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ISBN 978-607-02-0000-0
[5]
Índice
El domicilio de la lectura
Gustavo Bombini . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
¿Podremos construir nuevas utopías en un mundo distópico?
María Isabel Gracida . . . . . . . . . . . . . . . 287
El diálogo de las lecturas en el aula.
Judith Orozco Abad . . . . . . . . . . . . . . . . 299
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite
y de la fragilidad
Diego Bentivegna . . . . . . . . . . . . . . . . . 315
Apéndice
6
Introducción
Rafael Mondragón Velázquez
y Shekoufeh Mohammadi Shirmahaleh
1
Ottmar Ette, La filología como ciencia de la vida, México, uia, 2015.
[7]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
2
Shahroj Meskub, Hoviat-e iraní va zaban-e farsí (La identidad iraní y el idioma
persa), Teherán, Pajuhesh Farzán Ruz, 2007.
3
Shmad Ashraf, “Iranian Identity: Medieval Islamic Period” en Enciclopedia Iranica,
2006, vol. XIII, fasc. 5. Dick Davis, Epic and Sedition: A Case of Ferdowsi’s Shah-
namé, Odenton, Mage, 2006.
4
Yaber Anasorí, “Seiri dar Shahnamé az didgah-e farhang-e ammé” (Indagaciones
en el Šāhnāmádes de la perspectiva de la cultura popular), Chista, núms. 45 y 46,
1987. Yalil Dustjah, “Sarcheshme-ha va Poshtvane-ha-ye Shahname-ye Ferdousí
va Shahname-ye Naqalán” (Fuentes y fundamentos del Shahnamé de Ferdousí y el
Shahnamé de los narradores), Bojará, núm. 85, 2012. Alejandra Gómez Colorado,
“Los persas y su lenguaje de aves y de rosas”, La Jornada Semanal, 10/06/2012,
núm. 901, 2012.
5
Abol Qasem Anyaví Shirazí, Ferdousinamé (Libro de Ferdousí), 3 volúmenes,
Teherán, Elmí, 1984. Shekoufeh Mohammadi Shirmahaleh, Mito, épica e identidad.
El presente como metáfora del ayer, México, iifl-unam, 2019. Hamid Dabashi, The
Shahnameh. The Persian Epic As World Literature, Nueva York, Columbia Univer-
sity Press, 2019.
8
Introducción
6
Karima Laachir y Saeed Talajooy (eds.), Resistance in Contemporary Middle Eas
tern Cultures: Literature, Cinema and Music, Routledge, 2012.
7
Véase Koulsy Lamko, “L’art qui brise le non-dit”, Montreal Serai, 1 de octubre de
2019, <https://montrealserai.com/article/lart-qui-brise-le-non-dit/>, recuperado el 9
de agosto de 2021. Este extenso reportaje incluye el documental Feeding Roots, en
donde se sistematiza la importante labor de este autor en el Centro Universitario de
las Artes de 1994 a 2002, auténtico lugar de refugio donde la literatura, el teatro y
otras artes ayudaron a darle lenguaje al dolor social y a reformular horizontes de
futuro. No está de más recordar que la noción de “literatura” no es algo estático, sino
resultado de una construcción histórica permanentemente refigurada. Véase el texto
clásico de Carlos Rincón, El cambio en la noción de literatura, Bogotá, Instituto
Colombiano de Cultura, 1978.
8
Graciela Montes, La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del
espacio poético, México, fce, 1999.
9
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Introducción
11
René Diatkine, “Développement psychique et transmission culturelle”, Enfance,
vol. 43, núms. 1-2, 1990, pp. 25-32. “La formation du langage imaginaire”, Les
Cahiers a.c.c.e.s, núm. 4, 1999, pp. 21-24. Marie Bonnafé, Los libros, eso es bueno
para los bebés, México, Océano, 2015. Estas reflexiones están en el sustrato de las
intervenciones pedagógicas de Serge Boimare, Héroes lectores, Valparaíso: Univer-
11
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Introducción
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Algunas de estas experiencias tuvieron un carácter íntimo y no fueron publicitadas.
Otras fueron más público, y por ello podemos hablar de ellas aquí. De entre ellas
mencionamos el círculo de lectura #LecturaRefugio en Twitter, desarrollado entre el
1 de abril y el 17 de julio con tres sesiones semanales de una hora cada una. #Lectu-
raRefugio tuvo 27 sesiones en total, una asistencia promedio de quince personas de
todo el país, y se planteó como un proyecto de investigación-acción que respondía
a la problemática de la pandemia con la creación de un espacio de conversación y
elaboración de la experiencia de crisis mediado por libros y obras literarias. El grupo
de investigación que participó de la experiencia elaboró registros de la misma. Por
su dinamismo, #LecturaRefugio ya llamó la atención de otros investigadores que
no participan del proyecto: fue analizado brevemente por la investigadora del iteso
Alina Peña Iguarán en su reciente artículo “Intemperie. Políticas de la voluntad y
poéticas del cobijo” (https://terceravia.mx/2020/10/intemperie-politicas-de-la-vo-
luntad-y-poeticas-del-cobijo/), y puesta en relación con otras experiencias por el
investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México Jezreel Salazar
en su artículo “El ensayo en la época digital” (https://www.senalc.com/2020/11/01/
el-ensayo-en-la-epoca-digital/). Además nos acercamos a capacitar a trabajadores
culturales de la sociedad civil a través de talleres como “Acciones culturales para
tejernos en la crisis. Encuentros desde el poder de la literatura”, ofrecido por el
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Introducción
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La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
buena parte de los relatos que se cuentan oralmente en el día de hoy, así
como de fiestas como la noche de Yaldā, que ocurre durante la noche
más larga del año y tiene la peculiaridad de ser una fiesta dedicada a la
palabra: en ella, la humanidad colabora con la luz en su lucha contra
la oscuridad manteniéndose despierta y recitando poemas, cantando
canciones y narrando historias hasta que regresa la luz del sol. La autora
muestra cómo dichas prácticas empezaron a entrar en crisis a partir de
1920, cuando comienza en Irán la centralización de las actividades cul-
turales bajo la dirección de monarquías totalitarias que intentaron mo-
dernizar el país. A decir de Mohammadi, “la ocupación de los espacios
artísticos por la representación estatal (traducida en personas delegadas,
presupuesto y programación estatal) redujo la espontaneidad de lo que
solía ocurrir en estos espacios, y conforme se enrudecía la dictadura,
sofocó el espíritu comunitario bajo el peso de la vigilancia del Estado”.
De esa manera, la práctica de compartir la literatura se clandestinizó y
adquirió un carácter de resistencia cultural. La autora hace una cuida-
dosa reconstrucción de los efectos que sobre la práctica de compartir
literatura ha tenido la sangrienta dictadura instaurada después de la
insurrección de 1979, y concluye con la presentación de un conjunto de
instantáneas que cuentan historias de resistencia a la dictadura a partir
de la interiorización de experiencias literarias.
Estas dos panorámicas se complementan con la historia de dos lec-
tores cuya trayectoria vital vinculó la literatura con la posibilidad de
construir espacios de refugio desde los cuales enfrentar la guerra, el
exilio y la desgracia personal. En su contribución al presente volumen,
Nieves Ibáñez reflexiona sobre la obra de Max Aub y la manera en que
éste fue dándole palabra a la realidad implantada por la Guerra Civil
española, de sus años en el exilio a su amargo regreso, sobreponiendo
una realidad literaria construida a la crudeza de los acontecimientos
históricos. En medio del ominoso silencio impuesto en España para
cualquier cosa relacionada con la República o la Guerra Civil, Aub
construyó una obra testimonial marcada por la rabia en donde se rei-
vindicó la memoria de los vencidos y se acompañó la transmisión oral
de esta memoria en círculos familiares. Esta obra se vuelve un antece-
dente importante de la posterior explosión de relatos literarios sobre
esta guerra que trataron de hacer un contrapeso a la impunidad pactada
por el proceso español de transición a la democracia. Las reflexiones
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Introducción
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Introducción
silencio en que deben reposar las palabras más dolorosas antes de po-
der ser pronunciadas.
En línea con las reflexiones anteriores, Patricia Castillo Gallardo
presenta un trabajo que hace el recuento de la creación de un espacio
de conversación para los jóvenes manifestantes salvajemente reprimidos
durante las manifestaciones que comenzaron el 18 de octubre de 2019
en Chile. Dicho espacio tuvo una orientación psicoanalítica y fue parte
de los esfuerzos desplegados por el Movimiento de Salud en Resisten-
cia, que se ofreció a dar apoyo médico y psicológico a una población
estigmatizada por su participación en las protestas. Siguiendo una línea
de trabajo que fue anticipada en el texto anterior, el ensayo descri-
be la manera en que se creó una oportunidad de conversación mediada
por la presentación de fotografías, y trabaja poéticamente con las inter-
venciones de algunos participantes mostrando cómo en ellas se volvió
posible refigurar la represión en términos que rescataban la dignidad,
el orgullo y la valentía, a partir de un registro épico que daba heroici-
dad a manifestantes anónimos y proponía una ética colectiva frente a la
realidad cotidiana de la violencia. En las narraciones hay un intento de
domesticar esa violencia al insertarla en una historia que la explica y la
muestra como consecuencia de momentos más antiguos, cuya resonan-
cia acogen las personas de hoy en forma de vivencias y aprendizajes casi
inconscientes, al tiempo que la propia resistencia queda abrigada por los
protagonistas de esa memoria proyectada hacia el futuro con el objeto de
transmitir a los más próximos una posición legítima en el mundo. A tra-
vés de su narración, el texto despliega una interrogación sobre el poder
de la escucha y la “fuerza frágil del cuidado”, y explica la posibilidad de
que personas lastimadas por los efectos de la violencia política puedan
hilar vínculos identificatorios y “ponerle un nombre a esa nueva forma
de amor que han descubierto entre aquellos a los que llaman hermanos”.
Julia Bravo Varela sigue la línea de sistematizar una experiencia
de trabajo comunitaria que ya fue presentada en los textos anteriores.
En este caso se trata de campañas de alfabetización desarrolladas por
un grupo de jóvenes, incluida la autora, en Ocomantla, en la Sierra
Norte de Puebla, y la culminación de éstas en un taller sobre violencia
de género dirigido a estudiantes adolescentes. La escritura de la autora
es muestra de cómo una persona que originalmente se formó como
filóloga ha ido desplazando sus intereses hacia el funcionamiento de la
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20
Introducción
invocar a los dioses, dialogar con entidades que existen más allá de la
realidad cotidiana y poner en acción fuerzas que trascienden el univer-
so habitado por los seres humanos y percibido por nuestros sentidos”.
A través del texto de Giuditta Cavalletti, la pandemia desatada por
el Covid-19 irrumpe con trágica claridad en nuestro libro. Este texto sis-
tematiza una de las experiencias íntimas desarrolladas por nuestro grupo
de investigación: un círculo de lectura secreto, que unió a desconoci-
dos de diferentes partes del mundo para leer el Decamerón de Bocaccio,
que comenzó siendo un libro que se leería y comentaría, pero terminó
convirtiéndose en un modelo para organizar la convivencia y compartir
experiencias de vida. El texto muestra cómo, en circunstancias excep-
cionales, la literatura también puede ofrecer modelos de convivencia que
ayudan a compartir espacios, articular conversaciones, construir una di-
námica en que se alterna la escucha y la palabra, la reflexión y el goce.
Hay una continuidad entre este texto y el de Julia Bravo Varela, pues
también en éste hay una pregunta constante por la poética grupal que
hace posible elaborar la experiencia en la intimidad de un espacio de
acogida. Este texto además dialoga con el de Tatiana Aguilar-Álvarez
Bay, en el sentido de que la lectura compartida puede ayudar a crear una
posibilidad para reconciliarnos con lo inesperado, aprender a aceptarlo y
reconstruir una relación productiva con la crisis que restituye al mundo
su carácter de enigma. A decir de la autora, gracias a la construcción de
esta poética grupal, “el Decamerón hizo posible un espejismo entre lo
leído y lo vivido, emparejando, por así decirlo, lo que íbamos leyendo
novela tras novela con lo que era nuestra cotidianidad [...]. Se puede
decir que este texto nos convocó, nos permitió ir creando un lugar en
donde darle cabida a la experiencia que estábamos viviendo, nos prestó
las palabras para contar nuestra nueva realidad”.
En contrapunto con el texto anterior presentamos un ensayo de
Juan Valdez que hace el recuento de cómo el miedo a la pandemia llevó
a letrados de todo el mundo a construir una práctica de “lectura febril”
que intentó conjurar la presencia de la muerte, aunque en algunos casos
también construyó situaciones de sordera colectiva en los espacios vir-
tuales, profundizó crisis que venían desde antes de la pandemia (como
la pandemia del racismo y de la falta de empatía hacia los cuerpos
racializados) y promovió la exageración narcicista y los gestos altiso-
nantes. El ensayo de Valdez dibuja con claridad cómo la crisis también
21
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Introducción
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La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
26
Palacios de palabras
a lo largo del mundo
La potencia de la intimidad en tiempos
de crisis civilizatoria. Algunas reflexiones
latinoamericanas sobre compartir
la literatura y crear encuentros
entre desconocidos1
Rafael Mondragón Velázquez
1
Este texto es continuación de una reflexión que inicié en “Viñetas del cuidado de
la palabra en tiempos de violencia expresiva”, pp. 315-363, y en “El cuidado de la
palabra en tiempos de violencia expresiva. Reflexiones sobre los filólogos populares
de América Latina y sus prácticas de acción cultural”, pp. 1-22.
2
Véase J. C. Mariátegui, Historia de la crisis mundial. Sobre los argumentos de este
libro desarrollados en el párrafo siguiente, véase Servais Thissen, Mariátegui. La
aventura del hombre nuevo, pp. 261-263 y 268-275, y Ricardo Melgar Bao, “José
Carlos Mariátegui y la crisis de la civilización occidental”, pp. 159-178.
[29]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
30
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
3
Sobre este tema sigo las reflexiones expresadas por Armando Bartra, El hombre de
hierro. Los límites sociales y naturales del capital.
31
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
4
La expresión “comunidades experimentales” viene de Reinaldo Laddaga, Estéticas
de la emergencia. Con ella, Laddaga caracteriza ciertos proyectos del arte contem-
poráneo que más que querer crear obras concretas buscan explorar prácticamente en
las posibilidades, el sentido y los límites de la comunidad a partir de la construcción
de espacios con límites espaciales y temporales precisos donde se construyen y com-
parten imágenes, relatos y ficciones al tiempo que se ponen en marca procesos de
transformación de estados de cosas locales, con el objeto de que ambos procesos se
enriquezcan el uno al otro.
5
Véase Boaventura de Sousa Santos, De las dualidades a las ecologías.
32
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
33
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
de Oriente, o pesando el oro del rescate en la Roma humillada por los Bár-
baros. Es posible que esté caminando por las estepas asiáticas en compañía
de Marco Polo o dejando la huella de sus pies junto a las de Amundsen
en las heladas soledades del Ártico. Quizá acompaña a Livingstone en el
corazón de África o esté contemplando a Hillary cuando arriesga el paso
final en la cima del Everest, el Techo del Mundo. Puede estar galopando
junto a Bucéfalo de Alejandro o viendo a Platero pacer en un ameno claro
andaluz. Puede estar agonizando mansamente en el Gólgota cerca de Jesús
y sus dos ladrones o conmoviendo el espacio con alaridos de muerte en la
agonía de Espartaco y sus cinco mil compañeros de martirio. Puede estar
leyendo, turbado por el terror, junto a Dante y Virgilio, el horrendo letrero
que corona la entrada del Infierno o paseando plácidamente en compañía
de Saadi por el jardín de las rosas. O viendo cómo la muerte, inexorable, se
acerca a Ricardo Flores Magón en la sombría ergástula de Leavenworth.
Silencio; no lo arranquemos de su sueño; no intentemos borrar de
sus ojos la quimera que lo transforma por un instante de hombre en dios.
Quizá esté lanzando a voleo los puñados del trigo prometedor de vida
en los anchos campos inundados de sol o esterilizando la tierra bajo los
cascos del caballo de Atila.
Silencio. Está leyendo un libro.6
6
Proudhon Carbó, Yanga Sácriba. Autobiografía de un militante, pp. 7-8.
34
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
7
René Diatkine, “La formation du langage imaginaire”, pp. 21-24. Estas reflexiones
teóricas conforman el trasfondo de las intervenciones del colectivo a.c.c.e.s., que
35
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
36
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
Contemplar el sol entrando por la ventana, tender una mesa con algún
esmero, tejer una manta eligiendo con fruición los colores, bailar, seguir
el vuelo de los pájaros con la mirada, evocar viejas escenas y sonreírse en
secreto, pasearse entre los árboles o por las calles de la ciudad, resolver
acertijos, pulir con cuidado un trozo de madera porque sí, para descubrir
su lisura, escuchar el relato de un cuento o el sonar de las chicharras en
verano, mirar un cuadro, un paisaje, el dibujo fugaz de una vuelta de
caleidoscopio, cantar una canción, reconstruir un poema en la memoria,
deformar por gusto una palabra, sacar una foto, volver a una película que
recordamos con añoranza, juntar un ramo de flores, buscarle los sonidos a
una cuerda de guitarra o prepara un guiso con deleite forman parte de ese
“espacio” tal como quiero plantearlo. El arte –lo que todos conocemos
como arte, también la literatura– llevará la construcción hasta el final,
simplemente. Entre el viejo que mira el campo de girasoles que hay junto
a su rancho, porque sí, por mirarlo no más, y disfruta con el amarillo y
con el vaivén de las corolas y con el modo en que la sombra que avanza
lo va transformando, y Van Gogh, el artista, que atrapó los girasoles para
siempre y nos hizo de ellos un regalo, de manera tal que ya nadie pueda
ser capaz de decir que no ha visto los girasoles, entre esos dos, no hay,
desde este mi punto de vista, sino una diferencia de intensidad, de grado.
O de riesgo, si se prefiere. Pero las experiencias son afines, se tocan.9
9
Ibid., pp. 53-54.
37
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10
Véase el mapa que he dibujado en R. Mondragón, La escuela como espacio de uto-
pía. Algunas propuestas de la tradición anarquista, pp. ¿???.
38
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11
Eduardo Devés Valdés, “La cultura obrera ilustrada chilena y algunas ideas en torno
al sentido de nuestro quehacer historiográfico”, pp. 127-136.
12
Véase R. Mondragón, “La biblioteca, otro nombre de utopía (A contramano del
dramaturgo anarquista Rodolfo González Pacheco)”.
13
Sobre la pedagogía de Jesualdo, véase su obra Vida de un maestro, Montevideo,
Trilce, 2005. El pensamiento de Iglesias es presentado por Gustavo Bombini en el
capítulo de su autoría en el presente libro.
39
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14
Ricardo Vigueras, “Un grito en la madrugada”, p. 13.
15
Ibid., p. 14.
40
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que había llegado en caravana a Ciudad Juárez para protestar por los
asesinatos y desapariciciones.
Pocamadre no recordaba bien porque no era hombre de libros. Trini había
conocido al meromero ése, se había tomado fotos con él, ella se las había
enseñado. De nada podía servir, y de nada sirvió. Pocamadre pensaba que
Juárez no necesitaba poetas chilangos de visita, pero Trini le respondía
que mejor poetas que sicarios, que mejor palabras que balas. Y que a
veces, le aseguraba Trini, para que te enteres, pinche Pocamadre bruto
más que bruto, las palabras son como las balas en una revolución justa,
y esa revolución estará por venir, ya lo verás, bestia. Pocamadre creía
entenderla, pero no compartía su sentir. Unas veces las palabras se hacen
discursos, y un candidato gana sus elecciones. A veces se vuelven poe-
mas. Y son las mismas palabras. ¿Con cuántas de las mismas palabras con
que los políticos ganan sus votos las bandas armadas y los narcos firman
sus sentencias de muerte? Estos no son tiempos de palabras. No cuando
Abraham ya decidió sacrificar a su hijo y no hay Dios que detenga el
puñal en su mano.16
16
Ibid., p. 16.
17
Ibid., p. 18.
41
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La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
más bien entre ellos dos, abriendo entre ellos ese espacio íntimo donde
ampararse. Como bajo un dosel invisible con el cual se taparan.18
43
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
20
A continuación elaboro a mayor detalle una experiencia que he presentado desde el
punto de vista didáctico en “Un libro para resguardarnos. Experiencias tras el sismo
de 2017”, pp. 8-14. He reutilizado dos párrafos de dicho texto, que fue elaborado
gracias a una invitación de Gustavo Bombini.
44
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
21
La sistematización de los materiales construidos puede consultarse en la página
<www.facebook.com/historiasqueabrazan>, recuperado el 9 de agosto de 2021.
45
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
nar solas. Ellas exigían una cierta disponibilidad emocional, una cierta
capacidad de escucha de una misma y los otros, una cierta flexibilidad
y una cierta paciencia. Sin embargo, la historia de militancia de las in-
tegrantes, su grado de responsabilidad, funcionaba como un poderoso
inhibitorio que impedía darle palabra a la experiencia de saberse vulne-
rable. Después de la primera sesión de diagnóstico, el objetivo del taller
cambió: decidimos que era necesario construir un espacio permanente
de acompañamiento y autocuidado colectivo que permitiera sostener las
labores sociales y políticas de reconstrucción de los barrios. Comenza-
mos a usar en nosotros mismos los juegos, libros y dinámicas original-
mente preparados para los niños. Para que nuestras acciones duraran,
decidimos comenzar a trabajar apelando a ese niño interior que se man-
tiene como un enigma y se tramita ante nuestro presente bajo el signo
del deseo y la fantasía. No sólo el niño que es decretado por la cultura,
la historia y la clase social, sino también el niño que se presiente y se
vuelve metáfora del presentimiento: el de lo nuevo y el futuro.
El acceso al dolor del grupo se dio de manera desviada y gracias a
una niña que era la hija pequeña de una de las participantes. Yo había
prometido llevar cuentos y actividades que permitieran que las inte-
grantes pudieran asistir al curso junto a sus hijos. También tenía la sos-
pecha de que ponernos a jugar podía ayudar a desnormalizar algunos
de los pactos que impedían hablar de lo realmente importante. Leyendo
cuentos para las hijas de las participantes quizá se elaborarían algunas
preguntas abiertas sobre el sentido de lo que hacíamos, la relación en-
tre trabajo y descanso, y sobre qué era lo que se había caído en nuestras
identidades junto a la caída de los edificios.
