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La mujer que nadie quiere ser.

Ser la mujer del proceso para mí, Es ser el puente que conecta dos orillas, pero que nadie se
detiene a contemplar. Es un camino cruel, lleno de incertidumbres y ansiedades. Es como ser la luz
amarilla del semáforo, que anuncia la transición de un estado a otro, que todos ven, pero nadie se
detiene en ella. Es tener la fuerza para soportar el peso del mundo, pero sin nadie que te sostenga a
ti.
Es como mirar al cielo en una noche oscura, buscando una estrella que brille con la misma
intensidad que tu corazón.
Es ingrato ser la mujer del proceso, es como vivir en puntos suspensivos esperando que aparezca
quien te ame con la misma fuerza que de lo que tú puedes entregar, pero ese amor nunca llega, o
cuando crees que llega, lo hace de manera efímera y se va en un instante, dejándote con la
sensación de que nunca serás suficiente para nadie. Es una carga pesada, que te hace sentir
indigna de amor y a pesar de que te repiten lo increíble que eres, sabes muy bien que nadie desea
permanecer a tu lado.
Ser la mujer del proceso es llorar en silencio por no querer exagerar, es sentirte invisible, que nadie
quiere conocerte en verdad. Ser la mujer del proceso es la esperanza de querer confiar, de querer
crear.
Ser la mujer del proceso no es necesitar a alguien, es la búsqueda de un compañero que la
potencie, que la haga crecer y la apoye en su camino desde su independencia.
Pero sobre todo, ser la mujer del proceso es saber que no siempre será lo mismo y cargar con la
esperanza de tener amor bonito…

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