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El Planeamiento Urbanístico. Instrumentos de Planeamiento. Procedimiento
El Planeamiento Urbanístico. Instrumentos de Planeamiento. Procedimiento
TEMA 13º
URBANISMO, I.
(Esquema)
I. URBANISMO
1. Concepto
2. Antecedentes históricos
3. Regulación actual
A) Regulación constitucional
B) Regulación legal
a) Normativa estatal
b) Normativa autonómica
C) Regulación reglamentaria: los planes de urbanismo
II. RÉGIMEN JURÍDICO DE LA PROPIEDAD DEL SUELO
1. El derecho de la propiedad del suelo
2. Notas características de la Ley sobre Régimen del Suelo y
Valoraciones (LRSV)
3. Clasificación y calificación del suelo
4. Clases del suelo
A) Suelo urbano
B) Suelo no urbanizable
C) Suelo urbanizable
5. Régimen jurídico
6. Reparto equitativo de beneficios y cargas
IV. EL PLANEAMIENTO
1. Orígenes
2. Naturaleza jurídica
3. Clases de planes
URBANISMO, I
Urbanismo (I). Régimen jurídico de la propiedad del suelo. Competencias
en materia urbanística: La Sentencia del Tribunal Constitucional 61/1997,
de 20 de marzo. El planeamiento urbanístico.
I. URBANISMO
1. Concepto
El término «urbanismo», aún cuando etimológicamente haga referencia a lo
que es propio de la ciudad, sin embargo a partir de la segunda guerra mundial
se constata que las tensiones que sacuden la vida urbana tienen su origen, en
ocasiones, fuera de ella. Y así se empieza a considerar al urbanismo desde
una perspectiva global comprensiva de toda la ordenación del territorio (campo
y ciudad) en el que influyen otras variables importantes como la planificación
económica o mas recientemente las preocupaciones medioambientales.
El urbanismo es, siguiendo a TR Fernández, «una perspectiva global e
integradora de todo lo que se refiere a la relación del hombre con el medio en
el que se desenvuelve y que hace de la tierra, del suelo, su eje operativo».
Mediante el término «urbanismo» aludimos, según la STC 61/1997, de 20 de
marzo, «a la disciplina jurídica del hecho social o colectivo de los
asentamientos de población en el espacio físico», que se traduce en concretas
potestades referidas al planeamiento, gestión o ejecución de instrumentos
planificadores.
2. Antecedentes históricos
Prescindiendo de antecedentes remotos, en España la ciudad medieval con sus
murallas defensivas se prolonga hasta bien entrado el s. XIX, y no se expandirá
hasta los inicios de la revolución industrial. Es en este momento de mayor
concentración de población cuando se buscan nuevos espacios para el acomodo
físico y para el desenvolvimiento económico de la ciudad. Así surgen las primeras
leyes urbanísticas cuyo objetivo esencial es el «ensanche» (Leyes de 29 de junio
de 1864; 22 de diciembre de 1876 y 26 de julio de 1892). Sin embargo la primera
Ley del Suelo no se alumbrará hasta 1956, y tras esta se han sucedido varias:
1.º) La primera Ley del Suelo fue la de 12 de mayo de 1956 que constituye, según García de
Enterría y Parejo, el acta de nacimiento de un Derecho urbanístico español maduro. Esta Ley
reclama para los poderes públicos la entera responsabilidad de la ordenación urbanística,
establece el carácter de función pública del urbanismo, y configura un nuevo estatuto jurídico
para la propiedad del suelo;
2.º) Ley del Suelo de 2 de mayo de 1975, Texto Refundido de 9 de abril de 1976, intenta
flexibilizar los planes y mejorar los mecanismos de reparto de beneficios y cargas derivados de
la ordenación;
3.º) Con la finalidad de adecuar la legislación urbanística a los imperativos constitucionales y
favorecer la participación de la comunidad en la plusvalía generada por la actividad urbanística
surge la Ley 8/1990. de 25 de julio, sobre Reforma del Régimen Urbanístico y Valoraciones del
Suelo, y posteriormente el Texto Refundido de la Ley del Suelo de 26 de junio de 1992, en gran
parte declarados inconstitucionales por la STC 61/1997; y
4.º) Ley 6/1998 de 13 de abril, sobre Régimen del Suelo y Valoraciones, publicada en el
BOE de 14 de abril de 1998.
