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El Despertar De Collin

El Resurgir Del Fénix —1

Lynn Hagen y Stormy Glenn

El contenido de éste documento es una traducción no oficial realizada por The Dream Of Desire/Bluesensation. Un trabajo
realizado por fans, dirigido hacia todas las personas que por circunstancias adversas no pueden adquirir el libro.
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Agradecemos y reconocemos el trabajo voluntario y sin remuneración de todas las personas que hicieron posible la culminación
de éste proyecto.
Además advertimos que esta obra es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas sexuales explicitas hombre/hombre, si te
molesta este tema no lo leas, además que su contenido no es apto para cardíacos.
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El Resurgir Del Fénix
1.- El Despertar De Collin

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Resumen

Riojos y Collin son amantes, pareja y mejores amigos. Cuando Collin muere en un accidente de
tránsito sin sentido, Riojos se deja llevar en un estupor alcohólico. Incapaz de vivir sin el amor que
compartió con Collin, está listo para quitarse la vida.
Su vida cambia para siempre cuando Collin regresa a casa… de la morgue.
Collin siempre había escuchado un leve zumbido en su cabeza, pero cuando el zumbido se
convierte en voces, debe tomar conciencia del camino que su vida está tomando. Regresar a la vida lo
arroja dentro de un mundo que nunca supo que existía mientras que su amante, Riojos, trata
desesperadamente de mantenerlo con vida.
Los dos batallan para poder encontrarle el sentido a la resurrección de Collin y para detener a
la gente que quiere matarlo nuevamente. Ambos descubren que el amor que tienen por el otro se
vuelve más profundo de lo que alguna vez imaginaron mientras que los malvados los persiguen y el
fénix resurge.

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Capítulo 1

¡Gasp!
Los ojos de Collin Phoenix parpadearon mientras que el dolor lo recorría como una marejada.
Brillantes y fluorescentes luces lo fulminaban desde el techo. Collin cubrió sus ojos con su mano
mientras pestañeaba varias veces, esperando que estos se ajustaran a la fuerte luz.
Una vez que pudo ver sin que sus ojos latieran, Collin quitó su mano y miró a su alrededor. Él
estaba tendido sobre algo duro y frío. Al menos eso era lo que sabía. Lo segundo que supo fue que la
habitación en la que estaba, era tan jodidamente fría como para congelar su trasero.
Collin volteó su cabeza tratando de conjeturar donde era que se encontraba, cuando vio un
pequeño trozo de papel amarillo sobresaliendo del borde de la mesa de al lado. Jadeó nuevamente y se
levantó de la mesa, la sábana caía mientras el observaba la habitación. Ese estúpido pedazo de papel
estaba atado a un pie.
¡Él estaba en una morgue!
Collin empezó a hiperventilar. Presionó sus manos contra su pecho y trató de normalizar su
respiración. Podía sentir, podía sentir los latidos de su corazón bombeando rápidamente. Él sabía que
no estaba muerto ¡Él sentía su jodido latido!
Entonces ¿Por qué estaba en una morgue? ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Dónde estaba Riojos?
¿También se encontraba aquí, bajo alguna de esas blancas sábanas? Y ¿Por qué todo era malditamente
blanco? ¿Las paredes, el piso, el techo, las sábanas? ¡Todo era malditamente blanco!
Ahora Collin sabía por qué tenía tanto frío. Lo único que no sabía era por qué estaba allí. Lo
que lo desconcertó aún más, fue el hecho de encontrarse tendido sobre una de esas mesas de examen.
Habían otras dos mesas más, ocupadas ambas por personas que estaban completamente desnudas, sin
siquiera una sábana que las cubriera. Una de ellas tenía un tinte azulado en su cuerpo. Tenía que estar
muerto.
Collin tragó saliva y comenzó a temblar mientras miraba hacia abajo al sentir algo que le
cortaba la circulación en su pie. Oh Dios. Él también tenía una etiqueta en el pie. Quería gritar, pero
no podía encontrar su voz.
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¡Él no estaba muerto!


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Los dedos de Collin temblaron cuando rápidamente acercó su pie y se arrancó la maldita
etiqueta luego movió sus piernas a un lado de la mesa, dejándolas colgar mientras se forzaba a
recordar cómo había llegado allí. Él recordaba haber dejado el restaurante con Riojos, pero luego de
eso todo era borroso.
¡Riojos!
De un salto, Collin, se bajó de la mesa metálica, se sostuvo del borde de la mesa para ganar
estabilidad cuando sus rodillas se aflojaron. Sus dedos se cerraron alrededor del frío metal mientras
Collin esperaba que se le pasara el mareo.
¿Cuánto tiempo estuvo allí recostado?
A medida que se pasó el mareo, Collin notó algo crucial. Él estaba desnudo. Sintiendo surgir el
pánico, observó alrededor, tratando de encontrar algo con lo que cubrir su desnudez para poder irse al
corriendo de allí. Lo único a su disposición era la sábana que lo había cubierto. Collin la levantó del
suelo y la envolvió alrededor de su cuerpo como una toga.
Quitó el pelo de sus ojos y avanzó hacia la puerta. No estaba seguro de por qué se encontraba
en ese lugar, pero de ninguna manera se quedaría alrededor para su propia maldita autopsia. Iba a
correr rápido y duro a través de la primera salida que viera.
Collin escuchó voces que provenían del pasillo. Su cabeza giró alrededor buscando un lugar
para esconderse. Sin importar como llegó allí, él estaba bastante seguro que cualquiera que lo viera
caminando por allí enloquecería. Infiernos, él estaba enloqueciendo.
Como las voces se acercaban, Collin supo que tenía que encontrar un lugar donde esconderse.
Divisó una puerta al otro lado de la habitación, así que corrió hacia ella, abriéndola con rapidez, para
encontrar un armario. Rápidamente cerró la puerta tras él, justo cuando escuchó las voces entrar en la
habitación.
—¿Dónde está el otro cadáver? —preguntó alguien, sonando totalmente desconcertado—. Juro
que lo saqué de la nevera hace tan solo unos minutos.
—Entonces, ¿Dónde infiernos está? —casi gritó el otro.
Collin contuvo su aliento, rezando para que ellos no buscaran en el armario en que estaba
escondido. De alguna manera él no pensó que un—Hola, regresé de la muerte así que solo seguiré mi
camino—hubiese sido suficiente. Incluso a él le parecía una locura.
—Bueno, no se levantó y se fue caminando. Tenemos que ir a ver quién se lo llevó.
Collin contó hasta 10 antes de girar la perilla y mirar hacia afuera. Cuando no vio a nadie, se
apresuró a cruzar la habitación y atravesar la otra puerta. Esto lo condujo a un pasillo exterior. No
estaba seguro por qué camino dirigirse así que eligió la izquierda. Dobló algunas esquinas y recorrió
varios pasillos, rezando para no encontrarse con nadie. Después de un par de vueltas más vio el cartel
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de salida colgando del techo.


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Gracias a Dios.
Collin corrió hacia ella, estampando sus manos contra la barra de empuje, saliendo disparado
del edificio hacia una maldita fría noche. Inmediatamente empezó a tiritar, aun así se alejó de la
morgue tanto como le fue posible. Sin embargo, no mucho tiempo después, sus pies empezaron a
congelarse. Si no entraba en calor pronto, él terminaría nuevamente en la morgue.
Por una bendición disfrazada o simplemente suerte, Collin divisó un refugio a unas cuantas
manzanas de la morgue. Se apresuró hacia la puerta, con el entumecimiento apoderándose de sus
huesos. Él extendió la mano y tiró de la puerta abierta, entrando rápidamente.
—Oh mi… —dijo un hombre detrás de un escritorio que había visto mejores días.
—¿Qué demonios estás haciendo envuelto en una sábana, en un día como este? Debe estar
helando fuera. Entra. —murmuraba el hombre mientras le hacía señas a Collin para que entrara—.
Busquemos algo calentito para que te pongas y encontraremos una comida caliente para ti.
—G–gracias, —trató de decir Collin pero sus dientes castañeaban tan fuerte que comenzaban a
doler.
El hombre se apresuró por el pasillo, instando a Collin a seguirlo. Collin lo siguió, yendo
detrás tan rápido como su congelado cuerpo le permitió. Se metió en una habitación con algunos
hombres, todos detuvieron lo que estaban haciendo para mirar al hombre en la maldita sábana.
—Aquí tienes —le dijo el recepcionista mientras le alcanzaba algo de ropa—. No es de tu talla,
pero te mantendrá más caliente que esa sábana.
Los dedos de Collin comenzaron a arder a medida que la sensibilidad volvía a ellos. Levantó
su brazo en búsqueda de la ropa que le fue ofrecida. No le importaba si era o no de su talla. Se le
estaba congelando hasta el trasero.
—Ve allí y cámbiate —el recepcionista le señaló una puerta.
Collin solo pudo asentir mientras atravesaba la sala y desaparecía dentro de un baño. Dejó caer
la sábana de su cuerpo mientras metía sus piernas dentro del vaquero. Luego de un tirón se colocó el
jersey de cuello de tortuga en la cabeza sintiendo, inmediatamente, la calidez de la prenda. Lo mejor
eran los gruesos calcetines de lana. Calentaron sus congelados pies de inmediato.
Vestido de pies a cabeza, Collin recogió la sábana y salió de la habitación. Los otros hombres
del cuarto lo observaban con curiosidad a medida que él le alcanzaba la sábana al recepcionista.
—Gracias.
—Puedes agradecerme después de tener un tazón con sopa caliente en tu estómago.
Collin le sonrió levemente al extraño. Apreciaba todo lo que el hombre estaba haciendo por él,
pero necesitaba desesperadamente encontrar a Riojos. Su pareja debía estar enferma de preocupación
por él.
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—¿Tiene un teléfono que pueda utilizar?


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El hombre sonrió. —Lo tengo. Puedes utilizar el que está en mi escritorio mientras yo te busco
la sopa.
Collin observó al hombre atravesar caminando una puerta al final de la habitación. No estaba
seguro que debía hacer, así que regresó por el mismo camino que había venido, localizando el
escritorio principal. Collin levantó el teléfono y marcó el número de su amante. Se mordió las uñas
mientras esperaba a que Rojos contestara.
—¿Hola?
Collin estaba sorprendido al escuchar tanta tristeza en la voz de Riojos. Ellos habían estado
juntos por tres años, y no recordaba haber escuchado nada siquiera cercano al dolor con que su pareja
estaba hablando ahora.
—Riojos, soy yo, Collin.
El silencio se extendió por lo que pareció una eternidad antes que Collin escuchara a Riojos
aclarar su garganta. —No sé quién eres, pero es un juego enfermo lo que estás haciendo. Hace tres
días que Collin murió. Si tienes algo de humanidad en ti, no vuelvas a llamarme jamás.
Collin alejó el teléfono de su oído, observándolo con la boca abierta cuando Riojos le colgó.
¿Hace tres días que murió? Collin bajó el auricular del teléfono mientras fijaba su mirada en la nada.
¿Qué demonios estaba sucediendo? ¿De qué estaba hablando Riojos?
Collin se sentó en la silla detrás del escritorio mientras pensaba que es lo que iba a hacer.
Recordaba el maldito restaurante, pero… ¡Oh infiernos!
Se quedó allí sentado sintiendo que iba a vomitar. ¡El auto! Riojos y Collin estaban saliendo de
su restaurante favorito, La Bella’s, cuando un coche perdió el control y subió al bordillo de la acera. Él
empujo a Riojos fuera del camino y… oh dios, oh dios, oh dios.
El auto lo estampó en la pared externa de ladrillo del restaurante.
Recordaba como lo golpeó, inmovilizándolo entre el capó y la pared de ladrillo. Él había
muerto al minuto del impacto. Collin escudriño su cuerpo, levantándose el suéter y examinando su
torso. Ni un solo moretón, corte o raspón había en él.
¿Cómo?
¿Cómo había sobrevivido? No lo había hecho. Sabía eso. No había manera que él hubiese
podido sobrevivir a un impacto como ese. Collin se dobló por la cintura, agarrando el cubo de basura
y vomitó. Comenzó a temblar tan mal que se desplomó de su silla, cayendo duro sobre su trasero. No
había manera de haber sobrevivido.
Pero él estaba vivo.
—¿Estás bien? —preguntó el recepcionista— tengo algo de sopa caliente para ti. —Colocó el
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humeante bol sobre el escritorio—. Ven, come.


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Comer era lo último en su mente. Necesitaba ver a Riojos. Ahora sabía porque Riojos había
enloquecido en el teléfono. Un hombre muerto lo estaba llamando. Collin debía ir con Riojos y
explicarle todo… asumiendo que pudiera resolverlo el mismo primero.
Él solo necesitaba a Riojos.
Collin engulló la sopa, no queriendo mostrarse rudo ante el hombre que había sido amable con
él, pero necesitaba irse. Necesitaba llegar con Riojos y… frunció el ceño.
—¿Dónde estoy?
—Tierra —El hombre le sonrió, elevó su mano separando sus dedos1—. Venimos en paz.
A pesar de la situación, Collin se encontró a si mismo riendo. —No, quise decir, ¿En qué parte
de la ciudad me encuentro?
—¿No lo sabes? —las oscuras cejas del hombre se juntaron a medida que fruncía el ceño—.
¿Qué es lo que recuerdas, hijo?
Collin se encogió de hombros y desvió la mirada. Él no tenía pensado decirle a esta persona
que se había despertado en la morgue. No era estúpido. El tipo podía estar acostumbrado a lidiar con
gente extraña, pero incluso eso era muy extraño.
—¿Sabes cuál es tu nombre? —le preguntó el hombre mientras se sentaba en la silla al lado de
Collin.
—Uh, Collin
El hombre sonrió. —Hola Collin, yo soy Rutledge.
Collin alzó su mano y le dio al hombre un leve apretón.
—Estás en un refugio, Collin, en los suburbios de Portland, Oregón.
Collin suspiró aliviado y se desplomó en la silla. —Entonces todavía estoy en casa.
—¿Tienes idea de cómo llegaste aquí?
Collin negó con la cabeza nuevamente. Él no iba a entrar en ese tema.
—¿Tienes algún lugar al que ir, Collin? —preguntó Rutledge luego señaló con su mano detrás
de él—. Si no tienes, tenemos espacio suficiente para una cama aquí. No estamos llenos todavía, así
que viniste en buen momento. Estaremos completos en las próximas horas.
—No, no, tengo una casa a la cual regresar. —Creo. Collin no estaba seguro de tener un hogar
al cual regresar después de hablar con Riojos. Tal vez no lo tenía. Tal vez Riojos nunca lo dejara
regresar a su pequeño apartamento otra vez. Tal vez…
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El saludo Vulcano (de la serie Star Trek) es un gesto de la mano utilizado por los vulcanos. Consiste en colocar la palma de la mano
derecha hacia el exterior mientras se forma con los dedos una "V", separando los dedos meñique y anular del corazón índice y pulgar.
—¡Necesito irme! —dijo Collin mientras se paraba de un salto—. Necesito regresar a casa y
ver si todos están bien.
—¿Necesitas un pase de autobús, Collin?
Collin tragó mientras sentía enrojecer su cara. Asintió solemnemente. —Si, por favor, —
susurró. Él no tenía dinero. Ni siquiera tenía una identificación. No tenía nada más que la ropa puesta,
y esas le habían sido dadas. Si Riojos no le permitía regresar a casa, no tenía nada.
—Vamos a buscarte un par de zapatos y un pase de autobús para dejarte seguir tu camino. —
Rutledge se levantó y guió a Collin por el pasillo hacia otra habitación.
Collin quedó boquiabierto cuando ingresó. Estaba lleno de cajas con ropa, zapatos, chaquetas,
sábanas y otros objetos que podían ser usados por personas que no tenían nada.
—Necesitaras una chaqueta si planeas salir afuera con este frío, —le dijo Rutledge mientras
agarraba un par del montón—. Pruébate estas y fíjate cual te queda mejor. Creo que la azul te va a
quedar mejor.
Collin suspiró cuando se sacó la pesada chaqueta de pluma. Él podría estar dentro del edificio,
y gracias a dios vestido, pero aún tenía frío. Después de despertarse en la morgue, estaba comenzando
a preguntarse si volvería a sentirse cálido nuevamente.
—Parece que esa te queda. —sonrió Rutledge para luego voltearse hacia una gran caja de
cartón—. Okay, ¿Qué número de calzado utilizas?
Collin sintió sus mejillas arder mientras miraba hacia sus pequeños pies. Eran pequeños y
delicados y serían perfectos para una mujer. Infiernos, se veían bien con esmalte de uñas. Él lo sabía.
Su primo solía torturarlo pintándole las uñas cuando estaba dormido.
—¿Collin?
—Talla seis. —susurró Collin.
—¿En serio?
Collin bajó la cabeza mientras asentía.
—Okay, tal vez necesitamos revisar en esta caja entonces. —Rutledge cruzó la habitación
hacia otra caja rotulada botas. Le sacó la tapa y comenzó a buscar dentro de ella. Después de un rato,
sacó el más feo par de botas que Collin haya visto. Pero eran mejor que ir descalzo.
—Perdón, creo que son de mujer.
—Las tomaré. —Lo había hecho antes. A veces era imposible encontrar zapatos de hombre en
su talla. Aparentemente, todas las fábricas de zapato del mundo pensaban que si eras hombre tenías
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que tener pies gigantes.


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Collin se sentó en el piso y se puso los zapatos. ¡Maldición! Le quedaban perfectos. Suspiró
nuevamente y se puso en pie, elevó sus ojos para mirar a su salvador. —Gracias.
—No hay problema Collin. Siempre estamos para ayudar. —Rutledge le tendió un pase de
autobús y una tarjeta de presentación—. Esto debería llevarte a donde sea que vayas. Y aquí está mi
número. Si necesitas algo, solo llámame.
—Te pagaré esto, lo juro. —dijo Collin rápidamente mientras tomaba los objetos del hombre—
. Tengo un trabajo y…
—Collin, está bien. Esto es para lo que estamos aquí.
—Pero yo no soy un refugiado, —protestó Collin—. Yo solo… —Collin cerró su boca de
golpe cuando se dio cuenta lo que estaba a punto de decir.
—Alguien está lastimándote, Collin?
La cabeza de Collin se irguió, sus ojos se abrieron ante la pregunta. Se encogió ante la
especulativa mirada que Rutledge le estaba dando.
—Si estás en peligro podemos llevarte a un lugar seguro.
—No, no, nadie me está lastimando, —respondió Collin rápidamente—. Yo solo… —Wow,
¿Cómo explicar esto?— Algo sucedió y me extravié, creo.
—Pienso que todos nos perdemos una o dos veces, Collin, —dijo Rutledge. Collin podía sentir
cuan cuidadoso estaba siendo el hombre con sus palabras y el tono que usaba. Seguramente pensaba
que Collin estaba loco—. Si necesitas ayuda para encontrar tu camino, solo llámame. Tal vez pueda
ayudarte.
Collin asintió. —Gracias.
—¿Puedes llegar a la parada de autobús por tu cuenta, o te gustaría que alguien te acompañe
hasta allí? Puede ser bastante aterrador a esta hora de la noche.
—No, estaré bien. He tomado el autobús antes.
Rutledge asintió. —Este es un lugar seguro, Collin. Si lo necesitas, puedes venir aquí.
Collin hizo una mueca. Sabía que Rutledge pensaba que estaba siendo abusado. Él había
escuchado este tipo de charla antes, sólo que nunca dirigido a su persona. Infiernos, él lo había dicho a
unos pocos amigos una o dos veces cuando se metían en un aprieto.
—Estoy bien, lo prometo. Nadie me está lastimando.
Las cejas de Rutledge se juntaron nuevamente. —Aun si nadie te está lastimando, este sigue
siendo un lugar seguro al que acudir si necesitas irte y solo pensar. A veces eso es todo lo que
necesitamos, un lugar solo para pensar por un tiempo.
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Collin era bueno juzgando personalidades. Rutledge era un buen hombre y trataba duramente
de hacer sentir a Collin a salvo. Lo agradeció, pero también se sintió un poco raro. Él había cuidado de
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sí mismo por varios años. No necesitaba a nadie que lo hiciera por él.
—Realmente necesito irme.
—Okay, solo ten en cuenta…
—Este es un lugar seguro, —finalizó Collin.
Rutledge sonrió. —Sí, lo es.
—Lo tendré en cuenta.
Collin metió el pase del autobús y la tarjeta de presentación en su bolsillo luego subió el cierre
de la chaqueta. Ya sabía que estaba frío afuera. A pesar del frío que tenía, sabía que si su temperatura
seguía descendiendo quizás no lograría llegar a casa con Riojos.
Saludó a Rutledge, luego abrió la puerta del refugio. El helado y frío viento soplando desde el
río lo golpeó instantáneamente. Collin tembló y jaló los bordes de la chaqueta más cerca de su cuello y
orejas, luego comenzó a caminar en la oscura y sombría noche de invierno.
Él iba a llegar a casa, a su amante aun si eso lo mataba. Oh espera… estuvo ahí, hizo eso. Aun
así iba a llegar a casa.

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Capítulo 2

Riojos llevó la boca de una botella de whiskey barato contra sus labios y tomó otro trago. Hizo
una mueca a medida que este le iba quemando la garganta. Desafortunadamente, eso era todo lo que le
quedaba para beber. Él ya había acabado con todo lo mejor. Ahora estaba atascado con lo que sea que
quedara en el mueble–bar. Cómo terminó teniendo esta porquería en el mueble–bar, nunca lo sabría.
Pero estaba agradecido que allí estuviera.
Él tenía toda la intención de ponerse completamente borracho. Riojos frunció el ceño. No, él
tenía toda le intención de seguir completamente borracho. Había comenzado a beber tres días atrás
cuando su pareja, el amor de su vida, murió frente a sus ojos. Desde ese entonces no había estado
sobrio.
Él no quería volver a estar sobrio.
Riojos dejó escapar un leve sollozo mientras miraba una foto en su mano. La había estado
acunando en su pecho toda la noche. Su amor, su hermoso, dulce Collin quien nunca había dicho una
sola mala palabra a nadie, que le daría a cualquiera la ropa que llevaba puesta, y quien transformaba
cuatro paredes y un techo en un amoroso hogar.
Se había ido.
Riojos nunca lo vería otra vez, nunca tocaría su rostro o quitaría su hermoso pelo castaño
oscuro de su mejilla. Nunca más vería esos ojos violeta brillante mirarlo maravillado mientras Riojos
le hacía el amor.
Él nunca… Riojos dejó escapar otro sollozo mientras arrojaba la botella de whiskey barato a
través de la habitación. No fue justo. Collin lo fue todo para él, y ahora se había ido. Debió haber sido
él. Si Collin no lo hubiese empujado fuera del camino cuando ese estúpido jodido coche vino
disparado hacia ellos, habría sido él.
Él había matado a su hermoso amor.
Él era el fuerte, el más poderoso. Era él supuestamente quien debía proteger a Collin. Siempre
lo supo. Collin había sido incapaz de lastimar una mosca. Era demasiado dulce. Se preocupaba por
cualquier forma de vida, grande o pequeña.
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Infiernos, ni siquiera podía matar una araña. Prefería sacarla afuera y dejarla en la hierba, para
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que pudiera hacer un nuevo hogar en lugar de aplastarla bajo su zapato. Riojos podría solo aplastarlas,
y lo sabía. Collin era lejos un mejor hombre. Él debió haber vivido, no Riojos.
Envolvió sus brazos alrededor de su pecho. Le dolía, como si su corazón hubiese sido
literalmente arrancado. Sabía que nunca sanaría. El hombre que lo hacía latir se había ido para
siempre. No importaba lo que sus amigos dijeran. Nunca se recuperaría de esto. Él lo sabía. La
angustia de perder a Collin era demasiado grande.
Riojos agarró otra botella que estaba en el suelo cerca de él. Le quedaban dos, y luego estaría
sin nada. Tal vez si dejaba de arrojarlas contra la pared tendría más en que ahogar sus penas.
Desenroscó el tapón y lo tiró a un costado. Inclinando la botella hacia arriba, tomó un profundo trago.
Colocó la botella en la mesa y buscó su arma. Sus amigos le habían quitado su revólver de
servicio cuando empezó a beber. Ellos no sabían de su remplazo. Él no lo había sacado del armario
hasta después que todos se fueran. Ellos sólo lo hubiesen intentado detener.
Riojos comprobó el arma para asegurarse que estaba cargada luego la dejó nuevamente sobre
la mesa. Tomó otro trago de alcohol, luego tomó la foto, no había sido capaz de quitarle la vista de
encima desde que había regresado del accidente.
Era una foto de los dos, tomada justo después que habían decidido vivir juntos por el resto de
sus vidas. Collin se veía tan feliz en la foto, su cabeza estaba echada hacia atrás mientras reía y miraba
a Riojos con nada más que puro amor en sus ojos.
Riojos no había creído en el amor verdadero, en las almas gemelas o el amor a primera vista.
Incluso se había burlado de Collin sobre sus creencias en eso. No debía haber tenido que perder a
Collin para ver la luz. Debió haberlo sabido antes que su amor muriera, y habérselo dicho.
¡Mierda! Él ni siquiera le había dicho a Collin que lo amaba. Siempre pensó que ser emocional
no era de hombres. Sentía que eso lo hacía una nenaza. Ahora, nunca tendría la oportunidad de decirle
a Collin la verdad.
Collin era su alma, su vida, su propio latido.
Riojos gruñó cuando de repente escuchó a alguien frenéticamente arremetiendo en la puerta
principal. Él no quería ser interrumpido. Quería que todos se fueran y lo dejaran solo con su pesar. Él
no quería hablar con nadie.
Riojos ignoró el golpeteo tanto como pudo. Como no se detuvo, se puso de pie y se tambaleó
hacia la puerta. Quien quiera que estuviera allí iba a recibir su bronca. Se dio contra la pared, se
enderezó y luego, una vez más, intentó alcanzar la puerta.
—Cómo… —Riojos sacudió su cabeza. Eso no estaba bien—. ¿Quién mierda es? —Como si
le importara. Nadie sabía que tan profundo era su dolor. Nadie sabía que Riojos había muerto el
mismo día que Collin. Solo que su cuerpo aún no lo había registrado. Lo haría, tan pronto como se
deshiciera del invasor de su luto.
El golpeteo continuó mientras Riojos zigzagueaba por el pequeño pasillo. Se detuvo en el
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estante que tenía los libros favoritos de Collin. Riojos pasó sus dedos por los lomos mientras
recordaba a Collin sentándose hecho un ovillo en el sofá leyendo en las perezosas tardes de domingo.
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Un sollozo irrumpió desde su pecho a medida que las lágrimas caían por su rostro. ¿Qué no
daría por tener a su amor de regreso? ¿Por qué no fue él en su lugar? Debió haber sido él ¡Maldita sea!
Con gusto cambiaría de lugar con Collin.
Riojos fue traído de regreso de sus mórbidos pensamientos cuando el golpeteo comenzó
nuevamente. Sus dedos apretaron más fuerte el cuello de la botella de whiskey a medida que se dirigía
a la puerta, deseando que estuviera Collin del otro lado.
Apoyó una mano en la pared para estabilizarse mientras tomaba un largo trago de la botella
antes de intentar atender la puerta. Riojos se alejó de la pared y se agarró del picaporte, fallando.
Levantó su mano y la observó. Recordaba sostener la mano de Collin en la suya mientras… Riojos
rugió y arrojó la botella contra el estante de libros.
Quería a su Collin de regreso. Se cayó sobre sus rodillas, las lágrimas fluían libremente por sus
mejillas mientras sollozaba fuertemente. —Collin. Mi dulce amor. —susurró Riojos—. Por favor
vuelve a mí. No puedo hacerlo sin ti.
—¡Riojos!
Riojos cayó sobre su trasero ante el sonido de una muy conocida voz. Sacudió su cabeza,
tratando de aclarar el sonido de una voz que creyó nunca volvería a escuchar. Debía ser su estado de
ebriedad que estaba evocando aquel mágico sonido.
—Riojos, abre la puerta.
Riojos se puso sobre sus manos y rodillas, arrastrándose hacia el ángel golpeando en su puerta.
Se limpió las lágrimas de sus ojos mientras quitaba la traba de la puerta y se hacía a un lado. Sostuvo
su respiración a medida que la perilla giraba lentamente, la puerta chirriaba mientras se habría.
—¡Oh dios! —Riojos cubrió su rostro mientras que la imagen del dulce cuerpo de Collin yacía
del otro lado del umbral. No podía ser. No había manera.
—Riojos, —le dijo su razón de vivir, cerca de él. Riojos se permitió un vistazo, notando a
Collin arrodillado a su lado—. Riojos, amor, ¿Has estado bebiendo?
—¡Vete! —gritó Riojos a medida que retrocedía arrastrándose como un cangrejo tan rápido
como su cuerpo le permitía hasta que su espalda chocó con el sofá. Su corazón retumbaba en su
pecho, parte de miedo y parte de alegría—. ¡No eres real!
Collin, o quien quiera que fuese en realidad, solo permanecía arrodillado allí y empezó a llorar.
Partió en dos el corazón de Riojos el ver llorar a Collin. ¡No! Rápidamente sacudió su cabeza. No,
aquel no era Collin. Su amor estaba muerto. No importaba que tanto Riojos quisiera a su sol de
regreso, él no podía conformarse con un producto de su imaginación.
—Por favor, —lloró Collin—. Te necesito.
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—Tú estás muerto, —susurró Riojos—. Te vi morir ¿Cómo puedes estar aquí?
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Collin sacudió su cabeza mientras miraba sus manos. —No lo sé, Rio.
Riojos cubrió su boca con una mano. Sus ojos de abrieron y la sangre se drenó de su rostro.
Collin lo llamaba Rio únicamente cuando él le estaba haciendo el amor a su dulce. Nadie sabía sobre
ese apodo cariñoso excepto ellos dos. —¿Collin?
—Lo juro, realmente soy yo, —dijo Collin pero no hizo ningún amago para acercarse—. No sé
qué está sucediendo, pero estoy vivo. No estoy muerto.
Riojos comenzó a acercarse a Collin, luego dudó. Estaba asustado al borde de la locura.
Aterrado sería una mejor palabra. El hombre que amaba con cada latido de su corazón, quien había
muerto justo delante de sus ojos, estaba arrodillado en su living.
¿Lo estaba?
—No puedo… yo… —Los pensamientos de Riojos se dispersaron al viento a medida que
miraba a Collin con incredulidad—. ¿Realmente eres tú?
—Soy yo, Rio, lo juro.
—¿Cómo? —Él sabía que debía estar soñando. No había manera alguna que Collin estuviera
vivo.
—No lo sé, —le dijo Collin mientras se encogía de hombros—. Desperté y me encontraba en
la morgue con una etiqueta en mi pie.
Riojos se estremeció cuando escuchó a Collin decir morgue. Él sabía que era demasiado bueno
para ser verdad. Su amor estaba muerto. Nuevamente sus lágrimas comenzaron a caer por su rostro. —
Te extraño. —susurró.
—Cariño, estoy aquí.
—No eres real. —Riojos sacudió su cabeza—. Eres un fantasma, un producto de mi
imaginación. —Un tenue sollozo escapó de su boca—. Eres mi castigo por dejar morir a Collin.
—Rio, —gimió el fantasma de Collin—. No me mataste. Estoy vivo.
Riojos gritó cuando el fantasma de Collin se acercó y tomó su brazo. Lo empujó y de un salto
se puso en pie luego corrió por el pasillo hacia la habitación. Su mente daba vueltas con imágenes de
Collin mientras tomaba el arma y la comprobaba de nuevo asegurándose que estaba cargada. No podía
con esto. No podía continuar sin Collin, especialmente no cuando Collin había regresado para
perseguirlo.
—¡Riojos! —gritó Collin detrás de él—. ¿Qué estás haciendo con esa pistola?
Riojos giró bruscamente y observó a Collin por un instante, recuerdos de su vida juntos
pasaron rápidamente en su cabeza. —Te ves tan lindo, amor. —susurró luego se dio cuenta de lo que
había dicho. Golpeó sus manos contra los lados de su cabeza. El frío metal del cañón de la pistola
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golpeando contra su sien le recordó lo que necesitaba que hacer.


