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Provincia de Buenos Aires

Dirección General de Cultura y Educación


Dirección de Educación Superior
Instituto Superior de Formación Docente N°41

Monografía: Entre la Razón y el Espacio

Carrera: Profesorado de Geografía


Curso: 3° Geografía
Materia: Epistemología e Historia de las Ciencias Sociales
Docente: Gabriel Genise
Alumna: Carina Elisabeth Suarez
DNI: 29.280.727
Fecha de Entrega: Miércoles 12 de octubre de 2022.

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Índice
Introducción ……………………………………………………………………….
……………...…………..3
"Immanuel Kant, la Ilustración y el Siglo de las Luces: Trascendiendo la
Oscuridad hacia la Autonomía Intelectual"…………...
……………………………………………………….………………4
"Entre Sangre y Territorio: Friedrich Ratzel y la Búsqueda del Espacio
Vital"……………………………………………………………………………………...…….6
Geopolítica y Espacio Vital en la Alemania de Haushofer: Un Análisis de su
Influencia en los Ideales
Nazis……………………………………………………………….…………………………10
Adorno y Horkheimer: Crítica a la Modernidad y el Desencantamiento la
Ilustración……………………………………………………………………………………12
Conclusión…………………………………………………………………………………..15
Bibliografía…………………………………………………………………………………..17

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Introducción:
En la encrucijada entre la razón y el espacio, el pensamiento ilustrado ha trazado un camino
que se extiende desde las profundidades filosóficas hasta las dimensiones geopolíticas de la
sociedad. La obra de Immanuel Kant, cuyo análisis sobre "¿Qué es la Ilustración?" constituye
el punto de partida de nuestra indagación, se erige como faro que ilumina la senda de la
autonomía intelectual en el Siglo de las Luces.
Friedrich Ratzel, al destacarse como defensor de la expansión territorial justificada por la
competencia y supervivencia estatal, delineó el concepto de "espacio vital". Su obra
"Antropogeografía" sentó las bases para la Geografía Humana, revelando la intrincada
relación entre la sociedad y su entorno. Este pensador alemán, cuyas ideas reflejaban las
ansias imperialistas de su tiempo, amalgamó la biología darwiniana con la geopolítica,
influyendo no solo en la disciplina geográfica, sino también en la formulación de estrategias
gubernamentales.
En el tejido del pensamiento geopolítico del siglo XX, la figura de Karl Haushofer emerge
como una piedra angular, dando forma a ideologías que resonarían en los anales de la
historia. Su contribución central se manifiesta en la conceptualización del Lebensraum o
"espacio vital," un término que resonaría con poder e influencia en las décadas por venir,
delineando la trayectoria de naciones y definiendo el destino de millones.
Sin embargo, el legado de Haushofer no se limita a meros conceptos geográficos; se
entreteje con la intrincada trama de la historia europea del siglo XX, específicamente en el
contexto del ascenso del Tercer Reich liderado por Adolf Hitler. Durante este período crítico,
las ideas de Haushofer tomaron un giro ideológico y racial significativo, sirviendo como
plataforma conceptual para la expansión territorial nazi y la justificación de políticas
fundamentadas en nociones de superioridad racial.
Así, en el crisol de las teorías geopolíticas de Haushofer, se gestó un capítulo oscuro de la
historia, donde el "espacio vital" se convirtió en el catalizador de acciones que alterarían el
curso de la humanidad. Este análisis se sumerge en la mente de Haushofer y desentraña las
implicancias de sus ideas, delineando cómo sus teorías no solo teñirían el devenir de
Alemania, sino que resonarían como un eco ominoso en el panorama internacional. A medida
que exploramos el legado de autor aleman, nos adentramos en un terreno donde la geografía
se entrelaza con la política, y las teorías abstractas se transforman en fuerzas moldeadoras
de la realidad histórica.
En el ocaso de la Segunda Guerra Mundial, Theodor Adorno y Max Horkheimer, dos
prominentes pensadores de la Escuela de Frankfurt, lanzaron una mirada desgarradora a la
dirección que había tomado la humanidad. En su obra conjunta, "Dialéctica de la Ilustración,"
publicada en 1947 pero con sus raíces en la introspección de 1944, los autores expresaron
su desasosiego ante una realidad que consideraban una nueva forma de barbarie. Su
interrogante central resonaba con inquietud: ¿cómo la humanidad, en lugar de avanzar hacia
un estado verdaderamente humano, había caído en un nuevo tipo de barbarie?

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"Immanuel Kant, la Ilustración y el Siglo de las Luces: Trascendiendo la
Oscuridad hacia la Autonomía Intelectual"
Immanuel Kant, nacido el 22 de abril de 1724 en Königsberg (actualmente Kaliningrado,
Rusia), se destacó como un influyente filósofo alemán del siglo XVIII. Proveniente de una
familia profundamente religiosa, su educación estricta y dogmática influyó significativamente
en su perspectiva. Como profesor privado en la Universidad Albertina, afirmaba que su
enseñanza no se centraba solo en la filosofía, sino en el arte de pensar, abogando por un
conocimiento inclusivo. Kant emerge como figura central en la Ilustración, representando un
hito significativo en la historia del conocimiento universal.
Dentro del contexto de su vida y pensamiento, destaca su ensayo "¿Qué es la Ilustración?",
publicado en 1794 en el periódico alemán "Berlonische Monatschrift". En este, Kant exploró la
noción de Ilustración, describiéndola como "la liberación del hombre de su culpable
incapacidad" (Kant, 1794). Esta carencia se refiere a la imposibilidad de utilizar la inteligencia
sin depender de la guía de otros. Este concepto sienta las bases para comprender su visión
sobre la autonomía intelectual y su papel fundamental en la evolución del pensamiento
durante el Siglo de las Luces.
Sostiene que esta carencia no se debe a una insuficiencia de inteligencia, sino a la ausencia
de decisión y valor para emplearla sin depender de la tutela de otros. En otras palabras, la
Ilustración, según Kant, representa la oportunidad de pensar de manera independiente y
asumir el derecho a equivocarse en el juicio. En contraste con la palabra, que puede resultar
perniciosa, nos brinda la herramienta definitiva para defender el intelecto: la reflexión. Se trata
de un acto de rebeldía frente a la obediencia pasiva y complaciente. El filósofo deja clara su
percepción al escribir que "la pereza y la cobardía son causas de que una gran parte de los
hombres continúe a gusto en su estado de pupilos"i.
Cuando Kant emplea la expresión latina “Sapere aude” (“atrévete a saber”), no solo está
haciendo un llamado al coraje individual, sino que también está instando a la utilización audaz
del propio entendimiento. Esta invocación va más allá de simplemente alentar la valentía;
implica una firme defensa de la autonomía intelectual y el fomento del pensamiento crítico.
Con estas palabras, desafía al ser humano a no aceptar pasivamente las creencias
establecidas ni someterse ciegamente a la autoridad de otros. Más bien, lo impulsa a tener la
valentía de cuestionar, explorar y comprender por sí mismo.
Para el filósofo, la libertad de pensamiento y expresión son condiciones indispensables para
el avance de la sociedad hacia la Ilustración. Considera que el cuestionamiento constante de
las ideas preestablecidas, la expresión libre de opiniones y la valentía de buscar el
conocimiento de manera independiente son pilares fundamentales para el progreso
intelectual y social. En este sentido, aboga por una sociedad donde se fomente activamente
la autonomía intelectual, permitiendo así el florecimiento de la Ilustración y el desarrollo de
una comunidad enriquecida por la diversidad de pensamientos y perspectivas individuales.
Kant sostiene de manera inquebrantable que la inclinación natural del ser humano tiende
hacia la obediencia en lugar de la disidencia, ya que resulta más cómodo permanecer en un
estado de pupilaje perpetuo. Según él mismo afirma: "Es tan cómodo no estar emancipado",
expresando la comodidad inherente a la falta de independencia intelectual al depender de
fuentes externas. Continúa indicando: "Tengo a mi disposición un libro que me presta su
inteligencia", evidenciando la renuncia a la autonomía en favor de la comodidad de adoptar

