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Biblia Septuaginta
Traducida al español por el R.P. Guillermo Jünemann .
Texto bíblico autorizado para su publicación por la Conferencia Episcopal de Chile mediante el decreto n. 70 (860/92) con fecha del 8
de octubre de 1992.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Genealogía de Cristo
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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18 a. Sin —Todas las notas de interpretación son de los santos padres y de autorizados exegetas
católicos.
20 b. Visión.
25 c. «Primogénito». J. E. —El Evangelio constata la virginidad de María como
Los magos
1 Nacido Jesús en Belén de Judea en los días de Herodes, el rey, he aquí que magos del
oriente llegaron a Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el nacido rey de los judíos? pues
hemos visto su estrella en el oriente y venido a adorarle». 3 Mas, oyendo el rey Herodes
se espantó y toda Jerusalén con él. 4 Y reuniendo todos los pontífices y escribas del
pueblo, interrogóles dónde el Cristo nacería. 5 Y ellos le dijeron: «En Belén de la
Judea. Pues así está escrito por el profeta:
6 Y tú Belén, tierra de Judá.en manera alguna eres la más pequeña enlos príncipes de
Judá; (a)
pues de ti saldrá el guía
que pastoreará a mi pueblo, a Israel».
6 a. Ciudades principales.
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El Bautista
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Tentación de Cristo
Mc. 1,12-13; Lc. 4,1-13
1 Entonces Jesús fue llevado al desierto por el espíritu para ser tentado por el diablo. 2
Y habiendo ayunado días cuarenta y noches cuarenta, al último tuvo hambre. 3 Y
acercándose el tentador, díjole: «Si hijo eres de Dios, di que las piedras éstas panes se
hagan». 4 Y él respondiendo dijo: «Escrito está»: No de pan sólo vivirá el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios». 5 Entonces cógele consigo el diablo hacia
la santa ciudad, y púsole en el alero del santuario 6 y dícele: «Si hijo eres de Dios,
arrójate abajo; porque escrito está que
a sus ángeles mandará de ti y en manos te llevarán no sea que lastimes en piedra tu
pie».
7 Díjole Jesús: «De nuevo, escrito está: «No tentarás al Señor, tu Dios». 8 De nuevo
cógele consigo el diablo hacia un monte grandemente alto y muéstrale todos los reinos
del mundo y la gloria de ellos, 9 y dícele: «Esto te lo daré todo, si, prosternándote, me
adoras». 10 Entonces dícele Jesús: «Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu
Dios adorarás y a él sólo servirás». 11 Entonces dejóle el diablo, y he aquí que ángeles
se acercaron y le sirvieron.
12 Y, oyendo que Juan había sido entregado, se retiró a la Galilea, 13 Y dejando a
Nazaret, yendo, habitó, en Cafarnaúm, la marina, en los confines de Zabulón y Neftalí;
14 para que se cumpliese lo dicho por Isaías, el profeta, diciendo: 15 «Tierra de
Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, allende el Jordán, Galilea de las gentes;
16 el pueblo el sentado en tinieblas luz vio grande, y a los sentados en región y sombra
de muerte luz nacióles.»
17 Desde entonces principió a predicar y decir: «Arrepentíos; pues cerca está el reino
de los cielos». 18 Y, caminando junto al mar de la Galilea vio dos hermanos: a Simón,
el llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, lanzando red en la mar, pues eran
pescadores, 19 y díceles: «Venid en pos de mí, y haréos pescadores de hombres»: 20 Y
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ellos al punto, dejando las redes, siguiéronle. 21 Y, caminando adelante de allí, vio
otros dos hermanos: a Santiago, el de Zebedeo y Juan, su hermano, en la barca, con
Zebedeo, el padre de ellos, reparando sus redes, y llamóles; 22 y ellos al punto, dejando
la barca y su padre, siguiéronle. 23 Y anduvo al través de toda la Galilea, enseñando en
las sinagogas de ellos y predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y
toda flaqueza en el pueblo. 24 Y fue su fama por toda la Siria; y traían todos los
enfermos de varias enfermedades y poseídos de penalidades, endemoniados y lunáticos
y paralíticos y les sanaba. 25 Y seguíanle turbas muchas desde la Galilea, y Decápolis,
y Jerusalén, y Judea y allende del Jordán.
Sermón de la montaña
I
Bienaventuranzas
1 Y viendo las turbas, subió al monte; y, sentándose él, se le acercaron sus discípulos; 2
y abriendo su boca, enseñóles diciendo: 3 «Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los llorosos, porque ellos
serán consolados. 5 Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 6
Bienaventurados los hambrientos y sedientos de la justicia, porque ellos serán hartos. 7
Bienaventurados los compasivos, porque ellos serán compadecidos. 8
Bienaventurados los puros del corazón, porque ellos a Dios verán. 9 Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos hijos de Dios serán llamados. 10 Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11
Bienaventurados sois, cuando os afrentaren y persiguieren y dijeren todo lo malo,
contra vosotros, mintiendo por causa mía. 12 Alegráos y alborozáos, porque vuestro
galardón,(a) mucho en los cielos; pues así persiguieron a los profetas, a los anteriores a
vosotros.»
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Jerusalén, porque ciudad es del gran rey. 36 Ni por tu cabeza jures, porque no puedes
un solo cabello blanco hacer o negro. 37 Mas sea vuestra palabra: «sí, sí; no, no»; pero
lo que excede de esto, del mal
es.» 38 «Habéis oído que se ha dicho: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Mas yo os
digo que no resistáis al mal: sino que quien te golpeare en tu mejilla derecha vuélvele
también la otra; 40 y al que quisiere enjuiciarte y tu túnica tomar, déjale también el
manto; 41 y quien te forzare(j) una milla, ve con él dos; 42 al que te pidiere, dale, y al
que quisiere prestado de ti, no te vuelvas(k) de él. 43 Habéis oído que se ha dicho:
Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo(l). 44 Yo, empero, dígoos, amad a
vuestros enemigos(m), y orad por los que os persiguen; 45 para que os hagáis hijos de
vuestro Padre, el de los cielos; porque alza su sol sobre malos y buenos, y llueve sobre
justos e injustos. 46 Pues, si amareis a los que os aman ¿qué galardón tenéis? ¿No
hacen también los publicanos lo mismo? 47 Y si saludareis a vuestros hermanos
solamente ¿qué demás hacéis? ¿no hacen también los gentiles lo mismo? 48 Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre, el celestial, perfecto es.»
12 a. Es.
13 b. Mejor que: «¿se salará?»
17 c. Llenar, perfeccionar.
18 d. Jota: la letra hebrea más pequeña; tilde: acento. Sentido: las modificaciones
más pequeñas de la palabra de sentido, las disposiciones más leves de la ley divina:
los más pequeños mandamientos.
22 e. Necio.
f. Que juzgaba las causas más graves. —Gradúa Cristo la gravedad de las culpas: 1º grave; 2º más
grave; 3º gravísima o mortal.
g. Impío.
h. Del hebreo, ge-hinnom = valle de Hinnom, donde se quemaba lo putrefacto. 26 i. 1/4 de un as o un
maravedí. 41 j. A ir con él. 42 k. Y no le des la espalda y te vayas. 43 l. Enemigo de tu pueblo. 44 m.
Sigue con la V.: «y haced bien a los que os aborrecen».
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El Sermón de la Montaña
II
Caridad
1 «Guardaos de no hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de
ellos; pues, de no, galardón no tenéis delante de vuestro Padre, el de los cielos. 2
Cuando, pues, hicieres limosna, no trompetees delante de ti, como los hipócritas hacen
en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados de los hombres. En verdad dígoos,
reciben su galardón. 3 Pero, tú, haciendo limosna, no sepa tu izquierda qué hace tu
derecha; 4 para que sea tu limosna en oculto; y tu Padre, el que ve en lo oculto, te
recompensará.»
5 «Y, cuando orareis, no seréis como los hipócritas; porque aman, en las sinagogas y en
las esquinas de las calles, de pie, orar, para ser vistos de los hombres. En verdad os
digo, reciben su galardón. 6 Tú, empero, cuando orares, entra en tu alcoba y cerrando
tu puerta, ora a tu Padre el en lo oculto; y tu Padre, el que ve en lo oculto, te
recompensará. 7 Y orando, no parléis como los gentiles, pues creen que en su
verbosidad serán escuchados. 8 No os asemejéis, pues, a ellos; porque sabe vuestro
Padre lo que necesitáis, antes de pedírselo vosotros. 9 Así, pues, oraréis vosotros:
«Padre nuestro, el de los cielos, santifíquese(a) tu nombre(b); 10 llegue tu reino(c); hágase
tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra; 11 el pan nuestro, el del día, dánosle
hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas como también nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores. 13 Y no nos entres en tentación(d), sino líbranos del mal(e). 14 Pues, si
perdonareis a los hombres sus caídas, os perdonará también vuestro Padre el celestial;
15 pero, si no perdonareis a los hombres, ni vuestro Padre perdonará las caídas
vuestras. 16 Y, cuando ayunareis, no os pongáis como los hipócritas, mustios; pues
demudan sus rostros para aparecer a los hombres ayunando. En verdad os digo, reciben
su galardón. 17 Tú, empero, ayunando, unge tu cabeza y lava tu rostro; 18 para no
aparecer a los hombres ayunando, sino a tu Padre, el en lo oculto; y tu Padre, el que ve
en lo oculto, te recompensará.»
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9 a. Glorifíquese.
b. Ser, poder, majestad (el mismo Dios apareciéndose). 10 c. Ven a reinar (la oración puede acelerar
esta venida). 13 d. Prueba: tribulación. Pedimos que no permita Dios que sucumbamos en la
tentación.
e. De todo mal; del malo, el demonio, y del mal moral sobre todo. 22 f. No compuesto, limpio, sano.
23 g. Serán. 24 h. Pluto, el dios de las riquezas. 25 i. Vida. 27 j. Tiempo brevísimo.
29 k. Uno solo.
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Caridad
1 «No juzguéis para que no se os juzgue; 2 pues, con el juicio que juzgáis, se os
juzgará; y, con la medida que medís, se os medirá. 3 ¿Y qué miras la paja, la en el ojo
de tu hermano, y la en ojo, el tuyo, viga no adviertes? 4 O ¿cómo dirás a tu hermano:
«Deja arroje yo la paja del ojo tuyo», y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 Hipócrita,
arroja primero de tu ojo la viga, y entonces verás de arrojar la paja del ojo de tu
hermano.»
6 «No deis lo santo(a) a los perros(b), ni arrojéis vuestras perlas(c) delante de los
puercos, no sea que las huellen con sus pies, y, volviéndose, os destrocen a vosotros.»
7 «Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; golpead, y se os abrirá. 8 Pues todo el que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que golpea, se le abrirá. 9 O ¿quién de vosotros
es el hombre a quien, si pidiere su hijo pan, una piedra le dará? 10 O también un pez
pidiere ¿una sierpe le dará? 11 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dones buenos
dar a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre, el de los cielos, dará lo bueno a los que
le pidieren? 12 Todo, pues, cuanto quisiereis que a vosotros hagan los hombres, así
también vosotros hacedles; que ésta es la ley y los profetas.»
13 «Entrad por la estrecha puerta; porque ¡ancha, la puerta y espacioso el camino que
conduce a la perdición!; y muchos son los que van por él. 14 ¡Qué estrecha la puerta y
angosto el camino, que conduce a la vida, y pocos son los que le encuentran! 15
Guardaos de los falsos profetas los que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas;
pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos les conoceréis. 16 ¿Acaso cogen de
las espinas uvas o de los abrojos higos? 17 Así todo árbol bueno frutos hermosos hace;
pero el podrido árbol frutos malos hace. 18 No puede árbol bueno frutos malos llevar,
ni árbol carcomido frutos hermosos llevar. 19 Todo árbol que no hace fruto hermoso,
cortado es y al fuego, arrojado. 20 Por sus frutos, pues, ciertamente les conoceréis. 21
No todo el que me dijere: «¡Señor, Señor!», entrará en el reino de los cielos, sino el que
hiciere la voluntad de mi Padre, el de los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día:
«Señor, Señor, ¿no hemos en tu nombre profetizado, y en tu nombre arrojado los
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El leproso. Curaciones
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6 a. Siervo.
11 b. A comer, gozar. 20 c. El hombre por excelencia, la flor del hombre, del linaje humano. 21 d.
Hasta que entierre: hasta que muera mi padre. 22 e. Proverbial = «los muertos se avengan entre sí:
entiérreseles como se pueda».
32 f. De los demonios mismos apiádase Cristo. «Nada odias de lo que hiciste» (Sab. 11,25-27).
Un paralítico; curaciones
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plenitud(c)
de él del vestido, y peor se hace la rotura. 17 Ni echan vinos nuevos en odres
viejos, que, de otra suerte, se rompen los odres, y el vino se derrama y los odres se
pierden: sino que echan vino nuevo
en odres nuevos, y ambos se conservan a la vez(d)». 18 Hablándoles él esto, he aquí un
príncipe, acercándose, adoróle, diciendo: que «mi hija acaba de morir, pero, viniendo,
pon tu mano sobre ella, y vivirá». 19 Y, levantándose Jesús, siguióle y los discípulos de
él. 20 Y ahí una mujer, hemorrágica doce años, acercándose por detrás, asió la fimbria
de su vestido; 21 pues dijo entre sí: «Si tan sólo asiere su vestido, sanaré». 22 Y Jesús,
volviéndose y viéndola, dijo: «Confía, hija; tu fe te ha salvado». Y sanó la mujer desde
aquella hora. 23 Y, viniendo Jesús a la casa del príncipe, y viendo los flautistas y la
turba tumultuando, 24 dijo: «Retiraos; pues no ha muerto la niñita, sino que duerme».
Y reíanse de él. 25 Y, cuando fue arrojada fuera la turba, acercándose, cogió la mano de
ella, y despertó(e) la niñita. 26 Y salió esta(f) fama por toda aquella tierra.
27 Y caminando de allí, siguieron a Jesús dos ciegos gritando y diciendo: «Apiádate de
nosotros, hijo de David». 28 Y, viniendo él a la casa, acercáronsele los ciegos, y díceles
Jesús: «¿Creéis que puedo hacer esto?» Dícenle: «Sí, Señor». 29 Entonces tocó los ojos
de ellos, diciendo: «Según vuestra fe, hágaseos» 30 Y se abrieron los ojos de ellos. Y
entre murmuróles(g) Jesús, diciendo: «Mirad; que nadie lo sepa(h)» 31 Pero ellos,
saliendo, le divulgaron por toda aquella tierra.
32 Y, saliendo ellos, he aquí le trajeron un mudo endemoniado. 33 Y, arrojado el
demonio, habló el mudo. Y maravilláronse las turbas, diciendo: «Jamás pareció tal en
Israel». 34 Pero los fariseos decían: «En el príncipe de los demonios arroja los
demonios.»
35 Y recorrió Jesús las ciudades todas y las aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos
y predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda flaqueza(i). 36 Y
viendo a las turbas se lastimó de ellas; porque estaban desgarradas,(j) postradas como
ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dice a sus discípulos: «La mies, por cierto,
mucha; pero los obreros, pocos; 38 rogad, pues, al señor de la mies, que apremie(k)
obreros a su mies.»
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se infiere en la vieja, en lo ritual y en lo positivo de ella; ni el espíritu (el vino), de la nueva, en las
formas de aquélla; sino que, derogándola, en cuanto a lo material, a las disposiciones legales y al
espíritu, consérvala, sin embargo, pues la amplía, eleva y perfecciona.
25 e. Levantóse del sueño.
26 f. De esto.
30 g. Como indignándose y amenazando.
h. No lo divulguéis; no quería Cristo, generalmente, se conociera demasiado su
divinidad.
35 i. Corporal. 36 j. Por los lobos: los principios de ellos. 38 k. Envíe apresurada, instantemente.
1 Y llamando a sus doce discípulos les dio potestad de(a) los espíritus inmundos, para
que los arrojasen, y sanasen toda enfermedad y toda flaqueza. 2 Y los nombres de los
doce apóstoles son éstos: el primero, Simón, el llamado Pedro, y Andrés su hermano, y
Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano. 3 Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el
publicano; Santiago, el de Alfeo y Tadeo. 4 Simón, el Cananeo(b) y Judas, el Iscariote(c) el
que también le vendió. 5 A éstos doce envió Jesús mandándoles diciendo: «A camino
de gentes no os apartéis, y a ciudad de samaritanos no entréis; 6 e id más bien a las
ovejas las perecidas de la casa de Israel. 7 Y, yendo, predicad, diciendo: que se ha
acercado el reino de los cielos. 8 Enfermos sanad; muertos resucitad; leprosos limpiad;
demonios arrojad. De gracia recibisteis, de gracia dad. 9 No adquiráis oro, ni plata, ni
bronce, para(d) vuestros cinturones; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni
calzado ni báculo; que digno es el obrero de su alimento. 11 Y en la ciudad o aldea que
entrareis, indagad quién en ella hay digno, y allí quedaos hasta iros. 12 Y, entrando en
la casa, saludadla. 13 Y, si ya fuere la casa digna, venga vuestra paz(e) sobre ella; mas,
si no fuere digna, vuestra paz sobre vosotros vuelva. 14 Y quien no recibiere a
vosotros, ni escuchare las palabras de vosotros —saliendo fuera de la casa o de aquella
ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies(f). 15 En verdad os digo: más llevadero será a
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la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que a aquella ciudad. 16 He aquí que
yo os envío como ovejas en medio de lobos; sed pues, prudentes, como las serpientes y
sencillos(g), como las palomas. 17 Y guardaos de los hombres; pues os entregarán en
sanedrines(h) y en sus sinagogas azotarános, 18 y así ante príncipes como reyes se os
llevará, por causa mía, en testimonio para ellos(i) y las gentes(j). 19 Y cuando os
entregaren, no os solicitéis de cómo o qué hablar, pues se os dará en aquella hora qué
habléis; 20 pues no vosotros sois los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre el
que habla en vosotros. 21 Y entregará hermano a hermano a muerte y padre a hijo, y se
levantarán juntos hijos contra padres y mataránles. 22 Y seréis odiados de todos por mi
nombre; y el que perseverare hasta el fin, éste se salvará. 23 Y cuando os persiguieren
en esta ciudad, huid, a la otra; pues, en verdad os digo; no acabaréis(k) las ciudades de
Israel que no venga el Hijo del hombre. 24 No hay discípulo sobre el maestro ni siervo
sobre su señor. 25 Basta al discípulo ser como su maestro; y el(l) siervo como su señor.
Si al padre de familias llamaron Beelzebub ¿cuánto más a sus domésticos? 26 No les
temáis, pues; porque nada hay tan cubierto que no se descubra y oculto que no se
conozca. 27 Lo que os digo en las tinieblas, decidlo en la luz, y lo que oís a la oreja,
predicadlo sobre los terrados. 28 Y no temáis de los que matan el cuerpo, y el alma no
pueden matar, pero temed mas bien al que puede así el alma como el cuerpo perder en
la gehenna(m). 29 ¿No se venden dos gorriones por un as(n)? y uno de entre ellos no cae
sobre la tierra sin el padre de vosotros. 30 De vosotros, empero, aún los cabellos de la
cabeza todos contados están. 31 No temáis, pues: de muchos gorriones diferís(o)
vosotros. 32 Todo aquél, pues, que me confesare delante de los hombres, le confesaré
yo también delante del Padre mío el de los cielos; 33 y cualquiera que me negare
delante de los hombres, le negaré yo también delante del Padre mío el de los cielos. 34
No creáis que he venido a lanzar paz sobre la tierra(p) no he venido a lanzar paz, sino
cuchilla. 35 Pues he venido a dividir hombre contra su padre e hija contra su madre, y
nuera contra su suegra. 36 Y ¡enemigos del hombre, sus domésticos! 37 Quien amare a
padre o a madre más que a mí, no es de mí digno; y quien amare hijo o hija más que a
mí, no es de mí digno; 38 y quien no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es de mí
digno. 39 Quien hallare su alma, perderála, y quien perdiere su alma, por causa mía,
hallarála. 40 El que os recibiere a vosotros, me recibe y el que me recibiere, recibe al
que me ha enviado. 41 El que recibiere a un profeta, en nombre de profeta, galardón de
profeta recibirá; y el que recibiere a un justo, en nombre de justo, galardón de justo
recibirá. 42 Y el que diere de beber a uno de estos pequeños(q) un cáliz de fría(r), solamente,
en nombre de discípulo, en verdad os digo: no perderá, no, su galardón.»
1 a. Sobre.
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4 b. Celador.
c. «Hombre de Cariot».
9 d. Guardar en.
13 e. La paz es algo como real, una emanación, divina que va y viene, cuya presencia y ausencia se
perciben.
14 f. Para no llevar nada de ellos.
16 g. Puros.
17 h. Junta, tribunal.
18 i. Los judíos: para que conozcan todos el evangelio.
j. Gentes siempre = gentiles.
23 k. De recorrer.
25 l. Al.
28 m. El infierno.
29 n. Moneda ínfima de cobre.
31 o. Sois mejores. 34 p. Su paz es interior. Fuera hay guerra para los suyos. 42 q. Pobres y humildes
que le rodeaban.
r. Agua.
1 Y sucedió, que cuando acabó Jesús de mandar a sus doce discípulos, se fue de allí a
enseñar y predicar en las ciudades de ellos. 2 Y Juan, oyendo en la cárcel, las obras del
Cristo, enviando por medio de sus discípulos(a), le dijo: 3 «¿Tú eres el que ha de venir,
o a otro esperamos?» 4 Y, respondiendo Jesús, díjoles: «Yendo, anunciad a Juan lo que
oís y veis: 5 Ciegos están viendo y cojos andando; leprosos son limpios; y sordos oyen,
y muertos resucitan y pobres son evangelizados(b); 6 y bienaventurado es, quien no se
escandalizare en mí». 7 Y, yéndose éstos, empezó Jesús a decir a las turbas sobre Juan:
«¿Qué habéis salido al desierto a mirar? ¿caña por el viento balanceada? 8 Pero ¿qué
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habéis salido a ver? ¿hombre en blanduras envuelto? he aquí los que lo blando llevan,
en las casas de los reyes(c). 9 Pero ¿a qué habéis salido? ¿profeta a ver? Sí; os digo, y
más que profeta. 10 Este es de quien está escrito: He aquí yo envío mi mensajero
delante de tu faz; quien preparará tu camino delante de ti.
11 En verdad os digo: no se ha levantado en nacidos de mujeres mayor que Juan el
Bautista; pero el menor en el reino de los cielos mayor que él es(d). 12 Y desde los días
de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es forzado(e), y forzadores
arrebátanlo. 13 Pues todos los profetas y la ley han profetizado(f) hasta Juan; 14 y si
queréis permitir(g) él es Elías, el que ha de venir. 15 El que tuviere orejas, oiga.»
16 «Y ¿a quién asemejaré esta generación? semejante es a pequeñuelos sentados en las
plazas, los que voceando a los otros, dicen: 17 Flauteado os hemos, y no habéis
danzado: trenádoos(h), y no habéis llorado(i). 18 Pues vino Juan, ni comiendo ni bebiendo, y
dicen: «Demonio tiene». 19 Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen:
«He aquí un hombre glotón y vinolento, de publicanos amigo y de pecadores». Y se
justificó la sabiduría por sus obras(j). 20 Entonces empezó a reconvenir a las ciudades
en que habían sido hechos los más de los poderes de él, porque no se habían
arrepentido: 21 «¡Ay de ti, Corazaín! ¡ay de ti, Betsaida; que, si en Tiro y Sidón, se
hicieran los poderes, los hechos en vosotras, mucho ha, en saco y ceniza se hubieran
arrepentido. 22 Empero, dígoos que a Tiro y Sidón más llevadero será en el día del
juicio que a vosotras. 23 Y tú, Cafarnaúm ¿acaso hasta el cielo te sublimarás? Hasta el
infierno bajarás; pues, si en Sodoma se hicieran los poderes los hechos en ti, quedara
ella hasta el día de hoy. 24 Empero, dígoos que a la tierra de Sodoma más llevadero
será en el día del juicio que a ti.»
25 En aquel tiempo, respondiendo(k) Jesús, dijo: «Ensálzote, Padre, señor del cielo y de
la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes(l), y reveládolas a los
pequeñuelos(m). 26 Sí, Padre; porque tal plugo ante ti. 27 Todas las cosas me han sido
entregadas por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre; ni al Padre alguien
conoce sino el Hijo y a quien quisiere el Hijo revelar. 28 Venid a mí, todos los
trabajados y recargados, y yo os refrigeraré. 29 Alzad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, porque suave soy y humilde del corazón, y hallaréis alivio para
vuestras almas; 30 que mi yugo es bueno; y mi carga, ligera es.»
2 a. Para satisfacer al pueblo. 5 b. Se les anuncia el evangelio, la buena nueva del reino; la dicha. 8 c.
Están.
11 d. En la tierra.
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1 En aquel tiempo fue Jesús el sábado al través de los sembrados; y sus discípulos
hambrearon, y principiaron a desgranar espigas y a comer. 2 Pero los fariseos, viendo,
dijéronle: «He ahí que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado». 3 Y él
díjoles: «¿No habéis leído qué hizo David, cuando hambreó y los con él? 4 ¿cómo entró
en la casa de Dios y los panes de la proposición comió; lo que no le era lícito comer ni
a los con él, sino a los sacerdotes solos? 5 ¿O no habéis leído en la ley que los sábados
los sacerdotes en el santuario el sábado profanan(a) e inocentes son? 6 Y dígoos que
cosa mayor que el santuario hay aquí(b). 7 Y si conocieseis qué es: «Misericordia
quiero, y no sacrificio», no condenaríais a los inocentes. 8 Pues señor es del sábado el
Hijo del hombre». 9 Y partiendo de allí, fue a la sinagoga de ellos. 10 Y he aquí un
hombre, una mano teniendo seca; y preguntáronle diciendo: «¿Si es lícito los sábados
curar?» para acusarle. 11 Y él díjoles: «¿Quién será de entre vosotros el hombre que
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tenga oveja una, y si cayere ésta el sábado en un hoyo, no la coja y alce? 12 Pues,
¿cuánto difiere(c) un hombre de una oveja? así que lícito es los sábados bellamente
hacer». 13 Entonces dice al hombre: «Extiende tu mano». Y la extendió y restituida fue
sana como la otra. 14 Y saliendo los fariseos, consultáronse contra él, para perderle.
15 Pero Jesús, conociendo, retiróse de allí. Y siguiéronle muchos, y sanóles a todos; 16
e intimóles que no le descubriesen; 17 para que se cumpliese lo dicho por Isaías, el
profeta, diciendo:
18 He aquí a mi Hijo a quien elegí,mi amado, en quien se ha complacido mi
alma;pondré mi espíritu sobre él,y mi juicio a las gentes anunciará.
19 No contenderá ni voceará; ni oirá alguien en las calles su voz. 20 Caña
quebrantada no romperá; y lino(d) humeante no apagará; hasta que lanzare a victoria
el juicio. 21 Y en su nombre las gentes esperarán.
22 Entonces le fue traído un endemoniado ciego y mudo(e) y sanóle, que el mudo habló
y vio. 23 Y arrobáronse todas las tubas y dijeron: «¿Acaso no es(f) éste el hijo de
David?» 24 Pero los fariseos, oyendo, dijeron: «Este no lanza los demonios sino en
Beelzebub, príncipe de los demonios». 25 Y conociendo los sentimientos de ellos,
díjoles: «Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado, y toda ciudad o casa
dividida contra sí misma no subsistirá. 26 Si Satanás a Satanás lanza, contra sí mismo
está dividido: ¿Cómo, pues, subsistirá su reino? 27 Y, si yo en Beelzebub lanzo los
demonios, vuestros hijos(g) ¿en quién le lanzan? Por esto ellos jueces serán vuestros. 28
Pero si en el Espíritu de Dios yo lanzo los demonios, por cierto ha llegado a vosotros el
reino de Dios. 29 ¿O cómo puede alguno entrar en la casa del fuerte, y arrebatar sus
armas si primero no atare al fuerte; y entonces despojará su casa? 30 El que no es
conmigo, contra mí es, y el que no recoge conmigo, desparrama. 31 Por esto dígoos:
todo pecado y blasfemia, perdonada será a los hombres; pero la blasfemia del Espíritu
no será perdonada. 32 Y, si alguno dijere palabra contra el Hijo del hombre, se le
perdonará, pero si hablare contra el Espíritu santo(h), no se le perdonará, no, ni en este
siglo, ni en el venidero(i). 33 O haced(j) el árbol hermoso y su fruto hermoso, o haced el
árbol carcomido y su fruto carcomido; pues por el fruto se conoce el árbol. 34
Engendros de víboras, ¿cómo podéis lo bueno hablar, malos siendo? pues de la
abundancia del corazón la boca habla. 35 El buen hombre del buen tesoro lanza lo
bueno; y el mal hombre del mal tesoro lanza lo malo. 36 Y dígoos que toda palabra
ociosa(k) que hablaren los hombres, —darán de ella cuenta en el día del juicio. 37 Pues
por tus palabras serás justificado, y por tus palabras, condenado.»
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27 g. Los exorcistas judíos. 32 h. Contra obras claramente de él, y de consiguiente por pura malicia.
i. Esto es: será castigado. 33 j. Suponed. 36 k. Mentida, «que contiene calumnia» (Crisóst.) Vana,
falsa. 41 l. Hay aquí.
42 m. Sur.
43 n. Vuelve Cristo al asunto principal (24) interrumpido por esta digresión. No es parábola este obrar
del demonio, sino que todo hay entenderlo literalmente. 46 o. Consanguíneos.
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Parábolas
16 De vosotros, empero, felices los ojos porque miran, y las orejas, porque oyen. 17
Pues, en verdad dígoos que muchos profetas y justos anhelaron ver lo que miráis y no
vieron, y oír lo que oís, y no oyeron. 18 Vosotros, pues, oid la parábola del que
siembra. 19 De todo el que oyere la palabra del reino y no entendiere, —viene el malo
y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el junto al camino sembrado. 20 Y el
sobre lo pedregoso sembrado; éste es el que la palabra oye y al punto con alegría la
recibe; 21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que temporal es, y viniendo tribulación o
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12a. Trabajare, cooperare al bien, a la gracia. 13b. Culpablemente se ciegan. 33c. El sato (med.
hebrea) = 1 1/2 fanegas. Parece que en grandes festines se
amasaban tres.
47d. De peces. 52e. Porque entendisteis, sed semejantes a un padre de familia muy rico que tienelleno
su tesoro de toda suerte de bienes: nuevos y viejos, para todas las necesidadesy gustos. —Imitadme
también a mí explicando en parábolas el reino divino. 54f. Fuerzas de hacer milagros.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Milagros
Muerte del Bautista
1 En aquel tiempo oyó Herodes, el tetrarca, la oída (a) de Jesús, 2 y dijo a sus jóvenes:(b)
«Este es Juan el Bautista: él ha resucitado de los muertos, y por esto los poderes se
obran en él». 3 Porque Herodes, apoderándose, a Juan había atado y en prisión
puéstole, por Herodías, la mujer de Felipe, su hermano; 4 pues decíale Juan: «No te es
lícito tenerla». 5 Y queriendo matarle, temía a la muchedumbre, porque por profeta le
tenían. 6 Y viniendo el natalicio de Herodes; danzó la hija de Herodías al medio y
agradó a Herodes, 7 por donde con juramento prometió darla lo que pidiese. 8 Y ella
prevenida de su madre: «Dame, dice, aquí en una escudilla, la cabeza de Juan el
Bautista». 9 Y entristecido el rey por los juramentos y los comensales, mandó se diese;
10 y enviando, decapitó a Juan en la prisión. 11 Y se trajo la cabeza de él en una
escudilla y se le dio a la doncellita, y la llevó a su madre. 12 Y viniendo sus discípulos
levantaron el cadáver, y sepultáronle, y, viniendo, anunciaron a Jesús.
13 Y, oyendo Jesús, se retiró en barca a desierto lugar aparte; y, oyendo las turbas,
siguiéronle a pie de las ciudades. 14 Y, saliendo, vio mucha turba y se lastimó de ellos
y sanó sus enfermos. 15 Y al atardecer acercáronsele los discípulos, diciendo:
«Desierto es el lugar y la hora ya ha pasado; despide, pues, las turbas para que, yendo a
las aldeas, se compren alimento». 16 Y Jesús díjoles: «No tienen necesidad de irse;
dadles vosotros de comer». 17 Y ellos dícenle: «No tenemos aquí sino cinco panes y
dos peces». 18 Y él dijo: «Traédmelos acá». 19 Y mandando a las turbas recostarse en
la hierba, tomando los cinco panes y los dos peces, mirando hacia el cielo, bendijo, y
partiendo dio a los discípulos los panes, y los discípulos, a las turbas. 20 Y comieron
todos y hartáronse y alzaron las sobras de los pedazos; doce cofines(c) llenos. 21 Y los
que comieron, fueron como cinco mil hombres sin mujeres y niños. 22 Y luego hizo a
sus discípulos subir en la barca y precederle allende hasta mientras despedía las turbas.
23 Y habiendo despedido las turbas, subió al monte aparte a orar. Y al atardecer solo
estaba allí. 24 Y la barca ya estadios(d) muchos de la tierra distaba, azotada por las olas;
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pues era contrario el viento. 25 Mas, a la cuarta vigilia(e) de la noche vino a ellos
paseando sobre el mar. 26 Y los discípulos viéndole pasear por el mar se espantaron,
diciendo que: «fantasma es», y de temor gritaron. 27 Pero luego hablóles Jesús,
diciendo: «Confiad: yo soy: no temáis». 28 Y respondiéndole Pedro, dijo: «Señor, si tú
eres, mándame ir a ti sobre las aguas». 29 Y él dijo: «Ven». Y bajando de la barca
Pedro, paseó sobre las aguas, y fue a Jesús. 30 Mas, mirando el viento fuerte, se
atemorizó; y empezando a sumergirse, gritó diciendo: «Señor sálvame». 31 Y luego
Jesús, extendiendo la mano, le cogió, y dícele: «Poco creyente, ¿a qué has dudado?» 32
Y subiendo ellos en la barca, calmó el viento. 33 Y los de la barca adoráronle, diciendo:
«Verdaderamente de Dios Hijo eres».
34 Y atravesando llegaron a la tierra, a Genesaret. 35 Y conociéndole los hombres de
aquel lugar, enviaron a todos aquellos contornos y trajéronle todos los enfermos, 36 y
rogábanle que tan sólo tocaran la orla de su vestido; y cuantos le tocaron, sanaron.
1 a. Fama.
2 b. Pajes, cortesanos.
20 c. Cestas.
24 d. El estadio = unos 180 metros.
25 e. Los romanos dividían la noche en cuatro vigilias: 1º de la puesta del sol 9; 2º
2 M; 3º 3; 4º el alba.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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páramo panes tantos para hartar turba tanta?» 34 Y díceles Jesús: «¿Cuántos panes
tenéis?» Y ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos». 35 Y significando a la turba
echarse sobre la tierra, 36 tomó los siete panes y los peces, y agradeciendo, partió, y
daba a los discípulos; y los discípulos, a las turbas. 37 Y comieron todos, y hartáronse y
las sobras de los pedazos alzaron: siete espuertas llenas. 38 Y los que comieron, fueron
cuatro mil hombres, sin mujeres y niños. 39 Y habiendo despedido a las turbas, entró
en la barca y fue a los confines de Magadán.
5 a. Viene.
b. Sentido: Quien ofrenda a Dios, no está obligado a honrar, a mantener, padre o
madre.
11 c. Boca común = contamina.
17 d. Expresión enérgica para estigmatizar la hipocresía y superstición farisaicas.
Enseñanzas
La señal de Jonás
1 Y acercándose los fariseos y saduceos, tentando, pidiéronle señal del cielo les
mostrara. 2 Mas él, respondiendo, díjoles: «Al atardecer, decís: «Bonanza, que se
enrojece el cielo»; 3 Y al alba: «Hoy tempestad que se enrojece, entristeciéndose el
cielo». La faz del cielo, ciertamente, sabéis distinguir; pero ¿las señales de los tiempos
no podéis? 4 Generación mala y adúltera señal pide, y señal no se le dará sino la señal
de Jonás.» Y abandonándoles, se fue.
5 Y viniendo los discípulos allende, olvidaron panes tomar. 6 Y Jesús, díjoles: «Mirad
y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos». 7 Y ellos consideraban entre sí,
diciendo: que «panes no hemos tomado». 8 Y conociendo Jesús, dijo: «¿Qué
consideráis dentro de vosotros, poco creyentes, que panes no tenéis? 9 ¿Aún no
comprendéis, ni recordáis los cinco panes de los cinco mil y cuantos cofines cogistéis?
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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10 Ni los siete panes de los cuatro mil, y cuántas espuertas cogisteis? 11 ¿Cómo no
comprendéis que no de panes os dije: «Y guardaos de la levadura de los fariseos y
saduceos?» 12 Entonces comprendieron que no dijo se guardasen de la levadura de los
panes, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos.
13 Y viniendo Jesús a las partes de Cesarea, la de Filipo, preguntó a sus discípulos,
diciendo: «¿Quién dicen los hombres ser el Hijo del hombre?» 14 Y ellos dijeron:
«Unos que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que Jeremías, o uno de los profetas».
15 Díceles: «Y vosotros ¿quién decís que soy?» 16 Y respondiendo Simón Pedro, dijo:
«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el viviente». 17 Y respondiendo Jesús, díjole:
«Bienaventurado eres, Simón Barjonás(a), porque carne y sangre(b) no te ha revelado, sino
mi Padre el de los cielos. 18 Y yo también(c) te digo que tú eres Pedro(d) y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y puertas de infierno no prevalecerán contra ella. 19 Te daré las
llaves del reino de los cielos, y lo que atares sobre la tierra, atado estará en los cielos, y
lo que desatares sobre la tierra, desatado estará en los cielos.» 20 Entonces intimó a sus
discípulos que a nadie digan que él es el Cristo.
21 Desde entonces empezó Jesús a manifestar a sus discípulos que debe él a Jerusalén
ir y mucho padecer de los ancianos y sumos sacerdotes y escribas, y ser muerto, y al
tercer día, resucitar. 22 Y tomándole aparte Pedro, dícele intimando: «¡Lejos de ti
Señor!: no te será esto, no». 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Retírate! detrás de
mí, Satán(e); escándalo(f) eres mío, porque no piensas lo de Dios, sino lo de los
hombres.»
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «si alguno quiere en pos de mí venir, niéguese
a sí mismo, y alce su cruz, y sígame. 25 Pues el que quisiere su alma salvar, perderála;
mas, el que perdiere su alma por causa mía, hallarála. 26 Pues ¿qué aprovechará un
hombre, si el mundo entero ganare y a su alma dañare? O ¿qué dará un hombre en
cambio de su alma? 27 Pues debe el Hijo del hombre de venir en la gloria de su Padre
con sus ángeles, y entonces remunerará a cada uno según su conducta. 28 En verdad os
digo que hay algunos de los aquí parados los que no gustarán(g) muerte hasta que no
vieren al Hijo del hombre venir en su realeza»(h).
18 c. A mi vez, en recompensa.
d. Petros en griego = «piedra». 23 e. Tropiezo.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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f. Adversario.
28 g. Apurarán, consumarán.
h. En su gloria, a reinar. —Absurdo es referir el pasaje a la transfiguración, que tuvo lugar sólo seis
días después.
Milagros
La Transfiguración
1 Y después de días seis toma consigo aparte Jesús a Pedro, y Santiago, y Juan, el
hermano de él, y los lleva arriba, a un monte alto aparte. 2 Y transfiguróse delante de
ellos: y resplandeció su rostro como el sol; y sus vestidos tornáronse esplendorosos
como la luz. 3 Y he aquí que se les apareció Moisés y Elías, conversando con él. 4 Y
respondiendo Pedro, dijo a Jesús: «Señor, bello es que nosotros aquí estemos; si
quieres, haré aquí tiendas tres: a ti una, y a Moisés una, y a Elías una». 5 Aún hablando
él, he aquí una nube luminosa les fue sombreando y he aquí una voz de la nube
diciendo: «Este es el Hijo mío, el amado, en quien me he complacido: escuchadle». 6 Y
oyendo los discípulos, cayeron sobre su rostro y atemorizáronse sobremanera. 7 Y
llegóse Jesús y, tocándoles, dijo: «Levantaos y no os atemoricéis». 8 Y alzando sus
ojos a nadie vieron, sino a Jesús sólo. 9 Y bajando ellos del monte, encargóles Jesús,
diciendo: «A nadie digáis la visión hasta que el Hijo del hombre de los muertos
resucite.» 10 Y preguntáronle los discípulos, diciendo: «¿Qué, pues, los escribas dicen
que Elías debe venir primero?» 11 Y él respondiendo, dijo: «Elías ciertamente viene y
restaurará todo; 12 y dígoos que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron en
él cuanto quisieron; así también el Hijo del hombre ha de padecer de ellos.» 13
Entonces comprendieron los discípulos que de Juan el Bautista les habló.
14 Y viniendo ellos a la turba acercósele un hombre, arrodillándosele, 15 y diciendo:
«Señor, apiádate de mi hijo, porque es lunático y mal está; pues, muchas veces cae al
fuego y muchas veces al agua. 16 Y le traje a tus discípulos y no le pudieron sanar.» 17
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Y respondiendo Jesús, dijo: «Oh generación, increyente y perversa ¿hasta cuándo con
vosotros estaré? ¿hasta cuándo os sufriré? Traédmelo acá.» 18 E impúsole Jesús, y
salió de él el demonio y sanó el niño desde aquella hora. 19 Entonces acercándose los
discípulos a Jesús aparte dijeron: «¿Por qué nosotros no pudimos lanzarle?» 20 Y él les
dice: «Por vuestra poca fe; pues en verdad os digo: si tuviereis fe como un grano de
mostaza, diréis a este monte: «Pásate de acá a allá». Y se pasará, y nada os será
imposible. 21 Pero este linaje no sale sino en oración y ayuno.»
22 Y volviendo, ellos juntos, en la Galilea, díjoles Jesús: «Ha de ser el Hijo del hombre
entregado en manos de hombres, 23 y mataránle y al tercer día resucitará». Y se
entristecieron sobremanera.
24 Y, viniendo ellos a Cafarnaúm, se acercaron los que los didracmas cobraban a Pedro
y dijeron: «¿Vuestro maestro no paga didracmas?». 25 Dice: «Sí». Y viniendo él a la
casa adelantóse a él Jesús, diciendo: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra ¿de
quiénes cobran tributos o censo? ¿de los hijos de ellos o de los extraños?» 26 Y
diciendo él: «De los extraños», díjole Jesús: «Luego, pues, libres están los hijos. 27
Pero, porque no los escandalicemos, yendo al mar, arroja anzuelo y al saliente primer
pez alza; y abriendo su boca, hallarás un estatero(a); aquél tomando, dales por mí y ti».
Enseñanzas
El niño
1 En aquella hora acercáronse los discípulos a Jesús, diciendo: «¿Quién, pues, mayor
es en el reino de los cielos?» 2 Y llamando a sí a un pequeñuelo púsole en medio de
ellos, 3 y dijo: «En verdad dígoos; si no os mudareis e hiciereis como los pequeñuelos,
no entraréis, no, en el reino de los cielos». 4 Quien, pues, se humillare como este
pequeñuelo, ése es el mayor en el reino de los cielos».
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quiso, sino que yéndose, le arrojó en prisión hasta que pagase lo debido. 31 Viendo,
pues, sus consiervos lo acontecido, se entristecieron sobremanera, y, viniendo,
contaron a su señor todo lo acontecido. 32 Entonces, llamándole a sí, su señor dícele:
«Siervo malo, toda aquella deuda te perdoné, cuando me rogaste; 33 ¿no era necesario
también apiadarte tú de tu consiervo, como yo también me apiadé de ti? 34 Y airado su
señor, entrególe a los verdugos hasta que pagase todo lo a él debido. 35 Así también mi
Padre, el celestial, hará con vosotros si no perdonareis, cada cual a su hermano, de
vuestros corazones.»
Enseñanzas.
De la monogamia
1 Y aconteció, cuando Jesús terminó estas palabras, pasó de la Galilea, y fue a los
confines de la Judea, allende del Jordán, 2 Y siguiéronle turbas muchas, y sanóles allí.
3 Y acercarónse a él fariseos, tentándole y diciendo: «¿Si es lícito repudiar a su mujer
por cualquier causa?» 4 Y él, respondiendo, dijo: «¿No habéis leído que quien les creó,
desde el principio macho y hembra hízoles y dijo:(a) 5 Por esto abandonará hombre
padre y madre y se adherirá a su mujer, y serán los dos para en carne una. 6 Así que
ya no son dos sino carne una. Lo que Dios, pues, coyundó, el hombre no lo separe». 7
Dícenle: «¿Qué, pues, Moisés encargó dar libelo de divorcio y repudiar?» 8 Díceles:
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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«Porque Moisés por vuestro duro corazón os concedió repudiar vuestras mujeres; pero
al principio no fue así. 9 Y dígoos que quien repudiare a su mujer, si no por fornicación
y se casare con otra, adultera». 10 Dícenle los discípulos: «Si así es la condición del
hombre con la mujer, no conviene casarse». 11 Y él les dijo: «No todos comprenden
esta palabra, sino a los que ha sido dado(b). 12 Pues hay castrados que del vientre de la
madre han nacido así, y hay castrados quien castrados fueron de los hombres; y hay
castrados que se castraron a sí mismos por el reino de los cielos. El que pueda
comprender, comprenda.»
13 Entonces trajeron a él pequeñuelos, para que pusiera las manos sobre ellos y orara;
pero los discípulos impusiéronles. 14 Y Jesús dijo: «Dejad a los pequeñuelos y no les
estorbéis venir a mí; que de tales es el reino de los cielos». 15 Y habiendo puesto las
manos sobre ellos, partió de allí.
16 Y he aquí uno llegándose, díjole: «Maestro bueno ¿qué de bueno haré para tener la
vida eterna?» 17 Y él díjole: «¿Qué me(c) preguntas de lo bueno? uno es el bueno; pero si
quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». 18 Dícele: «¿Cuáles?» Y Jesús
dijo: «El de no matarás; no adulterarás; no hurtarás; no testimoniarás falso; 19 honra al
padre y a la madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo». 20 Dícele el jovencito:
«Todo esto he guardado desde mi juventud;(d) ¿qué me falta todavía?». 21 Díjole Jesús:
«Si quieres ser perfecto anda, vende lo que tienes y dalo a los mendigos, y tendrás un
tesoro en los cielos, y acá sígueme». 22 Pero, oyendo el jovencito la palabra, se retiró
entristecido; porque estaba teniendo bienes muchos. 23 Y Jesús dijo a sus discípulos:
«En verdad os digo que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos. 24 Y de
nuevo os digo: más fácil es que un camello por ojo de aguja entre(e) que un rico, en el
reino de Dios.» 25 Y, oyendo los discípulos, se pasmaron sobremanera, diciendo:
«¿Quién, pues, se puede salvar?» 26 Y contemplando, Jesús, díjoles: «Ante hombres
esto imposible es, pero ante Dios; todo posible». 27 Entonces, respondiendo Pedro,
díjole: «He aquí nosotros hemos dejado todo y seguídote: ¿qué, pues, habrá para
nosotros?» 28 Y Jesús díjoles: «En verdad os digo que vosotros los que me habéis
seguido, en la regeneración, cuando se sentare el Hijo del hombre en trono de su gloria
os sentaréis también vosotros en doce tronos, juzgando las doce tribus de Israel. 29 Y
todo aquel que ha dejado casas y hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o
campos por mi nombre, el múltiplo recibirá y la vida eterna heredará. 30 Y muchos
habrá primeros, últimos, y últimos, primeros.»
4 a. Dios por boca de Adán. 11 b. Pondera Cristo la dificultad y el mérito de la castidad voluntaria. 17
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c. Hay que suplir: «llamas bueno y...» (Mc. 10,17; Lc. 18,18) 20 d. Primera.
24 e. Proverbio rabínico; Sentido: imposible es que se salve un rico amante de las riquezas.
Parábola de la viña
1 «Porque semejante es el reino de los cielos a un hombre dueño de casa, el que salió
con el alba a ajustar obreros para su viña. 2 Y habiéndose concertado con los obreros en
un denario al día envióles a su viña. 3 Y saliendo cerca de la tercera hora(a) vio otros
parados en la plaza, ociosos, 4 también a aquéllos dijo: «Id también vosotros a la viña,
y lo que fuere justo daréos». 5 Y ellos se fueron. Y otra vez saliendo cerca de la sexta y
nona hora, hizo otro tanto. 6 Y cerca de la undécima, saliendo halló otros parados y
díceles: «¿Qué aquí estáis parados todo el día ociosos?» 7 Dícenle: «Porque nadie nos
ha ajustado». Díceles: «Idos también vosotros a la viña». 8 Y atardeciendo, dice el
dueño de la viña a su mayordomo: «Llama a los obreros y paga el jornal principiando
por los últimos, hasta los primeros. 9 Y viniendo los de cerca de la undécima hora
recibieron sendos denarios. 10 Y viniendo los primeros pensaron que más recibirían, y
recibieron sendos denarios también ellos. 11 Y cogiendo, murmuraron contra el dueño
de casa, 12 diciendo: «Estos, los últimos, una hora han hecho, e iguales a ellos con
nosotros has hecho que hemos llevado el peso del día y el ardor». 13 Y, él
respondiendo, a uno de ellos, dijo: «Amigo no te agravio: ¿Acaso en denario no te has
concertado conmigo? 14 Toma lo tuyo, y vete; Quiero yo a éste, el último, dar lo
mismo que a ti.(b) 15 ¿No puedo yo, lo que quiero hacer en lo mío? ¿o tu ojo malo está
porque yo bueno soy?» 16 Así serán los últimos, primeros; y los primeros, últimos.
Pues muchos son llamados; pero pocos, escogidos.»
17 Y, habiendo de subir Jesús a Jerusalén, llevóse los doce aparte, y en el camino
díjoles: 18 «He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los
sumos sacerdotes y escribas; y condenaránle a muerte, 19 y entregaránle a las gentes
para jugarse con él y azotar y crucificar; y al tercer día resucitará».
20 Entonces acercóse a él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos adorando y
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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pidiendo algo de él, 21 y él díjola: «¿Qué quieres?» Dícele: «Di que se sienten estos
dos hijos míos: uno a la derecha tuya y uno a la izquierda en tu reino». 22 Y
respondiendo Jesús dijo: «No sabéis qué pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de
beber?» Dícenle: «Podemos». 23 Díceles: «El cáliz mío ciertamente beberéis; mas el
sentarse a la derecha mía o a la izquierda, no es mío esto dar, sino a quienes está
preparado por mi Padre». 24 Y oyendo los diez, indignáronse contra los dos hermanos.
25 Y Jesús llamándoles a sí, dijo: «Sabéis que los príncipes de las gentes se enseñorean
de ellos y los grandes aduéñanse de ellos. 26 No así es en vosotros; sino que el que
quisiere en vosotros grande hacerse, será de vosotros servidor. 27 Y el que quisiere en
vosotros ser primero, será de vosotros siervo; 28 así como el Hijo del hombre no vino a
ser servido, sino a servir y dar su alma redención por muchos.»
29 Y saliendo ellos de Jericó, siguióle turba mucha. 30 Y he aquí dos ciegos sentados a
par del camino, oyendo que Jesús va pasando, clamaron diciendo: «Señor, apiádate de
nosotros, hijo de David». 31 Y la turba intimábales que callaran; pero ellos más
clamaban, diciendo: «Señor, apiádate de nosotros, hijo de David». 32 Y parándose
Jesús, voceóles y dijo: «¿Qué queréis os haga?» 33 Dícenle: «Señor, que se abran
nuestros ojos». 34 Y lastimado Jesús, tocó los ojos de ellos y al punto vieron y
siguiéronle.
3 a. 9; hora 6ª 12; 9ª 3 T; 11ª 5 T; 12ª —puesta de sol. 14 b. El jornal, el denario, es el cielo; donde hay
mayor gloria para los quehubieren trabajado más.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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alguien os dijere algo, diréis: que «el Señor de ellos necesidad tiene, y luego los
enviará.» 4 Y esto ha acontecido para que se cumpliese lo dicho por el profeta,
diciendo:
5 Decid a la hija de Sión: Zc.9,9. «He aquí tu rey te viene manso y sentado sobre asna
y sobre pollino, hijo de subyugal»(a)
6 Y yendo los discípulos y haciendo según les determinó Jesús, 7 trajeron el asna y el
pollino, y pusieron sobre ellos las vestiduras y sentóse sobre ellas. 8 Y la mayor(b) turba
tendieron sus vestiduras en el camino y otros cortaban ramas de los árboles y tendían
en el camino. 9 Y las turbas las que le precedían y las que seguían clamaban diciendo:
Hosanna(c) al Hijo de David,
bendito el que viene en nombre del Señor;
hosanna en lo más excelso.
25 «El bautismo el de Juan, de dónde era: ¿del cielo o de los hombres?» Y ellos
consideraban entre sí, diciendo: Si dijéremos: «del cielo», dirános: «¿Por qué, pues, no
le habéis creído?» 26 Y si dijéremos: «de los hombres», tememos la turba, pues, todos
por profeta tienen a Juan». 27 Y respondiendo a Jesús dijeron: «No sabemos». Díjoles
también él: «Ni yo os digo en qué potestad esto hago». 28 «¿Y qué os parece? Un
hombre tenía hijos dos; viniendo el primero, dijo: «Hijo, vete, hoy trabaja en la viña».
29 Y él respondiendo, dijo:»¡Yo señor!» —Y no fue. 30 Y, viniendo al segundo; dijo
asimismo. Y él respondiendo, dijo: «No quiero», por fin, arrepintiéndose, fue, 31
«¿Quién de los dos hizo la voluntad del padre?» Dicen: «el último». Díceles Jesús: «En
verdad dígoos que los publicanos y las rameras se adelantan a vosotros al reino de
Dios». 32 Pues vino Juan a vosotros en camino de justicia y no le creisteis; pero los
publicanos y las rameras creyéronle; pero vosotros, viendo ni os habéis arrepentido por
fin a creerle. 33 Otra parábola escuchad: Un hombre hubo dueño de casa, el que crió
viña y cerca le puso en torno
y cavó en ella lagar, y edificó torre(g) y arrendóla a agrícolas, y peregrinó. 34 Y cuando
se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los agrícolas a coger los frutos de
ellas. 35 Y cogiendo los agrícolas a sus siervos a uno desollaron(h); a otro mataron; a
otro apedrearon. 36 De nuevo envió otros siervos, más que los primeros, e hiciéronles
asimismo. 37 Y, por fin, envió a ellos su hijo, diciendo: «Considerarán a mi hijo». 38
Pero los agrícolas, viendo al hijo, dijeron entre sí: «Este es el heredero: Venid,
matémosle, y tengamos su herencia», 39 y cogiendo le lanzaron fuera de la viña y
mataron. 40 Cuando venga, pues, el señor de la viña ¿qué hará a aquellos agrícolas?»
41 Dícenle: «Malos, mal perderáles y la viña arrendará a otros agrícolas los que le
paguen los frutos a sus tiempos». 42 Díceles Jesús: «¿Nunca habéis leído en las
Escrituras:
¡A la piedra que desestimaron los edificantes esta fue hecha cabeza de ángulo; desde
Señor hecha fue ésta(i), y es maravillosa en nuestros ojos!
43 Por esto dígoos que será quitado de vosotros el reino de Dios y dado a gente(j) que
haga los frutos de él(k). 44 ¡Y el que cayere sobre esta piedra —a ése destrozará; y
sobre quién ella cayere— le aventará(l)!» 45 Y oyendo los sumos sacerdotes y escribas
sus parábolas; conocieron que de ellos habla. 46 Y buscando cómo prenderle, temieron
a las turbas, porque por profeta le tenían.
9 c. Salve.
19 d. Sola, aislada.
e. Eternidad.
23 f. De enseñar.
13 d. Las de fuera de los esplendores del festín. 17 e. Los judíos se creían injustamente sometidos a
los romanos. 24 f. Levirato = matrimonio entre cuñados.
30 g. Ni el hombre busca mujer, ni la mujer marido: no habrá generación carnal, sino amor puro.
1 Entonces Jesús habló a las turbas y a sus discípulos, 2 diciendo: «Sobre la de Moisés
cátedra sentáronse los escribas y los fariseos; 3 todo, pues, cuanto os dijeren, haced, y
guardad, pero, según sus obras, no hagáis; que dicen y no hacen. 4 Y atan cargas
pesadas e insoportables y pónenlas sobre los hombros de los hombres; pero ellos con su
dedo no quieren moverlas. 5 Y todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres;
pues ensanchan(a) sus filacterias(b) y extienden sus franjas;(c) 6 y aman el primer lecho
en los banquetes, y las primeras sillas en las sinagogas; 7 y las salutaciones en las
ágoras y ser llamados de los hombres rabbí,(d) 8 vosotros, empero, no os llaméis rabbí,
que uno es vuestro maestro, y todos vosotros hermanos sois. 9 Y padre no llaméis
vuestro sobre la tierra; pues uno es vuestro padre: el celestial. 10 Ni os llaméis guías
que vuestro guía es uno: el Cristo. 11 Y el mayor de vosotros será vuestro servidor. 12
Y quienquiera que se ensalzare, será humillado; y quienquiera que se humillare, será
ensalzado.»
13 «Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque cerráis el reino de los
cielos delante de los hombres, que ni vosotros entráis ni a los que entran, dejáis entrar!
14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque devoráis las casas de las
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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viudas, orando con aparato, largamente(e) por esto llevaréis más abundante juicio! 15
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque atravesáis la mar y la árida por
hacer un prosélito y cuando sucede, hacéisle hijo de la gehenna duplo que vosotros! 16
¡Ay de vosotros, ductores ciegos, los que decís: «Quien jurare en el templo, —nada es,
pero, quien jurare en el oro(f) del templo, se obliga!(g)». 17 ¡Necios y ciegos! pues ¿quién es
mayor; el oro o el templo que santifica el oro? 18 Y: «Quien jurare en el altar nada es;
pero, quien jurare en la ofrenda la sobre él, se obliga». 19 ¡Necios y ciegos! pues ¿qué
es mayor: la ofrenda o el altar, el que santifica la ofrenda? 20 Quien jurare, en el altar,
jura en él y en todo sobre él; 21 y quien jurare en el templo, jura en él y en el que se
aposenta en él; 22 y quien jurare en el cielo, jura en el trono de Dios y el sentado sobre
él. 23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque diezmáis la menta, y el
eneldo y el comino, y tenéis dejado lo más grave de la ley: el juicio, y la misericordia y
la fe! Y esto era necesario hacer, y aquello no dejar. 24 ¡Ductores ciegos, los que coláis
el mosquito, y el camello tragáis! 25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas
porque limpiáis lo de fuera del cáliz y de la escudilla, y por dentro rebosan de rapiña e
intemperancia! 26 Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del cáliz y de la escudilla,
para que quede también lo de fuera de él limpio. 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, porque semejáis tumbas recién blanqueadas; las que por fuera parecen
hermosas, pero por dentro rebosan de huesos de muertos y de toda impureza! 28 Así
también vosotros, por fuera ciertamente parecéis a los hombres, justos, pero por dentro
estáis henchidos de hipocresía e injusticia. 29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, porque edificáis las tumbas de los profetas y adornáis los monumentos de
los justos! 30 y decís: «Si fuéramos en los días de nuestros padres, no fuéramos de ellos
partícipes en la sangre de los profetas» 31 Así que atestiguáis de vosotros mismos que
hijos sois de los que mataron a los profetas. 32 Y vosotros llenasteis la medida de
vuestros padres, 33 serpientes, engendros de víboras ¿cómo huiréis del juicio de la
gehenna? 34 Por esto, he aquí que yo envío a vosotros profetas, y sabios y escribas; de
ellos mataréis y crucificaréis; y de ellos azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis
de ciudad en ciudad, 35 para que venga sobre vosotros toda sangre justa derramada
sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías(h), hijo de
Baraquías; a quien matasteis entre el templo y el altar. 36 En verdad dígoos: vendrá
todo esto sobre esta generación. 37 Jerusalén, Jerusalén, la matadora de los profetas y
apedreadora de los enviados a ella —¡cuántas veces quise ir juntando tus hijos del
modo que un ave va juntando sus pollos bajo sus alas, y no quisisteis! 38 He aquí se os
abandonará(i) vuestra casa. 39 Pues dígoos que no me veréis, no, desde ahora hasta que
digáis:
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7 d. Mi señor = maestro.
14 e. Engañándola con largas oraciones.
16 f. El tesoro.
g. A cumplir su juramento. 35 h. Muchos antiguos le tienen por el padre del Bautista. 38 i. Será
abandonado por Dios, hasta que al fin de los tiempos se convierta Israel y
Escatología
De la ruina de Jerusalén y del fin del mundo.
Ocasión de la profecía
1 Y saliendo Jesús, íbase del santuario, y se llegaron sus discípulos, a mostrarle los
edificios del santuario. 2 Y él respondiendo, díjoles: «¿No veis todo esto?» En verdad
dígoos no se dejará, no, aquí piedra sobre piedra que no sea deshecha». 3 Y, sentándose
él en el monte de las Olivas, llegáronse a él sus discípulos aparte, diciendo: «Dinos,
cuándo esto será y cuál la señal de tu advenimiento(a) y consumación del siglo».
4 Y respondiendo Jesús, díjoles: «Mirad que nadie os descamine. 5 Pues muchos
vendrán en mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y a muchos descaminarán. 6 Y
habéis de oír guerras y oídas(b) de guerras. Ved: no os espantéis; porque es menester
que suceda; pero todavía no es el fin. 7 Porque se levantará gente contra gente(c) y
reino contra reino; y habrá hambres, y pestes y terremotos aquí y allí; 8 y todo esto,
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totalmente; así será el advenimiento del Hijo del hombre. 40 Entonces habrá dos en el
campo: uno es llevado de allí(q), y uno, dejado; 41 dos molineras en la molienda: una es
llevada de allí, y una dejada. 42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora vuestro Señor
viene. 43 Aquello, empero, conoced: que, si supiera el dueño de casa a qué vigilia el
ladrón viene,
velaría y no dejaría socavar su casa. 44 Por esto también vosotros estad prontos; pues a
la que no pensáis hora(r), el Hijo del hombre viene. 45 ¿Quién es, pues, el fiel siervo y
prudente, a quien ha puesto el Señor sobre su familia, para darles el alimento a tiempo?
46 Bienaventurado aquel siervo, a quien, viniendo su Señor, hallare así haciendo. 47
En verdad dígoos que sobre todos sus bienes le pondrá. 48 Si dijere, empero, aquel mal
siervo en su corazón: «Tarda mi Señor»; 49 y comenzare a golpear a sus consiervos; y
comiere y bebiere con los ebrios; 50 llegará el Señor de aquel siervo el día que no
aguarda y a la hora que no sabe, 51 y le cortará en dos, y su parte con los hipócritas
pondrá; allí será el llanto y el rechino de los dientes.»
3 a. Parusía.
6 b. Fama de guerras lejanas.
7 c. Guerras intestinas.
8 d. Dolores vehementes de la tierra vieja engendrando a la nueva.
14 e. Tierra.
15 f. Muy abominable, horrorosa desolación; parada = completa, perpetua, del templo.
g. Advierte Cristo que se entienda bien a Daniel; quien (9,27) habla de la primera destrucción de
Jerusalén, y (12,19) de la segunda. De ambas habla a la vez Cristo aquí.
20 h. Invierno y sábado son los tiempos las mayores tribulaciones, acaso porque en invierno (o al fin
de él) fue la pasión; y los sábados padeció más Cristo por las
contradicciones de los fariseos.
24 i. Predicciones.
28 j. Los cadáveres de los malos, que serán muertos a la venida de Cristo y cubriránla tierra. Su
exterminio precederá inmediatamente a la venida. 29 k. Fuerzas, leyes.
31 l. Ampliaciones para explicar las inmensidades del reino divino. 32 m. Imagen muy propia de la
dicha de los justos; pues la higuera por fructificartodo el año en aquellos países; y por la suavidad y
utilidad de su fruto, como por suinmensa fecundidad; pues llega a tener 500 metros de circunferencia
su copa;aparece en la lengua bíblica (al lado de la vid) como símbolo de la abundancia yfelicidad
—Acaso también habría alguna cerca del sitio donde hablaba el Salvador.
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33 n. Cristo.
34 o. Linaje, el pueblo israelítico.
37 p. Como hombre. 40 q. Por los ángeles y llevado al encuentro de Cristo. 44 r. A la que no pensáis.
El hipérbaton realza sobremanera el concepto de hora.
1 «Entonces asemejaráse el reino de los cielos a diez vírgenes(a), las que, tomando sus
lámparas, salieron al encuentro del esposo. 2 Y cinco de ellas eran fatuas y cinco
prudentes. 3 Pues las fatuas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 mas,
las prudentes tomaron aceite en los vasos con las lámparas. 5 Pero, tardando el esposo,
dormitaron todas y se durmieron. 6 Y a la media noche clamor hubo: «He aquí el
esposo: salid al encuentro». 7 Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes y
aderezaron sus lámparas. 8 Y las fatuas a las prudentes dijeron: «Dadnos de vuestro
aceite, porque nuestras lámparas se apagan». 9 Mas, respondieron las prudentes,
diciendo: «No sea que no alcance no para nosotras y vosotras. Id más bien a los que
venden y compraos». 10 Y, yendo ellas a comprar, vino el esposo, y las apercibidas
entraron con él a las bodas, y cerróse la puerta. 11 Y al fin llegaron también las demás
vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». 12 Mas, él, respondiendo, dijo: «En
verdad dígoos: no os conozco». 13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora.»
14 «Pues,(b) así como un hombre, peregrinando, llamó a sus siervos y les entregó sus
bienes; 15 y a éste dio cinco talentos; al otro, dos; al otro, uno; a cada cual según su
propia fuerza; y peregrinó. Al punto, 16 partiendo el que cinco talentos recibió, trabajó
en(c) ellos y ganó otros cinco. 17 Así mismo el que los dos, ganó otros dos. 18 Mas, el
que uno recibió, yéndose, cavó la tierra y ocultó el dinero de su señor. 19 Y después de
mucho tiempo, viene el señor de aquellos siervos y tómales cuenta. 20 Y, llegando el
que los cinco talentos recibió, trájole otros cinco talentos, diciendo: «Señor, cinco
talentos me entregaste; he aquí otros cinco talentos he ganado». 21 Díjole su señor:
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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«¡Bien! siervo bueno y fiel: sobre poco has sido fiel; sobre mucho te pondré, entra en el
gozo de tu señor». 22 Y llegando también el que los dos talentos, dijo: «Señor, dos
talentos me entregaste, he aquí otros dos talentos he ganado». 23 Díjole su señor
«¡Bien! siervo bueno y fiel: sobre poco has sido fiel; sobre mucho te pondré: entra en el
gozo de tu señor». 24 Pero, llegando también el que un talento ha recibido, dijo:
«Señor, te he conocido yo: que duro eres —hombre, segando donde no sembraste, y
juntando donde no esparciste; 25 y, atemorizado, yendo oculté tu talento en la tierra; he
aquí tienes lo tuyo». 26 Y respondiendo su señor, díjole: «Mal siervo y perezoso
¿sabías que siego, donde no sembré, y junto, donde no esparcí? 27 Debías, pues, haber
echado mis dineros a los cambistas, y, viniendo yo, recibiera lo mío con intereses. 28
Quitadle, pues, el talento y dad al que tiene los diez talentos. 29 Pues al que tiene,
todo(d) se le dará, y abundará; mas al que no tiene, aún lo que tiene, quitarásele. 30 Y al
inútil siervo lanzad a las tinieblas exteriores: allí será el llanto y el rechino de los
dientes.»
31 «Y cuando viniere el Hijo del hombre en su gloria y todos los ángeles con él;
entonces se sentará en trono de su gloria; 32 y congregadas serán delante de él todas las
gentes; y les separará unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de los cabritos;
33 y pondrá las ovejas a su derecha; los cabritos, a la izquierda. 34 Entonces dirá el Rey
a los de su derecha. «Venid, los benditos de mi Padre, heredad el reino dispuesto para
vosotros desde fundación de mundo. 35 Pues hambre tuve, y me disteis de comer, sed,
y me disteis de beber; huésped fui, y me recogisteis; 36 desnudo, y me vestisteis;
enfermé y me visitasteis; en prisión estuve y vinisteis a mí. 37 Entonces responderánle
los justos, diciendo: «Señor ¿cuándo te vimos hambriento, y sustentamos, o sediento y
dimos de beber? 38 Y ¿cuándo te vimos huésped, y recogimos; o desnudo y cubrimos?
39 Y ¿cuándo te vimos enfermo o en prisión, y vinimos a ti? 40 Y, respondiendo el Rey
les dirá: «En verdad os digo: en cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos, los más
pequeños, a mí hicisteis». 41 Entonces dirá también a los de la izquierda: «Apartaos de
mí, los malditos, al fuego, al eterno, el preparado al diablo y sus ángeles. 42 Pues
hambre tuve, y no me disteis de comer, y sed, y no me disteis de beber; 43 huésped fui,
y no me recogisteis; desnudo y no me cubristeis; enfermo y en prisión, y no me
visitasteis». 44 Entonces responderán también ellos, diciendo: «Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, o sediento, o desnudo, o enfermo, o en prisión, y no te servimos?»
45 Entonces les responderá, diciendo: «En verdad os digo: en cuanto no hicisteis a uno
de estos más pequeños, ni a mí hicisteis». 46 E irán éstos a castigo eterno, y los justos a
vida eterna»(e).
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1 a. Número algo crecido de doncellas del séquito, por la magnificencia de las bodas las gloriosas del
Mesías con la humanidad.
14 b. El reino de los cielos es.
16 c. Más expresivo que con. En equivale a dentro de, como viviendo en la negociación.
29 d. El que tiene. 46 e. El sentido del pasaje es el que los hombres serán juzgados principalmente
porla caridad: la ley y el precepto de Cristo.
Pasión
Anuncia Cristo su muerte
1 Y, aconteció que, acabando Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: 2
«Sabéis que, dentro de dos días la Pascua es, y el Hijo del hombre es entregado para
que se le crucifique».
3 Entonces juntáronse los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo en el aula del
sumo sacerdote, del llamado Caifás; 4 y consultáronse, para a Jesús con engaño
prender y matar. 5 Y dijeron: «No en fiesta, porque tumulto no haya en el pueblo».
6 Y, estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, 7 acercósele una mujer
teniendo un alabastro(a) de ungüento precioso, y derramólo sobre la cabeza de él
recostado. 8 Y viendo los discípulos, indignáronse, diciendo: «¿A qué esta pérdida? 9
Que podíase esto vender caro y dar a los pobres». 10 Y, conociendo Jesús, díjoles:
«¿Qué? ¿golpes asestáis a la mujer? Pues obra hermosa ha obrado conmigo. 11 Que
siempre a los pobres tenéis con vosotros, pero a mí no siempre tenéis. 12 Pues echando
ésta este ungüento sobre mi cuerpo, para sepultar me ha hecho(b). 13 Y en verdad
dígoos: doquiera se predicare este evangelio en todo el mundo, se contará también lo
que ésta ha hecho, en memoria de ella».
14 Entonces, yendo uno de los doce: el llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes,
15 dijo: «¿Qué me queréis dar? y yo os lo entregaré». Y ellos le señalaron treinta
dineros; 16 y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
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los ojos de ellos cargados estaban: 44 Y, dejándoles, de nuevo retirándose, oró tercera
vez, diciendo las mismas palabras. 45 Entonces va a los discípulos y díceles: «Dormid
ya, y reposad(g). Pues he aquí es llegada la hora, y el Hijo del hombre entregado es en
manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; he aquí es llegado el que me entrega». 47
Y, aún hablando él, he aquí Judas, uno de los doce, vino y con él turba mucha con
cuchillas y palos, de(h) los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 Y el que le
entregó, dioles señal, diciendo: «A quien yo besare, él es; prendedle». 49 Y al punto
llegándose Judas, dijo: «Salve, rabí», y le besó tiernamente. 50 Y Jesús díjole: «Amigo,
¿a qué tú aquí» Entonces, llegándose, echaron las manos a Jesús y prendiéronle. 51 Y
he aquí uno de los de él, extendiendo la mano, desenvainó su cuchilla, e hiriendo al
siervo del sumo sacerdote, llevóle la orejilla(i). 52 Entonces dícele Jesús: «Vuelve tu
cuchilla a su lugar, que todos los que cogieren cuchilla, a cuchilla perecerán. 53 ¿O
crees que no puedo pedir a mi Padre, y me rodeará al punto de más de doce legiones de
ángeles(j)? 54 ¿Como, pues, se cumplirían las escrituras de que así ha de suceder?» 55
En aquella hora dijo Jesús a las turbas: «¿Como a ladrón, habéis salido con cuchillas y
palos a cogerme? Día a día en el templo sentábame yo enseñando, y no me prendisteis.
56 Pero todo esto aconteciendo está, para que se cumplan las Escrituras de los
profetas». Entonces los discípulos todos, dejándole, huyeron.
57 Y ellos, prendiendo a Jesús, fuéronle llevando ante Caifás, el sumo sacerdote; donde
los escribas y los ancianos estaban reunidos. 58 Mas, Pedro seguíale de lejos, hasta el
atrio del sumo sacerdote; y, entrando dentro, sentóse con los servidores, para ver el fin.
59 Y los sumos sacerdotes y todo el sanedrín buscaban falso testimonio contra Jesús,
para matarle; 60 y no hallaron, habiéndose llegado muchos falsos testigos. Y, al fin,
llegándose dos falsos testigos, 61 dijeron: «Este dijo: Puedo deshacer el templo de Dios
y en tres días edificarle.» 62 Y, levantándose el sumo sacerdote, díjole: «¿Nada
respondes? ¿Qué(k) testifican éstos contra ti?» 63 Jesús, empero, callaba. Y el sumo
sacerdote le dijo: «Conjúrote por el Dios, el viviente, que nos digas si tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios». 64 Dícele Jesús: «Tú has dicho. Empero dígoos: desde ahora(l) veréis
al Hijo del hombre, sentado a diestra del Poder; y viniendo sobre las nubes del cielo».
65 Entonces el sumo sacerdote desgarró sus vestiduras, diciendo: «Ha blasfemado.
¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? He aquí ahora habéis oído la blasfemia. 66
¿Qué os parece?» Y ellos, respondiendo, dijeron: «Reo de muerte es». 67 Entonces
escupieron en su rostro y abofeteáronle, y otros le golpearon; 68 diciendo:
«Profetízanos, Cristo, ¿quién es el que se ha jugado contigo?»
69 Y Pedro sentado estaba, fuera, en el atrio, y llegóse a él una muchacha, diciendo:
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«También tú estabas con Jesús, el galileo». 70 Mas, él negó delante de todos, diciendo:
«No sé lo que dices». 71 Y, saliendo él al pórtico, vióle otra, y dice a los de allí; «Este
estaba con Jesús el Nazareno». 72 Y de nuevo negó con juramento: que «no conozco al
hombre». 73 Y un poco después, llegándose los que estaban, dijeron a Pedro:
«Verdaderamente también tú de ellos eres; que aún tu habla te da a conocer». 74 Y
entonces empezó a maldecir mucho y a jurar, que «no conozco al hombre». Y al punto
cantó el gallo. 75 Y recordó Pedro la palabra de Jesús, diciéndole: que «antes que el
gallo cante, tres veces me negarás», y saliendo fuera lloró amargamente.
12 b. Dispuesto. 17 c. Pas’cha, arameo; hebreo: pesach = perdón; por haber perdonado el ángel
lascasas de los hebreos a la salida de Egipto.
18 d. Mc. 14,13; Lc. 22, 10.
23 e. Para remojar algo en ella; tal vez las hierbas amargas que se comían con el cordero pascual.
