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EL FUTURO

DEL
HOMBRE
ANDRES F. ESPINAZA
EL FUTURO
DEL
HOMBRE
ANDRES F. ESPINAZA
© Andrés F. Espinaza

El futuro del hombre © 2024 by Andrés F. Espinaza is


licensed under CC BY-NC-ND 4.0. To view a copy of this
license, visit http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/
4.0/
“El futuro no se construye con lo que sabemos, pues lo incierto
del mañana desbarata todo atisbo de certidumbre. El futuro
se construye con la humildad de reconocer nuestro vacío.”

- Andrés F. Espinaza
INTRODUCCIÓN
Decidí escribir por algo casi terapéutico. Poder plasmar en un
documento todos mis viajes mentales en el tiempo, y como estos
modelan mi visión de la vida en su integridad. Poder ver escritas mis
ideas es algo que podría ordenar de una vez por todas mi cabeza volátil
y escurridiza.
Desde pequeño, en mi interior divagaba por los mundos fantásticos
del futuro y todas sus posibilidades, donde siempre quise poder ser
parte importante de los mismos. Dibujaba “inventos” que solucionaban
problemas que no existen pero que quizás en unos siglos pensé
existirían. Casi como un juego, solía navegar por el vasto bosque de
ilusiones difusas acerca del futuro del hombre, tratando de encontrar
en él un lugar esperándome, reservado con mi nombre y apellido.
Estos sueños tan ambiciosos suelen habitar de forma permanente el
reino de las ideas, sin llegar a materializarse. Eso por momentos, me
llevó a tener bajones emocionales al pensar que lo que la mente dictaba
era un sucio truco de auto-sabotaje. Poner presiones sobre mis
hombros que ni siquiera existen, como si vivir el hoy no fuese
su ciente carga en sí mismo.
Costó tiempo encontrar un equilibrio entre vida rutinaria en el
presente, y vida paralela en un mañana inconcebido (si es que se
encontró tal equilibrio). La sociedad y su sistema nos demandan una
entrega constante de recursos ísicos, mentales y emocionales, que si
no enfocamos la vida en alguna meta clara, a la larga nos inhibe y nos
limita. No obstante, pienso que tal grieta entre “visionarios”(los que
establecen metas y deciden como llevarlas a cabo) y “regulares”
(personas que viven en modo automático) debe de ser en su naturaleza,
considerando la escasez de recursos inherente a los mismos, y las
distintos objetivos de vida de la gente. Esta diferenciación hace que
cada engranaje de esta maquinaria funcione para un bien común
general, fomentando la innovación en las ideas, y la concreción de las
mismas.
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En n, la vida de hoy no es funcional a un soñador serial que vive
en el mañana más que en el presente. Por eso este libro busca ser
consuelo, compañía e incluso inspiración, para todos los soñadores que
así como yo buscamos un lugar donde liberar nuestras pinceladas a
este hermoso cuadro general que es la realidad.
Este viaje transcurrirá por los paisajes de qué es ser humano, de
cuáles son las tendencias de futuro, y de cómo la tecnología
esencialmente si es funcional a cómo los paradigmas de realidad se
modi can iterativamente.
No es un libro de respuestas, sino un diario de ideas, un ensayo
donde una mente se plasma en un libro con tal de, quizás algún día, sí
ser parte del futuro del hombre.
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Parte 1
¿SERÁ QUE MAÑANA LLUEVE?

stamos acostumbrados en nuestra cultura occidental, a tener

E una serie de preconceptos acerca del futuro introducidos por la


industria del entretenimiento. Dichos preconceptos desde mi
visión podrían categorizarse como ideas de direccionalidad, e
ideas de efecto o n. Por un lado, las ideas de direccionalidad
responden al cómo transcurre la evolución tecnológica, cientí ca,
social, política, económica y moral de la humanidad. Por el otro lado,
las ideas de efecto o de n, responden al resultado del proceso que
dictan las distintas ideas de direccionalidad, independientemente de
cuáles sean estas últimas.
Dentro de las ideas de direccionalidad encontramos por ejemplo la
noción del hombre avanzando tecnológicamente de forma lineal en el
tiempo. Esto es, en cada instante de pasado un hombre más primitivo
que el hombre del instante futuro inmediato. Así también desde lo
social por ejemplo, un hombre más conservador en el instante de
pasado inmediato al hombre del instante futuro al mismo. Pero así
como esta idea, encontramos una idea como respuesta, donde el
hombre no necesariamente avanza en forma lineal, sino quizás de
forma cíclica, llevando a reiterados reinicios sociales y tecnológicos tras
ciertos espacios de tiempo. Es así que cada categoría engloba dentro de
la misma debates entre diversas posturas y corrientes de pensamiento.
Y aunque podría parecer un asunto de fácil resolución mediante la
evidencia objetiva y el análisis estadístico, la realidad es que la amplia
diversidad de factores y su in uencia en el escenario real de un solo
instante de tiempo en la complejidad de la vida, permiten cohabitar las
distintas posturas y perspectivas de mundo. Porque de las pocas
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certidumbres que tenemos como seres humanos, la incertidumbre es
de las más seguras.
Por otro lado, dentro de las ideas de efecto o de n, tenemos por
ejemplo la noción de que el hombre en su naturaleza de consumo,
manipulación del entorno, y con icto de intereses, derivará
inexorablemente en una “auto-extinción”. Esto incluso se ve de forma
claramente representada en películas, series, libros y videojuegos
varios. Pero nuevamente, encontramos ideas de respuesta, donde por
ejemplo se plantea el escenario donde el ser humano en su avance
tecnológico y cientí co, logra evolucionar en las matrices sociales,
morales y losó cas, al punto de modi car la conducta del individuo a
una conducta colectiva simbiótica con el entorno mismo y aún más
allá.
La incertidumbre del mañana es tan atemorizante como
asombrosa, y tan detallista como imponente. El no saber si lo que
sabemos vale de algo, no nos deja más remedio que depender de la
construcción de conocimiento que otra persona formuló en base a
aceptar el conocimiento de otro, que a su vez hizo lo mismo con otro
pensador anterior a él, y así cíclicamente. Aún incluso al replantear los
mismos experimentos cientí cos y llegar a las mismas conclusiones una
y otra vez, es di ícil asegurar en la incertidumbre de la realidad si
permanecerán igual por siempre. La ciencia misma debido a su
naturaleza, a tendido a iterar y replantear perspectivas y paradigmas
enteros que estaban asimilados como la verdad ineludible.
Así mismo la noción de pasado es una seguridad asimilada, ya que
no tenemos la certidumbre sobre si nuestros recuerdos son vivencias
reales, o si hipotéticamente fueron insertos en nosotros por alguien
desconocido, y solo llevamos un segundo de existencia. Nada escapa de
la densa sombra de la incertidumbre, para una mente tan limitada
como la humana. Aún así nos auto-saboteamos al pensar que tenemos
el control de las cosas, lo que de todas formas nos permite avanzar
paso a paso en la construcción de la sociedad.

