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RUDOLFSCHNACKENBURG

La persona de Jesucristo

Reflejada en los cuatro Evangelios

Traducción del alemán

CONSTANTINO Rmz-GARRIDO

Herder
A MIS MUY APRECIADOS COLEGAS Y COMPAÑEROS DE VIAJE,

PROFESOR HEINZ SCHÜRMANN (ERFURT)

Y PROFESOR EDUARD SCHWEIZER (ZURICH),

DOCTORES EN TEOLOGÍA,

A QUIENES TANTO DEBO EN MIS ESTUDIOS,

DEDICO ESTA OBRA EN TESTIMONIO DE GRATITUD

EN EL LXXX ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO.

Título original: Die PersonJesu Christi

Traducción: Alejandro Esteban Lator Ros

Diseño de la cubierta: Claudia Bado y Mónica Bazán

1 ª edición, 3ª impresión

© 1993, Verlag Herder, Frib11rgo de Brisgovia

© 1998, Herder Editorial, S.L., Barcelona

ISBN: 978-84-254-2021-4

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso

de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Imprenta: Service Point F.M.I., S.A.

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Herder
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PREFACIO

El malestar por el método histórico-crítico, que condujo a muy

diferentes resultados en la investigación acerca de Jesús, a la que yo

me siento obligado desde el auge adquirido por la exégesis bíblica

católica por la publicación de la encíclica Divino Afflante Spiritu (1943),

me impulsó a intentar un acceso distinto a la persona de Jesucristo,

aquel que vino a la historia y que ahora sigue viviendo junto a Dios y

en la Iglesia. Este ensayo toma como punto de partida la visión de

fe de los cuatro evangelistas, que se basa en tradiciones históricas y

que condujo en cada caso a una imagen de Jesucristo diversificada

según el tiempo y las circunstancias. Gracias a ello los fundamentos

históricos son elevados a una imagen de fe que queda reflejada de

manera distinta en los cuatro evangelios, pero que permite reconocer

una común convicción de fe, que seguirá mostrando el camino a los

sucesivos siglos hasta llegar a nuestro tiempo.

Soy plenamente consciente de la problemática de semejante

empresa. Me lo pensé mucho tiempo, antes de decidirme a publicar

esta obra, que pretende servir en último término a Jesucristo, que vive,

que pervive y que es una exigencia actual para nosotros. Es una obra

problemática, porque las personas de hoy día, impulsadas por el racio­

nalismo bíblico «ilustrado», las ciencias bíblicas y los medios moder­

nos de comunicación, se preguntan constantemente qué es lo que su­

cedió realmente, qué es lo que sabemos efectivamente acerca de Jesús

de Nazaret y qué es lo que podemos afirmar con seguridad acerca de

él. Pero yo creo que, por el plan y la intención de las únicas fuentes

de que disponemos, que son los cuatro evangelios, hemos de sobre­

pasar ese horizonte histórico y, a pesar de todas las dificultades de la

tradición y de la redacción, preguntarnos qué es lo que esas fuentes

quieren decimos realmente. Está bien claro que las fuentes se dirigen,

9
como destinataria, a la comunidad creyente, aunque cada una de ellas

lo hace según su correspondiente situación y sus peculiares intencio­

nes. Así que el libro se asienta entre la fe y la historia, no sin echar


ÍNDICE
una mirada retrospectiva a las investigaciones críticas acerca de Jesús,

cuyos resultados voy a tener en cuenta, aunque no los examine con

detalle. Amigos y colegas me animaron a que me atreviera a empren­

der este ensayo.

En la realización de esta tarea me he atenido a lo que yo creía

reconocer en los diversos evangelios. He ido siguiendo, por tanto, la

exposición de los evangelistas (capítulos 2-5), para intentar ofrecer Prefacio . 9

luego una visión de conjunto y un resumen. Los diversos capítulos

necesitarían todavía una revisión crítica según todos los conocimien­ CAPITULO PRIMERO

tos adquiridos por la exégesis acerca del procedimiento y las inten­


LA FE Y LA HISTORIA
ciones de los evangelistas. Pero no me es posible adentrarme en publi­

caciones tan extensas y divergentes. Me he limitado a lo que yo creí l. Jesús de Nazaret - Jesús el Cristo (Jesucristo) . 16
reconocer como una visión sostenible, merecedora de consenso y que 2. El Evangelio . 26

contribuyera a avanzar en los conocimientos. Por tanto, la reducida 3. El «Evangelio en cuatro formas» . 32

utilización de las publicaciones no debe entenderse como si yo qui­

CAPITULO SEGUNDO
siera menospreciar o prescindir de los numerosos trabajos de mis cole­

gas eruditos y críticos. Mi obra, nacida de largos años de investigación


MARCOS

y reflexión, pretende ser un impulso para reflexionar de nuevo sobre


l. La descripción de la actividad de Jesús . 38
cuestiones fundamentales. Quiere prestar un servicio a los cristianos
l. La proclamación de Jesús . 38
de fe que hoy día se sienten inseguros por las investigaciones cientí­
2. Jesús y su actividad de enseñar . 41
ficas y los discursos críticos, a fin de mantenerlos firmes en la fe en
3. Curaciones de enfermos y expulsiones de demonios . 49
la persona de Jesucristo como Redentor y Salvador del mundo.
4. Actos de poder y epifanías . 54
Quiero dar las gracias principalmente a la señora Hannelore Fer­
5. Confrontaciones y conflictos . 59
ner por su incansable ayuda en la tarea de poner por escrito e infor­ 6. El camino de Jesús hacia el sufrimiento y la muerte . 69
matizar esta obra, y al señor Franz Johna, corrector y revisor de la Edi­ II. Predicados de dignidad y títulos de Jesús . 76

torial Herder, por la atención dedicada al manuscristo. l. El Hijo de Dios . 76

2. El Hijo del hombre . 86

3. Otros predicados de dignidad de Jesús . 98


RUDOLFSCHNACKENBURG
4. El denominado «secreto mesiánico» . 104
Wurburgo, febrero de 1993

10 11
CAPfruLO TERCERO

2. El Evangelio de Juan como escrito evangélico . . . . . . . . . . 330

MATEO
3. La estructura del Evangelio de Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 334

4. La imagen joánica de Cristo en comparación con la de los


l. La historia de Jesús, tal como Mateo la narra .
118
Evangelios sinópticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
l. El marco de la historia de Jesús en Mateo, más extenso
5. El acceso hermenéutico a la imagen joánica de Cristo . . . . 353
que el de Marcos . 118
11. Enunciados particulares de la cristología joánica . . . . . . . . . . . . . 359
2. El horizonte judeocristiano y gentilcristiano de la historia
l. El Enviado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 360
de Jesús .
133
2. El Hijo unido con su Padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367
3. La Iglesia como espacio de la continuada actividad de
3. El Hijo del hombre que descendió del cielo y que asciende
Jesús .
141
de nuevo a él . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373
11. La imagen de Jesucristo en el Evangelio de Mateo .
150
4. El Profeta escatológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389
l. Predicados cristológicos aplicados a Jesús .
150
5. El Cordero de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397
2. El que cumple las predicciones y promesas del Antiguo
6. El Lagos preexistente y encamado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407
Testamento .
165

3. El Enviado de Dios exige una justicia nueva y mayor .


174
CAPITULO SEXTO

CAPÍTULO CUARTO
EL EVANGELIO EN CUATRO FORMAS

COMO TESTI MONIO V ARIADO Y NO OBST ANTE HOMOGÉNEO


LUCAS
AC ERCA DE CRISTO

l. La perspectiva fundamental .
203
l. Una imagen diferente de Jesucristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 422
l. El Enviado de Dios con el poder del Espíritu Santo . 203
l . La imagen en los Evangelios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 422
2. El proclamador del Evangelio de la gracia . 210
2. M odificaciones de la im agen m arquina d e J esús en Mateo 42 4
3. El Salvador, Mesías y Señor presentado a los judíos y a los
3. La im agen lucana de Jesús en co mparación on
c Marcos
griegos .
218
y M a t e o . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 430
4. El Señor exaltado que por medio de la muerte y la
4. El paso a la cristología j oánica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 36
resurrección llegó hasta Dios . 229
11. La imagen homogénea de fe acerca de Jesucristo, subyacente en
5. El que conduce por el camino de la salvación . 241
las diversas proyecciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 437
6. El Señor que viene de nuevo .
252
l. La co nvicción acerca de Jesús el Mesías . . . . . . . . . . . . . . . . 437
11. Algunos rasgos particulares .
267
2. L a fe en Jesús, el H j i o de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 39
l. La humanidad de Jesús .
267
3. Jesús, el q ue trae la salvación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 442
2. La acción de Jesús en favor de los pobres y de los
4. El enteramente Otro, el que da t estimonio entr e los

desgraciados · .
280
h ombres acerca de Dios y de su m ajestad . . . . . . . . . . . . . . 444
3. La atención prestada por Jesús a las mujeres . 291
111. La imagen de fe de los evangelistas acerca de Jesucristo en
4. El Jesús orante .
307
relación con el histórico Jesús de Nazaret . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 447

Perspectiva final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
4
CAPtrlJLO QUINTO

JUAN

l. Acceso al Evangelio de Juan y a su cristología .


320
l. El horizonte histórico .
322

12
13
CAPÍTULO PRIMERO

LA FE Y LA HISTORIA

La fe y la historia se hallan en característica interacción. A lo lar­

go del tiempo aparecieron incesantemente movimientos de fe que

influían en el curso de la historia y lo modificaban. Figuras destaca­

das arrebataban, con su convicción de fe, a personas y pueblos para

que les siguieran en su camino. De la historia se alza una fe, y esa fe

influye a su vez históricamente. Las repercusiones de tales conviccio­

nes de fe no sólo se dejan sentir en el ámbito personal, en la conduc­

ta de los individuos, sino que se extienden también a las relaciones

culturales, sociales y políticas. Asimismo, los dirigentes políticos se

hallan bajo la influencia de concepciones del mundo y de la vida y de

ideologías. Todos los monarcas y los caudillos, los propagandistas y

los anunciadores de un programa para trasformar el mundo están

dominados por las ideas que brotan de una determinada manera de

pensar. Pero ninguna de esas influyentes ideas penetra tan hondo como

un mensaje religioso, por el cual las personas se sienten conmociona­

das en lo más íntimo e impulsadas hacia una nueva visión del mun­

do y a plasmar de manera nueva su propia existencia. La filosofía y la

religión son los manantiales de los que fluyen las reflexiones y el afán

de búsqueda de los hombres, las ocultas fuerzas propulsoras de los

acontecimientos externos del mundo.

El cristianismo procedió también de un mensaje religioso, que

desde hace ya casi 2000 años mueve la vida intelectual, cultural y social

de gran parte de la humanidad. Precisamente en el cristianismo des­

taca el entrelazamiento entre la fe y la historia, y no sólo al exterior

sino desde sus mismos orígenes y por su estructura interna. El pro­

blema de la fe y la historia se depositó, como quien dice, en la cuna

15
misma del cristianismo. Porque Jesucristo es una figura histórica que honor de «Jesús el Cristo» (Jesucristo). El nombre compuesto fue

sólo alcanzó su influencia universal mediante la fe en que él sigue en sus orígenes una confesión de fe: Jesús de Nazaret es el «Ungido»,

viviendo junto a Dios, mediante la fe en la resurrección del Crucifi­ 1.


el Cristo, el Mesías Acerca de este Cristo confiesa así una antigua

cado. Al problema de las relaciones entre el histórico Jesús de Naza­ fórmula de fe: «Cristo murió por nuestros pecados conforme a las

ret y el Cristo de la fe, que desde hace más de doscientos años, a par­ Escrituras, ... y se apareció a Cefas y después a los Doce» (lCor 15,3-5).

tir de la Ilustración, domina las investigaciones científicas y el debate Tal es el «evangelio», el mensaje de salvación que Pablo recoge

acerca de la fe, se dedica también la presente obra, aunque con un (lCor 15,ls) y proclama para la salvación de los hombres. Ésta, y sólo

nuevo enfoque, que parte de que no es posible conocer ni escudri­ ésta, es la historia íntegra de Jesús de Nazaret, la «Historia de un

ñar al Jesús «histórico», y que se vuelve a la visión que tuvieron de 2•


Viviente» Tan sólo la continuidad de la acción terrena de Jesús desa­

él los evangelistas, cada uno de los cuales proyectó una particular ima­ rrollada en su cruz y en su resurrección desencadenó en la historia

gen de Jesucristo. universal el movimiento que denominamos el «cristianismo» y que

arrastra hasta el día de hoy a millones de personas hasta una fe

que determina su vida y las mueve a realizar actos que cambian la faz

l. JESÚS DE NAZARET - JESÚS EL CRISTO (JESUCRISTO) de la tierra.

Jesucristo es el origen y al mismo tiempo el foco de la fe cristia­

Una pregunta que siempre conmociona es la que pretende saber na. Cuando le llamamos el «fundador de una religión», eso no es más

quién fue el Jesús de Nazaret que aparece como figura histórica al que una caracterización muy externa y completamente insuficiente

comienzo de nuestra era. Tan sólo dos o tres años actuó en público, de su significado. Se le contempla entonces en una misma serie con

anduvo itinerante a través del pequeño país de Galilea, proclamó su otros «fundadores de religiones» como Moisés, Mahoma, Zaratustra

mensaje, el «evangelio», curó enfermos y realizó acciones asombro­ y Buda; pero no se capta la influencia viva que de él dimana y que

sas. Atrajo en tomo suyo a grandes niultitudes y reunió discípulos a sigue haciendo de él una figura inconfundible. Para ello son decisivas

su alrededor. Pero también suscitó contradicción entre los dirigen­

tes de su pueblo, los cuales finalmente le llevaron a la muerte. Nun­


l. M. Karrer, Der Gesalbte. Die Grundlagen des Christustitels, FRLANT 151
ca nos imaginaremos bastante lo limitado que fue el tiempo de la actua­
(Gotinga 1990) es una profunda investigación acerca del origen del título de Cris­
ción de Jesús en público. Durante unos treinta años vivió en el seno
to. Según él, la designación «el Cristo» no procede de la expectación de un Me­

de una familia de artesanos en la insignificante ciudad de Nazaret; des­ sías soberano (de un monarca), ni tampoco de un Mesías sacerdotal, sino que,

pués se acercó al Jordán e hizo que Juan el Bautista le bautizara. como lo prueba un abundante material sobre lo que era la unción, se entiende por

el Ungido a Aquel que se halla singularísirnamente cerca de Dios, a Aquel que


Pero no se quedó en el movimiento de penitencia originado por el
está unido con Dios de manera sin igual, y a Aquel que en su muerte se sacrificó
predicador del desierto, sino que se presentó en público con un men­
por Dios y por los hombres.
saje propio de salvación: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios
2. Cf. E. Schillebeeckx, Jesús. La Historia de un Viviente (Madrid 1981);
está cerca. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!» (Me 1,15). Su pre­ H. Kessler, Sucht den Lebenden nicht bei den Toten. Die Auferstehung Jesu in bibli­

dicación era como una chispa que encendía la llama y que tuvo inmen­ scher; fundamentaltheologischer und systematischer Sicht (Düsseldorf 1985), esp.

311-362: El Crucificado resucitado como centro y paradigma de la fe cristiana; «el


sa repercusión, sobre todo después de su muerte, cuando sus discípu­
que se aferra a él, al Terrenal, al Crucificado y al Exaltado, encuentra la plenitud
los proclamaban al Crucificado como el Resucitado por Dios y el
y la totalidad de la vida» (356). La pregunta que quiere aclaraciones históricas
destinado por él como el Salvador. Jesús no permaneció en la muer­
se orienta hacia el Jesús pretérito y no es capaz de hacerle presente y vivo. El Señor
te, sino que fue un Viviente, una persona que sigue viviendo junto a
crucificado y exaltado «no es tampoco un Cristo "celestial" aislado, sino que es el

Dios en favor de los hombres. Desde entonces obtuvo el título de viviente Christus praesens» (364).

16 17
ambas cosas: su actuación terrena, sus palabras y actos, y su suerte, la eso, a los testigos de la trasfiguración se les encarga que no digan nada

horrible muerte en la cruz, que -según la fe de sus adeptos- con­ a nadie acerca de aquella manifestación, hasta que el Hijo del hom­

duce a la resurrección. Tan sólo las dos cosas juntas nos ofrecen una bre haya resucitado de entre los muertos (Me 9,9; Mt 17,9). El cami­

imagen acertada de «Jesús el Cristo» (Jesucristo), porque el Jesús terre­ no hacia el sufrimiento y la muerte está inmerso en la luz de la resu­

no no puede comprenderse sin el Cristo resucitado, y para la Iglesia rrección (Me 8,31; 9,31; 10,33). ¿No habrá que quitar el retoque de fe

primitiva el Crucificado y Resucitado no es otro que el Jesús de Naza­ que recubre la imagen de Jesús para ver así al verdadero Jesús histó­

ret que actuaba en la tierra. Claro que en esta asociación entre la mani­ rico? En el fondo, todo el Evangelio de Marcos es un libro de «secre­

festación histórica y la presencia suprahistórica captada en la fe y tas epifanías» (Martín Dibelius), en las que el Hijo de Dios se revela

que sigue actuando a través de los tiempos, hay una tensión: ¿cómo a la mirada de la fe y sólo a ella. Todo lo narrado y lo trasmitido se

puede hacerse que se unan y se ajusten los datos históricos, concretos encuentra tan densamente entrelazado con la respuesta de fe dada

y singulares, con la fe que descansa sobre un nuevo plano de com­ por la comunidad, que lo que sucedió antaño no es posible desligarlo

prensión? Para la fe está bien claro: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy, de esa respuesta. Sin una actitud creyente y abierta, con la que una

y por los siglos» (Heb 13,8). ¿Pero Jesús el Cristo (Jesucristo) es el persona sabe que las palabras de Jesús están dirigidas a él, que com­

mismo que el Jesús de Nazaret que aparece en los evangelios? ¿El prende que los actos de Jesús son actos que le afectan a él, que entien­

Cristo proclamado es el mismo que el Jesús que proclamaba según los de el camino de Jesús hacia la pasión y la muerte como algo que le

evangelios? ¿Entre el Jesús que encontramos en los evangelios y el concierne a él y le impone una exigencia, sin esa actitud -digo- todo

Crucificado-Resucitado no hay un «ancho y feo foso», como se afir­ lo que los Evangelios narran acerca de Jesús permanecerá como una

ma desde los tiempos de la Ilustración? Es sorprendente que Pablo, cosa extraña, lejana, incomprensible. Sin la fe nos encontramos ante

que no conoció a Jesús según la carne, edifique toda su proclamación una barrera acústica, tropezamos con enigmas y oscuridades, como les

sobre el hecho de la cruz y la resurrección de Jesucristo, es decir, pue­ sucede a los discípulos según la exposición de Marcos, que no son capa­

da arreglárselas casi sin echar una mirada retrospectiva al Jesús his­ ces de comprender y que, por su ceguera y sordera, son reprendidos

tórico. ¿No sucederá entonces que todo lo que podemos saber y que­ por Jesús, quien les dice que tienen un corazón endurecido (6,52; 8,l 7s ).

remos saber acerca de Jesús, quede absorbido por esa proclamación.. El que se acerca a Jesús con la fría distancia del historiador, no podrá

por el kerigma? responder a la pregunta acerca del misterio de la persona de Jesús,

Durante siglos esto no fue ningún problema para la fe cristiana. de la fuerza radiante que de él dimana, del poder vivificador de sus

Lo que Jesús proclamó son las palabras del Hijo de Dios encarnado; palabras y actos, de la arrebatadora violencia de su pasión y muerte.

hay que aceptarlas y realizarlas como revelación divina en su senti­ Sin embargo, el empeño por conocer a Jesús en su manifestación

do manifiesto. ¿Pero su sentido será siempre tan claro? ¿ Y serán las histórica, por captar sus palabras y actos reales, no puede considerarse

palabras reales del Jesús histórico? ¿No surge con ello otra imagen de como un empeño desencaminado y errado. Si sólo existiera el men­

Jesús, el cual vivió y actuó mucho más sencillamente como hombre saje del Crucificado y Resucitado, surgiría el peligro de una idealiza­

entre los hombres de su tiempo? La «autoridad» de Jesús en sus dis­ ción de su persona, de una mitización, de una especulación intelec­

cursos, en su exposición de la ley (Me 1,22; Mt 7,29), en el perdón de tual. La confesión de fe corre peligro entonces de perder el terreno

los pecados (Me 2,10), en la curación de enfermos (Me 1,27; 3,15; 6,7; firme bajo sus pies. La Iglesia primitiva fue plenamente consciente de

cf. 6,55s, etc.) es la autoridad del Exaltado a la derecha de Dios (cf ello. Porque ella quería precisamente trasmitir como encargo del Resu­

Mt 28,18). Su acción de caminar sobre las olas (Me 6,45-52) y su tras­ citado lo que Jesús había proclamado y enseñado, a fin de ganar así

figuración en lo alto del monte (Me 9,2-10) se narran como historias para la fe en Jesús al mundo de las naciones. «¡Enseñadlas a guardar

de epifanía, detrás de las cuales se halla la fe en el Resucitado. Por todo lo que yo os he mandado!» (Mt 28,20). Jesús de Nazaret, el Cru-

18 19
cificado, era para ella el Mesías y el Señor (Act 2,36), y ningún otro. que por su esencia era individualista y negadora del mundo. La con­

Y de ese Jesús, crucificado en tiempo de Poncio Pilato, se aguardaba cepción, impulsada por la «escatología consecuente» (Johannes Weiss),

el perdón de los pecados (Act 2,38; 3,18s; 13,38). exagera la orientación escatológica, correcta en sí, del reinado de Dios

Desde que se percibió aquel foso entre el Jesús que proclamaba reduciéndola a un límite temporal (algo que habría de suceder toda­

y el Cristo proclamado, surgió el empeño por desligar a Jesús de Naza­ vía en tiempo de Jesús) y desestima la referencia colectiva de la pre­

ret de todo recubrimiento dogmático y dejarlo al descubierto en su dicación de Jesús al pueblo de Dios y el carácter cósmico y universal

figura histórica. Basándose en las fuentes, y a pesar de su insuficien­ del reinado de Dios. Ahora bien, la ética de Jesús, de ingentes exi­

cia, se quiso contemplar al Jesús «histórico» real y deslindarlo del Cris­ gencias, que sitúa sin miramientos al hombre en presencia de Dios,

to de la fe. Desde Hermano Samuel Reimarus, quien -<:orno autor­ Schweitzer la recogió vigorosamente y trató de realizarla en su pro­

se halla detrás de la obra publicada por Gotthold Ephraim Lessing pia vida, viviéndola como médico de la selva virgen ( «el respeto a la

titulada Wolfenbütte/schen Fragmenten (Fragmentos de Wolfenbüttel, vida»).

1778), se originó la «investigación sobre la vida de Jesús» y dominó La subsiguiente labor de investigación que edificó sobre las rui­

todo el siglo XIX. Pero ésta no condujo a resultados convincentes, sino nas de la investigación sobre la vida de Jesús, no logró abrir el calle­

tan sólo a diferentes imágenes de Jesús, determinadas subjetivamen­ jón sin salida. William Wrede vio en el Evangelio de Marcos el inten­

te y proyectadas a base de presupuestos ideológicos. Este denodado to por equiparar al Jesús no-histórico con la convicción cristiana
4•
empeño de investigación tenía que fracasar, porque los Evangelios primitiva acerca de Jesús el Cristo, el Mesías e Hijo de Dios Con ello

no son escritos orientados predominantemente en sentido histórico, el «foso» se hizo aún más patente. Después, en la época que siguió a

sino que todo lo trasmitido históricamente lo integran en seguida en la la primera guerra mundial, apareció la visión de los Evangelios des­

imagen de fe acerca de Jesús el Cristo (Jesucristo). El Jesús histórico de la perspectiva de la historia de las formas (Formgeschichte); se cre­

está ligado a la confesión de fe en Jesús el Cristo. Albert Schweitzer yó que la mayoría de las palabras de Jesús habían sido plasmadas y

describió en una brillante exposición la historia de la Leben-Jesu-For­ modificadas por la fe de la Iglesia primitiva, y se pensó que la mayo­

schung (La investigación sobre la vida de Jesús). En su consideración ría de los hechos referidos acerca de Jesús, especialmente los milagros,

final escribe lo siguiente: «Ya no existe el fundamento histórico del eran creaciones de la comunidad (Gemeindebildungen). Rudolf Bult­

cristianismo, tal como lo presentaron la teología racionalista, la teo­ mann llegó al resultado de que el material narrativo había sido plas­

logía liberal y la teología moderna, pero esto no significa que el cris­ mado legendariamente y que las historias acerca de Jesús tienen en
5•
tianismo haya perdido fundamento histórico ... Jesús es algo para noso­ parte su origen en el culto cristiano Sin embargo, Bultmann escribió

tros, porque una vigorosa corriente intelectual brotó de él y baña una obra acerca de Jesús, en la que toma como fundamento de su expo­

también nuestro tiempo. Esta realidad no queda sacudida ni conso­ sición la proclamación efectuada por Jesús, tal como había sido reci­

3.
lidada por el conocimiento histórico» Claro que A. Schweitzer mis­ bida y trasmitida con sobreformaciones por la comunidad. Acerca de

mo proyectó una imagen de Jesús que partía de que Jesús había espe­ la vida y de la personalidad de Jesús no podríamos saber ya prácti­
6•
rado como inminente la llegada del reino de Dios: una imagen que no camente nada, porque las fuentes cristianas no se interesaron por ello

hace justicia a los textos. Jesús habría proclamado una «ética de inte­

rinidad» que exigiría muchísimo al individuo en vista de lo apremiante


4. W. Wrede, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien. Zugleich ein Bei­
del tiempo antes del fin. Sería una ética de servicio y de penitencia, 3
trag zum Verstiindnis des Markusevangeliums (Gotinga 1901, 1963).

8
5. R. Bultmann, Geschichte der synoptischen Tradition (Gotinga 1970)

6 260-369.
3. A. Schweitzer, Geschichte der Leben-Jesu-Forschung (Tubinga 1951) 632;

(Investigación sobre la vida de Jesús, Valencia 1990). 6. R. Bultmann, Jesus (Tubinga 1926 y frecuentes reediciones [1970]) 1 1 .

20 21
Por otro lado dice Bultmann: «Aunque sabemos poco acerca de la vida lles. Se perfeccionaron los métodos de investigación. Se indagaron cri­

y de la personalidad [de Jesús], sin embargo, de su proclamación sabe­ terios para reconocer la tradición auténtica acerca de Jesús y se entró
7•
mos lo suficiente para formamos de ella una imagen coherente» Él así en un terreno más firme para conocer las palabras y los actos de

entiende las enseñanzas éticas de Jesús como un llamamiento a una Jesús. La «pregunta aclaratoria acerca de Jesús» volvió a ocupar su
12•
nueva comprensión de la existencia, por la cual el hombre tiene que lugar legítimo

entenderse a sí mismo de manera nueva y diferente que hasta enton­ En esta situación de las investigaciones seguimos estando hasta

ces y tiene que saber que se le exige una obediencia radical. El rei­ el día de hoy. Se publican sin cesar libros y artículos que estudian el

nado de Dios es «un poder que determina por completo el presente, fenómeno del Jesús histórico, de su proclamación y de sus intencio­

aunque es enteramente futuro. Determina el presente forzando al nes, y que con ello asocian la cuestión de saber cómo del Jesús histó­

hombre a la decisión; el hombre, por su decisión, está determinado de rico salió el Cristo kerigmático, y cómo esa fe de la más temprana cris­

una manera o de otra, como elegido o como réprobo, en toda su exis­ tología se desarrolló y se diferenció hasta llegar a etapas más
8.
tencia presente» Por impresionante que sea esta interpretación exis­ evolucionadas de la confesión cristológica. Una visión retrospectiva

tencial, sin embargo surgen dudas de si con ella se hace justicia a la de la investigación sobre Jesús desde 1950 hasta 1980 nos la propor­

comprensión que Jesús tenía con arreglo a sus presupuestos judíos, cionan las recensiones de Werner Georg Kümmel sobre la extensa

principalmente en lo que respecta a la postura ante la ley judía, y tam­ bibliografía acerca de este tema, publicadas en la Theologische Rund­

bién en lo concerniente al reinado de Dios. schau, que ahora se hallan recopiladas en un espléndido volumen'>,

Frente a la crítica radical contra la fiabilidad histórica de la tra­ La gran abundancia de publicaciones acerca de todos los aspectos del

dición acerca de Jesús se alzaron voces de contradicción, dentro mis­ Jesús de la historia es para él aterradora y apenas se puede abarcar
9•
mo de la escuela de Bultmann Ernst Kasemann ve acertadamente con la mirada. Pero más aterradora aún es la gran abundancia de opi­

que «los evangelios refieren su kerigma, sea cual fuere lo que se pien­ niones que se contradicen unas a otras, que en muchos casos se exclu­

sa de su origen, precisamente al Jesús terreno y le atribuyen consi­ yen mutuamente y que causan la impresión de ser un completo labe­
14•
guientemente una autoridad insigne que es imposible ignorar. Por muy rinto de opiniones A pesar de todo, Kümmel no duda de la

intensamente que difieran sus concepciones de la historia de Jesús, posibilidad de valerse de los medios de la historia crítica para lograr

por muy profundamente que pueda estar oculta la verdadera historia acceso al Jesús de la historia. En el debate sobre los métodos y crite-

de Jesús bajo su propia predicación, solamente a su interés por esa

historia es a lo que debemos su aparición, bajo esa forma que se dis­ años 1950 y 1960. Véase la obra colectiva dirigida por H. Ristow y K. Matthiae,

tingue de manera tan característica del resto del nuevo testamento y Der historische Jesus und der kerygmatische Christus (Berlín 1960); véase además

la bibliografía mencionada por W. G. Kümmel, Dreif3ig Jahre Jesusforschung (1950-


de la literatura de la misma época-'". Con ello se anunciaba en un nue­
1980) (Konigstein / Taunus-Bonn 1985) 2-5. Pero el debate ha proseguido después.
vo plano crítico una investigación sobre Jesús, que preguntaba más
12. K. Kertelge (dir.), Rückfrage nachJesus. Zur Methodik und Bedeutung
intensamente acerca de las relaciones entre «el Jesús histórico y el
der Frage nach dem historischen Jesus, QD 63 (1974) (contribuciones fundamen­

Cristo kerigmático»!'. No es preciso que la sigamos en todos sus deta- tales de F. Hahn, F. Lentzen-Deis, F. Mussner); Schillebeeckx, Jesús (nota 2) 71-

91; R. Riesner, Jesus als Lehrer. Eine Untersuchung zum Ursprung der Evange­
2
lien-Überlieferung (Tubinga 1984) 87-95; J. Gnilka, Jesús de Nazaret. Mensaje e
7. /bid. 14.
historia (Barcelona 1993) 35-40.
8. Ibid. 46.

9. E. Kasemann, El problema del Jesús histórico, en: Id., Ensayos exegéti­ 13. W. G. Kümmel, Jesus-Forschung (nota 1 1 ) . Entre tanto se han publicado

cos, Salamanca 1978, 159-187. más informes sobre investigaciones, en: Theo/ogische Rundschau 53 (1988) 229-

10. /bid. 168. 249; 54 (1989) 1-53; 55 (1990) 21-45; 56 (1991) 27-53; 391-420.

11. Este problema preocupó intensamente a los investigadores durante los 14. ]bid. 535.

22 23
ríos para la investigación sobre Jesús se eliminan enfoques equivo­ mento para la pregunta que propiamente conmociona: ¿ Quién es Jesu­

cados, y las exposiciones unilaterales y tendenciosas se demuestran cristo para mí, para la comunidad de los creyentes, para todos los seres

insostenibles. Kümmel juzga en sentido positivo: a) Es verdad que no humanos? Desde ese punto de observación los evangelistas miran

puede escribirse una biografía de Jesús; pero podemos conocer que retrospectivamente al Jesús histórico y quieren hacer que resplan­

los rasgos principales de la proclamación de Jesús se hallan en depen­ dezca el significado permanente de Jesús en sus obras y en su destino.

dencia de ideas fundamentales del judaísmo contemporáneo y en con­ No tienen un interés aislado por el Jesús histórico; su mirada está diri­

frontación con ellas; además podemos conocer la viva oposición en la gida siempre al Cristo glorificado, al Señor permanente de su comu­

que Jesús se vio envuelto con círculos dirigentes de su pueblo, y que nidad. Él es para ellos Jesús el Cristo, el Mesías prometido y el Hijo

finalmente condujo a su muerte violenta. b) Se perfila un consenso de Dios, y esto se hace patente en todas las historias acerca de Jesús.

acerca de que la proclamación de Jesús está dominada fundamental­ Martin Kahler, que con su obra Der sogenannte historische Jesus und
3
mente por la expectación de la llegada del reinado de Dios, cualquiera der geschichtliche, biblische Christus (1892; 1953) emprendió un enér­

que sea la manera como se defina el presente y el futuro del reina­ gico ataque, aunque insuficiente, contra la investigación sobre Jesús

do de Dios. e) Finalmente, se reconoce ampliamente que la procla­ y contra la reducida mirada hacia el Jesús «histórico», escribe así:

mación de Jesús se asienta sobre una absoluta pretensión de autori­ «¿ Qué son los relatos en sí y qué son para nosotros, como ejemplos

dad, la cual se halla en conexión con el proclamado reinado de de cómo él solía actuar, de cómo era él, de cómo es él? En cada gota de

15• la pradera cubierta de rocío se refleja resplandeciente la luz del sol;


Dios Jesús es consciente de su misión por Dios, del encargo que él

ha recibido, y de su propia autoridad que se fundamenta en Dios. de la misma manera, en cada breve historia encontramos la plena per­

Por consiguiente, la exégesis científica, histórico-crítica puede sonalidad de nuestro Señor»!".

hacer realmente una aportación al conocimiento de la persona de Jesu­ Pero hay que decir más todavía: el Jesús histórico real se sustrae

cristo, dilucidando las circunstancias históricas de su aparición y de su a nuestra mirada y no puede captarse tampoco mediante la investi­

actuación en público, haciendo resaltar cuál fue su proclamación en gación histórica crítica. Lo que sale de la investigación proyectada con

sus rasgos principales y presentando también la pretensión de Jesús un gran instrumental de métodos es un constructo logrado según pro­

16• cedimientos que se emplean en general en la ciencia histórica, pero


respaldada por todo ello No se trata sólo de una imagen de Je­

sús concebida críticamente, sino que se abre también una puerta hacia que resultan del todo insuficientes cuando se trata de una figura tan

la cuestión sobre el Cristo de la fe, aunque nada más. Porque el hecho extraordinaria como Jesús de Nazaret: una figura que sólo puede cap­

de traspasar esa puerta es posible únicamente para quien, con la Igle­ tarse en la fe. Jesús no es precisamente una persona como César, Napo­

sia primitiva, cree en la resurrección del Jesús crucificado. La pregunta león u otros grandes personajes de la historia universal que se encua­

aclaratoria acerca de Jesús es imprescindible para la fe; es un funda- dran en el curso del acontecer del mundo. Jesús rompe y sobrepasa la

historia. No es tampoco una figura destacada del pensamiento como

Platón, Aristóteles y otros filósofos, sino Alguien que habla desde un


15. [bid. 540.
horizonte diferente, Alguien que quiere dar respuesta a la pregunta
16. Sobre las circunstancias históricas cf. G. Bornkamm, Jesús de Nazaret (Sala­

manca 1982) 27-53; K. Schubert, Die judischen Religionsparteien im Zeitalter Jesu, que afecta a todos los seres humanos, a la pregunta acerca del senti­

en: Id., Der historische Jesus und der Christus unseres Glaubens (Viena 1962) 15- do de la existencia humana y de las tareas del vivir humano. Y lo hace
101; G. Baumbach, Jesus von Nazaretñ im Licht der judischen Gruppenbildung (Ber­

lín 1971); J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús (Madrid 1977); B. Reicke, Neu­
17. M. Kahler, Der sogenannte historische Jesus und der geschichtliche, bibli­
testamentliche Zeitgeschichte. Die biblische Welt 500 v. bis 100 n. Chr. (Berlín 1965);
sche Christus, obra publicada nuevamente bajo la dirección de E. Wolf (Munich
H. G. Kippenberg y G. A. Wewers, Textbuch zur neutestamentlichen Zeitgeschich­
1953) 60s.
te (Gotinga 1979); J. Gnilka, Jesús de Nazaret (nota 12) 45-93.

25
24
desde una visión más profunda del anclaje del ser humano en Dios, de la actividad histórica de Jesús hasta su muerte: actividad que luego

la verdad que tiene su fundamento en Dios (Jn 18,37). El cristianis­ tiene su continuidad en la proclamación efectuada por la Iglesia? Esto

mo primitivo se halla plenamente imbuido de esta convicción. último podría ser lo acertado, de conformidad con otros pasajes en

Y, así, todos los textos que poseemos acerca de Jesucristo se asientan que se habla del «evangelio»; porque el evangelio ha de seguir pro­

en el plano de una comprensión religiosa. Todos los evangelios, lo mis­ clamándose después de Jesús y ha de seguir estando activo (cf. 8,35;

mo que la literatura epistolar, presuponen este plano de comunica­ 10,29); ha de ser proclamado entre todas las naciones (13,10; cf. 14,9).

ción. Esto se ve ya en la índole de la exposición, en el genus literarium Finalmente, habrá que preguntarse si en lo de «el inicio» se conside­

que los evangelistas utilizan para referir la actividad pública de Jesús. ra a Jesús como el proclamador del evangelio de Dios (cf. 1,14) (geni­

tivo subjetivo: «evangelio de Jesucristo»), o si él es por excelencia el

tema del evangelio (genitivo objetivo: «evangelio acerca de Jesucris­

2. EL EVANGELIO to»). En favor de ambas interpretaciones pueden aducirse razones.

Para Pablo, la idea dominante es el evangelio acerca de Jesucristo, el

Marcos, el evangelista más antiguo, comienza su exposición con Crucificado y Resucitado; ahora bien, como Pablo proclama el evan­

las palabras: «Principio del evangelio de Jesucristo», o también: «Acer­ gelio en cuanto «servidor de Dios», se trata ciertamente del «evange­

ca de Jesucristo». La adición de «el Hijo de Dios», incierta desde el lio de Dios» (1 Tes 2,2.8.9; Rom 1,1; 15,16; 2 Cor 11,7). Pero, dado que

punto de vista de la crítica textual, habrá que considerarla como ori­ el Evangelio de Marcos es el estrato más antiguo de la proclamación

ginal, porque Jesucristo --en el Evangelio de Marcos- destaca pre­ del evangelio, es obvio, si tenemos en cuenta 1,14, que hay que con­

cisamente como «(el) Hijo de Dios». La voz de Dios que se escucha siderar a Jesús como el proclamador del evangelio de Dios, es decir,
19•
con ocasión del bautismo y de la trasfiguración testifica que Jesucristo como el proclamador de la llegada del reinado de Dios

es el Hijo de Dios (1,11; 9,7); los demonios le confiesan =-contra su Ahora bien, la palabra más esclarecedora en esta introducción del

voluntad y rechazándolo- como «Hijo de Dios (Altísimo)» ( 3 , 1 1 ; Evangelio de Marcos es «el evangelio», que permite reconocer la índo­

5,7); en la parábola de los viñadores malvados, Jesús es el «hijo ama­ le, el género del escrito. Este término designa originalmente, junto con

do» (12,6); el centurión pagano le reconoce, después de la muerte el verbo «proclamar», la proclamación oral del mensaje de salvación,
18•
de Jesús, como «verdaderamente» el Hijo de Dios (15,39) Lo del y sólo por el epígrafe de Marcos y por la obra creada por él se con­

«principio» del Evangelio es objeto de debate. ¿Se indicará con ello virtió en el concepto para designar a un género literario-", Con esto

el comienzo de la actividad pública de Jesús en asociación con Juan el toda la obra se halla bajo el signo de la llegada del reinado de Dios. El

Bautista (hasta 1,13)? ¿O se pensará en el tiempo hasta la proclama­

ción del evangelio (hasta 1,15)? ¿O lo de «principio» se referirá a toda


19. Cf. G. Strecker, Das Evangelium Jesu Christi, en: id. (dir. ), Jesus Christus

in Historie und Theologie, FS H. Conzelmann {Tubinga 1975, 503-548, aquí 535-

18. En general, en las cristologías del NT suele dilucidarse la denomina­ 537; G. Dautzenberg, Die Zeit des Evangeliums. Mk 1,1-15 und die Konzeption des

ción de «Hijo de Dios» sin tenerse en cuenta especialmente a Marcos. Una pers­ Markusevangeliums: BZ 21 (1977) 219-234: 22 (1978) 76-91; H. Frankenrnolle,

pectiva especial la desarrolla Ph. Vielhauer, Erwdgungen zur Christologie des Mar­ Evangelium. Begriffund Gattung. Ein Forschungsbericht, SBB 15 (Stuttgart 1988)

kusevangeliums, en: E. Dinkler {dir.), Zeit und Geschichte {Dankesgabe an R. 141-144.

Bultmann) {Tubinga 1964, 155-169: apoteosis del Hijo de Dios en el bautismo, pre­ 20. Cf. G. Strecker, Das Evangelium (nota anterior) 517-523. 524-531: P. Stuhl­

sentación en la trasfiguración, entronización en la cruz. Es una perspectiva impug­ macher, Das paulinische Evangelium, en: id. {dir.), Das Evangelium und die Evan­

nable. Sobre el conjunto véase la monografía de C. R. Kazmierski, Jesus the Son gelien (Tubinga 1983) 157-182; H. Merklein, Zum Verstandnis des paulinischen

of God. A Study of the Marcan Tradition and its Redaction by the Evangelist, Begriffs «Evangeliun», en: id., Studien zu Jesus und Paulus (Tubinga 1987) 279-

FzB 33 (Würzburgo 1979). 295; H. Frankemolle, Evangelium (nota anterior) 130-136.

26 27
punto de partida para la exposición de Marcos sería la profecía que l. El «evangelio» no es una biografía de Jesús según el modelo de

aparece en Is 52,7: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del las vidas de personas ilustres escritas en la antígüedad-'; no es tam­

mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia poco una producción literaria que pueda asignarse al género de las

salvación, que dice a Sión: "Ya reina tu Dios"!». Este mensajero que «memorias», en las cuales se recogían los recuerdos de la vida de gran­

anuncia buenas nuevas es -para la Iglesia primitiva- Jesús, aun­ des varones; finalmente, no es tampoco el relato que enumera y ensal­

que no es seguro que Jesús se haya presentado a sí mismo, a la luz de za las hazañas de «taumaturgos» (aretalogía). No es en absoluto una
21•
este pasaje de lsaías, como tal mensajero de buenas nuevas obra que pretenda glorificar al hombre Jesús. Es una «historiografía

Hay que tener en cuenta también otro pasaje donde el ungido kerigmática».

de Dios dice: «Él me ha enviado a anunciar la buena nueva a los po­ 2. El «evangelio» se propone mostrar la acción de Dios en Jesús

bres, a vendar los corazones rotos, a pregonar a los cautivos la libera­ y con Jesús: una acción que conduce a la liberación de los hombres de

ción, y a los reclusos la libertad» (Is 61,1). Este pasaje se cita en la su opresión interna y de su calamidad externa. Se trata del perdón

predicación de Jesús en Nazaret, mencionada en Le 4,18s, y resume de pecados, de la curación de enfermedades, de la victoria sobre pode­

la actividad salvífica de Jesús. No es fácil dilucidar el origen y la his­ res dañinos y malvados (exorcismos de demonios). Todo lo que se

toria de las tradiciones en relación con el sustantivo «evangelio-F. hace tiene su origen en Dios; Jesús es sólo la representación de la

No se puede probar que el término dependa del lenguaje helenístico voluntad salvífica y del poder salvífico de Dios, el ejecutor del plan de

y romano (la veneración del soberano, el culto al emperador); lo que Dios, el brazo eficaz de su acción en el mundo.

se puede probar es la recepción cristiana del verbo, tomado del len­ 3. Por eso, no se traza tampoco una «imagen de la personalidad»

guaje del Deuteroisaías. Cualquiera que sea la manera en que se llegó de Jesús. No se nos dice nada sobre su apariencia externa. De vez en

a la recepción del concepto «evangelio», la aceptación de este térmi­ cuando se mencionan algunas emociones de Jesús (compasión, mise­

no por Marcos tiene considerables consecuencias para la compren­ ricordia, ira), pero no para describirnos sus pasiones humanas, sino

sión de su obra. Ésta surgió en un tiempo en que la distancia tempo­ para poner de relieve la humanidad y la compenetración humana de

ral con respecto a la predicación de Jesús exigía una fijación para las Jesús, acordes con su misión. Él tiene misericordia hacia las perso­

necesidades misioneras y catequéticas de la Iglesia primitiva. Esto se nas que se acercan a él con confianza; siente ira contra los que menos­

efectuó en un texto que recopila las tradiciones acerca de Jesús y, al precian y tratan de reprimir su actividad salvífica. Él vino, no para lla­

mismo tiempo, proyecta sobre ellas la luz de la fe en Cristo. Si quere­ mar a los justos, sino a los pecadores (Me 2,17), para salvar la vida y

mos comprender la índole específica de esa peculiar exposición lite­ no para destruirla (3,4).

raria, que estimuló e influyó también en los subsiguientes Evange­ 4. Se dedica especial atención a la pasión y muerte de Jesús. La

lios de Mateo, Lucas y Juan, entonces tendremos que aclarar todavía historia de la pasión se expone detalladamente (capítulos 14-15), en

lo siguiente: una forma pensada teológicamente según el modelo del justo que

padece, pero que, en su confianza y en su obediencia, es protegido por

Dios y es finalmente justificado y exaltado. El camino hacia la cruz

21. Cf. H. Frankemolle, Jesus als deuterojesajanischer Freudenbote? Zur

Rezeption von les 52, 7 ybd 61,1 im Neuen Testament, durch Jesus und in den Tar­ 23. Ph.-L. Shuler, The Genre(s) ofthe Gospels, en: D. L. Dungen (dir.), The

gumim, en: H. Frankemolle - K. Kertelge (dirs. ), Vom Urchristentum zu Jesus, lnterrelations of the Gospels, Jerusalem Symposion (Lovaina 1990) 459-483, ha

FS J. Gnilka (Friburgo-Basilea-Viena 1989) 34-67. intentado recientemente probar de nuevo la afinidad del «evangelio» con las bio­

22. Véase la monografía de H. Frankemolle, Evangelium (nota 19) grafías helenísticas; pero eso es cuestionable, véase la réplica de P. Stuhlmacher

204-214 . ibd. 484-494 con más bibliografía.

28 29
aparece firmemente desde el principio (cf. 2,20) y domina de tal modo Hasta ahora no hemos contemplado más que el Evangelio de Mar­

el pensamiento, que a los Evangelios podríamos llamarlos «historias cos. En los otros tres Evangelios, Jesús resalta con una acentuación

de la pasión con una detallada introducción-". distinta, con nuevos rasgos. La vida de Jesús se amplía en los antece­

5. Con la mirada puesta en Jesús se asocia inmediatamente la mira­ dentes relatados por Mateo (Mt 1-2) y en la historia de la infancia

da puesta en la comunidad de fe, la cual sigue a Jesús en su camino. narrada por Lucas (Le 1-2) y halla una continuidad en las apariciones

Programáticamente, después del anuncio del camino de Jesús hacia del Resucitado. Cada evangelista da a la imagen de Jesús un colorido

su pasión y su muerte, se formula la exhortación: «El que quiera venir propio, según los presupuestos que condujeron a cada uno de ellos a

en pos de mí, ¡niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame!» (Me 8,34). la composición del correspondiente Evangelio, y según las propias

En este contexto Marcos menciona el «evangelio»: «El que pierda su inclinaciones que le impulsaron. En el diálogo con los contemporá­

vida por causa de mí y del evangelio, la salvará» (8,35). El evangelio neos, en el entorno cultural se van formando determinados tipos de

es una interpelación dirigida a la comunidad, sobre todo en lo que res­ escritos evangélicos. No es lo mismo que la fe cristiana se exprese en

pecta a las exigencias morales que proceden de Jesús. un ambiente palestinense o en un entorno judeo-helenístico o en con­

6. También queda integrado el culto de la comunidad. La Última tacto con el mundo pagano. Vamos a estudiar esos tipos de presen­

Cena con la institución de la eucaristía (Me 14,22-25) es un importante tación de Cristo; para ello, los ejemplos más destacados son los cuatro

acontecimiento antes de la pasión: un acontecimiento que continúa en Evangelios. También tendremos en cuenta al Evangelio de Juan, al

la comunidad como conmemoración permanente de la muerte de Je­ igual que los Sinópticos, a pesar de que Bultmann quiere descartar

sús y como esperanza del cumplimiento en el reino de Dios. Asimismo, al Evangelio de Juan como fuente para conocer la proclamación de

la vida de oración de la comunidad fructifica mediante las palabras de Jesús". Prescindiendo de que en él pueden haberse conservado tra­
26,
Jesús acerca de la oración que está segura de ser escuchada (11,23-25). diciones especiales acerca de la actividad de Jesús en el Evangelio

7. Repetidas veces se encuentran perspectivas sobre la venida del de Juan se refleja de manera propia la imagen de Cristo, y se pone de

Hijo del hombre (8,38; 13,26; 14,62), el cual -en la comprensión relieve de manera intensísima la autoridad que Jesús reclama para sí

de la comunidad- no es otro que Jesús. La perspectiva escatológica y se muestra el poder permanente de la palabra de Jesús para todos

es el complemento necesario de la actividad presente de Jesús; tan los creyentes. La actividad terrena de Jesús se halla integrada en una

sólo en el futuro se consuma el reinado de Dios. visión cristológica que hace que el Cristo glorificado realice ya en la

tierra «signos» profundamente significativos, y que pronuncie discur­

En conjunto se ve que el «evangelio» es un género de índole muy sos que sobrepasan con mucho las palabras pronunciadas antaño por

especial, difícilmente comparable con otras producciones literarias de Jesús. Los cuatro Evangelios no trazan «imágenes del personaje» Jesús,

aquella época. Emergió de la actividad de Jesús, nació del Espíritu de sino imágenes de fe, que, al contemplar retrospectivamente a Jesús,

Jesús, y se desarrolla con miras a Jesús, el terreno y el que sigue vivien­ retienen su actuación histórica y su camino hasta la cruz, y reflejan el

do junto a Dios y se halla presente en su comunidad. El evangelio esplendor del Resucitado y Glorificado.

no sólo mantiene el recuerdo de Jesús, sino que se rige por Aquel que

vino, no para hacer que le sirvieran, sino para servir y entregar su vida
25. Bultmann, Jesus (nota 6) 15.
como rescate por muchos (Me 10,45). En esta exposición, la figura de
26. Cf. C. H. Dodd, Historical Tradition in the Fourth Gospel (Cambridge -
Jesús no se hace comprensible sino en su entrega a los hombres, en
Nueva York 1963); B. Lindars, Behind the Fourth Gospel (Londres 1971); G. Schi­
esa «existencia» de Jesús «en favor» de ellos.
lle, Traditionsgut im vierten Evangelium, en: «Theol. Versuche» 12 (1981) 77-89;

B. Schwank, Ortskenntnisse im vierten Evangelium?, en: «Erbe und Auftrag» 47

24. M. Kahler, Der sog. historische Jesus (nota 17) 60. (1981) 427-442.

30 31
3. EL «EVANGELIO EN CUATRO FORMAS» cuatro formas tiene el plan del Señor. Las diversas interpretaciones

que Ireneo deduce de palabras tomadas de cada uno de los Evange­

Ireneo de Lyón (t 202) dice que los cuatro Evangelios canóni­ lios, son arbitrarias y no nos dicen gran cosa. La tradición posterior,

cos son el «Evangelio en cuatro formas»


27•

No habría ni más ni menos que considera a Juan como el águila que desde las alturas contempla

que esos cuatro Evangelios, lo mismo que hay cuatro regiones del cie­ toda la llanura, y a Marcos, como el león que con su vigorosa fuerza

lo en las que nos encontramos, y cuatro espíritus universales. La Igle­ representa la vida de Jesús, nos parece quizá más apropiada. Pero

sia está difundida por toda la tierra, y el Evangelio es la columna y esas interpretaciones simbólicas de las figuras de animales no son lo

fundamento de la Iglesia, el Espíritu de vida. En consonancia con ello, que interesa, sino la idea de que cada Evangelio contiene una deter­

la Iglesia tendría cuatro columnas que desde todas partes irradian lo minada imagen de Cristo: una imagen que tiene algo que decirnos.

imperecedero y vivifican a los hombres. El Logos, el Fundador del Es el mismo Señor, a quien la Iglesia enseña, pero en cada Evangelio

mundo, que tiene su trono sobre los querubines, que mantiene la cohe­ desde una perspectiva particular. No podemos prescindir de ninguno

sión del universo y se manifestó a los hombres, nos proporcionó un de esos Evangelios; son vanos, indoctos y además temerarios los que

Evangelio en cuatro formas, que mantiene su cohesión en un solo Espí­ menosprecian la índole del Evangelio introduciendo más figuras de
28•
ritu. Luego Ireneo alude a la visión de Ezequiel acerca de los cuatro las mencionadas o menos figuras El servicio que Ireneo presta a la

seres vivientes, que tenían diferentes rostros: rostro de hombre, ros­ teología con esta fijación en los cuatro Evangelios es el conocimien­

tro de león, rostro de toro y rostro de águila (Ez 1,10); son los cuatro to de que en los cuatro Evangelios Jesucristo está presente como el

querubines, tal como quedaron descritos en la visión del carro que sir­ centro, y sin embargo en cada uno de ellos resalta con una fisonomía

ve de trono a Dios, aunque con diferente designación de los rostros especial.

(Ez 10;14). Ireneo se refiere a los cuatro rostros de Ez 1,10 y atribu­ El Jesús histórico, del que parten todos los Evangelios y sobre

ye a cada evangelista una figura simbólica: a Juan la figura del león, a quien reflexionan desde un punto de vista pospascual, queda refle­

Lucas la del toro, a Mateo la del hombre, y a Marcos la del águila. Por jado en los cuatro Evangelios de manera distinta en cada caso. Pues­

tanto, su asignación difiere de la interpretación posterior, según la cual to que, según la comprensión de los evangelistas, no se puede separar

el león le corresponde a Marcos y el águila a Juan. Así que, partien­ al Jesús histórico del Cristo de la fe, la mirada de todos ellos se dirige

do de los cuatro Evangelios, que fueron recibidos en el canon del Nue­ hacia la figura total de Jesucristo, pero cada uno lo hace a su propio

vo Testamento, lreneo llega a una visión simbólica, en la cual el núme­ modo. Esto precisamente es lo que vamos a estudiar en la presente

ro «cuatro» se ajusta incluso al plan de Dios sobre los mundos, a los obra. Veremos hasta qué punto coinciden todas esas imágenes de Jesu­

cristo o difieren unas de otras.


cuatro puntos cardinales.

Con respecto a los símbolos de los cuatro evangelistas, el obispo No podemos partir de una imagen fija de Jesús, determinada por

de Lyón tiene su propia interpretación para cada uno de ellos: el la crítica histórica, ni contrastar con ella los retratos que los diversos

león (Juan) simboliza la fuerza activa, el poder de dirección en un evangelistas presentan de Cristo. Lejos de eso, tendremos que per­

puesto regio; el toro (Lucas) se refiere a los sacrificios y al sacerdo­ manecer conscientes de que la imagen histórica de Jesús está deter­

cio; el hombre (Mateo), a la manifestación humana; el águila (Mar­ minada ya por la distinta visión de Cristo. En los cuatro Evangelios

cos), al Espíritu que se difunde sobre toda la Iglesia. Los Evangelios se refleja de manera diferente Jesús de Nazaret, porque él está inte-

coinciden en que en todos ellos Cristo habita y posee su trono; los

animales tienen cuatro rostros; cuatro formas tiene el Evangelio; 28. Adv. haereses 111, 1 1 , 9 (Harvey 11, 50-52) con ataques contra Marción,

que cercena el evangelio, y contra los Valentinianos, que se glorian de tener más

evangelios, principalmente el «Evangelio de la verdad».


