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En la brecha

José de Diego
A un perseguido

¡Ah, desgraciado, si el dolor te abate,


si el cansancio tus miembros entumece!
Haz como el árbol seco: reverdece
y como el germen enterrado: late.
Resurge, alienta, grita, anda, combate,
vibra, ondula, retruena, resplandece…
Haz como el río con la lluvia: ¡crece!
Y como el mar contra la roca: ¡bate!
De la tormenta al iracundo empuje,
no has de balar, como el cordero triste,
sino rugir, como la fiera ruge.
¡Levántate! ¡revuélvete! ¡resiste!
Haz como el toro acorralado: ¡muge!
O como el toro que no muge: ¡¡embiste!!
LA TIERRUCA
de Virgilio Dávila

Es el móvil Océano
gran espejo
donde luce como adorno sin igual,
el terruño borincano,
que es reflejo
del perdido paraíso terrenal.

Son de fáciles pendientes


sus colinas
y en sus valles de riquísimo verdor
van cantando bellas fuentes
cristalinas,
como flautas que bendicen al Creador.

Primavera sus mejores


atributos
muestra siempre generosa en Borinquen.
En los campos siempre hay flores,
siempre hay frutos:
¡Es Borinquen la mansión de todo bien!

Aquí nace el puro ambiente


que respiro,
y se asienta la morada en que nací,
y ese sol resplandeciente
que yo admiro,
aquí nace, aquí brilla, y muere aquí.

De mis padres fue la cuna


y ella encierra
las más sanas afecciones de mi ser.
¡Yo no cambio por ninguna
esta tierra
donde tuve el privilegio de nacer!

Es el móvil Océano
gran espejo
donde luce como adorno sin igual
el terruño borincano,
que es reflejo
del perdido paraíso terrenal.
Boricua en la luna
de Juan Antonio Corretjer

Desde las ondas del mar


que son besos a su orilla,
una mujer de Aguadilla
vino a New York a cantar.
Pero no, solo a llorar
un largo llanto y morir.
De ese llanto yo nací
como la lluvia una fiera.
Y vivo en larga espera
de cobrar lo que perdí.
Por un cielo que se hacía
más feo más volaba
a Nueva York se acercaba
un peón de Las Marías.
Con la esperanza, decía,
de un largo día volver.
Pero antes me hizo nacer
y de tanto trabajar
se quedó sin regresar:
reventó en un taller.
De una lágrima soy hijo
y soy hijo del sudor
y fue mi abuelo el amor
único en mi regocijo
del recuerdo siempre fijo
en aquel cristal del llanto
como quimera en el canto
de un Puerto Rico de ensueño
y yo soy puertorriqueño,
sin na, pero sin quebranto.
Y el “echón” que me desmienta
que se ande muy derecho
no sea en lo más estrecho
de un zaguán pague la afrenta.
Pues según alguien me cuenta:
dicen que la luna es una
sea del mar o sea montuna.
Y así le grito al villano:
yo sería borincano
aunque naciera en la luna.
Poema XV
de Pablo Neruda

ME gustas cuando callas porque estás como ausente,


y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma


emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio


claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.


Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

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