El libro que abrió dicha conversación sobre el dolor fue Camino a
casa de Jairo Buitrago. Se trata de un libro álbum que cuenta la historia
de un día en la vida de una niña que pertenece a un barrio pobre. Ella
va acompañada a lo largo del día por un león con el que conversa. La
historia se cuenta en imágenes enormes, que ocupan las dos páginas,
y frases breves que recogen las palabras de la niña al león. El texto de
cada página es, en realidad, el fragmento de un diálogo. La historia
tiene la suficiente fuerza literaria como para transmitir más de lo que
comunica. Leyendo el libro a la hija de una participante, las integran-
tes del taller se descubrieron leyendo para ellas mismas, y leyendo su
experiencia silenciosa en el espejo imaginario del relato.
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La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
48
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
22
Paulo Freire, La educación de los adultos como acción cultural, así como los textos
citados en la nota 1 del presente trabajo.
23
Esta primera etapa de trabajo está documentada en Susana Báez Ayala, Ana Laura
Ramírez Vázquez e Ivonne Ramírez Ramírez, Sueños de palabras en la estepa.
Experiencias lectoras contra la violencia en Ciudad Juárez (2001-2010).
49
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24
Alberto Nájar, “Libros contra balas en Ciudad Juárez”.
25
Francisco Serratos, “La literatura infantil como filosofía de vida: entrevista con Ana
Laura Ramírez”.
26
Ana Laura Ramírez, “Literaturas, violencias y artivismo desde el borde: experien-
cias de trabajo en Ciudad Juárez”.
50
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ledad más rica sólo son posible en el contacto con los otros. Es nece-
sario el otro, su mirada acogedora y su cuerpo resonante, para elaborar
la experiencia cruda que viene del espacio social.27 El otro ayuda a
simbolizar la experiencia dolorosa, y por ello los encuentros son fun-
damentales para elaborar el terror. Por eso los espacios de organización
tienen valor terapéutico, y cumplen una función en sí mismos que es
independiente de lo que efectivamente se logra organizándose y reu-
niéndose. Son, también, espacios de elaboración, en donde la experien-
cia va al encuentro de un lenguaje.
Para explicar lo que esto significa podría añadir una historia más
a las historias aquí reunidas. En septiembre de 2014, por invitación
de la promotora cultural Carola Díez, comencé a coordinar Persona
y Sociedad, un círculo de lectura en la Biblioteca Vasconcelos, un re-
cinto de 38 094 metros cuadrados que por aquel entonces comenzaba
a refuncionalizarse como espacio comunitario gracias a la gestión de
un talentoso grupo de bibliotecarios encabezado por Daniel Goldin y
Ramón Salaberria.28 Ni ella ni yo sospechábamos que a las pocas se-
manas del inicio de nuestro círculo de lectura ocurriría la desaparición
de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”
de Ayotzinapa, que llenaría el vaso del hartazgo de la sociedad civil
organizada y llevaría a la organización de poderosas manifestaciones.
En ese contexto se desarrollaron reuniones semanales que duraron cua-
tro años más, hasta 2017. Las reuniones semanales en torno de textos
relacionados con la desobediencia civil, la acción directa no violenta y
la lucha contra los discursos aterrorizantes diseminados por el Estado y
el crimen organizado, dieron pie a un trabajo de elaboración colectiva
de las imágenes violentas que los medios de comunicación habían
puesto en circulación. Al principio era normal llegar al espacio de la
biblioteca en un estado de furia y prisa. Las conversaciones iniciales de
27
El diálogo fue transcrito en el folleto del Programa de Investigación sobre el Cambio
Social (P.I.Ca.So.), Pensar en voz alta. Notas a la reunión del 7/4/95.
28
Sobre este magnífico proyecto puede leerse la tesis doctoral de Teresa López Ave-
doy, Del lugar público al espacio íntimo: imágenes y experiencias en el espacio
público. La Biblioteca Vasconcelos como caso de estudio, así como los documentos
recopilados en el blog <https://www.ventanavasconcelos.com/>, recuperado el
9 de agosto de 2021, que dan cuenta de la evolución del proyecto hasta la salida de
Daniel Goldin en 2018. La dinámica propuesta por Carola Díez para los círculos
de lectura fue analizada por López Avedoy, op. cit., pp. 272-274.
51
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29
T. López Avedoy, op. cit., p. 273.
52
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
30
Ibid., p. 277.
53
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31
Silvia Castrillón, El derecho a leer y escribir, p. 34.
54
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
55
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
32
Fernando Ulloa, Salud ele-mental. Con toda la mar detrás, pp. 50-51.
33
Ibid., p. 51.
34
Ibid., pp. 54-55.
35
Ibid., pp. 64 y 63.
36
Ibid., p. 64.
37
Ibid., p. 55.
56
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
Bibliografía
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cia en Ciudad Juárez (2001-2010), México, uam-I/Ciesas/Eón, 2011.
Bartra, Armando, El hombre de hierro. Los límites sociales y naturales del
capital, México, Itaca/uacm/uam, 2008.
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La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
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58
La potencia de la intimidad en tiempos de crisis civilizatoria
59
A la luz del fuego del alma.
Reflexiones acerca de resistencias
imaginativas a la dictadura en Irán
Shekoufeh Mohammadi Shirmahaleh
Los himnos iranios más antiguos, los avésticos, esbozan la imagen del
mundo a través de cuentos que el creador, Ahūrā Mazdā, le relata a
su profeta Zaratustra. En ellos se describen las montañas y llanuras,
los ríos y mares que formaban —y siguen formando— los territorios
iranios, aparecen los nombres de todos aquellos pueblos que los ha-
bitaban y se narran los esfuerzos de los guardianes del universo y sus
hazañas para enfrentar a las fuerzas oscuras que han intentado por si-
glos destruir la belleza y la armonía en el mundo material.1 Así, desde
tiempos inmemoriales, estos pueblos concibieron su realidad material
mediante alegorías y simbolismos diluidos en bellas narraciones mí-
ticas y épicas, pues aquellos himnos no relataban historias ajenas y
lejanas: cantaban la melodía de las vidas de generaciones enteras en el
espejo de personajes arquetípicos y hablaban de paisajes con los que
estas personas convivían a diario.
Era muy natural distinguir en la maldad de los meses de frío y sequía
a un dragón terrible de tres cabezas, ver reflejado en los ríos la imagen de
la bella diosa Ānāhītā, diosa de las aguas y dadora de fertilidad, o sentir
cada primavera el regreso del virtuoso Sīyāvaš, dios de los campos de
cultivo, del inframundo. No era difícil, en absoluto, advertir la presencia
del demonio Āz en las personas avariciosas, o percibir la maldad del de-
monio Durūŷ2 en las palabras y actos de los soberanos injustos.
1
Avestá, Vendīdād f. 1.
2
Dos de los dīv del mazdeísmo, representaciones de la avaricia y la mentira respecti-
vamente.
[61]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
3
Bundahišn, C.1:1-16.
4
Un korsí consiste en una mesa grande bajo la cual se enciende una bombilla y se
cubre con mantas. Las personas se sientan alrededor de la mesa y meten sus piernas
debajo de las mantas. El calor generado por la bombilla y conservado por las mantas
mantiene calientes a los presentes. Sobre las mantas, en la mesa, se colocan bebidas
y alimentos.
62
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
5
Véase Moytabá Minoví, Ferdousí va sher-e u (Ferdousí y su poesía), pp. 50-51; Z.
Safá, Hemase sara.i dar irán (Narración épica en Irán), pp. 60-61.
6
Véase Yalal Homaí, Shu’ubiyya; Ahmad Ashraf, “Hoviat-e iraní be se ravayat” (Tres
perspectivas de la identidad iraní), pp. 1-21; Shahroj Meskub, Hoviat-e iraní va
zaban-e farsí (La identidad iraní y la lengua persa).
7
En las últimas décadas del siglo x, el poeta Abu Mansur Daqiqí comenzó la redac-
ción de un primer Shahnamé en verso, pero falleció antes de poder terminar su obra.
Sus mil versos sobrevivieron y fueron integrados al Shahnamé de Ferdousí como
una especie de citas textuales.
8
Son ejemplares, en este sentido, las obras de algunos historiadores como Moham-
mad Tabarí, Hamzé Esfahaní y Abdolmalek Tha’alibí.
63
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
9
Algunos de estos manuscritos permanecen intactos; sin embargo, dos de los más
famosos, el gran Shahnamé mongol (producido durante el reinado del sultán Abu
Sa’id en el siglo xiii) y el Shahnamé de Shá Tahmasp (1520-1535), se deshojaron
y sus folios se vendieron por separado en el siglo xx. Entre los que conservaron
su integridad y se guardan en museos del mundo, podemos nombrar el Shahnamé
Baysongorí (encargado por Gias-al din Baysongor, rey timúrida, en 1426, actual-
mente parte de la colección Memory of the World Register de la unesco), uno de los
manuscritos más voluminosos y artísticos de la obra (ilustrado con miniaturas de la
escuela de Herat), y varias copias hechas en los siglos xiv y xv (1380-1480) en ciu-
dades de Tabriz, Shiraz y Bagdad, bajo las dinastías turcomanas de Qara Quyunlu y
Āq Qoyunlu. Posteriormente, la era safávida (siglo xvi-xvii) vio el florecimiento de
algunos de los más bellos manuscritos del Shahnamé, especialmente el encargado
por Shá Ismail y completado bajo el mandato de su hijo Shá Tahmaps. Finalmente, a
mediados del siglo xvii, se produjeron dos manuscritos más, ilustrados por el pintor
safávida Mohammad Yusef de la escuela de Isfahán: el Shahnamé de Rashida (no se
sabe la fecha exacta del comienzo de su preparación) y el Shahnamé de Qarajaghay
ján (encargado en 1648), provienen del último gran período de la miniatura persa, y
actualmente se albergan en el palacio Golestán en Teherán y en el castillo de Wind-
sor en Inglaterra, respectivamente.
64
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
del narrador además consistía en añadir versos para ilustrar mejor los
detalles de las escenas, cambiar el orden de los acontecimientos o, en
algunos casos, inventar nuevos personajes para hacer más atractivo el
relato. Fue así que gracias a la creatividad de los narradores llegaron a
existir miles de versiones de las mismas leyendas, hasta el punto de que
algunos narradores compusieron sus propios Shahnamés.10
Con el paso del tiempo, otras composiciones cuentísticas poéticas
(de Nezamí, Yamí, Tartusí, Rumí y Sa‘dí, por ejemplo11) enriquecieron el
acervo de los narradores, pero merece señalar que los cuentos populares
de circulación exclusivamente oral siempre estuvieron presentes en las
narraciones antes de y junto con las leyendas ya escritas y sirvieron de
inspiración a los poetas. El fantástico y extenso cuento titulado Samak-i
Ayyar o la larga historia de Amīr Arsalān, por ejemplo, gozaron de una
vida oral muy larga antes de ser recopilados y puestos por escrito.12
Por otro lado, la difusión oral de estas historias era una práctica
usual en la celebración de festividades preislámicas que, a pesar de la
influencia del islam sobre las costumbres y tradiciones de los pueblos
iranios, se seguían realizando; como Nourūz, Mihrigān o Yaldā, por
ejemplo. En el caso de Nourūz (celebración de año nuevo en prima-
vera) y Mihrigān (fiesta de cosecha a finales de verano o principios
de otoño), así como Tīrgān y Sadé, la naturaleza de las festividades
era inseparable de las leyendas de los Shahnamé, ya que éstas expli-
caban la razón de ser de cada una de ellas. Así, para comprender el
significado de Nourūz era necesario conocer las historias de los reyes
míticos Ŷamšīd y Sīyāvaš,13 y Mihrigān no tenía sentido si se ignoraba
la leyenda del terrible dragón Ḍaḥḥāk y el enfrentamiento del rey Firī-
dūn con él.14 De esta manera, cada año en varias ocasiones, los dioses
10
Véase Yalil Dustjah, “Sarcheshme-ha va poshtvane-ha-ye shahname-ye ferdousí va
shahname-ye naqalán” (Fuentes y fundamentos del Shahnamé de Ferdousí y los
Shahnamé de los narradores).
11
Mohammad Yafar Mahyub, “Tahavol-e naqalí va qesejaní, tarbiat-e qessejanha va
tumarha-ye naqalí”, vol. 2, p. 121.
12
Ahmad Mohammadí, “Negah-i be tarij-e namayesh dar Irán” (Una mirada a la his-
toria del teatro en Irán), p. 10.
13
En la mitología irania el año nuevo se celebra cuando el rey Ŷamšīd sube en su trono
al cielo y cuando Sīyāvaš regresa de su exilio en el inframundo.
14
En los mitos iranios, Mihrigān es la fiesta del derrocamiento del terrible tirano
Ḍaḥḥāk a manos del rey Firīdūn que simboliza el fin de la temporada de sequía y el
comienzo de las lluvias.
65
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
15
Bahram Beizaí, Namayesh dar Irán, pp. 60-82.
16
Ibid., pp. 116-120.
66
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
17
Ritual luctuoso en honor a la deidad de la vegetación Sīyāvaš.
18
Ibid., pp. 21-24
19
Beizaí, op. cit., pp. 80-81.
67
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
20
Véase Fereshté Daftarí, “Another modernism: an Iranian perspective”, pp. 39-87.
68
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
21
En las décadas de los sesenta y setenta, la savak, organización de inteligencia del
Estado, encarceló y asesinó a decenas de poetas y escritores por su pensamiento
crítico.
22
Poesía blanca es el nombre que se le dio a la poesía moderna en Irán para distin-
guirla del verso tradicional. El adjetivo “blanca” designaba la falta de rimas prede-
terminadas y la libertad de los versos a diferencia de los estrictos moldes poéticos
clásicos.
69
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
23
Ervand Abrahamian, A History of Modern Iran, pp. 158-9.
70
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
71
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
24
Para un estudio minucioso de las dinámicas de opresión y control cultural bajo la
dictadura en Irán véase Shekoufeh Mohammadi Shirmahaleh, “Represión y cultura:
reflexiones sobre la narrativa cultural de la República Islámica de Irán”, pp. 85-121.
72
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
25
Algunos ejemplos de este tipo de producción cultural son las películas “Sinaur” de
Behruz Sho’aibi, “Mayara-ye nimruz” y “Derajt-e gerdú” de Mohammad Hossein
Mahdavián.
73
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
74
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
27
Muchas veces, las reuniones se realizan con la excusa de jugar una partida de aje-
drez, backgammon u otro juego de mesa. Pero también basta una taza de té o café
para juntar a personas afines.
75
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
vez que disipa las nubes de soledad y aislamiento que sentíamos que
cubrían nuestro mundo interior.
Estos diálogos iniciales que evocan recuerdos recientes crean las
urdimbres con las que se teje una nueva memoria con los hilos de viejas
vivencias. A través de esta conversación inicial que abarca el mundo
exterior, se abre camino hacia el mundo interior de cada integrante. Se
van recuperando recuerdos de infancia y adolescencia, se habla de la
familia, de otros amigos, de otros tiempos. Así se comparten mundos
interiores y salen a la luz también las diferencias que existen entre
los participantes: puede que cada uno haya nacido y/o crecido en un
lugar diferente del país, puede que hasta tenga una lengua materna
distinta a los demás, pero cuando las historias del pasado de cada uno
se materializan en forma de palabras, esculpen las múltiples piezas
de un mismo universo simbólico e imaginativo que reúne y une una
diversidad exuberante. Como si a través de los recuerdos compartidos
pudiéramos acceder a imágenes y formas que antes no conocíamos,
para así trazar un nuevo mapa del país donde vivimos y completar y
perfeccionar nuestra imagen del mundo que deseamos construir.
El relato de cómo lo social y lo político nos han afectado en el pasado
y en el presente conduce hacia un segundo momento en estos espacios:
el recuento de las fortalezas que cada uno construye día a día para
enfrentarlo, para mantener la cordura, para no enfermarse de depresión
y para preguntarse por otras realidades posibles. Así se empieza a
hablar de los libros que cada quien ha estado leyendo, de las películas
o series que ha estado viendo o de los interesantes debates que se ha
encontrado en las redes sociales. Esto crea la posibilidad de intercambiar
ideas y puntos de vista acerca de numerosos temas que de una manera
u otra se relacionan con las problemáticas y las esperanzas del grupo.
Las lecturas, los cuentos, poemas y canciones que se comparten
en voz alta suelen ser cortos, como si bastaran como una chispa para
encender un gran fuego. De entre las palabras compartidas surgen
miles de imágenes que evocan decenas de recuerdos. Al entretejer los
poemas, los cuentos o las canciones con memorias propias, el grupo se
apropia de ellos. Una vez que éstos empiezan a formar parte del mundo
intelectual, emocional e imaginativo de los participantes, ocurre algo
mágico: las experiencias propias se traducen a su lenguaje y se expresan
por medio de ellos. Así, la autoría individual de la obra compartida
76
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
28
Xāwje Shams-od-Dīn Moḥammad Ḥāfeẓ-e Shīrāzī (1315-1390), poeta persa cono-
cido por su obra lírica.
29
Ghīyath al-Dīn Abu l-Fath Omar ibn Ibrahīm Jayyām Nishapurī (1048-1131), poeta
persa afamado por sus cuartetos.
30
Foruq Farrojzad (1934-1967) es la mujer poeta más influyente e importante de Irán.
Destaca por su fuerza y atrevimiento, por ser una voz femenina libre y poderosa
surgida en un sofocante ambiente social patriarcal y tradicional.
31
Ahmad Shamlú (1925-2000) es uno de los poetas contemporáneos más importantes
de Irán cuya obra ha nutrido enormemente los movimientos de resistencia políctica
y social dentro y fuera de Irán.
77
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
La calidez de la palabra
78
Reflexiones acerca de resistencias imaginativas a la dictadura en Irán
32
Carta número 4. Traducción al inglés de Kamal Soleimaní. Consultado en <https://
www.academia.edu/42975382/Farzad_Kamangar_s_Prison_Letters>. Septiembre de
2020.
33
Samad Behranguí (1939-1967) maestro, folclorista, traductor y escritor, es uno de
los cuentacuentos más queridos de Irán. Su obra literaria dirigida a niños y adoles-
centes sigue siendo la más importante incluso para las generaciones de hoy.
34
Ḍaḥḥāk es el tirano más temible del Shahnamé de Ferdousí. Según la leyenda, reinó
mil oscuros años en los cuales asesinaba a dos jóvenes al día para alimentar las dos
serpientes que habían crecido de sus hombros. Finalmente, fue derrocado por el
rey Firīdūn, quien lo encarceló en la montaña Damāvand. Cabe mencionar que un
herrero llamado Kāva, con quien el pueblo kurdo se identifica, fue una pieza clave
para que Firīdūn realizara su misión.
79
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
35
Sepidé Qoliyán, Tilapia jun-e Hurul Azim ra hurt mikeshad (Tilapia se bebe la san-
gre de Hurul Azim).
36
Muchos de estos prisioneros pertenecen a los grupos etnolingüísticos minorizados y
reprimidos brutalmente por el Estado iraní: árabes y beluches especialmente.
37
Del poema “Saludaré de nuevo al sol”. En el original leemos “Saludaré de nuevo
al sol, al río que fluía en mí” (del libro Tavalodi digar [Nuevo nacimiento]). Sepidé
transforma el verso y lo recuerda como ella se lo ha apropiado (Ibid., p. 14).
80
titulo capitulo
mismo cuento, sea una de las expresiones más poderosas del amor en
las culturas iranias. Vivir en común un cuento es compartir un mismo
destino, un destino moldeable que se vuelve a trazar cada vez que
narramos de nuevo nuestro relato compartido.
Bibliografía
81
Novelar contra el olvido:
la Guerra Civil española
y la España posible de Max Aub
María de las Nieves Ibáñez Ibáñez
1
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ñol de 1939 en Francia, pp. 90-93.
2
Max Aub, exiliado con su familia en Francia a finales de enero de 1939, se instala
en París, pero denunciado por comunista, vive un periplo de entradas y salidas por
distintas cárceles —el estadio Roland Garros, habilitado como prisión, las cárceles
de Marsella y Niza— y campos de concentración: el de Vernet (Ariège) en dos
ocasiones, y el campo de castigo de Djelfa, en Argelia, de donde escapa con la com-
plicidad de un guardia. Consigue embarcar hacia México y llega a Veracruz el 10 de
octubre de 1942.
3
El manuscrito de Campo cerrado saldrá de Francia en la maleta de Juan Ignacio
Mantecón, que viaja dirección a México (anécdota reflejada en Campo francés).
[83]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
4
Antonio Muñoz Molina, “Destierro y destiempo de Max Aub”, p. 27.
5
Max Aub, La gallina ciega, p. 13.
6
Permaneció en España del 23 de agosto al 5 de noviembre de 1969, según los días
que anota en su diario.
7
M. Aub, op. cit., p. 215.
84
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
8
Max Aub, en 1956, desde el exilio de México, escribe un discurso imaginario de
toma de posesión como académico en la Academia Española (elimina el adjetivo
Real, pues España para Aub sigue siendo una república), a la que ingresaba en di-
ciembre de 1956. Le contesta su amigo Juan Chabás y Martí, muerto ya en la su-
puesta fecha del discurso.
9
A. Muñoz Molina, op. cit., p. 31.
10
Ibid., pp. 31-32.
11
Ibid., p. 32.
12
Id.
13
Id.
85
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
14
Id.
15
José Martí Gómez y José María Huertas Clavería, “Max Aub: retorno a la tierra”, p. 18.
16
M. Aub, op.cit., p. 335.
17
Max Aub se hace eco de las famosas palabras de Unamuno en su interpelación al ge-
neral José Millán Astray, el 12 de octubre de 1936: “Este es el templo de la inteligencia
y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque
tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir,
y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me pa-
rece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”, y que redimiría al intelectual
vasco de su apoyo a los golpistas, convirtiéndolo en símbolo de la democracia, de la
86
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
El eslogan oficial del gobierno en 1964 “25 años de paz”, que ob-
via evidentemente el número de víctimas que exigió dicha paz, se ha
hecho carne, como constatará Max Aub en 1969. Pero ni su consterna-
da aceptación de lo que ve y le dicen durante su visita a España: ya no
se acuerdan de la República ni de la guerra (los que saben no quieren
nada con el pasado, sólo olvidar, no saber, y para las nuevas generacio-
87
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
20
M. Aub, op. cit., p. 52.
21
Ibid., pp. 94-95.
88
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
tos (incluidos, amén de los muertos producto del conflicto, las víctimas
de los bombardeos, los paseados por ambos bandos y los ejecutados
en juicios sumarísimos). Al poco de acabar la guerra, se produce el
fenómeno de las ominosas “sacas” y, ya instalada la dictadura militar
y fascista de Franco, el proceso de los represaliados, que ya había co-
menzado en la zona nacional, las persecuciones sistemáticas de todo
superviviente que comulgara con la República, la denigración de sus
ideales y de sus defensores a quienes convertirían en “hordas rojas”, la
tergiversación de la historia o su supresión de los libros escolares —ya
se lo temía George Orwell—,22 el olvido donde se enterró a los venci-
dos —sus tumbas sin lápida, fosas comunes—, pero también, y más
decisivo para el futuro de España, un silencio forzado de cuarenta años
que, como lamentó Max Aub, hizo de las nuevas generaciones unos
ignorantes. En España será testigo del olvido, de la muerte de la ver-
dad, de otra impuesta desde el Estado, de la bonanza económica como
más importante que la libertad, de la desaparición de la educación y un
largo etcétera, y su contundente, y tal vez injusta valoración, no es que
no exista libertad es que no les importa.
