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VIVIEN BURR

<<UNA INTRODUCCIÓN AL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL>>


(Reino Unido, 1995)
[Traducción de cátedra]

1. ¿QUÉ ES EL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL?

En los últimos 15 años, los estudiantes de ciencias sociales en Gran Bretaña y América del
Norte presenciaron la emergencia gradual de un número de enfoques alternativos para el
estudio de los seres humanos consideradas como seres sociales. Estos abordajes
aparecieron bajo una variedad de rótulos, tales como “psicología crítica”, “análisis del
discurso”, “deconstrucción” y “post-estructuralismo”. Sin embargo, lo que tienen en
común estos enfoques es aquello a lo que nos referimos cuando hablamos de
“Construccionismo Social”. El Construccionismo Social puede ser pensado como una
orientación teórica que, en mayor o menor grado, sustenta a todos estos nuevos abordajes,
que ofrecen, actualmente, alternativas radicales y críticas en psicología y en psicología
social, así como también en otras disciplinas en ciencias sociales y en humanidades. El
construccionismo Social, tal como fue planteado por la psicología y la psicología social,
constituye el foco de este libro.

Mi objetivo es introducir al lector a sus principales características, mientras se elaboran las


implicancias sobre la comprensión de los seres humanos y de la disciplina de la psicología
en sí misma. En este capítulo, introductorio, mi primera tarea será señalar qué tipo de
escritos e investigaciones incluyo en el término “Construccionismo Social” y por qué.
Seguramente, éste no será el lugar en el que otros tracen la frontera, pero servirá como una
orientación inicial para el lector, dándole alguna indicación sobre qué significa adoptar
un enfoque construccionista social. Diré algo acerca de los que contribuyeron a este
campo y porqué los incluyo como construccionistas sociales.

Es posible que sea culpable de rotular como autores “construccionistas sociales” a los que
no deseen ser calificados como tales y viceversa. Pido disculpas por adelantado a los que
se sientan incómodos con mi descripción, pero debo adoptar los criterios que me parezcan
sensatos. Usaré el término “construccionismo social” en lugar de “constructivismo” a lo largo
de todo el escrito. Estos términos, si bien son usados frecuentemente en forma indistinta, K.
Gergen (1985) recomienda el uso del término “construccionismo”, ya que “Constructivismo”
se usa para aludir a la teoría de Piaget y a una versión de teoría de la percepción, lo cual
puede conducir a confusiones. Luego desarrollaré brevemente la historia del movimiento del
construccionismo social, en especial tal como fue tomado por la psicología social.

Como veremos, el Construccionismo Social, como un abordaje a las ciencias sociales,


toma sus influencias de un número de disciplinas que incluyen a la filosofía, la
sociología y la lingüística, haciéndolo multidisciplinario en su naturaleza. Finalmente,
indicaré los temas principales que serán tratados en este libro, indicando los capítulos en los
que se desarrollarán.

¿HAY UNA DEFINICIÓN DE CONSTRUCCIONISMO SOCIAL?

No existe una única descripción que se adecue a todos los tipos de autores a los que me
refiero como construccionistas sociales. Esto se debe a que, a pesar que diferentes
escritores puedan compartir algunas características con otros, no hay realmente algo que
todos tengan en común. Lo que los une es una especie de “parecido familiar” -es a lo que
Rosch, 1973- aludió con la idea de “prototipos” o “tendencia borrosa”). Los miembros de una
misma familia difieren en las características familiares que comparten. Madre e hija pueden
tener la típica “nariz de los Smith”, mientras que padre e hijo pueden haber heredado de la
abuela Smith, quien también tiene la nariz de los Smith, sus orejas prominentes. El primo
George puede compartir las orejas prominentes y también, como su tía Harriet, el cabello
grueso y ondulado de los Smith. No existe una sola característica compartida por todos los
miembros de una familia, pero hay una cantidad suficiente de rasgos recurrentes comunes
entre los diferentes miembros que permite identificarlos como parte del mismo grupo
familiar. Este es el modelo que adoptaré para el construccionismo social.

No hay una única característica que identifique una posición construccionista social. En
cambio, podemos agrupar flexiblemente bajo el nombre de “construccionismo social” a
cualquier enfoque que tenga como base uno o más de los siguientes supuestos clave,
tomados de K. Gergen quién los formuló en 1985. Podemos pensar en estos postulados
como “aquello en lo que se debe creer sin excepción para ser un construccionista social”:

a- UNA POSTURA CRÍTICA RESPECTO DEL CONOCIMIENTO DADO POR


SUPUESTO:

El construccionismo social insiste en una postura crítica hacia nuestras formas, dadas por
supuestas, de comprender el mundo (incluyéndonos a nosotros mismos). Nos invita a ser
críticos con la idea que nuestras observaciones del mundo nos brindan su naturaleza sin
problemas y a desafiar el punto de vista que el conocimiento convencional se basa sobre la
observación objetiva y sin sesgos del mundo.

