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PDF Papel Literario 2024, Febrero 11
PDF Papel Literario 2024, Febrero 11
•Dirección Nelson Rivera •Producción PDF Luis Mancipe León •Diseño y diagramación Víctor Hugo Rodríguez •Correo e. riveranelsonrivera@gmail.com/•https://www.elnacional.com/papel-literario/•Twitter @papelliterario
Le digo que mire las copas de los árboles cuyas hojas resisten
la miseria.
**
Hago una reverencia para entender que todas las vidas están
[conectadas
**
2 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024
Jesús Suárez
Anuario
1999
Los hijos de la dialéctica, los profetas del cambio permanente,
[vinieron para perpetuarse.
2004
Nadie se queda:
ni aquellos que partieron
como sombras de sí mismos
ni quienes permanecen
rotos
juntando sus pedazos.
2010
Después que la ciudad
creció en mí
como árbol mugriento
qué queda
sino el oficio
de la pérdida
Joaquín Ortega
huellas. Como dice Hegel, “Solo Zeus, el dios político de cuya ca-
beza ha nacido Palas Atenea, vence al Tiempo, realizando una
José Antonio Parra obra sabia y moral, creando el Estado”. Es lo que explica la exis-
tencia, en Venezuela, de figuras universales que, como afirmara
La vida en un recuerdo Mariano Picón Salas, no podían haber salido ni de las serranías
Jorge Gómez Jiménez gre o la placenta / que el hijo vil se le eterniza adentro / y el hijo
grande se le muere afuera”. Andrés Eloy recordó en sus versos
que a la patria lejana (“más difícil que un pozo en el desierto /
más bella que un amor en primavera”), a Venezuela, “inalcanza-
La edad de la inocencia ble y pura / sabemos ir por el ¡Bendita seas!”. Y, con esperanza,
suelo repetir su poema al Caribe: “Como para decirlo de rodillas
Cómo podías saberlo, cómo podías ver la oscuridad si estabas en / ¡Qué bien está que en nuestro mar me quieras! / ¡Qué bien su-
penumbras. Cómo podías prevenir el acecho si aplaudías con tus po nacer en tus riberas! / ¡Qué bien sabrá morir en tus orillas!/
manos niñas cada avance. Cantabas con tu voz tibia los himnos ¡Qué llano azul para sembrarle quillas!/ ¡Qué historia de vigilias
del engaño que solían vestir de épica las elaboradas historias de costaneras!/ ¡Qué mar de ayer para inventar banderas colora-
las que se alimentan los mitos. DE LA SERIE IN-XILIOS / ©AARON SOSA das, azules y amarillas!”
3 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024
Krina Ber
Los céntimos
En este cuarto de siglo las tecnologías cambiaron la mane- puro engaño. Yo venía del país donde ya no existían monedas,
ra en la que nos relacionamos con el tiempo, el espacio y donde el valor de los billetes se deshacía como un papelito que-
entre nosotros mismos. También Venezuela tuvo que adop- mado y su impresión no daba abasto antes de que les quitaban
tarlas. Pero a menudo lo ha hecho a su manera, grotesca, cinco o seis ceros de un solo hachazo. En Madrid existían to-
opresiva y dictatorial. Por ejemplo: el detallito de las tran- das las modalidades imaginables de transacciones electróni-
sacciones básicas. cas pero también podías manejarte como antes y sacar dinero
Esas cosas se ven mejor desde lejos y por contraste. Así de cualquier telecajero. La transición era más amable con las
me pasó en mi último viaje –Madrid 2019– entre las vitri- personas de tercera edad a las que les cuesta cambiar. Aquí la
nas de los abastos y droguerías que rivalizaban entre sí modernidad les fue impuesta sin misericordia y literalmente
DE LA SERIE VENEZUELA DEPRESIÓN / ©DANIEL HERNÁNDEZ en el atractivo de la mercancía expuesta: de pronto vi la no podrían sobrevivir sin adoptar la tarjeta de débito, el siste-
dimensión de la caída a nuestras colas en la calle, las san- ma Patria, el pago móvil, la criptomoneda oficial del régimen,
tamarías apenas levantadas, las ventanitas blindadas de Internet, incluso el celular. Yo misma estaba ayudando a dos
las farmacias por las que solo pasaba la mano. que nunca pudieron. ¿Cuántas quedaban todavía haciendo co-
También vi la mirada extrañada de una cajera cuando le la al banco para sacar en efectivo el tope diario permitido? El
pregunté si podía aceptar las monedas de un céntimo. Tuve crimen de la brutal destrucción de nuestra moneda se percibe
Julio C. Bolívar un momento de duda de si eran dinero, porque el nuestro era casi como un trámite, un problema tecnológico.