Pedro Altares, en “Una carta inacabada” a Max Aub publicada en
Cuadernos para el Diálogo con motivo de la muerte del escritor en julio
de 1972, trata con evidente angustia de justificar, más que de defender,
a su generación.
22
“¿Cómo se escribirá la historia de la guerra civil española? Si Franco se mantiene
en el poder, los libros de historia los escribirán sus prebendados y —por ceñirme al
detalle de antes— el ejército ruso que nunca existió se convertirá en hecho histórico
que estudiarán los escolares de las generaciones venideras. Pero supongamos que
dentro de poco cae el fascismo y se restablece en España un gobierno más o menos
democrático; incluso así, ¿cómo se escribirá la historia?, ¿qué archivos habrá dejado
Franco intactos? Y aún suponiendo que se pudieran recuperar los archivos relacio-
nados con el bando republicano, ¿cómo se podrá escribir una historia fidedigna de
la guerra? […]Sin embargo, es evidente que se escribirá una historia, la que sea, y
cuando hayan muerto los que recuerden la guerra, se aceptará universalmente. Así
que, a todos los efectos prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad.”, Geor-
ge Orwell, Recuerdos de la guerra de España, p. 14.
89
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
23
Pedro Altares, “Ante la muerte de Max Aub. Una carta inacabada”, pp. 38-40.
24
M. Aub, op. cit., pp. 12-13.
25
Ibid., p. 7.
90
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
26
Ibid., p. 341.
27
Ana Luengo, La encrucijada de la memoria. La memoria colectiva de la Guerra
Civil Española en la novela contemporánea, p. 76.
28
Ibid., p. 77.
91
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
29
Maryse Bertrand de Muñoz, “Las novelas recientes de la Guerra Civil española”, p. 1.
30
Madrid, de Corte a checa (1938), de Agustín de Foxá; Los cipreses creen en Dios
(1953), Un millón de muertos (1961) y Ha estallado la paz (1966), de José María
Gironella, por poner algunos ejemplos.
31
Crónica del Alba (1943), de Ramón J. Sender; La forja de un rebelde (1951), de Ar-
turo Barea; El laberinto mágico: Campo cerrado (1943), Campo de sangre (1945),
Campo abierto (1951), Campo del Moro (1963), Campo francés (1965) y Campo de
los almendros (1968), de Max Aub.
32
M. Aub, op. cit., p. 170.
33
Garantiza la libertad de prensa e imprenta en España.
34
Las últimas banderas, de Ángel María de Lera, publicada en 1967 en la editorial
Planeta, Barcelona.
92
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
ta, con mayor intensidad a mediados de los setenta, sobre todo tras la
muerte de Franco, y que —según Zaragoza Pelayo— prevalece duran-
te más de treinta años
35
R. Zaragoza Pelayo, op. cit., p. 168.
36
Maryse Bertrand de Muñoz, “Bibliografía de la creación literaria sobre la Guerra
Civil española”, p. 358: “La bibliografía no ha dejado de aumentar. Y nos atrevería-
mos a afirmar que hoy es la mayor de todas las guerras que jalonan nuestro siglo:
conocemos actualmente más de tres mil obras de creación literaria que se refieren
totalmente o en parte a la revolución y estamos convencidos de que existen muchí-
simas más. Esta floración de obras ha sido ignorada por el público lector, y lo que es
más grave, por la mayoría de los críticos durante muchos años”.
37
José María Izquierdo, “La narrativa del nieto del derrotado. Últimas novelas sobre
la Guerra Civil española”, p. 4.
38
Maryse Bertrand de Muñoz, “La Guerra Civil de 1936-1939 en la novela española
del último decenio del siglo xx”, p. 495.
93
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
39
J. M. Izquierdo, op. cit., p. 4.
94
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
40
Fernando Larraz Elorriaga, “La Guerra Civil en la última ficción narrativa españo-
la”, pp. 350-351. Con esta novela, Grandes inicia una nueva etapa narrativa “com-
prometida casi en exclusiva con la conversión en materia narrativa de la memoria
traumática del franquismo. A El corazón helado siguió un elaborado proyecto al que
puso como título “Episodios de una guerra interminable”, de los que ha publicado
ya —con gran éxito de ventas— Inés y la alegría (2010) y El lector de Julio Verne
(2012).
95
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
41
La mayor parte de los críticos —le llamen generación, promoción, grupo— propo-
nen, con ampliaciones o ausencias, a los mismos narradores: Esther Tusquets (Bar-
celona, 1936), Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939), Julián Ríos (Vigo,
Pontevedra, 1941), Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), Félix de Azúa (Barcelona,
1944), Juan José Millás (Valencia, 1946), Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947).
42
Alfons Cervera (Gestalgar, Valencia, 1947), Juan Madrid (Málaga, 1947) Andreu Mar-
tín (Barcelona, 1949), Javier Marías (Madrid, 1951), Rosa Montero (Madrid, 1951),
Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, Murcia, 1951), Jesús Ferrero (Zamora, 1952), Julio
Llamazares (Vegamián, León, 1955), Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956).
43
Álvaro Durán (Madrid, 1959), Almudena Grandes (Madrid, 1960) Mercedes Abad
(Barcelona, 1961), Beatriz Pottecher (Madrid, 1961), Benjamín Prado (Madrid,
1961), Cuca Canals (Barcelona, 1962), María Jaén (Utrera, Sevilla, 1962), Martín
Casariego Córdoba (Madrid, 1962), Paula Izquierdo (Madrid, 1962), Gabriela Bus-
telo (Madrid, 1962), Juana Salabert (París, 1962), Lola Beccaria (Ferrol, La Coru-
ña, 1963), Belén Gopegui (Madrid, 1963), Francisco Casavella (Barcelona, 1963),
Tino Pertierra (Gijón, Asturias, 1964), Begoña Huertas (Madrid, 1965), Luisa Cas-
tro (Foz, Lugo, 1966), Lucía Etxebarría (Madrid, 1966), Juan Bonilla (Jerez de la
Frontera, 1966), Ángela Labordeta (Teruel, 1967), Marta Sanz (Madrid, 1967), Ray
Loriga (Madrid, 1967), Pedro Maestre (Elda, Alicante, 1967), Daniel Múgica (San
Sebastián, 1967), Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970), Blanca Riestra (La Coruña,
1970), Juan Manuel de Prada (Baracaldo, Vizcaya, 1970), José Ángel Mañas (Ma-
drid, 1971).
44
“Los estudios sobre la transición política española han destacado la eliminación o
erradicación de la memoria colectiva de los españoles como la condición necesaria
para que dicho proceso político llegase a tener éxito. El olvido de la memoria trau-
mática de la Guerra civil, que la Historia oral se ha encargado de recuperar de diver-
sa forma, fue uno de los elementos fundamentales para asegurar dicho éxito, según
algunas teorías políticas muy conocidas. Otros autores, en cambio, han sostenido
que la razón del aparente «olvido”» colectivo sobre el legado republicano hay que
buscarla bien en una cuestión de cambio generacional, bien en una labor sistemática
de las instituciones a favor de ese «pacto del olvido»”, Juan Francisco Gutiérrez y
María Inmaculada Sánchez Alarcón, “La memoria colectiva y el pasado reciente en
96
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
mócrata por la que luchó Max Aub y muchos como él, porque ya nos
advierte Jacques Le Goff:
97
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
49
J. Rodrigo, op. cit., p. 17.
50
Ibid., p. 18.
51
Ibid., p. 22.
98
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
[…] las partes más espinosas del pasado solo han podido ser abordadas
a escala nacional con el advenimiento de una nueva generación libre de
miedos y sentimientos de culpa”,52 que marcaron a las anteriores. Al con-
trario que la generación de sus padres, los nietos “reivindican, denuncian,
exigen […] con la seguridad de lo que otorga vivir en una democracia
estable en la que, a diferencia de lo que ocurría en la transición, ningu-
na reivindicación sobre el pasado parece capaz de poner en riesgo dicho
equilibrio.53
52
Paloma Aguilar Fernández, “La evocación de la guerra y del franquismo en la políti
ca, la cultura y la sociedad españolas”, p. 311.
53
Ibid., p. 312.
54
J. Rodrigo, op. cit., p. 22.
55
Sebastiaan Faber, “Entre el respeto y la crítica. Reflexiones sobre la memoria histó-
rica en España”, pp. 43-44.
56
Dulce Chacón, “La voz dormida ha levantado ampollas”.
57
Ibid.
99
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
58
Ana Mendoza, “Antonio Muñoz Molina publicará en el 2010 una novela ambienta-
da en la Guerra Civil española”.
59
Elina Liikanen, “El papel de la literatura en la construcción de la memoria cultural:
tres modos de representar la Guerra Civil y el franquismo en la novela española
actual”, p. 44.
100
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
60
Elina Liikanen, “Novelar para recordar: la posmemoria de la Guerra Civil y el Fran-
quismo en la novela española de la democracia. Cuatro casos”, p. 3.
61
Jo Labanyi, “The Languages of Silence: Historical Memory, Generational Trans-
mission and Witnessing in Contemporary Spain”, pp. 23-35.
62
“La recuperación de la memoria histórica”, una problemática expresión por la im-
posibilidad de recuperar la memoria enterrada e intacta del pasado, se podría inter-
pretar, en realidad, como la demanda de justicia y de reconocimiento moral de las
víctimas de la guerra y la dictadura que no se produjo en la Transición.
63
Surgió de la iniciativa de Emilio Silva, que empezó en 2000 la búsqueda de los res-
tos mortales de su abuelo desaparecido en la Guerra Civil y su inesperada repercu-
sión mediática, hizo que la cuestión de los desaparecidos de la guerra y la dictadura
alcanzara una visibilidad pública sin precedentes.
101
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
64
Maurice Halbwachs, La memoria colectiva, p. 80.
65
Una transcripción de la Proposición de Ley del 20 de noviembre de 2002 se puede
leer en <http://www.memoriacatalunya.org/documents/doc110.htm>.
102
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
66
Sebastiann Faber, “The Novel of the Spanish Civil War”, pp. 77-90.
67
E. Liikanen, op. cit., p. 40.
68
J. M. Izquierdo, op. cit., p. 9.
69
Ibid., p. 7.
70
Id.
71
David Becerra Mayor, La Guerra Civil como moda literaria, p. 64.
103
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Bibliografía
72
A. Muñoz Molina, op. cit, p. 21.
73
F. Larraz Elorriaga, op. cit., p. 354.
104
Novelar contra el olvido: la Guerra Civil española
105
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
106
De cuentos de hadas y otros relatos:
Walter Benjamin y la literatura infantil
Rita Guidarelli Mattioli Gutiérrez
1
Bruno Bettelheim, Psicoanálisis de los cuentos de hadas, p. 295.
[107]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
2
Italo Calvino, “Introduzione”, p. xv. Traducción nuestra cotejada con la versión cas-
tellana de Carlos Gardini, publicada por Siruela.
3
J. R. R. Tolkien, “On Fairy-stories”, p. 38.
4
A diferencia de Tolkien y Bettelheim, Géza Róheim, psicoanalista húngaro experto en
temas de etnología y folclor, considera posible que algunos mitos y cuentos populares
hayan derivado de sueños. Parece confirmar sus intuiciones cuando, en el transcurso
de su trabajo de campo con varios pueblos australianos, sus informantes le hacen saber
que, al menos en dos lenguas autóctonas, la palabra con la que se designa el sueño se
usa asimismo para referirse a los relatos populares: “Una de las señoras viejas que
solía venir y contarme sus sueños se lanzó a una larga narración que no sonaba como
un sueño. ‘¿Soñó realmente esto?’, le pregunté. No, no es algo que hubiera soñado la
noche anterior; es un viejo altjira (sueño). Luego encontré que la palabra altjira de
los aranda significa tanto sueño como cuento popular. En los dialectos occidentales
(luritja) la situación es la misma; tukurpa significa mito y cuento popular”. En ese sen-
tido, para él “no sólo podemos aplicar la técnica habitual de interpretación del sueño
al analizar un cuento de hadas sino que, efectivamente, podemos pensar en cuentos y
mitos como provenientes de un sueño, soñado por una persona que se lo contó a otras,
las que a su vez volvieron a contarlo, quizás con modificaciones provenientes de sus
propios sueños”. Géza Róheim, Fuego en el dragón y otros ensayos psicoanalíticos
sobre folclor, pp. 87-88 y 272.
5
J. R. R. Tolkien, “Sobre los cuentos de hadas”, p. 69.
108
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
6
Tolkien, “On Fairy-stories”, p. 67. Más tarde, volveremos a la oralidad y la escucha
características de los cuentos de hadas.
7
Ibid., p. 77.
8
Ibid., pp. 81-83.
9
Ibid., p. 85.
10
Id.
109
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
11
Giulio Schiavoni, “Frente a un mundo de sueño. Walter Benjamin y la enciclopedia
mágica de la infancia”, p. 19.
12
Vid. Die Kinderbuchsammlung Walter Benjamin, folleto que acompañó la exposi-
ción de los libros infantiles de Walter Benjamin en 1987, con motivo de su ad-
quisición por parte de la Universidad de Frankfurt, disponible en <https://www.
uni-frankfurt.de/65670578/Die-Kinderbuchsammlung-Walter-Benjamin.pdf>.
13
Gershom Scholem, Walter Benjamin. The Story of a Friendship.
14
Tolkien, “Sobre los cuentos de hadas”, p. 48.
110
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
Y así lo percibe también Benjamin, quien tiene claro que los cuen-
tos de hadas son “un producto de desecho que emerge del nacimiento
y la decadencia de la saga”,16 y que haberlos relegado a las actividades
infantiles muestra de algún modo el reconocimiento de que lectura y
juego pertenecen al mismo orden de cosas, por lo menos en la expe-
riencia que del mundo hacen los niños. Razón de más para que un
filósofo de lo pasado de moda y en desuso posara su mirada en ellos.
***
15
Ibid., p. 46.
16
Walter Benjamin, “Old Forgotten Children’s Books”, p. 408.
17
Bruno Tackels, Walter Benjamin. Una vida en los textos, 2012, p. 105.
111
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
18
Así lo expresa Benjamin, por ejemplo, en su ensayo sobre Franz Kafka, y siguiendo
esta consigna emprende Bruno Tackels la escritura de su “ensayo biográfico” sobre
el filósofo berlinés, Walter Benjamin. Una vida en los textos, que no intenta explicar
la obra en función de la vida, sino que busca la vida a lo largo de las obras.
19
Scholem, op. cit., p. 81. Respecto a este tema Stefano Calabrese hace una reflexión
interesante en su introducción a Bambini, abbecedari, giocattoli (una compilación en
italiano de textos de Walter Benjamin en torno a la literatura infantil y el juego de los
niños). Según su interpretación, el interés de Benjamin por escribir sobre temas rela-
cionados con la infancia surge, más bien, a mediados de la década de 1920, después de
la muerte de su padre. En ese sentido, “la pérdida definitiva de aquel estatus burgués
que hasta entonces le había pertenecido” habría resultado una experiencia determinan-
te para esta parte de la obra benjaminiana. Stefano Calabrese, “Introduzione”, p. vii.
20
Walter Benjamin, carta a Ernst Schoen, 31 de julio de 1918, The Correspondence of
Walter Benjamin, p. 132.
112
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
21
Schiavoni, op. cit., p. 19.
22
Walter Benjamin, “Desembalo mi biblioteca. Un discurso sobre el arte de coleccio-
nar”, p. 114.
23
Benjamin apud. Schiavoni, op. cit., p. 22. Carta a Ernst Schoen del 31 de julio de
1918.
24
Walter Benjamin, “Comienzos florecientes. Notas suplementarias a las cartillas de
juego”, p. 138.
25
Walter Benjamin, “Desembalo mi bilblioteca”, p. 114.
26
Walter Benjamin, “Comienzos florecientes”, p. 136.
113
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
***
“Todo aquel que escucha una historia está en compañía del narrador”,
reflexiona Benjamin en el ensayo que le dedica a aquel personaje, encar-
nado en el ruso Nikolái Leskov.30 En su opinión, a diferencia de quien
lee una novela, aun quien lee un cuento participa de esa compañía.31
27
“Benjamin had a beautiful voice, melodious and easily remembered. He was an
excellent reader and read very effectively when his voice was calm.” Scholem, op.
cit., p. 13.
28
Ibid., p. 175.
29
Alexander Honold, “Narración”, p. 831.
30
Walter Benjamin, “El narrador”, p. 126.
31
Id. A pesar de que, en “El narrador”, Benjamin opone la compañía de quien escucha
un relato a la soledad del lector de novelas, nos parece interesante recordar que la
obra fundacional de aquel género (entonces nuevo), Don Quijote de la Mancha de
Miguel de Cervantes, fue escrita para leerse en voz alta. Así lo cuenta el escritor
114
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
115
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
36
Oyarzun, op. cit., p.
37
Walter Benjamin, “El narrador”, p. 118.
38
Walter Benjamin, “Literatura para niños”, p. 282.
39
Ibid., p. 281.
40
Walter Benjamin, “Niño leyendo”, pp. 52-53.
116
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
[…] para cada uno hay ciertas cosas que despliegan costumbres más du-
raderas que ninguna otra. Ahí se forman las capacidades que determinan
luego su existencia. Y como esas cosas, en mi caso, fueron la lectura y
la escritura, de todo cuanto me ocupó en la infancia nada despierta en mí
41
Walter Benjamin, “Literatura para niños”, p. 280.
42
Ibid., p. 275.
117
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Acaso todo esto (el impacto que tuvo la lectura durante su infan-
cia, las incursiones en la biblioteca infantil de su madre, así como en
la biblioteca escolar, el renovado interés —después del nacimiento de
su hijo— en todo aquello que resonara al mundo de los niños, y el
afán coleccionista de “quien haya permanecido fiel al placer que le
brindaban los libros en su infancia”)44 esté detrás de un elemento muy
curioso de la filosofía benjaminiana: que sus figuras más importantes
(el paseante, el trapero, el niño, el hombrecillo jorobado, la prostituta,
el ángel, el coleccionista…) puedan vislumbrarse como personajes de
una historia. Y vistas más de cerca –por ser figuras genéricas, sin nom-
bre, sin lugar de origen–, como personajes todos de cuentos de hadas.
Caminemos, pues, para seguir pensando la literatura infantil en
Walter Benjamin, por los senderos del enano gibado, guarecido entre
rincones y huecos al alcance de los niños y de quienes, aun en la adul-
tez, en sus ojos y experiencias conservan algo de la mirada infantil.
***
118
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
davía casada con Günther Stern (mejor conocido más tarde como Gün-
ther Anders), primo segundo del berlinés. Desde entonces mantuvieron
una relación amistosa, que se intensificó en cercanía durante los últi-
mos años del exilio en París. Con frecuencia jugaban partidas de aje-
drez y compartían el gusto por las tertulias nocturnas. Ella le llamaba
“Benji” como muestra de cariño; él, antes de su partida a los Pirineos,
le confió el manuscrito de las tesis Sobre el concepto de historia, con el
encargo de hacerlo llegar a manos de Theodor-Wiesengrund Adorno y
sus colaboradores del Instituto de Investigación Social en Nueva York.
En la semblanza que dibuja de Benjamin, Arendt hace eco de las
palabras del filósofo y resalta la mala suerte que parecía acompañarlo.
Aquel infortunio que lo llevó al suicidio en 1940 sería, desde esta pers-
pectiva, el mismo que años antes le impidiera obtener la habilitación
para integrarse a la academia alemana, o que le haría imposible conse-
guir un ingreso estable que le permitiera vivir con holgura.
Aunque algunos autores han cuestionado aquel destino funesto,
reevaluando esos episodios de indefensión como producto de un posi-
cionamiento deliberado,45 no es inadecuado afirmar que el propio Ben-
jamin se veía a sí mismo como condenado a la mala fortuna. Lo decía
en sus conversaciones, lo escribía en su correspondencia, y lo expre-
saba mediante bromas y pseudónimos chuscos que usaba entre amigos
cercanos. Uno de ellos era Dr. Nebbich, palabra yiddish con la que en
ocasiones firmaba algunas cartas y cuyo significado puede traducirse
como “lastimoso” o “miserable”.46
Mas ¿cuál sería la fuente de toda esa mala fortuna? La pista se
halla, según Benjamin, en una frase que su madre solía repetirle de
niño: “ ‘El Torpe’ te envía saludos”.47 ¿A quién se refería ella con esa
45
Al respecto, en la introducción a Tesis sobre la historia y otros fragmentos, Bolívar
Echeverría argumenta que “esta inadecuación con los usos de su tiempo, con las cos-
tumbres de su ciudad, que da a Benjamin la apariencia de alguien anacrónico o ex-
céntrico, no puede verse solamente como un vuelco autodestructivo de sus pulsiones.
Se diría, más allá de esto, que es el resultado necesario de una vida que para afirmarse
como tal tiene que cumplirse contra la corriente, en medio de una propuesta difusa
pero incondicional de inadecuación con las condiciones en las que debe desenvolver-
se. En este sentido su indefensión es activa, no pasiva; no es una indefensión sufrida
sino provocada por él mismo”. Bolívar Echeverría, “Introducción”, pp. 16-17.
46
Tackels, op. cit., p. 111, nota al pie.
47
Walter Benjamin, “El hombrecillo jorobado”, p. 137. En alemán: “Ungeschickt läßt
grüßen”. “Berliner Kindheit um Neunzehnhundert”, p. 303.
119
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
48
Vid. Walter Benjamin, “El jorobado hombrecillo”, pp. 98-100.
49
Algunas de estas versiones pueden consultarse en el siguiente sitio web: <http://
www.goethezeitportal.de/wissen/illustrationen/volkslied-motive/das-buckli-
cht-maennlein.html>.
120
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
50
Walter Benjamin, “El jorobado hombrecillo”, p. 100.
51
Id., p. 98.