Se opone, en consecuencia, a lo que en la ciencia tradicional conocemos como positivismo


o Empirismo – los supuestos acerca de que la naturaleza del mundo se revela a través de la
observación y que lo que existe es lo que percibimos que existe.

El construccionismo social nos advierte que debemos desconfiar de nuestros supuestos


acerca de lo que el mundo parece ser. Esto significa que las categorías mediante las
cuales los seres humanos aprehendemos el mundo no necesariamente se refieren a
divisiones reales / naturales. Por ejemplo, el hecho que consideremos a una música como
“clásica” y a otra como “pop”, no significa que debamos suponer que hay algo en la
naturaleza de la música misma por lo cual debamos clasificarla de una forma en particular.
Un ejemplo más radical es el del género. Nuestras observaciones del mundo nos sugieren
que hay dos categorías de seres humanos: hombres y mujeres.

El construccionismo social nos invita a cuestionar seriamente si incluso estas categorías


son, simplemente, un reflejo de distinciones naturales de tipos humanos. Esta idea puede
parecer extraña al principio, y desde luego que las diferencias en los órganos reproductores
están presentes en muchas especies, pero deberíamos preguntarnos por qué los seres
humanos dimos tanta importancia a esta distinción, que llevó a la construcción de
categorizaciones completas de lo humano (es decir, hombre / mujer). El construccionismo
social sugiere que podríamos, igualmente (y de forma igualmente absurda), dividir a la
humanidad en altos y bajos, los que tiene lóbulos en las orejas y los que no los tienen.

b- ESPECIFICIDAD HISTÓRICA Y CULTURAL

Las formas en que habitualmente comprendemos el mundo, las categorías y conceptos que
usamos, son histórica y culturalmente específicos. Ya sea que comprendamos el mundo en
términos de hombres y mujeres, música pop y música clásica, vida urbana y vida rural,
pasado y futuro, etc., depende de dónde en el mundo uno vive y en qué época. Por
ejemplo, la noción de infancia atravesó notables cambios a través de los siglos. Lo que se
consideró conductas “naturales” de un niño cambió, así como también lo que se esperaba
que los padres hicieran por sus hijos (Aries, 1962). Hace poco tiempo se dejó de considerar
a los niños como adultos pequeños (salvo en lo que hace a sus derechos legales). Basta
con retroceder al tiempo de los escritos de Dickens, para recordar que la idea de los niños
como criaturas inocentes necesitados de protección adulta es, de hecho, muy reciente.
Podemos ver cambios, aún en el espectro de los últimos cincuenta años, con consecuencias
radicales acerca de los consejos a los padres sobre cómo educar a sus hijos.

Esto significa que todas las formas de comprensión son relativas a una cultura y a un
momento de la historia. No solamente son específicas de una cultura y de un período
histórico particulares, sino que son consideradas como productos de esa cultura e historia y
dependen de los acuerdos sociales y económicos prevalecientes en esa cultura y en ese
momento histórico. Las formas específicas de conocimiento que caracterizan una cultura
son, de esta forma, artefactos de esa cultura, por lo tanto no debemos suponer que nuestras
maneras de entender el mundo son necesariamente mejores (más cercanas a la verdad)
que otras.

c- EL CONOCIMIENTO SE SUSTENTA EN PROCESOS SOCIALES:

Si nuestro conocimiento del mundo, nuestra manera de entenderlo, no deriva de la


naturaleza de ese mundo tal como realmente es, ¿de dónde proviene entonces? La
respuesta del construccionismo social es que las personas lo construyen entre ellas.
Nuestras versiones del conocimiento son fabricadas a través de las interacciones cotidianas
entre personas, en el transcurso de la vida social. La interacción social de cualquier clase
y, especialmente en el lenguaje, es de gran interés para los construccionistas sociales. Lo
que sucede entre las personas, en el curso de la vida cotidiana, es considerado como las
prácticas en las que se construyen nuestras versiones compartidas del conocimiento. Por lo
tanto, lo que consideramos como “verdadero” (que, por supuesto, varía históricamente y a
través de la cultura), es decir, nuestra forma habitual de comprender el mundo, es un
producto que no deriva de la observación objetiva del mundo, sino de los procesos sociales
e interacciones en los que las personas se comprometen constantemente entre sí.

d- EL CONOCIMIENTO Y LA ACCIÓN SOCIAL VAN DE LA MANO:

Estas comprensiones “negociadas” adoptan muy diversas formas, y podemos, por lo tanto,
hablar de numerosas y posibles “construcciones sociales” del mundo. Pero, cada
construcción del mundo trae consigo o invita, a los seres humanos, a un diferente tipo de
acción. Por ejemplo, antes del movimiento social dedicado a promover la moderación y la
abstinencia completa del alcohol, se consideraba a los alcohólicos totalmente responsables
de su conducta y, por lo tanto, se los podía culpar. Una respuesta típica era, de este modo,
apresarlos. Sin embargo, se cambió la consideración del alcoholismo como un crimen y se
lo pasó a considerar una enfermedad, una forma de adicción. Los “alcohólicos” ya no son
vistos como responsables absolutos de su conducta, ya que son víctimas de un tipo de
adicción a drogas.

