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El vampiro cautivo

(portadilla del libro)


El vampiro cautivo

Milagro Gabriel Evans


© Milagro Gabriel Evans, [2019]

ISBN-19
Impreso por Autopublicación

Todos los derechos reservados.


Dedicatoria
Para aquellos que al igual que yo, creen en la magia.
Tabla de contenido

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Palabras del la autora
Agradecimientos
Prólogo

No soy un vampiro real, soy solo una mala broma de un maestro


cruel. En una noche de copas fui convertido. De seguro mi sangre,
la que era más alcohol que otra cosa, le fue de mucho placer.
Estoy muerto y enterrado para cualquiera que me hubiera
conocido antes, hasta tengo un bonito epitafio en mi memoria
pagado por mi madre. A ella es en realidad a la única persona que
extraño. La última cosa buena que hice por ella fue matar a mi
padre, los carroñeros no dejaron mucho de él para enterrar.
Ahora ella, mi amada madre, tendrá una buena vida sin el puño
violento de su esposo, puño que siempre acababa contra su
hermoso rostro, ni tendrá a un hijo que la hará llorar con sus vicios.
Capítulo 1

Dentro de la bodega oscura y húmeda no había mucho para


hacer. De vez en cuando un rayo de luz entraba por una ventanilla
situada sobre el nivel del suelo, una ranura que no pasa de cuarenta
centímetros de alto y unos cincuenta de ancho.
Un rayo de luz, solo eso entraba durante las horas del día. A
veces Velial lograba despertar para verle golpear el piso. Solo un
vampiro puede apreciar la fuerza del sol, es como una espada que
se estrella contra el sucio piso del sótano. Si tan solo le diera justo
en medio del pecho, con esto él sería libre de esa existencia
miserable.
El sonido de una puerta al abrirse hace que Velial despierte, las
cadenas que le mantienen atado a la pared no le dejan moverse
más allá de levantar la cabeza. Con las piernas abiertas y los brazos
en cruz, desnudo bajo una camisa larga y sucia que apenas le tapa
sus partes nobles, poco queda del hermoso jovenzuelo que
despilfarraba el dinero de su padre.
La esclavitud de años siendo el juguete de su maestro, ahora
vendido como despojo a una loba loca que lo envió a matar a su
pareja destinada. ¿Quién sería capaz de matar a alguien que el
destino le envió? Velial conocía la respuesta, solo un alma podrida
podía hacer algo como eso .
—Veo que estas despierto— la voz cantarina lleno el sótano con
su eco. Velial bajo la cabeza, ella pensaba que era por sumisión,
después de todo solo era un esclavo de sangre.
Un quejido lastimero y el golpe de algo que caía contra el suelo
del sótano debió ser suficiente para que el vampiro quisiera levantar
la cabeza para ver qué pasaba, pero no fue necesario. Su fino olfato
le dejó saber que otros dos lobos habían llegado y que un gato los
acompañaba.
La voz de la loba interrumpió el macabro silencio. La seda que
envolvía cada palabra era como la mortaja de algo que se estaba
pudriendo desde dentro.
—Te dejo compañía— una risa coqueta acompañó las palabras
— Aunque no te encariñes con él, no durara mucho por aquí.
La oscuridad en el sótano fue total nuevamente, la luz que
entraba por la escalera se cortó cuando la puerta de metal fue
cerrada.
Velial podía sentir en su ser como la noche reinaba fuera, era
algo que un vampiro podía saber sin necesitar de un reloj, era algo
se se adivinaba, aunque se estuviera enterrado en lo más profundo
de un mausoleo. Con sus ojos hechos para la oscuridad buscó con
la mirada lo que habían dejado encerrado junto a él.
Debía ser un cambia formas felino, podía oler el animal en el
chico.
El vampiro se esforzó por hablarle, pero la falta de uso de su
garganta y la sed intensa que le quemaba hizo difícil poder decir
algo entendible. Además, el felino parecía noqueado, no se movía y
la respiración era acompasada, nadie podía estar tan tranquilo en un
lugar así. Lo mejor era que durmiera, el sueño daba algún consuelo
cuando este no estaba plagado de pesadillas.
No pasó mucho tiempo para que el joven felino despertara, el
chico se veía desorientado, de seguro le habían dado un buen golpe
en la cabeza para traerlo hasta allí.
El felino se quejó un poco antes de darse cuenta de que estaba
atado de pies y manos como un borrego para el matadero.
Velial quiso advertirle que lo mejor era que se quedara callado,
que alguien estaba a punto de entrar. Desde las sombras el vampiro
pudo ver como la puerta se abría y escuchó como el peso de
alguien corpulento bajaba por las ruinosas escaleras de madera.
El joven cambiaformas parecía estar ajeno al peligro, tirado de
costado en el piso le daba la espalda a la escalera. De seguro el
chico se estaba volviendo loco, porque de pronto comenzó a reír. A
Velial le hubiera gustado ayudarle, decir algo, pero el lobo ya estaba
con sus dos pies sobre el piso del sótano.
El lobo le dio un empujón con la bota llamando la atención del
prisionero.
—¿Se puede saber qué es tan gracioso, gato?
Después de unos segundos el chico pareció entender lo precaria
de la situación. Velial supo el momento justo en que el joven felino
supo que sus días estaban contados, el aroma del miedo comenzó a
saturar el aire en el sucio sótano.
—¿Quién es usted? — preguntó el cambiaformas— ¿Por qué
estoy aquí?
La sonrisa del tipo grande era cruel, Velial solo de verla sintió
como sus entrañas se contraían por el miedo. Ese lobo disfrutaba de
causar dolor, lo sabía por experiencia propia.
—Digamos que cabreaste a la perra equivocada. Esa muñequita
es despiadada. Al principio pensaba que el padre era el malo de
esta historia, pero ella es simplemente diabólica. Así que supongo
que ella querrá darte los detalles de su desquiciado plan.
El lobo hablaba al felino de una manera engañosamente cordial,
como si todo aquello no fuera más que una aburrida transacción de
negocios.
Velial dejó de respirar, esa joven pantera estaba hasta la mierda
de problemas y posiblemente no podía imaginarse lo enserio que
hablaba el lobo.
El vampiro desde el fondo del sótano, protegido por la oscuridad
decidió aguantar la respiración, la verdad era que no quería sentir el
olor de la sangre inocente derramada.
Contrario a lo que se podía suponer, el joven felino no se dejaba
intimidar fácilmente. Miraba al lobo desde su posición de costado
sobre el suelo, atado como un cerdo, pero parecía no querer
demostrar que estaba asustado.
—Cuando mi compañero se entere de esto, él va a patear tu
culo hasta que la punta de su bota se desgaste—escupió las
palabras el gato— El hombre tiene mal genio, créeme, va a disfrutar
el darte una lección.
La carcajada del tipo más grande fue acompañada de una dura
bofetada para el felino.
—Tú pareja en este momento debe de estar consolando a la
pobre e indefensa loba herida— sonrió con malicia—Ella debe de
estar contandole a tu pareja como la trataste de matar, todo cuando
ella solo quería conciliar, ser amigos.
—¡Mentira! — gritó el prisionero importándole nada el hecho de
que su mejilla todavía escociera por el golpe recibido por el lobo—
Esa loba está loca, ella fue la que trató de matarme.
—Exacto— el tipo grande simplemente se encogió de hombros
como si tal cosa fuera nada—Ella está loca, y claro que sé que está
mintiendo. De eso se trata todo esto.
El felino se tomó su tiempo para decir algo más, luego de unos
segundos se atrevió a preguntar.
—¿Eres un lobo renegado?
La risa del hombre no era más que una mueca cruel.
—Digamos que Bedilia me ha encontrado el precio… Ella es una
loba de negocios y a mí me gusta el dinero. Por ahora todo lo que
necesitas saber es que tienes que portarte bien, no querrás
obligarme a disciplinar ese bonito trasero tuyo.
Velial vio desde su lugar en las sombras como el joven cambia
formas parecía morderse la lengua para no decir algo, de seguro
sentiría asco de la compañía frente suyo, miedo de estar en un lugar
como ese.
Todo ese polvo mohoso afectaría el fino olfato del prisionero a tal
punto que apenas si podría distinguir el hedor del lobo renegado. El
vampiro se encontró así mismo queriendo consolar al nuevo
prisionero, lástima que estos no solían durar mucho.
El lobo salió nuevamente, tardaría más que un par de horas para
luego regresar, Bedilia de seguro vendría con el renegado. Malas
noticias por donde quiera que se le mirara. El vampiro agradeció
que esta vez no fuera él el entretenimiento de la loba, ella era
realmente terrible. Alguien que es capaz de mandar a matar a su
pareja dada por el destino, era alguien capaz de todo.
Un sollozo bajo hizo que el vampiro abriera los ojos, a veces le
gustaba fingir que estaba dormido, tal vez así se sentiría el estar
muerto. Dos veces trató de decir algo, pero lo único que salió de su
garganta fue algo parecido al agonizar de un cuervo.
Quién lloraba esta vez no era él, esta vez era el invitado en el
sótano quién de seguro lamentaba no volver a ver a su pareja
destinada. La gente mala parecía siempre lograr sus propósitos,
todo parecía marchitarse y podrirse por el simple toque de esas
almas envenenadas por la amargura. Velial sabía que él si merecía
todo eso, pero al parecer el joven felino era de esas personas
buenas de las que tanto había escuchado.
En un último intento Velial logró llamar la atención del joven
felino.
—No llores —su voz tan baja, casi espectral, hablándole desde
las sombras.
—¿Quién es? —preguntó el muchacho, parecía tratar de ver
más allá de lo que ocultaban las sombras al fondo del sótano. La
manera en que estaban atadas las cuerdas y las heridas que tenía,
le impidieron el mover el cuerpo para tener un mejor ángulo de
visión.
—No te asustes —cada palabra le causaba dolor al vampiro —,
soy un prisionero al igual que tú.
—¿Por qué estás aquí? —dijo el felino olvidando por un
momento las lágrimas que rodaban por sus mejillas.
—Soy su juguete —explicó la voz que se escuchaba algo
forzada—. Al menos tú tienes a alguien que pronto vendrá a
rescatarte. Así que no desesperes, ellos no siempre van a ganar,
alguna vez tienen que perder.
—¿Su juguete? —Las implicaciones de eso fueron lo
suficientemente graves como para no prestarle interés al resto de la
conversación— ¡De seguro alguien vendrá por ti! Tendremos doble
posibilidad de rescate —trató de darle ánimos con esa manera en
que la juventud habla de lo que no sabe.
Algo como un suspiro hizo vibrar el aire.
—Nadie vendrá por mí, soy un hijo de la noche, mi propio
creador me vendió a esos lobos.
—¿Un vampiro? —chilló sin poder evitarlo, todas las historias
sobre esas míticas criaturas no eran alegadoras y mucho menos
tranquilizantes.
—¡Sí! —la voz se escuchaba cansada, como si la conversación
estuviera consumiendo todas sus fuerzas— Pero no te preocupes,
estoy más cerca de mi propia destrucción que de causar la tuya.
—Escaparemos —le respondió el felino a la noche que le
rodeaba—, te juro que no me iré de aquí solo.
Una risita débil, tanto que si no fuera por los agudos sentidos
felinos el chico no hubiera podido escucharlo.
—Soy un hijo de la noche, mi amo se aseguró de que nunca sea
libre, si alguna vez pudieras hacer algo por mí, destrúyeme.
—Si tienes conciencia de ti mismo —aseguró el cambiaformas
—, entonces mereces ser tratado con respeto, nadie existe para ser
esclavo de otro —el silencio fue el único que le respondió—. ¡Habla,
hombre! ¡Maldita sea! —se quejó el felino sintiendo como sus
heridas se abrían nuevamente por el movimiento, la sangre fresca
comenzó a mojar el frio suelo del sótano.
Velial quería seguir hablando con el joven secuestrado, pero las
fuerzas le abandonaban nuevamente. Con algo de suerte Bedilia se
olvidaría de darle más sangre. La muerte definitiva iba a ser lenta y
dolorosa, pero al final sabía que dejaría de sentir.
Dejarse llevar por la oscuridad era cada día más fácil, un día no
despertaría y sería como esos carroñeros, vampiros cuya alma
había terminado por podrirse dentro del cuerpo inmortal. Cualquier
cosa era mejor que ese eterno sufrimiento.
Capítulo 2

El olor a sangre impregnaba el aire haciendo que los instintos


del vampiro se revolvieran dentro de su ser. La sed era como carbón
ardiente en su garganta, dolía y no creía poder encontrar consuelo
pronto.
Atado como estaba a la pared, la atadura no estaba realmente
en las cadenas, estaba en la orden de su ama. El vampiro, el
esclavo que era, debía obedecerla, esa era la maldición de no ser
un vampiro en toda regla. Estaba condenado a vivir bajo el mando
de un amo, a ser tan débil o tan fuerte como el maestro lo ordenara.
La falta de sangre lo tenía en un estado tal de debilidad que
apenas si podía mantenerse lo suficientemente consiente como para
saber que una batalla campal se estaba llevando a cabo dentro del
sótano. No tenía la fuerza ni para levantar la cabeza que colgaba
sobre su pecho.
Los gruñidos de lobos, la voz molesta de Bedilia, otra loba, una
hembra estaba allí. Con algo de suerte alguien había venido a
rescatar al felino. Ese era un chico con suerte después de todo.
Estaba tan débil, podía sentir como el cuerpo inmortal trataba de
liberarse de las cadenas cuando la sangre de Bedilia se liberó del
cuerpo de la cambia formas, su amo había sido herido de muerte.
Cuando la cadena que le ataba a su maestro era rota, por voluntad
o por muerte, se sentía como su la piel le fuera arrancada del
cuerpo.
El dolor era tan intensó que superaba cualquier cosa que
hubiera sentido alguna vez. No estaba seguro si sus gritos fueron
escuchados hasta en las puertas del infierno, no sabía si en realidad
algún sonido había salido de su garganta o si simplemente era toda
una pesadilla de la que no despertaría.
La sensación terrible de caer en un pozo oscuro en el que no
parecía haber fin, hizo que Velial temiera que esta vez estaba en un
viaje sin retorno. Los carroñeros eran vampiros que habían caído en
la locura, la amenaza de llegar a eso era lo que más asustaba a la
mayoría de los de su clase.
La oscuridad era profunda, tanto como estar dentro de un
féretro. Cuando se es vampiro joven se teme a la luz casi tanto
como a la sed. Aunque con el pasar del tiempo Velial había
descubierto que había cosas peores que la sed o una quemadura
por la luz del sol.
Aunque hace mucho tiempo había dejado de creer en algo más
no fuera sus propias fuerzas diezmadas, Velial pidió a cualquier dios
que estuviera en su rato libre para que se apiadara por una vez de
su desgracia. No quería convertirse en un carroñero, en un cuerpo
inmortal que luchaba por no podrirse al perder la poca alma que le
quedaba.
El ruido de la batalla, la pelea tenía ahora nuevos invitados, los
lobos peleaban mientras el felino cambia formas pedía ayuda. En el
fondo de su mente, en ese lugar donde se retiraba a pensar cuando
las torturas eran demasiado extrañas o la misión encomendada por
su maestro rayaba en la locura, Velial escuchó al joven gato.
—Sakary— más gritos y gruñidos parecían querer adrede
interrumpir la voz del felino— No me iré de aquí sin él.
Manos grandes se le acercaron, pudo sentir como el
desconocido tocaba con una mano caliente la base de su cuello frío.
—Calma— fue la orden de una voz que no supo reconocer— no
te atrevas a morderme o te arranco los colmillos.
La mano tibia fue un bálsamo para su piel helada, estaba
muriendo, lo sabía. Al menos no acabaría bajo la mano cruel de un
maestro o asesinado para diversión de otros. Alguien le estaba
soltando de las cadenas y lo colocaba horizontal en el piso.
La camiseta, sin necesidad de verla, sabía que estaba llena de
suciedad y sangre. Las heridas en su espalda habían sanado tan
mal que parte del tejido se había entremezclado y se podrían las
fibras entre las capas de carne. Un látigo podía ser bastante dañino
si se conocían los conjuros necesarios y se tenía la habilidad para
usarlo.
Velial solo quería morir, tenía tanta sed y la piel le dolía donde no
era tocado por esa mano tibia. Millones de cuchillas de hielo puro
laceraban cada uno de sus células, podía sentir como se rompía.
Los vampiros podían morir y él pronto lo descubriría.
La loba lo había enviado a matar a su pareja destinada, luego de
llegar con el corazón del cambia formas aun destilando sangre
fresca, ella decidió desquitar toda su rabia sobre él. Como si lo que
él hizo no fuera obligado por los deseos del ama.
Meses de tortura, apenas si unas gotas de sangre dadas por el
ama solo para asegurar su esclavitud, si antes pensaba que su vida
era un infierno, desde que había llegado a ese sótano se dio cuenta
que las cosas siempre podían empeorar.
No quería más maestros, no quería seguir así.
—Ya no más— gimió al sentir como alguien tratada de abrir su
boca a la fuerza.
La mano tibia que antes parecía revisar si todas las partes de su
cuerpo seguían allí, ahora trataba de abrir su boca.
—¡Maldición— se quejó la voz del lobo que le sostenía— Ahora
este vampiro terco no quiere abrir la boca! ¿Cómo se supone le daré
de beber?
El felino se arrodilló cerca suyo, Velial podía sentir la presencia
del otro prisionero en el sótano.
—Hay que darle sangre— suplicó el joven cambia formas— Es
un vampiro, eso le ayudará a recuperarse.
—Ve con el Alfa— alentó Sakary— yo te prometo, pareja del
Alfa, que me encargaré de que este vampiro este como nuevo para
mañana al anochecer.
—Está bien— después de un breve silencio, agregó— Yo le
prometí que saldría de aquí conmigo.
—Ve con el Alfa— repitió la orden Sakary— tu compañero solo
se calmará si vas y le muestras que ya estas mejor. Yo sacaré a
este vampiro de esta mierda de lugar.
Velial sintió más que ver como el felino se alejaba dejándole solo
con el lobo que olía tan bien. El ruido dentro del sótano ahora se
había convertido en un silencio sepulcral. Estaban solos.
—Vampiro dramático— se burló el lobo— Es hora de que
hagamos feliz a la pareja del Alfa. Él quiere verte vivo y yo me
aseguraré de eso.
Velial era un vampiro, no un débil humano. La manera en que el
lobo le acomodó en su regazo fue algo vergonzoso, lástima que no
pudiera abrir los ojos para dedicarle al tipo una de sus famosas
miradas asesinas.
Tener un tacto tan agradable debía de estar prohibido, recostado
al pecho firme del hombre sintió como esa sensación de estarse
congelando se alejaba hasta ser solo una molestia lejana. Las
agujas de hielo ya no le perforaban, aunque aún no lograba dejar de
temblar. De seguro estar tan cerca de desaparecer, al final, ya no se
sentía tan terrible.
Velial comenzó a agradecer al dios desocupado que se había
apiadado de él, hoy moriría acunado por un hombre que olía a todo
lo bueno del bosque, a la furia del viento y a libertad.
Lástima que el lobo no parecía entender que la muerte era su
salvación, a Velial le habría gustado tener las fuerzas para
explicárselo. El hombre insistía en sus intentos de hacerlo beber.
Un grito desgarrador, la desesperación en carne viva.
—Nooooo— lucho a como pudo para evitarlo—Ya no más.
El lobo se había causado una herida en la muñeca y ahora
humedecía con su sangre los labios resecos del cautivo.
De allí en adelante la bestia nocturna, el vampiro tomó posesión
de lo único que podría salvarle la vida. Como el ser maldito que era
se aferró con ambas manos al brazo del lobo cambia formas y
enterró los colmillos en la carne que resguardaba tan deseado
manjar.
Un gemido que nacía desde lo más profundo de su ser, un
placer como jamás había sentido al alimentarse de ninguna otra
criatura le invadió como si se tratara de un gran maremoto.
Velial bebía del dulce vino que le proporcionaban las venas
abiertas por sus colmillos. La sangre en su boca calmaba la sed,
podía sentir como cada uno de sus tejidos rejuvenecía gracias al
vital líquido.
Sin que el vampiro pudiera entender que estaba pasando
realmente, escuchó un grito que no era el suyo. El aroma de semen
al ser liberado inundó las fosas nasales llevando a Velial a su propio
paraíso personal.
Capítulo 3

Conforme recuperaba la conciencia Velial se dio cuenta de


varias cosas extrañas, la primera, ya no tenía tanta sed, la segunda,
no estaba atado de pies y manos.
Aunque se negaba a abrir los ojos, Velial sabía que no estaba en
el sótano, es más, su espalda estaba recostada sobre algo cómodo,
suave.
Unos ruidos de pasos ligeros, como cuando se camina sobre
una alfombra mullida, podían ser escuchados por los sentidos
renovados del vampiro. Un intercambio de voces se escuchaba
como si fueran susurradas más allá de una pared.
—¿Qué trajeron? — era una voz joven de mujer la que hablaba.
—No lo sé— una voz masculina respondió— El alfa dio orden de
que solo Sakary podía entrar allí, lo mejor será dejar esto fuera de
nuestros asuntos.
Los pasos se alejaron, Velial abrió los ojos temiendo lo que
pudiera encontrar, aunque sus otros sentidos le dijeran que estaba
solo, no quería hacerse ilusiones con eso.
Gracias a su habilidad de ver en la oscuridad pudo distinguir lo
que le rodeaba. Unas gruesas cortinas cubrían la única ventana. Ni
siquiera la luz de la luna parecía tener permitido entrar en esa
habitación.
El olor podía ser otra pista para ubicarse de a dónde estaba,
aunque apestaba a lobo no pudo identificar quién era el que pasaba
mucho tiempo allí.
Temiendo llamar la atención de quién le trajera allí, se quedó
quieto como si de una estatua se tratara, con sus ojos recorrió cada
cosa que estuvo a su alcance sin necesidad de levantarse.
Estaba acostado sobre una cama con dosel, las cortinas estaban
recogidas en cada esquina de la cama, había una puerta que pensó
que era la de acceso, otra al fondo debía ser la del baño. Sobre un
escritorio había muchas cosas, la silla que acompañaba este más
parecía un tiradero de ropa vieja.
Velial tragó asustado, todo parecía demasiado normal, era como
si lo hubieran colocado en el dormitorio de alguien, no parecía ser
una prisión o alguna bodega donde guardaran a los esclavos. El
cambio lo estaba aterrorizando. ¿Qué clase de monstruo sería su
dueño ahora?
Los recuerdos borrosos causados por la sed que lo torturaron
durante semanas hicieron que le llevara un poco más de tiempo
caer en la cuenta de lo que había sucedido.
La loba loca estaba muerta, otra hembra le había matado. Lo
último que recordaba era como la bodega había sido invadida por
lobos en una lucha sangrienta. Solo esperaba que el joven cambia
formas hubiera logrado escapar de todo ese infierno.
Sin mover un musculo el tiempo pasó lentamente, Velial apenas
si se atrevía a pestañear, la oscuridad era lo único que le resultaba
conocido de toda esa situación.
Examinando con detenimiento el estado actual de las cosas se
dio cuenta de algo en lo que no había deparado, estaba limpio y
sobre su cuerpo parecía llevar un pantalón de algodón y una
camiseta holgada. Una camiseta que olía a lobo, olía a corteza de
cedro, a agua de cascada y a brisa nocturna. No le era
desagradable.
El sonido de la puerta interrumpió su tren de sus pensamientos,
cerrando los ojos fingió que todavía dormía. Por el aroma supo que
el dueño de la ropa que llevaba puesta había llegado.
—Sé que estas despierto— una voz masculina se dejó escuchar
— No es mi intención jugar al tonto, así que, si te sientes con fuerza,
siéntate y hablemos.
Velial abrió los ojos, era inútil seguir fingiendo, por experiencia
sabía que las cosas solo podían empeorar si no acataba ordenes de
su nuevo amo.
Con algo de esfuerzo apenas pudo contener un jadeo cuando
intento levantarse, aunque un vampiro sanaba rápido, había sido
mucho el tiempo en que había estado atado como para que sus
músculos no lo resintieran aún.
Si el cambiaformas lobo lo noto, no dijo nada al respecto.
Velial se sentó ayudándose con los brazos, con la espalda
contra al cabecero levantó el rostro, aunque no se atrevió a mirar de
frente a su nuevo amo.
—Mírame— fue la orden tajante.
El vampiro no pudo evitar que un leve temblor le recorriera la
espina vertebral. Temiendo lo que estaba por venir, Velial miró a los
ojos de su nuevo captor.
Al pie de la cama, en medio de la oscuridad del dormitorio había
un hombre alto, de hombros anchos, justo lo que se esperaría de la
mayoría de los ejecutores en una manada.
Gracias a su buena visión nocturna el vampiro pudo distinguir
perfectamente las facciones del rostro de quien supuso era su
nuevo amo. No parecía un hombre cruel, los ojos dorados del lobo
le miraban desde el rostro todavía humano.
Al parecer el cambia formas no se molestó por el silencioso
escrutinio del vampiro, ya que este esperó a que el otro fuera el
primero en hablar.
—¿Eres mi nuevo Maestro? — preguntó Velial, lo mejor era
saber de una vez como habían de ser las cosas de ahora en
adelante.
—No soy maestro de nadie— la voz del lobo era profunda,
acompasada.
El vampiro lo recordó, ese era el hombre que le había sostenido
en el sótano. Su aroma, el tono de su voz, había bebido de la
sangre de ese lobo cambia formas. Ahora si estaba jodido, y no de
la manera divertida.
—Entonces, ¿quién será mi amo ahora? — Velial necesitaba
saber. Había sido alimentado por ese lobo, podía todavía sentir el
sabor de su sangre en la boca. Si no era alimentado por un amo
entraría en la locura sin remedio, se convertiría en un carroñero.
—Mi nombre es Sakary— se presentó a sí mismo el hombre alto
— Soy un lobo más en esta manada, y hasta donde sé aquí no hay
esclavos ni amos.
Velial tomo una profunda bocanada de aire, el aroma del
cambiaformas le era grato, casi tranquilizador. La oscuridad los
envolvía a ambos en ese dormitorio, el silencio fuera de esas cuatro
paredes era casi absoluto.
El cambia formas lobo tenía el pelo largo, al parecer lo ataba en
una coleta baja, al vampiro le gustó eso. Cuando era humano
siempre uso su cabello tan corto que apenas si tocaba su nuca, pero
en sus amantes de turno siempre había buscado tipos con el cabello
negro, lacio y largo.
—¿Estas bien? — preguntó el lobo al escuchar un jadeo departe
del vampiro.
Esta vez fue el turno del lobo de darle una ojeada al que ahora
parecía tan cómodo en su cama. Ese ser era hermoso como la
mayoría de los de su clase. Debía de ser alguno de sus padres de
origen asiático, ya que los ojos tenían esa singular forma rasgada,
los labios que escondían los puntiagudos colmillos eran algo
regordetes para tratarse de un hombre, otra cosa curiosa era lo
largas que eran las pestañas rizadas. Todo en ese ser era hermoso,
demasiado, según el criterio de Sakary.
El vampiro por un momento parecía querer entrar en pánico,
algo en esa criatura ponía a su lobo demasiado suspicaz. Aunque la
criatura trataba de discimular, lo delataba la manera que el corazón
comenzó a acelerar sus latidos y el picante aroma del miedo
emanaba en suaves oleadas
Sakary podía leer en el cautivo como se supone pasaría entre
amantes viejos de estar juntos. Sabía que por mucho que el otro
intentara fingir que estaba en control, él no se sentía de esa manera.
—Mi nombre es Velial— habló la criatura nocturna— No sé cómo
he llegado hasta sus dominios, pero me disculpo sin en algo le ha
molestado mi presencia.
Sakary gruñó, la actitud sumisa del vampiro le ofendía de una
manera que no supo entender. La jerarquía de los vampiros era un
misterio para él, como centinela de la manada no era su trabajo
preocuparse por esas sutilizas.
—He sido yo quién te ha traído aquí— explico Sakary sin
moverse de donde estaba. Por instinto sabía que los movimientos
bruscos no serían bienvenidos por parte de la criatura.
—Si puedo atreverme a preguntar— habló el vampiro— ¿Para
qué he sido traído aquí… ¿Soy prisionero?
Sakary abrió la boca para responder, después de todo la
pregunta no debería ser tan difícil. El problema estaba en que no
estaba muy seguro del estatus del vampiro en la la manada.
—¿Tienes una manada a quien llamar? — a el lobo le molestó
sentir una extraña comezón muy parecida a la decepción al formular
la pregunta— Si deseas puedo contactarte para que vengan a
buscarme.
El olor acido del miedo emanó del vampiro en oleadas violentas.
—No—, fue la respuesta inmediata— nadie debe saber que
estoy aquí. Mi maestro se deshizo de mí, si regreso volverá a
ligarme a un nuevo maestro por un precio que a él le guste.
Los colmillos de Velial se alargaron hasta herir los labios, un fino
hilo de sangre recorrió la barbilla. No regresaría así tuviera que
pasar por sobre el lobo que lo separaba de la puerta de salida,
prefería mil veces entregarse al sol del medio día que regresar.
Ahora tenía un nuevo amo, aunque el lobo no lo supiera, por que
empezaba a pensar que el cambiaformas no tenía ni idea de lo que
había hecho al alimentarlo con su sangre.
—No llamaré a nadie si no lo deseas— Sakary levantó la mano
derecha como si quisiera tranquilizar a un potro asustado.
Velial llevo las manos al pecho tratando de tranquilizar los latidos
de su corazón, por lo genera el ritmo cardiaco de un vampiro era
lento, pero ese lobo lograba que este apurara el paso.
—Le agradezco me ayude con su silencio— habló tratando de
dominar su miedo, sabía que el lobo podría oler fácilmente su
estado de ánimo— Si usted lo permite me marcharé antes del
amanecer.
El lobo no respondió inmediatamente, parecía poder ver
perfectamente el rostro del vampiro a través de la oscuridad
absoluta del dormitorio, como si tratara de adivinar los pensamientos
del vampiro.
—Ahora hay algunos problemas en la manada— aclaró el lobo—
No te dejaré ir hasta que las cosas se calmen. En estos momentos
sería peligroso un ataque cuando estamos algo desacomodados.
Velial sonrió mostrando las puntas de sus colmillos.
—¿Quién se ocupará de mí cuando la sed sea demasiado difícil
de controlar? Tendré que salir a cazar en algún momento.
Esta vez fue el turno de Sakary de tragar en seco. Era un
recuerdo vergonzoso el haberse venido en sus pantalones cuando
ese vampiro sin avisar le había clavado los colmillos en su mano
derecha. Los vampiros eran realmente criaturas maliciosas. Todavía
su pene peligraba con ponerse duro solo por el tono de la pregunta
hecha tan inocentemente.
—Yo me ocuparé de cuidar de esos detalles— el lobo ya no era
un adolescente hormonal, o al menos eso trató de meterse en la
cabeza— Por ahora debes quedarte aquí. Antes del amanecer
vendré para hablar de algunas cosas, posiblemente deberemos
trasladarnos de esta casa.
—Esperaré aquí— inclinó la cabeza por la fuerza de la
costumbre— ¿Puedo moverme libremente por el dormitorio?
Sakary era un hombre hecho y derecho, un centinela, el
guardián de su manada, no tenía por qué sentirse tan complacido
por tener a tan bella criatura ocupando su dormitorio. Los vampiros
no eran juguetes, eso era un hecho.
—Este es mi dormitorio— explicó— Puedes moverte por el con
libertad, solo te pido que no abandones esta habitación ni le abras a
nadie que no sea yo o Tommy.
—¿Tommy? — preguntó sin entender del todo.
—Tommy es el compañero del Alfa de esta manada.
—La perra del Alfa—habló más para sí mismo que para Sakary.
La risa del lobo era lenta.
—Más te vale que jamás te escuche decir eso. A él lo conociste
cuando estaban encerrados en ese viejo sótano. Ese chico es un
gato muy valiente.
Velial levantó la cabeza buscando la mirada de su amo.
—¿La pantera está bien?
Sakary gruñó molesto, el vampiro no tenía por qué preguntar por
la pareja del Alfa.
—Él está bien. Ahora debe de estar siendo atendido por su
compañero.
Velial olvidó por un momento que todavía no sabía cuál era su
situación real, le alegró saber que el cambiaformas estaba bien, al
menos la loba loca no había causado un daño irreparable en un ser
tan joven. La voz del lobo lo sacó de su complacencia.
—Me iré— le recordó— Así que confió en que me obedecerás y
no vas a salir de aquí. Fuera de estas paredes no puedo garantizar
nada.
—Se hará como ordenó, maestro— la fuerza de la costumbre lo
hizo hablar de esa manera.
Sakary quiso sacarlo de su error, él no era el Maestro de nadie.
Abrió la boca para decir algo, pero la verdad ya habría tiempo para
eso, por el momento debía estar con el Alfa en caso de que
apareciera algún otro valiente que intentará sublevar la manada.
Capítulo 4

El vampiro se quedó inmóvil sentado sobre la cama hasta que el


sonido de la puerta al cerrarse le indicó que estaba solo de nuevo.
Dejando salir el aire que no sabía que estaba conteniendo en sus
pulmones, trató de entender qué demonios estaba pasando.
Con sinceras ganas de saber que tan mal estaba su cuerpo
después de tantos maltratos y privaciones por parte de la loba loca,
prácticamente se arrastró hasta quedar a la orilla. Cada músculo le
dolía, aunque las huellas de las torturas habían desaparecido, no
así la sensación de dolor. Era como un fantasma, un eco que le
recordaba a su cuerpo lo sufrido.
—Tengo que ponerme de pie— se dio ánimos así mismo. Un
esclavo inútil sería fácilmente desechado, una herramienta en mal
estado no era algo para conservar.
Aunque habría deseaba de todo corazón ser libre, sabía que eso
era imposible. Había sido convertido solo con un fin, como sirviente
de un Maestro. Era un medio vampiro, no uno completo. Los
vampiros nobles hace mucho habían descubierto ese pequeño truco
y no compartían su don de buena gana. Si servías bien, tal vez, el
amo te convertiría en un vampiro libre, pero eso pocas veces se
cumplía.
La noche ya debía estar en toda su plenitud, podía sentirlo en su
ser como una llamada a salir de cacería. Las palabras del lobo
habían sido claras, no podía abandonar la habitación.
Con ayuda de uno de los postes de la cama de doseles logró
ponerse de pie, sus piernas se quejaban por el ejercicio. Velial sabía
que esa sensación pronto pasaría, no era la primera vez en que un
amo prácticamente lo enterraba vivo. Su maestro era cruel, pero la
perra loca era simplemente diabólica.
Estar de pie sobre sus piernas le hizo recuperar algo de su
dignidad. Enderezándose pudo sentir como la sangre del lobo le
había reparado, cuando un cambiaformas entregaba su sangre
libremente era un bálsamo poderoso. Ahora solo debía saber que
pretendía hacer su nuevo amo. Solo esperaba no tener que matar
inocentes de nuevo por causa del capricho de su Maestro.
Flexionando los brazos pudo sentir como la vitalidad regresaba,
pronto estaría listo para cumplir la voluntad ajena. En silencio
camino hasta la ventana, esta estaba cubierta por una gruesa
cortina, con todo el sigilo que le fue posible corrió la tela para poder
mirar fuera.
La luna brillaba como una gran moneda pulida en lo más alto del
cielo. Desde el segundo piso donde estaba pudo notar que había
lobos patrullando alrededor de la casa. Tuvo el impulso de salir, pero
se replegó al recordar las ordenes de su maestro. Solo esperaba
que si la casa era atacada él pudiera salir y unirse a la matanza. Era
un vampiro, después de todo.
Oculto entre las sombras del dormitorio estaba pendiente de
cualquier ruido en el exterior. Debía abandonar la debilidad causada
por el encierro y la sed. En su estado actual poco o nada podría
hacer cuando la luz del sol tocara la faz de la tierra.
*****************
Sakary podía oler el nerviosismo en el ambiente. Alana había
matado a una loba importante en la manada, el padre de la perra
estaba furioso y quería venganza. No hacía falta ser un sabio para
calcular que las cosas se saldrían de control si no se hacía algo
rápido.
Después de asegurarse de que nadie entrara a su dormitorio se
alejó por el pasillo, por lo general prefería quedarse en la casa de
los solteros cuando no le tocaba guardia, pero esa noche no
deseaba dejarle a la suerte nada.
El pasillo era largo y lleno de puertas, al final del recorrido daba
a una escalera de caracol, por lo general los lobos preferían tirarse
por él tuvo que estaba en medio de la estructura antes de usar los
escalones. Sakary se consideraba demasiado serio para eso.
De dos en dos escalones llegó hasta la primera planta, allí le
esperaban dos centinelas.
—¿Qué vamos hacer? — fue la pregunta de los lobos apenas
ver bajar a Sakary.
Sakary se cruzó de brazos tratando de dar una seguridad que no
sentía.
—Somos centinelas y nuestro trabajo es cuidar la manada. Le
somos leales al Alfa.
—El Beta es el padre de Bedilia— aclaró lo que ya todos sabían
— Él dice que a su hija se le tendió una trampa, que la pantera debe
morir.
Sakary arrugó el ceño, no había nacido en esa manada, había
llegado mucho tiempo atrás, aun así, muchos le miraban con recelo.
—¿Puedo preguntar por qué me dicen esto? — el lobo les
sacaba más de una cabeza en altura, pero los otros tipos no eran
precisamente niñas del jardín de infantes. Entre ambos lo podrían
hacer sudar un rato antes de poder limpiar el piso con sus culos. Los
centinelas sonrieron mostrando los dientes.
—Va haber jaleo— habló el que estaba recostado a la pared—
El Alfa me cae bien y el Beta es un grano en el culo. La decisión de
nuestra parte no llevó mucho tiempo, pero hay algunos que quieren
las cosas a la antigua.
Sakary los observó largamente como si tratara de adivinar donde
estaba la trampa en todo eso.
—Busquen centinelas que sean leales al Alfa— ordenó— Yo me
encargaré de mantener un ojo sobre el Beta.
—Se hará— dijo el centinela que hasta el momento había
permanecido callado—Solo queríamos saber de qué lado estaba si
hacía falta decidir.
Sakary los vio salir rumbo al bosque, a ambos les tocaba guardia
esa noche. Había muchos en la aldea a quienes las cosas a la
antigua usanza no les servían mucho, mientras que para otros era
una manera de controlar al resto. Una decisión debía ser tomada,
sea cual fuere, a alguien no le iba a gustar.
Como había prometido Sakary fue rumbo a la casa del Alfa, no
le tocaba guardia, así que le sería más fácil vigilar sin que nadie le
extrañara por no estar en otra parte.
Sakary era bueno subiendo árboles, una habilidad muy útil
cuando se era un lobo joven y huérfano. Muchas veces salvó el
pellejo al usar los árboles como ruta de escape. Nadie esperaría a
un lobo a varios metros sobre el suelo.
Desde la posición ventajosa sobre una rama alta pudo observar
los movimientos en el patio de la casona. Las luces de la casa
estaban encendidas a esa hora de la noche, no era fácil dormir
cuando sabías que pisabas terrenos pantanosos.
Sakary no se sorprendió al ver como lobos que no tenían por
qué estar allí vigilaban desde los linderos del bosque, como si
esperaran que el Alfa hullera en medio de la noche. El Beta al
parecer estaba planeando algo y no deseaba ver sus planes
echados a perder.
El viento corría en su contra, así que su olor era arrastrado lejos
de las narices de los centinelas que vigilaban el patio. Era bueno
haberse criado en el lado equivocado del mundo, si ser un lobo
cambiaformas tenía sus momentos, ser hijo de rebeldes era otra
cosa totalmente. Así que no podía hacerle trampa a un tramposo.
—Allí estas— sonrió mostrando los colmillos de lobo, los ojos
dorados brillaban ampliando la luz de la luna para mirar en la
oscuridad.
De un salto Sakary bajó del árbol, con las manos en los bolsillos
y la cabeza baja trató de aparentar aburrimiento. Si un centinela le
veía solo pensaría que era otro que estaba harto de los caprichos
del niñito que quería hacerse pasar por Alfa. Otro más que se hacía
de la vista gorda con la seguridad.
Sakary logró llegar sin ser visto hasta donde había notado a
alguien moverse. Allí estaba. En la parte de atrás de la casa había
un árbol que con sus ramas tocaba el techo. Al parecer él no era el
único en ser bueno subiendo árboles.
Sakary se mantuvo inmóvil agazapado tras un arbusto de flores
amarillas que era lo suficientemente grande para esconder su
cuerpo. Tenía mucha curiosidad por saber que iba a hacer ese lobo
desconocido, por más que intento recordar quién era, no lo logró.
El hombre vestido de negro de pies a cabeza dio un ágil salto
hasta llegar a la primera rama, de allí en adelante la subida era fácil.
Sakari dejó que el tipo llegara hasta la altura de la segunda planta,
al parecer una ventana estaba abierta y la usaría para entrar. Tanta
coincidencia era casi ridícula.
Cuando el invasor puso el pie en el marco de la ventana para
entrar, Sakary tomó una piedra pequeña y se la arrojo dándole justo
entre los omoplatos. La sorpresa casi hizo que el tipo callera.
Sakary no gritó, pero habló lo suficientemente fuerte para
hacerse escuchar.
—Por lo visto solo yo te he visto— salió de su escondite
mostrándose a los ojos del sorprendido merodeador— Yo diría que
lo mejor sería que bajaras, arregles conmigo y luego evalúas si vas
a poder caminar por tu propio pie como para acercarte de nuevo a la
casa.
El hombre gruñó como solo un lobo puede hacerlo, los colmillos
alargados parecían brillar al ser tocados por la luz de la luna.
—Estas muerto, entrometido— en unos cuantos saltos el invasor
estuvo sobre el suelo—Te mataré y luego seguiré con mis asuntos.
Sakary sonrió complacido, por lo general no era hombre de
muchas palabras, prefería algo de intercambio rudo para dejar salir
la de tensión acumulada. Le iba a sacar a golpes lo idiota al tipo,
solo esperaba averiguar qué estaba pasando realmente en la
manada. Algo olía a podrido y no eran precisamente sus medias
olvidadas.
—Pues no te atraso más— los colmillos de Sakary estaban
extendidos fuera de sus encías dispuestos a desgarrar al enemigo,
las que antes eran uñas ahora eran garras de lobo, duras y afiladas.
El lobo invasor se abalanzó sobre el centinela dispuesto a matar
sin misericordia. Sakary era alto, pero su tamaño y musculatura no
le hacían menos ágil. Quitando el cuerpo le dio tiempo de golpear la
espalda de su atacante. El tipo calló de bruces contra el suelo, un
quejido contenido dejó claro que eso había dolido.
Sakary se burló.
—Este es el momento donde empiezas a pedir piedad.
El lobo caído se levantó furioso.
—Maldito lame botas— gruñó— Juró que si no me pagaran
jamás habría venido a esta manada de mierda. Mi hermano está
muerto y alguien tiene que pagar.
—Imagino que todos tenemos derecho a hacer estupideces,
pero no culpes a otros por los resultados— el centinela se encogió
de hombros. Ese parecía ser solo otro día de trabajo.
El lobo renegado se abalanzó sobre Sakary, este usó las garras
para herir en el pecho al tipo que no parecía ser un gran luchador.
Los gruñidos se tuvieron que haber escuchado, lo extraño es que
ninguno de los encargados de vigilar llegó a ver lo que pasaba.
Sakary tenía al invasor contra el suelo y le estaba dando unos
buenos puñetazos justo en la cara cuando un lobo transformado lo
atacó por la espalda, fue por pura suerte que logró rodar lejos solo
con unos cuantos rasguños sangrantes.
El centinela sabía que esta vez sí estaba en desventaja como
para pelear en su forma humana. Así que convoco a su otra
naturaleza. El lobo dentro de él emergió tan rápido que en cuestión
de segundos estaba gruñendo sobre sus cuatro patas. Gracias a
esa velocidad es que los lobos eran escogidos dentro de la manada
para ser centinelas, Sakary era uno de los más rápidos.
Los lobos invasores estaban en su forma animal también, los
pobres tipos pensaban que de esta salían bien librados.
La noche sobre el bonito patio de la casa del Alfa se transformó
en un campo de batalla. El primero en ser descubierto por el
centinela ahora cojeaba gracias a un desgarro en su pata trasera.
Sakary hacía bien su trabajo.
Todo iba viento en popa hasta que un nuevo lobo apareció.
Sakary tenía a uno de los lobos del cuello y trataba de causarle el
mayor daño posible mientras el otro lobo sacudía la cabeza después
del golpe que le había causado contra una piedra.
El recién llegado era ni más ni menos que el Alfa de la manada.
El lobo era mucho más grande que el promedio de los centinelas, y
parecía que no se tomaba a bien el que hubieran invadido su
territorio.
Sakary dejó salir un ladridito feliz reconociendo que todo ahora
estaba bajo control, al menos no tendría que convencer al Alfa de
que en realidad eso estaba sucediendo.
El sonido de un cuello quebrándose y el último lloriqueo de uno
de los invasores dio por terminada la lucha. Con el lobo que, aunque
un poco maltrecho, seguía vivo, el Alfa y el centinela entraron a la
casa.
Con cuidado de no asustar más a la pareja del Alfa, llevaron el
cadáver y al prisionero al sótano de la casona. Allí había varias
celdas para casos como ese. Después de dejar a los invasores allí,
subieron hasta la primera planta.
El primero en hablar después de cerrar la puerta del despacho
fue el Alfa.
—¿Qué diablos pasó allí afuera?
Sakary se acomodó el pelo largo en una coleta baja, la lucha le
había despeinado, un día de estos se decidiría por cortar la cosa
estorbosa.
—Lo que pasa— explicó Sakary sabiendo que era portador de
malas noticias— es que la manada está llena de traidores. Había
centinelas vigilando y ninguno acudió a defender la casa del Alfa.
—¿Todos son traidores? — el Alfa se sentó en la silla detrás
del escritorio.
—El Beta se aseguró de tener aquí a solo sus más cercanos
centinelas—, explicó Sakary— los demás están patrullando el
perímetro lo más alejado que se puede de aquí.
—Él ha sido amigo de la familia desde hace mucho tiempo—se
lamentó el Alfa.
Sakary prefirió quedarse de pie, aunque con un gesto el Alfa le
había invitado a sentarse.
—Creo que él es más amigo del puesto de poder que de la
persona que está en este— Él no está conforme con ser
simplemente el Beta, él quería que su hija fuera la pareja del Alfa.
—De ahora en adelante tenemos que ser más listos—en la
mirada del Alfa se podía leer la determinación— Serás mi nuevo
Beta, creo que es hora de hacer algunos cambios en la manada.
Sakary no pudo más que mirar perplejo al hombre sentado
detrás del escritorio
—¡Mierda! — gimió
La risa del Alfa era malvada.
—Supongo que no es justo que solo yo tenga que arriesgar el
pellejo.
—Esto es más que arriesgar la garganta— trató de hacerlo
entrar en razón— Yo solo soy un centinela sin familia ni arraigo en
esta manada, además, los demás lobos todavía me consideran un
extranjero aquí.
—Te conozco desde hace muchos años— el Alfa había dejado
de sonreír y le miraba serio—Debí de hacer cambios desde que
gané este puesto en la manada. En esta manada se quejan
constantemente del Alfa anterior, pero cuando trato de hacer las
cosas diferentes comienzan a patear como potros en rodeo.
—Esta manada esta dividida, darme el puesto pondrá las
cosas peor.
—Cuando tengas una pareja realmente entenderás mi cambio
en las prioridades—el Alfa no parecía muy preocupado por eso—
Ahora deseo darle a mi pareja un lugar seguro. Esta manada ya no
es un lugar seguro.
El comentario sí que llamó la atención del nuevo Beta.
—¿Abandonará a los miembros de la manada que le son
fieles? — realmente Sakary pensaba que eso era traicionar a su
gente.
—Tengo un plan—, explicó el Alfa—por el momento
mantendremos tu nombramiento como Beta en secreto. El padre de
Bedilia debe seguir pensando que tiene mi confianza.
Sakary no pudo evitar el recordar al vampiro que había dejado
solo en su dormitorio de soltero.
—¿Qué haremos con el vampiro?
El Alfa le miró como si acabara de recordar ese importante
detalle.
—Tommy dice que ese vampiro no tiene a nadie, así que nos
lo quedaremos hasta que el asunto de la manada este más estable.
No quiero que nos ataquen cuando estamos tan divididos.
Sakary se mostró de acuerdo, ya él había pensado lo mismo,
no era buena idea soltar al vampiro cuando este podía traer
enemigos a la manada para que aprovecharan la debilidad que
ahora enfrentaban. Esa era toda la razón para mantenerlo prisionero
en su dormitorio.
—Yo me encargaré del vampiro— se ofreció.
Capítulo 5