27. Adv. haereses III, 11, 8 (Harvey 11, 46-50).

33
32
grado en una visión de Cristo que se alza para los evangelistas desde no se halla integrada en esa proclamación y se encuentra, por tanto,

su respectiva fe. sobreplasmada y configurada por ella. Ciertamente, se pueden reco­

Finalmente tendrá que probarse si el Evangelio en cuatro formas nocer todavía de un modo suficiente algunos rasgos históricos de la

se mantiene coherente en un único Espíritu. En esta labor se descu­ figura de Jesús; pero el determinar cuáles son no aparece como la tarea

brirán probablemente rasgos afines y tendencias divergentes. Allí más urgente para lo que nos proponemos.

podrá verse también una evolución progresiva de la cristología. Aho­ Queremos tener una visión de Jesucristo (Jesús el Cristo) en la pers­

ra bien, ésta no se ha efectuado desligándose de la imagen del Jesús pectiva de fe de cada uno de los evangelistas, y comparar entre sí los

histórico, sino que ha influido en esa imagen y la ha hecho avanzar correspondientes esbozos. Naturalmente, en todo ello habrá que tener

debidamente. Así que se plantea de manera nueva el problema del en cuenta el gradiente de la historia de las tradiciones. El primer evan­

«Jesús histórico» y del «Cristo de la fe»: la imagen de Jesús, super­ gelista, Marcos, proyectó una imagen de fe de Jesucristo, que sirvió ya

puesta por el Cristo de la fe, se representa de manera respectivamente de modelo a los otros sinópticos, Mateo y Lucas, y que contribuyó

distinta en cada uno de los Evangelios; el histórico Jesús de N azaret a plasmar de manera decisiva la visión de éstos. También Juan es incon­

aparece -por la perspectiva cristológica- en forma respectivamen­ cebible sin el conocimiento de la tradición sinóptica; pero él se elevó

te distinta en cada uno de los Evangelios. Esto conduce a una in­ intensísimamente sobre ella y trazó una imagen de Jesucristo desarro­

terpretación de la persona de Jesucristo, que sólo puede apreciarse llada de la fe en Cristo, que sobrepasa con mucho el terreno histórico,

como una totalidad. A esta imagen de Jesucristo reflejada en los cua­ y que evoluciona de su teología. El Evangelio en cuatro formas con­

tro Evangelios se dirige nuestra atención. tiene una cristología estructurada cuádruplemente, que sin embargo no

De esta manera quedará clara la diferencia que hay entre nues­ abandona nunca el terreno del histórico Jesús de Nazaret.

tra perspectiva y la de la mayoría de los libros y tratados que se ocu­

pan de la figura de Jesús: de ordinario se investiga a Jesús de Nazaret,

en cuanto a su actuación histórica, tal como él destaca en los Evan­

gelios por medio de su proclamación y de sus actos, y con el estrato

cristológico que se dibuja, se compara y se realza en los nombres de

dignidad y en los títulos, en las historias de milagros y relatos de epi­

fanías, en los discursos provocadores de Jesús y en sus confrontacio­

nes con los adversarios. Se intenta lograr una imagen de Jesucristo

mediante la asociación de rasgos históricos con la interpretación cris­

tiana primitiva. Nosotros, por el contrario, renunciamos a una dis­

quisición exacta de lo histórico, porque esto se halla fundido indiso­

lublemente en la imagen cristológica, e investigamos inmediatamente

la visión global de Jesucristo, tal como la desarrolló cada evangelista

=-desde una perspectiva cristológica- mediante el recuerdo de Jesús.

Por tanto, el interés que dirige nuestro trabajo, como ocurre de

manera general en la Iglesia primitiva, no es un interés histórico sino

kerigmático: ¿cómo se proclama al Jesús histórico desde la fe en la

resurrección del Crucificado y cómo se hace ver a las comunidades

cuál es la significación salvífica de Jesús? La imagen del Jesús terre-

34 35
CAPÍTULO SEGUNDO

MARCOS

La imagen que Marcos proyecta de Jesús desde la perspectiva pos­

pascual, no puede definirse con total claridad. Demasiadas cuestio­

nes se asocian con la redacción del Evangelio de Marcos, sobre todo

con el denominado secreto mesiánico, que permite concluir que hubo

ciertos fines de carácter redaccional'. Se suele concentrar la cristo­

logía de Marcos en los dos predicados de dignidad o títulos: «el Hijo

de Dios» y «el Hijo del hombre». Pero antes de dedicarnos a estudiar

esos textos, conviene examinar las descripciones que se hacen de la

actividad de Jesús en Galilea y más tarde en Judea y Jerusalén. Los

enunciados positivos acerca de la actividad de Jesús son los que más

garantía ofrecen de contemplar la imagen del Jesús terreno que Mar­

cos tenía ante sí.

l. Se trata de un complejo discutido con suma viveza y estudiado de mane­

ra muy diferente desde la obra de W. Wrede, Das Messiasgeheimnis (nota 4 del

capítulo 1). Véanse las listas bibliográficas en R. Pesch, Das Markusevangelium II


3
(Friburgo-Basilea-Viena 1984) 46s y 572s. Volveremos sobre este tema al final del

presente capítulo.

37
l. LA DESCRIPCIÓN DE LA ACTIVIDAD DE JESÚS razón; la metáfora hace entrever el reino e Dios,
d qu e Jesús ha v eni­

do a instaurar. Jesús, al combatir contra el reino de los demonios, deja

expedito el camino para el reinado d e Dios. L os adversarios de Jesús


1. LA PROCLAMACIÓN DE JESÚS
no entienden lo que está sucediendo en esos as. Al exterior
dí s e tra­

a de curaciones de enfermedades especialmente


t raves
g y repulsivas

Después del bautismo en el Jordán y de la tentación en el desier­ (cf. 5, 1-10); p ero stas simbolizan los poderes del maligno,
é q ue impi­

to, pero sólo después de ser encarcelado Juan el Bautista, aparece den el avance del reinado liberador q ue Jesús viene a instaurar. E n la

Jesús en público con un mensaje: «El tiempo se ha cumplido y el rei­ proclamación efectuada por Jesús e
s h alla presente el poder salvífi­

no de Dios está cerca; arrepentíos y creed en el evangelio» (1,15). ca de D ios, como se h ace visible en forma realista por las expulsiones

Se trata de una síntesis de su predicación, del núcleo mismo de lo que d e demonios.

él quería decir a los hombres. El verbo empleado para ello (K1'JpÚac11,tv)2 Jesús pone en marcha la p roclamación alvífica.
s É l q uiere llegar

recoge la predicación del Bautista (1,4.7), pero le da un nuevo conte­ con esta proclamación a todo el pueblo de Dios, e instaura para ello

nido: el «evangelio de Dios» acerca de la llegada súbita del reinado el grupo d e los Doce, acentuando así d e manera imbólica
s q ue el lla­

de Dios. Esta proclamación heráldica sigue dominando la actividad de mamiento está dirigid o a todo Israel', Jesús envía al grup o d e los D oce

Jesús; esta acción de proclamar es la primera y la más importante tarea y les concede la misma autoridad para expulsar demonios ( 6,7). El

de Jesús. Cuando los discípulos quieren retenerle en Cafamaún, don­ p roclamador Jesús se preocupa de que su mensaje se difunda, de que

de él había curado muchos enfermos, Jesús les explica: «Vamos a otra las personas se conviertan y de q ue, en todo ello, se produzcan los sig­

parte, a los pueblos vecinos, para predicar también allí, pues para esto nos de las curaciones y de las expulsiones d e demonios (6, 1 3). Jesús

he venido» (1,38). «Y se fue a predicar en sus sinagogas por toda Gali­ se convierte en el i niciador de una predicación d e s alvación, qu e pri­

lea, expulsando los demonios» ( 1 ,39) . Eso era lo que más le impor­ meramente se extenderá a Israel, el pueblo de Dios, pero que un dí a

taba, como vemos claramente por el hecho de que a los discípulos ll egará también a todas las naciones (1 3,10). E l proclamador Jesús no

recién reunidos, Jesús los envía con el mismo fin: quiere enviarlos «a se limi ta, s egún M arcos, a p roclamar durante su vid a t errena, sino qu e

predicar con poder para expulsar demonios» (3,14s). Es una predica­ hace que su pal abra siga resonando en el evangelio. E l evangelio retie­

ción autoritativa, llena de poder, como lo demuestran dos hechos: la ne todo lo q ue sucedió en tiempo de J esús, incluida su muerte, que

acción de predicar va acompañada con la expulsión de demonios, y f orma parte de esa proclamación. En la unción en Betania, cuando la

Jesús instituye con este fin el grupo de los Doce. L as expulsiones d e mujer, con u gesto
s d e amor, ungió - sin saberlo-- el cuerpo de esús
J

demonios son expresión externa y visible de q ue el reinado de i


D os p ara la s epultura (así es como s e interpreta su acción), dice Jesús: «Os

está avanzando y venciendo a las f uerzas d el m aligno. aseg uro que en cualquier parte d el mundo donde se proclame el e v an ­

A continuación, en el enfrentamiento con los escribas, qu e expre­ g elio, será recordada esta mujer y lo qu e ha hecho» (14,8s). Ahí v emos

san la sospecha de q ue Jesús está poseído por B elzebú, el príncipe d e una comprensión de la proclamación que incluye en el evangelio el

los demonios, y de q ue con ayuda de éste expulsa los demonios, J esús

hace ver claramente q ue ningún reino p uede subsistir cu ando está divi­ 3. Es verdad que con frecuencia se ha negado que Jesús instituyera el grupo

dido contra sí mismo ( 3 ,24). El ejemplo el


d eino no se
r escogió sin de los Doce, pero esa institución se encuentra bien fundamentada históricamen­

te en el marco de la misión de Jesús a Israel. En lo que se refiere a Marcos, eso

consta firmemente. Véase J. Roloff, Apostolat -Verkündigung- Kirche (Güters­

2. Cf. G. Friedrich en: ThWNT III (1938) 701-714; O. Merk en: Diccionario loh 1965) 138-152; G. Schmahl, Die Zwolf im Markusevangelium, TThSt 30 (Tré­

Exegético del Nuevo Testamento (DENT) 1 (1996) 2314-2325 (a propósito de Mar­ veris 1974); K. Stock, Boten aus dem Mit-Ihm-Sein, das Verhiiltnis zwischen Jesus
cos: 2319ss).
und den Zwolf nach Markus, AnBib (Roma 1975).

38 39
destino de muerte de Jesús. Por el lugar que ocupa esta perfcopa al Lo que aquí se narra a modo de ejemplo experimenta su plena

comienzo del relato de la pasión, vemos que todo lo que se expone a realización en la proclamación universal del evangelio (13,10). El Je­

continuación se sitúa a la luz de este anuncio. Todo lo que después se sús que proclama con sus palabras y sus acciones sobrepasa su pro­

narra acerca de la pasión y muerte tiene un sentido más profundo y pia intervención histórica. En el espejo del Evangelio de Marcos, el

se integra en la predicación de la Iglesia primitiva. En la promesa elo­ Jesús que actúa en la tierra se halla asociado con el Cristo que, des­

giosa que hace a la mujer, lo mismo que en las palabras acerca del Hijo pués de Pascua, sigue proclamando por medio de la Iglesia. Sin em­

del hombre (14,21.41), Jesús se muestra como el que conoce cuál ha de bargo, Marcos sabe que Jesús, durante su vida, se limitó a Israel (cf.

ser su destino; él se convierte en el anunciador de su pasión. 7,27). El Jesús terreno se esfuerza por mantener en secreto sus cura­

Hay también pasajes en los que no se habla de que Jesús y sus dis­ ciones milagrosas: un rasgo notable en comparación con las historias

cípulos proclamaran, sino de la acción de la proclamación efectuada de milagros que corrían por el mundo antiguo; pero el poder de su

por personas que habían sido curadas. Al leproso a quien Jesús ha proclamación es tan vigoroso, que con él se desencadena una histo­

curado, le encarga que no diga nada a nadie (1,44). Pero él se va y ria de proclamación que, después de Pascua, se extenderá por todo

comienza a «pregonar a Jesús y a difundir lo ocurrido» (1,45). Cuan­ el orbe de la tierra.

do Jesús cura al poseso de Gerasa y lo envía a casa, se nos dice que El tema de la proclamación de Jesús se centra, según Me l,14s, en

éste se marchó y anunció en la Decápolis lo que Jesús le había hecho el evangelio de Dios: el evangelio que consiste en pregonar la llega­

(5,20). Después de la curación del sordomudo en la Decápolis, y a da del reinado de Dios. Esta idea no se desarrolla más concretamen­

pesar de que Jesús se lo había prohibido expresamente, los testigos te en las ulteriores declaraciones que Jesús o sus discípulos hagan (1,39;

pregonan «con tanta mayor insistencia» lo sucedido (7 ,36). La impre­ 3,14; 6,12). Siempre que se presenta y se desarrolla en parábolas la

sión causada por estos actos de curación es tan extraordinaria, que no idea del reinado de Dios (capítulo 4), no se habla ya de la proclama­

es posible mantener en silencio la noticia de lo sucedido. Y, así, Jesús ción efectuada por Jesús, sino de sus enseñanzas (4,1.2). Puesto que

no sólo con sus palabras sino también con sus actos milagrosos se con­ resalta extensamente la imagen de Jesús como el Maestro que impar­

vierte en el proclamador, incluso en una región pagana. La curación te enseñanzas, tenemos que dedicar ahora especial atención a esta

del sordomudo se narra a continuación inmediata de la curación de nota característica de Jesús.

la hija de la mujer sirofenicia, que es liberada del demonio de la enfer­

medad (7,24-30). En ambas ocasiones se trata de un territorio no judío.

Y el hecho de que el círculo de acción sobrepase los límites del pue­ 2. JESÚS Y SU ACTIVIDAD DE ENSEÑAR

blo judío alude -según la mente del evangelista- a la difusión del


4•
evangelio en el mundo gentil En el Evangelio de Marcos se habla quince veces de que Jesús

enseñaba, y tan sólo una vez de que sus discípulos enseñaban (6,30),

pero en un contexto en el que la enseñanza impartida por los discí­

4. Cf. K. Kertelge, Die Wunder Jesu im Markusevangelium. Eine redak­ pulos aparece como un encargo dado por Jesús. La imagen de Jesús

tionsgeschichtliche Untersuchung, StANT 23 (Munich 1970) 154-156; L. Schen­ como el Maestro se refuerza por la frecuencia con que la gente se
ke, Die Wundererzahlungen des Markusevangelium, SBB (s.a. [1974)); D.-A. Koch,
dirige a él llamándole «Maestro», tanto sus discípulos (4,38; 9,38;
Die Bedeutung der Wundererziihlungenfür die Christologie des Markusevange­
10,35; 13,1) como también otras personas. Aquí el tratamiento co­
liums, BZNW 42 (Berlín - Nueva York 1975) 91s: «Así, pues, según Marcos la
rriente de honor que se tributa a un maestro judío no aparece to­
misión de la Iglesia (¡cf. Me 13,10!) está legitimada por Jesús mismo, sin que él

la hubiera puesto en marcha por sí mismo». Hay que tener en cuenta en general davía como un título restringido a los escribas que habían recibido

este aspecto de la teología de la misión. una formación especial, y es traducción del arameo rabbi o rabbu-

40 41
ni5• Puesto que en cuatro pasajes del Evangelio de Marcos se usa rriendo las aldeas (6,6). Enseña a un gran gentío, porque esas perso­

este término en lugar del de «maestro» (9,5; 10,51; 11,21; 14,45), no nas eran como ovejas sin pastor (6,34), y enseña a gente que, vinien­

habrá que considerar en general este tratamiento dirigido a Jesús do de Judea y de la otra orilla del Jordán, se apiñan alrededor de él

como una referencia especial a las enseñanzas impartidas por él. En (10,1). ¿Por qué en estos casos se habla de «enseñar» y no de «pro­

la pregunta del hombre que inquiere: «Maestro bueno, ¿qué debo clamar»? Sospechamos que esto se halla relacionado con el hecho de

hacer para heredar la vida eterna?» (10,17), se reconoce como ense­ que la proclamación de Jesús acerca de la llegada del reinado de Dios

ñanza de Jesús la respuesta acerca de la observancia del comporta­ se convierte en una enseñanza que sigue resonando en la comunidad.

miento recto. Y lo mismo en la pregunta acerca de cuál es el mayor La proclamación de Jesús acerca de la salvación evoca preguntas que

mandamiento (12,32). En la aduladora pregunta de los fariseos y tienen actualidad en la vida de la Iglesia. Es especialmente significa­

herodianos acerca del pago del tributo personal (12,14), y en la pre­ tiva la observación redaccional en 10,1: «Como tenía por costumbre,

gunta de los saduceos acerca de la resurrección de los muertos se puso entonces a enseñarles». Viene luego la controversia sobre la

(12,19), el tratamiento dado a Jesús no hace más que apoyar la in­ extensión de un certificado de divorcio, es decir, sobre la cuestión acer­

tención de impulsarle a que dé una respuesta. De todos modos, del ca de si es lícito o no divorciarse (10,1-12). A continuación sigue la

tratamiento tributado a Jesús como «maestro» o «rabí» no se puede bendición de los niños, que es importante para saber cuál es ia situa­

inferir en general que haya existido por parte de Jesús una previa ción de los niños en la comunidad (10,13-16). La extensa composición

función docente; se trata de un «uso que en buena parte no expresa sobre la riqueza y la pobreza (10,17-31) está dominada enteramente

una idea refleja»>, por el interés que la comunidad siente por la renuncia a la riqueza
7
La imagen del Maestro Jesús aparece sólo en primer plano, cuan­ y por la recompensa de la pobreza. Finalmente, después de insertar la

do se habla expresamente de la actividad de Jesús consistente en «ense­ predicción que Jesús hace de su pasión (10,32-34), y con ocasión del

ñar». Jesús enseña en la sinagoga (1,21; 6,2), en el templo (14,49), pero deseo manifestado por los hijos de Zebedeo de ocupar los primeros

también al aire libre a orillas del lago de Genesaret (2,13; 4,1) y reco- puestos en el reino de Dios, se dilucida el tema del dominio y del ser­

vicio (10,35-45). Todas esas cuestiones afectan a la vida concreta de


8•
la comunidad y se deciden mediante palabras de Jesús Las personas
2
5. Cf. G. Dalmann, Die Worte Jesu (Leipzig 1930) 272-280; E. Lohse en el
que afluyen en masa evocan en primer plano, para los lectores, la ima­
ThWNT VI (1959) 962-066; R. Riesner, Jesus als Lehrer, WUNDT ut (Tubinga
2 gen de la Iglesia. El Jesús, antaño proclamador, se convierte en el
1984) 266-276.

6. F. Hahn, Christologische Hoheistitel. lhre Geschichte im frühen Christen­ «Maestro» de su comunidad; la imagen de Jesús se amplía para con­
4
tum, FRLANT 83 (Gotinga 1963; 1974) 77. vertirse en la imagen de Cristo el «Maestro».
7. Con frecuencia se ha estudiado la imagen de Jesús como Maestro, cf.
La conexión con la proclamación del reinado de Dios aparece con
F. Normann, Christus Didaskalos. Die Vorstellung von Christus als Lehrer in der
especial claridad en la perícopa de la bendición de los niños: «El que
christlichen Literatur des ersten und zweiten Jahrhunderts, MBTh 32 (Münster de
no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él» (10,15). La
W. 1967), y más bibliografía mencionada en R. Riesner, Jesus als Lehrer, 74-79.

La obra más extensa es la de R. Riesner, quien se propone ofrecer una «investi­ comunidad, que debe admitir a los niños y aceptarlos en su seno («¡no

gación sobre el origen de la tradición de los evangelios» ( como dice el subtítu­ se lo impidáis!»), es la fase previa para el reino de Dios, el lugar don­

lo). Es un trabajo orientado hacia la historicidad del Maestro Jesús y de su acti­ de se reúnen los candidatos al reino de Dios. Los niños, que según
vidad como Maestro en Israel, pero que no enfoca tanto la imagen del Maestro

según la presentación que hacen de él los evangelistas. Riesner llega a formular

un juicio decididamente positivo sobre la actividad docente del Jesús histórico: un 8. K.-G. Reploh, Markus - Lehrer der Gemeinde, SBM 9 (Stuttgart 1969)

juicio que en cuestiones de detalle suscitará alguna contradicción (véase el resu­ 173-210; R. Busemann, Die lüngergemeinde nach Markus 10, BBB 57 (Konigstein /

men en las pp. 499-502). Ts.-Bonn 1983).

42 43
su índole, según su fe y su confianza filial e inmediata son llamados al que den los investigadores, habrá que tener en cuenta más que nada

reino de Dios, no deben quedar excluidos. Jesús los estrecha entre sus la referencia que en estas parábolas se hace a la situación de la comu­

brazos y los bendice. La comunidad debe ser una familia de Dios; en nidad. En la exposición marquina de estas parábolas del crecimiento,

ella encuentran su hogar aquellos que han dejado casa, bienes y parien­ cualquiera que sea la manera y la ocasión en que Jesús las haya expues­

tes por amor de Jesús y del evangelio, aunque todavía se hallen en to en su predicación, no puede desoírse la interpelación dirigida a la

persecuciones, y de este modo aguardan la vida eterna con Dios comunidad en su situación concreta .

(10,29s). El reinado de Dios, en su irrupción dinámica y sensible en el


9,
mundo, y en la promesa -inherente a ella- de su futura gloria, es 1. La parábola de la semilla esparcida a boleo quiere recordar a

prometido a los miembros de la comunidad. Los hijos de Zebedeo se la comunidad los obstáculos y los peligros que se oponen a la recepción

hicieron una idea errónea del futuro reino de Dios. Y se les enseña de la parábola, pero también quiere reforzar en la comunidad la con­

que el camino que conduce a este reino pasa únicamente por la par­ fianza en que la palabra de Dios produce finalmente fruto maduro.

ticipación en los sufrimientos y en la muerte de Jesús. También la 2. Después de la parábola sobre la simiente esparcida a boleo,

exhortación a servir, que Jesús dirige a todos los discípulos, se pone Marcos introduce una reflexión sobre el sentido de hablar en pará­

en la situación concreta del mundo: los poderosos del mundo subyu­ bolas ( 4,10-12): reflexión que, por el contraste mismo que se esta­

gan con violencia a sus pueblos; pero para los discípulos rige una ley blece entre los discípulos, a quienes se ha confiado el misterio del rei­

fundamental diferente: el que quiera ser grande, debe ser vuestro ser­ nado de Dios, y aquellos que están afuera, hace que veamos

vidor, y el que quiera ser el primero, debe ser el esclavo de todos abiertamente la referencia a la comunidad.

(10,43s). Con este fin se evoca el ejemplo de Jesús, que, en suprema 3. La «explicación» de la parábola (4,14-20), aceptada desde muy

disposición para el servicio, entrega su vida pos los muchos (10,45). pronto y que en su interpretación alegórica sobrepasa a la parábola

Lo que Jesús enseña se realiza en su propia persona. original, está determinada enteramente por el interés misionero y

Por tanto, Marcos no contempla a Jesús como proclamador de un parenético, que se suscitó en la comunidad pospascual.

mensaje abstracto, sino de un poder que irrumpe en la realidad terre­ 4. También las palabras acerca de la luz que debe estar sobre el

na y que exige también una correspondiente conducta y acción. Estas candelabro (4,21s), y del escuchar debidamente y con fruto (4,24s),

exhortaciones no se pronuncian sólo para los discípulos de entonces, están dirigidas a la comunidad que recibe el mensaje. En esta com­

sino también para la comunidad posterior. El reinado de Dios debe posición de imágenes y de expresiones a modo de sentencias, que no

imponerse y acreditarse en la realidad de la Iglesia durante el tiempo resulta fácil de entender, el hilo conductor será la mirada puesta en la

que precede y que se encamina al fin. Si se tiene en cuenta esto, se comunidad. Ésta no debe arrinconar la luz que luce sobre ella con el

entenderá también a una luz nueva el lenguaje de las parábolas (capí­ mensaje y la doctrina de Jesús. Todo debe hacerse manifiesto y públi­

tulo 4). Jesús congrega en tomo suyo a una gran multitud de gente y co: un llamamiento a la proclamación misionera'", El toque de aten-

la instruye desde la barca a orillas del lago de Genesaret. Sube, como

quien dice, a su cátedra y enseña muchas cosas a la gente hablándo­ 9. La parábola se interpretó de maneras muy diferentes; se la llama la «pará­

les en parábolas (4,ls). Es una imagen de la instrucción de la comu­ bola del sembrador» y luego se interpreta más concretamente refiriéndola en par­

te a Jesús mismo; o se llama la parábola «sobre las distintas clases de terreno», y


nidad acerca de las cosas que ella debe tener en cuenta, por lo que sig­
se piensa que lo que interesa en la parábola es la clase de terreno. La «simiente
nifica para su vida el mensaje del reino de Píos. Marcos escogió
esparcida» es lo que da más carácter a la imagen.
únicamente tres parábolas: la de la semilla sembrada a boleo (4,3-9),
10. Las dos unidades de sentencias 4,21s y 4,24s deben entenderse como uni­

la de de la simiente que crece por sí misma (4,26-29) y la del grano de dades de sentido que se completan. La sentencia de la lámpara fundamenta «la

mostaza (4,30-32). Por muy diferentes que sean las interpretaciones proclamación cristiana primitiva, la cual --<:orno Jesús con su doctrina- está des-

44
45
oldn q111 txhorta a escuchar (4,23), sirve de transición para la sen­ palpable el crecimiento del reinado de Dios. Lo que Jesús «enseña»

..... IOll'OI do la medida fijada, que originalmente fue independiente aquí se realiza en la Iglesia y es propaganda para que se acepte la pala­

1 que probablomente se refería al juicio escatológico. Con la medida bra de Dios. «La causa de Jesús, el reinado de Dios que está cerca, se

repleta hay que escuchar, aceptar todo lo escuchado y reflexionar hace realidad con especial densidad en la palabra, no en un llamamiento

aohro la1 consecuencias (4,24s ). Aquí salta a la vista especialmente la abstracto a la fe.»
13
A los discípulos Jesús les explica todo lo que las

adaptación a la situación de la comunidad, si comparamos el texto en parábolas contienen. Y, aunque las parábolas están destinadas a que
cuestión con Mt 7,2 y Le 7,38. En los logia sinópticos afines no se habla se entienda el mensaje y las enseñanzas de Jesús, sin embargo no lle­

de la medida del escuchar; ahora bien, para la comunidad una tarea gan a comprenderse sino cuando Jesús desvela su sentido (cf. 4,33s)
14•

importante es la plena recepción de las palabras de Jesús, a fin de com­

prender cada vez más profundamente su sentido. A quien no escucha Por consiguiente, el «Maestro» Jesús recoge la proclamación del

rectamente se le escapará el sentido de las palabras; a quien las com­ reinado de Dios y la traslada al ámbito de la comunidad. Con esto
prenda, se le concederá la promesa de que Dios ha de recompensar Marcos sobrepasa el marco histórico y ofrece una imagen de Cristo

inmensamente la recta aceptación del mensaje. La sentencia de dos que hace visible en la palabra la presencia permanente de Jesús. Nos

facetas es un poderoso impulso; «se acentúa intensamente la res­ preguntaremos entonces si, según la perspectiva de Marcos, por el
ponsabilidad de los oyentes»!'.
«sembrador» no se contemplará a Jesucristo mismo; pero, como la

5. La parábola de la simiente que crece por sí misma sitúa a la mirada se dirige hacia el destino de la simiente y como el sembrador

comunidad en el tiempo del reinado de Dios que va creciendo por el aparece sólo al principio, esta interpretación no es segura. Ahora bien,

poder divino, y seguramente es también una advertencia contra la fal­ en la parábola, con lo del sembrador se puede aludir también a Jesús,

sa confianza en la propia actividad. La tierra produce por sí misma su de quien procede la palabra del evangelio, la cual sigue progresando
fruto, y llega alguna vez el tiempo de la cosecha 12•
en la Iglesia. En la explicación de la parábola, que conduce más inten­

6. Finalmente, la parábola del grano de mostaza ofrece una pers­ samente aún al espacio de la comunidad, podría pensarse también en

pectiva -alegre con la alegría de la victoria- del reino de Dios con­ los proclamadores y misioneros del cristianismo primitivo, que siem­

sumado ya universalmente. El reino de Dios es una entidad dinámica, bran la «palabra» (4,14); pero nuevamente esto no es más que una

que partiendo de pequeñísimos comienzos abarca a toda la Tierra: observación introductoria, y todo el interés se concentra en la acep­

de nuevo una perspectiva de la misión de la Iglesia, en la cual se hace tación de la palabra y en las personas que, con su disposición, ofrecen

un terreno malo o bueno para acoger la palabra. Es suficiente que el

Jesús «docente» abra una puerta para la proclamación que progresa


tinada a hacerse pública; la palabra de Jesús no debe ocultarse en lo secreto de
en la Iglesia.
círculos esotéricos» (Pesch, Das Markusevangelium I, 250). Los discípulos, como

sugiere 4,24s, deben «creer en el futuro del reinado de Dios, y hacer que esta fe

sea la medida de su compromiso misionero» (ibid. 254). Cf. también Reploh, Mar­ 13. J. Emst, Markus. Ein theologisches Portrait (Düsseldorf 1987) 35.
kus (nota 8) 67-71.
14. Me 4,33-34a se halla en tensión con 4,34b, porque los oyentes no com­

11. R. Pesch, Das Markusevangelium I 254. prenden las parábolas (cf. 4,lls) y Jesús tiene que desvelar a sus propios discípu­

12. El tiempo de la cosecha no debe entenderse aquí, como en Joel 4,18 y en los el sentido de las parábolas. Habrá que distinguir entre la tradición (4,33-34a)

otros textos judíos, como el tiempo del juicio, sino como el tiempo de gozo (cf. 9,2; y la redacción (4,34b ). Gnilka, El Evangelio según San Marcos 1 (Salamanca 1992)

Sal 126,5s). Cf. J. Schmid, El Evangelio según San Marcos (Barcelona 1967) 150s; 222s, quiere asignar el v. 34a al evangelista, y los vv. 33 y 34b a una redacción

el grito de los segadores es un grito de júbilo, cf. J. Jeremías, Las parábolas de Jesús premarquina; pero el v. 34b delata ciertamente una tendencia marquina, cf. Km:'
10
(Estella 1992) 186. De manera distinta piensa Pesch, Das Markusevangelium I tfüav en 6,31; 9,2.28; 13,3. Cf. también H. Raosanen, Die Parabeltheorie im Mar­
257s (la perspectiva del juicio). kusevangelium (Helsinki 1973) 48-64.

46 47
Acerca de la «enseñanza» de Jesús se habla varias veces en el mar­ 3. CURACIONES DE ENFERMOS Y EXPULSIONES DE DEMONIOS

co histórico (1,22.27; 4,2; 1 1 , 1 8 ; 12,38). Jesús es clasificado entre los


15,
maestros judíos de su tiempo y sin embargo Jesús se destaca, al mis­ Después de referir que Jesús enseñaba con autoridad y expulsa­

mo tiempo entre ellos. Cuando la gente le oyó hablar en la sinagoga ba demonios (1,21-28), Marcos habla de curaciones de enfermos y

de Cafarnaún, «se admiraba de su enseñanza, porque los enseñaba menciona en primer lugar la curación de la suegra de Pedro, que es

con autoridad, y no como los escribas» (Me 1,22). Después de la expul­ sanada de la fiebre (1,28-31). Luego, en un sumario, habla de nume­

sión de demonios, decía la gente: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nue­ rosas curaciones y expulsiones de demonios, después de trascurrido

va llena de autoridad! ¡Manda incluso a los espíritus inmundos y éstos el sábado (1,32-34). Aunque Jesús salió a proclamar, dirige constan­

le obedecen!» (1,27). No se nos dice lo que Jesús enseñaba en la sina­ temente su atención a los enfermos: cura a un leproso (1,40-45) y a un

goga; sólo cómo la gente acogía sus enseñanzas. Son palabras pro­ paralítico (2,1-12), luego a un hombre que tenía una mano seca (3,1-

nunciadas con autoridad divina; una «nueva» doctrina. Esta impre­ 6). Después de la enseñanza en parábolas siguen diversos actos mila­

sión de su «doctrina» se acentúa luego por las expulsiones de demonios, grosos: la tempestad calmada en el lago (4,35-41), la curación del pose­

y más tarde también por el gesto con que Jesús expulsa del recinto del so de Gerasa (5,1-20), la curación de la mujer que padecía de hemorragias

templo a los comerciantes ( 1 1 , 1 8 ) . Al pueblo le gustaba escuchar a y la resurrección de la hija de Jairo (5,21-43). En un sumario se descri­

Jesús, y entendían sus enseñanzas como algo que estaba en contra­ ben curaciones de enfermos en Genesaret (6,53-56), luego nuevamente

dicción con la manera de enseñar que tenían los escribas, como una la curación de la hija de la mujer sirofenicia (7,24-30) y la curación del

provocación (cf. 12,38). Por tanto, lo que Jesús enseñaba al pueblo en sordomudo (7,31-37). En Betsaida Jesús concede la vista a un ciego

las sinagogas y por todo el país, no hay que limitarlo a determinados (8,22-26). Después de la trasfiguración en el monte, Jesús cura al

temas, como sería, por ejemplo, la instrucción moral (cf. 6,2.6). Eran muchacho epiléptico (9,14-27). Camino ya de Jerusalén, en las cerca­

«muchas cosas» las que él enseñaba a la gente en parábolas (4,2). El nías de Jericó, Jesús se apiada del mendigo ciego Bartimeo y hace que

Maestro Jesús se perfila precisamente por su contraste con las auto­ recobre la vista. Por tanto, las curaciones de enfermos se extien­

ridades docentes judías. Él habla con autoridad absoluta, una auto­ den a lo largo de toda la actividad de Jesús hasta la entrada triunfal

ridad respaldada por Dios; y él llega a ser luego el Maestro de su comu­ en Jerusalén.

nidad, a la que instruye con la misma autoridad en cuestiones vitales Esas historias de curación, que Marcos recoge de la tradición,

para ella. El Jesús que enseñaba al pueblo de entonces pasa así a con­ contribuyen esencialmente a la imagen de Jesús. Él es el exorcista y el

vertirse, sin solución de continuidad, en el Cristo que habla a la comu­ terapeuta que, mediante la trasmisión de poder curativo, el contacto

nidad. Tan sólo así comprenderemos que el camino que conduce a sanador o remedios curativos, devuelve la salud a los enfermos. Aun­

Jesús hasta la pasión y la muerte, sea designado como «instrucción» que los exorcismos y las terapias se hallan muy cercanos entre sí, sin

para los discípulos (8,31; 9,31). La «enseñanza» de Jesús abarca tam­ embargo «podemos diferenciar claramente entre lo específicamente

bién lo que los creyentes no llegarán a comprender sino después de exorcístico y lo específicamente terapéutico. La lucha y la trasmisión
16•
Pascua. . de poder curativo son cosa distinta» El poder curativo se describe de

manera clarísima en el sumario de Me 6,53-56, que se debe a la redac­

ción de Marcos. «La gente se apresuraba por toda la región y traían en

camillas a los enfermos adonde oían decir que se encontraba Jesús.

Cuando llegaba a una aldea, pueblo o caserío, colocaban en la plaza a

16. G. Theissen, Urchristliche Wundergeschichten (Gütersloh 1974) 102.


15. Cf. K. H. Rengstorf en: ThWNT II (1935) 155-168.

49
48
los enfermos y le pedían que les dejase tocar siquiera la orla de su precepto de silencio, precepto que la gente vuelve a no cumplir: «Cuan­

manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.» De Jesús dima­ to más él insistía, tanto más ellos lo pregonaban» (7,36).

na poder sanador, como se ve ya en la historia de la mujer que padecía Una tendencia parecida se observa en la historia de la curación

de hemorragias. El sumario, que describe la actividad sanadora de Je­ del ciego de Betsaida (8,22-26). También en este caso Jesús saca al cie­

sús en la región preferida, situada en la ribera noroccidental del lago go de la a l dea y efectúa la curación lejos de la presencia de gente.

de Genesaret, debe considerarse como expresión típica de la acti­ La curación se realiza gradualmente. El hombre puede ver ya a los
17•
vidad de Jesús Es un rasgo que se ha retenido de la vida de Jesús en hombres, pero «como árboles». Entonces Jesús vuelve a ponerle las

la tierra, y que le caracteriza como Salvador, como persona que res­ manos sobre los ojos, y el hombre es ya capaz de reconocerlo todo cla­

taura la bendición de Dios para su creación y que trae consigo la era ramente. La curación progresiva, que Marcos recoge de la tradición,

mesiánica. Después de la curación del sordomudo en la Decápolis, la expresa quizá la gravedad del caso y el persistente poder de Jesús. Las

gente se queda profundamente asombrada y dice: «Todo lo ha hecho dos historias de curación tienen mucha afinidad: la curación se efec­

bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (7,37). Se trata aquí túa a solas, sin la presencia de gente, pero con una intensa actuación

de una cita combinada de Gén 1,31 LXX, donde Dios contempla la de Jesús mediante gestos y medios terapéuticos, y luego de nuevo una

obra de su creación y la considera «muy buena», y de Is 35,5s, donde protección de la persona curada contra la presencia de la multitud.

se describe la bendición de la era mesiánica. No puede desconocerse tampoco un sentido simbólico. Los discípulos,

Vista de este modo, Marcos consideró esta historia como signo del a quienes se ha echado en cara antes su ceguera (8,18), deben ser ca­

19•
tiempo de la salvación: Dios quiere curar las dolencias y enfermeda­ pacitados progresivamente para la verdadera acción de ver La cura­

des; pero para ello se sirve de este hombre, Jesús. Esto sucede incluso ción de su ceguera se efectúa en el día de la muerte de Jesús (8,31-32a)

en territorio pagano: todos los hombres deben ser partícipes de la nue­ y luego por su resurrección (9,9).

va creación del mundo. El gesto de levantar la mirada al cielo (7,34) Los preceptos de silencio (1,44; 5,43; 7,36) o el empeño de Jesús

muestra que la curación se efectúa únicamente por el poder de Dios; por permanecer oculto (5,19; 8,26), luego el quebrantamiento de estas

los contactos físicos visualizan el poder concedido por Dios a Jesús para órdenes y la difusión de la fama de Jesús como sanador milagroso,

suprimir las dolencias físicas. La apertura de los oídos se efectúa por ofrecen una perspectiva llena de tensiones: por un lado, los actos mila­

medio de una palabra (effata, es decir, ¡á br et e !) , y al mismo tiempo grosos de Dios no deben tener publicidad como si se tratara de un per­

se suelta la traba de la lengua. Con esta curación, aquel hombre pue­ sonaje milagrero; por otro lado, el efecto de ese acontecer oculto es

de oír y puede hablar; queda restaurado como persona y llega a ser tan grande, que la noticia del mismo no puede refrenarse. Ambas cosas,

capaz de una nueva vida 18• La curación, descrita según las prácticas según la visión del evangelista, tienen su fundamento en la actividad

curativas de aquel entonces, no presentan a Jesús como un taumatur­ salvífica de Jesús. «Por tanto, la prohibición de difundir el hecho y el

go mágico, sino como a quien administra los poderes curativos de Dios. incumplimiento de ese precepto no deben distribuirse entre la tradi­

Por eso, como en el caso del leproso (1,44), oímos que Jesús impone un ción y la redación, sino que precisamente la acentuación simultánea

de ambos factores es aquí (a saber, en 7,36) una nota característica de

la redacción marquina-'". Con ello la actividad de Jesús como tera-

17. Sobre los sumarios de Me 1,32-34; 3,7-12; 6,53-56 cf. Kertelge, Die Wun­

der Jesu (nota 4) 30-39; K. Koch, Wundererziihlungen (nota 4) 160-171.

18. Habrá que tener también en cuenta la tendencia cristológica. K. Ker­ 19. Cf. Gnilka, El Evangelio según San Marcos 1, 367: «Es preciso aferrarse

telge, Die Wunder Jesu, 160, opina: «Con esto sucede ya en forma simbólica Jo que a Jesús si se quiere tener ojos que vean, si se quiere alcanzar la comprensión cre­

Jesús ha de hacer, después de la resurrección {cf. 9,9), con sus discípulos y con yente de su palabra».

todos los creyentes». Pero esto no puede deducirse directamente de la narración. 20. Koch, Wundererziihlungen, 73.

50 51
pouta y exorcista (5,1-20) se halla dentro del horizonte de la actividad que es imposible para los hombres. Esto se confirma por la instruc­

divina, que es oculta y misteriosa y que, no obstante, posee un inau­ ción dada a los discípulos. Jesús les dice: «Esta clase de demonios no

dito poder de irradiación. Las personas no pueden sustraerse a la puede ser expulsada sino con la oración» (9,29). Jesús se volvió a

impresión que causa la poderosa acción de Jesús, pero no la com­ Dios con una oración llena de confianza, que supera todas las obje­

prenden y se escandalizan de ella (6,2s). Hay que investigar todavía ciones y barreras. La historia se traduce al horizonte pospascual de la

hasta qué punto lo característico de esa exposición se halla relacio­ comunidad, en la que se escuchan las palabras de Jesús acerca de la fe

nado con el «secreto mesiánico». que mueve montañas (Me 11,22-24: cf. Mt 17,19s). Las fuerzas salvífi­

En cuanto a la actividad salvífica de Jesús, son muy significati­ cas de Jesús siguen actuando en la comunidad, si ésta se mantiene fir­

vas algunas observaciones más. En el caso de la mujer que padecía de me en su fe llena de confianza.

hemorragias (5,25-34), Jesús está rodeado por un gentío que se apiña De una manera a su vez distinta se contempla la relación de una

en torno suyo. La mujer quiere beneficiarse en secreto de la fuerza persona, probada por el sufrimiento, con Jesús, en la curación del cie­

sanadora que irradia de Jesús y toca su manto. Pero Jesús se da cuen­ go Bartimeo, en las cercanías de Jericó (10,46-52). Jesús no se sustrae

ta y pregunta quién ha hecho eso. Entonces se presenta la mujer, tem­ al grito que le pide misericordia. El ciego se dirige a Jesús con la fe en

blando de miedo, y le dice la verdad. Aquella mujer, muy asustada, que él es el Hijo de David, y Jesús se detiene y manda que le llamen.

que sabe que ha hecho algo que va contra la ley judía, comparece ante Es una imagen de la misericordia humana de Jesús, pero también de

Jesús, quien no la condena, sino que con cariño le dirige la palabra lla­ la fe requerida. Jesús le dice al ciego lo mismo que había dicho a la

mándola «hija», y eleva la fe mágica de esa mujer a un nivel más alto. mujer que padecía de hemorragias: «¡ Vete, tu fe te ha salvadol». Jesús,

La confianza en Jesús la «ha salvado» (5,34), la ha llevado con cuer­ de esta manera, atrae al hombre a la comunión con él, de tal modo

po y alma a la paz de Dios. En Jesús los poderes salvíficos de Dios que el hombre se adhiere a Jesús y le sigue por el camino que con­

se hallan tan presentes, que incluso una fe no purificada conduce a duce a Jerusalén, es decir, por el camino que lleva al sufrimiento. Nue­

la curación. vamente se abre la mirada sobre la situación, más tarde, de la comu­

En la historia del muchacho epiléptico se reflexiona más todavía nidad22.

sobre la fe y la curación. Los discípulos no habían sido capaces de li­ Son, pues, muy diferentes las conexiones en que se sitúan las cura­

brar a ese desdichado joven de su grave enfermedad, que se explica ciones obradas por Jesús. Según sean las tradiciones disponibles, Mar­

como posesión por un espíritu mudo (9,17). El padre desesperado se cos traza una imagen de Jesús, el exorcista y terapeuta, que hace resal­

dirige a Jesús y le ruega: «Si algo puedes, [compadécete de nosotros y tar su poder, conferido por Dios, para sanar, pero también la cercanía

ayúdanos!». Pero Jesús le replica: «Dices que si puedo. ¡Todo es posi­ humana de Jesús y su calor en el encuentro con los que sufren. Hay

ble para el que tiene fe!», y entonces expulsa al demonio sordo y rasgos que recuerdan a los helenísticos «hombres divinos»; pero lo

mudo. Las palabras de Jesús difícilmente se entenderán de otra ma­ dominante es la relación de Jesús con Dios, su Padre, cuyo poder invo­

nera que no sea la de que Jesús, con su inaudita confianza en Dios, ca él con una confianza ilimitada. La imagen de Jesús, sanador de

procede a la curación y exhorta al mismo tiempo al hombre a com­ enfermos, es muy rica en facetas, pero sirve en su totalidad para la

21•
partir con él esa confianza El poder sanador de Jesús tiene sus raí­ proclamación de la mesianidad de Jesús y de su condición de ser el

ces en su profunda unión con el Padre celestial, a quien le confía lo

22. Sobre la fe en Marcos, véase la magna obra de To. Soding, Glaube bei

Markus. Glaube an das Evangelium, Gebetsglaube und Wunderglaube in Kontext


21. Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, 55: «No el padre, sino Jesús
der markinischen Basileiatheologie und -christologie, SBB 12 (Stuttgart 1985):
es el modelo de la fe. Sólo él puede pronunciar la frase de la omnipotencia del que

cree». «Sobre la fe en los actos de poder», 385-511.

52 53
Hijo de Dios. El Jesús proclamador es también el que obra con poder vos tales poderes, porque en él se ha levantado de entre los muertos

y el que cura las heridas de la humanidad. Juan el Bautista, a quien Herodes había mandado decapitar (6,14-16).

También aquí los «actos de poder» son una expresión general y amplia

para designar la actividad milagrosa de Jesús. No se conoce que Juan

4. Acros DE PODER Y EPIFANÍAS el Bautista hubiera realizado tales actos; pero aquí evidentemente

se presuponen. La actuación vigorosa y eficaz de Juan es trasferida

Lo que generalmente se designa como «milagros sobre la natu­ reforzadamente a Jesús. Pero con esto no se añade ningún nuevo ras­

raleza» comprende diversas historias que deben diferenciarse por su go a la imagen de Jesús. No se piensa tampoco en la resurrección

género: milagros de salvación (en Marcos, la salvación de la tempes­ de Jesús; según la opinión popular, Juan «ha resucitado de entre los

tad), milagros de donación (los milagros en que se da de comer a una muertos» en Jesús (6,14), sin que por eso haya que pensar en una resu­
24•
gran multitud), epifanías (la trasfiguración en lo alto del monte y el rrección escatológica de los muertos Juan es un precursor de Jesús,

milagro de caminar sobre las aguasj-'. Cuando en el Evangelio de y según Me 9,13 puede ser consideradado como el Elías que habría de

Marcos se habla de «actos de poder» (6vváµet;) (6,2.14), se trata preceder al Mesías y que, con su suerte, señala anticipadamente la

de una expresión general para designar actos extraordinarios y que pasión y muerte pero no la resurrección de Jesús. El Juan el Bautista

aparecían como milagrosos, especialmente las curaciones y las expul­ que ha «resurgido» en Jesús realiza sus actos de poder en la tierra.

siones de demonios. Los habitantes de Nazaret, que adoptan una acti­ Ahora bien, en las historias de epifanía, detrás de la imagen del

tud escéptica e incrédula ante Jesús, se asombran de que se le haya Jesús terreno -lleno de poder- se trasparenta el Cristo resucitado.

concedido tal sabiduría ( en sus palabras) y de que, por la imposición Él es el Hijo de Dios, de lo cual Dios mismo da testimonio ya en el

de las manos de Jesús, sucedan hechos poderosos. Es la misma aso­ bautismo y luego en la trasfiguración. También el bautismo es una his­

ciación entre la enseñanza con autoridad y las muestras de poder extra­ toria de epifanía, en la cual por medio de la teofanía divina se des­

ordinario que la gente había observado en Cafamaún, después de la vela la esencia de Jesús. Según Marcos, este testimonio dado por Dios

enseñanza de Jesús en la sinagoga y de sus actos de expulsar demo­ al comienzo de la actividad de Jesús, el hecho de rasgarse (abrirse) los

nios (1,27). Los «actos de poder» a los que aluden los habitantes de cielos y de oírse la voz de Dios, es percibido únicamente por Jesús: Él

Nazaret se refieren a las historias de milagros narradas en el capítu­ ve el cielo abierto y al Espíritu de Dios que desciende sobre él como

lo 5: la expulsión del espíritu inmundo del endemoniado de Gerasa, una paloma; él escucha las palabras de Dios dirigidas a él: «Tú eres mi

la curación de la mujer que padecía de hemorragias y la resurrec­ Hijo amado, en ti me complazco» (1,9-11). Claro que la escena del

ción de la hija de Jairo. La fama de Jesús taumaturgo ha llegado has­ bautismo tiene al mismo tiempo la función de presentar ante la comu­

ta Nazaret, su ciudad de origen. Jesús no fue capaz de realizar en ella nidad al Salvador enviado por Dios. Tan sólo en la trasfiguración en

actos de poder a causa de la incredulidad de sus moradores. Tan sólo lo alto del monte los discípulos presentes oyen la voz de Dios, que les

pone las manos sobre algunos enfermos y los cura. Esto, evidente­ habla expresamente señalándoles a Jesús: «[Escuchadle!» (9,7). Aquel

mente, no se considera una demostración especial de poder. Para Mar­ Jesús trasfigurado ante ellos, vestido con ropas resplandecientes y que

cos, Jesús, en los actos de poder, va más allá de su actividad sanado­

ra y se convierte en un taumaturgo extraordinario.


24. Cf. Gnilka, El Evangelio según San Marcos I, 289s: «No puede afirmar­
El rey Herodes Antipas ha oído hablar de los actos milagrosos de
se como probada con toda seguridad la existencia de una creencia judía en el tiem­
Jesús y se adhiere a la opinión popular de que en Jesús se hallan acti-
po de Jesús según la cual el profeta escatológico compartiría la suerte de la muer­

te y de la resurrección . . . No estamos ante una concepción escatológica de la

23. Cf. Theissen, Wundergeschichten (nota 16), 102-114. resurrección».

54 55
conversa con los personajes celestiales, es una imagen que señala anti­ a calmarse y libra a los discípulos de la situación apurada en que se

cipadamente hacia el Cristo resucitado. Es una visión del Cristo glo­ hallaban. Pero los discípulos están aterrorizados y no comprenden

rificado, proyectada retrospectivamente sobre la vida terrena de Jesús. el sentido del suceso, como había ocurrido ya con ocasión del milagro

¿Qué significa esto para la imagen de Jesús ofrecida por elevan­ de la multiplicación de los panes; su corazón está endurecido. Esta

gelista? En el Jesús que en la tierra proclama y enseña, cura y expul­ incomprensión de los discípulos forma parte del complejo del «secre­

sa demonios, dormita ya oculta la futura gloria, manifiesta en la resu­ to mesiánico» en Marcos.

rrección. Su pasión y muerte es el presupuesto necesario, determinado También los milagros de la multiplicación de los panes deben con­

por Dios, para la revelación de esa gloria. La actividad terrena de Jesús, tarse entre los actos de poder de Jesús. Jesús realiza un acto que tie­

que es atacada y que se halla amenazada por los adversarios, está sien­ ne ya su modelo en la distribución de veinte panes de cebada a 120

do guiada ocultamente por Dios. Hasta qué punto la historia de la tras­ hombres por el profeta Elíseo (2Re 4,42-44 ). Jesús sobrepasa con

figuración se halla en el círculo de luz del Cristo resucitado, lo vemos mucho la multiplicación de los panes hecha por Elíseo, como lo mues­

por el precepto de silencio que Jesús impone a los tres discípulos, cuan­ tran las elevadas cifras que se dan en ambos relatos. Aunque Marcos

do descienden del monte: no deben contar aquello a nadie «hasta que y Mateo presentan dos milagros de la multiplicación de los panes (Me

el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos» (9,9). Has­ 6,31-44 / Mt 14,15-21; Me 8 , 1 - 1 0 / Mt 15,32-39), el fondo de todo lo

ta entonces no puede ni debe revelarse la gloria de Jesús, desvelada constituye para ambos evangelistas la tradición de un solo aconteci­

anticipadamente. La comunidad debe entender que en la actividad miento que ocurrió en un lugar apartado, y que en dos variantes sir­

terrena de Jesús actúa su autoridad divina, pero que se halla aún bajo vió de fuente a Marcos (y consiguientemente a Mateo). Con ello estas

la cubierta que únicamente se levanta en la fe. historias entran en el sector de problemas acerca de la tradición his­

Un acontecimiento parecido de epifanía se describe en la histo­ tórica y de su interpretación por los evangelistas. Habrá que contar

ria del milagro de que Jesús caminó sobre las aguas (6,45-52). La acción con que en el tiempo de la Iglesia primitiva, cuando ella recogió esta

de Jesús de caminar sobre las agitadas olas presenta intuitivamente el tradición y desde su perspectiva la hizo fecunda para su vida, a la tra­

poder de Dios sobre los poderes de la perdición. Dios camina «sobre dición se le habían añadido diversos pensamientos y rasgos simbóli­

las alturas del mar» (Job 9,8); él tiene su trono en la altura sobre todo cos. Todo esto no podemos dilucidarlo aquí; nos limitaremos única­

el fragor de las olas (Sal 93,2ss); él es capaz de salvar de las aguas tur­ mente a la cuestión sobre qué es lo que las dos historias de la

bulentas (Sal 144,7). Esta superioridad de Dios sobre los poderes ame­ multiplicación milagrosa de los panes, presentadas por Marcos, apor­

nazadores es trasferida ahora a Jesús. Él camina poderosamente sobre tan a la imagen de Jesús.

las olas, y su gesto de «pasar de largo» ante sus discípulos recuerda el Jesús aparece como un «hombre de Dios», a semejanza del pro­

«pasar de largo» de la gloria de Dios ante Moisés (Ex 33,21-23) o ante feta Elíseo, a quien sobrepasa con mucho. El suceso milagroso lo rea­

Elías (lRe 1 9 , l l s ) . El poder de Dios se muestra en la cercanía pro­ liza Jesús por el poder de Dios, como vemos por el gesto de Jesús de

tectora. Y, así, esta cristofanía se convierte al mismo tiempo en sal­ levantar los ojos al cielo (6,41) y por la bendición que pronuncia. En

vación para los discípulos. Jesús los alienta mediante la revelación que ambos relatos se pone de relieve que Jesús sintió compasión del pue­

hace de sí mismo: «¡Soy yo! ¡No t e m á i s ! » . Sube entonces con ellos a blo, en el primer milagro de la multiplicación, porque aquellas per­

la barca, y el viento se calma. El motivo de la salvación se escucha sonas eran como ovejas sin pastor (6,34), y en el segundo milagro, por­

en la calma impuesta a la tempestad en el lago (4,39). También en esta que llevaban ya tres días con Jesús y no tenían nada que comer y

historia la Divinidad de Jesús penetra a través del velo del suceso exter­ desfallecerían en el camino de regreso (8,2s). Por tanto, los motivos

no. Para los discípulos, que creen ver en él a «un fantasma», Jesús se que se aducen para la iniciativa de Jesús son distintos en cada caso. Al

convierte en el Revelador, que con el poder divino obliga a las olas rebaño sin pastor, Jesús con sus enseñanzas le da una orientación y

56 57
una meta; el Maestro es también el Guía del pueblo de Dios. La cita de cansancio, y se halla ligada más intensamente a la situación de aquel
27,
puede estar tomada de Núm 27,17 o de Ez 34,5. En Núm 27 se nom­ entonces. Que sea la variante más antigua es dudoso a causa del

bra a Josué caudillo de la comunidad; en Ez 34 se deplora el fracaso horizonte helenístico. En 8,6 hay una alusión bastante clara al convi­

de los pastores que ha habido hasta entonces, pero luego se promete te eucarístico, por las expresiones que en este texto se emplean. Tam­

un buen pastor, un único pastor, que apaciente las ovejas. Dios mis­ bién la bendición y la distribución de los peces puede ser un recuer­

mo le constituye como pastor: «A mi siervo David» (34,23). En el fon­ do de las comidas del Señor que se perpetúan en la eucaristía (cf. Jn

do de todo, es posible que Marcos haya pensado en el Mesías de la 21,12s). Entre las personas que vienen de lejos y que se reúnen con

casa de David. Después de la enseñanza, al atardecer, viene la comi­ los judíos para una comunión de mesa, se piensa quizás en los genti­

da; también este gesto de dar de comer estaría inspirado en la com­ les, que son llamados al convite escatológico (Le 13,29). Luego, en la

pasión de Jesús. El motivo del milagro se escucharía ya en las pala­ celebración eucarística de la comunidad, se perfila ya el cumplimien­

bras que sirven de transición para el relato: los discípulos no tenían ni to escatológico". Pero todo ello no son más que posibilidades de una
25
tiempo para comer, porque eran muchos los que iban y venían (6,31) • comprensión simbólica, que da colores más abundantes a lo que suce­

A diferencia de los discípulos, Jesús no quiere hacer que esa gente dió en el desierto. Es difícil conocer exactamente el simbolismo que

se marche, sino que quiere darles de comer por sí mismo. La comida se quiere darse a ambas historias del milagro de la multiplicación de

describe en una pradera, que hace que el acontecimiento sea traspa­ los alimentos; pero las dos historias tienen su situación vital (Sitz im

rente para la comunidad posterior. El pueblo de Dios es el que se con­ Le ben) en la comunidad. Para Marcos, el Jesús que realiza en la tie­

grega en grupos de comensales (de a 100 y 50 personas) y celebra con rra semejantes actos milagrosos se convierte en el Cristo pospascual

el Mesías una alegre fiesta. Es dudoso que se haga una alusión a la que se halla presente en la comunidad. Resalta la imagen de Jesús,
26;
eucaristía pero, como Jesús es el anfitrión, la mirada se dilata hacia el Salvador misericordioso que tiene compasión del pueblo y que es el

la comunidad a la que él concede sus dones. También los doce canas­ Señor que se preocupa de la comunidad.

tos que se mencionan a causa de los doce varones elegidos por Jesús

(cf. 3,13-16) y el gran número de las personas saciadas secuentan entre

los rasgos simbólicos, que señalan hacia la comunidad de más ade­ 5. CONFRONTACIONES Y CONFLICTOS

lante. La acción presente de Jesús adquiere un significado más pro­

fundo que desde luego los discípulos mismos no son capaces de enten­ Toda la actividad terrena de Jesús se halla entreverada de con­

der; ellos no comprenden el sentido que tenía el milagro de la flictos con los dirigentes de su pueblo. Al comienzo mismo se han agru­

multiplicación de los panes (6,52; 8,17-21). La incomprensión de los pado ya cinco «litigios» que iluminan la superioridad de Jesús sobre

discípulos recubre el gran milagro. Hay que comprenderla en el mar­ sus adversarios; más aún, que iluminan su soberanía en cuanto a la
29•
co del «secreto mesiánico». manera de juzgar y actuar (2,1-3,6) Con ocasión de la curación del

El segundo milagro de la multiplicación de los panes insiste más

en la compasión humana de Jesús hacia aquellas personas rendidas

27. Cf. Schenke, Wundererziihlungen, 220-228 (ambos relatos habrían sido

25. Schenke, Wundererziihlungen (nota 4), 218: «El hecho de que los discí­ refundidos secundariamente); A. Seethaler, Die Brotvermehrung-e-ein Kirchens­

pulos, por la gran aglomeración de gente, no tuvieran ni tiempo para comer (cf. piegel?: BZ 34 (1990) 108-112.

