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“…Pienso en nuestros mártires, en los mártires de nuestros días, los

hombres, las mujeres, los niños que son perseguidos, odiados, expul-
sados de sus hogares, torturados, masacrados. Y esto no es una cosa
del pasado: esto sucede hoy. Nuestros mártires, que terminan sus vi-
das bajo la autoridad corrupta de gente que odia a Jesucristo. Nos
hará bien pensar en nuestros mártires”. (Papa francisco 6-02-2015,
festividad de Juan Bautista)

Introducción
El territorio panamazónico está compartido por Guyana, Surinam y Guyana Francesa (0.15%),
Venezuela (1%), Ecuador (2%), Colombia (6%), Bolivia (11%), Perú (13%) y Brasil (67%). Ocupa
un área de 7,01 millones de kilómetros cuadrados y corresponde al 5% de la superficie de la
tierra, 40% de América del Sur. En esta región habitan unas 33 millones de personas y entre
ellas, 400 pueblos indígenas. Muchos pueblos fueron exterminados por las enfermedades
y la violencia de diversos invasores. A pesar de todo, los pueblos indígenas resistieron y hoy
son un referente importante para el cuidado de la naturaleza y la madre tierra.

Estos territorios Pan-amazónicos están regados con sangre de mártires. Mujeres y hom-
bres que dieron su vida para que la utopía del Reino se encarne entre nosotros. Esta serie
audiovisual, promovida por REPAM y diversas entidades fraternas, procura acercarnos a
las acciones, el pensamiento y el espíritu que animaba sus vidas y que de alguna manera
explican su martirio.
En un contexto de marginación, desprecio por la vida de los indígenas y de explotación
inmisericorde de los recursos naturales, las y los mártires panamazónicos anunciaban a un
Dios fraterno, promovían la justicia y buscaban una vida en plenitud para estos pueblos.

Para quienes construimos la REPAM la voz de los profetas está resonando aún en el silencio
de las selvas, la valentía de los pastores ha enfrentado y sigue enfrentando los intereses
privados, y la sangre de los mártires ha bañado y sigue bañando la tierra y los ríos de la
Amazonía. Con el papa Francisco afirmamos que “la Iglesia no está en la Amazonía como
aquellos que tienen las maletas listas para partir después de haberla explotado. Desde el
inicio, la Iglesia está presente en la Amazonía con los misioneros, congregaciones religiosas,
sacerdotes, laicos y obispos, y ella continúa presente, y es determinante para el futuro de
aquella región”. Hoy la Iglesia de la Amazonía es “una Iglesia pobre para los pobres” (EG
-Evangelii Gaudium- no. 198).

La sangre de los mártires, y la presencia de la iglesia, sigue inspirando y comprometiendo


a quienes trabajan en la promoción integral de las poblaciones amazónicas, para que ellas
sean sujetos de transformación en la sociedad y en la Iglesia. La vida de los mártires nos
ayuda a amar las culturas, tradiciones, costumbres, creencias, organizaciones y ritmos de la
gente de la Amazonía; acompañando los procesos de liberación de las poblaciones amazó-
nicas, signo del Reino de Dios.
La vida de los mártires amazónicos nos convoca también a unir esfuerzos y trabajar para in-
cidir en políticas públicas de carácter local, nacional e internacional a favor de los que viven
en la pan-amazonia y de sus diversos desafíos.

Esta serie audiovisual nos facilita una lectura de la vida de los mártires y su contexto, una
reflexión sobre la realidad de este bioma (sistema vivo), con el fin de buscar, junto a nuestras
comunidades y pueblos, soluciones que dignifiquen sus vidas.

Estos reportajes intentan ser una ayuda a la conversión ecológica a la que nos convoca el
Papa Francisco en su encíclica Laudato Si: “Una mirada distinta, un pensamiento, una políti-
ca, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resis-
tencia ante el avance del paradigma tecnocrático. De otro modo, aún las mejores iniciativas
ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica globalizada.”

