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T12-Urgencias Sanitarias (IVASPE)
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Urgencias
sanitarias
MÓDULO 2
TEMA 12
1. SEGURIDAD EN EL ESCENARIO
1.1. INTRODUCCIÓN
1.2. CONDUCTA PAS
contenidos
1.3. P
RESTACIÓN DE AYUDA Y OMISIÓN DE
SOCORRO. ÁMBITO LEGAL
1.3.1. L A DENEGACIÓN DE AUXILIO EN EL
CÓDIGO PENAL
1.3.2. L A OBLIGACIÓN DE AUXILIO EN LA
NORMATIVA DE TRÁFICO
1.3.3. L AS ACTUACIONES INICIALES EN CASO
DE ACCIDENTE DE TRÁFICO
1.4. EMERGENCIAS MÁS COMUNES
1.4.1. INCENDIOS
1.4.1.1. INCENDIO URBANO (VIVIENDAS Y
LOCALES COMERCIALES)
1.4.1.2. INCENDIO INDUSTRIAL
1.4.1.3. INCENDIO FORESTAL
1.4.2. ACCIDENTES DE TRÁFICO
1.4.3. RESCATES
1.4.3.1. RESCATE EN MONTAÑA
1.4.3.2. RESCATE EN MEDIO ACUÁTICO
1.5. OTRAS EMERGENCIAS
1.5.1. RESCATE DE ATRAPADOS EN
ASCENSORES
1.5.2. FUGAS DE GAS
1.6. TRIAJE
1.6.1. INTRODUCCIÓN
1.6.2. TRIAJE INMINENTE
1.6.2.1. RESCATE EN GRANDES
EMERGENCIAS
1.6.3. MÉTODO SHORT SIMPLIFICADO
1.7. CONCLUSIÓN
2. VALORACIONES SANITARIAS
2.1. INTRODUCCIÓN
2.2. VALORACIÓN PRIMARIA Y SECUNDARIA
2.2.1. VALORACIÓN PRIMARIA
2.2.2. VALORACIÓN SECUNDARIA
2.3. REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR
2.3.1. INTRODUCCIÓN
2.3.2. DEFINICIÓN
2.3.3. C
ADENA DE SUPERVIVENCIA O DE LA VIDA
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TEMA 12
3.11.3. N
ERVIOS RAQUÍDEOS, DERMATOMAS Y 4.4.1. S
IGNOS Y SÍNTOMAS QUE HACEN
PARES CRANEALES SOSPECHAR DE ESTE TIPO DE SHOCK
3.12. TIPOS DE LESIONES 4.4.2. TRATAMIENTO (IN SITU Y DEFINITIVO)
3.12.1. LESIÓN MEDULAR 4.5. LESIONES DE LAS EXTREMIDADES
3.12.2. SIGNOS DE SOSPECHA DE LESIÓN 4.5.1. RECUERDO ANATÓMICO
MEDULAR 4.5.2. PELIGROS QUE AMENAZAN LA VIDA
3.13. E
VALUACIÓN INICIAL Y MANEJO DEL PACIENTE 4.5.3. HEMORRAGIAS
CON LESIÓN MEDULAR 4.5.4. INESTABILIDAD
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4.5.5. P
RINCIPIOS BÁSICOS PARA LA
INMOVILIZACIÓN
4.5.6. V
ALORACIÓN DE TRAUMATISMOS EN
Índice de EXTREMIDADES
4.5.7. SITUACIONES ESPECIALES
contenidos
4.6. TRAUMATISMOS GENITOURINARIOS
4.6.1. DEFINICIÓN Y RECUERDO ANATÓMICO
4.6.2. SITUACIONES ESPECIALES
6. SITUACIONES ESPECIALES
6.1. QUEMADURAS
6.1.1. CLASIFICACIÓN DE LAS QUEMADURAS
CUTÁNEAS
6.1.1.1. SEGÚN SU PROFUNDIDAD
6.1.1.2. SEGÚN SU EXTENSIÓN
6.1.2. N
ORMA GENERAL. QUÉ HACER ANTE
UNA QUEMADURA
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TEMA 12
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MÓDULO 2
TEMA 12
1. SEGURIDAD EN EL ESCENARIO
1.1. INTRODUCCIÓN
El objetivo principal de este tema es orientar la actuación sanitaria básica de los recursos que realizan la
primera intervención ante una emergencia. Sin embargo, antes de nada, debe garantizarse la seguridad en
el lugar donde se ha producido el incidente.
La finalidad de este capítulo es dar a conocer a los usuarios de esta guía las recomendaciones de seguridad
genéricas ante las emergencias más comunes que nos podemos encontrar. Existen emergencias de muy
distintas índoles, por lo que a veces es más importante hacer hincapié en la prevención que en la propia
actuación. Por lo tanto, en este capítulo hablaremos tanto de medidas preventivas, como pautas de
seguridad en caso de producirse la emergencia.
1.2.1. Definición
A nivel internacional está reconocida y establecida para cualquier tipo de actuación inicial ante cualquier
emergencia, la conducta PAS (Proteger, Alertar, Socorrer). Esta conducta se define como las primeras
actuaciones que tendrán como objetivo la protección en el escenario, alertar a los servicios de emergencias
y, solo tras esto y si tenemos los conocimientos adecuados, centraremos nuestra atención en socorrer al/
los heridos/s. A continuación, definimos de manera general, la conducta PAS, y posteriormente citaremos
más detalladamente las emergencias más comunes que podamos encontrarnos.
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PROTEGER: En esta fase inicial lo importante es protegerse a uno mismo y a los demás siendo
consciente de los riesgos existentes y asumiendo conductas de autoprotección. Una conducta
inadecuada puede poner en peligro su propia integridad. Existen innumerables casos en que una
incorrecta actuación inicial ha provocado incluso la muerte del propio actuante.
ALERTAR: Debemos ser conscientes de la importancia que tenemos al ser el primer testigo, como
elemento indispensable para activar de manera eficiente los servicios de emergencia. A nivel europeo
está establecido como número teléfono de emergencias el 112. Es muy importante dar el aviso de
forma correcta y con la máxima información posible del lugar del incidente.
Hay que ser breve y conciso a la hora de transmitir los datos. En determinadas ocasiones por la
magnitud del accidente se puede dar el caso que las líneas están sobrecargadas. En este caso,
llamaremos a los teléfonos alternativos.
SOCORRER: Para socorrer no basta solamente con ser solidario y tener buena voluntad, sino que es
necesario conocer y aplicar una serie de conocimientos, técnicas y aptitudes. Por eso una actuación
precipitada o desconociendo las técnicas adecuadas, podría agravar el estado de las víctimas y
provocar secuelas irrecuperables. Si no se sabe qué hacer, no hacer nada.
Cuando ocurre una emergencia, no podemos permitir que los nervios o el desconocimiento
nos impidan actuar correctamente. Porque los minutos que transcurren hasta que llegan los
servicios de socorro son vitales, pon en marcha la “Cadena de la Supervivencia”.
No perder los nervios es básico para poder actuar de forma correcta, evitando errores irremediables.
Es preciso hacerse cargo de la situación y solicitar los recursos necesarios en función del tipo de emergencia
(sanitarios, bomberos, grúas etc.).
Cuarto. No mover
Como norma básica y elemental no se debe mover a nadie que haya sufrido un accidente, hasta estar
seguros de que se pueden realizar movimientos sin riesgo de empeorar las lesiones ya existentes. No
obstante, existen situaciones en las que la movilización debe ser inmediata: cuando las condiciones
ambientales así lo exijan o bien cuando se deba realizar la maniobra de reanimación cardiopulmonar.
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Quinto. Examinar al herido
Cuando el organismo humano recibe una agresión, se activan los mecanismos de autodefensa
implicando, en muchas ocasiones, la pérdida de calor corporal. Esta situación se acentúa cuando existe
la pérdida de sangre, ya que una de las funciones de ésta es la de mantener la temperatura interna del
cuerpo.
Este consejo o recomendación se traduce como la necesidad de pedir ayuda, con rapidez, a fin de establecer
un tratamiento médico lo más precozmente posible. Llamar al 112.
Según las lesiones que presente el accidentado, la posición de espera y traslado variará. Es importante
acabar con la práctica habitual de la evacuación en coche particular, ya que, si la lesión es vital, no se puede
trasladar y se debe atender ‘in situ’ y si la lesión no es vital, quiere decir que puede esperar la llegada de un
vehículo (ambulancia) debidamente acondicionado.
Décimo. No medicar
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Como vamos a exponer a continuación, desde el punto de vista legal es conveniente recordar que existe la
obligación general de cualquier persona de socorrer a otras que estén en peligro. Esta obligación general es
mucho más clara y concreta si se trata de un profesional, y/o de una autoridad o funcionario público, como
puede serlo un policía o un bombero.
1. El que no socorriese a una persona que se halle desamparada y en peligro manifiesto y grave, cuando
pudiere hacerlo sin riesgo propio ni de terceros, será castigado con la pena de multa de tres a doce meses.
2. En las mismas penas incurrirá el que, impedido de prestar socorro, no demande con urgencia auxilio ajeno.
3. Si la víctima lo fuere por accidente ocasionado fortuitamente por el que omitió el auxilio, la pena será de
prisión de seis meses a 18 meses, y si el accidente se debiere a imprudencia, la de prisión de seis meses a
cuatro años.
El profesional que, estando obligado a ello, denegare asistencia sanitaria o abandonare los servicios sanitarios,
cuando de la denegación o abandono se derive riesgo grave para la salud de las personas, será castigado con las
penas del artículo precedente en su mitad superior y con la de inhabilitación especial para empleo o cargo público,
profesión u oficio, por tiempo de seis meses a tres años.
El mismo Código Penal, en su Título XIX sobre los Delitos Contra la Administración Pública, dedica su
Capítulo III a la Desobediencia y Denegación de Auxilio, estableciendo en su art. 412:
1. El funcionario público que, requerido por autoridad competente, no prestare el auxilio debido para la
Administración de Justicia u otro servicio público, incurrirá en las penas de multa de tres a doce meses, y
suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años.
2. Si el requerido fuera autoridad, jefe o responsable de una fuerza pública o un agente de la autoridad, se
impondrán las penas de multa de doce a dieciocho meses y suspensión de empleo o cargo público por
tiempo de dos a tres años.
3. La autoridad o funcionario público que, requerido por un particular a prestar algún auxilio a que venga
obligado por razón de su cargo para evitar un delito contra la vida de las personas, se abstuviera de
prestarlo, será castigado con la pena de multa de dieciocho a veinticuatro meses e inhabilitación especial
para empleo o cargo público por tiempo de tres a seis años.
Si se tratase de un delito contra la integridad, libertad sexual, salud o libertad de las personas, será castigado
con la pena de multa de doce a dieciocho meses y suspensión de empleo o cargo público de uno a tres años.
En el caso de que tal requerimiento lo fuera para evitar cualquier otro delito u otro mal, se castigará con la
pena de multa de tres a doce meses y suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis meses a
dos años.
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1.3.2. La obligación de auxilio en la normativa de tráfico
El Real Decreto Legislativo 6/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la
Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial establece en su artículo 51:
1. El usuario de la vía que se vea implicado en un accidente de tráfico, lo presencie o tenga conocimiento
de él está obligado a auxiliar o solicitar auxilio para atender a las víctimas que pueda haber, prestar su
colaboración, evitar mayores peligros o daños, restablecer, en la medida de lo posible, la seguridad
de la circulación y esclarecer los hechos.
2. Si por causa de accidente o avería el vehículo o su carga obstaculizan la calzada, el conductor, tras
señalizar convenientemente el vehículo o el obstáculo creado, adoptará las medidas necesarias para
que sea retirado en el menor tiempo posible debiendo sacarlo de la calzada y situarlo cumpliendo las
normas de estacionamiento siempre que sea factible.
b. Hacerse una idea de conjunto de las circunstancias y consecuencias del accidente, que le permita
establecer un orden de preferencias, según la situación, respecto a las medidas a adoptar para garantizar
la seguridad de la circulación, auxiliar a las víctimas, facilitar su identidad y colaborar con la Autoridad
o sus agentes.
d. Prestar a los heridos el auxilio que resulte más adecuado, según las circunstancias y, especialmente,
recabar auxilio sanitario de los servicios que pudieran existir al efecto.
e. Avisar a la Autoridad o a sus agentes si, aparentemente, hubiera resultado herida o muerta alguna persona,
así como permanecer o volver al lugar del accidente hasta su llegada, a menos que hubiera sido autorizado
por éstos a abandonar el lugar o debiera prestar auxilio a los heridos o ser él mismo atendido; no será
necesario, en cambio, avisar a la Autoridad o a sus agentes, ni permanecer en el lugar del hecho, si sólo se
han producido heridas claramente leves, la seguridad de la circulación está restablecida y ninguna de las
personas implicadas en el accidente lo solicita.
f. Comunicar, en todo caso, su identidad a otras personas implicadas en el accidente, si se lo pidieren; cuando
sólo se hubieran ocasionado daños materiales y alguna parte afectada no estuviera presente, tomar las
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medidas adecuadas para proporcionarle, cuanto antes, su nombre y dirección, bien directamente o, en su
defecto, por intermedio de los agentes de la Autoridad.
g. Facilitar los datos del vehículo a otras personas implicadas en el accidente, si lo pidieren.
Artículo 129.3.. Salvo en los casos en que, manifiestamente, no sea necesaria su colaboración, todo
usuario de la vía que advierta que se ha producido un accidente de circulación, sin estar implicado
en el mismo, deberá cumplimentar, en cuanto le sea posible y le afecten, las prescripciones
establecidas en el número anterior, a no ser que se hubieran personado en el lugar del hecho la
Autoridad o sus agentes.
¿Qué obligaciones tiene cualquier usuario de la vía pública que esté implicado en un accidente
de tráfico, lo presencie o tenga conocimiento de él?
Los usuarios de la vía implicados en un accidente de tráfico, que lo presencien o tengan conocimiento de él
están obligados a:
Cualquier usuario de la vía implicado en un accidente de tráfico por participar en el mismo, o por ser testigo
de este, deberá:
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Estas obligaciones están reguladas en la normativa vigente en materia de tráfico como hemos visto,
pero también en el Código Penal.
El socorro y la petición de auxilio para las personas necesitadas de ello es un deber cuyo incumplimiento
castiga el Código Penal como un delito.
Si el requerido para prestar auxilio fuera un funcionario público, una autoridad o un agente
de la autoridad como pueden ser los bomberos, la obligación es aún más expresa.
1.4.1. Incendios
Para abordar de una forma más clara las particularidades de los diferentes tipos de servicios de incendio,
definiremos los agentes involucrados en el fuego, posteriormente comentados como productos de la
combustión.
Definimos el fuego como reacción química que genera luz y calor, en que se mezclan un combustible con el
oxígeno del aire en presencia de calor.
Esta reacción química da como resultado una serie de productos, denominados productos de la combustión,
que podríamos clasificar, principalmente, en estos grupos:
• Humo
• Gases
• Llamas
• Calor
Estos productos son los que principalmente, sin entrar a valorar el tipo de combustible presente, son los
mayores riesgos para las personas.
El humo es uno de los factores más peligrosos en un incendio. Se compone de partículas sólidas y líquidas
en suspensión. Si se dan las condiciones adecuadas el humo puede llegar a ser inflamable o a provocar una
deflagración (combustión súbita, pero sin explosión).
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El contacto del humo con las mucosas del cuerpo humano provoca su irritación. Si entra en contacto con los
ojos puede producir lagrimeo dificultando la visión, por lo tanto, pérdida de la orientación.
En igualdad de condiciones algunos materiales emiten más humo que otros, por ejemplo, los líquidos
inflamables producen un humo denso y negro. Aunque cada tipo de material emite un humo de un color
diferente resulta muy complicado saber qué es lo que se está quemando tan solo con ver el humo, aunque
puede servirnos como indicio:
• Humo amarillo: producido por sustancias con contenido en azufre, ácido clorhídrico y nítrico
• Humo gris: es emitido por materiales compuestos por celulosa o fibras artificiales.
Los gases: en un incendio una gran parte de los materiales que se queman se transforman en gases. La
cantidad y la toxicidad de estos gases dependen de los materiales implicados en el incendio. Los gases
tóxicos producen efectos negativos en las personas. Desde pérdida de coordinación, desorientación,
envenenamiento o incluso la muerte.
La gran mayoría de víctimas en los incendios se producen por culpa de los gases y no del fuego como se
podría pensar. Los gases que se producen en un incendio pueden clasificarse en tres clases, asfixiantes,
tóxicos e irritantes.
Otro de los factores a tener en cuenta en un incendio es que el fuego consume el oxígeno por lo que puede
producirse una falta del mismo.
Si la proporción de oxígeno baja por debajo del 5% el ser humano no puede sobrevivir más
de 7 minutos.
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En toda llama, podemos distinguir tres partes: zona interna (oscura y fría,), zona media (muy luminosa
y caliente), y zona externa (poco luminosa y alta temperatura). Debido a dicha zona externa, las llamas
pueden producir quemaduras térmicas a los seres vivos o crearles situaciones de pánico, alimentar o
generar nuevas combustiones, y deteriorar o destruir materiales o bienes.
En la mayoría de los incendios se producen llamas, aunque hay excepciones de incendios sin llama, por
ejemplo, la combustión del coque (destilación del carbón mineral). Cuando arden los combustibles en
cualquier estado en que se encuentren, las llamas se producen siempre en la fase gaseosa. Y siempre, los
combustibles en estado líquido y gaseoso, en combustión, desprenden llamas.
El factor tiempo es también de gran importancia ya que no disponemos de mucho en cuanto vemos las
llamas, el incendio puede desarrollarse en cuestión de segundos.
El calor en un incendio es el resultado de una reacción exotérmica, es decir, se desprende calor. Éste
aumenta la temperatura de los gases producidos por el fuego y podrían quemarnos las vías respiratorias
si los respiramos.
El calor de un incendio puede provocar una subida repentina de la temperatura corporal y esto hacernos
sufrir un golpe de calor que podría llegar a provocarnos que se nos colapse la circulación periférica (riego
sanguíneo en extremidades) o incluso la muerte.
Los efectos de las altas temperaturas sobre el cuerpo humano son los siguientes:
• 50ºC el cuerpo humano puede soportar esta temperatura de tres a cinco horas.
• 55ºC el ser humano no puede permanecer más de cuatro horas a esta temperatura.
Otro de los efectos perjudiciales del calor sobre el cuerpo son las quemaduras.
La gravedad de estas depende tanto del tiempo de exposición como de la temperatura.
También, debemos recordar, que el propio incendio tiene diferentes fases en su evolución (inicio, propagación
y desarrollo), la peligrosidad del mismo depende en qué punto se encuentre. Por ello, el desconocimiento de
estos parámetros y la no aplicación correcta de las técnicas adecuadas supone un riesgo para las personas
que voluntariosamente quieren ayudar.
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En este tipo de emergencias (como en muchas otras), una parte muy importante de la seguridad de la
población depende, al menos inicialmente, de sus propias fuerzas. Es necesario tener conocimiento sobre
los riesgos que puede sufrir y familiarizarse con las medidas de autoprotección que, en su caso, se deben
utilizar.
Vamos a distinguir tres casos en función del lugar donde se localice el incendio.
Todos los grandes fuegos empiezan siendo un conato o un fuego pequeño, por lo que intentaremos
apagarlo siempre que haya un extintor portátil a mano o cualquier elemento que podamos utilizar para este
fin (mantas, etc.).
En caso de no poder o no ser capaces para ello se cerrará la puerta donde se encuentra el fuego para
intentar confinarlo evitando así su propagación a otras zonas. Si hay humo agacharse protegiéndose nariz
y boca.
Se cerrarán las puertas a medida que se pasan, saliendo con todos los miembros de la familia, coger las
llaves de casa para entregárselas a los bomberos y facilitar la entrada. Cerrar la puerta de casa (sin echar la
llave) para evitar la propagación del humo y calor al hueco de la escalera. Nunca utilizar el ascensor.
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• Segundo. Si el incendio se encuentra por debajo de nuestra vivienda
Si las llamas llegan hasta la ventana, desde otra vivienda, cerrarlas y bajar las persianas.
En presencia de humo ir a otra dependencia lo más agachado posible y con un trapo húmedo cubriendo
nariz y boca.
Si consideramos que el acceso hasta llegar al lugar del incendio es conflictivo, se recomienda situarse en un
punto característico para guiar a los diferentes servicios de emergencias que puedan llegar.
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Lugar de acceso al servicio con vehículo de altura emplazado en la zona principal de rescate.
La normativa vigente en materia de seguridad pasiva y extinción contra incendios es muy específica y exige
unos parámetros determinados en función del tipo de industria, ubicación de ésta y riesgos asociados.
Existen los denominados planes de autoprotección, exigidos en la diferente normativa, que son
responsabilidad de la propia industria de su creación y mantenimiento de dichos planes. En cada caso, el
trabajador debe ser conocedor de todos los riesgos de su industria como la función que desempeña en el
organigrama de emergencia, que irá determinado en el Plan de Autoprotección.
a. Si se trata de un conato de incendio intentar apagarlo con los medios propios de extinción de la
industria.
b. Abandonar la zona de riesgo lo más rápido posible. Esto parece obvio, pero mucha gente la huida por
rescatar sus pertenencias.
d. Al evacuar, moverse lo más bajo posible. El humo y los gases tóxicos tienden a subir con el calor.
Taparse la boca con ropa para inhalar menos humo y gases.
e. Cerrar las puertas por las que se atraviesa para demorar el avance del fuego.
f. Llamar al 112 lo más rápidamente posible. Esperar a los bomberos en zona exterior segura para
informar de lugar exacto del fuego, así como el tipo de riesgo que está afectando el fuego.
h. En el tiempo de espera, es importante, despejar la zona para facilitar el acceso a los vehículos de
emergencia.
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1.4.1.3. Incendio forestal
Hoy en día los incendios forestales son unos de los servicios más peligrosos que existen a consecuencia
de las diferentes variables que nos podemos encontrar. La orografía del terreno, el desconocimiento de la
misma, las condiciones meteorológicas, así como nuestra condición física en el momento son factores que
en un momento dado puede llevarnos a situaciones de extremo peligro.
Este tipo de incendio, a diferencia del resto, es muy peligroso cuando está desarrollado y por ello se
desaconseja, el intentar apagarlo con nuestros propios medios por el riesgo que conlleva. Sí que es muy
importante una pronta llamada al 112 para que cuanto antes se active lo que se denomina el Despacho
Automático (en la Comunitat Valenciana, en otros lugares puede recibir otro nombre) que se trata
de la movilización de una serie de recursos para la gestión inicial del incendio para poder controlarlo y
posteriormente extinguirlo.
En general podemos decir que el comportamiento del fuego en un incendio forestal es irregular,
manifestándose con más virulencia en determinadas zonas que deberemos evitar. Estas zonas son:
• Las zonas de solana ya que resultan más secas, las temperaturas son mayores, y existe mayor
intensidad de vientos.
• Las zonas profundas o en tercio inferior de las laderas incluyendo el fondo del valle.
• En los valles estrechos las laderas pueden sufrir un calentamiento y desarrollar un incendio con
mayor rapidez.
• Las zonas de cañones, barrancos, chimeneas, abruptas en general, debido al sentido ascendente de
los vientos.
• Las zonas con gran pendiente, quizás este sea junto al viento el factor que normalmente presenta
más influencia en el desarrollo virulento de un incendio.
Como ya hemos comentado antes, no debemos exponernos a estas zonas de peligro y mantenernos
siempre en zonas seguras y recomendadas por los profesionales de la emergencia.
Este apartado también puede ir dirigido a cualquier persona que haya, o vaya a colaborar en un incendio
forestal, ya que todos en algún momento nos hemos visto en esta circunstancia, o nos podríamos llegar a ver.
Hay una serie de normas a seguir cuando se está combatiendo cualquier tipo de fuego forestal, así
destacamos:
• Colaborar en equipo.
• No separarse del grupo de trabajo, sobre todo cuando existe peligro cercano.
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• Precaución con los tendidos de líneas eléctricas. De todos es conocido que no podemos lanzar agua
a un tendido, pero además debemos tener en cuenta que los soportes bien sean postes de madera
o de hierro, pueden quemarse y caer los cables sobre nosotros.
• No salir del incendio en sentido del avance del frente más rápido, o en la dirección del viento.
Si estás dentro de tu casa y tienes dudas sobre las zonas que se están quemando, es preferible no salir y
encender las luces que sean visibles desde el exterior. Así los equipos de intervención deducirán que dentro
hay personas que evacuar.
Hay que tener en cuenta que no siempre que veamos humo en una montaña vamos a encontrarnos
un incendio forestal. Existen también las quemas controladas, que se realizan precisamente para
limpiar los bosques, hacer cortafuegos etc., y no revisten peligro ya que como su nombre indica, están
controladas.
Como referencia última podemos comentar que habitualmente se pierde una percepción real del incendio
y nos sometemos a situaciones muy complicadas donde nuestra vida puede correr peligro. Nunca
dejemos de pensar que lo más importante son las vidas humanas y aunque desgraciadamente nos pueda
doler la pérdida de lo que estamos viendo que se está quemando hay que pensar que se está trabajando al
límite para acabar con el fuego.
La evolución tecnológica de los vehículos, desconocida para la mayoría de usuarios, sumada a las propias
circunstancias del escenario donde se ha producido el accidente, nos hace recalcar las normas de seguridad
y la importancia de la información en los primeros momentos del incidente. En caso de accidente, es
necesario seguir una serie de recomendaciones para no agravar el estado del herido ni poner en peligro
nuestra propia seguridad o la de otras personas.
Éste es uno de los casos donde podemos ver claramente desarrollada la conducta PAS.
• PROTEGER
Protegiéndose a uno mismo y a los demás, siendo consciente de los riesgos y asumiendo conductas de
autoprotección, los Primeros Auxilios no solo exigen la atención en el lugar y momento de un accidente,
sino conocer los riesgos y prevenirlos. El desconocimiento de los riesgos en un accidente de tráfico pone en
peligro al accidentado y a Ud. mismo.
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La primera forma de proteger es con la correcta ubicación de vehículos dando seguridad a la zona. Se tendrá
en consideración la posterior llegada de los vehículos de emergencia.
Tipos de riesgos:
• Circulación rodada.
• Cristales rotos.
• ALERTAR
Ser conscientes de la importancia de ser el primer testigo, como elemento indispensable para activar
de manera eficiente, la asistencia a la/s víctima/s, dando de una manera clara y eficaz el aviso al centro
coordinador de emergencias 112, con el fin de que se activen los recursos adecuados para la asistencia más
rápida y eficaz. Es muy importante dar la alerta de forma correcta y estructurada.
• Localización, lugar exacto del accidente. En vías de circulación con separación física entre ambos
sentidos se indicará el sentido de circulación.
ATRAPAMIENTO MECÁNICO: es aquel en el que el vehículo se encuentra dañado de tal manera que los
ocupantes no pueden salir al estar las puertas bloqueadas por la deformación de la estructura del vehículo.
Puede ser que no haya heridos o que las lesiones que presenten sean leves.
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ATRAPAMIENTO FÍSICO: tenemos dos tipos
• Físico 1: las lesiones de la víctima producidas por el accidente le impiden salir del vehículo. Es
necesaria la manipulación correcta para la extracción de la víctima del vehículo.
• Físico 2: La víctima está atrapada físicamente por elementos estructurales que la tienen retenido,
encajada o cogida. Está físicamente inmovilizada/lesionada.
• SOCORRER
Para socorrer no basta solamente con ser solidario y tener buena voluntad para ayudar, sino que debemos
conocer y aplicar una serie de conocimientos, técnicas y actitudes.
Se considera que toda aquella persona que ha sufrido un accidente de tráfico se considera un politraumatizado
con posibles lesiones medulares hasta que no se realicen las pruebas oportunas. Una incorrecta actuación
podría ocasionar agravar el estado de la víctima, así como, una lesión medular.
• Contacto visual a la/s víctima/s desde el exterior. Asistencia psicológica. Hablarle e indicar que NO
mueva la cabeza.
En el caso de que riesgos exteriores (incendio, árboles...) puedan evolucionar a una situación más grave
se intentará de la forma más segura posible y rápida su extracción teniendo en cuenta el eje que forma
cabeza-cuello-tronco. Se explicará en el capítulo correspondiente la maniobra de Rautek.
Si se tienen conocimientos de primeros auxilios, se aplicarán en la medida de lo posible sin poner en riesgo
su propia integridad.
Este tipo de accidentes están regulados en la Comunitat Valenciana mediante el Plan Especial de Mercancías
Peligrosas. Las competencias sobre este tipo de intervención vienen definidas perfectamente en el Plan.
Con lo cual, el objetivo de este apartado es dar a conocer, en el hipotético caso en que nos encontremos
un accidente de esta índole, las particularidades de la señalización de estos vehículos. Esta determina que
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mercancía se transporta y su pronta información es de vital importancia porque puede determinar un tipo
de actuación u otra por los servicios de emergencia.
Seguiremos en general la misma conducta PAS que hemos mencionado anteriormente haremos especial
hincapié en la identificación de la mercancía y las zonas de peligro descrito en la parte del manual
relacionado con Mercancías Peligrosas.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, y en la medida de lo posible sin poner en riesgo su integridad
física comunicar lo antes posible el accidente al teléfono de emergencias 112, aportando la siguiente
información:
• Lugar donde se ha producido. Describir brevemente el sitio donde ha ocurrido, como por ejemplo el
Municipio, si es zona urbana o rural, el sentido de la circulación etc.
• Si puede ver si lleva paneles naranjas y que números lleva en ellos, porque con eso sabremos la
materia transportada. Si la cisterna lleva etiquetas o símbolos (peligrosidad).
• Tener en cuenta las distancias de seguridad fijándonos en la dirección del viento. Nos colocaremos
siempre a favor del viento.
Toda esta información va a ser muy útil a los servicios de emergencia que van a actuar en siniestro.
1.4.3. Rescates
En el 2017 hubo en la provincia de Valencia un total de 649 rescates, tanto rurales como urbanos o de otra
índole. Es importante que tengamos en cuenta los siguientes consejos y pautas de actuación en cada caso
ya que se trata de servicios de carácter especial dadas su dificultad y riesgo.
Quizás los rescates en montaña sean uno de los más complicados que nos podamos encontrar, debido a
su duración y muchas veces a unas condiciones climatológicas adversas. Otros factores importantes son
la localización, acceso y evacuación del accidentado. Por ello, son los grupos especiales de rescate los que
realizarán esta tarea. Hay que tener en cuenta que estas tareas requieren unas condiciones físicas óptimas,
así como una capacidad técnica acorde con este tipo de intervención.
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En caso de que seamos testigos de un accidente hay que intentar no perder los nervios, y verificar el estado
del accidentado, tratando de no moverlo. Si vemos que el accidente no presenta gravedad, podríamos
moverlo a una zona seca y cómoda, pero siempre que estemos seguros de que no el accidente es leve.
Ante la duda, “no se mueve”. Siempre deberemos llamar a los servicios de emergencia informando del lugar
y del acceso al mismo, pero nunca abandonando al herido.
En este apartado y debido a la diversidad de situaciones que nos podemos encontrar, basándonos
en los diferentes aspectos y tipología del medio en el que nos encontremos, realizamos una serie de
recomendaciones en la fase inicial hasta la llegada de los servicios de emergencia especializados. Las
recomendaciones son:
• Si hay que rescatarla del agua, seguir las instrucciones de rescate en medio acuático.
• En caso de accidentes en actividades subacuáticas, intenta recopilar el mayor número de datos del
accidente: profundidad y duración de la inmersión, ascensión excesivamente rápida, inmersiones
sucesivas, así como los síntomas que presenta el accidentado y el lugar del accidente.
Tranquilizar
No dejar de hablar con los atrapados desde que se tiene contacto con ellos.
Explicar todas las operaciones que se están realizando.
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Con ello conseguiremos sensaciones de agobio que podrían desencadenar desmayos o lipotimias.
Efectivamente cuando estamos nerviosos aumenta nuestro nivel de respiración, pero es absurdo pensar
que nos vamos a ahogar porque esto es imposible. La mayoría de las cabinas poseen rejillas de ventilación,
visibles o no.
Pero pese a todas nuestras precauciones es posible que acabe produciéndose un escape de gas.
Nuestra primera acción será abrir puertas y ventanas para conseguir la máxima ventilación posible, que
las corrientes de aire arrastren cualquier posible acumulación de gas hacia el exterior. Si el olor a gas es
realmente intenso lo mejor que podemos hacer entonces es salir rápidamente de la casa y avisar a toda
persona que se encuentre cerca que debe alejarse de inmediato. Por el contrario, si el característico olor
a gas es más tenue podemos cerrar la llave general del gas y esperar a que se ventile la casa. Esperar
fuera tampoco es una mala precaución en este caso. Mientras estemos en el interior de la casa en la que
se haya detectado olor a gas deberemos abstenernos de fumar o encender cualquier tipo de fuego pues
podríamos provocar una explosión. Pero de igual forma deberemos abstenernos de conectar cualquier
aparato eléctrico, ni tan siquiera encender la luz. En el momento del encendido los interruptores eléctricos
pueden generar una chispa desencadenando así una explosión.
Tampoco deberemos realizar llamadas telefónicas en el interior. Si vamos a avisar a los bomberos, a la
compañía suministradora del gas o algún técnico instalador, lo mejor es llamar desde el exterior mediante
un teléfono móvil.
1.6. TRIAJE
1.6.1. Introducción
Una de las situaciones, por suerte, menos habituales son las emergencias donde nos encontremos con
múltiples víctimas. Definimos como Emergencias con Múltiples Víctimas (EMV), aquella situación en la que
los recursos de emergencia para una situación genérica son desbordados y se ven incapaces de controlar la
situación en los primeros quince minutos.
Esta situación extraordinaria nos obliga a tener unas pautas de trabajo regladas con el fin de que dichas
intervenciones se produzcan en las máximas condiciones de seguridad y eficacia. Esto no permitirá en
su objetivo primordial que la atención básica sanitaria se realice en las mejores condiciones y podamos
trasladar a una zona segura al mayor número de víctimas.
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A nivel internacional hay multitud de modelos de triaje y todos ellos puede ser un modelo idóneo si se tiene
trabajado y entrenado, porque como toda emergencia la coordinación y organización inicial del incidente
nos marcará las pautas de éxito de la intervención.
La palabra Triaje es una palabra de origen francés que significa “clasificación”. En la zona oriental de
la península ibérica y Baleares se utiliza la palabra “Triatge” que significa escoger o elegir, que en el
ámbito sanitario, se asociaría perfectamente a la tarea o la función de clasificar a las víctimas creando
un orden de atención a las mismas, atendiendo a la gravedad, es decir, al estado clínico que presenten
tras el siniestro.
Nos podemos encontrar publicados diferentes manuales que exponen varios métodos de triaje sanitario y
que, con pequeñas variaciones, dan respuesta a la necesidad, siendo un buen soporte para la clasificación de
las víctimas desde la visión de la gravedad clínica de la víctima, y siendo verdaderamente útiles y prácticos
en las situaciones de grandes emergencias. Para los rescatadores, los más conocidos son los siguientes:
• Triaje SHORT (Sale caminando, Habla, Obedece órdenes, Respira, Taponar heridas).
• Triaje MAT-SET, MAT (Modelo Andorrano de Triaje) y el SET (Sistema Español de Triaje)
• Etc.…….
Todos ellos siguen la pauta genérica de un método de urgencias pre hospitalaria como proceso de
valoración clínica preliminar que clasifica u ordena las víctimas en base a su grado de urgencia. Así pues, en
una situación de saturación del servicio, las víctimas más urgentes serían tratadas las primeras, y el resto
de víctimas se llevaría un control continuo, es decir, reevaluando su estado hasta que pudiera llevar una
observación de un equipo médico. Es habitual en nuestro entorno operativo de emergencia, entre los varios
métodos de triaje sanitario, utilizar como primera clasificación observar las constantes vitales, a las que se
le designa un color en función de la gravedad de la víctima, por ejemplo:
• Rojos: Riesgo inminente para su vida a corto plazo (de minutos a 1 hora)
• Amarillos: Las víctimas que podrían esperar un tiempo superior a los rojos, para ser evacuados.
• Verdes: Las víctimas que podrían valerse por sus propios medios, y las que están fuera de peligro a
mediano plazo.
