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EL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA

El cuento trata de un caballero que ocultaba su verdadera personalidad


detrás de una armadura, pensando que era bueno generoso y amoroso,
haciendo todo lo que un caballero podía hacer; mataba dragones, rescataba
damiselas en apuros (incluso en ocasiones cuando ellas no deseaban ser
rescatadas), luchaba contra sus enemigos que eran mezquinos y odiosos.
Todo esto lo hacía para mantener la imagen del típico caballero; fuerte y
valiente.

El caballero tenía una mujer fiel y bastante tolerante, Julieta, que escribía
hermosos poemas, decía cosas inteligentes y tenía debilidad por el vino;
asimismo tenía un joven hijo llamado Cristóbal al que esperaba algún día
ver convertido en lo que él creía que era, un valiente caballero.

Julieta y Cristóbal veían poco al caballero, porque cuando no estaba


luchando en batallas, estaba ocupado puliendo su armadura, admirando su
brillo; olvidándose de que su familia existía. Con el tiempo el caballero se
enamoró de su armadura, al punto tal de que no se la quitaba ni para dormir,
sólo se quitaba el yelmo en ocasiones para comer y beber.

Poco a poco su familia se fue olvidando de su aspecto, de quién era él sin


ese pedazo de hierro en el cuerpo. Julieta sólo parecía estar para complacer
sus peticiones y caprichos; sin embargo a medida que transcurría el tiempo
comenzaba a decepcionarse de la situación en que se encontraba, Julieta
nada más veía una pintura como recuerdo del rostro de su marido. Entonces
llega el momento en el que su esposa Julieta le advierte de que si no se
quitaba su armadura ella se iría con su hijo para siempre. Sin más opción el
caballero intenta quitársela y no puede, se da cuenta de que la tiene
atascada debido al tiempo que estuvo con ella; desesperado se dirige hasta
la tienda del mejor herrero en busca de ayuda, para intentar quitarse la
armadura.

El caballero en su insistencia por sacarse esa armadura oxidada decide irse


del pueblo donde residió emprender un viaje en busca de alguna persona
que se la pudiese quitar. A la salida del pueblo se encuentra a “Bolsa legré”
un bufón, a quien le comenta la situación por la que atraviesa y él le
responde que la única solución para resolver su problema era buscando al
mago Merlín; y que lo podía ubicar en el bosque.
Atravesando infinidades de bosques en busca del mago Merlín, se da cuenta
de que no era tan listo como pensaba, ya que ni siquiera sabía cómo
sobrevivir en el bosque. Después de meses de buscar en vano, el caballero
estaba bastante desanimado; no obstante, una mañana por fin encuentra a
Merlín sentado bajo un árbol y se acerca a él para que le ayudara tal como
se lo había recomendado Bolsa legré. Acostumbrado a encontrar todo con
facilidad le comenta lo que le había costado encontrarlo y éste le responde
que “Una persona no puede correr y aprender a la vez. Debe permanecer en
un lugar durante un tiempo. Cuando haya aprendido eso, nunca más tendría
que subir a su caballo y partir en todas direcciones. Y así como ésta, el
mago le fue enseñando infinidades de lecciones. Debido a que el caballero
fue aceptando sus errores, defectos y actitudes, el mago decide indicarle
que la solución de su problema era atravesando el camino de la verdad El
camino de la verdad está compuesto por tres castillos a los que el caballero
se tendrá que enfrentar. Pero no eran castillos de doncellas ni dragones, si
no que la batalla en éstos se trataba de la profunda meditación. Los tres
castillos se llamaban (el Castillo del Silencio, del Conocimiento y de la
Voluntad y Osadía) sin caballo y sin espada. Merlín Le entregó igualmente
tres llaves con las que podía abrir cada uno de los castillos.

En el siguiente capítulo se da cuenta de que las personas siempre transitan


por un sendero -aunque no lo perciban-, y en el momento en que aceptemos
lo errores cometidos es necesario -de vez en cuando- atravesar el Sendero
de la Verdad para iniciar un cambio en nuestras vidas. En los siguientes tres
capítulos es cuando el caballero atraviesa los castillos antes mencionados…
El castillo del silencio: el castillo del silencio corresponde a la etapa de la
vida en la que una persona debe reflexionar sobre sí mismo y descubrir
quién es en realidad, cuáles son sus metas, reflexionar sobre su familia, sus
amigos... Como el caballero nunca había estado en verdadero silencio, no
conocía el sentido de la palabra reflexión pero en el castillo del silencio se
dio cuenta por fin de que la verdad se encuentra en el silencio es decir en la
reflexión, y es que uno no puede reflexionar si no está en silencio.

Es aquí cuando el caballero siente la amargura del silencio y puede sentir la


desesperación de su amada que había vivido con un montón de hojalata
durante muchos años.
Tras esta primera reflexión el caballero comienza a destapar la máscara
que le impedía ver la realidad. A lo largo del camino se le van presentando
numerosos carteles con diferentes mensajes que tiene que descifrar.

Durante su camino el caballero se encuentra con numerosas trabas que le


dificultarán la llegada a la cima. Una vez superado el castillo del silencio, la
armadura se le comienza a caer.