La luz del sol comenzaba a bañar la tierra, podía sentir como la


noche se marchaba lentamente. La sangre que le había entregado
el lobo había sido suficiente para hacerlo funcionar con una cierta
apariencia de normalidad.
Estar de pie observando por una rendija entre el marco y la
ventana le estaba siendo terriblemente aburrido. Los ruidos
nocturnos estaban llenos de susurros, justo los que se escucha
cuando la muerte anda cerca. Algo malo iba a ocurrir en esa
manada, podía por muy poco olfatear el olor de la sangre.
Lástima que la luz del sol se empeñara en deslizarse sobre la
faz de la tierra, la energía que alimentaba a los seres vivos era un
somnífero para él. Sentado donde estaba se recostó a la pared, no
sin antes asegurarse que la luz del sol no pudiera escurrirse por
alguna abertura entre el pesado cortinaje.
La madrugada se estaba esfumando y la mañana era ya un
hecho. Los pajaritos y su ridícula alegría matutina era más que
molesta al cantar en cada rama que se posaban. Velial no quería
dormir, no sin antes saber si el lobo regresaría a ese dormitorio,
quería verle. Usualmente agradecía a cualquier dios que se ocupara
de los chupasangres malditos si el amo no regresaba en varias
noches, pero con ese lobo era distinto.
Velial cerró los ojos lentamente, aunque luchó por no hacerlo,
fue inevitable. Tal vez si su nuevo Maestro lo alimentara con más
sangre pronto lograría reponerse lo suficiente como para no caer
como piedra al amanecer.
El vampiro no estuvo consciente cuando la puerta que daba al
pasillo se abrió. Un grito femenino hizo eco en cada una de las
esquinas del edificio que conformaba la estancia de los solteros.
—¡Un vampiro!
A esa hora de la mañana los que estaban en las rondas
nocturnas apenas si estaban llegando, y los que tenían que trabajar
en la mañana no tenían por qué estar sobre sus pies tan temprano.
Sakary estaba subiendo el último escalón antes de llegar al nivel
donde estaba su dormitorio cuando escuchó.
—Putos entrometidos de mierda— llegó en unas cuantas
zancadas hasta donde su puerta estaba abierta y la mujer estaba
como congelada. Justo cuando las puertas de los otros dormitorios
empezaban a abrirse, el centinela llegó hasta donde estaba la mujer.
Dándole un empujoncito la metió en el dormitorio.
Antes de cerrar la puerta sacó la cabeza y explicó a los otros
lobos.
—No hay nada de qué preocuparse, sigan en lo suyo.
Los centinelas tenían tiempo de conocer al lobo y sabían que el
tipo era serio. Así que la loba debía estar confundida.
Después de unas cuantas respiraciones la loba volvió a ser
dueña de sí misma.
—¿Qué demonios está pasando aquí?
—Nada que el Alfa no sepa— explicó Sakary antes de ir y
arrodillarse donde el vampiro parecía inconsciente sentado sobre el
suelo—¿Le hiciste algo?
La mujer era una chica joven, una mocosa de cincuenta años
que tenía más ovarios que testículos muchos hombres,
lamentablemente en lo concerniente a los vampiros perdía los
papeles con facilidad.
—¿Estas bromeando? — colocó las manos en jarras sobre su
cadera, vestida con un pantalón de mezclilla, camisa de cuadros y
botas altas parecía muñeca de rodeo— No me acercaría a esa cosa
a kilómetros si pudiera evitarlo.
Sakary se sintió algo aliviado por que fuera ella la que entrara, la
pelirroja estaba algo loca, pero no era de las que se le iba la lengua
como a muchos en esa manada.
—Al parecer está demasiado débil aún como para soportar las
horas del día— se quejó Sakary mientras levantaba el cuerpo
delgado del vampiro. El chico no pesaba mucho, el cabello negro
estaba algo desordenado y la piel demasiado pálida, a simple vista
parecería solo un universitario pasado de tragos.
La loba adivinó lo que iba a hacer el centinela, así que sin
necesidad de muchas palabras fue a la cama y retiró la manta para
que el vampiro pudiera descansar allí.
—Realmente es como mi madre me había dicho— exclamó al
encender la lámpara junto a la cama, ya que las cortinas impedían
que la luz del sol entrara al dormitorio— Es una criatura hermosa.
Nadie dudaría en acercarse a él, aunque uno estuviera sola en una
calle a media noche.
Sakary gruñó sin proponérselo.
—Es un vampiro, ¿recuerdas? — tomó una de las mantas y
cubrió a la criatura nocturna— Más te vale que no te acerques a él si
no estoy cerca, es más, nadie debería haber abierto la puerta de mi
dormitorio.
La chica pelirroja dio un paso atrás, no por temor al vampiro,
sino por el gruñido de advertencia de la parte animal del hombre. Lo
más sorprendente era que él parecía no haberse cuenta de la rareza
del gesto.
Sonia sonrío como si ahora supiera un gran secreto. El centinela
era muy astuto, pero una hembra podía detectar ciertas cosas sin
proponérselo siquiera. En eso le llevaba ventaja. Sakary se estaba
ganando más problemas de los que se imaginaba.
—El Alfa me dijo que te buscará apenas llegaras de lo que sea
que te mando a hacer— acomodó un mechon de cabello rojo que se
había escapado de la coleta alta— Dijo que quería verte en seguida.
Sakary se sentó a un costado de la cama. Con ayuda de la luz
de la lámpara pudo observar con mayor claridad las facciones del
vampiro. Como había dicho Sonia, la criatura era hermosa. Un tipo
delgado, cabello negro lustroso, boninas pestañas y una boca que
parecía estar hecha para dar mamadas.
—¿Me escuchaste, Sakary? —más que pregunta de parte de la
loba, el objetivo era una descarada burla.
El centinela se puso de pie de golpe.
—Te escuché mujer— se quejó— Eres realmente molesta
cuando quieres.
—Lo hago lo mejor que puedo— le dedicó un guiño. Se dio la
vuelta para salir, pero se volvió, parecía haber recordado algo—
¿Cómo es que no lo pude oler hasta que abrí la puerta?
—No quieras saberlo todo, loba— Sakary se cruzó de brazos.
Como hombre casi medía los dos metros de alto y como lobo era
realmente una cosa grande y gruñona— Mejor ve a donde el Alfa y
dile que voy enseguida, antes tengo que arreglar un par de cosas.
La chica encogió sus delgados hombros bajo la camisa de
cuadros.
—No te preocupes— sonrió— este asunto del vampiro será un
secreto que no divulgaré.
—Gracias— las palabras se le atravesaron un poco, pero las
logró pronunciar.
La loba salió, el sonido de la puerta al cerrarse fue un gran alivio
para el lobo, realmente le molestó que alguien invadiera el lugar
donde el vampiro dormía indefenso.
Un gemido que provino desde la cama le dejó saber que no
estaba tan solo como pensaba.
El vampiro parecía luchar por despertar, pero el estupor del día
parecía querer atarlo.
—Maestro— un susurro apenas— Maestro.
Sakary comenzó a creer que el esclavo era él, no el vampiro
seductor.
—Aquí estoy— le respondió apenas se sentó en la orilla de la
cama.
—Tengo sed— gimió el vampiro. A la luz de la lámpara los labios
de la criatura se veían algo resecos. Fuera la luz de la mañana
bañaba en toda su gloria la superficie de la tierra
Sakary tragó en seco, podía recordar perfectamente lo que
había pasado la última vez que había alimentado al vampiro. Al
parecer esas criaturas necesitaban una alimentación regular.
—¿En qué demonios me he metido? — gimió Sakary mientras
sopesaba sus opciones. Le había dicho al Alfa que él se encargaría
de cuidar al vampiro hasta que las cosas se calmaran en la manada.
Lo que no había pensado es que alguien debería cuidarlo a él del
vampiro.
La respiración irregular del joven le avisaba a Sakary que no era
broma lo de la sed.
El lobo se puso de pie como si la cama de un pronto a otro se
hubiera incendiado. La criatura en su cama no parecía tener el
sueño muy tranquilo.
—Maestro— gimió en el mismo tono que un amante necesitado.
Sakary era un lobo adulto, eso era algo bueno para recordar. Era
un centinela patea culos y desayuna clavos, y lo más importante a
tener presente, no era un adolescente virgen. No tenía por qué estar
duro solo porque el tipo sexy en su cama gimiera como puta viendo
billete grande.
—Solo tengo que alimentarlo— se sentó nuevamente en la
cama, lo hizo tan lentamente como si el vampiro estuviera listo para
arrancarle la cabeza de un tajo— Solo debo darle algo de sangre,
uno o dos tragos bastarán, tienen que bastar.
La camisa llena de polvo por la pelea que había tenido fuera de
la casona del Alfa, ahora comenzaba a humedecerse por pequeñas
gotas de sudor. El cuarto se estaba poniendo muy caliente. Tal vez
todo se debía a que esa noche sería luna llena, la fría dama solía
hacerles cosas raras a los lobos, todos sabían eso.
—Tomaré un baño y vendré a darte lo tuyo— apenas dichas las
palabras Sakary tuvo deseos de tirarse de cabeza desde el nivel
donde estaba su dormitorio, directo al piso. El pene le molestaba
entre las piernas, era como si la maldita cosa tuviera vida propia.
Con toda la intención de correr al baño, tomó aire y se recordó
por milésima vez desde que había entrado a ese dormitorio, que él
era un puto adulto que no tenía por qué ponerse cachondo por solo
ver un culo bonito en su cama.
Sin querer atrasar lo inevitable Sakary tomó un pantaloncillo y
una camiseta holgada que había visto sus tiempos de gloria hacía
mucho. Con las prendas en mano fue directo a la ducha.
El agua fría se sentía demasiado helada sobre su piel caliente.
La época de apareamiento de los lobos siempre era bajo el influjo
de la luna llena. En una de esas lunas fue que el Alfa acabó
jodiendose a una pantera con la que al final acabó emparejado. El
felino ahora era el sol y la luna de ese lobo.
Dentro del dormitorio el olor del vampiro no era desagradable, no
olía a podrido como los carroñeros ni tenía ese aroma a viejo que
había sentido en una de esas criaturas que se creían de la nobleza
sobre natural. El olor de Velial era dulce, era un olor a fuego en una
noche fría, era a lo que tenía que oler un hombre para su gusto.
El agua se había sentido helada, se había dado una paja rápida,
nada había sido suficiente para apaciguar su calentura.
—Puto vampiro— secó el cabello con una toalla, lo dejó suelto
para que se secara más rápido— Solo te daré algo de sangre y me
iré a dormir al establo si es necesario.
Sakary se vistió con el pantaloncillo corto y la camiseta.
Usualmente dormía desnudo, sabiendo lo que le causaba la mordida
del vampiro no quiso arriesgarse.
—Tengo sed— el vampiro se revolvía en la cama como si
estuviera pidiendo a gritos algo más que sangre. El chico no había
abierto los ojos, era como si estuviera teniendo algún sueño
húmedo.
Sakary era hijo de renegados, se había criado en la calle
después que sus padres murieron cuando apenas era un
adolescente, su tamaño y su actitud se habían pulido entre peleas y
trabajo duro. Jamás tomaría algo de alguien sin que este diera un
consentimiento real.
Con cuidado de no asustar al vampiro se sentó de manera que
su espalda quedara recostada al cabecero.
—Aquí estoy— anunció el centinela mientras se inclinaba y
colocaba su brazo cerca de la boca del vampiro—Si tienes sed,
tienes que beber.
—Maestro—, la palabra fue susurrada en un tono que rallaba en
desesperación.
Al ver que el chico no parecía estar consciente ya que se seguía
revolviendo en la cama como si buscara una manera más cómoda
de dormir.
Sakary no era del tipo paciente. Transformando una de sus uñas
en garras se aruñó la muñeca de manera que unas cuantas gotas
de sangre escaparan de sus venas antes de que la herida se cerrara
nuevamente.
Al parecer su acción tuvo el efecto deseado.
Capítulo 6

Velial lo supo, él estaba allí. El olor dulce de su sangre, como


vino de la mejor cosecha. En la bruma de un sueño enfermizo vio su
salvación al alcance de su mano.
Deseaba beber del lobo como pocas veces lo había deseado
en su vida. Necesitaba calmar la sed, lo necesitaba ahora. Lo había
llamado en sueños y él por fin estaba allí.
Los colmillos dentro de su boca se alargaron hasta lastimar
sus propios labios. Gotas de sangre de Sakary sedujeron sus labios,
como si fuera necesario estar más motivado.
La piel tibia del lobo acariciaba sus labios fríos, sin mediar más
razones Velial clavo sus colmillos en su Maestro.
El líquido caliente llenó su boca y se deslizó por su garganta.
Cada una de sus células respondió al alimento, cada herida interna
fue sanada tan rápido que le causo dolor, pero nada que pudiera
desconcentrarlo de seguir bebiendo lo que se le ofrecía.
Aunque era de día Velial no sintió el sueño de la muerte, se
sentía vivo como no lo había sido desde que nació como monstro a
ese mundo de sombras. Su cuerpo entero parecía cantar, su pene
estaba tan duro como mástil de barco. El placer era tan grande que
no podía parar, ahora tenía sed de otra cosa.
—Ya basta— la voz excitada del lobo solo hizo que Velial
deseara tener algo llenando la abertura entre sus piernas. La sangre
no bastaba para dejarlo satisfecho, esta vez, por primera vez en su
vida, Velial deseaba probar que tan cierto era lo del placer de los
amantes cuando compartían sangre.
Un orgasmo, uno bueno, lo tomó por sorpresa como si de un
terremoto se tratara.
Sakary estaba temblando, tenía miedo. Con su mano
recuperada y la herida de los colmillos borrada de su piel como si
nunca hubiera sido mordido, el lobo supo que aquello era un juego
peligroso.
El pantalón corto estaba manchado con su propio semen, se
había venido sin tan solo tocarse, solo con la succión del maldito
vampiro había tenido para alcanzar un orgasmo con todas las letras
de esa palabra.
Velial por su parte no se veía en mejor estado, el aroma del
semen ajeno hizo que Sakary se sintiera como un maldito
pervertido. Tenía demasiadas ganas de mandar al diablo la poca
decencia que le quedaba y entrar desnudo a esa cama y mostrarle a
esa criatura nocturna que era ser follado sin contemplaciones.
El chico seguía dormido, los leves rasgos asiáticos le daban un
aire exótico, era como un ángel de facciones delicadas. Sakary no
se dejaba engañar, ese vampiro era el diablo encarnado, aunque
durmiera plácidamente sobre su cama.
Ese mismo día hablaría con la pareja del Alfa, arreglaría que él
vampiro se pudiera quedar en la casona. Tenía como excusa que los
demás lobos no se tomarían a bien tener como vecino de dormitorio
a un chupasangre. Si, eso es lo que haría después de tomar otra
ducha fría.
En el baño trató de borrar las huellas de su vergüenza. La
pareja del Alfa le había dado la encomienda de cuidar del vampiro,
no de jodérselo a la primera oportunidad.
Esta vez mandó al infierno cualquier deseo de dormir que
hubiera tenido alguna vez, no se quedaría a dormir allí, ni, aunque
fuera el último lugar sobre la tierra en el que pudiera descansar.
Con las hiervas colocadas otra vez tras la puerta y las otras
sobre el marco que sostenía las cortinas se aseguró que ningún
lobo desde el exterior pudiera olfatear quién era su invitado.
Como si los jinetes del apocalipsis vinieran tras él, Sakary salió
del dormitorio. Los centinelas que se topó por el pasillo le saludaron
sin obtener más que un gruñido de respuesta. El tipo no parecía
estar en sus mejores días.
De dos en dos bajó los escalones que le llevarían a la primera
planta del edificio. Necesitaba arreglar algunas cosas.
Fuera Sakary se encontró uno de los todoterrenos que
utilizaban para patrullar cuando querían que los humanos se
creyeran el cuento de que tenían una reserva de lobos que no
debían ser molestados.
El joven lobo que estaba terminando de quitarle el jabón con la
manguera al vehículo se hizo a un lado al ver a uno de los
centinelas más grandes venir justo hasta donde se encontraba.
—Voy a necesitar el todo terreno— avisó al muchacho antes
de subir.
El chico se veía nervioso.
—El Beta dio orden de que los vehículos fueran llevados hasta
su casa con los centinelas que él mando a llamar— trató de
explicarle a Sakary que ya había girado la llave en el encendido.
—¿Y por qué no tomaron este también? — preguntó Sakary
sin mostrar mucho interés en bajar del vehículo.
—Tenía una llanta pinchada y yo acabo de arreglarlo— explicó
el lobo.
—Yo me encargaré de llevarle el todo terreno al Beta— habló
Sakary mientras comenzaba a conducir lejos de la residencia de los
centilenas.
Sakary ni de broma iría a donde el Beta, fue directo a la casa
del Alfa. Después de ese momento sabía que sus lealtades estarían
claras. Si los otros centinelas tenían algo de cerebro entre las dos
orejas sabrían que era el momento de tomar decisiones. Una
traición se estaba gestando en la manada.
Juzgar si un lobo era un buen Alfa o no simplemente por el
sexo de la persona que había escogido como pareja era la cosa
más idiota que había visto nunca.
Con él que no contaran para algo así.
La noche anterior había caído una ligera llovizna, la luz del sol
brillaba como si todo el paisaje hubiera pasado por un autolavado.
Conduciendo en medio del camino no pudo evitar pensar cuándo
había sido la última vez que la luz del sol había tocado la piel pálida
del vampiro.
Después de unas cuantas curvas en el camino llego a la casa
principal. Extrañamente no había centinelas cuidando el lugar, ni
uno solo.
Sakary bajó del coche sin preocuparse mucho de dejarlo en la
entrada. Estaba seguro que no tardaría mucho antes de tener que
salir de allí rumbo a una misión del Alfa.
Antes de tan solo tocar la puerta ya Alana estaba allí. La loba
era una mujer de mediana edad, con su moño alto y su cabello bien
sujeto en este no dejaba duda que era una mujer a la que le gustaba
que cada cosa estuviera en su sitio.
—Señora— saludó a la mujer apenas esta abrió la puerta— El
Alfa me envió a llamar.
—Él lo está esperando, está en la cocina— explicó la loba
dándole paso a la casa.
El lobo estaba francamente aliviado de tener otra cosa en la
que pensar, si no se mantenía concentrado en el presente acabaría
corriendo a la cama con el vampiro.
Sakary sabía lo que parecía, casi podía sentir en su frente
pegado el letrero de “cobarde”. Era más seguro entenderse con las
novelas de la manada que vérselas con él manjar que tenía oculto
en su dormitorio. Había caído bajo el embrujo de un vampiro.
La loba acompañó al centinela hasta donde estaba el Alfa
junto a su pareja. El muchacho estaba cómodamente sentado sobre
el regazo del hombre más grande.
—Lamento interrumpir—, se disculpó Sakary apenas entrar a
la cocina— pero usted me mando a llamar.
Gregory parecía un hombre demasiado feliz con su pareja
bien sentado sobre el regazo. El chico, Tommy, sonreía
avergonzado por la posición comprometedora en la que se
encontraba. El pobre chico todavía no caía en la cuenta de que los
lobos solían ser algo físicos con sus parejas.
—Tommy quiere saber cómo está el vampiro— el Alfa no
parecía muy feliz por el interés de su pareja en el otro hombre— Así
que creo que eso se lo puedes explicar de primera mano.
Sakary hubiera preferido ir de frente contra el Beta en medio
de los centinelas traidores que estar allí siendo observado por la
mirada esperanzada de Tommy. Sintiéndose bastante culpable,
decidió no retrasar el asunto.
—Él está bien— A veces lo menos siempre era lo mejor.
Tommy arrugó el ceño. Al parecer la respuesta estaba algo
insípida.
—No eres muy platicador que digamos— se quejó la pantera.
La mirada de advertencia del Alfa le dejó claro al lobo que lo
mejor era no hacerse el gracioso.
—Es un vampiro— Sakary tuvo serios deseos de halarse el
cabello— Bebió la sangre que le di, se veía bien anoche cuando lo
dejé para hacer mi ronda como centinela y ahora está durmiendo
como todo buen vampiro durante el día.
El chico se enderezó sin levantarse del todo del regazo de su
compañero. Al parecer el movimiento creó cierta fricción que hizo
que el Alfa gruñera nervioso.
—¿Realmente los vampiros no pueden permanecer
despiertos durante el día? — Tommy era curioso, eso fue
precisamente lo que lo acabó metiendo en tantos problemas desde
un principio.
Sakary estuvo a punto de decir que él no sabía mucho acerca
de chupasangres, esas criaturas eran escasas y bastante privadas
en sus cosas. Otra mirada del Alfa le advirtió que tuviera cuidado
con lo que iba a decir.
—Cuando se recupere del todo le preguntaré si sobre una
base regular necesita dormir durante todo el día.
Tommy parecía algo desilusionado.
—Me gustaría hablar con él. En el… en el sótano parecía que
estaba a punto de morir.
Gregory interrumpió mientras acercaba el cuerpo más
pequeño del cambia formas pantera.
—No quiero que pienses más en lo que pasó allí— le besó la
mejilla, la piel color caramelo se tiñó de un bonito color sonrosado
en las mejillas— No voy a descuidarte otra vez.
Sakary de pronto se sintió como un invasor en esa cocina. El
sonido de Alana moviendo algo en el sartén le dio algo de valor para
no sentirse fuera de lugar allí. Después de todo no estaba en esa
casa por gusto.
Tommy dejó de prestarle atención a los mimos de su Alfa para
recordar el hilo de la conversación con el centinela.
—¿Crees que Velial estará bien?
El cabello atado en cientos de trencitas minúsculas le daba al
rostro de la pantera un aire exótico que le hacía aún más bonito, si
es que esa palabra podía ser utilizada en un hombre. Extrañamente
Sakary no pudo evitar compararlo con el vampiro que ahora dormía
en su cama. El vampiro parecía el pecado mientras el cambia
formas era bonito.
—Lo estará pronto— el centinela estaba seguro de eso. Cada
vez que el vampiro bebía de su sangre el cambio podía verse a
simple vista— Apuesto que esta noche ya no se verá como si
sufriera resaca.
Gregory evito que la conversación se alargara. Dirigiéndose a
Tommy le dio un beso.
—Acompañaré a Sakary a la puerta— sonrió mientras se
ponía de pie— tengo que enviarlo a traer algunas cosas al pueblo.
Tommy le dio espacio al Alfa para que se alejara rumbo a la
puerta de la cocina. Cruzado de brazos parecía un hombre difícil de
engañar.
—Supongo que vas a seguir con tus secretitos— la pantera ya
no se veía muy feliz— Creo que sería bueno que recordaras a
donde nos llevó eso la última vez.
Alana caminó hasta donde estaba la pareja, había una guerra
de miradas que no terminaría nada bien.
—Dejen de discutir de una buena vez— riñó a la pareja Alfa—
Gregory, ve a hacer tus cosas, Tommy y yo tendremos una
conversación.
Tommy era un felino, eso era lo que se vislumbraba tras los
ojos brillantes que no se molestaba en ocultar que habría
consecuencias para el Alfa por eso.
Gatos vengativos.
El Alfa no fue capaz de ver el inminente peligro, asía que
simplemente aprovechó la distracción ofrecida por su madre de cría
para salir acompañado por el centinela. Apenas salieron a la casa
llegaron directo al carro todo terreno en que había llegado el lobo.
—Seré breve— abrió la puerta para que Sakary entrara—
Esta tarde llamaré al consejo y al resto de la manada para
presentarles a mi pareja destinada.
Sakary que ya estaba sentado en el asiento del conductor
agradeció que fuera así y no caer de culo de la impresión.
—El Beta está buscando tenderle una trampa y usted se la
pone tan fácil— se quejó sin querer disimular lo preocupado que
estaba— Hay suficientes centinelas que le siguen como para darnos
problemas.
—Lo he pensado—, el Alfa se cruzó de brazos dejando ver la
firmeza de sus músculos— pero no pienso vivir con miedo de que
alguien más intente atentar contra Tommy.
—Eso lo entiendo— Sakary se pasó la mano por la cabeza
como si temiera que su cabello se hubiera zafado de la coleta que lo
sostenía— Aunque honestamente no creo que esto solucione nada
a menos que usted los obligue utilizando su autoridad como Alfa.
—¿Usar mi autoridad como Alfa? Eso sería demasiado
indulgente— el Alfa hablaba bajo, como si temiera que su pareja
estuviera escuchando desde la casa— Cada manada tiene el
gobierno que se merece. Yo les dejaré escoger que desean.
Sakary no pudo evitar desviar la mirada hasta la ventana del
segundo piso donde una cortina había sido corrida. Su vista animal
era excelente. La pareja del Alfa los estaba observando.
—Yo lo apoyaré en lo que necesite— puso ambas manos
sobre el volante, estaba comenzando a sentirse frustrado— Solo le
pido que me ayude a buscar un lugar mejor donde esconder al
vampiro. He usado algunos trucos para esconder su aroma, pero
pronto alguien leal al Beta lo descubrirá.
—Sonia me informó sobre el incidente en el dormitorio— le dio
la razón el Alfa— Hay una cabaña para invitados. Tiene años de no
usarse, daré órdenes para que la limpien, Alana irá antes del
anochecer para asegurarse de que las cortinas impidan la entrada
de la luz cuando llegue la mañana.
—Si, conozco el lugar. Esta en el jardín trasero. Eso servirá.
—Necesitaremos mucha ayuda si el Beta intenta algo. Los
mejor es que estés cerca. Diles a los otros centinelas leales que los
quiero aquí esta noche sin importar las ordenes que el Bela les haya
dado.
—Eso haré— ofreció Sakary— Creo que es hora de que cada
quién tenga claro de qué lado esta.
Capítulo 7

Después de dar algunas vueltas por la manada Sakary


consiguió hablar con los centinelas que habían ayudado a rescatar a
la pareja del Alfa. Antes de que la mañana terminara todos deberían
estar en la casa principial.
Sakary conocía su negocio, era un centinela que no se
preocupaba mucho por rendirle pleitesía al Beta, su lealtad siempre
había estado clara con respecto a eso. El Alfa era un hombre joven,
pero no por eso era el imbésil que el Beta se había imaginado en un
principio.
Con cuidado había hablado con los que valían la pena, los
centinelas fieles al Beta fueron eliminados de la lista, lo que eran del
montón, también. Lo que fuera que estuviera planeando el Alfa, se
necesitaba de lobos fuertes que no temieran arriesgar el pelaje.
Antes del almuerzo llego nuevamente a la casa del Alfa, no
podía negar que no dormir lo tenía algo molesto. Eso y no tener
tiempo para acercarse a donde tenía escondido al vampiro, lo tenía
mal. Después de todo ,estaba resultado un puto perro faldero.
El Beta no había asomado sus traidoras narices, al parecer se
la había pasado en una especie de encerrona con los ancianos de la
manada, a ningún centinela se le permitió estar presente.
Sakary informó en la mesa del comedor los resultados de sus
esfuerzos. Tommy esta vez estuvo presente. El chico al parecer
había ganado la discución con el Alfa ya que este no parecía nada
feliz.
Las decisiones habían sido tomadas, apenas un puñado de
centinelas, demasiados pocos si se comparaba con la cantidad que
pertenecía a la manada, permanecía leal al Alfa.
Gregory era un Alfa por derecho propio, había ganado su
lugar en un desafío y eso era algo muy poderoso entre los lobos. Al
mirar de frente a cada uno de los lobos dejó claro que había tomado
una decisión y que la llevaría hasta las últimas consecuencias.
—En unas horas saldremos de aquí a dejar esto arreglado de
una vez por todas— Los brazos cruzados sobre el pecho mostraba
los músculos que habían derrotado al Alfa anterior— Sakary irá a
recoger algo a los dormitorios de los centinelas, cuando el regrese
comenzaremos a movernos.
Sakary escuchó todo en silencio recostado al marco de la
puerta de la cocina. Los centinelas tenían sus platos llenos del guiso
que había hecho Alana, Tommy había comenzado a servir los
refrescos. Seis centinelas estaban sentados en la cocina, unos en la
pequeña mesa y otros en los banquitos del mostrador. Al menos
esos lobos tenían sierta experiencia, los más jóvenes todavía
estaban patrullando por allí sin saber lo que se venía encima de
todos.
Con un movimiento de cabeza Sakary se despidió del Alfa, sin
llamar mucho la atensión salió de la casa. La luz del día brillaba en
lo alto del cielo, aún así debía mover al vampiro para evitar que
alguien le lastimara cuando se encotraba más débil.
El camino se le hizo eterno. Antes de llegar al complejo donde
estaban los vehículos le dio una última mirada al asiento trasero.
Alana había acomodado allí lo necesario para poder cubrir al
vampiro para sacarlo sin que el sol le tocara.
Era curioso como las cosas pueden cambiar en tan poco
tiempo. En el complejo había solo unos cuantos centinelas rondando
por allí. Se podía sentir en el aire la tención, las miradas
desconfiadas sobre Sakary no le pasaron desapersividas.
Sakary dejó el todoterrono estacionado en la parte de atrás
del edificio. En una mano llevó el bulto donde estaba la tela gruesa
con la que cubríria al vampiro.
Como si lo que hubiera hecho fuera simplemente estacionar
donde la sombra del edificio protegiera al todoterreno del sol, bajó y
buscó el camino a la entrada principal.
La piedra desnuda necesitaba un trabajo de reparación y la
puerta estaba algo floja de las visagras. Cientos de veces había
pasado por allí y hasta ahora parecía notarlo.
Los dos centinelas que hablaban en el recibidor gruñeron al
verle pasar. Sakary no tenía tiempo para perder, tenía que sacar al
vampiro de allí lo más pronto posible.
Uno de los lobos se atrevió a interponerse en el camino a la
escalera que lo llevaría a los niveles donde estaban las
habitaciones.
—¿A dónde vas, perro?
Sakary se detuvo a menos de cincuenta centímetros de que
sus pies se tocaran. Sonriendo dejó que el otro viera que sus
colmillos estaban fuera de sus encias.
—A divertirme con tu culo—Sakary era sus buenos diez
centímetros más alto, tal vez la musculatura no fuera masiva como
la del tipo que tenía enfrente, pero era ágil y sabía pelear sucio si la
situación ameritaba.
—Te gusta hablar feo, Sakary— advirtió— Cuida de que el
Alfa no te vaya a dar la espalda y quedes solo.
—Un traidor siempre es un traidor y un lamebotas siempre
será uno— pusó ambas manos apoyadas en sus caderas— Si solo
quieres hablar sube conmigo a la habitación y jugamos a las
manitas calientes.
El centinela escupio en el piso asqueado.
—No me digas que eres otro asqueroso maricón.
—Tal vez si, tal vez no— le dedico un guiño al otro lobo— Es
solo que me confundí al verte tan dispuesto.
Nadie podía decir que Sakary fuera de los que le negaban el
cuerpo a una pelea si se veía obligado. Mirando su reloj calculó que
podía tomarse unos minutos para darle una o dos lecciones al idiota.
El centinela le dejó ir un derechazo que si lo hubiera golpeado
de seguro que le arranca la cabeza. Sakary lo había esquivado por
poco. Eso se iba a poner bueno.
Como respuesta Sakary le dio una patada justo en la rodilla
derecha, fue tan rápido que el lobo ya estaba de rodillas justo antes
del siguiente latido. Otra patada en el trasero acabó enviándolo justo
por la puerta de entrada llevándose madera y al centinela que
estaba de fisgón.
—Si quieres otra cita te veo en la noche, primor— se burló
Sakary mientras subía los escalones rumbo al nivel donde estaba su
dormitorio.
Al abrir la puerta se encontró con que el seguro estaba algo
maltrtado, alguien había intentado forzar la cerradura sin desbartarla
del todo. Era una suerte que por pura desconfianza la hubiera
cambiado hace algunos meses. No quería a nadie usando una llave
maestra para usmear en sus cosas.
Dentro del dormitorio las cortinas seguían corridas, ni un rayo
de luz entraba. Su vista tardó unos segundos para acostumbrarse a
las tieneblas. El vampiro estaba aún dormido sobre su estomago en
la cama, solo que esta vez el sueño era tranquilo.
—Bien— extendió sobre la cama la tela negra que había
traído consigo— Es hora de dar un paseo, muchachote.
El vampiro se removio lo suficiente para darse la vuelta. Entre
abriendo los ojos, luchó por mantenerse despierto.
—¿Maestro?
Sakary gruñó molestó como siempre que escuchaba esa
palabra.
—No soy tu puto Maestro— rodó al vampiro haciendo que
este quedara sobre la manta negra— Solo soy tu caballero de
brillante armadura.
—Me gustan las cosas brillantes— susurró Velial sin poner
resistencia cuando fue envuelto en la tela como su fuera un sudario.
Sakary no tenía que ser adivino para saber que el vampiro
otra vez estaba dormido, al menos no le había dado por querer
beber otra vez.
Una ventaja de estar en los cuartos del Ala Este del edificio es
que la ventana daba a la parte de atrás, así que solo tuvo que
romper el panel de vidrio de la ventana, una vez de pie en la corniza
caminó por la orilla hasta llegar a la tuvería que escurría el agua de
la azotea. Con una mano se sutuvo para resbalarse por ella hasta el
suelo. En el último minuto tuvo que saltar con su valiosa carga sobre
el hombro.
—Estas más pesado— se quejó Sakary cuando corrió hasta
donde estaba el todoterreno. Al parecer un centinela había roto la
puerta de su dormitorio para ver que había pasado con la ventana.
Al haber pocos centinelas y ningún vehiculo el todoterreno no
tuvo problemas para dejar el edificio sin nada más que un par de
lobos transformándose y persiguiéndolo a todo correr.
Ahora Sakary pisaba el aselerador hasta el fondo. La cosa no
era uno de los últimos modelos que la manada había comprado
unas semanas atrás, pero al menos hacía el trabajo.
Los lobos comenzaron a aullar avisando del extraño
comportamiento, pero el aullido del Alfa dio la orden que regresaran.
Por suerte los lobos todavía no se sentían muy seguros de
desafíar al Alfa de frente, así que dieron la vuelta y regresaron por
donde vinieron.
En cualquier otro momento Sakary se hubiera detenido para
demostrarle a ese par de lobos que le perseguían que eso no era
buena idea, pero con el vampiro que llevaba en el asiento trasero no
quería correr riesgos.
Al llegar se encontró con que Gregory y Tommy subían a uno
de las SUV 4x4. Los centinelas se dividieron entre ese y el otro
vehículo. Alana estaba de pie en la entrada, la mujer por primera
vez en mucho tiempo se veía nerviosa.
Sakary estacionó el vehículo junto a los otros.
—Alfa— habló apenas puso un pie sobre el suelo polvoso—
Solo deme tiempo de llevar a Velial a un lugar seguro y los
acompañare.
Gregory acomodó a su pareja en el asiento del copiloto, los
centinelas irían en el asiento de atrás.
—Necesito que te quedes a cuidar de Alana y de Sonia, no
quiero que aprovechen mi ausencia para hacer algo como lo que
pasó con Tommy la última vez.
—Yo preferíria— trató de replicar Sakary, la mirada del Alfa le
dejó claro que mejor se callara.
—Cuida del vampiro— lo dijo tan bajo que apenas pudo
escucharlo su nuevo Beta— Lo trajimos a una situación que se
puede poner mal en cualquier momento.
Sakary realmente no quería dejar solo a su protegido, este
todavía no se había recuperado lo suficiente para permanecer
despierto durante el día, pero era su deber ir con su Alfa.
—Haré lo que me pide— tuvo que obedecer. Era extraño notar
como su lobo dejó de gruñir dentro suyo. Su parte animal se estaba
comportando raro últimamente. La luna llena era una cosa
complicada a veces.
Gregory le dio una palmada en el hombro y subió al SUV.
Sakary les vió marcharse rumbo a la reunión para presentar a la
pareja del Alfa de manera oficial al resto de la manada.
Alana interrumpio los pensamientos del lobo.
—Trae dentro a tu invitado— abrió la puerta de la casona— Te
quedarás en uno de los dormitorios, Gregory quiere que todos
estemos juntos mientras esto se aclara.
Capítulo 8

