Está en la página 1de 4

CAMBIO CLIMÁTICO

Los océanos, cada vez más calientes

La temperatura del mar va en aumento y no es una buena noticia para el


planeta. Las consecuencias para los ecosistemas y las actividades humanas.

Marcelo Torres

Cuando se piensa en cambio climático la primera imagen que se viene a la


mente es un desierto, un incendio o un oso polar famélico sobre un iceberg
que se derrite, pero el calentamiento global –una de sus principales
consecuencias– no afecta solo a la superficie del planeta; los océanos del
mundo también se están calentando a un ritmo alarmante.
Según datos publicados recientemente por el Servicio de Vigilancia Marina
Copernicus –del Observatorio Climático de la Unión Europea–, en un
adelanto del informe anual 2023, la temperatura de los océanos ascendió a
20,96 grados Celsius a fines de julio, superando la marca anterior de
20,95°C en marzo de 2016. Las muestras recogidas por los científicos de
Copernicus excluían las regiones polares.
En su último reporte anual (septiembre 2022), Copernicus advierte que «se
ha producido un incremento de 0,43°C en la temperatura global de la
superficie del mar, siguiendo una tendencia de 0,016 +/- 0,001°C por año
desde 1993 hasta 2020, impactando significativamente el océano y alterando
los ecosistemas marinos y el sustento humano». Así, en 2022 la temperatura
del agua de los océanos fue la más alta registrada en cuatro años
consecutivos. Al menos en el hemisferio norte, que es de donde se tienen
datos precisos.
Por su parte, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados
Unidos (NOAA), registró también aumentos de temperatura en las
mediciones térmicas de la superficie de los océanos, a los que se denomina
«olas de calor marinas». Se trata de un fenómeno que puede prolongarse
varias semanas, e incluso meses, en las que aumenta la temperatura del mar
en ciertas regiones.
Pero, ¿por qué es importante saber si la temperatura de los océanos va en
ascenso? Principalmente porque esto puede afectar la vida marina y, en
consecuencia, todas las actividades que los humanos desarrollan en ese
entorno. Para Matilde Rusticucci, profesora titular de la UBA en el
Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos (Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales) e investigadora principal CONICET, «no
sorprende, ya que se venía anunciando que la temperatura estaba muy por
encima de la media. Uno de los impactos que tiene es que los corales se
blanquean, se van muriendo más rápido, y toda la fauna que vive en ellos
pierde su hábitat». A su vez, la Organización Meteorológica Mundial
(OMM) resalta que las secuelas de las olas de calor marinas «incluyen la
migración de especies, así como extinciones, y la llegada de especies
invasoras con consecuencias para la pesca y la acuicultura».
Océanos más cálidos no solo blanquean los corales sino que también
guardan relación con la proliferación de algas tóxicas que absorben el
oxígeno del agua y provocan la asfixia de muchas especies. Así como se ven
afectados esponjas y moluscos, entre otras especies de la flora y fauna
marina.

Excedente de calor
La combustión descontrolada de petróleo y carbón generada por la industria
a lo largo de más de dos siglos ha enviado a la atmósfera de la Tierra
toneladas de dióxido de carbono (CO2), sumado a otros gases como el
metano, el óxido nitroso, clorofluorocarbonos, hidrofluorocarbonos y
hexafluoruro de azufre, provocando un efecto invernadero que ha elevado la
temperatura de todo el planeta. De ahí su nombre de gases de efecto
invernadero (GEI).
Consecuencia de ello es que los océanos han actuado como una esponja y
absorbieron a lo largo de décadas ese excedente de calor. Esta absorción es
la que ahora se ve reflejada en las mediciones de los organismos científicos
que testean constantemente los mares. Pero paradójicamente, aunque los
océanos absorben el calor, a medida que el agua se va poniendo más cálida,
tiene menos capacidad de absorber el dióxido de carbono y esto acelera el
calentamiento global del planeta.
Se espera que para septiembre el calentamiento se haya expandido y llegue
al 50% de los mares del mundo. Con el correr de las décadas, a este ritmo,
este fenómeno podría tener efectos devastadores. Un ejemplo claro es el mar
Aral, en Asia Central, que supo ser el cuarto lago más grande del mundo,
con una superficie de más de 68.000 kilómetros cuadrados. Debido al desvío
de los ríos que lo alimentaban, por un lado, y al calentamiento global, el Aral
se fue desecando y hoy apenas queda un 10% del lago original. Con él
murieron, como podría ocurrir en los mares, varias especies que lo
habitaban: el esturión bastardo, la trucha común, el lucio europeo, el barbo
del Aral y la carpa del Danubio, entre muchas otras.
O sea, algunos mares podrían convertirse algún día en desiertos. Según
expertos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, «las olas de calor marinas
duplicaron su intensidad y frecuencia entre 1982 y 2016».
Argentina, por su parte, también está recopilando datos de la zona litoral
costera, desde el Río de la Plata hasta la Antártida, gracias a la reciente
formación de la Red de Observación Marina Argentina (ROMA), que
engloba a un grupo de instituciones de diferentes ministerios con el fin de
obtener datos marinos de alta calidad, tanto para el desarrollo sustentable de
los recursos marinos como para la investigación científica en el marco del
cambio climático.