OBJETIVO:
Esta serie de reportajes didácticos sobre quienes ofrendaron “La vida por la Amazonía”,
busca apoyar la formación de catequistas, agentes pastorales y líderes sociales interesados
en la defensa y cuidado de la Casa Común, así como en la construcción de una Iglesia con
rostro y espíritu amazónico. Los testimonios, datos, imágenes y reflexiones de cada repor-
taje rescatan la vida, el trabajo y el Espíritu que animaba cada mártir, en sus respectivos
contextos sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos.

Esta guía está diseñada para ayudar a organizar los momentos y pasos a seguir en cada
debate, luego de visualizar un video-reportaje.
Guía para animar
un video debate
“A través del cine entramos en contacto con historias humanas refle-
jadas en la pantalla, y en ellas y a través de ellas con el “espíritu” de
hombres y mujeres: aquello que los guía, los anima, les da sentido a
sus vidas, los hace sufrir y luchar, salir adelante y lograr sus esperan-
zas, vivir y morir” (Luis García Orso sj.)

Un diálogo entre el espíritu de los personajes y nosotros


1.- Selección del reportaje
Para la selección hay que tener en cuenta:

A.- ¿Quiénes son los espectadores, o participantes de la sesión?: Saber si el grupo estará
conformado por niños, jóvenes, adultos o un poco de todo, nos permite elegir determina-
dos videos. Otra característica del grupo que ayuda a una buena selección, es saber si son
escolares, universitarios, líderes sociales, niños de la calle, campesinos, catequistas, trabaja-
dores, madres de familia, profesores, religiosas, etc.
B.- ¿Cuál será el tema central que se debatirá en la sesión?: Si el grupo requiere dialogar
sobre la “encarnación del evangelio”, el video podría ser “Alejandro Labaka”; pero si requie-
ren conversar sobre empresas de monocultivo, podríamos elegir la vida de la “Hermana
Cleusa”. Algunas veces es el grupo que solicita o define el tema, pero muchas veces es el
facilitador o coordinador de la sesión quien selecciona también el tema que podría ser de
interés o utilidad para el grupo.

C.- ¿Cuánto tiempo durará la sesión?: los videos de nuestra serie tienen un promedio de
duración de 20 minutos. Esto quiere decir que si queremos dialogar más o menos en pro-
fundidad y hacer algún trabajo en grupos… podríamos planificar una sesión de dos horas
aproximadamente.

Estas dos horas la podemos dividir de la siguiente manera:


• 20 minutos para conocer al grupo, crear un ambiente o clima propicio y presentar la
filmación y la metodología a seguir.
• 20 minutos para ver el video
• 1 hora (60 minutos) para el diálogo y la reflexión sobre lo que se acaba de ver.
• 20 minutos para sacar conclusiones prácticas a nivel personal o grupal sobre lo dis-
cutido.

¿Qué hacer si sólo tenemos 1 hora disponible? En este caso, podríamos dividir los 60
minutos de la siguiente manera:
• 10 minutos para conocer al grupo, crear un bonito ambiente y presentar la película
• 20 minutos para ver el cortometraje
• 20 minutos para realizar el diálogo y reflexión sobre la película
• 10 minutos para sacar conclusiones prácticas a nivel personal o grupal sobre lo dis-
cutido

D.- Local adecuado: Los reportajes están hechos para ser vistos en pantalla grande. Ade-
más exige que tengamos el silencio y la oscuridad necesaria, para estar concentrados en lo
que sucede en la historia y no perdernos ningún detalle. En las casas, colegios, parroquias,
aulas, locales comunales, debemos ubicar una pared de color blanca o lo más cercano al
blanco. Si no la hay entonces tendremos que buscar una sábana, tela o una pantalla de
proyección.
El local debe estar provisto entonces de un proyector que nos permita ver con buena cali-
dad y tamaño la película.

También hay que contar con un equipo de sonido, lo suficiente bueno, que permita es-
cuchar, no solo los diálogos, sino todos los sonidos y silencios que dan vida y sentido a la
historia que presenciamos.