3,20), podría ser una sutil alusión anticipada al milagro de la multiplicación de los 28. Cf. Schenke, Wundererziihlungen, 296; más reservado es Seethaler, 109.

alimentos que se narra en los vv. 34-44, y, por tanto, podría caracterizar el milagro 29. La expresión fue introducida por M. Albertz, Die synoptischen Streit­

como algo que se realiza por consideración con los discípulos». gespriiche (Berlín 1921). La amplitud de esta colección es discutida; cf. H.-W. Kuhn,

26. Gnilka, El Evangelio según San Marcos 1, 306. iiltere Sammlungen im Markusevangelium StUNT 8 (Gotinga 1971); W. Thissen,

58 59
paralítico (2,1-12), a quien Jesús asegura primero el perdón de los seca (3,1-6). En esa ocasión, Jesús mira con indignación a los adver­

pecados, algunos escribas se escandalizan y piensan en su corazón: sarios que le estaban espiando, y se siente «apenado por la dureza del

«¿Cómo habla éste así? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados corazón de ellos». Cuando Jesús cura al hombre, los fariseos salen de

sino sólo Dios?». Pero Jesús, con la curación del paralítico, demues­ la sinagoga y se confabulan con los herodianos para dar muerte a Jesús.

tra que el Hijo del hombre tiene la autoridad para perdonar peca - Con ello se ha definido ya el curso que va a seguir en adelante

dos en la tierra. Desde luego, aunque los pensamientos de los escri­ la lucha de Jesús contra los adversarios obstinados y malvados. En esta

bas permanecen todavía ocultos en su interior, Jesús los descubre y el lucha Jesús se muestra como el campeón que lucha en favor de la volun­

conflicto no estalla aún abiertamente, pero se abre camino. En el con­ tad santa de Dios y en contra de toda estrechez humana, como el pro­

vite con los publicanos (2,15-17), los escribas del partido de los fari­ clamador de una nueva era (cf. 2,2ls) que exige una nueva manera

seos atacan ya a los discípulos de Jesús porque éste se sienta a la mesa de obrar. En la imagen de Jesús, a pesar de todo su amor a los peca­

con publicanos y pecadores; pero Jesús justifica su conducta alegan­ dores, se observa también enojo y cólera contra los obstinados adver­

do que él ha sido enviado a los pecadores, a quienes muestra la mise­ sarios que le atacan. El ataque contra Jesús se intensifica en el diálo­

ricordia de Dios. En la cuestión del ayuno (2,18-22), los escépticos que go sobre Belzebú (3,22-30). Las expulsiones de demonios, realizadas

observan a Jesús y a sus discípulos se llegan a Jesús y le piden expli­ por Jesús con el poder de Dios, las imputan ellos al caudillo de los demo­

caciones de por qué él y sus discípulos no ayunan, como hacen los dis­ nios, y tratan de poner a Jesús del lado de Satanás (cf. 3,26). Jesús refu­

cípulos de Juan y los fariseos. Jesús los rechaza, refiriéndose al tiem­ ta su imputación y lo hace con claro poder del Espíritu, pero al mismo

po de salvación y de alegría que él ha venido a traer. Es notable la tiempo amenaza a todos los que de este modo blasfeman contra el Espí­

perspectiva del tiempo en que el novio ha de serles arrebatado a los ritu Santo, asegurándoles que no obtendrán perdón jamás (3,28s ).

invitados a la boda (2,20). En el rechazo de los familiares, que por la fuerza quieren llevar a

Ésta es, en el sentido de Marcos, una primera mirada anticipada Jesús a casa porque creen que se ha trastornado (3,20s), y en la perí­

a la pasión de Jesús y al cambio de la situación en que se encuentra la copa de Nazaret (6,l-6a), se descubre un nuevo rasgo en la imagen de

comunidad. Esta observación adicional es importante para Marcos, Jesús ofrecida por Marcos: Jesús es el incomprendido y el extraño

porque lleva del tiempo de la actividad terrena de Jesús al tiempo que incluso allá donde tendría que hallar acogida. Los parientes no com­

sigue a la muerte de Jesús. Jesús abarca ya con su mirada el futuro y prenden la entrega y el sacrificio de Jesús en favor de los hombres,

ofrece una perspectiva profética del tiempo posterior a su pasión. En que llega hasta tal punto que ni él ni sus discípulos encuentran tiem­

el conflicto por arrancar espigas (2,23-38) se trata de la cuestión del po siquiera para comer (3,20). Jesús se niega a su madre y a sus her­

sábado. De nuevo Jesús justifica el comportamiento de los discípu­ manos y señala quiénes son su verdadera familia: aquellas personas

los y da una respuesta fundamental: «El sábado ha sido hecho para el que acogen sus enseñanzas y cumplen la voluntad de Dios (3,31-35):

hombre, y no el hombre para el sábado». Ahora bien, este dictamen, una visión de la futura comunidad de los creyentes. Esa extrañeza, esa

comprensible también para los judíos, lo pronuncia Jesús como el Hijo incomprensión se intensifica en el rechazo de Jesús por sus paisanos

del hombre, que actúa con plena autoridad en la tierra (cf. 2,10): «El en Nazaret. Se asombran, sí, de la sabiduría de Jesús y de los milagros

Hijo del hombre es señor también del sábado» (2,28). El conflicto se que hace, pero no llegan hasta la fe (6,1-6a). Jesús es el profeta menos­

agudiza en la curación -en día de sábado- del hombre con la mano preciado en su patria, que no puede menos de extrañarse de la incre­

dulidad de aquellas personas que se hallan tan cerca de él. Cada vez

aparece más clara la división entre creyentes e increyentes; la activi­


Erzahlung der Befreiung. Eine exegetische Untersuchung zu Mk 2,1-3,6, FzB 21
dad de Jesús tiene el poder de dividir a la gente. Las experiencias de
{Würzburg 1976); Schenke, Wundererzahlungen, 149-152; Gnilka, El Evangelio

según San Marcos 1, 139ss. la Iglesia primitiva se condensan ya en lo que Jesús experimentó en

60 61
la tierra. La teoría de las parábolas, a saber, que a los de «fuera» todo dilucida cuál es la actitud moral básica, y se encuadra de manera con­

les resulta incomprensible ( 4 , l l s ) , es un espejo de las experiencias creta en la situación de la existencia humana. Para la imagen de Jesús

misioneras tenidas por la comunidad pospascual. esto significa que él queda perfilado -quizá como en ninguna otra

Se llega a nuevas confrontaciones en la cuestión de la pureza (7,1- parte- cual maestro de moral en confrontación con la comprensión

13). La acción ritual de lavarse antes de comer, que algunos discípu­ judía de la ley.

los de Jesús omiten, conduce a la desafiante pregunta de los escribas Después de la multiplicación de los panes en que se dio de comer

y fariseos de por qué los discípulos de Jesús no se atienen a la tradi­ a cuatro mil personas, los fariseos comienzan de nuevo a litigar con

ción de los antiguos. De ahí se desarrolla un debate fundamental acer­ Jesús. Exigen una señal del cielo, aunque los milagros obrados

ca de la observancia de los mandamientos y sobre la interpretación por Jesús debieran convencerlos de su misión. Quieren una confir­

de los preceptos impuestos en el judaísmo antiguo con el fin de sal­ mación extraordinaria mediante una señal del cielo, cosa a la que Jesús

vaguardar la observancia de los mandamientos de Dios. Jesús ataca a se niega (8,11 - 13). Jesús no quiere nada con aquella generación incré­

. los fariseos y los escribas, porque descuidan la solicitud y atención dula que no creería ni siquiera después de ver semejante señal: deja

a los padres basándose en que han hecho un voto de corbán, y menos­ a los fariseos y marcha en barca a la otra orilla. Entonces advierte a

precian así un riguroso mandamiento divino'", Pero, a pesar del vivo los discípulos que tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con

ataque hecho por Jesús, no llegan a adoptarse medidas contra él. Toda la levadura de Herodes (8 ,1 5 ). La enemistad, ya declarada anterior­

la composición de 7,1-23 está al servicio de un interés didáctico. Por mente, de esos dos grupos (3,6 ), que están movidos por malos senti­
31,
eso, Jesús reúne a la gente y les habla unas palabras sobre lo que hace mientos (levadura) se va haciendo más peligrosa. Pero los discípu­

impuro al hombre: nada de lo que entra en el hombre desde el exte­ los no co mpre n d en ni esa amena z a ni el espacio de protección y

rior puede mancharlo. Lo que sale de dentro es lo que contamina al bendición de Dios que se les ha asegurado mediante los dos grandes

hombre (7,15). La cuestión se ha desplazado a los mandamientos sobre milagros de la multiplicación de los panes ( diálogo sobre el pan y la

los alimentos. Después Jesús revela en privado (en la «casa»), a los levadura: 8,17 - 21) . También ellos corren peligro de perder la fe por

discípulos, el sentido del enigma (7,17-26). Es una instrucción para su manera terrena de sentir y por su falta de atención a los actos de

toda la comunidad acerca de los malos pensamientos y de las pasio­ Jesús: una advertencia dirigida a la futura comunidad.

nes que emergen del corazón. Por medio de este ejemplo didáctico se El conflicto agudo se desarrolla cuando Jesús se encuentra camino

de Jerusalén y ve ante sí el padecimiento mortal que le aguarda. Con

palabras cada vez más claras Jesús anuncia que él ha de ser rechaza­

30. El voto de corbán (7 ,10-12), por el cual un hijo podfa negar a sus padres el do por el Sanedrín, es decir, por el Consejo Supremo y la represen­

derecho a disfrutar de los bienes de él, declarando que eran bienes prometidos a tación máxima del judaísmo, y que ha de ser entregado a los gentiles
Dios, es un ejemplo concreto del reproche lanzado por Is 29,13 LXX contra los fa­
y éstos le matarán (8 , 31; 9 , 3 1 ; 10,33) . La confrontación, que hast a
riseos y los escribas: «Las doctrinas que enseñan, son preceptos humanos» (7 ,7). El

conflicto en torno a la comprensión judfa de la ley recibe una respuesta fundamen-

tal en Mc7 ,1-23. Que esa respuesta se derive de Jesús (especialmente 7,15), es posi­ 31. Así se entiende casi siempre en el judaísmo la metáfora de la levadura,

ble a pesar de la reelaboración redaccional. Cf. W. Paschen, Rein und Unrein, cf. H. Windisch en ThWNT 11 (1935) 904-908; P. Billerbeck, Das Evangelium nach

StANT 24 (Munich 1970), 177-187; W. G. Kümmel, Aussere und innere Reinheit des Mattháus, erlautert aus Talmud und Midrasch 1 (Munich 1922) 728s. En Marcos,

Menschen beilesus, en: Das Wort und die Worter, FS G. Friedrich (Stuttgart 1973) donde no se hace ninguna precisión de lo que es la «levadura», a diferencia de lo

35-46; J. Lambrecht, Jesus and the Law. An lnvestigation of Mark 7,1-23; EThL 53 que sucede en Mateo y en Lucas, habrá que pensar más que nada en la incredu­

(1977) 24-52; H.-J. Klauck, Allegorie und Allegorese in synoptischen Gleichnistex­ lidad que insta al rechazo de Jesús y a la enemistad contra él, cf. Schenke, Wun­

ten, NTA NF 13 (Münster 1978) 268s. Piensa de otra manera H. Raisanen, Jesus dererziihlungen (nota 4), 301-307; con razón el citado autor aplica esto a la situa­

and the Food Laws. Reflection on Mark 7,15: JSNT 5 (1982) 79-100. ción actual de la fe de la comunidad (305-307).

62 63
entonces había sido verbal, se convierte en una amenaza para la exis­ to de la acción simbólica de Jesús con la higuera, este gesto se convierte

tencia de Jesús. Marcos interpreta el conflicto con el judaísmo por en una confirmación de que Israel es una higuera estéril, a saber,

medio de la maldición de la higuera, que luego se seca de raíz ( l l , 1 2 - por la conducta errada de la aristocracia sacerdotal dominante. Pero, al

14.20s). La extraña conducta de Jesús, cuando siente hambre y bus­ mismo tiempo, la mirada de Marcos se abre hacia la nueva comuni­

ca higos en una higuera y la maldice por no encontrar frutos en ella, dad de culto. La cita de Is 56,7, que se añade con fines «didácticos»,

no puede explicarse históricamente y debe entenderse sólo en senti­ «Mi casa será casa de oración para todos los pueblos», dirige nuestra
32•
do simbólico Obrar un milagro para aplicar un castigo no es con­ mirada hacia la comunidad, que reúne en sí a los adoradores de Dios,

cebible según la mente de Jesús. Marcos no refiere el incidente para procedentes de todos los pueblos, incluidos los pueblos gentiles.

presentar a Jesús como juez castigador de Israel, sino para que la comu­ Esta idea se halla también en el fondo «logion del templo», trasmiti­

nidad reflexione sobre el fallo de Israel, la higuera plantada por Dios, do en el relato de la pasión, el cual, con el anuncio de la destrucción

y saque las consecuencias que de ahí se deducen. Al regreso, cuando del templo, asocia la perspectiva de un templo diferente «no edi­

pasan junto a la higuera ya marchita, Jesús exhorta a los discípulos a ficado por las manos del hombre» (14,58). A pesar de todas las incer­

tener fe y a practicar la oración con la seguridad de ser escuchados tidumbres en cuanto a la interpretación del «logion del templo», cre­
34•
(11,20-24). Ante el espectáculo de un Israel incrédulo y estéril, la comu­ emos que se piensa en la nueva comunidad de Dios Incluso en el

nidad cristiana debe depositar toda su confianza en Dios. El conflic­ relato de la purificación del templo, el Jesús marquino no se detiene

to con Israel, un conflicto que constituye una amenaza para la vida, en la crítica contra el judaísmo, sino que convierte esa escena en una

no se dirime en una confrontación humana, sino que se sitúa dentro profecía sobre la comunidad salvífica. La confrontación no es nunca

de las intenciones y de los planes de la voluntad soberana de Dios. para Marcos un simple acontecimiento de lucha, sino que es también

«¡Tened fe en Dios!» (11,22) es una exhortación a confiar en el poder la ocasión para que se escuchen las ideas y las intenciones positivas

de Dios y a producir fruto por medio de la oración. de Jesús.

Entre la maldición de la higuera y el hecho de que ésta aparezca Desde luego, los adversarios, los principales sacerdotes y los escri­

marchita, Marcos sitúa la escena de la purificación del templo ( 1 1 , 1 5 - bas, reaccionan con dureza y de manera irreconciliable ante la purifi­

19). Con ello, la escena se sitúa en el horizonte de la confrontación cación del templo. Buscan una posibilidad de dar muerte a Jesús (11,8).

con Israel y se caracteriza al mismo tiempo como un acto simbólico Los representantes del Sanedrín piden a Jesús que les explique qué

de Jesús. No hay que poner en duda que Jesús haya procedido así con­ derecho tiene él para hacer tales cosas. La pregunta acerca de la auto­

tra los negocios del mercado establecido en el atrio de los gentiles. Es ridad (11,27-33) no la responde Jesús directamente, sino de forma

una acción de protesta contra las prácticas cultuales de fa jerarquía encubierta, formulando a su vez una pregunta: ¿De dónde procedía

saduc_ea encargada del templo, un acontecimiento simbólico que cons­

tituye un rechazo de las estrecheces de la piedad practicada en el tem­


(Gotinga 1970) 89-100, quien entiende la acción de Jesús como signo profético que
plo'". Cuando Marcos sitúa la purificación del templo dentro del reta-
quería obrar el arrepentimiento y la conversión de Israel al fin de los tiempos (95).

34. Cf. O. Michel en ThWNT IV (1942) 888; W. Grundmann, Das Evange­


2
lium nach Markus (Berlín 1959) 301; E. Schweizer, Das Evangelium nach Mar­

32. Cf. G. Münderlein, Die Verfluchung des Feigenbaums: NTS 10 (1963/1964) kus (Gotinga 1975) 180. Según Pesch, Das Markusevangelium ll, 434, el nuevo

89-104; H. Giesen, Der verdorrte Feigenbaum - eine symbolische Aussage? Zu templo, no hecho por las manos del hombre, es el «templo mesiánico del fin de los

MK ll,12-14.20f. BZ 20 (1976) 95-111. tiempos»; de manera distinta piensa Gnilka, El Evangelio según San Marcos 11,

33. Cf. M. Trautmann, Zeichenhafte Handlungen Jesu. Ein Beitrag zur Frage 329, para quien se trata de la resurrección de Cristo. Ésta es la interpretación en

nach den geschichtlichenJesus, FrB 37 (Würzburg 1980) 119-128. Es digna de tener­ Jn 2,21, pero difícilmente en Me 14,58.

se en cuenta la interpretación de J. Roloff, Das Kerygma und der irdische Jesus

64 65
el bautismo de Juan: de Dios o de los hombres? Los dirigentes del de Jesús sobre sus adversarios, y también sus enseñanzas que han de

pueblo no se atreven a decir que el bautismo de Juan procedía del cie­ servir de orientación para la comunidad. La tendencia positiva apa­

lo, porque no le dieron crédito. Jesús los atrapa en sus propias incon­ rece especialmente en el diálogo didáctico de Jesús con el escriba acer­

secuencias: ¿No tendrían ellos que reconocer también que la autori­ ca del mandamiento más importante. Para Marcos no se trata de un

dad de Jesús procede de Dios? Pero no están dispuestos a hacerlo y litigio, sino de la instrucción fundamental sobre la realización cris­

se cubren con el silencio. tiana de la vida, que capacita para el reino de Dios (12,34). Pero a

Después Jesús narra la parábola de los viñadores malvados (12,1-2). pesar de todo, viene inmediatamente a continuación la observación:

Es un claro ataque contra los dirigentes judíos, que persiguieron cons­ « Y nadie se atrevía ya a seguir preguntando a Jesús» (12,34c ). Con

tantemente a los siervos de Dios, maltratándolos y dándoles muerte. palabras de Jesús se decide todo. Acto seguido, Jesús plantea espon­

Pero la historia se narra como una parábola que tiene su punto culmi­ táneamente la cuestión acerca del Mesías (12,35-27a), que hace ver

nante en el envío del Hijo y en su muerte violenta. Para la comunidad palpablemente a la comunidad que Jesús es más que el Hijo de David;

cristiana el sentido del relato está claro: la hostilidad de los dirigentes él es el «Señor», y Dios mismo le ha acreditado como tal.

empuja a Jesús, el «hijo amado», hacia la muerte; pero Dios da la viña Por tanto, la confrontación y los conflictos se extienden a lo lar­

a otros viñadores, a saber, a la Iglesia cristiana. Dios hace que la pie­ go de todo el Evangelio, lo mismo que las curaciones y los actos mila­

dra desechada por los judíos sea la piedra angular de esta comunidad. grosos, hasta que en el proceso ante el Sanedrín la insuperable opo­

En esta situación de conflicto, revestida de parábola, el Jesús marqui­ sición entre Jesús y los dirigentes del judaísmo conduce a un estallido

no desvela los antecedentes y el trascurso del conflicto. Pero el evan­ abierto. En el solemne interrogatorio con que el sumo sacerdote pre­

gelista se interesa también por la revelación cristológica de la persona gunta a Jesús si él es el Hijo del Bendito, Jesús responde con un sí

de Jesús: el Hijo amado, después de su muerte, es exaltado por Dios y claro: «Yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del

es convertido en la piedra angular de la nueva casa de Dios. Por esto, Poder y que viene entre las nubes del delo» (14,64). Ahora Jesús con­

la historia es el punto culminante de la confrontación de Jesús con los fiesa abiertamente su mesianismo, que él eleva a un nuevo horizon­

dirigentes judíos. Jesús lucha aquí en guerra abierta; sólo en la es­ te de comprensión mediante la continuación de sus palabras en las

cena ante el Sanedrín Jesús intensifica el ataque de los dirigentes que afirma que él es el Hijo del hombre que está sentado a la diestra

judíos hasta convertirlo en el interrogatorio directo por el sumo sa­ de Dios y que viene sobre las nubes del cielo. Es una formulación que

cerdote y en la confesión abierta de Jesús que reconoce su propia dig­ alude al Sal 110,1 y a Dn 7,13: dos pasajes que desempeñan un papel
35•
nidad como Mesías. Marcos dice expresamente, después de la narra­ importante en la cristología del cristianismo primitivo Por tanto,

ción de la parábola: «Se dieron cuenta de que Jesús había dicho la ante el Sanedrín Jesús reclama para sí las funciones que, en la Igle­

parábola por ellos». Les habría gustado prender a Jesús, pero tenían sia primitiva, le son reconocidas como Exaltado junto a Dios e Hijo

miedo a la gente. del hombre que ha de venir un día con poder. Habrá que dudar de si

Lo que después se refiere en cuanto a litigios y diálogos didácti­ Jesús desafió de esta manera al sumo sacerdote, de si utilizó estas pala­

cos (12,13-37a) nos permite, sí, seguir reconociendo la tensión exis­ bras; pero que él confesó con sus propios labios su función mesiáni­

tente entre los grupos dirigentes y Jesús, pero no conduce a ninguna ca, eso permanecerá en pie como una probabilidad histórica. Es «la

situación amenazadora. Hay que tener también en cuenta que las cues­

tiones tratadas --el tributo personal para el César, la resurrección de


35. Véase, en lo que respecta al Sal 110,1: Me 12,36 par; Act 2,34s; 7,56; 1 Cor
los muertos, el mandamiento principal y la cuestión sobre la filia­
15,25; Ef 1,20; Col 3,1; Heb 1,3.13; 8,1; 10,12s. En lo que respecta a Dn 7,13: Me

ción davídica del Mesías- servirán para la instrucción de la comu­ 8,38 par; 13,26 par; Mt 19,28; Jn 5,27; Act 1,7.13; 11,15; 14,14. A propósito de Sal

nidad. Estos diálogos se insertan aquí para exponer la superioridad 110,1 véase Hahn, Christologische Hoheitstitel, 126-132.

66 67
hora de la verdad», en la que Jesús no elude la pregunta del sumo Las confrontaciones y los conflictos con los hostiles dirigentes del

sacerdote, sino que expresa claramente la conciencia que él tiene de pueblo judío forman parte necesariamente de la imagen de Jesucristo,
36•
su propia misión Al mismo tiempo, en la respuesta de Jesús hay una porque conducen a la pasión de Jesús, que para Marcos es el punto de

densa amenaza con el juicio que el Hijo del hombre ha de venir a rea­ perspectiva hacia el que se encamina la historia de Jesús. Pero en esas

lizar. Jesús interpela directamente al sumo sacerdote y a los miembros confrontaciones se reconoce también la majestad de Jesús, que re­

del Sanedrín reunidos y les dice: « Vosotros veréis». Se trata del desa­ chaza con superioridad todos los ataques y objeciones y, desde su ex­

fío más fuerte que haya experimentado el judaísmo representado en clusiva sujeción a la voluntad de Dios, los desenmascara como pensa­

el Sanedrín, el desafío que, a causa de la incredulidad judía, condu­ mientos humanos y demuestra que son cosa vana. Al Jesús que

cirá necesariamente al conflicto mortal. La reacción del sumo sacer­ proclama su mensaje de salvación y que en sus actos lo realiza, se aña­

dote, que escucha en estas palabras una blasfemia contra Dios, es har­ de el Jesús luchador, que representa la causa de Dios, que menospre­

to comprensible. cia y vence todas las resistencias, que lleva consigo a su comunidad por

Si preguntamos qué significa esa confesión ante el Sanedrín para el camino de la cruz, pero que -precisamente en su propia entrega a

la imagen de Jesús trazada por Marcos, habrá que decir: a) Para él Je­ la muerte- le asegura la victoria por medio de su propia resurrección.

sús es el «Hijo de Dios», ya que responde positivamente a la pregunta

del sumo sacerdote, y es el «Hijo del hombre», que, según la profecía


6. EL CAMINO DE JESÚS HACIA EL SUFRIMIENTO Y LA MUERTE
de Dn 7,13 , habrá de venir algún día en poder y gloria, como Señor y

Juez. Dios justifica a Jesús, porque la concede un lugar a su derecha y le


La exposición del Evangelio de Marcos desemboca, en conse­
confía la tarea de juzgar. Estas palabras son la síntesis y la condensa­
cuencia, en la pasión. Por la extensión del relato se averigua ya que el
ción de toda la cristología marquina (véase en 11). b) La confrontación
evangelista sitúa el centro de gravedad en el camino de Jesús hacia el
con el Sanedrín sucede en aquella hora en que se decide el destino de
sufrimiento y la muerte. Pero, por su contenido, la historia de la pasión
muerte para Jesús. Marcos escogió conscientemente ese momento y
se encamina también, a través del proceso de Jesús, hacia el punto cul­
ese auditorio para señalar la pasión aceptada por Jesús como el punto
minante -lleno de tensiones- de la muerte con las tinieblas y el gri­
final de su camino terreno. Jesús recorre su camino teniendo constan­
to de Jesús al morir, el desgarramiento de la cortina del templo y la
temente ante sus ojos ese resultado final, y marcha por él intrépida­
confesión del centurión pagano. Se discute hasta qué punto Marcos
mente hasta el fin. e) Jesús, en todo ello, dirige su mirada hacia la co­
recoge aquí material tradicional y le pone sus propios acentos, hasta
munidad, a la que él se revela como Aquel a quien ella eleva su mirada
qué punto un análisis basado en la crítica literaria y en la historia de
porque vive junto a Dios, y a quien espera como al Hijo del hombre
las tradiciones conduce a resultados claros.
que ha de venir. Aunque la pregunta del sumo sacerdote está concebi­
Frente a todas estas investigaciones divergentes, R. Pesch realizó
da en el sentido de la confesión cristiana primitiva de fe en el Hijo, y
un avance considerable, deduciendo la existencia de una historia pre­
aunque la respuesta de Jesús recoge las ideas cristológicas más desta­
marquina de la pasión, que en opinión suya comienza con 8,27-33 y, a
cadas, sin embargo no debe pasar inadvertida la referencia a la comu­
través de tres anuncios de la pasión y de la resurrección y de otros frag­
nidad. «La comunidad tiene que percibir que se está dilucidando su
37•
mentos, conduce al relato de la pasión en los capítulos 14 a 16,8, a los
causa» Jesús se convierte así en el paladín de su comunidad.
que se había considerado hasta entonces como el relato de la pasión
38•
propiamente tal Según esta teoría, Marcos habría recogido y com-

36. August Strobel, Die Stunde der Wahrheit, WUNT 21 (Tubinga 1980)

69-71. 38. Pesch, Das Markusevangelium 11, 1-27, excursus: la historia premarqui­

37. Gnilka, El Evangelio según San Marcos 11, 330. na de la pasión.


pletado en algunas partes el relato de la pasión, que databa de una En segundo lugar, la imagen de Jesús se dilucida mediante las

época temprana en la que Caifás desempeñaba todavía el cargo de interpretaciones de la teología de la pasión. Jesús es el «Hijo del hom­

sumo sacerdote (lo desempeñó hasta el 37 d.C.), y habría ofrecido su bre» que tiene que «padecer mucho», que es «rechazado» por los ancia­

correspondiente imagen de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. nos, los principales sacerdotes y los escribas, y que es entregado en

No puede dudarse de que Marcos recogió buena parte del material manos de los hombres (9,31), o -más claramente- que es entrega­

de que disponía. Pero a pesar de las penetrantes investigaciones de do por los principales sacerdotes y los escribas y puesto a merced de

R. Pesch, sigue siendo discutible hasta dónde llega exactamente ese los paganos (10,33). Estos enunciados asociados con el título de «Hijo

material. Sobre todo se cuestionará la extensión de ese «evangelio de del hombre», adquieren una dimensión aún más profunda por las sen­
39
la comunidad primitiva» haciendo que se remonte hasta la declara­ tencias acerca del Hijo del hombre insertadas en el relato de la pasión.

ción de Pedro en la que confiesa a Jesús como el Mesías (8,27-30). Pero Al anunciar la traición de Judas, dice Jesús: «El Hijo del hombre se

si Marcos, en su historia de la pasión, sigue un antiguo relato compues­ va, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel que entrega al Hijo

to en los primeros tiempos de la Iglesia primitiva, ello significa única­ del hombre!» (14,21). Todo, incluso el triste suceso de la traición por

mente que él se apropió de esta imagen de Jesucristo y la desarrolló de uno de los discípulos íntimos, está previsto en el plan de Dios. En el

manera correspondiente. Después contempla él la figura de Jesús a la huerto de Getsemaní Jesús dice a los demás discípulos que, en la hora

luz de esa descripción aparecida en época anterior a él. en que Jesús está luchando en su oración, duermen y no saben qué

respuesta dar: «Ha llegado la hora. Mirad, el Hijo del hombre va a ser

Para la imagen de Jesús tiene en primer lugar una importancia entregado en manos de los pecadores» (14,41). El fracaso de los dis­

considerable la recogida de esa extensa historia de la pasión. Marcos cípulos, que resalta con mayor crudeza por la negación de Pedro, se

quiere presentar intuitivamente lo que ya se anuncia en las asechanzas halla en contraste con el Hijo del hombre, que conscientemente acep­

e intenciones de dar muerte a Jesús por parte de sus adversarios (3,6; ta sobre sí el sufrimiento. Lo que ya se había escuchado en 10,45 como

8,15; 11,18; 12,12). Mientras que al principio se hace una advertencia actitud fundamental de Jesús, a saber, que él había venido para servir

contra los fariseos y los herodianos (3,6; 8,15), vemos que, después de y para entregar su vida en rescate por muchos (cf. también 14,24), tie­

la purificación del templo, los actores son los principales sacerdotes y ne ahora su cumplimiento en el camino de Jesús hacia la muerte. La

los escribas ( 1 1 , 1 8 ; 14,1), una observación que responde mejor a la si­ divergencia consiste en que -aquí- el sufrimiento de Jesús se con­

tuación histórica. Marcos considerará que la purificación del templo templa como el precio de la expiación en favor de muchos, pero tal

(11,15-19) fue el factor desencadenante para la decisión efectiva de pensamiento falta en la historia de la pasión, y en cambio -en ella­

dar muerte a Jesús, para «buscar» una ocasión de «prender a Jesús con la pasión se representa sobre el trasfondo del Justo sufriente, es una

engaño» (14,1). Toda la historia de la pasión con el juicio nocturno divergencia que no altera la imagen que Marcos ofrece de Jesús que

contra Jesús, el proceso ante Pila to y la ejecución de la pena de muerte va hacia la muerte. Lo único que hace el evangelista es recoger de la

trascurre en consecuencia. Se han añadido relatos aislados que ayu­ tradición diversos rasgos de la teología de la pasión.

dan a comprender el curso de la acción: la traición de Judas, la ida al

Monte de los Olivos, el prendimiento de Jesús en aquel sitio".

la historia de la pasión. Pero la mayoría de los especialistas creen que la historia

39. Cf. R. Pesch, Das Evangelium der Urgemeinde, Herder-Bücherei 748 (Fri­ de la pasión se formó de una fusión de historias particulares. Entre ellas se cuen­

burgo-Basilea-Viena 1979). ta la historia de la unción, la cual, a causa de las palabras «Ella se ha anticipado

4
40. M. Dibelius, Die Formgeschichte des Evangeliums (Tubinga 1961) 178s, a ungir mi cuerpo para la sepultura», fue situada al comienzo de los sucesos de

considera la historia de la unción como un relato aislado que se sale del marco de la pasión.

70 71
En tercer lugar, hay que tener en cuenta el tránsito por el sufrimiento ta la necesidad de que uno entregue incluso la propia vida por Jesús

y la muerte hacia la resurrección. Esto corresponde a la imagen del Hijo y por el evangelio (9,3 5-38 ). El camino de Jesús hacia la muerte se

de Dios que actúa con plena autoridad, al Hijo amado, que Marcos pre­ convierte para la comunidad en el paradigma de la propia realización

sentó a los discípulos en lo alto del monte (9,7) y que, en la parábola de los de la vida. La comunidad, lo mismo que Jesús y con Jesús, ha sido pues­

viñadores, Marcos hizo ver a los dirigentes judíos (que le rechazaban) ta en la situación del justo perseguido. En la segunda predicción de la

Pasión, Jesús presenta ante los discípulos y ante toda la comunidad


que era la piedra elegida por el Señor (12,1 ls ). La idea de la resurrección

un niño, que ilustrará la renuncia al dominio y a las diferencias de ran­


se explica a los discípulos, cuando descienden del monte de la trasfigura­

go (9,33-37). El que acoja a tal niño por amor de Jesús, acoge a Aquel
ción: ellos no deben contar a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del

hombre haya resucitado de entre los muertos (9,9). Es un acontecimien­ que se hizo el servidor de todos. Después de la tercera predicción de

to que da al traste con las intenciones de los hombres, un acontecimiento la p asión, que describe más claramente aún el camino de afrenta

por el que ha de pasar Jesús, el rechazo de la petición de los hijos de


que tiene su punto de partida en Dios y que «es admirable ante nuestros

Zebedeo conduce a la regla fundamental que es decisiva para todos


ojos» (12,11). Por eso, en las predicciones de la pasión se inserta la pers­

pectiva de la resurrección al cabo de tres días (8,31; 9,31; 10,34). A pesar los discípulos de Jesús: «El que quiera ser grande entre vosotros,

de la oscuridad que gravita sobre el acontecimiento de la pasión, existe la que sea vuestro se rvidor », y esto se fundamenta expresamente con

luz que irradia de la muerte de Jesús. El centurión pagano, que vio morir el ejemplo del Hijo del hombre, que entrega su vida como rescate

por muchos ( 1 0 , 35-45 ). Por tanto, las tres predicciones de la pasión


a Jesús, confiesa: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»

( 1 5 ,39 ) . Finalmente, esto se convierte en la victoriosa certeza en el men­


van intensificando el objetivo fundamental de las mismas, a saber,

saje que el ángel dirige a las mujeres junto al sepulcro: «Buscáis a Jesús
que el camino de Jesús hacia la muerte compromete a la comuni­

dad y la obliga al seguimiento por el camino del servicio y del su­


de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado. No está aquí» ( 1 6 , 6 ). Del

frimiento.
abandono de Dios, del que Jesús se lamenta a gritos en la cruz, brota la

Para comprender que la comunidad está asociada con la muerte


suprema cercanía de Dios, la constitución de Jesús como Señor junto

de Jesús, la Última Cena es muy significativa. Aunque estén vincula­


a Dios (cf. 12,36). Esta imagen, trazada en vivo contraste entre el Jesús

dos con ello difíciles problemas exegéticos y de historia de las tradi­


terreno y el Cristo resucitado, es la que Marcos tiene ante sus ojos.

ciones, al evangelista le consta firmemente que Jesús quiso instituir

una celebración especial de la Cena que conservara el recuerdo de su


En cuarto lugar, en la historia de la pasión aparece la tendencia

pasión y muerte, y que hiciera partícipes a los comensales del cuer­


orientada hacia la comunidad. Jesús, en su camino hacia el sufrimiento
po de Jesús y de su «sangre del p acto» (1 4,2 2 -25) . Aquí irrumpe la
y la muerte, piensa en la futura comunidad, que con ello es llamada
perspectiva de la comunidad pospascual, que celebraba esta conme-
al seguimiento, que ha de celebrar la conmemoración de su muerte

y que aparece como el nuevo templo que Jesús ha de edificar. La estric­

ta visión de conjunto que aúna el sufrimiento de Jesús y el seguimiento bras de Jesús: Mt 16,24: «Sus discípulos»; Le 9,23: «Todos». Pero en los tres Sinóp­

de los discípulos en el sufrimiento aparece ya claramente después de ticos se trasparenta intencionadamente una referencia a la comunidad. La multi­

tud de gente (ox>..a<;), que en Me 8,34 se menciona junto a los discípulos, tiene tam­
la primera predicción de la pasión: «El que quiera ser mi discípulo,
bién con frecuencia en otras partes una resonancia «eclesial», cf. 6,34; 7,14; 8,ls;
[niéguese a sí mismo, tome su cruz y s í game !» ( 8 , 34 ) . Es un llama­
10,1; 11,18; 12,38a. En Mateo, los discípulos representan a la futura comunidad de
miento dirigido a toda la comunidad; Jesús llama a la multitud y a sus
los creyentes, cf. U. Luz, Die Iünger im Matthiiusevangelium: ZNW 61 (1971) 147-
41.
discípulos para que vayan a él Con otras sentencias se fundamen- 171, especialmente 159. Lucas, al referirse a «todos», distingue a los que quieren

seguir a Jesús de los discípulos en sentido estricto, a quienes se ha mencionado

antes.
41. Los Sinópticos indican de manera distinta los destinatarios de las pala-

73
72
moración y que por ella experimentaba constantemente la presencia munidad del templo por la comunidad salvífica de Jesucristo (184). Es

del Señor crucificado en su camino hacia el reino consumado (14,25). difícil el enunciado de que Jesús destruirá el templo hecho por la mano

La idea del reino de Dios y de su llegada, que Jesús -a pesar de su del hombre, porque con ello parece entenderse la destrucción del edifi­

partida- vio acercarse de manera indudablemente palpable, mueve cio de piedra, del templo herodiano (cf 13,3). Esto podría haber origi­

a la comunidad que tiene su mirada puesta en el Jesús crucificado y nado el malentendido de los testigos falsos. Según Vogtle, el derribo del

resucitado. En la víspera de su pasión, cuando el traidor mete ya su templo de Jerusalén debe entenderse también en sentido metafórico,

mano en el mismo plato que Jesús, y Jesús anuncia que el Hijo del como el cese -obrado por la muerte de Jesús- del viejo culto del tem­

hombre va a ser entregado (14,18-21), la comunidad debe ser cons­ ple", un cese que se hace patente al desgarrarse la cortina del templo.

ciente de que ella no puede ser salvada más que por medio de la san­ Con esto se ha encontrado una interpretación homogénea de

gre de Jesús. Vive bajo la predicción de que todos serán dispersados, las palabras acerca del templo: en la muerte de Jesús, el viejo templo

pero también bajo la certeza de que Jesús volverá a verlos en Galilea (que simboliza el culto judío) queda destruido y, al mismo tiempo,

(cf. 14,27s), una perspectiva del acontecimiento pascual (16,7). En la se echan los cimientos del edificio de un templo diferente, de la nue­

hora del Monte de los Olivos, a todos se les aplica la exhortación: va comunidad de salvación. Si Marcos entiende así la profecía acerca

«Velad y orad para que no entréis en tentación» (14,38). Todo se narra del templo en 14,58, entonces «acierta en el centro mismo del men­
45•
con miras a la comunidad, la cual -lo mismo que Jesús- ha de pasar saje de salvación del Nuevo Testamento» La interpretación que

por la tentación y el sufrimiento. refiere esta profecía a la Iglesia, queda sugerida por las siguientes razo­

Otra visión a través de la cual se perfila la comunidad, se encuentra nes: a) La palabra de la Escritura citada por Marcos con motivo de la

en las palabras relativas al templo, que los testigos falsos denuncian purificación del templo: «Mi casa será llamada casa de oración para

ante el Sanedrín para acusar a Jesús (14,56), pero que, según la com­ todos los pueblos» ( 1 1 , 1 7 ) , es una perspectiva que contempla ya la

prensión de Marcos, enuncian algo verdadero: Jesús, después de la des­ Iglesia universal, integrada también por los pueblos gentiles. b) La

trucción del viejo templo, edificará en poco tiempo otro templo dife­ metáfora del «edificio» de la comunidad se encuentra ya en los tex­
42•
rente, no hecho por la mano del hombre A. Vogtle ha presentado una tos de Qumrán, y es perfectamente concebible que se aplicara a la

nueva interpretación, digna de ser tenida en cuenta 43• Aduciendo la es­ comunidad cristiana=. e) La conexión, estudiada por Vogtle, con los

cena descrita en 15,38 (el desgarramiento de la cortina del templo) sucesos que se produjeron a la muerte de Jesús ( el sol se oscurece, la

como escena interpretativa de 14,58, se declara abiertamente en favor cortina del templo se rasga, el centurión confiesa que Jesús es verda­

de la interpretación referida a la comunidad salvífica, al relevo de la co- deramente Hijo de Dios), y que aparecen como una interpretación de

las palabras acerca del templo, hacen que sea muy probable la inter­

pretación eclesial de Me 14,58. Para Marcos, la muerte de Jesús es la


42. Las palabras acerca del templo, por sus diversas variantes (Mt 26,61; Jn
hora en que nace la nueva comunidad salvífica.
2,19; Act 6,14), difícilmente permitirán determinar cuál fue su tenor original, pero

desempeñaron un papel en la historia de la pasión, como lo demuestra su repeti­

ción en el escarnio que hacen de Jesús los que están al pie de la cruz (Me 15,29; 44. ]bid. 177, 180, 183.

Mt 27,40). La versión «Yo destruiré» (de manera diferente en Jn 2,19), que podría 45. /bid. 188.

ser la original, indujo a los testigos a dar una falsa interpretación. 46. Cf. lQS 5,5s; 8,7-10; lQH 6,25-28; 4QpSal 37: III, 16. Véase, a propósito,

43. Véase la comprensión marquina de las palabras acerca del templo en: J. Maier, Die Texte vom Toten Meer 11 (Munich-Basilea 1960), 93s; B. Gartner, The

U. Luz - H. Weder, Die Mitte des Neuen Testaments, FS. E. Schweizer (Gotinga Temple and the Community in Qumran and the New Testament, SNTSMS 1 ( Cam­

1983), 362-383, obra reimpresa en: Id., Offenbarungsgeschehen und Wirkungs­ bridge 1965; G. Klinzing, Die Bedeutung des Kultus in der Qumrangemeinde und

geschichte (Friburgo-Basilea-Viena 1985) 168-188 (se cita según esta última edi­ im Neuen Testament, StUNT 7 (Gotinga 1971) 202-205. (F. García Martínez, Tex­
ción). tos de Qumrán (Madrid
4
1993). N. del T.]

74 75
En conjunto, la imagen del Jesús perseguido, sufriente y mori­ problema. Trataremos de indagar el sentido y el alcance de esa desig­

bundo es la forma en que la figura de Jesucristo se plasma como la de nación de majestad de Jesús en el ámbito del Evangelio de Marcos,

aquel a quien la Iglesia primitiva confiesa como el Crucificado y Resu­ pero en todo ello no podremos prescindir, claro está, de los antece­

citado. En todo ello el énfasis recae sobre el acontecimiento de la cruz, dentes presupuestos en la tradición. Con arreglo a nuestro tema nos

con el que se coordina, desde luego, la resurrección como perspecti­ preguntaremos concretamente qué significa la designación de Jesús

va luminosa. El Resucitado sigue siendo para siempre «el Crucifica­ como «Hijo de Dios» para la imagen de Jesucristo en el Evangelio de

do» (Me 16,6). «El Hijo terreno de Dios, a quien Marcos presenta Marcos.

como el que enseña la voluntad de Dios y el que realiza actos pode­ La imagen de Jesús se halla imbuida profundamente de la idea de

rosos, es al mismo tiempo aquel cuya vida de servicio alcanza su pun­ la condición de Jesús como el Hijo de Dios. El título se menciona en
47
to culminante en la cruz.» pasajes importantes y se halla en la confesión del centurión pagano

(15,39) en el punto culminante del acontecimiento de la pasión. Este

título aparece aquí como el punto de cristalización para la compren­

sión de Jesús en absoluto. Por eso, el anuncio que se hace en el epí­

II. PREDICADOS DE DIGNIDAD Y TÍTULOS DE JESÚS grafe ( 1 , 1 ) «Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios» debe aceptarse

seguramente como texto original. De este modo, el Evangelio de Mar­

cos se halla encuadrado por la confesión de fe en el Hijo de Dios, y es

l. EL Hno DE DIOS de sospechar que lo de «el Hijo de Dios» es una categoría para inter­

pretar la manifestación y actividad de Jesús en la tierra. Como «Hijo

La designación de Jesús como «Hijo de Dios» aparece cinco ve­ de Dios» realiza Jesús su misión, y como Hijo de Dios soporta la terri­

ces en el Evangelio de Marcos ( 1 , 1 1 ; 3,11; 5,7; 9,7; 15,39), y también en ble muerte en la cruz. Precisamente el camino hacia la cruz, excepto

1,1 con una variante textual no del todo segura. El espectro se amplía en las sentencias de «el Hijo del hombre» (véase infra 2), se dilucida

si se añade la parábola de los viñadores malvados, que alude a Jesús por la relación del «Hijo amado» con el Padre (12,6). En Lucas la con­

como al «hijo amado» {12,6). Hay que tener también en cuenta la pre­ fesión del centurión al pie de la cruz dice así: «Verdaderamente este

gunta del sumo sacerdote, en la que a lo de ser «el Cristo» se añade lo hombre era justo» {23,47), aunque en él la última palabra de Jesús tie­

de ser «el Hijo del Bendito». Finalmente, requiere también una dilu­ ne la forma de una oración dirigida al Padre: «Padre, en tus manos

cidación el pasaje de 13,32, aunque en él no se hable del «Hijo de encomiendo mi espíritu» (23,46). Mateo recoge la confesión: «Ver­

Dios» sino --en sentido absoiuto-c- de «el Hijo»: «En cuanto al día y daderamente éste era (el) Hijo de Dios» (27,54) y acentúa la irradia­

la hora {de la parusía), nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el ción de poder del Jesús difunto mediante los grandes acontecimien­

Hijo, sino sólo el Padre». Es indiscutible que Marcos tomó de la tradi­ tos cósmicos que se producen: se abren los sepulcros y salen de ellos

ción cristiana primitiva la designación de Jesús como Hijo de Dios. Se

discute la historia del origen y la historia de las tradiciones de este tí­

tulo cristológico", No podemos detenemos aquí a estudiar este difícil 333; E. Schweizer en: ThWBT VIII (1969) 367-392 (a propósito de Marcos: 380s);

F. Mussner, Ursprünge und Entfaltung der neutestamentlichen Sohnes-Christolo­

gie, en: L. Scheffczyk (dir.), Grundfragen der Christologie heute, QD 72 {Fribur­

47. J. D. Kingsbury, Jesus Christ in Matthew, Mark and Luke (Filadelfia go-Basilea-Viena 1975) 77-113; C. R. Kazmierski,Jesus, the Son of God. A Study

1981) 58. of the Markan Tradition and its Redaction by the Evangelist, FzB 33 (Würzburg
2
48. Entre la abundante bibliografía véase O. Cullmann, Cristología del Nue­ 1979); M. Hengel, Der Sohn Gottes {Tubinga 1975; 1977); Gnilka, El Evangelio

vo Testamento (Salamanca 1998) 351-390; Hahn, Christologische Hoheitstitel, 280- según San Marcos I, 70-73.

76 77
3. La derivación del «Siervo de Dios» en Is 42,1, defendida prin­ da de Dios se realiza descendiendo el Espíritu sobre Jesús. El Espí­

cipalmente por Joachim Jeremias, trabaja con la tesis de que el «Sier­ ritu es la señal del Ungido por excelencia, del Mesías, que ha de po­

vo», por el doble significado de xai� que quiere decir «siervo» e «hijo», seer en plenitud al Espíritu (Is 11,2; 61,1). También en el Cántico del

se convirtió para el evangelista Marcos en el «Hijo»


52•
Esto, desde lue­ Siervo de Dios, Dios pone su Espíritu sobre el Elegido. Y esto da la

go, es posible, pero no explica la acentuada referencia a «el Hijo, el preferencia a la derivación del texto de Marcos a partir de Is 42,1. Pero

amado». Al menos, habrá que suponer entonces una intencionada ya no se trata del Siervo de Dios, a quien Dios ha elegido, sino del

modificación del texto del Antiguo Testamento por parte de Mar­ Hijo amado, que se halla en una relación especialmente estrecha con

cos, de tal manera que en el contexto marquino el «Siervo de Dios» Dios. En este lenguaje simbólico confluyen diversos motivos, que

adquiera un nuevo perfil. muestran a Jesús como el Mesías prometido en un sentido que sobre­

4. La comparación con el acto de atar a Isaac para el sacrificio pue­ pasa todas las expectaciones. El Mesías davídico (Sal 2,7), tal como

de invocar en su favor el hecho de que se caracterice a Isaac como el los judíos lo esperaban cual libertador terreno, no basta para explicar

«hijo amado» (Gén 22,2: «el hijo único, a quien tú amas»). Es el hijo la cercanía en que Jesús se halla de Dios. Habla en contra de ello el

único, a quien Abrahán no está dispuesto a negar (Gén 22,12.16). Esta diálogo sobre la condición del Mesías como hijo de David en 12,35-

tipología de Isaac influyó en la cristología del cristianismo primitivo 37a. La afirmación de los escribas de que el Mesías es el hijo de David,

(Rom 8,32; quizá Me 12,6); pero ciertamente es discutible que se halle la recoge Jesús y, sirviéndose del Sal 110,1, desarrolla una dificultad

detrás de Me 1 , 1 1 . Si examinamos atentamente el texto con todos sus que brota de ese texto: David, que está lleno del Espíritu Santo, ¿cómo

elementos, entonces ninguno de los modelos o fuentes bastará para podrá llamar «Señor» a su hijo? No se discute que el Mesías sea hijo

explicarlo por completo y de manera homogénea=. Confluyen diver­ de David. Pero la contrapregunta de Jesús, que toma como punto de

sas reminiscencias de textos del Antiguo Testamento; la más marcada partida una aparente contradicción en la Escritura ( cuestión propia

de todas es la de Is 42,1; pero conducen a una imagen singularísima, de la Agadá), ofrece una visión de la imagen del Mesías que sobre­

nueva y única en su género, del Hijo amado, que Dios eligió para sí. pasa con mucho la expectación judía. Jesús tiene una dignidad supe­

rior, una cercanía mayor a Dios, y todo habla en favor de que, para

La escena del bautismo, tomada por Marcos de la tr.adición, con­ Marcos, detrás de todo ello vuelve a estar la idea del Hijo de Dios o

tiene otros dos rasgos que deben tenerse en cuenta. Jesús ve rasgarse del Hijo del hombre. Él es más que un rey teocrático; él es el que se

el cielo, y el Espíritu desciende como una paloma sobre Jesús. En Is sienta conjuntamente en el trono de Dios, el «Señor», tal como-e-des­

63,19 se dice: «¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!». Es un aconteci­ pués de su resurrección- le venera la Iglesia primitiva.

El Espíritu de Dios desciende como paloma sobre Jesús y hace


miento escatológico que se cumple en Jesús en aquella hora. La baja-
patente de esta manera que Jesús está lleno del Espíritu. Impulsa al

Hijo amado de Dios a ir al desierto, donde es tentado por el diablo.


Synoptikern: ZThK 53 (1956) 266-311; formula críticas contra esta idea Hahn
Pero Jesús, con el poder del Espíritu Santo, rechaza todas las tenta­
Christologische Hoheitstitel, 231-241. Según este autor, no hay indicios (excepto
ciones. Está con los animales, y llegan ángeles y le sirven. La paz para­
en la Carta a los Hebreos) de que se interprete la actividad de Jesús en el senti­

do de una mesianología sumosacerdotal. disíaca se renueva (1,12s). La cercanía de Dios se muestra en el recha­

52. J. Jeremías en: Id., Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento (Sala­ zo que se hace del maligno, y eso es como un programa para toda la

manca 1993) 114-119; Id., Teología del Nuevo Testamento I: «La predicación de vida de Jesús. En la expulsión de los espíritus malignos y en la con­
Jesús (Salamanca 1973) 71ss.
frontación con sus propios adversarios se acredita el don del Espíritu
53. Cf. Kazmierski, Son of God (nota 48), 61. Este autor supone que Me 1,9-
concedido a Jesús con ocasión de su bautismo por Juan el Bautista.
11 es un desarrollo en dos fases: primero a partir de Is 42,1; luego, a partir de Gn
Esta imagen del Hijo amado por Dios, del Hijo separado de todo mal
22; esto último no me parece tan seguro.

81
80
dueño de la viña, puso toda su esperanza; pero también a él le matan
y que resiste a todos los ataques de Satanás, la presenta Marcos ante

sus lectores al comienzo de la actividad pública de Jesús, y les pro­ los malvados arrendatarios de la viña, y le arrojan fuera de la viña,
55•
porciona con ello un punto de orientación para comprender las cura­ le arrojan fuera de Israel (12,8) En el Hijo y Heredero fallan los

hombres; Dios le convierte en la piedra angular del nuevo edificio de


ciones y las expulsiones de demonios obradas por Jesús, su procla­

Dios (12,lüs), de la comunidad que surge después de Pascua (cf 14,58).


mación del reinado de Dios y del avance de ese reinado.

Es un acontecimiento paradójico que se produce en la muerte y resu­


El demonio al que Jesús expulsa en la sinagoga de Cafamaún, le

habla de la siguiente manera: « [ S é quién eres: el Santo de Dios!» (1,24). rrección de Jesús; un milagro que Dios ha obrado y que es asombro­

so para la gente. La entrega del Hijo amado se convierte en el disco


Como en otras expulsiones de demonios, los espíritus inmundos se
en que gira la historia de Dios con su pueblo.
dirigen a Jesús diciendo «Tú eres el Hijo de Dios» (3,11) o «el Hijo

En el Hijo amado y en su destino de muerte se abre la mirada


del Dios altísimo» (5,7), tendrá que haber afinidad entre ambas deno­

hacia la comunidad futura. Así como después del bautismo y la ten­


minaciones: «Hijo de Dios» y «Santo de Dios». Cuando el espíritu

tación Jesús comienza a reunir al pueblo de Dios, así también de su


inmundo en 1,24 rechaza a Jesús por ser el Santo de Dios, se siente en
muerte surge el nuevo edificio de Dios. El «Hijo de Dios», que en la
todo ello la idea de que Jesús ha recibido el don del Espíritu. Entre el

escena del bautismo es presentado a la comunidad de los lectores, tie­


Espíritu Santo y el espíritu inmundo «existe una oposición mortal»>'.

ne una dimensión eclesial. Así como en las enseñanzas y en las cura­


En las palabras de conjuro de los demonios (3,11; 5,7), que recono­

·ciones Jesús tiene siempre la mirada puesta en la comunidad futura,


cen en Jesús al «Hijo de Dios», que es más fuerte que ellos y que está
así también el Hijo de Dios la precede iluminándola: él, que posee
dotado del poder de Dios, y que se resisten a ser expulsados de la

el don del Espíritu, que camina hacia la muerte y que es resucitado


morada humana que han ocupado, se da el reconocimiento de la dig­
por Dios. Esto se hace patente de manera peculiar en la escena de la
nidad y del poder divino de Jesús. En 5,7 el demonio conjura «por
trasfiguración; porque la voz de Dios, que en el bautismo testifica que
Dios» a Jesús que no le atormente. Pero esa invocación de Dios es inú­
Jesús es «el Hijo amado», añade ahora: «¡Escuchadle!» (9,7). Con ello
til, porque Jesús viene de parte de Dios y actúa con el poder de Dios.
se recoge la profecía acerca del profeta escatológico como Moisés (Dt
Jesús prohíbe con insistencia a los demonios que le den a conocer
18,15) y se enriquece con esa profecía la imagen del Hijo de Dios,
(3,12). Él no quiere que su secreto sea desvelado por espíritus inmun­
en beneficio de la comunidad que ha de escucharle. Los tres testigos
dos y contrarios a Dios, sino que permanezca oculto en absoluto.
de la trasfiguración son trasportados al interior de la «nube» -reve­
Este poderoso luchador es al mismo tiempo el Hijo amado de
ladora y protectora- de la presencia divina; la nube los «cubre» lo
Dios, aquel en quien Dios se complace. Cuando, en la parábola de los
mismo que había cubierto el tabernáculo de la revelación en tiempo
viñadores malvados, se da muerte al «Hijo amado», que es el último

en ser enviado por Dios, el Único que le todavía le queda, entonces

el Hijo de Dios entra en el misterio del sufrimiento y la muerte. No 55. El trasfondo de esos diversos envíos de mensajeros de Dios lo constitu­

vemos que esta idea resuene ya en la voz de Dios con ocasión del bau­ ye la concepción deuteronómica acerca de la suerte violenta que sufren los pro­

tismo; pero en la totalidad del Evangelio no debe excluirse la visión fetas, cf. O. H. Steck, Israel und das gewaltsame Geschick der Propheten, WMANT

23 (Neukirchen 1967) especialmente 110-164. Sobre toda la perícopa de Me 12,1-


de ese final terreno del Hijo de Dios. Precisamente cuando Jesús mue­
12 cf. J. Blank, Die Sendung des Sohnes. Zur christologischen Bedeutung des Gleich­
re, el centurión pagano confiesa que Jesús es el Hijo de Dios. Como
nisses von den basen Winzern Mk 12,1-12, en: J. Gnilka (dir.), Neues Testament
el «Hijo amado» que es, Jesús se halla en la serie de los hombres de
und Kirche, FS R. Schnackenburg (Friburgo-Basilea-Viena 1974) 11-41. Este autor

Dios que fueron maltratados y muertos. Él es aquel en quien Dios, el dice acertadamente: el «Hijo» es el último mensajero escatológico de Dios antes

del juicio. Con él los envíos de mensajeros alcanzan su punto culminante y su

final (17).
54. O. Procksch en: ThWNT 1 (1933) 102, 28s.

