismo; su nombre en
hebreo «Abaddón», y, en la helénica(a), nombre tiene «Apolión»(b). 12 El Ay el
primero se fue; he aquí vienen todavía dos Ayes, después de esto.
13 Y el sexto ángel trompeteó; y oí voz una de los cuatro cuernos del altar el áureo, el a
faz de Dios; 14 diciendo al sexto ángel, el que tenía la trompeta: «Suelta a los cuatro
ángeles, los atados sobre el río el grande: Eufrates». 15 Y sueltos fueron los cuatro
ángeles los preparados a la hora, y día, y mes y año(c); para que matasen el tercio de los
hombres. 16 Y el número de los ejércitos de la caballería, dos miríadas de miríadas; oí
el número de ellos. 17 Y así vi los corceles en la visión y los montados en ellos:
teniendo corazas ígneas, y jacínticas y sulfúreas(d); y las cabezas de los corceles, como
cabezas de leones; y de las bocas de ellos sale fuego, y humo y azufre. 18 De estas tres
plagas, fueron muertos el tercio de los hombres: del fuego, y del humo y del azufre, el
que salía de las bocas de ellos. 19 Pues el poder de los corceles en su boca está y en sus
colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, teniendo cabezas; y en ellas dañan. 20
Y los restantes de los hombres, los que no fueron muertos en estas plagas, ni se
arrepintieron de las obras de sus manos, para no adorar a los demonios, y los ídolos los
áureos, y los argentinos, y los broncíneos, y los lapídeos y los lígneos(e) los cuales ni
ver pueden, ni oir, ni caminar, 21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus
hechizos(f), ni de su ramería, ni de sus hurtos.

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Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 10

1 Y vi a otro ángel fuerte descender del cielo, envuelto en nube; y el iris sobre su
cabeza, y su rostro como el sol y sus pies como columnas de fuego; 2 y teniendo en su
mano un librito abierto(a): Y puso su pie, el derecho, sobre la mar, y el izquierdo sobre
la tierra; 3 y clamó con voz grande, así como el león ruge. Y, cuando clamó, hablaron
los siete truenos(b) las voces de ellos. 4 Y, cuando hablaron los siete truenos, iba yo a
escribir, y oí voz del cielo, diciendo: «Sella(c) lo que los siete truenos han hablado, y no
lo escribas». 5 Y el ángel que vi estar sobre la mar y sobre la tierra, alzó su mano, la
diestra, al cielo, 6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, quien creó el cielo
y lo en él, y la tierra y lo en ella, y la mar y lo en ella: que «Tiempo ya no habrá, 7 sino
que, en los días de la voz del séptimo ángel, cuando hubiere de trompetear, también se
ha consumado el misterio de Dios, como evangelizó a sus siervos los profetas(d)». 8 Y
la voz, que oí del cielo, de nuevo hablando conmigo y diciendo: «Ve, toma el librito el
abierto de la mano del ángel que está sobre la mar y sobre la tierra». 9 Y fui al ángel,
diciéndole me diera el librito. Y díceme: «Toma y devóralo, y amargará tu vientre;
empero en tu boca será dulce como miel». 10 Y tomé el librito de la mano del ángel y
devorélo, y fue en mi boca como miel, dulce; y cuando le devoré, amargóse mi vientre.
11 Y dícenme: «Menester es que de nuevo profetices sobre los pueblos, y gentes, y
lenguas y reyes muchos».

2a. Símbolo del juicio próximo. 3b. Tal vez sinónimo de tonantes: los siete ángeles del trono, símbolo
de lagrandeza de la ira de Dios.
4c. Calla.
7d. Después del séptimo ángel, consumado todo el misterio de Dios, cesará el tiempo, y no habrá ya
sino eternidad.

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Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 11

1 Y dióseme una caña símil a vara, diciendo él(a): «Levántate y mide el templo de Dios,
y el altar y los que adoran en él. 2 Y el atrio el de fuera del templo arrójale fuera(b) y no
le midas; porque ha sido dado a las gentes, y la ciudad la santa hollarán meses cuarenta
y dos. 3 Y daré a los dos testigos míos(c); y profetizarán días mil doscientos sesenta,
envueltos en sacos. 4 Estos son las dos olivas(d) y los dos candelabros los a faz del
Señor de la tierra estantes. 5 Y, si alguno les quiere dañar, fuego sale de la boca de ellos
y devora a los enemigos de ellos. Y, si alguno quisiere dañarles, así debe él ser matado.
6 Estos tienen la potestad de cerrar el cielo, para que lluvia no humedezca en los días de
su profecía; y potestad tienen sobre las aguas de convertirlas en sangre, y de percutir la
tierra en toda plaga, cuantas veces quisieren. 7 Y, cuando terminaren el testimonio
suyo, la bestia, la que sube del abismo, hará contra ellos guerra, y venceráles y
mataráles. 8 Y el cadáver de ellos, sobre las vías de la ciudad la grande; la que se llama
espiritualmente Sodoma(e) y Egipto(f); donde también el Señor de ellos crucificado fue.
9 Y miran de entre los pueblos, y tribus, y lenguas y gentes el cadáver de ellos, días tres
y medio; y los cadáveres de ellos no dejarán se pongan en sepulcro. 10 Y los que
habitan sobre la tierra, gózanse en ellos y regocíjanse; y dones enviarán unos a otros;
porque estos dos profetas atormentaron a los que habitaban sobre la tierra. 11 Y,
después de los tres días y medio, espíritu de vida desde Dios entró en ellos, y alzáronse
sobre sus pies; y temor grande cayó sobre los que les contemplaban. 12 Y oyeron voz
grande, desde el cielo, diciéndoles: «Ascended acá»; y ascendieron al cielo en la nube,
y contemplábanles los enemigos de ellos.
13 Y en aquella hora hubo temblor grande, y el décimo de la ciudad cayó, y muertos
fueron, en el terremoto, nombre de hombres(g) millares siete, y los demás medrosos
tornáronse y dieron gloria al Dios del cielo(h).
14 El Ay el segundo se fue; he aquí el Ay el tercero viene presto. 15 Y el séptimo ángel
trompeteó; y hubo voces grandes en el cielo, diciendo: «Hecho es el reino del mundo
de nuestro Señor y de su Cristo, y reinará por los siglos de los siglos, 16 y los
veinticuatro ancianos, los a faz de Dios sentados en sus tronos, cayeron sobre sus
rostros y adoraron a Dios, 17 diciendo: «Agradecémoste, Señor, el Dios el