121
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
mida y bebida y cualquier otra cosa que pueda agradar a estos pequeños
geniecillos. Luego, y con un poco de suerte, en lugar de realizar travesu-
ras, el duende se dedicará a recorrer la casa y los cobertizos por la noche,
terminando las tareas que las personas grandes no han tenido tiempo de
acabar. Y todo eso puede suceder sin que ningún miembro de la familia
consiga ver a su pequeño invitado.52
A primera vista parece una bobina de hilo, chata, con forma de estrella;
y es que en realidad parece estar cubierto de hilos; claro que se trata so-
lamente de hilos entremezclados, viejos, anudados, hilos de otros tipos y
colores. […] Cosas más precisas no se pueden decir al respecto, ya que
Odradek es extraordinariamente movedizo y no se deja atrapar.
Se lo suele ver alternativamente en la buhardilla, en la escalera, por
los pasillos, en el vestíbulo. A veces no se deja ver durante meses; en esos
casos seguro que se ha mudado a otra casa; pero irremisiblemente vuelve
a la nuestra. A veces, cuando uno sale por la puerta y él está justamente
abajo, recostado sobre el pasamanos de la escalera, uno siente ganas de
hablarle. Naturalmente, uno no le hace preguntas difíciles, sino que lo
trata –ya su misma pequeñez tienta a eso– como a un niño.55
52
Niall Macnamara, El libro de los duendes, p. 9.
53
En el Collins German Unabridged Dictionary, se traduce ungeschickt como
“clumsy, awkward; careless, undiplomatic”; esto es, torpe, extraño, descuidado, no
diplomático. Vid. p. 1940.
54
Hermanos Grimm, “Gentuza”.
55
Franz Kafka, “Las preocupaciones de un padre de familia”, pp. 212-213.
122
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
Ya conoce todos los escondrijos del piso y vuelve a ellos como a una casa
donde se está seguro de encontrarlo todo como antes. Siente palpitar su
corazón. Contiene la respiración. Aquí está encerrado en el mundo de la
materia, que le resulta prodigiosamente claro y se le acerca sin palabras.
Del mismo modo, sólo entiende lo que son cuerda y madera aquel a quien
van a ahorcar. El niño, de pie tras la antepuerta, se vuelve él mismo algo
flotante y blanco, un fantasma. La mesa del comedor bajo la cual se ha
acurrucado lo transforma en el ídolo de madera del templo cuyas colum-
nas son las cuatro patas talladas. Y detrás de una puerta será él mismo
puerta, se la pondrá como máscara pesada y, cual sacerdote-brujo, hechi-
zará a todos los que entren desprevenidos. No deberán encontrarlo en nin-
gún caso. Cuando hace muecas le dicen que bastaría con que el reloj diera
la hora para que él se quedara así. Lo que hay de cierto en ello lo sabe
él en su escondite. Quien lo descubra, podrá dejarlo convertido en ídolo
bajo la mesa, entretejerlo como fantasma en la cortina, para siempre, o
encerrarlo de por vida en la pesada puerta. Por eso, cuando alguien que lo
anda buscando le echa mano, él deja escapar, dando un fuerte alarido, al
demonio que lo había transformado en todo aquello para que no lo encon-
123
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
trasen; por eso ni siquiera aguarda aquel momento, sino que se adelanta a
él con un chillido de autoliberación. Por eso no se cansa de luchar con el
demonio. El piso es, a todo esto, el arsenal de las máscaras. Pero una vez
al año hay regalos ocultos en lugares misteriosos, en las vacías cuencas de
sus ojos, en su boca petrificada. La experiencia mágica se vuelve ciencia.
Y, como su ingeniero, el niño deshace el encanto de la lóbrega casa pater-
na y busca huevos de Pascua.56
56
Walter Benjamin, Dirección única, pp. 55-56.
57
Walter Benjamin, “El hombrecillo jorobado”, p. 137.
58
Id.
59
Id.
60
Id.
61
Id.
124
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
Bibliografía
62
A. Arendt, op. cit., p. 24.
63
Silvana Rabinovich, “El enano jorobado que no fuma (o la ‘teología benjaminiana
contra el opio del progreso). Reflexiones a partir de la primera Tesis sobre la histo-
ria”, p. 207.
64
Así lo considera Benjamin tanto en “Experiencia y pobreza” como en “El narrador”.
65
Walter Benjamin, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, p. 59, tesis B.
125
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
126
De cuentos de hadas y otros relatos: Walter Benjamin y la literatura infantil
127
Encuentros que abrazan
y experiencias de acción cultural
Con el oído puesto en Lezama Lima:
lectura, alquimia y curación
Tatiana Aguilar-Álvarez Bay
[131]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
1
“Las consideraciones éticas y morales médicas que se analizan en las obras El enfer-
mo imaginario y El médico a palos incluyen violaciones a la autonomía del pacien-
te, crítica del modelo paternalista del médico, burlas al lenguaje médico mal usado,
reclamo ante la ignorancia profesional, sátira a los honorarios y caricaturización
de las maniobras exploratorias y de la relación médico paciente. […] A pesar de lo
lejano que nos resulta el siglo xvii, el médico contemporáneo aún tiene mucho que
aprender de las lecciones de ética a la luz de las obras de Molière” (Patricia Chávez
Robledo et al., “La ética médica en la obra de Molière”, p. 47).
2
Por la complejidad y amplitud del concepto, presento aquí sólo un esbozo de la
alquimia. En lo que se refiere a este trabajo, destaca la idea de un proceso medicinal
132
Con el oído puesto en Lezama Lima: lectura, alquimia y curación
que integra alma y cuerpo. Como corriente científica, filosófica, mística, la alquimia
recorre la historia del pensamiento desde Grecia hasta nuestros días. El trabajo al-
químico se enfoca en la obtención, a partir de la materia, de metales nobles, piedras
preciosas, la panacea y, sobre todo, la Piedra Filosofal. Por extensión, la alquimia re-
fiere al ascenso del ser humano desde una base material hasta la perfección espiritual
a través de etapas de progresiva depuración. Así el término “alquimia” adquiere un
significado místico sin excluir el esquema, proveniente de la filosofía de la naturale-
za, que le dio origen: “Considerada en el contexto de la psicología y el misticismo,
la alquimia expresa en palabra e imagen un supremo empeño espiritual para alcanzar
una meta que se aleja sin cesar y que requiere esfuerzos cada vez más costosos. A
través de imágenes y por el recurso a la paradoja, la alquimia tiene mucho en común
con el misticismo en lo que respecta a un proceso de incesante purificación para
llegar a la meta”. (Bernard D. Haage, Alchemy II. Antiquity-12th Century, p. 20.
Traducción propia.).
3
Aunque esto puede evocar la conocida terapia narrativa de M. White y D. Epston, la
práctica a que me refiero no pertenece a esta escuela.
133
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
día sería capaz de proyectar sobre ese comentario […] un nuevo rayo de
luz. Mi infancia pasó a ser un festival de exigencias.4
***
4
Georges Steiner, Errata, p. 26.
134
Con el oído puesto en Lezama Lima: lectura, alquimia y curación
135
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
sido una de las principales tareas de mi vida. Pienso que ahora escribo
para todos los que participan de esta aventura, para las niñas lectoras,
cuyo recorrido solitario se ve recompensado con el encuentro de otros
seres “raros”.
***
5
Después de recibir un diagnóstico fatal, la advertencia sobre la necesidad de mante-
ner buen ánimo para no empeorar el pronóstico puede generar una gran perplejidad,
e incluso sentimiento de culpa ante la propia incapacidad para responder al desafío
de forma adecuada. Al desarrollar el nexo entre salud mental y salud en general,
de primera importancia en cualquier discusión sobre salud pública, Jesús Ramírez-
Bermúdez señala la necesidad, yo diría urgente, de integrar el enfoque físico con el
136
Con el oído puesto en Lezama Lima: lectura, alquimia y curación
***
mental en la atención de pacientes graves: “[…] hay una fuerte comorbilidad entre
la depresión mayor y enfermedades graves como el cáncer, las infecciones crónicas,
la diabetes mellitus, las enfermedades cardiovasculares y el infarto cerebral. En los
grupos de personas que padecen estas enfermedades físicas, la presencia de depre-
sión es un factor de mal pronóstico. Al parecer la relación entre ambos tipos de
padecimientos es bidireccional, es decir, la depresión aumenta el riesgo o empeora
el pronóstico de las enfermedades ya mencionadas, y a su vez, la presencia de esas
enfermedades aumenta el riesgo de padecer depresión. Se trata de un círculo vicioso
patológico. La atención de estos padecimientos requiere un enfoque que no separe
la salud física de la salud mental, sino que busque una integración efectiva” (Jesús
Ramírez-Bermúdez, Depresión. La noche más oscura, pp. 125-126).
137
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
***
138
Con el oído puesto en Lezama Lima: lectura, alquimia y curación
139
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
***
Lezama. Marina Tsvietáieva soñó con ser enterrada con La Ilíada, li-
bro al que, año tras año, también vuelvo. Además de a García Lorca
completo, yo me llevaría a la tumba la Comedia de Dante, Paradiso de
Lezama Lima y Rayuela de Cortázar. Se trata de sumas poéticas que a
tientas y, colindando con algo que, a falta de mejor palabra, habría que
llamar “magia”, se internan en la búsqueda de una forma particular de
salud que integra planos muy diversos y, en apariencia, contradictorios.
Son libros-médicos, con los que, en distintas etapas, establecí una rela-
ción compleja, ambivalente, amorosa, en fin.
Mis mejores amigos me sostuvieron con valentía en el proceso de
curación, uno me acompañó por teléfono desde París, los otros dos, a
pesar de su muy exigente agenda, se reunían conmigo con frecuencia
para hacer lo de siempre: reírnos, hablar de libros y tomar café. Nun-
ca los vi asustados, sólo a veces adivinaba la tristeza en los ojos de
ellos. Se volvieron mis hermanos. Uno de ellos, especialista en Lezama
Lima, me había pedido hacía unos años un trabajo para el Centenario
del cubano, al que en medio de la borrasca debía dar forma de artículo.
Con la urgencia de cumplir, al menos en parte, con las exigencias
laborales, me preocupaba terminar el trabajo sobre el “anti-método”
lector, destinado a romper con las inercias del razonamiento lógico
que, según yo, Lezama propone en Oppiano Licario. Avanzaba con
dificultad, pues los medicamentos que me prescribieron dejan las ter-
minaciones nerviosas como cables pelados; a la mitad del tratamiento,
las yemas de los dedos me dolían cada vez más.
El habla oracular de Oppiano Licario me ayudó a pasar las horas;
con la certeza de que el libro deparaba algo para mí, repasaba los ejer-
cicios, en apariencia absurdos, que ahí se recomiendan para revertir
la visión acostumbrada. Contrariar la lógica pasó a ser una necesidad,
pues, en caso de seguir lo que ésta dictaba, los días se volvían lóbregos:
¿qué podía esperar?, ¿cómo abrir el horizonte?
Entonces empecé a advertir en Lezama un orden alquímico enfoca-
do a la recuperación de la salud; con exacto pulso poético la escritura
140
Con el oído puesto en Lezama Lima: lectura, alquimia y curación
6
José Lezama Lima, Oppiano Licario, p. 57.
141
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
7
Ibid., p. 57.
142
Con el oído puesto en Lezama Lima: lectura, alquimia y curación
8
Ibid., p. 60.
143
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
***
9
Marguerite Yourcenar, Con los ojos abiertos, pp. 298.
144
Con el oído puesto en Lezama Lima: lectura, alquimia y curación
Bibliografía
Chávez Robledo, Patricia, Jair García Guerrero, Ismael Piedra Noriega, Cris-
tian García Bruce y Juan Luis González Treviño, “La ética médica en
la obra de Molière”, Avances, Revista de Divulgación Médica, núm. 19,
septiembre-diciembre 2009, pp. 38-48.
Haage, Bernard D, “Alchemy II. Antiquity-12th Century”, Dictionary of Gno-
sis and Western Esotericism. Eds. Wouter J. Hanegraaff, Antoine Faivre,
Roleof van den Broek y Jean-Pierre Brach. Leiden-Boston: Brill, 2006,
pp. 16-34.
Lezama Lima, José, Oppiano Licario, México, Era, 1977.
Ramírez-Bermúdez, Jesús, Depresión. La noche más oscura. Una mirada
científica, México, Debate, 2020.
Steiner, George, Errata, trad. Catalina Martínez Muñoz, Madrid, Siruela,
2001.
Yourcenar, Marguerite, Con los ojos abiertos. Conversaciones con Matthieu
Galey, trad. Elena Berni, Barcelona, Plataforma Editorial, 2008.
10
José Lezama Lima, op. cit., p. 64.
145
Implicaciones ético-metodológicas
de investigar la experiencia de la violencia:
la construcción de un clandestino espacio
de libertad
Verónica Tovar Rodríguez
Preliminar
[147]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
148
Implicaciones ético-metodológicas de investigar la experiencia de la violencia
1
Jerome Bruner, La fábrica de historias, Derecho, Literatura, Vida, p. 78.
149
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
más, compartir sus opiniones en público estaba asociado con una expo-
sición ante el otro y a que nadie preste atención realmente a lo que se
dice, además al encontrarnos dentro de un ambiente académico, las y
los jóvenes estaban acostumbrados al esquema vertical y normativo de
sus clases. Por tales motivos, transitar de dicho espacio a uno que fuera
asociado con el cuidado, la complicidad y la escucha atenta, necesitó
de algunos gestos de confianza.
Durante la sesión de bienvenida al taller les leí a las y los jóvenes
una carta en la que explicaba lo que haríamos y los cuidados que ten-
dríamos: “en este espacio que iremos construyendo entre todos, será
posible expresar y escuchar las voces de aquello que ha sido enmudeci-
do. Para ello, dejaremos afuera todo tipo de juicio para así permitir que
cada quien pueda decir lo que piensa. Aunque también podemos guar-
dar silencio si lo deseamos, pues no estamos obligados a decir siempre.
No estamos aquí para decir si alguien tiene más razón que otro, sino
para descubrir que hay muchos modos de pensar y de ser.”
Además, algunos miércoles llevaba fruta, galletas, chocolates y
semillas que comíamos mientras platicábamos sobre su semana y la
escuela. Alfredo puso música de fondo a nuestras actividades la pri-
mera sesión y se ofreció a preparar hotcakes para la segunda, instaló
un pequeño horno eléctrico, mientras sus compañeros conseguían agua
caliente para preparar café. Los jóvenes hacen suyos los espacios rápi-
damente, cuando llegaba el momento de leer en voz alta la lectura que
había preparado para ellas y ellos, cada quien adoptaba una postura
particular: Dinora2 cerraba los ojos y se concentraba en la voz, Julián
recargaba su espalda en la pared, Alfredo se acostaba en el escenario,
Jessica, Raúl, Alejandra, Carolina y Galilea miraban fijamente deján-
dose arrullar por la secuencia de la historia; al terminar la lectura que
duraba alrededor de 15 minutos, algunos tardaban un momento en vol-
ver de la ensoñación.
La invitación a escribir comenzó con el obsequio de un diario a
cada una y uno de los jóvenes. El diario simbolizaba la apertura de un
espacio físico para la escritura en medio de sus condiciones materiales
2
Los nombres de las y los participantes han sido cambiados por seudónimos, cual-
quier información que permita su identificación ha sido omitida con el fin de guardar
su confidencialidad.
150
Implicaciones ético-metodológicas de investigar la experiencia de la violencia
3
Veena Das, Violencia, cuerpo y lenguaje.
151
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
4
Rafael Mondragón Velázquez, “Viñetas del cuidado de la palabra en tiempos de
violencia expresiva”.
152
Implicaciones ético-metodológicas de investigar la experiencia de la violencia
5
Sarah Hirschman, Gente y cuentos. ¿A quién pertenece la literatura?, pp. 55-106.
153
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Para invitar a las y los jóvenes a escribir sus historias de vida comen-
zamos leyendo el prólogo de la novela Payasadas o ¡nunca más so-
6
Ernest Bloch, El principio esperanza, p. 54.
154
Implicaciones ético-metodológicas de investigar la experiencia de la violencia
Llegó otra familia un año más tarde. Con los mismos problemas al pare-
cer, papá alcohólico, mamá que no decía nada. Tenían dos hijos, uno se
llamaba Alfonso y el otro no lo recuerdo. Nos hicimos amigos, jugába-
7
Las obras literarias que leímos en el taller fueron compartidas en versiones digitales
con el fin de que cada participante tuviese acceso a la obra completa.
155
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
mos en las tardes, era muy divertido porque arriba de una pequeña bo-
dega donde guardaban alimentos para animales, se asomaba un árbol de
nueces, las juntábamos, juntábamos muchas y las comíamos muy felices,
parecía que encontraba un amigo. Pero así como llegó de la nada, también
se fue. Parece ser que un día su madre se cansó de los maltratos y un día
tomó sus cosas y se fue (Julián, 17 años).
156
Implicaciones ético-metodológicas de investigar la experiencia de la violencia
8
Amélie Nothomb, Metafísica de los tubos, p. 19.
157
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Un punto de quiebre:
Los que se alejan de Omelas de Ursula K. Le Guin
158
Implicaciones ético-metodológicas de investigar la experiencia de la violencia
9
Augusto Boal, El arcoíris del deseo, del teatro experimental a la terapia, pp. 100-
109.
159
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
160
Implicaciones ético-metodológicas de investigar la experiencia de la violencia
10
Arzobispado de Guatemala. Oficina de Derechos Humanos, Guatemala nunca más:
Impactos de la violencia, Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guate-
mala, 1998, p. 6.
11
Marie Bonnafé, Los libros, eso es bueno para los bebés, p. 164.
161
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Bibliografía
162
La narrativa épica de un estallido
en octubre. Los héroes heridos
Patricia Castillo Gallardo
1
El 18 de octubre de 2019 se produce lo que se conoce como el primer estallido social
en Chile, es decir, una serie de espontáneas y masivas manifestaciones originadas en
Santiago y propagadas a todas las regiones de Chile. La causa inmediata de estos su-
cesos fue el alza en la tarifa del sistema público de transporte de Santiago, que entró
en vigor el domingo 6 de octubre de 2019. Tras el aumento de las tarifas, centenares
de estudiantes se organizaron para realizar actos de evasión masiva en el Metro de
Santiago. En el transcurso de esa semana, el número de evasores aumentó y se re-
gistraron incidentes dentro de las estaciones del ferrocarril subterráneo. La situación
se agravó el día viernes 18 de octubre de 2019,cuando progresivamente fueron
cesadas las operaciones de toda la red subterránea. Esto último generó violentos
y masivos enfrentamientos de la población civil con Carabineros —Nombre de la
policía nacional chilena—. Tras las primeras concentraciones y los enfrentamien-
tos, el gobierno decretó Estado de Emergencia y Toque de Queda; situación que el
país no había vivido desde la última dictadura cívico-militar, finalizada en 1989. El
Instituto Nacional de Derechos Humanos (octubre, 2020) ha identificado 459 muti-
laciones oculares, más de 8.575 víctimas de violencia estatal durante el movimiento.
[163]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
164
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
3
Empleo aquí la palabra “ficción” en el sentido de que en este texto intento crear una
figura que busca proteger a los implicados de la responsabilidad individual de res-
ponder por todo lo enunciado. La ficción también me parece una estrategia ética por-
que permite crear un espacio de respeto hacia todo lo que puede decirse justamente
porque se mantiene anónimo. O también: que puede decirse porque es de todos.
4
R. Morales Harley, “Épica: definiciones enciclopédicas”, pp. 149-157.
5
Helena Beristáin, Diccionario de retórica y poética, p. 241.
165
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
…[L]a función del poeta no es narrar lo que ha sucedido, sino lo que po-
dría suceder, y lo posible, conforme a lo verosímil y lo necesario. Pues el
historiador y el poeta no difieren por contar las cosas en verso o en prosa
(pues es posible versificar las obras de Heródoto, y no sería menos histo-
ria en verso o sin él). La diferencia estriba en que uno narra lo sucedido,
y el otro, lo que podría suceder. De ahí que la poesía sea más filosófica y
elevada que la historia, pues la poesía narra más bien lo general, mientras
que la historia, lo particular.6
6
Aristóteles, Poética, IX, 1451b.
7
Es Raymond Bayer quien señala que los valores estéticos —la forma de la narra-
ción— son funciones de valores morales y políticos (Historia de la estética, p. 7).
8
Patricia Castillo et al., “Recuerdos de infancia: niñez y dictadura en Chile (1973-
1990)”, pp. 447-471.
166
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
I
Yo estoy separado.
Creo que es por esto igual. Este sistema.
Por eso voy pa’ allá (sic), con los cabros. 10
Sí pu (sic), doctora, mire, yo creo que hay gente que se va a separar sí o sí,
porque no son compatibles, o porque no era no más, pero no es mi caso.
Las deudas, pagar un mejor colegio, la casa, había que elegir,
el colegio era más importante ¿o no?
El sistema, doctora, el sistema.
En el hospital de Maipú me trataron súper mal, nadie me quiere sacar estas
cuestiones, me duelen igual, algunos se infectaron.
Yo estaba ahí y me dio rabia ver cómo les pegaban a los cabros, yo tenía mi
casco de moto.
Y ese sí que sirve, los otros no sirven.
Encontré como una lanza de fierro y avancé y cuando me di cuenta estaba
súper adelante y, no tenía cómo salir, ellos tampoco podían avanzar.
Estuve como 40 minutos resistiendo, si retrocedía me baleaban, ellos
tampoco podían avanzar y así estuvimos, los pacos11 y yo.
Pero estaba cansado.
Me llegaron dos descargas, como que me desmayé.
La del brazo, esa sí que sangraba.
Cuando volví a tener conciencia había un montón de gente que me
llevaba cargando para curarme, uno solo no me podía, así que eran como
diez llevándome.
9
Homero, Odisea, VIII, vv 72-93.
10
“Cabros” es la designación que se les da en el argot popular chileno a los jóvenes de
manera general.
11
Los Carabineros de Chile son conocidos en el argot popular como “Pacos”.
167
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
12
Aquí presento una construcción narrativa de tipo ficcional que recoge fragmentos de
lo oído y recordado, y por ello incorpora, para su creación, múltiples voces en las que
la autoría original se disuelve en un conjunto de frases que se presentan a modo de jue-
go poético. A su vez, el texto contiene imágenes que fueron tomadas por un fotógrafo
independiente durante las movilizaciones acontecidas en Chile de octubre del 2019
a marzo de 2020. Estas fotografías permiten reconstruir un imaginario que contiene
elementos que se repiten en la historia: las movilizaciones políticas en Chile, la lucha
callejera y la represión desmedida del Estado, y también lo que aparece como inédito
en relación a la organización y al cuidado entre semejantes.
13
Aristóteles, Poética, XXVIII, 1455b.
168
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
por el yo). La épica, en este caso, tiene raíces profundas, aunque sus
ramas, como las de un bonsái, no son altas o frondosas sino, más bien,
contrahechas y dolorosas.
