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ENFERMEDADES PARASITARIAS O PARASITOSIS

La Parasitología es el
nombre que recibe
aquella disciplina que
forma parte de la
Biología y que aborda
especialmente el estudio
de los parásitos. Cabe
destacarse que el
parásito es un tipo de
organismo animal o
vegetal que se caracteriza por vivir de otra especie, es decir, se alimenta de
otro organismo al cual termina por debilitarlo. Normalmente no consigue
matarlo. En algunos casos al parasitismo se lo considera un tipo especial de
depredación

La parasitología se inicia con el hallazgo de los parásitos por el hombre, hecho


que tiene su origen en los
tiempos más remotos.

Los médicos chinos en la


antigüedad, podían distinguir los
cuadros clínicos podían
distinguir los cuadros clínicos del
paludismo por el tipo de fiebre
que observaron en: terciaria,
cuartana, estibotoñal, y
relacionarlas con el paludismo
como hicieron los griegos y
romanos siglos más tarde.
Moisés entre los israelitas y
después de haber recibido
instrucción medica con los
sacerdotes egipcios, dicto leyes
sanitarias para proteger a su
pueblo de plagas de insectos y de
la carne de animales infectados
con “piedras” (cistecercos) que en
los cerdos reconocían por el
examen que mediante la
inspección de la lengua.

Los griegos estaban familiarizados con algunos céstodos (gusanos planos) ya


que Hipócrates diagnosticaba el quiste hidatídico y descubrió una técnica para
extirparlo del cuerpo humano. Quizá uno de los primeros intentos de
clasificación de parásitos fue realizado por Avicena medico persa (981-1037
d.c.) al describir gusanos cilíndricos que probablemente era áscaris
lumbricoides, asi como gusanos planos taenia saginata; además señalo los
síntomas producidos por estos parásitos y prescribió remedios contra ellos.
Durante los años 700 a 1600 d.c. hubieron muy pocas aportaciones para el
adelanto de la parasitología, ya que fue la época del oscurantismo de las
ciencias, aun cuando el
incremento de las

enfermedades parasitarias
entre los hombres fue muy importante, debido a las condiciones de vida
insalubres y a los tratamientos poco efectivos con que se contaba. Durante
este lapso de tiempo, uno de los pocos avances notables fue el realizado por
Jean de Brie (1379) al describir a fasciola hepática en los conductos biliares de
borregos, el de gessner que, en 1558, señalo infecciones humanas producidas
por las formas larvarias de taenia solium.

La primera aportación en forma de libro dedicado a la parasitología fue el


publicado por Francisco Redi (1684), así como los estudios que realizo sobre la
generación espontánea , la cual combatió contundamente. Hacia 1717 Lauscisi
publico sus investigaciones realizadas en mosquitos y el posible papel que
tiene como agente causal de paludismo. Pero quizá el nacimiento real de la
parasitología se inicia en la época de Leewenhoeck (1632-1723) con el invento
del microscopio, que después fue mejorado, aparato que le sirvió para realizar
múltiples observaciones y la descripción mediante cartas y dibujos de sus
famosos “animaliculos” reconocidos, muchos de ellos, como bacterias y
protozoos, a los que observo en agua estancada de lluvias, saliva, materia
fecal, etc.
En 1849, gross describe la amiba del hombre, entamoeba histolytica en la
materia fecal de una persona enferma con diarrea y demostró la patogenicidad
de este protozoo al infectar a un perro. En 1903, Schaudin estableció las
diferencias morfológicas entre entamoeba histolytica y E. coli. Manson (1877-
78) describió el mecanismo de transmisión de wuchereria bancrofti (filaria) por
culex quinquefasciatus y el descubrimiento de los plasmodios se debió a
Laveran, en 1880.

La transmisión de enfermedades parasitarias por artrópodos, fue puesta de


manifiesto con los trabajos realizados por Melnikov (1868) que al estar
estudiando piojos de perros, encontró el estadio larvario de Dipylidium caninum
(céstodo de perros).

Sir Ronald Ross (1898) demostró el desarrollo de la malaria o paludismo aviar


en los monos y, en 1900, Reed encontró que el díptero Aedes aegypties es el
transmisor de la fiebre amarilla urbana.