5.º) Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de la Edificación
3. Regulación actual
A) Regulación constitucional
La CE, en el art. 33, reconoce el derecho de propiedad, cuyo contenido
quedará delimitado por su función social fijada por la ley. De esta forma la CE
no sitúa a este derecho en el ámbito subjetivo de libre disposición o señorío
sobre el bien objeto de dominio, sino que se configura la propiedad como un
conjunto de facultades delimitadas por la ley, en atención a los intereses de la
comunidad o a la utilidad social que el bien cumpla.
Por otra parte, el art. 47 de la CE obliga positivamente a los poderes
públicos a regular «la utilización del suelo de acuerdo con el interés general
para impedir la especulación», legitimando la participación de la comunidad
«en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos».
La CE incide de nuevo en esta materia al imponer, en el art. 45, a
los poderes públicos la utilización racional de los recursos naturales y
la protección del medio ambiente; así como garantizar la
conservación del patrimonio histórico, cultural y artístico heredado del
pasado.
B) Regulación legal
El sistema de fuentes en materia urbanística comprende no sólo las normas
estatales, sino también normas de las CCAA. Estas últimas han visto
incrementadas sus competencias tras la STC 61/1997, de 20 de marzo ya que,
como veremos en otra pregunta de este tema, la ordenación del territorio y el
urbanismo son competencia exclusiva de las CCAA, ex art. 148.1.3.º CE.
a) Normativa estatal
El régimen legal vigente viene configurado:
1.1. Por la Ley 8/2007, 28 de mayo, de Suelo.
1.2. Por lo que queda vigente (tras la derogación parcial por la Ley 6/1998
de 13 de abril, sobre Régimen del Suelo y Valoraciones ahora ya derogada por
la Ley 8/2007, por la declaración de inconstitucionalidad de la mayoría de sus
preceptos por al STC 61/1997, y, en fin, por la declaración de algunos artículos
también en la Ley 8/2007, de Suelo) del Texto Refundido de la Ley sobre el
Régimen del Suelo y Ordenación Urbana, aprobado por Real Decreto
Legislativo 1/1992, de 26 de junio.
La reciente Ley 8/2007, de Suelo, acuerda –en la disposición final segunda-
delegar en el Gobierno, por un año a contar desde la entrada en vigor de esa
Ley, la potestad de dictar un Real Decreto Legislativo que refunda el texto de
ésta y los preceptos que quedan vigentes del Real Decreto Legislativo 1/1992,
de 26 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley sobre
Régimen del Suelo y Ordenación Urbana, debiendo aclararse, regularizarse y
armonizarse la terminología y el contenido dispositivo de éste a los de esta Ley.
b) Normativa autonómica
Las CCAA, después de la STC 61/1997, han visto incrementada su competencia en
materia urbanística, y aún cuando algunas CCAA como por ejem. Cataluña ya tenían su
propia ley del suelo, sin embargo después de esta STC la mayoría de estas CCAA se han
apresurado a legislar en algunos casos copiando el texto de la Ley del Suelo de 1992 que el
TC declaró inconstitucional para evitar el vacío normativo y la confusión que tras esta
sentencia se produjo. Este es el caso, v. gr., de la Comunidad Autónoma de Cantabria que
en su Ley 1/1997, de 25 de abril de Medidas Urgentes en Materia de Régimen del Suelo y
Ordenación Urbana que dispone la aplicación en su CA del derecho estatal en vigor antes
de la STC 61/1997 hasta que se elaborara su próxima Ley autonómica de ordenación
urbana. De este modo las CCAA fueron, en un principio y de manera apresurada,
asumiendo el nuevo marco de competencias en materia urbanística en que las sitúa la
STC, y actualmente todas han dictado sus propias normas urbanísticas.