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Cuando se plantea el tema de los posibles escenarios, hablamos de la conjunción de varios tipos de
riesgo, sobre todo se plantea, por ejemplo, en un accidente de tráfico como puede ser un autobús lleno
de pasajeros en situación inestable, (Un puente, un terraplén, un río, que esté implicado un vehículo
con Mercancías Peligrosas, un choque o descarrilamiento de trenes, un avión, un edificio de pública
concurrencia, situaciones que en situaciones normales se podría realizar un triaje meramente sanitario,
pero como ya se está exponiendo, puede aparecer un condicionante accidental o imprevisto, como por
ejemplo en un atentado con bomba en el que se esté rescatando se produzca una segunda explosión,
práctica desgraciadamente habitual para terroristas, o en un seísmo se puedan producir réplicas y acabar
de desestabilizar las construcciones y atrapar a las víctimas y a sus rescatadores, o en acciones terroristas
o bélicas que es necesaria una evacuación rápida por la peligrosidad de nuevos ataques.
Ante esta afirmación, exponemos dos tipos de triaje que consideramos son los más adecuados para este
tipo de situaciones: Triaje Inminente y Triaje Short.
Este método de acción se podrá plantear su uso cuando nos encontremos en un siniestro donde se han
producido un número elevado de víctimas a las que no podemos hacer frente ya que cada víctima necesitaría
un sanitario.
Es evidente que en las tareas de rescate tenemos que diseñar un plan estratégico de intervención, un orden
de evacuación de víctimas, y en el plano táctico llevarlo a cabo con prontitud y seguridad para víctimas y
rescatadores. Hay pues que situarse en un escenario de emergencia y de riesgo inminente. Pero, ¿Qué es
prioridad?:¿Cuál es la intervención?.
La asistencia sanitaria a las víctimas o la evacuación de las mismas del escenario de la catástrofe.
Aquí es dónde nos enfrontamos los profesionales del rescate en este tipo de siniestros. ¿Qué hacer?
En el desarrollo de ésta opción de Triaje se pretende apoyar al personal de rescate para que pueda valorar atendiendo
a los parámetros que se presenten en el escenario. “El triaje de emergencia no sanitario” que se propone, es el
método que vamos a llamar y codificar en el mundo de la emergencia y rescate como “Triaje Inminente”.
Es un método ya utilizado en algunos servicios aunque no lo conocemos con un nombre específico, ni con
el tratamiento y desarrollo que se expone, es decir que se va a exponer un diseño de una metodología que
entiendo como muy útil en los ámbitos de intervención operativa en bomberos, sanitarios y especialistas
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en rescates en grandes siniestros. Así pues el codificar y protocolarizar las operaciones, es necesario ya que
con un lenguaje mínimo todo el personal va a conocer una metodología de intervención.
Para el personal Sanitario, cuando se expone el método de “Triaje Inminente”, genera un inquietud lógica,
ya que rompe el esquema clásico. En el ámbito sanitario, el triaje se efectúa de acuerdo a la gravedad de la
víctima con referencia sus constantes vitales. Ello determinará el orden a seguir para su atención sanitaria
inicial y evacuación. Éste método únicamente debe utilizarse en situaciones muy concretas, situaciones en
la que se producen multitud de víctimas como primer condicionante. El resto de condicionantes serán la
necesidad de evacuar de un entorno de riesgo “inminente” a la mayor cantidad de víctimas y rescatadores.
El método se expone como recurso operativo para la evacuación de víctimas y en el caso de que entre
los recursos humanos de los rescatadores (bomberos, policías, voluntarios de protección civil, etc.…), no
se encuentran sanitarios que puedan colaborar en la toma de decisiones estratégicas de la evacuación
de víctimas. Pero sobre todo, el condicionante más importante de su valoración como triaje es el llamado
“escenario del siniestro”. Se trata del entorno físico en el que se ha producido el accidente o siniestro, entorno
que por los Cuerpos de Bomberos llamamos “Área de Intervención” y que también se designa como “Zona
Caliente” y su colindante “Zona Templada”.
Se entiende que en el “escenario”, a parte del condicionante físico del siniestro, aparecen otros condicionantes
como es el riesgo y seguridad para las víctimas y rescatadores. Aspectos que van a condicionar, sin duda
alguna, el método de triaje.
Cuando hablamos de escenarios de riesgo “INMINENTE”, hablaríamos pues, de entornos con un riesgo de
previsión inminente en ocasiones conocido y perceptible, pero en otras, imprevisible o imperceptible. Sería,
por ejemplo, el caso de:
La seguridad del escenario pasa a ser un condicionante muy importante en la toma de decisiones para
la elección del método de triaje. Siguiendo las premisas de intervención en accidentes, que como soporte
práctico podemos utilizar el simbolismo de la palabra P.A.S. (Proteger- Alertar- Socorrer), que nos ayuda
a protocolizar la secuencia de nuestra actuación a la hora de atender a cualquier víctima/s que está
involucrada en cualquier accidente/siniestro.
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Cuando utilizamos el acrónimo PAS, la Protección ¿a qué hace referencia?
Se habla de Protección cuando protegemos a las víctimas y rescatadores de un posible segundo accidente,
por falta de visibilidad. También podríamos estabilizar los vehículos si han quedado en estado inestable, lo
que dificultará las tareas propias del rescate.
El condicionante de la protección a víctimas y rescatadores, en ocasiones puede ser muy sencilla su solución
pero en otras ocasiones no lo es. Nos podemos encontrar pues generalmente en dos casos:
Consiste en alertar con cualquier elemento de señalización, (triángulo reflectante, conos, cinta balizadora,
luz, señalización con gestos, el mismo vehículo de emergencias con las luces prioritarias, etc..), lo que
nos permitiría realizar un rescate en un entorno más seguro, incluso poder gestionar las víctimas con los
métodos de triaje sanitarios. Métodos que nombraremos en el siguiente apartado.
Pero la realidad es que no es siempre así. Se producen siniestros con víctimas a las que no podemos
garantizar un entorno o escenario seguro, ya que los recursos humanos y materiales son limitados o
insuficientes y las tareas para generar el entorno estable y seguro llevarían mucho tiempo.
No podemos garantizar la seguridad en la zona de intervención. En estos casos, el tiempo que disponemos
para el rescate apremia y hay que evacuar el mayor número de víctimas posible del entorno de riesgo. Sería
en los casos de riesgo inminente de explosión, incendio, inundación, derrumbamiento, intoxicación química,
bacteriológica o radiológica, atentado, etc.….
Como se puede observar en este segundo escenario, la toma de decisiones es compleja y es frecuente
que aparezcan diferentes tácticas, aquí es cuando se asumen decisiones valientes que el mando de la
intervención debe valorar atendiendo a los condicionantes anteriores más los de la preparación de los
equipos de intervención.
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Es muy posible que en posteriores Juicios Críticos o Debriefing del siniestro se pueda debatir esta cuestión,
pero la gravedad del escenario, no deja tiempo al debate, sino a la acción inmediata.
El método de “Triaje Inminente” es el que se plantea como método no sanitario y de decisión razonada, es
decir, no sería un protocolo que hay que seguir, sino que hay que evaluar. Esta toma de decisiones debe ser
muy rápida.
He aquí una de las decisiones más complejas y difíciles para el responsable del equipo de rescate.
Todos ellos siguen la pauta genérica de un método de urgencias pre hospitalaria como proceso de
valoración clínica preliminar que clasifica u ordena las víctimas en base a su grado de urgencia. Así pues, en
una situación de saturación del servicio, las víctimas más urgentes serían tratadas las primeras, y el resto
de las víctimas se llevaría un control continuo, es decir, reevaluando su estado hasta que pudiera llevar una
observación de un equipo médico.
Este método atiende a la facilidad de evacuación de la víctima. Es decir, quedaría en segundo lugar el estado
de la víctima. Consiste en evacuar, sacar del escenario de riesgo a otro escenario más seguro para realizar el
triaje sanitario, y consiste en priorizar el siguiente orden de acceso a las víctimas y evacuación.
Víctimas con:
• Libre acceso
• Fácil acceso
• Acceso limitado
• Difícil acceso
• Búsqueda final
Primero. Designar un Punto de la recepción o encuentro para las víctimas en entorno cercano al siniestro
pero seguro. Con el objetivo de evacuarlas del entorno, controlarlas creando un punto de triaje sanitario.
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Segundo. No dirigirse a las víctimas a las que, para su evacuación, necesariamente se tenga que realizar
tareas previas, con mucha dedicación, como excarcelación, o por ejemplo desescombros costosos en
derrumbamientos, etc.
Libre acceso:
Personas que se encuentran en la catástrofe o accidente que no hayan sufrido lesiones y heridos leves que
pueden evacuar por su propio pie o con una pequeña ayuda.
Fácil acceso
Víctimas con lesiones leves y que, con unas tareas simples de excarcelación y apoyo, podemos evacuarlas,
ya sea ayudándolas a caminar o con camillas.
En estas dos fases, podemos evacuar a las víctimas del entorno de riesgo con bastante celeridad ya que
tienen un acceso a ellas libre o fácil y, además, con un pequeño apoyo, estarían en breve tiempo en zona
segura, en zona de recepción o Punto de Encuentro de víctimas, nueva zona de triaje.
Atendiendo a este tipo de víctimas y lesiones que tienen, el equipo de rescate puede animar a los ilesos y
heridos leves a apoyarse entre ellos y auto ayudarse para la evacuación, dejando así libres a los rescatadores
para dirigirse rápidamente a las siguientes víctimas.
Acceso limitado
Para el acceso a estas víctimas ya hay que realizar tareas de excarcelación o estabilización de estructuras
(corte y separación de chapas, rotura de cristales, apuntalamientos, desescombros parciales, etc..). Este
tipo de víctimas empiezan a retrasar la evacuación, pero ya tenemos otras fuera del escenario, con la
evacuación de los casos anteriores y en entorno más seguro.
Difícil acceso
Como es lógico, a este grupo de víctimas hay que dedicarle un mayor tiempo para su acceso, teniendo
que realizar ya maniobras más complejas y largas para acceder a las víctimas y su posterior evacuación,
lo que lógicamente nos va a llevar mucho tiempo. Así pues, va aumentando el tiempo de rescate y en
consecuencia, también va aparejado al aumento del riesgo de víctimas y rescatadores.
Si nos hubiéramos dirigido a este grupo de víctimas en primera instancia, aun no habríamos evacuado del
escenario a las anteriores, lo que significa la posibilidad de que se vieran más personas implicadas en un
eventual agravamiento del accidente.
Este orden de evacuación choca con el instinto natural de dirigirse a las víctimas con más riesgo sanitario
para su vida o las que más se quejan de dolor. Es una situación verdaderamente compleja y que se tiene que
entrenar y valorar continuamente por parte del equipo de rescate y supone una actitud por el rescatador
más fría no dejándose influenciar por las emociones. (Es decir, valorar la eficiencia a la sensibilidad).
Búsqueda final
Esta búsqueda nos quedaría como la última en las tareas de rescate, el trabajo y el tiempo que necesitamos
para la evacuación de este grupo de víctimas es mayor. En grandes catástrofes como un seísmo puede
significar hasta días.
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Es importante reflejar que una evacuación rápida de víctimas no significa un tratamiento inadecuado a las
mismas. El objetivo es evacuar del escenario de riego al mayor número de víctimas y con el menor tiempo
posible. Esto no debe significar un descuido asistencial a las víctimas.
Para un trato a las víctimas rápido y cuidadoso es pues necesaria una preparación y entrenamiento para los
bomberos o rescatadores con métodos que permitan un tratamiento a la víctima que sea rápido sin bajar
la guardia en agravar el estado clínico de la víctima. (Pudiendo utilizar un collarín, evacuar con camilla para
mantener una inmovilidad, realizar inmovilizaciones ligeras, etc..).
Una vez en el Punto de Recepción de Víctimas, ya se dispondrá de más tiempo y medios para un tratamiento
mejor en un entorno seguro.
• Toma de decisiones
Se debe considerar en este método como razonado, es decir, para la toma de decisiones, necesita un
análisis previo de los factores que inciden en una decisión no sanitaria del triaje.
Este método debe plantearse más en los servicios como bomberos y el ejército en situaciones de guerra
los que van a intervenir con las posibles consecuencias de los riesgos que pueden desarrollarse o se están
desarrollando en el escenario.
En el momento operativo que aparecen los servicios Sanitarios, ellos pasarían a tomar la responsabilidad
sanitaria de las personas. Teniendo que compatibilizar el mando responsable del rescate, que suele ser un
mando de los Cuerpos de Bomberos, la coordinación con el médico responsable.
Compatibilidad de Métodos
Para los recursos sanitarios, a la llegada al siniestro, los objetivos o misiones que deben afrontar a la hora
de prestar primero auxilios serán esencialmente:
• Conservar la vida.
• Ayudar a la recuperación.
Así pues, para el método de Triaje Inminente, los aspectos anteriores quedan en un segundo plano, aunque
sin ser obviados.
Es lógico pensar que una evacuación rápida de un escenario de riesgo no será en la mayoría de las ocasiones
la mejor solución para las víctimas, pero puede significar un posible agravamiento de sus constantes vitales,
heridas o su vida.
También aquí es donde se valoran otros aspectos: ¿Podemos rescatar una víctima en buenas condiciones
de atención? Si lo hacemos, ¿puede el riesgo afectar la celeridad de la evacuación del riego? ¿Qué pasa con
la mayoría de las víctimas?
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Es evidente que en algunas ocasiones el este tipo de triaje es el método más resolutivo, sobre todo si no
han llegado los recursos sanitarios que puedan colaborar en la evacuación de víctimas, o están desbordados
por la cantidad de víctimas a atender.
El método expuesto se mejora si se dispone entre los rescatadores, de personal sanitario o con formación
en primeros auxilios manteniendo el objetivo de:
• Libre acceso
• Fácil acceso
• Acceso limitado
• Difícil acceso
• Búsqueda final
El sanitario interviniente puede compatibilizar los cometidos sobre todo en los casos de: Acceso limitado,
Difícil acceso y Búsqueda final, que ya se dispone de más tiempo, mientras los equipos de bomberos
están realizando las tareas de excarcelación, apuntalamiento, creando accesibilidad a las víctimas y un
escenario más seguro, el sanitario puede realizar el triaje sanitario marcando el orden de evacuación y el de
las llamadas “maniobras salvadoras”. Siempre pensando en la evacuación rápida y segura.
En casos de siniestros no catastróficos en el que están implicadas pocas víctimas, visto que es un método
rápido, también nos puede ser resolutivo, pues si evacuamos víctimas del siniestro, nos permite poder
dedicar más tiempo a las víctimas con más dificultad para su rescate sin que molesten las víctimas que
tienen una evacuación más rápida.
Una vez los heridos en el punto de encuentro de víctimas, al que llamaremos (CAT) Centro Avanzado de
Triaje, se procederá al triaje sanitario de las mismas para su traslado a los hospitales.
• Suficiente espacio para que los recursos sanitarios, puedan realizar el triaje con seguridad y disposición
del tiempo necesario para la atención a cada víctima.
El CAT, nos permite tener a todas las víctimas en un punto de encuentro, por lo que se podrá realizar un
control e identificación de las mismas.
El CAT también permite con menos sanitarios poder atender a más víctimas ya que están todas en la misma
zona. El CAT, en ocasiones se convertirá en el Hospital de Campaña.
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El método expuesto debe ser practicado por los equipos de rescates, (bomberos, sanitarios, servicios de
seguridad pública, policía, militares, voluntarios de protección civil, paramédicos, cruz roja, etc.…)
Los simulacros son fundamentales para analizar el método y valorar su implantación en la toma de
decisiones en un gran siniestro.
Con la exposición de este método, se ha pretendido ofrecer un instrumento operativo de gestión para los
servicios de rescate, los que valoraran en un siniestro su aplicación o no.
En las sistemáticas operativas de intervención, se buscan nombres cortos para identificar protocolos o
tareas, ya que con un mensaje estamos activando todo un protocolo.
Se ha optado por el nombre de “Triaje Inminente” para con un mensaje corto activar, como se ha visto, toda
una sistemática operativa de rescate. Además, se ha optado por el llamar CAT (Centro Avanzado de Triaje)
a ese punto de encuentro para las víctimas.
La conclusión más importante es entender los condicionantes expuestos del Método, que podemos resumir
en los siguientes puntos:
1. Número de víctimas.
5. Si en el escenario existen recursos sanitarios, médicos y especialistas hay concertar el triaje siempre.
6. Antes de poner el método en práctica, conocerlo perfectamente y debatirlo con el conjunto del equipo
de rescate.
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S ale caminando
R espira
T aponar hemorragias
Si su habla es normal en cuanto a tono, fluidez, coherencia e inteligibilidad y también obedece órdenes
sencillas, se clasificará como “amarillo”.
Si una de las dos premisas anteriores no es normal, si el habla no es normal o no obedece órdenes sencillas,
se pasará a valorar si respira o si tiene signos de circulación.
• Débil o que precisa “despertar” a la víctima para conversar (pérdida inminente de consciencia)
Si la víctima no habla espontáneamente se le pedirá que nos diga de forma seguida nombre, dos apellidos
y fecha de nacimiento, datos que nos aportan unas 10 a 12 palabras y que sólo utilizaremos para valorar
el habla (la anotación de sus datos personales se realizará después, en el puesto médico avanzado). Ante
un shock emocional resulta más fácil decir los datos personales que iniciar una conversación con frases
suficientemente prolongadas. Si dudamos sobre un habla débil o entrecortada debemos pedirle a la víctima
que hable con fuerza para destacar su posible alteración en el habla.
Si se realizan otras preguntas como “qué le pasa” y nos emite respuestas de forma fluida no será necesario
preguntar sus datos personales.
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En este paso no se le realizarán preguntas cuya respuesta sea sólo un monosílabo (“sí” o “no”), ya que no
nos aportan información sobre el habla.
Se le formularán órdenes concretas, sencillas y claras, como “mueve la pierna derecha, mueve el brazo
izquierdo y/o abre y cierra los ojos”.
No se le preguntará, por ejemplo, si puede mover un brazo, ya que nos puede responder con un “sí” a pesar
de no ser capaz de hacerlo. Debemos comprobar que obedece esas órdenes.
Realizaremos apertura de vía aérea y aplicaremos el método tradicional de “Ver, oír, sentir” si es preciso.
Si respira o presenta algún movimiento, la clasificaremos con el color rojo. Si está inconsciente le pondremos
en posición lateral de seguridad para que no aspire un posible vómito o sangre y nos aseguraremos de la
apertura de la vía aérea.
Si no respira tras la apertura de la vía aérea, ni tampoco presenta ningún movimiento, la clasificaremos con
el color negro; víctima fallecida o con mínima prioridad por lesiones incompatibles con la vida.
Se taponarán todas las hemorragias que parezcan importantes, pudiendo encontrarse éstas en víctimas
clasificadas como verdes, amarillas o rojas. Reevaluaremos periódicamente la eficacia del taponamiento.
1.7. CONCLUSIÓN
Ante cualquier emergencia de las citadas anteriormente, como de algunas que no se hayan mencionado,
podemos concluir diciendo que todas tienen un denominador común que es la activación del sistema de
emergencia, la denominada conducta PAS.
Evidentemente habrá situaciones de emergencia donde por sus características nos pueden llegar a sobrepasar.
Incluso a los profesionales en las materias muchas de las veces nos vemos involucrados en emergencias que
por su magnitud o complejidad nos desbordan. Dicho esto, deberemos ser conscientes de las limitaciones que
tenemos tanto a nivel técnico como de material. No hemos querido tratar los nuevos casos emergentes de AMV,
como son los atentados en zonas de uso público, ya que todavía no se han trabajado los protocolos de trabajo
conjuntos entre la parte de servicios de seguridad/rescate. Es un tema muy importante que se deberá abordar
en breve por las Direcciones de los Servicios de Emergencias implicados.
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2. VALORACIONES SANITARIAS
2.1. INTRODUCCIÓN
Ante cualquier incidente y tras realizar una composición de lugar y una valoración de los riesgos existentes,
es necesario, sobre el terreno, determinar el estado de las víctimas, si existen, y en caso necesario, actuar
de manera urgente. Es lo que se denomina valoración primaria y secundaria.
Este método sistemático de actuación nos permitirá valorar de forma rápida el incidente y activar el SEM
(Servicio de Emergencias Médicas) lo más precozmente posible.
Para ello aplicaremos lo que se denomina el ABCDE de la valoración primaria, y siempre por este orden:
B VENTILACIÓN Y OXIGENACIÓN
C CIRCULACIÓN
D VALORACIÓN NEUROLÓGICA
Es muy importante conocer las técnicas de reconocimiento de los signos vitales, así como tener la serenidad
suficiente mientras se está realizando dicho reconocimiento.
Hay que dedicar el tiempo justo y necesario con el fin de asegurarnos bien
Es necesario recordar que la falta de oxígeno al cerebro provocará, en poco tiempo, lesiones irreversibles
produciéndose su muerte en 8 o 10 minutos.
Por tanto, cualquier parada cardiorrespiratoria (fracaso de las funciones cardiaca y respiratoria) es una
situación de máxima urgencia ya que de su tratamiento inmediato depende la vida del accidentado.
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2.2.1. Valoración primaria
Vía aérea y control cervical
La causa más frecuente de muerte evitable en traumatismos graves es la obstrucción de la vía aérea por
caída de la lengua, produciendo la disminución o ausencia del nivel de consciencia. Por tanto, nuestra primera
actuación va a ir encaminada a valorar el estado de consciencia. Para saber si una persona accidentada está
consciente hay que arrodillarse a su lado a su altura y preguntarle con voz alta y clara:
• ¿Cómo se encuentra?
• ¿Qué le pasa?
• ¿Me oye?
Dicha maniobra debe ir acompañada de un control cervical y de un contacto físico al paciente para que, en
caso de que sólo esté con los ojos cerrados, no se asuste (por ejemplo, colocar la mano en los hombros).
Así evitaremos que el accidentado se mueva y no agrave sus lesiones en caso de existir. Del mismo modo
siempre que nos acerquemos a la víctima, lo haremos de cara a ella para evitar que realice movimientos en
busca de nuestra voz y pueda empeorar su estado. Si la víctima contesta, señal inequívoca de que mantiene
sus constantes vitales (respiración y pulso). Habrá que realizar, entonces, una valoración secundaria de esos
signos vitales y del resto del cuerpo.
El problema surge cuando la persona afectada no contesta. Entonces se le estimula levemente, con un
pellizco o tocándole en el hombro (estímulos dolorosos) observando si la víctima gime o reacciona. Si no
existe ningún tipo de reacción significa que la víctima está inconsciente.
Inmediatamente y con un riguroso control cervical si fuese necesario (dependiendo del tipo de incidente), se
procederá a la apertura de vías mediante las siguientes maniobras:
• Maniobra frente-mentón: es la maniobra de elección para la apertura de vías. Consiste en colocar una
mano en la frente de la víctima inclinándole la cabeza hacia atrás con suavidad, dejando libres nuestros
dedos índice y pulgar por si es necesario taparle la nariz para practicarle la respiración boca a boca. La otra
mano la colocaremos bajo el mentón y utilizando los dedos lo elevaremos para abrir la vía aérea.
• Tracción mandibular: maniobra de elección si existe sospecha de lesión cervical. Tomando con nuestros
dedos los incisivos y mentón de la víctima, levantar la mandíbula para abrir la vía aérea, fijando con la otra
mano la frente. Hay que tener en cuenta que siempre es más importante la permeabilización de la vía
aérea que una posible lesión cervical, por lo que, si la técnica no es efectiva, debemos plantearnos la otra,
aunque no sea la más correcta.
Ventilación y oxigenación
Colocados al lado de la víctima y una vez hemos comprobado que está inconsciente, procederemos a
valorar la respiración. Podemos encontrarnos dos situaciones, que la víctima respire o que la víctima
no respire.
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Para comprobar la existencia de respiración espontánea en una víctima, la persona que presta los primeros
auxilios debe realizar la maniobra denominada VOS (ver, oír, sentir). Para ello desnudaremos el torso,
acercaremos la mejilla a la boca y nariz del accidentado y miraremos el tórax para observar si existen
movimientos torácicos y abdominales. Además, percibiremos la salida del aire y notaremos en nuestra
mejilla el calor del aire espirado.
Consideraremos una respiración normal aquellos valores que se encuentran entre 15-20 expiraciones por
minuto. Hablaremos de taquipnea cuando la respiración de la víctima es mayor de 20 respiraciones por
minuto y nos referiremos a bradipnea cuando la respiración por minuto se encuentra por debajo de 15.
Además de controlar la frecuencia es conveniente valorar el ritmo, es decir, ver si la respiración es rítmica o
arrítmica. Por tanto, si la víctima SI respira, no será necesario continuar explorando los signos vitales, ya que
con seguridad el corazón funciona. Así pues, pasaremos a realizar la exploración de posibles hemorragias,
y la valoración secundaria.
Hay que tener en cuenta que no debemos confundir una respiración normal con una respiración agónica o
de boqueo. La respiración agónica se define como aquella respiración lenta, laboriosa o ruidosa que precede
a la parada cardio-respiratoria en el 40% de los casos. Si comprobamos que la víctima NO respira y no
existen signos evidentes de vida (movimientos, tos…) pasaremos a comprobar la circulación.
Circulación
Podemos obtener una valoración del estado circulatorio del paciente observando una serie de signos:
• Perfusión
En el adulto, y en situación de urgencia, el pulso se explora siempre en una de las arterias carótidas. Estas
arterias se encuentran localizadas en el cuello, una a cada lado de la nuez de Adán y son las encargadas de
llevar la sangre al encéfalo, por lo que tienen una gran fiabilidad.
Tomar el pulso en arterias periféricas no es aconsejable ya que en situaciones de hipoxia (falta de oxígeno)
el riego sanguíneo se disminuye o es nulo en la periferia.
En los recién nacidos y en personas con el cuello grueso, hay que localizar el pulso en la arteria humeral,
localizada en la parte mediano-interna del brazo, bajo la depresión del bíceps.
NUNCA debemos tomar el pulso con el dedo pulgar ya que podríamos confundirlo con nuestro
pulso propio.
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Si EXISTE pulso, comprobaremos su frecuencia, regularidad y ritmo. Las
cifras normales oscilan entre 60-100 pulsaciones por minuto. Por encima
de 100 ppm estaríamos hablando de lo que se denomina taquicardia. En
este caso el corazón trabaja demasiado y puede fallar. Este síntoma lo
encontraremos, entre otros casos, en hemorragias, lipotimias y otras
enfermedades cardiacas. Por debajo de 60 ppm hablamos de bradicardia.
En este caso el corazón no bombea suficiente y los órganos pueden sufrir
la falta de sangre y oxígeno. Hay que tener en cuenta que en deportistas
y personas entrenadas físicamente puede existir lo que se denomina
bradicardia fisiológica.
Si NO EXISTE pulso habrá que iniciar inmediatamente las maniobras resucitadoras empezando por el
masaje cardiaco.
• Coloración de la piel
Una piel rosada indica una adecuada oxigenación de los tejidos mientras que una piel violácea, cianótica o
pálida indica una alteración de la ventilación y/o oxigenación éstos.
Temperatura de la piel
Una piel fresca, fría o húmeda también será indicadora de alteración de la oxigenación de los tejidos.
• Relleno capilar
Es uno de los signos fiables de aparición temprana para la identificación de un cuadro de shock (los tejidos
no están oxigenados debido a una disminución del flujo sanguíneo originado por varias causas). Se valora
comprimiendo la base de la uña del paciente. Al comprimir ésta se vuelve blanca. Si al soltar la compresión
tarda más de dos segundos en recuperar su coloración rosácea, significa que SÍ hay un estado de baja
perfusión indicativo de shock.
• Tensión arterial
La alteración de la tensión arterial es un signo de aparición tardía en los cuadros de shock pero también el
de mayor repercusión. Está claro que como primeros intervinientes y en una valoración primaria, no vamos
a realizar la medición de la tensión arterial, pero sí que la podremos realizar de forma aproximada mediante
la localización de pulsos periféricos. (Ver capítulo III, apartado Valoración primaria. Circulación)
Valoración neurológica
En el examen neurológico valoraremos el nivel de consciencia, tamaño y reacción de las pupilas y escala de
coma de Glasgow.
1. El nivel de consciencia se valorará mediante el protocolo AVDN. Este protocolo nos ayuda a saber si la
persona está consciente y en qué grado o inconsciente, así como a saber a grandes rasgos si ha podido
sufrir algún daño cerebral.
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A: ¿La víctima está alerta? Si está orientado, si conoce su identidad, sabe lo que ha ocurrido.
V: Si responde a estímulos verbales, ¿me oye?, ¿me escucha?, ¿sabe lo que ha ocurrido?
D: Respuesta a estímulos dolorosos: frotar sobre el esternón, frotar una uña, presionar detrás del arco del
maxilar inferior… siempre SIN LESIONAR.
2. Tamaño y reacción de las pupilas. Cualquier anomalía en cuanto a tamaño y reacción de las pupilas nos
puede dar información de la gravedad del paciente en esa primera valoración.
D. Pupilas normales. Escala de coma de Glasgow (ver capítulo III. Valoración primaria. Neurología)
La última actuación en nuestra valoración primaria, será exponer las lesiones del paciente, para así poder
completar la evaluación de forma minuciosa. Es importante recordar que cualquier paciente estable puede
volverse inestable dependiendo de sus lesiones en cualquier momento. Por tanto, el tenerlo completamente
descubierto, nos va a facilitar la realización de cualquier maniobra de emergencia, caso de ser necesario.
Del mismo modo, una vez finalizada la valoración habrá que mantener a la víctima lo más caliente posible,
evitando así un estado de hipotermia.
• Cabeza y cuello
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En el cuello repasaremos con mucha suavidad la zona cervical buscando puntos dolorosos y tendremos
muy en cuenta en todo momento el mecanismo que ha producido la lesión a la hora de la manipulación
(evitar lesión cervical)
• Tórax y abdomen
En el tórax valoraremos de forma detallada tanto la parte anterior como posterior. Observaremos los
movimientos respiratorios y la simetría de ambos hemitórax.
• Pelvis
• Extremidades
Mirar si existen: Heridas sangrantes, contusiones, puntos dolorosos, deformación y síntomas de fractura,
valorar si existe sensibilidad y/o movilidad de las extremidades. Es fundamental retirar anillos y pulseras de
extremidades lesionadas.
Una vez realizada la valoración de cabeza a pies podremos proceder a la valoración de los antecedentes
mediante la regla OPUMA sólo en el caso de víctimas conscientes y en estado de alerta o bien por medio
de acompañantes y familiares.
O: qué ha ocurrido.
P: antecedentes personales.
A: alergias.
Estos datos se deben registrar por escrito siempre que sea posible.
Por último y debido a que se necesita un tiempo para realizar esta valoración secundaria, volveremos a
reevaluar a la víctima, asegurándonos de que su estado no ha empeorado.
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2.3. REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR
2.3.1. Introducción
Tras la realización de la valoración primaria, podemos encontrarnos una víctima sin signos evidentes de vida
(respiración, movimiento, tos…). Estamos, pues, ante una parada cardiorrespiratoria. Nuestros esfuerzos
irán encaminados a restablecer esos signos vitales mediante lo que se denomina RCP.
2.3.2. Definición
Definimos parada cardíaca o parada cardiorrespiratoria (PCR) al cese brusco inesperado y potencialmente
reversible de la circulación y de la respiración espontánea, e implica el cese de
la actividad mecánica del corazón. La PCR recuperable debe diferenciarse de la detención de funciones
vitales que tiene lugar en el proceso de muerte natural.
• 1ª anilla: incluye la prevención del PCR, y una vez se ha producido, la detección precoz y la activación del
sistema de emergencia.
• 2ª anilla: inicio precoz de la maniobra de RCP. Esta medida puede duplicar o triplicar la supervivencia en
el PCR por fibrilación ventricular (FV)
• 3ª anilla: Desfibrilación precoz. La RCP más desfibrilación practicada en los 3-5 minutos posteriores al
paro puede conseguir unas tasas de supervivencia entre el 49% y el 75%. Cada minuto de retraso en la
desfibrilación reduce en un 10%-15% la probabilidad de supervivencia al alta hospitalaria.
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A. Valorar la reactividad
Nos acercaremos a la víctima y moviéndole los hombros con suavidad le preguntaremos en voz alta y fuerte
como se encuentra. Si responde o se mueve dejaremos a la víctima en la misma posición en la que la hemos
encontrado (siempre y cuando no resulte peligroso) y si es necesario, pediremos ayuda. Regularmente
valoraremos su estado. Si no responde gritaremos pidiendo ayuda.
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finalidad de abrir la vía aérea. Es la llamada maniobra frente-mentón (mencionada en el punto 1.2 de este
mismo capítulo)
C. Ventilación
Para valorar la ventilación deberemos mantener la vía aérea abierta, observar los movimientos del tórax
y/o escuchar posibles ruidos respiratorios y/o sentir su aliento en nuestra mejilla. Las tres acciones
que realizaremos simultáneamente son ver, oír y sentir. Los movimientos respiratorios agónicos no se
consideran movimientos respiratorios. Todas estas maniobras se valorarán en un tiempo aproximado de
10 segundos.
Iniciaremos las maniobras de RCP con la aplicación de compresiones torácicas, a un ritmo aproximado de 100
ppm, aplicadas en el centro del tórax, y alternadas con la ventilación con una relación de 30 compresiones
por 2 insuflaciones. Seguiremos así hasta que:
• La víctima se recupere
• Estemos exhaustos
Por lo tanto, los reanimadores, descartado el peligro y valorada la víctima, activarán el sistema de
emergencia y comenzarán las maniobras de RCP si la víctima no está consciente y no respire normalmente
(especialmente si observan una respiración agónica). No es necesario buscar signos indirectos de circulación
o palpar el pulso central para diagnosticar un paro cardiorrespiratorio. Las maniobras de RCP se iniciarán
con las compresiones torácicas. Fuera del hospital, el reanimador utilizará una única relación compresiones-
ventilaciones de 30:2, tanto para adultos como para niños (excluidos los lactantes), y la misma relación
se utilizará para adultos en el ámbito hospitalario. Esta relación única se ha diseñado para simplificar la
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enseñanza para promover la retención de las habilidades, para aumentar el número de compresiones
administradas y para reducir las interrupciones.
En niños, cuando haya dos socorristas o un reanimador profesional, la relación será 15:2.
• Técnica de ventilación
Nos aseguraremos de que la cabeza esté ligeramente inclinada hacia atrás y la mandíbula elevada (maniobra
frente-mentón). Con los dedos pulgar e índice de la mano que se aplica en la frente cerraremos las fosas
nasales de la víctima. Realizaremos una inspiración y ajustaremos nuestros labios a su boca procurando un
perfecto sellado.
Efectuaremos dos insuflaciones, cada una de las cuales deberá ascender y descender el tórax de la víctima.
La insuflación de aire deberá durar 1 segundo. Manteniendo la misma inclinación de la cabeza y tracción
de la mandíbula, retiraremos nuestra boca y abriremos las fosas nasales para facilitar la espiración pasiva,
comprobando el descenso de la caja torácica.
No se recomienda realizar de forma rutinaria el examen del interior de la boca previo a la ventilación. Sólo
en caso de que la primera insuflación resulte inefectiva y comprobando también que la posición del cuello
es adecuada. Una mala técnica puede producir distensión gástrica y riesgo de regurgitación y aspiración
pulmonar de contenido gástrico.
Aunque la transmisión de enfermedades infecciosas es muy improbable durante la ventilación boca a boca,
existe el riesgo teórico de contagio de tuberculosis, herpes, HIV, hepatitis B. Uno de los dispositivos barrera
más utilizados es la mascarilla facial de bolsillo o “pocket mask”. Se trata de una mascarilla transparente,
similar a la mascarilla de anestesia que se acopla a la cara del paciente y que dispone de una válvula
unidireccional que aleja el aire espirado de la víctima de la cara del reanimador. Algunos modelos disponen
de toma para O2.
• Oxigenación
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los protocolos nos encontramos que se aconseja administrar oxígeno a pacientes en PCR a razón de 15 l/
min. Esto es así por el hecho de que dicho paciente en parada está en situación de hipoxia o anoxia (poco
oxígeno o falta total de él) por lo que, en ningún caso, dadas las circunstancias, podría ser perjudicial la
administración de oxígeno.
En los pacientes con PCR de probable etiología respiratoria: niños, ahogados, intoxicados, traumáticos,
quemados, etc., se recomienda realizar 1 minuto de RCP ante de solicitar ayuda, e iniciar las maniobras con
5 ventilaciones antes de las compresiones torácicas. Se recomienda que las personas sin formación, si no
quieren o no pueden hacer ventilación boca a boca, practiquen RCP realizando sólo compresiones torácicas
a un ritmo de 100 por minuto.
