A la entrada de la cueva había un árbol con frutos
en forma de trompito*.
La víbora enroscó en su cola uno de esos trompitos.
Lo soltó rápido y el trompito bailó dando muchas vueltas.
Entonces la abeja dijo a la víbora:
—Esa prueba es muy linda. Yo no la puedo hacer.
La víbora gritó: —¡Entonces te como!
La abeja haragana contestó rápido:
—¡Esperá! Ahora me toca a mí. Yo no puedo hacer bailar el trompito pero puedo desaparecer.
La víbora se rió porque no le creía y le dijo:
—Desaparecé. Si te encuentro, te como. Si no te encuentro mañana volvés a la colmena.
La abeja haragana le dijo a la víbora:
—Date vuelta y contá hasta 3.
La víbora se dio vuelta y contó hasta 3.
Cuando terminó de contar, la víbora buscó a la abeja por toda la cueva. Miró arriba, abajo, por todos lados y no la encontró. ¡La abeja había desaparecido!
*Un trompito es un juguete que da vueltas muy rápido.