La acción social apropiada a la comprensión del alcoholismo como un tipo de enfermedad,


es ofrecer tratamiento médico y psicológico a quienes la padecen en lugar de enviarlos a la
cárcel. Las descripciones o construcciones del mundo sostienen, por lo tanto, algunos
patrones de acción social y excluyen otros.

2. ¿EN QUE SE DIFERENCIA EL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL DE LA


PSICOLOGÍA TRADICIONAL?

Si miramos con detenimiento los cuatro principios del construccionismo social que acabo de
desarrollar podremos ver que contienen determinadas características que contrastan
totalmente con la versión más tradicional de la psicología y de la psicología social y
por lo tanto se justifica analizarlas:

ANTI-ESENCIALISMO

Dado que el mundo social y nosotros mismos, en tanto personas, somos producto de
procesos sociales, podemos deducir que no puede haber una naturaleza dada ni del mundo,
ni de las personas. No hay “esencias” dentro de las cosas o de las personas que las hagan
ser lo que son. Aunque algunas corrientes de la psicología tradicional, como el
conductismo, estarían de acuerdo con esto otros, como la teoría del rasgo y el
psicoanálisis, todas se basan en la idea de que hay de antemano un ‘contenido’ dado en las
personas. Es importante resaltar la naturaleza radical de la propuesta que formulamos aquí.
El pensamiento del construccionismo social respecto de la especificidad histórico-cultural es
a veces malinterpretado y visto como otra manera de tomar partido por la ‘nurtura’ en la
disputa “natura- nurtura”. Pero el construccionismo social no se limita a decir que el
contexto cultural tiene un impacto en la psicología del individuo, o que nuestra naturaleza es
producto de factores contextuales (incluyendo lo social) más que de factores biológicos.
Estas posturas son ambas esencialistas en el sentido que consideran que la persona
tiene una naturaleza identificable y posible de descubrir; ya sea que esté dada por la
biología o por el entorno, por lo tanto, no podemos considerarlas construccionistas sociales.

ANTI REALISMO

El construccionismo social niega que nuestro conocimiento sea producto de una percepción
directa de la realidad. De hecho, podríamos decir que construimos nuestras propias
versiones de la realidad (como cultura o sociedad) entre nosotros. Dado que tenemos que
aceptar el relativismo histórico y cultural de todas las formas de conocimiento, la noción de
“verdad” se vuelve problemática.

Dentro del construccionismo social no puede haber algo que podamos considerar como un
hecho objetivo. Todo conocimiento deriva de mirar al mundo desde una u otra perspectiva, y
de servir a un interés determinado en detrimento de otros. La búsqueda de la verdad (la
verdad acerca de las personas, de la naturaleza humana, de la sociedad) ha sido el cimiento
de toda ciencia social desde sus comienzos. El construccionismo social supone un modelo
radicalmente diferente acerca de lo que significa hacer ciencias sociales.

LA ESPECIFICIDAD HISTÓRICA Y CULTURAL DEL CONOCIMIENTO

Si todas las formas del conocimiento son histórica y culturalmente específicas, esto debe
incluir el conocimiento generado por las ciencias sociales. Las teorías y explicaciones de la
Psicología, quedan así ligadas al tiempo y a la cultura y no pueden ser tomadas, como
descripciones definitivas acerca de la naturaleza humana. Las disciplinas de la Psicología y
la Psicología Social ya no pueden entonces proponerse descubrir la “verdadera” naturaleza
de la gente y de la vida social. Deben en cambio, virar su atención a un estudio histórico del
surgimiento de las formas actuales de la vida psicológica y social, y de las prácticas
sociales, ya que estas disciplinas han sido creadas por esa historia. La cuestión compleja de
cómo la gente crea y a su vez es creada por la sociedad en la que viven, es el tema principal
del capítulo 6.

EL LENGUAJE COMO UNA CONDICIÓN PREVIA DEL PENSAMIENTO:

Nuestros modos de comprender el mundo no provienen de la realidad objetiva, sino de las


otras personas, tanto del pasado como del presente. Nacemos en un mundo en el cual los
marcos conceptuales y las categorías usadas por las personas que pertenecen a nuestra
cultura existen de antemano. Estos conceptos y categorías son adquiridos por todos, a
medida que desarrollan la capacidad de utilizar el lenguaje. Esto significa que el modo en
que la gente piensa, las categorías y conceptos que brindan una estructura de significados
para ellos, son provistos por el lenguaje que utilizan. Entonces el lenguaje es una pre-
condición del pensamiento, tal como nosotros lo conocemos. Algunos psicólogos, como
Piaget, creían que el pensamiento se desarrollaba en el niño antes de la adquisición del
lenguaje, y la mayor parte de la Psicología Tradicional, sostiene la asunción tácita de que el
lenguaje es, en mayor o menor grado, una expresión directa del pensamiento, más que una
precondición del mismo.
EL LENGUAJE COMO UNA FORMA DE ACCIÓN SOCIAL