45 g. Dejóles descansar. Mas tarde, llegando la turba, dice: «Pues he aquí es llegada», etc.
47 h. Desde, enviada de ellos.
51 i. Aurícula, lóbulo.
53 j. Por los doce discípulos. —La legión romana era de seis mil soldados. 62 k. Mejor que: «a lo
que»... 64 l. Ya muy pronto.
Crucifixión
1 Y, amaneciendo, consultáronse todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo
contra Jesús, para matarle; 2 y, atándole, llevaron y entregaron a Pilato el presidente.
3 Entonces, viendo Judas, el que le entregó, que se le había condenado, arrepentido,
devolvió los treinta denarios a los sumos sacerdotes y ancianos, 4 diciendo: «Pequé,
entregando sangre inocente». Mas, ellos dijeron: «¿Qué a nosotros? Tú verás». 5 Y,
arrojando los denarios en el templo, retiróse, y, yendo, se ahorcó. 6 Y los sumos
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Cráneo(d), 34 diéronle a beber vino mezclado con hiel(e); y, gustando, no quiso beber.
35 Y, crucificándole, repartiéronse sus vestiduras echando suertes: para que se
cumpliese lo dicho por el profeta: «Repartiéronse mis vestidos y sobre mis vestiduras
echaron suertes(f); 36 y, sentados le guardaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza su
causa escrita: «Este es Jesús, el rey de los judíos». 38 Entonces son crucificados con él
dos bandidos; uno a derecha y uno a izquierda. 39 Y los transeúntes, blasfemábanle,
moviendo sus cabezas 40 y diciendo: «¡El que deshace el templo de Dios y en tres días
edifica! —sálvate a ti mismo; si Hijo de Dios eres, baja de la cruz». 41 Así mismo
también los sumos sacerdotes, mofándose de él, con los escribas y ancianos, decían: 42
«A otros salvó: a sí mismo no puede salvar; rey de Israel es; baje ahora de la cruz, y
creeremos en él. 43 Confiado ha en Dios; líbrele ahora, si le quiere; pues dijo: que «de
Dios soy Hijo». 44 Lo mismo también los bandidos, los crucificados con él,
improperábanle. 45 Pero, desde la sexta hora tinieblas fueron sobre toda la tierra hasta
hora nona. 46 Y, cerca de la nona hora, clamó Jesús con voz grande, diciendo: «Helí,
Helí, lemá sabaktaní»; esto es: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»
47 Y algunos de los circunstantes, oyendo, dijeron: que «a Elías vocea éste». 48 Y al
punto, corriendo uno de entre ellos, y tomando una esponja y empapando en vinagre, y
poniéndola alrededor de una caña, diole a beber. 49 Y los demás dijeron: «Deja(g);
—veamos si viene Elías, salvándole». 50 Pero Jesús, de nuevo clamando con voz
grande(h), entregó el espíritu. 51 Y he aquí que el velo(i) del templo se rasgó, de alto a
bajo, en dos; y la tierra tembló; y las peñas se rasgaron; 52 y las tumbas abriéronse, y
muchos cuerpos de los dormidos(j) santos(k) resucitaron, 53 y saliendo(l) de las tumbas,
después de la resurrección de él, entraron en la santa ciudad y aparecieron a muchos. 54
Y el centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto(m) y lo
acontecido, temieron muy mucho, diciendo: «Verdaderamente, Hijo de Dios era éste».
55 Y había allí mujeres muchas, a lo lejos, mirando; las que habían seguido a Jesús,
desde la Galilea, sirviéndole; 56 entre las cuales estaba María, la Magdalena, y María,
la de Santiago y José madre, y la madre de los hijos del Zebedeo.
57 Y atardeciendo, vino un hombre rico, de Arimatea, por nombre José; que también
era discípulo de Jesús; 58 éste, llegando a Pilato; pidió el cuerpo de Jesús. Entonces
Pilato mandó entregarlo. 59 Y tomando el cuerpo José, envolviólo en sábana
límpida(n), 60 y le puso en su nueva sepultura, que había labrado en la peña, y rodando
una piedra grande a la puerta de la sepultura, se fue. 61 Y estaba allí María, la
Magdalena y la otra María(o), sentadas enfrente del sepulcro.
62 Y al otro día, el que es después de la parasceve(p), juntáronse los sumos sacerdotes y
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los fariseos cerca de Pilatos, 63 diciendo: «Señor, hemos recordado que aquel el
impostor dijo, viviendo aún: «Después de tres días, resucito». 64 Manda, pues, se
asegure la tumba hasta el tercer día, no sea que, viniendo los discípulos, lo hurten y
digan al pueblo: «Resucitó de los muertos»; y será el último error peor que el primero».
65 Díjoles Pilato: «Tenéis guardia; marchaos; aseguraos como sabéis(q)». 66 Y ellos,
yéndose aseguraron la tumba, sellando la piedra con la guardia.
10a. La compra del campo del alfarero (Jer. 32,6 y Zac. 11,12-13) es imagen profética de la compra
de este mismo campo; campo de Dios y figura de Israel. Con dinero de Dios hácense ambas compras;
y el sitio es acaso el mismo.
19b. Visión.
27c. 200 hombres, tercera parte de la cohorte.
33d. De Adán, según tradición mencionada por Orígenes.
34e. Substancia amarga, mirra; con que se solían mezclar vinos generosos.
—Ofreciéronselo, parece, las santas mujeres.
35f. Este inciso no es de S. Mateo, sino de S. Juan 19,24.
54m. Milagro principal de los físicos. 59n. Y preciosa. 61o. Véase v. 56.
62p. Preparación (para la pascua). 65q. Se os ocurra.
1 Y en la tarde(a) del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vino María, la
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. 2 Y he aquí un terremoto hubo grande;
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pues un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegándose, echó a rodar la piedra y
sentóse sobre ella. 3 Y era su aspecto como relámpago y su vestidura alba como nieve.
4 Y de temor de él estremeciéronse los guardas y quedaron como muertos, 5 Mas, el
ángel dijo a las mujeres: «No temáis vosotras; pues sé que a Jesús el crucificado
buscáis. 6 No está aquí; pues resucitó como dijo. Venid, ved el lugar donde yació. 7 Y
presto, yendo, decid a sus discípulos que resucitó de los muertos, y he aquí condúceos a
la Galilea; allí le veréis. He aquí que os he dicho». 8 Y retirándose al punto de la tumba,
con temor y gozo grande, corrieron a anunciar a sus discípulos. 9 Y he aquí Jesús
encontrólas, diciendo: «Alegraos(b)», y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le
adoraron. 10 Entonces díceles Jesús: «No temáis; id, anunciad a mis hermanos que se
retiren a la Galilea, y allí me verán».
11 Y, partiendo ellas, he aquí que algunos de la guardia, viniendo a la ciudad,
anunciaron a los sumos sacerdotes todo lo acontecido. 12 Y, juntándose con los
ancianos y consultándose, dieron dinero bastante a los soldados, 13 diciendo: «Decid
que sus discípulos, de noche viniendo, le hurtaron, durmiendo nosotros». 14 Y, si fuere
oído esto por el presidente, nosotros persuadiremos, y os tendremos sin cuidado». 15 Y
ellos tomando el dinero, hicieron como se les había enseñado; y divulgóse esta
palabra(c) entre los judíos, hasta el día de hoy. 16 Mas, los once discípulos fuéronse a la
Galilea, al monte donde les había ordenado Jesús, 17 Y, viendo, le adoraron; algunos
empero dudaron(d).
18 Y, llegándose Jesús, hablóles, diciendo: «Dada me ha sido toda potestad en el cielo
y sobre la tierra. 19 Partiendo pues, enseñad a todas las gentes, bautizándoles en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Santo Espíritu, 20 enseñándoles a guardar todo
cuanto he mandado a vosotros. Y he aquí que estoy con vosotros todos los días hasta la
consumación del siglo»(e).
1a. Víspera.
9b. Salve.
15c. De los soldados sobornados.
17d. Quedaron perplejos, atónitos de asombro al verle. El pasaje es análogo a: «no
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1 Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2 Según está escrito en Isaías, el
profeta:
«He aquí envío mi ángel ante tu faz,que aderezará tu camino;3 voz de clamante en el
desierto:«Preparad el camino del Señor;rectas hace sus sendas»;
4 estaba Juan, el bautizante, en el desierto, predicando bautismo de penitencia en
remisión de pecados. 5 Y salía a él toda la Judea región y los jerosolimitanos todos, y
eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Y estaba Juan
vestido de pelos de camello y ceñidor de cuero en torno de su cintura, y comiendo
langostas y miel(a) silvestre. 7 Y predicaba, diciendo: «Viene el más poderoso que yo
en pos, de quien no soy digno de desatar, postrándome, la correa de sus zapatos. 8 Yo
os he bautizado con agua; él, empero, os bautizará con Espíritu Santo.»
9 Y aconteció, en aquellos días, que vino Jesús desde Nazaret a la Galilea, y fue
bautizado en el Jordán por Juan. 10 Y presto, saliendo del agua, vio henderse los cielos
y el Espíritu como paloma descendiendo sobre él. 11 Y voz hubo de los cielos: «Tú
eres el hijo mío, el amado; en ti me he complacido».
12 Y presto el Espíritu le lanza(b) al desierto. 13 Y estuvo en el desierto cuarenta días,
tentado por Satanás, y estaba con las fieras, y los ángeles le servían.
14 Y, después de ser entregado(c) Juan, vino Jesús a la Galilea, predicando el evangelio
de Dios, 15 y diciendo: que «cumplido está el tiempo y cerca el reino de Dios:
arrepentíos y creed en el Evangelio».
16 Y pasando junto al mar de la Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón,
redando en el mar; pues eran pescadores. 17 Y díjoles Jesús: «Venid en pos de mí, y
haréos ser pescadores de hombres». 18 Y al punto, dejando las redes, le siguieron. 19
Y, caminando un poco, vio a Santiago, al del Zebedeo, y a Juan, su hermano, a ellos
también en la barca aderezando las redes; 20 y presto les llamó. Y, dejando a su padre
Zebedeo en la barca con los jornaleros, fuéronse en pos de él.
21 Y llegaron a Cafarnaúm; y al punto el sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba; 22
y asombráronse de su enseñanza, porque estábales enseñando, como potestad teniendo,
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6a. De árbol.
12b. Lleva con ardor.
14c. Encarcelado.
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e. Más inmundo, peor y más tentador que los demás espíritus malos. 31f. Al instante la dejó. 34g. Los
que sanó, eran muchos, es decir: todos los que estaban allí. 38h. Del cielo.
42i. De tal modo que no quedó huella de la lepra. 43j. Le despidió al punto con mucha severidad e
imperio. 44k. Los sacerdotes.
45l. Lo dicho y hecho por Jesús.
m. Jesús.
n. Tanta fue la entusiasta agitación popular. La que Cristo trataba de evitar, intimando a veces (como
aquí) no divulgar inmediatamente sus milagros.
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16 Y los escribas de los fariseos, viendo que come con los pecadores y publicanos,
decían a sus discípulos: que «¿con los publicanos y los pecadores come?» 17 Y,
oyendo Jesús, díceles: que «no necesidad tienen los fuertes de médico, sino los que mal
están. No he venido a llamar justos, sino pecadores». 18 Y estaban los discípulos de
Juan y los fariseos ayunando. Y vienen y dícenle: «¿Por qué los discípulos de Juan y
los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no ayunan?» 19 Y díjoles Jesús:
«¿Acaso pueden los hijos del tálamo, mientras el Esposo está con ellos, ayunar?
Cuanto tiempo tuvieren consigo al Esposo, no pueden ayunar; 20 mas, vendrán días,
cuando les será quitado el Esposo, y entonces ayunarán en aquel día. 21 Nadie
remiendo de paño no abatanado(d) zurce en vestido viejo; que, si no, tira la plenitud(e) la nueva de
lo viejo, y peor rotura se hace. 22 Y nadie echa vino nuevo en odres
viejos; que, si no, romperá el vino los odres, y el vino se pierde y los odres. (Empero
¡vino nuevo en odres nuevos!)». 23 Y aconteció que en el sábado fue pasando por los
sembrados, y sus
discípulos empezaron a caminar arrancando las espigas. 24 Y los fariseos le decían:
«Mira qué hacen en el sábado: lo que no es lícito». 25 Y les decía: «¿Jamás habéis leído
qué hizo David, cuando necesidad tuvo y hambreó él y los con él? 26 ¿Cómo entró en
la casa de Dios, bajo Abiatar, sumo sacerdote, y los panes de la proposición comió, que
no es lícito comer sino a los sacerdotes, y dio también a los que con él estaban?» 27 Y
decíales: «El sábado por el hombre ha sido hecho, y no el hombre por el sábado. 28 Así
que señor es el Hijo del hombre también del sábado.»
15 a. A comer.
b. Arrendadores (por 5 años) de los impuestos públicos. Aborrecíanles los judíos y considerábanlos
pecadores y gente infame; al contrario, los romanos. Leví era príncipe de ellos.
8a. De alrededor.
14b. Determinó, eligió.
17c. Envió.
d. De bene (hijos) régesh (trueno).
18e. El celador.
19f. Is (hombre) Karioth (lugar de Judá): «Hombre de Cariot»; el único apóstol no galileo.
g. Entre otras cosas.
21h. Era tan grande la apretura y el entusiasmo de la muchedumbre, que corrió la voz de que Cristo
las fascinaba; que estaba fuera de sí, padecía algún delirio
mental, o acceso.
29i. Es tan malvado que no se ha de convertir.
Parábolas. Tempestad.
1 Y de nuevo comenzó a enseñar cerca del mar; y júntase a él turba muchísima, tanto,
que, entrando él en la barca, se sienta en el mar; y toda la turba junto al mar sobre la
tierra estaban. 2 Y enseñábales, en parábolas, muchas cosas, y decíales en su
enseñanza: 3 «Oíd. He aquí salió el sembrador a sembrar. 4 Y aconteció, en el sembrar,
lo uno cayó junto al camino y vinieron los volátiles y devoráronlo. 5 Y lo otro cayó en
lo pedregoso y donde no tenía tierra mucha, y luego brotó, por no tener hondura de
tierra; 6 y cuando salió el sol, quemóse y, por no tener raíz, se secó. 7 Y lo otro cayó
entre espinas y subieron las espinas y lo ahogaron del todo y fruto no dio. 8 Y lo otro
cayó en la tierra la hermosa, y daba fruto subiendo y creciendo, y llevaba a treinta, y a
sesenta y a ciento». 9 Y él decía: «Quién tiene orejas para oir, oiga». 10 Y, cuando
estaba a solas, preguntábanles los en torno de él con los doce las parábolas. 11 Y
decíales: «A vosotros el misterio es dado del Reino de Dios; a aquéllos, empero, los de
fuera, en parábolas todo se hace para que,
12 mirando, miren, y no vean;y oyendo, oigan, y no entiendan;no sea que se conviertan
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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y se les perdone.»
13 Y díceles: «¿No sabéis esta parábola? y ¿cómo todas las parábolas conoceréis? 14
El que siembra, la palabra siembra. 15 Y éstos son los de junto al camino donde es
sembrada la palabra: los que, cuando la oyeren, luego viene Satanás y quita la palabra
la sembrada en ellos. 16 Y éstos son lo mismo que los en lo pedregoso sembrados; los
que, cuando oyeren la palabra, luego con gozo la toman; 17 y no tienen raíz en sí
mismos, sino temporáneos son; después, viniendo tribulación o persecución por la
palabra, luego se escandalizan. 18 Y otros son los entre las espinas sembrados; éstos
son los que la palabra han oído; 19 y los cuidados del siglo y el engaño de la riqueza, y
las acerca de las demás cosas codicias, entrando, ahogan del todo la palabra, e
infructuosa se hace. 20 Y aquéllos son los sobre la tierra, la hermosa, sembrados: los
que oyen la palabra, y la reciben y fructifican a treinta y sesenta y(a) ciento.»
21 Y decíales que: «¿por ventura viene la candela para ser bajo el celemín puesta o bajo
la cama, no para ser sobre el candelero puesta? 22 pues nada hay oculto sino para que
se manifieste; ni se ha hecho escondido, sino para que venga a lo público. 23 Si alguno
tiene orejas para oír, oiga.»
24 Y decíales: «Mirad qué oís. En la medida que medís, mediráseos y añadiráseos: 25
pues el que tiene —se le dará; y el que no tiene, aún lo que tiene— se le quitará.»
26 Y decía: «Así es el reino de Dios como un hombre ha arrojado la simiente sobre la
tierra; 27 y ha dormido y levantádose noche y día, y la simiente germina y dilátase,
como(b) no sabe él. 28 Automática la tierra fructifica, primero, hierba; luego, espiga;
luego, ¡lleno trigo(c) en la espiga! 29 Y, cuando se ha presentado el fruto, al punto
mete(d) la hoz, pues ha llegado la siega.»
30 Y decía: «¿Cómo(e) compararemos el Reino de Dios? o ¿en qué parábola lo
pondremos? 31 Como(f) a un grano de mostaza, el que, cuando se ha sembrado sobre la
tierra, siendo la más pequeña de todas las semillas de las sobre la tierra; 32 y cuando se
ha sembrado, sube y se hace mayor que todas las hortalizas y cría ramas grandes, hasta
poder bajo su sombra los volátiles del cielo habitar.» 33 Y con tales parábolas muchas
hablábales la palabra, así como podían oír(g); 34 y sin parábolas no les hablaba; pero en
particular a sus particulares(h) discípulos explicaba todo.
35 Y díceles en aquel día al atardecer: «Atravesemos allende». 36 Y dejando ellos la
turba, le tomaron, como estaba(i) en la barca, y otras barcas estaban con ella. 37 Y viene
un torbellino grande de viento, y las olas despeñábanse en la barca, que ya se llevaba la
barca. 38 Y él estaba en la popa sobre la almohada durmiendo. Y despiértanle y
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27 b. De manera que...= sin saberlo, advertirlo él. 28 c. Hay, aparece. 29 d. El hombre; el que ha
sembrado. 30 e. Con qué. 31 f. Lo compararemos conno = en cierto modo, a un grano... 33 g.
Conforme a su capacidad. 34 h. Mejores que los más de los apóstoles. 36 i. Partieron al punto, sin
prevención alguna.
Curaciones
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entraron en los puercos; y precipitóse la piara de la escarpa abajo, al mar como dos mil,
y ahogáronse en el mar. 14 Y los que los apacentaban, huyeron, y lo anunciaron a la
ciudad y a los campos; y vinieron a ver qué es lo acontecido. 15 Y vienen a Jesús y ven
al endemoniado sentado, vestido y cuerdo, al que ha tenido la Legión, y
atemorizáronse. 16 Y contáronles los que habían visto: cómo le fue al endemoniado y
lo de los puercos. 17 Y comenzaron a rogarle que saliese de los confines de ellos. 18 Y,
entrando él en la barca, rogábale el que estuvo endemoniado para estar con él. 19 Y no
le dejó, sino dícele: «Ve a tu casa, a los tuyos, y anúnciales cuánto el Señor te ha hecho
y apiadádose de ti». 20 Y retiróse y empezó a publicar en la Decápolis cuánto le hizo
Jesús; y todos maravillábanse.
21 Y atravesando Jesús en la barca de nuevo hasta allende, juntóse turba mucha a él; y
estaba él junto al mar. 22 Y viene uno de los arquisinagogos, por nombre Jairo, y
viéndole cae a sus pies; 23 y rogábale muchísimo, diciendo: que «mi hijita está en los
últimos; para que, viniendo, pongas tus manos sobre ella, para que salve y viva». 24 Y
se fue con él, y seguíale turba mucha, y estrechábanle. 25 Y una mujer que estaba en
flujo de sangre doce años 26 y, mucho había padecido de muchos médicos y gastado lo
junto a ella(c) todo, y nada adelantado, sino más bien a peor venido; 27 habiendo oído
lo acerca de Jesús, viniendo en la turba, por detrás tocó su vestido. 28 Pues decía: que
«si tocare yo no más que sus vestidos, salvaré». 29 Y al punto secóse la fuente de su
sangre y conoció en el cuerpo que está sana de la plaga. 30 Y luego Jesús, conociendo,
en sí mismo la de él virtud salida, volviéndose en la turba, decía: «¿Quién ha tocado
mis vestidos?» 31 Y decíanles sus discípulos: «Miras la turba estrechándote, y dices:
«¿Quién me ha tocado?» 32 Y miraba en su torno a ver la que esto había hecho. 33 Y la
mujer, medrosa y temblorosa, sabiendo lo que la había pasado, vino y cayó ante él y
díjole toda la verdad. 34 Y él díjola: «Hija, tu fe te ha salvado, ve a paz(d), sé sana(e) de
tu plaga». 35 Aún hablando él, vienen del arquisinagogo, diciendo: que «tu hija ha
muerto: «¿qué ya mortificas al Maestro?» 36 Pero Jesús, desoyendo la palabra, la
hablada, dice al arquisinagogo: «No temas, sólo cree». 37 Y no dejó a nadie consigo a
par seguir, sino a Pedro y Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38 Y vienen a la
casa del arquisinagogo; y ve el tumulto y a los que plañían y ululaban muchísimo; 39 Y
entrando, díceles: «¿Qué tumultuáis y plañís? La niñita no ha muerto, sino dormídose».
40 Y reíanse de él. él, empero, lanzando fuera a todos, toma consigo al padre de la
niñita y la madre y los con él, y entra en donde estaba la niñita. 41 Y cogiendo la mano
de la niñita, dícela: Talithá kum; lo que es interpretado: ¡La doncellita! —te digo(f)—
despierta. 42 Y al punto levantóse la doncellita, y paseábase; pues era de doce años(g).
Y extasiáronse al punto con éxtasis grande. 43 Y encargóles muchísimo que nadie
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26c. Todo lo propio y lo que estaba a su alcance. 34d. Para vivir en ella, para ser dichosa.
e. Enteramente = tu plaga no volverá. 41f. Palabras añadidas por el evangelista para explicar algún
gesto o interjección
de Cristo; o más probablemente la terminación a (acaso interjectiva) de talith (fem;de tali o talis) (en
griego también talis = doncella). 42g. Semiadulta. Advierte esto el evangelista para que, por los
diminutivos niñita,
Peregrinaciones de Cristo
Jesús en Nazaret
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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9 f. Suelas; no zapatos (los que se les prohíben), (Mt. 10,10). 10 g. De aquel lugar.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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13 h. Los.
14 i. Están activas.
j. No obró milagros en vida; y se creía que, resucitado, los obraba.
20 k. De las asechanzas de Herodías.
l. Menos correcto: «hacía muchas cosas».
21 m. Para Herodías.
n. Días, fiestas.
o. Militares.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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digan; pero, cuanto más les ordenaba, ellos más sobremanera publicaban. 37 Y
sobremanera(m) arrobábanse, diciendo: «Bellamente todo ha hecho; así como(n) a los
sordos hace oír y a los mudos hablar».
1 En aquellos días, otra vez, habiendo mucha turba, y no teniendo ellos qué comer,
llamando a sí sus discípulos, díceles: 2 «Lastímome de la turba, pues ya días tres
permanecen aquí, y no tienen qué comer. 3 Y, si les despidiere ayunos a su casa,
desfallecerán en el camino; y algunos de ellos de lejos son». 4 Y respondiéronle sus
discípulos: que «¿de dónde a éstos podrá alguien aquí hartar de panes en el páramo?» 5
Y preguntóles: «¿Cuántos tenéis —panes?» Y ellos dijeron: «Siete». 6 Y significó a la
turba echarse sobre la tierra: y tomando los siete panes, agradeciendo(a) partió, y daba a
sus discípulos para servir, y sirvieron a la turba. 7 Y tenían pececillos pocos; y,
bendiciéndolos, dijo también éstos servir. 8 Y comieron y hartáronse, y alzaron las
sobras de los pedazos(b); siete espuertas. 9 Y eran como cuatro mil. Y despidióles. 10 Y
luego, entrando él en la barca, con sus discípulos vino a las puertas de Dalmanutá.
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entero y dañar a su alma? 37 Pues ¿qué dará unhombre en cambio de su alma? 38 Pues,
quien se avergonzare de mí yde mis palabras, en esta generación la adúltera y pecadora,
también elHijo del hombre se avergonzará de él, cuando viniere en la gloria desu Padre
con los ángeles los santos». 39 Y decíales: «En verdad osdigo que hay algunos de los
aquí parados, los que no gustarán(l), no,
muerte hasta que vieren la realeza de Dios venida en poder.»
6 a. Mirando al cielo y dando gracias a Dios por el pan, el alimento propio, principal. Bendice los
peces como alimento accesorio, especie de postre entre los antiguos. Ambas acciones: dar gracias y
bendecir, simultáneas, son casi sinónimas.
8 b. De las porciones que les habían tocado.
11 c. Armarle discusión.
d. Desde.
12 e. La señal que pide: tantas se le dan y no cree.
13 f. En la barca.
1 Y, después de días seis, toma consigo aparte Jesús a Pedro, y a Santiago y Juan, y los
lleva arriba a un monte alto aparte solos; y transfiguróse delante de ellos; 2 y sus
vestidos tornáronse esplendentes, blancos sobremanera, (cual nieve); como batanero
sobre la tierra no los puede así blanquear. 3 Y aparecióles Elías con Moisés; y
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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4a. «Maestro».
6b. Apareció.
10c. Que Cristo se glorifique.
12e. El segundo Elías y precursor primero: Juan. Ambos fueron muy perseguidos.
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22j. Ironía. 23k. Ayúdame a mí, que soy incrédulo; no tengo aún bastante fe. 34l. Llamó en alta voz.
37m. Cosa poderosa = milagro.
38n. Invocando el nombre de Cristo, está con Cristo.
47p. De los condenados será envuelto y atormentado con el fuego y el ardor de lasal (como la víctima
es envuelta en ella para ser quemada). 48q. El condimento bello: la paz.
Enseñanzas
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Jesús en Jerusalén
decíanles: «¿Qué hacéis, soltando el pollino?» 6 Y ellos dijéronles según dijo Jesús; y
dejáronles. 7 Y traen el pollino a Jesús, y echan sobre él sus mantos; y sentóse sobre él.
8 Y muchos sus mantos tendieron por el camino, y otros, frondas cortando de los
campos; 9 y los que precedían y los que seguían, clamaban: «¡Hosanna!»(a)
bendito el que viene en nombre de Señor;10 bendita la que viene realeza de nuestro
padre David;Hosanna en lo más excelso!
11 Y entró en Jerusalén, en el santuario; y mirando en torno todo,
tarde ya siendo la hora, salió a Betania con los doce.12 Y al otro día, saliendo ellos de
Betania, hambreó; 13 y viendo unahiguera, de lejos, teniendo hojas, vino por si algo
hallaba en ella; y,viniendo a ella, nada halló, sino hojas; pues el tiempo no era
dehigos(b). 14 Y, respondiendo, díjola: «No más por el siglo(c) de tinadie fruto coma».
Y oyeron sus discípulos. 15 Y viene a Jerusalén.
Y: entrando en el santuario, comenzó a arrojar fuera los vendientes y los comprantes en
el santuario, y las mesas de los cambistas y las sillas de los vendientes de las palomas
volcó; 16 y no dejaba que alguno llevase vaso(d) a través del santuario: 17 y enseñaba y
decía: «¿No está escrito que la casa mía, casa de oración será llamada, para todas las
gentes? Vosotros, empero, tenéisla hecha cueva de bandidos». 18 Y oyeron los sumos
sacerdotes y los escribas, y buscaban como perderle. Pues atemorizábanse; pues toda la
turba pasmábase de su doctrina. 19 Y, cuando atardeció, salieron fuera de la ciudad. 20
Y, pasando de alba, vieron la higuera secada de raíz. 21 Y, recordando Pedro, dícele:
«Rabbí, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado». 22 Y, respondiendo Jesús,
díceles: «¡Tened fe de(e) Dios! 23 En verdad os digo: que quien dijere a este monte:
«Alzate y arrójate en la mar», y no vacilare en su corazón, sino creyere que lo que
habla, se hace, le será(f).» 24 «Por esto dígoos: todo cuanto orareis y pidiereis, creed
que lo habéis recibido(g) y seráos. 25 Y, cuando estéis parados orando, perdonad, si
algo tenéis contra alguno, para que también vuestro Padre, el de los cielos, os perdone
vuestros deslices». 26 Y, si vosotros no perdonáis, ni vuestro Padre, el de los cielos,
perdonará vuestros deslices».
27 Y vienen de nuevo a Jerusalén. Y, en el santuario paseándose él, vienen a él los
sumos sacerdotes y los escribas y los ancianos; 28 y decíanle: «¿En qué poder esto
haces? y ¿quien te tiene dado este poder, que esto haces?» 29 Y Jesús díjoles:
«Preguntaréos una(h) palabra, y respondedme; y diréos en qué poder esto hago»: 30 «el
bautismo de Juan ¿del cielo era o de los hombres?» Respondedme». 31 Y consideraban
consigo, diciendo: «Si dijéremos: «Del cielo», dirá: «¿Por qué, pues, no le habéis
creído?» 32 Empero, ¿diremos(i): «De los hombres»? temían a la turba; pues todos
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tenían a Juan verdaderamente como que profeta era. 33 Y, respondiendo a Jesús, dicen:
«No sabemos». Y Jesús díceles: «Ni yo os digo en qué potestad esto hago».
de los fariseos y los herodianos para prenderle con palabra. 14 Y, viniendo, dícenle:
«Maestro, sabemos que veraz eres y no te importa de nadie; que no miras a la faz de los
hombres, sino en verdad el camino de Dios enseñas: ¿Es lícito dar censo a César o no?
¿Daremos o no daremos?» 15 Y él, sabiendo la hipocresía de ellos, díjoles: «¿Qué me
tentáis? Traedme denario, para ver». 16 Y ellos trajeron. Y díceles: «¿De quién, esta
imagen y el epígrafe?» Y ellos dijéronle: «De César». 17 Y Jesús dijo: «Lo de César
devolved a César, y lo de Dios a Dios». Y asombrábanse de él. 18 Y vienen saduceos a
él, los que dicen que resurrección no hay, y preguntábanle, diciendo: 19 «Maestro,
Moisés escribiónos que, si de alguno un hermano muriere y abandonare mujer y no
dejare hijo; —que tome su hermano la mujer y excite de ella simiente a su hermano. 20
Siete hermanos eran. Y el primero tomó mujer; y, muriendo, no dejó simiente. 21 Y el
segundo tomóla, y murió, no dejando en pos simiente, y el tercero asimismo; 22 y los
siete no dejaron simiente. Al fin de todos también la mujer murió. 23 En la resurrección
¿de quién de ellos será mujer? que los siete tuviéronla por mujer». 24 Díjoles Jesús:
«¿No por esto(g) erráis: no sabiendo las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Pues, cuando
de los muertos resucite, ni se casan, ni se les casa, sino son como ángeles, los de los
cielos. 26 Y acerca de los muertos: el que despiertan ¿no habéis leído en el libro de
Moisés, sobre la zarza, cómo le dijo Dios, diciendo: «Yo
el Dios de Abrahán, y Dios de Isaac y Dios de Jacob? 27 No es Dios de muertos, sino
de vivientes; mucho erráis.» 28 Y, acercándose uno de los escribas, oyéndoles disputar,
sabiendo
que bellamente les ha respondido, preguntóle: «¿Cuál es el mandamiento primero de
todos?» 29 Respondió Jesús que el primero es: «Oye, Israel: Señor, el Dios nuestro,
Señor uno es: 30 y amarás a Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de
toda tu mente, y de toda tu fuerza 31 Segundo éste: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. Mayor que éstos otro mandamiento no hay». 32 Y díjole el escriba:
«Bellamente, maestro, en verdad has dicho que uno es y no hay otro fuera de él. 33 Y el
amarle de todo el corazón, y de todo el entendimiento y de toda la fuerza; y el amar al
prójimo como a sí mismo, superior es a todos los holocaustos y sacrificios». 34 Y
Jesús, viéndole que razonablemente respondió, díjole: «No lejos estás del Reino de
Dios». Y nadie más ya atrevióse a preguntarle.
35 Y, respondiendo Jesús, decía, enseñando en el santuario: «¿Cómo dicen los escribas
que el Cristo hijo de David es? 36 El mismo David dijo en el Espíritu el santo: Salmo
109,1. Dijo Señor a mi Señor: «Siéntate a mi diestra, hasta poner yo a tus enemigos
debajo de tus pies». 37 El mismo David dícele Señor; y ¿de dónde(h) de él es Hijo?»
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41 n. Tesoro, alcancía.
o. Cobre.
42 p. Monedillas de cobre = 1 cuadrante, o 1/4 de as.
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1 Y saliendo él del santuario, dícele uno de sus discípulos: «Maestro, ¿ve? de dónde
—piedras(a) y ¿de dónde— ¡edificios!» 2 Y Jesús díjole: «Miras estos grandes
edificios? No se dejará, no, aquí piedra sobre piedra que no sea, no, deshecha». 3 Y,
sentándose él en el monte de las olivas, en frente del santuario, preguntóle aparte Pedro
y Juan y Andrés: 4 «Dínos ¿cuándo esto será; y qué, la señal, cuando se hubiere esto de
consumar todo?»
5 Y Jesús empezó a decirles: «Mirad que nadie os descamine. 6 Muchos vendrán en mi
nombre, diciendo: que «yo soy» y a muchos descaminarán. 7 Y, cuando oyereis
guerras y oídas(b) de guerras, no os espantéis: necesario es que acontezca; pero ¡aún no
el fin! 8 Pues se levantará gente contra gente, y reino contra reino; habrá hambres. 9 El
principio de los dolores de parto(c), esto. Y miraos a vosotros mismos: os entregarán a
sanedrines y a sinagogas; desollados seréis(d), y, ante presidentes y reyes, puestos por
mí en testimonio para ellos. 10 Y a todas las gentes primero(e) menester es se predique
el Evangelio. 11 Y, cuando, os lleven, entregando, no os preocupéis de qué hablar, sino
lo que se os dé en aquella hora, esto hablad; que no sois vosotros los hablantes, sino el
Espíritu el santo. 12 Y entregará hermano a hermano a muerte, y padre a hijo; y
levantaránse juntos hijos contra padres y mataránles, 13 y seréis aborrecidos de todos
por mi nombre. Mas el perseverante(f) hasta el fin, éste se salvará.»
14 «Y, cuando viereis la abominación de la desolación, —lo parado(g) donde no debe
(el leyente entienda), entonces los en la Judea huyan a los montes; 15 el sobre la azotea
no baje, ni entre a alzar algo de su casa; 16 y el que al campo(h), no se vuelva a lo de
atrás a alzar su manto. 17 Y ¡ay de las preñadas y lactantes(i) en aquellos días! 18 Y
orad que no acontezca en invierno(j).»19 «Pues serán aquellos días de tribulación, cual
no ha habido tal, decomienzo de criatura que crió Dios hasta lo de ahora, y no habrá,
no.20 Y, si no acortara Señor los días, no salvara toda carne; pero, porlos elegidos que
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1 a. Tamañas. —Eran albas y pulidas cada una de unos 25 codos de largo, 12 de ancho, 8 de alto. El
templo parecía una montaña esplendorosa. Herodes había ocupado en su fábrica diez mil obreros y
ocho años.
7 b. Rumores, relatos.
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29 k. Cristo.
34 l. En su vida mortal.
m. Así os digo: Velad.
Pasión de Cristo
1 Y era la Pascua y los ázimos después de dos días; y buscaban los sumos sacerdotes y
los escribas cómo en dolo prendiendo matarle; 2 pues decían: «No en la fiesta, no sea
que haya tumulto del pueblo».
3 Y, entrando él en Betania, en la casa de Simón, el leproso, recostado él, vino una
mujer teniendo un alabastro(a) de ungüento de nardo líquido(b) muy valioso; quebrando
el alabastro, derramó sobre su cabeza. 4 Y había algunos indignándose dentro de sí.
«¿A qué esta pérdida de ungüento se ha hecho? 5 Porque se pudo este ungüento vender
por más de trescientos denarios y dar a los mendigos». Y entremurmuráranla. 6 Mas,
Jesús dijo: «Dejadla ¿Qué? ¿a ella golpes asestáis? Hermosa obra ha obrado en mí. 7
Pues siempre a los pobres tenéis con vosotros, y cuando quisiereis, podéisles bien
hacer; pero a mí no siempre tenéis. 8 Lo que tuvo(c), hizo: anticipóse a ungir mi cuerpo
para la sepultura. 9 En verdad dígoos: doquiera se predicare el Evangelio en todo el
mundo, también lo que ha hecho ésta, se contará en memoria de ella.»
10 Y Judas Iscariotes, el uno de los doce, se fue a los sumos sacerdotes, para entregarle
a ellos. 11 Y ellos, oyendo, alegráronse y anunciáronle dinero dar; y buscaba cómo
oportunamente entregarle.
12 Y el primer día de los ázimos, cuando la Pascua inmolaban, dícenle sus discípulos:
«¿Dónde quieres que, yéndonos, preparemos para que comas la Pascua?» 13 Y envía
dos de sus discípulos, y díceles: «Idos a la ciudad. Y encontraráos un hombre, cántaro
de agua llevando: seguidle; 14 y, donde entrare, decid al dueño de casa: que «el
Maestro dice: «¿Dónde está mi estancia, donde la Pascua con mis discípulos yo
comer?» 15 Y él mismo os mostrará cenáculo(d) grande, tendido(e), preparado; y allí
preparadnos». 16 Y salieron los discípulos, y fueron a la ciudad y hallaron según les
dijo, y prepararon la Pascua. 17 Y atardeciendo, va con los doce. 18 Y, recostados ellos
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y comiendo, Jesús dijo: «En verdad dígoos que uno de vosotros me entregará, el que
come conmigo». 19 Empezaron a entristecerse y decirle uno por uno: «¿No
ciertamente yo?» 20 Y él díjoles: «Uno de los doce: el que remoja conmigo dentro de la
escudilla. 21 Porque ciertamente el Hijo del hombre se va, según escrito está acerca de
él; ¡ay empero, de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado; bello para
él, si no hubiese nacido aquel hombre!» 22 Y, comiendo ellos, tomando pan,
bendiciendo, partió y dióles, y dijo: «Tomad: este es mi cuerpo». 23 Y tomando cáliz,
agradeciendo, dioles; y bebieron de él todos. 24 Y díjoles: «Esta es mi sangre, la del
testamento, la que es derramada por muchos. 25 En verdad dígoos que no más no
beberé, no, del germen de la vid, hasta aquel día que lo beba nuevo en el reino de
Dios».
26 Y, salmeando, salieron al monte de las Olivas; 27 y díceles Jesús: que «todos os
escandalizaréis; que escrito está: «Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán», 28
«Empero, después de resucitar yo, conduciréos a la Galilea». 29 Y Pedro díjole: «Aun
cuando todos se escandalicen, pero no yo». 30 Y dícele Jesús: «En verdad dígote que tú
hoy en esta noche, antes de que dos veces el gallo cante, tres veces me negarás». 31
Pero él tanto más hablaba: «Si menester fuere que yo muera contigo, no te negaré, no».
Y lo mismo también todos decían.
32 Y vienen a un paraje cuyo nombre, Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos
aquí, mientras yo orare». 33 Y, llevóse a Pedro; y a Santiago y a Juan consigo, y
empezó a aterrarse y atediarse; 34 y díceles: «Triste en torno(f) está mi alma a muerte:
quedaos aquí y velad». 35 Y, adelantándose un poco, caía sobre la tierra y oraba que, si
posible es, pasara de él la hora y decía: 36 «Abbá, el Padre, todo posible a ti: traspasa
este cáliz de mí; empero, no lo que yo quiero, sino lo que tú». 37 Y viene y hállales
durmiendo, y dice a Pedro; «Simón, ¿duermes? ¿No has valido para una hora velar? 38
Velad y orad que no entréis en tentación; el espíritu ciertamente, pronto; la carne,
empero, ¡enferma!» 39 Y de nuevo yéndose oró, la misma palabra diciendo. 40 Y de
nuevo viniendo, hallóles durmiendo; que estaban los ojos de ellos oprimidos, y no
sabían qué responderle. 41 Y viene tercera vez y díceles: «Dormid ya y reposad(g).
Basta. Ha llegado la hora: he aquí es entregado el Hijo del hombre en las manos de los
pecadores. 42 Levantaos, vamos: he aquí el que me entrega, es llegado». 43 Y al punto,
aún hablando él, llégase Judas uno de los doce, y, con él, una turba con cuchillas y
palos, de(h) los sumos sacerdotes, y los escribas y los ancianos. 44 Y había, el que le
entregaba, dádoles seña, diciendo: «A quien yo besare, él es: prendedle y llevadle
seguramente». 45 Y, viniendo al punto, y llegándose a él, dice: «Rabbí», y le besó
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3 a. Vaso de alabastro.
b. Según otros: «puro». 8 c. Consigo = pudo. 15 d. Sala del segundo piso, en la casa romana.
e. Con los lechos (poltronas) tendidos ya y prontos para la cena.
34 f. Toda entera.
41 g. Aquí una larga pausa, en que les dejó dormir.
43 h. Desde; enviada de ellos.
47 i. Aurícula, lóbulo.
Crucifixión
1 Y luego, al alba, consejo preparando los sumos sacerdotes con los ancianos y escribas
y todo el sanedrín, atando a Jesús, fuéronle llevando y entregáronle a Pilato. 2 Y
preguntóle Pilato: «¿Tú eres el rey de los judíos?» y él, respondiendo, le dijo: «Tú
dices». 3 Y acusábanle los sumos sacerdotes de muchas cosas. 4 Y Pilato de nuevo
preguntábale diciendo: «¿No respondes nada? Mira de cuán grandes cosas te acusan».
5 Mas, Jesús ya no respondió nada, que se maravilló Pilato. 6 Y durante la fiesta,
soltábales un preso: el que pedían. 7 Y estaba el llamado Barrabás, con los sediciosos
atado; los que en la sedición muerte habían hecho. 8 Y, subiendo la turba, empezó a
pedir, según siempre les hacía. 9 Y Pilato respondióles, diciendo: «¿Queréis os suelte
al rey de los judíos?» 10 Pues conocía que por envidia le habían entregado los sumos
sacerdotes. 11 Y los sumos sacerdotes sublevaron la turba: que más bien a Barrabás les
soltase. 12 Y Pilato de nuevo respondiendo decíales: «¿Qué, pues, haré del que decís:
«el rey de los judíos»? 13 Y ellos de nuevo gritaron: «¡Crucifícale!» 14 Y Pilato
decíales: «¿Pues qué ha hecho malo?» Mas, ellos sobremanera gritaron:
«¡Crucifícale!» 15 Y Pilato queriendo a la turba satisfacer, soltóles a Barrabás, y
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16a. 200 hombres. 22b. Véase Mt. 27,33. 25c. Después. 42d. «Preparación».
47f. Quedaba.
Resurrección
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1 Dado que ya muchos han puesto mano en componer narración acerca de las cosas, en
nosotros plenamente confirmadas(a), 2 según nos han trasmitido los que desde el
principio testigos oculares y servidores fueron de la palabra; 3 pareció también a mí,
que he seguido a par, desde atrás, todo exactamente, ordenadamente escribirte, óptimo
Teófilo(b); 4 porque de las palabras(c) en que se te instituyó, conozcas bien la
certidumbre.
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote, por nombre Zacarías, del
turno de Abías; y mujer tenía de las hijas de Aarón, y el nombre de ella, Elisabet. 6 Y
eran justos ambos delante de Dios, caminando en todos los mandamientos y justicias(d)
del Señor intachables. 7 Y no tenían hijo, pues era Elisabet estéril; y ambos avanzados
en sus días eran. 8 Y aconteció que, de sacerdote él en el orden de su turno ante Dios, 9
según la costumbre del sacerdocio; 10 tocóle incensar, entrando en el templo del Señor;
y toda la muchedumbre estaba del pueblo orando fuera, a la hora del timiama(e). 11 Y
aparecióle ángel del Señor; parado a la diestra del ara del timiama. 12 Y espantóse
Zacarías viendo, y temor cayó sobre él. 13 Y dijo a él el ángel: «No temas, Zacarías,
porque escuchada ha sido tu plegaria, y tu mujer, Elisabet, te parirá hijo, y llamarás su
nombre Juan; 14 y tendrás gozo y júbilo; y muchos en su nacimiento se gozarán. 15
Pues será grande delante del Señor; y vino y sidra no beberá, no; y de Espíritu Santo
será lleno aún de vientre de su madre; 16 y a muchos de los hijos de Israel convertirá al
Señor, al Dios de ellos; 17 Y él precederá delante de él en espíritu y poder de Elías, a
convertir corazones de padres(f) a hijos, e inobedientes, en pensamiento de justos a
preparar al Señor pueblo perfecto». 18 Y dijo Zacarías al ángel: «¿Por dónde conoceré
esto? Pues yo soy anciano y mi mujer avanzada en sus días». 19 Y, respondiendo el
ángel díjole: «Yo soy Gabriel el parado junto a la faz de Dios, y he sido enviado a
hablar a ti, y evangelizarte(g) esto. 20 Y he aquí estarás callando y no pudiendo
hablar(h) hasta el día que acontecieren estas cosas, por esto: porque no has creído a mis
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56 Y quedó María con ella como meses tres, y volvió a su casa. 57 Y a Elisabet
cumplióse el tiempo de parir ella, y engendró hijo. 58 Y oyeron los vecinos y los
parientes de ella que magnificaba Señor su misericordia con ella, y alegráronse con
ella. 59 Y aconteció en el día el octavo vinieron a circuncidar al párvulo, y llamábanle,
por el nombre de su padre, Zacarías. 60 Y respondiendo su madre dijo: «No; sino se
llamará Juan». 61 Y dijeron a ella: que «ninguno hay de tu parentela, que sea llamado
con este nombre». 62 Y significaron a su padre que qué quería se le llamase. 63 Y,
pidiendo tablilla, escribió diciendo: «Juan es su nombre». Y maravilláronse todos. 64
Y abrióse su boca al punto y su lengua, y hablaba, bendiciendo a Dios. 65 Y vino sobre
todos temor los que en torno de ellos habitaban; y en toda la montaña de la Judea
hablábanse todas estas palabras. 66 Y pusiéronselas todos los que oían, en su corazón
diciendo: «¿Quién, pues, este infante será?» Porque también la mano del Señor era con
él.
67 Y Zacarías su padre fue lleno de Espíritu Santo y profetizó
diciendo:68 «Bendito, Señor, el Dios de Israel;pues ha visitado y hecho redención a su
pueblo69 y alzó cuerno(q) de salvación a nosotros,en casa de David, niño suyo;70
según habló, por boca de los santos(desde el siglo) profetas suyos:71 salvación de
nuestros enemigosy de mano de todos los que nos odian;72 para hacer misericordia
con nuestros padresy recordar testamento(r) santo suyo,73 juramento que juró
Abrahán, padre nuestro, el darnos.74 que, inmedrosamente, de mano de nuestros
enemigos librados, lesirvamos75 en piedad y justicia a su faz todos nuestros días.76 Y
también tú, infante, profeta del Altísimo serás llamado, puesprecederás a faz de Señor,
a preparar sus caminos,77 para dar ciencia de salud a su pueblo en(s) remisión de
suspecados;78 por entrañas de misericordia de nuestro Dios; en las que nosvisitó,
oriente(t) de lo excelso,79 a manifestarse a los en tinieblas y sombra de muerte
sentados,para enderezar nuestros pies a camino de paz».
80 Y el infante crecía; y confortábase de espíritu; y estábase en los desiertos hasta día
de su manifestación a Israel.
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29 n. Por dónde podía ella merecerla —Inaudito era que un ángel, que Dios, saludase, como se
saludan iguales y amigos.
48 o. Condición humilde.
Infancia de Jesús
según la ley de Moisés, subiéronle a Jerusalén, para presentar alSeñor, 23 según está
escrito en la ley del Señor: que «todo lomasculino, abriendo matriz santo al Señor será
llamado»; 24 y paradar hostia, según lo dicho en la ley de Señor, «un par de tórtolas o
dospalominos».
25 Y he aquí que un hombre había en Jerusalén, cuyo nombre,Simeón, y este hombre,
justo y timorato, esperando consolación deIsrael. Y Espíritu había Santo sobre él, 26 y
habíale sido vaticinadopor el Espíritu, el Santo, que no vería muerte antes de ver al
Cristo deSeñor. 27 Y vino en el Espíritu al santuario; y, al entrar los padres alinfante
Jesús, para hacer, según lo acostumbrado de la ley, con él, 28también él recibióle en los
brazos, y bendijo a Dios y dijo:
29 «Ahora despides a tu siervo, Soberano,según tu palabra, en paz;30 pues han visto
mis ojos lo saludable tuyo,31 que preparaste a faz de todos los pueblos:32 luz para
revelación(e) de gentes
y gloria de tu pueblo de Israel».
19 c. Callándolas impresas, como parte de su ser, extasiándose en ellas. 22 d. De la madre y del niño.
32 e. Iluminación.
43 f. Ellos.
50 g. Toda la fuerza y profundidad de la palabra: de no buscarle, de renunciar al sentimiento humano:
persuadidos de que él no podía estar sino en lo conducente a la gloria de su Padre.
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1 Y en el año quince del imperio de Tiberio César, imperando Poncio Pilato a la Judea,
tetrarquiando(a) a la Galilea Herodes, y Felipe, su hermano, tetrarquiando a la Iturea y
Traconítide región, y Lisanias a la Abilene tetrarquiando; 2 bajo sumo sacerdote Anás
y Caifás, hubo palabra de Dios sobre Juan, el de Zacarías hijo, en el desierto; 3 y vino a
toda la circunvecindad del Jordán, predicando bautismo de penitencia en remisión de
pecados; 4 como escrito está en libro de palabras de Isaías, el profeta:
«Voz de clamante en el desierto:Preparad el camino del Señor;rectas haced sus
sendas:5 toda hondonada se llenará,y todo monte y collado se humillará;y será lo
torcido en rectos(b),y los ásperos en caminos llanos;6 y verá toda carne lo saludable de
Dios».
7 Decía, pues, a las salidas turbas(c) para ser bautizadas por él: «Engendros de víboras,
¿quién os ha significado huir de la venidera ira? 8 Haced, pues, dignos frutos de
penitencia. Y no empecéis a decir(d) en vosotros. «Padre tenemos: a Abrahán»; pues
dígoos que puede Dios de estas piedras levantar hijos a Abrahán. 9 Y ya también la
segur hacia la raíz de los árboles yace: todo árbol, pues, que no hace fruto bello,
cortado es, y al fuego arrojado». 10 Y preguntábanle las turbas, diciendo: «¿Qué, pues,
haremos?» 11 Y, respondiendo, decíales: «El que tiene dos túnicas, participe al que no
tiene; y el que tiene alimentos, así mismo haga». 12 Y vinieron también publicanos a
bautizarse, y dijeron a él: «Maestro, ¿qué haremos?». 13 Y él dijo a ellos: «Nada más
que lo ordenado a vosotros, obrad». 14 Y preguntábanle también soldados, diciendo:
«¿Qué haremos también(e) nosotros?» Y díjoles: «A nadie concusionéis, ni calumniéis,
y contentaos con vuestros estipendios». 15 Y aguardando el pueblo(f) y considerando
todos en sus corazones, acerca de Juan: si acaso él era el Cristo, 16 respondió diciendo
a todos Juan: «Yo por cierto con agua os bautizo; viene, empero, el más fuerte que yo,
de quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos; él os bautizará en Espíritu
Santo y fuego; 17 cuyo bieldo en su mano, para limpiar del todo su era y juntar el trigo
en su granero; —mas, la paja quemará con fuego inextinguible». 18 Ahora por cierto
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1 Y Jesús, lleno de Espíritu Santo, retornó del Jordán, y fue llevado en el Espíritu; en el
desierto 2 días cuarenta tentado del diablo. Y no comió nada en aquellos días; y
terminados ellos, hambreó. 3 Y díjole el diablo: «Si Hijo eres de Dios, di a esta piedra
que se haga pan». 4 Y respondió a él Jesús: «Escrito está: que no de pan sólo vivirá el
hombre». 5 Y, subiéndole, mostróle todos los reinos del orbe en un punto de tiempo. 6
Y díjole el diablo: «Te daré esta potestad toda y la gloria de ellos, pues a mí ha sido
entregada, y a quien quiero, doila, 7 tú, pues, si adorares a faz mía, —será de ti toda». 8
Y, respondiéndole, dijo Jesús: «Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo
servirás». 9 Y llevóle a Jerusalén y puso en el alero del santuario, y díjole: «Si Hijo
eres de Dios, arrójate de aquí abajo, 10 porque está escrito: que a sus ángeles mandará
de ti que te guarden; 11 y que en manos te lleven, no sea que lastimes en piedra tu pie».
12 Y, respondiendo, díjole Jesús que «está dicho: «No tentarás al Señor tu Dios». 13 Y
habiendo consumado toda tentación, el diablo retiróse de él hasta su tiempo(a). 14 Y
retornó Jesús, en el poder del Espíritu, a la Galilea; y fama salió por toda la
circunvecindad acerca de él; 15 y él enseñaba en las sinagogas de ellos, glorificado por
todos.
16 Y vino a Nazaret, donde se había criado, y entró, según lo acostumbrado por él, en el
día de los sábados, en la sinagoga, y levantóse a leer. 17 Y se le pasó un libro del
profeta Isaías; y, abriendo el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
18 «Espíritu de Señor sobre mí: por lo cual me ungió; para evangelizar a pobres me ha
enviado; 19 a sanar deshechos de corazón, a predicar a cautivos remisión y a ciegos
vista, enviar quebrantados en remisión; predicar año de Señor, acepto».
20 Y plegando el libro, devolviéndolo al ministro, sentóse, y, de todos en la sinagoga,
los ojos, estaban fijos en él. 21 Y empezó a decirles: que «hoy se ha cumplido esta
escritura en las orejas de vosotros(b)» 22 Y todos atestiguábanles y maravillábanse de
las palabras de gracia salidas de su boca, y decían: «¿Acaso no hijo de José éste?» 23 Y
dijo a ellos: «Sin duda, me diréis esta parábola: «Médico, cúrate a ti mismo»: cuanto
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hemos oído verificado en Cafarnaúm haz también aquí en tu patria». 24 Y dijo: «En
verdad dígoos que ningún profeta acepto es en su patria. 25 Y a la verdad dígoos:
muchas viudas había en los días de Elías, en Israel, cuando cerrado fue el cielo años
tres y meses seis, que hubo hambre grande por toda la tierra; 26 y a ninguna de ellas
enviado fue Elías el profeta, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda. 27 Y muchos
leprosos había en Israel bajo Eliseo el profeta; y ninguno de ellos limpio fue, sino
Naamán el siro». 28 Y llenáronse todos de ira en la sinagoga, oyendo esto; 29 y,
levantándose, arrojáronle fuera de la ciudad, y lleváronle hasta la cima del monte,
sobre el cual la ciudad estaba edificada de ellos, para despeñarle; 30 él, empero,
pasando por en medio de ellos, se fue.
31 Y descendió a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea. Y estábales enseñando, en los
sábados, 32 y pasmáronse de su enseñanza; pues en potestad era su palabra. 33 Y en la
sinagoga estaba un hombre, teniendo demonio inmundo, y vociferó con voz grande: 34
«¡Deja! ¿Qué a nosotros y a ti, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Conózcote
quién eres: el Santo de Dios». 35 E impúsole Jesús, diciendo: «Enmudece, y sal de él».
Y tirándole el demonio al medio, salió de él, nada dañándole. 36 Y sobrevino espanto a
todos, y conversaban entre sí, diciendo: «¿Qué palabra ésta, pues con potestad y fuerza
impera a los inmundos espíritus, y salen?» 37 E iba resonando fama acerca de él por
todo lugar de la circunvecindad.
38 Y, levantándose de la sinagoga, entró en la casa de Simón. Y la suegra de Simón era
estrechada de fiebre grande; y rogábanle por ella. 39 Y, llegándose hasta por sobre ella,
intimó a la fiebre, y dejóla; y, al punto levantándose, servíales. 40 Y, poniéndose el sol,
todos cuantos tenían enfermos de enfermedades varias, lleváronles a él; y él a cada uno
de ellos, las manos imponiendo, sanábales. 41 Y salieron también demonios de
muchos, vociferando y diciendo: que «tú eres el Hijo de Dios». E, intimando, no
dejábales hablar; pues sabían que el Cristo él era. 42 Y siendo ya de día, saliendo se fue
a un desierto lugar; y las turbas iban buscándole; y vinieron hasta él, y deteníanle que
no se fuese de ellos. 43 Pero él dijo a ellos: que «también a las otras ciudades
evangelizar debo el reino de Dios; pues a esto he sido enviado». 44 Y estábase
predicando por las sinagogas de la Galilea.
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1 Y aconteció, cuando la turba le asediaba y oía la palabra de Dios, que él estaba parado
junto al lago de Genesaret; 2 y vio barcas dos paradas junto al lago; y los pescadores, de
ellas apartados, lavaban las redes. 3 Y, subiendo en una de las barcas; que era de
Simón, rogóle, de la tierra, adentro, tirar un poco; y, sentándose, desde la barca,
enseñaba a las turbas. 4 Y, en acabando de hablar, dijo a Simón: «Tira a lo alto, y soltad
vuestras redes a pesca». 5 Y, respondiendo Simón, díjole: «Amo, durante toda la noche
trabajando, nada hemos cogido; pero, en tu palabra, soltaré las redes». 6 Y, esto
haciendo, recogieron muchedumbre de peces grande; e íbanse rompiendo sus redes. 7
Y significaron a los compañeros en la otra barca, que, viniendo, alzasen con ellos; y
vinieron y llenaron las dos barcas, hasta hundirse(a). 8 Y, viendo Simón Pedro, cayó a
las rodillas de Jesús, diciendo: «Apártate de mí, porque varón pecador(b) soy, Señor». 9
Pues asombro apoderóse de él y todos los con él, por la pesca de los peces que
recogieron; 10 y asimismo a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo; que eran compañeros
de Simón. Y dijo a Simón Jesús: «No temas: desde ahora mismo hombres estarás
cogiendo». 11 Y, arrastrando las barcas a la tierra, dejando todo, siguiéronle.
12 Y aconteció, mientras estaba él en una de las ciudades, que he aquí un varón lleno de
lepra; y, viendo a Jesús, cayendo de rostro, rogóle, diciendo: «Señor, si quieres, puedes
limpiarme». 13 Y extendiendo la mano, tocóle, diciendo: «Quiero: sé limpio». Y luego
la lepra se fue de él. 14 Y él indicóle que a nadie dijera, sino: —«yéndote, muéstrate al
sacerdote y ofrece por tu limpieza, según ordenó Moisés en testimonio a ellos». 15
Pero cundía más la palabra(c) acerca de él; y aglomerábanse turbas muchas a oír y
curarse de sus enfermedades; 16 y él estábase retirado en los desiertos y orando.
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entre las tejas, bajáronle con la literilla delante de Jesús. 20 Y, viendo la fe de ellos,
dijo: «Hombre, perdonados te están tus pecados». 21 Y empezaron a considerar los
escribas y fariseos, diciendo: «¿Quién es éste, que habla blasfemias? ¿Quién puede
pecados perdonar sino sólo Dios?» 22 Y, penetrando Jesús las consideraciones de
ellos, respondiendo, dijo a ellos: «¿Qué consideráis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es
más fácil decir: «Perdonados te están tus pecados»; o decir: «Levántate y paséate? 24
Pero, para que veáis que el Hijo del hombre poder tiene sobre la tierra de perdonar
pecados» —dijo al paralítico: «Te digo: Levántate, y, alzando tu literilla, vete a tu
casa». 25 Y al punto, levantándose a faz de ellos, alzando sobre lo que yacía, fuese a su
casa, glorificando a Dios. 26 Y éxtasis cogió a todos ellos; y glorificaron a Dios, y
llenáronse de temor, diciendo: que «hemos visto increíbles cosas hoy».
27 Y después de esto salió, y contempló a un publicano, por nombre Leví sentado en el
telonio, y díjole: «Sígueme». 28 Y, abandonando todo, levantándose, siguióle. 29 E
hizo recepción grande Leví a él en su casa, y había turba mucha de publicanos y otros
que estaban con ellos recostados. 30 Y murmuraban los fariseos y los escribas de
ellos(g), a sus discípulos diciendo: «¿Por qué, con los publicanos y pecadores coméis y
bebéis?» 31 Y respondiendo Jesús, dijo a ellos: «No tienen necesidad los sanos de
médicos, sino los que mal están. 32 No he venido a llamar justos, sino pecadores a
penitencia».
33 Y ellos dijeron a él: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y plegarias hacen; así
mismo también los de los fariseos; ¿y los tuyos comen y beben?» 34 Y él dijo a ellos:
«¿Acaso podéis a los hijos del tálamo en tanto el Esposo con ellos está, hacer ayunar?
35 Mas, vendrán días; y cuando será quitado de ellos el Esposo, entonces ayunarán en
aquellos días». 36 Y decía también una parábola a ellos: que «nadie remiendo, de
vestido nuevo rasgando, echa en vestido viejo; que, si no por cierto, también el nuevo
se rasgará, y con el viejo no se armonizará remiendo, el del nuevo. 37 Y nadie echa
vino nuevo en odres viejos; que, si no por cierto, romperá el vino el nuevo los odres; y
él se derramará, y los odres se perderán; 38 sino que vino nuevo en odres nuevos hay
que echar. 39 Y nadie bebiendo viejo quiere nuevo; pues dice: «El viejo, bueno es».
7 a. Principiar a hundirse ellas. 8 b. Ante la grandeza y santidad de Dios, siente Pedro toda su bajeza.
15 c. Fama.
17 d. Dios, el Señor, en S. Lucas, siempre es: Cristo.
e. A los enfermos.
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Enseñanzas
20 Y él, alzando sus ojos a sus discípulos, dijo: «Bienaventurados, los pobres; porque
vuestro es el reino de Dios. 21 Bienaventurados, los que hambreáis ahora; porque
seréis hartos. Bienaventurados, los que lloráis ahora; porque reiréis. 22
Bienaventurados sois, cuando os aborrecieren los hombres, y afrentaren; y arrojaren
fuera vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. 23 Alegraos aquel día
y brincad; pues he aquí vuestro galardón ¡mucho en el cielo! pues así mismo hacían a
los profetas los padres de ellos. 24 Empero, ay de vosotros, los ricos; pues os lleváis
vuestra consolación. 25 Ay de vosotros, los hartos ahora; pues hambrearéis. Ay de los
que reís ahora; pues lamentaréis y lloraréis. 26 Ay cuando de vosotros bellamente
dijeren todos los hombres; pues así mismo hacían a los pseudoprofetas los padres de
ellos. 27 Pero a vosotros digo, los oyentes: amad a vuestros enemigos; bellamente
haced a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os imprecan; orad por los que os
dañan. 29 Al que te hiere en la mejilla, preséntale también la otra; y al que se lleve tu
vestidura,tampoco la túnica niegues. 30 A todo el que te pide, da, y del que se lleva lo
tuyo, no vuelvas a pedir. 31 Y según queréis que os hagan los hombres, hacedles
asimismo. 32 Y, si amáis a los que os aman ¿qué gracia(c) tenéis? Pues también los
pecadores a los que les aman, aman. 33 Y si bien hacéis a los que os hacen ¿qué gracia
tenéis? También los pecadores lo mismo hacen. 34 Y si prestareis a los de quien
esperáis coger ¿qué gracia tenéis? También pecadores a pecadores prestan, para
recoger otro tanto. 35 Empero, amad a vuestros enemigos y bien haced, y prestad, nada
esperando por ello; y será vuestro galardón mucho, y seréis hijos del Altísimo; porque
él bueno es con los ingratos y malos. 36 Haceos misericordiosos, según vuestro Padre
misericordioso es. 37 Y no juzguéis, y no se os juzgará, no. Y no condenéis, y no se os
condenará, no. Perdonad, y se os perdonará. 38 Dad, y se os dará; medida hermosa,
apretada, remecida, rebosante darán en vuestro seno; pues con la medida que medís, se
os volverá a medir». 39 Y dijo también parábola a ellos: «¿Por ventura puede ciego a
ciego guiar? ¿Acaso ambos dentro al hoyo no caerán?
40 No hay discípulo sobre el maestro; y perfecto todo(d) será como su maestro. 41 Y,
¿qué miras la paja, la en el ojo de tu hermano, y la viga, la en el propio ojo, no
consideras? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja arroje yo fuera la
paja, la en tu ojo, tú mismo la en tu ojo, viga no mirando? Hipócrita, arroja fuera
primero la viga, del ojo tuyo, y entonces mirarás cómo la paja, la en el ojo tu hermano,
arrojar. 43 Pues no hay árbol hermoso que haga fruto podrido; ni a su vez árbol podrido
que haga fruto hermoso. 44 Pues cada árbol por su propio fruto es conocido; pues no de
espinas recogen higos; ni de zarza uva vendimian. 45 El buen hombre del buen tesoro
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del corazón saca lo bueno; y el malo de lo malo saca lo malo; pues de abundancia de
corazón habla su boca. 46 ¿Qué me llamáis: «¡Señor! ¡Señor!» y no hacéis lo que digo?
47 Todo el que viene a mí y que oye mis palabras y hácelas —os manifestaré a quién es
semejante. 48 Semejante es a hombre edificando casa; quien cavó, y ahondó y puso
cimiento sobre piedra. E, inundación viniendo, rompió el río sobre aquella casa, y no
pudo conmoverla, por lo hermosamente edificada que estaba. 49 Pero el que oye y no
hace, semejante es a hombre edificando casa sobre tierra, sin cimiento; sobre la cual
rompió el río, y al punto se derrumbó, y fue el rompimiento de aquella casa magno».
15a. De la ley. El nombre de Cananeo que le dan los otros evangelistas significa
celador.
16b. Hombre de Cariot.
Milagros y enseñanzas
1 Cuando ya llenó(a) a todas sus palabras en los oídos del pueblo, entró en Cafarnaúm.
2 Y de cierto centurión el siervo mal estando, había de finar; que le era apreciado. 3 Y,
oyendo acerca de Jesús, envió a él ancianos de los judíos, rogándole que, viniendo,
salvase a su siervo. 4 Y ellos, acercándose a Jesús, pedíanle instantemente, diciendo:
que, «digno es de que le otorgues esto; 5 pues ama nuestra gente, y la sinagoga él nos
edificó». 6 Y Jesús iba con ellos. Y, cuando ya él no lejos estaba de la casa, mandó
amigos el centurión, diciéndole: «Señor, no te mortifiques; que no digno soy de que
bajo mi techo entres; 7 por lo cual ni a mí mismo he creído digno de a ti venir; mas di
con una palabra, y ¡sane mi niño! 8 Que también yo hombre soy bajo potestad
constituido teniendo bajo mí mismo soldados, y digo a éste: «Ve, y va», y a otro: «Ven,
y viene»; y a mi siervo: «Haz esto, y hace». 9 Y oyendo esto Jesús, admiróle, y
volviéndose, a la a él siguiente turba, dijo: «Dígoos, ni en Israel tanta fe he
encontrado». 10 Y retornando a su casa los enviados, encontraron al siervo sano.
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11 Y aconteció en seguida, fue a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos
y turba mucha. 12 Y, en acercándose a la puerta de la ciudad, he aquí llevárase fuera
difunto al unigénito hijo de su madre; y ella era viuda; y turba de la ciudad bastante
había con ella. 13 Y, viéndola el Señor, lastimóse de ella y díjola: «No llores». 14 Y,
acercándose, tocó el féretro; y los llevadores paráronse. Y dijo: «Jovencito, (te digo)
levántate». 15 Y sentóse el muerto, y empezó a hablar, y dióle a su madre. 16 Y cogió
temor a todos, y glorificaron a Dios, diciendo: «que profeta grande se ha levantado en
nosotros» y que «ha visitado Dios a su pueblo». 17 Y salió esta palabra en toda la Judea
acerca de él y toda la circunvecindad.
36 Y rogaba alguno a él de los fariseos que comiese con él; y, viniendo a la casa del
fariseo, reclinóse. 37 Y he aquí una mujer, la que había en la ciudad, pecadora, en
sabiendo que está recostado en la casa del fariseo, trayendo alabastro de ungüento, 38 y
parándose junto a sus pies llorando, con las lágrimas empezó a regar sus pies; y con los
cabellos de su cabeza enjugaba y besaba tiernamente sus pies y ungía con el ungüento.
39 Y, viendo el fariseo el que le llamara, habló dentro de sí, diciendo. «Este, si fuera
profeta, conocería quién y de dónde, la mujer, la que le toca; porque pecadora es». 40 Y
respondiendo Jesús, dijo a él: «Simón, tengo a ti algo que decir». Y él «Maestro, di»,
dice: 41 «Dos deudores había de cierto prestamista: el uno debía denarios quinientos, y
el otro, cincuenta. 42 No teniendo ellos cómo devolver, a los dos perdonó. ¿Quién,
pues, de ellos más le amará?» 43 Respondiendo Simón, dijo: «Paréceme que a quien lo
más perdonó». Y él díjole: «Rectamente has juzgado». 44 Y, volviéndose a la mujer, a
Simón dijo: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa; agua para los pies no me diste; mas
ésta con las lágrimas ha regado mis pies y con sus cabellos enjugado. 45 Beso no me
diste; mas ésta, desde que entré, no ha dejado de besarme tiernamente los pies. 46 Con
óleo mi cabeza no has ungido; pero ella con ungüento ha ungido mis pies. 47 Por lo
cual (dígote) perdonados le están sus pecados, —los muchos, pues amó mucho; mas a
quien poco se perdona,— también poco ama». 48 Y díjola: «Perdonados te están los
pecados». 49 Y empezaron los comensales a decir dentro de sí: «¿Quién éste es que
también pecados perdona?» 50 Y dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; ve a paz».
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Milagros y enseñanzas
1 Y, convocando a los doce, dióles fuerza y potestad sobre todos los demonios y para
enfermos curar; 2 y envióles a predicar el reino de Dios y sanar, y 3 dijo a ellos: «Nada
cojáis para el camino: ¡ni báculo, ni alforja, ni pan, ni plata, ni dos túnicas tener! 4 Y en
la casa que entréis, —allí quedad, ni de allí salgáis. 5 Y cuantos no os recibieren,
saliendo de aquella ciudad— el polvo de vuestros pies sacudid en testimonio de ellos».
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digamos fuego baje del cielo y los consuma(b)? 55 Mas, volviéndose, impúsoles y dijo:
«No sabéis de qué espíritu sois, pues el Hijo del hombre no ha venido almas de
hombres a perder, sino a salvar». 56 Y fueron a otra aldea.
57 Y, yendo ellos, en el camino uno dijo a él: «Te seguiré a doquiera que te fueres». 58
Y díjole Jesús: «Las raposas cuevas tienen, y los volátiles del cielo albergues; pero el
Hijo del hombre no tiene dónde la cabeza reclinar». 59 Y dijo a otro: «Sígueme». Y
dijo: «Señor, déjame primero, yendo, enterrar a mi padre»(c). 60 Y díjole: «Deja a los
muertos enterrar sus muertos; mas tú, yéndote, anuncia doquiera el reino de Dios». 61
Y dijo también otro: «Te seguiré, Señor; mas primero déjame despedirme de los de mi
casa». 62 Y díjole Jesús: «Nadie, echando la mano al arado y mirando a lo de atrás,
bien dispuesto está para el reino de Dios».
14 a. En comensalías.
Enseñanzas
Envío de los discípulos
1 Y después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y envióles de a dos ante su
faz, a toda ciudad y lugar a donde había él de ir. 2 Y dijo a ellos: «¡La mies, por cierto,
mucha! mas los obreros, ¡pocos! Rogad, pues, al señor de la mies, que obreros envíe a
su mies. 3 Idos, he aquí envíoos como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa,
ni alforja, ni zapatos; y a nadie por el camino saludéis. 5 Y en la que entrareis —casa,
primero decid: «Paz a esta vivienda». 6 Y, si allí hubiere hijo(a) de paz, reposará por
sobre él vuestra paz; empero, si no, a vosotros retornará. 7 Y en la misma casa quedad,
comiendo y bebiendo lo cerca de ellos; pues ¡digno el obrero de su salario! No paséis
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32 d. El Crisóstomo (con mejores códices, sin duda, que los nuestros) lee: fariseo.Con lo cual gana
mucho el texto. 35 e. De la bolsa, de lo propio, necesario para sus gastos. 39 f. A más de oírle y
acompañarle. 42 g. El códice B (Vaticano): «y pocas menester son o una».
Enseñanzas
1 Y aconteció, estando él en un lugar orando, como acabó, dijo uno de sus discípulos a
él: «Señor, enséñanos a orar, así como también Juan enseñó a sus discípulos.» 2 Y
díjoles: «Cuando orareis, decid: «Padre, santifíquese tu nombre: venga tu reino: 3 el
pan nuestro, el cotidiano, danos cada día; 4 y perdónanos nuestros pecados; pues
también nosotros mismos hemos perdonado a todo el que nos debe; y no nos entres en
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tentación». 5 Y dijo a ellos: «¿Quién de vosotros tendrá amigo, e irá a él a media noche
y le dirá: «Amigo préstame tres panes, 6 puesto que un amigo mío ha venido de camino
a mí, y no tengo qué servirle, 7 y aquél de dentro, respondiendo dijere: «No me des
molestias; ya la puerta cerrada está, y mis niñitos conmigo en la cama están: no puedo,
levantándome, darte». 8 (Y, si aquél perseverare golpeando), dígoos: aunque no le dé,
levantándose, por ser su amigo; por su impudencia, sin embargo, alzando, darále
cuanto necesita. 9 Y yo os digo: pedid y se os dará; buscad y hallaréis; golpead y se os
abrirá. 10 Pues todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que golpea, se le
abrirá. 11 Y, ¿a quién, de entre vosotros, padre, pedirá el hijo un pez, y, en lugar de pez,
sierpe le dará y pan, acaso piedra le dará? 12 O también pedirá un huevo —¿darále
escorpión? 13 Sí, pues, vosotros, malos como sois, sabéis dádivas buenas dar a
vuestros hijos ¿cuánto más el Padre, el desde cielo, dará Espíritu Santo a los que le
piden?»
14 Y estaba lanzando demonio, y él era mudo; y aconteció, saliendo el demonio, habló
el mudo, y maravillarónse las turbas. 15 Mas algunos de entre ellos dijeron: «En
Beelzebub, el príncipe de los demonios, lanza los demonios»; 16 y otros, tentando,
señal desde cielo buscaban de él. 17 Y él, sabiendo sus pensamientos, díjoles: «Todo
reino dividido contra sí mismo, es desolado, y casa sobre casa cae. 18 Y si también
Satanás contra sí mismo está dividido ¿cómo subsistirá su reino? porque decís que en
Beelzebub lanzo yo los demonios. 19 Y, si yo en Beelzebub lanzo los demonios,
vuestros hijos ¿en quién lanzan? Por esto ellos vuestros jueces serán. 20 Pero, si, en
dedo de Dios, lanzo los demonios, por cierto ha llegado a vosotros el reino de Dios. 21
Cuando el fuerte armado guardare su atrio, en paz está, lo que posee; 22 pero, tan
pronto como uno más poderoso que él, sobreviniendo, le venciere, toda su armadura
alza, en la que fiado estaba, y sus despojos reparte. 23 El que no es conmigo, contra mí
es; y el que no recoge conmigo, desparrama. 24 Cuando el inmundo espíritu saliere del
hombre, atraviesa, por inacuosos(a) lugares, buscando reposo, y no hallando dice:
«Retornaré a mi casa de donde salí»; 25 y viniendo, halla barrida y adornada. 26
Entonces va y toma consigo otros espíritus peores que él: siete, y entrando,
establécense allí; y hácese lo postrero de aquel hombre peor que lo primero».
