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Rosario al Espíritu Santo

¿Cómo se rezarlo?:

1. Señal de la cruz…

2. VEN SANTO DIVINO (SECUENCIA)


Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,


descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,


divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,


sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,


según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

1
3. Credo

4. Padrenuestro

5. Gloria al Padre

6. Los Misterios del Espíritu Santo (El orden es: Don de Temor
de Dios; Don de Piedad; Don de Fortaleza; Don de Consejo; Don de
Entendimiento; Don de Sabiduría)

- Ven Espíritu santo con tu don de . . . . .(Se nombra el don que


corresponde)…llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el
fuego de tu amor

- Animador: Envía, Señor tu Espíritu y todos será creado

- Todos: Y renovarás la faz de la tierra.

Terminada de rezar 7 veces se dice:

- Gloria al Padre…

- Jaculatoria: Oh Dios, que aleccionaste los corazones de tus fieles con


la ciencia del Espíritu Santo, haz, que guiados por ese mismo Espíritu,
saboreemos la dulzura del bien y gocemos siempre de tus divinos
consuelos.

(Se vuelve rezar la oración del Espíritu Santo con su siguiente don hasta
completar las secuencias de los siete dones).

7. En la última tres cuentas se invoca:


Ven Espíritu Santo,… aumenta nuestra Fe.
Ven Espíritu Santo,… aumenta nuestra Esperanza.
Ven Espíritu Santo,… aumenta nuestra Caridad.

8. Gloria al Padre…

LETANÍAS AL ESPIRITU SANTO

Señor, ten piedad de nosotros... R/ Señor, ten piedad de nosotros

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Cristo, ten piedad de nosotros... R/ Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros... R/ Señor, ten piedad de nosotros

Padre Omnipotente... R/ ten piedad de nosotros.


Jesús, Hijo eterno del Padre y Redentor del mundo... R/ sálvanos.
Espíritu del Padre y del Hijo y Amor infinito del Uno y del Otro... R/
Santifícanos.
Trinidad Santísima... R/ Óyenos.

* A las siguientes letanías respondemos: R/ Ven a nosotros.

Promesa del Padre…


Don de Dios Altísimo…
Rayo de luz celeste…
Fuente de agua viva…
Espíritu de amor y de verdad…
Fuego abrasador…
Autor de todo bien…
Unción espiritual…
Caridad ardiente…
Espíritu de sabiduría…
Espíritu de entendimiento…
Espíritu de consejo y fortaleza…
Espíritu de ciencia y de piedad…
Espíritu de temor del Señor…
Espíritu de gracia y de oración…
Espíritu de paz y de dulzura…
Espíritu de modestia y de inocencia…
Espíritu consolador…
Espíritu santificador…
Espíritu que gobierna la Iglesia…
Espíritu que llenas el universo…
Espíritu de adopción de los hijos de Dios…

* A las siguientes letanías respondemos: R/ Te rogamos, óyenos

Espíritu Santo, imprime en nosotros el horror al pecado…


Espíritu Santo, ven a renovar la faz de la tierra…
Espíritu Santo, derrama tus luces en nuestra inteligencia…
Espíritu Santo, graba tu ley en nuestros corazones…
Espíritu Santo, abrásanos en el fuego de tu amor…
Espíritu Santo, ábrenos el tesoro de tus gracias…
Espíritu Santo, enséñanos a orar como se debe…
Espíritu Santo, ilumínanos con tus inspiraciones celestiales…
Espíritu Santo, concédenos la única ciencia necesaria…
Espíritu Santo, inspíranos la práctica de tus virtudes…
Espíritu Santo, haz que perseveremos en tu justicia…
Espíritu Santo, sé Tú mismo nuestra recompensa…

3
Espíritu Santo, no permitas que nos separemos de ti por la ilusión
material…

Cordero de Dios que borras los pecados del mundo: --- R/ Envíanos tu
Espíritu Santo.
Cordero de Dios que borras los pecados del mundo: --- R/ Envíanos tu
Espíritu Santo.
Cordero de Dios que borras los pecados del mundo: --- R/ Derrama en
nuestras almas los dones del Espíritu Santo.
Cordero de Dios que borras los pecados del mundo: --- R/ Infúndenos
el Espíritu de sabiduría y devoción.
Ven ¡Oh Espíritu Santo! llena con tus dones los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.

