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EL ARTE MOBILIAR

Se entiende como arte mobiliar las obras realizadas por el homo sapiens que podía llevar
consigo al cambiar de lugar de asentamiento: una figurilla, un bastón de mando, una placa
decorativa en hueso...Para ser considerado artístico estas obras deberán tener una
referencia figurativa. No incluimos, por tanto, en esta categoría los utensilios de piedra
tallados por el hombre desde hace millones de años, siguiendo una técnica de talla u otra,
que, aunque son en ocasiones muy bellos (v.g. bifaz achelense), los consideramos tan sólo
instrumentos.

Los restos mobiliarios más antiguos que nos han llegado del ser humano son de época
relativamente reciente, a lo sumo se remontan a los 40.000 años, y se encuentra en Europa
al sur del casquete glacial creado por la glaciación de Würm, que se llegó a extender en
algunos momentos desde el Polo Norte hasta latitudes tan bajas como la zona de la actual
París.

Características
Estos objetos son de pequeño tamaño y están tallados en piedra, marfil y hueso, materiales
resistentes al paso del tiempo. No se descarta que el ser humano hubiese realizado sus
obras de arte en materiales más blandos y dúctiles como barro o madera, pero si lo hizo
esas obras no nos han llegado.
Muchas de las obras se han encontrado en enterramientos junto a otros objetos de adorno,
por lo que además de ser objetos que pretendían tener una función de interacción mágica
con la naturaleza, también podían tener una finalidad ornamental o de ostentación y
prestigio (bastón de mando).

Etapas y obras
Las venus esteatopigias. Son las primeras representaciones plásticas de la humanidad. Las
más antiguas aparecen en el Paleolítico Superior, hace unos 30.000 años, en un periodo
conocido como Auriñaciense. Se tratan de figuras femeninas en piedra, en bulto redondo
o en relieve, con sus atributos sexuales exageradamente marcados. El rostro, sin embargo,
apenas está esbozado en un abandono consciente del realismo. Los prehistoriadores
opinan que se tratan de ídolos de la fecundidad femenina que los grupos humanos creaban
para de esa forma controlar el misterio de la reproducción de su clan. Con ellos querían
hacer una especie de "magia simpática" para asegurar que la naturaleza hiciese su
voluntad y, de esta forma, poder asegurar la continuación generacional de ese grupo
humano. Es el precedente de la representación de una Diosa Madre Tierra de tiempos
posteriores.

Se han encontrado unas cien figurillas (de hasta 20 y 30 centímetros) en yacimientos


desde la península ibérica hasta Rusia con una asombrosa unidad estilística.
Las obras más conocidas son las venus de Willendorf (Austria), la de Lespugue,
Brassempouy y Laussel en Francia y Grimaldi en Italia. La de Willendorf, que
posiblemente sea la más antigua, apenas tiene 11,5 centímetros de altura y es la más
paradigmática por sus formas tan voluminosas y porque se aprecia en ella que su autor
aplicó un criterio estético como la unidad de líneas, al concebir la figura en formas
globulares que afectan a todas las partes de su cuerpo e incluso en los rizos del cabello.
La de Laussel es también especial porque está hecha en relieve y porque porta en una de
sus manos un objeto que se ha identificado con un cuerno de bisonte, relacionándolo con
el mito del cuerno de la abundancia.

Los grandes herbívoros cazados por el hombre. Las representaciones de los animales de
caza del hombre son abundantes en la pintura, donde podían cumplir una función mágica,
pero no son tan frecuentes en la escultura. Cuando aparecen aquí son en objetos de hueso
y hasta que tienen una finalidad práctica u ornamental. Los motivos cumplen la ley de
adaptación a la forma del objeto, ya sea una aguja, un arpón, un cuchillo, un bastón
perforado, un propulsor...
Las representaciones más importantes de esta temática las tenemos en el Magdaleniense,
el periodo final del Paleolítico. A diferencia de las "venus" tienen un carácter más realista
y proporcionado. Se conservan miles de estos objetos entre los que vamos a destacar el
propulsor de Bruniquel, por el detallismo del caballo al que se le aprecia crines y cascos
y un deseo de captarlo en movimiento y la naturalidad del bisonte sobre asta de reno que
se llame el lomo de la cueva de La Madeleine, Dordoña.
EL ARTE RUPESTRE
¿Qué es el arte rupestre?
Se llama arte rupestre o pintura rupestre a los bocetos o dibujos prehistóricos que han sido
descubiertos en piedras o cavernas, y que reflejan el imaginario de la humanidad
primitiva.
Se trata de una de las manifestaciones culturales más antiguas conocidas en nuestra
historia como especie, ya que algunas datan de hace más o menos 40.000 años, es decir,
de la última glaciación planetaria.
Estas ilustraciones están muy relacionadas con los petroglifos, esculturas y grabados de
dicha época, pero a diferencia de muchos de ellos se han conservado en muy buen estado
a pesar de los siglos gracias a la protección que les ha brindado el soporte natural donde
se encuentran, a salvo de la erosión y el desgaste.
Las pinturas rupestres han sido halladas en prácticamente todos los continentes (excepto
la Antártida), pero las más conocidas son las de España y Francia, provenientes del
período de transición entre el Paleolítico y el Neolítico, como las encontradas en las
Cuevas de Altamira, en Cantabria.
La importancia de estos hallazgos se debe a lo mucho que revelan respecto a la mentalidad
del ser humano primitivo, inclinado tanto como nosotros hacia la representación artística
de su cotidianidad, aunque se asume que estos dibujos tuvieran también cierta
importancia mágico-religiosa, y que se hicieran para pedir éxito en la cacería.

Características del arte rupestre


Temáticamente, las pinturas rupestres son más o menos homogéneas: las provenientes del
Paleolítico muestran por lo general animales salvajes y líneas, mientras que en el
Neolítico aparecen figuras humanas, huellas de manos y otras representaciones del
entorno.
La mayoría de los animales dibujados son mamuts, bisontes, caballos, ciervos y renos, a
menudo heridos con flechas o lanzas de cacería.
También llama la atención que estos dibujos fueron hechos con materiales muy similares,
a pesar de hallarse a miles de kilómetros los unos de los otros: pigmentos de carbón
vegetal, heces y otros fluidos corporales, hematita, arcilla y óxido de manganeso,
probablemente mezclados con grasa o algún aceite como aglutinante.
Por lo general priman en ellos uno o dos colores: negros, rojos, amarillos y marrones. Se
untaban sobre la piedra directamente con los dedos, aunque las figuras animales a menudo
se raspaban con alguna piedra o herramienta para generar efectos de realismo y
tridimensionalidad.

Historia del arte rupestre


Mucho se ignora respecto al arte rupestre, ya que es difícil dar con sus fechas reales de
producción: la mayoría de las veces esto se hace mediante mediciones del carbono-14 y
otros elementos residuales en el tiempo, pero la presencia en las cuevas de materiales
provenientes de distintas épocas, así como la contaminación de las muestras a lo largo del
tiempo pueden conducir a resultados erróneos.
Los principales hallazgos en materia de pinturas rupestres se dieron entre Francia y
España, por ser una región altamente poblada y favorable en aquellas épocas, pero
también en Sudáfrica (Ukhahlamba-Drakensberg), Namibia (Twyfelfontein), Argentina
(En las Sierras de Córdoba y en San Luis), Perú (Las famosas líneas y geoglifos de
Nazca), Malasia (Gua Tambun en Perak), etc.

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