27 Y aconteció, diciendo él esto, alzando alguien voz: una mujer, de entre la turba,
díjole: «Bienaventurado el vientre el que que te llevó, y pechos que mamaste». 28 Y él
dijo: «Sí, por cierto, bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y guardan».
29 Y las turbas juntándose aún más, empezó a decir: «La generación ésta, generación
mala es; señal busca, y señal no se le dará, sino la señal de Jonás. 30 Pues, así como se
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hizo Jonás para los ninivitas señal, así será también el Hijo del hombre para esta
generación. 31 La reina del noto(b) levantaráse en el juicio, con los varones de esta
generación, y condenaráles, pues vino de los fines de la tierra a oír la sabiduría de
Salomón. Y he aquí ¡más que Salomón aquí! 32 Varones ninivitas resucitarán en el
juicio con esta generación, y condenaránla; pues arrepintiéronse a la predicación de
Jonás. Y he aquí ¡más que Jonás aquí!»
33 «Y nadie, candela cogiendo en oculto(c) pone ni bajo el celemín, sino sobre el
candelero, porque los que entran, la luz miren. 34 La candela de tu cuerpo es tu ojo.
Cuando tu ojo sencillo fuere, también todo tu cuerpo luminoso es; mas tan pronto como
malo fuere; también tu cuerpo tenebroso. 35 Mira, pues, que la luz la en ti no sea
tinieblas. 36 Si, pues, tu cuerpo todo luminoso, no teniendo parte alguna tenebrosa,
será luminoso todo, como cuando la candela con el relámpago te iluminare».
37 Y, mientras hablaba, rogábale un fariseo que comiese con él; y, entrando recostóse.
38 Pero el fariseo, viendo, maravillóse de que primero no se lavase antes de la comida.
39 Y dijo el Señor a él: «Ahora vosotros, los fariseos, lo de fuera del cáliz y de la
escudilla limpiáis; pero lo de dentro de vosotros rebosa de rapiña y maldad. 40 Necios
¿no el que ha hecho lo de fuera, también ha hecho lo de dentro? 41 Por lo demás, lo de
adentro dad de limosna, y he aquí todo limpio os es. 42 Pero, ay de vosotros, los
fariseos, porque diezmáis la menta y la ruda y toda hortaliza, y pervertís el juicio(d) y el
amor de Dios; y esto debíase hacer y aquello no omitir. 43 Ay de vosotros, los fariseos,
porque amáis el primer asiento en las sinagogas y las salutaciones en las ágoras. 44 Ay
de vosotros, porque sois como los monumentos los invisibles; y los hombres los que se
pasean por encima, no saben». 45 Y, respondiendo uno de los legisperitos, dícele:
«Maestro, esto diciendo, también a nosotros ultrajas». 46 Y él dijo: «También de
vosotros, los legisperitos, ¡ay! porque cargáis a los hombres con cargas mal llevaderas;
y vosotros mismos con uno de vuestros dedos no tocáis en las cargas. 47 Ay de
vosotros, porque edificáis los monumentos de los profetas; y vuestros padres
matáronles. 48 Por cierto, testigos sois y al par os complacéis en las obras de vuestros
padres; porque ellos ciertamente matáronles, y vosotros edificáis. 49 Por esto también
la sabiduría de Dios dijo: «Enviaré a ellos profetas y apóstoles; y de ellos matarán y
perseguirán; 50 para que exigida sea la sangre de todos los profetas, la derramada, de
fundación de mundo, de esta generación; 51 de sangre de Abel a sangre de Zacarías,
del que pereció entre el ara y la casa. Sí, dígoos: exigiráse de esta generación. 52 Ay de
vosotros, los legisperitos, porque os llevasteis la llave del conocimiento: vosotros
mismos no entrasteis(e) y a los que entraban, estorbasteis». 53 Y, de allí saliendo él,
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empezaron los escribas y los fariseos a terriblemente asediar y abocarle acerca de más
cosas, acechándole por coger algo de su boca para acusarle.
Enseñanza
1 Entre tanto, juntándose aún más las miríadas(a) de la turba, hasta hollarse unos a
otros, empezó a decir a sus discípulos primero: «Guardaos de la levadura (la que es
hipocresía) de los fariseos. 2 Y nada encubierto está que no se descubra, ni oculto que
no se conozca. 3 Por esto cuanto en las tinieblas habéis dicho, en la luz se oirá; y lo que
a la oreja habéis hablado en las alcobas, predicado será sobre los terrados. 4 Dígoos a
vosotros, mis amigos: no temáis a los que matan el cuerpo y, después de esto, no tienen
más que hacer. 5 Pero os mostraré a quién temáis: temed al que, después de matar, tiene
potestad de arrojar a la gehenna. Sí, dígoos: a éste temed. 6 ¿Acaso cinco gorriones no
se venden por asillos(b) dos? y uno de ellos no está olvidado a la faz de Dios. 7 Empero,
también los cabellos de vuestra cabeza todos contados están. No temáis: de muchos
gorriones diferís(c). 8 Y dígoos: todo el que me confesare delante de los hombres,
también el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; 9 Pero, el que
me negare a faz de los hombres, le renegará a faz de los ángeles de Dios. 10 Y todo el
que dijere palabra contra el Hijo del hombre, perdonarásele; mas el que contra el Santo
Espíritu blasfemare, no se perdonará. 11 Y, cuando os introdujeren en las sinagogas, y
los principados y las potestades, no os solicitéis de cómo o qué respondáis o qué digáis;
12 pues el Santo Espíritu enseñaráos en aquella hora lo que fuere menester decir».
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6b. As pequeño, maravedí. 7c. Sois mejores. 15d. Proviene. —La vida no depende de la abundancia
de lo que se posee, sino de
Dios.
25e. Tiempo brevísimo.
32f. Tú, él.
35g. Más alto, como para andar y trabajar.
42h. Ración.
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k. Golpes. 48l. Para negociar con ello. 49m. Sino ser ya bautizado. Encendido está el fuego; falta sólo
que Cristo se
inmole.
57n. Dentro de vosotros mismos.
Parábolas
1 Y estaban allí algunos en este mismo tiempo, significándole acerca de los galileos,
cuya sangre Pilato mezclara con los sacrificios de ellos. 2 Y, respondiendo, díjoles:
«¿Pensáis que estos galileos pecadores más que todos los galileos fueron, porque esto
han padecido? 3 Que no, dígoos; empero, si no os arrepintiereis, todos así mismo
pereceréis. 4 O aquéllos, los dieciocho sobre quienes cayó la torre en Siloé, y matóles
¿pensáis que ellos deudores fueron más que todos los hombres, los habitantes de
Jerusalén? 5 Que no, dígoos; empero si no os arrepintiereis, todos del mismo modo
pereceréis». 6 Y dijo esta parábola: «Higuera tenía uno criada en su viña, y vino
buscando fruto en ella, y no encontró. 7 Y dijo al viñador: «He aquí tres años ha que
vengo buscando fruto en esta higuera, y no encuentro; córtala ¿para qué todavía la
tierra esquilma?» 8 Y él respondiendo, dícele: «Señor, déjala todavía este año, hasta
que cave yo en torno de ella y arroje estercolillos: 9 y, si ya hiciere fruto en lo
venidero(a). Empero, si no cortarásla».
10 Y estaba enseñando en una de las sinagogas en los sábados. 11 Y he aquí una mujer
que espíritu tenía de enfermedad años dieciocho, y estaba encorvada y no podía
desencorvarse en manera alguna. 12 Y viéndola Jesús, voceóle y díjole: «Mujer, libre
estás de tu enfermedad», 13 e impúsole las manos y al instante enderezóse y glorificó a
Dios, 14 Y, respondiendo el arquisinagogo, indignándose de que el sábado hubiese
curado Jesús, dijo a la turba: que «seis días hay en que se debe trabajar; en ellos, pues,
viniendo curaos, no el día del sábado». 15 Y respondióle el Señor y dijo: «Hipócritas,
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¿cada uno de vosotros el sábado no suelta su buey o el asno, del pesebre, y, llevando,
abreva? 16 Y a esta, hija de Abrahán siendo, a la que ató Satanás, he aquí dieciocho
años ¿no se debía soltar de esta atadura el día del sábado?» 17 Y, esto diciendo él,
avergonzándose iban todos
los adversos a él; y toda la turba gozábase en todas las cosas gloriosas,
las hechas por él.18 Dijo, pues: «¿A qué semejante es el reino de Dios? ¿y a
quéasemejarélo? 19 Semejante es a un grano de mostaza, el cual,tomando un hombre,
arrojó en su huerto; y creció y convirtióse enárbol, y los volátiles del cielo moraron en
sus ramas». 20 Y de nuevodijo: «¿A quién asemejaré el reino de Dios? 21 Semejante es
alevadura, que tomando una mujer, escondió en, de harina, satos tres,hasta que se leudó
todo».
22 Y caminando iba a través de ciudades y aldeas, enseñando, ycamino haciendo hacia
Jerusalén. 23 Y dijo uno a él: «Señor ¿si pocoslos que se salvan?» Y él dijo a ellos: 24
«Luchad por entrar por laestrecha puerta; pues muchos, dígoos, buscarán cómo entrar,
y nopodrán. 25 Desde que se levante el dueño de casa y llavee la puerta,también
empezaréis fuera a estaros y golpear la puerta, diciendo:«Señor, ábrenos»; y
respondiendo diráos: «No os conozco, de dóndesois». 26 Entonces empezaréis a decir:
«Hemos comido a faz tuya ybebido, y en nuestras calles has enseñado». 27 Y dirá:
«Dígoos: no séde dónde sois; apartaos de mí, todos obradores de iniquidad». 28
Allíserá el llanto y el rechino de los dientes, cuando viereis a Abrahán, y aIsaac y a
Jacob y todos los profetas en el reino de Dios y a vosotrosarrojados fuera. 29 Y llegarán
de oriente y occidente, y de bóreas ynoto; y recostaránse en el reino de Dios. 30 Y he
aquí son últimos queserán primeros, y son primeros que serán últimos».
31 En la misma hora llegáronse algunos de los fariseos, diciéndole:«Sal y vete de aquí,
porque Herodes quiérete matar». 32 Y díjoles;«Yendo, decid a esa raposa: «He aquí
lanzo demonios, y sanidadesvoy consumando hoy y mañana; —y al tercer día
consumado soy(b)».33 Empero, debo hoy y mañana y pasado andar, que no es dable
queun profeta perezca fuera de Jerusalén. 34 ¡Jerusalén, Jerusalén, lamatadora de los
profetas y apedreadora de los enviados a ella!—¡cuántas veces quise ir juntando tus
hijos al modo que un ave vajuntando su nido(c) bajo las alas, y no quisisteis! 35 He
aquíabandónaseos vuestra casa. 36 Y dígoos: no me veréis, no, hastaque(d) digáis:
«Bendito, el que viene en nombre del Señor».
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32b. «Continúo tranquilamente mi obra hasta resucitar al tercer día y ser consumado y glorificado».
34c. Nidada.
36d. («llegue (tiempo) cuando»).
Enseñanzas
1 Y aconteció, mientras iba él a casa de uno de los príncipes de los fariseos en sábado a
comer pan, que ellos estaban acechándole. 2 Y he aquí un hombre estaba hidrópico
delante de él. 3 Y, respondiendo Jesús, habló a los legisperitos y fariseos, diciendo:
«¿Es lícito el sábado curar, o no?» Mas ellos callaron. 4 Y cogiendo sanóle y despidió;
5 y a ellos dijo: «¿De quién de vosotros hijo o buey en pozo caerá, y no al punto le tirará
arriba en día del sábado?» 6 Y no pudieron replicar a esto.
7 Y decía a los convidados parábolas; advirtiendo cómo los primeros lechos se elegían,
diciendo a ellos: 8 «Cuando fueres convidado de alguno a bodas, no te asientes en el
primer asiento, no sea que uno más honrado que tú esté convidado por él. 9 y, viniendo
el que a ti y a él convidó, te diga: «Da a éste lugar»; y entonces empieces con vergüenza
el último lugar a ocupar. 10 Mas, cuando fueres convidado, andando recuéstate en el
último lugar, para que, cuando venga el que te ha convidado, te diga: «Amigo vente
subiendo más arriba»; entonces habrá para ti gloria a faz de todos los comensales
tuyos. 11 Porque, todo el que se exaltare, humillado será, y el que se humillare,
exaltado será». 12 Y decía también al que le había convidado: «Cuando hagas comida
o cena, no llames tus amigos, ni tus hermanos, ni tus parientes, ni los vecinos ricos; no
sea que también ellos te vuelvan a convidar y se te haga retorno. 13 Empero, cuando
banquete hagas, convida pobres, mútilos, cojos, ciegos; 14 y bienaventurado serás,
porque no tienen cómo retornarte; que se te retornará en la resurrección de los justos».
15 Y, oyendo uno de los comensales díjole: «Bienaventurado el que come pan en el
reino de Dios». 16 Y él díjole: «Un hombre hizo cena grande y convidó a muchos; 17 y
envió a su siervo, a la hora de la cena, a decir a los convidados: «Venid, que ya las
cosas preparadas están». 18 Y empezaron a una todos a excusarse. El primero díjole:
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«Campo he comprado, y tengo necesidad de, saliendo, verlo; ruégote, tenme por
excusado». 19 Y otro dijo: «Yuntas de bueyes he comprado cinco, y voy a probarlas;
ruégote, tenme por excusado». 20 Y otro dijo: «Mujer he tomado, y por esto no puedo
ir». 21 Y, volviendo aquel siervo, refirió a su señor estas cosas. Entonces, airado el
dueño de casa, dijo a su siervo: «Sal pronto a las vías y calles de la ciudad y a los
pobres, y mútilos, y ciegos y cojos tráete acá». 22 Y dijo el siervo: «Señor, hecho está
lo que ordenaste, y todavía lugar hay». 23 Y dijo el señor al siervo: «Sal a los caminos
y cercas, y fuérzales a entrar, para que se llene mi casa». 24 Pues dígoos que ninguno
de aquellos varones los convidados, gustará mi cena».
25 E iban con él turbas muchas; y, volviéndose dijo a ellos: 26 «Si alguno viene a mí, y
no odia a su padre, y la madre, y la mujer, y los hijos, y los hermanos y las hermanas, y
aún también su alma(a), no puede ser mi discípulo. 27 Quienquiera, pues, que no lleva
su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo(b). 28 Pues ¿quién de entre
vosotros, queriendo torre edificar no ya primero, sentándose, calcula el gasto, si tiene
para conclusión? 29 No sea que, más tarde, habiendo él puesto el cimiento y no
pudiendo concluir, todos los que miran, empiecen a mofarse de él, 30 diciendo: que
este hombre empezó a edificar y no pudo concluir. 31 ¿O qué rey, yendo con otro rey a
chocar en guerra, no ya, sentándose, primero consultará, si poderoso es, en diez
millares, a afrontar al que con veinte millares viene sobre él? 32 Empero, si no, aún él
lejos estando, embajada enviando, ruega lo para paz. 33 Así, pues, cada uno de entre
vosotros, que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 34 ¡Bella,
pues, la sal! pero, si también la sal se desvaneciere ¿en qué se sazonará? 35 Ni para la
tierra, ni para el estercolero buena es; fuera arrójanla. El que tiene orejas para oír,
oiga».
26a. Vida.
27b. El que sigue a Cristo, debe renunciar a cuanto se opone a él y medir la magnitud de la obra, como
quien edifica; y la dificultad, como quien entra en
batalla.
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1 Y estábansele acercando todos los publicanos y los pecadores para oírle. 2 Y mucho
murmuraban así los escribas como los fariseos, diciendo: que «éste pecadores acoge y
come con ellos». 3 Y dijo a ellos esta parábola, diciendo: 4 «¿Qué hombre de entre
vosotros, teniendo cien ovejas y perdiendo de entre ellas una, no abandona las noventa
y nueve en el desierto y va tras la perdida, hasta hallarla? 5 Y, hallando, impónela sobre
sus hombros gozándose 6 y viniendo a la casa, convoca los amigos y los vecinos,
diciéndoles: «Gozaos conmigo, porque he hallado mi oveja la perdida». 7 Dígoos que
así gozo en el cielo habrá sobre un pecador arrepentido, que sobre noventa y nueve
justos, los que necesidad no tienen de arrepentimiento».
8 «¿O qué mujer, dracmas teniendo diez, cuando perdiere dracma una, no ya enciende
candela y barre la casa y busca empeñosamente hasta que la halla? 9 Y, hallando,
convoca las amigas y vecinas diciendo: «Gozaos conmigo, pues he hallado la dracma
que perdiera». 10 Así, dígoos, hácese gozo a la faz de los ángeles de Dios sobre un
pecador arrepentido.»
11 Y dijo: «Un hombre tenía dos hijos. 12 Y dijo el menor de ellos al padre: «Padre,
dame la correspondiente parte de los bienes». Y él repartióles la hacienda. 13 Y,
después de no muchos días, reuniendo todo el hijo menor, peregrinó a región lejana; y
allí, disipó sus bienes, viviendo perdidamente. 14 Y, habiendo gastado él todo, hubo
hambre fuerte por aquella región, y él empezó a padecer, 15 y, yendo, adhirió a uno de
los ciudadanos de aquella región; y envióle a sus campos a apacentar puercos. 16 Y
deseaba hartarse(a) de las algarrobas(b) que comían los puercos; y nadie dábale. 17 Y, en sí
volviendo, dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre abundan de panes, y yo de hambre
aquí perezco! 18 Levantándome, iré a mi padre, y diréle: «Padre, he pecado contra el
cielo y a faz de ti; 19 ya no soy digno de llamarme hijo tuyo; hazme como uno tus
jornaleros». 20 Y, levantándose, vino a su padre. Y aún lejos de él estando, vióle su
padre, y lastimóse; y, corriendo, cayó sobre su cuello y tiernamente besóle. 21 Y dijo el
hijo a él: «Padre, he pecado contra el cielo y a faz de ti; ya no soy digno de llamarme
hijo tuyo». 22 Y dijo el padre a sus siervos: «Pronto traed acá estola la primera, y
vestidle y dad anillo a su mano y calzados a sus pies; 23 y traed el becerro el cebado,
matad, y, comiendo, gocemos; 24 porque este hijo mío muerto era y ha revivido; estaba
perdido, y ha sido hallado». Y empezaron a gozar. 25 Mas estaba su hijo el mayor en el
campo. Y, como, viniendo, aproximóse a la casa, oyó sinfonía y danzas, 26 y, llamando
a sí a uno de los niños, averiguó qué fuese esto. 27 Y él díjole: que «tu hermano ha
llegado y ha muerto tu padre el becerro el cebado, porque sano le ha recobrado». 28 Y
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1 Y decía también a los discípulos: «Un hombre había rico, que tenía administrador, y
éste fuéle acusado como disipando sus bienes. 2 Y, voceándole, díjole: «¿Qué esto oigo
de ti? Da la cuenta de tu administración: pues no podrás ya administrar». 3 Y dijo entre
sí el administrador: «¿Qué haré, que mi señor quita la administración de mí? Cavar no
puedo, y de mendigar avergüénzome. 4 He advertido qué haré, para que, cuando fuere
sacado de la administración, me reciban en sus casas. 5 Y, llamando a sí a cada uno de
los deudores de su señor, decía al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?» 6 Y él dijo:
«Cien batos(a) de aceite». Y él díjole: «Toma tus escrituras, y sentándote, escribe
pronto: «Cincuenta». 7 Después a otro dijo: «Y tú ¿cuánto debes?» Y él dijo «Cien
coros(b) de trigo». Dícele: «Toma tus escrituras, y escribe: «Ochenta». 8 Y alabó el
señor al administrador de la iniquidad, porque prudentemente obró, porque los hijos de
este siglo más prudentes sobre(c) los hijos de la luz para su generación(d) son».
9 «Y yo os digo: haceos amigos del(e) Mamoná de la iniquidad, para que, cuando él
desfalleciere, os reciban en las eternas tiendas. 10 El fiel en cosa muy pequeña,
también en mucha fiel es; y el, en cosa muy pequeña, inicuo, también en mucha inicuo
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es. 11 Si, pues, en el inicuo Mamoná(f) fieles no fuisteis, lo verdadero ¿quién os fiará?
12 Y, si en lo ajeno fieles no fuisteis; lo nuestro(g) ¿quién os dará? 13 Ningún
doméstico puede a dos señores servir; pues al uno odiará y al otro amará; o al uno
adherirá, y al otro despreciará. No podéis a Dios servir y al Mamoná.»
14 Y oían esto todos los fariseos, que amantes del dinero eran, y mucho fruncíansele de
nariz. 15 Y díjoles: «Vosotros sois los que os justificáis a faz de los hombres; pero Dios
conoce vuestros corazones,
pues, lo en los hombres alto, ¡abominación, a faz del Señor!». 16 «¡La ley y los
profetas, hasta Juan!; desde entonces el reino es
evangelizado, y cada cual a él se esfuerza(h). 17 Y más fácil es que el cielo y la tierra
pasen que de la ley tilde una caiga(i)». 18 «Todo el que repudiare a su mujer, y se casare
con otra, adultera; y
el que con repudiada por varón se casare, adultera.» 19 «Y un hombre había rico; y que
se revestía siempre de púrpura y biso(j), gozando cada día espléndidamente. 20 Y un
mendigo por nombre Lázaro(k), estaba arrojado contra su portada ulcerado, 21 y
deseando hartarse de lo que caía de la mesa del rico(l); —pero también los perros,
viniendo, lamían(m) sus úlceras. 22 Y aconteció morir el mendigo y ser llevado de allí
él, por los ángeles, al seno de Abrahán; y murió también el rico y fue sepultado(n). 23 Y
en el infierno(o), alzando sus ojos, estando en tormentos, ve a Abrahán de lejos y a
Lázaro en los senos de él. 24 Y él, clamando, dijo: Padre Abrahán, apiádate de mí y
envía a Lázaro, para que moje lo extremo de su dedo en agua, y vaya refrigerando mi
lengua(p), porque afligido soy en esta llama. 25 Y dijo Abrahán: «Hijo, acuérdate de
que recibiste tus(q) bienes en tu vida; y Lázaro así mismo los males; pero aquí es
consolado; y tú, afligido. 26 Y en todo esto, en medio de nosotros y vosotros sima
grande afianzada está, para que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no puedan,
ni de ahí a nosotros atravesar». 27 Y dijo: «Ruégote, pues, padre, que lo envíes a la casa
de mi padre; 28 pues tengo cinco hermanos; para que les conjure que no también ellos
vengan a este lugar del tormento». 29 Y dícele Abrahán: «Tienen a Moisés y los
profetas: oíganlos». 30 Y él dijo: «No, padre Abrahán; empero, si alguno de entre
muertos fuere a ellos, se arrepentirán». 31 Y díjole: «Si a Moisés y los profetas no
oyeren, ni si alguno de entre muertos resucitare, creerán».
6 a. El bato-tonelada.
7 b. Un coro = 10 celemines o fanegas.
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8 c. Que.
d. Para tratar entre sí, para sus negocios.
9 e. Con él.
Enseñanzas
1 Y dijo a sus discípulos: «Imposible es que escándalos no vengan; empero, ay del por
quien vienen; 2 conviénele, si piedra molar yace alrededor de su cuello y arrojado está
en la mar; que no que escandalice, de estos pequeños a uno. 3 Atended a vosotros: Si
pecare tu hermano, intímale; y si se arrepintiere, perdónale. 4 Y, si siete veces al día
pecare contra ti, y siete veces se volviere a ti, diciendo: «Arrepiéntome»,
perdonarásle».
5 Y dijeron los apóstoles al Señor: «Añádenos fe». 6 Y dijo el Señor: «Si tuviereis fe
como un grano de mostaza, diréis a este moral»: «Desarráigate y plántate en el mar»; y
os obedecerá. 7 ¿Y quién de vosotros, siervo teniendo, arando o apacentando(a), que, al
que retorna del campo, le diga: «Pronto acercándote, recuéstate», 8 pero no ya le diga:
«Prepárame de cenar; y ciñéndote en torno, sírveme hasta que yo coma y beba; y
después de esto, comerás y beberás tú? 9 «¿Acaso tiene gratitud al siervo, porque hizo
lo ordenado? 10 Así también vosotros, decid: que siervos inútiles somos: lo que
debimos hacer, hemos hecho».
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20 Y preguntado por los fariseos, cuándo viene el reino de Dios, respondióles y dijo:
«No viene el reino de Dios con observación(b); 21 ni dirán: «¡He aquí o allí(c)! Pues he
aquí el reino de Dios dentro de vosotros(d) está». 22 Y dijo a los discípulos: «Vendrán
días, cuando desearéis uno de los días(e) del Hijo del hombre ver, y no veréis. 23 Y os
dirán: «¡He allí; he aquí!»; no vayáis, ni corráis en pos». 24 Pues, así como el
relámpago, el relampagueante de lo debajo del cielo a lo debajo del cielo, resplandece,
así será también el Hijo del hombre. 25 Mas primero debe muchas cosas padecer y ser
desestimado por esta generación. 26 Y según como aconteció en los días de Noé, así
será también en los días del Hijo del hombre: 27 comían, bebían, casábanse, casaban,
hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y perdió a todos. 28
Igualmente también como aconteció en los días de Lot (comían, bebían, compraban,
vendían, plantaban, edificaban; 29 y el día que subió Lot a Sodoma, llovió fuego y
azufre del cielo y perdió a todos); 30 lo mismo será el día que el Hijo del hombre se
revele. 31 En aquel día quien estuviere sobre el terrado, y sus enseres en la casa, no baje
a alzarlos; y en el campo, igualmente no retorne a lo de atrás. 32 Acordaos de la mujer
de Lot. 33 Quien buscare cómo su alma lograr, perderála; y quien perdiere,
viviparirála(f). 34 Dígoos: esta noche habrá dos en lecho uno: el uno será llevado(g) de
allí, y el otro, dejado; 35 habrá dos moliendo juntas: la una será llevada de allí, y la otra
dejada». 36 Y, respondiendo, dícenle: «¿Dónde, Señor?» 37 Y él díjoles: «Donde, la
carroña(h), allí también se juntarán las águilas».
7a. Habrá.
20b. De modo que se pueda observar, notar su llegada, sino súbitamente.
21c. Está.
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palabra del Bautista (Jn. 1-26). 22e. Glorioso. Y no lo verán, en razón de las tribulaciones que
precederán a sugloria plena.
33f. La dará viva a luz para la vida eterna: hará con ella lo que la madre con el hijo que engendra: esta
vida es tiempo en que toda criatura (según el apóstol. —Rom. 8,22) —está parturiente.
34g. Al cielo.
37h. En la destrucción final de los malos.
1 Y decía parábola a ellos sobre el deber siempre orar ellos y no acobardar, 2 diciendo:
«Un juez había en una ciudad, a Dios no temiendo, y a hombre no considerando. 3 Y
viuda había en aquella ciudad; y venía a él, diciendo: «Desagráviame de mi
agraviador». 4 Y no quería por un tiempo. Después de esto, dijo dentro de sí: «Aunque
a Dios no temo ni a hombre considero, 5 por ya acarrearme trabajo esta viuda, la
desagraviaré; para que al fin, viniendo no me acardenale los ojos». 6 Y dijo el Señor:
«¡Oíd qué el juez de la iniquidad dice! 7 Y Dios ¿no hará, no, el desagravio de sus
escogidos, de los que claman a él día y noche; —y se alarga de ánimo(a) con ellos? 8
Dígoos que, hará su desagravio en breve—. Empero, el Hijo del hombre viniendo
¿acaso hallará la fe sobre la tierra?»
9 Y dijo también a algunos, los que confiaban en sí mismos, porque son justos, y en
nada tienen a los demás, esta parábola: 10 «Hombres dos subieron al santuario a orar:
uno, fariseo, y el otro, publicano. 11 El fariseo apostado esto consigo oraba: «¡Dios!
agradézcote que no soy así como los demás hombres: rapaces, injustos, adúlteros; —o
también como este publicano; 12 ayuno dos veces el sábado(b); diezmo todo cuanto
adquiero». 13 Y el publicano, a lo lejos parado, no quería ni los ojos alzar al cielo, sino
golpeaba su pecho, diciendo: «¡Dios! apiádate de mí, el pecador». 14 Dígoos: bajó éste
justificado a su casa, antes que el otro; pues todo el que se exaltare, humillado será, y el
que se humillare, exaltado será».
15 Y trajéronle también las criaturas, para que las tocase; y, viniendo los discípulos,
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7 a. ¿Diferirá su voluntad para con ellos, para socorrerles? 12 b. La semana. 21 c. Mía primera.
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En Jericó y Jerusalén
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con interés lo hubiera pedido». 24 Y a los circunstantes dijo: «Alzad de él la mina y dad
al que las diez minas tiene» 25 (y dijéronle: «¡Señor, tiene diez minas!») 26 «Dígoos
que, a todo el que tiene, se le dará y del que no tiene, también lo que tiene, se quitará. 27
Empero, a estos mis enemigos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traed
acá e idlos degollando delante de mí».
28 Y, diciendo esto, iba adelante, subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció, como se acercó
a Betfagé y Betania, al monte el llamado de Olivas, envió dos de los discípulos, 30
diciendo: «Id a la de enfrente—aldea, en que entrando, hallaréis pollino atado, sobre el
cual nadie jamás de hombres se ha sentado; y soltándole, traed. 31 Y si alguno os
preguntare: «¿Por qué soltáis?» así diréis: «Porque el Señor de él necesidad tiene». 32
Y, partiendo los enviados, hallaron, según les dijo; 33 y, soltando ellos el pollino,
dijeron los dueños de él a ellos: «¿Qué soltáis el pollino?» 34 Y ellos dijeron: «Porque
el Señor de él necesidad tiene»; 35 y trajéronle a Jesús; y, tirando sus vestiduras sobre
el pollino, subieron a Jesús. 36 Y, caminando él, tendían debajo sus vestiduras en el
camino. 37 Y, acercándose él ya a la bajada del monte de las Olivas, empezaron toda la
muchedumbre entera de los discípulos, gozándose, a loar a Dios, con voz grande,
acerca de todas las que vieran virtudes, 38 diciendo:
Bendito el que viene,
el rey, en nombre del Señor,
en cielo paz,
y gloria en lo más excelso.
39 Y algunos de los fariseos, desde la turba, dijeron a él: «Maestro, increpa a tus
discípulos». 40 Y, respondiendo, dijo: «Dígoos que, si éstos callaran, las piedras
clamarían».
41 Y, como se acercó, viendo la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: 42 que, «si
conocieses en este día también tú lo para paz; pero ahora ocultóse a tus ojos; 43 porque
vendrán días sobre ti, y en torno te arrojarán tus enemigos empalizadas y en torno
rodeárante y estrechárante doquiera, 44 y en tierra darán contigo y tus hijos en ti y no
dejarán piedra sobre piedra en ti, por cuanto no has conocido el tiempo de tu
visitación».
45 Y, entrando en el santuario, empezó a arrojar los vendientes y comprantes,
diciéndoles: 46 «Escrito está: Y será la casa mía, casa de oración, pero vosotros la
habéis hecho cueva de bandidos». 47 Y estaba enseñando todos los días en el santuario.
Y los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo perderle, y los primeros del
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pueblo; 48 y no hallaban cosa qué hacer; pues el pueblo entero suspendíase oyéndole.
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La piedra que desestimaron los edificantes, ésta fue hecha en cabeza de ángulo?
18 Todo el que cayere sobre aquella piedra, destrozado será; y sobre quien ella cayere,
le aventará(b)». 19 Y buscaron los escribas, y los sumos sacerdotes como echar sobre él
las manos en la misma hora, y temían al pueblo; pues conocieron que a ellos dijo esta
parábola.
20 Y, acechando, enviaron espías que simulasen que ellos justos eran, para que
cogiesen palabra de él, para entregarle al principado y la potestad del presidente. 21 Y
preguntáronle, diciendo: «Maestro, sabemos que rectamente dices y enseñas, y no
aceptas rostro, sino con verdad el camino de Dios enseñas. 22 ¿Es lícito que nosotros a
César tributo demos o no?» 23 Y penetrando su astucia, dijo a ellos: 24 «Mostradme
denario: ¿de quién tiene imagen y epígrafe?» Y ellos dijeron: «De César». 25 Y él dijo
a ellos: «Pues bien, devolved lo de César a César y lo de Dios a Dios». 26 Y no
pudieron coger palabra de él delante del pueblo; y, maravillándose de su respuesta,
callaron.
27 Y, acercándose algunos de los saduceos, que dicen que resurrección no hay,
preguntáronle 28 diciendo: «Maestro, Moisés escribiónos: Si de alguno hermano
muriere, teniendo mujer, y éste sin hijos fuere, que tome su hermano la mujer y suscite
simiente a su hermano. 29 Siete hermanos, pues había; y el primero, tomando mujer,
murió sin hijos; 30 y el segundo; 31 y el tercero tomóla; y así mismo también los siete:
no dejaron hijos y murieron. 32 Y al fin también la mujer murió. 33 La mujer, pues, en
la resurrección; ¿de quién de ellos es mujer? pues los siete tuviéronla por mujer». 34 Y
díjoles Jesús: «Los hijos de este siglo se casan y casan; 35 mas los que por dignos
fueren tenidos de aquel siglo alcanzar y la resurrección, la de entre los muertos, ni se
casan ni casan; 36 ni morir ya pueden (pues iguales a ángeles son) e hijos de Dios, de la
resurrección hijos siendo. 37 Y que resurgen los muertos también Moisés mostró
(sobre la zarza),(c) como dice al Señor el Dios de Abrahán, y el Dios de Isaac y el Dios
de Jacob; 38 y Dios no es de muertos, sino de vivientes; pues todos para él viven». 39
Y respondiendo algunos de los escribas dijeron: «Maestro, bellamente has dicho»; 40
pues ya no se atrevían a preguntarle nada.
41 Y dijo a ellos: «¿Cómo dicen que el Cristo es de David hijo?; 42 pues el mismo
David dice, en libro de salmos: Dijo Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra 43 hasta
poner yo a tus enemigos debajo de tus pies. 44 David, pues, a él Señor llama; y ¿cómo
su hijo es?».
45 Y, oyendo todo el pueblo, dijo a los discípulos: 46 «Guardaos de los escribas, los
que quieren pasearse en estolas y aman salutaciones en las ágoras, y las primeras sillas
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en las sinagogas y los primeros lechos en los banquetes; 47 que devoran las casas de las
viudas, y con apariencia muy largamente oran; éstos recibirán mayor juicio».
10 a. A azotes.
18 b. Véase Mt. 21,44.
37 c. Hablando de la zarza, llama al Señor.
1 Y mirando vio los que echaban en el gazofilacio sus dádivas, ricos. 2 Y vio a una
viuda pobre echando allí monedas dos, 3 y dijo: «En verdad dígoos esta viuda la
mendiga más que todos echó 4 pues todos estos, de lo sobrante a ellos, echaron a las
dádivas; ésta empero, de su penuria, todo el sustento que tenía, echó».
5 Y diciendo algunos acerca del santuario, que de piedras hermosas y dones ornado
está, dijo: 6 «Esto que miráis, —vendrán días en que no se dejará piedra sobre piedra
aquí, que no sea deshecha». 7 Y preguntáronle diciendo: «Maestro, ¿cuándo, pues, esto
será, y cuál la señal cuando haya esto de acontecer?».
8 Y él dijo: «Mirad que no se os descamine; pues muchos vendrán en mi nombre,
diciendo: «Yo soy» y: «El tiempo se ha acercado»; no os vayáis en pos de ellos. 9 Y,
cuando oigáis guerras y revueltas, no os espantéis; que necesario es que esto acontezca
primero, pero ¡no luego el fin!».
10 Entonces díjoles: «Se levantará gente contra gente y reino contra reino»; 11 y
terremotos grandes, y aquí y allí pestes y hambres habrá; y cosas espantables y del cielo
señales grandes habrá. 12 Y ante todo esto, echarán sobre vosotros sus manos y
perseguirán, entregando a sinagogas y prisiones, llevados a reyes y presidentes por
causa de mi nombre; 13 y sucederáos en testimonio. 14 Poned, pues, en vuestros
corazones no preocuparos de defenderos; 15 pues yo os daré boca y sabiduría a la que
no podrán contrastar o contradecir todos cuantos contra vosotros se asentaren. 16 Y
seréis entregados también por padres y hermanos, y parientes y amigos; y matarán de
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Pasión
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díjoles: «Los reyes de las gentes domínanles y los poderosos sobre ellos, bienhechores
se llaman. 26 Mas vosotros no así, sino el mayor en vosotros hágase cual el más
joven(f), y el que manda, cual el que sirve. 27 Pues ¿quién mayor: el que se recuesta o el
que sirve? ¿acaso no el que se recuesta? Y yo en medio de vosotros estoy cual el que
sirve. 28 Y vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones; 29 y
yo dispóngoos, según me ha dispuesto mi Padre, un reino, 30 para que comáis y bebáis
sobre mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos, juzgando a las doce tribus de
Israel. 31 Simón, Simón, he aquí Satanás os ha reclamado, para zarandearos como el
trigo; 32 mas yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe. Y tú un día,
volviéndote a ellos(g), afianza a tus hermanos». 33 Y él díjole: «Señor, contigo, pronto
estoy así a prisión como a muerte ir». 34 Y él dijo: «Dígote, Pedro, no cantará hoy el
gallo hasta que tres veces me niegues conocer». 35 Y díjoles: «Cuando os envié, sin
bolsa y alforja y zapatos ¿acaso algo os faltó?» Y ellos dijeron: «Nada». 36 Y díjoles:
«Empero ahora(h) el que tiene bolsa, alce; igualmente también alforja; y el que no tiene,
venda su vestido, y compre cuchilla. 37 Pues, dígoos que también esto escrito debe
cumplirse en mí, lo de: «Y con inicuos contado fue»; y lo tocante a mí, fin tiene(i)». 38
Y ellos dijeron: «Señor, he aquí cuchillas acá dos(j)». Y él díjoles: «Bastante es».
39 Y saliendo, fue, según la costumbre al monte de las Olivas; y siguiéronle también
sus discípulos. 40 Y llegando al lugar, díjoles: «Orad para no entrar en la tentación». 41
Y él mismo arrancóse(k) de ellos como a tiro de piedra, y puesto de rodillas oró, 42
diciendo: «Padre, si quieres, traspasa este cáliz de mí; empero, no mi voluntad, sino la
tuya hágase». 43 Y aparecióle un ángel desde el cielo, confortándole. 44 Y, entrando en
agonía, más instantemente oró; y fue hecho su sudor como gotas de sangre
deslizándose sobre la tierra. 45 Y, levantándose de la oración, viniendo a los
discípulos, hallóles dormidos, de la tristeza; 46 y díjoles: «¿Qué dormís? Levantando,
orad, para no entrar en tentación». 47 Aún hablando él, he aquí turba; y el dicho Judas,
uno de los doce, iba delante de ellos, y acercóse a Jesús a besarle. 48 Y Jesús díjole:
«Judas, ¿con beso al Hijo del hombre entregas?» 49 Y, viendo los en torno de él lo que
acontecería, dijeron: «Señor ¿si golpeáremos en cuchilla?» 50 Y golpeó uno de ellos,
del sumo sacerdote al siervo y llevóle la oreja la derecha. 51 Y, respondiendo Jesús,
dijo: «Dejad —¡hasta aquí(l)!» y tocando la orejilla(m), sanóle. 52 Y dijo Jesús a los venidos
sobre él: sumos sacerdotes y estrategos del santuario y ancianos: «¿Cómo a bandido
habéis salido con cuchillas y palos? 53 Día a día, estando yo con vosotros en el
santuario, no extendisteis las manos sobre mí. Pero ésta es vuestra hora y el poder de
las tinieblas».
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4a. Jefes militares del templo. 11b. De todo el edificio. Sería, probablemente, subalterno el dueño de
casa del
cenáculo.
12c. Mc. 14,15.
18d. Llegue a su plenitud, y sea celestial la cena.
20e. Es.
32g. Hacia tus hermanos, hacia la grey de Cristo, velando por la Iglesia a través delos tiempos. 36h.
Antes os amaban los hombres; ahora viene la guerra: armaos. 37i. Acércase mi fin.
38j. Cándidamente creen los discípulos que habla de espadas materiales. Con
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Crucifixión
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siguiendo en pos las mujeres, las cuales habían venido de la Galilea con él, miraron el
monumento y cómo se puso el cuerpo de él; 56 y retornando, prepararon aromas y
ungüentos. Empero, el sábado reposaron, según la ley.
d. (no: ladrones) todo para colmo de escarnio. 35e. En señal de profundo desprecio.
Resurrección
1 Mas el primero de los sábados, despuntando la aurora, trayendo, vinieron los que
prepararon aromas. 2 Y hallaron la piedra rodada del monumento; 3 y; entrando, no
hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Y aconteció, vacilando ellas, acerca de esto, que
he aquí varones dos presentáronse a ellas en veste relampagueante. 5 Y, temerosas,
volviéndose ellas, e inclinando los rostros a la tierra, dijeron a ellas: «¿Qué buscáis al
viviente, con los muertos? 6 No está aquí, sino resucitó. Recordad cómo os habló, aún
estando en la Galilea. 7 diciendo: el Hijo del hombre cómo debe ser entregado en
manos de hombres pecadores, y crucificado y al tercer día resurgir». 8 Y recordaron
sus palabras; 9 y, retornando del monumento, anunciaron esto todo a los once, y todos
los demás. 10 Y eran: la Magdalena, María, y Juana y María, la de Santiago; y las
demás con ellas decían a los apóstoles esto. 11 Y parecieron a faz de ellos cual sandez
estas palabras y desconfiaron de ellas. 12 Y Pedro, levantándose, corrió al monumento
e, inclinándose ve los lienzos solos, y retiróse aparte,(a) admirando lo acontecido.
13 Y he aquí dos de entre ellos el mismo día habíanse encaminado a una aldea, distante
estadios(b) sesenta de Jerusalén; cuyo nombre, Emaús; 14 y ellos conversaban entre sí
acerca de todo esto ocurrido. 15 Y aconteció, conversando ellos y disputando, que el
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mismo Jesús, acercándose, caminaba a par de ellos; 16 pero los ojos de ellos eran
forzados para no reconocerlo. 17 Y dijo a ellos: «¿Qué palabras éstas que cambiáis
entre vosotros, paseándoos?» Y detuviéronse mustios de faz. 18 Y respondiendo uno;
por nombre, Cleofás, dijo a él: «Tú solo vives aparte(c) en Jerusalén, ¿y no sabes lo
acontecido en ella en estos días?» 19 Y díjoles: «¿Qué?» Y ellos dijéronle: «Lo de
Jesús el Nazareno; que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra, delante de Dios y
todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los sumos sacerdotes y los príncipes de
nosotros a juicio de muerte y crucificáronle. 21 Pero nosotros esperábamos que él es el
que debe redimir a Israel; empero, ya también, con(d) todo esto, el tercer día éste va que
esto aconteció. 22 Empero, también unas mujeres de entre nosotros desconcertáronnos,
yendo madrugadoras al monumento 23 y, no hallando el cuerpo de él, vinieron,
diciendo que también visión de ángeles habían visto; los que dicen que él vive. 24 Y
dirigiéronse algunos de los con nosotros al monumento, y hallaron así según las
mujeres dijeron; mas a él no vieron». 25 Y él díjoles: «¡Oh ininteligentes y tardos del
corazón para creer en todo lo que hablaron los profetas! 26 ¿Acaso no esto debió
padecer el Cristo y entrar en su gloria?» 27 Y empezando de Moisés y de todos los
profetas, interpretóles, en todas las Escrituras, lo acerca de él. 28 Y acercáronse a la
aldea a donde iban. Y él hizo ademán de más lejos ir. 29 Y luego forzáronle,
diciéndole: «Queda con nosotros, porque tarde es y se ha inclinado ya el día». Y entró a
quedar con ellos. 30 Y aconteció, al reclinarse él con ellos, tomando el pan, bendijo y
partiendo, ofrecióles, 31 y de ellos fuéronse abriendo los ojos y reconociéronle; y él
invisible se hizo a ellos. 32 Y dijeron entre sí: «¿Acaso nuestro corazón no estaba
ardiendo en nosotros, cuando nos hablaba en el camino, cuando nos iba abriendo las
Escrituras?». 33 Y, levantándose a la misma hora, retornaron a Jerusalén, y hallaron
reunidos a los once y los con ellos, 34 diciendo que realmente resurgió el Señor y
aparecióse a Simón. 35 Y ellos contaron lo del camino y cómo fue conocido de ellos en
la partidura del pan.
36 Y hablando esto ellos, él mismo paróse(e) en medio de ellos, y díceles: «¡Paz a
vosotros!» 37 Y espantados y temerosos volviéndose, pensaban un espíritu ver. 38 Y
díjoles: «¿Qué? ¿turbados estáis? Y, ¿qué pensamientos suben a vuestro corazón? 39
Ved mis manos y mis pies; porque yo soy—mismo; palmadme y ved que un espíritu
carne y hueso no tiene, según me veis tener». 40 Y, esto diciendo, mostróles las manos
y los pies. 41 Pero, aún desconfiando ellos por el gozo y maravillándose, díjoles:
«¿Tenéis algo comestible por aquí?» 42 Y ellos ofreciéronle de pez asado parte y de un
panal de miel; 43 y, tomando, a faz de ellos comió(f).
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44 Y dijo a ellos: «Estas, mis palabras que he hablado a vosotros, aún estando con
vosotros; pues debe cumplirse todo lo escrito en la ley de Moisés, y los profetas y
salmos acerca de mí». 45 Entonces fue abriendo de ellos el entendimiento para
comprender las Escrituras; 46 y díjoles: que «así está escrito que padeciera el Cristo y
resucitara de muertos, al tercer día; 47 y se predicara, en su nombre, arrepentimiento en
perdón de pecados a todas las gentes. Empezando de Jerusalén, 48 ¡vosotros, testigos
de estas cosas! 49 Y he aquí, yo emito la promesa(g) de mi Padre sobre vosotros, y vosotros
sentaos en la ciudad hasta que se os revista, desde la altura, con fuerza».
50 Y sacóles fuera hasta frente a Betania, y elevando sus manos, bendíjoles. 51 Y
aconteció, al bendecir él a ellos, separóse de ellos y alzóse al cielo. 52 Y ellos,
habiéndole adorado, retornaron a Jerusalén, con gozo grande; 53 y, estaban siempre en
el santuario, bendiciendo a Dios.
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Divinidad de Cristo
El Verbo encarnado
1 En el principio(a) era el Verbo; y el Verbo era ante(b) Dios; y Dios era el Verbo. 2 Este
era en el principio ante Dios. 3 Todo por medio de él fue hecho y, sin él no ha sido
hecho nada, que ha sido hecho. 4 En él vida era, y la vida era la luz de los hombres; 5 y
la luz en la obscuridad luce; y la obscuridad a ella no cogió. 6 Hubo un hombre enviado
por Dios; su nombre Juan; 7 éste vino en testimonio, para testimoniar acerca de la luz,
para que todos creyesen por él. 8 No era aquél la luz, sino para que testimoniase acerca
de la luz. 9 Era la luz la verdadera que alumbra a todo hombre, que viene al mundo. 10
En el mundo estaba, y el mundo por medio de él fue, y el mundo a él no conoció. 11 A
lo propio vino, y los propios no le recibieron. 12 Mas, cuantos le recibieron —dióles
potestad de hijos de Dios ser; a los que creen en su nombre; 13 que, no de sangres(c) ni
de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios han nacido. 14 Y el Verbo
carne se hizo y habitó en nosotros, y hemos visto su gloria, gloria de Unigénito de
Padre; —lleno de gracia y verdad.
15 Juan testimonia acerca de él, y ha clamado, diciendo: «Este era de quien dije: «El
que, después de mí, viene, antes de mí es; porque, primero que yo, era». 16 Pues de su
plenitud todos nosotros hemos recibido, y gracia por gracia; 17 pues la ley por medio
de Moisés fue dada; la gracia y la verdad por medio de Jesucristo ha sido. 18 A Dios
nadie ha visto jamás; el unigénito Hijo, el que es dentro al seno del Padre, aquél ha
declarado. 19 Y éste es el testimonio de Juan, cuando enviaron a él los judíos, desde
Jerusalén, sacerdotes y levitas, para que le preguntasen: «Tú ¿quién eres?» 20 Y
confesó, y no negó; y confesó: que «yo no soy el Cristo». 21 Y preguntábanle: «¿Qué,
pues? ¿Elías eres tú?» Y dice: «No soy». —«¿El profeta eres tú?» Y respondió: «No».
22 Dijeron pues a él: «¿Quién eres?» para que respuesta demos a los que nos han
enviado. «¿Qué dices de ti mismo? » 23 Dijo: «Yo, voz del que clama en el desierto:
«Enderezad el camino del Señor, según dijo Isaías, el profeta». 24 Y los enviados eran
de los fariseos; 25 y preguntáronle y dijéronle: «¿Qué, pues, bautizas, si tú no eres el
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b. Subsiste, es persona, unida a Dios. 13 c. Las malas pasiones: la carne (la mujer) la concupiscencia
de ella y la del
varón.
41 d. A.
42 e. Kefá, en arameo, es en griego, Petros = peña.
1 Y al tercer día boda hubo en Caná de la Galilea, y estaba la madre de Jesús allí; 2 y
habíase también convidado a Jesús y a sus discípulos a la boda. 3 Y, faltando vino, dice
la madre de Jesús a él: «Vino no tienen». 4 Dícele Jesús: «¿Qué a mí y a ti(a), mujer?
aún no llega mi hora(b)». 5 Dice su madre a los servidores: «Cuanto os dijere él,
haced». 6 Y había allí lapídeas hidrias(c) seis, conforme a la purificación de los judíos,
puestas, que cogían cada una metretas(d) dos o tres. 7 Díceles Jesús: «Llenad las hidrias
de agua». Y llenáronlas hasta arriba. 8 Y díceles: «Sacad ahora y llevad al
arquitriclino(e)». Y ellos llevaron. 9 Y, como gustó el arquitriclino el agua vino hecha
(y no sabía de dónde es; pero los servidores sabían, los que habían sacado el agua),
llama al esposo el arquitriclino, 10 y dícele: «Todo hombre primero el hermoso vino
pone, y, cuando están ebrios(f), el inferior: tú has guardado el hermoso vino hasta
ahora». 11 Esta hizo principio(g) de las señales Jesús, en Caná de la Galilea; y
manifestó su gloria; y creyeron en él sus discípulos. 12 Después de esto bajó a
Cafarnaúm él, y la madre de él, y los hermanos, y los discípulos de él; y allí permaneció
no muchos días.
13 Y cerca estaba la Pascua de los judíos, y subió a Jerusalén Jesús. 14 Y halló en el
santuario los vendientes de bueyes, y ovejas y palomas, y los cambistas sentados; 15 y,
haciendo un azote de cuerdas, todos(h) arrojó del santuario, así las ovejas como los bueyes; y de los
cambistas desparramó los cambios(i), y las mesas volcó; 16 y a los que las palomas vendían,
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4 a. De esto.
b. La de atender a esto; (quería Jesús acaso que todos se diesen cuenta de la falta
Nicodemo
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arriba viene, por sobre todos está. El que es de la tierra, de la tierra es, y de la tierra
habla; el que del cielo viene, por sobre todos está; 32 lo que ha visto y oído, esto
testimonia. Y su testimonio nadie recibe. 33 El que recibió su testimonio, selló que
Dios veraz es. 34 Porque(c) a quien envió Dios, las palabras de Dios habla; porque no
por medida da(d) el espíritu. 35 El Padre ama al Hijo y todo ha dado en la mano de él. 36
El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que desobedece al Hijo, no verá vida,
sino la ira de Dios queda sobre él».
En Sicar y Galilea
La samaritana
1 Como conoció, pues, el Señor que oyeron los fariseos que Jesús más discípulos hace
y bautiza que Juan, 2 (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos) 3 dejó la
Judea y retiróse otra vez a la Galilea. 4 Y debía atravesar por la Samaria. 5 Viene, pues,
a una ciudad de la Samaria, llamada Sicar, cerca del paraje que dio Jacob a José, su
hijo. 6 Y había allí una fuente de Jacob. Jesús, pues, fatigado del viaje, sentóse así(a)
sobre la fuente. Hora era como sexta; 7 viene una mujer de la Samaria, a sacar agua.
Dícela Jesús: «Dame de beber». 8 Pues sus discípulos habíanse ido a la ciudad a
alimentos comprar. 9 Dice, pues, a él la mujer, la samaritana: «¿Cómo tú que judío
eres, a mí de beber pides que mujer samaritana soy?» (Pues no tratan judíos con
samaritanos). 10 Respondió Jesús y díjola: «Si supieras el don de Dios y quién es el que
te dice: «Dame de beber»; tú le pedirías y él te daría agua viva». 11 Dícele la mujer:
«Señor, ni cubo tienes, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua, la viva? 12
¿Acaso tú mayor eres que nuestro padre Jacob; que nos dio el pozo; y él mismo de él
bebió, y sus hijos y sus crianzas(b)?» 13 Respondió Jesús y díjola: «Todo el que bebe de
esta agua, tendrá sed de nuevo; 14 pero el que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed, no, por el siglo(c), sino el agua que le daré, haráse en él fuente de agua
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saltando a vida eterna». 15 Dice a él la mujer: «Señor dame esta agua, para no tener
sed, ni atravesar acá a sacar». 16 Dícela: «Vete, llama tu marido y ven acá». 17
Respondió la mujer y dijo: «No tengo marido». Dícela Jesús: «Bellamente has dicho:
que «marido no tengo»; 18 pues cinco maridos has tenido; y ahora el que tienes, no es
tu marido. Esto verdadero has dicho». 19 Dícele la mujer: «Señor: veo que profeta eres
tú. 20 Nuestros padres en este monte adoraron; y vosotros decís que en Jerusalén es el
lugar donde adorar se debe». 21 Dícela Jesús: «Créeme, mujer, que viene hora, cuando,
ni en este monte, ni en Jerusalén, adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no
sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud, de(d) los judíos es; 23
empero viene hora y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y verdad. Pues también el Padre tales busca; los que le adoren. 24 Espíritu,
Dios, también los que le adoran, en espíritu y verdad deben adorarle». 25 Dícele la
mujer: «Sé que el Mesías viene (el llamado Cristo); cuando viniere aquél, nos declarará
todo». 26 Dícela Jesús: «Yo soy, el que hablo contigo». 27 Y en esto vinieron sus
discípulos, y maravillábanse de que con mujer(e) hablaba; nadie, sin embargo, dijo:
«¿Qué buscas o qué hablas con ella?». 28 Dejó, pues, su hidria la mujer y se fue a la
ciudad, y dice a los hombres: 29 «Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que
he hecho: ¿acaso éste no es el Cristo?» 30 Salieron de la ciudad y vinieron a él. 31
Entre tanto rogábanle los discípulos, diciendo: «Rabí, come». 32 Mas él díjoles: «Yo
alimento tengo para comer, que vosotros no sabéis». 33 Decían, pues, los discípulos
entre sí: «¿Acaso alguien le ha traído de comer?» 34 Díceles Jesús: «Mi alimento es
que yo haga la voluntad del que me ha enviado y cumpla su obra. 35 ¿No decís
vosotros: que «todavía un cuatrimestre es y la siega viene(f)?» He aquí dígoos, levantad
vuestros ojos y mirad las regiones, pues albas están para la mies. Ya 36 el que siega,
salario recibe y recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra, a la vez se goce
y el que siega. 37 Pues en esto la palabra es verdadera: que «otro es el que siembra, y
otro el que siega». 38 Yo os he enviado a segar lo que no vosotros habéis trabajado:
otros han trabajado, y vosotros en su trabajo habéis entrado». 39 Y de aquella ciudad
muchos creyeron en él, de los samaritanos, por la palabra de la mujer atestiguando: que
«díjome todo lo que he hecho». 40 Vinieron, pues, a él los samaritanos; rogábanle
quedar con ellos. Y quedó allí dos días; 41 y muchos más creyeron por la palabra de él;
42 y a la mujer decían: «No ya por tu habla creemos; pues nosotros mismos hemos
oído, y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo».
43 Después de los dos días, salió de allí a la Galilea. 44 Pues el mismo Jesús atestiguó
que un profeta en su propia patria honor no tiene. 45 Cuando vino, pues, a la Galilea,
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recibiéronle los galileos, que todo habían visto cuanto hizo en Jerusalén en la fiesta;
pues también ellos vinieron a la fiesta. 46 Vino, pues, de nuevo a Caná de
la Galilea; donde hizo el agua vino. Y había un regio(g), de quien el hijo estaba
enfermo, en Cafarnaúm; 47 éste, oyendo que Jesús llega, de la Judea, a la Galilea, fuese
a él; y rogábale que bajara y sanara a su hijo; porque había de morir. 48 Dijo, pues,
Jesús a él: «Si no señales y prodigios viereis, no creeréis, no». 49 Dijo a él el regio:
«Señor, baja, antes que muera el niñito mío». 50 Dícele Jesús: «Ve: tu hijo vive».
Creyó el hombre a la palabra que le dijo Jesús, y se iba. 51 Y, ya bajando él, sus siervos
encontráronle, diciendo: «que tu niño vive». 52 Indagó, pues, aquella hora en que
mejoró. Dijéronle, pues: que «ayer a la hora séptima dejóle la fiebre». 53 Conoció,
pues, el padre que(h) en aquella hora en que le dijo Jesús: «Tu hijo vive»; y creyó él y su
casa entera. 54 Y esta, de nuevo, segunda señal hizo Jesús, viniendo, de la Judea, a la
Galilea.
6 a. Como estaba.
27 e. De que se humillara a hablar con una mujer cualquiera y en vía pública. 35 f. Proverbio =
«después de cuatro meses, es la cosecha»; tanto tarda la simiente
1 Después de esto era una fiesta de los judíos; y salió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en
Jerusalén junto a la probática(a) una piscina(b), la llamada en hebreo Betsaida; que
cinco pórticos tiene: 3 En éstos estaba yaciendo una muchedumbre de los enfermos,
ciegos, cojos, secos; que aguardaban el movimiento del agua. 4 Pues un ángel del
Señor por tiempo descendía a la piscina y agitaba el agua; el primero pues, entrando
tras de la agitación del agua, sano quedaba de cualquier enfermedad que estaba cogido.
5 Y había un hombre allí, que treinta y ocho años tenía en su enfermedad; 6 a éste
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viendo Jesús estar yaciendo, y conociendo que mucho ya tiempo tiene, dícele:
«¿Quieres sano ser?» 7 Respondióle el enfermo: «Señor, hombre no tengo, para que,
cuando se agita el agua, me eche en la piscina; y en tanto que vengo yo, otro antes de mí
baja». 8 Dícele Jesús: «Levántate, alza tu litera, y paséate». 9 Y al punto fue sano el
hombre y alzó su litera, y paseábase. Y era sábado en aquel día. 10 Decían, pues, los
judíos al curado: «Sábado es: no te es lícito alzar tu litera». 11 Y él respondióles: «El
que me hizo sano, aquél me dijo: «Alza tu litera y paséate». 12 Preguntáronle: «¿Quién
es el hombre, el que te dijo: «Alza y paséate?» 13 Mas el sanado no sabía quién es;
porque Jesús declinó de la turba que había en el lugar. 14 Después de esto hállale Jesús
en el santuario; y díjole: «He aquí sano has sido hecho; ya no peques, para que no peor
a ti algo suceda». 15 Retiróse el hombre y comunicó a los judíos que Jesús es el que le
hizo sano. 16 Y por esto perseguían los judíos a Jesús, porque esto hacía en sábado.
17 Y él respondióles: «Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro». 18 Por esto, pues, más
buscábanle los judíos cómo matar, porque no sólo soltaba el sábado, sino también
padre propio decía a Dios; igual a sí mismo haciéndose con Dios. 19 Respondió; pues,
y díjoles: «En verdad, en verdad dígoos: no puede el Hijo hacer por sí nada, si no algo
viere al Padre hacer; pues, lo que aquel hiciere, esto también el Hijo semejantemente
hace. 20 Pues el Padre ama al Hijo y todo manifiéstale lo que él mismo hace; y mayores
que éstas manifestarále obras, para que vosotros os maravilléis. 21 Pues, así como el
Padre resucita los muertos y vivifica, así también el Hijo a los que quiere, vivifica. 22
Pues ni el Padre juzga a nadie, sino el juicio todo ha dado al Hijo; 23 para que todos
honren al Hijo, según honran al Padre. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre, el
que le envió. 24 En verdad, en verdad dígoos, que el que mi palabra oye, y cree al que
me envió, tiene vida eterna y a juicio no viene, sino que ha pasado de la muerte a la
vida. 25 En verdad, en verdad dígoos que viene la hora y ahora es, cuando los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios; y los que hubieren oído, vivirán. 26 Pues, así como el
Padre tiene vida en sí mismo, así también al Hijo dio vida tener en sí mismo; 27 y
potestad dióle de juicio hacer, porque Hijo de hombre es. 28 No os maravilléis de esto,
porque viene la hora en que todos los en los monumentos oirán la voz de él; 29 y
saldrán fuera los que lo bueno han hecho, a resurrección de vida; los que lo malo han
hecho, a resurrección de juicio. 30 No puedo yo hacer de mí mismo nada; según oigo,
juzgo, y el juicio el mío justo es; porque no busco la voluntad la mía, sino la voluntad
del que me envió. 31 Si yo atestiguo acerca de mí mismo, mi testimonio no es
verdadero; 32 otro es el que atestigua acerca de mí; y sé que verdadero es el testimonio
que atestigua acerca de mí. 33 Vosotros habéis enviado cerca de Juan; y ha atestiguado
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a la verdad; 34 y yo, no de parte de hombre el testimonio tomo; sino esto digo, para que
vosotros os salvéis. 35 Aquél era la lámpara la que arde y luce; y vosotros quisisteis
alborozaros por una hora a su luz. 36 Mas yo tengo testimonio mayor que el de Juan;
pues las obras que ha dado el Padre para que yo las cumpla; las obras mismas que hago,
atestiguan acerca de mí que el Padre me ha enviado. 37 Y el que ha enviado: Padre,
aquél ha atestiguado acerca de mí; ni su voz jamás habéis oído, ni su figura visto; 38 y
su palabra no tenéis en vosotros quedando; pues al que envió aquél, a éste vosotros no
creéis. 39 Escudriñáis las Escrituras; porque vosotros creéis en ellas vida eterna tener;
y aquéllas son las que atestiguan acerca de mí; 40 y no queréis venir a mí para vida
tener. 41 Gloria de parte de hombres no tomo; 42 Empero conózcoos que el amor de
Dios no tenéis en vosotros. 43 Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís;
si otro viniere en el nombre el propio, a aquél recibiréis. 44 ¿Cómo podéis vosotros
creer, gloria unos de otros tomando, y la gloria la de parte del sólo Dios no buscáis? 45
No creáis que yo os acusaré ante el Padre; hay quien os acusa: Moisés en quien
vosotros estáis esperando. 46 Pues, si creyeseis a Moisés, creeríais a mí; pues acerca de
mí aquél escribió. 47 Y si a los de aquél escritos no creéis ¿cómo a mis palabras
creeréis?».
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tiene cinco panes cebadazos y dos pececillos; ¿pero esto qué es para tantos?» 10 Dijo
Jesús: «Haced a los hombres recostarse». Y había pasto mucho en el lugar.
Recostáronse, pues, los varones, en número de cinco mil. 11 Tomó, pues, los panes
Jesús, y, agradeciendo, distribuyó a los recostados; así también de los pececillos cuanto
querían. 12 Y, como se hartaron, dice a sus discípulos: «Recoged los sobrantes
pedazos, para que nada perezca». 13 Recogieron, pues, y llenaron doce cofines de
pedazos de los cinco panes, los cebadazos, que sobraron a los que habían comido. 14
Los hombres, pues, viendo las que hizo señales Jesús, decían: que «éste es
verdaderamente el profeta el que viene al mundo». 15 Jesús, pues, conociendo que han
de venir a arrebatarle para hacer rey, retiróse de nuevo al monte, él sólo.
16 Y, al atardecer, descendieron sus discípulos a la mar. 17 y, entrando en la barquilla,
vinieron allende la mar, a Cafarnaúm. Y obscuridad ya había, y aún no había a ellos
venido Jesús; 18 y la mar, viento grande soplando, entumecíase. 19 Habiendo, pues,
andado como estadios veinticinco o treinta, divisan a Jesús, paseando sobre la mar y
cerca de la barca viniendo, y temieron. 20 Pero él díceles: «Yo soy, no temáis». 21
Querían, pues, acogerle en la barca; y al punto
estuvo la barca sobre la tierra a la cual se dirigían. 22 El siguiente día la turba, la parada
allende la mar, viendo que barquilla otra no había allí sino una, y que no vino junto a
sus discípulos Jesús a la barca, sino solos sus discípulos, se retiraron; 23 otras vinieron
barcas de la Tiberíade cerca del lugar donde comieron el pan, bendiciendo el Señor. 24
Cuando vio la turba que Jesús no está allí, ni sus discípulos; entraron ellos en la barca y
vinieron a Cafarnaúm, buscando a Jesús; 25 y hallándole allende la mar, dijéronle:
«Rabí ¿cuándo acá has llegado?» 26 Respondióles: Jesús y dijo: «En verdad, en verdad
dígoos: buscáisme, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los
panes y hartádoos. 27 Obrad,(a) pues, no la comida la que perece, sino la comida la que queda para vida
eterna, que(b) el Hijo del hombre os dará; pues a éste el Padre ha sellado: Dios» 28
Dijeron, pues, a él: «¿Qué haremos, para obrar las obras de Dios?» 29 Respondió Jesús
y díjoles: «Esta es la obra de Dios: que creáis en el que ha enviado aquél». 30 Dijeron,
pues, a él: «¿Cuál, pues haces tú señal, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obras?
31 Nuestros padres el maná comieron en el desierto, según está escrito. «Pan del cielo
dióles a comer». 32 Díjoles, pues, Jesús: «En verdad, en verdad dígoos; no Moisés
dióos el pan del cielo, sino mi Padre daos el pan del cielo, el verdadero. 33 Pues el pan
de Dios es el que desciende del cielo y vida da al mundo. 34 Dijeron, pues a él: «Señor,
siempre danos este pan». 35 Díjoles Jesús: «Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí,
no hambreará, no; y el que cree en mí, no tendrá sed, no, jamás. 36 Pero dígoos que y
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él iban andando. 67 Dijo, pues, Jesús a los doce: «¿No también vosotros queréis iros?»
68 Respondióle Simón Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? palabras de vida eterna tienes,
69 y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios». 70 Respondióles
Jesús: «¿No yo a vosotros los doce he elegido? Y de entre vosotros uno diablo es». 71
Y decía de Judas, de Simón Iscariotes; pues éste había de entregarle, uno, de entre los
doce.
27 a. Trabajad por.
b. La comida que. 45 c. Enseñados por Dios. 62 d. ¿Qué diréis? ¿Dudaréis todavía de lo que os digo?
= (Reticencia). 63 e. Advierte Cristo que no habla de su carne material, mortal, sino de la
glorificada, espiritualizada.
De Galilea a Jerusalén
1 Y después de esto, recorría Jesús la Galilea; pues, no quería la Judea recorrer, porque
buscábanle los judíos matar. 2 Y estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los
tabernáculos. 3 Dijeron, pues, a él sus hermanos: «Pásate de aquí y vete a la Judea, para
que también tus discípulos vean tus obras que haces; 4 pues nadie algo en oculto hace;
y busca él mismo en libre habla estar. Si esto haces, manifiéstate al mundo». 5 Pues ni
sus hermanos creían en él. 6 Díceles, pues, Jesús: «El tiempo el mío aún no ha llegado;
pero el tiempo, el vuestro, siempre está preparado. 7 No puede el mundo aborreceros,
pero a mí aborrece; porque yo atestiguo acerca de él que sus obras malas son. 8
Vosotros subid a la fiesta, yo aún no subo a esta fiesta; porque mi tiempo aún no está
cumplido». 9 Y, esto diciéndoles, quedó en la Galilea. 10 Mas como subieron sus
hermanos a la fiesta, entonces también él subió, no manifiestamente, sino como en
oculto. 11 Los judíos, pues, buscábanle en la fiesta y decían; «¿Dónde está aquél?» 12
Y murmullo acerca de él había mucho en las turbas. Unos decían: que «bueno es» y
otros decían: «No; sino que descamina a la turba». 13 Nadie sin embargo, con libre
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Otros decían: «Este es el Cristo». Quiénes decían: «¿Pues acaso de la Galilea el Cristo
viene? 42 ¿No dice la Escritura que de la simiente de David y de Belén, la aldea donde
estaba David, viene el Cristo?» 43 Escisión, pues, hubo en la turba por él; 44 y algunos
querían entre ellos, prenderle; pero nadie echó sobre él las manos. 45 Vinieron, pues,
los servidores a los sumos sacerdotes y fariseos, y dijéronles aquéllos: «¿Por qué no le
habéis traído?» 46 Respondieron los servidores: «Jamás ha hablado así un hombre». 47
Respondieron, pues, los fariseos: «¿Acaso también vosotros descaminados estáis? 48
¿Acaso alguno de entre los príncipes ha creído en él o de entre los fariseos? 49 Empero
la turba ésta, la que no conoce la ley —malditos son». 50 Dice Nicodemo a ellos, el que
vino a él antes, que uno era de entre ellos: 51 «¿Acaso nuestra ley juzga al hombre, si
no oyere primero de él y conociere qué hace?» 52 Respondieron y dijéronle: «¿Acaso
también tú de la Galilea eres? Escudriña y ve que de la Galilea profeta no se levanta».
53 Y fuese cada cual a su casa.
Testifica su divinidad
La adúltera
1 Y Jesús fuese al monte de las Olivas. 2 Y al alba de nuevo vínose al santuario, y todo
el pueblo vino a él, y sentado enseñábales. 3 Y traen los escribas y los fariseos a él una
mujer en adulterio sorprendida; y poniéndola en medio, 4 dícenle: «Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en el hurto(a) mismo, adulterando; 5 y en la ley Moisés nos
mandó a las tales apedrear. Tú, pues, ¿qué dices?» 6 Y esto decían, tentándole para
tener cómo acusarle. Mas Jesús hacia abajo encorvándose, con el dedo escribía en la
tierra. 7 Y, como se quedaron preguntándole, desencorvándose, dijo a ellos: «El
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inculpable de vosotros primero la piedra sobre ella arroje»; 8 y de nuevo hacia abajo
encorvándose, escribía en la tierra. 9 Y ellos, oyendo, salíanse uno a uno, empezando
por los ancianos; y quedó sólo Jesús y la mujer en medio parada. 10 Y
desencorvándose Jesús y a nadie viendo, fuera de la mujer, díjola: «¡Mujer! ¿dónde
están aquéllos, los acusadores tuyos? ¿Nadie te ha condenado?» 11 Y ella dijo: «Nadie,
Señor». Díjole Jesús: «Ni yo te condenaré; anda, y ya no peques». 12 De nuevo, pues,
les habló Jesús, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no se andará, no,
en la obscuridad, sino tendrá la luz de la vida». 13 Dijéronle, pues, los fariseos: «Tú de
ti mismo testificas; tu testimonio no es verdadero». 14 Respondió Jesús y díjoles:
«Aunque yo testifico de mí mismo, mi testimonio verdadero es; porque sé de dónde he
venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo y a dónde voy. 15
Vosotros, según la carne, juzgáis; yo no juzgo a nadie. 16 Y si también yo juzgo, el
juicio el mío verdadero es; porque solo no soy, sino yo y el que me ha enviado —Padre.
17 Y también en ley, la vuestra, escrito está que de dos hombres el testimonio
verdadero es; 18 Yo soy el que testifico de mí mismo y testifica de mí el que me ha
enviado —Padre». 19 Decíanle, pues: «¿Dónde está tu padre?» Respondió Jesús: «No
a mí sabéis, ni a mi Padre; si a mí supieseis, también a mi Padre sabríais». 20 Estas
palabras habló en el gazofilacio, enseñando en el santuario; y nadie prendióle, pues aún
no había venido su hora. 21 Díjoles, pues, de nuevo: «Yo me voy, y buscaréisme; y en
vuestro pecado moriréis; a donde yo me voy, vosotros no podéis venir». 22 Decían,
pues, los judíos: «¿No se habrá de matar, que dice: «A donde yo me voy, vosotros no
podéis venir». 23 Y decíales: «Vosotros de lo de abajo sois; yo de lo de arriba soy;
vosotros de este mundo sois; yo no soy de este mundo. 24 Digo, pues, a vosotros que
moriréis en vuestros pecados; porque, si no creyereis que yo soy(b), moriréis en
vuestros pecados». 25 Decíanle, pues, «Tú ¿quién eres?» Díjoles Jesús: «Desde
luego(c) ¿qué también hablo a vosotros? 26 Mucho tengo de vosotros que hablar y
juzgar; pero, el que me ha enviado, veraz es; y yo lo que he oído de él, esto hablo al
mundo». 27 No conocieron que al Padre les decía. 28 Dijo, pues, Jesús: «Cuando
exaltareis al Hijo del hombre, entonces conoceréis que yo soy, y de mí mismo hago
nada, sino que, según me ha enseñado mi Padre, esto hablo. 29 Y el que me ha enviado,
conmigo está; no me ha dejado solo, porque yo lo agradable a él hago siempre». 30
Esto él hablando, muchos creyeron en él. 31 Decía, pues, Jesús a los que estaban
creyendo en él, judíos: «Si vosotros permaneciereis en la palabra la mía,
verdaderamente discípulos míos sois; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad
libertaráos». 33 Respondieron a él: «Simiente de Abrahán somos y a nadie hemos
servido jamás; ¿cómo tú dices: que libres seréis?» 34 Respondióles Jesús: «En verdad,
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en verdad dígoos que todo el que hace el pecado, siervo es del pecado; 35 y el siervo no
queda en la casa por el siglo. El hijo queda por el siglo. 36 Si el hijo, pues, os libertare,
realmente libres seréis. 37 Sé que simiente de Abrahán sois; empero buscáisme matar,
porque la palabra la mía no cabe en vosotros. 38 Lo que yo tengo visto cerca del Padre,
hablo; y vosotros, pues, lo que habéis oído cerca del padre(d), hacéis». 39 Respondieron
y dijéronle: «El padre de nosotros Abrahán es». Díceles Jesús: «Si hijos de Abrahán
sois, las obras de Abrahán haced; 40 pero ahora buscáisme matar, a un hombre que la
verdad os ha hablado que he oído de Dios: esto Abrahán no hizo. 41 Vosotros hacéis
las obras de vuestro padre». Dijéronle: «Nosotros de ramería(e) no hemos nacido: a un
padre tenemos: Dios». 42 Díjoles Jesús: «Si Dios vuestro padre fuese, amaríais a mí,
pues yo de Dios he salido y llego; pues ni de mí mismo he venido; sino que aquél me
envió. 43 ¿Por qué el habla la mía no conocéis? Porque no podéis oír la palabra la mía.