OREMOS

Señor, que la fortaleza del Espíritu Santo venga en nuestra ayuda para
que se digne lavar las manchas de nuestros corazones y protegernos
contra nuestros enemigos. Por Cristo Nuestro Señor. Amen.

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.

Recibe, ¡Oh Espíritu Santo! la consagración perfecta y absoluta de todo


mi ser que te hago en este día, para que te dignes ser en adelante, en
cada uno de los instantes de mi vida y en cada una de mis acciones: mi
director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reserva a tus operaciones divinas y quiero ser


siempre dócil a tus Santas Inspiraciones.

Oh Santo Espíritu, dígnate formarme con María, y en María, según el


modelo de nuestro Divino Jesús!

Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu


Santificador.

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NOVENA AL ESPIRITU SANTO (COMPLETA)
San Alfonso María de Ligorio

Sugerimos leer las recomendaciones dadas

La Novena al Espíritu Santo, frecuentemente se reza en forma


individual pero se puede hacer en comunidad.

Se reza el día (meditación) correspondiente, es decir, solamente una


meditación con la oración cada día durante los nueve días.

INTRODUCCIÓN

Entre todas las Novenas, la del Espíritu Santo ocupa el primer


lugar, por haber sido celebrada primeramente por los Apóstoles y la
Santísima Virgen en el Cenáculo y por su riqueza de prodigios y dones,
y un especial del don mismo del Espíritu Santo, que Jesucristo nos
mereció con su Pasión.

Esto es lo que nuestro Salvador quiso enseñarnos cuando dijo a


sus discípulos que si no moría, no podría enviarnos al Espíritu Santo:
“porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes, pero si me voy, se
los enviaré” (Jn. 16, 7). Sabemos además por la fe que el Espíritu Santo
en el amor mutuo que sienten Dios Padre y el Verbo eterno.

Por esto el don del amor que el Señor concede a nuestros


corazones, y que es el mayor de todos los dones, se atribuye
especialmente al Espíritu Santo, según enseña el Apóstol: “… el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que
nos ha sido dado” (Rom. 5, 5).

Conviene, pues, que en esta Novena consideremos principalmente


la grandeza del Amor divino, a fin de concebir un vivo deseo del mismo
y de procurar de obtenerlo con prácticas de piedad y sobre todo con
oraciones fervorosas, ya que Dios: lo ha prometido a quien lo pida
humildemente: “el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que
se lo pidan” (Lc. 11, 13).

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PRIMERA MEDITACION (1er. día)
EL AMOR ES FUEGO QUE INFLAMA

Ordenó Dios en la antigua Ley que en su altar ardiera


continuamente el fuego:

San Gregorio dice que los altares de Dios son nuestros corazones
donde Él quiere que siempre arda el fuego de su amor divino. Y por esto
el Eterno Padre, no contento con habernos dado a Jesucristo, su Hijo, a
fin de salvarnos por su muerte, quiere darnos ahora al Espíritu Santo,
para que habite en nuestros corazones y tengamos continuamente
acceso a su amor.

Y Jesús mismo dijo que había venido a la tierra para inflamar


nuestros corazones con este santo fuego, y que no deseaba otra cosa
que verlo ardiendo: _“Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, y como
desearía que ya estuviera ardiendo. “(Lc. 12, 49), y por eso, olvidándose
de las injurias e ingratitudes de los hombres recibidas en esta tierra,
una vez que subió al Cielo nos envió al Espíritu Santo.

Oh, Redentor amantísimo. Conque tanto en tus penas y


humillaciones, como en tu gloria, siempre nos amas!