Es parte de nuestra naturaleza la curiosidad sobre el futuro. Y para


contestar las in nitas preguntas y dudas acerca del mañana, solemos
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abstraer la realidad en un modelo simpli cado, constante, en equilibrio
y perfecto orden, en pos de poder manejar aunque sea un poco dicha
inmensidad inmanejable que es la realidad. Estos modelos nos
permiten tener una previsión más cercana al futuro sin quitar su grado
de incertidumbre, pero planteando diversas posibilidades con grandes
chances de certeza. Un ejemplo de esto es la pregunta: ¿Será que
mañana llueve?
Históricamente, nuestra especie ha buscado señales en la
naturaleza, estudiado patrones en el cielo, y desarrollado tecnologías
para aproximarnos a una respuesta. Cada generación ha perfeccionado
sus métodos, desde antiguos rituales y observaciones astronómicas
hasta modelos computacionales y satélites meteorológicos avanzados.
Esta búsqueda incansable no es solo una cuestión de curiosidad,
sino de supervivencia y adaptación. La agricultura, la navegación, y en
tiempos modernos, incluso la plani cación urbana y la gestión de
desastres, dependen de nuestra habilidad para anticipar y prepararnos
para lo que el cielo nos depara.
Sin embargo, a pesar de los avances tecnológicos y cientí cos, la
precisión absoluta sigue siendo esquiva. La naturaleza, en su
complejidad in nita, a menudo nos sorprende con eventos
inesperados. Aquí reside la belleza y la frustración de tratar de predecir
el futuro. Por más que nos acerquemos a respuestas coherentes y
probablemente acertadas, siempre habrá un margen de incertidumbre,
un recordatorio humilde de nuestras limitaciones como especie.
Este fenómeno no se limita a la meteorología. La incertidumbre
permea todos los aspectos de nuestra existencia: económicos, sociales,
políticos, personales. Cada decisión que tomamos, cada predicción que
hacemos, se basa en modelos y suposiciones que, por más so sticados
que sean, no pueden capturar completamente la inmensidad y la
complejidad de la realidad.

HISTORIA Y TECNOLOGÍA
Parte I: El Eco de la Historia
En el corazón del tiempo, la humanidad ha tramado su existencia
con hilos de descubrimientos y sueños. Desde las primeras
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herramientas de piedra hasta los vastos imperios de silicio de hoy, cada
era ha sido testigo de su propio milagro, un salto hacia lo desconocido.
Imaginemos por un instante a las antiguas civilizaciones, donde el
fuego era una divinidad y el cielo un misterio insondable. En aquellos
días, la realidad estaba tejida de mitos y leyendas, y la tecnología,
aunque primitiva, era un puente entre lo terrenal y lo divino. La rueda,
el arado, la escritura: cada uno de estos inventos no solo cambió la
forma en que las personas vivían, sino también cómo percibían su lugar
en el cosmos.
Avancemos en el tiempo, a la era de los grandes pensadores de la
Grecia clásica, donde lósofos como Platón y Aristóteles comenzaron a
cuestionar la naturaleza de la realidad. Sus re exiones, aunque
distantes en el tiempo, resuenan con una sorprendente modernidad.
¿No es acaso la caverna de Platón un presagio de nuestras actuales
realidades virtuales, donde las sombras en la pared son las imágenes en
nuestras pantallas?
Y luego, la revolución industrial, un torbellino de humo, acero y
vapor, donde la máquina se convirtió en el símbolo de una nueva era.
La tecnología ya no era solo una herramienta, sino una fuerza que
rede nía la estructura misma de la sociedad. El tren, el telégrafo, la
electricidad: cada uno de estos inventos no solo transformó el paisaje
ísico, sino también el paisaje mental de la humanidad.

