El ser humano desde q ue nace ya esta siendo amado por

Dios simplemente por el hecho de este concebirle la vida.

A la medida en que el ser humano va creciendo, aspectos

en su vida empiezan a cambiar y aquí es donde llegamos al
punto de incluir la importancia de nunca perder la fe en
Dios, pues muchas veces nos pasa que, al llevar una buena
vida, con lujos, éxitos y fama nos olvidamos por completo
de orar, ir a la santa iglesia y de muchas otras cosas en las
que en absoluto omitimos a Dios. Por tal razón, el ser
humano debe tener una vocación hacia Cristo, de igual
manera, vocación a la Iglesia, y de esta no solo se habla de 1
o 2 vocaciones se habla de varias con el objetivo de que el
ser humano pueda tener su propia vocación desde el
momento de su nacimiento.
Aunque algunos piensen que realizar todo lo mencionado anterior es una estupidez
porque les parece irle agradecer a la “pared” por no tener evidencia de que Dios no existe
pero esto tiene una respuesta, tener una respuesta concreta verificada por la ciencia de
que Dios existe no tenemos pero constamos con anécdotas que muestra que este
siempre protege de todo mal y la de mas valor de que Dios

Desde tiempos remotos, el hombre ha buscado respuestas a preguntas trascendentales como el

sentido de su existencia. Existen diversas teorías sobre el origen del ser humano, pero
independientemente de ello, una cosa está clara: el hombre ha sido creado para ser hijo de Dios.

El hombre es creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1:27) y es llamado a vivir como hijo del
Padre creador. Esto implica vivir en relación de amor y comunión con Él y con los demás seres
humanos. Dios nos creó con un propósito y un plan específico para nuestras vidas, y ese plan tiene
como objetivo nuestra realización plena como seres humanos.

Sin embargo, este llamado no es fácil de llevar a cabo, pues a menudo nos dejamos llevar por las
influencias negativas del mundo que nos rodea. El pecado y la falta de fe nos alejan de Dios y nos
hacen sentir lejos de su de su amor y su presencia.