Por esto el Espíritu Santo quiere aparecer en el Cenáculo en


forma de lenguas de fuego, que descendieron por separado sobre cada
uno de ellos, (Hech. 2,3). Y por eso la Santa Iglesia nos hace pedir: Te
suplicamos Señor que nos inflames en aquel fuego que Nuestro Señor
Jesucristo envió a la tierra y que El deseó ardientemente ver encendido.
Este pues, ha sido aquel santo fuego que ha movido a los santos a
hacer grandes cosas por Dios, a amar a los enemigos, a desear los
desprecios, a despojarse de todos los bienes terrenos y a abrazarse con
alegría aún a los tormentos y a la muerte. El amor nunca sabe estar
ocioso y nunca dice basta.

Un corazón que ama a Dios, cuanto más hace por el amado, más
desea hacerlo para darle gusto y ganarse más su amor.

Este santo fuego se enciende en la oración: “El corazón me ardía


en el pecho, y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba, ¡hasta que al
fin tuve que hablar!” (Sal.39, 4). Si deseamos, pues, arder en amor a
Dios amemos la oración. Este es el horno feliz donde se enciende este
divino ardor.

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ORACION

Dios mío, hasta ahora nada he hecho por Ti, y Tú has hecho tanto
por mí. ¡Mi tibieza mucho te incita a vomitarme!

Espíritu Santo, calienta lo que está frío; líbrame de mi tibieza y


enciende en mí un gran deseo de agradarte. Desde ahora renuncio a
todos mis gustos y prefiero la muerte a causarte el más mínimo disgusto.

Ya que apareciste en formas de lenguas de fuego, yo te consagro


mi lengua, para que no te ofenda más. ¡Tú me la diste para alabarte y yo
sólo me he servido de ella para ultrajarte y aun mover a otros a
ofenderte! Me pesa con todo mi corazón haberlo hecho.

Por el amor de Jesucristo que en su vida tanto te honró con su


lengua, haz que también yo desde este momento te honre siempre
recitando tus alabanzas, invocándote con frecuencia para que vengas en
mi ayuda y hablando de tu bondad y del amor infinito que Tú mereces.

Te amo, mi Supremo bien, te amo, Dios de amor.

María, tú eres la esposa más querida del Espíritu Santo: pídele


para mí este santo fuego.

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SEGUNDA MEDITACIÓN (2° día)
EL AMOR ES UNA LUZ QUE ILUMINA

Uno de los mayores daños que nos ocasionó el pecado de Adán


fue el dejar oscurecida la razón por las pasiones que ofuscan la mente.
¡Pobre el corazón que se deja dominar por cualquier pasión!

La pasión es una nube, un velo que no nos deja ver más la


verdad.

Y ¿cómo puede huir del mal el que no conoce qué es el mal?

Por eso esta oscuridad va creciendo a medida que van creciendo


también nuestros pecados.

Pero el Espíritu Santo que se llama luz beatífica es el único que


no sólo enciende nuestros corazones en el amor, sino que también
disipa las tinieblas y nos hace conocer el valor de los bienes eternos la
importancia de la salvación, el precio de la gracia, la bondad de Dios, el
amor infinito que El merece y el amor eterno que El nos tiene.

"El hombre carnal no valora lo que viene del Espíritu de Dios"


(Cor. 2, 14), el hombre embarrado en los placeres del mundo conoce
poco de esta verdad y por eso, insensato, ama lo que desearía odiar y
odia lo que desearía amar:

Santa María Magdalena de Pazzis exclamaba "; Oh amor no


conocido, oh amor no amado!".

Por eso dice Santa Teresa que Dios no es amado porque no es


conocido.

Por eso los santos pedían siempre a Dios luz: "Envíame tu luz"
(Saļ. 43, 3), "ilumina mis tinieblas" (Sal. 18, 29) "abre mis ojos" (Sal.
119, 18). Sí, porque sin luz no podemos evitar los precipicios, ni
podemos encontrar a Dios.

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ORACION

¡Santo y divino Espíritu! Creo que eres verdadero Dios, pero un solo
Dios con el Padre y con el Hijo.