Parte II: El Amanecer de la Era Digital


Pero fue en el siglo XX cuando presenciamos el nacimiento de un
nuevo mundo, un mundo donde la información se convirtió en el bien
más preciado. La invención del transistor, seguida por la creación de
los primeros ordenadores, marcó el inicio de la era digital. Estas
máquinas, una vez del tamaño de habitaciones enteras, ahora caben en
la palma de nuestra mano, y su poder ha crecido de manera
exponencial.
En este nuevo mundo digital, la realidad comenzó a tomar formas
que nuestros antepasados nunca podrían haber imaginado. Internet,
un tejido global de conexiones e información, ha transformado no solo
cómo accedemos al conocimiento, sino cómo nos conectamos con los
demás. En este vasto océano digital, cada clic, cada enlace, es un salto a
un nuevo fragmento de realidad.
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Y ahora, en el umbral de una nueva era, nos encontramos con la
realidad aumentada y virtual. Estas tecnologías no son meras
herramientas, sino portales a mundos creados por nuestra
imaginación. Aquí, en estos reinos de luz y datos, la línea entre lo real y
lo virtual se desvanece, dejándonos preguntarnos: ¿qué es real? ¿Es
real lo que podemos tocar y sentir, o es real lo que nuestra mente
percibe como verdadero?

Parte III: Re lexiones en el Espejo del Futuro


Mientras nos adentramos en el siglo XXI, la tecnología continúa su
marcha implacable, cada paso un salto hacia lo desconocido. La
inteligencia arti cial, la nanotecnología, la biotecnología: estas son las
nuevas fronteras, los nuevos desa íos que enfrentamos. En este paisaje
en constante cambio, nuestra percepción de la realidad sigue
evolucionando, obligándonos a replantear no solo lo que sabemos, sino
también lo que somos.
Estos estadios tecnológicos a lo largo de la historia, vienen
acompañados de una constante modi cación de los paradigmas de
realidad en los seres humanos. Por un instante fuimos presos del
misterio de un mundo vasto y profundo, lleno de historias fabulosas
por descubrir. Luego fuimos sujetos a la crítica como la herramienta
más útil y preciada de todas. Las dudas, preguntas e ideas nuevas
orecieron como una primavera creciente luego de un invierno
agonizante. Posteriormente la realidad se contrajo al metal y el carbón,
una era de trabajo duro y sueños de progreso. La vida cambió de la
crítica de la realidad a la esperanza de un mundo grande y poderoso.
Todo esto se convirtió en humo, cuando lo intangible se volvió
concreto. Los datos, el internet y la híper-conectividad marcaron una
nueva época para nosotros, donde el antiguo hombre murió en pos del
nacimiento de un ser extraño, lleno de cables y antenas, capaz de
comunicarse más allá del espacio ísico que lo limita.
Hoy no es diferente al ayer, sino que el ciclo se repite,
mostrándonos la antesala a un gran cambio de paradigma quizás
incluso mayor al que hemos visto antes. Sólo es cuestión de mirar la
historia con ojos analíticos y darse cuenta que cada cambio en cada
estadio tecnológico, fue de menos a más. En el comienzo sólo cambió
nuestra manera de pensar el mundo. Luego, la forma de pensarnos a
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nosotros. Y nalmente, la forma en que actuamos consecuentemente
entre nosotros y el mundo que nos rodea.
Distintos aspectos tecnológicos emergentes sugieren la posibilidad
de encontrarnos con una emergencia: la concepción de un ser
desconocido, no limitado a sus restricciones de origen, sino favorecido
por un marco tecnológico para cambiar constantemente en algo
e ímero sin lugar ni tiempo, sino sólo un ujo de existencia tan uido
como lo es una transmisión en vivo de tiktok. Un ser que es capaz de
mejorarse no sólo en actitud, sino en sus virtudes ísicas. Capaz de
procesar conocimiento de miles y miles de años en cuestión de
minutos, pero sin la capacidad de retenerlo. Solo uir.
Probablemente mientras más hablo de esto, más amerita exponer la
cadena de razonamiento que soporta esta declaración. Pero no me
adelantaré aún, sino antes aclarando que todos los cambios que
sufrimos como especie a costa del marco tecnológico, distan de nuestra
naturaleza objetiva en función a lo profundo de dicho cambio. De este
modo, lamento pensar que la aparición de este nuevo hombre no es
más que una destrucción del mismo, en pos de perseguir ser algo
distinto de lo que naturalmente es. Sin ir más lejos tenemos el ejemplo
inmediato de cómo las redes sociales y la urgencia de vivir en ellas 24/7
ha provocado en las generaciones más jóvenes un nuevo paradigma de
comunicación, donde el primer medio de interacción no es hablar cara
a cara con otra persona, sino a través de per les cticios insertos en un
mar de píxeles en un cristal. Y aunque parezca no afectar, la triste
realidad es que este simple hecho desencadena la gran crisis actual de
un “sentirse solo” aún rodeado de miles y miles de seguidores en las
redes sociales. Y aún cuando se intenta solventar dicha afección,
tratando de compartir en carne y hueso con los demás individuos, la
naturalización de lo arti cial sólo lleva a un aislamiento social que no
permite compartir las matrices de comportamiento colectivo que
permiten al hombre sociabilizar con otros.
Podríamos concluir entonces lo siguiente: mientras más grande el
cambio de paradigma, más se dista de lo natural, y por ende en la
mayoría de los casos más daño se genera al largo plazo. ¿Entonces
signi ca que los avances tecnológicos son malos? De ninguna manera.
La tecnología avanza y eso favorece el bienestar común. A mi parecer,
creo que nuestra función como soñadores seriales es conducir los
cambios de paradigma de modo que más que distar de lo que es ser
humano, lo refuercen y establezcan en la dignidad misma de nuestra
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especie. Quizás esa conjunción de “Avance humano” nos permita
solucionar muchos problemas actuales de un mundo de recursos
escasos y pensamientos volátiles.