Ojo, con la comodidad de los asistentes. Todos debes estar sentados y ubicados frente a la
pantalla.
Si por algún motivo, no le queda otra opción que mirar en un televisor, procurar que la pan-
talla sea la más grande que pueda encontrar. Y claro el número de asistentes no puede ser
muy grande.

E.- Clima adecuado: El facilitador de la sesión o promotor de la jornada, antes de proyec-


tar la filmación deberá crear un ambiente de concentración, invitando a estar atentos y a
observar y escuchar con mucho respeto lo que nos quieren contar los personajes y los
productores del reportaje.

Si el grupo no se conoce es bueno invertir unos minutos en que se presenten y se vaya


creando un clima de disponibilidad al diálogo que se tendrá luego de asistir a la película.
La presentación del video debe ser breve y proporcionar los datos básicos: Nombre del
reportaje, director, principales personajes, año de producción, premios recibidos, y algunos
datos sobre el contexto en el que se desarrolla la historia.

2.- EL foro o diálogo después de ver el reportaje


Esta es la parte central, la razón de ser de nuestra sesión. Por lo tanto merece el mayor cui-
dado posible. La idea general es analizar la historia que acabamos de ver, analizar el com-
portamiento, la conducta de los personajes, ahondar en las motivaciones que los llevaron
a hacer lo que hicieron; en última instancia, conocer y valorar la fuerza del espíritu que los
llevó a realizar tales o cuales cosas.

Para lograr una amplia participación del grupo de espectadores, el facilitador deberá ga-
rantizar que todos hayan comprendido la historia. Para ello, será necesario que el grupo
recuerde los momentos claves de la filmación, identifique las escenas más importantes, los
símbolos y los énfasis en los que insistió el director del filme.
2.1.- Romper el hielo.
Un sondeo inicial breve sobre las emociones o sentimientos sentidos al ver la película ayuda
a que los participantes digan lo primero que les llega a la cabeza.

Las preguntas pueden ser: ¿Qué emociones sintieron al ver la filmación? ¿Qué sensación les
deja la historia que acabamos de ver? ¿En una o dos palabras digan los sentimientos que
han tenido?

Otras preguntas pueden ser: ¿Les gustó la historia? ¿Digan en una sola frase que les pareció
la historia que acabamos de ver?
Hay que cuidar que las personas más motivadas o con mayor información digan ya todo
lo que piensan sobre los valores educativos o negativos de la historia… Si tenemos algunas
respuestas en ese sentido… debemos cortar con delicadeza e insistir en que señalen sola-
mente una o dos emociones sentidas en una o dos palabras. Decirles que es sólo un primer
sondeo… que luego veremos esos aspectos que ellos están señalando.
Otra manera de comenzar es preguntar ¿Qué imágenes te impresionaron más? ¿Cuál fue el
momento que más te impresionó?

Es recomendable que el facilitador pida que todas las personas o la mayoría diga algo. De
esa forma se va rompiendo el hielo.

2.2.- Reconstruir la historia.


¿Cómo comienza la historia que acabamos de ver? ¿Cómo arranca el video? ¿Cuál es el
problema que se le presenta al protagonista?... Son algunas de las preguntas que sirven para
comenzar a reconstruir la historia que nos cuenta la película.

La idea es que el grupo, cuente lo que pasó. Qué hace el personaje central, qué conflictos
debe resolver, qué hace para resolver el problema que se les ha presentado… Que recuer-
den y cuenten los momentos en que se evidenciaron dichos conflictos.

El facilitador, que conoce bien el video, debe ayudar con sus preguntas para que esta re-
construcción, sea lo más fiel y para que los participantes detallen los diálogos, las expresio-
nes y los sentimientos de los personajes en los momentos claves de la historia.
Reconstruir la historia, entre todos, permite que el grupo entre en confianza, se suelte, pier-
da el miedo a hablar. Inclusive sirve para que si a alguien se le escapó algún detalle, ahora
pueda entender mejor la historia.
Reconstruir las escenas más importantes de la historia, es como ver de nuevo la película
con los ojos de todos. Esto nos ayuda a acercarnos no solo a los hechos que acabamos de
presenciar, sino también a la personalidad de cada uno de los personajes, a sus motivos, a
sus razones, a sus valores… a su ESPÍRITU.