Te adoro y reconozco como dador de todas las luces con las que me
has hecho conocer el mal que he cometido al ofenderte y la obligación que
tengo de amarte. Te lo agradezco y me arrepiento de haberte ofendido:
merecería que me abandonaras en mis tinieblas pero veo que aún no me
has abandonado.

¡Continúa Espíritu eterno, iluminándome! Hazme conocer siempre


tu infinita bondad, y dame la fuerza para que de ahora en adelante
pueda amarte con todo el corazón: añade gracia tras gracia para que
quede dulcemente preso e impulsado a no amar a otra cosa sino a Ti: te
lo pido por los méritos de Jesucristo. ¡Te amo, mi Supremo bien! Te amo,
acéptame y no permitas que me separe de Ti

María, madre mía, asísteme con tu intercesión.

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TERCERA MEDITACIÓN (3° día)
EL AMOR ES AGUA QUE SACIA

El amor se llama también fuente viva. Dijo nuestro Redentor a la


Samaritana: “El que beba del agua que yo le daré, nunca tendrá sed"
(Jn. 4, 13).

El amor es agua que sacia: el que ama a Dios con todo el corazón
ya nada más quiere porque en Dios encuentra todo bien, y así, contento
con Dios, ya repitiendo feliz: "¡Mi Dios y mi todo!"

"¡Dios mío! Tú eres todo mi bien".

Por eso se queja Dios de tantos corazones que van mendigando


miserias y gustos pasajeros a las criaturas y le dejan a El que es el bien
infinito y fuente de toda alegría: "me abandonaron a mí, la fuente de
agua viva, para cavarse pozos, pozos agrietados, que no retienen el
agua" (Jerem. 2,13).

Por eso, Dios, que nos ama y quiere que seamos felices, grita a
todos y nos hace saber: "...el que tenga sed, venga a mí" (Jn.7,37).
"Quien quiera ser feliz que venga a mí y yo le daré el Espíritu Santo que
lo hará feliz en esta vida y en la otra". “El que cree en mí," como dice la
Escritura: "De su seno brotarán manantiales de agua viva” (Jn.7, 38).

Según esto, el que cree en Jesucristo y le ama será enriquecido


con tantas gracias que de su corazón, es decir de su voluntad, de lo
más hondo del alma brotarán tantas fuentes de virtudes, que no sólo
bastarán para conservar la propia vida, sino también para dar la vida a
otros.

Y dijo Jesús que esta agua era el Espíritu Santo, el amor


sustancial que Jesús prometió enviar desde el Cielo después de su
Ascensión: "El se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran
en él.Porque el Espíritu no había sido dado todavía, ya que Jesús aún no
había sido glorificado" (Jn.7, 39).

La llave para abrir el canal de esta fuente es la oración que nos


obtiene todos los bienes en virtud de la promesa: "...Pidan y recibirán.."
Jn 16, 24).

Somos ciegos, pobres y débiles, pero la oración nos obtiene la luz,


la fortaleza y la riqueza de la gracia.

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Decía Teodoreto: "Una es la oración, pero lo puede todo", el que
ora recibe todo lo que desea. Dios quiere darnos su gracia, pero quiere
que se la pidamos.

ORACION

Señor, dame de esa agua" (Jn 4, 15). Jesús mío, te suplico con la
samaritana, dame el agua de tu amor, que me haga vivir sólo para ti,
amabilidad infinita.

Riega lo que está seco. Mi corazón es tierra seca que no produce sino
abrojos y espinas: inúndalo de tu gracia para que produzca algún fruto
para tu gloria, antes que la muerte me aparte de este mundo.

¡Oh fuente de agua viva! ¡Oh Sumo bien!, cuantas veces te he dejado por
el barro de este mundo que me ha privado de tu amor! ¡Porqué no morir
antes que ofenderte! ¡Pero en adelante no quiero buscar otra cosa sino a
Ti, Dios mío! Ayúdame y haz que sea fiel.

María, esperanza mía, cobíjame bajo tu manto,

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CUARTA MEDITACIÓN (4° DÍA)
EL AMOR ES ROCÍO QUE FECUNDA

Así nos lo hace rezar la Santa Iglesia: Que la efusión del Espíritu
Santo purifique nuestros corazones y los fecunde con la íntima
aspersión de su rocío.