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Collin dio un paso vacilante hacia adelante, sus manos estiradas frente a él. —Riojos,
entrégame el arma.
—No puedo, —susurró Riojos mientras se deslizaba hacia el piso con la espalda apoyada
contra el borde de la cama—. Necesito estar contigo.
—Dame el arma y te prometo que podremos estar juntos.
Riojos se encontraba fascinado por la mano que lentamente se le acercaba. Se parecía tanto a la
mano de su amor, hasta la pequeña peca en el dedo meñique de Collin.
—¿Rio, no quieres estar conmigo?
Rio asintió con la cabeza, sin quitar sus ojos de la mano que se mantenía frente a él.
—Entonces dame el arma, amor, —dijo el fantasma de Collin—. Te lo prometo, siempre
estaremos juntos.
—Pero…
—Rio, ¿Alguna vez te he mentido? —le preguntó—. ¿Alguna vez he roto una promesa?
—No.
—Entonces, entrégame el arma.
Riojos frunció sus oscuras cejas uniéndolas bajo su frente. Estaba tan confundido. Su cabeza
dolía de solo tratar de razonar todo. Ya no quería pensar más. Solo quería acurrucarse junto a su amor
y olvidarse que el mundo existía fuera de esas cuatro paredes.
—¿No me dejarás de nuevo? —susurró desesperadamente mientras se secaba las lágrimas con
el dorso de la mano. El dolor en su pecho le recordaba como era su vida sin Collin. No quería seguir
sintiendo eso. Quería ser feliz nuevamente con su amor a su lado.
—Nunca, lo prometo.
—Collin, no puedes abandonarme. —murmuró mientras comenzaba a cederle el arma al
fantasma de su amante. Ya no le importaba que el fantasma de Collin estuviera parado frente a él.
Tomaría lo que pudiera.
—No lo haré amor. Solo entrégame el arma.
Riojos apretó sus labios por un momento luego lentamente le entregó el arma a Collin.
Observó como Collin rápidamente tomó el arma y vació el cartucho de balas antes de ponerse de pie y
colocarla sobre el vestidor.
Cuando regresó, Collin se dejó caer sobre sus rodillas y extendió sus brazos. Riojos ni siquiera
dudó antes de arrojarse a los brazos de Collin. Estaba tan sorprendido que Collin se sintiese sólido,
que casi retrocede, pero tener los brazos de su amante envueltos alrededor suyo se sentía demasiado
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malditamente bien como para soltarse.


—Falleciste, Collin —susurró con una temblorosa voz—. Te vi morir justo delante de mis
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ojos.
—Lo sé, amor, —susurró Collin en respuesta—. Y lamento que hayas tenido que ver eso, pero
ahora estoy aquí y nunca te dejaré.
Riojos agarró, sacudió los hombros de Collin y le gruñó.
—No, no puedes dejarme nunca, —gruñó—. ¡Nunca!
Se inclinó hacia delante y estrelló sus labios, siguiendo a Collin hacia el piso cuando el
hombre… emm… fantasma cayó hacia atrás.
A Riojos no le importaba. Tenía a Collin de regreso en sus brazos, y se aseguraría que nunca
más le dejara.
Aún si su pareja era un fantasma.
Todo el enojo, el dolor, la culpa y toda esa cruda angustia mental que se había formado en él
en los pasados tres días, salieron a flote mientras tomaba las muñecas de Collin en sus manos y las
sujetaba a los costados de la cabeza de su amante. —No te dejaré ir, —gruñó en la boca de Collin.
—Entonces, no lo hagas Rio. —lloró Collin mientras Riojos le separaba las piernas con sus
rodillas. Sin importar que truco fuera este, Riojos iba a mostrarle a Collin exactamente lo que
significaba para él cuando estaba vivo. Tenía otra oportunidad con su amor. Una segunda oportunidad
en algo que no podía comprender y no iba a permitir que se le escurriera de las manos.
Si esta era su última oportunidad con Collin, su única oportunidad de decir adiós, él no iba a
dejarla pasar. Por mucho que estuviera diciendo que no dejaría ir a Collin, Riojos sabía que no tenía
voz en el asunto.
Mientras dejaba libre las manos de su amante, Riojos besó todo el camino desde el cuello de
Collin hacia abajo. Llegó entre ellos, desabrochando los pantalones vaqueros que cubrían el hermoso
cuerpo de Collin. Tiró de los calzoncillos de Collin mientras continuaba depositando besos en su
perfecta piel. Riojos gruñó a medida que imágenes del accidente lo inundaban.
—Collin. Mi dulce Collin —murmuró a medida que llevaba hacia atrás las piernas de su
amante, tragando su pene hasta su garganta. Recordaba ese sabor, ese masculino sabor del pre–semen
que se derramaba en su lengua era todo de Collin.
Collin lloriqueaba mientras agarraba el cabello de Riojos. Su cadera se levantó del suelo
retorciéndose bajo él. Los dedos de Riojos se deslizaban suavemente por las piernas de Collin
mientras su lengua se arremolinaba alrededor del pene de su compañero, chupándolo profundamente y
rezando para poder quedarse con su amor, rezando que esta no fuera su última vez juntos.
Riojos se retiró, chupando la cabeza del miembro de Collin para mojar sus dedos y luego
lentamente empujarlos por el anillo de músculos para prepararlo.
Riojos sentía que estaba enloqueciendo. No estaba seguro si algo de esto era real, si no estaba
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desmayado en algún lugar soñando todo esto.


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Riojos liberó el pene de Collin y lo volteó enterrando profundamente su miembro en el culo de
Collin. Tembló ante la conocida estrechez. Collin era mucho más pequeño que él, pero su cuerpo
siempre se amoldó perfectamente al suyo. Empujó profundamente asentándose.
—Rio —gimió Collin cuando se balanceó hacia atrás, empalándose una y otra vez en el
miembro de Riojos. Las manos de Riojos se situaron en las caderas de Collin mientras observaba
como, glotonamente, Collin tomaba lo que necesitaba.
Allí, sobre sus rodillas, Riojos veía su pene ser absorbido por el perfecto cuerpo de Collin y
rezaba para que durara por siempre. Acarició con sus manos toda porción de la cremosa piel de Collin,
para comenzar a mostrarle a su amor cuanto significaba para él.
Riojos se tumbó cubriendo el cuerpo de Collin con el suyo para luego levantarlos a ambos del
suelo, envolviendo sus brazos alrededor de la esbelta figura de Collin.
—Te amo, mi corazón2 —susurró Riojos—. Te amo, mi corazón. Lo siento tanto.
Podía sentir la respiración de Collin, escuchar el pequeño sollozo que escapaba de sus labios.
Él iba a asegurarse que su amante supiera exactamente como se sentía, si esta iba a ser su última vez
juntos. Él iba a decirle todo a Collin.
—Te amé desde el primer momento en que posé mis ojos en ti Collin. Tu sonrisa, tu risa
incluso el fruncido entre tus cejas cuando estabas enojado significaban el mundo para mí. —Riojos
gimió a medida que su pene golpeaba dentro y afuera de la apretada entrada de su amante.
—También te amo Rio.
Riojos cerró sus ojos, un sollozo abandonó su pecho mientras se sostenía, tan fuerte como le
era posible, de su razón de vivir. —Por favor no me dejes.
—Nunca. No te dejaré Rio. Siempre estaré contigo.
Riojos lloró enterrando su cara en el cuello de Collin. Inhaló la esencia única de su amor
mientras ajustaba su cadera.
Riojos rodó a Collin boca arriba, sus brazos aún aferrados alrededor de la silueta de Collin
cuando enterró su pene dentro del agujero de su pareja. Dios, el jamás quería dejar el cuerpo de Collin.
Quería hundirse dentro de él y vivir allí para siempre. Si Collin lo abandonaba, si su amor se iba, él lo
seguiría.
—¡Rio! —gritó Collin cuando su agujero comenzó a pulsar alrededor del pene de Riojos. Él
golpeó más fuerte su miembro en el culo de Collin cuando su cuerpo explotó, luces brillantes
aparecieron bajo sus parpados cuando se corrió dentro del cuerpo de Collin. Jadeó fuertemente
mientras apretaba más fuerte a Collin contra su pecho, negándose a dejarlo ir.
—Te amo Collin, No te vayas. —susurró en la nuca de Collin a medida que la borrachera de
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tres días lo derribó quitándole la consciencia.


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2
Texto Original en Español.
Capítulo 3

Riojos gimió y sostuvo su cabeza. Se sentía como si un martillo pesado hubiese sido usado en él más
de una vez. Su cabeza palpitó, haciendo que su estómago se retorciera. Se calló cuando sintió un
cuerpo sólido en sus brazos, repentinamente olvidándose de su descompostura.
¡Maldición!
¿Anoche se había emborrachado tanto que encontró un cuerpo dispuesto en algún bar de mala
muerte? Riojos rezó que ese no hubiera sido el caso. Aún si su amor estaba muerto, él era devoto a
Collin. Se le destrozaría el corazón si él jodiera con algún extraño sin nombre antes que el cuerpo de
Collin se hubiera siquiera enfriado.
Riojos gruñó, abriendo sus ojos a la vez que alejaba de un empujón a la persona. Iba a decirle
que se fuera a la re putísima… —Mierda.
Cuando su visión se aclaró Riojos se retorció, alejándose cuando vio a su fallecido amor
yaciendo en el piso al lado suyo. Collin estaba mirándolo como si él hubiese perdido la cordura. Tal
vez lo hizo. —Esto no puede ser.
Collin rodó hacia su costado y le sonrió a Riojos. —¿Tenemos que atravesar nuevamente por
esta conversación?
Riojos sacudió su cabeza mientras se sentaba trayendo sus piernas hacia su pecho. —
¿Nuevamente? —¿De qué infiernos estaba hablando Collin? Más aún, ¿Cómo Collin estaba siquiera
hablando? Él estaba muerto.
—Hablamos sobre esto anoche.
Riojos escuchó las palabras de Collin pero estaba demasiado ocupado escudriñando la cara de
su pareja. Fervientemente observó cada pliegue, cada línea y cada hermosa peca. —¿Collin? —
susurró temeroso de darle voz a sus pensamientos pero necesitando saber—. ¿Realmente eres tú?
Collin asintió. —Te conté que desperté en la morgue con una maldita etiqueta atada a mi pie.
No entiendo qué es lo que está sucediendo, pero no estoy muerto.
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Riojos quería creer, estaba desesperado por creer, solo que creer lo asustaba hasta la mierda.
Mientras, su mano temblaba a medida que la acercaba y peinaba el pelo caoba oscuro de Collin
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apartando el mechón de su cálida mejilla.


—Eres real. —Riojos no perdió más tiempo. Voló hacia su amante y lo jaló hacia sus brazos,
aplastándolo contra su pecho—. Oh dios3.
—¡Demasiado apretado! —chilló Collin.
Riojos retrocedió con una sonrisa en su cara. —Perdón, lo lamento, pero no puedo creer esto.
Realmente eres tú. Pensé que te había perdido para siempre. —Riojos sintió la risa surgir de su cuerpo
y tomar el control mientras abrazaba a Collin una vez más.
—No voy a dejarte, —le dijo Collin mientras le acunaba las mejillas—. Nunca.
—Yo… —Riojos giró su cabeza, observando hacia la puerta de la habitación cuando escuchó
un ruido proveniente del living. Dirigió su vista hacia Collin nuevamente, sus cejas se juntaron. —
¿Alguien más vino contigo?
Collin se mordió en labio inferior negando con su cabeza. —No. —le susurró.
Riojos se puso de pie, encaminándose a la puerta de la habitación. Miró por encima del
hombro a su amante. —Quédate aquí. —Collin asintió rápidamente con su cabeza mientras agarraba
un par de vaqueros del ropero. Maldición. Riojos había planeado jugar por todo el cuerpo de Collin.
Lástima que lo estaba cubriendo.
Entreabrió la puerta, husmeando, a través de la apertura, hacia el living. Riojos contuvo su
aliento mientras daba la vuelta, mirando al amor de su vida. —Vístete rápido. —dijo.
Collin palideció pero hizo lo que le dijo Riojos, ambos lo hicieron lo más silenciosamente
posible. Una vez que ambos se hubieron puesto sus zapatos, Riojos tomó la pistola que estaba encima
del vestidor y tomó las balas del suelo.
Rápidamente cargó el arma y la colocó detrás de su cinturón.
Sostuvo sus dedos en sus labios y luego señaló hacia la ventana de la habitación, con la salida
contra incendios justo fuera de ella. Riojos tomó una chaqueta del armario para él y le alcanzó otra a
Collin. Era invierno afuera. Él no iba a correr ningún riesgo con la salud de Collin.
Abrió la ventana deslizándola lentamente, haciendo que Collin saliera primero. Su amante lo
miró como si quisiera discutir, pero Riojos no iba a cometer el mismo error dos veces. Él había
permitido que Collin lo empujara fuera del camino la primera vez. Ahora él iba a proteger a su amor
aún si tenía que empujar a Collin fuera de la ventana.
Collin puso mala cara pero se arrastró a través de la ventana. Riojos no pudo resistirlo. Le dio
una ligera palmada al adorable pequeño trasero de Collin antes de empezar a cruzar el mismo. Justo
cuando su otra pierna dejó el piso de la habitación, la puerta se abrió de golpe.
—¡Corre! —gritó Riojos, mientras que dos hombres con armas en sus manos corrieron a través
de la habitación. Esquivó una bala que pasó zumbando al lado de su cabeza. Su corazón saltó en su
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pecho—. ¡Mierda!
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3
Texto Original en Español
Collin prácticamente se deslizó por cada juego de escaleras de la salida contra incendios,
mientras ambos corrían por sus vidas. Riojos no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo pero no se
iba a quedar alrededor a hacer preguntas.
En cuanto sus pies tocaron suelo firme, Riojos tomó la mano de Collin y corrió hacia el
callejón, dirigiéndose hacia la calle principal. Esperaba poder perder a esos dos en la multitud.
Aunque ahí afuera estaba más frío que la teta de una bruja en un sostén de cobre, había gente
caminando de aquí para allá por la acera realizando las compras de último minuto para las
festividades.
Riojos conocía algunos lugares a donde podrían ir, pero no quería involucrar a ninguno de sus
amigos en lo que sea que estuviera sucediendo. Infiernos, él ni siquiera sabía que estaba ocurriendo.
Todo lo que sabía era que debía mantener a Collin a salvo.

Collin no tenía idea de por qué estaban siendo perseguidos o hacia dónde estaban yendo, pero su
corazón latía tan rápido que temía que fuera a saltar fuera de su pecho. Las personas les habían
disparado. Él realmente no deseaba regresar a la morgue. Una vez había sido más que suficiente. Fue
una experiencia que no tenía planeado repetir nunca.
—Riojos ¿A dónde vamos?
—Hacia algún lugar seguro hasta que puede averiguar por qué alguien está tratando de
matarnos. —respondió Riojos mientras jalaba a Collin rodeando otra esquina.
—¿Alguien está tratando de matarnos? —Collin tragó aire—. Pensé que sólo trataban de
robarnos.
Riojos se detuvo y giró tan rápido que Collin se estampó contra él. Gruñó suavemente debido
al impacto luego miró confundido a Riojos cuando su cara fue acunada entre las manos de su amante.
—¿Qué? —le preguntó Collin cuando Riojos solo se lo quedó viendo.
—Amor, ellos nos estaban disparando. Definitivamente estaban tratando de matarnos.
—Pero ¿Por qué? —las cejas de Collin se juntaron a la par que su pecho se llenó de angustia—
. ¿Por qué alguien querría matarnos? Nosotros no hicimos nada.
Riojos era un detective de policía. Había peligros al tener ese trabajo, y no siempre estaban en
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el trabajo. Muchas veces, algunas personas a las que Riojos había mandado a la prisión le guardaban
Página

rencor. Riojos le había advertido a Collin hace poco más de un año cuando se habían mudado juntos
que alguien podría venir tras Riojos por venganza. Eso debía de ser, porque Collin dudaba seriamente
que la gente de la morgue les estuviera disparando para conseguir regresar su cuerpo. El trabajo no era
tan malo, no en este vecindario.
—¿Podría ser alguien a quien pusiste tras las rejas?
—Amor. —Los labios de Riojos se apretaron por un momento y una agonizante mirada hizo
que sus ojos se arrugaran en las esquinas—. Creo que esto tiene que ver con tu muerte.
—Pero no estoy muerto.
—Lo estuviste, mi amor. —Collin frunció el ceño ante el repentino brillo de lágrimas
acumuladas en el costado de los ojos marrones chocolate de Riojos.
—Después que el auto te envistiera, te sostuve en mis brazos. Sentí la vida abandonar tu
cuerpo. Collin, estuviste muerto.
Collin tragó con dificultas. —¡No estoy muerto! —susurró, repentinamente asustado de
haberlo estado y que él simplemente no se había enterado. Tal vez esto era el cielo o el infierno o
donde sea que supuestamente vas cuando mueres—. No lo estoy ¿Verdad?
Él ya no estaba seguro.
Riojos lo miró perplejo pero determinado. —No sé lo que eres, mi amor. Pero muerto o vivo,
estás de regreso en mis brazos y es todo lo que me importa. Te tendré de cualquier forma que pueda.
—Riojos ¿Qué pasa si realmente estoy muerto? —Collin lamió sus labios secos y partidos
mientras el miedo lo cubría. Rezaba para que ese no fuera el caso, pero Collin no era alguien que
viviera en negación. Él quería la verdad, sin importar cuanto no quisiera oírla.
—¡No estás muerto! —gruñó ferozmente Riojos a la vez que jalaba a Collin fuerte hacia su
cuerpo.
La boca de Collin se abrió en asombro, uno, porque Riojos nunca antes usó ese tono
amenazador en él, y dos, porque le tomó sus dedos y los presionó contra el pulso latente en su cuello.
—¿Sientes eso? —le preguntó Riojos.
Collin asintió.
—Entonces no estás muerto. Collin, tienes pulso. Tienes sangre fluyendo por tus venas. Tu
cuerpo es sólido. Puedes pensar, razonar y hablar y… y… —Riojos hizo un sonido que retumbó en su
pecho—. Y no estás muerto.
—Pero… —Collin parpadeó cuando Riojos rápidamente le cubrió la boca con su mano. Él
siempre había sido algo dominante, pero esto era algo que Riojos nunca había hecho antes.
—¡No! ¡No lo digas! —Riojos se derrumbó—. Nos fue dada una segunda oportunidad. No sé
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por qué y francamente no me importa. Yo solo sé que estás vivo y que estamos juntos. No voy a
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cuestionar cualquiera de los poderes que te trajeron de regreso a mí.


Los ojos de Collin se abrieron ante la fuerza en las palabras de Riojos. El hombre estaba
prácticamente cayéndose a pedazos justo delante suyo. Riojos estaba asustado, realmente asustado.
Collin nunca había visto a su pareja así. Riojos siempre había sido el más seguro, fuerte y confiable de
los dos. Nunca se derrumbaba. Verlo tan aterrorizado asustaba a Collin. No le gustaba.
—Tenemos que irnos. —le dijo Riojos mientras le agarraba la mano y tiraba de ella,
comenzando a caminar por la acera nuevamente.
—¿A dónde vamos? —preguntó Collin mientras se apresuraba a alcanzarlo. Riojos tenía las
piernas más largas que él.
Riojos negó con su cabeza. —No lo sé exactamente, Collin. Estoy tratando de pensar al paso
en este momento.
—¿Qué tal la casa de la estación? Estaríamos seguros allí. —Mientras Collin decía las palabras
se daba cuenta que tan estúpida era la idea. Él estaba supuestamente muerto, y estaba seguro que todos
en el recinto de Riojos lo sabían—. Olvídalo.
Riojos rio suavemente. —No te preocupes amor. Encontraremos algún lugar seguro.
—Okay. —sonrió Collin débilmente. Estaba comenzando a preguntarse si algún lugar sería
seguro. Ellos no podían ir a casa. No podían ir a la policía. Solo estaban caminando sin rumbo por las
calles, esperando no ser encontrados ¿Qué otras opciones había para ellos?
Collin repentinamente tropezó con una idea. —¿Qué tal tu hermano? —Riojos se detuvo y se
volteó a ver a Collin, la cara de su amante estaba brillando—. De hecho, eso no es una mala idea. Sal
tiene una habitación oculta detrás del bar donde nos podemos quedar.
—¿Él tiene una habitación escondida detrás del bar? —Collin frunció el ceño—. ¿Desde
cuándo?
Riojos rio para sus adentros. —Vino con el edificio. El anterior dueño lo usaba para espiar
sobre los patrones y esconder licor de los policías durante la era de prohibición.
—¿Para qué la utiliza Sal?
Riojos lo miró por encima de su hombro, moviendo sus cejas. —¿Para qué crees tú?
—Eewww. —Collin arrugó la nariz en disgusto cuando una imagen del hermano de Riojos,
Salvatore Fernando, jodiendo a alguna fémina sin rostro cruzó por su cabeza. Hasta lo que sabía, Sal
era hetero, lo cual significaba que con quien sea que tonteara debía ser fémina.
Collin nunca lo había visto con nadie más que con mujeres.
—Vamos, amor, —le dijo Riojos mientras tiraba de la mano de Collin nuevamente—. Si nos
apuramos, podemos llegar al bar antes que abra al público. Mientras menos gente sepa dónde estamos,
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mejor.
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Otra vez Collin se apresuró a seguirle el paso a Riojos. Él estaba de acuerdo en que nadie
supiera donde estaban hasta que descubrieran que infiernos estaba sucediendo. Eso asumiendo que
alguna vez descubrieran lo que estaba pasando. Tan confundido como Collin se sentía, estaba
comenzando a preguntarse si sucedería.
Pero al menos tenía a Riojos con él para ayudarlo a descubrir la situación. Él no podía siquiera
comenzar a imaginar por lo que tuvo que atravesar su amante durante los últimos tres días. Collin
sabía que nunca querría estar en esa posición. Si algo le sucediera a Riojos, él estaba bastante seguro
que se haría un ovillo y moriría, esta vez de verdad. Y él no iba a querer regresar.
Les tomó más de una hora llegar al bar de Sal. Seguir por las calles fue la parte sencilla. Estar
constantemente observando sobre sus hombros por alguien que los estuviera siguiendo era agotador. Y
eso que ni siquiera tenían en mente el conocer quién estaba tras ellos más allá del hecho de haber dos
hombres con armas realmente mortales.
—Riojos, espera, —dijo Collin, jalando el brazo del hombre cuando fue a abrir la puerta del
bar de su hermano. Riojos se volteó para verlo levantando una ceja—. ¿Crees que deberíamos entrar
corriendo allí? ¿Ambos? Sal es un hombre de mente abierta, pero creo que incluso él enloquecería si
me viera.
La cara de Riojos palideció. —Oh, sí, cierto. Me olvidé de esa parte.
Riojos escaneó alrededor con la mirada por uno momento, luego jaló a Collin al costado del
edificio y dentro del callejón que daba a la entrada de servicio. Lo empujó contra la pared al lado del
gran cubo de basura industrial, sacó el arma de la parte trasera de sus pantalones y se la dio a Collin.
—Si alguien te molesta, dispárale. No hagas preguntas, Collin. Solo dispárales.
Collin asintió. Personalmente, no le gustaban mucho las pistolas. Eran muy ruidosas. Pero
Riojos había insistido que aprendiera como disparar una cuando se mudaron a vivir juntos, aun cuando
él no cargara con una todo el tiempo. Él quería que Collin supiera cómo usar un arma de forma segura
ya que habría una en la casa. Tenía sentido.
—Quédate allí y escóndete. No hagas ningún ruido. Regresaré a por ti en un santiamén. —
Riojos se agachó y plantó un rápido beso en los labios de Collin luego puso varias cajas de cartón
vacías frente a Collin antes de irse.
Collin se sentó con los hombros caídos contra la pared y jaló más cajas de cartón a su
alrededor hasta que estuvo totalmente oculto a la vista. Trajo sus rodillas contra su pecho y envolvió
sus brazos alrededor de ellas, apuntando el arma hacia el suelo mientras trataba de dejar de temblar.
Estaba asustado a más no poder.
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Riojos golpeó la puerta del bar hasta que escuchó a alguien empezar a quitar la traba. Él sabía que Sal
estaría aquí a esta hora del día. El bar estaría abierto en un par de horas. Sal siempre llegaba temprano
para asegurarse que todo estuviera listo para la nueva noche de trabajo.
Cuando la puerta se abrió de golpe, Riojos levantó una ceja ante el ceño fruncido en la cara de
su hermano. En cuanto Sal se dio cuenta que era él, su rostro cambió de una enojada a una de tristeza
y resignación.
—Riojos, no voy a darte nada de alcohol, —dijo Sal— Ya tuviste suficiente.
—No quiero nada para tomar, Sal. Necesito hablar contigo. —Riojos señaló con su cabeza
hacia el bar—. Preferentemente adentro y en privado.
—Rio…
—Por favor, Sal. —Riojos podía ver la duda en su hermano—. Esto es importante. Lo juro, no
llevaré ni un solo vaso de alcohol a mis labios.
Sal hizo una mueca por un momento luego lentamente asintió, haciéndose a un lado dejó entrar
a Riojos al poco iluminado bar. Una vez adentro, Sal, cerró la puerta y se volteó para enfrentar a
Riojos, cruzando sus brazos sobre su pecho.
Riojos echó una rápida mirada alrededor. —¿Hay alguien más aquí aparte de ti?
—No aun, —respondió Sal—. Tibo debería llegar pronto. Los demás llegarán en un par de
horas.
Riojos asintió. Tibo era un buen tipo. Había trabajado para Sal desde que este compró el bar.
Riojos pasó una mano por su cabello y se volteó para caminar unos pasos alejándose. Su hermano iba
a pensar que estaba fuera de maldita cabeza.
—¿Riojos?
—Necesito tu ayuda.
—La tienes. Ya sabes eso.
Riojos sabía eso. Sin importar qué, su familia lo apoyaba. Era una de las razones por las que
había acudido a Sal. Se dio vuelta para observar a su hermano. —Esto va a sonar completamente loco,
pero necesito me que escuches con mente abierta.
Sal lo observó por un momento luego asintió. —Estoy escuchando.
—Es sobre Collin.
—¿Necesitas ayuda para pagar el funeral? Tengo algo de dinero en el banco y es…
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—No, no, no es eso, pero tiene algo que ver.


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Sal comenzaba a verse más preocupado. —Entonces ve al grano Riojos.


