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del Papel Literario


1999-2024: Cómo han cambiado nuestras vidas (2/2)
se produce
con el apoyo de

DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

•Dirección Nelson Rivera •Producción PDF Luis Mancipe León •Diseño y diagramación Víctor Hugo Rodríguez •Correo e. riveranelsonrivera@gmail.com/•https://www.elnacional.com/papel-literario/•Twitter @papelliterario

NIÑOS EN BRAZOS DEL FUTURO / TALLER EXPERIMENTAL

Hago una reverencia para entender que la vida es **


[objeto de amor y añoranza
Hago una reverencia para estar siempre preparado,
La profesora anciana habla con humor y energía de sus proyec- [pero no esperar que las cosas sean fáciles
tos literarios
su cabello gris es abundante y sus ojos miran atentos En mi otra patria

Blanca Strepponi lleva con natural elegancia un hermoso collar de perlas.

Cuántas satisfacciones ha recibido en estos, sus últimos años,


mis amigos los vencidos envejecen
y de a ratos sus bellos corazones se vuelven agrios

Noticias tantos lectores que la aprecian, tantas invitaciones, ¡más de las


que puede aceptar!
Los funcionarios de camisas rojas lucen grandes torsos
imponentes
Gritan a toda hora sus victorias amenazadas por tantos
Escucho entrecortada la voz de mi amiga a 5098 km de distancia Atesora recuerdos de un país que ama y ahora es destruido. Sin enemigos
embargo, sonríe serena. Agitan sus brazos de manos adornadas y ríen unos con otros,
Dice que está bien que la vida continúa unos de otros
con interrupciones imprevistas Disfruta de esta visita a una ciudad lejana acompañando a su
hijo discapacitado No hay paz para estos elegidos:
Que a veces encuentra lo que necesita y muchas veces no un hombre ya maduro. la revolución es vulnerable y exigente alerta la mirada opaca,
Dice que desplazarse no siempre es posible inflama el rostro
Me dice en voz baja: los hombres son como niños
Hay que tomarlo con calma ¡Tantos de ellos han muerto!
Dice que la niebla todo lo cubre **
Hago una reverencia para liberarme del odio hacia los demás Han padecido enfermedades fulminantes
** han sido arrastrados por aguas enfurecidas
Los hombres que estuvieron presos injustamente han muerto en explosiones
Hago una reverencia para agradecer el que pueda han sido liberados y están ahora reunidos en un bello jardín. han sido asesinados sin compasión
[encontrarme a mí mismo en silencio
Envueltos por el aire amable de una noche templada se mues- Cómo gritan sus victorias
Allí, donde el cielo es más hermoso y la luz más pura y las mon- tran educados y mundanos para que el ruido de sus voces cubra el silencio de la verdad
tañas más verdes y las noches son perfectas y el aire es más li- no han perdido su encanto
viano, ahora hay guerra.
pero la luz de sus ojos se ha apagado.
Veo en la pantalla los rostros de quienes me han acompañado
durante más de treinta años, sé sus nombres, el nombre de sus
hijos, dónde viven, conozco sus voces, guardo de cada quien un
particular recuerdo, detalles, momentos de la vida.
Veo sus rostros extenuados y dignos. Así es la guerra.

Suena el teléfono, es mi amigo del alma, el gran poeta que ha


creado un Annapurna digital donde refugiarse.
Me cuenta que le han robado todo. Le quedan sus libros y
cuadernos.
Le digo que estoy al tanto de lo que sucede pues escucho algún
programa de alguna radio de las que quedan para dar las malas
noticias. Los partes de la pequeña guerra, de baja intensidad hay
quienes la llaman, provienen de tantos lugares, muchos impen-
sables por poco conocidos.
Me dice mi amigo que se siente solo y dolido. Ya no tiene edad
para combatir y el Annapurna se le ha hecho tan lejano.
Le digo que respire hondo, que sienta el aire en su cuerpo.

Le digo que mire las copas de los árboles cuyas hojas resisten
la miseria.

**

Hago una reverencia para entender que todas las vidas están
[conectadas

En la pantalla aparece la imagen de su madre


el rostro bondadoso y una sonrisa tímida

Así se despide la hija casi sin palabras


comparte con nosotros que estamos tan lejos
un discreto y triste adiós

Le digo que estará en mis oraciones


escribo su nombre en una pequeña tira de papel para que el so-
nido de este modesto cuenco tibetano acompañe su viaje OBRA / TALLER EXPERIMENTAL

**
2 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)

Jesús Suárez
Anuario
1999
Los hijos de la dialéctica, los profetas del cambio permanente,
[vinieron para perpetuarse.

2004
Nadie se queda:
ni aquellos que partieron
como sombras de sí mismos
ni quienes permanecen
rotos
juntando sus pedazos.

2010
Después que la ciudad
creció en mí
como árbol mugriento

soy todas sus ramas

qué queda
sino el oficio
de la pérdida

o el fantasma DE LA SERIE VENEZUELA DEPRESIÓN / ©DANIEL HERNÁNDEZ


del sueño
nublando su esplendor. Nada había entre tú y la verdad, que estaba allí ante ti, siempre
lo estuvo, gritando en el vacío. La silenciabas sin saberlo, con esa
2017 ceguera que imponen la necesidad y la certeza de la injusticia.
Este domingo también forma parte
de otra tiranía voraz
que excita a los románticos
La esperanza te hizo ignorante, pequeña bestiecilla acorralada
entre la trampa y el abismo.
Bastaba con abrir los ojos y enfrentar con valentía y juicio ca-
José Rafael Herrera
da turbia encrucijada, cada ladrón ladino agazapado en los rin-
trasnochados utopistas
mientras cada día cones, cada dicho urdido por la falsa poesía de lo marcial. No Nostalgia y objetividad
un pájaro distinto podías saberlo, cómo podías, pero bastaba con contrariar, con
enmudece frente a los barrotes. descreer, con abrir los ojos.
Sé que ahora piensas que no tenías oportunidad, que el rumbo
del naufragio estaba sellado por fuerzas más allá de tu compren- A mi madre y a mi hermana, de las que
2023
sión. Sé que cuando lames tus heridas piensas en la culpa y en no pude despedirme.
perdiste
la lo inevitable. Sé que preferirías pasar por alto que todo lamento
es una forma de la derrota. Estas olas se llevarán su cuerpo.
ambición
¿Te ha enseñado algo el tiempo? ¿Saldrás de la trampa con los más ahogarán la sombra de sus ojos:
de
miembros mutilados pero con la frente en alto? ¿Tendrás la en- un silencio imprescindible ante la Historia:
ser
tereza para cosechar entre la maleza? ¿Servirán tus cicatrices el mar.
algo
para comprender y para advertir a quien apenas roza el cuello Jonathan Osorio, Hegel frente al mar
y
justo con el lazo? Quién puede saberlo.
ahora Cómo podías saberlo, cómo podías anticipar la magna sangría
de la caída. Cómo podías prevenir la oscuridad cuando te encan- El mar tiene la capacidad de engendrar un carácter, una manera
vives
dilaba el rayo de la muerte. La verdad estaba allí ante ti mientras de ser y pensar, una cultura, muy peculiares. Ante su presencia,
colmado
la ignorabas. La verdad es que todo lo creías. La verdad es que se tiene la sensación de lo ilimitado e infinito. Y en él la humani-
por
tu edad era la edad de la inocencia. dad que lo habita llega a sentir el reto de trascender las fronte-
tu
ras. De ahí que el propósito de definir esta experiencia implique
insignificancia
la sensación de la cosmópolis. Hay un principio universal cuan-
do la obra que produce el espíritu es una organización moral y
política. Por el contrario, cuando lo que lo impulsa es el simple
deseo del provinciano se pasa por la historia sin dejar mayores

Joaquín Ortega
huellas. Como dice Hegel, “Solo Zeus, el dios político de cuya ca-
beza ha nacido Palas Atenea, vence al Tiempo, realizando una

José Antonio Parra obra sabia y moral, creando el Estado”. Es lo que explica la exis-
tencia, en Venezuela, de figuras universales que, como afirmara
La vida en un recuerdo Mariano Picón Salas, no podían haber salido ni de las serranías

Los viernes eran de rumba, los jueves eran de predespacho, los


Oscurana ni de las altiplanicies del sur. Son los Miranda, los Bello, los Bo-
lívar, los demiurgos del espíritu del mundo republicano.
miércoles eran de premier, los martes eran clásicos, los lunes Toda negación es una determinación. La catástrofe de estos
Todos a fin de cuenta emigramos, tanto los que se fueron o pasa-
eran populares, los domingos eran de museos, los sábados eran veinticinco años de tiranía gansteril va dejando a su paso la rea-
ron al exilio como quienes nos quedamos. Todos los venezolanos
de teatro. Cine, comida, arte, discusiones sobre lo bello y lo pen- lización de una Weltanschauung cosmopolita. Ahora Venezuela
llegamos a otra tierra, una tierra distinta, un país que no es ni
diente. Vivíamos en un suelo fértil, envidiado y fustigado por está en todas partes. Se realiza. La inmensa diáspora va dejando
la sombra de lo que debió haber sido. A la nación la hizo célebre
desagradecidos. Los francotiradores (esperando cualquier paso a su paso una sociedad mundial en la que se reflejan los tonos
el descalabro. Las fachadas se han derruido y hemos visto dis-
en falso) se disfrazaban de igualitarios y el dinero compró lo que del tricolor y el vinotinto de los buenos, los auténticos, los que
tintas etapas; las cosas renombradas como para que nos quede
no podía ser vendido. Lo mejor de aquella época (la que nos trajo demuestran con su trabajo cotidiano la nobleza del material con
claro que ya nada será igual, vidas enteras perdidas y en prime-
al hoy) era despertarse con todo por hacer: ni la alacena, ni los el cual el mar hizo de Venezuela un pueblo de audaces, decididos
ra línea el discurso oficial cuyo único objeto es la distorsión de
dolores, ni el agua de un grifo merecían un comentario. Sentirse e incansables amantes de la hazaña de la libertad.
la realidad.
escuchado, enfocado, criticado, copiado o debatido era posible y
Los afectos regados en distintos confines, familias quebradas,
valorado; escaparse del país era tan fácil como cambiar de ca-
amores imposibles, masas acéfalas y tiempos de oscurana. El
nal con un control remoto. El cable nos daba el pasaporte que ni
pensamiento como crimen. Las ciudades mueren bajo el calor
pensábamos usar. Triunfar no era tan importante como sentirse
entonado. Voy pasando una a una todas las fotografías que nos
a salvo, amar era tan fácil como pasar días en la playa sin pla-

José Rodríguez Iturbe


hacen y que dan coherencia a lo que alguna vez fuimos. Voy
nificación, al acaso y sin anunciarlo. Anochecía y amanecía en
transcurriendo en el árbol de la desesperanza mientras veo el ca-
la misma continuación de un sueño. La poesía era de conquista
minar suicida de la generación perdida de este siglo. A la prospe-
no sabía de rabias, no presentía la muerte, la traición, las jaulas
ridad de tiempos pasados le siguieron la ruina y la alarma, una Un día, hablando con uno de mis alumnos con toda sencillez,
eternas, los rotos que en este instante se resisten a dejar de ser
alarma planetaria por lo que nos ocurría. Entonces vinieron el me dijo: “Supongo que Ud. nunca imaginó que vendría a morir
humanos. Queda nadar en las voces encrespadas para escribir
olvido, la complicidad y el envilecimiento. en Colombia”. Tal frase me hizo considerar que, en efecto, esa
a mano en una pared oculta:
El Sur parecía tan lejano en los setenta y a nosotros nos cayó la circunstancia ni había estado ni estaba en mis cálculos persona-
misma plaga. Esto no fue sino una caída abismal, el destino trá- les. Pero, como el fin de la vida terrena no depende de uno sino
Zarpa
gico de un pueblo que se reconoce en el silencio del bahareque y de Dios, reconociendo que podía darse mi deceso en el exilio, no
Cuando fuimos gigantes
en las miradas rotas; es tan solo lo indecible de verme envejecer pude menos que evocar –raíz hispánica– algunos sentimientos
Lobos y leones peleaban contra el fuego a nuestra voz primera
como parte de la masa a la que se la llevó el deslave. del forzado desarraigo español posterior a la Guerra Civil (1936-
Pero nos emborrachamos y quedamos mudos
Hoy vueltos al tamaño de un grumo de la tierra 1939). Me acordé de aquel “¡Aquí no ha muerto nadie!” de León
Perros y gatos cuidan nuestro sueño Felipe ante los restos de Andrés Eloy Blanco, velados en el Pan-
Para que no volvamos a derrotarnos teón Español de Ciudad de México. Recordé el “Canto a los hi-
jos”: “Venezuela, / la del signo del Éxodo, la madre de Bolívar/,
y de Sucre y de Bello y de Urdaneta / y de Gual y de Vargas y del
millón de grandes; / más poblada en la gloria que en la tierra; /
la que algo tiene y nadie sabe dónde; / si en la leche, en la san-

Jorge Gómez Jiménez gre o la placenta / que el hijo vil se le eterniza adentro / y el hijo
grande se le muere afuera”. Andrés Eloy recordó en sus versos
que a la patria lejana (“más difícil que un pozo en el desierto /
más bella que un amor en primavera”), a Venezuela, “inalcanza-
La edad de la inocencia ble y pura / sabemos ir por el ¡Bendita seas!”. Y, con esperanza,
suelo repetir su poema al Caribe: “Como para decirlo de rodillas
Cómo podías saberlo, cómo podías ver la oscuridad si estabas en / ¡Qué bien está que en nuestro mar me quieras! / ¡Qué bien su-
penumbras. Cómo podías prevenir el acecho si aplaudías con tus po nacer en tus riberas! / ¡Qué bien sabrá morir en tus orillas!/
manos niñas cada avance. Cantabas con tu voz tibia los himnos ¡Qué llano azul para sembrarle quillas!/ ¡Qué historia de vigilias
del engaño que solían vestir de épica las elaboradas historias de costaneras!/ ¡Qué mar de ayer para inventar banderas colora-
las que se alimentan los mitos. DE LA SERIE IN-XILIOS / ©AARON SOSA das, azules y amarillas!”
3 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)

Krina Ber
Los céntimos
En este cuarto de siglo las tecnologías cambiaron la mane- puro engaño. Yo venía del país donde ya no existían monedas,
ra en la que nos relacionamos con el tiempo, el espacio y donde el valor de los billetes se deshacía como un papelito que-
entre nosotros mismos. También Venezuela tuvo que adop- mado y su impresión no daba abasto antes de que les quitaban
tarlas. Pero a menudo lo ha hecho a su manera, grotesca, cinco o seis ceros de un solo hachazo. En Madrid existían to-
opresiva y dictatorial. Por ejemplo: el detallito de las tran- das las modalidades imaginables de transacciones electróni-
sacciones básicas. cas pero también podías manejarte como antes y sacar dinero
Esas cosas se ven mejor desde lejos y por contraste. Así de cualquier telecajero. La transición era más amable con las
me pasó en mi último viaje –Madrid 2019– entre las vitri- personas de tercera edad a las que les cuesta cambiar. Aquí la
nas de los abastos y droguerías que rivalizaban entre sí modernidad les fue impuesta sin misericordia y literalmente
DE LA SERIE VENEZUELA DEPRESIÓN / ©DANIEL HERNÁNDEZ en el atractivo de la mercancía expuesta: de pronto vi la no podrían sobrevivir sin adoptar la tarjeta de débito, el siste-
dimensión de la caída a nuestras colas en la calle, las san- ma Patria, el pago móvil, la criptomoneda oficial del régimen,
tamarías apenas levantadas, las ventanitas blindadas de Internet, incluso el celular. Yo misma estaba ayudando a dos
las farmacias por las que solo pasaba la mano. que nunca pudieron. ¿Cuántas quedaban todavía haciendo co-
También vi la mirada extrañada de una cajera cuando le la al banco para sacar en efectivo el tope diario permitido? El
pregunté si podía aceptar las monedas de un céntimo. Tuve crimen de la brutal destrucción de nuestra moneda se percibe

Julio C. Bolívar un momento de duda de si eran dinero, porque el nuestro era casi como un trámite, un problema tecnológico.