Velial suspiró. El día lentamente se resbalaba por un caño


dejándole a la noche el gobierno del mundo. Cada célula del
vampiro se activaba como si la oscuridad le alimentara. Apenas se
sintió lo suficientemente fuerte se sentó en la cama, ahora estaba
vestido con una camiseta distinta a la noche anterior y otro pantalón
de tela suave.
Al estudiar su nueva locación se dio cuenta que los olores no
eran los mismos, ese lugar no olía al lobo que era su amo, aunque
podía darse cuenta de que él había estado allí por algunas horas.
Una pequeña lámpara encendida sobre la mesita de noche junto a
la cama le daba una cómoda iluminación a la habitación.
El lugar era mucho más pequeño que donde estuvo
anteriormente, un dormitorio que parecía ser de los que se asignan
a los visitantes. No había nada que delatara un dueño permanente.
Por un momento Velial sintió como si el pánico quisiera apoderase
de él, no podría soportar un nuevo encierro, toda criatura tenía sus
límites.
Buscando una salida el vampiro vio que la puerta estaba
cerrada con seguro, trató de girar el pomo, pero este no se movió,
para abrirlo necesitaría romperlo. La otra opción era la ventana, al
llegar a esta se dio cuenta que era mucho más pequeña que la que
había en el otro dormitorio. Con delicadeza apartó la pesada cortina
de tela gruesa, a través de esta la luz no podría pasar en los más
mínimo.
La ventana no tenía barrotes ni algún bloqueo que evitara que
una criatura sobre natural pudiera salir si lo deseaba. Al parecer no
estaba realmente prisionero.
El sonido de alguien que se acercaba por el pasillo lo puso en
alerta, después de unos leves golpecitos en la madera anunciando
la entrada, alguien abrió lentamente, como si buscara no alterar al
ocupante.
Una mujer alta, no tan joven, no tan vieja. Bonita, si se tenía
gusto por las que usan moño alto y faldas largas. Aunque la
apariencia parecía tranquila, los ojos de esa mujer miraban como si
supieran algo que nadie más debía saber.
Velial buscó la protección de las sombras, él recordaba a esa
mujer. Era la loba que había matado a Bedilia. En la esquina del
dormitorio la luz de la pequeña lampara apenas si iluminaba, ese
podía ser un buen lugar para que el vampiro se situara.
La loba cerró la puerta tras ella, como si quisiera mantener al
resto del mundo lejos.
—Mi nombre es Alana— se presentó a sí misma— Soy la
madre de cría del Alfa.
Velial guardó silencio esperando entender que deseaba la
mujer y por qué se arriesgaría a entrar a un lugar donde un vampiro
podía hacerle daño.
La mujer sonrió.
—Me ha dicho el Beta que usted es su protegido— en su voz
no se podía leer ninguna preocupación por a quién le estaba
hablando— Me han dicho que su nombre es Velial.
El vampiro guardó silencio. Como respuesta simplemente
asintió con un leve movimiento de cabeza.
La mujer cambia formas sonrió.
—Tommy dejó un mensaje para usted.
El vampiro levantó el rostro para mirar a los ojos a la mujer. La
pareja del Alfa, un gato que apenas parecía poder contener su
deseo de perseguir ardillas, fue el primer ser vivo que en mucho
tiempo que sintió alguna piedad por él.
—¿Qué ha dicho el cachorro de pantera? — la voz del hijo de
la noche era sedosa, tal como advertían las leyendas. Eran
seductores por naturaleza.
Alana caminó hasta quedar a escaso metro del vampiro.
—Él me dijo que debía comunicarle que usted no es un
prisionero aquí. Cuando se sienta en condiciones podrá marcharse
si así lo desea.
Velial sonrió sin preocuparse si las puntas de los colmillos
asustaban a la mujer al mostrar sus dientes.
—Soy un esclavo de sangre— hace tiempo había dejado la
falsa vergüenza. Sin importar cuanto luchara por ocultar esa verdad,
está siempre regresaba a morderle el culo— Debo de estar donde
este mi Maestro.
Alana ni siquiera pestañeo ante lo dicho por el vampiro.
—Ya veo— la delicada mano acarició su propia mandíbula en
un rictus pensativo, como si hablara para sí misma, agregó—Esto se
va a complicar más.
Velial no era ningún tonto, al menos no ahora. Algo en la
expresión de la mujer fue una advertencia.
—¿Dónde está mi Maestro? — preguntó el vampiro
enderezando la espalda y levantando el rostro. Él solo le debía
obediencia a su Maestro, no a esa loba, al menos que su amo lo
ordenara— Mi deber es seguir las ordenes de mi amo, aunque
apreció la ayuda de parte de la pareja del Alfa.
La mujer dejó salir un suspiro cansado.
—Supongo que todo pasa por una razón. Después de un
tiempo uno aprende eso.
Velial no pudo más que mover la cabeza en señal afirmativa.
Él también había llegado a esa conclusión después de tantos años
de vivir como esclavo, su vida como mortal fue un rodar cuesta
abajo por el despeñadero hasta reventarse contra algo que al final
no pudo manejar. Cada día después de eso fue un constante castigo
por su soberbia.
—Esperaré a mi amo aquí— de pie en la esquina, apenas
vestido con el holgado pantalón de piyama y la camiseta varias
tallas más grande, aun así, era hermoso como el pecado. Los
vampiros estaban hechos para seducir y llevar a sus víctimas a la
perdición voluntariamente.
—Espero que no quieras pasarte de listo con Sakary— a la
loba poco le importó que el vampiro ya estuviera repuesto de sus
días de cautiverio en el sótano— Cuida de no hacerle daño a nadie
de los cercanos al Alfa y mantendrás tu cabeza justo sobre el cuello.
¿Me entiendes?
Desde la oscuridad en la esquina de la habitación Velial sonrió
con malicia.
—Loba, hace tiempo dejé de cumplir mi propia voluntad.
—Claro que sí— Alana respondió condescendiente mientras
le daba la espalda al vampiro caminando a la salida— no se camina
tanto tiempo por el mundo sin aprender una o dos cosas. No
intentes engañarme y todo irá bien.
Velial no le replicó, esperó a que la puerta fuera cerrada
nuevamente dejándolo solo en el pequeño dormitorio donde apenas
cabía la cama de dos plazas, un ropero de madera oscura y una
mesita de noche con su lámpara de débil luz.
Con ambas manos se cubrió la cara como si quisiera ahogar
su cansancio. Estaba harto del papel que debía jugar, era una
lástima que fuera tan terco como para todavía seguir adelante
buscando que de alguna manera las cosas por fin fueran a su favor.
Como si un esclavo de sangre tuviera otra cosa más que esclavitud
en su porvenir.
Después de un par de respiraciones Velial se controló, su
momento de autocompasión fue dejado atrás. Era un esclavo y lo
único que debía hacer era esperar.
En la ventana las pesadas cortinas todavía lo apartaban del
mundo exterior, sin mucha delicadeza las corrió en un ágil
movimiento. La noche todavía era recién nacida, en el horizonte la
luz del sol pintaba los últimos celajes.
El monstruo que era, esta vez no le sugirió imágenes de
sangre y de la sed que suele atormentarle, ahora era otra cosa lo
que Velial hace mucho no sentía, algo que hizo resucitar cierta parte
de anatomía.
Recuerdos de su vida como mortal comenzaron a sugerir, el
calor de un cuerpo restregándose contra el suyo, el olor de un
hombre desnudo y deseoso, la transpiración compartida por el
ejercicio del constante vaivén.
Velial se apartó de la ventana como si esta tuviera la culpa de
las visiones. Usualmente lo único que causaba placer a su cuerpo
era el beber sangre directamente de una presa, sentir como la vida
de otro energizaba la suya por lo que duraban unos cuantos latidos
de corazón. Lo peor era el regreso, el dejar de sentir nuevamente
cuando la sed regresaba.
—Amo— gimió mientras se pasaba las manos por el pelo
despeinando los sedosos cabellos negros, como si con eso pudiera
apartar el calor que de pronto encendió sus mejillas— Amo, solo
espero que sepa que debe darme su sangre si me quiere en control
de mí mismo.
Pasado el peligro de muerte definitiva el cuerpo del vampiro
se sentía saludable y exigía una presa, algo para beber. Eso debía
de ser. Algo andaba mal, y lo sabía, sin importar cuanto tratara de
engañarse así mismo.
Las luces de vehículos alumbraron el camino de entrada de la
propiedad. Dos coches, según podía distinguir Velial desde la
ventana del dormitorio.
Sin mucha ceremonia los vehículos habían aparcado en la
entrada, la llegada de los lobos pareció traer vida a la casona
porque centinelas comenzaba a bajar de los vehículos seguidos por
el Alfa y Tommy.
Alana, la loba, estaba hablando ahora con el Alfa, Tommy
simplemente parecía esperar la reacción de la mujer desde su lugar
junto a su compañero.
Desde donde estaba Velial pudo escuchar retazos de la
conversación, estaba tan concentrado que se sobresaltó al escuchar
que la puerta del dormitorio se abría de golpe.
Era Sakary, su amo.
—Tenemos que irnos— habló mientras arrojaba sobre la cama
un pantalón de mezclilla, una camiseta que parecía más de la talla
del vampiro y unas zapatillas deportivas algo usadas—Ponte esto,
salimos de aquí apenas todo este cargado en las SUV.
Velial iba a preguntar, pero de la misma intempestiva manera
que el lobo había llegado, este se había ido. Sin esperar segunda
orden el vampiro se desnudó y se vistió con lo que le había dado su
Maestro. A sabiendas de que posiblemente no recibiría más ropa,
decidió doblar la que se había recién quitado y llevarla bajo su
brazo.
Sakary viajaría en el todo terreno, la cafetera no era como
para concurso, pero era una mierda ruda si tocaba comprobarlo. El
Alfa tenía su propio vehículo, y los dos SUV serían usados por los
seis centinelas que habían decidido seguir al Alfa. Sonia y Alana
conducirían el pequeño camión donde llevarían las cosas
personales que no podían ser dejadas atrás.
Antes de las ocho de la noche todo estaba cargado y listo
para la partida. Sakary era consiente de no haberle preguntado al
vampiro si quería emprender el viaje con ellos. Como excusa se
auto convenció de que su protegido todavía no estaba en
condiciones de valerse solo.
Cuando entró nuevamente a la habitación el vampiro estaba
vestido con la ropa que le había dejado. Poco había que delatara en
el mal estado en que días antes lo había encontrado en ese sucio
sótano.
Ahora no era la criatura sucia, semidesnuda y casi esquelético
que estaba al límite de la muerte definitiva. El vampiro estaba de pie
junto a la cama, su cuerpo esbelto mantenía la espalda recta,
aunque su rostro mirara al suelo. El cabello negro sedoso se veía
lustroso a la luz de la única lámpara encendida en el dormitorio, la
piel del vampiro seguía siendo pálida, pero una palidez delicada,
como la luna que adoran los lobos.
—Levanta la cara— ordenó exasperado. Realmente le
molestaba ver esa actitud en una criatura que fácilmente podía
arrancarle la garganta a alguien si se lo proponía. Tal vez por eso
los vampiros eran raras criaturas aún entre los sobres naturales,
eran demasiado poderosos como para que hubiera muchos de ellos
sobre la tierra.
Los ojos negros del vampiro le miraron, Sakary no pudo evitar
que un escalofrío recorriera su espalda. Las facciones delataban
una mescla con alguien de ascendencia oriental, la delicadeza de
los huesos, las pestañas espesas y unos labios carnosos que se
hacían notar en un rostro de alabastro.
Un grito desde el exterior saco a Sakary del extraño trance.
—¡Sakary! — una mujer le estaba llamando, Sonia, según
podía suponer.
—¡Ya vamos! — respondió el Beta.
Velial se mantuvo en silencio. Algo había pasado lo
suficientemente malo como para tener que marcharse tan
abruptamente de la manada.
La llegada de Tommy termino por confundirlo más, la pareja
del Alfa se veía demasiado animado como para estar a punto de
dejar atrás una bonita propiedad.
—Velial— saludó al ver al vampiro. Antes de que alguien
pudiera hacer algo para evitarlo, la joven pantera fue y le dio un
abrazó al vampiro— Me alegra ver que estés en tan buen estado.
Sakary no pudo evitar el gruñido de advertencia de su lobo,
fue un sonido que escapó desde lo profundo de su pecho.
—A tu pareja no le va a gustar que lleves el olor de otro
macho sobre ti— advirtió Sakary cuando Tommy se apartó del
sorprendido vampiro.
El joven apenas si había llegado a la edad adulta y miraba al
nuevo Beta con una sonrisa burlona.
—Mi compañero puede gruñirme muy bien sin la ayuda de
nadie más— regresando su atención al vampiro, agregó— Tenemos
que irnos lo antes posible. Mi compañero ha mandado a la mierda a
esta manada y nos marchamos.
Eso sí que llamó la atención del vampiro.
—Un Alfa no hace eso.
Tommy se encogió de hombros.
—Ellos no valen la pena. Mi Alfa les dio a escoger y ellos
prefieren vivir bajo el mando de un hombre lleno de prejuicios que
niegan lo que es natural para los cambia formas. Nosotros no
elegimos a nuestras parejas de vida, eso lo hacen los humanos,
nosotros no lo somos. Al menos no del todo.
—Él es un Alfa— Velial no sabía mucho sobre lobos, pero lo
que había podido escuchar en el tiempo en que estuvo bajo el yugo
de Bedilia había aprendido un par de cosas— El Alfa puede obligar
a todos los miembros de la manada, la única manera de librarse es
rompiendo el vínculo y eso no es algo que les guste a los lobos.
—Nosotros haremos una nueva manada— las cien trenzas en
las que había peinado el cabello Tommy caían como bellas
serpientes acariciando sus hombros, los ojos negros brillaban
esperanzados.
Sakary interrumpió la charla entre el cambia formas pantera y
el vampiro.
—Nos vamos.
Tommy se encogió de hombros.
—Creo que lo mejor será seguirlo o le dará una apoplejía al
pobre.
Velial no pudo evitar sonreír, aunque con cuidando de no
mostrar los colmillos. Asustar a la ingenua pantera no estaba en sus
plantes.
—Supongo que no dejó otra opción— hablando con el chico
casi había olvidado el hecho de que no estaba en su poder decidir si
seguía o no a su amo.
Tommy no supo leer entre líneas lo que el comentario
significaba. Vestido con ropa cómoda al igual que el vampiro, estaba
listo para el viaje hasta un lugar apropiado.
Capítulo 9

A Velial le hubiera gustado poder compartir la alegría de la


pareja del Alfa, el chico parecía pensar que todo era tan simple
como salir de la manada y comenzar una vida nueva. Las cosas
nunca eran tan fáciles.
Sakary caminaba al frente, Tommy le seguía y tras todos ellos
iba Velial. En algún momento del día había sido llevado allí, al
menos su amo no parecía querer dejarle atrás. Tal vez era que
simplemente no sabía que un esclavo de sangre podía ser
convocado sin importar la distancia.
El pasillo que los llevó hasta las partes públicas de la casa era
amplio y bien iluminado, el lugar apestaba a lobo para el delicado
olfato de un vampiro. Al parecer ellos eran los últimos en salir de la
casona porque el Alfa era quién esperaba a todos ellos en la puerta
de salida.
—Nos iremos ahora mismo— le avisó el hombre grande a
Sakary mientras tomaba en un fuerte abrazo a Tommy. Era como si
el Alfa necesitara del aroma de su compañero para hacer lo que iba
a hacer.
El Beta por su parte tomo del brazo a Velial, como si temiera
que el vampiro al verse fuera decidiera simplemente desaparecer en
las sombras.
—Cuando sientan que los lazos con la manada estan rotos
cualquier, cosa puede pasar— advirtió el Beta.
Gregory no se veía ni de cerca de estar arrepentido.
—Lo haré apenas salgamos de los límites. No quiero seguir
relacionado a estos lobos durante más tiempo del necesario. Ellos
se merecen a Redereck más de lo que se imaginan.
Velial fue prácticamente halado por el lobo hasta un todo
terreno aparcado junto a los demás vehículos. Todos estaban con el
motor encendido y las luces alumbrando el camino de salida.
La noche todavía era joven. La salida intempestiva tomaría
por sorpresa a los demás miembros de la manada que
probablemente pensaron que era broma el hecho de que Gregory
les daría la espalda antes de dejar a su pareja de vida.
Velial subió al asiento del pasajero. El lobo cerró la puerta
para sentarse en el lugar del conductor. El Alfa dirigió el camino, un
SUV con tres centinelas, el camión con las lobas, luego el Beta y al
final la SUV con los otros tres centinelas.
El vampiro guardó silencio. La verdad es que no podía negar
el estar algo sobrecogido con lo que estaba ocurriendo, realmente
un Alfa buscaba una solución tan extrema.
A más de 120 k/h los vehículos en poco tiempo estuvieron en
la carretera que los llevaría hasta la autopista. La casona de dos
pisos parecía despedirse de ellos desde el patio adornado con setos
perfectamente cortados. Para Sakary aquello no era más que otro
cambio más de dirección postal, en esa manada nunca había sido
considerado parte de ellos.
Por su parte Velial no confiaba, nadie pasaba por tanto sin
perder esa capacidad. Con los ojos fijos en la orilla del camino
esperaba ver saltar a un enemigo entre la floresta. El padre de
Bedilia era un idiota, un lobo grande que pensaba que estaba por
encima del bien y del mal. Con la hija muerta tenía la excusa
perfecta para matar al Alfa sin que pudieran llamarle traidor.
Después de pasar un puesto de guardia vacío, Sakary gruñó
molesto.
—La manada esta desprotegida.
Velial que hasta el momento había guardado silencio, decidió
que lo mejor era hacer algo útil en lugar de estar sentado esperando
un ataque sorpresa.
—Maestro—, la voz del vampiro era sedosa, aunque no
parecía hacerlo a propósito— si me lo permite, yo podría vigilar el
camino desde el aire.
Sakary apartó la mirada de la carretera solo para ver si el
vampiro no había perdido la cabeza.
—¿Desde el aire?
Un bache hizo saltar el todo terreno recordándole a Sakary
que no estaba de camino a un día de campo.
—Soy un vampiro— el joven a simple vista no parecía ser
más que un mocoso recién pasados los veinte años, aunque la
expresión depredadora contara otra historia— Puedo hacer ciertas
cosas antinaturales si estoy bien alimentado.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal del cambia formas lobo.
La verdad era que sabía muy poco de esas criaturas nocturnas,
pero lo que hasta ahora había conocido de Velial hizo que su pene
comenzara a levantarse dentro de sus putos pantalones. Tragando
el nudo que se le había formado en la garganta, fingió poner toda su
concentración en la carretera vecinal.
—Ahora no es momento de hacer cosas raras— gruñó el lobo
— Tenemos que salir de aquí antes de que Redereck se dé cuenta
de lo que realmente está pasando.
Velial sonrió mostrando apenas la punta de sus colmillos.
—Si me da de beber antes del amanecer puedo mantener la
forma de un cuervo, por ahora me siento en capacidad de
sostenerme en el aire hasta entonces.
—¿Eres un cambia formas? — ahora si Sakary pensaba que
ese vampiro sufría de alguna enfermedad mental.
—En un cambia formas mudar de forma es natural— se
encogió de hombros restándole importancia a la información—, en
un vampiro no lo es. Nos desgasta hacerlo, es un esfuerzo. No es
natural.
La noche era oscura, la única luz era proyectada por los faros
de la columna de coches. A esa velocidad estarían en menos de
una hora en la carretera principal. Con más transito sería difícil que
lobos transformados atacaran a los que acompañaban al Alfa
Gregory.
Sakary tuvo que bajar la velocidad cuando los coches que
llevaba adelante lo hicieron. Al parecer la lluvia que había caído
unos días atrás causaron daño en la carretera, obligándolos a tomar
las cosas con calma.
—Esto no me gusta— se quejó Sakary.
Velial por su parte tenía mucho tiempo de no ser tratado como
una persona, la verdad era que perder a su nuevo amo no era algo
que por el momento le apeteciera.
—Déjeme salir y ver que está pasando desde el aire, Maestro.
Sakary dejó de maldecir los baches solo para dedicarle una
mirada evaluadora al vampiro.
—¿Realmente puedes hacerlo? — comenzaba a pensar en
que podía sacarle algún provecho al asunto— Ahora, no entiendo
algo. Pudiste haber escapado antes si hubieras querido.
—No puedo escapar— Velial apartó la mirada, vigilar la orilla
se le hizo más importante— Soy un sirviente, un vampiro
incompleto. Sin un amo me volvería loco, me convertiría en un
carroñero.
—No soy tu maldito amo— Sakarya ahora sí que se estaba
preocupando. La caravana paró de pronto.
—Me diste sangre cuando estaba a punto de morir— explicó
como si le hablara aun mocoso imberbe— Mi ama murió y debía
enlazarme a un nuevo Maestro. Usted me enlazó con su sangre.
—Lo que tratas de decirme es que yo solo me metí en esto—
Sakary dejó el motor encendido, pero puso la palanca en neutro.
El bonito joven medio asiático no pareció preocuparse por el
enojo del lobo.
—¿Desea mi amo que vigile desde el aire?
Los ocupantes de los demás vehículos comenzaron a salir a
ver que había detenido la caravana. Una ligera llovizna comenzaba
a caer. El camino de lastre empeoraría si el mal tiempo se dejaba
llegar esa noche.
—Si puedes hacer lo que dices— Sakary miró de frente al
vampiro—, encárgate de ver si tenemos compañía indeseada.
Como si hubiera liberado a la criatura nocturna de alguna
cadena invisible, la figura antes humana se desvaneció en humo tan
oscuro como los ojos de Velial.
Sakary decidió dejar las preguntas para después, solo
esperaba no haber empeorado las cosas para todos al comenzar a
creer que realmente tenía un vampiro bajo sus órdenes.
Sin perder más tiempo el Beta salió del todo terreno. La lluvia
era tan fina que apenas si mojaba la chaqueta que se había puesto.
—¿Qué paso? — pregunto Sakary al encontrarse con Gregory
que bajaba de la SUV.
—El camión tiene una llanta ponchada— el Alfa a duras penas
se controló para no comenzar a gruñir. No quería asustar a las
mujeres o a su pareja, pare empeorar las cosas llevaban consigo a
un cachorro de lobo que apenas si había pasado por su primer
cambio.
—Supongo que lamentarnos no arreglará nada— Sakary era
un hombre de acción, así que mientras hablaba fue a por la caja de
herramientas— Cambiamos la llanta y nos largamos de aquí.
La oscuridad era espesa, como si se tratara de un balde de
pintura.
Los centinelas bajaron de las SUV manteniendo un ojo
vigilante para no recibir sorpresas. Sakary ayudado por uno de los
lobos comenzó a cambiar la llanta dañada.
No había pasaron más que unos cuantos minutos cuando
todo estuvo arreglado.
—¿Dónde está el vampiro? — preguntó Gregory al ver que
Sakary daba por terminado el asunto con el camión.
Sakary levanto el rostro escudriñando el cielo sobre ellos.
—En teoría— pasándose la mano por el pelo recogido en una
coleta baja, trató de pensar como diablos le explicaba las cosas a su
Alfa— Él, bueno… él está ayudando con la vigilancia.
Todos ya estaban dentro de los vehículos nuevamente, no era
el momento para quedarse allí de pie bajo la lluvia. Así que el Alfa
prefirió confiar en el juicio de su Beta.
—Será mejor que luego me expliques los detalles de eso—
Gregory se dio la vuelta en busca de su propio coche.
Sakary fue a su todo terreno. La pérdida de tiempo lo estaba
poniendo nervioso. Estaba seguro de que no podrían salir tan fácil
de allí.
El graznido de un cuervo alertó a el lobo de la presencia de su
acompañante. Antes de que tomaran velocidad tras los otros
vehículos, la neblina estaba nuevamente tomando forma en el
asiento del pasajero.
—¿Viste algo? — preguntó el siempre práctico Beta.
—Si—, Velial se veía algo preocupado. Apenas recuero su
forma original comenzó a darle ojeadas al parabrisas de atrás—
Volé, tomé la ruta del bosque evitando el rodeo que da la carretera.
Al menos dos coches vienen a unos seis kilómetros tras nosotros.
—¡Mierda! — fueron las sabias palabras del Beta.
Los ojos negros del vampiro parecían brillar como si dos
carbones se encendieran en ellos.
—Supongo que es la mejor manera de decirlo— con la
atención fija en la carretera que iban dejando, Velial hacía sus
propios cálculos— Redereck debe de estar intentando organizar la
manada a su conveniencia.
—Aun así, son más que nosotros— Sakary busco el teléfono
que había guardado en la guantera. Informaría al Alfa.
—Eso es verdad—, la voz del vampiro era plana, como si
realmente nada de eso le preocupara— aunque no del todo.
Gregory todavía es el Alfa, para los centinelas volverse contra su
naturaleza no debe de ser fácil.
Sakary no apartó los ojos de la carretera. Un vehículo dañado
les podía costar más que tiempo a todos. El Alfa había recibido las
noticias con tranquilidad. Al menos tenían una ventaja de seis
kilómetros.
—Cuando lleguemos a un lugar seguro Gregory cortara los
lazos con la antigua manada— Sakary prefirió dejar las cosas
claras. El vampiro ahora, quiera o no, compartía el mismo destino
que ellos.
Por la cara bonita del vampiro pasó una sombra de
preocupación, como si una acabara de recibir una mala noticia.
—El traidor nunca usó gente de la manada para sus trabajos
sucios— el vampiro le dio una mirada incomoda a su amo— La
pareja del Alfa, Tommy, él los llamó: lobos renegados.
—Eso tiene más sentido— Sakary sabía que había idiotas en
la manada, pero no a nivel de ir contra la ley del Consejo.
—Supongo que mis garras pueden ser de utilidad. El Alfa no
tendrá problemas con que acabe con lobos que están fuera de la ley
de las manadas.
Las uñas que apenas si llegaban al final de los dedos se
tornaron negras y se alargaron varios centímetros. Los colmillos se
volvieron más notorios dentro de la boca de labios carnosos. El
vampiro se sintió exitado por la promesa de la retribución.
Sakary le dio una rápida mirada, por más que quiso sentir
repulsión por la clara sed de sangre del vampiro, no lo logró.
—¿Vas a beber de ellos si nos atacan? — la idea no le
gustaba.
—Del único que bebo ahora y su sangre me hace algún bien,
es la suya, Maestro— Acomodándose en el asiento, casi parecía
complacido con la idea de rasgar algunas gargantas— A menos que
usted me ordene alimentarme de esos lobos.
Velial paso la lengua rosada por la punta de sus colmillos, en
realidad no tenía sed, pero la idea de morder la carne justo en la
unión del cuello y el hombro del Beta se le hacía muy tentador.
Mataría y le traería los cadáveres a su Maestro.
Capítulo 10

Después de tantos días de encierro el aire nocturno era un


bálsamo. Velial no pudo evitar sentirse emocionado. El padre de su
anterior ama había enviado lobos a detenerlos, probablemente
venía en uno de los vehículos que les seguían. Todavía podía
recordar en su carne las heridas provocadas por ese lobo. El maldito
era un hombre que gustaba sentirse importante aplastando a los
otros.
Bedilia estaba muerta, con algo de suerte le tocaría a él enviar
al padre al infierno junto a ella. Ahora no estaba bajo las ordenes de
ese par y lo lamentarían profundamente, sería un placer cobrarse
los favores recibidos.
Sakary, su amo, era un lobo interesante. Aunque, según había
escuchado, era el Beta de la nueva manada, actuaba como si fuera
otro más del grupo. Hasta se había ofrecido a cambiar una llanta
porque dijo que era rápido en eso.
Después de la pequeña plática que habían tenido, ahora iban
sumidos en un silencio tenso. El viajar en una noche de lluvia por un
camino tan dañado no era la mejor opción si se tenía que hacer
rápido.
Velial estaba listo. Los colmillos filosos estaban fuera de sus
encías y aruñaban el labio inferior. Una gota de sangre escapo de la
comisura corriendo lentamente por su mandíbula hasta
perezosamente seguir una ruta rumbo a su cuello.
La voz del lobo lo sacó de los oscuros pensamientos.
—Ten cuidado de dañar a alguno de los que nos acompañan
— advirtió el Beta como si adivinara lo que se revolvía dentro de su
acompañante.
—Mientras este atado a su voluntad, Maestro— explicó el
vampiro con ese tono de voz que a Sakary comenzaba a ponerlo de
nervios— usted me podrá detener cuando lo desee. Soy un esclavo,
ni más, ni menos.
Sakary gruñó. Estaba molestó y no quería desquitarse con el
vampiro que tenía junto a él.
—Mejor dejemos ese tema de la esclavitud cuando lleve
algunos tragos de licor entre pecho y espalda— se quejó—
Realmente estoy asqueado de todo este asunto.
Velial disimuló el malestar que el comentario de su amo le
causaba. “¿Asqueado?”
El Beta seguía conduciendo. La lluvia que había comenzado
como una ligera llovizna ahora empapaba el parabrisas como si una
tubería estuviera rota en el cielo.
Los conductores debían estar muy atentos, ahora viajaban a
ochenta kilómetros por hora. Estaba a pocos kilómetros de dejar la
reserva de la manada para salir a la autopista. Una vez allí las cosas
serían más fáciles.
Velial le dedicó una mirada de reojo a su amo, tratando de
adivinar qué pensaba el hombre. Aunque pronto la observación
tomó otro rumbo que sorprendió al vampiro como si no fuera capaz
de reconocerse así mismo.
Dentro del todo terreno el olor natural del lobo era atrayente,
olía a hombre viril. Aunque a simple vista Velial pareciera en
completo control de sus impulsos, no era así. Esperaba que
matando a unos cuantos lobos enemigos pudiera mantener a raya
instintos que como vampiro no debía tener.
Cosas raras estaban ocurriendo. Podía sentirlo. El ser un
esclavo le mantenía fuera de ciertos placeres. Podía recordar que
cuando era un humano mortal y disfrutaba del sexo con hombres.
Se divirtió tanto que no advirtió el terrible mal que venía sobre él.
Desde entonces esos recuerdos no eran más que sombras que se
diluían cuando trataba de ver las cosas claras.
Velial se pasó las manos por el rostro como si intentara
despejar con eso las ideas incomodas que estaban acosándolo.
El lobo debió notarlo, porque por un momento apartó su
atención de la carretera para dedicarle una rápida mirada.
—¿Está todo bien?
Velial respiró profundo. Maldita fuera la hora si decía cualquier
cosa al respecto. Ni siquiera él entendía por dónde iba ese asunto
que le estaba incomodando.
—Molestias propias de mi condición— se encogió de hombros
— Ser un esclavo de sangre tiene sus inconvenientes.
Estaba por replicar Sakary cuando el teléfono celular sonó
dentro del bolsillo de su chaqueta. Era la voz del Alfa.
—Los centinelas del último vehículo han visto luces a la
distancia. Están muy cerca.
Sakary decidió que era hora de tomar la función que tendría
en la nueva manada. Dándole un rápido vistazo a su acompañante
decidió que ninguno de los dos era un dulce terroncito.
—Alfa—, habló al teléfono— el último coche y yo nos haremos
cargo. Hay que sacar a las hembras y a los más jóvenes de esto.
Gregory replicò
—Yo me quedaré con ustedes— el Alfa no se quedaría fuera
como un felpudo.
—No sabemos si hay algo esperando al grupo más adelante
— defendió su punto el nuevo Beta—, así que lo mejor es dividirnos
y probar suerte.
Velial hizo un movimiento negativo con la cabeza. Él había
visto desde el aire que no había nada si seguían por el camino
rumbo a la autopista.
Sakary decidió que lo mejor era seguir con su plan original.
—Son solo dos vehículos cuando mucho los que nos siguen.
No será difícil, o no valdremos la pena como protectores de una
nueva manada.
—Está bien— acepto después de unos minutos el Alfa— Nos
veremos en el punto de encuentro.
—Así se hará— se despidió el Beta.
Velial esperó hasta que el hombre terminó la llamada para
poder hablar.
—¿Tendremos diversión esta noche? — sonrió con el único fin
de mostrar los filosos colmillos.
—Supongo que tendrás lo que quieres— gruñó el lobo cambia
formas.
—Estoy para servir al Maestro— inclinó la cabeza haciendo
una reverencia burlona.
Extrañamente a Sakary le gustó ver que el vampiro tenía algo
de fuego. Ahora era muy diferente a la pobre criatura que había
encontrado agonizando en el fondo de un sótano.
—Nunca le he dicho que no a una buena pelea— los ojos del
cambia formas adquirieron esa chispa animal que le hacía tan
diferente de los humanos— Esperemos que no seas mucha cascara
y poca nuez.
—Le apuesto, Maestro—, la voz del vampiro le ocasionaba a
Sakary escalofríos que terminaban justo en la punta de su sexo—
que si me lo permite esta noche le mostrare que vale la pena
mantenerme a su lado.
Sakary trago la incomodidad que se le estaba atascando en la
garganta. Ya tenía los suficientes años como para no estar tomando
de manera morbosa cada cosa que decía un tipo sexy.
Por primera vez quiso golpear con un periódico al lobo que
compartía su cuerpo. El chucho estaba a punto de acostarse
mostrando la pansa.
El vampiro achicó los ojos en una expresión concentrada.
—¿Le molesta lo que dije, Maestro? — Los colmillos herían
los labios haciendo que una gota de sangre pareciera decorar la
comisura de la boca provocadora.
Sakary realmente estaba odiando conducir bajo el aguacero
torrencial, ni pensar en abrir las ventanas para que el olor del
vampiro se disipara un poco. Al parecer la promesa de una cacería
hizo que el aroma del vampiro se endulzara. Eso y su maldita forma
de hablar pausada hizo que el lobo cambia formas quisiera seguir el
camino sobre sus propios pies. A la mierda si se mojaba en la lluvia.
—Voy a avisar a los centinelas de los nuevos planes— habló
el Beta mientras disminuía la velocidad. Marcando el número de
teléfono del conductor del último SUV, avisó quienes se quedarían a
darle una bienvenida a sus perseguidores.
El todo terreno y el SUV disminuyeron la velocidad
quedándose de último a propósito. Por ahora la comunicación debía
estar relegada al uso de la tecnología, al estar todavía unidos a la
manada no era seguro para los centinelas hablar de la manera
acostumbrada en batalla al estar en su media forma.
Después de unos cuantos tonos de llamada, alguien
respondió a Sakary el teléfono.
—Sakary— Norla, uno de los centinelas que viajaba en la
SUV en la última posición en la columna se reportó— Vi las luces de
los coches que nos siguen, son dos. Al doblar la curva los vi.
El Beta gruñó casi agradecido de poder centrarse en los
asuntos importantes otra vez.
—Si los vistes, ellos nos vieron— advirtió— Nos detendremos
antes de llegar a la última recta, la que está a medio kilómetro de
autopista. Debemos ganar tiempo para que el Alfa pueda llevar a los
demás hasta donde no sea tan fácil un ataque con lobos.
Una risa se escuchó al otro lado de la línea.
—A puesto que esos hijos de puta no se esperan eso.
—Son lobos sin manada, perros callejeros— habló Sakary
prácticamente escupiendo las palabras— Redereck no juega limpio,
no olviden eso.
Norlan, el centinela que había atendido la llamada, gruñó.
—Yo pienso lo mismo. No creo que los centinelas se atrevan a
atacar al Alfa. Redereck usó a lobos sin manada para secuestrar a
Tommy.
La lluvia había amainado lo suficiente para que el parabrisas
no pareciera la cortina de una cascada. Con el teléfono apagado y
guardado en la guantera, todo estaba dicho.
Velial observó en silencio todo el intercambio. Con las luces
apagadas aparcaron a un lado del camino. Los demás vehículos
siguieron cuesta arriba, mientras los dos últimos se quedaban como
había sido acordado.
La lluvia había formado pequeños torrentes que bajaban por
la carretera, esa era una de las razones por las que no se podía
transitar al territorio de la manada con transportes que no fuera
doble tracción. Los ocupantes de los vehículos bajaron. La lluvia
torrencial ahora era solo un pelito de gato que caía del cielo
lentamente.
Sakary cerró la puerta de su lado, el sonido de la puerta del
acompañante le indico que el vampiro le seguía a fuera.
—Pronto tendremos compañía— el Beta esperó de pie que
los tres centinelas del SUV llegaran hasta donde les esperaba.
El vampiro caminó hasta quedar al lado derecho de Sakary,
tenía el deber de cuidar de su amo.
Los centinelas no parecían preocupados, como si todo eso no
fuera más que un trámite de rutina.
Norlan caminó de frente, con la cabeza rapada parecía un
motociclista de esos que mastican clavos para afilarse los dientes
en la mañana. La mirada helada que era capaz de dedicar no daba
mucha confianza a quienes lo enojaban.
—Es una buena noche para patear culos— sonrió complacido
el centinela. Los otros dos acompañantes en la SUV lo seguían en
silencio.
Sakary se cruzó de brazos, la lluvia había mojado su cabello
pegando la trenza larga a su espalda. El tipo era grande, dos metros
de hombre bien entrenados. Era el Beta después de todo.
—Aunque todos queremos divertirnos—, habló dedicándole
una mirada a cada uno de los que le acompañaban— recuerden que
estamos aquí para evitar que lleguen a los demás.
Velial estaba en silencio. Ninguno de los centinelas pareció
interesado en querer saber muchos detalles acerca de por qué un
vampiro estaba allí con ellos. Esa era una ventaja de no tratar con
cachorros, esos tipos tenía su buena parte de camino recorrido
como para saber que hay asuntos que no les pertenecen.
Sakary creyó necesario dejar las cosas claras.
—Velial está ahora con nosotros—, hizo un ademán llamando
la atención de los demás sobre el tipo bonito que estaba junto a él—
nos ayudará a proteger la manada.
Norlan mostró los afilados colmillos de lobo en una sonrisa
que no llegó a sus ojos.
—Un lobo honorario, supongo.
Sakary no pudo evitar sentir como a su lobo se le erizaba el
pelambre de la espalda. Al parecer a su parte animal no le gustaba
las miradas sobre su vampiro.
—El vampiro está bajo la protección de la pareja del Alfa y
Gregory me ordenó lo mantenga en algo provechoso que hacer.
Uno de los centinelas dejó escapar una carcajada corta.
—Vamos a ver si es verdad lo que cuentan de los hijos de la
noche.
Velial no se dignó a responder, después de todo no estaba allí
para hacer amigos. Sakary lo hizo por él.
—Según los humanos todos somos hijos del infierno, así que
no hay por qué alterarnos por tener a un vampiro de nuestro lado.
La lluvia había dejado de caer. La ropa mojada se pegaba al
cuerpo, pero a nadie pareció importarle al igual que el hecho de que
ni siquiera la luna pareciera alumbrar el cielo esa noche.
El vampiro se acercó hasta donde estaba el Beta, hablando al
oído de su Maestro, preguntó.
—¿Puedo matar a los lobos que nos siguen?
Sakary no pudo evitar que su piel pareciera cantar por algo
tan simple como el aliento de Velial en su cuello.
—Haremos lo que sea necesario para evitar que lleguen a
alcanzar al resto de la caravana— habló dirigiéndose a todos, sin
atreverse a dirigirle una mirada al vampiro.
El sonido del motor de los vehículos que subían la cuesta
puso en evidencia que ten cerca estaban sus perseguidores
—Justo a tiempo— la voz del vampiro se perdió de la misma
manera que su cuerpo parecía diluirse en el aire— El cazador ahora
es nuestra presa.
Si los demás centinelas notaron lo que había sucedido,
ninguno dijo nada, todos estaban concentrados en lo que se
avecinaba.
Capítulo 11

El aullido de los lobos llenó el aire. El retó había sido lanzado.