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ideas prestadas, evitando así el esfuerzo personal. Advierte que la emancipación puede ser
un proceso difícil y considerablemente peligroso para los seres humanos. Sin embargo,
destaca con optimismo que, a pesar de los desafíos iniciales, "con unas cuantas caídas,
aprenderán a caminar solitos". Con esta metáfora, sugiere que, a pesar de los obstáculos, el
proceso de emancipación conlleva un aprendizaje valioso y el desarrollo de la capacidad de
pensar de forma independiente.
Kant postula que la Ilustración representa el proceso en el cual los individuos adquieren el
coraje de emplear su entendimiento. Este proceso conlleva el desarrollo del pensamiento
crítico y la consecución de autonomía intelectual. En lugar de aceptar pasivamente las
opiniones impuestas por otros, los individuos ilustrados deben emprender la búsqueda y
evaluación autónoma de la información. La premisa central de Kant radica en la necesidad de
que los seres humanos piensen de manera independiente y rechacen los dogmas. Para
respaldar esta idea, enfatiza que el conocimiento es un punto de partida imprescindible y
fundamental. Según el filósofo, la Ilustración exige simplemente "libertad": la libertad de
ejercer la razón.
El concepto de Ilustración no solo abarca aspectos individuales, sino que también se extiende
a dimensiones sociales y políticas. En su esencia, la Ilustración implica no solo el desarrollo
personal del pensamiento crítico, sino también la construcción de una sociedad que fomente
activamente la libertad de expresión. Para que la sociedad avance hacia la Ilustración, es
imperativo cultivar la capacidad de cuestionar y analizar de manera crítica. Esta búsqueda del
conocimiento independiente no solo se limita a nivel personal, sino que se convierte en un
motor esencial para el progreso colectivo.
En este contexto, la defensa de la libertad pública se erige como un requisito fundamental. La
libertad de expresión y el pensamiento crítico son los pilares sobre los cuales se construye
una sociedad ilustrada. Kant no solo aboga por la autonomía intelectual individual, sino que
también destaca la necesidad de crear un entorno que promueva y proteja estas libertades.
En última instancia, la Ilustración, vista como un fenómeno interconectado entre lo individual y
lo colectivo, exige la participación de una sociedad que valore y nutra la libertad de
pensamiento como base para el progreso cultural y social.
Desde la perspectiva kantiana, la interacción entre la razón y la naturaleza da lugar a la
objetivación, un fenómeno que surge de un proceso de síntesis. Este proceso abarca tanto la
identidad política, implicando el uso racional en la construcción y participación social, como la
dimensión geográfica, que adquiere especial relevancia al considerarla como el marco físico
en el cual se desarrolla la vida humana y se configuran las comunidades. Kant, en su obra
'Crítica de la razón pura' (Kant, 1781), profundiza en la importancia de la geografía al
sostener que el entorno geográfico no solo influye en la forma en que percibimos el mundo,
sino que también afecta nuestras interacciones sociales y políticas. De este modo, la
dimensión geográfica se convierte en un componente esencial para entender la conexión
entre el individuo, la sociedad y la naturaleza, destacando la relevancia de su consideración
en el análisis kantiano.
Es crucial recordar que, según Kant, la naturaleza representa un vasto caos de fenómenos, y
es la razón del hombre la que sintetiza y ordena este material aparentemente caótico. Al
considerar el concepto moderno de razón que Kant desarrolla en su "Crítica de la razón
pura", así como su renovación del concepto de experiencia, que constituye el material
primario para la conciencia, se revela que la razón o emancipación del hombre implica la
eliminación de cualquier conocimiento que no provenga de nuestro uso del pensamiento
trascendental.

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En este contexto, la frase "sapere aude" cobra un significado profundo: el ser humano debe
atreverse a conocer, aprender y aplicar la razón para racionalizar el caos aparente de
fenómenos naturales. Así, la objetivación resulta no solo en la construcción de una identidad
política a través del uso racional de la razón, sino también en la interpretación y comprensión
ordenada del entorno geográfico. Este enfoque kantiano subraya la importancia de la razón
como herramienta fundamental para la aprehensión y organización del mundo que nos rodea.
El pensamiento kantiano cobra relevancia al situarlo en el marco histórico y cultural del "Siglo
de las Luces". Este período, extendido por toda Europa, se caracterizó por la difusión de
ideas entre la burguesía y parte de la aristocracia. Los intelectuales compartían y plasmaban
información en escritos de ciencia, filosofía, política y literatura durante reuniones sociales y a
través de medios impresos. En este contexto, la creencia en la capacidad de la razón
humana para iluminar las mentes y disipar la ignorancia, el oscurantismo y la superstición, se
consolidó.
La confianza en la razón humana como fuente primordial de conocimiento y progreso llevó a
los ilustrados a cuestionar la autoridad tradicional, incluyendo la monarquía absoluta y la
influencia de la Iglesia. Su lucha se centró en promover la libertad individual, la igualdad y la
separación entre la Iglesia y el Estado. Este movimiento ilustrado tuvo un impacto significativo
en países como Francia, Alemania, Italia y España.
Este Siglo de las Luces también fue testigo de notables avances en campos como la ciencia,
la medicina y la tecnología. La promoción del método científico y la experimentación
contribuyó al progreso y la comprensión del mundo natural, alimentando el optimismo de los
ilustrados respecto al avance humano.
Con una firme fe en la educación, la razón y la aplicación del conocimiento, los ilustrados
sostenían la creencia de que la sociedad podía evolucionar hacia una era más justa, libre y
avanzada. Este cambio de paradigma en la percepción del conocimiento y la autoridad, junto
con el optimismo consiguiente, tuvo repercusiones significativas, como la Revolución
Francesa. En este contexto, el Siglo de las Luces no solo representó un cambio radical en la
forma en que las personas concebían la sociedad, sino que también sentó las bases para
nuevas ideas sobre derechos individuales, democracia y participación ciudadana,
contribuyendo así a la configuración de la era moderna.
Immanuel Kant falleció el 12 de febrero de 1804 en Königsberg, Prusia. Este filósofo alemán,
conocido por su influyente obra "¿Qué es la Ilustración?", entre otras de gran importancia,
transformó el paradigma de su época al abogar por la autonomía intelectual y la libertad de
pensamiento. En su ensayo, Kant exploró la idea de liberar al ser humano de la "incapacidad
culpable", defendiendo la importancia de pensar de manera independiente y cuestionar las
ideas preestablecidas. Su legado perdura hasta hoy, ya que su obra sigue siendo un referente
crucial para comprender la relación entre la razón humana, la naturaleza y la formación de la
identidad política. La influencia de Kant se extiende más allá de su tiempo, siendo una fuente
continua de inspiración para la exploración de la condición humana y el fomento del
pensamiento crítico.

