Está en la página 1de 7
MONARCAS, BASTONES DE MANDO Y CORONAS Entre los distintos tipos de coronas interesa a nuestro propésito espe- cialmente la corona radiada, emblema de los dioses*', utilizada por los emperadores de todos los tiempos. Caracalla, emperador romano (186- 217), portaba la corona radiada equivalente en cierto modo a la diadema imperial usada desde Constantino. Los esoteristas atribuyen a este tipo de coronas un profundo simbolismo al estar emparentadas con las energias que maneja el iniciado. Seguin una antiquisima tradicién hindi todo cuanto existe (ya sea fisi- co 0 biolégico) esté conectado directamente con el prana, principio vital supremo, alma del universo, segiin manifiesta el Asharvaveda, Esta misma tradicién afirma que los seres humanos, mediante ejercicios de medita- cién y concentracién, pueden utilizar y captar este principio vital. En ple- na meditacién el adepto adquiere un estado ps{quico que despierta cierto punto de energia ubicado en el interior del cuerpo. Este centro de ener- gia es visualizado como una aureola que rodea la cabeza. Los artistas han representado esta aureola 0 corona con un halo en la cabeza de los santos y otros personajes de la historia sagrada, en definitiva, de los grandes ini- ciados. Este centro de energfa coincide con la gléndula pineal, érgano ner- vioso del encéfalo. Annie Besant dice que «el aura perceptible en torno a un hombre de estudio e intensa vida espiritual posee una coloracién donde predominan las tonalidades amarillas», el color del oro. En el antiguo Egipto se presen- taba a los faraones con un nimbo luminoso o corona alrededor de su cabe- za. Este resplandor sagrado 0 corona aparece también desde tiempos remo- tos rodeando a gran parte de las divinidades hindwes. Més tarde, surgié alrededor de dioses y héroes de la mitologia grecorromana, y solo a partir del siglo v, segtin estudios iconogréficos, esta aureola se integré en las repre- sentaciones de santos de la religién cristiana. El aura es el simbolo de la luz que rodea la cabeza de los seres solares, los seres dotados de luz divina. Esta luz es nimbo en la cabeza, aureola en el cuerpo y gloria para el ser en su totalidad. Para Chevalier «el aura es com- parable por esta razén a una nube luminosa; sus coloraciones son diversas. La forma ovoide del aura se compara con la almendra mistica, la mandor- lay el huevo dureo». Sin embargo, tanto en la literatura como en la icono- grafia, el aura y el nimbo se confunden debido a sus analogias. La luz, por 53 MONARCAS, BASTONES DE MANDO Y CORONAS La tradicién del tercer ojo, segtin una leyenda tibetana, arranca en la época que los dioses habitaban la Tierra y ensefiaban a los seres humanos sus conocimientos y doctrinas. Entre estos conocimientos figuraba la capa- cidad de ver el estado fisico y sentimental, e incluso el pensamiento de los hombres. Como en otras muchas leyendas los hombres se creyeron pode- rosos como los dioses y decidieron autogobernarse. Entonces los dioses les abandonaron a su suerte y negaron a los hombres la perfeccién en el uso de las energfas que Ilenaban su existencia. Desde aquel momento los hom- bres empezaron a olvidar las facultades transmitidas hasta perderlas por completo con el paso de los siglos. En la actualidad solo algunos privile- giados poseen la innata cualidad de percibir hechos extrasensoriales pero de manera confusa y débil. Asi, por la codicia de los hombres, se perdié la posibilidad de utilizar unas facultades importantisimas para la existencia y progreso de la especie humana. La leyenda asegura también que se perdié el uso de un érgano superior de visién que todavia se manifiesta en algu- nos seres humanos. La percepcién metafisica de las energfas estd simbolizada por el ojo fron- tal de Shiva”4. Su mirada lo reduce todo a cenizas y expresa as{ el presente sin dimensiones. Este tercer ojo es el prajna chaksus u «ojo de la sabiduria>, llamado también por los budistas Dharma chaksus u «ojo de Dharma». Esta visién unitiva aparece también en el islam con el «traspaso de los dos ojos» de la letra Aa cuyo grafismo entrafia, efectivamente, dos anillos como sim- bolos de la dualidad. El tercer ojo sefiala la condicién sobrehumana de su poseedor, la condicién de clarividencia que lleva a la perfeccién porque sim- plemente ve la verdad de las cosas. En la filosoffa oriental la glndula pineal recibe el nombre de «monta- fia» por su forma cénica y porque esté compuesta de una sustancia que recuerda a la arenilla. Cuando iniciados como Jestis