Objetivos de la Ley:
- Se pretende regular esta materia de manera global estableciendo el marco
idóneo para que las Comunidades Autónomas ejerzan sus propias
competencias legislativas sobre ordenación del territorio.
- Además de los derechos y deberes ligados al derecho de propiedad, la ley
apunta a otros derechos constitucionales afectados, como el de participación
ciudadana en los asuntos públicos, el de libre empresa, el derecho a un medio
ambiente adecuado y, sobre todo, el derecho a una vivienda digna y asimismo
adecuada. En suma, la Ley se propone garantizar en estas materias las
condiciones básicas de igualdad en el ejercicio de los derechos y el
cumplimiento de los deberes constitucionales de los ciudadanos.
- Impedir la especulación del suelo.
- La defensa del medio ambiente mediante un desarrollo sostenible. El
suelo, además de un recurso económico, es también un recurso natural,
escaso y no renovable. Desde esta perspectiva, todo el suelo rural tiene un
valor ambiental digno de ser ponderado.
- El urbanismo desborda el ámbito sectorial en el que tradicionalmente se
encuentra y afecta al desarrollo económico, a la protección del medio ambiente
y a la calidad de vida.
- Garantizar el derecho a una vivienda.
4. Clases de suelo
2.- Los deberes y cargas (artículo 9 de la Ley de Suelo) que se derivan del
contenido del derecho de propiedad son, sin perjuicio del régimen al que esté
sometido por razón de su clasificación, los deberes de dedicarlo a usos que no
sean incompatibles con la ordenación territorial y urbanística, los siguientes:
- Atender, en la ordenación que hagan de los usos del suelo, a los principios
de accesibilidad universal, de igualdad de trato y de oportunidades entre
mujeres y hombres, de movilidad, de eficiencia energética, de garantía de
suministro de agua, de prevención de riesgos naturales y de accidentes graves,
de prevención y protección contra la contaminación y limitación de sus
consecuencias para la salud o el medio ambiente.
-No podrán imponerse más cargas que las legales, y sin perjuicio de que el
legislador urbanístico autonómico opte por seguir reservando a la propiedad la
iniciativa de la urbanización en determinados casos de acuerdo con la Ley de
Suelo de 2007.
IV. EL PLANEAMIENTO
1. Orígenes
El plan se introduce en nuestro derecho positivo de la mano de las primeras
normas urbanísticas con un significado equivalente al de «plano». Aludiéndose,
de este modo, a la representación gráfica de una realidad determinada. Esta
idea se prolonga hasta la primera Ley del Suelo de 1956 en cuya exposición de
motivos se comienza señalando que «el planeamiento es la base necesaria y
fundamental de toda ordenación urbana».
2. Naturaleza jurídica
Los planes urbanísticos tienen el carácter de auténticas normas jurídicas,
aunque de carácter reglamentario. Así lo ha declarado el TS reiteradamente,
desde su Sentencia de 8 de mayo de 1968. Y esta ya venia siendo la postura
mayoritaria de la doctrina al respecto.
La naturaleza normativa de los planes urbanísticos que ahora
resulta pacifica, sin embargo no siempre fue así. En efecto, la
doctrina debatió ampliamente la cuestión ante el silencio de nuestros
textos legales que no se pronunciaban sobre tal naturaleza, a
diferencia de lo que ocurría en otros países como Alemania que
califica los planes como ordenanzas.
Las posturas doctrinales al respecto eran tres: a) los que consideraban a los
planes como meros actos administrativos; b) los que consideraban que eran
verdaderas normas jurídicas; y c) los que estiman que el plan es una institución
compleja: norma y acto al mismo tiempo.
Las consecuencias procesales de esta naturaleza normativa son:
– La posibilidad de impugnación indirecta del plan, ex art. 26.1 de la LJCA.
– Esta impugnación indirecta puede producirse no solo a través de la
impugnación del acto de aplicación, sino también de otro plan de desarrollo del
anterior.
