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Trilogía

LLAMAS
GEMELAS
LLAMAS
GEMELAS
Evolución
2
Judit Amor
Primera edición digital: abril 2021
Primera edición impresa: abril 2021
© Texto: Judit Amor
© Imágenes de cubierta: Jozef Klopacka y PinkCat
Diseño y montaje de cubierta: J.A.M.
Maquetación: J.A.M.
alma8@alma8.com
www.alma8.com
Partes de esta obra pueden ser reproducidas
con permiso de la autora y cita de la fuente.
A todas las flamas divinas
y a lo divino de cada flama
Nuestra experiencia me guio
hacia el corazón de Dios.
Recuerda siempre que
fue nuestro pacto del alma
para evolucionar.
1
AVANCE
La batalla espiritual última
se librará desde el interior hacia el seno de las parejas
y se extenderá a las familias y al mundo.
Aprender juntos
—Admiro a mi hermano, yo no podría soportarlo.
—Él la ama de verdad.
—¡Yo también a ti, Alma!
—¿Cómo lo sabes?
—Porque lo siento.
—Pero el amor no es solo sentir. El amor es capaz de soltar al ser amado
para que sea libre y haga su camino, sin apego, sin sufrimiento.
—Si tú te fueras, solo podría cerrar mi corazón para no morir de tristeza.
Quizás sea un pobre nivel de amor, ¡pero es todo el que tengo ahora!
—Aprenderemos juntos, Amador. Cuando el corazón está abierto y
limpio, el amor se convierte en infinidad de maravillas.
—¿Cuáles?
—Aceptación, obras, milagros.
—Yo no aceptaría perderte ni tengo obras que ofrecer. Tampoco sé hacer
milagros, Alma.
—¿Por qué te dañas así? ¡Eres maravilloso!
Amador calló. En ocasiones se abría y hablaba en profundidad con Alma,
pero solo hasta un punto. A partir de ahí, aparecían las barreras y los escollos
de su corazón. Lo que le sucedía en aquel momento era que veía la grandeza
de su hermano y él se sentía mediocre.
«Anímate, Amador, recuerda lo que te dijo Fénix: soportas mucho karma
porque tu alma es grande y ha venido a purificar mucho dolor», buscó
argumentos para infundirse estima.
—Amador, ojalá te vieras como yo te veo. Sí, tu hermano ha adquirido
cierta fuerza espiritual —a ella le había llegado la energía de sus sentimientos
—, pero comparar es algo irreal. Cada fruto tiene su tiempo de maduración.
—Gracias, Alma.


Me conectas con la verdad
—Tú me has abierto a una nueva vida. Aún no sé hacia dónde voy, pero sí
sé que eres lo más real que he conocido, Alma. Tú me conectas con la
verdad.
Aunque habían acordado una forma de relacionarse amistosa y yendo
despacio, se deshacían en deseos de abrazarse, besarse y no separarse jamás.
Amador cortó sus pensamientos pasionales y se centró.


Eres la estrella que me guía
—Nuestro amor también es como una semilla. Quiero regarla bien, Alma.
—Yo también.
—Si alguna vez no puedo, como ya me sucedió, lo siento.
—A mí también me sucedió —ella recordó los lobos en Gímaco que los
dominaron a ambos y cómo, por encima de todo, el amor verdadero había
seguido intacto.
—¿Por qué dices eso? Tú siempre has estado conectada a ese Cielo del
que formas parte.
—Eso quisiera, Amador, pero también soy humana. Viví experiencias
muy duras que me alejaron del amor.
—¡Porque tendrías que vivirlas! ¡Pero eres amor!
—En el pasado también te hice daño.
—¿Qué pasado? ¿Otro tiempo que recuerdas?
—Sí, Amador.
—No importa lo que viviéramos en nuestras vidas, Alma, siento muy
hondo en mí una verdad: en el uno que somos, la energía que representas es
la guía de mi despertar. Sé que viniste a buscarme para ayudarme a recordar
quién soy. Tú tienes la clave secreta, Alma. Tú eres la estrella que me guía
hacia esa llave que soñé. Sé que fue un sueño profético.
Ella se quedó sin palabras.
—Además, si me hiciste daño, seguro que fue por un pacto de aprendizaje
mutuo y que, en el mundo invisible de lo verdadero, solo había amor puro,
como no puede ser de otro modo entre tú y yo.
—Tus palabras me dan paz, Amador.


Los ojos de Dios
—Ya aprendí que todo tiene su causa y su efecto. Nada es fortuito ni
gratuito. Siembra y cosecha. Y entre nosotros, mi querida Alma —Amador le
cogió las manos—, no hay nada hecho con maldad. Estamos aprendiendo
juntos las mayores enseñanzas del universo en este mundo.
Ella lo miraba. Estaba inspirado. Deseaba seguir escuchando y que él
expresara lo que salía de su corazón. Sus palabras la conmovían.
—Sí, las mayores enseñanzas del universo. Vivir el amor más puro, más
grandioso, más… Vivir el amor divino de ese Cielo supremo al que siento
que estás conectada, a pesar de estar en un mundo lleno de pruebas y
limitaciones humanas. Alma, contigo, juntos, es posible vivir el paraíso en
esta tierra.
Una pareja de mariposas blancas revoloteó alrededor de ellos. Las
observaron y luego se miraron a los ojos. No podían dejar de hacerlo. Se
hechizaban el uno al otro. Mirarse a los ojos era mirar a los ojos de Dios.


Manos unidas
—Alma, no sientas culpa por los daños del pasado. Aprendí contigo que
todo sucede por algo y para algo. Si tú te liberas me ayudarás a hacerlo a mí.
La culpa es un peso que siempre traté de ignorar, pero que hace que me sienta
indigno de ti y de este amor.
—Gracias por tus palabras —ella sintió profunda conexión con él.
—Además, cualquier daño que pudieras causarme ¡seguro que yo mismo
lo provoqué! ¿Acaso no somos un espejo perfecto creado por un plan para
evolucionar? Así que yo también lo siento por todo el daño que debí hacerte
con mis lobos heridos —sonrió con cariño para quitar peso a lo que fuera que
hubieran vivido en su pasado.
«Su pasado». Amador sintió la bendición de haber tenido un pasado con
ella, de compartir su vida y su mundo juntos. Todo era santo entre ellos, tanto
los cielos como los infiernos, porque su historia había sido creada para
despertar y manifestar el amor incondicional en la nueva dimensión que los
acogía. Eso sintió mientras miraba el rostro divino de Alma y se llenaba del
amor que emanaba de sus manos unidas.
Las palabras de Amador fueron curativas para el corazón de ambos. Solo
el amor verdadero podía redimir el alma humana hasta purificarla de los
pecados más alejados de la divinidad.

La maestría de la muerte
—La muerte me está enseñando tanto, Alma. Tu historia hace que valore
más a mis padres y el hecho de tenerlos en mi vida. Y lo que vivió mi
hermano con Luna me hace valorar aún más cada segundo a tu lado.
—A mí también, Amador.
—Solo con pensar que pudiéramos separarnos, se me parte el corazón.
—No quiero ni imaginarlo, sobre todo porque ya viví muchos años
recordándote y sintiendo tu ausencia, aunque es distinto. En aquel entonces la
memoria que guardaba de ti era velada, neblinosa, de otro lugar. Ahora estoy
conociendo a la persona que eres en este mundo, valorándote y amándote tal
como eres. Aprecio que estés en mi vida como el regalo más grande del
universo.
A Amador se le enrojecieron los ojos. Le acarició las manos. Se acercó a
ella y no pudo evitar besarle la cara. La energía de unión generada en aquel
encuentro se prolongó por sí sola hasta la noche.


Amor del alma
Alma le mandó un mensaje antes de acostarse:
—Aunque hoy hemos pasado mucho tiempo juntos, te he echado de
menos.
—Yo también a ti. Aunque sea paradójico, muchas veces te echo de
menos hasta estando contigo.
—Me pasa lo mismo. Es como si faltara algo… La fusión.
—Sí, es eso, Alma. Siento un anhelo que no se apaga.
—Quisiera estar en ti y tú en mí.
—Estar separados en dos cuerpos es tan extraño. A veces pienso en cómo
será la fusión cuando volvamos al Cielo.
—Creo que primero hemos de vivirlo aquí, en el presente —le recordó
ella.
La vida continuaba su curso tomando forma de pensamientos, palabras,
sentimientos, hasta que se expandió en el centro de sus corazones recorriendo
sus cuerpos anhelantes de ser uno.
Las almas no podían esperar ni tenían necesidad de hacerlo. Poco a poco y
sin preaviso, se enlazaron en un cálido baile de energías. El fuego ascendía.
La pasión despertaba. El fervor inundó las almas y los cuerpos.
Amador la llamó por teléfono.
—Alma, estoy sintiéndote como si…
—Como si estuviéramos haciendo el amor.
—Juntos más allá del cuerpo.
—El uno en el otro.
El plenilunio de aquella noche les regaló el preludio de la fusión absoluta.
Jamás habían vivido nada similar. Habían hecho el amor en otra dimensión.
Sin buscarlo, sin generarlo, sin siquiera imaginar que aquellas sensaciones
podían existir.
Las almas, impulsadas por el amor que las unía en una alma original,
habían seguido su propio cauce, como dos ríos que fluyen hacia el mar.
Percibían que había un universo entre ellos para descubrir juntos, un mundo
inexplorado que solo existía entre él y ella. Pareja sagrada. Alma unidad.
Amor divino de la creación.


Idas y venidas
La historia se repitió. Después de la cercanía del alma hasta el culmen de
hacer el amor en espíritu, sobrevino una nueva desaparición sin
explicaciones. Otro silencio de duración indeterminada. El ciclo de idas y
venidas continuaba.
Incomprensión. Surrealismo. Impotencia. Una semana, diez días, dos
semanas. Cada día era para Alma incertidumbre respecto a él. Percibía en ese
comportamiento falta de conexión con la realidad, traumas antiguos por
resolver, bloqueos incapacitantes para la vida.
Las huidas de Amador ya no la angustiaban ni le dolían tanto como en el
pasado. Eso la hacía sentir bien, porque a través de la situación repetida podía
comprobar los avances en su evolución interior.
Lo más importante era que si él seguía desapareciendo sin explicación,
aquello también portaba un mensaje para ella: «Siendo Amador tu espejo,
hay algo en ti que no quiere estar con él y que también huye de esta
relación».
Alma se sorprendió al ser consciente de esos pensamientos. Solo la fe le
daba paz. Su energía había echado raíces en un camino espiritual verdadero y
se había desplegado en dirección a su dharma de vida. Estaba comprometida
con su auténtico destino sin importar lo que tuviera que atravesar para
retornar a su esencia de luz.
Dentro de ese compromiso, la coherencia personal y espiritual por la que
trabajaba entraba en conflicto con sus sentimientos por Amador, porque estos
todavía no vibraban en la misma sintonía. Era un amor del alma que todavía
no estaba maduro para materializarse.
«Nos separa un abismo. Estamos a años luz. Siento la pesada carga de su
venda en los ojos, de su atadura a la vida mundana, de cargas familiares que
todavía no ha empezado a observar y mucho menos a liberar».
Aquellas dos semanas Alma se dedicó a escribir. Tenía claro que su
energía de amor no podía quedarse estancada cada vez que él desaparecía,
congelando emociones intensas que no sabía gestionar, y se refugiaba en la
zona de confort de su mundo conocido, que en realidad era una zona
terrorífica de falsedad vital y negación de la verdad.


Sigo el camino del amor
—Sí, y a través de ti Amador ha conectado no solo con la energía del
amor, sino con el amor más absoluto que existe en el universo, el amor puro
de la fuente en la que sois uno. Pero ¿sabes cuál es la diferencia?
—¿Cuál?
—Que estamos en la Tierra y no en Gímaco.
El silencio llenó la estancia de ecos sigilosos.
—Presiento que te espera una dura batalla espiritual si decides seguir con
él.
—No tengo otra alternativa, Fénix, como no la tuve cuando decidí volver a
la Tierra.
—¿Por qué?
—Por amor.


Alma en pena
—Sí. No me di cuenta de hasta qué punto era fuerte su máscara para
ocultar tanta oscuridad. En palacio puedo conectar mejor con su interior. Él
percibe de forma inconsciente su violencia, sentimiento de culpa, falta de
amor propio. Para protegerse, el ego de mi hermano ha creado la
personalidad de alguien afable y comunicativo en las relaciones superficiales,
pero cuando se adentra en vínculos más profundos, se encuentra consigo
mismo y por eso se distancia.
—Amador huye creyendo que así dejará de sentir las emociones que se le
activan con mi espejo.
—Espero que pronto se dé cuenta de su equivocación, Alma, porque las
dos semanas que has estado sin saber de él, por más que ha aparentado estar
contento con la universidad y el trabajo al hablar por teléfono con nuestros
padres, en realidad parecía un alma en pena.
La joven recibió imágenes del amante del antifaz con su agresividad de
lobos salvajes, recuerdos de escenas de huida y sentimiento de abandono,
plegarias a Dios para que el orgullo y el miedo no los separaran de nuevo.


Vivir el amor sin dolor
—Alma, hasta que Amador no despierte ni se ponga en su lugar, debes
protegerte.
—¿En su lugar?
—Sí. En su posición de hombre adulto capaz de afrontar la realidad.
—Tal vez primero hemos de posicionarnos nosotros en nuestro centro y
esto activará su movimiento natural hacia el lugar que le corresponde.
—Tienes razón, Alma. Nosotros somos conscientes de lo que está
sucediendo.
—¿Crees que él puede ver algo de lo que su máscara le oculta?
—En parte creo que sí, porque él sabe que te ama y que no sabe cómo
vivir el amor sin dolor.
—¿Y por qué lo vive así?
—Sé lo mismo que tú, Alma. Factores generales que nos influyen:
infancia, vidas pasadas y, sobre todo, desconexión del Gran Espíritu.
—Esa desconexión tan dolorosa que todos nosotros hemos experimentado,
en el caso de Amador se convirtió en…
—Deseo de morir, igual que para ti y para mí —Fénix la miró
comprensivo.
—Sí. ¡Ahora recuerdo al águila que lo salvó!
La joven se detuvo unos instantes en los que rememoró fragmentos de la
carta que un día le dijo: «Léeme. Ayúdame».
Papá, mamá, hermano, no estéis tristes. Os imaginé llorando al ver que
me había ido, pero no estéis tristes. Ya no puedo vivir en este mundo.
Aún soy un niño, pero me siento muy viejo, ya he vivido mucho y quiero
irme de aquí. Cada día lloro. No me gusta este mundo. Es muy frío y triste.
Nuestra casa es un palacio oscuro porque me siento vacío.
Solo soy un niño y solo quiero volar.
Se entristeció al recordar que dentro de Amador todavía habitaba aquel
niño sensible y desprotegido, tan falto de amor.


Desequilibrios en las relaciones
—Por favor, cuídate, Alma. Conozco a mi hermano. A veces te parecerá
que lo entrega todo, pero en realidad no podrá dar nada de forma estable y
verdadera hasta que abra el corazón.
—A veces me llena tanto y siento tanto amor, pero de repente se
transforma y pierde la conexión con los sentimientos. Se vuelve un niño que
activa las heridas de mi niña interna y también mi energía maternal
compasiva. Es una interacción mutua en desorden. Así no puede darse el rol
de pareja armoniosa.
—Tampoco puede darse porque el amor necesita un equilibrio en la ley
universal del dar y el recibir. Es lo que estudiábamos con los maestros, ¿te
acuerdas?
—Sí, Fénix. ¿En qué sentido lo aplicas a nosotros?
—En que Amador aún vive desde la energía de un niño acostumbrado a
recibir. Es la crianza que nos dieron, en especial a él, por ser el menor.
—Esto es algo que no sabía, porque me pareció alguien detallista —Alma
recordó la flor de cristal, los churros con chocolate.
—El da al principio de las relaciones que establece, en especial cuando se
siente querido y busca serlo, pero no sabe hacerlo por auténtico amor, porque
cuando surgen las complicaciones deja de ofrecer. Además, al no estar en
agradecimiento verdadero hacia nuestros padres, vive desde el patrón del hijo
orgulloso acostumbrado a la servidumbre de los demás en sus vínculos, pues
es lo que ha aprendido en la familia.
—Entiendo —Alma agradecía las aportaciones de Fénix para que ella se
abriera a una mayor comprensión de la relación más importante de su vida,
que afectaba de forma directa a su destino y, quizás, al de miles de llamas
gemelas en el mundo.
—Por este desequilibrio en el amor filial, buscará de forma inconsciente
que tú aportes a la relación, sin ver que él también ha de hacerlo. Amador aún
vive desde el punto de vista de sus beneficios, no desde la verdadera entrega
amorosa al otro.


Responsabilidad evolutiva
—Estamos cada vez más cerca el uno del otro. Los tiempos de separación
tocan a su fin. Ahora somos testimonio de que el tiempo y el espacio no
existen. No importa lo que suceda por lo que necesitemos aprender. Lo que
nos une tiene un destino único: vivir nuestro amor.
—Detrás de tus palabras percibo sabiduría de Gímaco.
—Te contaré, Fénix, porque forma parte de tu misión. Ahora más que
nunca tu hermano necesita que lo guíes en el camino recto.
—Haré todo lo posible.
—Estamos inmersos en un momento evolutivo de transición de las viejas
estructuras a nuevas formas de vida sustentadas en el amor verdadero. Esto
significa que una gran responsabilidad recae sobre las llamas gemelas, tanto
las que viven en cuerpos humanos como las que no.
Fénix conocía el proceso de forma general, pero estaba expectante ante las
nuevas informaciones que Luna iba a revelarle.
—Las llamas gemelas o almas unidad que empiezan a despertar son las
pioneras en la apertura de la consciencia del corazón. Avanzamos hacia el fin
del reinado de la mente, de lo material, de la oscuridad, para ir hacia una era
de corazón verdadero, espiritualidad y luz.


Consciencia sobre el proceso
El sol empezó a salir deslizándose en la aurora rosada y Fénix vio la energía
de Luna iluminada.
—La primera oleada de llamas gemelas ya estamos aquí y hemos de ser
conscientes, en la medida de lo posible, de las fases del proceso que
necesitamos vivir para llevar a cabo el plan divino.
—Como las fases del proceso de la mariposa.
—Sí, Fénix. La diferencia es que la mariposa vive inmersa en la energía
vital de la naturaleza y nosotros hemos de romper el capullo con sabiduría. El
ego, la sombra, las herencias familiares, ancestrales y milenarias de la
humanidad son ese capullo del que solo podremos salir si nos conectamos
con el Gran Espíritu.
—De otro modo, viviremos atrapados en la cárcel del sufrimiento.
—Así es. El capullo es la máscara que cubre nuestra esencia pura original.
Y no todas las llamas gemelas son conscientes de ello.
—Sobre todo la mayoría de nosotros los hombres, ¿verdad?
—No es tu caso, Fénix, porque tú ya estás en el camino del despertar.
Además estás conectado conmigo y ¡tu mejor amiga en la Tierra es Alma!
¡Qué buenas influencias tienes! —bromeó ella—, pero ¿por qué dices eso?
—Porque no hay más que vivir un tiempo en la Tierra para darse cuenta,
Luna. Aquí las mujeres están muy avanzadas: van a cursos para conocerse a
sí mismas, leen libros para sanar y despertar, se cultivan espiritualmente,
acuerdan horarios para rezar juntas, llenan las universidades y solo con sus
conversaciones hacen terapias asombrosas. Se autocuran y se ayudan de una
forma colectiva natural que me asombra.
Luna asentía. La luz del sol la mostraba aún más bella o quizás su belleza
se había pronunciado al estar juntos. Le encantaba hablar con él, escucharlo.
—En cambio, en proporción, no hay tantos hombres que estén realizando
ese trabajo personal consciente. La energía masculina se manifiesta más dura,
rígida, densa. Es una energía aún muy anclada a las estructuras del pasado.
Estamos en un planeta en el que ha habido siglos de sometimiento y masacre
de la energía femenina. Todos, en unas vidas u otras, hemos contribuido en
este martirizante episodio de la experiencia humana: machismo, quema de
brujas, violaciones.
Respiraron hondo. No juicio. Compasión. Amor.


Armonización de energías
—Sé que forma parte de lo que hemos venido a vivir, como un resorte
para impulsarnos en el despertar, porque es ahora o nunca. ¡La humanidad
necesita un cambio ya! —exclamó él.
—Gracias por compartir, Fénix. Ahora sé mejor hasta dónde sabes y te
contaré a partir ahí. Es tal como dices. Y ha llegado el momento de
equilibrar las energías masculinas y femeninas.
—¡Por fin!
—Es un recorrido de relevo misionero entre almas donde, en esta nueva
era, somos las llamas gemelas, en especial, quienes tomamos el testigo hacia
la armonización entre el yin y el yang que precede a la fase de iluminación de
la humanidad.
—Me sobrecoge.
—Cada generación ha de concretar un eslabón de la cadena evolutiva y en
este tiempo la energía femenina abre camino.
—Como tú has hecho conmigo, Luna, con tu amor.
—Somos uno, Fénix, a cada uno le correspondía realizar una parte del
plan.
—Gracias por decir eso. Me siento en paz, en equilibrio contigo.
—Así lo diseñó el Gran Espíritu. Los maestros y Espejo inciden cada vez
más en la importancia de la armonía entre hombres y mujeres, en nuestro yin-
yang interior. Es el principal trabajo que realizamos en la Esfera del Espíritu.
—Como es en el Cielo así es en la Tierra.
—Sí. La batalla espiritual última se librará desde el interior hacia el seno
de las parejas y se extenderá a las familias y al mundo. Asistiremos al último
aliento de un periodo de lucha de egos, donde solo saldrán victoriosas las
almas que restablezcan el orden perdido y conecten con el amor. Durante la
marcha será inevitable pasar por una fase de gran dolor y sufrimiento para
completar los aprendizajes.
—Una etapa de destrucción de las falsas estructuras, ¿verdad, Luna?
—Exacto. Cuando se liberan los falsos patrones, los egos, las sombras, la
ignorancia y salen a la luz secretos, ilusiones y mentiras se genera dolor. Y en
este tiempo va a ser muy notable. Las fuerzas de luz y de oscuridad están al
máximo nivel.
—En nuestra familia todavía no hemos hecho ese proceso. Alma y yo
recordamos nuestra vida en Gímaco y estamos conectados con la Esfera del
Espíritu, ella desde su corazón en el Palacio de Cristal y yo a través de ti, y
podemos avanzar con la ayuda del Cielo, pero no sé cómo va a vivir Amador
los cambios que se acercan.
—Ahí entras tú, Fénix. Por eso el Gran Espíritu nos ha concedido esta
forma de comunicación, no solo para nuestra participación en el devenir de
los acontecimientos, sino porque tu propio despertar influirá en el suyo a
través de vuestro vínculo de sangre y vuestra convivencia.


Sanación familiar
—¿Y qué papel juega Alma como llama gemela de Amador?
—Ella es el detonante que hará estallar la falsa ilusión en la que ha vivido
hasta ahora.
—Podría ser muy duro para él, Luna, porque aún está muy alejado de su
verdadero ser. ¡Está traicionando incluso su amor con Alma! Y yo… Yo lo
siento —Fénix agachó la cabeza— no supe hacerlo mejor como hermano
mayor. Mi alma fue Espectro durante mucho tiempo debido a los mismos
sufrimientos familiares.
—Podemos hacer una sanación familiar. Así le abrirás camino, Fénix,
primero sanando en ti. Creo que en vuestra familia hay mucho más de lo que
sabemos. Es llamativo que dos coramor como vosotros tocarais la
profundidad de la oscuridad hasta ser Espectro y la Sombra de los Mil Lobos.
Tampoco es casualidad que vuestros padres fueran Tiniebla y Luzbel incluso
en la Esfera del Espíritu.
—De acuerdo, Luna, enfocaremos nuestros próximos encuentros en la
sanación del árbol familiar. ¡Gracias! —la abrazó.


El mayor dolor experimentado
—Cuando estés listo, podrás ser la voz de la consciencia que Amador
necesite para sobrellevar la sacudida que Alma genere en su vida.
—Estaré preparado.
—Sabemos que Amador la culpará porque, desde las bajas frecuencias,
todavía no estará preparado para verse a sí mismo ni para comprender que
Alma tan solo es su espejo.
—¿Y qué sucederá con ella?
—Alma lleva al Gran Espíritu en su corazón y cada vez conoce más a
fondo el plan de las llamas gemelas. En su búsqueda de respuestas, está
investigando sobre los movimientos evolutivos planetarios, además de
experimentarlos en su propia piel de forma consciente. Lo sé porque todo lo
que ella averigua y vive al respecto de esta misión colectiva queda escrito en
el libro Llamas Gemelas de la Biblioteca Viviente.
—Es asombroso. ¡Cuánta riqueza!
—Y no solo eso, Fénix. Hace unos días, en las páginas aparecieron
escritas informaciones que Alma confirmará en el futuro, como estas de las
que te hablo, porque ya han despertado en su interior en momentos de
reflexión y conversaciones con Dios. Es cuestión de tiempo que las verifique
en la realidad, como espejo de lo que ya recuerda y sabe.
Luna hablaba con firmeza. Aquel era un asunto serio que implicaba un
insólito sufrimiento humano multitudinario. Para muchas parejas de flamas
divinas sería el mayor dolor experimentado jamás a lo largo de todas sus
vidas.
—Es tan duro vivir algo así con la persona amada —susurró él.
—Sí, Fénix —Luna le cogió las manos—. El renacer universal de las
llamas gemelas está pasando por la estación del invierno. Antes de la
primavera, la inmensa mayoría de amantes divinos pasarán pruebas de
separaciones de hielo, corazones congelados, abandono en la intemperie,
desamparo en el frío como niños y niñas sin hogar.
—Como antes de Gímaco.
—Peor, Fénix, mucho peor. Las más oscuras noches del alma están aún
por llegar.


Juicio final
—Cuéntame más, por favor, Luna.
—Este es un tiempo de juicio final, donde el dolor de las heridas abiertas
aprieta, donde los daños causados no dejan dormir, donde los secretos ocultos
afloran, donde las mentiras salen a la luz, donde las traiciones al amor
devienen oscuridad infernal. No hay escapatoria para nadie. Todos
atravesaremos este juicio final bajo la espada de la verdad y la justicia divina.
Así lo ha pronunciado Espejo.
—¿Y qué pasará con nosotros en medio de esta transformación?
—Para nosotros, así como para otras llamas gemelas unidas desde
distintos planos, la prueba de separación que nos corresponde superar es la de
no poder experimentar todavía el amor de la fusión en el mundo físico; pero
en nuestros karmas heredados de miles de años no sobrevendrá el choque
brutal que se está dando y se dará en la Tierra, porque yo estoy en un plano
sutil y nuestra misión es otra.
—En cualquier situación, para todos es una gran prueba.
—Es el tiempo celestial de las crisis espirituales profundas, que se están
globalizando en el mundo, donde cada vez más seres humanos se cuestionan
el sentido de sus vidas y el vacío interior que no logran llenar con nada
externo. Esta era traspasa todo lo conocido y va más allá del tormento que
padecieron algunos grandes seres que alcanzaron la santidad, la iluminación,
la budeidad, porque ahora la aflicción y la búsqueda de la verdad se propaga
hacia un amplio colectivo de almas llamadas a despertar.
—Suena escalofriante, Luna.
—Lo es, Fénix, porque estas penas espirituales provocan el dolor más
angustioso que puede experimentar un ser humano, más allá de la vida
cotidiana que cada uno lleve, porque son pesadumbres mortales que torturan
el alma de forma invisible. Uno puede sentir que muere agonizando en los
fuegos del infierno mientras cientos de personas pasan por su lado como
fantasmas enajenados que no ven ni oyen ni sienten los gritos desgarradores
del alma crucificada.
—¡Es terrible! Por eso es tan importante en esta época trabajar en equipo.
Para eso se crearon los Palacios de Cristal y los grupos de coramor. Ahora
estamos desperdigados, como semillas de luz que el Gran Espíritu esparció
por todo el mundo hasta que, si Él así lo dispone, volvamos a reunirnos para
la gran misión. ¿Qué será de los demás?
—No lo sé, Fénix.
2
COMPROMISO
El amor verdadero que nos une
merece que caminemos hasta el final.
La clave del equilibrio
—Sigamos entonces. Hay algo que no me ha quedado claro y es la parte
del invierno en las fases del camino de las llamas. ¿Qué sentido tiene la etapa
de vaivenes y separaciones?
—Es una buena pregunta. Disculpa que no te lo haya aclarado mejor. ¡Es
tanta información!
Él la abrazó y le dio un beso en la frente.
—Gracias por todo lo que haces, Luna. Soy consciente de tu esfuerzo. Te
amo. ¿Lo sabes, verdad?
—Yo también a ti —la energía de ella se coloreó de rojo.
—Te dejo seguir —sonrió él, iluminado por la luz de Luna.
—La energía de las llamas gemelas presentará oscilaciones hasta que la
pareja alcance el equilibrio. Como ya sabes, esto será posible cuando lo
hayan conquistado primero en el interior.
—¿Para equilibrarse deben alcanzar el mismo nivel de consciencia?
—No es necesario. Lo importante es que logren armonizarse. En el caso
de Alma y Amador, quizás ella no pueda compartir su experiencia de
conexión espiritual con él durante un tiempo o durante toda la vida, así como
tampoco sus visiones ni aspiraciones. A su vez, quizás Amador también
sienta que están en ondas distintas, porque así es al menos hoy, pues vibran
en diferentes frecuencias. No obstante, comparten la misma esencia y pueden
armonizarse como hombre y mujer.
—Sí, Luna, ser uno no significa dar los mismos pasos en el camino, sino
cada uno los suyos en la misma dirección. Tampoco consiste en ser iguales,
sino en unir las diferencias y ser juntos mucho más que dos.
—Es cierto —ella observó sus ojos profundos—. Siempre que haya
conexión en la mirada hay camino.
El joven se detuvo para apreciar su belleza resplandeciente a la luz del día
y luego siguió con la conversación.


Antiguos patrones
—¿Cómo será la oscilación energética de las separaciones?
—Verás, Fénix, la energía masculina, en general representada por el
colectivo de hombres, cuando se sienta confusa o herida reproducirá antiguos
patrones de cueva, huida, silencio, egoísmo, materialismo, abuso, mentira e
incluso deslealtad utilizando a conveniencia a su llama gemela. Por su parte,
la energía femenina, cuando reviva heridas de rechazo y abandono desde la
otra polaridad, manifestará patrones de búsqueda, persecución, locuacidad,
entrega excesiva, inestabilidad material, emocionalidad, sentimiento de
traición. Ambas llamas se perderán en pensamientos, sentimientos y actos
dañinos, porque el espejo del otro les habrá mostrado cuán lejos se hallan del
amor. Ninguna de estas energías estará preparada todavía para afrontar la
situación desde la luz y la verdad, tampoco para valorar un vínculo sagrado
de tal magnitud. Por este motivo se darán las separaciones.
—Hay algo que me cuesta comprender sobre la cobardía de la energía
masculina, que huye sin afrontar.
—En realidad ambas energías están inmersas en el miedo a sufrir y cada
una huye de la relación a su modo por falta de fe en el amor.
—No me siento identificado con esa energía de silencio, cueva y
desapariciones.
—Se debe a que tu energía espiritual femenina está muy despierta.
—Eso es gracias a ti y a la conexión que tenemos, ¿verdad, Luna?
—Sí, en gran parte. Creo que Alma ha debido verte muy distinto. No sé
cómo escribirá tus largas charlas con nosotras —se echó las manos a la
cabeza pensando en cuántos lectores y lectoras coramor lograrían sostener la
energía sin dormirse.
—Espero que las escriba de forma literal, sin interrumpirlas con recursos
literarios para captar la atención, porque son bien importantes —Fénix irguió
el pecho—. Nuestra historia no es una novela de fantasía, sino…
—Lo sé. Entonces, avancemos —le propuso Luna.


Confía en su esencia
Junto a Luna, él estaba más cerca de la dimensión divina y no sentía hambre.
El alimento espiritual fue como un desayuno.
—Si nosotros creamos nuestra realidad, mi única aspiración es construirla
lo más alineada posible con la verdad —Fénix se giró hacia Luna con una
mirada intensa.
—Estoy contigo. Los coramor del mundo, con la bendición del Gran
Espíritu, tenemos la misión de transformar patrones milenarios que aún
siguen incrustados en la cultura social y la educación familiar —recordó ella
—. ¡Se acabó la procrastinación de nuestra herencia divina!
—¿Y qué sucederá si los coramor no despiertan a tiempo para lograrlo o
ni siquiera recuerdan que nacieron para ello?
—Sigues pensando en tu hermano, ¿verdad? Confía en su esencia. Ten fe.
—Luna, yo desperté y empecé a liberarme porque seguí avanzando en
Gímaco y porque tú me guías en la conexión con la Esfera del Espíritu, pero
Amador… Es como un polluelo con las alas cortadas. Un niño en cuerpo de
hombre, sin compromiso, falto de iniciativa, acomodado en la desidia. En
ocasiones, egoísta, malcriado y hasta tirano cuando no se hacen las cosas a su
modo.
—Tu hermano va a necesitarte mucho, Fénix.


El poder de la oración
—Empiezo a darme cuenta de algo. Las sombras de Amador son más
oscuras de lo que pensaba, porque hasta que conoció a Alma no empezó a
hacer ciertas reflexiones sinceras sobre sí mismo. Los crueles lobos salvajes
que aún lo habitan se han amansado con el amor de ella, pero no es algo que
haya logrado por sí mismo. Cada vez que se desconecta de Alma, el infierno
se reactiva en su interior. Tiene tanta energía que nuestro piso se vuelve
oscuro. Es entonces cuando vuelve a buscarla, aunque sea en sueños, para
alimentarse de ella y subir su ego. ¡Alma lleva todo el peso de la relación!
—¿Y cómo está? Hace tiempo que no hablo con ella.
—Todavía tiene fe en que la situación progrese, porque sigue
purificándose a sí misma, pero siente que de seguir así no habrá futuro
posible entre ellos como pareja. Cada vez la veo más cansada y no es por la
universidad ni el trabajo como yo pensaba, sino porque mi hermano la está
vampirizando y ella no logra salir de su control.
—El asunto es serio. Lo lamento mucho. Le recordaré que se conecte con
más frecuencia al Gran Espíritu a través del poder de la oración.
—Gracias, luna. Estoy confuso. Quisiera proteger a Alma y a mi hermano.
—No podemos hacerlo, Fénix. Han de vivir su historia para cumplir el
destino pactado con Dios.

Proceso de resurrección
—Necesito aprender más sobre el yin y el yang en las llamas gemelas
reencontradas, no solo para mí mismo, sino también para apoyarlos mejor.
¿Cuál es el proceso evolutivo de las dos energías hacia la armonización?
—Te explicaré lo que estamos estudiando en las clases del Maestro
Equilibrio.
—Gracias, Luna, ¡cuántos recuerdos!
—La energía femenina atravesará un sufrimiento enloquecedor debido al
espejo cósmico y la falsa ilusión de separación. Tras tocar el fondo más
abismal de la oscuridad, dejará de buscar la unión externa con su llama
gemela, se enfocará en el Gran Espíritu e iniciará un proceso curativo de
resurrección: se desapegará, soltará, sanará y se liberará de cargas y ataduras
autoimpuestas. Empezará a empoderarse, a amarse y a ocupar su lugar
divino.
—Al soltar la búsqueda externa de la pareja sagrada y dirigir su mirada
por completo al amor de Dios, se encaminará a la verdadera unión de las
llamas desde el interior. Esto provocará cambios en la energía masculina, que
hasta ese momento había vivido huyendo de la conexión en el exterior —
completó Fénix.
—¡Parece que hubieras estado conmigo en las clases! —Luna abrió los
ojos fascinada.
—Quizás —él le hizo un guiño.
—A través de ese movimiento en el juego cósmico, la energía masculina,
que habrá sufrido tanto como la femenina, aunque desde distinta polaridad, se
detendrá de una huida que habrá perdido el sentido y se encontrará consigo
misma, con todo lo que hasta ese momento no había afrontado y había
ocultado bajo la máscara protectora de una falsa vida de artificio y
autoengaño.
—Percibo que ese momento será muy duro, Luna.
—Será una crisis espiritual profunda donde en especial muchos hombres
sentirán que caen a un abismo sin encontrar dónde aferrarse.
—¿Y cómo saldrán de ahí las llamas masculinas?
—Con la compasión de sus llamas femeninas, que desde el amor
incondicional sostendrán la conexión hasta que la otra llama despierte por sí
misma al amor de la divinidad.
—Percibo años de pruebas, retos superiores, noches de insomnio, muerte
interior, renacer, benevolencia divina. ¡Qué experiencia de amor eterno tan
sublime! —Fénix se conmovió.
—Así está siendo y así será durante largo tiempo aún —confirmó Luna—.
Nos enfrentamos a estructuras milenarias que se desmoronan de forma brutal
en nuestros corazones.
—Solo quienes se acojan al amor del Gran Espíritu podrán salir
victoriosos de esta misión decisiva del alma humana: el retorno a la esencia.


Prueba terrenal
—En tu cometido con Amador, tu experiencia será tu fuerza, Fénix.
—¿Qué quieres decir?
—Que puedes guiar a tu hermano a trascender los errores sagrados que
nosotros cometimos para aprender.
—¡Es cierto! Él está viviendo su unión con Alma desde las mismas
energías familiares que lo hice yo. Los velos mundanos todavía le impiden
ver.
—Aún no puede valorar de verdad el regalo único que la vida ha puesto en
su camino. Todo a su tiempo.
—Mi hermano aún está muy inmaduro. Temo que dañe a Alma como yo
te herí a ti.
—Creo que pueden hacerse aún mucho más daño del que nos hicimos
nosotros. Ellos están en la Tierra, Fénix.
—Pero si fluyen con la integración de las energías yin y yang que hemos
hablado, lograrán la unión armoniosa.
—Tú lo has dicho: si fluyen.
—¿Quieres decir que podrían no hacerlo, Luna?
—En la Tierra existen muchas personas que han decidido seguir su propio
camino, a pesar de saber que a quien han cerrado las puertas es su llama
gemela.
—¿Por qué?
—Porque una cosa es el vínculo sagrado celestial y otra muy distinta la
prueba terrenal.


Llamas gemelas en el mundo
—Estás canalizando historias de llamas gemelas en el mundo, ¿verdad,
Luna? —ella asintió con lágrimas en los ojos y se acurrucó en él—. Por
favor, cuéntame.
—¿Qué harías si nos casáramos en medio de una tormenta de karma
oscuro, pasáramos los mayores padecimientos de nuestras vidas, te esforzaras
por sanar los patrones del espejo y por despertar juntos a un nuevo nivel de
consciencia, y yo tan solo huyera una y otra vez, culpándote, repudiándote,
desapareciendo durante meses sin explicación, aferrándome a la falsedad del
mundo material, negando la posibilidad de renacer unidos, rompiendo el
compromiso del matrimonio mientras tú, agonizante de dolor por la
separación física dentro de una conexión magnética como la nuestra,
destrozado por la impotencia y el desamor, afrontando miedos y sombras
desde el origen de los tiempos, te vieras clamando con desesperación al Gran
Espíritu para reconstruir tu alma una y otra vez, y no recibieras respuesta del
Cielo durante años?
—¡Dios mío, Luna! ¡Esa es una prueba interna que no tiene nombre! ¡Es
sufrir el mismísimo infierno! Creo que no lo soportaría.
—Esto es lo que podría pasar entre ellos.


Apoyo multidimensional
—Ahora comprendo lo importante que es mi papel con mi hermano. Para
guiarlo necesitaré tu ayuda.
—Este es uno de los propósitos de que yo esté en el Cielo y tú en la Tierra.
—Sí, Luna. Cada vez lo acepto más —se miraron con cariño y
complicidad.
—Respecto a Amador, no podrás revelarle nada de lo que hablemos. No
nos corresponde intervenir en su destino. El medio más eficaz para guiarlo
será tu propia transformación.
—De acuerdo, Luna. Predicar con el ejemplo es la clave.
—Fénix, ha llegado el momento —ella miró la claridad del día—. Van a
empezar las clases en Gímaco. Ya sabes que allí no tenemos días festivos y
necesito mi energía al completo para sacar adelante los aprendizajes.
—Muy bien, Luna. Voy a echarte mucho de menos.
—Convócame siempre que lo necesites, Fénix.
—También llámame tú a mí.
—Nada puede separarnos, porque vivo en ti y vives en mí.
—Gracias por haberte convertido en una mujer tan pura.
—Tú me abriste a mi primer renacer. ¿Recuerdas? Ahora lo que hemos
vivido contribuirá a la misión global.
Las clases de Gímaco estaban a punto de empezar. Fénix y Luna se
abrazaron como si fuera la última vez y ella se evaporó.


El poder de la compasión
—Tu compasión lo ayudará a conectar con el amor propio. Recuérdalo
siempre, Alma —la experiencia de Padre orientó a la joven—. Esa es la clave
del renacer. Vuestro vínculo tiene las características divinas perfectas para
que ambos alcancéis ese amor. El camino de las llamas gemelas tiene vida
propia y un destino que ya conoces: difundir el amor incondicional en el
mundo.
—Es cierto, Alma. Reforcemos la fe —Madre estaba más serena—.
¿Crees que el matrimonio es el siguiente paso en vuestro camino de
despertar?
—Ya me sentía comprometida con él desde antes de conocerlo en Gímaco,
desde el origen de la creación que nos hizo uno. Siempre sentí que él existía y
siempre lo busqué. El recuerdo era tan vivo en mí, tan real, que ya vivía
unida en matrimonio divino a él.
—Así es, Alma. A nosotros nos sucedió lo mismo —compartió Padre—.
Por este motivo, cuando alguien recuerda a ese otro único, es probable que
sea porque están destinados a encontrarse en esa vida. El recuerdo actúa
como un activador de la llamada al otro, de la apertura a su existencia, de la
fe en el reencuentro.
—Eso sentí siempre —Alma puso su mano en el corazón.
—Pero el hecho de que el reconocimiento tenga lugar no significa que sea
para estar unidos en esta vida —añadió Madre.
—Es cierto, Alma, muchas llamas gemelas se están reencontrando en este
tiempo para evolucionar, pero no todas para continuar juntas hasta el final de
sus días. Cada pareja tiene una misión distinta —expuso Padre.
—La mayoría de llamas gemelas sanadoras habéis encarnado en familias
con plantillas energéticas muy desalineadas del amor. Son bellas familias,
aunque perdidas en el sufrimiento y la oscuridad —explicó Madre—. La
plantilla de la familia de Amador y de la tuya se corresponden como un
espejo de karma y dharma ancestral, como las piezas de un puzle perfecto. Es
por eso que la dificultad se potencia de forma desmesurada, así como también
ciertas virtudes luminosas.


Voto sagrado
El Gran Padre y la Gran Madre le habían advertido de que, si seguían
adelante con el matrimonio, las fuerzas del karma podían actuar con la
máxima potencia, proveniente del origen de la caída de la humanidad.
La unión a través del voto sagrado de las almas conectaba dos linajes de
miles de años atrás y, en el caso de Alma y Amador, se sumaba el linaje
espiritual compartido de un alma unidad, dividida de un modo tan doloroso
como indescriptible.
Regresar a la unidad requería volver por el mismo camino desgarrador y
con el alma llena de la conquista suprema: la vivencia del amor del Cielo en
la Tierra. Era crucial ser conscientes de un fenómeno tan desconocido como
natural, para conectarse en lo posible con la esencia, pues no sabían qué
podía llegar a ocurrir.


Amor verdadero
Eran el yin y el yang. ¿Cómo unificar lo opuesto en un mundo dual como el
que vivían? Solo el amor verdadero podía convertir lo contrario en
complementario, armonizar el día y la noche, fusionar a dos amantes nacidos
para ser uno.


Compromiso
El amor verdadero que nos une merece que caminemos hasta el final con
lealtad y entrega a Dios. Si él no puede lograrlo, yo sí lo haré, por nosotros y
por la unión de las llamas gemelas del mundo.