Así la épica que puede construirse a partir de estas ficciones se
nutre del pasado de la especie: la resistencia indígena y la derrota, la
colonización y la traición de los criollos nacionales; en el pasado inter-
generacional: la dictadura cívico-militar chilena, la resistencia armada
y social, la impunidad y la deuda generacional con el dolor de los que
se aman; en el pasado del yo: una historia lejana y una que apenas cum-
ple un par de meses. En el pasado lejano del yo se comparten códigos
culturales de los barrios populares, periféricos de la ciudad. Resue-
nan palabras que aluden a infancias vividas en comunas como Maipú,
Puente Alto, San Bernardo, Renca, Cerrillos, y vidas de juventud en
empleos precarios, empleos de este capitalismo en el que vivimos y
que, en teoría, los dejó libres de elegir ser obreros de la construcción,
meseros, cocineros de comida rápida, chofer de camiones, etc. En la
memoria retrógrada,14 abundan historias de injusticias, de humillación
y maltrato de las elites, de cerrar la boca y apretar los dientes.
En la memoria anterógrada15 hay un estallido social, una masa de
gente, un escudo hecho de materiales inverosímiles, una guerra vikinga
con hermanos de cara tapada, heridas, caídas, rescates, avances terri-
toriales, reagrupamientos, ofensivas, retiradas y heridas, heridos y más
heridas. Muchas de esas heridas dieron paso a la búsqueda de los igua-
les y, en algunos casos, la posibilidad del encuentro, en otros muchos,
el frío desconocimiento, expulsión, persecución: “¿pa’ que te vai (sic)
a meter ahí? Andai puro webeando (sic)”; “No, eso de los perdigones
no se trata aquí, el cuerpo los va a expulsar solo, no se preocupe, firme
aquí, váyase”. El heroísmo tiene la marca de un viaje y, en ese viaje,
hay muchas piedras.
II
Yo soy escudero. He estado casi en todas partes haciendo esto.
“¿Cómo se vuelve uno escudero?”—pregunto.
¡Ah! Consiguiendo un escudo.
14
Entendido por la psicología como memoria de largo plazo.
15
Entendido por la psicología como memoria de corto plazo.
169
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
16
Ver nota 8.
170
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
17
Morales Harley, op. cit., p.152.
171
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
18
Apócope de “compañero”.
19
Miedo.
20
J. J. P. Ferrer, “Los exempla medievales: Una etapa escrita entre dos oralidades”, pp.
165-188.
21
Jacques Le Goff, The Medieval Imagination, 1992.
172
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
22
Según datos obtenidos por Ciper, entre el 18 de octubre y fines de diciembre del 2019,
Carabineros descargó 152, 000 cartuchos calibre 12, cada uno con una docena de per-
digones. Sólo en la primera quincena de la protesta, usó 104, 000 cartuchos. Unos pro-
yectiles que, según un informe de la Universidad de Chile, se componían en un 80% de
minerales o metales como sílice, sulfato de bario y plomo y sólo en un 20% de caucho.
Véase “ Carabineros revela que disparó 104 mil tiros de escopeta en las primeras dos
semanas del estallido social”, Ciper, 18 de agosto de 2020, <https://www.ciperchile.
cl/2020/08/18/carabineros-revela-que-disparo-104-mil-tiros-de-escopeta-en-las-pri-
meras-dos-semanas-del-estallido-social/>, recuperado el 9 de agosto de 2021.
173
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
23
Zona en el sur de Chile donde se desarrolla el conflicto entre el Estado y el pueblo
mapuche.
24
“Hermano” en mapudungún.
174
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
Yo no sabía qué hacer con mi rabia. Igual yo le tengo miedo a los pacos. Me
dan terror. Me paraliza. Pero esta generación es distinta, como que es más
chora, no tienen miedo, pasan al lado de los pacos mirándolos a los ojos.
Yo no puedo hacer eso.
Yo me fui a la Fech y dije: soy médico, yo puedo atender heridos.
Había otros colegas antes. Otros llegaron después. Pero lo que hemos
vivido estos días ha sido histórico y terrible. No sabes. Yo siento las ex-
plosiones de las escopetas y mi corazón salta.
¿Sabis qué quiero hacer yo? Yo quiero que estos weones no tengan
paz por lo que están haciendo. No puede haber impunidad. Esta vez no
habrá impunidad. Tenemos que denunciar al gobierno. Esto se va a acabar
en un rato, pero nosotros vamos a seguir porque acá hay secuelas por las
que van a tener que pagar. Eso es lo que me sostiene.
La vez pasada ya nos sacaron la cresta. Yo estudiaba medicina. ¿Te
acordái de las movilizaciones del 2011? Nos encerraron los pacos y nos
pegaron un montón y nadie hizo nada. Nos dejaron solos. Después de
eso tuve que congelar. Nada tenía sentido para mí. Yo ahora dije que esto
no iba a volver a pasar. Ahora no van a estar solos. Y así que cuando me
llamaron, yo dije que sí.
Cuando empezó todo esto, yo empecé a llamar por teléfono a todos
los que conocía y les mandé una lista para que se anotaran por comuna
porque yo siempre salgo los 29 de marzo y los once25 en mi población a
atender heridos. Pero pal estallido dije, aquí va a quedar la cagá, hay que
hacer algo. A mí me gustaría ir a la plaza los viernes, pero ¿dónde soy
más aporte? Hemos atendido 300 combatientes y hemos desarrollado 80
cirugías en estos meses.
25
Protestas de conmemoración del día del joven combatiente el 29 de marzo y del
golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973.
175
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
26
En psicoanálisis, la identificación es “un proceso psicológico mediante el cual un su-
jeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o
parcialmente, sobre el modelo de éste. La personalidad se constituye y se diferencia
mediante una serie de identificaciones” (Laplanche y Pontalis, Diccionario de psicoa-
nálisis, p. 183). La verdad es que Freud utiliza la noción de identificación, en varios
momentos de su obra, de manera inacabada, al menos en relación a las otras nociones
del psicoanálisis: transferencia, resistencia, etc. La identificación es algo que ocupa
un lugar en algunas descripciones de pacientes histéricas, particularmente en el caso
Dora, pero también en otras descripciones desde el principio de su obra. Para ser un
concepto poco desarrollado, aparece vinculado a diversos fenómenos en su obra: 1) A
la constitución del yo/ideal del yo/súper yo (“Yo y el ello”, 1923); 2) En las cuestiones
sobre la elección de objeto a través del complejo de Edipo (“Pulsiones y destinos de
pulsión”, 1915); 3) En la resolución de la sintomatología melancólica, a través de los
diversos mecanismos implicados en el duelo (“Duelo y melancolía”, 1917); y 4) En
la versión que más nos concierne en esta ocasión: la psicología de las masas (1921).
Por cierto, esta idea de psicología de las masas es la que todos los autores, inclusive
176
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
177
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Esa fuerza frágil del cuidado parece ser parte de lo que permite
a cada quien tomar la palabra y sumarse al relato fragmentado de la
experiencia común, reconocerse en el lugar de estar heridos, de tener
miedo, de haberse equivocado y de estar con otros que pareciera que
son los únicos que pueden entender lo que se siente, lo que se pierde.
La presencia del cuidado respetuoso y afectivo del movimiento
de salud habilita, con su deseo de saber y cuidar, en el espacio de con-
versación colectiva, el deseo de recorrer en conjunto qué de especial
tiene —tengo en— esta historia y de desentrañar con otros, a través de
la palabra, el nublado sentido de la acción.
El anudamiento, que provoca el encuentro entre los heridos, des-
nuda lo heroico del desarrollo de una actividad de subversión, la cual
se reconoce como efecto de la desesperación, y en la que el miedo
27
Rafael Mondragón, “El cuidado de la palabra en tiempos de violencia expresiva. Re-
flexiones sobre los filólogos populares de América Latina y sus prácticas de acción
cultural”, p. 17.
178
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
28
Marina Garcés, Fuera de clase. Textos de filosofía de guerrilla, p. 100.
29
Nominaciones populares que adquirieron las distintas tareas que se cumplían en
la pelea callejera contra la represión: el que tiraba piedras, el que protegía con un
escudo a los demás combatientes, el que alentaba cuando la mayoría tenía miedo
y convocaba a avanzar, el que rompía las veredas y el pavimento para sacar más
piedras, el que llevaba agua para apagar las bombas lacrimógenas.
179
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
180
La narrativa épica de un estallido en octubre. Los héroes heridos
Bibliografía
181
Cambiar la historia:
experiencias en talleres sobre estereotipos
y violencia de género
Julia Bravo Varela
[183]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
184
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
185
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
1
Este método de alfabetización consiste en la descomposición silábica de palabras
para formar otras palabras cambiando las vocales. Es decir, si se usa la palabra
pala, ésta se descompone en los “cachitos” pa y la para dar lugar a las combina-
ciones pa, pe, pi, po, pu y la, le, li, lo, lu que forman palabras como papa, lupe,
la, pelo, etc. Sin embargo, se parte de la premisa obvia de que los educandos-edu-
cadores tienen todo un bagaje detrás sobre las palabras, por lo que, previo a la
descomposición silábica, hay “círculos de cultura” con “preguntas generadoras”
que detonan conversaciones y encuentros profundos, en donde el campo semántico
de la palabra, así como la experiencia del mundo en general, crecen. Tomando el
mismo ejemplo de la palabra pala, la idea es problematizar esa palabra y lo que
ella conlleva en el mundo de acción humana: el trabajo, la tierra, las diferencias
entre el campo y la ciudad. De esta forma, tanto la palabra como el conocimiento
creado en comunidad cobran sentido y se vuelven significativos. Las palabras que
constituyen el “método” varían dependiendo del país. En México son: pala, piñata,
familia, basura, medicina, casa, vacuna, cantina, mercado, trabajo, tortilla, leche,
guitarra, México. Cuando una persona pasa por todas estas palabras, sabe leer y
escribir.
186
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
187
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Cambiar la historia2
2
A partir de aquí utilizaré cursivas para diferenciar los párrafos donde hago la recons-
trucción de las actividades concretas de aquellos donde ofrezco mis pensamientos y
reflexiones íntimas. Quisiera hacer evidente el cambio de registro entre ambos.
188
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
189
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Creo que esta actividad la pensamos porque antes del taller leímos
Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, de Francesca Cavallo
y Elena Favilli, pensando que podíamos utilizar algunas historias para
hablar de ellas en el taller (arrancando las páginas de Hilary Clinton
y Margaret Thatcher, evidentemente). Al final, pensábamos que, aunque
podía ser un buen ejercicio, no terminaba de embonar con lo que no-
sotras buscábamos, es decir, la creación de una comunidad más allá de
aquellos personajes singulares. También leímos Érase una vez que no
fue, de Juan Palomino, es un libro hermoso que plantea “qué hubiera
pasado si…” en distintos momentos de la clásica historia de princesas.
En estos escenarios hipotéticos, está una princesa a la que le enseñan a
luchar, un príncipe que se tropieza y la amistad entre la bruja y la prin-
cesa. El libro me recordó a mi infancia, cuando cantaba con mis amigos
en la primaria “Érase una vez (un lobito bueno)”, de Juan Goytisolo y
Paco Ibáñez:
190
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
Había también
Un príncipe malo,
Una bruja hermosa,
Y un pirata honrado.
Escribir el dolor
3
“Las madres de las jóvenes asesinadas en México no pueden llorar”, El País, 24
de noviembre de 2017, <https://www.youtube.com/watch?v=dPv0dQ2mWWQ>,
recuperado el 9 de agosto de 2021.
191
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
192
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
193
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
No podría rastrear por qué, pero si tuviera que elegir un tipo de géne-
ro literario o discursivo favorito, serían las cartas. Me gusta que, para
escribirlas, haya que pensar en lo que quieres transmitir. Me gusta que,
para leerlas, tengas que estar dispuesto a ser interpelado por quien te
escribe. El cuidado con el que alguien compone un texto para alguien y
la forma de dejar esos textos respirar (pues nunca se pide una respuesta
inmediata), va con la lentitud que a veces intento darle a mi vida. Cuando
era adolescente, les decía a las personas que si no les había escrito una
carta, era porque no las quería. Ahora me he vuelto menos bocona, no
porque no siga pensando de esa forma, sólo que ahora no me da tiempo
de honrar mis propias palabras. Una traición más de crecer (lo lamento
con mi “yo” de hace unos años). Las últimas cartas que escribí no fueron
físicas, pero fueron correos eternos. Ahora más bien digo que Gmail es
mi red social favorita, por las amistades que tengo por correspondencia.
A veces escribo correos para ponerme al día con gente que está en otros
territorios. Sin embargo, esas últimas cartas que recibí, por la lentitud
194
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
para elegir palabras precisas y saber qué efecto podían producir en mí,
me destruyeron. Descubrí que la palabra podía ser juego, pero también
martirio.
Aun así, voy a volver a escribirlas.
Disfruto bastante las novelas epistolares o las colecciones de cartas
de algún escritor, aunque sienta que una parte de mí se está entrometien-
do en un lugar que no le corresponde: Las cartas de Abelardo y Heloísa,
Pepita Jiménez, de Juan Valera, Una botella al mar de gaza, de Válerie
Zenatti, Cartas a un joven poeta, de Rilke, la carta de Patti Smith a Robert
Mapplethorpe, la carta de mi querido y ficticio John Singer a su “ami-
go” —por no decir gran amor— Spiros Antonapoulos en El corazón es
un cazador solitario, son algunos de los textos que están conmigo aunque
los autores de las cartas, reales o ficticios, no las hayan escrito para mí.
El rostro de mi madre
4
No pongo su nombre porque no encontré su entrevista en mis documentos guardados.
195
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
196
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
197
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
5
Delia González Ochoca, “Algo más que saber penetrar y ser penetrado”.
198
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
en este caso, situación de violencia, también había que poner una si-
tuación en la que quien escribía hubiera cometido un acto de violencia
o violencia de género. Así, a pesar de la imposibilidad de replicar esta
actividad en la Ciudad, o por lo menos en un contexto de gente mayor
a quince años, logramos crear una comunidad en Ocomantla y Ahua-
xintitla que por 40 minutos reinterpretó el punitivismo para hacer de
los errores y la violencia un aprendizaje, visibilizarlo y jamás volverlo
a hacer. En el caso de las denuncias de víctimas, salieron a la luz cosas
muy fuertes que no sólo evidenciaban la extrema violencia sexual y
verbal que padecen las jóvenes de Ocomantla, sino los mandatos que
los jóvenes tienen que cumplir. Fue clara la forma en que el machismo
se va subjetivizando en su personalidad y en su actuar, ya que, si no
aceptan ciertos “ritos de paso” de la masculinidad, son unas “niñas”,
no son suficientemente “hombres”.
199
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
200
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
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La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
202
Experiencias en talleres sobre estereotipos y violencia de género
203
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Bibliografía
González Ochoca, Delia, “Algo más que saber penetrar y ser penetrado”,
Revista Territorios, <http://revista.territorio.mx/phone/algo-mas-que-sa-
ber-penetrar-y-ser-penetrado.html>.
Kolijke, <https://www.kolijke.com/>.
“Las madres de las jóvenes asesinadas en México no pueden llorar”, El País,
24 de noviembre de 2017, <https://www.youtube.com/watch?v=dPv0d-
Q2mWWQ>.
204
Memorias de un niño na savi:
sobre la autorrepresentación etnográfica
y el compromiso de la escucha
Valentina Glockner
[205]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
1
Marina Garcés, “La honestidad con lo real”.
2
Id.
206
Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
3
Id.
4
En Mara Viveros Vigoya (ed.), Black Feminism: teoria crítica, violencias y racismo.
207
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
5
X. Leyva Solano et al., Prácticas otras de conocimientos: entre crisis, entre gue-
rras. Shanon Speed, “Entre la antropología y los derechos humanos Hacia una in-
vestigación activista y comprometida críticamente”, pp. 73-85.
208
Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
6
El nombre del libro es De la montaña a la frontera: identidad, representaciones
sociales y migración de los niños mixtecos de Guerrero.
209
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210
Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
7
Audra Simpson y Andrea Smith (eds.), Theorizing native studies.
8
Xochitl Leyva Solano y Shanon Speed, “Hacia la investigación descolonizada:
nuestra experiencia de co-labor”, pp. 451-480
211
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Los cuestionamientos aquí expuestos han dejado claro algo que hoy
considero fundamental: que no basta con buscar otras formas de pensar
y construir las investigaciones junto con y para lxs niñxs migrantes y
9
Jorge Alonso et al., “Reflexiones colectivas para continuar la construcción de suje-
tos”, pp. 15-56.
212
Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
10
Este material puede ser consultado en: <https://infanciasenmovimiento.org/infan-
cias-jornaleras-epifanio/>.
213
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
214
Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
Para mí ser mixteco es un regalo. No es una decisión que uno toma, pues
ahí nace uno, pero yo ahora lo veo como un regalo porque un indígena no
vive una vida como una persona que no lo es. Cuando yo lo cuento desde
mi experiencia, ser indígena es algo muy difícil también porque no es el
mismo trato que con los demás. Eres una persona diferente por el color,
diferente por la forma en que hablas, por tu acento porque no pronuncia-
mos algunas palabras igual que los demás y eso inmediatamente genera la
pregunta “¿tú de donde eres?”. El ser indígena yo lo veo como un regalo,
y un don, pero también viene cargado de experiencias y de aprendizajes
porque te formas a la fuerza, ora sí que involuntariamente agarras un
carácter y una forma de ver la vida muy diferente, y que es una forma de
verla madura, es una forma de ver las cosas con más responsabilidad y
también con más respeto. […] Ser indígena es tener esa fuerza de salir,
pero que siempre hay una cola muy larga o un hilo muy largo que está
atado, [que] te tiene atado a tu lugar de origen y que andes donde andes
siempre vas a regresar. Siempre va a estar en tu pensamiento [que] a pesar
de que hayas sufrido allá, tienes ese deseo de regresar.
Epifanio García Moreno
215
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
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Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
217
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
leer una historia social, a través de una vida personal.11 Algo particular-
mente importante en este proceso era que “la antropóloga” no terminara
inscribiendo y reescribiendo las experiencias de Epifanio a través de
discursos y representaciones audio-visuales ajenas o arbitrarias. Fue tan
importante que los recuerdos y rememoraciones de Epifanio siguieran
su propio curso, como que estuvieran ilustrados y representados por las
imágenes que él y las niñas y niños de su comunidad habían cocreado a
través de los encuentros colectivos, o que habíamos construido juntos.
Las imágenes y representaciones creadas colectivamente permitieron
entonces articular y plasmar una narración personal e íntima que a su
vez habla de una experiencia y un universo social compartido.
11
Carles Feixa, “La imaginación autobiográfica”, pp. 1-44.
218
Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
Cuando por fin me llevaron a trabajar al campo de fresa, no fue nada más
ir y ya estar ahí. Es algo que te ganas. Mi papá ya sabía y veía que yo
podía, que yo ya tenía más fuerza. No nos llevaba para explotarnos, más
bien para enseñarnos. […] Para mí, empezar a trabajar significaba poder
aportar más a la casa, poder ayudarle a mis papás, porque yo sabía que era
muy bonito el campo, pero también sabía que dolía mucho. Porque siem-
pre mis papás se quejaban de su espalda, se quejaban de sus pies, porque
luego pasaban ocho horas metidos en el agua, en el lodo. Sé que el campo
es muy doloroso porque es un esfuerzo físico más allá de lo que es sopor-
table. Tú lo toleras, lo tienes que tolerar, lo tienes que soportar porque si
no, no vas a ganar el dinero del día.
Epifanio García Moreno
12
Didier Fassin, “Embodied history. Uniqueness and exemplarity of South African
aids”, pp. 63-68.
13
Carlos Piña, “Tiempo y memoria. Sobre los artificios del relato autobiográfico”, pp.
75-79.
219
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Yo iba muy, muy alerta durante todo el camino, desde que salimos de
casa. Cuando bajamos del carro y pisamos tierra, sentí que ya estaba en el
desierto. Fue cuando dije: “Para esto es que estabas preparándote mucho,
ahora sí tienes que estar muy alerta, aquí es donde está el peligro”. Em-
pezamos a caminar y yo me acuerdo que pasamos un cerco y nos dijeron:
“Del cerco para acá ya es Estados Unidos”. Entonces dije: “Pues qué fácil
fue pasar a Estados Unidos”, pero no. Todavía faltaba mucho. Iban puras
mujeres y unos cuantos hombres nada más; supuestamente ese grupo era
para mujeres solamente. Porque el camino era más largo, pero más suave.
No teníamos que correr como en otros lugares donde había que hacer un
esfuerzo físico más fuerte.
Epifanio García Moreno
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Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
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La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
“Encontré muchos niños como yo, que hablaban una lengua indígena”
222
Sobre la autorrepresentación etnográfica y el compromiso de la escucha
Bibliografía
223
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
224
Una experiencia novedosa en tiempos
de crisis (sanitaria): un círculo de lectura
como espacio de acogida
Giuditta Cavalletti
Introducción
[225]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
226
Una experiencia novedosa en tiempos de crisis (sanitaria)
El día elegido para el encuentro fue el lunes y algo que llamó mu-
cho mi atención fue la propuesta, hecha por quien había tomado la
iniciativa del círculo, de estructurar nuestras reuniones tomando como
modelo justamente el libro que nos estaba convocando: así como suce-
de en el Decamerón, nosotros también fuimos eligiendo, semana tras
semana, un rey o una reina, figura encargada de llevar la sesión y de
cuidarla en sus tiempos y modos. Justo el haber pensado, al iniciar
el círculo, en nuestro modo de estar juntos me hizo entrever que este
cuidado iba a convertir nuestra reunión en un encuentro especial, que a
turno y juntos íbamos a cuidar y proteger.
Recuerdo bien que la primera vez que nos encontramos virtual-
mente no sabíamos bien qué hacer, qué decir, y fue Rafael la persona
que había tenido la idea de proponernos el círculo de lectura, quien nos
guio sugiriendo, como modo para romper el hielo y entrar en confianza,
que nos presentáramos, comentáramos quiénes éramos y qué hacíamos
y siempre él planteó una posible estructura para nuestras reuniones se-
manales. Creo que el elemento más importante de este primer encuen-
tro fue el enfocarse justamente en cómo iba a darse nuestra sesión de
cada semana, sentando las bases para ir construyendo, por así decirlo,
las paredes del espacio en el cual íbamos a reunirnos; se fueron esta-
bleciendo una serie de acuerdos mutuos que hicieron posible la cons-
trucción de un lugar en donde tuviera cabida el diálogo, la confianza,
la unión entre personalidades distintas y diversas. El acompañamiento
discreto y cuidadoso de quien había tenido la idea de departir en torno
al Decamerón de Boccaccio hizo posible que se creara entre nosotros
una familiaridad que, con el paso del tiempo, abrió camino a la intimi-
dad. Volviendo mi mirada hacia ese primer encuentro reconozco las
semillas de lo que germinó poco a poco entre nosotros, aunque en ese
momento no era consciente de lo que estábamos creando.