Entre los parasitólogos


latinoamericanos, el doctor Carlos
Chagas medico brasileño, fue en
1909 el descubridor de
trypanosama cruzi, agente
etiológico de la enfermedad de Chagas , así como casi todo lo relacionado con
dicha enfermedad.

Aristóteles (384 – 322 a. C.) describió y clasificó un grupo de gusanos


(helmintos) intestinales. Otros como Plinio el Viejo y Galeno estudiaron
parásitos humanos y animales.

En la edad Media el sabio Avicena elaboró en Persia un tratado completo sobre


helmintos y nematodos y métodos para combatirlos y curarlos.

Francesco Redi (1686) y luego


Lázaro Spallanzani. (1729-1799)
usaron parásitos como evidencia
para refutar la teoría de la
generación espontánea. Desde
entonces cada parásito tiene su
anécdota; a finales del siglo XIX,
por ejemplo, se descubrió la
malaria y su vector.

Muchos parasitólogos iniciaron observaciones al microscopio para descubrir


distintos protozoarios, pero realmente el primer protozoario de tipo parásito que
se observó fue por los doctores suizos Malmsten (1857) y Stein (1862)
descubriendo Balantidium coli, que es uno de los protozoarios más grandes y
que habita en los intestinos del cerdo.

Redi, en 1684 escribió el primer libro


sobre "Parasitología". Sin embargo en
el Papiro de Eber 1600 años antes de
JC., se describe a la "Tenia Saginata"
que es un cestodo patógeno del
hombre y para cuyo tratamiento se
incluía la " infusión de corteza de granado”. Aristóteles en Grecia también se
interesó por el estudio de los cestodos y Avicena describió varios parásitos con
gran aproximación, comenzando inclusive a usar medicamentos
antihelmínticos con éxito.

Es evidente que en todas las


latitudes a través de la historia
existía un marcado interés por
las enfermedades que eran
transmitidas en forma directa o a
través de vectores. Estos
vectores son organismos vivos
que teniendo en su interior al
parásito o a los huevos de este,
son capaces de infectar a otro ser viviente. El mejor ejemplo lo constituyen las
moscas comunes que transportan en sus patas microorganismos que al
posarse luego sobre alimentos, los contaminan y son la causa de infección del
huésped que los recibe.

En 1817, Golfuss utiliza por primera vez el término "Protozoa" y varios años
más tarde Gross, en 1849, define a la Entoameba Gingivalis como parásito del
organismo humano. En 1875 Lösch en su estudio "Desarrollo masivo de
amebas en el instestino grueso", describe en forma precisa la Entamoeba
Histolytica, protozoario que dentro de este género ha sido el responsable de la
presentación de la enfermedad en millones de pacientes en todo el mundo. El
descubrimiento realizado
por el médico ruso
Friedrich Lósch en un
paciente que falleció a
consecuencia de una
disentería, fue el de aislar el trofozoito en las heces y en las lesiones ulcerosas
que se presentaron en el colon del infortunado individuo.

Sin embargo solo después de los trabajos


de Kartulis (1886), Hlava (1887) y
Concilman (1991) se responsabiliza a la
"Entamoeba Histolytica" como causante
directa de la hoy llamada "proctocolitis
amebiana" y se describe además al
"absceso hepático amebiano" como la
complicación mas grave de este
padecimiento. Pero las amebas histolyticas
capaces de provocar graves transtornos intestinales, son también las
responsables directas de miles de muertes anuales en todo el mundo a causa
de daños y complicaciones intestinales y extra intestinales.

Schaudin en 1903, denomina Entamoeba Histolytiva a este género de


Protozoario, de la familia de la Endamoebidae, clase Sarcomastigophora,
superclase Sarcodina, que se caracterizan además por el tipo de movimientos
que realizan a través de pseudópodos que es su material protoplasmático
locomotor.

Los protozoarios son el grupo de parásitos al que pertenecen las diferentes


formas y tipos de amebas. Tienen la característica de ser microorganismos
unicelulares, lo que equivale a decir que
en una sola célula se realizan las
funciones esenciales para la vida como
son: el metabolismo y la reproducción. Lo
curioso de estos parásitos es la facultad
que tienen algunos de ellos (nos referimos
a los protozoarios flagelados), de producir a partir de substancias inorgánicas
del medio ambiente; elementos nutritivos que requieren para vivir. Son por
tanto el tipo más primitivo y elemental de vida animal y una de las
demostraciones de que la vida animal y vegetal pueden tener orígenes
comunes. Los protozoarios tienen incluso un "ano celular" llamado también
"citopigio", que se encarga de eliminar mediante expulsión, todos los restos de
las substancias utilizadas para su alimentación.