Vientos cruzados
El sol está en la piel del que se va
Karl Krispin
Es su memoria y su necesidad
Antes de entrar en la neblina del avión o de las montañas Fracaso
y su invierno de acero blanco
Cuando figuré lo que escribiría sobre este cuarto de siglo nos movemos si sabemos reconocerlo. Con esa certidumbre
Si mis paisanos entendieran, solo un instante venezolano, pensé que lo mejor sería dejar un espacio en rescatamos el individualismo que nos lleva a escribir nuestra
Louise Gluck blanco que honrara la nada. Una suerte de silencio de John historia personalísima, a despecho de la escenografía que nos
Cage lanzado sobre años que cayeron en el vacío, porque la imponen gritones, profetas e iluminados. El siglo XIX venezo-
Trabaja todo el día en el aire, espera una señal, Venezuela de la que nos sentimos parte se detuvo y explotó lano fue un siglo de destrucción, el XX lo fue de construcción,
al llegar a casa, en la noche, se sienta junto a la ventana, en mil pedazos a partir de 1999 sin que hayamos sido capaces y el XXI repite la quema secular del XIX. La pregunta es có-
a esperar la luz nocturna de los pensamientos. de recomponer sus piezas. Enumerar sus partes destruidas mo podremos regresar al hacer cuando venzamos el desha-
Observa el crepúsculo. Ese lento color mutante del fin. equivaldría a mirar a la causa pérfida, pero a la Gorgona se cer. Me lo cuestiono sabiendo la inutilidad de las preguntas
Más tiempo así, desea para su vida agitada como los vientos cruzados. aconseja no contemplarla de frente, ni siquiera nombrarla. A y respuestas en colectivo. El poeta Rojas Guardia hablaba de
como dice su amiga poeta: Vivir ― vivir te impide sentarte. lo mejor seguimos extraviados en el laberinto y el minotau- cómo el fracaso preserva la lucidez espiritual. Es nuestra ma-
ro acecha todos nuestros pasos. Abandonaremos el extravío nera fiable de conducirnos. La invocación de alguna ilusión
Lo que mira por la ventana o la puerta abierta puede ser el mundo solo con la astucia de quien reconoce estar atrapado. Decía del pasado solo le paga a la nostalgia. La catástrofe por la que
en ese paisaje enmarcado de la tarde Thomas Mann que en la vida de un hombre estaban conte- hemos transitado nos trajo el fracaso, pero tener la certeza y
Siempre un solo sol detrás de las nubes sucias de la lluvia nidas las direcciones de su tiempo y del sitio que habitaba. la claridad de que es lo único que tenemos, sabrá aclararnos
De esos vientos de invierno Pero la historia es también un telón de fondo sobre el cual la oscuridad que nos persigue.
rayos llenos del polvo de campo
motas de alguna gramínea girando hacia la posible tierra fértil
antes de florecer en la tierra pasa por el asma de su cuerpo.

Mira los mangos, con sus pecas, madurar lentamente en la mesa


las drosófilas volando sobre ese perfume que las embriaga Katherine Chacón
ante la fruta que se descompone
Hace veinticinco años vivía frente al mar. Tenía un es- rrumbó. Se fue cayendo poco a poco. Comenzó, creo, con el
Estoy vivo, se dice. Observa los objetos sin movimiento
poso, una hija pequeñita y tres gatos. Me gustaba mucho deslave. Tras veinticuatro años de ese terrible suceso paso
intactos, abandonados, cubiertos del polvo inevitable y su vida absorbente
ver el mar desde el balcón de mi apartamento de Macuto a creer que sí, que fue un augurio telúrico del arrasamien-
y disfrutaba del sonido de la música caribeña y el baru- to que sobrevendría a todo lo que habíamos sido. Dejamos
llo que los fines de semana subía desde los restaurantes Macuto con una inmensa tristeza. No podía yo creer que
Aire filtrado por nubes grises
costeros. Siempre he sido de buen dormir, y las notas del me arrancaban de ese mar que veía cada mañana desde mi
lentamente cubren el azul del día
merengue en lugar de desvelarme, me arrullaban. La bri- balcón como una aparición sublime.
y todo se calienta bajo su capa ácida de arena
sa marina, las olas y las palmeras meciéndose formaban Cuántas pérdidas y cuántos trasiegos desde entonces.
el escenario idílico de mi vida de entonces. Supongo que Una bajada a los infiernos, inclusive. Sin embargo, mi op-
Ellos, los objetos, resignados a no hacer nada por ellos mismos
cuando se tienen treinta y pico de años se es, de algún timismo ahora es imperturbable. Quizás sea porque vivo,
esperan la muerte, los órganos
modo, optimista. Al menos, yo lo era. Y creo que el mar, de nuevo, frente al mar o porque no tengo otra salida. Es-
no funcionan en ninguna dirección
ese mar que, aunque eterno, siempre sorprende, contri- toy divorciada, mi hija es una mujer, tengo tres gatas y
solo esperan, inertes que una mano les dé sentido nuevamente.
buía a mi alegría. También Reverón y El Castillete, y lo nuevos amigos. La bahía de Biscayne, que atisbo entre los
que allí construíamos con sincero amor por el arte y por edificios de Edgewater, es también bella y reconfortante.
Tomó de las ramas, las rojas cayenas para el té de la noche
la vida. No soy nostálgica. Me trago el presente con todo lo que
Poco después, todo lo que era mi vida de entonces se de- trae. Sin duda, las derrotas me han hecho bien.
La infusión oscura lo tumba sobre la soga de pelos de caballo y moriche
hasta la medianoche, cuando los pensamientos se han ido y el sueño lo apaga.

Karen Lentini Gómez Lena Yau


¿Fatum? Maretas con cabrillas
En mi memoria siguen presentes mis amigos que huyeron de Cuba y sus 2010
respetuosos reproches a mi padre por escuchar las canciones de la Trova Armarios rojos. Algunos los abren y asoman los pies para
de Silvio Rodríguez. Hoy les comprendo. que tomen aire. El estruendo de cien puertas cerrándose
Tenía 19 años aquel 6 de diciembre de 1998. Recuerdo mi llanto y el dolor de golpe me despierta.
DE LA SERIE IN-XILIOS / ©AARON SOSA
de mi amiga, a la que admiro porque su amor a Venezuela y la esperanza de
mejorar su nación la mantienen allí. 2012
Soñé que leía su muerte en papel. 2017
Desde aquel día mis actividades y mi acercamiento hacia otras personas Bebo una caña. Maduro toca mi hombro. Me reclama mis
están condicionados por esta herida. Solo los venezolanos honestos y lucha- tweets. Léelos en mis ojos, contesto. Afuera, una multitud
dores conservan mi respeto. 2013
El muerto infinito corre al tobogán, trepa la lengua me- escucha a una mujer que cuenta llorando cómo un rayo
Aun cuando las comidas con mi abuelo estuviesen marcadas por sus ala- fulminó a una niña de la calle. Oigo electricidad, calcinó,
banzas a Pérez Jiménez y mi abuela materna, española que vivió en Cuba tálica, levanta los brazos, saluda, baja las escalerillas y se
encierra en una pecera de cristal desde la que gesticula y hueco, azul, resplandor. Un niño dice en lengua de signos:
y Venezuela, defendiese a Franco, considero que la democracia es el mejor no somos puentes, somos huevos. Ase mi mano y me da
sistema político. habla. Sus palabras son ladridos de foca. La traqueotomía,
pienso. En el sueño Capriles no sabe besar. Es que mental- un huevo a medio cocer. Suena el cielo. Caen dos rayos.
He intentado pensar en algo bueno de 25 años de desgracia, no obstante Corremos.
mi intención se ensombrece por la rabia y la contradicción por un país que mente, le explico, eres lampiño, Henrique.
añoro, pero al que quizá no quiero volver. 2021
En este tiempo he convivido con el Oso y el Madroño, he visto de cerca 2015
Conduzco desde Madrid a Caracas. El tráfico se detiene en El cuento es el lenguaje, soñé.
sonreír a Ana María Matute, me he revolcado con los gigantes del Quijote
en los campos de girasoles, he pensado en Isabel la Católica desde el mira- Plaza Venezuela. Bajo del carro (en el sueño digo: aquí es
carro). Un hombre me apunta con una ramita de mango 2023
dor de San Nicolás, me han amedrentado las gárgolas de Gaudí y la furia La nariz de un avión empuja el edificio que cae sin rom-
del volcán. He llorado viendo a Rafael Cadenas recibir el premio Cervantes. y dice: dame el reloj. Lo tiro lejos. Si lo quieres, búscalo.
¡No!, grita. ¡Lo vas a buscar tú! ¡Arrodíllate y tráeme el perse y pasa de vertical a horizontal. Entro para com-
Para mí el presente es pesadilla y repetición. Temo por España, la patria probar que todos están bien. Encuentro a K. Hargi-
que también corre por mis venas, mi hogar desde hace 22 años y que de igual reloj con los dientes! Un transeúnte replica: saca el hie-
rro; eso es un palito. El ladrón hace el amago de sacarse tay. Nos ponemos al día, pescamos recuerdos. Algunos
manera quieren destruir. fragmentos encajan, otros son brumosos. Mi hijo tie-
25 años después sigue mi empeño en la libertad, en no callarme. Sigue la un arma de la cintura. Voy a morir soñando en Caracas.
Yo tenía que ir a Innsbruck. El GPS me desvió. Abro los ne 27 años, dice. Lena, ha pasado mucho tiempo des-
sensación de huida, el propósito de desligarme de la política y la intención de Caracas. Lo sé, no siempre lo acepto. Kathy son-
de olvido… aunque todavía no lo consiga. ojos. El ladrón desapareció. Tomo autopistas en sentido
contrario. Corrijo puntual. ríe. Su sonrisa es exacta al tiempo del mucho tiempo.
4 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)

Luis Barrera Linares


Abuelecer virtual
Querida @Nieta:
Programé este mensaje de correo electrónico para que lo recibas
hoy, 8 de noviembre de 2031, cuando cumples 15 años. Escribo
en este más acá que nos ha separado de tus sonrisas desde que
apareciste en ese cóccix del planeta que es Australia. Tus abue-
los seguimos en un limbo bifronte: acongojados por lo mucho
que perdimos de tu infancia y complacidos, porque de vez en
vez miramos las montañas de fotografías que nos han enviado
tus padres. Te hemos visto crecer en la virtualidad. Nos satisface
tu armonía vital, aunque no nos plena totalmente tu existencia
de pixeles.
Las lágrimas de la tarde que nos despedimos de tus padres per-
sisten en nuestra golpeada memoria. En la lejanía, te seguimos
viendo cerca; mas, debes saber que la vida familiar que antaño
habíamos planificado trocó en incertidumbre. Ese día todo cam-
bió. En un despegue de avión se extinguió la posibilidad de un ín-
timo abuelecer. Se congelaron los arrullos pensados, los abrazos
imaginados y el fantaseado pálpito amoroso directo.
Ten siempre presente que queríamos envejecer con ustedes
alrededor del fuego afectuoso, mirar cómo evolucionaba la ma-
durez de nuestra descendencia; evocar ya de ancianos las risas
francas, las picardías cómplices, las bromas cotidianas, los sal-
tos revoltosos sobre la cama, las cenas dominicales, los viajes a
la playa, la amorosa mirada parlante de tu abuela, la visita a la
©BETO GUTIÉRREZ iglesia, para que tu padre y tu tío niños ofrecieran un diezmo a
los santos de yeso, aspirando a que bailasen, como lo habían vis-
to en el teatrino de una carretera lejana: “Mamá, papá, pongo la
moneda y le digo ¡baila, baila!, pero ¿por qué no baila?”
Han pasado tres lustros desde que todo devino en una flor de
pétalos dispersos: cada sueño se ubicó en un asidero distantísi-

Lourdes Fierro Bustillos mo. Cuando ahora observamos las estrellas, perplejos, nos per-
catamos de que la ancianidad se ha vuelto angustia intermitente,
congoja, aflicción de pecho; aquel sueño inicial devino en reunio-
Del Paraná romántico al Arauca vibrador nes que ahora llamamos abuelazón y filiación virtuales. Allí, de
vez en vez, vemos tu rostro en un recuadrito, floreciendo en esta
soledad compartida que ahora son sabadomingos en la pequeña
Leandro Area ...A flor de agua voy sangrando esta canción
En el sueño de la vida y el trabajo
pantalla de un teléfono. Te amamos.

Se me vuelve camalote el corazón...


Patria
Canción del Jangadero (Dávalos y Falú, Argentina).
Aunque admita te has ido,
como si hubieras huido en ambulancia, Regresé a Caracas hace tres años tras vivir trece, cerca de Tigre (Argenti-
persiste aquí en la casa
el luto que no estás
na) por el delta interior del río Paraná, en “modo zamba” y con mi inolvi-
dable esposo argentino. En aquel paisaje tranquilo, mirar el lento navegar
Luis Pérez-Oramas
y tanto de los barcos madereros era como hundirse en la belleza y en la felicidad.
que hasta el perro me gruñe preguntando
que cuándo volverás.
Los hijos nos visitaban; lo que recibíamos alcanzaba y estábamos en el
rincón ideal para estudiar, reflexionar y escribir. ¡Ay! pero la felicidad es
Cuarto de siglo
como la luz: se prende, se apaga... Y regresé ilusionada a mi familia, mis Yo no sabía, aquel domingo de diciembre de 1998, al sentarme a
Y no descansa en demostrar tu falta amigos, mi país. escribir, apenas terminada la primera rueda de prensa del pre-
en su taladro tenaz a mis oídos, Pronto noté que cuanto dejé se había degradado y que vivir en esta Ve- sidente electo de la República, Hugo Chávez Frías, que las sos-
orinando en la casa marcando territorios nezuela sería muy difícil. Escojo solo tres señales del deterioro: cualquier pechas contenidas en mis palabras se cumplirían, aterradora-
que te insisten e imploran gestión exige un esfuerzo agotador; la desigualdad aumenta, incentivada mente exactas, alargándose por encima de un cuarto de siglo
en el radar de orejas que te esculcan, desde los entes públicos, y el quiebre institucional es generalizado: no fun- sus premoniciones, haciéndose realidad en su pavorosa elasti-
y el abanico de esa su cola hablante. ciona ninguna institución pública de servicios y las privadas se encogieron. cidad, acentuadas, hipertrofiadas en la metástasis histórica que
Observé también, que lo de antes de Chávez, aunque muy golpeado, tie- vaticinaban.
Y es que no se olfatea, ne vida; ¿la razón? Venezuela estaba en avanzada institucionalización co- Los dueños del periódico donde estas líneas se imprimen fun-
gracias al arte de mentir, mo nación democrática, cuando la irresponsabilidad abrió las puertas del gían entonces de maestros de ceremonia para aquel evento tele-
que es un bozal de limosna lo que invento: poder a militares ambiciosos y sin preparación. ¿Cómo permitimos que visado durante el cual, según mi artículo desafortunadamente
que te has quedado hablando con amigas, oportunistas sin idea de nación llegaran al poder? Hay que explicárselo a exacto, el candidato apenas electo, quien luego los perseguiría
que si la lluvia, el tráfico, los venezolanos que andan por sus 20 años para que estudien esta historia descarnadamente, en un cuarto de hora “enterró a los partidos,
las líneas telefónicas, y, juntos, escojan el mejor camino para seguir, si por el romántico Paraná enterró al ‘staff’ ejecutivo de Pdvsa, enterró a dieciocho minis-
cosas de este mundo flamante del jangadero enamorado, emigrando; o por el Arauca vibrador de nuestro terios, enterró al pacto de Punto Fijo, enterró a la guardia na-
en el país de espanto que nos borra Arvelo Torrealba (1905 – 1971), luchando: cional, enterró a la república, enterró a la historia. Anunció,
donde todo florece tropical, ...A zurcir sueños me pongo magnánimo, que retiraba los guantes y golpeó, luego, a mano
excepto el pan, la compasión, la virtud, el abrazo. Y pienso por un instante suelta. Cometió el pecado de lesa prudencia de anunciarlo todo,
Si no seré un grito errante... de todo prometerlo. No habrá niños en las calles, ni fuera de las
No sabe como yo que te he perdido (Glosas al cancionero). escuelas; las casas se contarán por millones. Milenarista, anun-
que es igual a extraviarse de uno mismo ció sin pena que con él comienza todo nuevamente”.
en la autopista rauda de los otros Tras compararlo con un predicador ambulante, así resumía
que no te miran nunca y aceleran. yo los anuncios de Chávez: “reducir brutalmente el tamaño del
Estado. Reciclar masivamente el excedente de burócratas, como
Patria te llamábamos tal si fuera intacta
tu virgen definitiva primavera,
impávida eternidad de nuestro orgullo,
Luis A. Herrera Orellana si fuesen los pasajeros de un inmenso ferrocarril. Aumentar in-
mediatamente el salario de todos los venezolanos. Eliminar la
fuente de los ilícitos aduaneros. Ocupar productivamente mi-
sin fin de los instantes. les de hectáreas de tierra cultivable que quiera Dios no tengan
Y no fue así estrepitosamente
convertida en crispado silencio
De la pérdida y el renacer dueño. Sacar a la tropa para que ocupe la función cívica que el
Estado no ha podido –o no ha sabido– hacer efectiva. Eliminar la
con tu luz secuestrada, violada, confinada, Partir hacia un destino incierto ha sido la experiencia más desafiante que autonomía gerencial de Petróleos de Venezuela, centralizándola
que perdimos entregados de pronto. he vivido. Hasta el día de hoy, ese sentimiento de vulnerabilidad, incerti- desde el gobierno. Acabar, en cinco años, con los actuales par-
dumbre y descolocación ante el entorno sigue allí. Quizá nunca desaparez- tidos políticos. Inaugurar una nueva república preñada, acaso
Hoy todavía, podrás imaginar, ca. Mi gran fortuna ha sido que asumí esta senda junto a mi esposa, Maye, por milagro, de honestos jueces”.
te seguimos buscando en los cobijos, una mujer inteligente, valiente y perseverante, que ha dado sentido a mi Bastaría volver a escuchar aquella rueda de prensa para tener
olfateando tus nidos, pasado y a mi presente. Migrar significó “soltar” vínculos, logros, algunos la exacta medida de la estafa histórica que ha sido el chavismo.
lamiendo las ventanas bienes. Empezar de cero, renunciar al compartir presencial con familia- Quizás un país que ha hecho de la promesa su religión colectiva
por las que mirabas ya de tarde res y amigos, y descubrir lo que significa carecer de una nacionalidad y tenía que agonizar en un colapso de juramentos insostenibles
las noches que llegaban o huían de un Estado que aseguren la continuidad de tu identificación legal y de y de impunes perjurios, marca de la casa de la revolución boli-
la gente que venía o que iba tu personalidad jurídica. Gracias a Dios, la generosidad, empatía y bon- variana. De aquellas vanas palabras solo queda un erial de víc-
mientras se encendían dad de las personas del país que nos acogió, Chile, han permitido que la timas, una población humillada, abandonada, que se resiste a
las luces de la calle ansiedad, el dolor y la impotencia por la pérdida del país en que nacimos morir de hambre sobre la tierra quemada de la patria, su vientre
y parecía tal vez, en ese pestañear, y su trágica situación actual, no nos impidieran seguir adelante. La expe- seco de 8 millones de migrantes que han huido. Un evento inédi-
que todo comenzaba de nuevo, riencia migratoria, sin embrago, ha tenido otra cara, más bien luminosa. to hemos recibido sin embargo de ese trauma inconmensurable:
amanecía. Me ha permitido renacer en varios sentidos. Primero, como padre de una el país está a la vez, menguado, en la tierra que le da su nombre
chilena especular, Julieta, quien es mi mundo junto a su madre. Segun- y disperso en agonías y talentos por todo el planeta. Y quien
Hoy que ya no estás sin despedirte do, como jurista, al permitirme redescubrir el derecho desde perspectivas estudie a Venezuela no podrá ya nunca obliterar la dimensión
pues te cansaste de tu propia imagen, clásicas y contemporáneas que no conocí –y no habría conocido– en Vene- global de su diáspora.
te escribo esta postal zuela. Tercero, como hispanoamericano, al comprender por qué todos los Yo salí de Venezuela en agosto de 2003, cuando aún creía in-
que pondré entre tus manos la primera hispanohablantes somos parte de una tradición común, desconocida casi genuamente que el chavismo duraría solo un quinquenio. Por-
cuando te vuelva a ver por completo en el presente –lo que en parte es causa de nuestras patolo- que la vida cambia siempre, y sigue cambiando, pudiera decir
si te conozco o al contrario Patria gías políticas. En fin, cuarto, porque me ha permitido conocer algo mejor que la mía no ha cambiado mucho, salvo por un detalle. Mentiría
y no me das la espalda ni yo a ti resentidos, la historia del país del que provengo y al que siempre, donde esté, espero si no reconozco la cruda verdad de mi desesperanza. No creo po-
después de tantos años honrar en agradecimiento por lo que hizo de mí, procurando ser un hom- der ver en vida, en el lugar donde vine al mundo, otra Venezuela
imborrables y tercos, miserables y aullidos, bre comprometido con la libertad, el respeto a la dignidad humana y la que la vasta ruina de nación que nos ha dejado, como un vómito
de aplastante fracaso viceversa. garantía del bien común. de nuestra propia historia, el chavismo.
5 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)