83
82
de la generación del desierto (Ex 40,35 LXX). La voz de Dios tiene confiado «todo» al Hijo y el Hijo puede revelar al Padre «a quien quie­

la misma autoridad que la que en el desierto hablaba al pueblo de Is­ ra» revelárselo, vemos que Me 13,32 establece una reserva, una con­

rael; pero ahora señala hacia Jesús, hacia el Hijo amado, que es Reve­ siderable limitación. El conocimiento del tiempo de la parusía queda

lador, Guía y Maestro. reservado para el Padre. La expresión in crescendo «no la conocen los

Si vemos ahora en conjunto la imagen de Jesús que se deduce ángeles ni tampoco el Hijo» nos permite ver el aprecio en que se tie­

de su predicación como Hijo de Dios, entonces reconoceremos en ella ne al Hijo; pero, así como corresponde únicamente a Dios el distri­

rasgos de majestad, a saber, en la victoria sobre Satanás y en el poder buir los puestos en el reino de Dios (10,40), así el Hijo no tiene tam­

sobre los demonios, pero reconoceremos también otros enunciados poco una visión del trascurso de los acontecimientos del fin. La

que reflectan sobre el camino de Jesús hacia el sufrimiento y la muer­ sentencia, que procede seguramente de una tradición anterior, que es

te. Jesús es el Siervo de Dios, que recorre obedientemente su cami­ ya premarquina, debe entenderse -en el marco del discurso sobre el

no como el Hijo amado de Dios. Él es quien en la muerte se revela fin de los tiempos- como contrapeso a la seguridad que se da en Me

como el Hijo de Dios y que en la más profunda aflicción de su huma­ 13,30: «No pasará esta generación sin que todo esto suceda». Está liga­

nidad revela su oculta majestad y divinidad. La oración con que Jesús da a este contexto; pero conserva su propio peso. Habrá que pre­

expresa el abandono en que se siente de Dios, se convierte en la cer­ guntarse cómo Marcos podrá compaginarla con su cristología del «Hijo
59•
teza de ser aceptado por Dios. La impresión dominante que el Evan­ de Dios», el cual está sumamente cerca de Dios No puede dejar de

discutirse la tensión existente entre la cristología del «Hijo de Dios»


gelio de Marcos trasmite acerca del Hijo de Dios es la cercanía en que

Jesús vive de Dios: una cercanía que no desaparece ni siquiera en la y esta sentencia acerca del «Hijo». Pero es evidente que Marcos no

56• vio dificultades en ella; el «Hijo de Dios» permanece subordinado con


muerte

Desde luego, con esta imagen del Hijo de Dios, tan cercano a Dios, obediencia y amor a Dios el Padre.

Si ya después de la escena del bautismo se puede sospechar que


contrasta la sentencia que aparece en el discurso sinóptico acerca del
en ella se proyecta una peculiar imagen del Mesías, vemos que la rela­
fin de los tiempos: «En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los
ción con el Mesías resalta también en la pregunta que hace el sumo
ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre» (13,32). Aquí al «Hijo»

se le distingue marcadamente del «Padre», que es el único que sabe sacerdote: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?» (14,61s). Las dos

expresiones, en labios del sumo sacerdote pueden entenderse como


cuándo ha de llegar el fin de los tiempos. Claro que aquí no se habla
sinónimas. El «Hijo del Bendito» se convierte en una expresión res­
del «Hijo de Dios», sino del «Hijo». Habrá que deducir que esta mane­
petuosa para referirse al Mesías. Los judíos podían designar tam­
ra de hablar procede de otra tradición distinta, de una tradición apo­
bién al Mesías como «Hijo de Dios» (cf 2 Sm 7,14; Sal 2,7; 4QFlor
calíptica en la que, junto a la expectación de la cercanía, se habla de
57• 1 , 1 1 ; 40 243). Pero es también posible que la adición «Hijo del Ben­
que no se conoce el tiempo en que ha de comenzar el fin Al «Hijo»
dito» no proceda sino de una perspectiva cristiana. Los dos títulos del
se le pone en relación con el «Padre», como sucede también en el «cla­
Mesías, «tal como suenan, resultan plenamente familiares para la comu­
mor de júbilo» -procedente de la fuente de logia- de Mt 11,27 par.
58• nidad helenística del cristianismo primitivo. La expresión "Hijo del
Le 10,22 Pero mientras que en el «clamor de júbilo» Dios se lo ha
Bendito" precisa el título de Cristo en cuanto a su relación singula-

56. Sobre el clamor de Jesús en la cruz por el abandono de Dios, véase la


59. ¿Habrá que presuponer que en Me 13,32 es original lo de «el Hijo del
monografía de G. Rossé, The Cry of Jesus on the Cross (Nueva York 1987).
hombre»? Así piensan E. Schweizer en: ToWNT VIII, 373s; Pesch, Das Marku­
57. Cf. Zac 14,7; SalSI 17,23; ApBar(sir) 21,8;4 Esd4,52. Cf. Pescb, Das Mar­
sevangelium 11, 310. Pero una modificación redaccional que no se produce tam­
kusevangelium 11, 310.
poco en Me 8,38, sería aún más sorprendente.
58. Cf. Habn, Christologische Hoheitstitel, 327-329.

85
84
60.
rísima con Dios» Jesús responde afirmativamente al sumo sacer­
es la de saber si Jesús reclamó para sí este título, y, en caso afirmati­
dote; pero su respuesta corrige, al mismo tiempo, la idea judía acerca 63•
vo, en qué sentido lo entendió Porque hay una cosa sorprendente:
del Mesías: el Mesías es el Hijo del hombre que está sentado a la dies­
las palabras acerca del Hijo del hombre se encuentran exclusivamen­
tra de Dios y que viene sobre las nubes del cielo (14,62). Con ello el
te en labios de Jesús (con excepción de Act 7,56), nunca en una voz
«Hijo de Dios» aparece también a una luz distinta. Él es el Exaltado
de Dios o en la declaración de otras personas. Por eso, hay aquí un
junto a Dios y el Hijo del hombre que ha de venir de nuevo con poder.
campo para la investigación histórica, en el que hay que incluir tam­
La cristología del Hijo de Dios se asocia con la cristología del Hijo del
bién la cuestión de saber cuáles son las palabras originales de Jesús, y
hombre.
cuáles las sentencias secundarias creadas en la comunidad. Sobre todo,
El título de «Hijo de Dios» completa para Marcos una visión sin­
se desea determinar cuál es la comprensión de Jesús acerca de sí mis­
tetizadora del Jesús que actúa en la tierra, que está dotado por Dios
mo que se oculta detrás de todo ello, o qué es lo que condujo a la Igle­
de Espíritu y poder, y que a pesar de todo marcha obedientemente
sia primitiva a atribuir a Jesús esas palabras o a ponerlas en sus labios.
por el camino que le conduce a la cruz. En todos los ámbitos de acti­
Para nuestra problemática, que es la de saber qué imagen de fe se deri­
vidad (véase supra I) se hace visible el misterio del Hijo de Dios, uni­
va de ellas para Marcos, queda en segundo plano la investigación his­
do con Dios, aunque este misterio quede todavía encubierto y sea
tórica y de crítica literaria; porque hay una cosa de la que no se pue­
incomprensible para los testigos. Todos los aspectos de la cristología
de dudar, y es que Marcos asoció el título con la persona de Jesús y se
marquina no pueden recogerse en este título; la cristología se asocia
lo refiere exclusivamente a él. Jesús es para él el Hijo del hombre, lo
también con otros predicados de dignidad, principalmente con el de
mismo que es el Hijo de Dios.
«el Hijo del hombre». Pero el de «el Hijo de Dios» puede conside­
De ahí surgen otras cuestiones más: ¿por qué Marcos introduce
rarse como el corazón mismo de la apreciación marquina de Jesús.
esas sentencias del Hijo del hombre, si para él el misterio de la per-

3
2. EL HIJO DEL HOMBRE (Gütersloh 1963; C. Colpe en: ThWNT VIII (1969) 403481 (con abundante biblio­

grafía); U. B. Müller, Messias und Menschensohn in jüdischen Apokalypsen und

in der Offenbarung des Johannes, StNT 6 (Gütersloh 1972); K. Müller, Men­

Junto al título de «Hijo de Dios», que dilucida la profunda unión schensohn und Messias: BZ 16 (1972) 161-187; 17 (1973) 52-66; J. Theisohn, Der

de Jesús con Dios, el título de «Hijo del hombre», como denomina­ auserwiihlte Richter. Untersuchungen zum traditionsgeschichtlichen Ort der Men­

schensohngestalt der Bilderreden des athiopischen Henoch, StUNT 12 (Gotinga


ción de Jesucristo, desempeña un papel no escaso. Aparece catorce
61,
1975); R. Pesch - R. Schnackenburg (dirs.), Jesus und der Menschensohn, FS A.
veces en el Evangelio de Marcos y por cierto en diferentes contex­
Vogtle (Friburgo-Basilea-Viena 1975) (con muchas contribuciones); F. Hahn en:
tos. De ordinario se hace distinción entre enunciados acerca de la futu­
Diccionario Exegético del NT [DENT] 11 (Salamanca 1998) 1842-1853. Puede ver­

ra función (escatológica) de Jesús, acerca de su actividad presente y se abundante bibliografía en V. Hampel, Menschensohn und historischer Jesus. Ein

acerca de su pasión y muerte. Esta distinción tiene su razón de ser Rtitselwort als Schlüssel zum messianischen Selbstverstiindnis Jesu (Neukirchen

1990) 373-403.
y es importante, cuando se investiga sobre los antecedentes y la recep­
63. Hampel, Menschensohn, investiga intensamente esta cuestión, deduce
ción de este título en la Iglesia primitiva, una problemática que nun­
de Dn 7 (7-48) la concepción judía acerca del Hijo del hombre y estudia con pro­
62.
ca llega a acallarse Otra cuestión que ocupa a los investigadores fundidad todos los logia sinópticos acerca del Hijo del hombre, con el res�ltado

de que Jesús esperó en primer lugar la entronización mesiánica como HIJO del

hombre y luego se aferró a este título, después de estar seguro de su muerte, a


60. Strobel, Stunde der Wahrheit (nota 36) 73.
saber, por el camino de su pasión y muerte. Dios mismo, a través de la muerte
61. 2,10.28; 8,31.38; 9,9.12.31; 10,33.45; 13,26; 14,21a.b.41.62.
de Jesús, le confesaría como el Hijo del hombre, como su Messias designatus, Y
62. Cf. H.-E. Todt, Der Menschensohn in der synoptischen Überlieferung
como tal lo revelaría ante todo el mundo (375s).

86
87
' .... • l•da H concentra esencialmente en la predicación «Hijo de cribas y finalmente será muerto (8,31). Va a ser «entregado» en manos

Dtol•? ¿Qui! ra�gos especiales aparecen en el «Hijo del hombre», y de los hombres (9,31), y en la tercera predicción de la pasión se des­

por q u é ª?º tan importantes para Marcos en relación con su imagen criben más detalladamente las etapas del camino de sus sufrimien­

de Jesucristo? ¿Cómo habrá que definir la relación entre «Hijo de tos (10,33s). Se presupone, por tanto, el kerigma cristiano primitivo
Dios» e «Hijo del hombre»?
acerca de la cruz y la resurrección de Jesús; pero por medio de la expre­

Si consideramos en conjunto las sentencias que hablan del Hijo sión «el Hijo del hombre», que no aparece en el kerigma paulino, se

del hombre, entonces resaltan ya por su frecuencia numérica los enun­ sitúan de manera diferente los aspectos y los acentos. Parece que la

ciados acerca de su pasión y muerte; son ocho pasajes: 8,31; 9,12.31; primera predicción de la pasión en Me 8,31 representa una etapa toda­

10,33.45; 14,21a.b.41. Pero estas palabras tienen también un gran peso vía más antigua en comparación con la fórmula de lCor 15,3-5
64•
La

P?� su contenido objetivo: se hallan bajo el «tiene que» del decreto expresión «rechazado» (a:n:oboKLµao0fívm) en Me 8,31 recuerda el Sal

divino (8,31; 9,12; 14,21a), que posee su fundamento en la Escritura 117 ,32 LXX, un pasaje que se cita en Me 12,10. La interpretación

(9,�2; 14,21a). La muerte del Hijo del hombre es el presupuesto nece­ del «rechazo» de Jesús con ayuda de esta palabra del salmo tuvo tam­

sano para su resurrección, la cual se menciona siempre al final en bién cabida en otros lugares de la tradición de la Iglesia primitiva: Act

las tres predicciones de la pasión (8,31; 9,31; 10,33). Estos tres tex­ 4,11 (con otra traducción de «rechazado».e «menospreciado» como

tos, que estructuran también la subida de Jesús a Jerusalén, están orde­ en Me 9,12); lPe 2,7; cf. Rom 9,33. Por tanto, Marcos recoge proba­

nados conscientemente, y por cierto en una línea ascendente que con­ blemente la metáfora de la piedra rechazada que llegó a ser la piedra

d�ce al aco�tecimiento de la pasión. Me 8,31 despliega -por decirlo angular, en la primera predicción de la pasión y la interpreta apli­

ast- el kerigma; la segunda predicción de la pasión en Me 9 31 es una cándola al camino de Jesús hacia la muerte, un camino al que Dios

variante del círculo de imágenes de la «entrega», sea por obra del trai­ imprimió al poco tiempo un giro decisivo ( «al cabo de tres días»),

dor Judas Iscariote (Me 3,19; 14,10s.l8.21b.42.44), o bien por Dios mis­ haciéndolo que llegara a la victoria por medio de la resurrección de

mo (cf. 9,31 con con el contraste «en manos de los hombres»; 10,33; Jesús.

1�,41). E_s una palabra estilizada kerigmáticamente, que recoge deter­ Se puede sospechar entonces que el «Hijo del hombre», por inte­

mmadas tdeas_de la Iglesia primitiva. La tercera predicción de la pasión grarse en este concepto el camino de Jesús hacia el sufrimiento y la

(10,33s) describe luego las distintas etapas en el camino hacia el sufri­ muerte (todavía no en la fuente Q), era importante para Marcos. Esta

miento y la muerte, de acuerdo completamente con los acontecimientos perspectiva de que Jesús tiene que morir según las Escrituras no resal­
mismos descritos en la historia de la pasión.
ta de esta manera en el título de «Hijo de Dios». El que ha sido muer­

En estas visiones anticipadas, de carácter sumario, se reconoce una to resucitará; esto se hace por obra de Dios y es «admirable a nues­

cercanía con respecto a la fórmula cristológica de fe en lCor 15 3-5 tros ojos» (12,11). Estas palabras que Marcos presenta a continuación

por l? menos en cuanto a la estructura fundamental: «Murió seg� la¡ inmediata de la parábola de los viñadores tiene una función de puen­

Escntura�, �esucitó �l tercer día según las Escrituras». Desde luego, te entre el «Hijo amado» y el «Hijo del hombre», el cual después de su

falta la adición «murió por nuestros pecados». «Resucitó al tercer día» muerte es resucitado por Dios. De este modo Marcos puede

se formula de manera distinta en 8,31 y 10,33: «Al cabo de tres días». asociar la idea del Hijo de Dios con la tradición acerca del Hijo del

La referencia a la sepultura y a las apariciones del Resucitado no hombre. El «Hijo del hombre» no es otro que el «Hijo amado»

se han recogido conjuntamente con las predicciones de la pasión en

Marcos; en cambio, el camino hacia el sufrimiento y la muerte se des­


64. Cf. P. Hoffmann, Mk 8,31. Zur Herkunft und markinischen Rezeption
cri�e más claramente: el Hijo del hombre tendrá que padecer mucho,
einer a/ten Überlieferung, en: Id. (dir.), Orientierung an Jesus, FS J. Schmid (Fri­

sera rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los es- burgo-Basilea-Viena 1973) 170-204, esp. 184.

88 89
(et. 12,6-8). Jesús entra en un círculo trascendente de ideas que está hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡ Levantaos!

señalado por la expresión «el Hijo del hombre». ¡V amos! Y a está aquí el q ue me va a entregar» ( 1 4 , 4 1 s ) . Los enemi­

Probablemente, detrás de Me 8,31 se halla la imagen del Justo gos d e Jesús son estigmatizados como «pecadores». A los criados envia­

sufriente, que en la historia de la pasión resalta de manera tan clara. dos contra é l les di ce Jesús: «Habéis salido con espadas y palos a pren­

Es verdad que la expresión «rechazado» no aparece en los textos d erme, como si fuera un ba n dido» (14 , 4 8 ) . El H ijo del hombre

del libro de la Sabiduría (capítulos 2-5), excepto en 9,4 («¡No me dese­ comi enza su camino de sufrimientos como el Justo perseguido a pesar

ches de entre tus hijos!»); pero hay textos afines que hablan del menos­ de su inocencia.

precio del justo por los malvados (3,10), del desprecio que éstos sien­ Pero se formulan también enunciados expresos de majestad acer­

ten hacia la sabiduría y la instrucción (3 , 11), de la burla que hacen del ca del Hijo del hombre. A sí aparece clarísimamente en e l discurso

final del sabio (4 ,1 8). Los malvados dicen: «Condenémoslo ( al ju s­ sobre el fin de los tiempos, donde se habla de que, después de las con­

to) a muerte ignominiosa, pues, según dice, Dios lo librará. Así pien­ m ociones y pruebas d el iempo que preceda, después de
t l a «gran tri­

san, pero se equivocan» (2,20s ). Se ensalza la muerte de un justo; pero bulación» y de las señales cósmicas, los hombres verán venir al H j i o

no se le atribuye efecto expiatorio. Todo esto hace que la predicción del hombre sobre las nubes con gran pod er y gl oria ( 13,26). E stas pala­

se. aproxi�� a la idea del justo sufriente, pero que es justificado por bras recogen la profecía de Dn ,
7 13 y la aplican a la figura individual

Dios. El Hijo del hombre tiene que «padecer mucho», una clara alu­ de Jesús. E sta aplicación a una figura individual ( a diferencia de la

sión al Sal 34,40: «Muchas son las desdichas del justo, pero de todas aplicación colectiva a los santos del
« Altísimo» en Dn 7 ,1 8.22 . 2 5 . 2 7)
66•
lo libra el Señor». El «díptico» del justo empujado por los malvados a se halla en armonía con otros textos apocalípticos Pero es difícil

la �uerte (2,12-20) y del justo que «en gloria celestial está en pie como enjuiciar este desarrollo desde el punto de vista de la historia de las

testigo �udo de c�rg� frente a los que antes le oprimieron» (5,1-7), religiones y de la historia de las tradiciones; es difícil la cuestión sobre
67•
se convierte en la lámina que representa la pasión, la muerte y la resu­ cómo se llegó a é l y cómo trascurrió este proceso E s improbable que
65•
rrección del Hijo de Dios Con ello se obtiene una línea de conexión Jesús haya recurrido directamente a la profecía de D aniel. Los otros

con la historia de la pasión, en la cual el modelo interpretativo lo ofre­ enunciados sobre el envío de los á ngeles y la reunión de los elegidos

ce el perseguido injustamente y el justo sufriente. desde los cuatro vientos ( 1 3, 2 7) presuponen una tradición ulterior­

En la Última Cena Jesús predice que uno que come con él va a mente desarrollada. Pero la cita de Daniel era importante para la I gle­

entr�g�rle, y esta aterradora realidad la comenta el evangelista con sia primitiva, a f in de fundamentar el título alegado por Jesús de ser

las siguientes palabras: «El Hijo del hombre se va, tal como está escri­ e l Juez fu turo, como v emos en la respuesta que da Jesús ante el ane­
S

to �e él, pero ¡ay de aquel que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le drín ( 1 4,62) . Por tanto, el recurso a Dn 7,13 se debe a la Ig lesia pri­

vahera a ese hombre no haber nacido!» (14 , 21). En estas palabras se mitiva'", M arcos a ceptó conscientemente esta convicción cristiana pri-

siente el horrible estremecimiento por la traición de un discípulo ínti­

mo, de uno de los «Doce». Pero este horror queda absorbido por el
66. Hen(et) 46; 48,2-7; 62,5-9.14; 63,11; 69,26-29; 4 Esd 13. Para el análisis e
pens�iento del Hijo del hombre, que recorre su camino según el plan interpretación de Dn 7 véanse los trabajos de P. Weimar, K. Müller y A. Deissler

de Dios. Después de la lucha que Jesús mantiene en su oración en Get­ en la Miscelánea de homenaje (Festschrift) a A. Vógtle, titulada Jesus und der

semaní, dice a sus discípulos: «Ha llegado la hora. Mirad, el Hijo del Menschensohn (1975) 11-91. Sobre la figura del Hijo del hombre o del Elegido,

o de otros títulos metafóricos véase Theisohn, Der auserwiihlte Richter (nota 62)

31-49. Sobre 4 Esd 13 véase Colpe en: ThWNT VIII, 429-431.

65. Cf. L. Ruppert, Jesus als der leidende Gerechte? Der Weg Jesu im Lichte 67. Véase la bibliografía mencionada en la nota 62, especialmente C. Col­

eines alt- und zwischentestamentlichen Motivs, SBS 59 (Stuttgart 1972), la cita en pe en: ThWNT VIII, 422-433.
lap.24.
68. También Hampel, Menschensohn (nota 62) señala a propósito de Me

90 91
mltlva de que Jest1s es el Hijo del hombre aguardado en la apocalíp­ ción de Jesús en poder. El hecho de que el Hijo del hombre esté sen­

tica. Jcmls, el Hijo del hombre, aparece en el contexto de Me 13 no tado soberanamente a la derecha de Dios, lo cual demuestra que ha

Nólo como el Juez futuro sino también como el Salvador que reúne a sido justificado por Dios, se hará patente entonces a todos los hom­

sus elegidos. Los terribles acontecimientos cósmicos que se describen: bres (cf. 14,62). La resurrección y la parusía no quedan desligadas, sino

el sol se oscurecerá, se apagará el resplandor de la luna, las estrellas que -por la expectación de la cercanía- aparecen como íntimamente
69•
caerán del cielo, las fuerzas del cielo se tambalearán (13,24s), forman relacionadas, aunque no sean por eso identificadas

parte de las descripciones apocalípticas del tiempo que precede al fin Con el título de «el Hijo del hombre» obtiene Marcos una pers­

(cf. Is 13,10; Ez 32,7s; Hen[et] 80,2-8; 102,2; 4 Esd 5,3-5; Sib 3,796-803). pectiva que hace que el camino de Jesús hacia la muerte desemboque

En 8,38 se menciona también a los ángeles como seres que acompa­ en la glorificación por medio de la resurrección, lo cual despeja la

ñarán al Hijo del hombre, y aquí se entienden más bien como ánge­ mirada para contemplar la venida escatológica de Jesús. Con ello sur­

les del juicio (cf. Mt 13 ,4l s ). Es una sentencia contra los que «se aver­ ge una visión de la historia de la salvación que difícilmente aparece

gonzaron» de Jesús y de sus palabras, en medio de esta generación con el título de «el Hijo de Dios».

adúltera y pecadora, y se apartaron de él, y contra los que rechazaron Ahora bien, en el Evangelio de Marcos hay también pasajes en

al Hijo del hombre y Juez escatológico. Éste no es otro que Jesús, el los que se contempla al Hijo del hombre actuando ya en el momen­

Hijo de Dios, ya que el Hijo d el hombre v end r á en la gloria de su to presente en la tierra. Cuando Jesús concede al paralítico el perdón

«Padre». Se trata de otro pasaje en el que la idea del «Hijo del hom­ de los pecados, cosa que algunos escribas consideran como blasfemia

bre» se halla asociada con la del «Hijo de Dios». contra Dios, Jesús afirma: «Vais a ver que el Hijo del hombre tiene en

En todo caso, el Hijo del hombre, en su parusía, aparece «con la tierra poder para perdonar pecados», y, como señal de esto, devuel­

poder y gloria», con la fuerza de Dios que triunfa sobre todo y con luz ve al paralítico la salud (2 , lOs) . Por tanto, Jesús reclama para sí una

radiante. Con esto se marca un contrapunto al sufrimiento y a la muer­ autoridad que propiamente le corresponde a Dios. Teniendo en cuen­

te del Hijo del hombre. Claro que en las predicciones de la pasión el ta que se trata de una confrontación con judíos incrédulos, recorda­

giro decisivo que se menciona no es la parusía, sino la resurrección de remos aquellas palabras pronunciadas ante el Sanedrín, en las que

Jesús. La resurrección de Jesús es ya una revelación de su gloria, como Jesús anuncia su futura justificación y glorificación como el Hijo del

vemos por la descripción anticipadora de la resurrección, con motivo hombre. Pero lo peculiar es que Jesús reclama para sí, ya en la tierra,

de la trasfiguración, en la que Jesús se manifiesta con vestidos des­ la autoridad para perdonar los pecados. La perspectiva que domina

lumbradores (9,3). Entonces la parusía, a la que se orienta la proble­ el Evangelio de Marcos es que la majestad de Jesús irrumpe ya a tra­

mática en el discurso sobre el fin de los tiempos, es tan sólo la supre­ vés de sus actos terrenos, a través de las enseñanzas que imparte con

ma revelación de la gloria alcanzada en la resurrección. La parusía es autoridad (1,22), a través de sus exorcismos y de sus curaciones (1,27.41;

el lugar donde se hace cósmicamente manifiesta y eficaz la constitu-

69. Me 16,7: «Él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, tal como os

dijo», no puede entenderse como anuncio de la parusía. Se trata más bien de

14,�2: «Si lo juzgamos a partir de la predicación de Jesús, el logion no puede atri­ una referencia a apariciones del Resucitado. Desde luego, J. Jeremias, Teología

buirse en esta forma a Jesús mismo. Jesús, en otros lugares, no formulaba nunca del Nuevo Testamento (nota 52), 358s, entiende estas apariciones de Jesús como

afirmaciones apoyándose de manera precisa en el Antiguo Testamento. Esta mane­ el comienzo del eschaton: «Ellos vieron a Jesús con luz resplandeciente. Fueron ·

ra de hablar aparece, más bien, como típica de la Iglesia primitiva» (179s). Pero testigos de la entrada de Jesús en su reino. Esto quiere decir: experimentaron la

el citado autor mantiene una referencia al «Hijo del hombre»: «En labios del Jesús parusia» (359). Pero no era ésa la convicción de la Iglesia primitiva, la cual dis­

histórico la expresión bar enasa es una clave para referirse al Mesías designado, tingue entre la resurrección de Jesús y la parusía. Cf. Gnilka, El Evangelio según

pero todavía no entronizado» (185). San Marcos II, 40ls.

92 93
3,10.; !5,1-20, etc.). Aunque aquí no se habla del «Hijo de Dios», como De manera muy parecida se contempla también al Hijo del hom­

sucede en las expulsiones de demonios (3,11; 5,7), sin embargo se pien­ bre en 2,28. En el litigio sobre la acción de arrancar espigas en día

sa en la misma cercanía en que Jesús se halla de Dios, una cercanía de sábado (2,23-26), Jesús sale en defensa de los discípulos y basa final­

que se revelará plenamente con la venida del Hijo del hombre. Para mente su decisión con la frase: «El sábado ha sido hecho para el hom­

Marcos no pueden separarse la imagen del que actúa en la tierra y la bre, y no el hombre para el sábado» (v. 2 7 ). Estas pa l a b ras funda­

imagen del que ha de manifestarse en el futuro. mentales las omiten los otros dos Sinópticos y trasmiten sólo la

Marcos tomó de la tradición las palabras acerca de que el Hijo del sentencia final de que el Hijo del hombre es también señor del sába­

hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados. Estas pala­ do. Aunque es posible que en la sucesión de las dos sentencias se refle­

bras forman parte de la inserción que se hizo en la historia original je una argumentación en el sentido de que el «hombre» ( = el Hijo del

del milagro, la cual probablemente narraba con brevedad: «Jesús dice hombre) es también señor del sábado'", sin embargo no hay que dudar

al paralítico: Tus pecados te son perdonados (v. 5). Levántate, toma de que lo del «Hijo del hombre» lo entendía la Ig le s i a pr imiti v a

tu camilla y vete a tu casa» (v. 1 1 ) . La conducta singular de Jesús que, en sentido de un título, y así lo entendía también Marcos. Las pala­

antes de curar al enfermo, le asegura el perdón (por Dios) de los peca­ bras se hallan en clara relación con 2,10 y acentúan la autoridad con­

dos, va seguida por una reflexión sobre la autoridad de Jesús, el Hijo cedida al Jesús terreno. Él, como el intérprete plenamente autoriza­

del hombre, reflexión que se presenta en una confrontación con algu­ do por Dios, está por encima de las interpretaciones judías del precepto

nos escribas (litigio). Ya en fase premarquina se habla aquí de la auto­ del sábado; él tiene autoridad divina no sólo para el perdón de los

ridad del Hijo del hombre. La palabras que aseguran el perdón de los pecados, sino también para dar instrucciones sobre la conducta moral

pecados (v. 5b) pertenecen todavía a la historia de la salud concedida (cf. 7,15).

a aquel hombre"; pero la interpretación que atribuye el origen de ese Hay otro pasaje más que relaciona íntimamente al Hijo del hom­

perdón a la autoridad del Hijo del hombre nació de la imagen de Jesús bre con la actuación y el camino de Jesús en la tierra, a saber, 10,5:

existente en la Iglesia primitiva, y esa interpretación fue recogida por «Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a ser­

Marcos. El «Hijo del hombre» es un título cristológico de majestad y vir y a dar su vida en rescate por muchos». Lo de haber venido lo afir­

forma parte del grupo de sentencias acerca del Hijo del hombre que ma también Jesús en 2 , 17, sin emplear el título del Hijo del hombre:

se encuentran principalmente en la fuente de logia y en el Evangelio «Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Pero en el pasa-

de Marcos, y que reflejan la actividad de Jesús en la tierra basada en

la autoridad que se le ha concedido?'.


bién Todt, Der Menschensohn (nota 62), 119: «El nombre de Hijo del hombre se

emplea de nuevo en las sentencias sobre la actividad terrena; se interpreta a par­

70. Cf. H.-J. Klauck, Die Frage der Sündenvergebung in der Perikope von der tir de la exousia de Jesús, y precisamente este sentido podría haberle dado acceso

Heilung des Geliihmten (Mk 2,1-12 parr): BZ 25 (1981) 223-248; Pesch, Das Mar­ a los litigios». K. Scholtissek, Die Vollmacht Jesu. Traditions- und redationsges­

kusevangelium I, 160; K. Kertelge, Die Vollmacht des Menschensohnes zur Sün­ chichtliche Analysen zu einem Leitmotiv markinischer Christologie, NTA NF 25

denvergebung (Mk 2,10), en: Orientierung an Jesus (nota 64) 205-213, aquí 211. (Münster 1992) lo explica todo por la autoridad de Jesús y considera incluso las

Hampel, Menschensohn (nota 62) 192-197, defiende la homogeneidad de toda la palabras de Me 10,45 y 14,24, no como expresión de su humildad, sino de su pro­

perícopa y dice que tiene su origen en Jesús. existencia llena de poder y autoridad (pp. 223-241). Esto no me parece a mí tan

71. Cf. l. Maisch, Die Heilung des Geltihmten, SBS 52 (Stuttgart 1971) 98s: seguro, véase mi recensión en BZ 97 {1993).

«La comunidad, con la inserción en la historia de los milagros, quiere hacer un 72. Así Pesch, Das Markusevangelium I, 185; Hampel, Menschensohn, 202s,

enunciado cristológico sobre la autoridad de Jesús. Como ejemplo especial se eli­ quien lo del «Hijo de hombre» en 2,28 lo entiende igualmente del hombre en sen­

ge la autoridad de Jesús para el perdón de los pecados, porque ese perdón pre­ tido genérico; de manera diferente piensa Gnilka, El Evangelio según San Mar­

senta intuitivamente de una manera especial la majestad divina de Jesús». Cf. tam- cos l, 144.

95
94
je lucano de 19,10 se introduce también en esta sentencia lo del Hijo V. Hampel, en su profundo estudio sobre Me 10,45, aboga por la uni­

del hombre: «Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo dad de Me 10,45, que como logion uniforme habría sido añadido por

que estaba perdido». Si el Hijo del hombre era un título de majestad el redactor premarquino al v. 44, aunque desde luego «de manera des­

para la Iglesia primitiva, entonces el enunciado acerca de su actitud mañada y ruda»


75•
Por medio del «Hijo del hombre» la sentencia del
de servir es tanto más sorprendente. «En forma paradójica el humilde servir y la del rescate se mantienen de hecho estrechamente unidas.

servicio de criado se predica precisamente del Hijo del hombre, que El mismo Hijo del hombre es el que vino para servir y el que entre­

está lleno de majestad». El título de Hijo del hombre «caracteriza la ga su vida por los muchos. Le 22,26s, donde la sentencia del servir se

plena autoridad de Jesús y acentúa con ello lo insólito de su acción en encuadra en la situación de la Última Cena y hace referencia actual a
la tierra, que fue la de servir- ".
la situación de la Iglesia primitiva, se deberá a la redacción lucana. La

¿Cómo se llegó a ello? La majestad del Hijo del hombre no se acción de Jesús de servir a la mesa es el punto de partida para la cele­

encuentra aún manifiesta en la tierra. El Hijo del hombre es despre­ bración de la Cena por la comunidad. En Jn 13,1-10.14-18 esta idea

ciado y vejado. La humildad del Hijo del hombre se expresa tam­ se presenta intuitivamente en la acción de Jesús de lavar los pies, una

bién en aquellas palabras tomadas de la fuente de logia: «El Hijo acción que deja entrever su muerte. En Lucas la idea de la muerte de

del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8,20 par. Le 9,58). Jesús se contiene ya en la institución de la Santa Cena, descrita con

Así que, a pesar de los predominantes enunciados sobre la majestad anterioridad (22,19s). Si la sentencia del rescate no fue acogida en el

del Hijo del hombre, había también enunciados sobre su condición texto lucano, eso puede deberse a la actualización de la sentencia

humilde en su actividad terrena. Entre ellos se cuentan también las del servir para los discípulos. Ahora bien, la sentencia marquina sobre

palabras sobre el servir en Me 10,45. Los actos de Jesús se presentan el rescate, que V. Hampel no quiere derivar de Is 53,10-12 sino de Prov

en ellas como modelo para los discípulos, a fin de que éstos renuncien 76,
21,18 y Is 43,3s tiene también una innegable afinidad con Me 14,24,

a querer dominar; pero esta actividad del Hijo del hombre consisten­ que son las palabras pronunciadas sobre el cáliz en la Última Cena,

te en servir, esta «pro-existencia» suya en favor de otros, no encuen­ de tal modo que puede inferirse una concepción común acerca de la

tra su verdadero cumplimiento sino en su muerte por los muchos, en muerte expiatoria y vicaria de Jesús. De cualquier manera que se haya

su entrega por la salvación de los hombres. Esto queda reservado para llegado a la formación de Me 10,45
77,
Marcos recogió en su teología

Jesús, y no es ya un modelo para los discípulos, sino más bien lo que sobre el Hijo del hombre la humildad terrena de Jesús, el Hijo del

hace posible su existencia como discípulos gracias a la obra salvífica hombre, y el efecto expiatorio de su muerte. Ambos elementos se
de Jesús 74•
hallan coordinados entre sí: «La entrega que Jesús hizo de sí mismo

Se discute si las palabras sobre el servir y las palabras sobre el res­ en su vida de servicio en la tierra, encuentra su expresión suprema y

cate constituyen una unidad original, o si las palabras sobre el resca­ más densa en la muerte de Jesús. E inversamente la entrega expiato­

te formaron originalmente una sentencia independiente (cf. 1 Tim 2,5s ), ria que Jesús hace de sí mismo en la cruz, es preparada y sustentada

que sólo se unió secundariamente con las palabras sobre el servir. 78•
por toda la actividad de su vida consistente en servir»

75. Hampel, Menschensohn, 304-313, concretamente 306.

73. K. Kertelge, Der dienende Menschensohn, en: Jesus und der Menschen­ 76. /bid. 326-333.

sohn, FS A. Vogtle (nota 62) 225-239; aquí 235; cf. Scholtissek, Die Vollmacht Jesu 77. Pesch, Das Markusevangelium 11, 162s, la atribuye a la primitiva comu­
(nota 71) 234-238.
nidad helenística y judeocristiana; Hampel, Menschensohn, 339s, la considera como

74. Cf. Todt, Der Menschensohn (nota 62) 190: «No sólo hay que emular palabra auténtica de Jesús. Cf. también H. Patsch, Abendmahl und historischer

un modelo; sino que la conducta de Jesús I del Hijo del hombre hace posible lle­ Jesus (Stuttgart 1972) 170-180.

var a cabo esa inversión del hombre». 78. Kertelge, Der dienende Menschensohn (nota 73), 237. Sobre la inter-

96 97
La humildad terrena de Jesús, el Hijo del hombre, y el efecto expia­ te, como una simple adición al nombre). El testimonio más importante

torio de su muerte son enunciados nuevos en la cristología marqui­ es el de la confesión de Pedro: «Tú eres el Mesías» (8,29); pero Jesús

na del Hijo del hombre. El Hijo del hombre que según las prediccio­ prohibe a los discípulos que hablen a nadie acerca de él (8,30). Eviden­

nes de la pasión recorre -como el Justo perseguido- su camino que temente Marcos quiere evitar una comprensión equivocada de la deno­

le conduce a la muerte, entra en una perspectiva más amplia; es una minación de Mesías; ésta podría entenderse en un sentido terreno y po­

mirada retrospectiva a su actividad terrena y una profundizada inter­ lítico, que no está en consonancia con la comprensión que Jesús tiene de

pretación de su muerte. Para Marcos, que había encontrado previa­ sí mismo de ser el Hijo del hombre que va hacia el sufrimiento y la

mente esta tradición, esto significa que el Hijo del hombre puede con­ muerte, como lo ilustra el áspero ataque de Jesús contra Pedro en 8,33.

templarse, en cuanto a su actividad terrena, no sólo en su majestad El simple título de «Mesías» no es suficiente para expresar lo que Jesús

(2,10.28) sino también en su humildad (10,45). Las tres dimensiones pretende ser. Mateo hizo posible la aceptación por Jesús de la confesión

de la idea del Hijo del hombre: su venida futura con poder, su cami­ de Pedro, añadiendo aquellas palabras: «el Hijo del Dios vivo» (16,16).

no a través del sufrimiento y la muerte, y su actividad presente en la Sorprende también en otros pasajes la reserva con respecto al tí­

tierra, se hallan bien pronunciadas en Marcos; pero todo el centro de tulo de Mesías. En el diálogo sobre la condición de hijo de David

gravedad recae sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Mar­ (12,35-37), se sobrepasa marcadamente la expectación judía. En el

cos recogió esta imagen del Hijo del hombre que vive en la Iglesia pri­ discurso sobre el fin de los tiempos, Jesús advierte contra los seducto­

mitiva, porque está en consonancia con su visión del Hijo del hombre res que con falsas palabras señalan hacia un mesías (13,21 ); en esos ca­

terreno y luego exaltado (16,42) y reproduce el camino seguido por sos la imagen del mesías se contempla a una luz equivocada. La pre­

Jesús.
gunta del sumo sacerdote de si Jesús es el Mesías, el Hijo del Bendito

(14,61 ), está formulada en sentido alevoso, y la burla de los principales

sacerdotes y de los escribas al pie de la cruz (15,32) se atiene a la con­

3. ÜTROS PREDICADOS DE DIGNIDAD DE JESÚS cepción de «Mesías, Rey de Israel». Rechazan para Jesús ese título;

pero en la mente del evangelista el escarnio que hacen los principales

Además de los dos títulos de Cristo más destacados, que son el sacerdotes y los escribas expresa, no obstante, la dignidad de Jesús. Se­

de «Hijo de Dios» y el de «Hijo del hombre», encontramos en Mar­ gún la concepción judía, el «Mesías» era el Hijo de David, el Rey de Is­

cos otros predicados que en parte se hallan en relación con el de «Hijo rael, que vencería a los enemigos y que restauraría en justicia y santi­

de Dios» y, en parte, proporcionan también aspectos nuevos. Vamos dad el reino de Israel (cf. SalSl 17 ,21.23-51 ). Por consiguiente, lo de

a enumerarlos aquí y a evaluarlos brevemente en cuanto a su impor­ «Rey de Israel» era un título de honor (cf. Jn 1,49; 12,13), mientras que

tancia para la cristología marquina. lo de «rey de los judíos» aparece a una luz ambigua. Ante Pilato acu­

san a Jesús de ser el «Rey de los judíos», y Jesús responde a la pregunta


a) El Mesías y el «Rey de Israel» o «Rey de los judíos»
del romano: «Tú lo has dicho». Si la pregunta se hubiese referido a la

esperanza de salvación para Israel, Jesús habría tenido que responder

La expresión «el Mesías» no aparece con frecuencia; en sentido con un «¡sí!» (cf.14,62), aunque hubiera sido necesario precisar la res­

estricto aparece únicamente en 8,29; 12,35; 13,21; 14,61; 15,32, y ade­ puesta. Pero como la pregunta --en labios del juez romano- se refie­

más sin artículo en 9,41 y en el epígrafe 1,1 (en este caso, probablemen- re a una pretensión política, Jesús responde con una evasiva 79• A pesar

pretación. que hace referencia a la pro-existencia -llena de majestad- de Jesús, 79. Cf. Gnilka, El Evangelio según San Marcos 11, 351, habla de la «ambiva­

en Scholtissek, Die Vollmacht Jesu, véase la nota 71. lencia del título».

98 99
de que Pilato está convencido de la inocencia de Jesús, se doblega ante mediante la cita de Zac 9,9, la entiende Marcos como un acto de majes­

la voluntad de la muchedumbre, que pide que se ponga en libertad a tad que Jesús realiza conscientemente; pero no se desvelan sus pen­

Barrabás y que exige la crucifixión de Jesús (15,7-15). Los soldados ro­ samientos asociados con ello. Y, así, lo de «el Hijo de David» queda

manos ultrajan a Jesús como a «rey de los judíos», y finalmente lo cru­ más bien en segundo plano.

cifican (15,16-20). El letrero fijado en la cruz indica cuál es su delito: él La superioridad de Jesús sobre David encuentra un eco en el liti­

es el rey de los judíos (15,26). La interpretación errónea como rebelde gio sobre la acción de arrancar espigas en sábado (2,23-28). Porque

político hace que el título de rey sea inadecuado e inadmisible para entonces Jesús se basa en que David comió de los panes sagrados de

Marcos; el Crucificado es más para él: es el Hijo de Dios (15,39). la ofrenda e hizo que sus compañeros comieran también de ellos

(2,25s ). Podríamos completar así el argumento: si David hizo ya algo

b) El Hijo de David que estaba prohibido por la ley, ¡cuánto más derecho tendrá el Hijo

del hombre a trasgredir un precepto relativo al sábado! (conclusión a

Ya hemos visto que el diálogo sobre la filiación davídica del Me­ minori ad maius). El Hijo del hombre es Señor del sábado; Mateo

sías (12,35-37) no cuestiona que el Mesías sea el Hijo de David, pero refuerza aún más esta idea: «Hay aquí algo más importante que el

hace que este título quede por detrás de la verdadera dignidad de Jesús templo» (12,6).

(como Hijo de Dios o como Hijo del hombre). La condición de «Hijo Si lo de «el Hijo de David» no es para Marcos un título adecua­

de David», según la comprensión judía de aquel entonces, no era sufi­ do de Cristo, nos sorprende que Jesús acepte la ardiente súplica, for­

ciente para el Jesús marquino. La relativización de la filiación daví­ mulada por dos veces, del ciego Bartimeo: «[Hijo de David, ten com­

dica se observa también en otros pasajes. Con ocasión de la entrada pasión de mí!», y la escuche (10,48.49). A propósito de esto hay que

triunfal de Jesús en Jerusalén, el pueblo exclama: «¡Bendito el que tener en cuenta: a) El clamor a gritos del mendigo estaba enraizado

viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, el de nues­ en la tradición, como nos permite ver el relato de Mateo, que amplía

tro padre David!» (ll,9s). el episodio refiriéndose a dos ciegos, que también claman a gritos (9,27-

Mateo no tiene dificultad en poner en labios del pueblo la excla­ 31). b) Jesús se encuentra camino de Jerusalén, en las cercanías ya de

mación: «¡Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en el nom­ la ciudad, y cuanto más se acerca a la capital donde ha de cumplirse

bre del S e ñ o r ! » ( 2 1 , 9 ) . Lucas habla del Rey que viene en nombre su suerte, tanto menos quiere él mantener oculto su secreto mesiáni­

del Señor (Le 19,38). En Marcos las palabras se hallan formuladas con co. Al ciego que había sido curado no se le impone precepto alguno

mayor reserva; el pueblo dirige su esperanza hacia el reino que viene, de silencio, y Jesús se complace en que, en su entrada triunfal en Jeru­

«el de nuestro padre David». Cuando Jesús acepta esa exclamación, salén, se aclame la llegada del reino del padre David. e) La exclama­

la entiende como expresión del reino de paz que llega, el reino que se ción del hombre «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» es expresión

aguardaba del Mesías del linaje de David. Pero ni siquiera es seguro de la fe popular en el Mesías. Esta fe se puede interpretar, sí, de di­

cómo el pueblo se imaginaba el futuro reino del Hijo de David; la ferentes maneras; pero Jesús puede enlazar con esa fe, de la misma

expectación del pueblo se mantiene en suspenso. Por la adición resal­ manera que le basta la fe «mágica» de la mujer que padecía de hemo­

ta únicamente que se trata de un reino traído por Dios, de un reino rragias, para añadir a ella su comprensión -más profunda- de la fe,

que viene «de lo alto»: «¡Hosanna en las alturas!». Y conceder a esa mujer la curación (5,25-34). Con la exclamación del

Esto podía aceptarlo Marcos, cuando pensaba en el reinado de mendigo no se dice que Jesús acepte esta fe concebida en un sentido

Dios proclamado por Jesús; pero Marcos se negó a ofrecer una inter­ estrechamente teocrático.

pretación concreta del reino de David. La entrada triunfal de Jesús En general, lo de «Hijo de David» desempeña tan sólo un papel

a lomos de un borriquillo, que Mateo interpreta mesiánicamente secundario en la imagen de Jesús, tal como Marcos la contempla.

100 101
c) El «Señor» d) El más Fuerte

La cosa es distinta con la denominación de Jesús como «Señor» Juan el Bautista anuncia ya al «más Fuerte» que viene detrás de

( Kúpw�). Este título tenía gran importancia para Marcos, como vemos él (1,7), y, según la comprensión marquina (cf. l,7b), por el más

por el diálogo acerca de la filiación davídica del Mesías, donde se decla­ Fuerte se entendería a Jesüs'". En 3,27 se designa a Jesús como el

ra, basándose en la cita bíblica del Sal 110,1, que Jesús es el «Señor» más Fuerte, que vence al fuerte (a Satanás o al príncipe de los demo­

de David (12,36-37a). La cita explícita «Pongo a tus enemigos bajo tus nios). La idea se desarrolla en dos parábolas: Satanás no puede ex­

pies» hace referencia al señorío y dominio del Exaltado. Éste tiene pulsar a Satanás, porque con ello destruiría su propio reino (3,23-

una posición de poder que se basa en su exaltación al lado de Dios. 26), y nadie es capaz de irrumpir en una casa, a saber, en donde se

En las partes narrativas vemos que varias veces se interpela a Jesús alberga un demonio, si no fuerza primero al señor de la casa. En el

como «Señor» o se le llama con ese nombre. No significa mucho que contexto se dice indirectamente que Jesús expulsa los demonios por

la mujer sirofenicia se dirija a él llamándole «Señor» (7,28). Pero es el poder del Espíritu Santo (cf. v. 29). Esta interpretación no sólo es

sorprendente el estilo narrativo antes de la entrada triunfal de Jesús importante para los exorcismos de demonios, sino también para la

en Jerusalén. «El Señor lo necesita (el borriquillo)» (11,3). En el frag­ imagen de Jesús que está detrás de todo ello. Desde el bautismo y la

mento narrativo afín, en que se habla de la preparación de la sala para tentación, Jesús posee el don del Espíritu Santo y, como Hijo de

la Última Cena, se dice: «Decid al dueño: el Maestro dice: "¿Dónde Dios, es superior a Satanás. Y, así, la denominación de «el más Fuer­

está la sala en la que he de celebrar la cena de pascua con mis discí­ te» desemboca en la concepción, más amplia, de «Hijo de Dios».

pulos?"» (14,14). «Señor» y «Maestro» o también «Maestro mío»

(pa��ouvd 10,51) tienen el mismo significado semántico. También los


e) Profeta
discípulos se dirigen a Jesús llamándole «rabí» (9,5; 10,21; 14,45). En

ello se condensa al menos el alto aprecio hacia la condición de Jesús Tan sólo una vez Jesús habla de sí mismo como de un profeta, pero

como Señor. Es considerable el cambio que se efectúa de 5,19 a 5,20: únicamente al citar aquel proverbio: «No hay profeta sin honra sino

el que había sido curado debe contar a su familia lo que el Señor = en su propia tierra» (6,4). En este encuentro con sus paisanos de Naza­

Dios había hecho por él, pero el hombre va y proclama lo que Jesús ret, Jesús se lamenta del menosprecio que le muestran. No preten­

ha hecho por él. Lo que Dios, el Señor, ha hecho por él, se realiza en de, ni mucho menos, hacerse pasar por profeta, sino únicamente com­

lo que Jesús ha hecho. Finalmente, en perspectiva escatológica, Jesús parar su propia experiencia con la de un profeta. Si la gente le tiene

se convierte en el Señor de la casa, de quien no se sabe cuándo va a por profeta (6,15; 8,28), esta idea no responde a lo que Jesús preten­

llegar (13,35). de ser. En la escena de Cesarea de Filipo, cuando Jesús pregunta a sus

Todo esto no son más que luces laterales que iluminan la condi­ discípulos por quién le tiene la gente, él no está de acuerdo con que

ción según la cual Jesús es el «Señor». Es algo que sólo se consuma le consideren «como uno de los profetas»; él es más, y la respuesta de

cuandoJesús es exaltado a la derecha de Dios y cuando retorne en su

segunda venida. Tan sólo de manera anticipadora se puede decir del


80. J. Becker, Johannes der Ttiufer und Jesus von Nazareth, BST 63 (Neu­
Jesús terreno: «El Hijo del hombre es Señor del sábado» (2,28). Única­
kirchen 1972) 34-37, examina cinco posibilidades distintas de interpretación y se
mente la referencia al «Hijo del hombre» hace que aparezca a su ver­
decide por la figura del Hijo del hombre. Por el contrario, M. Reiser, Die Gerichts­
dadera luz la condición por la cual Jesús es el Señor.
predigt Jesu, NTA NF 23 {Münster 1990) 171-173, se opone a ello y propugna la

interpretación que refiere esta expresión a Dios mismo; Hampel, Menschensohn,

222-226 la interpreta refiriéndola al «Mesías».

102 103
sus mandatos de mantenerlos en secreto, afirma Luz: «Lo que hay que Y, como este empeño tropieza con límites, puede que el resultado

mantener en secreto no es la mesianidad de Jesús o su condición de no sea uniforme. Se recomienda investigar por separado cada uno de

ser el Hijo de Dios, sino el suceso de los milagros de curacion-'". La los complejos del denominado secreto mesiánico, y sacar consecuen­

cosa sería distinta en lo que respecta a los preceptos de guardar silen­ cias de todo ello.

cio impuestos a los demonios (1,34b; 3 , 1 1 ) : los demonios no deben

revelarle como persona, no debe proclamarle como el Hijo de Dios'",


a) Los preceptos de silencio en las curaciones
También la incomprensión de los discípulos se encuadra en este mar­

co cristológico: los discípulos no comprenden, porque el misterio de En las curaciones hallamos tres veces preceptos de guardar si­

Jesús no se les desvelará sino por medio de la resurrección'". H. Raisa­ lencio: 1,43; 5,43; 7,36. Habrá que incluir además 8,26, donde por

nen llega aún más adelante en su profunda obra titulada El secreto el contraste entre «le mandó a su casa» y «le dijo: No entres ni si­

mesiánico en el Evangelio de Marcos. Ensayo de crítica de la redacción quiera en la aldea», se escucha la prohibición de dar publicidad.

(Das Messiasgeheimnis in Markusevangelium. Ein redationskritischer Claro que frente a esto se hallan no pocas historias de curaciones
91•
Versuch) (Helsinki 1976). Según este especialista, cada uno de los en las que no aparece ningún precepto de silencio Desde luego, en

diversos temas necesita una investigación aparte: la instrucción eso­ la mayoría de esas historias un precepto de silencio sería absurdo,

térica de los discípulos, los preceptos de silencio, las historias de cura­ porque se hallaba reunida una gran multitud (2,2; 9,14), porque en

ciones con sus preceptos de silencio, trasgredidos en parte y en par­ la sinagoga todos observaran a Jesús (3,1-6), porque se apiñaba un

te también no trasgredidos, los preceptos de silencio impuestos a los gran gentío (5,31), y porque muchas personas acompañaban a Je­

demonios y los impuestos a los discípulos, y finalmente la incom­ sús (10,46). Pero en otras historias no sucede así. Evidentemente

prensión de los discípulos. La teoría de las parábolas la excluye del no se hablaba de ello en la tradición. Inversamente, podremos pre­

secreto mesiánico porque pertenece a un contexto distinto y no pue­ guntamos si allá donde Marcos expresa una prohibición de dar pu­

de entenderse como concepción de Marcos'", blicidad, no existirá ya un material procedente de la tradición. Los

En todas estas investigaciones, la cuestión acerca de la tradición preceptos de mantener en secreto se hallan atestiguados también

y de la redacción desempeña un papel considerable. Mientras que abundantemente en las historias antiguas de milagros, sobre todo
92•
antes se dedicaba gran atención a la redacción de Marcos, y a él se le en los efectuados según fórmulas mágicas G. Theissen llega a la

entendía como un teólogo que trabajaba de manera muy específica, siguiente conclusión: «Todos los preceptos de guardar silencio que

vemos que hoy día se siente de nuevo mayor inclinación a conceder se encuentran dentro de las historias de milagros, son tradicionales;

prioridad en su obra a la tradición, y a su sujeción a la tradición?", ... todos los que se hallan fuera de las historias de milagros son re­

daccionales». Además: «Todos los preceptos de silencio que se en­

cuentran fuera de las historias de milagros se refieren estrictamen-


86. [bid. 17.

87. /bid. 19s.

88. [bid. 26-28.