En PCR de origen respiratorio: 5 ventilaciones de rescate + 1 minuto de RCP antes de activar al Servicio
de Emergencias Médicas
• Reconocimiento
Como el reconocimiento de la obstrucción de la vía aérea es la clave del éxito, es importante no confundir
esta emergencia con un desmayo, ataque al corazón u otra dolencia que pueda provocar súbitas dificultades
respiratorias, cianosis o pérdida de consciencia. Los cuerpos extraños pueden causar una obstrucción leve
o grave de la vía aérea.
Diferenciación entre una obstrucción grave o leve de la vía aérea por cuerpo extraño
1. Si la víctima muestra signos de obstrucción leve de la vía aérea, dígale que siga tosiendo.
2. Si la víctima muestra signos de obstrucción grave de la vía aérea y está consciente, dele hasta cinco
golpes en la espalda, siguiendo estos pasos:
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• Colóquese a un lado y ligeramente por detrás de la víctima.
• Sosténgale el tórax con una mano e incline bien a la víctima hacia delante, de modo que si se consigue
movilizar el objeto que obstruye la vía aérea, lo expulse por la boca y no progrese más en la vía aérea.
• Dele hasta cinco golpes interescapulares bruscos con el talón de su otra mano. En cada golpe habrá
que comprobar si se ha aliviado la obstrucción y si fuera así no seguir con los golpes.
• Si tras dar los cinco golpes en la espalda, no se ha conseguido aliviar la obstrucción de la vía aérea,
realice lo que se denomina maniobra de Heimlich del siguiente modo:
Agarre el puño con su otra mano y tire con fuerza hacia dentro
y hacia arriba.
• Active el SEM
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2.3.6. Soporte Vital Básico Pediátrico y neonatal
En este punto el término niño incluye tanto lactantes menores de un año como a los niños entre un año y
la pubertad.
En el tratamiento de un niño en riesgo de parada cardiorrespiratoria, influyen una serie de factores que son
decisivos para conseguir el mejor pronóstico posible. El más importante es el reconocimiento precoz de los
niños con signos de compromiso respiratorio o circulatorio y su tratamiento rápido y apropiado. Por ello,
la prevención de la PCR mediante el manejo adecuado de la dificultad respiratoria o el fracaso circulatorio
mejorará el pronóstico.
Si no es posible prevenir, la RCP básica precoz, la activación rápida del SEM y la RCP avanzada precoz y
efectiva son cruciales para disminuir la mortalidad y la morbilidad.
La secuencia de actuación recomendada para la mayoría de los niños que sufren una PCR, se basa en dos
hechos fundamentales:
1. La mayoría de las paradas cardíacas son hipóxicas (falta de oxígeno) en su origen y por tanto, la prioridad
es la apertura de la vía aérea y la administración inmediata de oxígeno (proporcionado por las insuflaciones
de rescate del reanimador).
2. La arritmia más frecuentemente hallada en la parada cardiaca pediátrica es la bradicardia grave que
está evolucionando hacia la asistolia. Por tanto, la RCP básica efectiva es más importante que el acceso
rápido a un desfibrilador.
En el caso de un reanimador que se encuentre solo, es muy importante que la RCP se comience y se realice
durante un minuto, antes de valorar la posibilidad de dejar al niño para ir a buscar ayuda. Si hubiera más de
un reanimador presente, uno de ellos debería buscar ayuda inmediatamente activando el SEM, mientras
que el otro debería iniciar la RCP.
La RCP debe realizarse de forma secuencial. El orden es muy importante porque si una maniobra no se
realiza correctamente se puede comprometer la eficacia de la siguiente.
Antes de iniciar cualquier secuencia debemos garantizar la seguridad mediante la conducta PAS.
A. Valorar la reactividad
Comprobar la respuesta del niño mediante estímulos verbales y táctiles. Una forma correcta de realizar
esta maniobra es estabilizar la cabeza del niño, colocando una mano en la frente y utilizando la otra para
pellizcarle en los brazos o tirarle del pelo con suavidad. Al mismo tiempo se le puede llamar por su nombre
o preguntarle: ¿Te encuentras bien?
Si el niño responde moviéndose, llorando, gritando o hablando, se debe valorar su situación y, si fuera
necesario, pedir ayuda.
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B. Permeabilidad de la vía aérea
Para valorar la vía aérea hemos de permeabilizarla antes. En el niño inconsciente, es probable que la lengua
(al menos de forma parcial) ocluya la vía aérea.
• Maniobra frente-mentón: es una maniobra inicial fácil y efectiva. En decúbito supino (boca arriba)
presione la frente del niño con suavidad, intentando inclinar la cabeza hacia atrás. En el lactante, la
cabeza debe colocarse en una posición neutra mientras que el niño precisa algo más de extensión
de la cabeza.
Independientemente del método de apertura de la vía aérea que se utilice, es importante que el reanimador
explore el interior de la boca para asegurarse de que no existe un cuerpo extraño.
Si se observa y se considera que se puede extraer sin dificultades, se realizará un barrido digital único.
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C. Ventilación
Si el niño respira de forma espontánea y eficaz, se mantendrá la vía aérea abierta colocando al niño en PLS
si no existe sospecha de lesión cervical mientras se espera a la asistencia médica.
Si el niño no respira de forma eficaz o sólo realiza respiraciones ineficaces el reanimador le debe dar
ventilaciones de rescate. Se deben dar cinco respiraciones de rescate manteniendo la vía aérea abierta. El
objetivo de estas respiraciones es hacer llegar el oxígeno a los pulmones del niño. Cada insuflación debe ser
realizada lentamente comprobando su eficacia observando la elevación del tórax.
Si no se observa movimiento torácico con las respiraciones de rescate, el reanimador debe volver a valorar
la vía aérea del niño (reposicionar la cabeza si es necesario) y asegurarse de que existe un buen sellado. Si a
pesar de reposicionar y existir un buen sellado no conseguimos que el tórax se expanda, debemos considerar
la posibilidad de la existencia de un cuerpo extraño y por lo tanto pasaremos a realizar compresiones
torácicas (ver tema OVACE).
Para realizar las respiraciones de rescate utilizaremos dos técnicas: boca a boca o boca a boca- nariz. Su
utilización dependerá únicamente de la edad de la víctima (niño o lactante).
D. Circulación
Tras administrar las respiraciones de rescate, el reanimador debe buscar “signos de vida”: movimientos, tos
o respiraciones normales. Si no hay signos de vida se debe de comenzar con las compresiones torácicas
(masaje cardiaco).
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Para que el masaje cardiaco sea efectivo, el niño debe estar situado en posición supina (boca arriba) sobre
un plano duro, manteniendo la cabeza en una posición que permita mantener la vía aérea permeable. Para
facilitar la RCP, se recomienda utilizar la relación compresión/ ventilación 30:2, tanto en niños como en
adultos (existe modificación en el caso de personal sanitario). En cualquier caso, independientemente de
la relación que se utilice, las compresiones deben ser realizadas con la mayor calidad posible. Para ello, las
interrupciones en las compresiones deben ser las mínimas posibles, consiguiendo una frecuencia de 100-
120 por minuto. Los puntos de referencia para masaje cardíaco en lactantes y niños se encuentran sobre
la mitad inferior del esternón.
En los niños utilizaremos una mano (si el niño es pequeño) o dos (niño grande) para realizar las compresiones
mientras que en el lactante se utilizarán sólo dos dedos.
E. Reevaluación
Tras un minuto de RCP, se debe parar, valorar el ABCDE buscando signos de vida y alertar al SEM según
protocolo.
• Si estamos agotados.
Cuando un cuerpo extraño penetra en la vía aérea, el niño reacciona de inmediato con un acto de tos en un
intento de expulsarlo.
La tos espontánea posiblemente sea más efectiva y segura que cualquier maniobra que un reanimador
pueda realizar. Sin embargo, si el niño no tose o la tos es incapaz de expulsar un objeto que obstruye por
completo la vía aérea, el niño se asfixiará en poco tiempo.
La mayoría de los episodios de atragantamiento en los lactantes y niños ocurren durante el juego o
mientras comen, momentos en los que suele estar presente un cuidador; por eso, dichos eventos son
frecuentemente presenciados lo que permite iniciar las maniobras de forma rápida si fuera necesario. El
atragantamiento se caracteriza por una dificultad respiratoria de comienzo rápido asociada a tos, náuseas
o estridor. Signos y síntomas similares también pueden estar asociados a otras causas de obstrucción de la
vía aérea como laringitis y epiglotitis que requieren un tratamiento diferente.
• El hecho de que el niño estuviera comiendo o jugando con piezas de pequeño tamaño inmediatamente
antes del comienzo de los síntomas debe alertar al reanimador de esta posibilidad
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• Tratamiento de la OVACE
• Si el niño está tosiendo de forma eficaz, no se precisa ninguna maniobra externa. Animar al niño a
toser y vigilarlo de forma continuada.
• Si la tos del niño es (o se está haciendo) ineficaz, gritar pidiendo ayuda inmediatamente y valorar el
nivel de consciencia.
Lactante consciente
• Colocar y sujetar al lactante en prono con la cabeza hacia abajo, para permitir que la gravedad ayude
a expulsar el cuerpo extraño.
• Sujetar la cabeza del bebé colocando el pulgar de una mano sobre uno de los ángulos de la mandíbula
y uno o dos dedos de la misma mano en el ángulo contralateral.
• Golpear hasta cinco veces la espalda con el talón de la mano, en la zona media entre ambas escápulas.
• El objetivo es solucionar la OVACE con alguno de los golpes más que dar un total de cinco golpes.
• Identificar la zona de las compresiones torácicas y dar cinco golpes. Éstos son similares a las
compresiones torácicas, pero más bruscos y con un ritmo más lento.
• Niño consciente
• Valorar si el niño pequeño puede ser colocado con seguridad encima del brazo del reanimador como
se comentó para los lactantes. Si esto no es posible, se debe sujetar al niño en una posición inclinada
hacia adelante y darle cinco golpes interescapulares (en la espalda, entre las escápulas).
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• Si los golpes interescapulares no son suficientes para expulsar el objeto y el niño todavía está
consciente, colocarse de pie o arrodillarse por detrás del niño, poniendo los brazos debajo de las
axilas y abrazar su torso.
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de una muerte súbita presentan una FV en el primer análisis del ritmo cardiaco. Es probable que un número
más elevado de las víctimas presente una FV o una TVSP en el momento del paro, pero que el ritmo se haya
deteriorado pasando a una asistolia cuando se consigue el primer registro de ECG. Muchas víctimas pueden
sobrevivir si los espectadores actúan inmediatamente mientras todavía se mantiene la FV, pero la resucitación
con éxito es poco probable una vez el ritmo se ha deteriorado a una asistolia. El tratamiento óptimo de paro
cardiaco por FV es la RCP inmediata, practicada por los espectadores asociada a la desfibrilación eléctrica.
La desfibrilación es una parte fundamental de la cadena de supervivencia y una de las pocas intervenciones
que han demostrado mejorar la supervivencia del paro cardíaco. La probabilidad de éxito en la DF disminuye
con el tiempo.
Los desfibriladores externos automáticos (DEA) son un componente del SVB. La implementación de
los DEA en los SEM ha permitido disminuir los tiempos de DF y mejorar la supervivencia del paro extra
hospitalario. Este concepto se ha ampliado al paro intrahospitalario, para que el personal no médico que
atiende inicialmente al paciente en paro esté preparado para la utilización del DEA mientras llega el personal
especializado.
Los DEA son dispositivos sofisticados que disponen de microprocesadores que, analizando diversos
componentes del ECG, identifican los ritmos desfibrilables, avisan mediante mensajes visuales y auditivos,
y administran descargas de energía bifásica. Estos dispositivos son extremadamente precisos en el análisis
del ritmo cardíaco. Es importante evitar los movimientos de la víctima mientras se realiza el análisis
automático del ritmo cardíaco. Las nuevas recomendaciones incluyen el uso del DEA en lugares públicos.
Su ubicación debería realizarse en aquellos lugares en que se prevé al menos una PCR cada dos años. Los
DEA permiten que personal con mínima formación realice precozmente una desfibrilación; y deben estar
integrados en el SVB.
• Si la víctima no responde y no respira normalmente enviar a alguien a por un DEA y activar el SEM
• Cuando llegue el DEA encenderlo y conectar los electrodos al tórax de la víctima. Si hay más de
un reanimador, mientras se prepara el DEA se han de continuar las maniobras de RCP. Seguir las
instrucciones visuales/verbales.
• Asegurarse de que nadie toca a la víctima mientras el DEA realiza el análisis del ritmo.
Activar el botón de shock. El DEA realizará una única descarga: 150 julios si energía bifásica, o 360 J si
monofásica.
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• Sin comprobar pulso, se continúa con 2 minutos de RCP ininterrumpida (5ciclos 30:2).
• Después de 2 minutos, el DEA analiza de nuevo el ritmo, y se administra otro choque si se precisa. En
caso de que el shock no esté indicado reiniciar RCP durante 2 minutos y seguir las órdenes del DEA
• Quedemos exhaustos.
La colocación de los parches viene indicada mediante dibujos en los mismos, al igual que en los adultos. Sólo
hay que tener en cuenta que en el caso de niños muy pequeños podemos usar la posición anteroposterior
para evitar el contacto entre los electrodos.
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3. TRAUMATISMO CRANEOENCEFÁLICO
Y COLUMNA VERTEBRAL
3.1.1. Epidemiología
El traumatismo craneoencefálico (T.C.E.), es una patología frecuente en los países industrializados,
constituyendo una de las principales causas de muerte entre la población pediátrica y adulta joven.
Es la primera causa de muerte en el segmento de población que se encuentra por debajo de los 45 años;
en el resto, constituye la segunda causa, tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, con mayor
incidencia ocurre en varones jóvenes.
Los accidentes de tráfico son la causa más frecuente de traumatismo craneal, estando incluidas las lesiones
de los ocupantes del vehículo, peatones, motociclistas y ciclistas. Las caídas son la segunda causa más
frecuente de traumatismo.
La intoxicación etílica es un factor importante en todas las causas de lesión y en todos los grupos de edad,
excepto en los niños y en los ancianos.
El diagnóstico, tratamiento y pronóstico de este tipo de lesiones se ha visto modificado, en los últimos
años en base a la introducción de nuevas técnicas, como la monitorización de la presión intracraneal (PIC),
la tomografía axial computarizada (TAC) y a un mayor énfasis sobre el
esto, parece evidente que un manejo precoz del TCE llevaría a un descenso tanto de la mortalidad como las
secuelas derivadas de esta patología.
Los costos sociales y económicos de la lesión craneal son enormes. Los traumatismos graves representan
una mortalidad elevada y los pacientes que sobreviven a TCE graves y moderados pueden presentar
secuelas incapacitantes permanentes.
Los efectos de dichas secuelas sobre la personalidad y el estado mental pueden ser devastadores para el
sujeto y su familia.
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• ARACNOIDES (intermedia)
• PIAMADRE (interna).
Entre ellas existen 3 espacios: espacio epidural, subdural y subaracnoideo (en este último es donde se halla
el líquido cefalorraquídeo (LCR).
EL LCR es el líquido que se encuentra en y alrededor de los órganos del Sistema Nervioso Central (SNC), el
cerebro y la médula espinal. Protege al encéfalo y la médula espinal al actuar como un cojín de líquido. Este
líquido permite que los órganos floten, protegiéndoles de golpes y/o traumas.
Es interesante conocer dónde se encuentra cada sentido en nuestra cabeza, ya que dependiendo de la zona
dañada por el TCE va a afectarse un sentido u otro, manifestándose unas determinadas alteraciones, por
ello adjuntamos la siguiente imagen.
Cada área del cerebro regula unas funciones u otras, según se explica esquemáticamente en el siguiente
cuadro:
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3.4. FISIOPATOLOGÍA TCE
En el TCE se pueden dar dos tipos de lesiones: lesión cerebral primaria y lesión cerebral secundaria.
El método del ABC es crucial en el TCE para evitar la hipoxia y la hipotensión, que son las
causas más importantes de lesión secundaria.
• LA ISQUEMIA CEREBRAL es la muerte del tejido cerebral producido por falta de riego sanguíneo.
• HIPOXIA (bajo nivel de oxígeno), la hipoxia se debe corregir lo antes posible ya que se relaciona
con un incremento de la mortalidad sobre todo cuando se asocia a hipotensión arterial. Se pueden
producir lesiones cerebrales irreversibles tras solo con 4-6 minutos de anoxia cerebral (carencia
absoluta de oxígeno).
• ANEMIA
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• HIPERGLUCEMIA (valores mayores de 130 mg/dl en sangre)
• HIPOCAPNIA (disminución del Co2 en sangre) HIPERCAPNIA (aumento del Co2 en sangre)
• CONVULSIONES
3.5.1. Conceptos
Hay que saber y distinguir estos dos conceptos a la hora de enfrentarse a un TCE.
Conmoción también es conocida como concusión, es una lesión cerebral leve y no conlleva una alteración
en la anatomía del cerebro, es decir, que no se encuentra ruptura del tejido, sangrado o heridas, es más bien
una lesión en la función del cerebro.
Contusión Cerebral
En donde se pueden observar alteraciones de la anatomía del cerebro (ruptura, sangrado, hematomas
etc.).
• Dolor de cabeza.
• Mareos.
• Náuseas y vómitos.
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• Debilidad, entumecimiento (rigidez) o adormecimiento en las extremidades.
• Convulsiones.
• Disartria (debilidad muscular que causa trastornos del habla –habla raro-).
Cursa con amnesia y puede acompañarse de cefalea y vómitos. Normalmente se produce una
recuperación neurológica completa, a pesar de que algunos de estos pacientes tienen dificultades
de concentración o memoria pasajeras.
• TCE grave o grado III: GCS ≤ 8. El paciente tiene un estado comatoso, no puede abrir los ojos, seguir
órdenes y sufre de lesiones neurológicas.
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3.6.1. Escala de Glasgow
EVALUACIÓN PUNTOS
APERTURA DE OJOS
Espontánea 4
A la orden 3
Ante un estímulo doloroso 2
Sin apertura 1
MEJOR RESPUESTA VERBAL
Respuesta adecuada (orientado) 5
Respuesta confusa 4
Respuesta inadecuada 3
Ruidos o palabras incomprensibles 2
Ausencia de respuesta verbal 1
MEJOR RESPUESTA MOTORA
Obedece ordenes 6
Localiza el estímulo doloroso 5
Retirada al dolor 4
Responde con flexión anormal al estímulo doloroso (decorticación) 3
Responde con extensión anormal al dolor (descerebración) 2
Sin respuesta 1
EVALUACIÓN PUNTOS
APERTURA DE OJOS
Espontánea 4
Respuesta a la voz 3
Respuesta al dolor 2
Sin respuesta / intubado 1
MEJOR RESPUESTA VERBAL
Palabra, balbucea, sonrisa social 5
Llora, pero se consuela 4
Irritable e inconsolable 3
Sin respuesta / intubado 2
MEJOR RESPUESTA MOTORA
Movimientos espontáneos normales 6
Retirada al tocar 5
Alejamiento del dolor 4
Flexión anormal (decorticación) 3
Extensión (descerebración) 2
Sin respuesta 1
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• Apertura de ojos
Teniendo en cuenta que el enfermo no esté dormido, ni bajo los efectos de sedantes, ni con grandes
hematomas, se observa:
• Respuesta motora
Se le invita a realizar movimientos simples, como levantar un brazo, mover los dedos (asegurándose
de que en ese miembro no existe parálisis):
• O bien puede apartarse del estímulo doloroso (huida del dolor) (4 puntos).
El estímulo doloroso se provoca mediante pellizco en zonas del cuerpo suficientemente sensibles,
pero sin riesgo de lesión mayor, como en la zona del trapecio, esternón, pared torácica, tendón de
Aquiles o presión sobre los lechos de la uña.
• Respuesta verbal
Siempre que el enfermo no esté intubado o en coma, en cuyo caso es imposible valorar este parámetro,
se le harán varias preguntas sencillas, como su nombre, ciudad en la que vive o la fecha aproximada,
registrándose la mejor respuesta. Puede ser:
• Confusa, con frases bien elaboradas y perfectamente vocalizadas, pero inadecuadas al tema
de la pregunta (4 puntos)
• Inapropiado, o con palabras sueltas, negaciones o insultos, que no tienen que ver con la
pregunta (3 puntos)
• Un estadio más bajo es cuando emite sonidos incomprensibles, balbuceos, etc. (2 puntos)
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• La peor respuesta es cuando no emite sonido alguno (1 punto)
Es importante descartar previamente aquellos casos en los que existan factores que causen
deterioro del nivel de consciencia como alcohol, drogas…
Manejo: El tratamiento pre-hospitalario del TCE consiste principalmente en maniobras dirigidas a corregir
y prevenir los factores que provocan una lesión cerebral.
Comprobar permeabilidad de la vía aérea del paciente. En personas inconscientes, la lengua puede obstruirla.
El vómito, la sangre y el edema por el traumatismo facial comprometen habitualmente la vía aérea en los
pacientes con TCE.
Manejo
En la escena de un accidente, nos encontraremos ante un traumatizado que debe ser evaluado y tratado
como un lesionado medular por lo cual es necesario aplicar las técnicas adicionales en el manejo de estos
pacientes y no manipular en exceso la columna vertebral. La mayor dificultad
Cuando sea necesario efectuar la movilización del paciente para evaluar y tratar los problemas del A (vía
aérea), B (ventilación), C (circulación) D (neurológico) (explicados detalladamente en el capítulo 2) debe
efectuarse la tracción manual continua de la columna cervical.
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Por encima de todas las consideraciones clínicas tiene especial importancia la cuidadosa movilización del
paciente en los primeros momentos post-traumatismo, no olvidando la posibilidad de afectación de la
columna, no haciéndolo así, se corren riesgos de daño medular irreversible.
La aproximación al paciente debe realizarse siempre que se pueda, de frente e identificándonos, para que,
en caso de estar consciente, no gire el cuello al notar nuestra presencia.
Colocar al paciente en decúbito supino (posición donde el cuerpo está tendido sobre la espalda) movilizándolo
siempre en bloque (movilizar eje cabeza-cuello-tronco).
• La apertura bucal con tracción mandibular mover la mandíbula hacia arriba y adelante.
• La triple maniobra modificada es una maniobra más complicada que la anterior y recomen- dada
para personal sanitario entrenado, por lo que no se explica la técnica de realización, pero no está de
más que sepamos de su existencia.
Primero. El primer paso consiste en elegir la cánula de un tamaño adecuado, (pues existen varios tamaños)
que debe coincidir con la distancia que haya entre la comisura bucal (incisivos) y el ángulo de la mandíbula
(ver imágenes inferiores).
El uso de una cánula de tamaño inadecuado o bien su incorrecta colocación tendrían como
consecuencia complicaciones que podrían ocasionar la obstrucción de la vía aérea.
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Segundo. Para medir la cánula que debemos utilizar, deberemos aproximarla a la cara y comprobar
cuál es la longitud que hay desde: el lóbulo de la oreja hasta la comisura de los labios o desde el nivel
de los incisivos hasta el ángulo mandibular (como en la figura de abajo).
Tercero. Abrir la boca de la víctima con los dedos índice y pulgar de la mano que no sujeta la cánula,
y proceder a introducir ésta, rotada 180º con respecto a la que será su posición definitiva, es decir,
la parte cóncava dirigida hacia el paladar, girándola progresivamente según se va introduciendo en
la boca hasta dejarla en su posición definitiva, evitando en todo momento desplazar la lengua hacia
atrás.
Si al introducir la cánula el paciente se resiste, o se percibe que siente náuseas, se debe retirar
enseguida para evitar posibles vómitos.
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Problemas con las cánulas de Guedel
Los problemas que pueden existir con las cánulas de Guedel a la hora de ponerlas son por:
usar el tamaño inapropiado (si la cánula es grande se puede producir vómitos o laringoespasmos y si la
cánula es corta no sirve y puede contribuir a una mayor obstrucción de la vía aérea);
Se retirarán cuerpos extraños solo en caso de que se observen en la boca y sean fácilmente extraíbles, ya
que existe la posibilidad de que se reintroduzcan aún más.
Cuando se observen posibles vómitos, se volteará al paciente en bloque, colocándolo en posición lateral.
Los collarines cervicales se pueden retrasar si se considera que comprometen la vía aérea mientras se
realiza una estabilización manual de la columna cervical.
B. Respiración
Del 2% al 5% de los pacientes con TCE presentan fracturas en la columna cervical que pueden interferir de
forma significativa con la ventilación.
Un aporte adecuado de oxígeno al encéfalo lesionado es una parte esencial de los intentos por limitar las
lesiones cerebrales secundarias.
Manejo
Todos los pacientes con sospecha de TCE deben recibir un suplemento de oxígeno ya que la hipoxia
puede empeorar el pronóstico neurológico.
Un aporte adecuado de oxígeno al encéfalo lesionado es una parte esencial de los intentos por
limitar las lesiones cerebrales secundarias.
C. Circulación
Observar y cuantificar los signos de hemorragia externa y en ausencia de una pérdida de sangre al exterior,
signos como un pulso débil, rápido, piel pálida, fría y sudorosa en una víctima podrían indicar una hemorragia
interna.
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Manejo
• Tomar la frecuencia cardiaca para saber si es rápida (llamada taquicardia, que es un pulso mayor de 100
latidos por minuto) o lenta (llamada bradicardia, que es un pulso menor de 60 latidos por minuto).
• Medir la saturación de oxígeno (si se dispone de saturímetro –instrumento para medir la saturación).
• Palpación de pulsos para valorar la Tensión arterial, se considera que si el paciente tiene pulso radial (en
la muñeca), la tensión arterial “TA” es al menos de 80 mmHg.
• Si no tiene pulso radial, pero tiene pulso femoral (ingle), la TA es de al menos 70 mmHg.
• Y si no tiene pulso femoral ni radial palpable y solo tiene pulso carotídeo (cuello), la TA es de 60mmHg.
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Es importante recordar que no se pueden palpar ambas arterias carótidas a la vez pues se reduciría el
aporte de sangre al cerebro.
Se palparán siempre con el dedo índice y corazón, NUNCA con el PULGAR, ya que tiene pulso propio.
• Control de hemorragias externas, aplicando presión directa. Si se observan signos como; palidez,
sudoración, frialdad, pulso rápido y débil, relleno capilar ungueal mayor de dos segundos se puede
sospechar de una posible hemorragia interna.
• Control de la temperatura corporal (abrigar al paciente) ya que cuando el organismo humano recibe
una lesión, se activan los mecanismos de autodefensa implicando, en muchas ocasiones, la pérdida
del calor corporal. Esta situación se acentúa cuando existe pérdida de sangre, ya que una de las
funciones de ésta es la de mantener la temperatura interna del cuerpo.
• En toda hemorragia externa hay que aplicar presión directa o un vendaje compresivo con una gasa
o tela limpias.
No se debe aplicar los vendajes compresivos sobre una fractura craneal abierta o con hundimiento a
menos que exista una hemorragia abundante porque puede agravar la lesión cerebral y provocar un
aumento de la presión intracraneal (PIC).
• Una presión directa suave también puede limitar el tamaño del hematoma extracraneal (del cuero
cabelludo), una manipulación cuidadosa y una inmovilización con una tabla larga en alineación
anatómica puede reducir al mínimo la hemorragia alrededor de las fracturas.
La imagen inferior representa las posibles anomalías pupilares indicando el grado de gravedad tras un TCE.
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• Reactividad: Reactivas (responden a la luz directa) - No reactivas (no responden a la luz)
Cuando exista una alteración en estas 3 áreas de las pupilas, posiblemente nos encontraremos ante un
TCE moderado o grave, dichos cambios en las pupilas pueden ser debidos a un aumento de la presión
intracraneal (PIC), sangrado en el cerebro, inflamación.
• SENSIBILIDAD GENERAL: Se valorará si el paciente está consciente (si hay ZONAS QUE NO SIENTE
o las siente como extrañas).
Es el examen individual de cada parte del cuerpo. Revisión de “CABEZA A PIES” del lesionado. Revisar la
cabeza con la técnica de piano, después los hombros, tórax, abdomen, espalda, cadera, extremidades
inferiores y por último las extremidades superiores.
Además de ir palpando el cuerpo del lesionado, se tiene que descubrir las partes del cuerpo, para detectar
posibles lesiones que se oculten entre las prendas, es decir, que es necesario el abrir, cortar o remover la
ropa del lesionado a efecto de exponer su cuerpo para una mejor evaluación.
CABEZA: Hay que palpar con cuidado la cabeza y la cara del paciente para detectar heridas, hundimientos y
crepitación (el frote de dos fragmentos óseos de un hueso fracturado, produce un sonido como de gravilla
o chasquido).
El cuero cabelludo está constituido por múltiples capas de tejido y es muy vascularizado; incluso una
laceración pequeña puede ocasionar una hemorragia copiosa. Las lesiones más complejas, como el
arrancamiento (también llamado SCALP), en el cual se arranca una extensa zona del cuero cabelludo del
cráneo, puede llevar al shock hipovolémico e incluso a que el paciente se desangre.
Manejo
Se limpiará la herida si se dispone de suero fisiológico o agua limpia y se aplicará presión directa o vendaje
compresivo con gasa o tela limpias.
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Fracturas de cráneo
Hay que sospechar una fractura de la base del cráneo (fracturas del suelo del cráneo) si se observan los
siguientes signos:
• Si se observan hematomas alrededor de los ojos (llamada también equimosis periorbitaria u “ojos
de mapache”).
• Si se observan hematomas o bultitos detrás del pabellón auricular, también llamado “signo de Battle”.
Todos ellos son frecuentes en las fracturas de la base del cráneo, aunque pueden pasar varias horas desde
la lesión para que sean aparentes.
Manejo
Si observamos sangre o líquido cefalorraquídeo (LCR), no hay que taponar, ni impedir su salida al exterior.
Lesiones faciales
Las lesiones faciales pueden ir desde traumatismos menores en las partes blandas a lesiones graves con
compromiso de la vía aérea y shock hipovolémico. Estos traumatismos faciales pueden ocasionar fracturas
o desplazamientos de los dientes hacia la luz de la vía aérea, tanto los TCE como la sangre deglutida de las
lesiones faciales pueden desencadenar vómitos, que también pueden obstruir la vía aérea.
Manejo
Extraer de la boca solo los objetos visibles, nunca haciendo barrido digital por la posibilidad de introducirlos
más hacia la laringe.
Fracturas mandibulares
Tras las fracturas de los huesos nasales, las fracturas mandibulares son las segundas formas de fracturas
faciales más frecuentes. En más de un 50% de los casos la mandíbula se rompe por más de un lugar. El
síntoma más frecuente es la mala oclusión dentaria, es decir los dientes superiores e inferiores no coinciden
en su alineación habitual.
Fracturas nasales
Los signos de una posible fractura nasal incluyen: deformidad nasal, hematoma, edema y epistaxis (hemorragia
nasal). A la palpación se pueden encontrar crepitaciones (sonido de fricción de dos segmentos óseos) y dolor.
Manejo
Si la hemorragia es abundante ejercer ligera presión sobre la aleta nasal durante al menos 10 minutos.
Evitar sonarse (para evitar que una hemorragia que se haya controlado vuelva a reaparecer).
Lesiones oculares
Se miran los ojos en busca de lesiones oculares, posteriormente se lava con suero fisiológico o agua limpia
y oclusión ocular (dejar el ojo cubierto) si es necesario. Valorar visión (si no ve, visión doble, ver estrellas...)
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• CASOS ESPECIALES
• Cuerpos Extraños
• No retirarlos.
• Oclusión ocular si es necesario (para mayor confortabilidad del paciente o para evitar agravar las
lesiones por la fricción).
• Causticaciones o quemaduras:
• Lesiones laríngeas
El enfermo puede referir un cambio de la voz (en general un tono más bajo), también se puede observar una
contusión cervical o pérdida de la prominencia del cartílago tiroides (nuez de Adán).TE
La fractura de la laringe puede causar enfisema subcutáneo en el cuello acumulación de aire en el tejido
subcutáneo), que se percibe a la palpación.
Una arteria carótida y la vena yugular atraviesan el cuello en su parte anterior a cada lado de la tráquea. Las
arterias carótidas llevan la sangre a la mayor parte del encéfalo y las venas yugulares drenan esta región.
Las lesiones de uno de estos vasos pueden causar una hemorragia intensa.
• Objetos enclavados
En el caso de que exista algún objeto enclavado en el cráneo, oído o nariz, no lo retire, ni tampoco intente
recortarlo, hay que inmovilizarlo, almohadillándolo por ambos lados (con un trozo de tela o toalla), para que
durante el traslado no se mueva.
REEVALUACIÓN Consiste en revisar que todas las atenciones anteriores que se le brindaron al
lesionado estén bien aplicadas. Hay que reevaluar cada cierto tiempo para observar posibles
cambios neurológicos.
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3.8. TRASLADO
Es importante acabar con la práctica habitual de la evacuación “en coche particular”, ya que si la lesión es
vital no se puede trasladar y se debe atender “in situ”, y si la lesión no es vital, quiere decir que se puede
esperar la llegada de un vehículo debidamente acondicionado.
Los pacientes con TCE moderado y grave deben ser trasladados directamente a un centro de atención al
trauma en el que puedan realizarse una tomografía computerizada.
La selección del medio de transporte es individual para cada caso y depende de las circunstancias clínicas
del paciente, la distancia y la disponibilidad.
• Tranquilizar al herido, ya que los accidentados suelen estar asustados, desconocen las lesiones que
sufren y necesitan a alguien en quien confiar en esos momentos, por lo que debemos intentar ofrecer
esa confianza y mejorar el estado anímico del lesionado. Explicar al paciente consciente lo que le va a
ocurrir a partir del momento en que le introducimos en la ambulancia o helicóptero y darle la posibilidad
de comunicarse. Este hecho por sí mismo disminuye notablemente el grado de ansiedad del paciente y
con ello el consumo de oxígeno cerebral.
• Hay que reevaluar la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la presión arterial y la saturación de
oxígeno (si se dispone de saturímetro) y el estado neurológico durante el traslado.
• Posición: En general, los pacientes con TCE deben ser trasladados en decúbito supino (por la presencia
de otras lesiones añadidas) y con la elevación de la cabeza a 30º de inclinación, en línea, sin rotación ni
flexo-extensión del cuello, si no hay contraindicaciones (shock y lesiones espinales).
• La conducción debe ser suave y el vehículo debe ir lento (máximo 60 Km/h), evitando aceleraciones y
desaceleraciones bruscas.
Apoyo psicológico para intentar disminuir la ansiedad que puede provocar el proceso y con ello
disminuir el dolor
Mantener al paciente abrigado y en reposo absoluto
Hay que avisar al centro receptor lo antes posible para los preparativos oportunos antes de la llegada
del paciente. El informe por radio debe incluir información sobre el mecanismo de lesión, puntuación
inicial de la escala de Glasgow y cualquier cambio durante el trayecto, signos neurológicos (asimetría
en la exploración motora, pupilas midriáticas uni o bilaterales…), constantes vitales iniciales y otras
lesiones relevantes.
Es necesario considerar los siguientes consejos para evitar sufrir una lesión cerebral.
1. Es indispensable el uso del cinturón de seguridad al utilizar un automóvil y en el caso de usar motocicletas
se recomienda el uso del casco.
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2. Cuando se conduzca con niños menores es necesario utilizar sillas de seguridad adecuadas, considerando
su edad, tamaño y estatura.
3.9. CONCLUSIÓN
Mucho es lo que se puede hacer para mejorar la atención de las víctimas del trauma. Aun en las más remotas
localidades, con recursos austeros, el cuidado de los pacientes politraumatizados se puede optimizar
EDUCANDO a los recursos humanos tanto no sanitarios como sanitarios.
Los costos sociales y económicos de la lesión craneal son enormes. Los traumatismos graves representan
una mortalidad elevada y los pacientes que sobreviven a TCE graves y moderados pueden presentar
secuelas incapacitantes permanentes.
Los efectos de dichas secuelas sobre la personalidad y el estado mental pueden ser devastadores para el
sujeto y su familia.
3.10.1. Epidemiología
La médula se puede lesionar a cualquier nivel; no obstante, las lesiones más frecuentes son las
cervicales y lumbares, ya que esas zonas son las de mayor flexibilidad y movilidad. La pérdida completa
de función por encima de C7 recibe el nombre de cuadriplejía completa. A la lesión por debajo de C7
con mantenimiento de la función del brazo, pero con pérdida de función en la parte inferior del cuerpo,
se le denomina paraplejía.
Los traumatismos raquimedulares constituyen un grave problema dentro de los países desarrollados. En
España, la incidencia de lesiones medulares era, en 1985, de 1,35 por 100.000 habitantes, duplicándose
esta incidencia en 1995 con un índice de 2,5 por 100.000 habitantes.