44 Vosotros del padre, del diablo, sois, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
Aquél homicida era, de principio, y en la verdad no se estuvo, porque no hay verdad en
él. Cuando hablare la mentira, de lo propio habla; porque mentiroso es y el padre de
ella(f). 45 Pero yo, porque la verdad digo, no me creéis. 46 ¿Quién de entre vosotros me
arguye de pecado? Si verdad digo, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 El que es de
Dios, las palabras de Dios oye; por esto vosotros no oís, porque de Dios no sois». 48
Respondieron los judíos y dijéronle: «¿No bellamente decimos nosotros que
samaritano eres tú, y demonio tienes?» 49 Respondió Jesús: «Yo demonio no tengo,
sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis. 50 Y yo no busco mi gloria; hay
quien busque y juzgue. 51 En verdad, en verdad dígoos: si alguno mi palabra guardare,
muerte no verá, no, por el siglo». 52 Dijéronle los judíos: «Ahora hemos conocido que
demonio tienes. Abrahán murió y los profetas, y tú dices: «Si alguno mi palabra
guardare, no gustará, no, muerte por el siglo». 53 ¿Qué tú mayor eres que nuestro padre
Abrahán; el cual murió y los profetas murieron? ¿Quién a ti mismo haces?» 54
Respondió Jesús: «Si yo me glorificare a mí, mi gloria nada es; es el Padre el que me
glorifica, quien vosotros decís que vuestro Dios es; 55 y no le habéis conocido; pero yo
le sé. Y, si dijere que no le sé, seré semejante a vosotros: mendaz; empero le sé y su
palabra guardo. 56 Abrahán, vuestro padre, alborozóse para ver el día, el mío, y vio y
se gozó». 57 Dijeron, pues, los judíos a él; «Cincuenta años aún no tienes, y ¿a Abrahán
has visto?» 58 Díjoles Jesús: «En verdad, en verdad dígoos: antes que Abrahán fuese,
yo soy». 59 Alzaron, pues, piedras para lanzar sobre él; pero Jesús ocultóse y salió del
santuario.
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41 e. Idolatría. 44 f. La mentira.
El ciego de nacimiento
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hacer?» Y escisión había en ellos. 17 Dicen, pues, al ciego de nuevo: «¿Qué tú dices de
él, porque te abrió los ojos?» Y él dijo: «Que profeta es». 18 No creyeron, pues, los
judíos de él: que fue ciego y vio hasta que llamaron a los padres, del que vio; 19 y les
preguntaron, diciendo: «¿Este es el hijo vuestro, que vosotros decís que ciego nació?
¿Cómo, pues, ve ahora?» 20 Respondieron, pues, sus padres, y dijeron: «Sabemos que
éste es el hijo nuestro y que ciego nació; 21 mas cómo ahora ve, no sabemos; o quién
abrió sus ojos, nosotros no sabemos; a él preguntad; edad tiene; él acerca de sí mismo
hablará». 22 Esto dijeron sus padres porque temían a los judíos; pues ya habían
acordado los judíos que, si alguno le confesaba Cristo, fuese entredicho de la sinagoga.
23 Por esto sus padres dijeron: que «edad tiene; a él preguntad», 24 Llamaron, pues, al
hombre por segunda vez, al que había sido ciego, y dijéronle: «Da gloria a Dios,
nosotros sabemos que este hombre pecador es». 25 Respondió, pues, aquél: «Si
pecador es, no sé: una cosa sé: que, siendo ciego, ahora veo». 26 Dijéronle pues: «¿Qué
te hizo? ¿Cómo abrió tus ojos?» 27 Respondióles: «Díjeos ya, y no oísteis(a). ¿Qué otra
vez queréis oír? ¿Qué también vosotros queréis discípulos suyos haceros?» 28 E
improperáronle y dijeron: «Tú discípulo eres de aquél, pero nosotros de Moisés somos
discípulos. 29 Nosotros sabemos que a Moisés ha hablado Dios; pero éste no sabemos
de dónde es». 30 Respondió el hombre y díjoles: «Pues en esto lo admirable está: que
vosotros no sabéis de dónde es; y abrió mis ojos. 31 Sabemos que Dios a pecadores no
oye; empero, si alguno temeroso de Dios fuere y su voluntad hiciere, a éste oye. 32
Desde el siglo no se ha oído que abriera alguno ojos de ciego nato; 33 si no fuese éste
de Dios, no pudiera hacer nada». 34 Respondieron y dijéronle: «En pecados tú naciste
todo, ¿y tú nos enseñas?»; y arrojáronle fuera. 35 Oyó Jesús que le arrojaron fuera; y
hallándole, dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?» 36 «¿Y quién es —dijo— Señor,
para creer yo en él?» 37 Díjole Jesús: «Y le has visto, y el que habla contigo, ése es».
38 Y él dijo: «Creo, Señor»; y adoróle. 39 Y dijo Jesús: «A juicio yo a este mundo he
venido, para que, los que no ven, vean, y los que ven, ciegos se hagan». 40 Y oyeron,
de entre los fariseos, esto los que con él estaban; y dijéronle: «¿Que también nosotros
ciegos somos?» 41 Díjoles Jesús: «Si ciegos fueseis, no tendríais pecado; mas ahora
decís: que «vemos»; vuestro pecado queda.»
27 a. No quisisteis oír.
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Divinidad de Cristo
El buen pastor
1 «En verdad, en verdad dígoos: el que no entra, por la puerta, en el redil de las ovejas,
sino que sube por otra parte, aquél ladrón es y bandido; 2 mas el que entra por la puerta,
pastor es de las ovejas. 3 A éste el portero abre, y las ovejas su voz escuchan; y las
propias ovejas llama por nombre y sácalas fuera. 4 Cuando las propias todas echare
fuera, delante de ellas camina; y las ovejas le siguen; pues saben su voz; 5 mas a
extraño no seguirán, no; sino que huirán de él, porque no saben de los extraños la voz.»
6 Esta parábola díjoles Jesús; pero aquéllos no conocieron qué era lo que hablaba. 7
Dijo pues, de nuevo Jesús: «En verdad, en verdad dígoos que yo soy la puerta de las
ovejas. 8 Todos cuantos han venido antes de mí, ladrones son y bandidos; empero no
les han escuchado las ovejas. 9 Yo soy la puerta; por mí si alguno entrare, se salvará, y
entrará y saldrá, y pasto hallará. 10 El ladrón no viene, sino para robar, y matar y
perder; yo he venido para que vida tengan y demás tengan. 11 Yo soy el pastor, el
bello(a). El pastor, el bello, su alma pone por las ovejas; 12 pero el mercenario y el que
no es pastor, de quien no son las ovejas propias, ve al lobo venir y abandona las ovejas
y huye (y el lobo arrebátalas y dispersa); 13 porque mercenario es y no le importa de las
ovejas. 14 Yo soy el pastor bello, y conozco las mías, y conócenme las mías; 15 según
me conoce el Padre y yo conozco al Padre; y mi alma pongo por mis ovejas. 16 Y otras
ovejas tengo que no son de este redil; también aquéllas debo traer, y mi voz
escucharán, y haráse un rebaño, un pastor. 17 Por esto me ama el Padre, porque yo
pongo mi alma, para de nuevo tomarla. 18 Nadie arrebátala de mí; mas yo póngola de
mí mismo. Potestad tengo para ponerla, y potestad tengo para de nuevo tomarla. Este
mandamiento he recibido de mi Padre». 19 Escisión de nuevo hubo en los judíos por
estas palabras. 20 Y decían muchos de entre ellos: «Demonio tiene y enloquece: ¿qué
le oís?» 21 Otros decían: «Estas palabras no son de endemoniado. ¿Acaso un demonio
puede de ciegos, ojos abrir». 22 Hubo entonces la dedicación(b) en Jerusalén; invierno
era; 23 y paseábase Jesús en el santuario, en el pórtico de Salomón. 24 Cercáronle,
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pues, los judíos, y decíanle: «¿Hasta cuándo nuestra alma alzas?(c). Si tú eres el Cristo,
dinos con libre habla». 25 Respondióles Jesús: «Os he dicho, y no habéis creído. Las
obras que yo hago en el nombre de mi Padre, éstas testifican en mí; 26 empero vosotros
no creéis; porque no sois de las ovejas, las mías. 27 Las ovejas, las mías, mi voz
escuchan y yo conózcolas, y síguenme, 28 y yo doiles vida eterna, y no perecerán, no,
por el siglo, y no arrebatará alguno a ellas de mi mano. 29 Mi Padre lo que me tiene
dado, lo mayor de todo es, y nadie puede arrebatar de la mano del Padre. 30 Yo y el
Padre uno somos». 31 Levantaron, pues, de nuevo piedras los judíos para apedrearle.
32 Respondióles Jesús: «Muchas obras os he manifestado bellas de(d) mi Padre: ¿por
cuál de las mismas obras me apedreáis?» 33 Respondiéronle los judíos: «Por bella obra
no te apedreamos, sino por blasfemia, y porque tú, hombre siendo, háceste Dios». 34
Respondióles Jesús: «¿No está escrito en vuestra ley que: «Yo dije: «¿Dioses sois?» 35
Si a aquellos dijo dioses, a los que la palabra de Dios vino, y no puede soltarse la
Escritura; 36 a quien el Padre santificó, y envió al mundo —¿vosotros decís: que
«blasfemas», porque dije: «Hijo de Dios soy?» 37 Si no hago las obras de mi Padre, no
me creáis; 38 a las obras creed, para que conozcáis y reconozcáis que ¡en mí, el Padre,
y yo, en el Padre!» 39 Buscaron, pues, de nuevo prenderle; y salió de la mano de ellos;
40 y retiróse de nuevo allende el Jordán, al lugar donde estaba Juan, primero,
bautizando; y quedóse allí. 41 Y muchos vinieron a él; y decían que Juan ciertamente
señal hizo ninguna; pero todo cuanto dijo Juan acerca de él, verdadero era. 42 Y
muchos creyeron en él allí.
11 a. Perfecto.
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Resurrección de Lázaro
el Hijo de Dios, el que al mundo viene». 28 Y esto diciendo, fuese y llamó a María, su
hermana, en secreto, diciendo: «El Maestro está aquí, y llámate». 29 Y aquélla, como
oyó, levantóse presto y vino a él; 30 y aún no había llegado Jesús a la aldea, sino estaba
todavía en el lugar donde le encontró Marta. 31 Los judíos, pues, los que estaban con
ella en la casa y consolábanla, viendo a María que prestamente se levantó y salió,
siguiéronla, pensando que va a la sepultura a llorar allí. 32 María, pues, como vino
donde estaba Jesús, viéndole, cayó a sus pies, diciéndole: «Señor, si estuvieras aquí, no
hubiese muerto el hermano». 33 Jesús, pues, como la vio llorando y a los con ella
venidos judíos llorando, regimió con el espíritu y conturbóse a sí mismo, 34 y dijo:
«¿Dónde le habéis puesto?» 35 Dícenle: «Señor, ven y ve». Lagrimó Jesús. 36 Decían,
pues, los judíos: «He aquí cómo le quería». 37 Y algunos de entre ellos dijeron: «¿No
podía éste, que abrió los ojos del ciego, hacer que éste no muriese?» 38 Jesús, pues, de
nuevo, regimiendo dentro de sí mismo, viene a la sepultura; y era una gruta, y una
piedra yacía sobre ella. 39 Dice Jesús: «Alzad la piedra». Dícele la hermana del
difunto, Marta: «Señor, ya hiede; porque cuatriduano es». 40 Dícela Jesús: «¿No te he
dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios?» 41 Alzaron, pues, la piedra. Y Jesús
alzó los ojos arriba y dijo: «Padre, agradézcote, que me has oído. 42 Y yo sabía que
siempre me oyes; empero, por la turba circunstante, he dicho; porque crean que tú me
has enviado». 43 Y esto diciendo, con voz grande clamó: «¡Lázaro!, ¡acá! ¡fuera!». 44
Salió el muerto atado los(d) pies y las manos con ligaduras; y su rostro en sudario
envuelto estaba. Dice Jesús a ellos: «Desatadle, y dejadle irse». 45 Muchos, pues, de
los judíos, los que vinieron a María y vieron lo que hizo, creyeron en él; 46 mas
algunos de ellos, fuéronse a los fariseos y dijéronles lo que hizo Jesús.
47 Congregaron, pues, los sumos sacerdotes y los fariseos sanedrín(e); y decían: «¿Qué
hacemos, porque este hombre muchas hace —señales? 48 Si le dejamos así, todos creerán en él,
y vendrán los romanos y llevaránse de nosotros y el lugar y la gente». 49 Y alguien, de
entre ellos: Caifás, sumo sacerdote siendo de aquel año, díjoles: «Vosotros no sabéis
nada, 50 ni pensáis que os conviene que un hombre muera por el hombre y no toda la
gente perezca». 51 Pero esto de sí mismo no dijo, sino que, sumo sacerdote siendo de
aquel año, profetizó que había Jesús de morir por la gente; 52 y no por la gente sólo;
sino para que también los hijos de Dios los dispersos congregase en uno. 53 Desde
aquel día, pues, acordaron matarle. 54 Jesús, pues, ya no con libre habla se andaba en
los judíos; sino que se retiró de allí a la región cerca del desierto: a Efrén, llamada:
ciudad(f) y allí quedóse con los discípulos. 55 Y estaba cerca la pascua de los judíos, y
subieron muchos a Jerusalén, desde la región, antes de la Pascua, para santificarse(g).
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9 a. La luz dada por Dios para trabajar —si hiciere la voluntad de Dios. 15 b. El corazón me habría
obligado a sanarle. 16 c. Mellizo.
44 d. De los...
47 e. Consejo.
54 f. Urbecita la llama Josefo.
55 g. Por los sacrificios.
Glorificación de Jesús
1 Jesús, pues, antes de seis días de la pascua, vino a Betania; donde estaba Lázaro, a
quien resucitó de entre los muertos Jesús. 2 Hiciéronle, pues, cena allí; y Marta servía;
y Lázaro uno era de los recostados con él; 3 María, pues, tomando una libra de
ungüento de nardo líquido, muy precioso, ungió los pies de Jesús y enjugó con sus
cabellos sus pies; y la casa llenóse del olor del ungüento. 4 Dice, pues, Judas, el
Iscariotes, uno de los discípulos; el que le había de entregar. 5 «¿Por qué este ungüento
no se vendió en trescientos denarios y se dio a los pobres?» 6 Y esto dijo, no porque de
los pobres le importara, sino porque ladrón era, y la bolsa teniendo, lo que se echaba, se
llevaba. 7 Dijo, pues, Jesús: «Déjala, que, para el día de mi sepultura, lo guarde(a), 8
pues, pobres siempre tenéis con vosotros; a mí, empero, no siempre tenéis». 9 Conoció,
pues, turba mucha de los judíos que allí está; y vinieron, no por Jesús sólo, sino
también a Lázaro ver, a quien resucitó de muertos. 10 Y consultábanse también los
sumos sacerdotes para también a Lázaro matar; 11 pues muchos, por él, íbanse, de los
judíos, y creían en Jesús.
12 El siguiente día, turba mucha, la que había venido a la fiesta, cuando oyeron que
viene Jesús a Jerusalén, 13 cogieron las ramas de las palmeras y saliéronle al
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Isaías: 40 Ha cegado de ellos los ojos, y empedernido de ellos el corazón, para que no
vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan y les sane. 41 Esto dijo
Isaías, porque vio la gloria de él y habló de él. 42 A pesar de todo, hasta de entre los
príncipes muchos creyeron en él; empero, por los fariseos, no confesaban, para no
entredichos de sinagoga ser; 43 pues amaban la gloria de los hombres más bien que
gloria de Dios. 44 Y Jesús clamó y dijo: «El que cree en mí, no creerá en mí, sino en el
que me ha enviado; 45 y el que me ve, ve al que me ha enviado. 46 Yo luz al mundo he
venido, porque el que cree en mí, en la obscuridad no permanezca. 47 Y, si alguno de
mí oyere las palabras, y no guardare, yo no le juzgo; pues no he venido a juzgar al
mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me desecha y no recibe mis palabras, tiene
quien le juzgue: la palabra que he hablado, aquélla júzgale en el último día. 49 Porque
yo de mí mismo no he hablado, sino el que me ha enviado —Padre, él mandamiento me
ha dado: qué diga yo y qué hable. 50 Y sé que su mandamiento vida eterna es. Lo que
yo, pues, hablo, según me ha dicho el Padre, así hablo».
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la cabeza». 10 Dícele Jesús: «El lavado no tiene necesidad sino de lavarse los pies; mas
está limpio todo; y vosotros limpios estáis; pero no todos». 11 Pues sabía al que le
entregaba; por esto dijo: que «no todos limpios estáis». 12 Cuando lavó, pues los pies
de ellos, y tomó sus vestiduras y recostóse de nuevo, díjoles: «¿Conocéis qué os he
hecho? 13 Vosotros llamáisme el Maestro y el Señor; y bellamente decís; pues soy. 14
Si yo, pues, he lavado vuestros pies, el Maestro y el Señor, también vosotros debéis
unos de otros lavar los pies; 15 porque ejemplo os he dado, para que, según yo he hecho
a vosotros, también vosotros hagáis. 16 En verdad, en verdad dígoos: no hay siervo
mayor que su señor, ni enviado, mayor que quien le envió. 17 Si esto sabéis,
bienaventurados sois, si lo hiciereis. 18 No de todos vosotros digo; yo sé a quiénes he
elegido; empero, para que la Escritura se cumpla: «El que come mi pan, levantó contra
mí su calcañar». 19 Desde ahora dígoos, antes que suceda, para que creáis, cuando
sucediere, que yo soy. 20 En verdad, en verdad dígoos: el que recibe, si a alguno
enviare yo, a mí recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me ha enviado». 21 Esto
diciendo, Jesús conturbóse en el espíritu, y testificó y dijo: «En verdad, en verdad
dígoos que uno de vosotros me entregará». 22 Miraban unos a otros los discípulos,
dudando de quién dice. 23 Estaba recostado uno de sus discípulos en el seno de Jesús, a
quien amaba Jesús; 24 significa, pues, a éste Simón Pedro y dícele; «Di quién es, de
quién dice». 25 Reclinado aquél así sobre el pecho de Jesús, dícele: «Señor, ¿quién
es?» 26 Responde, pues, Jesús: «Aquél es, a quien yo remojare el bocadillo y le diere».
Remojando, pues, un bocadillo, toma y da a Judas de Simón Iscariotes. 27 Y, después
del bocadillo, entonces entró en aquél Satanás. Dice, pues, a él Jesús: «Lo que haces,
haz más pronto». 28 Esto nadie conoció de los recostados: por qué le dijo; 29 porque
algunos pensaban, puesto que la bolsa tenía Judas, que le dice Jesús: «Compra de lo
que tenemos necesidad para
la fiesta»; o a los pobres que algo diese. 30 Habiendo, pues, recibido el bocadillo aquél,
salió luego; y era noche. Cuando hubo, pues, salido, 31 dice Jesús: «Ahora ha sido
glorificado
el Hijo del hombre, y Dios glorificado en él; 32 y Dios glorificarále en sí mismo, y
luego glorificarále. 33 Hijitos, todavía un poco con vosotros estoy. Buscaréisme, y,
según dije a los judíos: que «a donde yo me voy, vosotros no podéis venir»; también a
vosotros digo ahora. 34 Mandamiento nuevo os doy: que os améis; según os he amado,
que también vosotros os améis. 35 En esto conocerán todos que mis discípulos sois, si
amor tuviereis entre vosotros». 36 Dícele Simón Pedro: «Señor, ¿dónde te vas?»
Respondió Jesús: «A donde me voy, no me puedes ahora seguir; pero seguirás más
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tarde». 37 Dícele Pedro: «Señor, ¿por qué no te puedo seguir ya? mi alma por ti
pondré». 38 Responde Jesús: «¿Tu alma por mí pondrás? En verdad, en verdad dígote:
no gallo cantará, no, hasta que me niegues tres veces».
Exhortaciones
Cristo es la vid
1 «Yo soy la vid la verdadera, y mi Padre el agrícola es. 2 Todo pámpano que en mí no
lleva fruto, quítalo; y todo el que fruto lleva, límpialo, para que más fruto lleve. 3 Ya
vosotros limpios estáis por la palabra que os he hablado; 4 permaneced en mí, y yo en
vosotros. Así como el pámpano no puede fruto llevar de sí mismo, si no permaneciere
en la vid, así ni vosotros, si en mí no permaneciereis. 5 Yo soy la vid; vosotros, los
pámpanos. Quien permanece en mí y yo en él, éste lleva fruto mucho, porque, sin mí,
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no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permaneciere en mí, arrojado será fuera, como el
pámpano, y secaráse; y júntanlos y en el fuego arrojan, y quémanse. 7 Si
permaneciereis en mí, y mis palabras en vosotros permanecieren, lo que quisiereis,
pediréis, y haráseos. 8 En esto ha sido glorificado mi Padre: que fruto mucho llevéis y
os hagáis mis discípulos. 9 Así como me ha amado el Padre, también yo a vosotros he
amado; permaneced en el amor, el mío. 10 Si mis mandamientos guardareis,
permaneceréis en mi amor; así como yo de mi Padre los mandamientos he guardado, y
permanezco en su amor. 11 Esto os he hablado, para que el gozo el mío en vosotros
esté, y el gozo vuestro se llene. 12 Este es el mandamiento el mío: que os améis así
como os he amado. 13 Mayor que éste, amor nadie tiene: que alguno su alma ponga por
sus amigos. 14 Vosotros mis amigos sois, si hiciereis lo que yo os mando. 15 Ya no os
digo siervos; porque el siervo no sabe qué hace su señor; mas a vosotros he dicho
amigos; porque todo lo que he oído de mi Padre, os he comunicado. 16 No vosotros me
elegisteis, sino yo os elegí, y púseos, para que vosotros vayáis y fruto llevéis y el fruto
vuestro permanezca; para que lo que pidiereis al Padre en mi nombre os dé. 17 Estas
cosas mando: que os améis. 18 Si el mundo os aborrece, conoced que a mí primero que
a vosotros ha aborrecido. 19 Si del mundo fuerais, el mundo lo propio amara; pero,
porque del mundo no sois, sino que yo os he elegido del mundo, por esto aborréceos el
mundo. 20 Acordaos de la palabra que yo os dije: «No hay siervo mayor que su señor».
Si a mí han perseguido, también a vosotros perseguirán; si mi palabra han guardado,
también la vuestra guardarán. 21 Empero todo esto harán contra vosotros, por mi
nombre; porque ignoran al que me ha enviado. 22 Si no hubiere yo venido y
habládoles, pecado no tuvieran; pero ahora excusa no tienen de su pecado. 23 Quien a
mí aborrece, también a mi Padre aborrece. 24 Si las obras no hubiese yo hecho en ellos
que ningún otro ha hecho, pecado no tuvieran; mas ahora, y han visto y aborrecido; y a
mí y a mi Padre. 25 Empero, para que se cumpla la palabra, la en la ley de ellos escrita:
que «aborreciéronme gratuitamente». 26 Mas, cuando viniere el Consolador, a quien
yo enviaré a vosotros del Padre, el Espíritu de la verdad, el que del Padre procede,
aquél testificará de mí. 27 Y también vosotros testificaréis, pues, del principio,
conmigo estáis».
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1 Esto dijo Jesús, y alzando sus ojos al cielo, dijo: «Padre ha venido la hora: glorifica a
tu Hijo, para que el Hijo te glorifique, 2 según(a) le has dado potestad de toda carne;
para que todo lo que le has dado —les dé vida eterna. 3 Y ésta es la eterna vida: que
conozcan a ti, el solo, verdadero Dios, y al que enviaste: Jesucristo. 4 Yo te he
glorificado sobre la tierra, la obra consumando que me has dado a hacer; 5 y ahora
glorifícame, tú, Padre, ante ti mismo, con la gloria que yo tenía, antes que el mundo
fuera, ante ti. 6 He manifestado tu nombre a los hombres que me has dado, del mundo.
Tuyos eran; y a mí les has dado, y tu palabra han guardado; 7 ahora han conocido que
todo cuanto me has dado, de ti es: 8 porque las palabras que me has dado, he dado a
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ellos; y ellos han recibido y conocido verdaderamente que de ti he salido; y han creído
que tú me has enviado. 9 Yo por ellos ruego; no por el mundo ruego; sino por los que
me has dado, porque tuyos son; 10 y lo mío todo, tuyo es, y lo tuyo, mío; y he sido
glorificado en ellos. 11 Y ya no estoy en el mundo, y ellos en el mundo están; y yo a ti
vengo. Padre santo, guárdales en tu nombre los que me has dado, para que sean uno, así
como nosotros. 12 Cuando estaba con ellos, yo les guardaba en tu nombre los que me
has dado, y custodié; y ninguno de ellos ha perecido, sino el hijo de la perdición; para
que la Escritura se cumpliese; 13 y ahora a ti vengo, y esto hablo en el mundo, para que
tengan el gozo, el mío, cumplido, en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el
mundo les ha aborrecido porque no son del mundo; así como yo no soy del mundo. 15
No ruego porque les quites del mundo, sino porque les guardes de lo malo. 16 Del
mundo no son; así como yo no soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad: la palabra
la tuya la verdad es. 18 Así como me has enviado al mundo, también yo los he enviado
al mundo; 19 y por ellos yo santifícome(b); para que sean ellos también santificados en
verdad. 20 Y no por éstos ruego solamente, sino también por los que creen, por la
palabra de ellos, en mí; 21 para que todos uno sean así como, tú, Padre, en mí y yo en ti,
para que también ellos en nosotros estén; para que el mundo crea que tú me has
enviado. 22 Y yo la gloria que me has dado, he dado a ellos, para que sean uno; así
como nosotros, uno. 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumados en uno; para
que conozca el mundo que tú me has enviado, y amádolos así como a mí has amado. 24
Padre, lo que me has dado, —quiero que, donde estoy yo, también aquéllos estén
conmigo; para que contemplen la gloria la mía, que me has dado, porque me has amado
antes de fundación de mundo: 25 Padre justo, y el mundo no te ha conocido; mas yo te
he conocido, y ellos han conocido que tú me has enviado; 26 y les he manifestado tu
nombre, y manifestaré, para que el amor con que me amaste, en ellos esté, y yo en
ellos».
2 a. Puesto que.
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Prisión de Jesús
1 Esto diciendo Jesús, salió con sus discípulos allende el torrente del Cedrón(a); donde
había un huerto; al que salió él y sus discípulos. 2 Y sabía también Judas, el que le
entregaba, el lugar; porque a menudo juntábase Jesús con sus discípulos allí. 3 Judas,
pues, tomando el manípulo y, de los sumos sacerdotes y los fariseos, servidores, viene
allí con antorchas, y lámparas y armas: 4 Jesús, pues, sabiendo todo lo que viene sobre
él, salió; y díceles: «¿A quién buscáis?» 5 Respondiéronle: «A Jesús, el Nazareno».
Díceles: «Yo soy». Y estaba parado también Judas el que le entregaba, con ellos. 6
Como, pues, les dijo: «Yo soy», fuéronse hacia atrás y cayeron en tierra. 7 De nuevo,
pues, preguntóles: «¿A quién buscáis?» Y ellos dijeron: «A Jesús, el Nazareno». 8
Respondió Jesús: «Heos dicho que yo soy; si, pues a mí buscáis, dejad que éstos se
vayan». 9 Para que se cumpliese la palabra que dijo: que «los que me has dado, —no
perdí de ellos ninguno». 10 Simón, pues, Pedro, teniendo cuchilla, tiró de ella e hirió al
del sumo sacerdote siervo, y cortóle la orejilla la derecha(b); y tenía por nombre el
siervo, Malco. 11 Dijo, pues, Jesús a Pedro: «Mete la cuchilla en la vaina. El cáliz que
me ha dado el Padre ¿no beberéle, no?» 12 El manípulo, pues, y el tribuno(c) y los
servidores de los judíos prendieron a Jesús y atáronle; 13 y llevaron a Anás primero;
pues era suegro de Caifás; quien era sumo sacerdote de aquel año; 14 y era Caifás el
que aconsejó a los judíos que conviene que un hombre muera por el pueblo. 15 Y
seguía a Jesús Simón Pedro y otro discípulo; y aquel discípulo conocido era del sumo
sacerdote, y entró con Jesús en el atrio del sumo sacerdote. 16 Y Pedro paróse a la
puerta, fuera. Salió, pues, el discípulo, el otro, el conocido del sumo sacerdote; y dijo a
la portera e introdujo a Pedro. 17 Dice, pues, a Pedro la muchacha, la portera: ¿No
también tú de los discípulos eres de este hombre?» Dice aquél: «No soy». 18 Y
habíanse parado los siervos y los servidores, que brasas habían hecho; porque frío
hacía; y calentábanse; y estaba también Pedro con ellos parado y calentándose. 19 El
sumo sacerdote, pues, preguntó a Jesús de sus discípulos y de su doctrina. 20
Respondióle Jesús: «Yo con libre habla he hablado al mundo; yo dondequiera he
enseñado en la sinagoga y en el santuario, en donde todos los judíos se juntan; y en
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secreto he hablado nada. 21 ¿Qué me preguntas? Pregunta a los que han oído qué les he
hablado; he aquí éstos saben lo que he hablado yo». 22 Y, esto, él diciendo, uno que
estaba parado, de los servidores, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así respondes al
sumo sacerdote?» 23 Respondióle Jesús: «Si mal he hablado, testifica de lo malo; pero,
si bellamente, ¿qué me desuellas(d)? 24 Envióle, pues, Anás, atado a Caifás, el sumo
sacerdote. 25 Y estaba Simón Pedro parado y calentándose. Dijeron, pues, a él: «¿No
también tú de los discípulos de él eres?» Negó aquél y dijo: «No soy». 26 Dice uno de
los siervos del sumo sacerdote, que pariente era del que cortó Pedro la orejilla: «¿No te
vi yo en el huerto con él?» 27 De nuevo, pues, negó Pedro; y luego el gallo cantó.
28 Llevan, pues, a Jesús, de Caifás, al pretorio; y era mañana. Y ellos mismos no
entraron al pretorio, por no contaminarse, sino comer la pascua. 29 Salió, pues, Pilato
fuera a ellos y dice: «¿Qué acusación tenéis de este hombre?» 30 Respondieron y
dijéronle: «Si no estuviera éste mal haciendo, no te le entregáramos». 31 Díjoles Pilato:
«Tomadle, vosotros, y según vuestra ley, juzgadle». Dijéronle los judíos: «A nosotros
no es lícito matar a nadie». 32 Para que la palabra de Jesús se cumpliese que dijo
manifestando de qué muerte había de morir(e) 33 Entró, pues, de nuevo en el pretorio
Pilato y llamó a Jesús y díjole: «¿Tú eres el rey de los judíos». 34 Respondió Jesús:
«¿De ti mismo esto dices, u otros habláronte de mí?» 35 Respondió Pilato: «¿Acaso yo
judío soy? —La gente, la tuya, y los sumos sacerdotes hante entregado a mí. «¿Qué has
hecho?» 36 Respondió Jesús: «El reino, el mío, no es de este mundo. Si de este mundo
fuese el reino el mío, los servidores los míos, hubieran luchado porque no fuese yo
entregado a los judíos; pero ahora el reino, el mío, no es de aquí». 37 Díjole, pues,
Pilato: «Luego ¿rey eres tú?» Respondió Jesús: «Tú dices; porque rey soy yo. Para esto
he nacido y para esto he venido al mundo: a testificar la verdad. Todo el que es de la
verdad, escucha mi voz». 38 Dícele Pilato: «¿Qué es verdad?» Y, esto diciendo, de
nuevo, salió a los judíos; y díceles: «Yo ninguna hallo en él causa(f). 39 Pero tenéis
costumbre de que a uno os suelte en la pascua: ¿queréis, pues, os suelte al rey de los
judíos?» 40 Vociferaron, pues, de nuevo, diciendo: «No a éste, sino a Barrabás». Pero
era Barrabás bandido.
1 a. «El turbio».
10 b. Mt. 27,27.
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Crucifixión
1 Entonces, pues, tomó Pilato a Jesús y azotó. 2 Y los soldados tejiendo una corona de
espinas, pusieron sobre su cabeza, y vestidura purpúrea tiráronle en torno; 3 y venían a
él y decían: «Salve, el rey de los judíos», y dábanle bofetadas. 4 Y salió de nuevo fuera
Pilato; y díceles: «He aquí, tráigoosle fuera, para que conozcáis que ninguna causa
hallo en él». 5 Salió, pues, Jesús fuera, llevando la espínea corona y la purpúrea
vestidura. Y díceles: «He aquí el hombre». 6 Cuando le vieron, pues, los sumos
sacerdotes y los servidores, vociferaron, diciendo: «¡Crucifica, crucifica!» Díceles
Pilato: «Tomadle vosotros y crucificad; pues yo no hallo en él causa». 7
Respondiéronle los judíos: «Nosotros ley tenemos, y según la ley, debe morir, porque
Hijo de Dios se ha hecho». 8 Cuando, pues, oyó Pilato esta palabra, más se atemorizó;
9 y entró en el pretorio de nuevo; y dice a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús
respuesta no le dio. 10 Dícele, pues, Pilato: «¿A mí no hablas? ¿No sabes que potestad
tengo de soltarte y potestad tengo de crucificarte?» 11 Respondióle Jesús: «No tuvieras
potestad contra mí ninguna, si no te hubiese sido dado de arriba. Por esto el que me ha
entregado a ti, mayor pecado tiene». 12 Después de esto, Pilato buscaba soltarle; pero
los judíos vociferaron, diciendo: «Si a éste soltares, no eres amigo del César: todo el
que rey se hace, contradice al César». 13 Pilato, pues, oyendo estas palabras, llevó
fuera a Jesús; y sentóse, en tribunal, en el lugar llamado Lithostroto(a); y en hebreo:
Gabbathá(b). 14 Y era la parasceve(c) de la pascua. Hora era como sexta. Y dice a los
judíos: «He aquí vuestro rey». 15 Vociferaron, pues, aquéllos: «¡Quita, quita:
crucifícale!» Díceles Pilato: «¿A vuestro rey crucificaré?» Respondieron los sumos
sacerdotes: «No tenemos rey, sino César». 16 Entonces, pues, entrególe a ellos, para
que fuese crucificado. 17 Tomaron consigo, pues, a Jesús; y llevando él la cruz, salió al
llamado del Cráneo lugar; que se dice en hebreo: Gólgota(d) 18 donde le crucificaron,
y, con él otros dos, de acá y de acá, y al medio a Jesús. 19 Y escribió también el título
Pilato y puso sobre la cruz; y estaba escrito: Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos. 20
Este título, pues, muchos leyeron de los judíos, pues cerca estaba el lugar, de la ciudad;
donde se crucificó a Jesús; y estaba escrito en hebreo, romano, heleno. 21 Decían,
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pues, a Pilato los sumos sacerdotes de los judíos; «No escribas: el rey de los judíos,
sino que aquél dijo: Rey soy de los judíos». 22 Respondió Pilato: «Lo que he escrito, he
escrito». 23 Los soldados, pues, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras e
hicieron cuatro partes, a cada soldado una parte; y la túnica. Mas era la túnica
inconsútil; desde lo de arriba tejida por entero. 24 Dijeron, pues, unos a otros: «No la
rasguemos, sino sorteemos acerca de ella: de quién será». Para que la Escritura se
cumpliese: Repartiéronse mis vestiduras, y sobre mi veste echaron suertes. Los
soldados, pues, de su parte, esto hicieron; 25 estaban, empero, paradas, junto a la cruz
de Jesús, su madre y la hermana de su madre, María, de Cleofás, y María, la
Magdalena. 26 Jesús, pues, viendo a la madre y al discípulo parado al par, al que
amaba, dice a la madre: «Mujer, he ahí a tu hijo». 27 Después dice al discípulo: «He ahí
a tu madre». Y desde aquella hora recibióla el discípulo en lo propio. 28 Después de
esto Jesús, sabiendo que ya todo está consumado, para que se consumase la Escritura,
dice: «Sed tengo». 29 Un vaso yacía, de vinagre lleno; una esponja, pues, llena de
vinagre, a un hisopo poniendo en torno, ofrecieron a su boca. 30 Cuando, pues, tomó el
vinagre Jesús, dijo: «Consumado está»; e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. 31
Los judíos, pues, porque parasceve era, para que no quedasen sobre la cruz los cuerpos
en el sábado (pues era grande el día de aquél sábado) rogaron a Pilato que se
quebrantasen las piernas de ellos y se quitasen. 32 Vinieron, pues, los soldados; y del
primero ciertamente quebrantaron las piernas y del otro del crucificado con él; 33 mas,
a Jesús viniendo, como le vieron ya muerto, no quebrantaron sus piernas; 34 sino que
uno de los soldados con lanza su costado hirió; y salió luego sangre y agua. 35 Y el que
ha visto, ha testimoniado, y verdadero es su testimonio; y aquél sabe que lo verdadero
dice, para que también vosotros creáis. 36 Pues aconteció esto para que la Escritura se
cumpliese: Hueso no será
desmenuzado de él(e). 37 Y de nuevo otra Escritura dice: Mirarán hacia quien
traspasaron.
38 Después de esto, rogó a Pilato José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero
oculto, por el miedo de los judíos, para llevarse el cuerpo de Jesús; y accedió Pilato.
Vino, pues, y llevóse el cuerpo de él. 39 Y vino también Nicodemo (el que vino a él de
noche primero) trayendo mixtura de mirra y áloe, como libras ciento. 40 Tomaron,
pues, el cuerpo de Jesús y ligáronle con lienzos, con los aromas; según costumbre es de
los judíos sepultar. 41 Y había en el lugar donde fue crucificado, un huerto, y en el
huerto un monumento nuevo, en que jamás nadie había sido puesto; 42 allí, pues, por la
parasceve de los judíos, pues cerca estaba el monumento, pusieron a Jesús.
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13a. «Empedrado».
b. «Altura.»
14c. «Preparación».
17d. Cráneo.
36e. Del cordero pascual, imagen de Cristo.
Resurrección
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(que se dice: Maestro). 17 Dícela Jesús: «No te adhieras a mí(i); pues aún no he
ascendido al Padre; pero vete a mis hermanos, y diles: «Asciendo a mi Padre y vuestro
Padre, y mi Dios y vuestro
Dios». 18 Viene María, la Magdalena, anunciando a los discípulos:
que «he visto al Señor y esto me ha dicho».19 Siendo, pues, tarde en aquel día el
primero de los sábados, y laspuertas cerradas donde estaban los discípulos
congregados por elmiedo de los judíos; vino Jesús y detúvose al medio, y díceles: «Paz
avosotros». 20 Y, esto diciendo, mostróles, las manos y el costado.Regocijáronse,
pues, los discípulos, viendo al Señor. 21 Dijo, pues, aellos Jesús de nuevo: «Paz a
vosotros; así como me ha enviado elPadre, también yo os envío». 22 Y, esto diciendo,
insufló(j); y díceles:«Recibid Espíritu santo. 23 Si de alguno perdonareis los
pecados,perdonados le están; si de alguno retuviereis, retenidos están».
24 Pero Tomás uno de los doce, el llamado Dídimo, no estaba conellos, cuando vino
Jesús. 25 Dijeron, pues, a él los otros discípulos:«Hemos visto al Señor». Mas él
díjoles: «Si no viere yo en sus manosla herida de los clavos, y metiere mi dedo en la
herida de los clavos ymetiere mi mano en su costado, no creeré, no». 26 Y, después de
díasocho, de nuevo estaban dentro sus discípulos, y Tomás con ellos.Viene Jesús, las
puertas cerradas; y detúvose en medio y dijo: «Paz avosotros». 27 Después dice a
Tomás: «Trae tu dedo acá, y ve mismanos; y trae tu mano y mete en mi costado; y no te
hagas increyentesino creyente». 28 Respondió Tomás y díjole: «¡El Señor mío y
elDios mío!» 29 Dícele Jesús: «¿Porque me has visto, has creído?Bienaventurados los
que no han visto, y creído».
30 Muchas ciertamente, pues, y otras señales hizo Jesús a faz de losdiscípulos, que no
están escritas en este libro; 31 mas éstas estánescritas, para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios; y paraque, creyendo, vida tengáis en su nombre.
1a. El día uno, primero, de la semana. 4b. Como más ardoroso que era. 5c. Como para mirar más
atentamente.
7d. Había estado.
e. En un solo punto = bien arrollado. 8f. Que Jesús había resucitado: señal evidente de ello eran los
lienzos, y el sudario,
pegados, dice el Crisóstomo, al cuerpo, con la mirra como con plomo. Nadiehurtando el cuerpo,
hubiera obrado así. 10g. A su casa.
12h. Vestiduras.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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17i. Loca de júbilo no se quiere desprender de los pies de Jesús. Cree que ya havuelto al cielo y quiere
la lleve consigo. 22j. Alentó sobre ellos.
Pesca milagrosa
«Señor, todo tú sabes; tú conoces que te quiero». Dícele Jesús: «Pastorea las ovejuelas
mías». 18 «En verdad, en verdad dígote: cuando eras más joven, ceñíaste y caminabas
a donde querías; mas, cuando envejecieres, extenderán tus manos, y otro te ceñirá y
llevará a donde no quieres». 19 Y esto dijo, significando con qué muerte glorificará a
Dios. Y esto diciendo, dícele: «Sígueme». 20 Volviéndose Pedro, ve al discípulo, el
que amaba Jesús, seguir (el que también se reclinó, en la cena, sobre su pecho y dijo:
«Señor, ¿quién es el que te entrega?») 21 a éste, pues, viendo Pedro, dice a Jesús:
«Señor, ¿y éste, qué(b)?» 22 Dícele Jesús: «Si él quiero que quede, mientras vengo ¿qué
a ti? Tú, sígueme». 23 Salió, pues, esta palabra a los hermanos que aquel discípulo no
muere; y no dijo a él Jesús: que «no muere, sino: «Si él quiero que quede mientras
vengo, ¿qué a ti?».
24 Este es el discípulo el que también testifica de esto y el que ha escrito esto, y
sabemos que verdadero su testimonio es. 25 Y hay también otras muchas cosas que
hizo Jesús; las cuales si se escriben, una por una, ni el mismo, creo —el mundo, ha de
coger los libros que se escriben(c).
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Hechos Apostólicos
Capítulo 1
Ascensión de Cristo
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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crujió por medio y derramáronse todas sus entrañas; 19 y notorio hízose a todos los
habitantes de Jerusalén; y así fue llamado aquel campo en la propia habla de ellos:
Hakeldamách; esto es: «Campo de sangre». 20 Pues escrito está en libro de Salmos:
69,26 Hágase la alquería de él desierta,y no haya quien habite en ella,109,8 y: La
atalaya de él tome otro.
21 Necesario es, pues, que, de los con nosotros venidos(j) varones, en todo tiempo que
entró y salió entre nosotros el Señor Jesús; 22 empezando del bautismo de Juan hasta el
día que fue asumido de nosotros —testigo de su resurrección con nosotros se haga uno
de éstos». 23 Y pusieron a dos: a José, el llamado Bersabás, que fue sobreapellidado
Justo, y a Matías. 24 Y orando dijeron: «Tú, Señor, cordi —conocedor de todos,
declara a quién has elegido de estos dos: uno, 25 para tomar el sitio de este ministerio y
apostolado, del que se descaminó Judas para irse al lugar, al propio». 26 Y dieron
suertes a ellos, y cayó la suerte sobre Matías, y electo contado fue con los once
apóstoles.
1 a. Su evangelio, el de S. Lucas.
5 b. De estos.
12 c. El que se podía andar en sábado = unos cinco estadios.
13 d. En la ciudad.
e. De la casa del cenáculo.
f. Lc. 6,14.
15 g. Personas.
Hechos Apostólicos
Capítulo 2
Venida del Espíritu Santo
fuego; y posóse sobre cada uno de ellos. 4 Y llenáronse todos de Espíritu Santo y
empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu dábales arengar(b). 5 Y había en
Jerusalén habitantes judíos, varones timoratos de toda gente de las bajo el cielo; 6 y
hecha esta voz(c), juntóse la muchedumbre y confundióse, pues oía cada uno que en la
propia habla hablaban ellos. 7 Y arrobáronse y maravilláronse, diciendo: «¿Que no
—he aquí— todos estos son, los que hablan, galileos? 8 Y ¿cómo nosotros oímos cada
uno en la propia habla de nosotros en que hemos nacido: 9 partos, y medos; y elamitas;
y los que habitan la Mesopotamia, y Judea, y Capadocia, y Ponto, y el Asia, 10 y Frigia
y Panfilia, Egipto, y las partes de la Libia, la al través de Cirene(d), y los peregrinantes
romanos, 11 y judíos y prosélitos, cretenses y árabes, oímos que hablan ellos, en
nuestras lenguas, las grandezas de Dios?» 12 Y arrobáronse todos, y vacilaban, uno a
otro diciendo: «¿Qué quiere esto ser?» 13 Pero otros, mofándose, decían: que «de
mosto henchidos están». 14 Pero parado Pedro con los once alzó su voz y arengóles:
«Varones judíos y los que habitáis en Jerusalén todos: esto a vosotros notorio sea, y
escuchad mis palabras. 15 Pues no, como vosotros imagináis, éstos ebrios están (pues
es la hora tercia del día); 16 sino que esto es lo dicho por el profeta Joel:
(3,1-5) 17 Y será en aquellos días dice Dios: derramaré de mi Espíritu sobre toda
carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; y vuestros jovencillos visiones
verán, y vuestros ancianos ensueños soñarán;
18 y a fe sobre mis siervos y sobre mis siervasen aquellos días derramaré de mi
Espírituy profetizarán.19 Y daré prodigios en el cielo arribay señales sobre la tierra
abajo:sangre y fuego y vapor de humo.20 El sol se convertirá en tinieblasy la luna en
sangre,antes de venir día de Señor; el grandey manifiesto(e).21 Y será: todo el que
invocare el nombre deSeñor, se salvará.
22 Varones israelitas, oíd estas palabras: a Jesús, el Nazareno, hombre declarado por
Dios a vosotros con potestades, y prodigios y señales; que hizo, por él, Dios, en medio
de vosotros, según vosotros mismos sabéis: 23 a éste, con definida voluntad y
presciencia de Dios, entregado por manos de inicuos, enclavando, arrebatasteis; 24 a
quien Dios resucitó, soltando las congojas de la muerte; según que no era posible que
dominado fuera él de ella. 25 Pues David dice de él:
(16,8-11) Delante veía al Señor, a mi faz, por siempre;pues a mi diestra está, porque
no me estremezca,26 por esto regocijóse mi corazón, y alborozóse mi lengua.y aún
también mi carne habitará en esperanza;27 pues no abandonarás mi alma al
infierno;ni darás tu santo a ver corrupción.28 Manifestásteme caminos de
vida:llenarásme de regocijo con tu faz».
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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29 «Varones hermanos, lícito es decir con libre habla a vosotros, acerca del patriarca
David, porque y falleció, y sepultado fue; y su tumba está en nosotros hasta este día. 30
Profeta, pues, siendo y sabiendo que «con juramento juróle Dios que del fruto de su
lomo se sentaría sobre su trono»; 31 previendo, habló de la resurrección de Cristo,
«porque no fue abandonado al infierno; ni su carne vio corrupción». 32 «A este Jesús
resucitó Dios; de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Por la diestra, pues, de Dios
exaltado, y la promesa del Espíritu, del Santo, recibiendo del Padre; derramó a éste(f)
que vosotros, y veis y oís. 34 Pues no David ascendió a los cielos; y dice él: Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a diestra mía 35 hasta poner yo tus enemigos escabel de tus
pies». 36 «Seguramente, pues, conozca toda casa de Israel que también Señor a él y
Cristo hizo Dios(g): a este Jesús a quien vosotros crucificasteis». 37 Y, oyendo,
compungiéronse de corazón; y dijeron a Pedro y los demás apóstoles: «¿Qué haremos,
varones hermanos?» 38 Y Pedro a ellos: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo, en remisión de vuestros pecados, y recibiréis el
don del Santo Espíritu. 39 Pues para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y
para todos los a lo lejos, a cuantos hubiere a sí llamado Señor, el Dios de nosotros». 40
Y con otras palabras más conjuraba; y exhortábales, diciendo: «Salvaos de esta
generación, la torcida». 41 Aquéllos, pues, que acogieron la palabra de él,
bautizáronse: y agregáronse en aquel día almas como tres mil; 42 y estaban
perseverando en la doctrina de los apóstoles y en la comunicación(h), y la fracción del
pan y las oraciones. 43 Y hacíase a toda alma temor; y muchos prodigios y señales por
los apóstoles se hacían (y miedo había grande en todos). 44 Y todos los creyentes
estaban en lo mismo(i) y lo tenían todo común; 45 y los bienes y los haberes vendían y
repartíanlos a todos, según alguno necesidad tenía; 46 y, cada día perseverando
unánimemente en el santuario, y partiendo en casa pan, tomaban juntos alimento en
júbilo y sencillez de corazón: 47 alabando a Dios y teniendo gracia delante de todo el
pueblo. Y el Señor agregaba los que se salvaban, cada día, en lo mismo.
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Hechos Apostólicos
Capítulo 3
por boca de los santos, desde el siglo: sus profetas. 22 Moisés ciertamente dijo: que un
profeta os levantará Señor Dios de entre vuestros hermanos, como a mí: a él
escucharéis, según todo cuanto hablare a vosotros. 23 Y será: toda alma la que no
escuchare a aquel profeta, exterminada será del pueblo. 24 Y todos también los
profetas, desde Samuel a los en seguida, cuando hablaron, también anunciaron estos
días. 25 Vosotros sois los hijos de los profetas y del pacto que Dios pactó con nuestros
padres, diciendo a Abrahán: «Y en tu simiente benditas serán todas las familias de la
tierra». 26 A vosotros primero, resucitando Dios a su niño, envióle a bendeciros para
convertir a cada uno de las maldades de vosotros».
13 a. Hijo. Niño es voz más familiar y amorosa; hijo más solemne. 21 b. Restitución al estado
primero.
Hechos Apostólicos
Capítulo 4
la salud; pues ni nombre hay otro bajo el cielo —el dado en hombres, en el que
debamos salvarnos». 13 Y viendo la de Pedro libre habla y de Juan, y, comprendiendo
que hombres iletrados son e indoctos, maravillábanse (y reconocíanles que con Jesús
estaban); 14 y al hombre mirando que con ellos estaba parado, al curado, nada tenían
que contradecir; 15 y mandándoles fuera del sanedrín retirarse conferían entre sí, 16
diciendo: «¿qué haremos a estos hombres? porque ciertamente notoria señal ha sido
hecha por ellos, a todos los que habitan en Jerusalén manifiesta, y no podemos negar;
17 pero, porque no se divulgue más por el pueblo, amenacémosles no ya hablar en este
nombre a nadie de hombres». 18 Y llamándoles, significaron del todo no arengar ni
enseñar en el nombre de Jesús. 19 Y Pedro y Juan, respondiendo, dijeron a ellos: «Si
justo es, a faz de Dios, que a vosotros oigamos más que a Dios, juzgad; 20 pues no
podemos nosotros lo que hemos visto y oído, no hablar». 21 Y ellos, conminando,
soltáronles, nada hallando por qué castigarles; por causa del pueblo, pues todos
glorificaban a Dios por lo acontecido; 22 pues de años era más de cuarenta el hombre
en quien se había hecho esta señal de la sanidad. 23 Y, sueltos, vinieron a los propios y
refirieron cuanto a ellos los sumos sacerdotes y los ancianos dijeron. 24 Y ellos,
oyendo, unánimemente alzaron la voz a Dios y dijeron: «Soberano, tú el que has hecho
el cielo y la tierra, y el mar, y todo lo en ellos; 25 el que por el Espíritu Santo por boca
de David, niño tuyo, dijiste:
Sal. 2,1-2 ¿Por qué bramaron gentes; y pueblos meditaron cosas vanas? 26 Asistieron
los reyes de la tierra y los príncipes juntáronse en lo mismo contra el Señor y contra su
Cristo.
27 pues se han juntado, en verdad, en esta ciudad contra el santo niño tuyo, Jesús, a
quien ungiste, y Herodes y Poncio Pilato con gentes y pueblo de Israel, 28 para hacer
cuanto tu mano y voluntad predeterminó aconteciera. 29 Y, cuanto a ahora, Señor, mira
a las amenazas de ellos, y da a tus siervos con libre habla toda, hablar tu palabra, 30 la
mano extendiendo tú, a que sanidad, y señales y prodigios se hagan por el nombre del
santo niño tuyo, Jesús». 31 Y, pidiendo ellos, tembló el lugar en que estaban reunidos,
y llenáronse todos ellos de Santo Espíritu; y hablaban la palabra de Dios con libre
habla. 32 Y de la muchedumbre de los creyentes era corazón y alma una; y ni uno algo
de lo que poseía, decía propio ser, sino érales todo común. 33 Y con fuerza grande
daban el testimonio los apóstoles, de la resurrección del Señor Jesús; y gracia grande
era sobre todos ellos. 34 Porque ni indigente había alguno en ellos; pues, cuantos
poseedores de campos o casas eran, vendiendo, traían los precios de lo que enajenaban;
35 y ponían a los pies de los apóstoles; y repartíase a cada uno, según alguien necesidad
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Hechos Apostólicos
Capítulo 5
1 Y un cierto varón, Ananías por nombre, con Safira su mujer, vendió una posesión; 2
y defraudó del precio, consabidora también la mujer; y, trayendo, cierta parte a los pies
de los apóstoles puso. 3 Y dijo Pedro: «Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu
corazón a que mintieses al Espíritu, el Santo, y defraudases del precio del campo? 4
¿Acaso quedando(a) no te quedaba; y lo vendido en tu poder estaba? ¿Qué(b), que
pusiste en tu corazón cosa tal? No has mentido a hombres, sino a Dios». 5 Y oyendo
Ananías estas palabras, cayendo, expiró. Y sobrevino temor grande a todos los que
oyeron; 6 y, levantándose los jóvenes, envolviéronle, y, fuera llevando sepultaron. 7 Y
hubo como de horas tres intervalo; y la mujer de él, no sabiendo lo acontecido, entró. 8
Respondió a ella Pedro: «Dime ¿si en tanto el campo habéis vendido?» Y ella dijo: «Sí;
en tanto». 9 Y Pedro a ella: «¿Qué, os habéis concertado a tentar al Espíritu del Señor?
He aquí los pies de los que han enterrado a tu marido; ¡a la puerta! y fuera llevaránte».
10 Y cayó al punto a los pies de él y expiró; y entrando los jovencillos, halláronla
muerta y, fuera llevando, sepultáronla con su marido. 11 Y sobrevino temor grande a
toda la Iglesia y a todos los que oyeron esto.
12 Y por las manos de los apóstoles hacíanse señales y prodigios muchos en el pueblo.
Y estaban unánimes todos en el pórtico de Salomón; 13 y de los demás(c) nadie se
atrevía a juntarse a ellos, y magnificábales el pueblo, 14 (y más agregábanse los
creyentes al Señor: muchedumbre, y de hombres y de mujeres); 15 hasta también a las
calles fuera llevar los enfermos y poner en camillas y literas, para que, viniendo Pedro,
al menos la sombra sombrease a alguno de ellos y fuesen libres de sus enfermedades.
16 Y concurría también la muchedumbre de las ciudades circunvecinas de Jerusalén,
trayendo enfermos y perturbados de espíritus inmundos; los cuales eran curados todos.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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17 Y levantándose el sumo sacerdote y todos los con él (la que es la secta de los
saduceos), llenáronse de celo, 18 y echaron las manos sobre los apóstoles y pusiéronles
en custodia pública. 19 Pero un ángel del Señor, durante la noche, abrió las puertas de
la custodia, y, sacándoles, dijo: 20 «Id, y, parándoos, hablad en el santuario al pueblo
todas las palabras de esta vida(d)». 21 Y, oyendo, entraron al alba en el santuario; y
enseñaban. Y llegando el sumo sacerdote y los con él, convocaron el sanedrín y toda la
ancianidad de los hijos de Israel; y enviaron a la prisión a que se les trajese. 22 Pero los
llegados servidores no les hallaron en la custodia; y, retornando, anunciaron; 23
diciendo: que «la prisión hemos hallado cerrada en toda seguridad y los custodios
parados a las puertas; pero, abriendo, dentro a nadie hemos hallado». 24 Y como
oyeron estas palabras y el estratego del santuario y los sumos sacerdotes, confundíanse
acerca de ello: cómo hubiese acontecido esto. 25 Pero, llegando alguien, anuncióles:
que «he aquí los varones que pusisteis en la custodia, están en el santuario parados y
enseñando al pueblo». 26 Entonces, retirándose el estratego con los servidores y
llevóles, no por fuerza (pues temían al pueblo: que no se les lapidara); 27 y,
llevándoles, pusieron en el sanedrín. Y preguntóles el sumo sacerdote, 28 diciendo:
«Con intimación intimádoos hemos no enseñar en este nombre, y he aquí tenéis llena a
Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis imputarnos la sangre de este hombre». 29 Y,
respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: «Someterse hay a Dios más que a los
hombres. 30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros echasteis
mano, suspendiendo sobre leño. 31 A éste, Dios a fundador y salvador ha exaltado con
su diestra, a dar arrepentimiento a Israel y remisión de pecados. 32 Y nosotros con él,
testigos de estas palabras(e), y el Espíritu, el Santo, que ha dado Dios a los que se
someten a él». 33 Y ellos, oyendo, aserrados por medio(f) eran y querían arrebatarles.
34 Pero, levantándose uno en el sanedrín: un fariseo, por nombre Gamaliel, maestro de
la ley, honorable a todo el pueblo, mandó un poco los hombres echar fuera; 35 y dijo a
ellos: «Varones israelitas, atended a vosotros acerca de estos hombres: qué habéis de
hacer. 36 Pues, antes de estos días, levantóse Teudás, diciendo ser alguno(g) él; a quien se
inclinó de varones un número, como cuatrocientos; el cual arrebatado fue; y todos cuantos le
obedecían, fueron disipados y convertidos en nada. 37 Después de éste, levantóse
Judas, el galileo, en los días del empadronamiento; y apartó pueblo tras sí; también
aquél pereció; y todos cuantos le obedecían, fueron dispersados. 38 Y, cuanto a ahora,
dígoos: apartaos de estos hombres y dejadlos; porque, si fuere de hombres esta
voluntad o esta obra, se deshará; 39 mas si de Dios es, no podréis deshacerles; no sea
que también teómacos(h) se os halle». 40 Y obedeciéronle, y llamando a sí los
apóstoles, flagelando, intimaron no hablar en el nombre de Jesús; y soltáronles. 41 Y
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ellos ciertamente fuéronse; gozando, de faz del sanedrín; porque se les dignó, por el
nombre de Jesús, de ser deshonrados; 42 y todo el día, en el santuario y en casa, no
cesaban, enseñando y evangelizando a Cristo Jesús.
33f. Como cortados por sierra, del furor. 36g. Algo: un hombre grande, extraordinario. 39h.
Luchadores con Dios (como taurómaco, torero)
Hechos Apostólicos
Capítulo 6
Los Diáconos
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Hechos Apostólicos
Capítulo 7
1 Y dijo el sumo sacerdote: «¿Si esto así se es?» 2 Y él dijo: «Varones hermanos y
padres, oíd: «El Dios de la gloria aparecióse a nuestro padre Abrahán que estaba en la
Mesopotamia antes de habitar él en Carrán(a); 3 y dijo a él: «Sal de tu tierra y tu
parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré». 4 Entonces, saliendo de tierra de
caldeos, habitó en Carrán. Y, de allí, después de morir el padre de él, trasladóle a esta
tierra en que vosotros ahora habitáis; 5 y no le dio heredad en ella «ni pisada de pie(b)»,
y prometióle «dársela, en posesión y a su simiente después de él»; no teniendo él hijo. 6
Y habló así Dios: que «será la simiente de él cohabitadora en tierra extraña; y
esclavizaránla y maltratarán años cuatrocientos; 7 y la gente a quien fueren
esclavizados, juzgaré yo». Dios dice; «y después de esto saldrán y serviránme en este
lugar». 8 Y dióle testamento de circuncisión; y así engendró a Isaac, y circuncidóle el
día, el octavo; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. 9 Y los patriarcas, celando,
a José vendieron para Egipto; y era Dios con él; 10 y arrancóle de todas sus
tribulaciones, y dióle gracia y sabiduría «delante de Faraón, rey de Egipto; y
constituyóle príncipe sobre Egipto y toda su casa». 11 Y vino hambre sobre todo el
Egipto y Canaán, y tribulación grande; y no hallaban víveres nuestros padres. 12 Y,
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corazones a Egipto, 40 diciendo a Aarón: «Haznos dioses que nos precedan; porque
este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto— no sabemos qué ha acontecido a él». 41
Y becerrificaron en aquellos días y trajeron hostia al ídolo; y gozábanse en las obras de
sus manos. 42 Mas convirtió(g) Dios y entrególes a servir al ejército del cielo, según está escrito en
libro de los profetas:
Am. 5,25-27 ¿Acaso víctimas y hostias habéisme ofrecidoaños cuarenta en el desierto,
casa de Israel?43 Y recibisteis el tabernáculo de Molocy el astro del dios Refá(h);
las figuras que hicisteis, a ¡adorarlas!
y os trasladaré allende de Babilonia».
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2 a. O Harán.
Hechos Apostólicos
Capítulo 8
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Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles es dado el Espíritu, trajo a
ellos dinero, 19 diciendo: «Dad también a mí esta potestad de que, a quien impusiere
yo las manos reciba Espíritu Santo». 20 Y Pedro dijo a él: «Tu plata contigo sea en
perdición porque el don de Dios has pensado por dinero adquirir. 21 No hay para ti
parte ni herencia en esta palabra; que tu corazón no es recto delante de Dios. 22
Arrepiéntete, pues, de ésta tu maldad; y ruega al Señor, si por ventura se te perdonará
este pensamiento de tu corazón; 23 pues en hiel de amargura(b) y atadura de iniquidad
véote estar». 24 Y respondiendo Simón dijo: «Rogad vosotros por mí al Señor, para
que nada venga sobre mí de lo que habéis dicho». 25 Ellos, pues, ya habiendo
testificado y hablado la palabra del Señor, retornaron a Jerusalén; y muchas aldeas de
los samaritanos evangelizaban.
26 Y un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: «Levántate y vete hacia el
mediodía(c) a la vía, la que baja de Jerusalén a Gaza»; ésta es: desierta(d). 27 Y,
levantándose fuese. Y he aquí un varón etíope, eunuco poderoso de Candace(e), reina
de etíopes; el que era sobre todo el tesoro de ella; el que había venido adorando a
Jerusalén; 28 y estaba retornando y sentado sobre su carro; y leía al profeta Isaías. 29 Y
dijo el Espíritu a Felipe: «Llégate y júntate a este carro». 30 Y, corriendo allá Felipe,
oyóle leyendo a Isaías, el profeta, y dijo: «Con que, ¿conoces lo que lees?» 31 Y él
dijo: «Pues ¿cómo he de poder, si alguno no me guiare?» Y rogó a Felipe que, subiendo
se sentase con él. 32 Y el paraje de la Escritura que leía, era éste:
Is. 53,7.8. Como oveja, a matanza fue llevado;y como cordero delante del que le
trasquila,mudo así no abre su boca.33 En la humildad su juicio fue alzado(f):
su generación(g) ¿quién referirá?
pues alzada es de la tierra su vida.
34 Y, respondiendo el eunuco a Felipe dijo: «Ruégote ¿de quién el profeta dice esto?
¿de sí mismo o de otro alguno?» 35 Y, abriendo Felipe su boca, y empezando de esta
Escritura, evangelizóle a Jesús. 36 Y como iban por el camino, llegaron a un agua, y
dijo el eunuco: «He aquí agua: ¿qué impide sea yo bautizado?» 37 (Y dijo Felipe: «Si
crees de todo el corazón, lícito es». Y, respondiendo dijo: «Creo que el Hijo de Dios es
Jesucristo».) 38 Y mandó parar el carro; bajaron ambos al agua, y Felipe y el eunuco, y
bautizóle. 39 Y, cuando subieron del agua, Espíritu del Señor llevóse a Felipe, y no le
vio ya no, el eunuco; pues iba por su camino gozándose. 40 Y Felipe hallóse por Azoto;
y, atravesando, evangelizaba las ciudades todas, hasta venir él a Cesarea.
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3a. Devastaba.
23b. El vicio es amargo como hiel, y encadena al alma.
26c. El sur.
d. La llamada «desierta».
27e. Nombre genérico de las reinas etíopes; como Faraón de los soberanos egipcios; y César, de los
romanos.
33f. Arrebatóse, consumóse; fue condenado.
g. Su pueblo, el pueblo de su tiempo ¿quién podrá pintarlo? pintar su iniquidad.
Hechos Apostólicos
Capítulo 9
1 Y Saulo, aun respirando amenaza y matanza contra los discípulos del Señor,
acercándose al sumo sacerdote, 2 pidió de él cartas a Damasco para las sinagogas, a fin
de que, si algunos hallase de esta sentada, y hombres y mujeres, atados llevase a
Jerusalén. 3 Y en el camino aconteció acercarse él a Damasco; y de repente la
circunrelampagueó luz del cielo; 4 y cayendo en la tierra, oyó voz diciéndole: «Saúl,
Saúl, ¿qué me persigues?» 5 Y dijo: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a
quien tú persigues: duro para ti, recalcitrar contra el aguijón(a)». 6 Y temblando y
atónito, dijo: «Señor; ¿qué yo quieres haga?» 7 Y el Señor a él: «Levántate y entra en la
ciudad, y hablarásete lo que debes hacer». Pero, los varones, los que caminaban con él,
habíanse parado mudos, oyendo en verdad la voz; a nadie, empero viendo. 8 Y
levantóse Saulo de la tierra; y, abiertos los ojos, nada veía; y manuguiándole,
introdujeron en Damasco. 9 Y estuvo días tres no viendo, y no comió ni bebió. 10 Y
había cierto discípulo en Damasco, por nombre Ananías. Y dijo a él, en visión, el
Señor: «¡Ananías!». Y él dijo: «¡Señor!» Y el Señor a él: 11 «Levántate vete a la vía, la
llamada recta y busca en casa de Judas a Saulo por nombre Tarsense(b); pues he aquí
ora» 12 (y vio a un varón, en visión: Ananías por nombre, entrar e imponerle las
manos, para que volviese a ver). 13 Y respondió Ananías: «Señor, he oído de muchos
acerca de este varón: cuántos males a tus santos ha hecho en Jerusalén; 14 y aquí tiene
potestad, de los sumos sacerdotes, de atar a todos los que invocan tu nombre». 15 Y
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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dijo a él el Señor: «Vete, por que vaso de elección esme éste para llevar mi nombre a
faz, y de las gentes, y reyes e hijos de Israel; 16 que yo mostraréle cuanto debe, por mi
nombre, padecer». 17 Y fuese Ananías, y entró en la casa, y, poniendo sobre él las
manos, dijo: «Saúl hermano, el Señor hame enviado: Jesús, el aparecido a ti en el
camino que has andado, para que vuelvas a ver y lleno seas de Espíritu Santo». 18 Y
luego cayeron de sus ojos abajo como escamas; y volvió a ver, y levantándose, fue
bautizado; 19 y, tomando alimento, confortóse. Y quedóse con los en Damasco
discípulos días algunos; 20 y luego en las sinagogas predicaba a Jesús: que «éste es el
Hijo de Dios». 21 Y arrobábanse todos los que oían, y decían: «¿No es éste el que
asolaba en Jerusalén a los que invocan este nombre, y aquí a esto había venido; a fin de
que atados los llevase a los sumos sacerdotes?» 22 Y Saulo más fortalecíase y
confundía a los judíos: a los que habitaban en Damasco, demostrando que éste es el
Cristo. 23 Y, como se cumplían días bastantes, acordaron los judíos arrebatarle; 24 y
comunicóse a Saulo el acuerdo de ellos. Y guardaban también las puertas, y de día y de
noche, para arrebatarle. 25 Mas, tomando los discípulos a él, de noche, por el muro,
bajáronle descendiendo en una espuerta. 26 Y, llegando a Jerusalén, intentaba adherir a
los discípulos; y todos temíanle, no creyendo que es discípulo. 27 Mas Bernabé,
cogiéndole llevó a los apóstoles, y refirióles cómo en el camino vio al Señor, y que le
habló, y cómo en Damasco habló libremente en el nombre de Jesús. 28 Y estaba con
ellos entrando y saliendo de Jerusalén, hablando libremente en el nombre del Señor; 29
y hablaba y disputaba con los helenistas. Y ellos ponían mano para arrebatarle; 30 y,
conociendo los hermanos, lleváronle abajo a Cesarea, y de allí enviáronle a Tarso.
31 La Iglesia, en verdad, por toda la Judea, y Galilea y Samaria tenía paz, edificándose
y caminando con el temor del Señor; y con la consolidación del Santo Espíritu
multiplicábase. 32 Y aconteció que Pedro, que atravesaba por todos, descendió
también a los santos los que habitaban en Lida. 33 Y encontró allí a un hombre, por
nombre Eneas, desde años ocho, yaciente en litera; que estaba paralizado. 34 Y díjole
Pedro: «Eneas, sánate Jesucristo: levántate y aderezáte(c)». Y luego se levantó; 35 y
viéronle todos los que habitaban Lida y el Sarón; los cuales se convirtieron al Señor. 36
Y en Yope una discípula, por nombre Tabitá (la que, interpretada, se dice Dorcas(d));
—ésta era llena de obras buenas y limosnas que hacía. 37 Y aconteció en aquellos días
que, enfermando, murió; y, lavando, pusieron en azotea. 38 Y, cerca estando Lida de
Yope, los discípulos, oyendo que Pedro está en ella, enviaron dos varones a él,
rogando: «No tardes en venir hasta nosotros». 39 Y, levantándose Pedro, vino con
ellos; a quien, llegando, subieron a la azotea; y paráronse en torno de él todas las
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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viudas, llorando y mostrando túnicas y vestiduras: cuántas hacía, con ellas estando,
Dorcas. 40 Y, echando fuera a todos Pedro y, poniendo las rodillas, oró; y, volviéndose
al cuerpo, dijo: «Tabitá, levántate». Y ella abrió sus ojos, y, viendo a Pedro,
incorporóse. 41 Y, dándole mano, levantóla; y llamando a los santos y las viudas, con
ellos púsola viva. 42 Y notorio hízose por toda Yope; y creyeron muchos en el Señor.
43 Y aconteció días bastantes permanecer él en Yope, cerca de cierto Simón, curtidor.
36d. Corza.
Hechos Apostólicos
Capítulo 10
Conversión de Cornelio
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de nuevo, por vez segunda, a él: «Lo que Dios ha purificado, tú no comuniques(a)». 16
Y esto aconteció hasta tres veces; y luego recibido fue el recipiente en el cielo. 17 Y,
como dentro de sí vacilaba Pedro: qué fuese la visión que vio, he aquí los varones los
enviados de Cornelio, preguntando por la casa de Simón, detuviéronse en el atrio; 18 y,
llamando averiguaban: si «Simón, el sobreapellidado Pedro, aquí se hospeda».
19 Y, Pedro reflexionando sobre la visión, díjole el Espíritu: «He aquí varones dos,
buscándote; 20 empero, levantándote, desciende, y vete con ellos, nada considerando;
pues yo les he enviado». 21 Y, descendiendo Pedro a los varones, dijo: «He aquí yo soy
el que buscáis; ¿qué causa por la que estáis aquí?» 22 Y ellos dijeron: «A Cornelio,
centurión, varón justo y temiendo a Dios, y testimoniado, de toda la gente de los judíos,
revelado fue por un ángel santo hacerte venir a su casa y oír palabras de ti». 23
Llamándoles, pues, adentro, hospedó; y al siguiente día, levantándose, salió con ellos;
y algunos de los hermanos, de Yope fueron con él. 24 Y al siguiente día entró en
Cesarea; y Cornelio estaba aguardándoles, habiendo convocado sus parientes y
necesarios(b) amigos. 25 Y como aconteció entrar(c) Pedro, encontrándole Cornelio,
cayendo a los pies, adoró. 26 Mas Pedro levantóle, diciendo: «Alza: también yo mismo
hombre soy». 27 Y, conversando con él, entró; y halla reunidos muchos; 28 y dijo a
ellos: «Vosotros sabéis como ilegal es para varón judío adherir o acercarse a
alienígena; y a mí Dios mostró a nadie común o inmundo decir —a hombre(d); 29 por
lo cual también irreplicadamente he venido, habiéndoseme hecho venir. Pregunto,
pues: ¿con qué palabra habéisme hecho venir?» 30 Y Cornelio dijo: «Desde cuarto día
hasta esta hora, estaba yo, la nona, orando en mi casa; y he aquí un varón detúvose a faz
mía en veste radiosa; 31 y dijo: «Cornelio, escuchada ha sido tu oración; y las limosnas
tuyas recordadas han sido a faz de Dios. 32 Manda, pues, a Yope y llama acá a Simón,
que se sobreapellida Pedro: éste hospédase en casa de Simón, curtidor, junto a la mar».
33 Al punto, pues mandé a ti; y tú bellamente has hecho viniéndote. Ahora, pues, todos
nosotros a faz de Dios estamos aquí a oír todo lo ordenado a ti por el Señor». 34 Y,
abriendo Pedro la boca, dijo: «En verdad comprendo que no es de faz aceptador Dios;
35 sino que en toda gente el que le teme y obra justicia aceptable a él es. 36 La palabra
envió a los hijos de Israel evangelizando paz por medio de Jesucristo. Este es de todos
Señor. 37 Sabéis la venida palabra a través de toda la Judea; empezando de la Galilea,
con el bautismo que predicó Juan(e): a Jesús de Nazaret: 38 cómo ungióle Dios con
Espíritu Santo y fuerza; el cual pasó bien haciendo y sanando a todos los esclavizados
por el diablo; pues Dios era con él. 39 (Y ¡nosotros, testigos de todo lo que hizo en la
región de los judíos y Jerusalén!); al que también arrebataron suspendiendo de leño. 40
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A éste Dios resucitó al tercer día y dióle manifiesto hacerse, 41 no a todo el pueblo,
sino a testigos preelegidos por Dios: nosotros que hemos con él comido y con él bebido
después de resurgir él de muertos; 42 y mandónos predicar al pueblo y testimoniar que
éste es el determinado por Dios, juez de vivientes y muertos. 43 A éste todos los
profetas testifican: remisión de pecados recibir por su nombre todo el que cree en él».
44 Aún hablando Pedro estas palabras, cayó el Espíritu, el Santo, sobre todos los que
oían la palabra. 45 Y arrobábanse los de circuncisión fieles, cuantos vinieron con
Pedro, de que también sobre las gentes el don del Espíritu, el Santo, se ha derramado;
46 pues oíanles hablar en lenguas y magnificar a Dios. Entonces respondió Pedro: 47
«¿Acaso el agua puede estorbar alguno que no se bauticen éstos, los que el Espíritu, el
Santo, han recibido, tal como nosotros?» 48 Y ordenó que ellos en el nombre de
Jesucristo se bautizasen. Entonces, rogáronle permanecer allí días algunos.