hablan de «retirarse a la montafia» debe entenderse en clave esotérica. El retiro a la montafia y la ascensién de la misma poseen importantes claves ocultistas repetidas en numerosas leyendas de iniciados 0 semidioses: Orfeo, Jestis, Dioniso, Moi- sés, etcétera, Para los hermetistas la montafia es un simbolo abstracto de elevacién y aspiracién, pero también un simbolo concreto empleado para designar el centro de energia que fluye de la gl4ndula pineal. Montafia y corona tie- 55 MONARCAS, BASTONES DE MANDO Y CORONAS del Sinaf; en el Tibet las oraciones se graban sobre las piedras y se dejan en las cimas de las montafias, etcétera. Dante sittia el paraiso en la cima de la montafia del Purgatorio. Los taofs- tas hablan de las dificultades y peligros que deberén afrontar quienes ini- cien la ascensién de la montafia sin la preparacién espiritual suficiente, por- que la montafia est poblada, en ocasiones, de entidades maléficas que impiden su ascenso. El poeta René Daumal (1908-1944), cuya obra pré- xima al surrealismo tiene como principales fuentes de inspiracién la hip- nosis y el ocultismo, en su novela Le mont analogue, evoca estos ptincipios espirituales. Ricardo de Saint Victor escribe: «La ascensién de esta monta- fia pertenece al conocimiento de sf mismo y cuanto ocurte en su cima con- duce al conocimiento de Dios...». El monte Kuen-luen, de la cultura china, se asimila a la cabeza y su cima al punto donde se efecttia la salida del cosmos. El Kuen-luen se simboliza en China con una pagoda de nueve pisos que encuentra su paralelismo en las famosas gapuras de nueve pisos tan difundidas en la India del sur. Cada piso representa un grado de ascensién celeste. El monte Kuen-luen es para los maestros taofstas la estancia de la inmortalidad equivalente a nuestro paraiso. Su fama obedece a que Tchang Tao-ling, maestro taofsta, ascendié al Kuen-luen en busca de dos espadas mégicas con el poder de expulsar los malos espiritus. Desde la cima, tras beber el elixir de la vida de manos de sus antepasados, subié al cielo a lomos de un dragén de cinco colores. En la mitologfa taoista los inmortales (hsien = «hombres de la monta- fia») viven en el Kuen-luen, la «montafia del medio del mundo», a cuyo alrededor giran el Sol y la Luna. En el drama taofsta El suefio del mijo ama- rillo (siglo x11), traducido al francés por Louis Laloy, se describe as{ a un inmortal: «Bebe el vino de los inmortales [elixir] y vive en una choza de hierbas secas (...), le rodea la montafia y le envuelve el humo palido (...) Cuando hayéis visto la hermosa y secreta morada del inmortal, habréis encontrado el camino....». En su cima estén los jardines de la reina de Occi- dente donde ctece el melocotonero de la inmortalidad. El melocotonero de la siwang mu, la «madre real del oeste», produce cada tres mil afios unos melocotones?> que confieren la inmortalidad. Seguin Pao Putzu la savia de este melocotonero vuelve a los cuerpos luminosos. Las leyendas de las socie- dades secretas chinas refieren el juramento en el «jardin de los melocoto- 7 MONARCAS, BASTONES DE MANDO ¥ CORONAS ra un pequefifsimo fragmento podria obrar toda clase de milagros. La mon- tafia de Caf sirve de apoyo a la Tierra como el dedo al anillo. Sin este apoyo la Tierra temblaria constantemente y no podria ser habitada por los hombres. Por eso, cuando Dios quiere castigar a los mortales con un terremoto ordena que El-Sakhra agite alguna de sus raices y en el punto correspondiente la Tie- rra tiembla y se resquebraja. Entre la Tierra y la montafia de Caf media un espacio tenebroso donde nunca llegan los rayos del Sol y nadie puede atrave- sar salvo guiado por un espiricu celeste. En esta montafia moran los din, peris © hadas y en ella viven confinados los divos o gigantes subyugados por los pri- meros héroes de la humanidad o posteridad de Adan. Pierre Ponsoye, en El islam y el grial, escribe: «La montafia de Caf esté a la vez en el centro y en el extremo del mundo. Es el limite entre lo visible y lo invisible, lugar interme- dio y mediador entre el mundo terrestre y el mundo angélico donde se encar- nan los espftitus y se espiritualizan los cuerpos. Es e! lugar de las similitudes divinas, de los arquetipos o realidades esenciales de los seres y de las cosas que estén aqui abajo...». Por esta razén, la montafia de Caf concentra todos los secretos del bienestar, la fuente de la eterna juventud, los rios de oro que curan las enfermedades, el 4rbol que canta, etcétera. Entre los kikuyu de Kenia recopilamos una