2.3.- Análisis de la historia y de los personajes


Luego que el grupo reconstruyó la historia de manera participativa, ahora podemos pasar
a analizar el comportamiento, las conductas, los hechos, las acciones de los personajes. Las
preguntas que nos ayudan aquí, casi siempre inician con ¿Por Qué…?
¿Por qué se originó el conflicto? ¿Por qué tuvo esa reacción? ¿Por qué actuó de esa manera?
¿Qué es lo que lo llevó a realizar dicha acción?
En esta parte de nuestro foro, es muy importante, acercarnos a los MOTIVOS que llevan a
que los personajes actúen de tal o cuál manera. ¿Qué busca el personaje? ¿Qué es lo que lo
lleva a cambiar? ¿Qué valores afirma o rechaza con su conducta?
¿En qué cree firmemente esta persona? ¿Por Qué?

2.4.- Relación de la historia con nuestra realidad


¿La historia que acabamos de ver tiene algo que ver con mi realidad personal?
¿Tiene algo que ver con lo que pasa en nuestra comunidad?
¿Podrían contar ustedes algún caso parecido que haya sucedido en su familia o en su co-
munidad?

La relación entre la historia presentada y nuestra realidad concreta, es muy importante. Nos
permite poner los pies en la tierra. Sentir que la vida del personaje también nos interpela
como personas y como sociedad.
2.5.- A que me convoca o nos invita la película
Se trata ahora de pasar del análisis y de la reflexión al compromiso personal o grupal.
¿Qué nos sugiere la actitud del personaje central? ¿Qué nos enseña este mártir? ¿A qué me
motiva? ¿A que me convoca? ¿A que me llama?
¿Hay algo que podemos hacer a nivel personal o grupal, para que estas cosas también cambien?
¿Nos podemos comprometer en algo concreto de manera personal?

3.- Características del facilitador del foro


El facilitador debe conocer bien la producción: Por lo menos debe haberla visto una
o dos veces antes. Conocer la historia que nos cuenta, la secuencia de las escenas y los mo-
mentos más significativos de la trama. Debe haber analizado el espíritu del protagonista y
de sus antagonistas. Tener una idea de los diversos temas que aborda o plantea el reportaje.
De ser posible, conocer algo más de los productores y de la REPAM.

Facilitar que el grupo hable, converse, dialogue, discuta: Deberá tener mucho cui-
dado para no imponer sus ideas o sus puntos de vista. Su función es motivar y animar para
que todas las personas, o por lo menos la mayoría, se expresen, hablen, digan lo que pien-
san y también escuchen y respeten las opiniones de los demás.
La persona que tiene como función ser facilitadora del foro, deberá explotar al máximo su
capacidad para escuchar y para preguntar.

Controlar el tiempo disponible y avanzar paso a paso: No se trata de quemar eta-


pas, ni de ir lo más rápido a las conclusiones. Muchas veces una buena reconstrucción de
la historia y un breve análisis de la conducta y el espíritu que mueven a los protagonistas
bastan para suscitar la reflexión y los deseos de cambio y transformación entre los partici-
pantes. Por ello el mayor tiempo de diálogo debe invertirse en esos dos aspectos.
Aportar al grupo elementos claves del lenguaje simbólico y cinematográfico:
Las sesiones deben servir también para que los participantes mejoren su forma de ver una
película. Sepan distinguir los recursos cinematográficos que el director utiliza para poner
énfasis o destacar determinados momentos o situaciones de la historia: Iluminación, movi-
miento de cámaras, efectos especiales, colores, música de fondo, cámara lenta, flash back,
silencios, etc.