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omnipotente, el que es, y el que era, porque has tomado el poder tuyo, el grande, y has
reinado; 18 y las gentes hanse airado, y ha venido la ira tuya y el tiempo de los muertos
para ser juzgados, y para dar galardón a tus siervos los profetas, y a los santos y a los
que temen tu nombre a los pequeños y a los grandes; y para perder a los que perdieron
la tierra». 19 Y abrióse el templo de Dios el en el cielo, y pareció el arca de su
testamento en su templo, y hubo relámpagos y voces, y truenos y temblor y granizo
grande.

1a. El ángel que se la dio. 2b. Deséchale. Mide el santuario de Dios, consagrándolo a los justos, y deja
el resto del templo y del mundo para que lo conculquen los gentiles: el Anticristo con

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 12

1 Y señal grande apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus
pies y sobre su cabeza una corona de estrellas doce(a); 2 y en vientre teniendo, grita
dolorida de parto y atormentada de parir. 3 Y apareció otra señal en el cielo, y he aquí
un dragón rojizo, grande, teniendo cabezas siete(b) y cuernos diez(c), y sobre las
cabezas de él siete diademas; 4 y la cola de él arrastra el tercio de los astros del cielo; y
lanzólos a la tierra(d). Y el dragón púsose a faz de la mujer, la que estaba para parir,
para, cuando pariese, el hijo de ella devorar. 5 Y parió hijo varón, el que ha de regir
todas las gentes en vara férrea; y arrebatado fue el hijo de ella, a Dios, y al trono de él.
6 Y la mujer huyó al desierto; donde tiene allí lugar preparado por Dios; para que allí la
nutran días mil doscientos sesenta(e).
7 Y hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles guerrearon con el dragón; y el dragón
guerreó y sus ángeles; 8 y no prevalecieron, ni lugar fue hallado de ellos ya en el cielo.
9 Y fue arrojado el dragón, el grande, la serpiente la antigua, el que se llama Diablo y
satanás; el que seduce al orbe entero; arrojado fue a la tierra; y sus ángeles con él
arrojados fueron. 10 Y oí voz grande en el cielo diciendo: «Ahora hecha ha sido la
salud, y el poder, y el reino de nuestro Dios y la potestad de su Cristo; porque arrojado

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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ha sido el acusador de nuestros hermanos; el que les acusa a faz de nuestro Dios día y
noche. 11 Y ellos le han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra del
testimonio de ellos; y no han amado su alma hasta la muerte. 12 Por esto regocijaos,
cielos, y sus habitadores. Ay de la tierra y de la mar, porque ha bajado el diablo a
vosotros, teniendo cólera grande, sabiendo que poco tiempo tiene».
13 Y, cuando vio el dragón que había sido lanzado a la tierra, persiguió a la mujer, la
cual parió al varón. 14 Y diéronse a la mujer las dos alas del águila el grande, para que
volara al desierto al lugar de ella (donde es nutrida allí tiempo(f) y tiempos y medio
tiempo) de la faz de la serpiente. 15 Y lanzó la serpiente de su boca, tras de la mujer,
agua como un río, para que del río arrebatarla hiciese. 16 Y ayudó la tierra a la mujer, y
abrió la tierra su boca y absorbió el río que lanzó el dragón de su boca. 17 Y airóse el
dragón contra la mujer, y fuese a hacer guerra con los demás de la simiente de ella, los
que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús.
18 Y paróse sobre la arena del mar(g).

1a. Ataviada con toda la majestad del cielo como madre que va a ser del rey que
vencerá al anticristo.
3b. Reyes, testas coronadas.
c. Poderíos.

4d. Derribó el tercio de los ángeles. 6e. El tiempo de la predicación de Elías y Henoc. (v. 9, 3). 14f.
Un año y dos años y medio año; tres períodos de caracteres distintos. 18g. Para hacer subir de él la
bestia, el anticristo.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 13

1 Y vi del mar una bestia subir, teniendo cuernos diez y cabezas siete, y sobre los
cuernos de ella diez diademas, y sobre las cabezas de ella nombres de blasfemia. 2 Y la
bestia que vi, era semejante a leopardo, y los pies de ella como de oso y la boca de ella
como boca de león(a). Y dióle el dragón su poder, y su trono y potestad grande. 3 Y(b)
una de sus cabezas(c) como degollada para muerte; y el golpe de su muerte se curó. Y

