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La Medalla Milagrosa
"Todos los que lleven consigo esta medalla recibirán
grandes gracias. Las gracias serán sobreabundantes para
aquéllos que la lleven con confianza."
(la Virgen a Catalina Labouré)

Llevar una medalla de la Virgen al cuello, rezar el santo


rosario, tener en casa un altar con la imagen de la
Virgen, traerle flores, encenderle velas: son actos de
amor de un corazón que se sabe hijo de la Madre del
Cielo. Con todos estos actos no adoramos a María, sino
que le tributamos devoción, respeto, admiración por
haber sido elegida por Dios para participar en su plan de salvación de la humanidad.
En muchas ocasiones la Madre de Jesús nos ha visitado con el único fin de que regresemos al
camino trazado por Jesús. En sus diferentes apariciones y mensajes nos ha dejado los signos de su
visita que nosotros veneramos, respetamos y amamos. En México, nos dejó su imagen plasmada
en una tilma, en Lourdes nos dijo que era la Inmaculada Concepción, en Fátima nos dijo que era la
Señora del Santo Rosario, en Cuapa dijo a Bernardo que venía del Cielo y que era la Madre de
Jesús, en Francia la Virgen nos dejó una medalla a la que todos llamamos Milagrosa.

La Virgen de la Medalla Milagrosa como la conocemos, es una aparición que tuvo lugar en una la
ciudad Rue du Bac de Francia en el año 1830.
Por esas fechas, el clima de ese país es cada vez más tenso: se viven dificultades internas entre
otros conflictos; en medio de esto la voz de la Santísima Virgen se hace oír: venid al pie de este
altar, aquí las gracias serán derramadas sobre todos.

Catalina Labouré era por entonces una joven de veinticuatro años que acababa de empezar el
noviciado en las Hijas de la Caridad, una institución fundada por San Vicente de Paúl, con la misión
de ocuparse de los enfermos y ancianos.
Las apariciones de la Virgen María a sor Catalina fueron 3:
La primera: la noche del 18 al 19 de julio de 1830.
La segunda: en la tarde del 27 de noviembre de 1830.
La tercera: en una tarde de diciembre de 1830

Primera aparición: A las 11:30 de la noche del 18 de Julio de 1830 un Ángel en forma de niño la
despierta con una muy buena noticia: "La Virgen te espera en la Capilla". Siguiendo su guía, que
todo lo ilumina a su paso, Catalina llega a la Capilla. Se detiene ante el comulgatorio,
arrodillándose en las gradas del altar con las manos apoyadas sobre las rodillas de la Virgen, vivió
el momento más feliz de su vida. En diálogo confidencial, de una madre con su hija, María le dice:
"Dios quiere confiarte una misión, tendrás que sufrir mucho. Pero no tengas miedo".
Con el anuncio de los malos tiempos que se acercan, de revoluciones y muerte, la Virgen señala un
camino abierto a la esperanza: La Eucaristía. "Vengan a los pies de este altar; aquí las gracias se
derramarán sobre todas las personas que las pidan llenas de confianza y con fervor".

La invitación urgente de Nuestra Madre en su primera aparición en la Rue du Bac ha sido acogida
por millones de personas, de culturas y orígenes diversos, que se arrodillan a los pies de La
Milagrosa, en una capilla situada en pleno corazón de la capital francesa, pero no sólo en este
lugar donde estuvo la Virgen en diálogo con Catalina, también en todos los lugares del mundo
donde se le honra y se le ama.

Segunda aparición: El 27 de noviembre de 1830 La Virgen Inmaculada se le aparece a Sor


Catalina en la Capilla, durante la oración de la tarde. La manifestación celestial se presenta en tres
momentos:

En la primera escena: María se presenta de pie sobre una semiesfera terrestre, aplastando con sus
pies a una serpiente. Entre sus manos, a la altura del pecho, sostiene una pequeña esfera dorada
que eleva y ofrece a Dios. En ese momento la Virgen bajó su mirada a los ojos de Sor Catalina.
Entonces entendió sus palabras: "La pequeña esfera representa al mundo y a cada uno de
nosotros, a quienes tiene siempre muy cerca de su corazón maternal".