Los centinelas, incluyendo al Beta, habían convocado a su
tercera forma. Después de todo no había humanos transitando a
esa hora de la noche, ese lugar era inhóspito.
La tercera forma era muy difícil de controlar, ya que no se era
ni lobo ni humano. La crueldad humana al rojo vivo unido a la furia
de un lobo, todo instintos, era una mezcla que no auguraba nada
bueno.
De un ágil salto Sakary calló sobre el capo del primer todo
terreno que salió de la curva, haciendo que este derrapara en el
barro de la orilla.
Velial observaba todo desde el aire en la forma de un cuervo
tan negro como el mismo corazón del infierno. La furia de su amo, la
manera en que tomaba la batuta en la matanza, era lo que se
suponía debía hacer un Beta.
Cuando los ocupantes de los vehículos bajaron a enfrentarse
a los lobos de la nueva manada, la batalla comenzó.
Velial se materializó junto a unos de los coches abandonados
mientras sus ocupantes luchaban contra los lobos a medio
transformar. Cuatro centinelas luchaban contra siete lobos rebeldes.
Ahora todos estaban en la media forma, pedazos de carne
eran arrancados y la sangre manchaba la carretera siendo
arrastrada en los pequeños torrentes que todavía circulaban calle
abajo.
Velial golpeo el capó haciendo que motor fuera arrancado y
callera sobre la carretera. Lo mismo hizo con el otro. No sería fácil
reparar eso. Lamentablemente esa sería una pérdida total si
pensaban usarlos para moverse nuevamente.
Uno de los lobos rebeldes dejó de ocuparse de atacar junto
con otro de sus compañeros a los centinelas, solo para dedicarle
una mirada interesada al vampiro. El lobo a media forma aulló como
si quisiera celebrar su descubrimiento.
—¿Crees tener suerte? — el vampiro sonrió con crueldad—
Divertirse conmigo ahora será imposible, ya que no me ata ninguna
orden que diga que tengo que aguantarte tus mierdas sin arrancarte
las entrañas.
El lobo, aunque de pie en dos patas, era más animal que
racional. Sin medir en el verdadero significado de las palabras, el
rebelde se lanzó sobre el vampiro. Este, en un rápido movimiento,
saltó esquivando las fauces para caer luego sobre la espalda de la
bestia.
El gritó aterrorizado del lobo duró lo que tardó Velial en
arrancarle la garganta con sus filosas y largas garras.
Otro de los rebeldes al ver lo que pasaba se abalanzó sobre el
vampiro, pero este se disipo en el aire.
—Sorpresa— gritó Velial al golpear los riñones de su atacante
al materializarse justo a su espalda.
El lobo en su media forma, parado en sus patas traseras, aulló
furioso listo para tomar venganza.
—Corre lejos, lobo— Velial quiso empeorar las cosas para su
enemigo. Cuando estuviera en el infierno el lobo sabría que había
sido justamente advertido.
El animal, todo fuerza, atacó con las fauces abiertas listas
para tomar un pedazo del vampiro. Velial no estaba muy en la idea
de dejar que lo hiciera.
Aunque la bestia causó una herida en el brazo, no tuvo tiempo
de hacer algo más cuando la mano derecha del vampiro se hundió
en su el plexo solar. Pocas criaturas podían seguir funcionando si el
corazón era prácticamente arrancado. El pobre nunca tuvo
oportunidad.
Cuando Velial levantó el rostro para ver quién se guía en la
lista de sus muertos, se encontró con que los lobos enemigos
estaban tirados en el suelo mojado. Los centinelas y el Beta miraban
con respeto al vampiro y su forma bastante macabra de hacer el
trabajo.
El primero en recuperar el habla fue Norlan, el lobo loco
parecía demasiado satisfecho, aún para los estándares del vampiro.
—Creo que serás algo bueno por aquí— se pasó la mano
abierta por la calva— Necesitaremos toda la ayuda posible.
Sakary gruñó molestó, Velial había notado que el tipo hacía
eso muy seguido. Con un encogimiento de hombros mental, caminó
hasta quedar un paso atrás de su Maestro, era un esclavo después
de todo y su opinión no tenía cabida entre los centinelas.
El Beta le dio un vistazo al desastre que habían dejado en la
calle.
—Súbanlos a los coches y tiren todo por la pendiente—
ordenó a los centinelas— Será fácil que parezca un accidente de
tránsito.
Los cuerpos a medio transformar habían adquirido la forma
humana. Muertos, la magia que hacía el cambio era imposible de
rastrear para cualquiera que no supiera lo que estaba buscando. Era
una suerte que para los seres humanos normales la magia era una
cosa del circo.
Velial al no recibir órdenes de su Maestro permaneció a la
espalda del hombre. La herida en su brazo lo había hecho perder
una cantidad importante de sangre, aunque esta ya había cerrado
por completo, la perdida de todos modos había ocurrido. Al menos,
como ventaja, la sangre no mancharía de forma permanente la ropa,
ya que esta se desvanecía después de unos minutos de estar fuera
de su cuerpo.
La matanza había sido buena, al menos había calmado una
parte de sus ansias. Desde donde estaba podía ver como su
Maestro ayudaba a los centinelas a encargarse de los vehículos que
ahora rodaban por la pendiente a un lado del camino hasta caer
hasta el fondo de un barranco. Un final acorde con la vida de
crueldad de esos cambia formas. Al final cada quién tenía lo que se
merecía. Todo se reducía a eso.
Al mirar al cielo Velial vio que la tímida luna se asomaba entre
las nubes negras que hacían de esa noche una tumba sellada. Los
colmillos en su boca se habían retraído lo suficiente para no causar
daño a sus labios, pero aun así sentía que necesitaba algo, su
cuerpo se lo pedía. Tal vez era solo la sed que regresaba a exigir lo
suyo nuevamente.
Sakary espero a ver como el último de los coches rodaba
hasta perderse de vista antes de regresar a donde habían
parqueado sus propios transportes.
—Nos vamos— avisó a los otros centinelas.
Nadie hizo ningún comentario, simplemente cada quién subió a
su vehículo.
El Beta encendió el motor, el todo terreno ronroneo como un
gatito. La cosa podía no ser bonita con su pintura maltratada, pero
tenía una compleción ruda.
Velial subió al coche, no sin antes darle una última mirada al
camino que habían recorrido.
—Deberíamos ir despacio para ver si alguien más nos sigue—
habló el vampiro— Además, eso nos convertiría en un señuelo.
Sakary condujo nuevamente, el sonido de los neumáticos
batiendo el barro dejó en evidencia la calidad de aguacero que
había estado azotando la zona.
—¿Estas bien? — preguntó Sakary al ver que Velial se tocaba
el brazo como si algo le molestara.
—Uno de los lobos logró abrir la piel, ya cerró, pero …
—… pero la sensación sigue allí— completó el lobo.
—Así es— Velial sintió la necesidad en su garganta. Tal vez la
pérdida de sangre había adelantado los plazos. La sed era un
problema otra vez. Lo bueno es que ahora se sentía lo
suficientemente fuerte como para soportar un tiempo sin que la
necesidad se volviera algo desesperada.
El Beta estuvo en silencio un tiempo, luego buscó el teléfono,
revisó, gruñó, luego siguió conduciendo.
—Después de esta curva estaremos en la autopista— Sakary
se veía algo ansioso.
—¿El Maestro desea que suba a investigar?
El Beta se lo pensó unos momentos.
—No falta mucho para el amanecer, prefiero que no estés
fuera.
Los ojos negros del vampiro observaron por un momento al
lobo. El hombre era un amo extraño.
—Si así lo desea, Maestro.
Sakary gruñó otra vez.
—Deja de llamarme así de una maldita vez— ordenó
francamente molesto.
Velial respiró profundo, guardó silencio y siguió el resto del
camino sin dejar de vigilar la orilla. El lobo estaba molesto, casi le
parecía sentir a la fiera en la superficie, una cosa peligrosa. Aunque
su rostro estuviera girado hacia la ventanilla todos sus otros
sentidos estaban concentrados en el conductor del todo terreno.
Sabía que debía, para ese momento al menos, haber olvidado
las viejas sensaciones. Lástima que al parecer no era así.
El olor de Sakary alteraba sus sentidos. Imágenes de dos
hombres desnudos cobijados por la oscuridad del bosque, piel
contra piel. Un beso, justo bajo su oreja, ese era un punto que podía
recordar que lo hacía entregar el fuerte antes de cualquier combate.
Velial se encontró así mismo dejando que un gemido escapara
de su boca. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho supo que
se había dejado llevar demasiado lejos por lo que sea que su cuerpo
le estuviera exigiendo.
Sakary tuvo que haber notado algo.
—¿Todavía te duele el corte en el brazo?
Velial tenía el rostro dirigido hacia la ventana. Agradeció en
silencio que el lobo no pudiera verle de frente. Estaba casi seguro
que la sangre se les había subido a las mejillas. Podía adivinarlo
porque se sentían calientes. Bonita hora para recuperar algo tan
humano.
—No es nada— respondió el vampiro fingiéndose molesto.
El vehículo dio un ligero saltó al entrar a la autopista dejando
atrás el camino de graba y barro. A la misma velocidad le siguió el
SUV donde viajaban los centinelas.
El día comenzaba a llegar cuando ya llevaban varios
kilómetros recorridos. Velial sentía la llamada a dormir, acurrucarse
en algún lugar y pasar las primeras horas diurnas en algún agujero
oscuro y confortable.
Sakary le dio una mirada rápida a su acompañante. El vampiro
había recostado la cabeza al cristal de la ventana, el ritmo cardiaco
había comenzado a disminuir como si entrara en una especie de
invernación.
—No eres hombre de mañanas— bromeo el lobo a
sambiendas de que el vampiro no le iba a responder.
La verdad era que era bueno dormir un poco. Tal vez hasta
aprovechar para confundir a cualquiera que intentara seguirlos.
Después de llamar al Alfa y proponerle el nuevo plan, llamó a los
centinelas que le seguían.
En el siguiente cruce de carretera tomaron caminos distintos.
Según el mapa eso los llevaría a otras opciones de ruta. Redereck
tendría que dividir sus fuerzas si quería encontrar a donde se
dirigían realmente. Una vez les perdieran la pista, todos se
encontrarían en el lugar acordado.
El todoterreno ahora recorría la autopista sin más compañía
que la luz del amanecer que parecía estar dispuesta a sacar a la
noche a empujones del cielo.
De vez en cuando se topaban algún camión de carga, pero
eran pocos los vehículos livianos que se movían por esos lugares
perdidos de la mano de dios. Sakary sabía a donde podían pasar las
horas del día, la idea era dormir un rato sobre una cómoda cama.
El vampiro se dio la vuelta buscando ver lo que estaba
haciendo el Beta.
—Esta por amanecer— advirtió arrastrando las palabras.
—Lo sé— Sakary pisó el acelerador con más fuerza— Iremos
a un lugar para dormir un rato y mantenerte alejado del sol.
Velial sonrió, apenas un movimiento de sus labios.
El lugar escogido por el lobo era un viejo motel. Solo verlo
daba ganas de llamar a Sanidad Pública. Después de pagar en
efectivo en la recepción, fue a parquear el coche junto a la cabaña.
Aunque había salido algo más caro de lo habitual pagar la cabaña
en lugar de la habitación estándar, prefirió hacerlo. Era como si no
se pudiera imaginar al vampiro en un lugar donde pudieran saltar las
cucarachas en cualquier momento.
Capítulo 12

Genial. Velial no tenía otra palabra para describir su suerte. Se


había quedado dormido apenas ser llevado como un costal de
papas hasta el lugar que había conseguido su Maestro.
La luz del amanecer le había pegado duro, como si hubiera
tomado licor adulterado. A veces ser un vampiro realmente
apestaba.
Al abrir los ojos Velial lo primero que notó fue que no estaba
durmiendo en el suelo ni dentro de algún baúl, es más, estaba
acostado sobre una cama de dos plazas. Las cortinas estaban
corridas y una tela negra había sido colocada como refuerzo. Ya
debía haber pasado del medio día según los cálculos del vampiro.
Aunque todavía se sentía algo atontado, al menos había podido
abrir los ojos, eso era algo bueno. Al sentarse sobre el colchón
descubrió que no estaba solo. Dormido en la orilla opuesta estaba el
Beta de la manada. El hombre apenas si se había quitado los
zapatos, después de todo no era el único cansado esa mañana.
Velial tuvo cuidado de no moverse más, era un lobo lo que había
oculto dentro la apariencia del hombre que estaba acostado sobre la
cama. Molestar a un animal cansado no era una buena idea.
Con la espalda recostada al cabecero de la cama se mantuvo
quieto, esperando. Velial no necesitaba ver lo que había más allá de
las cortinas corridas, sabía que la luz del sol gobernaba sobre la
tierra. Lo podía sentir en el letargo que hacía que su cuerpo fuera
más lento, estaba seguro que un humano bien entrenado podría
herirle sin mucho esfuerzo.
Un tanto aburrido, Velial se dedicó a observar al Beta de la
manada recién formada. El hombre era tan alto que por muy poco
no le quedaban los pies fuera de la cama, los hombros eran anchos
y los brazos eran puro músculo.
Aunque Sakary siempre andaba el cabello largo sujeto con una
coleta baja, ahora, tal vez, por los movimientos al dormir, la melena
en libertad decoraba la almohada.
El rostro del hombre no era bonito, sus facciones no eran
perfiladas como las de un vampiro, eran de otro tipo de atracción de
la que gozaba. Velial no estaba muy seguro de por qué había
pensado desde el principio que el tipo era bien parecido, tal vez era
por ese olor a macho o esa manera de mirar a todos como si
estuviera seguro de poder patear sus culos si se lo propusiera.
Estaba tan ocupado Velial en estudiar la fisionomía de su
Maestro que fue tomado por sorpresa cuando el hombre le habló sin
molestarse en abrir los ojos.
—¿Qué intentas vampiro? —preguntó Sakary al sentirse
observado.
Velial se puso de pie de inmediato, tal vez estaba en la cama
porque su Maestro estaba tan cansado que no había tenido tiempo
de ponerlo sobre el suelo. Era un esclavo después de todo, no debía
olvidarlo.
—Cuando desperté estaba en su cama, Maestro— se disculpó
temiendo las consecuencias— Lamento si mi presencia…
Sakary gruñó, el hombre no lo podía evitar, era un lobo después
de todo. Lentamente se sentó mientras le dedicaba una mirada
enfadada al vampiro.
—Me tienes de las pelotas con eso de Maestro— se pasó las
manos por el cabello tratando de apartarlo de su cara—Juro que si
lo escucho una vez más voy a patearte el culo.
—Es lo que es— Velial no sabía que más decir al respecto. Le
había tomado años de su existencia inmortal, sumado a castigos y
torturas, el llegar a entender esa realidad.
Sakary se puso de pie por su lado de la cama, estirando los
brazos sobre su cabeza trató de sacudirse un poco el cansancio.
—Necesito un café o le voy a arrancar la cabeza a alguien— el
bostezó dejó ver los colmillos algo más largos que lo natural en un
ser humano.
Velial no pudo apartar la vista de lo que tenía en frente. El
cambia formas era todo lo que se podía esperar de un centinela.
Ese hombre podía tomar a un amante contra la pared sosteniéndolo
prácticamente en el aire y no sudar en todo el proceso. Si tan solo
se lo hubiera topado cuando todavía era un chico mortal. Todos
decían que él era sexy, hermoso, no el desgastado espécimen de
esclavo de sangre que era ahora.
—Si la luz del día todavía no bañara la tierra yo podría
conseguirle ese café— Velial observó la puerta como si con ese
gesto pudiera alejar la luz que lo amenazaba desde el otro lado de
la madera.
Sakary suspiró.
—¿Qué come un vampiro? — preguntó dándole una mirada
curiosa al chico que no parecía tener más de veinte años.
Las mejillas pálidas de Velial adquirieron el tono de la sangre.
—Solo bebo, Maes…digo, señor—trató de explicar lo mejor que
le fue posible—Yo solo bebo sangre.
El Beta caminó rumbo al baño ignorando por completo al
confundido vampiro. Después de hacer sus asuntos y de bañarse,
salió de la ducha con una toalla envuelta en sus caderas. Había
olvidado llevar el cambio de ropa que andaba en la pequeña maleta.
La cosa estaba tirada en una esquina sin mucho cuidado.
Velial todavía estaba de pie recostando su peso al maltratado
mueble que le daba apoyo a la televisión. Era como si no se
atreviera a moverse de allí, como si esperara qué alguien le aclarara
qué estaba sucediendo. Por lo general un vampiro no vendía un
esclavo a alguien que no fuera uno de su propia clase, él acabar en
las manos de lobos había sido algo fuera de lo común.
La idea de que algo no cuadraba le estaba molestando desde
hace tiempo, ahora que estaba bajo el dominio de ese Beta se dio
cuenta de otras cosas que también debían estar en la lista de lo
extraño.
El aroma del cambia formas lo calentaba, era como si su
aletargado corazón inmortal de pronto se despertara por la cercanía
del hombre. Lo peor de todo el cuadro era que cierta parte de su
anatomía se ponía firme como soldadito de plomo al beber de su
Maestro.
La queja de las bisagras al ser usadas alertó al vampiro que ya
no estaba solo en el dormitorio.
Al parecer Sakary había terminado de ducharse y ahora
buscaba no sé qué dentro de una maleta tirada en la esquina. El
cambia formas solo llevaba una tela enrollada en la cadera.
Tragando el nudo que se le había formado en la garganta,
Velial se dijo así mismo que todo era por culpa de la sed que
comenzaba a molestarle.
—¿Necesita de mi ayuda? — Velial apenas si pudo obligarse
así mismo a mantener algo de decencia.
Sakary se agachó, las formas de un apretado culo se
recalcaron en la tela de la toalla. Lo peor era que los esclavos de
sangre no podían sentir ese tipo de deseo, la dureza dentro de sus
pantalones hablaba de qué esa teoría estaría poniéndose a prueba.
El cambia formas, si notó algo, no dio muestras de darse por
enterado. Con un pantalón de mezclilla en una mano y una camiseta
vieja en la otra, se dirigió nuevamente al baño. Estaba por abrir la
puerta cuando se dio la vuelta para vigilar por qué el vampiro estaba
más callado de lo normal.
—Creo que mejor te doy algo de sangre antes de ponerme la
ropa limpia— suspiró como si todo el tramite no fuera más que una
rutina algo molesta.
Velial al ver que no podía dar un paso atrás por culpa del
mueble donde estaba recostado, decidió mejor moverse hacía la
esquina donde la luz de la única lámpara encendida no le daba
directamente en el rostro.
—Estoy bien— habló tratando de conservar su aplomo
acostumbrado—No hay necesidad de ser alimentado ahora.
Los recuerdos, por lo que hubiera dado una hora de tortura con
tal de no tenerlos presentes justo en ese momento, llegaron como si
se tratara de una gran avalancha directo sobre su cabeza. Se había
venido al beber del lobo, y lo había hecho dos veces.
A Velial poco le importó la mirada curiosa del lobo sobre él, en
ese momento estaba más en el asunto de controlar la erección que
le estaba jugando una mala pasada justo en frente de su amo. La
presión de la sangre haciendo presea dentro de su sexo, poniéndolo
duro y algo húmedo. Eso no debía estar pasando. Era un puto
esclavo de sangre.
—Esto no tiene sentido—gimió tapando con una de sus manos
la boca, como si intentara guardar dentro suyo la terrible realidad.
Un gruñido profundo hizo vibrar el aire dentro de la habitación. El
sonido hizo que la piel del vampiro se erizara. Velial levantó el rostro
para mirar al lobo escondido tras la piel del hombre grande que
tenía al otro lado del reducido dormitorio.
—Maestro— jadeo como si de pronto necesitara respirar tan
seguido como un ser humano promedio. La mirada oscura del lobo
le mantenía retenido como si se tratara de mil cadenas.
—¿Tienes sed? — la pregunta en sí misma no tenía dada de
malo. Lamentablemente para Velial eso conllevaba otras tantas
cosas que comenzaron a nublar su mente con recuerdos de
placeres vividos en otra vida.
Sakary, era un hombre en control. Tenía bajo su cuidado a un
vampiro de apariencia bonita, de cuerpo esbelto y maneras
pausadas, la máscara perfecta para un predador. Él no se
engañaba, esa criatura no era alguien que necesitara de su
protección, lo malo es que él lobo dentro suyo no estaba tranquilo si
el vampiro estaba lejos de su vista.
Velial llevó ambas manos a la garganta, como si con esto
pudiera alejar la fiebre que de pronto le asolaba.
—Maestro— suplicó desesperado— No se acerque. No estoy
bien ahora.
Los colmillos dentro de la boca de Velial se había alargado listos
para morder a su presa, Sakary estaba caminando un paso a la vez,
ahora estaba demasiado cerca.
—Déjame revisar— Sakary no se detuvo hasta que pudo sentir
el aliento del vampiro sobre su rostro.
—Siento que perderé el control de mí mismo— trató de hacer
entrar en razón al lobo— Usted es mi Maestro y yo no debería
sentirme así. Los esclavos solo sienten sed, eso debería ser todo.
Sakary aprovechó la cercanía, inclinando el rostro acarició con la
nariz la piel sensible bajo la oreja de Velial.
—Tu olor es delicioso— las palabras del hombre fueron
pronunciadas en un tono bajo.
Velial sintió como la punta de su pene dentro de los pantalones
comenzaba a filtrar pequeñas gotas de presemen. Las manos
callosas del Beta se estaban colando dentro de la tela de su
camiseta.
El vampiro quería parar aquello con la misma fuerza con la que
quería continuar. La última vez que se había dejado llevar en un
juego así, despertó como un recién trasformado atado con cadenas
en una sucia bodega.
Las manos grandes acariciaban la piel sobre los huesos de sus
caderas, como si buscaran pedir permiso para seguir con la
exploración. Velial no sabía dónde poner sus propias manos, con
miedo de que sus piernas no le sostuvieran se atrevió a enredar sus
brazos alrededor del cuello del cambia formas.
Sakary dejó de mordisquear la mandíbula de Velial para seguir
un camino ascendente hasta la boca que abierta trataba de hacer
llegar aire a los pulmones.
—Maestro— suplicó sin saber muy bien lo que estaba pidiendo.
El vampiro pudo sentir el cuerpo caliente del Beta, la excitación
masculina le daba un aroma dulzón al aire. Sakary tenía un brillo
depredador en los ojos, de alguna manera Velial estaba seguro de
que lo mejor que podía hacer era quedarse quieto. Aunque había
que admitir que no podía conseguir ni una onza de fuerza de
voluntad como para escapar de su amo.
Sakary llegó a donde quería, sus labios calientes contra la boca
fría del vampiro. Al principio solo fue un roce, un experimento.
—¿Quién lo hubiera dicho? — se burló al sacar la lengua y
probar si sabía tan bien como olía—Los vampiros huelen bien, y
saben aún mejor.
Velial estaba seguro de haber caído en alguna especie de
trampa. Eso tenía que ser. Lo peor es que estaba contento de
dejarse caer en ella.
La boca del vampiro estaba siendo tomada, de un tacto lleno de
dudas ahora había pasado a ser devorado. El cuerpo grande de
Sakary lo tenía aprisionado contra la pared.
Los colmillos filosos de Velial había aruñado la lengua del Beta,
el sabor de la sangre inundó sus papilas gustativas. Ese fue justo el
momento en que todo se perdió para el vampiro.
—Maestro— gimió como una perra en celo cuando la boca del
hombre se apartó de la suya— No juegue conmigo. Hace mucho,
mucho tiempo, que esto no me pasa…Yo no entiendo.
Un escalofrío recorrió su cuerpo como si una corriente eléctrica
sacudiera su mundo. Sakary lo estaba lamiendo y besando, podía
sentir el filo de los colmillos afilados del lobo raspándole el cuello. El
cambio solo aumento la necesidad en Velial.
Sakary dejó escapar una risa corta mientras seguían dándole
pequeñas mordidas a la piel bajo la barbilla. Velial tenía una piel fría
que se calentaba con su contacto. Después de todo los vampiros no
eran frígidos pedazos de hielo, este que tenía entre sus brazos
parecía derretirse como una paleta al sol.
—¿Te gusta? — le preguntó sabiendo la respuesta.
Velial maldijo entre dientes, estaba seguro que sus rodillas no le
sostendrían por mucho más tiempo. Fue por eso. Solo por eso que
no hizo nada por detener al hombre cuando le quitó la camiseta
tirándola en algún lugar sobre el piso.
La sensación de estar piel contra piel con Sakary era demasiado
estimulo. Enredando los brazos nuevamente alrededor del cuello del
lobo lo hizo bajar la cabeza hasta la altura de sus labios. El beso fue
demandante, poco les importó a ambos el lastimarse con los
colmillos por que el sabor a la sangre compartida los puso
demasiado calientes como para notar que algo en todo eso no era
correcto.
Velial tenía el dorso lampiño, sentir la dureza de sus tetillas
contra el bello en el pecho de Sakary hizo que un escalofrío le
recorriera entero. Las cosas iban por el despeñadero y nadie podría
detener eso.
La toalla que valientemente se había sostenido de las caderas
de Sakary se aflojó y calló a sus pies. Velial apartó el rostro del beso
para gritar cuando el pantalón que llevaba puesto fue rasgado sin
piedad.
El sexo húmedo de Velial tocaba por primera vez el pene
caliente y duro de su Maestro. Frío y calor.
—Maestro—gimió desesperado— Lo deseo. Lo deseo tanto.
Cada célula del cuerpo del vampiro parecía cantar. Las manos
grandes del hombre estaban sobre las mejillas de su culo apretando
como si tratara de la fruta en la canasta.
La pared de la cabaña crujió cuando Sakary levantó por las
caderas al vampiro obligándolo a enrollar las piernas alrededor de
su cintura desnuda.
—Dime que no eres virgen o algo así — exigió el cambia formas
cuando separó las bocas para poder tomar aire.
Velial tardó unos cuantos latidos de corazón para que sus
neuronas pudieran entender las palabras.
—Antes, cuando era humano— sonrió algo achispado— Muchas
veces. Con hombres.
Una mano grande le dio un calentón con la palma de la mano
abierta al muslo de Velial. Extrañamente el picor lo hizo gemir.
—Será mejor así— explicó mientras tomaba al vampiro por el
cabello obligándolo a levantar el rostro— Esto va a ser sucio y
rápido. No quiero asustar a ningún virgen aquí.
Las palabras fueron música para los oídos del vampiro.
—Ha pasado mucho tiempo— chilló cuando el lobo le dio una
mordida algo ruda sobre la clavícula izquierda—pero creo recordar
cómo era esto.
Lo que quedaba del pantalón de Velial fue arrancado cayendo
los tirones sobre el piso de la cabaña. Las cortinas corridas
impedían que la luz del sol ingresara, las tinieblas gobernaban
mientras lobo y vampiro estaban por copular.
Velial se dejó manejar, Sakary era un centinela, un Beta,
después de todo. El hombre le mantenía con la espalda contra la
pared y las piernas enrolladas alrededor de sus caderas. La piel de
Sakary era caliente, el sexo erguido ahora se rozaba
descaradamente contra su pene.
Los dedos de Sakary comenzaron a tomar posesión de la
entrada que ocultaban esas firmes carnes. Al notar que su amante
estaba algo estrecho, decidió cambiar de táctica.
Capítulo 13

Velial jamás lo había hecho con ese cuerpo inmortal. Tampoco lo


había hecho con un lobo cambia formas. Había que agregarle a la
situación que se supone que los esclavos de sangre no estaban tan
deseosos de participar en esos actos carnales. En definitiva, el
vampiro estaba sin saber ni qué pensar.
Era una suerte, en realidad, que el lobo supiera exactamente lo
que quería y como tomarlo.
Con la espalda contra la pared y sus piernas enredadas en la
cadera estrecha del Beta de la manada, Velial se estaba dejando
hacer. Todo era viejo y nuevo a la vez.
El cuerpo de Sakary era caliente, Velial podía sentir como su
temperatura aumentaba en cada espacio que era tocado por él.
Un escalofrío le recorrió la piel cuando una de las manos de
Sakary comenzó a acariciar la entrada que se escondía entre los
globos de su trasero. El lobo iba por lo suyo y no parecía querer
perder el tiempo.
—Maestro—lloriqueo al sentir el ardor al ser penetrado por la
punta de ese dedo. A pesar de la molestia necesitaba más.
Sakary raspó con sus dientes la piel cercana a la tetilla derecha
mientras seguía tentando a su amante con una de sus manos.
—Necesito que lubriques estos dedos— se los acerco a la boca
mientras con la otra mano lo sostenía sin problemas contra la pared.
Velial conocía el procedimiento, muchas cosas de su vida
pasada estaban veladas por una cortina que separaba el antes y el
después, pero el conocimiento estaba allí.
Con toda la intención de ser un vampiro, un seductor por
naturaleza, decidió alimentarse del lobo. Cuando los dedos tocaron
sus labios, los rozó con la punta de la lengua causando un gemido
departe del cambia formas.
—Mójalos— el Beta parecía hipnotizado al ver como Velial había
convertido un acto tan práctico en todo un juego candente.
Como si de un biberón se tratara, succionó cada dedo que le fue
introducido en la boca, dejó que las puntas afiladas de sus colmillos
rosaran los dígitos. La lengua traviesa los humedeció mientras
jugueteaba descaradamente mostrándole lo que podría hacerle a un
pene estando en ese lugar.
—Espero que los vampiros sean resistentes— advirtió Sakary—
Este paseo va a hacer rápido y rudo.
Velial liberó los dedos para que estos fueran colocados donde
debían estar en esos momentos.
—Maestro— gimió cuando uno de los dedos entró sin mucha
ceremonia.
—Voy a hacer que me llames por mi nombre antes de que llegue
la noche— prometió Sakary. Una sonrisa francamente diabólica se
formó en su rostro.
Velial trató de entender, al menos poder fingir hacerlo. Fue
imposible. Dos dedos entrando y saliendo de su interior
comenzaban a hacer que sus neuronas bailaran dentro de su
cabeza. El Beta había tocado justo ese glorioso lugar.
—Ahhh— gritó sin sutilezas— ¡Más!
Tres dedos le hacían espacio a lo que estaba por venir. Aunque
ya estaba bastante dilatado, eso no era suficiente para el tamaño de
Sakary.
—Sakary— chilló cuando el pene de un solo movimiento entró
sin contemplaciones.
—Así es como debe de ser— se vana glorió el cambia formas—
Grita mi nombre mientras te poseo.
En otro momento Velial habría tratado de hacerle ver que era un
esclavo y que le pertenecía a su Maestro, pero un nuevo golpe justo
en su próstata lo envió directo a las estrellas.
El paseo estaba siendo justo como lo había prometido Sakary.
Eso iba rápido y bueno.
La pared de la cabaña hizo un ruido como si comenzara a
quebrarse, esto cuando con todo el ímpetu el cambia formas lobo
penetraba el cuerpo del vampiro.
Velial se sostenía aruñando los hombros de su amante, los
colmillos estaban fuera de sus encías en toda su capacidad.
Blancos y afilados como navajas de nácar.
—Muerde— fue la orden del lobo.
El vampiro estaba con la espalda contra la pared, las piernas
enredadas de las caderas de Sakary, las garras dibujaban hilos
rojos en la piel de su amante. El pene del hombre entraba y salía sin
darle tiempo de recuperarse a Velial.
Estaba gritando, así lo imaginaba. Era como si su mente solo
estuviera centrada en Sakary, en su Maestro.
El Beta era posesivo, ahora era más animal que humano. La
apariencia era la misma, pero la manera en que sus ojos le miraron
decía otra cosa.
Velial escuchó la orden, tardó un poco en asimilarlo.
Uno, dos, tres. El pene de Sakary no dejaba de entrar y salir.
—Sak…Sakary—gritó.
Estaba por venirse, estaba justo allí, al borde del precipicio. Ese
fue el momento exacto en que el vampiro mordió el cuello de su
amante. La sangre llenó su boca de ese sabor picante y dulce de su
lobo.
Sakary sintió a los colmillos penetrar la piel, el músculo, la vena.
El placer hizo estallar mil estrellas tras sus parpados. Velial parecía
estar en el mismo trance porque mientras expulsaba una potente
corrida, la entrada exprimía al cambia formas como si la vida se le
fuera en eso.
El lobo dentro del hombre aulló. Borracho de placer, loco de
deseo. Los instintos hicieron lo suyo más allá de cualquier
pensamiento racional.
Sakary mordió a su vez el hombro del vampiro provocando una
herida de la cual emanó sangre.
Fuera de la cabaña de alquiler la luz del día comenzaba su
camino de descenso. Dentro el lobo y el vampiro habían logrado
llegar a la cama, dormidos, ajenos al resto del mundo. Velial estaba
acostado con la cabeza sobre el pecho de su Maestro, mientras el
lobo tenía un brazo colocado sobre el vientre de su ahora pareja.
……………………………….
Tommy no podía evitar preocuparse. Esa noche dormirían en un
hotel de carretera. La verdad el jamás había estado en un lugar así.
Gregory besó la frente de su pareja antes de detener la SUV en
el parqueo frente a la recepción.
—Todo está bien— lo tranquilizó— Ya escuchaste el reporte de
Sakary. Los demás centinelas llamaron hace poco.
Tommy le sonrió a su Alfa. El hombre era grande y malo cuando
se lo proponía, pero era su compañero y él lo amaba con todo su
corazón felino.
—Los miembros de la antigua manada ya deben de saber que
no tienen Alfa— se lamentó un poco— Roderick debe de estar
haciendo que comiencen arrepentirse de la decisión que tomaron.
—No voy a pasar el resto de mi vida desconfiando de aquellos
que me rodean— habló Gregory— Allí no dejé nada por lo que
lamentarme.
Tommy asintió con un movimiento de cabeza, la verdad era que
él no quería volver a vivir la experiencia de un secuestro. Estaba
seguro que no podría estar tranquilo entre esos lobos traidores.
Gregory bajó del vehículo. Tommy lo hizo desde el lado del
pasajero. Los demás estacionaron uno a uno. La noche había sido
larga, no se habían detenido más que para llenar los tanques e ir al
baño.
Las habitaciones no eran lujosas, pero al menos eran limpias. La
pareja Alfa tuvo su propio lugar, los demás compartieron dormitorios.
Tommy se transformó en felino apenas la puerta se cerró
dándoles privacidad. El gato se veía feliz y sano. Estirándose como
solo uno de su clase puede hacerlo, el animal dejó ver lo cómodo
que estaba en presencia de su compañero Alfa.
Gregory puso la maleta sobre la mesita que había junto a la
pared contraria a la cama. Las cortinas azules combinaban con el
estampado de las colchas. Al fondo estaba la puerta del pequeño
baño.
El gato de un salto calló en la cama, estaba por acostarse y
dormir la siesta cuando sintió como una mano grande lo apartaba de
su misión.
—Nada de peludos sobre la cama—advirtió levantando entre
sus brazos el cuerpo grande de la pantera.
El gato gruñó enojado, al parecer no le gustaba ser
contrariado.
—Gruñir no te va a ayudar en nada— Gregory le dio un beso
en la punta de la nariz al enfurruñado animal—Debes tomar un baño
para que te deje dormir.
Un bufido gatuno le dejó saber al Alfa que estaba comenzando
a ser el no-favorito. La risa del hombre grande hizo que el gato
pegara las orejas a la cabeza, estaba poniéndose en pie de guerra.
—Prometo darte muchos mimos— puso a la pantera sobre la
alfombra, el animal era más pequeño de lo que podría esperarse en
uno de su especie.
El animal no esperó que Gregory dijera algo más, corriendo se
escondió bajo de la cama. La parte animal a veces se ponía algo
terca, especialmente si no era liberada con cierta regularidad.
Gregory se sentó sobre la alfombra con la espalda recostada a
la pared.
Los ojos brillantes de la pantera observaban a su compañero
desde lo que pensaba era una posición segura.
No pasó mucho tiempo cuando sintió el peso de un trasero
desnudo sobre sus piernas.
—¡Hola, guapo! — bromeo Tommy dándole un corto beso a
Gregory— Prometiste mimos, así que mi lado animal a estado de
acuerdo en eso del baño mientras lo haga en mi forma humana.
La carcajada del Alfa hizo eco en su joven pareja.
—No sé qué sería de mi vida sin ti— abrazó a Tommy
obligándolo a recostar la cabeza en su hombro— Puedes hacer que
cualquier preocupación se evapore como la niebla bajo la luz del sol.
—Sabes que te amo— la joven pantera le dedicó una sonrisa—
Aunque nuestro comienzo fuera algo complicado, ahora sé que el
destino nos puso en un mismo camino.
El beso que los unió fue lento, lleno de significados. Las trenzas
pequeñas, cientos de ellas, con las que Tommy sujetaba su largo
cabello caían como cascada por su espalda desnuda. Las manos de
Gregory recorrían la figura más pequeña sentada sobre sus piernas,
Tommy deseaba tanto tenerlo dentro, lo necesitaba con
desesperación. Cansado de las provocaciones se acomodó a
horcajas sobre las caderas de su compañero.
—Es hora de que le des a tu pareja lo que necesita—en los ojos
de Tommy la pantera observaba hambrienta.
Gregory posó ambas manos sobre el trasero firme de su
amante, los globos parecían estar hechos justo a la medida de sus
manos grandes.
El más joven se dejó hacer, en el poco tiempo de convivir con su
compañero había aprendido un par de cosas acerca de complacer a
un hombre.
Los dedos del Alfa decidieron explorar el camino que el pene
deseaba transitar. Un dedo, luego dos, cuatro dedos hicieron chillar
a la pantera.
Tommy estaba listo y no quería perder más el tiempo. Con su
compañero totalmente vestido mientras él estaba desnudo lo calentó
aún más. Eso iba a ser sucio y placentero. Hace poco había
descubierto esa veta pervertida en su alma.
Gregory fue tomado por sorpresa cuando Tommy liberó su pene
de la restricción de los pantalones. Las manos del chico estaban
jugando con su dureza.
—Voy a preparar esto para mi uso— informó Tommy mientras se
inclinaba para lamer la punta del miembro que ya destilaba líquido
prese minal.
Gregory tomó del cabello trenzado a Tommy obligándolo a
acercarse más.
—Esa lengua felina tuya va a matarme un día de estos— el Alfa
abrió las piernas para dejar que el chico jugara a su gusto.
Desnuda la piel de Tommy era como el caramelo líquido. La luz
del amanecer comenzaba a bañar las interminables carreteras, la
gente despertaba preparados para comenzar un día nuevo. Gregory
mientras tanto trataba con todas sus fuerzas de no venirse como
adolescente calentón.
Inclinado sobre el regazó del Alfa, el joven cambia formas
degustaba el mástil que se alzaba como bandera de guerra.
Tommy sabía que debía hacer para volver loco a su amante, esa
era su mejor arma para lograr una follada sin mucho preámbulo.
Desde el fondo de su pecho, con total malicia y descaro, comenzó a
ronronear.
Gregory apenas pudo contener un grito de sorpresa, el inocente
y angelical chico de grandes ojos asustados ahora lo estaba
llevando de cabeza al infierno. En qué momento había aprendido
esas cosas, él no tenía ni idea, la cuestión era que el malo y gran
lobo Alfa estaba siendo torturado por el que era en otro tiempo, un
inocente jovencito.
Antes de que el cambia formas lobo llegara a la meta, Tommy
sacó el jugoso pene de su boca.
—Otra parte de mi cuerpo también quiere jugar— ronroneo
mientras subía nuevamente al regazo de Gregory— Lo quiero
profundo, amor.
El lobo de Gregory gruñó al haber sido retado. Tommy no le dio
oportunidad de hacer nada, ya que él solo se empaló en la erección
de su compañero. El gritó de ambos dejó en evidencia lo que
pasaba en ese dormitorio. A ninguno de los dos amantes le
preocupó en lo más mínimo que sus actividades fueran
perfectamente audibles en medio Estado.
Capítulo 14

