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GUIA Metodologica para Trabajar El Documental de LABAKA - REPAM
GUIA Metodologica para Trabajar El Documental de LABAKA - REPAM
hombres, las mujeres, los niños que son perseguidos, odiados, expul-
sados de sus hogares, torturados, masacrados. Y esto no es una cosa
del pasado: esto sucede hoy. Nuestros mártires, que terminan sus vi-
das bajo la autoridad corrupta de gente que odia a Jesucristo. Nos
hará bien pensar en nuestros mártires”. (Papa francisco 6-02-2015,
festividad de Juan Bautista)
Introducción
El territorio panamazónico está compartido por Guyana, Surinam y Guyana Francesa (0.15%),
Venezuela (1%), Ecuador (2%), Colombia (6%), Bolivia (11%), Perú (13%) y Brasil (67%). Ocupa
un área de 7,01 millones de kilómetros cuadrados y corresponde al 5% de la superficie de la
tierra, 40% de América del Sur. En esta región habitan unas 33 millones de personas y entre
ellas, 400 pueblos indígenas. Muchos pueblos fueron exterminados por las enfermedades
y la violencia de diversos invasores. A pesar de todo, los pueblos indígenas resistieron y hoy
son un referente importante para el cuidado de la naturaleza y la madre tierra.
Estos territorios Pan-amazónicos están regados con sangre de mártires. Mujeres y hom-
bres que dieron su vida para que la utopía del Reino se encarne entre nosotros. Esta serie
audiovisual, promovida por REPAM y diversas entidades fraternas, procura acercarnos a
las acciones, el pensamiento y el espíritu que animaba sus vidas y que de alguna manera
explican su martirio.
En un contexto de marginación, desprecio por la vida de los indígenas y de explotación
inmisericorde de los recursos naturales, las y los mártires panamazónicos anunciaban a un
Dios fraterno, promovían la justicia y buscaban una vida en plenitud para estos pueblos.
Para quienes construimos la REPAM la voz de los profetas está resonando aún en el silencio
de las selvas, la valentía de los pastores ha enfrentado y sigue enfrentando los intereses
privados, y la sangre de los mártires ha bañado y sigue bañando la tierra y los ríos de la
Amazonía. Con el papa Francisco afirmamos que “la Iglesia no está en la Amazonía como
aquellos que tienen las maletas listas para partir después de haberla explotado. Desde el
inicio, la Iglesia está presente en la Amazonía con los misioneros, congregaciones religiosas,
sacerdotes, laicos y obispos, y ella continúa presente, y es determinante para el futuro de
aquella región”. Hoy la Iglesia de la Amazonía es “una Iglesia pobre para los pobres” (EG
-Evangelii Gaudium- no. 198).
Esta serie audiovisual nos facilita una lectura de la vida de los mártires y su contexto, una
reflexión sobre la realidad de este bioma (sistema vivo), con el fin de buscar, junto a nuestras
comunidades y pueblos, soluciones que dignifiquen sus vidas.
Estos reportajes intentan ser una ayuda a la conversión ecológica a la que nos convoca el
Papa Francisco en su encíclica Laudato Si: “Una mirada distinta, un pensamiento, una políti-
ca, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resis-
tencia ante el avance del paradigma tecnocrático. De otro modo, aún las mejores iniciativas
ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica globalizada.”
OBJETIVO:
Esta serie de reportajes didácticos sobre quienes ofrendaron “La vida por la Amazonía”,
busca apoyar la formación de catequistas, agentes pastorales y líderes sociales interesados
en la defensa y cuidado de la Casa Común, así como en la construcción de una Iglesia con
rostro y espíritu amazónico. Los testimonios, datos, imágenes y reflexiones de cada repor-
taje rescatan la vida, el trabajo y el Espíritu que animaba cada mártir, en sus respectivos
contextos sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos.
Esta guía está diseñada para ayudar a organizar los momentos y pasos a seguir en cada
debate, luego de visualizar un video-reportaje.