Al ubicar en un lugar central las interacciones cotidianas entre las personas y al ver a éstas
produciendo activamente las formas de conocimiento que damos por sentado y su
fenómenos sociales asociados, se deriva que el lenguaje también tiene que ser algo más
que una simple forma de expresarnos. Cuando las personas hablan entre sí, el mundo se
construye. Por lo tanto, nuestro uso del lenguaje puede ser pensado como una forma de
acción, y algunos construccionistas sociales consideran su interés central esta función o
uso performativo del lenguaje. Como fue señalado previamente, la psicología tradicional
ha considerado típicamente al lenguaje como el vehículo pasivo para nuestros
pensamientos y emociones.

EL ÉNFASIS PUESTO EN LA INTERACCIÓN Y EN LAS PRÁCTICAS SOCIALES

La psicología tradicional busca explicaciones de los fenómenos sociales dentro de la


persona, por ejemplo, elaborando hipótesis acerca de la existencia de actitudes,
motivaciones, cogniciones, y así sucesivamente. Sostiene que estas entidades son
responsables de lo que los individuos dicen y hacen, así como de fenómenos sociales más
amplios, como el prejuicio y la delincuencia. Tradicionalmente, la sociología se ha opuesto a
esto considerando que son las estructuras sociales (tales como la economía, o las
principales instituciones como el matrimonio y la familia) las que dan origen a los fenómenos
sociales que vemos. El construccionismo social rechaza ambas posiciones, y considera
que el enfoque correcto de nuestras investigaciones debe dirigirse hacia las prácticas
sociales en las que participan las personas, y las interacciones entre ellos. Las explicaciones
no pueden ser encontradas ni en la psiquis individual, ni en las estructuras sociales, sino en
los procesos interactivos que tienen lugar rutinariamente entre las personas.

EL ÉNFASIS EN LOS PROCESOS

Mientras que la mayor parte de la Psicología y Sociología tradicionales han planteado


explicaciones en términos de entidades estáticas, tales como rasgos de personalidad,
estructuras económicas, modelos de memoria, y así sucesivamente, las explicaciones
ofrecidas por los construccionistas sociales son más frecuentemente expresadas en
términos de la dinámica de la interacción social. De esta manera, el énfasis está puesto más
en los procesos que en las estructuras. El propósito de la investigación social se traslada de
las preguntas sobre la naturaleza de las personas o de la sociedad hacia la consideración
de cómo ciertos fenómenos o formas de conocimiento se alcanzan por medio de la
interacción entre las personas. El conocimiento es por lo tanto visto no como algo que la
persona tiene (o no tiene), sino como algo que las personas hacen juntas. El modo en que
tales prácticas sociales están íntimamente ligadas con la estructura social es discutido en el
capítulo 6.

3. ¿A QUIÉNES DENOMINAMOS CONSTRUCCIONISTAS SOCIALES?

Mi criterio para considerar construccionistas sociales a quienes incluyo en este apartado, es


que ellos parecen acordar (ya sea explícita o implícitamente) con uno o más de los
principios antes mencionados. Kenneth J. y Mary .M. Gergen, Shotter y Sarbin desarrollan
su trabajo en Norte América, y son autores clave en este campo. Gergen y Gergen (1984,
1986) y Sarbin (1986) se han concentrado particularmente en cómo los relatos que hacen
las personas de ellas mismas son construidos como historias o narraciones, y el centro de
interés de Shotter está en los procesos dinámicos e interpersonales de construcción, a los
cuales él llama “acción conjunta” (joint action) (Shotter 1993a, 1993b).

En Gran Bretaña, Harré, basándose en el filósofo L. Wittgenstein, ha sido un sólido


exponente de la postura que sostiene que el lenguaje nos provee las formas de
entendimiento de nosotros mismos y del mundo. La perspectiva de que el conocimiento es
histórico y culturalmente específico es fundamental en el trabajo del filósofo francés M.
Foucault (Foucault, 1972, 1976, 1979), quien también acentúa el poder constructivo del
lenguaje. Sus ideas han sido aceptadas y utilizadas en el campo del análisis discursivo en
Gran Bretaña por muchos autores, incluido Parker (Parker, 1992) y Hollway (1984, 1989). El
abordaje de Foucault ha sido exitosamente adoptado por Rose (1989, 1990) para mostrar
cómo nociones tales como “ciencia” y “el individuo” han sido socialmente construidas.