leyenda similar que alude a una misteriosa montafia. Segiin la cosmogonfa kikuyu al comienzo de las cosas, cuando la humanidad comenzaba a poblar la Tierra, Gikuyu, fun- dador de la tribu, fue enviado por Mogai (el demiurgo) como duefio y sefior del territorio, con sus barrancos, rios, bosques y todos los dones del sefior de la naturaleza. Mogai hizo surgir entonces una montafia a la que llamé Kere Nyaga o «montafia de la Claridad» (actualmente se identifica con el monte Kenia) para que le sirviera de morada. Ordené ascender a la cima de la montafia al mistetioso Gikuyu y le ensefié, justo en el centro, un lugar repleto de higueras (mikoyos, de kuyu, «higueray; posiblemente origen de la palabra «kikuyu>) y le ordené establecerse alli. Los antropélogos ven en la montajia de Caf un recuerdo de los prime- ros cultos del hombre que culminaron con la idolatrfa al tomar esta pala- bra en el sentido estricto de adoracién de figuras dotadas de caracteres huma- nos. Todas las culturas tuvieron su montafia de Caf. Para los griegos fue el Olimpo, morada de sus dioses; para los monjes ortodoxos de San Basilio el monte Athos; los galos veneraron el monte de San Gotardo, etc. La mon- 59 MONARCAS, BASTONES DE MANDO Y CORONAS a reconocer a Addn y a saludarle segiin las érdenes del Todopoderoso. Des- pués limité la quinta regién, de nombre Saqhar, y la reservé a los impfos, men- tirosos y orgullosos. Hecho esto construyé una caverna inmensa, la llené de aire abrasador y pestilente, y la llamé Hitmat. La destiné a las torturas de ju- dios y cristianos. En cuanto a la séptima, llamada Hawya, la dejé en reserva para contener el exceso de judios y cristianos, y para aquellos que solo fueran creyentes externamente. Estas dos tiltimas regiones son las més espantosas, en tanto que la primera es muy soportable. Su estructura es bastante parecida. Asi, en la primera, en la Gehenna, no se cuentan menos de setenta mil mon- tafias de fuego que encierran cada una setenta mil valles; cada valle encierra setenta mil ciudades; cada ciudad setenta mil manzanas; cada manzana seten- ta mil casas; y cada casa setenta mil bancos. Ahora bien, cada uno de estos bancos, cuyo ntimero os seré dado por la multiplicacién de todas estas cifras, contiene setenta mil torturas y suplicios diversos, de los cuales solo Ald cono- ce la variedad, intensidad y duracién...». Mas adelante el rey Sakr afiade: «La tierra que habitamos estd refresca- da por las nieves del Céucaso (...) Sin esto nuestra tierra seria insoportable a causa del fuego subterréneo, Esté formada también por siete pisos que descansan sobre los hombros de un djin dotado de una fuerza maravillosa. Este djin permanece de pie sobre un roquedo que descansa a su vez sobre las costillas de un toro; el toro est sujeto por un pez enorme y el pez nada en la superficie del mar de la Eternidad. El mar de la Eternidad tiene por echo el piso superior del infierno, el cual, con sus siete regiones, esté sos- tenido por la garganta de una serpiente monstruosa que permaneceré inmé- vil hasta el dfa del Juicio Final. Entonces vomitard de su garganta el infier- no y su contenido en presencia del Todopoderoso que pronunciard su sentencia de un modo definitivo...». Esta descripcién del rey Sakr no aparece en ningiin otro relato de Las mily una noches porque se trata de un secreto que no se confia ficilmente. El cuento de La reina Yamlika, princesa subterrdnea aparece al final del libro cuando los lectores ya han adquitido parte de la ciencia hermética oculta entre sus Ifneas. La descripcién de Las mil y una noches es casi idéntica a la que refleja el Cordn: «Para todos los condenados, fuego; la comida de fue- g0, la bebida de fuego, los vestidos de fuego, y la cama de fuego...». A su vez una tradicién cordnica declara que el infierno es arrastrado por setenta 61 62 EL LENGUAJE SECRETO DE LOS CUENTOS mil angeles. En Las mil y una noches esta idea del «infierno arrastrado» es rechazada y solo conserva la cifra «setenta mil», cifra que, como la piedra negra de la Kaaba y su santuario, alude al poder magico del siete. El siete es el ntimero magico por antonomasia del islam. Una leyenda asegura que Alé oculta su rostro tras setenta mil velos. Sin embargo, el infierno no aparece en otras descripciones de la mon- tafia de Caf que han llegado hasta nuestros dias. Las hadith o «tradiciones cordnicas» no hablan del infierno ni de los siete niveles del reino de los dyin, aunque dejan testimonio de algunas particularidades de la roca como su color verde; el