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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

LIC. EN COMUNICACIÓN Y PERIODISMO


LITERATURA CONTEMPORÁNEA

Bloom, Harold. El canon occidental. Anagrama, Barcelona, 2001


Cap. I. La elegía del canon

1. Anota las diversas concepciones de «canon» encontradas en el texto


A lo largo de su primer capítulo, Harold Bloom (2001) propone conceptualizar el término
del «canon» desde distintos ángulos; entre los que se encuentran –y cito textualmente– los
siguientes:
• En su forma original, refería a «la elección de libros por parte de [las] instituciones de
enseñanza» (p. 25);
• Para Bloom, debe considerarse como la «relación de un lector y escritor individual con
lo que se ha conservado de entre todo lo que se ha escrito» –lo que refuta la idea
anterior– (p. 27);
• Bajo la palabra de «canon laico, significa catálogo de autores aprobados» (p. 29);
• Como «palabra religiosa en su origen», es aquello que «se ha convertido en una
elección entre textos que compiten para sobrevivir» (p. 30);
• En esencia, es «toda poderosa originalidad literaria» (p. 35);
• Es, asimismo, una «fuerza estética»; compuesta primordialmente «del dominio del
lenguaje metafórica, originalidad, poder cognitivo, sabiduría y exuberancia en la
dicción» (p. 39);
• En definitiva, «no se trata de un programa para la salvación social» (p. 39);
• En palabras de Bloom, «lejos de ser el servidor de la clase social dominante, es el
ministro de la muerte» –argumento que resulta de su comentario respecto a que «lo
único que un texto […] comparte con la muerte es su soledad»– (pp. 41-42);
• Es aquello que «existe […] con el fin de imponer límites, de establecer un patrón de
medida que no es en absoluto político o moral» (p. 45);
• Dado que «la cognición no puede darse sin memoria, […] es el verdadero arte de la
memoria; la verdadera base del pensamiento cultural; […] la imagen del pensamiento
individual» (p. 45);
• Está para ser leído por uno mismo y «los desconocidos», quienes encontrarán «el
verdadero poder y autoridad estéticos de lo que Baudelaire […] llamaba “dignidad
estética”» (p. 47);
• Es lo que como función pragmática tiene el «recordar y ordenar las lecturas de toda
una vida» (p.49);
• Es, sin duda, «un patrón de vitalidad, una medida que pretende poner límites a lo
inconmensurable» (p. 50)
• Es, en fin, aquello que sin su presencia dejaríamos de pensar (p. 51).
2. ¿A qué se refiere el autor cuando conceptualiza «las escuelas del resentimiento» y
«los mitos anticanónicos»
Con las «Escuelas del resentimiento», Bloom hace referencia a aquella corriente de
«feministas, afrocentristas, marxistas [y] neohistoricistas inspirados por Foucault o
deconstructivistas» (p. 30) que tiende a politizar e «historizar» la creación artística (pp.
32-33); que aplica criterios sociales, históricos, de género, o de raza al evaluar los autores
o las obras del canon occidental; y que en sí, busca encontrar en la literatura una suerte
de «utilidad» o «impacto en la comunidad», un «programa para la salvación social» (p. 39).

De lo anterior, Bloom desprende el término del «mito anticanónico» para dar cuenta sobre
el concepto de «“la muerte del autor” proclamado por Foucault, Barthes y otros [teóricos]
clónicos posteriores»; el cual denota esencialmente que el autor no participa en el texto
escrito –el autor se separa de este pues al ser leído o relatado, la voz pierde su origen
(Barthes, 1967)– y bajo el cual, por tanto, rechazan a «todos los varones europeos blancos
y muertos» (p. 50) –es decir, a los autores canónicos– como el centro de la obra literaria.
En general, quienes defienden el «mito anticanónico» son aquellos que intentan «abrir» el
canon occidental (p. 32); ampliar sus límites.

3. ¿Qué argumentan cada uno (E. R y M. A) y desde dónde?


Los argumentos vienen, como se decía previamente, de las corrientes feministas,
afrocentristas, marxistas y neohistoricistas –de ideologías–; y algunos de estos plantean
que –siguiendo a Bloom–:
• «construir un canon –o perpetuar uno ya existente– es un acto ideológico en sí mismo»
(p. 32) –hablan incluso de la «ideología de la formación del canon»–;
• de acuerdo con Gramsci, «[ningún] intelectual [está] libre del grupo social dominante
si depende exclusivamente de la “cualificación especial” que comparte con el gremio
de sus colegas» (p. 32);
• como principio cardinal, «lo que se denominan valores estéticos emana de la lucha de
clases»;
• «la producción de la estética es una cuestión de fuerzas históricas» –según la visión de
los marxistas o historicistas inspirados por Foucault– (p. 34);
• existe una «relación [entre] el estudio de la literatura [y] la búsqueda de un cambio
social» (p. 38);
• el canon occidental «encarna las siete virtudes morales que componen nuestra
supuesta gama de valores normativos y principios democráticos» (p. 39);
• dado que proclaman la convivencia «en una sociedad sin egoísmo (…) el autor no tiene
yo, el personaje literario no tiene yo y el lector no tiene yo» (p. 41).

4. ¿Qué dice Bloom respecto de esos argumentos?


Grosso modo, para Bloom estas preposiciones deforman los valores estéticos; los
distorsionan puesto que el «poder estético es un escándalo para cualquier ideología» (p.33).
Admite bien que el valor ciertamente «constituye en sí mismo el proceso de la influencia
interartística, [el cual] contiene componentes psicológicos, espirituales y sociales, pero
[cuyo] elemento principal es estético» (p. 34).
Además, a inicios de su capítulo señala fervientemente que «la crítica literaria, como arte,
siempre fue y será un fenómeno elitista; [por lo que] fue un error creer que [esta] podía
convertirse en un pilar de la educación democrática o de la mejora social» (p. 26).