Riojos tragó saliva, —Collin no está muerto. —inmediatamente pudo ver pena floreciendo en
los ojos de Sal. Levantó la mano antes que su hermano pudiera hablar—. Él no está muerto, Sal. Lo
juro.
—Riojos, sé que sufriste una gran pérdida. Sé lo mucho que Collin significaba para ti, pero
esta no es manera de llevar la situación. Collin no querría esto para ti. Él querría que fueras feliz. Que
lo dejaras ir y siguieras tu vida.
Riojos apretó su mandíbula. Él sabía que esto no iba a ser sencillo. —Sal, estoy siendo serio.
Collin no está muerto.
Sal se pasó la mano por la cara, mirando a Riojos con simpatía y frustración. —¿Cuánto has
tenido que beber, Riojos?
Riojos apretó sus manos. —Salvatore, no estoy ebrio. —escupió.
—Demuéstralo.
Riojos quería golpear a su hermano, pero podía entender de donde venía Sal considerando las
circunstancias. No solamente había estado ebrio por tres días, sino que Collin había muerto en sus
brazos. Sal había sido quien lo apartado del cuerpo muerto de Collin en la escena del accidente. Él
había visto el cuerpo atropellado y sin vida de Collin. Él tenía razones para estar en duda.
—Tenemos que ir a la entrada de servicio, —dijo Riojos mientras comenzaba a caminar hacia
la parte trasera del bar—. Escondí a Collin afuera tras el basurero.
—Oh dulce infierno, Riojos, —espetó Sal mientras agarraba a Riojos y lo daba vuelta—.
¿Robaste el cuerpo de Collin de la morgue?
—No, pero probablemente lo hubiese hecho si se me hubiese ocurrido. Collin vino de nuevo a
mí por su cuenta.
—Oh, hermano, él está…
—¡Él no está muerto! —Riojos apretó la mandíbula mientras su brazo se elevó, su dedo
apuntando a la parte trasera del bar—. Solo mueve tu trasero afuera hacia el callejón. Y lo verás.
Riojos caminó a través de la cocina y hacia el pequeño pasillo que daba a la entrada de
servicio. Una vez allí, destrabó la puerta y la abrió. Husmeando afuera y alrededor de la puerta,
comprobó que no hubiera signos de personas en el callejón. Cuando no vio a nadie Riojos dio un paso
hacia del callejón.
—Collin, amor, sal de allí, —lo llamó suavemente mientras se dirigía al basurero.
—Riojos, regresa adentro. Puedo conseguirte la ayuda que necesitas, —le dijo Sal mientras
alcanzaba a Riojos.
27

—¿Collin? —Riojos ignoró a su hermano abriéndose paso hacia el contenedor de basura. Él


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sabía a ciencia cierta que había dejado a su amante justo en este contenedor. No había otro contenedor
en el callejón.
—Riojos. Detén esto por favor.
Riojos ladeó la cabeza hacia un lado cuando escuchó un ruido cerca del contenedor. Sabía que
no estaba imaginando cosas. Sabía que Collin había regresado a él y que en este preciso momento
estaba de cuclillas al costado del contenedor.
—¡No —gritó Riojos cuando llegó al costado del contenedor, donde había dejado a Collin,
para ver a los dos hombres del apartamento sosteniendo a su amante, uno de ellos con su mano sobre
la boca de Collin. Los ojos de su amante estaban enormes, un evidente terror en sus ojos violetas. —Si
se atreven a lastimarlo, pelaré la piel de sus huesos.
—Dulce Virgen María, —Sal dijo sin aliento detrás de él—. ¡Collin!
—Me temo que no harás una maldita cosa viendo como nosotros lo tenemos. —se burló de
Riojos uno de los hombres armados—. Retrocede de una maldita vez o el recibirá una bala en la
cabeza.
Los ojos de Riojos dieron una rápida mirada al arma presionada en la parte de atrás de la
cabeza de Collin. De alguna manera tenía el presentimiento que si le disparaban a Collin el no
regresaría de la muerte esta vez. Tuvieron suerte una vez, pero no estaba deseoso de probar una
segunda vez.
—Sólo déjalo ir. Te daré lo que quieras, pero no lo lastimes. —Riojos no estaba acostumbrado
a rogar. Pero por Collin, él rogaría a los pies del mismísimo diablo.
—No tienes lo que queremos. Él sí. —El hombre armado le dio a Collin una pequeña
sacudida—. ¡Ahora haceos a un lado de una maldita vez!
Riojos podía sentir a Sal a su espalda. Su hermano era una pared de músculo y se estaba
acercando. El entrenamiento de Riojos entró en acción mientras evaluaba la situación. Sabía que tenía
que alejar el arma de atrás de la cabeza de Collin. Una vez logrado eso, él y Sal podrían acabar con
esos dos estúpidos.
Y les iba a enseñar sobre apuntar un arma cerca del cuerpo de Collin. Bajó sus ojos
rápidamente y miró hacia Collin. Su amante le dio un leve asentimiento. Riojos amaba el hecho de que
su amor entendiera lo que estaba tratando de transmitirle.
—¡Ahora!
Collin se tiró al suelo, sorprendiendo al hombre armado. Riojos tomó ventaja de la situación.
Collin se arrastró lejos mientras Sal y Riojos arremetieron contra los hombres. Riojos envolvió una
mano alrededor de la garganta del hombre armado que había sostenido la pistola en la cabeza de
Collin, mientras apretaba las manos del sujeto. Riojos aplicó presión hasta que el arma cayó al suelo.
Repetidamente estampó al hombre contra la pared de ladrillo. Su mente estaba ida, en el lugar de la
venganza.
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—¡Riojos! —gritó Sal mientras lo alejaba—. Está inconsciente. Es suficiente.


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Riojos tuvo que sacudir su cabeza para apartar la niebla. Quería una retribución por lo que ese
hombre les había hecho pasar a Collin y a él. Noquear al bastardo no era suficiente para él.
—Riojos. Déjalo ir, hombre. Ayúdame a llevarlos adentro. —Sal apoyó una mano sobre su
hombro, dándole un pequeño apretón—. Y luego puedes decirme como jodidos está Collin de pie
aquí.
¡Collin! Riojos volteó su cabeza para ver a su amante quieto allí temblando como una hoja.
Riojos rompió la distancia y hundió a Collin entre sus brazos, descansando su mentón en la cabeza de
Collin. —¿Estás bien, amor? ¿Te lastimaron?
Collin negó con la cabeza mientras dejaba salir un profundo suspiro. —No. Ellos solo me
asustaron.
Riojos besó la frente de Collin y luego lo liberó. Se dirigió hacia abajo y agarró al bastardo por
la parte de atrás de la camisa, mirando a ambos lados del callejón para asegurarse que nadie estuviera
viendo mientras arrastraba al hombre adentro.
Uno de ellos iba a hablar. No le importaba cual, pero Collin y él obtendrían algunas respuestas.
No le gustaba estar de fugitivo, y definitivamente no le gustaba que apuntaran un arma a la cabeza de
su pareja.
Riojos arrastró al hombre hacia la habitación escondida antes de soltarlo. Regresó hacia el bar
y tomó una botella de agua antes de regresar. Riojos desenroscó la tapa, dejando que el agua cayera
sobre la cabeza del hombre. Cuando el hombre inconsciente despertó y farfulló, Riojos ladeó su brazo
hacia atrás y golpeó al bastardo en la mandíbula.
—Ahora empieza a hablar.

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Página
Capítulo 4

Collin agarró una de las cajas de la esquina, usándolo para sentarse mientras descansaba sus brazos en
sus rodillas, esperando escuchar por qué estaban siendo perseguidos por estos hombres con armas.
—Jódete, —gruñó el hombre armado al cual le habían echado agua encima.
Collin saltó cuando Riojos golpeó nuevamente al sujeto.
—Si no hablas, te golpearé hasta dejarte al borde de tu vida —amenazó Riojos.
Collin mordió sus uñas mientras observaba a su amante sacarle la mierda al chico malo. A él
no le iba la violencia. A decir verdad, la odiaba, pero ellos necesitaban respuestas, respuestas que solo
este hombre podía darles.
Le echó una ojeada a Sal. El hermano de Riojos lo miraba curioso como si esperara que Collin
dijera: Boo. —Sal, soy real.
Sal sacudió su cabeza, pasando su mano por su rostro. —No, no lo eres. Yo estoy jodidamente
dormido y nada de esto es real. Despertaré y estaré en mi cama.
Collin tembló. —Realmente deseo que no. Eso significaría que yo realmente estoy en la
morgue.
—No me lo recuerdes. Por favor, no me recuerdes lo que te sucedió. Estoy al borde de un gran
colapso nervioso. Solo dame un minuto para unirme a ti en este universo paralelo donde los muertos
resucitan, y entonces estaré bien. —Sal hizo una mueca—. Eso creo.
Collin sabía que Sal tenía todo el derecho de verse como si fuera a quebrarse en cualquier
segundo. Si los roles se invirtieran, él también estaría a punto de perder la cabeza justo en este preciso
momento. Collin y Sal voltearon sus cabezas cuando escucharon a Riojos golpear nuevamente al
sujeto.
—Así no es como logras hacer hablar a alguien. —Sal gruñó mientras caminaba hacia
Riojos—. Deja que un experto te lo muestre.
—Para el caso es lo mismo. —Riojos se hizo a un lado, ondeando una mano hacia el hombre
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armado—. Todo tuyo.


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Sal miró hacia Collin. —Sería conveniente que voltearas tu cabeza, hombre fantasma.
Collin rodó los ojos pero hizo lo que Sal le pidió. No estaba seguro que era lo que iba a hacer
el hermano de Riojos, pero no quería presenciarlo. Abrazó su sección media y se ovilló cuando
escuchó un agonizante grito.
—Está bien, —rogó el hombre—. Hablaré.
Collin no estaba seguro de qué había hecho Sal, pero se hizo una nota mental de nunca hacer
enojar al tipo.
—Estoy esperando y no tengo mucha paciencia. —gruñó Riojos.
—Sr. Donahue, —jadeó el hombre— él nos envió a espiar a Collin y luego a secuestrarlo.
Collin se dio la vuelta, levantándose de la caja. Se acercó unos pasos no queriendo perderse
nada de lo que hombre confesó.
—¿Quién es el Sr. Donahue, y qué querías decir con espiar a Collin? ¿Él sabía que Collin
estaba vivo? —preguntó Riojos.
Cuando el hombre no dijo nada, Sal se acercó a él y retorció el cuchillo que estaba enterrado en
la mano del hombre. Collin puso una mano en su boca y se puso nuevamente de espalda al hombre.
Sabía que no tendría que haber mirado.
El grito surgió de nuevo y luego decayó, haciendo a Collin temblar y tener ganas de vomitar.
Sintió una mano deslizarse alrededor de su cintura, y luego su rostro estaba presionado contra el pecho
de Riojos. Collin se aferró a su amante mientras escuchaba al hombre hablar.
—No lo sé. Lo juro. El Sr. Donahue suele estar en el distrito Pueblo Viejo. Es un hombre
grande, de alrededor de 1.90 y unos 115 kilos. Imposible no reconocerlo. Usa trajes. Trajes blancos.
Collin conocía esa área. No era siquiera seguro el caminar por esa zona durante el día. Allí fue
donde estuvo cuando había corrido desde la morgue al asilo de desamparados. Era un lugar aterrador.
Él no quería que Riojos fuera hacia allí. Infiernos, él ni siquiera enviaría a su enemigo a ese lugar.
—Si estás mintiendo, regresaré y te mataré, —amenazó Riojos—. Lentamente.
—Lo ataré y lo retendré aquí atrás, luego llamaré a Tibo para que venga temprano y que vigile
a estos dos mientras vamos a ver al Sr Donahue.
Riojos negó con la cabeza. —Sal, tú no vas. Este es mi problema.
—Nuestro problema. —lo corrigió Collin.
Riojos lo miró, una suave sonrisa dibujada en sus labios. —Nuestro problema. —Riojos volvió
a mirar a su hermano—. No quiero que te involucres.
Sal se apoyó contra la pared, con una mueca en su rostro. —¿No quieres que me involucre,
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hermanito? Odio informarte esto, pero ya es malditamente tarde. Estuve involucrado cuando llegaste
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golpeando en mi puerta, me arrastraste hacia el callejón, golpeamos a estos dos hombres, y me


mostraste al hombre fantasma de allí todavía respirando. ¿En qué parte de—quedarme fuera de esto—
no quieres que participe?
Collin cubrió su boca, deteniéndose de escupir su risa. Sal siempre había sido un hombre
sarcástico. Esa era una de las cosas que a Collin le gustaba sobre él.
—De acuerdo, pero si la mierda estropea la diversión, vamoose4 ¿Entendido?
Sal gruñó. —Sí, madre.
Esta vez Collin si se rio. Estaba tan agradecido de haber vuelto a la vida. Se habría perdido la
forma en que Riojos y Sal interactuaban. Era entretenido como el infierno.
—Entonces, tenemos que ponernos en marcha. No quiero que Collin sea visto por muchas
personas. Definitivamente no quiero que sea visto por ningún conocido. Decirles que encontré un
amante que luce exactamente igual al mío muerto no va a ser tomado tan a la ligera.
Collin golpeó el pecho de Riojos mientras le gruñó. —Tú no me remplazarás. Aun si es un
parecido, señor. Regresaré y te cazaré, nuevamente.
—Oh, amor. Sabes que nunca haría eso. No puedo vivir sin ti.
Collin podía escuchar el dolor en la voz de Riojos y pensó en el arma que estaba en las manos
de Riojos cuando llegó de la morgue. Si hubiese llegado unos minutos después… Collin tembló,
empujando el recuerdo a lo más recóndito de su mente. —Lo sé.
—Tal vez deberías quedarte aquí en la habitación oculta de Sal.
Collin arqueó una ceja. —Si claro, como si eso fuera a ocurrir.
—Collin…
—No voy a dejarte fuera de mi vista. Acostúmbrate. —Collin se dio la vuelta cuando escuchó
a Sal reír—. ¿Tienes algo que aportar?
Inmediatamente Sal levantó sus manos en señal de rendición. —No, no. Solo que no recuerdo
que antes fueras tan…uh… dominante.
—Las cosas cambiaron, Sal. —Collin frunció el ceño cuando los flashes de los últimos días
atravesaron su cabeza—. Casi perdí a Riojos. No dejaré que eso suceda de nuevo.
La cabeza de Sal se inclinó hacia un lado mientras una expresión de curiosidad apareció en su
rostro. —¿Es por eso que regresaste de la muerte? —preguntó—. ¿Fue por Riojos?
—No lo sé, —admitió honestamente Collin—. Solo sabía que tenía que regresar a él.
El hombre que había estado derramando sus entrañas de repente se echó a reír.
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4
Desaparecer instantáneamente, hacer como si nunca hubieras estado allí.
Collin se asomó alrededor de Riojos, haciendo una mueca cuando pequeños escupitajos de
sangre volaron de la lastimada boca del hombre. Sal y Riojos realmente habían hecho un número
sobre el hombre. Collin se sintió mal sobre eso pero no lo suficiente como para darle una servilleta al
sujeto. El bufón había intentado secuestrarlo a punta de pistola.
Sal se adelantó y agarró al sujeto por la mandíbula y tiró de su cabeza hacia arriba. El hombre
lloró de dolor, pero Sal lo ignoró. —¿Tienes algo que decir, bola de carne?
El hombre rió un poco más, y sus ojos se fijaron en Collin. —Ustedes idiotas no tienen idea lo
que él es ¿No es así?
Sal apretó sus dedos alrededor de la mandíbula del sujeto hasta que él se estremeció. —¿Qué
quieres decir?
—Él no es humano.
Collin tembló ante la seguridad que pudo sentir en la voz del hombre. Hasta donde sabía del
hombre, él estaba diciendo la verdad. Y, considerando todo lo que había ocurrido en las últimas horas,
Collin no podía evitar preguntarse si el hombre estaba en lo cierto.
—¿Rio? —susurró suavemente mientras se daba vuelta para mirar a su amante. Cuando sintió
la mano de Riojos acunar su mejilla, Collin agradecidamente se apoyó contra ella. Había una parte de
él que temía que en algún punto Riojos enloqueciera y huyera, dejándolo solo. Ese pensamiento lo
asustaba a muerte.
—Mi amor, no me importa si eres el hombre de la luna, Casper el fantasma, o la parca. Tú me
perteneces, y me rehúso a dejarte ir.
Collin respiró con alivio presionando su cara en el pecho de Riojos. Sintió que los brazos de su
amante lo envolvían, acercándolo aún más a él. Una sensación de calma cubrió a Collin. En este
momento estaba en el lugar más seguro del mundo, un lugar que nunca deseaba abandonar.
—Nunca lo olvides, mi corazón, —susurró Riojos sobre la cabeza de Collin—. Eres mi todo.
Eres mi todo.
Un pequeño sollozo escapó de los labios de Collin ante las amorosas palabras de Riojos. Sentía
las lágrimas picar en sus ojos. Amaba escuchar las palabras de Riojos pero estaba un poco confundido
por ellas. No de su significado. Las escuchó fuerte y claro, sino que todas ellas las estaba diciendo
Riojos. Riojos nunca había sido tan emocional. ¿Había sido necesario que el regresara de la muerte
para que Riojos se diera cuenta de lo que sentía?
—Okay, suficiente de esta mierda ñoña, —dijo Sal—. Necesitamos ponernos en marcha.
Collin se apoyó tras Riojos y le sacó la lengua a Sal. Sonrió y miró hacia Riojos cuando el
hombre rio. —Cuidado, amor. Sé lo que puedes hacer con esa lengua y ha pasado un tiempo.
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La cara de Collin se sonrojó cuando Sal resopló. Se ocultó de nuevo en el pecho de Riojos. ÉL
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no tenía problema en usar su lengua en Riojos. De hecho, esperaba hacerlo. Él solo no quería que todo
el mundo lo escuchara.
—¿Podemos irnos? —preguntó, tratando desesperadamente de cambiar el tema.
—Sí, —dijo Riojos mientras retrocedía pero manteniendo un brazo alrededor de la cintura de
Collin—. Necesitamos averiguar lo que este Sr Donahue tiene que decir. Sal, ¿por qué no te adelantas
y llamas a Tibo mientras yo ato a estos hombres?
Sal asintió y fue en búsqueda de su celular, ubicándose a un lado de la habitación mientras
hablaba con Tibo.
—Todavía no sé cómo vamos a encontrar a este sujeto. —dijo Collin mientras miraba a su
amante atar a los dos hombres.
—Collin, cualquiera vistiendo un traje blanco en el Viejo Pueblo va a resaltar.
—Te sorprenderías lo que no llama la atención en el Viejo Pueblo. —rió Collin.
Riojos detuvo lo que estaba haciendo y miró hacia Collin, levantando una ceja. —¿Y eso que
significa?
—No te dejan usar ropa en la morgue, Riojos. Estaba desnudo como el día que nací cuando
desperté. Lo único que tenía en mi era una etiqueta en el pie. Envolví una sábana alrededor mío y corrí
cuando escuché voces. Y seguí corriendo todo el camino a través del Viejo Pueblo hasta que encontré
un refugio y conseguí algo de ropa.
De repente Collin frunció el ceño, tocándose los labios con los dedos. —Lo que me recuerda,
necesito dejar algo de dinero en lo de Rutledge cuando tenga una oportunidad.
—¿Rutledge? —gruñó Riojos—. ¿Quién infiernos es Rutledge?
—Rutledge es quien maneja el refugio de desamparados. Me dio algo de ropa, sopa caliente, y
un billete de autobús para ir a casa. Y no hizo ninguna pregunta. —Collin frunció el ceño
nuevamente—. Bueno, si lo hizo, pero solo si necesitaba ayuda para salir de alguna situación peligrosa
o no. Él pensaba que yo estaba siendo golpeado. No tenía idea de lo que estaba sucediendo.
—Tampoco nosotros. —rio Riojos, visiblemente la tensión dejó sus hombros. Terminó de atar
a los dos hombres luego dio unos pasos alrededor de ellos para pararse frente a Collin, acunando los
lados de su cara—. De acuerdo, mi amor, si significa tanto para ti, dejaremos algo de dinero en lo de
ese sujeto Rutledge.
—Gracias, Riojos. —La cara de Collin enrojeció un poco ante el gesto de Riojos. Él no estaba
acostumbrado a que su amante fuera tan atento, pero le gustaba—. Rutledge fue realmente amable
conmigo cuando no tenía que serlo.
—Entonces supongo que realmente tenemos que agradecerle, especialmente yo. —Riojos
sonrió ampliamente—. Cuidó de mi amor cuando yo no pude. Eso merece una recompensa.
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—Okay, ustedes dos pajaritos enamorados. Podemos ponernos en camino. Tibo está a tres
minutos. —dijo Sal mientras guardaba su celular.
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Collin miró hacia el hombre con la boca ensangrentada. Él entrecerró sus ojos hacia Collin, sus
labios se encrespan nuevamente en una mueca. —Ellos no se detendrán hasta que te tengan.
—¡Cállate! —Riojos le gritó al hombre—. Tú no puedes hablarle. Nunca.
El hombre rio fuertemente. Collin tembló ante las palabras amenazantes.
Él no estaba seguro que significaban pero lo hicieron sentir como si algo malvado se dirigiera
hacia ellos.
—Vamos. —Riojos agarró la mano de Collin y lo guio fuera de la habitación oculta.
—¿Cómo vamos a salir sin que nadie nos vea? —preguntó Collin mientras miraba a Sal cerrar
la puerta y luego correr la pared de vuelta a su lugar. Como varias veces que había estado aquí, se
sorprendía de nunca antes haber notado ese panel deforme.
—Mucho cuidado, mi amor. Tenemos que asegurarnos de no ser vistos por nadie.
—Disfrázalo, —sugirió Sal—. Puede usar una peluca y unos lentes oscuros.
Esa no era una mala idea. ¿Pero dónde infiernos iban ellos a encontrar una peluca? No era
como si Sal tuviera alguna rondando por el bar.
—Hay una tienda al final de la calle que vende de todo lo que hay bajo el sol. —Sal terminó
con sus pensamientos—. No será lo más top del lugar, pero nos va a sacar del apuro.
—Ve a traerla. Esperaremos aquí, —dijo Riojos—. Ni siquiera quiero que dé un paso fuera del
bar sin algún tipo de disfraz. Mientras menos gente sepa que él está de regreso, mejor.
Sal le echó una mirada a Collin y levantó sus cejas, pestañó un par de veces antes de salir del
bar.
—Creo que Sal está al borde del colapso, —dijo Collin con preocupación—. Sigue mirándome
de forma extraña.
Riojos rió. —Sal mira a todos de forma rara. Solo es Sal. —Riojos jaló a Collin hacia sus
brazos, mirándolo hacia abajo como si la luna brillara tras él—. No puedo comenzar a decirte lo feliz
que estoy de que hayas regresado, mi corazón. Siento como si me hubieran dado una segunda
oportunidad contigo.
Collin sentía las lágrimas picar en sus ojos. Definitivamente este no era el Riojos que
recordaba, y amaba todo lo que salía de la boca de este hombre. —Continua. —Quería escuchar más
ahora que Riojos se había encontrado con su lado emocional. Había sido tristemente deficiente en los
últimos tres años.
Riojos le sonrió. —¿Qué más hay por decir? Sabes cómo me siento. Solo nunca fui bueno para
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decírtelo.
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Ese fue el eufemismo del año. Collin tuvo que estar de acuerdo. Riojos le mostró de varias
formas cuanto se preocupaba por él. Solo nunca lo había verbalizado. Se sentía maravilloso él,
finalmente, poder escuchar esas palabras.
—Córtenla, ustedes… —Tibo miró con sus ojos abiertos de par en par hacia Collin, luego sus
ojos se volvieron blancos mientras se desmayaba sobre el piso del bar.
—Oh infiernos, —chilló Collin mientras se alegaba de los brazos de Riojos y acudía hacia el
pequeño e inconsciente hombre—. No había pensado en la reacción de Tibo al verme.
—Creo que lo hemos descubierto. —dijo Riojos mientras de arrodillaba al lado del empleado y
amigo de Sal—. Es sorprendente cuan duro puede golpear el suelo un hombre pequeño.
Collin le dio un manotazo a Riojos. —No es gracioso. ¿Qué si hubiese tenido un ataque al
corazón? ¡Oh dios! —Collin se acercó y presionó sus palmas contra el pecho de Tibo, aliviado cuando
escuchó un firme y fuerte latido.
—Oh hombre, —lloriqueó Sal mientras atravesaba la puerta—. Me olvidé de decirle que el
hombre fantasma estaba vivo. Mierda.
Collin se apretó el puente de la nariz. Estos dos eran imposibles. —Ayúdame a sentarlo. —
Collin colocó sus manos bajo los hombros de Tibo e hizo fuerza hasta quedar a la par del piso—.
Santo infierno, es pesado ¿Ustedes dos no van a ayudarme? —Para un hombre pequeño, Tibo de
seguro era sólido.
—Quería ver si tal vez ahora tenías súper poderes. —rio Sal mientras tiraba la bolsa de la
tienda a un lado y colocaba a Tibo en la posición de sentado, su espalda contra la barra—. Tibo,
despierta.
Tibo gruñó y se agarró la parte de atrás de su cabeza luego hizo una mueca de dolor. Collin se
sintió terrible. Los ojos de Tibo se abrieron de par en par mientras miraba fijo a Collin. —¿Qué
jodidos está pasando aquí?
—Larga historia. Demasiado larga para sentarse aquí y relatarla. —dijo Sal mientras agarraba
la bolsa que recién había tirado a un costado y se la alcanzó a Collin—. Pero necesito que guardes
para ti el hecho que Collin está vivo. No le digas a nadie Tibo.
—¿Te parece que estoy loco? Si digo una palabra acerca de que Collin está vivo, me
encerrarán. —Tibo se quejó mientras se ponía de pie, su piel todavía un poco pálida.
Collin dejó al hombre hablando para dirigirse al baño. Sacó la peluca. Estaba envuelta en una
bolsa gruesa. Gruñó cuando vio la peluca rojo fuego. Iba a matar a Sal. Al menos podría haberle
conseguido una negra o marrón, incluso una rubia, pero ¿rojo fuego? Yuk.
Collin exhaló un fuerte suspiro. Sabía que no podía quejarse demasiado. Después de todo,
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estaba vivo y era capaz de arrugar su nariz ante el color ¿No era eso lo que importaba?
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Peinó su cabello hacia atrás con sus dedos y colocó la horrible cosa en su cabeza. Sal le deba
haber conseguido una para niño porque le exprimía la mierda de la cabeza. Tiró y jaló, asegurándose
que su pelo castaño estuviese escondido de las miradas indiscretas.
—Tenemos qué… —las palabras de Riojos quedaron a medias cuando torció su cabeza hacia
un lado, mirando la ceñida peluca de Collin—. Sal, eres un estúpido.
Collin podía escuchar las risas sonando en el bar. Si, Collin estaba totalmente de acuerdo. Sal
era un verdadero estúpido.

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Capítulo 5

Riojos mantuvo un fuerte agarre del brazo de Collin mientras caminaban a través de las oscuras calles
del barrio Viejo Pueblo. El área estaba plagada de matones y pandillas, sin mencionar a los
vagabundos y aquellas en búsqueda de dinero fácil.
Había perdido a Collin una vez. No iba a permitir que sucediera de nuevo. La primera persona
que diera un solo paso en su dirección iba a recibir toda la furia de Riojos. Luego de haber visto a
Collin morir en sus brazos, y después tener a alguien tratando de alejarlo de él, tenía mucha furia
creciendo en él que necesitaba liberarse.
Estaba seguro que alguna de las sombras le daría exactamente lo que necesitaba. El área de
Skidmore Fountain en las afueras era un gran lugar durante el día, especialmente durante los fines de
semana cuando tenían en funcionamiento el mercado del domingo. Personas, música, y algunas de las
mejores comidas podían encontrarse allí.
Sin embargo, durante la noche, era una historia totalmente distinta. Riojos sabía que la policía
había aumentado el patrullaje en la zona después de una serie de asaltos, robos y ataques, aun así no lo
hacía sentir más seguro el caminar en las calles.
—Quédate cerca de mí, amor.
—Oh, créeme, —Collin susurró despacito, pero Riojos podía escuchar el miedo en su voz— no
planeo irme a ningún lado.
—Este no es precisamente el mejor vecindario de noche, —dijo Riojos—. Sólo quiero acabar
con esto y luego encontrar algún lugar seguro. Desafortunadamente, no tengo idea por donde
comenzar a buscar a este cara de polla.
—Podríamos intentar preguntarle a Rutledge, —dijo Collin—. Él dirige el refugio en esta área.
Seguramente él sabrá con quien hablar o a donde ir a buscar a este tipo.
—A decir verdad, esa es una muy buena idea, amor. —rio Riojos mientras envolvía sus brazos
alrededor de Collin y abrazada al pequeño hombre a su lado—. Bien pensado.
Collin sonrió.
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—¿Dónde está el refugio?


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—Uh… —Collin miró hacia un lado de la calle luego miró al otro lado, finalmente se encogió
de hombros—. No tengo idea.
—¿No sabes dónde está el refugio? —preguntó Sal mientras les daba alcance.
—Como que tenía otras cosas en mi mente en ese momento Sal. —espetó Collin—. Estaba
corriendo temiendo por mi vida envuelto en una sábana de hospital. No estaba prestando atención a
donde estaba yendo precisamente.
—¿No había un refugio en Burnside al lado del puente? —preguntó Riojos antes que su
amante y su hermano pudieran empezar a discutir, porque lo harían si pudieran. Sal juraba que amaba
un buen debate y tomaría el lado de la oposición como argumento solo para tener un debate. A veces
Sal podía ser un idiota.
—Claro, el que está más allá del arco del barrio chino. —dijo Sal.
Riojos miró hacia Collin. —¿Podría ser ese tu refugio, amor? —Collin nuevamente levantó los
hombros—. Podría ser.
Riojos rio de nuevo. —Okay, entonces vayamos en esa dirección. Si no es, podemos seguir
buscando. Imagino que tenemos al menos seis horas antes del amanecer. Eso debería darnos tiempo
suficiente para tratar y encontrar a este perdedor y darle de comer su propia cara.
—¡Riojos! —la boca de Collin se abrió en sorpresa.
—Él está tras mi amor, —dijo Riojos—. Él no recibirá ninguna simpatía de mi parte.
—¿No podemos solo...? —Collin gritó cuando una de las sombras se separó del costado del
edificio y lo atacó.
Riojos saltó hacia los dos, escuchando a su hermano empezar a pelear con alguien tras él.
Hundió su puño en la cara del tipo tan fuerte como pudo. El hombre gruñó y aflojó el agarre en Collin.
Riojos agarró a su amante por su brazo y lo jaló fuera del peligro luego empujó a Collin atrás
de él mientras se iba contra el hombre nuevamente, moviendo su puño tan rápido como si volara.
Nadie iba a atacar a su amante.
—¡Riojos! —Sal lo golpeó por atrás, agarrando su hombro—. ¡Suficiente! Está inconsciente,
hombre. Lo noqueaste.
Riojos observó al hombre en la acera con sorpresa. Sal estaba en lo correcto. La cara del tipo
estaba negra, azul y roja de sangre, y él estaba frío. Riojos no pudo evitar sentir un estremecimiento de
satisfacción de haber protegido a Collin esta vez. La última vez había apestado.
Riojos inhaló de repente y se volteó. —¡Collin!
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Vio a Collin sentando de culo en la acera, sosteniendo su mano en su costado. Rápidamente


corrió por el frío cemento y se arrodilló al lado de Collin. —Amor, ¿Estás herido?
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La cara de Collin estaba pálida cuando lo miró. Lágrimas estaban asomando de sus hermosos
ojos lavanda, amenazando con derramarse. —Él… él… él me a–a–apuñaló, —susurró Collin.
El estómago de Riojos se hundió mientras dirigía su vista hacia donde Collin tenía su mano
presionada en su costado. Había sangre corriendo entre sus dedos. —Cómo… tú… oh dios, Collin.
Hay tanta sangre.
Riojos rasgó su camiseta quitándosela por la cabeza. Necesitaba algo para presionar contra la
herida para detener el sangrado hasta que puedan llegar los paramédicos. —Sal, llama a la
ambulancia.
—No, Rio, no puedes, —susurró Collin—. No puedes llamar a nadie.
—No voy a dejar que te desangres hasta morir a un lado de la maldita calle de la ciudad.
—Tal… —tal vez no está tan mal.
Sin embargo Riojos sabía que sí lo estaba. Había demasiada sangre. —Mueve tu mano, amor.
Necesito poner presión en la herida para detener el sangrado.
Collin tragó y asintió, lentamente moviendo su mano fuera del camino. Riojos no perdió
tiempo en presionar su remera contra el punto ensangrentado al costado de Collin. Cerró sus ojos por
un momento y tomó un hondo respiro, pero todo lo que podía oler era la cobriza sangre de Collin.
Cuando abrió sus ojos de nuevo, Collin lo estaba mirando, la miseria cubría sus ojos.
—Lo siento, Riojos, —susurró Collin mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus
mejillas—. No pude moverme lo suficientemente rápido.
—Collin, no es tu culpa.
—Pero…
—Tal vez tengas razón, amor, —dijo Riojos rápidamente— tal vez no es tan malo.
Sobreviviste al choque de un auto, que es mucho peor. Puedes sobrevivir a esto.
Para probar su punto, y verlo por sí mismo, Riojos movió la remera fuera del lugar, limpiando
la sangre a su paso. Riojos pestañó por un momento luego nuevamente limpió con su remera el
costado de Collin, sabiendo que no podía estar viendo lo que pensaba que estaba viendo, lo que
esperaba estar viendo.
—Collin.
Collin siguió sus ojos y miró hacia su estómago. Su inhalación aguda cubrió el lugar. Empezó
a temblar mientras miraba de nuevo a Riojos, su cara estaba pálida como el papel, haciendo resaltar
sus ojos lavanda.
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—¿Qué soy?
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—¡Hey!
Sal se dio la vuelta para ver quien estaba gritando como un loco a esta hora de la noche y en
esta parte del pueblo. Ubicó su cuerpo entre el hombre que le importaba y el lunático que movía sus
brazos. Sal ni siquiera iba a empezar a pensar sobre cómo Collin no tenía un jodido arañazo en él.
No, no, no. Él no iba siquiera a ir por ese camino en esta bizarra puta búsqueda en la que se
habían embarcado. Esta mierda se estaba volviendo cada vez más extraña a cada hora, y Sal solo podía
tomar este montón.
—Detente ahí mismo o dispararé tu jodido culo, —advirtió Sal mientras Riojos cambiaba su
posición, poniéndose en cuclillas frente a Collin.
—Ustedes necesitan ayuda, —jadeó el hombre, a medida que se acercaba—. Fui enviado a
ayudarles. —puso sus manos sobre sus rodillas, tomando grandes bocanadas de aire. El tipo necesitaba
seriamente hacer ejercicio. Nadie debía perder el aliento así.
—¿Rutledge? —preguntó Collin mientras husmeaba tras la protectora postura de Riojos—.
¿Eres tú?
—Gracias a dios que te encontré, Collin, —dijo Rutledge mientras se enderezaba.
—¿Ese es Rutledge? —preguntó sospechosamente Riojos—. ¿Cómo infiernos sabía que
estábamos aquí afuera?
Eso era lo que Sal quería saber. Okay, tal vez no quería. Pero nadie iba a acercarse al hombre
fantasma. No en su presencia. Sal no creía en lo sobrenatural y cosas que eran arrojadas en la noche,
pero el hombre fantasma estaba cambiando rápidamente su mente. Tomó una postura, sus piernas
separadas a la par que cruzaba sus brazos sobre su pecho.
—¿Cómo sabemos que realmente eres Rutledge?
—¡Sal! —lo regañó Collin.
Sal se encogió de hombros, extendiendo sus manos en frente de él, sin lucir ni un poco
arrepentido. —Con la forma en la que se están dando las cosas por aquí, no puedes estar tan seguro,
hombre fantasma.
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—¿Dejarías de llamarme así?