Despertar
—Nos casamos y nos separamos el mismo día. Ahora ya no me afecta
como antes. Me siento más anclada en mí y puedo mirar hacia el futuro.
—Este es el camino hacia tu verdadero yo, activado por tu llama gemela.
Con él has fortalecido tu alma para realizar la misión —corroboró Padre.
—Aunque él no esté a mi lado, siento cómo mi corazón sigue avanzando,
con el simple recuerdo de lo vivido, con las emociones que voy
transformando, con los pensamientos que voy alineando. Él vive en mí de un
modo que jamás imaginé, como si fuera yo misma. Somos él y yo viviendo
en mí.
—Así le sucede a él, Alma. Por más que quisiera olvidarte para volver a su
mundo conocido, no podría hacerlo, porque ya os habéis reconocido, porque
sois uno —intervino Madre.
—Para Amador fue un impacto más intenso, porque el amor al que tú estás
conectada con tu práctica espiritual en el Palacio de Cristal es algo nuevo
para él. Desde que te conoció, también activó su despertar, que proseguirá
con más fuerza hasta el último de sus días, por el simple hecho de haberos
reencontrado. Es lo que también nos sucede a nosotros —Padre suspiró.
—Por eso vuestra relación de amor es como el camino del Tao verdadero,
Alma, porque tiene la misma esencia pura de retorno al hogar —explicó
Madre.
—Es también como la relación con Dios. Necesitamos mirarnos al espejo
con sinceridad, valor y amor para purificarnos y fusionarnos de nuevo con la
divinidad —Padre miró a Madre a los ojos mientras hablaba.
—Ese es el propósito de la existencia de las relaciones de todo tipo y en
especial de las llamas gemelas —Madre le devolvió una mirada cristalina.
—Por eso se da la paradoja que describías, Alma: multitud de energías
iban en contra de vuestra unión, excepto el amor —retomó el Gran Padre—.
¿Recuerdas lo que hablábamos en las clases de Gímaco sobre el viaje de
retorno del salmón a su lugar de origen?
—Sí —Alma sonrió al rememorar aquellos tiempos—. Los salmones viajan
desde el océano o el mar, donde pasaron su vida adulta, hasta el río donde
nacieron. Luego remontan hasta la parte alta para poner sus huevos antes de
morir.
—¿Te acuerdas de cómo remontan el río? —le preguntó Padre.
—Tienen que atravesar muchas dificultades: cientos de quilómetros contra
corrientes y rápidos del río, animales depredadores, transformaciones físicas
antes de desovar, ausencia de alimento durante el viaje, golpes contra rocas,
escamas heridas y hasta sangrantes. Hay salmones que mueren antes de llegar
a su destino.
—¿A qué se asemeja este periplo? —siguió Padre.
—Al camino humano de retorno al hogar, al viaje sagrado de las llamas
gemelas, más allá de las energías en contra de nuestro auténtico destino —el
corazón le vibró.
—Sí, Alma —asintió Padre—. El avance, las contracorrientes, los rápidos
del río, las transformaciones, el desovar, volver al lugar de origen. Es la vida:
un viaje de ida y vuelta para todos.
—Ahora veo esas energías en contra como algo a favor de nuestro proceso
de evolución, algo natural que forma parte de la vida, igual que las corrientes
que atraviesan los salmones. En ese viaje también vivimos transformaciones
para dar un fruto luminoso antes de regresar al hogar verdadero —Alma
empezó a respirar en paz—. Gracias Padre y Madre por ayudarme a ver.
—Amador necesita vivir un tiempo más en el mar terrenal y cerrar esa
etapa antes de emprender el viaje de retorno al hogar espiritual —esclareció
Padre—. Cuando el Gran Espíritu lo disponga, en esta u otra vida, os uniréis
en el viaje hasta fusionaros en el alma unidad que sois.
—Ahora te corresponde abrir camino en las corrientes vitales que habéis
de atravesar. Estás guiada por la verdad de vuestro amor y la intensa unión
con Dios que su espejo ha despertado en ti —Madre la acogió con la mirada
—. Cuando Amador recuerde su verdadero destino, allí estarás tú, envuelta
por la gran luz que os espera y que tanto anhelas compartir con él.


Pruebas
Los maestros observaban la metamorfosis de los jóvenes. En sus tiempos las
pruebas habían sido duras, pero nunca habían alcanzado los niveles que se
estaban dando en la transición a la era dorada de la humanidad.
—Amador y Sanador han sucumbido a sus sombras por haberse
desconectado de sus llamas gemelas —Madre los miraba con rostro apenado.
—Sí. Amador ha roto un compromiso sagrado entre flamas divinas: el
matrimonio en la Tierra, como manifestación del matrimonio que son en el
Cielo —lamentó Padre—. Y Sanador se ha alejado de Cristal, confuso al
sentir tanta reverencia por Alma y tanto amor por un ser que apenas acaba de
nacer.
—Negar a la llama gemela es negarse a uno mismo. Es vivir el mayor
infierno en la Tierra, porque es un infierno espiritual —la Abuela Luz logró
contener las ganas de llorar ante el recuerdo de su propia historia.


Resistencias
—¿Qué es lo que de verdad quieres?
—La echo de menos, la quiero y quiero estar con ella, pero hay algo que
me lo impide.
Fénix vio las grandes cargas que su hermano soportaba sobre sus espaldas
y actuaban como resistencia, evitando que pudiera caminar hacia el futuro.
«Si él todavía no puede, practicaré con más fuerza en palacio y en la vida.
Liberar los karmas familiares que hay en mí, servirá para ambos. Todos
somos uno».
—¿Qué crees que te lo impide?
—No lo sé. Hay algo que me retiene. Siento calor cuando pienso en seguir
mi vida como hasta ahora y frío si pienso en avanzar hacia ella. La veo tan
lejos y encaminada en su destino, que es una odisea para mí tan solo imaginar
llegar hasta donde está.
—Ella te ama. Te conoció así, en este momento de tu vida, y decidió
casarse contigo. Si ocupas tu lugar y responsabilidad como marido, todo
cambiará.
—Para mí no es fácil, Fénix. La conexión que hay entre nosotros es tan
dual que me paraliza, como polos opuestos que se atraen y a la vez se
contraponen. Aunque la cuestión no es ese antagonismo, ahora lo veo, sino
mi falta de sabiduría para armonizarlo —empezó a hablar desde el alma—.
No son las discusiones que tenemos ni la intensidad emocional que alcanzan,
sino mi dificultad para afrontarlas y calmarlas. No es lo que esta relación
pide, sino mi falta de energía para dar lo que me corresponde. Siento que no
llego. No sé cómo hacerlo. Nuestro amor es único, pero tengo miedo de lo
que despierta. Me siento al descubierto de lo que ni yo mismo vi jamás sobre
mi propia oscuridad. Tengo miedo de hacernos daño. Miedo de perderla.
—Lo comprendo de verdad, Amador.
—Aun así se han cumplido mis miedos: la he perdido, me he topado de
frente con mis sombras y su ausencia me duele más que la prueba a la que me
enfrenta con su presencia.
—Ella es tu espejo divino, tu mujer sagrada.
—Sí, Alma es mi diosa, pero yo no me siento un dios para ella.
—Amor propio. Trabajaremos en ello si tú quieres.
—Gracias, hermano.


Tu otro yo
—¿Qué vas a hacer?
—No lo sé. Me siento aprisionado. Está siempre en mi mente, pienso y
pienso, pero solo acabo sintiéndome mal recordando incluso un pasado en
otro mundo, donde nos herimos como lobos salvajes. Estoy atrapado, porque
no veo salida. ¿Cómo un amor tan grande puede causar tanto dolor?
—El amor no causa dolor, sino que genera la purificación dolorosa de
cuanto se interpone en su paso.
—Pero otras personas también se aman y no pasan por estos infiernos.
—Hay vínculos entre almas afines que son más suaves de vivenciar.
Vosotros sois…
—Somos uno. Lo sé.
—Sí, hermano. Estáis hechos el uno para el otro y no es tan fácil en este
tiempo encontrarse cara a cara con el mayor espejo universal que la vida
puede proporcionar: tu otro yo.
—Ella es yo y yo soy ella. Siempre lo sentí. ¡Estoy huyendo de mí mismo!
—Afronta cada situación, aunque tengas miedo, aunque duela, aunque te
equivoques. Solo así mostrarás el camino elegido a tu luz y el miedo se
disolverá. Puedes lograrlo.
—Si no lo hago, seguiré muerto en vida.
—Eso no pasará, Amador. Viniste a este mundo para algo significativo.
—¿Y qué vine a hacer, Fénix? La única vez que percibí el sentido de la
vida fue cuando sentí el amor verdadero que ella despertó en mí. Me sentí
capaz de todo. Deseé encontrarme a mí mismo, hacer cosas por el mundo,
volar. Pero todo eso se esfumó cuando llegaron los miedos.
—Amador, tú no eres el miedo. Tú eres ese amor que ella te mostró.


Cumplir los votos
—Respetar tu promesa puede ayudarte —concluyó Fénix cuando Sanador
volvió al salón—. Si das pasos en el camino verdadero, recibirás apoyo y
bendiciones del Cielo.


Alineación kármica
—La boda entre Alma y Amador ha acelerado los karmas pendientes por
alinear y armonizar no solo en ellos, sino en la colectividad de llamas y seres
del mundo —explicó Madre—. Es una misión global que estáis realizando
los gemelos sagrados de este tiempo, tanto de forma consciente como
inconsciente.
—¿Qué karmas?
—El desequilibrio entre energías masculinas y femeninas —le recordó
Madre.


El dolor de la separación
—Cualquier relación entre parejas divinas, teniendo en cuenta que toda
relación es sagrada, solo puede sostenerse cuando ambos amantes están en
conexión con el amor verdadero, en especial si se han unido en matrimonio
—expuso Madre.
—Pero yo todavía no estoy en conexión con ese amor y mi unión con
Luna fluye bien.
—Tu matrimonio con Luna es distinto, porque ella no está en la Tierra
sometida a los karmas de este mundo —le aclaró Padre—. Vosotros tenéis
otra prueba que superar.
—¿Cuál?
—El dolor de la separación, aunque eso es algo que han de trascender
todas las flamas gemelas y todos los seres del mundo para volver a la fusión
de la unidad.


El mayor tesoro
«Mi hermano ha recibido el regalo más grandioso del universo —pensó Fénix
—. Amor verdadero».


Escuchar al corazón
«Ya es suficiente. ¿Qué estás haciendo con tu vida, Amador?». No sabía
dónde ir, no se sentía bien en ninguna parte, solo se sentía en casa con… Con
ella.
Empezó a deambular perdido por las calles de Madrid, pensando en una
nueva vida solo, a su manera, acabando la carrera, escalando en lo
profesional, ganando mucho dinero, teniendo cuanto quisiera.
En esos pensamientos mentales había apartado a Alma por completo de su
visión de futuro. Quería controlar su destino, pero no escuchaba su corazón ni
la verdad que debía afrontar sobre sí mismo. La lucha interior lo desgastaba.
El ego contra sí mismo lo destruía.
Era una continuación de lo vivido en el Mundo de Magia, donde creyó
tenerlo todo, pero donde también se dio cuenta de que no tenía nada, porque
estaba vacío de amor y porque Alma ya no estaba en su vida. Ella era la única
mujer con la que podía vivir la verdadera plenitud entre hombre y mujer,
porque eran un mismo cuerpo y una misma alma. Ella era su diosa de origen
y destino.


Buscando la luz
Se paró bajo la luz de una farola, como un ermitaño en la noche oscura del
alma que busca el camino de la verdad. Recibió recuerdos de aventuras en los
tiempos de Gímaco: imágenes de la reconexión con su animal de poder, un
bello lobo que jugaba con él y lo hacía reír, y también las sabias palabras de
Jesús, el chamán.
«El lobo tiene espíritu de maestro, es un guía de ensueños y sanador nato
de poderoso instinto. Cuando alguien con espíritu de lobo vive con miedo al
desamor, puede convertirse en un ser huraño, frío y cruel, que puede alcanzar
un egoísmo sin escrúpulos e incluso perverso.
«En su siguiente paso evolutivo, si la persona no logra verse a sí misma y
tan solo culpa a los demás de sus propios desaciertos, el lobo energético se
replegará sobre el victimismo y vivirá en soledad. Dejará de creer en el amor
y en la luz subyacente tras la sombra que ve.
«Al final, con la ayuda del Cielo en tiempos del juicio final, el lobo no
soportará vivir en la oscuridad del autoengaño ni del desamor que provenía
de sí mismo. Decidirá cambiar y entregarse al amor. Gracias al
arrepentimiento sincero y a la voluntad de transformación, el lobo renacido
encontrará la felicidad y la estabilidad con su pareja sagrada y su manada».
Bajo la farola del despertar, en el centro de la pequeña plaza donde estaba,
la gran luz que se había expandido con los mensajes de Jesús empezó a
menguar con los pensamientos de Amador: «Quiero caminar solo, a mi
manera. Quiero éxito, que nadie me haga daño».
La luz de la farola creció para mostrarle los callejones sin salida que había
a su alrededor. Tan solo un pasaje de árboles frondosos conducía hasta una
fuente sobre la cual brillaba Venus, la estrella de la mañana.

Éxito verdadero
Desde la fuente se abría un camino directo hasta el Palacio de Cristal, el
mágico lugar donde su corazón se unió al de Alma por primera vez en aquella
vida en la Tierra. Pero Amador seguía aferrado a su decisión: «Caminar solo
es más seguro. Haré lo que quiera cuando quiera. No volveré a sufrir. Tendré
éxito por mí mismo».
—El éxito que planeas está alejado del verdadero éxito en la vida —le
habló la luz de la farola.
—¿Cuál es el verdadero éxito?
—¿De verdad es necesario que te responda?
Amador sabía que no había nada más importante en la vida que el amor.
Lo había conocido con Alma, había experimentado la plenitud absoluta con
ella, pero como una vez le dijo, no sabía vivirlo sin dolor.
—Aún… —dijo la farola.
—¿Aún?
—Sí. Aún no sabes cómo vivir el amor sin dolor, pero aprenderás.
—Ya lo he intentado muchas veces y siempre ha salido mal. Lo di todo y
solo recibí golpes.
—Te estás victimizando, Amador, pero tú eres el protagonista y creador
de tu historia. No ves la realidad por completo.
—¿Qué realidad?
—Un corazón desconectado del amor no puede dar amor. En realidad no
diste tanto como pensabas.
—¡Lo di todo!
—Amador, ni siquiera diste la cara. Así no encontrarás la verdad.
—¿Qué verdad?
—Enciende la luz de tu ojo del alma.
—¿Qué es el ojo del alma?
—Tu ojo central, el ojo divino de la consciencia universal.
—¿Y cómo se enciende esa luz?
—Busca la llave y, hasta que la encuentres, avanza abriendo tu corazón.
—¡Mi corazón está abierto!
—Tu corazón se ha convertido en una roca fría y ha dejado de pensar en
los demás.
—¡Tengo mis motivos!
—Por favor, no te enfades. Disculpa que sea tan sincera, se debe a mi
condición luminosa, que muestra lo que es. Si prefieres no saber, tendrás que
apartarte de mí. Es también respetable.
—¡Sí quiero saber!
—La verdad puede ser dolorosa, pero también puede liberarte.
—¡Nada puede dolerme más que no estar con Alma!
—¿Y por qué no estás con ella?
—¡Porque somos incompatibles! —sintió como si él mismo apuñalara su
corazón para no sentir la verdad.
—¿Incompatibles? —rió la luz—. ¿Así llamas tú a lo complementario
mágico que os une? En verdad que los humanos me resultáis bastante
extraños.
—¿Complementario mágico?
—¡Sí, Amador! Sois el yin y el yang perfectos. Estáis hechos el uno para
el otro. Solo que…
—¿Qué?
—¿Estás seguro de que lo quieres saber?
—¡Háblame luz!
—Necesitas despertar. Tu actitud inmadura, tu miedo al compromiso, tu
huida de las relaciones, tu indiferencia ante el sufrimiento ajeno, tu exclusión
a los demás, tu egoísmo… Así no funcionan las cosas si es que quieres ser
feliz.
—¡Basta! ¡Ya basta!
—Lo siento, Amador. De esta manera solo vas a conseguir la soledad. Y
eso es triste, muy triste.
—¿Y qué puedo hacer?
—Lo mismo que hace Alma: purificar tu corazón y lanzarte con fe al
amor.
—No es tan fácil, ¿sabes, luz?
—En vuestro caso es más fácil de lo que piensas.
—¿Por qué?
—Porque no he visto en toda mi existencia un amor mayor que el que os
une. En tus manos está tu destino. Coge el dolor por lo vivido y transfórmalo
en fuerza para renacer a tu verdadero yo.
—No sé si puedo hacerlo.
—¡Sí puedes! El miedo no es real. Tú eres amor. ¡Mira a lo alto! Venus te
mira con su poder. La estrella de la mañana brilla con fuerza.
—Alma es la estrella que me guía.
—Ambos os habéis impulsado de igual modo en el retorno al amor
verdadero.
—Sí, luz, el amor verdadero empieza por el amor a uno mismo. Y el
sufrimiento que vivimos juntos formaba parte del camino.
—Vuelves a recordar, compañero. Los tiempos de oscuridad son regalos
divinos para iluminar los karmas densos del alma y alinearlos con vuestra
esencia. Son aprendizajes y vivencias pactados por vuestras almas desde el
amor infinito que os une. Necesitabais vivir esa oscuridad radical para
realizar un propósito mayor. Ahora es tiempo de renacer.
—Pacto de almas, amor infinito, Gímaco…
Al joven se le enrojecieron los ojos con los recuerdos que resurgieron de
las memorias del pasado. Mundos fantásticos, magia vital, fusión de amantes
eternos. Sintió el universo de Alma y de su cálido amor.
3
PRUEBA
Tienes que rozar el abismo
por aquello para lo que te necesito.
Reflejos de energía
—Es un gran avance, Alma. Has reconectado con tu animal sagrado en la
Tierra y esa energía salvó a Amador —Madre atravesó el cristal con su mano
para dar un bálsamo curativo a la joven. Ella le tomó la mano y se quedaron
unidas unos segundos.
—¿Por qué Amador se convirtió en un vampiro? —preguntó Alma.
—¿Cómo te quedabas cada vez que se acercaba a ti, intimaba contigo y
después se alejaba una y otra vez? ¿Qué sentías cada vez que te confundía
con falsas promesas, que solo pensaba en sí mismo, que dirigía cada etapa de
silencio y gobernaba la relación?
—Sentía que me había traicionado, que me dejaba tirada como si no le
importaran mis sentimientos. Me quedaba como si me hubiera robado lo más
valioso que tenía. Me sentía sucia, como si hubiera mancillado la pureza que
le ofrecí. Estaba tan triste con su indiferencia como si me hubiera anulado y
excluido. Como si… —repitió: «como si» —, significa que él no hizo nada
que mi proyección no generara. Somos reflejos de energía. Él me espejó la
falta de amor a mí misma. Yo permití, yo elegí, yo entregué. Leones de ira se
abalanzaron contra él, pero era furia hacia mí misma por la responsabilidad
en lo vivido.
—Y aun así siempre estuviste ahí, Alma, mantuviste la conexión, lo
ayudaste cuando te necesitó —dijo Padre.
—Eso te honra —Madre la miró con fuerza.


Compartir
—Queremos compartir contigo algo muy personal —Padre bajó el tono de
voz—. A nosotros nos sucedió lo mismo. De ahí lo que viví con Luzbel. Él
era mi espejo, Alma. También yo fui un vampiro.
—Pero, Padre, ¡tú eras un maestro en Gímaco!
—Sí, Alma, pero no un maestro iluminado que ha trascendido la dualidad
y ha unificado los contrarios en su corazón. Nosotros también estamos
realizando nuestro proceso evolutivo. Madre fue la llama despierta que guio
nuestra unión con su fe, hasta que yo logré abrir el corazón gracias a su amor
y compasión.
La Gran Madre había sufrido mucho y en el pasado necesitó escuchar
aquellas palabras de reconocimiento que ahora Padre pronunciaba, pero
cuando superó las fases más duras del camino de las llamas gemelas, dejó de
necesitar y todo llegó por sí solo, como en ese momento donde él compartía
su gratitud con Alma.
—Me educaron con un consentimiento excesivo, como intento de
compensar el abandono emocional. Durante muchos años me comporté como
un niño. Estaba acostumbrado a que las cosas fueran a mi manera. No era
capaz de ver más allá de mis intereses ni establecer ningún tipo de relación
equilibrada, porque solía utilizar a las personas según mi conveniencia.
Dictaminaba cómo debían ser las cosas y cuando estas no se daban a mi
modo cortaba los vínculos.
Alma miraba a Padre con los ojos muy abiertos. No podía creer que se
estuviera sincerando de aquel modo, compartiendo su debilidad humana del
pasado para ayudarla en el trance que atravesaba.
—Aparentaba ser un hombre maduro, pues sabía utilizar mis máscaras y
siempre tuve un carácter tranquilo. Cuando las personas me conocían de
verdad se sentían engañadas, porque mi forma hermética de ser, con la que
impostaba sabiduría, en realidad ocultaba inmadurez, y mi apariencia
sosegada en verdad escondía rabia reprimida. Como nos sucede a los seres
humanos en este viaje de despertar, mi cara oculta salía a la luz a medida que
me adentraba en el espejo de las relaciones personales.
Madre escuchaba con naturalidad. Desprendía la sensación de haber
superado aquel pasado, como si fueran otras personas distintas:
transformadas y renacidas.
—Cuando todo eso sucedía una y otra vez, yo mismo fortalecía mi falsa
creencia de ser un pobre hombre con mala suerte en sus relaciones. Pero en
realidad era un vampiro, tan falto de amor que solo sabía sobrevivir
utilizando a personas que ni siquiera podía apreciar de verdad.
Alma miró a Madre. Sintió complicidad con ella y Madre le transmitió una
energía de compasión absoluta que ella todavía no había llegado a sentir
hacia Amador, pues sus heridas eran demasiado recientes aún.
—Aquella actitud me condujo a una vida mediocre. Llegué a meterme en
problemas serios que incluso me llevaron a los tribunales. Sentía que todo lo
que me sucedía era injusto. Me veía como a una víctima. Estaba ciego,
porque nací y fui criado con esas vendas en mis ojos, pero sobre todo porque
me era más cómodo mantenerlas ahí que buscar la verdad. No escuchaba a
nadie que me dijera lo contrario de lo que quería oír, ni me planteé que en las
quejas, los gritos y hasta bofetadas ajenas pudiera haber algo de verdad. Así
fue mi vida hasta que conocí a Madre, con quien mi consciencia recibió los
golpes más duros de la realidad, como os ha sucedido a Amador y a ti desde
Gímaco.


No juicio
Alma bajó la cabeza con arrepentimiento. Todavía no había superado el
malestar por lo vivido. «Ojalá hubiera podido evitarlo».
—No te juzgues, Alma —le dijo Madre—. Viví lo mismo en mi propia
piel. Sé lo que se siente y lo difícil que es perdonarse a uno mismo, pero
sucedió por algo.
—¿Para qué, Madre?
Tienes que rozar el abismo por aquello para lo que te necesito.
—Esa es la respuesta —Madre asintió a las palabras del Gran Espíritu, que
reverberaron en el Espejo de la Verdad.
—Así es, Alma —reafirmó Padre—. Si no hubiera sido por el choque
brutal que Madre y yo vivimos con nuestro reencuentro, no habría sido
posible alcanzar el nivel de amor que requería la misión de Gímaco.
—Gracias por compartir algo tan íntimo y extraordinario —Alma tenía las
manos en el corazón.
—Somos una familia de almas unidas para el despertar propio y de la
humanidad. Nuestra misión conlleva ayudarnos con sinceridad. Sin juicio.
Con amor —sonrió Padre—. Sigue teniendo compasión por ti, por ambos,
pues todos estamos viviendo un proceso por el que hemos de pasar.
—Lo que más me cuesta es sentirme bien conmigo misma.
—Te entiendo, Alma, nos ha pasado a todos —le confesó Madre—. No
podrías ni imaginar los grados de ignorancia, ira y rencor a los que llegué en
los primeros años de mi relación con Padre, pero ¿acaso la oruga se siente
mal por ser oruga o podría evitar pasar por esa fase necesaria en su
evolución? No, esas ideas solo proceden del pensamiento humano
desalineado del amor. La oruga es bella y seguirá siéndolo hasta que se
convierta en una bella mariposa, porque la belleza está en la vida que lleva
dentro.
Alma se sorprendió por la declaración de Madre y recibió el eco de
algunas frases: «Todos estamos viviendo un proceso por el que hemos de
pasar. Nuestra misión conlleva ayudarnos con sinceridad. Sin juicio. Con
amor».
Esto le hizo recordar los mensajes del Gran Espíritu cuando la sostuvo en
plena muerte interior durante los momentos más terribles vividos con
Amador: «Tenías que pasar por esto. No te juzgo. Te amo».
Jamás olvidaría esas palabras de consuelo ni cómo su Padre-Madre
celestial la alentó a amarse a sí misma, tal como estaba siendo amada por la
divinidad con el amor más grande en medio del infierno.
—Gracias. Ahora puedo ver con más perspectiva. Esto me ayuda tanto…
—Gracias al Gran Espíritu —pronunciaron Padre y Madre al unísono.


Justo medio
—Al veros juntos, unidos en la misión y armonizados el uno con el otro,
siento esperanza.
La joven había serenado sus emociones, aun así sintió ganas de llorar.
—Veo tu interior, Alma, necesitas recuperar tu energía —le dijo Madre—.
Cuando uno entrega su corazón a un vampiro, no es consciente de que este no
va a tener miramientos hacia el estado en que deje a su presa, no por maldad,
sino por incapacidad. Por eso has de cuidar de ti misma.
—Es así, Alma —asintió Padre—. Yo no podía ver que las lágrimas de
Madre, sus enfados, su agotamiento y su tristeza se debían a que lo estaba
dando todo por estar juntos, a su lucha por superar la gran zona oculta del
iceberg kármico que nos separaba. Mientras, yo solo lo empeoraba
evadiéndome, libando su energía y alejándome de ella cuando surgía la
dificultad, porque no estaba de verdad comprometido con algo que me
superaba: el espejo de mí mismo.
—La clave está siempre en el justo medio —complementó Madre—. La
entrega solo funciona en equilibrio y tanto uno como otro no lo estábamos
aún.
—Vivía acostumbrado a desentenderme de lo que me venía grande —
Padre estaba compartiendo más que nunca—, a correr un grueso velo como si
no pasara nada y a actuar de forma irresponsable y egoísta, porque no sabía
amarme ni tampoco amar.
—Yo tampoco sabía —expresó Madre—, por eso nos enredábamos en un
patrón cuya única salida, descubrimos después, se hallaba en Dios. Hasta que
empezamos el trabajo espiritual, cada vez que él se alejaba, me sentía como
te has sentido tú, Alma: abatida, sin energía y sin un rumbo claro, porque mi
dirección la había puesto en un camino juntos, confiando en los compromisos
que hicimos.
—Sí, yo también rompí compromisos sagrados —dijo Padre—. A veces
llegué a pensar que el Gran Espíritu nos había privado de tener hijos por no
haberme entregado a la oportunidad en su momento, pero con el tiempo
comprendí que necesitábamos vivir el proceso tal como lo estábamos
viviendo.


Practicar la compasión
—¿Y qué puedo hacer? —preguntó Alma, dispuesta a lo que fuera para
seguir adelante con su promesa a Dios.
—Practicar la compasión —le respondió Madre—. La enfermedad que
tienes sanará si te unificas con el amor.
—¡Qué difícil es sentir compasión hacia la persona que más daño me ha
hecho! ¡Él, por quien tanto sacrifiqué!
—Comprendo tus sentimientos. Ahí está la clave de vuestro pacto de
almas —Padre también atravesó el Cristal para estar cerca de ella—. El
espejo cósmico de la llama gemela es la mayor prueba hacia la iluminación
del alma, porque reúne en una sola persona el reflejo de todos los haces de
luz y oscuridad que un ser puede experimentar a lo largo de miríadas de
vidas.
—Gracias por recordarme el propósito de lo vivido, Padre.
—Hiciste bien en buscar a Amador y en entregar vuestro destino al Gran
Espíritu. Ahora piensa en ti y en la verdad del amor que subyace bajo
cualquier experiencia vivida y por vivir —la fortaleció Padre.
—Antes de alcanzar el estado de compasión, atravesarás un periodo
oscuro de pensamientos y emociones que requerirán sanación y paz interior
—le avanzó Madre—. Esa transformación podrá curar tu enfermedad.
—Es mejor que no hables de esto con Amador, porque sabemos de
antemano que su comportamiento será inconsciente y te dañará aún más, tú
reaccionarás con rabia, él huirá de nuevo y volveréis a entrar en el mismo
ciclo de sufrimiento —le advirtió Padre—. Nosotros nos ocuparemos de ello.
—Está bien. ¡Ahora solo siento que no quiero volver a verlo! Al menos no
en su estado. Si no despierta ni se esfuerza por avanzar, ¿qué sentido tiene
estar juntos? ¡Tantos años de sufrimiento buscándolo para esto, para caer en
un sufrimiento aún mayor! —Alma se dejó llevar por el dolor y se apartaba
las lágrimas con las manos—. El Gran Espíritu me lo advirtió antes de decidir
volver a la Tierra, pero mi amor por él y por los seres de este mundo era más
grande que cualquier miedo a sufrir. En cambio ahora siento que… —no
podía hablar.
—¿Qué sientes, Alma? —Madre le ofreció un pañuelo.
—Que yo también he traicionado al amor, porque estoy dejando de
sentirlo —sollozó.
—Solo es algo temporal mientras curas tus heridas. Lo más importante es
esto, Alma: tu fe te salvará —pronunció rotundo Padre.
—¿Qué significa eso?
—Que el valor de mirarte a ti misma, de escuchar tus emociones y de
arrepentirte para transformarte con la ayuda del Cielo es lo que te permitirá
comprender el corazón humano, hasta alcanzar el estado milagroso de
compasión y amor.
—Ámate a ti misma y desde ahí se desplegará una verdadera vida con
sentido —le sonrió Madre.
—Este será el motivo central de los futuros cuentos de hadas: amar al
Gran Espíritu. Él es nuestra esencia. Solo así podremos amarnos y amar a los
demás —Alma le devolvió la sonrisa.
—Vemos en tu aura que la dirección que tomaste en Gímaco sigue firme
—le leyó Madre.
—Sí, algo muy fuerte dentro de mí me empuja a vivir un destino unida al
Gran Espíritu. Es una llamada de luz.
—Amén. Vive tu vida, Alma. Realiza tu misión —la apoyó Padre.


Destino divino
—Vemos en tu aura que la dirección que tomaste en Gímaco sigue firme
—le leyó Madre.
—Sí, algo muy fuerte dentro de mí me empuja a vivir un destino unida al
Gran Espíritu. Es una llamada de luz.
—Amén. Vive tu vida, Alma. Realiza tu misión —la apoyó Padre.
—Padre, Madre, siento que un ciclo se cierra, que mi tiempo en este
Palacio de Cristal se acaba.
—Sí, Alma, así es —contestó Madre—. Antes de reunirnos contigo, el
Gran Espíritu nos mostró la evolución del tiempo celestial. Por ahora, tu
cometido en Madrid ha finalizado. Seguir aquí o no es tu decisión.
—Aquí ya no hay camino para mí —a Alma le pasó por la mente que
había sido más duro conocer a Amador que echarlo de menos durante tantos
años—. Se abre una nueva etapa. Seguiré caminando. Veo imágenes del mar
en el horizonte.
—Sí. Hay un mar que te espera, Alma. El Mediterráneo.
Ella sonrió. Vio luz en el futuro. Se sentía más conectada que nunca con el
mundo en que vivía. La energía de su corazón empezó a vibrar. El palacio se
iluminó.
—Acaba de abrirse la Puerta de la Tierra —aseguró Padre.
—¿Cómo es posible?
—Has soltado a la persona que más te vinculaba con este planeta: tu llama
gemela. No solo has empezado a liberarte, sino que ahora estás conectada a la
Tierra por ti y por tu misión. Has elevado la energía de tus años de búsqueda
de Amador, en los que tu motivación principal para seguir en este mundo era
encontrarlo. Ahora vives en ti y por ti —Madre describió con tal precisión lo
que Alma sentía sin ser del todo consciente que la emocionó.


Los milagros de la fe
—La vida te sonríe, Alma. ¿Puedes verlo? Estás en pie después la oscura
tempestad. Te has hecho más fuerte y sabia. Sanarás y te elevarás. La rueda
de la fortuna gira a tu favor —Madre brillaba de alegría.
—Seguiré avanzando por la compasión, el amor incondicional y la alegría
de vivir. Pase lo que pase, los coramor hemos venido al mundo a dar
testimonio de los milagros de la fe. ¡Cumpliremos la misión!
—Siempre juntos, Alma —dijeron Padre y Madre a la vez.


Desconexión
Fénix no informó a su hermano sobre el paradero de Alma, pues comunicarse
o no con ella dependía de él. Amador volvió al trabajo, pero al no recibir más
noticias de Alma ni atreverse a enfrentar el dolor de comunicarse con ella,
empezó a desconectarse del amor. Las sombras pendientes por iluminar
seguían saliendo a la luz.


Tierra y Cielo
Sanador recuperó su antigua vivienda. Los padres de Cristal dieron gracias a
la misericordia del Cielo, porque desde que él se había ido a Madrid, su hija
había dejado de caminar. Nada más verlo, Cristal se puso en pie y echó a
correr hacia él.
—Te echaba de menos —lo abrazó.
—Yo también a ti —se emocionó él girándola en volandas.
—Sin ti todavía no puedo caminar.
—Y yo sin ti todavía no puedo volar.
—Tú me conectas con la Tierra, Sanador.
—Y tú a mí con el Cielo, mi bella Cristal —le sonrió pensando que
aprenderían juntos el uno del otro hasta completarse a sí mismos.


Asentir a la vida como es
«Mi querida Madre divina, di el paso de casarme porque Amador es el ser a
quien me uniste en el Cielo, porque tengo fe en el amor verdadero, porque sé
que nos guiaste a encontrarnos para caminar juntos hacia la unión.
«Pase lo que pase en nuestro camino, aunque no volviéramos a vernos,
mantendré mi compromiso. Aunque sea tan duro en este mundo, te doy
gracias, Madre, porque este vínculo como marido y mujer hará que cada
pequeña chispa de luz conquistada en el camino se refleje también en él,
porque somos alma unidad.
«Asiento a la vida como es y en agradecimiento, Madre. Siento en mí la
alegría de vivir. Ya vuelvo a sentir el amor de la compasión. Deseo que
vueles muy alto, Amador. Tu sola existencia es mi plenitud».


Comprender tu corazón
«Sigues sin dar señales de vida. En el pasado me habría dolido tanto que no
habría sabido cómo detener la furia protectora de lobos y leones, pero el Gran
Espíritu me está guiando a comprender tu corazón.
«¿Cómo estás, mi amor? Quisiera ser bálsamo de luz en la oscuridad que
atraviesas, arroparte con mi calor ante el frío de este invierno. No estás solo.
Tu hermano y yo te acompañamos siempre. El Gran Espíritu vive en ti.
«Sigo adelante en el camino. Ninguna tiniebla del pasado podrá
engañarme jamás. Conozco la verdad de nuestro amor y sobre ella sostengo
nuestra unión. Cada vez me afianzo más en la divinidad.
«He trazado un nuevo rumbo hacia el horizonte. Aunque es luminoso, no
es fácil sin ti, pero siempre estás ahí. Cuando rompas las cadenas que te atan,
aquí te espera tu lugar en nuestra barca. Serás capitán de tu destino, renacido
como emperador de luz. Siempre serás bienvenido».
«Acércate, cariño mío, digamos adiós a Fénix. Te siento llegar. Tu
presencia es cálida. Unamos nuestras manos. Llora lo que necesites. Libera el
dolor. Tu alma bella renacerá y tu hermano sonreirá desde el Cielo».


Somos familia
—¡Tenemos una octología que escribir para los coramor del mundo! Y
aún estás purificando torrentes de energías ancestrales en tu corazón.
—Grandes torrentes… Tantos años esperándolo, buscándolo, tanto dolor
para sumar aún más dolor.
—Ese dolor sin nombre forma parte de la misión.
—¿Y cómo superarlo?
—Con gratitud al Gran Espíritu.
—Comprendo, abuela, aunque sigo sin entender este planeta. Amador y yo
somos familia. Una familia se crea con una palabra de compromiso nacida
del corazón, pero aquí en la Tierra los compromisos no se mantienen como
en la Esfera del Espíritu.
—El tiempo de decadencia de la ética y la moral es el que nos toca vivir
ahora. Tu compromiso sincero es capaz de sostener un árbol caído y volver a
levantarlo, pero Amador aún no sabe cómo hacerlo, porque no recuerda su
antigua relación con el Gran Espíritu.
—¿Entonces no podremos volver a estar juntos?
—Vuestro camino de llamas en la Tierra acaba de empezar. Aún queda
mucho por andar.


Propósito vital
—Abuela, gracias a lo que viviste, hemos tenido una Gran Madre que nos
ha cuidado en un hogar lleno de fe y nos ha guiado hacia lo más grande del
universo: el amor verdadero.
La Abuela Luz se emocionó. Su dolor de tantos años había cobrado
sentido. La tragedia se había convertido en una historia llena de esperanza,
Palacios de Cristal, cientos de coramor que en el futuro serían miles,
millones, una familia de seres unidos por el bien del mundo y de la
humanidad. Sus ojos brillaron con la luz de la luna que iluminaba su cara.
—Es una oportunidad, como no ha habido otra en la historia, de
evolucionar en medio de la cosecha de karmas milenarios, igual que el loto
blanco en medio del barro. Trabajaremos con pulcritud por el amor
verdadero, las parejas unidas y las familias armónicas.
—Sí, abuela.


El camino elegido
—Estamos contigo y con Amador. Ambos estáis viviendo esta historia tal
como es por una misión. Tú sabes la verdad.
—A veces creo que la olvido —confesó Alma—. Esta situación ha
nublado mi fe, abuela. No recomendaría a nadie que hiciera lo que yo hice. El
matrimonio es sagrado. Habría sido tan sencillo tomar otro camino.
—Pero tomaste este porque era el que tu alma eligió.
—¿Seguro que lo elegí, abuela? ¿O fue el karma que me empujó?
—Recuerda, mi niña. Tú ya sabías a qué habías venido a la Tierra y a
quién buscabas para vivir la misión. Elegiste de forma consciente atravesar
un desierto de arenas movedizas que percibías con toda nitidez. Si no, dime,
¿por qué diste ese salto al vacío?
—Por amor verdadero —lágrimas de la verdad inundaron los ojos de la
joven, mientras la estrella de su puerta del alma se iluminó.
—Esta es la voz de la divinidad, la luz del dharma que te guía.
—Gracias por la confirmación, abuela. A veces me siento tan perdida. Es
un sacrificio que parece no tener sentido.
—Un día verás la historia completa y comprenderás los designios del Gran
Espíritu. Sigue alimentando tu fe, Alma. Ante los pensamientos confusos, las
opiniones ajenas y las dudas, ten presente en todo momento que fuiste y eres
guiada por el amor verdadero.
—Lo haré.

Lealtad al amor
Alma era consciente de que todavía necesitaba tiempo para acallar la batalla
que se libraba en su interior, pero estaba dispuesta a ganarla con la paz.
—Quiero decir algo más, abuela. Sin una fe fuerte no es fácil en este
mundo, pero ya tomé mi decisión.
—¿Cuál?
—Ser fiel a mi promesa de matrimonio, ser leal a nuestro amor. La
existencia en este mundo es ínfima en comparación con la eternidad que nos
une. Aunque aquí vivimos las dimensiones del espacio y del tiempo, la
sensación de dolor por la separación y la necesidad de cumplir deseos
humanos como crear una familia y tener hijos, vine a la Tierra por la misión y
para vivir la experiencia del amor sagrado con él. El Gran Espíritu nos unió y
seguiré unida a él más allá de lo que pase.
—Tu sinceridad en el amor siempre fue tu insignia.
—Es un sacrificio de los deseos de mi corazón humano, pero lo hago
porque amo a Amador desde lo más profundo de mi ser y venero nuestro gran
amor. Si he de vivir el matrimonio con su ausencia física, que así sea. Él
siempre vivirá en mí —la joven coramor no pudo evitar la desazón al pensar
en una vida separados.
—Has tomado la misma decisión que yo tomé hace cincuenta años. Es
cierto lo que dices: las llamas gemelas están unidas por la eternidad y el amor
que las fusiona está grabado a fuego en el alma.
Cincuenta años. Alma no lo podía creer. Aquello mismo podía sucederles
a ella y Amador, pero al menos la Abuela Luz había tenido una hija, familia
de su sangre, unida a ella en una misión espiritual y que con su simple
existencia estaba transformando el mundo. Pero ¿qué tenía ella para ofrecer a
la humanidad? Nada, salvo unos libros que el Gran Espíritu le había
encomendado escribir, no sabía para quién ni para cuándo.
Luz percibió sus pensamientos y le dijo:
—Sigue teniendo fe. Las llamas gemelas despiertas estamos protegidas
por el creador del mayor plan que se ha dado en la historia de la humanidad.
Superar las pruebas de dolor supremo entre flamas divinas es la victoria
definitiva del amor verdadero en la Tierra.
—Gracias, abuela, por haber abierto camino a la misión —Alma la abrazó.
—Gracias por seguir el plan con tu fe, mi querida nieta. En cuanto a tu
destino con Amador, recuerda que la vida está poniendo a prueba la fortaleza
de vuestro amor. La compasión es el camino.
—Sí, abuela.


Entregarse a Dios
Al comprometerse con abrir su corazón a la compasión, sabia comprensión
amorosa del otro, la joven sintió ganas de llorar, porque la luna y la noche
habían hecho emerger las emociones de Amador en su interior. Él estaba
triste, se sentía vacío, en la soledad más absoluta. Sin su hermano y sin ella,
no sabía dónde encontrar la energía del renacer.
En el momento más desesperado de su vida, ya solo le quedaba una
opción: entregarse a Dios y rogar que lo guiara. Se acabaron las mentiras a sí
mismo y a la vida. Su mundo se había desmoronado y no tenía dónde
agarrarse para no caer a una muerte sin fin.
4
REFLEXIÓN
Ayúdame a despertar, Dios mío.
¡Ayúdame!
He caído a lo más hondo
Alma, no sé cómo empezar. Voy a dejarme llevar como si aún estuvieras
aquí y pudiera mirarte, coger tus manos, sentir tu calor.
Tengo tanto miedo. He caído a lo más hondo y no sé cómo levantarme
para salir de aquí.
Cuando estabas a mi lado, me llenaba de tu fuerza, pero tanto amor y a la
vez tanto dolor me destrozaba. Me alejaba una y otra vez, porque no sabía
cómo…
¿Cómo estar a la altura del hombre que aún no soy? ¿Cómo estar a la
altura del matrimonio? ¿Cómo estar a la altura de la diosa que veo en ti?
¿Cómo estar a la altura de las dificultades, los problemas, la relación, la
vida? ¿Cómo estar a la altura de nada sin saber aún quién soy, sin saber
hacia dónde voy?
¿Hacia dónde voy? Voy a la deriva, Alma. Siempre pensé que me
rescatarías. Fui injusto. Nadie debe rescatar a nadie. Cada uno debe
encontrarse a sí mismo, sostenerse por sí mismo. Solo fui una carga para ti.
Te vacié. Dabas tanto sin que yo diera nada.
¡Cuánto me engañé señalándote sin mirarme a mí mismo!
Y ahora te has ido. No lo esperaba. Pero era evidente que algún día
sucedería.
Te dejé marchar. Yo mismo te empujé a ello. Fui yo quien te abandonó.
Cuando tú luchabas por nosotros, yo seguía en mi trono de falsa verdad,
escondido en mi madriguera, dejándome caer, dejando de ofrecer, dejando
de creer.