Vientos cruzados
El sol está en la piel del que se va
Karl Krispin
Es su memoria y su necesidad
Antes de entrar en la neblina del avión o de las montañas Fracaso
y su invierno de acero blanco
Cuando figuré lo que escribiría sobre este cuarto de siglo nos movemos si sabemos reconocerlo. Con esa certidumbre
Si mis paisanos entendieran, solo un instante venezolano, pensé que lo mejor sería dejar un espacio en rescatamos el individualismo que nos lleva a escribir nuestra
Louise Gluck blanco que honrara la nada. Una suerte de silencio de John historia personalísima, a despecho de la escenografía que nos
Cage lanzado sobre años que cayeron en el vacío, porque la imponen gritones, profetas e iluminados. El siglo XIX venezo-
Trabaja todo el día en el aire, espera una señal, Venezuela de la que nos sentimos parte se detuvo y explotó lano fue un siglo de destrucción, el XX lo fue de construcción,
al llegar a casa, en la noche, se sienta junto a la ventana, en mil pedazos a partir de 1999 sin que hayamos sido capaces y el XXI repite la quema secular del XIX. La pregunta es có-
a esperar la luz nocturna de los pensamientos. de recomponer sus piezas. Enumerar sus partes destruidas mo podremos regresar al hacer cuando venzamos el desha-
Observa el crepúsculo. Ese lento color mutante del fin. equivaldría a mirar a la causa pérfida, pero a la Gorgona se cer. Me lo cuestiono sabiendo la inutilidad de las preguntas
Más tiempo así, desea para su vida agitada como los vientos cruzados. aconseja no contemplarla de frente, ni siquiera nombrarla. A y respuestas en colectivo. El poeta Rojas Guardia hablaba de
como dice su amiga poeta: Vivir ― vivir te impide sentarte. lo mejor seguimos extraviados en el laberinto y el minotau- cómo el fracaso preserva la lucidez espiritual. Es nuestra ma-
ro acecha todos nuestros pasos. Abandonaremos el extravío nera fiable de conducirnos. La invocación de alguna ilusión
Lo que mira por la ventana o la puerta abierta puede ser el mundo solo con la astucia de quien reconoce estar atrapado. Decía del pasado solo le paga a la nostalgia. La catástrofe por la que
en ese paisaje enmarcado de la tarde Thomas Mann que en la vida de un hombre estaban conte- hemos transitado nos trajo el fracaso, pero tener la certeza y
Siempre un solo sol detrás de las nubes sucias de la lluvia nidas las direcciones de su tiempo y del sitio que habitaba. la claridad de que es lo único que tenemos, sabrá aclararnos
De esos vientos de invierno Pero la historia es también un telón de fondo sobre el cual la oscuridad que nos persigue.
rayos llenos del polvo de campo
motas de alguna gramínea girando hacia la posible tierra fértil
antes de florecer en la tierra pasa por el asma de su cuerpo.
Lourdes Fierro Bustillos mo. Cuando ahora observamos las estrellas, perplejos, nos per-
catamos de que la ancianidad se ha vuelto angustia intermitente,
congoja, aflicción de pecho; aquel sueño inicial devino en reunio-
Del Paraná romántico al Arauca vibrador nes que ahora llamamos abuelazón y filiación virtuales. Allí, de
vez en vez, vemos tu rostro en un recuadrito, floreciendo en esta
soledad compartida que ahora son sabadomingos en la pequeña
Leandro Area ...A flor de agua voy sangrando esta canción
En el sueño de la vida y el trabajo
pantalla de un teléfono. Te amamos.
Gerardo Sánchez
es una luz cetrina hasta la vida
sea mejor y encuentre el cauce necesario para una estable socie-
dad, con utilización apropiada de sus recursos naturales para el todo es más lejos
beneficio de todos los venezolanos.
La niña que vuela el escaparate es un ataúd
y el entierro se hace en el patio
A Maca
Ayer
Diciembre de 1999, un adolescente desfilaba frente al espejo su los refugios
muñequería: pantalones acampanados, crop top que desnudaba
la ingle y zapatos de plataforma. Mientras contemplaba su ima- mirar el cielo
gen ignoraba lo que afuera sucedía: la porfía del agua –provoca- la línea que dibuja la montaña
da por un diluvio que ningún zahorí adivinó– despertaba de las el presentimiento de la sombra
profundidades de la tierra a colosos de piedra. Con un río indó-
mito también de piedras y barro de aliado, los colosos marcha- no se puede alcanzar la nube
ron rumbo al mar dejando a su zaga un reguero de destrozos y con la mano de la pérdida
mortandad. El adolescente tampoco podía adivinar que una niña
para salvarse del cataclismo volaba como Hermes por los teja- en el cabello recogido
dos de su barrio; ella desafiaba la gravedad y la inmisericordia escondes una mínima casa
de aquel caudal que bajo sus pies se ennegrecía por los muertos tallada en una semilla
DE LA SERIE VENEZUELA DEPRESIÓN / ©DANIEL HERNÁNDEZ que se le unían. En cambio, por exhibir su delicado atrevimiento, y el anillo de la memoria
6 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024
Mireya Tabuas
tros sin cambio político. complicó cuando Venezuela entró en una crisis profunda, que
En este 2024, mis otros tres sobrinos, Aarón, Sofía y Kamila, afectó a todos los aspectos de la vida nacional.
cumplen dieciocho, doce y seis. Pienso en cada uno de ellos y en Ante esta situación, decidí reinventarme y buscar nuevas al-
los otros millones de niños y jóvenes venezolanos por los que vale ternativas profesionales, que me permitieran seguir haciendo
la pena abrazarse, otra vez, a la esperanza de un cambio. Los años lo que me apasiona: comunicar y documentar la realidad. Así
La Ford roja 1969 sigue en Montalbán. Dice mi papá que en ella fue como empecé a exponer mi trabajo, a crear un programa de
todavía podríamos salir de caravana. Han pasado 25 años. radio, a escribir, a dar charlas y a conectar con otros profesiona-
Es decir, 299 semanas. les del campo para promover y difundir su labor, todo enfocado
9.131 días. en la fotografía, el área de mayor interés e importancia para mí.
Pero parece que todo ocurrió hace ratico. La fotografía es mi forma de expresión, de testimonio, de me-
Hace veintidós horas a mi país me lo partieron en dos. moria, de denuncia. A pesar de las dificultades, aprendí a adap-
Hace veinte horas tenía dos hijos pequeños. Hace dieciséis ho- tarme, a innovar, a crecer. Encontré en la fotografía una fuente
Maye Primera ras los llevaba al colegio. O no había colegio porque había paro
nacional. O no había colegio porque no había agua.
de inspiración, de motivación, de resiliencia. He demostrado que
la fotografía es más que un arte, es una forma de vida.