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Rutledge movió su cabeza hacia un lado mientras observaba a los tres.


—¿Debería regresarme?
Collin se levantó del suelo, luego apoyó su mano en el pecho de Riojos para moverlo del lugar
mientras trataba de dar un paso delante de él. —No, no. No te preocupes por Sal. Fue arrojado sobre
su culo cuando era un bebe.
Rutledge sonrió mientras sus ojos iban de Sal a Collin. —¿No querrás decir que fue arrojado
sobre su cabeza?
—Nope. —Collin negó con su cabeza—. Su cerebro se metió en su culo justo ahora.
Sal entrecerró sus ojos antes de voltearse y poner su atención de regreso a Rutledge. —Dinos
como supiste que nosotros estábamos aquí. Y no me mientas. Sabré si estás mintiendo.
Rutledge se acercó un paso, mirando sobre su hombro mientras lo hacía. Su cara palideció un
poco a medida que se daba vuelta, sus manos se refregaban frente a él. —¿Honestamente? Fue de lo
más extraño.
Sal gruñó. —Imagínate.
Rutledge barrió el área con la vista antes de continuar. —Recibí una llamada de alguien que no
quiso dejar su nombre. Todo lo que dijo fue que debía ir hacia Skidmore Fountain y rescatar a Collin.
Riojos gruñó mientras se acercaba a Rutledge. —¿Usó el nombre de Collin?
Rutledge asintió.
—Mierda, —exhaló Collin—. ¿Qué demonios está sucediendo?
Rutledge movió su cabeza, sus ojos se suavizaron mientras le habló a Collin. —No sé lo que
sucede, Collin, pero necesito llevarte a ti y a tus amigos al refugio.
—Él es mi pareja. Que te quede claro. —Riojos corrigió el título.
Sal golpeó sus manos en su cadera, mirando entre los 3 hombres. Esta mierda se estaba
poniendo demasiado bizarra aún para él. Tal vez debería tomar el consejo de su hermano y regresar al
bar. Parecía que ahora tenían ayuda. —Sin ofensa, pero no estoy en la lista de los más buscados.
Prefiero dormir en mi propia cama esta noche.
La cabeza de Rutledge se volteó hacia Sal, con una mirada de lástima en sus ojos. A Sal no iba
a gustarle esto. —Me temo que lo estás.
Sal quedó boquiabierto ante Rutledge antes de escupir, —¿Qué?! ¿Cómo?
—No estoy seguro, pero el que llamó mencionó el nombre ustedes tres.
—Mierda, mierda, mierda ¿Cómo infiernos me vi arrastrado en esto? —Sal caminaba en
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círculos—. Te dije que estar afuera de esto no era una opción.


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—¿Estás seguro que esto no era una especie de emboscada? —preguntó Riojos—. Me parece
muy extraño que alguien te llamara de la nada y te diera esta información. Solo no parece correcto.
Rutledge se encogió de hombros. —Escuché que Collin estaba en peligro, y vine. No tenemos
mucho tiempo. Vamos. Tenemos que ponernos en marcha. No es seguro para ustedes tres el estar aquí
afuera.
Rutledge miró hacia los hombres inconscientes como si recién los notara. —¿Quiénes son
ellos?
—Jodidos muertos si se vuelven a acercar a Collin otra vez.
—Oh. —Rutledge miró hacia atrás sobre su hombro—. Eso solo prueba que quien sea que me
envió a buscarlos estaba diciendo la verdad. Vamos, deprisa. Tengo que llevarlos a un lugar cerrado.
—Pero vinimos aquí buscando a alguien. —dijo Riojos mientras comenzaba a caminar.
A Sal le gustaba caminar. Era mejor que quedarse en un lugar. Él temblaba y frotaba sus
manos arriba y abajo en sus brazos a medida que su piel empezaba a erizarse. Los pelos en la parte de
atrás de su cuello estaban erizados, diciéndole que alguien los estaba observando.
—No esta noche, tal vez en la mañana. Solo confíen en mí, por favor. Ustedes tres tienen que
salir de la calle. —enfatizó Rutledge.
Sal no sabía de confianza, pero sabía que el hombre del refugio estaba en lo correcto. Ellos
necesitaban salir con un infierno de ahí pronto.

Collin estaba tratando lo mejor que podía de no perder la cabeza. En una semana su vida había dado
un drástico vuelco. ¿Qué había sido de él y Riojos sólo viviendo sus vidas, disfrutando del otro? ¿Qué
infierno era él que fue asesinado y ahora era perseguido?
Y, de hecho, Collin sabía que el auto que saltó la curva no fue un accidente. No si los eventos
sucedidos eran algo por lo que guiarse. Mientras pensaba exactamente sobre lo sucedido esa fatídica
noche, Collin estaba convencido que no había sido un accidente.
Apretó sus dedos alrededor de los de Riojos un poco más fuerte, sintiendo como si el mundo
entero estuviera intentando atraparlo. Miraba cada sombra, cada esquina y callejón mientras seguían a
Rutledge hacia el refugio.
No podía entender que es lo que estaba sucediendo. ¿Qué infiernos estaba sucediendo?
Alguien a propósito lo asesinó. Despertó en una morgue tres días después de haber sido empujado en
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una fría unidad de almacenamiento donde podría haberse congelado hasta la muerte. Un minuto, él
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había estado muerto. Tal vez no se habría congelado.


De cualquier forma, regresó a casa solo para tener a dos hombres armados irrumpiendo en el
apartamento. Fue apuntado con una pistola en el contenedor afuera del bar de Sal. Y ahora había
personas saltando desde las sombras para apuñalarlo.
Collin estaba considerando seriamente revocar su postura en cuanto al punto de vista sobre la
no violencia. Si una persona más intentaba lastimarlo, ¡iba a patearle el trasero!
¿Qué tenía él de especial? Creció en una familia amorosa. Era hijo único. Sus padres lo criaron
lo mejor que pudieron con salarios mediocres. Pero había sido feliz y amado.
—¿Estás bien amor? —le preguntó Rijos apretando gentilmente su mano—. Sé que todo esto
es muy extraño, pero con suerte tendremos pronto algunas respuestas.
—Solo estoy tratando de unir las piezas. Nada de esto tiene sentido. —Collin mordió su labio
cuando el refugio finalmente estuvo a la vista. Necesitaba respirar con alivio, pero tenía miedo que
alguien más se mostrara y tratara de secuestrarlo.
—Lo sé amor. Pero lo descifraremos juntos. —Riojos acarició sobre la peluca a Collin con su
mano libre. Collin deseaba no tener que usar esa estúpida cosa. Comenzaba a picar. Quería sentir las
manos de su amante sobre su cabello real. No obstante, el gesto fue reconfortante.
—Eso espero. —murmuró Collin mientras subían los escalones hacia el refugio. Sal y Riojos
miraron alrededor antes de empujar a Collin y Rutledge por la puerta principal.
—Asegúrate que esté tan cerrada como un cinturón de castidad, Rutledge, —dijo Sal—. Me
estoy cansando de los hombres que saltan y dicen: Boo. El hombre fantasma está atrayendo algunas
extrañas criaturas esta noche.
Rutledge asintió mientras aseguraba el cerrojo. —Permitidme mostraros las habitaciones del
piso inferior. Deprisa antes que alguien os vea. Mientras que la mayoría de la gente que se queda aquí
es buena, hay algunos que venderían a sus madres por dinero.
Collin odiaba toda esta cosa de capa y espada. Le gustaba mirar las películas, pero jugar un rol
activo en ellas apestaba. Había ganado un nuevo respeto por los agentes secretos en las últimas horas.
Rutledge los guio por una serie de pasillos húmedos. Collin podía escuchar correr agua por
algún lugar y le recordó a todas esas incontables películas de terror que había visto. Ahora no era
momento para dejar volar su imaginación.
Descendieron en lo que parecieron las entrañas del infierno mientras Rutledge prendía una
lámpara de techo que estaba abierta y tenía una cadena de tracción. A Collin esto le gustaba cada vez
menos. Era el escenario perfecto para una de esas espeluznantes películas de acosadores. Y, él estaba
siendo acosado.
Collin tembló y se acercó a Riojos.
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—Aquí es. —Rutledge apuntó a una habitación con dos catres—. No es mucho, pero después
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de todo están en un refugio. Tratad de dormir un poco, y os veré en la mañana.


—Gracias, —dijo Riojos mirando alrededor—. Estaremos bien.
Collin entrecerró los ojos hacia Sal. El hermano de Riojos rodó sus ojos hacia el techo y gruñó.
—Gracias.
—Nuevamente… gracias Rutledge. —Collin le dio la mano antes de darse la vuelta para darle
una buena mirada a la habitación. No era mucho. Tenía los dos catres, unas cajas de almacenamiento,
y algunas telarañas. Por un momento se preguntó para qué era utilizada esta habitación. Para lo que
fuese, no había sido usada en un buen tiempo. Juzgando por las telarañas que parecían estar en cada
rincón. Aunque estaba en contra de matar cualquier cosa viviente, Collin realmente odiaba las arañas.
—Tratemos de dormir un poco amor. Mañana nos espera un día pesado.
Collin no estaba seguro sobre nada de esto, pero mientras tenga a Riojos, lo podía enfrentar.
Tal vez.

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Capítulo 6

El detective Anthony Santano estacionó su Crown Victoria5 frente al edificio de apartamentos que
tenía la misma dirección que el papel en su mano. No estaba seguro sobre qué pensar de este caso en
particular.
¿Un hombre muerto perdido de la morgue?
Tenía el presentimiento que alguien movió de lugar el cuerpo y estaba tratando de encubrirlo.
Juraba que algunas personas eran verdaderos idiotas. Ahora tenía el jodido deber de informar a la
pareja en duelo del hombre que ellos no podían encontrar el cuerpo.
Jodídamente fantástico.
Tony salió del auto, cerró la puerta y luego miró hacia edificio de ladrillos rojos. El lugar no
estaba tan mal, considerando que estaba ubicado un vecindario no muy seguro. Al menos no estaba en
Viejo Pueblo. Gracias a dios por los pequeños favores.
Subió los escalones de dos en dos mientras trataba de pensar en una forma gentil de darle la
noticia a Riojos Fernando. Tenía el presentimiento que las cosas iban a ponerse feas, y rápido.
Infiernos, él no podía culpar al tipo si este la tomaba con él.
A medida que se acercaba al final de las escaleras, Tony disminuía sus pasos hasta que sólo se
quedó parado allí. Algo no estaba bien. Sus instintos resonaban y sacó su arma de la funda a medida
que se acercaba al apartamento 310. Miró alrededor del pasillo, memorizando todo lo que veía antes
de dirigir su mirada de regreso a la puerta del apartamento.
La cerradura había sido forzada, y la puerta estaba ligeramente entreabierta. Tony se deslizó
hacia adelante hasta que pudo ver a través de la abertura de la puerta. Nada se movía dentro del
apartamento. Tony uso su hombro para lentamente abrir la puerta hasta que pudo ver cada pulgada de
la habitación principal. Estaba vacía.
Hizo un rápido chequeo del resto del apartamento. Los agujeros de balas en la pared, encima
de la ventana, abierta pusieron a Tony en estado de alerta máxima. Por radio pidió refuerzos y una
unidad para la escena del crimen.
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Caminando de regreso al área del recibidor, Tony comenzó a buscar pistas que le dieran una
idea de qué infiernos había sucedido allí. El detective Riojos Fernando estaba desaparecido, así como
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Crown Victoria, vehículo de Ford tamaño completo fabricada en 1955 en Estados Unidos.
el cuerpo de su fallecida pareja, y alguien había disparado en su apartamento. Todo el instinto de Tony
le estaba gritando que algo realmente grande estaba sucediendo allí, y él estaba a punto de ser metido
en ello.
Rayos, ¿no era él el policía suertudo hoy?

—Riojos, estoy asustado. —susurró Collin.


Los brazos de Riojos se apretaron alrededor de su cintura. —Lo sé, mi amor. También estoy
asustado.
Collin se mordió el labio. —¿Aún me amas?
Collin gimió cuando Riojos le tomó de la mandíbula y giró su rostro. Casi apretó sus ojos al
cerrarlos, temeroso de lo que podría ver en los ojos de Riojos.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —preguntó Riojos—. Por supuesto que sigo amándote.
Siempre te amaré. Ya te lo he dicho.
—Sí, pero…
—Pero ¿qué?
—Pero eso fue antes que supieras cuan fenómeno soy.
—Amor, no eres un fenómeno.
Collin arqueó una ceja hasta que Riojos rio.
—Las cosas están un poco confusas ahora, pero no eres un fenómeno Collin.
Collin se dio vuelta hasta yacer de espaldas y poder ver plenamente a Riojos. Se levantó la
remera y señaló la piel lisa donde había sido apuñalado. —¿No llamas a esto extraño?
—Llamo eso un milagro.
—Estás loco.
—No, Estoy agradecido. —Los ojos marrón chocolate de Riojos empezaron a brillar—. Casi te
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perdí dos veces. Cualquiera sea el poder en el universo, te devolvió a mí, ambas veces, y estaré por
siempre agradecido a ello. Así que, no, yo no llamo esto extraño. Llamo esto un jodido milagro.
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Riojos sonrió, pero Collin podía ver la preocupación en sus ojos. Se acercó y acarició con su
mano un lado de la cara de Riojos. —Aún estás preocupado. Lo puedo ver en tu rostro.
—Estoy preocupado, Collin. No de que hayas regresado de la muerte o sanado de una herida
de puñalada sino porque no sé quién está tras nosotros o si podré salvarte la próxima vez. Si… si… —
Riojos apretó sus labios por un momento y sus ojos se apartaron. Collin vio nuevamente hacia Collin,
estaban llenos de lágrimas—. Si el destino decidiera que ya tuviste tus oportunidades y alguien intenta
lastimarte nuevamente, temo no estar allí a tiempo para salvarte.
—Estoy comenzando a pensar que el destino decidió que nos pertenecemos y nada va a
separarnos, ni siquiera la muerte.
La cabeza de Riojos se inclinó ligeramente, recordándole a Collin de un gato curioso. —
¿Realmente crees eso amor?
—Lo creo.
Una lenta sonrisa apareció a través del rostro de Riojos. —Te amo, Collin ¿Te lo he dicho hoy?
—Una o dos veces. —Collin sonrió—. Pero siempre es lindo escucharlo.
Collin tragó duro cuando sintió la mano de Riojos deslizarse bajo el cobertor y empezar a
desabrochar sus vaqueros. —¿Qué estás haciendo? —susurró mientras sus ojos se agrandaron.
—Mostrándote cuanto te amo.
—Tu hermano está justo al otro lado de la habitación.
—Entonces te sugiero que seas muy, muy silencioso, gatito.
Collin pensó que Riojos estaba fuera de sí mientras el hombre empezó a acariciar su cuello y
luego a besarlo. ¿Cómo infiernos se suponía que estaría en silencio cuando Riojos lo estaba amando?
Era casi imposible.
Cuando la mano de Riojos se deslizó bajo la pretina del pantalón y sacó su pene, Collin gimió
y se arqueó bajó el firme toque de su amante. Nop, quedarse en silencio no era posible. Nada que se
sintiera tan bien debería ser sofocado.
Cuando Collin miró a Riojos, sus ojos marrón chocolate estaban fogosos. Collin gruñó
mientras miraba a su amante cuando el pulgar de Riojos se deslizó sobre la punta de su pene. Se
presionó duro en la mano de su amante, queriendo más, mucho más de lo que podría tener justo ahora.
—Voltéate, —murmuró Riojos.
Collin miró por encima del hombro para ver que Sal estaba de espaldas a ellos ¿Debería?
Infiernos, esa ni siquiera era una pregunta. Collin se volteó hasta que su espalda estaba enfrentando a
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Riojos. Su cuerpo empezó a temblar a medida que Riojos deslizaba el pantalón de Collin por sus
muslos. Collin sentía la urgencia de sacárselos, pero sabía que ellos estaban restringidos debido a Sal.
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Sus ojos se cerraron cuando los húmedos dedos de Riojos de deslizaron por su pliegue,
pujando en su agujero. Collin empujó hacia atrás, deseando desesperadamente que algo de Riojos lo
llene. Gimió en voz baja cuando los dedos de su amante ingresaron en él. Riojos solo estaba utilizando
saliva. Necesitaba ser un poco gentil al introducir sus dedos en el culo de Collin.
—Te amo mi corazón. —le susurró Riojos. Collin como se le ponía carne de gallina por todo el
cuerpo. Tenía esa reacción siempre que Riojos le hablaba en su lengua nativa. Era demasiado sexy.
Los ojos de Collin voltearon hacia Sal a medida que sentía a Riojos moverse, sacándose sus
propios pantalones. Collin mordió su labio inferior mientras su amante lentamente entraba en él. Sus
ojos se cerraron con fuerza a medida que los sentimientos de ser llenado por su amante lo invadieran.
No había nada igual en el mundo. Riojos era un hombre grande, en todos los aspectos, y eso
hacía de Collin un hombre muy feliz. Las manos de Riojos se situaron en las caderas de Collin
mientras le penetraba. Collin gimió silenciosamente mientras el largo pene de Riojos lo llenaba.
—Estás tan apretado, amor.
El cuerpo de Collin se estremeció mientras Riojos suavemente continuaba susurrándole. Era el
llamado de un amante que Collin siempre respondería. Empujó su trasero hacia la ingle de Riojos,
sintiendo el pene que estaba enterrado en su culo rozar su próstata. Collin gimió.
Riojos aumentó el ritmo y la cama comenzó a hacer un suave chirrido. Ambos sofocaron su
risa mientras Riojos trababa lo mejor que podía de mantener el silencio. Infiernos, en este punto, a
Collin no le importaba una mierda si Sal estaba despierto. Mientras el siguiera mirando la pared, todo
estaba bien.
Riojos se inclinó hacia adelante y mordió la oreja de Collin. —Estoy a punto de correrme en tu
trasero, gatito.
¡Sí! Collin estaba a favor de eso. Lo que lo hizo aún mejor fue cuando Riojos se acercó aún
más y tomó el endurecido miembro de Collin, acariciándolo mientras movía sus caderas, hundiéndose
profundamente en el culo de Collin.
Collin rodó sobre sus manos y rodillas, no importándole un pepino quien los viera. Este era
Riojos, su amante y mejor amigo. Todos los demás podías besar su expuesto trasero. Los dedos de
Riojos se enterraron en su cadera mientras un gran gruñido salió de sus labios. Collin podía sentir la
liberación de Riojos pulsando en su trasero. Presionó sus hombros en el colchón para elevar más su
trasero, queriendo sentir el pene de su amante enterrarse profundamente.
Las manos de Riojos pasaron rozando por su espalda a medida que lo dejaba libre. Collin
lloriqueó ante el sentimiento de vacío. Riojos rio y luego jaló a Collin hacia sus brazos, tirando la
sábana descartada desde el borde de la cama y cubriéndolos con ella.
Riojos besó la frente de Collin. —Duerme.
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—Ya era jodido tiempo. —gruñó Sal desde la otra cama.


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Collin enterró su cara en el pecho de Riojos, avergonzado como el infierno ahora que la lujuria
había salido de su cerebro. No sería capaz de ver a Sal a la cara nuevamente.

Riojos mantuvo a Collin pegado a su costado a medida que los tres caminaban por Viejo Pueblo.
Incluso a plena luz del día el lugar era peligroso. Había un montón de personajes sospechosos
merodeando, observándolos mientras avanzaban a la calle Glisan y la cuarta avenida.
Allí era donde les habían dicho que el Sr. Donahue manejaba sus negocios. Tuvieron que
preguntarle a más de una persona. Por alguna razón, nadie quería darles ninguna información sobre el
sujeto. Esto hizo considerar a Riojos el dejar a Collin en el refugio con Rutledge. El hombre era lo
suficientemente grande como para proporcionar protección a Collin, pero su amor había hecho un
escándalo sobre ser dejado.
Tenía un punto cuando dijo que esto concernía a su vida. Tenía el derecho de saber. De
cualquier manera, una pequeña parte de Riojos estaba aliviado de tener a su pareja a la vista. Él no
quería estar separado de Collin. No después de todo lo que había sucedido en los pasados tres días.
—Creo que es allí. —dijo Sal señalando hacia un raído edificio de ladrillos.
La mitad de los vidrios del lugar estaban rotos y los que no lo estaban, tenían placas
cubriéndolos. No era un lugar en el que Riojos quisiera que anduviera Collin. Sus instintos de policía
le decían que tomara a Collin y corriera tan lejos como pudiera. Pero como su pareja, Riojos quería
respuestas.
—Creo que Collin debe quedarse aquí afuera. —Sal le dio voz a los pensamientos de Riojos—.
Lo cuidaré, lo prometo.
Nuevamente, Riojos no quería dejar atrás a Collin. Se sentía un poco mejor sabiendo que Sal
seria quien lo estaría cuidando. Sabía que su hermano protegería a Collin con su vida. Era lo
suficientemente malo que Riojos estuviera caminando hacia lo incierto, pero llevar a Collin con él era
francamente una locura.
A regañadientes Riojos asintió, dejando a su amante bajo el cuidado de su hermano. —Si algo
sucede, toma a Collin y corre, Sal. No estoy jodiendo. Tomaré tu trasero si algo le sucede a él.
—Uh, ¿Puedo opinar sobre esto? —Collin torció sus labios hacia un lado y colocó sus manos
en la cintura.
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—No amor. No sé quién o qué hay allí. Es más seguro para ti quedarte aquí afuera con Sal.
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—Seguro para mí ¿Qué hay de ti? ¿Crees que puedo vivir sin ti? —preguntó Collin
desesperadamente, con angustia trazada en sus palabras.
Riojos acunó un lado de la cara de su amante, dándole a Collin lo que esperaba fuera una
sonrisa de seguridad. —Soy un detective ¿recuerdas? Estoy acostumbrado a situaciones como esta. Tu
no.
Pudo ver que Collin quería discutir más, pero su pareja apretó sus labios y miró hacia el suelo,
dándole a Riojos un suave asentimiento. Riojos sabía que había sido lo más difícil que Collin había
hecho, pero él no iba a permitir a su hombre caminar hacia el peligro. Él ya estaba siendo perseguido.
Adentrarse con Collin sería como entregarlo a los malos.
No bajo su supervisión.
Riojos Le dio un caliente beso a Collin antes de alejarse. Estaban a una manzana de distancia,
su amante y su hermano estaban perfectamente escondidos al lado de una tienda de delicatesen.
Riojos sopló fuertemente mientras dejaba a Collin atrás. Su instinto de policía pateó a medida
que Riojos caminó alrededor del costado del edificio y luego por la parte posterior.
Sus ojos se movían alrededor mientras miraba todo su entorno. Miró hacia una ventana rota,
divisando algunos hombres observándolo. Uno apuntó su pistola directo a Riojos, disparando desde el
segundo piso. —Indica tu negocio o cómete una bala.
Rayos, ¿realmente había un opción allí? —Estoy aquí para ver al Sr. Donahue.
El hombre elevó el arma, cerrando un ojo ligeramente mientras miraba a través de la mira
ubicada en la parte superior de al AR–15.
Las manos de Riojos se levantaron automáticamente cuando el rifle semiautomático fue
apuntado directo a su cabeza. —Dile que es sobre la persona que está cazando.
La risa del hombre estaba rebosante de humor. —Ese podría ser una de una docena de
personas. Trata de nuevo, policía.
Riojos no iba ni a confirmar ni a negar la acusación del policía. En esta área, eso era un gran
no–no. —El hombre de la morgue.
Las cejas del vigía subieron ligeramente mientras una sonrisa malévola aparecía en su rostro.
—Espera justo allí.
Riojos no tenía otra opción en la situación. Otro vigía estaba una ventana arriba del hombre
que recién había desaparecido. Dejó sus manos a plena vista mientras esperaba.
Sus ojos recorrieron el edificio entero mientras estaba parado allí. Riojos descubrió tres
hombres más tratando de mantenerse ocultos. Se quería reír. Apestaban en eso. Él podría atraparlos
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fácilmente, pero eso sería negar el propósito de venir aquí.


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Una puerta trasera se abrió, el francotirador con el que había hablado estaba esperando junto a
la puerta. A Riojos no le gustaba esto. Sabía que estaba caminando hacia una trampa, y no había nada
que pudiera hacer al respecto. Si corría, ellos lo perseguirían. Y había una remota posibilidad que ellos
detectaran a Collin en el proceso.
No, tenía que ver más allá de eso. Riojos miró a los otros vigías mientras se abría paso hacia la
puerta trasera. Si uno de ellos movía un dedo, les dispararía a todos. Sus manos se elevaron más alto
cuando llegó a la puerta trasera mientras el aspirante a gánster lo palpó, liberándolo de su pieza.
—La tendrás de regreso si el Sr. Donahue dice que puedes.
De alguna forma Riojos dudaba que el Sr. Donahue estuviera de acuerdo en que Riojos tuviera
de regreso su Glock. El hombre guio a Riojos por un tramo de escaleras de metal y luego por un
pasillo. El lugar había visto mejores días. La pintura era un atroz verde vómito, y el linóleo estaba
agrietado y pelándose, años de mugre cubriendo el color original.
Riojos lo escaneó todo mientras se arrastraba tras el hombre malo. Se detuvieron en una
habitación con una pesada puerta de metal. Riojos podía decir que la puerta era una adición reciente.
Todavía estaba brillosa y de alguna forma, libre de manchas. Había manchas oscuras en la mitad que
él sabía con seguridad que eran de sangre seca.
—Espera aquí. —gruñó el hombre mientras entrecerraba los ojos hacia Riojos. Él tenía la
fuerte urgencia de rodar los suyos. El hombre no reconocería un matón incluso si uno le golpeara el
trasero. Algunas personas debían mantenerse fuera del negocio del crimen.
Riojos mantuvo su cara dura mientras asentía. Tan gracioso como este matón era, la situación
era grave. Riojos esperó. Tenía la sensación que las cosas serían puestas en su lugar dentro de la
habitación. El hombre que lo palpó abajo, apestaba en ello, porque todavía tenía a Lucille atada a su
tobillo.
¿Acaso el tipo nunca había visto una película de policías?
—Puedes pasar. —dijo el hombre mientras abrió la puerta de par en par. Riojos echó una
mirada alrededor del cuarto mientras ingresaba. Se quedó en la entrada, no permitiendo que el matón
la cerrara. Él no iba a ser emboscado.
—Entra. —dijo un hombre desde atrás de un ostentoso escritorio. El escritorio no encajaba en
el estilo de la habitación. Era la única cosa decente en el edificio entero.
—Preferiría no hacerlo.
El hombre en un traje blanco sonrió. —Ya veo, un hombre cauto.
Riojos asintió. —Lo soy.
El Sr. Donahue sonrió. —Muy bien.
Riojos gruñó cuando fue golpeado por atrás con algo duro. Este no era su día.
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Página
Capítulo 7

Collin recorrió el piso de la esquina del delicatesen. Esto estaba tomando demasiado tiempo. Riojos ya
debería de haber regresado. Caminó de regreso a la gran ventana del negocio, mirando mientras se
rascaba el cuero cabelludo. Su peluca realmente estaba comenzando a irritarlo.
—Aléjate de la ventana. —le advirtió Sal silenciosamente.
Collin volvió de forma brusca hacia la mesa donde yacía su apenas tocado sándwich. —Algo
está mal, Puedo sentirlo.
Sal resopló. —Riojos puede cuidarse solo. Es un duro hijo de puta.
Esto no tranquilizó a Collin. Quería verlo por sí mismo. Paseó alrededor de la mesa mientras
mordía su pulgar. Tenía que haber una manera de asegurarse que su amante estaba bien. Miró a Sal y
luego a la puerta.
—Ni jodidamente pienses en… ¡Maldita sea Collin!
Collin salió disparado por la puerta, corriendo directo hacia el arruinado almacén. Él solo sabía
que algo estaba mal. Podía sentirlo en sus entrañas. Sus pies vacilaron cuando una bala le pasó
rozando la cabeza ¡Oh mierda, le estaban disparando!
—¡Collin! —gritó Sal mientras corría tras él. Collin observó con horror como Sal era
disparado también. Afortunadamente el gran hombre logró llegar ileso al lado de Collin—. Voy a
arrojarte sobre la rodilla de Riojos y demandarle que golpee tu trasero.
Collin le sonrió. —Si estás buscando castigarme, esa no es la forma de hacerlo. —Él movió sus
cejas.
—TMI6, Collin. —se estremeció Sal—. Ahora que estamos aquí ¿Cuál es tu brillante plan,
cuñado?
—Tenemos que entrar y encontrar a Riojos.
—Duh. Me refiero a ¿Cómo vamos a pasar a los hombres armados?
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Collin se encogió de hombros. —Estaba esperando que tuvieras una idea.


