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Arte Medieval
Arte Medieval
Arquitectura Románica
El arte románico surge del empuje arquitectónico y renovador propiciado por la orden
religiosa de Cluny, cuyos monjes extendieron el estilo por toda Europa predicando al tiempo la
austeridad moral. Este nuevo orden se desarrolla inicialmente en Francia y Alemania, exentas de
preocupaciones militares imperiosas, y se extendió de forma paulatina por otras naciones.
Como consecuencia de su origen, la arquitectura románica se desarrolló de manera
preferente alrededor del monasterio, núcleo religioso, económico y cultural; feudo eclesiástico. En
él pueden distinguirse dos partes: las tierras que proporcionan las rentas a la comunidad religiosa
y el monasterio propiamente dicho, en el que habita dicha comunidad. El conjunto se completa
con el claustro, el refectorio, las celdas, el escriptorio, almacenes, bodega, etc.
Se caracteriza por los muros gruesos de mampostería revestidos con sillares de piedra
labrada; el pilar, que puede tener columnas adosadas; el arco de medio punto, generalmente
doblado, (uno mayor cobijando a otro menor); las arquivoltas (arcos concéntricos en los vanos),
que van reduciendo el ancho de la abertura; la bóveda de cañón, dividida en tramos por arcos
fajones apoyados en pilares que se corresponden en el exterior con los contrafuertes; la bóveda de
arista para tramos cuadrados; la de horno para ábsides; las cúpulas sobre trompas o pechinas, que
permiten el paso de la planta cuadrada o rectangular del tramo a la poligonal o circular de la
cúpula; y el predominio del muro sobre el vano. El templo suele tener una o tres naves, de las
cuáles la central es más ancha y también más alta para abrir vanos y permitir la iluminación; un
crucero y una cabecera que, precedida de un tramo recto, está rodeada de capillas semicirculares.
En las iglesias de peregrinación, era en la girola, que facilitaba el acceso a las reliquias, donde se
abría esta corona de capillas.
Escultura
Todas las manifestaciones de la escultura románica (relieve, estatuas, etc.) tienen una
doble función: complementar las obras arquitectónicas y servir como elemento decorativo. El
escultor románico somete las figuras a las exigencias de la arquitectura, por lo que muchas veces
no duda en variar los cánones o en imprimir movimiento a sus obras.
La escultura habla al fiel en su lenguaje plástico de los peligros del mundo, de las luchas
entre el Bien y el Mal y, en especial, del Juicio Final. En la representación de las figuras domina
la tendencia simbolista; así, Cristo suele ser representado rígidamente clavado en la cruz, con los
ojos muy abiertos y una gran carga de mayestático hieratismo.
La portada principal y los capiteles del claustro son los espacios preferidos para la
representación plástica. La temática es repetitiva. En el tímpano se representa la visión
apocalíptica del Pantocrátor rodeado de los símbolos de los cuatro evangelistas (Tetramorfos), que
en ocasiones se sustituye por la representación del Juicio Final. En los capiteles del claustro
abundan los motivos geométricos, vegetales y animales, reales o imaginarios, que a veces se
convierten en verdaderos monstruos de la imaginación. Esta tendencia se acentúa en la fase tardía
del románico, donde la necesidad expresiva permite un extraordinario desarrollo de la intuición
creadora del artista.
Pintura
La pintura románica aparece dominada por igual espíritu e iguales formas. Al servicio de
la arquitectura, encontró su aplicación en los frescos, pero también ocupó un importante lugar en
el arte del libro, en forma de láminas iluminadas, según la tradición iniciada en Irlanda, realizadas
en los talleres de las grandes abadías y en otros centros culturales.
Dentro de este arte iluminista destacan la escuela clásica inglesa y la italiana, influenciada
por modelos bizantinos. En España la pintura románica mural alcanzó gran perfección,
especialmente en Cataluña.
La orfebrería y el arte del marfil tuvieron también un gran desarrollo durante el periodo
románico. De la artesanía textil, también al servicio de lo religioso (capas, casullas, etc.) se
conserva un célebre ejemplar profano: la tapicería de Bayeux, bordado interesantísimo por su
particular concepción.