"Entre Sangre y Territorio: Friedrich Ratzel y la Búsqueda del Espacio Vital"


Friedrich Ratzel desempeñó un papel crucial en la revitalización del proceso de
sistematización de la geografía durante el último cuarto del siglo XIX. Como autor alemán y
prusiano, sus obras se inscriben en el contexto de la constitución real del Estado nacional
alemán y sus primeras décadas. Las formulaciones de Ratzel deben interpretarse en función
de la época y la sociedad que las vieron surgir. Su enfoque geográfico no solo proporciona un

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análisis académico, sino que también sirve como un poderoso instrumento de legitimación
para los proyectos expansionistas del Estado alemán recién establecido.
Nació el 30 de agosto de 1844 en Karlsruhe, en el Gran Ducado de Baden, ubicado en el
suroeste de Alemania. Reconocido como un destacado geógrafo, desempeñó un papel
crucial al ser el fundador de la geografía humana o antropogeografía. Esta disciplina se
enfoca en explorar las complejas interrelaciones entre la sociedad humana y su entorno
geográfico. La obra influyente de Ratzel contribuyó significativamente al desarrollo y la
comprensión de la geografía en el contexto de la evolución humana.
Previo a adentrarnos en la figura de Friedrich Ratzel, resulta esencial destacar ciertas
particularidades del Estado alemán durante el siglo XIX. En este período, observamos la
existencia de una Confederación Germánica estructurada conforme a las dinámicas
heredadas del sistema feudal. A pesar de que el capitalismo ya se hallaba consolidado en las
principales urbes europeas, su integración en esta región geográfica experimentó un proceso
más tardío. Este escenario sirve como telón de fondo para una comprensión más profunda de
la situación socioeconómica de la época y de las circunstancias que influyeron en el
pensamiento y las obras del protagonista en cuestión.
En líneas generales, el proceso de unificación de Alemania se configuró a través de la
compleja interacción entre las estructuras heredadas del feudalismo y la tardía penetración
de las relaciones capitalistas. Aunque la Confederación Germánica se erigió como el primer
paso hacia la unificación, a mediados del siglo XIX, el poder se encontraba disperso en
diversas unidades confederadas, caracterizadas por dominaciones locales y la ausencia de
un gobierno central. Esta fase inicial se vio marcada por la pugna por la hegemonía entre
Prusia y Austria dentro de la Confederación.
El segundo paso hacia la unificación se consolidó con la represión de los levantamientos
populares de 1848, año en el que la ola revolucionaria europea también dejó su huella en
diversas ciudades de la Confederación Germánica (Viena, Berlín, Frankfurt, etc.). Ante este
escenario, las clases dominantes locales reaccionaron de manera unificada, estableciendo
alianzas y emprendiendo acciones centralizadas para sofocar los movimientos
revolucionarios.
La propuesta de unificación, inicialmente impulsada por los revolucionarios, ganó respaldo
popular, y esta convergencia de intereses entre las clases dominantes locales y las masas
populares allanó el camino hacia la constitución del Estado alemán. La conciencia de este
proceso y la inminencia de la unificación estimularon la rivalidad entre Austria y Prusia por el
control del proceso.
La disputa culminó en una guerra entre ambos reinos, y la victoria de Prusia definió la
unificación mediante la prusianización de Alemania. En este sentido, el Estado prusiano dejó
una marca indeleble en las características de la nueva nación, estableciendo un modelo que
perduraría en la configuración del Estado alemán unificado.
La principal característica de Prusia, especialmente en el momento de la constitución del
Imperio Alemán en 1871, era su organización militarizada, donde la dirección del Estado
recaía en manos de la aristocracia junker, los propietarios de tierras que representaban
claramente el viejo orden feudal.
La monarquía prusiana, en ese período, se caracterizaba por ser extremadamente
burocratizada, extendiendo la influencia del Estado a todos los ámbitos de la sociedad civil.
Esta estructura jerárquica y burocrática servía como columna vertebral del gobierno prusiano.