La mayor parte de las paraplejias tienen lugar en los accidentes de tráfico y se dan en menores de 27 años,
edad media que va bajando y concurren con mayor frecuencia en varones (2,5 hombres por mujer) seguidos
de accidentes laborales, deportivos y domésticos.
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• Conmoción: (también llamada concusión) (es una alteración de la función neurológica amnesia,
pérdida de consciencia, agitación – sin lesión anatómica en el cerebro).
• La hiperflexión
• La hiperextensión
• La flexión-rotación
• La compresión
Presenta 5 áreas:
La columna es un elemento de sostén que, con la ayuda de la sujeción muscular y ligamentosa, estabiliza
el tronco en contra de la fuerza de la gravedad.
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2. Debido a que la columna está formada por numerosas vértebras engranadas entre sí, puede articular los
movimientos del tronco.
3. La columna sirve de punto de anclaje a músculos y órganos internos, como, por ejemplo, el diafragma o
los intestinos.
4. Protección de la médula espinal. La médula (estructura que une el encéfalo -lo que comúnmente
denominamos cerebro– con el resto del cuerpo), está compuesta por tejido nervioso frágil que hay que
proteger para evitar que pueda verse dañado por un elemento externo o un movimiento forzado. Para
este fin, cada una de las vértebras tiene en la parte posterior del cuerpo vertebral el denominado orificio
vertebral. El conjunto y unión de todos los orificios vertebrales conforman el denominado canal medular,
lugar por el que transcurre la médula, quedando está protegida por un armazón óseo a lo largo de toda
su extensión.
La importancia de los mapas dermatómicos (imagen inferior) se debe a que nos permite localizar el nivel de
la lesión en la médula espinal, es decir, si una víctima nos dice que no puede mover los brazos pensaremos
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que la lesión puede estar localizada a nivel de las cervicales, en consecuencia, aplicaremos las medidas
adecuadas para evitar ocasionar daños mayores.
Puede que existan diferencias sensitivas y motoras entre el lado izquierdo y el derecho.
• LESIÓN INCOMPLETA: Es cuando existe una pérdida parcial de la sensibilidad y/o movilidad por
debajo de la lesión.
• LESIÓN COMPLETA: Es cuando existe una pérdida total de la sensibilidad y/o movilidad por debajo
de la lesión.
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En este último caso nos referiríamos a:
• paraplejía (la lesión se produce a nivel lumbar o sacro, afectando a las 2 extremidades inferiores).
Cuando sea necesario efectuar la movilización del paciente para evaluar y tratar los problemas del A (vía
aérea) B (ventilación) C (circulación) D (neurológico) (explicados detalladamente en el capítulo 2) debe
efectuarse la tracción manual continua de la columna cervical.
En el caso de un lesionado medular, este puede mostrar alteraciones obstructivas, por lesiones espinales
cervicales y también alteraciones por dificultad en la deglución de la saliva y movilización de secreciones.
Por encima de todas las consideraciones clínicas tiene especial importancia la cuidadosa movilización
del paciente en los primeros momentos post-traumatismo, no olvidando la posibilidad de afectación de
la columna, no haciéndolo así, se corren riesgos de daño medular irreversible.
Manejo
• La aproximación, del paciente debe realizarse siempre que se pueda, de frente e identificándonos, para
que, en caso de estar consciente, no gire el cuello al notar nuestra presencia.
• Colocar al paciente en decúbito supino (posición donde el cuerpo está tendido sobre la espalda)
movilizando siempre en bloque (movilizar eje cabeza-cuello-tronco al mismo tiempo).
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• Para el control de la vía aérea permeable, se utilizará:
• Se retirarán cuerpos extraños sólo en caso de que se observen en la boca y sean fácilmente extraíbles, ya
que existe la posibilidad de que se reintroduzcan aún más.
• Los collarines cervicales se pueden retrasar si se considera que comprometen la vía aérea mientras se
realiza una estabilización manual de la columna cervical.
B) Análisis de la ventilación
Además, cuando las lesiones son en las cervicales altas pueden acompañarse de la afectación del centro
respiratorio cerebral, dando como resultado la necesidad conexión a un respirador artificial y/o realización
de una traqueotomía en la mayoría de los casos.
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Manejo
• Valorar la respiración (si es rápida, lenta, ruidosa, difícil o exigiendo esfuerzo, si presenta movimientos
anormales del tórax).
• Se administrará oxigeno (si se dispone de él) mientras esperamos la llegada de los servicios sanitarios.
C) Análisis de la Circulación
No hay que olvidar que más del 50% de los pacientes con lesión medular, tienen otras lesiones asociadas y pueden
presentar el denominado shock medular, con signos clásicos como bradicardia (pulso inferior a 60 latidos por minuto)
e hipotensión (tensión inferior a 90/60mmhg) y cambios característicos en la piel (pálida o blanca, fría y sudorosa).
Manejo
• Valorar la frecuencia cardiaca para saber si es rápida (llamada taquicardia, que es un pulso mayor de 100
latidos por minuto) o lenta (llamada bradicardia, que es un pulso menor de 60 latidos por minuto).
• Medir la saturación de oxígeno (si se dispone de saturímetro, instrumento para medir la para medir la saturación)
• Palpación de pulsos para valorar la Tensión arterial, (Técnica de localización y toma de pulso explicada en
el capítulo 3 TCE).
• Control de hemorragias externas, aplicando presión directa. Si se observan signos como; palidez,
sudoración, frialdad, pulso rápido y débil, relleno capilar ungueal mayor de dos segundos (técnica
explicada en el capítulo V Lesiones del Tronco) se puede sospechar de una posible hemorragia interna.
Manejo
• Escala de Glasgow.
• Si el paciente está consciente, valorar sensibilidad general o si hay zonas que no siente o las siente
como extrañas.
OJO: Una buena respuesta motora y sensorial es indicativa que hasta ese momento la médula
espinal se encuentra intacta. Ello no descarta presencia de lesión vertebral o de daño a los músculos
y ligamentos que dan soporte a la columna vertebral. Un porcentaje significativo de pacientes con
columna ósea inestable, no tienen déficit neurológico, por lo cual no se debe de olvidar “LA AUSENCIA
DE DÉFICIT NEUROLÓGICO NO DESCARTA LA PRESENCIA DE INESTABILIDAD DE COLUMNA”.
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3.13.2. Evaluación secundaria
La exploración de la columna y las posibles lesiones raquimedulares se lleva a cabo durante la segunda
evaluación.
El examen físico debe ser meticuloso y realizado de forma sistematizada explorando al paciente desde la
cabeza hasta los pies, por delante y por detrás.
Se movilizará al paciente en bloque y bajo tracción manual mantenida del cuello para la exploración de
toda la columna.
• PALPACIÓN: exploraremos una a una y con delicadeza las apófisis espinosas en búsqueda de una
movilidad anormal o deformidad.
Palparemos igualmente la musculatura paravertebral para descartar que exista inflamación o contractura
en la misma. Una vez explorado el cuello se procederá de nuevo a la colocación del collarín cervical y los
inmovilizadores laterales.
• La Inmovilización terapéutica, que es la que realizamos ante un paciente con clínica de sospecha de
lesión espinal o medular.
• Localización del paciente (un pozo, la bañera de su casa, un vehículo, etc.). En el caso de los vehículos
dependerá de electrocución).
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• Deformidad (puertas practicables, techo hundido, etc.).
• Número de heridos.
Traslado de pacientes
No siempre es posible brindar asistencia en el sitio donde se produce una emergencia, por ello, es
necesario el traslado a otro sitio (fuera del escenario o a centros de salud) donde las condiciones sean
más adecuadas o donde no exista peligro para el socorrista o la víctima. El traslado de enfermos debe
realizarse con todas las condiciones que garanticen la estabilidad y se deben utilizar los vehículos y
medios adecuados.
Hay que mover a la víctima sólo cuando sea absolutamente necesario, pues ello puede empeorar lesiones
existentes.
Indicada en situaciones en las que o bien las condiciones de la escena o la situación clínica del paciente,
obliguen a actuar con rapidez. Las técnicas a realizar dependerán del número de rescatadores que
intervengan, y derivan del concepto de movilización en bloque.
Técnica:
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• A continuación, se realizará un movimiento de elevación y giro de todo el paciente, con lo que la espalda
queda enfrentada a la puerta del vehículo, pudiendo apoyarla sobre el tronco del rescatador, para proceder
a su arrastre.
• Sí hay posibilidad de mayor número de rescatadores, realizarán un giro del paciente en bloque, junto con
sus miembros inferiores, para enfrentar la espalda a la puerta del vehículo.
• Corregir deformidades.
• Limitar el movimiento.
• Estabilización de la columna.
• Poderse acomodar a todo tipo de paciente, incluyendo niños y obesos, o pacientes embarazadas.
• Collarín cervical
Es el elemento más importante en la inmovilización espinal, y esto implica que sea el que primero que
intentemos colocar. El collarín ideal debe cumplir estos requisitos:
• Ser rígido.
• Tener un orificio anterior que permita el control visual y táctil de la cara anterior del cuello.
• Ser de fácil almacenamiento, colocación y limpieza posterior o en su defecto ser económico, para
permitir su desecho.
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Dentro de la multitud de modelos que existen, es el modelo “XCOLLAR” (modelo americano que actualmente
se está introduciendo en España reemplazando al conocido modelo “PHILADELPHIA”) el que consigue una
mejor inmovilización de la columna cervical y de sus bloques funcionales.
Técnica de colocación
Debe ser colocado por 2 rescatadores, uno de ellos se encarga durante todo el proceso de la tracción
cervical manual).
En primer lugar, se debe realizar, la valoración inicial, que debe incluir una exploración del cuello, en base a la
búsqueda de lesiones o signos, compatibles con alteraciones en la vía aérea, la ventilación y la circulación.
• Con la ayuda de otro rescatador, que sujetará firmemente la cabeza, procederemos a colocar el collarín.
Existen cuatro posibles decúbitos, y sí hay que controlar la vía aérea, en los momentos iniciales se debe
colocar al paciente en posición de decúbito supino. Para ello recordar lo que se dijo anteriormente, todas las
movilizaciones se realizarán en bloque.
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Vamos a explicar la técnica del Volteo del paciente de decúbito prono (boca abajo) a supino (boca arriba) con
3 o 4 rescatadores.
Hay que elegir sobre que costado vamos a hacerla girar, en función del tipo de lesiones, el espacio existente
y la situación de los miembros superiores e inferiores, generalmente se gira hacia el lado opuesto a la
dirección de la cabeza ya que con ello se evita en primer lugar arrastrar la cara del paciente sobre el suelo y
en segundo lugar la hiperextensión de la cabeza.
• Uno de los rescatadores sujetará únicamente la cabeza (socorrista nº1), teniendo presente la
colocación de las manos, para evitar cruces peligrosos de las mismas al rodar el paciente.
• El siguiente cogerá por el hombro y pelvis, por el lado contrario al que va a girar (socorrista nº 2). Un
tercero, por ese mismo lado, hará girar al paciente cogiendo por la cadera y rodilla (socorrista nº 3).
Sí hubiera un cuarto, el segundo cogería por hombro, el tercero por pelvis y medio muslo y el cuarto
por rodilla y pierna (socorrista nº 4).
• Se coloca la tabla espinal bajo la espalda y a la orden del socorrista nº 1, girando de forma lenta se
pasa a decúbito supino sobre la tabla.
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TÉCNICA DEL “PUENTE HOLANDÉS”
• Los socorristas se colocan agachados con las piernas abiertas, sobre la víctima.
• Un primer socorrista sujeta la cabeza (la víctima lleva colocado el collarín cervical).
• El segundo socorrista sujeta con sus manos por debajo de la zona de los hombros o parte alta de
la espalda.
• Un quinto socorrista, tras el levantamiento de la víctima, coloca la tabla espinal debajo de ésta.
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TÉCNICA DE 4 SOCORRISTAS
CAMILLA DE CUCHARA
Permite la recogida del paciente sin necesidad de levantarlo para colocarlo sobre ella, la camilla se desmonta
para situarla bajo el paciente como una cuchara y luego se fija de nuevo, lo cual reduce grandemente los
movimientos al lesionado.
Está indicada para la recogida del paciente del suelo o para extraerlo de un vehículo e instalarlo en el colchón
de vacío o en la camilla de transporte, con el mínimo movimiento.
La camilla de cuchara también tiene algún inconveniente, como es la incomodidad que puede producir al
paciente y que hay que ser muy cuidadoso al retirarla ya que puede implicar movimientos.
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COLCHÓN DE VACÍO
Está compuesto por material de tejido plástico externo y otra capa de caucho con forma de colchón, conteniendo
en su interior gránulos de poliespán. Consta de unas asas laterales, y de una válvula a la que se acopla una
bomba de vacío que al extraer el aire del colchón se adapta a la anatomía del paciente. Con ello inmovilizamos
el cuerpo como una unidad y aumentamos el aislamiento del paciente de fuerzas vibratorias que se generan
en el transporte. Indicado en los politraumatizados en general y en transportes medios o largos en el tiempo.
Técnicas de utilización
• Movilizaremos la paciente bien en bloque como los anteriores o bien recogeremos al paciente con la
camilla cuchara depositándolo sobre el colchón de vacío.
• Extraer el aire de este con la bomba de vacío mientras adaptamos éste a la anatomía del paciente.
• Tener en cuenta la presión del colchón durante el traslado, ya que varía con los cambios climatológicos.
TABLA ESPINAL
Pueden ser cortas o largas. Las hay de diversas formas (tablas convencionales, de montaña…) y de distintos
materiales (madera, plástico…).
Las cortas se emplean para sacar a una persona de un lugar, un coche, por ejemplo, que permita deslizar la
para adosarla a la espalda de la víctima. Las tablas largas se deslizan por todo el cuerpo.
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FERNO-KED O CORSÉ DE KENDRICK
Es un complemento del collarín cervical y se utiliza para sacar totalmente inmovilizado a un paciente de un
vehículo, cueva, pozo, etc.
Se trata de un tipo de férula espinal (o corsé de extracción) que está formado por tablas articuladas que
envuelven e inmovilizan el tronco, cuello y cabeza formando un solo bloque. Posee un par de alas para fijar
la cabeza y otro par para el tronco y unas cintas que fijan la férula al paciente: un par para sujetarla a los
miembros inferiores, tres pares para sujetarlo al tronco y un par para la cabeza en la frente y el mentón.
Colocación:
• Colocación del collarín cervical, manteniendo alineado en posición neutra la cabeza, el cuello y el
tronco del paciente.
• Introducir la férula entre la espalda del paciente y el asiento, desplazando para ello al paciente en
bloque ligeramente hacia delante; hay que evitar la falsa colocación sobre la cintura del pantalón o
de la falda.
• Ajustar las correas torácicas sin tensar hasta colocarlas todas, para a continuación tensar las (de
abajo a arriba) permitiendo los movimientos respiratorios. En embarazadas se puede obviar la cinta
abdominal.
• Por último hay que colocar las alas superiores a ambos lados de la cara, rellenando el hueco que
queda a nivel de la nuca con la almohadilla que ya trae la férula, sujetando todo con las cintas de la
frente y el mentón.
• Colocar las cintas de sujeción de muslos por debajo de los mismos hasta la zona lumbar.
• Colocar el tablero espinal lo más plano posible, apoyando en el asiento del vehículo.
• Liberar los pies del paciente y girarle de tal manera que tronco y cabeza queden apoyados sobre el
tablero espinal.
• Extraer al paciente sobre el tablero espinal hasta una zona segura y tras esto se retira el “Kendrick”,
ya que entorpece la evaluación del paciente y dificulta su respiración.
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El “kendrick” se retira de forma inversa a como se colocó, es decir, desabrochando las cintas de arriba abajo.
RETIRADA DE CASCO
El casco no debe retirarse cuando ello represente más peligro, que el no quitarlo.
• Si los socorristas no están entrenados en esta técnica, se debe esperar a la llegada del personal
sanitario.
• Si el accidentado está consciente, no tiene dificultades para respirar y no existe una sospecha
razonable de que tenga una lesión en la columna cervical. En este caso, el casco no se retirará
hasta que en el hospital le hayan realizado una radiografía.
En un accidentado con casco debe sospecharse la posibilidad de que exista una lesión de columna
cervical, sobre todo:
PUEDE EXISTIR UNA LESIÓN DE COLUMNA CERVICAL SIN PRESENTAR LOS SIGNOS ANTES RESEÑADOS
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El casco debe retirarse en el lugar del accidente y con 2 auxiliadores cuando la víctima:
• Vomita o ha vomitado.
Para iniciar la retirada es preciso que la víctima esté situada en el suelo boca arriba y con la cabeza-cuello-
tronco alineados. Si para lograr esta posición es necesario inmovilizarlo, se deberá fijar manualmente la
columna cervical, para así moverlo en un solo bloque.
a. Un ayudante mantiene la tracción lineal colocando ambas manos a los lados del casco, con los dedos en
la mandíbula del accidentado.
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c. El primer ayudante retira el casco teniendo en cuenta que la expansión lateral del casco facilita su
extracción (facilita la salida de las orejas), si el casco cubre totalmente la cara, la nariz puede impedir su
extracción, para evitarlo, el casco debe ser inclinado hacia atrás y extraído en esa posición.
d. Durante toda la fase extracción del casco el segundo ayudante mantendrá la tracción de la cabeza para
prevenir desplazamiento de esta.
E) Tras la retirada del casco, el primer ayudante se ocupará de mantener la tracción lineal de la cabeza hasta
que se coloque una férula de inmovilización cervical (Xcollar o Philadelphia).
3.15. TRASLADO
El traslado a la camilla de la ambulancia se realizará sobre el tablero espinal o la camilla de palas,
correctamente sujeto con cinturones y sin olvidar el collarín cervical y los inmovilizadores laterales de la
cabeza (Dama de Elche).
Posteriormente, se pondrá al paciente sobre el colchón de vacío situado sobre la colchoneta de la camilla,
procediendo a la retirada de tableros espinales, camilla de palas, férula espinal…, ya que no son adecuados
para el transporte del paciente.
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3.16. RESUMEN
El daño espinal agudo es un hecho catastrófico que afecta fundamentalmente a hombres jóvenes e impone
un enorme impacto médico, psicológico, social y económico en los individuos, las familias y las sociedades.
La causa principal en nuestro país son los accidentes de tráfico y el segmento medular más frecuentemente
afectado es el cervical.
Las estrategias pre-hospitalarias para el tratamiento del daño espinal son para aminorar el grado del daño
secundario. Éstas consisten en mantener la oxigenación, la presión arterial y una correcta inmovilización. Es
evidente la importancia que tiene la formación en este ámbito.
El transporte de los pacientes hemodinámicamente estables debe hacerse a los centros de referencia y con
los medios adecuados (no utilizar vehículos propios...)
Los primeros auxilios se definen como aquellas medidas que realiza el auxiliador en el mismo lugar en
el que ha ocurrido el incidente (con material prácticamente improvisado) hasta la llegada de personal
especializado
1. En cualquier tipo de incidente lo primero que se debe hacer es activar el sistema de emergencias.
Recordar siempre las siglas P.A.S. (Proteger-Alertar-Socorrer), que nos indica la secuencia de nuestra
actuación a la hora de atender a cualquier persona que haya sufrido un incidente (procedimiento descrito
en el capítulo 1 de la guía).
2. Los objetivos que se debe marcar el primer interviniente a la hora de prestar ayuda son cuatro:
• Conservar la vida.
• Ayudar a la recuperación.
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3. Para conseguir estos objetivos, el primer interviniente debe recordar una serie de premisas fundamentales
a la hora de prestar ayuda:
• Hacer una composición del lugar del incidente (tanto a nivel de los posibles heridos como de los
potenciales peligros).
Nunca dar de beber ni de comer a una víctima con una posible lesión torácica o abdominal
El primer interviniente debe evaluar detenidamente la situación que tiene delante, ya que, aunque encuentre
un herido no debe volcarse inmediatamente en su atención (puede haber heridos más graves que necesiten
atenderse en primer lugar). Por tanto, cada vez que el rescatador encuentra una víctima la valorará rápidamente,
y la única actuación será la realización de lo que se conoce como “maniobras salvadoras”:
APERTURA DE VÍA AÉREA. Se colocará al paciente en posición lateral de seguridad(PLS) si no existe ningún
riesgo (si no hay un traumatismo de columna vertebral) y se encuentra inconsciente.
• Traer el brazo más alejado y colocar la palma de su mano hacia arriba sujetándole la mejilla.
• Agarrar la pierna más alejada por la rodilla y tirar hacia arriba hasta que el pie quede apoyado en el suelo.
• Tirar de esa pierna para hacer rodar a la víctima sobre sí misma hacia nosotros.
• Inclinar la cabeza hacia atrás para asegurarse de que la vía aérea permanece abierta.
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Se controlarán hemorragias exanguinantes.
A la hora de pedir ayuda telefónica para que acuda el personal sanitario al lugar del incidente es necesario:
• Especificar el tipo de incidente y si hay alguna circunstancia externa que pueda agravar la situación
(riesgos eléctricos, humo, etc.).
• Confirmar al operador el número de teléfono desde el que se llama para cualquier consulta posterior.
Hay que acabar con la práctica habitual de las evacuaciones de heridos en coches particulares, ya que si
una lesión “es vital” se debe atender “in situ” una vez llegue el personal sanitario al lugar del incidente, y si
la lesión “no es vital” quiere decir que puede esperar la llegada de un vehículo debidamente acondicionado.
Hay que recordar siempre que cuando el organismo recibe algún tipo de lesión se activan los mecanismos
de autodefensa de nuestro cuerpo, lo cual implica en muchas ocasiones la pérdida de calor corporal que
se agrava todavía más si esta lesión se acompaña de un sangrado activo (interno o externo). El primer
interviniente debe mantener caliente al herido en todo momento (aunque tampoco se le debe proporcionar
calor excesivo) envolviéndolo en una manta o cualquier prenda de abrigo que tenga a su disposición.
Es necesario que la valoración del accidentado sea sistemática y secuencial, ya que, de esta forma,
aunque el rescatador se encuentre un poco nervioso nunca se dejará nada por evaluar del paciente. La
valoración tiene dos fases (como se explica en el capítulo 2 de esta guía), la primaria y la secundaria.
• Comunicarle al personal sanitario que llega a la zona toda la información que se ha recogido del paciente
con la anamnesis: última comida, alergias medicamentosas, antecedentes personales, etc.
Nunca abandonar el lugar sin avisar previamente al personal sanitario que está atendiendo la
emergencia.
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Una vez vistas las generalidades en la actuación del primer interviniente en cualquier incidente, en este
capítulo de la guía nos vamos a centrar en dos tipos de lesiones, las lesiones torácicas y abdominales, lesiones
que nos llevaran a tratar en un apartado anexo al tema del shock hipovolémico (debido a que muchas lesiones
torácicas y abdominales pueden ir acompañadas por este tipo de shock).
Contiene los pulmones, el corazón, el esófago, el mediastino y grandes vasos sanguíneos tales como la
arteria aorta y la vena cava inferior (ver dibujo de la página siguiente).
Su forma es la de un cono truncado. Su pared está formada por las costillas y por los lados por los músculos
intercostales, músculos que se unen por delante al esternón y por detrás a la columna vertebral.
Nota. En total tenemos 12 pares de costillas (ver dibujo). Los siete primeros pares se llaman costillas
verdaderas (por delante se articulan directamente con el esternón), los siguientes tres pares se denominan
falsas, y los dos últimos pares reciben el nombre de flotantes.
Recordar que el trauma torácico constituye la causa fundamental de muerte en un 25% de todos los
traumatismos, que existe una mortalidad en torno al 25-30%, y lo más importante de todo, que estas
muertes se podrían evitar con un manejo rápido y adecuado de las lesiones que comprometen la vida por el
personal que interviene en un primer momento, de ahí la gran importancia de este manual.
Definimos trauma torácico como el conjunto de alteraciones tanto anatómicas como funcionales provocadas
por un agente traumático sobre el tórax.
4.2.1. Qué es lo que tiene que pensar el primer interviniente cuando atiende a un
paciente con una posible/evidente lesión torácica
Lo primero que tiene que pensar es que la ausencia de lesiones torácicas externas no excluye la
presencia de lesiones intratorácicas, por tanto, aunque no veamos ninguna lesión externa siempre
estaremos alerta.
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Acto seguido se debe evaluar la gravedad del paciente en función de lo que haya ocurrido. Las
situaciones que nos harán pensar que estamos ante un trauma torácico grave son:
• Atropellos.
• Tórax inestable.
4.2.2. Examen a realizar por el primer interviniente ante una persona con una posible/
evidente lesión torácica.
El tórax tiene una región anterior, dos laterales y una posterior que hay que explorar: intentar
tener una Buena visión del tórax
Observar
• Agitación o ansiedad. Podemos ver como el paciente lucha y/o se angustia a la hora.de tomar aire,
ya que no puede.
• Valorar si el tórax se expande de forma simétrica (para ello el primer interviniente debe tener su
cabeza a la altura del tórax de la víctima):
• Si hay una parte del tórax que no se expande y la otra si podemos estar ante una lesión
que compromete la vida del paciente (estas se conocen como “lesiones con riesgo inminente
de muerte”) por lo que lo único que nos debe importar es alertar cuanto antes al personal
sanitario.
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• Si un segmento del tórax se mueve en sentido opuesto a toda la pared torácica estamos ante lo que
se denomina tórax inestable.
• Aleteo nasal.
• El lecho de las uñas y los labios se vuelven de una coloración azul (cianosis).
• Buscaremos heridas penetrantes, moratones, contusiones, etc., en todo el tórax, sin olvidarnos
nunca de su parte posterior.
• Ingurgitación yugular (que consiste en que las venas del cuello se dilatan y se ve con bastante
facilidad que están distendidas, como más grandes).
Escuchar
• Su respiración será ruidosa. El inicio de este tipo de respiración indica insuficiencia respiratoria, ya
que en condiciones normales la respiración es silenciosa.
Palpar
Para realizar correctamente la palpación del mismo se colocan ambas manos en la pared torácica y se
deslizan por toda la parrilla costal con suavidad. Si durante la exploración se siente cualquier movimiento
anormal o un pequeño “clic” con dolor estaríamos ante una posible lesión.
Palpar con una mano sobre la otra abarcando toda la parrilla costal y comparando ambos
Hemitórax
El primer interviniente debe iniciar maniobras de Reanimación Cardiopulmonar Básica (no hace falta
buscar si tiene pulso o no), siempre teniendo en cuenta que si se trata de un adulto primero tiene que
llamar para que los servicios sanitarios lleguen cuanto antes al lugar.
Contar siempre con solicitar un desfibrilador, ya que normalmente la causa de una Parada
Cardiorespiratoria en un adulto es una Fibrilación Ventricular (F.V.), cuyo tratamiento es la desfibrilación
(ver capítulo 2 del manual).
Recordar que la RCP es inútil si la respiración y el pulso se detienen debido a una hemorragia intensa
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Si el herido está consciente, pero le cuesta respirar:
Comprobar que ni la ropa ni ningún objeto obstaculicen los movimientos tanto del tórax como del abdomen.
Si hay algo que moleste lo quitaremos con mucho cuidado, siempre que el material no esté pegado al
cuerpo y le hagamos daño.
La posición ideal para que el herido respire mejor es la de semisentado (conocida como Posición de Fowler),
aunque solo lo pondremos así si estamos seguros que no existe ninguna lesión de la columna vertebral (ver
el dibujo siguiente).
Si el herido está consciente, pero vemos que su tórax no se eleva de forma simétrica:
Si una parte del tórax se eleva y la otra no el primer interviniente debe recordar que puede estar ante
una urgencia vital y que lo más importante es que se le preste asistencia sanitaria al herido cuanto antes.
Buscaremos SIGNOS CLÍNICOS DE NEUMOTÓRAX A TENSIÓN (disnea, ansiedad, taquipnea, distensión de
las venas del cuello, disminución de los ruidos respiratorios del lado afecto, timpanismo en la percusión,
disnea, piel pálida, fría, sudorosa con pulsos débiles y rápidos). Estos signos nos tienen que poner alerta y
avisar inmediatamente al equipo Sanitario para que procedan a su descompresión.
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Si hay algún objeto clavado en el tórax:
• Colocaremos alrededor del objeto un apósito, telas, gasas, etc., para que este no se mueva, ya que nunca
debemos sacar un objeto enclavado. Protegeremos también el extremo del objeto para que no se dañe
nadie. Intentaremos que el material que usemos para fijar y cubrir el objeto esté limpio, aunque a veces
en estas situaciones es un poco complicado.
A la hora de trasladar al paciente al medio hospitalario colaboraremos con el personal sanitario a la hora de
movilizar al herido para colocarlo en la camilla bien sea de una ambulancia, helicóptero, etc. Recordaremos
siempre estos dos puntos:
• El herido irá (si no existe daño en la columna vertebral) como se encuentre más cómodo, aunque siempre
intentaremos que vaya semisentado (posición de Fowler).
• Si la persona/as a las que hemos atendido como primeros intervinientes tuvieran heridas en el pulmón
debido a una onda expansiva o hubiesen inhalado gases o humo SIEMPRE TENDREMOS PRESENTE QUE
LOS SIGNOS Y SÍNTOMAS DE INSUFICIENCIA RESPIRATORIA PUEDEN APARECER TARDÍAMENTE, por lo
que es muy importante el saber que ha ocurrido tanto para nosotros como para el personal sanitario para
no llevarnos ninguna sorpresa desagradable.
La cavidad abdominal se divide en dos partes: la cavidad peritoneal (recubierta interior- mente por
una membrana de tipo seroso llamada peritoneo), que contiene a los órganos del sistema digestivo, y
la cavidad retroperitoneal, que alberga los riñones y las glándulas suprarrenales (ver el dibujo situado
en esta página).
Casi todas las vísceras que contiene la cavidad abdominal pertenecen al aparato digestivo. Otros órganos
como el riñón, la glándula suprarrenal y el aparato genital femenino son órganos intra-abdominales,
mientras que el 1/3 posterior del abdomen comprende las vértebras lumbares, el sacrococcígeo y los
huesos ilíacos.
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Debido a su relevancia y a la estructura de esta guía de primera intervención, tanto la pelvis como los
genitales se explican en la segunda parte de este capítulo.
Recordar que el trauma abdominal es el responsable del 10% de las muertes traumáticas. El abdomen
es la región anatómica que alberga un mayor número de órganos (además de tener una superficie
enorme), por lo que podremos encontrar una gran variedad de lesiones de distinta gravedad. En su cara
anterior no existe ninguna protección ósea, por lo que es muy dado a recibir golpes directos, aunque
también se lesiona ante deceleraciones bruscas. Los órganos sólidos se encuentran protegidos por
las últimas costillas, con lo que si alguna de estas se fractura se pueden producir daños en estos
órganos (como por ejemplo en el bazo o en el hígado).
Tendremos muy presente que este tipo de traumatismo representa el mayor porcentaje de muerte evitable
en un paciente politraumatizado por retraso o falta de diagnóstico. No debemos olvidar nunca que un
trauma abdominal puede ser mortal, ya que los órganos abdominales pueden sangrar abundantemente.
Los órganos abdominales sólidos (el hígado y los riñones) sangran profusamente al igual que los principales
vasos sanguíneos (tales como la aorta o la vena cava); los órganos huecos (como el estómago) aunque
no es tan probable que sangren abundantemente presentan un grave riesgo de infección, por tanto,
recordaremos siempre que: tanto la hemorragia como la infección sistémica son las principales causas de
muerte en un trauma abdominal.
El traumatismo abdominal se divide en dos: penetrante (el intestino delgado es el más lesionado) y
cerrado (el bazo es el órgano más lesionado seguido por el hígado), siendo el cerrado el que produce
más mortalidad. Cuando nos encontramos ante un trauma abdominal cerrado el tener asociada una
lesión aparece en el 80% de los casos; este hecho, unido a que la sensibilidad de la exploración física
es muy baja, hace que su diagnóstico precoz sea muy difícil y se subestime en muchas ocasiones este
tipo de traumatismo.
Los accidentes de tráfico son una causa de trauma abdominal cerrado, y aunque los cinturones de
seguridad reducen la incidencia de traumatismos en cabeza y tórax, constituyen una amenaza para los
órganos abdominales tales como el páncreas y los intestinos, los cuales suelen ser comprimidos contra
la columna vertebral.
Con los niños debemos ser especialmente cuidadosos en nuestras valoraciones, ya que estos son
especialmente vulnerables a las lesiones abdominales por los cinturones de seguridad, ya que sus
órganos son más grandes y sensibles que los de los adultos, por lo que se lesionan más fácilmente.
Por ejemplo, en el caso de sufrir una caída, una colisión lateral, un impacto de alta energía, la
compresión del cinturón de seguridad, etc., siempre sospecharemos de la existencia de un trauma
abdominal, y aunque la fiabilidad de la exploración clínica es muy escasa debemos reconocer ciertos
signos y síntomas que nos pueden hacer pensar que estamos ante un trauma abdominal, recordando
siempre que será necesario recurrir a exploraciones diagnósticas complementarias para reconocer si
el paciente necesita cirugía urgente.
La poca fiabilidad de la exploración clínica en un trauma abdominal hace que sean necesarias
exploraciones diagnósticas complementarias
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4.3.1. Qué es lo primero que tiene que pensar el primer interviniente cuando atiende
a un paciente con una posible/evidente lesión abdominal
Cualquier rescatador siempre tendrá en cuenta que:
• Si encuentra una herida en la parte anterior del abdomen debe buscar su correspondiente orificio
de salida.
• Debido a que los heridos que tienen lesiones abdominales suelen vomitar, siempre se estará
preparado y alerta para colocar a la víctima en PLS (si no existe ninguna contraindicación) a fin de
facilitar la expulsión del vómito de la boca.
El abdomen tiene una región anterior, dos laterales y una posterior que hay que explorar
4.3.2. Examen a realizar por el primer interviniente ante una persona con una
posible/evidente lesión abdominal
OBSERVAR
• Cuando nos encontremos ante un accidente de tráfico (si el paciente se encuentra estable) el personal
debe buscar hematomas, heridas o lesiones “en banda” producidas por el cinturón de seguridad.
ESCUCHAR
HABLAR
Mantendremos en todo momento la comunicación con el paciente preguntándole sobre todo qué pasó,
cómo y cuándo.
PALPAR
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4.3.3. Actuación ante una posible/evidente lesión abdominal
En caso de herida abdominal: se cubrirá la herida con un apósito lo más limpio posible (lo ideal es que se cogiera
de la mochila de primera intervención un apósito esterilizado), y se sujetará con un paño o una venda sin apretar
la herida. Si sujetamos el apósito con un paño lo doblaremos y le dejaremos la forma de un triángulo, colocándolo
sobre el apósito y haciendo un nudo flojo con los extremos del paño a un lado de la herida, nunca sobre ella.
Tendremos especial cuidado si el herido tose: si esto ocurre deberemos apretar con firmeza sobre el apósito
para que las vísceras abdominales no sobresalgan por la herida, por pequeña que parezca.
• El rescatador se pondrá unos guantes desechables (no se deben tocar directamente los intestinos
sin protegerse las manos).
• Se cubre la zona con mucho cuidado y sin apretar con un paño o algo que esté lo más limpio posible.
Si hay algún objeto enclavado en el abdomen: NUNCA LO SACAREMOS (ya lo hemos visto anteriormente en
las lesiones torácicas). Lo fijaremos con telas o apósitos improvisados al cuerpo y lo recubriremos para que
nadie se dañe.
Si al realizar la palpación del abdomen tenemos un vientre endurecido y con muchísimo dolor: estamos ante
una situación que se conoce con el nombre de “vientre en tabla”. El rescatador sólo debe saber que el traslado
al hospital de este herido debe ser prioritario, por lo que a la llegada del personal sanitario este les debe alertar
de lo que está sucediendo con él, ya que seguramente la resolución de sus problemas pase por un quirófano.
A la hora de trasladar al paciente al medio hospitalario: colaboraremos con el personal sanitario a la hora de
movilizar al herido para colocarlo en la camilla bien sea de una ambulancia, helicóptero, etc. Recordaremos
siempre que el herido irá en la posición de defensa abdominal (si la situación lo permite). Esta posición
consiste en que el paciente está en decúbito supino o semisentado, pero las piernas las tiene flexionadas
sobre el abdomen apoyándose las plantas de los pies sobre la superficie.
Se define como la pérdida de sangre, plasma y líquidos, donde se pierde más de un 30% del volumen
intravascular.
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• Al tomarle el pulso radial al paciente (nunca con nuestro dedo gordo porque tiene pulso por sí mismo y
nos puede confundir) veremos que cada vez es más rápido (taquicardia) y más débil.