El amor fecunda los buenos deseos, los santos propósitos y las


obras santas del corazón: estas son las flores y los frutos que produce
la gracia del Espíritu Santo.

El amor se llama también rocío que suaviza los ardores de los


malos deseos y de las tentaciones.

Por eso también llamamos al Espíritu Santo: Sombra y Frescura


en el calor; "en el ardor templanza y dulce frescura".

Este rocío desciende a nuestro corazón cuando oramos.

Basta un cuarto de hora de oración para serenar todas las


pasiones del odio y del amor desordenado por ardientes que sean. “El
me hizo, entrar en la bodega y enarboló sobre mí la insignia del Amor"
(Cant. 2, 4)

La santa meditación es precisamente esta bodega donde se


ordena el amor, amando al prójimo como a nosotros mismos y a Dios
sobre todas las cosas. Quien ama a Dios ama la oración, y quién no
ama la oración es imposible moralmente que supere sus pasiones.

ORACION

Santo y divino Espíritu, ya no quiero vivir más para mi mismo.

Los días que me quedan de vida quiero gastarlos en amarte y


complacerte.

Por eso te suplico que me concedas el don de la oración.

Ven a mi corazón y enséñame a hacerla como se debe.

Dame la fuerza para no dejarla por aburrimiento en tiempo de


aridez; y-dame el espíritu de oración, es decir, la gracia de estar siempre

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rogándote y dirigiéndote aquellas oraciones que más gratas sean a tu
Corazón.

Me había perdido por mis pecados, pero veo que Tú, con tantas
delicadezas que has tenido conmigo me quieres salvo y santo.

Quiero hacerme santo para agradarte y para amar más tu infinita


bondad. Te amo mi Supremo Bien, mi Amor, mi Todo, y porque te amo me
entrego todo a Ti.

María, esperanza mía, protégeme.

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QUINTA MEDITACIÓN (5° DÍA)
EL AMOR ES REPOSO QUE RECREA

El amor se llama también descanso en el trabajo, serenidad en el


llanto.

El amor es descanso que recrea porque el oficio principal del


amor es unir la voluntad del que ama con la voluntad del amado.

Así un corazón que ama a Dios en todas las humillaciones que


recibe, en todos los dolores que padece; en todas las pérdidas que
tenga, basta para serenarlo el saber que es voluntad del amado que
padezca esta pena.

Con decir solamente: “Esto lo quiere mi Dios", en todas las


angustias encuentra paz y alegría.

Y esta es aquella paz que supera todo placer de los sentidos: “...la
paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar..." (Flp.4, 7).

Santa María Magdalena de Pazzis sólo con decir: "Voluntad de


Dios" se sentía llena de alegría.

En esta vida cada uno ha de llevar su propia cruz, pero dice


Santa Teresa que la cruz es dura sólo para quién la arrastra, mas no
para quién la abraza.

De este modo el Señor sabe muy bien herir y sanar: "El hiere, pero
venda la herida", como dice Job (Jb. 5,18). El Espíritu Santo con su
dulce unción hace dulces y amables hasta las humillaciones y
tormentos".

Sí, Padre, porque así lo has querido, (Mt. 11,26), es lo que


debemos repetir en todas las adversidades que nos sucedan: "Que así
sea, porque así te ha parecido bien".

Y cuando nos asuste el temor de algún mal temporal que pueda


sucedernos, digamos siempre: "Haz, Señor, lo que quieras, todo lo
acepto desde ahora".

Y aún es muy útil que a lo largo del día repitamos este


ofrecimiento a Dios como lo hacía Santa Teresa.

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ORACION

¡Dios mío, cuántas veces por hacer mi voluntad me he opuesto a la tuya,


y la he despreciado!

Me duele esta maldad más cualquier otra.

Señor, de ahora en adelante quiero amarte con todo mi corazón: "Habla,


Señor, que tu siervo escucha" (1Sam. 13, 9-10)

Dime qué quieres de mí, ya que todo quiero hacerlo.