No se debe menospreciar desde


el punto de vista médico, el
extraordinario poder para
engullir de las amebas
histolyticas. Pueden hacerlo
durante todo el día, incluso entre
ellas o con formas de animales
mucho más grandes. Por eso su importancia en el origen de las enfermedades
causadas por estos micro organismos vivientes, de estructura sencilla, que
pueden en determinados casos ser causa de afecciones graves y aún
mortales. La ameba no produce substancias tóxicas; lo que provoca es una
lesión al comienzo microscópica y luego macroscópica en un segmento
intestinal como el colon que esta cargado de bacterias. Estas además, pueden
penetrar junto con el parásito y causar micro ulceraciones responsables de las
colitis mixtas (amebianobacterianas) de diferente evolución según el daño
causado y el huésped que lo padece.

Se conoce como Metazoarios a los microorganismos que a diferencia de los


Protozoarios se caracterizan por ser organismos pluricelulares. Es decir que
tanto en su estructura, constitución y formación, intervienen varias formas
celulares especializadas en las diferentes funciones metabólicas y de
reproducción.
La historia permite conocer el pasado, comprender el presente y prever hasta
cierto punto el futuro. En este capítulo se muestra la secuencia en que
surgieron los conocimientos de la parasitología actual. No se incluyen todos los
sucesos relevantes, con fechas y nombres de los personajes que llevaron a
cabo los descubrimientos de los parásitos, ni los ciclos biológicos o las técnicas
de diagnóstico. Esa información puede encontrarse en tratados completos que
los detallan (Grove, 1990; Ackernecht, 1965; Chernin, 1977). Sin embargo, en
este capítulo se sintetiza, de manera global y con base en una perspectiva
crítica y significativa, la manera en que se desarrolló la parasitología y algunos
ejemplos de sus experiencias más representativas.

A medida que los humanos fueron desplazándose en diferentes direcciones,


tuvieron que adaptarse a las condiciones ambientales de una zona particular y
alimentarse de sus fuentes naturales. Hoy se sabe que existe una amplia gama
de microorganismos en diferentes orígenes y que forman parte de la biosfera.
Conforme la gente se extendía hacia nuevas regiones, entraba en contacto no
sólo con la flora y la fauna de esas zonas, sino también con los
microorganismos presentes en vegetales, animales, tierra o agua; de igual
modo, algunos animales infectados se convertían en fuente de contaminación
para las personas cuando interactuaban con ellos. Los insectos que portaban
algún patógeno lo transmitían, sea que los humanos se alimentaran o se
protegieran de ellos. Así, cuando un grupo contraía la infección por un parásito,
lo adoptaba y transportaba a otros sitios o lo diseminaba a otras personas o
animales. En otras palabras, la migración de la gente conducía a la
transportación del microorganismo infeccioso hacia nuevas áreas en las que
habitualmente no se encontraba.

Cuando las personas padecían un problema de salud por la infección de un


microorganismo, una preocupación evidente era la aparición de síntomas. En
ese momento la gente trataba de conocer las causas de la enfermedad, el
origen de sus síntomas y la forma de curarse. Las primeras observaciones de
enfermedades parasitarias proceden con toda seguridad del mismo inicio de la
historia, cuando alguien advirtió que la materia fecal contenía gusanos en
forma de lombrices de tierra (Ascaris lumbricoides), o que eliminaba en sus
heces organismos en forma de cinta de varios metros de longitud (tenias). Sin
embargo, no fue sino hasta que el microscopio hizo posible reconocer los
parásitos no observables a simple
vista, cuando fue posible identificar
las causas de los signos y síntomas
de la afección, como diarrea
mucosa y sanguinolenta, fiebre o
vómitos.

Es una enfermedad infecciosa


causada por protozoos, vermes
(cestodos, trematodos, nematodos) o artrópodos. Las parasitosis son
estudiadas por la parasitología. No se consideran parasitosis las infecciones
por hongos, bacterias o virus que, tradicionalmente, han sido estudiados por la
microbiología.