• Al observarle el tórax veremos que éste cada vez se mueve también más rápido (taquipnea).
• Piloerección.
• Una cosa muy importante que cualquier primer interviniente tiene que saber valorar es la tensión arterial
que más o menos puede tener un paciente a través de ver que pulsos están presentes y cuáles no, ya que
este es otro parámetro a tener en cuenta en el shock hipovolémico.
Nota. La tensión arterial que tomamos a la hora de palpar el pulso del paciente es la tensión arterial sistólica
(TAS), lo que todos conocemos como la “alta”.
Aunque como se ha dicho anteriormente este es un parámetro a tener en cuenta, no es de los más
importantes, ya que la hipotensión es un signo tardío del shock, es decir, no nos basaremos en ella en un
principio para saber si un paciente está entrando o no en estado de shock.
Si hay demora en el tratamiento de un shock hipovolémico es porque se valora sólo la tensión arterial del
paciente, cosa incorrecta ya que cuando la TAS es menor de 90mmhg (ya no encontraríamos en la víctima
pulso radial) el shock está ya muy avanzado. Por tanto, y para que a nadie se le olvide, signos y síntomas que
aparecen son: debilidad, sensación de mareo, sed, palidez de piel y mucosas, taquicardia, taquipnea, diaforesis
y pulso filiforme; estos aparecen cuando el shock se está iniciando, pero si aparece hipotensión, alteración del
estado mental o relleno capilar enlentecido, quiere decir que el shock hipovolémico está muy avanzado.
Nota. El relleno capilar (o también conocido como prueba de palidez de la uña) es una prueba rápida que valora
la cantidad de sangre que llega al tejido. Se realiza apretando el lecho de la uña (la mano debe estar siempre
por encima del corazón) hasta que esta se vuelve blanca, momento en el que se quita la presión. Ahora lo que
el interviniente tiene que mirar es el tiempo que tarda la sangre en regresar al tejido (veremos que la sangre
ha vuelto cuando la uña pasa de blanca a rosada, que es su color habitual y normal). Si el tiempo en que la uña
tarda en cambiar de color es mayor a dos segundos se considera que este relleno capilar está enlentecido,
hecho que nos debe llevar a pensar siempre que la persona puede estar sufriendo un shock hipovolémico.
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• Controlaremos en todo momento su evolución (miraremos la piel, le preguntaremos si ha orinado, etc.).
• Aflojaremos todo lo que le pueda apretar con el fin de facilitar la circulación sanguínea.
• Evitaremos que pierda calor corporal (con cualquier prenda de abrigo que tengamos a nuestro alcance).
Colocaremos al herido estirado con la cabeza más baja que los pies. En este caso tenemos dos opciones
para colocarlo (todo ello si está consciente): en posición antishock (tendido boca arriba con las piernas
levantadas si no hay un posible traumatismo de la columna vertebral) o en Trendelemburg (tendido boca
arriba con todo el cuerpo elevado de forma progresiva, quedando siempre los pies más altos que la cabeza).
Siempre tendremos presente que lo prioritario es evacuarlo, ya que la tendencia del shock es siempre a
empeorar, nunca a mejorar.
Una articulación es el punto en los que dos Principales huesos de las extremidades superiores e inferiores.
huesos se unen dotándolos de movilidad. Nos Marcadas con un círculo rojo las principales articulaciones.
permiten doblar (flexión), estirar (extensión) y girar
(rotación); para realizar estos movimientos están diseñadas de diferente manera. Estos diseños son las
articulaciones de bola (en el extremo de ciertos huesos encontramos una especie de bola que gira dentro
de la cavidad del otro hueso. Es el tipo de articulación que encontramos en las caderas o en los hombros, y
permite una gran variedad de movimientos), las articulaciones de bisagra (hacen que los huesos se muevan
como las puertas, adelante y atrás (flexión – extensión). Las encontramos en los codos y en las rodillas) y
las articulaciones llamadas “en silla de montar” (permiten movimientos en dos direcciones, hacia delante
y atrás, de lado o lateralmente. Un buen ejemplo es la articulación del pulgar (metacarpo) con la muñeca).
En la articulación hay unos elementos que protegen los huesos del desgaste continuo que provoca el
rozamiento entre sí (cartílagos), y otros que ligan y mantienen unidas las partes que se mueven (ligamentos).
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En los traumatismos de extremidades deben conocerse las articulaciones, ya que el pilar de la inmovilización
de posibles fracturas requiere inmovilizar la articulación por encima y por debajo de la misma. Por ello, en
la siguiente imagen se detallan las articulaciones más importantes que los primeros intervinientes deben
conocer para inmovilizar una extremidad.
Los músculos están unidos al hueso a través de un tejido resistente e inelástico que son los tendones. Los
músculos son los responsables del movimiento de los huesos.
Hay muchos tipos de músculos en el cuerpo humano, los que se encargan de mover el esqueleto se
denominan músculos esqueléticos y mueven de forma voluntaria los huesos.
Es importante hacer un recuerdo anatómico del sistema vascular de las extremidades, ya que la localización de
los pulsos, tanto en extremidades superiores como inferiores, será necesario para poder realizar una valoración
apropiada de la lesión. En la siguiente imagen, podemos observar las arterias más importantes de las extremidades;
en todo su trayecto tienen pulso, pero en verde se detallan las zonas más comunes para su palpación.
Las arterias son los vasos que parten del corazón. Mantienen la presión sanguínea originada en el corazón de
modo que tienen que tener paredes resistentes para soportarlas. Se contraen y se dilatan, dando lugar al pulso
que palpamos.
Las venas son los vasos de retorno al corazón. Soportan mucha menos presión que las arterias. No están dotadas
de pulso. En ocasiones tienen válvulas que impiden el retroceso de la sangre, sobre todo en las de la parte inferior
del cuerpo. Los movimientos musculares ayudan a este flujo de vuelta. Suelen ser más superficiales que las
arterias.
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4.5.2. Peligros que amenazan la vida
Los traumatismos en extremidades raramente amenazan la vida de forma inminente, pueden ser en
apariencia muy dramáticos e incluso incapacitantes, por ello, no deberán distraer nuestra atención durante
la valoración primaria. Por ejemplo, tratar una lesión de una pierna amputada carecerá de sentido si la
víctima no respira.
Recordar: la vida antes que la función, y la función antes que la estética. Una hemorragia activa y abundante
se tratará durante la valoración primaria, ya que si no se controla supondría un riesgo vital. Es el caso de
las fracturas abierta con pérdida sanguínea al exterior, que deberemos controlar en el momento de su
detección.
Las lesiones de las extremidades producen 2 problemas fundamentales en el ámbito pre hospitalario que
requieren actuación in situ: la hemorragia y la inestabilidad (fracturas y luxaciones).
4.5.3. Hemorragias
La hemorragia puede ser desde espectacular hasta inexistente. La cantidad y velocidad de sangre que se
pierde determinará la capacidad de la víctima para compensar dicha pérdida, si no es capaz, entrará en
estado de shock con un notable empeoramiento del pronóstico. Por tanto, definiremos el shock hemorrágico
como la incapacidad de contrarrestar, con nuestros mecanismos naturales de defensa, la pérdida sanguínea
respecto al volumen total de sangre. Las víctimas que entren en estado de shock y no se reanimen de forma
agresiva, bien con fluidos, transfusiones de sangre o quirófano sólo les quedará una fase más de deterioro,
la muerte. A continuación, en la tabla que se adjunta, veremos la clasificación del shock hemorrágico, que
se divide en cuatro clases en función de la cantidad de sangre perdida:
En esta tabla hay parámetros que como primeros intervinientes no se tienen porque conocer y corresponden
al equipo sanitario, pero sirve como orientación en la comprensión de la evolución del shock conforme se
va produciendo la pérdida de sangre.
El shock hemorrágico es un peligro potencial de algunas lesiones músculo-esqueléticas, bien sea por
laceración directa de los vasos o por fracturas de huesos como pelvis o fémur, ya que a estas últimas se les
asocia en ocasiones suficiente sangrado como para causar shock.
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Las hemorragias pueden ser internas o externas:
• Hemorragias internas
Frecuentes en este tipo de traumatismos, ya que las fracturas suelen acompañarse de pérdidas sanguíneas
internas originadas bien por una lesión de los vasos principales, rotura muscular asociada o en la propia
médula ósea de los huesos fracturados. La siguiente tabla muestra de forma aproximada la pérdida en ml
en los diferentes tipos de fracturas.
• Hemorragias externas
Sobre todo, la arterial (salida pulsátil) se tiene que identificar en la valoración primaria, ya que requiere
una actuación inmediata. En general este tipo de hemorragias son fáciles de identificar, pero en ocasiones
la ropa de la víctima (gruesa y oscura) dificulta esta tarea. También es importante estimar el volumen de
sangre perdido ya que, como primeros intervinientes en rescates, al extraer a la víctima del vehículo o zona
del accidente, dejaremos detrás las perdidas sanguíneas producidas hasta ese momento y será de gran
utilidad para el equipo sanitario conocer de forma aproximada esa cantidad, como valor de predicción del
shock y agresividad en cuanto a la reposición de volumen.
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localizaciones; por ejemplo, para hemorragias inguinales o axilares el Sam ® Junctional Tourniquet o el
Abdominal Aortic and Junctional Tourniquet.
• Indicaciones
• Entornos hostiles: tanto por peligros que afecten a los intervinientes como a las víctimas.
• Características
Para un uso seguro del torniquete, éste deberá poseer las siguientes características, éstas son comunes
tan en dispositivos comercializados como improvisados:
• Lugar de aplicación: El mejor lugar para su aplicación es la zona más proximal de la extremidad, ya
que deberemos tener en cuenta, la posibilidad de colocar un segundo torniquete en el supuesto caso
que el primero fuera insuficiente en el control de la hemorragia.
• Tensión a la que se aplica: debe estar colocado con la presión suficiente que detenga la hemorragia.
Existe relación directa entre el tamaño del miembro afectado y la presión que requiere, por lo tanto,
se requerirá mayor presión en el muslo que en el brazo.
• Tiempo de aplicación: el mínimo posible, idealmente no más de 2-4 horas. En las últimas
recomendaciones, se ha ampliado a 4 horas, el tiempo hasta que aparecen efectos secundarios
derivados del uso del torniquete.
No se debe aflojar el torniquete cada cierto tiempo con el fin de devolver el riego sanguíneo al
miembro, ya que debe hacerse de forma lenta y controlada para evitar riesgos, como por ejemplo,
que vuelva a sangrar.
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4.5.4. Inestabilidad
Las 2 lesiones traumáticas que causan inestabilidad del hueso afectado son las fracturas y las luxaciones.
• Luxaciones
Se llama luxación (se puede ver en las dos imágenes de esta misma página) a la separación de las superficies
óseas que forman una articulación. Se caracteriza por:
• Deformidad en la articulación.
• Impotencia funcional.
• Dolor.
• Inflamación.
Las luxaciones en grandes articulaciones no suponen una amenaza para la vida, pero sí una emergencia
por el compromiso neurovascular (de los nervios y los vasos sanguíneos) que producen, pudiendo conducir
incluso a la amputación del miembro.
• Fracturas
La fractura es la pérdida en la
continuidad del tejido óseo.
Además del propio hueso quedan
afectadas otras estructuras de
alrededor, dando como resultado
hemorragia y edema de tejidos
blandos, además de posibles
lesiones en nervios y músculos.
Por ello, la inmovilización en las
fracturas reduce el riesgo de
que se agraven las lesiones y
además reduce el dolor.
Fractura abierta tibia. Radiografía fractura bilateral tibia y peroné.
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Las fracturas pueden ser abiertas, cuando un fragmento óseo fracturado rompe la continuidad de la piel
produciendo una herida próxima al foco de la fractura quedando expuesto el hueso, o cerradas, cuando no
atraviesan la piel.
• Hematomas.
• Impotencia funcional.
Toda fractura requiere inmovilización. Es la forma más inmediata de disminuir el dolor y evitar que se
agraven lesiones existentes.
Por ello, a continuación, se detallan los principios básicos de la inmovilización de las extremidades
que deberemos cumplir, bien con dispositivos comercializados, bien con los recursos de los que
dispongamos (sábana, tablas rígidas, miembro adyacente no fracturado, etc.).
Los dispositivos comercializados son denominados férulas, existe una amplia gama de modelos, de
materiales y formas más adecuadas al tipo de fractura. Férulas rígidas o semirrígidas:
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4.5.5. Principios básicos para la inmovilización
El objetivo principal de la inmovilización es prevenir el movimiento de las puntas rotas del hueso.
Por ejemplo, durante la excarcelación en un accidente de tráfico, se movilizará en bloque (EJE: CABEZA-
CUELLO-TRONCO) y si se sospecha o detecta alguna fractura en miembros, se inmovilizará manualmente
y de forma inmediata (pudiendo usar almohadillados, tipo sábanas) hasta que se coloque la férula y con
especial cuidado durante la extracción.
Si disponemos de férulas se usarán, si no se recurrirá a férulas improvisadas (o manuales) que cumplan los
requisitos de inmovilización:
Excepciones: ausencia de pulso en la extremidad y víctimas que no puedan ser trasladadas por la extraña
posición del miembro.
• Comprobar tanto la sensibilidad como el pulso antes y después de inmovilizar: si desaparecen volver
a la posición anterior.
• Si la extremidad está muy deformada y los pulsos ausentes, aplicaremos una ligera tracción en
un intento de estirarla, si se nota resistencia, detendremos esta maniobra dejándola en la posición
encontrada.
• Para inmovilizar cualquier hueso largo se deberán inmovilizar las dos articulaciones contiguas, es
decir, la articulación por encima y la articulación por debajo de dicha lesión.
• Cuando existan heridas abiertas junto con la fractura, se cubrirán con apósitos estériles (o lo más
estéril posible) y nunca empujaremos hacia dentro las puntas óseas.
Otra opción, en las fracturas de miembros inferiores, es inmovilizar el miembro afectado junto al miembro
no lesionado, ya que así éste actuará cómo tutor.
• Fracturas de fémur
Este tipo de fracturas merecen mención especial, ya que, tanto el hueso del fémur como la musculatura
que lo rodea pueden causar abundante sangrado. Al producirse la fractura, los músculos de alrededor se
contraen, moviendo los extremos óseos afilados y produciendo un desgarro en dicho tejido muscular.
Por todo ello, en estas fracturas (tanto abiertas como cerradas) existe un elevado riesgo de sangrado y un
dolor intenso; la inmovilización de la lesión nos ayudará a reducir o mitigar dichos síntomas.
• El fémur se suele fracturar en el tercio medio de la diáfisis, es decir, en el tercio medio de su eje largo.
• Suelen asociarse con fracturas y/o luxaciones de cadera. Atención a las fracturas bilaterales de
fémur, ya que, puede ocasionar una pérdida de sangre de más del 50% del volumen corporal y la
muerte de la víctima.
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Atención a las fracturas bilaterales de fémur, ya que, pueden ocasionar una pérdida de sangre de más del
50% del volumen corporal y la muerte de la víctima.
• Fractura/luxación pélvica
Las fracturas de pelvis son otra causa de hemorragia interna importante, ya que es una zona donde
existen muchos vasos sanguíneos y pueden ser desgarrados por la propia fractura. Como es una
cavidad hueca grande, dicha hemorragia puede pasar inadvertida y tardar en dar signos externos de
pérdida sanguínea.
Tendrá que realizarse la exploración ejerciendo una suave presión sobre las crestas ilíacas, primero hacia
dentro y segundo hacia fuera, si existe dolor en la primera presión hacia dentro NO se hará la segunda,
ya que, podríamos agravar la lesión existente. Se inmovilizará manualmente hasta la colocación de un
dispositivo inmovilizador.
Las fracturas de la pelvis pueden variar desde menores o menos graves, hasta complejas o muy graves.
Dado que la pelvis es un hueso muy duro, su fractura suele estar provocada por mecanismos de alta energía,
por lo que se asocian con otras lesiones tales como TCE, lesiones huesos largos, lesiones torácicas, roturas
uretrales, traumatismos esplénicos, renales o hepáticos.
• Y por último las fracturas por cizallamiento vertical (5-15%), por ejemplo, las caídas desde altura.
Estas últimas son las de mayor riesgo de hemorragia interna, ya que una mitad de la pelvis es
separada de la otra provocando grandes desgarros en los vasos sanguíneos de la zona.
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Ya que en las fracturas pélvicas siempre hay una posibilidad elevada de sangrado interno severo, este puede
disminuirse mediante la inmovilización circunferencial de la pelvis, bien sea con dispositivos improvisados
como una sábana, el chaleco Ferno K.E.D (K.E.D.® - Kendrick Extrication Device) colocado de forma inversa
o con dispositivos comercializados como la férula pélvica hinchable.
La luxación de cadera es muy frecuente en los accidentes de tráfico frontales, ya que las rodillas impactan
contra el salpicadero, provocando la salida de la cadera fuera de la cavidad pelviana en su porción posterior.
Por ello, ante cualquier lesión de rodilla revisaremos cuidadosamente la cadera. En la luxación de cadera,
la víctima será incapaz de tolerar la pierna extendida, se inmovilizará en la posición más cómoda posible
usando almohadillado y la pierna no lesionada como tutor.
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4.5.6. Valoración de traumatismos en extremidades
La amputación traumática puede ser completa (cuando existe una separación total del segmento con
respecto al resto del cuerpo) o parcial, es decir, incompleta (donde queda algo de tejido de conexión, pero
hay separación completa de los vasos principales y al menos el 75% de las partes blandas).
Las amputaciones traumáticas suelen tener su origen en los accidentes, bien sean de tráfico, agrícolas o
laborales, también en zonas donde se producen catástrofes naturales o conflictos bélicos. Por ello, tienen
diferentes mecanismos de lesión, que son por corte, avulsión (arrancamiento), o aplastamiento. Estos 3
mecanismos de lesión nos condicionarán en gran medida la viabilidad del miembro para su reimplantación,
ya que es más favorable la reimplantación en una amputación por corte limpio que por arrancamiento (este
último implica el desgarro de las partes blandas y la elongación de los vasos y nervios). Las amputaciones
son lesiones que conllevan una gran pérdida sanguínea, aunque puede suceder que cuando lleguemos a la
escena no haya gran pérdida, esto se debe a la vasoconstricción que se produce en el muñón, porque las
terminales de los vasos sanguíneos se constriñen.
¿Qué hacer?
El aspecto de una amputación puede ser horrible, pero esto no nos debe distraer al realizar la valoración
primaria (ABCD).
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Diferenciaremos entre los cuidados al muñón (parte del miembro que queda adherida al cuerpo) y al
miembro amputado.
• Cubrir el muñón con compresas estériles (o del material más estéril del que dispongamos).
Localizar y recoger todas las partes, incluso fragmentos óseos y piel: ya que, aunque no se pueda reimplantar
el miembro pueden resultar útiles para la reconstrucción de la extremidad.
Traslado en condiciones óptimas. Este punto es muy importante, ya que de él dependerá que aumente la
viabilidad del reimplante, por lo tanto, deberemos de esforzarnos por conseguir realizar el transporte según
las recomendaciones:
1. Lavar el miembro amputado con agua (a ser posible fría), o con Suero Fisiológico al 0,9%.
2. Cubrir el miembro amputado con gasas u otro material lo más estéril posible, humedecidas.
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3. Meterlo en una bolsa de plástico u otro recipiente que se cierre herméticamente. La finalidad con este paso
es evitar que la parte amputada entre en contacto directo con el hielo y se produzca congelación del mismo.
4. Preparar un recipiente u otra bolsa (con tamaño suficiente para dar cabida al miembro amputado), con
hielo y agua en una proporción 2:1 (2 de hielo + 1 de agua). La temperatura ideal del recipiente que
contiene al miembro es de 4ºC, y esto se consigue con esta proporción.
Transportaremos al paciente junto con el miembro amputado, a excepción de los casos en los cuales no
se ha encontrado el miembro y la situación vital del paciente requiera una evacuación inmediata al centro
hospitalario. En estos casos, el personal que se quede en el lugar para su localización deberá tener claro el
hospital al que se han llevado al paciente.
El tiempo de isquemia caliente, es decir, el tiempo en que los tejidos no vascularizados pueden ser viables
tras ese periodo, es de unas 6-8 horas. Ahora bien, ese periodo puede incrementarse hasta las 12 horas si
las condiciones de conservación son las idóneas, llamándose entonces isquemia fría.
Como excepción las amputaciones menores, como el caso de las digitales, donde el tiempo de isquemia
caliente está en las 12 horas y el de isquemia fría en las 24 horas.
Tenemos que tener en cuenta que el dolor en este tipo de lesiones es intenso. En algunas ocasiones el
paciente puede referir dolor en la extremidad ausente, es el dolor en el miembro fantasma, aunque no suele
aparecer en los momentos iniciales.
¿Qué no hacer?
• Comunicar de forma precoz la pérdida del miembro al paciente, hay ocasiones en las que el paciente
no está preparado psicológicamente para afrontarlo de forma tan repentina, en estos casos el primer
interviniente deberá tranquilizarlo diciéndole que hay que esperar a una valoración y tratamiento.
• Síndrome de aplastamiento
El síndrome de aplastamiento es la repercusión que las lesiones por aplastamiento tienen a nivel de nuestro
organismo, es decir, las consecuencias que tiene la compresión prolongada de los músculos y tejidos.
Esta compresión, provoca una necrosis (muerte) muscular por isquemia (falta de perfusión) y la consiguiente
liberación de sustancias (mioglobina, proteínas, fósforo). A este proceso se le denomina Rabdomiólisis, por
ello al síndrome de aplastamiento también se le llama Rabdomiólisis traumática. El principal problema
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cuando existe un aplastamiento del miembro radica en el momento en que éste es liberado de la compresión,
ya que se liberan de forma brusca al torrente sanguíneo las sustancias derivadas de la destrucción del
músculo, llegando a resultar tóxicas para el paciente, causándole arritmias e insuficiencia renal. Se produce
un edema en los músculos del miembro que no han sido destruidos, lo que provoca un reclutamiento del
líquido intravascular que se acumula en la zona, produciendo un estado de shock por pérdida del volumen
corporal (como en el shock hipovolémico).
1. Tiempo de compresión:
no liberar aplastamientos que lleven más de 15 minutos, si no han llegado los equipos sanitarios. Si la
liberación se produce en menos de 1 hora, no suele producir lesiones definitivas.
Si la liberación se produce en 4 horas o más, serán lesiones graves porque se produce necrosis de los tejidos.
2. Cantidad de músculo afectado: a más cantidad peor, por ello los aplastamientos en los miembros
superiores tienen mejor pronóstico que lo de los inferiores, ya que estos últimos tienen mucha masa
muscular. Mención especial a los aplastamientos en las regiones del tronco, que no suelen ser viables
por las lesiones de órganos vitales que conllevan.
3. Fuerza de la compresión.
4. Temperatura: el frío a nivel local del miembro aplastado retarda la aparición de lesiones.
¿Qué hacer?
• Lo principal es llevar a cabo una descompresión progresiva del miembro afectado. Debemos evitar
que la embolada de sustancias descargadas por el músculo tras liberarlo sea rápida.
• Tener en cuenta que el equipo sanitario iniciará antes de la maniobra de liberación la administración agresiva
de líquidos intravenosos, con el fin de evitar el shock y la toxicidad que se producen al descomprimir.
• Hipotermia local (si disponemos de hielo, con precaución de no producir quemaduras por congelación).
¿Qué no hacer?
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• Liberar el miembro sin esperar al equipo sanitario y en caso de que no pudiera demorarse, realizarlo
sin las medidas oportunas descritas anteriormente.
• Síndrome compartimental
El síndrome compartimental también suele aparecer como resultado de las lesiones por aplastamiento. Las
extremidades contienen a los músculos en compartimentos, estos están rodeados de tejido poco elástico, y
cuando existe una compresión prolongada y fuerte de un miembro, bien por aplastamiento, fracturas, férulas,
yesos, etc., estos espacios cerrados pueden sangrar e inflamarse, provocando un aumento de presión que afectará
a la irrigación del mismo, llegando a imposibilitarla y causando necrosis tanto del músculo como de los nervios. Los
signos y síntomas presentes en el síndrome compartimental se pueden recordar con la regla de las 5 “P”:
• Pain (dolor).
• Parestesia (hormigueo).
• Pulsos ausentes.
• Palidez cutánea.
El dolor en estas lesiones se suele agravar al realizar el estiramiento pasivo de uno de los dedos de la mano
o el pie, dependiendo de donde esté la lesión. Las dos primeras son las de más rápida aparición, el resto
tardan más pero su aparición es un signo de gravedad.
¿Qué hacer?
El tratamiento de este tipo de lesiones es bastante limitado en el área de rescate, ya que requiere de tratamiento
hospitalario que consiste en realizar lo que se denomina fasciotomía (sección quirúrgica de la fascia del músculo).
¿Qué no hacer?
Ya que no es una lesión que amenace la vida, no se deberá perder tiempo en la detección de este síndrome.
• Extremidad catastrófica
Casi en su totalidad, las extremidades catastróficas presentan fracturas abiertas graves, con desgarro
de vasos sanguíneos y músculos, lo que conlleva una importante pérdida sanguínea y el riesgo de que el
paciente entre en estado de shock.
¿Qué hacer?
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¿Qué no hacer?
• No atender las situaciones de riesgo vital, por el impacto visual del miembro catastrófico.
• No dar al miembro catastrófico los cuidados que requiere cualquier fractura de la extremidad, es
decir, dar al miembro por perdido y tratarlo sin cuidado.
Los riñones están protegidos externamente por las costillas inferiores, los uréteres por la columna y
los músculos, y la vejiga, cuando está vacía, por la pelvis. Esto hace que no sean muy vulnerables frente
a traumatismos directos, pero si frente a traumatismos indirectos (como las fracturas de costillas, de
la médula o pélvicas); por ello, y como su detección en la escena es difícil, ante cualquiera de este tipo
de fracturas (donde estén implicadas fuerzas de alta energía) sospecharemos de lesiones en el tracto
urinario.
Por el contrario, los traumatismos de los genitales son más vulnerables frente a los traumatismos directos
y menos como consecuencia de los indirectos.
Tener en cuenta que los riñones reciben un importante porcentaje del flujo sanguíneo del corazón, y por lo
tanto cualquier lesión tanto directa como indirecta en este órgano puede causar una hemorragia interna
con riesgo para la vida. Por ello, sospecharemos de una lesión renal ante la presencia de:
• Fracturas costales.
• Fracturas de pelvis.
El sistema urinario está formado por: los riñones, que son los órganos encargados de la filtración de la sangre
y posterior formación de la orina. Hay dos riñones situados en la parte dorsal de la cavidad abdominal. En
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cada uno de ellos ingresa una arteria, la arteria renal y sale una vena, la renal. De cada riñón sale un uréter.
Los uréteres son los encargados de transportar la orina hasta la vejiga. En la vejiga se almacenará hasta su
expulsión y por la uretra saldrá al exterior.
En cuanto al aparato genital (tanto femenino como masculino) recordar que consta de varios órganos, unos
internos y otros externos, cada uno con una función.
Los externos son los que recordaremos: en mujeres la vagina y la vulva, y en hombres el pene y los testículos.
Estos dos signos son consecuencia de una lesión en la médula espinal, que al sufrir una interrupción de la
misma tiene, entre otras manifestaciones, la relajación de los esfínteres, tanto urinarios como intestinales
y la erección del pene. Por tanto, son dos signos de mal pronóstico para la víctima, ya que las lesiones
medulares son irreparables y probablemente tengan más síntomas asociados a este tipo de traumatismos
de la columna.
¿Qué hacer?
• Especial cuidado con el lenguaje empleado en lesiones genitales por repercusión psicológica.
¿Qué no hacer?
• No inmovilizar la pelvis ante sospecha de fractura, por temor de provocar o agravar las lesiones
genitourinarias.
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Por ello, y sin ánimo de ser exhaustivos, vamos a comentar algunas breves nociones acerca de la mecánica
de un parto normal y de cuál tendría que ser nuestra actitud en cada fase.
Conocer cuál es el desarrollo de un parto normal nos puede servir en un momento dado para asistir de la
manera más adecuada al mismo y nos permitirá también distinguir situaciones en las que el parto no se
está desarrollando con normalidad, para tomar las decisiones correctas.
Un parto normal a término se desarrolla por medio de tres fases o periodos consecutivos.
Al comienzo de este periodo se produce la expulsión de un tapón mucosanguinolento que cierra el cuello
uterino durante el embarazo.
Antes, durante, o al terminar este periodo se producirá la rotura de la bolsa de las aguas en forma de líquido
acuoso viscoso (entre 250 y 500 ml).
Durante el desarrollo de este periodo se producen las contracciones uterinas, que se perciben como
dolorosas por la parturienta y cada vez menos espaciadas en el tiempo, desde cada 20 minutos a cada 5
minutos.
Si queremos ayudar nos lavaremos cuidadosamente las manos hasta los codos y nos colocaremos guantes
de látex o de vinilo.
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Colocaremos unos paños o toallas bajo las nalgas de la mujer, creando un espacio lo más limpio posible en
esta zona.
Si al comenzar el parto, lo primero que asoma por la vulva no es la cabeza del feto, trasladar
urgentemente a un centro sanitario
• SALIDA DE LA CABEZA
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Cuando aparecen los hombros, puede llevarse muy suavemente la
cabeza del niño hacia abajo para permitir que se libere el hombro
superior.
Sujetar al bebé con la cabeza boca abajo para que elimine el moco
de la boca y la nariz, y limpiárselas con un paño o gasa limpios.
Normalmente, el bebé comienza a llorar y respirar espontáneamente.
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No se debe tirar nunca del cordón umbilical para provocar su salida. Una vez expulsada la placenta
deberemos conservarla para su inspección por el médico.
Por último, limpiar la vulva materna, colocar un apósito y entrecruzar las piernas de la madre elevándolas
ligeramente, situándola en la llamada posición de Fritz.
5.2. PEDIATRÍA
5.2.1. INTRODUCCIÓN
Hemos querido empezar este capítulo con esta frase porque en ella se resume la mayoría de los errores que
podemos cometer al encontrarnos ante un accidentado pediátrico. Su fácil manejo por peso y complextura
no quita para que sigamos los mismos pasos y observaciones que ante un accidentado adulto.
Los gestos heroicos, las prisas y el nerviosismo no debe conducirnos a frases como: “Ya puedo yo solo con
él”, “Vosotros ocupaos de los padres que yo solo me encargo del niño”. Su valoración correcta, su excarcelación
precisa según su sistema de retención deben seguir la sistemática que veremos a lo largo del capítulo.
Además, nadie hace nada solo.
Los accidentes de tráfico son la primera causa de fallecimiento en niños en menores de cuatro años, según
la Asociación Española de Pediatría y recogidos por la Dirección General de Tráfico (DGT). En comparación
con Europa, un menor español tiene un 42% más de probabilidades de morir en un accidente de tráfico que
la media de la UE-20 y más del doble que en países como Suecia o Alemania.
Diversos estudios demuestran que todavía hay muchos menores que viajan incorrectamente en el
vehículo.
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Estudios realizados sobre análisis de historias clínicas nos demuestran que los niños sufren más accidentes
en zona urbana, fines de semana y verano. Es en estos períodos de tiempo y lugares donde se aconseja
extremar la precaución.
Los niños y jóvenes constituyen el patrimonio vital de una sociedad; por ello, las consecuencias de las lesiones
traumáticas se magnifican cuando son las víctimas de accidentes y enfermedades. Sus características
peculiares los hacen proclives en muchos casos a actividades que llevan implícito el riesgo de accidente:
escuelas y colegios, complejos deportivos, áreas recreativas (parque de atracciones, ferias, etc.), sin olvidar
los habituales entornos de riesgo como son el hogar y la seguridad vial.
Uno de los criterios clásicos que definen el nivel de desarrollo de un país es el de la mortalidad neonatal
e infantil. Queremos recalcar que la muerte en los niños que han sufrido un trauma ocurre por lo general
instantáneamente o a los pocos minutos como resultado de severas lesiones o bien a los pocos días como
resultado de un compromiso funcional progresivo y grave del sistema nervioso central. Este dato debe
hacernos reflexionar sobre la importancia vital de una aproximación y manejo exquisitos de estas víctimas
en una primera intervención.
La prevención primaria (previa al momento del accidente o trauma) es, sin lugar a dudas, el mejor y más
económico modo de enfocar el tratamiento del accidente como enfermedad evitable. Sin embargo y,
desafortunadamente, nuestra labor se centra en la mayoría de las ocasiones en la prevención secundaria,
que incluye la cadena de cuidados una vez ocurrido el accidente y se compone de tres fases principales,
a saber: pre hospitalaria, hospitalaria y rehabilitación. En el marco pre hospitalario nos enfrentamos a
situaciones críticas en las que hay que definir criterios diagnósticos y cuidados generales con rapidez y
eficiencia, poniendo especial interés en no agravar las lesiones producidas por el accidente ni añadir nuevas
por omisión o comisión. Aquí es donde actuaremos como primeros intervinientes.
• Recomendaciones generales
Los primeros treinta minutos después del accidente son extremadamente importantes para la evolución
posterior del paciente pediátrico y por ello este lapso de tiempo es denominado la “media hora de oro”. En
nuestro proceder como auxiliadores iniciales debemos ser sistemáticos y seguir un protocolo estandarizado y
eficaz, teniendo en cuenta nuestras propias limitaciones para ello. El cuidado del paciente pediátrico implica:
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3. Estabilización.
4. Triaje.
6. Transporte eficiente.
Se define como paciente politraumatizado a aquel cuyas lesiones involucran dos o más órganos o bien uno o más
sistemas. Dentro de éstos últimos se incluye la esfera psíquica. Ésta constituye un componente muy importante
y, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones es el “gran olvidado” en el momento de la intervención, ya de por
sí habitualmente estresante. El paciente traumatizado, si no está inconsciente, está muy asustado y a veces
tiene verdadero pánico. Esta es la primera respuesta global de una persona frente al trauma en sus diferentes
expresiones psicológicas: miedo, ansiedad, llanto, dolor, sensación de soledad o abandono al no percibir cerca
a seres queridos (en este caso a los padres o responsables de su cuidado). Estas reacciones pueden generar
modificaciones en los signos vitales que es necesario tener en cuenta para evitar diagnósticos erróneos como,
por ejemplo, considerar taquicardia (frecuencia cardíaca elevada) en un lactante con 150 pulsaciones/minuto.
La forma de hablarle a un niño, de explicarle lo sucedido y lograr su colaboración requiere paciencia, empatía,
cordialidad y lenguaje adaptado a cada edad. Además, hay que demostrar una serena firmeza para poder
comunicarse con él y transmitirle confianza. Conviene recordar que en los niños las situaciones traumáticas
comprometen su desarrollo posterior más allá de las secuelas físicas.
Nunca olvidar la cautela en el manejo psicológico del niño. Hay que empatizar y transmitir
confianza con un lenguaje adaptado a su edad
La edad de la víctima define condiciones físicas, fisiológicas y psicológicas muy importantes y variadas que
lo diferencian del adulto. La simple realidad del tamaño físico es un hecho evidente. La menor masa corporal
hace que la energía de un impacto se transfiera y sea absorbida en una masa corporal pequeña. El tamaño
del cuerpo determina que por unidad de superficie existe una mayor concentración de órganos y esto hace
que las lesiones producidas por el impacto puedan ser mayores a lo esperado.
La elasticidad y flexibilidad de los tejidos permiten un daño de vísceras sin lesiones externas. Por ejemplo,
un niño puede tener una severa contusión cardio-pulmonar sin fracturas costales o una lesión de la médula
espinal sin compromiso visible de la columna vertebral. Los huesos están en proceso de calcificación y
existen abundantes núcleos de crecimiento, que podrían confundirse con fracturas sin serlo y que, en
cambio, su lesión afectará al normal desarrollo de dicho hueso.
Nunca manipular a la víctima pediátrica sin el material y los conocimientos precisos para
evitar agravar las lesiones existentes
Una víctima pediátrica es fácil de trasladar y/ o mover, pero esto puede ser causa de graves lesiones durante
los movimientos de atención, resucitación o traslado. Es muy importante recordar este punto, ya que es
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habitual encontrar situaciones en las que la tendencia natural del
adulto ya sea familiar o primer interviniente, sea la manipulación
del niño sin la aplicación de las medidas preventivas necesarias
para evitar el agravamiento de las lesiones, en muchas ocasiones
no visibles como decíamos anteriormente.
En los niños, la masa craneofacial es comparativamente más grande que en los adultos; por ejemplo, hasta
los cuatro años llega a representar el 20% de la superficie corporal. Por ello, los traumatismos en esta región
son más frecuentes (hasta en dos tercios de los casos) y potencialmente más graves (más del 90% de los
fallecidos presentan lesión del sistema nervioso central*).