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maravillóse entera la tierra tras de la bestia; 4 y adoraron al dragón, porque dio la


potestad a la bestia; y adoraron a la bestia diciendo: «¿Quién, semejante a la bestia, y
quién puede guerrear con ella?» 5 Y diósele boca para hablar cosas grandes y
blasfemias; y diósele potestad de hacer, meses cuarenta y dos. 6 Y abrió su boca para
blasfemias contra Dios, para blasfemar el nombre suyo y el pabellón suyo: a los que en
el cielo habitan. 7 Y diósele hacer guerra con los santos y vencerles; y diósele potestad
sobre toda tribu, y pueblo, y lengua y gente. 8 Y adoráronle todos los que habitan sobre
la tierra; de los cuales no está escrito el nombre en el libro de la vida del Cordero, el
inmolado, desde la fundación del mundo. 9 Si alguno tiene oreja, escuche. 10 Si alguno
a cautiverio(d), a cautiverio se va; si alguno en cuchilla matare, fuerza es que él en
cuchilla matado sea. Aquí(e) está la paciencia y la fe de los santos.
11 Y vi otra bestia subir de la tierra, y tenía cuernos dos semejantes a cordero, y
hablaba como dragón. 12 Y el poderío de la primera bestia todo hace a faz de ella. Y
hace a la tierra y a los de ella habitantes, adorar a la bestia la primera, de la cual se curó
el golpe de la muerte suya. 13 Y hace señales grandes, hasta fuego hacer del cielo bajar
a la tierra a faz de los hombres. 14 Y seduce a los que habitan sobre la tierra, por las
señales que se le dio hacer a faz de la bestia, diciendo a los que habitan sobre la tierra
hacer imagen a la bestia, que tiene el golpe de la cuchilla, y ha vivido. 15 Y diósele dar
espíritu a la imagen de la bestia, hasta hablar la imagen de la bestia y hacer que, cuantos
no adoraren la imagen de la bestia, matados sean. 16 Y hace a todos: a pequeños y a
grandes; y a los ricos y a los pobres; y a los libres y a los esclavos, darles marca en la
mano de ellos, la derecha, o en la frente de ellos 17 y que nadie pueda comprar o
vender, sino el que tiene la marca: el nombre de la bestia o el número del nombre suyo.
18 Aquí la sabiduría está(f). El que tiene entendimiento, compute el número de la bestia; pues número
de hombre(g) es, y el número de ella, seiscientos sesenta y seis.

2a. Símbolo de la fuerza, deformidad, poder.


3b. Vi.
c. Poderes, reinos, vencido mortalmente.
10d. Conduce.
e. En las tribulaciones y en la fe de que los perseguidores no quedan impunes.
18f. En computar el número, medio misterioso, pero no difícil de conocer, sabiendo que es 666.
g. Nombre, es su nombre.

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Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 14

1 Y vi: y he aquí el Cordero estante sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y
cuatro millares(a), teniendo el nombre de él y el nombre del Padre de él escrito en sus
frentes. 2 Y oí voz desde el cielo, como voz de aguas muchas y como voz de trueno
grande; y la voz que oí, como de citaristas citarizando en sus cítaras. 3 Y cantan como
cantar nuevo a faz del trono y a faz de los cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie
podía aprender el cantar, sino los ciento cuarenta y cuatro millares, los comprados de la
tierra. 4 Estos son los que con mujeres no se han mancillado(b); pues vírgenes son(c).
Estos siguen al Cordero a donde fuere. Estos han sido comprados de entre los hombres;
primicias para Dios y el Cordero; 5 y en su boca no se halló mentira: inmaculados son.
6 Y vi otro ángel volando en mitad del cielo, teniendo evangelio eterno(d) para
evangelizar a los sentados sobre la tierra y a toda gente, y tribu, y lengua y pueblo, 7
diciendo en voz grande: «Temed a Dios y dadle gloria; porque ha venido la hora de su
juicio; y adorad al que ha hecho el cielo, y la tierra, y el mar y fuentes de aguas».
8 Y otro segundo ángel siguió diciendo: «Cayó, cayó Babilonia(e) la grande; que del
vino del furor de su ramería(f) abrevadas tiene todas las gentes».
9 Y otro ángel, tercero, siguióles, diciendo en voz grande: «Si alguno adora a la bestia
y la imagen de ella, y recibe marca sobre su frente o sobre su mano, 10 también él
beberá del vino del furor de Dios, el mezclado(g) inmisto en el cáliz de la ira de él; y
será atormentado en fuego y azufre a faz de ángeles santos y a faz del Cordero. 11 Y el
humo del tormento de ellos por siglos de siglos sube; y no tienen reposo día y noche,
los que adoran la bestia y la imagen de ella; y si alguno recibe la marca del nombre de
ella. 12 Aquí la paciencia de los santos está, los que guardan los mandamientos de Dios
y la fe de

Jesús.13 Y oí voz, desde el cielo, diciendo: «Escribe»: «Bienaventurados


los muertos los que en Señor mueren, desde ahora». «Sí, dice elEspíritu; para que
reposen de sus trabajos; que sus obras síguenles».14 Y vi, y he aquí nube esplendente,
y sobre la nube sentado uno
semejando Hijo de hombre, teniendo en su cabeza corona áurea y en

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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su mano hoz aguda.15 Y otro ángel salió del templo, clamando en voz grande al
sentadosobre la nube: «Mete tu hoz y siega; que ha llegado la hora de segar;que se ha
secado la siega(h) de la tierra(i)». 16 Y echó el sentado sobrela nube su hoz a la tierra, y
fue segada la tierra.
17 Y otro ángel salió del templo del en el cielo, teniendo también él
hoz aguda.18 Y otro ángel salió del altar, teniendo potestad sobre el fuego, yvoceó con
voz grande al que tenía la hoz la aguda, diciendo: «Mete tuhoz, la aguda, y vendimia
los racimos de la vid de la tierra; que hanmadurado sus uvas». 19 Y echó el ángel su
hoz en la tierra, yvendimió la vid de la tierra; y arrojó, al lagar de la furia de Dios,
lagrande(j). 20 Y hollado fue el lagar, fuera de la ciudad, y salió sangredel lagar hasta
los frenos de los caballos, por estadios milseiscientos(k).