La relatividad histórica y cultural del conocimiento, y la manera en que las proclamas de


“verdad” son construidas, han sido tomadas con entusiasmo por aquellos que desean ver la
psicología desde una perspectiva política , tales como Kitzinger (Kitzinger, 1987, 1989),
Parker, Burman, (Burman, 1990) y Walkerdine (1984). También considero
“construccionistas sociales” a autores como Potter, Wetherell, Edwards y Billig, algunos de
los cuales prefieren llamarse a sí mismos “psicólogos discursivos”. Los incluyo ya que están
fundamentalmente interesados en la función preformativa del lenguaje orientada hacia la
acción, y consideran los relatos como construcciones para lograr determinados objetivos
sociales y no como representaciones y expresiones de hechos intrapsíquicos, (Potter y
Wetherell, 1987; Edwards y Potter, 1992; Billig, 1987; Billig, et al, 1988).
Además, en un sentido, estos autores sostienen un punto de vista extremadamente
construccionista social. Argumentan que “no hay nada por fuera del texto”, por ejemplo que
cuando hablamos de “realidad”, solo podemos estar refiriéndonos a las cosas que
construimos a través del lenguaje.

4. ¿DE DÓNDE PROVINO EL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL?

El construccionismo social, que hoy está penetrando en la psicología y en la psicología


social británica y norteamericana, no puede ser rastreado a una fuente única. Ha
emergido de la combinación de influencias de un grupo de norteamericanos y autores
europeos de hace ya más de 30 años. Desarrollaré lo qué puede ser considerado un
bosquejo de su historia y de sus principales influencias, teniendo en cuenta que esta
“historia” en sí misma es solamente una de las muchas construcciones posibles de los
eventos.

LAS INFLUENCIAS SOCIOLÓGICAS

Ha sido evidente para mí que muchas de las premisas fundamentales del construccionismo
social han estado en buen estado de salud, vivas en la sociología por bastante tiempo. Esto
se debe a que he trabajado y enseñado en un departamento universitario multidisciplinario.
Sesenta años atrás, Mead (1934), en los Estados Unidos, fundó el “interaccionismo
simbólico”, con su libro “Espíritu, Persona y Sociedad”. Es fundamental para el
interaccionismo simbólico la visión de que, como personas, construimos nuestra propia
identidad y la de los demás a través de nuestros encuentros cotidianos con los otros en la
interacción social. En esta misma línea, la sub-disciplina sociológica conocida como
Etnometodología, que creció en Norte América en las décadas del ’50 y del ‘60, trató de
entender los procesos por los cuales la gente común construye la vida social y le otorga
sentido para ellos mismos y para los demás. Pero podemos considerar que la mayor
contribución construccionista social de la Sociología, es el libro de Berger y Luckmann
(1966): “La Construcción Social de la Realidad”.

La versión anti-esencialista de la vida social de Berger y Luckmann, argumenta que los


seres humanos juntos crean y luego sostienen todos los fenómenos sociales a través de las
prácticas sociales. Ellos describen tres procesos como responsables fundamentales de
esto: externalización, objetivación e internalización. Las personas “externalizan” cuando
actúan sobre su mundo, creando algún artefacto o práctica. Por ejemplo, pueden tener una
idea (como la idea de que el sol gira alrededor de la tierra) y la externalizan contando una
historia o escribiendo un libro. Pero esto entonces ingresa dentro del reino de lo social; otras
personas vuelven a contar la historia o leen el libro, y una vez adentro del campo social, la
historia o el libro comienzan a tener vida propia. La idea que esto expresa se ha convertido
entonces en un “objeto” de la conciencia para las personas de esa sociedad (“objetivación”),
y ha desarrollado una especie de existencia fáctica o verdadera; pareciera ser algo que está
“allí afuera”, un aspecto objetivo del mundo, que aparece como “natural”, que emerge de la
naturaleza del mundo en sí mismo antes que del trabajo constructivo y las interacciones de
los seres humanos. Finalmente, como las generaciones futuras nacen en un mundo donde
esta idea ya existe, la “internalizan” como parte de su conciencia, como parte de su
comprensión de la naturaleza del mundo.

La explicación de Berger y Luckmann muestra cómo el mundo puede ser construido


socialmente por las prácticas sociales de las personas, pero al mismo tiempo, ser vivido por
ellos como si la naturaleza de su mundo fuera prefijada y dada de antemano. Podemos decir
que el “construccionismo social” en sí mismo ha alcanzado hoy en día el status de un objeto.
Al escribir este libro y ostensiblemente describirlo, estoy contribuyendo con su objetivación
en el mundo. Y en el futuro, los estudiantes que lean este y otros libros sobre el
“construccionismo social”, tenderán a pensarla como un área del conocimiento que fue
“descubierta”, más que como en un efecto de procesos sociales. Al escribir este libro,
entonces, estoy contribuyendo con lo que podría ser llamado “la construcción social del
construccionismo social”.

5. EL SURGIMIENTO DEL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL EN LA PSICOLOGÍA

El surgimiento del construccionismo social en Psicología, se ubica en el trabajo de K. J.