Manejar o controlar a los participantes difíciles: Por lo general en los grupos nos
encontramos con personas, que asumen un tipo de liderazgo que no ayuda a la reflexión
colectiva ni a la participación de todos. Debemos estar atentos y saber administrar la parti-
cipación de todas las personas.

Debemos estar atentos a las personas que comúnmente dificultan el trabajo grupal: habla-
dor, agresivo, interrogador, negativo, superpositivo, payaso, sabelotodo, importante- gran
jefe, desinteresado, tímido.
Tipos de facilitadores que debemos evitar:
El moralista.- Excesivamente preocupado porque la gente puede quedarse más con los
antivalores que con los valores. Por lo general todo reduccionismo que sólo ve “lo bueno y
lo malo” en las personas o en las historias, nos impide entender la complejidad de la vida.
Todo moralista, desconfía de la capacidad de la gente y cree que sólo él es el dueño de la
verdad y que debe transmitirla a quienes no tienen la capacidad de descubrirla.

Un buen facilitador debe ser consciente que nosotros también somos una mezcla de valo-
res y anti-valores. No todo en nosotros es sólo bueno o sólo malo. Estar dispuestos a apren-
der de los demás, a escuchar con atención, a ser comprensibles, a no condenar, a buscar
salidas y a no insistir en abrir más las heridas o a tirar la primera piedra a los pecadores.

El dictador.- Se complace en imponer sus ideas al grupo. Manipula las preguntas para que
la gente responda lo que él quiere escuchar. Descalifica a quienes no piensan como él. En
nombre de la verdad es completamente antidemocrático.
Una buena forma de no caer en actitudes dictatoriales, es escuchar con atención las opinio-
nes más diversas y limitarnos a hacer preguntas o repreguntas a todo el grupo. En realidad
un buen facilitador construye con las opiniones del grupo, no con sus ideas –por más bue-
nas que estas sean-

El deslenguado.- Es el que acapara el diálogo, es el dueño de la palabra. No es un facilita-


dor del diálogo sino un apasionado de su monólogo. Quiere aparecer como la estrella del
grupo.
No olvidar que el facilitador pregunta más que explica.
El apresurado.- Se deja presionar por el tiempo o tiene temor que el grupo no llegue a
conclusiones o no complete todos los pasos del proceso.

El improvisado.- Se nota que no ha preparado nada, o se le han olvidado los papeles. No


sabe a dónde ir, que viene luego ni a donde se quiere llegar. Genera desconfianza y desinte-
rés en el grupo. Muchas veces no sabe ni siquiera el nombre del reportaje ni la historia del
personaje.

El inseguro.- En vez de animar, desanima. Crea un clima de confusión e inseguridad. Se le


nota perdido. Deja que la gente se desvié del tema. Hace lo que la gente quiere.

Alejandro
Labaka
Este es el primer reportaje de la serie “La vida
por la Amazonía”. El video nos muestra algunos
de los momentos marcantes de la vida y obra
de monseñor Alejandro Labaka, obispo del vi-
cariato apostólico de Aguarico en la Amazonía
ecuatoriana. Como toda vida entregada con pa-
sión al acompañamiento y defensa de los más
pobres y excluidos, nos plantea diversos temas que pueden ser profundizados y debatidos
en nuestros grupos y comunidades.

Aquí algunos de estos temas para el diálogo y debate:


• Hacia una Iglesia con rostro amazónico
• Pastores con olor oveja
• Interculturalidad y religión
• Valores y signos del Reino en las culturas indígenas
• ¿Cómo formar a los agentes pastorales de la Amazonía?
• Descolonizar las misiones en la Amazonía. Luces y sombras de la labor de la Iglesia.
• Alternativas a un desarrollo que trae muerte y destrucción en la Amazonía
• ¿Pueblos en aislamiento voluntario o pueblos arrinconados y agredidos por la voraci-
dad del sistema?
Elija un tema
Lo recomendable es que de esta amplia posibilidad de temas, de los que se pueden des-
prender otros, ustedes elijan uno o dos temas centrales, para ser abordados en una sesión.
Si desean abordar muchos más temas, es mejor que se piense en realizar dos o tres sesio-
nes. El video – Reportaje puede ser visto muchas veces, de esta forma se interiorizará mejor.