1a. Los mismos del c. 7, 4.


4b. No han sido fornicarios, idólatras.
c. Puros.
6d. El Evangelio eternizado.
8e. Roma.
f. Su furiosa, desenfrenada ramería.
10g. Preparado.
15h. Mies.

i. Está madura la tierra para ser arrasada en castigo de sus iniquidades. 19j. El anticristo. 20k.
Espantable carnicería que habrá a las puertas de Roma.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 15

1 Y vi otra señal en el cielo grande y maravillosa; ángeles siete teniendo plagas siete,
las postreras; porque en ellas consumóse el furor de Dios.
2 Y vi como mar vítreo mezclado con fuego, y a los triunfantes de la bestia y de la
imagen de ella y del número del nombre de ella, estantes sobre el mar el vítreo,

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teniendo cítaras de Dios. 3 Y cantan el cantar de Moisés, el siervo de Dios, y el cantar


del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas, tus obras, Señor, el Dios el
omnipotente; justos y verdaderos tus caminos, ¡el rey de las gentes! 4 ¿Quién no
temerá, no, Señor, y glorificará tu nombre? Porque sólo santo(a); porque todas las
gentes llegarán y adorarán a faz tuya, porque tus justicias manifestáronse».
5 Y, después de esto vi, y abrióse el templo del tabernáculo del testimonio en el cielo; 6
y salieron los siete ángeles los que tenían las siete plagas, del templo(b), vestidos de lino
puro esplendoroso y ceñidos alrededor de los pechos con ceñidores áureos. 7 Y uno de
los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete tazas áureas repletas del furor del Dios
el que vive por los siglos de los siglos. 8 Y llenóse el templo de humo(c) de la gloria de
Dios y de su poder; y nadie podía entrar en el templo; hasta que se consumaron las siete
plagas de los siete ángeles.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 16

1 Y oí gran voz del templo diciendo a los siete ángeles: «Id y


derramad las siete tazas del furor de Dios, en la tierra».2 Y fue el primero, y derramó su
taza en la tierra; e hízose llaga malay perniciosa en los hombres, los que tenían la marca
de la bestia y losque adoraban su imagen.
3 Y el segundo derramó su taza en la mar; e hízose sangre, cual de
muerto, y toda alma de vida murió, la en la mar.4 Y el tercero derramó su taza en los
ríos y los manantiales de lasaguas; y se hicieron sangre.
5 Y oí al ángel de las aguas diciendo: «Justo eres, el que es y el queera, el santo; porque
esto has juzgado; 6 porque sangre de santos yprofetas derramaron, y sangre les has
dado a beber: dignos son».
7 Y oí al altar diciendo: «Sí, Señor, el Dios el omnipotente,
verdaderos y justos, tus juicios».8 Y el cuarto derramó su taza en el sol, y fuele dado
abrasar a loshombres en fuego. 9 Y abrasáronse los hombres de abrasamientogrande; y
blasfemaron el nombre del Dios, el que tiene la potestadsobre estas plagas; y no se

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arrepintieron para darle gloria.


10 Y el quinto derramó su taza en el trono de la bestia; y fue el reinode ella
entenebrecido, y se mordían las lenguas por el dolor; 11 yblasfemaron al Dios del cielo
por sus trabajos y por sus llagas; y no searrepintieron de sus obras.
12 Y el sexto derramó su taza sobre el río el grande: Eufrates; ysecóse el agua de él,
para que se preparase el camino de los reyes, losde oriente sol.
13 Y vi de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca delpseudoprofeta
espíritus tres, inmundos, cual ranas; 14 pues sonespíritus de demonios que(a) hacen
señales, los que salen a los reyes

del orbe entero, a reunirles para la guerra del día el grande de Dios, el
Omnipotente.15 (He aquí vengo como ladrón: bienaventurado el que vela y cuidasus
vestiduras, para no desnudo andar y que vean su vergüenza). 16 Ylos congregó en el
lugar el que se llama en hebreo «Harmagedón»(b).

17 Y el séptimo derramó su taza en el aire; y salió voz grande deltemplo, desde el


trono, diciendo: «Hecho está». 18 Y huborelámpagos, y voces, y truenos; y terremoto
hubo grande, cual nohubo desde que hombres hubo sobre la tierra, tamaño terremoto,
tangrande. 19 Y se hizo la ciudad, la grande, tres partes; y las ciudades delas gentes
cayeron. Y Babilonia, la grande, rememorada fue a faz deDios, para darle el cáliz del
vino del furor de él. 20 Y toda isla huyó; ymontes no se hallaron(c). 21 Y granizo
grande, como talentar(d) baja
del cielo sobre los hombres; y blasfemaron los hombres a Dios por la
plaga del granizo; porque grande es la plaga de él sobremanera.

14a. Los espíritus.


16b. «Destrucción».

20c. Desaparecieron en el cataclismo. 21d. De un talento: un quintal.