Venezuela, de lejos
Así el mar esté quieto y la playa vacía y soleada, las mañanas en
Miami son oscuras si la noche anterior sueño con el apartamento
de Caracas. Si sueño, digamos, que el apartamento se derrumba
conmigo dentro o que estoy fuera y pierdo las llaves o que abro
puertas y encuentro a extraños dormidos en cada habitación. No
he regresado desde hace cuatro años y es octubre de 2021, pero mi
padre va a darse una vuelta por allí dos o tres veces al mes para
que no se caiga nada. (Los hermanos le decimos padre, papá, vie-
jo, nunca le decimos papi). Paga los recibos, sacude los muebles
y rescata lo que me haga falta de la biblioteca. Si hay agua (los
lunes o los martes), abre los grifos y las regaderas y deja correr
el chorro amarillo hasta limpiar el barro que se adhiere a las tu-
berías. Hace una siesta en mi cama y vuelve a su casa en Valencia
–la casa donde crecí– conduciendo o de copiloto en mi viejo auto,
que gasta menos gasolina que el suyo. La gasolina escasea. Hace
filas de dos horas para llenar un tanque y por eso siempre calcula
cuánto combustible gasta, cuánto tarda en el viaje y cuenta una
anécdota del trámite que superó en la capital. A todas partes va en
auto si consigue combustible, conduciendo él mismo o durmien-
do en el asiento del copiloto. Su mejor anestesia son los viajes por
carretera. Cuando enviudó de mi madre, en septiembre de 1984,
lanzaba un colchón en la cabina de la pickup blanca, nos subía a
los tres hijos de madrugada y arrancaba a manejar con la radio
apagada, siempre en la misma dirección, a su pueblo en la penín-
sula de Paraguaná. Llegado el momento, daba golpecitos al vidrio
de la cabina y bajaba la velocidad, aún con los ojos en la autopista:
“Despierten para que vean la refinería”. Hediondas a azufre con
salitre, las refinerías de petróleo eran la modernidad: castillos de
papel aluminio cubiertos con bombillitos, calderas humeantes, DE LA SERIE NIÑOS MINEROS / ©YRIS PAUL
8 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024
Nelson Tepedino
Mysterium Iniquitatis
En 1998, cuando comenzaba mi carrera académica en la USB, esta
DE LA SERIE NEVERAS VACÍAS / ©DANIEL HERNÁNDEZ
se hacía llamar la universidad del futuro. Es tan solo un ejemplo de
Hace algunas semanas, viví una experiencia inusitada: iba cómo asumimos ingenuamente que futuro es siempre equivalente
en un autobús y una chica joven se levantó de su lugar y, acto a progreso. Mi generación creció bajo el hechizo del mito moderno
seguido, hizo un gesto cediéndome el asiento. Miré a un lado de la evolución necesaria de todas las cosas, como si el drama que es
Moraima Guanipa
y a otro: me costó entender que la cosa era conmigo. Hasta la historia pudiera domesticarse en una existencia que se reducía a
un momento antes, mientras estaba sentada, la chica había ser una gozosa y perpetua compra-venta en el mercado. Veinticin-
estado leyendo un libro. Era una novela que también yo ha- co años después de la irrupción de la “república bolivariana” –me
bía leído hace muchos años. ahorro el dolor del inventario de las infinitas pérdidas–, aquellas
Mi país llamado UCV Mientras me sentaba en su puesto, nuestras miradas se expectativas desmesuradas de la Venezuela de la era democrática
cruzaron. Fue un instante apenas, pero me gusta pensar que han devenido desesperanza. Pero a la anécdota de estos años sub-
Mirar atrás este cuarto de siglo en Venezuela bien puede ser el alcanzó para reconocernos: ella vio en mí un futuro tan leja- yace un sentido más profundo, porque se ha develado justamente
recorrido por una herida social todavía abierta. De este tiempo no que en seguida le pareció inconcebible; yo recordé aquel el desmentido de aquel presupuesto moderno: la historia no es ni
me quedo con un dato y un recuerdo personal: también hace tiempo en el que la vejez era una mera palabra, una palabra evolución ni progreso, porque no está dirigida por esotéricos dina-
veinticinco años ingresé como docente en la Universidad Cen- en un idioma de tierras que jamás serían las mías. mismos dialécticos ni por leyes “científicas”, sino que es más bien
tral de Venezuela (UCV). Es decir, mi vida en los últimos cinco Por un momento, esa chica joven y yo fuimos la misma: las el escenario del perpetuo nuevo comienzo de la libertad de cada per-
lustros ha girado alrededor de la Universidad. dos viajábamos al mismo destino, las dos amábamos las nove- sona que viene a este mundo. Una libertad que, además, está herida
Suelo hacer bromas diciendo que en enero de 1998 me casé con las rusas, las dos estábamos –y estaríamos siempre– de paso. y distorsionada siempre por el misterio de la iniquidad (2 Tes 2, 7).
la UCV: alcanzo las “bodas de plata” con esta ya tricentenaria Iniquidad que en el original griego no es mera y abstracta “maldad”,
institución universitaria que he convertido en mi casa y, a la luz sino ἀνομία, anomia, carencia de nomos, de norma, ley y medida que
de estos años, en el país en el que me reconozco. dome y oriente los deseos humanos y haga posible el bien común. Es
El mismo día en el que gané el concurso de oposición me in- lo que caracteriza al presente que ha resultado de estos veinticinco
formaron que comenzaría a dictar clases la semana siguiente. años de revolución nihilista: una nación hundida en la anomia, en
Clases a las que se sumaron las tareas no solo de la investigación
sino también de gestión universitaria: cargos de representación
profesoral, de responsabilidad académica, como jefaturas de cá-
Nasly Ustáriz una suerte de psicopatía política y universal que está deshaciendo el
tejido social y que amenaza su misma viabilidad. Solo si asumimos
esta noche oscura como cura de realidad, podremos transmutarla en
tedras y departamento, participación en comisiones.