89. Das «Messiasgeheimnis», 51-53 y 160. gelista Marcos es un redactor conservador, que muy raras veces reelabora, amplía

90. Así, especialmente Pesch, Das Markusevangelium 11, 37: «Marcos no y enlaza mediante fragmentos que sirven de marco las tradiciones acerca de Jesús

construyó ninguna teoría del secreto, sino que únicamente completó los motivos recogidas en su Evangelio» (58). Desde luego, son impugnables los motivos con­

que había encontrado ya previamente en sus tradiciones». En su obra titulada Das cretos que mueven a admitir la existencia del «Evangelio de la comunidad pri­

Evangelium der Urgemeinde, Herder-Bücherei 748 (1979 y varias reediciones), en mitiva» (cf. la estructuración en grupos temarios, 89-91).

la que pretende entresacar de la segunda parte del Evangelio de Marcos un Evan­ 91. Me 1,29-31; 2,1-12; 3,1-6; 5,25-34; 7,24-30; 9,14-27; 10,46-52.

gelio de la Pasión, trasmitido por la tradición (8,27-16,8), escribe así: «Elevan- 92. Cf. Theissen, Wundergeschichten (nota 16) 144s.

106 107
te al misterio de la persona de Jesús, lo que no sucede nunca den­ b) Los preceptos de silencio en las expulsiones de demonios

tro de las historias de milagros-'".

El motivo tradicional del silencio lo recogió Marcos a fin de inter­ También en las expulsiones de demonios oúnos hablar de preceptos

pretarlo a su manera, como se ve por el hecho de que esas prohibi­ de silencio impuestos por Jesús a los que habitaban en los p osesos

ciones sean trasgredidas (1,45; 5,20). Aunque Jesús quería mantener ( 1,25 .34; 3 ,1 2 ) . De ordinario, tales preceptos de silencio se guardan.

su secreto, sin embargo no impedía que se publicara una curación ¿Por qué Jesús prohíbe que los demonios, que conocen que él es el

extraordinaria. Cómo llegó el evangelista a esta manera de ver las «Santo» (1,24) o el «Hijo de Dios» (3,11; 5,7), le den a conocer como

cosas, puede leerse clarísimamente en 7,36s: después de la curación tal? ¡Precisamente porque ellos conocen su misterio y Jesús no quiere

del sordomudo, la gente «tanto más la pregonaba»; estaban profunda­ que ese misterio se revele! Por tanto, Jesús quiere guardar su miste­

mente asombrados y decían: Jesús «todo lo ha hecho bien. Hace oír a rio más profundo. Él es el oculto Hijo de Dios, que, desde luego, fue

los sordos y hablar a los mudos» (7,37). Este poder creador de Dios, presentado ya a los lectores creyentes por la voz escuchada en el bau­

administrado por Jesús, se manifiesta en la curación de esa persona. tismo, pero que en la actividad terrena de Jesús permanece y debe per­

El precepto de guardar silencio, que es quebrantado, sirve para hacer manecer oculto. Es el misterio mesiánico propiamente tal, que Mar­

que resplandezca el poder de Jesús. Las trasgresiones de los precep­ cos ve realizado en la figura terrena de Jesús. La tensión que con ello

tos de silencio señalan hacia la mano del evangelista, al menos en 1,45 se origina entre la revelación de poder y el ocultamiento se manifies­

y 5,20. Entonces el secreto mesiánico no reside en los preceptos de ta, para Marcos, en la imagen del Jesús terreno, y no puede borrarse.

silencio, sino en la epifanía secreta que con ello se desencadena. Esto

forma parte de la cristología marquina, la cual consiste en la cercanía


c) Las prohibiciones de hablar impuestas a los discípulos
· de Jesús con respecto a Dios en su condición de Hijo de Dios que se

hace patente en todos sus actos. Pero esta interpretación en el senti­ En dos pasajes se impone a los discípulos la prohibición de ha­

do de una epifanía?' no puede aplicarse a todos los textos. Existe tam­ blar: en 8,30, después de la confesión de Pedro, y en 9,9, después de la

bién el misterio del Hijo del hombre, consistente en que él ha de sufrir trasfiguración. La confesión que hace Pedro de que Jesús es el Mesías

y morir, en que Jesús entonces no se revela precisamente en su gloria. no es suficiente para el Jesús marquino, porque el título de Mesías

Existe la prohibición de hablar de la gloria que se hace patente en la puede entenderse también erróneamente. Puede tratarse de la libera­

trasfiguración, hasta tanto que el Hijo del hombre no haya resucita­ ción por obra de un soberano terreno y político, el «Hijo de David», el

do de entre los muertos (9,9). Aquí se presupone un proceso en la cual para Marcos necesita una interpretación que incluya su cercanía

revelación de Jesús, que es palpable todavía en las epifanías de las his- de Dios y su condición de ser «Señor» como corregente al lado de

torias de milagros. · Dios (cf. 12,35-37). Los hijos de Zebedeo se hallan también cautiva­

dos por ideas ilusorias de política de poder ( 10,37) . Jesús no rechaza la

confesión de Pedro, que le reconoce como el Mesías; desde luego, Pe­

dro, a diferencia de las opiniones populares, reconoce a Jesús como


93. !bid. 153.
una figura de Salvador. Y, así, su confesión representa un punto cul­

94. Así particularmente Ebeling, Das Messiasgeheimnis (nota 82), cf. 171:
minante. Pero, por otro lado, no es aceptable sin más para Jesús. Por
«La idea dominante del evangelista es la oferta de salvación hecha por Dios en
eso, Jesús prohíbe su difusión entre el pueblo y comienza a continua­
Cristo, que se hizo cierta por el hecho de la resurrección, y no una caracterización
ción a desvelar a los discípulos cuál es su verdadera mesianidad, el
del Jesús terreno o de sus discípulos según su condición física»; 178: «El Hijo de

Dios epifánico, no el Hijo de Dios oculto y velado, aparece ante los ojos del lector misterio del «Hijo del hombre», que según la disposición divina debe

en la misma medida en que, como tal, estaba vivo también para el evangelista». sufrir y morir. Detrás de la prohibición de hablar, se encuentra ya la

108 109
idea del Hijo del hombre, que es la que revela en toda su amplitud el so que se apodera de toda persona cuando sucede algo completamente

misterio de Jesús. extraordinario, algo que sobrepasa las dimensiones humanas. Pero

La segunda prohibición de hablar después de la trasfiguración de esto no conduce aquí a la fe en el Cristo de la epifanía, sino a un embo­

Jesús, y que se hace a los tres discípulos que fueron los testigos de la tamiento culpable, como lo muestra la continuación del relato: «Pues

revelación de su gloria, se halla formulada también desde la perspec­ no habían entendido lo de los panes y su mente seguía embotada»

tiva pospascual. Tan sólo cuando el Hijo del hombre haya resucita­ (6 ,52). El milagro de que Jesús caminara sobre las aguas, lo mismo

do se desvelará su misterio. Se presupone que la comunidad ha expe­ que el milagro de la multiplicación de los panes, debía haberles

rimentado toda la extensión del acontecer asociado con el Hijo del conducido al conocimiento de quién era Jesús en realidad; pero ese

hombre: su pasión, muerte y resurrección (8,31). A partir de la resu­ conocimiento se cerraba para los discípulos porque su corazón esta­

rrección, puede abarcarse ya con la mirada todo el camino de Jesús. ba embotado.

Evidentemente el narrador quiere impedir que se difunda únicamente La importancia de tal incomprensión de los discípulos resalta en

una imagen del Cristo glorificado marcada por la epifanía. Por tan­ el evangelista por el segundo pasaje, en el cual se muestra con cru­

to, la prohibición de hablar permanece en el horizonte de la cristo­ deza cómo los discípulos no comprenden; se trata del diálogo sobre

logía del Hijo del hombre, tal como ésta se describe en 8,31. Pero, a el pan y la levadura (8,14- 2 1). Este diálogo realza con más claridad y

su vez, después de Pascua, debe imponerse la convicción acerca del acritud el embotamiento de los discípulos con ocasión del milagro de

Hijo del hombre que vendrá con poder ( cf. 8,38). Todo esto se dice la multiplicación de los panes. Los discípulos están preocupados ente­

con miras a la comunidad creyente. Por tanto, esta prohibición de ramente por la idea de abastecerse de pan y no piensan en la situa­

hablar tiene una función diferente a la que posee en los preceptos ción crítica en la que se encuentran, lo mismo que los fariseos y que

de guardar silencio en las historias de curación y en las expul­ Herodes por una actitud mala, la «levadura» de los fariseos y de Hero­

siones de demonios. Tiene una intención de ocultación limitada tem­ des. Se trata supremamente de la incredulidad que nace del descono­

cimiento de la revelación de Dios que se produce en Jesús. Los fari­


poralmente, que se halla relacionada íntimamente con la historia de

la revelación del Hijo del hombre. La conversación al descender


seos, que no comprenden la acción de que Jesús cure en sábado al

de la montaña refleja una vez más el paso por el sufrimiento y la muer­ hombre que tenía la mano seca (3,5 ) , tienen un corazón endurecido

(3,5) y suscitan la indignación de Jesús. Los herodianos, que son fer­


te para llegar a la resurrección (9,10-13). Es difícil decidir si la prohibi­

ción de hablar pertenecía ya a la perícopa tradicional de la trasfigura­ vientes seguidores del rey Herodes, están confabulados con ellos (3,6).

El rey Herodes cree que Jesús es Juan el Bautista que ha resucitado


ción, o de si fue insertada por Marcos. En todo caso, era cosa importante

para Marcos en relación con su cristología del Hijo del hombre.


(6, 1 6) , y con esto yerra igualmente en cuanto al misterio de la perso­

na de Jesús. Según lo entiende Marcos, los milagros de la multiplica­

ción de los panes tendrían que haber abierto los ojos de los discípu­
d) La incomprensión de los discípulos
los. Pero por la actitud que ellos adoptan actualmente, es de temer

que tienen ojos pero no ven, oídos pero no oyen. No comprenden nada
En algunos pasajes la incomprensión de los discípulos resalta de

y tienen un corazón embotado. Esto lo realza Marcos con preguntas


manera tan acentuada que podemos sospechar que detrás de ella se

provocadoras. Está claro que la incomprensión de los discípulos se


encuentra una intención del evangelista. Así sucede especialmente

caracteriza como actitud peligrosa. La advertencia es como un comen­


después que Jesús caminara sobre las aguas: cuando Jesús subió a la

tario más extenso de 6,52: un comentario introducido por el evange­


barca, los discípulos quedaron extraordinariamente atónitos (6,51).

lista, como se ve por la referencia a los dos milagros, trasmitidos por


El hecho de quedar estupefactos que se menciona también en las his­

él, de la multiplicación de los panes.


torias de milagros (2,12; 5,42), describe el estremecimiento numino-

111
110
las (4, 10. 34 ) , la necesidad de la oración y de una fe fuerte (9,28s) y
Pero ¿por qué insiste Marcos en la incomprensión de los discí­

pulos? En realidad, se trata de un motivo tradicional. En la tempes­ sobre los acontecimientos que habrá que esperar al fin de los tiempos

tad del lago (4,35-41) Jesús reprocha a los discípulos su falta de fe, por­ ( 1 3 ,3 ) . Tales instrucciones esotéricas presuponen también, es verdad,

que no se dan cuenta que disponen del poder y de la ayuda de Dios. la falta de entendimiento, pero no un endurecimiento reprobable.

Las palabras enigmáticas de Jesús en 7,15, ellos no las comprenden En el caso de la incomprensión de los discípulos, habrá que dife­

(7,17s). El sentido de las palabras de Jesús acerca de que el Hijo del renciar, pues, entre diversos motivos. La incomprensión -realzada

por el evangelista- ante el camino de Jesús hacia el sufrimiento y la


hombre va a ser entregado, ellos no lo entienden, pero les da miedo

preguntarle (9,32). Su discusión sobre quién de ellos es el mayor ates­ muerte (8 ,32 ; 9,32) la encontró Marcos previamente en la tradición,

tigua lo mal que han entendido las enseñanzas de Jesús (9,33-35). Su pero la encareció. No se trata en todo ello de un cerrarse al camino

rechazo de un exorcista extraño va en contra de la intención de Jesús de Jesús hacia la muerte, que Marcos quiere acentuar vigorosamen­

y revela que ellos tienen una manera diferente de sentir (9,38-40). Asi­ te con la mirada puesta en la comunidad llamada al seguimiento del

mismo, al impedir que los niños se acerquen a Jesús, demuestran que Jesús crucificado (8 ,34 - 3 8) . El precepto del silencio, impuesto a los

tres discípulos des p u é s de la trasfiguración, ordenándoles que no


no tienen presente la enseñanza de Jesús sobre la entrada en el reino

de Dios (10,13-16). No comprenden las cosas los hijos de Zebedeo, que hablen a nadie de lo que han visto hasta tanto que el Hijo del hombre

tratan de acaparar los primeros puestos en el reino de Dios (10,35-40) .


no haya resucitado de entre los muertos (9,9), es, por el contrario, el

Todos estos rasgos de la imagen de los discípulos fueron trasmi­ intento de explicar el camino que por el sufrimiento y la muerte con­

tidos ya por la tradición. Pero Marcos refuerza la falta de compren­ duce a la resurrección. Tan sólo con la resurrección de Jesús se pue­

sión de los discípulos. Después de la parábola del sembrador, Jesús de entender el camino del Hijo del hombre a través del sufrimiento y

pregunta: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo vais a comprender


la muerte (véase también el diálogo al descender del monte, 9,9 - 13 ) .

entonces todas las demás?» ( 4,13 ) . No logran entender el sentido de Se trata de un motivo cristológico que une al Jesús terreno con el Resu­

los actos de Jesús, como lo atestigua el embotamiento de su corazón,


citado y Glorificado. El Jesús terreno aparece siempre desde la pers­

tan intensamente acentuado, después de los milagros de la m ul ti ­ pectiva del Glorificado y que ha de retornar con poder.

plicación de los alimentos. Son muy significativas a este respecto las


En las historias de curación, la incomprensión asocia el motivo

instrucciones particulares que se imparten a los discípulos, y que se


cristológico de que Jesús, en sus actos terrenos, manifiesta su majes­

añaden a menudo en el Evangelio de Marcos (4,10.34; 7 , 17; 9,28s.33; tad de una manera oculta, con el motivo eclesiológico, que quiere con­

10, 10 ; 13,3). En la mayoría de los casos (con excepción de 7,18) el fun­


ducir a la comunidad hacia una comprensión profunda. La imagen

negativa de los discípulos se convierte en un llamamiento positivo diri­


damento de esas instrucciones particulares no es la incomprensión de

gido a la comunidad para que se abra a la revelación que Jesús hace


los discípulos sino que se introducen adicionalmente en el curso de la

acción. Se trata de un procedimiento redaccional que brota de una de sí mismo'". Finalmente, en las instrucciones esotéricas de los dis­

intención que no es la de ser un cargo contra los discípulos. Difícil­


cípulos se hace patente que la mirada está puesta en la comunidad. A

mente podremos dudar de que esto se hace con miras a la comunidad, los discípulos Jesús les revela el sentido de sus palabras y, con ello,

lo revela también a la comunidad futura. Por tanto, la incomprensión


la cual, por medio de esas instrucciones esotéricas de labios de Jesús,

de los discípulos sirve, por un lado, para mantener cerrado el miste­


recibirá directrices para su vida, instrucciones para su conducta". En
rio de Jesús, de manera parecida a como sucede en los preceptos de
cuanto al comportamiento moral, esto es evidente en 7,17 s y 10,10-12 .

silencio impuestos a los demonios, y, por otro, sirve para abrir ese mis-
Pero hay también enseñanzas sobre la interpretación de las parábo-

96. Cf. Reploh, Markus - Lehrer der Gemeinde, 76- 78, 81-86.
95. Cf. Reploh, Markus - Lehrer der Gemeinde (nota 8) 75-88.

113
112
99•
terio en la instrucción de la comunidad. El Hijo de Dios puede hacer­ encargarán de la instrucción de la comunidad Entonces esa ins­

se epifánico únicamente a través de sus palabras y de sus actos; pero trucción forma parte de las enseñanzas esotéricas impartidas a los dis­

cípulos, que están destinadas a la futura comunidad. La teoría del


él se hace reconocible para la comunidad después de Pascua (9,9 ! ) ,

cuando ésta acepta el camino del Hijo del hombre hacia la muerte y endurecimiento de los de fuera tiene un filo polémico contra las per­

sonas que permanecen en la incredulidad y que se hallan fuera de la


lo comprende como llamamiento para configurar su propia vida (cf.

8,34-38). En este sentido, el secreto mesiánico que resalta en la incom­ comunidad. Mateo, que introduce el texto marquino del endureci­

miento «por más que vean» diciendo «porque viendo no ven ... » (13,13),
prensión de los discípulos realiza una función dialéctica: el oculta­
lo entendió acertadamente. La incredulidad es la manifestación (Mar­
miento y la revelación se mantienen íntimamente entrelazados.
cos) o la causa (Mateo) de que no se comprenda. Por tanto, para la

comprensión del Jesús terreno, este texto singular insertado por Mar­
e) La teoría acerca de las parábolas
cos no nos dice nada. La sentencia, insertada desde la perspectiva pos­

pascual, no sirve para analizar el tiempo terreno de Jesús, ni tampo­


La teoría acerca de las parábolas, según la cual el «misterio del
co para la comprensión de Marcos. En lo que respecta al plano
reinado de Dios» es concedido (por Dios) a los discípulos, pero per­
histórico, hay que aceptar que Jesús presentó sus parábolas como un
manece oculto para los de fuera de tal manera que éstos verán y oirán,
lenguaje inteligible; pero, para su verdadera comprensión, es necesa­
pero a pesar de ver y oír no entenderán (Me 4,lls), es una teoría que
rio que el lenguaje metafórico sea disuelto por Jesús (cf. 4,33s).
W. Wrede quiere incluir también en el complejo del secreto mesiá­
Por tanto, el denominado secreto mesiánico se presenta de mane­
nico?'. Pero la cuestión es si el «misterio del reinado de Dios» afecta
ra diferente en los complejos que para él se reclaman. Que la vida
en general al misterio de Jesús como Mesías e Hijo de Dios, o si
de Jesús no trascurrió mesiánicamente, que él no pretendió ser el Me­
se halla relacionado más bien con la interpretación de las parábolas
sías prometido, es una afirmación que no se puede probar. Por lo
por la Iglesia primitiva. La comunidad, representada aquí por los que
menos, Marcos atestiguó la pretensión de Jesús de ser el Mesías en el
seguían a Jesús y por los Doce (4,10), es capaz de entender las pará­
sentido del Hijo del hombre que viene con poder. En la respuesta a
bolas que hablan del reinado de Dios, pero los de fuera no son capa­
98• Pedro, Jesús se presenta así mismo como aquel que, por ser el Mesí­
ces de hacerlo En consonancia, el misterio del reinado de Dios ha
as, ha de recorrer su camino a través del sufrimiento y la muerte (8,31 );
de entenderse como un misterio que se refiere a la instrucción secre­
en la confesión propia ante el Sanedrín, Jesús se presenta como el mis­
ta restringida al círculo de los discípulos, que después de Pascua se
mo Hijo del hombre y Mesías que, habiendo sido justificado por Dios,

ha de venir como Juez escatológico (14,62). Si su mesianidad y su con­

97. Das Messiasgeheimnis, 54-67 (interpreta el «secreto» refiriéndolo a la dición de ser el Hijo de Dios han de ser silenciadas en parte, pero des­
dignidad mesiánica de Jesús).
veladas en parte, entonces es que se entrecruzan diversas tendencias
98. Cf. Schuyler Brown, The Secretofthe Kingdom of God (Mark4:ll): JBL
en cuanto a la presentación. En las historias de milagros, los precep­
92 (1973) 60-74. Le sigue Pesch, Das Markusevangelium 1, 240. Con razón hace
tos de silencio vienen dados previamente por la tradición, pero Mar­
notar: «El término refleja el efecto de la misión; por eso, se ofrecía por sí mismo
cos los recoge y demuestra que son un medio inútil para ocultar la
para su inserción en Me 4» (234). Cf. también H. Raisanen, Die Parabeltheorie im

Markusevangelium (Helsinki 1973) 121-127 (concepción modificada de Mar­ majestad y el poder de Jesús. Los preceptos de silencio impuestos a

cos). De manera diferente piensa Gnilka, El Evangelio según San Marcos 1, 198- los demonios se hallan bajo el aspecto especial de que la filiación divi-
200: «El secreto de Marcos ha sido concebido cristológicamente (situación distinta

era la de la fuente) y constituye el paso de la predicación de Jesús acerca del rei­


99. Así Sch. Brown, Secret, 74; de manera parecida opina Raisanen, «Mesias­
no a la predicación de Cristo eclesial» (199). Este autor opina que «es atinado
geheimnis» (nota 82) 53.
hablar del misterio mesiánico o del misterio del Hijo de Dios» (193).

115
114
na de Jesús es un misterio que de momento debe permanecer ocul­

to. La prohibición de hablar impuesta a los discípulos debe eliminar

un malentendido y ha de preparar el camino del Hijo del hombre a CAPÍTULO TERCERO

través del sufrimiento y de la muerte (8,30s). La disposición de que

hasta después de la resurrección no se hable de la gloria contempla­ MATEO

da en la trasfiguración, proporciona a la comunidad una fundamen­

tación interna para la comprensión de la persona de Jesús, una com­

prensión que sólo se hará posible más tarde.

Estas diversas tendencias puede Marcos comprobarlas en la ima­

gen, no unívocamente clara, de Jesús en su manifestación terrena, una

imagen que no resalta claramente para la fe sino después de la resu­

rrección. Marcos posee fina sensibilidad para este proceso de reve­ El Evangelio de Mateo es mucho más extenso que el de Marcos.

lación en la historia de Jesús. Tomando elementos de la tradición y En las líneas principales de la actividad histórica de Jesús, Mateo sigue

fijando acentos propios, proyecta una imagen polifacética de Jesús muy de cerca al Evangelio de Marcos; pero el material de discursos

no del todo armónica. Supremamente su cristología se orienta por el está considerablemente ampliado, sobre todo por la utilización de la

«Hijo de Dios», que en los actos de Jesús se revela y se oculta al mis­ «fuente de logia» (O), que se infiere de Mateo y de Lucas. En la dis­

mo tiempo, y por el «Hijo del hombre», que recorre su camino por posición de los complejos de discursos, principalmente en los cinco dis­

el sufrimiento y la muerte hacia la resurrección, y que un día se mani­ cursos realzados por una observación final: el sermón de la Montaña

festará como el que viene con poder y gloria. La plena confesión no (capítulos 5-7), el discurso al enviar en misión a los discípulos (capítu­

es posible sino en la muerte (15,39) o después de la resurrección (9,9). lo 10), el discurso sobre las parábolas (capítulo 13), las instrucciones

En la utilización de la tradición y de la interpretación cristológica, dadas a la comunidad (capítulo 18) y el discurso sobre el fin de los tiem­

Marcos va por sus propios caminos, que no proyectan una imagen pos (capítulos 24-25), Mateo se muestra como «sistemático». Pero esto

compacta sino que hacen resaltar una visión muy estratificada. Con no debe llamamos a engaño el hecho de que Mateo, a pesar de todo,

ello quedan fijadas las lindes para la imagen de Jesucristo (Jesús quiere narrar una historia coherente de Jesús, que en él comienza ya

el Cristo), tal como ésta se refleja en el Evangelio de Marcos. No con el origen y el nacimiento (capítulos 1-2) y termina con las historias

obstante, podemos afirmar contundentemente que, para Marcos, el del sepulcro y las apariciones del Resucitado (27,57-28,20).

«Hijo de Dios» y el «Hijo del hombre» son las posiciones clave que Así pues, la vida y la actividad de Jesús se desarrollan dentro de

resultan decisivas para su comprensión cristológica. un marco bastante extenso, que amplía considerablemente el hori­

zonte. Mateo, más claramente que Marcos, narra la historia de Jesús

desde la perspectiva pospascual, asocia al Jesús «histórico» con el Cris­

to «kerigmático» e introduce a Jesucristo en la vida de la comunidad.

Para él, Jesús fundó la Iglesia ( «mi Iglesia») y la edificó sobre Pedro

como roca (16,18; cf. 18,17). Esta comprensión de la Iglesia a partir

del Cristo que pervive en su Iglesia, ha marcado tan intensamente este

Evangelio, que con razón se llama Evangelio «eclesial». Sin embargo,

la mirada retrospectiva hacia Jesús de Nazaret en las tradiciones reco­

gidas por Mateo resalta con suficiente claridad para que parezca jus-

116 117
La mayor extensión del marco tiene la finalidad, más que nada, de
tificada la pregunta acerca de la imagen especial de Jesucristo, tal como
abrir la mirada para que contemple la significación de la persona
la contempla este evangelista. Claro que en todo ello hay que tener
de Jesucristo, tal como Mateo la ve, y para que la comunidad la com­
en cuenta que Mateo ya tenía a la vista la imagen de Jesucristo traza­
prenda.
da por Marcos (véase el capítulo segundo) y la recogió ampliamen­

te. Tan sólo lo nuevo que añade y los acentos especiales que fija pue­

den dilucidar lo específico de su imagen de Jesucristo. Para contemplar a) Los antecedentes históricos que conducen hasta el Salvador Jesús

esta imagen, se recomienda estudiar en primer lugar la estructura del


Jesús es el «Hijo de David», tal como lo manifiesta el «documen­
Evangelio que quiere narrar la historia de Jesús, y luego examinar los
to del origen» (la genealogía) a través de las generaciones, que suman
rasgos especiales que destacan en esa imagen.
tres veces catorce (1,17). Ahora bien, la serie comienza con Abrahán,

el patriarca y antepasado de Israel, y con ello Jesucristo se inserta

en la historia del pueblo de Dios. Él es el Mesías, que a través de José,

el esposo de María, entra legítimamente en la línea de los descen­


l. LA HISTORIA DE JESÚS, TAL COMO MATEO
dientes del rey David y con eso llega a ser el «Hijo de David». A cau­
LA NARRA
sa ya de las cuatro mujeres, que por las especiales circunstancias de

su vida aportan algo insólito e irregular al curso de la historia, a los


2,
antecedentes históricos del Hijo de David se ofrece algo así como
l. EL MARCO DE LA HISTORIA DE JESÚS EN MATEO, MÁS EXTENSO

una señal de lo que habría de ser el nacimiento extraordinario de Jesús


QUE EL DE MARCOS

del seno de una virgen por el poder del Espíritu Santo.

Lo que en Mateo llama primero la atención en comparación con el

evangelista Marcos, es la extensión de la historia de Jesús durante


ciones. El enunciado más importante es que Jesús fue engendrado por obra del
el período que va desde la aparición en público de Juan el Bautista
Espíritu Santo y que tiene su origen en Dios. Entre la abundante bibliografía des­

hasta el mensaje de Pascua escuchado junto al sepulcro de Jesús: un tacaremos las obras siguientes: R. E. Brown, The Birth of the Messiah (Garden

enfoque que se mantiene en la predicación del cristianismo primitivo City/N.Y. 1977) 160-164 (sobre la tradición pre-mateica, con bibliografía);

Id., excursus «Virginal Conception» (ibid.) 517-533; J. A. Fitzmyer, The Virginal


acerca de Cristo (cf. Act 1,22s; 10,37; 13,24). Mateo integra en la «his­
Conception of Jesus in the New Testament: TS 34 (1973) 541-575: K. S. Frank,
toria» de Jesús su origen y procedencia, así como la repercusión de su
R. Kilian, O. Knoch, G. Lattke, K. Rahner, Zum Thema Jungfrauengeburt (Stutt­
actividad terrena por medio de la resurrección del Crucificado. No se
gart 1970); H. Schürmann, Die geistgewirkte Lebensentstehung Jesu, en: W. Ernst y

trata de una ampliación «biográfica», aunque las historias de la infan­ otros (dirs.), Einheit in Vielfalt, Festgabe für H. Aufderbeck (Leipzig 1974) 256-169;

cia en Mateo, lo mismo que las que aparecen en Lucas, pudieran enten­ R. E. Brown, K. P. Donfried, J. A. Fitzmyer, J. Reumann, Mary in the New Testa­

derse de esta manera. Pero según el plan total de esos relatos de fe, ment (Filadelfia - Nueva York etc. 1978) 83-97, 111-134; U. Luz, El Evangelio según

San Mateo 1 (Salamanca 1993) 140-144, 148-153; J. Gnilka, Das Matthdusevangelium


queda excluido un interés histórico-biográfico. Tanto Mateo como
I (Friburgo-Basilea-Viena 1986) excursus: «Die Jungfrauengeburt Jesu», 22-33.
Lucas quieren manifestar que Jesús tiene su origen en Dios, un ori­
2. Se ha pensado que se incluyen en la genealogía mujeres pecadoras, por
gen que sólopuede captarse en la fe, y recurren para ello a determi­
medio de las cuales se hizo visible la gracia de Dios; pero esta idea falla en Rut, que

nadas ideas corrientes en la comunidad helenística y judeocristiana'. es ejemplar en todos los aspectos. No convence tampoco la interpretación de

que hay mujeres no judías, porque María no era extranjera. Es posible que se

presente «un matiz universalista» (Luz, El Evangelio según San Mateo l, 130s). Pero
l. La discusión se centra casi siempre en el nacimiento virginal. Con ello
lo mejor es admitir que Mateo quiso mostrar los caminos inesperados de Dios que
no se capta lo suficiente el sentido teológico que se halla detrás de tales exposi-

11 9
118
de Galilea, tienen un sentido de fondo y simbólico que hace que lo
En la sección 1,18-25, que es una explicación posterior del v. 16,
que sucedió durante la infancia sea una representación anticipada, lle­
este misterio del origen de Jesús se revela a José en una visión en sue­
na de presentimientos, de lo que ha de ser más tarde la suerte de Jesús.
ños, y en él se le revela también a la comunidad creyente. José pon­
La llegada y el homenaje de los estudiosos del curso de los astros, a
drá al niño por nombre «Jesús» (es decir, Salvador), porque él ha de
los que se perfila como representantes del mundo no judío, es una
salvar al pueblo de los pecados. Pero es más todavía: él es el Emma­
esperanzadora señal de la difusión del evangelio entre todas las nacio­
nuel aguardado según la profecía de Isaías (7,14), el «Dios con noso­
nes. Pero en la hostilidad, astucia y maldad del rey Herodes se hace
tros», que ha de permanecer junto a su pueblo y ha de protegerlo y
patente la fuerza de sentido contrario que brota de la incredulidad
guiarlo. Para Mateo esto es ya la señal del futuro pueblo de Dios, un
judía y que se hace sentir a lo largo de toda la historia de Jesús. A pesar
pueblo en el que Jesús estará presente (18,20) y activo hasta el final
de que el nacimiento del Mesías en Belén se hallaba atestiguado por
del mundo (28,20). Este hallarse «Dios con nosotros» que se realiza
las Escrituras (2,6), el niño con sus padres no encuentra allí morada
en Jesús se escucha ya al comienzo del Evangelio y se mantiene has­
estable, sino que tiene que huir a Egipto.
ta el fin, pasando del pueblo de Dios del Antiguo Testamento al pue­
3. El destierro a Egipto adquiere diversos rasgos de la historia de
blo de la alianza nuevamente constituido Con ello se traza una pers­
Moisés. Tenemos en primer lugar el país de Egipto, que antaño había
pectiva ininterrumpida, que, desde luego, lleva en sí la tensión de que
concedido refugio a los israelitas, pero que luego llegó a oprimirlos.
Jesús tiene conciencia de haber sido enviado únicamente a las ove­
En Egipto reinaba el faraón que quiso matar a los hijos varones de los
jas perdidas de la casa de Israel (15,24) y sólo a ellas envía sus discí­
judíos, y ahora encuentra su viva imagen en la persona del rey Hero­
pulos (10,Ss), pero que, como el Resucitado, encarga a los discípulos
des. Según la Agadá judía, tal como se lee en Josefo, uno de los escri­
que proclamen la salvación para todas las naciones (28,19). Esto hay que
bas egipcios predice al faraón el nacimiento del niño israelita que algún
tenerlo en cuenta para conocer el horizonte judeocristiano y gentil­
día habrá de destruir el reino de los egipcios, y que en cambio hará
cristiano en la historia de Jesús (véase 1, 2).
4•
que los israelitas sean poderosos Los estudiosos del curso de los
Pero Mateo no se detiene en la idea de que Jesús es el Mesías daví­
astros, que aparecen en Mt 2, corresponden a los astrólogos de la tra­
dico, el Redentor de los pecados y el «Dios con nosotros» enviado al
dición acerca de Moisés y el faraón. El faraón ordena arrojar al río y
pueblo, sino que en el capítulo 2, mediante el conjunto narrativo de
matar a todos los niños varones israelitas inmediatamente después de
los acontecimientos que tuvieron lugar después del nacimiento
su nacimiento. Pero Moisés se salva maravillosamente de la matan­
de Jesús, nos hace ver ya anticipadamente cuál ha de ser la suerte de
za ordenada por el faraón, y el niño Jesús escapa de los esbirros gra­
Jesús y el camino que él tiene que recorrer. Las historias (proyecta­
cias a la intervención de Dios. Todo estos rasgos no dejan duda algu­
das a modo de midrás) de la llegada de los estudiosos del curso de los
na de que el fondo de la narración de Mt 2 es la Agadá judía sobre
astros, de las asechanzas de Herodes, de la huida a Egipto, del asesi­
5.
Moisés La huida y el regreso podrían haberse plasmado con arreglo
nato de niños en Belén y del regreso de los padres de Jesús a Nazaret
a Éx 4,19s, donde Moisés, ya adulto, regresa de Madián a Egipto por

orden del Señor, porque «han muerto todos los que atentaban contra
6•
la vida del niño» En el complejo narrativo de Mt 2, Jesús aparece
condujeron al nacimiento de Jesús del linaje de David, al nacimiento de Jesús del

seno de la Virgen; cf. Brown, Birth of the Messiah (nota anterior) 71-74.

3. a W. Trilling, Das wahre Israel Studien zur Theologie des Matthaus-Evan­


4. Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos 11, 9, 2.
gelium, StANT X (Munich 1964) 143-163 (sobre la idea de la Iglesia); H. Fran­
5. Cf. A. Vogtle, Messias und Gottessohn. Herkunft und Sinn der mattdischen
kemolle, Jahwe-Bund und Kirche Christi, NTA NF 10 (Münster de W. 1974; 21984)
Geburts- und Kindheitsgeschichte (Düsseldorf 1971) 32-41.
7-93; según él, Mt 28,16-20 es la «renovación del pacto por medio de Jesús» (42-
6. Vogtle, ibid. 49-52.
72); el epílogo de Mateo recoge de nuevo el prólogo de los capítulos 1-2 (321-325).

121
120
como el nuevo Moisés, como el Mesías prometido. Él es el «Hijo de b) La ampliación del acontecimiento de Pascua

Dios», como lo atestigua en 2,15 la cita de cumplimiento. Pero tam­

bién las desgracias que caen sobre Israel por perseguir al niño se repre­ Después de la crucifixión y del entierro de Jesús, Mateo amplía

sentan plásticamente en el llanto de Raquel por sus hijos (2,16-18). el relato marquino con acontecimientos que se produjeron junto al

La suerte sufrida por los niños de Belén es una visión anticipada de sepulcro y con apariciones del Resucitado (27,57-28,20). Lo que Mar­

7•
la suerte que ha de sufrir Israel que rechaza a su Salvador El viaje cos sólo indica, se desarrolla más vigorosamente en Mateo, y el rela­

y traslado a Nazaret se fundamenta con la cita de cumplimiento según to continúa hasta el espacio de la comunidad. José de Arimatea es,

la cual «Él será llamado nazoreo» (2,23), mantiene como «patria chi­ según Mateo, un discípulo de Jesús (27,57), y el sepulcro excavado en

ca» de Jesús la conocida ciudad de Nazaret y profundiza en la elec­ la roca, en el que se deposita el cadáver de Jesús, es un sepulcro nue­

ción del lugar mediante una reflexión sobre el nombre de «nazoreo», vo, propiedad de esa persona. Después, a Mateo le mueve un interés
8•
entendido proféticamente apologético ante las sospechas suscitadas por los judíos de que se

En Mateo, las historias de la infancia de Jesús pretenden arrojar iba a robar el cadáver de Jesús: unas habladurías que perduran has­

plena luz, ya al comienzo del Evangelio, sobre aquel a quien luego se ta los días mismos del evangelista (28,15). Se vigila el sepulcro, encar­

va a presentar en su actividad y en su camino, y pretenden respon­ gando precisamente la vigilancia a un piquete de soldados romanos

der a la pregunta acerca de quién es Jesús, de dónde procede y cómo (27,62-66; 28,14). Este relato, del todo increíble históricamente, lo tie­

9• ne en cuenta Mateo incluso cuando las mujeres visitan el sepulcro.


se perfila su camino Jesús no es sólo el Mesás judío en un sentido

nuevo y singularísimo, sino que es también el Salvador esperado por Los soldados que vigilaban el sepulcro se sintieron horrorizados por

los gentiles y perseguido en el judaísmo. La adoración de los estu­ la aparición del ángel y por el terremoto que la acompañó, y se «que­

diosos de los astros (2,11) apunta anticipadamente hacia la adoración daron como muertos» (28,4); así que ya se habían marchado cuando

de los discípulos después de la resurrección (28,17). las mujeres llegaron. Pero a pesar de la forma como se representa la

escena del sepulcro, con el ángel que desciende del cielo (28,2-5),

7. a W. Rothfuchs, Die Erfüllungsszitate des Matthiius-Evangeliums, BWANT Mateo narra el anuncio del ángel de manera esencialmente idéntica

88 (Stuttgart etc. 1969) 62s. a la de Marcos: «Vosotras buscáis a Jesús, el crucificado ... No está aquí;
8. En lo esencial se proponen dos interpretaciones: una referencia al «renue­
ha resucitado como dijo. Venid a ver el sitio donde yacía» (28,5s). Las
vo» (en hebreo, neer) de Is 11,1, pasaje que en el judaísmo se interpretaba como
mujeres reciben el encargo de ir enseguida a ver a los discípulos para
referido al Mesías, o una derivación de naztr, varón consagrado a Dios. Se discu­
decirles que Jesús va delante de ellos a Galilea; «Allí le veréis» (28,7).
te a qué pasaje del Antiguo Testamento hace referencia Mateo. W. D. Davies y D.

C. Allison, The Gospel According to Saint Matthew 1 (Edimburgo 1988) 278-281, Para Mateo, todo esto es una referencia anticipada a la aparición

prefirieron derivar el término de nastr = el santo de Dios, según Is 4,3; pero a mí de Jesús ante los discípulos en el monte de Galilea (28,16). Las mujeres
me parece que es más obvio el pasaje de Is 11,1. Luz, El Evangelio según San Mateo
trasmiten el encargo sobre Jesús ( a diferencia de lo que se dice en Me
1, 182s piensa que «nazoreo» era una manera de designar a los cristianos en la
16,8) y, de camino adonde estaban los discípulos, tienen un encuentro
región de Siria. «Al retirarse a Nazaret, en la Galilea de los paganos, Jesús pasa
con el resucitado (28,9s). De nuevo les exhorta a decir a los discípulos
a ser el Na�wpai�, es decir, el «cristiano», el maestro y señor de la comunidad que

le sigue y que anuncia su mensaje a los paganos». que deben dirigirse a Galilea; «Allí me verán» (28,10). Estos repetidos

9. K. Stendahl, Quis et unde? An Analysis of Mt 1-2, en: Judentum, Urchris­ encarecimientos acentúan intensamente el reencuentro en Galilea; tal
tentum, Kirche, FS Joachim Jeremías (Berlín 1960) 94-104, pensaba que Mt 1
es la meta de las historias que siguieron a la resurrección. Todo se orien­
responde a la pregunta sobre quién es Jesús, y que Mt 2, al ofrecer numerosos
ta hacia la aparición de Jesús a los discípulos, en la cual él se revela
datos geográficos, explica de dónde procede. Pero ambos capítulos presentan bien
como Aquel a quien se ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra,
a las claras la persona de Jesús, su origen, su significado mesiánico y su suerte. Cf.

Brown, Birth (nota 1) 50-54. Y quien envía a los discípulos para que vayan a todas las naciones.

122 123
rece claramente en el capítulo 12, y quiso crear un relato ininterrum­
Con ello logra Mateo una concentración sobre la última gran esce­
pido?" Me gustaría adherirme a la tesis de que el Evangelio de Mateo
na de la revelación, que representa plásticamente el camino del evan­
pretende ser un libro narrativo, a pesar de que el evangelista, en los
gelio hacia todas las naciones, la difusión universal del mensaje de sal­
14•
capítulos 5-12, se deja llevar más por intenciones didácticas Una vez
vación según las instrucciones de Jesús. Es un encargo dado a los once
que se comprende su voluntad de ofrecer la historia de Jesús en una
discípulos, que representan a los mensajeros de Jesús, un encargo dado
exposición continuada, siguiendo a Marcos en cuanto al encuadre prin­
a toda la Iglesia. Con esto se abre de par en par la puerta para que
cipal, entonces se reconocen con mayor nitidez los perfiles y desa­
la Iglesia continúe la actividad de Jesús. Mateo ve a Jesús -en su mani­
rrollos de los diversos acontecimientos, y los grandes discursos que se
festación terrena y en su poder pascual- ordenado plenamente a la
hallan dispersos entre ellos. Claro que en todo esto hay que tener bien
Iglesia: a Jesús que sigue estando presente en la Iglesia y que per­
presente, sobre todo en lo que respecta a los discursos, la orientación
vive en ella, que la domina y la estimula. A pesar de todo lo que le
del evangelista hacia la Iglesia del futuro. La actividad y el camino de
une con el Jesús terreno y le retrotrae hacia él, la mirada del evan­
Jesús no terminan precisamente en la cruz y en la resurrección, sino
gelista se amplía para ver al Señor que se halla presente y sigue estan­
que continúan en la vida de la Iglesia. De este modo, muchas de las
do entre los suyos con su palabra y sus actos de salvación. La historia
cosas que se dicen acerca de la actividad terrena y de la suerte sufri­
terrena de Jesús se desenvuelve dentro del marco de la historia de
da por Jesús, adquieren un trasfondo claro.
la infancia del Mesías davídico y del «Dios con nosotros» y del acon­
Jesús comienza su actividad en Galilea, cuando deja Nazaret para
tecimiento de Pascua que señala hacia el futuro. De ahí se despren­
ir a vivir a Cafarnaün (4,13). Con anterioridad, en la historia de las
den consecuencias para la imagen de Jesús que Mateo desarrolla en
tentaciones (4,1-11) narrada según la fuente de logia, Jesús venció a
su Evangelio.
Satanás, que quiso provocarle en cuanto a su condición de Hijo de

Dios atestiguada en el bautismo. Es importante el último acto de la


e) El hilo de la narración sobre la manifestación terrena, la actividad y
tentación, en el cual -según Mateo ( a diferencia de Lucas )- Jesús
la suerte corrida por Jesús
rechaza las insinuaciones de dominio hechas por Satanás y se subor­

dina al servicio de Dios. Desde este momento Jesús será el que actúe
La estructura de todo el material ofrecido por Mateo entre las
con plena autoridad y, no obstante, es el humilde Siervo de Dios que
historias de la infancia y los acontecimientos de Pascua es difícil de
proclama a los hombres la salvación de Dios y trae la salud a los enfer­
ver y discutida'", ¿'frata el evangelista de ofrecemos un parangón con
mos y a los que sufren. La actividad de Jesús en Galilea, la región pro­
el Pentateuco, marcado por los cinco grandes discursos?" ¿Quiso crear
metida proféticamente, la «Galilea de los gentiles», en la que res­
una unidad literaria basada en relaciones numéricas y en estructuras
12 plandece la luz de Dios (4,13-17), irradia también sobre las regiones
quiásticas? ¿Recogió de Marcos el hilo de la narración, como apa-

13. et J. Kingsbury, Matthew: Structure, Christology, Kingdom (Filadelfia


10. et Luz, El Evangelio según San Mateo 1, 32-36; de manera distinta pien­
1975) 7-25. Por medio de la señal, casi sinónima, de estructuración en 4,17 y 16,21
san Davies - Allison, Matthew 1 (nota 8) 58-62, quienes afirman reconocer una
( «Desde entonces empezó Jesús» a predicar o anunciar a sus discípulos su propio
estructura general según triadas. «Algunas veces nuestro autor ha construido
camino del sufrimiento), el citado autor ve la cesura entre la proclamación de Jesús
triadas; otras veces ha sido discípulo minucioso de Marcos» (72).
acerca de la llegada del reino de Dios y el anuncio de su propia muerte en la esce­
11. Así especialmente, D. W. Bacon, Studies in Matthew (Londres 1930), quien
na de Cesarea de Filipo, En todo caso, ésta podría ser la estructura principal. Véa­
se basa sobre todo en especialistas anglosajones.
se también Id., Matthew as Story (Filadelfia 1986) 57-94.
12. C. H. Lohr, Oral Techniques in the Cospel of Matthew: CBQ 23 (1961)
14. Luz, El Evangelio según San Mateo I, 43-48; cf. Kingsbury (nota ante­
403-435, quiso mostrar que existía una estructura quiástica en todo el Evangelio.
rior).
Pero con ello llegó a simplificaciones y asimilaciones artificiales.

125
124
colindantes que circunscriben el antiguo territorio de Israel (4,25)
15• le espían y difunden sospechas contra él, más aún, que quieren darle

La enseñanza impartida en las sinagogas, la proclamación del evan­ muerte (12,14). Todos esos acontecimientos han sido recopilados de la

gelio del reino de Dios y las curaciones caracterizan la actividad de tradición, y tomados en parte de Marcos y en parte de otras fuentes; no

Jesús en el sumario de 4,23-25, y luego nuevamente antes de ser envia­ podemos detenernos aquí a comentarlos, pero a mí me parece quema­

dos los discípulos en misión (9,35). Se pone especial énfasis en las cura­ nifiestan la intención de esclarecer la confrontación cada vez mayor en

ciones de diversas enfermedades (4,27), y esta nota característica se tomo a Jesús, con su persona y su actividad. En todas partes se observa

extiende a lo largo de todo el Evangelio". Pero en primer lugar la perspectiva que contempla el tiempo de la Iglesia, en antítesis con el

judaísmo contemporáneo, y teniéndose bien presente que se está for­


se exponen las enseñanzas de Jesús en el Sermón de la Montaña (capí­

tulos 5- 7), una gran composición de discursos que se nutre principal­ mando la nueva familia de Dios (12,46-50). En el centro se halla Jesús, el

Hijo (de Dios) a quien el Padre se lo ha confiado todo ( exclamación de


mente de la fuente de logia y que presenta la actitud de Jesús ante la

ley judía y habla de la conducta moral que se exige a los discípulos. júbilo en 11,25-27), y el Siervo de Dios que no actúa ruidosamente en las

calles, sino que cumple calladamente con su oficio de Salvador y ayuda


Sólo entonces es cuando se describe la actividad salvadora de Jesús
de esta manera a las naciones a que vean triunfar la justicia (12,15-21 )17.
mediante curaciones y actos de poder (8,1-9,34).
Después de este relato sobre la actividad sigue de nuevo un dis­
Mientras que en estas dos secciones principales se halla en primer
curso bastante extenso, a saber, el discurso en parábolas, que en este
plano la actividad de Jesús y los discípulos aparecen únicamente como
lugar no sólo quiere explicar el mensaje de Jesús acerca del reinado
sus acompañantes y seguidores, sin embargo éstos son enviados luego
de Dios, sino también el poder de su predicación para establecer divi­
en misión a fin de que, en el nombre de Jesús y con su autoridad, «ex­
siones, un poder que se expresa en la división entre personas que
pulsen los espíritus inmundos y curen toda clase de enfermedades y
entienden y que no entienden, entre creyentes e incrédulos. Cabría
dolencias» (10,1). Los discípulos, a quienes ahora se llama «los doce
esperar que las parábolas acerca del reinado de Dios figurasen más
apóstoles» (10,2.4), hacen lo mismo que Jesús (9,35), pero llevan el
bien al principio de la actividad de Jesús, a fin de enseñar intuitiva­
evangelio a sectores más amplios a fin de recoger «la cosecha de Dios»
mente lo que significa el reinado de Dios. Pero Mateo quiso esclare­
(9,33ss). El horizonte se amplía hacia la Iglesia misionera. Señal clara
cer lo que sucede cuando se acepta esta predicación, a saber, que se
de ello es la perspectiva de las persecuciones, realzada en la segunda
congrega el pueblo de Dios, una congregación que no obstante tro­
parte del discurso de misión y acompañada por exhortaciones a confe­
pieza con resistencias. El hablar en parábolas ante el pueblo, que es
sar intrépidamente la fe y a ser fieles en el seguimiento (10,17-42). La
cosa que produce división y que sólo ocultamente hace que se espere
sección siguiente, que retorna de nuevo a la actividad de Jesús, presen­
el reino consumado de Dios (13,1-35), se diferencia de la manera de
ta diálogos y confrontaciones acerca de Jesús, primero en la compara­
hablar a los discípulos (13,36-51). Los discípulos, a quienes Jesús se lo
ción con Juan el Bautista (11,2-19); luego se refieren los ayes de Jesús
explica todo cuando «está a solas con ellos» (Me 4,34b ), deberán enten­
increpando a las ciudades galileas (11,20-24 ); a continuación se descri­
der todas las cosas y sentirse poseídos por la noticia que llena de ale­
ben las palabras de júbilo y la exclamación del Salvador (11,25-30). En
gría (parábola del tesoro y de la perla, 13,44-46), a fin de escapar así
el capítulo 12 comienzan las confrontaciones con los adversarios que
del juicio de Dios (cf. 13,41-43.47-50).

15. Cf. G. Lohfink, Wem gilt die Bergpredigt? Eine redationskritische Unter­
17. Cf. R. Schnackenburg, «Siehe da mein Knecht, den ich erwiihlt habe... »
suchung von Mt 4,23 - 5,2 und 7,28f ThQ 163 (1983) 264-284; Id., Wem gild die
(Mt 12,18). Zur Heiltatigkeit Jesu im Matthiiusevangelium, en: L. Oberlinner y
Bergpredigt? Beitrtige zu einer christ/ichen Ethik (Friburgo-Basilea-Viena 1988)
P. Fiedler (dirs. ), Salz der Erde - Lich der Welt, FS Anton Vogtle (Stuttgart 1991)
15-38, especialmente 25-29.
203-222.
16. Cf. 4,24s; 8,16s; 9,35; 12,15; 14,34-36.

127
126
saduceos (16,1), y Jesús, al hablar de la levadura, dice que hay que te­
A partir de este momento Mateo se atiene más de cerca al esque­
ner mucho cuidado con la levadura de los fariseos y los saduceos
ma marquino. El rechazo de que Jesús es objeto en Nazaret (13,53-58),
(16,6.11), lo cual se interpreta como referido a las enseñanzas de esas
el juicio de Herodes sobre Jesús (14,1-2), la muerte del Bautista (14,3-
personas (16,12). Aquí vuelve a manifestarse la oposición frente al ju­
12), quien para Mateo fue el predecesor de Jesús en el sufrimiento
daísmo dirigente, representado por los fariseos y los saduceos a pesar
(17 ,12s ), hacen que se vaya haciendo más aguda la situación amenaza­
de las diferencias doctrinales que separan a unos de otros.
dora que se cierne sobre Jesús. Pero, después, el milagro de la multipli­
El punto culminante de toda esta primera parte principal es la
cación de los alimentos para dar de comer a cinco mil personas en un
escena de Cesarea de Filipo, cuando Pedro confiesa que Jesús es
lugar solitario vuelve a hacernos ver en perspectiva la imagen del pue­
el Cristo, el Hijo del Dios vivo, y recibe de Jesús la promesa de que él
blo de Dios que se está congregando (14,13-21). También en los rela­
edificará su Iglesia sobre esa roca (16,13-20). No podemos detener­
tos que vienen a continuación Mateo se atiene a la secuencia marqui­
nos aquí a estudiar todas las cuestiones relacionadas con esta tradi­
na. Claro que él fija acentos especiales. El milagro de Jesús caminando
ción de sentencias que procede de la comunidadmateica-", En lo que
sobre las aguas del lago ( 14 ,22-33) se convierte, con la escena de Pedro,
respecta a nuestro tema sobre la imagen de Jesucristo en Mateo, habrá
en una exhortación encarecida para que se supere la poca fe y se adore
que afirmar lo siguiente:
a Jesucristo como el Hijo de Dios. El.diálogo acerca de la pureza, a pro­

pósito del lavado de las manos, se amplía hasta convertirse en una ins­
l. Para Mateo, Jesús es el Mesías en el sentido singularísimo de
trucción sobre la verdadera moralidad que debe brotar del corazón
«Hijo del Dios vivo» y al mismo tiempo Hijo del hombre que recorre
(15,1-20). Jesús ataca a los fariseos, que son ciegos y guías de ciegos
su camino a través del sufrimiento y la muerte para llegar a la resu­
(15,12-14), y advierte contra los malos deseos que impulsan a todos los
rrección, a la justificación y la glorificación por Dios (cf. 16.1 ).
pecados que se enumeran en el Decálogo (15,19). La mujer cananea,
2. Este Cristo, ya en su vida terrena, en la hora de Cesarea de Fili­
que es pagana, implora para su hija la misericordia del Hijo de David y
po, se revela a Simón Pedro, su discípulo principal, como Hijo de Dios
no acepta la palabra de Jesús según la cual él ha sido enviado única­
(16,17). El discípulo participa de manera especial en la revelación pro­
mente a las ovejas perdidas de la casa de Israel (15,24-27). Los numero­
metida por el Padre -en el Hijo- a los «pequeñuelos» (cf. 11,27),
sos enfermos que son curados a orillas del lago de Galilea (15,29-31)18
una revelación que aquí se atribuye directamente a la clemente y gra-
son señal de la misericordia de Dios, y las multitudes alaban «al Dios de
19•
ciosa manifestación efectuada por el Padre. ·
Israel» (15,31 ) Detrás de todo ello se reconoce la perspectiva judeo­
3. Esta revelación del misterio de Jesús, que los discípulos no de­
cristiana de Mateo. La exigencia de señales procede de los fariseos y los
ben difundir de momento (16,20), se halla dentro del horizonte del

18. Marcos presenta en este lugar la curación de un sordomudo (7,31-37),


20. Véase el detallado análisis de U. Luz, Das Evangelium nach Matthaus 11,
curación que evidentemente sitúa en la Decápolis (7,31 ); cf. K. Kertelge, Die Wun�
452-459, que, en lo que respecta a la historia de las tradiciones, llega a diferentes
der Jesu im Markusevangelium, StANT (Munich 1970) 157-161; L. Schenke, Die
resultados. Sobre el problema del origen véase, entre otros, R. Bultmann Ges­
Wundererziihlungen des Markusevangeliums, SBB (Stuttgart 1974) 269-280; J. Gnil­
chichte der synoptischen Tradition, 147-150, 257-278; O. Cullmann, Petrus. J�nger,
ka, El Evangelio según San Marcos 1 (Salamanca 1992) 345. Mateo, que quizá se
2
Apostel, Martyrer (Zurich-Stuttgart 1960), 184-243 (trad. esp.: San Pedro (Madrid
escandalizaba de las prácticas mágicas de carácter popular, ofrece en sustitución
1967]) (con sus raíces en el acontecimiento de la Última Cena); C. Kahler, Zur
un sumario sobre curaciones de enfermos, como corresponde a la tendencia cons­
Form_- und Traditionsgeschichte vom Mt 16m17-19: NTS (1976/1977) 36-58 (origen
tante de este evangelista.
relativamente tardío); A. Vogtle, Das Problem der Herkunft von Mt 16,17-19, en:
19. De ahí no debe deducirse que Jesús sea presentado entre los gentiles
Id., Offenbarungsgeschehen und Wirkungsgeschichte (Friburgo-Basilea-Viena 1985)
como un sanador. También los israelitas podían alabar al «Dios de Israel», cf. Is
109-140 (en sentido crítico); Gnilka, Das Matthausevangelium 11, 50-54.
29,33; Sal 41,14; 72,18; 106,48; Le 1,68.