Las enfermedades parasitarias pueden adquirirse a través de los alimentos o


del agua contaminada (como la fascioliasis o la teniasis), por la picadura de un
insecto (como la malaria o la enfermedad del sueño) o por contacto sexual
(como las ladillas), y pueden causar desde molestias leves hasta la muerte.

Las infecciones parasitarias causan enormes daños en las regiones tropicales


y subtropicales. De todas ellas, la malaria causa el mayor número de muertes a
nivel mundial, aproximadamente 1 millón de personas mueren cada año de
malaria, la mayoría niños pequeños del África Subsahariana.
Según el agente causal, las parasitosis pueden ser:

 Protozoosis. Enfermedades parasitarias causadas por protozoos, que


son organismos unicelulares eucariotas; como la malaria,
tripanosomiasis africana, giardiasis, etc.
 Helmintiasis. Enfermedades parasitarias causadas por gusanos
(vermes o helmintos) que son animales (pluricelulares y eucariotas) de
cuerpo alargado y blando; a su vez pueden ser:
o Trematodiasis. Enfermedades parasitarias causadas por
trematodos, vermes planos del filo platelmintos; como la
esquistosomiasis, la fascioliasis, etc.
o Cestodiasis. Enfermedades parasitarias causadas por cestodos,
vermes planos del filo platelmintos; como la teniasis, la
cisticercosis, la hidatidosis, etc.
o Nematodiasis. Enfermedades parasitarias causadas por
nematodos o vermes cilíndricos, como la filariasis, triquinelosis, la
elefantiasis, etc.
 Ectoparasitosis. Enfermedades parasitarias producidas por artrópodos
que infestan la superficie corporal; como las miasis, la pediculosis, etc.

Uno de los fenómenos más sorprendentes de los observados en los animales


es el parasitismo. El número de organismos conocidos de vida parasitaria es
muy elevado. Existe una gran cantidad de especies cuya supervivencia está
relacionada con la de otras y dependen, en distinta medida, de ellas. Esta
dependencia no implica que los animales parásitos sean organismos
degenerados o deficientes, al contrario, a la vida parasitaria se ha llegado tras
largo tiempo de evolución, en el que los parásitos han ido superando barreras y
adaptándose a vivir en, o sobre sus hospedadores. La denominación “parásito”
se ha utilizado para designar a organismos que abusan de otros para su
subsistencia y la realidad es que, en ocasiones, los efectos de los parásitos
causan daños poco detectables. Del millón y medio de especies animales
conocidas, se considera que
más del 10% tienen vida
parasitaria. Muchos animales
de vida libre tienen asociados
un gran número de parásitos
específicos, como sucede con
la gaviota (Larus argentatus) en
la que se han encontrado 151
tipos de gusanos intestinales, o el hombre, que alberga más de 342 formas
parasitarias diferentes.

La Parasitología nació como una disciplina dentro de la Zoología, y en sus


orígenes fue esencialmente descriptiva. En consecuencia, los primeros
parásitos descritos fueron metazoos, y con el empleo posterior del microscopio
se amplió al campo de la Protozoología. La expansión colonial europea y la
constatación de los graves problemas para la salud humana y de los animales,
que son causados por parásitos sobre todo en las zonas tropicales, conllevaron
un aumento en el interés médico por la parasitología (ver abajo). Como
consecuencia, la parasitología comenzó a estudiarse desde una perspectiva
etiológica-patológica, en la que la relación parásito-hospedador desempeña un
papel clave. Los llamativos mecanismos de adaptación presentes en estos
sorprendentes organismos pronto estimularon estudios más profundos. Fruto
del interés por estos organismos, cabe mencionar que muchos avances en la
ciencia básica se han producido a partir de las investigaciones con parásitos.

La importancia de los parásitos desde una perspectiva sanitaria es indiscutible.


Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud indican que hay más de
260 millones de personas que padecen malaria, 200 millones sufren
esquistosomiasis, 500 millones de afectados por amebiasis, 700 millones con
ascariasis, y más de 40 millones con patologías producidas por
tripanosomátidos (la enfermedad del sueño, la enfermedad de Chagas o las
leishmaniasis).

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