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Programa de Psicología
Quinto semestre
Código: 33006
Proyecto de vida
Profesor: Wilfrido Ruiz Ríos
Esta historia narra sobre un ser humano que quería convertirse en chaman, un día
soñó que salía de su cuerpo y veía las estrellas en el cielo despejado y se dio cuenta
de que estaba hecho de luz; pero se dio cuenta de que es la luz la que crea las
estrellas y el espacio de en medio no está vacío.
Nombró a las estrellas tonal y a la luz que había entre las estrellas el nagual, y
que lo que creaba la armonía y el espacio entre ambos es la vida. También
descubrió que todo lo que existe es la manifestación del ser viviente al que
llamamos Dios; que era un espejo para los demás, un espejo en el que podía verse a
sí mismo.
Lo que el autor plantea en este capítulo es que vivimos en un sueño, un sueño que
fue creado por personas antes de que naciéramos, es un sueño externo al que
llamamos sociedad o el sueño del planeta. El sueño del planeta incluye todas las
reglas de la sociedad, sus creencias, sus leyes, sus religiones, sus diferentes culturas
y maneras de ser, sus gobiernos, sus escuelas, sus acontecimientos sociales y sus
celebraciones. Nacemos con la capacidad de aprender a soñar, y los seres humanos
que nos preceden nos enseñan a soñar de la forma en que lo hace la sociedad.
También nos plantea el hecho de que el resultado de todo lo anterior e que nos
rendimos a las creencias mediante nuestro acuerdo a todas las creencias que nos
enseñaron desde pequeños; a esto lo llama “la domesticación de los seres
humanos”, a través de esta domesticación aprendemos a vivir y a soñar.
Si somos capaces de reconocer que nuestra vida está gobernada por nuestros
acuerdos y el sueño de nuestra vida no nos gusta, necesitamos cambiar los
acuerdos. Cuando finalmente estemos dispuestos a cambiarlos, habrá cuatro
acuerdos muy poderosos que nos ayudarán a romper aquellos otros que surgen
del miedo y agotan nuestra energía.
Ser impecable con las palabras implica no utilizarlas contra nosotros mismos.
Tenemos que amarnos y respetarnos a nosotros mismos. Las palabras no deben
utilizarse para culpar, reprochar o destruir, lo cual no resulta fácil porque en
nuestra sociedad hemos hecho del chisme un hábito, y tendemos a utilizar las
palabras para vaciarnos de nuestro propio veneno personal (rabia, celos, envidia,
odio, etc.).
Las palabras son una fuerza; constituyen el poder que tienes para expresar y
comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de
nuestra vida.
Lo que el autor plantea en este acuerdo es que suceda lo que suceda a nuestro
alrededor, no lo tomemos personal.
No somos responsables de los actos de los demás; sólo somos responsables de
nosotros mismos.
Creemos que los demás ven el mundo y sienten y piensan como nosotros. Por eso
tenemos miedo de mostrarnos tal y como somos, porque creemos que seremos
juzgados y maltratados, tal como nosotros mismos hacemos.
Lo que el autor plantea con este último acuerdo es que sea una recopilación de los
3 anteriores. Que a pesar de que de los obstáculos que se nos presenten debemos
dar lo máximo de nosotros mismos. Si intentamos esforzarnos demasiado para
hacer más de lo que podamos, gastaremos más energía de la necesaria, y al final
nuestro rendimiento no será suficiente; pero si hacemos menos de lo que podemos
hacer, nos sometemos a nosotros mismos a frustraciones, juicios, culpas y
reproches.