129
128
parábola de los trabajadores de la viña (Mt 2 0 ,1-16) y la parábola de
acontecimiento pascual, en el cual Jesús se presentará a los discípulos
los hijos desiguales ( 21,28- 3 2 ) . Otros textos proceden de la fuente
como el que ha sido dotado de plena autoridad (28,18). El Jesús terre­
de logia, por ejemplo, la parábola del banquete de bodas (22,1-14) o
no no es sino el Resucitado y el Glorificado. Las palabras dirigidas a
la parábola de los talentos ( 2 5 ,14 -3 0), pero con notable ampliación y
Pedro tienden un puente hacia la gran escena del Evangelio de Mateo,
trasformación. Mateo hace que el vaticinio sobre la destrucción del
la concesión de poderes a los discípulos y su envío al mundo.
templo (24,2) vaya precedido por otras palabras acerca de Jerusa­
4. Jesucristo se asocia con su Iglesia, que recibe la autoridad de él
lén, tomadas de la fuente de logia (23,37-39).
para admitir a personas en el reino de Dios y que con el poder de atar
No es necesario que nos detengamos aquí a estudiar todas las cues­
y desatar somete a la gente al señorío del Cristo exaltado. La Iglesia
tiones relacionadas con las fuentes y con la actividad redaccional de
no puede ser subyugada por el poder de la muerte (v. 18b ). Esta pers­
Mateo. Es digno de tenerse en cuenta un gran discurso de impreca­
pectiva armoniza con la imagen de Jesús que se traza en el Evangelio
ción contra los fariseos en el capítulo 23, que Mateo ha ampliado nota­
de Mateo como Señor y futuro Juez.
blemente en comparación con Me 12,37b-40 y Le 20,45-47; cf, 11,4 5 -
5. La función de roca, prometida a Pedro, señala una especial voca­
47.52. Este discurso lleva la marca especial de la mano del evangelista,
ción del apóstol (cf. 4,18; 10,2), que se remonta al tiempo de la vida
que en él amplía su crítica contra el judaísmo contemporáneo. Pero
terrena de Jesús, pero que no le saca del círculo de los que han sido
en este discurso, antes de los siete «ayes» (23,13-33), hay también algu­
llamados a ser discípulos (10,2-5: 18,18). Por tanto, la imagen de Jesu­
nas frases dirigidas directamente a la comunidad de los discípulos y
cristo abarca al Jesús que actúa en la tierra, constituido en poder en
que presentan ante los ojos de ella una imagen de Jesús que debe res­
su resurrección, y que continúa en la Iglesia sus tareas de salvación.
plandecer ante la comunidad. « Vosotros, en cambio, no os dejéis lla­

mar rabí, porque uno es vuestro maestro, y todos vosotros sois her­
Con la escena de Cesarea de Filipo se realiza un cambio profun­
manos. .. » Mediante su servicio humilde, Jesús se convierte en el modelo
do en el diseño del camino de Jesús. Este cambio queda marcado
y el maestro que todos deben emular (cf 20,26-28). La Iglesia a la que
lingüísticamente por la frase de 16,21: «Desde entonces comenzó Jesús
Jesús ha confiado su autoridad se convierte en una comunidad de her­
a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y que tenía
manos, idea que se desarrolla aún más extensamente en las instruc­
que sufrir mucho por causa de los ancianos, de los principales sacer­
ciones dadas a la comunidad en el capítulo 18. Por consiguiente, la
dotes y de los escribas; que lo matarían y al tercer día resucitaría».
imagen de la Iglesia 'Se halla configurada enteramente según el para­
Si se compara esto con lo que se dice en 4,17: «Desde entonces empe­
digma de Jesús, que es quien la dirige.
zó Jesús a predicar ... », hay que reconocer un giro en la narración pues­
En la doctrina Jesús sigue siendo el Maestro; pero su doctrina se
to conscientemente por Mateo. Aquí se halla un punto cardinal en
convierte en imagen concreta por medio de su vida, su servicio a los
la historia de Jesús, de tal manera que a partir de este momento se
pobres y a los que sufren, su renuncia al dominio y, supremamente,
observan estructuralmente dos grandes conjuntos formados por 4,17 �

1. por la entrega de su vida como «rescate por muchos» (20,28). En cuan­


16,20 y por 1 6 ,21-28, 2 02
to a los días de Jerusalén, Mateo sigue los acontecimientos en el orden
La segunda parte se atiene con gran exactitud a la estructura del
en que los sitúa Marcos (purificación del templo, maldición de la higue­
Evangelio de Marcos, principalmente por las predicciones de la pasión:
ra y finalmente entrada triunfal) y los diálogos con diversos grupos
Mt 16,21 = Me 8,31; Mt 1 7 , 23 s = Me 9 , 3 1 ; Mt 2 0, 18s = Me 1 0,3 2 -34 .
(fariseos, saduceos, escribas), hasta qu e el discurso sobre el fin de
Desde luego, en la marcha de Jesús a Jerusalén, además de los tex­
los tiempos, de Me 13, le ofrece la ocasión para situar en los capítulos
tos marquinos, se han recogido también otras tradiciones, como la
24-25 un último gran discurso de Jesús, con intenso acopio de mate­

rial marquino (véase la observación final en 26,1). De este modo, el


21. Cf. Kingsbury, Matthew (véase la nota 13), 21-25.

131
130
evangelista ha continuado la historia de Cristo hasta los últimos días los «hermanos más pequeños» no se limita a los cristianos o a los misio­

trascurridos en Jerusalén, y acto seguido viene la historia de la pasión neros cristianos, sino que hay que referirlo a todas las personas que

en los capítulos 26-27. padecen necesidad-'. Al juicio universal tendrán que someterse todas

Esta visión de conjunto, sumamente concisa, quiere mostrar el las naciones; a cada una de ellas el Hijo del hombre la retribuirá según

marco narrativo en el que Mateo encuadra su obra. Hay una intensi­ merezcan sus actos (16,27). En todo esto se está hablando también

ficación progresiva del conflicto con los sectores dirigentes del ju­ -y no menos-- a la Iglesia; pero el horizonte se amplía. Según hayan

daísmo, que rechazan a Jesús. Pero en medio de todo ello se va per­ sido las obras de misericordia, será la sentencia que se pronuncie sobre

filando la piedra angular Jesucristo, puesta por Dios y contra la cual todos, hayan conocido o no al Jesús terreno (cf. 25,44). «El tema es la

se desbaratan todos los ataques de los adversarios al tiempo que sur­ realización escatológica del orden de Dios para el mundo por medío.
24
ge el renovado pueblo de Dios (cf. 21,42-43). La akolouthia (o «secuen­ de la venida del Hijo del hombre.» Con esto se amplía la mirada

cia») de Marcos se va rellenando con material adicional que mues­ pasando del Señor de la comunidad al Juez y Rey cuyos dominios abar­

tra a la Iglesia cuál es el camino hacia el futuro y cuál su responsabilidad can todo el mundo de los hombres. El Cristo resucitado y que ha de

(cf. las parábolas en 24,24-25,30). La descripción del juicio universal retornar asienta -al dictar sentencia- su señorío sobre todo el

(25,31-46) abre un horizonte universal, una visión del fin, cuando el cosmos.

Hijo del hombre ha de venir en su gloria y ha de sentarse en su tro­

no de gloria para juzgar a todos los pueblos-'.

Pero hay además unas ideas que completan la imagen mateica de 2. EL HORIZONTE JUDEOCRISTIANO Y GENTILCRISTIANO

Jesús. Cuando el Juez del universo dice: «Lo que hicisteis con uno DE LA HISTORIA DE JESÚS

de estos mis hermanos más pequeños conmigo lo hicisteis» (25,40),

entonces él se identifica con los pobres, los necesitados y los oprimi­ Ha sido motivo constante de irritación el observar en el Evan­

dos, y lo hace en una forma que está preparada, sí, por la misericor­ gelio de Mateo no sólo una estrecha perspectiva judeocristiana sino

dia de Dios con los hombres, pero que alcanza un nuevo nivel por la también una amplia perspectiva gentilcristiana. La acentuada misión

vinculación con la figura histórica de Jesús mismo. En las personas de de Jesús y de sus discípulos hacia las «ovejas perdidas de la casa de

los necesitados encontramos al mismo Jesús y, por cierto, a aquel Jesús Israel» (10,6; 10,24), la afirmación encarecida de que Jesús no quie­

que, durante su vida en la tierra, practicó y exigió la misericordia. El re suprimir la ley sino cumplirla (5,17), las citas de cumplimiento, que

futuro Juez del universo, que ha de retornar, no es sino aquel que en se basan desde luego en una lectura cristiana del Antiguo Testamen­

otro tiempo realizó entre los hombres obras de misericordia. Lo de to; la denominada cláusula de fornicación (5,32; 19,9), que tiene en

cuenta ideas judías, los conceptos predominantemente judíos como

«reino de los cielos» y «justicia», y el origen de Jesús que desciende


22. La introducción en 25,31-32a señala que ha habido una redacción matei­

ca, la enumeración de las obras de misericordia tiene analogías en textos bíbli­

cos y rabínicos. Cf. P. Billerbeck, Kommentar zum NT aus Talmud und Midrasch

IV (Munich 1928), excursus: «Die altjüdischen Liebeswerke», 559-610; A. Wtken­ 23. Cf. G. Gross, Die «geringsten Brüder» Jesu in Mt 25,40 in Auseinander­

hauser, Die Liebeswerke in den Gerichtsgemalden Mt 25,31-46: BZ 20 (1932) 366- setzung mit der neueren Exegese: BiLe 5 (1964) 172-180; P. Christian,Jesus und sei­

377; J. Friedrich, Gott im Bruder? Eine methodenkritische Untersuchung von Redak­ ne geringsten Brüder. Mt 25,31-46 redationsgeschichtlich untersucht, EThSt 12

tion, Überlieferung und Traditionen in Mt 25,31-46 (Stuttgart 1977) 164-171. Pero (Erfurt 1975); U. Wilckens, Gottes geringste Brüder-e-Zu Mt 25,31-46, en: E. Ellis­

hay también analogías en textos egipcios y mandeos, cf. E. Brandenburger, Das E. Grasser (dirs.),Jesus und Paulus, FS W. G. Kümmel (Gotinga 1975) 363-383;

Recht des Weltenrichters. Untersuchung zu Matthdus 25,3-46, SBS 99 (Stuttgart Brandenburger, Recht des Weltenrichters (nota anterior), 128-131.

1980) 62-67. 24. Brandenburger, Recht des Weltenrichters (véase la nota 22), 108.

132 133
de la familia de David, delatan la tradición judeocristiana en que Mateo tado: Mateo sabía hebreo y era miembro del pueblo judío. En reali­

se halla y a la que se aferra. Por otro lado, hay no pocos lugares que dad, no se puede negar este trasfondo judío, a pesar de algunas obje­

ciones basadas en la supuesta falta de conocimientos del judaísmo".


muestran una polémica antijudía, un distanciamiento de instituciones

judías («vuestra» sinagoga, 9,35; 23,34), un rechazo de los preceptos Ahora bien, de ahí se deducen consecuencias para la imagen matei­

de la ley judía (15,1-9; 23,16-22.23s) y violentos ataques contra la con­ ca de Jesucristo. Jesús procedía del judaísmo y permaneció vinculado

a él a pesar de los ataques que se le dirigieron. Mateo vio así a Jesús.


ducta de los escribas y los fariseos. Sobre todo en el curso del Evan­
De ello hay poderosos indicios, como el título de «Hijo de David»,
gelio de Mateo, va resaltando cada vez con mayor intensidad la pers­
la continuada vigencia de la ley judía aunque interpretada de mane­
pectiva de la Iglesia universal, la comunidad salvífica integrada por
ra nueva, la adhesión a prácticas de la piedad judía (las limosnas, la
todas las naciones, hasta que este aspecto alcanza su punto culminante
oración, el ayuno, 6,1-18). La historia incipiente de la Iglesia matei­
en el encargo de misión dado por el Resucitado. ¿Desde qué punto
ca señala un origen judeocristiano que se mantiene hasta en la vida
de vista escribe Mateo, y cómo armoniza él los textos divergentes?
ulterior de la comunidad ( cf. 18,15-17). Pedro debe pagar el tributo
Recientemente se ha considerado a menudo a Mateo como un
25, del templo «para que no escandalicemos a nadie» (17,27). El «Hijo de
escritor gentilcristiano que recogió -eso sí- tradiciones judeo­
Dios» es el Mesías judío (26,63s ), y cuando a Jesús, como «Rey de los
cristianas procedentes de su comunidad. Los puntos de vista siguen
judíos», se le condena por revolucionario (27,37), la denominación de
siendo divergentes hasta el día de hoy. U. Luz, en su gran comentario
Rey -para Mateo- no es inapropiada, aunque Jesús no se mani­
sobre Mateo, ha vuelto a abogar decididamente por la procedencia
festó como libertador político sino que hizo su entrada triunfal en
del Evangelio de Mateo de una comunidad judeocristiana y por su
Jerusalén como Rey pacífico que trae salvación y bendición (21,5).
composición por un autor judeocristíano". Con ello adquiere nuevo
Parece difícil que en el tiempo en que se escribió el Evangelio, la Igle­
peso el testimonio de Papías (en la interpretación de J. Kürzinger) que
sia mateica estuviera integrada aún en la liga de sinagogas judías",
atestigua que en Mateo hay una forma expositiva marcamente judía".
contra ello hablan los textos de viva repulsa del judaísmo farisaico;
Pero prescindiendo de este testimonio externo, hay gran abundan­
pero los puentes no se habían destruido por completo. Toda la histo­
cia de observaciones que hablan en favor de que el Evangelio de Mateo
ria de la salvación y de la perdición se halla detrás de la experiencia
tuviera su origen en eljudeocristianismo. Davies-Allison examinaron
28 de la Iglesia. No se trata de un cambio absoluto hacia algo nuevo; el
especialmente el material lingüístico y llegaron al siguiente resul-
pueblo de Dios del Antiguo Testamento ha llegado a ser, en la Igle­

sia, el «verdadero Israel» que debe producir sus frutos (21,43). El esla­

25. Cf. P. Nepper-Christensen, Das Matthiiusevangelium - ein judenchris­ bón que lo une todo es Jesucristo, que cumple de manera nueva las

tliches Evangelium?, AThD 1 (Árhus 1954); Strecker, Weg der Gerechtigkeit, 15- antiguas promesas, sigue adhiriéndose a las exigencias de la ley e insis­

35 ( «Los elementos helenísticos y no judíos de la redacción sugieren que el autor te en que no pasará ni la letra más pequeña de ella «hasta que todo se
pertenecía al cristianismo gentil», 34); R. Walker, Die Heilsgeschichte in ersten
cumpla» (5,18).
Evangelium, FRLANT 91 (Gotinga 1967) passim, especialmente 127-144: J. P.

Meier, Law and History in Matthew's Gospel, AnBib 71 (Roma 1976) 14-21; Id.,

The Vision of Matthew. Christ, Church and Morality in the First Gospel (Nueva
29. En estesentido se aduce, entre otras cosas: las filacterias, que en Mt 23,5

aparecen como estuches con oraciones que se hallan en los tefillín y evidentemente
York 1979) 17-25.
se entienden como amuletos (pero véase, a propósito, Davies-Allison, 17-19); la
26. U. Luz, El Evangelio según San Mateo 1, 86-90.
cita de Mt 21,5.7 entendida al pie de la letra; el hecho de evitar expresiones ara­
27. !bid. 87; con más reservas se expresan Davies-Allison, 14-16; pero hacen
meas. Pero no se trata de pruebas decisivas.
notar: «Aun antes de Papías, nuestro evangelio fue considerado como un evan­
30. En contra de R. Hummel, Die Auseinandersetzung zwischen Kirche und
gelio judío y como escrito por un judío» (17).
Judentum im Matthiiusevangelium, BEvTh 33 (Munich 1963) 28-33, 159s.
28. Matthew 1, 32-58.

135
134
Así que el Evangelio de Mateo se entenderá únicamente como no están vinculadas necesariamente a la historia del centurión:

una exposición de teología de la historia, que tiene como punto de «Muchos vendrán de Oriente y de Occidente y se sentarán con

partida la antigua comunidad judeocristiana, y que se va ampliando Abrahán, Isaac y Jacob en el banquete del reino de los cielos». Lo

hacia la comunidad predominantemente gentilcristiana. Los princi­ que originalmente fueron palabras de amenaza contra el Israel in­

pios de este horizonte universal ya se encuentran claramente en las crédulo, se convierten en Mateo en palabras de promesa para los

palabras y los actos de Jesús. A partir del «documento de los oríge­ gentiles. El centurión pagano viene a ser el prototipo de los gentiles
33•
nes» ( 1 , 1 ) , que pone de relieve que Jesús tiene su origen en el pue­ creyentes, el «patriarca en la fe de los cristianos gentiles»

blo de Abrahán y que es descendiente del linaje de David, oímos La actividad terrena de Jesús queda limitada -Mateo lo sabe muy

hablar ya en el capítulo 2 de la prometedora llegada de sabios no ju­ bien- al territorio habitado por Israel. No obstante, Jesús extiende

díos dedicados a estudiar el curso de los astros (2,1-12), y luego se también sus viajes más allá de esas fronteras y llega a territorio paga­

nos habla de la actividad de Jesús en la «Galilea de los gentiles» no, donde sucede el episodio de la mujer cananea que pide a Jesús que

(4,15). Todo esto, en el lenguaje de Mateo, son señales anticipadoras tenga misericordia de su hija poseída por un demonio. Tan sólo con

de la futura penetración del evangelio en el mundo no judío. Por la vacilación y resistencia accede Jesús a las súplicas de aquella mujer

«Galilea de los gentiles» se entiende propiamente un territorio de (15,21-28). Es una historia narrada ya por Marcos (7,24-30). Mateo,

Israel; pero «con esta designación veterotestamentaria Mateo inten­ en la respuesta a los discípulos que le apremian, añade aquellas pala­

ta anticipar, en un segundo plano, aquello que la misión de Jesús de­ bras de Jesús: «He sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa

sencadenó en la tierra: la llegada de la salvación a los paganos-". de Israel» (15,24), es decir, mantiene la perspectiva de 10,5b-6. Pero

Cuando, en la visión que José tiene en sueños se interpreta el nom­ luego, al ver la «gran fe de aquella mujer» (15,28), se siente movido a

bre de Jesús en el sentido de que «Él salvará a su pueblo de los pe­ hacer la curación. Vemos que ya en Marcos se trata de una excepción

cados», entonces --en este contexto-> se piensa primero en el pue­ en la actividad salvífica de Jesús, limitada al pueblo judío (Me 7,27:

blo de Israel; pero no es imposible que el evangelista tuviera en «Deja que primero se sacien los hijos»). Pero para Mateo es una his­

mente el futuro pueblo de la salvación que abarca a todos los que toria parecida a la del centurión pagano y contempla también antici­
32•
creen en Cristo Porque en la Última Cena, a las palabras del cáliz padamente la fe de los gentiles. En la región de Tiro y Sidón, la mujer

que hablan de la sangre «derramada por muchos», Mateo añade: pagana es una figura paralela a la del centurión de Cafarnaún. La

«para el perdón de los pecados» (26,28). Y esto, en la mente del misión entre los gentiles, que en su expansión hacia Oriente encuen­

evangelista, no se limita sólo al pueblo judío. Después del Sermón tra una gran fe, se anuncia ya en las palabras y en los actos de Jesús.

de la Montaña, que se asienta en un horizonte judío, se narran los Por el contrario, el milagro en el que se da de comer a cuatro mil per­

actos del Mesías, entre los cuales se halla la curación del criado del sonas (Mt 15,32-39 par. Me 8,1-10) no se interpretará como referen­

centurión de Cafarnaún (8,5-13). A aquel hombre pagano se le ala­ cia a la comunión de mesa de Jesús con personas no judías, porque no

ba por su fe: Jesús no ha encontrado una fe así en Israel. Luego vie­ hay base alguna para ello en el texto. Más bien, se trata de una mira­

nen unas palabras que en Lucas se hallan en otro lugar, es decir, que da anticipada a la celebración de la eucaristía por la comunidad, en la

cual se hallarán también presentes, desde luego, personas que no sean

judías'".
31. Luz, El Evangelio según San Mateo l, 239.

32. Cf. Davies-Allison, 210 (en contra de Luz). Aunque >..aóc:; designa gene­

ralmente al pueblo de Israel, sin embargo podría ser que este término se enten­ 33. F. Schnider - W. Stenger, Johannes und die Synoptiker, BiH IX (Munich

diera aquí, al igual que en 4,16, como referido en el fondo al pueblo de Dios del 1971) 75-85.

nuevo pacto. 34. a. Angelika Seethaler, Die Brotvermehrung- ein Kirchenspiegel?: BZ

136 137
La promesa hecha a Pedro por la que Jesús edificará su Iglesia que acoge a los pecadores «quebrantados» (v. 20), quien precisamente

sobre esta roca (16,18), tendrá también a la vista, según la perspecti­ con ello invierte el juicio de Dios «en victoria» y hace posible la voca­

va de Mateo, las personas que más tarde se han de convertir del paga­ ción de los gentiles". La cita de cumplimiento es «una frase cifrada

nismo. Pero tal cosa no se dice expresamente. Señales más intensas que rebasa con mucho el contexto inmediato, pero que no se hace nun­

de la afluencia de los gentiles se encuentran en la parábola de los viña­ ca explícita, para referirse en un lugar central a toda la historia de Je­

dores malvados: Dios arrendará la viña a otros viñadores (21,44), y sús»37. Partiendo de la actividad sanadora de Jesús en el pueblo judío

en la parábola del banquete de bodas: el rey, decepcionado por el de aquel entonces, se abre la perspectiva sobre el mundo de los genti­

rechazo de los que habían sido invitados en primer lugar, envía sus les, el cual, por sus obras de misericordia, puede esperar su salvación.

criados a las calles para que hagan venir a todos los que encuentren La visión que contempla cómo el mundo de las naciones se gana

(22,10). En el discurso acerca del fin de los tiempos se dice con toda para el evangelio encuentra finalmente su punto culminante en la apa­

claridad: «Este evangelio del reino se anunciará en el mundo entero, rición de Jesús ante los discípulos en el monte de Galilea. El Resuci­

como testimonio para todas las naciones. Entonces vendrá el fin» tado, a quien se ha dado todo poder en el cielo y en la tierra, encar­

(24,14). En Mateo estas palabras, que aparecen ya abreviadas en Me ga a sus discípulos que vayan a todas las naciones y que hagan

13,10, se refieren acentuadamente al fin. A los «gentiles» se les men­ discípulos entre todas ellas (28,18s ). La «Galilea de los gentiles» (4,15)

ciona específicamente varias veces (10,18; 24,9.14). se convierte ahora en el lugar de origen de la misión entre los genti­

El juicio universal, para el cual se reunirán «todas las naciones» les, y el pueblo que vivía en tinieblas y que vio una gran luz se dilata

ante el trono del Hijo del hombre (25,31-46), afectará a todas las per­ ahora para abarcar a todas las naciones, y a ellas se proclama el evan­

sonas. A nosotros nos pareció que no estaba justificada una restricción gelio. Lo que ya resplandecía como promesa en la actividad terrena

con respecto a los gentiles, al hablarse de los que quedaban absueltos de Jesús, llega a ser realidad cierta en la misión de la Iglesia entre

por sus obras de misericordia y que de esta manera encontraban un ca­ los gentiles. Si se tiene en cuenta el «peso de popa» de la grandiosa

mino para la salvación (véase supra, p. 132). Que la mirada recae tam­ escena final, entonces parece como si el evangelista escribiera desde

bién sobre los gentiles se sugiere por otro pasaje reservado para Ma­ un punto de vista decididamente cristiano gentil. Pero eso sería ver

teo: la cita que habla del Siervo de Dios en 12,18-21. El pasaje las cosas de manera unilateral. Mateo tiene a la vista a la Iglesia uni­

describe, según Is 42,1-4, la actividad callada y salvífica del Siervo de versal, integrada por judíos y gentiles.

Dios, quien precisamente por ello obtiene el veredicto divino, la acep­ Claro que sigue en pie la cuestión de por qué Mateo retiene los
35•
tación de las naciones en el juicio y la victoria de Dios En el contexto enunciados rigurosamente judeocristianos que se ponen en labios del

de Mt 12 la extensa cita ilumina la callada y nada provocativa actua­ Jesús terreno. Hay que explicar sobre todo la tensión entre las ins­

ción del Siervo de Dios, a pesar de la hostilidad de los adversarios que trucciones dadas a los discípulos para que no vayan a los gentiles, no

traman su muerte (v. 14). Él es el Sanador de los enfermos (v. 15) y el entren en ninguna ciudad de samaritanos, sino que vayan a las ovejas

perdidas de la casa de Israel (10,5s), y el encargo misionero universal

de proclamar a todas las naciones el mensaje de salvación (28,19).

NF 34 (1990) 108-112. Esta autora cree que el segundo milagro de la multiplica­ Se han propuesto diversas tentativas de solución; entre otras, se atri-
ción de los panes es más original a causa de las cifras simbólicas que hacen refe­

rencia a la Iglesia universal integrada por judíos y gentiles.

35. Tan sólo la última línea «En él pondrán las naciones su esperanza» está 36. Cf. Rothfuchs, Erfidlungszitate, 72-77; R. Schnackenburg, «Siehe da mein

tomada casi literamente de la LXX; el resto es un texto targumizado, visto desde Knecht... » (nota 17), concretamente 217-222.

una perspectiva cristiana; cf. K. Stendahl, The School of St. Matthew (Upsala 1954) 37. Luz, Das Evangelium nach Maahaus 11, 244; cf. también J. H. Neyrey, The

107-115. Thematic Use of lsaiah 42,1-4 in Matthew 12: Bib 63 (1982) 457-473.

138 139
buye el texto de Mt 10,5s a la tradición, y el de 29,29, al evangelista Esto significa para la imagen de Jesucristo: por un lado, Jesús es
38•
Mateo Ahora bien, Mt 28,16-20 contiene también seguramente el Enviado de Dios que -en el tiempo de su vida en la tierra- actúa

elementos de la tradición, por ejemplo, el poder concedido al Exal­ en Israel y entonces, con escasas excepciones, anuncia y trasmite a los

tado, la orden de bautizar, la promesa de la permanencia del Resu­ judíos la salvación de Dios; por otro lado, se va perfilando ya enton­

citado'". Pero el envío en misión de los discípulos a todas las naciones ces el Salvador que, por su cruz y su resurrección, rompe el marco

corresponde, como se indicó anteriormente, a la tendencia de Mateo. judío y ofrece la salvación al mundo entero: ese Salvador tal como

Y, así, este evangelista dejó que aparecieran conjuntamente la misión lo confiesa la Iglesia judeocristiana y gentilcristiana en su actualidad.

del Jesús histórico a Israel y el encargo del Resucitado de llevar el Fue un desarrollo consecuente dentro de la historia de la salvación y

evangelio a todas las naciones. Surge al instante la sospecha de que que halla su expresión en el encargo misionero dado por el Resucita­

Mateo establece una diferencia entre el tiempo terreno de Jesús y la do. El reinado de Dios, ofrecido a Israel y rechazado por sus princi­

situación pospascual que ha cambiado ya por su resurrección y cons­ pales representantes, pasa ahora a un nuevo pueblo (21,43). Para Is­

titución en poder". Y, sin embargo, Mateo no pretende retener como rael esto será una historia de perdición (cf. 23,34-36.37-39; 27,25); pero

un simple dato histórico la misión de los discípulos terrenos a Israel. la historia de la salvación tiene su continuidad en la persona de Jesús

En el «discurso de misión», en 10,1-42, se dilata la mirada para abar­ Y en la comunidad convocada por él. «Su continuidad reside única­

car también la situación pospascual de la misión amenazada por las mente en el Señor de la vocación, en el Señor que actúa de manera
43
persecuciones (10,17s). La situación histórica «se ha hecho traspa­ inmutable.»

rentes" para la futura misión. La orden dada en 10,5s «tiene vigencia

absoluta en las condiciones a la sazón existentes. En cuanto Israel

rechaza la oferta y renuncia a su prerrogativa, y esto sucede al final 3. LA IGLESIA COMO ESPACIO DE LA CONTINUADA ACTIVIDAD DE JESÚS

42•
de la vida de Jesús, entonces esa orientación queda superada» Mateo

ha tenido siempre en perspectiva a la Iglesia misionera. Las instruc­ Ya en Marcos pudimos observar que el Jesús que proclama y ense­

ciones dadas por Jesús a los discípulos a quienes envía a Israel con­ ña está hablando a la futura comunidad y que, con sus instrucciones,

servan también su validez para el tiempo de la Iglesia después de Pas­ quiere mostrarle, en la situación en que ella se encuentra, cuál es la

cua, pero no con aquella limitación a Israel. recta conducta que se debe observar (véase el capítulo segundo, I, 2).

Toda la historia de Jesús, también sus curaciones y actos de poder, sus

confrontaciones con los grupos judíos y su camino hacia el sufrimiento

38. S. Brown, The Twofold Representation of the Mission in Matthew's Gos­ Y la muerte, se han hecho trasparentes para la comunidad. Lo que

pel: StTh 31 (1977) 21-32. Jesús dice y hace se ha transportado a la actualidad y es un constan­
39. Cf. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, 208-211.
te paradigma para la vida de los creyentes". Jesús no es sólo el que
40. a R. Bartnicki, Der Bereich der Tatigkeit de Iünger nach Mt 10,5b-6: BZ
actúa históricamente en la tierra, sino también el que, después de su
NF 31 (1987) 250-256, concretamente 254: «Habrá que asentir seguramente a la

opinión de que la comparación de los textos 10,5b.-6 y 28,19 señala el cambio de

situación que se ha producido por el acontecimiento de Pascua». Véase además

J. P. Meier, Law and History (nota 25) 27-40: «Mateo, con plena conciencia, dis­ 43. Walker, Heilsgeschichte (nota 25), 117. Sobre la obra entera véanse las

pone una "economía" de la salvación: en primer lugar a los judíos, luego a los gen­ recensiones de G. Strecker en: ThLZ 94 (1969) 435-437, y de W. Trilling en: ThRv

65 (1969) 294-298.
tiles» (27).

41. Cf. F. Hahn, Das Verstandnis der Mission im Neuen Testament (Neukir­ 44. a D. Dormeyer, Die Passion Jesu als Verhaltensmodell. Literarische und

theologische Analyse der Traditions- und Redaktionsgeschichte der Markuspassion,


chen 1963) 108.

42. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, 196. NTA NF 11 (Münster 1974) especialmente 269-287.

140 141
dad, y no como los escribas de ellos» (7 ,28s ). Jesús, con sus enseñan­
muerte y resurrección, eleva constantemente su voz y por medio de
zas, y a pesar de atenerse a la ley y a los profetas (5,17-19), erige una
su ejemplo formula exigencias a la comunidad.
novedad mediante su interpretación de la ley, algo que desde enton­
En Mateo esta perspectiva se refuerza y se lleva adelante. Jesús
ces permanecerá como instrucción normativa para la comunidad. El
pronuncia para el presente de la comunidad aquellas palabras: «No
Cristo resucitado ordena encarecidamente a los discípulos que ense­
os dejéis llamar rabí, porque uno es vuestro Maestro, y todos vosotros
ñen a las naciones todo lo que él les ha confiado (28,20). La caracte­
sois hermanos» (23,8). Los vv. 8-10 contienen una regla para la comu­
rización redaccional de Jesús como «Maestro», q ue no es rara en ar­
M
nidad cristiana, que en un triple enfoque rechaza cualquier preten­
cos, se acrecienta en Mateo (8,1 9 ; 12, 3 8 ; 22 ,36) , y por dos veces se
sión de los discípulos de desempeñar un papel dirigente en la vida de
45. dirige la palabra a los discípulos para referirse a su «Maestro» (9,11 ;
la comunidad
17,24). Son pequeños indicios de lo importante que era para elevan ­
No deben dejar que les llamen rabí, padre o preceptor. El v. 10
gelista la figura de Jesús como Maestro (véase también 10 , 24s). El
podría ser una variante de tipo helenizante para cristianos gentiles=,
Maestro de su comunidad es también el modelo para la misma; las
Aunque el fondo del v. 8 lo puede constituir una palabra original de
p alabras que siguen a la sentencia sobre el único Maestro y que dicen:
Jesús, sin embargo el conjunto se halla formulado dentro del horizonte
«El mayor entre vosotros será vuestro servidor» ( 23,11 ) , recuerdan el
pospascual de la comunidad. Para Mateo, Jesucristo es el único Maes­
texto de 20,27s, donde Jesús (el «Hijo del hombre») hace referencia
tro, que incluso en el ámbito de la comunidad sigue siendo la única
expresa a la entrega de sí mismo en servicio a los demás.
autoridad. Esta posición destacada se halla confirmada también por
Así, pues, Mateo vinculó aún más intensamente al Maestro»
«
otros pasajes, especialmente por el Sermón de la Montaña. Se encuen­
Jesús con la comunidad, y le erigió ante ella como la única autori­
tra reunida allí la multitud, pero los discípulos se acercan a Jesús, y él
dad. Jesús, de esta manera, no quiere imponer a la comunidad un
les «enseñaba» ( 5 , 1 ) . En las antítesis, en las cuales se recuerda lo
yugo insoportable (cf. 11 , 29s ; 23,4), pero sí obligarla a la observan­
que se dijo a los «antepasados», aparecen siempre con énfasis aque­
cia incondicional de las instrucciones que él ha dado. Tal es un ras­
llas palabras:« ... pero yo os digo» (5,22.28.32.34.39.44). No se expre­
go fu ndamental de este Evangelio. Lo que Jesús ha ordenado, se
sa entonces una opinión particular en cuestiones discutidas de la ley,
convierte en regla obligatoria para la comunidad. Se alaba como
como la que cualquier escriba podía manifestar, sino que se trata de
bienaventurados a aquellos que tienen hambre y sed de «justicia».
la única interpretación decisiva de la torá que se impone como nor­
47• L a usticia, una palabra predilecta de Mateo, significa el esfuerzo
j
ma a los discípulos de Jesús
p or lograr el orden salvífico establecido por D ios, un orden q ue
Así lo confirma precisamente el resumen final: «La gente se que­
hay que hacer realidad. S e alaba como bienaventurados a los per­
dó admirada de su enseñanza, porque él les enseñaba con autori-
seguidos por causa de la justicia (5,10 ) . La justicia de los discípulos

tiene que ser mayor q ue la de los escribas y fariseos (5,20). Jesús


45. Ofrece un análisis detallado A. F. Zimmermann, Die urchristlichen Leh­
mi smo quiere cumplir toda justicia ( 3,1 5 ) ; los discípulos no deben
rer, WUNT, 2. Reihe 12 (Tubinga 1984) 158-189.
hacer ostentación de su j usticia ante los hombres (6 ,1). La acción
46. Cf. Zimmermann, ibid. l69s.
de b uscar el reino de ios exige también afanarse por la
D usticia
j
47. En el ámbito rabínico hay contraposiciones literales y opiniones pareci­

das en la interpretación de la ley; pero no llegan a aquel autoritario «Pero yo os requerida por D ios (6,33). En todos los pasajes, la «justicia» no es
48•
digo» en labios de Jesús. Cf. E. Lohse, «lch aber sage euch», en: Id., Die Einheit un don de D ios, sino una conducta que se exige a los hombres
des Neuen Testaments (Gotinga 1973) 73-87; Luz, El Evangelio según San Mateo

I, 345: «La expresión introductoria para las antítesis es siempre una creación inde­
48. Cf. B. Przybylski, Righteousness in Matthew and his World of Thought,
pendiente respecto a los paralelismos judíos, aunque exista una cierta afinidad con
MSSNTS 41 (Cambridge 1980); A. Sand, Das Gesetz und die Propheten. Unter-
la terminología exegética judía».

143
142
Así lo recalca Mateo intensamente a la comunidad. Frente a las munidad, conocido también como «reglamiento interno de Dios»

personas ilusas y estériles que existen en la comunidad, Jesús afir­ 49•


para la comunidad en Mt 18 Mateo elabora en consecuencia la

ma: «No todo el que me dice: [Señor, Señor! entrará en el reino de composición de discursos de Me 9,33-50, que está dirigida a Ios

los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los doce discípulos (Me 9,35), y la convierte en un discurso dirigido a

cielos» (7,21). La parábola final, que habla de la edificación de la la comunidad. En la estructura total del Evangelio, este discurso,

casa (7,24-27), acentúa que no sólo hay que escuchar las palabras después del Sermón de la Montaña, del discurso de misión y del

de Jesús, sino que además hay que ponerlas en obra. También la discurso sobre las parábolas, es el cuarto gran discurso, y está con­

comunidad está expuesta a la sentencia judicial de Jesús (cf. 13,41- figurado enteramente con la mirada puesta en la comunidad pos­

43.47-50; 22,11-14; 23,31-46). Cada uno tendrá que dar cuenta de lo pascual. Es notable por de pronto la agrupación en un discurso es­

que haya hecho con los dones y capacidades que Dios le ha conce­ pecífico (véase el final en 19,1). Comprende en sí una perícopa

dido (25,14-30). Se exige vigilancia y buena disposición (24,43s.45- especial sobre el pago del tributo para el templo (17,24-27), que

51; 25,1-13). delata también el interés por la Iglesia. El discurso se halla intro­

En la imagen de Jesucristo aparece aquí un nuevo rasgo en com­ ducido por la pregunta de los discípulos: «¿ Quién es el mayor en el

paración con Marcos. Mateo recoge en el discurso dirigido a la comu­ reino de los cielos?». La discusión de los discípulos sobre el orden

nidad (18,6-9) las serias advertencias, realzadas ya vigorosamente por jerárquico entre ellos (Me 9,33s) se sitúa dentro de una perspectiva

Marcos (9,43-48) contra las seducciones morales. Pero en el Evange­ más amplia. Se habla de la entrada en el reino de Dios, el cual, se­

lio de Mateo es donde más extensamente se expone que Jesús es el gún Mateo, comienza ya de manera incipiente en la Iglesia'", Pero,

Señor que vela sobre la comunidad y que ha de pedirle cuentas. En para llegar a ser el mayor, hay que ser pequeño como un niño; el

el Evangelio de Mateo predomina la función judicial de Jesús, que que recibe a un niño de ésos o a un «pequeñuelo», probablemente

es el Hijo del hombre (cf. 24,50s; 25,lls.41-45). Esta acentuación se a un discípulo que se humilla a sí mismo, recibe al mismo Jesús

halla relacionada con la situación de la comunidad mateica, que en (18,5). Por tanto, Jesús -para la comunidad- se halla presente en

muchas cosas es todavía insuficiente y decepcionante; pero influye los niños o en los pequeñuelos; de ahí también la advertencia de

también en la imagen de Jesucristo. Mateo no vacila en amenazar con que hay que guardarse muy bien de dar escándalo (de incitar a la

el castigo divino a los miembros de la comunidad que fallen. Y a ellos

van dirigidas aquellas palabras: serán arrojados a las tinieblas de afue­


49. Cf. W. Vischer, Die evangelische Gemeindeordnung. Matthdus 16,13-
ra o al horno de fuego, donde habrá llanto y crujir de dientes (8,12; 20,28 (Zollikon - Zurich 1946); W. Trilling, Das wahre Israel (nota 3), 106-123;

13,42.50; 22,13; 24,51; 25,30). ¿No desaparece con ello la misericordia Id., Hausordnung Gottes. Eine Auslegung von Matthaus 18 (Düsseldorf 1960);

de Dios, proclamada por Jesús? Pero a los miembros de la comunidad W. Pesch, Die sogenannte Gemeindeordnung in Mt 18: BZ NF 7 (1963) 220-235;

Id., Matthdus der Seelsorger. Das neue Verstandnis der Evangelien dargestellt am
que hayan dado buena cuenta de sí, se les presenta también en pers­
Beispiel von Matthaus 18, SBS 2 (Stuttgart 1966); E. Schweizer, Matthaus und sei­
pectiva la recompensa, el banquete festivo con Jesús, la vida eterna
ne Gemeinde, SBS 71 (Stuttgart 1974) 106-115; l. Maisch, Christsein in Gemen­
(19,29; 24,31; 25,10.21.23.34). schaft (Mt 18), en: L. Oberlinner y P. Fiedler (dirs.), Salz der Erde- Licht der

La continuada acción de Jesús en la comunidad es un tema Welt, FS A. Vogtle (Stuttgart 1991) 239-266.

que se expresa con muchísimo relieve en el discurso sobre la co- 50. Cf. R. Schnackenburg, Gro/3 sein im Gottesreich. Zu Mt 18,1-5, en:

L. Schenke (dir.), Studien zum Matthiiusevangelium, FS W. Pesch (Stuttgart 1988)

269-282, concretamente 275-277; Id., Matthiiusevangelium 11 (Würzburg 1987) 168.

suchungen zur Theologie des Evangeliums nach Matthiius, BU 11 (Ratisbona 1974) Sobre la relación Basileía-lglesia véase además 'Irillíng, Das wahre Israel, 143-163;

194-205; Luz, El Evangelio según San Mateo I, 315-317; Davies-Allison, Matthew A. Kretzer, Die Herrschaft der Himmel und die Sohne des Reiches, SBM 10 (Würz­

I, 451-453. burg 1971) 225-260; Frankemolle, Iahwe-Bund, 264-272.

144 145
apostasía de la fe) a uno de esos pequeñuelos «que creen en mí». tado, de que él estará con ellos todos los días hasta el final de este

Las sentencias que hablan del respeto a los pequeños y de que hay mundo (28,20). Jesucristo sigue actuando en favor de su comunidad,

que salvar a los extraviados (vv. 10-14), se hallan también dentro y lo sigue haciendo en ella y con ella.

de esta perspectiva. Jesús no quiere que «ninguno de esos peque­ La Iglesia, según Mateo, se hace cargo de la herencia de Israel,

ños» se pierda (v. 14). Pero luego la mirada se dirige a los herma­ el antiguo pueblo de Dios. La comunidad de los discípulos adquie­

nos (y hermanas) que hay en la comunidad creyente. La comuni­ re los perfiles del que había sido hasta ahora el pueblo de Dios.

dad debe acoger al hermano pecador y tiene la autoridad para Recibe títulos de honor que hasta ahora reclamaba Israel para sí:

expulsar de su seno a los que no quieran arrepentirse. Detrás de la ella es la sal de la tierra, la ciudad sobre la colina, la luz del mundo

autoridad para atar y desatar se escuchan las palabras sobre la au­ 52


(5,13-16). La composición de sentencias creada por Mateo utiliza

toridad de que dispone el Resucitado51. Jesucristo, lo mismo que se metáforas que, al menos en cuanto a la «sal» y a la «luz», se habían

la confirió a Pedro (16,19), ha conferido también a la Iglesia, edifi­ empleado para designar la posición de excelencia de Israel. El en­

cada sobre la roca de Pedro, la facultad de decidir sobre el destino fático «vosotros sois» confiere ahora esos predicados de distinción

salvífico de los creyentes. Pero Jesús, como el Señor de la comuni­ a la comunidad de los discípulos de Cristo y, al mismo tiempo, re­

dad, insta más bien al perdón de la culpa, como lo sugiere la ex­ chaza polémicamente las pretensiones de Israel. A los discípulos

hortación al perdón fraterno en 18,21-35. De todos modos, en estos perseguidos (cf. 5,lls) se les muestra su dignidad, y se les hace ver

versículos cortados a la medida de la situación actual de la comuni­ que son «sazón» para la vida del mundo y que tienen poder para

dad, se reconoce toda la autoridad de Cristo ejerciéndola en la co­ iluminar a todos los hombres, pero al mismo tiempo se les hace

munidad y a través de la comunidad. comprender la responsabilidad que tienen de hacer buenas obras.

La presencia de Cristo en la comunidad se ilumina, ademas, con La visión positiva que considera a la Iglesia como el «verdadero Is­

unas palabras que aparecen exclusivamente en Mateo. En primer lugar rael»53, exige de ella una forma de acción que se sienta obligada por

se asegura que si dos miembros de la comunidad se ponen de acuer­ los mandamientos de Cristo. Las buenas obras deben ser vistas

do para orar pidiendo algo en común, el Padre celestial les concede­ por los hombres y deben contribuir así a la alabanza del Padre ce­

rá lo que pidan (v. 19). Y después se indica la razón: «Porque donde lestial (5,16). Señala en la misma dirección una sentencia creada

estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» por Mateo que está dirigida contra los judíos dirigentes que recha­

(v. 20). El punto culminante de toda la cadena de sentencias presen­ zan al último Profeta enviado por Dios, al «Hijo amado»: «Os

ta a Jesús como el Señor que intelectual y espiritualmente se encuen­ digo: Se os quitará el reino de Dios y se entregará a un pueblo que

tra en medio de ellos. Él es quien hace que el Padre celestial escu­ dé a su tiempo los frutos que al reino corresponden» (21,43). Jesús

che las oraciones. Él es quien une entre sí, protege y fortalece a los reconoce que hasta entonces el reinado de Dios se había instaura­

hermanos que se hallan congregados en su Espíritu. Las palabras «en do sobre Israel; pero ahora se les va a quitar por el fallo que han

medio de vosotros» recuerdan el «Dios con nosotros» (1,23) y cons­

tituyen la seguridad concreta, ofrecida por las palabras del Resuci- 52. Cf. J. Soucek, Salz der Erde und Licht der Welt ThZ 19 (1963) 169-179;

M. Kramer, Ihr seid das Salz der Erde. .. ihr seid das Licht der Welt MThZ 28 {1977)

133-157; R. Schnackenburg, «Ihr seid das Salz der Erde, das Licht der Welt», en:

51. Cf. R. Schnackenburg, Das Vollmachtswort vom Binden und Losen, tra­ Id., Schriften zum Neuen Testament (Munich 1971) 177-200.

ditionsgeschichtlich gesehen, en: P.-G. Müller - W. Stenger (dirs.), Kontinuitiit und 53. Cf. Trilling, Das Wahre Israel, especialmente 141s, 212-214. Con mayor

Einheit, FS F. MuBner (Friburgo-Basilea-Viena 1981) 141-157: A. Vogtle, Ekkle­ nitidez aún se estudia la nueva comunidad salvífica en su relación con el antiguo

siologische Auftragsworte des Auferstandenen, en: Id., Das Evangelium und die Israel en Frankemolle, Jahwe-Bund und Kirche Christi (nota 3), también en lo que

Evangelien, KBANT (Düsseldorf 1971) 243-252. respecta al carácter de la obligación que recae sobre la Iglesia de Cristo, cf. 257,307.

146 147
tenido sus dirigentes y se va a entregar a otro pueblo, pero sólo a lo cual Jesús la ha escogido. Cristo actúa en la Iglesia, pero no sólo

condición de que este pueblo produzca también los frutos que de como dispensador de dones. Al final de la interpretación ofrecida en

Mateo de la parábola de la cizaña se escucha la siguiente exhortación:


él se esperan.

En la explicación de la parábola de la cizaña entre el trigo (13,36- «¡El que tenga oídos, que oiga!». Es una dura perspectiva para todos

los que oyen el mensaje de Jesús; pero el final de esta interpretación


43), una enseñanza plasmada redaccionalmente por Mateo, se presu­

pone que el Cristo constituido en su poder sigue actuando. El Hijo del despeja también la mirada para ver la salvación de los justos, que res­

hombre, que en Mateo es «el Señor del juicio que, por medio de la plandecerán como el sol en el reino consumado de Dios, en el reino

del Padre (13,43).


humillación, el sufrimiento y la resurrección, acompaña a la comuni­

Finalmente, la continuada actividad del Resucitado en la Iglesia


dad en todo su caminos>', esparce la semilla en el campo del mundo.

se asocia con la perspectiva de la parusía del Hijo del hombre. La paru­


Pero sólo los «hijos del reino» son buenos frutos; junto a ellos están

sía de Cristo arroja luz y sombras sobre el tiempo de la Iglesia. Pues­


los «hijos del maligno», que se hallan dominados por el diablo (13,38).
to que el Hijo del hombre no ha venido todavía, ahora es tiempo de
Hasta el fin del mundo se efectúa este proceso en el que lo bueno y
expectación y preparación. El discurso marquino sobre el fin de los
lo malo están mezclados, y tan sólo al final se realizará la separa­

tiempos (Me 13) lo ha completado Mateo con tres parábolas que ilu­
ción. Del «reino del Hijo del hombre» se eliminarán las cosas escan­

minan esta situación: la parábola del amo de casa que permanece en


dalosas, los hacedores de la maldad. El «reino del Hijo del hombre»

vela, tomada por Mateo y Lucas de la fuente de logia (Mt 24,42-44;


no debe equipararse con la Iglesia, ya que la semilla del bien se espar­
55• Le 12,39s), la parábola del criado fiel y sensato (24,45-51), que se refie­
ce por todo el mundo Es, más bien, el ámbito en que reina el Resu­
re en Lucas 12,42-46 casi con las mismas palabras, y la parábola de las
citado, un ámbito al que pertenece igualmente la Iglesia, claro está.

diez jóvenes (25,1-13), que Mateo toma de una tradición especial. Esta
La Iglesia es el ámbito especial de la actividad de Cristo, pero no el
última parábola es tanto una advertencia como una promesa: las jóve­
lugar exclusivo en que se consigue la salvación. La Iglesia no tiene
nes que no estaban preparadas quedan excluidas; mientras que las que
garantía de que sus miembros vayan a ser salvados. En el juicio uni­
estaban preparadas entran juntamente con el esposo en la sala de
versal, personas que no conocieron al Hijo del hombre se contarán
bodas. La perspectiva de la parusía es una exhortación para la Iglesia
también entre los elegidos y salvos (25,37-40). Por eso, la Iglesia no
que tiene aún que dar buena cuenta de sí. El elemento impulsor, en
ocupa ningún puesto preferente entre los hombres; lo único que impor­
todo ello, no es la expectación inmediata de la parusía. El momento
ta es cumplir la voluntad de Dios y de Jesucristo, principalmente el
de la parusía se deja en suspenso en Mateo lo mismo que en Marcos
mandamiento del amor. Pero la Iglesia, que se halla bajo el señorío
(cf. 24,42.44.50; 25,13), pero se sitúa más bien en la lejanía (25,5.19).
de Cristo y recibe de él la promesa de que las «puertas del abismo»,
Mateo, lo mismo que Marcos, deja que subsista la tensión entre la
los poderes de la muerte, no la harán perrecer (16,18) y que disfruta
expectación de la cercanía y lo imprevisible del fin (Mt 24,34-36 par.
de la constante asistencia de Cristo (28,20), está llamada de manera
Me 13,30-32). Por eso, hacia el final de su discurso sobre el fin de los
sumamente imperiosa a seguir el camino de Cristo, que conduce a tra­
tiempos, Mateo incorpora la parábola de las sumas de dinero confia­
vés de pruebas y sufrimientos. La Iglesia debe llegar a ser aquello para
das, que exhorta a obtener beneficios con las capacidades que Dios

ha concedido a cada uno como un capital (25,14-30). Por esto Mateo

54. Luz, Das Evangelium nach Matthaus 11, 339. sitúa al final la escena del juicio universal (25,31-46), que como nin­
55. Cf. Strecker, Weg der Gerechtigkeit, 218s; J, Kingsbury, The Parables of
guna otra cosa recalca el llamamiento a practicar las obras del amor.
Jesus in Matthew 13 (Londres 1969) 97; A. Vogtle, Das christologische und ekkle­
Para Mateo, Cristo sigue actuando en su Iglesia hasta su venida
siologische Anliegen von Mt 18,18-20, en: Id., Das Evangelium und die Evangelien
en gloria, sobre todo como llamamiento para que se haga realidad su
(nota 51) 253-272, aquí 261-271.

149
148
textos decisivos del bautismo, de la trasfiguración, del testimonio que
mensaje. Conforme a este objetivo concreto y práctico, que apremia­
Jesús dio de sí mismo ante el Sanedrín, y de la confesión del centu­
ba en vista de la situación existente de hecho en sus comunidades, y
rión. Tan sólo el de «Comienzo del Evangelio de Jesucristo, el Hijo de
conforme a sus cualidades personales como sobrio predicador de la
Dios» (Me 1,1) no aparece en Mateo, porque éste comienza su Evan­
moral, Mateo dibuja a Cristo con vigorosas pinceladas como el Señor
gelio con la «genealogía» de Jesucristo y quiere narrar la historia de
del juicio, pero también como el Señor de la alianza que sigue estan­
Jesús, Hijo de David e Hijo de Abrahán. Pero muy pronto se ve que
do con su comunidad, como «Dios con nosotros», en quien se cum­
Mateo, en esa historia de la infancia ( o «evangelio preliminar»), tie­
plen las promesas y expectaciones de la antigua alianza.
ne bien presente al Hijo de Dios. El niño nacido de María (1,16b) fue

engendrado por el poder del Espíritu Santo (1,20), es decir, ese niño

tiene su verdadero origen en Dios, es el «Dios con nosotros» (1,23).

En el capítulo 2 vemos que al niño se le tributa adoración (2,1); pode­


II. LA IMAGEN DE JESUCRISTO EN EL EVANGELIO
mos muy bien suponer que la designación de «el Niño» ( que apare­
DE MATEO
ce ocho veces) funciona como «equivalente» de la de «el Hijo de
57•
Dios» En la cita de cumplimiento, en 2,15, recogiéndose la deno­

minación aplicada a Israel, a Jesús se le declara «mi Hijo».


l. PREDICADOS CRISTOLÓGICOS APLICADOS A JESÚS

Tomada de la tradición de Q, se ha añadido la historia de las ten­

taciones, en la cual el diablo intenta provocar a Jesús aludiendo a su


Si ya en Marcos las dos denominaciones cristológicas «Hijo de
condición de ser el Hijo de Dios (4,3.6). Como el Hijo, declarado como
Dios» e «Hijo del hombre» dominan la exposición del Evangelio, obser­
tal por Dios en el bautismo, Jesús era capaz de hacer todo aquello a
vamos que también en Mateo estas dos denominaciones ocupan un
lo que el diablo quería inducirle en la tentación. Pero Jesús, íntima­
lugar destacado. Claro que adquieren nuevos acentos, que dirigen la
mente unido con Dios, rechaza todas las ofertas tentadoras, incluida
mirada hacia Jesús de una manera peculiar. Además de éstos, en Mateo
la de dominar el mundo. Así como Israel fue tentado en el desierto
aparecen también otros títulos cristológicos, entre los cuales llaman
'
así es tentado también ahora el representante de Israel, pero él ven-
la atención especialmente el de «Hijo de David» e «Hijo de Abrahán»
ce todas las tentaciones.
(1,1); asimismo, el de «Enmanuel, Dios con nosotros» (1,23) y el de
En la parte principal de la proclamación del reinado de Dios (4,17-
el «Siervo de Dios» (12,18).
16,20), que alcanza su punto culminante en la escena de Cesarea de

Filipo, se presupone la filiación divina de Jesús. Después de la expo­


a) El Hijo de Dios
sición que se hace en 1,1-4,16, la observación final formulada después

del Sermón de la Montaña, a saber, que Jesús enseñaba a la gente


Examinemos en primer lugar el título de «Hijo de Dios» en el
como quien tiene autoridad (7,29; cf. Me 1,22), será difícil entenderla
Evangelio de Mateo. Si la filiación divina de Jesús constituye el núcleo
de otra manera que no sea la de que Jesús poseía plena autoridad por
mismo de la cristología marquina (cf. capítulo 2, II, 1), lo mismo suce­
ser el Hijo de Dios. El hecho de subir a la montaña (5,1) recuerda ya
de con el Evangelio de Mateo. Todos los títulos cristológicos culmi­

nan en la visión de Jesús como Hijo de Dios, como demostró J. Kings­

bury en un análisis de todos los pasajes pertinentes y en la comparación


Titles», 83-127. Véase además E. Schweizer en: ThWNT VIII, 381s; F. Hahn en:

con otras denominaciones cristologicas=, Se recogen y se retienen los Diccionario exegético del Nuevo Testamento (DENT) 11, 1834.

57. Kingsbury, Matthew, 45; cf. Id., The Title Son of David in Matthew's Cos­

pel: JBL 95 (1976) 591-602, aquí 594s.