Tu voluntad será siempre mi único deseo, mi único amor.

Espíritu Santo, ayuda tú mi debilidad.

Tú eres la misma bondad, ¿cómo puedo yo amar otra cosa sino a Ti?

¡Oh Dios! atrae hacia Ti todo mi amor, con la dulzura de tu santo amor.

Todo lo dejo para entregarme totalmente a Ti

Acéptame y socórreme.

María, madre mía, en ti confío.

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SEXTA MEDITÁCIÓN (6° DÍA)
EL AMOR ES LA VIRTUD QUE DA FUERZA

"El amor es fuerte como la muerte..." (Cant. 8,6). Así como no hay
cosa creada que pueda resistir a la muerte, para el corazón que ama no
hay dificultad que se resista ante el amor.

Cuando se trata de complacer a quien uno ama el amor lo supera


todo: pérdidas, desprecios y dolores.

"Nada es tan duro que el fuego del amor no lo ablande" decía San
Agustín.

Esta es la señal más segura para saber si uno ama realmente a Dios: si
es fiel al amor tanto en la prosperidad como en la adversidad.

Decía San Francisco de Sales que Dios es tan amable cuando nos
consuela como cuando nos reprende, porque todo lo hace por amor.

Cuánto más nos reprende en esta vida, más nos ama. San Juan
Crisóstomo consideraba más feliz a San Pablo encadenado que a San
Pablo arrebatado al Tercer Cielo.

Por esto los santos mártires, se alegraban y daban gracias al


Señor porque les concedía la inmensa gracia de sufrir por su amor”.

Y los otros santos, se mortificaban con penitencias para dar gusto


a Dios. Dice San Agustín que "quién ama no sufre y si sufre, el mismo
sufrir lo ama"

ORACION

Oh Dios de mi corazón, yo digo que te amo, pero ¿qué puedo hacer por tu
Amor?

Nada. Señal de que no te amo o te amo muy poco.

Jesús mío envíame entonces al Espíritu Santo que venga a darme la


fuerza para sufrir por tu amor, y hacer cualquier cosa por Ti antes que me
llegue le muerte.

No permitas que muera, amado mío Redentor, tan frío e ingrato como he
sido hasta ahora. Concédeme la fuerza de amar los sufrimientos después
de haber tantas veces merecido el infierno por mis pecados.

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Dios mío, todo bondad y todo amor, tu deseas habitar en mi corazón, del
cual tantas veces yo te he arrojado, ven, habítalo, poséelo y hazlo tuyo.
Te amo, mi Señor, y si te amo ya estás en mi, como me lo asegura San
Juan: el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios permanece
en él" (Jn. 1, 4-16). Y ya que estás en mi, acrecienta el fuego, estrecha las
cadenas para que no busque mi ame otra cosa sino a Ti, y así unido a Ti,
no quiera separarme de tu amor. Quiero ser tuyo, Jesús mío, todo tuyo.

María, reina y abogada mía, alcánzame el amor y la perseverancia.

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SEPTIMA MEDITÁCIÓN (7° DÍA)
EL AMOR HACE QUE DIOS HABITE EN NUESTRO CORAZON

El Espíritu Santo se llama "dulce huésped del alma".

Esta es la gran promesa que Jesucristo hizo a quien lo ame,


cuando dijo: “Yo rogaré al Padre, Y El les dará otro Paráclito para que
esté siempre con ustedes"? (Jn. 14, 16).

Porque el Espíritu Santo jamás abandona a un alma a menos que


el alma lo rechace: no abandona, si no es abandonado.

Dios habita, pues, en un corazón que le ama; pero no está


contento si no lo amamos con todo el corazón.

San Agustín dice que el senado romano no quería admitir a


Jesucristo en el número de sus dioses porque era un Dios soberbio que
quería ser exclusivo y ser adorado El sólo.

Y así es: Dios no quiere rivales en el corazón que ama; quiere


estar sólo El y sólo El ser amado.