La vida me ama a través de ti
Me arrepiento por el daño que te hice, por tantas mentiras, por tanta
cobardía. Te mentí, Alma, porque mi vida sin ti no tiene sentido, porque te
echo de menos y te amo todo lo que me es posible amar.
Sin ti se fue la esperanza de un futuro feliz, de un mágico destino, de
encontrar la llave de mi ser.
Eres mi brújula de vuelta a casa, la estrella que guía mi navío, el amor
con que sentí de nuevo mis alas perdidas.
Miraba tus ojos y sentía el hogar, un ancla verdadera en este mundo en
que vagaba perdido.
Cogía tus manos y me sentía bendecido. Había encontrado al fin a mi
compañera.
Te abrazaba y sentía cómo la vida me amaba a través de ti. Me llenaba de
fe y de verdad.
Recibí el privilegio de tu amor sincero sin esperarlo, como un tesoro del
destino, cuando caminaba sin rumbo tras una vida de oscuridad.
Llegaste blanca y radiante, pura y bella, luminosa y llena de fe. ¿Y qué
hice yo? Te sumergí en mi oscuridad en lugar de elevarme a tu luz.
Me aceptaste porque creíste en nuestro amor. Fuiste valiente tanto para
darnos una y otra oportunidad como para seguir tu camino después.
Rompí tu alma tantas veces. Te vi desfallecer de dolor, sin querer ver mi
parte en cómo yo lo encendía con mi desidia, mis desapariciones, mi
ausencia de amor.
Tu reacción abrupta fue mi excusa para hacer lo que en realidad ya había
hecho desde el principio: abandonar. Ahora lo sé. No me esforcé. ¡Qué
debilidad! No hice nada por nosotros, porque en el fondo nunca creí que el
amor fuera posible para mí.
No te supe amar porque aún no sé amar ni siento que merezca amor. Tú
me amaste de verdad y me enseñaste qué es el amor. Sigo aprendiendo.
Ahora ya no estás. Tu corazón se fue contigo, se protegió de mí, siguió su
camino.
Llegarás a muchos corazones como llegaste al mío. Eres luz, mi Alma.
Es muy duro sentir que no estaba preparado para recibir algo tan grande.
Llegaste a mi vida de improviso, cuando daba el amor por perdido. Me
sentía como una polilla frente a un faro. Así no puede funcionar el amor.


Ahora veo lo que no quise ver
Ayúdame a despertar, Dios mío. ¡Ayúdame! Cura su alma y su corazón,
por favor. Yo aún soy un niño que volvería a romper tan frágil cristal.
Dale, Dios mío, todo lo que yo no pude darle. Hazle saber cuánto la amo.
Dile que estoy librando la mayor cruzada: mi propia separación del amor.
Ahora veo lo que no quise ver en mí: orgullo, inmadurez, egoísmo,
inconsciencia, bloqueos, irresponsabilidad, negligencia, miedos.
¡Qué difícil es esto! ¡Qué difícil es atravesar tanta oscuridad tan solo!
Te llamo en las noches, mi Alma, te invoco para que me cuides, pero no
tengo derecho a hacerlo, ya no. Perdí mi oportunidad. De tantas que me
diste no supe salvar ninguna.
Ahora solo siento frío, el vacío de la soledad más oscura. Estoy rodeado
de gente, pero nadie me mira con ojos verdaderos como tú lo hacías. Vivo sin
abrazos que me abriguen del sufrimiento, sin manos enlazadas en las mías,
dedos enredados como raíces de un solo árbol.


Lo siento
Mi vida, mi alma, perdóname, no supe hacerlo mejor. Siempre te amé.
Siempre.
Te pienso a cada instante, te siento en mi piel, formas parte de mi ser.
Te correspondí en el Cielo donde somos uno, pero no supe hacerlo en la
Tierra. Lo siento. Perdóname.
El insomnio constante me trae recuerdos de nuestra noche juntos. Cuánto
me diste tú, qué poco te di yo.
Viví algo de otros mundos, un amor que no sabía que existía. Sentí que
habías venido del Cielo para enseñarme a amar.
Abriste tu alma y te cerré mi corazón. Era miedo, Alma. Miedo al amor
que no conocía, miedo a no saber vivirlo, miedo a no saber darlo. Miedo a
perderlo. Esa es la causa de todo mal.
¿Por qué nos enseñamos a través del dolor? ¿Acaso no es posible
aprender con amor? La respuesta seguirá siendo «no» mientras no volvamos
a ser amor.
Ojalá algún día puedas perdonar todo el daño que te hice. Si tú me hiciste
alguno en nuestras vidas, está olvidado, porque sé que me amas. ¿Cómo
podría compensarte? Solo amándote de verdad.
Reconocer que me sentía poco para ti era demasiado doloroso. No sabía
cómo avanzar para llegar hasta donde tú estabas.
La única manera que encontré de escapar de aquel laberinto de dolor fue
a través de mi viejo mundo de mentiras: responsabilizarte de una
inestabilidad que me pertenecía, culpabilizarte por lo que debía resolver
dentro de mí. No fui capaz de asumir nada.
Fui egoísta y cruel. Tomé más de lo que me correspondía. Llegaste con
mil perlas en tus manos, te fuiste con ellas vacías y con el alma llena de
dolor.


Empiezo a comprender
Te casaste conmigo y te abandoné. Te dejé sola en una triste situación.
Tan solo llené tus ojos de lágrimas mientras te miraba impasible, con mi frío
corazón, con mi alma cerrada al amor.
Así me protegía del dolor sin tener en cuenta el tuyo. ¡Perdóname!
Empiezo a comprenderte, a sentir lo que sentías. ¡Qué noche tan oscura!
Necesito tiempo, de otro modo todo volvería a ser igual y tú mereces más,
mucho más. Solo un poco de tiempo más. Por favor…
Ahora soy capaz de reconocerlo, porque ya no tengo nada que perder, ya
no puedo caer más hondo de lo que caí, ya no puedo sufrir más de lo que
sufro sin ti.
¡Maldito orgullo! ¡Maldita cobardía! ¿Qué puedo hacer, Alma? ¿Cómo
compensar tanto dolor? ¿Cómo resarcir la traición a la promesa de amor de
una vida? ¿Me aceptarás si vuelvo a ti? Mi alma, mi amor, mi vida.


Carta a los cielos
El joven lloró desconsolado. La voz de su corazón había empezado a hablarle
alto y claro desde que el amor de su vida se fue. Era una fase dolorosa,
necesaria para el despertar que estaban atravesando las llamas gemelas del
mundo.
Alma regresó a palacio. El ego de Amador, temeroso de que su
vulnerabilidad lo debilitara, hizo que borrara el mensaje. Carta a los cielos sin
destinatario. La noche se tiñó de negro. La bruma del mar se evaporó. El
viento se llevó los sueños.


Experiencia evolutiva
Solo estamos viviendo una experiencia ilusoria llena de retos que ponen a
prueba nuestro amor en este mundo.


Silencio
—Estáis liberando el pasado a través de un tiempo de separación y
silencio.
—Gracias por recordármelo, abuela. ¡No me es tan fácil seguir conectada
a la Esfera del Espíritu en la Tierra! Ni siquiera con la práctica diaria en
palacio.


Eje central
—¿Sabes, abuela? A veces me siento mal por no estar haciendo más. Miro
el mundo: guerras, enfermedades, hambre, sufrimiento, caos social, infiernos
que no se pueden describir con palabras. Y yo aquí, en un Palacio de Cristal,
pensando en Amador como si fuera el eje de mi vida.
—Es solo una fase del alma unidad que, al encontrar la armonía en el eje
del amor, dará un giro por completo a los acontecimientos del mundo.
—¿Cómo?
—Estáis aprendiendo a amaros de verdad. Solo el amor verdadero a uno
mismo puede transformar el mundo, porque no solo se propagará por
resonancia energética, sino que se extenderá en misiones humanitarias
convertido en amor a los demás.
Alma inspiró con profundidad. Se llenó de vida al oír las palabras de Luz.
Sintió paz y verdad.
—La oscuridad de Amador por su pasado estalló en mi corazón como una
granada de guerra, porque aún no me amaba a mí misma. Si mi corazón
hubiera estado lleno del amor que también perdí a lo largo de mi vida, habría
podido transformar en compasión la metralla que me desangró. Sentí que
mataba mi alma tantas veces.
—Sí, Alma, eso es lo que hacen los seres humanos cuando se convierten
en vampiros. La mayoría de seres humanos hemos sido vampiros incluso de
nosotros mismos. Por eso ten compasión también por ti misma. La llama
gemela es el ser que más puede impulsarnos hacia el amor propio, porque nos
presenta las pruebas más esenciales por las que debemos pasar para purificar
por completo nuestro corazón.
Los troles asintieron a una, apretando sus gorritos de dormir contra el
pecho, por un lado compungidos y por otro temerosos de encontrar a sus
llamas algún día, pues no querían pasar ni por un ápice del calvario que
parecía conllevar aquel camino, por muy sagrado que fuera.
—Volveré a saber de él cuando mi corazón esté curado del pasado, cuando
logre traspasar la Puerta de la Compasión, porque solo el amor verdadero
puede generar la unión entre nosotros —presintió la joven.


Mantenerse en el ser
—Llevo unos días despertándome de madrugada y sin poder dormir
después. A veces me invade una tristeza muy honda, como si estuviera vacía
y muerta por dentro.
—Es el insomnio de Amador. Su energía está conectada a la tuya, porque
él no te ha soltado. Y tus sentimientos de tristeza son los suyos. Percibo que
está atravesando una crisis espiritual.
—¿Y qué puedo hacer?
—Mantente en tu ser, Alma. Vampirizar también puede realizarse a
distancia. Él aún no está bien y buscará alimentarse de tu energía. No lo
permitas. Él debe levantarse por sí mismo y tú mereces seguir volando.


Vivir el amor
—Sigo con la misma lucha interna que cuando lo conocí. Me uní a él
porque sé quién es, por nuestra conexión y por la fe en que el Gran Espíritu
nos ayudaría a concretar la unión sagrada de alma unidad, pero miro la
realidad terrenal y ya no sé qué pensar. ¿Qué he hecho con mi vida, abuela?
—Lo sabes bien, Alma: vivir el amor. Tuviste la valentía de seguir el
camino que te llevó hasta tu llama por encima de cualquier obstáculo. El gran
camino es el único capaz de reconectarnos con nuestra esencia pura, por más
que la forma lo disfrace, por más pruebas destructoras que presente, por más
que digan las voces del ego y del mundo. Esa es la única verdad.
Alma abrazó a la Abuela Luz y le llenó el vestido de harina. Se sintió
vulnerable ante el cariño de quien sentía su propia familia.
—Debí amarme más a mí misma, abuela. Cada noche tengo pesadillas
sobre el daño vivido.
—Todos estamos aprendiendo a amarnos, Alma. Para eso hemos venido a
este mundo. Por eso vivimos lo que vivimos. Ya lo sabes. Por duro que
resulte muchas veces, ese es el único propósito.


Seguir orando
—Creí que podría estar en paz, pero el nivel de compasión que requiere
abrir esta Puerta de la Sabiduría es muy elevado para mí, abuela. Me siento
rota por dentro.
—Sigue orando al Gran Espíritu y recuerda siempre que en lo profundo
vuestro amor es verdadero. Lo que sientes te servirá para comprender el dolor
que están atravesando tantas parejas y llamas gemelas, para sentir verdadera
compasión ante su sufrimiento, para no juzgar a los matrimonios que acaban
en separación, para aprender a transitar diferentes vibraciones kármicas, para
acompañar a quienes te necesiten, para abrirte a la comprensión de nuevas
formas familiares, donde lo único importante es que imperen la armonía y el
amor.


El Gran Espíritu confía en ti
—Gracias, abuela. Sé que mi avance es necesario. Siento la llamada del
Gran Espíritu como una ola impetuosa dentro de mí. Es como si confiara en
mí y siento mucha responsabilidad. Te necesito, abuela.
—No es como si confiara en ti, Alma. El Gran Espíritu confía en ti. Te
advirtió de que en tu viaje a la Tierra podrías vivir el mayor sufrimiento
mundano en tu propia piel y aun así decidiste venir. Por eso te ha cuidado
como lo ha hecho. Y sí, Alma, aquí estoy, aunque también te necesito a ti.
Cada palabra que dices es como si la pronunciara yo misma. Sé lo que sientes
y lo que atraviesas. Eres parte de mi espejo. Estamos juntas, mi niña. Este es
el plan universal del amor y juntos lograremos realizarlo.


Quiero seguir mi camino
—Mira lo que te ha hecho —le dijo Luzbel—. Es mejor que se vaya y te
quedes con nosotros.
—No, padre. ¡Ella no tiene que nada que ver! Fui yo. ¡Siempre fui yo!
—¿Por qué dices eso, hijo?
—La lluvia está limpiando mi visión. Ahora veo la verdad.
—¿Qué verdad? —le preguntó Tiniebla.
—Que ella fue mi espejo. Todo estaba en mí. ¡Siempre fui yo! —repitió
elevando la voz.
—Ya hemos perdido a un hijo… —lloró Tiniebla.
—Voy a vivir mi vida —aquellas palabras, unidas al agua de la lluvia,
permitieron que pudiera soltarse de la reja.
—Lo siento, hijo mío, siempre te dijimos que la vivieras, pero en realidad
te retuvimos —Tiniebla se dejó bañar por la lluvia de la verdad.
Luzbel se resistía incluso ante las aguas redentoras del Cielo.
—Haz lo que te convenga —le dijo con dureza.
—Lo que me conviene es ir hacia ella. Soy vuestro hijo y os quiero. Fénix
ha seguido su camino y yo también quiero seguir el mío —dijo sintiendo la
llamada del amor de Alma expandiéndose en su espíritu.
—Así debe ser, hijo —sonrió su madre.
—Cuídate —asintió Luzbel.
—Ahora he de cuidarla a ella, padre. Ojalá que la vida nos dé otra
oportunidad.
—Libérate de la familia, hijo —le aconsejó Tiniebla, a quien la lluvia iba
rejuveneciendo—. Ya es hora de soltar tantas cargas y de repetir historias que
no llevan a ninguna parte. Empieza de nuevo. Sé libre. Ella es pura. Solo
podrás ganar su corazón siendo sincero. No tienes nada que aparentar. Sé
humilde, Amador. Una mujer que ama no necesita nada más. Tan solo ámala
de verdad.
—Sí, madre —la abrazó con lágrimas en los ojos.
Su padre tomó para su propio matrimonio las últimas palabras de Tiniebla:
«Tan solo ámala de verdad». Amador también lo abrazó. Luzbel estuvo a
punto de quebrar sus armaduras, pero apretó el corazón, dio una palmada en
la espalda de su hijo y le advirtió:
—El amor es sacrificio de lo falso en pos de lo verdadero. Si quieres la
oportunidad de una vida con ella, tendrás que renunciar a lo banal en nombre
de lo valioso. Ten claras las prioridades del corazón, Amador, y cúmplelas
como hombre de bien. Cuida a tu mujer como el mayor regalo que Dios te ha
dado. Sé lo que digo, porque yo no supe hacerlo y no fui buen ejemplo para ti
—miró con cariño a su mujer—. Pero tú puedes hacerlo desde ahora. Eres
nuestra esperanza. Tu felicidad dará sentido al sufrimiento que hemos pasado
en la familia. Sí, hijo. Haz tu camino.
Amador asintió con la cabeza. Su padre nunca había hablado con él de una
forma tan profunda sobre sentimientos ni sobre el amor. ¡Ni siquiera había
hablado tanto rato con él! La lluvia purificadora que el Gran Espíritu había
vertido sobre ellos los había elevado a un nuevo nivel de despertar.

Pedir ayuda al Cielo
El joven se despidió de sus padres honrándolos, agradeciendo la vida y
cuanto habían hecho por él. Había llegado el momento de caminar por sí
mismo. Miró al cielo y se desintegró hasta caer por el alcantarillado
siguiendo la estela de Alma.
Sus padres se miraron sonrientes a los ojos, unidos de las manos,
sintiéndose plenos. Amador atravesó las cloacas oscuras sin ninguna llave y
con residuos de culpabilidad, tristeza y temor de ser rechazado cuando
lograra encontrar a Alma.
¿Y si llegaba tarde? ¿Y si había perdido la oportunidad? ¿Y si lo que había
hecho era irreparable? ¿Y si Alma había encontrado el amor en otra persona?
¿Y si él no era suficiente para ella por muy sincero que fuera su amor?
Ella era una reina y él se sentía como un paje pedigüeño de misericordia
que, de forma paradójica, la había tenido mendigando desde su falso trono de
emperador. Ella era una diosa y él todavía un simple mortal. Ella había
venido al mundo con el propósito de dar amor y él había sido un débil
vampiro de la luz.
¿Cómo podrían encajar, en momentos tan distintos, dos seres que se
amaban tanto? ¿Existiría el milagro que pudiera unirlos como hombre y
mujer en la Tierra, tal como estaban unidos en el Cielo?
En medio de las aguas negras de las cloacas, Amador abrió su corazón al
Gran Espíritu y se entregó a él. Ya no había orgullos ni cerrazones que
valieran. Había puesto en peligro el amor más sagrado. No sabía cómo
remediarlo, pero reconoció con fe y humildad que el creador sí podía hacerlo.
Al fin, pidió ayuda al Cielo.


Experiencia traumática
Algunos de sus pensamientos la distanciaban de Amador. Si bien era
consciente del vínculo que los unía, el paso del tiempo, falto de la acción
valiente de un Amador capaz de liberar el corazón amurallado por rocas
mundanales, la había enfriado hacia él.
«La relación con la llama gemela, en esta etapa de la evolución del
mundo, puede ser la experiencia más traumática y dolorosa vivida por un ser
humano. Hay que ser muy fuerte, auténtico y consciente para transitar el
proceso que unirá por destino a las flamas divinas del universo en el tiempo
celestial perfecto», pensó mientras los troles seguían con su parloteo.


Amor a los suegros
Alma, que estaba pensando que jamás habría imaginado que Tiniebla y
Luzbel llegarían a convertirse en sus propios suegros ni que llegaría a
quererlos tanto, sumado a la inmensa gratitud por haber traído a la vida a su
amada llama, volvió en sí de sus pensamientos.
Guardó silencio, porque la herida del corazón, causada por el sentimiento
de traición a lo más sagrado, todavía le impedían conectar con la verdadera
compasión a sí misma, a Amador y a lo que hubieron de vivir para
evolucionar.
En algún momento sintió ráfagas de ese amor puro que todo lo sana y que
la mecían en la cuna inocente de una compasión divina propia del Gran
Espíritu: sabiduría libre de juicio, comprensión verdadera, amor
incondicional. Así era la compasión que habitaba la esencia del ser humano.


Matrimonio verdadero
—El Gran Sacerdote amaba a una ciudadana atlante que también lo
amaba, pero que se sentía inferior a él, porque lo sentía conectado con el
Cielo, algo que ella había empezado a vislumbrar al escuchar sus prédicas
sobre la verdad. Por eso no creía ser merecedora de él.
Las ondinas abrieron los ojos con curiosidad. Bancos de peces diversos se
acercaron a escuchar.
—Ella, cortejada por otro hombre, se prometió a él, pensando que era lo
más conveniente, porque pertenecían a la misma clase social. Creyó que así
quedaría protegida de la conexión tan poderosa que la unía al Gran Sacerdote
y que a la vez la hacía sufrir por sentir que no estaba a la altura, pues lo sentía
inalcanzable para ella.
Las sirenas empezaron a llorar. Los caballitos de mar las consolaban.
Peces espada se esgrimían a sí mismos para soltar la rabia.
—El día de la boda, el corazón de ambos se rompió, como también
empezaron a quebrarse los Templos de Cristal. La Ley del Amor estaba
siendo corrompida, porque muchos Grandes Sacerdotes y Sacerdotisas
cayeron en la misma trampa del ego. Empezaron a establecer matrimonios
entre ellos, en lugar de abrir sus corazones a sus auténticas llamas divinas.
—¿Por qué?
—Por creencias obsoletas, por no saber vivir la dimensión del espíritu en
la dimensión terrena, donde el matrimonio convencional empezó a ser mejor
visto que otros tipos de matrimonio fundamentados en el amor verdadero,
más allá de la forma.
—Como sucede todavía, océano.
—Sí, Alma, la historia que vivimos es descendiente de aquel pasado. La
separación de las llamas gemelas fue la verdadera causa de la caída del
imperio atlante y el origen de la desvirtuación de la sacralidad del
matrimonio, de la incomprensión del enunciado sagrado «Lo que Dios ha
unido que no lo separe el hombre», porque Dios une en el plano de la esencia.
Por eso las llamas gemelas ya son matrimonio en el Cielo.
—Mantener la sacralidad del matrimonio verdadero es clave en la
manifestación del Mundo de Amor.
—Has comprendido bien, Alma. Por eso es tan importante la misión de los
coramor en este tiempo, pues todos vosotros estáis suficientemente despiertos
como para realizar el camino de las llamas gemelas en esta nueva
oportunidad que nos brinda el Cielo. Es la mayor prueba a la que se ha
enfrentado la humanidad y la más importante que superar, porque conlleva la
liberación absoluta del corazón.
—Solo los seres iluminados podrán lograr la fusión completa —sintió
Alma.
—Parece algo inalcanzable, pero así es y así será, pues se trata de la fusión
de dos seres encarnados cuyas energías se convierten en opuestas y se repelen
si están en oscuridad, pero que se transforman en complementarias y se
fusionan en algo mayor cuando están en luz.
—Sí, océano, la clave está en nuestra unión con el Gran Espíritu.


Recta fe en Dios
—Así es. La transición del viejo al nuevo paradigma es devastadora para
el corazón humano. Por este motivo, las almas destinadas a impulsar el plan
necesitáis aferraros a la recta fe en el Gran Espíritu y en su propósito divino.
Alma respiró hondo dentro de su burbuja. Después preguntó:
—¿Qué sucedió con el Gran Sacerdote y la mujer que amaba?
—El Gran Sacerdote y ella eran llamas divinas cuyo destino de unión no
pudo concretarse en aquella vida. Él aceptó la decisión de ella. Supo que no
era el momento maduro para la unión, pues esta solo es posible cuando el
amor verdadero traspasa las limitaciones del corazón humano. Pero en aquel
tiempo, el corazón de ella no se sintió digno, creó separación desde las clases
sociales terrenales, se desconectó de la verdad de que ambos eran iguales,
tuvo miedo de amar y ser amada. La única diferencia entre ellos fue que él
mantuvo la fe.
—Solo el corazón de la esencia puede unir a las llamas gemelas —expresó
Alma con luz en la mirada—. Ahora comprendo tu mensaje, océano: Amador
fue aquella ciudadana atlante, cuya alma tanto he buscado y amado durante
todas mis vidas —lágrimas de memorias ancestrales resbalaron por su cara.
—Lo buscaste durante miríadas de kalpas, como él a ti.
—La historia continúa. Ahora tenemos una nueva oportunidad.
—Sí, Alma. En la Atlántida ella fue infiel de corazón al hombre con quien
se desposó, porque su alma te amaba a ti, su verdadera flama divina. Aquello
generó un karma de dolor que Amador arrastró y revivió en esta vida a través
de nuevas experiencias de infidelidad. El karma es algo muy complejo,
porque abarca infinidad de experiencias a lo largo de la eternidad del tiempo.
—Infidelidad… Amador…
—Por mucho que lo engañó la mente, por muchas equivocaciones que
vivió, él ya comprendió que su amor es hacia ti, su verdadera compañera
divina.
—¡Sí, es muy complicado! —exclamaron con voces agudas unos
pececillos plateados.
—Lo importante es saber que lo esperaste y buscaste vida tras vida para
cumplir un pacto de almas, como estás haciendo ahora. Es una experiencia
inconmensurable y desgarradora. De ahí tanto dolor e incluso arrebatos de
desespero y lobos salvajes. Por eso, ten compasión hacia ambos.
—Muchas gracias, océano —Alma estaba conmocionada—. Ojalá él
también lo supiera, porque me siento incomprendida, repudiada y juzgada en
una historia terrenal carente de toda la verdad.
—Todo llega a su tiempo, Alma. El plan divino es perfecto.
Ella agradeció las palabras del océano con una reverencia. Se despidió de
él y de sus nuevos amigos acuáticos. Desplegó las alas y regresó volando a
palacio a gran altura, la suficiente como para ser confundida con un ave.


La luz que está por venir
—Todavía no puedes ver ni recordar por completo, porque la realización
del plan conlleva vendas en los ojos y velos del olvido, pero sí sabes
comunicarte con el Gran Espíritu y sentir lo más profundo del amor. Esa es tu
gran guía para la luz que viene, Alma.
—¿Viene luz, Legendaria? Hasta ahora la mayor parte del camino han
sido golpes contra rocas nadando a contracorriente, como el pobre salmón en
su viaje de retorno al origen. Y en lugar de luna de miel, fíjate, hay una luna
de sangre.
—Viene luz, porque Amador se está preparando para regresar junto a ti.
Está librando sus propias batallas. Él también está siendo sometido a las
corrientes inevitables de la vida y ha de avanzar por sí mismo. Te conoció,
experimentó el amor verdadero y recordó que hay un hogar al que regresar.
Ahora no hay vuelta atrás. Confía. Hay un tiempo divino para todo. Ten fe. A
tu lado quieres a un hombre, ¿no es así?
—No.
—¿A no? —Legendaria puso gesto de contrariedad.
—No. ¡Quiero un hombre con alas! —se echaron a reír—. Así volaremos
juntos a lo más alto del Cielo.


Camino espiritual
«¿Estás viendo la misma luna, Amador? Miremos juntos el destino que
estamos creando. Solo hay dos caminos: el falso y el verdadero, el material y
el espiritual, el mundano y el divino. Elegiste el primero, el conocido, el que
te dio menos miedo, pero ese te hace sufrir. El amor todo lo puede si se lo
permitimos. ¿Dejarás que entre en tu vida la verdad que nos une? ¿Superarás
las barreras que te alejan de tu ser? Yo lo estoy haciendo con ayuda del Gran
Espíritu. Si yo puedo, tú también puedes. Es tu elección».


Retomar el vuelo
Pensaba que ella lo había olvidado, porque la sentía lejos desde hacía meses.
Ya no percibía tan fuerte su conexión, por eso intuyó que ella lo había
soltado. Ya no estaba para él.
Nunca imaginó que la falta de su cercanía sería tan desoladora. En
realidad nunca pensó que Alma se iría para hacer su vida. La sentía tan
segura en sus manos. Había creído que tenía el poder sobre ella por el vínculo
único que los unía, pero Alma se liberó de la prisión donde se había
encarcelado por estar con él y retomó su vuelo.
Si Amador quería una vida junto a ella, tendría que recordar para volver a
volar. ¿Cómo un ave podría vivir sin batir las alas dentro de una oscura
madriguera? Las aves fueron creadas para surcar los cielos, bañadas por la
luz del sol bajo el auspicio del Gran Espíritu.


Ser quien soy
«Alma, a veces te llamo en noches como esta. Mi vida ha perdido el sentido.
La lleno de lo que no me llena. Sonrío a lo que no me alegra. Pinto la mentira
de falsa verdad. Contigo recordé a Dios, aunque sigo sin sentirlo como tú lo
sientes. Mi única verdad eres tú».
«Te echo tanto de menos. Ahora que no estás vivo en penumbra. Solo soy
apariencia. Solo soy lo que siempre fui antes de conocerte: un ser vacío
necesitado de amor. ¿Cómo convertirme en el hombre que siento ser? ¿Cómo
encontrar la fuerza para llegar a ti? ¿Cómo vencer el orgullo y revocar la
decisión que tomé? ¿Cómo reconocer ante el mundo la verdad? ¿Me
perdonarás cuando vuelva a ti? Hazlo, por favor. Hazlo, mi vida. Sé que lo
harás, porque eres amor».


Luna de sangre
Amador volvió a cerrar el corazón de forma automática para no llorar. Se
levantó del césped donde tantas veces habían hecho pícnics, hablando y
riendo. Caminó por sitios donde ella lo miraba con amor mientras iban de la
mano. Regresó a casa cabizbajo.
La luna roja lo miraba con la misma compasión que observaba a las llamas
gemelas de todo el planeta. Pidió a su gran amor que, juntos, sol y luna,
enviaran a las llamas las energías que ellos ya tenían despiertas y que los
habían hecho amantes inseparables.
Así fue cómo aquella luna de sangre marcó una nueva etapa evolutiva para
las flamas divinas del universo. Esa noche Alma no quiso dormir. Necesitaba
mantener vivo el amor que estaba sintiendo con más fuerza por Amador, sin
caer de nuevo en pesadillas vampíricas, por más que estas la ayudaran a
resolver el pasado en su corazón.

Corazón renovado
Mientras planeaba, recordaba pesadillas de tiempo atrás en que sus alas se
rompían y ella caía contra la tierra perdiendo la vida. Las batallas en el
Mundo de Ensueño reflejaban sus sentimientos al haber entregado su poder a
Amador y al sentir la destrucción de la familia que habían creado, por más
que él aún no pudiera comprender la importancia sagrada de su compromiso.

El tiempo que él necesitara para despertar era el que ella requería para
realizar su parte del plan. Ser consciente de ello era signo manifiesto de que
estaba curando sus heridas, pues solo así podía ver el camino invisible que se
trazaba ante ellos. Gracias al Gran Espíritu, a la fe y al amor, su corazón se
estaba renovando, volvía a recuperar su luz y a sentir amor hacia él.
La sanación en el mar, la comprensión de vidas pasadas y la firme
voluntad de cumplir su misión la habían catapultado a un vuelo
extraordinario. De alguna manera podía oír los pensamientos de Amador. Por
eso, mirando la hermosa luna roja, le contestó:
«No hay nada que perdonar. Te amo. Eres ser de mi ser».


Alegría de vivir
Aquel mes de agosto Alma se sintió viva. Ya no pensaba tanto en Amador.
Estaba dedicada a su presente: las nuevas personas que conocía, el trabajo de
cocinera y camarera que la dejaba exhausta al final del día, la alegría de
servir a los demás en El Faro.


Incomprensión
Algunas noches, la fuerte energía de malestar de Amador la despertaba de
súbito y no podía dormir. Él sentía cierta incomprensión ante lo que vivía,
porque aún no podía ver ciertos ángulos de la prisión de soledad y desamor
que proyectaba en su vida.
También seguía sintiéndose vacío, porque nada le proporcionaba la
plenitud que tanto ansiaba. Al estar desconectado del Gran Espíritu, no
lograba hallarla en el único lugar posible: dentro de sí mismo.
Amador había rehuido la energía verdadera del compromiso, la sinceridad
y la fe. Por eso sufría, por las barreras interiores que le impedían vivir sus
sueños junto a su amada mujer.
Esto seguía manteniéndolo noches en vela que no los dejaban descansar,
pero que ella remediaba cuidando su corazón: lo abrazaba y lo apoyaba,
dándole consuelo y cariño hasta que ambos volvían a sus sueños.


Perspectiva divina
Alma continuó su vida sin noticias de Amador. Respetó su silencio e incluso
aprendió a agradecerlo, porque comprendió que formaba parte de lo que
necesitaban vivir.
Seguía su camino tal como le indicaba el Gran Espíritu. Los tiempos
divinos para lo que tuviera que suceder eran planes celestiales que nada
tenían que ver con los ideales humanos, y había empezado a maravillarse de
ello en lugar de sufrirlo como en el pasado.
La joven se empoderó en su amor propio, transformó el dolor en
compasión, ahondó en la paciencia y la tolerancia, suavizó su carácter en la
humildad, convirtió la tristeza de la rabia en alegría, sanó la enfermedad de su
cuerpo físico y descubrió lo plena que podía ser su vida sin necesitar nada,
tan solo agradeciendo cuanto tenía. La felicidad estaba siempre en lo
sencillo.


Mente dispersa
—Abuela, estoy teniendo dificultades para concentrarme en el presente, en
los clientes, en el trabajo. Hago todo lo posible por estar atenta a las tareas,
por conectar con ellos, mirarlos a los ojos, tratarlos con hospitalidad y
calidez… Pero mi energía está triste y nerviosa. Me siento dispersa. Mi
mente está revuelta.
—¿Qué le sucede a tu mente, Alma?
—La batalla interior aún no ha finalizado. Tengo sentimientos
encontrados, pensamientos sobre el pasado, emociones que me generan
confusión. Llego al trabajo después de noches inquietas con sueños que
revuelven mi inconsciente.
—¿Y qué intuyes que se remueve en tu inconsciente?
—Malestar, abuela, por lo vivido con Amador y seguir sin saber de él. Mi
corazón aún no está en calma. Necesito estar en paz, superar lo vivido y
seguir caminando hacia el futuro. Al no haberlo logrado aún, noto pérdida de
energía.
—¿Qué es lo que quisieras conseguir?
—Respecto a Amador, deseo una justa verdad que aún no ha llegado en lo
terrenal. Sé que eso también es apego y trabajo por soltarlo en manos del
Gran Espíritu. En cuanto a nuestra práctica espiritual en El Faro, me gustaría
que mi servicio a los demás fuera impecable y que cada persona con la que
interactúe regrese a su casa más feliz.


Proceso personal y mundial
—¿Sabes qué es lo que ha despertado estas energías removidas, Alma?
—Hay un proceso global que se está dando más allá de mí, lo percibo,
pero en lo concreto y personal creo que es porque pronto será nuestro
segundo aniversario.
—Sigue sin comunicarse porque siente confusión y no sabe cómo avanzar.
Aún está perdido. Necesita encontrarse y sanar heridas.
—Abuela, todos tenemos heridas, pero el amor tiene en cuenta al otro. Él
solo piensa en sí mismo. Desapareció de mi vida sin explicación. No me amó
de verdad.
—Es cierto, Alma. Él no te amó porque todavía no se ama a sí mismo. No
puede darte lo que no tiene.
—Todo fue un engaño, abuela. Falsa ilusión. A veces sigo sintiendo la
sombra de un vampiro por el que me dejé robar lo más sagrado. Absorbió mi
luz mientras yo enfermaba y oscurecía.
—Él es clave en tu camino evolutivo. Si logras alcanzar la suprema
compasión y el amor absoluto a través de lo que vives con tu gran espejo…
—¡Gracias por recordármelo, abuela! —la interrumpió suspirando—. Es
nuestro pacto de amor entre almas para el despertar —la joven recuperó el
color en su rostro.
5
GUÍA DIVINA
Un nuevo nivel de amor
es requerido en la Tierra.
Confío en ti.
Por favor, Dios, guíame
—Madre, por favor, guíame. No te siento. Me cuesta conectarme a ti. Una
y otra vez sucede lo mismo. Ya no sé qué hacer.
—Hija, descansa, todo se pondrá en su lugar. Te daré la fuerza y te
mostraré la verdad. Todo tiene un sentido.
—Madre, te necesito.
—Me tienes siempre. Estoy a tu lado y dentro de ti.
—Me estoy destruyendo a mí misma. ¿Para qué estoy viviendo este
tormento?
—Tienes que rozar el abismo por aquello para lo que te necesito —le
recordó de nuevo.


La cosecha de la siembra
—Madre, me siento tan mal por lo sucedido.
—Hija mía, todo está bien. Estás resucitando. Todo a su tiempo.
Espera, descansa, fíjate bien en el camino, una flor blanca te espera (veo
una flor de loto). Es un regalo de tus ancestros. Trae dicha y prosperidad.
Alguien viene hacia ti (veo la imagen del hombre sin nombre que busco en
la Tierra, una silueta en sombra. Es Amador).
—Madre, ahora veo la imagen de un diablo.
—Intenta confundirte.
La unión de las flamas divinas es muy poderosa.
Quiere destruiros, pero el miedo no existe. Solo el amor es real.
—¿Por qué es tan oscuro este tiempo?
Tan oscuro y luminoso, Alma. Es la cosecha de la siembra. Cada tiempo
tiene sus cualidades y es importante vivirlo con la sabiduría del lugar que
uno ocupa en la historia de la evolución.
En este eslabón hacia el despertar de la humanidad, la era de transición
conlleva la experiencia de relaciones y estructuras familiares muy diversas,
donde lo importante es que la armonía y el amor prevalezcan por encima de
todo.
El peso de la transformación recaerá sobre los coramor pioneros.
Recuerda que es tan solo una época de transición y experiencia. La esencia
siempre es pura y eterna.


Amaos como yo os amo
—Madre, ¿qué necesito aprender con Amador para regresar al amor
incondicional?
Hija mía, amaos como yo os amo. Cuidaos como yo os cuido. El amor no
tiene fronteras. Creé a la humanidad como milagro para superar toda
estructura, porque el amor incondicional no tiene forma, ninguna barrera.
En la Tierra un día todos experimentaréis que somos uno. Los individuos,
las parejas y las familias sabréis armonizaros más allá de la forma que
tomen vuestras experiencias de vida.
La familia del alma tiene aprendizajes de amor que adquirir con rapidez,
por eso os encontráis de forma intensa en estos tiempos, en medio de pruebas
que surgen de vuestros propios corazones y otras que yo os envío por vuestro
mayor bien.
Lo que estás viviendo es una prueba de amor incondicional. Más grande
que el juicio ajeno será tu amor. Más grande que las convenciones sociales
será tu amor. Más grande que lo establecido será tu amor.
Amar a tu llama gemela por encima de las mayores pruebas, amar al
hombre de tu vida con todo su pasado, amar la circunstancia y los problemas
que conlleva, amar a quien aún no puede darte cuanto quisieras, eso es amor
incondicional.


El más puro Tao
Nada que otros digan cambiará ese gran amor que te hará brillar desde
la posición que te daré, que te otorgarás tú misma por el simple hecho de
recorrer tu camino con amor, guiada por la divinidad como has hecho hasta
ahora.
Lo nuevo se abre paso a través de lo caótico y si en lo caótico uno puede
irradiar amor, eso hija mía es el más puro Tao que se pueda concebir. Esas
son las semillas que necesito sembrar a través de seres como tú.
No temas jamás, Alma mía. Vamos juntas de la mano. Te guío en todo
momento. Me sientes. Lo sabes. Él es el amor en un hombre creado para ti.
Tú eres su mujer en amor creada para él. Seréis uno de nuevo. Llevaréis luz
a muchas personas, empezando por vuestras familias. Vuestros padres y
madres se sentirán dichosos.


Os hice el uno para el otro
—Mi querida Madre, estoy confusa. Quiero seguir el camino del amor,
estar conectada contigo y realizar el propósito de mi vida.
—Ámate. Ámalo. Vive.
—Madre, no entiendo lo que está sucediendo. ¿Por qué es todo tan
dramático? Emociones intensas. Dolor insoportable. Lágrimas y
desapariciones.
—Las energías se están acoplando.
—De repente blanco y luego negro.
—Los miedos.
¿Qué sientes al abrazarlo?
—Ahora siento bloqueos.
—Date tiempo. Dale tiempo.
Daos tiempo. Conoceos.
—Madre…
—Escucha, hija mía: os hice el uno para el otro.
He escuchado tus plegarias y estoy trabajando en tu corazón.
Dale tiempo para que también pueda restaurar su alma a través de tu
oración. Utiliza ese tiempo para avanzar.
Confía. Ten fe. Lo envié a ti por un plan superior. Todavía no puedes ver
el motivo de cuanto vives ni los pasos que os conducirán al destino que
trazamos juntos.
Un amor tan grande merece ser vivido.


Haré tu voluntad
—Seguiré tu voluntad. ¿Qué he de hacer, Madre?
—Gracias, hija, por tu compromiso en la difusión de mi amor.
—Gracias a ti. Haré lo que me pidas.
—Por eso y solo por ser, eres mi hija amada. Siempre juntas, Alma.
Resurgirás por encima de todo límite, honrando el sacrificio y la
enseñanza de los maestros. Un nuevo nivel de amor es requerido en la
Tierra. Confío en ti.
Amada hija, hoy es todo cuanto he de decirte.
—Gracias, Madre. Te amo.
—Y yo a ti, Alma.


Este es tu camino
—Mi querida madre, estoy muy triste.
—Hija mía, llora lo que necesites. Te escucho, sé lo que sucede, da
tiempo.
—Madre, por favor, solo pido hacer tu camino. Ayúdame con toda la
claridad que pueda albergar en mí.
—Este es tu camino.
—Madre, es tan doloroso. Todo lo que tú creaste para los seres humanos lo
hemos mancillado. Ayúdanos a repararlo, por favor.
—Eso estoy haciendo, Alma.
La prudencia es fundamental.
Confía en tu corazón original.
Te guío. Estás conectada a mí.
—Madre, sigue pesándome nuestra situación.
—Lo sé, es algo con lo que has de lidiar, también te traerá sus frutos y
recompensas.
—Me ha roto el corazón, madre, mi corazón de mujer.
—También tú a él, hija mía, sin darte cuenta. Él no lo expresa, pero
también…
—¿En qué?
—Él no se siente único para ti.
—¿Por qué?
—Porque el miedo te impidió amarlo de verdad desde el principio, porque
se siente inseguro, porque da todo lo que tiene y siente que no llega.
—Dale una oportunidad, dale un respiro.
—¿Por qué me hiere así?
—No es su intención.
Es importante respetar los tiempos de florecimiento del amor verdadero.
Él ama todo lo que sabe amar, no piensa más allá. Tú le harás ver nuevas
dimensiones y él te dará estabilidad, equilibrio, tierra familiar.
Os necesitáis el uno al otro.
Podrías haber seguido sola, pero tu árbol no rebosaría la plenitud de este
amor que has conocido y que un día, cuando sanen las heridas, podrás dar
también a los demás.
Hija, sigue los pasos, al principio es difícil, hay muchas energías que
elevar, han pasado muchos años desde vuestra llegada a la Tierra, muchas
vivencias… y aun así, mira vuestra fusión, vuestra compenetración.
No des importancia a esas piedras del camino que pronto desaparecerán.
Os espera un nuevo sol, alegría, felicidad, plenitud.


Siembra oculta
—Madre, me siento abandonada, a las puertas de la nada, de volver a
querer irme de este mundo. Este dolor de no sentirme sostenida, de tanto
tiempo sin generar nada.
—Estás sembrando.
—¿Por qué rompió su promesa?
—Le faltó fe.


Mereces ser feliz
—Madre, estoy muy perdida. Es un gran dolor esta situación.
—Hija mía, recuerda que lo elegiste para algo sagrado.
—Madre, ayúdame, no puedo más.
—Necesitas serenarte, reflexionar. Mira a tu alrededor. La vida es bella.
Mereces ser feliz.
—Madre, es un dolor tan grande.
—Es algo que tú puedes sobrellevar.
—¿Por qué, Madre?
—Lo sabes bien.
—Háblame, Madre, háblame, por favor.
—Son destinos compartidos.
—No lo entiendo.
—Destinos que curar.
—Madre, Madre, Madre, Madre, Madre...
—Avanza y encontrarás las respuestas.
—Estoy agotada. Solo quiero irme, descansar en paz, Madre…
—Hija, resiste, pronto verás qué gran crecimiento.
Daos tiempo para creer.
Él es para ti.
—Madre, ¿cómo reparar tanto dolor?
—Él no estaba preparado para un amor tan grande.
Hija mía, confío en ti.
Él también es mi hijo.
Un día podrá corresponderte. Todo encontrará su cauce y su equilibrio.
Aguanta, hija mía.
—Es muy doloroso, Madre.
—Vuelve a mí siempre que lo necesites. Yo te daré la fuerza.
Sigue caminando.
Confía en mí. Ten fe.
Alma, recuerda siempre quién eres. Atraviesa todas las circunstancias.
Mantente conectada conmigo. Sé siempre quien eres.


Dudas
Las palabras del Gran Espíritu que había releído en su diario redundaban en
estos mensajes: Descansa. Todo irá bien. Confía en los tiempos del Cielo. Es
Él.
A pesar de ello, la joven no sabía si en aquellas frases podía haberse
filtrado parte de su propio pensamiento, por lo que no las tenía todas consigo
para sentirse en paz. Las dudas provocaron la visita de los diablillos de sus
sueños turbios, pesadillas que solía tener desde que la oscuridad se cernió en
su vida al reencontrar a Amador.
Los diablillos no tenían compasión y le lanzaban mensajes que la
desestabilizaban:
—Te ha deshonrado.
—Te ha humillado.
—Te ha mentido.
—Te ha utilizado.
—Te ha engañado.
—Te ha ensuciado.
—Te ha robado lo más puro.
—Es un farsante.
—No es agua limpia.
—Solo piensa en sí mismo.
—Abusa de los demás.
—¿Cómo puede pedir tanto sin dar nada a cambio?
—Es un egoísta.
—Tiene un corazón impuro.
—Ha mancillado lo más valioso de ti.
—Falsas palabras sin hechos.
—Falsas promesas sin verdad.
—Inconsciente.
—Cobarde.
—Irresponsable.
—Inmaduro.
—Cruel.
—Ignora las leyes sagradas.
—Te ha robado el tiempo.
—Te ha robado la energía.
—Te ha robado la inocencia.
—Él no merecía tu promesa de matrimonio.
—Él no merecía el amor de tu cuerpo ni de tu ser.
—Ha destrozado tu corazón.
—Ha matado tu alma.
—Por eso te perdió.
—Porque no te merecía.
—Él no es tu llama gemela.
—¡Basta! —Alma gritó en sueños y se despertó sudando.