3. Clases de planes
Con carácter general, los planes pueden clasificarse:
1.– Por su ámbito territorial: en autonómicos, municipales o
supramunicipales cuando comprenden varios términos municipales, tal es el
caso, por ejem., de los planes comarcales. Los estatales tras la STC 61/1997
resulta inconstitucional en materia urbanística, pero el Estado puede elaborar
planes en algún ámbito sectorial en el tenga título competencial que le habilite
al efecto y que de modo indirecto pueda afectar al urbanismo, ~como, por
ejem., la planificación económica.
2.– Por el sujeto, por la Administración encargada de la elaboración y
aprobación de planes de urbanismo: pueden ser elaborados y aprobados
enteramente por los órganos respectivos de las CCAA; o por los de los
Ayuntamientos; y también puede darse una concurrencia de ambas
Administraciones en su elaboración y aprobación.
3.– Por su objeto: 1.º) en planes generales (que comprenden una ordenación
integral del territorio, y clasifican el suelo en urbano, urbanizable y no
urbanizable); 2.º) planes de desarrollo (que ordenan y urbanizan terrenos ya
clasificados); y 3.º) planes especiales (no realizan una ordenación global del
territorio, sino que desde una perspectiva sectorial afrontan su ordenación en
relación con uno o varios elementos); estos planes especiales pueden revestir
muy variadas formas: Planes de conservación del Patrimonio Histórico-
Artístico, Planes de protección del paisaje, Planes de protección de vías de
comunicación, etc.
Los tipos de planes en nuestro derecho positivo se encontraban regulados
en la Ley del Suelo de 1992, cuyos preceptos fueron declarados
inconstitucionales por la STC 61/1997, por dos motivos:
1.º) en lo referente a al Plan Nacional de Ordenación por invadir la
competencia exclusiva de las CCAA en la materia de urbanismo, y
2.º) el resto de los planes (Planes Directores Territoriales de
Coordinación, Planes Generales de Ordenación Urbana, Normas
Complementarias y Subsidiarias de Planeamiento, Proyectos de
Delimitación del Suelo Urbano, Programas de Actuación Urbanística,
Planes Parciales, Estudios de Detalle y Proyectos de Urbanización)
por la inconstitucionalidad que supone la fijación por el Estado de un
derecho supletorio en materias que son competencia exclusiva de las
CCAA, entre las que se incluye el planeamiento urbanístico.
En efecto, la STC 61/1997 al diseccionar las competencias urbanísticas de
las CCAA, del derecho de propiedad cuya regulación corresponde al Estado,
diferencia ambas en los siguientes términos:
– entre las competencias urbanísticas incluye: planeamiento-ordenación,
ejecución, gestión y disciplina, en las que se reconoce plena capacidad
normativa las CCAA y se le niega al Estado cualquier intromisión,
– entre las que afectan al estatuto jurídico de la propiedad se encuentran: la
clasificación del suelo, la regulación de derechos y deberes básicos, y las
valoraciones del suelo, en las que se reconoce la competencia del Estado para
su regulación asegurando las condiciones básicas que garanticen la tendencia
a la igualdad.
En consecuencia, al incluirse el planeamiento en el primer bloque de
materias, ha de concluirse que tras la STC 61/1991 no existe una regulación
general sobre los distintos tipos de planes urbanísticos, por ello habrá de
estarse a la concreta regulación establecida en las respectivas leyes del suelo
de las CCAA para la elaboración de una clasificación de planes, que por su
casuísmo no abordaremos.
Con carácter general, debemos señalar que estas leyes autonómicas suelen
establecer una cadena de planes que a medida que descienden van
concretando el estatuto jurídico de cada parcela.
La Ley de Suelo de 2007, como hemos señalado no establece una tipología
de planes, pero regula un común denominador en relación con el
planeamiento, su aprobación y modificación, y la ejecución urbanística, en los
siguientes términos:
-Los instrumentos de ordenación territorial están sometidos a evaluación
ambiental y al informe de sostenibilidad ambiental.