Gergen (1973) “Psicología Social como Historia”, en el cual argumenta que todo el
conocimiento, incluido el conocimiento psicológico, es histórica y culturalmente específico, y
que por lo tanto nuestras investigaciones deben extenderse más allá de lo individual hacia lo
social, político y económico para una correcta comprensión de la evolución de la psicología
y de la vida social actuales. Además, señala que no tiene sentido considerar las
descripciones de las personas o de la sociedad como inmutables, ya que el único aspecto
duradero de la vida social es que está continuamente cambiando. De esta manera, la
Psicología Social, se convierte en una forma de empresa histórica ya que todo lo que
podemos hacer es tratar de entender y explicar el mundo tal como parece ser en el
momento actual. En este artículo, se vislumbran los comienzos del trabajo que el
matrimonio Gergen realizó más tarde en Psicología Social, historia y narrativa.

El trabajo de Gergen fue escrito contemporáneamente con lo que se denomina


frecuentemente “la crisis en psicología social”. Puede decirse que la Psicología Social como
disciplina ha surgido de los intentos que hicieron los psicólogos durante la Segunda Guerra
Mundial por proveer a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña de conocimiento que
pudiera ser utilizado para la propaganda y la manipulación de las personas. Se desarrolló
dando respuestas a preguntas tales como: “¿Cómo podemos conservar la moral de las
tropas?” y “¿Cómo podemos alentar a las personas a comer alimentos con escasa
aceptación popular?”. También creció en el tiempo en que su disciplina madre, la
Psicología, estaba forjándose un nombre para sí misma adoptando los métodos positivistas
de las Ciencias Naturales. Por lo tanto, la Psicología Social como disciplina surgió como una
ciencia empírica, basada en estudios de laboratorio, que habitualmente sirvió a, y fue
pagada por, aquellos en posiciones de poder, tanto del gobierno como de la industria.

En la década del ’60 y principios del ’70, los psicólogos sociales, se preocuparon cada vez
más por el modo en que esta disciplina promovía implícitamente los valores de los grupos
dominantes. La “voz” de la gente común estaba ausente de las prácticas de investigación
que, por estar concentrada en la conducta descontextualizada dentro del laboratorio,
ignoraba los contextos del mundo real, que le dan sentido a la acción humana. Varios libros
fueron publicados, cada uno tratando a su manera de restablecer el equilibrio, proponiendo
alternativas a las ciencias positivistas y focalizando la atención en los relatos de la gente
común (Harré y Secord, 1972) y, desafiando los usos opresivos e ideológicos de la
psicología (Brown, 1973; Armistead, 1974). Estas inquietudes son claramente evidentes en
el trabajo actual de los psicólogos sociales en el construccionismo social.

6. POSMODERNISMO

El movimiento intelectual y cultural que constituye la urdimbre sobre la cual ha tomado forma
el construccionismo social y que, hasta algún punto le da su sabor particular, es aquello que
usualmente se denomina Posmodernismo. El posmodernismo como movimiento intelectual
tiene su centro de gravedad no en las ciencias sociales sino en el arte, la arquitectura, la
literatura y los estudios culturales. Éste representa el cuestionamiento y el rechazo de las
premisas fundamentales del modernismo, el movimiento intelectual que lo precedió y el que,
de varias formas corporiza las premisas subyacentes de la vida intelectual artística que han
circulado desde los tiempos del Iluminismo, que data de mediados del siglo XVIII.

El proyecto del Iluminismo era la búsqueda de la verdad, de entender la naturaleza


verdadera de la realidad mediante la aplicación de la razón y la racionalidad. Esto presenta
un contraste tajante con el período medieval, en el cual la Iglesia era el único árbitro de la
verdad y en el cual no era responsabilidad de los seres humanos descubrir la verdad sobre
la vida o tomar decisiones sobre la naturaleza de la moralidad. La ciencia como antídoto al
dogma del período medieval, nace en el período del Iluminismo. La persona, en lugar de
Dios y la Iglesia, pasó a ser el foco en temas de moralidad y verdad. Eran ahora los
individuos que emitían juicios (basados en evidencia científica objetiva) sobre la realidad y
por lo tanto, sobre cuáles eran las reglas apropiadas de moralidad por las cuales las
personas debían regirse.

El movimiento moderno en el mundo artístico emprendió su propia búsqueda de la verdad.


Esto condujo a grandes debates sobre, por ejemplo, el valor de las diferentes formas de
pintura (¿era el Impresionismo mejor que el pre–rafaelismo o que el Expresionismo?). Esta
búsqueda de la verdad estaba a menudo basada en la idea de que existían reglas o
estructuras subyacentes a las características superficiales del mundo y se creía que había
una manera “correcta” de hacer las cosas, que podía ser descubierta. La arquitectura
clásica (por ejemplo aquella de los romanos y los griegos) estaba basada en el uso de
proporciones matemáticas particulares (por ejemplo “la sección dorada”) Se pensaba que
debía yacer en el centro de todas las formas bellas, y la arquitectura moderna encarnaba
también la convicción de que un buen diseño de alguna manera expresaba la función
subyacente del edificio.

