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GUERRA COMERCIAL

La guerra comercial entre EEUU y China


oculta otro control estratégico: el Canal
de Panamá
Las crecientes tensiones diplomáticas entre Washington y Pekín, que han elevado el riesgo de confrontación bélica entre
ambas superpotencias, según alertan cada vez más observadores internacionales, ha sacado a la palestra otro foco de
conflicto: la lucha por el control del Canal de Panamá, la gran vía de tránsito comercial entre el Atlántico y el Pacífico.
Imagen del canal de Panamá./ REUTERS

MADRID, 22/05/2019 23:46

DIEGO HERRANZ
Más allá de la batalla tarifaria que se ha desatado entre EEUU y China, de las hostilidades entre ambas
superpotencias por la hegemonía por el negocio de la digitalización que se esconde tras el veto comercial a
Huawei, que ha provocado la ruptura de relaciones con Google y su sistema operativo Androide, ha puesto
en cuarentena las inversiones de otras tecnológicas americanas como Apple, Nvidia, Qualcomm o Intel en
el mercado chino, y ha convulsionado la cotización en los mercados, o de las indescifrables consecuencias
exactas de la misión naval del portaviones nuclear estadounidense Abraham Lincoln en el Mar del Sur de
China, la cruzada geoestratégica entre Washington y Pekín encierra otra lucha de poder. Más subrepticia.
Pero de trascendencia táctica similar. A todos los efectos. El control del Canal de Panamá. Es un combate
más soterrado por ejercer la influencia sobre uno de los puntos neurálgicos del comercio internacional.
Quizás, junto al Canal de Suez, el de mayor calibre de todo el planeta.
La confrontación por la vía de tránsito naval más rápida entre el Atlántico y el Pacífico está llena de
interrogantes. Entre otras razones, por la cambiante atmósfera política y económica que se está
presenciando en el país centroamericano. Aunque también porque la actitud de EEUU y China raya la
injerencia en la soberanía nacional panameña. Un anatema si se tiene en cuenta el control histórico de la
Casa Blanca sobre esta obra de ingeniería, diseñada mediante un sistema de esclusas que permitió el
primer tránsito naval en 1914 por el istmo de Panamá, y que amplió su cauce en 2016 -obra realizada por
un consorcio internacional abanderado por la constructora Sacyr- se mantuvo hasta 1979. A partir de los
derechos de propiedad adquiridos por el Gobierno estadounidense desde 1903 por haber construido y
financiado esta mega infraestructura.
Sin embargo, en la actualidad, y en plena retórica belicista, en todos los órdenes, entre las dos grandes
potencias economías del planeta, el nuevo gobierno panameño se verá sometido a unas renovadas
presiones exteriores. Quien dirimirá la afrenta será el presidente electo, Laurentino Nito Cortizo,
terrateniente ganadero, 66 años, vencedor en las elecciones del pasado 5 de mayo.

Cambio de gobierno en Panamá


A Cortizo se le considera de centro-izquierda. De manera inesperada, ganó a su rival conservador Rómulo
Roux. Por apenas dos puntos de diferencia en el escrutinio. Bajo ciertas acusaciones de Roux de
irregularidades en el proceso electoral. Tras una campaña que estuvo dominada por un asunto crucial, la
corrupción, y sus herramientas para combatir la imagen de un territorio al que se considera globalmente
un paraíso fiscal y que se ganado a pulso el cartel de escenario proclive al lavado del dinero.
El futuro presidente panameño, cabeza de cartel del Partido Democrático Revolucionario (PDR) -fundado
por el militar golpista Omar Torrijos en 1979 y alejado del poder desde 2009-, labró su triunfo en las urnas
con un compromiso claro de “trabajar denodadamente y con honestidad en la lucha contra la corrupción”,
para lo que ha esbozado una serie de cambios legales encaminados a “aplicar transparencia” en las
normas contractuales y en las regulaciones impositivas. También en reforzar los lazos con EEUU, país en el
que estudió. “EEUU es nuestro socio estratégico, nuestro principal aliado”, aseguró después de su victoria.
“Pero esta relación debe mejorar substancialmente en el futuro”, precisó a continuación como una de las
directrices que regirán la sexta legislatura después de la invasión americana del país, en 1989, que derrocó
al general Manuel Noriega, encarcelado por narcotráfico en EEUU, extraditado luego a Francia por
blanqueo de capitales, y que murió bajo arresto domiciliario, ya en Panamá, en 2017.