El peligro de hablar de todo un poco trae como consecuencia que no se llega a profundizar
ningún aspecto relevante para el grupo.

El paso siguiente, después que usted ya tiene el tema sobre el que se ha decidido orientar el
debate, es buscar datos e investigar: De esta manera se podrá ayudar con datos concretos
a la reflexión. Si piensa llevar a un experto para que de una charla, que él intervenga al final,
luego de escuchar las reflexiones y comentarios de la gente.

Siga el paso a paso


Como ya se dijo en la guía de cómo hacer un debate, no se apresure y siga los pasos en
orden: Rompa el hielo, que la gente exprese sus primeras impresiones; RECONSTRUYA con
la gente todo lo que se vio; sin este paso será muy difícil que la mayoría participe al entrar
al momento del ANALISIS y de la relación con la REALIDAD ACTUAL. Termine siempre con
el compromiso de la gente, Qué hacer, en qué me comprometo.

Preguntas para facilitar el diálogo


Sugerimos algunas preguntas a tener en cuenta en el diálogo o debate sobre este video. Es-
tas preguntas las puede incorporar en los momentos que sean convenientes y de acuerdo
al tema en lo que se centra el diálogo con el grupo:
¿Qué es lo que más te impresiona de la vida de Monseñor Alejandro Labaka?
¿Qué imagen o qué momento muestra mejor el corazón o el espíritu de monseñor
Alejandro?
¿Qué es lo que más te llama la atención de la vida de la hermana Inés Arango?
¿Qué buscaban Monseñor Labaka y la hermana Inés al contactarse con los Huaorani
y los Tagaeri.?

¿Qué conoces de la vida y la espiritualidad de los pueblos amazónicos?


¿Cuáles son las ideas que difunden los medios de comunicación sobre los pueblos
amazónicos?
¿Qué buscan los gobiernos y las empresas en la Amazonía?
¿Qué buscan las iglesias en la Amazonía?
¿Cuáles son los principales problemas que tienen hoy los pueblos amazónicos?
¿Qué significa para ti la Amazonía?

¿Qué nos dice a cada uno de nosotros el martirio de Alejandro y de la hermana Inés?
¿Qué significa hoy la expresión del obispo Alejandro Labaka: “Si no vamos nosotros los
matan a ellos”?
¿Cuáles son los valores espirituales de los pueblos indígenas que debemos aprender y
practicar?
¿Cómo ayudar a construir una Iglesia con rostro y espíritu amazónico?

Material para lectura:


CRONICA HUARANI: http://www.alejandroeines.org/index.php/documentos/cronica-huaorani
Web dedicada a Alejandro e Inés: http://www.alejandroeines.org/index.php
Breves rasgos biográficos de Alejandro e Inés

ALEJANDRO LABAKA :
Un obispo que murió desnudo

Alejandro Labaka Ugarte, nació en un caserío de Guipúzcoa, llamado Beizama, en España.


A los 12 años ingresó al seminario de los religiosos capuchinos de Alsasua (Navarra). A los
18 años tuvo que interrumpir sus estudios para ir al frente de combate en la guerra civil es-
pañola del 36-39. Se reintegró al convento y en el año 1945 recibió el sacramento del Orden
sacerdotal, tenía 25 años.

Misionero en China
A pocos días de ser ordenado sacerdote, escribía una carta a su superior, solicitando ser
enviado a China como misionero: Mi alegría sería inmensa si el Espíritu Santo se dignase
escogerme para extender la Iglesia y salvar almas en misiones. Y sobre todo en países de
más dificultad y donde haya más que sufrir. Me pongo incondicionalmente en sus manos
para ir a donde quiera que disponga enviarme… Le comunico que lo que más me ha atraído
y la que más me atrae en la actualidad es nuestra misión de China.
Con otros tres compañeros llegará Alejandro a Pingliang (China) en el año 1947. Y permane-
cerá 7 años, dedicado a la medicina y a la labor evangelizadora. En el año 1951 comenzó en
China una persecución sistemática a la Iglesia Católica por parte del gobierno comunista. El
30 de marzo de 1953 llegó expulsado a España.