56. Matthew, capítulo 2: «Toe Title Son of God», 30-83; capítulo 3: «Other

151
150
59•
proléptícamente la subida al monte de Galilea, en el cual el Resuci­ el Padre, que se realiza en el conocimiento óntico» Al «Hijo», por

tado declara ante los discípulos que tiene pleno poder y les ordena su relación con el Padre, se le contempla como Mediador de la reve­

terminantemente que enseñen a las naciones todo lo que él les ha lación y de la salvación, y el Hijo adquiere así una significación sin-

encargado (28,18s). Mateo aclara y profundiza en la dignidad del Hijo . gularísima e insuperable para todos aquellos que no se confían a la

de Dios, que enseña, proclama y cura. A aquel que camina sobre las sabiduría de los hombres, sino que aceptan con fe la revelación que

aguas y que salva de su situación apurada a Pedro que titubea, se le viene de Dios y que se halla manifestada y garantizada en Cristo (cf.

tributa la confesión de los discípulos en la barca (y de la futura comu­ 11,25). En esta sentencia se dilucida la cercanía de Jesús con respec­

nidad): «Verdaderamente eres Hijo de Dios» (14,33). La confesión de tos a Dios Padre, la unidad de función con él, el efecto que esto tie­

Pedro, que reconoce a Jesús como el Mesías, se interpreta como la ple­ ne sobre los que creen en Cristo. No se añade entonces casualmente

na confesión de que Jesús es el «Hijo del Dios vivo» (16,16), tal como el «llamamiento del Salvador», por el que Jesús invita a cargar con su

la entiende la Iglesia pospascual. El Jesús terreno, reconocido ya por yugo y aceptar sus enseñanzas ( «aprender» de él), a fin de encontrar

los demonios como «Hijo de Dios» (8,9 según Me 5,7), se halla en cer­ así descanso para el alma, la verdadera y permanente felicidad (11,28-

30)60. El perfil que se traza del «Hijo» a la luz de textos sapienciales


canía sumamente íntima de Dios.
(cf. Eclo 24,19; 51,23-26) es una visión amplificadora del marquino
La relación singularísima del Hijo con Dios Padre encuentra su

expresión en el «clamor de júbilo» de Jesús, procedente de la fuente «Hijo de Dios» que se contempla, sí, en su majestad y unión con Dios,

pero no todavía en aquella función como Mediador de la revelación


de logia (Mt 11,25-27 par. Le 10,2ls). Cuando Jesús ha alabado al Padre
y de la salvación con que aparece en Mateo.
por ocultar todas esas cosas a los sabios y prudentes, y revelárselas a

los pequeños, dice así: «Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie La respuesta de Jesús al sumo sacerdote (26,63) está formulada de
61•
manera más reservada que en Marcos ( «Tú lo has dicho» ) Tal vez
conoce al Hijo sino el Padre, y al Padre no le conoce más que el Hijo
esto se halle relacionado con el hecho de que a Jesús, al pie de la cruz,
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Este logion, que se halla
se le ultraja llamándole «Hijo de Dios». Los burlones dicen al pie de la
próximo a la cristología joánica (cf. Jn 10,14s), contiene dos enun­
cruz: «¡Sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios!» (27,40). Desafían a Je­
ciados esenciales acerca del «Hijo»: todo le fue entregado a él por el
sús con las mismas palabras que dijo el diablo en el desierto. De nuevo
Padre, y existe un conocimiento mutuo entre el Padre y el Hijo, el cual
se burlan los que por allí pasan: «Ha puesto su confianza en Dios; que
hace posible al Hijo trasmitir el conocimiento del Padre «a quien él
lo libre ahora, si es que lo quiere» (cita del Sal 22,9), y el ultraje se fun­
quiera revelárselo». Lo que fue entregado al Hijo puede referirse a la
damenta con estas palabras: «Ya que decía: "Soy Hijo de Dios"»
plena autoridad del Resucitado sobre el cielo y la tierra (cf. 28,18) o
(27,43). Los burlones se atienen a la pregunta hecha por el sumo sacer­
a la plena autoridad para trasmitir el conocimiento del Padre". Ambas
dote y quieren llevarla ad absurdum. El Justo sufriente soporta la bur-
cosas, la plena autoridad para la revelación, que seguramente ocupa

el primer plano en Mt 11,27, y la capacidad para comunicar la vida

divina (cf. Jn 17,2), pueden hallarse asociadas entre sí en estas pala­ 59. Luz, Das Evangelium nach Matthaus 11, 212. El autor se vuelve contra la

bras de colorido sapiencial. El conocimiento mutuo entre el Padre y interpretación según la cual el Padre ha elegido al Hijo y los hombres tienen que

reconocer al Hijo.
el Hijo es una intimidad de amor, un conocimiento que llega hasta
60. Cf. C. Deutsch, Hidden Wisdom and the Easy Yoke, JStNT S 18 {Sheffield
una intuición óntica. Mt 11,27 «describe (entonces) la unio Jesu con
1987); M. J. Suggs, Wisdom, Christology and Law in Matthew's Gospel (Cambrid­

ge/Mass. 1970) 71-108.

61. Véase el estudio sobre este tema en D. R. Catchpole: NTS 17 (1970/1971)


58. Cf. P. Hoffmann, Studien zur Theologie der Logienquelle, NTA NF 8
213-226. La respuesta sería «afirmativa en su contenido y renuente o llena de ro­
{Münster 1972) 104-142, aquí 118-122 (entrega de poder), 134-138; Luz, Das Evan­
deos en su formulación» (226).
gelium nach Matthdus 11, 210-214 (trasmisión de la revelación).

153
152
62•
blos gentiles Detrás de esta figura se halla el Hijo de Dios, como se
la y demuestra así precisamente que es el Hijo de Dios. Nadie, ni el
ve claramente por las siguientes observaciones:
sumo sacerdote ni los burlones al pie de la cruz, es capaz de arrancarle

de la unión con Dios ( cf. Sab 2,16-18; 5,4s ). El último clamor de Jesús
l. El «Amado» percibe la voz que habla en el bautismo, y en la que
antes de expirar es en Mateo un segundo grito después de la oración de
expresamente se le llama «mi Hijo». El Siervo de Dios no es otro
Jesús en la que se lamenta de su abandono por Dios (27,50: p/alin).
que el «Hijo de Dios» en quien Dios se ha complacido.
Con más claridad que en Marcos se señala así la muerte de Jesús como
2. Él es el portador del Espíritu, el que en el Espíritu de Dios ex­
un acto majestuoso de expirar, que se realiza con plena confianza en
pulsa demonios (12,28) y de este modo hace que el reinado de Dios
Dios. Así lo corroboran los sucesos especiales que se producen des­
haga sentir su eficacia en el mundo. Él es el Ungido, a quien Dios ha
pués de la muerte de Jesús: el desgarramiento de la cortina del templo,
escogido para que cure las heridas de la humanidad. Esta imagen se
el terremoto, el que las piedras se resquebrajen y se abran los sepul­
halla próxima a la del Hijo de Dios, sobre el que desciende el Espíri­
cros y la confesión del centurión y de los soldados que montaban la
tu de Dios (3,16).
guardia (27,51-54). Frente a la burla por la impotencia de Jesús, se ma­
3. A pesar de su acción salvífica, o precisamente por ella, Jesús
nifiesta de este modo la autoridad del Hijo de Dios, su poder que se re­
sigue siendo el poderoso que anuncia a las naciones el justo juicio
vela en la muerte. Las señales cósmicas van más allá de las descritas
de Dios. Jesús, que viene en poder, es el Hijo del hombre (16,28; 19,28;
por Marcos. Jesús está camino de su reinado sobre el mundo y de su ac­
24,30; 2 5 , 3 1 , etc.) que se identifica con el Hijo de Dios ( 1 6 , 1 3 . 1 6 ;
ción de consumar el mundo. Así se confirma con la grandiosa escena
26,63.64). Su autoridad viene del cielo, viene de Dios (cf. 21,23-27).
final (28,16-20). El envío de los discípulos a todas las naciones implica
Toda la incredulidad y todas las burlas que se le dirigen como a Hijo
a la Iglesia en el acontecer del mundo. El encargo salvífica que ella re­
de Dios (27,40.43) se desmoronan a causa de Dios, que después de
cibe se convierte en suceso visible mediante la acción de bautizar en el
la muerte del Crucificado muestra ante el mundo que esta persona
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, un suceso del
precisamente es su Hijo (27,50-54). El Hijo de Dios, según Mateo, reú­
que forma parte la misión del Hijo y del Espíritu Santo. El «Hijo»
ne en sí la imagen del Auxiliador y Salvador misericordioso -una
hace sentir su autoridad salvífica en el bautismo cristiano.
imagen de humildad- con la imagen de quien actúa poderosamen­
Es peculiar la estimación de Jesús como el «Siervo» de Dios, una
te y viene con el poder de Dios y avergüenza y doblega a los enemi­
estimación que no sólo se expresa en la escena del bautismo sino tam­
gos -una imagen de majestad- . La oración de quien está colgado
bién en dos citas del Antiguo Testamento, presentadas por Mateo con
de la cruz (27,46) es escuchada, su clamor no suena sin ser oído (27,49).
mucho relieve. La primera cita, en 8,17, está relacionada con las cura­
El drama de Jesús, el Hijo de Dios, a quien los enemigos dan muer­
ciones que Jesús hace de enfermos, curaciones que en los sumarios se
te, da un giro decisivo y se convierte en el triunfo sobre esos enemi­
extienden mucho más allá de lo que se dice explícitamente en el Evan­
gos gracias a la intervención de Dios (cf. 21,33-44).
gelio (4,23s; 8 , 1 7 ; 9,35; 12,15; 14,34-36; 15,29-31). El Hijo del hom­

bre toma sobre sí los sufrimientos de los hombres, «carga con ellos»
Hay que tener en cuenta otra cosa más. El drama de la salvación,
y los elimina. También la segunda cita, extensa, en 12,18-21, que una
que se realiza en el Gólgota, tiene su cumplimiento en la Iglesia, en el
versión targumizada presenta a Jesús como el Siervo o el Hijo (natc;)
pueblo de Dios: ese pueblo constituido por la muerte de Jesús, al que
amado, sobre el que se ha derramado el don del Espíritu Santo, se

halla en el contexto de las curaciones de enfermos (12,15), de las que,

no obstante, los fariseos se escandalizan (12,14). Jesús se apiada de los 62. Cf. R. Schnackenburg, «Siehe da mein Knecht... » (nota 17) 203-222. Véa­

enfermos y de los abatidos; pero precisamente de esta manera él hace se además J. H. Neurey, The Thematic Use of Isaiah 42,1-4 (nota 37) (asocia la cita

con el contexto de Mateo).


que la causa de Dios triunfe, un triunfo en el que participan los pue-

155
154
es dado ahora el remado de Dios (21,43). El Hijo de Dios se convierte anuncia tan sólo una vez que el Hijo del hombre se avergonzará tam­

para los que en él creen en el «Dios con nosotros», que se halla presen­ bién de él (8,38), esta amenaza se halla en Mateo detrás de muchas

te en medio de ellos (18,20) y los protegerá y dirigirá hasta el fin del palabras'".

mundo (28,20). Esta presencia que se perpetúa es posible únicamente

para el Hijo de Dios, que vive en comunión sumamente íntima con el En segundo lugar, en Mateo se contempla más intensamente la

Padre y que continúa la obra de Dios. Él es quien, por su palabra y sus actividad terrena del Hijo del hombre, a la luz de los logia de Q. El

sacramentos, se halla muy cerca de la comunidad. Él es su único Maes­ Hijo del hombre suscita escándalo por su manera de vivir; le tildan de

tro (23,8), y continúa también en ella su actividad salvífica, si tomamos comilón y bebedor, le acusan de tener trato con publicanos y rameras

en serio lo que trasparentan las historias de curación. (11,19). Jesús desanima a un escriba con aquellas palabras: «Las zorras

tienen madrigueras y los pájaros del cielo nidos; pero el Hijo del hom­
65.
bre no tiene donde reclinar su cabeza» (8,20) Y, sin embargo, él tie­
b) El Hijo del hombre
ne autoridad para perdonar pecados en la tierra (9,6) y es el Señor del

El título de «Hijo del hombre» lo tomó Mateo del Evangelio de sábado (12,8). La imagen del Humilde, que ha venido únicamente para

Marcos y también de la fuente de logia, y en parte lo introdujo él mis­ servir y para entregar su vida (20,28), se asocia con la de Aquel que

mo, sobre todo en textos escatológicos (13,41; 19,28; 24,30; 25,31). ya en la tierra desvela su autoridad divina. Él es el Hijo del hombre

que esparce su buena semilla por el campo del mundo ( 1 3 , 3 7 s ) ,

Lo que llama la atención, en primer lugar, en comparación con el pero que al final arrancará de raíz y castigará a los que sean única­

Evangelio de Marcos es el énfasis que se da a la futura manifestación mente cizaña (13,40-42). La vida terrena del Hijo del hombre se orde­

del Hijo del hombre, a la parusía, y al juicio sobre la Iglesia y el mun­ na hacia la recolección que habrá al final.

do. Mientras que en el Evangelio de Marcos llama la atención la impor­

tancia que se da al segundo grupo de textos del Hijo del hombre, a En tercer lugar, Mateo extiende a la comunidad la actividad judi­

la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que son un decreto incom­ cial del Hijo del hombre. La Iglesia está expuesta también a la sepa­

prensible de Dios, vemos que en Mateo se añaden unos diez pasajes ración entre buenos y malos. Así aparece claramente en la descrip­

en los que la manifestación majestuosa del Hijo del hombre domina ción del juicio universal en 25,31-46, pero también en otros pasajes.
63•
l� mirada Esto tiene repercusiones sobre la imagen de Jesucristo. A quienes recurren a sus actos taumatúrgicos y a sus profecías pero

El no es sólo el que en lo oculto realiza sus curaciones milagrosas, sino no han producido los frutos correspondientes, les dice el Señor del jui-

que es también el esperado Rey salvífico, que ha de liberar a su pue­

blo de la suprema calamidad y que ha de establecer división entre los


64. H. E. Todt, Der Menschensohn in der synoptischen Überlieferung {Güters­
buenos y los malos (13,40-43; 24,31-33). Todo el acontecimiento del
loh 1959) 86: «Varias veces Mateo se esfuerza por dar un peso escatológico de fon­

fin «vendrá sobre esta generación» (cf. 12,45; 23,36; 24,34; 25,32s). do a las secciones un tanto extensas que se hallan en los fragmentos finales; esta

Puesto que es una generación malvada, incrédula y corrompida (16,4; intención la lleva él a cabo preferentemente con ayuda de palabras del Hijo del

hombre».
17,17), no podrá subsistir en el juicio (12,41s). Y, así, el discurso sobre
65. La interpretación es discutida. El escriba no es un discípulo como el otro
el fin de los tiempos se presenta más intensamente como un juicio divi­
discípulo que quiere seguir a Jesús (8,21s). La palabra de la falta de hogar del Hijo
no amenazador (cf. 24,27s.30.37-39.48-51; 25,30). Mientras que, en
del hombre debe afectarle a él y a la comunidad. Cf J. D. Kingsbury, On Following

Marcos, a aquel que se avergüence de Jesús y de sus palabras se le Jesus: The «Eager» Scribe and the «Reluctant» Disciple (Matthew 8,18-22): NTS 34

{1988) 45-59 (56s: «Jesús le despide rotundamente», porque pretende ser discípulo

63. 10,23; 12,32; 13,41; 16,27(28); 24,27.30.37.39.44; 25,31. sin haber sido llamado).

156 157
todas las naciones. Como Resucitado, el Hijo del hombre alcanza la
cio: «¡Apartaos de mí, vosotros que practicáis la maldad!» (7,21-23).
meta _de su camino y llega a ser finalmente el Juez del universo (25,31-
A uno que no lleva traje de boda, se le arroja a las tinieblas de afue­
33 ). El es el Cristo cósmico de la parusía (24,29-31).
ra ( 2 2 , 1 1 - 1 3 ) . Habrá que pensar que se hace referencia también a
Si echamos una mirada de conjunto al camino del Hijo del hom­
miembros de la Iglesia en las figuras del mal administrador (24,48-51),
bre tal como lo describe Mateo, veremos que en él se contiene todo
de las jóvenes necias (25,8-12), del que entierra su talento (25,24-30),
lo que caracteriza al Cristo que actúa en la tierra, que camina a tra­
según la advertencia dirigida a la comunidad. El Hijo del hombre, que
vés del sufrimiento y los oprobios, al Cristo resucitado, exaltado y que
reúne de los cuatro puntos cardinales a sus elegidos (24,31), sólo admi­
viene para celebrar el juicio. Es un dibujo de Jesucristo, diseñado des­
te en el reino de su Padre a los que han dado buena cuenta de sí y son
de la perspectiva de la teología de la historia, un dibujo «horizontal»
justos (13,43). Con esto el Hijo del hombre adquiere particular impor­
en cierto modo, que conduce del tiempo a la eternidad, mientras que
tancia para su comunidad, a la que él constantemente estimula, exhor­
el «Hijo de Dios» es el título que aparece en una confesión de fe, el
ta y acompaña por el camino que conduce al reino del Padre. En todos
68•
título que lleva inherente un elemento «vertical» Pero ambos títu­
los textos del Hijo del hombre se observa la orientación eclesial=,
los se hallan estrechamente relacionados (26,63). El misterio del Hijo

del hombre puede iluminarse únicamente en el encuentro de Jesús


En cuarto lugar, el Hijo del hombre adquiere así prestigio cós­
con sus discípulos y en la contradicción de sus adversarios. El Hijo del
mico. El mundo entero con todas las naciones ha sido sometido a la
hombre sitúa en la historia -llena de tensiones- de Jesucristo en
autoridad del Hijo del hombre. En la escena final, al referirse a Aquel
la tierra y dibuja el camino que conduce por medio de la cruz y la resu­
a quien se ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra, se pien­
67• rrección a la consumación en la gloria del Padre, gloria con la que él
sa seguramente en el Hijo del hombre Se entremezclan el hori­
ha de venir de nuevo en calidad de Juez del universo.
zonte eclesial y el horizonte universal. La Iglesia, que en su camino

hacia las naciones, sustentada por la presencia del «Dios con noso­

tros» marcha hacia la consumación del eón, adquiere dimensiones uni­ c) El Hijo de David

versales. Se sobrepasa la misión del Hijo del hombre a las «ovejas per­
El título de «Hijo de David» se limita a la actividad de Jesús en el
didas de la casa de Israel» y se convierte en una misión encaminada a
69•
pueblo de Israel, pero ocupa en ella un lugar destacado Por de pron­

to, la genealogía de Jesús conduce hasta el «rey David» (1,1.6). Las


66. ct: H. Geist, Menschensohn und Gemeinde: Eine redationskritische Unter­
tres veces catorce generaciones que aparecen en el registro genealó-
suchung zur Menschensohnpredikation im Matthdusevangelium, FzB 57 ( W ü rz ­

burgo 1986), especialmente 426-428 y 431-433.

67. Opinión sostenida decididamente por J. Lange, Das Erscheinen des Aufers­
68. Así, Luz, Das Evangelium nach Matthaus ll, 502; de otra manera carac­
tandenen im Evangelium nach Matthiius, FzB 11 (Würzburg 1975) 179-237. La crí­
teriza Kingsbury, Matthew 113-122, la diferencia entre ambos títulos: «Hijo de
tica de la interpretación referida al Hijo del hombre puede verse en A. Vogtle,

Dios» sería confessional, «Hijo del hombre» sería public.


Das christologische und ekklesiologische Anliegen von Mt 28,18-20, en: Id., Das
69. Entre la bibliografía véase: A. Suhl, Der Davidssohn im Matthaus-Evan­
Evangelium und die Evangelien (Düsseldorf 1 97 1 ) 253-272 (Él sería el Kyrios con

gelium, en: ZNW 59 (1968) 57-81; C. Burger, Jesus als Davidssohn, FRLANT 98

total autoridad). Sin embargo, goza de mucho asentimiento la hipótesis de que en

(Gotinga 1970, 72-106; K. Berger en: NTS 20 (19 74) ; J.


3-9 D. Kingsbury, The Titel
todo el texto del Evangelio de Mateo se contempla al Hijo del hombre; véase,

'Son of David' in Matthew's Gospel: JBL 95 (1976) 591-602; D . C. D uling, The The­
entre otros, Frankémolle, Jahwe-Bund, 66s; A. Sand, Das Evangelium nach Matthiius
rapeutic Son of David: An Element in Matthew's Christological Apologetic, en :
(Ratisbona 1986) 598-602; Gnilka, Das Mauhausevangelium 11, 507s; Luz, Das
NTS 2 4 (1977/1978) 392-410; W. R. G. Loader , Son of David, Blindness, Posses­
Evangelium nach Mattháus 11, 501: «Por tanto, Mateo conoce también al Hijo del

sion and Duality in Matthew, en : CBQ 44 (1982) 570-585 ; Luz, Das Evangelium
hombre que ha sido exaltado: no sólo habla de él en las palabras tradicionales

nach Matthaus 115 9 - 6 1 M M. Karrer, Der Gesalbte (Got inga 1 99 1) 267-294 .


de 26,64, sino que objetivamente se refiere también a él en 28,18».

1 59
158
la ceguera de los fariseos, lo mismo que en otras ocasiones ( 1 5 , 1 4 ;
gico, se orientan hacia David ( 1 , 1 7 ) ; pero en la línea de las genera­
23,16-26) se fustiga su ceguera.
ciones Jesús no se integra por una procreación natural, sino al ser adop­
La curación tiene un sentido simbólico: el Hijo de David libera
tado por José (1,16.20), una adopción que le convierte en el Hijo legal
de la ceguera física y mental; los adversarios son cautivos de su pro­
de David, sin que esto sea obstáculo para que Jesús tenga su origen

en Dios (1,18.20.23). De esta manera Jesús es incorporado al pueblo pia incomprensión y sólo pronuncian palabras absurdas. También el

encuentro de Jesús con la mujer cananea, que le suplica ayuda invo­


de Abrahán y obtiene una especial relación con Israel, de la que que­

da constancia en todo el Evangelio de Mateo. Él es el Rey salvífico, cándole como Hijo de David, es para Mateo una historia de curación

(15,21-28). El sumario sobre curaciones que sigue (15,29-31) es con­


como le aclaman las multitudes cuando hace su entrada triunfal en
templado por Mateo dentro de esta misma perspectiva, aunque no se
Jerusalén, y como le aclaman también los niños en el templo (21,9.15).
mencione al Hijo de David. Después de la purificación del templo,
Pero Jesús no es un libertador profano, sino el que benignamente trae
aparece de nuevo la estrecha relación entre el título de Hijo de David
la paz (21,5) y cura todas las enfermedades del pueblo. El Hijo de
y las curaciones (21,14-16). Únicamente Mateo narra: «Algunos cie­
David sobrepasa y modifica la esperanza de Israel. En el pueblo des­
gos y cojos se acercaron a Jesús en el templo, y él los curó». Los prin­
punta crepuscularmente la idea de que Jesús pudiera ser el Hijo de
cipales sacerdotes y los escribas se irritan de que los niños aclamen en
David, pero no de manera seria, porque la pregunta acerca de si él
el templo: «¡Hosanna al Hijo de David!».
pudiera serel Hijo de David suscita un eco más bien negativo (12,23;
Niños, paralíticos y ciegos (21,14), un ciego y mudo (12,22), per­
cf. el µrrn). Cuando Jesús hace su entrada triunfal en Jerusalén, dicen
sonas que no tenían ningún prestigio en la sociedad de entonces, vie­
las multitudes: «Es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea» (21,11).
nen a Jesús y le confiesan como Hijo de David" y le señalan como
Así que, a diferencia del gentío que le acompaña, los habitantes de
Mesías de Israel. A los fariseos, que tienen una concepción diferen­
Jerusalén no acogen a Jesús como al Hijo de David; lo de profeta es
te del Hijo de David, a saber, que le consideran como el Rey salvífi­
una cualificación inferior (cf. 16,14) pero que no deja de preocupar

a los dirigentes (21,46). _ co y el Libertador descendiente de la estirpe de David (cf. SalSI 17,5.23-

25), los confronta Jesús con el Sal 110,1, donde David llama «Señor»
Lo más sorprendente es la asociación del título de Hijo de David
a su Hijo (22,41-46). Jesús es más que el Hijo de David; él es, en la
con las curaciones de enfermos, especialmente con las curaciones de
comprensión de Mateo, el Hijo de Dios 72. Con ello se restringe el sig­
ciegos 7°. De la tradición premateica procede aquel clamor de los cie­
nificado del título de «Hijo de David» para la comunidad cristiana.
gos de Jericó que pedían a gritos: «¡Señor, apiádate de nosotros, oh
Jesús es el Hijo de David que se manifiesta en Israel; él cumple las
Hijo de David!» (20,30.31). En Mateo se trata de dos ciegos, y en otro
esperanzas de salvación, especialmente en las curaciones; pero Jesús
pasaje distinto Mateo refiere el mismo clamor de dos ciegos que
no puede encerrarse en el estrecho marco de una expectación judía.
piden a gritos su curación (9,27-30). En la serie de los hechos del Mesí­
En la secuencia del título de Hijo de David se perfila el camino que
as ( capítulos 8-9) Mateo no quiere omitir la curación de ciegos. En
va del Mesías judío al Hijo cristiano de Dios. El diálogo sobre el Hijo de
12,22s narra la curación de un poseso, que era ciego y mudo, y preci­
David es el punto final de la perspectiva histórico-salvífica, que des­
samente inmediatamente después reacciona la gente preguntándose
de el horizonte judío desemboca en el horizonte cristiano (cf. 1, 2). De
si Jesús es el Hijo de David. Esto se efectúa en confrontación con
todos modos, Mateo, por su origen judeocristiano, se aferra al título
los fariseos, que calumnian a Jesús diciendo que está poseído por Bel­

zebú, el príncipe de los demonios (12,24). Con ello se alude quizás a

71. Cf. K.ingsbury en: JBL 95 {1976) 598s.

72. Así Suhl en: ZNW 59 {1968) 57-61; de igual modo algunos comentarios
70. A propósito, véase especialmente Duling, también Loader (nota ante­
recientes.
rior).

161
160
de «Hijo de David» y lo utiliza como punto de partida para designar Para la Iglesia primitiva, este Mesías que actuaba entre los ju­

al Mesías cristiano. díos era «Aquel que había de venir», Aquel que se acredita por sus

actos. Juan el Bautista oye hablar de los «actos del Cristov", y Jesús,

a la pregunta -planteada en sentido cristiano- acerca de si era él el


d) Otros predicados
que había de venir, responde señalando las curaciones obradas por

Si el Hijo de Dios, el Hijo del hombre y el Hijo de David son las pre­ él y su predicación de la salvación (11,2-4). Nuevamente surge la ima­

dicaciones cristológicas más destacadas en el Evangelio de Mateo, ha­ gen del Médico que se apiada y del Proclamador de la salud. En este

brá que preguntarse en qué relación se encuentran con ellas otros predi­ dibujo que hace de Jesucristo, Mateo permanece fiel a sí mismo, tam­

cados como Mesías ( Christos ), Rey de los judíos (2,2; 27,11.29 ,37) o Rey bién en la cuestión acerca del Mesías. Teniendo en perspectiva el tiem­

de Israel (27,42) y Kyrios. El «Ungido» ( Christos) es para Mateo la de­ po después de Pascua, en el cual Cristo sigue actuando entre los cre­

yentes (cf. 18,6: «Los pequeños que creen en mí»), Mateo dirige
nominación sintetizadora, marcada por la tradición cristiana primitiva,

del Salvador oriundo de Israel y que recorre su camino a través de la también su atención a los que pretenden falsamente ser el Mesías y

cruz y de la resurrección. «Jesucristo» ( «Jesús el Cristo») se convirtió en que usurpan la autoridad de Jesús (24,5). El Cristo de la parusía se

el término fijo para designar a la figura singularísima de Jesús de Naza­ anuncia por la aparición de tales pseudocristos y pseudoprofetas

(24,33s ). Todo esto se encuentra formulado ya desde una perspectiva


ret (1,1.18; 16,21 v.l. ). En él se cumple la esperanza de Israel, él es el Me­

sías esperado, aunque en un sentido que sobrepasa todas las expectacio­ cristiana pospascual. El concepto de «el Cristo» o «el Ungido» se ha

convertido en una fórmula de impronta kerigmática.


nes judías (16,16.20). Conforme a las ideas judías acerca del «Hijo de

David», él es el Rey del tiempo de la salvación (2,2.4), pero que no rei­ En la frecuente denominación de Jesús como el «Señor», habrá

que distinguir entre la denominación predicativa «Kúpiog» y la forma


nará políticamente, sino que librará a su pueblo de los pecados (1,21 ). El
de vocativo K ú p i e . En un contexto narrativo, «Señor» se encuentra
título de Rey no es la única razón para designar a Jesús como el Ungi­
únicamente en 21,3 ( «Señor de ellos») según Me 11,3, de manera ente­
do'"; lejos de esto, el interrogatorio por Pila to (27,22) y las escenas de los
ramente distinta que en Lucas. En el diálogo sobre la filiación daví­
escarnios (27,28s.42) muestran que el «Rey de los judíos» o el «Rey de
dica (22,41-46), el verdadero punto de la cuestión no es la condición
Israel» es una forma insuficiente de contemplar al Redentor cristiano 74.

de Jesús de ser Señor, sino el saber si Jesús puede ser el Hijo de David
Para Mateo el Mesías es más que el Soberano escatológico esperado por
según la concepción judía, siendo así que David le llama su Señor.
los judíos; es el Hijo del Dios vivo (16,16), el Exaltado a la diestra de
Dios mismo, el Señor, ha colocado a su diestra al Hijo de David y con
Dios (22,44), el Hijo del hombre que ha de venir sobre las nubes del cie­
ello le ha concedido un rango singularísimo. Según la interpretación
lo (26,64). De este modo se sitúa al Mesías a la luz del Hijo de Dios y del
cristiana primitiva del Sal 1 1 0 , 1 , se expresa de esta manera la resu­
Hijo del hombre. Él es una acomodación a las ideas judías y obtiene en
rrección y la exaltación de Jesús y, en último término, su condición de
la confesión cristiana de fe una nueva relevancia. El autor judeocristia­
ser el Hijo de Dios o su posición como el Hijo del hombre (Me 14,62
no le hace entrar plenamente en el horizonte del cristianismo primitivo.

73. Karrer, Der Gesalbte, 294.


75. Para Luz, Das Evangelium nach Matthiius 11, 167, las «obras de Cristo»,
74. Lo de «Rey de Israel» se pone en labios de los principales sacerdotes, de
todo lo que se refiere en los capítulos 5-9, son una creación de Mateo. La histo­
los escribas y de los ancianos, a diferencia de «Rey de los judíos», que es como
ricidad de la pregunta del Bautista es impugnada especialmente por A. Vogtle,
se dirigen a Jesús los no judíos (Pilato y los soldados romanos). Para Mateo no es
Wunder und Wort in urchristlicher Glaubenswerbung (Mt 11,2-5 / Lk 7,18-23), en:
un título honroso, a diferencia de lo que se ve en el cuarto Evangelio. También
Id, Das Evangelium und die Evangelien (nota 67) 219-242. Un balance bien pon­
el título que se fija sobre la cruz: «Jesús, el Rey de los judíos» (27,37), representa
derado en Luz, 11, 165s.
un desconocimiento de la persona de Jesús.

163
162
par.; cf. Act 2,32-35; Col 3,1; Ef 1,20; Heb 1,13; 8,1, y passim). H. Geist Mateo. Los títulos de «Mesías» y «Rey» se sitúan en el horizonte judío·

considera como no significativa la predicación de Kúpw� en el Evan­ para acentuar el cumplimiento de la esperanza de Israel y la supera­

gelio de Mateo, a diferencia del uso del vocativo K ú p i e , y contradice ción de esa esperanza en Jesucristo. A lo sumo, la invocación de

así a la opinión de G. Bornkamm de que el título y la invocación de «Señor» marca un nuevo acento, que señala la autoridad descollante

Jesús como el Kúptog tienen el carácter de nombre de majestad divi­ del Hijo de Dios o la plena potestad del Hijo del hombre y que pre­

na 76. Desde luego, habría que reflexionar también sobre el uso de senta ante los ojos de la Iglesia a ese Señor como su Señor (24,42:

Kyrios en las parábolas escatológicas (24,42.45s.48.50; 25,18s.21.23.26). «Vuestro Señor»).

Pero es una manera de hablar acomodada al lenguaje metafórico de

las parábolas, detrás de la cual se manifiesta el Hijo del hombre (cf.

24,37.39.44; 25,31). Apenas se observa nada de una locución predica­ 2. EL QUE CUMPLE LAS PREDICCIONES Y PROMESAS

tiva específica acerca del Kyrios. DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Otra cosa sucede, según H. Geist, con el vocativo KúpLe en el Evan­

gelio de Mateo, un vocativo que debe entenderse como interpelación Puesto que Mateo parte de un punto de vista judeocristiano y des­

dirigida al Hijo del hombre. En algunos lugares, el vocativo K ú p r e está de él avanza hasta la perspectiva universal ampliada a los cristianos

asociado con el vocativo «Hijo de David» (9,27s; 15,22; 20,30s ), o apare­ gentiles (cf. I, 2), no nos sorprenderá que recoja profecías del Antiguo

ce una proximidad con respecto al título de Hijo del hombre (7 ,2ls; Testamento y las sitúe en la perspectiva cristiana pospascual. Mateo

25,11.20.22.24) o al del Hijo de Dios (8,25; 14,28.30, cf 33). Cuando los hace abundante uso de los pasajes bíblicos del Antiguo Testamento,

discípulos -no raras veces- se dirigen a Jesús llamándole «Señor», mucho más que Marcos 78• Todo el Evangelio de Mateo está impregna­

habrá que ver en ello una expresión de respeto ante la majestad y la Di­ do de citas y alusiones a textos del Antiguo Testamento; por decirlo

vinidad de Jesús (8,21.25; 14,28.30; 17,4; 18,21), pero habrá que conside­ así, está saturado de la palabra de Dios que se encuentra en la Sagrada

rarlo también como el eco de la confesión de fe de la comunidad, influi­ Escritura, y se halla empapado plenamente de esa agua viva y vivifi­

da ya quizás helenísticamente. El Kúpw� es el Señor de la comunidad cante. El que quiera ver en su conjunto esa abundante corriente, no

(cf. también 13,27; 25,37.44), el cual le impone exigencias (18,21), pero sólo tendrá que fijarse en las citas formales de la Escritura sino que de­

también la fortalece en sus necesidades y tentaciones (8,25). Así que berá tener en cuenta también las numerosas alusiones, visibles en los

mediante el vocativo Kúpie se confirman en primer lugar los rasgos textos, que desvelan un trasfondo de imágenes y dicciones bíblicas 79•

que descubríamos ya en el título de «Hijo de Dios» y en el de «Hijo del Como sucedía ya en Marcos, el lenguaje bíblico empapa toda la expo­

hombre»: la majestad de Jesús, su presencia viva, su asistencia hasta sición evangélica; pero en Mateo se siente mucho más. Son numerosas

el fin de los días. Desde luego, en la gran escena final no aparece la ex­ las cosas que Mateo toma ya de la tradición; pero acrecienta ese fondo

presión «Señor»; pero esta perspectiva de las cosas se confirma por me­

dio del gesto de caer de rodillas y de adorar (28,17: npooxustv], que en 78. De una manera puramente externa, en la edición The Greek New Tes­

todo el Evangelio de Mateo expresa una dignidad divina77. tament, de Nestlé-Aland, pueden verse resaltados en negrita unos 72 pasajes del

En general, los títulos de «Mesías», «Rey» y «Señor» no apor­ Evangelio de Mateo en los que hay citas y alusiones a textos del Antiguo Testa­

mento (en Marcos los pasajes son 35). La mayoría de ellos corresponden al dis­
tan muchas cosas nuevas a la imagen de Jesucristo en el Evangelio de
curso escatológico y a la pasión. Véanse las tablas en J. C. Hawkins, Horae Synop­
2
ticae (Oxford 1968) 154-156. K. Stendahl, The School of St. Matthew (Upsala 1954)

76. Geist. Menschensohn (nota 66), 350-352. 47-142; R. H. Gundry, The Use of the Old Testament in St. Matthew's Gospel, NT.S

77. Cf. 2,2.11; 4,10; 8,2; 9,18; 14,33; 15,25; 20,20; 28,9; Cf. H. Greeven en: XVIII (Leiden 1967) 89-147.

ThWNT VI, 764s; J. M. Nützel, en Dic. exegético del Nuevo Testamento JI, 1200. 79. S. Gundry, Use of the O. T., 127-147.

164 165
que proporciona al evangelista una visión anticipada de la conversión
y lo refleja más intensamente. Los pasajes bíblicos que cita los ve cum­

plidos en la vida, las obras y la suerte de Jesús, y los interpreta en con­ de los gentiles (8,11; 15,24-28; 24,14; 28,19). Con esto Mateo ve cum­

plido el vaticinio del profeta Isaías 8,23-9,1 (4,14-16).


secuencia desde una comprensión cristiana. Con ello, la imagen del Je­
Desde entonces comenzó Jesús a proclamar: «El reino de los cie­
sús procedente del judaísmo y que está más asociado con él por medio
los está cerca» (4,17). Es un prometedor comienzo en Galilea, que
de la Biblia común, pasa a convertirse en la imagen de fe de Jesucristo,
señala anticipadamente la aparición del Resucitado en Galilea (28,16-
quien, como el Crucificado y el Resucitado, adquiere un nuevo perfil y

obtiene un nuevo significado que supera al judaísmo, más aún, que 20). Después del Sermón de la Montaña (capítulos 5-7) y de las obras

de Jesús (capítulos 8-9), la pregunta hecha por Juan el Bautista desde


cuestiona la comprensión judía. Visto a esta luz, el camino de Jesús se
la prisión se refiere a los «actos de Jesucristo» y pone a debate la cues­
destaca como el camino predeterminado por Dios, y sus distintas eta­
80•
tión de si Jesús es Aquel que ha de venir (11,2s) A esta cuestión con­
pas pueden comprenderse de manera consecuente y significativa por
trovertida entre los judíos y los cristianos responde Jesús con sen­
medio de citas bíblicas del Antiguo Testamento.
tencias combinadas tomadas del libro de lsaías, que se refieren a su
Un grupo especial lo constituyen las denominadas citas de cum­
acción salvífica y a la proclamación hecha a los pobres. Se realza la
plimiento, que han sido insertadas en el Evangelio de Mateo y que
imagen cristiana del Salvador y del Mesías que promete la salvación
le confieren su peculiaridad. Pero no pueden separarse completamente
a los pobres y a los oprimidos.
de las citas de contexto ni de las de tradición, sino que se hallan entre­

tejidas en la tradición según la cual «las Escrituras tienen que cum­


Por el creciente aumento de las resistencias, del rechazo, de la in­
plirse» (26,54.56; cf. Me 14,49b).
credulidad (11,20-24) y de la hostilidad contra Jesús (12,9-14), vemos

ahora que la extensa cita de cumplimiento de Is 42,1-4 en 12,18-21 ad­


a) Jalones en la «carrera» de Jesús
quiere un significado destacado que conduce al centro de la actividad

pública de Jesús. Podemos considerar esto como un nuevo jalón (el ter­
En primer lugar, Mateo destaca el origen y nacimiento de Je­
cero) que, en la confrontación con los adversarios, descubre a la mira­
sús, que prueban que es el Hijo de David y el «Dios con nosotros».
da la actividad callada y no obstante poderosa de Jesús. El misericor­
El registro genealógico (1,1-17) culmina en el nacimiento de Jesús,
dioso Sanador de enfermos (12,17) no es reconocido, y su oculto poder
el Cristo, de María (1,16), un nacimiento que es obra de Dios por
salvífico, que se convierte en la esperanza para las naciones, no es vis-
medio del Espíritu Santo (1,18.20). En relación con esto se aduce

una cita de cumplimiento tomada de Is 7 ,14 LXX, la cual tiene su

peso principal en la interpretación del Emmanuel como «Dios con


80. La pregunta formulada por el Bautista es difícil de imaginar, dada su deci­
nosotros». El nacimiento en Belén se fundamenta con una cita de
dida expectación del juicio inminente por medio de Aquel que venía detrás de

Miqueas 5,1-3 (2,6), y tres citas de cumplimiento se refieren a la él (3,10-12), ya que en la actividad terrena de Jesús no se hace visible nada de ello.

estancia en Egipto (2,15), al grito de dolor por la muerte de los ni­ La respuesta que -lo mismo que en la predicación de Jesús en Nazaret (Le 4,18s)-­

ños de Belén (2,18) y al asentamiento en Nazaret (2,23). Para Ma­ remite a textos de lsaías, especialmente al anuncio de la salvación a los pobres,

parece ajustarse más bien a una reflexión de la comunidad. Por eso, no pocos espe­
teo, la infancia de Jesús se halla atestiguada en sus rasgos impor­
cialistas dudan de la historicidad de este episodio, et A. Vogtle, Wunder und Wort
tantes por la Sagrada Escritura.
in urchristlicher Glaubenswerbung (Mt 11,2-3 / Lk 7,18-23), en: Id., Das Evange­

lium und die Evangelien (Düsseldorf 1971) 219-242; R. Pesch, Jesu ureigene Taten,

Un segundo factor clave se halla indicado por el comienzo de QD 52 (Friburgo-Basilea-Viena 1970) 36-44; A. George, Paro/es de Jésus sur les

la predicación de Jesús en Galilea. Precisamente esa región norteña, miracles (Mt 11,5.21; 12,27.28 et par.), en: J. Dupont (éd.), Jésus aux origines de

la christologie, BEThL 40 (Lovaina 1975) 283-301.


la «Galilea de los gentiles», es el país en el que irradia una gran luz, y

167
166
to. En el contexto oímos hablar de la decisión de los fariseos de dar nado por Dios). En todo ello Mateo se basa en la exposición hecha

muerte a Jesús (12,14), y de la calumnia esparcida por ellos de que Je­ por Marcos y, en parte, no hace más que intensificar y concretar las

sús expulsa los demonios por el poder de Belzebú, el príncipe de los citas bíblicas (el vino mezclado con hiel, 27,34; los ultrajes contra el

demonios ( 12,24 ). La cita de cumplimiento está adaptada a esta situa­ Hijo de Dios, 27,39.43) y el único elemento nuevo que introduce es la

c i ó n '" y presenta en el centro de la actividad de Jesús al Hijo de Dios, cita de cumplimiento acerca de las treinta monedas de plata (27,29s).

henchido por el Espíritu Santo (3,17), como el Señor y el Siervo de Cuando Mateo, en general, renuncia en la pasión a las citas de cum­

Dios que trae eljuicio=. Va avanzando la separación entre los discípu­ plimiento, esto se debe a la tradición que él había encontrado ya pre­

los de Jesús y los endurecidos adversarios, como lo atestigua también viamente y que se limita a recoger.

el hecho de que Jesús hable en parábolas (capítulo 13). La cita bíblica El cumplimiento de un último decreto divino se ve en la muerte,

acerca del endurecimiento, tomada de Is 6,9s (cf. Me 4,12), Mateo la sepultura y resurrección de Jesús. Lo que Jesús había predicho en

83•
ofrece también como cita específica de cumplimiento (13,14s ) los vaticinios de la pasión, a saber, que el Hijo del hombre iba a resu­

citar al tercer día, se cumple en el acontecimiento pascual. El Cruci­

Un cuarto giro lo representa la escena de Cesarea de Filipo, en la ficado, a quien se afrenta burlándose de que es «Hijo de Dios», demues­

que Jesús revela a los discípulos su propio camino hacia el sufrimien­ tra ser el verdadero Hijo de Dios según la confesión del centurión y

to y la muerte (16,21). El camino hacia Jerusalén se describe con los de los soldados que con él montaban la guardia (27,54). Las mujeres

textos tradicionales acerca del Hijo del hombre (16,21; 17,22; 20,18s), que se hallan junto al sepulcro y a quienes se anuncia la resurrec­

que fundamentan con esta profecía el decreto de Dios. Aquí Mateo ción del Crucificado, reciben el encargo de ir a Galilea (28,7.10). Se

renuncia a presentar sus propias citas de cumplimiento. Tan sólo con realza que Jesús había predicho la resurrección (28,6b) y el reencuentro

motivo de la 'entrada triunfal en Jerusalén, que se concibe como acción en Galilea (28,7c). Por tanto, junto al cumplimiento de la Escritura

pacífica del Hijo de David y Rey, encontramos de nuevo una cita de (26,31) aparece también el cumplimiento de las predicciones hechas

cumplimiento según Is 62,11; Zac 9,9 (21,4s). por Jesús. Aquel Jesús que va al sufrimiento y la muerte sabe muy bien

cuál es el decreto divino atestiguado por la Escritura y lo corrobora

Un quinto complejo, que recurre a predicciones y cumplimientos con sus propias palabras. Éstas culminan en las palabras de autoridad

de la Escritura, se halla reunido en la historia de la pasión. Aquí se del Resucitado (28,16-20), que retienen e interpretan el acontecer del

dice ya con motivo del prendimiento de Jesús: «Todo esto ha ocurri­ cumplimiento que señala hacia el futuro de la Iglesia.

do para que se cumpla lo que escribieron los profetas» (26,56). En la Todo el camino de Jesús es una cadena de promesas cumplidas.

historia de la pasión, Mateo presenta alusiones a lo que se dice lite­ El principio fundamental de que la Escritura «tiene que cumplirse»

ralmente en la Escritura, como en 27,9s (las treinta monedas de pla­ (26,54.56) se confirma por medio de citas bíblicas en no pocos deta­

ta), 27,34 (la bebida de vinagre), 27,35s (reparto de los vestidos), lles y en toda la línea. El verbo n>..r¡poüo0m, acentuado cristológica­

27,39.43 (las afrentas) y 27,46 (la oración de quien se siente abando- mente, caracteriza al Evangelio de Mateo como libro de predicciones

testificadas por la Escritura. Con ello la historia de Jesús queda situa­

81. Cf. J. H. Neyrey, Thematic Use (véase la nota 37). da en una trayectoria historicosalvífica que integra el acontecimien­

82. Cf. Luz, Das Evangelium nach Matthaus 11, 250. to Cristo en la historia de Israel y que, además, pone de relieve que
83. Rothfuchs, Erfúllungszitate (nota 7), 23s, no cuenta Mt 13,14s entre las
todo lo que las Escrituras han anunciado debe contemplarse a una luz
citas de cumplimiento, por tener otra introducción verbal y por otras pecularida­
nueva. Mateo escribe su Evangelio con la intención de que esto se vea
des (el texto se halla tomado enteramente de la LXX). Muchas veces se conside­
así, como se confirma por las citas de cumplimiento.
ran estos versículos como una interpolación posterior a Mateo. En contra de

ello Gundry, Use ofthe O.T., 116-118.

168 169
b) Las citas de cumplimiento utilización de la Escritura, hay una «escuela» de escribas cristianos

(Stendahl) o si las citas proceden de una tradición Iitürgico-homiléti­

Las llamadas citas de cumplimiento, que se caracterizan por la ca87 o si las divergentes versiones del texto tienen su raíz en un am­

fórmula introductoria «para que se cumpliera lo que se había dicho ... biente en el que se hablaba por igual en griego, arameo y hebreo

por medio del profeta» u otras expresiones por el estilo, han desper­ (Gundry). En consonancia con ello se define el sentido de las citas

tado la atención desde hace ya bastante tiempo". En sentido estric­ de cumplimiento. ¿Tienen una tendencia didáctica para la comuni­

to, hay que tener en cuenta a este propósito los siguientes pasajes: dad cristiana, una situación vital (Sit: im Leben) litúrgica o intereses

1,22; 2,15.17.23; 4,14; 8,17; 12,17; 13,35; 21,4; 27,9. A ellos se añaden apologéticos frente al judaísmo?" Todos estos intereses entran en la

también otras expresiones en las que se habla del cumplimiento de cuenta, pero la tendencia principal debió de ser la cristológica. Escri­

los escritos (de los profetas) (26,54.56) o se hace la siguiente refe­ bas judeocristianos habían reflexionado -antes ya de Mateo- so­

rencia: «Pues así está escrito en el profeta» (2,5; cf. también 26,24.31 bre los pasajes bíblicos, y estos pasajes encontraron además, gracias

según Marcos )85. A causa de estas citas bíblicas introducidas por medio 89.
a Mateo, una orientación especial hacia la situación De este modo

de una fórmula (Formula-Quotations), se han planteado las siguien­ surgieron textos «targumizados», que, de manera parecida a como

tes preguntas: ¿La fórmula de introducción procede del evangelista, sucedió en Qumrán o entre los targumim, lograron una especial apli­

o él la encontró ya previamente? ¿De dónde proceden esas citas bíbli­ cación para el uso cristiano.

cas que muestran diferentes relaciones con el texto masorético, con La intención cristológica aparece ya en la selección de las citas de

los targumim o con la Versión de los Setenta?86 cumplimiento, al menos en la historia de la infancia. Quieren mostrar

¿Cuál es el sentido de esos cumplimientos de la Escritura, que que el origen de Jesús se halla en Dios y hacernos ver su dignidad divi­

permiten reconocer una reflexión sobre textos del Antiguo Testa­ na y mostrar el camino que él recorre pasando por Belén hasta llegar

mento (y que por esto se llaman también «citas de reflexión»)? La a Nazaret (2,6.23), pero que desde allí abarca todo el territorio judío

frase introductoria se atribuye casi siempre al evangelista, porque y, en parte también, el territorio de los gentiles (cf, 4, 1 4 - 16). Todo eso

sólo él era capaz de insertarla en el correspondiente contexto y por­ aconteció según el decreto divino y bajo la dirección de Dios, quien

que :7tArJPoüo0at es uno de los términos predilectos del evangelista. incluyó en sus planes la lamentación de Raquel por la suerte de sus

En cuanto al origen de las citas, algunos suponen que Mateo utilizó hijos ( 2 ,1 8) . La tendencia cristológica resalta con especial claridad en

una fuente, quizás una recopilación cristiana de testimonios; otros las dos citas orientadas hacia el Siervo de Dios (8 , 17 ; 12,17 - 21 ), que

atribuyen las divergencias textuales al evangelista, que modificó los contienen una sorprendente imagen de Cristo: el que actualmente

textos conforme a sus propias intenciones o los ajustó al correspon­ es el compasivo Sanador de enfermos y el que, por medio de su acti­

diente contexto. No se puede decir con seguridad si, detrás de esta vidad callada y firme, hace que se produzca la victoria de Dios. La

imagen del pacífico Rey salvador se recoge en la cita de 21,4s, pero se

84. Véanse los mencionados estudios de Hawkins, Stendahl, Gundry; véase,

además, la bibliografía enumerada en Luz, El Evangelio según San Mateo 1, 185.

Su propio excursus (185-195) trata también de problemas teológicos. Las citas 87. Cf. G. D. Kilpatrick, The Origins of the Gospel according to St. Matthew

de cumplimiento realzan temas fundamentales de la teología mateica. (Oxford 1946) 59-100.

85. Cf. Rothfuchs, Erfüllungszitate, 22, 31-33. 88. Cf. B. Lindars, New Testament Apologetic. The Doctrinal Significance of

86. Véanse las comparaciones precisas en Stendahl, School, 97-127; Gundry, the Old Testament Quotations (Londres 1961), passim, sobre las citas de cumpli­

Use of the O. T., 89-107. En razón de las formas lingüísticas mixtas, Gundry abo­ miento, 259-265. «Las consideraciones apologéticas son un factor importante en

ga por un origen en Palestina, donde en aquel entonces se hacía uso del griego, todo ello» (259).

del arameo y del hebreo. 89. Cf. Luz, El Evangelio según San Mateo 1, 188s.

170 171
halla también detrás de 13,35. Jesús anuncia lo que había estado ocul­
palabras finales, que están tomadas de la exclamación de los pere­
to desde la creación; él es quien revela al entendimiento humano los
grinos en el Sal 118,26, deben entenderse seguramente como una ame­
decretos encubiertos de Dios. Es una sintetizadora sentencia final
naza contra Israel, cuya casa quedará «desierta-'". En 27,25 hay unas
de la predicación en parábolas: una predicación que sólo es com­
palabras que comprometen gravemente el pueblo de Israel. Frente a
prensible para los discípulos, a quienes Jesús desvela el sentido
la declaración que Pilato hace de su propia inocencia, el «pueblo»
(cf. 13,51s).
judío presente, en representación del judaísmo, acepta sobre sí la res­
La selección de las citas de cumplimiento en la parte principal del
ponsabilidad: «¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»,
Evangelio causa una sensación de arbitrariedad. Mateo las introduce
una frase que Mateo entiende probablemente como una visión anti­
tan sólo según la tradición disponible. Pero juntamente con las citas 91•
cipada de la catástrofe del año 70
de la tradición, trazan una imagen de Jesús en la cual incluso los por­
Por todo esto podría uno entender las citas bíblicas como polé­
menores se interpretan a la luz de la Escritura. Así, pues, las citas de
mica y apologética cristiana frente al judaísmo. En ese caso las citas
cumplimiento no son un nivel sustentador uniforme, pero sí referen­
de cumplimiento serían una contribución a la defensa cristiana fren­
cias a una comprensión cristológica global que resplandece en todo el
te al judaísmo. Pero una interpretación predominantemente apolo­
Evangelio de Mateo.
gética (B. Lindars) no hace justicia a los testimonios bíblicos aduci­

dos. Mateo quiere trasmitir a su comunidad una imagen de Cristo que

e) Las citas bíblicas y la relación de la comunidad cristiana con Israel se halla, sí, en contraste con la imagen judía del Mesías, pero que, más

que impugnarla, lo que hace es intensificarla y elevarla (cf. 22,42-44).


Con las citas bíblicas Mateo tiende un puente entre el Antiguo
Hay apologética en el Evangelio de Mateo, como lo documenta la his­
Testamento y el acontecimiento Cristo. Pero en la interpretación apli­
toria del piquete de soldados que hacían guardia junto al sepulcro
cada a Jesucristo, el pueblo del antiguo pacto desempeña una función
(27,62-66; 28,11-15). Pero con este fin no se aduce ninguna cita de cum­
negativa. Por la tradición anterior a Mateo se trasmiten alusiones a la
plimiento ni se hace referencia bíblica alguna, sino que únicamente
Escritura y citas de la Escritura que atestiguan el rechazo de Jesús por
se rechaza un infundio que corría aún en tiempo del evangelista (28,15).
los dirigentes judíos y las intenciones de éstos de darle muerte. En la
En cambio, lo que es fundamentalmente nuevo para la comprensión
parábola de los viñadores malvados (Mt 21,33-46), el Hijo de Dios es
cristiana del Salvador, a saber, su camino a través de la cruz para llegar
el último en ser asesinado de una serie de criados (profetas) enviados
a la resurrección, su muerte vicaria expiatoria para el perdón de los
por Dios; pero en una palabra de la Escritura que sigue a continuación,
pecados (20,28; 26,28), esto se sitúa a la luz de la Escritura. Difícil­
se anuncia el cambio radical obrado por Dios: la piedra rechazada por
mente se podrá poner en duda que detrás de las palabras que hablan
los constructores se convierte en la piedra angular (21,42). Esto se

tomó ya de la tradición marquina (Me 12,1-11 ); pero la interpretación


90. Cf. Strecker, Weg der Gerechtigkeit, 1 1 3 - 1 1 5 ; Trilling, Das wahre Israel,
mateica se hace palpable en el trazado de la línea historicosalvífica y
87s; Gnilka, Das Matthiiusevangelium 11, 305. De manera diferente, A. Schlatter,
en la visión concreta de la suerte de Jesús (los numerosos criados, la 3
Der Evangelist Matthiius (Stuttgart 1948) 691; Gundry, Matthew, 474; F. MuBner,

alusión a la suerte corrida por los profetas, el homicidio del Hijo a Dieses Geschlecht wird nicht vergehen. Judentum und Kirche (Friburgo-Basilea­

quien echan de la viña). El antiguo pueblo de Dios pierde su posi­ Viena 1991) 95s.

91. Sobre estas palabras, a menudo mal interpretadas, véase K. H. Schel­


ción privilegiada y tiene que dejar el reinado de Dios a otro pueblo
kle, Die «Selbstverfluchung» lsraels nach Matthiius 27,23-25, en: W. P. Eckert (dir.),
que produzca sus frutos (21,43).
Antijudaismus im Neuen Testament? (Munich 1967) 148-156; Frankemolle, Jahwe­
De la fuente de logia proceden las palabras sobre Jerusalén que
Bund, 209s; R. Kampling, Das Blut Christi und die luden, NTA NF 16 (Münster
mata a los profetas y apedrea a los enviados de Dios (23,37-39). Las de W. 1984); Gnilka, Das Matthiiusevangelium 11, 458s.

172 173
del rescate, se halla la profecía de Is 53,10-129'2. Aquí está la línea divi­ les. La índole de su predicación moral puede apreciarse aún más inten­

soria entre el judaísmo y el cristianismo. La nueva comprensión de la samente en el Sermón de la Montaña. Es ya significativo que Mateo

redención y del Redentor ( 1 , 2 1 ) se adquiere por las palabras y los haya recogido en su Evangelio esa gran composición de sentencias,

hechos de Jesús, que presentan intuitivamente a la misericordia de que toma mucho material de la fuente de logia, que él utiliza en común

Dios como la razón originaria del acontecimiento de la salvación (9,13; con Lucas, pero que amplía considerablemente con tradiciones pro­

12, 7). Lo que Jesús vive ejemplarmente en su proexistencia en favor pias que en parte son de origen judeocristiano. Al principio mismo de

de los hombres (20,28) se convierte en el pleno «sí» de Dios en la entre­ la aparición de Jesús en público, al comienzo de su actividad en Gali­

ga de su Hijo, en la aceptación de su muerte expiatoria. Este aconte­ lea, una actividad que irradia luz con enseñanzas, proclamación y cura­

cimiento de redención no es todavía un tema de reflexión tan'pro­ ciones ( 4,23-25), Mateo ofrece la gran composición de sentencias

funda como en Pablo y en Juan, pero encuentra una sólida base en que es el Sermón de la Montaña, concentrado en la idea de poner por

Mateo con sus citas bíblicas y sus alusiones a la Escritura. obra la justicia. Este Sermón falta en Marcos, pero se halla en el mis­

A la luz de las citas bíblicas, la Iglesia cristiana se presenta a sí mo lugar en que Marcos describe el efecto de las enseñanzas de Jesús

misma como el giro historicosalvífico que pasa del reinado de Dios sobre el pueblo: él enseñaba como quien tiene autoridad y no como

prometido hasta entonces a Israel, al pueblo de la salvación escato­ los escribas (Me 1,22; cf. Mt 7,28s). Aunque Jesús proclama intensa­

lógica constituido nuevamente por Dios (cf. 21,43). Este pueblo abar­ mente la salvación, que él asegura a las multitudes que le escuchan

ca también a las naciones gentiles, a las que Jesús integra en su visión (véanse las-Bienaventuranzas), él exige que se ponga en práctica una

del futuro. Sin embargo, el pueblo de Dios del Nuevo Testamento se justicia mayor que aquella a la que aspiraban los escribas y fariseos

encamina también hacia el futuro juicio, y en todo el Evangelio de por medio del cumplimiento de los preceptos (5,20).