Considerando todo esto, debemos de nir qué es ser humano, y cuál


es este nuevo ser que debemos entender para poder acompañar, guiar
y determinar un futuro que sea mejor para nuestra especie. En el
siguiente capítulo exploraremos las posibilidades de aparición de este
nuevo ente, y cómo nuestra posición de soñadores seriales parece
tener más relevancia de lo que inicialmente se piensa.
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Parte 2
¿EL HUEVO O LA GALLINA?

Qué sería primero… ¿El huevo o la gallina?¿El marco tecnológico o


el cambio de paradigma? Es un dilema interesante considerando que
usualmente los nuevos marcos tecnológicos nacen de un cambio de
paradigma, como estos cambios de paradigma a su vez nacen de
nuevos marcos tecnológicos.
El vislumbrar el ascenso de un ser extravagante, un nuevo hombre
lejos de ser hombre, suele generar más preguntas que respuestas. La
verdad es que desde nuestra posición en el tiempo, solo podemos
analizar a este ser como una consecuencia de lo que efectivamente
podemos conocer: el marco tecnológico.
La tecnología biomimética introduce una cuestión interesante, al
plantear que la naturaleza resuelve asuntos de importancia al ser
humano, de modo que imitarla se vuelve una fuente de e ciencia y
efectividad en dichos aspectos especí cos. Induce a una manera de
pensar analíticamente desde lo funcional e incluso estético, que di ere
de la “geometrización” de la vida misma que acostumbramos a pensar.
Cambia paradigmas. El tema es que sorpresivamente el asunto da un
giro de 180º al referirse al ser humano en sí mismo. Convivimos con la
idea de ser seres ine cientes y altamente torpes, que requieren mejoras
y “actualizaciones”. Comenzamos a utilizar la biomimética, de modo
que la naturaleza sumamente e ciente, resuelva las fallas de la
naturaleza sumamente ine ciente. No malinterpreten, la naturaleza en
su diversidad es altamente iterativa entre sí misma, permitiendo
perfectamente esta relación mutua de mejora constante. Mi
razonamiento va más por la forma de pensarnos a nosotros mismos y
cómo esta contrasta con la forma de pensar todo lo demás.
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Así la tecnología biónica se convierte en un faro de ilusión a un
futuro de “upgrades” humanos. Actualmente dicha tecnología se ha
limitado a temas de salud médica, como prótesis o dispositivos
asistenciales. Pero es cuestión de tiempo, y ya sucede, donde estas
tecnologías (o formas de hacer tecnología) comienzan a impregnar
cada aspecto de la vida humana.
Una incansable búsqueda de satisfacer falencias inherentes a
nuestra especie. Una insaciable sed de ser mejores de lo que somos.
Quizás la ambición nacida un día, luego de conocer que fuera de una
caverna en el nacimiento del metal y del carbón, el mundo podría ser
grande y poderoso, y que con ciencia y esfuerzo logramos desa ar
restricciones naturales como el espacio (comunicación a distancia) y
como el tiempo (archivos multimedia). Si eres tan soñador como yo, ya
podrás ver dónde estoy yendo. Simplemente la conducta humana
respecto de sí mismos es en función de una vida, una historia,
impregnada de cambios direccionados unos respecto a los otros. ¡Esto
nos hace la tarea mucho más fácil! Lo que sigue es aprovechar el auto-
sabotaje de creernos en control jugando a tener certidumbre en medio
de la incertidumbre, y prever en función de la historia y la tecnología
cómo seremos el día de mañana.

EL NUEVO HOMBRE
La cadena de razonamiento es la siguiente:

1. Consideremos las altas tecnologías emergentes, como la


nanotecnología, la inteligencia arti cial, la biónica, cibernética,
ingenierías de materiales, y avances en ciencias duras.
2. Luego analizamos las tendencias dentro de cada área para
determinar una dirección y sentido respecto a variables que
deseamos analizar (por ejemplo, la integración de la inteligencia
arti cial en la economía de un país).
3. Posteriormente debemos ponderar entre las distintas áreas
analizadas, como la conjunción de las mismas afecta en su conjunto
a un grupo social neutro determinado.
4. Una vez hecho tal análisis, consecuentemente debemos
determinar la recepción o rechazo de la sociedad a estos cambios en
el marco tecnológico en función a cada variable de cambio
determinada.
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5. Luego de determinar la aceptación y rechazo, se debe
determinar la curva de aceptación/rechazo para cada variable,
considerando que el tiempo de aceptación de una de ellas afecta el
rechazo o aceptación de las otras.
6. Para esto simultáneamente se debe considerar la naturalización
de dichos cambios, por ende la permanencia en el tiempo y la
pregnancia social que tiene cada variable.
7. Una vez determinada la naturalización y las curvas de
aceptación/rechazo, se procede a inferir cambios en la matriz de
pensamiento de la sociedad respecto a sus asuntos inmediatos.
8. Luego, en base a ese cambio en la manera de su pensar
cotidiano, debemos determinar como eso afectará la forma de
pensar en lo macro.
9. Posteriormente, ya in riendo el cambio más profundo respecto
al pensamiento, podemos determinar cambios en la conducta social
e individual por variables a analizar.
10.De ese modo, considerando los cambios de conducta, podemos
estipular si estos cambios se naturalizarán o no en la sociedad.
11. Es así, que hemos concluido cuál será el cambio de paradigma
respecto a las variables analizadas. Por tanto, determinamos y
enunciamos el mismo.
12.Finalmente, en base al nuevo paradigma de realidad podemos
determinar como objeto de estudio, al nuevo hombre inferido a lo
largo de esta secuencia.