Guía para animar
un video debate
“A través del cine entramos en contacto con historias humanas refle-
jadas en la pantalla, y en ellas y a través de ellas con el “espíritu” de
hombres y mujeres: aquello que los guía, los anima, les da sentido a
sus vidas, los hace sufrir y luchar, salir adelante y lograr sus esperan-
zas, vivir y morir” (Luis García Orso sj.)
A.- ¿Quiénes son los espectadores, o participantes de la sesión?: Saber si el grupo estará
conformado por niños, jóvenes, adultos o un poco de todo, nos permite elegir determina-
dos videos. Otra característica del grupo que ayuda a una buena selección, es saber si son
escolares, universitarios, líderes sociales, niños de la calle, campesinos, catequistas, trabaja-
dores, madres de familia, profesores, religiosas, etc.
B.- ¿Cuál será el tema central que se debatirá en la sesión?: Si el grupo requiere dialogar
sobre la “encarnación del evangelio”, el video podría ser “Alejandro Labaka”; pero si requie-
ren conversar sobre empresas de monocultivo, podríamos elegir la vida de la “Hermana
Cleusa”. Algunas veces es el grupo que solicita o define el tema, pero muchas veces es el
facilitador o coordinador de la sesión quien selecciona también el tema que podría ser de
interés o utilidad para el grupo.
C.- ¿Cuánto tiempo durará la sesión?: los videos de nuestra serie tienen un promedio de
duración de 20 minutos. Esto quiere decir que si queremos dialogar más o menos en pro-
fundidad y hacer algún trabajo en grupos… podríamos planificar una sesión de dos horas
aproximadamente.
¿Qué hacer si sólo tenemos 1 hora disponible? En este caso, podríamos dividir los 60
minutos de la siguiente manera:
• 10 minutos para conocer al grupo, crear un bonito ambiente y presentar la película
• 20 minutos para ver el cortometraje
• 20 minutos para realizar el diálogo y reflexión sobre la película
• 10 minutos para sacar conclusiones prácticas a nivel personal o grupal sobre lo dis-
cutido
D.- Local adecuado: Los reportajes están hechos para ser vistos en pantalla grande. Ade-
más exige que tengamos el silencio y la oscuridad necesaria, para estar concentrados en lo
que sucede en la historia y no perdernos ningún detalle. En las casas, colegios, parroquias,
aulas, locales comunales, debemos ubicar una pared de color blanca o lo más cercano al
blanco. Si no la hay entonces tendremos que buscar una sábana, tela o una pantalla de
proyección.
El local debe estar provisto entonces de un proyector que nos permita ver con buena cali-
dad y tamaño la película.
También hay que contar con un equipo de sonido, lo suficiente bueno, que permita es-
cuchar, no solo los diálogos, sino todos los sonidos y silencios que dan vida y sentido a la
historia que presenciamos.
Ojo, con la comodidad de los asistentes. Todos debes estar sentados y ubicados frente a la
pantalla.
Si por algún motivo, no le queda otra opción que mirar en un televisor, procurar que la pan-
talla sea la más grande que pueda encontrar. Y claro el número de asistentes no puede ser
muy grande.
Para lograr una amplia participación del grupo de espectadores, el facilitador deberá ga-
rantizar que todos hayan comprendido la historia. Para ello, será necesario que el grupo
recuerde los momentos claves de la filmación, identifique las escenas más importantes, los
símbolos y los énfasis en los que insistió el director del filme.
2.1.- Romper el hielo.
Un sondeo inicial breve sobre las emociones o sentimientos sentidos al ver la película ayuda
a que los participantes digan lo primero que les llega a la cabeza.
Las preguntas pueden ser: ¿Qué emociones sintieron al ver la filmación? ¿Qué sensación les
deja la historia que acabamos de ver? ¿En una o dos palabras digan los sentimientos que
han tenido?
Otras preguntas pueden ser: ¿Les gustó la historia? ¿Digan en una sola frase que les pareció
la historia que acabamos de ver?