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En cuanto a la situación interna, Prusia se enfrentaba a una gran represión social,
consolidada por las estructuras de poder existentes. Al mismo tiempo, su política exterior era
agresiva y expansionista, con Bismarck, el Primer Ministro de Prusia y del Imperio Alemán,
liderando numerosas guerras de conquista.
La expansión de las características prusianas a todo el territorio alemán se llevó a cabo a
través de una política cultural nacionalista respaldada por el Estado. Esta política promovía la
idea de que los elementos particulares de la situación de atraso social eran en realidad
peculiaridades del "espíritu" o del "alma" alemana, contribuyendo así a una ideología
chauvinista arraigada en la nación.
Es importante destacar que esta situación histórica marcó una etapa crucial en la
configuración de Alemania como nación unificada, donde las características de Prusia jugaron
un papel determinante en la formación de su identidad nacional. Como Bismarck afirmó en su
momento: "La gran cuestión alemana no se resolverá por discursos y resoluciones de
mayorías, sino por sangre y hierro" (Moraes, 1993). Esta cita refleja la perspectiva pragmática
y la naturaleza agresiva que caracterizaron la política de Bismarck en ese período clave de la
historia alemana.
La unificación reaccionaria y la organización militarizada que caracterizaron al Estado alemán
en el contexto europeo se pueden comprender al examinar la situación específica de
Alemania, identificada por Poulantzas como "un eslabón débil de la cadena imperialista"
(Moraes, 1993). Este país emergió como una entidad industrializada en el centro del mundo
capitalista, pero sin colonias, lo que lo dejó al margen del reparto de territorios coloniales, a
pesar de su relativo desarrollo interno.
La exclusión de Alemania de la distribución de territorios coloniales alimentó un
expansionismo latente, que se intensificaría con el desarrollo interno. Aunque la unificación
tardía de Alemania permitió cierto progreso interno, no la incluyó en la partición de colonias,
contribuyendo al agresivo proyecto imperial y al constante propósito de anexar nuevos
territorios. Esta dinámica imperialista se convirtió en un estímulo significativo para la reflexión
sobre el espacio y, posteriormente, para la disciplina de la Geografía.
Ratzel se erige como un destacado defensor del proyecto estatal, alineando estrechamente
su contribución intelectual con la justificación del expansionismo bismarckiano en un contexto
histórico y geográfico específico. Su obra geográfica refleja abiertamente su respaldo al
imperialismo, como se evidencia en su afirmación: “Al igual que la lucha por la supervivencia,
cuyo objetivo central es asegurar un espacio vital, los conflictos entre naciones tienen casi
siempre la misma meta. En la historia moderna, la recompensa por la victoria ha sido
consistentemente la adquisición de territorio”. Esta perspectiva se arraiga en el momento
histórico en que Alemania, a pesar de su industrialización y desarrollo interno, se encontraba
fuera del reparto de territorios coloniales, alimentando un creciente deseo expansionista y
proporcionando una motivación adicional para la reflexión y el estudio geográfico.
El libro principal de Ratzel, "Antropogeografía – fundamentos de la aplicación de la Geografía
a la Historia," publicado en 1882, es considerado la base de la Geografía Humana. En esta
obra, define el objeto geográfico como el estudio de cómo las condiciones naturales influyen
en la humanidad. Según él, estas influencias actúan en la fisiología y psicología de los
individuos, afectando así a la sociedad. La naturaleza también incide en la constitución social,
a través de los recursos del entorno donde se ubica la sociedad, y en las posibilidades de
expansión y contacto con otros pueblos.
Ratzel critica las posturas extremas sobre la influencia de la naturaleza en el hombre y
propone que estas influencias se ejercen de manera mediada a través de las condiciones

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económicas y sociales. Para el autor, la sociedad es un organismo con relaciones duraderas
con el suelo, manifestadas en las necesidades de vivienda y alimentación. El uso de los
recursos naturales por parte del hombre se vuelve esencial para conquistar la libertad, que
considera un logro difícil. Este proceso implica un mayor vínculo con la naturaleza, y cuanto
más fuerte sea este vínculo, mayor será la necesidad de la sociedad de mantener su
posesión, llevando a la creación del Estado para la defensa territorial.
En la Antropogeografía, Ratzel destaca la relación entre el Estado y el espacio, considerando
el territorio como las condiciones de trabajo y existencia de la sociedad. La pérdida de
territorio sería una señal de decadencia, mientras que el progreso requeriría la expansión y
conquista de nuevas áreas. Desarrolla el concepto de "espacio vital" como una proporción
equilibrada entre la población de una sociedad y los recursos disponibles, definiendo sus
posibilidades de progreso y necesidades territoriales.
Estas formulaciones de Ratzel se entrelazan estrechamente con su época y el proyecto
imperial alemán. Su teoría justifica el expansionismo como algo natural en una sociedad
progresiva, respaldando así el imperialismo bismarckiano. Su visión del Estado como
protector y su conexión con la sociedad legitiman el Estado prusiano, caracterizado por su
omnipresencia y militarización.
La perspectiva geográfica presentada por el pensador alemán se centró en el factor humano,
explorando diversas áreas de estudio que enfatizaban la relación entre la historia y el
espacio. Sus investigaciones abarcaron la formación de territorios, la dispersión global de
poblaciones a través de migraciones y colonizaciones, la distribución de pueblos y razas en la
superficie terrestre, así como el análisis de áreas habitadas de manera monográfica. El
objetivo central de Ratzel consistía en examinar las influencias que las condiciones naturales
ejercen sobre la evolución de las sociedades.
En términos metodológicos, aunque la obra de este geógrafo no introdujo cambios radicales,
destacó la importancia de ir más allá de la mera descripción y buscar la síntesis de las
influencias a escala planetaria. Ratzel proponía ver el lugar como un objeto en sí mismo y
como parte de una cadena interconectada. A pesar de mantener la Geografía como una
ciencia empírica que se basa en la observación y descripción, su enfoque se orientaba hacia
la síntesis global.
Desde una perspectiva naturalista, simplificó la distinción entre el hombre y otros seres vivos,
tratándolo casi como un animal al no diferenciar sus cualidades específicas. Su método
geográfico se asemejaba al de otras ciencias naturales, y concebía la causalidad de los
fenómenos humanos de manera idéntica a la de los naturales. Esta concepción naturalista
permeaba su visión, considerando la Geografía del Hombre como una ciencia natural en sí
misma.
Un desprendimiento adicional de sus ideas se evidencia en el surgimiento de la Geopolítica.
Este campo, centrado en la investigación de la dominación territorial, se originó a partir de las
premisas de Ratzel relacionadas con la influencia del Estado sobre el espacio. Ratzel sentó
las bases para la reflexión sobre cómo los Estados ejercen su poder y control en el ámbito
geográfico, y la Geopolítica posteriormente profundizaría en estas cuestiones, explorando las
dinámicas de dominación territorial y las estrategias de los Estados en relación con el
espacio. Este enfoque no solo influyó en la disciplina geográfica, sino que también impactó en
la formulación de políticas y estrategias gubernamentales en el ámbito internacional.
La noción de "espacio vital" o Lebensraum, fundamentada en las ideas de biología
darwiniana, refleja la perspectiva evolucionista de Friedrich Ratzel sobre la vida estatal.
Inspirado por los principios de la selección natural, Ratzel concibe la existencia de los