Luis Moreno Gómez


Y todo sigue cambiando
Aquí todo cambió, nada nuevo, lo vivimos cuando Juan Vicente
Gómez ejercía el poder plenamente y la guerra europea de 1939
a 1945 hacía difícil la vida en nuestro país, acostumbrado, co-
mo siempre, a importar cosas de fuera; entonces España era un
proveedor seguro. Luego vino la transición gubernamental pero
siempre militar de Eleazar López Contreras y luego la del demó-
crata y derrocado general Isais Medina Angarita, precursor de
la “era democrática” que instauró por 40 años la administración
de Rómulo Betancourt y sus partidarios bajo Acción Democrá-
tica. Nada es estable en nuestro país.
Continuaron los militares en el poder de la República con el ad-
venimiento de otro general, Marcos Pérez Jiménez, acompañado
por dos militares más (Delgado Chalbaud y Llovera Páez), todos
de carrera académica, pero con el mismo orden correspondiente
a su formación castrense. Hasta estudiantes, entonces, como yo,
fuimos al Cuartel San Carlos, como soldados comunes, a cumplir
el servicio militar. El militarismo desde la Independencia de Es-
paña ha sido un motivo arraigado en Venezuela.
Desde el punto de vista de la Administración pública, salvo
esos 40 años desde 1945 a 2002, aproximadamente, todo trans-
curre de ese modo. El advenimiento del teniente coronel Hugo
Rafael Chávez Frías fue una continuación de la “serie”, como
se llamó a las producciones continuadas de la cinematografía
de entonces. DE LA SERIE NIÑOS MINEROS / ©YRIS PAUL
¿Dónde podemos ubicar las diferencias del comportamiento
al que se ha visto obligada la sociedad venezolana durante esa él sí podía predecir el aguacero de insultos que lo golpeó al salir
vigencia político-administrativa-militar en el país? de paseo: “pato”, “pargo”, “marico”.
Se me ocurre que en el progreso de la carrera nacional –por (…)
demás accidentada como país de nuevo cuño que somos, a pesar
de que hayan transcurrido ya más de medio milenio desde que
Luis Ricardo Dávila La geografía lo mismo que la cartografía cambió. La vida cam-
bió. Incluso el mar cambió: en su lecho de algas amortajó a miles
de cadáveres. Desde entonces la niña clamaba con lágrimas el
se constituyó la nación–, tomando como base –y por generalizar
milagro de Lázaro y el adolescente descubrió que su feminidad
la idea– las propias situaciones de las clases prevalecientes en el
país (populares, medias y de alto ingreso), todas han sido afecta-
Entre la memoria y la esperanza lo hacía objeto de repudio.
das de una u otra manera: Valgan este par de palabras lo que valieren, desde hace dos dé-
-Las populares conservan su estatus que va desde la esclavitud Hoy
cadas han venido siendo en mi alma germen y acicate. Lecturas Por un hado literario, la niña que vuela y el adolescente con za-
y semiesclavitud hasta bien adentrado los años 30 del siglo XIX, y meditaciones han ido convirtiendo aquel tenue germen en ar-
ocupándose de los servicios de toda índole donde priva más la patos de plataforma se conocen y sueldan sus almas con pala-
ticulado cuerpo de doctrina. Para decir lo mínimo, digo que en bras. Juntos leen y releen montañas de libros: pronto aprenden
mano de obra que otra cosa. este lapso han latido día tras día en una azorante situación de
-La llamada clase media, defendiendo su categoría de prepara- que la literatura granjea lecciones que los iluminan, que las civi-
ansiedad, más o menos solapados entre sí, tres términos: la espe- lizaciones dominadas por los hombres fabrican “mujeres” como
ción educativa, en lo comercial, en los servicios de atención mé- ranza, la desesperación, la evasión. Desde aquel inescrutable 6 de
dica, en la educación y muchas otras áreas que demandan un ni- un producto insuflado de artificio y docilidad para someterlas,
diciembre de 1998, hice de la esperanza mi tema principal. Pero que el mundo y todos los mundos son ficciones y que el lengua-
vel de preparación formal, según el esquema europeo y luego el no cualquiera, sino aquella vinculada al tema de la oportunidad
norteamericano que adviene con el desarrollo de la industria je, “como resultado de una convención histórica”, ordena reali-
histórica, ¿por fin habría llegado o sería otra ocasión perdida? No dades y les otorga sentido. Viven lejos de sus casas y, a pesar de
petrolera desde 1914 en adelante, de modo gradual. había transcurrido mucho tiempo, cuestión de meses, para que,
-Las de alto ingreso, por herencia en el original reparto de tie- las calamidades de su generación, exilio, desamparo, añoranza
como reverso, la palabra angustia hiciera su aparición y desde y orfandad, la niña dejó de llorar a los muertos del río y el ado-
rras y explotación agrícola-comercial, en su condición de em- entonces, en estos dos largos decenios, no me abandona.
pleados de la burocracia del Estado o preparación universitaria lescente nombró los insultos para dotarlos de bellos significados.
La esperanza y la angustia parecen ser medularmente venezola- Ya no los hieren.
que le permite participación en universidades y corporaciones nas. La vida en esperanza constituye uno de los nervios más ínti-
públicas y privadas, mantienen su status quo a veces claudican- mos de la existencia. No debo explayarme en explicaciones sobre
do posturas y obligados por la propiedad de dineros o posesiones esto. Diré, tan solo, un fragmento: aquel que atañe a la relación
que deben protegerse hasta con la vida. entre la memoria y la esperanza, visto a la luz de lo que en mi al-
Esta es, grosso modo, una realidad de nuestra sociedad toda-
vía por desarrollar plenamente, definiendo qué quiere su ma-
yoría extraviada por un origen mezclado de culturas y hechos
ma y en mis escritos han dejado estos últimos 25 años de existen-
cia. ¿En qué términos puede conducirse la situación agónica del
alma que quiere creer y no sabe cómo? ¿De qué modo es sentida
María Antonieta Flores
formativos. y entendida la conexión entre memoria histórica y esperanza?
En ese estadio nos encontramos con la “nueva” situación cuan-
do todo lo construido desaparece gradualmente, las institucio-
Ciertas vivencias y lecturas me han hecho advertir, con intelec- sospechas y conjeturas
tual sorpresa, la esencial conexión entre ambas. Me ha parecido
nes se desmoronan, las invocaciones extranjerizantes revolucio- esa conexión psicológica una novedad absoluta. Se me hace que
narias adquieren relevancia y los actores de primera línea no es preciso, en efecto, saber lo que los venezolanos han esperado todo es más lejos
encuentran real asidero en una “prueba y error” constante que realmente desde su nacimiento como nación, y cómo han sentido,
lleva a la deriva de la sociedad. entendido y expresado su propia esperanza (con la Independen- sentarte en una piedra
Es un mal planetario, como lo demuestran en estos momen- cia, la República, en la federación, con el castro-gomecismo, en la sin sombra
tos los sangrientos frentes bélicos en Ucrania y Medio Oriente, democracia liberal). En estos 25 años, en mi medida y a mi modo, para que tus hombros
por razones diferentes, como se sabe, pero debilitando la estruc- me he visto en trance de repetir la vigencia de un ascético aforis- cedan ante el fuego
tura europea que se creía inalterable en medio de sus monar- mo de Gracián: “No entrar con demasiada expectación”. Pero en-
quías constitucionales (al estilo español) bajo la amenaza desa- tro más a gusto al reflexionar sobre estos años, con la advertencia años atrás
fiante de un comercio intercontinental cada vez más avasallante de Romero García, en 1896: “Venezuela es el país de las reputacio- los incendios arrasaban barrios en áfrica
como el chino, probablemente asomado a la interacción con Ru- nes consagradas y las nulidades engreídas”. Hoy más que nunca
sia, si hay acuerdo presumible y anunciado. lo somos, no sin antes añadir una variante histórica desarrollada ya sé a qué se debe tal calamidad
En lo personal he vivido la aventura de pasar por los estamen- en estos cinco lustros: el vicio del cómodo embuste y del ancestral
tos sociales ya descritos y encontrarme al final nuevamente con disimulo. Eso ha sido para mí la vida del país de este tiempo, y de avisan las noticias locales
la pobreza crítica derivada de la carencia de industria y comer- allí su gentilicio más apropiado: la venezolanidad de la coba y del de escapes de gas
cio, del trabajo que no fluye y sus productos se estancan en vías mito. Ante cada oscurana histórica por resolver, nos amparamos depósitos clandestinos
remotas de la producción de alimentos, porque las carreteras no en la épica bolivariana, hasta llegar al callejón sin salida de admi- la gasolina
sirven, su mantenimiento no existe, carencia de gasolina, esca- rar los mitos para continuar sin entender la historia. cortos circuitos
sez de dineros, conculcada la libertad de expresión parcialmen-
te, sujeto a precarias y dificultosas torturas pensionales, ante arde también la montaña
el monstruo del acaparamiento del poder por poderosos, como
siempre, basados en la creencia tradicional de que son propieta- el fuego no viene a purificar
rios de los bienes de producción y pueden disponer a su volun-
tad, sin Congreso, sin Constitución.
Abrigamos la esperanza de que el próximo devenir de la nación
Manuel el entendimiento

Gerardo Sánchez
es una luz cetrina hasta la vida
sea mejor y encuentre el cauce necesario para una estable socie-
dad, con utilización apropiada de sus recursos naturales para el todo es más lejos
beneficio de todos los venezolanos.
La niña que vuela el escaparate es un ataúd
y el entierro se hace en el patio
A Maca

Ayer
Diciembre de 1999, un adolescente desfilaba frente al espejo su los refugios
muñequería: pantalones acampanados, crop top que desnudaba
la ingle y zapatos de plataforma. Mientras contemplaba su ima- mirar el cielo
gen ignoraba lo que afuera sucedía: la porfía del agua –provoca- la línea que dibuja la montaña
da por un diluvio que ningún zahorí adivinó– despertaba de las el presentimiento de la sombra
profundidades de la tierra a colosos de piedra. Con un río indó-
mito también de piedras y barro de aliado, los colosos marcha- no se puede alcanzar la nube
ron rumbo al mar dejando a su zaga un reguero de destrozos y con la mano de la pérdida
mortandad. El adolescente tampoco podía adivinar que una niña
para salvarse del cataclismo volaba como Hermes por los teja- en el cabello recogido
dos de su barrio; ella desafiaba la gravedad y la inmisericordia escondes una mínima casa
de aquel caudal que bajo sus pies se ennegrecía por los muertos tallada en una semilla
DE LA SERIE VENEZUELA DEPRESIÓN / ©DANIEL HERNÁNDEZ que se le unían. En cambio, por exhibir su delicado atrevimiento, y el anillo de la memoria
6 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)