Hay que cuidar que las personas más motivadas o con mayor información digan ya todo
lo que piensan sobre los valores educativos o negativos de la historia… Si tenemos algunas
respuestas en ese sentido… debemos cortar con delicadeza e insistir en que señalen sola-
mente una o dos emociones sentidas en una o dos palabras. Decirles que es sólo un primer
sondeo… que luego veremos esos aspectos que ellos están señalando.
Otra manera de comenzar es preguntar ¿Qué imágenes te impresionaron más? ¿Cuál fue el
momento que más te impresionó?
Es recomendable que el facilitador pida que todas las personas o la mayoría diga algo. De
esa forma se va rompiendo el hielo.
La idea es que el grupo, cuente lo que pasó. Qué hace el personaje central, qué conflictos
debe resolver, qué hace para resolver el problema que se les ha presentado… Que recuer-
den y cuenten los momentos en que se evidenciaron dichos conflictos.
El facilitador, que conoce bien el video, debe ayudar con sus preguntas para que esta re-
construcción, sea lo más fiel y para que los participantes detallen los diálogos, las expresio-
nes y los sentimientos de los personajes en los momentos claves de la historia.
Reconstruir la historia, entre todos, permite que el grupo entre en confianza, se suelte, pier-
da el miedo a hablar. Inclusive sirve para que si a alguien se le escapó algún detalle, ahora
pueda entender mejor la historia.
Reconstruir las escenas más importantes de la historia, es como ver de nuevo la película
con los ojos de todos. Esto nos ayuda a acercarnos no solo a los hechos que acabamos de
presenciar, sino también a la personalidad de cada uno de los personajes, a sus motivos, a
sus razones, a sus valores… a su ESPÍRITU.
La relación entre la historia presentada y nuestra realidad concreta, es muy importante. Nos
permite poner los pies en la tierra. Sentir que la vida del personaje también nos interpela
como personas y como sociedad.
2.5.- A que me convoca o nos invita la película
Se trata ahora de pasar del análisis y de la reflexión al compromiso personal o grupal.
¿Qué nos sugiere la actitud del personaje central? ¿Qué nos enseña este mártir? ¿A qué me
motiva? ¿A que me convoca? ¿A que me llama?
¿Hay algo que podemos hacer a nivel personal o grupal, para que estas cosas también cambien?
¿Nos podemos comprometer en algo concreto de manera personal?
Facilitar que el grupo hable, converse, dialogue, discuta: Deberá tener mucho cui-
dado para no imponer sus ideas o sus puntos de vista. Su función es motivar y animar para
que todas las personas, o por lo menos la mayoría, se expresen, hablen, digan lo que pien-
san y también escuchen y respeten las opiniones de los demás.
La persona que tiene como función ser facilitadora del foro, deberá explotar al máximo su
capacidad para escuchar y para preguntar.
Manejar o controlar a los participantes difíciles: Por lo general en los grupos nos
encontramos con personas, que asumen un tipo de liderazgo que no ayuda a la reflexión
colectiva ni a la participación de todos. Debemos estar atentos y saber administrar la parti-
cipación de todas las personas.
Debemos estar atentos a las personas que comúnmente dificultan el trabajo grupal: habla-
dor, agresivo, interrogador, negativo, superpositivo, payaso, sabelotodo, importante- gran
jefe, desinteresado, tímido.
Tipos de facilitadores que debemos evitar:
El moralista.- Excesivamente preocupado porque la gente puede quedarse más con los
antivalores que con los valores. Por lo general todo reduccionismo que sólo ve “lo bueno y
lo malo” en las personas o en las historias, nos impide entender la complejidad de la vida.
Todo moralista, desconfía de la capacidad de la gente y cree que sólo él es el dueño de la
verdad y que debe transmitirla a quienes no tienen la capacidad de descubrirla.
Un buen facilitador debe ser consciente que nosotros también somos una mezcla de valo-
res y anti-valores. No todo en nosotros es sólo bueno o sólo malo. Estar dispuestos a apren-
der de los demás, a escuchar con atención, a ser comprensibles, a no condenar, a buscar
salidas y a no insistir en abrir más las heridas o a tirar la primera piedra a los pecadores.