Tanto una información exploratoria precisa como una correcta actuación posterior serán de gran utilidad al
equipo sanitario especializado que acuda al lugar de la emergencia después de nosotros.
• Evaluación primaria
A – Vía aérea
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• La zona más estrecha es el cartílago cricoides en menores de 8 años (tubos no balonados) y cuerdas
vocales en mayores de 8 (-› tubos con neumotaponamiento).
Podemos considerar una vía aérea permeable con ventilación suficiente y perfusión cerebral adecuada en un
niño consciente que llora o responde coherentemente. La agitación o la cianosis (coloración azulada) indican
hipoxia (bajo contenido de oxígeno en sangre). Si percibimos ruidos anormales en la respiración del niño
sospecharemos obstrucción, situación que requiere actuación inmediata (por este orden) con la administración
precoz de oxígeno, la inmovilización cervical bimanual o con collarín y la apertura de la vía aérea.
Las maniobras de apertura de vía aérea son idénticas a las del adulto (tracción mandibular y desplazamiento
anterior de la mandíbula). Una vez realizada la apertura podemos trabajar sobre la vía: barrido digital,
aspiración de secreciones, colocación de cánula orofaríngea (tubo de Guedel) con la salvedad que en
menores de 8 años debe introducirse con la convexidad hacia abajo. En el caso de retirada de casco
precisándose maniobras de apertura de vía aérea, se debe mantener cabeza y cuello alineados en posición
neutra mientras se realiza la técnica descrita en otro capítulo de este manual.
Como maniobras avanzadas sobre la vía aérea podemos citar la intubación oro/nasotraqueal, la punción
cricotiroidea o la cricotiroidotomía percutánea, cuyo objetivo principal es el aislamiento definitivo de la vía
aérea, para garantizar una oxigenación completa con una ventilación segura.
B – Ventilación
Aunque se empleen casi indistintamente, los términos “respiración” y “ventilación” son conceptos distintos.
La respiración comprende el proceso de obtención y extracción de oxígeno atmosférico para el intercambio
gaseoso, mientras que la ventilación hace referencia exclusivamente el movimiento cíclico de aire hacia los
alveolos y a la inversa (inspiración y espiración). Una vez asegurada la vía aérea en el niño politraumatizado
debemos considerar una adecuada ventilación (no siempre garantizada) antes de seguir evaluando.
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El esqueleto torácico, muy elástico en los niños por su alto componente cartilaginoso, alberga importantes
estructuras vásculo-nerviosas y órganos, como son el corazón, los grandes vasos sanguíneos, los pulmones
y su pleura, el esófago y el conducto torácico, así como parte del diafragma (recordar que en el niño la
respiración es básicamente diafragmática). Es imprescindible una integridad anatómica y funcional del
mismo (movilidad completa y simétrica) para evitar un compromiso de la función respiratoria.
Reseñaremos que la frecuencia respiratoria varía, al igual que otras constantes, dependiendo de la edad del
niño siendo normales unas 40 respiraciones/minuto en el lactante, alrededor de 30 respiraciones/minuto
en el niño mayor y entre 16-20 respiraciones/minuto en el adolescente.
Un niño consciente pero intranquilo y excitado puede padecer carencia de oxígeno en la sangre (hipoxia),
mientras que si está obnubilado muestra signos de elevada concentración de dióxido de carbono (CO2) en
sangre (hipercapnia). Ambas situaciones requieren actuación urgente para corregirlas. Si además observamos
una coloración azulada de piel y mucosas debemos identificar una ventilación insuficiente, hecho que requerirá
un apoyo ventilatorio por nuestra parte (habitualmente con mascarilla facial y bolsa resucitadora conectada a
una fuente de oxígeno). En el niño inconsciente hay que exponer por completo nariz-boca-tórax y comprobar
tanto la exhalación de aire como los movimientos torácicos acompasados y simétricos.
La observación e inspección del tórax se siguen de la palpación del mismo, determinando zonas de
traumatismo, asimetría o descompensación en las expansiones torácicas que orienten a lesiones graves
(neumotórax, volet costal, fracturas costales…). Por último, con la auscultación se pretende descartar
“ruidos” anormales en el interior de la caja torácica.
En el caso de requerir ventilación manual con mascarilla facial y bolsa auto hinchable, éstas deben tener unas
características particulares. La mascarilla facial debe ser transparente, de forma redonda en neonatos-lactantes
y piramidal en niños, y con reborde auto inflable (mayor espacio muerto, pero mejor adaptabilidad a la cara de
los pacientes pediátricos). La bolsa resucitadora varía en su tamaño desde los 250 ml para lactantes hasta los
1500 ml de capacidad (aunque no suele precisarse más de 750 ml), pero todas deben incluir bolsa-reservorio de
oxígeno (que aumenta la concentración de oxígeno desde un 40% hasta un 80% para volúmenes altos, del orden
de 12 a 15 litros/minuto) y carecer de válvula de sobrepresión (o tener una pestaña que permita cerrarla). Hemos
de procurar una expansión torácica suave que no favorezca el paso de aire al estómago, con el consiguiente
riesgo de vómito y broncoaspiración, además de un control exquisito de la presión/volumen administrados para
evitar lesiones yatrógenas (provocadas por nuestra actuación) sobre el frágil sistema respiratorio del niño.
Por último, apuntar que, debido a la distensión aguda gástrica que se produce con frecuencia en el niño
politraumatizado, resulta muy útil la colocación de una sonda nasogástrica (vía orogástrica en el caso de
sospecha de fractura de base de cráneo) para mejorar considerablemente el patrón ventilatorio del accidentado.
• En apnea: ventilación con mascarilla facial y bolsa resucitadora con oxígeno al 100%
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C – Circulación
En este apartado describiremos el proceso de “shock”, prácticamente una constante en los accidentados
y/o politraumatizados. Debemos ser capaces de reconocerlo, si es posible identificando la causa y, en
algunos casos, iniciar el tratamiento. Nos referiremos al shock hipovolémico, de causa hemorrágica, por su
frecuencia y gravedad. Este estado clínico ha sido descrito en profundidad en el capítulo correspondiente.
A continuación, reseñaremos las principales peculiaridades que presenta el accidentado pediátrico en la
fisiopatología y el manejo del shock.
El shock hemorrágico se clasifica en cuatro clases en función de las pérdidas calculadas de volumen
sanguíneo y va desde menos del 15% (clase I) hasta pérdidas mayores del 40% en la clase IV.
¿QUÉ VEMOS?
• Frecuencia cardíaca (FC): podemos medir la frecuencia cardíaca al valorar los pulsos (ver más adelante). La
taquicardia (frecuencia superior a la normal) es un signo típico en el niño politraumatizado ya que el gasto
cardíaco depende más de la misma que del volumen/latido, a lo que se suma que es común en situaciones de
estrés (ansiedad, dolor, fiebre). La bradicardia (frecuencia inferior a la normal, ≤60-80 pulsaciones/minuto)
es un signo grave que puede preceder a la parada cardiorrespiratoria.
• Presión arterial (PA): este valor caerá (hipotensión) cuando los iniciales mecanismos de compensación
fracasen lo que orienta a situación de gravedad. Es una constante muy dependiente de la edad. Por tanto,
indicamos que se considera hipotensión si el valor de la PA sistólica está por debajo de:
• 60 mmHg en neonatos
• 70 mmHg en lactantes
• Pulsos: tanto los pulsos centrales (carotídeo, axilar, femoral) como los periféricos (radial, pedio) son fáciles
de medir en niños sanos. De forma indirecta nos indican el valor aproximado de la presión arterial:
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¿QUÉ HACEMOS?
El manejo básico en este punto consistirá en cohibir las hemorragias externas (las internas suelen requerir
intervención quirúrgica) y la reposición de volumen por vía intravenosa (habitualmente realizada por personal
sanitario). Como primeros intervinientes podemos realizar un control del sangrado visible debido a heridas
externas exclusivamente comprimiendo con gasas limpias (preferiblemente estériles) directamente sobre
la herida. Está absolutamente contraindicada la técnica del torniquete excepto en casos de amputación
traumática y sangrado incontrolable de grandes vasos (ver capítulo 4).
En una reevaluación posterior podremos valorar la respuesta al tratamiento instaurado al mejorar todos
los parámetros previos (frecuencia cardíaca y presión arterial que se aproximan a valores normales, pulsos
llenos y palpables en todas las localizaciones, piel más caliente y sonrosada, mejoría en el estado de
consciencia).
D – Evaluación neurológica
¿QUÉ VEMOS?
• Nivel de consciencia: en Pediatría es muy usado el ITP (Índice de Traumatismo Pediátrico) que distingue
tres categorías:
• Consciente
• Obnubilado
• Coma
No obstante, existen otras clasificaciones como el APDN o la escala modificada de Glasgow. El APDN
valora los siguientes ítems:
• Alerta (o despierto)
• No responde
• Reactividad a la luz: la respuesta normal será la miosis o contracción rápida de las pupilas. Si la
reacción es lenta orienta a compromiso intracraneal y la midriasis bilateral fija a daño cerebral severo.
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En este último ítem de la evaluación primaria se pretende, con un rápido pero preciso vistazo, detectar
lesiones que por su importancia deben ser tenidas en cuenta antes del segundo examen físico.
¿QUÉ HACEMOS?
• Exposición: exige desvestir completamente a la víctima con tijeras adecuadas y siguiendo los ejes
longitudinales a tronco y miembros.
• Visualización rápida: examen rápido y superficial del paciente, descubriendo lesiones como
amputaciones, deformaciones (fracturas, aplastamientos), cavidades abiertas (evisceración, salida
de masa encefálica), etc.
• Evaluación secundaria
En este segundo examen físico, habitualmente realizado por profesionales sanitarios, se pretende
una exploración sistemática y exhaustiva del paciente de cabeza a pies, en la que obtengamos más
información sobre el evento acontecido, su mecanismo lesional y las posibles alteraciones que no
hayan sido detectadas en un primer examen. Además, continuaremos con las medidas de resucitación
y/o tratamiento iniciadas en la evaluación primaria, completando así una historia clínica detallada del
accidentado o enfermo.
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CABEZA
¿Qué vemos?
¿Qué hacemos?
• Cubrir heridas con gasas o apósitos limpios. NUNCA retirarlos; siempre cubrir con nuevos ante
una hemorragia externa de cualquier localización.
CUELLO
¿Qué vemos?
¿Qué hacemos?
TÓRAX:
¿Qué vemos?
¿Qué hacemos?
ABDOMEN Y PELVIS
¿Qué vemos?
• Contusiones, objetos penetrantes, heridas con sangrado activo, masas, áreas dolorosas, …
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¿Qué hacemos?
• Cinchado (por ejemplo, con una tela de dimensiones apropiadas) o inmovilización de pelvis, SÓLO si
es posible en condiciones de seguridad para el accidentado.
ÁREA PERINEAL
¿Qué vemos?
• Hemorragias, contusiones, …
¿Qué hacemos?
ESPALDA
¿Qué vemos?
¿Qué hacemos?
MIEMBROS
¿Qué vemos?
• Heridas, con o sin sangrado activo, deformidades, déficit sensitivo y/o motor, …
¿Qué hacemos?
• SÓLO si se tienen los conocimientos necesarios se podrá realizar tracción y realineación del miembro
afectado.
• Reevaluaciones
Queremos recalcar la suma importancia que tiene ser sistemáticos en las evaluaciones, para no pasar por
alto lesiones encubiertas. No obstante, hay que tener en cuenta que la patología evoluciona en el tiempo
y un individuo expuesto al trauma o a la enfermedad puede empeorar o mejorar de forma independiente
a nuestra intervención. Esta circunstancia hace necesaria una reevaluación repetida tanto para valorar la
gravedad del problema como su respuesta al tratamiento instaurado. Siempre priorizaremos la evaluación
primaria sobre la secundaria.
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5.2.4. Casuística frecuente en pediatría. Recomendaciones generales
Inconsciencia
¿Qué vemos?
Ausencia de respuesta a estímulos (no se mueve y no habla, aunque puede estar con los ojos abiertos).
¿Qué hacemos?
Seguiremos el protocolo ABCDE, asegurando en primer lugar la apertura de la vía aérea y favoreciendo
una óptima ventilación (en muchos casos, en este punto se recupera la consciencia).
Crisis convulsiva
¿Qué vemos?
¿Qué hacemos?
En primer lugar, proteger el cuerpo, y más aún la cabeza, de golpes contra objetos o el suelo. No es
preciso llevar a la posición de decúbito lateral izquierdo (posición de seguridad) hasta pasada la crisis,
momento en el que hay mayor riesgo de broncoaspiración.
• NUNCA tratar de detener la convulsión ni introducir objetos o dedos en la boca del paciente
durante la misma.
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¿Qué vemos?
Sensación de falta de aire o respiración irregular (rápida y superficial), cara asustada o de pánico, rubor facial
o palidez con coloración azulada, “pitidos” durante la respiración (en asma), …
¿Qué hacemos?
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Traumatismo
¿Qué vemos?
Lesiones que van desde las contusiones (cerradas) hasta las fracturas (abiertas o cerradas, en función
de la indemnidad de la piel), pasando por esguinces o torceduras, luxaciones, quemaduras, etc.
¿Qué hacemos?
En primer lugar, si hay una hemorragia activa debemos tratar de cohibirla mediante compresión
directa con gasas limpias el tiempo necesario; nunca retirarlas sino añadir nuevas en caso de precisar
mayor compresión.
• NUNCA realinear el miembro afectado sin los conocimientos adecuados y una correcta
analgesia previa (preferiblemente actuación por sanitario).
• Datos de interés
Un 90% de los niños viajan en su sistema de retención infantil (S.R.I.); esto tranquiliza. Lo que nos
preocupa es el otro 10% que no usa ninguna silla homologada, es decir, viajan en brazos de un adulto
o bien colocados sin ninguna seguridad.
El S.R.I. es obligatorio, aunque el viaje no supere los 8 km/h de velocidad, a partir de la cual puede
causar la muerte de un niño que no vaya bien sujeto. Su uso es obligatorio hasta los 12 años o
estaturas igual o superiores a 135 centímetros. Este sistema reduce un 75% la mortalidad y un 90%
las lesiones, según la Dirección General de Tráfico (DGT).
Dentro de un vehículo tipo turismo hay ubicaciones con demostradas mayor y menor seguridad. Por
orden de seguridad son las siguientes:
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• asientos laterales traseros
• No olvidar nunca…
• En el caso de transportar un niño en brazos de un adulto, la velocidad máxima a la que puede impedir
que el menor sea proyectado hacia delante es de 5 km/h.
• Los niños que viajen en el asiento delantero tendrán siempre desconectado el airbag.
• Según las últimas recomendaciones, los niños deben viajar en sentido contrario de la marcha el
máximo tiempo posible (hasta que lo permita su estatura). Se ha demostrado que de este modo se
evitan mayores lesiones en caso de frenazos y accidentes.
• Los cinturones, arneses o sistemas Isofix deben ser revisados previamente a cada viaje: deben
ajustar y cerrar adecuadamente.
Según estudios realizados por la Fundación MAPFRE y avalados por la DGT, los errores más habituales
se cometen en el grupo 0+ (niños hasta 13 kg de peso). El 44% de estos niños viajan incorrectamente
colocados en su asiento, sufriendo lesiones muy graves de cuello y torso.
Se ha comprobado que hasta en un 36% de los casos el S.R.I. no es el adecuado para su peso y talla, así
como un 13,7% llevan el arnés holgado (incorrectamente ajustado). Además, en el 7% de los estudiados el
guiado de los cinturones es inapropiado.
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• Tipos de sillas
Se clasifican en grupos en función de la edad y el peso del niño, primando el peso y la estatura sobre la edad
debido a que en la misma franja de edad los niños pueden tener pesos y estaturas muy distintos.
• Consideraciones iniciales
Los S.R.I. han ido evolucionado y perfeccionándose en los últimos años, evitando cada vez más y mejor las
lesiones y la mortalidad en los niños.
No ha sucedido lo mismo con estudios, trabajos e investigación sobre las formas de sacarlos de sus
sillas en caso de accidente.
Todos estamos de acuerdo en que son los pasajeros más frágiles y delicados del vehículo y, por ello,
los potenciales más graves. Por tanto, nuestro manejo será exquisito.
• Grupo 0, 0+ y I
Se describen técnicas en las que se inmoviliza al niños en su misma silla con toallas y/o sábanas enrolladas
a ambos lados de la cabeza y con cintas que lo sujeten a su propia silla. De esta manera, el eje cabeza-
cuello-tronco queda estabilizado.
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En los nuevos modelos de sillas la inmovilización del niño sería suficiente con la colocación exclusiva de las
cintas ya que la propia silla envuelve al ocupante. Se han eliminado los arneses y el niño tiene perfectamente
almohadillado su cuerpo dentro del SRI.
La extracción de la silla varía según el sistema de sujeción de ésta al vehículo, ya que puede estar sujeta por
medio del cinturón de seguridad o por el sistema Isofix. En ambos casos, liberaríamos la silla de su anclaje
al vehículo.
En resumen, existe una gran diferencia de opiniones sobre sacar o no al niño con su silla. Tras una exhaustiva
documentación, y basándonos también en la experiencia de profesionales de Emergencias, llegamos a la
conclusión de que el procedimiento más seguro es el anteriormente expuesto.
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El niño no debe ir al hospital en su silla, por no ser el mejor método de transporte y por poder haber sufrido
ésta deformidades tras el accidente. Sin embargo, la mayoría la aconsejan para su extricación al exterior del
vehículo y allí efectuar la correcta manipulación. De ahí nuestra inclinación por esta opción.
Excepcionalmente estaría indicado extraer al niño de su silla, estando ésta en el interior del vehículo,
para protegerlo de un nuevo riesgo, tanto a él como a los intervinientes, así como en el caso de precisar
maniobras de reanimación cardiorrespiratoria.
• Grupo II
En este caso, los niños viajan en una silla distinta tipo Booster. Ésta
queda sujeta al vehículo por el propio peso del niño. Se trata de una
estructura en la que el niño puede llevar asiento y respaldo de forma
unida o separada, de manera que este tipo de sillas no garantiza
una alineación en bloque del eje cabeza-cuello-tronco por lo que no
recomendamos su extracción conjunta.
• Grupo III
• Es preciso realizar una valoración individual, por las grandes diferencias en la capacidad que se
presentan entre distintas personas a esta edad.
• Hay que tener en cuenta el juicio y la valoración que el propio paciente hace sobre su estado tras el
accidente.
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• Considerar la autonomía del accidentado y las características psicomotoras derivadas del proceso
de envejecimiento: percepción limitada del riesgo, tiempo de reacción retardado, toma de decisiones
imprecisa, problemas con la atención (dividida, sostenida, selectiva), maniobrabilidad lenta, tono vital
disminuido, etc.
• Las cataratas, el glaucoma y los trastornos de acomodación de la visión originan mayores dificultades.
Precaución si usa lentes correctores.
• Los trastornos de la audición y uso de audífono junto a los trastornos del equilibrio (vértigo, mareo,
inestabilidad).
• Patología respiratoria: EPOC, asma, etc. Se debe valorar perfectamente la disnea o dificultad
respiratoria y el síndrome de la apnea e hipopnea del sueño.
• La obesidad.
En conclusión, el accidentado de edad avanzada posee unas características propias relacionadas, por un
lado, con el proceso fisiológico del envejecimiento y, por otro, con la morbilidad asociada a la edad. Ello
hace que, en caso de accidente presente un mayor riesgo en su rescate y nos obligue al uso de estrategias
particulares según lo anteriormente expuesto.
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6. SITUACIONES ESPECIALES
6.1. QUEMADURAS
La piel es el órgano más grande en los seres humanos. Se trata de un tegumento que se compone de
una capa exterior (denominada epidermis) y de otra interior (que recibe el nombre de dermis).
En los seres humanos, la piel pesa unos cinco kilogramos y ocupa unos dos metros cuadrados.
Su espesor de entre medio milímetro y cuatro milímetros (según la región del cuerpo) permite proteger
al organismo de agresiones externas, ayudar a conservar la integridad de sus estructuras y funcionar
como un medio comunicativo con el afuera.
La epidermis es la capa más superficial de la piel, formada por componentes como la queratina y la
melanina (el pigmento que concede el color a la piel). Dentro de la epidermis es posible distinguir entre
varios estratos, como el germinativo, el espinoso, el granuloso, el lúcido, el córneo y el disyunto.
La dermis es la capa de la piel que está debajo de la epidermis. Con un grosor hasta treinta veces mayor
que la epidermis, supone una segunda línea defensiva contra los traumatismos. La estructura de la dermis
permite distinguir entre dos capas: la dermis superior o papilar, y la dermis profunda o reticular.
• 2º Grado
Afecta la epidermis y la dermis. Tras la inflamación del tejido hay una formación de ampollas llamadas
FLICTENAS, que son exudativas e hiperémicas, aunque conservando los folículos pilosebáceos. Suelen
tardar unos 10-15 días en curar.
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• Quemaduras dérmicas profundas
Las lesiones se extienden a capas profundas de la dermis. No forman ampollas, son exudativas, marcadamente
hiperémicas y muy dolorosas con afectación del folículo pilosebáceo. Curaran en 3 semanas o más.
Son indoloras por la total destrucción de todas las capas de la piel y sus terminaciones nerviosas y su
apariencia oscila, dependiente del mecanismo de producción entre el aspecto carbonáceo y el blanco
nacarado o como de cuero seco, llamadas ESCARAS.
Son quemaduras que sobrepasan el espacio dérmico epidérmico y dañan estructuras subyacentes. Son
indoloras debido a la destrucción de las terminaciones nerviosas.
En quemaduras poco extensas puede ser de utilidad considerar que la palma de la mano del accidentado
corresponde a un 1% de la superficie corporal total. En el resto, se utiliza la denominada «Regla de los 9» de
Wallace. Para ello se divide la superficie corporal del adulto en 11 áreas, siendo cada parte el 9% o un múltiplo de 9.
De forma que:
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• Espalda y nalgas: 18%.
• Genitales: 1%.
En quemaduras aisladas para calcular rápida y fácilmente su extensión, utilizaremos la palma de la mano del
paciente, ella representará el 1% de la superficie corporal. En el supuesto de concurrencia de quemaduras de
distinto grado NO valoraremos en cuanto a la extensión las quemaduras de 1er grado.
• Valore el tipo de quemadura y su gravedad. Buscar hemorragias, shock, fracturas tratando primero la
lesión más grave.
• Realizar una evaluación inicial y mantener los signos vitales. La existencia de quemaduras inhalatorias
o de intoxicación por inhalación de gases como el Monóxido de carbono o productos de degradación
durante un incendio debe detectarse lo antes posible.
• Retire cuidadosamente anillos, reloj, pulsera, cinturón o prendas ajustadas que compriman la zona
lesionada antes de que ésta se comience a inflamar. No despegar la ropa o cualquier otro elemento que
esté pegado a la piel.
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• No rompa las ampollas, para evitar infecciones y mayores traumatismos, pues el líquido que contienen
protege de la posible infección.
• Enfríe el área quemada durante varios minutos (SÓLO la zona quemada); aplique solución salina fisiológica
o agua fría (no helada) sobre la lesión. Si aparecen temblores o la zona quemada es superior al 20 %
deberemos taparlo con una manta térmica.
• No use hielo para enfriar la zona quemada, ni aplique pomadas o ungüentos porque éstas pueden interferir
o demorar el tratamiento médico. Tampoco aplique pasta dentífrica ni mantequilla o sustancias similares.
• Cubra el área quemada con un apósito o una compresa húmeda en solución salina fisiológica o agua fría
limpia y sujete con una venda para evitar la contaminación de la lesión con gérmenes patógenos.
• Si se presenta en manos o pies coloque gasa entre los dedos antes de colocar la venda.
• Administre un analgésico si es necesario para disminuir el dolor, teniendo en cuenta las precauciones del
medicamento (sólo si es estrictamente necesario).
• Si se presentan quemaduras en cara o cuello coloque una almohada o cojín debajo de los hombros y
controle las funciones vitales, cubra las quemaduras de la cara con gasa estéril o tela limpia abriéndole
agujeros para los ojos, nariz y la boca.
• No debe dejar sola a la víctima. En caso de tener que ir a pedir ayuda, la llevaremos con nosotros, siempre
que sus lesiones lo permitan.
• Lleve a la víctima a un centro asistencial sin demorar el transporte. En el lugar del accidente no podemos
estabilizar clínicamente a la víctima y la posibilidad de que entre en shock aumenta cuanto mayor es la
extensión de la superficie quemada.
• Refrescar la zona quemada: Aplicar AGUA en abundancia (20-30 minutos) sobre la superficie quemada
evitando enfriar al paciente (riesgo de hipotermia).
• Envolver la lesión con gasas, compresas o paños limpios, humedecidos en agua. El vendaje ha de
ser flojo.
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6.1.4. Manejo de las quemaduras de 2º y 3er grado
• Quemaduras de 2º grado < 10% extensión y 3º grado < del 2% de superficie corporal afectada.
• También puede hacerlo utilizando arena, o tierra. No lo haga con un extintor; su contenido es altamente tóxico.
• Si se ha incendiado el cabello cubra la cara de manera muy rápida para sofocar el fuego y retire la manta
inmediatamente para evitar la inhalación de gases tóxicos.
• Una vez apagado el fuego, afloje y retire las ropas que no están adheridas a la piel. Entonces aplicaremos
agua, a fin de refrigerar las zonas quemadas.
• Cubra la zona quemada con una compresa o apósito, luego fíjela con una venda a presión muy suave.
• Quemaduras por ácidos: El tratamiento de urgencias comienza con la retirada de la víctima de la zona de
exposición y lavado con abundante agua de las zonas quemadas, entre 20 a 30 minutos. Durante la ducha
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se ha de proceder a retirar todos los objetos que estén en contacto directo con la piel: gafas, ropa, zapatos,
anillos, pulseras, relojes y joyas El tratamiento general no difiere del resto de las quemaduras. En el caso
de las quemaduras oculares los ojos deben irrigarse, manteniéndolos abiertos, durante 20 minutos como
mínimo. La evacuación de estos accidentados se hará continuando dicha irrigación mediante peras de
agua o frascos irrigadores.
• Quemaduras por álcalis: El tratamiento es el mismo que para los ácidos, pero la duración del lavado
puede prolongarse hasta una hora por la tendencia de los álcalis a penetrar en la piel provocando mayor
destrucción.
• Si la quemadura es por sodio o potasio metálico está contraindicado el lavado con agua. Se tratará con
aceites vegetales o minerales.
• Buscar otras posibles lesiones como hemorragias, shock, fracturas. Se tratará siempre primero la lesión
más grave.
• Pueden originar lesiones graves en corazón, riñón y cerebro. Atención al efecto “iceberg” del hueso, ya
que acumula mayor cantidad de calor y daña de dentro a fuera.
• Se debe extremar las precauciones al separar al paciente del foco. Cortar la corriente, en condiciones
seguras, no sin antes prever la caída del sujeto.
• Evacuar, bajo vigilancia médica y usando fluido terapia y de forma urgente, al trabajador que haya sufrido
una descarga eléctrica, incluso si no presenta trastornos.
6.2. INTOXICACIONES
Actualmente podríamos decir que cualquier sustancia en cantidad suficiente es un tóxico en potencia.
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La intoxicación es el síndrome clínico secundario a la exposición reciente a una dosis potencialmente tóxica
o desconocida de un producto químico tanto de forma intencionada como accidental.
Los tóxicos pueden entrar en contacto con el ser humano bien sea a través de la ingesta, a través de
contacto con la piel o los ojos, inhalado o por vía parenteral (intravenosa, intramuscular o subcutánea).
Los síntomas de una intoxicación son muy variables, van desde síntomas leves hasta llegar a síntomas muy
graves como coma y muerte.
Estos síntomas dependen fundamentalmente del tipo de tóxico, la forma de contacto y de la cantidad
ingerida. Pueden actuar muy rápidamente o en varios días Por lo tanto y debido a esta gran variabilidad en
nuestro caso debemos actuar rápidamente para poner este tipo de pacientes en el centro con los recursos
apropiados.
6.2.2. Epidemiología
Suponen aproximadamente el 1% de las atenciones realizadas en un servicio de urgencias hospitalario.
Según su intencionalidad destacan las voluntarias (70%) producidas principalmente por alcohol, fármacos y
drogas de abuso y las accidentales donde destacan los cáusticos (lejía) y los gases (CO).
• Vía de exposición.
• Intoxicaciones previas.
• EXPLORACIÓN FÍSICA
• Valoración neurológica:
• Nivel de consciencia.
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• Focalidad neurológica: depresión o estimulación.
• Exploración general:
• Inspección.
• Coloración de la piel: rojo cereza en la intoxicación aguda por CO, equimosis extensa en anticoagulantes.
• Aliento del paciente: almendras amargas (cianuro), a productos de limpieza (tetracloruro de carbono),
olores característicos (éter, gasolina etc.)
Determinados síntomas y signos agrupados en SÍNDROMES pueden ser útiles para determinar
1. Síndrome anticolinérgico:
• Tóxico:
• ADT
• Atropina
• Neurolépticos
• Antiparkisonianos
Síntomas:
• Taquicardia
• HTA
• Hipertermia
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• Hiperventilación
• Midriasis
• Retención de orina
• Íleo paralitico.
• Visión borrosa
• Sequedad mucosas
• Confusión
• Delirio
• Convulsiones
2. Síndrome simpaticomimético
• Tóxico:
• Cocaína
• Anfetaminas
• LSD
• IMAO
• Teofilina
Síntomas:
• Hipertermia
• Hiperventilación
• Taquicardia
• HTA
• Midriasis
• Sudoración
• Piloerección
• Confusión
• Delirio
• Hiperreflexia
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3. Síndrome sedante-hipnótico
• Tóxico:
• BZD
• Barbitúricos
• Alcohol
• Antiepilépticos
Síntomas:
• Hipotermia
• Hipotensión
• Hipoventilación
• Pupilas variables
• Depresión SNC
• Tóxico:
• Opiáceos
Síntomas:
• Hipoventilación
• Hipotermia
• Hipotensión
• Bradicardia
• Miosis
• Depresión SNC
• Tóxico:
• Muscarínico
Síntomas:
• Miosis
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• Ataxia
• Arreflexia
• Diarrea-vómitos
• Incontinencia
• Sudoración
• Sialorrea
• Bradicardia
• Hipoventilación
• Depresión SNC
• Convulsiones
• Tóxico:
• Nicotínico
Síntomas:
• Taquicardia
• Fasciculaciones
• Calambres
• Parálisis
1. Mantener la vía aérea libre, así como una respiración y circulación adecuadas
3. Identificar el tóxico
• Conducta PAS
• PROTEGER
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• ALERTAR
Debemos ofrecer el mayor número de datos posibles al centro coordinador para gestionar la asistencia
sanitaria posterior.
• SOCORRER
Son aquellas que están basadas en el ABC del SVB y serán las que nos determinarán la urgencia vital de la
víctima. Debemos realizarlas siempre.
B. Función respiratoria
C. Soporte cardiovascular
D. Valoración neurológica
E. Exposición
• Respiratoria: separación del paciente de la atmósfera tóxica y aplicación de oxígeno mediante mascarilla
reservorio en concentraciones entre el 36-100%.
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• Medidas para aumentar la eliminación del tóxico
En el día a día nos encontramos con gran cantidad de productos muy comunes que suponen un riesgo de
intoxicación, productos de uso doméstico (lejía, salfumant, limpiacristales...), fármacos de uso común que
en dosis excesivas son potencialmente peligrosos.
• Vómitos
• Asegurar el ABC
• No inducir el vómito
• Si tiene los labios quemados se puede dar agua fría en pequeños tragos hasta que llegue la ayuda médica
• Asegurar el ABC. Si fuera necesario RCP básica identificar posibles sustancias químicas en la boca de la
víctima y en caso de que las haya usar medidas de autoprotección.
• No inducir el vómito
• FÁRMACOS
Existen gran variedad de medicamentos que pueden dar clínica muy variada. Debemos tratar de identificar
el producto ingerido, hora de la ingesta, MOTIVACIÓN (voluntaria o accidental), cantidad.
Consciente:
• Colocarla en lugar cómodo y seguro, tranquilizarla para obtener la máxima información posible.
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Inconsciente:
• Asegurar ABC
• Si respira: PLS
• No respira: RCP
• DROGAS
• Respiración superficial
• Pulso débil
• Nerviosismo, agitación
• Sudoración
• Temblores
Etanol (alcohol):
El etanol es un depresor del SNC pero que a dosis bajas produce estimulación del comportamiento. Su
ingesta masiva puede provocar la inconsciencia con los numerosos riesgos que ello conlleva (aspirado de
vómito, hipotermia por pérdida excesiva de calor, desatención).
Los síntomas se relacionan con las concentraciones de alcohol en sangre y dependen de la rapidez del
consumo y la cantidad.
Inicialmente encontraremos:
• La sintomatología va desde una intoxicación leve con euforia, locuacidad, moderada (disartria, ataxia,
somnolencia), grave (letargia, agresividad, lenguaje incoherente), coma y muerte.
• Olor a alcohol
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• Cara roja, húmeda
• Respiración profunda
• Pulso lleno
Deberemos:
Si está consciente:
Si está inconsciente:
• No respira: SVB
• Respira: PLS
La ingesta de cantidades pequeñas de setas y plantas bien sea por equivoco o desconocimiento es una
urgencia grave que puede llevar, en cantidades importantes hasta la muerte.
Podemos encontrar:
• Náuseas y vómitos
• Diarrea
• Convulsiones
Debemos:
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• SUSTANCIAS QUÍMICAS
Las sustancias químicas pueden si entran en contacto con la piel causar quemaduras químicas (más lentas,
pero de similares características que las producidas por calor) o ser absorbidas y causar daños a nivel
orgánico
Podemos encontrar:
• Presencia de ampollas
• Superficie quemada
• Dolor
• Primer Grado
• Segundo Grado
• Dermis.
• Ampollas.
• Tercer Grado
• No dolorosas.
Debemos:
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Tapar con paño húmedo estéril.
• PICADURAS
Las picaduras son muy frecuentes en nuestro medio. Son más dolorosas que peligrosas salvo que afecten
a la vía aérea.
Encontraremos:
Deberemos:
• Tranquilizar a la víctima
• CONTACTO OCULAR
Muchas sustancias tanto en forma líquida como gaseosa son capaces de afectar a la zona ocular, las
mucosas de los ojos absorben con gran rapidez estas sustancias lo que puede conllevar una lesión ocular
tanto superficial como profunda hasta provocar incluso ceguera.
Podemos encontrar:
• Dolor intenso
• Signos inflamatorios
• Lagrimeo
• Alteraciones de la visión
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Deberemos:
• Irrigar el ojo con agua durante al menos 20 minutos procurando no afectar el ojo sano.
• Si no va a venir asistencia médica y debemos trasladar al paciente tapar el ojo con un apósito estéril
durante el traslado.
• INHALACIÓN DE GASES
Puede haber inhalaciones accidentales en el domicilio (cuando se usan diferentes productos de limpieza
juntos), y fundamentalmente en empresas que usen sustancias químicas.
• Humo de incendios
En general la inhalación de gases y más concretamente el generado por los incendios puede llegar a ser
mortal.
Sabemos que 3 de cada 4 muertes por intoxicaciones debidas al humo ocurren en el lugar del incidente
donde solo actúan los servicios de emergencia extra hospitalaria que deben ser los responsables de la
adecuada atención a estas víctimas que bien pudieran ser de otros grupos de intervención.
Hasta hace relativamente poco tiempo se reconocía en las víctimas de incendio tres tipos de patología:
una traumática, otra originada por las quemaduras y una tóxica debida al monóxido de carbono. Gracias
a los últimos estudios hoy se sabe que esta es una intoxicación compleja y multifactorial y por ello de
consecuencias muy variadas.
• Monóxido de carbono
• Amoniaco
• Benceno
• Ácido clorhídrico
• Otros
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• Dióxido de carbono
• Partículas
• Hollín
De todos estos factores los dos gases que pueden ser causa de muerte inmediata en un incendio son el CO
(monóxido de carbono) y el HCN.
El CO es un gas inodoro y no irritante que atraviesa con facilidad los alvéolos pulmonares, se fija a los
glóbulos rojos impidiendo un adecuado transporte de oxígeno a los tejidos.
En nuestro medio es la intoxicación por gases más frecuente y su causa más habitual es la combustión
incompleta de gases en calentadores, braseros, calderos… en pequeñas cantidades durante tiempo
prolongado. La otra fuente habitual de intoxicaciones por CO es el humo de incendios, en este caso por
grandes cantidades en poco espacio de tiempo.
