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Cazadoras Pokemon Cachondas 4
Cazadoras Pokemon Cachondas 4
NEBULILLA
Lillie no sabe qué hacer, no puede creer que haya sido tan descuidada,
siempre está pendiente de él y un segundo fue más que suficiente para que
ocurra una desgracia. Nebulilla ha desaparecido, se salió del bolso cuando la
muchacha caminaba por la ciudad de Malíe, en la isla de Ula-Ula. Tiene que
encontrarlo, antes de que los miembros de la Fundación Aether se enteren de
su desaparición y vayan a buscarlo.
Nada.
Para desgracia de Lillie, nadie pasa por ahí, ni por accidente. Moon tampoco
aparece todavía y no le queda mucho tiempo, está a pocos segundos de ser
obligada a hacer algo que definitivamente no quiere. Recibe la orden de
arrodillarse, así que lo hace. Sus rodillas sienten el húmedo césped debajo,
mientras que por su cabeza pasan los gruesos dedos del hombre, quien la mira
como sólo el más repugnante depravado podría.
Con asco y miedo, Lillie mueve la cabeza de adelante hacia atrás, en contra de
su voluntad. Siente arcadas cada vez que el miembro del sujeto entra y sale de
su garganta, constantemente oye advertencias sobre tener cuidado con los
dientes. Una y otra vez, los testículos le golpean la barbilla, mientras que su
pequeña nariz se hunde entre los vellos púbicos, no teniendo más remedio que
aspirar el olor a sudor que el cuarentón cuerpo emana. Tan joven que ni
siquiera tiene interés en el sexo todavía, aprende por las malas cómo se debe
dar una mamada.
El hombre alza el ligero cuerpo de la muchacha, sin dejar que su glande salga
de la vagina, luego la jala con fuerza hacia él, estrellándola contra su velluda
pelvis. Libera su pequeño pecho para posar la mano sobre su boca, mano que
ocupa casi todo su rostro, con el objetivo de tapar sus gritos y gemidos, los
cuales podrían llegar a oídos de las personas que visitan el parque.
Entre vulgares jadeos, usando una voz áspera y con tono burlón, le dice que
aguante un poco más, que ya no le falta mucho para acabar. Las lágrimas de
Lillie gotean por el meñique y la palma del ruin remedo de ser humano. Con la
otra extremidad, la abraza por la cintura, algo que le ayuda a darle embestidas
todavía más violentas, la muchacha le muerde los dedos para mitigar el dolor,
ya que su vagina, a pesar de ya haberse acostumbrado ligeramente al falo, le
arde por el constante “mete y saca”. Por suerte y desgracia para ella, el hombre
incrementa el ritmo durante un par de minutos, hasta que vierte en su vientre la
corrida que sale disparada por su meato. Lillie siente el caliente esperma
revolviéndose en su juvenil útero, siente las mucho más lentas estocadas que
recibe, en un intento por prolongar el orgasmo por parte del cuarentón.
Como si fuese un juguete con el que terminó de usar, la suelta y deja caer al
suelo. Lillie se mantiene así, con la cabeza gacha y sin levantarse, sin poder
levantarse por el dolor, sin atreverse a levantarse por el miedo y la humillación.
Oye los pasos del hombre, quien camina mientras se abotona el pantalón,
luego de habérselo colocado nuevamente. La adolorida adolescente oye un
objeto caer cerca de su cabeza, alza ligeramente la cabeza para descubrir que
se trata de una caja llena de agujeros y con un par de sogas atadas a ella.
Nebulilla emite sonidos desde dentro de ella, golpeando las paredes para
intentar liberarse. Lillie mira en todas direcciones, el sujeto ya no está.