Hechos Apostólicos
Capítulo 11
1 Y oyeron los apóstoles y los hermanos los que estaban por la Judea, que también las
gentes recibieron la palabra de Dios. 2 Y, cuando subió Pedro a Jerusalén, disceptaban
contra él los de la circuncisión, 3 diciendo: que «entraste a varones que prepucio tienen
y comiste con ellos». 4 Y, empezando Pedro exponíales todo, diciendo: 5 «Yo estaba
en ciudad de Yope orando, y vi, en éxtasis, visión: descendiendo cierto recipiente como
un lienzo grande, con cuatro puntas bajando del cielo, y vino hasta mí: 6 en el cual
fijándome, contemplaba y veía los cuadrúpedos de la tierra, y las fieras y los reptiles; y
los volátiles del cielo. 7 Y oí también una voz, diciéndome: «Levantándote, Pedro,
mata y come». 8 Y dije: «Jamás, Señor; pues común e inmundo nunca ha entrado en mi
boca». 9 Y respondió, por vez segunda, voz del cielo: «Lo que Dios ha purificado, tú no
comuniques». 10 Y esto aconteció hasta tres veces; y fue retirado de nuevo todo ello al
cielo. 11 Y he aquí, al punto, tres varones detuviéronse en la casa en que estábamos,
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enviados de Cesarea a mí. 12 Y dijo el Espíritu a mí venir con ellos, nada trepidando. Y
vinieron conmigo también estos seis hermanos, y entramos en la casa del varón; 13 y
refiriónos cómo vio al ángel en su casa, parado y diciendo: «Manda a Yope y haz venir
a Simón, el sobreapellidado Pedro; 14 quien hablará palabras a ti en que salvarás tú y
toda tu casa». 15 Y, al empezar yo a hablar, cayó el Espíritu, el Santo, sobre ellos, así
como también sobre nosotros al principio. 16 Y acordéme de la palabra del Señor:
como decía: «Juan ciertamente bautizó con agua; vosotros, empero, seréis bautizados
en Espíritu Santo». 17 Si, pues, el igual don dióles Dios como también a nosotros,
creyendo en el Señor Jesucristo, yo ¿quién era —poderoso a estorbar a Dios?» 18 Y,
oyendo esto, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: «¡Con que, también a las gentes
Dios el arrepentimiento para la vida ha dado!» 19 Mientras tanto, los diseminados por
la tribulación la hecha bajo Esteban, atravesaron hasta Fenicia, y Chipre y Antioquía, a
nadie hablando la palabra sino solamente a judíos, 20 Y había algunos de ellos, varones
cipriotas y cirenenses; los que, viniendo a Antioquía, hablaban también a los helenos,
evangelizando al Señor Jesús. 21 Y era mano del Señor con ellos; y mucho número, el
creyente, convertíanse al Señor. 22 Y oyóse la palabra en las orejas de la Iglesia, la que
había en Jerusalén, acerca de ellos; y enviaron a Bernabé hasta Antioquía; 23 quien,
llegado y viendo la gracia la de Dios, gozóse; y exhortaba a todos, en el propósito del
corazón permanecer en el Señor; 24 pues era varón bueno y lleno de Espíritu santo y fe.
Y añadióse turba bastante al Señor. 25 Y, salió a Tarso, a buscar a Saulo; y, hablando,
condujo a Antioquía. 26 Y acontecióles también un año entero conversar en la Iglesia y
enseñar turba bastante; y llamarse primeramente en Antioquía los discípulos:
cristianos. 27 En los mismos días descendieron de Jerusalén profetas a Antioquía; 28
y, levantándose uno de ellos, por nombre ágabo, manifestó por el Espíritu, que hambre
grande debía de haber sobre todo el orbe; la cual hubo bajo Claudio. 29 Y de los
discípulos, según abundaba alguno; —determinó cada cual de ellos, para servicio(a)
enviar a los que habitaban en la Judea— hermanos; 30 lo que también hicieron,
enviando a los ancianos, por mano de Bernabé y Saulo.
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Hechos Apostólicos
Capítulo 12
1 Y por aquel tiempo echó Herodes rey las manos a maltratar a algunos de los de la
iglesia. 2 Y arrebató a Santiago, el hermano de Juan, con cuchilla; 3 y viendo que grato
es a los judíos; añadió prender también a Pedro (y eran días de los ázimos); 4 al que
también atando puso en custodia, entregando a cuatro cuaternos de soldados para
custodiarle; queriendo, después de la pascua, subirle(a) al pueblo. 5 Y, ciertamente
Pedro era guardado en la custodia; oración, empero, era continuamente hecha de la
iglesia a Dios por él. 6 Y cuando había de sacarle fuera Herodes, aquella noche estaba
Pedro durmiendo en medio de dos soldados, atado con cadenas dos, y los guardas
delante de la puerta guardaban la custodia. 7 Y he aquí un ángel del Señor al par
detúvose, y luz esplendió en la habitación; y percutiendo el costado de Pedro,
despertóle, diciendo: «Levántate en rapidez». Y cayéronle las cadenas de las manos. 8
Y dijo el ángel a él: «Cíñete, y átate tus sandalias». E hizo así. Y dícele: «Lanza en
torno tu vestidura, y sígueme». 9 Y, saliendo, seguía, y no sabía que verdadero es lo
acontecido por el ángel; y pensaba visión mirar. 10 Y, atravesando primera custodia y
segunda, vinieron a la puerta la férrea, la que lleva a la ciudad; la cual automática
abrióseles; y, saliendo, avanzaron vía una, y luego retiróse el ángel de él. 11 Y Pedro,
en sí volviendo, dijo: «Ahora sé verdaderamente que ha enviado Señor su ángel y
arrancádome de mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».
12 Y, considerando, vino a la casa de María, la madre de Juan, el sobreapellidado
Marco; donde estaban bastantes congregados y orando. 13 Y, golpeando él a la puerta
del atrio, acudió una niña a escuchar, por nombre Rode. 14 Y, reconociendo la voz de
Pedro, de gozo, no abrió el atrio; y corriendo adentro anunció estar Pedro delante del
atrio. 15 Y ellos la dijeron: «Deliras» Mas ella aseguróles así ser. 16 Y ellos dijeron:
«El ángel es de él». Y Pedro seguía golpeando; y, abriendo, viéronle y extasiáronse. 17
Y, reprimiéndoles con la mano a callar, refirió cómo el Señor le sacó de la custodia; y
dijo: «Anunciad a Santiago y a los hermanos esto». Y, saliendo, fuése a otro lugar. 18
Y, venido el día, había turbación no poca en los soldados: qué, pues, Pedro se hubiese
hecho. 19 Y Herodes, buscándole y no hallando, juzgando a los guardas, mandó fuesen
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20 c. Trataban de desarmar las iras de él; cuyos dominios les suministraban los
víveres de que ellos carecían.
Hechos Apostólicos
Capítulo 13
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nosotros, resucitando a Jesús; 33 como también en salmo está escrito: el(e) segundo:
Hijo mío eres tú, yo hoy engendrádote he. 34 Y porque resucitóle de muertos al que ya
no debía retornar a corrupción, así ha dicho: que «os daré lo santo(f) de David, lo fiel».
35 Por esto también en otro dice: No darás a tu santo a ver corrupción. 36 Pues David
ciertamente, por propia generación(g), sirviendo a la de Dios voluntad, durmióse y fue
puesto con sus padres; 37 mas al que Dios resucitó, no vio corrupción. 38 Notorio,
pues, séaos, varones hermanos, que, por éste, a vosotros remisión de pecados se
anuncia; 39 de todo lo que no
podíais en ley de Moisés ser justificados; en éste todo creyente es justificado. 40 Mirad,
pues, que no sobrevenga lo dicho en los profetas:
41 Mirad, despreciadores y admirad y desvaneceos;pues obra obro yo en los días
vuestros;obra que no creeréis, no, si alguien os refiriere».
42 Y, saliendo ellos rogaban, para el entrante(h) sábado, se les
hablasen estas palabras. 43 Y, despedida la sinagoga, seguían muchos de los judíos y
de los timoratos prosélitos a Pablo y Bernabé; los cuales, hablándoles, persuadiéronles
de permanecer en la gracia de Dios. 44 Y el siguiente sábado casi toda la ciudad juntóse
a escuchar la palabra de Dios. 45 Y, viendo los judíos las turbas, llenáronse de celo; y
contradecían a lo por Pablo dicho, blasfemantes. 46 Y, libremente hablando Pablo a
Bernabé, dijeron: «A vosotros era menester primero se hablase la palabra de Dios; mas,
ya que rechazáisla y no dignos jusgáisos de la eterna vida, he aquí nos volvemos a las
gentes. 47 Pues así nos ha mandado el Señor:
Is. 49, 6 Puesto te he en luz de las gentes,para que seas en salud hasta el último de la
tierra».
48 Y, oyendo las gentes, alegrábanse y glorificaban la palabra de Dios; y creyeron
cuantos destinados estaban a la vida eterna; 49 y divulgábase la palabra del Señor por
toda la región. 50 Pero los judíos instigaron a las timoratas mujeres, las nobles, y a los
primeros de la ciudad, y excitaron persecución contra Pablo y Bernabé; y arrojáronles
de sus confines. 51 Y ellos, sacudiendo el polvo de los pies sobre ellos, vinieron a
Iconio; 52 y los discípulos llenáronse de gozo y Espíritu Santo.
8 a. «Mago», en árabe.
9 b. Más exactamente: Paulo.
42 h. Próximo.
Hechos Apostólicos
Capítulo 14
1 Y aconteció en Iconio a una entrar ellos en la sinagoga de los judíos, y hablar, así que
creyeron de judíos y helenos harta muchedumbre. 2 Pero los inconvencidos judíos
excitaron y maltrataron(a) las almas de las gentes contra los hermanos. 3 En tanto
bastante tiempo pasaron libremente hablando en el Señor, el que testificaba la palabra
de su gracia, dando que señales y prodigios hubiera por las manos de ellos; 4 pero
dividióse la muchedumbre de la ciudad, y unos eran con los judíos, otros con los
apóstoles. 5 Y, como hubo ímpetu, y de las gentes y de los judíos con los príncipes de
ellos, para ultrajar y lapidarles, 6 comprendiendo(b) refugiáronse en las ciudades de
Licaonia: Listra y Derbe, y la circunvecindad; 7 y allí evangelizando estaban.
8 Y un varón impotente, entre listrios, de los pies, sentado estaba, cojo desde el vientre
de su madre; el que jamás había andado. 9 Este oía a Pablo hablando; quien, fijándose
en él y viendo que tiene fe para salvarse; 10 dijo con grande voz: «Levántate sobre tus
pies recto». Y saltó; y paseábase; 11 Y las turbas, viendo lo que hizo Pablo, alzaron su
voz, en licaonio, diciendo: «Los dioses, hechos semejantes a hombres, han descendido
a nosotros»; 12 y llamaban a Bernabé, Júpiter, y a Pablo, Mercurio; puesto que él era el
guía de la palabra; 13 y el sacerdote de Júpiter del que estaba(c) delante de la ciudad,
toros y coronas a las puertas trayendo, con las turbas quería sacrificar. 14 Mas, oyendo
los apóstoles Bernabé y Pablo, desgarrando sus vestiduras, saltando fueron a la turba,
gritando, 15 y diciendo: «Varones, ¿qué esto hacéis? También nosotros a par pasibles
con vosotros somos —hombres; que os evangelizamos de estas cosas vanas volveros al
Dios viviente; quien hizo el cielo, y la tierra, y la mar y todo lo en ellos; 16 quien en las
pasadas generaciones dejó a todas las gentes andar por los caminos de ellas; 17 aunque
no intestimoniado(d) a sí mismo se dejó, bien obrando desde el cielo, a vosotros lluvias
dando y tiempos fructíferos, llenando de alimento y regocijo vuestras almas». 18 Y,
esto diciendo, apenas apaciguaron al pueblo que no sacrificaran a ellos. 19 Y
sobrevinieron de Antioquía y de Iconio judíos, y persuadiendo a las turbas y lapidando
a Pablo, arrastraban fuera de la ciudad; pensando que estaba muerto. 20 Mas,
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6b. Los apóstoles. 13c. Tenía su templo. 17d. Dando testimonio de sí mismo: dándose a conocer por
sus beneficios. 23e. Iglesia por iglesia.
Hechos Apostólicos
Capítulo 15
Concilio de Jerusalén
Dios que, por boca mía, oyesen las gentes la palabra del evangelio y creyesen. 8 Y el
cordiconocedor Dios testimonióles, dando el Espíritu, el Santo, tal como también a
nosotros; 9 y nada diferenciaba en medio y de nosotros y de ellos, por la fe purificando
sus corazones. 10 Ahora, pues, ¿qué tentáis a Dios, imponiendo yugo sobre la cerviz de
los discípulos; el que ni los padres de nosotros ni nosotros hemos podido llevar?» 11
Empero, por la gracia del Señor Jesús creemos salvarnos de la manera que también
aquéllos». 12 Y calló toda la muchedumbre; y oían a Bernabé y Pablo referir cuán
grandes cosas hizo Dios: señales y prodigios, en las gentes por ellos. 13 Y, después de
callar ellos, respondió Santiago, diciendo: «Varones hermanos, oídme: 14 Simeón(b)
ha narrado del modo que primero Dios miró a tomar, de las gentes, un pueblo para su
nombre. 15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, según está escrito:
16 Después de esto, volveré y reedificaréla tienda de David, la caída,y lo deshecho en
ella reedificaré y reendureceréla,17 para que requieran los restantes de los hombresal
Señor, y todas las gentes, sobre las cuales hasido invocado mi nombre —sobre ellos,
dice el Señor,que hace estas cosas 18 conocidas desde el siglo(son para Dios sus
obras).
19 Por lo cual juzgo no recargar a los que de las gentes se conviertan a Dios; 20 sino
encargarles abstenerse de las contaminaciones de los ídolos y de la ramería(c), y lo
sofocado y de la sangre. 21 Porque Moisés, desde generaciones antiguas, por ciudades
tiene quien le prediquen, por todo sábado leído». 22 Entonces pareció a los apóstoles y
a los ancianos con toda la iglesia, elegidos varones de entre ellos enviar a Antioquía,
con Pablo y Bernabé: a Judas, el llamado Barsabás, y Silas, varones principales de los
hermanos; 23 escribiendo por mano de ellos: «Los apóstoles y ancianos hermanos, a
los de Antioquía, y Siria y Cilicia hermanos los de entre las gentes, ¡salud! 24 Ya que
hemos oído que algunos de entre nosotros os han turbado con palabras, arruinando
vuestras almas, a los que no hemos encargado, 25 nos ha parecido, convenidos
unánimemente(d), elegidos varones enviar a vosotros, con nuestros amados Bernabé y
Pablo, 26 hombres que han entregado sus almas por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo. 27 Hemos, pues, enviado a Judas y Silas, para que también ellos, de palabra,
refieran lo mismo. 28 Pues ha parecido al Espíritu, el Santo, y a nosotros ninguna carga
más imponeros que esto necesario; 29 abstenerse de lo sacrificado a ídolos, y de
sangre, y de lo sofocado y de ramería; de lo cual guardándoos, bien pasaréis.
Conservaos». 30 Así, pues, despedidos, bajaron a Antioquía; y, congregando la
muchedumbre, entregaron la epístola; 31 y, leyendo, gozáronse por la consolación. 32
Y Judas y Silas, también ellos profetas siendo, por palabra mucha consolaron a los
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hermanos y confirmaron. 33 Y, habiendo hecho(e) tiempo, fueron despedidos con paz(f), por
los hermanos, a los que les enviaron. 34 Y pareció a Silas quedarse allí; y solo Judas
partió. 35 Y Pablo y Bernabé conversaban en Antioquía, enseñando y evangelizando,
también con otros muchos, la palabra del Señor. 36 Y, después de algunos días, dijo a
Bernabé Pablo: «Retornando ya, visitemos a los hermanos, por ciudad toda, en las que
hemos anunciado la palabra del Señor(g): cómo están». 37 Y Bernabé quería llevar
también juntamente a Juan, el llamado Marco; 38 Pablo, empero, estimaba que al que
se separó de ellos, de Panfilia, y no vino junto con ellos a la obra —no llevar
juntamente a éste. 39 Y hubo exacerbación(h), que se retiraron el uno del otro, y que
Bernabé llevando a Marco, zarpó a Chipre. 40 Mas Pablo, eligiendo a Silas, salió,
entregado(i) a la gracia del Señor por los hermanos; 41 y atravesó la Siria; confirmando
las iglesias (mandando guardar los preceptos de los apóstoles y ancianos).
2 a. Los judaizantes.
14 b. Simón.
20 c. Idolatría, excesos idolátricos.
Hechos Apostólicos
Capítulo 16
Timoteo en Macedonia
Lidia una pitonisa
1 Y bajó también a Derbe y a Listra. Y he aquí un discípulo había allí, por nombre
Timoteo, hijo de mujer judía fiel y de padre heleno; 2 quien era testificado por los en
Listra e Iconio hermanos. 3 Este quiso Pablo que con él saliera, y, acogiendo,
circuncidóle, por los judíos que había en aquellos lugares; pues sabían todos ellos que
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heleno su padre era. 4 Y, como pasaban por las ciudades, entregaban a ellos los
decretos los juzgados por los apóstoles y ancianos, los en Jerusalén. 5 Las iglesias; en
verdad, confirmábanse en la fe, y abundaban por el número cada día; 6 y atravesaron la
Frigia y Galacia región, detenidos por el Santo Espíritu de hablar la palabra en el Asia;
7 y, viniendo por(a) la Misia, intentaron a la Bitinia ir, y no dejóles el Espíritu de Jesús;
8 y, pasando(b) de la Misia, descendieron a la Tróade. 9 Y visión de noche a Pablo
aparecióse: un varón macedonio estaba parado y rogándole y diciendo: «Pasando a
Macedonia, ayúdanos». 10 Y, como la visión vio, luego buscamos salir para
Macedonia, considerando que nos había llamado Dios a evangelizarles. 11 Zarpando,
pues, de Tróade, enderezamos a Samotracia y, al siguiente día, a Nápolis; 12 y de allí, a
Filipos; la cual es primera, de la parte de la Macedonia —ciudad, colonia(c). Y
estábamos en esta ciudad pasando días algunos; 13 y el día de los sábados salimos
fuera de la puerta al río donde pensábamos oración haber; y sentándonos, hablábamos a
las reunidas mujeres. 14 Y una mujer por nombre Lidia, purpurera(d) de ciudad de
Tiatira, temiendo a Dios, oía; de quien el Señor abrió el corazón a atender a lo hablado
por Pablo. 15 Y, como se bautizó y la casa de ella, rogó, diciendo: «Si habéis juzgado
que fiel al Señor soy, entrando a mi casa, permaneced»; y fuénos obligando. 16 Y
aconteció, yendo nosotros a la oración, que una niña que tenía espíritu pitónico(e) nos
encontró; la cual ganancia mucha brindaba a sus amos, adivinando. 17 Esta siguiendo en pos
de Pablo y nosotros, gritaba, diciendo: «Estos hombres siervos del Dios, el Altísimo,
son; los que anuncian a vosotros camino de salud». 18 Y esto hacía por muchos días. E
indignándose Pablo y volviéndose, al espíritu dijo: «Mándote en nombre de Jesucristo
salir de ella». Y salió a la misma hora. 19 Mas, viendo los amos de ella que salió la
esperanza de la ganancia de ellos, cogiendo a Pablo y Silas arrastraron al ágora, a los
príncipes; 20 y llevándoles hasta los estrategos, dijeron: «Estos hombres conturban
nuestra ciudad, judíos como son; 21 y anuncian costumbres que no nos es lícito recibir
ni hacer, romanos siendo». 22 Y, junta en torno púsose la turba contra ellos; y los
estrategos, desgarrando de ellos las vestiduras, mandaban avarillar; 23 y golpes
imponiéndoles muchos, arrojaron en custodia, encargando al guardaprisión
seguramente guardarles; 24 quien, encargo tal recibiendo, arrojóles en la interior
custodia, y los pies aseguró de ellos sobre el leño. 25 Mas, por la medianoche, Pablo y
Silas, orando, himnodiaban a Dios; y escuchábanles los presos. 26 Y súbitamente
terremoto hubo grande, que se estremecieron los cimientos de la prisión; y abriéronse
al punto las puertas todas, y de todos las ataduras soltáronse. 27 Y, del sueño
despertado el guardaprisión, y viendo abiertas las puertas de la custodia, tirando de la
cuchilla, íbase a sí mismo arrebatar, pensando haberse huido los presos. 28 Pero voceó
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Pablo con gran voz, diciendo: «Nada hagas a ti mismo de malo; que todos nosotros
estamos aquí». 29 Y, pidiendo antorcha, saltó cerca; y, tembloroso poniéndose, cayó
ante Pablo y Silas; 30 y, sacándoles fuera, dijo: «Señores, ¿qué debo hacer para
salvarme?» 31 Y ellos dijeron: «Cree en el Señor Jesús, y te salvarás tú y tu casa». 32 Y
habláronle la palabra de Dios, con todos los de su casa. 33 Y, tomándoles consigo, en
aquella hora de la noche, lavó de los golpes(f); y bautizóse él y los suyos todos ellos al
punto; 34 y, subiéndoles a su casa, púsoles delante mesa, y alborozóse casa entera,
creyendo en Dios. 35 Y, amaneciendo, enviaron los estrategos a los varilleros,
diciendo: «Suelta a aquellos hombres». 36 Y anunció el guardaprisión las palabras a
Pablo: que «han enviado los estrategos porque se os suelte; ahora, pues, idos en paz».
37 Pero Pablo dijo a ellos: «Flagelándonos públicamente, no juzgados, a hombres
romanos como somos, han arrojado en custodia ¿y ahora ocultamente nos arrojan
fuera? No, por cierto; sino que, viniendo ellos nos saquen fuera». 38 Y anunciaron a los
estrategos los varilleros estas palabras; y temieron, oyendo que romanos son; 39 y,
viniendo, consoláronles; y, sacando fuera, rogaron se retirasen de la ciudad. 40 Y,
viendo a los hermanos, consoláronles y salieron.
7 a. Cerca de.
8 b. De largo.
12 c. Romana.
14 d. Vendedora de púrpura.
16 e. De Pitón o Apolo, llamado así por haber matado a la serpiente Pitón. Porinflujo demoníaco
vaticinaba el oráculo de Apolo. 33 f. Las llagas.
Hechos Apostólicos
Capítulo 17
219
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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20 e. Extranjeras, singulares. 26 f. A los pueblos y fijándoles sus límites. Como a cada hombre, así
gobierna Dios
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Hechos Apostólicos
Capítulo 18
Otras predicaciones
En Corinto
con los judíos. 20 Mas, rogándole ellos por más tiempo quedar, no consintió; 21 sino
que separándose y diciendo: «De nuevo tornaré a vosotros, Dios queriendo», partió de
éfeso; 22 y, descendiendo a Cesarea, subiendo y saludando a la iglesia(d), descendió a
Antioquía; 23 y, haciendo tiempo alguno, salió, atravesando sucesivamente la galática
región y Frigia, confirmando a todos los discípulos. 24 Y un judío, Apolo(e) por
nombre, alejandrino por el linaje, varón elocuente, dirigióse a éfeso; poderoso siendo
en las Escrituras. 25 Este era instruido en el camino del Señor, y ardiente del espíritu, y
hablaba y enseñaba exactamente lo de Jesús, sabiendo sólo el bautismo de Juan; 26 y
éste empezó a hablar libremente en la sinagoga. Y, oyéndole, Priscila y Aquila
acogiéronle y más exactamente expusiéronle el camino de Dios. 27 Y, queriendo él
atravesar a la Acaya, alentando(f) los hermanos escribieron a los discípulos le
acogieran; quien, llegando, aprovechó mucho a los que habían creído por la gracia; 28
pues fuertemente a los judíos acallaba, en público demostrando por las Escrituras ser el
Cristo, Jesús.
Hechos Apostólicos
Capítulo 19
1 Y aconteció, mientras Apolo estaba en Corinto, que Pablo, atravesando las superiores
partes, viniese a éfeso y hallase algunos discípulos; 2 y dijo a ellos: «¿Si Espíritu Santo
habéis recibido creyendo?» Y ellos a él: «Pero ni si Espíritu Santo hay hemos oído». 3
Y dijo: «¿En qué(a), pues, habéis sido bautizados? Y ellos dijeron: «En el de Juan
bautismo». 4 Y dijo Pablo: «Juan bautizó bautismo de arrepentimiento, al pueblo
diciendo, en el que venía después de él creyesen; esto es: en Jesús» 5 Y, oyendo
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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3 a. Nombre.
12 b. Sólo la piel de rostro y manos; ni siquiera el cuerpo. Sudarios y delantales sonprendas de vestir
accesorias. 18 c. Mágicas. 19 d. Mágicas.
e. La miríada -10,000 denarios. Cinco miríadas, unos 36 mil marcos.
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Hechos Apostólicos
Capítulo 20
enseñaros, en público y por casas; 21 conjurando, y a los judíos y a helenos al para con
Dios arrepentimiento, y fe en nuestro Señor Jesús. 22 Y ahora, he aquí ligado yo por el
Espíritu, parto a Jerusalén; lo que en ella ha de ocurrirme no sabiendo; 23 sólo que el
Espíritu, el Santo, en cada ciudad, protéstame, diciendo que prisiones y tribulaciones
me aguardan. 24 Empero, de ninguna manera estimo mi alma preciosa para mí(f), para
consumar mi carrera y el ministerio que he recibido del Señor Jesús: de testificar
grandemente el evangelio de la gracia de Dios. 25 Y ahora he aquí yo sé que ya no
veréis mi rostro todos vosotros en quienes he pasado, predicando el reino (de Dios). 26
Por lo cual protéstoos en el día de hoy que puro soy de la sangre de todos; 27 pues no he
rehuido el anunciar toda la voluntad de Dios a vosotros. 28 Atended a vosotros y toda
la grey en que a vosotros el Espíritu, el Santo, ha puesto por obispos(g) para apacentar
la Iglesia de Dios; la que ha adquirido por la sangre la propia. 29 Porque yo sé que
entrarán, después de mi partida, lobos pesados en vosotros, no perdonando a la grey; 30
y de entre vosotros mismos levantaránse varones hablando cosas perversas, para
apartar a los discípulos en pos de sí. 31 Por lo cual velad, rememorando que un trienio
noche y día no he cesado con lágrimas de amonestar a cada cual. 32 Y lo que es ahora,
encomiéndoos al Señor y a la palabra de su gracia(h), al que puede edificar y dar
herencia en los santificados todos. 33 Plata u oro
o vestimenta de nadie he codiciado; 34 vosotros mismos conocéis que a mis
necesidades y a los que están conmigo han servido estas manos. 35 Todo os he
manifestado, pues los que así se fatigan, han de acoger a los enfermos(i), y recordar las
palabras del Señor Jesús, pues él dijo: «Bienaventurado es más bien dar que recibir».
36 Y, esto diciendo poniendo sus rodillas, con todos ellos oró. 37 Y bastante llanto
hubo en todos; y, cayendo sobre el cuello de Pablo besábanle tiernamente, apesarados
sobre todo por la palabra que había dicho: que ya su rostro no habían de ver. Y
acompañábanle al barco.
4 a. Hijo de. 7 b. El primero (día) de la semana. 9 c. Oprimido hondamente.
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Hechos Apostólicos
Capítulo 21
de la ley son; 21 e informados han sido acerca de ti que separación enseñas de Moisés a
todos los, entre las gentes, judíos, diciendo no circuncidar ellos a los hijos ni con las
costumbres caminar. 22 ¿Qué, pues, es(c)? Ciertamente se ha de juntar muchedumbre;
pues oirán que has venido. 23 Esto, pues, haz que te decimos: tenemos varones cuatro,
voto teniendo sobre sí; 24 a éstos tomando contigo, santifícate(d) con ellos y gasta en
ellos que se rasuren la cabeza; y conocerán todos que lo de que han sido informados
acerca de ti, nada es, sino que caminas también tú mismo, guardando la ley. 25 Y,
acerca de las creyentes gentes, nosotros hemos enviado, juzgando que se guarden ellos,
y de lo sacrificado a ídolos, y sangre, y lo sofocado y ramería». 26 Entonces Pablo,
tomando consigo a los varones al otro día, con ellos santificándose, entraba en el
santuario, anunciando doquier el cumplimiento de los días de la santificación; hasta
ofrendarse por cada uno de ellos la ofrenda. 27 Y, como se iban los siete días a cumplir,
los del Asia judíos, viéndole en el santuario, concitaban toda la turba; y echaron sobre
él las manos, 28 gritando: «Varones israelitas, ayudad. Este es el hombre, el que contra
el pueblo, y la ley, y este lugar, a todos en todas partes enseña; y ya también a los
helenos ha llevado al santuario y comunicado(e) este santo lugar». 29 Pues habían visto
a Trófimo, el efesio, en la ciudad con él, al que pensaban que al santuario introducía
Pablo. 30 Y, movióse la ciudad entera, y hubo concurso del pueblo; y, cogiendo a
Pablo, arrastráronle fuera del santuario; y luego cerráronse las puertas. 31 Y,
buscándole matar, subió aviso al tribuno del manípulo(f) que entera se confunde
Jerusalén; 32 quien al punto tomando soldados y centuriones, corrió abajo(g) a ellos. Y
ellos viendo al tribuno, y los soldados cesaron de golpear a Pablo. 33 Entonces,
llegándose el tribuno, cogióle y mandó se le atara con cadenas dos; e indagaba quién
era, y qué había estado haciendo. 34 Y unos una cosa, otros otra gritábanle en la turba;
y, no pudiendo él conocer lo cierto por el tumulto, mandó se le llevase al campamento.
35 Y, cuando llegó a las gradas(h), aconteció ser llevado él por los soldados, por la
violencia de la turba; 36 pues seguía la muchedumbre del pueblo, gritantes;
«¡Arrebátale!»(i). 37 Y, yéndole a entrar en el campamento, Pablo dijo al tribuno: «¿Si
lícito me es decir algo a ti?» Y él dijo: «¿Griego sabes?» 38 Pues ¿no eres tú el egipcio,
el que, antes de estos días, sublevó y sacó al desierto los cuatro mil varones de los
sicarios?». 39 Y dijo Pablo: «Yo hombre ciertamente soy judío, tarsense, de la Cilicia,
de no desconocida ciudad ciudadano; y ruégote, permíteme hablar al pueblo»; y,
silencio haciéndose mucho, arengóles, en hebrea lengua diciendo:
8 a. Que evangelizaba.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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b. Diáconos.
22 c. ¿qué hay que hacer? 24 d. Guarda retiro religioso, rasurándote y haciendo los sacrificios legales.
28 e. Hecho común, profano. 31 f. Jefe de la fuerza militar.
Hechos Apostólicos
Capítulo 22
Hechos Apostólicos
Capítulo 23
Ante el sanedrín
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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aprehendido por los judíos y que iba a ser arrebatado por ellos, acudiendo con el
ejército, arranqué después que entendí que romano es; 28 y, queriendo conocer la causa
que le objetaban, descendíle al sanedrín de ellos; 29 al que hallé acusado sobre
cuestiones de la ley de ellos, por ninguna digna de muerte o cadenas teniendo
acusación. 30 Y, delatada a mí asechanza que contra el varón había, al pronto he(c)
enviado a ti, anunciando a la vez también a los acusadores decir lo contra él delante de
ti». 31 Los soldados, pues, según lo ordenado a ellos, cogiendo a Pablo, llevaron al
través de la noche a Antipátride; 32 y al siguiente día, dejando a los jinetes irse con él,
retornaron al campamento; 33 los cuales, entrando en Cesarea y entregando la epístola
al presidente, pusieron también a Pablo delante de él, 34 Y leyendo y preguntando de
qué provincia es, y sabiendo que de Cilicia, 35 «Por entero oiréte, dijo, cuando también
tus acusadores llegaren», mandando en el pretorio, el de Herodes, guardarle.
Hechos Apostólicos
Capítulo 24
En Cesarea
1 Y, después de cinco días, bajó el sumo sacerdote Ananías con ciertos ancianos y
cierto rétar Tertulo; los cuales presentarónse al presidente contra Pablo. 2 Y, llamado
él, empezó a acusar Tertulo, diciendo: 3 «Mucha paz alcanzando nosotros por ti, y
mejoras haciéndose a esta gente por tu providencia, y del todo y en todas partes,
recibimos(a), óptimo Félix, con toda gratitud. 4 Y, para no mucho molestarte, ruego nos
oigas brevemente, con tu clemencia. 5 Pues, hallando a este varón peste y que mueve
disensiones a todos los judíos los del orbe, y jefe de la de los nazarenos secta; 6 quien
también el santuario ha probado a mancillar, a quien también prendimos (y según
nuestra ley quisimos juzgar); 7 pero, llegando Lisias, el tribuno, con mucha fuerza, de
nuestras manos sacó, 8 mandando a los acusadores de él venir a ti); de quien podrás tú
mismo, inquiriendo acerca de todo esto, conocer de qué nosotros le acusamos». 9 Y
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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asintieron a la vez asimismo los judíos, afirmando ser así. 10 Y respondió Pablo,
significándole el presidente que hablara: «Que, de muchos años, eres juez de esta gente
sabiendo yo, tranquilamente lo acerca de mí vindico; 11 pudiendo tú conocer que no
más llevo que días doce, desde que ascendí a adorar en Jerusalén. 12 Y, ni en el
santuario hanme hallado con alguien disputando, o concurso haciendo de turba, ni en
las sinagogas ni por la ciudad; 13 ni demostrar podránte de lo que aquí mismo me
acusan. 14 Y confieso esto a ti que, según el camino que dicen secta, así sirvo al
paterno Dios, creyendo en lo que por la ley y los profetas escrito está; 15 esperanza
teniendo en Dios que, la que también estos mismos aguardan resurrección habrá de
haber, y de justos y de injustos. 16 En esto(b) también yo mismo trabajo por ilesa
conciencia tener para con Dios y los hombres siempre. 17 Y, después de años varios,
limosnas haciendo a mi gente, llegué, y votos; 18 en los que me hallaron santificado en
el santuario, no con turba, ni con tumulto; mas(c) algunos del Asia judíos; 19 los que
deberían ante ti comparecer y acusar, si algo tuvieran contra mí. 20 O estos mismos
digan cuál hallaron iniquidad, parado yo ante el sanedrín; 21 sino por solo esta voz con
que clamé, entre ellos parado: que «por resurrección de muertos yo soy juzgado de
vosotros». 22 Y difirióles Félix, muy bien sabiendo lo de este camino(d), diciendo:
«Cuando Lisias, el tribuno, descendiere, acabaré de conocer lo entre vosotros, 23
ordenando al centurión guardarle, y tener(e) alivio y a nadie estorbar de los propios
suyos que le sirviesen. 24 Y después de algunos días, llegando Félix con Drusila, su
mujer, que era judía, llamó y oyóle acerca de la en Cristo Jesús fe. 25 Pero, disputando
él sobre justicia, y continencia y el juicio venidero, temeroso volviéndose Félix,
respondió: «Lo que ahora es, vete; pero, ocasión a su vez cogiendo, a su vez he de
llamarte»; 26 juntamente también esperando que dinero sería dado por Pablo; por lo
cual también más a menudo a él llamando a sí, conversaba con él. 27 pero, un bienio
cumplido, recibió sucesor Félix: a Porcio Festo; y queriendo gracia conceder a los
judíos, dejó a Pablo atado.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Hechos Apostólicos
Capítulo 25
Ante Festo
sobre el propio temor divino(d) tenían contra él, y sobre cierto Jesús muerto; quien
afirma Pablo que vive. 20 Y, vacilando yo en la acerca de estas cosas investigación,
decía yo si quería él ir a Jerusalén, y allí ser juzgado sobre ellas. 21 Pero, Pablo,
apelando: que se le guardase para el del Augusto(e) conocimiento, mandé se le
guardase hasta enviarle yo a César». 22 Y Agripa dijo a Festo: «Querría yo también al
hombre oír». «Mañana, dice, oirásle». 23 Al siguiente día, pues, viniendo Agripa y
Bernice con mucha ostentación y entrando en la audiencia, con los tribunos y varones
los por excelencia de la ciudad, y, mandando Festo, se trajo a Pablo. 24 y dice Festo:
«Agripa rey, y todos los que con nosotros estáis varones, veis a éste, acerca del cual
toda la muchedumbre de los judíos dirigióse a mí en Jerusalén, y aquí gritando que no
debe él vivir más ya. 25 Y yo averigué que nada digno él de muerte había hecho; y, éste
mismo apelando al Augusto, juzgué enviar. 26 Sobre el que algo seguro que escribir al
señor no tengo; por lo cual hele sacado a vosotros, y sobre todo a ti, rey Agripa, para
que, la investigación hecha, tenga yo qué escribir, 27 pues irracional me parece, que
quien envía a un preso, las contra él acusaciones no manifieste también».
10 a. El tribunal del procurador es el mismo del César. 11 b. Entregar. 16 c. Entregarle por gracia,
condescendencia. 19 d. Religión.
Hechos Apostólicos
Capítulo 26
sentados con ellos; 31 y, retirándose, hablaban entre sí, diciendo: que «nada de muerte
o cadenas practica este hombre». 32 Y Agripa a Festo dijo: «Soltar se podía a este
hombre, si no hubiese apelado a César».
6 a. Del Mesías.
11 b. Les hacía fuerza para que blasfemaran a Jesús.
14 c. Proverbial.
16 d. Servidor y testigo de las cosas que hubo, cuando me viste y de las que habrá cuando te
apareciere yo.
21 e. Matarme.
Hechos Apostólicos
Capítulo 27
Viaje a Roma
1 a. De la cohorte Augusta.
7 b. Promontorio de Creta.
9 c. El día grande de ayuno a fines de septiembre.
13 d. Viento sur.
14 e. La nave.
f. Euro - este, y aquilón - norte. 17 g. Atando el esquife a la nave para favorecerla del embate de las
olas.
h. Ancla o algo semejante. 24 i. Obsequiar, hacer gracia de... 38 j. Cereales, víveres. 40 k. La vela
mayor.
Hechos Apostólicos
Capítulo 28
1 Y salvos, entonces conocieron que Melite(a) la isla se llama. 2 Y los bárbaros(b) nos
brindaron no poca humanidad; pues encendiendo hoguera, nos acogieron a todos, por
la lluvia inminente y por el frío. 3 Y, recogiendo Pablo de fajina un haz y poniendo en
el fuego, una víbora, del calor saliendo, pegóse(c) a su mano. 4 Y, como vieron los
bárbaros colgado el animal de su mano, unos a otros decían: «A fe asesino es este
hombre; a quien, salvo del mar, la justicia vivir no ha dejado». 5 El, empero,
sacudiendo al animal en el fuego, padeció ningún mal; 6 pero ellos aguardaban a que él
se hubiese de inflamar o caer súbitamente muerto. Y mucho ellos aguardando, y viendo
que nada insólito le sucedía, cambiando, decían que era un dios. 7 Y en los alrededores
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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de aquel lugar había predios del primero de la isla, por nombre Publio; el que,
acogiéndonos, días tres amigablemente hospedó. 8 Y aconteció que el padre de Publio
de fiebres y disentería afligido yacía; a quien Pablo, entrando y orando, poniendo las
manos sobre él, sanó. 9 Y, esto sucedido, los demás los que en la isla tenían
enfermedades, acercábanse y eran curados; 10 los cuales también con muchos honores
honrábannos; y, zarpando, nos allegaron lo necesario. 11 Y, después de tres meses,
zarpamos en barco que había invernado en la isla alejandrino, por enseña:
Dioscóridas(d). 12 Y, bajando a Siracusa, quedamos allí días tres; 13 de donde
rodeando, llegamos a Regio. Y, después de un día, viniendo noto, al segundo vinimos a
Putéolos; 14 donde, hallando hermanos, rogósenos con ellos permanecer días siete; y
así a Roma vinimos. 15 Y de allí los hermanos, oyendo lo acerca de nosotros, nos
vinieron al encuentro hasta el de Apio foro, y Tres Tabernas: a los que viendo Pablo
agradeciendo a Dios, tomó ánimo.
16 Y, cuando entramos a Roma, permitióse a Pablo quedar solo con el custodiante
soldado. 17 Y aconteció, después de días tres, convocar él a los que eran, de entre los
judíos, primeros; y congregados ellos, les decía: «Yo, varones hermanos, nada en
contra haciendo del pueblo o de las costumbres las paternas, encadenado, de Jerusalén,
he sido entregado en las manos de los romanos; 18 los cuales, interrogando, me querían
soltar, porque ninguna causa de muerte había en mí; 19 pero, contradiciendo los judíos,
forzado fui a apelar a César, no como de la gente mía teniendo algo que acusar. 20 Por
esta causa, pues, os he llamado a ver y hablar; pues por la esperanza(e) de Israel de esta
cadena rodeado estoy». 21 Y ellos le dijeron: «Nosotros ni letras acerca de ti hemos
recibido de la Judea; ni, llegando alguno de los hermanos, ha anunciado o hablado algo
de ti malo. 22 Pero por conveniente tenemos de ti oír qué piensas; pues, lo que es esta
secta, conocido nos es que doquiera se le contradice». 23 Y, habiéndole fijado día,
vinieron a él al hospedaje los más; a quienes exponía testificándoles mucho el reino de
Dios, y persuadiéndoles acerca de Jesús, y por la ley de Moisés y los profetas, de
mañana a tarde. 24 Y unos obedecían a lo que se decía; otros, empero no creían; 25 y,
discordes estando entre sí, despidiéronse; diciendo Pablo palabra una: que «bellamente
el Espíritu, el Santo, ha hablado por Isaías, el profeta, a vuestros padres diciendo:
26 «Vete a este pueblo y di:«Con oído oiréis, y no entenderéis, no;y mirando miraréis,
y no veréis, no.27 pues se endureció el corazón de este pueblo,y con las orejas
pesadamente han oído,y sus ojos han ido cerrando,que jamás vean con los ojos,y con
las orejas oigan,y con el corazón entiendan: y se conviertan y les sane».
28 Conocido, pues, os sea que a las gentes ha sido enviado esta salud de Dios; ellos
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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también oirán». 29 (Y esto él diciendo, retiráronse los judíos, cuestión entre sí teniendo
mucha).
30 Y permaneció un bienio entero en propia casa de alquiler; y recibía a todos los que
entraban a él; 31 predicando el reino de Dios y enseñando lo acerca del Señor
Jesucristo, con toda libre habla, inimpedidamente.
1a. Malta.
2b. Todos los no griegos o romanos.
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1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado apóstol, segregado para evangelio de Dios; 2
que antes prometió, por sus profetas en Escrituras santas, 3 acerca de su Hijo, el nacido
de simiente de David, según carne; 4 el declarado Hijo de Dios, en poder, según
espíritu de santificación por resurrección de muertos: Jesucristo, Señor nuestro; 5 por
quien hemos recibido gracia y apostolado para obediencia de fe en todas las gentes, por
su nombre; 6 en las cuales estáis también vosotros llamados de Jesucristo: 7 a todos los
que estáis en Roma, amados de Dios, llamados santos: gracia a vosotros y paz de Dios,
Padre nuestro y de Señor Jesucristo. 8 Primero ciertamente, agradezco a mi Dios, por
Jesucristo, acerca de todos vosotros, porque vuestra fe se va anunciando en todo el
mundo. 9 Pues testigo mío es Dios (a quien sirvo en mi espíritu en el Evangelio de su
Hijo): de cómo incesantemente memoria de vosotros hago, 10 siempre en mis
oraciones pidiendo, si de algún modo ya alguna vez buen viaje he de tener, en la
voluntad de Dios, para ir a vosotros. 11 Pues anhelo veros, para que alguna participe yo
dádiva a vosotros espiritual, para que os confirméis; 12 y esto es: para consolarme
juntamente con vosotros por la entre vosotros fe, y vuestra y mía. 13 Y no quiero que
ignoréis, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (y he sido
impedido hasta aquí mismo) para algún fruto tener también en vosotros, según que
también en las demás gentes. 14 Y a helenos, y a bárbaros; y a sapientes y a insipientes
deudor soy. 15 Así lo dentro de mí, pronto(a) para también a vosotros los de Roma
evangelizar. 16 Pues no me avergüenzo del Evangelio; pues la virtud de Dios es en
salud a todo creyente: y a judío y a heleno. 17 Pues, justicia de Dios en él se revela, de
fe en fe(b), según está escrito: «Y el justo de fe vivirá».
18 Pues revélase ira de Dios, desde el cielo, sobre toda impiedad e injusticia de
hombres, los que la verdad en injusticia detienen(c); 19 por esto: porque lo cognoscible
de Dios manifiesto es en ellos; porque Dios se les ha manifestado. 20 Pues las cosas
invisibles de él, por creación del mundo, en las hechuras, entendidas se miran(d), y la
eterna su virtud y divinidad; para que sean ellos indefendibles; 21 por esto: porque,
conociendo a Dios, no como a Dios glorificaron o agradecieron, sino que se
desvanecieron en sus pensamientos, y entenebrecióse su insipiente corazón. 22
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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15a. Está.
17b. De fe menor en mayor. 18c. Oprimen, ahogan. 20d. Las obras de la creación visible revelan a
todo entendimiento lo invisible de
Dios.
23e. A imagen y semejanza.
24f. Entre sí, mutuamente.
1 Por lo cual indefendible eres, oh hombre, todo el que juzgas; pues, en lo que juzgas al
otro, a ti te condenas; pues lo mismo obra el que juzgas. 2 Y sabemos que el juicio de
Dios es, según verdad, contra los que tales cosas obran. 3 ¿Y estimas esto, oh hombre,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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el que juzgas a los que tales cosas obran, y háceslas: que tú te librarás del juicio de
Dios? 4 ¿O las riquezas de la bondad de él y de la paciencia y de la longanimidad
desprecias; ignorando que lo bueno de Dios a penitencia te trae; 5 y, según tu dureza e
impenitente corazón, atesoraste ira en día de ira y revelación de justo juicio de Dios? 6
quien retribuirá a cada cual, según sus obras; 7 a los que, ciertamente, según paciencia
de obra buena(a), gloria y honor e incorrupción buscan: vida eterna; 8 pero a los de
contención y que desobedecen a la verdad; obedecen empero, a la injusticia: ira e
indignación. 9 Tribulación y angustia sobre toda alma de hombre del que consuma lo
malo; y de judío primeramente y de heleno; 10 pero gloria, y honor y paz a todo el que
obra lo bueno: a judío primeramente y a heleno; 11 pues no hay acepción de personas
ante Dios. 12 Pues, cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y, cuantos en
ley pecaron, por ley juzgados serán; 13 porque no los oidores de ley, justos ante Dios,
sino los hacedores de ley justificados serán. 14 Pues, cuando gentes las que ley no
teniendo, por naturaleza lo de la ley hacen, éstos, ley no teniendo, para sí mismos son
ley; 15 (los cuales manifiestan el hecho de la ley escrito en sus corazones, testificando
con ellos la conciencia, y, entre sí los pensamientos acusando o también defendiendo),
16 en el día que juzgará Dios lo recóndito de los hombres, según el evangelio mío(b),
por Cristo Jesús. 17 Pero, si tú judío te llamas, y reposas en ley, y te glorías en Dios, 18
y conoces la voluntad y aprecias lo mejor, instruido de la ley; 19 y confías en que tú
mismo guía eres de ciegos, luz de los en tinieblas, 20 enseñador de insipientes, maestro
de infantes, que tienes la forma del conocimiento y de la verdad en la ley; 21 el que
enseñas, pues, a otro, ¿a ti mismo no enseñas? El que predicas no hurtar ¿hurtas? 22 El
que dices no adulterar ¿adulteras? El que abominas de los ídolos ¿santuario despojas?
23 El que en la ley te glorías ¿por la transgresión de la ley a Dios deshonras? 24 Pues el
nombre de Dios, por vosotros, es blasfemado en las gentes, según está escrito. 25 Pues
la circuncisión, por cierto, aprovecha, si la ley practicas; pero, si transgresor de la ley
eres, la circuncisión tuya prepucio está hecha(c). 26 Si, pues, el prepucio las justicias de
la ley guardare ¿no será su prepucio en circuncisión reputado? 27 ¿y juzgará el por
naturaleza prepucio, la ley consumando, a ti el, por la letra y la circuncisión,
transgresor de ley? 28 Pues no el en lo manifiesto, judío es; ni la, en lo manifiesto, en
carne, circuncisión, 29 sino, el, en lo oculto, judío, y circuncisión de corazón en
espíritu, no letra; cuyo loor, no de hombres, sino de Dios.
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d. De los que nos blasfeman. 9 e. A los gentiles. 21 f. Derogada la ley divina positiva. 23 g. Están
excluidos de su reino glorioso.
1 ¿Qué, pues, diremos que Abrahán, nuestro progenitor, ha hallado según la carne? 2
Pues, si Abrahán por obras fue justificado, tiene gloriación, pero no ante Dios. 3 Pues
¿qué la Escritura dice? «Y creyó Abrahán a Dios, e imputado fuele a justicia». 4 Pero,
al que obra, salario no se imputa según gracia, sino según deuda. 5 Mas, al que no obra,
pero cree en el que justifica al impío, impútase su fe a justicia. 6 Conforme a lo que
también David dice la bienaventuranza del hombre a quien Dios imputa justicia sin
obras:
7 «Sal. 32,1-2 Bienaventurados, de quienes perdonadas han sido las iniquidades, y de
quienes han sido cubiertos los pecados; 8 bienaventurado el varón a quien no ha
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1 Justificados, pues, por fe, paz tengamos para con Dios, por nuestro Señor Jesucristo;
2 por el cual también el acceso hemos alcanzado a la fe por esta gracia, en que nos
alzamos y gloriamos en esperanza de la gloria de Dios. 3 Y no sólo(a), sino que nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación paciencia obra; 4 y la
paciencia, probación, y la probación, esperanza; 5 y la esperanza no confunde; porque
el amor de Dios difundido está en nuestros corazones por Espíritu Santo el dado a
nosotros. 6 Pues, si Cristo, siendo nosotros enfermos todavía, según tiempo(b) por
impíos murió 7 (pues apenas por un justo alguien muere; 8 y demuestra su amor a
nosotros, porque aún pecadores siendo nosotros, (según tiempo) Cristo por nosotros
murió); 9 mucho más, pues, justificados ahora en su sangre, nos salvaremos, por él, de
la ira. 10 Pues, si, enemigos siendo, reconciliados hemos sido con Dios por la muerte
de su Hijo, mucho más reconciliados nos salvaremos en su vida; 11 y no sólo, sino que
también gloriándonos en Dios por nuestro Señor Jesucristo; por quien ahora la
reconciliación hemos recibido.
12 Por esto, así como por un hombre el pecado en el mundo entró, y, por el pecado la
muerte; y así a todos los hombres la muerte pasó; en quien todos pecaron(c); 13 pues
hasta ley, pecado estaba en el mundo; y pecado no se imputa, no habiendo ley; 14
empero reinó la muerte desde Adán hasta Moisés; también sobre los que no pecaron en
la semejanza de la transgresión de Adán; quien es figura del venidero. 15 Mas, no así
como la caída, así el carisma(d). Pues, si por la del uno caída, los más murieron, mucho
más la gracia de Dios; y el don, en gracia, la de un hombre, Jesucristo, en los muchos
abundó. 16 Y no, como por un pecado, la dádiva; pues ciertamente el juicio, de uno, en
condenación; pero el carisma; de muchas caídas, en justicia. 17 Pues, si por la del uno
caída, la muerte reinó por el uno; mucho más los que la abundancia de la gracia, y del
don y de la justicia reciben, en vida reinarán por el uno: Jesucristo. 18 Luego, pues, así
como por de uno caída, a todos los hombres(e) en condenación, así también por una
justicia a todos los hombres en justificación de vida; 19 pues, así como por la
desobediencia del un hombre, pecadores constituidos fueron los muchos(f), así también
por la obediencia del uno, justos constituidos serán los muchos. 20 Y la ley añadióse
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Dios, que fuisteis siervos del pecado, habéis, empero, obedecido de corazón a la forma
que os entregasteis de doctrina; 18 y libertándoos del pecado, os habéis hecho siervos
de la justicia. 19 Cosa humana(f) digo, por la flaqueza de vuestra carne; pues, así como
presentasteis vuestros miembros siervos a la inmundicia y a la iniquidad para la
iniquidad; así ahora presentad vuestros miembros siervos a la justicia para
santificación. 20 Pues, cuando siervos erais del pecado, libres érais(g) para la justicia.
21 ¿Qué fruto, pues, teníais entonces? ¡En lo que ahora os avergonzáis! Pues, a la
verdad, el fruto de aquéllos, ¡muerte!; 22 mas ahora ya, libertados del pecado, pero
hechos siervos de Dios, tened vuestro fruto en santificación; y el fin, vida eterna. 23
Pues los estipendios del pecado, muerte; pero el carisma de Dios, vida eterna en Cristo
Jesús, Señor nuestro.
1 ¿O ignoráis, hermanos, (pues a los que conocen ley(a), hablo) que la ley domina al
hombre, cuanto tiempo viviere? 2 Pues la enmaridada mujer al viviente marido sujeta
está por ley; mas, si muriere el marido, aniquilada está(b) para la ley del marido. 3 Por
lo tanto, viviendo el marido, adúltera será juzgada, si fuere de varón otro; mas, si
muriere el marido, libre está de la ley, para no ser ella adúltera, siendo de varón otro. 4
Así mismo, hermanos míos, también vosotros muertos habéis sido para la ley por el
cuerpo del Cristo, para ser vosotros para otro: para el de muertos resucitado, a fin de
que fructifiquemos para Dios. 5 Pues, cuando estábamos en la carne, las pasiones de
los pecados, las por la ley, obraban en nuestros miembros, para fructificar para la
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13 e. El pecado: la concupiscencia, para que aparezca como pecado, como pecaminosa, por lo bueno,
la bondad de la ley; ha obrado en mí la muerte, para que el pecado se hiciese: se manifestase,
sobremanera pecador grave; se conociese toda la gravedad de la concupiscencia.
14 f. Vendido como esclavo al pecado. 21 g. La inclinación al mal. 24 h. ¿Del cuerpo que me angustia
y mata así? 25 i. Quien me librará por Jesucristo.
1 Ninguna, pues, ahora condenación para los en Cristo Jesús, (que no según carne
caminan). 2 Pues la ley del espíritu de la vida en Cristo Jesús te libertó de la ley del
pecado y de la muerte. 3 Pues lo imposible de la ley(a), en lo que flaqueaba por la
carne(b) —Dios, a su Hijo enviando en semejanza de carne de pecado; y por pecado
condenó el pecado en la carne; 4 a fin de que la justicia(c) de la ley se cumpliese en
nosotros, los que, no según carne caminamos, sino según espíritu. 5 Pues, los que
según carne son, lo de la carne sienten; pero, los que según espíritu, lo del espíritu; 6
pues el sentir de la carne, muerte; pero el sentir del espíritu, vida y paz. 7 Por esto:
porque el sentir de la carne, enemistad de Dios; pues a la ley de Dios no se sujeta; pues
ni puede(d). 8 Pero, los que en carne son(e), a Dios placer no pueden. 9 Mas vosotros no
sois en carne, sino en espíritu; si es que espíritu de Dios habita en vosotros. Pero, si
alguno espíritu de Cristo no tiene, éste no es de él. 10 Pero, si Cristo en vosotros, el
cuerpo ciertamente muerto por pecado, mas el espíritu, vida por justicia. 11 Pero, si el
espíritu del que resucitó a Jesús de muertos, habita en vosotros, el que resucitó a Cristo
de muertos, vivificará también los mortales cuerpos vuestros, por inhabitar su espíritu
en vosotros.
12 Por lo tanto, hermanos, deudores somos, no a la carne, para según carne vivir. 13
Pues, si según carne viviereis, habéis de morir; mas, si con espíritu los hechos del
cuerpo matareis, viviréis. 14 Pues, cuantos por espíritu de Dios son llevados, éstos
hijos son de Dios. 15 Pues no habéis recibido espíritu de servidumbre de nuevo para
temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción; en el que clamamos: «¡Abbá, el
Padre!» 16 Pues el mismo espíritu testifica a la vez a nuestro espíritu que somos hijos
de Dios. 17 Mas, si hijos, también herederos: herederos ciertamente de Dios,
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Hijo.
4c. Lo justo que pide la ley. 7d. Tan esencialmente contraria es a ella.
8e. Viven según la carne. 24f. ¿A qué lo espera? 29g. Para ser conformados. 35h. Que Cristo nos
tiene.
37i. Vencemos facilísima, totalmente.
38j. Malos.
30 ¿Qué, pues diremos? Que las gentes, las que no seguían justicia, cogieron justicia, y
justicia la de fe; 31 e Israel, siguiendo ley de justicia, a ley no llegó. 32 ¿Por qué?
Porque, no por fe, sino como por obras tropezaron en la piedra del tropiezo(m) 33 según
está escrito: Is. 8,14; 28,16. He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo y peña de
escándalo; y el que cree en él, no será confundido.
3 a. Maldición.
b. Y ser separado de Cristo (aunque no eternamente).
6 c. No es mi dolor como si...
10 d. Una solo.
13 e. Desamé, desatendí.
16 f. Es, no depende. 21 g. Sobre él. 22 h. Soporta. i. Por propia culpa. 24 j. Reticencia. Súplese: ¿no
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hizo bien? haciendo todo esto. 27 k. Cuando fuere el pueblo israelítico: judíos y gentiles, como la
arena del mar,
32 m. Cristo.
por medio de palabra de Cristo. 18 Empero digo: ¿Acaso no oyeron? Antes bien: Sl.
19,5 Por toda la tierra ha salido el son de ellos, y hasta los fines del orbe, las palabras
de ellos. 19 Pero digo: ¿Acaso Israel no conoció? Primero Moisés dice: Dt. 32,21. Yo
celaréos en no gente; en gente insipiente
irritaréos. E Isaías atrévese y dice: Is. 65,1. Hallado fui de los que no me buscaban;
manifiesto híceme a los que no me interrogaban(e). Y a Israel dice: Is.65,2. Todo el día
he extendido mis manos a pueblo que desobedece y contradice.
1 a. Deseo ardiente.
6 b. Como la impiedad, que niega la ascensión y la vuelta del Mesías y su
resurrección.
1 Digo, pues: ¿Acaso ha repelido Dios a su pueblo? ¡No sea! que también yo israelita
soy, de simiente de Abrahán, tribu de Benjamín. 2 No ha repelido Dios a su pueblo, al
que preconoció(a). ¿O no sabéis, en Elías, qué dice la escritura: cómo interpela a Dios
contra Israel?: 3 1 R. 19,10. Señor, a tus profetas han muerto; tus aras socavado, y yo
he sido dejado solo, y buscan mi alma. 4 Pero ¿qué le dice el oráculo(b)? 1 R. 19,18.
Heme dejado siete mil varones; los cuales no han doblado rodilla a Baal. 5 Así, pues,
también en el presente tiempo, resto, según elección de gracia, (salvo) ha sido hecho; 6
y, si, de gracia, ya no por obras, que de otra suerte la gracia ya no se hace gracia. 7
¿Qué, pues? Lo que busca Israel, esto no consiguió; la elección(c), empero, lo
consiguió; mas los restantes obcecáronse; 8 según está escrito: Is. 29,10. Dióles Dios
espíritu de quebranto, ojos para no ver, y orejas para no oír, hasta el día de hoy. 9 Y
David dice: Sl. 69,23,24. Hágase la mesa de ellos en lazo, y en prendimiento, y en
escándalo y en retribución a ellos; 10 entenebrézcanse sus ojos para no ver; y la
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16 f. De la masa, de las cuales se hacían los panes de la proposición. 25 g. No os creáis cuerdos, que
no penséis altamente de vosotros mismos.
h. La universalidad.
26 i. Entonces.
28 j. Son los israelitas actuales, rebeldes.
Tema general
1 Exhórtoos; pues, hermanos, por las piedades de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos hostia viviente, santa, bien placiente a Dios; el espiritual culto vuestro; 2 y no
os conforméis a este siglo, sino transformaos con la renovación de la mente, para
probaros: cuál(a), la voluntad de Dios, la buena(b), y bien placiente y perfecta.
3 Pues digo, por la gracia la dada a mí, a todo el que está entre vosotros: no sentir más
allá de lo que se debe sentir, sino sentir para bien sentir(c); a cada cual como(d) Dios
repartió medida de fe. 4 Pues, así como en un cuerpo muchos miembros tenemos, y los
miembros todos no el mismo oficio tienen, 5 así los muchos un cuerpo somos en
Cristo; y, por lo tocante a cada cual, uno de otro miembros, 6 y, teniendo carismas,
según la gracia la dada a nosotros, distintos: sea profecía, en razón(e) de la fe, 7 sea
ministerio, en el ministerio(f); sea el que enseña, en la enseñanza; 8 sea el que exhorta,
en la exhortación; el que distribuye, en simplicidad; el que preside, en solicitud; el que
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compadece, en hilaridad.
9 ¡El amor, indisimulado! Odiando lo malo, adhiriendo a lo bueno; 10 con amor
fraterno unos de otros tiernamente amantes; 11 con la solicitud no perezosos; con
espíritu fervorosos; al Señor sirviendo; 12 con la esperanza, gozándoos; en la
tribulación pacientes; en la oración, perseverantes; 13 con las necesidades de los santos
comunicando(g); la hospitalidad persiguiendo(h); 14 perseguidores bendecid, y no maldigáis.
15 Gozar con los que gozan; llorar con los que lloran. 16 Lo mismo entre vosotros
sintiendo(i); no lo alto sintiendo, sino de los humildes dejándoos llevar. No os hagáis
prudentes ante vosotros mismos. 17 A nadie mal por mal devolviendo; proveyendo lo
bello a faz de todos los hombres; 18 si posible, lo de vosotros(j), con todos los hombres
paz teniendo; 19 no vengándoos, amados; sino dad lugar(k) a la ira; pues escrito está:
Prov. 25, 21-22. «A mí la venganza; yo retribuiré, dice Señor». 20 Empero, «si
hambreare tu enemigo, aliméntale; si sed tuviere, dale de beber. Pues, esto haciendo,
ascuas de fuego acumularás sobre su cabeza(l)». No seas vencido de lo malo(m), sino vence, en lo
bueno lo malo.
2 a. Sea.
b. Lo bueno, etc.
3 c. No pensar alto, soberbios, sino sana, cuerda, modestamente.
d. Como a cada cual.
6 e. A medida del don de la fe.
7 f. El ministro, el profeta, el maestro, etc. cada cual esté sólo en su oficio. 13 g. Haciéndolas
comunes, socorriéndoles.
h. Corriendo en pos de ella. 16 i. Sentid lo mismo unos que otros; tened el mismo corazón. 18 j. Lo
que depende de vosotros. 19 k. Dejadla pasar; despedidla. 20 l. Le quemará y hará arrepentirse el
recuerdo del mal que hizo.
m. Haciendo mal también tú. El que hace mal es vencido del mal, el que hace lo
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Obediencia a la autoridad
1 Toda alma a potestades superiores sométase. Que no hay potestad sino de Dios; y las
que son, de Dios ordenadas son. 2 Así que el que resiste a la potestad, a la de Dios
ordenación se opone; y los que se oponen, a sí mismos condenación cogerán. 3 Pues los
príncipes no son temor para la buena obra, sino para la mala. ¿Y quieres no temer a la
potestad? Lo bueno haz, y tendrás loor de ella; 4 pues de Dios ministro te es para lo
bueno. Pero, si lo malo hicieres, teme; pues no en vano la cuchilla lleva; pues de Dios
ministro es; vengador, para ira, al que lo malo obra. 5 Por lo cual ¡menester someterse,
no solo por la ira(a), sino también por la conciencia! 6 Pues por esto también tributos
pagáis; pues servidores de Dios son en esto mismo(b) esforzándose. 7 Pagad a todos las
deudas: al que(c) el tributo, el tributo: al que el derecho, el derecho; al que el temor, el
temor; al que el honor, el honor.
8 A nadie nada debáis, sino unos a otros amaros. Que quien ama al otro, ley ha
cumplido; 9 pues el «no adulterarás, no matarás, no hurtarás, (no jurarás falso) no
codiciarás»; y, si algún otro mandamiento(d), en esta palabra se recapitula: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. 10 El amor(e), al prójimo mal no hace; plenitud, pues, de ley
el amor.
11 Y esto(f), sabiendo el tiempo; pues hora ya de que de sueño despertemos; pues ahora
más cerca de nosotros, la salud que cuando creímos(g). 12 La noche ha avanzado y el
día aproximádose, depongamos, por tanto, las obras de las tinieblas y revistámonos las
armas de la luz. 13 Como de día decorosamente caminemos, no en bacanales y
ebriedades, no en concúbitos y lascivias; no en contiendas y celos, sino revestíos del
Señor Jesucristo; y de la carne, el cuidado no hagáis en concupiscencia.
5 a. Por temor de la ira del príncipe. 6 b. En castigar al malo y proteger al bueno.
g. Empezamos a creer.
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Dios es el juez
1 Y al débil en la fe(a) acoged, no para juicios de opiniones. 2 Uno cree(b) comer todo;
otro, enfermo(c), hortalizas come. 3 El que come, al que no come, no desprecie; y el que
no come, al que come no juzgue; pues Dios le ha acogido. 4 Tú ¿quién eres el que
juzgas a ajeno siervo? Para el propio Señor álzase(d) o cae; alzaráse, empero; porque
puede el Señor alzarle. 5 Uno juzga día ante día(e); otro juzga todo día. Cada cual en el
propio sentir plenamente se confirme(f). 6 El que observa el día, para Señor observa (y
el que no observa el día, para Señor no observa). Y el que come, para Señor come; pues
agradece a Dios; y el que no come, para Señor no come, y agradece a Dios. 7 Pues
nadie de nosotros para sí mismo vive; y nadie para sí mismo muere; 8 pues sea que
vivamos, para el Señor vivimos; sea que muramos, para el Señor morimos. Luego sea
que vivamos, sea que muramos, del Señor somos. 9 Que, para esto, Cristo murió y ha
vivido(g), para que, y a muertos y a vivos señoree. 10 Y tú ¿qué juzgas a tu hermano? O
también tú ¿qué desprecias a tu hermano? Pues todos nos presentaremos al tribunal de
Dios. 11 Que escrito está: Is. 45,23.
¡Vivo yo!, dice Señor: que a mí se doblará toda rodilla; y toda lengua confesará a
Dios. 12 Por consiguiente cada uno de nosotros acerca de sí mismo razón dará a Dios.
13 Luego, no más ya unos a otros juzguemos; sino esto juzgad más bien: el no poner
tropiezo al hermano o escándalo. 14 Sé y estoy cierto, en Señor Jesús, de que nada
común(h) por sí mismo, sino para el que cree que algo común es; —para aquél, común(i). 15 Pues, si por
comida tu hermano es contristado, ya no, según caridad caminas. No con tu comida a
aquél pierdas, por quien Cristo murió. 16 No se blasfeme, pues, vuestro bien(j). 17 Que
no es el reino de Dios comida y bebida, sino justicia, y paz, y gozo en Espíritu Santo;
18 pues el que en esto sirve al Cristo ¡bienplaciente a Dios y probado(k) a los hombres!
19 Por lo tanto, lo de la paz persigamos y lo de la edificación de los unos a los otros
(guardemos). 20 No a causa de comida deshagas la obra de Dios. Todas las cosas
ciertamente puras; pero malo para el hombre el que, por medio de tropiezo, come; 21
Bello el no comer carnes, ni beber vino, ni(l) en lo que tu hermano tropieza, o se
escandaliza o flaquea. 22 Tú, la fe que tienes, para ti mismo ten a faz de Dios.
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4 d. Alzarse, caer (términos forenses) por ser absuelto o condenado. 5 e. Distingue entre día y día;
otro los cree todos iguales.
f. Se forme conciencia plenamente. 9 g. Revivido; está vivo. 14 h. Impuro.
i. Es.
1 Pero debemos nosotros los potentes las flaquezas de los impotentes llevar, y no a
nosotros mismos placer. 2 Cada uno de nosotros al prójimo plazca para lo bueno, a
edificación; 3 pues también el Cristo no a sí plugo, sino, según está escrito: Sl. 69,10.
Los improperios de los que te improperaban, cayeron sobre mí. 4 Pues, cuanto antes se
escribió, para nuestra enseñanza se escribió; a fin de que, por la paciencia y por la
consolación de las Escrituras, esperanza tengamos. 5 Y el Dios de la paciencia y de la
consolación déos lo mismo sentir(a) entre vosotros, según Cristo Jesús; 6 para que
unánimemente en una boca glorifiquéis a Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. 7
Por lo cual acogeos unos a otros, según también el Cristo ha acogido a nosotros para
gloria de Dios. 8 Pues digo que Cristo ministro fue hecho de la circuncisión(b) en razón
de la verdad de Dios, para confirmar las promesas de los padres; 9 y que las gentes, en
razón de la misericordia, glorifican a Dios; según está escrito: Sl. 18,50. Por esto te
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5 a. Tener concordia.
8 b. Cristo es ministro y dueño de la circuncisión: de los circuncisos, de los israelitas, por la fidelidad
de Dios, la justicia; y, por la misericordia, dueño también de las gentes.
14 c. Todo lo bueno; toda virtud.
15 d. Con libertad y vehemencia.
e. Trayéndoos a la memoria lo que ya sabéis.
19 f. Terminado, acabado de anunciar.
23 g. Oportunidad de evangelizar.
24 h. En mi travesía.
i. Hartado de verles y estar con ellos. 26 j. Colecta. 28 k. Con sello, testimonio de la caridad de
aquéllos.
Recomendación de Febe
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Trifena y Trifosa las que se fatigan en Señor. Saludad a Pérside, la amada; la que
mucho se ha fatigado en Señor. 13 Saludad a Rufo, el escogido en Señor, y a la madre
suya y mía. 14 Salud a Asíncrito, Flegonte, Hermes, Pátrobas, Hermas, y a los con ellos
hermanos. 15 Saludad a Filólogo y Julia, y a Nereo y a la hermana de él, y a Olimpas y
a los con ellos, todos santos. 16 Saludaos entre vosotros en ósculo santo. Saludan a
vosotros las Iglesias todas del Cristo.
17 Pero, ruégoos, hermanos, mirar a los que las disensiones y los escándalos contra la
doctrina que aprendisteis, hacen, y desviaos de ellos, 18 pues los tales a nuestro Señor
Cristo no sirven, sino al vientre de ellos, y por la buena habla y bendición engañan los
corazones de los inmaliciosos. 19 Pues vuestra obediencia(c) a todos ha llegado; de vosotros,
pues, gózome; y quiero que vosotros sabios seáis para lo bueno, y sencillos(d) para lo malo. 20 Y el
Dios de la paz quebrantará a Satanás debajo de vuestros pies en breve. La gracia de
vuestro Señor Jesús con vosotros. 21 Salúdaos Timoteo, mi cooperador, y Lucio y
Jasón y Sosípatro, mis congéneres. 22 Salúdoos yo, Tercio, que he escrito la epístola,
en Señor. 23 Salúdaos Cayo, huésped mío y de toda la iglesia. Salúdaos Eraos, el
ecónomo de la ciudad, y Cuarto, el hermano. 24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
con todos vosotros. Amén.
25 Y al que os puede confirmar según mi evangelio y la predicación de Cristo Jesús,
según la revelación del misterio por tiempos eternos silenciado; 26 manifestado,
empero, ahora también por las escrituras proféticas, según ordenación del eterno Dios,
para obediencia de fe, a todas las gentes noticiado; 27 al sólo sabio Dios, por Cristo
Jesús, la gloria por los siglos. Amén.
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Salutación
1 Pablo, llamado apóstol de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano,
2 a la Iglesia de Dios, la que está en Corinto, a santificados en Cristo Jesús, llamados
santos, con todos los que invocan el nombre del Señor de nosotros, Jesucristo, en todo
lugar, de ellos y nosotros: 3 gracia a vosotros y paz de Dios, Padre nuestro y de Señor
Jesucristo.
4 Agradezco a Dios siempre, por vosotros, a causa de la gracia de Dios, la dada a
vosotros en Cristo Jesús; 5 porque en todo habéis enriquecido en él, en toda palabra y
toda ciencia; 6 según que el testimonio del Cristo se ha confirmado en vosotros; 7 tal
que no os falta ningún carisma, aguardando a la revelación de nuestro Señor Jesucristo;
8 que también os confirmará, hasta el fin, irreprensibles en el día de nuestro Señor
Jesucristo. 9 ¡Fiel Dios, por quien elegidos habéis sido para comunión de su Hijo
Jesucristo, nuestro Señor!
10 Pero ruégoos, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo: que lo mismo
digáis todos y no haya en vosotros cismas, y seáis perfectos en el mismo sentir y en la
misma sentencia. 11 Que se me ha manifestado acerca de vosotros, hermanos míos, por
los de Cloe(a): que contiendas en vosotros hay. 12 Y digo esto, porque cada uno de
vosotros dice: «Cuanto a mí, soy de Pablo»; —«Y yo, de Apolos»—»Y yo, de Cefas»
—«Y yo, de Cristo». 13 ¿Dividido está Cristo? ¿Acaso Pablo ha sido crucificado por
vosotros o en el nombre de Pablo habéis sido bautizados? 14 Agradezco a Dios, que a
nadie de vosotros he bautizado, sino a Cristo y Cayo; 15 para que nadie diga que en mi
nombre habéis sido bautizados. 16 Y he bautizado también la de Estéfanas casa; por lo
demás no sé si a algún otro haya bautizado.
17 Que no me ha enviado el Cristo a bautizar, sino a evangelizar, no en sabiduría de
palabra, para que no se desvanezca la cruz de Cristo. 18 Pues la palabra de la cruz, si a
los perecientes estulticia es; a los salvantes: a nosotros, virtud de Dios es. 19 Que
escrito está:
Is. 29,14. Perderé la sabiduría de los sabios, y la cordura de los cuerdos anonadaré.
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13 a. Adaptando, tratando espiritual, dignamente, lo espiritual. 14 b. El de alma, razón, que sigue solo
la razón natural.
1 Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a
párvulos en Cristo. 2 Leche os di a beber, no vianda; pues aún no podíais. Empero ni
ahora podéis; 3 porque todavía carnales sois. Pues, donde entre vosotros, celo y
contienda —¿acaso carnales no sois y según hombre camináis?
4 Pues, cuando dijere alguno: «Cuanto a mí, soy de Pablo»; y otro: «Yo, de Apolos»,
¿no hombres sois? 5 Pues ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Ministros por quienes
habéis creído, y a cada cual como(a) el Señor dio. 6 Yo planté; Apolos regó; empero
Dios acrecentó; 7 así que ni el que planta, es algo, ni el que riega, sino el que
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acrecienta: Dios. 8 Y el que planta y el que riega, uno(b) son, y cada cual el propio
galardón recibirá, según la propia labor. 9 Que de Dios somos cooperadores: de Dios,
labranza, de Dios edificación sois. 10 Según la gracia de Dios, la dada a mí, como sabio
arquitecto, fundamento puso; pero otro sobreedificó. Y cada cual mire cómo
sobreedifica. 11 Pues fundamento otro nadie puede poner fuera del yaciente, que es
Jesucristo. 12 Y, si alguno sobreedifica, sobre el fundamento, oro y plata, piedras
preciosas; madera, heno, paja(c), 13 de cada cual la obra manifiesta haráse; pues el día
(del Señor) declarará; porque en fuego se revela; y de cada uno cuál la obra sea, el
fuego lo probará. 14 Si de alguno la obra quedare que sobreedificó, galardón recibirá;
15 si de alguno la obra se quemare, dañaráse; mas él se salvará; así, empero, como por
fuego. 16 No ¿sabéis que templo de Dios sois y el Espíritu de Dios en vosotros habita?
17 Si alguno el templo de Dios violare, violará a este Dios; que el templo de Dios
sagrado es; los que sois vosotros.
18 Nadie a sí mismo engañe; si alguno parece sabio ser entre vosotros, en este siglo,
estulto hágase, para que se haga sabio. 19 Pues la sabiduría de este mundo, estulticia
ante Dios es. Porque escrito está: Sl. 94,11. El que coge a los sabios en la arteria de
ellos. 20 Y de nuevo: Señor conoce las consideraciones de los sabios: que son vanas.
21 Así que nadie se gloríe en hombres; pues todo de vosotros es: 22 sea Pablo, sea
Apolos, sea Cefas; sea mundo, sea vida, sea muerte; sea lo presente, sea lo futuro; todo
de vosotros; 23 vosotros, empero, de Cristo, y Cristo, de Dios.
el que me juzga, Señor es. 5 Así que no antes de tiempo algo juzguéis; hasta que venga
el Señor; que también iluminará lo oculto de las tinieblas y manifestará las voluntades
de los corazones. Y entonces el loor se hará a cada cual, de Dios.