Ecuador, patria del corazón


Alejandro Labaka llega a la que será su segunda patria el 16 de mayo de 1954. Trabajó pas-
toralmente en Pifo y Guayaquil, fundó un seminario en Quito, y el 1 de febrero de 1965 le
sorprende el nombramiento de Prefecto apostólico de Aguarico. Labaka asumió su nueva
responsabilidad el 28 de marzo de 1965.

Cambios en la Iglesia
A Mons. Alejandro le tocó vivir los cambios profundos propuestos por el Concilio Vaticano
II en el que participó. La propia orden capuchina entró en una profunda revisión de sus
Constituciones. Había que optar decididamente por los medios pobres en el apostolado. La
Misión poseía una avioneta para el desplazamiento de los misioneros y también para avis-
tar y conectarse con los lejanos bohíos o malocas de los aucas. Poseía también una granja
vacuna y extensas tierras. A muchos misioneros les caía mal aparecer como hacendados
y propusieron desprenderse de esos medios materiales. El 9 de febrero de 1969 el Prefecto
apostólico escribe una carta al nuncio en Quito, haciéndole entrega de la avioneta.

La Misión se desprende también de la granja. Fueron meses de oscuridad, porque algunos


misioneros optaron por salir de la Misión. Mons. Alejandro escribió al Superior General de la
Orden: Pido que se me releve de mi cargo de Prefecto Apostólico, permitiéndome rehacer
mi vida como simple fraile capuchino”. Siguieron trámites curiales largos y el 11 de junio de
1970 se hizo público el nombramiento del nuevo Prefecto. Alejandro quedó en la Misión
como simple misionero, encargado de los aucas. Era su vocación: las periferias, los pobres,
lo más difícil.
Qué significa la Misión para Alejandro Labaka
En Crónica Huaorani, p. 108, Alejandro hace esta reflexión: “Nos preguntan: ¿Para qué van a
los aucas? ¿Acaso podrán predicarles? ¿Qué pretenden? Sencillamente: queremos visitarles
como hermanos. Es un signo de amor con un respeto profundo hacia su situación cultural
y religiosa. Queremos convivir amistosamente con ellos, procurando descubrir con ellos las
semillas del Verbo, insertadas en su cultura y en sus costumbres. Nada podemos decirles ni
pretendemos. Sólo queremos vivir un capítulo de la vida huaorani, bajo la mirada de un Ser
creador que nos ha hecho hermanos”.

Alejandro, desde el Concilio Vaticano II, ha reflexionado mucho sobre el tema “Semillas del
Verbo”, sembradas en otras culturas y religiones diferentes de la cristiana. Dios trabaja en
los seres humanos y los pueblos antes de que la Iglesia llegue a ellos. A donde llega el misio-
nero, Dios le ha precedido. El beato Juan Pablo II dijo en uno de sus viajes a América Latina:
“Antes que llegasen los misioneros a estas tierras, ya Dios abrazaba con su amor infinito a
los Amerindios”.

Como Alejandro tenía presentes estas verdades, ejercitó un estilo misionero humilde, res-
petuoso y acogedor. Nada impuso, todo lo ofreció. Descubrió los valores de sus cantos,
narraciones, tradiciones, su fe en Huinuni: El Ser supremo para ellos.

Hermana Inés Arango :


Misionera que acompañó y murió junto a monseñor Labaka

“Si muero me voy feliz y ojalá nadie sepa nada de mí. No busco nom-
bre... ni fama. Dios lo sabe” (Hermana Inés).