Velial abrió los ojos, al intentar moverse se dio cuenta de que era
imposible. Un cuerpo más grande lo tenía aprisionado, al parecer el
lobo era de los que no respetan el espacio personal. El tipo
prácticamente lo tenía a la usanza de un oso de peluche. Por un
momento quiso entrar en pánico, el ralentizado palpitar de su
corazón comenzó a acelerarse listo para la lucha.
Fue el aroma del lobo cambia formas lo que evitó que hiciera un
ridículo de sí mismo. Para ese momento entrar en pánico, o al
menos detenerse a pensar en qué demonios estaba pasando, todo
eso no era más que una gran pérdida de tiempo. El lobo le había
mordido, así sin más.
De las conversaciones que había escuchado cuando era
prisionero en el sucio sótano, había aprendido que ese era un paso
importante para los perros roñosos.
El escozor en su hombro le aseguró que lo ocurrido unas horas
a tras no era producto de su imaginación. Estaba jodido y en más de
un sentido. Solo esperaba que el Beta no se hubiera arrepentido y
solucionara el problema con la muerte del compañero de juegos.
Cuando se vive tanto tiempo bajo la voluntad de otro se
comienza a perder la memoria de quién se es. De vivir como un
pequeño príncipe, lleno de amargura y dinero, ahora era una
sombra que mataba y respiraba si esta era la voluntad de su amo.
Tal vez todo lo que había sucedido no era más que un reflejo de la
voluntad de su Maestro.
Un gruñido de Sakary hizo respingar al vampiro, demasiado
tiempo revolviendo su mierda metal, por un momento se había
olvidado de su problema inmediato.
El Beta apenas tomó dos respiraciones cuando el aroma del
vampiro y del sexo lo terminaron de despertar. Sentándose de golpe
le dedico una mirada al vampiro que esperaba quieto el resultado
final de todo aquello.
—¡Mierda! — esas fueron las palabras memorables de Sakary.
Llevándose las manos a la cara trató de despejar el sueño que
todavía le nublaba los pensamientos.
El vampiro le observó sin atreverse a mover un músculo.
Desnudo y con el cabello desordenado por el revolcón, era la
imagen del pecado encarnado.
Era hora de preguntar.
—¿Qué hará conmigo, Maestro? — él no tenía opción en eso.
Todo sería al final la voluntad del amo.
—Somos dos adultos y acabamos de complicar esto a lo grande
— se quejó el Beta sin decidirse a salir de la cama—¿Tienes idea de
lo que hice?
—Estuve despierto durante todo el paseo, así que supongo que
sí, estoy informado de lo que ha pasado— Al ver Velial que el lobo
no parecía estar dispuesto a matarlo en un futuro próximo, decidió
hablar claro— Me ha mordido, Maestro. Yo lo he probado su sangre.
Supongo que no es algo que los lobos hagan por lo regular.
Los ojos dorados del lobo se asomaron tras las pupilas del Beta.
—No te imaginas lo que odio que me llames de esa manera— se
quejó el gran y malvado lobo.
Velial sonrió, lo supo por el tirón de sus labios y la manera en
que sus mejillas se contrajeron. Ese ejercicio no era algo que hiciera
espontáneamente, no podía recordar la última vez que su sonrisa
fue honesta y espontánea. El vampiro deseaba besar al lobo.
Incorporándose lentamente, de la manera que un predador lo
haría, Velial se sentó dándole la cara al confundido hombre.
Estirando la mano acarició acomodando un mechón del largo
cabello oscuro de su amante. Era tan suave como lo recordaba al
halarlo a la hora del sexo.
—Como esclavo de sangre me alimento de mi Maestro, mi amo
— explico sin apartar sus ojos negros de los de Sakary— pero es la
primera vez en mi larga condena que el placer de beber el líquido
vital hace reaccionar a mi cuerpo como lo hago con usted.
—¿No es siempre así la alimentación entre vampiros? — el
temible Beta parecía dudoso bajo el escrutinio de Velial.
—No puedo saberlo a ciencia cierta. Yo solo soy un esclavo, un
arma que utiliza un amo para matar en su nombre. Los detalles
acerca de algunas cosas me fueron ocultadas ya que no eran
necesarias para servir.
Sakary beso los labios que estaban demasiado cerca de los
suyos. Velial lo recibió abriendo la boca y entregándose a la
voluntad de su maestro. Unos fuertes golpes en la puerta los
tomaron por sorpresa, para horror de ambos hombres.
Una voz conocida habló desde el exterior.
—Beta—, habló uno de los centinelas— ya estamos listos para
seguir cuando usted lo ordene.
El lobo cambia formas gruñó.
—Estaremos sobre la carretera en una hora— habló después de
darle una mirada al reloj que llevaba en la muñeca— Es mejor no
arriesgarnos a viajar si el sol todavía está muy alto.
—Como diga— se despidió el centinela.
Velial resopló molesto después de que el lobo se hubo alejado
de la puerta.
—Mis sentidos durante el día no son tan buenos— explicó sin
poder disimular su preocupación— No los sentí acercarse.
Sakary dejó salir una corta carcajada.
—Estamos de mierda hasta las orejas—sentenció— Para un
lobo aparearse es un asunto de una sola vez en la vida. Estaba tan
centrado en la idea de joder contigo otra vez que si esos imbéciles
no intentan tirar la puerta no los hubiera escuchado.
Velial no sabía exactamente que pensar de la declaración del
hombre. El tipo estaba desnudo y no se molestaba en ocultar su piel
bronceada por pasar largas horas a la intemperie, ni el sexo que ya
estaba erguido listo para otra ronda.
—Soy un esclavo— gimió acercándose otra vez al lobo— No
debería tener tantas ganas de follar, acabamos de hacerlo y no
puedo pensar en otra cosa.
—¿Tienes sed? — preguntó Sakary.
El vampiro cerró los ojos tratando de concentrarse en sí mismo.
—No, yo solo quiero el aroma en mi piel y su pene bien
enterrado en…
Sakary interrumpió la conversación poniéndose de pie de un
salto. Si seguían por el rumbo que iban no iban a salir en los
próximos días de esa habitación de hotel.
—Tenemos que salir de aquí. Esto no es más que un
apareamiento accidental. Tal vez si no nos dejamos llevar por el
calor del apareamiento del enlace, las cosas se borren solas.
Velial quería estar de acuerdo. De verdad quería estarlo.
—Supongo que tiene razón, Maestro— bajó la cabeza en señal
de sumisión— Iré a tomar un baño de agua fría y estaré listo en
unos minutos.
El vampiro entró al pequeño espació de aseo con un pantalón de
mezclilla desgastado y una camiseta negra entre sus manos.
Al ver su rostro en el espejo sobre el lavado descubrió que sus
mejillas tenían un color sonrosado y que sus ojos negros se veían
brillantes. La sangre del lobo le había hecho eso.
Con temor le dedicó su atención a la herida en la unión entre el
hombro y el cuello. Ya estaba sana, ahora parecía como algo que
había ocurrido hace semanas en un humano normal. Las cicatrices
de los dientes estaban sonrosadas y eran sensibles al tacto. Tal vez
en unas horas se borrarían, después de todo Sakary había sido muy
claro. Fue un puto accidente el hecho de que el lobo lo mordiera.
Sin querer perder más el tiempo entró a la ducha. El agua
helada haría su milagro. No pensaría más en ese asunto, era un
maldito esclavo y como tal actuaría. No más dejarse llevar por
emociones tan humanas como el deseo. Eso había quedado atrás.
Una vez duchados y con la ropa limpia salieron del dormitorio.
Algo en el aroma de ambos tuvo que haber cambiado por que los
centinelas les dirigieron miradas extrañadas, más ninguno hizo
ningún comentario. Sakary ni siquiera se molestó en aclarar nada,
después de todo ni él sabía qué diablos estaba sucediendo.
El plan de los lobos era sencillo, tomando rutas distintas habían
llegado al mismo lugar. Después de conducir toda la noche, ambos
coches estaban listos para viajar juntos otra vez. El Alfa y el otro
grupo había seguido adelante mientras ellos eran los señuelos.
Todos los lobos dentro de los vehículos estaban listos para
seguir el viaje por la carretera. La luz del sol no se había extinguido
del todo, pero lo mejor era viajar lo antes posible para evitar ser
encontrados por el enemigo con la guardia baja.
Velial tuvo cuidado de cubrirse con la manta y mantenerse en el
asiento trasero mientras la débil luz del sol se extinguía en el
horizonte. Un coche con vidrios polarizados sería una mejor opción,
aunque tampoco fuera la más segura.
Una de las ventajas de ser un vampiro era que no tenía que
esforzarse mucho para lograr dormir durante el día, la debilidad
siempre estaba allí como una sombra al asecho. Después de dormir
durante la siguiente hora y media, fue la llegada de la noche lo que
terminó por despertarlo.
Era nuevamente un esclavo de sangre, un arma poderosa en las
manos de un Maestro que le diera buen uso. No debía olvidarlo si
quería mantener algo de cordura y no dejarse llevar por ilusiones
estúpidas.
La voz de Sakary llamó su atención.
—Por fin despertaste de tu sueño de belleza, ya era hora.
Velial se incorporó en el asiento. Con las manos trató de
acomodar su cabello, estaba creciendo nuevamente hasta taparle
las orejas.
—¿Desea que haga algo, Maestro?
El lobo gruñó como parecía ser su costumbre.
—Juró que si no dejas de llamarme así…
En respuesta el vampiro dejó salir una risa cansada, más falsa
que título de propiedad en Marte.
—Eso es lo que somos. Yo soy su esclavo y usted…
Sakary se orilló sin molestarse en poner las luces de
emergencia. El coche dio un pequeño salto al frenar de golpe sobre
la graba a un lado del camino.
De inmediato el teléfono móvil comenzó a sonar, los centinelas
que viajaban tras ellos querían explicaciones. Sakary no quiso dar
demasiados detalles.
—Adelántese, nos veremos en la siguiente estación de
combustible— con esas palabras dejó hablando solo al centinela al
otro lado de la línea.
Velial se quedó sentado dentro del coche esperando saber qué
estaba pasando.
—Te quiero afuera— cada palabra pronunciada con la autoridad
de un Beta— Vamos a aclarar esto de una vez por todas.
El vampiro gimió sin poder evitar. Hubiera sido una buena cosa
que fuera el miedo lo que lo hubiera hecho encogerse. Al ser un
vampiro en un principio pensó que eso del apareamiento era
cuestión de lobos, pero estaba comenzando a temer que el lobo le
contagio de sus feromonas.
Con cuidado salió del todoterreno, molestar más al hombre
grande que le miraba desde fuera del coche con los brazos
cruzados sobre su pecho y una mirada dura en el rostro, era mala
idea.
Sakary esperó hasta que el vampiro estuvo fuera, la brisa de la
noche meció algunos mechones en el cabello de Velial trayendo a
su nariz el delicioso aroma.
—He estado pensando— las palabras dichas de una manera tan
tranquila cuando la postura del hombre decía otra cosa, hizo que
Velial le dedicara una mirada desconfiada.
—Maestro, yo no entiendo que desea de mí.
Sakary se recostó sobre el costado del todoterreno. Velial cerró
la puerta negándose a esconderse como una rata. No sería la
primera vez que un amo desquitara sus frustraciones sobre él, ese
sí le era un terreno conocido.
El lobo no dijo mucho mientras el vampiro salía del coche, una
vez fuera decidió que lo mejor era dejar todo aclarado. No era del
tipo que le gustaran los grandes rodeos cuando ya se sabía que no
había de otra más que llegar al punto.
—Creo que llamar a nuestro enlace un accidente no es justo—
explicó recordándose a sí mismo algunas cosas que como todo lobo
debía saber—Accidente es chocar el auto de tu padre contra la
banqueta, accidente es caer de cara sobre el pavimento. Lo que
pasó hace unas horas no lo fue.
—¿Y cómo lo llamaría?
—Apareamiento.
—Eso no es posible— la verdad es que esa conversación no era
lo que esperaba encontrar al bajar del coche.
—No sé si para un vampiro esto sea lo mismo— el cambia
formas se rio sin muchas ganas— pero para los lobos solo hay una
única pareja. Somos de apareamientos vitalicios por todo lo que
dura nuestra vida atándonos a la existencia de otro.
Velial se llevó la mano hasta el hombro donde todavía podía
sentir la mordida.
—No se borrará, ¿verdad?
—Apuesto que la herida que te hizo el lobo renegado ya no es ni
una marca en tu piel.
El vampiro asintió dándole la razón.
Sakary continuo.
—La mordida que me hiciste en el cuello no se borró.
—Yo la cerré con mi saliva como he hecho siempre.
—Cuando lo hiciste ya tenías mi marca, así que supongo que la
naturaleza lo tomo como un acto recíproco.
—Lo siento— Velial se pasó las manos por el cabello como si
con esto pudiera alejar todo ese mal episodio— Soy un esclavo de
sangre, esto no es más que una broma.
—No es una broma, al menos no para mí. Al aparearnos no
podría tomar a otro ni para jugar a las manitas calientes. Solo
sentiré deseo sexual por mi pareja una vez realizado el enlace.
Velial recordó la orden que le había dado la loba que fue el amo
más cruel que había tenido.
—Bedilia me ordenó matar a un joven lobo— confesó— El
hombre no había hecho nada para ofenderla, ella solo quiso
deshacerse de lo que pensó sería el único impedimento para
convertirse en la perra del Alfa.
Sakary se apartó del vehículo, tomando por el cuello a Velial.
Los ojos dorados del lobo eran helados como la muerte.
—¿Mataste a un lobo a sangre fría?
El vampiro sintió el aguare de las manos grandes alrededor de
su cuello. Era un esclavo y defenderse de su Maestro era imposible,
estaba atado y no podía hacerlo, así de simple.
—Soy un esclavo— apenas pudo hablar por la presión en su
cuello. Comenzó a asustarse al sentir las garras del lobo punzar la
piel. Para un vampiro no era posible seguir vivo si le separaban la
cabeza del cuello, un detalle a tomar en cuenta si se estaba en
manos de un lobo furioso.
—Yo encontré el cuerpo del chico— gruñó Sakary sin importarle
escuchar como algo comenzaba a quebrarse— Lo mataste y lo
dejaste para que se pudriera en medio del bosque, yo tuve que
decirle a su madre que su único hijo estaba muerto.
Velial trató de apartar las manos que le asfixiaban. Era como
tratar de detener un camión de carga con las manos desnudas.
Sakary estaba más allá de la furia.
—Eres una maldita basura.
—Eso es lo que soy— la voz le salió como graznidos por la falta
de aire.
La brisa nocturna dio una vuelta alrededor de ellos
desordenando el cabello del vampiro, el aroma del hombre golpeo la
cara del Beta. Por más que Velial se mereciera morir él no podía
hacerlo, esa basura era su pareja, después de todo.
Velial se quejó al ser arrojado varios metros y estrellarse de
espaldas contra el tronco de un árbol. Eso había dolido, mucho.
Capítulo 15

Esto si era algo que conocía a la perfección. El dolor de una


golpiza le era algo bastante rutinario. Al levantarse supo que tenía
varias costillas rotas, el árbol contra el que se había estrellado
estaba ahora partido en dos. El Beta de la manada sí que sabía dar
un buen golpe.
Con un hilo de sangre escapando de su boca sonrió mostrando
los colmillos. La noche era oscura, ni una estrella parecía adornar el
cielo. Solo la luz de un vehículo ocasional bañaba de luz el
pavimento para luego perderse a la distancia.
Sakary estaba junto al todo terreno como si esperara un contra
ataque, las piernas separadas y las garras extendidas en sus
manos.
Velial no pudo evitar notar que después de todo el apareamiento
entre un lobo y un vampiro no era tan completo. Estaba seguro que
por eso Bedilia había ordenado matar al joven cambia formas antes
de que un enlace le hiciera imposible tal cosa. Al parecer un enlace
no evitaba que Sakary quisiera matarlo a él.
El vampiro caminó unos pasos hasta quedar a menos de dos
metros de su Maestro, cayendo sobre sus rodillas bajó la cabeza,
listo para el castigo. No podía hacer nada para evitarlo. Lo que
había de ser después, mejor que fuera ahora.
—¿Qué estás haciendo? — preguntó el Beta al ver la sumisión
del vampiro.
—Esperando mi castigo.
—Defiéndete— Sakary fue hasta donde estaba arrodillado y lo
levantó tomándolo del cuello de la camiseta— yo no mato a traición.
—Soy un esclavo y no puedo dañar a mi amo— respondió sin
levantar la vista del suelo.
Sakary lo soltó dejándolo caer de culo, era como si el simple
contacto le asqueara.
—No vales ni la tierra que pisas.
Velial se incorporó lentamente.
—Eso es lo que he intentado explicarle desde que se convirtió
en mi Maestro.
Sakary estaba seguro que de quedarse un minuto más allá
acabaría haciendo algo que iba contra su propia naturaleza, así que
se dio la vuelta y subió al todoterreno sin dedicarle una segunda
mirada a su pareja.
Velial vio como el coche se alejaba dejándole atrás. Un nudo se
le formó en la garganta haciéndole difícil tragar. Era una suerte que
jamás creyera una palabra dicha por el lobo. Ser esclavo, llevar una
marca de apareamiento en el cuello, todo era la misma mierda.
Mierda sobre mierda.
Un coche que transitaban por la calle, se estaba acercando,
viajaba rápido. Velial se ocultó tras la línea de árboles donde la luz
de los faros no pudiera iluminarle. Era una SUV muy parecida a las
que usaban en la manada de la que había escapado Gregory y su
gente.
Era hora de desquitar su desdicha con alguien. Una sonrisa de
las suyas, fría como la hoja de un puñal, se dibujó en su rostro. No
había nada mejor que lavarse las desdichas con la sangre ajena,
lamentarse por ser lo que era sin estar dispuesto a arrojarse bajo la
luz del sol no tenía sentido. Su Maestro le repudiaba. ¿Dónde
estaba la diferencia con respecto a sus otros amos?
Desmaterializando su cuerpo, de la neblina oscura voló un
cuervo negro. El SUV viajaba rápido, pero él en su forma alada
podía cortar camino por entre el campo.
Conforme se alejaban de las tierras de la manada, la que de
seguro ahora Redereck era su nuevo Alfa, el terreno se tornaba más
agreste y los árboles no eran una barrera verde impenetrable.
Con ayuda del viento que parecía soplar a su favor logró llegar
hasta el puente, por lo visto el camino estaba en reparación porque
solo tenía una vía en funcionamiento y los coches se turnaban para
pasar.
“Allí esta”, pensó el vampiro al ver la SUV y a los cuatro lobos
impacientes. Sobrevolando sobre la pequeña presa de vehículos
notó que Sakary y los Betas no estaban allí, con algo de suerte ya
estaban varios kilómetros adelante.
Solo había una razón por la que los vampiros creaban muy
pocos esclavos de sangre a pesar de la ventaja de la obediencia sin
límites, era tan simple como el hecho de qué se necesitaba ser un
vampiro en total control para detenerse justo en el preciso momento
y no continuar con la transformación. Aunado a eso, los esclavos de
sangre tenían ciertas habilidades que no tenían los carroñeros ni los
vampiros completos.
Aprovechando dichas ventajas Velial era un asesino famoso por
no perder el tiempo con protocolos inútiles. Solo debía de buscar un
lugar bonito para la matanza, preferiblemente oscuro y sin testigos.
En la espera estaba la clave. Dando un sobrevuelo en círculos
se mantuvo con sus ojos negros vigilantes, las plumas tan negras se
perdían contra la oscuridad del cielo sin luna.
“Por fin”, exclamó para sí mismo. El coche de los lobos estaba
en movimiento nuevamente. Estaban siguiendo a Sakary, de algún
modo tenían la pista de ese vehículo, porque cuando se desviaron
de la ruta principal rumbo al norte, los perseguidores también lo
hicieron.
La nueva ruta que cortaba camino era poco más que un trillo
entre los sembradíos, así que no muchos la usaban y menos
durante la noche.
Desde el aire Velial vigiló a sus presas. El coche de Sakary
estaba lo suficiente lejos para no notar a sus perseguidores. El
vampiro tenía el camino libre para hacer lo suyo.
Los lobos bajo las órdenes de Redereck conducían sin
preocuparse mucho por los baches de la carretera en mal estado.
Según los cálculos de los pobres diablos, lo más peligroso que
rondaba por ese lugar eran ellos mismos. Ese era un mal cálculo del
que pronto tendrían que tomar nota.
La noche estaba tan oscura que lo único iluminado era la luz del
vehículo que Velial seguía, el camino rural ni siquiera tenía
alumbrado público. Sakary de seguro había pensado en alejar a
cualquiera que lo estuviera siguiendo si tomaba ese atajo. La idea
no era mala, valoró el vampiro, lo extraño era que los perros de
Redereck parecían saber exactamente dónde estaba el Beta y los
centinelas.
En su forma de cuervo voló hasta que quedó justo por encima
del coche que perseguía. Al caer sobre el techo lo hizo como
vampiro.
La sorpresa por el peso que caía del cielo hizo que el coche se
desestabilizara, por muy poco Velial evito caer sobre el pavimento.
Con las garras se sostuvo del metal del techo, de seguro le dio un
susto de muerte a sus ocupantes.
Había que reconocer la pericia del conductor, a la velocidad que
viajaba logró orillarse a un lado del camino y no volcar la SUV. Velial
dio salto y cayó a varios metros lejos del coche del que salía humo
del motor. Por lo visto se había golpeado con algo al salir del
pavimento.
Con la dignidad intacta y una sonrisa burlona en la cara, el frío
vampiro disfruto de su azaña. Cuatro cambia formas lobo salieron
del desvencijado automotor mascullando maldiciones, justo como a
Velial le gustaba.
—¿Necesitan ayuda? — la voz tranquila del vampiro de rasgos
asiáticos se dejó escuchar en la oscuridad del camino.
—No sé quién eres—, advirtió él iba en el asiento del conductor
—pero te acabas de ganar un paseo a los infiernos.
El tipo medía un metro noventa, el ojo derecho le faltaba y la
actitud no era la de alguien que adoptara gatitos abandonados.
Velial le conocía, al igual que a los otros tres tipos.
—Ya nos conocemos— Velial se relamía de gusto— Y en cuanto
a tu invitación, te aseguro que he estado en el infierno y no me
apetece ir ahora.
—Velial— una carcajada corta escapo del cambia formas— La
puta de sangre. Claro que sé quién eres, es solo que no te reconocí
con ropa y sin tanta mugre encima.
Realmente detestaba ser llamado así. Y Sakary queriendo
engañarlo hablándole como si él fuera un hombre libre. Era una gran
suerte que no esperara nada bueno, eso lo había librado de una que
otra decepción. Había aprendido la dura lección, y la había
memorizado bien.
—Me gustaría poder darte la opción de irte de aquí con el rabo
entre las patas como el perro que eres— las garras, filosas y
negras, habían emergido de las manos del vampiro. Los ojos
estaban tan negros que no se distinguía la pupila del iris, los
colmillos estaban en toda su plenitud hasta rasgar su labio inferior.
Los lobos no se amedrentaron ante el despliegue del esclavo.
Bedilia los había dejado divertirse con el chico haciéndolo sangrar
hasta quedar inconsciente, solo para luego empezar otra vez. Era
una gran diversión cuando solo estaban esperando las ordenes de
la perra y de su padre.
— No tengo tiempo para jugar ahora— habló Mex, la cicatriz
donde debía estar su ojos se veía siniestra cuando sonreía— Así
que tendremos que ser rápidos contigo esta vez.
Velial era ágil donde los lobos eran fuertes. Antes de que uno de
los lame bolas de Mex pudiera hacer algo, ya el primero estaba en
el suelo sangrando profusamente. El vampiro tenía las garras
bañadas en sangre.
—Ya no estoy atado a una orden que les beneficie— la sonrisa
del vampiro estaba llena de desprecio— Esta vez mi Maestro me ha
puesto bajo la única premisa de mantener a salvo la nueva manada.
—Eres solo una puta de sangre— el tipo grande señaló a Velial
— Voy a desmembrarte.
—Es tu derecho intentarlo— respondió el vampiro
desvaneciéndose en el aire.
Uno de los renegados que acompañaba a Mex apestaba a
miedo, tarde se estaba dando cuenta que el vampiro tenía trucos
que ellos no conocían.
—Mejor vámonos de aquí. Prefiero esperar a reunirnos con los
demás.
El vampiro se materializó justo en medio de los dos perros
falderos que todavía estaban respirando. Mex solo pudo gritar al ver
como otro de sus lobos trataba de mantener la sangre dentro de su
garganta.
Mex no sentía ningún aprecio por los lobos que por dinero le
habían seguido bajo las órdenes de Rederck y Bedilia, no eran una
manada, eran simples negocios. Así que dejarlos atrás no sería gran
problema.
Transformándose en lobo Mex aprovechó que el vampiro estaba
luchando contra el último que quedaba en pie. Aunque no había
mucho honor en atacar por la espalda, esto no le preocupó en lo
más mínimo.
Velial vio la vida extinguirse en la mirada del lobo que durante
meses disfrutó cortarlo con una cuchilla casi sin filo. Todavía podía
recordar sus propios gritos en el sucio sótano. Poco duró su
satisfacción, Mex había mordido su brazo, fue por pura suerte que
logro liberarse antes de que este se lo arrancara.
El vampiro estaba furioso, ese demonio que parecía vivir dentro
suyo deseaba venganza. Aunque el dolor era lacerante en su brazo,
Velial no le prestó atención. Su propia sangre se unía a la de los
cadáveres desperdigados por el camino. Mex tenía que morir.
—Sobre esta tierra se pudrirá tu cadáver— prometió.
Mex en su forma de lobo aulló su grito de guerra. El vampiro no
le dejaría ir, así que no intentaría correr fuera de allí. Uno de los dos
tendría que ir con su lamentable culo al infierno esa noche.
Sin perder más tiempo el enorme lobo se abalanzó sobre el
vampiro. Tenía a su favor que el brazo del chupasangre colgaba,
musculo y carne faltaban donde lo había mordido.
Sobre el suelo ambos rodaron. El lobo luchó por morderle la
garganta mientras Velial lo cortaba como si fuera queso con sus
garras filosas como Navajas Zuizas.
La visión del vampiro se estaba poniendo borrosa, había perdido
mucha sangre, pero puta fuera su suerte si dejaba que Mex se
acercara a la nueva manada. Ese cambia formas tenía el alma tan
podrida como Bedilia.
Velial necesitaba concentrarse si quería matar a su oponente.
Usando la poca fuerza que le quedaba logró desmaterializarse. A
grandes costos apareció a espaldas del lobo.
—¿Me buscas, pulgoso?
El lobo se volvió gruñendo, apenas si tuvo tiempo para mirar los
ojos negros del vampiro antes de sentir como su garganta era
arrancada por las filosas garras de su oponente.
Velial se mantuvo de pie mientras el lobo calló sobre el suelo a
orillas del camino. Cuatro contendientes, cuatro cadáveres. Tal vez
algún día algún enemigo le liberaría de su media vida. Aunque
estaba agradecido de que no fuera Mex el que lo hiciera. Librar al
mundo de esa escoria era un deber para con el universo.
Era hora de irse, para hacerlo debía usar sus propias piernas. La
herida en su brazo ya no sangraba y comenzaba a recuperar la
sensibilidad en la punta de sus dedos, pero necesitaba replegarse si
deseaba recuperar las fuerzas sin la sangre de su Maestro.
Un lugar donde esconderse del sol que llegaría en menos de dos
horas, esa era su prioridad por ahora. Tenía que lamer sus heridas y
pensar seriamente en lo que tendría que hacer.
Recordando la mordida de apareamiento, toco la piel en su
hombro esperando no sentir la cicatriz. Allí estaba, era una marca
que no parecía querer borrarse fácilmente. Lo peor era que su
cuerpo hormigueo con el suave toque de sus propios dedos. Una
nueva zona erógena había ganado. Definitivamente el destino se
divertía a su costa.
Capítulo 16

Sakary escuchó un aullido, por más que hizo memoria no pudo


recordar de quién se trataba. Los lobos salvajes no acostumbraban
estar tan cerca de los poblados humanos si podían evitarlo. La única
opción más viable era que cambia formas estuvieran en las
cercanías.
Por culpa del vampiro se había separado de los centinelas,
debía apurar el paso si quería llegar antes del amanecer hasta el
punto de reunión.
A Sakary le habría gustado decir que una tímida vocecilla en su
conciencia no dejaba de repetirle que había hecho mal, lástima que
tal cosa no existiera dentro de un cambia formas. No era una
conciencia moralista lo que le mordía la voluntad, era el alma de un
lobo lo que aullaba su sufrimiento por verse separado de su pareja.
Con la frente húmeda por el sudor logró conducir sin salirse de la
carretera hasta llegar nuevamente a la autopista, el alma de su lobo
había comenzado con un gimoteo, había pasado luego a gruñir, y
ahora parecía dispuesto a llevarlos a ambos al infierno si el vampiro
no era traído hasta él.
En un apareamiento como se debía, Velial y Sakary deberían
estar follando la calentura del celo. Eso lo tenía claro la bestia que
era la otra naturaleza del Beta.
Conducir sobre el pavimento en buen estado era un placer
cuando recién se había pasado por lo más parecido a un paseo por
los cráteres de la luna que se pudiera sufrir en la tierra. El
todoterreno era un armatoste firme, 4x4 de llantas de perfil alto y
motor de tractor, eso es lo que era su bebé.
Cuando el sol se dejaba ver en el horizonte Sakary alcanzó a los
centinelas que viajaban en la SUV. Estaban estacionados frente a
una estación de combustible. Cada uno de los cambia formas tenía
una bolsa de papel de la que estaban comiendo grasosas
hamburguesas.
Apenas verlo bajar del todoterreno, la pregunta de rigor giró en
torno a la ausencia del vampiro.
Norlan, él podía distinguirse de los demás lobos por la cabeza
rapada y su costumbre de usar chaquetas viejas y empolvadas. El
tipo había sido de esos motociclistas que parecen vivir sobre dos
ruedas de un lado a otro del país.
Sakary no le tenía especial aprecio, el hombre tendía a patear
culos solo para matar el tiempo y eso traía más problemas de los
necesarios.
—El vampiro se quedó atrás— explicó el Beta a los centinelas
mientras tomaba su bolsa con el desayuno, una cerveza era el
complemento perfecto.
Sakary abrió la botella que había tomado de la hielera usando
los dientes.
Norlan sonrió con sobrada malicia.
—Si no quieres al muchacho bonito me los puedes pasar.
El lobo dentro de Sakary gruñó, los ojos del Beta tomaron el
dorado característico que avisaba que la bestia estaba por salir a
jugar.
—El vampiro es mío—le dio un trago largo a la botella buscando
calmarse para no arrancarle la cabeza al imbécil— Y yo sabré que
hacer con él.
Trey era un lobo tranquilo, siempre sonreía mostrando los
blancos y parejos dientes. La amistad con Norlan fue casi inmediata
cuando el perro callejero llegó a la manada. Juntos eran un
contraste algo chocante, el chico era rubio con los aires
despreocupados de un surfista mientras Norlan siempre buscaba
una buena razón para partirle las ganas al primer imbécil que le
diera una excusa.
Trey sonrió mientras hacía un movimiento negativo con su
cabeza.
—Supongo que sí, es tuyo el vampiro. Apestas a él como si se
hubieran revolcado todo el día sobre alguna superficie horizontal.
Por su parte, Gustav, otro de los centinelas, no solía relacionarse
mucho con sus compañeros de viaje, usualmente le gustaba hacer
su trabajo y dejar que los otros arreglaran sus asuntos como
pudieran. Aunque intentó no reírse del Beta, fracasó
ostentosamente.
—Supongo que esta vez le tengo que dar la razón a este par—
señaló a los otros dos centinelas— Aunque la verdad con quién
cojas no es nuestro problema. El vampiro es buen luchador, así que
no veo complicación en que también sepa joder.
Sakary dejó la botella de cerveza sobre la tapa del motor de su
todoterreno. El movimiento fue lento, como si tratara de contenerse
así mismo. Después de recoger su basura y dejarla en el
contenedor cercano, llegó nuevamente frente a los otros lobos.
—El vampiro y todo lo relacionado con él está fuera de discusión
— habló mientras les dedicaba una mirada mortal a sus compañeros
de viaje— Les recuerdo que soy su Beta y me deben obediencia, así
es como hacemos las cosas en una manada.
Gustav estaba recostado a la SUV en que había viajado ya
tantos kilómetros. El cabello negro perfectamente bien recortado, el
pantalón de una marca fina y la camiseta con el logo de un grupo de
rock estaba cubierta por una chaqueta hecha a la medida.
—¿Si te vemos haciendo una soberana estupidez tendremos
que hacer lo mismo que con Redereck? — preguntó sin levantar la
voz, como si lo que acabara de decir no fuera gran cosa.
Sakary no era idiota, sabía que en la respuesta de esa pregunta
se definirían muchas cosas en la nueva manada. Con los brazos
cruzados sobre el pecho, las piernas separadas, observó a sus
centinelas buscando alguna pista que le mostrara cuáles eran sus
verdaderas intenciones.
Norlan tenía su característica cara de soy-perro-que-muerde,
Trey era el chico rubio bonito con cuerpo de surfista, letal en una
pelea; por último, estaba Gustav, era uno de los lobos más difíciles
de leer, nunca se estaba seguro de qué estaba pensando realmente.
—Gregory es nuestro Alfa ahora. Ustedes escogieron dejar a
tras la antigua manada por buenas razones. Nadie deja una manada
voluntariamente sin tener algo que le justifique. No voy a hacer
preguntas, pero lamento decirles que yo soy el Beta y deben confiar
en mis decisiones.
Norlan interrumpió en ese justo momento.
—Redereck dijo lo mismo— sonrió con esa manera suya que
más que un gesto amable, era mostrar los dientes-
—Es verdad— acepto Sakary— En más de una ocasión me lo
dijo. ¿Saben cuál es la diferencia entre él y yo?
Los centinelas guardaron silencio para ver con qué les iba a salir
el Beta.
—Es fácil— se encogió de hombros despreocupado— Yo no
trato de parecer amable ni comprensivo. Si pienso que ustedes me
están lanzando mierda yo se las regresaré de vuelta. No voy a fingir
que ustedes me caen bien o que estábamos para ser una familia
feliz.
Para sorpresa de todos Norlan comenzó con una risa para
terminar en una carcajada en toda regla.
Cuando pudo recuperar el aire, se explicó.
—Realmente me caes bien. Dar todo un discurso solo para
evitar decirnos que te follaste hasta la inconciencia al vampiro.
Trey acompañó a Norlan en las carcajadas. Gustav simplemente
bufó molesto.
—Si ya termino todo este drama, creo que lo mejor es avanzar
unas cuantas horas más y luego dormir.
Sakary los miró sin hacer ningún gesto. Realmente odiaba a
esos centinelas de mierda.
—Seguimos entonces— subió al todo terreno y cerró la puerta.
Apenas comenzar nuevamente el camino por la autopista, fue
consciente de la ausencia en el asiento del pasajero.
Los rayos del sol ya bañaban los campos y el pavimento de la
carretera, Sakary realmente intentó no darle un segundo
pensamiento al vampiro. Con tanta luz debió ser difícil para él
encontrar un lugar seguro para dormir. No recordaba que nadie le
hubiera dado dinero al chupasangre. El lobo, su otra naturaleza,
lloriqueaba preocupado por el bienestar de Velial.
Sakary condujo durante varias horas. Después de una breve
charla por teléfono con Norlan, decidieron dormir en sus formas
animales en el campo. Aprovechando un camino que apenas era
visible entre la maleza, escondieron el SUV y el todoterreno. Hacia
demasiado calor para seguir con el viaje.
Norlan, Gustav y Trey se escondieron bajo un arbusto que daba
una sombra reconfortante. Los hijos de puta se habían dormido
apenas poner el cuerpo peludo sobre la hierba.
Sakary se mantuvo en su forma humana, alguien debía de
hacerlo en caso de que algún méteme-en-todo preguntara qué
hacían los coches allí. El peso de la decisión no estuvo, al menos de
eso quiso convencerse, en el temor de que el lobo corriera en
dirección del vampiro.
Con el asiendo del chofer inclinado, Sakary se preparó para
tomar una siesta. La preocupación de haber dejado a un vampiro
asesino suelto entre la población humana no le dejaba llegar a
descansar realmente.
Eso era todo. Su lobo se había equivocado en la elección de una
pareja. El animal era demasiado primitivo para entender lo que era
realmente el vampiro. Una puta de sangre capaz de matar solo
porque la sed lo doblegaba ante un amo. La única diferencia entre
Velial y los carroñeros estaba en que al primero todavía le latía el
corazón y no olía a carne podrida.
Capítulo 17

Velial apenas había llegado antes del amanecer a lo que parecía


un viejo granero en desuso. Podía sentir como la luz del sol
empujaba a la noche para tomar su lugar sobre la tierra. Jadeando
logró entrar y cerrar la destartalada puerta de madera.
Correr se le daba bien, los vampiros eran rápidos, especialmente
si el astro rey iba tras de sus talones.
—¡Y una mierda! — se alejó de la puerta.
Al mirar hacia arriba descubrió que el techo de latón tenía varios
agujeros por donde la luz del sol comenzaba a filtrarse. Ese era el
mejor lugar que había encontrado en esos interminables campos
listos para la labranza, sino lograba refugiarse allí ya no habría
tiempo para buscar otra ubicación.
La herida en su brazo estaba cerrada, una cicatriz rosada
mostraba donde el lobo renegado había tomado un pedazo de él. El
proceso de sanación requería energía que no debía derrochar. La
verdad era que no estaba muy seguro de si su Maestro estaría de
humor para darle algo de su sangre para fortalecerlo.
Evaluando detenidamente la situación tuvo que aceptar qué, o
se quedaba allí o se quedaba allí. Imitar una forma de vida animal
requería mucho esfuerzo, Velial no podía arriesgarse si el amo no
estaba a disposición y no sabía cuándo lo estaría nuevamente.
Salir era imposible, eso era un hecho. La mañana había llegado.
La fuerza del sol era una amenaza a tomar en cuenta.
Una sonrisa desganada se dibujó en su boca, el lobo había sido
un devoto compañero hasta que realmente entendió con quién
había compartido cama. Ahora sabía lo que sentía un perro
abandonado en la carretera.
Con cuidado de no dejarse tocar por la luz que entraba por los
agujeros del techo, logró llegar hasta una esquina donde había una
lona. Usando unos estañones viejos como columnas y la lona como
techo, improvisó un refugio. Esto era algo que él conocía, lo que
Sakary le había ofrecido no era más que espejismos en el aire.
Usando heno hizo un nido, dormir era lo único que podía hacer
por el momento. Recostado sobre la espalda le dio una revisión a la
lona, al parecer la tela plástica no tenía rasgaduras. Esa era una
preocupación menos.
Aunque le hubiera gustado dedicar sus pensamientos a asuntos
más importantes, no pudo evitar acordarse del lobo. Era una suerte
que ya no fuera un esclavo novato que se pasaba los días soñando
con una manera de escapar de su maldición. La única manera de
lograr ser libre, según se lo había dejado muy en claro su primer
Maestro, era caminar bajo el sol y quedar hecho un bonito montón
de cenizas. Lamentablemente era demasiado cobarde como para
hacer algo como eso.
Una ventaja de haber perdido tanta sangre es que estaba
demasiado débil como para que sus oscuros pensamientos le
impidieran dormir. Estaba seguro en su refugio, al menos era mejor
que el último lugar donde había terminado cuando uno de sus
maestros se había enfadado.
Antes de la llegada de la noche despertó. Fue como si algo o
alguien le hubiera empujado. Sentándose le dio una rápida mirada a
su alrededor, estaba solo.
Con el cabello revuelto y la ropa sucia, la dignidad le había
durado apenas unos cuantos días. Estaba otra vez viviendo según
su condición, una puta de sangre.
Todavía con la desconfianza causada por la manera en que
había despertado, se acostó sobre su vientre para mantener un
perfil bajo. Aunque dudaba que algo humano fuera lo que tenía sus
ojos fijos en él, lo mejor era estar preparado en caso de que alguien
entrara al granero.
Había matado a Mex, ese perro era el hombre de confianza de
Redereck, era difícil que este se hubiera conseguido un sustituto tan
pronto. Por más que pensaba en las posibilidades, eran pocas las
cosas que podían hacerle daño y que caminaran a la luz del día.
Bajo la lona se mantuvo el tiempo necesario como para que la
tarde limitara con la noche. La luz del sol ya no tenía la misma
potencia.
Haciendo recuento de las cosas, era increíble como el día
anterior estuvo follando casi durante todas las horas diurnas. La
sangre de lobo hacía maravillas en su sistema. Como el
sobreviviente que era, no perdería el tiempo en pensamientos
estériles.
Cuando sintió que era seguro salir de su escondite, Velial se
arrastró bajo la lona hasta quedar solo cubierto por el techo de latón
del granero. Un escalofrío recorrió su espalda, algo se acercaba con
el único fin de hacer daño. Cuando se estaba tan cercano a la
oscuridad era fácil darse cuenta de ese tipo de cosas.
Aunque no quedaba mucho de luz fuera, Velial no quería
arriesgarse a comenzar una pelea en desventaja. Usando como
capa, una tela vieja que colgaba de una de las vigas, se cubrió para
que la débil luz no le golpeara de lleno.
En un costado había una escalera ruinosa, al subir por ella llegó
hasta un segundo nivel que no era más que una plataforma donde
guardaban las pacas de heno. Una ventana ofrecía una buena
posición para vigilar los alrededores sin tener que salir a la
intemperie.
Un viento extraño levantó las hojas secas que había bajo los
árboles de la vereda que se notaba no había sido usada en meses.
Lo curioso del asunto estaba en que, aunque las hojas se levantaron
del suelo, en las ramas no se movió una sola.
Durante su vida mortal siempre se había reído de los ingenuos
que le daban demasiada importancia a las señales y las
coincidencias, después de un tiempo como vampiro aprendió a no
pasar nada por alto. Si una galleta de la suerte te decía que tenías
que correr, Velial comenzaba a buscar la dirección correcta para
hacerlo.
Sentado, cubierto por la andrajosa tela llena de polvo, espero a
que la luz del sol se marchara lejos de los campos de labranza.
Dejando salir un suspiro cansado, Velial se dio cuenta de qué no
tenía a dónde ir. Su Maestro lo había dejado a la deriva, sin ordenes
ni castigo.
Con una sonrisa se deshizo de la tela tirándola a un lado. La
camiseta que su maestro le había dado estaba rota por culpa de las
garras del lobo con el que había peleado. El pantalón tenía manchas
de polvo que serían fáciles de sacudir. No le hacía falta verse en un
espejo para saber que tenía el rostro sucio. Pasando las manos por
el cabello se sacó algunas briznas de paja. Era una imagen
lamentable.
Sin querer perder más el tiempo sintiendo lástima de sí mismo,
Velial de un salto bajó de la ventana hasta caer al suelo. Aunque
comenzaba a tener sed, sabía que podía aguantar varios días antes
de que la necesidad fuera apremiante.
La luna apenas si comenzaba su camino por la bóveda celeste.
Velial le dedicó unos segundos de su atención, la noche era joven y
él debía seguir avanzando. Tratar de luchar contra su destino era
estúpido, debía encontrar a su Maestro, lo demás tendría que
decidirlo el lobo. Era un esclavo, eso era lo que sentía, el llamado de
la corta cadena que lo ataba a la voluntad de otro.
Todavía el invierno no llegaba, el otoño apenas si estaba
comenzando. El sonido que hacían sus pasos sobre las hojas secas
le gustaba, si alguien de su tamaño le estuviera siguiendo podría
escuchar sus pasos sobre el terreno lleno de material quebradizo.
Aunque ya llevaba varios kilómetros corriendo la sensación de
estar siendo perseguido no se iba, a veces era tan incomoda como
si alguien estuviera respirando en su nuca. Dándose la vuelta
estudió el sendero que lo había llevado al granero, allí no había
nada más que algunos animalillos nocturnos correteando por allí.
La idea de que Redereck tuviera amigos capases de acercarse
tanto a un Esclavo de Sangre sin ser detectado le crispó los nervios.
No estaba seguro de si los lobos serían capaces de darse cuenta de
la maldad que los asechaba.
Era hora de apurar el paso. Sin importarle mucho si se topaba
con algún humano, corrió tan rápido como sus piernas se o
permitían. Los árboles pasaron como borrones, los zapatos apenas
si tocaban el suelo.
Como precaución se alejó del camino corriendo a campo
traviesa, aunque su Maestro había avanzado muchos kilómetros,
Velial estaba seguro que le encontraría.
Después de correr casi la mitad de la noche, Velial decidió que si
quería alcanzarlos antes del amanecer debía avanzar por aire. La
pérdida de sangre lo había debilitado, si imitaba a un animal y usaba
sus habilidades, esto adelantaría los plazos en su necesidad de
alimentarse de su amo.
Sakary parecía un hombre decente, tal vez agradecería la
información que le llevaba y le diera algo de sangre. La historia de
que eran pareja no era más que un cuento para seguir follando, de
eso ahora Velial estaba seguro.
El detalle de la mordida de apareamiento no era más que un
chiste mal contado. En definitiva, no le apostaría su suerte a ese
caballo.
Sin muchas opciones, se detuvo. Había dejado atrás los campos
de labranza, el terreno había vuelto a ser boscoso. Usando eso
como ventaja convirtió su cuerpo en niebla para luego tomar la
forma de un cuervo de plumaje lustrosos y de avispados ojos
negros.
La noche era adornada por la luna que brillaba en lo alto del
cielo como una reina desde su trono oscuro. La brisa nocturna era
suave, eso facilitaría las cosas ya que tendría que viajar en contra
de esta.
Si las cosas eran a como él sospechaba, Redereck había hecho
tratos realmente malos. Eso explicaría como era que logró obtener
un Esclavo de Sangre directamente de un vampiro de alta jerarquía.
El problema con esos tratos es que debían ser pagados, el precio no
solía ser barato.
Con la idea fija de llegar donde Sakary y advertirlo era el único
faro que le daba dirección. Un demonio, un hechicero, había tantas
cosas que podían ir tras la nueva manada. No podía arriesgarse a
que fueran tomados por sorpresa.
Capítulo 18