Entre los acuerdos iniciales a los que hacía referencia hace unas
líneas, se contempló la posibilidad de estructurar nuestra reunión de tal
manera que se pudiera dar espacio a tres momentos bien definidos que
fueran rigiendo nuestro estar y conversar: al inicio nos tomaríamos un
tiempo para saludarnos y ponernos al día, para saber cómo nos encon-
trábamos de salud y de ánimo, cómo llevábamos el encierro y cómo
estábamos construyendo esta nueva realidad con la que lidiábamos; la
segunda parte se dedicaría a hablar de lo que más nos hubiera llamado
227
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
228
Una experiencia novedosa en tiempos de crisis (sanitaria)
229
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
1
Michèle Petit, Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, p. 32.
2
Giovanni Boccaccio, Decameron, p. 121. “Todas unidas entre sí o por amistad o por
cercanía o por parentesco”.
230
Una experiencia novedosa en tiempos de crisis (sanitaria)
ellos como para nosotros, en las palabras su especial acogida: “La lec-
tura es una vía de acceso privilegiada hacia ese territorio de lo íntimo
que ayuda a elaborar o sostener el sentimiento de individualidad, al que
se liga la posibilidad de resistir a las adversidades”.3
En efecto, el círculo nos dio la ocasión de salir de nuestra reclu-
sión, del espasmo que la sorpresa inicial de algo que no habíamos pre-
visto generó en nosotros mismos; es como si en el relato de Boccaccio
se nos ofrecieran palabras para darle sentido a nuestra cotidianidad,
permitiéndonos encontrar palabras para contar nuestra propia historia.
Otro elemento que, considero, hizo muy atinada la elección de este
libro en particular fue el marco en el que habita la narrativa de Boccac-
cio que se mostró, ante mis ojos, por primera vez como algo entendible,
porque podía compararlo con una experiencia personal: resonaba como
sumamente familiar el estar leyendo de personas recluidas, temerosas
del contagio, sin saber cómo y cuándo saldrían de esa incertidumbre; la
descripción de la pandemia presente en el relato, así como sus caracterís-
ticas, se mostraba como algo sumamente actual. Por ejemplo, al hablar
de cómo la gente reaccionó ante la presencia del “pestífero morbo”, el
autor relata que algunos decidieron huir de cualquier contacto interper-
sonal por miedo a contagiarse y vivieron aislados; otros, por el contrario,
abandonaron cualquier prudencia y se dejaron llevar por el hedonismo,
considerando que había que aprovechar de la situación ante la muerte
inminente, un “proponimento bestiale” según Boccaccio y, por último,
la mezzana via:
3
Michèle Petit, Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, p. 69.
4
G. Boccaccio, op.cit., p. 123: “Ni restringiéndose en las viandas como los primeros
ni alargándose en el beber y en los otros libertinajes tanto como los segundos, sino
suficientemente, según los apetitos, usando de las cosas y sin encerrarse salían a
pasear, llevando en las manos quien flores, quien hierbas odoríferas y quien diversas
231
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
E lasciamo stare che l’uno cittadino l’altro schifasse e quasi niuno vicino
avesse dell’altro cura e i parenti insieme rade volte o non mai si visitas-
sero e di lontano: era con sì fatto spavento questa tribulazione entrata ne’
petti degli uomini e delle donne, che l’un fratello l’altro abbandonava e il
zio il nipote e la sorella il fratello e spesse volte la donna il suo marito; e
(che maggior cosa è e quasi non credibile), li padri e le madri i figliuoli,
quasi loro non fossero, di visitare e di servire schifavano.5
clases de especias, que se llevaban a la nariz con frecuencia, considerando que era
óptima cosa confortar el cerebro con tales olores contra el aire impregnado todo
del hedor de los cuerpos muertos y cargado y hediondo por la enfermedad y las
medicinas”.
5
Id., en la introducción: “Y dejemos a un lado que un ciudadano esquivase al otro y
que casi ningún vecino tuviese cuidado del otro, y que los parientes raras veces o
nunca se visitasen unos a otros, y de lejos: con tanto espanto había entrado esta tri-
bulación en el pecho de los hombres y de las mujeres, que un hermano abandonaba
al otro y el tío al sobrino y la hermana al hermano, y muchas veces la mujer a su
marido; y (lo que es mayor cosa y casi increíble), los padres y las madres a los hijos,
como si no fuesen suyos, evitaban visitar y atender”.
6
Cf. Luca Ghirimoldi, “Bocaccio, ‘Decameron’: la peste a Firenze”.
7
Massimo Giansante, “Amistà, vicinanza, parentado. Le strutture sociali alla prova
del morbo”, p. 90: “Correlativo objetivo de la mal de vivir, los cuerpos insepultos, el
hedor, la muerte inminente alimentan el deseo de renovación y por tanto el proceso
de renacimiento de un mundo en decadencia”.
232
Una experiencia novedosa en tiempos de crisis (sanitaria)
8
Ibid., p. 89: “En la ‘comedia humana’ del Decamerón, el camino que conducirá,
como en el modelo de Dante, al jardín del Edén, tiene su punto de partida en la
ciudad plagada, un ambiente degradado en el que dominan horror y brutalidad, una
oscuridad lúgubre en la que vemos errando como zombis figuras de la humanidad
infestada. Este punto cero de la civilización, en el que se niegan los elementos pri-
marios de la sociabilidad humana —amistad, vecindad, parentesco— responde a
una necesidad precisa de arquitectura ideológica, porque desde aquí zarpará el arca
en la que los diez jóvenes preservarán la semilla de los valores de honestidad, bon-
dad, mesura, hermandad, permitiendo luego que la civilización retome su camino”.
233
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
9
Nicolás Valdés, “El camino narrativo de Boccaccio”, p. 287.
10
Ibid., p. 294.
11
M. Petit, Nuevos acercamientos..., p. 37.
234
Una experiencia novedosa en tiempos de crisis (sanitaria)
12
M. Petit, Lecturas: del espacio..., p. 112.
13
M. Petit, Nuevos acercamientos, p. 28.
14
Antonio Basanta, Leer contra la nada, Madrid, Siruela, 2017, pp. 47-48.
235
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Relacionado con este punto, recuerdo que durante una sesión Ma-
ribel nos compartió que, tras las primeras reuniones, sentía que ya no
estaba sola a la hora de leer el Decamerón, pues en ella resonaban las
palabras que los compañeros del círculo habían compartido. Se ima-
ginaba la reacción de Daniel ante un acontecimiento específico, cómo
Rafael habría interpretado un determinado personaje. Recuerdo haber
pensado, en ese momento, que ya no se trataba de una lectura que cada
uno hacía de manera aislada, algo se había transformado, nuestra for-
ma de leer ya había cambiado, pues tenía presente a los demás, toman-
do en cuenta aquellos aspectos que hubieran podido suscitar el interés
y la curiosidad de otro integrante del círculo.
15
M. Petit, Lecturas: del espacio íntimo..., p. 114.
236
Una experiencia novedosa en tiempos de crisis (sanitaria)
16
M. Petit, Nuevos acercamientos..., p. 39.
237
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Cierre
17
Cita de Henri Goudin presente en Michèle Petit, Leer el mundo. Experiencias actua-
les de transmisión cultural, México, Fondo de Cultura Económica, 2014, p.16.
238
Una experiencia novedosa en tiempos de crisis (sanitaria)
Bibliografía
239
Ante el peligro de la muerte, el amparo
de las letras: el miedo pandémico
y las lecturas febriles
Juan R. Valdez
[241]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
cual nos enamoramos de ciertos libros pensando que ellos nos ayuda-
rán a alcanzar el máximo goce, defendernos de cualquier ataque o a re-
correr el camino de la salvación. El ejemplo más clásico, por supuesto,
sería el modo de leer de Don Quijote “con tanta afición y gusto” que
le hacía olvidar “de todo punto el ejercicio de la caza”. Otro notable
ejemplo es la lectura como “vicio insaciable” de Florentino Ariza en
El amor en los tiempos del cólera, quien leía sin distinción “como una
orden de la fatalidad”. Si bien la fiebre es una condición atípica en el
día a día que produce malestar y confusión, es la señal de que el cuerpo
efectivamente combate un virus. Asimismo, propongo el neologismo
“ciberletrados” para abordar la actividad de los letrados que perpetuan
y febrilmente ocupan las redes sociales, desplegando hábilmente sus
saberes de la literatura mundial y el humanismo. Las pandemias, por su
parte, sirven como espejos que revelan los defectos y esperanzas de las
sociedades. Los espejos pandémicos han sido bien aprovechados por
autores clásicos y contemporáneos, exponiéndonos la relación entre la
literatura, la enfermedad, la muerte y la vida humana.
Este ensayo es una mezcla de análisis, reflexión y confesión en-
trecruzada por el lamento y la esperanza. Abarca inquietudes concep-
tuales y personales que tienen que ver con los usos de la inteligencia,
sabiduría y sensibilidad dentro de un marco temporal amplio, al cual
podríamos llamar tiempos pandémicos, pero orientado hacia nuestra
crisis actual y su incidencia en algunos de los espacios que cohabi-
tamos, particularmente el de los medios y las redes sociales. En mi
reflexión sobre la lectura febril en tiempos del covid-19, ensayo el
marco filológico-historiográfico, por así decir, que empleara Bocaccio
en su introducción a El Decamerón. Pretendo relatar cómo los dis-
tintos grupos sociales reaccionan ante el definitivo peligro mortal de
una pandemia. Pongo en relieve la reacción de los ciberletrados. Las
referencias a algunos clásicos de la literatura pandémica, bajo mis cier-
tamente incómodos lentes ucrónicos y socionaturalistas, servirán de
puente entre saberes y esperanzas del pasado, presente y futuro. Mi
hipótesis principal es que el hiperprivilegiar la literatura es perjudicial
para nuestra conexión con la naturaleza y el cuidado de la vida. En
base a esta crítica, al final, propongo una reflexión seria en torno a la
hipótesis de la biofilia o la idea de que las claves para un mundo mejor
se podrán encontrar mediante las disciplinas científicas y tradiciones
242
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
1
El filósofo argentino Miguel Vedda ofrece un buen resumen de esta crisis en la
tradición germánica, desde Goethe hasta Sigfried Kracauer, anclado en los aportes
de Walter Benjamin al respecto. Véase M. Vedda, “Crisis del lenguaje y ocaso de la
experiencia en Walter Benjamin y Sigfried Kracauer”.
2
Hugo von Hofmannsthal, La carta de lord Chandos, 3.
243
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
244
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
3
Las palabras inglesas con las que el narrador se refiere a este grupo repetidas veces
son “the gay”, en su registro léxico decimonónico.
245
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
4
Hasta el título de este texto desató polémica por su alusión racista a la provincia de
China donde se registraron los primeros brotes de la pandemia.
246
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
247
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
5
César Rendueles, Sociofobia: el cambio político en la era de la utopía general.
6
Ibid., pp. 2-3.
7
Dorothy Kim y Jessie Stommel, Disrupting the Digital Humanities.
248
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
8
Shekoufeh Mohammadi, “A la luz del fuego del alma”, en el presente libro.
9
Alberto Eloy Martos García, “Tecnologías de la palabra en la era digital: de la cul-
tura letrada a la cibercultura”, pp. 15-37.
10
Ibid., p. 22.
11
Aristotle, Ethics, p. 63.
249
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
por su arte de vivir contrario a todas las formas e ismos como uno de
ellos que acapara la atención por las redes, llamémosle el letrado hi-
perexigente, por sus costumbres de hiper-recomendar e hiper-criticar.
Si en el ámbito de las actualidades se destacan ciertos patrones de opi-
nión, ciertas preferencias populares, el ciberletrado hiperexigente se
manifestará por oposición. Si en cierto día la mayoría de las personas
y los internautas se derriten por la fiebre del mundial de futbol, él eli-
ge ese preciso momento para declarar su pasión por el poco conocido
Pesäpallo, deporte finlandés derivado del béisbol y el cricket. Sería
inofensivo si ahí acabara la polémica; siempre que esa tendencia ha-
cia el antagonismo cognoscitivo no diera dolor grave. En este sentido,
Bocaccio hace resonancia al pensar ético de Aristóteles al señalar que
“cada cosa en sí misma es buena para algún objetivo, y mal usada pude
ser nociva”.12 Esa singular discursividad del ciberletrado, esa práctica
de contradecir, va más allá de la tradición de la queja a que pertenece-
mos todas y todos, hasta tal grado que colinda con una obsesión más
peligrosa, el totalitarismo cognoscitivo o el saber canalla.
A primera vista, el hiperconectado mundo virtual da la impresión
de ser un hermoso, amplio y estimulante taller dedicado al intercam-
bio de información por mentes brillantes trabajado juntas. Pero en el
fondo resulta complicado. El mundo de la cibercultura nos presenta
maravillas y complicaciones. Algunas veces, lo que motiva a indagar,
escribir o a hiperrecomendar lecturas por las redes puede ser el deseo
de uno de unirse a las inteligencias interesadas en cambiar algo dentro
y fuera de la red. Otras veces puede tratarse de participar en el politeís-
mo de valores o de algún tipo de neurosis exhibicionista.
Intentemos elaborar el perfil del ciberletrado, procurando proble-
matizar sus enunciaciones y acciones, sin olvidar su suma inteligencia
y sensibilidad. Tomemos como el primer caso ejemplar al ciberletrado
hiperexigente. Estamos conscientes de que se trata siempre de prácti-
cas inestables, difíciles de generalizar. Aun así, vale la pena abordarlas.
Las intervenciones del ciberletrado hiperexigente tienden a la crítica,
la exageración y los gestos altisonantes. Si bien plantea preguntas muy
interesantes sobre la artificiosidad y banalidad de los mensajes de la
cultura mediática, con los cuantiosos posts con que busca precisar un
12
El Decamerón, p. 1336.
250
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
251
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
13
Zygmunt Bauman, Liquid Modernity.
14
El Decamerón, p. 23.
15
Rafael Mondragón, “Encontrar a un semejante”.
16
F. Ulloa, Salud ele-Mental: con toda la mar detrás.
252
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
17
Ibid., p. 91.
18
Ralph Ellison, “On Bird, bird-watching, and Jazz”, p. 226.
19
René Depestre, Buenos días y adiós a la negritud.
253
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
20
Roger Chartier y Carolina Arenes, “Entrevista con Roger Chartier: de la lectura
nostálgica a los lectores salvajes”.
254
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
255
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
21
W. E. B. Du Bois, The Souls of Black Folk.
256
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257
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
22
El Decamerón, p. 24.
23
Ibid., p. 3.
24
G. Didi-Huberman, “Desnudez cruel: ‘la misma muerte estaba invitada’”, pp. 79-102.
258
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
25
El Decamerón, pp. 24-25.
26
Eleonora Stoppino, “Contamination, Contagion and the Animal Function in Bocac-
cio’s Decameron”, pp. 93-114.
27
En la primera edición de Sopa de Wuhan, el único ideólogo que de manera franca
aludió brevemente a la interfaz humano-animal-ambiental fue el pensador anticapi-
talista David Harvey. En su largo ensayo, concluía que “el covid-19 constituye una
venganza de la naturaleza por más de cuarenta años de grosero y abusivo maltrato a
manos de un violento muy desregulado extractivismo neoliberal” (“Política antica-
pitalista en tiempos de coronavirus”, Sopa de Wuhan, p. 88).
28
John Gray, Straw Dogs.
259
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
29
Más abajo problematizamos estos asuntos relativos al humanismo y la literatura.
30
Sólo las personas sin insistencias humanísticas pueden captar el asombro, advierte
Lezama Lima en su ensayo La expresión americana.
31
Luis Oyarzún, “Hombre, sociedad y naturaleza en la literatura latinoamericana”, p.
27.
32
Ibid., p. 27.
260
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
por más formidable que sea nuestro intelecto y por más feroz que sea
nuestro espíritu, dice el argumento, esas cualidades no son suficientes
para liberarnos de las limitaciones del entorno natural en el que evolucio-
naron nuestros antepasados humanos.34
261
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Bibliografía
35
Italo Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio, p. 138.
262
Ante el peligro de la muerte, el amparo de las letras
263
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Suzuki, D. T., Zen Buddhism: Selected Writings, New York, Doubleday, 1996.
Ulloa, Fernando, Salud ele-Mental: con toda la mar detrás, Buenos Aires,
Libros del Zorzal, 2011.
Vedda, Miguel, “Crisis del lenguaje y ocaso de la experiencia en Walter Ben-
jamin y Sigfried Kracauer”, Constelaciones. Revista de Teoría Crítica,
núm. 6, 2014.
Von Hofmannsthal, Hugo, La carta de lord Chandos, México, fce, 1990.
Wilson, E. O., In Search of Nature, Washington, D.C., Island Press, 1996.
264
Enseñanzas para sostener el sueño
El domicilio de la lectura
Gustavo Bombini
1
Jean Dubuffet, Cultura asfixiante.
[267]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
2
Ibid., p. 14.
268
El domicilio de la lectura
3
Adriana Puiggrós, Sujetos, disciplina y curriculum en los orígenes del sistema edu-
cativo argentino (1885-1916), p. 14.
269
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
4
La obra del maestro Luis Iglesias es vasta y da cuenta de la diversidad de sus pro-
ducciones didácticas que se presentan en variedad de géneros posibles como el caso
del libro Viento de estrellas que se configura como un libro de arte escrito e ilustra-
do por niños. Su obra más relevante acaso sea La escuela rural unitaria. Entre sus
obras se cuentan: Viento de estrellas. Antología de creaciones infantiles (1942), La
escuela rural unitaria (1957), Diario de ruta. Los trabajos y los días de un maestro
rural (1963), Pedagogía creadora (4 tomos, 1973), Didáctica de la libre expre-
sión (1980), Aprendizaje vivencial de la lectura y la escritura (1987), Los guiones
didácticos (1988). Su libro La escuela rural unitaria fue publicado por la Secretaría
de Educación Pública de México en una tirada de 35000 ejemplares y fue gratui-
tamente distribuido entre los maestros de todo el país a la vez que se les ponía su
nombre a varias escuelas de México. Sus libros disponibles hoy son La escuela
rural unitaria en la edición de 1995 publicada en Buenos Aires por la editorial Ma-
270
El domicilio de la lectura
gisterio del Río de la Plata y Confieso que he enseñado publicado en Buenos Aires
en 2004 por Educación Paper Editores. Por su parte, el Ministerio de Educación de
la Nación produce en 2009 el valioso documental El camino de un maestro dirigido
por Cinthia Rajschmir, disponible en http://repositorio.educacion.gov.ar:8080/dspa-
ce/handle/123456789/96954.
271
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
5
Iglesias, Didáctica de la libre expresión, p. 129.
6
Iglesias, Viento de estrellas. Antología de creaciones infantiles, p. XIV.
272
El domicilio de la lectura
proletario lo llevó del tercer grado, sin transición y sin piedad, al callejón
amurallado del peonazgo, donde el recuerdo de su mundo con pájaros y
promesas, ahora bailará al viento como un barrilete acribillado.7
7
Ibid., p. XXIII.
273
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
“Son demasiado severos”, “van muy rápido”, “no se ocupan de los que no
entienden enseguida”, “te comen la cabeza”, “están pasados de moda” (lo
que se aprende en la escuela) “No es interesante”, “no sirve para nada”,
“no tiene nada que ver con la vida”, “demasiado antiguo”, “bueno para
idiotas”, “cosa de mujeres”, “quieren que aprendamos cosas que ni si-
quiera ellos saben”.8
Pero a estos dichos, se suman otros en los que algunos de los estu-
diantes se cuestionan a sí mismos:
8
Serge Boimare, El niño y el miedo a aprender, p. 11.
9
Ibid., p. 12.
274
El domicilio de la lectura
Tuve que adaptarme rápido para preservar mi salud física y mental. Unos
pocos días después del inicio del ciclo lectivo, había más alumnos afue-
ra, tirando piedras contra las ventanas, que aquellos que habían decidido
quedarse conmigo para no escucharme.10
10
Ibid., p. 13.
11
Id.
275
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Por fin, y volviendo al título del libro, podemos decir que la hipótesis
principal es que es el miedo lo que precede a la resistencia al saber, el
miedo a que esos bienes culturales que pone a disposición la escue-
la no sean “merecidos” para Guillaume, para Gerard, para Géorges.
Importante principio pedagógico y didáctico, el de revertir aquellas
representaciones dolorosas, asociadas a la imposibilidad, reforzadas en
muchos casos por esa causalidad inefablemente escolar y fatalmente
condicionante que se explica en clave de déficit cognitivo, de carencia
simbólica o de inaccesibilidad material, y asumiendo que las dificulta-
des son, al fin y al cabo, un problema del otro. Sean de índole social o
individual, sean involuntarias o producto de la falta de voluntad, será
el maestro el que tendrá la llave mágica para producir un cambio. Así
lo muestra Boimare en su propio relato:
[…] la cualidad esencial del docente que trabaja con estos niños […] con-
siste en poseer la disponibilidad psíquica suficiente como para responder
a todos estos pedidos de ayuda pervertidos por la búsqueda afectiva y la
12
Ibid., p. 7.
276
El domicilio de la lectura
provocación, sin romper el diálogo, sin sentirse herido, sin volverse sádi-
co, sin dejarse manipular, sin caer en la demagogia o en el descontrol.13
13
Ibid., p. 19.
277
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Es tener que buscar palabras extrañas. Compartimos entre todos los que
nos parece que significan. Y en base a eso inventamos textos.
Prima hermana de natura, del lenguaje ordinario del hombre. Mi voz
que quebranta en la hablatura, mis manos que escriben sin tener más lí-
mite que el borde del papel.
¿Qué es una hablatura? un taller copado, que es como escritura y
lectura, pero hablamos.
Hablatura es una palabra inexistente, es decir, inventada acá. Esa pa-
labra apareció dicha por un grupo de personas que asistieron a este centro
de día llamado Casa Flores en el año 2012. “Hablatura” se combina con
la escritura y la lectura, pero se expresa hablando. Es la relación entre tres
prácticas: escribir, hablar y leer.
La antología misma es una hablatura, escrita. Porque las hay en voz alta,
en voz baja, audiovisuales, bilingües, plurilingües, musicales y dibujadas.
Entonces, los significados son muchos y se van transformando y reescri-
biendo con los distintos grupos de residentes que —a través de los años—
transitan el taller.14
14
Úrsula Argañaraz (coord.), Hablaturas. Experiencias de oralidad, lectura y escritu-
ra al límite, p. 11.
278
El domicilio de la lectura
15
Ibid., p. 49.