La hermana Inés nació en Medellín –Colombia-, en 1937. Fue la undécima hija de una familia
creyente. Fue una niña traviesa y de ojos vivarachos. Se transformó en una adolescente
“brincona, avispada, frentera y siempre juguetona y feliz”.
Ingresó a la congregación de hermanas terciarias capuchinas e hizo profesión religiosa en
1956. Fue destinada a la docencia en varios lugares de Colombia. Era una buena maestra,
sin embargo, “su corazón estaba en otra parte”. Soñaba con ser misionera, sobre todo luego
de que, con sus hermanas, leyera los documentos del Concilio Vaticano II. Luego de veinte
años de espera logró su propósito y fue destinada con un pequeño grupo de religiosas a la
misión capuchina de Aguarico, en el Oriente ecuatoriano.

Inés trabajó junto con sus hermanas en el hospital. En poco tiempo ya eran parte de la
comunidad local, estaban cerca de la gente y habían aprendido a comer carne de mono
y tomar chicha. Era feliz. La misión capuchina se había comprometido a trabajar entre los
huaorani, un pueblo no contactado, y por ello enfrentó a las petroleras que presionaban por
acelerar la explotación hidrocarburífera.

Inés era la más entusiasta seguidora del obispo capuchino Alejandro Labaka, que se pro-
puso establecer relación con los huaorani. Cuando sus superioras la destinaron a una labor
lejos de ellos, luchó hasta conseguir que le permitieran trabajar entre los huaorani, asumien-
do conscientemente todos los riesgos.

Llevaba diez años en Aguarico, dedicada al apostolado con los Huaorani. Convivió con ellos,
aprendió su idioma, amó su cultura, compartió sus comidas. Y fue muy consciente del ries-
go que afrontaba al acompañar a su obispo en el intento de contacto con la tribu Tagaeri,
el 21 de julio de 1987. Ese día, el obispo Alejandro e Inés, llevados por un helicóptero, des-
cendieron en un claro de la selva en tierras de los Tagaeri. Cuando los buscaron dos días
después los encontraron muertos, con sus cuerpos traspasados por lanzas. Habían dado su
vida por amor a los indígenas.

La víspera de su partida, escribió un breve testamento, que se encontró en su mesilla de


noche. Dice así:
En caso de muerte:
El dinero que queda es así:
Colombiano de mis hermanas Ángela y Ana Isabel y 2.000 pesos de
Roque
4. (sic) de una amaca (sic) a los Aucas. Deta 2.000 debo a Gabamo.
Por motorista, 5.000 me había dado Imelda y no los gasté.
El resto de los 25.000 que me dieron en Rocafuerte para lentes, dien-
tes etc. que lo empleen para aucas y pobres.
Si muero me voy feliz y ojalá nadie sepa nada de mí. No busco nom-
bre... ni fama. Dios lo sabe.
Siempre con todos INÉS

Como mujer intuitiva, previó la posibilidad de su muerte: Si muero…Quizás no sospecho la


crueldad final.

Ese 21 de julio (1987), los dos misioneros Mons. Alejandro y la Hna. Inés fueron llevados en
helicóptero a una apartada región de la Amazonia donde Vivian los Tagaeri. Descendidos
sobre una vivienda de ellos, fueron acogidos por las mujeres y los niños. Más tarde llegaron
los adultos cazadores y decidieron matarlos. La Hna. Inés contempló la muerte cruel de su
obispo, el rito de clavarle 17 lanzas y punzarle con 80 heridas. ¿Y ella? Parece que no querían
matarla. Pero un joven guerrero clavó su lanza en su frágil cuerpo. Otros cuatro le imitaron.
Tenía 70 heridas en su cuerpo.

Y allí quedaron, tendidos en la selva, dos cuerpos desangrados. El del obispo, desnudo como
el de Jesús en la cruz. Desde su infancia había cantado un himno misionero:
Mi premio ha de ser, oh Madre – al pie de un árbol morir.
De todos abandonado – de todos menos de ti.
Bendita mil veces, diré al expirar - la hora en que me enviaste la fe a
propagar.

Sus tumbas están en la catedral de Coca y la Iglesia de Aguarico espera que ambos sean
reconocidos como mártires de la caridad misionera.

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