María Clara Salas Marina Wecksler


30 de noviembre, día de san Andrés Sobre todo, esperanza
El terrorismo nos afecta de múltiples maneras. Ya es una at- Arreglándome para salir a una cena de Thanksgiving, tradición
mósfera, aire que se respira. Es el rostro de una confrontación que adopté del país que me adoptó, pensaba en cómo nos cambió
implacable: matanzas de niños, ancianos, etnias. El extremista la vida en el último cuarto de siglo.
quiere darle la vuelta a las cosas de un solo tajo. No pretendo, ni podría, resumir en estas breves líneas la com-
El terrorismo es destrucción de los recursos de la naturaleza: plejidad ni la magnitud de la tragedia venezolana, sus múltiples
bosques, aguas. Destrucción de patrimonios culturales. Obras niveles y consecuencias. Solo diré que los venezolanos de bien
de arte atacadas por insensatos. Universidades sin recursos. Bi- llevamos ese dolor como un peso muerto que nos afecta perma-
bliotecas y museos abandonados. Objetivo: acabar con la identi- nentemente. Es un duelo asumido, instalado en el alma, que a
dad de personas y naciones, con la subjetividad de individuos y veces se aligera con un soplo de esperanza, con una ilusión, una
sociedades. Esclavizar, colonizar. alegría, los regalos tangibles e intangibles de la vida, los afectos,
Nadie entiende la intención del extremismo, pero los resultados los logros cuando los hay, pero se siente como una sombra os-
están a la vista. Cada vez hay más miedo, más silencio. No conoce- cura y profunda que siempre nos acompaña, que pesa, que nos
mos la respuesta. No queremos sumar más violencia a la violen- roba a ratos la luz, la energía y la paz, estemos donde estemos.
cia. Queremos paz. La paz sin justicia tiene su precio. Se consigue Resiento enormemente cómo nos ha mutado la alegría innata
con la sangre de los mártires. Ya son incontables. Sabemos que en cinismo, la calidez de las grandes familias en extrañamiento.
el martirio de mucha gente es un hecho, nos consta por la cruel- La despreocupación en zozobra, las certezas afectivas y profesio-
dad de sus manifestaciones: hambrunas, migraciones, indigencia. nales en incertidumbre desgastante. La paz que un día tuvimos
Políticas globales, desde los llamados “centros de poder” com- en preocupación constante, en temor, en impotencia ante tanta
petitivamente armados, las dirigen. Hoy, los bloques ideológicos, arbitrariedad, tanta maldad, tanta injusticia, tanta impunidad.
contrarios a la vida y a la independencia de los pueblos, no con- El balance es duro. Lo negativo hiere profundamente. Afor-
vencen. ¿Cabe señalar responsables? Siempre los habrá, aunque tunadamente también hay coraje, resiliencia, amor a la patria
se oculten detrás de términos borrosos como el relativismo, el natal y a la gran familia venezolana regada por el mundo. Ga-
laissez faire, la mano invisible del mercado y otros con los que se ©BETO GUTIÉRREZ nas de vivir, de aprender, de prosperar, de crecer. Hay talento.
pretende reforzar la irracionalidad y el doble discurso. Perseverancia. Trabajo honesto. Alegrías que no nos pudieron
¿Qué significa, en este contexto, un 30 de noviembre más, día de zoso, inconfesable. Su mamá lo sabía dolorosamente y lo repro- robar, ilusiones bonitas compartidas. Esperanza. Sobre todo,
san Andrés? Es una metáfora, un somero recorrido por la inver- baba. Todavía incrédulos ante los resultados preliminares, pero esperanza.
sión de todos los valores que supuso su muerte, amarrado a un as- con la esperanza de que fuesen distintos al despertar el lunes 7 de A medida que pasa el tiempo soy consciente de muchas cosas
pa hecha con troncos de árboles. ¿Hemos tenido los ciudadanos la diciembre de esa insólita noche de domingo, los vecinos nos cobi- que no son recuperables, pero quiero creer, elijo creer, que es po-
oportunidad de escoger los cambios que promueve el terrorismo jamos en cada casa mientras los televisores se apagaban o se de- sible rescatar eventualmente nuestra nación, nuestros valores,
de estado? El terrorismo no avisa, cae por sorpresa. Para seguir jaban con el volumen bajo en el canal de los anuncios electorales. nuestra libertad. Que será posible sanar, aunque no se podrán
viviendo, hay que olvidar los ataques, los presos, los enfermos sin Hoy, a muchos días de esa noche del siglo pasado, puedo decir que borrar las cicatrices. Seremos algún día, nuevamente, un país
medicina, la fealdad de las heridas. Este es el nuevo engranaje en el mayor cambio experimentado a partir de entonces ha sido el de libre y soberano, madurado a la fuerza, ojalá más sabio. Espero
el que giramos, amarrados al aspa de lo innombrable. darme cuenta con otros de que no éramos ni somos todos parte de vivir lo suficiente para verlo.
la comunidad de venezolanos imaginada, capaz de desplazar sus Espero ver convertirse en certeza la esperanza que agradezco
emociones y privilegiar su racionalidad ante los asuntos comunes, este día de acción de gracias, frente a otro mar, bajo otro cielo.
ciudadanos. Aquella noche de llanto y sorpresa emergió la emocio-
nalidad nacional en los centros de sufragio con un abstencionismo
cercano al 40% lo mismo que con miles de votos a favor de un can-
María Elena Morán didato no preparado para servir a la democracia. Se mostró nítido
el abracadabra de la irracionalidad en el país.
Transformados en números y planillas, ellos parecían demasia-
dos. La mayoría llegó huyendo de la violencia. La palabra “des-
Marino J.
plazados” se puso de moda. Muchos se acostumbraron a vivir sin
documentos y a ocupar trabajos mal remunerados o informales.
En las cocinas de los restaurantes populares. En los talleres me-
González R.
cánicos. Entre escobas y lampazos. En los camiones viajantes por
las carreteras. En las tiendas del centro. Vieron su gentilicio pasar María Pilar Puig Mares Ingresé a la USB en septiembre de 1998. Luego de terminar mi
doctorado en políticas públicas en la Universidad de Pittsburgh.
de boca en boca y de década en década como una mala palabra. El plan era contribuir a través de la investigación y la docen-
Fueron tratados como cosa otra, cosa menos. Colombianos. Cuando recibí el correo de Nelson Rivera (1-11-2023) invitándome a cia en la mejora de las políticas públicas del país. La USB era
Recibieron la noticia de la regularización y festejaron. De los escribir para esta entrega del Papel, en mi casa había varios hom- el espacio propicio por la jerarquía de nuestros programas de
700.000 que intentaron, solo 273.000 se convirtieron en venezolanos. bres desconocidos disponiendo de mis cosas y mi biblioteca, ma- Ciencia Política, incluyendo el recientemente creado Doctora-
Lo hicieron en medio de protestas de venezolanos, una minoría, a noseando todo a voluntad para acomodarlo en cajas y trasladar- do en Ciencia Política. Con el estímulo de Federico Welsch, de
los que aquello les parecía un absurdo. ¿Qué le hacía pensar a esa lo a España: libros queridos, muchas fotografías y ciertos objetos, amplios aportes en los estudios de ciencia política en Venezue-
gente que podían ser iguales a nosotros? ¿El simple hecho de tener algunos en viaje de regreso. Lloraba en silencio mientras miraba la, creamos la Unidad de Políticas Públicas. Nos dispusimos con
veinte, diez, cinco años viviendo en nuestro país? Un absurdo. cómo pedazos de nuestra vida –la mía y la de mi familia– los iban entusiasmo a formar equipo con estudiantes y colegas de otros
Yo lo vi, nadie me lo contó. Iba camino a la Universidad del Zu- envolviendo en papel burbuja y guardando en cajas que no sé cuán- departamentos.
lia, donde cursaba Periodismo. Mi por-puesto pasó por el SAI- do podré recuperar o renacer para aferrarme a ellos; no sé siquiera En aquellos años la USB disponía de recursos para incorporar
ME, en Dr. Portillo, y nos atrapó el embotellamiento. Vi pan- si vale la pena hacerlo, pues acaso pudieran terminar en el fondo investigadores en formación y desarrollar proyectos con exigen-
cartas con vergonzosos “¡Fuera, colombianos!” y “Venezuela es del océano como si nunca hubieran tenido importancia; sin dejar tes criterios de aprobación. También se había tenido la visión de
nuestra”, mientras una fila enorme esperaba ser atendida. Yo vi memoria: objetos y significados perdidos en la noche de la tierra crear a mediados de los años ochenta la Fundación de Investiga-
sus rostros. Vi la humillación, la rabia, la vergüenza. El sonido del olvido. (Pero no es momento de hablar de la futilidad del vivir). ción y de Desarrollo (FUNINDES) a través de la cual se vincu-
de las consignas me acompañó hasta el salón de clases como una Entre mis escasos planes de vida nunca estuvo residir fuera de laban nuestras capacidades con las necesidades de la sociedad
estela de pena ajena. Era 2004. Venezuela; había decidido quedarme aquí, sin importar los infor- con nuevas propuestas de formación, investigaciones aplicadas
Veníamos del golpe, del paro, y nos encaminábamos al refe- tunios que debiéramos soportar. No quería volver a sufrir esas y asistencia técnica.
réndum cuyo resultado nos llevaría a la paradoja de que, veinte pérdidas, esas mutilaciones. Pero la voluntad suele valer tan po- Desde 2003 los recursos propios de la USB para realizar inves-
años más tarde, fueran nuestros los rostros humillados en enor- co… Y así, lo planeado como unas vacaciones navideñas para vi- tigación prácticamente desaparecieron, como ocurrió en todas
mes campamentos fronterizos y a las puertas de autoridades mi- sitar a mi hijo, se convirtió en una extraña temporada, muy larga, las universidades públicas del país. A través de FUNINDES, la
gratorias en tantos países. Venezolanos. En protestas, incendios, impuesta por la inclemente pandemia, agente transformador de Unidad de Políticas Públicas pudo mantener la cooperación con
discursos, (¿minorías?) nos dicen que somos demasiados. La his- realidades tan implacable como los padecimientos impuestos en empresas, gobiernos locales, y organizaciones en el desarrollo
toria, un ciclo ciego. Venezolanos. ¿Cuánto puede cambiar una Venezuela. Pobres de nosotros, sufrientes de ambos rigores. Con- de líneas de investigación y apoyo técnico.
palabra? ¿Cuánto tardará sanarla? fieso que siempre temí disfrutar de tales vacaciones, me las figu- La crítica situación del país nos obligó a reinventarnos. Algu-
raba definitivas y me dominaba la sensación, que confié a algunos nos de nuestros estudiantes pudieron ingresar como personal
amigos, de que no volvería a mi casa, a la vida conocida y sus que- docente de la USB, no tantos como hubiéramos querido. Apren-
rencias, en mucho tiempo –o jamás–, como así ocurrió. Tres años dimos a mirar más en detalle lo que sucede en América Latina
son bastantes para acostumbrarte a otros ritmos, a otros sabores, e identificar áreas en las que podemos ser útiles en el diseño e
a otra luz; incluso para recuperar afectos, palabras o geografías. implementación de políticas públicas. También aprendimos a

María Josefina Barajas Y te vas haciendo a otras maneras. Te vas deshaciendo… Y


rehaciendo.
apreciar las oportunidades en las que podemos hacer una dife-
rencia, y a insistir en las buenas ideas. Aprendimos que cambiar
(En Benicalap, Valencia, diciembre de 2023). e innovar es la mejor consigna.
Comunidad imaginada
Hace 25 años en Caracas, a la hora del cierre de las mesas de vota-
ción y anuncio de los primeros resultados de la elección presiden-
cial del 6 de diciembre de 1998, la menor de las muchachas de la
cuadra de vecinos, la veinteañera, la más amorosamente cuidada
de toda su familia, me llamó por teléfono con la voz entrecorta-
da por el llanto porque la elección presidencial parecía haberla
ganado el exmilitar labioso, con notable experiencia en conspi-
raciones e intrigas, pero sin actividad exitosa en cargos reales de
la Administración pública, que se había lanzado a candidato en
una coalición llamada “Polo Patriótico”. Al fondo de la llamada
se escuchaba la voz de la mamá de mi vecina. Se oía bien cuando
le preguntaba a Lichi, exitosa empresaria, la mayor de sus cuatro
hijos, que “por qué había votado junto con su esposo en contra de
los partidos democráticos” y “a favor de ese exmilitar habiendo si-
do educada en democracia, criada por ella y su papá”. Lichi le res-
pondía con picardía que “¿cómo lo sabía?”. Y su mamá lo sabía por
su risa y su chanza en relación con el “voto secreto”. No impor-
taba cuánto lo había disimulado Lichi, cuánto lo había escondido
con chistes y zalamerías –como me explicaron luego–, ella había
votado de una forma difícil de comunicarle de manera abierta a
su propia madre, el suyo había sido un voto al parecer vergon- DE LA SERIE NIÑOS MINEROS / ©YRIS PAUL
7 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)


mecheros ardiendo y torres lanzando nubes blancas contra el Hace catorce horas esos niños grababan videos en su cuarto,
cielo rojo. El progreso. Las refinerías trajeron los acueductos, escondidos bajo una carpa, mientras afuera estallaban las bom-
la electricidad, las aspirinas y el atún en lata al pueblo de mi bas lacrimógenas.
padre. Le dieron a mi abuela un trabajo de mecanógrafa, una Hace doce horas tenía una mamá que me hacía tortilla espa-
casa a crédito en un campo petrolero y un buen marido. Y mi ñola y me hablaba de la guerra civil, una mamá que amaba las
abuela le dio a su único hijo –mi padre– estudios. En esos viajes playas de Macuto. Hace nueve horas tenía una mamá viva.
al pueblo mi padre contaba cómo era la vida sin tuberías, nos Hace seis horas tenía un marido catorce años mayor que yo,
llevaba al pozo y hacía la demostración de cómo él traía el agua hace cinco horas tenía otro un año menor. Hace cuatro horas
cuando era niño. El pozo era un cráter enorme de arcilla roja mi nuevo marido tomaba fotos.
cercado por cardones y cujíes con un ojo de agua turbia al cen- Hace hora y media yo corría de dar clases en la UCV a repor-
tro. Él lanzaba un balde amarrado a una cuerda y lo regresaba tear en El Nacional. Hace una hora publicaba libros.
lleno. Cortaba una hoja de cardón, le sacaba las espinas con un Hace cuarenta minutos tenía un país de sangre caliente. Hace
cuchillito, extraía el corazón blanco y lo frotaba por las paredes treinta y siete minutos tengo otro de mares helados. Hace treinta y
del balde de agua sucia en círculos lentos hasta que la tierra cinco minutos tenía un país y no tenía más preguntas, hace trein-
sedimentara en el fondo. Luego esta agua se colaba, se hervía y ta minutos tengo un país cuando en realidad no tengo ninguno.
de ahí salía el agua potable. Con la pickup estacionada junto al Hace veintitrés minutos mis hijos son adultos. Hace doce mi-
barrial, a mi padre se le había cumplido la promesa del petroes- nutos mi marido guardó la cámara y monitorea grúas. Hace cin-
tado democrático: si usted va a la universidad pública y apren- co minutos soy profesora otra vez y a veces escribo pero no sé
de una profesión, va a encontrar un mejor trabajo, y usted y su qué hacer con lo que escribo.
familia nunca más tendrán que buscar un balde, ni pelar una Hace cincuenta y tres segundos me veía en el espejo y el refle-
tuna para tener agua. Él cumplió 18 el mismo año que comenzó jo se parecía más a mí misma. Hace veinticinco segundos tenía
la democracia, 1958, con la caída del penúltimo dictador militar. menos kilos y ninguna arruga, más cabello y mejor visión. Hace
A los 35 ya era médico anestesiólogo, casado con una pediatra veinte segundos destacaban mis piernas. Hace once segundos
–mi madre–, con tres hijos, dos hipotecas, dos autos y un perro era quien ya no soy.
salchicha. Pero esa promesa no se le cumplió a todo el país, ni Aunque han pasado veinticinco años, de los que casi llevo diez
a las siguientes generaciones. A mí se me cumplió a medias en aquí, hace veinticuatro horas una persona me pidió mi dirección
ese apartamento de Caracas donde ahora no hay agua. y no respondí “Providencia”, la comuna de Santiago de Chile
donde vivo. Dije, de un tajo y en milésimas de segundo, “Cha-
cao”. Intenté corregirme rápido. Pero ese acto fallido me dejó
en absoluta evidencia.
La memoria de 9.131 días se resumió en uno.
©BETO GUTIÉRREZ
Michelle En 299 semanas me jodieron mi país y me sentí expulsada, co-
mo tantos.

Roche Rodríguez En 25 años me cambió la vida.


Pero, a la vez, sigo siendo la misma muchacha de Chacao y
nadie me lo quita.

Mary Elizabeth León La generación distinta


O eso quiero creer.

Veinticinco años. Un cuarto de siglo. Una generación. Tanto tiem-


Retrovisor
Mónica Pupo
po es mucho tiempo, incluso para la sociedad más homogénea,
¿qué será para una revolución que se propuso refundar la identi-
Mi primer recuerdo de un cambio de gobierno fue cuando ganó dad? Y, sin embargo, no me siento cómoda al preguntarme cómo
Luis Herrera Campins. De aquel diciembre de 1978 proceden las ha cambiado la vida desde aquella época. Distinta a mis padres, no
imágenes que me devuelven a los cinco años recién cumplidos,
subida en la parte de atrás de la Ford F100 de mi abuelo, insigne
puedo decir que tuviera una verdadera conciencia de cómo eran De la emigración a la fotografía:
las cosas antes de que Hugo Chávez ganara las elecciones para la
copeyano, en la caravana de celebración que arrancó por todo el presidencia, por primera vez, en 1999. Tampoco puedo decir que una historia
pueblo de Montalbán apenas los canales de televisión transmitie- mi único contacto con la realidad política, social o cultural del
ron, esa medianoche, el primer boletín oficial del entonces Con- país se limita a la experiencia de la Revolución bolivariana, como Me duele el alma al pensar que la historia se repite. Mis abuelos
sejo Supremo Electoral. ocurre a quienes nacieron diez o quince años después de mí. Lo vinieron de España y de Cuba, huyendo de la guerra, la pobreza
Menos felices, aunque más vívidas, son las memorias de los pos- único que puedo decir es que pertenezco a la generación de las y la opresión. Buscaban una tierra de paz, libertad y oportuni-
teriores triunfos adecos de Jaime Lusinchi en 1983 y Carlos An- primeras veces. El conjunto que dejó de definirse políticamente dades. Venezuela los acogió con los brazos abiertos y les dio una
drés Pérez en 1988. por las diferencias entre adecos y copeyanos y pasó a dividirse nueva vida. Aquí crecieron, trabajaron, se casaron y formaron
Ya para 1993, año de los sobrevenidos y breves mandatos de Oc- en la mucho más dolorosa polaridad del chavismo o la oposición. una familia. Aquí nací yo, orgullosa de ser venezolana y de he-
tavio Lepage y Ramón José Velásquez, yo era reportera pasante Los primeros para quienes los símbolos de la modernidad fallida redar la sangre y la cultura de mis ancestros.
de El Tiempo, de Puerto La Cruz, diario para el que luego cubrí como el barrio, el rancho y el malandro dejaron de significar rea- El destino me puso a prueba. Hace 25 años, se desató una cri-
la campaña del chiripero y la segunda llegada de Rafael Caldera lidades marginales para convertirse en el vocabulario esencial de sis económica, política y social sin precedentes. Dejé mi trabajo,
al poder. la cultura. La pimera generación que emigró en masa. Más que mi hogar, mi familia y mi país. Emigré, como lo hicieron ellos y
El hecho es que, contando el arribo de Hugo Chávez en 1998, en un conjunto de personas que tienen más o menos la misma edad, muchos venezolanos, en busca de un futuro mejor. Pero el sueño
veinticinco años conocí siete cambios de gobierno; o sea, siete en- mi generación es una herida. Los hijos que no cumplieron los pro- se convirtió en pesadilla. Así que decidí regresar a Venezuela, a
tregas, pacíficas, de poder. yectos nacionales de sus padres; los padres que no saben a cuál pesar de la situación que atravesaba. Preferí abrazar la realidad
Dariana, mi primera sobrina, nació en 2001. Alfonso y Francisco país dejamos en herencia. La herida que ya nunca cicatrizará. de mi país, antes que renunciar a mi identidad.
le siguieron en 2003: Veintidós, veinte y veinte, solo conocen el ré- Soy periodista, locutora y fotógrafa. Durante más de 26 años,
gimen chavista, y eso es lo que me sale, como una expectoración, trabajé en un medio de prensa nacional, donde conocí los acon-
si me preguntan por la Venezuela de los últimos veinticinco años tecimientos más importantes de mi país y del mundo. Me encan-
y cómo, agria paradoja, ha cambiado la vida en cinco largos lus- taba mi trabajo, me daba sentido y reconocimiento. Pero todo se