Mateo se acentúa la obligación de cumplir las palabras de Jesús, que La imagen de este Jesús que exige y que desafía a los hombres,

deben traducirse en obras. Tan sólo en el juicio final se establecerá Mateo la presenta con tanta viveza a los ojos de todos, que hace inclu­

la división entre los elegidos y acreditados y los que han fallado en so que el Resucitado diga a los discípulos: «Enseñadles a poner por

el servicio del amor (25,31-46). obra todo lo que yo os he mandado» (28,20), una clara referencia

retrospectiva al Sermón de la Montaña. En primer lugar estudiare­

mos la autoridad de Jesús que se halla detrás de sus exigencias.

3. EL ENVIADO DE DIOS EXIGE UNA JUSTICIA NUEVA Y MAYOR

a) La conciencia de Jesús de su misión como maestro moral


En la sección en que se hablaba de la Iglesia como espacio de la

continuada acción de Jesús (I, 3), se vio ya claramente que Jesús exi­ Las cuatro primeras bienaventuranzas prometen la misericordia

ge con rigor a la comunidad la observancia de sus enseñanzas mora- y la salvación de Dios a los pobres, a los afligidos, a los que renuncian a

la violencia y a los que tienen hambre y sed de justicia (5,3-6). Pero

aquí se da paso ya a la predicación moral. Los «pobres en el espíritu»

92. Cf. J. Jeremias, Rescate por muchos (Me 10,45), en: Id., Abba. El men­ no son sólo los materialmente pobres, sino todos los que tienden a una
saje central del Nuevo Testamento (Salamanca 1993), 138-151, concretamente 149s;
determinada actitud'Ímte Dios: los que, a pesar de toda su pobreza y
K. Kertelge, Der dienende Menschensohn (Mk 10,45), en: R. Pesch y R. Schnac­
aflicción, depositan gran confianza en Dios que sana los corazones
kenburg (dirs. ), Jesus und der Menschensohn, FS A. Vogtle (Friburgo-Basilea-Vie­
quebrantados y que da ánimo y esperanza a los afligidos (Is 61,la).
na 1975) 225-239, especialmente 231s; Id., en: Diccionario exegético del NT (DENT),

11, 96-99. En lo que respecta a la derivación de Is 53, se muestra escéptico F. Büch­ Los «benignos», los que renuncian a la violencia, heredarán la tie­

sel, en: ThWNT IV, 344s; pero véase Gundry, Use ofthe 0.T., 39s. rra, precisamente porque no emplean la violencia. Los hombres deben

174 175
«tener hambre y sed» de la justicia de Dios. Esto podría referirse sí Jesús. Esto se efectúa en las antítesis, que en todos los casos contra­

a la justicia que procede de Dios; pero, de acuerdo con los demás pasa­ ponen la justicia requerida por Dios a la práctica de la ley que había

jes en que se habla de la justicia, sobre todo según el correspondien­ sido normal hasta entonces. Jesús y nadie más proclama autoritaria­

te v. 10 (los que son perseguidos a causa de la justicia), habrá que pen­ mente y con exigencia ese cambio profundo de la conducta moral,

sar en la aspiración humana a observar la actitud exigida por Dios?'. esperado bajo el reino de Dios

Por tanto, en el primer grupo de las cuatro bienaventuranzas se Como introducción a la serie de las antítesis preceden cuatro ver­

escucha ya el rasgo ético fundamental, el empeño que Dios espera de sículos que definen la actitud de Jesús ante la ley judía. La primera

los hombres por acercarse más a él y a su escala de virtudes. Esto se frase (5,17) desvela, por decirlo así, la conciencia que Jesús tiene de

aplica tanto más al segundo grupo de cuatro bienaventuranzas, el cual, su misión: Jesús no ha venido para suprimir la ley o los profetas, sino

lo mismo que el primero, culmina con la promesa del reino de Dios para cumplir. Él no quiere eliminar la ley, como quizás creyeron algu­

(v. 3, cf. v. 10). El comienzo y el fin de toda la serie de sentencias se nos en la comunidad, sino «cumplir». Este :n>,:r¡p&om ha recibido dife­
95.
refieren al reinado de Dios anunciado por Jesús, que hace irrupción rentes interpretaciones ¿Significa que se quiere realzar la ley en

ahora y que debe motivar el pensamiento y la acción de los hom­ su verdadero significado o completarla o perfeccionarla, como po­

bres. Ahora hay que alabar como bienaventurados a los misericor­ drían ilustrarlo gráficamente la serie de las antítesis? ¿O lo de «cum­

diosos, a todos los que tienen un corazón puro, a los que traen la paz plir» debe entenderse en un sentido historicosalvífico, como podrían

Y a los perseguidos a causa de la justicia. Son personas que han com­ sugerir las citas de cumplimiento? De todos modos, a lo de la ley se

prendido la voluntad de Dios de cambiar a los hombres. ha añadido «o los profetas». Con ello se introduce una perspectiva

Por tanto, quien acepta el mensaje de Jesús y trata de ajustarse profética que en la actuación de Jesús habría alcanzado su punto cul­

a él, pertenece al grupo de los discípulos de Jesús. Son alabados minante. La línea profética resalta más intensamente todavía en la

acentuadamente ( «vosotros sois») como sal de la tierra y luz del mun­ declaración acerca de Juan el Bautista: «Todos los profetas y la ley

do. Pero en seguida se vuelve a la exhortación ética. Los hombres, al anunciaron esto hasta que vino Juan» (11,13). La secuencia «los pro­

ver actuando así a los discípulos de Jesús, deben ver sus «buenas obras» fetas y la ley» muestra un orden distinto en comparación con Le 16,16.

y alabar al Padre que está en los cielos (5,16)


94•
Con esto se fija el impe­ Por tanto, ¿considerará Mateo a Jesús como el punto final de las pro­

rativo moral en la proclamación de la salvación. Y ahora a Mateo le mesas proféticas, contenidas también en la «ley»? ¿Será Jesús, para
96
apremia presentar gráficamente y concretar las exigencias morales de Mateo, el profeta del fin de los tiempos, según Dt 18,15?

Hasta qué punto Mateo está embebido de la idea de Moisés, el

legislador y profeta del Antiguo Testamento, es una cuestión a la que

93. Luz, El Evangelio según San Mateo, I, 294: «El término �lKULootMJ pue­ no se puede responder con total claridad. Algunas cosas señalan hacia
de e�tenderse en todos los pasajes mateanos como conducta humana, y en algu­
un trasfondo tipológico. Jesús, lo mismo que Moisés, sube a un mon­
nos tiene que entenderse así» (remite luego a 5,10 y 3,15). Así también G. Schrenk
te y proclama desde allí su interpretación de la torá judía (5,1, cf. 28,16).
en: ThWNT 11 (1935) 200s; G. Strecker, Die Makarismen der Bergpredigt: NTS 17
En la trasfiguración Moisés aparece junto a Elías y, según Mt 17,3 (a
(1970/1971) 255-275, aquí 264s, 272; A. Sand, Das Gesetz und die Propheten (Ratis­

b_on_a 1974)_202; �rybylski, Righteousness (nota 48), 96-98, y la mayoría de los espe­ diferencia de Me 9,4), Moisés es mencionado en primer lugar. Pero

cialistas mas recientes, entre ellos también Davies-Allison, Matthew I, 452s. no se dice de qué hablaban con Jesús esos dos personajes celestiales.
94. �s «buenas obras» son para Mateo los actos morales que pueden desig­

nars� también como «frutos» de la buena disposición (7,17-20; 12,33) o de la con­

versión (3,�.10; cf. 21,19s41). Lo opuesto de las «buenas obras» que los discípulos 95. Cf. Davies-Allison, Matthew I, 485-487.

han de realizar, se ve claramente en las obras deficientes de los escribas y fariseos 96. Cf. W. D. Davies, The Setting of the Sermon on the Mount (Cambridge

en 23,3. 1964) 116-118.

177
176
La escena está al servicio de la glorificación de Jesús; él, lo mismo que sí la autoridad doctrinal de Moisés y Jesús no les discute tal autoridad.

Moisés y que Elías, pertenece al mundo celestial en el que ha de entrar Ni siquiera en este discurso polémico se ataca a Moisés sino que Jesús

después de su resurrección. La referencia a Moisés se refuerza con la dice al pueblo que debe obedecer todo lo que digan esos discípulos

voz de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, [escu­ de Moisés; pero no debe regirse por lo que ellos hagan. Este enjui­

chadle!». Pues se trata de una cita indirecta de Dt 18,15: el profeta que ciamiento positivo de las enseñanzas de Moisés se halla en tensión con

Dios suscite de en medio de los hermanos «dirá a los israelitas todo el permiso dado por Moisés para extender un certificado de divor­

lo que yo le mande» (18,18). El profeta escatológico prometido por cio a la mujer, y también con la advertencia contra la levadura de

Moisés es el que ha de decir al pueblo de manera plena y definitiva la los fariseos (16,6), que en 16,2 se interpreta expresamente como refe­

palabra de Dios. ¿No es el Predicador del monte, que recoge las pala­ rida a las enseñanzas de los fariseos y los saduceos.

bras de la ley mosaica, pero que con su interpretación las sobrepasa A pesar de estas tensiones, no se impugna en general la autori­

y las perfecciona? ¿No es el Profeta que en nombre de Dios encare­ dad de Moisés. Lo que irrita a Jesús es el mal uso de los mandamien­

ce las prescripciones de la ley y las sobrepasa proféticamente'i'" tos de la ley originado por la práctica de los escribas, que con su inter­

En un pasaje se rebaja la autoridad de Moisés. En la cuestión del pretación mezquina imponen a la gente cargas insoportables (23,4)

divorcio, cuando los fariseos alegan que Moisés les prescribió exten­ y les cierran la puerta de entrada al reino de los cielos (25,5.13). Menos­

der a la mujer un certificado de divorcio, responde Jesús: «Moisés os precian lo más importante y de mayor peso en la ley: la justicia, la

permitió separaros de vuestras mujeres por la dureza de vuestro cora­ misericordia y la fidelidad (23,23; cf. Miq 6,8). La misma crítica se

zón, pero al principio no era así» (19,8). Por tanto, Jesús no se atiene expresa en el diálogo sobre lo que es puro e impuro (15,1-20). Los

aquí a lo preceptuado por Moisés, sino que se remonta a lo que fue la escribas anulan el mandamiento de amar a los padres al permitir que

voluntad original de Dios. Jesús se enfrenta críticamente con la auto­ los hijos, con el voto del corbán, consagren al templo los bienes con

ridad doctrinal de Moisés; sin embargo, no ataca a Moisés mismo. En que tenían obligación de socorrer a sus mayores. De este modo honran

la cuestión acerca de la resurrección, se cita la disposición dada por a Dios con los labios, pero su corazón está muy alejado de él (15,7-9).

Moisés acerca del matrimonio por levirato (22,24), sin que de ahí se Lo mismo se aplica a las prescripciones sobre los alimentos, acerca de

saquen consecuencias para la doctrina. Jesús no entra en el caso, sino las cuales Jesús asienta el principio fundamental: «Lo que entra por

que conduce a ver desde una perspectiva distinta la cuestión debati­ la boca no mancha al hombre; lo que sale de la boca, eso es lo que le
98.
da acerca de la resurrección de los muertos: Dios no es un Dios de mancha» (15,11) Este enunciado se interpreta luego refiriéndolo a

muertos sino de vivos. La mezquina argumentación de los saduceos, los malos pensamientos que emergen del corazón del hombre y a las

traída por los pelos, se desbarata por completo. Finalmente, en el dis­ acciones que de ellos brotan y que Mateo enumera con arreglo a

curso antifariseo tenemos aquella palabra según la cual los escribas y lo que dicen los Diez Mandamientos (15,19s).

fariseos se sentaron en la cátedra de Moisés (23,2). Reclaman para Por tanto, lo que interesa a Jesús es el acto moral, y habrá que pre­

guntarse si lo de «cumplir» la ley y los profetas, en el sentido en que

97. Davies, Setting (nota anterior), en su profundo estudio llega a la con­

clusión de que en el Evangelio de Mateo se reconocen motivos mosaicos, pero que

los criterios mosaicos quedan sobrepasados por la interpretación cristológico mesiá­ 98. Este masa/ de Me 7,11, que da una enseñanza fundamental, es de inter­

nica ( «Mosaic Categories transcended», 93-108). «Pero es notable la restricción pretación muy discutida. ¿Se trata de palabras originales de Jesús? ¿Rechaza todos

con que se usan los motivos del Nuevo Éxodo y del Nuevo Moisés» (93). El autor los preceptos judíos relativos a la pureza? ¿Representa un nuevo principio de

piensa que Mateo presenta a Jesús como el que proclama en lo alto de un monte moral? Las palabras, sin suprimir la ley mosaica, podrían interpretarla y sobre­

la ley del Mesías; pero evita designar a Jesús como «nuevo Moisés» (108). Sobre la pasarla de manera parecida a como se hace en el Sermón de la Montaña. Cf. R.

cuestión de la «ley del Mesías» en el judaísmo, cf. Billerbeck III, 577; IV!l, ls .. Schnackenburg, El Mensaje moral del Nuevo Testamento 1 (Barcelona 1989) 85s.

178 179
lo entiende Mateo, no se referirá al cumplimiento o práctica de las Muy próximos a la idea de practicar se hallan también los otros dos

acciones morales?", En 5 , 1 9 , a quien suprima uno de esos manda­ pasajes en los que se mencionan «la ley y los profetas». Después de la

mientos más pequeños y enseñe a los hombres a obrar de la misma «regla de oro», que exige que se trate a los demás como uno quiere

manera, se le contrapone a aquel otro que los practica y enseña a los que le traten a sí mismo, se dice: «Esto es la ley y los profetas» (7 , 12);

demás a practicarlos. Se discute si Mateo tiene aquí a la vista dife­ y después del mandamiento principal, que exige por igual el amor a

rencias de rango en el reino de los cielos. Yo pienso que se trata de Dios y el amor al prójimo, se dice: «De estos dos mandamientos depen­

una formulación retórica que asegura que únicamente aquel que se den toda la ley y los profetas» (22,40). El énfasis recae en la práctica

acredite por la práctica de sus obras será partícipe del reino de Dios, del amor , y e sto es también como una clave para las antítesis que

pero que quiere excluir de él a quien no obre según sus enseñanzas'P'. comienzan con la exigencia del amor fraterno y de la reconciliación

Es difícil el texto de 5,18, donde Jesús -en una frase marcadamente (5,21-24) y terminan con el amor a los enemigos (5,43-48).

hiperbólica- acentúa que ni una j ota (la letra más pequeña) ni una Por tanto, si se pregunta si en la perspectiva de la historia de la

tilde (un simple rasgo caligráfico) de la ley dejarán de estar vigentes salvación, Jesús quiere llevar a la consumación la ley y los profetas,

mientras duren el cielo y la tierra. La ley seguirá estando en vigor, o si quiere «cumplirlos» en la práctica con su vida, sus enseñanzas y

incluso en sus más mínimos detalles, hasta el fin del mundo. Esta idea su conducta, entonces parece que ambos aspectos se hallan de algún

procede seguramente de un horizonte de pensamiento judeocristia­ modo en lo cierto. Jesús es el Cumplidor de las promesas del Antiguo

no, y Mateo la hace suya en este pasaje. Cuando después se añade Testamento, y en lo que él exige se da la superación y la consumación

«hasta que todo suceda», se piensa seguramente en todos los acon- de lo que se había exigido hasta entonces (5,48 ! ) . Ahora bien, este

1 1•
. tecimientos que han de suceder al fin (cf. 24,34) º Hasta entonces cumplimiento consiste en la práctica concreta del amor, de lo que él

la ley permanecerá en vigor y deberá cumplirse. mismo ha dado ejemplo. En la persona de Jesús se condensa, para

En la escena del bautismo, Juan quiere impedirselo, Jesús dice: Mateo, lo que había sido predicho por la ley y los profetas, lo cual se

«Es conveniente que cumplamos así toda justicia» (3,15); es difícil esclarece y corrobora por la práctica llevada a cabo por Jesús. Jesús,

entender tales palabras como no sean las del cumplimiento de la rec­ como el soberano y definitivo Intérprete de la voluntad de Dios, mues­

ta conducta exigida por Dios. Juan vino «en camino de justicia» (21,32) tra también el camino para saber cómo hay que cumplir la voluntad

y Jesús va igualmente por este camino que exige obediencia a Dios. de Dios: no por medio de una enseñanza que no vaya más allá de pro­

nunciar palabras vacías, sino por la práctica de la justicia, principal­

mente por un amor traducido a hechos. Tal es la justicia mayor, que

99. Así lo afirma con insistencia U. Luz, Die Erfüllung des Gesetzes bei sobrepasa todos los empeños legalistas de los escribas y fariseos (5,20).

Matthiius (5,17-20), en: ZThK 75 (1978) 398-435; Id., El Evangelio según San Mateo Sigue a continuación la crítica contra la ostentación de una justicia
1, 324-330. Pero él afirma: «Si se refiere primariamente a la obediencia y a la vida
legalista (6,1-18), contra una «hipocresía», que, a pesar de todas las
de Jesús, esto no significa que quiera desechar la idea de vaticinio» (330). Gundry,
apariencias externas, no puede ocultar la falta de vinculación con Dios,
Matthew, 80s realza más bien el cumplimiento de las profecías, pero «juntamen­

te con la vida y las enseñanzas de Jesús». En sentido parecido, también Davies­

Allison, 486s.

100. Luz, El Evangelio según San Mateo 1, 333s no se decide. Cree que en­ Allison, 495)? E. Schweizer, Matth 5,17-20. Anmerkungen zum Gesetzesverstand­

tre los judeocristianos era posible también una postura «semiliberal», ya que no nis des Mattháus, en: Id., Neotestamentica (Zürich - Stuttgart 1963) 399-406, inter­

propagaban la exclusión del reino de Dios sino tan sólo la asignación de puestos preta ttAT]péiiom en 5,17 en el sentido del cumplimiento historicosalvífico por la

inferiores. Pero parece que para Mateo mismo el v. 20 se refiere únicamente a la venida de Jesús ( 400), y la segunda oración de Ew� en el v. 18 en el sentido de

la nueva torá, que sigue practicándose en la comunidad (404s). Véase además Hüb­
exclusión.

101. ¿Las dos oraciones de Ew� constituyen un paralelismo sinonímico (Davis- ner en: Diccionario exegético del Nuevo Testamento (DENT) II, 429.

180 181
el Padre. Se ataca también a las personas que en el exterior son como pretación más rigorista de la torá, a saber, la primera (el homicidio y la

mansas ovejas y en su interior son lobos rapaces (7,15). Mateo insis­ cólera), la segunda (el adulterio y los deseos del corazón) y la cuarta

te en que deben verse los frutos: «Por sus frutos los conoceréis» (7,20). (la prohibición del juramento), que podrían haber sido formuladas

En esto consiste la encarecida advertencia contra los pseudoprofetas, antitéticamente por Jesús, y las antítesis «secundarias», a saber, la ter­

que dan tanto que hacer a la comunidad mateica. El evangelista some­ cera (el divorcio), la quinta (la prohibición de la venganza) y la sexta

te también a este juicio de sondeo a los miembros de la comunidad (el amor a los enemigos), que en Lucas no tienen forma antitética'?"

que quieren señalarse por medio de la profecía y de la realización Sin embargo, tal distinción es demasiado rígida y artificiosa. En

de actos extraordinarios (expulsiones de demonios) (7,22s). Lo deci­ todas las antítesis lo que le interesa a Jesús es hacer una confronta­

sivo sigue siendo la práctica de las palabras de Jesús, que es lo único ción entre los mandamientos de la torá y sus propias enseñanzas. «En

que constituye un fundamento sólido contra las tormentas y los peli­ opinión de las antítesis, no es ya suficiente (como hasta entonces) el

gros a los que se ve expuesta la vida (7 ,24-27). La imagen del Maes­ precepto de la torá, sino que ahora lo decisivo es la enseñanza de Jesús.

tro de una justicia enraizada en Dios, de la que Jesús mismo da ejem­ Por tanto, las antítesis deben considerarse como superación de la torá,

plo con su vida, se destaca de toda piedad engañosa y de toda o bien -para ser más precisos- como mandamientos de Jesús que

arrogancia humana, que Jesús sabe descubrir con mirada penetrante. superan en radicalismo a la torá, pero no como mandamientos radi­
103•
Por tanto, Mateo sitúa al Maestro de una justicia mayor en el contexto calizados de la torá» Mateo puso en forma antitética la tradición

de su época: el contexto judío y el contexto cristiano, y hace que sobre de Jesús acerca del «cumplimiento» de la ley y los profetas, quizá no

este trasfondo resuene de nuevo el mensaje liberador del amor. Son sólo las denominadas antítesis secundarias, sino también la tradición

dos perspectivas, primero frente a una insuficiente justicia judía basa­ de Jesús que aparece en las antítesis «primarias», es decir, tal vez plas­

da en la ley, y luego frente a un rechazo de la ley, observable en las mó redaccionalmente toda la serie de antítesis'?'. De todos modos,

comunidades cristianas, o frente a una interpretación laxista de la ley. Mateo ha puesto de relieve la radicalización de la voluntad divina, una

Mateo tiene presentes tales actitudes erróneas y opone a ellas las pala­ radicalización reconocible en las diversas declaraciones de Jesús, fren­

bras claras de Jesús. te a a la interpretación humana, y de este modo ha puesto bien a las

claras la nueva conducta de los hombres exigida por la proclama­

ción del reinado de Dios que está llegando ahora, frente a las cos­
b) La índole de la justicia mayor exigida por Jesús
tumbres y a la práctica que había prevalecido hasta entonces. «La

Las antítesis explican cómo debe ser y cómo debe practicarse esa "acción" escatológica de Dios exige una nueva "reacción" del hom­

justicia nueva y mayor. La cuestión principal que aquí se plantea no es bre, que fundamentalmente no podía fundamentarse en la autori­

la de saber si Jesús encarece, y cómo lo hace, la observancia de la ley dad que la torá había tenido hasta entonces-l'".

anunciada a los «antepasados», a la generación de Moisés, y

atestiguada como Escritura, o si él sobrepasa esa observancia supri­ 102. H. Merklein, Die Gottesherrschaft als Handlungsprinzip, FzB 34 (Würz­
2
miéndola. La cuestión principal es cómo Jesús confronta la conducta burgo 1981) 254-293; J. Lambrecht, [ch aber sage euch. Die Bergpredigt als pro­

humana con la voluntad divina. Entre las seis antítesis se observan cla­ grammatische Rede Jesu (Mt 5-7. Lk 6,20-49) (Stuttgart 1984) 89-93.

103. Merklein, Gottesherrschaft, 256.


ramente algunas en las que Jesús contradice a la torá escrita; son la se­
104. Así H. M. Suggs, The Antitheses as Redactional Products, en: G. Strec­
gunda antítesis acerca del divorcio (5,3ls), la quinta antítesis sobre la
ker (dir.), Jesus Christus in Historie und Theologie, FS H. Conzelmann (Tubinga
venganza (5,38s) y la sexta antítesis sobre el amor a los enemigos
1975) 433-444; l. Broer, Die Antithesen und der Evangelist Matthiius: BZ NF 19

(5,43s). De ordinario se hace distinción entre las denominadas antíte­ (1975) 50-63.

sis primarias que, por la comparación con Locas destacan como ínter- 105. Merklein, Gottesherrschaft, 257.

182 183
Esta confrontación de la voluntad y la conducta humanas con la ca jurídica grecorromana (Me 10 ,12). A mí me parece seguro que

voluntad de Dios fundamentada escatológicamente puede verse de Mateo tiene en cuenta las circunstancias judías, pero sin cuestionar la
106•
manera universal en los paradigmas de las antítesis. Cuando en la pri­ fundamental prohibición del divorcio hecha por Jesús En el mar­

mera antítesis, a la prohibición del homicidio se le añade la prohibi­ co del Sermón de la Montaña, lo que le interesa a Mateo es encare­

ción de la cólera (5,21s), entonces se descubre así cuál es la razón pri­ cer la responsabilidad del marido por la continuidad del matrimonio;

maria y el origen del homicidio. Puesto que las personas se inclinan a el marido no debe impulsar a su mujer a contraer nuevas nupcias, que

encolerizarse y a execrar a otras personas, se llega finalmente a la in­ para Jesús son ilegítimas. Aunque la antítesis tiene la apariencia de

tención de cometer un asesinato. Jesús quiere arrancar del corazón norma jurídica casuística, sin embargo es más que eso: es la abolición

toda esta peligrosa manera de pensar. Esto se ve con más claridad aún de un pensamiento legalista humano frente a las exigencias de Dios.

en la continuación del Sermón, que trata de la reconciliación con el Con sus palabras provocadoras, Jesús adopta una perspectiva profé­

hermano (5,23s) o con el adversario en un proceso (5,25s). Con la mi­ tica, contemplándolo todo con la mirada puesta en la llegada del rei­
107•
rada puesta en Dios, para quien es más importante la reconciliación nado de Dios «Precisamente de esta manera Jesús presenta a la

con el hermano que la ofrenda presentada en el altar, queda bien pa­ mujer como un ser humano ante los ojos del marido, como un ser
108•
tente que la medída con que Dios mide las cosas es completamente di­ humano para quien él ha de vivir con amor» Jesús rompe así las

ferente a la que rige de ordinario la conducta de los hombres. normativas legales para llegar hasta las disposiciones divinas, que son

En la segunda ántítesis, sobre el adulterio y sobre el deseo (ocul­ más elevadas.

to en el corazón) de poseer a otra mujer (5,27s), se pone otra vez al La orientación hacia la santidad y la inviolable dignidad de Dios

descubierto cuál es la raíz de semejante conducta. Dios ve el corazón aparece claramente en la prohibición del juramento (cuarta antítesis,

del hombre, que impulsa hacia el adulterio. Es verdad que en Dt 5,21 5,33-37). A Dios se le puede prometer algo bajo juramento sagrado;

se prohíbe ya el deseo de otra mujer y, por tanto, esta antítesis no es pero todas las fórmulas atenuadas de juramento, como las que de­

una «intensificación de lo dispuesto en la torá»; pero Jesús conside­ sempeñaban un papel en la interpretación casuística de los rabinos

ra tan peligrosa la concupiscencia natural desenfrenada de otra mujer, (cf. 23,16-22), no tienen el peso de una promesa hecha a Dios bajo

que la realza específicamente como dirigida contra la voluntad de juramento. Ahora bien, como toda palabra pronunciada ante Dios

Dios. A continuación se formulan advertencias contra el ojo seductor debe llevar en sí la obligación absoluta de que sea «sí» o «no», el Ser­

o contra la mano que impulsa al pecado (5,29s). Son advertencias que món de la Montaña prohíbe en absoluto el juramento, que podría reba­

Mateo toma del contexto original sobre el escándalo, en Me 9,43-47, jar a Dios hasta el ámbito humano. Las formas sustitutivas, que evitan

y las aplica aquí al pecado sexual. Con severísimas palabras advierte la pronunciación del nombre de Dios (por el «cielo», por la «tierra»,

contra la cesión a los impulsos naturalmente fuertes que hay en el por «Jerusalén»), no hacen justicia a la excelsitud de Dios. El nombre

hombre, y que pueden hacerle reo del juicio escatológico.

La prohibición del divorcio (tercera antítesis, 5,3ls), que ahora


106. Sobre la «cláusula de fornicación» véase, entre otros, J. B. Bauer, Bemer­

contradice directamente a una disposición de la torá (cf. 19,8s), tie­ kungen zu den matthiiischen Unzuchtsklauseln (Mt 5,32; 19,9), en: J. Zmijewski y

ne su fundamento en que el divorcio se opone a la voluntad original E. Nellesen (dírs.), Begegnung mit dem Wort, FS H. Zimmermann (Bonn 1980)

23-23; C. Marucci, Paro/e di Gesü su/ divorzio (Nápoles 1982)333-406; Schnaken­


de Dios: «Lo que Dios ha unido, ¡que no lo separe el hombre!» (19,6).
burg, El mensaje moral del Nuevo Testamento 1 176s.
Bajo el reinado de Dios hay que restaurar la voluntad de Dios con
107. G. Lohfink, Jesus und die Ehescheidung. Zur Gattung und Sprachinten­
respecto a su creación. No podemos detenernos aquí a estudiar los
tion von Mt 5,32, en: H. Merklein y J. Lange (dirs.), Biblische Randbemerkung, FS

problemas de las diferentes formulaciones que se derivan del contexto de los discípulos a R. Schnackenburg (Würzburg 1974) 207-217.

judío («a no ser en caso de fornicación», 5,32; cf. 19,9) o de la prácti- 108. Merklein, Gottesherrschaft, 285.

184 185
de Dios no debe quedar deshonrado en modo alguno (segundo man­ cepto entre otros, sino el centro y la cima de todos los mandamientos,

damiento del Decálogo); Dios se halla absolutamente por encima de y conduce a la perfección-P",

las sutilezas humanas. Por tanto, la índole de la justicia exigida por Dios resalta en el

La quinta antítesis prohíbe la venganza y, por medio de los tres contraste entre la conducta humana diaria y la manera de actuar de

ejemplos de casos aducidos, se convierte en una exigencia especial Dios, que quiere establecer su reinado, pero sólo puede hacerlo en

para la sensibilidad humana (5,38-41). Al hombre le resulta obvia la contradicción con la conducta practicada en el mundo terreno. Esta

conducta que debe seguir, después de haber experimentado una injus­ completa alteridad de Dios en cuanto al ser y al obrar, que obliga al

ticia o de haber sufrido un acto de violencia; pero Jesús exige la no discípulo de Cristo, Mateo la pone de relieve en las antítesis. El rei­

violencia, más aún, al malhechor hay que desarmarlo por medio de la nado de Dios sitúa el futuro como norma para el presente, sin tener

bondad, el mal hay que superarlo por medio del bien (cf. Roro 12,21 ). en cuenta para nada las dificultades y tensiones que de ello se deri­

Como en los ejemplos aducidos no se habla sólo de la renuncia van. Por tanto, las exigencias de las antítesis siguen siendo algo utó­

a la venganza, sino que se exige además que se sea condescendiente pico, difícil de realizar en el ámbito terreno del mundo. Pero Mateo

y que se dé más de lo que a uno le piden (v. 40), vemos que se añade quiere destacarlas como la inquebrantable voluntad de Dios.

una sentencia acerca de la acción de dar: «[Da a quien te pida, y no ¿Qué imagen de Jesús se deriva de ello? «El Jesús de las antíte­

vuelvas la espalda al que te pide prestado!» (5,42). Mateo desligó estas sis es un Jesús mateico. El material que Mateo integró en 5,21-48 en

enseñanzas del contexto en que se hallaban en el discurso sobre el su retrato de Jesús, es la prolongación de la imagen que va apareciendo
111
amor a los enemigos en Le 6,27-36, y las plasmó en forma de una antí­ ya lentamente en 5,1-2.3-12.13-16 y 17-20 .» Jesús enseña a los hom­

tesis específica. Tanto más vigorosamente se inserta entonces la sex­ bres un camino que se orienta únicamente por el nuevo orden esca­

ta antítesis sobre el amor a los enemigos. Mateo enlaza con el man­ tológico, por la contradicción con las flaquezas e insuficiencias huma­

damiento del amor al prójimo, al lado del cual sitúa (sin base en el nas. Pero es el camino que hace salir de la calamidad y de la falta de

Antiguo Testamento) el odio contra el enemigo. A esta tesis Jesús opo­ paz, de la aflicción y de la desesperación.

ne: «Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os

persiguen». El fundamento de estas palabras es la conducta de Dios, c) El amor como núcleo de la nueva justicia

que debe servir de modelo para los hombres. Dios actúa de manera

diferente que los hombres: él hace que su sol salga sobre malos y bue­ Lo que ya se reconocía en las antítesis y en las exhortaciones aso­

nos, y él hace que llueva sobre justos e injustos. Esta sentencia sapien­ ciadas con ellas, se muestra en toda la obra del Evangelio de Mateo

cial, que argumenta basándose en que Dios gobierna el mundo'?", como el centro decisivo de todo esfuerzo moral: el amor a los hom­

quiere presentar gráficamente la acción misericordiosa de Dios, que bres en virtud del amor recibido de Dios. Hemos contemplado ya el

obliga a los hombres a obrar exactamente de la misma manera. La crescendo que va del amor fraterno al amor de los enemigos. La insis­

conducta habitual: amar a los que nos aman, saludar a los hermanos tencia que Mateo pone en el amor y la misericordia se hace patente

con quienes hemos intimado, hay que sobrepasarla con los ojos pues­ en algunas palabras especiales y en pasajes particulares del Evange­

tos en Dios. Tan sólo así se llega a imitar el ejemplo de Dios, que es lio de Mateo. A la defensa de su atención cariñosa prestada a los «publi­

santo y perfecto (5,48). «Mateo destaca con el término ,É>..Eto� la rele­ canos y pecadores», añade el Jesús mateico: «Entended lo que signi­

vancia fundamental del amor a los enemigos. Este amor no es un pre- fica: misericordia quiero y no sacrificio» (9,13; cita de Os 6,6). La misma

109. Cf. D. Zeller, Die weisheltlichen Mahnsprüche bei den Synoptikem FzB 110. Luz, El Evangelio según San Mateo I, 438.

17 (Würzburg 1977) 104-110. 111. Lambrecht, /ch aber sage euch (nota 102), 95.

186
frase de la Escritura se cita de nuevo para disculpar que los discípu­ concepto, se piensa en la disposición para ayudar, en la bondad y en

los arranquen espigas en sábado (12,7). A los discípulos, que según el perdón.

las rigurosas normas de los escribas son profanadores del sábado, no Jesús se convierte en la imagen ideal de semejante acción miseri­

se les puede acusar según Jesús: en el Antiguo Testamento se cono­ cordiosa. No es casual que Mateo recoja los clamores de las personas

cen ya excepciones de las prescripciones cultuales. Está el caso de afligidas que piden misericordia, clamores que Jesús escucha. Los gri­

David, que, por tener hambre, comió él mismo y comieron sus com­ tos del ciego de Jericó (Me 10,47s): «¡Jesús, Hijo de David, ten com­

pañeros de los panes sagrados de la ofrenda (12,3s), y está además pasión de mí!», se refuerzan en Mateo por el hecho de que son dos

el caso general de los sacerdotes que tienen permiso para no cum­ ciegos los que gritan (20,30s). Además, Mateo recoge adicionalmen­

plir las prescripciones del sábado, porque tienen que ofrecer el sacri­ te en su sumario de historias de curaciones la curación de ciegos que

ficio del sábado (cf. 12,5; Núm 28,3s ). «Pues os digo que aquí hay algo se acercaron a él con la misma súplica (9,27-29). También la mujer

más importante que el templo.» A causa del v. 8 ( «El Hijo del hom­ cananea pagana suplica ardientemente a Jesús por su hija: «[Ten pie­

bre es Señor del sábado»), este enunciado puede interpretarse como dad de mí, Señor, Hijo de David!» (15,22). Finalmente, Mateo pre­

referido a Jesús, quien con ello hace valer su autoridad. Pero también senta la escena del desdichado padre del muchacho epiléptico, que

puede uno referirlo a la preceptuada misericordia, con lo cual el cur­ pide a gritos: «¡Señor, ten compasión de mi hijo!» ( 1 7 , 1 5 ) . A todas

so del pensamiento se hace más homogéneo'P, La superioridad de esas personas las cura Jesús; la imagen de Jesús, que aquí resplande­

Jesús sobre el culto se muestra precisamente en que él exige y practi­ ce, marca también sus enseñanzas morales: [misericordia ante todo

ca la misericordia. y sobre todo!

La misericordia (e>,.EO�) y el ser misericordioso (eAeeiv) es en gene­ Tiene un valor especialísimo la parábola del siervo despiadado,

ral para Mateo la quintaesencia del amor que se pide al discípulo de trasmitida por Mateo en su material peculiar (18,23-35). Se caracte­

Cristo. Se dice fundamentalmente en las bienaventuranzas: biena­ riza como la parábola de la basileia, y el rey que aparece en ella es una

venturados los misericordiosos, porque experimentarán (de Dios) figura que simboliza a Dios mismo. El rey quiere ajustar cuentas con

misericordia (5,7). La exhortación a amar a los enemigos, que en Lucas sus siervos: una visión del juicio futuro. Le presentan a un hombre·

se halla al final del mandamiento del amor a los enemigos: «Sed mise­ especialmente deudor, que le debe una suma enorme de dinero. Y

ricordiosos (otK'tipµove�) como vuestro Padre es misericordioso» (Le la sentencia que se pronuncia contra él ordena en primer lugar que se

6,36), Mateo la trasformó en una bienaventuranza y, al mismo tiem­ venda como esclavos a aquel hombre, a su mujer y a sus hijos, y que

po, hizo referencia a la misericordia de Dios en el juicio final. Con ello se confisquen todos sus bienes. Pero el siervo cae de rodillas y le supli­

la exigencia adquiere mayor peso. El reproche más grave contra los ca que tenga paciencia. El señor se siente movido a compasión, le deja

escribas es que desatienden lo más importante que hay en la ley -la en libertad y le perdona la enorme deuda. Esto, por sí solo, sería un

justicia, la misericordia y la fidelidad- por sus rigurosos preceptos en paradigma de la inmensa bondad y misericordia de Dios; pero la his­

tomo a la ley (23,23). La misericordia, a tenor de la misericordia que toria continúa y se convierte en una encarecida exhortación a per­

se ha experimentado de Dios, se convierte en el criterio que rige una donarse unos a otros y a remitirse mutuamente todas las deudas. El

actividad concreta movida por el amor. Con una amplitud mayor del siervo con quien su señor ha sido clemente, exige a un consiervo suyo

una ridícula suma de dinero y hace que, por no poder pagarla, le metan

en la cárcel. De nada sirven todas las ardientes súplicas pidiendo


112. Así Luz, Das Evangelium nach Matthiius 11, 231s. Pero hay que tener
paciencia, formuladas exactamente con las mismas palabras emplea­
también en cuenta 12,41s, donde Jesús manifiesta con palabras parecidas su supe­
das por el siervo con quien el rey había sido clemente. Entonces el rey,
rioridad sobre Jonás y Salomón («Aquí hay uno que es más importante que Jonás»

o «que Salomón»). al saberlo, monta en cólera y le reprocha: «¿No debías haber tenido
compasión de tu compañero, como yo la tuve de ti?» (18,33). Aquí 3. Las exigencias del Jesús terreno se entienden sólo a la luz del

aparece la palabra clave: misericordia (o compasión). En esa miseri­ Señor y Juez que ha de venir algún día. Adquieren todo su peso por

cordia se centra toda la historia. Esta palabra ( que no aparece en el la futura retribución que ha de tener lugar en el juicio. Entonces se

v. 34) es el filo de la narración. El castigo del hombre a quien se había descubrirá lo que todavía se halla oculto.

perdonado una gran deuda y que no tuvo misericordia de su con­ 4. Se exige primera y principalmente a la comunidad creyente que

siervo se convierte --en el sentido en que lo entiende Mateo- en una tenga conciencia de que está sometida a su Señor, que es el Hijo del

113•
advertencia de que no se abuse de la bondad de Dios hombre. En la comunidad se juzga a cada uno según sus propias obras

En la escena del juicio universal (25,31-46) no aparece la palabra (cf. 16,27). Pero también las otras personas está sometidas a la norma

clave, «misericordia». Pero las obras de caridad que se han agrupado y medida del amor, de tal manera que ante el tribunal de Dios todas

según la concepción judía presentan intuitivamente la misericordia o las personas son iguales. El horizonte universal, que surge ya en la

buenas acciones que se esperan de los hombres. Nuevamente se real­ fundamentación sapiencial del Sermón de la Montaña (5,45), se man­

za, como en la parábola del siervo despiadado, el juicio que cae sobre tiene en la escena del juicio.

los que no tienen misericordia. Lo peculiar es que se acreditan como 5. La alteridad en cuanto a la manera de ser y de obrar de Dios,

hechas al Hijo del hombre las buenas acciones que se hicieron en favor la cual se opone a la conducta habitual del hombre, es transferida a

de los pobres, los necesitados y los encarcelados. Jesús es quien nos su representante y agente, a Jesús, el Hijo del hombre. Este Juez sor­

sale al encuentro en el semejante, con quien debe cumplirse el manda­ prende y extraña profundamente a los hombres por su fallo judicial,

miento del amor fraterno. El prójimo o hermano, a quien Jesús ve en un fallo que ellos no esperaban. Es la manera diferente de ser del Dios

nuestro semejante, es un llamamiento al amor que debemos tributar a que ama, del Dios que se anticipa con su amor y que obliga a los hom­

Dios, y que ha de mostrarse hacia los que padecen necesidad, con bres a amarse unos a otros.

quienes Jesús se solidariza, más aún, se identifica.

Así que el Sermón de la Montaña, con sus exigencias de no prac­

Esto significa para la imagen de Jesucristo: ticar la venganza (5,38-42), de amar a los enemigos y a los malvados

(5,43-48), de hacer a los demás lo que uno quiere que le hagan a él

l. Jesús es aquel que representa en su persona el amor y la mise­ (7,12), se sitúa dentro de la ética global del amor, y el mandamiento

ricordia de Dios; pues sólo porque él es quien ama, puede juzgar según principal pone el amor al prójimo al mismo nivel que el amor de Dios

la norma de que las obras de amor que se hicieron con los necesita­ (22,37-40). Lo que Lucas expone en la parábola del samaritano com­

dos se le hicieron a él mismo. Su propio amor es el presupuesto para pasivo (Le 10,30-37) se contiene igualmente, en cuanto a la realidad

sus exigencias de amor. objetiva, en las enseñanzas éticas de Mateo. El samaritano hace lo que

2. Jesús exige obras de amor como expresión concreta de la justi­ el Jesús mateico exige de modo constante: misericordia con los

cia nueva y mayor. Lo que ya se expresó claramente en el Sermón de la que sufren alguna desgracia (Le 10,37).

Montaña, a saber, que lo que importa es la puesta en práctica de los

mandamientos de Dios, eso mismo se confirma y encarece en la escena d) El juicio sobre los impíos y los que no tienen amor

del juicio universal. No hay disculpa alguna que pueda excusamos de

haber dejado de prestar las ayudas concretas que se necesitaban. Pero ¿será posible afirmar que el amor es el rasgo fundamental

de la predicación ética de Jesús en Mateo, a pesar de que aparece

sin cesar la amenaza del juicio? ¿La misericordia de Dios no tendría


113. Cf. Gnilka, Das Matthiiusevangelium 11, 147, también sobre otras inter­

pretaciones distintas. Véase, además, en el apartado d). que llegar incluso a acoger en su reino a las personas que fallan, a

191
190
se ha recogido en el plan de Dios para la historia y debe valorarse
las que rechazan el mensaje de Jesús y a los pecadores empedernidos?

como expresión de la justicia punitiva de Dios, después de quedar


Si Jesús acepta en la tierra a los pecadores y asegura precisamente a

decepcionado su requerimiento de amor.


los publicanos y a las rameras que precederán en el reino de Dios

4. Pero como la nueva comunidad salvífica, la Iglesia, pasa a ser


a los escribas y fariseos, porque se convirtieron al escuchar la predi­

la heredera del antiguo pueblo de Dios, ella será medida con arreglo
cación de Juan el Bautista (21,31s), ¿no cabría esperar que Dios, en

a las mismas normas con que se midió al antiguo Israel. Aquel que en
una amnistía general (como quien dice), no excluyera de la salvación

esa comunidad se una con los impíos (7,23; 13,41) o no responda con
ni siquiera a los que se han cerrado a ella? ¿Acaso Jesús no murió pre­

sus actos a lo que de él exige el Señor celestial (cf. 22 ,11-1 3) , quedará


cisamente por los pecadores, a fin de que, por su sangre derramada

excluido del reino futuro. Es verdad que el juicio no se cierne sobre


por todos «para el perdón de los pecados» (26,28), fuera posible para

la Iglesia entera, sino sobre sus miembros indignos. Esta exigencia


todos la participación en su pacto de gracia?

hecha a la comunidad, Mateo la intensificó a causa de la conducta


Esta tensión innegable entre el perdón misericordioso y el jui­

escandalosa de algunos miembros de la comuni d ad. C o rr e sp onde


cio condenatorio, que se recalca con tanto énfasis en Mateo (7,23; 8,12;

a su actitud fundamental como riguroso exhortador y amonestador,


13,4ls.50; 18,34; 22,13; 24,51; 25,30.41.46), habrá que explicarla desde

que quiere conducir a la comunidad a que produzca los frutos de una


determinados presupuestos de la ética de Mateo:

conducta moral (21,43; cf 5,16; 7,16.20). En el contexto de su comuni­

dad, Mateo sitúa junto al amor infinito de Dios el juicio que amenaza
l. El juicio según las obras lo tomó Mateo de la tradición de Jesús.

a los que no aman (25,31-46). La conexión y la diferencia con respec­


Hay clarísimas afirmaciones de Jesús que anuncian el juicio para los

to al Israel que ha fallado aparece en la parábola del banquete real


que rechacen su mensaje!",

de bodas ( 22, 1 -14). Israel, a causa de la incredulidad de sus dirigen­


2. El amor de Dios, misericordioso hasta el extremo, aparece como

tes, cae en el juicio que comienza con la guerra de los judíos y la des­
tema en la proclamación de la salvación. Pero el evangelio de la gra­

trucción de Jerusalén (22,7). Pero la nueva comunidad, que abarca tam­


cia presupone la fe en el mensaje de Jesús. Allá donde se rehúsa cul­

bién a los gentiles, no es sometida al juicio amenazador acá en la tierra,


pablemente esa fe, allá donde ni siquiera los actos milagrosos de Jesús

sino que es situada únicamente bajo el juicio escatológico en el cual se


conducen a un cambio en la manera de pensar y sentir (cf. 11,20-24;

excluirá a los miembros indignos. Según se dice al final como adver­


12,4ls; 13,54-57; 2 1 , 3 1 s ) , la oferta divina de salvación se malogra.
tencia, entre los muchos que son llamados hay tan sólo pocos escogi­
Tul es el reverso de la gran remisión efectuada graciosamente por Dios,
116.
dos que habrán de alcanzar el tiempo escatológico de gozo (22,14)
«la consecuencia necesaria de haber rechazado o menospreciado la

salvación-l".
¿Habrá experimentado Mateo cómo se yuxtaponen la gracia ili­
3. Desde su actitud crítica ante la parte incrédula del pueblo de
mitada e incondicional de Dios, tal como se proclama en la parábola
Israel, Mateo intensifica la afirmación del juicio sobre su pueblo. Pues­

to que Israel pasó a una persecución de los profetas, sabios y maes­

tros que se le habían enviado, toda la sangre derramada sobre la tie­ 116. Esta sentencia general, enunciada al fin y que no encaja ni con la his­

toria de los vv. 1-10 ni con el hombre que no llevaba traje de boda (vv. 11-13), es
rra caerá sobre el Israel culpable (23,34-36). El juicio sobre Jerusalén
una aplicación típicamente mateica que advierte contra la falsa seguridad de la
se efectuará en un futuro determinado (cf. 23,37-39; 27,25). Ese juicio
salvación. Lo de «muchos» y «pocos», según la tendencia parenética (como en

7,13s), no debe entenderse en sentido numérico; sin embargo, no puede desoírse

un tono pesimista (cf. 4 Esd 8,1-3). Véase además M.-E. Boismard, Mu/ti sunt voca­
114. Cf. M. Reiser, Die Gerichtspredigt Jesu, NTA NF 23 (Münster de W.
ti, pauci vero electi, en: RThom 52 (1952) 569-585; I. Daumoser, Berunfung und
1990) 183-250.
Erwdhlung bei den Synoptikern (Stuttgart 1955) 186-212.
115. Reiser, Gerichtspredigt (nota anterior), 314.

193
192
Esta conexión entre la bondad graciosa y clemente de Dios y la
del hijo pródigo, y el juicio anunciado para los que no cumplan la
obligación moral se ilumina de manera especial en la parábola del sier­
voluntad del Padre? Parece que en Mateo el amor inmensamente gran­
vo despiadado (18,21-35). Lo peculiar de esta historia es el cambio
de del Padre se desvanece en el anuncio apocalíptico del juicio. Mateo
repentino y total que pasa de la extrema generosidad del Señor (a
proclama también la atención cariñosa de Jesús hacia los pecadores
quien en la introducción procedente de Mateo se le caracteriza como
(9,12s); él conoce la misericordia de Dios que se revela en Jesús (cf.
«rey») a la cólera y al castigo del siervo a quien había él perdonado
9,1-8). Pero exige la conversión como condición previa para entrar en
una enorme suma de dinero, y a quien después manda meter en pri­
el reino de Dios (cf. 21,28-32). Pues bien, en la parábola del hijo pró­
sión porque él a su vez no había perdonado a su consiervo una deu­
digo se presupone también la conversión ( el regreso), pero el acento
da ridícula. Una comparación que nos deja atónitos, pero que pre­
no recae sobre ella, sino sobre el hecho de que el Padre acepte incon­
tende ser un ejemplo disuasivo. No se acierta con el punto clave de la
dicionalmente al hijo que se había extraviado. No sabemos si Mateo
parábola cuando se cercena el texto original'!".
encontró ya en su tradición todas las parábolas acerca de lo que se
Se trata de tres secuencias narrativas que se hallan íntimamente
había perdido (Le 15).
asociadas entre sí: la gracia concedida clementemente al gran deudor;
Mateo conoce la parábola de la oveja perdida, pero no la inter­
la conducta del siervo, incomprensible ante la bondad que-él había
preta en el sentido del amor universal de Dios a los pecadores, sino
experimentado; el castigo dictado por el señor encolerizado. La denun­
en el de la obligación de la comunidad de ir en busca de sus miembros
cia de los consiervos, que están irritados por la conducta de aquel hom­
extraviados (18,12-14). El Padre celestial no quiere que perezca por
bre, es necesaria para llegar al reproche formulado por el señor
la tentación y la seducción ninguno de los «pequeños», de los discí­
(v. 33). Se ve con toda claridad que el pequeño deudor suplica a su
pulos de Jesús (18,7-9). Pero aquel a quien no se logre ganar por la
acreedor con las mismas palabras que habían sido utilizadas por el
búsqueda solícita de la comunidad, será expulsado de ella (18,17). Para
gran deudor: «¡Ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré!» (v. 29).
la participación en el reino de Dios se fijan universalmente condi­
Luego, la tercera parte es la consecuencia: la cólera del señor y el cas­
ciones relativas a la conducta moral: la solicitud por los consiervos
tigo de aquel siervo de corazón duro. El punto principal es el repro­
(24,44-50), el conseguir ganancias con los bienes que a uno se le han
che del señor encolerizado: «¿No debías haber tenido compasión de
confiado (25,14-30), las obras de amor con los pobres y los afligidos
tu compañero, como yo la tuve de ti?», Tal es la lógica interna de la
(25,31-46). Pero hay que tener bien presente que todo eso sucede en
narración. Es una parábola escatológica que no sólo afirma la mise­
el horizonte escatológico, con la mirada puesta en el juicio final. Siem­
ricordia predicada en la actividad terrena de Jesús, sino que expone
pre que se habla de la gracia y del juicio, se trata de un contexto dis­

tinto. En Mateo la mirada se desplaza hacia el juicio futuro que el Hijo

del hombre ha de celebrar en el nombre de Dios. Entonces lo que se


117. H. Wederm Die Gleichnisse Jesu als Metaphern, FRLANT 120 (Gotin­

pone de relieve no es ya la bondad de Dios que todo lo perdona, sino ga 1980) 210-218, hace que la parábola original concluya con el v. 30; el v. 33 no

la obligación que dimana de la gracia que se ha recibido de Dios. Pare­ hará falta ya narrarlo. El juicio que resalta según el v. 34, relativizaría la miseri­

cordia anticipadora de Dios (215). De manera parecida, P. Fiedler, Jesus und die
ce incluso que, en la versión que Mateo ofrece del Padrenuestro, el
Sünder (Francfort del Main 1976) 197-199; W. Harnisch, Die Gleichniserzahlun­
perdón hacia el prójimo pecador es la condición para obtener el per­
gen Iesu. Eine hermeneutische Einführung (Gotinga 1985) 262. En contra, Reiser,
dón de Dios (6,14s). En realidad se presupone la misericordia de Dios
Gerichtspredigt (nota 114) 265-267). A. Weiser, Die Knechtsgleichnisee der synop­

como tal, que es la que hace posible y da la motivación para el per­ tischen Evangelien, StANT XXIX (Munich 1971) 75-104, considera, sí, el v. 31 y

dón humano. El orante tiene que pedir el perdón de Dios, pero ase­ la forma concreta del v. 34 como una creación del evangelista (93), pero acentúa

que las tres partes de la narración se hallan tan coordinadas entre sí, que no se
gurando, eso sí, que él también ha perdonado a sus deudores la deu­
puede desligar ninguna de ellas sin destruir todo el conjunto (90).
da (la culpa) (6,12).

195
194
también la consecuencia que se sigue de haber experimentado una to de los mandamientos de Jesús. La perspectiva del fin hace que resal­

conducta misericordiosa. El castigo sumamente duro del siervo des­ te con más intensidad el Señor que ha de retornar algún día. El fin de

piadado (su entrega en manos de los torturadores) podría estar des­ los tiempos se dibuja como tiempo de impiedad y de enfriamiento del

crito con el colorido de las circunstancias de entonces. La última fra­ amor (24,12); pero Cristo sigue enseñando, exhortando y protegien­

se: «Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial si no os perdonáis do en su Iglesia, y, mientras todas las naciones de la tierra se lamen­

de corazón unos a otros», es la aplicación práctica hecha por Mateo. ten de terror, el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que reú­

Se trata de una parábola que advierte de la «amenaza de perder la nan de los cuatro vientos a los elegidos (24,30s). La modificada visión

gracia» (E. Schweizer). de Jesucristo está determinada por la perspectiva judeocristiana y por

La figura del Juez que pide cuentas y retribuye impregna toda la la imagen de la Iglesia, en la que Jesucristo sigue estando presente y

exposición del Evangelio de Mateo. Sin embargo, no debemos perder continúa su obra (28,20).

de vista que se ofrece en perspectiva no sólo el juicio sino también

la recompensa para los buenos y justos. Ellos brillarán como el sol en

el reino del Padre (13,43), se sentarán a la mesa con los patriarcas

(8,11 ), entrarán en la sala de las bodas celestiales (25,10) y serán recom­

pensados abundantemente por su fiel servicio (25,21.23); serán reci­

bidos en la vida eterna (25,46). Puesto que ahora es todavía el tiem­

po de la gracia y de la prueba, se exhorta a la comunidad a permanecer

vigilante y a estar dispuesta para obrar el bien, porque ella -en opi­

nión de Mateo- se encuentra en gran peligro de errar la meta. Mateo

refuerza el anuncio del juicio, amenaza con el castigo eterno, disuade

vigorosamente y, con todo ello, lo único que quiere es fomentar la res­

puesta al amor y a la misericordia de Dios. La imagen mateica de Jesús

es escatológica; está determinada por Aquel que ha de venir, e inclu­

so la predicación presente de Jesús se sitúa en esta perspectiva.

En general, hay diversos factores que, en Mateo, desarrollan ulte­

riormente y modifican la imagen de Jesucristo en comparación con la

que encontramos en Marcos. La situación de la historia contempo­

ránea frente al judaísmo rechazador y hostil hace de por sí que se real­

cen más marcados acentos; pero la oposición al judaísmo impulsa a

reflexionar más vigorosamente sobre el Mesías que había procedido

del judaísmo ( cf. el «Hijo de David»). Mateo sabe que los textos del

Antiguo Testamento señalan hacia Jesús y ofrece, por ello, no pocas

«citas de cumplimiento». Se conserva la trayectoria historicosalvífica,

incluso en la cuestión de la ley mosaica, la cual no se suprime, sino que

únicamente se sitúa en el nuevo marco de la interpretación dada por

Jesús. La Iglesia asume la herencia del antiguo Israel, y a ella se le

encomienda administrar esta herencia mediante un fiel cumplimien-

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