Velial estaba allí por fin. Los lobos habían avanzado más de lo
que había imaginado. Volar toda la noche fue desgastante,
mantener la forma animal durante la luz del día para poder
esconderse en el agujero de un viejo árbol no fue la decisión más
sabia, no necesitaba que nadie se lo dijera.
Lamentarse nunca dejaba ganancias, por fin la noche había
llegado y Velial estaba a escasos kilómetros de su Maestro. El lazo
que unía un esclavo de sangre y su amo era fuerte, al parecer con
Sakary era mucho más poderoso de lo que había sido antes con
cualquier otro.
Cansado más allá de lo posible Velial tuvo que avanzar, seguir
moviéndose en esa forma emplumada. Con menos elegancia de la
acostumbrada aterrizó a la orilla del camino evaporándose apenas
tocar la tierra. Con la velocidad de un latido de corazón el vampiro
estuvo de pie sobre sus dos piernas.
Desde el aire Velial había podido notar que en la ruta que
estaban recorriendo los lobos había un pequeño pueblo de
carretera. Era una pena que las fuerzas no le dieran para más.
Dejando caer su culo sobre el suelo a la orilla del camino, trató de
tomar aire nuevamente. No podía quedarse allí, tenía que encontrar
una solución pronto.
Aunque no tenía reloj, según sus cálculos no debían ser más de
las diez de la noche. Los coches pasaban a gran velocidad por la
autopista.
En menos de diez minutos Velial estaba en el pequeño pueblito.
Tenía unos dólares en la mano y un número de teléfono que no
pensaba usar en el bolsillo trasero de su pantalón. El conductor del
camión de carga le dedicó un guiño antes de darle un coqueto
apretón en su culo.
Mientras cerraba la puerta del conductor el tipo le gritó a Velial.
—Cuando arregles lo de la denuncia del robo y eso, llámame.
Usualmente me envían por esta ruta dos o tres veces al mes.
El vampiro sonrió al hombrezote que bien podía tener los
cincuenta años cumplidos.
—Lo haré cuando compre un teléfono nuevo.
—Suerte— le respondió el conductor antes de comenzar su viaje
nuevamente.
Velial se quedó de pie a la orilla del camino mientras observaba
las luces del camión perderse entre los demás vehículos de la
autopista. Todavía le dolía la nalga derecha, el tipo tenía unas
manos grandes. Extrañamente no sintió nada parecido a la
excitación de la que sufría cuando Sakary estaba cerca, era como si
de nuevo fuera un esclavo de sangre asexual, como se suponía
tenía que ser.
Sonriendo, los blancos dientes se dejaron ver entre sus labios.
Con algo de suerte el asunto del lobo estaba superado.
La ropa maltratada y con el cabello despeinado, Velial se sintió
algo más animado. Ser una perra en celo era una mala cosa si eso
se sumaba al otro montón de mierda que ya amenazaba con
ahogarlo. La noche era joven y él debía encontrar a Sakary, darle la
advertencia, ese era su deber. Era lo menos que podía hacer por su
Maestro.
El pueblo era pequeño. En el centro un parque, tiendas
alrededor. Una escuela que no debía tener más de seiscientos
estudiantes. Las casas estaban lejos de ser mansiones, pero eran
bonitas y sus patios bien cuidados.
Eran ya pasadas las once de la noche cuando por fin Velial les
pudo encontrar. Estaban en las afueras del pueblo, al parecer se
habían detenido a comer algo en una cafetería al lado de la estación
de combustible.
El pueblo no parecía ser de los que tenían mucha actividad por
la noche, el único establecimiento abierto era la cafetería y la
gasolinera. Al parecer era una parada acostumbrada para los que
hacían la ruta.
Desde el otro lado de la calle Velial podía observar al Beta y a
sus tres centinelas. Ellos conversaban animados mientras daban
buena cuenta de su cena de media noche. Las ventanas de la
cafetería eran amplias, podía verse desde fuera con total claridad.
Velial recostó la espalda al árbol cercano, cruzó los brazos y
esperó el momento justo para llegar junto a los lobos. La noche era
fresca, una brisa suave acariciaba el cabello negro del vampiro
como si fuera los cuidados de un tierno amante.
Un tipo salió de la cafetería, paso cerca de donde estaba el
vampiro, pero gracias la oscuridad adicional que le daba la sobra del
árbol el hombre ni noto la presencia del bonito desconocido.
Velial sonrió apenas curvando sus labios. Tenía sed y era tan
triste que no le tentara beber de nadie más que del hombre que
parecía dar todo un discurso a los centinelas que le miraban
fastidiados.
El vampiro acarició sus colmillos con la lengua, tenía sed.
Sakary estaba sentado allí, tan cerca, solo debía cruzar la calle y
llegar a él. Velial deseaba, y eso era una cosa mala cuando todo
fuera de la volundad del amo estuviera prohibido.
Los colmillos emergieron de sus encías en toda su gloria, eran
duras navajas de marfil blanco, listos para morder a la dulce presa.
Aunque su mente repitiera mil veces que el Maestro era quien daba
las ordenes, no pudo evitar imaginarse mordiendo al cambiaformas.
Sakary estaba allí. Velial se entretuvo viendo como la coleta baja
ataba el cabello largo y lustroso del Beta. El vampiro había
descubierto lo sexy que podía ser el estar cubierto por esa melena
mientras el hombre lo tomaba por atrás.
Velial tragó en seco la sed que ardía en su garganta. Casi podía
sentir el dulce néctar de la sangre del lobo mientras su culo recibía
el miembro grande del hombre. Un gemido escapo de los labios
entre abiertos del vampiro. Los colmillos habían herido la carne
tierna de los labios y dos hilos de sangre habían comenzado un
recorrido por la pálida piel.
Algo debió alertar a Sakary porque de pronto dejó la grasosa
hamburguesa sobre el plato. Le dijo algo a los otros lobos que le
acompañaban en la mesa, se limpió con una servilleta y se puso de
pie lentamente. El hombre no parecía tener ningún apuro por salir
del local.
Velial había notado que la SUV y el viejo todoterreno no estaban
allí, así que debieron esconderlos en alguna parte y caminaron
hasta la cafetería.
En pleno empeño de pensar en otra cosa, no en lo que sea que
le causara el caminar firme del lobo que se dirigía justo a donde él
se encontraba, Velial tembló de anticipación.
Para total consternación del vampiro, su maldito cuerpo, el que
se suponía asexual, un esclavo cuyo único placer era saciar la sed
que le consumía, ahora estaba a punto de venirse en sus
pantalones como adolescente cachondo.
Sakary se detuvo a unos pasos antes de llegar bajo el árbol que
le daba resguardo al esclavo. Usando su olfato el Beta trató de
descubrir que era realmente lo que estaba pasando.
Velial supo que el lobo estaba busando alguna pista. Mierda. Él
sabía exactamente a qué tenía que estar oliendo en ese momento,
no había secretos para esa molesta nariz del cambia forma lobo.
—Maestro— Velial se dejó caer de rodillas, con las manos
entrelazadas a su espalda asumió la posición sumisa que debía
tener como la puta de sangre que sabía había ofendido a su amo.
—Ponte de pie de una maldita vez— caminó hasta donde estaba
Velial y lo tomó de un brazo sin miramientos, obligándolo a ponerse
de pie. Cada palabra pronunciada como si le costara un gran
esfuerzo estar tan cerca del vampiro—¿Qué se supone que quieres
lograr haciendo eso donde podrían vernos?
El Beta se alejó como si el tacto con el otro hombre le asqueara.
Aunque la nariz del vampiro pudo sentir las feromonas de
apareamiento del lobo, este no dio muestras de tener ningún interés.
“El maldito perro sigue caliente. Extraño”, pensó el vampiro.
Aunque fue otra cosa la que prefirió responder a su Maestro.
—Solo pretendo mostrar respeto— habló Velial negándose a
mirar al lobo a los ojos. Lo mejor para su propia salud mental era no
olvidar quién era y lo que pensaba el lobo de él.
—¿Todavía tienes la cicatriz en tu hombro?
La pregunta descolocó a Velial hasta el punto de levantar la vista
para tratar de leer en la cara del otro hombre qué pretendía.
—Todavía está allí— como un acto reflejo llevó su mano hasta el
lugar bajo el cuello de la camiseta, la carne todavía se sentí
sensible.
Tocar ese lugar había sido una mala idea, fue como si el simple
rose fuera algún interruptor para poner su pene duro como roca.
El Beta tuvo que haberse dado cuenta, porque sin más comenzó
a caminar alejándose del árbol donde estaba el vampiro. Sin
molestarse a mirar atrás, ordenó.
—Sígueme.
Las piernas de Velial se movieron sin que él pudiera pensar si
aquello era el principio de su fin. Era como si su mente estuviera
nublada y solo existiera para seguir ese maravilloso olor a hombre
en celo. Debía estar aterrorizado. La última vez que caminó fuera de
su zona de confort término medio muerto con una media vida.
Sakary le guio hasta donde había un callejón entre una
panadería y una tienda de abarrotes. Solo un perro callejero salió
corriendo del lugar al ver a semejantes criaturas caminar en la
oscuridad uno tras el otro.
La gente del pueblo dormía el sueño de los justos, o eso prefirió
pensar Velial.
Apenas poner un pie dentro del callejón la mano grande de
Sakary lo sostuvo por el cuello y lo afirmó contra la pared de la
tienda.
Las fosas nasales de Velial se inundaron con el aroma del lobo.
Era como si solo él existiera en medio del callejón decorado con los
basureros de los locales que franqueaban a ambos lados.
Los ojos del vampiro eran dos pozos negros, tenía sed, deseaba
también otras cosas que no le eran posibles.
Sakary gruñó, como ya era acostumbrado en el hombre.
—¿Qué es tan importante como para que regresaras?
Velial estaba excitado. Pensar cuando la dureza en los
pantalones era tan incomoda. Años sin sentir nada de eso y ahora
parecía siempre estar listo para ser jodido por el maldito lobo. Algo
no estaba bien.
Sin la más mínima intención de liberarse del violento agarre
apenas si pudo balbucear.
—De alguna manera los han estado siguiendo. Los hombres de
Redereck no pierden la ruta tras los coches.
El Beta de la manada no estaba para bromas, apretando su
agarre ahora sostuvo por el cuello al vampiro.
—La única cosa que nos ha estado siguiendo, según puedo ver,
eres tú.
Aunque el agarre en el cuello esbelto del vampiro era firme, este
no estaba llegando al límite de lo letal.
Para la total vergüenza de Velial, el aliento de Sakary sobre la
piel de su rostro solo aumento el calor y la sed.
—Hace poco me encontré con otro grupo de lobos que venían
tras ustedes—trató de inyectarle firmeza a su voz.
Sakary sonrió sin que la diversión llegara a sus ojos, era más
bien una mueca irónica.
—Y su pongo, los mataste.
Velial cerró los ojos, no quería ver esa expresión fría en el rostro
del hombre que era su amo. Lo peor es que Sakary tenía más poder
que ninguno de sus anteriores Maestros y él ni siquiera podía
imaginarlo.
Los otros amos habían dominado sus acciones por culpa de la
condición de ser medio vampiro, pero el Beta de la nueva manada
dominaba su cuerpo y su voluntad como ningún otro lo había hecho
antes. Ahora si estaba condenado, no solo servía a un amo, si no
que realmente deseaba hacerlo.
Sakary se apartó del cuerpo más pequeño del vampiro,
permitiendo que este sostuviera su peso ayudado por la pared tras
su espalda.
—¿Estás seguro que eran perros de Redereck? — preguntó
Sakary sin querer dejar cabos sueltos.
—Los conocía de cuando estaba bajo las órdenes de Bedilia—
el vampiro suspiro cansado— Sé que esos tipos no tenían nada de
inocente.
Sakary pudo notar como extrañamente el vampiro se veía
debilitado. Cuando había olfateado había sentido el aroma de otros
lobos sobre él, ahora lo entendía. Una pelea era la causante.
—¿Estas herido?
Velial llevó una de sus manos al cuello, como si verificara que
este todavía estuviera pegado al resto de su cuerpo.
—Eso no importa ahora, Maestro— se incorporó alejándose de
la pared— Estoy en condiciones de seguir sirviendo. Soy más
resistente de lo que a simple vista se ve.
Sakary arrugó el ceño, sus ojos negros le dieron una rápida
revisión al hombre frente suyo.
El vampiro llevaba la misma ropa que él le había conseguido
días antes, solo que ahora estaba sucia y rota en algunas partes. A
pesar de los problemas que hubiera tenido hasta el momento, el
cabello negro del vampiro todavía era lacio y lustroso. La piel pálida
de una de sus mejillas estaba manchada con tierra.
Tal vez era algo propio de esas criaturas, pero el verle así, con
una apariencia abandonada, hacía que su estúpido lobo quisiera
acunarlo y protegerlo. Para ese momento dudaba seriamente que
ese Esclavo de Sangre fuera su compañero, tal vez todo fue un
truco para lograr la mordida y con eso la protección de la nueva
manada.
—¿Puedo marcharme, Maestro? — el vampiro dio unos pasos
hacia atrás sin ver realmente a donde iba. Era como si estar cerca
del Beta le fuera incómodo.
Por la mente de Sakary se desbandaron mil ideas, todas
gritando por su atención al mismo tiempo. El lobo, su otra mitad,
levantó la cabeza y tomó nota de la pregunta de su pareja. “Mio” fue
la respuesta en su mente.
—Te quedas donde pueda verte— ordenó Sakary sin querer
pensar si sus razones eran reales o solo una excusa— No soy tan
irresponsable como para dejar un asecino como tú deambulando
libremente entre los humanos.
Velial dejó de ver el piso para dedicarle una mirada espantada al
lobo.
—Sé que mi presencia le molesta— trató de buscar una manera
de alejarse de una futura humillación— Yo puedo seguirles a la
distancia. Usted solo debe ordenar que no toque a nadie y no lo
haré. Lo juro.
Sakary era un lobo que pasó lo primeros años de su vida como
perro sin hogar, él sabía ver a través de una mentira tan descarada
como esa.
—Estas demasiado ansioso por estar lejos de mi vigilancia—
argumentó el cambia formas— Encuentra el todo terreno y
espérame allí.
—¿Dónde está escondido? — la verdad era que no podía
desobedecer al lobo.
—Encuéntralo antes de que llegue. Así tienes algo que hacer
mientras llego allí.
Sakary se dio la vuelta y caminó en dirección de la salida del
callejón, dejando al vampiro sediento en más de un sentido.
“Maldición”, blasfemó Velial sin poderlo evitar. La idea de
caminar bajo el sol de medio día se le hacía más tentador con cada
minuto que pasaba.
—Cómo ordene, Maestro— respondió en voz alta al Beta, el
hombre que ya estaba al otro lado de la calle rumbo a la cafetería.
Capítulo 19

La verdad sea dicha, Velial no tenía un buen día desde hace


tanto que no reconocería uno si lo estuviera viviendo. De pie en
medio del callejón se odio a sí mismo por haber pensado durante un
segundo que tal vez Sakary no era un Maestro tan malo.
La noche estaba a mitad de camino para dejar de ser, así que
quedarse allí lamentándose no haría ninguna diferencia. El sonido
de un gato maullando a lo jejos, tal vez llamando a algún compañero
de juegos, ¿quién podría saberlo?
Velial estaba tan cansado de todo. Obligado a seguir las ordenes
de Sakary se dirigió a buscar el lugar donde los lobos habían
escondido los vehículos. De estar bien alimentado tal ejercicio
habría sido algo entretenido, pero en su estado actual era toda una
mierda de complicación.
Cuando por fin encontró el todoterreno, dos horas después, el
vampiro solo quería esconderse en un agujero y dormir. El
encuentro con su Maestro le había calentado el cuerpo, la sangre
había teñido de rosa sus mejillas y otra parte de su anatomía se
había presentado firme como aviso de batalla. Ahora solo estaba la
maldita sed para recordarle que no era más que una puta de sangre.
Sin saber que deseaba su amo, Sakary subió a un árbol cercano
a donde estaban escondidos los vehículos. El lugar parecía el patio
de algún taller de reparación que había sido abandonado. Coches
reducidos a chatarra parecían viejos esqueletos tirados sin un
funeral digno.
Sentado en la robusta rama, Velial se permitió por un segundo
pensar en su madre. La dama tan hermosa como una princesa, con
sus rasgos japoneses y sus maneras pausadas llenas de ternura.
A veces se preguntaba cómo fue posible que ella acabara
casada con un bruto como lo era su padre, un canadiense cuya
única cualidad valorable era su puto dinero. Matarlo fue la única
cosa buena que Velial había hecho en su vida como humano y como
vampiro.
Las horas fueron pasando una a una. La brisa nocturna movía
las hojas de los árboles, el sonido de los coches que transitaban en
la autopista cercana era lo único que se podía escuchar a esa hora
de la madrugada.
Velial se abrazó a sí mismo. Tenía frio. Sentado en la rama y con
la espalda recostada al tronco del árbol podía ver todo el patio de
chatarra como si estuviera en un palco. Con el rostro mirando al
Este, no pudo evitar preguntarse si tal vez sería buena idea
quedarse allí para mirar el amanecer.
El sonido de gente que se acercaba hasta el patio de chatarra
hizo que dejara de perder el tiempo y se concentrara. No podía
recordar cuando fue la última vez que sintió frio, ni siquiera ocurrió
cuando estaba siendo torturado en el sótano donde su anterior ama
lo tenía confinado. La sensación helada lo hacía un poco más lento,
aunque seguía siendo peligroso para cualquier ser humano que se
acercara los suficiente.
La puerta desvencijada que separaba el patio de chatarra de la
calle fue empujada. Los lobos se hacían presentes cuando ya no
faltaba mucho para la llegada del sol.
Velial saltó al suelo cayendo con la agilidad propia de las
criaturas como él.
Norlan fue el primero en acercare al vampiro.
—Por cómo te ves yo diría que tuviste mucha diversión sin
nosotros— hizo un gesto a los demás para llamar la atención sobre
la ropa del chico— Solo espero que no fuera algún humano incauto
con el que pasaste el rato.
Velial sabía que su aspecto actual distaba mucho que el de la
última vez que se habían encontrado. La camiseta que cubría su
dorso estaba dañada y dejaba ver la piel pálida de su pecho. El
pantalón estaba sucio y las sandalias que traía puestas no eran de
su talla. Estas habían sido un préstamo del camionero que le había
traído al pueblo.
El centinela que parecía modelo de revista de deportes
acuáticos, con ese cabello rubio y sonrisa ganadora llegó junto a
Norlan. Al ver de lo que hablaba el otro centinela, decidió buscar
respuestas.
—¿Qué paso?
Velial observó a los dos hombres intercambiar palabras sin
molestarse en participar en la conversación. Esos lobos no eran sus
amigos, ni siquiera compañeros de viaje, estaba allí porque su
Maestro se lo había ordenado.
Trey le dedico una mirada calculadora al vampiro.
—¿Mataste a alguien para alimentarte? — fue la pregunta
dirigida a él.
—Solo respondo a mi Maestro— buscando con la mirada a
Sakary lo encontró subiendo algunas bolsas al todoterreno junto con
Gustav, si es que así se llamaba el lobo taciturno.
Sakary pareció entender que era su momento de decir algo.
—Tuvo que hacerse cargo de la escolta que nos envió Redereck
— explicó sin poder evitar ser algo irónico— El vampiro los envió
con el Creador.
Eso pareció llamar la atención de Gustav.
—¿Le crees al vampiro? — en la pregunta no había ninguna
malicia. El hombre era tan apasionado como una roca junto al río.
Velial estaba de pie bajo el árbol. Lo que pensaran de él lo tenía
sin cuidado. Era un esclavo y cumplir la voluntad de su amo era su
única función, si este quería decir algo o no, era un asunto del que
no tenía ni voz ni voto.
Los centinelas rodearon a Velial como si temieran que este
escapara evitando tener que dar explicaciones.
Cansado, con sed, sumado a eso estaba la amenaza que
suponían los rayos del sol que en cualquier momento se asomarían
por el Este, la verdad estaba deseando alguna excusa para
comenzar una pelea que sabía no se le permitía ganar.
Sakary llegó hasta donde el grupo estaba.
—No tenemos tiempo para juegos— tomando del brazo a Velial
lo condujo con la misma delicadeza que se hace con un prisionero—
Por ahora viajará con nosotros.
Norlan, Trey y Gustav observaron como el Beta de la manada
escoltaba al vampiro a la parte de atrás del todoterreno. Las
ventanas polarizadas y una manta gruesa de color negro deberían
proteger a la criatura nocturna de la luz del día.
Nadie se atrevió a decir nada más. De los tres era Norlan el que
solía pasar sin cuidado sobre la intimidad de los demás, pero hasta
él en esta ocasión decidió guardar silencio. El vampiro apestaba a
Sakary, lo hacía con la misma intensidad que podría notarse entre
parejas acopladas.
Sakary, ignorante de las miradas llenas de preguntas entre los
lobos, colocó la tela negra sobre Velial después de empujarlo al
asiento trasero del todoterreno.
—Acuéstate y no quiero que me molestes hasta que el sol de la
tarde se esté ocultando— dio la orden sin querer saber si el vampiro
tenía algo que decir al respecto.
Velial se acostó sobre el asiento. La manta sobre su cuerpo era
gruesa, a pesar de eso seguía sintiendo frio. Solo el lugar donde la
mano de Sakary había sido puesta tenía rastros de calor. Era como
si el frio naciera de su pecho y recorriera sus venas con cada latido
de corazón.
El sonido del motor del todoterreno despertó a la vida. La SUV
siguió al primero rumbo a la autopista.
Por más que quiso el vampiro olvidar la sed, se le hizo cada vez
más difícil. El olor de Sakary encerrado dentro del pequeño espacio
era tan tentador. Su traidora mente comenzó a recordarle lo que se
sentía estar rodeado del calor del cambia formas cuando había
despertado en los brazos del hombre grande.
Dormir cuando estaba debilitado era mucho más fácil. Sin
necesidad de salir de debajo de la manta sabía que para ese
momento la luz del sol debía estar bañando la tierra con su brillo.
Aunque su cuerpo le exigía dejarse llevar por el letargo traído por
las horas diurnas, Velial no pudo caer en la inconciencia.
Hacía frío, mucho frio. Con cada latido de su corazón el frío se
esparcía por su cuerpo.
Los colmillos estaban fuera de sus encías, lastimaban su labio
inferior. Delgados hilos de sangre habían dibujado un camino
carmesí por su mandíbula y se perdía bajo el cuello de la camisa
medio rota. Casi podía sentir el sabor de su Maestro en la boca, la
sed era una cosa cruel.
Con la poca dignidad que le quedaba, decidió no mendigar.
Primero caminaría bajo el sol de medio día antes de suplicarle al
maldito lobo.
Capítulo 20

Las horas de viaje se alargaron, la tibieza del sol se sentía aún


a pesar de las protecciones dentro del todo terreno. Velial logró
dormir de manera intermitente, cuando por fin el sol comenzó a
descender por el horizonte el vampiro dejó de sentir el influjo del
astro rey sobre sus fuerzas.
Aunque el letargo le abandonaba en la misma medida que el
día llegaba a su fin, no así el cansancio. Sin mucho que hacer
prefirió quedarse bajo la gruesa manta negra.
El viaje por la autopista todavía duró un buen rato más. Al
parecer los lobos no querían detenerse hasta haber recorrido una
buena cantidad de kilómetros.
La voz de Sakary al responder el teléfono puso en alerta a
Velial. El vampiro prefirió pensar que era su estatus como esclavo lo
que hacía que su corazón latiera más rápido por algo tan estúpido
como eso.
—Estamos cerca, Alfa— habló el Beta a través de la línea—
Creo que si seguimos a este ritmo estaremos allí en menos de una
hora.
La voz del otro lado debió decir algo, porque después de unos
segundos Sakary repuso.
—Tuvimos algunos problemas, pero al parecer ya nadie nos
sigue… Si, el vampiro está bien…La verdad es que desde la noche
pasada no hemos visto a ningún lobo tras nosotros.
Velial escuchó el intercambio de palabras en silencio, la verdad
era que no tenía pruebas de que algo los estuviera siguiendo. A la
larga no era más que una tontería de su parte. La sensación de que
algo oscuro les seguía se había disipado en el aire desde que había
llegado junto al Beta.
Si Sakary no creía necesario decirle al Alfa algo acerca de lo
que él le había dicho la noche pasada, ese no era su asunto. Como
esclavo había cumplido con su deber, por ahora, su mayor
preocupación era sobrevivir.
Tirado en el asiento de atrás se sentía como poco más que
una muñeca rota, de consuelo tenía que esta vez no lo habían
enclaustrado o enterrado vivo mientras su amo pensaba en algo que
ponerlo a hacer.
Velial bufó molesto, era una mierda encontrar consuelo en el
simple hecho de no ser torturado. A veces se preguntaba por qué
seguía con toda esa mierda de su casi vida. La respuesta era
simple, era demasiado terco como para dejarse matar, la verdad era
que seguía viviendo porque su vida era como ver una película mala
en la que solo sigues mirando porque no puedes creer que exista
algo tan malditamente mal. En algún momento tenía que mejorar.
La voz de Sakary sacó al vampiro de sus lamentaciones.
—Sé que estas despierto— en el tono no había el mínimo
atisbo de amabilidad— Pronto haremos una parada. No quiero que
hagas nada estúpido.
Velial quitó la manta que lo cubría y se sentó. En su rostro
bonito no podía leerse cuál era realmente su estado de ánimo.
—Estoy atado a la voluntad de mi Maestro— explicó por
milésima vez— Si desea que permanezca a su lado, así será.
Los ojos negros de Sakary se reflejaron por el espejillo en el
parabrisas, al parecer todavía se sentía incomodo cuando el
vampiro usaba la palabra Maestro para referirse a él.
—No quiero que me llames así delante de los otros lobos.
—Es comprensible— estuvo de acuerdo el vampiro— Aunque
usted solo debe ordenarlo.
Velial no se molestó en prestarle atención al lobo que
conducía, prefirió observar por la ventana como el paisaje pasaba a
gran velocidad. Un molestó dolor en su pecho le recordaba que
había perdido algo que estuvo al toque de la punta de sus dedos.
Algo que de todos modos nunca le perteneció.
Por su parte Sakary necesitaba saber, así que, aunque las
respuestas pudieran no gustarle, las necesitaba.
—Los lobos que mataste en la carretera ¿Eran conocidos?
La pregunta hizo respingar a Velial, lo que podía decir al
respecto era simplemente una larga lista de humillaciones
padecidas por ese grupo de hijo de putas sádicos.
—No pertenecían a la manada— aunque mentirle a su Maestro
era una falta grave, prefirió evitar hablar de las partes de la historia
que no le serían útiles al Beta— Esos hombres eran parte de los
que secuestraron a la pareja del Alfa y los que se aseguraban de
mantener vigilado el sótano donde me encontraba.
Sakary adelantó un camión de carga que viajaba demasiado
lento, la SUV que les seguía los imitó poco después.
—¿Eran lobos sin manada? — preguntó después de unos
minutos el Beta.
—Eran carroñeros— explicó a falta de algo mejor para
describirlos— Ellos alquilaban su voluntad según quién les pagara.
Bedilia y Redereck les pagaban bien.
—Es extraño— habló Sakary más para sí mismo que para el
vampiro—¿De dónde sacó ese par tanto dinero como para pagarle a
todos esos lobos renegados?
—Siempre supuse que el Beta y su hija eran ricos— no pudo
evitar comentar el vampiro— Ellos siempre pagaban bien a los
lobos, recuerdo haber visto a cuando menos diez de ellos pululando
por allí.
—Tenía recursos, pero no tanto como para derrochar dinero de
esa manera— repuso Sakary.
Velial se sentía aliviado porque las preguntas no llegaran a
temas que no le convenían a su salud mental. Los lobos tenían
imaginativas maneras de pasar su tiempo de ocio torturando al
vampiro indefenso del sótano. No era algo bonito de contar.
Sakary no dijo nada más y el vampiro prefirió el silencio. El
aroma del lobo era insoportable, partes de su cuerpo se negaban a
entender que despertar ante ese hombre era un asunto perdido.
Al cerrarlos ojos los recuerdos llegaban, la mordida en la base
del cuello seguía sensible y el rose con la tela de la camiseta solo lo
hacía sentir más ansioso. Eso debía parar de una puta vez.
—¿Falta mucho para la siguiente parada? — tuvo que
preguntar. Necesitaba aire. Abrir la ventana no era suficiente ayuda.
—Pronto— al parecer Sakary tampoco estaba de humor para
largas conversaciones.
Velial suspiro derrotado. El frio que parecía emerger de sus
huesos no se iba y la sed solo empeoraba. Jamás había tenido
necesidad de sangre de una manera tan desesperada en un tiempo
tan corto entre toma y toma. Tal vez era toda la pérdida de sangre
por los enfrentamientos pasados con los lobos renegados.
Los coches tomaron una salida de la autopista, por lo visto
seguirían por una carretera secundaria.
Sakary le dio una mirada más al vampiro por el espejo
retrovisor sobre el parabrisas. Tal vez era cosa de como la luz se
reflejaba en la piel pálida, pero le pareció ver ojeras que no
recordaba haber visto la última vez que durmieron juntos.
—¿Todavía tienes la marca de la mordida? — la verdad era
que ese asunto le estaba preocupando.
Velial pareció sorprendido, o tal vez un poco molesto.
—Se borrará pronto— Las palabras pronunciadas en un tono
llano, como si tal cosa no fuera algo grave— Fue una confusión lo
de la mordida, así que no creo que esto sea algo duradero.
—Todavía llevas mi olor— se quejó— Los otros lobos pronto
comenzaran a hacer preguntas.
Los ojos negros no dejaron de mirar a través de la ventanilla,
como si lo que había a la orilla de la carretera fuera la cosa más
interesante del mundo.
—No hay nada que yo pueda hacer al respecto— después de
un breve silencio, agregó— Tal vez si me quedo dentro del coche
evitaré que ellos tomen mi aroma.
El lobo de Sakary gruñó, necesitaba alguna reacción de parte
del vampiro, era como si todo el fuego del chico se hubiera
extinguido dejando solo un cascaron sin vida.
—¿Tienes sed? — preguntó el Beta, tal vez la criatura
nocturna solo necesitaba algo de sangre.
Velial dejó de mirar por la ventana abierta para prestarle toda
su atención al hombre que conducía el todoterreno.
—Beberé cuando mi Maestro piense que es necesario— se
encogió de hombros— Todavía no es inmanejable la sed.
La respuesta no era algo que le aclarara sus dudas, el vampiro
sabía usar las palabras a su favor. El rostro bonito era como el de un
ángel, el cabello negro lustroso le recordaba a Sakary cuando el
vampiro tomaba la forma de un cuervo. Las manos pequeñas y el
cuerpo esbelto como el de un nadador. El contraste estaba en la
ropa dañada que llevaba, era como si un príncipe se hubiera
disfrazado de pordiosero.
—Pronto nos encontraremos con los demás— habló Sakary
sin preocuparse de la opinión del vampiro—Lo mejor será compartir
dormitorio y usar la convivencia como excusa para el aroma
compartido.
Aunque en su rostro no se podía leer ningún cambio, por
dentro Velial tembló por la anticipación. Realmente esperaba que el
lobo lo dejara esconderse por allí y no lo obligara a permanecer en
el mismo dormitorio.
Los vehículos estacionaron en el patio del motel, el lugar era
grande, hasta parecía un lugar demasiado bonito para el uso que se
le daba.
Sakary bajó del todoterreno, cerrando la puerta se aseguró de
dejar al vampiro a buen resguardo. Los ocupantes de la SUV se
reunieron con los otros lobos que parecía les estaban esperando
desde hace un tiempo. Todos parecían instalados por que los
coches estaban frente a las cabañas individuales. Ahora toda la
manada por fin estaba junta.
Gregory y Sakary hablaron un rato, luego de los saludos de
rigor los demás los rodearon. Las mujeres, Sonia la simpática loba
pelirroja y la loba que se presentaba a sí misma como madre de
crianza del Alfa, no se veían por ninguna parte.
Velial se quedó dentro del todoterreno mientras Sakary seguía
en lo que parecía un pequeño debate entre los lobos de la nueva
manada, nada de lo que él debiera preocuparse.
Solo dentro del coche, el vampiro por fin pudo dejar caer sus
defensas. Abrazándose así mismo trato de mantenerse entero, no
debía mendigar por un trago del líquido vital. Bien podía ser una
puta de sangre, pero no por eso caería más bajo ante los ojos de
ese hombre. Estaba tan débil que sus sentidos estaban nublados.
Las pisadas sobre el suelo del parqueo de los zapatos de
Sakary lo hicieron volver a su realidad. Debía ser fuerte, un esclavo
debilitado no le era útil a nade. Por experiencia sabía que había
peores amos que el Beta, solo esperaba que no le vendiera a algún
nuevo Maestro.
Sin mediar palabra Sakary entró al todoterreno y condujo hasta
llegar al fondo del patio, al tocar la llave electrónica se abrió la
entrada de un parqueo privado. Era el sitio ideal si se tenía un idilio
y no querías que vieran tu coche allí si estabas con tu amante. Velial
no pudo evitar que una sonrisa se formara en su rostro, la gente de
verdad se metía en problemas por gusto.
Capítulo 21