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Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 17

1 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete tazas, y habló conmigo diciendo:
«Ven: te mostraré el juicio de la ramera la grande, la sentada sobre aguas muchas(a); 2
con la que han ramereado los reyes de la tierra, y embriagádose los que habitan la
tierra, con el vino de la ramería de ella». 3 Y llevóme a un desierto en espíritu(b). Y vi
una mujer sentada sobre bestia carmesí, repleta de nombres de blasfemia, teniendo
cabezas siete y cuernos diez. 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata,
dorada(c) de oro y piedra preciosa, y margaritas, teniendo cáliz áureo en su mano,
repleto de abominaciones y de lo inmundo de su ramería; 5 y sobre su frente nombre
escrito: «Misterio; Babilonia, la grande; la madre de las rameras y de las
abominaciones de la tierra». 6 Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la
sangre de los mártires de Jesús(d). Y maravilléme, viéndola, con maravilla grande. 7 Y
díjome el ángel: «¿Por qué te has maravillado? Yo te diré el misterio de la mujer y de la
bestia que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos. 8 La bestia que has
visto, era, y no es, y debe de subir del abismo y a perdición ir; y maravillaránse los que
habitan sobre la tierra; (de los que no está escrito el nombre en el libro de la vida, desde
la fundación del mundo) mirando a la bestia, porque era, y no es y estará allí. 9 Aquí(e),
el entendimiento que tiene sabiduría. Las siete cabezas, siete montes son; donde la mujer está sentada sobre
ellos(f). Y reyes siete son: 10 los cinco cayeron; el uno es, el otro aún no ha venido; y,
cuando viniere, poco ha de durar. 11 Y la bestia que era, y no es, y él(g) el octavo es, y
de los siete es, y a perdición va. 12 Y los diez cuernos que has visto, diez reyes son; los
que reino aún no han tomado; empero potestad, como reyes, una hora toman con la
bestia. 13 Estos una mira tienen, y su fuerza y potestad a la bestia(h) dan. 14 Estos con
el Cordero guerrearán, y el Cordero les vencerá, porque señor de señores es y rey de
reyes, y los con él, llamados, y elegidos y fieles»(i). 15 Y díjome: «Las aguas que ves,
donde está la ramera sentada, pueblos y turbas son, y gentes y lenguas(j). 16 Y los diez
cuernos que has visto y la bestia, éstos aborrecerán a la ramera y desierta haránla y
desnuda, y las carnes de ella comerán, y a ella quemarán en fuego; 17 porque Dios ha
dado en el corazón de ellos hacer esta mira de él y hacer una mira y dar el reino de ellos
a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18 Y la mujer que has visto, es la

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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ciudad, la grande, la que tiene reino sobre los reyes de la tierra»(k).

1a. Véase v. 15.

3b. Indicando que la mujer es figura de la capital del mundo, pagana, vuelta alpaganismo al fin del
mundo. 4c. La mujer; cubierta de oro, pedrería y perlas. 6d. A los que inmoló e inmolará al fin del
mundo.
9e. Advierta.
f. Los montes.
11g. El rey simbolizado por la bestia misma, el Anticristo, cuyos son los siete
cuernos.
13h. Al anticristo.
14i. Son.

15j. De lenguas diversas: distantes. 18k. El reino poderoso, inmensamente rico en los tiempos
últimos; a quiendebelarán los diez reyes.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 18

Caída de Babilonia

1 Después de esto vi, otro ángel descender del cielo, teniendo potestad grande: y la
tierra iluminóse de su gloria. 2 Y gritó en fuerte voz, diciendo: «Cayó, cayó Babilonia
la grande, y se hizo morada de demonios y prisión(a) de todo espíritu impuro y prisión
de toda ave impura(b) y aborrecida; 3 porque del vino del furor de la ramería de ella han
bebido todas las gentes; y los reyes de la tierra con ella han ramereado; y los
mercaderes de la tierra, con el poder de la libídene de ella, enriquecido».
4 Y oí otra voz desde el cielo, diciendo: «Salid, mi pueblo, de ella, para no comunicar
con los pecados de ella; y de las plagas de ella que no recibáis; 5 porque se han
conglutinado(c) sus pecados hasta el cielo, y se ha acordado Dios de las iniquidades de
ella. 6 Retribuidle como también ella retribuyó, y doblad el doble según las obras de
ella: en el cáliz que mezcló, mezcladle doblado; 7 cuanto se glorificó y deleitó, tanto