Y cuando no se ve amado con esta exclusividad, envidia por así


decirlo, según escribe San Jerónimo, a las criaturas que tienen parte en
este corazón que Él quiere sólo para sí.

No piensen que la Escritura afirma en vano: "El alma que Dios


puso en nosotros está llena de deseos envidiosos" (Sant. 4, 5).

En resumen, como dice San Jerónimo: "Jesús es un Dios celoso".

Por eso el Esposo Celestial alaba el corazón que como una tórtola,
vive sola y se mantiene oculta en el mundo.

Porque no quiere que el mundo tenga su parte en aquel amor que


quiere sólo para Sí.

Por eso alaba a su esposa llamándola Jardín cerrado: "Jardín


cerrado eres, esposa mía" (Cant. 4,12), porque has de ser jardín cerrado
para todos los amores de la tierra.

¿Acaso no se merece Jesucristo todo nuestro amor?

Todo entero Él se entregó, nada se reservó para Sí, nos dice San
Juan Crisóstomo. Él te ha dado Su sangre y Su vida, nada le queda
para darte.

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ORACION

Comprendo, Dios mío, que me quieres todo para Ti.

Yo tantas veces te he arrojado de mi corazón y Tú no has rechazado


volver a unirte conmigo.

Toma ahora posesión de todo mi ser; hoy me entrego todo a Ti.

Acéptame y no permitas que en adelante viva por un momento sin Tu


amor.

Tú me buscas a mí, y yo te busco sólo a Ti.

Tú deseas mi corazón y mi corazón te desea sólo a Ti.

Tú me amas y yo te amo y si me amas, úneme a Ti para que nunca me


aparte de Ti.

Reina del cielo, a Ti me entrego.

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OCTAVA MEDITÁCIÓN (8° DÍA)
EL AMOR ES LAZO QUE UNE

Así como el Espíritu Santo es el amor increado, es el lazo


indisoluble que une al Padre con el Verbo Eterno, así también El une
nuestro corazón con Dios.

“La caridad en una virtud que nos une con Dios” dice San
Agustín.

Por eso lleno de alegría, exclamaba San Lorenzo Justiniano iOh


Amor! ¡Cuánta fuerza tiene tu lazo que ha atar a un Dios y unirlo a
nuestro corazón!"

Los lazos del mundo son lazos de muerte, en cambio los de Dios
son lazos de vida y salvación: "Sus cadenas lazos serán para ti, vestidos
de salvación..." (Ecli. 6, 30-31); porque los lazos de Dios son los únicos
que por medio del amor nos unen con Dios que es nuestra verdadera y
única vida.

Antes de venir Jesucristo, los hombres huían de Dios, y apegados


a la tierra, rehusaban unirse a su Creador.

Pero nuestro amante Señor los atrajo hacia sí con lazos de amor
como prometió por el profeta Oseas: "Yo los atraía con lazos humanos,
con ataduras de a mor..." (Oseas 11, 4).

Estos lazos son los beneficios, las luces, las llamadas a Su amor,
la promesa del paraíso, y por encima de todo, el don que nos ha hecho
de Jesucristo en el sacrificio de la Cruz y en el Sacramento de la
Eucaristía, y por último, el habernos dado el Espíritu Santo.

Por eso exclamaba el profeta: "...Desata las ataduras de tu cuello,


hija de Sión cautiva" (1s. 52, 2) ¡Oh alma, tú que has sido creada para el
cielo, rompe los lazos de este mundo, abrázate a Dios con los lazos del
amor! "Revístanse del amor, que es el vínculo de perfección" (Col. 3,14.

El amor es un vínculo que reúne todas las virtudes Y hace


perfecto el corazón. "Ama y haz lo que quieras", decía San Agustín: ama
a Dios y haz lo que quieras. Sí, porque el que ama a Dios, procura
evitar los menores disgustos del amado, y busca en todas las cosas
complacer a su amado.

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ORACION

Mi amado Jesucristo, mucho me has obligado a amarte; mucho te


ha costado mi amor.

Ingrato sería yo si te amase poco o dividiese mi corazón entre Tú y


las criaturas, después que diste Tu sangre y Tu vida.