El sonido de la puerta del garaje cerrándose fue casi


ensordecedor para Velial. El chirrido del metal al ser forzado a bajar
hizo que un escalofrío recorriera su espalda.
Sakary salió del coche, dentro del garaje había una puerta
que comunicaba a la parte interior de la pequeña cabaña.
El hombre alto le dio una mirada al vampiro que parecía un
gato en una bolsa.
—Entra a la cabaña— ordenó.
Velial tragó el nudo que se le había formado en la garganta.
Tenía miedo.
—Enseguida, Maestro— respondió mientras salía del todo
terreno. Nadie podría notar la zozobra que lo embargaba.
Dentro de la cabaña las cosas eran algo rusticas, al parecer
esa era la intención del constructor. La madera estaba barnizada en
colores oscuros, el piso era de terrazo de color terracota, y las
cortinas azules eran pesadas y gruesas. La cama que reinaba al
centro era de madera hecha a mano, sin mucho adorno. Dos
mesitas de noche a cada lado y una lámpara sobre estas. La puerta
del fondo debería conducir al baño.
—Aquí dormiremos lo que queda de la noche— habló Sakary
mientras colocaba la maleta sobre un escritorio que no era más que
una tabla con cuatro patas para sostenerla.
Velial todavía de pie junto a la puerta esperaba alguna pista
de que era lo que se esperaba de él.
El Beta no parecía darse cuenta de las dudas del vampiro.
—Voy a darme una ducha— abrió la maleta y sacó un
pantalón corto de los de hacer ejercicio— Mas te vale que no salgas
de aquí sin mi permiso.
—Soy un esclavo— los labios rellenos de Velial formaron una
sonrisa sin humor— Su voluntad es la mía.
Sakary que ya tenía en su mano el pomo de la puerta que
daba a la ducha, se volvió para encarar al hombre más bajo.
—¿Realmente no podrías desobedecerme si así lo quisieras?
— los ojos negros del hombre eran inquisitivos, como si trataran de
leer la mentira en Velial.
—No sé cómo acabaste siendo mi dueño— una chispa de
rebeldía se encendió en el vampiro— No sé cómo mi primer amo me
entregó a los lobos. Soy un medio convertido, se supone que era un
activo valioso para el maldito que me puso los grilletes.
Velial bufó, poco le importaba si sus palabras herían al lobo
remilgoso. Así que continuo.
—Y si ya mi existencia era una mierda, ahora a cabo en
manos de un estúpido lobo que no deja de perseguir su propia cola,
que no deja de preguntarme una y otra vez si soy esclavo solo
porque es divertido.
Sakary se recostó a la puerta del baño, con los brazos
cruzados, esperó a que el vampiro terminara de defender su punto.
Cuando el chico terminó, le tocó el turno de hablar.
—¿Ahora vas a decirme que eres vegetariano y no bebes
sangre por gusto? — acusó el Beta— Mataste a un chico inocente y
a saber a cuantos más. Antes de dejar que alguien me obligue a
hacer algo como eso te juro que habría muerto calcinado por el sol.
Velial sintió cada palabra como golpes, lo sintió justo en el
lugar donde todavía le quedaba algo de esperanza. Abrió y cerró la
boca, al final decidió no decir nada. ¿Qué caso tenía seguir
discutiendo?
Sakary mal entendió el gesto, porque a grandes zancadas
llegó hasta donde estaba de pie el vampiro.
—¿Cuándo empezaras a podrirte como esos vampiros
carroñeros, esas bestias sedientas de sangre que matan como
demonios hambrientos?
Los ojos negros de Velial no dejaron de mirar de frente al lobo
que estaba tan cerca que podía sentir la calidez del aliento sobre su
rostro.
—El día que mi amo decida que me convierta en eso— la luz
de la lámpara del techo se reflejaba en los ojos cansados del
vampiro— Seguir discutiendo cosas pasadas no tiene ningún
sentido. Solo debe tener presente que soy un arma en las manos de
mi Maestro. Ahora hay una manada que recién se forma y que
todavía está en busca de un territorio. Puedo serle útil si me
alimenta con regularidad.
Una mano grande acarició con los nudillos la piel suave de la
mandíbula del vampiro. Era tan suave como el roce de alas de
mariposa.
—Eres tan hermoso— se quejó el lobo— Una criatura hecha
para matar mientras su víctima ruega por morir en sus brazos. Tal
vez por eso mi lobo te necesita, me has hechizado.
Velial se apartó del toque dando un paso atrás hasta que su
espalda golpeo la puerta de salida de la cabaña. El espacio se había
vuelto demasiado pequeño.
—No haga eso, Maestro— suplicó importándole poco rescatar
los desechos de dignidad que le quedaban— Eso solo hace que mi
sed empeore.
El frio en su cuerpo era insoportable, donde la mano de
Sakary había tocado se sentía tibio. Ese era un alivio que no quería,
porque después vendría el terrible dolor de la perdida.
Los ojos del cambia formas habían adquirido el todo dorado
del animal que vivía dentro del hombre. Velial no tenía a donde
escapar. Estaba atrapado entre el cuerpo musculoso y la puerta
cerrada.
—Maestro, por favor ya—no sabía si rogaba porque lo dejara
ir, o si pedía lo tomara allí mismo contra la pared.
Estirando la mano la colocó sobre el pecho cubierto por la tela
de la camiseta, el olor del Beta era delicioso, justo como un hombre
viril debía oler. La mano que en un principio tuvo la intención de
apartar, ahora se abrió para sentir el calor del cuerpo del hombre
más alto contra su mano fría.
Sakary no estaba para más trámites. Los brazos rodearon la
cintura delgada del vampiro de cuerpo pecaminoso. El chico gimió al
sentirse rodeado. Bajando la cabeza acercó su rostro hasta estar
boca contra boca.
Velial no era un hombre de soportar tentaciones, justo ese
detalle es lo que lo había llevado a acabar como un esclavo, en
primer lugar. Lo más lamentablemente de todo es que había
personas que parecían nunca aprender de sus errores.
Entre los problemas que se adquiría al convertirse en un
vampiro, era que las emociones siempre eran desbordantes. El odio,
el miedo, la pasión, todo se hacía, mucho, a la luz adecuada. Velial
estaba atrapado entre lo que le pedía su cuerpo y lo que sabía que
era correcto.
Las manos de Sakary se colaron bajo su maltratada camiseta,
cadera contra cadera, el calor corporal aliviaba el frío que torturaba
sus huesos.
Solo esperaba que el lobo nunca supiera hasta donde había
llegado su estupidez, deseaba a Sakary con tanta intensidad, era
para aterrorizar a cualquiera.
La boca del hombre más alto había dejado sus labios para
dedicarse a mordisquear su cuello. Velial había mantenido algo de
su cerebro funcionando, al menos así fue hasta que la lengua tibia
del Beta probó justo el lugar donde estaba la cicatriz de la mordida.
Un gemido, una exhalación de su alma. Las piernas no lo
sostuvieron. Fue Sakary y sus brazos alrededor de su cuerpo
quienes lo mantuvieron contra la puerta de madera de la cabaña.
Velial no fue el único que fue víctima de las sensaciones, el
lobo de Sakary salió a la superficie, los ojos negros adquirieron el
color dorado de su raza, los dientes se transformaron en colmillos
largos y afilados.
En lugar de asustarse, la criatura oscura se dejó quemar por
el calor que amenazaba con incinerar todo rastro de cordura. De ser
sumiso testigo de las caricias del cambia formas, ahora iba por lo
que deseaba.
A Sakary lo tomó por sorpresa la fuerza sobre humana que
ese cuerpo esbelto y de baja estatura podía albergar, ahora
entendía como es Velial había puesto a comer mierda a los lobos
rebeldes.
Antes de que el cambia formas fuera consciente de su
situación, se encontró a si mismo con la espalda sobre el colchón de
la cama y un vampiro de grandes colmillos sobre él.
Velial estaba desnudo de la cintura para arriba y estaba
sentado sobre las caderas del Sakary, la tela gruesa del pantalón de
mezclilla era una barrera despreciable. El hombre bajo él era pura
fuerza y energía. Debía ser suyo, sin restricciones.
Con la lentitud de un predador que se sabe con ventaja, puso
las manos sobre la cinturilla de los pantalones. El botón voló lejos y
se golpeó contra una de las paredes, el sonido hizo eco en el
silencio dentro de la cabaña.
Sin mucha ceremonia, el vampiro mordió la piel justo sobre el
hueso de la cadera, lo suficiente como para que algunas gotas de
sangre mojaran su lengua. Luego de sellar con su saliva los
pequeños puntitos rojos, dejó la piel tan inmaculada como antes.
El juego había comenzado.
El cambia formas gruñó, un sonido de satisfacción alentando
al vampiro a seguir con aquello.
La sonrisa en el rostro bonito de Velial tomó un matiz
diabólico, las puntas de los colmillos filosos como agujas se dejaron
ver entre los labios sonrosados por la sangre.
Sakary observó como la cabeza del vampiro descendía hasta
morder un poco más cerca de la uve donde se unían sus caderas.
Unas manos delgadas halaron sus pantalones haciendo que estos
pasaran por sus muslos, dejaran a tras sus rodillas y salieran por
sus pies.
Velial estaba jugando con su comida, para los ojos del cambia
formas eso era lo más sexy que pudiera dejarse ver sobre la tierra.
El maldito chupasangre había mordido sus muslos apena sacando
probadas del líquido vital. Con cada mordida se acercaba al pene
que parecía querer llamar su atención tan firme como un soldadito
de plomo. Solo que mucho, mucho más grande.
El juego era cruel, malvado. Lobo y vampiro transitaban la
delgada línea entre la cordura y la locura.
Justo cuando Sakary pensó ponerle fin a todo aquello y
empalarse dentro del cuerpo del pequeño sádico, el chico demostró
el por qué los vampiros tienen fama de ser oscuros y viciosos como
el pecado mismo. No se podía ser vampiro sin esos simples
requisitos.
Velial tomó el miembro erecto del Beta de la nueva manada, lo
engulló hasta la base tragando lentamente hasta acomodarlo en su
garganta.
Sakary gimió derrotado, nadie podía pasar por todo eso y no
sentir que el alma se le iba del cuerpo. Con respiraciones profundas
apenas si pudo controlar venirse dentro de esa garganta húmeda.
Eso aún estaba lejos de llegar a su final, el vampiro no se
conformaría con menos que una victoria limpia, sin apelaciones. Si
alguien se iba a ir al infierno que fuera a lo grande. Estaba dispuesto
a cobrarse todas las calenturas sufridas por culpa de ese hijo de
puta lobo, el cambia formas estaría condenado a comparar a
cualquier amante con él y siempre ganaría el vampiro.
Sakary soporto el mansaje en su pene, aguantó el placer con
entereza. El vampiro hizo que la carne dura follara su garganta en
un movimiento de entrar y salir cadencioso. Las manos pálidas de la
criatura nocturna se apoyaban en los muslos de su víctima mientras
disfrutaba del falo en su boca.
El lobo estaba a punto de comenzar a aullar, con las manos
apuñando las sábanas quiso evitar algún contacto que confundiera
las cosas, una caricia que hiciera olvidar que eso era solo sexo para
aplacar la calentura. Una calentura que parecía consumir a ambos.
Velial hizo su trabajo con calculada lentitud, empujó a subir al
lobo cambia formas a la cúspide, le mostró el paraíso solo para
luego negárselo al tomar un descanso.
El pene en su boca era delicioso, largo hasta llegar al fondo
de su garganta, grueso hasta el punto de obligarlo a abrir a toda su
capacidad. La carne caliente espantó el terrible frío que lentamente
había maltratado sus huesos y hecho palidecer su piel.
Seguía teniendo sed, era hora de alimentarse.
Los colmillos filosos mordieron la carne en la base del pene
mientras el resto del falo todavía era tragado por la garganta
estrecha que se negaba a dejarlo ir.
Sakary gritó su orgasmo, descargo chorro a chorro en el
interior de Velial. El maldito vampiro bebió el semen y la sangre con
la codicia de un hombre a punto de morir de sed.
Sin quererlo, por simple ignorancia, o tal vez instinto en carne
viva. Velial dio un paso del que no había marcha atrás.
Capítulo 22

Velial estaba acostado sobre su espalda mirando al techo. El


lobo, su Maestro, estaba acostado de lado, una de sus musculosas
piernas sobre las del vampiro mientras uno de sus brazos parecía
evitar que él se fuera de su lado.
La noche había pasado lentamente, demasiado tal vez. El
aroma de ambos se había mezclado tanto que había formado un
nuevo aroma. Un poco del uno, un poco del otro.
El vampiro tenía miedo de moverse. Sabía que el lobo no le
haría daño, menos ahora después de lo que había pasado. Tal vez
la parte que era racional trataría de revelarse, pero el lado animal
estaba imprimado del vampiro y para eso no había remedio.
Lo peor de todo, porque sí, las cosas solo seguían por ese
camino al infierno. Lo que hacía de la situación algo grave era que,
de lo ocurrido, de alguna manera, había acabado atándose a
Sakary. Enlazándose. Emparejándose. Como mierda se le diga a
eso.
Velial no pudo evitar reír. Un puto esclavo de sangre ahora
resultaba emparejado a un lobo. Estaba seguro que todo fue por
haberle mordió, tal vez fue la mezcla que hizo al beber de la corrida
y de la vena al mismo tiempo.
Ahora no podía culpar al cambia formas. Ni podía culpar al
vampiro que le esclavizó al convertirlo a medias. Todo era
absolutamente su culpa por no ponerse límites así mismo.
En su defensa podía decir que la calentura del lobo era
contagiosa.
El tren de pensamiento se vio detenido de golpe cuando la
mano de Sakary que tenía sobre su vientre comenzó a bajar hacia el
Sur. Al buscar la mirada del hombre lo encontró dormido. El hijo de
puta era sonámbulo y por lo que podía notar, tenía una fijación con
su pene.
La mano grande del Beta de la manada tenía callos, un
contraste delicioso cuando estos callos tocaban la tela delicada que
enfundaba su miembro erecto.
Velial se mordió el labio para no gemir. Debían ser pasada la
media noche. Se suponía que el cambia formas debía estar
dormidito y no buscando otra ronda.
Al vampiro le habría encantado poder decir que no quería
aquello, pero su piel respondía al tacto del hombre como si
dependiera su vida de eso.
La mano atrevida envolvía su pene. La respiración del hombre
más grande calentaba su oreja. Si la situación ya era desesperada,
el pene de Sakary humedeciendo con líquido seminal su muslo
izquierdo era llegar al extremo. Velial ya sabía cómo terminaría si no
hacía algo para salir de esa cama pronto.
Con cuidado de no alterar a su amante, trató de soltarse del
agarre de Sakary.
Mala idea.
Antes de que pudiera tan solo gritar, estaba con el vientre
contra el colchón y el cuerpo musculoso del Beta a su espalda.
—¿A dónde crees que vas? — el aliento de Sakary contra la
oreja de Velial.
—A estirar las piernas—gimió cuando una de las manos
grandes del cambia formas apretó una de sus nalgas.
Sakary, después de haber pasado gran parte de la noche
jodiendo con el vampiro, se sentía un poco más lúcido, pensar
cuando se esta tan caliente no era algo confiable. Aunque todavía
quería otra ronda con el chupasangre, al menos podía hilar un par
de pensamientos coherentes.
—Si quieres estirar las piernas, hazlo alrededor de mi cintura
— le dio una lamida a la cicatriz de la mordía en el cuello de su
amante.
La sensación cálida de la lengua húmeda de Sakary hizo que
todas las células del cuerpo del vampiro entraran en ebullición.
—No hagas eso— rogó Velial.
—Supongo que podemos hacerlo una vez más— propuso el
cambia formas mientras la mano que masajeaba un carnoso globo
comenzó a navegar rumbo a la entrada de la gloria.
Velial siseó, el hombre estaba metiendo un dedo en su culo
otra vez. De ser un humano de seguro ya estaría en el hospital por
un caso de culo sobre utilizado. Ese lobo sabía dar, y dar duro.
—Pronto amanecerá— puso como excusa mientras sin
notarlo había levantado las caderas para que Sakary tuviera un
mejor acceso.
—Todavía falta un rato para eso— habló cuando ya tenía tres
dedos dentro de su amante.
—Sigo siendo el vampiro chupasangre que odias— apenas si
pudo decir cuando el peso de Sakary lo hundió en el colchón, el
pene caliente buscaba la ruta que ya parecía saber de memoria.
—Sigues siendo lo que eres— gruñó el cambia formas cuando
penetró de una estocada el cuerpo lujurioso que tenía bajo él— Pero
caímos de cabeza en el agujero de conejo y nada podemos hacer al
respecto.
Velial ya imaginaba que Sakary no era del todo tan idiota, pero
ahora tenía cierta seguridad al respecto. Si ahora el sentía la
atadura de acero que los ligaba en ambos sentidos, el lobo también
tenía que haberlo hecho. Estaban atrapados más allá que la relación
amo-esclavo.
—Si ya lo sabes— se dio por vencido Velial— Comienza a
moverte, ya empiezo a aburrirme por aquí.
El vampiro sabía que su gran bocota, además de su tendencia
a actuar precipitadamente, era lo que lo metía en la mayoría de
problemas en los que acababa. Esta vez no había sido diferente. El
lobo se tomó aquello como una afrenta personal, no sólo se movió,
sino que hizo que todo su mundo temblara.
Con las garras desplegadas, filosas y negras, Velial destrozó
la ropa de cama. Las manos grandes de Sakary lo sostenían por las
caderas mientras se enterraba hasta el fondo solo para salir
nuevamente y volver a empezar.
Velial lo sentía hasta lo más profundo de su ser, estaba siendo
tomado sin contemplaciones. Una de las manos del cambia formas
lo tomó por el cabello haciendo que mostrara su cuello en señal de
sumisión, el lobo necesitaba eso.
El vampiro le dio el gusto, ¿Cómo no hacerlo? El tipo podía
ser un idiota que no escuchaba razones, pero sí que sabía cómo
complacer a una pareja en la cama.
—Estoy por llegar— fue la advertencia de Velial antes de
ensuciar su bajo vientre, Sakary se descargó en la tibia entrada. El
placer compartido lo hizo ver estrellas tras sus parpados,
simplemente era demasiado intenso.
La luz de la mañana no tardaría en llegar, el vampiro lo podía
sentir como la amenaza de algo grande que se acercaba en el
horizonte. Estaba despierto, a su lado en la cama Sakary por fin
dormía plácidamente, un gran lobo en su forma animal.
Velial estaba desnudo en más de un sentido, es terrible
cuando no hay mucho para cubrirse, ahora más que nunca estaba a
merced de su Maestro.
Su piel pálida estaba radiante de nuevo gracias a la sangre
del Beta de la manada. Sabía que debería estar feliz por lograr algo
imposible, un esclavo de sangre con un compañero de vida.
Lamentablemente podía ser del tipo que se tiraba de cabeza en los
problemas, pero también tenían algo de sentido común como para
darse cuenta de que tan en el fondo del pozo estaba.
Algo iba a resultar mal, Velial lo sabía con la misma seguridad
de que el sol comenzaba su camino de ascenso por la bóveda
celeste en ese momento.
El lobo a su lado dormía, de seguro dejaría muchos pelos de
perro sobre las sábanas. Al menos el chucho era bonito, el pelaje
gris parecía suave al tacto. De nuevo su tendencia hedonista
primaba sobre su sentido de la autopreservación. Quería saber si
era tan suave como parecía.
Con el cuidado que ameritaba el riesgo que corría, estiró la
mano y la puso justo en medio de las dos orejas del animal.
Velial no pudo evitar sonreír, era como tocar un oso de felpa
de esos peludos. La única reacción de la fiera fue mover las orejas,
como si le gustara.
Él nunca había podido tener un perro, su estricto padre jamás
permitió algo tan trivial como una mascota que arruinara las finas
alfombras. Golpear a su esposa e hijo era una buena causa para las
manchas de sangre, pero pelos de perro, eso jamás.
Como si el lobo sintiera como la oscuridad amenazaba con
abarcar el alma de su pareja, el animal levanto la cabeza de la
almohada para mirar al hombre que le acariciaba tras las orejas.
Velial trató de apartar la mano, pero un gruñido le dejó claro
que eso no debía pasar.
—Eres un chucho temperamental— sin proponérselo una
sonrisa se dibujó en su rostro— Ya veo por qué Sakary gruñe tanto.
El lobo se acostó sobre su panza para disfrutar más
cómodamente de las caricias del bonito vampiro que olía tan bien.
Aunque era algo indigno de un lobo tan poderoso como él mover la
cola como cachorro, eso parecía lo más apropiado, el vampiro era
su pareja después de todo.
Con su fino olfato tomó el aroma del vampiro hasta que se
sintió embriagado, había querido que su parte humana lo dejara salir
a jugar con el vampiro, pero esta siempre le negó ese gusto. Ahora
era todo suyo.
—Eres tan suave— comentó Velial— Es como si hubieras
sido hecho para ser abrazado. Es tan fácil olvidar la criatura letal
que eres.
El lobo se paró sobre la cama, era un animal grande, Velial
estaba seguro que si los dos estuvieran de pie, la cabeza del animal
le llegaría hasta el pecho.
—Estas jactándote ¿he? — la sonrisa del vampiro solo se
amplió mostrando las puntas de sus colmillos en descanso.
La luz fuera de la habitación comenzaba a bañar la tierra con
su calor, esto hacía que Velial comenzara a sentir mucho sueño.
—Tengo que dejarte por un rato— habló Velial recostando la
cabeza a la almohada— Fue un gusto conocerte, lobo. Si nos
volvemos a ver, te pondré un nombre solo para ti.
El lobo, de pie sobre la cama observó como el vampiro caía
en un sueño profundo, era hora de que él también se retirara.
Sakary recupero su forma humana. A su lado, sobre la cama,
dormía el vampiro. Era la hora más delicada durante la mañana, era
cuando Velial estaba indefenso.
Capítulo 23

Sakary lo sintió, justo en medio de su pecho, un desconsuelo


que le hacía difícil el respirar. Solo de pensar que Velial durmió solo
desde que lo dejó tirado a la orilla de la carretera, cualquier cosa
pudo pasarle cuando la luz de la mañana llegaba cada día.
El vampiro se había dormido en la cama, tan desnudo como él
le había dejado después de follar como conejos toda la noche.
Mirándolo dormir, nadie podría imaginar que esas manos estuvieran
manchadas de sangre.
Sakary de verdad quiso sentir repulsión, odiarlo, pero era
imposible. Si antes su parte animal parecía embelesado por el
vampiro, ahora era fanático. Estaba jodido y no podía encontrar una
salida limpia de todo eso.
Tal vez por fin debía aceptar que su destino era mantener
vigilado a ese vampiro.
El reloj que había dejado sobre la mesita de noche marcaba
las siete de la mañana, era un milagro que nadie hubiera venido a
apearle la puerta para ver si estaban vivos.
Con más preguntas que respuestas, Sakary se puso de pie.
—Vampiro perezoso— trató de despertar a Velial dándole
pequeños golpecitos a la mejilla— Trata de moverte, tenemos que
irnos de aquí y no creo que quieras viajar con el olor a sexo pegado.
Al parecer, a su parte animal le encantaba la idea de que
Velial oliera a él, porque podía visualizarlo dentro de su mente
moviendo la cola como un cachorro feliz.
—Estúpido lobo ingenuo— se quejó en voz alta Sakary. Su
lado animal nunca había sido de los mueve-colas, al parecer el
vampiro había logrado ese molesto milagro.
A sabiendas de que el vampiro no se movería por su cuenta,
no le quedó de otra que hacer las cosas él mismo. Lo bueno es que
su pareja ya estaba desnudo y conocía ese cuerpo lo suficiente
como para no sentirse culpable de manosearlo en el baño.
Velial trató con todas sus fuerzas de hacer otra cosa además
de gemir y suspirar cada vez que las manos calientes del Beta
esparcían espuma por todo su cuerpo. El letargo diurno era
imposible de vencer a esa hora del día.
El vampiro fue duchado, vestido y acomodado de nuevo en la
cama.
Sakary lo vio dormir, pronto tendrían que salir de allí y la
burbuja de tranquilidad sería rota. Como si hubiera conjurado a
Satanás directamente del infierno el sonido de golpes en la puerta
de entrada le fastidió la mañana al Beta.
—¿Pero ¿quién putas…? — abrió la puerta acompañando la
acción con uno de sus característicos gruñidos.
El que estaba del otro lado no era ni más ni menos que
Norlan, por la expresión grave del tipo se podía adivinar que la
mierda había salpicado justo en su cara.
—Será mejor que vengas a donde estamos los demás—
habló el lobo. Usualmente era de los que dirían algún comentario
listillo, pero ahora no parecía muy de humor para eso— Hay cosas
de las que te tienes que enterar.
Sakary no necesito más señas, cerrando la puerta con seguro
dejó dormir al vampiro.
—Espero que no estés haciendo más drama del necesario—
advirtió Sakary.
Norlan guío el camino fuera, donde los demás centinelas
estaban recostados a los vehículos. Las mujeres, el compañero del
Alfa, ni el lobo joven que se les había unido estaban por ninguna
parte. Gregory estaba con los brazos cruzados mirando el suelo, sus
hombros curvados eran un signo inequívoco de que las noticias no
eran malas, eran pésimas.
Sakary comenzó a sentir como si hubiera decepcionado a
todos, se supone que él era el Beta y debía ser el primero en saber
qué era lo que estaba pasando allí. Todos estaban bajo el sol del
mañana, justo en medio del estacionamiento, un buen lugar si no se
quería que nadie husmeara a hurtadillas la conversación.
Al sentirlo llegar, Gregory levantó el rostro para dedicarle una
mirada resignada a su segundo al mando.
—Me hubiera gustado que pudieras disfrutar un poco más de
tu recién apareamiento, pero esto no puede esperar.
Sakary, durante menos de lo que dura un latido de corazón,
quiso corregir lo dicho por el Alfa, pero el conejo ya había saltado
del sombrero. Lo hecho, hecho estaba. Lo mejor era ocuparse de lo
que fuera que tuviera los centinelas tan nerviosos.
Norlan busco ponerse de pie junto a él siempre radiante Trey,
aunque en ese momento el hombre parecía como si no supiera
como respirar. Por su parte Gustav llevaba la escopeta colgando de
un cinto a su espalda, los demás centinelas parecían demasiado
aturdidos como para pensar en otra cosa que no fuera mantenerse
sobre sus pies.
Sakary no era fan de mantenerse en vilo, así que lo mejor fue
ir directo al punto.
—¿Qué diablos está pasando aquí?
Fue Gregory el que tomó la palabra para responder.
—Aunque no les he dicho mucho— habló en voz baja, apenas
lo suficiente para que los centinelas le escucharan a tan corta
distancia— pero ustedes pueden percibir mi pesar. Ustedes son mi
círculo interno, y lo serán, aunque esta manada crezca tanto que
tengamos que negar la entrada a nuevos miembros.
Sakary estaba dividido entre su deber con la manada o el
regresar junto a su pareja. El vampiro estaba solo a la hora en que
era tan indefenso como un niño pequeño. El Beta trataba de
excusarse en el hecho de que ahora su unión era completa, tal vez
era solo eso, tenía que manejarlo.
—¿Tommy, las mujeres y el mocoso están bien? — esa era la
pregunta más apremiante, según la opinión del Beta.
Gregory pareció reconfortado al recordar a los miembros de
su nueva manada.
—Nosotros, todos estamos bien— explicó— El problema está
en los que se quedaron.
Los demás centinelas habían escuchado algo de la
conversación telefónica del Alfa con alguien, fue lo suficiente como
para que tuvieran una idea de qué esperar. Sakary era el único que
no estaba preparado para lo que había de venir.
—Redereck se proclamó así mismo como el Alfa de la
manada que dejamos atrás—continuó hablando Gregory— Parece
que ese hijo de puta hizo negocios con la gente equivocada,
posiblemente así fue como él y su hija obtuvieron a Velial como
sirviente.
Los lobos no necesitaron mucha explicación para entender lo
que solo se mencionaba respecto al vampiro encontrado medio
muerto en un sucio sótano.
Norlan, su cabeza calva brillaba bajo la luz del sol, su
expresión ruda esta vez no dibujaba una sonrisa irónica.
—¿Qué pasó?
Sakary y los demás esperaron escuchar la respuesta. Trey, el
rubio bonito se pegó hombro con hombro con el lobo grande y malo
que era Norlan. Juntos eran tan diferentes como el día de la noche.
Gregory tomó un par de respiraciones, como si tan solo decir
las cosas en voz alta hiciera que estas se volvieran más reales.
—Se rumora que Redereck está muerto, aunque nadie a
ciencia cierta lo sabe. De su círculo interno quedan vivos uno o dos,
de los que solo se saben que abandonaron el territorio cuando
vieron todo perdido. De la Casa del Alfa no quedan más que
cenizas. Los lobos que hicieron frente a la amenaza murieron, las
familias que se mantuvieron en sus casas no corrieron mejor suerte.
Todo el que fuera un lobo cambia formas fue tocado.
Norlan le dio una mirada significativa a Trey, este solo bajo la
cabeza y se encogió de hombros. Sakary vio el silencioso
intercambio, algo se traían esos dos.
Gustav fue el que se atrevió a interrumpir el odioso silencio
que se había instalado entre los presentes.
—No puedo entender quién pudo hacer algo como eso. La
manada tenía suficientes centinelas sin tener que estar nosotros allí
para defenderlos.
Sakary entendió el comentario por lo que era, una manera de
llamar a la cordura. Ellos eran solo seis centinelas, un Beta, un Alfa,
dos mujeres, un felino y un lobo que apenas si había dejado de ser
un cachorro, no era como si hicieran una gran diferencia en una
batalla por el territorio si se hubieran quedado.
Gregory asintió en respuesta a lo dicho por Gustav, el tipo era
un hijo de puta sin corazón, pero tenía mucha razón en lo que decía.
—Supongo que no es nuestra culpa, cada quién hizo su
elección libremente— suspiró mientras recorría con la mirada el
parqueo buscando a algo sospechoso— Aunque no puedo dejar de
pensar que Redereck puede estar vivo después de causar todo
esto.
—¿Quién los atacó? — preguntó esta vez Sakary, un
escalofrío recorrió su espalda. Para que alguien pudiera causar
tantas muertes tenía que tener muchos guerreros a su mando. Los
lobos no eran criaturas débiles comparados con otras razas sobre
naturales.
Gregory miró a los ojos, uno a uno a sus centinelas, como si
quisiera leer si ellos estaban preparados para escuchar lo que tenía
que decir.
—Un demonio cobró una deuda. Vino por todos los que
estaban marcados. Solo los que no tenían la marca fueron dejados
de lado, a menos que trataran de luchar contra el agresor, entonces
al final terminaron igual.
Norlan y Trey se miraron uno al otro, como si supieran algo
que los demás no.
Sakary perdió la paciencia, no tenía estomago para más
sorpresas.
—¿Se puede saber que se traen ustedes dos? — los encaró
— Me tienen de los cojones esas miraditas idiotas que se están
dando.
Los demás centinelas dejaron de parecer venados
encandilados en la carretera para dirigir su atención en el par de
lobos que se veían algo culpables.
—¿Cómo es la marca? — preguntó Trey, Norlan no parecía
muy dispuesto a hablar.
Gregory detuvo con un movimiento de su mano la discusión
que parecía comenzar en cualquier momento.
—Se ve como una cicatriz rosada— explicó como si tuviera una
idea de qué era lo que tenía preocupados a Norlan y a Trey— es
como la marca de salida que deja una bala de plata en la piel
cuando cicatriza mal.
Uno de los centinelas que se habían mantenido callados hasta el
momento decidió que necesitaba detalles de lo que fuera que
estuviera pasando.
—Nosotros vivimos mucho tiempo en esa manada y no tentemos
ninguna marca— trató de darle algún sentido a las cosas.
Sakary no dio tiempo a Gregory de responder.
—Nosotros no la tenemos por qué no nacimos en la manada,
vinimos de otros territorios por una cosa o por otra. Gregory obtuvo
su puesto de Alfa solo porque derroto al anterior. Las mujeres
tampoco nacieron allí, Tommy es un felino y…
Esta vez fue Norlan el que quiso hablar.
—Exacto, el chico que viaja con nosotros es hijo de una de las
familias fundadoras de nuestra antigua manada.
Trey tragó el nudo que se le había formado en la garganta.
—El cachorro la tiene.
La noticia cayó sobre todos como una loza de concreto. Ahora sí
estaban hasta la mierda. Si un demonio fue tan poderoso como para
ir por una manda grande, acabar con ellos si trataban de defender al
joven lobo, eso sería una tarea imposible.
Sakary comenzó a reírse a carcajadas. Los demás, incluido
Gregory, estaban a un pelo de pensar que el Beta había llegado al
límite de su cordura.
—Somos unos hijos de puta con suerte— habló cuando logró
tomar algo de aire— La diversión nunca acaba para tipos como
nosotros.
Gustav sonrió mostrando los blancos y parejos dientes, solo los
colmillos de lobo que se dejaban ver entre sus labios advertían que
no era del todo humano.
—Redereck no era más que una basura con poder seguido por
un montón de idiotas que prefirieron seguir a un homofóbico
intransigente antes de dejar que los lobos tuvieran algo de libertad
dentro de la manada.
Gregory asintió con un leve movimiento de cabeza, la verdad era
que Gustav era tan frío como una navaja, pero, sentimientos a parte,
ninguno de ellos hubiera podido convencer a la vieja manada de que
Redereck iba por mucho más que prohibir uniones de parejas del
mismo sexo. Los había vendido a cambio de algo, por lo visto el
demonio tuvo que tomar el pago a la fuerza.
Trey creyó necesario advertir.
—No podemos dejar a su suerte al cachorro. Él nos siguió a
sabiendas que jamás podría regresar con su familia. Somos su
familia ahora.
Gregory arrugó el ceño, era difícil tomar una decisión cuando
tenía a Tommy bajo su responsabilidad, Sakary no estaba en mejor
condición, a sus ojos el vampiro necesitaba mantenerse seguro
tanto como todos los demás.
Capítulo 24

Uno de los centinelas que se había unido a la nueva manada,


dio un paso al frente.
—Las mujeres, Tommy, el cachorro y el vampiro deben saber
esto. A ellos les afecta, merecen poder decidir.
Sakary apretó los puños, él sabía la respuesta a eso.
—Una de las cargas que debe soportar un Círculo Interno—,
explicó a los otros centinelas— es que hay momentos en que se
debe tomar decisiones y no podemos imponerles esa carga a otros.
Gregory asintió con un leve movimiento de cabeza.
—La decisión que tomemos ahora decidirá el tipo de manada
que será esta— se encogió de hombros— Podemos abandonar a
uno de los nuestros como harían los humanos, o podríamos actuar
como la manada de lobos que somos y luchar para que ninguno de
los nuestros se quede atrás.
El sol de la mañana iluminaba el patio donde los coches estaban
estacionados, los centinelas habían formado un círculo alrededor del
Alfa y del Beta, la decisión había sido tomada.
Tommy salió de la cabaña donde había dormido, el sol le había
dado directo en la cara apenas abrir la puerta. Su compañero, el
Alfa, estaba de pie hablando de algún asunto que debía ser grave
por la expresión de los hombres a su alrededor.
Sonia, la chica de vibrante cabello rojo salió de la habitación de
al lado, seguido de ella salió la madre adoptiva del Alfa. Desley, el
joven lobo que era apenas un poco menor que la pareja del Alfa,
salió del dormitorio que había compartido con dos centinelas.
Gregory fue el primero en notar que el resto de la manada ya
estaba en pie, era la hora de dar las malas noticias, aunque lo mejor
sería evitar ciertos detalles que solo serviría para alterarlos.
Los centinelas guardaron silencio esperando que su Alfa fuera el
que hablara. Los lobos eran una manada y con cada hora que
pasaban juntos los lazos se afianzaban.
Todos escucharon las malas nuevas, no había mucho que decir
al respecto. Los amigos y familia que dejaron a tras no los hubieran
aceptado de regreso ni aunque hubieran querido volver.
Gregory tuvo cuidado de no mencionar lo de la marca, aunque sí
dejó claro que ellos no estaban del todo seguros, ya que no sabían
si el trato hecho por Frederick los había cubierto a ellos también
cuando eran miembros de la antigua manada.
Después de algunas lágrimas, cada quién se retiró a hacer las
maletas para continuar con el viaje. No quedaba mucho por recorrer,
según los planes del Alfa, antes de llegar la noche estarían en lo
que sería su nuevo comienzo.
Sakary regreso a la cabaña, guardó todo en el todoterreno, lo
último que hizo fue llevar en brazos a Velial y acomodarlo en el
asiento de atrás. Solo esperaba que ya no tuvieran que viajar de esa
manera por más tiempo.
Velial no estaba en su acostumbrado sueño profundo, no lo
podía alcanzar. La preocupación del Beta penetraba en su mente
hasta el punto de mantenerlo en un duermevela.
Las voces de los otros llegaban a él como si estuvieran dentro
de un cajón, rumores lejanos. Si se concentraba el vampiro podía
entender algunas frases, aunque ese ejercicio le fuera muy
cansado.
El sonido del motor del todo terreno le anuncio que el viaje
reiniciaba. La luz del día debía bañar en plenitud todo el paisaje, su
poder era como una laja que le mantenía aprisionado.
Velial se sentía seguro dentro del vehículo, Sakary conducía y
los sacaba del garaje, los demás debían estar esperando fuera.
Al salir a la intemperie pudo sentir como los rayos del sol
pegaban en el metal del todo terreno, podía escuchar como la letal
energía lo abarcaba todo fuera de ese capullo seguro donde estaba.
La luz de la mañana siempre era la cosa más peligrosa para una
criatura nocturna. Eso nunca debía olvidarse.
La voz del joven lobo, Desley, se escuchaba como si discutiera
con alguien. El detalle hizo que los adormecidos sentidos del
vampiro lucharan por obtener más información. El chico, apenas si
se atrevía a hablar, Velial no podía imaginar que hizo que se
animara a contrariar a alguien.
Sakary salió del todo terreno, su voz se unió a la discusión que
había afuera.
—Trey, no puedo creer que estén peleando con el cachorro por
una estupidez como esa—acusó el Beta.
El aludido debía sentirse avergonzado, porque su voz se
escuchó algo apagada.
—Este cachorro no entiende razones, es un cabeza dura.
Desley, al parecer no pudo morderse la lengua.
—No soy un maldito cachorro— se defendió— Ya tengo permiso
de conducir y les juro que mi documento de identidad deja claro que
hasta puedo entrar a un bar si se me pega la gana.
Trey volvió a la carga.
—Eso es porque los idiotas humanos piensan que alguien de
veintiún años sabe lo que hace. Eres un lobo cambia formas, no un
humano. Un cachorro de tu edad todavía debería estar bajo las
faldas de su madre.
—Como puedes ver— contra atacó Desleí— Mi familia está
muerta, así que ya no es una opción estar bajo las faldas de mi
madre.
Velial que escuchaba la conversación desde dentro del
todoterreno, realmente agradeció que así fuera. Ni siquiera él podría
haber disimulado después de haber escuchado algo como aquello.
Según recordaba, cuando partieron de las tierras de la antigua
manada, la familia del cachorro había tratado de impedir que Desley
se fuera con ellos. Estaban vivos y bastante enojados, pero vivos.
La voz de Sakary, después de un incómodo silencio, se dejó
escuchar.
—Soy el Beta de esta manada y estas son mis órdenes—
enfatizó la parte del “Beta”, no quería más discusiones por
estupideces— Viajarás con Norlan y Trey, ellos asumieron el papel
de tus guardianes, así que más te vale que te comportes o yo
personalmente surrare tu culo hasta que no te puedas sentar.
¿Quedamos claros?
Al parecer el joven lobo pudo imaginar que el Beta estaría
dispuesto a cumplir la amenaza, porque desde donde estaba Velial
solo pudo escuchar pisadas y un gruñido que se alejaba.
Después de unos segundos, Trey habló.
—Norlan y yo cuidaremos del cachorro— dejó salir un resoplido
— Después de todo, alguien de esa edad necesita una familia que lo
ayude a controlar sus instintos. Ahora es nuestro deber.
—Es deber de toda la manada— aclaró Sakary.
El Beta no quiso alargar más las discusiones y subió al todo
terreno.
El sonido del motor encendido de la comitiva le dio una pista a
Velial de que pronto saldrían de allí rumbo a quién sabe dónde.
Al parecer, conducir relajaba a Sakary. Velial se dejó llevar por el
sueño, no había peligro cerca, o eso le transmitía su compañero.
Sin saber cuánto tiempo había transcurrido, el vampiro despertó
de golpe. Sentándose, dejó que la manta negra que lo protegía de
algún rayo de sol que se colara por una de las ventanas, callera
sobre su regazo. Los colmillos en su boca estaban extendidos hasta
el punto de no poder ocultarse tras sus labios, sus ojos estaban
negros al completo como si tuviera dos carbones dentro de las
cavidades oculares. Lo había sentido de nuevo, esa cercanía
oscura, ese mal que supuraba crueldad.
Sakary todavía estaba conduciendo, debía ser pasadas las cinco
de la tarde por que la luz del sol ya no era tan poderosa al tocar la
tierra.
—¿Estas bien? — la mirada de Sakary por el espejo retrovisor
central hizo que Velial se sintiera algo tonto.
—Algo nos sigue— susurró, era difícil hablar cuando los
colmillos estaban tan extendidos que maltrataba sus labios— Puedo
sentirlo.
El Beta de la manada no estaba como para tomar a la ligera al
vampiro que llevaba en el asiento de atrás, las noticias de lo que
había ocurrido en la antigua manada eran suficiente pista de que las
cosas se podían complicar en cualquier momento.
—¿Tienes alguna idea de lo qué se trata? — Sakary no quería
alarmar a los demás sin una buena razón.
—Lo he estado sintiendo— el vampiro cerro los ojos como si
tratara de darle una dirección exacta a lo que fuera que estuviera
perturbando su paz— Fue de lo que quise advertirte cuando me
reuní contigo bajo el árbol. Nunca lo vi, pero sé que estaba allí
midiendo mis fuerzas.
—Llamaré al Alfa— anunció.
—Es lo mejor— siseo más que hablar el vampiro.
Por mucho que Velial intentó controlar sus instintos, no lo estaba
logrando. Lo que fuera que estaba allí tras ellos podía resistir el sol
lo suficiente como para aparecer por breves periodos de tiempo.
—Ya no está— avisó Velial cuando Sakary terminó la
conversación con Gregory.
—¿Dices que desapareció? — preguntó sin saber que estaba
tramando el vampiro— Solo espero que esto no sea una broma.
—No lo es— los colmillos de Velial comenzaron a contraerse y
sus ojos tomaron una apariencia más humana— Aunque sería mejor
que lo fuera. Lo que nos seguía altera mi naturaleza hasta el punto
de hacerme perder el control, es un peligro para mi existencia y así
lo gritan mis instintos.
—Más mierda golpeando el ventilador— se quejó Sakary—
Supongo que por ahora no podemos hacer nada más que seguir
nuestro camino.
Velial se encogió de hombros.
—Lo malo siempre llega hasta los pies donde esta uno sentado,
no hay que hacer nada para que llegue. Necesitamos reagruparnos
y esperar a ver qué pretende nuestro asechador.
Sakary arrugó el ceño, sus ojos estudiaron en el espejo la
imagen del vampiro en el asiento trasero.
—¿Estás seguro de no saber qué es? — la acusación era clara.
Velial tragó el nudo que se le estaba formando en la garganta. El
sonido del motor del todo terreno era todo lo que se escuchaba.
—A veces olvido lo idiota que es usted, Maestro— cada palabra
con el tinte exacto de veneno.
—¿Me vas a decir que no hay razones para mi desconfianza?
Eres un vampiro. Tal vez antes has ido de cacería con este asesino
después de ir a tomar unas copas. Así que es válido que pregunte.
El vampiro abrió la boca y la volvió a cerrar. No valía la pena
responderle. Así de simple.
Todavía se movieron por la autopista una hora más antes de
tomar un desvió que los apartó del pesado flujo vehicular. Lo que
antes había sido un paisaje plano ahora era en cuesta arriba.
El todo terreno y las SUV tuvieron que hacer un esfuerzo extra
para lograr afrontar el camino de grava que se hacía más difícil cada
vez. El camión que transportaba lo que iban a usar para instalarse
en su nuevo hogar estaba preparado para ese tipo de rutas, ya que
las manadas usualmente se instalaban en lugares alejados de los
asentamientos humanos.
Velial observó en silencio todo el proceso, Sonia era buena
conductora, supo sin ayuda llevar el camión todo el camino sin
necesidad de que alguien le ayudara con esa responsabilidad.
Desley viajaba con Trey y Norlan mientras Gustav lo hizo con las
mujeres. ´
El vampiro no pudo evitar sentirse algo inútil, un par de veces se
vio tentado a preguntar si podía al menos volar para ver desde el
aire como estaba el terreno más adelante, pero la manera en que
parecía ignorarlo Sakary lo hizo cerrar la boca cada vez que el
pensamiento cruzaba por su mente.
Pasadas la media noche llegaron a la parte más elevada hasta
donde podían llegar los vehículos, el camino transitable terminaba
allí.
—¡Hogar, dulce hogar! — habló el Alfa al bajar de su coche
seguido por su pareja.
Tommy se veía feliz, su sonrisa podía darle luz a una ciudad
entera.
—Este lugar es perfecto— estuvo de acuerdo el muchacho de
las cien trenzas negras que adornaban su cabeza y le daban un
toque travieso— A mi felino le encantará explorar este lugar,
apuesto que no hay un humano en kilómetros.
Todos los coches fueron acomodados en un claro al lado del
camino, gracias a que los cambia formas podían ver bastante bien
en la oscuridad pudieron distinguir un grupo de tres cabañas algo
mal trechas.
El Alfa abrió el portón de madera, el cual se despegó de las
bisagras cuando la cadena fue retirada.
—Este lugar estaba en venta, lo compre a buen precio— explicó
mientras terminaba de retirar del camino el portón— En teoría
querían hacer un centro turístico, algo pequeño y acogedor. Creo
que la inversión para arreglar el camino era muy alta, luego la
lejanía con la carretera principal hizo que a muchos les diera miedo
llegar hasta aquí. Es fácil quedar varado y que la señal del celular
no ayude a la causa.
Alana, la madre adoptiva de del Alfa caminó junto con Sonia y el
joven lobo.
—Eso hará que los humanos no quieran subir hasta aquí a pedir
una taza de café— se encogió de hombros— Los vecinos son algo
molestos.
Sakary bajó del todo terreno sin dedicarle una mirada al vampiro,
ahora tenía otras preocupaciones. Lo último que necesitaban es que
el demonio que mato a la antigua manada quisiera aparecer allí
justo en ese momento.
Velial lo sintió, su compañero estaba preocupado y eso
enturbiaba cualquier otra emoción. El hombre le estaba ocultando
algo y eso le molestaba como una piedra en el zapato. Había algo
más, algo que les dolía a todos en la manada.
Agradecido de que los demás estuvieran ocupados en seguir al
Alfa rumbo a las cabañas, Velial se quedó allí de pie junto al todo
terreno. Debía buscar un refugio, un lugar para resguardarse de la
luz del día. Odiaba acabar indefenso entre los brazos del perro
callejero.
Sakary era un hombre extraño, mientras le bañaba en la
mañana, en la noche le hechaba en cara cosas que ya no venían al
caso. Puta fuera su suerte. Estar atrapado con alguien tan voluble
no era presisamente ganar la lotería.
Capítulo 25