“EEUU es nuestro socio estratégico, Cortizo, sin embargo, tendrá que establecer los cauces de ese
nuestro principal aliado, pero esta entendimiento con Washington. Porque, formalmente,
relación debe mejorar Panamá, mantiene un estrecho diálogo geoestratégico con
substancialmente en el futuro” Pekín. Forjado durante la recién culminada presidencia de
Juan Carlos Varela quien, en junio de 2017, rompió, de manera
inesperada la relación diplomática con Taiwán, territorio que reivindica Pekín, y una práctica -la de alejarse
de su vecino insular- exige a sus socios comerciales que demanden flujos de capital chino.
Es el caso de Panamá. A raíz de esta fecha, la nación latinoamericana ha visto cómo han emergido
numerosas obras de infraestructuras con inversión procedente del gigante asiático. Varela también a
dejado a su sucesor otro tema candente: la rúbrica de un tratado de libre comercio, ya negociado, con
Pekín, que pretende aumentar el potencial de Panamá como centro logístico de mercancías y de
productos manufacturados, sin renunciar a seguir siendo el gran espacio financiero off-shore de la zona.
Es decir, a perpetuar su industria bancaria. Dañada ostensiblemente desde la revelación de los llamados
Papeles de Panamá. China, en realidad, se ha convertido en el más importante inversor del país. Y tiene un
objetivo nítido: el control de la ruta con mayor tráfico mercante del mundo.

Trump ha exigido a Panamá que Las tensiones comerciales entre China y EEUU van a otorgar a
revoque la concesión a 59 buques Panamá un papel clave en el teatro de operaciones de su
iraníes de operar con bandera guerra. La práctica totalidad de los aspirantes a la presidencia
panameña y ha alertado contra la defienden el auxilio del capital chino para reanimar una
capacidad “depredadora” de las economía estancada y que no levanta cabeza desde que
compañías estatales chinas en el irrumpió la lista de grandes patrimonios y empresas con
país registros mercantiles en sus firmas de abogados -con
Mossack Fonseca en el ojo del huracán-, para beneficiarse de
los privilegios tributarios y financieros del país.
Además de los escándalos de corrupción internos y de la conexión con empresarios y políticos panameños
de la constructora brasileña Odebrecht. Otra pica más el emporio que ha llevado a Lula da Silva a prisión,
en otra latitud del hemisferio Sur americano. Todos ellos, incluido Cortizo, coinciden en que este
desembarco monetario chino es un lifting de urgencia para mejorar la defenestrada marca Panamá. De ahí
que el líder del PDR, criticara en mismo día de su triunfo electoral la falta de sensibilidad de la Casa Blanca
hacia su Puerta Trasera: “Mientras la Administración Trump no nos ha prestado atención, algunos otros
han realizado avances significativos”.

Enclave geoestratégico de primer orden


Carlos Guevara, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Florida, es rotundo al analizar
esta disputa en ciernes. La guerra comercial entre EEUU y China “ha situado a Panamá en medio de la
rivalidad geopolítica. Y nadie tiene un plan preconcebido para afrontarla”. Pekín, con la firma expresa del
presidente Xi Jinping, ha formalizado 19 pactos comerciales con países de la región. Además, todos ellos se
han adherido a la Nueva Ruta de la Seda. Panamá tiene visos de convertirse en el punto de colisión entre
los dos poderes mundiales. La historia está del lado de EEUU. El Canal de Panamá es la gran arquitectura
de la era industrial, un símbolo para EEUU como lo es la Gran Muralla para China. De ahí el protectorado
que, durante décadas, ha ejercido la marina estadounidense. Para fines comerciales y militares.
Pero la táctica de China también ha llegado para quedarse, dicen los observadores internacionales. Su
estrategia de desarrollo establece una presencia permanente en Panamá. En los últimos dos años, Pekín y
Panamá han acordado más de 30 convenios bilaterales y Jinping aterrizó en el istmo en diciembre de
2018, el primer jefe del Estado chino en visitar el país. Lo hizo acompañado de docenas de compañías de
construcción, telecomunicaciones y de servicios financieros. Incluso acudió, junto a Varela, su homólogo
todavía entonces, a la firma de dos de especial calado. Uno, con Huawei y otro con Railway Design
Corporation, que selló un contrato de más de 4.000 millones de dólares para la construcción de un
proyecto de alta velocidad ferroviaria en Panamá. Las autoridades del país le gratificaron con un recorrido
aéreo por el canal.