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Estados como un proceso continuo de lucha por la supervivencia. En este marco, los Estados
se asemejan a organismos biológicos que buscan expandirse y asegurar su existencia a
través de la conquista de territorios.
La biología darwiniana postula que, en la naturaleza, los organismos compiten por recursos
limitados para garantizar su supervivencia y reproducción. De manera análoga, Ratzel aplica
esta idea al ámbito estatal, argumentando que los Estados compiten por recursos y territorios
como parte de una lucha constante. La necesidad de un "espacio vital" adecuado se convierte
así en un imperativo para el crecimiento y la preservación de un Estado.
Históricamente, esta concepción se enraíza en el contexto del auge imperialista del siglo XIX,
cuando las potencias europeas competían ferozmente por la adquisición de colonias y la
expansión territorial. Observando estos eventos, Ratzel desarrolla su teoría, proponiendo que
la competencia por recursos y territorios entre Estados sigue los principios fundamentales de
la selección natural. La lucha por un "espacio vital" se convierte en una expresión geopolítica
de la competencia por la supervivencia, donde los Estados, al igual que los organismos
biológicos, buscan asegurar su posición en el mundo.
La máxima de Ratzel, encapsulada en la noción de "espacio vital", no solo dejó una marca en
la Geografía Humana y la Geopolítica, sino que también permeó en el pensamiento político
de la época. La expansión territorial se integró como una estrategia vital para el desarrollo y
la supervivencia estatal, especialmente en el contexto de la unificación alemana y la
formación del Imperio Alemán liderado por Otto von Bismarck.
Friedrich Ratzel falleció el 9 de agosto de 1904 en Ammerland, Alemania, a la edad de 59
años. Su muerte marcó el fin de una vida dedicada al estudio y desarrollo de la geografía
humana. Dejó un legado duradero en la disciplina, habiendo contribuido significativamente a
la comprensión de las interrelaciones entre la sociedad humana y su entorno geográfico. Su
obra, aunque controvertida en algunos aspectos, influyó en la evolución de la geopolítica y la
geografía en el siglo XX. La contribución de Ratzel al campo de la geografía sigue siendo
recordada como un hito importante en la comprensión de cómo los factores geográficos
influyen en la configuración y desarrollo de las sociedades humanas.

Geopolítica y Espacio Vital en la Alemania de Haushofer: Un Análisis de su


Influencia en los Ideales Nazis
El general alemán Karl Haushofer, nacido el 27 de agosto de 1869 en Múnich, destacó como
influyente teórico de la Geopolítica y mantuvo una estrecha relación con Adolf Hitler,
presidiendo la Academia Germánica durante su gobierno. Reconocido por su formación militar
y conocimientos geográficos, desarrolló la teoría del Lebensraum, que abogaba por la
expansión territorial alemana como necesidad estratégica para asegurar recursos y espacio
vital. Este enfoque bélico definía la Geopolítica como parte integral de la estrategia militar.
Sus teorías, centradas en la influencia del clima en las operaciones militares, ejercieron una
marcada influencia en los planes de expansión del régimen nazi durante la Segunda Guerra
Mundial. Aunque su legado persiste en la discusión contemporánea, la Geopolítica, tal como
la concibió Haushofer, ha sido objeto de debate en los Departamentos de Estado y en las
academias militares a lo largo del tiempo.
En 1913, Haushofer, discípulo posterior de Friedrich Ratzel, inició sus cursos de geografía en
la Universidad de Múnich, ascendiendo eventualmente a catedrático en la materia. Su
conexión con Ratzel se fundamentó en la admiración por las ideas del destacado geógrafo
alemán, considerado el fundador de la antropogeografía y precursor de conceptos como el
"espacio vital". La influencia de Ratzel en Haushofer radicó en la percepción de la geografía
como un factor determinante en los asuntos políticos y militares.

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Durante la Primera Guerra Mundial, Haushofer, movilizado como mayor general y
comandante brigadier en el frente francés en 1914, y participante en el frente del Cáucaso en
1916, consolidó sus ideas geopolíticas. En 1919, tras la guerra, renunció a su carrera militar
para enfocarse en el estudio de la geografía política en Múnich, profundizando y ampliando
las teorías de Ratzel. Su interés en las conexiones entre geografía y política lo llevó a asimilar
las ideas de diversos pensadores, incluyendo no solo a Ratzel, sino también a figuras como
Thomas Macaulay, Edward Gibbon, Albrecht Roscher y Rudolf Kjellén, quienes contribuyeron
a moldear su perspectiva geopolítica.
En el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial, Karl Haushofer, se vio envuelto en
eventos históricos cruciales que dejaron una marca indeleble en la historia de Alemania. En
1919, fue uno de los fundadores del Partido Obrero Alemán (DAP), una organización política
que posteriormente se transformaría en el Partido Nazi (NSDAP), liderado por Adolf Hitler.
Rudolf Hess, amigo cercano de Haushofer, también desempeñó un papel destacado en la
creación del partido. La relación entre Hess y Haushofer se inicia en la Universidad de
Múnich, donde se conocieron y entablaron una gran amistad (Mora, 2009).
Este periodo de posguerra fue testigo de agitación política y social en Alemania, marcado por
la inestabilidad y la búsqueda de soluciones a los problemas económicos y políticos.
Haushofer, con su experiencia en geopolítica, proporcionó un marco teórico que abordaba las
cuestiones territoriales y de poder, contribuyendo así al desarrollo ideológico del movimiento
nacionalsocialista.
Cabe destacar que Haushofer no tuvo una activa participación en el NSDAP y, de hecho, su
conexión con el partido fue limitada. Sin embargo, su influencia en el ámbito de la geopolítica
resonó en la ideología del partido, que buscaba una revisión del orden político y territorial
europeo. Además, Haushofer también estuvo vinculado a la sociedad secreta Thule, un grupo
esotérico que influyó en algunos círculos políticos de la época.
La sociedad secreta de Thule fue una organización esotérica alemana que desempeñó un
papel significativo en los círculos políticos y culturales de la posguerra alemana. Fundada por
Rudolf von Sebottendorff en 1918, la Thule-Gesellschaft estaba vinculada a ideas ocultistas y
esotéricas, convirtiéndose en un punto de encuentro para diversos pensadores, ocultistas y
nacionalistas de la época.
La conexión entre Karl Haushofer y la sociedad Thule se entrelaza con el trasfondo de las
corrientes intelectuales y políticas en la Alemania de la posguerra. Aunque no hay pruebas
contundentes de una participación recurrente de Haushofer en la sociedad Thule, se tiene
constancia de su vinculación con círculos intelectuales y políticos que compartían ideas
afines.
Una referencia bibliográfica relevante sobre la sociedad Thule y sus conexiones con el
periodo de entreguerras es "The Occult Roots of Nazism" de Nicholas Goodrick-Clarke. Este
libro examina las influencias esotéricas en la formación de la ideología nazi y proporciona una
visión detallada de la sociedad Thule y su impacto en el panorama político alemán de la
época.
La relación entre Haushofer y los nazis se complicó debido a su matrimonio con una mujer
judía, situación que generó tensiones con el régimen nazi. Rudolf Hess, reconociendo la
importancia de Haushofer y su deseo de protegerlo, intervino para garantizar su seguridad
dentro del contexto político cada vez más hostil. Esta etapa de la vida de Haushofer refleja
las complejidades y contradicciones de aquel periodo histórico turbulento en Alemania, donde
las relaciones personales y las lealtades se entrelazaron con las fuerzas políticas e
ideológicas que definirían el curso de la historia.