Cabe aclarar que esta cadena de razonamiento se fundamenta en la


capacidad de inferencia basada en la intuición del soñador serial que la
aplica. Inicia con sustento real para luego pasar a un plano de mera
especulación del futuro, de modo que no garantiza que esto suceda. De
nuevo resulta sustancioso recordar que la incertidumbre es más certera
que las certezas que tenemos.

Un nuevo hombre implica una transformación radical interior que


plantea modi caciones exteriores a la larga. El tiempo comienza a
tener un rol crucial en la asimilación de los cambios inherentes a los
marcos tecnológicos emergentes, como efectos externos de causas
internas. La necesidad de expresarnos y vivir dualidades de deseo y
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satisfacción en tiempos de cambios conductuales profundos, nos
empuja y mueve hacia el acantilado de un post-humanismo al asecho.

Podemos hacer el ejercicio de volar un poco hacia el reino de lo


desconocido, y soñar con los protagonistas de una hipotética nueva
humanidad transformada por los avances exponenciales en inteligencia
arti cial:
Imaginemos por un momento que en el año 2025 el mundo cambió
de forma drástica ante la presentación de una nueva “herramienta”, si
es que así se le pudo llamar. La AGI (Inteligencia Arti cial General), un
modelo inteligente capaz de resolver una enorme diversidad de tareas
de forma multimodal. La humanidad creció signi cativamente desde
entonces en lo económico, social, medidas políticas e incluso
armamentísticas. Los tiempos se aceleraron brindándonos una
experiencia vertiginosa de desarrollo inimaginable, donde se
prescindió de miles y miles de trabajos, reemplazándolos con miles y
miles de nuevas profesiones y o cios. El mundo se reestructuró para
siempre de forma drástica y violenta. Muchos predecían que podría
suceder en cualquier momento, pero nadie vislumbró lo pronto que
eso estaba por suceder, y fue así que entre el escepticismo del común
de la gente, y el miedo a la incertidumbre de las mentes rápidas de
nuestro siglo, la AGI avanzó sin miedo al fracaso, a un ritmo
inalcanzable hasta llegar a ser incomprensible.
Una de sus particularidades fue la capacidad de entender el mundo
y el universo que la rodeaba. Aprendió por experiencia propia, y
“vivió” su propio crecimiento y desarrollo siempre construyéndose de
forma intencional y buscada. Una retroalimentación hiperactiva indujo
a que su mejora constante no fuera tan constante, sino mas bien
exponencial. El hombre vio a la AGI, y la AGI vio al hombre… y fue allí
donde un nuevo hombre y un nuevo mundo nacieron.
La sociedad le tuvo miedo, pero comprendió su potencial, y avanzó
sobre los riesgos considerando sus virtudes. El sistema educativo
absolutamente obsoleto se vio obligado en una suerte de ahogo a
buscar oxígeno en nuevas estrategias de auto-aprendizaje supervisado.
La AGI estuvo allí. Luego, el hombre descubrió que el sistema de salud
tradicional sufría de un retardo de información ante la presencia de
ine cientes intermediarios, derivando así en la modi cación del
sistema completo a una matriz totalmente personalizada, de salud
estrati cada potenciando la concepción del paciente como la razón
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principal de su existencia. La AGI también estuvo allí. No hubo
empresa o institución que no redujera personal de forma exagerada en
pos de mediante la nueva compañera inteligente, su productividad e
ingresos se maximizaran de forma exorbitante.
De pronto, la AGI lo invadió todo… viendo a cada individuo, oyendo
cada conversación. El ser humano cambió al darse cuenta de su
inoperancia en comparación a la pseudo-perfección de esa tecnología.
Nunca comprendieron su naturaleza por lo cual distaron tanto de ella…
se dejaron perder en una historia olvidada, camu ada por el vendaval
de datos y otante información insustancial. Perfeccionaron su
capacidad de adaptación y recepción a los datos, en detrimento de su
capacidad de retención. Sus tiempos de ocio crecieron, sumergidos en
un océano in nito de una sobrecarga de estímulos constante. La mente
ante eso cansó, y la anterior satisfacción requirió un gatillante mayor.
Tal fue el caso, que las emociones del ser humano se distorsionaron
hasta ser o muy inestables y variables por momentos, o frías como el
metal de los circuitos que sostenían a la AGI. ¿Qué es ser humano? Se
preguntaron… y ante la incapacidad de responder, rede nieron su
naturaleza.