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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dadle tormento y luto. Porque en su corazón dice: «Sentada estoy reina, y viuda no soy,
y luto no veré, no». 8 Por esto, en un día llegarán las plagas de ella: muerte, y luto y
hambre; y en fuego quemada será; porque fuerte, Señor, el Dios, el que la ha juzgado. 9
Y llorarán y plañirán sobre ella los reyes de la tierra, los que con ella han ramereado y
deleitádose; cuando vieren el humo del incendio de ella, 10 de lejos parados, por el
temor del tormento de ella, diciendo: «¡Ay, ay! la ciudad la grande, Babilonia, la
ciudad la fuerte, porque en una hora ha venido tu juicio». 11 Y los mercaderes de la
tierra llorarán y plañirán sobre ella, porque el cargamento de ellos nadie compra ya: 12
cargamento de oro, y plata, y piedra preciosa, y margaritas, y biso(d), y púrpura y seda,
y escarlata, y todo leño oloroso, y todo vaso marfileño y todo vaso de leño
preciosísimo, y bronce, y hierro y mármol; 13 y cinamomo, y amomo, y timiamas, y
ungüento, e incienso, y vino, y aceite, y harina flor, y trigo, y jumentos, y ovejas; y de(e)
caballos, y carrozas y cuerpos, y almas de hombres. 14 Y la flor del apetito de tu alma
retiróse de ti, y todo lo pingüe y lo espléndido pereció de ti; y ya no lo hallarán, no. 15
Los mercaderes de esto, los que enriquecieron con ella, a lo lejos detendránse, por el
temor del tormento de ella, llorando y plañendo, 16 diciendo: «¡Ay, ay! la ciudad, la
grande, la envuelta en biso, y púrpura y escarlata, y dorada en oro, y piedra preciosa, y
margarita; 17 porque, en una hora, desolada fue la tal riqueza». Y todo piloto y todo el
que sobre el lugar navega y nautas y cuantos la mar trabajan, a lo lejos detuviéronse: 18
y clamaban, mirando el humo del incendio de ella, diciendo: «¿Quién símil a la ciudad
la grande?» 19 Y arrojaron polvo sobre sus cabezas; y clamaban, llorando y plañendo:
«¡Ay, ay! la ciudad la grande en que enriquecieron todos los que tenían las naves en el
mar, de la preciosidad de ella; porque en una hora desolada ha sido. 20 Regocíjate
sobre ella, cielo, y los santos, y los apóstoles y los profetas; pues ha juzgado Dios
vuestro juicio sobre ella».
21 Y alzó un ángel fuerte una piedra como piedra de molino magna, y arrojó al mar;
diciendo: «Así con ímpetu arrojada será Babilonia la gran ciudad, y no será, no, hallada
ya. 22 Y voz de citaristas, y músicos y flautistas, y trompeteros no se oirá, no, en ti ya,
y todo artífice de toda arte no se hallará, no, en ti ya, y voz de molino no se oirá, no, en
ti ya; 23 y luz de lámpara no alumbrará, no, en ti ya; y voz de novio y novia no se oirá,
no, en ti ya; porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, porque en la
hechicería(f) tuya descarriadas fueron todas las gentes; 24 y en ella(g) sangre de profetas
y santos fue hallada, y de todos los degollados sobre la tierra».

2 a. Habitación constante.

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b. Rapaz. 5 c. Multiplicado, condensado y adherídose hasta llegar al cielo. 12 d. Lino finísimo.


13 e. Cargamento. 23 f. Magia y envenenamiento. 24 g. Roma.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 19

Júbilo en el cielo

1 Después de esto, oí como voz grande de turba mucha en el cielo, que decían:
«¡Aleluya! La salud, y la gloria, y el poder, de nuestro Dios; porque verdaderos y
justos, los juicios suyos; 2 porque ha juzgado a la ramera la grande; la que ha
corrompido la tierra en la ramería suya; y ha vindicado la sangre de sus siervos, de la
mano de ella». 3 Y segunda vez han dicho: «¡Aleluya!». Y el humo de ella(a) sube por
los siglos de los siglos. 4 Y cayeron los ancianos los veinticuatro y los cuatro vivientes,
y adoraron a Dios al sentado sobre el trono, diciendo: «¡Amén, aleluya!». 5 Y voz del
trono salió diciendo: «Load a nuestro Dios, todos sus siervos y los que le temen, los
pequeños y los grandes». 6 Y oí como voz de turba mucha, y como voz de aguas
muchas y como voz de truenos fuertes, que decían: «¡Aleluya! porque reina Señor,
nuestro Dios, el Omnipotente. 7 Gocémonos y regocijémonos, y demos la gloria a él;
porque han venido las nupcias del Cordero(b) y su mujer preparóse; 8 y diósela vestirse
de biso esplendente, puro; pues el biso las justicias de los santos son». 9 Y díceme:
«Escribe»: Bienaventurados los al festín de las nupcias del Cordero llamados». Y
díceme: «Estas las palabras verdaderas de Dios son». 10 Y caí delante de sus pies a
adorarle. Y díceme: «Mira: no: Consiervo tuyo soy y de los hermanos tuyos que tienen
el testimonio de Jesús: a Dios adora. Que el testimonio de Jesús es el espíritu de la
profecía»(c).
11 Y vi el cielo abrirse, y he aquí corcel esplendente, y el sentado sobre él llamado
«Fiel y Veraz»; y en justicia juzga y guerrea. 12 Y sus ojos, llama de fuego, y sobre su
cabeza, diademas muchas; teniendo nombre escrito que nadie sabe sino él mismo; 13 y
vestido de vestidura tinta en sangre(d) y se llama su nombre: el «Verbo de Dios». 14 Y
las milicias las del cielo, seguíanle sobre corceles esplendorosos, vestidas de biso
esplendoroso, puro. 15 Y de la boca de él sale espada aguda, para en ella percutir las
gentes; y él los regirá, en vara férrea; y él huella el lagar del furor de la ira de Dios el
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omnipotente. 16 Y tiene sobre su vestidura y sobre su muslo un nombre escrito: «Rey


de reyes y Señor de señores».
17 Y vi un ángel parado en el sol y clamó en voz grande, diciendo a todas las aves las
volantes en medio del cielo: «Venid, congregaos a la cena la grande de Dios: 18 a
comer carnes de reyes, y carnes de tribunos, y carnes de fuertes, y carnes de bridones y
de los sentados sobre ellos, y carnes de todos: y libres, y siervos, y pequeños y grandes.
19 Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra y los ejércitos de ellos congregados, hacer la
guerra con el sentado sobre el corcel y con el ejército suyo. 20 Y fue cogida la bestia y
con ella el pseudoprofeta(e), el que hacía señales a faz de ella, en las cuales sedujo a los
que tomaron la marca de la bestia, y a los que adoraron la imagen de ella: vivos fueron
arrojados los dos en el lago del fuego, el que arde en azufre. 21 Y los demás fueron
matados en la espada del sentado sobre el corcel, la que salía de su boca; y todas las
aves hartáronse de las carnes de ellos.