6 Y esto, hermanos, he asimilado(d) en mí y Apolos, por vosotros; para que en(e)
nosotros aprendáis no más allá de lo que escrito está(f); para que uno contra el uno no se
infle contra el otro. 7 Pues ¿quién te juzga? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Pero,
si también lo ha recibido ¿qué te glorías, como si no lo hubieses recibido? 8 Ya
saciados estáis; ya enriquecido habéis; sin nosotros habéis reinado, para que también
nosotros con vosotros reinemos. 9 Que pienso Dios a nosotros los apóstoles últimos ha
manifestado como a muerte condenados; porque espectáculo hemos sido hechos al
mundo, y ángeles y hombres. 10 Nosotros estultos, por Cristo; y vosotros, prudentes en
Cristo; nosotros, flacos, y vosotros, fuertes; vosotros gloriosos, y nosotros
deshonrados. 11 Hasta la presente hora y hambreamos, y sed tenemos, y desnudos
estamos, y abofeteados somos, y vagamos; 12 y nos fatigamos, trabajando con las
propias manos; injuriados, bendecimos; perseguidos, sufrimos; 13 blasfemados,
rogamos; cual basuras del mundo hemos sido hechos; de todos desecho hasta ahora.
14 No, avergonzándoos, escribo esto; sino que como a hijos míos amados amonesto. 15
Pues, si diez mil ayos tuvieseis en Cristo, empero, no muchos padres; que en Cristo,
por el evangelio, yo os he engendrado. 16 Ruégoos, pues: imitadores míos haceos
(como yo de Cristo) 17 Por esto he enviado a vosotros a Timoteo; quien es mi hijo
amado y fiel en Señor, que os recordará mis caminos, los en Cristo Jesús; según
doquiera en toda iglesia enseño. 18 Como, no viniendo(g) yo a vosotros, se han inflado
algunos; 19 pero vendré pronto a vosotros, si el Señor quisiere, y conoceré no la
palabra de los inflados, sino la virtud. 20 Que no en la palabra, al reino de Dios, sino en
virtud.
21 ¿Qué queréis? ¿en vara vendré a vosotros, o en caridad y espíritu de mansedumbre?
3a. Día de juicio = juicio. 4b. Malo; de nada malo tengo conciencia.
c. Puede haber en el alma defectos y vicios que ella misma no conoce; por los cuales no será
castigada, pero que desagradan a Dios. Debe, por tanto, sentir
humildemente de sí.
6d. Referido, como ejemplo, a mí y Apolos.
e. De.
f. Ya por mí: a no sentir soberbiamente. 18g. No viniera.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 Generalmente se oye entre vosotros ramería, y tal ramería la que ni entre las gentes,
hasta mujer alguno del padre tener. 2 Y vosotros inflados estáis, y no ya más bien
habéis lamentado, porque fuese quitado de en medio de vosotros, el que esta obra hizo
3 Pues yo por cierto, ausente con el cuerpo, pero presente con espíritu, ya he juzgado,
como presente, al que así esto obró: 4 en el nombre de nuestro Señor Jesús,
congregados vosotros y mi espíritu, con la virtud de nuestro Señor Jesús, 5 entregar al
tal a Satanás(a), en perdición de la carne, para que el espíritu se salve en el día del Señor
Jesucristo.
6 ¡No bella vuestra gloriación! ¿No sabéis que una poca levadura toda la masa leuda? 7
Expurgad la vieja levadura, para que seáis nueva masa, así como sois ázimos; pues
también pascua nuestra fue inmolado Cristo. 8 Así que celebremos, no en levadura de
malicia y maldad, sino en ázimos de sinceridad y verdad.
9 Heos escrito en la epístola no mezclaros con rameros; 10 no del todo con los rameros
de este mundo(b) o los avaros y rapaces; puesto que deberíais entonces del mundo
haber salido; 11 mas ahora heos escrito no mezclaros, si alguno, hermano llamado,
fuere ramero, o avaro o idólatra, o injuriador, o ebrioso o rapaz, con el tal ni comer. 12
Pues ¿qué a mí a los de fuera juzgar? ¿Que no a los de dentro vosotros juzgáis, 13 y a
los de fuera Dios juzga? Quitad al malo de entre vosotros mismos.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 ¿Atrévese alguno de vosotros negocio teniendo contra otro, a ser juzgado ante los
injustos y no ya antes los santos? 2 ¿O no sabéis que los santos al mundo juzgarán? Y,
si en vosotros juzgado es el mundo ¿indignos sois de juicios mínimos? 3 ¿No sabéis
que a ángeles juzgaremos? ¡Cuánto más lo secular! 4 Pues que, seculares juicios si
tuviereis, a los desestimados(a) en la Iglesia, a éstos asentad(b). 5 Para vergüenza os
digo: ¿Así(c) no hay entre vosotros ningún sabio que pueda dirimir en medio de su
hermano? 6 ¿sino que hermano con hermano litiga, y esto ante infieles? 7 Ya, a la
verdad, generalmente de empeoramiento os es que juicios tengáis entre vosotros. ¿Por
qué no ya más bien sois injuriados(d)? ¿Por qué no ya más bien sois despojados?
8 Empero, vosotros injuriáis y despojáis, y esto, a hermanos. 9 ¿O no sabéis que
injustos de Dios el reino no heredarán? No erréis: ni rameros, ni idólatras, ni adúlteros,
ni muelles(e), ni concubinarios masculinos(f); 10 ni ladrones, ni avaros, ni ebriosos; no
contumeliosos, no rapaces reino de Dios heredarán. 11 Y esto algunos habéis sido;
empero lavóseos; empero santificóseos; empero justificóseos en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.
12 Todo me es lícito(g), empero no todo conviene; todo me es lícito, empero no yo
dominado seré de alguno. 13 Los alimentos para el vientre, y el vientre para los
alimentos; mas Dios, y a éste y éstos destruirá . Y el cuerpo no para la ramería, sino
para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios, y al Señor resucitó y a nosotros
resucitará por la virtud suya. 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos miembros de Cristo
son? Quitando, pues, los miembros del Cristo, ¿haré(h) de ramera miembros? ¡No sea!
16 ¿O no sabéis que el que se adhiere a la ramera, un cuerpo es? Pues serán, dice, Gn.
2,24. los dos para en carne una, 17 Y el que se adhiere al Señor, un espíritu es. 18 Huid
la fornicación. Todo pecado que hiciere un hombre, fuera del cuerpo es; pero el que
fornica, contra el propio cuerpo peca. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo y templo del
en vosotros Santo Espíritu es; a quien tenéis de Dios; y que no sois vuestros? 20 Pues
comprados habéis sido por precio. Glorificad ya (y llevad) a Dios en vuestro cuerpo.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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15 h. Los haré.
1 Mas acerca de lo que me habéis escrito(a): Bello, para el hombre a mujer no adherirse;
2 mas, en razón de la fornicación, cada uno su mujer tenga, y cada una al propio marido
tenga. 3 A la mujer, el marido lo debido pague; e igualmente también la mujer, al
marido. 4 La mujer al propio cuerpo no señorea, sino el varón; e igualmente tampoco el
marido al propio cuerpo señorea, sino la mujer. 5 No os defraudéis el uno al otro, sino
ya, de convenio, por un tiempo para daros a la oración; y otra vez en lo mismo estaos; a
fin de que no os tiente Satanás por vuestra incontinencia(b). 6 Y esto digo por
permisión, no por mandato. 7 Y quiero que todos los hombres sean así como yo
mismo(c); empero cada cual carisma tiene propio, de Dios: uno así, otro así. 8 Pero digo
a los solteros y a las viudas: hermoso para ellos, si quedaren así como yo; 9 pero, si no
se contienen, cásense; que mejor es casarse que quemarse. 10 Pero a los casados
ordeno, no yo, sino el Señor: que mujer de varón no se aparte; 11 (y si también se
apartare, quédese soltera o con el marido se reconcilie); y que marido a mujer no
despida. 12 Y a los demás digo yo, no el Señor: si algún hermano mujer tiene
increyente, y ésta conviene en habitar con él, no la despida. 13 Y mujer, la que tiene
marido increyente, y éste conviene en habitar con ella, no despida al marido; 14 pues
santificado está el marido, el increyente, en la mujer; y santificada está la mujer, la
increyente, en el hermano; si no, vuestros hijos impuros fueran; mas ahora santos son.
15 Que, si el increyente se aparta, apártese. No está esclavizado el hermano o la
hermana en tales casos; pero en paz nos ha llamado Dios. 16 Pues ¿qué sabes, mujer, si
al marido has de salvar? ¿O qué sabes, marido, si a la mujer has de salvar? 17 Empero,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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a cada cual como ha repartido el Señor, a cada cual como ha llamado Dios, así camine.
Y así en las Iglesias todas ordeno. 18 ¿Circunciso alguno ha sido llamado? No se lo
extire(d) ¿En prepucio ha sido llamado alguien? No se circuncide. 19 La circuncisión
nada es, y el prepucio nada es: sino observancia de mandamientos de Dios. 20 Cada
cual en el llamamiento que ha sido llamado, en éste quédese. 21 ¿Siervo has sido
llamado? No te importe; empero, aún cuando puedas libre hacerte, más bien
aprovéchate(e). 22 Pues el en Señor llamado siervo, liberto de Señor es; e igualmente
también el libre, llamado, siervo es de Cristo. 23 Por precio comprados habéis sido; no
os hagáis siervos de hombres. 24 Cada cual en lo que ha sido llamado, hermanos, en
esto quédese ante Dios.
25 Pero, sobre las vírgenes, ordenación de Señor no tengo; mas consejo doy como
compadecido por Señor, para fiel ser. 26 Estimo, por tanto, que esto bello es a causa de
la apremiante necesidad(f), pues bello para el hombre el así estarse. 27 ¿Ligado estás a
mujer? No busques desligadura. ¿Desligado estás de mujer? No busques mujer. 28 Y,
aunque te hubieres casado, no pecaste; y si se hubiere casado una virgen, no pecó; pero
tribulación por la carne(g) tendrán los tales; mas yo os perdono(h). 29 Pero esto digo,
hermanos: el tiempo breve es(i); sólo falta; que también los que tienen mujeres, como si
no tuvieran, sean; 30 y los que lloran, como si no lloraran; y los que gozan, como si no
gozaran; y los que compran, como si no poseyeran; 31 y los que usan de este mundo,
como si no utilizaran; pues pasa la figura de este mundo; 32 y quiero que vosotros
insolícitos estéis. El soltero solicítase de las cosas del Señor: de cómo agradar al Señor;
33 pero el casado solicítase de las cosas del mundo: de cómo agradar a la mujer; 34 y
dividido está. Y la mujer, la soltera, solicítase de las cosas del Señor, para ser santa, y
de cuerpo y de espíritu; pero la casada solicítase de cómo agradar al marido. 35 Pero
esto para vuestra propia conveniencia digo; no para lazo echaros, sino para lo noble y
asiduo para con el Señor indistraídamente. 36 Pero, si alguno avergonzarse en su
virgen cree(j), si fuere sobreadulta, y así debe hacerse(k), lo que quiera, haga; no peca:
cásense. 37 Y el que ha puesto en su corazón asentado(l), no teniendo necesidad, y
potestad tiene de la propia voluntad(m); y esto ha juzgado en su corazón: guardar su
virgen, bellamente hará. 38 Así que también el que casa a su virgen, bellamente hará; y
el que no casa, mejor hará.
39 La mujer ligada está, por cuanto tiempo viviere su marido; pero, si durmiere el
marido, libre es para con el que quiera, casarse; solamente en Señor. 40 Pero más feliz
es, si así permaneciere, según mi consejo; y creo yo también Espíritu de Dios tener.
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1 a. Digo.
5 b. Sobremanera incontinentes eran los corintios.
7 c. Esto es: continentes.
18 d. El prepucio, haciéndose prepucio artificial, como lo hacían los judíos apóstatas.
21 e. De la servidumbre.
26 f. Por las necesidades premiosas de la vida, por los trabajos del matrimonio, porpobreza, etc. 28 g.
Todo lo concerniente al cuerpo.
h. Dejo en libertad. 29 i. Encogido, abreviado. 36 j. Si se atribuye la soltería, en mayor edad, o a
dureza del padre o vicio de la
hija, conviene que se case.
La cuestión en general
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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flacos. 10 Pues si alguno viere al que tiene ciencia, en templo de ídolo recostarse
¿acaso la conciencia de él, flaca siendo, no se edificará(e) para lo sacrificado a ídolos
comer? 11 Pues perece el flaco en(f) tu creencia, el hermano por quien Cristo murió. 12
Y, así, pecando contra los hermanos y percutiendo su conciencia flaca, contra Cristo
pecáis. 13 Por lo tanto, si comida escandaliza a mi hermano, no comeré, no, carne por
el siglo, para no a mi hermano escandalizar.
1 a. De lo que son los ídolos. —El apóstol responde a lo que habían preguntado los corintios: si era
lícito comer carne de los sacrificios gentiles; lo que afirmaban en absoluto algunos de los más sabios
de entre los cristianos corintios.
5 b. El sol, la luna, etc.
7 c. Hay la ciencia de que nada son los ídolos, pues algunos débiles de entendimiento creen que son
demonios, o algo al menos.
1 ¿No soy libre(a)? ¿No soy apóstol? ¿Acaso a Jesús, nuestro Señor, no he visto? ¿No la
obra mía vosotros sois en Señor? 2 Si para otros no soy apóstol, empero al menos para
vosotros soy; pues el sello de mi apostolado vosotros sois en Señor. 3 Mi defensa para
con los que me interrogan, es ésta. 4 ¿Acaso no tenemos potestad de comer y beber? 5
¿Acaso no tenemos potestad de hermana mujer doquiera llevar; como también los
demás apóstoles, y los hermanos del Señor y Cefas? 6 ¿O sólo yo y Bernabé no
tenemos potestad de no trabajar? 7 ¿Quién milita con propios estipendios jamás?
¿Quién cría viña, y su fruto no come? ¿Quién pastorea grey, y de la leche de la grey no
come? 8 ¿Acaso, según hombre, esto hablo? ¿O también la ley esto no dice? 9 Pues en
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la de Moisés ley escrito está. Dt. 25,4. No amordazarás al buey trillando. ¿Acaso de los
bueyes solicítase Dios? 10 ¿o por nosotros del todo dice?(b) Pues por nosotros se
escribió, porque debe en esperanza el que ara, arar; y el que trilla, en esperanza de
disfrutar. 11 Si nosotros os hemos lo espiritual sembrado ¿cosa grande, si nosotros de
vosotros lo carnal segáremos? 12 Si otros de vuestra potestad disfrutan ¿no más bien
nosotros? Empero no hemos usado de esta potestad, sino que todo sufrimos, para no
algún tropiezo dar al Evangelio del Cristo. 13 ¿No sabéis que los que lo sagrado obran,
del sagrario comen? ¿los que en el altar se asientan(c), del altar participan? 14 Así
también el Señor ordenó a los que el Evangelio evangelizando van, del Evangelio vivir;
15 pero yo no he usado de nada de esto. Y no he escrito esto, para que así se haga en mí;
pues bello para mí más bien morir que mi gloria nadie desvanezca. 16 Pues, si
evangelizare, no es para mí una gloria; pues necesidad me incumbe; que ¡ay de mí, si
no evangelizare! 17 Pues si de grado esto practico, galardón tengo: pero, si mal grado,
dispensación me ha sido confiada(d). 18 ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que,
evangelizando, gratuito ponga el evangelio, para no usar de la potestad mía en el
Evangelio. 19 Pues, libre siendo, de todos a todos me he esclavizado, para los más(e)
ganar; 20 y heme hecho a los judíos como judío, para los judíos ganar; a los bajo ley,
como bajo ley, no estando yo mismo bajo ley, para los bajo ley ganar; 21 a los sin ley(f)
como sin ley; y no siendo yo sin ley de Dios, sino con ley de Cristo, para ganar los sin
ley; 22 heme hecho a los flacos flaco, para los flacos ganar: a todos heme hecho todo,
para todos salvar. 23 Y todo hago por el Evangelio, para partícipe de él hacerme.
24 ¿No sabéis que los que en estadio corren, todos por cierto corren, pero uno coge el
premio? Así corred, para coger. 25 Pero todo el que lucha, de todo se abstiene;
aquéllos, a la verdad, para corruptible corona coger; pero nosotros, incorruptible. 26
Yo, por tanto, así corro, como no ocultamente; así pugno, no como aire azotando(g); 27
sino que acardenalo mi cuerpo y esclavizo; no sea que, habiendo a otros predicado, yo
mismo réprobo me haga.
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Exhortaciones
Nadie está seguro: el ejemplo de Israel
1 Pues no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres todos bajo la nube
estuvieron, y todos la mar pasaron; 2 y todos en Moisés bautizados fueron en la nube y
en el mar; 3 y todos el mismo espiritual alimento comieron; 4 y todos la misma
espiritual bebieron bebida (pues bebían de la espiritual acompañante peña; mas la
peña(a) era el Cristo); 5 empero no en los más de ellos complacióse Dios; pues
derribados fueron en el desierto. 6 Y estas cosas figuras de nosotros fueron hechas,
para no ser nosotros codiciosos de lo malo, según también aquéllos codiciaron. 7 Ni
idólatras os hagáis; al modo que algunos de ellos; así como escrito está: Nm. 25,1-9.
Sentóse el pueblo a comer y beber; y levantóse a jugar(b). 8 Ni forniquemos; al modo
que algunos de ellos fornicaron, y cayeron un día veintitrés millares. 9 Ni tentemos al
Señor; al modo que algunos de ellos tentaron, y por las serpientes perecieron. 10 Ni
murmuréis; al modo que algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el
exterminador. 11 Y todo esto típicamente aconteció a aquéllos y escribióse para
amonestación de nosotros; a quienes los fines de los siglos han llegado. 12 Así que, el
que cree estar en pie, mire no caiga. 13 Tentación no os ha tomado sino humana(c); y
fiel es Dios que no dejará seáis tentados sobre lo que podéis; sino que hará, con la
tentación, también la salida, para que podáis soportar.
14 Por lo tanto, amados míos, huid de la idolatría. 15 Como a prudentes hablo: juzgad
vosotros lo que digo. 16 El cáliz de la bendición que bendecimos ¿acaso no comunión
es de la sangre del Cristo? El pan que partimos ¿acaso comunión del cuerpo del Cristo
no es? 17 Porque a un pan, un cuerpo los muchos somos; pues todos del un pan
participamos. 18 Mirad a Israel, según carne; ¿acaso los que comen las hostias,
partícipes del altar no son? 19 ¿Qué, pues, digo?
¿Que lo sacrificado a ídolos algo es? ¿O que un ídolo algo es? 20 Empero porque, lo
que inmolan las gentes, a demonios, y no a Dios inmolan; y no quiero que vosotros
partícipes de los demonios os hagáis. 21 No podéis cáliz del Señor beber, y cáliz de
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29 e. ¿A qué doy motivo para que mi libertad se juzgue y condene? 30 f. Acción de gracias.
g. Disfruto, como.
1 Imitadores míos haceos, así como también yo de Cristo. 2 Y aláboos, porque en todo
de mí os acordáis, y, según os he enseñado, las enseñanzas retenéis. 3 Y quiero que
sepáis que de todo varón la cabeza el Cristo es; y cabeza de mujer, el varón; y cabeza
del Cristo, Dios. 4 Todo varón orando o profetizando,(a) cubierta cabeza teniendo,
afrenta su cabeza(b). 5 Y toda mujer orando o profetizando, con la cabeza descubierta,
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afrenta su cabeza; porque, una cosa es y la misma que la raída. 6 Pues, si no se cubre
una mujer, también trasquílese; pero, si es feo para mujer el trasquilarse o raerse,
cúbrase. 7 Porque el varón ciertamente no ha de cubrirse la cabeza, imagen y gloria de
Dios como él es; pero la mujer gloria de varón es. 8 Que no viene varón de mujer, sino
mujer, de varón; 9 pues tampoco fue creado varón por causa de la mujer, sino mujer por
causa del varón. 10 Por esto debe la mujer potestad(c) tener sobre la cabeza, por(d) causa
de los ángeles. 11 Empero, ni mujer sin varón, ni varón sin mujer, en Señor; 12 pues,
así como la mujer, del varón, así también el varón, por la mujer; y todo(e), de Dios. 13
En vosotros mismos juzgad: ¿decoroso es que mujer descubierta a Dios ore? 14 Y la
naturaleza misma ¿no os enseña que un varón por cierto, si se encabella, deshonra para
él es; 15 pero, una mujer, si se encabella, gloria para ella es? Porque el cabello por velo
le ha sido dado. 16 Pero, si alguno
parece contencioso(f) ser —nosotros tal(g) costumbre no tenemos, ni la Iglesia de Dios.
17 Pero esto preceptúo; no alabando que no para lo mejor, sino para lo
peor os congregáis. 18 Que lo primero, congregándoos en Iglesia; oigo que disensiones
entre vosotros existen; y en parte creo. 19 Porque es necesario hasta que herejías entre
vosotros haya, para que aún los probados manifiestos se hagan entre vosotros. 20
Congregándoos, pues, en uno, no hay domínica(h) cena comer; 21 pues cada cual la
propia cena antes toma, comiendo; y uno hambrea; otro embriágase(i). 22 ¿Por ventura
casas no tenéis para comer y beber? ¿O la Iglesia de Dios menospreciáis y avergonzáis
a los que no tienen(j)? ¿Qué os diré? ¿Aláboos? en esto no alabo.
23 Pues yo he recibido del Señor lo que también he trasmitido a vosotros: que el Señor
Jesús en la noche que fue entregado, tomó pan, 24 y, agradeciendo, partió y dijo:
(«Tomad, comed») «Este es mi cuerpo el por vosotros (entregado); esto haced en
memoria mía.» 25 Asimismo, también el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz,
el Nuevo Testamento es en mi sangre; esto haced, cuantas veces bebiereis, en memoria
mía». 26 Pues, cuantas veces comiereis este pan y el cáliz bebiereis, la muerte del
Señor anunciad, hasta que venga. 27 Así que, quien comiere el pan y bebiere el cáliz
del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Pero pruébese
el hombre a sí mismo; y así del pan coma y del cáliz beba; 29 pues el que come y bebe
indignamente, juicio para sí come y bebe, no discerniendo el cuerpo del Señor. 30 Por
esto entre vosotros, muchos débiles y enfermos, y duermen bastantes. 31 Pero, si nos
juzgáramos bien, no seríamos juzgados; 32 mas, siendo juzgados, por el Señor somos
enseñados, para que no con este mundo nos condenemos. 33 Así que, hermanos míos,
congregándoos a comer, unos a otros aguardaos. 34 Si alguno hambrea, en casa coma,
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12 Pues, al modo que el cuerpo uno es, y miembros muchos tiene; y todos los
miembros del cuerpo, muchos siendo, cuerpo son uno; así también el Cristo. 13 Pues
también en un Espíritu nosotros todos para en un cuerpo hemos sido bautizados, sea
judíos, sea helenos; sea siervos, sea libres; y a todos un Espíritu se nos ha dado a beber.
14 Pues también el cuerpo no es un miembro, sino muchos. 15 Si dijere el pie: «Porque
no soy mano, no soy del cuerpo»; no por esto no es del cuerpo. 16 Y, si dijere la oreja:
«Porque no soy ojo, no soy del cuerpo»; no por esto no es del cuerpo. 17 Si todo el
cuerpo, ojo ¿dónde el oído? Si todo, oído ¿dónde el olfato? 18 Pero ahora Dios ha
puesto los miembros, uno a uno, en el cuerpo según ha querido. 19 Que, si fuesen todos
un miembro ¿dónde el cuerpo? 20 Pero ahora, muchos miembros, y un cuerpo. 21 Y no
puede el ojo decir a la mano: «Necesidad de ti no tengo»; o, a su vez, la cabeza a los
pies: «Necesidad de vosotros no tengo»; 22 sino que mucho más los que parecen
miembros del cuerpo más débiles(d) presentarse, necesarios son; 23 y los que nos
parecen más deshonrosos(e) ser del cuerpo, a éstos de honra más abundante rodeamos;
y los indecorosos de nosotros, decoro más abundante tienen; 24 pero los decorosos de
nosotros necesidad(f) no tienen. Empero Dios ordenó el cuerpo, al que faltaba(g), honra dando más
abundosa; 25 para que no haya discordia en el cuerpo, sino que lo mismo unos de otros
se soliciten los miembros. 26 Y ora padezca un miembro, al par padecen todos los
miembros; ora se glorifique un miembro, al par se gozan todos los miembros. 27 Pero
vosotros sois cuerpo de Cristo y miembros en parte(h). 28 Y estos mismos ha puesto
Dios en la Iglesia: primero, apóstoles; segundo, profetas; tercero, maestros; después,
virtudes; después, carismas de sanidades; socorros(i), gobiernos(j), géneros de lenguas. 29
¿Acaso todo, apóstoles? ¿Acaso todos profetas? ¿Acaso todos maestros? ¿Acaso todos
virtudes? 30 ¿Acaso todos carismas tienen de sanidades? ¿Acaso todos lenguas
hablan? ¿Acaso todos interpretan? 31 Pero celad los carismas los mayores; y, aún: por
excelencia camino os muestro(k):
3 a. Como dicen los judíos. Ni ellos por tanto, ni los gentiles que son llevados amodo de bestias, a los
ídolos, pueden tener el Espíritu de Dios. 10 b. Grandes milagros.
c. Porque no todas hablaban todas las lenguas; y había entre ellos quien con ciencia infusa, traducía
las que, con la misma ciencia, hablaban otros.
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31 k. El camino por excelencia el del capítulo siguiente: el de la caridad; que es el mayor carisma.
Excelencia de la caridad
1 Si las lenguas de los hombres yo hablara y de los ángeles, pero caridad no tengo, he
sido hecho bronce retumbante o címbalo estrepitoso. 2 Y, si tengo profecía, y supiere
los misterios todos y toda ciencia; y, si tengo toda la fe, hasta montes trasladar, pero
caridad no tengo, nada soy. 3 Y, si diere de comer con todos mis bienes; y si entregare
mi cuerpo a ser quemado, pero caridad no tengo, nada aprovecho. 4 La caridad
longánima es, bondadosa es; la caridad no cela, no se jacta, no se infla; 5 no
avergüenza; no busca lo suyo; no se irrita; no piensa lo malo; 6 no se goza en la
injusticia; goza, empero, con la verdad; 7 todo sufre, todo cree, todo espera; todo
soporta. 8 La caridad jamás cae(a); pero, sean profecías, anularánse; sean lenguas,
cesarán, sea ciencia, anularáse. 9 Pues en parte(b) conocemos y en parte profetizamos;
10 pero, cuando viniere lo perfecto, lo en parte se anulará. 11 Cuando yo era párvulo,
hablaba, como párvulo; sentía, como párvulo; pensaba, como párvulo; cuando me he
hecho hombre, he anulado lo del párvulo. 12 Pues vemos ahora como por espejo, en
enigma; pero entonces, faz a faz; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré así
como también he sido conocido. 13 Y ahora queda fe, esperanza, caridad: estas tres
cosas; pero la mayor de éstas, la caridad.
8 a. Cesa, muere.
9 b. Por parte, sólo parcialmente.
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1 Corred en pos de la caridad; y celad lo espiritual; pero más bien que profeticéis. 2
Pues el que habla en lengua(a), no a hombres habla, sino a Dios; pues nadie oye, y en
Espíritu habla misterios; 3 pero el que profetiza(b), a hombres habla edificación, y
exhortación y consolación. 4 El que habla lengua, a sí mismo edifica; pero el que
profetiza, a la Iglesia edifica. 5 Y quiero que todos habléis lenguas; pero más que
profeticéis; y mayor el que profetiza que el que habla con lenguas, a no ser que
interprete, para que la Iglesia edificación reciba. 6 Y ahora, hermanos, si yo fuere a
vosotros lenguas hablando, ¿qué os aprovecharé, si no os hablare, o en revelación, o en
ciencia, o en profecía o en doctrina? 7 Aún lo inanimado que voz da, sea flauta sea
cítara, si diferencia de sonido no diere —¿cómo se conocerá lo que se flautea o
citariza? 8 Pues y si desconocida voz una trompeta diere ¿quién se preparará a guerra?
9 Así también vosotros, por la lengua si no clara palabra diereis ¿cómo se conocerá lo
que se habla? Pues estaréis al aire hablando. 10 Tantos, verbigracia, géneros de voces
hay en el mundo, y ninguna es muda. 11 Si, pues, no supiere yo la virtud de la voz, seré,
para el que habla, un extranjero; y el que habla, en(c) mí, un extranjero. 12 Así también
vosotros, pues celadores sois de espíritus, para la edificación de la Iglesia buscad cómo
abundéis. 13 Por lo cual el que habla lengua, ore por que interprete. 14 Si yo orare en
lengua, mi espíritu(d) ora; pero mi mente infructuosa es. 15 ¿Qué, pues, es? Oraré con
el espíritu, y oraré también con la mente; salmearé con el espíritu; salmearé también
con la mente. 16 Puesto que, si bendijeres con el espíritu, el que ocupa el lugar del
particular ¿cómo dirá el «amén» a tu agradecimiento?(e) pues qué dices no sabe; 17 que
tú por cierto bellamente agradeces; empero el otro no se edifica. 18 Agradezco a Dios,
que, más que todos vosotros, lenguas hablo; 19 empero en la Iglesia quiero cinco
palabras con mi mente hablar (para también a otros instruir) que(f) infinitas palabras en
lengua. 20 Hermanos, no párvulos os hagáis por el ánimo; empero, para la malicia,
niñead; mas en el ánimo perfectos haceos. 21 En la ley escrito está: que Is. 28, 11-12.
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2 a. Extraña, con don de lenguas. Por ostentación solían hablar en la Iglesia los que tenían este don;
aunque ellos mismos no entendían lo que hablaban y nadie les
escuchaba.
3 b. El don de profecía es para edificación.
11 c. Para.
14 d. El espíritu que me agita; pero el alma, si ella no ora con el afecto, nadaaprovecha. 16 e. Acción
de gracias, oración. 19 f. Antes que. 21 g. Que hablan otras lenguas. 22 h. Instrucción.
26 i. Que hacer.
j. Cada cual su carisma especial tiene: uno de cantar, otro de enseñar, etc.
27 k. Hablen.
l. Turno.
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todos mueren, así también en el Cristo todos serán vivificados; 23 y cada cual en su
propio orden: primicias Cristo; después, los del Cristo en la parusia(b) de él; 24 luego el
fin, cuando entregare el reino a Dios y Padre; cuando anulare todo principado, y toda
potestad y virtud, 25 Que necesario es que él reine, hasta que pusiere todos los
enemigos bajo sus pies. 26 Postrera enemiga anulada es la muerte. 27 Pues todo ha sido
sometido bajo los pies de él. Y, cuando dice: «Todo ha sido sometido», claro(c) que,
fuera del que ha sometido a él todas las cosas; 28 y, cuando sometiere a él todas las
cosas; entonces el mismo Hijo se someterá al que ha sometido a él todas las cosas; para
que sea Dios todo en todos.
29 De no ¿qué harán los que se bautizan por los muertos(d)? Si, del todo, los muertos no
resucitan ¿qué también se bautizan por ellos? 30 ¿Qué también nosotros peligramos a
toda hora? 31 Cada día muero; sí, ¡por vuestra gloriación, hermanos; la que tengo en
Cristo Jesús, nuestro Señor! 32 Si, según(e) hombre, con fieras lidié en éfeso, ¿cuál para
mí el provecho? Si muertos no resucitan, Is. 22,13 comamos y bebamos; que mañana
morimos. 33 No os descaminéis: corrompen costumbres buenas conversaciones malas.
34 Recobraos justamente, y no pequéis; porque desconocimiento de Dios algunos
tienen. Para confusión os hablo.
35 Empero dirá alguno: «¿Cómo resucitan los muertos? ¿Y con qué cuerpo vienen? 36
Insensato, tú lo que siembras no se vivifica, si no muriere; 37 y lo que siembras, no el
cuerpo, el que ha de nacer, siembras, sino desnudo grano, por ejemplo, de trigo o de
algo de lo demás; 38 y Dios dale cuerpo, según ha querido; y a cada una de las
simientes, propio cuerpo. 39 No toda carne la misma carne; sino una de hombres; otra,
carne de bestias; otra, carne de volátiles; otra, de peces. 40 Y cuerpos celestes, y
cuerpos terrenos(f); empero, otra, por cierto, la de los celestes gloria, y otra, la de los
terrenos. 41 Otra, gloria de sol; y otra, gloria de luna; y otra, gloria de estrellas; que
estrella de estrella difiere en gloria. 42 Así también la resurrección de los muertos.
Siémbrase en corrupción; levántase en incorruptibilidad: 43 Siémbrase en deshonra;
levántase en gloria; 44 Siémbrase cuerpo anímico; levántase cuerpo espiritual. Si hay
cuerpo anímico, hay también espiritual. 45 Así también está escrito: «Hecho fue el
primer hombre Adán, en alma viviente, el último Adán, en espíritu vivificante». 46
Empero no primero lo espiritual, sino lo anímico; después, lo espiritual. 47 El primer
hombre, de tierra, lúteo; el segundo hombre, de cielo. 48 Cual el lúteo, tales también
los lúteos; y cual el celeste, tales también los celestes; 49 y, según hemos llevado la
imagen del lúteo, llevaremos también la imagen del celeste. 50 Pero esto digo,
hermanos, que carne y sangre, reino de Dios poseer no pueden, ni la corrupción la
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incorruptibilidad posee.
51 He aquí misterio os digo: todos no dormiremos; todos, empero, nos
transformaremos, 52 en un momento, en un cerrar de ojo, en la postrera trompeta; pues
trompeteará, y los muertos levantaránse incorruptibles, y nosotros(g) nos
transformaremos. 53 Que debe esto corruptible revestirse incorruptibilidad, y esto
mortal revestirse inmortalidad. 54 Y, cuando esto corruptible se revistiere
incorruptibilidad, y esto mortal se revistiere inmortalidad, entonces haráse la palabra la
escrita; Is. 25,8 Devorada fue la muerte en victoria. 55 Os. 13,14. ¿Dónde, muerte, tu
victoria? ¿Dónde, muerte, tu aguijón? 56 Pero el aguijón de la muerte, el pecado(h), y
el poder del pecado, la ley; 57 Pero, a Dios gracias, al que nos da la victoria por nuestro
Señor Jesucristo. 58 Así que, hermanos míos amados, estables hacéos, inamovibles,
abundando en la obra del Señor siempre; sabiendo que vuestra fatiga no es vana en el
Señor.
2 a. La.
23 b. Venida (segunda) llegada.
27 c. Es.
29 d. Para cuando estén muertos =para resucitar de entre los muertos.
32 e. A modo de hombre, con esperanza y mira puramente humanas.
40 f. Hay.
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De las colectas
1 Mas, acerca de la colecta, la para los santos así como he ordenado a las Iglesias de la
Galacia; así también vosotros haced. 2 En cada sábado(a) cada cual de vosotros consigo
ponga, guardando lo que le pareciere, para que no, cuando yo vengo, entonces colectas
se hagan. 3 Y, cuando llegare, a los que probareis, por cartas a éstos enviaré a llevar
vuestra gracia(b) a Jerusalén; 4 y, si ello digno fuere de que yo también vaya, conmigo
irán. 5 Y vendré a vosotros, cuando Macedonia atravesare; pues Macedonia atravieso;
6 y, con vosotros acaso permanezca o también inverne; para que vosotros me
conduzcáis adonde yo fuere. 7 Porque no quiero ahora veros de paso; pues espero
algún tiempo quedarme con vosotros; si el Señor permitiere. 8 Pero me quedaré en
éfeso hasta Pentecostés; 9 que puerta se me ha abierto grande y eficaz(c); y adversarios,
muchos. 10 Y si viniere Timoteo, mirad que inmedrosamente esté con vosotros; pues la
obra del Señor obra él, como yo. 11 Que nadie, pues, le menosprecie. Y conducidle en
paz, para que venga a mí; pues aguárdole con los hermanos. 12 Y, acerca de Apolos, el
hermano, mucho le he rogado que venga a vosotros con los hermanos; pero de ningún
modo ha tenido voluntad de venir ahora; pero irá, cuando le acomodare. 13 Velad,
estad firmes en la fe; viriles sed; esforzaos; 14 todo lo vuestro en caridad hágase. 15 Y
ruégoos, hermanos (conocéis la casa de Estéfanas (y Fortunato y Acaico); porque es las
primicias de la Acaya, y al ministerio de los santos se entregaron a sí mismos) 16 que
también vosotros os sometáis a los tales y a todo el que al par trabaja y se fatiga. 17 Y
gózome de la presencia de Estéfanas, y Fortunato y Acaico, porque vuestra falta éstos
han suplido; 18 pues han refrigerado mi espíritu y el vuestro. Conoced, pues, a los
tales. 19 Os saludan las Iglesias del Asia. Os saludan, en Señor, mucho áquila y
Priscila, con la, de la casa de ellos, Iglesia. 20 Os saludan los hermanos todos. Saludaos
unos a otros en ósculo santo. 21 El saludo, de mi mano: Pablo. 22 Si alguno no ama al
Señor, sea anatema. Maranatá(d). 23 La gracia del Señor Jesús con vosotros. 24 El
amor mío con todos vosotros en Cristo Jesús. Amén.
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Salutación
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b. Es.
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condonado, por vosotros a faz de Cristo(d); 11 para que no seamos suplantados por
Satanás; pues sus pensamientos no desconocemos. 12 Y, viniendo a la Tróade al
Evangelio del Cristo; y, puerta para mí abierta en Señor; 13 no he tenido reposo para mi
espíritu, por no hallar a Tito, mi hermano; sino que, despidiéndome de ellos, salí a
Macedonia. 14 Y ¡a Dios gracias, al que siempre nos da triunfar en el Cristo, y el olor
de su conocimiento manifiesta por nosotros en todo lugar!, 15 pues de Cristo buen olor
somos, para Dios en los que se salvan y en los que perecen: 16 a unos olor de muerte
para muerte; a otros olor de vida para vida. Y, para esto(e) ¿quién bastante? 17 Pues no
somos como los muchos que adulteran la palabra de Dios, sino que, como en pureza,
sino que, como delante de Dios, en Cristo, hablamos.
5a. Es.
7b. De la ley, que fue ocasión de prevaricaciones y de muerte. (Rom. 7,12). 9c. Fue gloria. 10d. Ni
gloria fue bajo este respecto, toda aquella gloria, comparada, con estotra
gloria: tanto supera ésta a aquélla. 11e. Fue, glorioso fue.
f. Estará.
13g. Fin —término, para que no creyesen que su alianza con Dios, era sólo temporal. El esplendor era
figura de Cristo, que es terminación de la ley mosaica, y a la vez su objetivo.
1 Por esto, teniendo este ministerio, según se nos compadeció, no acobardamos. 2 sino
que hemos renunciado a lo oculto de la vergüenza(a), no caminando en artería, ni
falseando la palabra de Dios, sino con manifestación de la verdad, recomendándonos a
toda conciencia de hombres, a faz de Dios. 3 Y, si también está velado nuestro
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evangelio; en los que perecen, está velado; 4 en los que el Dios de este siglo ha cegado
los sentidos de los increyentes, para que no (les) esplenda la iluminación del Evangelio
de la gloria del Cristo; quien es imagen de Dios; 5 pues, no a nosotros mismos
predicamos, sino a Cristo Jesús, Señor, y a nosotros mismos siervos vuestros por Jesús:
6 por el Dios que dijo: «De las tinieblas luz resplandezca»; el(b) que ha resplandecido
en nuestros corazones para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios; en faz
de Cristo.
7 Pero tenemos este tesoro en barrizos vasos para que la supereminencia del poder sea
de Dios, y no de nosotros, 8 siendo en todo atribulados, empero no angustiados;
vacilando, empero no desesperando; 9 perseguidos, empero no abandonados;
postrados, empero no pereciendo; 10 siempre la mortificación de Jesús en el cuerpo a
doquier llevando; para que también la vida de Jesús en nuestro cuerpo se manifieste. 11
Pues siempre nosotros los vivientes a la muerte entregados somos por Jesús; para que
también la vida de Jesús se manifieste en la mortal carne nuestra. 12 Así que la muerte
en nosotros obra, mas la vida en vosotros. 13 Y, teniendo el mismo espíritu de fe, según
lo escrito: «He creído; por lo cual he hablado»; también nosotros creemos; por lo cual
también hablamos; 14 sabiendo que el que resucitó a Jesús, asimismo a nosotros con
Jesús resucitará y pondrá con vosotros. 15 Pues todo por vosotros; para que la gracia,
abundando por los muchos, el agradecimiento redunde para la gloria de Dios. 16 Por lo
cual no desmayamos, sino que, aunque nuestro exterior hombre se corrompe, empero
el interior es renovado día a día. 17 Pues lo, por hoy, leve de la tribulación; va, de
demasía en demasía, un eterno peso de gloria obrándonos; 18 no contemplando
nosotros lo que se ve, sino lo que no se ve; que, lo que se ve, temporal; mas, lo que no
se ve, eterno.
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e. Apariencia visible de las cosas que se creen. 9f. Agradarle, sea vivos, sea muertos. 10g. Reciba
premio o castigo por lo hecho en el cuerpo: en la vida del cuerpo, la
mortal.
i. Aparente, ficticiamente. 16j. Carnal, material, grosera y erróneamente. 17k. Está, vive.
18l. Viene.
21m. Hizo Dios a su Hijo pecado =igual al mismo pecado.
n. Justos como la justicia misma de Dios.
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Explanaciones de la epístola 1ª
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de Señor, sino también a faz de hombre. 22 Y hemos enviado con ellos a nuestro
hermano; a quien hemos probado que en muchas cosas muchas veces solícito es, pero
ahora mucho más solícito, con confianza mucha la en vosotros; 23 sea cuanto a Tito,
compañero mío y para con vosotros, coadjutor; sean(q) nuestros hermanos, legados de
Iglesias, gloria de Cristo; 24 ¡la demostración, pues(r), del amor vuestro y la gloriación nuestra
por vosotros, para con ellos mostrando, a faz de las Iglesias!
2 a. Profundísima, extrema.
4 b. La gracia de participar.
c. De las limosnas =de agregar las suyas a las destinadas a los pobres de Jerusalén.
5 d. Dieron.
e. Después.
9 f. Condescendencia amorosa.
10 g. Espontáneo, grande. 11 h. Sea el terminar del querer: el realizar la voluntad: el dar del tener, de
lo que tenéis. De cada cual a medida de su voluntad grande, y de lo que buenamente pueda
dar.
12 i. Es.
j. Buenamente; no puede dar buenamente.
13 k. Sea.
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De la limosna
1 Pues ciertamente acerca del ministerio del para con los santos, demás para mí está el
escribiros; 2 pues sé la propensión vuestra, por la cual, de vosotros, me glorío ante los
macédones, pues Acaya prevenida está desde el año pasado, y vuestro celo ha incitado
a muchísimos. 3 Y he enviado los hermanos, para que nuestra gloriación, la por
vosotros, no se desvanezca en esta parte; para que, así como decía yo, prevenidos
estéis; 4 no sea que, cuando vinieren conmigo macédones y os hallaren desprevenidos,
nos avergoncemos nosotros (por no decir: vosotros por esta circunstancia. 5 Necesario,
pues, he estimado exhortar a los hermanos, a antes venir a vosotros y prevenir que esta
antes prometida bendición vuestra preparada esté, así como bendición(a), y no como
avaricia. 6 Pero esto(b): el que siembra parcamente, parcamente también segará, y el
que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará. 7 Cada cual según ha
propuesto en su corazón, no con tristeza o por necesidad. Pues al alegre dador ama
Dios. 8 Pero puede Dios toda gracia colmar en vosotros, para que en todo siempre toda
suficiencia teniendo, abundéis en toda obra buena; 9 según está escrito:
Sl. 112,9. Desparramó, dio a los pobres; su justicia permanece por el siglo.
10 Pero el que suministra simiente al que siembra, también pan para comida
suministrará, y multiplicará la simiente vuestra y acrecentará los gérmenes de vuestra
justicia; 11 en todo enriquecidos para toda simplicidad(c); la cual obra por nosotros
agradecimiento de Dios(d). 12 porque el ministerio de este servicio(e) no sólo está supliendo
las faltas de los santos, sino también abundando en muchos agradecimientos a Dios; 13
y por la probación de este ministerio glorificando a Dios, en la obediencia de vuestra
confesión(f) para con el Evangelio del Cristo, y la simplicidad de la contribución para con
ellos y para con todos; 14 y con su plegaria por vosotros, deseándoos(g), por la
eminente gracia de Dios en vosotros. 15 ¡Gracias a Dios por su inenarrable don!
5 a. Generosidad.
6 b. Mirad.
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Potestad
2a. Tenga que ser. 7b. Lo que las apariencias mismas dicen; lo que resalta a la vista. 12c. Deliran
soberbios no midiendo sus fuerzas y creyéndose suficientes a sí
mismos.
13d. Como medida.
14e. Excedido en la medida que nos ha sido señalada. 16f. Aquellas tierras.
Gloríase de su integridad
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1 a. Pues toda gloriación, por justa y necesaria que sea, parece necedad, por lomenos al vulgo. 4 b.
Ironía = muy mal hacéis sufriendo a esos falsos apóstoles. 5 c. Irónico.
12 d. Los falsos apóstoles, para cohonestar su avaricia, enseñaban que era indignode un apóstol
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trabajar para comer, como lo hacía S. Pablo. 13 e. Quieren que todos vivan del ministerio.
14 f. Es.
16 g. Creyéndolo siempre.
17 h. A manera imperfecta, humana (a lo que las circunstancias lo obliguen). Pues, según el Señor, el
Evangelio, no es lícito, generalmente, gloriarse; y el hacerlo, siempre parece necedad.
18 i. De vosotros.
20 j. Os afrenta sobre manera. 21 k. A gloriarse. 23 l. Aún más que ellos. 24 m. Según la ley mosaica
no podían darse al reo más de cuarenta azotes. 25 n. Alta mar.
26 o. En viajes.
Visiones y revelaciones
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1 Tercera esta vez vengo a vosotros. En boca de dos testigos o tres se establecerá toda
palabra. 2 He predicho y predigo (como presente la segunda vez,(a) y ausente ahora) a
los que antes han pecado y a los demás todos: que si yo viniere de nuevo, no perdonaré.
3 Puesto que prueba buscáis del que en mí habla: Cristo; quien para con vosotros no
flaquea, sino que es potente en vosotros. 4 Pues también crucificado fue por flaqueza;
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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pero vive por potencia de Dios; pues también nosotros flaqueamos con él; pero
viviremos con él por potencia de Dios para con vosotros. 5 A vosotros mismos tentad si
estáis en la fe; a vosotros mismos probad. ¿O no os reconocéis: que Jesucristo en
vosotros? ¡si ya no sois reprobados! 6 Mas espero que conozcáis que nosotros no
somos reprobados. 7 Y rogamos a Dios que no hagáis malo nada; no, para que nosotros
probados aparezcamos, sino para que vosotros lo bello hagáis, y nosotros como
reprobados seamos. 8 Pues no podemos cosa alguna contra la verdad(b), sino por la
verdad. 9 Pues nos gozamos, cuando nosotros flaqueamos, y vosotros potentes sois;
esto también rogamos: vuestra consumación(c). 10 Por esto, esto ausente, escribo, para
que, presente, no proceda yo, según la potestad que el Señor me ha dado, para
edificación, y no para destrucción. 11 Por lo demás, hermanos, gozaos, consumaos,
consolaos, lo mismo sentid, paz tened; y el Dios de la caridad y paz será con vosotros.
12 Saludaos en santo ósculo. Os saludan los santos todos. 13 La gracia del Señor
Jesucristo, y la caridad de Dios y la comunicación del Santo Espíritu con todos
vosotros.
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1 Pablo, apóstol, no de parte de hombres(a), ni por hombre, sino por Jesucristo y Dios
Padre, que le resucitó de muertos; 2 y los conmigo todos hermanos, a las Iglesias de la
Galacia: 3 Gracia a vosotros y paz de Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo; 4 el que se
dio por nuestros pecados, a fin de sacarnos del siglo, del presente, malo, según la
voluntad de Dios y Padre nuestro; 5 a quien la gloria por los siglos de los siglos: Amén.
6 Admírome de que tan pronto os paséis del que os llamó en gracia de Cristo, a otro
evangelio; 7 que no es otro, sino algunos son los que os perturban y quieren trastornar
el Evangelio del Cristo. 8 Empero, aunque nosotros o un ángel del cielo os
evangelizare fuera de lo que os hemos evangelizado, anatema sea. 9 Como antes hemos
dicho, ahora de nuevo digo: si alguno os evangelizare fuera de lo que habéis recibido,
anatema sea. 10 Pues ahora ¿a hombres persuado o a Dios? ¿O busco a hombres
agradar? Si todavía a hombres agradara, de Cristo siervo no sería.
11 Pues os noticio, hermanos, el Evangelio, el evangelizado por mí: que no es según
hombre; 12 pues, ni yo de hombre lo he recibido ni aprendido, sino por revelación de
Jesucristo. 13 Pues habéis oído mi conversación un día en el judaísmo: que en exceso
perseguía la Iglesia de Dios y devastábala; 14 y sobrepasaba en el judaísmo a muchos
coetáneos en mi linaje, sobremanera celador siendo de las paternas mías tradiciones. 15
Mas, cuando plugo al que me segregó, del vientre de mi madre, y llamó por su gracia,
16 para revelar a su Hijo en mí, para que yo le evangelizara en las gentes; al punto no
me confié a carne o sangre; 17 ni me fui a Jerusalén, a los antes que yo apóstoles, sino
que me fui a Arabia y de nuevo retorné a Damasco. 18 Tras de esto, después de años
tres, vine a Jerusalén, a ver a Cefas, y quedéme con él días quince; 19 pero a otro de los
apóstoles no vi, sino a Santiago, el hermano del Señor. 20 Y lo que os escribo, he aquí,
a faz de Dios, que no miento. 21 Tras de esto, vine a las regiones de la Siria y la Cilicia.
22 Pero era yo desconocido de rostro para las Iglesias de la Judea, las en Cristo; 23 y
sólo oyendo estaban: que «el que nos perseguía un tiempo, ahora evangeliza la fe que
un tiempo devastaba»; 24 y glorificaban en mí a Dios.
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1 Tras de esto, después de catorce años, de nuevo subí a Jerusalén con Bernabé,
llevando juntamente también a Tito; 2 y subí, según revelación, y expúseles el
evangelio que predico en las gentes, y, aparte, a los estimados(a), para no en vano correr
o haber corrido(b). 3 Empero, ni Tito conmigo, heleno siendo, obligado fue a
circuncidarse; 4 y(c) por los subintroducidos pseudohermanos; los cuales se
subintrodujeron a espiar la libertad nuestra, que tenemos en Cristo Jesús, para
esclavizarnos ellos; 5 a quienes ni por una hora cedimos con sujeción; a fin de que la
verdad del Evangelio permaneciera con vosotros. 6 Pero, de los que estimaban ser algo
(cuáles antes fueran, nada me importa: rostro Dios de hombre no acepta) —pues a mí
los estimados nada me han añadido(d); 7 sino que, lo contrario: viendo ellos que me
había sido confiado el evangelio del prepucio, así a como a Pedro, de la circuncisión; 8
(pues el que obró por Pedro(e), para apostolado de la circuncisión, obró también por mí
para las gentes) 9 y conociendo la gracia la dada a mí, Santiago, y Cefas y Juan, que son
estimados columnas ser, diestras dieron a mí y a Bernabé, de compañía, para que
nosotros(f), a las gentes, y ellos, a la circuncisión; 10 sólo de los pobres que nos
acordásemos, lo que también me he empeñado esto mismo en hacer.
11 Y, cuando vino Cefas a Antioquía, a faz le resistí, porque reprensible era. 12 Pues,
antes de venir algunos(g), de Santiago, con las gentes comía; pero, cuando vinieron
sustraía y separábase, temiendo a los de circuncisión. 13 Y disimularon con él los
demás judíos, tal que también Bernabé fue al par arrastrado a la disimulación de ellos.
14 Empero, cuando vi que no con recto pie andaban, según la verdad(h) del Evangelio, dije
a Cefas delante de todos: «Si tú, judío como eres, gentílica(i), y no ya judaicamente vives ¿cómo las
gentes obligas a judaizar?» 15 Nosotros por naturaleza judíos(j), y no de entre gentes
pecadores(k); 16 y, sabiendo que no se justifica el hombre por obras de ley, sino por la
fe de Cristo Jesús, también nosotros en Jesucristo hemos creído, para ser justificados
por fe de Cristo, y no obras de ley; porque, por obras de ley, no será justificada toda
carne. 17 Y, si, buscando justificarnos en Cristo, hemos sido hallados también nosotros
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mismos pecadores ¿acaso Cristo, de pecado ministro(l)? ¡No sea! 18 pues, si lo que he
deshecho, esto de nuevo edifico, transgresor me constituyo. 19 Que yo, por ley, a ley he
muerto, para a Dios vivir. 20 Con Cristo he sido crucificado; y vivo, no ya yo, pero vive
en mí Cristo; y lo que ahora vivo en carne, en fe vivo la de Dios y Cristo; el que me amó
y se entregó por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; pues, si por ley, justicia, luego en
vano murió.
2 a. Preeminentes.
b. Si en las labores y correrías apostólicas he andado conforme con los demás apóstoles. —Dícelo
para confundir a sus enemigos y afirmar la unidad de la Iglesia.
4 c. Y esto.
6 d. Nada he recibido de ellos; mi autoridad no viene de ellos.
8 e. Con Pedro y para él.
9 f. Predicásemos.
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todas las gentes. 9 Así que los de fe, benditos son con el fiel Abrahán. 10 Pues, cuantos
de obras de ley son, bajo maldición están. Pues escrito está: que maldito todo el que no
permanece en todo lo escrito en el libro de la ley, para hacerlo. 11 Y, que en ley nadie
es justificado ante Dios, claro(b); porque el justo de fe vivirá; 12 pero la ley no es de fe,
sino el que lo(c) hiciere, vivirá en ello. 13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición; pues escrito está que: Dt. 21,23. maldito todo el
suspendido de leño; 14 a fin de que para las gentes la bendición de Abrahán se hiciera
en Jesucristo; a fin de que la promesa del Espíritu recibamos por la fe.
15 Hermanos, según hombre(d) digo. Sin embargo, de hombre(e) un sancionado
testamento, nadie invalida o sobreañade. 16 Pero a Abrahán dichas fueron las promesas
y a la simiente de él. No dice: «Y a las simientes», como(f) de muchos, sino como de
uno: «Y a tu simiente; el que es Cristo. 17 Y esto digo: testamento antes sancionado por
Dios, la después de cuatrocientos y treinta años hecha ley, no deroga, para anular la
promesa. 18 Pues, si de ley la herencia, ya no de promesa; pero a Abrahán, por
promesa, ha agraciado Dios.
19 ¿Qué, pues, la ley? Por causa de las transgresiones(g) fue añadida,(h) hasta que
viniese la simiente a quien se había prometido(i), establecida por ángeles en mano de
mediador(j). 20 Pero el mediador de uno no es, y Dios uno es(k). 21 ¿La ley, pues,
contra las promesas de Dios? ¡No sea! Pues, si se hubiera dado ley, la que pudiese
vivificar, realmente en ley fuera la justicia. 22 Empero ha encerrado(l) a la vez la
escritura todo bajo pecado, para que la promesa de fe de Jesucristo fuese dada a los
creyentes. 23 Pero, antes de venir la fe, bajo ley se nos guardaba encerrados para la
venidera fe por revelar. 24 Así que la ley, ayo hízose hacia Cristo, para que por fe
fuésemos justificados. 25 Pero, venida la fe, ya no bajo ayo estamos. 26 Pues todos
hijos de Dios sois por la fe en Cristo Jesús. 27 Que, cuantos en Cristo habéis sido
bautizados, de Cristo os habéis revestido. 28 No hay en él judío ni heleno; no hay en él
siervo ni libre; no hay en él macho ni hembra; que todos vosotros uno sois en Cristo
Jesús. 29 Y, si vosotros de Cristo, luego de la de Abrahán simiente sois, según promesa
herederos.
1a. Pintado al vivo, predicado con grandes instancias, como crucificado, redentor
de todas nuestras servidumbres.
11b. Es.
12c. Lo que manda la ley. 15d. Humanamente: con modo y ejemplo humano.
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20k. Promete gratuitamente. La ley mosaica fue contrato bilateral; no unilateralcomo la promesa. 22l.
Comprendido, declarado que todos están bajo pecado.
1 Pero digo: cuanto tiempo el heredero párvulo es, en nada difiere de siervo, señor de
todo siendo; 2 sino que bajo tutores está y curadores hasta el día prefijado, el del padre.
3 Así también nosotros, cuando éramos párvulos bajo los elementos(a) del mundo,
estábamos esclavizados; 4 pero, cuando vino la plenitud del tiempo, envió Dios a su
Hijo, hecho de mujer, hecho bajo ley; 5 para que los bajo ley redimiese; para que la
filiación recibiésemos. 6 Y, porque sois hijos, envió el Espíritu de su Hijo a vuestros
corazones, el que clama: «Abbá, el Padre». 7 Así que ya no eres siervo, sino hijo; y, si
hijo, también heredero por Dios. 8 Empero entonces por cierto no conociendo a Dios,
servisteis a los que, por naturaleza, no eran dioses; 9 pero ahora, conociendo a Dios, y
más bien: siendo conocidos(b) por Dios ¿cómo retornáis de nuevo a los flacos y pobres
rudimentos, a que otra vez, de nuevo, servir queréis? 10 Días observáis, y meses, y
tiempos y años. 11 Temo, por vosotros, no sea que en vano haya trabajado yo por
vosotros. 12 Haceos como yo, porque también yo(c), como vosotros hermanos,
ruégoos. Nada me habéis agraviado: 13 pero sabéis que, en medio de flaqueza de la
carne, evangelicéos primeramente; 14 y la tentación(d) vuestra en mi carne; no
menospreciasteis ni abominasteis; sino que, cual a un ángel de Dios me recibisteis, cual
a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde, pues, vuestra felicidad(e)? Pues os atestiguo que, si posible,
vuestros ojos sacando, me hubierais dado. 16 ¿Así que enemigo vuestro me he hecho,
la verdad diciendo? 17 Os celan no bellamente, sino excluiros(f) quieren, para que a
ellos celéis. 18 Y bello, ser celado en lo bueno siempre, y no sólo, estando yo con
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vosotros, 19 hijos míos; por quienes de nuevo dolores puerperales tengo, que se forme
Cristo en vosotros. 20 Y querría yo estar con vosotros ya y cambiar mi voz(g) porque
vacilo cuanto(h) a vosotros. 21 Decidme, los que bajo ley queréis estar: ¿la ley no oís? 22
Pues escrito está que Abrahán dos hijos tuvo: uno de la sierva y uno de la libre. 23
Empero el de la sierva según carne nació; pero el de la libre, por la promesa. 24 Lo que
es alegórico. Que éstos son dos testamentos: el uno ciertamente del monte Sinaí, para
servidumbre engendrado, cual es Agar(i). 25 (y Agar, el Sinaí monte, es en Arabia), y
confina con la actual Jerusalén (pues sirve con los hijos suyos); 26 pero la superior
Jerusalén libre es; la que es nuestra madre; 27 pues escrito está:
Is. 54,1. Regocíjate, estéril, la que no pares; alborózate y clama la sin dolor puerperal:
pues muchos, los hijos de la abandonada, que de la que tiene marido.
28 Y vosotros, hermanos, según Isaac, de la promesa hijos sois. 29 Empero, así como
entonces el según carne nacido perseguía al según espíritu; así también ahora. 30
Empero ¿qué dice la Escritura?: Gn. 21,10 «Arroja fuera a la sierva y a su hijo; pues
no heredará el hijo de la sierva con el hijo de la libre». 31 Por lo cual, hermanos, no
somos de sierva hijos, sino de la libre.
3a. Principios, comienzos mundanales, materiales, de la ley mosaica. 9b. Reconocidos, aprobados.
12c. Me he hecho como vosotros.
14d. Lo que os tentó y escandalizó en mí por mis tribulaciones y persecuciones.
15e. De entonces.
17f. De los otros maestros.
20g. Con la vuestra, cambiar voces, palabras.
h. En lo que deba yo hacer con vosotros.
24i. Madre de Ismael y de los ismaelitas siervos, habitantes del Sinaí en Arabia, simboliza a la
Jerusalén mosaica, bajo la servidumbre de la ley.
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1 En la libertad, pues, con que Cristo nos ha libertado, afirmaos; y no de nuevo seáis a
yugo de servidumbre sujetos. 2 He aquí yo, Pablo, dígoos que, si os circuncidáis, Cristo
a vosotros nada aprovechará; 3 y testifico de nuevo a todo hombre que se circuncida;
que deudor es de toda la ley hacer. 4 Estáis borrados de Cristo, los que en ley sois
justificados: de la gracia habéis caído. 5 Pues nosotros, por Espíritu, por fe, esperanza
de justicia aguardamos; 6 pues en Cristo, ni circuncisión algo vale, ni prepucio, sino fe,
por caridad obrando. 7 Corríais bellamente; ¿qué os estorbó de la verdad no
persuadiros? 8 La persuasión(a) no del que os llama. 9 Pequeña levadura toda la masa
leuda. 10 Yo confío en vosotros que ninguna otra cosa habéis de sentir; pero el que os
perturba, llevará el juicio, quienquiera que él fuere. 11 Y yo, hermanos, si la
circuncisión todavía predico ¿por qué todavía soy perseguido? luego ha cesado el
escándalo de la cruz(b). 12 Ojalá también cortados fuesen los que os conturban. 13 Pues
vosotros a libertad habéis sido llamados, hermanos; sólo que no(c) la libertad en
ocasión a la carne; empero por la caridad servíos unos a otros. 14 Pues toda la ley en
una palabra cumplida está: en la de: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero, si
unos a otros mordéis y devoráis, mirad no seáis unos de otros consumidos(d). 16 Y
digo: en espíritu caminad, y concupiscencia de carne no satisfagáis, no. 17 Pues la
carne codicia contra el espíritu, y el espíritu contra la carne; pues éstos entre sí se
oponen; para que, no lo que queráis, esto hagáis. 18 Pero, si de espíritu sois llevados,
no estáis bajo ley: 19 Que manifiestas son las obras de la carne; las que son: ramería,
inmundicia, libertinaje; 20 idolatría, hechicería(e), enemistades, contienda, celo, iras,
riñas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, ebriedades, bacanales y lo
semejante a esto; lo cual os declaro, según antes he dicho: que los que lo tal hacen;
reino de Dios no heredarán. 22 Pero el fruto del espíritu es: caridad, gozo, paz,
longanimidad, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, continencia, (temperancia,
castidad). Contra las cuales cosas no es la ley. 24 Pero los de Cristo Jesús, la carne han
crucificado con las pasiones y las concupiscencias. 25 Si vivimos de espíritu, en
espíritu también andemos. 26 No nos hagamos vanagloriosos, unos a otros irritando;
unos a otros envidiando.
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8a. Que os viene de los pseudoapóstoles, no es del... 11b. Si yo predicara, como antes, la circuncisión,
no se me perseguiría; y elescándalo de la cruz cesara; la cruz cesara de escandalizar a mis
perseguidores.
Admoniciones varias
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llevo. 18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo con vuestro espíritu, hermanos; amén.
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1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, a los santos, a los que están en
éfeso, y fieles en Cristo Jesús: 2 gracia a vosotros, y paz de Dios, nuestro Padre y Señor
Jesucristo.
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo; el que nos ha bendecido en toda
bendición espiritual, en lo celeste, en Cristo; 4 así como nos eligió en él, antes de la
constitución del mundo, para ser santos e irreprensibles faz a faz de él; en caridad 5
predestinándonos a filiación por Cristo Jesús, para él, según el beneplácito de su
voluntad; 6 en loor de gloria de su gracia; con que nos agració en el amado; 7 en quien
tenemos la redención por su sangre: la remisión de las caídas, según la riqueza de su
gracia; 8 que abundó en nosotros en toda sabiduría y prudencia; 9 manifestándonos el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, que propuso en él, 10 en dispensación de
la plenitud de los tiempos, a resumir todo en el Cristo, lo en los cielos y lo en la tierra,
en él; 11 en quien también hemos sido llamados predestinados, según propósito del que
todo lo obra, según el consejo de su voluntad; 12 para que seamos en loor de su gloria,
lo que antes hemos esperado en el Cristo; 13 en quien también vosotros, oyendo la
palabra de la verdad: el Evangelio de vuestra salud. —en quien también creyendo,
habéis sido sellados con el Espíritu de la promesa, el Santo; 14 que es las arras de
vuestra herencia en redención de la adquisición, en loor de su gloria. 15 Por esto
también yo, oyendo la entre vosotros fe en el Señor Jesús y la caridad la para con todos
los santos; 16 no ceso de agradecer, de vosotros memoria haciendo en mis oraciones;
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de
sabiduría y revelación, en conocimiento de él, 18 iluminados los ojos del corazón, para
que sepáis cuál es la esperanza de su vocación, cuál la riqueza de la gloria de su
herencia, en los santos; 19 y cuál la eminente grandeza de su virtud para con nosotros,
que creemos según la operación del poder de su fuerza(a); 20 que ha operado en el
Cristo, resucitándole de muertos y sentando a su diestra en los cielos; 21 por sobre todo
principado, y potestad, y virtud, y dominación y todo nombre que se nombra, no sólo
en este siglo, sino también en el futuro; 22 y todo sometió bajo sus pies, y diólo por
cabeza, sobre todas las cosas, a la iglesia; 23 la cual es su cuerpo, la plenitud del que
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1 Y a vosotros, estando muertos por vuestras caídas y pecados; 2 en que un día habéis
caminado según el siglo(a) de este mundo, según el príncipe de la potestad del aire(b), del espíritu el
que ahora opera en los hijos de la desobediencia; 3 entre los cuales también nosotros
todos un día hemos conversado en las concupiscencias de nuestra carne; haciendo las
voluntades de la carne y de los pensamientos, y éramos hijos, por naturaleza, de ira,
como también los demás; 4 pero Dios, rico siendo en misericordia, por su mucho amor
con que nos amó; 5 y, estando nosotros muertos por las caídas, convivificónos en el
Cristo (por gracia habéis sido salvados); 6 y conresucitó y consentó en lo celestial, en
Cristo Jesús; 7 para manifestar en los siglos, los sobrevinientes, la excesiva riqueza de
su benignidad para con nosotros en Cristo Jesús. 8 Pues, por la gracia, habéis sido
salvados por fe; y éste, no de vosotros: de Dios don(c); 9 no por obras, para que nadie se
gloríe; 10 pues de él somos hechura, creados en Cristo Jesús para obras buenas, que
previno Dios, para que en ellas caminásemos. 11 Por lo cual, rememorad que un día
vosotros las gentes en carne, los que sois dichos «prepucio» por la que es dicha
«circuncisión» en carne, a mano hecha; 12 que estabais en aquel tiempo sin Cristo,
extrañados del estado de Israel y huéspedes de los testamentos de la promesa,
esperanza no teniendo, y sin Dios en el mundo. 13 Y ahora ya en Cristo Jesús vosotros
que un día estabais lejos, habéis sido hechos cercanos en la sangre del Cristo. 14 Que él
es nuestra paz, el que hizo entrambos(d) uno y la pared media del cercado disolviendo,
15 la enemistad, en su carne, la ley(e) de los mandamientos con doctrinas, anulando,
para los dos crear, en sí mismo, en un nuevo hombre, haciendo paz; 16 y reconciliar
ambos en un cuerpo para Dios por la cruz, matando la enemistad en sí mismo. 17 Y,
viniendo, evangelizó paz a vosotros, los de lejos, y paz a los de cerca; 18 que por él
tenemos el acceso ambos a dos, en un Espíritu, al Padre. 19 Por lo tanto, ya no sois
huéspedes y advenedizos, sino que sois conciudadanos de los santos y domésticos de
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2a. Corrupción.
b. Los espíritus malos que dominan en el aire.
8c. Es.
14d. Judaísmo y gentilidad. 15e. Ley mosaica que solo consistía en mandamientos y decretos.
1 Por causa de esto, yo, Pablo, el prisionero de Cristo Jesús(a), por vosotros, las gentes;
2 si es que(b) habéis oído la dispensación de la gracia de Dios, la dada a mí para
vosotros; 3 que, según revelación, se me manifestó el misterio, según antes(c) he escrito
en breve; 4 para lo cual podéis, leyendo, entender mi inteligencia en el misterio del
Cristo; 5 que(d) a las otras generaciones no fue manifestado, a los hijos de los hombres,
como ahora ha sido revelado a los santos de él y profetas en Espíritu: 6 el ser las gentes
coherederas, y concorpóreas y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por el
Evangelio; 7 de que(e) he sido hecho ministro, según el don de la gracia de Dios, la
dada a mí según la operación de su virtud. 8 A mí, el menos que el menor de todos los
santos(f) ha sido dada esta gracia: a las gentes evangelizar la inescrutable riqueza del
Cristo, 9 e iluminar a todos: cuál sea la dispensación del misterio, el oculto desde los
siglos en Dios, el que todo lo ha creado; 10 para que sea manifestada ahora a los
principados y las potestades en lo celeste, por las Iglesias, la muy varia sabiduría de
Dios, 11 según propósito de los siglos; lo que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor; 12 en
quien tenemos la libre habla y acceso en confianza por la fe de él. 13 Por lo que pido(g)
que no desmayéis en las tribulaciones mías por vosotros; lo cual es vuestra gloria. 14
Por causa de esto doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo; 15 de
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quien todo lo paterno en los cielos y sobre la tierra es denominado, 16 para que dé a
vosotros, según la riqueza de su gloria, que con potencia seáis corroborados, por su
Espíritu en el interior hombre; 17 para que inhabite el Cristo, por la fe, en vuestros
corazones; 18 en caridad arraigados y fundamentados(h) a fin de que os fortifiquéis a
comprender con todos los santos, cuál sea la latitud, y longitud, y altura y hondura(i); 19 y conocer el
todo superante amor del Cristo; a fin de que os llenéis en toda llenura de Dios. 20 Y al
que puede a todo exceder, en abundancia, sobre lo que pedimos o entendemos, según el
poder, el que opera en nosotros; 21 a él la gloria, en la Iglesia y en Cristo Jesús, por
todas las generaciones del siglo de los siglos(j); amén.
i. Del misterio de la vocación de las gentes. 21 j. Del mundo de los mundos, de todos los mundos, de
la creación entera.
que ascendió por sobre todos los cielos para llenarlo todo. 11 Y él mismo dio unos(b)
apóstoles; otros profetas; otros, evangelistas; otros, pastores y maestros; 12 para la
consumación de los santos en obra de ministerio, en edificación del cuerpo del Cristo;
13 hasta que nos encontremos todos en la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo
de Dios, en varón perfecto, en medida de edad de la plenitud(c) del Cristo; 14 para que
ya no seamos infantes fluctuando y agitados por todo viento de la doctrina en el
dadeo(d) de los hombres, en artería, para el rodeo del descarrío; 15 y, siendo veraces en
amor, crezcamos hacia él en todo; quien es la cabeza: Cristo; 16 de quien todo el
cuerpo que es compaginado y conglomerado por toda ligadura de suministración(e),
según operación, en medida de todas y cada una de las partes, el crecimiento del cuerpo
efectúa para edificación de sí mismo en amor.
17 Esto, pues, digo y atestiguo en Señor: que ya no caminéis, según también las gentes
caminan en vanidad de su inteligencia, 18 entenebrecidos del pensamiento estando,
extrañados de la vida de Dios, por la ignorancia la que hay en ellos, por el
empedernimiento de su corazón; 19 los cuales, indolentes, a sí mismos entregaron al
libertinaje, a operación de impureza toda, en avidez. 20 Pero vosotros no así habéis
aprendido al Cristo; 21 si es que le habéis oído y en él sido enseñados, según hay
verdad en Jesús, 22 a que depongáis, según(f) la primera conversación, el viejo hombre, el que se
corrompe según los apetitos del engaño(g); 23 y a que os renovéis en el espíritu de vuestra
mente, 24 y os vistáis al nuevo hombre, al, según Dios, creado en justicia y santidad de
la verdad(h). 25 Por lo cual, deponiendo la mentira, hablad verdad cada cual con su
prójimo, pues somos unos de otros miembros. 26 Airaos(i), y no pequéis; el sol no se ponga
sobre vuestro airamiento(j); 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurta, ya no hurte, y más
bien fatíguese trabajando con las manos lo bueno, para que tenga qué partir con el que
necesidad tiene. 29 Toda palabra corrompida de vuestra boca no salga, sino que, si
alguna(k) buena para edificación de la necesidad(l), para que dé gracia a los oyentes. 30 Y no
contristéis al Espíritu, al Santo de Dios; en quien habéis sido sellados para el día de la
redención(m). 31 Toda amargura, y cólera, e ira, y vociferación y blasfemia quítese de
vosotros, con toda malicia. 32 Haceos, unos para con otros, buenos, entrañables,
condonándoos, según también Dios en Cristo os ha condonado.
13c. Edad plenísima, perfecta: la de Cristo. 14d. Juego de dados = intrigas. 16e. Que suministra vida.
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29k. Es.
l. Necesaria, oportuna para edificar, que sirva a los oyentes.
30m. Resurrección.
1 Haceos, pues, imitadores de Dios, como hijos amados; 2 y caminad en amor, así
como también el Cristo nos amó y entregóse por nosotros ofrenda y hostia a Dios en
olor de fragancia. 3 Pero ramería e impureza toda o avaricia ni se nombre entre
vosotros, tal como conviene a santos(a), 4 y torpeza y necio hablar o jocosidad que no
cuadran, sino más bien benevolencia. 5 Pues esto sabed: que todo ramero, o impuro o
avaro, que es idólatra(b), no tiene herencia en el reino del Cristo y Dios. 6 Nadie os
engañe con vacías palabras; pues, por esto,(c) viene la ira de Dios sobre los hijos de la
infidelidad. 7 No os hagáis, copartícipes de ellos. 8 Pues erais un día tinieblas, pero
ahora luz en Señor: como hijos de luz caminad 9 (que el fruto de la luz(d), en toda
benignidad, y justicia y verdad); 10 probando qué sea bien placiente al Señor, 11 y no
comuniquéis con las obras, las infructuosas, de las tinieblas; pero más bien también
vituperadlas. 12 Pues, lo que en oculto se hace por ellos, feo es hasta decirlo; 13 pero
todo lo que se vitupera, por la luz se manifiesta; que todo lo que se manifiesta(e), luz es.
14 Por lo cual dice:
Is. 26,19. Despiértate, el que duermes, y levántate de los muertos; y te iluminará el
Cristo.
15 Mirad, pues, cómo exactamente caminéis, no como insipientes, sino como
sapientes; 16 redimiendo(f) el tiempo; que los días malos son. 17 Por esto no os hagáis
insensatos, sino que comprended cuál(g) la voluntad del Señor. 18 Y no os embriaguéis
con vino, en el que hay lujuria; sino que llenaos en Espíritu; 19 hablándoos en salmos,
e himnos y cantares espirituales(h); cantando y salmeando, en vuestro corazón, al
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3a. Fieles.
5b. El vicio impuro y la avaricia ponen su amor todo en su ídolo. 6c. La impudicia y avaricia. 9d. Es.
13e. Pone algo de manifiesto, visible.
16f. Como comprándolo del mundo, que lo cautiva y hace perder.
17g. Sea.
19h. Cantares llenos, ebrios del Espíritu Santo, cantad entre vosotros toda suerte
de cánticos: salmos, cánticos sagrados, cantares de júbilo.
23i. De ella.
32j. En orden a.
33k. Con temor reverencial admirativo.