Visión elevada
Sentada por primera vez en una de las mesas de los clientes, saboreando el
almito hecho de corazón, se sintió cuidada y amada por sí misma. «Nada
puede destruirte. Esto es solo una prueba para elevar tu sentido de la
compasión y del amor verdadero», se decía a sí misma.


Plan del alma
«Amador, en lo humano sigo atada a ti por el dolor. Ojalá pueda transformar
pronto este sentimiento. Tomé una decisión sagrada creyendo que tendrías la
fuerza de traer juntos a la Tierra el Cielo que nos une».
«Lo has olvidado todo. Has olvidado quién eres. ¡En Gímaco eras un líder!
¿Qué ha quedado de ti en este mundo? Has olvidado para qué vinimos a la
Tierra. Me olvidaste a mí. Olvidaste que teníamos el compromiso de
encontrarnos para una misión».
«Fueron más fuertes tus miedos que el amor, más fuertes tus dudas que la
verdad, más fuertes tus intereses que el bien común, más fuerte tu coraza que
tu valor, más fuerte tu recibir que tu dar, más fuerte tu egoísmo que tu
entrega, más fuertes tus creencias que tu fe, más fuerte tu irresponsabilidad
que tu esfuerzo, más fuerte tu crueldad que tu compasión, más fuerte tu
orgullo que tu humildad, más fuerte tu mentira que tu sinceridad, más fuerte
tu traición que tu compromiso, más fuerte tu individualidad que nuestra
unión. ¿Dónde quedó enterrado tu verdadero corazón? ¿Cuándo pedirás
ayuda a Dios?».
«Alma, recuerda que vivís una historia para despertar y que forma parte
de la misión así tal como es», le recordaba el Gran Espíritu.


Viga en el ojo
La joven se veía a sí misma en las aguas del mar. Observaba cada zona en
penumbra de su corazón: el fuerte carácter, la impulsividad, la forma directa
de hablar, la alta sensibilidad que aún le costaba gestionar, la rabia que surgía
para no caer en la tristeza, la sensación permanente de estrés por una causa
intangible y desconocida.
La viga en el ojo le era sencilla de admitir a medida que se amaba más a sí
misma, porque al amarse no sentía culpa ni se sentía indigna de amor. Decir
«gracias», «lo siento» y «te quiero» se había convertido en parte frecuente de
su vocabulario, tan esencial para armonizar cualquier relación.
Amador sí le había dado las gracias por su amor, pero pronunciar un «lo
siento» era música de otro cantar. ¿Acaso no sería consciente del daño que
había causado? ¿O es que si se permitía verlo no podría soportarlo? ¿Podría
ser que de aceptarlo cayera en el sufrimiento de sentir que no merecía amor?
Ella no lo podía saber. Trataba de centrarse en su vida, estar tranquila,
avanzar. Respiró hondo. Se llenó de las energías del mar. Las fuerzas de la
naturaleza la inspiraban y empoderaban de nuevo.

Dar y recibir
Sabía que solo era cuestión de tiempo que su alma se recuperara, que su
sacrificio de amor al descender a la Tierra cobrara sentido, que la magia del
destino se desarrollara por sí misma.
Lo único que tenía que hacer era seguir purificando su corazón para abrir
camino a la luz de la misión. El Gran Espíritu le había dado cuanto
necesitaba: un hogar, una familia y amor.
Alma era consciente de que todo aquello era reflejo del estado de su
corazón, por lo que podía deducir que, aunque necesitaba recuperarse de
haber entregado a Amador más de lo correspondiente, la energía luminosa
seguía abriéndose paso desde su esencia verdadera.
En ocasiones se lamentaba de haber dado demasiado, a pesar de conocer la
ley natural del equilibrio entre el dar y el recibir. ¿Por qué lo había hecho?
Hasta donde podía alcanzar su comprensión, en primer lugar fue por temor a
perderlo, pues tenía vivo en la memoria el dolor desgarrador que había
experimentado durante la separación de ambos al volver a la Tierra y que
revivió durante los años que pasó en soledad hasta reencontrarse. En segundo
lugar, por miedo a romper la familia que habían creado, como tantas familias
rotas había tras de sí en su linaje.


Crisis espiritual
—He recordado la llave gracias a ti. Aparecías en mis sueños con ella.
Viví un tiempo de crisis. Era una crisis existencial, espiritual. Caí al vacío y
solo me mantuvo vivo pensar en ti. Al recordar que la llave era real, sentí el
impulso de ir al Palacio de Cristal del Retiro, donde te conocí. Al entrar en él
sentí un amor desbordante. Amor por ti, Alma. Entonces todo cambió: entré
en la dimensión del Gran Espíritu y el palacio se convirtió en uno igual a
Gímaco. Luego Espejo me recordó todo lo que había olvidado y el Cielo me
activó la llave del Bautizo Astral.
—¿Y qué es lo que sabes?
—Sé quién soy. Sé quién eres. Sé que vinimos desde la Esfera del Espíritu
porque tenemos una misión.


Debilidad humana
—Alma, lo siento. Rompí mi promesa, pero he vuelto.
Ella lo miraba con distancia. Ya no se adentraba en sus ojos. Había
separado su mano de entre las de él.
—Te hice una promesa sagrada ante Dios. No le di el valor que tenía. No
creí que pudiera seguir adelante. Fui débil, Alma. No sabía qué era la fe que
ahora empiezo a despertar en mí. Lo siento.
Amador se acercó a ella. El impulso de abrazarla era irresistible. Ella se
alejó por instinto. Estaba envuelta por una energía que se había erigido como
escudo protector hacia él.
—¿Qué pasa, Alma?
—Las cosas han cambiado.
—Pero somos tú y yo.
—Sí. En el Cielo somos uno, pero en la Tierra aún no puedo confiar en ti.
—Nos merecemos una oportunidad.
—Tuvimos muchas y en todas ellas me dejaste a mi suerte.
—Tenía miedo.
—Yo también lo tuve. Te fuiste sin saber si estaba embarazada.
Amador calló. Volvía a tener esa mirada habitual perdida en la lejanía,
propia de cuando se aislaba de lo que no sabía asumir ni gestionar en lo
emocional.
—Desapareciste una y otra vez sin que pudiera contar contigo, ni siquiera
comunicarnos por mensajes.
—Cada vez que discutíamos se me partía el corazón, Alma. Necesitaba
protegerme y recuperarme para seguir en pie.
—También a mí me dolía.
—¡Pero yo no soy tan fuerte como tú! ¡Apenas estoy empezando a
recordar!
—Lo sé, Amador. Nada es una recriminación. Cada uno tiene sus puntos
fuertes y débiles. Lo que quiero expresar es que mi lejanía viene de que no
puedo confiar.
—Dame tiempo. Déjame demostrarte que estoy listo.
—Solo el tiempo y los hechos dirán si volverás a desaparecer o no, si ya
puedes ser un hombre de palabra.
—Sí. Mi presencia y mis palabras se las llevó el viento, pero eso ha
cambiado.
—Iremos caminando.

Miedo a sufrir
—Alma… ¿Puedo abrazarte?
—Lo siento. Ahora no puedo.
—¿Por qué?
—Mi cuerpo se ha cerrado. Está herido. No es un rechazo. Te quiero, pero
ahora no puedo.
—Lo siento tanto.
—Gracias a lo vivido contigo aprendí a cuidarme más.
—Aquella noche te amé con todo mi corazón. Sentí qué significa la
palabra «amor». Tu paraíso me lleno de vida. Pero luego volvió el miedo.
—¿Miedo a qué?
—A sufrir por amor. No sé vivir el amor sin dolor. Estoy aprendiendo.
—Yo también.
—¿Qué podemos hacer, Alma?
—Podemos ser amigos.
—¡¿Amigos?! ¡Eres mi mujer!
—Eso son palabras mayores. Para eso tendrías que ser mi marido, tener
ese rol hacia mí, pero después de lo vivido…
—Me comporté como un egoísta. Solo pensé en sobrevivir y ser feliz
como pudiera sin pensar en ti. Eso no es el amor que tú mereces. Pero ahora
soy consciente. Incluso sentí el dolor que tú sentías. Dame tiempo para abrir
mi corazón, Alma.
—No sé cuál es nuestro destino verdadero. Solo sé que estoy abierta al
amor, llegue de la forma que llegue.
—¿Piensas en estar con otra persona? Sé que no puedo pedirte que me
esperes. Ya lo hiciste durante años y al encontrarnos aún te hice esperar más.
Sé que es mucho dolor. Pero, Alma, estamos casados.
—Una cosa es estar casados y otra muy distinta es haber comprendido y
llevar a cabo lo que eso significa.
—Me convertiré en el marido que mereces. Le pedí ayuda al Gran
Espíritu. Me di cuenta de que solo no puedo. Perdóname, por favor.
—No hay nada que perdonar. Todo formaba parte de lo que teníamos que
vivir. Aunque sí quiero decirte que yo también lo siento. Siento mucho el
daño que nos hemos hecho.
—Cada vez comprendo más que era necesario para despertar.
—Todo sirve para bien.
—Alma… —la miró a los ojos—. Yo también te quiero.


Equilibrio
Ella sintió el impulso de abrazarlo, pero no podía. Su cuerpo estaba cerrado a
él. Había sufrido más de lo que pensaba. Ni siquiera sentía sorpresa ni alegría
ni nada en especial por su llegada al fin a la Esfera del Espíritu.
Solo sentía algo muy llamativo: un equilibrio firme dentro de sí misma,
cuya energía ponía límites hasta en el tiempo que pasaba con él, en las
palabras que le dedicaba y en cualquier forma de entrega.
Llevaba mucho tiempo sintiendo un desequilibrio energético entre ambos,
donde en los momentos críticos ella lo había dado todo por llevar adelante la
relación y él también lo había dado todo, pero por romperla. Así se dieron las
circunstancias, debido al momento vital y espiritual que los atravesaba a cada
uno en lo invisible.
Desde la visión terrenal podía verse una ínfima parte de la realidad, pero el
Gran Espíritu había mostrado imágenes en sueños a Alma, donde le
confirmaba la verdad de su sensación. Ahora aquel desbalance buscaba
equilibrio.


Desapego
Ella ni siquiera le preguntó si volvería a Madrid para cuidar el palacio del
Retiro o si se quedaría en la Costa Dorada. Tampoco le preguntó cómo se
sentía al haber recordado o qué tipo de estudios y entrenamientos realizaría.
En realidad no era algo que la preocupara.
Se sintió extraña por la paradoja de aquellos sentimientos de
independencia de él, después de tantos años de dolor buscándolo en aquel
planeta. Solo sentía la llamada poderosa de seguir su camino. Si ambos
confluían, bien, y si no, también.
Temió haber llegado a la indiferencia hacia él, pero no era así. Por
momentos nacían en su corazón ráfagas de amor, deseos de llenarlo de toda
la ternura que las miradas de él le generaban, impulsos de colmarlo de amor
como agua pura que llena el cántaro que nació para contenerla.
—Padre y Madre me dijeron que podía quedarme a vivir aquí. ¿Qué
opinas, Alma?
—Haz lo que sea mejor para ti.
—Entonces me quedaré.
Ella no sabía si alegrarse de que estuviera allí. Mantenía la distancia. No
quería ningún tipo de cercanía emocional que pudiera volver a hacerle daño y
mucho menos cercanía física, dado el diferente valor que le daban a algo tan
sagrado para ella y que por ello tanto malestar le había causado.


Causa y efecto
La sentía lejos. Él había causado aquella separación. Se dio cuenta de que
estaba recogiendo el distanciamiento que había sembrado. Deseaba tanto
descansar en los abrazos de ella, tan llenos siempre de su amor único.
Alma salió a los jardines, desplegó sus alas y se elevó hacia el cielo
desapareciendo con el poder de la invisibilidad. Amador se quedó fascinado.
La belleza que contempló lo retrotrajo a recuerdos de Gímaco, en especial al
de la primera vez que la abrazó sobre el mar y el tiempo se detuvo.
Ella era su diosa por destino, un ser de luz en cuerpo humano con alas
divinas. Él no recordaba cómo conectar con las suyas y mucho menos cómo
desplegarlas para lanzarse a volar. De haber podido, quizás se habría lanzado
en su busca para volver a abrazarla sobre las aguas doradas del Mediterráneo.
Más allá de los sueños, era consciente de que todavía le quedaba camino
para llegar hasta ella. No supo cómo estar juntos cuando Alma estuvo a su
lado de forma incondicional y ahora no sabía cómo reparar el daño que había
causado.
Por eso había empezado a pedir ayuda al Gran Espíritu. Y bien que la
recibió: no solo empezó a sentir la fuerza para salir de la oscuridad del pasado
y dirigirse hacia una nueva vida, sino que volvía a estar cerca de ella, tanto
que la había añorado.


Avanzar
«He de lograr quererme más a mí mismo, despertar, evolucionar, estar a la
altura de ella, poder ofrecerle lo que merece. Ella me dio más de lo que
merecía. Me amó sin darle nada y aun me siguió amando cuando di prioridad
a mi egoísmo, cuando me absorbieron los pesos del pasado, cuando la aparté
de mi vida creyendo que así me salvaría. ¡Qué error tan grave cometí! Solo
me queda aprender, reparar y rezar. Alma, ojalá algún día vuelvas a mí», le
dieron ganas de llorar al tener estos pensamientos, mientras miraba la estela
de ondas brillantes que ella dejaba en el cielo al volar. Estaba aún tan lejos de
su amor. «Por favor, Dios, ayúdame».


Experimentar la verdad
El camino de las llamas gemelas es un viaje extremo desde el más
escabroso infierno al más puro cielo. Solo quien lo transita puede
experimentar esta gran verdad. ¿Por qué es así? Porque el alma unidad,
mediante la contraposición absoluta inicial y la armonización perfecta final
de la dualidad yin y yang que la habita, está diseñada para despertar en su
seno la mayor elevación espiritual a la que el ser humano puede acceder: la
conexión con la divinidad interior.
Por este motivo, la llama gemela especular no se presenta en nuestras
vidas como el amor romántico que podríamos desear, sino como el amor
divino más extraordinario que el Gran Espíritu podía crear.
Al inicio del camino, muchas llamas gemelas no lo pueden comprender y
esto las hace perderse en ciclos de sufrimiento sin salida. Sea cual sea la
experiencia que vivas con tu llama humana, recuerda la verdad de vuestra
esencia.
Ten fe en el plan del Gran Espíritu, compasión para aprender con
humildad, gratitud ante el regalo de la creación. Y en ese camino de apertura
al amor incondicional, capaz de soltar al ser amado en las manos de la
divinidad, ganarás tu propia libertad.


Alquimia espiritual
Alma también pensó en Adam y en la conversación que habían mantenido.
Como persona, él representaba para ella lo que siempre habría querido en un
hombre: fe, sinceridad, compromiso, sensibilidad, valentía, fuerza de
voluntad, aspiración espiritual.
De todos modos, era consciente de que él era un alma afín y lo veía como
un amigo. El gran reto de aprendizaje y despertar se encontraba junto a su
amor verdadero: Amador. Él atesoraba las características especulares
necesarias para activar la evolución de Alma y a la inversa.
Ese era el gran obsequio que tenían para ofrecerse en aquella vida, pues el
invaluable regalo de ser uno ya lo poseían en la eternidad por designio
divino. El Gran Espíritu no les había otorgado las cualidades para vivir un
romance humano ideal, sino las propiedades perfectas para ser motor de la
alquimia espiritual el uno para el otro.


Plan de amor
«A veces en la vida, las almas con quienes tenemos un vínculo espiritual más
profundo son las que más dolor nos despiertan y a la inversa. Así suele darse
el camino de las llamas gemelas en pleno siglo veintiuno», pensaba la joven.
«Si las flamas comprenden que esta eventualidad forma parte de un plan
de amor, se les abrirán las puertas de la reconciliación. En caso contrario,
podrían caer en las redes de una vorágine de sufrimiento tan destructivo
como inimaginable. Si eso sucediera, solo un milagro podría salvarlas».
6
DESPERTAR
Es tiempo de que profundices
en la conexión con el Gran Espíritu.
Eres un ser inocente
—Alma me conecta con el Gran Espíritu, aunque también despierta mis
miedos, celos, inseguridades…
—Es tiempo de que profundices en la conexión con el Gran Espíritu desde
tu propio corazón. Alma te guio hasta este camino y ha llegado el momento
de que lo recorras por ti mismo.
—Abuela, me siento culpable.
—Amador, eres un ser inocente —la pureza de las palabras de Luz hizo
asomar lágrimas en los ojos de él—. Todos estamos aprendiendo a recordar.
—¿A recordar?
—Lo que ya somos: inocencia pura, luz divina, amor.
—Con Alma conocí ese estado, aunque también mi mayor oscuridad.
—A ella le sucedió lo mismo. ¿No te parece maravilloso?
—¿Maravilloso? ¡Abuela, hemos sufrido lo que no está escrito!
«En efecto, no está escrito ni lo estará, porque si tuviéramos que narrar
todo lo que habéis pasado, en lugar de servir en el camino del despertar, la
octología sería un río de lágrimas insostenible», pensó Luz para sí.
—También habéis experimentado la divinidad.
—Sí, con solo mirarnos. Y aun sin ello. Solo sabiendo que ella existe.


Evolución cósmica
—En la etapa histórica que vivimos, el camino de las llamas gemelas
transcurre en estas líneas generales, a través de distintas experiencias en cada
pareja de llamas.
—¿Quieres decir que teníamos que pasar por esto?
—Sí. Existen ciclos cósmicos y una evolución a nivel planetario que toma
de forma energética a los seres implicados en el cambio. Algunos de ellos
tenemos la función de preparar el terreno de forma consciente, para que las
próximas generaciones sigan abriendo paso a nuevas energías del siguiente
tramo del camino. Todo en pos del despertar de la humanidad para retornar
juntos al origen.
—Pero, abuela, ¿por qué sucede de este modo? ¿O para qué?
—El sufrimiento es un activador del despertar, una llamada de atención a
lo que no vibra en aceptación, gratitud y amor.
—Parece que todo tiene su función en este mundo —se resignó Amador.
—Estamos equilibrando las energías masculinas y femeninas que han
estado en conflicto dentro y fuera de nosotros durante milenios. Ha llegado el
tiempo celestial de dar a luz la fusión armónica entre la divinidad masculina y
femenina que nos habita.


El amor de mi vida
—Es muy especial lo que dices, abuela. De todos modos, me siento fatal.
Solo sé que no podía actuar de otro modo. Yo quería estar con Alma, pero no
sabía cómo. También tenía muchos asuntos pendientes por resolver que me
quitaban energía para iniciar algo nuevo. Me protegí centrándome en el
mundo material, viviendo una relación platónica con ella, soñando
encontrarnos de nuevo en el Cielo, porque en la Tierra se me hacía cuesta
arriba y rendirme era lo más fácil para mí. Le fallé. Me fallé a mí mismo. Le
fallé al amor. Le hice daño y no sé cómo arreglarlo.
—Todo está bien, Amador —sonrió Luz para quitar peso a la angustia del
joven—. Me pregunto qué sucedería si los salmones se negaran a subir las
cascadas de retorno a casa.
—¡Hasta los salmones tienen más fuerza de voluntad que yo!
—Amador, solo bromeaba. Es vital ser consciente de los propios actos sin
sentirse culpable. En el Mundo de Ensueño, te pondré al corriente de los
contenidos que hemos trabajado en el Aula de la Compasión. Así podrás
desarrollar la compasión por ti mismo, es decir, una comprensión sabia y
amorosa.
—Abuela, ¡me casé con ella! Y no es mi mujer solo porque lo dice un
papel. ¡Ella es el amor de mi vida! ¿Qué he hecho? No quise afrontar mis
errores, el daño que causé. ¡Cuánto orgullo! La señalaba por sus faltas sin
mirar las mías. Yo mismo las provocaba para tener la excusa de… ¡De huir
de lo que no sentía merecer ni tenía fuerza para corresponder! ¡La engañé!
¡Fui un farsante! ¡Y aun así ella siguió apostando por nosotros! —se
desahogaba sin apenas respirar.

Sentimiento de culpa
—Tantos años esperando ese amor del alma que creía inexistente, sin
hacer nada para recibirlo, y al llegarme como un milagro, resultó que no
estaba preparado. Conllevaba duras pruebas. ¡Alma me lo advirtió! Pero le
robé su promesa de vida, porque no la pude mantener. ¡Mancillé su cuerpo,
su alma! —sollozó—. Ella es mi familia, mi mujer, pero no integré esa
realidad como ahora empiezo a verla. Me dejé llevar por su corriente sagrada
como un crío sin compromiso, perdido sin rumbo en la vida, yendo a jugar y
abandonando cuando quería. ¡Fui tan irresponsable y egoísta! Alma me
perdonaba una y otra vez. ¡Abusé de sus principios! Ignoré sus mensajes y
llamadas. ¡Fui un cobarde! ¡Corrí un velo como si no pasara nada, negando la
realidad! Pero al otro lado había una mujer con el corazón roto. ¡No merezco
su perdón! ¡Su compasión hace que aún me sienta más culpable! ¡Siento tanta
vergüenza! —se tapó la cara con las manos llorando descontrolado.


Volver al amor
—Alma es mi guía hacia la llave del amor que no supe encontrar por mí
mismo. ¡Lo soñé, abuela, lo soñé! ¡Ignoré hasta las señales del Cielo! ¡No
superé la prueba de amor! Ella lo sacrificó todo por un camino verdadero y
yo la abandoné para salvar mi ego —secó su cara con pañuelos que Luz le
dio—. Ahora comprendo por qué en los últimos tiempos de Gímaco ella se
comportó así conmigo. Sus palabras hirientes, su agresividad, su rechazo
hacia mis actos. Tan solo se protegía de la única forma que sabía. Tan solo
quería mostrarme cuánto daño le hacía —Amador se detuvo un momento.
Pensó en la ley del espejo. Él también había sufrido por la forma defensiva de
Alma, pero eso no era justificación. ¡Quería volver al amor, como hacía ella!


El poder del voto sagrado
—¡Cuánto daño causé, abuela! No quise ver la otra cara de la realidad. Me
adueñé de la razón. Me creí un hombre cuando era un niño. Le dije que
estaba preparado cuando no era cierto. Juré sin compromiso. Prometí con
palabras falsas. Ella entregó el voto de un camino de vida juntos a alguien
que no estaba a la altura. ¿Por qué lo hizo, abuela? ¿Para qué?
—Se comprometió para seguir a tu lado pasara lo que pasara, Amador —
le contestó Luz—. Alma comprendía el poder del voto sagrado y sabía que
era esencial para cultivar el amor matrimonial y seguir vuestro camino de
santidad hasta el final. Solo un firme compromiso con la divinidad puede
mantener la fidelidad al amor verdadero en condiciones tan adversas.
A Amador le dolió oír que Alma había sido leal al amor y al matrimonio,
porque él no había logrado serlo, pues no tuvo fe en que fuera posible. Ella le
demostró que sí lo era, estando siempre ahí, avanzando en el camino, por más
que ahora mantenía una distancia prudencial.
—En la prosperidad y en la adversidad, fidelidad y amor, una vida juntos.
Eso prometió de corazón —continuó Luz—. Y la adversidad incluye el
tiempo que necesitasteis de separación, la posibilidad de no volver a veros en
esta vida, las pruebas de dolor durante la purificación de vuestras almas, la
entrega absoluta a la renovación de los corazones en manos del Gran Espíritu
y en nombre del amor.
—Abuela… Eso es algo más grande de lo que puedo concebir ahora.
—Necesitáis más tiempo.
—¿Necesitamos? ¿En plural?
—Sí, Amador, ella también requiere espacio para reencontrarse y avanzar
en su propósito de vida. Vuestros destinos están enlazados por un pacto de
almas.
—Me consuela oír eso, abuela. Guíame, por favor. ¡Quiero volver a ser el
Amador de Gímaco! ¡Incluso volar aún más alto en los cielos!


Abrirse a la divinidad
—Te propongo algo. Iremos paso a paso. ¿Podrías comprometerte con lo
que te voy a decir?
—Mejor lo escucho primero —empezó a dudar.
—Ten fe, Amador.
—Está bien, abuela, sí.
—Se trata de transformar cada pensamiento de culpa y menosprecio hacia
ti mismo por compasión y amor.
—Está bien. Lo haré.
—Respecto a Alma, hay algo esencial que necesitas hacer si quieres que
vuestra relación encuentre la armonía.
—¿Qué es? —pronunció con impaciencia.
—Entregar vuestra unión al Gran Espíritu.
—Por supuesto. He comprendido —sudaba después de tantas emociones.
—Los matrimonios que permiten que Dios los nutra y los guíe pueden
avanzar y llegar a buen puerto, como navíos capaces de sortear las más recias
tempestades.
—Me faltó fe, abuela. Ni siquiera recordaba qué era eso. Ahora empiezo a
sentirla y voy a abrirme de verdad al Gran Espíritu. Es lo mejor que puedo
hacer por Alma, por mí y por los demás: entregar mi corazón a Dios y
permitir que él lo renueve para aportar luz y amor verdadero.
—Sé que lo lograrás, Amador.
—Gracias por apoyarme, abuela —la abrazó con cariño.


Celos
Sentía celos porque Adam no solo era un joven atractivo, sino que también lo
veía fuerte, maduro, educado. Alma y él hacían muy buena pareja,
conectaban, estaban en sintonía.
Él la trataba como lo especial que ella era. Volvió a sentir que no estaba a
la altura. Se sintió inferior. Alma ya no lo necesitaba como antes y había
aumentado su luz en aquel tiempo.
Turbulencias internas. Desesperación. Arrepentimiento por tantos errores
cometidos que todavía no sabía valorar como aprendizaje. «Recuerda tu
promesa, Amador. Conéctate con la compasión. Ambos habéis vivido esta
experiencia en nombre de algo mayor», sonó en su mente la voz de la Abuela
Luz.
Por más que la sabiduría de su consejera espiritual lo guiaba incluso
cuando no estaba presente, la mente de Amador seguía rígida en el
automartirio. «Eres una joya», le había dicho él una vez a Alma, «una joya
que no merezco», pensó después para sí.


Las fuerzas del destino
Si por él hubiera sido, habría navegado en los mares de Alma durante toda la
vida y toda la eternidad. Solo en sus aguas podía ser él mismo, solo ahí
encontraba la paz, solo en ella sentía el refugio del hogar y el amor del que se
había sentido siempre huérfano.
Sin embargo, la existencia los había zambullido en un mundo donde se
cruzaban otros mares con otros navíos, corrientes turbulentas, tempestades y
tsunamis que separarían el abrazo de sus almas hasta que las fuerzas
superiores del destino volvieran a hacerlas confluir.


La vida nos unió
El joven sintió de nuevo el impulso de abandonar, huir, cerrar su corazón y
adoctrinar su mente para autoconvencerse de que las cosas no podían ser de
otra manera, de que cada uno tenía un camino distinto, de que tenía que
solucionar las cargas que llevaba encima y dejar a Alma libre, de que la vida
los había unido tan solo para entregarse a unos instantes de amor que siempre
llevaría en el recuerdo.
¿Por qué no desistió? Porque ya lo había intentado muchas veces en el
pasado y el resultado habían sido noches de insomnio, dolor en el corazón,
vacío mortal. Nada lo llenaba y no solo porque todavía no estuviera lleno de
sí mismo, sino porque le faltaba conquistar su más elevada cumbre espiritual:
la verdadera unión con ella.
Una llamada en su interior lo instaba a caminar hacia un estado de fusión
entre ambos. Sabía que aún les quedaba largo recorrido para elevarse juntos
hasta esa dimensión celestial de la que se habían desconectado, pero empezó
a sentir fe.
La luz de su estrella amada lo guiaba. Había estado perdido, desorientado,
sin rumbo. No supo hacia donde se dirigía en su vida hasta que volvieron a
encontrarse en el Palacio de Cristal. Ahora había alcanzado un cierto
despertar gracias al proceso vivido y a las bendiciones que tanto agradecía al
Gran Espíritu.
Sí, la fusión con ella era el camino. Tenía la intuición de que la unión pura
con su mujer divina, cuando él se transformara en el hombre divino que
llevaba dentro, los elevaría a un nivel de amor capaz de crear con Dios
cualquier destino que se propusieran.
«Alma, no puedo pedirte que me esperes, aunque en silencio lo anhelo.
Por favor, perdóname, compréndeme. No quise hacerte daño. Sé que tú a mí
tampoco en aquel pasado que nos confrontó con el espejo llámico del que
hablan los maestros. Me mostraste tu desnudez interior, tu vulnerabilidad, tus
sombras. Dolió, Alma, pero en realidad fue un honor. Me diste todo lo que
eras. Un día podré corresponderte. Un día tendré el valor de retirar mi
protección, esa dura fachada construida con máscaras que solo tú sabes
atravesar hasta ver mi corazón. Gracias por tu gran amor».
El joven pensaba en ella mientras fregaba montañas de platos y el agua lo
ayudaba a limpiar su mente.
«Si la vida nos unió fue para estar unidos», eso es lo único que sé. El
“cómo hacerlo” al fin he aprendido que debo dejarlo en manos del Gran
Espíritu. Te amo, Alma, y pido al Cielo que me ayude a mostrar el amor
infinito que siento por ti».


Esperanza
Cada vez más, las relaciones de pareja se encuentran con el impedimento de
mantener patrones convencionales establecidos si no se sostienen por la base
del amor. Y esto, en las flamas divinas, es un hecho inevitable e irrefutable.
A pesar de ello, y aunque una parte de Alma aún se sentía reacia a ningún
acercamiento con Amador, la joven tenía un resquicio de esperanza en que
todo se solucionara algún día.
Por el momento, tan solo vivía lo más cerca posible de su centro sin
forzarse a nada; no como había hecho en el pasado yendo a buscarlo tantas
veces, en parte sintiéndose obligada por el hecho de ser marido y mujer.


Perdición terrenal
Por el contrario, a su lado Alma había perdido la luz, su alegría y vitalidad. Y
también él había caído a lo más profundo del foso de la oscuridad. Quienes
años atrás habían sido los jóvenes líderes de Gímaco se habían perdido a sí
mismos en las turbulencias del mundo terrenal.


Armonía de polaridades
En realidad, como escribía por sí solo el libro Llamas Gemelas, el uno para el
otro eran un espejo extremo de polaridades en busca de armonía. Cuando
entraban en fase de choque y desbalance, ese cuidado verbal de Amador se
convertía en un silencio tan dañino como las duras palabras de Alma; la
serenidad emocional devenía una desidia depresiva tan destructiva como la
impulsividad sentimental de ella, y la paciencia tolerante se transformaba en
una permisividad sin límites, tan falta de amor propio como la impaciencia
intransigente que Alma tuvo en ciertos momentos de dificultad. Y todo ello,
también a la inversa, según las circunstancias que habían vivido.
El juego del yin y el yang se estiraba hasta los límites de la contraposición
para luego volver al centro del equilibrio. Y en ese proceso de retorno se
hallaban, cuando Alma dio el paso de guardar la prudencia en la palabra, la
serenidad y la paciencia por muchos años o vidas que pasaran sin volver a
saber de Amador, hasta el punto de soltar el deseo de crear una familia y
abrirse a otro destino. Este último grillete de deseo humano que la había
aprisionado, condicionado y hasta sometido ante los vaivenes de Amador, fue
la clave energética de su retorno inesperado.


Necesidad de transformación
Aunque sabía que contaba con la Abuela Luz, con las enseñanzas y con el
Gran Espíritu, Amador sentía que no podía apoyarse en quien más
necesitaba: él mismo. Se notaba débil y deseaba volver a beber la energía de
Alma para restablecerse.
No podía caer en el mismo error del pasado. ¿Para qué beber de ella?
¿Para una vez saciada su sed alejarse de nuevo por falta de su propia energía?
¿Para volver a hacerle daño con falsas promesas implícitas y explícitas?
¿Para darle esperanzas sin fundamento y traicionar una vez más el amor que
los unía?
Lo cierto era que no podía actuar como en el pasado, no solo porque ahora
era consciente del daño que había causado, sino porque Alma ya no se lo
habría permitido. Ella se había empoderado en aquel tiempo de separación.
Había resurgido como el fénix, mientras que él se había hundido en las
penumbras.
Sabía que si había llegado al palacio de la Costa Dorada era por el intenso
trabajo espiritual que Alma había realizado durante años, por el vínculo que
los unía, por haber pedido ayuda a Dios y por haber recibido la inmensa
bendición de una nueva oportunidad.
Lo que no sabía era si ella se abriría a esa oportunidad. Estaban casados y
empezaba a comprender el trasfondo espiritual que había en la promesa que
hicieron, pero esa unión no significaba que ella pudiera sentir seguridad en el
amor que él le ofrecía. Y mucho menos después de tantas huidas. ¿Cómo
podría Alma volver a confiar si ni siquiera él creía en sí mismo?


Deseo tu felicidad
«Realmente me queda mucho por andar. Alma, por favor, sé feliz, haz tu
vida. No debí haberme casado contigo. Tenía que haberte dejado libre para
que te unieras a alguien con quien de verdad pudieras volar. ¿Qué importa
nuestro vínculo de llamas gemelas si no puedo darte el amor que mereces, el
mismo con el que tú me esperaste de forma incondicional?».


Pacto álmico
Después de tanto como había superado, seguía teniendo multitud de
preguntas en su mente. Tantos «para qué» descansaban en una sola respuesta:
las almas de ambos pactaron cada vivencia para el propio despertar y un bien
mayor en la humanidad.
Nadie era víctima ni culpable. El plan estaba diseñado de ese modo para
sanar y armonizar las energías masculinas y femeninas en el mundo a través
del extraordinario amor de las llamas gemelas.


Actitud
—Estoy bien, ¿y tú?
—Te voy a ser sincero, Alma. No me siento bien. Se me cae el mundo
encima al estar así.
—¿Así?
—Separados.
—Antes parecía que esa era tu palabra favorita. Una y otra vez la
remarcabas para mantenerme lejos.
—¡Tenía miedo!
—¿Miedo de qué?
—¡De sufrir, de no estar a la altura, de tus enfados por ello!
—Solo teníamos que haber hablado.
—¡No era tan fácil, ¿sabes?!
—Es cierto, Amador, no lo era. Cada vez que lo intentábamos,
acabábamos heridos.
—¡No quería perderte!
—¿Y por qué lo hiciste?
—¡Temía tus rechazos!
—Lo siento. No te rechazaba a ti, sino a tu actitud de abandonar.
—Abandonando también te rechacé. ¡Lo siento, Alma! Fui egoísta. Para
protegerme, no pensé en ti. Tú eres más fuerte que yo.
—Yo no soy fuerte, Amador. Es Dios quien me ha levantado una y otra
vez.


Solo me importa el amor
—Nunca pensé que pudiera afectarte mi ausencia. Podías haber tenido a tu
lado al hombre que quisieras. Y te fijaste en mí, un pobre mortal sin nada que
ofrecer.
—Aún no lo entiendes, ¿verdad? Solo me importa el amor.
—Ni siquiera eso tenía para darte, Alma. ¡Tú lo sabes!
—¿Por qué no te abriste entonces? Siempre fui sincera y lo di todo por
nosotros, aunque me equivocara y también cayera en la oscuridad.
—Porque en lo más oculto de mí, me sentía miserable, incapaz de darte lo
que merecías. Eres una reina, una diosa, y yo... ¿Cómo iba a reconocer algo
tan terrible? Ya me quería demasiado poco a mí mismo. Eso solo habría
acabado conmigo por completo.
—No lo creo, Amador. Somos iguales.
—No somos iguales, Alma. Tú tienes un hado de luz muy marcado y yo
me conformo con sobrevivir.
—Piensas eso porque aún no te has conectado con el amor.
—A veces venían a mi memoria recuerdos de vidas pasadas. En una de
ellas eras una reina y yo un simple lacayo. Recuerdo el amor que nos
teníamos, pero el rango nos separaba. Es lo mismo que siento ahora.
—¡Esas vidas son pasado! Ahora tenemos otra oportunidad, una nueva
vida por delante.
—Para eso necesito tu perdón.
—Entre nosotros no hay nada que perdonar.
—Perdona mi orgullo y egoísmo del pasado, Alma. Lo hice para salvarme.
—¡No es verdad!
—Claro que no es verdad en tu mundo de la Esfera del Espíritu, pero sí en
mi mundo terrenal.
—¿Cómo puede salvarte algo irreal?
—No lo sé, es una armadura que me protege.
—Pero lo falso tarde o temprano se derrumba.
—Ahora lo sé.

Miedo a lo desconocido
—Mostrar tu vulnerabilidad, como ahora, es signo de fortaleza. Cuando lo
haces, vuelves a ser el coramor que conocí en Gímaco. La fuerza está en
afrontar la realidad, en compartir los sentimientos, en asumir los miedos y
buscar soluciones. Juntos.
—Así es en tu mundo lleno de luz, Alma, pero yo no estaba acostumbrado
a vivir desde la verdad.
—Sí. La veía en todo momento aunque fuera invisible. Fue un duro golpe
para mí, Amador, porque pensé que sentíamos lo mismo.
—La verdad da miedo, Alma. La veía a través de ti.
—La verdad es libertad.
—He sido un esclavo toda mi vida. ¿Crees que el sueño de la libertad es
fácil de conquistar para mí? No, Alma, es aterrador salir de lo conocido, por
mucha esclavitud oscura y dolorosa que conlleve.
—Solo hay que tener fe. ¿Qué crees que yo no fui prisionera de mí misma
en el pasado, que no lo fui durante el tiempo que estuvimos juntos, que no lo
sigo siendo ahora?
—¿Te sientes esclava de nuestro vínculo?
Alma sintió tanta pena al escuchar aquella pregunta que no pudo contestar.
Podía sentir las lágrimas en el corazón de él, aunque seguía mostrándose
rígido y frío. «Compasión», recordó.
Por no mostrar su vulnerabilidad al considerar que lo hacía débil y por
tanto daño experimentado en su pasado, Amador se había entrenado de forma
contundente en el autocontrol de sus emociones.


Vínculo innato
Alma nunca había visto nada igual, hasta el punto de pensar alguna vez: «No
te fíes de él si no es capaz de dejar caer una lágrima en la situación más
desgarradora». La vida en la Tierra había hecho de Amador alguien a quien
ya no reconocía, que había endurecido su corazón, que se había dedicado a
construir un muro para proteger los sentimientos nobles y genuinos que ella
sabía que llevaba dentro.
Al preguntarle por la esclavitud del vínculo, que entendió como el
compromiso de matrimonio, ella sintió liberación de la carga que el enlace le
había supuesto durante aquel tiempo. ¿Por qué? Porque la comprensión y la
empatía de Amador habían sido su bálsamo.
Sabía que no debía esperar que nada del exterior condimentara lo que se
cocía en su interior, porque la ley del cosmos no funcionaba así. Ninguna
persona más que ella podía ser dueña de su felicidad, por eso supo que la
empatía de Amador le estaba mostrando el reflejo de su propio cambio
interior.
—Nuestro vínculo es algo con lo que nacimos.
—Gracias por decir eso, Alma —al joven se le humedecieron los ojos y
una lágrima estuvo a punto de salir de ellos.
Ella lo vio y se le abrió el corazón. Eso no significaba que pudiera volver a
confiar en él, pues ya estaba acostumbrada a las escapatorias tras momentos
de intensa cercanía, a las puertas cerradas tras las más grandes aperturas del
corazón.


Todo a su tiempo
—Aún no ha llegado la medianoche —sonrió él.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque aún no nos hemos abrazado en nuestro día especial.
Ella sintió la calidez de su amor. Quería que sus almas volvieran a
conectar en un abrazo, pero se había llevado tantas puñaladas en lo más puro
que le había dado, que no pudo hacerlo.
—Necesito tiempo, Amador.
—Lo entiendo.
Ella le acercó su mano y él la tomó con suavidad. El Gran Espíritu se
complació en los cielos al ver a sus hijos amados unidos de nuevo.
—Gracias, Alma.
El contacto después de tanto tiempo les generó emociones encontradas:
tristeza por la separación y alegría por volver a estar juntos. Y ante todo y
como siempre, en el centro protagónico de ambos, el amor más elevado que
podía existir. No había nada superior en ninguno de los reinos del Gran
Espíritu, porque el sentimiento que los unía era el amor primigenio de la
creación.
Volvieron de la mano hasta el portal de palacio. Amador estuvo tentado de
hacerle mil promesas, pero se mantuvo callado. No podía volver a cometer
los mismos errores del pasado.
Ya no más palabras sin hechos. Alma merecía demostraciones reales del
amor que sentía por ella. Y si él no podía lograrlo desde la debilidad de la
naturaleza humana, invocaría al Gran Espíritu para que le diera fuerza,
sabiduría y fe.


Amor curativo
Se miraron a los ojos. Eran conscientes de lo que habían vivido. Sabían
cuánto se amaban. En sus miradas vibraba la promesa del paraíso. No hacían
falta palabras. En silencio fueron a sus habitaciones.
Amador no pudo dormir en toda la noche. Los remordimientos por el
deshonor que había causado a Alma y a sus padres lo carcomían por dentro.
Ni siquiera había sido capaz de verlo. Cada vez era más consciente del daño
que había generado.
La falsa seguridad que había tenido sobre sí mismo y sus decisiones
tomadas desde el miedo y el ego empezó a desmoronarse causándole temor
hacia su propia inconsciencia. Se dio cuenta de que su energía había vibrado
bajo y que eso le hizo ensuciar la pureza, infravalorar lo sagrado, desmerecer
lo verdadero.
¿Y si volvía a dañar a Alma? ¿Cómo podía evitar más errores que
acabaran alejándola de su vida para siempre? Sintió miedo de estar atrapado
en los límites de su mente. Rezó al Gran Espíritu para que lo ayudara a
despertar y se conectó con el recuerdo de las manos de Alma entre las suyas.
Calidez de amor curativo.
Al mismo tiempo que lo amaba en el sempiterno presente, Alma
planificaba su nuevo día de trabajo. Intuía que se enfrentaría a ciertos
contratiempos y disidencias. Después se tumbó y puso las manos sobre su
corazón para serenarse. El Mundo de Enseño la llevó junto a Amador. Soñó
que cabalgaban juntos sobre el unicornio surcando los cielos de la eternidad.


Te amo
Seguía perdido y debía resolver por sí mismo la incertidumbre interior a la
que se enfrentaba. Sabía lo que quería, pero todavía no sabía cómo lograrlo.
«Te amo, Alma. Sigo sin poder llegar hasta donde tú estás, pero te amo.
Ayúdame, Dios, por favor».

Así debía ser
—Amador, Alma y tú os encontrasteis. Valora esta señal del Cielo como
un regalo para tu evolución. Tú no lo pediste, porque no creías que pudiera
ser posible. Ella lo rogó frente a un altar sagrado aun intuyendo lo difícil que
sería —le dijo Fénix en un sueño pocos días antes de llegar al palacio del
mar.
—¿Por qué, Fénix? —le preguntó sin entender cómo alguien podía ser
capaz de tomar una elección tan dolorosa.
—Por amor.
—¡Pero sufrir así no es amor!
—El sufrimiento forma parte del camino del despertar, porque activa la
búsqueda de la luz para retornar al ser.
—¿Quieres decir que Alma ya sabía que nuestro encuentro era para
evolucionar?
—Sí. Ella sabía que, sobre todo, los primeros años serían los más difíciles,
pero tenía fe en la ayuda del Gran Espíritu. Con lo que no contaba era con la
prueba de tu alejamiento. Siempre creyó que trabajaríais juntos en la relación.
—Lo siento… No supe hacerlo de otro modo.
—Así debía ser. Por mucho dolor que os causaran las energías que
vinisteis a experimentar y transmutar, es algo que ella sabe que no pudo ser
distinto.