Asumí que enseñar periodismo era una forma de mantener ¿La misma? esperanza adulta y no en mero eslogan de autoayuda.
viva la pasión por este viejo oficio que durante más de una dé-
cada viví en la calle y con la gente, pero entendí también que su Estamos viendo la rocambolesca televisión argentina que
enseñanza reclamaba la responsabilidad del estudio, análisis, bulle de política actual. El entrevistado es Durán Barba, ase-
labor investigativa, horas de preparación, correcciones, sudor
y susto en cada clase, en cada curso. Y nunca como entonces las
sor político y de imagen, conocido por su hiperpragmatismo
y por haber asesorado a partidos tan disímiles como Alterna-
tiva Liberal de Pablo Escobar, o las campañas presidencia-
Oriette D’Angelo
dimensiones humanas de la Ciudad Universitaria de Caracas co-
les de Mauricio Macri. Dejo el programa porque me gusta el Recuerdo a mi abuela macerando un pernil durante días antes del
braban el sentido de un espacio entrañable y propicio para ello.
estilo calmadamente seductor de Luis Novaresio y me dejo 24 de diciembre. Recuerdo sus manos, cómo se quitaba los anillos y
La Universidad es para mí el espacio de la libertad, donde he sido
atrapar por el ritmo de su entrevista. Descubro que los ob- mezclaba limón, ajo, sal y pimienta para preparar el adobo. Recuer-
libre, si eso es posible acaso. Libre, que es una forma de felicidad.
jetos predilectos de Durán son libros. ¡Qué curioso! Alguien do el olor de su cocina y cómo toda mi familia observaba ese ritual:
Crisis. No he conocido otra palabra que haya acompañado con
con quien creí no tener nada afín, pero se declara pacifista, el olor del ajo al abrir la nevera y las ansias de que el pernil ya es-
mayor insistencia mi vida en la Universidad. Desde dentro y des-
amante de los libros. tuviera en el horno. De acompañantes: yuca con mojo y congrí. Mi
de afuera, amenazas y amargas realidades se han dado cita en
¿Qué hace que podamos descubrir identidades con alguien abuela era cubana, también huyó de una dictadura y siempre llevó
la institución: ahogamiento presupuestario que limita sus fun-
tan distinto y tan distante? ¿Vivir en el Río de la Plata por sus tradiciones a cuestas. Fue así desde que nací hasta el 2014. Al año
ciones básicas; recurrentes violaciones a la seguridad laboral
años –con larga pausa de tres en Nueva York– me ha cam- siguiente me fui de Venezuela y esas se convirtieron en las últimas
de docentes, empleados y obreros, con sueldos por debajo de la
biado, quizá, la percepción? ¿Qué queda de mí, de aquella navidades que pasaría con mi familia. Observamos los fuegos artifi-
línea de pobreza; renuncia y emigración del personal; inseguri-
que salió de su Caracas natal –me perdonan el lugar común ciales desde el balcón y todos me desearon un mejor futuro, el futuro
dad, violencia, vandalismo, entre muchos otros. Y si este rosario
pero no pude resistirme– hace más de nueve años? ¿Cómo que merecía, uno por el cual ellos ya se habían cansado de luchar.
de calamidades fuese poco, no dejan de aparecer las voces de fe-
saber qué sigues siendo tú si la enfermedad que, como Vol- Tengo tres años pasando navidades sola. Estos últimos años, para
roces críticos que, desde dentro y fuera de la universidad, no le
demort, no debe ser nombrada, disfraza de otra la imagen el 24 de diciembre, he comprado un pequeño lomo de cerdo y lo he
otorgan ninguna garantía de existencia porque no se ha doble-
que te devuelve el espejo?; si, parafraseando a Sabina, ya no macerado con limón, ajo, sal y pimienta. Mi cocina ha olido como
gado frente a las formas cada vez más sofisticadas de anulación
refleja más tu vivo retrato. esa casa que dejé y, esta vez, solo he sido yo quien ha observado el
de sus fines más trascendentes.
“No voy a seguir por este camino, para variar estoy disper- ritual: el olor del ajo al abrir la nevera y las ansias de que el lomo de
Dicen que la UCV es un cadáver insepulto, amargamente le
sándome”, me recrimino. Enseguida río para mis adentros, cerdo ya esté en el horno. Al ritual se le suma ahora rabia, ternura
critican que siga en pie. Incluso reclaman complicidad con quie-
al percatarme de que sigo siendo, allá dentro, la misma en y tristeza. Intento que mis manos mantengan viva la memoria de mi
nes la acosan. ¿Y no es acaso muestra del fracaso de los intentos
algunas cosas fundamentales: la misma, pese a la vileza de abuela, de quien no me pude despedir cuando murió en 2019, un par
de ocupación el hecho de que el gobierno no haya podido ganar
los cambios que distancia, orfandad de hijos y de biblioteca, de semanas antes de navidad. Mis manos, como las de ella, intentan
ninguna elección en la UCV?
amistades calentadas a la pálida luz azul del WA, abrazos vir- llevar tradiciones a cuestas, tradiciones que, en todos estos años,
Preocupa, sí, la terquedad con la que desde distintas instancias
tuales, pandemia y enfermedad han instalado en mi vida. En nadie me ha podido arrebatar.
de la Universidad se plantea una normalidad a juro, de espaldas
a todos estos ingentes problemas. Pero es allí, en el seno ucevis-
ta, donde se encuentran gestos cotidianos de rebeldía. ¿Bastan?