3 a. De Babilonia, y alaba así eternamente la justicia de Dios.

7 b. Los desposorios perfectos, triunfales y eternos de Cristo con la humanidad restaurada por él. 10 c.
El espíritu profético viene de Jesús, testimonia a Jesús. Tú también tienes este

espíritu. Somos por tanto, consiervos suyos. 13 d. De sus enemigos; pues viene Cristo a destruir a los
malos.
20 e. Véase 13, 11.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 20
1 Y vi un ángel descender del cielo, teniendo la llave del abismo y cadena grande en su
mano. 2 Y apoderóse del dragón, la serpiente, la antigua, que es el Diablo y satán, y
ligóle por mil años. 3 Y lanzóle en el abismo, y cerró y selló por encima de él; para que
no seduzca ya a las gentes, hasta que se cumplan los mil años; después de esto,
necesario es que se le suelte por poco tiempo.
4 Y vi tronos, y sentáronse sobre ellos y juicio dióseles; y(a) las almas de los
decapitados por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, y los que no adoraron a
la bestia ni la imagen de ella y no tomaron la marca sobre la frente y sobre la mano de
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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ellos; y vivieron y reinaron(b) con el Cristo mil años. 5 Y los restantes de los muertos(c)
no vivieron, hasta que se cumplieron los mil años. Esta, la resurrección, la primera. 6
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la resurrección la primera; sobre éstos la
segunda muerte no tiene potestad; sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y
reinarán con él mil años.
7 Y cuando terminaren los mil años, se soltará a satanás de su prisión(d); 8 y saldrá a
seducir las gentes en los cuatro ángulos de la tierra; al Gog y al Magog, a juntarlos en
guerra; de los que el número de ellos como la arena del mar. 9 Y subieron sobre la
anchura de la tierra y cercaron el campamento de los santos y la ciudad la amada; y
descendió fuego (desde Dios) del cielo, y devorólos; 10 y el diablo el que los seducía,
fue arrojado al lago del fuego y azufre; donde también, la bestia y el pseudoprofeta; y
serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
11 Y vi un trono grande, esplendente y al sentado sobre él; de cuya faz huyó la tierra y
el cielo; y lugar no se halló para ellos. 12 Y vi los muertos, los grandes y los pequeños
estar a faz del trono; y libros(e) se abrieron; y otro libro abrióse, que es de la vida, y
juzgados fueron los muertos por lo escrito en los libros, según las obras de ellos. 13 Y
dio el mar los muertos los en él, y la muerte(f) y el infierno(g) dieron los muertos los en
ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el infierno(h) fueron
arrojados al lago del fuego. Esta la muerte la segunda es: el lago del fuego(i). 15 Y si alguno no se halló
en el libro de la vida escrito, fue arrojado al lago del fuego.

4a. Vi.
b. Vivirán y reinarán.
5c. Los malos.

7d. Para seducir a Gog y a Magog, dos reyes potentísimos. 12e. Símbolos de lo indeleble que
permanece en el cielo la memoria de todas las
acciones humanas.
13f. Los muertos sobre la tierra.

g. Los debajo de la tierra. 14h. Los demonios reyes de la muerte misma y del infierno, el reino de los
muertos.
i. El lago es la muerte segunda, verdadera, definitiva.

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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 21
1 Y vi cielo nuevo y tierra nueva; que el primer cielo y la primera tierra se fueron y la
mar no es ya. 2 Y la ciudad, la santa Jerusalén nueva, vi descender del cielo desde Dios,
preparada como esposa ataviada para su marido. 3 Y oí voz grande del trono, diciendo:
«He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y habitará con ellos; y ellos pueblos
suyos serán, y el mismo Dios con ellos será su Dios; 4 y enjugará toda lágrima de los
ojos de ellos; y la muerte no será ya; ni lloro, ni clamor, ni trabajo no será ya, pues lo
primero se fue». 5 Y dijo el sentado en el trono: «He aquí nuevo hago todo». Y dice:
«Escribe que «estas palabras fieles y verdaderas son». 6 Y díjome: «Hechas(a) están.
Yo, el alfa y la o(b), el principio y el fin. Yo al sediento le daré de la fuente del agua de
la vida gratuitamente. 7 El que venciere, heredará esto, y seréle Dios y él seráme hijo. 8
Pero a los malos e increyentes, y abominables, y homicidas, y rameros; y hechiceros, e
idólatras y todos los mendaces, la parte de ellos en el lago el que arde con fuego y
azufre; lo que es la muerte la segunda.
9 Y vino uno de los siete ángeles los que tenían las siete tazas las repletas de las siete
plagas las últimas, y habló conmigo, diciendo: «Ven, te mostraré la esposa, la mujer del
Cordero». 10 Y llevóme en espíritu a un monte grande y alto y mostróme la ciudad, la
santa Jerusalén descendiendo del cielo, desde Dios, 11 teniendo la gloria de Dios; la
lumbrera de ella semejante a piedra preciosísima, como piedra jaspe cristalizante(c); 12
teniendo muro grande y alto; teniendo puertas doce, y sobre las puertas ángeles doce, y
nombres escritos; que son de las doce tribus de hijos de Israel: 13 a oriente, puertas tres
y a septentrión, puertas tres, y al mediodía, puertas tres, y al occidente, puertas tres. 14
Y el muro de la ciudad, teniendo fundamentos doce y sobre ellos doce nombres, de los
doce apóstoles del Cordero.

