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Es hora de recoger

Un día comenzaron las obras. Nadie sabía qué es lo que estaban haciendo, hasta que un lunes Lucy y sus
compañeros se llevaron una gran sorpresa. En el cole habían abierto una ludoteca para poder ir a jugar
por las tardes. La ludoteca del cole de Lucy tenía un montón de juguetes de todo tipo: había muñecas,
peluches, coches, triciclos, puzzles, construcciones y muchas cosas más. Era un verdadero paraíso.

Lucy y sus amigos iban todas las tardes a jugar allí. Un día, Lucy les dijo a sus amigos: - ¿Os habéis dado
cuenta de que cuando llegamos siempre está todo muy ordenado? - Es verdad -dijo Pepe, el más
pequeño de todos-. Y eso que lo dejamos todos los días hecho un desastre. Todos los niños rieron la
broma de Pepe y siguieron jugando.

Pero un día, cuando los niños entraron en la ludoteca, se encontraron que estaban todos los juguetes
revueltos y desordenados. Al principio, los niños se sorprendieron, pero siguieron jugando como si nada.
Al día siguiente, cuando volvieron, todo estaba peor que el día anterior. Pero los niños jugaron como
cualquier otro día.

A los pocos días, los niños empezaron a notar que cada vez había menos juguetes. Y los que había
estaban destrozados. Pasadas unas semanas, ya no quedaban juguetes con los que jugar. - ¿Qué habrá
pasado con los juguetes? -dijo Lucy. - No sé -dijo Pepe-. Pero yo no pienso volver aquí. Prefiero
quedarme en mi casa, con mis cosas. Los niños volvieron a sus casas. ¡Qué sorpresa se llevaron al ver
que sus juguetes tampoco estaban! Todos estaban muy enfadado

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