No, pero quizás el solo registro y la memoria de esta resistencia,
a la manera de los empecinados lectores en Fahrenheit 451, sea
uno de los muchos gestos de dignidad que nos queden.
Mori Ponsowy
Esa experiencia inusitada
Más allá de la memoria, no estoy segura de qué une a esta que
soy ahora con aquella que fui hace veinticinco años. Miro, con
asombro, sus decisiones, y me parecen las de otra persona: las
de una mujer distinta, un ser ajeno, casi extraño. Sus deseos y
los míos no coinciden; nuestros cuerpos son otros; la manera
de encarar los días; los temas que nos preocupan. Ella anhela-
ba aventuras, amores, viajes. Yo, en cambio, amo el silencio de
esta casa vacía y solo salgo cuando ya no queda ni una hoja de
lechuga y nada de sal. Ella se desvivía en certezas. Yo vivo en
una maraña de preguntas. DE LA SERIE EXILIO EN SOLEDAD / ©KREMLIN PRIETO
9 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024
II Paulina Gamus
En 1999 ocurrió la impresionante catástrofe conocida como el
deslave de Vargas. Una dolorosa tragedia natural, inopinada me-
táfora de la decadencia siguiente de nuestra cotidianeidad civil
Un cuarto de siglo, se dice fácil
y política. Como debo hablar de mí diré que hace 25 años, en enero 1999, era
Amanecimos en el nuevo siglo bajo el desconcierto, la crispa- una senadora recién electa por Acción Democrática pero sin mu-
ción, el miedo, bajo el eco de los cañonazos de un “por ahora” y chas esperanzas de ejercer el cargo. En julio de ese año renuncié
la amenaza de una fritura de cabezas. El ejercicio del poder dejó después del intento de linchamiento por las bandas chavistas
de ser la práctica de reconocimiento del adversario y se destro- que me persiguieron por haber osado criticar al presidente del
nó la idea misma de la alternancia. La “política” se entrometió Congreso de la República, coronel Luis Alfonso Dávila.
en la sala, el comedor y el dormitorio. Pensar diferente devino Desde entonces mi vida fue otra. Aprendí a usar la computadora
fuente de conflicto permanente, de descalificación. Perdimos la porque ya no tendría secretaria que transcribiera mis artículos
prensa libre, la luz, el agua, el signo monetario y los tres platos y cartas. Mi teléfono dejó de sonar tantas veces cada día porque ©BETO GUTIÉRRE
en familia. De generoso país de acogida aventamos a millones de ya era nadie en términos de influencias para hacer favores. Solo
nacionales. La memoria colectiva ha sido blanco de una incesan- me llamaban la familia y los amigos de verdad, no los del cargo. brerías del otro lado del charco se convierten en seres comunes
te artillería, física y verbal. Son otros los nombres de autopistas, Sentía una paz que no había conocido en los últimos veinte años. y corrientes que te consigues a menudo y que llegan a ser tus
parques e instituciones. El corcel de la bandera viró para la iz- Pero entonces comenzó la dispersión, el éxodo. Se fueron mis amigos. Estos años me he vuelto un lector más voraz y dedico
quierda y hasta el nombre del país es otro. La estridente e inju- más queridos y admirados médicos. Se fueron entrañables ami- muchas más horas a la escritura. En Barcelona, paradójicamen-
riosa cháchara la neolengua impuesta desde el poder neutraliza gos. Y empezó a irse mi familia. Sobrinos, primos y lo más dolo- te, al año de llegar hubo disturbios violentos parecidos a los de
la capacidad de un pensamiento libre. Y, sin duda el cambio más roso, mis tres nietos. Se casaron dos en Bogotá y Cartagena con mi país y el resto es historia: pandemia, guerra en el continente
deletéreo, la tutela de lo militar sobre lo civil como un inmen- colombianas y una en Caracas con su novio también colombia- y amnistía. He dado muchas piruetas: desarraigo sudamericano,
so mojón atravesado en el sendero democrático de nuestro país. no. Me han nacido siete bisnietos. Es una suerte, haber vivido centroamericano y ahora europeo. He perdido familia –desper-
Cambió el universo tanto real como simbólico de la república para ser siete veces bisabuela y tener la lucidez para disfrutarlo. digada en el mundo– y he ganado amigos.
civil. ¿Y la lejanía? Existen las videollamadas. Nos comunicamos, nos Pensar que nada de esto hubiera ocurrido si el resultado de
hablamos y siempre lo mismo: ¿Cómo están, qué hacen, que tal aquel día de elecciones hubiera sido distinto.
el trabajo o la escuela?
¡Pero no poder abrazarlos y besarlos! Y sin embargo soy pri-
Pancho
vilegiada. ¿Cuántos de quienes quedaron aquí: padres, abuelos,
hijos o hermanos de los millones que se han ido tienen esa suer-
te? ¿Cuántos tienen computadora y wifi para comunicarse y a Rafael Cartay
Crespo Quintero cuántos no les falla la energía eléctrica para hacerlo posible?
Pienso que a los 86 años no debo quejarme. 300 palabras para contar un sufrimiento nacional, Nelson, me di-
ces. ¿Pocas? ¿muchas? Depende. Pernalete, Rojas, Roa, y así hasta
300 estudiantes caídos en las calles por balas asesinas. Cada nom-
La patria echó al país bre equivale a una palabra de las 300 que dices, un abecedario
emocional que encierra un rosario de letras que narra un sueño
Todo el tiempo en los extremos. Día tras día entre la tristeza y la
Paola Romero
Sócrates, en casa
A Sócrates lo condenaron a muerte por filosofar. A pocas ho-
ras del juicio, sus discípulos le dieron la alternativa de escapar.