Batalla espiritual
—Es valiente, hermano. Alma es una valkiria. Yo jamás habría elegido
algo así.
—Tú también eres valiente, Amador. Aún no eres consciente de que
elegiste lo mismo que ella, pero desde el otro lado.
—¿Qué quieres decir?
—¿Sabes cuál era la misión de las valkirias?
—Solo sé que eran mujeres de fortaleza extraordinaria.
—Las valkirias elegían a los guerreros más heroicos de los caídos en
batalla para llevar sus espíritus junto a Odín, el dios principal de esta
mitología, que requería a los más preparados para luchar a su lado en la
batalla del fin del mundo.
Amador no sabía por qué, pero de repente sintió ganas de llorar. La
imagen de dos inmensos círculos de luz frente a la fuente luminosa de la que
procedían sobrevino en su recuerdo. Las almas de ella y él acordaban su
papel en la batalla espiritual decisiva del despertar de la humanidad, una raza
que estaba sufriendo como ninguna otra en el universo.
—El amor verdadero te ha traído el recuerdo de tu misión —se despidió
Fénix abrazándolo en el sueño.
«El Gran Espíritu me ha mostrado con claridad el amor más puro que
existe y que anida en el corazón del alma unidad que comparto con Alma. He
recibido el mayor regalo de la vida», agradeció Amador mientras seguía
soñando con la luz del Cielo.
«No hay oscuridad tan fuerte que la fe no pueda vencer. No hay miedo tan
grande que el amor no pueda elevar. No hay barrera tan alta que las alas de
un coramor no puedan sobrevolar», se despertó pronunciando estas palabras.


Naciste para volar
—En el plano del Cielo todo es comprendido y tu arrepentimiento sincero
será curativo para todos.
—Alma me aceptó con todas mis carencias y todo el daño que le hacía.
Tuvo fuerza en cada prueba que se puso por delante de nosotros y fe en el
proceso de transformación. Ella se miró a sí misma, rectificó y avanzó. En
cambio yo… ¿Cómo pude ser tan débil? —insistió su mente en la obsesión de
la culpa.
—Tenemos cuerpo y espíritu. Todos los humanos somos débiles por
naturaleza, excepto si conectamos con nuestra divinidad interior. Somos
espíritu a imagen y semejanza de Dios. Recuérdalo. Perdónate. Agradece y
vuela, Amador. ¡Naciste para volar!
—Gracias, abuela.


Espejo mágico
—Jesús fue incomprendido, humillado y maltratado, desde su cuerpo hasta
su corazón más profundo, pero incluso en los momentos más dolorosos de su
vida mantuvo un corazón compasivo. «Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen».
—Yo no sabía lo que hacía y Alma me perdonó. Siguió amándome y oró
por mí al Gran Espíritu.
—Sois un solo ser. Además de la oscuridad, aprecia también esa luz que
describes en el espejo en ella. En diferentes momentos habéis hecho lo
mismo el uno por el otro.
—Tu visión me ayuda tanto, abuela. ¿Sabes? ¡Creo que yo habría añadido
otra petición a Dios!
—¿Cuál?
—«Padre, hazles ver y sentir el daño que hacen para que no vuelvan a
provocarlo». Solo así podemos despertar.
—Eso es justo lo que el Gran Espíritu nos está regalando: el despertar
mediante el ver y sentir con el espejo de las relaciones y de la vida, en
especial con el espejo mágico de la pareja sagrada.
—Cada vez soy más consciente de ello. Gracias a la existencia de Alma he
avanzado en lo que no podía por mí mismo.
—La experiencia que vivió Jesús es la que viven muchos seres en la
historia de la humanidad. El tipo de corazón marca la diferencia, pero el
propósito es el mismo: irradiar compasión y amor pase lo que pase.


Enfocarse en la luz
—Lo que hemos vivido formaba parte de nuestro destino —se consoló
Amador.
—Vuestra historia es el nutriente esencial del mensaje que vinisteis a dar.
—Siento que Alma va por delante.
—Ella está cumpliendo su parte y tú la tuya. No hay diferencia.
—Ilumíname, abuela. No lo veo así.
—Ella encarna el rol de la energía femenina y tú el de la masculina. La
herencia milenaria se presenta así en este tiempo y está poniendo a prueba a
los amantes divinos que, con los velos del olvido, pueden llegar a separarse y
dejarse vencer por falta de fe.
Amador agachó la cabeza. Si Alma le hubiera guardado rencor o se
hubiera divorciado y se hubiera casado con otro hombre, lo habría entendido.
Lo conmovió que no lo hubiera hecho, porque sabía que ella habría guardado
su promesa hasta el último día de su vida.
Su diosa le había mostrado el amor incondicional por encima de su
condición humana, marcada por la fragilidad de la raza en que habían
encarnado. Por un lado, aquella entrega lo llenaba de amor; por otro, lo hacía
sentir inferior e indigno de ella, porque él no lo había hecho.
—Amador, enfócate en la luz del presente. El juicio que haces del pasado
te quita fuerza. Confía en tu renacer. Todo saldrá bien. El destino toma
rumbos que jamás habrías imaginado.
—Gracias por guiarme con tu sabiduría, abuela.
—Me alegra que hayas regresado. Recuerda siempre que eres un emisario
de luz, amado e imprescindible en la misión.
Amador hizo una reverencia y al volver a erguirse no pudo contener las
lágrimas de gratitud. Abrazó a Luz. Ella sonrió. ¡Cuánto quería a sus
muchachos y cuánto le dolía su dolor! El joven volvió a palacio pensando en
la frase de Luz: «¡Naciste para volar!».
7
SUPERACIÓN
Llora cuanto necesites.
Mañana saldrá un nuevo sol.
Lo único esencial
Sabía que podía estar en paz con Amador cuando lograra estarlo consigo
misma. De lo que no estaba tan segura era de si volverían a estar juntos en
aquella vida, como tampoco lo sabían tantas llamas en el mundo.
En los cielos de aquella era, las flamas pioneras en el camino habían
acordado experimentar un contacto entre ellas para accionar el despertar,
como dos estrellas fugaces que chocan con un golpe brutal para darse cuenta
de quiénes son ante su espejo.
Se hallaban en un tiempo celestial de transición al nuevo mundo. La
fusión última de las llamas gemelas en la Tierra a nivel multitudinario no
estaba prevista para aquellas décadas, sino para un futuro condicionado por
las semillas que sembraran en aquella época.
Alma pensaba que estar o no estar juntos en el plano físico, a pesar de ser
opciones en apariencia opuestas, eran ambas un regalo del Gran Espíritu, que
conoce el tiempo perfecto de manifestación para cada una de sus obras. Lo
único esencial era mantenerse fiel al amor.
Ante la incertidumbre, decidió seguir avanzando en su camino y dejar el
resultado en manos del Cielo que la habitaba. Cada vez soltaba más y más.
Empezó a imaginar el futuro teniendo en cuenta un concepto que recibió
como un destello: la imaginación desbocada es pura ilusión irreal, pero la
imaginación conectada con la divinidad es el mismo principio mágico que
originó la creación universal.


Aprender a amar
—Tu egoísmo despierta mi rabia —Alma se había quedado dormida y
estaba soñando con Amador.
—Tu rabia despierta el bloqueo que perpetúa mi egoísmo —le contestó él.
—¡Deja de pensar solo en ti!
—¡Deja de decirme lo que he de pensar!
—Prometiste hacer lo correcto y ser responsable.
—Las cosas cambian, Alma.
—Entonces deja de jugar conmigo.
—Debería dejarte libre.
—Ya soy libre. Tenemos una seria misión por delante para estar perdiendo
el tiempo con absurdos vaivenes.
—Tú tampoco estás segura de querer estar conmigo.
—No es cierto. Sí estoy segura, pero de que no quiero estar contigo.
—¿Entonces por qué sigues ahí?
—Porque se lo prometí a Dios.
—¡Tienes libre albedrío! ¡Si no me quieres, vete!
—No es que no te quiera. Es que ya no sé quién eres. Tus palabras fueron
falsas. Nada en ti es verdadero. Ni siquiera tu amor.
—¡Mi amor sí es verdadero!
—Quien ama no traiciona una promesa.
—¡Jamás te olvidé!
—Eso no me sirve. Decidiste sin tenerme en cuenta.
—¿Entonces para qué sigues respetando tu promesa a Dios?
—¿Aún no entiendes el respeto por lo sagrado?
—¡No es sagrado si no lo sientes de verdad!
—No lo siento ahora, pero tengo fe. Respetar una promesa, ser fiel a un
compromiso es la llave de los milagros.
—Eso es algo que no conozco, Alma. Aún soy un simple mortal,
¿recuerdas?
—Solo tienes que abrirte a recordar. Te echo de menos.
—Sigo sin saber quién soy ni hacia dónde voy. Por eso no quieres estar
conmigo, ¿verdad?
—Quisiera, aunque aún hay barreras entre nosotros que lo impiden.
—Yo también te echo de menos.
—Lo mejor que puedo hacer por los dos es seguir mi camino. Somos uno.
—Gracias, Alma.
—¿Por qué?
—Por enseñarme qué es el amor.
Alma se conmovió.
—He vuelto a este mundo para aprender a amar —añadió él como una
promesa implícita.
—Yo también estoy aprendiendo contigo. Gracias por tu regreso, Amador.

Activación de la esencia
Sonrieron mirándose a los ojos. ¡Cuánta belleza! No había nada en el mundo
más hermoso, nada que pudiera llenarlos más que su vínculo divino, porque
el uno al otro se accionaban la conexión esencial consigo mismos.


Engranaje perfecto
La energía de Amador empezaba a parecerse a la verdadera de su corazón
más puro. Alma había echado tanto de menos su protección, cariño, amistad.
Cuando Amador era él mismo, la hacía sentir más fuerte, capaz de cualquier
cosa, feliz.
Juntos funcionaban como un engranaje perfecto.


Redención
—Amador, no importa lo que hayamos hecho, pensado, sentido. Solo
importa el amor.
—Gracias, Alma —envuelto por el cálido corazón de ella, sintió redención
hacia cuanto había vivido y se permitió llorar como nunca lo había hecho
ante ella.
Alma lo abrazó. Sintió que Amador empezaba a ser quien era de verdad.
Estaba mostrando su vulnerabilidad. Signo de fuerza y valor. Apertura de
corazón. Amor. El avance espiritual que había realizado desde que llegó a
palacio estaba brotando como las flores más bellas de una primavera en el
edén.
—Es por ti, Alma. Todo es por ti —le había leído el pensamiento mientras
seguía llorando.
«Amor, cuánto hemos sufrido. Lo más duro ya pasó. Volvemos a estar
juntos. Llora cuanto necesites. Mañana saldrá un nuevo sol», le respondió
ella en silencio.
En aquel abrazo volvieron a sentirse uno, como eran en origen. Vibraron
en paz, luz, verdad. Ambos se sentían agradecidos por el amor del otro y por
la benevolencia del Gran Espíritu.
Se quedaron abrazados hasta el amanecer, como si solo hubiera
transcurrido lo que dura un soplo de viento. No habían dormido, pero tenían
la energía tan elevada como para empezar un gran día de trabajo. Al
despuntar la luz del alba, se miraron a los ojos, sonrieron y caminaron de la
mano hacia la magia de la vida.


Unidos
Sí. Sois alma unidad. ¿Acaso habéis olvidado que procedéis de la misma
chispa divina?, sonrió el Gran Espíritu abrazando a sus hijos.
Ellos se miraron aún más enamorados. El amor se iba expandiendo en
ambos. En ocasiones sentían que el cuerpo les iba a estallar por la vibración
tan elevada que sentían. ¿Cómo podían sostener tanta energía divina unos
cuerpos físicos tan pequeños? Era como querer contener el océano en un vaso
de fino cristal.
Aquella noche se cumplían once años desde que sus miradas se
magnetizaron al encontrarse en Gímaco. Habían pasado tantas vivencias
desde entonces. No querían separarse. Deseaban parar el tiempo y dormir
abrazados, tal como habían nacido. Unidos.


Tus ojos
—No entiendo nada, Alma —él levantó las cejas—, pero si miro tus ojos
como nos mirábamos anoche en el Mundo de Ensueño, puedo conectar con
mi esencia.


La voz
—Y en cuanto a Amador, contra todo pronóstico terrenal, elegiste al
marido perfecto para ti, porque supiste escuchar la voz. Aunque estuvo
perdido como todo coramor lo está en algún momento de su vida, pues forma
parte del proceso del camino, Amador tiene uno de los corazones más puros
que nunca percibí entre mis queridos discípulos y a la vez maestros.


Grandes tesoros
—Así es el camino. Solo quien lo transita sin desistir puede descubrir los
grandes tesoros que alberga.
—Como Amador. ¡Es un tesoro para mí!
—Tu espejo divino impecable —asintió el maestro—. El velo en su ojo
del alma fue perfecto para activar el dolor de antiguas heridas en ti y para
elevar la luz de tu corazón. El espejo de tu dolor fue perfecto para activar el
dolor de las suyas y también para despertar su alma. Así pudisteis ver lo que
era necesario purificar para elevaros a un nuevo nivel del camino.


Lo siento y gracias
—Lo siento, Alma, cuando nos conocimos me llené de tu luz y me creí
capaz de todo, pero solo me dediqué a vivir por encima de mis posibilidades.
La veía en medio de un jardín de flores, bajo una lluvia de pétalos blancos
que brillaban con la luz del sol.
—Lo siento, Alma, me diste todo y yo ni siquiera te di lo poco que tenía.
Una fuente de agua empezó a borbotear. Gotas brillantes caían sobre su
cabello iluminado.
—Lo siento, Alma, os hice daño a ti y a tus padres. Escapé sin
explicaciones, sin dar la cara, sin hablar con ellos ni siquiera de corazón.
Ella tan solo sonreía y lo miraba con serenidad.
—Lo siento, Alma, elegí el camino fácil de la oscuridad conocida, me
faltó valor para afrontar el nuevo destino que no supe tomar.
El cielo se llenó de mariposas de colores que revoloteaban alrededor de
ambos.
—Lo siento, Alma, inicié una nueva vida juntos sin haber cerrado nada de
mi pasado. Y seguí abriendo nuevos caminos lejos de ti sin tener sanado el
nuestro.
Un arcoíris se abrió en el cielo soleado.
—Lo siento, Alma, por mi comportamiento irresponsable en la intimidad
que compartimos, por la inconsciencia de apartar a la mujer con quien me
casé del lugar que le corresponde.
Agapornis surcaron el firmamento llenándolo de trinos alegres.
—Lo siento, Alma, por mi incapacidad para afrontar la realidad, por
meterme tanto en mí mismo, por mi falta de comunicación, por mis silencios,
por mis ausencias, por mis oscuros secretos, por mi egoísmo infantil, por mi
orgullo testarudo, por mi victimismo, por desentenderme de ti, por haber
cogido más de lo que me correspondía.
Ella lo tomó de las manos.
—Gracias, Amador, por nuestro encuentro. Mis alas se hicieron más
fuertes y pronto renacerán las tuyas. Estamos vivos y estamos juntos. Ahora
depende de nosotros hacia dónde caminemos.
Del jardín brotaron árboles frondosos llenos de frutas.
—Gracias, Amador, por tu espejo para mi despertar.
Reflejos de luz celeste alumbraron sus cuerpos con chiribitas de prana.
—Gracias, Amador, por ser el mayor impulso para volver a mi verdadero
ser y volver juntos al hogar.
Se abrazaron con un amor que ni siquiera los ángeles que los miraban
podían experimentar. Cálido, puro, absoluto.
—Gracias, Alma, por haber regresado para buscarme. Gracias por los
bellos sentimientos, por el despertar, por el amor verdadero.
—Lo siento, Amador, por haberme perdido en el pasado.
—Las heridas estallaron sin preaviso con nuestro encuentro. No lo
pudimos evitar.
—No pudimos, pero sí quiero que sepas cuánto lo siento. Agradezco tanto
la oscuridad como la sombra. Igual que estalló el dolor, también lo hizo el
amor.
—Gracias, Alma, por haberme buscado durante tantos años, por seguir a
mi lado, por haberte mantenido pura, por haber sostenido la fe en nuestro
amor, por tu espera mientras te reconstruías para avanzar, por tu calor, por tu
sonrisa, por la alegría infinita de saber que existes y que soy amado por ti, el
más bello ser que el Gran Espíritu podía haberme enviado. Gracias por
guiarme para salir del abismo y regresar juntos de nuevo a nuestro mundo —
se abrió Amador a las palabras del alma.
El Cielo esbozó una sonrisa hecha de nubes blancas, a la vez que Amador
empezó a experimentar la metamorfosis anhelada: las alas del amor. El cristal
resplandeciente se desplegó dando lugar a unas alas de inmensas
proporciones, más grandes, ligeras y transparentes que las que tuvo una vez
en Gímaco.
¿Qué otra cosa podían hacer más que lanzarse juntos a volar por el Mundo
de Ensueño? Jugaron como niños y sus risas llenaron el cielo del sonido de
riachuelos infinitos, cuya desembocadura llevaba al abrazo de unión con el
Gran Espíritu.


Pesadillas
La conversación con la Abuela Luz activó fantasmas residuales en el Mundo
de Ensueño, otra dimensión donde Alma y Amador sanaban, liberaban y se
unían cada vez más para acercarse a nuevos niveles de conexión con el ser.
Los diablillos de las oscuridades del inconsciente reaparecieron de nuevo
en agitadas pesadillas.
—Se comportó de manera ruin, falsa y miserable.
—Criatura inmadura y carente de moral.
—¡No dio nada y lo robó todo!
—Te dijo que te amaba, pero él no sabe lo que es amar.
—Solo sabe manipular, engañar y mentir.
—Utiliza a las personas y abusa de ellas.
—Las abandona cuando no le sirven a sus fines egoístas.
—Decía que no sabía lo que quería, pero sí lo sabía: solo quería su zona
cómoda, protegida, débil y cobarde.
—Solo quería su mundo materialista mientras tú intentabas sacar a la luz
el amor verdadero de la unión.
—¡Teníamos que pasar por esta prueba! —Alma trató de convencer a los
diablillos, en realidad queriendo convencerse a sí misma para dar un sentido a
lo vivido con Amador.


¿Ignorancia o sabiduría?
—Fue el mayor error de tu vida, Alma.
—¡No lo entendéis! ¡Él es mi verdadero amor en el Cielo! ¡No tenía otra
opción!
—¿Tu verdadero amor? Alma, todos somos uno. ¡No existe tal cosa como
la llama gemela!
—Eso lo decís porque no lo habéis experimentado. Ya sé que todos somos
uno, pero mi chispa original de retorno a ese uno que yo soy está formada por
ambos. ¡Somos un alma unidad!
—Bla, bla, bla… Que si del uno se hace el dos, que si la chispa divina se
divide en yin y yang… ¡Me aburroooo…! Piensa en ti, Alma, ya has
sacrificado demasiado. No esperes nada de alguien tan dormido y sin
aspiración de despertar.
—¡Su aspiración está despertando!
—¿Qué te lo indica?
—Lo siento dentro de mí. Me echa de menos. No podrá vivir negando
siempre la verdad del amor. Tarde o temprano tendrá que enfrentar sus
miedos y atravesar las barreras que lo apartan de la felicidad.
—¡Qué ilusa! ¡Qué ingenua! ¡Despierta, Alma! Él sigue pensando solo en
sí mismo.
—Acarrea tanta culpa por sus actos del pasado que no se siente merecedor
de alguien como tú y mucho menos de la promesa de felicidad a la que se
abriría si se entregara de verdad a ti.
—¿No lo ves? ¡Él prefiere la miseria y las cadenas de su oscuro pasado!
—Ahí no es feliz, pero tiene una energía tan egoísta y acomodada que
podría pasar varias vidas autoengañándose.
—¡Alma, vuela! El Gran Espíritu te está llamando. No puedes rezagar tu
avance por una causa perdida.
—Él ha preferido el egoísmo al amor, la oscuridad a la luz, el victimismo
a la valentía.
—La mayor inconsciencia de tu vida fue dejar tu corazón en manos de un
inconsciente.
—Sí, es Amador, pero también es un farsante, Alma.
—Hay hombres más despiertos y amorosos que él que sí pueden hacerte
feliz.
—Pero no la felicidad divina —contradijo ella—. El amor verdadero es
algo único y precioso que pocos seres pueden experimentar en este tiempo.
—Bla, bla, bla…
—Y conlleva muchas pruebas hasta su completa realización.
—¿Lo tuyo es fe o insensatez?
—¡Hasta que no lo sintáis no sabréis de lo que habláis!


Solo escucharé al Gran Espíritu
—Su abuelo, el Príncipe de las Tinieblas tenía razón: Amador cogió más
de lo que le correspondía. Te regalaste a él a cambio de nada.
—Que te adoraba, decía. ¿Cuándo amar ha sido repudio, exclusión y
ruptura? ¿Cuándo amar ha sido separación de lo que ha unido Dios? ¿Cuándo
amar ha sido la vagancia amoral en lugar de superar juntos la adversidad?
Eso no es amor, sino miedo y destrucción, ignorancia e inconsciencia,
egoísmo y dureza de corazón.
—Diablillos, tened compasión.
—¿Compasión? ¿Qué es eso, Alma? ¿La compasión que tuvo su alma
impasible cuando tú llorabas ante sus ojos, cuando te ignoraba después de
utilizarte, cuando solo pensaba en su ambición mientras te escupía en la cara
una promesa rota?
—Me hacéis daño con vuestras palabras.
—La verdad duele, pero necesitas verla.
—El día que él despierte, Alma, se dará cuenta de que eso a lo que llama
«amor» son migajas miserables, que eso a lo que llama «entregarse» es
abusar de los demás, que eso a lo que llama «dar» es robar con ardid.
—¡Por favor, basta! ¡Solo escucharé al Gran Espíritu!
—¿Cómo sabes que en nuestras palabras no hay también verdad o parte de
ella? ¿Cómo sabes que es el Gran Espíritu quien te habla y no otros diablillos
disfrazados?
—Porque el Gran Espíritu habla con amor, porque su energía da consuelo
a mi corazón, porque su presencia ilumina mi vida.
Al pronunciar estas palabras, los diablillos desaparecieron como una nube
de humo rojo, retirada del sueño por un vendaval.


Compasión por ambos
—Lo siento, Alma —apareció Amador con mirada arrepentida.
—Ya hablamos de todo esto. Ya pasó, Amador.
—Aún no ha pasado, Alma, por eso sigues soñando y yo sigo en tus
sueños.
—Yo también lo siento.
—Los diablillos y mi abuelo tenían razón, Alma, tomé más de lo que me
correspondía.
—¿Por qué dices eso, Amador?
—En el Cielo que nos une estamos a la par, pero en la Tierra no es así.
Alma escuchaba con todos los sentidos atentos para comprender.
—He vivido mucho tiempo por encima de mis posibilidades. Pasé en un
abrir y cerrar de ojos de las deudas al despilfarro, de duras experiencias sin
cerrar a cortejarte sobre cimientos putrefactos, de las promesas que en mi
ignorancia creí poder cumplir a la culpabilización ajena por no hacerlo.
—Ten compasión por ambos, Amador. Yo también tuve mi parte de
responsabilidad.
—¡Pero tú no me abandonaste!
—¡Claro que no! ¡Somos familia!
—Eso me hace sentir mal, porque yo sí te abandoné, Alma. Huí. No supe
cómo seguir ni tampoco me esforcé por buscar la manera.
—Si te consuela, una parte de mí también se alejó. ¿Acaso no has oído a
los diablillos? En mi interior aún vivo una batalla interna.
—Pero ya estoy aquí, Alma, comprometido de verdad, sin miedo, con
gratitud, con amor.
—Eso crees, Amador, pero mis diablillos son reflejo de los tuyos. ¿Es que
no sueñas con ellos también?
—Es cierto, Alma. No le había dado la importancia que tiene.


Reflejo inverso
—Hace tiempo fui consciente de que ambos somos reflejo de forma
inversa.
—¿Qué quieres decir?
—Que tu alejamiento en lo físico era mi alejamiento en lo invisible, que tu
enfado en el pensamiento era mi enfado en las palabras, que tu emocionalidad
bloqueada era mi emocionalidad desbordada.
—Los polos extremos del yin y el yang. Atracción y repulsión.
—La atracción magnética ha sido lo más amoroso que he sentido en toda
mi vida. En cambio, la repulsión ha sido lo más triste y doloroso, Amador.
Unión divina y separación infernal.
—Quizás hemos experimentado la separación para algo bueno.
—A mí me ha hecho valorar la grandeza de la unidad cuando la hemos
vivido y me ha impulsado a caminar en pos de ella para mantenerla en este
mundo.
—¿Crees que es posible, Alma?
—Sí, es parte de nuestra misión.
—Quiero que vuelvas a confiar en mí.
—Aún necesitamos tiempo, ir despacio, comprobar que la promesa de
estar juntos es auténtica. No importa lo que nos suceda en la vida como
pareja, siempre que podamos contar el uno con el otro. Creo en la lealtad,
Amador. Creo en caminar juntos, tanto en la prosperidad como en la
adversidad.
—Lo siento, Alma. Yo manché esa promesa y generé tu desconfianza.
—La desconfianza es algo que los dos hemos sentido.
—Hemos exigido demasiado a este amor.
—Siento lo mismo, Amador. Recordamos el paraíso en las miradas y los
abrazos, en las sonrisas y en la simple contemplación del otro, y quisimos que
el edén se realizara en este mundo por arte de magia.
—Pero la magia hay que conquistarla, ¿verdad, Alma?
—Sí, para eso vinimos a la Tierra —sonrió ella dándole la mano.


La fuente de la vida
—¿Crees que puedo arreglarlo en esta vida?
—¿El qué?
—Haber cogido más de lo que me correspondía.
—¿Sientes eso de verdad?
—Nunca te di el lugar que te correspondía mientras tú me ofreciste la
promesa de una vida. A mi lado no había espacio para nada más que cargas,
oscuridades y secretos.
—Bueno, yo también aprendí con lo vivido.
—¡Pero eso no es justo, Alma! ¡Mereces recibir tanto como das! ¡O más!
¡Mucho más!
Ella volvió a sonreírle. Agradecía sus buenos sentimientos, aunque a
aquellas alturas de su relación había vuelto a llenarse del amor del Cielo y
con ello tenía cuanto podía desear. Su plenitud ya no dependía de lo que
Amador diera o no diera, porque ella solo se nutría de la fuente de la vida.


Balance
—Desde que nos encontramos, sentí que eras mucho para mí. Alguna vez
te lo insinué. Intentaba elevar mi autoestima para estar a tu altura y sentirme
digno de ti.
—Lo siento mucho, Amador. También notaba un desbalance y me causaba
tristeza.
—No, Alma, tú fuiste mi impulso para despertar, aunque luego los miedos
me llevaran al egoísmo hasta el punto de cometer el mayor error de mi vida.
—Mejor olvidar eso, Amador. Mira —ella señaló hacia la luz ámbar del
amanecer—. Tenemos un bello futuro por delante.
—Entonces, ¿podré saldar mi deuda contigo en esta vida? ¿Podré estar
balanceado contigo en este tiempo?
—¿En esta vida? —repitió Alma con gesto interrogante.
—¡Sí, cuanto antes!
—Para la esencia no existen el tiempo ni las vidas ni las deudas.
—¿Lo dices porque compartimos la misma esencia? —preguntó él.
—Lo digo porque te amo.
—Y yo a ti, pero…
—¿Pero?
—Con el amor no basta, Alma.
—Pero sí basta con un solo pensamiento de amor.
—¿Qué pensamiento?
—Elijo pensar que estamos en equilibrio, porque nuestras bellas almas se
dieron la oportunidad de aprender a amar en este mundo. ¿Cómo?
Conociendo el justo medio del amor, a través de una aventura de riesgo entre
polos extremos de hielo y fuego —puso voz de misterio—. ¡Y eso estamos
haciendo a la súper perfección! —empezó a reír dando vueltas sobre sí
misma, envuelta por los rizos de sus cabellos, mientras el Mundo de Ensueño
la bañaba con una lluvia de estrellas doradas y pétalos blancos.
—¡Me haces reír, Alma!
—Eso pretendía —rió ella con él.
Una música de indescriptible sonido divino empezó a sonar y se pusieron
a bailar. Las estrellas seguían lloviendo sobre ellos. Bailaron y bailaron hasta
que desfallecieron, descansaron y volvieron a la conversación.
—Lo importante es alcanzar el equilibrio en las relaciones, que son el
mayor espejo de nuestro estado evolutivo —recordó Amador de sus estudios
en la biblioteca—. Lo esencial no es la forma ni el momento, sino que el
amor se dé.
Ella permaneció reflexiva y en silencio.
—Solo alcanzando la armonía entre ambos podremos fusionarnos en este
mundo con en el amor puro del más allá.


Intención sincera
—El momento de maduración está condicionado por factores globales y
universales, aunque siento que también depende en gran parte de nuestra
intención sincera y nuestra entrega a Dios.
—¡Qué erudición, Amador! —rieron de nuevo.
—¡Eso podría elevar nuestro proceso de camino al amor! El camino de luz
entre ambos que tú iniciaste.
—Bueno, quizás en esta vida sí.
—¡Ah! ¿Eso quiere decir que en otra vida seré yo quien abra camino? —
rió Amador—. Bueno, sea como sea, ahora me toca a mí hacer algo sagrado
por ti: renunciar al ego, iluminar las sombras y sanar las ataduras al pasado.
Mereces la luz que tengo para darte. Es tanta, Alma, y aún no sé cómo
hacerla llegar a ti. Pero lo haré, ¡lo haré! Cada día pido a Dios que me ayude.

—Yo también tengo mucho amor para entregarte —inspiró ella


sintiéndose llena de vida.
Él se acercó para mirarla y ella lo acogió en su corazón. Se acostaron en
las nubes del alba y volvieron a dormir abrazados cual mellizos en el vientre
de la madre universal.


Perla de luz crística
«Las llamas gemelas despiertas se entregan al amor verdadero como nadie lo
ha hecho jamás, salvo los santos y budas iluminados de la historia universal.
Es la experiencia del amor incondicional, del amor sagrado, del amor
redentor.
«Antes de retornar a ese estado supremo del ser, las llamas despiertas
sufren un periodo de apego entre ellas y de gran dolor al revivir los karmas
que vinieron a trascender, para luego servir como catalizadoras de la
liberación humana.
«Atraviesan una larga existencia viviendo en la ignorancia de la oscuridad
hasta que la perla de luz crística, que habita en cada una de ellas, se despliega
por sí misma atravesando barreras de miedo y lágrimas del alma hasta
manifestarse en todo su esplendor con su bella magnificencia».


Unión para un propósito
—Gracias por esperarme, Alma —dijo Amador como si hubiera leído lo
que ella había escrito.
—Gracias por regresar.
—Fue un tiempo muy oscuro. Había dejado de valorarte y empecé a verte
como alguien que siempre estaría ahí para mí. Hasta que te fuiste.
—Siempre fui sincera contigo. Te expliqué lo que sentía: una llamada de
la vida que me empujaba hacia un futuro de luz.
—Sí, Alma, siempre fuiste sincera conmigo —se apenó él de no haberlo
apreciado en su momento y no haberlo sido también.
—Quise tanto que fuéramos juntos hacia esa luz.
—No estaba preparado. Era terreno desconocido. Preferí mi pequeño
mundo al universo que se abrió contigo. Fui muy débil, Alma.
—Ahora estás aquí.
—Sí. Recuerdo un mensaje de voz que me enviaste antes de casarnos.
Estabas haciendo la cena y te surgió de repente en medio de una turbulencia
de dudas.
—¿Qué decía, Amador?
—Algo más importante de lo que yo era capaz de entender en aquel
entonces.
Un grupo de gaviotas empezó a sobrevolar la arena y el mar.
—Me dijiste que percibías arenas movedizas y grandes impedimentos en
contra de nuestra unión, que nuestro matrimonio solo tendría sentido si nos
uníamos para hacer algo bueno para los demás.
—Sí, siempre lo he sentido así.
—Ahora estoy listo, Alma. Ahora comprendo y puedo conectar con ese
mismo anhelo dentro de mí.
Ella sonrió, aunque también se había vuelto más cauta. La palabra no era
algo que en el pasado Amador estuviera habituado a cumplir. Era preciso
comprobar la realidad, sin expectativas ni apego a los resultados.


Ahora estás aquí
—Antes de que regresaras, vi dos gaviotas juntas volando sobre el mar. Se
alejaron juntas hacia el horizonte mientras el atardecer se iba con ellas. Sentí
mucha tristeza, pero una voz me habló y me dijo: «Todo saldrá bien».
—Alma…
—También recuerdo que el día de nuestro aniversario, al pasar bajo unos
pinos, oí un ruido a lo alto. Miré hacia arriba y vi dos ardillas jugando entre
las ramas. Después una pluma blanca de paloma cayó hacia mis manos.
—Me gustaría leer los mensajes de la vida como tú lo haces.
—Me gustaría comprender la robótica como haces tú —lo hizo reír.


Hogar
—Hablando de robótica, Alma. Quería esperar para decírtelo, pero no
puedo aguantar más.
—¿El qué? —sintió alegría de sorpresa.
—He estado diseñando algo que voy a regalarte.
—¿Un regalo? —Alma se sintió feliz como una niña en un columpio.
—Sí, un hogar.
Ella paró en seco y lo miró sin saber cómo hacerlo. Las emociones se
revolucionaron en su interior despertando remanentes de tristeza del pasado,
esperanza hacia el futuro, incertidumbre en el presente.
—Nuestro hogar, Alma. El que merecemos la oportunidad de compartir.
Si tú quieres…
Él le mostró imágenes por telepatía del terreno que había comprado frente
al mar con la abundancia generada en El Veganavío y también planos de los
diseños, que ella no entendía muy bien.
—¿Puedo verlo con colores? —volvió a hacer reír a Amador.
«Sí, mi Alma… Como tú quieras», le contestó en silencio. Y así desplegó
ante ella la visión del mundo creado para ambos, inspirado por el amor a su
diosa, su verdadera mujer, la llama luminosa que el universo había destinado
para él y que por decreto divino nada ni nadie podían separar.
Al ver la grandeza de su creación, Alma se acercó a él y lo abrazó con tal
intensidad que quedó embriagado por su amor.
—Es el paraíso que siempre soñé contigo —las lágrimas que asomaron en
los ojos de ella se contagiaron en los de él.
—Yo también, Alma. Siento mucho la tardanza. Siempre quise esto
contigo. Ahora es de verdad.
—¡Es un Palacio de Cristal!
—Para mi reina pura.
Amador recordó los tiempos de nostalgia incomprensible hacia la mujer
que añoraba sin conocer y con la que ahora compartía su vida: «Quiero
construir un mundo diferente contigo, un castillo en una ciudadela. Sin gritos,
sin miedo, sin soledad. Solo tú y yo en un hogar de amor para ofrecer a los
demás».
Hizo esfuerzos por contener las lágrimas ante aquellos anhelos de su
pasado y porque al fin habían superado los karmas de gritos, miedo y
soledad, vividos entre ellos de forma inesperada, a pesar de amarse tanto en
el alma.
—¡Tiene jardín y una fuente! —Alma, ajena a los recuerdos de Amador,
seguía mirando los planos entusiasmada.
—Pasearemos juntos escuchando el fluir del agua.
—¡Qué bonito es también por dentro!
—Como tu alma.
—¡Con una Sala de Ceremonias!
—Para agradecer a Dios por tanto —se emocionó él.
—¡Y una biblioteca!
—Para los libros de nuestra historia.
—¡Cuántas habitaciones!
—Para nuestros hijos…
Silencio. Mirada profunda. Abrazo sin tiempo.


Fe en Dios
—¿Cómo lo soportaste? —le preguntó él paseando con ella por la orilla, a
la hora preciosa en que la playa aún estaba vacía.
—Con la certeza de que Dios jamás me habría permitido cometer un error
que arruinara la misión sagrada. Tenía fe en que nuestro reencuentro obedecía
a un plan, aunque a veces mi parte humana y los diablillos mentales me
decían lo contrario, que merecía la tragedia que vivía, por haber sido
impulsiva entregando una promesa de vida a un falso amor.
—Cuánto lo siento, Alma —el arrepentimiento sincero de Amador fue un
bálsamo para el corazón de ella—. Por el día me anestesiaba emocionalmente
para no sufrir y por la noche me invadía el insomnio de la soledad. Las
máscaras se desplomaron de golpe cuando me vi sin ti, sin el amor de tu
presencia. Vivía fingiendo, pero estaba roto por dentro. No hablaba con nadie
y tampoco encontraba las respuestas en mí. Caí a un abismo. Me sentí vacío.
Muerto en vida.
—Lo siento tanto, Amador. ¿Por qué no te comunicaste?
—Estaba muy perdido. No sabía lo que quería ni hacia dónde iba ni si
volveríamos a sufrir. Me sentía despreciado por ti y te despreciaba. Tenía
miedo. Me encerré en mí mismo y para sobrevivir a la ausencia de amor me
autoengañé creando una falsa felicidad, pero esa fase pasó tan rápida como la
velocidad con la que te aparté de mi vida.


Dones
Las olas de agua fría mojaron sus pies descalzos.
—Me vi sin medios para afrontar la prueba, Alma.
—Cuando te alejaste, me di cuenta más que nunca de que Dios nos había
regalado esos medios antes de venir a la Tierra, como tabla de salvación para
superar incluso los naufragios más terribles.
—¿Qué medios?
—Aquellos con los que conectamos de forma pura con la luz del corazón:
nuestros dones.
—Me impacta escuchar eso, Alma. ¿Cómo los usaste tú?
—Me dediqué a escribir y escribir todo lo que sentía, cada vez que lo
necesitaba. Así me liberaba y conectaba con el Gran Espíritu, que me
acompañaba dándome consuelo y fe.
—Vaya... Los dones son la clave de la vida. Contienen la llave de la
sanación, la conexión con el ser y el propósito de vida. Yo aún no conozco
los míos.
—¿Estás seguro? —Alma le recordó mediante imágenes los diseños del
Palacio de Cristal y los que había creado para estructurar y agilizar las tareas
de El Faro y El Veganavío.
—Pero eso no es un talento como cantar, dibujar, escribir o tocar un
instrumento.
—Amador, tu don es el diseño de construcciones conectadas con el
propósito del Cielo. El mundo necesita un despliegue de Faros y Veganavíos
que funcionen de forma eficaz para acoger a millones de personas, y también
la creación de multitud de Palacios de Cristal con arquitectura adaptada a
diferentes regiones y climas como nuestro hogar. Tu don forma parte de tu
servicio a la humanidad.
—¿Eso es un don?
—¿Qué sentiste al diseñar la maquinaria industrial y los planos del Palacio
de Cristal?
—Alma… Me sentí como cuando me miras a los ojos —la miró con
lágrimas asomando en la superficie.
—Sentiste tu propio ser.
—Sí, sentí la grandeza de ese Dios en el que no creía hasta que llegaste a
mi vida. Contigo se abrió la conexión y despertó mi don.
—Qué feliz me hace oír eso, Amador. Tienes un talento extraordinario.


Planes para el camino
—Nuestro palacio estará acabado en Navidad.
—¿Tan pronto? —sonrió.
—Sí, Alma. Los troles me ayudarán a construirlo. Espejo nos ha dado su
bendición para que en un futuro podamos abrir las puertas a los seres que
busquen el camino de la verdad.
—¡Lo tenías todo planeado!
—Estoy recuperando el tiempo perdido.
Amador la miró sintiendo el inmenso deseo de compartir el mismo hogar,
darse las buenas noches, dormir abrazados, sonreírse al despertar. Cuando el
sol salió y la playa se llenó de turistas, los dos jóvenes se invisibilizaron para
seguir paseando por las nubes de otros mundos.
8
SABIDURÍA
El maestro absoluto es el Gran Espíritu
que mora en lo más profundo del ser.
Amantes divinos
Las almas que han pactado en el Cielo sanar la energía de separaciones y
divorcios, cada vez más presente en las parejas humanas, son almas antiguas
de elevada potencia energética.
Cuando se bloquea el amor que une a dos personas en un sagrado vínculo
creador de familias, esto genera tal dolor que solo un amor renovado puede
reparar. No se trata de estar juntos o no, se trata de estar en armonía.
Las llamas gemelas han descendido al mundo no solo para realizar esta
armonización dentro de sí mismas, sino para elevar el nivel vibratorio de las
uniones de parejas sagradas en los años venideros. Amantes divinos. Marido
y mujer celestiales. Hijos e hijas nacidos de Dios. Familias de luz. Mundo de
amor.


Valorar la bendición
Amador miró a Alma, que hacía listas de compras a productores locales.
«Gracias por tu fe, Alma. Gracias por darme tiempo a despertar. Gracias por
tu amor verdadero. Siento lo mucho que has sufrido. Siento lo mal que te
traté. Siento todo tanto…».
«Necesitamos tiempo para acabar de curar», le contestó ella por telepatía
sorprendiéndolo al ser escuchado. «Gracias por haber seguido el camino que
elegimos en el Cielo, Amador. Yo también siento lo mucho que tú has sufrido
y lo mal que también te traté».
«El Gran Espíritu siempre me recuerda que así lo pactamos, pero aún no
puedo entender para qué tanto dolor, Alma».
«Hemos revivido energías de vidas pasadas, del linaje familiar y de las
vibraciones de la humanidad para poder purificarlas. También hemos
aprendido a transformar el sufrimiento en alegría y el miedo en amor, para así
poder acompañar a quienes nos necesiten a lo largo de nuestras vidas».
«Es cierto, Alma. Ahora podemos valorar aún más la bendición de estar
juntos, la importancia de seguir evolucionando para estar cada vez más
unidos y experimentar la grandiosidad de lo que nos une».


Rescate
Alma veía el futuro de forma sencilla y clara, sabiendo que el desafío era
concretarlo en la Tierra. Amador, por su parte, seguía resolviendo el pasado
dentro de sí mismo. Se sentía removido tras la visita de sus padres. Por un
lado, estaba el giro interior que había dado para direccionarse hacia la luz de
un buen futuro; por otro, estaban los remordimientos, debido al daño causado
del que cada vez era más consciente.
—Fui un niño, Alma, que jugó a ser mayor. Me conociste con el corazón
roto y casi destrozo el tuyo.
—No creas que tienes tanto poder sobre mí —le sonrió ella—. Yo lo
permití. Es mi responsabilidad.
—Pero te amaba de verdad, al menos hasta donde yo sabía qué era el
amor. Sé que eso fue muy pobre, que tú ya habías conocido la luz más
grande. ¿Qué necesidad tenías de atarte a alguien como yo y cargar con tantos
problemas?
—Si camináramos en la noche por una montaña escarpada y estuvieras
cerca de alcanzar la cima gracias a la primera luz del alba, y a la vez vieras
que yo caigo con una mochila llena de piedras por una pendiente resbaladiza,
¿qué harías?
—Alma, sé lo que haría ahora y es lo que quiero demostrarte, pero sabes
bien lo que hice, a diferencia de lo que hiciste tú.
—¿A qué te refieres?
—¡Elegí abandonarte! ¡Fui egoísta! ¡Solo pensé en mi caída! El Gran
Espíritu me puso a prueba y fallé. Me envió oportunidades y las cogí como
un avaro. No pensé en ti ni en que te estaba apresando en mi cárcel de
mentiras, en mi falso mundo, donde me abrazabas mientras yo ya había roto
nuestro compromiso sin decirte nada.
Ella quiso suavizar las fuertes palabras de Amador, pero prefirió permitir
que se expresara. Él estaba siendo cada vez más consciente de la repercusión
de sus acciones y eso lo ayudaría a volar más alto.
—En cambio tú fuiste capaz de renunciar a la promesa del Cielo en
Gímaco y volver a este mundo infernal por salvarme a mí.
—Fue un rescate mutuo —ella no logró contenerse.
—No, Alma, tú ya conocías la verdad. ¿Para qué me necesitabas?
—Para lo mismo que ahora. Gracias a ti estoy aprendiendo a amar.
—¿Cómo voy a llevar adelante nuestra relación con el peso de esta culpa?
No me siento en equilibrio contigo. Siento tanta deuda hacia ti. Me siento tan
miserable. Un pordiosero que dio migajas a su diosa tan llena de amor para
él.
—Mi amor tampoco fue puro. Ya sabes lo que sucedió. Viví un dolor tan
insoportable que enloquecí. Enfurecí por protegerme y la destrucción se
apoderó de mí. Fueron muchos años de soledad esperándote, gran dolor que a
veces sentía desgarrador al recordar la separación de nuestras almas, para
luego encontrarte al fin y que sucediera lo que sucedió: un dolor aún mayor
—los conceptos, ideas y conversaciones se repetían, se soñaban y se volvían
a hablar, y así sería hasta que sanaran por completo.