En sociología, la búsqueda de reglas y estructuras fue ejemplificada por Marx quien


explicaba los fenómenos sociales en términos de la estructura económica subyacente, y los
psicólogos como Freud y Piaget postularon la existencia de una estructura psíquica
subyacente para explicar los fenómenos psicológicos. En cada caso, la estructura “oculta” o
regla es vista como la realidad más profunda por debajo de las características superficiales
del mundo, la verdad acerca del mundo podría ser revelada mediante el análisis de estas
estructuras subyacentes.

Las teorías en las ciencias sociales y en las humanidades, que proponen tales estructuras,
son conocidas como “estructuralistas”, el rechazo (posterior) de la noción de reglas y
estructuras como formas subyacentes en el mundo real es conocido como
“postestructuralismo” y los términos posmodernismo y postestructuralismo son a veces
usados en forma indistinta. El rasgo en común de estas teorías es que constituyen lo que
frecuentemente se denomina “meta-narrativas” o grandes teorías. Ofrecieron una forma de
entender el mundo social como totalidad en términos de un único principio abarcativo, (por
ejemplo, para Marx era la lucha de clases) y por lo tanto las recomendaciones para los
cambios sociales estaban basadas en este principio (en este caso, la revolución a manos de
la clase trabajadora).

El posmodernismo es el rechazo tanto de la idea de que puede haber una verdad última,
como del estructuralismo, la idea de que el mundo que vemos es el resultado de estructuras
ocultas. En arquitectura es ejemplificado por el diseño de los edificios, que parecen
desentenderse de los conocimientos aceptados del buen diseño. En arte y literatura está
visto en la negación de que algunas formas literarias y artísticas son necesariamente
mejores que otras, de tal modo que el “arte pop” reclamó un status para sí mismo y los
objetos que representaba, igual a los de Miguel Ángel y Leonardo, entre otros. En la crítica
literaria, esto condujo a la idea de que podría no haber lectura “verdadera” de un poema o
una novela, que la interpretación de cada persona era necesariamente tan buena como la
cualquiera, y los significados que el autor original podría haberle otorgado, eran irrelevantes.

El posmodernismo rechaza también la idea de que el mundo puede ser comprendido en


términos de las grandes teorías o meta-narrativas y en cambio enfatiza la coexistencia de
una multiplicidad y variedad de formas de vida dependientes de la situación (a veces
referida como pluralismo). Argumenta que (en Occidente) vivimos en un mundo
posmoderno, un mundo que ya no puede ser comprendido por un sistema de conocimientos
omnicomprensivo (tal como una religión). Avances en la tecnología de los medios y en la
comunicación masiva significan que estamos viviendo una situación en las que hay varios
tipos de conocimientos diferentes a nuestro alcance (tales como una variedad de disciplinas
científicas naturales y sociales, muchas religiones, medicinas alternativas, una variedad de
‘estilos de vida’ y así sucesivamente) cada uno operando como un sistema de conocimiento
relativamente auto-contenido, en el cual podemos sumergirnos y salir a nuestro gusto.

De esta manera, el posmodernismo rechaza la noción de que el cambio social es una


cuestión de descubrir y alterar las estructuras subyacentes de la vida social a través de la
aplicación de una gran teoría o meta-narrativa. De hecho, la misma palabra “descubrir”
presupone una realidad existente y estable que puede ser revelada por la observación y el
análisis, una idea bastante opuesta al construccionismo social. Como veremos, la esencia
de estas ideas ha sido absorbida por el construccionismo social en ciencias sociales. Su
trasfondo multidisciplinario significa que tomó sus ideas de diversas fuentes y cuando
abrevó en los trabajos de las humanidades y en la crítica literaria, se vio influenciado por
intelectuales franceses como Foucault y Derrida. Su trasfondo cultural es el posmodernismo,
pero tiene sus propias raíces intelectuales en los escritos sociológicos tempranos y en su
interés por la ‘crisis’ de la psicología social. El construccionismo social es por lo tanto, un
movimiento que surgió de y está influenciado por una variedad de disciplinas y tradiciones
intelectuales.

¿CUÁLES SON LOS TEMAS PRINCIPALES PARA EL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL?