En un gesto característico del filósofo, Sócrates se hizo una pre-
gunta, en su caso la que sería su última pregunta: ¿es el exilio
realmente una alternativa a la muerte? Su respuesta fue clara:
“Señores atenienses” dijo en la Apología, “los aprecio y estimo,
pero le haré más caso al dios que a ustedes. Mientras todavía res-
pire y sea capaz, no voy a dejar de filosofar”. Si filosofar implica
quedarse en Atenas y en el país que lo hizo hombre, pues hasta
luego exilio. En los 25 años desde que se instauró en Venezuela
un sistema de persecución y de censura, muchos pensadores
DE LA SERIE NEVERAS VACÍAS / ©DANIEL HERNÁNDEZ
10 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 11 DE FEBRERO DE 2024
Sonia Chocrón
Cristo y Centurión romano, crucificado y el que crucifica; no Pero nada duele más que la familia. Se nos han ido gran parte
puedes ser las dos cosas, pero ambos coexisten en tu historia. de mis sobrinos. Los he visto crecer por WhatsApp. Enterraron
Eres inocente y también recibes tu castigo, la sentencia y el do- a su patria, a sus madres y a la mía, a distancia. Somos familias
lor, todo lo llevas por dentro. Tus recuerdos van lejos, más allá de
lo permitido por una tenue conciencia que intenta mantenerlos La pantaleta negra disgregadas de un país roto.
Ha sido un tiempo déspota, demoledor, corrompido, pero entre
a raya. Ninguno con la fuerza necesaria para imponer su identi- sus grietas nos seguimos encontrando con la memoria de lo que
dad, alguna historia alrededor de la cual aparentar continuidad Me ocurre continuamente que ya no está la familia completa pa-
hemos sido como alimento para continuar.
o resguardo. Te atienes a los que tus papeles de identidad dicen. ra almuerzos y abrazos, que ya no hay todos los vuelos, ni mis
Eres venezolano, pero firmaste en una notaría en en las afueras librerías de cabecera, que me faltan amigos y tertulias en casa,
de Málaga, tu solicitud de nacionalidad al ser descendiente de y que tengo menos certezas. Echo en falta la mitad de todo.
sefarditas expulsados de España en 1492. Veintidós generacio- Trato de no pensarlo porque mi melancolía es muy solícita y
nes te condujeron al apellido Marmolejo, habitantes de Sevilla
en aquel año fatídico cinco siglos atrás. Y mientras esperas la
siempre está presta en su trampolín.
Pero a veces me asaltan los detalles. En ellos encuentro retratadas
todas las metamorfosis. Las más inofensivas y las más apremiantes.
Thamara Jiménez
resolución, te aventuras a pensar cuál es tu verdadera historia
o si es posible encontrar alguna certeza en los cerros de carpe-
tas que mantienen ocupado a un funcionario del Ministerio de
Me pasó no hace tanto cuando vi en tv a un político, militante
de un partido opositor, diputado para entonces, que intentó en-
Ni de lejos
Justicia en Madrid. No esperes encontrar en esa identidad de trar a la fuerza al Consejo Nacional Electoral, y entre empujones
No bien ciertos hombres habían logrado reunir
papel alguna ciudadanía firme sobre la cual puedas descansar. y manotazos, policía, detractores, partidarios, guardias y miro-
tantos esclavos como animales en manadas, estaban
Solo en misa logras hacerlo, si te concentras, si prestas atención. nes –todo junto como un garabato–, terminó desplomado como
echadas las bases del estado y del uso y abuso de
poder; y no puede caber duda alguna de que el deseo
de tener al pueblo entero como esclavos o animales, en
el gobernante se hace tanto más fuerte cuantas más
gentes constituyen el pueblo.
Elías Canetti. Masa y poder
Faitha
Nahmens Larrazábal
Nos vemos en la esquina
de los besos
El golpe falló, el por ahora es lo que duele. Son 25 años, dos gobier-
nos, no sé sabe cuál peor, y 8 millones de adioses, voces de todas las
edades que intentan la zeta, o la hache como jota, o el vos. Venezo-
lanos allá, acá, venezolanos hallaca, el hilo se estira como un chicle,
somos Elastic Girl de infinitos brazos hasta cada amor, muchos,
tantos y mi hijo Simón que en el ínterin, o durante nueve extraor-
dinarios años, desde sus 16, y dos guitarras, y yo sin visa, se vol-
vió pelilargo, grabó una canción, se dejó la barba, se mudó con su
chica. No nos hemos visto desde entonces, o sí, el vidrio del celu se
rompió hace tiempo, me decía un amigo. Nos rastreamos las ojeras
y de oreja a oreja, la capacidad de estiramiento de la sonrisa tenaz.
Claro que hay que resistir, terquear, no cejar, y también adaptarse,
y seguir con la rebeldía, y claro que hay que comer, y tener esperan-
OBRA / TALLER EXPERIMENTAL
za, y denostar, y comprar lo vintage que te hace guiños, aquello que
un amigo dejó, y regurgitar los sapos y las culebras. La nostalgia es
ria ―le dije, ya sin nervios. hacer pulseritas con baño de oro, como se hicieron con la puya
patria común. Como el aleteo de una mariposa que puede provocar
―Lo que pasa en Venezuela igual no es de izquierda ―se atre- o el medio, en el pasado. Al oro ahora no hay acceso.
una tempestad del otro lado del mundo, los pañuelos blancos son
vió…, lo recuerdo y me río. Así comenzó el descalabro nunca visto antes de estos 25 años.