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Siendo uno de los principales ideólogos del Lebensraum o "espacio vital," término acuñado
por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904), Haushofer establecía la importancia de
la relación entre espacio y población, asegurando que la existencia de un Estado quedara
garantizada cuando dispusiera del suficiente espacio para atender a las necesidades de este.
Sin embargo, durante el período nazi, estas ideas tomaron un giro ideológico y racial
significativo.
Como es de público conocimiento, el surgimiento del Tercer Reich, encabezado por Adolf
Hitler, se debió a las condiciones desfavorables que impuso el Tratado de Versalles al finalizar
la Primera Guerra Mundial. Esto llevó a que el líder del partido buscara la reivindicación de su
país y siguiera los pasos de Guillermo I y Otto Von Bismarck, posicionando a Alemania como
una de las principales potencias europeas.
El descontento general en la población alemana, generado por las imposiciones de las
potencias europeas y el surgimiento de la República de Weimar, constituyó una de las
razones fundamentales que impulsaron a Adolf Hitler a abogar por la reconstrucción del
imperio alemán. A través de la denominación "Tercer Reich", Hitler logró proyectar la
restauración alemana como una potencia que reivindicaba los antiguos imperios. El Primer
Reich correspondió al Sacro Imperio Germánico medieval, mientras que el Segundo Reich
fue instaurado por Bismarck en 1871 después de la guerra entre Francia y Prusia.
El Segundo Reich, instaurado por Bismarck en 1871 tras la guerra entre Francia y Prusia,
sirvió como un modelo para Hitler, quien buscaba emular su creación basada en la fuerza
militar y la victoria en el campo de batalla, más que en acuerdos parlamentarios o
concesiones económicas. Bajo este imperio, Alemania experimentó un notable
enriquecimiento, asegurando la protección de su territorio y población mediante un extenso
ejército militar. Hitler aspiraba a corregir lo que percibía como errores que condujeron a la
decadencia del Reich, tales como las alianzas con los Habsburgo de Austria y los italianos,
así como la falta de políticas raciales y sociales contundentes contra los judíos.
En su empeño por restaurar el Imperio alemán, Hitler se propuso expandir el espacio vital
germánico, basando esta expansión en principios raciales y culturales. Su objetivo primordial
era unificar a la población alemana en Europa, utilizando la retórica del espacio vital como
medio para preservar la pureza de la raza aria. Las metas del Reich estaban orientadas
principalmente hacia la unificación de la población alemana, desafiando las restricciones
impuestas por el Tratado de Versalles. Aspiraba a establecer un nuevo orden racial europeo,
buscando eliminar grupos étnicos como los eslavos, judíos, serbios, checos, entre otros, con
el propósito de consolidar la supremacía racial aria y colocar a Alemania como una potencia
destacada en el Sistema Internacional. Es en este contexto que las ideas de Haushofer
adquieren un significado fundamental para los ideales nazis.
Hannah Arendt, en su obra "The Origins of Totalitarianism," destaca cómo la noción del
espacio vital fue distorsionada y pervertida por los nazis para justificar políticas
expansionistas y genocidas. Esta obra, fue escrita en el año 1951, allí se profundiza los
orígenes y la naturaleza de los regímenes totalitarios, destacando especialmente el nazismo
y el estalinismo. Por otro lado, Kershaw Ian, en “The Nazi Dictatorship: Problems and
Perspectives of Interpretation”, publicado por primera vez en 1985, señala como Haushofer,
influenciado por teorías radicales de su tiempo, contribuyó a vincular la noción de “espacio
vital” con la idea de la supremacía de la raza aria.
El 10 de marzo de 1946, en su residencia de Baviera, Karl Haushofer, junto con su esposa y
yerno, llevó a cabo un pacto de suicidio. Este episodio puso fin a la vida de un hombre cuyas
ideas geopolíticas habían dejado una huella indeleble en la historia, marcando así el

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desenlace de una figura clave en el panorama intelectual y político de la Alemania del siglo
XX.

Adorno y Horkheimer: Crítica a la Modernidad y el Desencantamiento la


Ilustración
Max Horkheimer nació el 14 de febrero de 1895 en Stuttgart, Alemania, mientras que Theodor
Adorno nació el 11 de septiembre de 1903 en Fráncfort del Meno, Alemania. Ambos fueron
destacados filósofos y sociólogos alemanes asociados con la Escuela de Frankfurt, un
influyente movimiento intelectual que abordó cuestiones de teoría crítica y filosofía social. En
1944, durante su exilio en los Estados Unidos debido a la persecución nazi, Horkheimer y
Adorno coescribieron la obra "Dialéctica de la Ilustración," publicada por primera vez en 1947.
Esta obra, crítica de la modernidad y la racionalidad instrumental, se convirtió en una pieza
central del pensamiento de la Escuela de Frankfurt.
La Escuela de Frankfurt, fundada en 1923, se caracterizó por su enfoque interdisciplinario y
su crítica a las formas convencionales de pensamiento. Desarrollaron teorías que abordaban
aspectos desde la filosofía hasta la teoría crítica y la sociología, influyendo significativamente
en el desarrollo del pensamiento contemporáneo. Su enfoque se centró en cuestionar la
dominación social, la alienación y los efectos negativos de la razón instrumental en la
sociedad moderna. La Dialéctica de la Ilustración, escrita durante un período turbulento de la
historia mundial, refleja sus preocupaciones profundas sobre la dirección de la civilización
occidental y su crítica a la burocracia, la cultura de masas y la pérdida de autonomía
individual.
La preocupación de los autores mencionados se centra en como la humanidad se ha
degenerado completamente. Esto se refleja cuando en el prólogo a la primera edición
alemana escrito en 1944, pero reeditado en 1947; exponen: “Lo que nos habíamos propuesto
era nada menos que comprender por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado
verdaderamente humano, desembocó en un nuevo género de barbarie” (Horkheimer &
Adorno, 1947, pág. 7)
El concepto de "nuevo tipo de barbarie" alude a un fenómeno en el cual, a pesar de los
notables avances en ciencia, tecnología y conocimiento, la humanidad se sumergió en una
forma renovada de opresión y deshumanización. Este cambio se atribuye a la razón
instrumental, que implica abandonar la noción de razón como un liberador para convertirla en
un instrumento sin conexión con la reflexión crítica, utilizado como medio para objetivos
particulares. Este giro condujo a la emergencia de nuevas formas de dominación y alienación,
marcando una transformación negativa en el progreso humano.
En el fragmento inicial de "Dialéctica de la Ilustración," los autores Max Horkheimer y Theodor
Adorno critican la concepción del iluminismo como un camino constante de progreso y
liberación. A pesar de los nobles objetivos de esta corriente filosófica, que buscaba liberar a la
humanidad del miedo y convertirla en amos de su destino, los autores sugieren que la tierra
completamente iluminada no ha llevado a una felicidad duradera, sino a lo que llaman una
"triunfal desventura." Este concepto refleja la ironía de un supuesto triunfo que en realidad
conlleva una desgracia o calamidad.
El programa del iluminismo, según los exponentes, consistía en liberar al mundo de la magia
y disolver los mitos mediante la ciencia. Citando a Bacon como "el padre de la filosofía
experimental," critican a aquellos que se aferran a la tradición y abogan por un enfoque
científico y crítico. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, los autores señalan obstáculos
como la credulidad, la aversión a la duda y otros impedimentos que han evitado la unión
exitosa del intelecto humano con la naturaleza de las cosas.