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TMI (Too Much Information): Demasiada información. En español las siglas serian: DI. Pero como no se usan dejaremos las siglas en
ingles.
—¿Qué? ¿Por qué tú pequeño...? —Ambas cabezas se giraron al oír una puerta chirriando. Sal
empujó a Collin hasta que estuvieron en una alcoba. El corazón de Collin latía en sus oídos mientras
esperaban.
Una sombra cruzó por su camino y Sal agarró al hombre, golpeándolo repetidamente hasta que
el hombre se desplomó en la mano de Sal.
—Recuérdame nunca hacerte enojar.
Sal le sonrió mientras jalaba al hombre dentro de la alcoba. —Nunca debes preocuparte,
hombre fantasma.
Eso era un alivio. Collin sacó la cabeza rápidamente. —No hay moros en la costa. —pasaron
por encima del hombre armado caído y de dirigieron por la puerta de la cual él había salido. Sal la
atravesó primero, llegando tras él y agarrando la cintura de Collin.
Collin rodó sus ojos. —No tienes que tratarme así. Puedo andar perfectamente por mi cuenta.
—Silencio, renacuajo, ¿piensas que quiero a Riojos pateando el trasero porque te hiciste daño?
Collin rió y luego se puso serio a medida que se deslizaban alrededor de una gran pila de cajas.
Podía escuchar gritos y el tronar de pasos dirigiéndose hacia ellos. Sal empujó a Collin atrás de una
fila de cajas mientras él también se agachaba. Collin se estaba cansando de ser empujado por Sal. Iba
a encontrar una forma de cobrársela.
Sal apoyo un dedo sobre sus labios y luego apuntó hacia el techo. Collin tragó duro cuando vio
a un hombre caminando en una pasarela con un rifle apoyado en su hombro. Rezaba porque el hombre
no mirara hacia abajo. El atacante podría detectarlos de inmediato si lo hiciera.
Sal le dio un codazo a Collin. Collin golpeó las manos de Sal mientras caminaban de puntillas
hacia la parte posterior del almacén. Si su teoría era correcta, él no podía morir, pero joder, si ser
disparado no dolía. No estaba muy seguro si una bala en la cabeza podía matarlo. Un auto aplastando
su cuerpo no pudo, y tampoco pudo la herida de puñal.
Sin embargo, no estaba tan seguro sobre una bala, y no estaba deseoso de averiguarlo. Collin
miró por encima de su hombro cuando Sal lo golpeó. Justo cuando Collin estaba a punto de gritar, la
gran mano de Sal le abofeteó en la boca.
Ellos estaban sacando a Riojos fuera de la habitación. Él estaba o bien inconsciente o muerto.
Collin luchó para liberarse de Sal, pero el hermano de Riojos tenía un firme agarré en él.
—Espera a ver a donde lo están llevando. Será mejor pelear con un tipo que con el almacén
entero, —le susurró Sal al oído.
Collin podía sentir las lágrimas cayendo. Su Riojos estaba derrumbado mientras era llevado
por el edificio como si no fuera de importancia. Collin limpió sus ojos y asintió. Sal finalmente quitó
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su mano mientras Collin miraba alrededor.


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Vio un pasaje a través de las cajas que podían tomar y seguir pasando desapercibidos.
Comenzó a avanzar en esa dirección, con Sal pisándole los talones. Caminaron alrededor de columnas
de acero, abriéndose paso a través del lugar hasta que estaban casi sobre el hombre que arrastraba a su
amante. Collin sentía la urgencia de realmente herir mucho al hombre. Sal agarró su brazo, inclinando
la cabeza a un lado mientras miraba intensamente a Collin.
—¿Qué? —dijo Collin.
Sal negó con la cabeza, dejando escapar un leve suspiro. Apuntó a los ojos de Collin. —Eran
rojos, —le respondió. Collin se estiro y tocó su cara, pero no había nada de sangre. No tenía idea de
los que estaba hablando Sal y en ese momento no podía importarle menos.
Se volvió a enfocar en su pareja. Observando al hombre arrastrarlo fuera por una puerta lateral.
Ambos, Collin y Sal miraron alrededor antes de arrastrarse silenciosamente hacia la salida.
Gentilmente Sal colocó su mano en la barra anti pánico, abriendo la puerta mientras él y Collin la
atravesaban.
—Deténganse justo ahí, —dijo un hombre quien aparentemente estaba sosteniendo una pistola
en la sien de Sal—. Ni un paso en falso.
Collin entró en pánico. Su amante estaba tirado en el piso, unos cuantos moretones en su cara.
Vio rojo cuando se dio cuenta que su pareja había sido golpeado. Collin chillo mientras su mano se
balanceó, largas garras como zarpas atravesaron la garganta del hombre armado. Se quedó allí
respirando pesadamente mientras miraba al hombre caer al piso, la sangre saliendo efusivamente de su
cuello.
La cabeza de Collin se giró a la izquierda mirando a su amante.
—¿Y tú no quieres hacerme enojar a mí? —preguntó Sal mientras corría hacia Riojos y lo
levantaba colocándolo sobre su hombro—. Eres un tipo escalofriante, hombre fantasma. Vamos,
larguémonos de este lugar.
Collin sostuvo sus manos frente a su cara, preguntándose qué infiernos acababa de suceder.
Sus dedos lucían normales ahora, pero de hecho sabía que hacia un segundo atrás tenía garras. Si no
descubría pronto lo que era, Collin temía perder su maldita cordura.
—Pongámonos en movimiento antes que tengamos compañía, —le recordó Sal mientras
subían por edificio—. Ni siquiera voy a preguntar qué fue lo que sucedió ahora, y cuando lo
descubras, no me lo digas.
—Okay, —dijo Collin mientras examinaba el rostro de Riojos. Siguió moviéndose, pero sus
manos alcanzaron y suavemente recorrieron los moretones de su amante. Quienquiera que haya hecho
esto va a pagarlo con creces. Nadie se metía con su Rio.
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—Okay, cuando te diga corre, vas a joderte corriendo. No mires hacia atrás, no te adelantes y
más te vale no recoger los doscientos dólares7.
Collin ladeó su cabeza, sonriéndole a Sal. —Realmente habría fallado en eso.
Sal aclaró su garganta. —Sí, bueno, deja de ser infantil y mueve esas piernas. Ellos van a
dispararnos.
Collin asintió. —Entendido. ¿Hacia dónde vamos a correr?
—Sólo sígueme. No te quedes atrás, hombre fantasma.
Collin sonrió. El apodo estaba comenzando a agradarle. —No lo haré.
—Uno, dos, tres, ¡vamos!

Tony caminó fuera del recinto Este. No había llegado a ningún lado allí. El detective Riojos Fernando
estaba de licencia, y duelo por la pérdida de su pareja, y no muchos de los otros oficiales que
trabajaban con él hablarían. Era como si Riojos y su amante perdido fueran un tema tabú dentro del
recinto.
Caminó hacia su vehículo, colocando su mano en la puerta mientras miraba su alrededor. Tenía
que haber una manera de rastrear al detective. No puede solo, haber desaparecido en el aire. Tony se
frotó la barbilla mientras pensaba en todas las pistas que tenía hasta ahora.
El cuerpo estaba desaparecido de la morgue. Riojos estaba desaparecido de su apartamento. El
apartamento estaba perforado con agujeros de balas. La ventana de la habitación estaba abierta hacia
la escalera de incendios. En el crudo invierno, eso le dijo a Tony que alguien uso eso como medio de
escape. Y ha habido rumores de aumento en la actividad criminal abajo en Viejo Pueblo.
No sabía si toda la información estaba conectada, pero Viejo Pueblo parecía un buen lugar para
iniciar su investigación. Tony golpeó la parte de arriba de su coche con su puño y luego se subió.
Esperaba obtener algunas pistas pronto. Nada de esto se estaba sumando y, ahora tenía un detective
perdido.
Tomó el puente Burnside, doblando en la Segunda Avenida. Manejó lentamente, sus ojos
escaneando el vecindario, mientras observaba por algo inusual. Okay, más inusual de lo que Viejo
Pueblo ya ofrecía.
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Es una frase del juego de mesa Monopoly que se usa ampliamente en la cultura popular: Se la usa para describir una acción impuesta a
una persona que sólo tiene resultados negativos. También se la usa para omitir tareas intermedias, mientras se realiza otra actividad.
Tony pisó sus frenos, los neumáticos chirriaron mientras dos hombres corrían frente a él, uno
llevaba un cuerpo. —Jodidamente irreal. —saltó fuera de su coche, mostrando su placa policial—.
Alto.
El hombre bajito miró sobre su hombro pero no se detuvo. La sangre de Tony se congeló
cuando reconoció al hombre. El cabello era apagado pero la cara era algo que él había memorizado
por mirar las fotos por tanto tiempo.
Era el hombre muerto de la morgue.
—¡Alto, policía! —gritó Tony mientras los perseguía. No estaba seguro que jodidos estaba
sucediendo, pero iba a llegar al meollo del asunto. Para un hombre pequeño y uno grande acarreando
un cuerpo inconsciente, o muerto, sobre su hombro, ¡ellos eran rápidos!
—¡Dije alto! —Tony se estaba enfadando. No le gustaba no saber qué era lo que estaba
sucediendo, y este caso era harto desconcertante. Dobló la esquina que los otros dos tomaron solo para
encontrar una calle sin salida—. ¡Maldición!
Tony caminó alrededor por unos minutos, buscando e investigando, pero los dos habían
desaparecido. A regañadientes regresó a su coche. Sorprendentemente, aún estaba allí, el motor
encendido. Los matones aún deben estar durmiendo. Solo era el amanecer.
Se subió y golpeó la puerta, jodidamente enojado. Lo que comenzó como un simple reporte de
un cuerpo perdido se había convertido en un desconcertante caso que Tony estaba determinado a
resolver.

Riojos gruñó mientras llevaba su mano a la parte de atrás de su cabeza. En un segundo estaba de pie,
su arma, Lucille, en su mano, y alerta.
—Whoa, aleja tu maldita arma, —dijo Sal mientras empujaba a Collin tras él—. Estas en el
refugio.
Riojos pestañó, adaptándose a su alrededor. Empujo su Walther PPK de regreso a la funda en
su tobillo y luego alcanzó y agarró a Collin, abrazándolo cerca.
La mano de Collin le golpeó con fuerza. —Puedo no ser capaz de morir pero tener mi
respiración constreñida quema los pulmones.
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Riojos liberó a Collin, pero aún mantenía a su pareja en sus brazos. —¿Qué sucedió?
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Collin resopló mientras miraba a Sal. —Tuve que rescatarte. Tu hermano iba a dejar que ellos
te encadenasen.
Riojos sonrió. —¿Tú me rescataste, amor?
Collin golpeó el pecho de Riojos. —No suenes tan sorprendido. Mi Rio estaba en problemas, y
yo corrí a salvar el día.
Sal resopló de risa. —Casi consigues que te disparen en tu delgado trasero, también. Si no
fuera por mí, el hombre en la puerta te habría tenido.
—Como sea. —resopló Collin—. Si no fuera por mí, tú todavía tendrías tu gran trasero sentado
en la tienda esperando que Riojos regresase.
Riojos estaba teniendo una jaqueca. —Okay, no importa. Les agradezco a ambos.
Collin le sonrió. —Lo hice bien, ¿verdad?
Riojos le tomó el rostro. —Lo hiciste. —se acercó, lamiendo el labio inferior de Collin antes
de tomar a su amante en un candente beso. Su lengua se adentró en la boca de Collin, haciendo que su
pareja gimiera.
—Solo necesito un gracias. Acércate a mí con esos labios, y desearás que el matón te hubiese
acabado. —gruñó Sal mientras la puerta se abría. Riojos tenía a Collin detrás de él y su arma en la
mano, nuevamente, cuando notó que solo se trataba de Rutledge.
—Infiernos. Guarda eso antes que pinches el ojo de alguien.
Riojos ladeó su cabeza, preguntándose de qué narices estaba hablando Rutledge hasta que
siguió los ojos del hombre. El miembro de Riojos estaba duro y apretando sus vaqueros, haciéndose
notar. Sintió un calor atravesar su cara mientras se encogía de hombros. —Te dice que aún funciona
apropiadamente.
Esto le valió un golpe por parte de Collin.
—Okay, hombre. —Rutledge sacudió la cabeza—. Rumores en la calle dicen que el Sr.
Donahue está alborotado. Tiene a sus hombres peinando las calles buscándote, Riojos. No sé donde
obtuvo su información, pero sabe quién eres y que eres un detective.
—Demonios, —maldijo Riojos—. Tiene que haber algún policía corrupto envuelto. Este
imbécil de Donahue probablemente llamó a alguien de la comisaría, le dio el número de serie de mi
arma, y averiguó quien era de esa manera. —Riojos gruñó y golpeó su puño contra la pared. Sentía
que estaban siendo acorralados, y a Riojos no le gustaba eso—. Quiero mi maldita arma de regreso.
—Riojos. —susurró Collin, sonando asustado, y eso tampoco ayudaba.
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Riojos caminó de regreso y envolvió a Collin en sus brazos nuevamente. Miró hacia Sal y
luego a Rutledge. —Gracias por tu ayuda, Rutledge. Tal vez deberías mantener un bajo perfil y no
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dejar que nadie sepa siquiera que nos conociste. Podría ser más seguro para ti.
—Pero ya estoy implicado, —insistió Rutledge—. No termino de entender lo que está
sucediendo, pero pienso que es más seguro en números. Todos tomen un descanso aquí abajo. Yo iré
arriba y veré que puedo averiguar. Solo mantengan sus oídos atentos.
Rutledge dio la vuelta y los dejó solos en el húmedo sótano sin otra palabra. Riojos miró
alrededor, pensando para sí mismo que este no era la forma adecuada para que su amor viviera. Aún si
tomaba hasta su último aliento, él iba a averiguar lo que estaba sucediendo y quien estaba atrás de
todo esto.
—Entonces, aquí el hombre fantasma sacó garras y cortó la garganta de un tipo.
—Uh… —Riojos se dio la vuelta para observar a su hermano—. ¿Disculpa? ¿Puedes repetir
eso? Puedo jurar que dijiste que Collin había desarrollado garras y…
—Lo hice.
Riojos observó a su hermano por un largo tiempo, los segundos pasaban. Estaba teniendo el
tiempo más complicado procesando lo que su hermano había dicho. No tenía sentido. Riojos
finalmente miró hacia su amante.
Collin lucía asustado, fuera de sí mismo. Su labio inferior estaba apretado entre sus dientes, sus
ojos miraban hacia abajo como si tuviera miedo de encontrarse con la mirada de Riojos.
—Bueno, estás lleno de sorpresas ¿No?
—Lo siento. —susurró Collin mientras empezaba a temblar.
—Yo no.
La boca de Collin estaba abierta de par en par cuando su cabeza se levantó. —¿No lo sientes?
—No, si puedes cortar la garganta de alguien eres más capaz de protegerte solo. —Riojos se
acercó y golpeó sus dedos contra la punta de la respingona nariz de Collin—. Y yo estoy a favor de
todo lo que te proteja. No me importa como suceda.
—Riojos. —Collin elevó su perfectamente mano humana—. Salieron garras de mi mano y
maté a alguien.
—Bien.
—¿Bien?
—Sí, bien, —replicó Riojos—. Si alguien trata de lastimarte de nuevo, espero que hagas lo
mismo.
—Um… —Collin frunció el ceño y lentamente bajó su mano—. Okay.
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Tony se sentó en su escritorio, agarrando el archivo de Collin Phoenix. Lo abrió y buscó en las
imágenes del accidente. Cuando se topó con una que tenía una clara vista de la cara de Collin, Tony la
estudió intensamente.
Apostaba su testículo derecho que el hombre que vio corriendo esta mañana y el hombre de la
imagen era el mismo. Puso la imagen a un lado y siguió revisando el archivo, golpeando con su dedo
en el ítem que el necesitaba.
Tony tomó el teléfono en su escritorio y marcó el número. Agarró nuevamente la foto y la
estudió mientras el teléfono al otro lado de la línea sonaba.
—¿Hola?
—Hola. Soy el detective Santano del departamento de policía de Portland ¿Estoy hablando con
la Sra. Phoenix?
Por un momento hubo un silencio en al final del otro teléfono antes que Tony escuchara un
estornudo y luego una respuesta susurrada. —Sí.
—Lamento llamarla, pero estaba tratando de cerrar este caso y necesitaba un poco más de
información.
—¿Qué clase de información detective? Mi hijo está muerto ¿Qué más hay?
Dios, Tony odiaba esta mierda. Nunca era bueno recordarle a una madre que un maldito coche
que huyó atropelló a su hijo. —¿Él tenía un hermano? Más específicamente, ¿un gemelo?
Oyó una rápida ingesta de aire del otro lado antes que la Sra. Phoenix empezara a balbucear.
Justo lo que Tony estaba esperando.
—No. Él era hijo único. Collin nunca nos dio problemas de niño ni mientras creció. Fue un
hijo modelo. Collin trabajó duro en la escuela, tenía notas excelentes, y era amable y gentil. —Ella
sollozó y luego continuó—. Solo deseo haber tenido la oportunidad de decirle que era adoptado.
Tony se sentó derecho, tomando un lápiz del porta lapicero. —¿Él era adoptado?
—Bueno, sí ¿Por qué eso tiene algo que ver con su muerte?
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Tony no estaba seguro, pero apostaba su testículo derecho que tenía todo que ver con su
muerte. —Cuénteme sobre la adopción Sra. Phoenix.
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Ella se aclaró la garganta. —Lawrence y yo tratamos con algunas agencias de adopción, pero
finalmente nos dimos por vencidos cuando nos dimos cuenta que no podíamos costear una adopción.
Veintitantos años atrás, todo dependía de tus ingresos. Bueno, un día un hombre vino a nuestra casa y
dijo que trabajaba para una agencia que no se guiaba por los ingresos, sino por los antecedentes de los
padres.
—¿Recuerda su nombre? —Tony contuvo su aliento y el lápiz preparado.
—Si por supuesto. Su nombre era Sr. Cavalier. Reginald Cavalier. Dijo que trabajaba para una
agencia privada que estaba lista para ayudarnos a adoptar. Pasamos por todo el papeleo, firmamos en
la línea punteada, y luego nos dieron a Collin ¿Por qué, detective Santano? ¿No fue legal la adopción?
No hicimos nada mal. Firmamos todos los papeles legales y pasamos por una amplia verificación de
antecedentes.
Él apostaba que así fue. —¿Todavía tienen los papeles?
—Sí. Está en nuestra habitación en una caja de seguridad. Por favor dígame qué está
sucediendo.
Tony necesitaba quitarle ese tono de desesperación. Tenía el presentimiento que si descubría lo
que estaba pasando no se lo diría. Ella no necesitaba estar involucrada.
—Es, uh, rutina, señora ¿Puedo ir a buscar los papeles? —Nuevamente Tony contuvo el
aliento—. Puedo hacer copias y devolvérselos inmediatamente.
—Seguro. Iré a buscarlos y los tendré conmigo esperando por usted.
¡Sí! Ahora estaba llegando a algún lado. Tony se despidió y colgó el teléfono. Tono su
chaqueta y prácticamente corrió fuera del cuartel. Quería tener esos papeles antes que,
misteriosamente también desaparecieran.

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Capítulo 8

—¿Riojos, qué vamos a hacer?


—Por el momento, mi amor, guardar un bajo perfil.
—Tal vez debamos ir a hablar con mis padres. —Collin presionó sus labios y dirigió su vista a
sus manos. Estaba tan confundido sobre cada maldita cosa que actualmente estaba sucediendo en su
vida.
—¿Tus padres?
Collin asintió. —Tal vez ellos sepan qué está pasando porque esto no es normal, Riojos. Solo
no lo es. —Collin miró hacia arriba cuando Riojos repentinamente se agachó en frente suyo. No
entendía la aceptación que observaba en la cara de Riojos.
—No ser normal no significa malo, amor. —sonrió Riojos—. Además, normal es aburrido.
Collin rio ante la sonrisa en el rostro de Riojos. No podía evitarlo. Sus vidas eran un total caos,
y aun así Riojos estaba haciendo todo lo posible para hacer sentir mejor a Collin. —Aun pienso que
deberíamos ir a hablar con mis padres.
—Collin, aunque creo que hablar con tus padres no es una mala idea, ellos no saben que no
falleciste en ese accidente automovilístico.
Collin sintió su sangre drenarse de su rostro mientras pensaba en el dolor que sus padres
debían estar atravesando ahora. Ellos pensaban que él estaba muerto. Lágrimas comenzaron a
formarse en sus ojos. —Oh Dios, Riojos, tenemos que…
—Collin, tenemos que esperar. —Riojos se acercó a Collin y tomó su mano—. Sé que ahora
están sufriendo, y haría lo que fuera para evitar que eso sucediera. Tus padres son buenas personas.
Pero podrían ser puestos en un mayor peligro si les decimos, que si los dejamos sufrir solo un poco
más. Pronto podremos decirles lo que está sucediendo.
—Pero…
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—Si saben que estás vivo, a esta altura El Sr Donahue puede usarlos para llegar a ti.
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Collin tragó el enorme nudo en su garganta. Le dolía pensar en lo que sus padres podían estar
atravesando, pero Riojos tenía un punto. —No quiero que nada les pase.
—Odio traer esto a colación, —dijo Sal a través de la pequeña habitación— pero el Sr.
Donahue obviamente sabe que Collin está vivo. No creo que él se preocupe de una u otra manera que
los padres de Collin lo sepan. Y, aunque entiendo tu precaución, Riojos, no creo que el hombre
fantasma deba basar su actuación en las acciones de ese canalla.
—¡Mierda! —espetó Riojos mientras se ponía en pie y empezaba a caminar. Se detuvo por un
momento, frotando su mentón, luego se giró para ver a Sal—. Okay, ve a preguntarle a Rutledge si
tiene un auto que podamos tomar prestado. Necesitamos ir a la casa de los padres de Collin tan rápido
como podamos y trasladarlos a una ubicación más segura hasta que podamos descubrir lo que está
sucediendo.
Sal asintió y salió apurado por la puerta. Los ojos de Collin se agrandaron cuando Riojos se dio
vuelta para enfrentarlo. Podía decir, por la duda escrita en el fruncido ceño de Riojos, lo que el
hombre iba a decir antes que lo dijera. Collin se paró y empezó a negar con su cabeza.
—Oh no, no vas a dejarme aquí.
—Collin…
—¡No!
—Es muy peligroso.
Collin ladeó su cabeza hacia un lado y observó a Riojos. —¿En serio? ¿Con eso me vienes?
—Collin, es muy peligroso. Puedes ser lastimado o…
Collin levantó su mano frente suyo y deseó tener garras. Cuando crecieron justo desde sus
dedos, no estaba seguro quien estaba más sorprendido, Riojos o él. Aun así, antes de permitir que la
vista de ellas lo enloqueciera demasiado, las sacudió frente a Riojos.
—Okay, eso… —Riojos apuntó a las manos con garras de Collin— tomará un tiempo para que
me acostumbre.
Collin casi retrocedió lejos de Riojos cuando él se acercó. Todo eso de enloquecer estaba
palideciendo, y se estaba moviendo hacia un pánico en toda regla. Su pecho comenzaba a sentirse
apretado. —Pero, te acostumbrarás a eso, ¿No?
Los ojos de Riojos se fijaron de golpe en los suyos. —Oh, por supuesto. Solo estoy curioso de
qué tan bien puedes controlarlas ¿Puedes hacer que se extiendan y retracten a voluntad?
Collin pestañó y luego miró sus manos, observando cómo las afiladas garras iban y venían con
su pensamiento. —Aparentemente, puedo.
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Collin casi saltó de su piel cuando Riojos gritó, lo agarró alrededor de la cintura y le dio la
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vuelta. Riojos parecía extasiado de que él pudiera controlar esa extraña mierda que sucedía con su
cuerpo. Collin no estaba seguro que hacer con eso.
—¿Por qué estás tan entusiasmado? —preguntó Collin cuando Riojos finalmente lo dejó el en
suelo.
Riojos le tomó la mano las garras aun extendidas y la sacudió frente a la cara de Collin. —
Porque esto significa que tienes una forma de defenderte que nadie puede quitarte. Como ya sabemos,
ellos pueden coger, armas, cuchillos y otras cosas como esas. Estas están pegadas.
Okay, eso le generaba una extraña sensación a Collin. A Collin se le ocurrió y pensamiento
maligno y sonrió. Una vez más extendió sus garras, con su otra mano levantó la camisa de Riojos, y
luego recorrió con ellas el pecho de su amante.
Riojos se estremeció visiblemente. —Oh infiernos, querido. Haz eso de nuevo.
Mirando sobre su hombro a la puerta cerrada, Collin desabrochó los vaqueros de Riojos y
liberó su pene. Ya estaba medio duro. Collin dejó sus garras deslizar sobre el sedoso miembro,
observando los ojos de Riojos voltearse. —¿Te gusta eso?
—Sí. —siseó Riojos mientras sus manos tiraron de su pantalón hacia abajo. Riojos se dio la
vuelta, apoyando su espalda contra la puerta mientras miraba a Collin con ardientes ojos—. Chúpame.
Collin tembló ante la orden. Absolutamente amaba cuando Riojos se volvía todo demandante
con él. Era terriblemente excitante. Se puso sobre sus rodillas, envolviendo su mano sin garras
alrededor del pene de su amante mientras se inclinaba hacia delante y lamió la llorosa cabeza con su
lengua. Riojos estaba duro como una roca.
—Ponla en tu boca, querido, chúpala. —Collin sabía cuándo bromear y cuando no hacerlo.
Riojos estaba demasiado cerca para juegos previos. Collin separó sus labios, tomando el largo pene de
su amante en su boca. El sabor salado del pre semen hizo que sus papilas gustativas cobraran vida.
—Eso es, gatito, chúpala.
Collin deslizó el pene de Riojos hasta la parte posterior de su garganta, dejando que su lengua
juegue con la suave y satinada piel. Tomó su mano con garras y raspó ligeramente con ellas las bolas
de Riojos. Las piernas de su amante temblaron cuando Collin empezó a subir y bajar su cabeza,
creando un sello hermético y succionando vigorosamente el pene de Riojos.
—Sí, amor, chúpala. —La voz de Riojos iba en aumento, los músculos de sus muslos se
apretaban mientras sus manos quitaban la peluca de la cabeza de Collin y luego pasó los dedos por su
cabello. Collin también estaba cerca. Ser capaz de hacer que Riojos perdiera el control era una
sensación de empoderamiento que estaba llevando a Collin al límite.
—¿Por qué está cerrada la puerta? —dijo Sal desde el otro lado de la puerta.
Collin miró a Riojos mientras chupaba el pene de su amante más profundamente en su boca. Si
Riojos lo hacía parar, iba a clavar sus garras en las bolas del hombre.
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La cabeza de Riojos subió y bajó rápidamente, diciéndole a Collin que no iba a hacer tal cosa.
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La mandíbula de Riojos se tensó, los músculos de su cuello se tensaron mientras gritaba, chorros
calientes de semilla salpicaron la parte posterior de la garganta de Collin. Él chupó y tragó, bebiendo
avariciosamente cada gota.
Riojos cayó de espaldas contra la puerta, jadeando mientras jalaba a Collin en sus brazos. Se
limpió la cara y luego se dirigió a liberar la polla de Collin. Él lo dejó.
—Eso es tan malditamente caliente. —dijo Riojos cuando vio el pegajoso desastre en los
pantalones de Collin—. ¿Tienes alguna idea de cómo me hace sentir el saber que tengo ese efecto en
ti?
Collin prácticamente ronroneó ante el cumplido. —No, dímelo. —dijo mientras frotaba su aún
vibrante cuerpo contra el de Riojos.
—Okay, te oí gritar, así que se acabó el show ¿Quieres llegar allí o no? —habló nuevamente
Sal.
Collin rodó sus ojos. —Creo que nuestro tiempo de relax terminó. —retrajo sus garras y luego
subió el cierre de sus vaqueros. Hasta acá llegó la sesión de caricias después de una mamada.
Riojos sonrió mientras colocaba sus dedos gordo y meñique en el mentón de Collin,
levantándolo para un beso. —Nos acariciaremos en el coche.
Collin amaba que Riojos lo conociera tan bien. Retrocedió un paso permitiendo a Riojos
arreglar su ropa antes de abrir la puerta.
—Ya era hora. —gruñó Sal—. Juro que el peligro pareciera excitaros.
Collin le sonrió a Riojos. El peligro no lo encendía. Riojos lo hacia.