Mireya Tabuas
tros sin cambio político. complicó cuando Venezuela entró en una crisis profunda, que
En este 2024, mis otros tres sobrinos, Aarón, Sofía y Kamila, afectó a todos los aspectos de la vida nacional.
cumplen dieciocho, doce y seis. Pienso en cada uno de ellos y en Ante esta situación, decidí reinventarme y buscar nuevas al-
los otros millones de niños y jóvenes venezolanos por los que vale ternativas profesionales, que me permitieran seguir haciendo
la pena abrazarse, otra vez, a la esperanza de un cambio. Los años lo que me apasiona: comunicar y documentar la realidad. Así
La Ford roja 1969 sigue en Montalbán. Dice mi papá que en ella fue como empecé a exponer mi trabajo, a crear un programa de
todavía podríamos salir de caravana. Han pasado 25 años. radio, a escribir, a dar charlas y a conectar con otros profesiona-
Es decir, 299 semanas. les del campo para promover y difundir su labor, todo enfocado
9.131 días. en la fotografía, el área de mayor interés e importancia para mí.
Pero parece que todo ocurrió hace ratico. La fotografía es mi forma de expresión, de testimonio, de me-
Hace veintidós horas a mi país me lo partieron en dos. moria, de denuncia. A pesar de las dificultades, aprendí a adap-
Hace veinte horas tenía dos hijos pequeños. Hace dieciséis ho- tarme, a innovar, a crecer. Encontré en la fotografía una fuente

Maye Primera ras los llevaba al colegio. O no había colegio porque había paro
nacional. O no había colegio porque no había agua.
de inspiración, de motivación, de resiliencia. He demostrado que
la fotografía es más que un arte, es una forma de vida.

Venezuela, de lejos
Así el mar esté quieto y la playa vacía y soleada, las mañanas en
Miami son oscuras si la noche anterior sueño con el apartamento
de Caracas. Si sueño, digamos, que el apartamento se derrumba
conmigo dentro o que estoy fuera y pierdo las llaves o que abro
puertas y encuentro a extraños dormidos en cada habitación. No
he regresado desde hace cuatro años y es octubre de 2021, pero mi
padre va a darse una vuelta por allí dos o tres veces al mes para
que no se caiga nada. (Los hermanos le decimos padre, papá, vie-
jo, nunca le decimos papi). Paga los recibos, sacude los muebles
y rescata lo que me haga falta de la biblioteca. Si hay agua (los
lunes o los martes), abre los grifos y las regaderas y deja correr
el chorro amarillo hasta limpiar el barro que se adhiere a las tu-
berías. Hace una siesta en mi cama y vuelve a su casa en Valencia
–la casa donde crecí– conduciendo o de copiloto en mi viejo auto,
que gasta menos gasolina que el suyo. La gasolina escasea. Hace
filas de dos horas para llenar un tanque y por eso siempre calcula
cuánto combustible gasta, cuánto tarda en el viaje y cuenta una
anécdota del trámite que superó en la capital. A todas partes va en
auto si consigue combustible, conduciendo él mismo o durmien-
do en el asiento del copiloto. Su mejor anestesia son los viajes por
carretera. Cuando enviudó de mi madre, en septiembre de 1984,
lanzaba un colchón en la cabina de la pickup blanca, nos subía a
los tres hijos de madrugada y arrancaba a manejar con la radio
apagada, siempre en la misma dirección, a su pueblo en la penín-
sula de Paraguaná. Llegado el momento, daba golpecitos al vidrio
de la cabina y bajaba la velocidad, aún con los ojos en la autopista:
“Despierten para que vean la refinería”. Hediondas a azufre con
salitre, las refinerías de petróleo eran la modernidad: castillos de
papel aluminio cubiertos con bombillitos, calderas humeantes, DE LA SERIE NIÑOS MINEROS / ©YRIS PAUL
8 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)


el fondo de este cuerpo que no reconozco alienta aún una Nasly dis-
tinguible: la que se detuvo a escuchar a alguien que le disgusta solo
porque se proclama amante de los libros; la que después de años de
pausa ha retomado su tesis doctoral con entusiasmo inusitado y un as
bajo la manga, mi tutora, Claudia. Palpita todavía algo de eso que me
distingue en el ritmo de mis pasos si suena buena salsa en una radio
o al fondo de algún bar, pero también me identifico cada vez más con
el ronco bandoneón sureño. Late mucho de mí en el desorden con el
que escribo esto tratando de responder a la pregunta que nos formuló
Nelson Rivera: “cómo ha cambiado la vida” y recuerdo que mi prime-
ra tentación al leer la convocatoria fue la de construir un breve relato
preñado de pena por mí y por mi pobre país.
Pero no, esa sí es verdad que no sería yo. Así que, con la misma
perseverancia con la que por años he trafagado en una maleta y
un carry on con libros, jabón, alfombras, champú, cuadros, aceite,
cubiertos, cereales, abrigos, papel higiénico, y un listado intermi-
nable de otros objetos aparentemente inconexos pero que cualquier
venezolano podría reconocer, con la misma disciplina de la que ca-
rezco para otras cosas, me siento ante la computadora y empiezo a
desgranar una a una estas líneas que ahora ustedes están leyendo.

Nelson Tepedino
Mysterium Iniquitatis
En 1998, cuando comenzaba mi carrera académica en la USB, esta
DE LA SERIE NEVERAS VACÍAS / ©DANIEL HERNÁNDEZ
se hacía llamar la universidad del futuro. Es tan solo un ejemplo de
Hace algunas semanas, viví una experiencia inusitada: iba cómo asumimos ingenuamente que futuro es siempre equivalente
en un autobús y una chica joven se levantó de su lugar y, acto a progreso. Mi generación creció bajo el hechizo del mito moderno
seguido, hizo un gesto cediéndome el asiento. Miré a un lado de la evolución necesaria de todas las cosas, como si el drama que es

Moraima Guanipa
y a otro: me costó entender que la cosa era conmigo. Hasta la historia pudiera domesticarse en una existencia que se reducía a
un momento antes, mientras estaba sentada, la chica había ser una gozosa y perpetua compra-venta en el mercado. Veinticin-
estado leyendo un libro. Era una novela que también yo ha- co años después de la irrupción de la “república bolivariana” –me
bía leído hace muchos años. ahorro el dolor del inventario de las infinitas pérdidas–, aquellas
Mi país llamado UCV Mientras me sentaba en su puesto, nuestras miradas se expectativas desmesuradas de la Venezuela de la era democrática
cruzaron. Fue un instante apenas, pero me gusta pensar que han devenido desesperanza. Pero a la anécdota de estos años sub-
Mirar atrás este cuarto de siglo en Venezuela bien puede ser el alcanzó para reconocernos: ella vio en mí un futuro tan leja- yace un sentido más profundo, porque se ha develado justamente
recorrido por una herida social todavía abierta. De este tiempo no que en seguida le pareció inconcebible; yo recordé aquel el desmentido de aquel presupuesto moderno: la historia no es ni
me quedo con un dato y un recuerdo personal: también hace tiempo en el que la vejez era una mera palabra, una palabra evolución ni progreso, porque no está dirigida por esotéricos dina-
veinticinco años ingresé como docente en la Universidad Cen- en un idioma de tierras que jamás serían las mías. mismos dialécticos ni por leyes “científicas”, sino que es más bien
tral de Venezuela (UCV). Es decir, mi vida en los últimos cinco Por un momento, esa chica joven y yo fuimos la misma: las el escenario del perpetuo nuevo comienzo de la libertad de cada per-
lustros ha girado alrededor de la Universidad. dos viajábamos al mismo destino, las dos amábamos las nove- sona que viene a este mundo. Una libertad que, además, está herida
Suelo hacer bromas diciendo que en enero de 1998 me casé con las rusas, las dos estábamos –y estaríamos siempre– de paso. y distorsionada siempre por el misterio de la iniquidad (2 Tes 2, 7).
la UCV: alcanzo las “bodas de plata” con esta ya tricentenaria Iniquidad que en el original griego no es mera y abstracta “maldad”,
institución universitaria que he convertido en mi casa y, a la luz sino ἀνομία, anomia, carencia de nomos, de norma, ley y medida que
de estos años, en el país en el que me reconozco. dome y oriente los deseos humanos y haga posible el bien común. Es
El mismo día en el que gané el concurso de oposición me in- lo que caracteriza al presente que ha resultado de estos veinticinco
formaron que comenzaría a dictar clases la semana siguiente. años de revolución nihilista: una nación hundida en la anomia, en
Clases a las que se sumaron las tareas no solo de la investigación
sino también de gestión universitaria: cargos de representación
profesoral, de responsabilidad académica, como jefaturas de cá-
Nasly Ustáriz una suerte de psicopatía política y universal que está deshaciendo el
tejido social y que amenaza su misma viabilidad. Solo si asumimos
esta noche oscura como cura de realidad, podremos transmutarla en
tedras y departamento, participación en comisiones.
Asumí que enseñar periodismo era una forma de mantener ¿La misma? esperanza adulta y no en mero eslogan de autoayuda.

viva la pasión por este viejo oficio que durante más de una dé-
cada viví en la calle y con la gente, pero entendí también que su Estamos viendo la rocambolesca televisión argentina que
enseñanza reclamaba la responsabilidad del estudio, análisis, bulle de política actual. El entrevistado es Durán Barba, ase-
labor investigativa, horas de preparación, correcciones, sudor
y susto en cada clase, en cada curso. Y nunca como entonces las
sor político y de imagen, conocido por su hiperpragmatismo
y por haber asesorado a partidos tan disímiles como Alterna-
tiva Liberal de Pablo Escobar, o las campañas presidencia-
Oriette D’Angelo
dimensiones humanas de la Ciudad Universitaria de Caracas co-
les de Mauricio Macri. Dejo el programa porque me gusta el Recuerdo a mi abuela macerando un pernil durante días antes del
braban el sentido de un espacio entrañable y propicio para ello.
estilo calmadamente seductor de Luis Novaresio y me dejo 24 de diciembre. Recuerdo sus manos, cómo se quitaba los anillos y
La Universidad es para mí el espacio de la libertad, donde he sido
atrapar por el ritmo de su entrevista. Descubro que los ob- mezclaba limón, ajo, sal y pimienta para preparar el adobo. Recuer-
libre, si eso es posible acaso. Libre, que es una forma de felicidad.
jetos predilectos de Durán son libros. ¡Qué curioso! Alguien do el olor de su cocina y cómo toda mi familia observaba ese ritual:
Crisis. No he conocido otra palabra que haya acompañado con
con quien creí no tener nada afín, pero se declara pacifista, el olor del ajo al abrir la nevera y las ansias de que el pernil ya es-
mayor insistencia mi vida en la Universidad. Desde dentro y des-
amante de los libros. tuviera en el horno. De acompañantes: yuca con mojo y congrí. Mi
de afuera, amenazas y amargas realidades se han dado cita en
¿Qué hace que podamos descubrir identidades con alguien abuela era cubana, también huyó de una dictadura y siempre llevó
la institución: ahogamiento presupuestario que limita sus fun-
tan distinto y tan distante? ¿Vivir en el Río de la Plata por sus tradiciones a cuestas. Fue así desde que nací hasta el 2014. Al año
ciones básicas; recurrentes violaciones a la seguridad laboral
años –con larga pausa de tres en Nueva York– me ha cam- siguiente me fui de Venezuela y esas se convirtieron en las últimas
de docentes, empleados y obreros, con sueldos por debajo de la
biado, quizá, la percepción? ¿Qué queda de mí, de aquella navidades que pasaría con mi familia. Observamos los fuegos artifi-
línea de pobreza; renuncia y emigración del personal; inseguri-
que salió de su Caracas natal –me perdonan el lugar común ciales desde el balcón y todos me desearon un mejor futuro, el futuro
dad, violencia, vandalismo, entre muchos otros. Y si este rosario
pero no pude resistirme– hace más de nueve años? ¿Cómo que merecía, uno por el cual ellos ya se habían cansado de luchar.
de calamidades fuese poco, no dejan de aparecer las voces de fe-
saber qué sigues siendo tú si la enfermedad que, como Vol- Tengo tres años pasando navidades sola. Estos últimos años, para
roces críticos que, desde dentro y fuera de la universidad, no le
demort, no debe ser nombrada, disfraza de otra la imagen el 24 de diciembre, he comprado un pequeño lomo de cerdo y lo he
otorgan ninguna garantía de existencia porque no se ha doble-
que te devuelve el espejo?; si, parafraseando a Sabina, ya no macerado con limón, ajo, sal y pimienta. Mi cocina ha olido como
gado frente a las formas cada vez más sofisticadas de anulación
refleja más tu vivo retrato. esa casa que dejé y, esta vez, solo he sido yo quien ha observado el
de sus fines más trascendentes.
“No voy a seguir por este camino, para variar estoy disper- ritual: el olor del ajo al abrir la nevera y las ansias de que el lomo de
Dicen que la UCV es un cadáver insepulto, amargamente le
sándome”, me recrimino. Enseguida río para mis adentros, cerdo ya esté en el horno. Al ritual se le suma ahora rabia, ternura
critican que siga en pie. Incluso reclaman complicidad con quie-
al percatarme de que sigo siendo, allá dentro, la misma en y tristeza. Intento que mis manos mantengan viva la memoria de mi
nes la acosan. ¿Y no es acaso muestra del fracaso de los intentos
algunas cosas fundamentales: la misma, pese a la vileza de abuela, de quien no me pude despedir cuando murió en 2019, un par
de ocupación el hecho de que el gobierno no haya podido ganar
los cambios que distancia, orfandad de hijos y de biblioteca, de semanas antes de navidad. Mis manos, como las de ella, intentan
ninguna elección en la UCV?
amistades calentadas a la pálida luz azul del WA, abrazos vir- llevar tradiciones a cuestas, tradiciones que, en todos estos años,
Preocupa, sí, la terquedad con la que desde distintas instancias
tuales, pandemia y enfermedad han instalado en mi vida. En nadie me ha podido arrebatar.
de la Universidad se plantea una normalidad a juro, de espaldas
a todos estos ingentes problemas. Pero es allí, en el seno ucevis-
ta, donde se encuentran gestos cotidianos de rebeldía. ¿Bastan?
No, pero quizás el solo registro y la memoria de esta resistencia,
a la manera de los empecinados lectores en Fahrenheit 451, sea
uno de los muchos gestos de dignidad que nos queden.