Comprensión mutua
—Lo siento tanto, Alma.
—Yo también lo siento, Amador. El día de nuestra boda no me sentí feliz.
Tan solo sentía que era lo que me correspondía hacer. Era mi responsabilidad
pactada contigo y con el Gran Espíritu. Ojalá hubiera tenido un corazón más
iluminado y agradecido para apreciar un momento así.
—¿Cómo ibas a apreciarlo? ¡Ahora puedo comprenderte! Habías luchado
tanto. Tantas pruebas, tanta soledad, tanto sufrimiento. Y yo ni siquiera me
acordaba de ti, ni siquiera guardé tu lugar de honor, ni siquiera me había
esforzado por estar a la altura del amor que anhelaba, ni siquiera fui capaz de
mostrarte lo mucho que te amo. Elegí la comodidad del victimismo, en lugar
de ser valiente para crear contigo el futuro de luz del que me hablabas. Y aun
así me enviabas amor desde la distancia. Podía sentirlo. Me diste tanto, Alma.
Y yo destruí con mi egoísmo infantil todo el sacrificio que llevabas a tus
espaldas. ¿Cómo no ibas a reaccionar del modo en que lo hiciste? Mi diosa
tan sensible de otros cielos. ¿Cómo no ibas a desarrollar la defensa agresiva
en un mundo que fue tan cruel para ti, donde quienes más te dañaron fueron
quienes más debían cuidar de ti, incluido yo?
Alma sintió curación al escuchar las palabras de Amador, aunque seguía
con sus reservas, pues en el pasado él también había reconocido ciertas
realidades, pero al poco tiempo su frecuencia energética volvía a descender y
él volvía a hacerse terrenal, insensible y de limitada visión por los velos del
olvido.
—También comprendo que huyeras, Amador. Venías de donde venías.
Cargabas lo que cargabas. Es lo que aprendiste a hacer. Pero ahora estás aquí,
afrontando la vida.
—Me siento más preparado. Estoy dispuesto a lo que sea necesario, Alma.
—Conozco esas palabras —sin pretenderlo, sonó a reproche—. Iremos
viendo con el tiempo. Y sobre esa deuda que sientes, lograremos encontrarle
balance, aunque de antemano te recuerdo que no existe.
—¿Crear este palacio te parece un buen comienzo? —Amador miró hacia
las obras que habían iniciado juntos.
—Sí, el hogar es el principio de todo.
Alma sonrió sintiendo la calidez de las manos de él acogiendo las suyas.


La paz de la sabiduría
—¿Quieres hablar sobre eso?
—Delante de Amador no puedo.
—Hazlo, Alma —le pidió el joven—. Sé que tiene que ver conmigo. Yo
tampoco me siento merecedor. ¡No soy digno de algo así! Habla, por favor.
Necesito afrontar lo que sientes —Amador había potenciado su intuición y
también su valor, dado que la instó con la mirada a expresarse sobre algo que
sabía que podía dolerle, y mucho.
—Quizás sea el momento de cerrar capítulos, aquí y ahora, dentro de las
energías curativas de vuestro hogar —consideró Madre.
—Deja de protegerme, Alma. ¡Yo no lo hice contigo! Escuchar lo que
guardas dentro es lo mínimo que puedo hacer. Por favor.
—Está bien —ella bajó la mirada con pesar—. Sigo teniendo pesadillas y
esos días al despertar se escapan de mí pensamientos resentidos. Aún no
estoy reconciliada conmigo misma. Mi corazón alberga heridas de otras vidas
contigo y a veces surge el dolor. Quisiera despertar a la sabiduría que me
diera paz.
—Lo presentía, Alma. ¡Es lo que te dije! Recordé vidas contigo donde te
hice daño. En ellas viví a la sombra, eligiendo a mi favor, ¡incluso a costa de
tu propia vida! ¡Llegué a matarte por no poder tenerte! —se echó a llorar
recordando imágenes sangrientas que no lograba sacar de su mente
—Así de fuertes son las energías a las que nos hemos enfrentado —dijo
ella con seriedad en la mirada—. Sentía que matabas mi alma día a día y que
ya lo habías hecho en tiempos ancestrales. Se despertó en mí una energía de
compensación que no sabía cómo detener.
—En el pasado de Gímaco, ¡en realidad te contuviste! ¡Ahora lo veo! Si te
hubieras dejado llevar por la oscuridad que sembré, quizás ahora no estaría
vivo.
—También volví a sentir ese karma al poco de reencontrarnos. Las
energías se repetían en lo que vivíamos. Después de conocer la luz del Gran
Espíritu, fue muy duro caer de golpe en una oscuridad tan abismal, tenerte tan
cerca y a la vez tan lejos, cuando solo quería vivir nuestro amor —Alma
reprimió el llanto. Estaba harta de llorar.
—¿Cuándo se acabará todo esto? ¡A veces no comprendo nada! ¡Solo
quiero vivir! ¡Quiero amarte por completo!
—Yo también Amador, aunque nuestros corazones aún se protegen el uno
del otro —lágrimas en los ojos de ambos.
—Sabemos que la clave de la liberación está dentro de uno. Sigamos
caminando, Alma —dijo él con firmeza.


Elección
—Sí, también sabemos que lo vivido forma parte de algo superior a
nosotros. Me alivia que regresaras, que hayamos creado este hogar y que se
esté cumpliendo el motivo sagrado que nos llevó a casarnos en tan difíciles
circunstancias —Alma miró a Madre, mujer llama gemela como ella,
buscando su sabiduría.
—¿Cómo podríamos apreciar el esplendor de la luz, la bondad y el amor si
no fuera en contraste con la oscuridad, la maldad y el miedo? —Madre les
recordó enseñanzas de Gímaco—. Hemos sentido, desde nuestra esencia, ese
plan superior de experiencia vital de lo que somos. La cuestión es de qué
forma elegimos vivir ese plan. ¿Con lamento o gratitud?


Armonizarse juntos
—Gracias, Madre —dijo Amador mirando a Padre, como un acto reflejo que
pedía otra respuesta más.
—Muchachos, los tiempos de someter a las mujeres no tardarán en llegar a
su fin si colaboramos con fuerza en el despertar. El machismo y el feminismo
pueden convertirse en los puntos extremos que alcanza un péndulo en
movimiento. Amador tocó un extremo en un remoto pasado que pervive hoy
día y Alma podía haber tocado el otro extremo, de no ser por la conexión que
se nos ha ofrecido con la Esfera del Espíritu. Machismo y feminismo pueden
devenir dos caras de la misma moneda si no se unifican en la integración del
amor. Muchas mujeres de este tiempo, con el alma herida por sus vidas y las
de sus antepasadas en manos de muchos hombres, estallan en violenta
venganza de pensamiento, palabra y acción, que a su vez reactiva la violencia
del hombre. Es importante que hombres y mujeres recuerden su misión en la
construcción de hogares armoniosos, estables y protegidos. Con dignidad,
amor y fe es posible sanar los karmas sin necesidad de padecer los efectos de
las causas. Juntos podemos disminuir e incluso frenar cosechas de violencia y
muerte.


Reconciliación
Amador puso las manos en su pecho, cerró los ojos y dejó que las lágrimas
cayeran abriendo su corazón. Alma lo miraba dando gracias al Gran Espíritu
por permitirles experimentar lo que tantos seres humanos sufrían de forma
cotidiana y por haberles mostrado el camino para detener el ímpetu
desbocado de energías aniquiladoras.
Madre miró a Padre con inmenso amor. Amador abrió los ojos y se dirigió
hacia Alma, que también caminó hacia él. Se abrazaron y sus estrellas del
alma brillaron. Hombre y mujer, reconciliados en un solo ser.


Compasión hacia uno mismo
—El Mundo de Sabiduría es simple y sencillo, recto y sin dudas, sosegado
y amoroso —Luz, que los había guiado durante aquel tiempo crucial,
apareció ante ellos saludando con una suave sonrisa.
—Abuela… —Alma sintió ganas de llorar. Luz tenía una energía parecida
a la de su abuela materna, a quien tanto echaba en falta y que tanto la cuidaba
desde otros planos.
«¿Cómo podemos abrirnos al Mundo de Sabiduría?», la joven anhelaba el
Cielo en su alma. La espera se le hacía eterna. Vivir la vida sin plena
conexión con su esencia le resultaba irreal. Era como vivir manipulada por
fuerzas desalineadas del inconsciente cuando ella solo quería ser, sin más.
—Simple, sencillo, recto, sin dudas, sosegado, amoroso —repitió Amador
—. Alma, aunque intenté engañarme a mí mismo, el amor que nos une me
dio una gran enseñanza. Viví una vida vacía lejos de ti y de mis sentimientos
verdaderos. La conciencia me atormentaba y el ego me empujaba a construir
un muro protector al que traté de aferrarme. Pero al final todo fue así:
sencillo, sin dudas, amoroso. Te amo, no hay mayor verdad de mí hacia ti —
ella le cogió la mano.
—Alma, iniciaste tus dudas sobre el merecimiento del Espejo de la Verdad
con un anhelo dentro de ti: despertar a la sabiduría que te diera paz —Padre
empezó a ordenar los hilos energéticos de la conversación, que los conducía
hacia un nuevo despertar.
—Sí, Padre —asintió ella.
—El Mundo de Sabiduría empieza por la compasión hacia uno mismo, en
especial cuando hay ausencia de paz —recordó Padre mirándolos a ambos.
Alma y Amador se quedaron pensativos. Había toda una biblioteca de
sabiduría contenida en unas pocas palabras: compasión hacia uno mismo.


Hijos del amor
—Nacisteis en un entorno familiar donde las circunstancias bloquearon el
amor, de tal modo que ambos os sentisteis desvinculados de él, pues aún no
recordabais la divinidad que sois —dijo Padre.
—Fui hija bastarda del sufrimiento, el miedo, la soledad.
—Fui hijo de la inconsciencia y el egoísmo.
—Y a la vez sabéis la verdad: sois hijos del amor —habló Madre—. Lo
que sentís ahora son parvos vestigios de memorias que estáis sanando. Eso
genera vaivenes entre el Cielo y la Tierra. Conociendo esta coyuntura, dad
crédito a lo que pensáis y sentís solo cuando os halléis en vibración afín al
amor. Sabed que en este tiempo tan solo estáis atravesando un proceso
necesario para acabar de liberar huellas antiguas y poder inaugurar con
plenitud vuestro hogar.
—En efecto —corroboró Padre—. Sabéis que sois hijos de la luz, hijos del
Gran Espíritu, hijos del universo. Merecéis este hogar, merecéis este espejo y
merecéis este amor eterno.
—Así de simple es el Mundo de Sabiduría —sonrió Luz.


La verdad
—La sabiduría está despertando en vosotros y os guiará al Mundo de Paz.
Sed pacientes —los animó Padre—. Seguid caminando y la armonía de la
verdad se irá instaurando en vuestras vidas.
—La armonía de la verdad. ¡Solo hay una verdad! ¡Una verdad que
armoniza todas las verdades! ¡La verdad del amor! —Amador exclamó,
porque por primera vez empezaba a ser consciente de una frase oída tantas
veces sin ser en realidad escuchada.
Alma lo miró expectante.
—¡Ahora comprendo la verdad invisible que nos separaba! Mis energías
ya te dañaron en Gímaco, pero yo las obviaba de forma inconsciente con mis
máscaras.
«El amante del antifaz», pensó Alma para sí al recordar aquella época.
—Me alejé de ti y caí al mundo terrenal, porque no estaba preparado para
recibir la llave de luz que traías a mi vida. Se destruyó tu corazón. Atacaste
por dolor. Se destruyó el mío. Huí por miedo.
Los suelos de palacio adquirieron un matiz dorado. Las raíces de la verdad
se iban desplegando en el hogar.
—Me dediqué a ser un conquistador sin honor, bebía de tus sentimientos,
te tomaba sin compromiso y luego te abandonaba. Me comporté de forma
falsa para seguir teniendo tus favores, mientras seguía sin saber adónde iba,
sin preocuparme por arrastrarte a la mentira. Lo siento, Alma. Aún no logro
perdonarme. Esa es la gran barrera que me separa de ti: la culpa.
Los ventanales empezaron a llenarse de colores y dibujos de aves volando
entre flores y nubes.
—No te tuve en cuenta ni cuando pudiste quedar embarazada. Me fui sin
más, sin preguntarte, sin saber de ti. ¡Fui un cobarde! ¡Jamás vuelvas a dar
perlas a los cerdos! —sollozó—. Eres una joya, Alma, siempre lo fuiste.
¿Cómo puedes amar tanto a alguien como yo? Aún estamos a tiempo para
que hagas tu vida con alguien que te merezca de verdad.
Ella no podía hablar. Sus labios estaban sellados por una energía que la
obligaba a guardar silencio y a centrarse en sí misma.
—Comprendo mejor que nadie tus zarpazos de leona. ¿Cómo podías
protegerte sino en un mundo donde toda tu vida fue una mentira llena de
sufrimiento?
—¿Una mentira? —pudo pronunciar ella.
—Tu familia de origen fue una mentira y la familia que creaste conmigo
también lo fue. Lo siento, Alma. No veía más allá. Quería estar contigo, pero
lo creí imposible. Me resigné a vivir en duelo para el resto de mi vida. Pensé
que hacia lo mejor, pero solo hice lo más fácil para mí: no afrontar mis
miedos ni mis ataduras ni mi oscuridad. Me protegí a costa de haceros daño a
ti, a tus padres y al linaje familiar que tanto sembró y esperó por nuestra
unión. ¿Cómo pudiste resistir? Después de venir a este mundo, después de
tanto dolor, después de tantos años buscándome…
Amador sintió en su propio corazón lo que Alma había pasado en el suyo,
algo que ella había experimentado hacia él desde antes del reencuentro. El
joven se arrodilló en el suelo y se echó a llorar. Era un suplicio insoportable.
El arrepentimiento sincero fue curando las almas. Los jardines de los
alrededores empezaron a florecer. Árboles frutales salieron de la tierra.


Corazón de oro
—Todo está bien, Amador. Gracias a ti pude sanar, aprender, avanzar —
ella se arrodilló junto a él y acarició las lágrimas de su cara.
Él la miró a los ojos con gratitud y una sonrisa de luz.
—Recordemos siempre que lo vivido fue creado por un plan divino —lo
consoló ella.
—Eres tan pura. Ojalá el mundo pueda verte como yo te veo.
—Ojalá tú te vieras como yo te veo, como tantas veces te dije, aunque no
creyeras mis palabras. Eres muy grande, Amador. Tienes un inmenso
potencial, un corazón de oro, sentimientos puros. Solo necesitábamos tiempo.
Cada fruto madura en su momento —sonrió ella mirando el jardín floreciente
que embellecía los confines de su hogar.
Luz, Padre y Madre escuchaban la conversación de Alma y Amador como
si fueran ellos mismos quienes hablaban con sus respectivas llamas. Las fases
del camino de las flamas divinas requerían infinitas dosis de compasión,
amor y fe.


Ciclos de elevación
Las conversaciones y los procesos energéticos se repetían de forma recurrente
y circular, pero siempre progresando hacia niveles de consciencia cada vez
más elevados. Si no se completaba una etapa, no se podría pasar a la
siguiente. Si los cimientos no estaban sólidos, la misión caería.
En cambio, si se establecían buenas bases, por muchas noches en vela que
ello costara, por muchas pruebas que requiriera superar, por mucho trabajo
espiritual que se necesitara, se abriría la posibilidad de un nuevo mundo para
la humanidad. Tan sencillo y a la vez tan espectacular era el plan de amor del
Gran Espíritu.
—Merecéis este hogar, merecéis este espejo, merecéis este amor eterno —
Madre los conmovió.
—Así de simple es el Mundo de Sabiduría. Lo que es Es —reafirmó
Padre.
Amador miró a Alma con sentimiento puro, inocente, anclado en su ser.
Ella lo miró del mismo modo y ambos sintieron sus corazones abiertos a una
nueva luz que los llenó de plenitud. Las paredes cristalinas de palacio
empezaron a brillar y el Espejo de la Verdad irradió un resplandor que se
propagó hasta los mundos más recónditos del universo.


Vibración
Cuando, después de la cena, Alma empezó a teclear lo vivido al recibir
ambos el Espejo de la Verdad, se quedó trabada. ¿Cómo podía transmitir a las
futuras generaciones de llamas gemelas, a través de simples palabras, tantas
emociones, tantas experiencias internas, tanto despertar durante aquel
encuentro? ¿Cómo podía facilitar el tránsito del doloroso camino hacia la
iluminación que aguardaba a las llamas del mundo precursoras del despertar
de la humanidad?
—Hija amada —la cálida voz de Dios la confortó—, la vibración de la
palabra se extiende más allá de su forma, como la vibración de mi amor se
expande más allá del cuerpo físico de los seres humanos.
—Gran Espíritu, gracias por acompañarme siempre.
—Gracias por la fe que nos une, Alma.
—Te escucho, Madre.
—Has escrito miles de páginas y miles de ellas quedarán entre bastidores.
Quieres darlo todo y es una noble acción. Por eso te ayudaré a dar lo
necesario.
—¿Cómo puedo dar lo necesario si dejo tantas páginas entre bambalinas?
—a Alma le vinieron a la mente sus diarios personales, las cartas sin enviar
que había escrito a Amador cuando no podía acceder a él, las anotaciones
relacionadas con investigaciones sobre la misión de las llamas gemelas.
—Porque lo más importante no es lo que escribes ni cómo lo haces, sino
la vibración que transmites a través de ello —retomó el Gran Espíritu.
—Solo quiero transmitir tu vibración, Madre. Tu amor es lo único que
puede servir a quienes te busquen en esta historia.
—Ya lo haces, hija mía. Acogí tu entrega a mi voluntad y por eso estoy
aquí. Mi amor llegará y confortará a quienes reciban mi palabra por destino,
como te ha llegado y confortado a ti mientras escribías.
—Gracias, Madre —una lágrima resbaló hasta caer sobre el escritorio.


Tiempo celestial
La joven sintió alivio en los ojos con la humedad de la emoción. Hacía
muchos meses que los ojos de Alma habían empezado a quemarse, por tantas
noches frente a la pantalla del ordenador. Luz le había aconsejado que los
mojara con agua, los dejara descansar y otras recomendaciones, pero a ella se
le olvidaba, como a veces olvidaba hasta dormir escribiendo hasta altas horas
de la madrugada antes de ir a trabajar.
—Querida Madre, si solo tu vibración basta, se podría lograr lo mismo con
un breve poema nacido de tu poesía sagrada o una oración sobre los niños,
niñas y jóvenes del nuevo mundo, destinados a ser flamas divinas creadoras
de futuras familias de amor.
—Sí, Alma, un sencillo poema divino o una sabia oración podrían
iluminar a un ser perdido en la más profunda oscuridad del desierto.
—¿Y por qué son necesarios tantos libros?
—Porque el despertar con una sencilla oración solo podría darse, quizás,
en algún ser cercano a la iluminación, pues la humanidad vive una
coyuntura planetaria de oscuros karmas milenarios.
—¿Quieres decir que incluso los seres más luminosos están sometidos a
este océano kármico de arenas movedizas?
—Sí, incluso los santos y budas que regresaron para servir al propósito
divino, como vosotros, mis amados coramor.
Alma se quedó paralizada.
—En este tiempo y espacio, los seres humanos necesitáis despertar
mediante recordatorios de sabiduría progresiva, que os acompañen durante
el proceso de práctica espiritual, de la misma forma que tú has necesitado
escribir de forma continuada para conectar con tu esencia y te has sentido
lejos de mí cuando no lo hacías.
—Por eso el lenguaje de esta octología es redundante en los mensajes
sagrados y se enfoca con insistencia en los procesos emocionales y
espirituales.
—Has comprendido, Alma. Todo obedece al momento celestial que vive la
humanidad. Es un tiempo bello para aquel que logre apreciar la riqueza de
aprendizajes que provee.


Propósito
—Madre, ¿por qué si ya sabemos la verdad es tan doloroso el despertar?
—Recuerda: el dolor es el mayor motor para abrir la estrella del alma, si
uno sabe utilizarlo para profundizar en la verdad de la vida y del amor.
—La pena, el dolor, la soledad, el miedo han sido grandes maestros a lo
largo de mi camino. Comprendo que estas emociones tienen el propósito de
que ahondemos en el sentido verdadero de la vida.
—Sí, Alma, detrás de los mayores sufrimientos está la clave del propósito
vital de todo ser humano.
—Dar sentido a nuestro sufrimiento está ligado a nuestra misión de vida.
Honro la ignorancia del sufrimiento tanto como honro la sabiduría de la
alegría. Todo forma parte de la vida y todo tiene un propósito. Yin y yang en
movimiento.
—Así es, hija mía. El acceso a mis mundos celestiales nace de lo que
acabas de expresar: la gratitud hacia la vida tal como es.


Inocencia pura
—Gratitud. Cada vez puedo sentirla más en mi corazón. Tiene el poder de
la alegría pase lo que pase, como cuando de niña olvidé mi primera bofetada
y corrí a la escuela con ganas de jugar.
Empezó a llover con suavidad. Eran las lágrimas del Padre-Madre
celestial. Las gotas de agua repicaban sobre los cristales y la Cúpula del
Infinito.
—¿Por qué lloras, Madre?
—Lloro porque te escucho y siento el dolor de los niños y niñas del
mundo. Seres inocentes que acuno en mi regazo. Lloro porque me llena
sentir la fuerza del amor en seres vulnerables como vosotros. Amador y tú
habéis sufrido lo que no está escrito en estas páginas, y aun así sois
testimonio de que el amor verdadero se eleva por encima de todo.
Alma sintió esperanza, porque sabía que todo ser humano alberga una
inocencia pura capaz de sonreír y mantener vivo el amor incluso en las
circunstancias más adversas.


Lluvia de bendiciones
La puerta de la Sala Maestra donde ella escribía se abrió. Amador entró con
cara somnolienta y sonriente. La miró con plenitud por sentirla a su lado bajo
el mismo techo y bajo la misma lluvia del Cielo conmovido por el amor
mágico de las llamas gemelas. Se acercó a ella, cubrió su cuerpo con una
suave manta y la abrazó.
—Hace frío, Alma.
Empezó a nevar. El Gran Espíritu cristalizó el sentimiento de ambos en los
copos de blanca pureza. Pasada la medianoche nació una nueva Navidad.
Familia. Hogar. Amor. Las obras del palacio habían concluido.
Los dos diamantes de luz fueron de la mano hacia su hogar. Contemplaron
la nieve iluminada por las estrellas y sintieron cómo la vida vertía una lluvia
de bendiciones sobre sus destinos.


Sacrificio de amor
La vida es dulce y amarga. El viaje de las llamas gemelas contiene los
mayores contrastes en esta dulzura y este amargor. Las parejas dhármicas,
unidas por un propósito divino de instauración de amor en el mundo, vienen a
la Tierra a purificar las energías más oscuras de la humanidad a través de su
propia relación.
De forma consciente o inconsciente, este es el sacrificio de amor que el
alma unidad ha pactado con Dios. Para vivir el amor más elevado hay que
atravesar las mayores pruebas. Para alcanzar el más alto nivel celestial hay
que trascender el más bajo nivel infernal.


Vivir para servir
Multitud de llamas gemelas, habitantes de los planos terrenales y espirituales,
acudirán a ti para ser guiadas en la transmutación del más profundo dolor del
alma, por el que ya has pasado. Las relaciones humanas son un camino
espiritual y las relaciones entre llamas gemelas son el culmen.
—¿Cómo podré guiarlas y guiarme así a mí misma, Gran Maestra
Iluminada?
—Comparte tu testimonio con cada persona afín al camino que lo necesite.
Honra, agradece y trasciende a los maestros humanos, pues el maestro
absoluto es el Gran Espíritu que mora en lo más profundo del ser. Conecta de
corazón con las llamas gemelas del mundo, escucha su pesar y ofréceles el
amor de Dios.
9
BENDICIÓN
Lo que Dios ha unido
que no lo separe el hombre.
Honra familiar
—Amador y tú sois uno —la voz de Madre sonó misteriosa—. Eres madre
espiritual de sus hijos, por eso tenéis esta conexión única. Honra a su madre
biológica y encuentra tu posición adecuada para que pueda fluir el amor.
«Por favor, Gran Espíritu, envía a la madre de los niños mi respeto, mi
amor, mi deseo de bendiciones para su vida. Ayúdanos a todos, por favor»,
pidió en silencio haciendo que el Espejo de la Verdad se iluminara por
completo.


Sanación
Se acabaron las idas y venidas, los miedos, las dudas. Nuestra historia no es
lo que habíamos esperado ni soñado, pero el plan divino es…».
Quiso decir que el plan divino era una creación sublime para la sanación,
el despertar, la iluminación de la humanidad, la difusión del amor en el
mundo y muchas cosas más, pero Alma, que solía leer sus pensamientos
antes de que los expresara, no pudo contenerse:
«¡El plan divino es lo mejor!», se lanzó a abrazarlo, sintiéndose dichosa al
recibir la sabiduría despierta en él. Amador se emocionó. «Nuestras historias
terrenales de separación, miedo y sufrimiento se han repetido —dijo mirando
a sus hijos—, pero esta vez para ser sanadas por completo y regresar juntos a
nuestro Cielo».
«Sí, Amador. Siempre juntos».


Comunicación
—Amador, en este tiempo he aprendido —Alma miró por una de las
cristaleras en dirección hacia la capital del país, donde al fin se habían
encontrado—. Tú formas parte de ese destino tal como eres y tal como ha
sido y es tu vida, con todo lo que ello conlleva. Lo mismo en mi caso, porque
también yo tengo mis propios asuntos por resolver. Tal como somos es como
debía ser, porque todo es para nuestro bien y para un bien mayor.
—Tus palabras me consuelan. Ojalá pueda sentirlas siempre dentro de mí.
Todo está bien así. Gracias, Alma.
—Hablaremos de lo que sintamos, pensemos, soñemos. ¿Te parece bien,
Amador?
—Sí. Comunicación.
—¿Quieres empezar con eso que te preocupa? —le sonrió.
—Siempre me lees, Alma.
Ella le dio la mano.


Unión celestial
El Cielo había entrado en su unión terrenal. Sintieron que ya nada podría
separarlos jamás.


Siempre juntos
—Gracias, Alma.
—¿Por qué?
—Porque en lugar de olvidarme, continuaste avanzando unida a mí,
creyendo en nuestro amor, abriéndonos camino.
—No podría olvidar a quien vive en mí como yo misma. Además, era
nuestro pacto del alma: siempre juntos.
—Los compromisos sagrados que se cumplen traen milagros —
comprendió Amador a través del testimonio de ella.
—Así lo creamos juntos en el plano celestial. Sin tus velos del olvido, yo
no habría experimentado un dolor tan insoportable que me llevara a recurrir
al Gran Espíritu de una forma cada vez más absoluta. Tu desconexión
temporal de Gímaco me impulsó a un vuelo que nunca habría imaginado.
—Y tu elevación empezó a llenarme de luz a través del alma unidad que
somos —completó Amador—. Va despertando en mi memoria. El recuerdo
surge por sí solo. Es un destino escrito por nuestros propios corazones.
—Amor verdadero.
—Sí, Alma. Amor verdadero.


Hilo dorado
—¿Alguna vez dudaste de nosotros?
—Pasé muchas pruebas, dudas y luchas internas, pero el hilo dorado que
nos une siempre volvía a brillar recordándome la verdad.
—¿Qué verdad?
—Que fuimos creados el uno para el otro.
—Me conforta oír eso —suspiró él—. Mi tragedia fue sentir esa verdad y
creer que no podríamos estar juntos.
—Pero aquí estamos —ella le acarició la cara, él se giró y se besaron.
—Quiero estar completamente para ti y los niños, tomar las riendas de mi
vida y coger el timón de nuestro barco juntos —alzó él la voz.


Unidos
—Me siento afortunado por hacer este camino contigo.
—Yo también, Amador. ¡Las llamas gemelas son el espejo más minucioso
del universo entre ellas!
—Alma, nunca pensé que estuviera viviendo en tal oscuridad hasta que vi
tu luz.
—Gracias por seguir viendo esa luz que es tuya, a pesar de los infiernos
que hemos atravesado.
—Cielos o infiernos, no importa, siempre que sea unidos —Amador la
conmovió con aquellas palabras.


Gestión emocional
—Es común en muchos hombres esta ausencia, esta forma de huir, como
aún me sucede a mí, Alma. Es tiempo de aprender a conectar con nuestras
emociones, expresarlas, gestionarlas, y afrontar la vida con la fortaleza del
corazón, en lugar de protegernos con la dureza de frías armaduras de metal.
—Las mujeres, por lo general, estamos en un tiempo de aprender a serenar
la emocionalidad y el desasosiego ante esa ausencia masculina y a equilibrar
la carga que supone llevar lo que ciertos hombres no logran sostener durante
el repliegue en sí mismos. También nosotras tenemos nuestra parte de
responsabilidad en el cambio. El equilibrio entre el yin y el yang es la base de
la armonía. Todos vamos en el mismo barco hacia la nueva era.


Transformación interior
—Alma, lo siento. Me doy cuenta de lo mucho que han sufrido las
mujeres la ausencia de los hombres a lo largo de la historia, desde los que han
partido a la guerra para regresar heridos en cuerpo y corazón, o no regresar,
hasta los hombres inmaduros fruto de una época machista, que no saben
responsabilizarse de sí mismos y envejecen en casa de los padres o se
recluyen en adicciones al trabajo o a sustancias.
—También esos hombres han sufrido. Es duro vivir desconectado del
corazón inocente del niño interior, de las emociones, de la espiritualidad, del
amor verdadero, que es la única fuente que puede saciar la sed de vida y
llenar el vacío existencial.
—Sí, Alma. Son tantas experiencias humanas dentro de uno mismo, y
entre hombres y mujeres, que es más de lo que puedo abarcar y comprender
ahora. Pero sí sé que estamos aquí para sanar, despertar y activar el cambio.
—Lograrlo en nosotros como pareja es impulsar esa transformación en la
humanidad. Así de simple y sagrada es la misión de las llamas gemelas, y de
todas las parejas que sienten ese cometido.


Orden en la vida
—Ahora recuerdo con más consciencia la naturaleza de nuestro vínculo y
el propósito de nuestro encuentro. No vinimos juntos al planeta solo para
vivir un romance en la Tierra, sino para impulsar el siguiente salto evolutivo
de los seres humanos. Y ese proceso empieza en nosotros de forma
individual, activado por la existencia del otro.
—Sí, Amador, ver este espejo y abrillantarlo para ofrecerlo como legado a
las siguientes generaciones es nuestro llamado.
—No hemos venido a tener vidas perfectas a nuestros ojos, sino vidas
perfectas a los ojos de Dios gracias a la perfección de su gran amor.
—Gracias, Gran Espíritu, por ayudarnos a ver con más claridad —Alma
inclinó la cabeza.
—Cuando todo estaba oscuro, ¡casi nos volvemos locos con tanta
atracción y rechazo! ¡Qué polaridad tan potente! —bromeó Amador—.
Necesito vivir esto con alegría, porque solo con pensar en los niños, su
educación, el trabajo, la misión, nuestra relación y todo lo que sueño que
vivamos juntos…
—Te dan ganas de huir —Alma le leyó el pensamiento.
—Sí —Amador desvió la mirada.
—¡Pues no pasa nada! ¡Huye un rato! ¡Pero luego regresa! —logró que
sonriera y la mirara de nuevo.
—Sí, con alegría sí que puedo.
—Así es mejor para todos. ¿Y qué crees, mi bello espejito, que yo no
tengo esas ganas de huir?
—Tú siempre te quedas y afrontas.
—Pero por dentro una parte de mí se va hacia mi propio mundo.
—¿A dónde?
—A mis sueños.
—Alma, pongamos en orden en nuestras vidas para que puedas realizar
esos sueños, que de algún modo también son los míos.
—Sí, vamos organizarnos bien para avanzar y volar cada uno en su propio
camino y en el de ambos.


Descansa en Mí
«Por favor, Dios, ayúdanos a dejar de hacernos daño unos a otros; guíanos
para aprender a amarnos a nosotros mismos, para saber amarnos en pareja y
vivir relaciones íntimas con verdadero amor».
La joven caminó con sigilo hacia la Sala Maestra, cogió su diario de
conversaciones con el Gran Espíritu y empezó a leer páginas al azar previas
al retorno de Amador.
—Mi querida Madre, antes que nada, quiero agradecerte lo que haces por
mí y por todos. Aunque todavía no he logrado conectar con la alegría del
corazón ni con el wu wei ni con el amor a mí misma y a los demás, veo todos
tus regalos.
—Y yo veo tu corazón sincero, Alma.
—Madre, me siento triste. Por favor, guíame a hacer tu voluntad, a ser
expresión viva y canal puro de tu gran amor.
—Toma aliento, hija, descansa de este largo viaje. Ha sido mucha carga,
fatiga, espera, grandes aspiraciones aún por realizar… Todo a su tiempo.
Todo llegará.
—Madre, es un gran dolor estar desconectada de mí misma, de ti.
—Vuelve a mi corazón más a menudo.
Tú y yo somos uno.
Sella tus labios y descansa en mí.
Todo se dará por sí solo.


Solo quedará el amor
—No entiendo su huida dejando todo y a todos en el aire, sin afrontar.
—Es su forma postergada de protegerse del dolor, que tú buscas evitar
afrontando de forma precipitada. Ya lo sabías: sois dos caras de la misma
moneda.
—Madre, necesito una estructura de vida. Vuelvo a estar sin raíces. Son
muchos años que parecen perdidos, muchas ganas de volver a tus brazos
fuera de este mundo, aunque sé que no es la manera. Deseo empezar desde
cero, sin ningún rastro de pasado en la mente de nadie.
—Las historias vividas desaparecerán un día. En realidad ni siquiera
existen. Desapégate de ello. Nada quedará, salvo el amor. Solo vive la vida
que te corresponde.
La estructura de vida ya la tienes. Tienes tu lugar en el centro de mi
corazón y una llama gemela con quien realizar una misión.
—Él ya no está, Madre.
—Date tiempo y dale tiempo. La distancia es buena en este momento. Yo
permití vuestra separación para que el fruto de vuestro encuentro germine en
tiempo divino. Es momento de realizarte por ti misma, de mirar hacia tu
propia vida, tu propio futuro, tu destino. Si Amador mira un día contigo, eso
será algo grande, muy grande. Aprovecha este regalo, hija mía. No hay más
lágrimas que derramar, nada te faltará jamás. Pronto sentirás la dicha del
agua tras el desierto, la libertad, el amor.
Al leer aquello, Alma se dio cuenta de que el Gran Espíritu ya le había
hablado del retorno de Amador, de la oportunidad de empezar un nuevo ciclo
lleno de luz tras la limpieza del oscuro pasado por resolver que los había
separado.


Engrandecer el alma
—¿Y por qué ha sucedido, Madre? —siguió leyendo Alma.
—Son aprendizajes y pruebas para engrandecer el alma. Has de
experimentar muchas vivencias y emociones, pues te necesito para dar
comprensión y consuelo a otros seres perdidos.
Lo vivido era solo una preparación. Pronto llegarán las bendiciones. Iré
colocando todo en su sitio a través de la vida.
Es preferible que no tomes decisiones en este tiempo de tregua. Date un
respiro. Aunque lo intentes, no podrás huir de tu destino verdadero, porque
te diriges a él con amor a toda velocidad. Y el amor solo atrae amor: amor
en la persona verdadera y amor en cada circunstancia de tu vida.
Ahora vive este duelo con paz. Es algo pasajero. El karma es un regalo
evolutivo. Nada más.


Fluir natural
—¿Y Amador?
—Él siente lo mismo que tú: lucha interna, contradicción entre la cabeza
y el corazón, pero aún no puedo retirar el velo de su mirada, porque está
aferrado a su bloqueo del pasado y tiene miedo de avanzar. Necesita
aprender por sí mismo que no hay nada más doloroso y alejado del amor que
la muerte en vida.
—Es cierto, Madre, yo también sigo con la lucha interna, solo que él huye
y yo me empeño. Sí, dos caras de la misma moneda. El amor necesita fluir de
forma natural. Sin huidas y sin forzar.
—Paciencia, Alma. Vuestro amor es verdadero. Nacisteis para glorificar
mi supremo amor en este mundo.


Bendición en camino
—Empezar por la compasión es la clave. Es otro hombre ausente como mi
padre, pero al final mi padre regresó, abrió su corazón y logró hablar.
—Lo mismo sucederá con Amador. La inestabilidad emocional cesará y
tu hombre saldrá de la oscuridad para avanzar hacia el amor. Todo a su
tiempo. Aprovecha para avanzar en tu camino.
—Madre, él se casó con ingenuidad, inconsciente de que las energías
empujaban en contra de nuestra unión, y yo me casé haciendo un sacrificio
insano al ser consciente de ellas.
—Porque confiabas en mi ayuda. Así que sonríe, hija mía, porque la
bendición está en camino. Eres afortunada porque puedes ver las dos caras
de la dualidad: sois polos opuestos caminando hacia el equilibrio. Y eres
honrada porque tuviste fe en vuestro amor y diste el paso por encima de
todo.
Ten paciencia. Todo está hecho ya. El momento de retomar vuestra
relación por destino de llamas gemelas llegará por sí solo.


Lo que Dios ha unido
—También me inquieta otro asunto, Alma.
—Cuéntame.
—Es sobre la frase sagrada: «Lo que Dios ha unido que no lo separe el
hombre». En mi situación, como en la de tantas personas separadas,
divorciadas… No sé, Alma, tengo una enorme confusión mental. ¿He
quebrado alguna ley sagrada? ¿Te he arrastrado conmigo a ello?
—Gracias por pensar en mí, aunque ¿sabes? Yo te elegí tal como eres. Yo
te elegí, Amador, en la adversidad y en la prosperidad, para caminar juntos de
regreso al hogar. Sobre lo demás, me falta sabiduría para responder. Quizás
podemos encontrar respuestas juntos o acudir a Espejo.
Él la abrazó y al cabo de un rato continuó con sus preguntas.
—Si yo también te elegí para casarme contigo, ¿fue un error mi pasado?
¡Pero los niños son sagrados! —mostró gesto de angustia.
—Ya conoces la enseñanza: no hay errores en la vida, tan solo
aprendizajes hacia el amor. Y los niños nacieron porque así lo quiso el Gran
Espíritu. Son enviados del Cielo, Amador.
—Oírte me calma, aun así… El matrimonio… La frase…
—Voy a compartir lo que siento.
—Sí, por favor.
—Siento que la frase «Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre»,
permaneciendo verdadera en esencia, es adaptable a diferentes situaciones y
tiempos históricos.
—¿A qué te refieres, Alma?
—¿Considerarías que un matrimonio arreglado por intereses económicos o
de poder es una unión creada por Dios o ideada por el ego del ser humano?
—Tal vez Dios no sea quien une a esas personas, aunque lo permite para
dar espacio al libre albedrío. Creo, aun a riesgo de estar equivocado, que esa
no es su voluntad de unión matrimonial en nombre del amor.
—Aun así, el Gran Espíritu siempre abre nuevos caminos hacia Él.
—Sí, Dios escribe con letras sagradas incluso el destino de las vidas más
perdidas —Amador pensó en su propia historia.
—Lo que Dios une es desde el amor verdadero y, por tanto, es
indestructible. Nada ni nadie lo pueden separar.
—Y ese amor verdadero, Alma, si todos somos uno, ¿acaso no puede
sentirse con cualquier persona?
—Sí, aunque no como pareja sagrada de unión matrimonial divina, porque
cada uno ocupa su lugar en la Tierra y en el Cielo.
Amador se quedó pensativo y ella añadió:
—No todas las estrellas pueden ser el sol ni todos los satélites la luna.
¿Acaso algún otro cuerpo celeste podría jugar el papel armónico perfecto
entre yin y yang de ambos amantes cósmicos?
—Dicho así puedo comprenderlo mejor, porque ninguna alma puede
ocupar el lugar que le corresponde a otra alma, igual que tú respetas el lugar
de la madre de los niños y te sitúas como madre de corazón.
—Sí, Amador. Por eso siento que en este tiempo de transición a una nueva
era de matrimonios entre flamas divinas, es vital que escuchemos a Dios en
nuestro corazón. Hoy día existen matrimonios que viven su ciclo completo en
esta vida y otros que viven un cierre para dar paso a vivencias pendientes con
otras almas o a la conexión de llamas gemelas, tan expandida en este
momento histórico. Lo esencial es vivir cada relación con amor.
—En caso contrario, se generará un nuevo karma por cerrar más adelante.
—Y respecto a la frase sagrada, para mí, en este tiempo, también puede
interpretarse en referencia a las uniones creadas por Dios en la Esfera del
Espíritu. Una pareja celeste o un alma unidad que viene a la Tierra tomando
forma de dos personas es inseparable. Cuando se han conocido, jamás dejan
de pensar la una en la otra, como ya hacían de un modo nostálgico y sutil
antes de encontrarse. El uno y el otro viven dentro de uno mismo, aunque se
casaran con otras personas, porque esa unión es espiritual y ambos son uno.
—Es algo difícil de comprender si no se experimenta —dijo él—. Durante
mucho tiempo llevé esos sentimientos en soledad, hasta que pude
compartirlos con Fénix. Por eso es tan importante respetarnos unos a otros sin
juzgar.
—Sí, Amador. Conociendo en cuerpo y alma la verdad de las llamas
gemelas, podemos ver la gran importancia de que el ser humano se prepare
espiritualmente para enlaces de amor verdadero, donde se cumple de forma
absoluta el dicho de «lo que ha unido Dios».
—Llegar hasta ese reencuentro y conexión requiere un elevado nivel de
evolución espiritual, de lo contrario es muy fácil caer en el infierno del espejo
cósmico —recordó Amador por experiencia propia.
—Sí, por eso es ineludible la práctica espiritual de una vida en amor.
—Y una fe como la tuya, Alma. Soy testigo de tu lealtad a nuestra
conexión más allá del tiempo y las circunstancias. Siempre te sobrepusiste a
lo que estaba sucediendo y a lo que pudiera pasar, aun a riesgo de sacrificar
tus deseos humanos y obteniendo por mi parte menos que nada. ¿Qué mujer
habría apostado por mí en el estado en que me encontraste? ¿Qué mujer
habría soportado tanto dolor entre ambos, perpetuado por mis ciegos y serios
errores? ¿Qué mujer seguiría a mi lado con tanto por resolver aún en mi
corazón y en mi vida? Tu amor me inspira.
—Nuestra experiencia me guio hacia el corazón de Dios. Recuerda
siempre que fue nuestro pacto del alma para evolucionar.
—Gracias por alumbrarme, Alma —se alivió él.
—Gracias por ser uno conmigo. Gracias al Gran Espíritu por esta vivencia
juntos.


Amor verdadero
—El amor verdadero trasciende toda forma y supera cualquier obstáculo
—confirmó Amador con su propio testimonio.
Los dos coramor se sintieron honrados, reconocidos y amados al sentir la
energía auténtica de las palabras. El peso de la culpa y del pasado se iba
llenando de luz. Amador miró a Alma y la abrazó con gratitud. Tardó un
tiempo en hablar de nuevo.
—En estos tiempos, las relaciones que no son de amor verdadero son aún
más complicadas de sostener que en el pasado.
—Sí, porque el matrimonio en la Tierra busca cada vez con más fuerza ser
espejo del matrimonio en el Cielo.
—¡Ojalá recuerde todas mis vidas que este amor verdadero existe también
en la Tierra! —rogó él.
Aunque Amador había aceptado que los velos del olvido al bajar a la
Tierra lo habían alejado de Alma, deseaba con todo su corazón pasar con ella
todas sus vidas si así lo disponía el Gran Espíritu hacia el mayor bien de
todos los seres. Ella era su amada eterna y el ser a través del cual podía elevar
con mayor potencia sus alas hacia Dios.
Alma sentía lo mismo. Sus corazones se abrazaron.


Te llevo dentro
—Te quiero mucho, Amador —le había dicho en sueños.
—Te quiero mucho, Alma. Pienso en ti. Te llevo dentro.
—Yo también. Me gustaría abrazarte.
—Estos días he estado trayendo el sentimiento del mundo cuando nos
abrazamos. A veces lo evoco, Alma.
—Yo también... Y acaricio tu cara, nos damos las manos, nos miramos.
Sonreímos felices.
—Aún no sé bien cómo vivir sin eso. Y sé que si te abrazo no puedo evitar
sentirlo.
—Creo que no fuimos unidos por el destino para vivir sin eso —intuyó
ella—. Es luchar contra el amor. No se puede.
—Es cierto, nada puede impedir que siga amándote —él abrió su corazón
sin temor.
—Ya lo traíamos. Está en nosotros. Yo también a ti, te amo.