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1 Los hijos, obedeced a vuestros progenitores; que esto es justo. 2 Honra al padre tuyo
y a la madre; el que es el mandamiento primero en(a) promesa: 3 para que bien te vaya
y seas longevo sobre la tierra(b). 4 Los padres, no enojéis a vuestros hijos, sino criadles
en enseñanza y amonestación de Señor(c). 5 Los siervos, obedeced a los carnales amos
con temor y temblor, en sencillez de vuestro corazón, como al Cristo; 6 no según
servicio al ojo como a hombres placiendo, sino como siervos de Cristo, haciendo la
voluntad de Dios, de alma: 7 con benevolencia sirviendo como al Señor, y no a
hombres; 8 sabiendo que cada cual lo que hiciere bueno, esto se llevará de Señor, sea
siervo, sea libre. 9 Y los amos, otro tanto(d) haced con ellos, dejando la amenaza;
sabiendo que de ellos y de vosotros el Señor está en cielos y acepción de personas no
hay ante él.
10 Por lo demás, hermanos, confortaos en Señor, y en el poder de su fortaleza. 11
Vestíos la armadura toda de Dios para que podáis afrontar las asechanzas del diablo; 12
porque no es para nosotros la lucha contra sangre y carne, sino contra los principados,
contra las potestades, contra los mundipotentes de estas tinieblas, contra lo espiritual(e)
de la malicia, en lo celeste. 13 Por esto, coged la armadura toda de Dios, para que
podáis resistir en el día el malo, y de todo en todo consumados alzaros. 14 Is. 59,17.
Alzaos, pues, ceñidos en torno vuestro lomo en verdad, y vestidos la loriga de la
justicia. 15 y calzados los pies en preparación del Evangelio de la paz. 16 En todo
cogiendo el escudo de la fe; en el cual podréis todos los dardos del malo los encendidos
apagar; 17 y el morrión de la salud tomad y la cuchilla del Espíritu; lo que es palabra
de Dios. 18 Por toda oración y plegaria orando en todo tiempo en Espíritu, y para ello
velando en toda constancia y plegaria para todos los santos; 19 y por mí, para que se me
dé palabra en abrimiento de mi boca, en libre habla, para manifestar el misterio del
Evangelio; 20 por el cual legado
soy en cadena, para que en él libremente hable, como debo hablar. 21 Y, para que
también vosotros sepáis lo acerca de mí, qué hago; todo noticiaráos Tíquico, el amado
hermano y fiel ministro en Señor; 22 al que envié a vosotros para esto mismo: a fin de
que conozcáis lo acerca de nosotros y consuele él vuestros corazones. 23 Paz a los
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hermanos y caridad con fe, de Dios Padre y Señor Jesucristo. 24 La con todos los que
aman a nuestro Señor Jesucristo en incorrupción.(f)
2a. Con.
3b. A larga vida, largo premio. Siendo la vida presente de prueba y sufrimiento,mientras más larga
sea, mayor será su galardón. 4c. Con temor de Dios y caridad. 9d. Tratadles según Dios. 12e. Las
potencias espirituales malignísimas, esparcidas por los aires, dominando
al mundo.
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1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús, los que
están en Filipos, con obispos y diáconos: 2 gracia a vosotros y paz, de Dios, nuestro
Padre, y Señor Jesucristo. 3 Agradezco al Dios mío, en toda memoria de vosotros, 4
siempre en toda plegaria mía por todos vosotros, con gozo la plegaria haciendo, 5 por
vuestra participación en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; 6 confiado de
esto mismo: que, quien empezó en vosotros obra buena, perfeccionará hasta día de
Jesucristo; 7 según es justo que yo esto sienta por todos vosotros; por tener yo, en mi
corazón, a vosotros, que, y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del
Evangelio, copartícipes de mi gracia todos vosotros sois. 8 Pues testigo mío es Dios de
cómo deseo a todos vosotros, en entrañas de Jesucristo. 9 Y esto oro: que vuestra
caridad todavía más y más abunde en conocimiento y todo sentir, 10 para que probéis
lo mejor; a fin de que seáis puros e inmaculados para día de Cristo; 11 repletos de fruto
de justicia, el por Jesucristo, en gloria y loor de Dios. 12 Y que conozcáis quiero,
hermanos, que lo acerca de mí, más bien para adelanto del Evangelio ha venido; 13 tal
que mis prisiones manifiestas en Cristo se han hecho en todo el pretorio y a los demás
todos; 14 y que los más de los hermanos, en Señor confiados, por mis prisiones, más
abundantemente osan inmedrosamente la palabra de Dios hablar. 15 Unos también, por
envidia y contienda; otros también, por beneplácito, a Cristo predican. 16 Unos por
caridad, sabiendo que en defensa del Evangelio yazco; 17 otros por emulación a Cristo
van anunciando, no puramente, creyendo tribulación suscitar a mis prisiones. 18 ¿Pues,
qué? —Con tal que, de toda suerte, sea por pretexto, sea por verdad, Cristo sea
anunciado; —también en esto gózome; mas también gozaréme. 19 Pues sé que esto se
me convertirá en salud, por vuestra plegaria y suministración del Espíritu de Jesucristo,
20 según la expectación y esperanza mía de que en nada seré confundido, sino que en
toda libre habla, como siempre, también ahora magnificado será Cristo en el cuerpo
mío, sea por vida, sea por muerte. 21 Que a mí, el vivir(a), Cristo, y el morir, ganancia.
22 Y, si el vivir en carne, esto para mí, fruto de labor, entonces qué he de elegir no sé.
23 Y angústiome por las dos cosas: el anhelo teniendo de disolverme y con Cristo estar,
pues muchísimo mejor(b); 24 pero el quedarme en carne, más necesario por vosotros.
25 Y de esto confiado sé que quedaré, y quedaréme con todos vosotros para vuestro
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adelanto y gozo de la fe; 26 a fin de que vuestra gloriación abunde en Cristo Jesús, en
mí, por mi presencia de nuevo, entre vosotros.
27 Sólo dignamente del Evangelio del Cristo conversad; para que, sea, viniendo y
viéndoos, sea, ausente, oiga lo acerca de vosotros: que os afirmáis en un espíritu, una
alma, luchando por la fe del Evangelio; 28 y que no os aterráis en nada por los
adversarios; lo que es para ellos señal de perdición, y para vosotros, de salud; y esto
de(c) Dios; 29 porque a vosotros ha donado, cuanto a Cristo: no sólo en él creer, sino
también por él padecer; 30 el mismo conflicto teniendo, cual habéis visto en mí y ahora
oís en(d) mí.
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vuestra salud consumad. 13 Que Dios es el que obra en vosotros, y el querer y el obrar,
por el beneplácito(d). 14 Todo haced sin murmuración y vacilaciones; 15 a fin de
haceros intachables e íntegros, hijos de Dios, irreprensibles en medio de una
generación torcida y depravada; entre quienes lucís como lumbreras en el mundo; 16
palabra de vida reteniendo, en gloriación a mí, para el día de Cristo; porque no en vano
corrí; ni en vano me afané. 17 Empero, aunque soy libado(e) sobre la hostia y culto de la
fe vuestra,(f) gózome, y gózome con todos vosotros; 18 y asimismo, vosotros gozaos y
gozaos conmigo.
19 Y espero, en Señor Jesús, a Timoteo más presto enviaros, para también yo respirar,
conociendo lo acerca de vosotros. 20 Que a nadie tengo tan unánime(g); el cual
noblemente lo acerca de vosotros procure; 21 que casi todos lo suyo buscan, no lo de
Jesucristo. 22 Y la prueba de él conoced; de que, como a un padre un hijo, conmigo ha
servido en el Evangelio. 23 A éste, por lo tanto, espero enviar, cuando yo divisare(h) lo
acerca de mí, al punto. 24 Y confío en Señor que también yo mismo presto iré a
vosotros. 25 Y necesario he creído, a Epafrodito, el hermano, y cooperador, y
conmilitón mío, y de vosotros apóstol, y ministro de la necesidad mía, enviar a
vosotros, 26 puesto que deseoso estaba él de todos vosotros y afligido, por esto: porque
habíais oído que había enfermado. 27 Pues también enfermado había de muerte;
empero Dios apiadóse de él, y no de él solamente, sino también de mí, para que no
tristeza sobre tristeza yo tuviese. 28 Más presurosamente, pues, le he enviado, para
que, viéndole de nuevo, os gocéis, y yo menos triste esté. 29 Acogedle, pues, en Señor,
con todo gozo, y a los tales en estima tened; 30 porque, por la obra de Cristo, a la
muerte se acercó, peligrando de alma(i), para suplir vuestra falta en mi ministerio(j).
1 a. Hay.
2 b. Una misma cosa.
11 c. Está.
13 d. Suyo.
17 e. En libación del holocausto.
f. Ella es la víctima sobre la cual y por la cual se inmola el apóstol. 20 g. Conmigo. 23 h. El fin de mi
prisión: libertad o muerte; pues no podía carecer de los servicios
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1 a. Que os he hablado.
2 b. Guardaos de...
c. Que circuncidándoos, no seáis del todo mutilado, arruinados.
12 d. Esto: la conformidad con Cristo.
e. Consumado la labor necesaria para alcanzarla.
f. La conformidad y resurrección, para la cual Cristo me ha cogido con su gracia en
Damasco.
13 g. Lo.
h. Hago.
15 i. Somos, fuéremos.
16 j. Al estado, la doctrina, a que hemos llegado.
Conclusión
1 Así que, hermanos míos amados y deseados; gozo y corona mía, así estaos en Señor,
amados. 2 A Evodia exhorto y a Síntique exhorto a lo mismo sentir en Señor. 3 Sí;
ruego también a ti, noble compañero, acude a ellas(a); las que en el Evangelio han
luchado a par de mí; también de Clemente y los demás colaboradores míos; cuyos
nombres, en libro de vida. 4 Gozaos en Señor siempre; otra vez diré: gozaos, 5 Vuestra
modestia(b) conózcase por todos los hombres: el Señor cerca(c). 6 Nada os afanéis; sino en todo,
por la oración y la plegaria, con agradecimiento, vuestras peticiones manifiéstense ante
Dios. 7 Y la paz de Dios, la que supera a todo entendimiento, custodiará vuestros
corazones y vuestras inteligencias en Cristo Jesús. 8 Por lo demás, hermanos, cuanto es
verdadero; cuanto, honesto; cuanto, justo; cuanto, casto; cuanto, amable; cuanto, bien
afamado; si alguna virtud y si alguna alabanza —esto pensad. 9 Y lo que habéis
aprendido, y recibido, y oído y visto en mí, esto haced; y el Dios de la paz será con
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vosotros. 10 Pero gocéme en Señor grandemente de que ya, al fin, hayáis reflorecido
para de mí cuidar, en lo cual también os cuidábais; pero os era inoportuno. 11 No que,
en razón de penuria, lo diga; pues yo he aprendido, con lo que tengo, a contentarme. 12
Sé también humillarme(d); sé también abundar; en todo y en todas las cosas(e) iniciado estoy: y en
hartarme y hambrear; y abundar, y necesitar. 13 Todo puedo en el que me conforta. 14
Empero, bellamente habéis hecho, comunicando al par con mi tribulación(f). 15 Y
sabéis también vosotros, filipenses, que en comienzo del Evangelio, cuando salí de
Macedonia, Iglesia conmigo ninguna comunicó, cuanto a donación y recepción, sino
vosotros sólo; 16 porque también en Tesalónica, y una y dos veces, para la necesidad,
me mandasteis. 17 No que busque yo el don, sino busco el fruto, el que abunda, en pro
de vosotros. 18 Y tengo recibido todo, y abundo; heme llenado, recibiendo de
Epafrodito lo de vosotros, olor de fragancia, hostia acepta, grata a Dios. 19 Y mi Dios
llenará toda necesidad de vosotros, según su riqueza, en gloria, en Cristo Jesús. 20 Y al
Dios y Padre nuestro la gloria por los siglos de los siglos; amén. 21 Saludad a todo
santo, en Cristo Jesús. Os saludan los conmigo hermanos. 22 Os saludan todos los
santos, y mayormente los de la del César casa. 23 La gracia del Señor Jesucristo con
vuestro espíritu. Amén.
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1 Pues, quiero sepáis cuán grande solicitud tengo por vosotros y los de Laodicea, y
cuantos no han visto mi rostro en carne; 2 para que se consuelen sus corazones,
instruidos en caridad y para toda la riqueza de la plenitud de la inteligencia, en
conocimiento del misterio de Dios Padre y Cristo; 3 en quien están todos los tesoros de
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la sabiduría y ciencia ocultos. 4 Y esto digo, para que nadie os paralogice en argucias. 5
Pues, aunque, con la carne estoy ausente; empero, con el espíritu, con vosotros estoy,
gozándome y viendo vuestro orden y la firmeza de vuestra, en Cristo, fe. 6 Como, pues,
recibisteis a Cristo Jesús, el Señor, en él caminad, 7 radicándoos y sobreedificándoos
en él, y afianzándoos por la fe, según habéis aprendido, abundando, en él, en
agradecimiento. 8 Mirad, nadie haya que os prenda por la filosofía y vana falacia,
según la tradición de los hombres, según los principios del mundo, y no según Cristo; 9
porque en él inhabita toda la plenitud de la divinidad corporalmente; 10 (y estáis en él
llenos) el que es la cabeza de todo principado y potestad; 11 en quien también habéis
sido circuncidados con circuncisión no hecha a mano en despojo del cuerpo de la
carne; en la circuncisión del Cristo, 12 consepultados con él en el bautismo; en quien
también conresucitasteis por la fe de la operación de Dios, el que le resucitó de entre
los muertos. 13 Y a vosotros, muertos estando en las caídas y el prepucio(a) de la carne
vuestra, convivificó con él, condonándonos todas las caídas; 14 borrando la a nosotros
adversa escritura(b) con los decretos, que nos era contraria; y, quitándola del medio,
clavóla en la cruz; 15 despojando, a los principados y las potestades, exhibió
confiadamente, triunfando de ellos en sí mismo. 16 Nadie, pues, os juzgue en comida o
en bebida, o en punto a fiesta o novilunio, o sábados; 17 cosas que son sombra de lo
futuro; pero el cuerpo(c) del Cristo. 18 Nadie os condene(d) complacido(e) en humildad y culto
de los ángeles; lo que no ha visto, usurpando, en vano inflándose por la mente de su carne; 19 y no
ateniéndose a la cabeza(f); de la cual todo el cuerpo, por los nexos y articulaciones suministrado(g) y
conglomerado, crece con el crecimiento de Dios. 20 Si habéis muerto con Cristo a los
elementos del mundo ¿por qué, cual si vivieseis en el mundo, se os enseña: 21 «No
toques(h); no gustes(i); no palpes(j)»? 22 (las cuales cosas son todas para ruina, con el uso)
según los mandamientos y enseñanzas de los hombres; 23 cosas que apariencia
ciertamente tienen de sabiduría, en culto voluntario(k), y humildad y despiedad con el cuerpo; no
en honra alguna, para hartura de la carne.
14b. Documento escrito, ley sancionada, con sus decretos de muerte y rigor; la leyantigua, mosaica.
17c. La realidad es el cuerpo, la verdad de Cristo. 18d. Adjudique el premio del certamen: os lo quite.
e. Calculadamente; afectando humildad y culto supersticioso de los ángeles; arrogándose
revelaciones.
19f. Cristo.
g. Vivificado. 21h. Cadáveres ni cosas impuras.
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reducía el cuerpo y la naturaleza humana al último extremo. 23k. Personal, antojadizo. Esta secta
pretexta sabiduría, humildad, mortificación;pero no hartando, no dando a la carne lo suyo, la
deshonra y destruye.
18 Las mujeres, sujetaos a los maridos; cual conviene en Señor. 19 Los maridos, amad
a las mujeres, y no os amarguéis para con ellas. 20 Los hijos, obedeced a los padres en
todo; que esto bien placiente es en Señor. 21 Los padres, no irritéis a los hijos vuestros,
para que no se apoquen. 22 Los siervos, obedeced en todo a los carnales amos; no en
servicio al ojo, como a hombres placiendo, sino en simplicidad de corazón, temiendo al
Señor; a 23 lo que hiciereis, de alma obrad, cual para el Señor; y no para hombres; 24
sabiendo que de Señor recibiréis la remuneración de la herencia: al Señor Cristo servid.
25 Pues el que prevarica, recibirá lo que prevaricó; y no hay acepción de personas.
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se hubiere leído ante vosotros la epístola, haced que también en la de los laodicenos
iglesia se lea; y la(b) de Laodicea, que vosotros también leáis. 17 Y decid a Arquipo:
«Mira el ministerio que has recibido en Señor, para que le cumplas». 18 El saludo de
mi mano —de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La
gracia con vosotros.
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1 Que vosotros mismos sabéis, hermanos, la entrada nuestra, la a vosotros: que no vana
ha sido; 2 sino que, antes padeciendo y ultrajados, según sabéis, en Filipos, libremente
obramos en el Dios nuestro para hablar a vosotros el Evangelio de Dios en mucha lid. 3
Que la exhortación nuestra, no de descamino, ni de impureza, ni en dolo; 4 sino que,
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según hemos sido probados por Dios para confiársenos el evangelio; así hablamos, no
como a hombres placiendo, sino a Dios, el que prueba los corazones nuestros. 5
Porque, ni alguna vez en palabra de adulación hemos estado, según sabéis; ni en
pretexto de avaricia (¡Dios testigo!); 6 ni buscando de hombres gloria: ni de vosotros,
ni de otros; 7 pudiendo en gravamen estar cual de Cristo apóstoles; empero nos hicimos
infantes en medio de vosotros; cual una nodriza calienta a sus hijos; 8 así, ansiándoos,
nos complacemos en comunicaros, no sólo el Evangelio de Dios, sino también las
almas(a) nuestras, por esto: porque amados a nosotros os habéis hecho. 9 Memorad,
pues, hermanos, la fatiga nuestra y el afán: noche y día trabajando por no gravar a
alguno de vosotros, hemos predicado a vosotros el Evangelio de Dios. 10 Vosotros
testigos y Dios, de cuán santa, y justa e irreprensiblemente con vosotros, los creyentes,
hemos estado; 11 según que sabéis: cómo a cada uno de vosotros como un padre a sus
hijos, exhortándoos y consolando; 12 y testificando que caminéis dignos de Dios, el
que os llama a su reino y gloria. 13 Por esto también nosotros agradecemos a Dios
incesantemente que, recibiendo palabra de oída, de nosotros, de Dios, acogisteis, no
palabra de hombres, sino, según es verdaderamente, palabra de Dios; la que también
obra en vosotros, los creyentes. 14 Que vosotros imitadores os hicisteis, hermanos, de
las iglesias de Dios las que hay en la Judea, en Cristo Jesús, porque las mismas cosas
habéis padecido también vosotros de los propios connacionales; según que también
nosotros mismos, de los judíos; 15 de los que también al Señor mataron: a Jesús y a los
profetas; y a nosotros han lanzado fuera; y a Dios no agradando, y de todos los hombres
adversarios; 16 estorbándonos a las gentes hablar a fin de que se salven, para colmar
sus pecados siempre; y ha llegado sobre ellos la ira hasta el fin. 17 Pero nosotros
hermanos, huérfanos de vosotros a tiempo de hora(b), con rostro, no con corazón, más
abundantemente nos hemos apresurado el rostro de vosotros a ver, en mucho anhelo.
18 Por esto: porque quisimos ir a vosotros, yo, por cierto, Pablo, y una y dos veces;
pero se nos atravesó Satanás. 19 Pues ¿cuál nuestra esperanza,
o gozo, o corona de gloriación; o no ya también vosotros, delante de nuestro Señor
Jesucristo, en su parusia(c)? 20 Que vosotros sois la gloria nuestra y el gozo.
8a. Vidas.
17b. Por una hora; por breve tiempo. 19c. Advenimiento, venida segunda.
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Capítulo 1
5a. Manifiesta Dios su justicia en los padecimientos de los buenos, evidenciando laexistencia y
felicidad de la vida futura, donde son premiados. 6b. Es; a fe que es. 9c. Ante y por.
10d. Por vosotros.
e. Nuestra predicación a vosotros.
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1 Por lo demás, orad, hermanos, por nosotros, para que la palabra de Dios corra y se
glorifique; así como también entre vosotros, 2 y para que se nos libre de los importunos
y malos hombres; pues no de todos, la fe. 3 Pero fiel es el Señor, que os confirmará y
guardará de lo malo. 4 Y confiamos en Señor, cuanto a vosotros, que, lo que hemos
mandado, y hacéis y haréis. 5 Y el Señor enderece vuestros corazones a la caridad de
Dios y paciencia del Cristo. 6 Y os mandamos, hermanos, en nombre del Señor nuestro
Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que desordenadamente anduviere, y no
según la doctrina que recibieron de nosotros. 7 Que vosotros mismos sabéis cómo es
menester imitarnos, pues no nos hemos desordenado entre vosotros; 8 ni gratuitamente
pan comido de alguno, sino en fatiga y afán, noche y día trabajando, para no gravar a
alguno de vosotros; 9 no, porque no tengamos potestad, sino porque a nosotros mismos
por ejemplar diésemos a vosotros que imitar. 10 Pues también, cuando estábamos entre
vosotros, esto os preceptuamos: que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11
Pues oímos que algunos caminan entre vosotros desordenadamente, nada trabajando,
sino ocioseando. 12 Y a los tales preceptuamos y exhortamos, en Señor Jesucristo, a
que, con quietud trabajando, su pan coman. 13 Y vosotros, hermanos, no desmayéis
bellamente haciendo. 14 Y, si alguien no obedece a la palabra nuestra por la epístola, a
éste señalad, y no os mezcléis con él, para que se avergüence; 15 y, no como enemigo
consideréis, sino amonestad como a hermano. 16 Y el mismo Señor de la paz déos paz
siempre, dondequiera. El Señor con todos vosotros. 17 El saludo de la mano mía: de
Pablo; que es señal en toda epístola; así escribo. 18 «La gracia de nuestro Señor
Jesucristo con todos vosotros».
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1 Fiel(a) la palabra: Si alguno episcopado pretende, bella obra anhela. 2 Debe, pues, el
obispo irreprensible ser, de una(b) mujer marido, sobrio, prudente, decoroso,
hospitalario, enseñador(c); 3 no vinolento, percusor, sino benigno, incontencioso,
desamante del dinero, 4 a la propia casa bellamente presidiendo, hijos teniendo en
sumisión, con toda honestidad; 5 (pero si a la propia casa presidir no sabe ¿cómo de
iglesia de Dios cuidará?) 6 no un neófito(d), para que no, inflado, en juicio caiga del
diablo; 7 Y debe él también testimonio bello tener de los de fuera, para que no en
vituperio caiga y lazo del diablo. 8 Los diáconos(e) asimismo honestos(f), no bilingües,
no a vino mucho dándose, no torpes logreros; 9 teniendo el misterio de la fe en pura
conciencia. 10 Y también éstos probados sean primero; después ministren,
irreprensibles siendo. 11 Las mujeres asimismo honestas, no detractoras, sobrias, fieles
en todo. 12 Diáconos sean de una mujer maridos, a hijos bellamente presidiendo y a las
propias casas. 13 Pues los que bellamente ministraren, grada(g) para sí bella ganan y
mucha libre habla(h) en la fe, la en Cristo Jesús. 14 Esto te escribo, esperando venir a ti
en breve; 15 y, si tardare, para que sepas cómo se debe en casa de Dios conversar; la
que es iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad. 16 Y convenidamente(i)
grande es el de la piedad(j) misterio; que manifestado fue en carne, justificado en
espíritu(k), visto de ángeles, predicado entre gentes, creído en el mundo, asumido en
gloria(l).
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9b. Póngase en registros eclesiásticos, para ser sustentada. 11c. De los registros.
d. Se han desenfrenado carnalmente, violando voto, hecho de castidad.
12e. Teniendo sobre sí juicio condenatorio.
14f. Otra vez.
21g. Lo referente a la acusación de presbítero. 22h. Muy luego; más luego que conviene. 23i. Seas
hidrópota = bebas solamente agua. 25j. Encárgale examine a los ordenandos, según la luz y opinión
públicas.
1 Cuantos son bajo yugo siervos, a los propios amos de toda honra dignos estimen; para
que el nombre de Dios y la doctrina no sean blasfemados. 2 Pero, los que fieles tienen
amos, no menosprecien, porque hermanos son; sino más bien sirvan, porque fieles son
y amados los que el beneficio reciben. Esto enseña tú y exhorta.
3 Si alguno enseña disidente y no se allega a sanas palabras: las de nuestro Señor
Jesucristo, y a la, según piedad, doctrina, 4 inflado está, nada sabiendo, sino
enfermando acerca de disputas y logomaquias(a); de las que nace envidia, contienda,
blasfemias, sospechas malas, 5 refriegas de hombres de la mente corrompidos y
privados de la verdad; que estiman negocio ser la piedad 6 Pero es negocio grande la
piedad con bastantía(b). 7 Pues nada hemos traído al mundo; claro que tampoco llevar
cosa alguna podemos; 8 y, teniendo sustento y cobertura esto nos ha de bastar. 9 Pero
los que quieren enriquecer, caen en tentación y bajo el diablo y apetitos muchos
insensatos y perniciosos; los que hunden a los hombres en ruina y perdición. 10 Que
raíz de todos los males es el amor del dinero, a que algunos tendiendo, se han
extraviado de la fe y a sí mismos traspasádose con dolores muchos. 11 Mas tú, oh
hombre de Dios, esto huye, y corre en pos de justicia, piedad, fe, caridad, paciencia,
mansedumbre. 12 Combate el bello combate de la fe; aprehende la eterna vida, para la
cual has sido llamado, y has confesado la bella confesión a faz de muchos testigos. 13
Preceptúote a faz del Dios, el que vivo engéndralo todo, y de Cristo Jesús, el que
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testificó ante Poncio Pilato la bella confesión; 14 que guardes la(c) ordenación
inmaculado, inimpugnable, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo; 15 la que en
tiempos propios mostrará el bienaventurado y sólo dinasta, el rey de los reinantes y
señor de los señoreantes; 16 el sólo que tiene inmortalidad, luz habitando inaccesible; a
quien ha visto nadie de hombres ni ver puede; a quien honor e imperio sempiterno;
amén. 17 A los ricos en el de ahora siglo, preceptúa que no sublimes sientan, ni estén
confiados en, de riqueza, incertidumbre, sino en el Dios, el viviente; el que nos brinda
todo ricamente para disfrutar; 18 que bien obren, enriquezcan en obras bellas,
dadivosos sean, comuniquen(d), 19 atesorándose fundamento bello para lo futuro, para
que aprehendan la realmente vida. 20 Oh Timoteo, el depósito custodia, esquivando las
profanas nuevas voces(e) y objeciones de la mentidamente llamada ciencia; 21 la cual
algunos profesando, acerca de la fe, desacertaron. La gracia contigo. Amén.
4a. Lides de (=por) palabras. 6b. Lo bastante para vivir. 14c. Esta: la que precede. 18d. A los demás.
20e. Alusión a los innumerables eones y principios de los gnósticos y otros herejes.
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4a. Al despedirme de ti. 8b. Padece confortado por Dios. 9c. Desde antes de los tiempos del siglo: de
la creación.
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1 Tú, pues, hijo mío, confórtate en la gracia la en Cristo Jesús; 2 y lo que has oído de
mí, por muchos testigos, esto encomienda a fieles hombres, los que idóneos han de ser
para también a otros enseñar. 3 Soporta, como bello soldado de Cristo Jesús. 4 Nadie,
militando, implícase en los de la vida negocios; para al reclutador, agradar. 5 Y, si
también luchare alguien, no es coronado, si no legítimamente luchare. 6 El labrador
agrícola debe primero(a) de los frutos participar. 7 Entiende lo que digo(b), pues te dará
el Señor entendimiento en todo. 8 Recuerda a Jesucristo resucitado de muertos, de
simiente de David(c); según mi Evangelio; 9 en que soporto, hasta cadenas, como
malhechor; empero la palabra de Dios no está encadenada. 10 Por esto, todo sufro por
los elegidos, para que también ellos salud consigan: la en Cristo Jesús con gloria
eterna. 11 Fiel la palabra: pues si hemos conmuerto, también conviviremos; 12 si
sufrimos, también conreinaremos; si negáremos, aquél también nos negará; 13 si
descreemos, aquél fiel permanece; pues negar a sí mismo no puede. 14 Estas cosas
recuerda, conjurando a faz del Señor. 1 Tim. 1,4 No alterques; cosa para nada proficua;
para(d) subversión de las gentes. 15 Afánate para a ti mismo probado presentarte a
Dios: obrero inavergonzable, recta cortando la palabra(e) de la verdad. 16 Y los
profanos vaniloquios esquiva; pues mucho ayudarán a la impiedad; 17 y la palabra de
ellos como gangrena, pábulo tendrá(f); de los que es Himeneo y Fileto; 18 los cuales
acerca de la verdad han desacertado, diciendo que la resurrección ya ha sido(g); y
subvierten de algunos la fe. 19 Empero, el firme fundamento de Dios mantiénese,
teniendo este sello: Ha conocido el Señor a los que son suyos; y: «Apártese de
iniquidad todo el que nombra el nombre de Señor». 20 Pero, en grande casa, no hay
sólo vasos áureos y argénteos, sino también lígneos y lúteos, y unos para honra, otros
para deshonra. 21 Si alguien, pues, se depurare de estas cosas, será vaso para honra,
santificado y útil al dueño, para toda obra buena dispuesto. 22 Y los juveniles apetitos
huye, y corre en pos de justicia, fe, caridad, paz con los que aman al Señor, de puro
corazón. 23 Pero las necias e indisciplinadas cuestiones evita, sabiendo que engendran
riñas. 24 Y el siervo de Señor no debe reñir, sino suave ser para con todos, docente,
paciente, 25 en mansedumbre amaestrando a los contradictores; por si les dé Dios
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1 Y esto conoce: que en los últimos días sobrevendrán tiempos pesados, 2 pues serán
los hombres amantes de sí mismos, amantes del dinero, jactanciosos, altaneros,
blasfemos, a los padres inobedientes, desagradecidos, impíos, 3 inamantes,
implacables, calumniadores, incontinentes, indómitos, inamantes del bien, 4 traidores,
precipitados, inflados, del deleite amantes, más que de Dios amantes; 5 teniendo
apariencias de piedad, pero la virtud de ella negando; también de éstos apártate. 6 Pues
de éstos son los que se entran en las casas y cautivan mujerzuelas cargadas de pecados,
que son llevadas de concupiscencias diversas, 7 siempre aprendiendo y jamás a
conocimiento de verdad venir pudiendo. 8 Del modo que Janés y Jambrés resistieron a
Moisés; así también éstos resisten a la verdad, hombres corrompidos de la mente,
réprobos acerca de la fe. 9 Empero no adelantarán más; pues su demencia muy
manifiesta será a todos; como la de aquéllos fue. 10 Pero tú has seguido la doctrina mía,
la institución, el propósito, la fe, la longanimidad, la caridad, la paciencia, 11 las
persecuciones, los padecimientos; cuales me acontecieron en Antioquía, en Iconio, en
Listras; las cuales persecuciones toleré, y de todas me libró el Señor. 12 Y todos los que
quieren piadosamente vivir en Cristo Jesús, perseguidos serán. 13 Pero malos hombres
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1 Conjuro a faz de Dios y de Jesucristo del que ha de juzgar vivientes y muertos, y por
su aparición y su reino: 2 predica la palabra; insiste a tiempo, a destiempo; convence,
increpa; exhorta con toda longanimidad y doctrina. 3 Pues habrá tiempo, cuando la
santa doctrina no tolerarán; sino que, según los propios apetitos, se hacinarán maestros,
picándoseles(a) el oído; 4 y ciertamente, de la verdad el oído apartarán; pero a las
fábulas se convertirán. 5 Mas tú vela en todo; soporta; obra haz de evangelista; tu
ministerio completa. 6 Que ya yo soy libado(b), y el tiempo de mi disgregación está
próximo. Flp. 2, 17 7 La bella lid he lidiado, la carrera consumado, la fe conservado. 8
Por lo demás, guardada me está la de la justicia(c) corona, que me dará en aquél día, el
justo juez; y no sólo a mí, sino también a todos los que han amado su aparición(d).
9 Apresúrate a venir a mí presto. 10 Que Demas me ha abandonado, amando el
presente siglo, y ha partido a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia; 11
Lucas está sólo conmigo. A Marco tomando trae contigo; porque me es útil para
ministerio. 12 Y a Tíquico envié a éfeso. 13 El capote que dejé en Tróade, cerca de
Carpo, viniendo, trae, y los libros; sobre todo, los pergaminos. 14 Alejandro, el herrero,
muchos males me ha mostrado(e); le pagará el Señor, según sus obras; 15 de quien
también tú guárdate; pues muy mucho resistió a las palabras nuestras. 16 En mi
primera defensa(f) nadie me acompañó; sino que todos me abandonaron; no se les
impute. 17 Pero el Señor me asistió y confortóme para que por mí la predicación fuese
completada y oyesen todas las gentes; y librado fui de boca de león. 18 Libraráme el
Señor de toda obra mala, y salvará para su reino, el celestial; a quien la gloria por los
siglos de los siglos, amén. 19 Saluda a Prisca y áquilas y la de Onesíforo casa. 20
Erasto quedó en Corinto; y a Trófimo dejé, en Mileto, enfermo. 21 Apresúrate, para,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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antes del invierno, venir. Salúdate Eubulo, y Pudente, y Lino, y Claudia y los hermanos
todos. 22 El Señor Jesucristo con tu espíritu. La gracia con vosotros.
3a. Sintiendo prurito de oír doctores y doctrinas nuevos. 6b. Víctima pronta a ser libada, inmolada.
8c. Debida justamente.
d. Que han amado, deseado y preparándose para su vuelta gloriosa. 14e. Hecho y mostrado; mostrado
muy mala voluntad. 16f. En su primera prisión, en tiempos de Nerón.
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Epístola a Tito
Capítulo 1
15 c. Alimento.
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Epístola a Tito
Capítulo 2
1 Pero tú habla lo que corresponde a la sana doctrina; 2 que los ancianos sobrios sean,
graves, prudentes, sanos(a) en la fe, la caridad, la paciencia; 3 las ancianas, asimismo,
en porte propio de lo sacro, no calumniadoras, no a mucho vino esclavizadas, bellas
maestras; 4 para que prudentes hagan a las jóvenes, porque amantes de los maridos
sean, amantes de los hijos, 5 prudentes, castas, caseras buenas, sometiéndose a los
propios maridos para que la palabra de Dios no sea blasfemada. 6 A los jóvenes
asimismo exhorta a ser temperantes; 7 acerca de todo a ti mismo presentándote modelo
de bellas obras, en la doctrina incorruptibilidad, gravedad, 8 palabra sana, intachable,
para que el adversario se confunda, nada teniendo que decir de nosotros malo. 9
Siervos(b) que a los propios amos se sujeten; en todo complacientes sean, no
contradiciendo, 10 no defraudando, sino toda fe demostrando buena, para que la
doctrina la de nuestro Salvador Dios, atavíen(c). 11 Porque ha destellado la gracia de
Dios salvadora a todos los hombres, 12 instruyéndonos, para que, renunciando a la
impiedad y las mundanas concupiscencias, sobria, y justa y piadosamente vivamos en
el presente siglo, 13 aguardando la bienaventurada esperanza y aparición de la gloria
del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo; 14 que se dio por nosotros, para
rescatarnos de toda iniquidad, y depurar para sí un pueblo opulento, celador de
hermosas obras. 15 Esto habla y exhorta y reprende con todo imperio: nadie te
menosprecie.
2 a. Íntegros y fuertes. 9 b. Exhorta (el verbo del vs. 6) 10 c. Presenten amable y bella a los hombres.
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Epístola a Tito
Capítulo 3
1 Acuérdales que a principados y potestades se sometan; sumisos sean; para toda obra
buena preparados estén; 2 que a nadie blasfemen; incontenciosos sean, benignos, toda
mansedumbre demostrando para con todos los hombres. 3 Pues éramos un tiempo
también nosotros, insipientes, inobedientes, extraviados; sirviendo a concupiscencias y
deleites diversos, en malicia y envidia viviendo, odiados, aborreciendo unos a otros. 4
Pero, cuando la bondad y la afabilidad destelló de nuestro Salvador, Dios; 5 no por
obras, las en justicia que habíamos hecho nosotros, sino según su misericordia
salvónos, por lavacro de regeneración y renovación del Espíritu santo; 6 a quien
derramó sobre nosotros opulentamente por Jesucristo, Salvador nuestro; 7 para que,
justificado por su gracia, herederos fuésemos hechos, según esperanza, de vida eterna.
8 Fiel la palabra, y estas cosas quiero aseveres: que piensen por hermosas obras
descollar los que han creído a Dios. Esto es hermoso y útil a los hombres. 9 Pero necias
cuestiones, y genealogías y contiendas y luchas legales evita; pues son inútiles y vanas.
10 A herético hombre, después de una y otra amonestación, evita; 11 sabiendo que está
pervertido el tal y peca, estando condenado por sí mismo(a).
12 Cuando yo enviare ártemas a ti o Tíquico, apresúrate a venir a mí a Nicópolis; pues
allí he resuelto invernar. 13 A Zenas, el legisperito y a Apolo, había enviado adelante
procurando que nada les falte. 14 Y aprendan también los nuestros a ser en hermosas
obras los primeros(b) para las premiosas necesidades, a fin de que no sean infructuosos.
15 Salúdante los conmigo todos; saluda a los que nos aman en la fe. La gracia con
todos vosotros.
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Epístola a Filemón
Capítulo único
6a. Para que se haga conocido todo el bien que hacéis por Jesucristo.
9b. Lo es.
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1 Por esto debemos más abundantemente atenernos a lo oído; no sea que difluyamos(a).
2 Pues, si la por ángeles hablada palabra(b) se hizo firme, y todo descamino y
desobediencia recibió condigna retribución; 3 ¿cómo nosotros escaparemos, tamaña
descuidando salud?(c) la que, principio tomando de ser hablada del Señor, por los que
oyeron, fue a nosotros confirmada, 4 atestiguándola a la vez Dios, y con señales y
prodigios, y diversas virtudes y del Espíritu santo repartimientos, según su voluntad. 5
Pues no a ángeles sometió el mundo el futuro; del cual hablamos. 6 Y testificó en
alguna parte alguien, diciendo, Sl.8-5. ¿Qué es el hombre que te acuerdas de él; o el
hijo de hombre, que le visitas? 7 Minorástele un tanto(d) de los ángeles, de gloria y
honor coronástele, y constituístele sobre las obras de tus manos. 8 Todo sometiste por
debajo de sus pies. Porque, al sometérselo todo, nada dejó insumiso a él. Pero ahora
todavía no se lo vemos todo sometido. 9 Y al un tanto de ángeles minorado vemos: a
Jesús, por el padecimiento de la muerte, de gloria y honor coronado; para que, por
gracia de Dios, por cada uno gustara la muerte. 10 Pues cumplía a él(e), por causa de
quien las cosas todas y por quien las cosas todas(f), que, a muchos hijos a gloria
llevando, al autor de la salud de ellos(g), por padecimientos, consumase. 11 Pues el que
santifica y los que son santificados, de uno(h), todos; por la cual causa no se avergüenza
de hermanos llamarles, 12 diciendo: Sl. 21,23. Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
en medio de la iglesia te himnaré. 13 Y de nuevo: Is. 8,17. Yo seré confiado en él. Y de
nuevo: He aquí yo y los párvulos que me ha dado Dios(i). 14 Ya que los párvulos, pues,
han comunicado con sangre y carne, también él mismo igualmente participó de ellas(j),
para que, por la muerte, anonadase al que el imperio tenía de la muerte; esto es: al
diablo; 15 y soltase a éstos;
cuantos, por temor de la muerte, durante todo el vivir, sujetos estaban a servidumbre(k).
16 Pues no por cierto de ángeles asume,(l) sino de simiente de Abrahán asume. 17 Por
donde debió en todo a los hermanos asemejarse, para misericordioso hacerse y fiel
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sumo sacerdote en lo para con Dios, para expiar los pecados del pueblo. 18 Pues en(m)
lo que ha padecido él, tentado, puede a los tentados socorrer.
2 a. Familia, pueblo.
4 b. Es.
5 c. Fue.
d. Para que testificarse lo que Dios había de revelar. 6 e. Es; preside a. 12 f. Que os aparte. 13 g. La
vida presente. 14 h. El primer fundamento de la fe subsistente, viva.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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parte acerca del séptimo así: Gn. 2,2. Y reposó Dios en el día el séptimo de todas sus
obras. 5 Y en ésta de nuevo: «¡Si entrarán en el reposo mío!...» 6 Ya que resta, pues,
que algunos entren en él, y los primeros evangelizados no entraron por desobediencia,
7 de nuevo determina día: «Hoy», en David, diciendo, después de tanto tiempo, como
antes ha dicho: «Hoy, si la voz de él oyereis, no endurezcáis vuestros corazones». 8
Pues, si a ellos Jesús(c) reposara, no de otro hablara luego día. 9 Por tanto queda el
sabatismo(d) para el pueblo de Dios. 10 Pues, el que entró en el reposo de él, también él
reposó de sus obras, tal como de las propias Dios. 11 Apresurémonos, pues, a entrar en
aquel reposo, para que nadie en el mismo ejemplo caiga de la desobediencia. 12 Pues
viviente, el verbo de Dios y eficaz, y cortante sobre toda cuchilla bifauce(e); y, pasando
hasta la división del alma y espíritu, así de articulaciones como de médulas, y
discernidor de intentos y pensamientos de corazón; 13 y no hay criatura invisible a faz
de él, y todo desnudo y cuellidescubierto(f) a sus ojos; para con quien a nosotros la cuenta(g). 14
Teniendo, pues, sumo sacerdote grande que ha atravesado los cielos: a Jesús, el Hijo de
Dios, asgámonos a la confesión(h). 15 Que no tenemos sumo pontífice que no pueda
compadecerse de nuestras flaquezas, sino tentado, por todo, según semejanza, sin
pecado. 16 Lleguémonos, pues, con libre habla(i) al trono de la gracia, para alcanzar misericordia;
y gracia hallar, para oportuno socorro.
1 a. El reposo de la tierra prometida es figura del reposo eterno del cielo. 3 b. Por eso no habla Dios
aquí, ni del reposo del sábado, ni del de la tierraprometida, sino del celestial.
8 c. Josué.
9 d. El reposo sabático, santo, eterno, que —aguarda el pueblo de Dios.
12 e. De dos bocas, filos; devoradora con sus filos.
13 f. Alzado y descubierto el cuello, como para ser degollado.
g. A quien debemos dar cuenta.
14 h. De la fe.
16 i. Libre, confiadamente, hablando, orando.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 Porque todo sumo pontífice, que de entre hombres se toma, en pro de hombres
constituido es en lo para con Dios, a fin de ofrecer dones y hostias por pecados; 2 que
condolerse pueda de los ignorantes y errantes; ya que también él cercado está de
flaqueza; 3 y, por ella, debe, así como por el pueblo, así también por sí mismo ofrendar
por pecados. 4 Y no se toma alguno el honor, sino el que es llamado por Dios; así como
Aarón. 5 Así también el Cristo no a sí mismo se glorificó, haciéndose sumo pontífice,
sino el que le habló: Sl. 2,7. Hijo mío eres tú: yo hoy te he engendrado; 6 así como
también en otro lugar dice: Sl. 109, 4 Tú, sacerdote por el siglo, según el orden de
Melquisedec. 7 Quien, en los días de su carne, y plegarias y súplicas al que podía
salvarle de muerte, con clamor intenso y lágrimas, ofreciendo; y escuchado por la
reverencia(a), 8 con ser Hijo, aprendió, de lo que padeció, la obediencia; 9 y,
consumado, hízose para todos los obedientes a él, causante de salud eterna; 10
designado por Dios pontífice sumo, según el orden de Melquisedec. 11 De quien
tenemos mucha palabra, y mal declarable, que decir, ya que tardos os habéis hecho de
los oídos. 12 Puesto que, debiendo ser maestros, por el tiempo, de nuevo necesidad
tenéis de que se os enseñe cuáles(b) los rudimentos del principio de los dichos de
Dios(c), y habéis venido a tener necesidad de leche, no de sólido manjar. 13 Pues, todo
el que participa de leche, inexperto(d), de palabra de justicia(e); que párvulo es; 14 pero,
de perfectos es el sólido manjar, de los que, por el hábito, los sentidos ejercitados
tienen para discernimiento y de bello y de malo.
7 a. Debida a él.
12 b. Sean.
c. De las primeras revelaciones.
13 d. Es.
e. Enseñanza de justicia perfecta y santidad.
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Melquisedec y Cristo
1 Pues este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios, del Altísimo, el que
encontró a Abrahán volviendo de la matanza de los reyes, y le bendijo; 2 al que
también diezmo de todo dividió Abrahán; el que en primer lugar es interpretado; «rey
de justicia»; y después también: «rey de Salem; lo que es: rey de paz»; 3 sin padre, sin
madre, sin genealogía; ni principio de días, ni de vida fin teniendo, y asemejado al Hijo
de Dios, permanece sacerdote para siempre. 4 Y mirad ¡cuánto éste! al que también
Abrahán dio de lo principal, el patriarca. 5 Y aquéllos, de entre los hijos de Leví, el
sacerdocio recibiendo, mandamiento tienen de diezmar al pueblo, según la ley; esto es:
a sus hermanos, aunque salidos del lomo de Abrahán; 6 pero éste, que no es
genealogado de entre ellos, ha diezmado a Abrahán; y, al que tiene las promesas, ha
bendecido. 7 Pero fuera de toda contradicción, lo menos por lo más es bendecido. 8 Y
aquí por cierto diezmos murientes hombres reciben; pero allí, quien es atestiguado que
vive. 9 Y, por decir la palabra: por Abrahán, también Leví, el que diezmos recibe,
diezmado ha sido(a); 10 pues ya en el lomo del padre estaba, cuando le encontró
Melquisedec. 11 Si a la verdad, pues, perfección(b) por el levítico sacerdocio había
(porque el pueblo por él ha sido legislado) ¿qué ya necesidad(c) de que, «según el orden
de Melquisedec» otro se levantara sacerdote, y que no «según el orden de Aarón» se
diga? 12 Pues trasladado el sacerdote, por fuerza también de ley traslación se hace. 13
Pues el en(d) que se dice esto, de tribu otra ha descendido, de la que nadie ha atendido al
altar; 14 que claro es que de Judá ha nacido nuestro Señor; a la cual tribu, sobre
sacerdotes, nada Moisés habló. 15 Y más aún claro es, si, a la semejanza de
Melquisedec, se levanta sacerdote otro, 16 que no, según la ley de mandamiento carnal
ha sido hecho, sino según virtud de vida indisoluble. 17 Porque testimoniado es: que
«Tú, sacerdote
por el siglo, según el orden de Melquisedec». 18 Pues derogación por cierto se hace de
precedente ordenación por su flaqueza e inutilidad; 19 pues nada perfeccionó la ley;
introducción, empero, de mejor esperanza(e), por la que nos acercamos a Dios. 20 Y en
cuanto no(f) sin juramento (pues aquéllos, sin juramento, han sido hechos sacerdotes;
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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21 pero éste, con juramento, por el que le dice: Juró Señor, y no se arrepentirá: Tú,
sacerdote por el siglo); 22 en tanto de mayor testamento ha sido hecho fiador Jesús. 23
Y aquéllos, muchos han sido hechos sacerdotes, por serles , por muerte, impedido
permanecer; 24 pero éste, por permanecer él por el siglo, intransitorio tiene el
sacerdocio. 25 Por donde también salvar del todo puede a los que se allegan, por él, a
Dios, siempre viviente para interceder por ellos. 26 Pues tal a nosotros convenía sumo
pontífice, santo, inocente, incontaminado, segregado de los pecadores, y más excelso
que los cielos hecho; 27 que no tiene cada día necesidad, así como los sumos
pontífices, de primeramente por los propios pecados hostias ofrecer, después, por los
del pueblo; pues esto hizo de una vez, a sí mismo ofreciendo. 28 Pues la ley hombres
constituye sumos pontífices que tienen flaqueza; pero la palabra del juramento, del
después de la ley, a Hijo, por el siglo, consumado(g).
1 Y suma de lo que se dice: Tal tenemos sumo pontífice que se sentó a diestra del trono
de la majestad en los cielos; 2 del santuario ministro y del tabernáculo el verdadero,
que plantó Dios, y no hombre. 3 Pues todo sumo pontífice para ofrecer y dádivas y
hostias ese constituido; por donde necesario(a) que tenga algo también éste que ofrecer.
4 Sí, por lo tanto, estuviese sobre la tierra, ni sería sacerdote, habiendo quienes ofrecen,
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según la ley, las dádivas; 5 los cuales a figura y sombra sirven de las cosas celestes;
según fue revelado a Moisés, cuando había de fabricar el tabernáculo: Porque Mira,
dice, Ex. 25,40 harás todo según el dechado que se te mostró en el monte. 6 Pero ahora
más excelente ha recibido ministerio, cuanto también de una mejor es alianza
medianero; la cual sobre mejores promesas ha sido instituida. 7 Pues, si aquella
primera hubiese sido intachable, no de segunda se buscara lugar. 8 Pues, tachándoles,
dice: Jer. 31,31-34. He aquí días vienen, dice Señor y consumaré sobre la casa de
Israel y sobre la casa de Judá alianza nueva; 9 no según la alianza que hice a los
padres de ellos un día que tomé yo la mano de ellos para sacarles de tierra de Egipto;
porque ellos no permanecieron en mi alianza, y yo les desprecié, dice Señor. 10
Porque éste(b) el pacto que pactaré con la casa de Israel, después de aquellos días,
dice Señor: dando mis leyes en su mente también en su corazón inscribirélas,(c) y
seréles en Dios, y ellos seránme en pueblo. 11 Y no enseñará, no, cada cual a su
conciudadano y cada cual a su hermano, diciendo: «Conoce tú al Señor»; porque
todos sabránme, de pequeño a grande de ellos; 12 porque propicio seré a sus
iniquidades; y de sus pecados no me acordaré, no, ya. 13 Al decir: nueva, ha anticuado
a la primera; y lo que se anticúa y envejece, cerca(d) de desaparición.
3 a. Es.
10 b. Es.
c. Refiérese el pasaje a la venida del Espíritu Santo.
13 d. Está.
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maná y la vara de Aarón la brotada y las tablas del testamento; 5 y encima de ella
querubines de gloria que sombreaban el propiciatorio; de lo cual no hay ahora que
hablar parte por parte. 6 Y, estas cosas así dispuestas, en el primer tabernáculo siempre
entran los sacerdotes que los cultos consuman; 7 en el segundo, empero, una vez en el
año, sólo el sumo sacerdote, no sin sangre; que ofrece por sí mismo y las del pueblo
ignorancias(e); 8 esto mostrando el Espíritu el santo: no haberse aún manifestado la del
santuario vía, mientras el primer tabernáculo tiene consistencia; 9 lo que(f) parábola
para el tiempo el presente(g), según la cual, y dádivas y hostias se ofrecen que no
pueden, cuanto a conciencia, perfeccionar el cultor, 10 que sólo en viandas, y bebidas y
diversas lociones y prescripciones de carne, hasta tiempo de rectificación(h), consisten.
11 Cristo, empero, viniendo sumo pontífice de los venideros bienes, por el mayor y
más perfecto tabernáculo no hechizo; esto es: no de esta creación, 12 ni por sangre de
cabrones y becerros, sino por la propia sangre entró una vez por todas en el santuario,
eterna redención hallando. 13 Pues, si la sangre de cabrones y toros, y cenizas de
becerra espolvoreadas a los contaminados santifica para la de la carne pureza; 14
¿cuánto más la sangre del Cristo, quien, por Espíritu eterno, se ofreció inmaculado a
Dios, purificará nuestra conciencia de muertas obras para servir a un Dios viviente? 15
Y por esto de alianza nueva medianero es; para que, muerte viniendo en redención de
las bajo el primer testamento
transgresiones, la promesa recibiesen los llamados, de la eterna herencia. 16 Pues,
donde(i) testamento, muerte menester(j) que sobrevenga del testador; 17 porque
testamento en muertos es firme; puesto que nunca vale, mientras vive el testador. 18
Por donde, ni el primero sin sangre ha sido consagrado. 19 Pues, recitada toda la
ordenación según ley, por Moisés a todo el pueblo, tomando la sangre de los becerros y
de los cabrones, con agua y lana carmesí e hisopo, así el mismo libro, como todo el
pueblo roció, 20 diciendo: «Esta(k), la sangre del testamento que ha dispuesto para con
vosotros Dios». 21 Y también el tabernáculo y todos los vasos del ministerio con
sangre igualmente roció. 22 Y casi, en sangre, todo se purifica, según la ley, y sin
efusión de sangre, no hay remisión. 23 Menester(l), pues, que las figuras de lo de los
cielos, con esto, se purificasen; las celestiales mismas, empero, con mejores hostias
que éstas. 24 Pues no en hechizo santuario entró Cristo, antitípico(m) del verdadero,
sino en el mismo cielo, para ahora aparecer al rostro de Dios por nosotros; 25 ni para a
menudo ofrecerse a sí mismo; como el sumo pontífice entra en el santuario cada año en
sangre ajena; 26 si no, hubiera sido menester que muchas veces padeciese, desde la
fundación del mundo; empero, ahora ya una vez por todas, en consumación de los
siglos, para anonadamiento del pecado, por su inmolación se ha manifestado. 27 Y, tal
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como está decretado a los hombres una vez morir; y, después de esto, el juicio; 28 así
también el Cristo, una vez ofrecido para de muchos quitar pecados; por segunda vez,
sin pecado, apareceráse a los que le esperan, para salud.
1 a. Terrenal.
2 b. Estaban así el candelabro como, etc.
3 c. Había.
d. Sancta sanctórum: tienda santa de las santas = santa por excelencia.
7 e. Pecados.
9 f. Es.
g. Figura del tiempo presente. 10 h. Perfeccionamiento evangélico. 16 i. Hay.
j. Es.
20 k. Es.
23 l. Fue.
24 m. Imitado.
1 Pues, sombra teniendo la ley, de los venideros bienes, no la imagen misma de las
cosas, cada año(a) con las mismas hostias que ofrecen perennemente, jamás pueden a
los que se allegan, perfeccionar; 2 de otro modo ¿no hubieran cesado de ofrecerse, por
ninguna(b) tener ya conciencia de pecados los cultores una vez purificados? 3 Empero
en ellas(c), memoria(d) de pecados cada año; 4 pues imposible que sangre de toros y
cabrones quite pecados. 5 Por lo cual, entrando en el mundo, dice: Sl. 39,7-9. Hostia y
oblación no quisiste; pero cuerpo adaptásteme; 6 holocaustos aun por pecado no te
pluguieron. 7 Entonces dije: «He aquí vengo (a la cabeza del libro(e) escrito está de
mí) a hacer, el(f) Dios, tu voluntad». 8 Diciendo más arriba: «Porque hostias, y
oblaciones y holocaustos, aún por pecado, no quisiste, ni pluguieron»; las cuales(g),
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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según ley, se ofrecen, 9 entonces ha dicho: «He aquí vengo para hacer tu voluntad»;
quita lo primero, para lo segundo establecer. 10 En la cual voluntad santificados
estamos por la oblación del cuerpo de Jesucristo una vez por todas. 11 Y todo sacerdote
asiste cada cada día ministrando, y las mismas a menudo ofreciendo hostias; las cuales
jamás pueden quitar pecados; 12 éste, empero, habiendo una por pecados ofrecido
hostia, para siempre sentóse a la diestra de Dios; 13 en adelante aguardando a que sean
puestos sus enemigos escabel de sus pies. 14 Porque, con una oblación, ha consumado
para siempre a los que se santifican. 15 Y testifícanos también el Espíritu, el Santo.
Porque, después de haber dicho: 16 Jer. 31,33. Este, el testamento que testaré con ellos,
después de aquellos días, dice Señor: «Dando leyes mías en su corazón; y en su mente
las escribiré. 17 y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré, no, ya». 18
Pero, donde(h), remisión de éstos; ya no(i) oblación por pecado.
19 Teniendo, pues, hermanos, libertad para la entrada del santuario, en la sangre de
Jesús, 20 por el camino que nos consagró nuevo y viviente, por el velo; esto es: la
sangre suya; 21 y(j) sumo pontífice grande sobre la casa de Dios; 22 lleguémonos con
verdadero(k) corazón, en plenitud de fe, rociados(l) los corazones de conciencia mala, y lavados el
cuerpo(m) con agua pura; 23 mantengamos la confesión de la esperanza indeclinable(n)
(pues fiel, el que ha prometido); 24 y mirémonos(o) unos a otros, en estímulo de caridad
y hermosas obras; 25 no abandonando nuestra congregación, según costumbre de
algunos, sino exhortando, y tanto más, cuanto veis acercarse el día(p). 26 Que
voluntariamente pecando nosotros, después de recibir el conocimiento de la verdad, ya
no por pecados queda hostia; 27 pero una medrosa expectación de juicio; y de fuego
celo, que devorar debe a los contrarios. 28 Desechando alguno la ley de Moisés, sin
lástimas, mediante dos o tres testigos, muere; 29 ¿cuánto más, pensáis, peor merecerá
castigo, el que al Hijo de Dios conculcó y la sangre del testamento, común(q) reputó; en
la cual ha sido santificado; y al Espíritu de la gracia ultrajó? 30 Pues sabemos al que
dijo: Deut. 32,35. A mí, venganza: yo retribuiré; y de nuevo: Sl. 135,14. Juzgará Señor
a su pueblo. 31 Medroso, el caer en manos de un Dios viviente. 32 Pero rememorad los
anteriores días, en que, iluminados(r) mucha lid sostuvisteis de padecimientos: 33
ahora, así con oprobios como con tribulaciones hechos espectáculo; ahora en partícipes
de los así vivientes(s), convertidos. 34 Pues también con los aprisionados padecisteis y
la rapiña de vuestros bienes con gozo aceptasteis, conociendo que tenéis mejores
haberes, y permanentes. 35 No abandonéis, pues, vuestra confianza; la cual tiene
grande remuneración. 36 Que de paciencia tenéis necesidad, para que, la voluntad de
Dios haciendo, reportéis la promisión. 37 Is. 26,20. Pues todavía un poco, tantito,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tantito —el que viene, llegará, y no tardará; 38 Hb. 2,3-4. y el justo mío de fe vivirá, y
si se retrajere(t), no se complace mi alma en él. 39 Pero nosotros no somos de
retraimiento, para perdición, sino de fe, para ganancia de alma.
8 g. Hostias. 18 h. Hay.
i. Hay. 21 j. Teniendo.
22 k. Sincero.
l. Nosotros —habiendo rociado nosotros, lavado con la rociada.
m. Totalmente con el bautismo.
Ejemplos de fe
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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habla(c). 5 Por fe, Enoc trasladado fue, para no ver muerte; y no fue hallado, por esto:
porque le había trasladado Dios; pues, antes de la traslación, testimoniado está de haber
placido a Dios. 6 Y, sin fe, imposible placerle; pues creer debe, el que se llega a Dios,
que(d) es, y, para los que le buscan, remunerador se hace. 7 Por fe, habiéndose revelado
a Noé lo que aún no se veía, temeroso dispuso el arca, para salvación de su casa, por la
cual(e) condenó al mundo, y de la, según fe, justicia hízose heredero. 8 Por fe, el
renombrado(f) Abrahán, obedeció en salir a lugar que había de recibir en herencia; y
salió, no sabiendo a dónde va. 9 Por fe, avecindóse en tierra de la promesa, como ajena;
en tiendas habitando con Isaac y Jacob, los coherederos de la promesa la misma; 10
porque esperaba la que los fundamentos tiene ciudad, cuyo artífice y autor(g), Dios. 11
Por fe, también la misma Sara virtud, para fundación de simiente, recibió, aún fuera de
sazón de edad, por cuanto fiel reputó al que prometía. 12 Por lo cual también, de uno
engendrados fueron (y eso amortecido) tal como los astros del cielo, por la
muchedumbre, y, como la arena la en la ribera del mar, la innumerable. 13 Conforme
a fe(h) murieron éstos todos, no habiendo recibido las promesas, sino en lontananza
viéndolas y saludando, y confesando que huéspedes y peregrinos son sobre la tierra. 14
Pues los que tal dicen, demuestran que patria buscando van. 15 Y, si por ventura
aquélla hubieran recordado de que salieron, hubiesen tenido tiempo de retornar; 16
pero ahora una mejor
pretenden; esto es: celestial. Por lo que no se avergüenza de ellos Dios, Dios
llamándose de ellos; porque preparádoles ha ciudad. 17 Por fe, ha ofrecido Abrahán a
Isaac, siendo tentado; y al unigénito ofrecía, el que las promesas recibiera; 18 a quien
se habló: Gn. 21,18. Que en Isaac llamada te será simiente; 19 pensando que también
de entre muertos a resucitar poderoso(i) Dios; por donde también en parábola,(j) le recibió. 20
Por fe, asimismo acerca de lo venidero bendijo Isaac a Jacob y a Esaú. 21 Por fe, Jacob,
muriendo, a cada uno de los hijos de José bendijo, y adoró hacia la punta de la vara de
él(k). 22 Por fe, José, feneciendo, de la salida de los hijos de Israel acordóse, y acerca de
los huesos de él mandó. 23 Por fe, Moisés; nacido, ocultado fue un trimestre por sus
padres, por esto: porque vieron gracioso al niñito, y no temieron la orden del rey. 24
Por fe, Moisés, grande hecho, rehusó decirse hijo de hija de Faraón; 25 más bien
eligiendo ser maltratado, con el pueblo de Dios, que temporales tener de pecado
fruiciones; 26 mayor riqueza estimando, que los de Egipto tesoros, el oprobio del
Cristo(l); pues miraba a la remuneración. 27 Por fe, abandonó a Egipto, no temiendo la
ira del rey; pues al invisible, como(m) viendo, se atuvo. 28 Por fe, ha hecho la pascua y
la aspersión de la sangre, para que, el que exterminaba lo primogénito, no tocase a
ellos. 29 Por fe, pasaron por la roja mar, como por seca tierra; de la cual experiencia
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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tomando los egipcios, devorados fueron. 30 Por fe, los muros de Jericó cayeron
cercados por siete días. 31 Por fe, Rahab, la ramera, no pereció al par de los
increyentes, acogiendo a los exploradores con paz. 32 ¿Y qué aún digo? Pues
faltaríame; refiriendo, el tiempo, acerca de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté y David y
Samuel, y de los profetas; 33 quienes por medio de fe debelaron reinos; obraron
justicia; alcanzaron promesas, cerraron bocas de leones, 34 extinguieron poder de
fuego, huyeron bocas(n) de cuchilla; confortados fueron de flaqueza; hiciéronse fuertes en guerra,
campamentos derribaron de extraños(o); 35 recibieron mujeres por resurrección, a los muertos
de ellas; y otros atimbalados(p) fueron, no admitiendo el rescate(q) para mejor resurrección
tocar. 36 Y otros de ludibrios y azotes experiencia tomaron, y, a más, de prisiones y
custodia: 37 lapidados fueron, aserrados fueron, probados fueron, en matanza de
cuchilla murieron, anduvieron en zaleas, en caprinas pieles, necesitados, atribulados,
maltratados; 38 de quienes no era digno el mundo; en soledades errabundos, y montes,
y cavernas y las grietas de la tierra. 39 Y estos todos, testificados(r) por la fe, no se
llevaron la promesa; 40 Dios acerca de nosotros algo mejor proveyendo, para que no
sin nosotros, consumados fuesen(s).
sacrifico, una imagen viva de Cristo. 21 k. De José, en señal de sumisión, pues la vara era el cetro
regio que llevaba José.
26 l. Proféticamente vio Moisés a Cristo y padeció por él.
27 m. Si le viera.
34 n. Filos, a modo de bocas abiertas, devoradoras.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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o. Enemigos.
35 p. El suplicio del timbal consistía en que se ponía al reo en una rueda, donde se le estiraba la piel
hasta dejarla como un timbal.
q. Redención, liberación de los tormentos. 39 r. Aunque de Dios recibieron testimonio, alabanza, por
la fe. 40 s. Proveyó Dios que no fuesen perfeccionados: recibiesen la promesa, la
recompensa, la gloria antes que nosotros; antes de la muerte de Cristo.
1 Por lo tanto; también nosotros, tanta teniendo, que nos cerca, nube de testigos, carga
deponiendo toda y el cautivador pecado, por paciencia corramos la que se nos propone,
lid, 2 mirando al de la fe autor y consumador, Jesús; quien en vez del que se le proponía
gozo, soportó cruz, vergüenza menospreciando; y a la diestra del trono de Dios está
sentado. 3 Porque recapacitad al que tamaña(a) ha soportado, de los pecadores, contra
sí, contradicción; para que no os rindáis, en las almas vuestras desmayados. 4 Aún no
hasta sangre habéis resistido, contra el pecado reluchando: 5 y os(b) habéis olvidado de
la consolación; la que con vosotros, cual con hijos conversa: Prov. 3,11. Hijo mío, no
apoques(c) la corrección del Señor, ni desmayes, por él reprendido. 6 Pues al que ama
Señor, corrige; y vapula a todo hijo que recibe(d). 7 Hasta la corrección perseverad;
cual a hijos, se os ofrece Dios; pues, ¿qué hijo(e) a quien no corrige el padre? 8 Y, si
fuera estáis de corrección, de que partícipes han sido hechos todos; luego bastardos, y
no hijos sois. 9 Además; a los de nuestra carne padres teníamos de correctores; y les
reverenciábamos; ¿no mucho más nos subordinaremos al padre de nuestros espíritus, y
viviremos? 10 Pues aquéllos para pocos días, según lo que les parecía, educaban; éste,
empero, en lo conveniente a participar de su santidad. 11 Pero toda educación, en
cuanto a lo presente, no parece de gozo ser, sino de pesar; al fin, empero, fruto pacífico,
a los por ella ejercitados, da de justicia. 12 Por lo cual, las remisas manos y las
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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disueltas rodillas erguid, 13 y pasos rectos haced con vuestros pies para que lo
claudicante no extravíe; sane, empero, más bien. 14 La paz seguid con todos, y la
santificación; sin la cual nadie verá al Señor; 15 mirando que nadie falte a la gracia de
Dios; que ninguna raíz de amargura, subiendo, empezca y por ella se manchen los
muchos; 16 que ninguno(f), ramero, o profano, como Esaú; quien, por manjar uno,
vendió su primogenitura; 17 porque sabéis que también más adelante, queriendo
heredar la bendición, reprobado fue; pues de penitencia lugar no halló; con lágrimas,
buscándola. 18 Porque no os habéis allegado a palpable monte, y encendido fuego,
nieblas y tinieblas, y tormenta, 19 y a de trompeta son y voz de palabras; la cual
oyendo, pidieron que no se les dirigiera palabra; 20 (pues no sufrían lo que se
ordenaba: Aun cuando bestia tocare el monte, lapidada será; 21 y tan temeroso era lo
que aparecía que Moisés dijo: Espantado estoy y tembloroso); 22 sino que os habéis
allegado a Sión monte y ciudad de Dios viviente, a Jerusalén celeste y a miríadas(g) de
ángeles, 23 a asamblea y congregación de primogénitos(h) inscritos en los cielos, y al
juez Dios de todos, y a espíritus de justos consumados(i). 24 y a de alianza nueva
medianero, Jesús, y a sangre de aspersión, mejor hablando que Abel. 25 Mirad que no
desechéis al que habla; pues, si aquéllos no escaparon los que sobre la tierra
desecharon al vaticinante(j); mucho menos nosotros los que al de los cielos
desechamos; 26 cuya voz la tierra estremeció entonces; ahora, empero, ha prometido
diciendo: Ag. 2,6. Todavía una vez yo estremeceré, no sólo la tierra, sino también el
cielo. 27 Y lo de: «Todavía una vez», declara la de las cosas estremecidas traslación,
como(k) de hechas; para que queden las no estremecidas. 28 Por lo cual reino
inestremecible recibiendo, retengamos la gracia; por la que sirvamos gratamente a
Dios, con reverencia y temor, 29 que nuestro Dios, fuego consumidor.
25 j. Moisés. 27 k. Como que son cosas hechas, transitorias, amovibles; la ley y el reino
mosaicos.
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Exhortaciones
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exhortación; por haberos brevemente escrito. 23 Sabed que nuestro hermano Timoteo
está libre, con quién, si más pronto él viniere, os veré. 24 Saludad a todos vuestros
prepósitos y a todos los santos. Os saludan los de la Italia. 25 La gracia con todos
vosotros.
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Epístola de Santiago
Capítulo 1
1 Santiago, de Dios y Señor Jesucristo siervo, a las doce tribus, las en la dispersión,
salud. 2 Todo gozo estimad, hermanos míos, cuando en tentaciones(a) cayereis varias; 3
conociendo que la probación de vuestra fe obra paciencia. 4 Y la paciencia obra
perfecta tenga(b), para que seáis perfectos e íntegros, en nada faltos. 5 Y, si a alguno de
vosotros falta sabiduría, pida al que da: Dios, a todos sencillamente(c) y no enrostra; y
darásele. 6 Mas pida en fe, nada vacilando; pues el que vacila, parécese a oleadas de
mar aventadas y agitadas. 7 Pues bien no piense aquel hombre, que alcanzará algo del
Señor; 8 un varón doble(d) instable en todos sus caminos. 9 Y gloríese el hermano, el
bajo en su alteza(e); 10 el rico; empero, en su bajeza(f); pues, como flor de heno pasará.
11 Pues alzóse el sol con el ardor, y secó el heno, y la flor de él cayóse, y el decoro de
la faz de él pereció; así también el rico en sus andanzas se marchitará. 12
Bienaventurado el varón que sobrelleva tentación; porque después de probado, recibirá
la corona de la vida; que ha prometido el Señor a los que le aman. 13 Nadie, al ser
tentado, diga: que «de Dios soy tentado»; que Dios intentado es de males(g); y tienta él
a nadie. 14 Cada cual, empero, tentado es; por la propia concupiscencia arrastrado y
cebado; 15 luego la concupiscencia, concibiendo, pare pecado; y el pecado,
consumado, engendra muerte. 16 No erréis, hermanos míos amados. 17 Toda dádiva
buena y todo don perfecto de arriba es, descendiendo del Padre de las luces; en quien
no hay mudanza o de vicisitud sombreamiento(h). 18 Queriendo, engendrónos con
palabra de verdad, para que seamos ciertas primicias de sus criaturas. 19 Sabéis(i),
hermanos míos amados. Y sea todo hombre pronto para el oír; tardo para el hablar;
tardo para ira; 20 pues ira de varón justicia de Dios no obra. 21 Por lo cual, desechando
toda impureza y demasía de malicia, en mansedumbre aceptad la implantada palabra,
la poderosa a salvar vuestras almas. 22 Y convertíos en hacedores de palabra, y no en
oidores solamente, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque, si alguno oidor de
palabra es, y no hacedor, éste parécese a varón que contempla la faz de su natividad(j)
en espejo; 24 pues contempládose ha, e ídose y luego olvidádose de cómo era(k). 25
Pero, el que escudriña la ley perfecta, la de libertad(l), y persevera, no oidor de olvido(m)
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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hecho, sino hacedor de obra, éste, bienaventurado en su hacer será. 26 Si alguien cree
religioso ser, no refrenando su lengua, sino engañando a su corazón(n); de éste, vana la
religión. 27 Religión pura e inmaculada ante Dios y Padre, ésta es: visitar huérfanos y
viudas en la tribulación de ellos; inmancillado guardarse del mundo.
Epístola de Santiago
Capítulo 2
1 a. Glorioso, dueño y rey de la gloria. 4 b. Inicuamente, condenando al pobre por pobre, honrando al
rico por rico. 23 c. Por su fe en Dios se justificó; por sus obras se consumó su fe y justicia. 25 d. Por su
gran fe y sus obras.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola de Santiago
Capítulo 3
De la lengua y la sabiduría
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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6 c. Es ella todo un mundo, el mundo mismo de la iniquidad, por todos los estragos que hace.
d. De tal suerte que mancilla.
e. El hombre entero.
f. Cuando es inflamada por el infierno. 15 g. Del alma animal.
Epístola de Santiago
Capítulo 4
1 ¿De dónde guerras, y de dónde contiendas entre vosotros? ¿No de aquí: de vuestras
concupiscencias las que militan en vuestros miembros? 2 Codiciáis, y no tenéis(a);
matáis y envidáis, y no podéis alcanzar; contendéis y guerreáis, y no tenéis; por cuanto
no pedís; 3 pedís, y no recibís; por esto: porque malamente pedís: para en vuestras
concupiscencias gastarlo. 4 Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad del mundo enemiga
de Dios es? Quien, pues, quisiere amigo ser del mundo, enemigo de Dios constitúyese.
5 ¿O pensáis, que en vano la escritura dice: «¿Para envidia codicia el Espíritu que
habita en vosotros?»; 6 pero(b) mayor da gracia. Por lo cual dice: Prov. 3,34. Dios a
soberbios resiste; a humildes, empero, da gracia. 7 Someteos, pues, a Dios, y resistid
al diablo, y huirá de vosotros. 8 Acercaos a Dios, y se acercará a vosotros. Limpiad
manos, pecadores, y purificad corazones, dobles. 9 Afligíos, y lamentaos y llorad: la
risa vuestra en lamento conviértase, y el gozo, en confusión. 10 Humillaos a faz de
Señor, y exaltaraos. 11 No murmuréis unos de otros, hermanos. El que murmura del
hombre o juzga a su hermano, murmura de ley y juzga ley; y, si ley juzgas, no eres
hacedor(c) de ley, sino juez. 12 Uno es el legislador y juez el que puede salvar y perder,
pero tú ¿quién eres, el que juzgas al prójimo?— 13 Ea, ahora, los que decís: «Hoy o
mañana partiremos a la ciudad tal, y pasaremos allí un año, y comerciaremos y
ganaremos»; 14 (los que no sabéis lo del mañana; pues ¿qué vuestra vida? Vapor es, el
que un momento aparece y luego desaparece); 15 en vez de decir: «Si el Señor quisiere
y viviéremos, haremos esto o aquello». 16 Mas ahora os gloriáis en vuestras soberbias:
toda gloriación tal mala es. 17 El que sabe, pues, bello hacer, y no hace, pecado para él
es.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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Epístola de Santiago
Capítulo 5
1 Ea; ahora, los ricos, llorad ululando sobre vuestros infortunios los que llegan. 2
Vuestra riqueza podrida está, y las vestiduras vuestras apolilladas están; 3 el oro
vuestro y la plata se han enmohecido, y el moho de ellos en testimonio os será y comerá
vuestras carnes, como fuego. Habéis atesorado para los últimos días(a). 4 He aquí el
jornal de los obreros los que segaron vuestras regiones, el defraudado por vosotros,
grita; y los clamores de los que han cosechado, en las orejas del Señor sabaot(b) ha
entrado. 5 Os habéis holgado sobre la tierra, y lujuriado, nutrido vuestros corazones
para día de degüello. 6 Condenasteis, matasteis al justo: no os resiste. 7 Longanimaos,
pues, hermanos, hasta la parusia(c) del Señor. He aquí el labrador aguarda el precioso
fruto de la tierra, longanimándose con él, hasta coger el temprano y el tardío. 8
Longanimaos también vosotros; confirmad vuestros corazones; que la parusia del
Señor se ha acercado. 9 No os lamentéis, hermanos, unos contra otros, para que no se
os juzgue; he aquí el juez a las puertas está. 10 Por dechado tomad, hermanos, del
sufrimiento y la longanimidad, a los profetas, que hablaron en el nombre de Señor. 11
He aquí felicitamos a los que sufrieron: el sufrimiento de Job habéis oído y el fin de
Señor visto; pues de muchas entrañas(d) es el Señor, y misericordioso— 12 Pero, ante
todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra; ni otro alguno
juramento; y sea de vosotros el «Sí; sí»; y el «No; no»; porque bajo de juicio no caigáis.