Riojos podía notar la preocupacion de Collin en sus manos sobre su regazo, mientras doblaban en la
calle de sus padres. Él oró a Dios que los padres mayores de Collin no tuvieran un ataque al corazón al
ver a su no–tan–muerto hijo nuevamente. Puso su mano sobre las de Collin, impidiéndole triturar su
camisa.
—Sé que estás nervioso, pero vamos a salir de esto. Lo importante es ponerlos a salvo.
Podía ver Collin relajarse gradualmente mientras sonreía débilmente hacia Riojos. —Yo
simplemente no quiero asustarlos hasta quitarles la vida ¿Riojos, qué les digo? No tengo idea de lo
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que está sucediendo, así que no tengo respuestas para darles.


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—Les diremos la verdad y lo manejaremos desde ahí. —le dijo mientras Sal se estacionaba en
la calzada de los Phoenixs. Sabía que Collin estaba enloquecido de miedo, pero Riojos tampoco estaba
tranquilo. Él había llegado a conocer a los padres de Collin, había cenado con ellos, mirado deportes
con Lawrence, y había ayudado a la anciana pareja en varias ocaiones con quehaceres alrededor de la
casa que necesitaban hacerse pero que el padre ya no podía manejar.
Él los quería. Sal y Riojos crecieron con solo su madre y ella pasó toda su niñez trabajando, así
que tener a los padres de Collin en su vida le hacía sentir que tenía una verdadera familia, una
completa. No quería hacer nada para lastimarlos.
—Collin, quédate en el auto. Déjame darles la noticia y luego vendré a buscarte, Sal se quedará
contigo.
—Riojos, díselo gentilmente. Son viejos. Pueden no manejarlo del todo bien.
Riojos asintió. —Seré muy gentil con ellos, mi amor. —Riojos se bajó del auto y caminó
alrededor hacia la parte posterior de la casa. Miró alrededor, registrando el área antes de tocar el
timbre.
Tras unos instantes Mrs. Phoenix atendió la puerta, sus mejillas se sonrojaron. —Oh, Riojos.
Pensé que eras el detective Santano. —A Riojos se le pusieron los pelos de puntas instantáneamente
ante las palabras de Claire—. ¿Claire, hay un detective viniendo a verte?
Su labio inferior tembló mientras asintió. —Pasa, querido. —se hizo a un lado y le permitió a
Riojos pasar. Se paró en el medio de la cocina, mirando alrededor.
—¿Dónde está Lawrence?
—Está en la habitación de invitados descansando. —dijo ella mientras caminaba hacia la mesa
levantando una taza y tomando un sorbo.
—Madre, háblame de ese detective.
Los ojos de Claire se empañaron cuando se volvió hacia Riojos. —Extraño tanto escucharte
decirme mamá. —corrió una silla y se sentó, relatando la historia de la extraña llamada telefónica y de
cómo el detective estába en camino.
Riojos tenía que trabajar rápido. Tenía que que sacar a la anciana pareja fuera de allí antes que
el detective Santano apareciera.
No sería un buen augurio para nadie. —Necesito que escuches atentamente, Madre ¿Confías
en mí?
Claire asintió. —Con mi vida.
Eso era justamente lo que Riojos estaba a punto de pedirle que le confiara. —Necesito que
rápidamente empaques mientras despierto a Lawrence. Hay algunos hombres malos en camino que los
lastimaran a ti y a papi. Tengo que sacarlos de aquí y llevarlos a un lugar seguro.
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—Riojos, me estás asustando. Por favor dime que es lo que está sucediendo. —la mandíbula de
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Riojos se apretó. Él no tenía tiempo para entrar en detalles ahora que sabía que otro detective estaba
en camino—. Madre, Collin sobrevivió al accidente. —él se acercó y tomó sus manos mientras el
cuerpo entero de ella empezaba a temblar.
—No, —susurró ella ¿Por qué estás diciéndome esto a mí?
—Porque es la verdad. —dijo Collin desde la puerta de la cocina. Claire gritó y luego saltó
desde la silla de la cocina, su mano yacia en su pecho.
—¿Collin?
—Por favor, mami. Necesito que tú y papá se den prisa. Aquí no es seguro. Te prometo
explicarte todo en el coche.
Riojos queria aporrear la espalda de Collin por no escucharlo, pero su desobediencia estaba
dando resultados porque Claire corrió hacia las escaleras que conducian a la parte de arriba. —Ve a
ayudar a tu mamá a empacar. Yo voy a despertar a tu papá.
Collin asintió mientras se apresuraba a subir las escaleras, corriendo hacia la habitación de ella.
Riojos caminó hacia la habitación de invitados. Lawrence amaba dormir la siesta ahí. Él siempre decía
algo sobre Claire no molestándolo en la habitación de invitados.
Claire decía que Lawrence roncaba así que se lo permitía.
—Lawrence, —dijo Riojos suavemente mientras entraba en la habitación y se arrodillaba al
lado de la silla del anciano. Lawrence no estaba dormido. Estaba mirando por la ventana— ¿Papi?
Larence volteó su rostro para mirar a Riojos, pestañeando rápidamente. —Oh, Riojos. —sonrió
Lawrence—. ¿Ya es domingo? Riojos frunció el ceño. Mientras que era verdad que Collin y él
procuraban cenar con Lawrence y Claire cada domingo, Lawrence no parecía que estuviera en
contacto con la realidad. Sus ojos estaban vidriosos.
Riojos decirdió seguirle la corriente. —Papi, Collin y yo queremos llevarte para mostrarte
algo.
—¿Collin? —susurró Lawrence— ¿Mi niño está aquí?
—Si, él está ayudando a Claire a juntar algunas cosas para nuestra pequeña sorpresa. —Riojos
se paró y estiró su mano—. ¿Por qué no vienes conmigo? Te llevaré con él.
—Eso seria lindo. —Lawrence lentamente se puso de pie como si sus años y otros 20 años
estuvieran finalmente afectándolo—. Me gustaría ver a Collin. Lo extraño. Vosotros dos no venis a
visitarnos lo suficiente.
—Vendremos más seguido, lo prometo. —Y Riojos hablaba en serio. Los padres de Collin
eran muy importantes para él. Cuando Riojos se enamoró de Collin, la vieja pareja se volvió muy
importante para él. Estaba particularmente enamorado de ellos por la manera en que aceptaron su
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relación con Collin. Mientras él no lastimara a Collin, a ellos no les molestaba que fueran dos
hombres. Riojos ni siquiera tuvo esa fácil aceptación de su popria madre. Ella aceptó que él era gay,
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pero también constantemente le hablaba sobre su necesidad de asentar cabeza con alguna jovencita y
darle un nieto.
Eso no iba a suceder.
—Collin, —Riojos gritó mientras llevaba a Lawrence hacia el pasillo—. Ven a ayudarme con
tu padre.
Un momento después, Riojos escuchó a Collin correr por las escaleras. Cuando Collin apareció
en la entrada. Lawrence empezó a temblar, Riojos apoyó su mano en el hombro del anciano y lo
estabilizó.
—Papi, se que esto es muy confuso,pero Collin no murió en ese accidente. —Riojos estiró su
mano hacia Collin, haciendolé el gesto a su amante para que se acercara. Collin lucia al borde del
llanto mientras Lawrence lloraba—. Lo ves, papi, Collin se encuentra bien.
—Pero… vino la policia, —susurró Lawrence como si recién saliera de su estado
melancolico—. Ellos dijeron que Collin había sido atropellado por un coche, que había muerto.
Supuestamente tendremos el funeral en unos dias.
—Papá, yo… —Collin miró a Riojos
Riojos hizo un pequeño movimiento con su cabeza. —Hablaremos de esto en el auto. Tenemos
que marcharnos.
—¿Marcharnos? —Lawrence frunció el ceño—. ¿Vamos a algun lado?
—Papi, alguien está tras nosotros. —explicó Riojos—. Ellos pueden venir por ti y por Claire
para llegar a nosotros. Queremos llevaros a un lugar seguro.
El ceño fruncido de Lawrence se profundizó, y un sonido parecido a un profundo gruñido salió
de su boca. —Nadie amenaza a mi familia y se sale con ello.
Riojos pestañó en sorpresa cuando Lawrence tiró de sus manos y salió de la habitación. El
sonido de Lawrence refunfuñando consigo mismo lentamente comenzó a desvanecerse. Riojos miró a
su amante.
—¿Alguna idea de adonde se dirije?
—Oh si. —rió Collin. Colocó sus manos alrededor de su cintura tratando de contener su
diversión—. ¿Alguna vez mi papá te dijo lo que hacia antes que yo naciera?
—No.
—Entonces realmente necesitas ir al sótano y ayudarlo. Solo no te sorprendas si no todo lo que
tiene allí abajo es legal.
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Riojos tenía que ver eso.


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Capítulo 9

El detective Anthony Santano aparcó frente a la casa de Collin Phoenix. Realmente no quería ir allí.
Ver llorar a una mujer, a una mujer tan mayor como su madre, iba a comérselo vivo.
Suspiró a medida que apagaba el motor y bajaba del Crown Victoria. Cerró la puerta y caminó
por la pequeña senda de piedra. Tony notó un auto en la entrada. No estaba seguro si los Phoenix eran
dueños del coche, pero sabía que alguien estaba sentado detrás del volante.
Tony gruñó cuando el hombre volteó su cabeza, viendo hacia algo en el patio trasero, y el
reconocimiento lo golpeó. Era el hombre que había corrido frente a su auto en Old Town, llevando ese
cuerpo.
No estaba seguro de que jodidos estaba pasando, pero Tony estaba por obtener algunas
respuestas. Estaba cansado de perseguir su cola. Sacó su Glock de su funda mientras caminaba de
regreso al frente de la casa, silenciosamente abriendo la puerta de tela metálica. Giró la manija para
notar que la puerta principal estaba sin llave.
Una vez que resolviera el caso, iba a regresar y sermonear a la anciana pareja sobre dejar
cerraba su maldita puerta. Por ahora, Tony usó eso para su ventaja.
Empujó la puerta principal para abrirla, su arma elevada mientras ingresaba en la casa, sin
hacer ruido alguno. Oyó hablar en la siguiente habitación. Tony se quedó quieto cuando alcanzó la
entrada, escuchando atentamente.
—Entonces realmente necesitas bajar al sótano y ayudarlo. Solo no te sorprendas sino todo lo
que tiene ahí es legal.
Tony zigzagueó alrededor de la entrada, su arma sostenida frente a él. —Quietos. Nadie se
mueva un maldito centímetro.
—Debes ser el detective Santano. —dijo una mujer anciana a medida que sus manos se
elevaban en el aire. Tony quería rodar sus ojos. De las tres personas paradas allí, la madre tenía que
ser la cooperativa.
—Lo soy. Ahora necesito que ustedes dos levanten sus manos.
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El más alto de los hombres negó con la cabeza. —Detective, me temo que no lo puedo
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cumplir. Necesito sacar a todos fuera de aquí. No es seguro.


Tony no estaba seguro de qué creer. Este caso apestaba desde la palabra vamos. —
Cuéntamelo, pero no muevas un jodido músculo.
—¡El lenguaje! —el hombre más bajo señaló a la mujer mayor—. No te tendré hablando de
esa forma frente a mi mamá.
Tony sentía venir un dolor de cabeza. —De acuerdo, me disculpo Sra. Phoenix. Ahora dime
que está pasando aquí antes que le dispare a alguien.
—Es una larga historia. Una que no tenemos tiempo de discutir justo en este momento. Te
estoy pidiendo de detective a detective que me ayudes a sacar a los padres de mi pareja fuera de aquí y
esconderlos en algún lugar seguro.
Tony vaciló. Nada se añadió y nada tenía sentido. ¿Debería creer al detective Fernando, o
estaba el sujeto soplando humo en su trasero? Su instinto estaba activado. Vio la súplica en los ojos
del hombre muerto y la mirada vacilante en la cara de la mujer mayor.
—Baje sus manos señora, —dijo Tony mientras volvía su mirada hacia el detective—. ¿Cómo
sé que no estás sucio y esta conspiración, o lo que sea, es legal? Acabo de escuchar algo sobre un
sótano con objetos ilegales allí abajo.
—Oh mierda, la policía. —dijo un hombre mayor desde la puerta que Tony asumió que era la
del sótano. Su arma se elevó mientras checaba al hombre mayor por armas. Y, hombre, sí que veía
varias—. ¿Un lanzagranadas?
El hombre mayor sonrió. —No me rompas las bolas. —su cara se giró hacia su esposa—. Lo
siento cariño.
Ella se sonrojó pero encogió los hombros.
Tony realmente estaba teniendo un dolor de cabeza ahora. —¿Puede alguien decirme qué es lo
que está sucediendo antes que los arreste a todos?
—Versión comprimida, —comenzó el detective— es que Collin no murió. Okay, lo hizo, pero
regresó.
La mujer mayor se quedó sin aliento mientras su marido se arañaba su barbilla.
—Ahora cada loco allí afuera está tras él. Me temo que los padres de Collin serán usados
contra nosotros ¿Entonces, estás dentro, detective? —Tony reflexionaba sobre lo que el hombre le
había arrojado. Normalmente, él llamaría por una furgoneta y demandaría que el grupo entero tuviera
un examen psiquiátrico, pero, de hecho sabía que Collin había muerto. Nadia podía falsificar esas
fotos del accidente—. ¿Quién está afuera en el auto?
—Mi hermano. Créeme, a él tampoco le gusta esto. Él aún cree que está en la cama soñando
todo esto.
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Tony sabía cómo se sentía el hombre. —¿Sabes quién está tras de ti? —miró a Collin,
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paleando la urgencia de acercarse y picarlo para asegurarse que era real. Esto no podía estar
sucediendo. Tal vez, Donald, le estaba pasando factura. Su ex le dijo que terminaría como un hombre
solitario, pero también le dijo a Tony que era un bastardo de corazón frío.
Aun cuando Tony estaba de acuerdo con Donald, no creía que esta sería su penitencia. —
¿Cómo volvió a la vida? —preguntó mientras asentía hacia Collin. Los padres se voltearon a ver a su
hijo a medida que todos esperaban por una respuesta.
El arma de Tony se elevó velozmente, apuntando hacia el enorme hombre parado en la puerta
de la cocina.
—Hey, aparta esa maldita cosa. —rió el hombre—. Sólo quería haceros saber que tenemos
compañía. Vámonos. —Tony corrió hacia el recibidor, el otro detective siguiéndole mientras que el
hermano ayudaba a la pareja con su equipaje.
—Joder, —maldijo Tony mientras veía un coche estacionarse detrás del suyo. Conocía al
hombre que se estaba bajando de la parte trasera del coche estacionado en la calle frente a la casa—.
Ese es Leland Donahue ¿Es él quien está tras vosotros?
—Sí. Y él ya mató a Collin una vez en su psicótica misión de poner sus manos en mi pareja.
—Wow, déjame aclarar esto ¿Collin murió dos veces?
—Sip.
—¿Cuando?
—¿Podemos hacer esto después detective? Prometo explicarte todo, pero necesito sacar a esta
genta fuera de aquí antes que también mueran. No estoy seguro que ellos puedan regresar.
—Correcto.
El hombre extendió su mano. —Mi nombre es Riojos.
Tony observó la mano del hombre y luego la apretó. —Tony.
—Okay Tony. Necesitamos sacar a los padres de Collin fuera de aquí ¿Alguna idea?
—Una. Puedo ir afuera y entretenerlos, preguntarles por qué están aquí mientras sacas a la
pareja fuera del lugar. Pero quiero saber a dónde vais. No he acabado con vosotros.
—Tampoco creí eso. Nos dirigimos a la cabaña de la familia en el monte Hood por el lago
Timothy. Solo sigue la autopista 26 hasta que veas la señal del fénix.
Tony asintió. —Os veré allí.
La mano de Riojos dio palmadas en el hombro de Tony. —Gracias, y ten cuidado. —De
alguna manera Tony sabía que estaba a punto de caminar hacia una desastrosa situación.
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Elevó sus hombros mientras asentía. —Solo sácalos de aquí a salvo. Os veré en la cabaña.
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Collin ayudó a llevar el equipaje de sus padres dentro de la cabaña. No había estado allí en años.
Llevó las maletas a la habitación principal, pero no sin antes mostrarles a Sal y Riojos donde estaba el
baño.
Riojos había chequeado la cabaña entera antes de permitir que alguien ingresara, así que Collin
sabía que sus padres estarían a salvo aquí. —¿Papá?
Su padre se volteó desde la gran ventada corrediza. —¿Si?
Collin no estaba seguro por donde comenzar. Habían conducido en silencio todo el tiempo, de
tanto en tanto su papá le miraba de reojo. Collin quería tranquilizar a su padre, pero no quería alterar a
su madre. Los conocía como la palma de su mano. Noticias como esta, se las diría a su papá y luego
dejaría que él se las dijera a su madre.
Ella era demasiado delicada para que Collin la manejara. Lawrence Phoenix insistió en dar
cualquier mala o, en este caso, bizarra noticia a su esposa.
Eso hizo su crianza un poco más fácil cuando papá siempre le daba las noticias a mamá.
—Lamento todo esto.
—Nunca lamentes haber vuelto a nosotros, hijo. Pienso que tu madre te hubiese seguida en tan
solo unos pocos meses. Ella te necesita, Collin. Ella te necesitó desde el momento en que puso sus
ojos en ti. —Collin asintió y se movió para sentarse en una de las sillas de felpa frente a la chimenea.
Su madre se enamoró de él y lo sabía. Hubo un momento en su vida que lo odió, pero ahora lo tomaba
como el milagro que era.
—¿Hijo, puedes decirme que es lo que está pasando? —preguntó papá mientras se sentaba en
la silla frente a Collin.
—No estoy seguro de saberlo. —Collin se reclinó hacia atrás pasando su mano por su
cabello—. Los últimos días han sido una verdadera locura.
—Comienza por el principio.
—El principio, wow, emm… me desperté en la morgue hace unos cuatro días atrás sin un solo
rasguño en mí.
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—Entonces, ¿Si moriste entonces?


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—Creo que sí. —Collin frunció el ceño—. Quiero decir, me parece que ahora no puedo morir,
entonces… tal vez Sal está en lo correcto. Tal vez soy un fantasma.
Collin tragó con dificultad cuando los ojos de su padre se estrecharon. —¿Qué quieres decir
con que ahora no puedes morir?
—Bueno, no estoy positivamente seguro que no puedo morir, pero cuando fuimos atracados un
par de días atrás y fui apuñalado en el costado. Me curé al instante.
—Entonces, ¿Puedes ser herido?
—Sí, y duele como la puta también. —Collin frotó su lado recordando el dolor.
—¿Sientes dolor?
—Oh sí.
—Collin, déjame ver donde fuiste apuñalado.
Collin se levantó de un salto y se acercó hacia su padre, levantándose su chaqueta. Con su
mano acarició el costado donde había sido apuñalado. —Justo aquí. Había sangre y todo, pero cuando
Riojos limpió la sangre, no había herida.
Collin casi rio cuando la mano de su papá se movió sobre su piel sin marcas. Hacia cosquillas.
—¿Collin, hijo, donde está tu cicatriz de tu apendectomía?
—¿Mi qué?
—Te quitaron tu apéndice cuando tenías dos años. Había una pequeña cicatriz justo aquí. —
Lawrence señaló un punto en el abdomen de Collin.
—No lo sé. —Collin empezó a temblar mientras su padre solo lo observaba ¿Le creería el
hombre ahora? ¿Le temería? ¿Lo llamaría hombre fantasma como Sal?— ¿Papá? —susurró Collin.
Lawrence miró a Collin dándole una leve sonrisa. —Resolveremos esto Collin.
Collin bajó su camiseta. —Eso espero porque…
—Hay un coche estacionando frente a la casa, —dijo Riojos mientras llegaba disparado de la
cocina—. Collin, lleva a tus padres a la habitación del fondo hasta que sepa quién es.
Collin ni siquiera lo cuestionó. Agarró la mano de su padre y corrió a la habitación donde
estaba su mamá. Su corazón tronaba en su pecho a medida que cerraba la puerta tras él y se apoyaba
en ella, mirando a sus padres. Su padre sostenía la mano de su madre, ambos lucían preocupados.
—Estaremos bien, —dijo Collin—. Riojos no dejará que algo nos suceda. Somos su familia.
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Riojos se apoyó contra la pared, su arma en su mano, luego giró su cabeza y espió a través de una
pequeña abertura en la cortina. Maldijo cuando no reconoció al hombre que salía. Riojos asintió a Sal
mientras su hermano se movía al otro lado de la ventana.
—¿Amigos tuyos? —preguntó Sal.
—No. —Riojos negó con la cabeza—. Necesitamos averiguar cómo estos estúpidos siguen
rastreándonos. Me gustaría tomarme uno o dos días y relajarme, pero desde el momento que Collin
regresó a casa, hemos estado huyendo.
Sal asintió. —Iré por la puerta trasera. Mantenlo a la vista. —Riojos contaba con eso. Volvió a
mirar por la abertura, observando al hombre solo estar parado mirando alrededor. Nada cuadraba, y
Riojos estaba a punto de obtener algunas respuestas, aún si tenía que dispararlas fuera del extraño.
En un suave movimiento, Riojos tuvo la puerta abierta, arma en mano, y apuntando directo al
asustado hombre. —Di tu nombre.
—¿Está Collin aquí?
—Di tu jodido nombre, —gritó Riojos. Su arma apuntaba a la frente del hombre, sus dedos en
el gatillo. Riojos no iba a tomar ninguna oportunidad con su familia entera aquí en la cabaña. Ellos
eran su vida, y estaría condenado si perdía a alguno de ellos.
—Soy Geoffrey Dannenberg. Fui enviado para ayudar a Collin. —Riojos vio a su hermano de
reojo. Sal se deslizó alrededor de los arboles alineados por la cabaña, finalmente moviéndose detrás de
Dannenberg.
—¿Quién lo envió?
—¿Está Collin aquí? —preguntó el hombre con irritación—. Debo hablar con él.
Riojos sonrió cuando Sal colocó el cañón de la pistola en la nuca del hombre. —Respondería
sus preguntas si fuera tú. —El hombre miró a Riojos y luego la cabaña.
—Ni siquiera pienses en eso. Si de alguna manera logras pasar a Sal y a mí, entonces tendrás
que pasar sobre el loco ex militar que está allí. Por cierto, él tiene un lanzagranadas. Ahora, habla. —
El hombre tragó y asintió—. Me envió el Sr. Cavalier.
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—¿Quién? —preguntó Riojos


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—Es por esto que tengo que hablar con Collin, —declaró el hombre—. Por favor déjame
hablar con él.
Riojos enfundó su arma y luego caminó hacia el irritante cabeza–hueca. Lo agarró del cuello,
golpeándolo contra su coche. —Ya he tenido casi suficiente de esta porquería de capa y espada. No
vas a darle ni una maldita mirada a mi pareja hasta que me digas que infiernos está sucediendo.
El antebrazo de Riojos se enganchó debajo de la mandíbula del hombre, y Sal se deslizó
alrededor para apuntar su arma hacia el camino cuando escucharon otro coche acercarse. Riojos puso
una llave de estrangulación en el hombre mientras lo arrastraba de regreso a la cabaña. —¿Trajiste a
alguien más contigo?
Los ojos del hombre se abrieron de par en par mientras se enganchaba al brazo enroscado
alrededor de su cuello. —No, lo juro, solo soy yo.
Sal pegó su cuerpo contra la cabaña de madera, espiando rápidamente alrededor de la esquina.
El suspiró. —Es ese policía, el de la casa.
Riojos relajó su agarre suavemente mientras guiaba a Dannenberg de regreso al frente de la
casa. Lo empujó sobre el capó del coche mientras esperaba que Tony saliera. Las cejas del policía se
fruncieron mientras miraba de Dannenberg a Riojos.
—Él acaba de aparecer buscando a Collin. —informó Riojos al otro detective.
Tony asintió, caminando hacia el auto que Dannenberg había conducido hasta aquí y registró
los bolsillos traseros del extraño, sacándole la billetera. —¿Por qué no pediste ver su identificación?
—Estaba más inclinado por golpear la mierda fuera de él por ser cooperativo, —respondió
ligeramente Riojos ¿Quién jodidas se creía que era Tony, que lo estaba cuestionando?
Tony sonrió mientras abría la billetera y revisaba el contenido. —No hay mucho aquí. Algunas
facturas y una licencia de conducir que dice que él es Geoffrey Dannenberg de Missouri. —Riojos
apretó el brazo del hombre detrás de su espalda—. Ahora, ¿por qué viajarías todo el camino desde
Missouri solo para tener una conversación, Sr. Dannenberg?
El hombre gruñó, jalando su brazo mientras estrechaba sus ojos hacia Tony. —Porque,
estúpidos, si no hablo con Collin, está muerto. —Riojos resopló mientras se inclinaba más cerca—. En
caso que nadie te haya informado, Collin está muerto.
El hombre jadeó mientras miraba a los tres hombres desde el capó del auto. —Entonces ha
comenzado.
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Capítulo 10

Collin caminaba de un lado a otro a través de la habitación mientras miraba a sus padres. No estaba
seguro de que decir. De alguna manera sentía que un lo siento por hacer que os involucréis en mi
mierda de vida luego de la muerte no parecía ser adecuado.
—Lawrence, dile.
Collin miró a su mamá. Preguntándose qué es de lo que ella estaba hablando. —¿Decirme qué?
—Claire, no creo que ahora sea el momento adecuado, —dijo Lawrence mientras palmeaba su
mano—. Él está bajo suficiente estrés.
—Basura. Se lo dices o yo lo haré. —Su mamá cruzó los brazos sobre su pecho. Collin no
creía haber visto a su madre plantarse en algo como esto. Estaba orgulloso de ella.
—De acuerdo. —dijo su papá con un suspiro—. Toma asiento hijo, No has acabado aun de
recibir sorpresas que vuelen tu cabeza.
El corazón de Collin martillaba mientras se sentaba en el suelo, cruzando sus piernas y
descansando sus manos en sus muslos. —Okay papá, dámelo directamente. —Cuando los ojos de su
padre se empañaron Collin tuvo la urgencia de correr fuera de la habitación como un niño de 5 años
con sus dedos en sus orejas gritando la–la–la.
—Tu madre y yo te amamos mucho, hijo ¿Lo sabes verdad?
Collin asintió, sintiendo el pánico asentarse.
—Eres adoptado.
Nada como arrancar la tirita. Su papá no tenía pelos en la lengua, fue directo al grano. —¿Lo
soy? —susurró Collin mientras años de su memoria venían a su mente. Se sentó allí parpadeando las
lágrimas mientras intentaba procesar la noticia de que sus padres no eran sus padres. ¿Quién soy yo?
Su papá negó con la cabeza mientras se levantaba de la cama y cruzaba la habitación, tomando
asiento en el piso. Collin casi se levantó para ayudarlo, pero su papá le indicó que no lo hiciera. —Mis
huesos se están haciendo viejos, pero todavía puedo manejarlos.
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Collin colocó sus manos en su regazo mientras esperaba que se acomodara el hombre que
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había llamado papá por tantos años.


—Tu querida madre no podía tener hijos, así que decidimos adoptar. Nadie nos daría la
oportunidad de una vida feliz porque nuestros ingresos no nos calificaban. Un día un hombre tocó a la
puerta, diciéndonos sobre un lugar…
Collin se sentó allí y escuchó. Se estaba colgando de cada palabra que su papá decía. Cuando
terminó de relatar la adopción de Collin, él estaba anonadado. —¿Pero nadie sabe quién soy
realmente?
Su papá negó con la cabeza y luego tensó su mandíbula. —Tú eres Collin Phoenix, hijo de
Claire y Lawrence Phoenix. Nada más importa. Te quisimos desde el momento en que pusimos
nuestros ojos en ti, y no vamos a renunciar a ti. Así que quien sea que esté detrás de ti tendrá que pasar
a través de mí.
Wow. Collin nunca había visto a su padre ser tan feroz antes. Parece ser un día para muchas
primeras veces. Collin se arrojó a los brazos de su papá. —Tienes la maldita razón. Soy tuyo. Gracias
por decírmelo.
Su papá le palmeó la espalda mientras Collin se separaba y limpiaba sus ojos.
—No, gracias a ti hijo. Ahora ve y déjale saber a tu mamá que todo está bien. —Su padre le
guiñó un ojo.
Collin se puso de pie, yendo directo hacia su mamá y jalándola hacia sus brazos. Podía sentir
su pequeño cuerpo temblar por el llanto. —Está bien, mamá. No estoy molesto con vosotros dos.
Vosotros me aceptasteis cuando no teníais por qué hacerlo y me disteis un amoroso hogar. Gracias.
Su mamá secó sus ojos mientras sonreía. —Me enamoré de ti desde el momento en que el Sr.
Cavalier te trajo a nosotros.
—Y aparentemente quiere a Collin de regreso, —dijo Riojos desde la puerta—. Hay un
hombre afuera que dice que el Sr. Cavalier lo envió para hablar contigo, amor. ¿Quieres que solo le
dispare? —preguntó Riojos mientras se apoyaba en el marco de la puerta.
—Solo hazlo alrededor de los árboles. No quiero tener que limpiar los costados de la cabaña.
—Collin jadeó hacia su madre—. ¿De verdad?
Su mentón se elevó a medida que sus pequeños puños se apoyaban en su cadera. —Nadie se
llevará a mí niño. —Collin vio a Riojos y a su papá reírse mientras él estudiaba a su pequeña
luchadora mamá.
—Descansa cariño. Los chicos y yo iremos a ver qué es lo que quiere el hombre. —Su papá le
guiñó el ojo a su mamá antes de sacarlos de la habitación. Collin se congeló cuando vio al extraño
sentado en la silla con dos armas apuntadas a su cabeza. Sal y el detective lucían como si quisieran
dispararle justo entre ceja y ceja.
El hombre se inclinó hacia delante, pero Sal presionó su arma en la sien del hombre. —Por
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favor ni creas que no haré lo que tenga que hacer para proteger a mi familia. Vuelve a sentarte.
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El extraño tragó sonoramente y luego presionó su espalda en la silla. Sus ojos se encontraron y
luego el hombre le sonrió cálidamente. —¿Eres Collin Phoenix?
Collin agarró la mano de Riojos, presionando su cuerpo en de su pareja. —Lo soy.
—¿Puedes probarlo?
—Uh…
—Tienes una marca de nacimiento, ¿verdad?
Collin miró hacia Riojos, preguntándose cómo infiernos un extraño sabía sobre la extraña
marca de nacimiento con forma de pájaro en su cadera. Nunca se la mostró a nadie. La única razón por
la que Riojos sabía era porque dormían juntos.
—Entonces, ¿la tienes?
—Tal vez
—Por favor, necesito verla para confirmar que eres quien dices ser antes de empezar a hablar.
—Oh, tú hablarás, —gruñó Riojos—. O si no ayúdame…
—¡Solo muéstrame la maldita marca de nacimiento! —gritó el hombre—. Es la única forma de
probar quien eres.
Collin volvió a ver a Riojos. Cuando él asintió, Collin rodó sus ojos y desabrochó sus
pantalones. Se bajó el cinto lo suficiente como para que todos pudieran ver la pequeña marca en su
cadera. El momento en que el extraño asintió, Collin se subió y abrochó el pantalón.
—Collin, mi nombre es Geoffrey Dannenberg. EL Sr. Cavalier me envió a hablar contigo.
Collin miró a Riojos nuevamente y luego miró de regreso al extraño. ¿Este hombre conocía al
Sr. Cavalier? —Lo siento, pero no estoy familiarizado con ese nombre.
El Sr Dannenberg guiñó los ojos mientras sonreía. —No, no deberías conocer a Reggie.
Collin tenía el presentimiento que el Sr. Dannenberg era algo más que solo el chico mensajero
del Sr. Cavalier. Había cariño en sus ojos cuando decía el nombre Reggie. —Continua.
—Como ya sabrás, no eres como todos los demás. —El Sr. Dannenberg ondeó su mano para
abarcar toda la habitación.
Collin bufó mientras colocaba su mano en su cintura. —Noté eso hace unos días.
—Esto hizo reír al Sr. Dannenberg. —Supongo que lo hiciste. Pero ¿Sabías que ahora eres
inmortal?
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Collin miró boquiabierto al hombre. Sabía que sus heridas habían sanado inmediatamente, y
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había pensado en esa posibilidad, pero escucharlo decir de otra persona que parecía saber más sobre lo
que estaba sucediendo de lo que él mismo sabía, lo hizo real. —¿Cómo?
El Sr. Dannenberg negó con su cabeza. —Reggie solo me dio información limitada. Parece ser
que no es seguro para ti saber todo.
—¡Patrañas! —gritó Riojos—. Pon a Reggie en el teléfono y déjame hablar con él. Quiero
respuestas.
—Me temo que eso es imposible. Él se fue a esconderse. Ni siquiera yo puedo localizarlo. Me
temo que tendrás que conformarte con lo que tengo.
—¿Qué es lo que tienes? —Collin preguntó titubeante.
El Sr. Dannenberg suspiró. —Me temo que no mucho, Collin. Todo lo que se me dijo fue que
ahora eras inmortal y que eres buscado por malas personas por lo que tienes.
—Críptico, —dijo Sal—. Por qué no solo no nos mandó unos anillos de súper espías y un
decodificador. —finalizó sarcásticamente. La mandíbula del Sr. Dannenberg se tensó mientras miraba
a Sal con los ojos entrecerrados—. Ni siquiera te conozco ¿Podrías abstenerte de tus arranques
adolescentes?
—¡Hey! —Collin salió disparado a través de la habitación y se interpuso entre Sal y el Sr.
Dannenberg. Su cuñado estaba a punto de despellejarlo. Collin podía verlo en los ojos de Sal—. No
nos matemos entre nosotros hasta que hayamos escuchado todo. Yo, por una vez, quisiera aprender
todo lo que pueda. Sin morir de nuevo para obtener la información.
Collin se arrepintió de sus palabras cuando notó que su mamá se había unido a ellos y
lloriqueó. —Lo siento mamá.