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Horkheimer y Adorno también critican la idea de que las invenciones notables, como la
imprenta, el cañón y la brújula, fueron descubiertas casi por casualidad. Aunque reconocen la
superioridad del saber, sugieren que la humanidad aún no ha alcanzado su pleno potencial
en la comprensión y dominio de la naturaleza. Este análisis inicial revela una perspectiva
crítica sobre el iluminismo, resaltando la ambivalencia entre los ideales ilustrados y la realidad
de los resultados obtenidos a lo largo de la historia.
Abordan la interconexión entre el saber y el poder, proponiendo que el conocimiento,
concebido como una forma de poder, carece de fronteras y se encuentra al alcance de
diversos propósitos. Destacan la versatilidad del saber, subrayando que tanto la economía
burguesa como cualquier entidad pueden manipularlo, independientemente de sus orígenes.
En este contexto, la técnica emerge como el núcleo fundamental de este saber, abarcando
tanto el ámbito privado como el estatal.
La crítica de los autores se dirige hacia la instrumentalización del conocimiento, señalando
que su finalidad no radica en la búsqueda de la felicidad a través del entendimiento puro de la
naturaleza, sino en la explotación del trabajo y la acumulación de capital, ya sea en manos
privadas o estatales. Los avances tecnológicos son presentados como herramientas con
propósitos específicos, cuyo objetivo último es obtener un dominio completo tanto sobre la
naturaleza como sobre otros seres humanos.
Cuestionan el papel del iluminismo en este contexto, acusándolo de perder su autoconciencia
y de sacrificar sus propios restos en pos de la eficacia y el pragmatismo. Subrayan que la
actual preeminencia del "sentido de los hechos" ha llevado a que incluso las perspectivas
nominalistas de Bacon sean vistas con sospecha de metafísica. En este marco, la
equiparación entre poder y conocimiento sugiere que la búsqueda de la verdad ha sido
desplazada por la priorización de la utilidad y la eficiencia en la acción, evidenciando una
transformación en la naturaleza del saber y su relación con el ejercicio del poder.
Se sostiene que la esencia fundamental de la Ilustración reside en el “desencantamiento del
mundo”. Desde sus orígenes, este movimiento ha aspirado a emancipar a las personas del
temor, facultándolas para ser los gobernantes de sus vidas y destinos. La creencia
predominante es que la supremacía humana se encuentra en el conocimiento, donde el
poder y la sabiduría se equiparan; la liberación del individuo se logra mediante la
comprensión, lo que conlleva inevitablemente a una desmitificación del mundo.
Se plantea que, durante la Ilustración, hay una intensificación del temor hacia el mito. En la
perspectiva ilustrada, el mito se percibe como la proyección de lo subjetivo en la naturaleza;
lo sobrenatural y lo mágico son interpretados como meros reflejos de cómo los seres
humanos se sienten amenazados por las fuerzas naturales. A través del uso de la razón, las
personas se distancian de la naturaleza, colocándola de manera que pueda ser examinada y
conquistada. La razón, por lo tanto, se presenta como un medio para emanciparse de la
naturaleza. Aunque los seres humanos buscan aprender de la naturaleza mediante su estudio
y análisis para ejercer dominio sobre ella, la paradoja radica en que, al dominar la naturaleza,
también se ejerce dominio sobre los propios seres humanos que son parte de ella. En este
contexto, lo crucial no es tanto la satisfacción de descubrir la verdad, sino más bien el
proceso en sí, el método efectivo y la operación veraz.
En su legado, la Ilustración incorporó las enseñanzas de Platón y Aristóteles como antiguas
autoridades, al tiempo que cuestionó la demanda de verdad de las ideas universales,
considerándola como superstición. En la percepción de estos principios, se vislumbra la
revelación del temor a entidades demoníacas, cuyas representaciones los seres humanos
empleaban para intentar influir en la naturaleza a través de rituales mágicos.