susurro en la orilla otra, me temo; son un manojo de nomeolvides
―Mira, ¿sabes cómo es la vaina? Que tú ves El acorazado Po-
en las maletas, un cuchicheo de cuídate mi pana colado en el libro
temkin y ves aquel gentío desaforado bajando las escaleras, hu-
rojo de Scannone o en la postal del Ávila, enorme como quien se
yendo de los soldados y los cosacos del zar, ¡y aparece de pronto
lleva la ventana. Nadie dice sálvese quien pueda, tiene pudor la
el mocho, lanzándose sin piernas por las escaleras, junto a los
memoria. Todo empezó de golpe, era madrugada, eran unos desco-
ciudadanos de Odessa, fusilados brutalmente por solidarizarse
nocidos, acaso seguimos siéndolo, no quise hacer colas, rebajé siete
con la tripulación del Potemkin, sublevada porque pretendían
kilos, he usado jabones de producción casera, me he enamorado, he
alimentarlos con comida podrida…y a ti también te dan ganas
celebrado la vida, he llorado a los vivos y los muertos, a Neomar, a
de hacer la revolución! Pero la película es solo un atisbo. Luego
Pernalete, a mi comadre, a Oswer y a Ildemaro Torres, y no dejo de
llegó la verdadera, y mató también a los trabajadores con balas
confiar en la palabra amor. Sé que no se quedará colgada en ningún
y hambre. Por eso yo no puedo ser un revolucionario, acaso un
fusil, y que no saldrán embustes de las bocas de los dictadores sin
revolucionado… ¡Y sin querer!
rastrillarle el pellejo. Confío en la bondad como Borges en que lo
La conversación ocurrió en abril, quizá mayo del 2018. Apenas
improbable es la muerte. Creo en los libros arrumados que adopto
un año atrás, en el 2017, en Venezuela toda se vivieron (se murie-
y rebasan las escaleras de casa y mi hermana lleva a su causa, su
ron) las protestas de mayor intensidad que han ocurrido contra
librería lo es. Sé que pasará La mala hora y la democracia vivirá
la Revolución bolivariana, y ahí estuve, a punto de lanzarme al
La metamorfosis que conseguirán desde Le región más transparente
Guaire con mi madre ante la represión asfixiante.
los Traficantes de sueños, y suscribiremos la Historia de la marcha
¿Lo que pasa en Venezuela se percibe como una revolución,
a pie. Y vendrá un nuevo día no con El sol de la ceguera y estarán
como pasó en Cuba, en China, en Rusia?... Aunque es innegable
Todas las familias felices. Me da melancolía a la misma hora, cada
que de allí viene, hay algo que la vuelve siniestra (en tanto un-
tarde a las seis, me da miedo el anuncio en color morado moretón
heimlich) respecto de las otras. Claro que guarda cierta familia-
de la noche, luego me envalentono. Soy campeona de sueños en las
ridad con aquellas, pero tiene unos rasgos que, al menos para mí
noches desveladas, y juro que sonrío cuando vuelve a amanecer.
(quizá por padecerla), la diferencian: su grotesca jodedera, su bo-
chornosa payasada derretida. En Cuba es impensable, creo, un
tipo como Lacava…, ni hablar de China y Rusia. Pero lo más pe-
culiar me parece el malandraje: ese poder cedido a un cuerpo de
cuerpos que no es el gobierno, que imponen su propia ley en el
Keila Vall de la Ville territorio sin obedecer a la cabecilla dictatorial, aunque negocian
con ella (entre narcos se entienden), y los malandros hasta hacen
las veces de agentes del mal y la muerte a cambio de una impuni-
No somos las mismas dad endemoniada. También cada tanto se cosen a plomo entre sí.
Sí, la vida ha cambiado en Venezuela, en los lugares que reci-
ben a los venezolanos. El mundo todo es casi nuevo cada cinco
No somos las mismas y no podemos ni deseamos volver atrás. Nos
años, con sus teléfonos, lentes, autos, cohetes, armas.
acerca una intención y un desplazamiento, cada vez el recorrido de
Sin embargo, acusar la criminalidad de los regímenes de iz-
una ruta que se bifurca, se multiplica, se recrea; un cierto optimis-
quierda, leer la literatura de los países que los padecen, no me
mo que comporta riesgos tanto como lo hace la nostalgia, ofendida
convierte en un facho conservador, del mismo modo que advertir ©BETO GUTIÉRREZ
ante el devenir sobre todo si se asoma oscuro, más bien reaccionaria
y señalar los delirios de tipos como Donald Trump, Jair Bolsona-
y tradicional, temerosa de lo desconocido. En 1999 me gradué como
ro o Javier Milei, no me convierten en un comunista “chavista”,
Antropóloga de la UCV y en vez de especializarme dejé mi trabajo
como llegó a decirme un tío alguna vez –siendo él uno de quienes
Rafael Sánchez
estable en el IVIC en pos de nuevas conversaciones. Me convertí en
votó por Chávez cuando yo apenas tenía cinco años.