Factores de riesgo
¿Cuáles serían entonces los otros agentes que influyen en el aumento de la
temperatura oceánica? Para Rusticucci «el cambio climático seguro es un
factor, pero además se agregan cambios en la circulación del océano».
Muchos científicos también hablan de la actividad solar e incluso de las
dinámicas del polvo del desierto del Sahara.
Otro de los «sospechosos» es el famoso fenómeno conocido como El Niño,
una fluctuación climática natural que ha sido relacionada con el
calentamiento del océano Pacífico tropical y que posee un efecto de
calentamiento global. «Con respecto a los huracanes del Atlántico, este año,
como hay un El Niño –explica Rusticucci–, se había pronosticado una
temporada de huracanes menor a la media, pero dadas las temperaturas
actuales, se modificó el pronóstico a mayor cantidad de huracanes que la
media».
Pero las consecuencias no solo serían sobre los ecosistemas marinos sino
también para los seres humanos. Las pérdidas económicas podrían ser
siderales, considerando que más de 58 millones de personas en todo el
mundo, viven en forma directa de la pesca; sin contar sus actividades
relacionadas, como el procesado, la distribución y venta, que expandiría esa
cifra varios ceros más.
Según explica Rusticucci, «cuando aumenta la temperatura del océano,
aumenta mucho la altura; por lo tanto se pueden producir más inundaciones
ante la misma tormenta, o por ejemplo, huracanes, y puede llegar el agua a
más lugares en tierra –aclara la científica–. Pero además se altera la
circulación del aire que está sobre el océano, impactando en los pasajes de
los sistemas atmosféricos».
Según la NASA, que durante 20 años ha estado registrando la topografía de
la superficie global del océano, el cambio climático está provocando que los
océanos se calienten y los glaciares se derritan. Esto provoca un aumento
sostenido del nivel del mar global, que desde 1880 ha aumentado unos 20
centímetros y se estima que para 2100 aumente entre 30 y 122 centímetros.
Esto resultaría catastrófico para algunas islas del Pacífico así como para
zonas costeras de todos los continentes.
Con esto coincide un estudio de la Academia de Ciencias de China que dice
que si no se hace nada para reducir la emisión de GEI, «los modelos prevén
que la temperatura de los 2.000 metros superiores de los océanos subirá
0,78°C para fin de siglo». Como el agua crece a medida que se calienta –la
expansión térmica–, esto podría provocar un aumento del nivel del mar de
30 centímetros –dicen los científicos chinos–, sumado al derretimiento de
glaciares y capas de hielo que hoy cubren áreas de tierra firme, como la
Antártida.
De continuar a este ritmo el planeta va a camino a un futuro no precisamente
auspicioso. Es por ello que científicos y representantes de organizaciones
mundiales como António Guterres, secretario general de las Naciones
Unidas, han llamado a detener urgentemente las emisiones de gases de
invernadero y esperan centrar el debate en esta cuestión durante las próximas
conversaciones de la ONU sobre el clima en la COP28, que se realizará a
fines de este año en Dubai, Emiratos Árabes. Ojalá los escuchen quienes
deciden los destinos del planeta.

También podría gustarte