-En la fase de consultas de estos instrumentos ha de contar con los
informes de a Administración Hidrológica, de la Administración de Costas y
protección del dominio público, de la Administración competente en materia de
carreteras y demás infraestructuras afectadas.
URBANISMO, II
Urbanismo (II). La ejecución del planeamiento. Intervención administrativa en materia urbanística:
Las licencias. Disciplina urbanística. La protección del medio ambiente.
2. Concepto
La ejecución del planeamiento no es mas que poner a la obra sus determinaciones, lo
cual comporta una pluralidad de acciones de muy diferente carácter que van desde la
urbanización hasta la edificación del terreno.
La ejecución, en definitiva, es una potestad urbanística, que precisa de un plan
urbanístico previo que legitime su ejercicio.
3. Competencia
La ejecución de los planes de ordenación corresponde tanto a los poderes públicos, como
a las entidades urbanísticas especiales y a los particulares en los términos que prevea la
legislación urbanística y el planeamiento aplicable.
Dejando como excepción a esta declaración de inconstitucionalidad el art. 140 de la Ley del Suelo de
1992 que establecía los fines de la ejecución al señalar que «La ejecución del planeamiento se desarrollará por
los procedimientos establecidos en la legislación urbanística aplicable, que garantizarán la distribución
equitativa de los beneficios y cargas entre los afectados, así como el cumplimiento de los deberes de cesión de
los terrenos destinados a dotaciones públicas y la de aquellos en los que se localice el aprovechamiento
correspondiente a la Administración, al igual que el costeamiento y, en su caso, la ejecución de la
urbanización». Sin embargo, este precepto fue derogado por la disposición derogatoria única de la LRSV
que, a su vez, ha sido derogada por la Ley 8/2007, de 28 de mayo, de Suelo.
Después de la STC 61 /1997 ha surgido la cuestión sobre si los expresados reglamentos —que
desarrollaron la LS de 1976 y que fueron adaptados a la LS de 1992 en virtud del RD 394/1993—, se
encuentran o no en vigor. La tesis mayoritaria apuesta por su vigencia parcial, esto es, ceñida a aquellas
materias en las que el Estado —después de la STC 61/1997— ostenta algún título competencial que le
habilite para actuar en el urbanismo. El resto de su regulación ha de entenderse derogada por la propia
disposición derogatoria única.3 de la LRSV cuando dispone que «quedan igualmente derogados cuantos
preceptos legales se opongan o sean incompatibles con lo previsto en la presente Ley», y por tanto, todos los
preceptos reglamentarios que desarrollaban preceptos legales derogados. Además, la mayoría de su
regulación ya se había entendido derogada por inconstitucionalidad desde la expresada STC 61 /1997, pues si
el Estado carece de competencia para elaborar disposiciones legales en materia de urbanismo —salvo que
tenga otro título competencial habilitante—, tampoco podrá dictar normas reglamentarias al respecto.
2.º) Produce una distribución equitativa de las cargas y beneficios derivados del
planeamiento. Mediante los mecanismos previstos en la ejecución se pretende corregir la
desigualdad que pudiera existir inicialmente, estos mecanismos han de fijarse por las leyes
del suelo autonómicas.
2.º) Además el tipo de plan ha de ser el necesario para cada clase de suelo, esto es, el que
haya ultimado el proceso de ordenación urbanística en ese suelo. Ejem. con arreglo a la Ley
de 1992 para la ejecución en suelo urbano necesitaba de una Plan General o Normas
Complementarias y Subsidiarias del Planeamiento, y en suelo urbanizable programado
necesitaba de Plan Parcial. Sin embargo, la declaración de inconstitucionalidad de estos
preceptos que regulaban la ejecución y el silencio de la LRSV, ahora derogada por la Ley
8/2007, de 28 de mayo, sobre la materia, remiten su regulación a la legislación urbanística
de cada CCAA.