Amor del alma
Alma se quedó pensando en las pruebas por las que habían pasado durante
aquel tiempo y luego expresó:
—Por encima de cualquier vivencia del pasado, heridas, miedos, bloqueos,
sombras, egos... Por encima de todo siempre está ese amor clamando por salir
y ser vivido.
—Es más hondo que todo ello, sí. Tenemos el don de ser conscientes, la
humildad para reconocerlo, la imposibilidad de negarlo porque es intrínseco
—dijo él—. Así lo siento yo, no me puedo negar. Haces que me sienta
especial, más yo, más vivo. La vida tiene otro color, gracias a ti. La vida no
solo es vida, Alma.
—Me sucede igual, Amador. Ahora estoy trabajando en la Costa Dorada.
Ha sido un tiempo especial, a pesar de tu ausencia.
—Me alegro muchísimo. Siempre te llevo dentro, aunque no sepa cómo
hacer algunas cosas, Alma. Estés donde estés, nada lo puede cambiar.
—Me gusta que hablemos —ella sintió que era un buen momento para
cerrar la conversación, por la intensidad debido a todo el tiempo que llevaban
sin comunicación, pero a la vez sintió resistencia a la despedida—. El
proceso de cura en la distancia ha hecho que mi amor crezca. Amor hacia ti,
amor verdadero.
—Sí. Amor del alma.


Salir de la crisálida
—¿Sabes, Amador? La clave no es el «cómo», sino el «qué». Eso que te
preocupaba, el «cómo», es lo más fácil. Solo hay que soltar, porque de eso se
encarga la vida. Cada vez siento más claro el «qué». Siento no haberlo tenido
tan claro antes. Llegaste a mi vida con un espejo demasiado fuerte de heridas
pasadas. Pero se están curando. Y puedo sentirte de forma mucho más pura y
bella.
—Sí, te entiendo. El «cómo» pueden ser muchos caminos. Me alegro
mucho de que estés sanando. También yo voy descubriendo cosas,
sacándolas, avanzando. Un camino bello. Siempre te agradeceré cuánto he
conocido gracias a ti. Ya sea con nuestro espejo o por traerme tanta
consciencia al existir tú. Desde el primer día que nos encontramos.
—Te doy gracias por lo mismo, Amador. Había que pasar por ello para
salir de la crisálida. Proceso doloroso pero grandioso. Si estuvieras aquí ahora
te llenaría de besos y abrazos. Bueno, ya lo hago.
—Sentir tu presencia ya es muy reconfortante, como besos y abrazos en el
alma. Gracias por venir. Me alegra mucho saber de ti.
—Tu compañía es preciosa, es estar conmigo misma, estar en casa, en el
paraíso, conectada al universo, juntos.
—Siento lo mismo, Alma.
—Y cuando escribo es también estar contigo, porque vives en mí. Estás en
cada letra, coma y espacio vacío. Mi vida estuvo parada mucho tiempo, te
buscaba, fue muy duro. Al llegar tú, todo lo que estaba bloqueado en mi
corazón salió como un volcán. Ya se amansan las aguas, poco a poco.
Gracias por este amor.
—Y a ti, por hacerlo posible, por estar ahí, eso es lo que importa, no el
cómo. Un abrazo, Alma.
—Te amo con todo mi corazón y tengo fe en el amor. Te abrazo desde
nuestra esencia, Amador.


Eres yo
—Tienes fuerza, Alma, ya lo sabes, eres muy especial.
—Tú también, Amador, mucho más de lo que crees. Te veo, eres yo.
Llamas gemelas.
—Sí, sé que es así y no puede ser de otra forma. ¡Qué cerca te siento!
—Yo también a ti.
—Contigo, entre los dos, es fácil escribir en el futuro del Cielo.
—Me has emocionado con esas palabras...
—El camino se endereza y es solo uno.
—Sí, Amador. Solo necesitamos recordarlo siempre para seguirlo
fielmente, envueltos por su luz.
—Alma, sé escribir en el Cielo. Contigo encontré qué escribir y el
momento de hacerlo. Escribirlo con la fuerza de ambos. Cada uno aportando
lo suyo. No hacerlo me entristece.
—Pues hazlo —le animó ella con una sonrisa.
—Gracias.
—Lo que se nos ha dado es el mayor regalo del universo. Una aventura de
amor y hacia el amor más grande.
—Me conmueves, Alma.


Futuro de luz
Hilos dorados del universo tejieron el destino de amor más puro. Aves fénix
surcaban los cielos de las montañas más elevadas de todos los mundos.
Unicornios dorados desplegaban sus alas marcando el rumbo de un futuro de
luz.
—Dulces sueños, Alma.
—Sí, dulces sueños juntos. Enlazaba nuestros pies, hace días que me pasa.
—Deseaba descansar en tu regazo.
—¿Notas cómo se unen los cuerpos por magnetismo? Me siento enlazada
a ti.
—Sí, Alma, es un imán continuo.
—Antes, cuando empezamos a hablar, sentía nuestras caras juntas. Vivirlo
de verdad, aquí, en este tiempo que nuestras almas eligieron, es para mí el
camino a la plenitud.
—Es maravilloso, y entiendo también como plenitud lo que siento contigo
en estos momentos que evocamos ahora. Son un único camino de plenitud.
—Sí, ambos, Cielo y Tierra. Nuestro Cielo ya lo conocemos. La Tierra es
la gran aventura por vivir.
—¡Sí! —sonrió él.
—Siento que hemos vivido muchas aventuras juntos en la Tierra. Esta vez
es una nueva oportunidad.


Energías cósmicas
—¿Sabes, Amador? Creo que se abre un nuevo ciclo, no solo para
nosotros. Este ciclo trae verdad y amor.
—Yo también lo creo. Esencia, autenticidad.
—Sí, la propia vida está sacudiendo las máscaras, lo obsoleto, lo oscuro,
para seguir abriendo paso a la luz que la nutre. Todos estamos inmersos en
ello. Es un baile cósmico de energías que nos atraviesan. Y a mí me provoca
un impulso de conexión con tu mirada, de renovación interior que limpia lo
vivido y me conecta de nuevo a ti, quedando solo el aprendizaje, el
agradecimiento y el amor.
—Eso es maravilloso, Alma, que abras paso a ello, que lo sientas. Eres
muy especial por percibirlo y vivirlo de esta manera. Como el cariño, el
amor. Alma, estoy contigo. Te tengo presente y también lo que sentimos. Te
abrazo.
—Yo también a ti. Estás siempre. Eres parte de mí. Amador… Mi amor.
—Descansaré con estos sentimientos, abrazándolos a ellos, a ti, a mi yo
contigo.
—¡Cuánto, pero cuánto, me llena tu mirada, tu sonrisa! —exclamó ella al
recibir su imagen.
—Y a mí la tuya, Alma.
—Ha sido maravilloso volver a saber de ti. Sentir la conexión. Tu calor. El
amor. Ver en la distancia tu cara preciosa.
—También para mí, Alma, volver a conectar y hablar de lo que siento.
Decírtelo y saber que es mutuo. Sí, ahora dormimos. Un beso, mi reina, te
abrazo. Te quiero.
—Yo también a ti. Te quiero, Amador.


Expresar sentimientos
Al llegar a palacio, el Espejo de la Verdad se iluminó y le dijo: «Confía. Sois
llamas gemelas». Aquel mensaje volvió a conectarla con la luz y esa nueva
vibración la llevó a escribir un mensaje distinto al anochecer en el mismo
sueño.
☐ —Amador, ¿estás bien?
☐ ¿Puedo ayudarte en algo?
☐ Hoy hay fuegos artificiales en el castillo.
☐ Me gustaría verlos juntos.
ʘ —Alma, ya me has ayudado tendiéndome la mano, abriendo la
posibilidad de que hablemos y mostremos nuestros sentimientos. Darles
salida es lo que entre nosotros más podías hacer, y lo has hecho.
ʘ Me he estado abriendo en estos meses. Liberando temas, algunos de
hace muchos años que me acechaban todavía.
ʘ Te cuento esto porque sí, necesito ayuda. Tengo mis bloqueos. Tenerte
presente me está aliviando, y eso te lo agradezco. Es muy difícil ir contra los
sentimientos. Buscar razones donde lo más elevado de uno no las encuentra.
Ay, Cielo, Tierra, conjunción entre ambos...
ʘ Soy consciente de que no he curado heridas. Prefiero poner atención a
lo bello ahora. A tenerte presente, a observar esa realidad, nuestra verdad.
ʘ También me gustaría ver los fuegos artificiales juntos.
☐ —Gracias por abrirte, Amador —Alma sintió alivio al recibir
respuesta de él. Lamentaba las heridas de ambos. Sabía que las energías, el
carácter, el comportamiento, tantas experiencias entre los dos que no habrían
cabido ni en miles de libros, habían contribuido por igual a todo cuanto
habían vivido.
☐ Me llena conocerte. Es conocer más de lo que albergo, ese círculo
interior que comparten el yin y el yang (no sé si me explico) —sonrió ella
con un emoticono.
ʘ —Sí, te explicas. Te entiendo, Alma.
☐ —Amador, más espejo, imposible. Suscribo todo lo que dices.
☐ Y también estoy enfocándome en el amor. Es la única forma de curar
heridas. LA ÚNICA —puso en negrita y mayúsculas, aunque luego hubiera
preferido marcar así la palabra AMOR.


Encuentro clave
☐ Amador, gracias por compartir. Cuando abres tu corazón, algo en mí
se ilumina. Me emociono.
ʘ —Yo también me emociono, Alma, me acerca a ti y me muestra a mí
mismo.
☐ —Amador, siento muchos deseos de abrazarte. Todo mi cuerpo, mi
alma, se abren a ti.
☐ Es maravilloso que estés haciendo ese trabajo interior. Es el camino
verdadero: abrir paso a la luz del corazón. Clave de la felicidad. Eso fue
potenciado por nuestro encuentro. Hay una misión detrás. Una misión de
amor.
ʘ —He ido viendo nuevos destinos en mí, descubriendo. Nuestro
encuentro es clave en mi vida.
☐ —Sí, también ha sido así para mí.
☐ Sin ti, mi gran espejo, reflejo de mi propia alma, no sé cómo habría
podido llegar a lo más hondo de cuanto llevaba dentro desde quién sabe qué
pasado.
☐ Sin ti, mi bello gemelo, no sé cómo habría experimentado en mi
propio corazón ese amor incondicional que, aun habiendo pasando los pozos
más oscuros y dolorosos, sigue amando al otro, como a mí misma, con un
amor aún más puro, real y verdadero cada vez, sin fantasías ni ilusiones, en
medio de la dureza terrenal, floreciendo blanco y puro como la flor de loto
enraizada en el barro oscuro, que también forma parte de este mundo.
☐ Me gustaría conocer esos destinos que ves en ti. Sí, nuestro
encuentro ha sido clave para recibir un regalo vital hacia el despertar y la
liberación de lo aprisionado en nuestros corazones, pasado muy antiguo.
☐ Ese regalo grandioso vino envuelto también de gran dolor. El
envoltorio generó dudas, miedos, separaciones, pero la perla siempre estuvo
dentro brillando, esperando a su momento de salir.


Pulir un diamante
☐ Dicen que duele mucho cuando Dios pule un diamante. Es un
proceso vital que nos fue regalado. Por más que aún nos quede herida a
ambos (pronto la sanamos, ¿vale?). Ser consciente de este REGALO es una
gran ayuda. También me ayuda a curar heridas poner consciencia en lo que
llevábamos dentro en el invisible cada uno de nosotros. Eso atrajo y generó
todas y cada una de nuestras vivencias hasta el más mínimo detalle.
☐ En este tiempo he reflexionado mucho sobre ello, sobre la
minuciosidad del espejo entre nosotros y en cómo la vida nos propulsó con
nuestro encuentro hacia la purificación en la que estamos inmersos.
☐ Entonces, en lugar de mirar afuera, miro adentro, veo la paridad en el
dolor vivido por ambos, te abrazo con un lo siento sincero y agradezco. Te
agradezco, mi precioso Amador, por ser tú el ser destinado a amarme tanto
como para vivir algo así. Solo un alma que ama con el amor más puro elige
vivir algo tan extraordinariamente intenso en las dos facetas de la vida: luz y
oscuridad.


Me dirijo a ti
ʘ —Con la mirada puesta en lo más profundo de mí mismo, en aquello
que tanto añoro, hacia donde me dirijo, ahí es donde estás tú —él le llegó a lo
más profundo del corazón.
ʘ Y aquí, en este mundo, ¡claro!
ʘ Siempre me he disfrutado con la sabiduría expresada con tus palabras.
ʘ Me he disfrutado... Qué raro suena —rió Amador con otro emoticono.
ʘ Sigo pensando en ti.
ʘ Siempre a lo largo del día y la noche. Gracias por estar ahí.


Sabía que existías
☐ Es muy sorprendente para mí haberte llevado tan dentro de mí.
☐ Escribir sobre ti antes de encontrarnos.
☐ Escribir desde tu alma antes de mostrarla.
☐ Te amo mucho, Amador.
ʘ —Descubrirlo en su momento lo fue para mí, cuando leí las primeras
páginas.
ʘ —¿Descubrir que tú eras el protagonista del libro?
ʘ —Sí. Bueno... que yo era ese chico.
☐ —Te abrazo y me siento llena de ti —escribió ella en negrita.
☐ Buenas noches, Amador. TQM —emoticono de un corazón rojo.
ʘ —Alma, te quiero mucho —otro corazón.
☐ —Amador…
☐ Gracias por todo.
☐ Feliz noche y nuevo amanecer —se quedaron dormidos soñando el
uno con el otro.
10
TRANSFORMACIÓN
Podemos lograrlo y convertir el mayor dolor vivido
en el mayor abono para la gran cosecha que nos espera.
El sentido de lo vivido
«Aunque sostenía la distancia con fe y el Gran Espíritu me ayudaba, ahora
que estás más cerca me siento más libre de ese peso por lo inconcluso, por el
vacío, por la incertidumbre, por tantos asuntos pendientes de ser acogidos y
comprendidos por ambos, y sobre todo por tanto amor retenido en una presa
constructo de la mente, ajena a nuestro verdadero ser.
«Mi querido Amador, cuando sea el momento hablaremos, si también tú
quieres, de las heridas que aún asoman. Nos escucharemos con cariño, les
daremos paz, poco a poco.
«Dos almas heridas, dos niños anhelantes de amor, perdidos en la
hostilidad de una noche sin estrellas que los guiaran, huérfanos en medio del
frío, cegados por velos mundanos y hostigados por la oscuridad de energías
inesperadas, merecen toda la compasión y todo el amor.
«Fuertes energías desviadas pueden aniquilar el alma y destruir el mundo,
pero bien canalizadas pueden conectar con la esencia y crear el paraíso. Es
tiempo de alinear ese inmenso caudal con la luz que nos habita. ¿Lo sientes?
«Si seguimos caminando con la mirada puesta en lo verdadero y en la fe
hacia el sentido de lo vivido, podemos lograrlo y convertir el mayor dolor
vivido en el mayor abono para la gran cosecha que nos espera. Todo obedece
a un propósito. Un día lo comprobaremos con gratitud, alegría y honra a la
vida».


Remanso de paz
—Sabiendo qué quieres en la vida, poniendo tu intención sincera y tu
voluntad férrea en ello, todo saldrá bien.
—Es cierto, lo experimenté cuando mi temor a perderte y a perderme a mí
mismo fue mayor que el temor a sufrir. A través de ti recordé y desperté la fe
que hay en mí.
—Gracias a ti por lo mismo, Amador.
—¿A mí? ¿Por la fe?
—Sí.
—¿Por qué?
—Si no hubiera pasado esta prueba de tantos años en este mundo con mi
fe puesta en lo que somos, ¿cómo habría sido testigo de su manifestación?
Ahora sé que mi fe era y es verdadera, gracias a lo vivido juntos, a nuestro
plan celestial. Por eso puedo darte lo que también recibí de ti.
—Me conmueve la perfección del espejo, Alma —se le enrojecieron los
ojos, cúmulo de tantas luchas cruentas en tierras desoladas, que al fin
encontraban un remanso de paz en el manantial del amor.


Última oportunidad
—Así fue. En ese ensueño compartí contigo algo importante que estaba a
punto de suceder: la elección crucial entre dos caminos.
—¿Cómo olvidar el momento más decisivo de nuestras vidas, Alma? El
cambio de etapa, el portal de luz que se cerraba, la última oportunidad en esta
vida —el cuerpo de Amador se tensó al recordar la presión que sintió.
—El Gran Espíritu me lo había advertido: o tomábamos nuestro regalo o
nos sería retirado. El tiempo de maduración había llegado. Un nuevo ciclo se
iniciaba. La puerta que se nos había abierto desaparecía al no ser utilizada. O
caminábamos juntos o volveríamos a separarnos hasta… ¿Cuándo? ¿Siglos?
¿Eones? Por más que vivamos el uno en el otro en esencia, la unión física es
la completitud, el círculo espiritual de la perfección, el anhelo colmado de
vivir el hogar del Cielo en la Tierra.
—Sí, Alma. Cuando me hablaste de ese tiempo celestial, sentí esa verdad
en mi propio corazón. Ya no había cabida para las dudas ni para los bloqueos
ni para los miedos. O traspasaba mis barreras o postergaba la oportunidad de
renacer.
El joven se apenó al recordar aquel momento decisivo, donde el
autosabotaje nacido de la falta de amor propio luchó con todas sus fuerzas
utilizando las armas más mortíferas: los «no puedo», los «no saldrá bien», los
«tengo miedo a sufrir», los «no pasa nada, con el tiempo la olvidaré», los «no
pudo ser»… ¡Todo mentiras!, porque su alma clamaba por vivir el regalo
divino de la serendipia que los había unido gracias al hilo dorado que los
hacía inseparables.
—Al final lo hiciste, Amador. Lo lograste.
—Nuestra alma unidad lo logró. Y ahora estamos juntos en este paraíso
con los niños —miró a su alrededor con una sonrisa—. Gracias por tu fe,
Alma. Gracias por todo.
—Gracias también a ti por todo, Amador —se sonrieron.


Liberación
Una noche, en otro ensueño, había hablado de ello con Amador. Al estar
distanciados, la conversación apareció en forma de mensajes de móvil:
ʘ —Es un inmenso alivio que volvamos a estar comunicados al fin —le
dijo él desde el mundo onírico—. Hoy he dado un paso más en liberarme de
cargas. Me alegra, porque se abren puertas.
ʘ Gracias, Alma, por hacer que mi vida sea más amplia allí donde mi
visión se va posando.
ʘ Es gracias a ti.
ʘ Pasa bonita noche, despierta con un bello amanecer.
ʘ Nos vemos en el mismo Cielo.
ʘ Te «como quiera que se llame aquello que me hace feliz estar
vinculado a ti» mucho.
☐ —Sí, comunicados al fin.
☐ He aprendido mucho estos meses sobre movimientos cósmicos
planetarios que nos han atravesado, desgarradores, pero triunfales para
quienes los superan por el simple hecho de entregarse a ellos con fe. La
mayor prueba de amor.
☐ Cuéntame de ti, Amador, quisiera saber cómo está tú/mi corazón.
ʘ —Hoy he tenido un día un poco raro, triste, pero también tienen
derecho estos días a existir. Así que lo he vivido tranquilo en casa.
ʘ Deseo contarte cosas de mí. Las tengo por aquí para compartirlas
contigo.
☐ —Me gustaría cuidar de ti, también ser cuidada por ti, cuando nos
necesitamos.
☐ Ayer leí que Dios aprovecha todas y cada una de nuestras
experiencias. Todas tienen un sentido y forman parte de algo superior que
veremos en su momento. Me dio paz.
☐ Sé que es así, por más que quisiera cambiar vivencias del pasado.
Siento que sin ellas faltaría algo importante, por duras que fueran.
☐ Amador, vamos a ir curándolo todo, viéndonos a nosotros mismos
con mucho valor, respeto y amor, y con esa misma energía proseguiremos
hacia el destino verdadero que nos espera, sea cual sea, porque es el más
maravilloso que pueda existir, porque está creado de amor.
☐ Abrazo con cariño cualquier experiencia dolorosa tuya, mía, de
ambos.
☐ Te pienso, te abrazo, te quiero.
ʘ —Yo también y sí a todo, Alma.


Mundo invisible
ʘ Siento una sensación de libertad que me llega por dejar atrás
responsabilidades que no me correspondía llevar. Algo invisible. Siento
paulatinamente que la opresión se me está yendo.
ʘ He estado triste, Alma. El vacío que vivo, la llamada a que se llene. A
veces no sé qué llamo para llenarlo, solo lo intuyo.
ʘ Pienso en ti en momentos, en cosas que percibo...
ʘ Dios mío, Alma, ¿qué hacemos aquí?
ʘ Es muy bello el camino que voy viviendo, que voy descubriendo. Pero
la belleza está en las cosas que antes desconocía y ahora conozco, que puedo
experimentar y con las que puedo interactuar, provenientes de lo que no se
ve, traídas a este mundo y que, a pesar de gritar por su derecho a estar aquí,
estaban olvidadas.
ʘ Quizá sea eso lo que me desespera o genera ansiedad, lo que chilla
desde otro mundo por estar aquí.
ʘ Gracias por escucharme.
☐ —Gracias por compartir, Amador.
☐ Tu parte divina, tu verdadero ser, quiere salir.
ʘ —¿A ti te sucede, Alma?
☐ —Siempre me sentí muy conectada con lo invisible, con la voz y la
guía de Dios. Pensaba que era así para todos.
ʘ —He aprendido en este tiempo sobre la mente y sus limitaciones,
sobre las decisiones del corazón verdadero y de la mente —escribió él.
☐ —Y es un amor grandioso, que da calor, amor, paz, consuelo, cobijo,
aun cuando uno atraviesa el más oscuro infierno, que forma también parte de
la experiencia humana de vivir —se les cruzaron los mensajes.


Verdad interior
☐ El valor está en seguir el verdadero corazón más allá de los
autosabotajes mentales, miedos, inseguridades...
☐ Cuando uno traspasa esa barrera, descubre los milagros. Entonces la
fe se convierte en una palabra con sentido.
☐ Por eso es tan importante saber el «qué»: qué quiere mi esencia de
mí, qué he venido a hacer al mundo, qué camino he de seguir.
☐ Escuchar la verdad interior y dar pasos adelante sin más, aunque por
el camino haya miles de errores sagrados (aprendizajes necesarios), es
cumplir la mayor misión: vivir libre y a corazón abierto, abriendo ese camino
a otros.
☐ Pensar mucho sin avanzar es perderse en círculos sin fin, pasan el
tiempo y la vida, pero dar un paso y otro hacia ese «qué» verdadero es lo que
genera la plenitud y va llenando vacíos. Porque el vacío proviene de vivir
desconectado de uno mismo sin hacer lo que uno vino a hacer. Esa es mi
experiencia.
ʘ —Gracias por escucharme, Alma. Contigo habla una parte vital de mí
y juntos abrimos un camino de luz.
Al llegar el cansancio, se dieron las buenas noches y durmieron abrazados
de nuevo.


Pensamiento recto
—Amador, me gustaría que nos viéramos en persona. He de tomar
decisiones que tienen que ver contigo y con el hecho de que seguimos
casados —le dijo de forma directa en uno de los ensueños, con cansancio
acumulado por sostener la más larga desaparición de él, sin ningún tipo de
explicación ni cierre.
Estar unida en matrimonio con un hombre que, una y otra vez, elegía
desaparecer de situaciones que era necesario afrontar, no solo le hacía
recordar la locura espiritual de haberse casado con él por ser quien era en el
alma, sino que se había convertido en una losa terrenal que no le
correspondía arrastrar. Si a él no le importaba ser una carga para otras
personas, era su decisión, pero ella buscaría la salida de aquella prisión con
ayuda de Dios. La vida continuaba.
¿Tan difícil era enviar un breve mensaje en un solo momento lúcido en
medio de tanto tiempo? ¿Tan complicado era que Amador tuviera empatía
con ella, quien tantas veces le habló de la sensación de un marido que va a la
guerra y el desasosiego de no saber si va a regresar; quien con tanto detalle le
había compartido sobre la ausencia de su padre y lo que se generaba en ella
cuando él hacía lo mismo?
Por aquel entonces, la joven no podía llegar a comprender lo que estaban
viviendo. El Gran Espíritu mantenía ciertos velos para poner a prueba su fe.
Presentía y aceptaba, no sin ciertos malestares temporales, que aquel era el
plan de sus almas, aunque en lo humano se mostraba surrealista por
completo, falto de consideración, respeto y amor.
Ambos habían sufrido como consecuencia de la polaridad que los habitaba
cuando esta se repelía. La única distinción era la de siempre: ella recordaba
Gímaco y tenía la mirada puesta en Dios con su estrella del alma. Él seguía
perdido en la oscuridad de la limitada visión humana. Ella tenía en cuenta los
sentimientos de él y lo que pudiera necesitar, pero no era así a la inversa.
¡Qué fácil habría sido una relación con un hombre más similar a ella!
«¿Acaso dar a luz a un hijo o a una hija es algo fácil?», le preguntó el Gran
Espíritu en su fuero interno. «Únete a mi pensamiento recto, Alma. Estoy
dando a luz a la nueva humanidad». «Sí, Madre, lo siento. Gracias».


Vivir de verdad
☐ —«¿Qué hacemos aquí?», preguntabas —Alma siguió la
conversación onírica con Amador—. Pues una sola cosa: aprender a vivir el
amor. Es un camino para valientes. Sin valor, no hay conquista. Espero que
logremos caminar ese camino, sea cual sea. Eso sí, viviendo de verdad. Esas
son las decisiones en las que me hallo. Estoy iniciando algo nuevo. Un
abrazo, Amador.
ʘ —Me alegro de que inicies algo nuevo en base a vivir de verdad.
ʘ Cuando tú inicias algo nuevo, es bueno. Tú eres buena.
ʘ Un abrazo, Alma.
☐ —Es el ciclo nuevo del que te hablaba. Lo siento en mi cuerpo, en el
corazón.
☐ Ese ciclo me habla de un tiempo decisivo, un portal que se cierra, un
tren que pasa, un momento crucial que determinará dos destinos muy
distintos.
☐ Noto cómo se acerca ese momento y algo me llama a elegir una
dirección.
☐ Pero aún no, aún no quiero hablar. Me pone muy triste.
☐ En su momento sí lo haré.
☐ Hoy me despido ya. Un beso, Amador, voy a seguir escribiendo los
libros, porque en ese mundo encuentro las claves que necesito para utilizar en
este.
ʘ —Pienso en la línea que nos separa a ambos, Alma.
☐ —La línea solo está en la mente.
ʘ —En ocasiones descubro nuevas claves para sentir el otro mundo,
traerlo viviendo en este.
ʘ Quiero hacerlo muy consciente, estando muy presente aquí.
ʘ Cada vez están más mezclados.
ʘ Alma, cuando sea el momento lo pronunciarás.
☐ —No sé si sabes de qué hablo. A veces siento que quieres vivir el
amor desde detrás de la ventana, protegido, sin salir al jardín que miras y
empaparte de sus olores, colores, sensaciones reales.
☐ Hemos venido a este mundo a vivir el amor de verdad. Es lo único
que sé. Vivirlo desde la mente es el vacío que sientes. El amor que se vive no
deja vacío.
☐ Y sí, Amador, para «pronunciarlo», como dices, primero he de
tenerte delante, cosa que no depende de mí.
☐ Dices que es bueno cuando inicio algo, pero lo más importante que
inicié en mi vida fue contigo, una familia, un camino, un futuro, y en cambio
nunca sé cuándo volverás a desaparecer, cuándo podremos hablar cara a cara
de verdad, cuándo...
☐ Me alegra que hablemos. Es solo que... bueno. Una Navidad más
separados... No la veo, Amador. Es esa zona de tiempo donde se bifurcan dos
destinos. Y me pone muy triste pensar que no lo logremos, por más que en
momentos de fe dejo la parte humana y siento que vamos a recibir ayuda.


Realizar lo verdadero
☐ Los libros ya casi están. El servicio a los demás sigue su curso con
fuerza. Eso que tanto me presionaba por no estar haciendo cuando estuvimos
juntos, seguir caminando lo que me pedía la vida, sentirme viva y no muerta,
ha tomado su rumbo y los días son plenos. Mi único pesar es nuestra familia
separada.
☐ Quisieron contratarme en un trabajo para todo el año, pero sentí que
había de estar disponible para algo de más amplitud. No sé qué es. Ya me
conoces: me lanzo al vacío. Zonas de confort al contenedor del reciclaje.
☐ Bueno, llevo con esto dentro mucho tiempo. Ya lo hablaremos, ¿sí?
☐ Te quiero mucho, Amador. Ven pronto, cariño, hagamos real lo
verdadero o nos separarán desde arriba por desagradecidos, complicados y
testarudos —emoticono de risas.
☐ Se quedó dormida y él le contestó mensajes que ella recibiría como
un impacto en medio de la madrugada.
ʘ —Alma, he leído varias veces tus pensamientos y me vienen otros que
te transmito. Quiero que sepas que lo hago consciente de quién eres, de que
todavía solo percibo una ínfima parte de quién eres para mí, por pequeña que
sea, suficiente para extasiarme de por vida.
ʘ Mi pesar es que en nuestro compartir, en lo cotidiano, yo tenía
comportamientos, actitudes, pensamientos, tomaba decisiones..., que te
desagradaban, te hacían sentir incomprendida, faltada al respeto, herida.
ʘ Mi pesar es que se generaban situaciones que me hacían sentir no
comprendido, faltado al respeto, herido.
ʘ Incorporado desde el principio.
ʘ Siento que cabalgamos un amor celestial sin silla de montar.
ʘ También es real, lo sentimos aquí, así que derecho tenemos a hacer
con él lo que consideremos. Te respondo con ello a tu medio broma de que
«nos separarán». A veces mi intuición me dice algo parecido. Recuerdos
temerosos del apego. Pero sé que somos parte del Cielo. Lo que es nuestro
nada nos lo puede arrebatar. Es. Y lo bello es traerlo a la Tierra.


Pesares
ʘ Comparto contigo, Alma, una sesión de desarrollo personal a la que
asistí, en la que afronté mi bloqueo principal de estos meses. Gracias por
regalarme tu atención.
ʘ En una de las sesiones, y como sabes, se sacan temas reales. Mi
cabeza estaba en nosotros. Mi gran pesar. Me costó llanto, y varios minutos
verbalizar las palabras. Mi gran pesar era no haber conseguido traer el Cielo a
la Tierra.
ʘ Se me caen las lágrimas, Alma.
La noche lo abrazó y se quedó dormido con el corazón lleno de
emociones; entre ellas, bienestar hacia la posibilidad de volver a estar juntos.
Fe naciente.
☐ —Amador, te leo y me llegas a lo más hondo —en ese momento,
después de tanto tiempo incomunicados, las palabras de él fueron un alivio
que aplacó en Alma pasadas suposiciones sobre que en realidad no la quería.
Ese alivio se convertiría más adelante en la certeza de otro peso: Amador
no tenía fe en que era posible traer el Cielo a la Tierra. Su actitud no era de
avanzar en el camino, sino de abandonar en la cuneta, o en todo caso, de
deambular a su manera: dejando que la vida pasara sin tomar parte activa en
el devenir de los acontecimientos. ¿Dónde estaba el coramor que había
buscado durante tantos años?
Él se sentía incomprendido, porque no veía más allá de los límites
incapacitantes que se había autoimpuesto a lo largo de los años. Velos y más
velos se erigían como obstáculos en el retorno a casa, cual cascada para el
salmón.


Dos junto a Dios
El éxito en el santo propósito del matrimonio dependía de la voluntad de
amar de dos junto a Dios. Durante la mayor parte del tiempo, solo habían
sido Alma y el Gran Espíritu, mientras que Amador se había dedicado a cavar
su propia tumba para esconderse de la vida en ella, inconsciente e
irresponsable de las dañinas consecuencias que sembraba con su elección de
huida, sintiéndose víctima, cuando en realidad se trataba de su propia
cosecha.
En un pasado no tan lejano e incluso aún en el presente, tan irreverente
comportamiento se consideraba un vergonzoso deshonor hacia el cónyuge,
los padres y el linaje de ambos, pero en los tiempos de decadencia de la
moral, hombres y mujeres estaban perdiendo el norte de la ética divina.
Alma había elegido considerar aquel trance no solo un espejo, sino sobre
todo una oportunidad en forma de prueba para unirse de forma cada vez más
absoluta con el Gran Espíritu y para elevarse con mayor compasión, perdón y
amor incondicional hacia todos los seres, incluida ella misma, desde el
aprendizaje que le ofrecía la existencia de Amador y la expresión de esa luz
hacia él.
Ahora era su marido, por ajena que aún le sonara aquella palabra sin
todavía sustento real en su historia. Él era la persona a quien había entregado
el valioso compromiso de unión hasta la muerte, con la intención de
evolucionar juntos, como un equipo creado por Dios para tal fin, y por tanto,
seguiría adelante en aquella adversidad, ya prevista en el sagrado juramento,
por más que no podía supeditar su vida a las decisiones inconscientes de
aquel ser que todavía estaba tan perdido en la oscuridad.


Enlace en el Cielo
Había logrado transformar en tolerancia las reacciones terrenales de ira y
desesperación que se desataron en Gímaco a través de la Sombra de los Mil
Lobos. No obstante, siguió sintiéndose atrapada porque, aunque el divorcio
era la solución humana generalizada, que entendía que tantas personas
acabaran tomando no sin gran dolor, romper el sacramento del matrimonio
con su propia alma unidad no era opción para ella, a menos que él diera ese
paso, algo que en momentos de energías insoportables la joven llegó a desear,
pues se habría aprisionado en una cárcel aún mayor de ruptura de la ley
divina, que la habría abocado a una oscura existencia. Lo sabía sin más.
¿Cómo podía siquiera imaginar deshacer en la Tierra lo que había sido
enlazado en el Cielo con tanto amor? No solo no era posible, sino que la
habría llevado a vivir el resto de su vida en una farsa de dañino desenlace
para su corazón.


Realidad desnuda
Si estaba llamada junto a tantas almas hermanas a vivir como una suerte de
mártir de a pie por una causa evolutiva celestial, asintiendo al karma, al
dharma y a la voluntad divina, lo haría, por más que de vez en cuando a su
ego humano le resultara no solo complicada sino también insulsa la forma en
que se presentaba la prueba.
Durante esas breves manifestaciones egoicas, habría preferido escribir
aquella historia común y corriente del siglo veintiuno como el relato de una
vida fascinante llena de romance, épica y gestas legendarias.
Lejos de distanciarse de la realidad mediante la imaginación, su corazón
verdadero había resuelto que fuera sincera y valiente para mostrar en cada
página su alma de luz y oscuridad, la desnudez de su historia entremezclada
con la de multitud de personas amadas en el uno que todos somos, para
romper las corazas colectivas del miedo y abrir caminos a la verdad del amor.


Soltar el control
Si algo tenía en claro era que Dios llamaba a la humanidad a vivir en
felicidad y libertad. Alma agradecía conocer el «qué» desde lo más profundo
de su ser. Solo el Gran Espíritu sabía el «cómo» y a Él entregaba su vida,
soltando el propio control, cada vez más humilde en el reconocimiento de su
incapacidad humana. Ese era el modo en que el Mundo de Paz se iba
despertando en su corazón: entregándose a Dios.


Almas valientes
☐ —Siento que no vinimos sin silla de montar —contestó a Amador—,
porque en nuestra esencia hay miríadas de sillas. Al contrario: vinimos con
una gran bendición del Cielo, llena de amor divino, por la valiente decisión
de encarnar de este modo en esta tierra, con estas herencias, con estas
energías, con estas circunstancias, para lanzarnos con fuerza a lo que vinimos
a realizar juntos, como es propio de los yin-yang que se encuentran en este
tiempo tan extraordinario.
☐ Vinimos a contribuir en la sanación familiar y del planeta, algo
natural, aunque pueda sonar grandilocuente, más allá de todo anhelo
romántico, porque esta entrega a algo mayor es el más inmenso romanticismo
que existe, porque es amor divino.
☐ Vinimos con la amnesia propia de este mundo. Tú me olvidaste, o
me recordabas vagamente como un vacío de alguien que no sabías si existía o
si estaba en este planeta. Yo venía de años de profunda soledad y lágrimas
por no saber dónde estabas, porque sentía que mi vida era contigo, que
teníamos que hacer algo importante juntos. En esos tiempos, llevaba la carga
de sentir que me correspondía en gran parte encontrarte, aunque todo estaba
en manos de Dios.
☐ Aún me pesan las circunstancias en las que nos encontramos. Siento
que este amor es tan divinamente fiel, tan sencillo y puro que no deja cabida
a la más mínima intromisión externa, a la más mínima mota de oscuridad, a
lo más mínimo nada que no sea amarnos y llevar nuestro amor al mundo por
encima de todo. Por eso el camino me demanda de forma acuciante,
ascendente y gradual asentir, abrazar, ordenar, agradecer y avanzar.


Confluencia de caminos
☐ Este tiempo separados es una transición de sanación que necesitamos
pasar, aunque para mí no se trata de una separación humana que corta sin más
con lo que duele, pues sabemos que eso no resuelve, sino que prosigue e
incluso agranda los asuntos inconclusos, sino una separación para crecer
hasta que la afinidad de los caminos vuelva a confluir. El matrimonio
verdadero es para toda la vida, honrando cada fase del proceso de crecimiento
juntos que conlleva.
☐ Amador, la voz de amor me lo dijo aquel día tan infernal entre tantos
infiernos vividos, inconcebibles para mi mente y mi corazón: teníamos que
pasar por ello, somos amados por el Cielo.
☐ Sin esa voz que me ha sostenido en las tormentas más devastadoras
de mi vida para seguir en pie, superando cada prueba necesaria para elevarme
hacia mi ser, no sé si seguiría viva. Literalmente.


Grandes pasos
☐ Solo perfectos polos opuestos pueden atraerse de tal modo y encajar
como unidad en este mundo de dualidad cuando vibran en amor. Solo tales
polos opuestos pueden desencadenar la brutal repulsión de la disparidad
energética cuando la frecuencia desciende (ataque-huida, parloteo-silencio,
rabia-tristeza, fuego-frío, aceleración-apatía, emocionalidad-racionalidad),
dos caras extremas del mismo espejo de cristal, que vinimos a armonizar en
este mundo.
☐ Hemos encarnado con la herencia de un sufrimiento humano
abismal, de ahí lo vivido. Sé que hemos dado grandes pasos y que era
necesario hacerlo por separado para poder respirar y ponernos en pie.


Travesía en el desierto
☐ Amador, vivimos huérfanos de corazón hasta que llegamos a
Gímaco, debido a las mismas energías que nos estaban haciendo huérfanos a
nosotros el uno del otro, huérfanos de lo único que mantiene viva y plena a
una persona, y sin lo cual un ser humano puede morir o llegar a enloquecer:
el amor. Es tiempo para la humanidad de sanar, trascender la orfandad y
llenarnos de ese amor único de nuestro Padre-Madre celestial.
☐ Seres que siguen en la amnesia pueden sobrevivir sin ello como
autómatas durante algún tiempo, pero tarde o temprano se hace vital volver a
reencontrarlo dentro. Ese camino arduo, travesía en un desierto de retorno al
oasis del paraíso perdido, deshaciendo cada paso que nos alejó del hogar,
conlleva un periplo tortuoso, como los cuarenta días de Jesús en el desierto,
hostigado por el diablo, como las pruebas que cada santo y buda existente
han vivido en su travesía de regreso a casa.
☐ Ese desierto plagado de diablos nos lo hemos puesto de frente el uno
al otro. Mi mente ya no me engaña: todo lo que me diste fue un regalo, por
más lágrimas que costara. Las que salen de mis ojos ahora son lágrimas de
amor y abrazo lo doloroso vivido por ambos. Te quiero, Amador.


El mayor aliado
☐ Dicen los sabios que cuando Dios quiere elevar a un ser humano, le
quita todo hasta dejarlo solo con sus huesos, atravesando profundidades de
dolor, soledad, hambre, frío y miseria, porque solo desde esas cenizas es
posible la resurrección.
☐ Mi amor, por duro que parezca, sé que podemos. Tenemos al mayor
aliado de nuestra parte: el Gran Espíritu. Lo llevamos dentro. Está en todo.
Lo es todo.


Tu misterio
☐ Últimamente, siento desaprovechada cada noche que no te abrazo
antes de dormir. En el pasado no podía ni pensar en ello, estaba en proceso de
cura, de encontrar esa sabiduría que me permitiera acoger tus actos y los míos
con amor. Tuve pesadillas hasta que al fin me hablaste, en medio de la
comunicación permanente que tiene mi alma con la tuya cada día desde
siempre.
☐ Gracias por abrirte. Cada vez que lo haces, me das el mayor regalo.
Mi anhelo por conocerte y empaparme de tu misterio es inmenso, y me lleva
a ti magnéticamente. Es conocerme también a mí, es conocer el Cielo.


Tu nombre
A la mañana siguiente, nuevos mensajes:
ʘ —Deseo que hayas descansado, Alma.
ʘ Digo mucho tu nombre porque en sí encarna varias cosas: te quiero,
eres mi Cielo en la Tierra y, en el mismo Cielo, lo más bello que he
contemplado, tu presencia dentro de mí... (referirse a esto cada vez que lo
mencione).
ʘ Alma, gracias por compartir tus pensamientos, me aportan claridad.
Quisiera ahondar en alguno de ellos. Conocer más hasta dónde llegas en
ellos. Encontrar los puntos en común que expresamos con diferentes
palabras. Hablar de los que vivimos de distintas maneras.
ʘ Te quiero, Alma.
Al anochecer:
☐ —Amador, se están moviendo muchas cosas.
☐ Me encantaría saber lo que te quedó por decir anoche y ahondar
juntos como me escribiste esta mañana.
☐ Sobre el nombre... Es muy especial y me llena lo que sientes. Te diré
más: a veces llegué a observar cuántas veces lo pronunciabas y escribías,
porque a más veces más amor sentía. Hasta en eso somos iguales. Fíjate en
cuántas veces he debido escribir el tuyo, Amador. Ahora me contengo, que
me da vergüenza porque se ha desvelado el secreto —sonrisas.


La propia oscuridad
☐ Lo que te comparto que se mueve son realidades para afrontar si
queremos avanzar en lo verdadero, más allá de los resultados.
☐ Hay cosas de nosotros mismos para ver, asumir, acoger con amor y
transformar. No era solo que nos sintiéramos faltados al respeto, heridos y
todo lo demás, es que lo hacíamos realmente, y para ver eso hay que tener
suficiente amor propio y coraje, porque es lo más duro y difícil, ver la propia
oscuridad, los propios patrones que nos han enjaulado toda la vida, las
propias debilidades humanas.
☐ Lo mío lo veo y aunque te replicara en su día para protegerme,
también lo veía, solo necesitaba un espacio amoroso donde darle luz. Mi gran
trabajo ha sido y sigue siendo amarme tal como he sentido que Dios nos ama,
por encima de todo.
☐ Solo ese amor permite un campo energético para que pueda
realizarse la transformación. Cuando uno no se ama a sí mismo, no está
preparado para verse, porque el ego bloquea con fuerza para protegerse, pero
lo hace desde el miedo. Es un camino de vida.
☐ Amador, en tu corazón auténtico yo no veo un hombre que abandona
y llora por lo que no pudo ser, sino un coramor alado que se lanza a la
victoria del amor por ardua que sea la batalla interior, porque nació para ello
y porque sabe que merece ese destino de luz.


Ampliar horizontes
ʘ —Alma, me has transmitido muchas cosas sobre las que quiero
reflexionar, porque detrás está aquello que percibes, que sientes. Disfruto con
tus mensajes y también siendo consciente de que aprendo mucho contigo.
Hay un mundo muy vasto de aprendizaje en nuestra conjunción. Amplía
horizontes. No sé si me he expresado correctamente, se me cierran los ojos.
Se quedaron dormidos. Alma despertó de madrugada. Llevaba días con
insomnio y con el nivel de energía bajo por el desgaste de cuanto movía en
ella la comunicación que mantenía con Amador.