toro tiene cuarenta mil cabezas, el pez se identifica con una ballena (pese a ser un mamifero), el mar de la Eternidad descansa sobre el aire, que le separa de las tinieblas, y el djin es sustituido por un dngel. De entre estas apreciaciones cosmogénicas del mundo isldmico destaca prin- cipalmente la ballena, sin olvidar al djin que ejerce el papel de Atlas o al toro ya la serpiente, simbolos importantisimos en la cosmogonfa de muchas culturas. Desde la noche de los tiempos la ballena ha sido un animal de gran sim- bolismo. En el cristianismo es famosa la ballena que engullé a Jonds. En el Libro de Jonds (II, 1) se lee: «El Sefior hizo que un gran pez se tragase a Jonds, y Jonas estuvo en el vientre del pez tres dias y tres noches...». Aun- que muchos autores sostienen que el pez referido no es una ballena sino un tiburén, la ballena ha arraigado en la tradicién popular. Los tres dias con sus tres noches que Jonds permanecié en su vientre hablan, como los cuen- tos, de las tres pruebas que debe pasar todo adepto para convertirse en ini- ciado, para conocer los secretos de la alquimia. La entrada de Jonds en la ballena simboliza un perfodo de oscuridad entre dos estados intermedios, dos modalidades de existencia como refiere Guenon. Jonés, en el interior de la ballena, simboliza el germen de la inmortalidad en el huevo, en la matriz césmica. Cuando Jonds abandona la oscuridad, el vientre, alcanza la resu- rreccién, el nuevo nacimiento, la restauracién de un estado, de un ciclo de manifestacién. Jonds, en el vientre del cetdceo, simboliza el proceso de rena- cimiento que lleva a la perfeccién, a una nueva vida como iniciado, como la dormicién de Blancanieves y otros protagonistas de los cuentos. En la Edad Media la ballena, como simbolo de resurreccién, de la eter- nidad de los iniciados cuando alcanzan la sabidurfa y la inmortalidad, se MONARCAS, BASTONES DE MANDO Y CORONAS representé en infinidad de templos. En el siglo xi aparece en la portada del monasterio de Ripoll y en los ambones de la iglesia de Ravello. En Poline- sia, Africa y Laponia existen mitos similares: la entrada en el vientre de un monstruo marino y su posterior salida a la luz completan un rito de ini- ciacién. En ocasiones este proceso escenifica un claro descenso a los infier- nos seguido de una resurreccién, En este simbolismo surge el aspecto malé- fico de la ballena unido, en ocasiones, al Leviatdn biblico que se corresponde con la muerte. En la tradicién isl4mica los ballenatos se asocian a los eclip- ses, al fin de un ciclo vital. La ballena con fuego en la espalda es la versién arabe de la ballena de Jonds. En el cuento de Simbad el Marino, tras navegar varios dias, los mari- neros descubren una isla en mitad del océano. El capitén decide bajar a tie tra para preparar la comida: «Unos cuantos se encargaron de encender el fuego (...) De pronto sentimos temblar la isla en el conjunto de su masa y darnos una sacudida tan ruda que fuimos proyectados algunos pies sobre el suelo. En el mismo instante vimos aparecer en la proa del buque al capi- tdn que, con voz terrible y gestos de espanto, gritaba: “jOh pasajeros! ;Sal- vaos! ;Apresuraos! ;Dejadlo todo! (...) ;Pues la isla no es una isla! ;Es una ballena gigantesca! Ella eligié su vivienda en medio de este mar, desde los tiempos de la antigiiedad y los drboles han brotado sobre su lomo gracias ala arena marina. ;La habéis despertado de su suefio! ;Habéis turbado su reposo y trastornado sus sensaciones al encender fuego sobre su lomo....!» La ballena con fuego en la espalda aparece en otros cuentos y en infini- dad de miniaturas érabes que ilustraron cédices y libros sagrados. La imagen de la ballena con la espalda llameante aparece por primera vez en un relato celta mucho més antiguo que el cuento de Simbad el Marino, y en la Navi- gatio sancti Brendani, compilacién de los viajes de San Brandano. En dicha obra, tras desembarcar los marinos en una supuesta isla y encender fuego, se Jee: «No temiis, hijos mfos! No desembarcasteis en tierra, sino en la espalda del més grande de los peces vivientes. Es tan gordo y tan grande que desde el principio del mundo trata en vano de levantarse del fondo del mar, de enroscarse hasta tocarse con la cola la cabeza. Pero no puede hacerlo, tan gigantescos son su vientre y su espalda. Por esto es s{mbolo de la eternidad. Su nombre es Jasconius...», Al-Quazwini, en Las maravillas de la creacién, relata a misma historia pero sustituye a la ballena por una tortuga. 63

También podría gustarte