13 ¿Sufre alguno entre vosotros? Ore. ¿Goza alguno? Cante. 14 ¿Enférmase alguno
entre vosotros? Llame a sí a los presbíteros de la iglesia, y oren sobre él, ungiéndole
con óleo, en el nombre del Señor. 15 Y la oración de la fe salvará al enfermo; y
levantarále(e) el Señor; y si pecados hubiere hecho, perdonaránsele. 16 Confesaos,
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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pues, unos a otros los pecados y orad los unos por los otros; para que sanéis. —Mucho
puede plegaria de justo asidua. 17 Elías hombre era pasible igual a nosotros; y con
oración oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra, años tres y meses seis; 18 Y de
nuevo oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra brotó su fruto. 19 Hermanos míos, si alguno
entre vosotros se extraviare de la verdad, y le convirtiere alguno; 20 conozca que, quien
convirtiere a pecador de extravío de su camino, salvará el alma de él de muerte y
cubrirá muchedumbre de pecados(f).
3 a. Ira para los días del juicio. 4 b. «De los ejércitos» celestiales. 7 c. Segunda venida. 11 d. Muy
blando de entrañas. 15 e. Espiritual y corporalmente, infundiéndole fuerza. 20 f. Ajenos y propios.
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7 c. Para que vuestra fe probada mucho más preciosa... se halle. 9 d. Recompensa. 12 e. Profetizaban,
servían de profetas.
cual también han sido puestos(a). 9 Pero vosotros, linaje escogido, regio sacerdocio,
gente santa, pueblo de adquisición(b); para que las virtudes anunciéis del que os ha
llamado de tinieblas a su maravillosa luz; 10 los, un día, no pueblo; ahora empero,
pueblo de Dios; los no compadecidos; ahora, empero, compadecidos. 11 Amados,
exhorto a que, como advenedizos y peregrinos os abstengáis de los carnales apetitos;
los cuales militan contra el alma; 12 vuestra conversación entre las gentes teniendo
hermosa; a fin de que, en lo que murmuran de vosotros como malobrantes, por las
hermosas obras, contemplando, glorifiquen a Dios en día de visitación(c). 13 Someteos,
pues, a toda humana criatura(d), por el Señor; sea a rey, como a descollante; 14 sea a
presidentes, como por él enviados para vindicta de malobrantes, y alabanza de
bienobrantes; 15 pues así es la voluntad de Dios: que, bien obrando, acalléis la de los
insensatos hombres ignorancia; 16 como libres, y no, como por velo teniendo de la
malicia, la libertad(e),
sino como siervos de Dios. 17 A todos honrad; la fraternidad amad; a Dios temed; al
rey honrad. 18 Los siervos sometidos en todo temor a los amos; no sólo a los buenos y
clementes, sino también a los torcidos. 19 Que esto, gracia(f): si por conciencia de Dios,
sobrelleva alguno penas, sufriendo injustamente. 20 Pues, ¿qué gloria, si, pecando,
también abofeteados sufrís? Empero, si, bien obrando y padeciendo, sufrís, esto, gracia
ante Dios. 21 Pues para esto habéis sido llamados; porque también Cristo padeció por
vosotros, dejándoos dechado para que siguierais sus huellas; 22 quien pecado no hizo,
ni se halló dolo en su boca; 23 quien, siendo ultrajado, no a su vez ultrajaba;
padeciendo, no conminaba; y entregábase al que juzga justamente; 24 quien los
pecados nuestros el mismo llevó, en su cuerpo, sobre el leño; para que, a los pecados
muriendo, a la justicia viviésemos; con cuyas llagas habéis sido sanados. 25 Pues erais
como ovejas errantes; pero os convertisteis ahora al pastor y guarda de vuestras almas.
8 a. Para obedecer a la palabra. 9 b. Pueblo hecho para adquirirle, poseerle Dios. 12 c. En día que
Dios los visite, les abra los ojos. 13 d. A todo hombre cualquiera que fuere. 16 e. Y no teniendo,
usando la libertad como velo = por velo y pretexto. 19 f. Agradable a Dios.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1 Asimismo(a) las mujeres, sometidas a los propios maridos; para que, aunque algunos
desobedezcan a la palabra, por la de las mujeres conversación, sin palabra sean
ganados; 2 contemplando vuestra en temor, pura conversación. 3 De las cuales sea, no
el exterior, de ensortijamiento y atavíos áureos o uso de vestes, ornato; 4 sino el oculto
del corazón hombre(b), en la incorruptibilidad del sosegado y manso espíritu; que es, a
faz de Dios, muy precioso. 5 Pues así en otro tiempo también las santas mujeres, las
que esperaban en Dios, adornábanse, sometiéndose a los propios maridos; 6 como Sara
obedecía a Abrahán, señor llamándole; de la cual habéis venido a ser hijas, bien
obrando y no temiendo ningún terror. 7 Los maridos, asimismo cohabitando según
ciencia(c), como con más débil vaso, con el mujeril, dispensando honra como a también
coherederas de gracia de vida; para que no sean impedidas vuestras oraciones(d). 8 Y,
al fin, todos, unánimes, compasivos, hermanables, bien entrañables, humildes; 9 no
volviendo mal por mal o ultraje por ultraje; pero, al contrario, bendiciendo; pues a esto
habéis sido llamados, para que bendición heredéis.
10 Sl. 33,13 Pues, el que quiere vida amary ver días buenos,reprima su lengua de lo
malo,y sus labios para que no hablen dolo;11 apártese de mal y haga bien;busque paz
y corra en pos de ella;12 porque ojos de Señor sobre justos,y sus orejas a plegaria de
ellos;y faz de Señor sobre los que hacen mal.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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mal obrantes. 18 Pues también Cristo una vez por pecados padeció, justo por injustos,
para introduciros a Dios, muerto ciertamente en carne; vivificado, empero, en espíritu;
19 en el que también a los en custodia espíritus yendo predicó; 20 a los inobedientes en
otro tiempo(f); cuando aguardaba la de Dios longanimidad en días de Noé,
fabricándose el arca; en la cual pocos; esto es: ocho almas, se salvaron del agua. 21
Como también a vosotros una imagen(g), ahora salva: el bautismo: no de carne
ablución, de inmundicia; sino de conciencia buena seguridad para con Dios, por
resurrección de Jesucristo; 22 quien está a la diestra de Dios; (devorando a la muerte,
para que de vida eterna nos hiciéramos herederos) ido al cielo; sometidos a él ángeles,
y potestades y virtudes.
1 Habiendo, pues, Cristo, padecido en carne, también vosotros del mismo pensamiento
armaos; pues, quien padece en carne, ha cesado de pecado; 2 para no ya para de
hombres concupiscencias, sino, para voluntad de Dios, el restante, en carne, vivir
tiempo. 3 Pues basta que el pasado tiempo, el querer de las gentes hayan cumplido,
caminando en lascivias, concupiscencias, vinolencias, bacanales, potaciones y
criminales idolatrías. 4 Por lo que se extrañan de que no concurráis al mismo de la
lujuria desenfreno, blasfemando; 5 los que darán cuenta al que pronto está a juzgar
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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vivos y muertos. 6 Pues para esto también a los muertos(a) se ha evangelizado; para que
de una parte sean juzgados, según hombres, de carne; vivan, empero, según Dios, de
espíritu. 7 Mas de todas las cosas el fin se ha acercado. Moderaos, pues, y templaos
para oraciones; 8 pero, ante todo, la entre vosotros caridad continua teniendo; porque la
caridad cubre muchedumbre de pecados. 9 Hospitalarios unos con otros sin
murmuración; 10 cada uno, según ha recibido carisma, entre vosotros ministrándolo,
como buenos dispensadores de varia gracia de Dios. 11 Si alguno habla, como dichos
de Dios; si alguno ministra, como con fuerza que suministra Dios; para que en todo
glorificado sea Dios por Jesucristo; a quien es la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos; amén. 12 Amados, no os extrañéis del en vosotros fuego para prueba a vosotros
encendido, como de cosa extraña a vosotros acontecida; 13 sino que, por cuanto
participáis de los de Cristo padecimientos, gozaos; para que también en la revelación
de su gloria os gocéis, alborozándoos. 14 Si se os ultraja en nombre de Cristo,
bienaventurados; pues el de la gloria y potestad y el de Dios espíritu sobre vosotros
reposa. 15 Pero nadie de vosotros padezca como homicida, o ladrón o malhechor, o
como de lo ajeno codicioso; 16 mas, si como cristiano, no se avergüence, sino
glorifique a Dios en este nombre. 17 Porque(b), el tiempo de empezar el juicio por la
casa de Dios; pero, si primeramente por nosotros, ¿cuál, el fin de los que desobedecen
al de Dios Evangelio? 18 Y si el justo apenas se salva, el impío y pecador ¿dónde
parecerá? 19 Así que también los que padecen, según la voluntad de Dios, al fiel
Creador encomienden sus almas, en beneficencia.
1 A los ancianos, pues, a los entre vosotros exhorto, el coanciano y testigo de los de
Cristo padecimientos; el también, de la que se ha revelar, gloria partícipe: 2 Apacentad
la entre vosotros grey de Dios; vigilando, no forzada, sino espontáneamente, según
Dios; ni sórdido-codiciosa, sino gustosamente; 3 ni como dominando sobre las
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1 Simeón(a) Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han alcanzado igual fe que
nosotros en justicia del Dios nuestro y Salvador Jesucristo. 2 Gracia a vosotros y paz
multiplíquese, en conocimiento de Dios y Jesucristo, Señor nuestro: 3 como todas las
cosas(b) a nosotros, de su divino poder, para vida y piedad; el que ha sido donado(c) por el
conocimiento del que nos ha llamado a la propia gloria y virtud. 4 Por las cuales, las
muy grandes y preciosas promesas nos ha donado; para que, por ellas, os hagáis de la
divina partícipes naturaleza, huyendo de la del mundo de concupiscencia corrupción. 5
Y por esto mismo también, solicitud toda empleando añadid a vuestra fe la virtud; y, a
la virtud, la ciencia; 6 y, a la ciencia, la templanza, y, a la templanza, la paciencia: y, a
la paciencia, la piedad; 7 y, a la piedad, la fraternidad; y a la fraternidad, la caridad; 8
Pues, estas cosas en vosotros existiendo y acrecentándose, no ociosos ni infructuosos(d)
constituyen en el de nuestro Señor Jesucristo conocimiento, 9 pues, quien no tiene
estas cosas, ciego es, miopeando, olvido tomando de la purificación de sus antiguos
pecados. 10 Por lo cual más bien, hermanos, apresuraos, para que, por las hermosas
obras cierta vuestra vocación y elección hagáis; que, esto haciendo, no caeréis jamás.
11 Que así ricamente se os suministrará la entrada en el eterno reino de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo. 12 Por lo cual os habré siempre de rememorar estas cosas, aún
sabiéndolas y estando afirmados en la presente verdad. 13 Y justo creo, mientras estoy
en esta tienda, despertaros con recordación; 14 sabiendo que rápida es la guarda de mi
tienda; según también nuestro Señor Jesucristo me declaró. 15 Y me empeñaré en que
también de continuo tengáis, después de mi partida, cómo de estas cosas memoria
hacer. 16 Pues no de ingeniosas fábulas en pos siguiendo, os hemos manifestado de
nuestro Señor Jesucristo virtud y parusia; sino espectadores hechos de la de aquél
majestad. 17 Pues, recibiendo(e) de Dios Padre honor y gloria, una voz deslizándose
sobre él, así, de la magnífica gloria: «El Hijo mío, el amado mío éste es, en quien yo me
he complacido (a él oíd)». 18 Y esta voz nosotros hemos oído del cielo deslizada con él
estando en el santo monte. 19 Y tenemos una más firme(f): la profética palabra, a la que
bellamente hacéis ateniéndoos, como a lámpara luciendo en tenebroso lugar, hasta que
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día irradie y lucero nazca en vuestros corazones; 20 esto primero conociendo que toda
profecía de la escritura, de propia interpretación(g), no se hace; 21 pues, no por
voluntad de hombre, ha sido traída jamás una profecía; sino que de Espíritu santo
llevados, han hablado (santos) de Dios, hombres.
1 a. Simón.
3 b. Todos los bienes de su divino poder han venido.
c. El divino poder.
8 d. Os.
17 e. Recibió.
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día de juicio, para castigados, guardar; 10 y, sobre todo, a los que, en pos de carne, en
concupiscencia de inmundicia, van, y dominación(g) desprecian, audaces, presuntuosos,
glorias(h), no tiemblan de blasfemar; 11 donde ángeles, en fuerza y poder mayores
siendo, no llevan contra ellos, ante Señor, blasfemo juicio(i). 12 Pero éstos, como
irracionales vivientes nacidos naturalmente para captura y destrucción, de lo que
ignoran, blasfemando; en su corrupción también serán destruidos; 13 llevándose
galardón de injusticia. Deleite estimando la del día(j) sensualidad; manchas e ignorancias que se
encenagan en sus extravíos(k), banqueteando con vosotros; 14 ojos teniendo henchidos de
adulterio e insaciables de pecado, cebando almas instables; corazón ejercitado en
avaricia teniendo; de maldición hijos; 15 abandonando recta vía, se han extraviado;
yendo en pos del camino de Balaán, el de Bosor; quien galardón de injusticia amó; 16
pero el vituperio tuvo de la propia prevaricación: un animal de carga mudo, en de
hombre voz hablando, refrenó la del profeta insensatez. 17 Estos son manantiales
inacuosos y nieblas por huracán arrastradas; a quienes la calígine(l) de las tinieblas
reservada está. 18 Pues, la hinchazón de la vanidad hablando, ceban, en apetitos de
carne, con lascivias a los que apenas se habían evadido de los que en error conversan;
19 libertad prometiéndoles, ellos mismos esclavos viviendo, de la corrupción; pues, de
quien alguno vencido está, a éste también esclavizado está. 20 Pues, si huyendo las
contaminaciones del mundo, en reconocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo; en éstas de nuevo implicándose, son vencidos, hánseles las postrimerías
hecho peores que los principios. 21 Porque mejor fuérales no haber conocido el camino
de la justicia que, habiendo conociendo, volverse del a ellos dado santo mandamiento.
22 Hales acontecido lo del verdadero proverbio: Prov. 26,11. Perro volviendo al
propio vómito; y: Cerdo lavado, a revolcadero de cieno.
3 a. Supeditarán, engañarán.
b. No está ocioso = vela sobre ellos, viene pronto sobre ellos. 4 c. Lanzó al tártaro = profundo
infierno.
d. Súplese: (si a ángeles y hombres perversos ha castigado), «también a éstos (los
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1 ésta ya, amados, segunda os escribo epístola; en las cuales despierto de vosotros, en
recordación, lo sincera mente, 2 a recordar las predichas palabras por los santos
profetas y el de vuestros apóstoles mandamiento del Señor y Salvador; 3 esto primero
conociendo, que vendrán en los últimos días, en mofa mofadores, según sus propias
concupiscencias caminando, 4 y diciendo: «¿Dónde está la promesa de la parusia de él?
Pues desde que nuestros padres se durmieron, todo así persevera desde principio de
creación». 5 Pues ocúltase a los que esto quieren(a), que cielos eran de muy antiguo, y
tierra de agua y por agua consistiendo(b), por la de Dios palabra; 6 por las cuales el de
entonces mundo, por agua inundado, pereció. 7 Y los de ahora cielos y la tierra, por la
misma palabra, guardados están para fuego, reservados, para día de juicio y perdición
de los impíos hombres. 8 Pero esto uno no se os oculte, amados: que un día ante Señor,
como mil años, y mil años, como día uno. 9 No tarda Dios la promesa, como algunos
tardanza creen; sino que se longanima por nosotros; no queriendo que algunos
perezcan, sino que todos a arrepentimiento se lleguen. 10 Pero vendrá el día de Señor
como ladrón; en el que cielos estruendosamente pasarán; y elementos, ardiendo,
disolveránse, y tierra y las en ellas obras se quemarán. 11 Esto, pues, todo
disolviéndose ¡cuáles debéis haberos vosotros en santas conversaciones y piedades; 12
aguardando y apresurándoos a la parusia del de Dios día, por el cual los cielos,
encendidos disolveránse; y elementos, ardiendo, se funden! 13 Y nuevos cielos y
nueva tierra, según las promesas de él aguardamos, en los cuales justicia habita.
14 Por lo cual, amados, esto aguardando, empeñaos en que inmaculados e intachables
por él hallados seáis en paz. 15 Y la de nuestro Señor longanimidad salud estimad, así
como también nuestro amado hermano Pablo, según la a él dada sabiduría, os ha
escrito; 16 cual también en todas las epístolas hablando en ellas de esto; en las cuales
hay algunas cosas difíciles de entender; que los indoctos e instables tuercen, como
asimismo las demás escrituras, para su propia perdición. 17 Vosotros, pues, amados,
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5 a. Pretenden.
b. Formada de agua y sacada de agua.
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1 Lo que era desde el principio: lo que hemos oído; lo que hemos visto con nuestros
ojos; lo que hemos mirado y nuestras manos han palpado, acerca del Verbo de la vida;
2 (y la vida manifestóse; y hemos visto, y testificamos y os anunciamos la vida la
eterna; la cual era con el Padre y manifestóse a nosotros) 3 lo que hemos visto y oído,
os anunciamos a vosotros; para que también vosotros comunión tengáis con nosotros;
—y asimismo nuestra unión(a) con el Padre y con su Hijo Jesucristo. 4 Y esto os
escribimos, porque vuestro gozo sea lleno.
5 Y éste es el anuncio, que hemos oído de él y os anunciamos: que Dios luz es y
tinieblas en él no hay ningunas. 6 Si dijéremos que comunión tenemos con él, y en las
tinieblas andamos, mentimos y no hacemos la verdad; 7 pero, si en la luz andamos,
como él está en la luz, comunión tenemos entre nosotros y la sangre de Jesucristo, su
Hijo, purifícanos de todo pecado. 8 Si dijéremos que pecado no tenemos, nos
engañamos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesáremos nuestros pecados, fiel
es y justo para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. 10 Si
dijéremos que no hemos pecado, mendaz le hacemos, y su verbo no está en nosotros.
De la caridad
1 Hijitos míos, esto os escribo, para que no pequéis. Y, si alguno pecare, abogado
tenemos para con el Padre: a Jesucristo justo; 2 y él propiciación es por nuestros
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pecados; y no por los nuestros solamente, sino también por los de todo el mundo. 3 Y
en esto conocemos que le hemos conocido: si sus mandamientos guardamos. 4 El que
dice: que «le he conocido», y sus mandamientos no guarda, mendaz es; y en éste la
verdad no está; 5 pero, el que guardare su palabra, verdaderamente en éste la caridad de
Dios consumada está. En esto conocemos que en él estamos. 6 El que dice en él
permanecer, debe, según aquél anduvo, también él andar.
7 Amados, no mandamiento nuevo os escribo, sino mandamiento antiguo, que teníais
desde el principio: el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído. 8 Otra vez(a)
mandamiento nuevo os escribo; lo que es verdadero en él(b) y en vosotros, porque las
tinieblas pasan, y la luz la verdadera(c) ya luce. 9 El que dice en la luz estar y a su
hermano odia, en las tinieblas está hasta ahora. 10 El que ama a su hermano, en la luz
permanece, y escándalo en él no hay; 11 pero el que odia a su hermano en las tinieblas
está y en las tinieblas anda y no sabe a donde va; pues las tinieblas han cegado sus ojos.
12 Escríboos, hijitos, porque os han sido perdonados los pecados por su nombre. 13
Escríboos, padres, porque habéis conocido al del principio(d). Escríboos adolescentes,
porque habéis vencido al malo. 14 Os he escrito, hijitos, porque habéis conocido al
Padre. Os he escrito, padres, porque habéis conocido al del principio. Os he escrito,
adolescentes, porque fuertes sois, y la palabra de Dios en vosotros permanece, y habéis
vencido al malo. 15 No améis al mundo ni lo del mundo; si alguno ama al mundo, no
está la caridad del Padre en él; 16 porque todo lo del mundo: la concupiscencia de la
carne(e) y la concupiscencia de los ojos(f) y la soberbia de la vida(g), no es del Padre; sino que
del mundo es. 17 Y el mundo pasa, y la concupiscencia de él; mas, quien hace la
voluntad de Dios, permanece por el siglo.
18 Hijitos, última hora es, y, según habéis oído que anticristo viene; también ahora(h)
anticristos muchos se han hecho; por donde conocemos que última hora es. 19 De
nosotros salieron; pero no eran de nosotros; pues, si fueran de nosotros, hubieran
permanecido con nosotros: —empero, para que se manifiesten que no son todos de
entre nosotros. 20 Y vosotros unción tenéis del Santo, y sabéis todo. 21 No os he
escrito, porque no sepáis la verdad, sino, porque la conocéis; y porque toda mentira de
la verdad no es. 22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?
Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo el que niega al Hijo,
tampoco al Padre tiene; el que confiesa al Hijo, también al Padre tiene. 24 Vosotros, lo
que habéis oído desde el principio, en vosotros permanezca. Si en vosotros
permaneciere, lo que desde el principio habéis oído, también vosotros en el Hijo y en el
Padre permaneceréis. 25 Y ésta es la promesa que él os ha prometido: la vida la eterna.
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16 e. La sensualidad.
f. La avaricia.
g. La ambición.
De la caridad
1 Ved qué amor nos ha dado el Padre: que hijos de Dios nos llamemos; y somos. Por
esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció. 2 Amados, ahora hijos de Dios
somos, y aún no ha parecido lo que seremos. Sabemos que, si él pareciere, semejantes a
él seremos; porque le veremos, así como es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza en él,
santifícase, así como aquél santo es. 4 Todo el que hace el pecado, también la
iniquidad(a) hace; y el pecado es la iniquidad. 5 Y sabéis que aquél padeció para los
pecados quitar; y pecado en él no hay. 6 Todo el que en él permanece, no peca; todo el
que peca, no le ha visto, ni conocido.
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7 Hijitos, nadie os seduzca: el que hace la justicia, justo es, según aquél justo es; 8 el
que hace el pecado, del diablo es; porque, desde el principio, el diablo peca. Para esto
padeció el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. 9 Todo el que ha nacido de
Dios, pecado no hace; porque la simiente de él(b) en él permanece; y no puede pecar(c),
porque de Dios ha nacido. 10 En esto manifiestos son los hijos de Dios y los hijos del
diablo: todo el que no hace justicia, no es de Dios; y el que no ama a su hermano. 11
Porque éste es el anuncio que habéis oído desde el principio: que nos amemos; 12 No
así como Caín, que del malo era y mató a su hermano. ¿Y por qué le mató? Porque sus
obras malas eran; y las de su hermano, justas.
13 No os maravilléis, hermanos, si os odia el mundo. 14 Nosotros sabemos que hemos
pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos; el que no ama,
permanece en la muerte. 15 Todo el que odia a su hermano, homicida es, y sabéis que
todo homicida no tiene vida eterna en sí permanente. 16 En esto hemos conocido el
amor: que aquél por nosotros su alma puso, y nosotros debemos por los hermanos las
almas poner. 17 Y el que tuviere los bienes del mundo y viere a su hermano necesidad
tener, y cerrare sus entrañas para con él, ¿cómo el amor de Dios permanece en él? 18
Hijitos, no amemos de palabra y con la lengua, sino con obra y verdad. 19 En esto
conoceremos que de la verdad somos; y delante de él aprobaremos nuestro corazón. 20
Pues, si nos condenare el corazón, —por cierto mayor es Dios que nuestro corazón y
conoce todo. 21 Amados, si el corazón no condenare, confianza tenemos para con
Dios; 22 y lo que pidiéremos; recibimos de él; porque, sus mandamientos guardamos y
lo grato a faz de él hacemos. 23 Y éste es su mandamiento que creamos en el nombre
del Hijo suyo Jesucristo y nos amemos, unos a otros, según nos ha dado mandamiento.
24 Y el que guarda sus mandamientos, en él permanece, y él, en él; y en esto
conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.
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1 Amados, no a todo espíritu creáis, sino probad los espíritus, si de Dios son; pues
muchos pseudoprofetas han salido al mundo. 2 En esto conocéis el Espíritu de Dios:
todo espíritu que confiesa que Jesucristo en carne ha venido, es de Dios; 3 y todo
espíritu que no confiesa a Jesús, de Dios no es; y éste es el del anticristo; el que habéis
oído que viene, y ahora en el mundo está ya. 4 Vosotros de Dios sois, hijitos; y le
habéis vencido; porque mayor es el en vosotros que el en el mundo. 5 Ellos del mundo
son; por esto del mundo hablan, y el mundo les oye. 6 Nosotros de Dios somos; el que
conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu
de la verdad y el espíritu del error. 7 Amados, amémonos unos a otros, porque el amor
de Dios es; y todo el que ama, de Dios ha nacido y conoce a Dios. 8 El que no ama, no
ha conocido a Dios; porque dios amor es. 9 En esto se ha manifestado el amor de Dios
para con nosotros: que a su Hijo el unigénito, ha enviado Dios al mundo, para que
vivamos por él. 10 En esto está el amor: no, porque nosotros hayamos amado a Dios,
sino porque él nos amó y envió a su Hijo, propiciación por nuestros pecados. 11
Amados, si así Dios nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. 12 A
Dios nadie jamás ha visto; si nos amamos, Dios en nosotros permanece, y su amor
perfecto en nosotros es. 13 En esto conocemos que en él permanecemos, y él, en
nosotros: que de su Espíritu nos ha dado. 14 Y nosotros hemos visto y testificamos que
el Padre ha enviado al Hijo: Salvador del mundo. 15 Quien confesare que Jesús es el
Hijo de Dios, dios en él permanece, y él, en Dios. 16 Y nosotros hemos conocido y
creído el amor que tiene Dios para con nosotros. Dios amor es; y el que permanece en
el amor, en Dios permanece; y Dios en él permanece. 17 En esto perfecto está el amor
con nosotros: que confianza tengamos en el día del juicio; porque, así como aquél es,
también nosotros somos en este mundo. 18 Temor no hay en el amor, sino que el
perfecto amor fuera lanza al temor; porque el temor congoja tiene; y el que teme, no es
perfecto en el amor. 19 Nosotros le amamos, porque él primero nos amó. 20 Si alguno
dijere: que «amo a Dios», y a su hermano odiare, mentiroso es; porque el que no ama a
su hermano, a quien está viendo, a Dios a quien no ha visto, no puede amar. 21 Y este
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mandamiento tenemos de él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.
Fe y caridad.
Confianza en Cristo. El es Dios
1 Todo el que cree que Jesús es el Cristo, de Dios ha nacido; y todo el que ama al
engendrante, ama también al engendrado de él. 2 En esto conocemos que amamos a los
hijos de Dios: cuando a Dios amamos, y sus mandamientos hacemos. 3 Pues éste es el
amor de Dios: que sus mandamientos guardemos y sus mandamientos pesados no son;
4 porque todo lo nacido de Dios, vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al
mundo: nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el
Hijo de Dios? 6 Este es el que ha venido por agua y sangre: Jesucristo: no en el agua
solamente, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es el que testifica; porque el
Espíritu es la verdad. 7 Porque tres son los testificantes (en el cielo: el Padre, el Verbo,
y el santo Espíritu y éstos los tres uno son; 8 y tres son los testificantes en la tierra): el
espíritu y el agua y la sangre, y estos tres para en uno son. 9 Si el testimonio de los
hombres recibimos, el testimonio de Dios mayor es; porque éste es el testimonio de
Dios: porque ha testificado acerca de su Hijo. 10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el
testimonio (de Dios) en sí. El que no cree a Dios, mendaz le ha hecho; porque no ha
creído en el testimonio que ha testificado Dios acerca de su Hijo. 11 Y éste es el
testimonio: que vida eterna nos ha dado Dios; y esta vida en su Hijo es. 12 El que tiene
al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, la vida no tiene. 13 Esto os he
escrito para que sepáis que vida tenéis eterna, los que creéis en el nombre del Hijo de
Dios. 14 Y ésta la confianza que tenemos para con él: que, si algo pidiéremos, según su
voluntad, nos oye. 15 Y, si sabemos que nos oye lo que pidiéremos, sabemos que
tenemos las peticiones que le hemos pedido. 16 Si alguno supiere que su hermano peca
pecado no para muerte(a); pedirá y darále vida, a los que pecan no para muerte. Hay pecado para muerte;
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Capítulo único
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4f. Algunos.
6g. Mandamiento. 10h. Prohíbe el apóstol cultivar relaciones amistosas con herejes y malvados.
1 El anciano a Gayo, el amado, a quien yo amo en verdad. 2 Amado, en todo oro que
avances y bien estés, tal como avanza tu alma. 3 Pues heme gozado sobremanera,
viniendo hermanos y testificando a tu verdad: cómo tú en verdad caminas. 4 Mayor que
éste no tengo gozo, que oír que mis hijos en la verdad caminan. 5 Amado, fiel cosa
haces, lo que trabajares por los hermanos, y estos peregrinos; 6 los que han testificado
tu caridad a faz de iglesia; los que bellamente harás, aviando dignamente de Dios; 7
pues por el nombre(i) partieron, nada recibiendo de los étnicos. 8 Nosotros, pues,
debemos acoger a los tales, para cooperadores hacernos de la verdad.
9 Escribiera yo algo a la iglesia; empero, el amigo de primar entre ellos: Diótrefes, no
nos recibe. 10 Por esto, si yo viniere, amonestaré sus obras que hace, con palabras
malas mofándose de nosotros; y, no bastándole esto, ni él recibe a los hermanos, y a los
que quieren, estorba, y de la iglesia arroja.
11 Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El benéfico de Dios es; el maléfico no ha
visto a Dios. 12 A Demetrio se ha testificado(j) de todos y de la misma verdad; y
también nosotros testificamos; y sabes que, nuestro testimonio verdadero es.
13 Mucho tenía yo que escribirte; mas no quiero, por tinta y cálamo, escribirte; 14 mas
espero pronto verte; y boca a boca hablaremos. Paz a ti. Salúdante los amigos. Saluda a
los amigos nominalmente.
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cosas altaneras; admirando personas por ganancia. 17 Pero vosotros, amados, acordaos
de las cosas las predichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, 18 porque os
decían: que «en el último tiempo habrá mofadores, según sus concupiscencias
caminando, de las impiedades(c)». 19 Estos son los que a sí mismos se segregan
sensuales, Espíritu no teniendo. 20 Pero vosotros, amados, sobreedificándoos sobre
vuestra santísima fe, en Espíritu Santo orando, 21 a vosotros mismos en amor de Dios
guardaos, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. 22 Y
a unos reprended, juzgados; 23 a otros salvad, del fuego arrebatando; a otros
compadeced en(d) temor; aborreciendo aun la por la carne manchada túnica.
24 Y al que puede guardaros seguros y poneros faz a faz de su gloria, inmaculados en
alborozo: 25 a sólo Dios, Salvador nuestro, por Jesucristo Señor nuestro, gloria,
magnificencia, imperio y potestad antes de todo el siglo, y ahora y por todos los siglos.
Amén.
8r. Delirando.
s. La divina.
t. Divinas.
9u. Altercado.
v. Blasfematorio.
11w. Lanzáronse sobre el lucro.
12x. Son.
y. Deshojados y muertos = del todo muertos.
13z. Filantes.
a. Lo más profundo.
14b. Miríada = diez mil.
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18c. Concupiscencias de las impiedades. 23d. Por medio del temor y huyendo de todo trato de ellos
compadecedles,
salvadles.
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1 Apocalipsis(a) de Jesucristo que le dio Dios, para manifestar a sus siervos lo que ha de
acontecer en breve; y significó enviando, por su ángel, a su siervo Juan; 2 el que
testificó la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, cuanto vio. 3 Bienaventurado
quien lee, y quien oye las palabras de la profecía y guarda lo en ella escrito; que el
tiempo, cerca.
4 Juan a las siete iglesias las del Asia(b): gracia a vosotros y paz del que es, y que era y
que viene; y de los siete espíritus los a faz de su trono, 5 y de Jesucristo, —el testigo el
fiel, el primogénito(c) de los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos
ama, y nos lavó de nuestros pecados en su sangre; 6 e hízonos reino, sacerdotes para
Dios y su Padre; a él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos; amén.
7 «He aquí viene con las nubes, y verále todo ojo, y los que le
traspasaron; y plañirán sobre él todas las tribus de la tierra». Sí; amén. 8 «Yo soy el alfa
y la O(d) [principio y fin], dice Señor Dios; el que es, y que era y que viene, el
todopoderoso».
9 Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe en la tribulación, y reino y paciencia, en
Jesús, estuve en la isla llamada Patmos, por la palabra de Dios y el testimonio de Jesús;
10 estuve(e) en espíritu en el dominico día, y oí detrás de mí una voz grande, como de
trompeta, 11 diciendo: «Lo que miras, escribe en libro y envía a las siete iglesias: a
éfeso, y a Esmirna, y a Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a Filadelfia y a Laodicea»: 12
y volvíme a mirar la voz la que hablaba conmigo; y volviéndome, vi siete candelabros
áureos; 13 y en medio de los candelabros a uno semejando hijo de hombre, revestido de
talar y ceñido, a los pechos, de ceñidor áureo; 14 y su cabeza y los cabellos,
esplendentes, como lana esplendente; como nieve; y sus ojos, como llama de fuego; 15
y sus pies semejantes a electro; como en horno encendidos; y su voz, como voz de
aguas muchas; 16 y en su diestra mano, astros siete y de su boca, espada aguda, bifila
saliendo; y su rostro, como el sol luce en su fuerza. 17 Y, cuando le vi, caí ante sus pies
como muerto; y puso su diestra sobre mí, diciendo: «No temas: yo soy el primero y el
último, 18 y el viviente, y estuve muerto, y he aquí viviente soy por los siglos de los
siglos; y tengo las llaves de la muerte y del infierno. 19 Escribe, pues, lo que has visto,
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y lo que es, y lo que ha de ser, después de esto. 20 El misterio de los siete astros que has
visto en mi diestra, y los siete candelabros los áureos —los siete astros, ángeles de las
siete iglesias son, y los candelabros los siete, siete iglesias son.
1a. = «Revelación».
4b. Presidida por los siete arcángeles; espíritus principales y figurativas de la Iglesia universal.
5c. El primer engendrado, resucitado, de la muerte. 8d. La O grande, omega; alfa y omega las letras
primera y última del alfabetogriego.
10e. Estuve sólo en espíritu = en éxtasis.
1 Al ángel(a) de la de éfeso iglesia escribe:«Esto dice el que tiene los siete astros en su
diestra; el que camina enmedio de los siete candelabros los áureos: 2 «sé tus obras, y tu
fatigay tu paciencia; y que no puedes soportar malos; y has probado a los
que se dicen apóstoles, y no son, y les has hallado mendaces; 3 ypaciencia tienes, y has
sufrido por mi nombre, y no has desfallecido.4 Empero tengo contra ti que tu caridad la
primera has dejado. 5
Recuerda, pues, de dónde has caído, y arrepiéntete y las primerasobras haz; y, si no,
vengo a ti, y moveré tu candelabro de su lugar; sino te arrepintieres.
6 Empero esto tienes: que odias las obras de los nicolaítas(b); quetambién yo odio. 7
Quien tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice alas iglesias: «Al que venciere, daréle
a comer del leño de la vida; elque está en el paraíso de Dios».
8 Y al ángel de la de Esmirna iglesia escribe:«Esto dice el primero y el último, el que
estuvo muerto y vivió: 9 «Sétu tribulación y tu pobreza (empero rico eres), y la
blasfemia de losque se dicen judíos ser, y no son, sino sinagoga de satanás. 10 Notemas
lo que has de padecer. He aquí ha de arrojar el diablo de entre
vosotros en prisión, para que seáis tentados; y tendréis tribulación dedías diez. Sé fiel
hasta la muerte, y te daré la corona de la vida».11 Quien tiene oreja, escuche lo que el
Espíritu dice a las iglesias: «El
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1a. Obispo, representante del apóstol. 6b. Secta disoluta, atribuida (tal vez sin fundamento) a Nicolás,
uno de los siete
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diáconos.
11c. La del alma.
17d. Voto de triunfo, de vida nueva. 19e. Que son más. 22f. Enfermedad, tormento.
1 Y al ángel de la de Sardis iglesia escribe:«Esto dice el que tiene los siete espíritus de
Dios y los siete astros(a):«Sé tus obras: que nombre tienes de que vives, y muerto estás.
2 Sévigilante, y confirma lo demás que hubiera tenido que morir; que nohe hallado tus
obras llenas a faz de mi Dios. 3 Recuerda, pues, cómohas recibido(b) y oído, y guarda, y
arrepiéntete. Si, pues, no velares,llegaré a ti como ladrón, y no conocerás, no, en que
hora llegaré a ti. 4Empero, tienes unos pocos nombres(c) en Sardis, que no
hancontaminado sus vestiduras; y caminarán conmigo en albas, porquedignos son. 5 El
que venciere así envolveráse en vestiduras albas; yno borraré, no, su nombre del libro
de la vida, y confesaré su nombre
a faz de mi Padre y a faz de sus ángeles. 6 Quien tiene oreja, escuchelo que el Espíritu
dice a las iglesias».7 Y al ángel de la de Filadelfia iglesia escribe:«Esto dice el Santo, el
Verdadero; el que tiene la llave de David(d); el
que abre y nadie cerrará; y que cierra y nadie abre: 8 Sé tus obras. Heaquí he dado a faz
de ti puerta abierta(e), que nadie puede cerrarla;
porque poca tienes fuerza, y(f) has guardado mi palabra, y no hasnegado mi nombre. 9
He aquí daré de la sinagoga de satanás, de losque se dicen judíos ser, y no son, sino que
mienten; he aquí harélesque se lleguen(g) y adoren a faz de tus pies, y conozcan que yo
te heamado. 10 Porque has guardado la palabra de mi paciencia, tambiényo te guardaré
de la hora de la tentación la que ha de venir sobre elorbe entero, a tentar a los que
habitan sobre la tierra.
11 Vengo pronto; conserva, lo que tienes, para que nadie tome tucorona. 12 El que
venciere, haréle columna en el templo de mi Dios; yfuera no saldrá, no, ya; y escribiré
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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1a. Cristo.
3b. La doctrina.
4c. Personas: nombradas, distinguidas.
7d. De la casa de David, la casa de Dios, el cielo.
8e. Para predicar y convertir.
f. Sin embargo.
9g. Estos de la sinagoga. —Aquí empieza ya la profecía acerca de la conversión final de los judíos y
acerca de las postrimerías del mundo. 12h. Triple nombre: el de Dios, haciéndole bienaventurado; el
de la Jerusalén, la
ciudad divina, más excelente de Dios; y el de Cristo el de los habitantes escogidos
de la ciudad santa. Son estos los tres cielos.
16i. El agua tibia es emético. 18j. La tibieza, la indiferencia, es la soberbia raíz de todos los males y de
laceguedad espiritual.
19k. Ten emulación de los buenos; enfervorízate.
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1 Después de esto vi, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la voz la primera que oí,
como de trompeta hablando conmigo, diciendo: «Asciende acá, y te mostraré lo que ha
de acontecer después de esto». Al punto estuve en espíritu; 2 y he aquí un trono se
hallaba en el cielo y en el trono uno sentado; 3 y el sentado, símil, por el aspecto, a
piedra jaspe y sardonio; y un iris en cerco del trono, símil, por el aspecto, a esmeralda.
4 Y en cerco del trono, tronos veinticuatro; y en los tronos(a), veinticuatro ancianos(b)
sentados cubiertos de vestiduras albas y sobre sus cabezas, coronas áureas. 5 Y del
trono salen relámpagos, y voces y truenos(c); y siete lámparas de fuego ardientes a faz
del trono; las que son los siete espíritus de Dios; 6 y a faz del trono, como un mar
vítreo, símil a cristal; y en medio del trono y en cerco del trono, cuatro vivientes llenos
de ojos(d) delante y detrás. 7 Y el primer viviente, símil a león; y el segundo viviente,
símil a becerro; y el tercer viviente, teniendo la faz como de hombre; y el cuarto
viviente, símil a águila volante(e). 8 Y los cuatro vivientes, cada uno de ellos, teniendo
alas seis; en cerco y por dentro llenos están de ojos; y reposo no tienen día y noche,
diciendo: «Santo, santo, santo Señor Dios, el Todopoderoso; el que era, y el que es y el
que viene». 9 Y, al dar los vivientes gloria, y honor y agradecimiento al sentado en el
trono, al que vive por los siglos de los siglos; 10 caerán(f) los veinticuatro ancianos a
faz del sentado en el trono, y adorarán al que vive por los siglos de los siglos, y
arrojarán sus coronas a faz del trono, diciendo; 11 «Digno eres, el Señor, el Dios
nuestro, de recibir la gloria y el honor, y la potestad; porque tú lo has creado todo y, por
el querer tuyo, era y creado fue».
4a. Vi.
b. Simbólicos, acaso de los doce apóstoles y las tribus de Israel, y asimismo de los 24 príncipes de los
sacerdotes.
5c. Señales de juicio. 6d. Centros luminosos (semejantes tal vez a los ojos de la cola del pavo real);
símbolos de la omnisciencia divina.
7e. Siendo simbólica toda esta visión y figurativa de la majestad divina, ocioso es e imposible
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explicarla detalladamente. Sin embargo; estos cuatro seres misteriosos, parecen ser querubines, de
figura humana, y de faz como reflejando los cuatro seres más excelentes de la creación visible,
símbolos a su vez: el león, de la fuerza y majestad de Dios; el becerro, de su beneficencia; el hombre,
de su belleza; el águila, de su sublimidad.
10f. Caían y seguirán cayendo.
1 Y vi en la diestra del sentado en el trono un libro, escrito, por dentro y fuera, sellado
con sellos siete. 2 Y vi un ángel fuerte, pregonando con voz grande: «¿Quién, digno de
abrir el libro y desatar sus sellos(a)?» 3 Y ninguno podía, en el cielo, ni sobre la tierra ni
por debajo de la tierra, abrir el libro ni mirarle(b). 4 Y yo lloraba mucho, porque nadie
digno fue hallado de abrir el libro ni de mirarle. 5 Y uno de los ancianos díceme: «No
llores: he aquí ha vencido el león, el de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el
libro y los siete sellos de él». 6 Y vi, en medio del trono y de los cuatro vivientes y en
medio de los ancianos, un Cordero estante, como inmolado, teniendo cuernos siete y
ojos siete(c); los que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. 7 Y vino, y
tomó de la diestra del sentado en el trono el libro; 8 y, cuando hubo tomado el libro, los
cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron a faz del Cordero, teniendo cada
cual cítara y tazas áureas henchidas de timiamas, las que son las oraciones de los
santos. 9 Y cantan cantar nuevo, diciendo: «Digno eres de tomar el libro y abrir los
sellos de él; porque has sido inmolado y nos has comprado para Dios, en tu sangre, de
toda tribu, y lengua, y pueblo y gente; 10 y les has hecho, para nuestro Dios, reino y
sacerdotes; y reinarán sobre la tierra». 11 Y vi, y oí voz de ángeles muchos en torno del
trono, y de los vivientes y de los ancianos; y era su número miríadas de miríadas, y
millares de millares, 12 diciendo con voz grande: «Digno es el Cordero, el inmolado,
de tomar la potestad, y riqueza, y sabiduría, y fuerza, y honor, y gloria y bendición». 13
Y toda criatura que en el cielo, y sobre la tierra y por debajo de la tierra y sobre el mar
es; y lo en ellos todo, oí decir: «Al sentado en el trono y al Cordero, la bendición, y el
honor, y la gloria y el poder por los siglos de los siglos». 14 Y los cuatro vivientes
decían: «Amén». Y los ancianos cayeron y adoraron.
2a. De anunciar y obrar los profundos misterios del libro de Dios: los arcanos de la Divina
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1 Y vi que abrió el Cordero uno de los siete sellos; y oí uno de los cuatro vivientes,
diciendo, cual con voz de trueno: «Ven y ve». 2 Y vi, y he aquí un corcel albo, y el
sentado en él, teniendo arco, y diósele corona, y salió venciendo, y para vencer(a).
3 Y, cuando abrió el sello, el segundo, oí al segundo viviente diciendo: «Ven». 4 Y
salió otro corcel, rojizo, y al sentado en él diósele quitar la paz de la tierra y para que
unos a otros se degollaran, y diósele cuchilla grande(b).
5 Y, cuando abrió el sello el tercero, oí al tercer viviente diciendo: «Ven». Y vi, y he
aquí un corcel negro, y él sentado en él, teniendo balanza en su mano. 6 Y oí cual voz
en medio de los cuatro vivientes, diciendo: «Ración de trigo a denario, y tres raciones
de cebada, a denario; y al aceite y al vino no dañes(c).
7 Y, cuando abrió el sello el cuarto, oí voz del cuarto viviente, diciendo: «Ven». 8 Y vi,
y he aquí un corcel jalde, y el sentado sobre él, —su nombre: «la muerte»; y el infierno
seguíale, y dióseles potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar en espada, y
en hambre y en muerte, y por las fieras de la tierra.
9 Y, cuando abrió el quinto sello, vi por debajo del altar las almas de los degollados por
la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban con voz grande,
diciendo: «¿Hasta cuándo, el Soberano, el santo y verdadero, no juzgas y vindicas
nuestra sangre de los que habitan sobre la tierra? 11 Y dióseles a cada uno estola alba, y
díjoseles que reposaran todavía tiempo pequeño, hasta completarse, y sus consiervos y
sus hermanos los que habían de ser matados cual, también ellos(d).
12 Y vi, cuando abrió el sello el sexto, y terremoto grande fue, y el sol fue tornándose
negro cual cilicio(e), y la luna entera fue tornándose cual sangre, 13 y las estrellas del
cielo cayeron sobre la tierra, como una higuera arroja sus higos invernizos, de viento
grande sacudida: 14 y el cielo fue cediendo, como libro que se arrolla; y todo monte e
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isla de sus lugares moviéronse. 15 Y los reyes de la tierra y los magnates, y los
tribunos, y los ricos, y los fuertes, y todo siervo y libre ocultáronse en las cavernas y en
las peñas de los montes; 16 y dicen a los montes y a las peñas: «Caed sobre nosotros y
ocultadnos de la faz del sentado en el trono, y de la ira del Cordero; 17 porque ha
llegado el día el grande de la ira de ellos; ¿y quién se puede sostener?».
6c. Cristo castigando con hambre. El denario era el jornal. Mitiga la gran carestía,
eximiendo de ella aceite y vino.
11d. Son los mártires cuya sangre clama a Dios contra sus inmoladores. Están en
la gloria; pero al fin de los tiempos con los que ha de matar el anticristo, celebrarán
el gran triunfo.
1 Y después de esto vi, cuatro ángeles estantes sobre los cuatro ángulos de la tierra,
señoreando los cuatro vientos de la tierra, para que no sople viento sobre la tierra, ni
sobre el mar, ni sobre todo árbol. 2 Y vi otro ángel ascendiendo del oriente del sol,
teniendo sello del Dios viviente; y clamó con voz grande a los cuatro ángeles a quien se
les dio dañar la tierra y el mar, 3 diciendo: «No dañéis la tierra ni el mar, ni los árboles,
hasta que sellemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes». 4 Y oí el número de los
sellados: ciento cuarenta y cuatro millares de sellados de toda tribu de hijos de Israel; 5
de tribu de Judá, doce millares de sellados; de tribu de Rubén, doce millares; de tribu de
Gad, doce millares; 6 de tribu de Aser, doce millares; de tribu de Neftalí, doce millares;
de tribu de Manasés, doce millares; 7 de tribu de Simeón, doce millares; de tribu de
Leví, doce millares; de tribu de Isacar, doce millares; 8 de tribu de Zabulón, doce
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8a. Todos ellos israelitas convertidos al fin del mundo y sellados con el martirio, y
víctimas del Anticristo.
13b. A mi pregunta interior, a mi deseo de saber.
1 Y, cuando abrió el sello el séptimo, hízose silencio en el cielo, como media hora(a); 2
y vi a los siete ángeles, que a faz de Dios están; y diéronseles siete trompetas. 3 Y otro
ángel vino y púsose ante el altar, teniendo turíbulo áureo, y diéronsele timiamas
muchos(b), para que diese a las oraciones de los santos todos, sobre el altar áureo, el a
faz del trono. 4 Y ascendió el humo de los timiamas a las oraciones de los santos, de
mano del ángel, a faz de Dios. 5 Y recibió el ángel el turíbulo, e hinchióle del fuego del
altar, y lanzó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos y temblor. 6 Y los siete
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1a. Silencio de estupor ante las cosas grandes que han de sobrevenir. 3b. Son ellos las oraciones de
los santos, de los mártires, pidiendo les vengue Diosde los impíos. 13c. Es anuncio de males aún
mucho mayores; los que la voz de los últimos tres
ángeles va a causar.
1 Y el quinto ángel trompeteó; y vi una estrella del cielo caída en la tierra; y diósele la
llave del pozo del abismo; 2 y abrió el pozo del abismo: y subió humo del pozo, cual
humo de horno grande; y entenebrecióse el sol y el aire, del humo del pozo. 3 Y del
humo salieron langostas a la tierra, y dióselas potestad, cual tienen potestad los
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1 Y vi a otro ángel fuerte descender del cielo, envuelto en nube; y el iris sobre su
cabeza, y su rostro como el sol y sus pies como columnas de fuego; 2 y teniendo en su
mano un librito abierto(a): Y puso su pie, el derecho, sobre la mar, y el izquierdo sobre
la tierra; 3 y clamó con voz grande, así como el león ruge. Y, cuando clamó, hablaron
los siete truenos(b) las voces de ellos. 4 Y, cuando hablaron los siete truenos, iba yo a
escribir, y oí voz del cielo, diciendo: «Sella(c) lo que los siete truenos han hablado, y no
lo escribas». 5 Y el ángel que vi estar sobre la mar y sobre la tierra, alzó su mano, la
diestra, al cielo, 6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, quien creó el cielo
y lo en él, y la tierra y lo en ella, y la mar y lo en ella: que «Tiempo ya no habrá, 7 sino
que, en los días de la voz del séptimo ángel, cuando hubiere de trompetear, también se
ha consumado el misterio de Dios, como evangelizó a sus siervos los profetas(d)». 8 Y
la voz, que oí del cielo, de nuevo hablando conmigo y diciendo: «Ve, toma el librito el
abierto de la mano del ángel que está sobre la mar y sobre la tierra». 9 Y fui al ángel,
diciéndole me diera el librito. Y díceme: «Toma y devóralo, y amargará tu vientre;
empero en tu boca será dulce como miel». 10 Y tomé el librito de la mano del ángel y
devorélo, y fue en mi boca como miel, dulce; y cuando le devoré, amargóse mi vientre.
11 Y dícenme: «Menester es que de nuevo profetices sobre los pueblos, y gentes, y
lenguas y reyes muchos».
2a. Símbolo del juicio próximo. 3b. Tal vez sinónimo de tonantes: los siete ángeles del trono, símbolo
de lagrandeza de la ira de Dios.
4c. Calla.
7d. Después del séptimo ángel, consumado todo el misterio de Dios, cesará el tiempo, y no habrá ya
sino eternidad.
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1 Y dióseme una caña símil a vara, diciendo él(a): «Levántate y mide el templo de Dios,
y el altar y los que adoran en él. 2 Y el atrio el de fuera del templo arrójale fuera(b) y no
le midas; porque ha sido dado a las gentes, y la ciudad la santa hollarán meses cuarenta
y dos. 3 Y daré a los dos testigos míos(c); y profetizarán días mil doscientos sesenta,
envueltos en sacos. 4 Estos son las dos olivas(d) y los dos candelabros los a faz del
Señor de la tierra estantes. 5 Y, si alguno les quiere dañar, fuego sale de la boca de ellos
y devora a los enemigos de ellos. Y, si alguno quisiere dañarles, así debe él ser matado.
6 Estos tienen la potestad de cerrar el cielo, para que lluvia no humedezca en los días de
su profecía; y potestad tienen sobre las aguas de convertirlas en sangre, y de percutir la
tierra en toda plaga, cuantas veces quisieren. 7 Y, cuando terminaren el testimonio
suyo, la bestia, la que sube del abismo, hará contra ellos guerra, y venceráles y
mataráles. 8 Y el cadáver de ellos, sobre las vías de la ciudad la grande; la que se llama
espiritualmente Sodoma(e) y Egipto(f); donde también el Señor de ellos crucificado fue.
9 Y miran de entre los pueblos, y tribus, y lenguas y gentes el cadáver de ellos, días tres
y medio; y los cadáveres de ellos no dejarán se pongan en sepulcro. 10 Y los que
habitan sobre la tierra, gózanse en ellos y regocíjanse; y dones enviarán unos a otros;
porque estos dos profetas atormentaron a los que habitaban sobre la tierra. 11 Y,
después de los tres días y medio, espíritu de vida desde Dios entró en ellos, y alzáronse
sobre sus pies; y temor grande cayó sobre los que les contemplaban. 12 Y oyeron voz
grande, desde el cielo, diciéndoles: «Ascended acá»; y ascendieron al cielo en la nube,
y contemplábanles los enemigos de ellos.
13 Y en aquella hora hubo temblor grande, y el décimo de la ciudad cayó, y muertos
fueron, en el terremoto, nombre de hombres(g) millares siete, y los demás medrosos
tornáronse y dieron gloria al Dios del cielo(h).
14 El Ay el segundo se fue; he aquí el Ay el tercero viene presto. 15 Y el séptimo ángel
trompeteó; y hubo voces grandes en el cielo, diciendo: «Hecho es el reino del mundo
de nuestro Señor y de su Cristo, y reinará por los siglos de los siglos, 16 y los
veinticuatro ancianos, los a faz de Dios sentados en sus tronos, cayeron sobre sus
rostros y adoraron a Dios, 17 diciendo: «Agradecémoste, Señor, el Dios el
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omnipotente, el que es, y el que era, porque has tomado el poder tuyo, el grande, y has
reinado; 18 y las gentes hanse airado, y ha venido la ira tuya y el tiempo de los muertos
para ser juzgados, y para dar galardón a tus siervos los profetas, y a los santos y a los
que temen tu nombre a los pequeños y a los grandes; y para perder a los que perdieron
la tierra». 19 Y abrióse el templo de Dios el en el cielo, y pareció el arca de su
testamento en su templo, y hubo relámpagos y voces, y truenos y temblor y granizo
grande.
1a. El ángel que se la dio. 2b. Deséchale. Mide el santuario de Dios, consagrándolo a los justos, y deja
el resto del templo y del mundo para que lo conculquen los gentiles: el Anticristo con
1 Y señal grande apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus
pies y sobre su cabeza una corona de estrellas doce(a); 2 y en vientre teniendo, grita
dolorida de parto y atormentada de parir. 3 Y apareció otra señal en el cielo, y he aquí
un dragón rojizo, grande, teniendo cabezas siete(b) y cuernos diez(c), y sobre las
cabezas de él siete diademas; 4 y la cola de él arrastra el tercio de los astros del cielo; y
lanzólos a la tierra(d). Y el dragón púsose a faz de la mujer, la que estaba para parir,
para, cuando pariese, el hijo de ella devorar. 5 Y parió hijo varón, el que ha de regir
todas las gentes en vara férrea; y arrebatado fue el hijo de ella, a Dios, y al trono de él.
6 Y la mujer huyó al desierto; donde tiene allí lugar preparado por Dios; para que allí la
nutran días mil doscientos sesenta(e).
7 Y hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles guerrearon con el dragón; y el dragón
guerreó y sus ángeles; 8 y no prevalecieron, ni lugar fue hallado de ellos ya en el cielo.
9 Y fue arrojado el dragón, el grande, la serpiente la antigua, el que se llama Diablo y
satanás; el que seduce al orbe entero; arrojado fue a la tierra; y sus ángeles con él
arrojados fueron. 10 Y oí voz grande en el cielo diciendo: «Ahora hecha ha sido la
salud, y el poder, y el reino de nuestro Dios y la potestad de su Cristo; porque arrojado
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ha sido el acusador de nuestros hermanos; el que les acusa a faz de nuestro Dios día y
noche. 11 Y ellos le han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra del
testimonio de ellos; y no han amado su alma hasta la muerte. 12 Por esto regocijaos,
cielos, y sus habitadores. Ay de la tierra y de la mar, porque ha bajado el diablo a
vosotros, teniendo cólera grande, sabiendo que poco tiempo tiene».
13 Y, cuando vio el dragón que había sido lanzado a la tierra, persiguió a la mujer, la
cual parió al varón. 14 Y diéronse a la mujer las dos alas del águila el grande, para que
volara al desierto al lugar de ella (donde es nutrida allí tiempo(f) y tiempos y medio
tiempo) de la faz de la serpiente. 15 Y lanzó la serpiente de su boca, tras de la mujer,
agua como un río, para que del río arrebatarla hiciese. 16 Y ayudó la tierra a la mujer, y
abrió la tierra su boca y absorbió el río que lanzó el dragón de su boca. 17 Y airóse el
dragón contra la mujer, y fuese a hacer guerra con los demás de la simiente de ella, los
que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús.
18 Y paróse sobre la arena del mar(g).
1a. Ataviada con toda la majestad del cielo como madre que va a ser del rey que
vencerá al anticristo.
3b. Reyes, testas coronadas.
c. Poderíos.
4d. Derribó el tercio de los ángeles. 6e. El tiempo de la predicación de Elías y Henoc. (v. 9, 3). 14f.
Un año y dos años y medio año; tres períodos de caracteres distintos. 18g. Para hacer subir de él la
bestia, el anticristo.
1 Y vi del mar una bestia subir, teniendo cuernos diez y cabezas siete, y sobre los
cuernos de ella diez diademas, y sobre las cabezas de ella nombres de blasfemia. 2 Y la
bestia que vi, era semejante a leopardo, y los pies de ella como de oso y la boca de ella
como boca de león(a). Y dióle el dragón su poder, y su trono y potestad grande. 3 Y(b)
una de sus cabezas(c) como degollada para muerte; y el golpe de su muerte se curó. Y
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1 Y vi: y he aquí el Cordero estante sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y
cuatro millares(a), teniendo el nombre de él y el nombre del Padre de él escrito en sus
frentes. 2 Y oí voz desde el cielo, como voz de aguas muchas y como voz de trueno
grande; y la voz que oí, como de citaristas citarizando en sus cítaras. 3 Y cantan como
cantar nuevo a faz del trono y a faz de los cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie
podía aprender el cantar, sino los ciento cuarenta y cuatro millares, los comprados de la
tierra. 4 Estos son los que con mujeres no se han mancillado(b); pues vírgenes son(c).
Estos siguen al Cordero a donde fuere. Estos han sido comprados de entre los hombres;
primicias para Dios y el Cordero; 5 y en su boca no se halló mentira: inmaculados son.
6 Y vi otro ángel volando en mitad del cielo, teniendo evangelio eterno(d) para
evangelizar a los sentados sobre la tierra y a toda gente, y tribu, y lengua y pueblo, 7
diciendo en voz grande: «Temed a Dios y dadle gloria; porque ha venido la hora de su
juicio; y adorad al que ha hecho el cielo, y la tierra, y el mar y fuentes de aguas».
8 Y otro segundo ángel siguió diciendo: «Cayó, cayó Babilonia(e) la grande; que del
vino del furor de su ramería(f) abrevadas tiene todas las gentes».
9 Y otro ángel, tercero, siguióles, diciendo en voz grande: «Si alguno adora a la bestia
y la imagen de ella, y recibe marca sobre su frente o sobre su mano, 10 también él
beberá del vino del furor de Dios, el mezclado(g) inmisto en el cáliz de la ira de él; y
será atormentado en fuego y azufre a faz de ángeles santos y a faz del Cordero. 11 Y el
humo del tormento de ellos por siglos de siglos sube; y no tienen reposo día y noche,
los que adoran la bestia y la imagen de ella; y si alguno recibe la marca del nombre de
ella. 12 Aquí la paciencia de los santos está, los que guardan los mandamientos de Dios
y la fe de
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su mano hoz aguda.15 Y otro ángel salió del templo, clamando en voz grande al
sentadosobre la nube: «Mete tu hoz y siega; que ha llegado la hora de segar;que se ha
secado la siega(h) de la tierra(i)». 16 Y echó el sentado sobrela nube su hoz a la tierra, y
fue segada la tierra.
17 Y otro ángel salió del templo del en el cielo, teniendo también él
hoz aguda.18 Y otro ángel salió del altar, teniendo potestad sobre el fuego, yvoceó con
voz grande al que tenía la hoz la aguda, diciendo: «Mete tuhoz, la aguda, y vendimia
los racimos de la vid de la tierra; que hanmadurado sus uvas». 19 Y echó el ángel su
hoz en la tierra, yvendimió la vid de la tierra; y arrojó, al lagar de la furia de Dios,
lagrande(j). 20 Y hollado fue el lagar, fuera de la ciudad, y salió sangredel lagar hasta
los frenos de los caballos, por estadios milseiscientos(k).
i. Está madura la tierra para ser arrasada en castigo de sus iniquidades. 19j. El anticristo. 20k.
Espantable carnicería que habrá a las puertas de Roma.
1 Y vi otra señal en el cielo grande y maravillosa; ángeles siete teniendo plagas siete,
las postreras; porque en ellas consumóse el furor de Dios.
2 Y vi como mar vítreo mezclado con fuego, y a los triunfantes de la bestia y de la
imagen de ella y del número del nombre de ella, estantes sobre el mar el vítreo,
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del orbe entero, a reunirles para la guerra del día el grande de Dios, el
Omnipotente.15 (He aquí vengo como ladrón: bienaventurado el que vela y cuidasus
vestiduras, para no desnudo andar y que vean su vergüenza). 16 Ylos congregó en el
lugar el que se llama en hebreo «Harmagedón»(b).
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1 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete tazas, y habló conmigo diciendo:
«Ven: te mostraré el juicio de la ramera la grande, la sentada sobre aguas muchas(a); 2
con la que han ramereado los reyes de la tierra, y embriagádose los que habitan la
tierra, con el vino de la ramería de ella». 3 Y llevóme a un desierto en espíritu(b). Y vi
una mujer sentada sobre bestia carmesí, repleta de nombres de blasfemia, teniendo
cabezas siete y cuernos diez. 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata,
dorada(c) de oro y piedra preciosa, y margaritas, teniendo cáliz áureo en su mano,
repleto de abominaciones y de lo inmundo de su ramería; 5 y sobre su frente nombre
escrito: «Misterio; Babilonia, la grande; la madre de las rameras y de las
abominaciones de la tierra». 6 Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la
sangre de los mártires de Jesús(d). Y maravilléme, viéndola, con maravilla grande. 7 Y
díjome el ángel: «¿Por qué te has maravillado? Yo te diré el misterio de la mujer y de la
bestia que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos. 8 La bestia que has
visto, era, y no es, y debe de subir del abismo y a perdición ir; y maravillaránse los que
habitan sobre la tierra; (de los que no está escrito el nombre en el libro de la vida, desde
la fundación del mundo) mirando a la bestia, porque era, y no es y estará allí. 9 Aquí(e),
el entendimiento que tiene sabiduría. Las siete cabezas, siete montes son; donde la mujer está sentada sobre
ellos(f). Y reyes siete son: 10 los cinco cayeron; el uno es, el otro aún no ha venido; y,
cuando viniere, poco ha de durar. 11 Y la bestia que era, y no es, y él(g) el octavo es, y
de los siete es, y a perdición va. 12 Y los diez cuernos que has visto, diez reyes son; los
que reino aún no han tomado; empero potestad, como reyes, una hora toman con la
bestia. 13 Estos una mira tienen, y su fuerza y potestad a la bestia(h) dan. 14 Estos con
el Cordero guerrearán, y el Cordero les vencerá, porque señor de señores es y rey de
reyes, y los con él, llamados, y elegidos y fieles»(i). 15 Y díjome: «Las aguas que ves,
donde está la ramera sentada, pueblos y turbas son, y gentes y lenguas(j). 16 Y los diez
cuernos que has visto y la bestia, éstos aborrecerán a la ramera y desierta haránla y
desnuda, y las carnes de ella comerán, y a ella quemarán en fuego; 17 porque Dios ha
dado en el corazón de ellos hacer esta mira de él y hacer una mira y dar el reino de ellos
a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18 Y la mujer que has visto, es la
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3b. Indicando que la mujer es figura de la capital del mundo, pagana, vuelta alpaganismo al fin del
mundo. 4c. La mujer; cubierta de oro, pedrería y perlas. 6d. A los que inmoló e inmolará al fin del
mundo.
9e. Advierta.
f. Los montes.
11g. El rey simbolizado por la bestia misma, el Anticristo, cuyos son los siete
cuernos.
13h. Al anticristo.
14i. Son.
15j. De lenguas diversas: distantes. 18k. El reino poderoso, inmensamente rico en los tiempos
últimos; a quiendebelarán los diez reyes.
Caída de Babilonia
1 Después de esto vi, otro ángel descender del cielo, teniendo potestad grande: y la
tierra iluminóse de su gloria. 2 Y gritó en fuerte voz, diciendo: «Cayó, cayó Babilonia
la grande, y se hizo morada de demonios y prisión(a) de todo espíritu impuro y prisión
de toda ave impura(b) y aborrecida; 3 porque del vino del furor de la ramería de ella han
bebido todas las gentes; y los reyes de la tierra con ella han ramereado; y los
mercaderes de la tierra, con el poder de la libídene de ella, enriquecido».
4 Y oí otra voz desde el cielo, diciendo: «Salid, mi pueblo, de ella, para no comunicar
con los pecados de ella; y de las plagas de ella que no recibáis; 5 porque se han
conglutinado(c) sus pecados hasta el cielo, y se ha acordado Dios de las iniquidades de
ella. 6 Retribuidle como también ella retribuyó, y doblad el doble según las obras de
ella: en el cáliz que mezcló, mezcladle doblado; 7 cuanto se glorificó y deleitó, tanto
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dadle tormento y luto. Porque en su corazón dice: «Sentada estoy reina, y viuda no soy,
y luto no veré, no». 8 Por esto, en un día llegarán las plagas de ella: muerte, y luto y
hambre; y en fuego quemada será; porque fuerte, Señor, el Dios, el que la ha juzgado. 9
Y llorarán y plañirán sobre ella los reyes de la tierra, los que con ella han ramereado y
deleitádose; cuando vieren el humo del incendio de ella, 10 de lejos parados, por el
temor del tormento de ella, diciendo: «¡Ay, ay! la ciudad la grande, Babilonia, la
ciudad la fuerte, porque en una hora ha venido tu juicio». 11 Y los mercaderes de la
tierra llorarán y plañirán sobre ella, porque el cargamento de ellos nadie compra ya: 12
cargamento de oro, y plata, y piedra preciosa, y margaritas, y biso(d), y púrpura y seda,
y escarlata, y todo leño oloroso, y todo vaso marfileño y todo vaso de leño
preciosísimo, y bronce, y hierro y mármol; 13 y cinamomo, y amomo, y timiamas, y
ungüento, e incienso, y vino, y aceite, y harina flor, y trigo, y jumentos, y ovejas; y de(e)
caballos, y carrozas y cuerpos, y almas de hombres. 14 Y la flor del apetito de tu alma
retiróse de ti, y todo lo pingüe y lo espléndido pereció de ti; y ya no lo hallarán, no. 15
Los mercaderes de esto, los que enriquecieron con ella, a lo lejos detendránse, por el
temor del tormento de ella, llorando y plañendo, 16 diciendo: «¡Ay, ay! la ciudad, la
grande, la envuelta en biso, y púrpura y escarlata, y dorada en oro, y piedra preciosa, y
margarita; 17 porque, en una hora, desolada fue la tal riqueza». Y todo piloto y todo el
que sobre el lugar navega y nautas y cuantos la mar trabajan, a lo lejos detuviéronse: 18
y clamaban, mirando el humo del incendio de ella, diciendo: «¿Quién símil a la ciudad
la grande?» 19 Y arrojaron polvo sobre sus cabezas; y clamaban, llorando y plañendo:
«¡Ay, ay! la ciudad la grande en que enriquecieron todos los que tenían las naves en el
mar, de la preciosidad de ella; porque en una hora desolada ha sido. 20 Regocíjate
sobre ella, cielo, y los santos, y los apóstoles y los profetas; pues ha juzgado Dios
vuestro juicio sobre ella».
21 Y alzó un ángel fuerte una piedra como piedra de molino magna, y arrojó al mar;
diciendo: «Así con ímpetu arrojada será Babilonia la gran ciudad, y no será, no, hallada
ya. 22 Y voz de citaristas, y músicos y flautistas, y trompeteros no se oirá, no, en ti ya,
y todo artífice de toda arte no se hallará, no, en ti ya, y voz de molino no se oirá, no, en
ti ya; 23 y luz de lámpara no alumbrará, no, en ti ya; y voz de novio y novia no se oirá,
no, en ti ya; porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, porque en la
hechicería(f) tuya descarriadas fueron todas las gentes; 24 y en ella(g) sangre de profetas
y santos fue hallada, y de todos los degollados sobre la tierra».
2 a. Habitación constante.
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Júbilo en el cielo
1 Después de esto, oí como voz grande de turba mucha en el cielo, que decían:
«¡Aleluya! La salud, y la gloria, y el poder, de nuestro Dios; porque verdaderos y
justos, los juicios suyos; 2 porque ha juzgado a la ramera la grande; la que ha
corrompido la tierra en la ramería suya; y ha vindicado la sangre de sus siervos, de la
mano de ella». 3 Y segunda vez han dicho: «¡Aleluya!». Y el humo de ella(a) sube por
los siglos de los siglos. 4 Y cayeron los ancianos los veinticuatro y los cuatro vivientes,
y adoraron a Dios al sentado sobre el trono, diciendo: «¡Amén, aleluya!». 5 Y voz del
trono salió diciendo: «Load a nuestro Dios, todos sus siervos y los que le temen, los
pequeños y los grandes». 6 Y oí como voz de turba mucha, y como voz de aguas
muchas y como voz de truenos fuertes, que decían: «¡Aleluya! porque reina Señor,
nuestro Dios, el Omnipotente. 7 Gocémonos y regocijémonos, y demos la gloria a él;
porque han venido las nupcias del Cordero(b) y su mujer preparóse; 8 y diósela vestirse
de biso esplendente, puro; pues el biso las justicias de los santos son». 9 Y díceme:
«Escribe»: Bienaventurados los al festín de las nupcias del Cordero llamados». Y
díceme: «Estas las palabras verdaderas de Dios son». 10 Y caí delante de sus pies a
adorarle. Y díceme: «Mira: no: Consiervo tuyo soy y de los hermanos tuyos que tienen
el testimonio de Jesús: a Dios adora. Que el testimonio de Jesús es el espíritu de la
profecía»(c).
11 Y vi el cielo abrirse, y he aquí corcel esplendente, y el sentado sobre él llamado
«Fiel y Veraz»; y en justicia juzga y guerrea. 12 Y sus ojos, llama de fuego, y sobre su
cabeza, diademas muchas; teniendo nombre escrito que nadie sabe sino él mismo; 13 y
vestido de vestidura tinta en sangre(d) y se llama su nombre: el «Verbo de Dios». 14 Y
las milicias las del cielo, seguíanle sobre corceles esplendorosos, vestidas de biso
esplendoroso, puro. 15 Y de la boca de él sale espada aguda, para en ella percutir las
gentes; y él los regirá, en vara férrea; y él huella el lagar del furor de la ira de Dios el
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7 b. Los desposorios perfectos, triunfales y eternos de Cristo con la humanidad restaurada por él. 10 c.
El espíritu profético viene de Jesús, testimonia a Jesús. Tú también tienes este
espíritu. Somos por tanto, consiervos suyos. 13 d. De sus enemigos; pues viene Cristo a destruir a los
malos.
20 e. Véase 13, 11.
ellos; y vivieron y reinaron(b) con el Cristo mil años. 5 Y los restantes de los muertos(c)
no vivieron, hasta que se cumplieron los mil años. Esta, la resurrección, la primera. 6
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la resurrección la primera; sobre éstos la
segunda muerte no tiene potestad; sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y
reinarán con él mil años.
7 Y cuando terminaren los mil años, se soltará a satanás de su prisión(d); 8 y saldrá a
seducir las gentes en los cuatro ángulos de la tierra; al Gog y al Magog, a juntarlos en
guerra; de los que el número de ellos como la arena del mar. 9 Y subieron sobre la
anchura de la tierra y cercaron el campamento de los santos y la ciudad la amada; y
descendió fuego (desde Dios) del cielo, y devorólos; 10 y el diablo el que los seducía,
fue arrojado al lago del fuego y azufre; donde también, la bestia y el pseudoprofeta; y
serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
11 Y vi un trono grande, esplendente y al sentado sobre él; de cuya faz huyó la tierra y
el cielo; y lugar no se halló para ellos. 12 Y vi los muertos, los grandes y los pequeños
estar a faz del trono; y libros(e) se abrieron; y otro libro abrióse, que es de la vida, y
juzgados fueron los muertos por lo escrito en los libros, según las obras de ellos. 13 Y
dio el mar los muertos los en él, y la muerte(f) y el infierno(g) dieron los muertos los en
ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el infierno(h) fueron
arrojados al lago del fuego. Esta la muerte la segunda es: el lago del fuego(i). 15 Y si alguno no se halló
en el libro de la vida escrito, fue arrojado al lago del fuego.
4a. Vi.
b. Vivirán y reinarán.
5c. Los malos.
7d. Para seducir a Gog y a Magog, dos reyes potentísimos. 12e. Símbolos de lo indeleble que
permanece en el cielo la memoria de todas las
acciones humanas.
13f. Los muertos sobre la tierra.
g. Los debajo de la tierra. 14h. Los demonios reyes de la muerte misma y del infierno, el reino de los
muertos.
i. El lago es la muerte segunda, verdadera, definitiva.
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Biblia Septuaginta Nuevo Testamento R.P. Guillermo Jünemann.
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15 Y el que hablaba conmigo, tenía medida: caña áurea, para medir la ciudad y sus
puertas y su muro. 16 Y la ciudad cuadrangular sita está, y su longitud cuanta su latitud.
Y midió la ciudad con la caña por estadios doce millares: la longitud y la latitud y la
altura de ella iguales son. 17 Y midió su muro: ciento cuarenta y cuatro codos, medida
de hombre, la que es de ángel(d). 18 Y era la estructura de su muro, jaspe; y la ciudad,
oro puro, símil a vidrio puro. 19 Los fundamentos del muro de la ciudad, con toda
piedra preciosa adornados: el fundamento el primero, jaspe; el segundo, zafiro; el
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17d. La medida que usó el ángel era de hombre, medida común. 20e. Un sardio mezclado con ónice.
El sardio es amarillento o rojizo; y cuando es
vetado, con vetas regulares, se llama sardónice; porque el ónice tiene vetasregulares. 27f. Impuro.
este libro».
8 Y yo, Juan, el que oyó y vio estas cosas. Y cuando oí y miré, caí a adorar delante de
los pies del ángel, el que me mostraba estas cosas. 9 Y díceme: «Mira; no: consiervo
tuyo soy y de tus hermanos, los profetas y de los que guardan las palabras de este libro;
a Dios adora».
10 Y díceme: «No selles(a) las palabras de la profecía de este libro; que el tiempo cerca
está. 11 El que agravia, agravie todavía; y el contaminado contamínese todavía; y el
justo, justicia haga todavía, y el santo, santifíquese todavía. 12 He aquí vengo pronto, y
el galardón mío, conmigo, a retribuir a cada uno, como la obra es de él. 13 Yo el alfa y
la o, el primero y el último, el principio y el fin. 14 Bienaventurados los que lavan sus
estolas, para que sea su potestad sobre el leño de la vida; y, para que por las puertas
entren en la ciudad. 15 Fuera(b) los canes(c), y los hechiceros, y los rameros, y los
homicidas, y los idólatras, y todo el que ama y hace mentira.
16 Yo, Jesús, he enviado mi ángel a testificaros esto para las iglesias.
Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella, la esplendorosa, la
20 Dice el que testifica estas cosas: «Sí; vengo pronto». Amén; ven,Señor Jesús.21 La
gracia del Señor Jesús con todos.
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