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El Viaje de los Corazones Solidarios

En un pequeño pueblo junto al mar vivían dos niños llamados Sofía y Diego. Sofía era una niña
alegre y vivaz, mientras que Diego era más tímido y reservado. A pesar de sus diferencias,
compartían una profunda amistad y un amor por la naturaleza que los unía.

Un día, mientras paseaban por la playa, encontraron una botella varada en la arena. Dentro de la
botella, descubrieron un mensaje escrito en un papel amarillento. Decía: "Ayúdenme, estoy atrapado
en una isla lejana y necesito ayuda. Por favor, envíen ayuda lo antes posible". Firmado: "Un amigo
necesitado".

Sofía y Diego sintieron empatía por la persona que había escrito el mensaje y decidieron ayudarlo.
Sin embargo, no sabían cómo llegar a la isla mencionada en el mensaje. Con determinación, se
dirigieron al puerto del pueblo en busca de ayuda.
Allí, conocieron a un viejo pescador llamado Don Manuel, quien había navegado por muchos mares
y conocía la ubicación de la isla mencionada en el mensaje. Conmovido por la historia de los niños,
Don Manuel decidió ayudarlos en su misión de solidaridad.

Juntos, prepararon su pequeña embarcación y zarparon hacia la isla desconocida. Durante el viaje,
compartieron historias y risas, fortaleciendo su vínculo de amistad y solidaridad. Finalmente, después
de un largo viaje, avistaron la isla en el horizonte.
Al llegar a la isla, se encontraron con un paisaje desolado y una pequeña cabaña en la playa.
Llamaron a la puerta y fueron recibidos por un hombre cansado y desaliñado. Les explicó que había
naufragado en la isla hacía semanas y que había estado esperando desesperadamente por ayuda.

Sofía, Diego y Don Manuel sintieron empatía por el hombre y decidieron ayudarlo a regresar a casa.
Trabajaron juntos para reparar la embarcación y recolectar alimentos y agua para el viaje de regreso.
A pesar de los desafíos, nunca perdieron la esperanza ni la determinación de ayudar a su nuevo
amigo.

Finalmente, el día del regreso llegó y zarparon hacia el pueblo junto al mar. A medida que se
alejaban de la isla, el hombre les agradeció con lágrimas en los ojos por su bondad y solidaridad.
Para Sofía, Diego y Don Manuel, la sonrisa del hombre fue la mayor recompensa por su acto de
empatía y solidaridad.

De regreso en el pueblo, compartieron la historia de su viaje con los demás habitantes, inspirando a
todos a practicar la empatía y la solidaridad en sus vidas diarias. Y así, el viaje de los corazones
solidarios se convirtió en una lección de amistad, bondad y compasión que perduraría en el corazón
de todos los que lo escucharon.

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