editora gráfica del suplemento Todo en Domingo de El Nacional,
Guardo una esperanza (la única que me permito en relación a
un trabajo periférico, y seductor. Siendo aventurera, estudiosa de
estas cosas), no tanto de que la dictadura se acabe, sino de que,
imágenes mitológicas amazónicas, empecinada en la fotografía y
lectora siempre, me fascinaba escuchar a los periodistas al tanto y
si acaba, que todas las vueltas que nos ha dado nos brinden la Los ojos de Chávez
sabiduría para lidiar con el desastre y sostener esa frágil labor
partícipes de la noticia del día, trabajar con escritores que extraían
que significa vivir en democracia. Casi como por encanto los ojos del Comandante Eterno de repente
de sus chisteras perfiles, historias y tendencias, compartir proyec-
estaban en todos lados, observando a transeúntes, automovilistas o
tos con fotógrafos y diseñadores. Disfrutaba el tránsito diario por
motorizados desde los sitios elevados –pancartas, escalinatas o mu-
la Avenida Lecuna para llegar a mi trabajo y me sentía orgullosa
ros de edificios– donde habían sido instalados poco después de la
de trabajar en el diario que llegaba a mi casa y la familia se rotaba
muerte del mandatario. La intención del régimen al diseminar los
por secciones cada vez. Más adelante dirigí el departamento de con-
Olgalinda Pimentel
ojos de Chávez por todo el territorio nacional no requiere de mucho
ceptualización del Museo de Ciencias. Mi primera responsabilidad:
comentario. Lo mismo que los videos de dibujos animados que, con
dilucidar arquitecturas narrativas y escribir el guion de Futuro, una
pasmosa puerilidad, mostraban por ejemplo a un Chávez avanzan-
exhibición colosal, fantástica, optimista y también aterradora, el fu-
do por un prado verde esmeralda hasta reunirse en un más allá
turo siempre lo es para el pensamiento retrógrado, que apenas ini-
ciándose el colapso del país jamás llegó a las salas. Cómo imaginar
De la familia a las pulseritas de comiquita con los santones de un cierto panteón revolucionario,
desde Jesucristo hasta el Che, el mensaje que en su insistencia el
que me haría escritora en buena medida tanto gracias a los relatos con baño de oro par de ojos infinitamente clonados del difunto buscaría difundir no
míticos arawakos como a los periodistas del suplemento dominical y
podría ser más inequívoco. A saber, la continuada ascendencia del
la entrega al Futuro que no sería. Siete años más tarde publiqué mi Todos los días hay cambios en la vida, gracias a Dios, porque de mandatario muerto sobre los quehaceres de los vivos, el hecho, en
primer libro con Monte Ávila Editores y Venezuela era otra, pronto no haberlos vivir sería un fastidiosísimo ejercicio, aunque pro- otras palabras, de que Chávez presumiblemente continuaría pre-
la editorial misma se desvaneció y nacieron nuevas. No somos las vechoso a la larga. Como fue en la primaria hacer planas de una sidiendo literalmente desde la tumba sobre los destinos de Vene-
mismas, somos más fuertes. Hoy con ocho libros escritos y vivien- misma palabra en todas las páginas del cuaderno Caribe, para zuela. Como a menudo sucede cuando técnicos poco diestros mani-
do en Nueva York veo a una Venezuela brillar dentro y fuera de sus no olvidar, por ejemplo, que el vocablo decencia se escribe con c. pulan lo sagrado demasiado chapuceramente, más temprano que
fronteras, entablar conversaciones y desbordarse en pos de un fu- Pero en los últimos 25 años, los cambios han sido brutales, des- tarde las costuras fatalmente acaban por mostrarse. En lugar de la
turo que ya es presente y nos acerca. Hemos cambiado mucho, no garradores, casi nos borran la vida con memoria y todo, como mencionada ascendencia, lo que en su desencarnado mutismo los
somos las mismas y a la vez no hemos cambiado un ápice. lo hicieron en Google. Los míos son los mismos del país, a pun- ojos de Chávez acaban por sugerir es la completa irrelevancia del
ta de agresiones y frases, pero dos fueron los más importantes. mandatario muerto para los asuntos de este mundo. De manera
El primero fue un sacudón que luego significó el vuelco más que oblicuamente evoca la novela corta de Henri James La figura
dramático. Mi familia de dos hermanos y 50 primos se partió en en el tapiz, se me ocurre que lo que en todo su insistente patetismo
dos, sin posibilidad de unir los pedazos de nuevo, como ocurrió los ojos de Chávez acaban por revelar es que después de doscientos
Luis Mancipe León también con amigos y con todos los venezolanos. A este quiebre
familiar se unió la demolición a dentelladas, transmitida por los
medios, de la formación intelectual, del trabajo honesto y el pro-
años de ascendencia casi ininterrumpida la figura teológico-políti-
ca en el tapiz de la nación venezolana –más recientemente, la dupla
Chávez/Bolívar– está finalmente desdibujándose. Lejos ya de ser el
―¿Vos sos de izquierda o de derecha? ―me preguntó una noche greso, las bases de lo que éramos. El país nunca más fue igual. polo magnético en torno al cual la nación se recoge piadosamente, lo
M., la primera persona que me gustó cuando vine a Buenos Aires. Llegó Cadivi y como no lo quise, no pude viajar a placer y me que en su retirada esta figura monumentalizada deja al descubierto
―¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio? ―dije riendo nervioso. A fui anclando más a esta tierra querida, con menos de la mitad de no es, entonces, ninguna nación unificada por el culto piadoso a sus
ella no le dio risa, entonces agregué, serio― Creo que no soy de las posibilidades que tenía de disfrute, de ropa y de libros nuevos héroes sino, menos grandilocuentemente, un paisaje fragmentario
derecha ni de izquierda. que pude tener. En el progresivo emprobrecimiento en que mu- hecho de ruido, laceraciones y discontinuidades.
―O sea que vos no estarías a favor de una revolución. chos quedamos atrapados, paradójicamente, tuve que botar a la
Me descolocó tanto su falta de tacto con mi desorientación política basura muchísimos billetes y monedas, emitidos en diferentes *El texto de Rafael Sánchez fue publicado previamente como parte de
(hablábamos de Argentina, yo no tenía ni tres meses viviendo aquí). fechas y ganados todos con trabajo, devaluados e inservibles por la Enciclopedia Venezolana de la Destrucción, en la edición del Papel
―Esa palabra le ha hecho mucho daño a mi país y a mi memo- la inflación, que no servían ni siquiera para jugar a los dados o Literario del 30 de mayo de 2021.