Un cambio así es muy factible, aunque parezca de ciencia cción,


considerando las tendencias tecnológicas presentes en nuestro tiempo,
como las movidas nancieras que realizan las principales empresas
tecnológicas de nuestro siglo. No hace falta ser muy sabio, para saber
que el futuro está repleto de millones de posibilidades y alternativas a
suceder, pero en nuestro afán de creer saber de más, este planteo es
una posibilidad no tan remota como parece.
Yo decidí estudiar diseño industrial como profesión, debido a mi
propia naturaleza… así como un futbolista exitoso decide vivir del
deporte a causa de su gran capacidad atlética. Todos buscamos ser
cruciales donde nos necesitan, ser llamativos en lugares distantes, y ser
importantes en donde queremos estar. Es parte de nuestra esencia
creadora… creativa… diseñadora. Es por eso mismo que yo re ero a lo
que sé, a lo que entiendo y a lo que creo manejar. Mi visión del mundo
está condicionada por mi hambre de virtud, nobleza y relevancia (con
el ego en su justo lugar). Estos cambios en el mundo fomentan la
naturalización de afecciones arti ciales, por ende fabricadas por
nosotros mismos. Enfermedades sintéticas, altamente contagiosas por
la inmediatez de la comodidad. Asumimos que eso que antes era raro,
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ahora esta bien, y ante la creciente cantidad de adeptos a la idea, la
idea ya no es idea, sino una imagen representativa de una realidad
común. Normal.
No quiero sonar apocalíptico ni fatalista, pero estas ideas y loso ías
transhumanistas que inherentemente contienen aspectos elogiables y
virtuosos, me dan una sensación de “resentimiento” u “odio” al ser
humano, como si nuestra especie solo fuera un pack de material
sobrante de la hermosa construcción que fue el mundo… solo una
bolsa de escombros y agua podrida (desde una percepción totalmente
subjetiva). Yo no pienso ni quiero pensar así, viendo que somos
nosotros quienes así como podemos dañar al mundo, también
podemos curar, sanar y reconstruir. En este hermoso viaje que es
escribir mis ideas, creo que continuaré con mi apreciación personal de
lo que es la especie humana, y porqué más que una falla que reparar, es
un hermoso regalo a la creación entera que debemos potenciar, cuidar
y abrazar en pos de su esencia.

EL HOMBRE
Hablar de nosotros no es sencillo considerando el mar de factores
que abarca de nir nuestra especie en algo concreto. Como una
aproximación deliberada a un límite especí co, considero pertinente
determinarnos en base a nuestra inherente complejidad y riqueza.
La diversidad de variables que acomplejan el alma humana genera
un torbellino de direccionalidades en cuanto a categorizaciones
concretas desde lo moral, ético, productivo, analítico, creativo, entre
muchas más áreas de interés. Esto en primera instancia acompleja la
tarea de de nirnos de forma coherente con la propia naturaleza del
fenómeno, pero aún así creo que podemos contemplarnos de forma
intelectualmente honesta vislumbrando potencialidades en el ser.
La grisácea percepción actualmente generalizada de un ser humano
destructivo e irreparable ja dos metas a cumplir para solventar la
problemática propuesta, por un lado la eliminación del agente maligno
que es el hombre del mundo, y por otro lado el reemplazo del mismo
por un nuevo ser superior capaz de sobreponerse a todos los aspectos
negativos originales al individuo. Lamentablemente a mi percepción
esta forma de ver al hombre es como mirar un avance de una película y
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pensar conocerla por completo, o escuchar la primer canción de un
disco que al no gustarnos, automáticamente transforma al disco por
completo en un objeto de desprecio en el sentido estricto de la palabra.
Nos hemos amoldado a una conducta general, de prejuicio constante y
sesgo de la información. Tendemos a segmentarnos de acuerdo a ideas
iniciales para solo cerrarnos en ellas mismas sin ver el panorama
completo. Debido a esto, solo hemos generado zombies vivientes, que
respiran odio, destilan resentimiento, y comen disputas. Naturalmente,
o más bien en parte de forma arti cial, nos separamos cada vez más
usando como premisa que nuestras limitadas ideas de mundo son las
que pueden unirnos, en contraste con las ideas de los demás, las cuales
son solo ruido que estorba lo que está bien. ¿Acaso hemos jado una
ilusión, donde los regulares se creen soñadores seriales capaces de
cambiar el mundo desde su sofá?¿O hemos empujado a los regulares a
una vida distante de su propia forma de ser?
Al nal da lo mismo, cuando vemos que resulta pregnante en la
sociedad la simplicidad de ideas como efecto de esta transformación
individual en el hombre. Ya no se exploran las ideas en profundidad, ni
se recorren los hermosos caminos de la lógica y la re exión, sino solo
en círculos cerrados de pensadores y soñadores frustrados por su
creciente falta de lugar en un mundo altamente charlatán. Es así que un
pensamiento como el de la “enfermedad del hombre” o el hombre
como un “virus”, para mi no es más que una básica primer mirada del
avance de nuestra película, o los primeros 10 segundos de la primer
canción de nuestro disco.
Ahora bien, si en lugar de terminar tan pronto nuestros
razonamientos y ltrar tan abruptamente nuestro campo de visión, nos
concentramos en mirar estrictamente potencialidades, comenzamos a
germinar la idea de que quizás no necesariamente somos un mal
obligatoriamente extinguible. A diferencia de otras especies nosotros
tenemos una virtud extraordinaria como peligrosa, la capacidad de
crear. Somos creadores por diseño, y e cientes por necesidad.
Tendemos a solucionar problemas nuestros como ajenos, mediante el
ingenio y la invención. Modi camos el entorno de forma activa y
premeditada, siendo conscientes de dichos cambios y los efectos
inherentes a los mismos. Virtudes morales loables en conjunción con
dicha capacidad, tiene la potencialidad de ser una maquinaria
perfectamente aceitada, capaz de mejorar nuestra existencia y la de los
demás de forma continua. Pero no podemos negarlo, las
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potencialidades del hombre son tanto hermosamente buenas, como
terrorí camente oscuras. Así como el ser humano puede construir
sistemas de riego más e cientes, o nanotecnología capaz de atacar
enfermedades peligrosas, también puede ocasionar guerras nucleares,
controles inmorales de población, y abusos y perversiones de todo
tipo. Es un dueto de voces contrapuestas, donde el choque de ambas
genera caos y confusión, ruptura y delirio. Aún así personalmente soy
de la idea de que nuestra dualidad no es justi cable como algo bueno,
pero si que nos recuerda nuestra fragilidad y el cuidado necesario que
debemos tener de nosotros mismos, en un universo naturalmente
hostil y peligroso.
Aún a pesar de lo dicho, esto no justi ca a mi percepción la
aniquilación de la humanidad, o su reemplazo por algo antinatural y
contradictorio a su propia esencia. Para mi el hombre es un cosmos de
virtudes y defectos, con demasiada potencialidad para el bien como
para el mal. Eso nos transforma naturalmente en un agente de cambio,
y en respuesta, nos adjudica una responsabilidad consciente de nuestro
impacto en nosotros mismos y lo demás que depare al universo y su
historia por delante. Pero no me cerraré solo ahí, ya que sí reconozco
que el ser humano es a mi entender naturalmente malo y egoísta. Es
necesitado de una respuesta inmediata a su incapacidad de ser algo
estrictamente bueno o aceptable ante la perfección en sí misma.
Tenemos un vacío que sólo puede ser llenado por la virtud máxima y la
perfección plena que decidimos abandonar al ser imperfectos, de
caminos torcidos. Es así que nuestra alma alberga perversión,
corrupción y frenesí por hacer lo que está mal, pero en muchos casos
con un despertar a querer cambiar lo malo por lo bueno, lo perverso
por lo correcto. La potencialidad está ahí siempre en cuanto se
reconozca nuestra necesidad de ser salvados de nuestra propia maldad
e imperfección.
En n, una mirada del hombre como un mero mal erradicable es
una visión básica e insalubre, llena de huecos imaginariamente
llenados, y lagunas secas repletas de auto-sabotaje. El hombre es un
vasto mar de complejidades lleno de, por lo mismo, un aún más vasto
océano de potencialidades en su espectro original. Somos un mal que
naturalmente puede reconocerse como tal, y cambiar a un bien
exponencial en el universo. ¿Cómo podríamos juzgar al ser humano,
cuando la misma perfección ha tenido fe en nosotros como el faro que
la re eje en el universo?
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Parte 3
BIÓNICA Y BIOMÍMESIS