El dictador.- Se complace en imponer sus ideas al grupo. Manipula las preguntas para que
la gente responda lo que él quiere escuchar. Descalifica a quienes no piensan como él. En
nombre de la verdad es completamente antidemocrático.
Una buena forma de no caer en actitudes dictatoriales, es escuchar con atención las opinio-
nes más diversas y limitarnos a hacer preguntas o repreguntas a todo el grupo. En realidad
un buen facilitador construye con las opiniones del grupo, no con sus ideas –por más bue-
nas que estas sean-
Alejandro
Labaka
Este es el primer reportaje de la serie “La vida
por la Amazonía”. El video nos muestra algunos
de los momentos marcantes de la vida y obra
de monseñor Alejandro Labaka, obispo del vi-
cariato apostólico de Aguarico en la Amazonía
ecuatoriana. Como toda vida entregada con pa-
sión al acompañamiento y defensa de los más
pobres y excluidos, nos plantea diversos temas que pueden ser profundizados y debatidos
en nuestros grupos y comunidades.
El peligro de hablar de todo un poco trae como consecuencia que no se llega a profundizar
ningún aspecto relevante para el grupo.
El paso siguiente, después que usted ya tiene el tema sobre el que se ha decidido orientar el
debate, es buscar datos e investigar: De esta manera se podrá ayudar con datos concretos
a la reflexión. Si piensa llevar a un experto para que de una charla, que él intervenga al final,
luego de escuchar las reflexiones y comentarios de la gente.
¿Qué nos dice a cada uno de nosotros el martirio de Alejandro y de la hermana Inés?
¿Qué significa hoy la expresión del obispo Alejandro Labaka: “Si no vamos nosotros los
matan a ellos”?
¿Cuáles son los valores espirituales de los pueblos indígenas que debemos aprender y
practicar?
¿Cómo ayudar a construir una Iglesia con rostro y espíritu amazónico?
ALEJANDRO LABAKA :
Un obispo que murió desnudo
Misionero en China
A pocos días de ser ordenado sacerdote, escribía una carta a su superior, solicitando ser
enviado a China como misionero: Mi alegría sería inmensa si el Espíritu Santo se dignase
escogerme para extender la Iglesia y salvar almas en misiones. Y sobre todo en países de
más dificultad y donde haya más que sufrir. Me pongo incondicionalmente en sus manos
para ir a donde quiera que disponga enviarme… Le comunico que lo que más me ha atraído
y la que más me atrae en la actualidad es nuestra misión de China.
Con otros tres compañeros llegará Alejandro a Pingliang (China) en el año 1947. Y permane-
cerá 7 años, dedicado a la medicina y a la labor evangelizadora. En el año 1951 comenzó en
China una persecución sistemática a la Iglesia Católica por parte del gobierno comunista. El
30 de marzo de 1953 llegó expulsado a España.
Cambios en la Iglesia
A Mons. Alejandro le tocó vivir los cambios profundos propuestos por el Concilio Vaticano
II en el que participó. La propia orden capuchina entró en una profunda revisión de sus
Constituciones. Había que optar decididamente por los medios pobres en el apostolado. La
Misión poseía una avioneta para el desplazamiento de los misioneros y también para avis-
tar y conectarse con los lejanos bohíos o malocas de los aucas. Poseía también una granja
vacuna y extensas tierras. A muchos misioneros les caía mal aparecer como hacendados
y propusieron desprenderse de esos medios materiales. El 9 de febrero de 1969 el Prefecto
apostólico escribe una carta al nuncio en Quito, haciéndole entrega de la avioneta.
Alejandro, desde el Concilio Vaticano II, ha reflexionado mucho sobre el tema “Semillas del
Verbo”, sembradas en otras culturas y religiones diferentes de la cristiana. Dios trabaja en
los seres humanos y los pueblos antes de que la Iglesia llegue a ellos. A donde llega el misio-
nero, Dios le ha precedido. El beato Juan Pablo II dijo en uno de sus viajes a América Latina:
“Antes que llegasen los misioneros a estas tierras, ya Dios abrazaba con su amor infinito a
los Amerindios”.