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La Ilustración ha demostrado un marcado interés por la ciencia, considerándola la
manifestación más elevada de la razón y la verdad, especialmente en el ámbito de las
matemáticas. Su objetivo principal fue disolver los mitos y relegar la imaginación a través del
enfoque científico. La lógica formal se erigió como el modelo unificador a imitar,
proporcionando un marco estructurado para interpretar el mundo. Con una visión del mundo
guiada por la ciencia, la Ilustración se percibe como inmune al resurgimiento de lo mítico. Al
equiparar el pensamiento con las matemáticas, la ciencia se fortalece.
Curiosamente, los mitos que la Ilustración buscaba superar eran en sí productos de la propia
Ilustración. En este proceso, el mito se disuelve en el pensamiento ilustrado y la naturaleza se
reduce a una mera objetividad. El mito originalmente pretendía explicar, nombrar, relatar el
origen y representar, pero en la Ilustración, las divinidades ya no son idénticas a los
elementos naturales, sino que simplemente los simbolizan.
En su empeño por desterrar los mitos, la Ilustración establece una conexión entre lo viviente y
lo no viviente, de manera similar al mito. La aspiración humana de liberarse del miedo se
vincula a la ausencia de lo desconocido; la simple noción de lo exterior se convierte en una
fuente de aprehensión. Tanto los mitos como los rituales mágicos son interpretados como
representaciones de la naturaleza en su recurrente ciclo.
En su anhelo por alcanzar la libertad individual, la Ilustración postula que a cada individuo se
le concede un "yo" único y propio, distinto de los demás. Sin embargo, este concepto de "yo"
no logra escapar por completo de la influencia de la economía burguesa, según los autores
en cuestión. La Ilustración se queda corta en su intento, ya que sostienen que el trabajo
social de cada persona se ve moldeado por la economía burguesa bajo el precepto del "yo".
En este contexto, el mercado busca reintegrar el capital acumulado a algunos, mientras
proporciona a otros la fuerza para trabajar más. La unificación del colectivo dominado, según
estos autores, se basa en la negación de la singularidad de cada individuo, lo que implica que
el hombre no alcanza verdadera libertad. A medida que el desarrollo de la autoconservación
triunfa a través de la división del trabajo, demanda la autoalienación de los individuos,
alejándolos de su verdadero "yo". El avance técnico y su desarrollo han relegado la razón a
ser subordinada al sistema económico. El temor a perder el sentido de "yo", junto con la
frontera entre el "yo" y el resto de la vida, el miedo a la muerte y a la incivilización, se
encuentra estrechamente vinculado a una promesa de felicidad. Esto se interpreta como un
paso hacia la autopista de la obediencia y el trabajo.
Adorno y Horkheimer, argumentan que los valores propios de la Ilustración están
experimentando un declive gradual. Esta involución se interpreta mediante dos tesis
principales: el principio de dominio y el retorno al mito. La Ilustración surge inicialmente con la
premisa del dominio, aspirando a controlar la naturaleza y, por ende, desmantelar los mitos
mediante la aplicación de la ciencia. El proceso ilustrado despoja al mundo de sus elementos
fantasmagóricos, convirtiéndolo en una entidad objetiva mediante la racionalización y la
abstracción cuántica.
La visión utópica de Bacon, que busca que el hombre sea el soberano de la naturaleza, ha
experimentado en gran medida su realización, y lo que aún no ha sido sometido de la
naturaleza ha disminuido significativamente. No obstante, lo crucial es el ejercicio mismo de
dominio. La supremacía humana sobre la naturaleza conlleva la paradoja de que los hombres
dominan a sus semejantes y, en última instancia, la naturaleza misma llega a dominar a los
hombres. Todo se convierte en una entidad meramente natural, material, objetual.
Por otra parte, según la teoría de los autores, la Ilustración retrocede hacia la mitología de la
cual nunca logró emanciparse completamente. La mitología proporcionaba una perspectiva
simplificada y explicativa del mundo. Al desechar el mito, también se desvanece el "sentido".

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Al renunciar al sentido a través de la ciencia moderna, la compulsión de ésta los empuja
nuevamente hacia el mito. La razón resulta en un efecto contrario: un sistema económico
capitalista donde un grupo que controla los medios de producción divide y separa a los
individuos, llevando a la autodestrucción. La naturaleza, sometida, finalmente se venga del
dominador.

Conclusión:
La exploración de las ideas de Immanuel Kant, Friedrich Ratzel, Karl Haushofer y Theodor
Adorno junto a Max Horkheimer ha arrojado luz sobre las complejidades inherentes a la
modernidad en sus dimensiones filosóficas, geopolíticas y culturales. Al tejer estos hilos
conceptuales, emerge una narrativa intrincada que revela las tensiones y paradojas de la
Ilustración, así como las reverberaciones de estas tensiones en la configuración del Estado.
La visión kantiana de la Ilustración como liberación del individuo mediante el ejercicio
autónomo de la razón establece un faro que, aunque guía hacia la emancipación, también
enfrenta desafíos profundos. La tensión entre la "salida de la minoría de edad" y la necesidad
de la tutela persistente destaca la fragilidad de la autonomía individual en un entorno donde
las fuerzas heterónomas pueden ejercer una influencia abrumadora.
Friedrich Ratzel, a través de su concepción de la Antropogeografía, aporta una perspectiva
única sobre la intersección entre la naturaleza y la sociedad. Su noción de "espacio vital"
resuena en el auge imperialista, alimentando la narrativa de la competencia territorial como
imperativo evolutivo. Este enfoque geopolítico, si bien proporciona una comprensión de las
dinámicas estatales, también revela la potencial brutalidad detrás de la búsqueda de recursos
y territorios.
Karl Haushofer, influido por Ratzel, lleva el concepto de "espacio vital" a nuevas alturas,
especialmente durante el período nazi. La instrumentalización de estas ideas en el contexto
del Tercer Reich revela cómo la Geopolítica puede transformarse en una herramienta
ideológica peligrosa cuando se entrelaza con visiones raciales y expansionistas. La reflexión
de Haushofer, aunque arraigada en el pensamiento geográfico, destaca la delicada línea
entre la comprensión estratégica y la distorsión ideológica.
La dialéctica de la Ilustración presentada por Adorno y Horkheimer arroja sombras críticas
sobre el proyecto ilustrado. A medida que cuestionan la autonomía de la razón y denuncian el
"nuevo tipo de barbarie" engendrado por la instrumentalización del conocimiento, sugieren
una paradoja fundamental: el progreso ilustrado puede desembocar en formas inesperadas
de opresión y deshumanización. La liberación buscada a través de la razón se ve
comprometida por la creciente instrumentalización del saber y la técnica.
En resumen, estas consideraciones convergen en una conclusión que insta a una reflexión
crítica sobre el proyecto moderno. La Ilustración, con su noble propósito de emancipación, se
enfrenta a desafíos significativos en la forma de instrumentalización, competencia geopolítica
desenfrenada y distorsión ideológica. Las contribuciones de Kant, Ratzel, Haushofer y los
análisis críticos de Adorno y Horkheimer actúan como prismas que arrojan luz sobre las
tensiones y contradicciones intrínsecas a la modernidad.
En última instancia, la conclusión que emerge es un llamado a la vigilancia intelectual y ética
en la exploración de un camino que rinda homenaje a las aspiraciones humanas sin caer en
las trampas y desafíos que acechan en el horizonte de la Ilustración y sus consecuencias.
Como subraya Yves Lacoste, "La geografía sirve, antes que nada, para hacer la guerra",
añadiendo una capa adicional de perspicacia sobre cómo incluso las disciplinas
aparentemente abstractas pueden ser instrumentalizadas para propósitos conflictivos. Esta
perspectiva resalta la importancia de abordar no solo las aspiraciones ilustradas, sino también

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las implicaciones prácticas y, a veces, conflictivas de las ideas y disciplinas que dan forma a
nuestra comprensión del mundo y sus dinámicas.

Bibliografía

Kant, I. (1794). ¿Qué es la Ilustración? Foro de Educación, n.º 11, 2009, pp. 249-254.

Mora, I. (18 de Agosto de 2009). La Geografía Nazi. Obtenido de


https://ignaciomora.blogia.com/2009/081801-la-geografia-nazi-.php

Moraes, C. (1993). Geografía. Pequeña Historia Crítica. Sao Pablo: Hucitec.

Horkheimer, M., & Adorno, T. (1947). Dialéctica de la Ilustración. En Dialéctica de la Ilustración (pág. 7).
Apunte de Cátedra.

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