7. Clases de ejecución
La ejecución del planeamiento tradicionalmente puede ser diversa: 1.º) la forma normal
es la ejecución sistemática mediante la determinación de unidades de ejecución, pero
pueden darse otras; 2.º) la ejecución de los sistemas generales; y 3.º) ejecución de
actuaciones aisladas. Respecto de su aplicación y régimen jurídico ha de estarse a la
regulación concreta por las leyes urbanísticas de cada CCAA.
8. Sistemas de ejecución
Los sistemas de ejecución que contemplaba la Ley del Suelo de 1976 y el TR de
1992 eran tres (compensación, cooperación y expropiación). Los preceptos en que se
regulaban estos sistemas de ejecución fueron declarados inconstitucionales por no
ser un título competencial la cláusula supletoria del art. 149.3 in fine, y no estar
habilitado, por tanto, el Estado para establecer un derecho supletorio. En
consecuencia, en esta como en las demás materias de este tema ha de estarse a la
regulación de cada CCAA en sus respectivas leyes del suelo, sin embargo la mayoría
de estas contemplan estos tres sistemas de ejecución.
No obstante nos referiremos a los tres sistemas tradicionales de ejecución de los planes
—compensación, cooperación y expropiación—, por ser los que que figuran normalmente
en las leyes urbanísticas correspondientes. Pues bien, estos sistemas responden a un
objetivo común, consustancial al propio proceso de ejecución: asegurar no solo la ejecución
del plan, sino también el retorno a la comunidad de una parte de las plusvalías generadas
por aquel. La diferencia entre los distintos sistemas de ejecución radica en el mayor o
menor protagonismo de los propietarios en ese proceso.
A) Sistema de compensación
En este sistema la ejecución se confía a los propietarios del suelo afectado, quienes
asumen las dos obligaciones esenciales: 1.º) aportar los terrenos de cesión obligatoria, y 2.º)
realizar a su costa la urbanización.
B) Sistema de cooperación
Es un sistema de gestión pública en el que los propietarios aportan el suelo de cesión
obligatoria y la Administración ejecuta las obras de urbanización con cargo a aquellos.
La única diferencia con el sistema de compensación, supuesto que las obligaciones de
cesión gratuita de suelo y costear la urbanización tienen, según ya sabemos, carácter
general, radica en que en este caso el protagonismo del proceso de ejecución recae
directamente en la Administración, limitándose los propietarios a colaborar en el mismo a
través, en su caso, de la constitución de una Asociación administrativa.
La cooperación a que alude el propio nombre del sistema se realiza a través de esta
asociación que fiscaliza la marcha de las obras, auxilia a la Administración, colabora en el
cobro de las cuotas de urbanización, controla su inversión y promueve con la
Administración la constitución de sociedades urbanizadoras.
Es, pues, la Administración quien promueve y ejecuta la reparcelación que en este sistema resulta
imprescindible, es la Administración quien asume la responsabilidad de la ejecución de las obras, y es la
Administración, en fin, quien distribuye las cuotas de urbanización correspondientes a cada propietario. Estas
cuotas de urbanización se distribuyen entre los propietarios afectados en proporción al valor de las fincas que
les sean adjudicadas a resultas de la reparcelación.
C) Sistema de expropiación
Este sistema supone la eliminación de los particulares y la asunción por la
Administración actuante del protagonismo exclusivo del proceso, bien mediante gestión
directa por ella misma o bien mediante concesionario interpuesto.
Son de aplicación en este sistema las garantías respecto de la fijación del justiprecio, su
pago y la intervención de los afectados, que se concreta en dar intervención a los
propietarios de cada unidad de ejecución en el procedimiento expropiatorio.
1. Concepto
La licencia puede definirse, siguiendo a Parada Vázquez, como la autorización de
carácter reglado que, sin perjuicio de tercero, permite la ejecución de las obras o
utilizaciones del suelo que se encuentran previstas en los instrumentos urbanísticos.
Así, se ejerce, a través de la licencia, un control estricto de legalidad del acto que se
pretende ejecutar, siendo su concesión reglada, según reiteradamente ha declarado la
jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo, esto es, la licencia se otorga o deniega
necesariamente según que el acto proyectado se ajuste o no a la normativa urbanística.