Mori Ponsowy
Esa experiencia inusitada
Más allá de la memoria, no estoy segura de qué une a esta que
soy ahora con aquella que fui hace veinticinco años. Miro, con
asombro, sus decisiones, y me parecen las de otra persona: las
de una mujer distinta, un ser ajeno, casi extraño. Sus deseos y
los míos no coinciden; nuestros cuerpos son otros; la manera
de encarar los días; los temas que nos preocupan. Ella anhela-
ba aventuras, amores, viajes. Yo, en cambio, amo el silencio de
esta casa vacía y solo salgo cuando ya no queda ni una hoja de
lechuga y nada de sal. Ella se desvivía en certezas. Yo vivo en
una maraña de preguntas. DE LA SERIE EXILIO EN SOLEDAD / ©KREMLIN PRIETO
9 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)


libres se han visto en la misma encrucijada de Sócrates: que-
darse y hacer filosofía en casa a pesar de los retos y amenazas,
o el exilio. Entre el 2008 y el 2018, de 864 renuncias registradas

Óscar Lucien de profesores de la Universidad Simón Bolívar, solo 4 fueron del


Departamento de Filosofía. Esto no los hace menos o más valien-
tes, pero sí es indicativo que la filosofía y el pensamiento pueden
Deslave de la república civil sobrevivir en situaciones adversas. En Carora, por ejemplo, un
grupo de apasionados lectores se reúnen a las 6 de la mañana
todas las semanas para estudiar a Kant –ya van por la tercera
I
Crítica. En la pastelería Danubio de Chacao, se reúne los sába-
Érase una vez una época regulada por la temporada de las fru-
dos el club de lectura “La mesa de arriba” para discutir textos
tas, por la variedad de los juegos, los meses del trompo, el yoyo
filosóficos. Virtualmente, los líderes de Caracas Crítica mantie-
o la perinola, los días de volar papagayos. De artesanía casera
nen una plataforma filosófica de intercambio y diálogo. Y en el
estos pasatiempos hacían del ocio un disfrute cotidiano del es-
interín, tuvo lugar la Semana de Filosofía UCV 2023. Desde mi
pacio público, en la calle, en la cuadra.
propio exilio voluntario, envío un humilde mensaje de admira-
Días en que al igual que las temporadas de lluvia y sequía todo
ción y respeto a todos estos Sócrates que mantienen vivo el pen-
encajaba en un ritmo regulado y permanente.
samiento en Venezuela.
De adulto íbamos los domingos a los museos, al encuentro con
amigos o disfrutar una película en la Cinemateca Nacional; de
paseo por las librerías. Habíamos repasado antes de salir de ca-
sa unos tres diarios entre los cuales la página de cultura de El
Nacional era ineludible.

II Paulina Gamus
En 1999 ocurrió la impresionante catástrofe conocida como el
deslave de Vargas. Una dolorosa tragedia natural, inopinada me-
táfora de la decadencia siguiente de nuestra cotidianeidad civil
Un cuarto de siglo, se dice fácil
y política. Como debo hablar de mí diré que hace 25 años, en enero 1999, era
Amanecimos en el nuevo siglo bajo el desconcierto, la crispa- una senadora recién electa por Acción Democrática pero sin mu-
ción, el miedo, bajo el eco de los cañonazos de un “por ahora” y chas esperanzas de ejercer el cargo. En julio de ese año renuncié
la amenaza de una fritura de cabezas. El ejercicio del poder dejó después del intento de linchamiento por las bandas chavistas
de ser la práctica de reconocimiento del adversario y se destro- que me persiguieron por haber osado criticar al presidente del
nó la idea misma de la alternancia. La “política” se entrometió Congreso de la República, coronel Luis Alfonso Dávila.
en la sala, el comedor y el dormitorio. Pensar diferente devino Desde entonces mi vida fue otra. Aprendí a usar la computadora
fuente de conflicto permanente, de descalificación. Perdimos la porque ya no tendría secretaria que transcribiera mis artículos
prensa libre, la luz, el agua, el signo monetario y los tres platos y cartas. Mi teléfono dejó de sonar tantas veces cada día porque ©BETO GUTIÉRRE
en familia. De generoso país de acogida aventamos a millones de ya era nadie en términos de influencias para hacer favores. Solo
nacionales. La memoria colectiva ha sido blanco de una incesan- me llamaban la familia y los amigos de verdad, no los del cargo. brerías del otro lado del charco se convierten en seres comunes
te artillería, física y verbal. Son otros los nombres de autopistas, Sentía una paz que no había conocido en los últimos veinte años. y corrientes que te consigues a menudo y que llegan a ser tus
parques e instituciones. El corcel de la bandera viró para la iz- Pero entonces comenzó la dispersión, el éxodo. Se fueron mis amigos. Estos años me he vuelto un lector más voraz y dedico
quierda y hasta el nombre del país es otro. La estridente e inju- más queridos y admirados médicos. Se fueron entrañables ami- muchas más horas a la escritura. En Barcelona, paradójicamen-
riosa cháchara la neolengua impuesta desde el poder neutraliza gos. Y empezó a irse mi familia. Sobrinos, primos y lo más dolo- te, al año de llegar hubo disturbios violentos parecidos a los de
la capacidad de un pensamiento libre. Y, sin duda el cambio más roso, mis tres nietos. Se casaron dos en Bogotá y Cartagena con mi país y el resto es historia: pandemia, guerra en el continente
deletéreo, la tutela de lo militar sobre lo civil como un inmen- colombianas y una en Caracas con su novio también colombia- y amnistía. He dado muchas piruetas: desarraigo sudamericano,
so mojón atravesado en el sendero democrático de nuestro país. no. Me han nacido siete bisnietos. Es una suerte, haber vivido centroamericano y ahora europeo. He perdido familia –desper-
Cambió el universo tanto real como simbólico de la república para ser siete veces bisabuela y tener la lucidez para disfrutarlo. digada en el mundo– y he ganado amigos.
civil. ¿Y la lejanía? Existen las videollamadas. Nos comunicamos, nos Pensar que nada de esto hubiera ocurrido si el resultado de
hablamos y siempre lo mismo: ¿Cómo están, qué hacen, que tal aquel día de elecciones hubiera sido distinto.
el trabajo o la escuela?
¡Pero no poder abrazarlos y besarlos! Y sin embargo soy pri-

Pancho
vilegiada. ¿Cuántos de quienes quedaron aquí: padres, abuelos,
hijos o hermanos de los millones que se han ido tienen esa suer-
te? ¿Cuántos tienen computadora y wifi para comunicarse y a Rafael Cartay
Crespo Quintero cuántos no les falla la energía eléctrica para hacerlo posible?
Pienso que a los 86 años no debo quejarme. 300 palabras para contar un sufrimiento nacional, Nelson, me di-
ces. ¿Pocas? ¿muchas? Depende. Pernalete, Rojas, Roa, y así hasta
300 estudiantes caídos en las calles por balas asesinas. Cada nom-
La patria echó al país bre equivale a una palabra de las 300 que dices, un abecedario
emocional que encierra un rosario de letras que narra un sueño
Todo el tiempo en los extremos. Día tras día entre la tristeza y la

Pedro Plaza Salvati


juvenil roto, una tragedia familiar, la historia breve de un héroe
rabia. Hoy valiente hoy cobarde. En un momento no puedo alzar civil. O los 300 presos políticos con su vida suspendida, y tortura-
los brazos, ni cantar a la derrota puedo, luego mis manos gritan da, en el piso de una celda que, como veían que resistía, fueron a
y soy un cíclope, un héroe de acero con escudo de cartón, y luego buscar otra víctima. Repaso los rostros de mis hermanos y de mis
solo cansancio y quietud, y después ímpetu para después agobio
para después volver a ser molido. Todo el tiempo nos ponen en
El día que cambió mi vida hijos, y así hasta de 300 personas que amo y que quizás no volveré
a abrazar. O los 300 rostros de amigos que se desdibujan barridos
los extremos para partirnos, nos empujan a un quicio cada día Cuando dieron el resultado incontestable de las elecciones el 6 de por el viento, allá lejos, en el dulce territorio de mi afecto. O los 300
más estrecho y empinado, una vuelta más a la tuerca, otro día diciembre de 1998, un día después de mi cumpleaños, me senté que ya no están, sembrados en la tierra natal, a los que no pude
sin luz, otro día sin agua, otro día de óxido, otro día sin día, al fin en el último escalón al lado de la puerta de mi cuarto, me llevé acompañar en el momento preciso de su muerte.
y al cabo otro día… para vivir la tortura un nuevo día. las manos a la cara y estuve paralizado casi una hora en esa pos- 300 palabras resultan insuficientes para reconstruir los re-
Hay un dolor que nunca amaina porque ahora son más largas tura. La incredulidad quizás daba alguna pista de los cambios cuerdos de este largo viaje. Bastan, empero, cuatro palabras pa-
las distancias. Es como si el corazón se hubiera hundido dema- que se avecinaban, aunque no de su magnitud. ra mostrar la tristeza que me aflige mientras otros comparten
siado, a lo oscuro de no sabemos dónde; más allá de más nunca Nunca imaginé que participaría en marchas infructuosas para la risa ciudadana y construyen nuevos sueños. “He perdido un
diría otro. Ni siquiera se devuelve con el viento, siempre sigue de luego marcharme del país por el hartazgo y aterrizar, como pri- país”, me digo, sin entender bien qué cruel sentimiento mue-
largo. Y lloras todos los días por el hijo que echaron de tu lado, los mer destino, en un estrecho apartamento del Village en Nueva ve los secuestradores de mi patria para extraer la bilis con la
hermanos que echaron, los amigos que echaron. Realmente na- York con una beca para un máster de dos años de escritura crea- que acrecientan la cuenta perversa de su propio beneficio. “He
die se fue. Realmente a todos (nos) echaron, porque los que aquí tiva. Que además pasaría un lustro de mi vida en Costa Rica, El perdido un país”, me digo, marchando por calles extranjeras,
quedamos también de aquí nos echaron. La patria echó al país. lugar de las nubes, y que ganaría una segunda nacionalidad. Y atormentada el alma, mientras mi cuerpo huele cada vez más
Todo lo han ido quebrantando, haciendo añicos, cual reguero de que unos años más tarde me mudaría a Barcelona, capital de a malabares, esas flores dulzonas de la muerte. Aunque guar-
de vidrios. La palabra dice el sonido de la rasgadura, de la pieza Cataluña, Reino de España. do la secreta esperanza de que un trozo de mi patria volverá,
partida; pieza que es individuo y grupo, llanto o suspiro ahogado Vivo en una ciudad de mar y montaña, como Caracas, donde el día menos pensado, a florecer en mis brazos viejos, lentos y
de quien mira hacia donde ya nada hay, golpe y grito y sangre de se habla una lengua que entiendo pero que no hablo para no sin fuerza. Para volver sonriente a aquella casa grande de Saint
quien cayó mientras decía “yo si puedo”, “yo no me dejo”. Libertad enredarme con otros idiomas. Estoy en una ciudad donde los Exupéry; “ese macizo oscuro del cual nacen los sueños como el
y mañana que ya no es nada de eso. Libertad y mañana me repito libros de escritores reconocidos que se ven en los estantes de li- agua nace de la fuente”.
para animarme… una pestilente mancha púrpura tiene muchos
años tapándolas. Es una gran mentira aquello de que veinte años
son nada. Qué queda sino la grieta de filosas piedras, el gas que
asfixia, la hiena mofletuda y babeante que baila. Queda el peso
de los salvajes gritando “Alerta… alerta… alerta que camina…”.
Quedan las pezuñas de las bestias, el hedor de los Orcos. Que-
dan las tinieblas adueñadas de la casa. Queda el quebranto, co-
mo cuando de niños delirábamos por la fiebre… y alucinábamos.

Paola Romero
Sócrates, en casa
A Sócrates lo condenaron a muerte por filosofar. A pocas ho-
ras del juicio, sus discípulos le dieron la alternativa de escapar.
En un gesto característico del filósofo, Sócrates se hizo una pre-
gunta, en su caso la que sería su última pregunta: ¿es el exilio
realmente una alternativa a la muerte? Su respuesta fue clara:
“Señores atenienses” dijo en la Apología, “los aprecio y estimo,
pero le haré más caso al dios que a ustedes. Mientras todavía res-
pire y sea capaz, no voy a dejar de filosofar”. Si filosofar implica
quedarse en Atenas y en el país que lo hizo hombre, pues hasta
luego exilio. En los 25 años desde que se instauró en Venezuela
un sistema de persecución y de censura, muchos pensadores
DE LA SERIE NEVERAS VACÍAS / ©DANIEL HERNÁNDEZ
10 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)


un gran costal de papas en una acera, con el culo al aire. Que en
realidad fue más bien con su pantaletica negra al aire.
Y entonces, ese accidente casi ridículo se me hace un bandera-
Rafael Simón Hurtado Slavko Zupcic zo de cómo han cambiado los tiempos desde los discursos bien
vestidos y planchados en el antiguo Congreso de la República.
Y recuerdo un poco la elegancia en el vestir y en el hablar de los
Una historia de hospital Del cocuy pecayero y otros buenos políticos cuando yo era apenas una estudiante de comunicación
social y salía a entrevistar personajes para mis asignaturas de
Historias inverosímiles vagan, como fantasmas, por los pasillos
licores (necrológica) periodismo, y añoro a mi papá tan compuesto y confiado con su
impecable guayabera blanca para ir a votar cuando nos fiába-
de los hospitales venezolanos. A mi hermano, un hombre de 51
Nerea se fue. También lo hicieron Gustavo, Víctor y más de la mitad mos del sistema electoral, de sus representantes, los partidos, de
años, le fue diagnosticada una muerte de los huesos de las cade-
de los muchachos que adornaban aquella foto dulce y espantosa a muchos políticos, y hasta de la guardia nacional.
ras. Desde el diagnóstico, el plan quirúrgico recomendado fue el
partir de la cual casi todas las personas del mundo se convirtieron Esas pequeñas ¿o grandes cosas? que se esfumaron. ¡Cuánto
del reemplazo total de ambas articulaciones. Paulatinamente,
en médicos cirujanos. Uno de ellos, Óscar, ahora es pastor evangélico. cambia un “por ahora”!
fue perdiendo movilidad en las piernas. Caminar era un dolor
Otros dos se hicieron ministros y dejaron de pasar consulta. Todos De Venezuela va quedando apenas la pantomima sin pudor, el ex-
intolerable.
cambiamos, igual que las carreteras, los supermercados y las farma- ceso de tejido adiposo, y una ordinaria y estranguladora lycra negra.
Luego de una serie de consultas, se le impuso la orden médica
cias que ahora también venden Coca-Cola. Pero el verdadero cam-
para ser intervenido. Sin un seguro que lo amparara, debió so-
bio comenzó hace tres años cuando los amigos comenzaron a morir.
meterse a los rigores de nuestro sistema de salud pública. Las
Policarpo fue el primero. No en balde el hecho de que no se supiera
frecuentes visitas al servicio de traumatología nos proporcio-
su edad lo convertía en el mayor de los amigos. Con él dejó de existir
naron experiencias dolorosas. Reinaba el caos. No había camas
Morón, que alguien podría decir que no es un problema mayúsculo,
suficientes. Depósitos de basura reposaban en las cercanías de
pero también la carretera Valencia-Puerto Cabello y el Wolkswagen
consultas y áreas de espera; y la ineficacia de unos trabajadores,
rejuvenecido aunque con el eje mal soldado en que la recorríamos. Se
envueltos en las vendas de la incapacidad, se escudaban tras la
perdieron las empanadas de El Palito: se fue la carne mechada y des-
indiferencia y la altanería.
de entonces mi corazón sigue oliendo a fritangas pero ahora rellenas
En el caso de mi hermano, su aspiración a ser intervenido, se
de lágrimas y mocos, incomibles. Murió también Orlando. Faltó se
vio entorpecida por los efectos de una inflación que elevaba (y
puede decir y, a partir de su ausencia, ¿quién se atreve a llegar a Curi-
eleva) el costo de las prótesis a niveles inauditos. La tramitación
magua con quince cervezas entre pecho y espalda y pedirle al primo
del recurso, a través del sistema de aduanas, se atragantó en la
que traiga cocuy pecayero? Ya no habrá cocuy ni cervezas ni Curi-
lentitud y la complicación excesiva. Ninguna gestión era admisi-
magua ni libro bueno ni dulzura ni honestidad sin Orlando. Tampo-
ble en una red de corrupción que no calmaba su sed de dólares.
co habrá la picaresca de Henry que también faltó. Aprovechaba las
Es cierto que, a veces, era posible observar algunas batas blan-
elecciones estudiantiles para renovar su ajuar con dinero universi-
cas transmutadas casi en hábitos religiosos, pero la corrupción DE LA SERIE IN-XILIOS / ©AARON SOSA
tario pero era gentil y me recordaba tirando unas piedras que nunca
del sistema engullía toda iniciativa de dignidad de un acto que,
conocí en el Arco de Bárbula, aferrado a una molotov que nunca vi.
por encima de todo, debe ser humanitario.
Con él, no solo se fueron sus trampas, sus pactos inverosímiles de
Mi hermano fue operado de una primera cadera, después de
última hora, se fue también la única persona que pensaba que yo
flotar largamente a la deriva de una gerencia sin criterios. La re-
comendación médica siguiente fue que debía ser intervenido de
la otra, al cabo de tres meses. La vorágine con la que el monstruo
podía encapucharme y fomentar un disturbio. El país cambió. Mu-
rieron también María Luisa y Reynaldo. Ella estuvo casada alguna
Susana Rafalli
vez con Policarpo, pero en verdad era una sirena que se presentaba
de la ineficiencia lo arrasa todo, detuvo el nuevo procedimiento. Menos vocal. Sin este cuarto de siglo en Venezuela yo sería menos
como periodista. A partir de su muerte, ya no existen los periódicos
Debieron transcurrir cinco años para la nueva operación. vocal. El hambre seguiría siendo un afán, pero no hubiese tenido
en que trabajó. De hecho un presidente prohibió años antes su circu-
que decirlo. La negación, el disimulo sobre el daño que nos han
lación. No es de extrañar, sabía que ella iba a morir. Por eso seguro
hecho, me puso en esta urgencia de decirlo. Frente a las emergen-
lo hizo. ¿Y lo de Reynaldo qué? Como se hace ahora, publicaron su
cias humanitarias a las que yo he sido asignada, yo hubiese hecho
foto pidiendo dinero y le dijeron al mundo que ya no controlaba es-
igual, asistir, proteger, cobijar. Aquí no bastó con eso.
fínteres. Nadie pensó en su narcisismo, quizá él tampoco, quizá ya no
Ricardo Bello Toledo lo tenía, quizá el país se lo había curado como seguro también pasó
con la dislipemia. Con él dejó de existir Mérida y para mí la fiesta que
La pobreza del país duele siempre, pero ahora es una urgencia. La
premura nos devora e igual sigue por inercia. Para tantos niños que
pasaron con hambre por esta destrucción del país, el daño está he-
era la bienal. A Venezuela le quitaron el páramo y algún paseo con
Ciudadanía de papel él y Peter, uno de los ministros. Lo que hay que ver. Todo cambiado,
todo muerto. Incluso murió José Carlos De Nóbrega. Alguna vez yo
cho. Salvamos a tantos, pero no hemos podido detener que el daño
siga. El país será pronto de ellos y no tendrán con qué abonarlo. Las
posibilidades del país, en 20 años, serán del mismo tamaño de la pri-
Hemos andado por muchos sitios estos últimos 25 años, dejando le cambié el nombre a Valencia, pero él se lo cambió nuevamente y
mera niña desnutrida por la revolución bolivariana.
todo, hasta los recuerdos. Fuimos arrojados a la calle, invitados Valencia pasó de ser la de Venezuela, que decía Pocaterra, a ser la de
Este tiempo se cobró mi idealismo. Yo soy de la Teología de la Li-
al destierro, abandonando la tumba de nuestros padres a la hier- San Desiderio, como propuse yo, para ser finalmente Valencia la de
beración. Transité hacia la adultez llorando a Romero, cantando a
ba y el monte, y salimos sin ver para atrás. El tiempo parece des- Simeón el Estilita. Igual todas esas ciudades desaparecieron junto a
Silvio, leyendo a Trigo. En Venezuela, esa esencia la adulteraron.
parramarse en ciudades y mares, idiomas de todo tipo y sobre tus riñones podridos, José Carlos. Eso también cambió. Cambió todo
Se me desdibujó ese idealismo, tanto como el del humanitarismo
todo guerras. Y al igual que en Venezuela, ningún adversario y, sin amigos, a veces no hay razones ni siquiera para abrir la puerta
de mi oficio. Quién me diría que la emergencia sería Venezuela, y
capaz de prevalecer sobre el otro, empeñados en la muerte del y salir, tampoco para volver.
que fuese aquí donde vería deslustrarse la disciplina humanitaria
enemigo. Todos los bandos forman parte de tu conciencia, riva- en la que me formé. La asistencia humanitaria en Venezuela se
les incapaces de triunfar o imponerse. Perseguido y perseguidor, ha vuelto una industria en la que no sé seguir.

