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Un pretendido análisis desde la cuántica

SOBRE UNIVERSOS PARALELOS, GATOS

UBICUOS Y LA TRISTE REALIDAD BOLIVIANA

Por Guillermo Torres López (*)

Abochornado de lo que ocurre en mi país donde el mundo funciona al revés, y


en el juego de policías y ladrones, los ladrones son la policía, he tratado de ver
cómo van las cosas allende los continentes. Como lo pasteles de mil hojas, la
realidad se muestra en capas, desde la del periodista de aldea que nos cuenta
la paliza a la mujer del zapatero, a los últimos logros del think tank que
manejan la maniobra estratégica creada en el Informe Rand, para liquidar a
Rusia, donde la guerra de Ucrania es un logro que el mundo ignorante llora.

Nuestro universo y lo poco o nada que sabemos sobre el resto de la creación


es dable de comer por el intelecto a través de pedazos que parten de la capa al
fondo y en ese fondo encontrar explicaciones más valederas que las del siglo
XIX a manos de Marx y sus acólitos, teorías obsoletas que la estupidez de los
rastacueros sudamericanos-entre ellos dirigentes obreros e indigenistas- tratan
de mantener vivas.

Es problemático desde este esta sima de américa, (ahora vivo en la selva)


donde el saber aún anda escarbando en las teorías lombrosianas, mientras en
Chicago vienen de regreso de los derechos humanos y han inventado el
derecho penal del enemigo, o cuando no hemos logrado tener una posición
clara sobre el gato ubicuo de la física cuántica, el tratar de obtener
conocimiento valido actual y vigente.

El recuerdo de los 500 años del descubrimiento de América trajo de la mano a


indigenistas que quieren resucitar el Tahuantinsuyo y a las locuras como el
estado boliviano plurinacional con múltiples sistemas jurídicos y la aspiración
rediviva del Incarri para que volvamos al pasado en una nueva máquina del
tiempo que se llamó asamblea constituyente, donde el país ya no es de los
nacidos en ella, sino de los originarios.

Según me explicaba mi hijo el tema cuántico no es de realidades sino de


observaciones. Sin embargo la realidad es la que muestra que existen
universos paralelos, como ocurre en mi país, donde la gente del cada día ha
mostrado que no se requiere al estado para existir. De seguro alguno de
ustedes ácrata en sus convicciones se sentirá plenamente identificado con mi
afirmación: No necesitamos ni poder legislativo, ni ejecutivo ni judicial para
seguir vivos y reproduciéndonos. En estas tierras del collado, así como en
valles y pampas el estado no tiene presencia y cuando la tiene es para
avergonzarnos con las pilatunadas con que cuecen riquezas en la olla de la
corrupción y del delito, como señalé en la primera línea de este texto.
De muestra un botón. Pese a ser fabricantes de la mejor cocaína del mundo,
actividad alentada desde el estado, los bolivianos no somos
narcodependientes. Aficionados a las bebidas espirituosas ahí vamos de
jolgorio en jolgorio, resolviendo solos, lo que el estado no hace, pues casi no
existe y sólo es botín de saqueadores compulsivos. Pese a que nuestra policía
se dedica al robo de vehículos, los bolivianos no somos ladrones y sólo hemos
llegado a sacar el choclo de chacra ajena y a veces la muer del prójimo,
pecado sólo venial.

¿No es acaso estos mundos paralelos la mejor muestra que la cuántica no es


tema de observación y si es práctica diaria?

Mientras usted resuelve el enigma de los gatos de Schrödinger, de seguro en


algún momento los chilenos conocerán los Papeles del Estallido, donde se
contará paso a paso como se planificó y se llevó a cabo el motor actual de los
cambios en Chile, fruto de Think Tank sea del Grupo Soros o de quien se lo
atribuya, en el under ground del socialismo del siglo XXI.

Para ese entonces estarán nuestros vecinos hablando mapudungun, y al son


de cultrunes nos dirán una vez más que no habrá mar para Bolivia, mientras
toman para si las tierras araucanas del lado argentino. No olvidemos que fama
y figura, hasta la sepultura. Sobre mi interpretación de la teoría cuántica,
muchos físicos se revolverán sus tumbas. Tal vez sea cierto lo que mi amigo
Lautaro Saavedra me dijo: “mi poco intelecto que aun sobrevive es incapaz de
desarrollar alguna idea sobre la multiplicidad de estados reales que se
superponen y menos sobre un gato vivo y muerto al mismo tiempo.”

*El autor ha aprendido a condolerse de lo que ocurre en su país echando mano


a teorías cuánticas que de seguro ni entiende

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