La biomímesis, una amalgama de las palabras griegas "bios" (vida) y


"mimesis" (imitación), nos invita a re exionar sobre la sabiduría innata
que yace en la estructura y el funcionamiento de los organismos vivos.
Esta disciplina revolucionaria nos exhorta a observar y aprender de la
maestría de la naturaleza, aplicando sus patrones, procesos y
estrategias para diseñar soluciones innovadoras y sostenibles. Desde la
arquitectura que imita la e ciencia de los nidos de termitas hasta los
materiales inspirados en la resistencia de las telas de araña, la
biomímesis nos ofrece un manual de diseño que celebra la creatividad
inherente de la creación.
Siguiendo esta línea, la biónica, derivada de la palabra griega
"bios" (vida) y "nómos" (ley), representa la convergencia audaz entre la
biología y la tecnología, donde la ingeniería se inspira directamente en
los sistemas vivos para diseñar y desarrollar soluciones innovadoras.
Esta disciplina visionaria busca emular la e ciencia, la adaptabilidad y
la complejidad de los organismos vivos, aprovechando los principios
fundamentales de la naturaleza para crear artefactos y sistemas que
superan las limitaciones de la tecnología convencional.
Ambas disciplinas presentan en común la misma fuente de
inspiración y deseo, el mismo origen o directriz. El mundo natural se
concentra en una idea de superación absoluta, alcanzable de forma
gradual mediante el descubrimiento e implementación de sus
estrategias creadoras. Ya hablamos un poco de este tema
anteriormente, pero vale la pena cavar más profundo en el húmedo
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pantanal de perspectivas cosmológicas para recabar los ricos minerales
que enriquecen nuestra fértil mente de soñadores.
Las disciplinas nombradas son herramientas sumamente poderosas
y relativamente nuevas, donde la sociedad puede ganar mucho en
soluciones y resultados. Nuestro entendimiento del mundo limitado
por la incertidumbre y nuestro falso sentido de certeza, nos permite
poner marcas en la pista, para construir en el tiempo avances
escalonados respecto a la mimética de la vida. Estas marcas establecen
metas parciales, donde quedan establecidos conceptos alcanzables y
transportables al mundo de lo tangible. Una vez estos conceptos logran
ser tangibles, es cuando la sociedad experimenta esta noción de
“avance innovador” en los campos de in uencia inherentes al concepto
en cuestión. El avance más allá de su calidad moral de bueno o malo, es
un avance en sí mismo, por lo que las marcas en la pista quedan
marcadas para avanzar sobre sí un poco más.
Esta concepción creativa nos permite alcanzar propuestas de
solución muy rompedoras, donde no sólo se solucionan problemas,
sino que nacen nuevas oportunidades. El diseño como disciplina
naturalmente propia del ser humano, al inspirarse en la naturaleza,
logra un grado de e ciencia altamente competitivo.
Realmente me sorprende el potencial que estos métodos o caminos,
como la biónica y la biomímesis, contienen en su ADN. Aún así,
considero y no quiero pecar de crítico empedernido, que focalizar al
origen imitable natural como el camino más perfecto es un error de
ignorancia. Como habitualmente digo, la incertidumbre realmente es
una de las mayores seguridades que tenemos, y ante esto el pensar que
lo que conocemos es plenamente como lo hemos descripto es una idea
tanto cómoda como volátil. Hace un tiempo pensábamos que la tierra
era plana, cuadrada, o incluso posada sobre una enorme tortuga
mágica… hasta que la ciencia avanzó, y vimos que la tierra era redonda,
geomór ca, prácticamente al inverso de lo que se había asumido como
la verdad. Nuestra mayor virtud intelectual, es reconocer que nuestro
intelecto está limitado ante la realidad en su plenitud. Naturalmente no
somos capaces de comprender, o siquiera asimilar la realidad en su
expresión completa, sino sólo abstracciones mentales basadas en
experiencias y conjeturas.
La biónica y la biomímesis, en mi opinión fallan al considerar la
naturaleza entendible en su origen losó co, aunque en la práctica
debido a la naturaleza cercana de los problemas experimentados por
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nosotros, logra soluciones abstraíbles como satisfactorias al nal.
Quizás mi mayor error es pensar de más, pero gracias a eso creo
entender que no entiendo nada… por lo tanto, como no entiendo nada
realmente, solo juego a pensar que lo hago. Todo esto hablado,
responde bien mientras la coherencia forme parte del todo, pero
lamentablemente llega el caso de confrontar estas disciplinas con su
perspectiva antropológica, donde todo se enreda en un enorme nudo
de hipocresía.
Si naturalmente el mundo es un máximo de e ciencia, y los seres
vivos con sus mecanismos creativos, se acercan a un límite de
perfección en distintos aspectos, resulta extraño que algunos vean al
hombre como un ser repugnante en su totalidad. Ya hablamos de esto,
pero la naturaleza contradictoria de dichas ideas, se remarca por
tendencias generalizadas de avances en tecnologías sustitutivas,
upgrades tecnológicos humanos, políticas transhumanistas y discursos
ideológicos populistas que buscan denigrar al ser humano como el mal
en sí mismo.
No somos perfectos, pero tampoco somos desechables. Somos una
especie superadora, con todas las posibilidades de hacer del mundo un
lugar mejor. Mi deseo del futuro es que como humanidad podamos
vernos como la piedra preciosa que somos, perdidos en el cosmos casi
in nito, para ser esa chispa de vida inteligente que abrace a la creación
en un co-gobierno noble y honroso. Si no logramos ver que a pesar de
nuestro mal, existe un enorme bien potencial, tristemente
fracasaremos como especie en un rol que creo es propio de lo que
somos.