2. Naturaleza
La doctrina ha venido discutiendo sobre si la licencia tiene naturaleza declarativa o
constitutiva en los siguientes términos. Es la licencia un acto meramente declarativo de un
derecho preexistente o, por el contrario, dado que su concesión determina la adquisición del
derecho a edificar su naturaleza es la de un acto constitutivo del que depende el nacimiento
del derecho.
– Incide no sobre el contenido sino sobre el ejercicio del derecho a la edificación o uso
del suelo.
–Su misión es controlar que el acto que se pretende ejecutar sea conforme a la
ordenación urbanística.
Por tanto, tras la Ley de Suelo de 2007 ha de entenderse que se deja la cuestión sobre la
competencia para la concesión de licencias a las leyes urbanísticas autonómicas respectivas
de cada CCAA.
7. Efectos de la licencia
Una vez obtenida la licencia, bien por acto expreso o bien por silencio, el
particular queda facultado para la realización de la obra, debiendo la
Administración respetar el derecho concedido mientras la autorización
subsista.
2.º) La represión de las conductas que infrinjan esa legalidad y alteren, en consecuencia,
el orden urbanístico.
Igualmente se trata de garantizar el respeto del ordenamiento jurídico urbanístico por los administrados
mediante la tipificación de las conductas ilícitas que incumplan la ordenación urbanística. Las sanciones a
imponer pueden ser de índole administrativa o de orden penal. En esta materia en nuestro país coexisten
ambas manifestaciones de la potestad punitiva del Estado: administrativa y penal, sin embargo en otros como
en Francia la Administración no tiene atribuido ningún poder sancionador en materia urbanística
correspondiendo esta función a la Jurisdicción penal.
Las personas responsables pueden ser tanto las personas físicas como las personas
jurídicas. Y dependiendo del tipo de infracción la responsabilidad puede alcanzar al
promotor, al constructor, y al técnico director de las obras.
Hasta el nuevo Código Penal, aprobado por Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre,
no existía un delito urbanístico que coexistiera con las infracciones y sanciones
administrativas urbanísticas, a partir del nuevo CP se tipifican dentro del Título XVI «de los
delitos relativos a la ordenación del territorio y la protección del patrimonio histórico y del
medio ambiente» en su Capítulo I «De los delitos sobre la ordenación del territorio».
La pena a imponer por este delito es diferente en uno y otro caso. Pena de prisión de seis
meses a tres años, en el primer caso, y hasta dos años en el segundo, e inhabilitación
especial para profesión u oficio, y multa, en ambos casos.
Los autores de este delito pueden ser tanto los promotores y constructores como los
técnicos directores.
Igualmente se tipifica una prevaricación específica en materia urbanística al disponer el art. 320 CP que
«la autoridad o funcionario público que, a sabiendas, de su injusticia, haya informado
favorablemente proyectos de edificación o la concesión de licencias contrarias a las normas
urbanísticas vigentes», por si mismo o como miembro de un órgano colegiado, se le impondrá la pena que
por prevaricación establece el art. 404 del CP y además la de prisión y multa.
3.º) El control preventivo que se realiza a través de sistema de otorgamiento de licencias,
que ya hemos visto.
Con carácter general es la CE en su art. 45 la que proclama el derecho de todos a disfrutar de un medio
ambiente adecuado (art. 45.1), obligando a los poderes públicos a velar por la utilización racional de los
recursos naturales (art. 45.2), y facultando la fijación de sanciones penales y administrativas en caso de
violación de tal derecho al medio ambiente (art. 45.3).
Debemos tener en cuenta, en fin, que las técnicas de planificación territorial —el
planeamiento urbanístico— para compatibilizar los distintos usos posibles del suelo, junto a
la técnica planificadora en general, respecto a cualquier recurso natural, debe permitir una
protección adecuada del medio ambiente y un uso racional de los recursos. Así lo señala la
STC 227/1988, referente a la materia de aguas.