Sonia Chocrón
Cristo y Centurión romano, crucificado y el que crucifica; no Pero nada duele más que la familia. Se nos han ido gran parte
puedes ser las dos cosas, pero ambos coexisten en tu historia. de mis sobrinos. Los he visto crecer por WhatsApp. Enterraron
Eres inocente y también recibes tu castigo, la sentencia y el do- a su patria, a sus madres y a la mía, a distancia. Somos familias
lor, todo lo llevas por dentro. Tus recuerdos van lejos, más allá de
lo permitido por una tenue conciencia que intenta mantenerlos La pantaleta negra disgregadas de un país roto.
Ha sido un tiempo déspota, demoledor, corrompido, pero entre
a raya. Ninguno con la fuerza necesaria para imponer su identi- sus grietas nos seguimos encontrando con la memoria de lo que
dad, alguna historia alrededor de la cual aparentar continuidad Me ocurre continuamente que ya no está la familia completa pa-
hemos sido como alimento para continuar.
o resguardo. Te atienes a los que tus papeles de identidad dicen. ra almuerzos y abrazos, que ya no hay todos los vuelos, ni mis
Eres venezolano, pero firmaste en una notaría en en las afueras librerías de cabecera, que me faltan amigos y tertulias en casa,
de Málaga, tu solicitud de nacionalidad al ser descendiente de y que tengo menos certezas. Echo en falta la mitad de todo.
sefarditas expulsados de España en 1492. Veintidós generacio- Trato de no pensarlo porque mi melancolía es muy solícita y
nes te condujeron al apellido Marmolejo, habitantes de Sevilla
en aquel año fatídico cinco siglos atrás. Y mientras esperas la
siempre está presta en su trampolín.
Pero a veces me asaltan los detalles. En ellos encuentro retratadas
todas las metamorfosis. Las más inofensivas y las más apremiantes.
Thamara Jiménez
resolución, te aventuras a pensar cuál es tu verdadera historia
o si es posible encontrar alguna certeza en los cerros de carpe-
tas que mantienen ocupado a un funcionario del Ministerio de
Me pasó no hace tanto cuando vi en tv a un político, militante
de un partido opositor, diputado para entonces, que intentó en-
Ni de lejos
Justicia en Madrid. No esperes encontrar en esa identidad de trar a la fuerza al Consejo Nacional Electoral, y entre empujones
No bien ciertos hombres habían logrado reunir
papel alguna ciudadanía firme sobre la cual puedas descansar. y manotazos, policía, detractores, partidarios, guardias y miro-
tantos esclavos como animales en manadas, estaban
Solo en misa logras hacerlo, si te concentras, si prestas atención. nes –todo junto como un garabato–, terminó desplomado como
echadas las bases del estado y del uso y abuso de
poder; y no puede caber duda alguna de que el deseo
de tener al pueblo entero como esclavos o animales, en
el gobernante se hace tanto más fuerte cuantas más
gentes constituyen el pueblo.
Elías Canetti. Masa y poder

Flashbacks del siglo XX y mis días de liceo y universidad, cursa-


dos en instituciones públicas, van y vienen a mi mente generan-
do un sinfín de preguntas. Los programas educativos del bachi-
llerato y los profesores se inclinaban en la defensa del Sistema.
Y al salir de clases el bombardeo de ideas venía de la izquierda:
panfletos, canciones, reuniones, eventos, protestas, películas, lí-
deres estudiantiles y voceros de partidos perseguidos…PCV, JRC,
Liga Socialista, MIR… En la universidad cambiaba la modalidad:
estructura académica y profesorado, por una lógica peculiar de
ese tiempo, todos eran de izquierda. Allí la gente de derecha era
lapidada por sus ideas. Y como en la comedia ¿Dónde está el pilo-
to?, la confusión reinaba en una estructura educativa enigmática.
Era totalmente predecible que generaciones amamantadas con
el sueño de la revolución, insistieran buscando los caminos para
encontrarla. Y eso es lo que creyeron muchos haber logrado al
cierre del siglo pasado. Me recuerdo a mis 12 años devorando ma-
nuales impresos en China, en perfecto español, vendidos a puyas
en el Centro de Caracas. Por mis ojos desfilaron Marx, Engels,
Lenin y Mao, en pulcras y modestas ediciones. En mi mente calen-
turienta, se avivaba una sed adolescente, anhelante de lograr pro-
fundos cambios sociales. Las ideas de igualdad y justicia brillaban
lo bastante como para atraer a la mayor parte de mi generación.
Pero las cuentas, de entonces y las de ahora, no se ajustan a tantas
promesas vehementemente ofrecidas. ¿Dónde están las libertades de
vida digna, trabajo, salud, alimentación, calidad ambiental, educa-
ción, identificación, pensamiento, desplazamiento y un larguísimo
DE LA SERIE NEVERAS VACÍAS / ©DANIEL HERNÁNDEZ etcétera de derechos, hoy más invisibles y vulnerables que antes?
11 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024

1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)

Mario Morenza Violeta Rojo


VHS-DVD-Gocho movie Un asunto religioso
Clave: *182315* Seguramente no es el infierno, en cuya puerta se abandona toda
esperanza, esta sucesión de pequeñas y grandes humillaciones: la
Se bloqueó la clave por actividad sospechosa escasez, el deterioro, la dificultad de todos y cada uno de los trámi-
y debemos restablecerla. tes eternos e inútiles para no conseguir nada, la ausencia de más
Esta actualización es por seguridad. y más gente querida. Sin contar el horror de la roca Tarpeya, los
Disculpen los inconvenientes. juicios sin fin y que todo sea o no delito con carácter retroactivo.
Entonces, si no es el infierno con su carácter definitivo, podría
Gocho Movie ser un limbo monstruoso –igualmente injusto porque es otro cas-
tigo exagerado– esta noria en la que nos dedicamos a repetir, vez
Mi amor por el cine probablemente se originó aquel febrero de tras vez, los mismos actos, estrategias, gestos, comentarios, pa-
1989 cuando Omnivisión, el primer servicio de televisión por sus- labras, fútiles ilusiones, migajas de normalidad.
cripción en Venezuela, liberó su señal. Esta promo coincidió con Resultará entonces que es un purgatorio, transición entre dos
El Caracazo o, ahora no recuerdo bien si debido a El Caracazo, vidas, aquella más o menos normal que tuvimos y la más o me-
la gerencia del canal decidió decodificar la transmisión, un ali- nos normal que tendremos otra vez, en minutos, horas, lustros,
vio de celuloide a la violencia que agujereaba paredes y carne, el décadas, cuando no estemos, o quizás sí.
toque de queda, el saqueo furibundo o caprichoso, las frenéticas Quiero que conste, sin embargo, que no es fácil entender la
ráfagas sin nombre. Omnivisión fue películas sin cortes comer- diferencia entre el infierno tan temido, el limbo tan vacío y el
ciales por una semana mientras se restituía el hilo constitucio- purgatorio tan incierto, sobre todo sin pecado previo. Pero ob-
nal y regresaban las clases. Cursaba primer grado y la saga de viamente todas estas categorías son absurdas.
Indiana Jones fue mi favorita.
El conflicto cesó.
Los trajines de la vida reclamaron su natural curso. Sin sos-
pecharlo, estábamos ya atrapados en un nudo cuyo desenlace ©BETO GUTIÉRREZ
ya conocemos.

*** Violeta Villar Liste


Cuando regresaba del liceo, tomaba el periódico que mi abuelo
compraba cada mañana para llenar el crucigrama que resolvía
con paciencia ritual. Yo aprovechaba y ojeaba la cartelera de
Thays Adrián Segovia Paisaje y memoria
las poco más de cien salas de cine de Caracas. Hace veinticinco Dos veces he debido emigrar de Venezuela. Por razones distintas.
años vestía camisa beige, mis responsabilidades electorales so- Despego En ambos tránsitos, el primero hacia España y el segundo a
lo me habilitaban para votar por la reina de Carnaval, soñaba Panamá, albergo una constante en mi vida: el retorno desde la
con ser arqueólogo y uno de mis primeros freelances fue espiar Trescientas palabras para escribir sobre cómo ha cambiado mi memoria a los pasajes que han transitado mi infancia, mi ado-
para HBO la programación diaria de la competencia y grabar- vida desde 1999 hasta la fecha. Al principio lo creí imposible. La lescencia y la adultez, así no esté de manera física en Venezuela.
la en cintas de VHS (Un video cassette, según el mode recording lista es larga: trabajo, política, calidad de vida, familia, afectos… Compruebo, en este acto de rememorar, que durante años nos
time: standard, long o extended, podía grabar dos, cuatro o seis Mi familia, excepto mi hija, está aquí. Al menos mi familia cer- han arrebatado derechos, alegrías y la paz, pero la persistencia
horas). Esta breve experiencia me serviría más adelante porque cana. No así mis afectos: esas personas que nos importan mu- de la memoria del paisaje vence las sombras y encarna la luz.
sospechaba que en secreto los canales pactaban emitir lo mejor cho; personas que han dejado en nosotros una huella emocional. Pienso en el páramo venezolano sembrado de frailejones y “de
del cine en mis horas de aula. Para salirles al paso, programaba El Diccionario de la lengua española, además de la definición, Chachopo a Apartaderos” camino con la Loca Luz Caraballo, en
el VHS para grabar y al llegar a casa me entregaba, dichoso, a ahora trae sinónimos y antónimos de los lemas o entradas. Afec- esa ruta que luego de pasar Barinas es un paisaje de verdes cur-
aquella realidad grabada, pospuesta como ficticia. to: inclinación hacia alguien. Sinónimos: apego, apegamiento. vas hasta coronar la Mérida de las cinco águilas blancas.
A finales de los noventa estaba suscrito a un club de vídeo. Antónimos: desapego, despego, despegamiento. Desprenderse Estos paisajes de la memoria conducen de manera particular a
Buena parte de mi mesada la gastaba en alquilar películas ori- del afecto a alguien, apartar algo de lo que estaba pegado. los Andes imponentes, a los superlativos del Orinoco y del Caroní, a
ginales en Blockbuster, aunque prefería ir al cine, sobre todo al Dicen que la tecnología atenúa el despego. No lo creo. la revelación del desierto larense, territorio que es también niebla,
Broadway, en Chacaíto, porque era cine continuado, es decir, no Leo El Porvenir. Diarios 2015 – 2020 de Ricardo Ramírez Re- crepúsculo y jardín, a la inmensidad sin conclusión de los llanos ve-
había horarios, llegabas y empezabas la película en determina- quena y hallo una cita que traduce lo que siento: “Nada es como nezolanos, al infinito de los médanos, al Caribe sembrado de azules
do punto y luego se repetía, y se repetía con créditos incluidos. antes ni lo será nunca más. Vivimos otra vida ahora, adentro o y al Ávila que se repite como un himno en el sentimiento nacional.
Este cine fue sustituido, como casi todas las salas, por templos afuera del país: es ya, otro tiempo”. Podríamos decir con Neruda, “sí señor, los paisajes, los amo,
Pare de Sufrir. Una década después los bodegones reemplazaron los adhiero, los persigo, los muerdo, los derrito…”, amo tanto
a los pentecostales. los paisajes de la memoria…. “paisajes amados… brillan como
Muchos de los films no se estrenaban en salas, llegaban direc- piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma,
tamente a los videoclubs o a las calles de la ciudad. Los buhone- hilo, metal rocío… son tan hermosos que los quiero poner todos
ros cinematográficos vendían películas taquilleras que alguien
muy osado y provisto de una handycam y excelente pulso graba-
Tomás Straka en mi memoria… y entonces, los revuelvo, los agito, me los bebo,
me los zampo, los trituro” ¡Los libero!
ba desde las butacas como cualquier espectador y seguidamente “Se lo llevaron todo…” pero no podrán con todo.
multiplicaba en cientos de VHS. El cuarto de siglo chavista Mientras tengamos memoria.
A principios de los 2000 el DVD se masificó. Con el adveni-
miento del DVD también llegaron los quemados o quemaítos, la Es tanto lo que se ha vivido y se ha perdido en este cuarto de si-
versión pirata. Y los rostros acontecidos de Bruce Willis, Tom glo, que hacer la síntesis de los cambios obliga a un trabajo ar-
Cruise o Sandra Bullock al volante de un autobús a ochenta ki- duo, de conjunto. En 2019, cuando se cumplieron los veinte años
lómetros por hora, desfilaron por las mismas aceras que paula- de la llegada de Hugo Chávez al poder, el Instituto de Investiga-
tinamente abandonaban los VHS. El pasillo de Ingeniería de la ciones Históricas de la UCAB, organizó un foro con las distintas
UCV era La Meca para los cinéfilos. Se conseguían a precios ac- facultades. Se le pidió a cada una que desde su área hiciera un
cesibles pelis de Tarkovski o Bergman, filmografías impensables balance de las últimas dos décadas. El resultado fue mucho más
en los catálogos de Video Color Yamin y la Cinemateca Nacional. abigarrado y, a trechos, angustiante, de lo que ninguno hubiera
Blow-up fue la primera película que compré, una adaptación pensado. En definitiva, sí ha sido una revolución. Todo indica
de “Las babas del Diablo”. A esta le siguió Eternal Sunshine of que no ha logrado sus objetivos proclamados, que se encontró
a Spotless Mind. El reinado del DVD persistió sus buenos años con una sociedad que no ha estado dispuesta a aceptar a que se
y convivió con el del Blu-ray, aunque más óptimo, refinado y borrara lo anterior (incluso entre quienes apoyaron el proyecto),
definitivo, la dinámica con este nuevo formato fue la misma, un pero no hay duda de que nada ha quedado igual.
objeto “pirateable”. Tal vez el cambio más radical, al menos visto desde el 2024,
Por motivos crematísticos, dejé de comprar quemados y me es el de un país que aprendió a vivir sin la renta petrolera. El
aventuré a descargar películas en Pirate Bay. Lidié con la lenti- sueño repetido tantas veces, e incluso enarbolado por Chávez,
tud paleolítica de ABA, en caso de que hubiera conexión. Final- se cumplió, aunque no por ninguna de las dos vías: ni logramos
mente llegó el streaming y hoy las cuentas piratas representan crear una economía alternativa, como una especie de Noruega
el último eslabón de esta cadena evolutiva. Entonces descubrí que tiene petróleo pero vive de muchas otras cosas; ni porque
al Gocho Movie. se haya acabado el petróleo, esa pesadilla que en 1936 produjo el
La piratería de las plataformas streaming es algo tan común famoso “Sembrar el Petróleo” de Arturo Uslar Pietri, y nuestra
como la devaluación, las leyes de una administración que pi- versión de Mad Max, El día que se terminó el petróleo, de José
ratea la realidad, edita la verdad, inserta efectos especiales a Ignacio Cabrujas (RCTV, 1980). Llegamos a ello porque se destru-
conveniencia, guiones con fallas de trama y secuencia, dispara- yó la industria. Aunque hay algo de las distopías dibujadas por
tados deux ex machina, cuando no sádicos; para reproducirnos Cabrujas y Uslar Pietri, también hay signos alentadores: vene-
el mismo plot twist enlatado una y otra vez, en cine continuado, zolanos que han dejado de ser rentistas y están generando otras
sin créditos. La realidad suspendida. En pausa, en stop. Sin posi- formas de vivir, desde exportar cacao y café, hasta hacer trabajo
bilidad de rebobinarse, ni oprimir FWD, ni rewind a estos años. remoto desde sus casas. La gente empieza a pagar impuestos y a
Una realidad quemada. Una libertad eject. saber que los servicios tienen un costo.
Ahora en la pantalla de mi teléfono móvil debo ingresar una Lo del petróleo ha llevado a otro cambio radical: de ser un país re-
clave de seis caracteres. Es inevitable recordar los crucigramas ceptor de inmigrantes, pasamos a ser un país peregrino. De hecho,
de abuelo. Él los llenaba con palabras que evocaban pueblos pasamos a experimentar una de las peores crisis migratorias de la
árabes, fórmulas químicas, obras de arte, figuras históricas: tal actualidad, con casi ocho millones de venezolanos en el exterior.
vez un password para desbloquear su mañana e irse a ver cómo Podrían agregarse otras cosas, pero ya hemos rebasado los límites
Charles Bronson les partía la jeta a los delincuentes. Después de que se nos pidieron. Solo nombraré dos cosas más: de ser una refe-
una semana de trajines literarios, universitarios y oficios varios, rencia como democracia, regresamos, como antes de 1958, a ser una
veré la última aventura de Indiana Jones. Me interesa saber qué referencia de gobiernos dictatoriales (hay que pensar que por se-
tal le fue con la Anticitera de Arquímedes, reliquia que, basándo- tenta años, de 1870 a 1935, fuimos gobernados por hombres fuertes).
nos en la forzada lógica del largometraje, es un artefacto capaz Y por último un cambio que en realidad no lo ha sido tanto, porque
de rebobinar el tiempo, ir hacia la Antigua Grecia, o quién sabe en el fondo es algo muy venezolano: ha surgido en este cuarto de
si al reencuentro con febrero de 1989, o 1999, y aplicarle tracking siglo una nueva elite, primero política y cada vez más económica.
al pasado para reajustar un destino con mayor nitidez desde los Elite que en este momento ya parece haber aprendido a vivir con
engranajes del cabezal de reproducción giratorio de nuestra his- las de origen anterior (y viceversa), comenzando a combinarse con
toria, desalinearla de esa señal de exploración helicoidal de la ella. Mucho de lo que vaya a pasar de acá en adelante va a depender
cinta con la que nos han amordazado. del éxito y los alcances de esa combinación. ENCICLOPEDIA VENEZOLANA DE LA DESTRUCCIÓN
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1999-2024: CÓMO HAN CAMBIADO NUESTRAS VIDAS (2/2)