279
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
El primer reconocimiento que recibe el niño viene de los seres que son je-
rárquicamente superiores a él: los padres o sus sustitutos; luego el papel es
retomado por otras instancias a las cuales la sociedad les encarga ejercer esta
función de sanción: maestros, profesores; empleadores, directores o jefes.16
16
Tzvetan Todorov, La vida en común. Ensayo de antropología general, p. 119.
17
En su intenso análisis de la escuela pública en el contexto de las políticas neoli-
berales de la década de los noventa en la Argentina, la antropóloga Elena Achilli
afirma que “en la escuela se van dialectizando distintas escuelas. La escuela como
espacio de las prácticas magisteriales y los aprendizajes escolarizados de los niños;
la escuela como ámbito laboral y de aprendizaje del oficio docente; la escuela como
el lugar de las expectativas y las demandas familiares; la escuela como espacio de
interacción y juego de los niños; la escuela como campo de concreción de las políti-
280
El domicilio de la lectura
Al margen de sueño y quizá del juego, no existe otra actividad que ocupe
tanto tiempo del niño como la que supone su asistencia a la escuela. Apar-
te del dormitorio (en donde tiene los ojos cerrados durante la mayor parte
del tiempo) no existe un recinto en que pase tanto tiempo como en el aula.
Desde los seis años, la visión del profesor le resultará más familiar que la
de su padre y posiblemente la de su madre.18
cas educativas; la escuelas como punto de disputa gremial docente; la escuela como
arena de luchas por el sentido de la escolarización”, sugestiva enumeración de la
autora a la que me permito agregar en línea con el sentido de este trabajo, la escuela
como espacio para la apropiación de la cultura escrita, o más metafóricamente, la
escuela como domicilio de la lectura (Achilli, 2010: 146).
18
Philip Jackson, La vida en las aulas, p. 45.
281
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
19
Ángel Díaz de Rada, Los primeros de la clase y los últimos románticos, p. XIII.
20
Philippe Meirieu, La opción de educar. Ética y pedagogía, p. 105.
282
El domicilio de la lectura
283
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284
El domicilio de la lectura
285
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
sibilizada, a la vez que deja pendiente una cuestión que es clave para
la transformación del relato de la política educativa: la de imaginar un
entramado entre lo micropolítico de la experiencia atesorada, con au-
toría, que deja huella, y la dimensión de las decisiones que se toman en
lo macropolítico, entendida como el escenario de lo universal, el único
posible para la construcción de la justicia social —y estoy siguiendo
a Raewyn Connell en su noción de “justicia curricular”— que garan-
tice el acceso a los bienes simbólicos de los sectores menos favoreci-
dos, desplegando un currículum oposicionista que integre campesinos,
obreros, negros, pueblos originarios, mujeres. Un currículum que no
será de guetos sino forjado en diálogo con una ciudadanía participativa.
Bibliografía
286
¿Podremos construir nuevas utopías
en un mundo distópico?
María Isabel Gracida
[287]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
288
¿Podremos construir nuevas utopías en un mundo distópico?
1
George Steiner y Cécile Ladjali, Elogio de la transmisión, p. 26.
2
Ibid., p. 37.
289
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
290
¿Podremos construir nuevas utopías en un mundo distópico?
Viaje a la semilla
3
Guadalupe Jover, Un mundo por leer. Educación, adolescentes y literatura.
291
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
292
¿Podremos construir nuevas utopías en un mundo distópico?
4
Terry Eagleton, Cómo leer literatura, p. 15.
293
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
5
Ibid., p. 58
6
Guadalupe Jover, “Se está haciendo cada vez más tarde”, p. 151.
294
¿Podremos construir nuevas utopías en un mundo distópico?
295
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
7
Michèle Petit, Nuevos acercamientos a los jóvenes y a la lectura, 1999, p. 184.
296
¿Podremos construir nuevas utopías en un mundo distópico?
297
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Bibliografía
298
El diálogo de las lecturas en el aula
Judith Orozco Abad
1
Juan Cruz, “Yo intento fracasar mejor. Entrevista: George Steiner”, p. 31.
[299]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
por una barrera delgada, sutil y con la suficiente dureza para separar y
comunicar entre el mundo interno y el externo. Aquí pretendo describir
cómo la lectura me ha permitido leerme a mí misma, leer para los demás,
leer para un nosotros y nosotras e incluso para escribirme a mí misma.
No dudo que el nacimiento de mi gusto por la lectura sea muy
similar al de millones de lectores: en la niñez se lee por imitación y
porque de alguna manera los seres cercanos celebran y ven con orgullo
el nacimiento de esa pasión. Se lee para reconstruir mundos posibles
aunque lejanos a las restricciones de tiempo y espacio, pero si bien es
cierto que la imaginación logra conquistar lectores, también es cierto
que quien lee identifica que hay un tesoro escondido difícil de explicar.
Al menos eso fue lo más importante en mi historia inicial de lecto-
ra, yo quería una explicación sobre lo leído. Una persona que me amó
más de lo que yo imaginé en ese momento, sólo me contestó: “Vuelve
a leer el cuento que te gustó para hallar la respuesta, si es necesario
léelo muchas veces”. Quizás él tampoco tenía la respuesta y la salida
fácil constituyó la base para lo que ha sido gran parte mi vida personal
y profesional: Hallar las preguntas, hallar las respuestas y, sobre todo,
encontrar el sentido de lo leído.
Al atravesar la niñez y la adolescencia, muchas y muchos encon-
tramos que la soledad que propicia la lectura es un lujo que trae consi-
go un crecimiento individual e interno que alimenta una zona indeter-
minada del ser, así la literatura se vuelve necesidad vital y nos conduce
a explorar vías para ampliar la comprensión de lo leído, paradójica-
mente, con más lecturas.
Aun cuando se ha leído poco o mucho a lo largo de la niñez, es
en la juventud cuando irrumpen obras plagadas de luz que inauguran
avenidas amplias, pero muy significativas de sentido para brindar posi-
bilidades de futuro, sobre todo entre quienes atraviesan abismos emo-
cionales. Esas lecturas dejan una huella en cada persona, en nuestra
identidad y además ayudan a proyectar hacia el mundo un retrato pro-
pio que rebasa la imagen de cualquier fotografía. Dicha imagen puede
ofrecer una clara comprensión del ser o, incluso, el nacimiento de un
recoveco temido por ser tan oscuro.
Como profesora de literatura en el bachillerato he tenido la gran
oportunidad de acompañar a jóvenes en sus experiencias lectoras en una
de las etapas más formativas de sus vidas, en el momento en que las
300
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2
Tomás Segovia, Digo yo, p. 10.
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algún cuento en los tres niveles educativos donde disfruto con ellos la
lectura. Mientras que en los niveles superiores existe una reticencia para
aventurar interpretaciones posibles, con base en herramientas teóricas o
sin ellas, en el bachillerato los jóvenes vierten sus opiniones e interpre-
taciones sostenidas en la obra misma con una gran riqueza sumada a la
audacia adolescente. Atribuyo la menor audacia de los estudiantes de
niveles superiores para expresar sus hallazgos en la lectura por miedo al
ridículo o a mostrar percepciones muy personales ante la literatura. Sos-
tengo que siempre y cuando se ofrezca una interpretación sostenida en el
texto literario, se celebra y anima al alumnado para incursionar en otras,
con el objetivo de mirar el fenómeno con diferentes lentes.
Es quizás por ello que me conduelo de quienes como docentes no
hayan experimentado un estremecimiento al escuchar una nueva ver-
tiente de interpretación virtuosa de algún estudiante: la emoción que
recorre el cuerpo es tan fuerte que seguramente contagia al alumnado
que escucha el reconocimiento de lo múltiple y diverso del acto creati-
vo de autores, su repercusión en nuevos lectores, que además propician
una emoción sigue vibrando en sus compañeros. Esos docentes que
imponen una interpretación propia, vertical, autoritaria, ajena a los ríos
pertinentes de sentido que cobija la obra literaria no pueden decir que
aman enseñar su oficio, sólo prefieren que se repitan sus interpretacio-
nes personales (en ocasiones pobres e incluso algunas memorizadas de
libros de análisis), esas actitudes castran la imaginación y la creativi-
dad de nuevos lectores contagiados por el placer de la obra. Quien haya
satanizado una interpretación errada sin buscar en qué vericueto de la
obra literaria se sostiene, no posibilita la autonomía del lector literario.
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312
El diálogo de las lecturas en el aula
313
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Bibliografía
Cruz, Juan, “Yo intento fracasar mejor: Entrevista: George Steiner”, El País
Semanal, núm. 1665, 23 de agosto de 2008, pp. 31-35.
Ricoeur, Paul, “La vida: un relato en busca de un narrador”, Educación y
política, Ágora, vol. 25, núm. 2, 2006, pp. 9-22.
Segovia, Tomás, Digo yo, México, Fondo de Cultura Económica, 2011.
3
Paul Ricoeur, “La vida: un relato en busca de un narrador”, p. 51.
314
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía
del límite y de la fragilidad
Diego Bentivegna
1
Además de Daniel Link, integran actualmente la cátedra Claudia Kozak, Marcela
Groppo, Paula Croci, Laura Isola, Valentín Díaz, Miguel Rosetti y Max Gurian.
2
Andrés Maximiliano Tello, Anarchivismo. Tecnologías políticas del archivo.
[315]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
316
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
317
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
5
Luis M. Pino Campos y Justo P. Hernández González, “En torno al significado ori
ginal del vocablo griego epidēmía y su identificación con el latino pestis”.
6
Lo recordaba, casi al mismo tiempo que discutíamos como cátedra cómo encarar
nuestra pedagogía, Boaventura de Sousa Santos en su artículo “Coronavirus: todo
lo sólido se desvanece en el aire”, <https://www.pagina12.com.ar/253465-coronavi-
rus-todo-lo-solido-se-desvanece-en-el-aire>, recuperado el 9 de agosto de 2021.
318
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
7
José Luis Villacañas, “Cuarentena mental”, <https://www.levante-emv.com/opi-
nion/2020/03/09/cuarentena-mental/1987430.html>, recuperado el 9 de agosto de
2021. También se plantea la categoría para pensar la situación pandémica en Franco
Bifo Berardi, El umbral.
319
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
320
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
memoria colectiva que es la red, donde vivían una suerte de vejez se-
rena e inerte. Varias personas, por ejemplo, volvieron en estos meses a
cultivar sus blogs.
Yo mismo participé de ese trabajo de resurrección, y pusimos a
disposición los extractos de la peste en mi antiguo espacio virtual, es-
casamente activo por entonces: www.diegobenti.blogspot.com.
8
Perry Anderson, “Modernidad y revolución”.
321
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
322
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
323
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
9
Alain Badiou, El siglo.
324
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
10
Piero Purich, “Cos’è stata la «Fase 1» dell’emergenza coronavirus? Uno storico getta
un primo sguardo retrospettivo”, <https://www.wumingfoundation.com/giap/2020/05/
cose-stata-la-fase-1-coronavirus/>, recuperado el 9 de agosto de 2021.
11
Extracto de Pedro Nava, Chão de Ferro [1976], accesible en <https://diegobenti.
blogspot.com/2020/05/extractos-de-la-peste-xli-pedro-nava-la.html>.
12
Accesible en <https://diegobenti.blogspot.com/2020/04/extractos-de-la-peste-vi-poe-la-
mascara.html>, Cuentos completos.
325
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
13
Daniel Kent Carrasco, “El ejemplo de Kerala”, <https://www.revistacomun.com/
blog/hinduidad-sobre-el-fascismo-en-india-x3skn>, recuperado el 9 de agosto de
2021.
326
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
14
Carla Benedetti, Disumane lettere. Indagini sulla cultura della nostra epoca.
327
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
15
Extracto de Masa y poder [1960], <https://diegobenti.blogspot.com/search?q=Ca-
netti>.
328
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
16
Extracto de Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, en <https://diegobenti.
blogspot.com/2020/04/extractos-de-la-peste-xx-tucidides-la.html>.
17
Extracto de La Ilíada, de Homero, en <https://diegobenti.blogspot.com/2020/04/
extractos-de-la-peste-xxxii-iliada-las.html>. Extracto de Éxodo, 9, en <https://die-
gobenti.blogspot.com/2020/04/extractos-de-la-peste-xvii-exodo-las.html>.
329
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
otro del canon bíblico, más concretamente del libro del Génesis: el que
narra el camino de Abraham y de su hijo Isaac hasta el monte donde
el primero debería cumplir con el sacrifico del segundo. Comparando
ambos extractos, se puede ver cómo ambas tradiciones, la griega de
Homero en el primer canto de La Ilíada y la tradición bíblica, elabora-
ron narrativamente la irrupción de la peste. En el primero, la peste es
el producto de la acción de Apolo, el dios solar, “el que hiere de lejos”,
que es también el dios de la pestilencia.
En el caso del libro del Éxodo, la peste aparece narrada con una
lógica que Auerbach describe como paratáctica, más que hipotáctica,
cercana a un ritmo propio del “estilo oral”, pobre y deliberadamente
“humilde” frente al estilo homérico. Es, al mismo tiempo, la narración
de la salvación del pueblo de Israel, de un “resto” esclavo de la pobla-
ción de Egipto que la acción de la peste preserva y salva.
La peste, como una forma extrema de la masa, es también una de
las maneras de producción de supervivencias, sujetos que quedan sus-
pendidos entre la vida y la muerte y que, eventualmente, como veremos,
se vuelven sujetos inmunizados. El relato de la peste se presenta, de esta
manera, como un relato que, a partir de lo que había ido exponiendo
Daniel en las primeras clases, podía leerse como eminentemente biopo-
lítico.
18
Extracto de Michel Foucault, “El Panoptismo”, en <https://diegobenti.blogspot.
com/2020/04/extractos-de-la-peste-xv-michel.html>.
330
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
19
Lucrecio, descripción de la peste de Atenas en De la naturaleza de las cosas, <ht-
tps://diegobenti.blogspot.com/2020/04/extractos-de-la-peste-xiii-lucrecio-la_15.
html>.
20
Retomo aquí el planteo de Sergio Givone, Metafisica della peste.
21
Umberto Eco, Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo.
22
Giorgio Agamben, “Contagio”, <https://ficciondelarazon.org/2020/03/11/giorgio-agam-
ben-contagio/>. El texto en italiano fue publicado en el sitio de la editorial Quodlibet,
fechado el 11 de marzo de 2020: <https://www.quodlibet.it/giorgio-agamben-conta-
gio>, recuperado el 9 de agosto de 2021.
331
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
23
Extracto de Los novios, en mi traducción (D. B.), en <https://diegobenti.blogspot.
com/2020/03/extractos-de-la-peste-manzoni-la-caza.html>.
24
Extracto de Leonardo Sciascia, prólogo a Historia de la columna infame, de Ales-
sandro Manzoni, en <https://diegobenti.blogspot.com/2020/04/extractos-de-la-pes-
te-xxi-sobre.html>.
332
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
333
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
25
Extracto de Carlo Ginzburg, Historia nocturna, en <https://diegobenti.blogspot.
com/2020/04/extractos-de-la-peste-xvi-carlo.html>.
26
Extracto de Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia,
<https://diegobenti.blogspot.com/2020/05/extractos-de-la-peste-xxxix-deleuze-y.html>.
334
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
27
Extracto de Giovanni Boccaccio, Decamerón, Jornada Primera, en <https://diego-
benti.blogspot.com/2020/04/extractos-de-la-peste-xxxiv-boccaccio.html>.
28
Cfr. nuestro Extracto de la peste n. III, en <https://diegobenti.blogspot.com/2020/03/
extractos-de-la-peste-iii-francesco.html>.
335
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
29
Extracto del Acto IV del guion de la película Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (Nos-
feratu: Una sinfonía del horror) (Alemania, 1922) de F. W. Murnau, en <https://diego
benti.blogspot.com/2020/04/extractos-de-la-peste-xxxix-nosferatu.html>.
336
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
30
Extracto de Antonin Artaud, El teatro y su doble, p. 30 en <https://diegobenti.blogs
pot.com/2020/04/extractos-de-la-peste-xxxix-nosferatu.html>.
337
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
analogía entre peste y teatro, sino como una reflexión más radical en
torno a la condición misma del teatro, y, más allá, en torno a la condi-
ción misma de lo que entendemos como un arte y como una literatura
crueles, como entidades apestadas.
Es fácil notar la isotopía epidémica que Artaud pone en movimien-
to para pensar el teatro de la peste: parece como si por medio de la pes-
te se vaciara colectivamente un gigantesco absceso, tanto moral como
social; y que, el teatro, como la peste, hubiese sido creado para drenar
colectivamente esos abscesos.
La peste es, para Artaud, absolutamente destructiva, potencia un
contagio que desconfigura la sociedad entendida como un organis-
mo, un cuerpo orgánico proyectado por el discurso teológico-político
(observen la cita de San Agustín, sobre el teatro como un veneno que
desintegra el “cuerpo social”); la peste pone en juego una destrucción
gratuita, injustificada, y por ello mismo es la condición de posibilidad
no para una existencia pura, o depurada, como aparecía en la visión
católica de Manzoni, sino para una existencia que se concibe como
apestada. Desencadena un proceso destructivo, oscuro como la vida
misma, o, en palabras del propio Artaud, una “oscura libertad”:
Un recorrido, un relato, parecen decirnos fragmentos como el de
Artaud, no es la experiencia de la peste, porque la podemos ubicar en
el plano de la disgregación de los relatos: es una experiencia en este
sentido an-archivista, en la que se cuestiona el orden de lo que Ricoeur
llama, en Tiempo y narración, “mimesis segunda”, que permite pasar
de los acontecimientos singulares a una historia.
La peste, volvemos a Foucault, es mezcla y es desorden, también
en el orden de la ficción y del relato. La peste (nos) exige subjetivarse
de otro modo, un modo que desmonte el semblante temporal de la fic-
ción y que quiebre el orden de los tiempos del relato, en la medida en
que es suspensión en el espacio y en el tiempo. La peste, que es, como
veíamos, condición de lo que entendemos como prosa y como lírica
modernas, también es su desastre, su naufragio.
La peste, también llamada “el mal”, es el significante (“vacío”,
dice Segato, a quien también leíamos en esos días31) en torno al cual se
31
Rita Segato, “Coronavirus: todos somos mortales. La naturaleza abierta de la histo-
ria (I)”, en <http://lobosuelto.com/todos-somos-mortales-segato/>.
338
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
32
Giorgio Agamben, “La invención de una pandemia”, en <https://ficciondelarazon.
org/2020/02/27/giorgio-agamben-la-invencion-de-una-epidemia/>, recuperado el 9
de agosto de 2021. El texto original de Agamben, fechado el 26 de febrero de 2020,
fue publicado en el sitio de la editorial Quodlibet, <https://www.quodlibet.it/gior-
gio-agamben-l-invenzione-di-un-epidemia>.
33
Roland Barthes, La aventura semiológica, p. 134.
339
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
34
Carla Benedetti, “Gadda e l’astrazione narrativa”, <https://www.gadda.ed.ac.uk/
Pages/journal/supp9decennial/articles/benedettinarra09.php>, recuperado el 9 de
agosto de 2021.
35
Sebastián de Covarrubias, voz “Siglo”, Tesoro de la lengua castellana o española,
s/p.
36
Etymological Dictionary of Latin and the Other Italic Languages.
37
Lo dice la filósofa italiana Antonella Moscati en su escrito “Paura di specie”, <ht-
tps://www.ilprimoamore.com/blog/spip.php?article4429>, recuperado el 9 de agos-
to de 2021.
340
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
Bibliografía
38
M. Björk, “Supervivencia o inmortalidad”, <https://redencion.noblogs.org/post/2020
/08/07/supervivencia-o-inmortalidad-marten-bjork/>, recuperado el 9 de agosto de
2021. Me parece importante confrontar los planteos de Björk con las “Seis tesis
destituyentes” del filósofo chileno Rodrigo Karmy Bolton, en <https://infrapolitica.
com/2020/06/12/seis-tesis-destituyentes-por-rodrigo-karmy-bolton/>. Las tesis se
centran, como en Björk, en las articulaciones entre epidemia y revueltas en fun-
ción de una idea de tiempo “detenido”, de inspiración mesiánica que abreva en las
tesis de Walter Benjamin. Dice en un momento Karmy: “El conjunto de intifadas
(revueltas) a las que asistimos a nivel planetario han suspendido el tiempo histórico
deteniendo así la velocidad de la aceleración cibernética. Exigen poner la intensidad
de la vida antes que la del capital y sustraer sus ritmos de los signos del poder. Pero
poner la vida antes que el capital no puede traducirse en una política progresista neo-
liberal que restituya el humanismo ingenuo que administre la maquinaria de guerra
eficazmente acelerada por el fascismo neoliberal actual. Progresismo y fascismo son
dos rostros del proyecto cibernético al que no podemos sucumbir. Las revueltas han
ofrecido imaginación como aquella fuerza que posibilita devenir otros de sí”.
341
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
342
Siglo y peste. Extractos para una pedagogía del límite y de la fragilidad
343
El tiempo en donde nace una voz
El nacimiento de una voz
Daniela Rea
[347]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
348
El nacimiento de una voz
349
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
***
––¿Y qué tuviste que hacer para aprender eso, para aprender a vivir
allá adentro?
350
El nacimiento de una voz
––Mira, yo, por ejemplo, yo… Descubrí que era fuerte, hacía mucho
ejercicio porque teníamos que estar fuertes porque estuvo el temor de
que si alguna vez ibas a tener una confrontación con alguien, como
hubo pleitos, pues, tienes que estar fuerte para poder responder. Y esa
fue, fue un poco la forma en que me preparé para estar allí. Me hice un
poco… violento. Me hice muy duro. Miedo al sistema, a los custodios,
ya no tenía. Me le ponía a los guardias al tú por tú. Duré casi dos años
sancionado sin salir a patio ni una hora, sin salir al comedor. Dos años.
––Dos años …
––Dos años…
––¿Y cómo…?
351
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
––…
El día que salió del penal, Rogelio conoció a su hija. Corrió a abrazarla
y la pequeña se refugió atrás de las piernas de su mamá. ¿Quién era
ese desconocido? Tardaron tiempo en reconocerse y hacerse familia.
Estos días que nos encontramos Ximena me enseñó los dibujos que su
papá le enviaba desde prisión, dibujos de princesas, dibujos de ella que
Rogelio copiaba de las fotografías que Mayra le enviaba por correo para
conocerla. Para Ximena el dibujo es un lazo con su padre y ahora ella
misma es fanática de dibujar; para Rogelio, los dibujos son el recuerdo
de ese encierro, de la lejanía con su familia, de la soledad. Esos papeles
con seres fantásticos o caricaturas son un vínculo complejo entre ambos
que va encontrando su propio espacio conforme surge la palabra, a tra-
vés de una pregunta, de un dibujo que Ximena le regala o de la lectura
de las cartas que Rogelio le escribió mientras estaba en prisión.