Como Alejandro tenía presentes estas verdades, ejercitó un estilo misionero humilde, res-
petuoso y acogedor. Nada impuso, todo lo ofreció. Descubrió los valores de sus cantos,
narraciones, tradiciones, su fe en Huinuni: El Ser supremo para ellos.
“Si muero me voy feliz y ojalá nadie sepa nada de mí. No busco nom-
bre... ni fama. Dios lo sabe” (Hermana Inés).
La hermana Inés nació en Medellín –Colombia-, en 1937. Fue la undécima hija de una familia
creyente. Fue una niña traviesa y de ojos vivarachos. Se transformó en una adolescente
“brincona, avispada, frentera y siempre juguetona y feliz”.
Ingresó a la congregación de hermanas terciarias capuchinas e hizo profesión religiosa en
1956. Fue destinada a la docencia en varios lugares de Colombia. Era una buena maestra,
sin embargo, “su corazón estaba en otra parte”. Soñaba con ser misionera, sobre todo luego
de que, con sus hermanas, leyera los documentos del Concilio Vaticano II. Luego de veinte
años de espera logró su propósito y fue destinada con un pequeño grupo de religiosas a la
misión capuchina de Aguarico, en el Oriente ecuatoriano.
Inés trabajó junto con sus hermanas en el hospital. En poco tiempo ya eran parte de la
comunidad local, estaban cerca de la gente y habían aprendido a comer carne de mono
y tomar chicha. Era feliz. La misión capuchina se había comprometido a trabajar entre los
huaorani, un pueblo no contactado, y por ello enfrentó a las petroleras que presionaban por
acelerar la explotación hidrocarburífera.
Inés era la más entusiasta seguidora del obispo capuchino Alejandro Labaka, que se pro-
puso establecer relación con los huaorani. Cuando sus superioras la destinaron a una labor
lejos de ellos, luchó hasta conseguir que le permitieran trabajar entre los huaorani, asumien-
do conscientemente todos los riesgos.
Llevaba diez años en Aguarico, dedicada al apostolado con los Huaorani. Convivió con ellos,
aprendió su idioma, amó su cultura, compartió sus comidas. Y fue muy consciente del ries-
go que afrontaba al acompañar a su obispo en el intento de contacto con la tribu Tagaeri,
el 21 de julio de 1987. Ese día, el obispo Alejandro e Inés, llevados por un helicóptero, des-
cendieron en un claro de la selva en tierras de los Tagaeri. Cuando los buscaron dos días
después los encontraron muertos, con sus cuerpos traspasados por lanzas. Habían dado su
vida por amor a los indígenas.
Ese 21 de julio (1987), los dos misioneros Mons. Alejandro y la Hna. Inés fueron llevados en
helicóptero a una apartada región de la Amazonia donde Vivian los Tagaeri. Descendidos
sobre una vivienda de ellos, fueron acogidos por las mujeres y los niños. Más tarde llegaron
los adultos cazadores y decidieron matarlos. La Hna. Inés contempló la muerte cruel de su
obispo, el rito de clavarle 17 lanzas y punzarle con 80 heridas. ¿Y ella? Parece que no querían
matarla. Pero un joven guerrero clavó su lanza en su frágil cuerpo. Otros cuatro le imitaron.
Tenía 70 heridas en su cuerpo.
Y allí quedaron, tendidos en la selva, dos cuerpos desangrados. El del obispo, desnudo como
el de Jesús en la cruz. Desde su infancia había cantado un himno misionero:
Mi premio ha de ser, oh Madre – al pie de un árbol morir.
De todos abandonado – de todos menos de ti.
Bendita mil veces, diré al expirar - la hora en que me enviaste la fe a
propagar.
Sus tumbas están en la catedral de Coca y la Iglesia de Aguarico espera que ambos sean
reconocidos como mártires de la caridad misionera.