La guerra comercial entre EEUU y Para muchos analistas, toda una simbólica visión de que, algo
China “ha situado a Panamá en más de cien años después de su construcción, el control de la
medio de la rivalidad geopolítica. Y infraestructura podría ya haber cambiado de manos. Porque
nadie tiene un plan preconcebido las autoridades panameñas andan tratando de dotar de una
para afrontarla estrategia de seguridad nacional a esta vía de tránsito desde
su ampliación a la que, además, la quiere rodear de una vitola
como centro logístico que otorgue al país un valor productivo añadido. Varela puso los mimbres. Diseñó un
plan que ampliaba las facilidades para constituir zonas francas, autovías y redes ferroviarias que faciliten
también el tráfico por tierra con el resto de países de América Central. Entre otras, con Colombia, para
conectar con la Autopista Panamericana, que enlaza Alaska con Patagonia. Todo ello, con inversiones
masivas -y mayoritarias- chinas.
A largo plazo, “Panamá podría llegar a ser altamente independiente de China como su prestamista de
última instancia; pero a medio plazo, las instituciones del país se muestran muy vulnerables a las prácticas
corruptas”, explica Rodrigo Noriega, analista político, en el diario La Prensa. Cortizo tendrá que aclarar las
reglas del juego. “Ha prometido acabar con la opacidad en los contratos públicos, y haría bien, porque
combinar líneas multimillonarias chinas con organismos débiles institucionalmente sería tan tóxico como
explosivo”, recalca Noriega.

“Panamá podría llegar a ser La Autoridad del Canal de Panamá tomó las riendas del
altamente independiente de China corredor naval en 1999. El pasado año, aportó a las arcas del
como su prestamista de última estado centroamericano más de 1.700 millones de dólares.
instancia; pero a medio plazo, las “Es una de las más grandes estructuras tecnocráticas del
instituciones del país se muestran mundo, con un enorme crédito, porque ha pervivido al
muy vulnerables a las prácticas margen de los estamentos políticos, asegura en Global
corruptas" Americans, think tanks sobre asuntos americanos. “Es su
gran aval. No permite interferencias”. En línea con el mandato
constitucional de neutralidad. Pero entre los expertos, subyacen dudas de que la guerra comercial obligue
a la cúpula gestora del canal a formalizar contratos para el desarrollo de puertos, puentes o redes de
energía que puedan estar dirigidos por la estrategia inversora china. O sucumbir a los cantos de sirena que,
muchos de ellos, procedentes de EEUU, claman por la privatización de varios de sus servicios.
Dependiendo de cómo evolucionen las tensiones, arguye Noriega. No en vano, en 2015, varios directivos
de China Harbour Engineering Company se reunieron con la autoridad del canal para discutir fórmulas para
permitir la navegación de los últimos y más grandes navíos mercantes, que necesitan aguas más
profundas para atravesar el istmo. El secretario de Estado Mike Pompeo ha alertado recientemente a sus
vecinos del sur que “cuando China les ofrece sus servicios, por muy atractivos que sean, no siempre
resultan provechosos para sus ciudadanos”, al tiempo que les advertía del “carácter depredador” de las
empresas estatales de su rival.
Washington, en cualquier caso, ha dirigido ya sus tentáculos hacia Panamá en el viraje unilateral que ha
dado al orden mundial. No sólo con China. Y ha exigido a su vecino centroamericano, en febrero pasado,
que revoque la concesión a 59 buques mercantes iraníes de operar con bandera panameña y que les
permite la entrada en terminales portuarias del país. En contrapartida, el ya ex presidente Varela negó el
visado a EEUU para cooperar con Senafront, el servicio nacional de fronteras panameño -un cuerpo policial
encargado de vigilar el territorio del país, que es lo más parecido a un ejército que tiene Panamá, territorio
desmilitarizado- que custodia también el canal.
Este rifirrafe se saldó con una reclamación expresa a EEUU para “volver a fortalecer las relaciones” por la
vicepresidenta de Varela, Isabel de Saint Malo de Alvarado. “Debemos volver a promover oportunidades
comerciales”, redactó en una misiva dirigida al propio Pompeo en la que reconocía que los rápidos avances
con China iban a ralentizarse por las elecciones. En opinión de Noriega, sin embargo, “si la respuesta
estadounidense es negar visados, cortar los préstamos financieros o incluir a firmas panameñas en la lista
negra de lavado de capitales”, el futuro presidente dará preferencia a Pekín. Y el gigante asiático actuará.
China Railways ya tiene sede en Ciudad de Panamá, Huawei encabeza la zona franca Colón y, desde allí,
acometerá la distribución de sus redes electrónicas y de telecomunicaciones por el resto de Centroamérica
y el Caribe.

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