Prisión
De nuevo se vio inmersa en las mareas oscuras del apego al ser amado, sobre
quien percibía lo que se atrevió a decirle en el Mundo de Ensueño:
☐ —Amador, ¿te sientes atado a la vida que llevas, falto de lo que más
plenitud te daría, queriendo hacer algo con tu existencia que aún no sabes qué
es?
☐ Tu/mi alma me ha despertado. Es como si me dijera que estás
aprisionado, que no la escuchas, algo así, no sé cómo ponerlo en palabras.
☐ Es un imagen oscura, de obligaciones llevadas con sonrisa de cara a
la galería, pero triste por dentro, de anhelar otra vida, pero de no sentirte
capaz ni merecedor de ser feliz de verdad (cosa bien falsa, porque mereces el
cielo que eres).
☐ Alma grande bloqueada en una prisión con rejas que la limitan. Alma
que te grita que ya no puede más, que quiere salir y expandirse de verdad.
☐ Perdona, Amador, siento que es muy privado, pero es que forma
parte de mí y es parte de lo que no me deja dormir estos días. ¿Por qué te lo
digo ahora? Es una presión que sale a través de mí porque la percibo con
nitidez y si no la expreso acabaré con insomnio crónico. Voy muy cansada...
Mucho.
11
ESENCIA
El amor ya está en ti.
No necesitas nada, porque ya lo eres todo.
La separación no existe
Sintió que se acababa la vida, la esperanza. Horrible, horrible, horrible, su
muerte, ya nada tenía sentido, nada… Todo, todo, todo el significado de su
vida se había ido con él.
Por más que supiera que la vida tenía un propósito, sintió que todas las
aspiraciones, todo el amor, todo lo más extraordinario, el mayor regalo del
universo… se habían ido de repente.
«Amador ha muerto y yo no lo sabía —lloraba—. Nadie me había dicho
nada. Ni siquiera en algo así fui tenida en cuenta. ¡Vampiros! —su sombra se
apoderó de ella—. ¡Soy su mujer! ¿Cuándo lo vais a entender?».
Gritó y gritó. El alma entraba en muerte espiritual, desconexión de la vida,
caída al vacío de la soledad. Seguía gritando y con el sonido de sus gritos…
se despertó. No fue hasta al cabo de un buen rato que fue consciente de que
había sido una pesadilla.
«¿Qué está sucediendo? —se dio un tiempo para reflexionar—. La
dificultad para dormir es consecuencia del apego, del temor, de la
incertidumbre. La clave es soltar, confiar, tener fe. Cada vez que suelto,
avanzo en mi vida. Suelta todo temor, Alma, solo existe el amor.
«La pesadilla me ha mostrado mi mayor miedo, Amador: perderte. Pero
incluso así la vida sigue y solo necesito seguir conectada a Dios. La
separación no existe. Si caminamos juntos, está bien. Y si no, también. Todo
está bien.
«Tantas veces tuve miedo a perderte después de tantos sacrificios para
encontrarte, que al final la vida me enfrentó a esos miedos. Miedos que,
unidos a las energías de un nacimiento desarraigado y tantos años de
desamparo, me llevaron al aferramiento violento por instinto visceral de
supervivencia. La locura de la oscuridad vacía de la luz del amor».


Repetición de historias
«Entonces… ¿qué estoy haciendo? Estoy escribiendo mi destino para crearlo
en la realidad, como sucedió hasta que te encontré, Amador, pero ahora es
distinto.
«Quiero que el destino también forme parte de tus decisiones. Es cierto, te
tendí mi mano de nuevo con estas conversaciones para acercarnos, aunque
siempre anhelé que la mariposa lograra el reto de volar por sí sola.
«Hay mariposas humanas que necesitan un aliento de amor para saber que
pueden, para saberse en terreno seguro, para sentirse apoyadas.
«Se cierra el portal. El tiempo ha madurado para nosotros, Amador.
«El hombre de mi vida no está regresando a tiempo, como tampoco lo hizo
mi padre Ángel. Me quedé huérfana de él y la historia se repite. Energía de
hombres que abandonan la familia, hombres llenos de dolor, hombres
necesitados de cura y compasión.
«La historia se repite y debo dejar que siga su curso. Ya no voy a escribir
el futuro, porque respeto tu libre albedrío, Amador, aunque eso nos separe
durante mil vidas. Respeto tu elección. Te amo de verdad —lágrimas
resbalaron por sus mejillas».


Voluntad divina
«Se acabaron los sueños de volver juntos a Gímaco. Ahora empieza la
voluntad divina en su totalidad», supo al instante con su entrega absoluta a
Dios.


Tu existencia me impulsa a avanzar
—Sí, Alma, ahora empieza la vida de verdad —le dijo Madre saliendo del
espejo para abrazarla.
La joven se echó a llorar. Su corazón estaba liberando los últimos
remanentes de apego a su llama gemela, al deseo de crear una familia, a los
sueños de un destino de amor compartido. Y no solo eso, sino algo aún más
difícil para ella: estaba soltando los caminos misteriosos de la misión, el
anhelo de contribuir en la liberación de tantos corazones que aún sufrían, el
deseo de apoyar las restauraciones matrimoniales en base al amor verdadero,
la aspiración de favorecer la armonía en las familias a través de su testimonio,
la visión de la editorial multimedia de luz, los Faros y los Veganavíos. Todo.
«Mi amado Gran Espíritu, dejo mi vida en tus manos. Sabes que estoy
dispuesta a todo. Por favor, haz tu voluntad en mí».
«Gracias, Amador, una vez más tu sola existencia me impulsa a avanzar.
Contigo o sin ti, pero siempre en mi corazón» —sollozó.
—Me siento perdida, Madre, había construido toda mi vida con dirección
a él desde años antes de encontrarle y hacia la misión desde que nací. ¿Y
ahora qué? ¿Hacia dónde camino? ¿Cuál es mi destino?
—Tu destino sigue palpitando en tu corazón —Madre le apartó las
lágrimas de la cara—. El Gran Espíritu guía tus pasos. Sigue caminando con
fe.


Milagro de amor
Poco a poco fue llegando un nuevo estado de liberación, de paz en su
corazón, de entrega a la voluntad divina.
En ese proceso, la joven recordó cuántas veces quiso guiar los pasos de su
vida hacia la unión con Amador y cómo cuanto más se esforzó en ello más se
esfumaron aquellos sueños entre brumas de irrealidad.
Él, su gran espejo, el más profundo reflejo de lo que la habitaba: dolor,
miedo, alegría, fe, amor.
«Gracias, Amador, todo esto es gracias a ti, a lo que tu existencia genera
en mí. De entre todos los milagros de amor que hubiera podido imaginar
entre nosotros, un hogar, una familia, nuestros hijos, un destino juntos, hacer
el bien a los demás, siempre unidos, este, Amador, es el más grandioso e
inesperado que podía haber recibido: lograr soltar mi voluntad y entregarme
por completo a la de Dios. Gracias, amor. Solo tú, espejo de mi alma, podías
despertar algo tan grande en mí».


Siempre te voy a amar
Se acabó vivir en mundos paralelos para embellecer una realidad que ya era
bella por sí misma, para asimilar una vida en la que había caminado sin
completo asentimiento, para comprender lo que no necesitaba ser
comprendido, sino vivido, aceptado y amado.
Ya no era necesario que dijera nada a Amador, como había pensado hacer
en la próxima conversación onírica: «Es más fácil de lo que crees, solamente
es creer que puedes, saber que puedes y demostrarte que puedes. Solo hay
dos elecciones: ser un hombre común o un verdadero coramor. En esta
elección se bifurcan dos destinos».
No. No era necesario nada que buscara generar un cambio en él, porque
todo estaba en ella y en su propia transformación. La clave estaba en sí
misma: hacer sin hacer, presencia, desapego, escuchar al Gran Espíritu, fluir
en los pasos que marcaba el destino verdadero.
«Hay algo más importante que nosotros: el amor que nos une. He venido a
este mundo a vivirlo, sea del modo que sea. Siempre te voy a amar. Ahora he
de seguir caminando», pensó.
No estás sola, Alma. La vida es hermosa. Yo, el Gran Espíritu, lo soy todo
y siempre he estado ahí: desde la soledad de tu nacimiento hasta la
oscuridad vivida, disuelta por la nueva luz de tu mirada. Armonía.
Templanza. Equilibrio. Ahora puedes verme. Ahora te liberas para abrirte a
mi plan mayor. Ahora sientes el Mundo de Paz.
«Gracias, Gran Espíritu, por todo a través de él, mi amor, Amador».


Tu fe es mi fuerza
—Mi amada Alma, nada se ha desvanecido. Todo es real —la voz de
Amador en su corazón la llenó de compañía—. Tú puedes ver los mundos del
espíritu que subyacen bajo la ilusión del mundo terrenal. Ayúdame a ver,
ayúdanos a ver la luz del amor. Llegaste al mundo con el ojo de tu estrella del
alma abierto. Te acordabas de mí del mismo modo que recordabas a Dios.
Por favor, mantén tu fe ante la prueba que represento para ti. Aunque forme
parte de nuestro acuerdo álmico, perdóname los daños causados por mis
límites y debilidades humanas. Como tantos seres perdidos, yo también te
necesito. Algún día tu fe será mi fuerza y podré estar a tu lado, de nuevo
juntos, a la par en el camino que vibra en nuestra alma.


El camino elegido
«¿Qué necesidad tenías de meterte en algo así?», querían protegerla voces
amigas con cientos de consejos a su alrededor. A la vez que en ciertas
ocasiones la habían confundido, debido a su propia confusión, también las
agradecía y comprendía. Eran el espejo de la sensatez terrenal frente a la
locura espiritual que eligió caminar, después de una ardua lucha interna que
cada vez se suavizaba más gracias al camino de la mano de Dios. «Solo
importa el amor. Solo el amor es real», se infundía fuerza mientras regresaba
a casa.

Batalla interior
«Increíble. ¡Al fin da señales de vida!», pensó ella. La conexión y la
comunicación se fueron dando del mismo modo que una vez escribió. Al
soltar, asentir a la vida tal como era y entregarse a la voluntad del espíritu, la
realidad fue tomando forma por sí sola.
Alternaron mensajes entre el trabajo y otros asuntos cotidianos. Ella quería
hablar cara a cara, ¡habían pasado dos años!, pero daba tiempo a Amador,
porque sabía que él seguía con su batalla interior: miedos, inseguridades,
dudas, desconocimiento de cómo avanzar y contradicciones sobre lo que
soñaba, por aquel entonces encauzadas en deseos de una vida material
estructurada, que no daba a su espíritu el espacio que este le reclamaba.
La joven también había vivido un proceso similar. Solo podía seguir
soltando y soltando, cada vez más y más. Al recordar la pesadilla sobre la
muerte de Amador, respiró hondo y sacudió los últimos vestigios de miedo
que quedaban en su estómago. «Todo está bien, Alma. Él decidirá su destino
y tú ya lo has decidido entregándote al Cielo. Todo está bien», se repetía.
«Detrás de todo lo vivido y hasta donde lleguemos a vivir, siempre hay un
“te amo” verdadero y una entrega sincera a que todo sea lo mejor para todos,
a que la voluntad superior de la divinidad que nos habita, sea cual sea esa
voluntad, se manifieste. Te quiero, Amador», le expresó de corazón antes de
ir a dormir aquella noche.
Él lo escuchó de algún modo y se quedó despierto dando vueltas a sus
pensamientos.


Presencia espiritual
Los astros, los planetas, las conjunciones universales movían los hilos del
destino. Ellos eran tan solo dos semillas de luz cubiertas por el polvo ilusorio
de la vida terrenal. El Gran Espíritu iba ganando presencia en ellos y en sus
decisiones, del mismo modo que se iba desarrollando el plan vital de la
humanidad:
Despertar. Evolucionar. Amar.


Juntos tenemos la clave
ʘ —Alma, después de un día de ayer en el que estuve con dilemas por
resolver (habitual en mí), dejando que fluyan las respuestas, hoy estoy
contento —le escribió Amador—. He dado un pasito hacia delante. Tengo
que decirte que ha sido gracias a ti —emoticono sonriente con guiño de ojo
—. De hecho, casi todas las preguntas que me llegan a razón de mis
inquietudes están relacionadas de alguna manera contigo, de lo que se me
reavivó al estar tú presente. Con tu existencia, ya sabes.
ʘ Y hoy me ha permitido la felicidad del porqué y para qué de las
dificultades que hemos vivido. De forma individual y en pareja. Qué sencillo
es cuando se integra la respuesta y forma parte de uno.
ʘ Sí, ya lo sé, a ti te resulta más fácil. Vives más conectada. Cada uno
con lo suyo, en lo suyo y para lo suyo.
☐ —¿Por qué y para qué has sentido? —le preguntó ella, ávida de
conocer ese corazón que él fortificaba de manera tan hermética.
☐ Me gustaría escucharte.
☐ ¿Hablamos por teléfono, Amador? —le preguntó casi de puntillas.
☐ Juntos tenemos la clave. Una parte tú, la otra yo. Solo hablando
podemos descubrirla.


Honrar la vida
Alma se quedó reflexionando sobre los cambios energéticos que percibía de
forma intensa en cada célula de su cuerpo. Se estaba cerrando la puerta de
aquel ciclo y si no la traspasaban elevándose juntos a tiempo, quizás no
habría otra oportunidad para la manifestación de su amor en aquella vida.
¿Qué podía hacer? Sentía que Amador aún no había curado heridas, que
todavía estaba en el momento de comprender que todo lo vivido obedecía a
un propósito mayor, que no había culpables ni nadie a quien perdonar salvo a
sí mismos, por el bien de su libertad.
Aunque ella le explicara lo que sabía y sentía, él podía elegir caer de
nuevo en su zona conocida, engañado por el miedo y la falta de fe. Si lo
presionaba un ápice, no solo no lo ayudaría a ver los velos que cubrían el
amor subyacente de sus vidas, sino que podía alejarlo de ella y de la verdad el
tiempo suficiente como para que el portal se cerrara ante ellos.
—¿Qué puedo hacer, Gran Espíritu?
—Las respuestas no solo están en tu interior, sino que ya las has escrito
—le recordó sonriente desde el Cielo.
Alma encendió el ordenador y releyó el capítulo en el que había logrado
soltar. Se llenó de aquella energía. El Mundo de Paz iluminó de nuevo su
corazón. «Honro nuestras vidas tal como han sido y tal como son. Gracias,
Madre divina», hizo una reverencia ante el pequeño altar que tenía en casa.


Fortaleza espiritual
Amador no respondió aquel día ni al siguiente. Ella pensó que algo que había
dicho podía haberlo distanciado de nuevo o que quizás le había sucedido
algo, pero luego lo vio en línea y supo que se trataba de sus acostumbradas
reclusiones, quizás una nueva desaparición durante ¿meses, años, el resto de
aquella vida, muchas más vidas?
No lo sabía, no sabía nada, pero estaba tranquila. Ya no era la Alma del
pasado, herida por el abandono y el maltrato de seres cruciales en su vida,
desesperada y necesitada de amor para mitigar el dolor infernal que sentía
cada vez que Amador se comportaba de la misma forma que había causado su
orfandad, con el sufrimiento vital que ello le había comportado.
No. Alma había logrado llegar a Gímaco; había practicado cada enseñanza
con los maestros; había superado cada prueba en las Puertas de la Sabiduría;
había regresado a la Tierra para afrontar la realidad; había sanado, perdonado
y amado, y había entregado su vida para renacer, unirse con la Esfera del
Espíritu y realizar la voluntad de Dios.
Ya nada que pudiera hacer Amador, su amada alma unidad, espejo para su
despertar, podía dañarla de nuevo, al menos no como en el pasado. Ambos se
habían fortalecido con su existencia a través de lo vivido juntos. Y gracias a
ello el corazón de Alma estaba aún más enlazado con el del Gran Espíritu.


Introspección
Un día más y él escribió:
ʘ —Alma, como has visto he estado desde la otra tarde sin decirte nada
—cada vez que Amador entraba en detalles de lo obvio le entraba ternura. En
aquella vida era un genio informático perdido en el mundo de las emociones.
ʘ En parte con las preocupaciones cotidianas que a veces se me hacen
grandes —prosiguió—, otra parte acudiendo a buscar respuestas provenientes
de los cielos, presentándonos a ambos en el pasado, el presente, el futuro.
ʘ Lo siento, Alma, no es mi intención hacerte el vacío, a veces me meto
en situación mía introspectiva de la que no soy consciente hasta pasado un
tiempo. Me envuelvo en ella. Me gustaría hacerte partícipe, pero soy
consciente de que no es fácil. Desde que nos conocimos quise hacerlo,
nuestra situación individual particular a veces no lo favorecía. Entiendo quizá
sea mutuo —y aquella forma de hablar de otra época, tan acentuada en los
inicios, donde hablaba con ella como un científico erudito o un diplomático,
no como un joven normal y corriente enamorado… Aquello, por extraño que
pudiera parecer, la fascinaba, lo hacía único, entrañable, adorable, igual que
lo hacían único los fieros lobos y vampiros que había llevado dentro, como
los que había llevado ella, construcciones energéticas de almas heridas que,
por amor, habían logrado seguir unidas.
ʘ Te quiero, Alma, deseo que estés muy bien.
ʘ Quiero hablar contigo también, es un gran paso para mí. Eres muy
importante. Puede parecer una tontería, para mí no lo es.


El destino más elevado
☐ —Te abrazo y abrazo todo lo que dices, sientes, eres —ella no pudo
evitar contestar al instante. Eran el yin y el yang por excelencia—. Si me
haces partícipe de la parte que albergas, que es de ambos, crecemos y
progresamos juntos.
☐ Siento el ciclo que se cierra y tengo la sensación de que si no
iniciamos juntos el nuevo que se abre, la vida nos separará.
☐ Mi avance personal está siendo soltar.
☐ Soltar al ser amado y acoger lo que venga, sea lo que sea.
☐ Este es el aprendizaje que estoy viviendo ahora contigo, el desapego
a los sueños, a las batallas libradas hasta encontrarte, a todo lo entregado, al
compromiso sagrado con mi corazón sincero, aunque todo fuera para un
adiós definitivo.
☐ Sobre todo, soltar la incomprensión de que dos seres hechos el uno
para el otro no puedan vivir el mayor regalo del universo, puesto en bandeja
de oro por la vida.
☐ Cuando dejemos este mundo, solo nos llevaremos el amor que
hayamos sido capaces de vivir o el sufrimiento por el amor no vivido. La
elección es nuestra.
☐ Sé que hay una forma de vivirlo, igual que supe que tu existías. Y
podemos encontrarla, igual que nos encontramos el uno al otro. Todas las
claves están dentro de nosotros.
ʘ —Te entiendo, Alma.
ʘ Quiero que estemos juntos en el siguiente ciclo.
☐ —Yo también quiero, Amador.
☐ Y quiero, ahora, sin apegos, solo porque siento que ese es el destino
más elevado de amor que nos espera.
A Alma la alivió leer el mensaje de Amador, acorde con la verdad que
sentía dentro, aunque había llegado con tanta lentitud en el tiempo que los
mantuvo separados y con tal incertidumbre sobre si podía tratarse de otra
palabra más sin cumplir que apenas tuvo efecto en ella, quien además se
sentía fortalecida por el efecto del soltar.


Ideales y realidades
Muchas llamas gemelas de energía femenina predominante aún soñaban con
llamas gemelas de energía masculina preponderante que llegaran sobre
corceles blancos hasta ellas para manifestar su amor.
En cambio, en aquellos tiempos, la energía masculina se presentaba en
forma de oruguitas rezagadas, que a cada pequeño tramo recorrido
hibernaban escondidas bajo las hojas del camino, huyendo del inevitable
proceso doloroso de la liberación del ego para transformarse en mariposas.


Compañía divina
Después de aquellos mensajes, Alma no volvió a saber de él ni aquel día ni al
siguiente. Conociéndolo, sabía que sus palabras podían haberlo retraído, pero
gracias a que ella había tomado el lugar que le correspondía bajo las alas de
Dios y a que no temía seguir caminando sola, porque la compañía divina era
eterna, el temor a sus desapariciones se había convertido en fe y el dolor se
había transformado en comprensión.
Si Amador no hubiera sido su alma unidad por origen y destino, nada de lo
vivido habría sucedido, porque ni siquiera habría imaginado elegirlo como
pareja. Era bien difícil conectar con él, debido a tantas corazas adheridas a su
corazón.
Ambos habían sufrido durante su relación y antes de reencontrarse, pero
Alma se mostraba transparente hacia Amador, al contrario del cierre blindado
de él. Ella se reponía de cada estocada con rapidez, pero a él le llevaba meses
y años hacerlo. Cada uno afrontaba sus propios retos.


Renovar el corazón
Qué importante era renovar el corazón de forma continua, volver a ser como
los niños y niñas, que enseguida olvidan y vuelven a jugar. Quienes siguen
conectados con esa inocencia son personas sabias. ¿Para qué estar enfadados
cuando se puede ser amigos? ¿Para qué estar separados cuando se puede estar
juntos? ¿Para qué sufrir cuando se puede ser feliz?


Retorno al origen
«Amador, mi amor, te apoyo y estoy contigo. El espejo invisible sigue
mostrando cuanto necesitamos iluminar en este camino hacia el origen. En el
baile cósmico de esta vida, encarnaste la polaridad masculina y yo la
femenina. Juntos lograremos armonizarlas para irradiar la unidad de nuestro
amor».


La bendición del reencuentro
«Te he encontrado, cariño», se despertó Alma con lágrimas asomando en sus
ojos, como la luz del sol a través de las persianas.


Nuevo ciclo de luz
—Alma, sí, todo lo que has vivido es real. Gímaco es real. Tu formación,
tus experiencias, tu llama gemela, tu hijo y tu hija de corazón, tu vida. Todo
es real.
Quien hablaba era el Espejo de la Verdad, que apareció de súbito volando
frente a ella.
—¡Espejo! ¿Qué está sucediendo?
—Yo, el Gran Espíritu, te he retirado los apoyos celestiales.
—¿Por qué? ¿He hecho algo indebido? —se arrodilló en posición de
plegaria, aún en camisón— ¡Lo siento!
Espejo guardó silencio.
—Por favor, dime por qué ya no tengo los apoyos de la Esfera del
Espíritu.
—Porque ya estás preparada.
La joven calló mientras se resistía por dentro: «¿Ya estoy preparada?
¿Para caminar sin Espejo, sin Padre ni Madre, sin Luz, sin mis amigos…?
¿Sin saber qué será de ellos, sin saber si la Abuela Luz y el Abuelo Sagrado
volverán a estar juntos, sin saber si las parejas de llamas del grupo de
coramor se reunirán, sin haber concretado el plan que Padre y Madre nos
estaban transmitiendo a Amador, a los niños y a mí antes de que soltara el
apego a mis sueños…? Alma, eleva tu energía. Sigue soltando, soltando,
soltando…», se alentó a sí misma.
—Así es, hija amada, tu práctica de rendición sincera y entrega a la
voluntad divina es la que ha generado este nuevo ciclo de luz en tu vida y en
la de todos los seres.
Estás unida a tu familia amada de Gímaco a través de la dimensión del
espíritu que une los Palacios de Cristal del mundo.
Ahora transitas los aprendizajes que te llevarán a abrir las Puertas de la
Compasión y del Amor unidas.


Lealtad a la promesa divina
Si al dejar la Esfera del Espíritu para descender a las profundidades del
planeta Tierra se había encontrado con pruebas de sufrimiento y miedo
abismales, a pesar de contar con el recuerdo imborrable del Cielo del que
provenía y con la mano divina que la guiaba siempre con fuerza, ahora se
abría ante ella la puerta de un nuevo estadio en el que contaba con su fe y con
sus manos para escribir un nuevo capítulo de la historia.
—Alma, fuiste fiel a tu promesa divina: plantaste la semilla de amor de
los mundos celestiales en tu linaje y la regaste hasta hacerla fructificar;
llevaste a tu llama gemela el recuerdo de la llave que abría la puerta de
regreso al hogar; iniciaste el proyecto de luz mundial que te dictó la voz del
Gran Espíritu.
—Espejo, Amador aún no ha tomado la llave.
—Tu misión consistía en recordársela. Su libre albedrío será el que
dictamine la perdición o la salvación de su alma.
—¡Pero su alma es mi alma!
—Sí, la conexión espiritual existe, aunque en vidas humanas
independientes.
—Lo único que puedo hacer por él y por mí es seguir sanando y
practicando la compasión, especialmente cuando la frecuencia desciende en
momentos de debilidad. Solo puedo seguir amando y avanzando —dijo ella
con el mensaje asimilado.


Corazón auténtico
—Él comprenderá en su momento una verdad más completa. Su historia
no es su esencia. Un día su corazón auténtico despertará, y desenmascarará
velos y miedos. Prepárate, Alma, porque puede ser en esta vida o no.
Ni yo mismo conozco los pormenores del destino, porque si me permitiera
saberlo, ¿qué sentido tendría la existencia para mí? He creado las leyes de
la vida y del amor, y con ellas el libre albedrío que nos permite ser artífices,
juntos, de la creación.
Lo que sí puedo afirmar es que siempre estoy con vosotros y que tu
percepción es real: se cierra un ciclo y tu alma prosigue su camino.
—Sí, Gran Espíritu, así lo haré.
La luz del cristal la envolvió en el cálido amor del universo y Espejo
desapareció. Alma se sentó en el escritorio frente a la ventana. Un pino lleno
de gorriones que trinaban tocó un poco más el cielo.


Estabilidad
Para seguir caminando hacia la libertad, era imprescindible que estabilizara
su vínculo con Amador, fuera cual fuera el destino de ambos en esa vida,
porque aquello representaba su propia armonía.
¿Cómo podía proseguir el rumbo elegido si no era en dirección hacia el
Mundo de Paz? ¿Y de qué forma podía sentirla si no lo lograba con su espejo
cósmico? También pensaba en los escollos que Amador mantenía en los
complejos constructos de su mente. ¿Cómo pretendía que un matrimonio
funcionara si no abría el corazón ni la consideraba familia, por encima de la
adversidad que habían prometido superar unidos? ¿Cómo quería que
estuvieran juntos en el nuevo ciclo si seguía despareciendo? ¿Cómo soñaba
nada si huía de la vida?
Cuando estaba conectado consigo mismo, Amador era el alma más bella y
luminosa que Alma jamás había contemplado. A la vez podía comportarse
como la más cruel y oscura cuando la potente energía que albergaba se
desconectaba de su esencia. De ahí los brutales vaivenes y dificultades entre
ambos espejos, cuya polaridad opuesta influía en el otro hasta llevarlo a las
penumbras del averno o elevarlo a las glorias del edén.
Hasta que Alma no se anclara en el eje de su esencia, algo que podía
constatar en su relación especular con él, ningún gran paso más en la misión
podría ser dado.


Corazas
ʘ Es una larga historia.
ʘ Por eso no soy capaz de llamarte, porque estoy abrumado y no sé
cómo afrontar tantos frentes tan grandes para mí.
ʘ Eso no significa, en absoluto, que deje de pensar un solo segundo en
ti.
ʘ Te añoro tanto, Alma.
ʘ Las palabras nunca llegarán a alcanzar, nunca podrán expresar… el
amor que siento por ti.
ʘ Y si me permito sentir tu ausencia, caigo a un fondo sin fin, en el que
solo hay oscuridad y un dolor insoportable por no tenerte aquí.
ʘ No me veo capaz. No sé cómo hacer. Me siento perdido.
ʘ Solo sé retraerme en corazas, vivir sin apenas respirar para no sentir,
cumplir como un autómata una vida en la que me siento atrapado.
ʘ Lo siento, Alma.
ʘ Lo siento.


Impacto emocional
Aunque ella no podía verlo, sí podía sentir en su propio corazón cómo él
lloraba a mares. En cuanto abría su corazón, un caudaloso río de emociones
lo desbordaba. Al no saber gestionarlas, había aprendido a contenerlas como
una presa de frío metal.
En el pasado ella tampoco había sabido gestionarlas y agradecía que
aquella asignatura hubiera formado parte importante de las enseñanzas en
Gímaco. Alma también se habría sentido abrumada por el impacto emocional
del secreto familiar y el cúmulo de responsabilidades que conllevaba, por no
hablar del componente multiplicador del vínculo de llamas gemelas, que todo
lo acentuaba y amplificaba como un microscopio electrónico.
La sorprendía de nuevo la forma tan distinta que ambos tenían de vivir y
llevar las situaciones. Alma podía manejar varias de ellas sin problema,
siempre que hubiera un orden adecuado en los flujos de energía. Afrontaba de
forma directa y en el momento, no sin cierto estrés cuando se le escapaban
los tiempos.
Por el contrario, Amador solía priorizar algunas y rezagar otras de forma
indefinida, capeando las circunstancias como podía, dentro de su propio
desorden energético. Evitaba afrontar y, si no quedaba más remedio, lo hacía
de forma huidiza y solo en respuesta a la insistencia ajena, algo que muchas
veces exasperó a Alma.
Dos años le había llevado poder comunicarse, y varias semanas le costó
asumir y expresar que se sentía sobrepasado. «Alma, vuelve a tu centro.
Recuerda que sois polos opuestos. Pide a Dios poder ofrecer la máxima
empatía. Se repiten situaciones que os han dañado y distanciado por
relacionaros desde mapas mentales, emocionales y espirituales
completamente distintos. Es un momento muy delicado».


Empatía
En fracciones de segundo, la joven recordó un ensueño en que Amador lloró
desconsolado por sentir que no había podido traer el Cielo a la Tierra con
ella, y Alma no tuvo la empatía que él esperaba, porque no lo veía un hecho
real por el cual sufrir y se enfocó en ofrecerle otra perspectiva que lo
consolara. Se sintió incomprendido.
No podía volver a cometer el mismo error, aunque no era nada fácil para
ella ponerse en la piel de su polo opuesto. «Ciertamente, si algún día logro
empatizar contigo por completo, mi amor, lograré hacerlo con cualquier
persona. Ese es otro regalo de la condición de ser llamas».
—Todo irá bien, Amador.
—Me tranquilizan tus palabras, Alma.


Responsabilidad
Alma llevaba todas aquellas semanas despertándose de madrugada. Aunque
había entregado al Cielo el destino de su relación con el hombre en quien
estaba encarnada su alma unidad, seguía siendo humana y aquel momento
crucial la tenía en vilo, por lo que le chocó sobremanera que Amador siguiera
eludiendo la decisión que tenían que afrontar.
No era la primera vez que vivía algo así con él. Recordó una vez en
Madrid que, en la misma situación de toma seria de decisiones, en lugar de
afrontarlas, él se puso a hablar de sueños que había tenido aquella noche con
extraterrestres, algo que se quedó ahí y no solo no trascendió, sino que la
desesperó.
«¡Baja a la Tierra, Amador! ¡Madura! ¡Tienes responsabilidades! ¡Te has
casado! ¡Has formado una familia!». Comprendía que estaba con los niños y
tenía tareas que realizar, pero… ¡se estaban jugando su destino! ¡En algún
momento habría que hablar!


Aprendices del espejo
Volvió a la panadería para cubrir el turno partido de tarde. Imaginó que los
troles la esperaban en la puerta, ansiosos por comer helados y cocas.
—Sois una pareja tragicómica y surrealista —los pequeños seres se
acercaron a ella y la mujer de Chamán le acarició el cabello para consolarla.
—Hombre terrenal alejado de las emociones + mujer espiritual emocional
= visite a su psiquiatra pronto.
—Amador ama de una forma que parece que no ame. Solo palabras —
continuaban los pequeños troles como diablillos, mientras Alma indagaba en
el espejo que él le mostraba.
«Le dije palabras duras para protegerme, para que viera el daño que
causaba, para mostrarle mi dolor. Eso tampoco es amor», reflexionó.
La joven puso el aire acondicionado, se colocó el delantal, preparó los
escaparates, montó la terraza y horneó algunas baguetes.
—Y no entiende el daño que hace ni se da cuenta de cuándo lo hace.
«En mi caso me doy cuenta, pero eso no quita que el daño esté hecho».
—Se enfoca en sus intereses limitados.
«Mi interés por crear una familia armoniosa, siguiendo las leyes del Gran
Espíritu, se me escapó de las manos justamente por querer controlar en lugar
de soltar».
—Parece que los demás no le importan.
«¿Cuántas veces habrá sentido Amador que él no me importa sin yo
querer? Lo siento, cariño. Lo siento mucho».
—¡Cuánta falta de amor todavía!
«Tanto como el camino que me queda por recorrer».
—Alma, sigue tu camino.
«Eso hago. No hay otra opción».
—Sí, Alma, no puedes volver a caer con él.
«Si persisto en el camino de purificar mi corazón, que es también el suyo,
Dios nos elevará».
—Él ha de lograr llegar hasta donde tú estás.
«También yo he de aprender de él».
—Si dejas el personaje a su libre albedrío, se cargará la octología y la
leyenda de los coramor.
—¡Sí! ¡Empiezan a aburrirme estos capítulos con tanta palabra y tan poca
acción! ¡La vida hay que vivirla!
—¡Qué pena! ¿Desde cuándo un protagonista pasa de ser un personaje
heroico a un «tengo-miedo-y-me-escondo»? ¡En todo caso debería ser al
revés!
—¿Y desde cuándo la protagonista tiene que estar yendo detrás de él para
levantarlo una y otra vez?
«Tan fuertes fueron mis lobos como su huida».


Entregar al ser amado a Dios
—¡Vosotros no comprendéis lo duro que es ser humano en la Tierra! ¿Y la
compasión? —los interrumpió ella con una pregunta—. ¡No quiero
abandonarlo y menos con los niños!
—¿Acaso tienes elección? No puedes abandonar a alguien que no está
contigo y a quien puede llevar cierto tiempo lograrlo —le sonrió una
imaginaria Abuela Luz que la ayudaba a sacar las baguetes del horno—.
Recuerda esto, jovencita: no abandonas a Amador, sino que se lo entregas a
Dios. ¡Sigue tu plan, Alma, que el Gran Espíritu hará el suyo!


Candados en el corazón
¿Qué le sucedía? ¿Acaso no había soltado ya? Se dio cuenta de que seguía en
un círculo repetitivo, aunque ascendente, como las octavas de un piano, que
hacia la derecha se hacían más y más agudas hasta que, en un supuesto
teclado ilimitado, se volvían inaudibles.
Eso estaba sucediendo con la historia evolutiva de su energía: repetía las
mismas notas, para afianzar el aprendizaje, pero de una forma cada vez más
sutil y elevada. «Ten paciencia, sigue subiendo octavas hasta llegar a la
esencia de tu alma», se animaba a sí misma.
¿Y Amador? ¿Qué sucedía con él? ¿Prefería seguir caminando cojo por la
vida que volar? ¿Se había acostumbrado a sobrevivir en el vacío y la
oscuridad? ¿Pensaba quedarse limitado a sus «no puedo» y «no sé cómo»?
¿Seguía sintiéndose inferior a ella como en alguna ocasión le había
manifestado con metáforas y frases bien directas? ¿Le parecía un reto
demasiado grande aquella relación? ¿Desecharía aquel amor único por no
sentirse capaz ni merecedor de él?
Tantas preguntas se debían a tantos candados en el corazón de su amor,
que había decidido protegerse en el silencio y en las apariencias de un falso
éxito vital. Tenía un buen empleo y eso lo satisfacía de cara a su imagen
social, pero ¿acaso no recordaba que Dios lo estaba esperando para confiarle
un trabajo divino de magnitud universal?


El amor está en ti
Alma se dio cuenta de que se contentaba con el simple hecho de que él no
volviera a desaparecer y contestara pequeños mensajes cordiales. Pero aquel
día su nivel de alegría se resintió, sintiendo un desequilibrio energético que
no le hacía bien.
Aquello no podía ser. «Mereces mucho, Alma, tanto como das». Lo que
estaba claro era que con las palabras no bastaba. Algo sucedía en la energía.
Algo que necesitaba transformar pronto.
Si él no fuera quien era, no habría aguantado aquel desequilibrio y habría
caminado hacia otra dirección. Demasiado tiempo sin concreción, sin
realidad, promesas rotas, misterio innecesario, desaparición. Pero quizás se
habría pasado la vida igual, de relación en relación, repitiendo el mismo
esquema. Patrones antiguos que se resistían a renovarse.
Lo que le resultaba más complicado con Amador era que él le despertaba
un gran deseo de amar y ser amada. ¡Deseo! ¡Ahí estaba la clave! «Alma,
recuerda: el deseo de amar y ser amada es apego, es causa de sufrimiento y
falta de libertad. El amor ya está en ti. No necesitas nada, porque ya lo eres
todo».


Hacer sin hacer
Aquella noche, le habría gustado escribir que, al fin, pudo dormir hasta el
amanecer, pero no fue así. Una cosa era la comprensión y otra alcanzar la
transformación. Se despertó varias veces de madrugada y miró su móvil.
Él no había escrito.
Aquella incomunicación no le permitía saber qué estaba pasando dentro de
Amador y dificultaba en ella la toma de resoluciones adecuadas. Lo único
que sabía era que debía abrirse a que los acontecimientos se desarrollaran por
sí solos, hacer sin hacer, porque ya lo había hecho todo. Soltar de nuevo.


Bajo el mismo cielo
Por la mañana temprano, de camino al trabajo, Alma volvió a conectarse con
el Gran Espíritu y recuperó la fe. Sintió la necesidad de enviar apoyo a
Amador, aunque otras veces sentía que él solo sería consciente de la
oportunidad perdida si ella dejaba de estar en su vida de una forma tan
incondicional.
El camino estaba oscuro. Los pinos parecían negros. La mañana era fría.
Se había puesto un polar azul encima de la ropa del trabajo. Cogió el móvil y
le envió un mensaje por voz que le salió del corazón:
—Hola, Amador, buenos días. Voy camino al trabajo, que lo tengo a tres
minutos de casa caminando y, nada, cariño que… buenos días. Pensaba que
me gusta darnos los buenos días y las buenas noches. Al fin y al cabo,
seguimos siendo marido y mujer bajo el mismo techo. Es un techo que se
llama cielo, con sol, luna, estrellas y, bueno, mientras estemos en contacto
quería decírtelo, que te quiero mucho, que abrazo todo lo que estés pasando y
que todo irá bien. Un beso enorme, cariño.
Siete de la mañana. Cuarenta y cuatro segundos de mensaje. Amador no
contestó en todo el día, pero el corazón de ella estaba tranquilo. La fuerza de
Gímaco y las enseñanzas integradas en el interior volvían a brillar en su alma.

ÍNDICE
1
AVANCE
Aprender juntos
Me conectas con la verdad
Eres la estrella que me guía
Los ojos de Dios
Manos unidas
La maestría de la muerte
Amor del alma
Idas y venidas
Sigo el camino del amor
Alma en pena
Vivir el amor sin dolor
Desequilibrios en las relaciones
Responsabilidad evolutiva
Consciencia sobre el proceso
Armonización de energías
Sanación familiar
El mayor dolor experimentado
Juicio final
2
COMPROMISO
La clave del equilibrio
Antiguos patrones
Confía en su esencia
El poder de la oración
Proceso de resurrección
Prueba terrenal
Llamas gemelas en el mundo
Apoyo multidimensional
El poder de la compasión
Voto sagrado
Amor verdadero
Compromiso
Despertar
Pruebas
Resistencias
Tu otro yo
Cumplir los votos
Alineación kármica
El dolor de la separación
El mayor tesoro
Escuchar al corazón
Buscando la luz
Éxito verdadero
3
PRUEBA
Reflejos de energía
Compartir
No juicio
Justo medio
Practicar la compasión
Destino divino
Los milagros de la fe
Desconexión
Tierra y Cielo
Asentir a la vida como es
Comprender tu corazón
Somos familia
Propósito vital
El camino elegido
Lealtad al amor
Entregarse a Dios
4
REFLEXIÓN
He caído a lo más hondo
La vida me ama a través de ti
Ahora veo lo que no quise ver
Lo siento
Empiezo a comprender
Carta a los cielos
Experiencia evolutiva
Silencio
Eje central
Mantenerse en el ser
Vivir el amor
Seguir orando
El Gran Espíritu confía en ti
Quiero seguir mi camino
Pedir ayuda al Cielo
Experiencia traumática
Amor a los suegros
Matrimonio verdadero
Recta fe en Dios
La luz que está por venir
Camino espiritual
Retomar el vuelo
Ser quien soy
Luna de sangre
Corazón renovado
Alegría de vivir
Incomprensión
Perspectiva divina
Mente dispersa
Proceso personal y mundial
5
GUÍA DIVINA
Por favor, Dios, guíame
La cosecha de la siembra
Amaos como yo os amo
El más puro Tao
Os hice el uno para el otro
Haré tu voluntad
Este es tu camino
Siembra oculta
Mereces ser feliz
Dudas
Visión elevada
Plan del alma
Viga en el ojo
Dar y recibir
Crisis espiritual
Debilidad humana
Miedo a sufrir
Equilibrio
Desapego
Causa y efecto
Avanzar
Experimentar la verdad
Alquimia espiritual
Plan de amor
6
DESPERTAR
Eres un ser inocente
Evolución cósmica
El amor de mi vida
Sentimiento de culpa
Volver al amor
El poder del voto sagrado
Abrirse a la divinidad
Celos
Las fuerzas del destino
La vida nos unió
Esperanza
Perdición terrenal
Armonía de polaridades
Necesidad de transformación
Deseo tu felicidad
Pacto álmico
Actitud
Solo me importa el amor
Miedo a lo desconocido
Vínculo innato
Todo a su tiempo
Amor curativo
Te amo
Así debía ser
Batalla espiritual
Naciste para volar
Espejo mágico
Enfocarse en la luz
7
SUPERACIÓN
Lo único esencial
Aprender a amar
Activación de la esencia
Engranaje perfecto
Redención
Unidos
Tus ojos
La voz
Grandes tesoros
Lo siento y gracias
Pesadillas
¿Ignorancia o sabiduría?
Solo escucharé al Gran Espíritu
Compasión por ambos
Reflejo inverso
La fuente de la vida
Balance
Intención sincera
Perla de luz crística
Unión para un propósito
Ahora estás aquí
Hogar
Fe en Dios
Dones
Planes para el camino
8
SABIDURÍA
Amantes divinos
Valorar la bendición
Rescate
Comprensión mutua
La paz de la sabiduría
Elección
Armonizarse juntos
Reconciliación
Compasión hacia uno mismo
Hijos del amor
La verdad
Corazón de oro
Ciclos de elevación
Vibración
Tiempo celestial
Propósito
Inocencia pura
Lluvia de bendiciones
Sacrificio de amor
Vivir para servir
9
BENDICIÓN
Honra familiar
Sanación
Comunicación
Unión celestial
Siempre juntos
Hilo dorado
Unidos
Gestión emocional
Transformación interior
Orden en la vida
Descansa en Mí
Solo quedará el amor
Engrandecer el alma
Fluir natural
Bendición en camino
Lo que Dios ha unido
Amor verdadero
Te llevo dentro
Amor del alma
Salir de la crisálida
Eres yo
Futuro de luz
Energías cósmicas
Expresar sentimientos
Encuentro clave
Pulir un diamante
Me dirijo a ti
Sabía que existías
10
TRANSFORMACIÓN
El sentido de lo vivido
Remanso de paz
Última oportunidad
Liberación
Mundo invisible
Verdad interior
Pensamiento recto
Vivir de verdad
Realizar lo verdadero
Pesares
Dos junto a Dios
Enlace en el Cielo
Realidad desnuda
Soltar el control
Almas valientes
Confluencia de caminos
Grandes pasos
Travesía en el desierto
El mayor aliado
Tu misterio
Tu nombre
La propia oscuridad
Ampliar horizontes
Prisión
11
ESENCIA
La separación no existe
Repetición de historias
Voluntad divina
Tu existencia me impulsa a avanzar
Milagro de amor
Siempre te voy a amar
Tu fe es mi fuerza
El camino elegido
Batalla interior
Presencia espiritual
La clave
Honrar la vida
Fortaleza espiritual
Introspección
El destino más elevado
Ideales y realidades
Compañía divina
Renovar el corazón
Retorno al origen
La bendición del reencuentro
Nuevo ciclo de luz
Lealtad a la promesa divina
Corazón auténtico
Estabilidad
Corazas
Impacto emocional
Empatía
Responsabilidad
Aprendices del espejo
Entregar al ser amado a Dios
Candados en el corazón
El amor está en ti
Hacer sin hacer
Bajo el mismo cielo

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