––Y luego pues nació ella, Ximenita. La conocí cuando salí de prisión,
no me lo creía. Estar afuera y conocerla, me sentía así como en un sue-
ño, me acuerdo que en las noches me le quedaba viendo mientras ella
estaba dormida, hasta dos o tres horas viéndola, parado junto a su cuna,
porque no me lo creía. Me fui. Me llevan. Luego salgo con algo muy
hermoso… no me lo creía.
Hasta cuando llegué aquí a Juárez que empecé a ver las calles, vi a
mi madre, a mis hermanos, y pues, pues ya me está cayendo el veinte.
Y, y sí fue algo muy difícil. Salir, volver, fue muy difícil. Porque como
te había dicho cuando nos conocimos, yo no andaba de vacaciones y
salí mal. Me levantaba a las cinco de la mañana como en la prisión. Y
a veces los levantaba a ellos. ¿Sí me entiendes? A Rogelio mi hijo lo
quería tratar como un militar, como me trataron a mí.
352
El nacimiento de una voz
––Te escucho y estoy tratando de imaginar cómo fue para ti darte cuen-
ta de eso, reconocerte o no reconocerte, encontrarte, pues, a ti mismo.
Conocí a Rogelio en marzo del 2014, uno o dos días después de que
saliera de prisión. Yo estaba a pocos días de parir a mi primera hija.
Nos encontramos con su familia y los otros muchachos en una especie
de escuela-convento en el centro de la Ciudad de México a donde los
llevaron las abogadas y defensoras para recibirlos y prepararlos para
su regreso a Ciudad Juárez. Había imaginado desde hacía casi cuatro
años atrás este encuentro, esta entrevista. Quizá sea un poco egoísta
decir que yo era parte de ese triunfo, pero así me sentía: por fin, des-
pués de tantas luchas perdidas, tantas penas, tanta impotencia como
reportera, habíamos ganado. Una historia tenía final feliz y yo la había
acompañado. Y estaba ahí, con mi panza descomunal, llena de vida,
frente a él. Tenía muchas expectativas de este encuentro y, sin embar-
353
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
––…
––Cuando recién salí ¿qué será? A los tres o cuatro meses, mi hermano
Daniel me dijo que tenía que poner de mi parte, si no me iba a quedar
solo, los iba a perder. Él había hecho todo por mí, por sacarme de la
cárcel y ahora era mi turno… Fue cuando empecé a entender un poco.
Porque créeme, te vuelvo a repetir, es que las humillaciones y la tortura
no namás son los golpes. Porque uno puede torturar a la gente con las
palabras, como hicieron conmigo. ¿Sí me explico? Y era lo mismo que
yo estaba haciendo con mis hijos.
––Rogelio…
354
El nacimiento de una voz
––Sé que puedo hacer lo mismo. Créeme que, así me hicieron sentir a
mí. La diferencia es que entendí que no lo debería de usar, no lo quiero
usar. No lo debo de usar. Y ya no lo he usado.
––Porque también hace mal... Pero entendí que con mi historia yo pue-
do ayudar a más gente. ¿Sí me explico? Que yo puedo platicar y hablar
de mi historia sin causar daño. Como cuando fui a Chihuahua a un…
¿Cómo se llama?, ¿simposio?, y hablé enfrente de quinientos, seiscien-
tos alumnos. Me di cuenta que sí puedes hablar de tu historia sin dañar
a la gente. Que sí puedes ayudar con tu historia, con tu tragedia, a la
gente. Y para abrir los ojos a otros.
––Yo creo que el saber que siempre vamos a estar juntas y que siempre
podrán volver a comenzar… espero que eso les salve la vida. ¿Y tú?
¿crees que les has enseñado algo que les puede salvar la vida?
355
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
––Yo sé que sí. Yo sé que sí. Muchas cosas. Por ejemplo, el de la edu-
cación… Por ejemplo, les enseñé el de trabajar, el de que vale respetar
a las personas.
––Me parece muy importante que, pese a lo que te hicieron, quieras edu-
car a tus hijos en el respeto. Porque sería entendible que pensaras educar-
los desde el enojo o la venganza o el miedo o la vergüenza. Te llevaron a
lugares muy oscuros, y desde esos lugares tienes una responsabilidad de
educar a tus hijos. Me refiero a que te detuvieron, te lastimaron…
––No tanto que lo llegué a creer, sino que lo tuve que aceptar. Y, y
ponerme un poco en el lugar de, no, “sí soy, sí, soy”. Pero no tanto que
lo creyera. Pero… O sea, es tanta la, la humillación y todo y los desma-
yos, lo que te desmayas a cada rato. Y te humillan y todo. El que dice,
“eres una basura”. “Ya mátame pues. Ya mátame. Soy una basura, soy
lo que tú quieras. Ya acaba de una vez”. Es eso.
–– Es algo que me dolió, algo que cambió. Pero yo ya veo las cosas del
lado positivo, ¿verdad? Digo, conocí a mucha gente. Te conocimos a
ti. Y créeme que me dio mucho gusto que todas esas personas hubieran
llegado a nuestra vida. Porque me di cuenta que sí hay gente buena.
Que sí hay gente que se preocupa por los demás. Y eso para mí es…
Es una cosa por otra. Fíjate que conocí a muchos amigos, ahí adentro.
357
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
––…
––…
––Pero hay una parte de la inocencia que tiene, como pureza. No sé.
Como, como ternura. Y cuando dices que perdiste la inocencia, detonó
también que tú después entendieras que el gobierno no te cuida, pero
que tú puedes defenderte de ese gobierno. Por otro lado, pienso como
358
El nacimiento de una voz
––Sagrada…
359
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
––Como que las pesadillas o los miedos, eso se ha ido alejando, así
borrando. No te miento, también hay veces que sueño, hay veces, de
repente, sueño que estoy en el penal, que esto y esto. Así sueño, repaso
cosas que viví allí adentro. Me duermo y así que, “ah carbón, soñé esto
y esto, pero eso lo hice allá adentro”. Imágenes así. Y pues por lo mis-
mo, ¿verdad? Porque es una secuela que no se iba a quitar y así pasan
los años y es algo que me dejó marcado para toda la vida, ¿verdad? Es
algo… La tortura es algo que te deja marca, en la cárcel es algo que te
deja marcado para toda la vida. Sí. Es algo fuerte que no lo vas a supe-
rar. Pero puedes vivir con eso también.
360
El nacimiento de una voz
361
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
––….
––…
362
El nacimiento de una voz
––Fíjate que yo lo veo, haz de cuenta que vas así en un camino, que hay
trabas, ¿si me explico? Pero que superas esas trabas y llegas a algo…
A un jardín, donde estoy ¿verdad? El camino no me gustó y no puedo
decir “ojalá que no hubiera pasado” ¿Por qué? Porque a lo mejor si no
hubiera pasado, pues no estaría aquí, no entendería mejor la vida, no
valoraría muchas cosas. ¿Sí me explico? Yo digo solamente del tiempo
al tiempo, y… Y Dios sabe por qué hace las cosas.
––La hora en que salí de prisión, y la puse porque volví a nacer. Porque
volví a nacer, volví a vivir. Volví a vivir ahí. Ese fue el momento en
que salí. Sentí al aire diferente, el sol, mi cuerpo, tocar a mi familia…
escucharlos, me escuché a mi, a mi voz, era muy dura…
363
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
querían tener otro hijo. Cuando Rogelio fue detenido, la casita quedó
abandonada, pues Mayra se mudó con sus papás, necesitaba su apo-
yo. Sola la casa, fue saqueada: le robaron ventanas, puertas, herrería,
tubería, baño, azulejos. Quedó el puro cascarón de tabique, pero las
cuentas no dejaron de llegar. Incluso ahora los sobres del Infonavit con
la deuda acumulada siguen llegando al domicilio. Hoy esa casa donde
se formaron como familia y donde se imaginaron tantos sueños está
casi en ruinas y es habitada por una pareja de migrantes que recién
tuvo un bebé. Le pusieron tablas para tapar los agujeros de puertas y
ventanas, le arreglaron las cerraduras. Rogelio les dejó vivir ahí.
Rogelio, Mayra y sus hijos comenzaron una nueva vida en otra casa.
En nuestro trabajo solemos trasladar la experiencia y la palabra de
las personas a nuestros territorios: el periodismo, el activismo, la aca-
demia, el derecho humanismo; el riesgo de domesticar esa experiencia
y palabra es constante, nos advierte el antropólogo Alejandro Castillejo.
Nuestras preguntas implican el riesgo latente de conducir, contaminar
o reducir la historia de una persona en nuestra versión de esa historia,
casi siempre la del trauma. O la de la superación de ese trauma, la rei-
vindicación, la lucha siempre. La palabra nombra, pero también la pa-
labra condiciona. La palabra acompaña, pero también la palabra ata.
Entonces vuelvo a la pregunta ¿qué necesita una voz para nacer?
Necesita de alguien que preste su presencia, necesita una escucha
viva, atenta, sin expectativa, incluso una escucha desde el no saber,
pero capaz de decir “aquí estoy” y capaz de reconocer a esa voz que
nace como una voz distinta y única que activará espacios, ideas y nos
mostrará y nos descubrirá experiencias conforme se hace escuchar,
conforme existe.
Algo importante sucede cuando, en medio de la violencia que busca
dejarnos sin palabras, que busca fracturarla, arrancarla, nace una voz.
Fragmento de conversación con Mayra, agosto 2020:
364
El nacimiento de una voz
Epílogo
365
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Bibliografía
366
Cuando la vida se torna tiempo…
Silvana Rabinovich
Puede sonar desmesurado que una judía en México interprete una tan
fina como desgarradora constatación de un palestino cuya poesía es
inconmensurable. Sin embargo, la tentación acecha. El estado de sitio,
que caracteriza a la vida en Palestina, en 2020, irrumpió en la “norma-
lidad” de todas las vidas del orbe. Por eso, el 18 de marzo de este año,
Mohammad Mhawish saludaba en un tweet que decía:
Gente querida del mundo, ¿temen perder el amor? ¿no pueden moverse
libremente? ¿el acceso a la sanidad se volvió una lucha cotidiana? Noso-
tros los entendemos… Llevamos años viviendo así. Sinceros saludos y
solidaridad desde Gaza.1
1
<https://twitter.com/MohMhawesh/status/1240360687223877634?s=20>, recuperado
el 9 de agosto de 2021.
[367]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
368
Cuando la vida se torna tiempo…
Figuraciones temporales:
memorias de papel picado. En el principio…
Las estampas que siguen son parte de una crónica de ciertas memorias
del principio, reflexiones que me visitaron en el confinamiento y que
fui publicando en una red social con distintas intenciones: la primera se
debía a una compulsión a hacer memoria, la segunda era la necesidad
de despojarme de las imposiciones de mi condición de académica for-
mada en filosofía, entre ellas el deber de una crítica despiadada que me
imponía una lucidez reflejante del brillo del filo de una navaja. El ser
“población de riesgo” en la pandemia me permitía desnudar mi opción
por la confianza (en lugar de la desconfianza que suele recomendarse
en la crítica, cuya fe ciega en la pretendida lucidez del pesimismo ya no
estaba dispuesta a solapar). Incluso me atreví a exhibir públicamente
mi respeto por la ingenuidad4 dejando fosforescer aquello infantil, im-
presentable para la figura adulto-céntrica que pretende caracterizar al
mundo de la investigación académica. Esto sin duda implicaba asumir
un riesgo en mi reputación que, aunado al físico, ya no deseaba evitar:
pondría a prueba a mis lectores en su capacidad de soportar la modes-
ta humanidad que sostiene a los títulos académicos. El resultado fue
mucho más alentador de lo temido: mayormente recibí comprensión y
aliento, aun de quienes no me lo esperaba.
369
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
5
Para esto, se recomienda leer las “Definiciones de los afectos” en el libro III de la
Ética demostrada según el orden geométrico.
6
A diferencia de Levinas, no considero al conatus essendi una afirmación de la propia
vida a costa del otro sino, fiel a Spinoza, una afirmación de la vida compartida en
medio de la sustancia única e infinita que conforma a la naturaleza de la cual somos
parte inseparable.
370
Cuando la vida se torna tiempo…
7
Si relacionamos la escritura con los elementos, esta imagen de aire es hermana de
la imagen de fuego con la cual los cabalistas describen su lectura de “fuego negro
sobre fuego blanco” en la cual el verdadero sentido de la Escritura se encuentra en
la parte blanca del texto, pues las letras negras son oralidad y comentario. En este
caso, el del papel picado que nos remite al día de muertos en México, el sentido se
presenta en donde se ausenta la materialidad del papel.
371
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Desde sus 5 años, el amor de mi madre tenía clavada en el plexo solar la muerte
de su hermanita de 1, que se reinstaló para siempre desde el cuidado de la
agonía de mi padre. Mi madre velaba a los muertos y velaba por sus hijas.
Ésa era su forma de amar. Mi abuela practicaba un amor colorido, alegre, una
especie de policultivo cariñoso. Su abrazo es inolvidable: yo nadaba con la
oreja pegada a su pecho mullido al son de alguna incomprensible nana ídish y
al ritmo de sus rodillas. Mi abuela era la desmesura en su generosidad: en su
casa había comida suficiente para que la humanidad entera saliera satisfecha
(creo que su verdadero nombre, con la misma inicial de Henie, debería haber
sido Hospitalidad).
Mi abuelo era mesurado (al levantarse de la siesta siempre tomaba un
único traguito de grapa). Su amor por mí se expresaba en un beso en la frente
y un chiste cotidiano: “uno de nosotros dos tomó grapa”. (Me parece que él,
sin saberlo, parodiaba eso que cuenta Nietzsche sobre la antigua función de
alcoholímetro que cumplían los besos). Cuando aparecieron las calculadoras,
me dijo seriamente algo así como: “no uses eso, hay que hacer las cuentas en
la cabeza o con un papel y un lápiz, pero si te acostumbras a esa máquina,
no tiene retorno”. Creo por fin recién ahora entender su temor: nuestra parte
racional nos impele al cálculo, es inevitable (y no debe reprimirse). Entonces
¡guardemos las cuentas para la economía y nada más! Pero si ese aparatito
hace el trabajo que nos corresponde, entonces aquel impulso de calcular, para
probar suerte, migrará a otros ámbitos de la vida, como el amor (en todas sus
formas, también la de la imaginación creadora). La visión economicista del
amor, la extractivista, lo ve como un “recurso no renovable” porque nuestra
inevitable pulsión calculadora se movió de lugar. El amor no es energía fósil.
Son esas semillitas (anhelos transgeneracionales) que, si no germinan hoy en
nosotros, lo harán en nuestros descendientes (biológicos o no, verticales y ho-
rizontales, eso que Levinas llamaba “paternidad”). Además, están las esporas
que nosotros diseminamos. (Para traducirlo al lenguaje del cálculo, invitando
a este último a retornar a su lugar de origen: el amor está condenado a multi-
plicarse exponencialmente y por eso es del reino de lo incalculable).
Cierro con mi madre, para quien el 10 de mayo prendo una vela, su amor
en duelo me regaló generosamente el amor (el cuidado) de sus padres. En esta
foto está ella con su hermano y su hermanita. Hace un tiempo la amplié y, para
mi sorpresa, mis hijos me mostraron que, en el reflejo del vidrio, estaban mis
abuelos.
372
Cuando la vida se torna tiempo…
373
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
374
Cuando la vida se torna tiempo…
375
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Pero Andrés era un pez único porque, tal como le conté a mi prima unos
15 años más tarde... ¡cambiaba de colores! Fue grande la sorpresa de mi madre
cuando me escuchó afirmarlo, con total convicción, a mis casi 20 años... Fren-
te a mi prima, explicó que ese pobre pececito se moría todo el tiempo dentro
del frasco... y mandaban a mi hermana a reponerlo (yo creo que, entre otras
cosas, por esa encomienda —aunque con excusas políticas— ella me sigue
despreciando hasta el día de hoy). Dos muertes queridas eran demasiado para
un corazoncito de 4 años y en el lugar donde los vendían tenían peces de dis-
tintos colores. Mi madre confiaba en que yo sería lo suficientemente distraída
como para no darme cuenta (tal vez, incluso pensó que hubiera heredado el
daltonismo de mi papá) ¡pero no que me aferrara al cambio “orgánico” de
colores de Andrés! Y lo que más le sorprendió (imagino) es que a los 20 años
yo le respondiera que la “verdad” positivista que me revelaba en ese momento
me parecía fútil frente a la “realidad” de tornasol que me guió toda la vida.
Cuando, 21 años más tarde, traduje los textos políticos de Martin Bu-
ber donde decía que los sionistas hegemónicos los consideraban a él y a sus
amigos “unos tontos utopistas” porque, en lugar de un Estado judío, vislum-
braban una confederación de comunidades autónomas sin necesidad de partir
la tierra, me acordé de la verdad de Andrés. (También me lo recordaba Bu-
ber cuando afirmaba, en 1956, que el socialismo utópico era más realizable
que el llamado socialismo real). Ese día pasó algo hermoso: en medio de la
traducción se me atravesó la receta olvidada del pastel de chocolate que mi
madre me hacía cada año por mi cumpleaños. Interrumpí mi trabajo y corrí
a la tienda a comprar los ingredientes: ¡logré recuperar aquel sabor perdido!
...Luego vi el calendario: ese día era el 25 de enero de 2006. Si hubiese vivido,
mi madre habría cumplido 81 años. Brindo por Andrés, por la memoria de mis
padres, por la verdad de la utopía y las promesas de la ficción. (No hay brin-
dis sin tristeza: no me hace feliz que tantas personas —sobre todo familiares
directos— condenen mi utopismo —fiel a la justicia de los profetas— como
tontería, o peor aún, como auto-odio).
De un río al otro se teje el ñandutí. No hay pintor más fiel a los pai-
sajes de mis abuelos que Marc Chagall. En sus imágenes buceo entre
generaciones y callejas de los villorrios judíos de Rusia. Aquel pez ala-
do, violinista sobre el reloj, arrulla a los enamorados, en cuyo abrazo
adivino a mis padres. Mi padre, militante comunista nacido en Argen-
tina, provenía de la estirpe de un narrador ídish (de seudónimo Sho-
lem Aleijem) que pintó con la palabra, la risa y los violines —como
Chagall con su paleta de colores— la vida, los miedos y los sueños de
376
Cuando la vida se torna tiempo…
los campesinos judíos a orillas del río Dniéper. Grande fue mi sorpresa
cuando, recordando el río Paraná y aquel pececito de mis verdades,
supe que esta imagen se llamaba “El tiempo es un río sin orillas”. Entre
el Dniéper y el Paraná, el título chagalliano cubría, bajo un manto de
ñandutí,8 al “tratado imaginario” de historia más veraz que he leído en
mi vida.9
8
Fino encaje cuyo nombre guaraní significa “tela de araña”.
9
Juan José Saer, El río sin orillas.
10
Así se llama en hebreo al Pentateuco (la raíz de la palabra hebrea jumash es también
el número 5).
11
Exégeta francés del siglo xi. La escritura medieval se caracterizaba por unos trazos
pequeños cuya forma recuerda a la flama de una vela.
12
Palabra ídish que significa “abuelo”.
377
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Guarda de encaje en el libro del apátrida. Aquí está la Torá del zeide,
además de la hoja de portada, está la hoja emparchada en el capítulo de
la Torre de Babel. Génesis 11:7. Allí dice “Vamos, descendamos y…”
el verbo hebreo navlá es inquietante. Se tradujo frecuentemente como
“confundamos” su idioma. Meschonnic osó traducir “embabelemos”.13
A mí me gustaría aventurar (en las frágiles hojas del Jumash llegado de
Vilna) “y se marchitará —navlá— su labio”: sfatam (safá) designa tanto
al idioma, a la orilla del río o del mar, como también a un labio. Sigue
Meschonnic: “que no escuche uno la lengua del otro”. Si, lejos del pa-
radigma punitivista de Babel (que castiga las pretensiones nacidas de la
lengua única con la confusión) en lugar de pensar en la palabra “confun-
dida”, acariciamos la rugosidad marchita del labio que la pronuncia para
un oído que no logra escuchar, este relato bíblico se torna un don de sen-
sibilidad. Ya Yeshayahu Leibowitz había advertido que en la unicidad lin-
güística acechaba el pensamiento único. Tal vez por leerlo en la fragilidad
de una hoja “vendada” por las manos arrugadas y venosas de mi primer
maestro, allí donde siempre se ha leído el castigo, yo invito a adivinar el
labio trémulo que expresa la vulnerabilidad de una palabra dada al otro.
(Sospecho que así asumió mi abuelo su condición de “apátrida”, palabra
que me enseñó cada vez que yo le inquiría por su “nacionalidad”: en lugar
de poner el acento en el despojo de la nacionalidad me enseñaba entre
palabras a despojarme de semejante peso). Dicho sea de paso: aprendí en
su voz amarga la palabra “despojo”, pero en su gesto protector grabó a
fuego en mi alma la conjugación reflexiva que me permitiría librarme de
ese vocablo infame.
13
Henri Meschonnic, Au commencement. Traduction de la Genèse.
378
Cuando la vida se torna tiempo…
379
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
380
Cuando la vida se torna tiempo…
Micelio que nutre las lenguas: dicen los que estudian el mundo fun-
gi que los hongos tienen una poderosa red nutricia subterránea tejida
por sus filamentos. Esta figura hace patente el vano miedo a la soledad
expresado por mi madre, que se dejó confundir por la falsa apariencia
solipsista. Los hongos no sólo alimentan a sus semejantes, sino que tam-
bién hacen comunidad formando micorrizas con otras plantas. Adivino
que estos finos tejidos cobijan a nuestros muertos y, a su abrigo, germi-
nan en su memoria aquellas palabras que nos legaron. Así se prepara la
madre tierra, sin prisa, mientras espera nuestro retorno a su seno.
381
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
382
Cuando la vida se torna tiempo…
14
En su época los hongos se consideraban parte de este reino.
15
Grandville, Otro mundo, p. 60.
383
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Bibliografía
384
Apéndice
Gaia. Poemas en la Tierra (selección)
Yaxkin Melchy Yupari
La verdadera risa
Los maestros de Sol Verde son sus amigos:
aprender a cuidarse,
aprender a curarse,
aprender a danzar,
aprender a sentarse,
[387]
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
Hermana vida
Hermana vida,
vaciándome de mí
388
Gaia. Poemas en la Tierra (selección)
389
La literatura como refugio. Palacios de palabras a lo largo del mundo
y estaré contigo
porque eres mi hermana
y somos hijos
del Gran Misterio del Cosmos
14 de febrero
(tomando a mi hermana de la mano en el hospital).
390
La literatura como refugio.
Palacios de palabras a lo largo del mundo,