En lo que respecta al HCN la mayor parte de compuestos nitrogenados naturales o sintéticos son capaces
de liberarlo cuando la combustión se realiza a alta temperatura y en un ambiente pobre en oxígeno como
es el caso de los incendios.
Las manifestaciones clínicas (aquello que nos encontraremos en la víctima) pueden ser muy variables:
• Dolor de cabeza
• Mareo
• Confusión
• Alteraciones de la marcha
• Náuseas y vómitos
• Taquicardia
• Cianosis
• Confusión
• Inconsciencia
• Alteraciones respiratorias
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• Tos
• Dolor de garganta
• Inconsciencia
Ante un posible intoxicado por humo de incendios nuestra actitud debe ser:
Actuación:
• Controlar y anotar los signos vitales, así como los cambios que pudieran producirse.
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7. ENTORNOS NATURALES
Interpretar como estos factores pueden interaccionar con nuestras limitaciones, nos ayudará a prevenir
accidentes y actuar con mayor seguridad en situaciones de rescate y/o asistencia inicial.
“Sólo quien se preocupa por conocer las montañas con humildad, por estudiarlas, por
entenderlas, por saber defenderse con respeto del altivo orgullo de sus cimas y senderos, de
sus más duras características, será capaz de integrarse con ellas y enfrentarlas con éxito”.
José Ramón Morandeira
Nos centraremos en los aspectos que consideramos más característicos de las actividades e
incidentes que se producen en montaña.
Su práctica está condicionada por factores climatológicos como lluvia, tormentas, nevadas, avalanchas,
caídas de piedras… etc., y por condicionantes o factores relacionados con la persona de tipo técnico,
equipamiento inadecuado o aquellos derivados de las alteraciones producidas en la persona influidas por
el medio mismo.
Por lo tanto, las decisiones deben ser dinámicas y acordes a cada situación, detectando:
• Accesibilidad de la zona.
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• Disponibilidad de recursos en el lugar.
Las diferencias entre la asistencia en lugares de acceso rápido y próximo a la ciudad, y la asistencia en zonas
de montaña son:
La valoración y asistencia en sí, se basará en la aplicación de las recomendaciones básicas de primeros auxilios.
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b. La imposibilidad de asegurar la zona justificaría la ausencia de actuaciones o maniobras asistenciales en
el mismo lugar del accidente.
a. Valorar asistir en dos tiempos. Si por razones de seguridad o limitaciones orográficas, climatológicas o
propias de la lesión del accidentado, no fuera posible su asistencia “in situ”:
• Primero: Realizar si procede, una asistencia inicial básica detectando y solucionando aquellos riesgos
vitales que no pueden demorarse en el tiempo.
• Valorar y estabilizar según las recomendaciones indicadas. Adaptar la actuación a las condiciones
ambientales y material disponible.
Inmovilizar y Movilizar
• Disminuye el dolor
• Facilita la movilización
b. 2º objetivo: Movilizar
a. Organizar:
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b. Priorizar:
c. Evacuar:
Decidir qué tipo de evacuación es más adecuada según lesiones, factores ambientales y logísticos.
Evacuación aérea, terrestre o mixta.
Revaluar
a. Durante el traslado y evacuación evaluar periódicamente el estado del paciente y su confort. Ofrecer
apoyo psicológico.
• La seguridad en la zona del accidente. Prever peligros y ajustar las acciones según condiciones.
• Lugar donde se desarrolla la actividad. Valorar dificultad del acceso y progresión (pared, barranco, cueva,
alta montaña). Limita el botiquín que podemos llevar y nuestra asistencia.
• La climatología. Durante el día o la noche, el frío, el viento, la nieve, el calor, la humedad deben prevalecer
en nuestro pensamiento para intentar compensar sus efectos.
• La patología o lesiones. Esto nos orientará como debe ser el traslado hasta el helicóptero o ambulancia; si
debe ser en camilla (con el tiempo y recursos personales que se necesitan) o con otros métodos alternativos.
• El Horario. Valorar según horario, lugar y gravedad, la alternativa de evacuar por aire o tierra. Si el horario
impide el rescate aéreo valorar continuar durante la noche o esperar hasta el orto y evacuar con el
helicóptero.
Actuar y tomar decisiones teniendo una visión conjunta, anticipada y rápida de estos factores.
La vida del accidentado dependerá en gran medida de ello.
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Sin pretender repetir las actuaciones de soporte vital básico y de trauma descritos en otros capítulos, nos
ceñiremos en destacar y puntualizar aquellas acciones de la asistencia habituales en el medio natural.
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a. Hipotermia accidental
• Dificultad del terreno en roca, nieve. Intentar realizar las maniobras sobre una superficie los más
horizontal posible, buscando seguridad, estabilidad y cierta comodidad, así aumentaremos la
efectividad.
• Quitar aquellos elementos que puedan entorpecer las maniobras (mochilas, arva o si lleva
demasiada ropa). Lo más rápido posible, y que no suponga una demora excesiva en comenzar
las maniobras.
• Intentar aislar del medio húmedo, mojado o con nieve. Precaución que debemos tener en cuenta
si además se quiere usar un Desfibrilador Externo Automático -DEA- (equipos de rescate).
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1. Soporte Vital al Trauma
Las recomendaciones internacionales en soporte vital al trauma nos enseñan como sistematizar una
secuencia de valoración.
La dificultad añadida viene dada por el medio hostil y la limitación logística de disponer de un material más
reducido en peso y espacio (botiquín).
Estamos condicionados a seleccionar un botiquín más adaptado a cada situación y en ocasiones, improvisar
adaptando otros recursos a nuestras necesidades.
Valorar un accidentado en la montaña con condiciones adversas de frío, invernales o incluso en un barranco
o cavidad requiere realizar un examen rápido, pero mucho más cuidadoso, detallado y periódico.
• Valoración Primaria
• Las situaciones con víctimas de nivel reducido de consciencia o inconscientes y vía aérea no
aislada deberán estar controladas en todo momento (en situaciones donde la progresión nos
obligue a la movilización del herido por instalaciones en la vertical o tirolinas, deberemos valorar
la progresión junto con la víctima, si la situación lo permite).
• Deducir según la biomecánica del accidente, posibles lesiones inicialmente ocultas. En los accidentes
en montaña donde los tiempos de asistencia se alargan, realizar valoraciones periódicas.
• En lugares aislados y hostiles, donde no pueda llegar personal sanitario especializado, conviene
conocer aquellas técnicas permitidas que solucionan los problemas vitales correspondientes a la
ventilación, y que vienen reflejados en las recomendaciones de la RCP en situaciones especiales
para personal lego.
• La valoración de los signos como sudoración, palidez, frialdad, color, temperatura y relleno
capilar deben ser contrastados en relación a las condiciones medioambientales presentes y ser
tan fiables como la situación permita.
• Las hemorragias externas son evidentes, pero intentar detectar mediante la exploración o
percepción del paciente, las hemorragias internas son de vital importancia. Su sospecha y
detección precoz decidirá la gravedad, y será un indicativo para insistir en la rapidez del rescate.
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• Valorar el estado neurológico
• Relacionar su estado neurológico inicial con la lesión y condiciones ambientales y actuar según
protocolo. Por ejemplo, en traumatismos craneoencefálicos, edema cerebral* por la altura,
hipotermia grave… etc.
• Exposición de la víctima
• Exponer las partes del cuerpo que nos interese, sin desnudar a la víctima
• Valoración Secundaria
• El objetivo principal es realizar una valoración de cabeza a pies, intentando descubrir cualquier lesión.
• Traumatismo craneoencefálico.
• Lesiones incapacitantes.
• Actuar de forma rápida, sin pensar en las consecuencias, puede conllevar un agravamiento de las
lesiones. La rapidez no equivale a efectividad.
• Si es necesario mover más recursos para dar seguridad y calidad asistencial al incidente, deberemos
pensar en todos estos factores. Siempre buscando el máximo beneficio para la víctima.
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Los elementos o materiales (vendas, férulas*, camillas, triángulo de rescate… etc.) disponibles por los
grupos de especialistas, o aquellos materiales de fortuna que pueden improvisarse (ramas, bastones,
cuerdas, mochilas, esquí… etc.) son las herramientas utilizadas.
Recomendaciones Generales
• Si una víctima dificulta el acceso a otra con riesgo inminente para su vida.
• Sistemática de actuación:
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• Mantener una actitud conservadora lo más rigurosa posible.
• Aislar y proteger del medio (Esta puede ser la primera acción en ocasiones).
Los equipos de socorro deben seleccionar en cada intervención, el material más adecuado para las lesiones
que previsiblemente se van a encontrar.
• Fácil de limpiar.
Material de Inmovilización:
• Férula cérvico-espinal o férula de Kendrick. Adaptada para inmovilizar y movilizar con unas
mínimas garantías al accidentado, en situaciones de poco espacio y escaso personal.
Material de Movilización:
• Camillas:
No existe una camilla que reúna todas las características ideales para cualquier tipo de
situación, terreno y adaptada a la asistencia. Entre las más utilizadas:
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7.4. PATOLOGÍA DERIVADA DE LA ACTIVIDAD Y EL MEDIO NATURAL
Mostramos únicamente aquellas situaciones o patologías relacionadas con el medioambiente, y que por su
incidencia y prevención deben ser nombradas.
Queda en otro capítulo, todas aquellas patologías comunes que no están relacionadas directamente con el
medio natural y que también pueden suceder en montaña.
Se considera como temperatura central, la temperatura del corazón medida por medio de una sonda
rectal o esofágica, o de un termómetro epitimpánico (este último, solo útil en víctimas que respiran
espontáneamente y una vez limpiado el conducto auditivo de hielo, nieve, agua o cuerpos extraños).
Se han descrito casos de recuperación exitosa y sin secuelas de víctimas con hipotermia grave, que
presentaban un paro cardiaco por asistolia*, y que habían superado las 4 horas 45 minutos de evolución.
La temperatura corporal central más baja registrada y reversible ha sido de 13,7 ºC, y la de hipotermia
inducida de 9 ºC.
Nos guiaremos por los signos y síntomas, para detectar en qué fase de la hipotermia se encuentra y qué
tratamiento es el adecuado.
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El objetivo principal del cuidado en una hipotermia no es el recalentamiento inmediato activo, sino la
prevención de una posterior caída de la temperatura central.
Tratamiento
• Hipotermia Leve:
• Crear o trasladar a un punto o zona más cálida, menos adversa (refugio, tienda, punto caliente con
hornillo, vela, hacer fuego si es posible… etc.).
• Hipotermia Grave:
• Traslado a un hospital.
• CONGELACIONES
Las congelaciones son lesiones locales producidas por el frío extremo, siendo el punto de congelación de la
piel -0,52 ºC, el del tejido blando -2 ºC y el del hueso -4 ºC.
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Son lesiones frecuentemente localizadas en pies, manos
y cara (nariz y orejas) por exposición a temperaturas
por debajo de 0 ºC. Son lesiones que no amenazan
inmediatamente la vida.
• Tratamiento
• Medidas de actuación
• No aplicar calor directo o calor seco, ni masajes con nieve o con elementos abrasivos.
Existen diversas patologías producidas por el calor como la insolación, el síncope y el agotamiento por calor
pero solo mencionaremos el golpe de calor, por su gravedad y extrema urgencia.
• GOLPE DE CALOR
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Este síndrome se produce por un fallo de los mecanismos de eliminación de calor, provocando un aumento
extremo de la temperatura corporal pudiendo provocar la muerte.
Los daños titulares comienzan con temperaturas corporales superiores a 41 ºC. Se pueden tolerar
temperaturas corporales entre 41,5 y 42 ºC como máximo entre 45 minutos y menos de 8 horas.
Signos y Síntomas
• Piel sudorosa o seca pero siempre caliente. Cuando cesa el sudor mayor gravedad.
Tratamiento
• Quitar la ropa e intentar enfriar el cuerpo con cualquier método a nuestro alcance.
El rayo es una corriente eléctrica directa y continua de altísimo voltaje y muy corta duración que puede
alcanzar hasta 200 millones de voltios. Aunque dada la escasa duración del flujo de corriente, el 70% de las
fulguraciones por rayo no son fatales sino son directas.
La corriente interrumpe momentáneamente la actividad eléctrica del corazón pero su automatismo celular
reanuda la actividad espontánea en pocos segundos. La actividad respiratoria es más lenta en recuperarse,
como mínimo 30 minutos, por lo tanto, deberemos asegurar la respiración para evitar una parada cardiaca
secundaria a la hipoxia*.
Otras lesiones asociadas son las provocadas por la onda expansiva, o producidas por quemaduras. Estas
lesiones son tratadas según la causa que las identifique.
Tratamiento
• Las personas fulguradas se benefician de resucitaciones prolongadas llegando a vivir sin secuelas
importantes.
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• Las pupilas dilatadas o no reactivas no deben valorarse como mal pronóstico o criterio de muerte
clínica.
El síndrome del arnés es la situación que deriva de las alteraciones provocadas por la suspensión inerte de
una persona en el vacío, con limitación o imposibilidad de moverse.
Cualquier tipo de arnés, independientemente del punto de sujeción que quede suspendido (anterior o
posterior), puede producir el síndrome del arnés.
• Características importantes
Síntomas:
• Malestar general.
• Sensación de hormigueo.
• Pérdida de consciencia.
Signos:
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• Arritmias.
• Síncope.
Tratamiento
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7.5. RESCATE EN MEDIO ACUÁTICO
El presente punto, también se desarrolla en un ámbito más general en el tema 7 Rescate Acuático. Aquí
desarrollamos la parte más concreta de Asistencia Básica Sanitaria y recordamos aquellos puntos más
importantes de estas operaciones de rescate.
La actividad humana, lúdica o profesional, en el medio acuático o cerca de este, puede desembocar en situaciones
de emergencia en las que son requeridos los cuerpos de seguridad y personal sanitario de urgencias.
Según la OMS, (Organización Mundial de la Salud), la muerte por ahogamiento supone la tercera causa de
muerte por traumatismo no intencionado en el mundo. Cerca de 400.000 personas fallecen al año en el
mundo, siendo el mayor porcentaje niños, varones y personas con fácil acceso al agua, (trabajan o viven
cerca de ella).
El desconocimiento de los riesgos y de las propias capacidades pone en peligro cualquier intento de realizar
un salvamento en este entorno. Hasta un experto nadador puede verse superado si decide entrar en el
agua en condiciones difíciles: corrientes, oleaje, víctimas en estado de pánico.
Lo que vamos a exponer a continuación, pretende proporcionar unos mínimos conocimientos a los equipos
de emergencia para que al menos tengan en cuenta su propia seguridad al afrontar un rescate en el agua.
Abordaremos los riesgos que podemos encontrar en el medio acuático, qué le sucede a una persona cuando
se está ahogando, cuándo y cómo podemos ayudarla, qué hacer si puede tener lesiones de columna, los
primeros auxilios que debemos proporcionar y por último cuáles son los accidentes más usuales en el buceo.
7.5.1. El ahogamiento
Podemos definir el ahogamiento como: “Proceso de sufrir dificultades respiratorias por la inmersión en un
líquido, con resultado de muerte o probabilidad de morir, debido a la falta de aire por asfixia”.
El aire entra y sale de los pulmones a través de las vías aéreas gracias al músculo diafragma, que junto
con los músculos del tórax, expande y relaja la caja torácica. Al inhalar, llevamos oxígeno a los pulmones
desde donde se distribuye a los bronquios, de estos a los bronquiolos y llega a los alveolos, que es donde se
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produce el intercambio gaseoso. Esto es la difusión del oxígeno a través de una membrana semipermeable,
en la sangre de los vasos capilares que rodean los alvéolos en forma de red, tomando el dióxido de carbono
que desechamos y expulsamos con la exhalación.
El intercambio gaseoso es necesario para realizar nuestras funciones metabólicas, nuestras células
necesitan oxígeno y su ausencia provocaría la asfixia o la muerte cerebral.
La Curva de Drinker, relaciona el tiempo de la ausencia de oxígeno con las posibilidades de supervivencia sin
daños cerebrales, ante una parada cardio respiratoria.
2ª. Fase de apnea voluntaria. La víctima realiza apneas, aguanta la respiración, de forma voluntaria, para evitar
tragar agua. Se producen acúfenos (zumbido en los oídos), vértigos, y continúa la lucha por mantenerse a flote.
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3ª. Fase de impotencia. El individuo ya no tiene fuerzas para mantenerse en la superficie, no puede
aguantar más tiempo sin respirar y realiza inspiraciones involuntarias, lo que origina la entrada de agua en
las vías aéreas. El reflejo defensivo de espasmo de glotis puede perderse y el agua llega a los pulmones
produciendo la parada respiratoria.
5ª Fase agónica. Se produce la parada cardíaca, quedando una mínima reserva de oxígeno en el organismo.
La muerte biológica sobreviene si no se produce el rescate y la aplicación del soporte vital básico o avanzado.
La recuperación estará en función de los daños cerebrales sufridos.
3. Víctima activa. Persona que lucha por mantenerse en el agua con gran dificultad para respirar que inspira,
aspira agua y le es difícil pedir ayuda.
4. Víctima pasiva. Persona que ha quedado inconsciente o ha sufrido algún tipo de accidente o enfermedad
súbita. Normalmente aparece sumergida o flotando boca abajo por la distribución de pesos del cuerpo
humano.
Es por ello que una víctima en el agua debe ser tratada con suma precaución, aunque aparentemente esté
tranquila, sobre todo si se trata de una víctima activa, pues en ese momento puede vernos sólo como algo
a lo que agarrarse para mantenerse a flote, siendo este el primer riesgo que debemos considerar en un
rescate en el medio acuático.
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• Instalaciones acuáticas
• Piscinas. Los accidentes suelen ser debidos a negligencias de los usuarios. Se trata heridas y
traumatismos que pueden ser más o menos graves, llegando incluso a lesiones de columna tocando
el fondo en zambullidas. Las hidrocuciones también se dan en estos espacios de ocio, debidas en
ocasiones al consumo de alcohol o comidas copiosas.
• Parques acuáticos. El mismo tipo de accidentes que en piscina, pero de mayor gravedad, por
colisiones con otros bañistas o estructuras del parque, lesiones de columna con consecuencias
graves e incluso ahogamientos. Muchos usuarios son malos nadadores o no nadadores.
Estas instalaciones deben estar vigiladas por servicios de prevención, que cuentan con recursos humanos
y materiales, además de planes de salvamento y evacuación.
• Espacios naturales
• Lagos y pantanos. Presentan fondos irregulares con cambios bruscos de profundidad. Fondos de
cieno con flora, troncos y rocas y aparente ausencia de corrientes. Los accidentes sobrevienen por
excesos de confianza. No son zonas adecuadas para el baño.
• Ríos. Son realmente peligrosos, ya que luchar contra su corriente puede resultar imposible.
Además se crean zonas de verdadero riesgo, como son: Sifones ( estrechamientos donde el agua
aumenta su velocidad y puede atraparnos), rebufos (caídas de agua donde se generan corrientes
de retroceso que nos impiden salir y nos sumergen en el fluido con una menor densidad, debido a
las burbujas de aire, por lo que no podemos nadar normalmente), cavernas y encorbatamientos
(donde podemos quedar atrapados en un oquedad sumergida en una pared o aplastados contra
una roca o tronco, sin que podamos vencer la fuerza de la corriente. Las zonas seguras son los
remansos y contracorrientes que se crean detrás de un obstáculo.
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Nunca debemos subestimar la corriente y respetar tres normas fundamentales:
• En caso de entrar al agua dejarse llevar por la corriente en posición de seguridad, pies
por delante con las puntas fuera y cabeza erguida para ver los obstáculos. Con las manos
dirigimos nuestra dirección.
• Nunca debe atarse a una cuerda fija. Un cuerpo atado a una cuerda en una corriente tiende
a sumergirse.
Las cuerdas deben ser usadas para intentar su lanzamiento a una víctima y llevarlas hasta la orilla, o
como líneas de seguridad que se instalan de forma diagonal, nunca perpendicular a la corriente.
En caso de tener que hacer un rapel hasta el agua, no haga un nudo al final de la cuerda, podría quedar atrapado.
• Equipo adecuado. En un rio se hace imprescindible el uso del casco, chaleco salvavidas
con zafado rápido (hebilla de suelta rápida para poder soltarse del anclaje de una cuerda de
seguridad), traje neopreno para evitar la hipotermia, y calzado adecuado.
• Inundaciones urbanas y crecidas. Los principales riesgos son los mismos que en los ríos, pues
el agua se comporta de la misma forma, presentando además el arrastre de objetos. Nunca debe
perderse de vista aguas arriba. Un peligro añadido es la existencia de sumideros que pueden
ocasionarse en los alcantarillados que quedan ocultos.
• Playa y aguas abiertas. Los principales riesgos son el oleaje, las corrientes de resaca y las
mareas. No se debe luchar contra la corriente, es preferible dejarse arrastrar hasta salir de ella
o nadar en diagonal a su dirección.
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¿Cuál es su estado? (Patrones de comportamiento).
• Orden de acción:
1. sin entrar al agua: con material de alcance, cuerdas, aros salvavidas, o simplemente dando indicaciones
de por dónde puede salir.
2. entrada al agua asegurado: zonas en que no cubra, o asegurado desde tierra por una cuerda de rescate.
Preferiblemente con chaleco salvavidas con zafado rápido en la espalda.
4. Utilizando material de flotación. Adecuado para el rescate acuático: Tubo, boya torpedo, aro salvavidas,
aletas (propulsión).
5. Cuerpo a cuerpo con la víctima: sólo como último recurso. Teniendo en cuenta:
• Aproximación. Entrar en el agua de pie, evitando sumergirnos. Para no chocar con el fondo, que
desconocemos, y no perder el contacto visual con la víctima. Nadaremos en crowl adaptado, esto es con
la cabeza fuera del agua, sin perder de vista el objetivo que podría sumergirse.
• Remolque. Arrastrar de la forma que nos sea más cómoda, según nuestra técnica de natación,
manteniendo sus vías aéreas fuera del agua.
• Extracción. Si la víctima está consciente, nos ayudará en la salida del agua. Si permanece inconsciente,
necesitaremos ayuda. En caso de hallarnos solos, la llevaremos hasta el borde del agua, o de la
embarcación. Sin soltar sus manos, que apoyaremos sobre el borde, salir del agua, voltear y extraer sobre
su espalda. En orillas simplemente le arrastraremos sujetando sus antebrazos.
Si sospechamos o tenemos claro un accidente con posibles lesiones de columna debemos actuar con
especial precaución.
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• Si tocamos fondo, crear una “pinza”, con sus propios antebrazos, estirando estos por encima y a los
lados de su cabeza, presionando para mantener el cuello alineado. Si la víctima estuviese boca abajo la
voltearemos con delicadeza apoyando su nuca en nuestro antebrazo. Podemos esperar ayuda o salir
poco a poco hasta encontrarla.
• En aguas profundas conseguiremos la inmovilización, situando una mano en su nuca, con el antebrazo
pegado a su columna vertebral y la otra en la mandíbula, apoyando el antebrazo en el esternón.
Presionaremos con los dos antebrazos para mantener la alineación. Para voltearla si estuviese boca
abajo, nos sumergimos por debajo de la víctima, despacio, para rotar su cuerpo dejando arriba las vías
aéreas. En este caso esperaremos hasta recibir ayuda.
En las dos situaciones necesitaremos ayuda para colocar el collarín e introducirlo en el tablero espinal,
donde lo aseguramos con el arnés de sujeción e inmovilizador de cabeza, antes de sacarlo del agua.
• Evaluar ABC.
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• No provocar el vómito, podría producir aspiración a los pulmones.
La hipotermia, que se produce en todo ahogado, pues la pérdida de calor en el agua es 25 veces mayor
que en el aire, es en esta ocasión un aliado para la conservación de la vida, alargando las probabilidades de
resucitación sin daños cerebrales en la curva de Drinker, pues el organismo entra en una especie de “stand-
by” que lo mantiene en mínimos. (Ver apartado de rescate en montaña).
En cuanto a las caídas al agua, las experimentaciones realizadas por diversos organismos han permitido
obtener información de cómo se desarrollan estos siniestros.
Los vehículos presentan una fase de flotación, más o menos larga en función de:
• tipo de vehículo,
A una velocidad superior a 25 Km/h. y una altura de más de 1.5 m. presentan el parabrisas destrozado.
Siempre y cuando caigan al agua con las ruedas hacia abajo, empiezan a hundirse por el motor, (por la
parte delantera). Depende de la posición de las ventanillas, más o menos rápidamente. Al hundirse el aire
se comprime hacia el maletero. Una vez en el fondo, el coche se estabiliza y queda una bolsa de aire en el
techo. Este proceso dura unos 10 segundos en una profundidad de 3 m, (con las ventanillas cerradas).
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En vehículos sobre su techo o de lado, con ventanillas cerradas se enderezan al hundirse y llegan al fondo
sobre sus ruedas. Con ventanillas abiertas permanecerá en la misma posición, quedando en el fondo con
las ruedas hacia arriba. En esta circunstancia no se formará la bolsa de aire.
• Lo más viable es intentar salir cuando el coche aún flota, por las ventanillas, antes de que entre agua
por ellas. Si esto sucede, la fuerza con que esta entra nos impedirá escapar.
• Las puertas sólo pueden abrirse cuando se igualan las presiones exterior e interior, lo que supone
que el habitáculo esté inundado.
• Colocarse en la parte trasera del vehículo, para aprovechar la bolsa de aire mientras se decide cómo
salir: rompiendo lunas o abriendo puertas, (en furgonetas abrir la trasera).
• El ocupante que consiga salir debe ayudar a los demás, antes de subir a la superficie. Los niños
necesitarán ayuda.
El pánico, que impide el salir raudamente del vehículo, y las heridas, son las principales causas de
ahogamiento en este tipo de siniestros. También influye:
• número de pasajeros,
• su condición física,
Muchas ocasiones pueden requerir una actuación urgente sin tiempo para esperar la actuación de unidades
específicas de salvamento acuático, o al menos realizar una evaluación inicial del accidente.
• Número y posición.
• Accesos.
En presencia de corriente, hay que tener en cuenta la aproximación por medio de “técnicas de
posicionamiento controlado”, ya que la contracorriente que forma el vehículo facilita el acceso, pero la
apertura de puertas o ventanillas, así como el movimiento de los pasajeros, puede modificar la resistencia
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a la presión del agua, con el riesgo de desplazamiento del vehículo, poniendo en peligro a víctimas y
rescatadores.
La aproximación a favor de la corriente resulta más peligrosa ya que en el espacio entre el suelo y el vehículo
puede hacer de sifón y succionarnos o atraparnos las piernas.
4. Extracción. Colocando collarín, tablero espinal, inmovilizador de cabeza y arnés tipo araña. Inmovilizar
antes de movilizar.
La presión a que está sometido el buceador es debido al peso del agua, que supone 1Kg/ cm² por cada 10 m
de profundidad, más 1 Kg. del peso del aire de la atmósfera. De manera que a 10 m soportamos 2 Kg/ cm²,
a 20 m 3 Kg/cm² y así sucesivamente.
Esto hace que se convierta en el agente causante de una serie de riesgos, como los barotraumatismos,
(traumatismos debidos a la presión), lesiones pulmonares o la enfermedad descompresiva.
• El barotrauma de oído medio, es la patología más frecuente, alrededor del 80% de los casos. Se
produce por la diferencia de presiones entre el oído medio y las vías respiratorias. Normalmente
aparece cuando se desciende, en la fase de compresión, debido a un descenso demasiado rápido
o por alguna inflamación local. También puede darse en el ascenso por la oclusión de la trompa de
Eustaquio a causa de un cuadro catarral o inflamatorio de las vías respiratorias.
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El barotrauma de oído medio puede presentar diversa gravedad, llegando en los casos más graves
a la rotura del tímpano.
Síntomas:
• Vértigos.
Prevención: Evitar descensos y ascensos descontrolados. Evitar bucear con catarros o inflamaciones
de las vías respiratorias. Realizar maniobra de compensación (valsalva: pinzar la nariz e intentar
expulsar aire por la misma) de forma continuada durante el descenso.
• La sobreexpansión pulmonar es uno de los accidentes más graves. Sucede durante el ascenso y es
debido al aumento exagerado del volumen de aire en los pulmones.
Síntomas:
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Prevención: Control de la flotabilidad, con formación y un buen mantenimiento del equipo de buceo.
• La Enfermedad Descompresiva, es producida por la acumulación de nitrógeno del aire comprimido que
respiramos. Es un gas inerte que no metabolizamos, quedando disuelto en nuestro organismo en una
cantidad que depende de la profundidad y del tiempo de permanencia en el fondo. Al subir a superficie,
fase de descompresión, el nitrógeno se libera de los tejidos, pasa a la sangre y de ahí a los pulmones.
Si no damos tiempo suficiente para su eliminación en el ascenso, realizando las paradas de seguridad
oportunas en profundidades y tiempo determinado, el gas se expande formando burbujas, que pueden
producir la obstrucción de los vasos sanguíneos desencadenando la enfermedad descompresiva. En
ocasiones incluso respetando las paradas y tiempos, puede producirse por otros condicionantes. La ED
puede ser de tipo I leve, o de tipo II grave, pudiendo evolucionar de leve a grave.
Síntomas:
• ED tipo I:
• Síntomas cutáneos: Picores, manchas rojas en la piel en tórax, espalda, abdomen y muslos.
• ED tipo II:
• Síntomas cutáneos: Manchas similares a las anteriores, o áreas pálidas de un tono azulado.
Prevención: Respetar las limitaciones legales en número y duración de las inmersiones, así como
las tablas y ordenadores de buceo. Planificar la inmersión. No superar la velocidad de ascenso de 9
metros/minuto. Adecuación del traje a la temperatura. No tomar un avión, ni ascender montañas de
más de 1000 m, en las 24 h posteriores a la inmersión.
• Intoxicación por gases. Dejando aparte las intoxicaciones por monóxido de carbono o vapores de
aceite que pueden encontrarse en el aire respirable de las botellas por un mal funcionamiento o
ubicación del compresor de carga, nos centraremos en dos situaciones más comunes, como son la
Narcosis Nitrogenada y el Síncope Hipóxico o de aguas baja.
En cuanto a la Narcosis o “borrachera de las profundidades”, pues es similar a una intoxicación etílica,
es debida al efecto del nitrógeno a una determinada presión parcial, es decir a una profundidad que
ronda entre los 30 a 40 m, no afectando de igual forma a todos los individuos.
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Es reversible y no deja secuelas, en cuanto se asciende desaparece, pero es peligrosa por el riesgo
de sufrir cualquier otro accidente debido a la euforia que se experimenta.
• El Síncope Hipóxico, de aguas bajas o “Blackout” (apagón), sobreviene a los buceadores en apnea (a
pulmón). La causa es la hiperventilación que realizan estos para prolongar el tiempo de inmersión.
Se genera un enriquecimiento de O2 disminuyendo la presencia de CO2 en sangre por lo que se
retrasa la necesidad de respirar. Cuando el buzo consume el O2 generando más CO2 y asciende,
se produce una inversión en el intercambio gaseoso en los alvéolos que hace que el oxígeno de la
sangre pase a los alvéolos pues la presión de O2 en estos es menor, lo que produce la hipoxia y la
pérdida de conocimiento. Esto sucede a muy pocos metros de la superficie. El lastre le hará hundirse
produciéndose el ahogamiento.
8. PSICOLOGÍA APLICADA
8.1. INTRODUCCIÓN
En todos los contextos de la emergencia y a todos los niveles de competencia, las labores de rescate,
asistencia y socorro, que históricamente han venido realizando los profesionales entregados a la causa,
se encaminaban inicialmente a proporcionar unos primeros auxilios en el lugar con el fin de atender sus
necesidades físicas y restablecer su salud evitando un empeoramiento o agravamiento de las lesiones
derivadas del accidente o proceso traumático.
Siguiendo esta línea de trabajo queremos dar a conocer los aspectos a tener en cuenta en la esfera
psicológica dentro de la emergencia para primeros intervinientes, al igual que plantear la necesidad de no
descuidar a ese otro afectado, y gran olvidado, que es el propio personal de emergencias implicado en la
intervención.
El capítulo se estructura en dos partes bien diferenciadas. La primera se centra en la víctima, su abordaje
y manejo psicológico paralelo a la función asistencial pura, así como la propuesta de una escucha activa
de la misma, que nos guiará y contribuirá a mejorar la calidad de nuestras futuras intervenciones. En una
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segunda parte pretendemos resaltar la importancia de la preparación psicológica y la gestión del estrés en
los intervinientes, especialmente en el terreno de las grandes catástrofes.
Poseer estrategias y habilidades para la ayuda ante situaciones especiales como el duelo (como son el
tener capacidad de escuchar, saber comunicar malas noticias o saber manejarse en la interacción con
personas agresivas o con diferentes colectivos: menores, ancianos, enfermos mentales, personas en
situación de dependencia personal, etc.), teniendo además en cuenta las emociones de los afectados
por estas situaciones de crisis o en situación de riesgo social debido a ellas es primordial para que no
fracase nuestra intervención y podamos restablecer una recuperación. Igualmente hemos de ser capaces
de saber reconocer los sentimientos y las reacciones normales de las personas afectadas, así como los
elementos que acompañan a un proceso traumático y las manifestaciones del estrés ante un proceso de
estas características.
Actualmente, los accidentes de tráfico son, según la OMS, la tercera causa de muerte en los países
occidentales. Se convierte en la primera causa de fallecimiento entre adultos jóvenes (de 14 a 29 años). En
España, la media de fallecimientos está en torno a las 8 personas/días, según datos de la DGT desde el año
2006. Además, uno de cada 22 fallecidos en accidentes de tráfico es menor de 14 años. Este fenómeno
se ha convertido en algo tan cotidiano en nuestras vidas que es difícil encontrar a alguien que no conozca
a alguna persona que haya sufrido un accidente de tráfico de forma directa o indirecta y pueda relatar
cómo le ha afectado en su vida personal. Estas cifras aumentan exponencialmente cuando nos referimos
a heridos: cada día hay 350 personas en España que resultan heridas en un accidente de tráfico. A veces
no se contabilizan como accidentes aquellos en que los daños personales han sido tan pequeños que no
requirieron atención médica, pero pudieron tener secuelas de tipo psicológico: miedo a coger el vehículo
(amaxofobia), estrés postraumático… Sin embargo, la escucha activa de las víctimas y su experiencia nos
enseña que los primeros auxilios psicológicos no sólo son útiles sino imprescindibles en cada emergencia
en la que participemos.
“Hace alrededor de un año sufrí un accidente de moto en mi localidad. No recuerdo lo que pasó, no
por perder el conocimiento sino por el tremendo shock. Por ello he deducido que este altercado fue
tan fuerte para mi mente que lo deseché. El problema llegó después, cuando ya me recuperé de mis
lesiones, que no fueron demasiado graves.
Repentinamente, cada vez que me subía a un coche y nos poníamos en marcha me entraba un
pánico tremendo al llegar a alguna calle con ramificaciones puesto que pensaba que de cada
bocacalle iba a salir algún coche sin vernos y que íbamos a chocar...”
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8.2.2. Definición y aplicación
¿Qué son los primeros auxilios psicológicos?
Son intervenciones que tienen como característica fundamental la ayuda inmediata y próxima a las personas
que se han visto afectadas por una situación desbordante que rompe el discurrir de su vida.
Nadie está preparado para sufrir un accidente o una pérdida (de un familiar o de una función, como un
brazo). Por ser un hecho violento ocasiona un fuerte estrés; por ser súbito es inesperado e imprevisto; por
ser externo, se vivencia como un ataque, una amenaza y por ser involuntario se siente impotencia y, en
muchos casos, culpa. La intervención con los afectados va dirigida a disminuir la angustia y la ansiedad,
especialmente en los primeros momentos. Las secuelas psicológicas que se pueden originar remiten con el
tiempo (se estiman unos 6 meses de media) en la mayoría de los casos, pero este tiempo se reduce mucho
con la intervención, especialmente en menores. Se trata de ayudarles a recuperarse de forma rápida y
efectiva, aceptando sus limitaciones y ayudándoles a descubrir recursos que pueden usar de inmediato.
LA SITUACIÓN ES ANORMAL;
LAS REACCIONES SON NORMALES
Es muy importante que el interviniente perciba la realidad tal como es y no tal como cree o quiere que sea.
Adoptar una actitud realista y constructiva en una situación de emergencia es tan importante como contar
con la capacidad para resolverla.
