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Acoger a todos sin prejuicios, escuchar a los hermanos con el oído del corazón,
dispensar generosamente el perdón de Dios, garantizar la disponibilidad en los
confesionarios también en vista del próximo Jubileo de 2025. Este es, en síntesis, el corazón
del discurso de Francisco a los participantes en el XXXIII Curso sobre el Fuero Interno,
organizado por la Penitenciaría Apostólica desde el pasado lunes hasta mañana, 24 de
marzo, recibidos en audiencia esta mañana.
Esta toma de conciencia hará que los confesionarios no queden abandonados y que los
sacerdotes no carezcan de disponibilidad. La misión evangelizadora de la Iglesia pasa en
gran parte por el redescubrimiento del don de la Confesión, también en vista del próximo
Jubileo de 2025. Pienso en los planes pastorales de las Iglesias particulares, en los que el
servicio de la Reconciliación sacramental nunca debería carecer de un lugar propio. Pienso,
en particular, en el penitenciario de cada catedral, en los penitenciarios de los santuarios;
pienso, sobre todo, en la presencia regular de un confesor, con horario amplio, en cada
zona pastoral, así como en las iglesias atendidas por comunidades religiosas, que haya
siempre un penitenciario de guardia. Siempre, ¡nunca confesionarios vacíos! "Pero la gente
no viene..." - Lee algo, reza; pero espera, ya vendrá.
Nada vence más al mal que la misericordia divina
Según el Papa Francisco, es necesario facilitar al máximo el acceso de los fieles a lo que
él llama el "encuentro de amor", la confesión precisamente, cuidándola desde la primera
confesión de los niños y extendiendo esta atención a los lugares de cuidado y sufrimiento. El
perdón, recuerda el Sucesor de Pedro, es una caricia para el alma: sólo Dios "conoce y ama a
las ovejas una por una, especialmente a las más débiles y heridas". A continuación, la mirada
del Papa se ensancha hacia las tensiones mundiales que a menudo desembocan en
manifestaciones de odio y violencia:
En el mundo, por desgracia lo vemos todos los días, no faltan focos de odio y venganza
-lo estamos viendo.... Los confesores debemos entonces multiplicar los "focos de
misericordia". No olvidemos que estamos en una lucha sobrenatural, una lucha que parece
particularmente virulenta en nuestro tiempo, aunque ya conocemos el resultado final de la
victoria de Cristo sobre los poderes del mal, pero la lucha sigue ahí. Esta victoria se realiza
realmente cada vez que se absuelve a un penitente. Nada aleja y vence más al mal que la
misericordia divina.
Jesús nos enseñó que nunca se dialoga con el diablo: ¡nunca! A la tentación en el
desierto respondió con la Palabra de Dios, pero no entró en diálogo. En el confesionario
tengan cuidado: nunca dialoguen con el mal, ¡nunca! Den lo necesario para el perdón y
abran algunas puertas para que pueda seguir adelante; pero nunca se pongan a hacer de
psiquiatras, por favor, de psicoanalistas: no, nunca entren en estas cosas. Si alguno tiene esa
vocación, que lo haga en otro sitio, pero no en el tribunal de penitencia. Y este es un diálogo
que no es competente hacerlo con un momento de misericordia. Sólo tienes que pensar en
el perdón y cómo me las arreglo para entrar... "¿Y estás arrepentido? - "No" - "¿Pero eso no te
pesa?" - "No" - "¿Pero querrías siquiera estar arrepentido?" - "Ojalá". Está la puerta, pero busca
siempre la puerta para entrar con el perdón. Cuando no se puede entrar por la puerta, por la
ventana. Pero siempre buscar, para entrar con el perdón. Es un perdón magnánimo. "Que
sea la última vez, la próxima vez no te perdono": no, eso no va.
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