5. ¿Cuáles son las categorías y argumentos para trabajar el concepto estético?


Cito textualmente las palabras de Bloom:
• «la estética es (…) un asunto individual más que social» (p. 26)
• «en la práctica, el valor estético [es reconocible o experimentable pero no transmitible]
a aquellos que son incapaces de captar sus sensaciones y percepciones» (p. 27)
• «la elección estética [es lo que guía] (…) cualquier aspecto laico de la formación del
canon» (p. 32)
• «el yo individual es el único método y el único criterio para percibir el valor estético»
(p. 33)
• «el valor estético es engendrado por una interacción entre los artistas, una influencia
que es siempre una interpretación» (p. 34)
• La fuerza estética es por la que «uno irrumpe en el canon»; compuesta por: «el dominio
del lenguaje metafórico, originalidad, poder cognitivo, sabiduría y exuberancia de la
dicción» (p. 39)
• La «dignidad estética» «es uno de los ineluctables estigmas de lo canónico» (p. 47)
• El valor estético «emana de la lucha entre textos; (…) surge de la memoria, y también
(…) del dolor (…) de renunciar a placeres más cómodos a favor de otros mucho más
difíciles» (pp. 48-49)

6. ¿En qué parece contradecirse Bloom?


Bloom incurre en la reducción que denuncia en las «escuelas del resentimiento»; defiende
la autonomía estética de la literatura, pero se cierra y niega extremadamente que esta
también pueda ser un fenómeno que trasciende lo estrictamente estético.

7. ¿Cuáles son los diversos argumentos para sostener que Shakespeare es el canon?
De todo lo que Bloom menciona acerca de Shakespeare –elogiando en todo momento su
obra– lo relacionado con las razones respecto a por qué él es el canon pueden ordenarse
de la siguiente manera; de modo que se siente con más firmeza lo que defiende:
a. Encarecidamente en sus dos últimos párrafos (p. 51), Bloom plantea que
«Shakespeare […] en gran medida nos ha inventado». Se apoya citando a Emerson
quien dice que «Shakespeare […] es inconcebiblemente sabio, [mientras que] los
demás [autores eminentes] lo son concebiblemente […]; [que está] por fuera de
nuestro alcance; [y que] por facilidad impositiva, por creación, Shakespeare es
único».
b. En concordancia con ello Bloom había apuntado en páginas previas que Shakespeare
tiene una «palpable supremacía estética [y una] originalidad verdaderamente
escandalosa [en] sus obras» (p. 30); que, dado el «gran escándalo que es la
originalidad a que el resentimiento no puede acomodarse», «Shakespeare [es y] sigue
siendo el escritor más original que conoceremos nunca» (p. 35) –conviene recordar
que para Bloom «toda poderosa originalidad literaria se convierte en canónica» [p.
35).
c. Asimismo advirtió que «la fuerza más idiosincrásica de Shakespeare [es que] siempre
está por encima de ti, tanto conceptual como metafóricamente, seas quien seas y
[sin importar] la época a la que pertenezcas. Él te hace anacrónico porque te
contiene; no puedes subsumirle. No puedes iluminarle con una nueva doctrina, […] por
el contrario, él ilumina la doctrina, no prefigurándola, sino posfigurándola; como si
dijéramos, lo más importante que encontramos en Freud ya está en Shakespeare (…)»
(p. 35)
d. Además, para Bloom «sin Shakespeare no habría canon, pues sin Shakespeare no
habría en nosotros […] ningún yo reconocible». Ya antes había señalado que
«Shakespeare, para cientos de millones de personas que no son europeas ni de raza
blanca, es un indicador de sus emociones, de su identificación con unos personajes a
los que Shakespeare dio existencia mediante su lenguaje. Para ellos su universalidad
no es historia, sino fundamental; él pone en escena sus vidas. En sus personajes ellos
perciben y afrontan su propias angustias y fantasías (…)» (p. 49)
e. En ese sentido, Bloom sostiene que –en habida cuenta de su tremenda originalidad y
su fuerza idiosincrásica– «le debemos a Shakespeare no sólo que representará
nuestra cognición, sino gran parte de nuestra capacidad cognitiva» (p. 51); él «obliga
a recordar […] qué sucede en la literatura que lo convierte en memorable;
prolongando [así] la vida del autor» (p. 50)

8. Características de un estudioso del «canon»


Conforme a lo señalado por Bloom en sus últimos párrafos (p. 46): «el legítimo estudiante
del canon occidental:
- respeta el poder de las negaciones inherentes a la cognición,
- disfruta de los difíciles placeres de la percepción estética
- aprende las sendas ocultas que la erudición nos enseña a transitar desde el momento
en que rechazamos placeres más fáciles, incluyendo las incesantes llamadas de
[quienes] defienden una virtud política que esté por encima de todos nuestros
recuerdos de la experiencia estética individual»
–las cursivas son mías–

9. ¿Cuál es tu canon personal?


Concuerdo con Bloom en que el canon es aquella pieza literaria que está nutrida por la
fuerza estética, la originalidad, la exuberancia de la dicción y un gran poder cognitivo con
el que ella queda impregnada en nuestra memoria y adquiere la naturaleza de la
inmortalidad; sin embargo, considero que también es importante que la obra hable por si
sola; que el autor tenga la capacidad intelectual de dar voz al propio texto y que procure
su «muerte», su «desaparición» en él. Más que hablar de autores canónicos, para mí es
hacer referencia a obras canónicas; que son las que efectivamente gozan de vitalidad sin
importar el paso de los años, décadas y siglos.

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