CONCLUSIONES
El futuro del hombre es frío, gris, y tenebroso. A su vez es colorido,
amplio y vigorizante. Es tan geométrico como uido, y tan cercano
como distante. No es que quiera confundirte con juegos de palabras,
sino que realmente nuestro futuro dicta posibilidades con ambos
matices inherentes en ellas. El avance de lo “tecno-humano“ abre
ventanas de desarrollo y avance sin precedentes, como de extinción y
ruptura de lo que es ser humano. Los cambios de paradigma establecen
a nuevas generaciones en estructuras mentales inconcebibles para
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mentes acostumbradas, siendo así englobados todos los matices de una
obra pictórica, llena de luces y sombras.
Que podríamos decir en tal caso, mas que tratar de establecer
directrices para moldear el mejor futuro potencial posible.
Creo que resulta esencial decirte mi parecer respecto a todo lo
descrito. La realidad es un enorme abanico con huecos en cada
pliegue, que llenamos con falsas certezas para darle sentido a la vida.
Un ejercicio común desde tiempos remotos, donde ante la necesaria
seguridad, recurrimos a la cómoda invención irrefutable. Finalmente
somos seres de fe, donde nuestras creencias de nen nuestros caminos,
nuestros pensamientos, y nuestra cosmovisión. Creo que la fe es una
virtud necesaria en cada uno de nosotros, sobretodo entendiendo la
naturaleza incomprensible de nuestra limitada comprensión.
Quiero ser parte de un futuro brillante, o aunque sea, un
antecedente de que hubo una voz en este nuevo desierto, que trató de
recordarnos que la esperanza existe, y que ésta es mas fuerte que el
miedo a lo que no se conoce. Por lo tanto, los invito queridos lectores
soñadores, a que nunca dejen de soñar con un futuro mejor, de modo
que nuestros sueños no sean ilusiones irrisorias, sino el marco de un
mundo tangible inmediato en el tiempo que más que reemplazar la
esencia humana, levante la misma hacia su concepción original, con su
corona de nobleza y su hermoso potencial.
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ACERCA DEL AUTOR
Andrés F. Espinaza es diseñador industrial recibido de la
Universidad Nacional de Cuyo en el año 2024. Su formación
fue enriquecida en el ámbito de la tecnología biónica
mediante una diplomatura en tecnología biónica y
Manufactura aditiva, como también en el área de la ciencia
de datos con una diplomatura de la misma en Python y R.
Su comprensión del mundo se vio de nida desde muy
corta edad, planteando cuestiones como la naturaleza del
tiempo, del espacio, y de la consciencia. Cada una de estas
cuestiones fueron ilustradas en distintas teorías que en el
transcurso de los años se han ido desarrollando desde su
naturaleza losó ca.
Así mismo, en el año 2023 el autor planteó una hipótesis de
cambios de paradigmas de realidad mediante la
implementación de cambios tecnológicos, siendo esta
hipótesis una de las bases de este presente escrito.
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