Riojos tenía la urgencia de estrangular al maldito. Se estaba cansando de escuchar lo que ya sabía. Él
había supuesto que Collin era inmortal o tenía súper poderes curativos. Aun así le sorprendió
escucharlo.
—Dinos algo que no sepamos o te golpearé. —gruñó Sal.
Collin rió. —A Sal le gusta pensar que está en la mafia.
Sal le estrechó la mirada. —No tenías que decirle eso.
—Caballeros, por favor, —resopló el Sr Dannenberg—. ¿Puedo continuar o quieren reñir toda
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la tarde?
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—Continua. —gruñó Riojos mientras se apoyaba contra la pared y cruzaba sus brazos sobre su
pecho.
El Sr. Dannenberg continuó. —Bueno, se me dijo que Collin aún no ha terminado con su
transformación. —Él levantó su mano—. En cuanto a que se refiere eso, me temo que no lo sé. Solo
estoy relatando lo que se me dijo.
—Que no fue mucho. —refunfuñó Sal.
—Según Reggie, el Sr. Donahue no es quien parece ser. Es muy peligroso y no debe ser
tomado a la ligera. No se detendrá ante nada para poner sus manos en Collin. Tendrás que reubicarte
ahora que él sabe quién eres y que atravesaste tu primer renacimiento.
—¿Mi qué? —chirrió Collin.
—Renacimiento. —repitió Riojos.
—Entendí eso. —gruñó Collin—. Pero ¿qué significa?
Cuando el Sr. Dannenberg se encogió de hombros, Riojos se frotó la sien. Le estaba agarrando
un jodido dolor de cabeza.
—Si falleciste en tu cumpleaños número 21, renacerás en lo que eres ahora.
—¿Lo cual es qué? —preguntó Collin
—Me temo que esa información no me fue dada.
—¡Jodidamente perfecto! —gruñó Riojos.
—No dejaré que mi fam… oh dios, Riojos.
Riojos frunció el ceño mientras miraba la cara de Collin palidecer. —¿Qué, amor? ¿Qué está
mal?
—Él… él dijo que yo era inmortal ahora. —Los ojos de Collin se llenaron de lágrimas—. No
puedo verte a ti y a todos los que amo morir.
Riojos tragó con dificultad mientras apretaba la cara de Collin contra su cuello. Nunca pensó
en eso cuando esta caótica aventura comenzó. Si Collin era inmortal, él iba a sobrevivir a todos ellos.
Riojos no sabía si su amor era lo suficientemente fuerte para eso.
—No quiero hacer esto, —sollozó Collin— no puedo vivir sin ti.
El Sr. Dannenberg resopló, lo cual Riojos pensó que fue muy poco apropiado considerando la
situación. —¡Cierra tu jodida boca antes que yo te la cierre!
El Sr. Dannenberg arqueó una ceja, cruzando sus brazos sobre su pecho mientras se recostaba
en la silla. —¿Eso quiere decir que no quieres saber sobre estar emparejados y lo que eso significa
para vosotros?
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—¿Qué? —Riojos se apartó de Collin y agarró al Sr. Dannenberg del cuello, levantándolo—.
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Si sabes algo y no nos lo estás diciendo, que alguien me ayude…


—Realmente tienes temperamento, ¿No es así?
—Collin, podría usar tu ayuda por aquí. —Las garras en las manos de Collin aparecieron frente
a él. Riojos sonrió fríamente cuando la sangre se drenó de la cara de Dannenberg—. Ahora, podemos
hacer esto de dos maneras…
—Si realmente eres su pareja y él te ha reclamado, —dijo rápidamente el Sr Dannenberg,
mirando las garras en la mano de Collin como si este fuese a saltar y morderlo— entonces también te
vuelves inmortal.
Riojos a duras penas logró evitar que su boca se abriera del shock que lo atravesaba. —¿Y el
resto de la familia?
—Collin tiene que hacer un corte sobre sus corazones con su garra y luego dejar caer una de
sus lágrimas en la herida. Eso los hará inmortales también. Pero se consciente que no debe correr
alrededor tratando de hacer inmortal a todos los que conoce. Su secreto está muy bien guardado, y si
la gente empieza a sospechar que Collin o quien sea a quien le haya dejado caer una lágrima no está
envejeciendo, las cosas se pondrán feas, rápido. Escoge sabiamente.
Los dedos de Riojos se soltaron de la camisa del Sr. Dannenberg. Esto era irreal
¿Inmortalidad? ¿Él? Miró a todos en la habitación, tratando lo mejor que podía de no perder la cabeza
con todo esto. Le sonrió a su madre y papi, una cálida y juguetona sonrisa en sus labios. No iba a
tener que perderlos.
—Realmente tendría que ir yéndome. Tengo un vuelo que tomar. Desafortunadamente también
estoy en la cuerda, pero el Sr. Cavalier me pidió que te confiara esta información.
—¿Dónde podemos encontrarte si te necesitamos? —habló Tony por primera vez.
El Sr. Dannenberg negó con su cabeza. —Me temo que no puedes. Están todos por su cuenta.
Deben tomar nuevas identidades y empezar de nuevo en algún otro lugar. Mantengan un bajo perfil y
por amor a dios, quédense fuera del radar del Sr. Donahue. Si consigue lo que está buscando, el
mundo que conocemos dejará de existir.
Infiernos si eso no era ominoso. La mente de Riojos comenzó a trabajar horas extra tratando de
averiguar qué es lo que ellos iban a hacer. —Puedes irte. Por favor, ten cuidado. —No estaba seguro
por qué de repente estaba preocupado por el Sr. Dannenberg, pero lo estaba. El hombre había
arriesgado mucho para venir a hablar con Collin, y Riojos apreciaba eso.
—Os deseo a todos que estéis bien. —El hombre se paró, dirigiéndose a la puerta. Se detuvo
una vez que su mano la alcanzó y la abrió, volteándose para ver hacia la habitación—. Recuerda elegir
sabiamente con quien decides vivir para siempre. Para siempre es mucho tiempo.
—¡Gracias! —exclamó Collin mientras corría hacia la puerta, gritándole a un escapista Sr.
Dannenberg—. Gracias por venir a hablar conmigo.
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Riojos colocó sus brazos alrededor los hombros de su amante… pareja, mirando al hombre
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subir a su auto y desaparecer por el camino de entrada.


—¿Riojos? —susurró Collin.
—¿Sí, mi amor?
—Estoy aterrorizado.
—Yo también, amor, yo también.

—Reclámame, mi amor, hazme inmortal así nunca te perderé, nunca perderé esto.
El aliento de Collin se atoró en su garganta. —¿Estás seguro, Riojos?
La sonrisa de Riojos iluminó el alma de Collin. —Estoy seguro Collin.
Los ojos de Collin se abrieron cuando Riojos agarró un cuchillo de la mesita de noche, una que
no había visto antes, y cortó una pequeña incisión en su piel sobre su corazón.
—Llora por mí, gatito.
Collin no tenía ni la más remota idea de cómo hacer para llorar hasta que vio los ojos marrón
chocolate de Riojos y vio el amor brillando en ellos, y luego las lágrimas fluyeron naturalmente.
Cuando las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, Collin se recostó y las dejó gotear en el corte
sobre el corazón de Riojos.
—Gracias, mi amor. —susurró Riojos—. Ahora nunca tendré que perderte.
Collin no estaba seguro que Riojos tuviera la razón. Él era el afortunado. Riojos lo amaba lo
suficiente como para convertirse en inmortal por él. Collin solo rezaba que Riojos nunca se
arrepintiera.
Miró hacia Riojos mientras su amante se levantaba, dejando besos por todo su pecho. El gruñó,
separando sus piernas en invitación para que su Rio lo tome. —Hazme el amor, Rio.
—Sí, lo haré, gatito. —Riojos recorrió su lengua desde el ombligo hasta su clavícula, haciendo
que el cuerpo entero de Collin temblara. Collin levantó sus manos por encima de la cabeza, agarrando
la cabecera mientras Riojos besaba cada lado de sus caderas y luego mordisqueó cada cara interna del
muslo. Sus ojos se voltearon hacia atrás cuando sintió una húmeda, y tibia lengua bañar su saco.
—Rio, —gruñó el nombre de su amante.
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Una profunda risa retumbó por lo bajo mientras Riojos se acomodaba entre sus piernas,
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separándolas aún más con sus hombros. Collin levantó sus piernas y luego dejó caer sus rodillas a los
lados. Riojos envolvió sus manos alrededor de los tobillos de Collin mientras la punta de su lengua
recorría desde el saco al perineo y luego de regreso.
Pequeños fuegos artificiales explotaban dentro de él mientras que su experto amante recorría
su lengua por el costado del pene de Collin, mordisqueándole a lo largo, con sus labios haciendo las
llamas dentro de Collin encenderse.
Collin jadeó cuando Riojos tomó su miembro dentro de su boca. Sentía que iba a deshacerse
ante el toque de su pareja. Riojos era un amante tan habilidoso. Collin lloriqueó cuando sintió que su
cara interna del muslo era abusada por unos largos dedos. Gruñó y se retorció, tratando de empalar su
cuerpo en las manos de Riojos.
Sopló pesadamente cuando Riojos agregó un tercer dedo, estirándolo, haciendo que su cuerpo
entero temblara. Collin levantó su culo y luego lo empujó hacia abajo, rogando con su cuerpo ser
follado.
Riojos dejó que el miembro de Collin resbalara de entre sus labios mientras gruñía. Se puso en
sus rodillas y jaló el cuerpo de Collin en la cama, empalando el culo de Collin en su duro y venoso
miembro.
—Sí, —siseó Collin mientras sus dedos se curvaban alrededor de los barrotes de la cama. Sus
ojos pestañeaban rápidamente mientras sus labios se abrían, jadeando y maullando.
—Mi corazón, mi amor. Te necesito. Te amo.
La cabeza de Collin se movía de un lado a otro mientras Riojos le susurraba en su lengua
nativa. Su cuerpo estaba en llamas, quemándolo de deseo mientras el pene de su amante lo llevaba a
nuevos niveles de placer. El miembro de Riojos rozaba su punto de placer una y otra vez, llenándolo
hasta el fondo y haciendo a Collin lloriquear.
—Haz que me corra, Rio. Por favor. —le rogó mientras Riojos envolvía las piernas de Collin
alrededor de su cintura.
—Créeme, gatito. Te haré explotar de placer.
Collin lloriqueó mientras Riojos se enterraba en su culo, duro, más profundo y con embates
más largos. Su cuerpo sentía como si estuviera construyéndose un trascendental orgasmo el cual
Collin estaba alcanzando rápidamente. Sus dedos se envolvieron alrededor de su pene, jalando de él
rápidamente mientras los dedos de Riojos se marcaban en su piel.
La espalda de Collin se arqueaba mientras él gimoteaba y lloraba, su semilla golpeó su pecho y
mentón, su pene temblaba en su liberación. Las fosas nasales de Riojos se expandieron mientras se
estampaba dentro del dolorido agujero de Collin, determinación escrita por toda su cara mientras el
sudor corría por su cara.
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Él tiró de la cabecera, escuchando crujir en protesta mientras Riojos echaba su cabeza hacia
atrás y gritaba hacia el cielo raso, su pene pulsando mientras su semilla llenaba el canal de Collin. La
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respiración de su amante era irregular mientras se limpiaba la cara, mirando hacia Collin, luego se
liberó, estirándose a su lado y tirando a Collin hacia sus brazos.
—Gracias por permitirme cambiarte, Rio, y hacerte inmortal, —susurró Collin mientras se
acurrucaba en los brazos de Riojos. Podía sentir las lágrimas picarle en las esquinas de los ojos ante el
pensamiento de que nunca podría perder al hombre que amaba. Aún había problemas en el mundo,
pero Riojos tenía una mejor oportunidad de sobrevivir a ellos—. El pensamiento de pasar un solo día
sin ti es inimaginable.
—No tengo otra elección, Además me prometiste un para siempre y nunca rompes tu promesa.
—dijo Riojos mientras salpicaba besos por toda la cara de Collin—. Te amo.
—También te amo. —La sonrisa de Collin se convirtió en un bostezo a medida que el
agotamiento lo alcanzaba. Curvó su cuerpo sobre el de Riojos, durmiéndose rápidamente.

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Capítulo 11

Tony se quedó en la parte trasera del porche de la cabaña tratando de entender todo lo que había
aprendido en las últimas 24 horas. Era alucinante y era decir poco, y este iba a ser un caso que no sería
capaz de cerrar.
¿Cómo podría escribir todo esto en su informe sin ser arrojado en una habitación acolchada?
Además, tampoco le gustaba a Tony la idea de huir. Era un hombre que nunca huía. Era un detective
que resolvía misterios y encerraba a los malos.
Pero, de acuerdo con el Sr. Dannenberg, el Sr. Donahue no era un hombre común. Tenía el
presentimiento que, si tomaba al jefe del crimen, él iba a ir por la pelea de su vida.
—Estás pensando demasiado. —dijo Riojos mientras se asomaba a la parte trasera del porche.
Tony siguió apoyado contra la barandilla, mirando hacia más allá de las montañas. —No iré
con vosotros chicos.
Riojos asintió. —No creí que lo hicieras, Sal tampoco va. También eligió no convertirse en
inmortal. Tengo el presentimiento que tomaste la misma decisión.
Tony asintió. —Lo hice. Si cambio de opinión, estoy seguro que puedo seguiros la pista a
vosotros dos.
Riojos rio. —Espero que no. Eso significaría que no estoy cumpliendo con mi trabajo de
proteger a Collin adecuadamente.
Tony sonrió mientras miraba hacia el frente. Él no pensaba que ser inmortal fuse tan buena
idea. Él no quería vivir para siempre y solo. No era como si fuese a encontrar a alguien que pudiera
tolerar sus maneras dominantes y también su loca vida de trabajo. Tony era realista. Él sabía que nadie
ahí afuera tenía la paciencia suficiente para sentarse en casa mientras él trabajaba en un caso, yéndose
por días de tanto en tanto.
Su ex no pudo manejarlo, y Donald tenía la paciencia de un santo. No, era mejor que viviera su
vida como Dios pretendía que lo hiciera, resolviendo casos y yendo solo.
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—El desayuno está listo. —llamó Collin desde la puerta—. Mamá preparó rápidamente unas
tortitas caseras y salchichas.
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—Ya estaremos allí, amor. —dijo Riojos mientras se volteaba hacia Tony—. Si cambias de
opinión, estamos yendo al este. Creo que Nueva York es lo mejor para mezclarse.
Tony asintió. —Gracias.
—Bueno, será mejor que entremos antes que Claire venga a cazarnos. Es una bestia cuando se
trata de la adecuada alimentación de sus hombres. —Tony rio. Él recordaba que su madre solía ser
igual. Que Dios la tenga en su gloria.

Riojos observó mientras Tibo manejó la enorme SUV por el camino. Iba a extrañar a Tibo y a Sal.
Riojos sabía, de hecho, que iba a ser un largo tiempo antes que, si acaso, viera a su hermano y amigo
nuevamente.
—Está hecho. —dijo Collin acercándose silenciosamente desde atrás suyo.
—¿Cómo están mama y papá?
Collin observó a Tibo llevar el enorme vehículo a una parada y apagar el motor, con una gran
sonrisa en el rostro de hombre. —Están descansando. Realmente espero que el Sr. Dannenberg haya
sabido de lo que estaba hablando. Hice que papá le hiciera un pequeño corte a mamá. Yo, solo no
pude hacerlo.
Riojos envolvió su brazo alrededor de su amante mientras Tibo se bajaba del vehículo y
caminaba hacia ellos. Él sonrió, dio dos pasos, y luego un disparo resonó. Riojos observó como si todo
estuviera en cámara lenta.
Tibo cayó, Collin gritó y trató de correr hacia el hombre caído, y Tony y Sal salieron
rápidamente de la cabaña, Sal rugiendo su angustia cuando vio a Tibo boca abajo en la tierra.
Y luego todo volvió al tiempo normal. Riojos sacó su arma y luego corrió con Collin a la SUV.
Oyó el disparo del arma golpear el vehículo mientras Riojos jalaba el cuerpo de Tibo hacia a
seguridad de la SUV.
Tony disparó su arma repetidamente mientras corría hacia ellos, al igual que Sal. Riojos
maldijo cuando se dio cuenta que los padres de Collin estaban en la casa inconscientes, atravesando
una especie de cambio para volverse inmortales.
—Él está perdiendo mucha sangre. —lloró Collin mientras se sacaba su camisa y presionaba la
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tela sobre la herida—. Necesita un hospital o va a morir.


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Sal miró sobre el capó del coche, disparó unos cuantos tiros, y luego se volvió a agachar. Sus
ojos fueron directos hacia Tibo. —Arréglalo, hombre fantasma.
Collin negó con su cabeza. —No haré eso sin su completo consentimiento.
—¡Arréglalo, hombre fantasma! —El rostro de Sal se cubrió de rabia mientras Riojos y Tony
disparaban unas cuantas rondas más.
—Grítale de nuevo, y tú serás el siguiente al que dispare. —gritó Riojos. Sabía que estaban en
una situación de vida o muerte, pero nadie iba a hablarle así a su gatito, nadie.
—Por favor. —susurró Sal, limpiándose las lágrimas de la cara—. Tienes que arreglarlo.
Collin lucia vacilante. Riojos colocó sus manos en el hombro de su amante asintió. Collin tragó
con dificultad y luego mordió su labio inferior, mirando de Riojos a Sal, y luego hacia Tibo. —Sal.
Más vale que no me odie.
Sal negó con su cabeza mientras Collin se inclinaba hacia adelante. Él no tenía que luchar para
hacer que sus lágrimas aparecieran. Con Tibo cerca de la muerte, ellas estaban fluyendo libremente.
Collin corrió la remera de Tibo a un lado y vio la horrible herida de bala. Él se cernió, dejando que las
lágrimas que corrían por su rostro cayeran sobre la herida de Tibo. Se enderezó, limpiando sus ojos
mientras caía en los brazos de Riojos.
—Muchas gracias. —dijo Sal mientras movía a Tibo más cerca de él. Riojos vio movimiento
desde el costado de sus ojos. Arrojó a Collin hacia Sal, giró su parte su parte superior, y luego disparó.
Tony debió haber visto también el movimiento. Había disparado al mismo tiempo que Riojos.
Alguien tropezó hacia fuera del bosque, apretándose el costado, y luego cayendo al piso.
—Vamos, tenemos que salir rápido de aquí. —Riojos jaló a Collin del piso mientras se
apresuraba a llevarlo dentro de la cabaña. Se paralizó cuando Claire y Lawrence estuvieran parados en
el medio de living viéndose algo perdidos.
—¿Madre, Papi? ¿Están bien?
Lawrence fue el primero en responder. —No estoy seguro. Me siento como hace cuarenta años
atrás. —Achicó sus ojos hacia Riojos y luego se quitó sus lentes, fregando su cara, y luego miró hacia
arriba—. Bendito infierno.
—¿Qué? —preguntó Collin preocupadamente—. ¿Qué sucede papá?
Lawrence empezó a reírse. —Puedo ver perfectamente sin lentes.
Riojos miró más de cerca a la anciana pareja. Estaba shockeado al notar que su piel lucia más
firme, más saludable y tenía un brillo radiante. Lucían como si, en efecto hubiesen perdido treinta
años de envejecimiento.
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—Siento ganas de bailar. —Claire rio mientras Lawrence colocaba sus manos en su cadera y
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comenzaba a balancearla alrededor del recibidor como si estuvieran en un salón de baile. Riojos y
Collin sonrieron mientras los miraban. Su humor eufórico llegó a su fin cuando Sal entró a Tibo en la
cabaña, Tony siguiéndolo por detrás.
—Vosotros chicos deberíais tomar vuestras cosas e iros. Tengo la información que me disteis
para cerrar la casa, y arreglé para que una compañía de mudanza guardara todas vuestras cosas en una
unidad de almacenamiento en Idaho, alquilada bajo un nombre falso. —Riojos escuchó a Tony
mientras su papá corría a su habitación y tomaba los objetos más importantes que habían traído con
ellos—. ¿Estáis seguros que no queréis venir? Preguntó Riojos a Tony y a Sal. Odiaba abandonarlos
en lo desconocido.
—Estoy seguro, —dijo Sal mientras su mano acariciaba el cabello de Tibo—. No voy a correr.
Sin embargo, vosotros deberíais. La vida de Collin es más importante que defender una postura. Él
puede no ser capaz de morir, pero hay maneras para sortearlo, como decapitación según el Sr.
Dannenberg. Mantenlo vivo y llámame si alguna vez necesitáis algo. —Riojos jaló a su hermano del
sillón y lo agarró en un firme abrazo—. Voy a extrañar tu horrible trasero.
Sal se rio. —Lo mismo aquí. Mantente a salvo hermano.
Riojos asintió mientras liberaba a su hermano menor. —Lo haré. Cuida a Tibo y a Tony.
Tony gruñó. —Tengo el presentimiento que yo voy a estar cuidándolos a ellos.
Sal le dio un manotazo a Tony mientras se sentaba. —Voy a quedarme aquí hasta que Tibo se
despierte y luego voy a decirle lo que está sucediendo y lo que tuvo que hacer Collin.
Riojos se giró hacia Tony y extendió su mano. El detective la apretó firmemente y la sacudió.
—Mantén a Collin a salvo. —dijo Tony—. Haré lo que pueda por tu hermano.
—Gracias. Revisa a Rutledge allí en el refugio. Nos ayudó terriblemente. Sal os introducirá a
los dos.
Tony asintió mientras se alejaba. Riojos imaginó que el tipo no iba a despedirse. No parecía el
tipo. Riojos se giró hacia su hermano. —Bueno, creo que esto es todo.
Sal sonrió. —Nada de despedidas melosas. Ve yendo y cuida a nuestra familia.
—Él lo hará. —dijo Collin mientras ayudaba a su papá a llevar los bolsos de las habitaciones
traseras—. O patearé su trasero.
Riojos le guiñó a Sal antes de ayudar a cargar la SUV. Tony manejó su propio vehículo de
regreso a la ciudad. Sal tomó el suyo. El plan era que Tony regresara el vehículo de la policía al
aparcamiento y dejara las llaves en el asiento. Iba a haber una investigación por la desaparición de
Riojos, pero con el luto por la pérdida de Collin, eventualmente asumirían que simplemente se había
ido. Al menos eso era lo que ellos esperaban que sucediera.
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De camino hacia fuera de la ciudad, Riojos se detuvo en el banco y cerró sus cuentas. Los
Phoenix hicieron lo mismo. Ellos tenían una larga vida por vivir y necesitarían el efectivo. Aunque
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Collin había cambiado a Riojos, tenían que pensar a futuro.


—¿Estás seguro que nadie notará que estamos retirando los ahorros de toda la vida? —preguntó Collin
mientras miraba a Riojos a través de la cabina del auto—. ¿No se verá un poco extraño que mama y
papá hagan lo mismo que tú?
Riojos se encogió de hombros. —Tal vez, pero si todos piensan que caí bajo y me rompí,
tendría sentido que tus padres pagaran por tu funeral y demás. Para cuando las personas se den cuenta
que eso no sucedió, ya nos habremos ido.
Collin frunció el ceño y se giró para mirar por la ventana. El odiaba pensar que todos los que
amaba tenían que dejar sus vidas e irse a esconder por culpa suya. No era justo. Lo hacía sentir como
mierda. Sus padres deberían estar disfrutando de su retiro, no huyendo a Nueva York para comenzar
de Nuevo.
—Nunca estuviste en Nueva York, ¿verdad amor?
—No. —Collin rio un poco y se giró para ver a su amante—. Nunca he estaba más allá del este
de Nevada.
—Oh, entonces este será todo un viaje para ti. —sonrió Riojos.
—Tendremos que hacer algunas paradas a lo largo del camino. Estoy pensando tal vez en Las
Vegas, el Gran Cañón, el parque Yellowstone…
—Riojos, estas no son vacaciones.
—Podrían serlo.
—Estamos corriendo por nuestras vidas. ¿Qué hay de vacacional en ello?
Riojos sonrió de nuevo, manteniendo su mirada hacia adelante. —Podríamos detenernos por el
camino y casarnos, hacer una luna de miel en lugar de vacaciones.
La boca de Collin se abrió en shock. —¿Quieres casarte?
Riojos se giró y miró a Collin, con una mirada cautelosa en su rostro. —Sí, ¿tú no?
Collin lo había considerado. Infiernos, había soñado sobre eso. Sólo nunca pensó que Riojos se
lo preguntaría. Ahora que su pareja lo había hecho, Collin estaba sumido en el silencio. Chico, las
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cosas sí que estaban cambiando a su alrededor.


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—¿Collin?
Collin se giró para ver hacia el amor de su vida. —Si Riojos. Me casaré contigo.
—¡Malditamente caliente! —su papá gritó de alegría desde el asiento trasero—. Felicidades
chicos.
—Estoy tan contenta por vosotros dos. —dijo su madre con entusiasmo—. Estas también
pueden ser unas vacaciones. Estuve pensando. Si viajamos por alrededor antes de ir a la ciudad de
Nueva York, entonces será más difícil para ellos encontrarnos.
Collin se rio y luego hizo una mueca cuando sus ancianos padres empezaron a besarse en los
asientos traseros como si fueran adolescentes enamorados. —Asco. —murmuró mientras miraba hacia
otro lado—. Es una buena idea, mama. Ya sabes, la de viajar alrededor.
No pensaba que obtendría una respuesta. Golpeó en broma a Riojos cuando su amante empezó
a cuchichear desde el asiento del conductor. —¿Qué? Están enamorados. Déjalos ser.
—Aun así es asqueroso ver a tus padres besarse. —Collin hizo un puchero mientras cruzaba
sus brazos en su pecho y luego recordó la pregunta de Riojos—. ¿Realmente vamos a casarnos
Riojos?
Riojos asintió. —Sé que es solo un pedazo de papel, pero te quiero como mío en todo sentido
de la palabra. —Riojos se arrimó un poco más.
—Mío. —gruñó seductoramente, haciendo que el miembro de Collin se pusiera duro.
Okay, ahora eso era realmente asqueroso. Sus padres estaban en el asiento trasero besándose
como pajaritos enamorados, y Collin estaba en el asiento delantero luciendo rígido. Asco, asco, asco.
Como si Riojos pudiera sentir su malestar, se rio y luego miró hacia el regazo de Collin.
—Eso no es para nada gracioso. —se quejó. Se dio vuelta, mirando a través de la ventana del
pasajero mientras Riojos los llevaba hacia Las Vegas.