En la segunda escena: Unos rayos de luz salen de las manos de María e iluminan el globo de la
tierra sobre los que se asientan sus pies. Catalina oye una voz que le dice: "Estos rayos son símbolo
de las gracias que María alcanza a cuantos se las pierden".
A la Virgen le agrada escuchar nuestras plegarias, y sabe ser generosa con las personas que la
invocan. Después, en torno a la aparición se forma un óvalo a la manera de medalla. Y Catalina
observa cómo se inscribe en letras de oro una invocación a la Inmaculada Concepción, desconocida
hasta entonces: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos".

Tercera Escena: A continuación, la Medalla hizo un giro y Catalina vio la cara del reverso. En la
parte superior una cruz que corona la inicial del nombre de María. Debajo dos corazones: uno
rodeado de espinas; el otro atravesado por una espada. En ese momento Catalina escucha
claramente las palabras que detallan y explican la misión que la Santísima Virgen María quería
confiarle: "Haz acuñar una medalla según este modelo. Las gracias
serán abundantes para las personas que la lleven con confianza".

Tercera aparición. La Santísima Virgen se aparece de nuevo a Sor


Catalina mientras las Hermanas hacían la oración a las cinco de la tarde,
en la Capilla. Esta aparición recuerda y confirma a Catalina en la
misión del 27 de noviembre: “Haz acuñar una Medalla según este
modelo“. Y mientras la vidente intentaba descifrar el significado del
reverso de la Medalla, escucha una voz: “La letra M y los dos
corazones son lo bastante elocuentes”. En ellos contemplamos el amor
y el dolor redentor de Cristo, compartidos por María al pie de la cruz; y también el signo del amor
de una llamada que espera el amor de una respuesta.
La Medalla Milagrosa: Un sacramental

La Medalla Milagrosa es un sacramental aprobado por la Iglesia católica, o sea un signo exterior
que produce un efecto interior.
Los sacramentos son distintos de los sacramentales, estos últimos no son eficaces por sí mismos,
sino que obtienen su eficacia por la intercesión de la Iglesia y por el piadoso uso que de ellos hacen
los fieles. Por eso la medalla antes de ser usada, es bendecida por un sacerdote el cual invoca la
bendición del Señor sobre ella.
La Medalla es un signo del amor que nuestra Madre celestial tiene por sus hijos. Se convierte a su
vez en signo de nuestro amor hacia María, si la llevamos como hijos confiados en la protección y en
la bendición que Ella nos procura a través de la Medalla.

¿Qué significa para nosotros llevar la Medalla?

La Medalla Milagrosa es la única diseñada y acuñada por deseo


de la Virgen María. Es garantía segura de gracias abundantes
para las personas que la lleven con confianza.
Llevar la Medalla bendecida, e impuesta por un Sacerdote, nos
compromete a invocar a la Virgen Inmaculada con la
Jaculatoria que tiene la misma Medalla: ¡Oh María sin pecado
concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos!. Llevar la
Medalla con fe es un signo de nuestra disponibilidad para:

Escuchar a Dios como lo hizo María,


Dejarnos guiar por el Espíritu Santo
Estar más atentos al clamor de los pobres y necesitados.

Llevar la Medalla es aprender de María, Reina y Madre de Misericordia, a ser misericordiosos con
los demás, a servir con prisa y sin pretensión, a convertirnos en discípulos de Jesús, a permanecer
fieles en el momento de la prueba, de la incertidumbre, del dolor, de la cruz.

Si la Medalla es un regalo de la Virgen, llevarla es corresponder a su amor y aceptar la misión que


Ella misma nos comparte desde un encuentro personal con Cristo y comprometidos en una
verdadera conversión del corazón que nos permita vivir el Evangelio como discípulos y misioneros
en medio del ambiente que nos rodea.
Llevar la Medalla de la Virgen es decirle a quienes nos rodean que somos parte del ejército de la
Reina del Cielo y que luchamos diariamente por crear un mundo en paz, más humano, más justo y
fraterno, empezando por nuestra propia familia.
Llevar la Medalla con amor y devoción es vivir en gracia de Dios, vivir los valores del Evangelio y
seguir escuchando el consejo de María: Hagan lo que Él les diga, es también vivir la propia vida con
el corazón puro y confiando en el Señor. También es creer en las palabras de la Virgen a Catalina:
acércate al pie del Altar donde las gracias serán derramadas… Tener la certeza de que por muy
duros que sean los tiempos en Jesús Eucaristía encontraremos luz, guía, amor y perdón.

Te invito a llevar como amor la Medalla de la Virgen que es Milagrosa.

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