Tras tomar conciencia de la situación vivida, siempre que no existan otros impedimentos, se pasa a la fase
de elaboración de pérdidas, incentivando el duelo por lo perdido. Se denomina duelo a la reacción conductual
(pensamiento, emoción y acción) que se produce tras la muerte de un ser querido u otra pérdida significativa
(ruptura de pareja, pérdida de trabajo, etc.) Se trata de un proceso que permite al individuo adaptarse a la
ausencia.
Elaborar el duelo no significa olvidar, sino aprender a seguir viviendo y seguir queriendo a ese ser ausente.
Este proceso no es lineal, es decir, puede tener altibajos. En ocasiones, los afectados pueden sentir que
retroceden emocionalmente para lo cual se recomienda mantener una vida activa (intentando normalizarla)
y no evitar hablar de la persona que se ha perdido, seguir expresando sentimientos y, si fuera preciso,
solicitar ayuda especializada.
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Ante una situación disruptiva la gran mayoría de personas experimentarán una serie de reacciones o
síntomas psicológicos agudos, en la fase inicial de impacto o a los días de ocurrido el suceso, durante
las fases de reacción y adaptación, pero afortunadamente sólo una minoría desarrollarán problemas
psicológicos a largo plazo. ¿Qué es lo que hace que una persona sometida a una experiencia traumática
sea capaz de enfrentarse a ella y superarla? Este concepto hace referencia a la resiliencia. Se han descrito
siete pilares para la misma: introspección, independencia, capacidad para relacionarse, iniciativa, humor,
creatividad y moralidad. Estas son las cualidades individuales que protegen a los individuos de la adversidad
y les facilitan la elaboración de procesos resilientes. Como primeros intervinientes, en nuestra mano está
ayudar a iniciar este proceso.
Partiendo de la premisa que el modelo ideal de emergencias debería incluir la figura del psicólogo de
emergencias, bien en las unidades móviles medicalizadas, bien a nivel hospitalario (en Puertas de Urgencia),
aquí presentamos unas pautas básicas de actuación, aplicables por primeros intervinientes, en caso de
vernos involucrados en una situación de emergencia traumática:
• disminución de la incertidumbre
La forma en la que nos comunicamos reviste especial importancia, ya que no sólo hablan las palabras, sino
los gestos, la entonación, el ritmo, el vocabulario y las posturas que adoptamos, entre otras. La comunicación
no verbal supone más del 90% de la comunicación. Mantener una actitud serena, no manifestar temor,
evitar las negaciones y las confrontaciones, así como permitir a la persona expresarse, nos va a posibilitar
que ésta disminuya los sentimientos negativos hacia nosotros, así como fomentará una apertura a la
comunicación.
Las estrategias que debemos adoptar en general en una situación de emergencia, especialmente si se trata
de una experiencia traumática, son:
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• Es más cálido sujetar la mano sin guantes (sólo si es apropiado).
• Dar mensajes cortos, sencillos (no técnicos) y concretos, empezando por lo importante y respetando sus
silencios.
• Evitar frase vacías del tipo “Entiendo lo que te pasa”, “A mí me pasó lo mismo hace tiempo”.. No restar
importancia ni protagonismo a lo que siente.
• No mentir. Usar expresiones como “Parece que su acompañante no está bien” o “No lo sé, luego le
informarán” o “Hay otro equipo atendiéndolo”.
• No tratar de resolverlo todo en ese momento. Se pueden sugerir pequeñas decisiones que ayuden a
recuperar el control de su vida pero no se deben tomar decisiones importantes.
• Informar de posibles reacciones posteriores al suceso y ofrecer ayuda para volver a la normalidad.
• Usar la sonrisa: disminuye su miedo porque percibe que no le van a hacer daño.
• Ponerse a su altura para hablar. La comunicación es más fluida, puede ver nuestra cara y confiar en
nosotros.
• Prestar atención a reacciones de adultos. Tener en cuenta que, antes de los siete años, los niños son
incapaces de comprender aquellas emociones que no están directamente relacionadas con lo que
muestra la cara. A partir de esa edad pueden asistir a funerales si lo desean.
• Favorecer que se expresen, que relaten lo que han visto o lo que sienten.
• Impedir la visión de escenas y estímulos de alto impacto psicológico relacionados con el hecho
traumático. No obstante, y en la medida de lo posible, les explicaremos los que hacemos y por qué y
facilitaremos que vean a sus cuidadores, si las circunstancias lo permiten.
• Dar respuestas sencillas, claras y honestas. No hablar de lo que no desee, pero no evitar dar
explicaciones.
• Emplear todo el tiempo necesario en jugar con el menor, permitiendo que se relaje, que asuma poco
a poco la “normalidad” de la situación y haciéndole partícipe del duelo familiar hasta donde el menor
acepte.
• Evitar explicaciones insuficientes y que pueden llevar a error como “papá se ha ido por un tiempo”
(abandono), “mamá está en el cielo (cuando sabe que está en el cementerio)”, “es la voluntad de Dios”
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• Estrategias específicas en un accidente de tráfico
A continuación, proponemos una relación de estrategias que nos serán de utilidad en el momento de aplicar
los primeros auxilios psicológicos.
• Escucha activa del relato, evitando hablar delante de una víctima o como si no estuviera presente y
procurando mantener el contacto verbal y visual.
• Explicar en todo momento qué se está haciendo y por qué; o a dónde van a parar sus pertenencias.
• Preguntar por sus necesidades básicas (hambre, sed, sueño…) y no dejar solo al afectado; en todo caso,
respetar siempre su soledad.
• Facilitar los trámites administrativos como, por ejemplo, acompañar en la declaración de atestados.
• Tener en cuenta peculiaridades como embarazo, discapacidad, religión, cultura o animales implicados.
• Emplear la distracción para calmar personas alteradas (por ejemplo, encomendarle alguna tarea,
preguntar algo sin relevancia…).
“Yo iba conduciendo, parpadeé y desperté en una ambulancia. No hay nada en medio. Abrir los ojos
y estar en otro sitio, un sitio que no es bueno, en el que no deseas estar y separada de ellos… Ahora
sé que la diferencia entre estar vivo o muerto es un parpadeo, un instante, no se ve venir, es un
segundo que rompe tu vida.
En mi caso perdí el conocimiento a causa del impacto, y al despertar no entendía absolutamente nada.
No sólo despiertas del estado de inconsciencia, sino que despiertas a un mundo nuevo, con otras reglas
y otros personajes, desprovista de normas, pautas o señales que te digan cómo sentirte o cómo actuar.
Las horas siguientes al accidente recibí muchos y muy diferentes mensajes sobre el estado de
mi familia. Unos me dijeron que, igual que nosotros nos estamos ocupando de ti, otros se están
ocupando de ellos, otros, que en el hospital en el que yo estaba no había suficiente sitio para los
tres. La Guardia Civil me preguntó como si no supiesen nada del accidente, en ningún momento me
dijeron que había otro coche implicado que nos sacó de la carretera, e incluso llegaron a decir que en
el lugar del accidente no había ninguna otra persona y menos un bebé. Todas estas contradicciones
lejos de tranquilizar crean una enorme sensación de inseguridad y de miedo, imaginas lo peor, pero
al no tener pruebas, lo niegas, y vuelta a empezar de la forma más angustiosa y temible.
Supliqué información durante horas. Pero nadie me la dio, así que sabía que la situación era muy
grave. Cuando pensaba que habían muerto, me decía a mí misma: no seas dramática, seguro que
no, pero estarán graves o a lo mejor como yo y de nuevo volvía a suplicar que me llevarán con Jorge
que necesitaba la voz de su madre, que estaría asustado. Cada vez me esquivaban más y yo cada
vez tenía que hacer más esfuerzo para convencerme de que no podían haber muerto los dos.
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En el hospital, me dejaron sola la mayor parte del tiempo. Notaba cómo me esquivaban y sólo
hacían acto de presencia para inyectarme más sedantes y analgésicos, y yo, mientras, intercalaba
los periodos de inconsciencia, con el miedo y la soledad, en las cerca de 7 horas más largas de
mi vida.
Durante el mes que estuve ingresada en otro hospital, las personas que más me ayudaron, con las
que mejor me sentí, fueron aquéllas que mostraron cariño, respeto y consideración a mi situación,
pero sin evitarme, sin actuar desde la lástima, sin miedo, sin infantilizar la relación y sin juzgar cómo
debía comportarme o sentir. En definitiva, creo que fueron aquellas personas que, manteniendo su
profesionalidad técnica, consiguieron tratarme con un cierto sentido de justicia y de solidaridad y les
doy las gracias a todos/as ellos/as…·.
Siguiendo el modelo de seis etapas de Buckman podemos enfrentarnos a la dura tarea de comunicar malas
noticias, aunque hemos de recalcar la dificultad que entraña llevarlo a cabo en un entorno inhóspito como es la
situación de emergencia y sin una formación y habilidades adecuadas para ello. La estructura es la que sigue:
5. Valorar la respuesta del afectado (facilitar que se exprese, respetar el tiempo preciso para la asimilación)
• “¿Le habrán servido de algo, dentro de su dolor, mis atenciones, mis palabras, mis gestos?”
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Habitualmente no llegamos a saberlo al tratarse de personas a las que no solemos volver a ver. En esta guía
hemos querido darles voz, que hablen, que opinen en qué les hemos ayudado y en qué les perjudicó o dejó
un recuerdo negativo nuestra actuación.
• “Respetó mi tiempo para asimilar la noticia”. Los silencios largos generan ansiedad.
• “Pregunté por mi mujer y me informaron que estaba atendida, pero por otro equipo”.
Puede ser una frase de consuelo ante una mala noticia no asimilable en el momento, como el fallecimiento
del acompañante.
• “Me preguntaron a quién quería que avisáramos, pero no me dijeron para qué ni por qué”
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8.3.2. Secuelas psicológicas y sociales de víctimas de accidentes de tráfico
En noviembre del año 2012, la Asociación Estatal de Víctimas DIA publicó un novedoso estudio en España
sobre las secuelas psicológicas y sociales de las víctimas de accidentes de tráfico. Fueron realizadas
encuestas cualitativas a víctimas durante su etapa de recuperación en el hospital, indagando sobre cinco
áreas muy concretas.
• Área médica
Por orden de prioridad lo más importante para estos sujetos era seguir siendo autosuficiente y poder
realizar las actividades básicas de la vida diaria; conocer toda la información sobre la evolución de su
estado de salud; participar en la toma de decisiones sobre su tratamiento; recuperarse del accidente en el
hospital y por último recuperarse del accidente en casa.
• Área psicológica
la principal necesidad de las personas que han sufrido un accidente es la de sentirse acogido y querido y
la cuestión menos valorada es controlar la ansiedad.
• Área social
La cuestión más importante para los participantes en el estudio es contar con los amigos de siempre,
seguida de estar acompañado por un ser querido en los momentos posteriores al accidente.
• Área económica
Lo que más les importa referido a la economía es saber qué prestaciones económicas tienen derecho
a percibir. También sienten la necesidad de contar con dinero suficiente para poder sufragar los gastos
del tratamiento médico y los gastos derivados de todos los medicamentos. Los hombres dan más
importancia a cuestiones como tener un testamento, mantener el nivel de ingresos y no dejar a la familia
desprotegida a causa del accidente que las mujeres.
• Área espiritual
Lo más importante para las víctimas de accidentes es satisfacer las propias expectativas de vida. Es
decir, poder continuar su vida tal y como era antes del accidente debido a la necesidad de las personas de
proyectarse en el futuro. El aspecto menos importante para la muestra era tener fe en un ser supremo.
Esperamos que de la lectura de este capítulo se extraigan conclusiones que inviten a la reflexión y resulten
estimulantes para mejorar nuestra actividad profesional.
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El estrés es normal. Es la reacción natural del organismo en respuesta a un desafío físico y/o emocional.
Frente a una situación de emergencia es habitual que en los intervinientes aparezcan una serie de reacciones
que van desde la ansiedad puntual en el momento de la situación crítica hasta una traslación a la vida diaria
llegando incluso al síndrome del “burn-out”.
¿Existe alguna razón que explique por qué nos afecta el estrés y de manera muy diversa a los
trabajadores de la emergencia? Efectivamente, la hay. La respuesta está en las denominadas
“neuronas espejo”. Dichas neuronas tienen una función facilitadora del recuerdo en respuesta a
determinados estímulos. Por ejemplo, cuando vemos una cara expresando emociones como la alegría
o el enfado automáticamente y, por acción de las neuronas-espejo, activamos las áreas cerebrales
que corresponden a esas mismas emociones.
¿Cómo tener “en forma” las emociones? Aquí van unas pinceladas:
Por otro lado, hemos comentado que el estrés no se manifiesta por igual entre los diversos intervinientes
de la emergencia. Esto se debe tanto a factores personales como a otros relacionados con el contexto de la
intervención. Entre los personales podríamos destacar los siguientes:
• Baja autoestima
• Experiencias personales:
• Vivencias previas muy similares a las que están viviendo las víctimas.
• Estar atravesando en ese momento algún acontecimiento personal que influye en el estado físico,
mental y anímico.
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• Experiencias de fracaso en emergencias anteriores.
Entre los factores relacionados con la propia situación de emergencia encontramos; el tipo de emergencia
(tienen mayor impacto los desastres tecnológicos que los naturales), el momento del día (los nocturnos
suelen provocar más víctimas y problemas emocionales), la duración (por la exigencia de los días de trabajo
acumulados) y, obviamente, el tipo de tarea encomendada (recoger cadáveres, rescates, víctimas conocidas…).
No obstante, existen situaciones que en la mayoría de casos provocan un gran impacto emocional en todo
el personal que interviene en una emergencia. Algunas de ellas serían:
• Suicidios de compañeros
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• Saber identificar conflictos y ser capaces de resolverlos
• Analizar la afectación de los intervinientes, por ejemplo a través de cuestionarios para medir el nivel
de estrés
• “Defusing”: técnica sencilla y breve que pretende la expresión de emociones y experiencias tras
la catástrofe. Reevaluar a las 2, 3 y 7 semanas.
• “Debriefing”: técnica más estructurada, dirigida por un profesional, en la que se relatan los
hechos y se expresan las reacciones (pensamientos, sentimientos, síntomas...), a lo que sigue
una normalización de las mismas y un planteamiento de estrategias de afrontamiento. Reevaluar
a las 3-4 semanas.
Desde nuestra experiencia personal y profesional podemos afirmar que, en ocasiones, tenemos dificultades
para aceptar que ya no es necesario intervenir y que hay que retomar la rutina diaria. Analizamos las
actuaciones a posteriori, sorprendiéndonos a nosotros mismos con cuestiones como:
No es fácil tampoco comprobar como para algunos familiares y amigos no es tan importante o tan bien
valorada nuestra actuación. A menudo oímos expresiones del tipo:
Cuando las alteraciones provocan un malestar importante o deterioro social, laboral o de cualquier esfera
de nuestra vida, estaremos en el punto en el que deberemos solicitar ayuda profesional por parte de un
psicólogo para gestionar nuestro estrés. Un ejemplo de ello sería la no muy conocida “amaxafobia”, que
consiste en desarrollar miedo a conducir tras experimentar situaciones traumáticas relacionadas con
vehículos de transporte (principalmente turismos). El síndrome comprende sensaciones de ansiedad,
angustia, pesadillas anteriores y posteriores al viaje, sudor de manos, temblor, ideas negativas, visualización
de accidentes
En resumen y, retomando la idea inicial, debemos cuidar de nosotros mismos y estar atentos a los signos
que nos hagan precisar ayuda psicológica.
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8.5. Lenguaje de signos
Es importante reconocer varios signos de comunicación ante personas que resulta muy difícil la comunicación
verbal. Para ello recomendamos varios de los signos más característicos para una comunicación de
emergencia en un accidente de tráfico.
IMPORTANTE
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ENTRAR
TU QUIETO
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ME-ENTIENDES
ABRIR CERRAR
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ANEXO I
Este cuestionario pretende ayudar a medir los índices de estrés de los intervinientes con la finalidad de
desarrollar mecanismos de afrontamiento eficaces en la prevención de trastornos negativos sobre los
mismos.
No existen normas formales para la medición. Sobre la base del contenido de los diversos ítems, podremos
interpretar los resultados de acuerdo con la puntuación obtenida en el test con arreglo a la siguiente clave:
• 0-15 puntos: indica que se está afrontando adecuadamente el estrés tras su intervención en la
emergencia.
• 16-25 puntos: indica que se está sufriendo un nivel de estrés que aconseja la adopción de acciones
preventivas.
• Más de 35 puntos: indica que probablemente se esté sufriendo el síndrome de “burn-out”, precisando
ayuda especializada.
Instrucciones: indica, en cada una de las siguientes preguntas, con qué frecuencia has experimentado las
diferentes reacciones durante el último mes.
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ANEXO II
USO DE FÁRMACOS
La toma de cualquier fármaco conlleva el riesgo de que produzca una reacción adversa.
Muchos usuarios no reconocen los efectos secundarios del nuevo fármaco que comienzan a tomar, ya que no les
informan ni leen el prospecto, el cual debe llevar un apartado específico sobre la interferencia del medicamento
en la conducción de vehículos en cumplimiento a la normativa europea comunitaria y la española.
Aparte de ello se tiene que valorar la especial sensibilidad de los conductores mayores, como se explica en
otro tema específico.
El uso frecuente de varios fármacos a la vez es importante, por las interacciones que pueden darse entre ellos.
La norma legal clasifica los fármacos en tres niveles según su grado de influencia en la conducción:
• Categoría II: fármacos susceptibles de producir efectos intensos sobre la capacidad de conducir.
• Categoría III: fármacos susceptibles de producir efectos muy intensos sobre la capacidad para conducir.
Los principales efectos secundarios de los fármacos que pueden afectar a la conducción son los siguientes:
• Efecto sedante: disminución del estado de alerta, reacción lenta por aumento del tiempo de reacción ante
un imprevisto y somnolencia.
• Hipoglucemia.
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Fármacos que afectan a la conducción
Por último, presentar una clasificación detallada de los fármacos que afectan a la capacidad de conducción
(Véase el grado de influencia en la conducción del I al III).
• Antihistamínicos H1
• Primera generación: azatadina (II), clemastina (III), clorfenamina (II), dexclofeniramina (II), (II), difenhidramina
(III), mequitazina (II), prometazina (III)
• Segunda generación: astemizol (I), azelastina (I), cetiricina (II), desloratadina (I), elastina (I), loratadina (I),
terfenadina (I).
• Otros preparados de acción antihistamínica H1: ciproheptadina (estimulante apetito) (II), dimemehidrinato
(cinetosis) (III), ketotifeno (antiasmático) (II), doxilamina (antiemético) (III), hidroxicina (antitemblor) (III), mezclocina
(antiemético) (II), cinaricina y flunaricina (antivertiginosos, alteraciones vasculares periféricas y cerebrales) (II).
Efectos negativos sobre la capacidad de conducir: el más común es la sedación al comienzo del tratamiento,
ansiedad, insomnio, discinesia, parestesias, alteraciones de la visión y alucinaciones.
• Analgésicos: buprenorfina (III), codeína (II), etilmorfina (III), metadona (II), morfina (III), petidina (III),
pentazocina (III), tildina (II), tramadol (III).
Efectos negativos sobre la capacidad de conducir: euforia, sedación, vértigos, disminución del poder de
concentración y capacidad cognitiva, pasividad.
• Antidepresivos
• Tricíclicos: amitriptilina (III), clomipramina (II), doxepina (III), imipramina (II), nortriptilina (II), trimipramina (III).
• Inhibidores de la recaptación de serotonina: citalopram (I), fluoxetina (I), fluvoxamina (I), paroxetina (I),
sertralina (I).
• Otros: mirtazapina (III), nefazodona (II), reboxetina (I), sales de litio (II), trazodona (III), venlafaxina(II),
viloxacina (II).
Efectos negativos sobre la capacidad de conducir: sedación, hipotensión ortostática, fatiga, vértigo,
ansiedad, excitación, alteraciones del comportamiento, temblor, alteraciones de la visión.
• Antiepilépticos
• Ácido valproico (II), carbamacepina (II), clonacepam (II), diacepam (III), etosuximida (II), felbamato (II),
fenitoína (III), fenobarbital (III), lamotrigina (II), primidona (III), valpromida( II), vigabatrina (II).
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Efectos negativos sobre la capacidad de conducir: nistagmo, alteraciones de la visión, ataxia, discinesia,
temblor, sedación, somnolencia, estado confusional, mareos, pérdida de memoria y concentración, fatiga y
disminución del rendimiento psicomotor.
• Betabloqueantes
• Acebutolol (I), atenolol (I), betaxolol (I), bisoprolol (I), carvedilol1 (II), carteolol1 (I), labetalol(I), oxprenolol (II),
nadolol (II), propranolol (II), timolol (II).
Efectos negativos sobre la capacidad de conducir: fatiga, mareo, vértigo, aumento del tiempo de reacción,
alteraciones en la concentración, alteraciones del sueño, cambios de humor.
• Estimulantes centrales
• Anfetamina (II), anfepramona (I), clobenzorex (I), fenproporex (I), fenilpropanolamina (I), metilfedinato (I),
prolintano (I), pemolina (I).
Efectos negativos sobre la capacidad de conducir: excitación, euforia, nerviosismo, agresividad, fatiga,
temblor, alteraciones visuales.
• Neurolépticos
Se usan, aunque no exclusivamente, para el tratamiento de las cuadros clínicos de esquizofrenia, paranoia
y psicosis orgánicas y funcionales.
• Fenotiacinas: clorpromazina (III), levomepromazina (III), flufenazina (II), perfenazina (II), periazina (III),
pipotiazina (III), tioproperazina (III), tioridazina (III), trifluoperazina (III).
• Hipnóticos/ansiolíticos
• Benzodiacepinas (vida media larga): bromacepam (III), camacepam (II), clobazam (II), clonacepam (II),
clordiacepóxido (III), diacepam (III), fluracepam (III), flunitracepam (III), ketazolan (III), nitracepam (III),
barbitúricos (III), meprobamato (III).
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• Benzodiacepinas (vida media intermedia-corta): alprazolam (III), bentacepam (III), loprazolam (III),
loracepam (III), lormetacepam (III), midazolam (III), oxacepam (III), triazolam (III).
Efectos negativos sobre la capacidad de conducir: somnolencia, alteración de los reflejos, ataxia, alteración
de la coordinación, disminución de la concentración.
• Alfabloqueantes
Estos fármacos se utilizan como hipotensores, con el correspondiente riesgo ya descrito. Mención especial
merece el uso de Sildenafilo (Viagra) que provoca mareos y trastornos visuales.
Por todo ello debemos preguntar siempre por los medicamentos que el accidentado está tomando y valorar
la posible interferencia el rendimiento psicomotor y los problemas que eso añade a su atención completa
en el rescate y extracción del vehículo.
ANEXO III
• Collarín cervical tipo Philadelphia: adulto y pediátrico (dependiendo de la casa comercial encontramos
de adulto y pediatría ajustables en tamaño o de varios tamaños que se distinguen por código de
colores).
• Filtro antibacteriano.
• Cánula orofaríngea: números 000, 00, 0, 1, 2, 3, 4, 5. Una cánula de cada uno de estos números, ya
que dependiendo de la edad utilizamos un número u otro.
• Bolsa de reanimación: bolsa de 150, 500 y 1600-2000 ml. Cada una de estas bolsas se utilizan en
lactantes, pediatría y adultos.
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• Manta térmica: dos mantas.
• Isodine (yodo).
• Guantes de NITRILO desechables: talla pequeña (3), mediana (3), grande (5).
• Rotulador permanente.
• 1 botellín de agua.
• Linterna.
• Dama de Elche.
• Araña.
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ANEXO IV
GLOSARIO
• ACETÁBULO: es la porción articular cóncava de la superficie de la pelvis, y está formada por el ilion, isquion
y el pubis. A esta porción se articula la cabeza del fémur, lo que forma la articulación de la cadera.
• ALETEO NASAL: movimiento de elevación y contracción de las alas de la nariz durante la respiración que
se observa principalmente en niños pequeños y bebés y que suele aparecer cuando hay una dificultad
respiratoria producida por bronquitis, asma, o por una obstrucción de las vías respiratorias.
• ALUMBRAMIENTO: Periodo final del parto, tras el nacimiento del niño, en el que se produce la salida de
la placenta.
• ANISOCORIA: es un signo médico que se define como una diferencia entre el tamaño de ambas pupilas.
• APÓFISIS ESPINOSAS: son prominencias óseas que surgen de la parte posterior de las láminas de las
vértebras. Protegen por delante al canal medular que alberga la médula espinal y a ambos lados se
insertan potentes músculos del tronco.
• BRADIPNEA: es el descenso de la frecuencia respiratoria por debajo de los valores normales. En un adulto
en reposo la frecuencia normal está entre 12 y 20, mientras que en niños suele ser mayor, alrededor de 40.
• CEFALEA: hace referencia a los dolores y molestias localizadas en cualquier parte de la cabeza.
• CIANOSIS: Coloración azulada de piel, mucosas (labios, encías..) y uñas, causada por una baja cantidad de
oxígeno en la sangre.
• CONTUSIÓN: es el daño que se produce en alguna parte del cuerpo tras recibir un golpe, en donde no se genera
una herida exterior (lesión física no penetrante, es una lesión cerrada que no afecta a la piel). Normalmente
los signos que aparecen son un aumento del volumen en el lugar del golpe, dolor, y en ocasiones edema leve.
• CREPITACIÓN: la crepitación es un sonido que se produce por distintas situaciones médicas y que permite
el diagnóstico de una gran variedad de patologías. Estos crepitantes son similares al ruido que se hace al
pisar la nieve, al restregar los cabellos entre los dedos o al echar sal al fuego.
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• CRESTA ILÍACA: es el nombre que se le da a él borde superior del ala del ilion que se extiende hasta el
margen de la pelvis mayor. En su interior deja una cavidad que se denomina fosa ilíaca.
• DEA: Desfibrilador automático. Realmente la nomenclatura correcta sería DESA, ya que, en la actualidad,
los desfibriladores que se encuentran al alcance de los primeros intervinientes no son automáticos, son
semiautomáticos.
• DEBRIEFING: es una reunión del grupo actuante que se realiza después de un servicio o siniestro, en el
que se analiza la actuación y se pueden llegar a tratar residuos emocionales de los propios intervinientes
que podrían ocasionarse a raíz de dicho siniestro.
• DERMATOMAS: es el área de la piel inervada por una raíz o nervio de la médula espinal.
• DF: Desfibrilación.
• DIÁFASIS: es la porción central o cuerpo de los huesos largos (fémur, clavícula, tibia, etc). Tiene forma
cilíndrica y alargada, y está localizada entre los dos extremos del hueso o epífisis.
• EDEMA: se conoce también cómo hidropesía. Es la acumulación de líquido en el espacio tisular intracelular
o intersticial además de las cavidades del organismo. Se considera un signo clínico.
• DILATACIÓN: Periodo inicial del parto durante el que se produce la apertura progresiva del cuello del útero
para permitir el paso de la cabeza del feto.
• ECG: Electrocardiograma.
• EDEMA CEREBRAL: Acumulación de líquido en los espacios intra o extracelulares del cerebro
• EDEMA: hinchazón blanda de una parte del cuerpo producida por acumulación de líquido.
• ENFISEMA: aire (gas) que penetra bajo la piel, en tejido conjuntivo laxo, donde un líquido o gas a presión
pueden crear un espacio real.
• EPISTAXIS: se denomina epistaxis a todo fenómeno hemorrágico originado en las fosas nasales.
• EQUIMOSIS: moretón, cardenal, mancha morada, negruzca o amarillenta de la piel o de los órganos
internos debida a un derrame de sangre originado por un golpe u otras causas.
• ERC: Comité europeo de Resucitación. Este comité es el encargado de revisar los protocolos de actuación
estandarizados y cambiar o recomendar modificaciones de acuerdo con las estadísticas y estudios que
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realizan. Existe otro comité, AHA (American Heart Association) en este caso americano, que realiza las
mismas funciones. Para la realización de este manual, nos hemos basado en las recomendaciones y
protocolos de actuación de la ERC por creer que tienden más a simplificarse y a la hora de memorizar o
entender son mucho mejor.
• ESFÍNTER: es un músculo con forma circular o de anillo, que permite el paso de una sustancia de un
órgano a otro por medio de un tubo u orificio a la vez que impide su regreso. En el cuerpo humano existen
más de 40 esfínteres distintos.
• EVISCERACIÓN: es la salida hacia el exterior de una parte de las vísceras abdominales causada en la
mayoría de los casos por un traumatismo o una herida quirúrgica.
• EXPULSIÓN: Periodo de frecuentes contracciones uterinas dolorosas que hacen avanzar al feto en su
descenso y producen la salida progresiva del mismo.
• FÉRULAS: Dispositivo o estructura que se utiliza para mantener en su posición o sostener e inmovilizar
partes del cuerpo.
• FIBRILACIÓN VENTRICULAR (FV): se denomina también trastorno del ritmo cardíaco. Se presenta
como un ritmo ventricular rápido (›250 latidos por minuto), irregular, de morfología caótica y que lleva
irremediablemente a la pérdida total de la contracción cardíaca con una falta total de bombeo sanguíneo.
• FONTANELAS: espacios membranosos comprendidos entre los huesos del cráneo del recién nacido que
permiten cierta compresión durante el parto. En total son 6 y suelen estar cerradas a los 18 meses.
• FV: Fibrilación ventricular. Uno de los ritmos, junto con la TVSP, desfibrilable.
• GALEA: estructura del cuero cabelludo que conecta las partes frontal y occipital del músculo occipitofrontal.
• HEIMLICH: maniobra descrita para liberar la vía aérea de una obstrucción, debida a objeto, alimento y que
también se conoce como compresión abdominal.
• HEMATOMA: es una acumulación de sangre causada por una hemorragia interna que general- mente
aparece cómo respuesta a un golpe, una contusión o una magulladura. Popularmente es conocido cómo
cardenal, moratón o moradura. Estos hematomas adquieren un color azulado o violáceo, y desaparecen
de forma gradual.
• HIPOTERMIA: es el descenso involuntario de la temperatura corporal por debajo de 35ºC medida con
termómetro en el recto o el esófago.
• HIPOXIA: es la falta de oxígeno en los tejidos del cuerpo. Particularmente conocemos hipoxia cerebral,
hipoxia neonatal etc…
• IMPOTENCIA FUNCIONAL: es la incapacidad para utilizar todo o parte del miembro afectado por una fractura.
• IN SITU: es una expresión latina que significa “en el sitio” o “en el lugar”, y que normalmente se utiliza para
designar un fenómeno observado en el lugar o una manipulación o trabajo realizado en el lugar.
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• INGURGITACIÓN YUGULAR: es un signo que aparece cuando existe un aumento de la presión venosa en
el sistema de la cava superior. Tanto la trombosis de la vena cava superior, la pericarditis y la insuficiencia
del corazón derecho son situaciones que cursan con ingurgitación yugular. Cuando esto se produce, las
venas del cuello aparecen gruesas y distendidas.
• ISQUEMIA: es el sufrimiento celular causado por la disminución transitoria o permanente del riego
sanguíneo.
• ÍTEM: nos referimos con este término a requisitos necesarios a cumplir para alcanzar un objetivo.
• LACERACIÓN: herida, ruptura que se produce en la piel y tejido subcutáneo debido a un desgarro.
• LIPOTIMIA: es una pérdida transitoria del conocimiento producida por una caída brusca de la presión
sanguínea. Esta caída brusca de la presión se produce debido a una anoxia cerebral global, o sea, no llega
el oxígeno suficiente a todo el cerebro debido a una disminución transitoria del aporte sanguíneo del
mismo. La Lipotimia puede causar o no la pérdida de conocimiento, es fugaz y su recuperación es rápida
y completa.
• LUXACIÓN: es la separación permanente de las dos partes de una articulación. Se produce cuando se
aplica una fuerza extrema sobre un ligamento, produciendo la separación de los extremos de dos huesos
que están conectados entre sí. La articulación más propensa a las luxaciones es el hombro.
• MIEMBRO CATASTRÓFICO: es cualquier parte del cuerpo que tras un accidente no se puede reconstruir
ni siquiera a pesar de todos los avances de la cirugía. La única solución viable en estos casos es la
amputación, intentando salvar lo máximo posible.
• PARTO NORMAL: proceso final del embarazo transcurridas aproximadamente 40 semanas que da lugar
a la salida por vía vaginal del niño para nacer normalmente.
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• PILOERECCIÓN: es lo que se conoce como piel de gallina, y se suele acompañar de castañeo de dientes
y de fuertes temblores.
• POLITRAUMATIZADO: Es todo herido que presenta dos o más heridas traumáticas graves periféricas,
viscerales o complejas y asociadas, que conllevan una repercusión respiratoria o circulatoria que suponen
riesgo vital para el paciente.
• PRESIÓN ARTERIAL SISTÓLICA (PAS): es el valor máximo de la tensión arterial cuando el corazón se
contrae.
• PRESIÓN DE PERFUSIÓN CEREBRAL (PPC): es el gradiente de presión que causa el flujo de sangre al
cerebro (la perfusión cerebral). Debe ser mantenido dentro de límites estrechos, porque muy poca presión
puede causar que el tejido cerebral entre en estado de isquemia (con flujo inadecuado de sangre), y por
mucho tiempo puede elevar la presión intracraneal (PIC).
• RESPIRACIÓN: es un proceso involuntario y automático, un proceso vital que permite la oxigenación del
organismo.
• SCALP: herida por arrancamiento accidental, total o parcial, del cuero cabelludo.
• SHOCK HIPOVOLÉMICO: es una emergencia médica que aparece cuando el volumen sanguíneo circulante
baja hasta tal punto que el corazón se vuelve incapaz de bombear suficiente sangre al cuerpo; es un
estado clínico en el que la cantidad de sangre que llega a las células es insuficiente para que estas puedan
realizar sus funciones.
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muscular; este puede llegar a dañar los nervios y los músculos, así como aparecer problemas con el flujo
sanguíneo.
• SISTÓLICA: (presión sistólica) es el valor máximo que alcanza la presión arterial y que corresponde a la
contracción o sístole del corazón.
• TAQUICARDIA: se define cómo el incremento del ritmo cardíaco por encima de 100 latidos por minuto
(lpm) encontrándose la persona en reposo.
• TAQUIPNEA: se define cómo el aumento de la frecuencia respiratoria por encima de los valores normales
(›20 inspiraciones por minuto).
• TENSIÓN ARTERIAL (TA): es la presión o fuerza que lleva la sangre a todas las partes del cuerpo. Al medir
la presión arterial (es lo mismo que la tensión arterial) obtenemos un resultado numérico que indica la
presión que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. El resultado que se obtiene al medir la TA
se da en dos cifras. El primer número de la lectura es la sistólica, y el segundo número es la diastólica.
Tradicionalmente se ha considerado como presión arterial ideal a los siguientes valores: <120 mmHg de
sistólica y <80 mmHg de diastólica.
• TÓRAX INESTABLE: es la presencia de fracturas de tres o más costillas cada una en dos segmentos; de
esta forma un fragmento de la pared torácica pierde continuidad con el resto de la caja torácica.
• TRAQUEOTOMÍA: es la simple apertura de la tráquea y colocación de una cánula de manera urgente, con
el único objetivo de mantener y liberar la vía Aérea de forma temporal, para salvar una vida de una posible
asfixia.
• VIENTRE EN TABLA: se conoce también como abdomen agudo, y es un cuadro muy grave caracterizado
por signos y síntomas localizados en el abdomen que hacen sospechar la existencia de una enfermedad
severa que afecta a alguno de los órganos intraabdominales. La resolución de éste abdomen agudo pasa
la mayoría de las veces por la realización de una cirugía abdominal.
• VOLET COSTAL: son una serie de fracturas costales que asientan en dos puntos diferentes de cada
costilla y que abarcan por lo menos tres costillas. Es decir, son traumatismos costales escalonados que
alteran la continuidad y la rigidez de la pared costal por lo que se pueden considerar como una fractura de
la pared torácica. Ocasionan lo que se conoce como tórax inestable, a veces con graves consecuencias
cardiorespiratorias.
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ANEXO V
BIBLIOGRAFÍA
1992. 3ª edición. Atlas de anatomía Rol. Topografía vertebromedular. Barcelona, ediciones ROLSA.
2011. Gerencia de urgencias, emergencias y transporte sanitario del servicio de salud de Castilla-La Mancha.
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E. Rovira y A. López. 2005. “El paciente politraumatizado” en Difusión avances de enfermería (DAE, S.L.),
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Gerencia de urgencias, emergencias y transporte sanitario del servicio de salud de Castilla-La Mancha (2011),
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Guía Práctica de Primeros Auxilios en montaña, Ed. Barrabes. 2002. Enfermería en Emergencias
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El Real Decreto Legislativo 6/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley
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www.cercp.es
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