Está en la página 1de 2

El río de la vida

En el horizonte infinito se dibuja el


cauce del río,sus aguas cristalinas
reflejan el brillo del sol,un sendero
sereno de esperanza y desafío,que nos
lleva a descubrir nuestro ser interior.

Entre las piedras y las flores, el agua


fluye tranquila,susurra melodías al
oído de los árboles cercanos,un canto
eterno que acaricia el alma sencilla,y
en cada nota se entrelazan sueños
soberanos.

Las hojas danzan en la brisa que lo


acaricia,acompañando el fluir de esta
corriente vital,como testigos de una
danza que se desliza,mientras el río
nos revela su misterio celestial.

Su caudal es un reflejo de nuestras


emociones,un vaivén de alegría,
tristeza y melancolía,nos enseña a fluir
en las distintas situaciones,y encontrar
la calma en medio de la turbulencia
sombría.

Como los viajeros que buscamos la


verdad,recorremos este río con paso
decidido,aprendiendo de sus giros y su
tempestad,y abriendo nuestro corazón
al mundo extendido.

En sus orillas crecen lirios y jazmines


puros,fragancias que nos envuelven
con amor y dulzura,una bendición
divina que nos cubre en sus muros,y
nos guía hacia la anhelada paz en la
travesía futura.

En el crepúsculo dorado, el río se


ilumina,un reflejo de estrellas que se
acercan a saludar,invitándonos a
soñar en su encanto y su
esquina,dejando atrás el pasado y
aprendiendo a perdonar.
La corriente nos arrastra, pero no nos consume,en cada obstáculo
encontramos enseñanzas valiosas,una
oportunidad de renacer, no de asumir
el volumen,un viaje de
autodescubrimiento que ofrece
hermosas cosas.

Así, bajo el cielo anaranjado y el


firmamento,navegamos por este río
con confianza y gratitud,abrazamos el
presente y dejamos atrás el
tormento,encontrando nuestra
esencia en la eternidad de la quietud.

Dejemos que el río de la vida nos


envuelva,que nos lleve por caminos
llenos de esperanza,descubramos en
cada recodo una nueva revela,y
vivamos con pasión y amor en esta
danza.

También podría gustarte