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Universidad Del Valle De Atemajac.

Licenciatura En Derecho.

Derecho a la información y sus antecedentes.

Nombre de la materia: Derecho Informático, propiedad


intelectual e industrial.

Nombre del alumno: Aldo Iván Estrada Duarte.

La Piedad, Michoacán. 18/05/2022


Fundamento constitucional del derecho a la información.

Artículo 6o. La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición


judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o
los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el
derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho
a la información será garantizado por el Estado.

Toda persona tiene derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así
como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier
medio de expresión.

El Estado garantizará el derecho de acceso a las tecnologías de la información y


comunicación, así como a los servicios de radiodifusión y telecomunicaciones,
incluido el de banda ancha e internet. Para tales efectos, el Estado establecerá
condiciones de competencia efectiva en la prestación de dichos servicios.

Antecedentes históricos del derecho a la información:

El derecho de acceso a la información en México surge como una prerrogativa


inmersa e íntimamente relacionada a la libertad de expresión y a la libertad de
prensa, encontrando sus raíces más remotas en los "Elementos Constitucionales"
elaborados por Don Ignacio López Rayón, durante la elección de 1811 y el
proyecto Constitucional de la Junta de Gobierno, quien plasmó en el artículo 29 de
la obra citada que: "Habrá absoluta libertad de imprenta en puntos meramente
científicos y políticos, con tal de que estos últimos observen las miras de ilustrar y
no zaherir las legislaciones establecidas."
Aunado a lo anterior, durante el desempeño del Congreso Constituyente de los
años de 1856 y 1857, se suscita un gran debate en torno a la libertad de imprenta
en nuestro país, en razón de que el artículo 14 del proyecto de Constitución
imponía como limitaciones a dicha libertad: el respeto a la vida privada, a la moral
y a la paz pública. Asimismo se establecía la fiscalización de un tribunal en los
jurados que conocerían de los delitos de imprenta.

Estas ideas del Congreso Constituyente del 1857 respecto de la libertad de


expresión y de imprenta, quedaron plasmadas en el numeral 6° de la Constitución
Política de la República Mexicana de 1857, promulgada por Ignacio Comonfort el
12 de febrero del mismo año, el cual estableció que: "La manifestación de ideas
no puede ser objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el
caso de que ataque la moral, los derechos de tercero, provoque algún crimen o
delito, o perturbe el orden público."

El numeral citado en el párrafo anterior, no sufrió reforma alguna durante su


vigencia y la Constitución de 1917 lo incorporó prácticamente de manera idéntica
e inclusive en el mismo numeral, conservándose la tajante prohibición de la
inquisición judicial o administrativa por lo que respecta a la manifestación de ideas,
con las salvedades de que éstas ataquen los derechos de terceros o a la moral,
provoquen algún delito o perturben el orden público. de que ataque la moral, los
derechos de tercero, provoque algún crimen o delito, o perturbe el orden público.

Después de meses de discusiones, la reforma política se plasmó en la Ley Federal


de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LFOPPE), que fue aprobada
por el Congreso en diciembre de 1977, junto con un paquete de 17 reformas y
adiciones, necesarias para su funcionamiento, a otros tantos artículos de la
Constitución (artículos 6, 41, 51, 52, 53, 54, 55, 60, 61, 65, 70, 73, 74, 76, 93, 97 y
115). La LFOPPE, además de elevar a rango constitucional el reconocimiento de
los partidos políticos como entidades de interés público, estaba orientada a la
ampliación del sistema de partidos y la participación de éstos en el Congreso."

De esta forma, producto de "…una inquietud política por abrir al público en general
la posibilidad de tener noticia auténtica de los propósitos o planes oficiales y de los
medios con que se intentaría mejorar la administración pública", el derecho de
acceso a la información logró figurar; aunque de manera raquítica y escueta en el
texto constitucional y el 6 de diciembre del año de 1977, con la reforma antes
enunciada se adicionó al numeral 6° constitucional la oración que reza: "…El
derecho a la información será garantizado por el Estado".

En efecto, el 20 de julio del 2007 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el


"Decreto por el que se adiciona un segundo párrafo con siete fracciones al Artículo
6º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos", misma que
introduce de manera explícita el derecho de acceso a la información pública
gubernamental como derecho fundamental de los mexicanos, la cual "… establece
en sus primeras tres fracciones los principios fundamentales que dan contenido al
derecho de acceso a la información, en particular aquél que establece que toda
información en posesión de los órganos del Estado mexicano es pública y que las
excepciones al acceso deben estar contenidas en instrumentos de carácter
legislativo y sólo cuando se justifiquen en el interés público o la protección de la
vida privada y los datos personales. Las fracciones IV a VII establecen, por su
parte, las bases operativas que deberán contener las leyes en materia de
procedimiento de acceso y revisión, órganos garantes, archivos administrativos,
obligaciones de información, en particular en materia de recursos públicos y
sanciones..."

De esta manera, la reforma constitucional que adiciona el párrafo segundo del


numeral 6º constitucional, concluye la lucha iniciada en nuestro país décadas
atrás, encaminada a reconocer y garantizar el derecho de acceso a la información,
iniciando a su vez una nueva era en la que dicha garantía pasa a formar parte de
las piedras angulares sobre las que descansa nuestra forma de gobierno, al ser
cimiento de los Estados democráticos modernos por dos razones: porque protege
un bien jurídico valioso en sí mismo (que los ciudadanos puedan saber y acceder
a información relevante para sus vidas) y porque sobre él se erige la viabilidad de
un sistema democrático, en tanto que cumple una función vital para la República,
que los ciudadanos conozcan el quehacer, las decisiones y los recursos que
erogan sus autoridades elegidas mediante el voto.

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