Quiero desprenderme de todo y poner sólo en Ti mis afectos.

Pero soy débil para realizar este deseo mío.

Tú que me lo has dado, dame la fuerza para realizarlo.

Hiere, amado Jesús, mi pobre corazón con el dulce dardo de Tu


amor para que siempre desfallezca de amor para Ti, y me consuma Tu
amor.

A Ti sólo busque, a Ti sólo ansíe, a Ti siempre vuelva. Jesús, a Ti


sólo quiero y nada más.

Haz que en toda mi vida y especialmente en el momento de mi


muerte, repita siempre: A Ti sólo quiero, y nada más.

María, Madre mía, haz que de ahora en adelante no ame sino a


Dios.

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NOVENA MEDITÁCIÓN (9° DÍA)
EL AMOR ES EL TESORO DE TODOS LOS BIENES

El amor es el tesoro del cual dice el Evangelio que hay que


venderlo todo para comprarlo. Y así es, porque el amor nos hace
partícipes de la amistad de Dios: “...porque es un tesoro inagotable, los
que lo adquieren se ganan la amistad de Dios" (Sab. 7, 14).

Dice San Agustín: "¡Oh hombre! ¿Vas buscando bienes? Busca un


solo bien en el cual están contenidos, todos los bienes".

Pero no podemos hallar a Dios sin renunciar a las cosas de la


tierra.

Escribe Santa Teresa: "Desprende tu corazón de todas las cosas y


hallarás a Dios".

Quien halla a Dios tiene cuanto desea: "Que el Señor sea tu único
deleite, y El colmará los deseos de tu corazón" (Salm. 37, 4).

El corazón humano va buscando siempre bienes que puedan


hacerlo feliz.

Pero si los busca en las creaturas, por grandes que sean, nunca
quedará satisfecho.

En cambio, cuando sólo ama a Dios, el Señor colmará todos sus


deseos.

¿Quiénes son los hombres más felices en esta tierra, sino los
Santos? ¿Por qué? Porque ellos sólo quieren y buscan a Dios.

Un príncipe que iba de cacería, vio a un solitario que andaba


corriendo por la selva y le preguntó:

"¿Qué haces en este desierto?" y él le respondió: ¿Y tú, príncipe,


qué buscas?

El príncipe contestó: "Voy en busca de animales", y el ermitaño le


dijo:"Yo estoy tratando de encontrar a Dios".

A San Clemente el tirano le ofreció oro y joyas para que


renunciara a Jesucristo.

El santo, suspirando exclamó "iAy de mí! ¡Un Dios comparado con


un poco de lodo!

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¡Feliz el que sabe conocer este tesoro del divino amor y busca
obtenerlo!

El que lo consigue he despoja de todo, para no tener otro tesoro


sino Dios."

Cuando la casa se quema, dice San Francisco de Sales, se echan


todos los muebles por la ventana.

El Padre Pablo Ségneri, el joven, gran servidor de Dios, solía decir,


que el amor en un ladrón que nos despoja de todos los gustos humanos
hasta que podemos decir: Y qué otra cosa puedo desear sino a Ti Señor

ORACION

Dios mío, en el pasado no te he buscado a Ti sino a mí mismo y a mis


propios gustos, por eso te he dado la espalda a Ti, Sumo Bien.

Pero me consuelo con lo que dice Jeremías: _"El Señor es bueno con el
corazón que lo busca" (Lam. 3, 25).

Amado Señor reconozco el mal que te he hecho al dejarte y me arrepiento


de todo corazón.

Reconozco que eres un tesoro infinito; no quiero abusar de esta luz, todo
lo dejo y te elijo a Ti por mi único amor.

Dios mío, mi Amor, mi Todo. Yo Te amo, te deseo, te ansío.

¡Espíritu Santo ven! Con tu Fuego Santo destruye todo lo que no sea para
Ti.

Haz que yo sea todo tuyo y todo lo venza con tal de agradarte.

Oh Abogada y Madre mía, María, ayúdame con tu oración.

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