15 Y el que hablaba conmigo, tenía medida: caña áurea, para medir la ciudad y sus
puertas y su muro. 16 Y la ciudad cuadrangular sita está, y su longitud cuanta su latitud.
Y midió la ciudad con la caña por estadios doce millares: la longitud y la latitud y la
altura de ella iguales son. 17 Y midió su muro: ciento cuarenta y cuatro codos, medida
de hombre, la que es de ángel(d). 18 Y era la estructura de su muro, jaspe; y la ciudad,
oro puro, símil a vidrio puro. 19 Los fundamentos del muro de la ciudad, con toda
piedra preciosa adornados: el fundamento el primero, jaspe; el segundo, zafiro; el
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, sardónice(e); el sexto, sardio; el


séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el nono, topacio; el décimo, crisóprasa; el
undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21 Y las doce puertas, doce margaritas;
cada una de las puertas era de una margarita. Y la calle de la ciudad, oro puro, como
vidrio translúcido. 22 Y templo no vi en ella; pues el Señor Dios el Omnipotente,
templo de ella es, y el Cordero. 23 Y la ciudad necesidad no tiene del sol ni de la luna,
que le luzcan; que la gloria de Dios la ha iluminado, y su lámpara, el Cordero. 24 Y
caminarán las gentes a la luz de ella; y los reyes de la tierra traen la gloria suya a ella;
25 y sus puertas no se cerrarán, no, de día (que noche no habrá allí); 26 y traerán la
gloria y el honor de las gentes a ella. 27 Y no entrará, no, en ella todo común(f) y el que
hace abominación y mentira; sino los escritos en el libro de la vida del Cordero.

6a. Las palabras = todo.


b. Mega la grande; la ómega, última letra del alfabeto griego.
11c. Diáfana, como cristal.

17d. La medida que usó el ángel era de hombre, medida común. 20e. Un sardio mezclado con ónice.
El sardio es amarillento o rojizo; y cuando es

vetado, con vetas regulares, se llama sardónice; porque el ónice tiene vetasregulares. 27f. Impuro.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 22
1 Y mostróme un río de agua de vida, espléndido como cristal, el que salía del trono de
Dios y del Cordero. 2 En medio de la plaza de ella, y, del río, aquende y allende, leño
de vida, haciendo frutos doce; cada mes, dando su fruto; y las hojas del leño para
sanidad de las gentes. 3 Y toda maldición no habrá ya. Y el trono de Dios y del Cordero
en ella estará, y los siervos de él serviránle, 4 y verán su faz; y el nombre de él, sobre
sus frentes. 5 Y noche no habrá ya, y no tienen necesidad de lámpara y luz de sol;
porque Señor Dios iluminaráles, y reinarán por los siglos de los siglos.
6 Y díjome: «Estas palabras, fieles y verdaderas; y el Señor Dios de los espíritus de los
profetas envió su ángel a mostrar a sus siervos las cosas que han de acontecer en breve.
7 Y he aquí vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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este libro».
8 Y yo, Juan, el que oyó y vio estas cosas. Y cuando oí y miré, caí a adorar delante de
los pies del ángel, el que me mostraba estas cosas. 9 Y díceme: «Mira; no: consiervo
tuyo soy y de tus hermanos, los profetas y de los que guardan las palabras de este libro;
a Dios adora».
10 Y díceme: «No selles(a) las palabras de la profecía de este libro; que el tiempo cerca
está. 11 El que agravia, agravie todavía; y el contaminado contamínese todavía; y el
justo, justicia haga todavía, y el santo, santifíquese todavía. 12 He aquí vengo pronto, y
el galardón mío, conmigo, a retribuir a cada uno, como la obra es de él. 13 Yo el alfa y
la o, el primero y el último, el principio y el fin. 14 Bienaventurados los que lavan sus
estolas, para que sea su potestad sobre el leño de la vida; y, para que por las puertas
entren en la ciudad. 15 Fuera(b) los canes(c), y los hechiceros, y los rameros, y los
homicidas, y los idólatras, y todo el que ama y hace mentira.
16 Yo, Jesús, he enviado mi ángel a testificaros esto para las iglesias.
Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella, la esplendorosa, la

matutina(d).17 Y el Espíritu y la esposa dicen: «Ven»; y quien oye, diga: «Ven».Y


quien tiene sed, venga; quien quiere, coja agua de vidagratuitamente.
18 Testifico yo a todo el que oye las palabras de la profecía de estelibro: si alguno
añadiere a ellas, añadirá Dios sobre él las plagas, lasescritas en este libro; 19 y, si
alguno quitare de las palabras del librode esta profecía, quitará Dios su parte del leño
de la vida y de laciudad la santa, de(e) las cosas escritas en este libro(f).

20 Dice el que testifica estas cosas: «Sí; vengo pronto». Amén; ven,Señor Jesús.21 La
gracia del Señor Jesús con todos.

10a. El sellar significa que la profecía se verificará tarde.


15b. De la ciudad santa están.
c. Los enemigos y perseguidores de los buenos.
16d. Precursora del día eterno.
19e. Y de.
f. Se verá castigado y excluido del reino de Dios, el que alterare este libro.

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