El Arte Gótico
La denominación gótico fue empleada por el Renacimiento, en particular por el historiador
Giorgio Vasari, para definir el arte medieval situado entre la Antigüedad clásica y el propio
Renacimiento. Con ello se adjudicaba la creación de dicho arte a los godos, y la palabra gótico
constituía un sinónimo de bárbaro. Esta actitud persistiría hasta el Romanticismo, cuando se inició
la revalorización de esta etapa medieval.
El gótico abarca aproximadamente desde el año 1150 hasta comienzos del siglo XVI,
aunque la cronología varía según los países.
La diferencia exterior más apreciable entre el gótico y el románico es que la nueva
concepción tiende a sustituir los elementos macizos por una estructura vertical y ligera,
sustentada, como apuntábamos anteriormente, en la utilización del arco apuntado.
Arquitectura gótica
Las características diferenciales entre la arquitectura gótica y la románica son las que se
desprenden de un sistema constructivo que equilibra armoniosamente las fuerzas y las aprovecha
al máximo en los elementos de sustentación (columnas, pilares, contrafuertes, bóvedas de arista,
arbotantes, etc.), que son los que desempeñan la función principal.
Se reforzaron los contrafuertes y la presión en la bóveda de la nave recaía sobre el tejado
de los pasillos laterales por medio de arcos arbotantes. Éstos se apoyaban en los contrafuertes
exteriores, que se extendían y ensanchaban hasta fundirse con la pared exterior.
Las paredes se convirtieron en simples elementos de separación, ya que dejaron de
soportar el peso y aguantar la presión del tejado. De esta forma, los muros pudieron aligerarse
progresivamente y casi ser sustituidos por grandes superficies de iluminación (ventanales,
rosetones, etc.), y los edificios pudieron ser cada vez más elevados.
El monumento más importante de la arquitectura gótica es la catedral, que se construye en
el centro de la ciudad. Tuvo un doble carácter, religioso y civil, ya que sirvió para el culto y
también para que las corporaciones pudieran reunirse a fin de discutir sus intereses, para la
celebración de fiestas de carácter popular y para la representación de misterios, etc. Esta función
social refleja el espiritualismo humanista del gótico, presente en todo el pensamiento de la época,
que contrasta con la rigidez ascética de la ortodoxia románica. Consecuencia directa es el auge de
la arquitectura civil, si bien ésta nunca alcanza el esplendor de las construcciones catedralicias.
Los elementos formales y estructurales característicos de la arquitectura gótica son el arco
apuntado, la bóveda de crucería y el arbotante. A partir de ellos, el estilo evolucionó con extrema
rapidez, siempre en el sentido del “vaciado” de los muros, el incremento de la altura, la
acentuación del impulso vertical de las naves y la proliferación de las formas.
Escultura
Pintura
La estructura del templo gótico deja pocos espacios aptos para ser decorados con pinturas
murales, y esa posibilidad de desarrollo pictórico es compensada por las vidrieras de los
ventanales y las pinturas sobre tablas de las capillas secundarias y del retablo principal, en el que
se alcanzan interesantes cotas.
Se mantiene asimismo la tradición de la pintura miniada, y alcanzan gran desarrollo
técnicas menores como la tapicería. Aunque predominan los temas religiosos, con aportaciones
tan extraordinarias como las vidrieras de la catedral de Chartres, la aparición de la burguesía
como posible cliente favorece el uso de algunos temas profanos.
En Italia la pintura, tanto mural como de tabla, alcanza un desarrollo extraordinario en
estos años, aunque sin incardinarse planamente en el estilo gótico. Se desarrolla en Florencia una
escuela excepcional, iniciada por Cimabue (h. 1240 – 1302), que alcanza su culminación Giotto
(h. 1266 – 1337), considerado el fundador de la pintura moderna, que trasciende las formas del
gótico y de la escuela italobizantina, adoptando a la vez un estilo realista y una interpretación
intelectual de la luz y las formas. Esta renovación proporcionada por Giotto será continuada un
siglo más tarde, en el Renacimiento, por Massacio, y sus coetáneos holandeses.
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Instituto de Humanidades
Enrique Curti Canobbio
Coronel
Curso : 8º año A