Habiendo desplegado el marco teórico, ahora es posible ver cuáles son algunas de sus
implicancias. En lo que queda de esta introducción delinearé los temas que serán abordados
en el resto del libro, e indicaré en que capítulos serán tratados. El rechazo al esencialismo y
el cuestionamiento al conocimiento de sentido común para comprender a los seres humanos
es tratado en el capítulo 1, donde utilizo la idea de ‘personalidad’ como vehículo. El objetivo
es cuestionar lo suficiente la comprensión de la persona que hace la psicología tradicional,
de tal manera que se pueda abrir una perspectiva construccionista social alternativa. El
construccionismo social enfatiza el lenguaje y en el capítulo 2 examino el rol del lenguaje en
nuestro pensamiento y en nuestro sentido de nosotros mismos como personas. Esto
continúa en el capítulo 3, cuando analizo la noción de ‘discursos’ y su rol en la construcción
de la vida social. Los diferentes discursos construyen fenómenos sociales de diferentes
maneras y tienen como consecuencia diferentes posibilidades de acción humana. Entonces
¿por qué algunos discursos, algunas formas de representar el mundo son las que reciben el
“título” de verdad o de sentido común? Esto nos lleva al tema de las relaciones de poder ya
que algunas formas de representar al mundo parecen tener un efecto opresivo o limitante
sobre algunos grupos en la sociedad. La relación entre discurso y poder se examina en el
capítulo 4 pero esta preocupación por el poder trae un problema para el construccionismo
social. Si el construccionismo social abandona la idea de ‘verdad’ y de una realidad que
puede ser directamente aprehendida por los seres humanos, ¿cómo puede justificar
sostener que algunas personas en la sociedad están ‘realmente’ oprimidas?, ¿no es acaso
‘opresión’ otra forma del discurso, otra forma de mirar el mundo? La brecha entre la realidad
y el entendimiento cotidiano que la gente tiene sobre el mundo y su lugar en él, es a menudo
denominada con el término “ideología”.

El problema del concepto de realidad y el rol posible del concepto de ideología en el


construccionismo social es abordado en el Capítulo 5. Muchos creen que uno de los
objetivos últimos de la ciencia social es, o debería ser, facilitar el cambio social. Dentro del
marco del construccionismo social, ¿qué posibilidades hay para el cambio social? ¿Puede
un individuo hacer la diferencia o uno tiene que cambiar la estructura de la sociedad? La
respuesta a esta pregunta depende de cómo se conceptualice la relación entre el individuo y
la sociedad, y este es el tema central del Capítulo 6. ¿Y cuál es la noción de ‘individuo’ con
que nos hemos quedado? ¿Tiene la persona todavía poder agente? A medida que se aclare
el impacto del construccionismo social sobre los conceptos de la psicología tradicional, se
vuelve obvio que un concepto radicalmente diferente de “persona” o “subjetividad” es
ofrecido por el construccionismo social en oposición los que estábamos acostumbrados.

En los capítulos 7, 8 y 9 indago los tres conceptos de persona resultantes de diferentes


abordajes dentro del construccionismo social. Finalmente, como científicos sociales,
deberíamos formularnos la pregunta primordial acerca de lo que podría significar practicar
una ciencia social dentro de un marco construccionista social.
En el capítulo 10 indago la forma en que la teoría da forma (o debería dar forma) a las
prácticas de investigación, e ilustro el tipo de investigación (generalmente análisis del
discurso) tal como se viene desarrollando. A través del libro destaco las áreas problemáticas
en el construccionismo social y los problemas que necesitan ser resueltos si éste ha de ser
tomado seriamente como un abordaje en ciencias sociales, con cosas que decir acerca de
cómo podríamos cambiarnos a nosotros mismos y cambiar nuestras vidas.
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¿CUÁL ES EL VALOR DEL ARTE?


(Material ejemplificador añadido por el práctico; no forma parte del escrito original de la autora)

Aquella podría ser una mañana más como otra cualquiera: un sujeto entra en una estación de Metro de
Washington, va vestido con un pantalón vaquero, una camiseta barata y se sitúa cerca de la entrada.
Extrae un violín de la caja y comienza a tocar con entusiasmo para toda la gente que pasa por allí, es la
hora punta de la mañana. Durante los 45 minutos que estuvo tocando el violín, fue prácticamente ignorado
por todos los pasajeros del Metro. Nadie sabía que ese músico era precisamente Joshua Bell, uno de los
mejores violinistas del mundo, ejecutando sin parar las piezas musicales más consagradas de la historia,
con un instrumento muy especial, un violín Stradivarius, estimado en un valor de más de 3 millones de
dólares. Unos días antes, Bell había tocado en La Sinfónica de Boston, donde los mejores lugares para el
concierto costaban $1.000 dólares la entrada. Esta experiencia que ha sido grabada en vídeo, muestra a
hombres y mujeres que caminan muy rápido, cada uno haciendo una cosa, pero todos indiferentes al
artista. La iniciativa fue realizada por el Diario The Washington Post, con la finalidad de lanzar un debate
sobre el valor del arte, y de su contexto.

Una conclusión posible: Estamos acostumbrados a dar valor a las cosas cuando están en un determinado
contexto. En este caso, Bell era una obra de arte en sí mismo, pero fuera de contexto un artefacto de lujo
sin la etiqueta de la marca. La esencialidad por el arte no debería llegar a los extremos de ignorar la
belleza en sí misma… bah suponiendo que ésta existiese por sí misma…

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