A medida de que cruzaba el primero se dio cuenta de que era necesario


guardar silencio, aprender escucharse a sí mismo para poder escuchar a las
demás personas, asimismo reflexionó sobre el daño que le había hecho a su
familia. Arrepentido pasó días llorando comenzando a quebrantar la
armadura gracias a las lágrimas derramadas y en el proceso de atravesar
dicho castillo pasaron muchos años. El castillo del conocimiento: el castillo
del conocimiento es otra prueba más de reflexión en la que el caballero
nunca había parado a pensar. En este castillo el caballero se encuentra con
numerosos letreros que tiene que descifrar, y todos estos carteles van
destinados a la reflexión, a la búsqueda de la propia conciencia, y es aquí
cuando el caballero, tras una larga reflexión, consigue escuchar a la voz de
su conciencia que le llevaba intentando hablar desde hace mucho tiempo
pero que el caballero no había escuchado por su aislamiento Éste, que
nunca había escuchado esta voz que le hablaba, creía que quien le hablaba
era otra persona que llevaba dentro de él, pero en realidad Sam (que así es
como se llama a la voz de la conciencia en el cuento) formaba junto con el
caballero una misma persona, igual que todos. Todos sabemos cuándo una
cosa la hemos hecho bien, o la hemos hecho mal, y si es el segundo caso se
dice: “tengo remordimiento de conciencia”. Eso es la conciencia, esa
vocecita que te habla en tu interior y te dice si lo que has hecho es bueno o
malo.

Cuando el caballero consigue hablar con Sam, éste le enseña al caballero


todas las cosas buenas que tenía, y que él no se había parado a pensar.
Esto ocurre cuando Sam le indica que se acerque al espejo que tiene
delante para poder ver su verdadera imagen. El caballero que esperaba ver
una imagen horrenda después de tanto tiempo dentro de su armadura, se
encuentra ante el espejo con una persona brillante y perfecta de la que
salen rayos de luz que indican la pureza de su corazón.

.En el segundo castillo entendió que el Conocimiento es la luz que guiará


nuestro camino, entendió que él podía amar a otros en la medida en que se
amara él mismo, y que uno no siempre sabe cuándo pedir ayuda. Envuelto
en tanta tristeza continuó llorando porque comprendió que su ambición no
venía del corazón, sino de la mente. Es decir, la ambición del corazón es
pura, no compite con nadie y no hace daño a nadie. De hecho, le sirve a uno
de tal manera que les sirve a otros al mismo tiempo. Con el pasar del
tiempo su armadura seguía oxidándose y por consiguiente, desprendiéndose
completamente de su cuerpo. El castillo de la voluntad y la osadía: El último
castillo al que se tiene que enfrentar el caballero es el de la voluntad y la
osadía. En la puerta de este castillo había un enorme dragón que taponaba
la entrada. En un principio el caballero estaba muy asustado, ya que no
había traído su espada con la que se defendía de los dragones. Pero este
dragón no era como otro cualquiera sino tres o cuatro veces más grande
que cualquier dragón con los que él se hubiera enfrentado jamás.

Cuando el caballero se disponía a echar a correr, Sam le frenó y le dijo que


lo que veía era solamente un reflejo de todo lo que había hecho mientras
deambulaba sin destino en todas direcciones. “Solamente tienes que
convencerte de que no hay tal dragón, tienes que desechar esa parte de tu
miedo y acercarte hasta la puerta”. El caballero muy animado se dirigió
hasta la puerta, pero no había empezado andar cuando el dragón ya le había
quemado. El caballero no desistió y lo volvió a intentar una y otra vez y
cuanto más lo intentaba más pequeño se hacía el dragón y más pequeño se
hacía su miedo.

En la vida hay cosas que uno debe hacer, y que aunque pueden dar miedo
por algo o halla otro camino más fácil que en este caso es el de la rendición,
hay que tener voluntad para hacer las cosas, porque el que algo quiere algo
le cuesta, y esto es lo que le paso a nuestro caballero que se despojó de su
miedo para conseguir la felicidad.

En el tercer castillo entendió que el miedo y la duda son ilusiones que para
vencerlos es indispensable creer en sí mismo. Finalmente, llega a la Cima
de la Verdad y el Caballero recapacita sobre algunas de las cosas
‘’conocidas’’ a las que se había aferrado durante toda su vida; estaba su
identidad (quién creía que era él y que no era). Estaban sus creencias
(aquello que él pensaba que era verdad él lo consideraba falso). Y estaban
sus juicios (las cosas que tenía por buenas y aquellas que consideraba
malas). A partir de ese momento fuera de sí mismo nunca más culparía a
nada ni nadie de todos los errores y desgracias. De tanto llorar (esta vez de
alegría) las lágrimas derramadas terminaron de derretir lo que quedaba de
su armadura El reconocimiento de que él era la causa, no el efecto, le dio
una nueva sensación de poder. Y ya no tenía miedo. Porque ahora el
caballero era el arroyo. Era la Luna. Era el Sol. Podía ser todas estas cosas
a la vez, y más, porque era uno con el universo. Era amor, paz y
tranquilidad.
Como reflexión…

Para hacer feliz a los demás primero tienes que ser feliz tú mismo. El
verdadero conocimiento no se divide en compartimientos porque todo
procede de una única verdad. La ambición que proviene de la mente te
puede servir para conseguir bonitos castillos y buenos caballos. Sin
embargo, sólo la ambición que proviene del corazón puede darte, además,
la felicidad. Para cerrar.
‘’Aunque este Universo poseo, nada poseo, pues no puedo conocer lo
desconocido si me aferro a lo conocido. ’’

Segunda Conclusión: En la vida las personas nacemos con una venda en los
ojos que nos impide ver la realidad. El triunfo de la felicidad en el mundo
sería que todos pudiéramos quitarnos esa venda. Esto se consigue mediante
la meditación, la reflexión, y la osadía. Y las condiciones necesarias para
realizar esto es el silencio y el conocimiento.

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