Collin se bajó de la camioneta sintiéndose rígido como una tabla. Se estiró, sintiendo el ruido de sus
huesos. Podría hacer uso de un buen masaje justo en este momento.
—¡Oh mira! —su mamá gritó mientras señalaba a un grupo de hombres de aspecto rudo
reunidos alrededor de una máquina expendedora.
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Collin supo inmediatamente que eran de dudosa personalidad, pero también sabía que su mamá
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había tenido una vida muy tranquila. Ella no tenía idea. Esto no era algo sobre lo que él quisiera que
ella se entusiasmara. Si conocía a su mamá, y lo hacía, ella iría y le preguntaría al traficante por un
autógrafo. Eso no iba a suceder.
—Vamos, cariño. Consigamos una habitación. —Su papá onduló sus cejas, haciendo que
Collin quisiera vomitar ¡Sus padres no se suponía que tuvieran sexo! Ellos, solo, no podían. Tenía que
haber una ley en algún lugar que dijera que una vez que los padres tuvieran hijos, el sexo cesaba.
—Vamos gatito. Vayamos a conseguir una habitación también. —Riojos onduló sus cejas,
pero eso encendió a Collin de forma monumental. Él quería más de esa ondulación de cejas.
Caminaron hacia la oficina del motel, Riojos ingresó y firmó por dos habitaciones. Collin se quedó
afuera del motel pequeño, y fuera del camino para mantener un ojo en sus padres. Ellos estaban
actuando como si nunca hubieran experimentado la vida antes. No estaba seguro si podía dejarlos que
vagaran por su cuenta.
—Vamos. —dijo Riojos emergiendo de la oficina, haciendo sonar unas llaves para llamar la
atención frente a los ojos de Collin.
Se sonrojó cuando escuchó a su mamá reírse por lo bajo. Esto estaba mal en muchos niveles
diferentes. Se dio la vuelta, sintiendo su cara arder mientras tomaba la llave de la mano de Riojos y se
alejaba. Podía oír risas detrás de él.
Como sea.
Mientras Collin se acercaba a la habitación del motel de la cual tenía la llave, notó a los
hombres reunidos alrededor de la máquina expendedora observarlo. Tuvo una sensación horripilante
mientras uno de ellos movió su cabeza como saludo, con una maliciosa sonrisa en su rostro.
Riojos estuvo a su lado en un santiamén. Le dio a los punkis su mirada de no jodan con
nosotros y luego abrió la puerta de su habitación. Collin miró hacia la oficina para ver que sus padres
ya habían entrado a su habitación y cerrado la puerta.
Sintiéndose mejor al estar sus padres en su respectiva habitación, Collin entró en la de ellos. El
lugar no era nada de lo que valiera la pena escribir, pero era un motel que era rentado por hora y
Riojos los convenció por sus habitaciones en vez de mostrarles sus identificaciones.
—No es mucho, pero es un lugar donde podemos descansar. Tengo un amigo que vive por este
camino. Le haré una llamada en la mañana para que nos consiga algunas tarjetas de identificaciones
falsas.
—Hmmm, ¿Conoces algunos criminales? —preguntó Collin mientras se frotaba al lado de
Riojos—. Eso es caliente.
Riojos rió con ganas mientras su mano pasaba alrededor de Collin. —¿Eso piensas amor?
—Uh–huh, —dijo Collin mientras desabrochaba los vaqueros de Riojos. —Te mostraré cuan
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encendido estoy.
—¿Tú lo mostraras? —dijo Riojos mientras quitaba sus manos, mirando a Collin ponerse de
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rodillas. Liberar de sus pantalones el pene de su amante, inhalando su esencia masculina mientras
tomaba la cabeza en su boca, ondulando su lengua y frotándola sobre el manojo de nervios debajo de
la cabeza.
—Infiernos, amor, —gruñó Riojos.
Collin lo tomó todo el camino hasta la parte de atrás de su garganta mientras chupaba y lamía,
las bolas de Riojos al mismo tiempo. No tomó mucho tiempo para que Riojos estuviera expulsando
calientes chorros de esperma en la parte de atrás de su garganta.
Collin lamió a su amante hasta dejarlo limpio, riendo cuando Riojos lo levantó y lo arrojó
sobre la cama. —Mi turno.
Collin estaba a por eso. Rápidamente se deshizo de sus ropas, tomó su miembro, y lo sacudió
alrededor. —Ven a chuparme, Rio.
Su amante gruñó mientras se arrastró en la cama como un acosador, sus ojos llenos de lujuria
mientras zambullía su cabeza y tomaba a Collin en su boca. Oh infiernos. Nada en el mundo se sentía
mejor que tener los labios de Riojos envueltos alrededor de su pene. Se retorcía y gemía, esperando
muy mal por su liberación.
Cuando Riojos metió un dedo en su culo, Collin gritó hacia el techo, sus bolas apretándose
mientras su semilla se derramaba por la garganta de su amante. Antes que Riojos pudiera levantarse y
caminar al baño, Collin estaba cayendo dormido.

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Capítulo 12

Riojos se despertó por un ruido. Se quedó allí recostado escuchando en silencio mientras sostenía a
Collin más cerca de su cuerpo. Sonaba como si alguien estuviese palanqueando la manija de la puerta
del motel. Se deslizó de abajo de Collin, jalando a su amante de la cama y llevándolo al baño. Cuando
Collin se despertó se golpe, mirando a Riojos, él presionó sus labios en el oído de Collin. —Alguien
está tratando de entrar en nuestra habitación. —Riojos doblo su cintura, poniendo a su amante dentro
de la bañera—. Quédate aquí y mantente oculto. —susurró.
Collin mordió su labio inferior mientras asentía.
Riojos se apresuró a regresar a la habitación, tomando su Walther PPK de su ropa que estaba
desparramada en el piso al lado de la cama. Riojos se puso sus pantalones y luego se agachó del otro
lado de la cama mientras esperaba.
Lentamente, la puerta se abrió. Él podría patearse el trasero por no enganchar el cerrojo cuando
entraron a la habitación. Riojos había sido distraído por su amante. Él no volvería a cometer el mismo
error.
Dos hombres entraron sigilosamente, observando la habitación. Cuando cerraron la puerta,
Riojos ladeó el arma, asegurándose de mantener el largo de la cama entre ellos y él. —Tómenlo lento
y tranquilo, y mantengan sus manos en el aire donde pueda verlas.
Los dos hombres se congelaron por un momento y luego lentamente levantaron sus manos al
aire. —No queremos ningún problema. —dijo uno de los hombres.
—Entonces no deberían haber irrumpido en nuestra habitación.
—Solo queríamos jugar con el pequeño twink8 que vimos contigo.
—¡Él no es un maldito juguete! —gruñó Riojos—. Es mi prometido.
—En serio colega, no lo sabíamos. —El hombre rubio que habló se veía tan mal como el otro
tipo, solo que se veía asustado a muerte. El de cabello más oscuro lucia como si estuviese tratando de
medir la distancia entre él y Riojos.
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Obviamente, él es el más idiota de los dos hombres.


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Twink es un término que describe a hombres homosexuales de apariencia joven y que apenas superan o no han superado la mayoría de
edad, éstos últimos sin ser niños (14-24 años).
—Les sugiero que den la vuelta y salgan por donde vinieron.
—Sí señor. —dijo el hombre rubio mientras se daba vuelta y trataba de agarrar la manija de la
puerta. El hombre de cabello oscuro bloqueó su camino—. Vamos Stu, muévete. —dijo el hombre
asustado—. Quiero salir de aquí.
—Yo no, —dijo el idiota mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho—. Quiero al pequeño
twink.
—¡Stu, el hombre tiene una jodida arma!
—La tengo, —dijo Riojos— y tampoco temo usarla.
—No puedes dispararnos a los dos. —gruñó Stu.
—¡Apuestas! —Riojos se preparó, tomando cuidadosamente a Stu como objetivo. No creía que
tendría la necesidad de dispararle al otro tipo. Él estaba muy asustado.
Al primer sonido del disparo de la pistola, el hombre correría. Riojos estaba seguro de eso.
Necesitaba concentrarse en Stu. —Diré esto una vez más por la deteriorada inteligencia. Váyanse,
ahora, o les dispararé.
La postura firme de Stu vaciló al observar la determinación en los ojos de Riojos. Él no estaba
jodiendo, y no estaba de humor para sus porquerías. Ya estaba harto de que Collin estuviese en
peligro, y estaba listo para dispararle a cualquiera lo suficientemente tonto de acercarse a su amante
nuevamente.
—Vamos Stu. Vámonos. —El hombre elevó su mano hacia Riojos de nuevo—. Él no está
bromeando.
Stu se mofó de Riojos, moviendo sus hombros y ladeando su cabeza hacia un lado, haciendo
sonar su cuello antes de rastrillar con la mirada a Riojos. —Me voy, pero no porque tienes un arma.
No necesito la molestia.
Hombre inteligente.
Tan pronto como los dos matones se fueron, Riojos saltó fuera de la cama y aseguró la puerta,
colocando el cerrojo. Dejó escapar una sonora exhalación mientras la parte de atrás de su cabeza
golpeaba la puerta. Un día. Riojos solo quería un día para disfrutar con Collin sin que ningún imbécil
invadiera su tiempo de pareja.
—¿Es seguro salir? —preguntó Collin desde el baño.
Riojos realmente se estaba cansando de esta mierda de huir.
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Riojos coloco su mano al lado de la de Collin, admirando las alianzas a juego mientras Collin se
acurrucaba a su lado.
—No puedo creer que realmente seas mi esposo, —susurró Collin mientras se deslizó más
cerca—. Supongo que algo bueno salió de este caos.
Riojos abrazó a Collin cerca. —Parece irreal ¿No? —el recorrió su mano por la suave espalda
de Collin mientras continuaba viendo las alianzas—. Pero tenemos que levantarnos y continuar
moviéndonos. Mama y papá estarán golpeando la puerta en cualquier momento, con muchas ganas de
irse. —Collin gruñó—. Pero quiero quedarme en la cama contigo todo el día.
—Lo sé amor. Pero no podemos quedarnos en un lugar abierto por mucho tiempo hasta que
lleguemos a Nueva York. Además, tenemos que ir al encuentro con Stoney para obtener nuestras
nuevas identificaciones.
Collin resopló y luego rodó alejándose. —De acuerdo, —hizo un puchero— pero me debes
una, marido.
Riojos sintió una opresión en el pecho ante la palabra marido. Ellos, realmente, no estaban
oficialmente casados. Tendrían que esperar hasta llegar a Nueva York para eso, pero Riojos se sentía
mejor al ver la alianza en el dedo de Collin, y su amante estaba convencido que eran una pareja
casada. No era importante para su pareja que no tuvieran un certificado.
Por alguna razón, él se sentía aún más protector que antes. Tal vez eran las alianzas. Tal vez
era algo más. No estaba seguro y tampoco le importaba. Él solo sabía que necesitaba cuidar de Collin
y mantenerlo a salvo.
Riojos se levantó de la cama y caminó hacia el baño, tomando una rápida ducha. Ellos
estuvieron listos para irse en media hora. Claire y Lawrence golpearon la puerta justo a tiempo. Riojos
atendió mientras Collin terminaba de empacar la ropa que habían comprado el día anterior. —Estamos
listos.
—Bien. —Claire tenía una sonrisa radiante, luciendo aún más joven que cuando estaban en la
cabaña—. ¡No puedo esperar a estar de nuevo en la carretera y ver Nueva Orleans!
Riojos rio mientras observaba los ojos de Lawrence iluminarse ante su esposa. Ellos estaban
tomando la ruta panorámica, no solo para deshacerse de cualquier persona que los estuviese siguiendo,
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pero su amante y su madre nunca habían viajado antes, y como no tenían ningún horario fijado, que
demonios.
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—Nueva Orleans será, —dijo Riojos mientras ponía el bolso de Collin y el suyo en la parte
trasera de la SUV y luego caminaba hacia la oficina para devolver las llaves.
Ellos regresaron a la carretera y condujeron rumbo al este. Todos en el coche comenzaron a
relajarse en cierto grado. Incluso Riojos estaba comenzando a pasar un buen rato. Se detuvieron en el
camino, haciendo lo que los turistas y comprando suvenires. Collin estaba, como un niño excitado la
mitad del tiempo. A Riojos no le molestaba. Su amante mostraba su entusiasmo en la cama también,
así que no tenía nada de qué quejarse.
Aparcó el auto en el estacionamiento de un restaurante al paso. Era casi la cena, y los cuatro
estaban hambrientos. Riojos colocó su mano en la parte baja de la espalda de Collin mientras guiaba a
su amante dentro del pequeño restaurante.
Un temblor de algo frío recorrió toda su espalda mientras se adentraban al restaurante. Algo
estaba fuera de lugar, pero tras una rápida mirada alrededor del lugar, Riojos no pudo detectar qué es
lo que era. Nada parecía extraño. Solo era un restaurante promedio al lado de la ruta.
Riojos mantuvo su mano a la mitad de la espalda de Collin mientras seguían a una camarera
hacia un asiento de cabina, a mitad de camino por el pasillo. Riojos miró la cabina en que se detuvo la
camarera, a continuación vio los que estaban más adelante.
—¿Podemos tener aquel? —preguntó Riojos mientras señalaba la cabina en el rincón más
alejado—. Me gustaría poder estirar mis piernas sin que nadie se tropiece con ellas.
Riojos casi se estremeció ante la larga mirada que le dio la camarera. Sentía como si hubiese
sido desnudado de la cabeza a los pies. Riojos apretó sus labios para evitar reírse cuando Collin se
paró delante de él.
¡Vamos, Collin!
—Supongo que eso estará bien, —dijo la camarera mientras se giraba y los guiaba a la cabina
en el lugar más alejado del restaurante. A Riojos realmente no le gustaba lo lejano que estaba la cabina
de la puerta principal, pero estaba situada justo al lado de la entrada de la cocina. Tenía que haber una
ruta de escape a través de la cocina si la necesitaban.
Riojos se aseguró que Collin y él se sentaran en el lugar más alejado de la cabina, enfrentando
la entrada del restaurante. Quería ver a todos los que entraban y salían. Trató de sonreír mientras la
camarera les alcanzó los menús, pero era difícil.
Él podía sentir que algo estaba por ir cuesta abajo. Solo no sabía qué. Y era difícil batallar
contra lo que no podía ver. Riojos hizo un rápido trabajo al mirar por encima el menú, ordenando lo
primero que sus ojos vieron así podía volver a observar la puerta.
—¿En serio?
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Riojos volteó a ver a Collin, confundido de por qué su amante lo estaba mirando de forma tan
extraña. —¿En serio qué?
Página

—¿Vas a comer berenjena con parmesano?


Riojos hizo una mueca. —¿Eso fue lo que ordené?
Las cejas castaño oscuro de Riojos se juntaron. —Riojos, ¿Qué está sucediendo?
Riojos negó con su cabeza y miró de nuevo hacia la puerta. —No lo sé amor, pero algo se
siente raro.
—¿Quieres irte?
—No, aún no. Todos necesitamos comer. Solo estate alerta. Si te digo que te lances por la
cocina hacia el coche, hazlo.
Collin asintió, pero sus facciones estaban fruncidas y pálidas. Riojos suspiró, sintiéndose como
el más grande imbécil. Solo había succionado toda la diversión al día de Collin con una sola oración.
Era un estúpido.
Riojos se acercó y envolvió su brazo alrededor de los hombros de Collin luego se acercó a su
oído. —Lo siento, amor. No quise arruinar tu día. Te digo qué, cuando lleguemos a New Orleans, nos
buscaremos un hotel que tenga uno de esas grandes bañeras para dos personas y te enseñaré sobre
mamadas bajo el agua.
Collin rió y le dio una ojeada. —¿Bajo el agua?
—Oh si, las amaras. —Riojos le guiñó el ojo—. Promesa.
Riojos respiró aliviado cuando la tensión de los hombros de Collin se desvaneció. No tenía
sentido en que ambos estuviesen preocupados. Riojos estaba preocupado como por diez personas. El
momento en que Collin comenzó a charlar con sus padres, Riojos volvió a observar la puerta.
Estaba contento de haberlo hecho cuando tres hombres entraron al restaurante y tomaron una
cabina cerca de la puerta, sin siquiera detenerse a tomar el menú de la camarera. Riojos los observó
por un momento antes de decidir que necesitaban salir como un infierno de allí.
Presionó el hombro de Collin y sonrió abiertamente mientras se apoyaba contra él. Cualquiera
que mirase pensaría que solo estaba sonriendo ante algo que alguien dijo. Eso era lo que Riojos quería
que la gente pensara.
—Collin, amor, —susurró— escúchame con cuidado, pero sigue riendo y hablando con tus
padres.
Collin se tensó, pero siguió hablando.
—Creo que necesitamos irnos. Me voy a parar e iré al baño. Cuando lo haga, quiero que tú y
tus padres se escabullan a través de la cocina y vayan a la camioneta. Enciéndela y espérenme.
La sonrisa de Collin era débil y tensa cuando se volteó a ver a Riojos. —Si haces que te
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lastimen, patearé tu trasero.


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Riojos sonrió. —Trato hecho. —se acercó y le dio a Collin un rápido beso luego sacó algo de
dinero de su bolsillo y lo dejó en la mesa. Puede que ellos tuvieran que dejar la comida, pero no
robarían. Sus vidas no habían caído tan bajo todavía.
Los nervios de Riojos se estaban deshaciendo mientras se paraba y se abría paso a través del
restaurante hacia el baño. Trató lo mejor que pudo de no mirar a los hombres sentados en la cabina al
lado de la puerta, pero sabía que había perdido la batalla cuando tres pares de ojos lo miraron caminar
a través de la habitación.
Era todo lo que Riojos podía hacer para caminar por delante de ellos como si nada estuviese
pasando. Quería saltar sobre ellos, aplastar sus puños en sus caras, y luego tal vez les preguntaría que
era lo que querían. Estaba tan cansado de tener que esconderse, correr y tener que mantener a su amor
a salvo. Eso no significaba que no lo haría, pero solo estaba malditamente cansado de eso.
Riojos entró al baño y fue directo hacia el lavabo, abriendo el agua y lavando sus manos
mientras mantenía los ojos en la puerta. Una rápida mirada alrededor de la pequeña habitación le dijo
que estaba en el peor lugar en que era posible estar. No había salida de ningún tipo ni siquiera una
ventana.
O bien tendría que caminar delante de los hombres en la cabina o tendría que esperar que ellos
vengan y lo busquen. Riojos solo esperaba que Collin llevase a sus padres hacia la camioneta y
estuviesen esperando por él. También esperaba que no le tomase mucho tiempo. Mientras más tiempo
pasaba, más nervioso se ponía Riojos.
Después de varios minutos de lavarse las manos, Riojos cerró el agua. Para este entonces,
estaba seguro que sus manos estaban limpias, y tal vez un poco arrugadas. Trató de actuar casual
mientras sacaba una toalla del dispensador de papel y las secaba… y las secaba… y las secaba.
Riojos rezongó consigo mismo mientras tiraba la toalla de papel en la basura. Sus manos
estaban oficialmente limpias ¿Ahora qué? Riojos empezó a pasearse por la pequeña habitación cuando
la espera lo superó. No podía soportarlo más.
Riojos se apresuró a la puerta y la abrió. Comenzó a caminar de regreso a la cabina donde
había estado sentado cuando notó que la otra cabina estaba completamente vacía. Infiernos, todas las
cabinas del lugar estaban vacías. No había una sola persona a la vista.
Riojos tragó con dificultad luego se dio la vuelta y corrió hacia la puerta principal, y con suerte
hacia Collin y sus padres. Riojos abrió la puerta principal y corrió hacia la luz del sol justo al mismo
tiempo que un fuerte sonido de explosión atravesaba el aire. Cayó hacia atrás contra la puerta por la
fuerza de la explosión, cubriendo sus ojos con su brazo.
Cuando el silencio cayó sobre el área, Riojos lentamente bajó su brazo. Su corazón comenzó a
golpear en su pecho cuando vio su camioneta en ubicada en el estacionamiento en llamas. Partes y
piezas yacían desparramadas por el suelo.
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Riojos vio algo más escalofriante cuando observó más de cerca, algo que le robó la respiración
de su cuerpo. Un cuerpo carbonizado yacía humeante sólo a unos pies de su camioneta. Parecía
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quemado más allá del reconocimiento.


—¿C–Collin?
Riojos comenzó a ir a trompicones hacia el cuerpo cuando un fuerte y chirriante sonido llenó el
aire a su alrededor. Era tan fuerte que Riojos tapó sus oídos y cayó en sus rodillas. Riojos sintió viento
soplar con fuerza por su cara como un abanico. Miró hacia arriba…

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Capítulo 13

Collin rodó sus ojos tanto como le fue posible considerando su condición actual cuando los
ojos de Riojos se voltearon hacia atrás y cayó al suelo. Demasiado para el gran y malo detective. Él no
iba a permitir que Riojos olvidara esto. Él agitó sus grandes y emplumadas alas, flotó para aterrizar
sobre sus talones con garras. Se sentía un poco extraño el tener plumas brillantes rojas y amarillas por
todo su cuerpo, pero esa cosa de volar era jodidamente fantástica. Él quería volar, volar y volar. Se
sentía como regresar a casa después de haberse ido por años.
—Collin, cariño, necesitas regresar a nosotros y ayudarnos con tu marido.
Collin volteó su cabeza para ver a su papá en el suelo al lado de Riojos, sosteniendo la cabeza
del hombre inconsciente en su regazo. La mamá de Collin se paró justo detrás de su papá, mirándolo.
Collin se quedó allí por un momento, tratando de imaginar cómo infiernos se suponía que debía
cambiar para ser un humano cuando no había sabido cómo cambió en primer lugar.
Pestañó cuando de repente sintió frío, y su madre inhaló con fuerza. Mirando hacia abajo, vio
la razón de su sorpresa. Collin había cambiado, y ahora estaba en medio de algún estacionamiento
desnudo como el día en que nació.
Bueno, considerando que había cambiado a un pájaro y luego regresó a humano, eso podría no
ser verdad. Collin ya no estaba completamente seguro de qué era, pero sabía que no era
completamente humano. Infiernos, tal vez había nacido de un huevo. Tendría sentido ¡Se había
transformado en un maldito pájaro!
—Ten, hijo.
La cara de Collin se encendió mientras su papá literalmente le alcanzaba la chaqueta que tenía
puesta. Por suerte, su padre tenía la constitución de un defensa del futbol americano. La chaqueta casi
caía hasta las rodillas de Collin. Rápidamente se la puso en la cabeza y luego la jaló tanto como pudo.
No fue mucho.
—Gracias, papá.
—Ve a ver a tu marido, —dijo su papá— iré a ver si podemos salvar algo de la camioneta.
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Collin hizo una mueca cuando miró la camioneta de Riojos. Estaba bastante seguro que la
camioneta y todo su contenido era siniestro total. Riojos iba a estar enojado. Pensando en su marido,
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Collin se giró y caminó hacia donde estaba su mamá ahora sosteniendo la cabeza de Riojos. Se
arrodilló al lado de ella y tomó su lugar.
—No estás asustada, ¿o sí, mamá?
—¿Asustada? Sí. —Su mama sonrió—. Pero eres mi hijo, y te dije que te amaremos sin
importar qué. Eso incluye situaciones extrañas.
Collin sintió lágrimas acumularse en sus ojos. Él no creía que alguien en el planeta tuviese
padres tan comprensivos como los suyos. No le importaba ser adoptado. Nadie nunca remplazaría a
Lawrence y Claire Phoenix en su corazón.
—Gracias mamá.
—De nada hijo. —Su mama se acercó y depositó un beso en la frente de Collin y luego se puso
de pie—. Voy a ayudar a tu padre. Mira si puedes hacer que tu hombre regrese. Aún necesitamos
llegar a Nueva Orleans al anochecer.
Collin asintió y miró a su madre retirarse y unirse a su padre. Ellos realmente eran los mejores.
Los últimos días le mostraron lo mucho que realmente tenía por vivir. Él solo estaba agradecido que
ellos decidieran ser inmortales así nunca los perdería.
Collin quitó la atención de sus padres y la volcó hacia el hombre en su regazo. Quitó el cabello
de los ojos y frente de Riojos, luego se acercó y besó a su amante. —Arriba, arriba, Rio. —susurró.
Los ojos de Riojos casi inmediatamente empezaron a abrirse. —Qué… cómo… —de repente
los ojos de Riojos se abrieron por completo y se sentó viendo a su alrededor, primero a un lado y
luego al otro—. ¿Lo viste?
—¿Ver qué? —preguntó Collin mordiendo su labio.
—¡Era enorme! —exclamó Riojos—. Tenía plumas rojas y amarillas y…
Collin se encogió cuando Riojos se giró y lo miró fijo. Levantó la mano y la agitó hacia Riojos.
—¿Eras tú?
Collin asintió.
Como si nada, los ojos de Riojos se abrieron aún más. —¿Cómo?
—Parece suceder cuando personas que aprecio están en peligro.
—¿Cómo en el almacén cuando aparecieron tus garras?
—Sip. —Collin colocó sus manos juntas sobre su regazo—. Sip. —dijo de nuevo.
—Entonces, ¿qué sucedió esta vez?
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—Esos tipos estaban esperando afuera, detrás del restaurante, a que nosotros saliéramos
corriendo. Agarraron a mamá y pusieron un arma en su cabeza y bueno… —Collin se encogió de
hombros—. Solo sucedió a partir de ahí. En un momento estaba gritando al tipo para que soltara a mi
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mamá y en el siguiente momento estaba volando por el aire encendiendo la mierda.


—Tu… —Riojos vio por encima de su hombro hacia su ardiente camioneta. Fue lento al
voltearse a mirar de regreso a Collin. Gesticuló por encima de su hombro hacia su camioneta. —¿Tú
hiciste eso?
—Sí, lo siento por eso. Estaba apuntando al tipo malo.
—Oh, lo agarraste bien. —rió Riojos—. Él luce peor que mi camioneta.
—Entonces… —Collin frunció sus labios mientras miraba hacia sus manos—. ¿Cómo te
sientes sobre estar casado con un pájaro que exhale fuego?
Cuando Riojos no contestó enseguida, Collin trató de no tomárselo personal. Riojos había sido
bastante comprensivo sobre todo hasta ahora. Tal vez esto era demasiado para que él lo procesara.
Todos tenían un punto de quiebra. Tal vez este era el de Riojos.
—Te diré esto, hombre pájaro, —dijo Riojos—. Prendes fuego a mi próximo vehículo y te
pondré sobre mis rodillas y palmearé tu trasero.

Collin se paró detrás de su vehículo quemado, pensando qué es lo que iban a hacer ahora. Él no había
querido quemarlo todo. Era nuevo en esto. Collin miró mientras su papá revisaba a los tipos malos,
buscando algo que sólo dios sabía.
—Encontré llaves, —anunció orgullosamente su papá mientras sostenía el set. Presionó el
botón, y un auto tres lugares más allá empezó a sonar.
Collin miró alrededor, preguntándose si alguien los estaba mirando.
Ellos no habían llegado tan lejos para ser atrapados. Stoney les había provisto de nuevas
identificaciones. Ahora todo lo que tenían que hacer era llegar a Nueva York sin que los tipos malos
los alcanzaran nuevamente.
Riojos caminó hacia el coche, abriendo las puertas, metiendo sus manos en los asientos,
abriendo la guantera y buscando bajo los asientos.
—¿Qué está haciendo? —preguntó la mamá de Collin mientras los dos observaban a su papá y
a su prometido prácticamente rasgar cada parte del coche.
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—Ni idea. Parece ser que están buscando algo. —Collin volteó a ver hacia el restaurante,
buscando ver si algún espectador los observaba.
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—¡Buen Dios! —jadeó su papá desde detrás del coche.


—¿Qué? —preguntó Collin mientras su papá y Riojos observaban boquiabiertos el maletero.
—Ven a ver, amor. —Riojos señaló hacia el baúl mientras volteaba su cabeza hacia Collin—.
Tienes que ver esto.
Collin corrió a través del estacionamiento, con su madre cerca suyo mientras rodeaba al coche,
mirando dentro del maletero para ver cuál era el problema. Sus ojos se abrieron de par en par mientras
miraba a la mochila llena en toda su capacidad con fajos de dinero.
Su cabeza se giró bruscamente, sus ojos mirando como dardos a todas partes. —¡Vámonos,
ahora!
Riojos cerró el maletero mientras los cuatro corrían hacia las puertas. Saltaron dentro mientras
Riojos encendía el auto, saliendo estacionamiento del restaurante.
—Oh mi diosa. ¿De dónde salió todo ese dinero? Preguntó su mamá desde el asiento trasero.
Riojos ajustaba los espejos mientras sonreía. —Creo que es el pago que esos tontos recibieron
para hacerse cargo del pequeño problema del Sr. Donahue. Ahora es nuestro. Todos agradecer al buen
hombre por asegurarse que nuestra nueva vida comience sin ningún tropiezo.
—Muchas gracias. —recitaron todos y luego rieron.
Collin se movió más cerca de su prometido, sonriéndole. —¿Crees que ellos nos seguirán a
Nueva York?
Riojos colocó un brazo alrededor de Collin. —Con el dinero que acabamos de encontrar, les
llevará mucho tiempo antes de ni siquiera acercarse a donde nosotros, posiblemente, estemos.
Collin suspiró. Por primera vez en semanas, finalmente se relajó. Sus padres estaban a salvo,
jóvenes nuevamente, y… —Uugh. No hagan que les tire con una manguera a ustedes dos. —les
advirtió mientras miraba hacia los asientos traseros.
Su papá rio, ignorándolo mientras regresaba a succionarse la cara con su mamá. Collin se dio
vuelta, temblado ante la imagen que se había quemado en su cabeza.
Riojos se acercó un poco más dejando salir su voz como un susurro. —No te preocupes gatito.
Te haré olvidar tan pronto como encontremos un motel.
Collin rio mientras miraba al frente, listo para su nueva vida con sus padres y su prometido. —
Apuesto a que lo harás.

Fin.
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Sobre El Autor

LYNN HAGEN:
Lynn ama escribir acerca de algo imperfecto, pero adorable. También ama los héroes que
pueden pasar por todo para al fin encontrar el diamante de un hermoso corazón.
Puedes encontrarla cualquier día frente a su laptop con una taza de caliente té de Java,
trabajando en lo que dirán los personajes de su siguiente historia.
Puedes encontrarla en su web–site en:
www.lynnhagen.com
http://facebook.com/lynnhagen.manlove
http://lynnhagen.blogspot.com

STORMY GLENN:
Stormy cree que la única cosa más sexy que un hombre en botas vaqueras son dos o tres
hombres en botas vaqueras. También cree en el amor a primera vista, las almas gemelas, el amor
verdadero, y los finales felices.
Usualmente la puedes encontrar acurrucada en la cama con un libro en las manos y su cachorro
en el regazo, o en su portátil, creando su siguiente hombre sexy para una de sus historias. Stormy
agradece los comentarios de sus lectores. Puedes encontrarla en su web–site en:
http://groups.yahoo.com/group/lynnhagen
www.stormyglenn.com
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Sobre El Staff

Morgana
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