Faitha
Nahmens Larrazábal
Nos vemos en la esquina
de los besos
El golpe falló, el por ahora es lo que duele. Son 25 años, dos gobier-
nos, no sé sabe cuál peor, y 8 millones de adioses, voces de todas las
edades que intentan la zeta, o la hache como jota, o el vos. Venezo-
lanos allá, acá, venezolanos hallaca, el hilo se estira como un chicle,
somos Elastic Girl de infinitos brazos hasta cada amor, muchos,
tantos y mi hijo Simón que en el ínterin, o durante nueve extraor-
dinarios años, desde sus 16, y dos guitarras, y yo sin visa, se vol-
vió pelilargo, grabó una canción, se dejó la barba, se mudó con su
chica. No nos hemos visto desde entonces, o sí, el vidrio del celu se
rompió hace tiempo, me decía un amigo. Nos rastreamos las ojeras
y de oreja a oreja, la capacidad de estiramiento de la sonrisa tenaz.
Claro que hay que resistir, terquear, no cejar, y también adaptarse,
y seguir con la rebeldía, y claro que hay que comer, y tener esperan-
OBRA / TALLER EXPERIMENTAL
za, y denostar, y comprar lo vintage que te hace guiños, aquello que
un amigo dejó, y regurgitar los sapos y las culebras. La nostalgia es
ria ―le dije, ya sin nervios. hacer pulseritas con baño de oro, como se hicieron con la puya
patria común. Como el aleteo de una mariposa que puede provocar
―Lo que pasa en Venezuela igual no es de izquierda ―se atre- o el medio, en el pasado. Al oro ahora no hay acceso.
una tempestad del otro lado del mundo, los pañuelos blancos son
vió…, lo recuerdo y me río. Así comenzó el descalabro nunca visto antes de estos 25 años.
susurro en la orilla otra, me temo; son un manojo de nomeolvides
―Mira, ¿sabes cómo es la vaina? Que tú ves El acorazado Po-
en las maletas, un cuchicheo de cuídate mi pana colado en el libro
temkin y ves aquel gentío desaforado bajando las escaleras, hu-
rojo de Scannone o en la postal del Ávila, enorme como quien se
yendo de los soldados y los cosacos del zar, ¡y aparece de pronto
lleva la ventana. Nadie dice sálvese quien pueda, tiene pudor la
el mocho, lanzándose sin piernas por las escaleras, junto a los
memoria. Todo empezó de golpe, era madrugada, eran unos desco-
ciudadanos de Odessa, fusilados brutalmente por solidarizarse
nocidos, acaso seguimos siéndolo, no quise hacer colas, rebajé siete
con la tripulación del Potemkin, sublevada porque pretendían
kilos, he usado jabones de producción casera, me he enamorado, he
alimentarlos con comida podrida…y a ti también te dan ganas
celebrado la vida, he llorado a los vivos y los muertos, a Neomar, a
de hacer la revolución! Pero la película es solo un atisbo. Luego
Pernalete, a mi comadre, a Oswer y a Ildemaro Torres, y no dejo de
llegó la verdadera, y mató también a los trabajadores con balas
confiar en la palabra amor. Sé que no se quedará colgada en ningún
y hambre. Por eso yo no puedo ser un revolucionario, acaso un
fusil, y que no saldrán embustes de las bocas de los dictadores sin
revolucionado… ¡Y sin querer!
rastrillarle el pellejo. Confío en la bondad como Borges en que lo
La conversación ocurrió en abril, quizá mayo del 2018. Apenas
improbable es la muerte. Creo en los libros arrumados que adopto
un año atrás, en el 2017, en Venezuela toda se vivieron (se murie-
y rebasan las escaleras de casa y mi hermana lleva a su causa, su
ron) las protestas de mayor intensidad que han ocurrido contra
librería lo es. Sé que pasará La mala hora y la democracia vivirá
la Revolución bolivariana, y ahí estuve, a punto de lanzarme al
La metamorfosis que conseguirán desde Le región más transparente
Guaire con mi madre ante la represión asfixiante.
los Traficantes de sueños, y suscribiremos la Historia de la marcha
¿Lo que pasa en Venezuela se percibe como una revolución,
a pie. Y vendrá un nuevo día no con El sol de la ceguera y estarán
como pasó en Cuba, en China, en Rusia?... Aunque es innegable
Todas las familias felices. Me da melancolía a la misma hora, cada
que de allí viene, hay algo que la vuelve siniestra (en tanto un-
tarde a las seis, me da miedo el anuncio en color morado moretón
heimlich) respecto de las otras. Claro que guarda cierta familia-
de la noche, luego me envalentono. Soy campeona de sueños en las
ridad con aquellas, pero tiene unos rasgos que, al menos para mí
noches desveladas, y juro que sonrío cuando vuelve a amanecer.
(quizá por padecerla), la diferencian: su grotesca jodedera, su bo-
chornosa payasada derretida. En Cuba es impensable, creo, un
tipo como Lacava…, ni hablar de China y Rusia. Pero lo más pe-
culiar me parece el malandraje: ese poder cedido a un cuerpo de
cuerpos que no es el gobierno, que imponen su propia ley en el

Keila Vall de la Ville territorio sin obedecer a la cabecilla dictatorial, aunque negocian
con ella (entre narcos se entienden), y los malandros hasta hacen
las veces de agentes del mal y la muerte a cambio de una impuni-
No somos las mismas dad endemoniada. También cada tanto se cosen a plomo entre sí.
Sí, la vida ha cambiado en Venezuela, en los lugares que reci-
ben a los venezolanos. El mundo todo es casi nuevo cada cinco
No somos las mismas y no podemos ni deseamos volver atrás. Nos
años, con sus teléfonos, lentes, autos, cohetes, armas.
acerca una intención y un desplazamiento, cada vez el recorrido de
Sin embargo, acusar la criminalidad de los regímenes de iz-
una ruta que se bifurca, se multiplica, se recrea; un cierto optimis-
quierda, leer la literatura de los países que los padecen, no me
mo que comporta riesgos tanto como lo hace la nostalgia, ofendida
convierte en un facho conservador, del mismo modo que advertir ©BETO GUTIÉRREZ
ante el devenir sobre todo si se asoma oscuro, más bien reaccionaria
y señalar los delirios de tipos como Donald Trump, Jair Bolsona-
y tradicional, temerosa de lo desconocido. En 1999 me gradué como
ro o Javier Milei, no me convierten en un comunista “chavista”,
Antropóloga de la UCV y en vez de especializarme dejé mi trabajo
como llegó a decirme un tío alguna vez –siendo él uno de quienes

Rafael Sánchez
estable en el IVIC en pos de nuevas conversaciones. Me convertí en
votó por Chávez cuando yo apenas tenía cinco años.
editora gráfica del suplemento Todo en Domingo de El Nacional,
Guardo una esperanza (la única que me permito en relación a
un trabajo periférico, y seductor. Siendo aventurera, estudiosa de
estas cosas), no tanto de que la dictadura se acabe, sino de que,
imágenes mitológicas amazónicas, empecinada en la fotografía y
lectora siempre, me fascinaba escuchar a los periodistas al tanto y
si acaba, que todas las vueltas que nos ha dado nos brinden la Los ojos de Chávez
sabiduría para lidiar con el desastre y sostener esa frágil labor
partícipes de la noticia del día, trabajar con escritores que extraían
que significa vivir en democracia. Casi como por encanto los ojos del Comandante Eterno de repente
de sus chisteras perfiles, historias y tendencias, compartir proyec-
estaban en todos lados, observando a transeúntes, automovilistas o
tos con fotógrafos y diseñadores. Disfrutaba el tránsito diario por
motorizados desde los sitios elevados –pancartas, escalinatas o mu-
la Avenida Lecuna para llegar a mi trabajo y me sentía orgullosa
ros de edificios– donde habían sido instalados poco después de la
de trabajar en el diario que llegaba a mi casa y la familia se rotaba
muerte del mandatario. La intención del régimen al diseminar los
por secciones cada vez. Más adelante dirigí el departamento de con-

Olgalinda Pimentel
ojos de Chávez por todo el territorio nacional no requiere de mucho
ceptualización del Museo de Ciencias. Mi primera responsabilidad:
comentario. Lo mismo que los videos de dibujos animados que, con
dilucidar arquitecturas narrativas y escribir el guion de Futuro, una
pasmosa puerilidad, mostraban por ejemplo a un Chávez avanzan-
exhibición colosal, fantástica, optimista y también aterradora, el fu-
do por un prado verde esmeralda hasta reunirse en un más allá
turo siempre lo es para el pensamiento retrógrado, que apenas ini-
ciándose el colapso del país jamás llegó a las salas. Cómo imaginar
De la familia a las pulseritas de comiquita con los santones de un cierto panteón revolucionario,
desde Jesucristo hasta el Che, el mensaje que en su insistencia el
que me haría escritora en buena medida tanto gracias a los relatos con baño de oro par de ojos infinitamente clonados del difunto buscaría difundir no
míticos arawakos como a los periodistas del suplemento dominical y
podría ser más inequívoco. A saber, la continuada ascendencia del
la entrega al Futuro que no sería. Siete años más tarde publiqué mi Todos los días hay cambios en la vida, gracias a Dios, porque de mandatario muerto sobre los quehaceres de los vivos, el hecho, en
primer libro con Monte Ávila Editores y Venezuela era otra, pronto no haberlos vivir sería un fastidiosísimo ejercicio, aunque pro- otras palabras, de que Chávez presumiblemente continuaría pre-
la editorial misma se desvaneció y nacieron nuevas. No somos las vechoso a la larga. Como fue en la primaria hacer planas de una sidiendo literalmente desde la tumba sobre los destinos de Vene-
mismas, somos más fuertes. Hoy con ocho libros escritos y vivien- misma palabra en todas las páginas del cuaderno Caribe, para zuela. Como a menudo sucede cuando técnicos poco diestros mani-
do en Nueva York veo a una Venezuela brillar dentro y fuera de sus no olvidar, por ejemplo, que el vocablo decencia se escribe con c. pulan lo sagrado demasiado chapuceramente, más temprano que
fronteras, entablar conversaciones y desbordarse en pos de un fu- Pero en los últimos 25 años, los cambios han sido brutales, des- tarde las costuras fatalmente acaban por mostrarse. En lugar de la
turo que ya es presente y nos acerca. Hemos cambiado mucho, no garradores, casi nos borran la vida con memoria y todo, como mencionada ascendencia, lo que en su desencarnado mutismo los
somos las mismas y a la vez no hemos cambiado un ápice. lo hicieron en Google. Los míos son los mismos del país, a pun- ojos de Chávez acaban por sugerir es la completa irrelevancia del
ta de agresiones y frases, pero dos fueron los más importantes. mandatario muerto para los asuntos de este mundo. De manera
El primero fue un sacudón que luego significó el vuelco más que oblicuamente evoca la novela corta de Henri James La figura
dramático. Mi familia de dos hermanos y 50 primos se partió en en el tapiz, se me ocurre que lo que en todo su insistente patetismo
dos, sin posibilidad de unir los pedazos de nuevo, como ocurrió los ojos de Chávez acaban por revelar es que después de doscientos

Luis Mancipe León también con amigos y con todos los venezolanos. A este quiebre
familiar se unió la demolición a dentelladas, transmitida por los
medios, de la formación intelectual, del trabajo honesto y el pro-
años de ascendencia casi ininterrumpida la figura teológico-políti-
ca en el tapiz de la nación venezolana –más recientemente, la dupla
Chávez/Bolívar– está finalmente desdibujándose. Lejos ya de ser el
―¿Vos sos de izquierda o de derecha? ―me preguntó una noche greso, las bases de lo que éramos. El país nunca más fue igual. polo magnético en torno al cual la nación se recoge piadosamente, lo
M., la primera persona que me gustó cuando vine a Buenos Aires. Llegó Cadivi y como no lo quise, no pude viajar a placer y me que en su retirada esta figura monumentalizada deja al descubierto
―¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio? ―dije riendo nervioso. A fui anclando más a esta tierra querida, con menos de la mitad de no es, entonces, ninguna nación unificada por el culto piadoso a sus
ella no le dio risa, entonces agregué, serio― Creo que no soy de las posibilidades que tenía de disfrute, de ropa y de libros nuevos héroes sino, menos grandilocuentemente, un paisaje fragmentario
derecha ni de izquierda. que pude tener. En el progresivo emprobrecimiento en que mu- hecho de ruido, laceraciones y discontinuidades.
―O sea que vos no estarías a favor de una revolución. chos quedamos atrapados, paradójicamente, tuve que botar a la
Me descolocó tanto su falta de tacto con mi desorientación política basura muchísimos billetes y monedas, emitidos en diferentes *El texto de Rafael Sánchez fue publicado previamente como parte de
(hablábamos de Argentina, yo no tenía ni tres meses viviendo aquí). fechas y ganados todos con trabajo, devaluados e inservibles por la Enciclopedia Venezolana de la Destrucción, en la edición del Papel
―Esa palabra le ha hecho mucho daño a mi país y a mi memo- la inflación, que no servían ni siquiera para jugar a los dados o Literario del 30 de mayo de 2021.

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