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Un Simple Juego de Ajedrez
Un Simple Juego de Ajedrez
El hombre espera en la quietud de la celda. Una molesta gotera golpea sobre la piedra.
El calor es agobiante y denso, pero la temperatura es lo que menos importa. Las moscas
lo invaden todo sin piedad, pero no hay cómo espantarlas, al fin y al cabo, pueden llegar
a ser la única compañía agradable. Los demás presos observan al hombre con recelo.
Acechan. Para ser sinceros, los últimos meses fueron pésimos para el callado prisionero.
Sus hermanos lo odiaron con toda el alma, y le tendieron una traicionera trampa.
El hombre ya no recuerda dónde quedó aquel traje de marca que solía usar los
domingos, acaso haya sido su estilizada vestimenta lo que originó tanto celo familiar.
Ahora viste harapos, o una suerte de taparrabo. Se comenta en la celda, que hasta hace
poco trabajaba como mayordomo de un hombre millonario. Algunos dicen que quiso
acostarse con la bella esposa del magnate. Otros afirman que fue otra acusación injusta.
"No hace falta ser muy inteligente para saber que su vida está en bancarrota", -comenta
en una voz casi imperceptible uno de los presos, apodado "El griego".
"Debió haberse acostado con ella -dice el viejo recluso- una noche de pasión y lujuria
hubiese significado su pasaporte a la libertad". El hombre sigue recostado sobre una de
las sucias paredes de la prisión. No escucha los comentarios. Sólo....sonríe. Parece que
sabe algo que los demás ignoran. Como si tuviese un hábil abogado que apelará su
condena, o como si supiese que su muerte está cerca y aliviará tanto dolor injusto.
Sonríe en silencio, sin alboroto. Sonríe como si supiera que sólo se trata de un plan
perfectamente delineado.
Es que el hombre se siente cada vez más cerca de su destino, y por alguna razón, lo
percibe, es inminente. No siente el calor ni le molestan los grilletes. Es como si pudiese
ver a través de los enmohecidos muros de la celda. Los demás presumen que está al
borde de la locura, de perder el juicio cabal, "suele pasar", opinan. Pero el hombre
espera como aquel que sabe que está a pocos minutos de la gran final. Y casi disfruta
este tiempo. No maldice el calor ni la prisión, lo toma como parte del plan, de su último
escalón al destino. Las chirriantes puertas de acero se abren de golpe, y dos guardias
entran en escena. Buscan al hombre. Alguien hace una seña en dirección al sonriente
prisionero. Uno de los guardias tiene una voz gutural: "El Rey ha tenido un sueño y
nadie puede revelarle el significado, alguien le habló de que tú conoces estos misterios,
el Rey quiere verte urgente".