La noche era hermosamente oscura, Velial no pudo dejar de


apreciar ese detalle. El lugar donde la manada se asentaría era
ideal, todavía le faltaban algunos arreglos, pero era un buen lugar
para comenzar.
El vampiro estuvo tentado a dejarse llevar por la nostalgia,
hubiera sido interesante tener buenos recuerdos de su tiempo como
humano, lamentablemente no había mucho para refugiarse allí.
Los lobos reían mientras bajaban las cajas del camión que
habían traído con ellos. Gregory, el Alfa, retiraba basura ayudado
por Gustav, el vampiro que siempre parecía llevar topa bonita.
Según Velial podía observar, estaban preparando una de las
cabañas de manera provisional para descansar antes de empezar
con el trabajo duro de acondicionar el resto de las instalaciones.
Dos de los centinelas invocaron su forma animal y salieron
corriendo rumbo al bosque, de seguro ellos tenían como misión
vigilar el perímetro. Velial estaba por perseguirlos, no era bueno que
la nueva manada se tomara la seguridad tan a la ligera.
Estaba por dar un paso en dirección a donde se fueron los
centinelas cuando una voz conocida le hizo detenerse.
—¿A dónde crees que vas? — el Beta no parecía muy feliz.
—A vigilar el perímetro del campamento— respondió Velial sin
demostrar lo que realmente pensaba de su voluble Maestro— al
menos pienso hacerlo hasta que amanezca.
—Te quedas conmigo y ayudas a bajar las cosas del camión—
Sakary se dio la vuelta y regresó junto a los demás sin molestarse
en ver si el vampiro le iba a obedecer.
Velial resopló molesto, lo peor era que no podía mandarlo a la
mierda como soñaba hacer. Era su Maestro y él un esclavo. Fin de
la historia.
Con la vista desviándose de vez en cuando a los linderos del
bosque, ayudo con la descarga de las cosas que se necesitaban
para pasar los primeros días.
Dentro de la cabaña ya Gregory tenía despejado el lugar de
cajas viejas y trozos de madera que habían sido colocados allí para
sellar las puertas. El joven cachorro había ayudado a Tommy a
sacudir el polvo mientras las mujeres revisaban que las provisiones
estuvieran en buen estado y listas para su uso.
Velial traía en sus brazos la última caja que contenía cosas para
la cocina. Ya debía estar cerca del amanecer, porque de pronto
sintió el peso de su propio cuerpo.
Tommy casi parecía bailar mientras guardaba algunos tarros con
conservas en las repisas. Al ver entrar al vampiro, le sonrío.
—¿Qué opinas de nuestro nuevo hogar? — sin esperar
respuesta, continuo— A penas estemos mejor instalados le diré a mi
padre para que no se preocupe, el hombre es un poco dramático a
veces.
El vampiro puso la caja en la encimera, la cabaña era pequeña,
pero estaba bien construida, después de una limpieza superficial
todo se veía mucho mejor de cuando llegaron.
—Será un buen lugar para la manada— estuvo de acuerdo Velial
— Estarán bien aquí.
—Estaremos— aclaró el cambia formas pantera— Sakary habló
con Gregory y le dijo que ustedes son una pareja oficial, eso quiere
decir que tienes un lugar seguro y duradero en la manada. Eres el
compañero del segundo al mando.
El vampiro se mordió los labios para mantenerse callado, no
tenía derecho de reventar la burbuja de felicidad del inocente chico.
—Tengo que irme a ver si me necesitan para algo más allá
afuera— prefirió cambiar de tema.
—Está bien— habló Tommy mientras seguía bailando con
alguna canción que tarareaba en su cabeza.
Los centinelas habían encendido una fogata, solo tres de ellos
dormían en sus formas animales alrededor del fuego, los demás
debían estar escondidos con la idea de que si un atacante llegaba
no supiera si estaban vigilando o descansando. Eran listos los
perros.
El Alfa y Sakary estaban hablando, parecía que organizaban la
manera en que se colocaría todo a largo plazo, esto porque
señalaban constantemente distintas zonas en el claro.
Se despidieron. Sakary buscó con la mirada al vampiro.
Velial estaba concentrado en el camino de entrada por el que
habían llegado, los coches estaban estacionados a un lado, listos
para ser usados en caso de necesidad.
El vampiro quería estar seguro de que lo que fuera que les había
seguido gran parte del camino ya no lo hiciera. Por más que trato de
encontrar alguna pista, no la halló.
Sakary caminó hasta quedar al lado del vampiro.
—¿Hay algo allí?
—Nada— respondió.
El amanecer pronto llegaría y se sentía cansado en más de un
sentido.
—Ven— ordeno el Beta.
Sakary tomo de la mano al vampiro y lo hizo seguirlo. Velial miró
el lugar donde ambas manos se unían, no pudo evitar sentir algo de
aprensión.
—¿A dónde vamos?
—A alimentarte.
Contrario a lo que pensó Velial, el lobo no le llevó a la cabaña
donde estaban las mujeres y la pareja del Alfa. Pasaron de lejos el
lugar.
El sol no debía tardar en llegar, podía sentir como la amenaza se
acercaba.
—¿Estás bien? — preguntó el Beta sin dejar de dirigir la
caminata.
—Pronto amanecerá.
—Lo sé.
En el horizonte ya se podía notar una ligera línea de luz. Velial
comenzaba a sentirse aletargado.
Se detuvieron al llegar frente a una casucha pequeña.
—Gregory me dijo que esto es perfecto para que podamos vivir
ambos.
Velial abrió los ojos de par en par, casi estaba seguro que sus
ojos rodarían por el suelo por causa de la sorpresa. El lugar tenía
demasiado demasiados agujeros.
—El sol me matará allí—Se soltó del agarre de su Maestro—
¿Piensan matarme?
Antes de que pudiera dar un paso más para alejarse, Sakary
atrajo al vampiro y lo rodeo con sus brazos por la cintura.
—Escúchame bien, pequeña mierda desconfiada— habló tan
cerca de la cara de Velial que este sintió el aliento tibio sobre su
rostro frío— Allí dentro hay una cabaña con un bonito sótano, al
parecer pensaban usarlo para almacenar algunas cosas ilegales, así
que es seguro y sellado. Podremos dormir allí mientras arreglo la
cabaña de manera que no entre el sol durante el día.
—¿Les dijiste que soy tu pareja? — preguntó importándole poco
estar fuera mientras el sol le ganaba terreno a la noche.
—Es lo que es— el gran y malo lobo se encogió de hombros—
Mi lobo te quiere, yo te deseo, el destino piensa que debemos estar
juntos, ¿Qué opción nos queda?
—Ninguna— el aire no parecía suficiente para llegar a sus
pulmones.
—Exacto— Sakary besó la mandíbula del vampiro— Podemos
seguir haciendo de idiotas dando vueltas uno alrededor del otro,
todo eso solo para terminar en el mismo lugar.
Los ojos de Velial se tornaron totalmente negros, no había rastro
de blanco en ellos. Los colmillos se alargaron buscando una presa,
su cuerpo entero reacciono a los avances del cambia formas.
—Tengo sed— acompañó las palabras con un gemido cuando el
lobo le dio un breve beso sobre su boca abierta.
—Vamos a dentro.
La cabaña estaba en muy mal estado, el techo necesitaba
reparación. Una escotilla en el piso daba la entrada al sótano.
Apenas ver las escaleras que descendían Velial comenzó a entrar
en pánico.
—No puedo— dio un paso atrás alejándose.
—El sol está por llegar, no hay tiempo para buscar otro lugar.
—Ordénalo— unas de sus manos tomaron por el cuello de la
camisa a Sakary— Solo si lo ordenas podré hacerlo. Eres mi
Maestro, mi amo. Yo nunca entraré por mi voluntad para ser
encerrado en un sótano nuevamente.
Sakary estuvo por protestar, por fortuna su cerebro funcionó lo
suficientemente rápido como para recordar la razón de todo eso.
—Cálmate, respira— tomo entre sus manos el rostro bonito del
vampiro— Mírame. No estarás solo allá a dentro. Me quedaré
contigo. No cerraremos la escotilla, solo será mientras arreglo este
lugar de manera que sea seguro que pases el día aquí. ¿Entiendes?
Velial cerró los ojos, odiaba hacer todo ese drama.
—Ordénalo— suplicó.
—No sería justo— protestó el Beta— Eres mi pareja.
La luz de la mañana bañaba las copas de los árboles, su poder
se hacía sentir sobre la tierra. Era cuestión de tiempo para que
rayos de luz se filtraran por el dañado techo.
—Duerme— ordenó Sakary— Descansa.
Para completo horror del Beta, no había terminado de decir las
palabras cuando Sakary calló en sus brazos desmadejado, como un
muñeco roto.
Recuperado de la sorpresa, Sakary tomó en brazos a su pareja
y lo llevo dentro del sótano. Lamentablemente no había tenido
mucho tiempo para hacer del lugar algo habitable, pero por el
momento no podía hacer nada mejor.
El saco de dormir que había traído antes estaba listo para ser
usado, con cuidado colocó al vampiro en el rincón más alejado de la
trampilla que hacía las veces de puerta de entrada.
Sentado junto al vampiro dormido, comenzó a hacer un
recorrido con la vista del sótano. El lugar tenía futuro. Tenía espacio
suficiente como para ser un pequeño apartamento, había prevista
instalación de fontanería para un baño, tal vez podría traer una de
esas tinas grandes.
Una cama cómoda debía estar en la cima de sus prioridades,
un colchón suave para joder cómodamente al vampiro.
El chico dormía como una piedra sobre el saco de dormir. La
ropa que le había puesto en la mañana estaba algo dañada, tenía
que comprarle algunas cosas apenas tuviera algo de tiempo.
A los ojos del cambia formas, su vampiro era la criatura más
hermosa, todo en él parecía estar hecho para la seducción. Labios
sonrosados, un rostro de piel tan suave como la de un niño, la forma
rasgada de sus ojos lo hacía ver exótico, y su cuerpo, eso traía loco
a Sakary, era tan elegante y flexible. Velial era una oda al pecado.
Confiado en que el demonio que podía estar allá afuera no se
atreviera a atacar durante el día, Sakary invoco su forma animal.
Acostado junto a su pareja, el gran y malvado lobo estaba listo para
disfrutar del tiempo que el destino les había dado.
—Despierta— fue la orden.
Velial lo hizo sobresaltado. Al abrir los ojos lo primero que vio
fue a su compañero mirándole con interés.
—¿Es de noche, ya?
—No—, respondió el Beta— pero ya son pasadas las cuatro
de la tarde. El sol esta menguando.
El vampiro dejó salir un suspiro.
—¿Cómo es que estoy despierto? — se sobresaltó al recordar
todo el asunto del sótano— Estoy en el sótano, ¿verdad?
—Sí— Sakary estaba inclinado tan cerca que podía sentir el
aliento del vampiro cuando este hablaba— Estamos en el sótano.
Velial trago saliva.
—Quiero salir de aquí.
—Este no es el lugar donde te mantuvieron encerrado— le dio
un beso rápido al vampiro.
—No es el peor lugar donde estuve— sonrió, aunque el gesto
no ilumino sus ojos.
Sakary no le estaba dejando al vampiro mucho margen para
pensar, un beso un poco más lento tomó posesión de los labios
ajenos.
—¿Cómo puedo hacer de ti un vampiro libre? — en la mirada
dura del hombre podía verse la determinación de un lobo al asecho
— En la mañana realmente me di cuenta del poder que tengo sobre
ti, nadie debería tenerlo sobre otra persona.
Algo húmedo recorrió la mejilla del vampiro.
—Solo destruyéndome o que un Maestro vampiro terminara el
trabajo— levantando la mano la posó sobre el rostro del Beta, como
si quisiera cerciorarse de que el hombre inclinado sobre él era real.
—Para eso debería entregarte a otro— Sakary llegó a la
conclusión muy fácilmente— y una vez bajo su mando nadie
aseguraría que te regresaría la libertad.
Velial asintió con un leve movimiento de cabeza.
—Los esclavos de sangre son muy valiosos—prefirió decirle la
verdad— Tanto es así que nadie vende uno si es su dueño. Estoy
condenado a estar atado a alguien, pero es la primera vez que
tengo sexo con un Maestro.
—Yo seré tu único Maestro— los colmillos del lobo crecieron y
los ojos negros adquirieron el dorado del animal— Somos una
pareja enlazada. Si el enlace es completo, la muerte de uno será la
de ambos. De esa manera nadie te tomará como su esclavo
nuevamente. Estaremos atados uno al otro.
—Tengo pasado, compañero— Velial sabía que todo el asunto
del emparejamiento era una alegría pasajera, desde hace algún
tiempo había aprendido a no esperar nada bueno de la vida.
—Lo sé—Sakary comenzó a olfatear justo donde estaba la
marca de apareamiento, logrando que el cuerpo de su pareja
temblara— Yo también tengo pasado.
Velial dejó escapar una risa nerviosa.
—Si eres el Beta de Gregory casi puedo decir que eres un
santo.
Sakary le dio una ligera mordida a la marca en el hombro de
su pareja, haciendo que este jadeara por la repentina subida de la
temperatura en su sangre.
—No soy un santo, en realidad, estoy lejos de serlo— explicó
mientras lamía el lugar donde sus dientes jugaron— Soy un hijo de
puta egoísta, viví en las calles el suficiente tiempo para saber que
solo un tonto deja perder lo que le pertenece.
—¿En la calle? — apenas si pudo preguntar Velial, el cambia
formas había metido la mano dentro de sus pantalones y estaba
abarcando su pene.
—Mis padres no eran gente que le gustará estar dentro de la
ley. Eran de esos lobos que vendían su conciencia por algunas
monedas. Pronto aprendí que no podía confiar en ellos y un día
encontré la oportunidad. Jamás me arrepentí de escapar.
—¿Eras muy joven? — de pronto a Velial su historia no le
pareció tan dramática.
—Apenas un cachorro que ataba sus propias agujetas—
mientras hablaba deslizó los pantalones de Velial hasta las rodillas
— Por eso es que me fue difícil no compararte con mis propios
padres.
—Yo no me vendí— casi gritó lo último cuando Sakary dejó de
jugar con su cuello para comenzar un camino de besos rumbo al sur
— No puedo dejar de obedecer a mi Maestro. Los esclavos son más
poderosos que los vampiros normales, pero no tienen el poder de
decidir por ellos mismos.
—Ahora tendrás ese poder.
Más lágrimas escaparon de los ojos del vampiro. Era mejor
pensar que era por la intensidad de las sensaciones al sentir la boca
del Beta de la manada envolver su pene erecto. Iba a morir, no se
sentía capaz de soportar esa dulce tortura.
—Sigo siendo un esclavo— protestó Velial.
El cambia formas dejó de succionar el sexo de su pareja—
Dime ¿quién está adorando tu pene ahora?
—Tu— la respuesta tenía un claro matiz de reproche.
—Exacto— sonrió con malicia dejando que su aliento tocara el
pene del vampiro— Soy tu humilde servidor.
Velial no pudo evitar reír, aunque sus ojos no dejaron de
destilar agua salada. Tomando por el cabello a Sakary le exigió lo
tomara hasta el fondo de su garganta. El negro cabello de su
amante se enredaba en sus dedos pálidos.
Con las piernas abiertas el vampiro se entregó una vez más a
su Maestro. La sed por un momento pasó a segundo plano cuando
el orgasmo más explosivo de su vida se acercaba a pasos
agigantados.
—No voy a poder resistir más tiempo— se quejó Velial
sintiendo como si el alma se le fuera del cuerpo.
Sakary no era un buen tipo, eso él lo tenía muy claro. Solo
para demostrar con quién estaba tratando su pareja, dejó que un
gruñido hiciera vibrar su pecho mientras tragaba el pene hasta la
empuñadura.
El vampiro no lo pudo resistir. Con un grito se vació en la boca
del segundo al mando de la manada. Ola tras ola de placer fue
llevado hasta lo profundo del infierno para ser levantado a los más
alto del cielo. Velial soltó el cabello de Sakary, su cuerpo estaba
laxo, no se sentía capaz de moverse.
Sakary termino de lamer la corrida de su amante, para luego
escalar su cuerpo y quedar cara a cara. El vampiro tenía los
colmillos extendidos y los ojos tan negros como dos carbones.
—Hora de tu desayuno, bebé— con una uña se hizo un
rasguño en el cuello del que comenzó a brotar unas gotas de
sangre.
Como si hubiera vuelto a la vida, el vampiro se incorporó, con
la boca abierta buscó a tientas el lugar donde mordería a su presa.
Esta vez fue el turno del cambia formas, cadera contra cadera
la fricción era deliciosa, aunque el pantalón de Sakary hiciera una
barrera entre ambos sexos. La mordida había hecho su efecto. La
sangre en la boca del vampiro, el sabor metálico y dulce, el poder de
un lobo joven y viril calentando su ser gota a gota.
Los amantes se enredaron uno en el otro como dos animales
en celo, el orgasmo compartido solo hacía más fuerte el enlace.
—Estuvo bueno— se felicitó Sakary— Lo hacemos bien juntos.
—Jamás había probado una sangre como la tuya— Velial se
relamía los colmillos— Es como beber el más potente afrodisiaco.
¿Te gusta cuando te muerdo?
—Lo suficiente para venirme como adolescente en su debut.
Con un beso que comenzó como una broma terminó con
Sakary otra vez encima del vampiro y este abriendo las piernas
gustoso.
Algún tiempo tuvo que haber pasado, porque unos golpes en la
puerta de entrada de la cabaña los hizo gruñir. Una voz conocida les
habló cerca de la rampilla de entrada al sótano.
—Amo ver hombres desnudos y sudorosos, chicos— Sonia se
mofó descaradamente de los amantes— pero el Alfa insiste en que
estemos todos juntos en la cena.
Velial abrió la boca para hablar, pero Sakary se le adelantó.
—Deja de ser una méteme-en-todo— la riñó sin mucha
convicción.
—Estoy siendo buena— la risa descarada de la loba era
contagiosa— Vean que pude con la tentación de ir allá abajo para
ver que ameritaba tantos gritos. Mis pobres oídos vírgenes
sangraron.
Velial nunca había sido tímido en cuanto al sexo, al menos no
cuando era un humano. Puta fuera su suerte, ahora su rostro ardía
por la vergüenza. Esa no era la imagen que quería que tuvieran de
él los demás miembros de la manada.
Sakary esperó a escuchar los pasos alejándose de la loba.
—Somos pareja— se encogió de hombros— Es normal que
quisiéramos aparearnos.
Velial aceptó la mano que le ofrecía el Beta para ayudarlo a
levantarse.
—No fuimos tan ruidosos como dice ella, ¿verdad?
Sakary sonrió con malicia.
—Si Tommy estaba de buen humor tal vez el Alfa también
tuvo suerte, así que no creo que fueramos los únicos en jugar a las
manitas.
—Eso no es mucho consuelo.
—¿Quién te dijo que soy bueno consolando?
Capítulo 26

Gregory, en su posición de Alfa caminaba por entre los


miembros de la manada, su trabajo era ver que todos estuvieran
bien.
Los centinelas tenían unos buenos trozos de carne asada
mientras daban buena cuenta de las cervezas que habían comprado
en la última parada antes de llegar a su nuevo territorio.
Tommy estaba junto al fuego hablando de algo que parecía
muy grave con el más joven de la manada, porque este asentía
mientras se cuidaba de no protestar ante el regaño de la pantera.
Sonia y la madre adoptiva del Alfa estaban tratando de
convencer a Gustav de prestarle su revólver, el tipo no parecía muy
de acuerdo.
Sakary llegó hasta el lugar donde estaba de pie el Alfa, el
hombre estaba con los brazos cruzados y el ceño en su frente
arrugado.
—Pareces un viejo con ese semblante— se burló el Beta.
Gregory rompió su concentración solo para reírse.
—Te juro que siento que llevo años sin sentir que todo marcha
tan bien como ahora.
Sakary dejó salir un suspiro cansado.
—No debemos olvidar que un demonio puede venir tras
nosotros— creyó necesario recordarle.
—Siempre es mejor un enemigo que viene de fuera que un
traidor entre los tuyos— Gregory parecía hasta cierto punto
complacido.
Sakary vio a su pareja tratar de escapar de Sonia, la loba
había dejado de molestar a Gustav y ahora estaba retando a algo al
vampiro. El vampiro tenía una cara de espanto que era graciosa en
una criatura tan letal.
—Creo que Velial se divierte— el Beta no pudo apartar la vista
del bonito hombre. El pobre estaba algo azorado por que la pequeña
mujer pelirroja intentaba hacerlo beber cerveza.
—Te apuesto a que ella lo hará beber— Gregory parecía
serio.
Sakary dejó escapar uno de sus característicos gruñidos.
—Mi vampiro es terco como una mula. Si él le dijo que no,
nadie lo obligará a lo contrario.
—Las mujeres tienen su manera de hacer que uno caiga
enredado en su propia lengua— Gregory saco de su bolsillo un
billete. ¿Tomas la apuesta?
El Beta sonrió, quitarle dinero a su jefe no era algo que le
provocara problemas de conciencia.
—Lo tomo— acepto mientras sacaba un billete.
Velial estaba muy lejos de enterarse de los negocios entre su
compañero y el Alfa, la verdad era que apenas si podía seguir las
divagaciones de la hembra cambia formas.
—Yo no como ni tomo las mismas cosas que ustedes— puso
las manos con las palmas al frente en defesa, esa pelirroja era
insistente.
Sonia sonrió con malicia, Alana se acercó a ver que estaba
pasando. Apenas llegar la chica le explicó.
—Los vampiros le tienen miedo a la cerveza— encogió sus
delgados hombros bajo la camiseta con una pandita dibujado al
frente.
Alana, con su cabello peinado en un estricto moño y su
sonrisa condescendiente, entendió perfectamente que no había
nada mejor para unir a una manada que las bromas tontas.
—Supongo que son delicadas criaturas nocturnas.
Velial comenzó a resbalar de su firme posición, la madre del
Alfa le miraba con algo muy parecido a la lástima.
Con la dignidad, la misma que se confabulaba con su
atontado sentido de la auto preservación, el vampiro comenzó a
caer en la trampa.
—Yo solo bebo sangre— se reservó de decir que solo la de su
Maestro. El recuerdo del sabor de la dulce sangre le hizo agua la
boca.
Sonia tomó el aroma del aire.
—Pues parece que la sangre le gusta lo suficiente como para
ponerse alegre solo de recordarlo.
Velial, después de una vida como humano libertino, vampiro
esclavizado, adicto al sexo con su compañero, para su total horror,
se ruborizó hasta la raíz del pelo.
—Denme eso de una maldita vez— extendió su mano y tomó
la botella que le ofrecía la pelirroja.
Gregory y Sakary que observaban todo desde la distancia,
cada uno con cara de circunstancia, fueron testigos del final de la
apuesta.
—Mierda— protestó Sakary— Esas lobas son cosa seria.
El Alfa se encogió de hombros.
—Te lo dije. Bien haces si no las subestimas.
—Perdí dinero— El Beta tomo las cosas con calma— Solo
espero que la cerveza no le haga daño.
Gregory le dio un ligero golpecito en el hombro a su segundo
al mando.
—Al menos ya sabes cómo curarlo.
Sakary, con sus ojos convertidos a dorado observaron a su
pareja beber de la botella con la misma codicia que lo hacía de su
pene en la intimidad. Ese vampiro iba a matarlo, estaba escrito.
Sin molestarse en responderle a su Alfa, se dirigió a donde
estaba su compañero regresándole la botella a la loba.
—Ten cuidado, las lobas son malas— sin darle tiempo al
vampiro de decir nada más, lo rodeo con sus brazos y le dio un beso
tan candente que los lobos reunidos junto a la fogata comenzaron a
silbarle y darle porras a la pareja.
Cuanto termino el beso, el vampiro tenía los colmillos
extendidos y los latidos del corazón acelerados.
—Todos nos están mirando—jadeo sin saber que pensar al
respecto.
—Eres mi pareja y parte de esta manada— el hombre le dio
una palmada en el trasero a Velial— así que acostúmbrate, a los
lobos nos gusta el contacto físico.
Como si tal cosa fuera de lo más normal, el Beta se fue
tranquilamente a donde estaban los otros centinelas, dejando al
vampiro algo descolocado. Los lobos recibieron con una cerveza y
un plato con carne a su jefe.
—Come bien, amigo— se burló Trey— Con la forma en que te
mira ese vampiro, estas en su menú.
Las carcajadas no se hicieron esperar. La noche era alegre,
en la manada todos parecían dispuestos a trabajar duro para ese
fuera un hogar donde valiera la pena vivir.
Velial sonrió sin preocuparse de que sus largos colmillos se
notaran en su boca abierta. Sus ojos ennegrecidos por la pasión
comenzaron a recuperar un color más humano.
Encogiéndose de hombros el vampiro se sentó sobre un
tronco que estaba algo alejado. La fogata iluminaba con su luz
danzarina el claro, las figuras oscuras de las cabañas eran la
garantía de qué habían comenzado bien.
Los lobos eran algo escandalosos, sus voces y risas llenaban
el ambiente nocturno de algarabía. Velial casi podía ver a los
animales que eran la otra naturaleza de esos hombres y mujeres.
Con pesar Velial dejó salir un suspiro, desearía no estarse
encariñando con esos perros callejeros. Lo peor era con el Beta, el
hombre grande hablaba a viva voz de alguna de sus últimas
aventuras mientras los demás reían de sus payasadas. Solo
esperaba que este no fuera un breve pasaje feliz en su libro lleno de
mierda.
Cuando se está demasiado acostumbrado a las malas
noticias, con el tiempo, comienzas a perder la capacidad de
alegrarse por las pequeñas cosas que prometen ser importantes.
Velial no confiaba en su suerte, siempre la había considerado
de esos amigos traicioneros que te clavan el puñal en la espalda a
la primera oportunidad. Por eso el vampiro vigilaba con ojos llenos
de tinieblas el claro. Un demonio estaba al asecho y el más joven de
la manada estaba en su línea de mira.
Capítulo 27

Una brisa fresca mecía las ramas de los árboles, la noche


tenía algo mágico cuando se estaba en un bosque. Los lobos
habían bebido, reído, esto hasta pasada la media noche.
Aunque los miembros de la manada le habían visto allí
sentado, alejado de todos, de algún modo supieron lo que estaba
haciendo. Alguien debía mantenerse alerta mientras los demás
disfrutaban de la mutua compañía.
Los ojos del vampiro recorrían las sombras nocturnas
buscando algo que lo hiciera sospechar de la presencia siniestra.
Todavía no podía olvidar lo que había sentido hace algunos días
cuando estuvo seguro la presencia del demonio tras él.
La fogata había comenzado a extinguirse y los lobos estaban
recogiendo para irse a dormir. Sakary caminó hasta donde estaba
su compañero sentado.
—Gracias.
Velial se encogió de hombros restándole importancia a lo
hecho.
—La noche no tiene secretos para mí. Hacer guardia no es
problema para alguien como yo.
Sakary le miraba con interés, como si quisiera adivinar que
pensamientos plagaban la mente del bonito vampiro de ojos
rasgados.
—Se me ocurre que podríamos marcar algunas esquinas del
bosque— propuso el cambia formas sin el menor pudor
Velial sonrió algo acongojado.
—El bosque no tiene esquinas.
Sakary le dedico un guiño coqueto a su pareja.
—Nosotros las encontraremos.
Velial sonrió, una amplia y sincera sonrisa.
—Estás loco, es la verdad.
Sakary colocó el brazo alrededor de los hombros del hombre
más bajo.
—Haremos que funcione— se encogió de hombros— Un
vampiro y un lobo, tal vez sean buena idea.
—Tal vez en el infierno—Velial se dejó abrazar, el calor
corporal del hombre le reconfortaba.
—Vamos a caminar— propuso Sakary mientras tomaba de la
mano a Velial.
Los pasos de los hombres se adentraron por entre los árboles,
el sonido de las pisadas era casi inexistente, ambos eran criaturas
sobre naturales que habían aprendido que el silencio es un gran
aliado.
El claro había quedado atrás, las rusticas cabañas, ocupadas
por la nueva manada eran un lugar acogedor. Velial, aunque se
sentía en paz, no dejaba de ver de reojo las sombras que le
rodeaban.
—Lo estás buscando— Sakary no lo formuló como una
pregunta, era una simple afirmación de lo evidente.
Velial dejó salir el aire lentamente.
—Sé que esta por allí. Puede que no lo sienta cerca, pero eso
no quiere decir que esa cosa abandonó la cacería.
Sakary guardó silencio, había una duda que le atormentaba.
—Si un amo te ordenará hacer algo como lo que ese demonio
le hizo a la antigua manda ¿Lo harías?
El vampiro levantó el rostro, con su mirada buscó la luna que
elevada en lo alto del cielo era un hermoso disco plateado. Aunque
una parte de él deseaba patearle el culo a ese lobo terco. Siempre
girando alrededor de lo mismo.
—Sabes la respuesta. Un esclavo no puede negarse a la
voluntad de un amo— se alejó de donde estaba el cambia formas.
Necesitaba espacio.
Con la velocidad propia de su raza, en unos cuantos saltos
llegó a la orilla del río.
—Sabía que estaba por aquí— le dijo al lobo apenas este
llegó a su lado— Es un torrente hermoso, apuesto que más abajo
debe tener albercas naturales.
Sakary de pie sobre el paredón, donde dos metros abajo el río
hacía su recorrido, no pudo estar más de acuerdo.
—Ahora solo falta saber si esta frío.
Velial sonrío.
—Mi cuerpo es frío y no parece molestarte.
El lobo no estaba para tentaciones, su bonito vampiro, tan
bello como un príncipe nipón, sin proponérselo lo hacía desearlo
hasta la locura.
—Tú cuerpo es caliente como las calderas del infierno—
diciendo esto beso a su pareja solo para dejarle claro lo serias que
eran sus palabras.
Los labios juntos, las manos grandes de Sakary comenzaron
un camino en descenso hasta llegar al culo hecho a la medida.
Acercándolo hasta quedar cadera contra cadera, disfruto la dureza
del hombre que le amaba.
Velial sintió una diferencia en el beso, algo en la manera en
que los labios de su compañero se abrían devorándolo, en la tibieza
de la lengua que bailaba con la suya.
—Nunca lo he hecho junto al río— murmuro el vampiro
cuando Sakary le dio un pequeño margen para respirar.
La risa ronca del cambia formas hizo que la piel de vampiro se
erizara.
—¿Ni cuando eras humano? — sabía que estaba siendo
entrometido, pero no lo pudo evitar.
Velial sonrió, sus ojos rasgados se iluminaron con una chispa
traviesa.
—Yo era hombre de ciudad—tomo entre sus manos las
mejillas del Beta— Hasta después de convertido supe lo que fue
dormir en el suelo o medio enterrado bajo algún cobertizo viejo.
Sakary no pudo evitar que la espina del arrepentimiento le
recordara ciertas cosas.
—Siento haberte abandonado en la carretera. Tuve que haber
pensado en lo qué harías cuando llegara el día.
Velial acarició el rostro de su amante con las puntas de sus
dedos, la piel de su compañero se sentía tan tibia.
—Soy un hombre adulto, un vampiro— le resto importancia al
incidente— De todos los amos… por lo menos tú no me enterraste
vivo como castigo.
El abrazo de Sakary fue como un capullo a su alrededor.
—No soy tu amo, soy tu pareja—se lamentó Sakary
Velial recostó la cabeza sobre el pecho del hombre más alto.
—Todavía no creo que esto sea posible— se lamentó— Temo
que en cualquier momento esta burbuja va a explotar en mi cara.
—Supongo que de eso se trata la vida—Sakary besó el
cabello de su vampiro. El aroma de la criatura oscura embriagaba
sus sentidos.
—¿Todavía está en pie la propuesta? — Velial colocó las
manos a la altura de las costillas de Sakary, realmente le gustaba
sentir lo sólido que era el Beta.
—A los lobos a veces nos gusta revolcarnos en el bosque—
puso las manos sobre el culo redondo de Velial— y nos gustan las
cosas buenas.
—¿Soy una cosa buena? le siguió el juego.
La risa ronca del lobo fue la mejor respuesta.
Los besos pasaron de ser bromas ligeras, a candentes juegos
de seducción.
La noche era hermosa, el sonido del agua de río le daba
música de fondo al bosque en tinieblas. Dos criaturas de las que los
humanos contaban leyendas para asustarse mutuamente, caían en
las redes de una pasión que quemaba.
Sakary sabía que le llevaría tiempo entender qué era
realmente Velial, y a este, una eternidad de paciencia para no
despellejar al lobo testarudo.
El vampiro suspiró cuando su amante comenzó a besar su
cuello, justo en el lugar que la mordida de apareamiento había
dejado una cicatriz sonrosada, una eterna marca que no se borraría.
—¿De verdad quieres hacerlo aquí? — Velial jadeo al sentir
las manos calientes de Sakary apretar los globos de su trasero al
meterse dentro de su pantalón.
—Lo haremos aquí— con un movimiento de cabeza hizo que
Velial notara la roca sobre la cual ya estaban recostados—
Apoyaras los brazos mientras levantas el culo para que yo lo
devore. En el preciso momento en que pienses que vas a morir de
placer, será mi pene el que te empale hasta lo más profundo de tu
ser.
El rudo y escurridizo vampiro dejó que su compañero lo
colorara de la manera que le había descrito. Un grito desesperado
rasgó el silencio de la noche, el lobo goloso había mordido
juguetonamente su carne ahora desnuda.
—No hagas eso— suplicó cuando la lengua de su amante
calmaba el ardor del mordisco en su maltratado trasero.
—Vas a saber lo bueno que es tener a un lobo como
compañero— mordió el otro montículo.
—Si me vengo— sonrió nervioso— No puedes culparme de
tener un orgasmo anticipado. Maldita sea— chilló cuando un
chupetón lo hizo dar un saltito— deja de jugar con la comida.
—Si la comida se ve tan sexy— abrió con sus manos grandes
las redondeces de Velial para ver la entrada a la gloria— Tienes que
aguantar como un hombre, o como un vampiro valiente.
—Pedazo de hijo de puta— gritó cuando la lengua del lobo
comenzó a hacer cosas en su entrada que no debería estar
haciendo. Ese hombre era un maestro en el arte de fornicar.
Sakary no se molestó en decir nada más, tenía a su vampiro
justo donde lo quería, derretido y dispuesto a gozar como puta de
puerto.
Todo el proceso fue para Velial de la exacta manera en que su
lobo había prometido. Cuando estuvo lo suficiente dilatado y
húmedo, Sakary hizo lo que ambos estaban esperando. El sexo
grande y grueso del Beta de la manada tomó posesión del vampiro.
—Esto será duro, primor— gruñó Sakary cuando de una
estacada penetró las carnes de su pareja.
Velial quiso mandar a la mierda al tipo por llamarlo, primor.
Todo pensamiento se fue a la basura cuando sintió el delicioso ardor
de la posesión.
—Justo así, terroncito— se burló del lobo que lo estaba
torturando tan divinamente.
Entrar y salir, ese era el juego.
Cuando todo terminó, Sakary recostó su pensó sobre Velial, el
pobre vampiro rebosaba semen y este ya recorría el camino por sus
pantorrillas.
—Realmente eso fue bueno— logró hablar después de unas
cuantas respiraciones.
—Tenemos que volver— se quejó el lobo. No es bueno dejar a
los demás solos durante mucho tiempo.
—Estoy de acuerdo— Velial se incorporó cuando dejó de
sentir el peso de su compañero.
Estaba subiéndose los pantalones cuando lo sintió, allí
estaba. Mostrando los colmillos siseo a la oscuridad entre los
árboles.
—Él está aquí— advirtió a Sakary— Ha venido a curiosear.
—¿Dónde está? — pregunto el Beta.
—Vino a curiosear, quería saber qué estábamos haciendo
juntos.
Esta vez los ojos del lobo se asomaron en la mirada del
cambia formas.
—Nadie se acerca tanto a mi compañero y vive para contarlo.
—Ordéname matarlo— el dulce momento que acababan de
compartir había quedado en el pasado. Ahora el vampiro parecía
una sentencia de muerte en dos piernas.
—¿De qué hablas?
—Del verdadero poder de un esclavo de sangre— la sonrisa
fría del vampiro no auguraba nada bueno— Si quieres que tenga
alguna oportunidad para defender a la manada, debes darme la
orden.
Capítulo 28

Sakary sabía cuál era la respuesta: No.


Velial era un vampiro, su rostro bonito mostraba los colmillos
filosos al descubierto, sus ojos se habían transformado en dos
pozos negros.
—Si quieres que tengamos una oportunidad, debes de darme la
orden.
—Eres mi pareja— defendió su punto Sakary.
El vampiro siseo.
—Esa cosa va rumbo a donde duerme la manada— señalo con
su mano la dirección a donde estaban las cabañas a más de dos
kilómetros de allí— Debes darnos una ventaja. Confía en mí.
Sakary miró directo a los ojos de su pareja, el vampiro podía
tener razón. Era solo que no quería ponerlo en riesgo.
—Si mueres— advirtió el lobo— Yo terminaré justo allí, a tu lado.
Velial tomó aire, era la hora de ser honesto.
—Yo te amo, lobo idiota— declaró—y si mueres yo descansaré
justo a tu lado. Si me ordenas destruir al demonio, me darás el
poder que alcanza un Esclavo de Sangre, un poder que no le
pertenece y que solo la orden de su amo le dará.
Sakary tomó aire, era hora de confiar en su pareja.
—Yo, tu Maestro, tu compañero, te ordenó destruyas al demonio
que atenta contra nuestra manada. Si lo ahuyentas me daré por
satisfecho.
La risa de Velial era siniestra.
—Ese maldito no sabrá que lo golpeo.
Como si hubiese liberado algo denso y oscuro, el mismo bosque
gimió ante la presencia antinatural. Convertir a un humano y dejarlo
en el medio de ser un vampiro, era algo demasiado siniestro por
todo lo que conllevaba.
Sakary sintió un escalofrío, el aire en el bosque había enfriado
demasiado, era como si todo lo vivo se lamentara por la presencia
del ser que no debía existir.
En humo se diluyo la forma del vampiro, solo su voz colgó en el
aire por algunos momentos.
—Nos veremos, compañero.
Sakary vio como el humo se disolvía hasta no quedar nada. La
sola idea de perderlo hizo que su lobo aullara de pena.
Sacudiendo la cabeza el Beta trató de recordarse así mismo que
no estaba para perder el tiempo con lamentaciones sin sentido, era
hora de actuar.
Un aullido corto el silencio del bosque. Un imponente lobo sobre
sus cuatro patas comenzó la carrera rumbo al claro donde la
manada descansaba.
Réplicas del aullido se dejaron escuchar. La manada estaba
advertida, esa sería una noche larga.
Las garras del Beta lastimaban la tierra por donde su feroz
carrera le llevaba, en menos de lo calculado sus patas estuvieron en
el lugar donde todos bromeaban y reían apenas unas horas antes.
Todavía faltaba mucho para el amanecer, no podían contar con
el sol como aliado contra el demonio que los asechaba.
El Alfa estaba transformado, junto a él una pantera negra
mostraba los colmillos dejando saber que no dejaría a su
compañero solo. Las dos lobas estaban junto al lobo más joven,
protegiendo al chico que apenas había dejado de ser un cachorro.
Los centinelas estaban todos allí, listos para defender su nuevo
hogar.
Como correspondía al Beta, Sakary ocupo su lugar al lado de la
pareja Alfa, su deber estaba claro.
Aunque la negrura de la noche no escondía secretos para los
ojos conocedores de los lobos, estos no podían divisar de dónde
venía el peligro que erizaba el pelaje de los animales.
Gregory aulló retando al invasor.
Sakary le secundo. Le siguieron los demás.
El demonio parecía esperar el momento justo, o tal vez era cosa
de disfrutar el miedo que embargaba los corazones a su llegada.
Cualquiera razón que fuera, la cosa no se decidía a atacar de frente.
Era aterrador ver como la misma naturaleza parecía sufrir con la
presencia de ese ser maligno. La brisa nocturna había dejado de
mecer las hojas de los árboles, la luna se ocultaba tras un manto de
nubes espesas. Ni siquiera los grillos se atrevieron a seguir con sus
cantos.
De pronto, el alarido de uno de los lobos al ser golpeado puso en
alerta a los demás. Una silueta negra, como un manto con forma
humanoide atacaba al lobo que estaba del lado del joven cachorro
de lobo. La intención era clara.
Trey fue el primer centinela en ir en ayuda del caído. La cosa
tenía garras filosas que en dos golpes habían abierto la dura piel del
lobo.
Norlan recibió el cuerpo de Trey al ser arrojado por el demonio
que fácilmente se lo quitó de encima.
Las cosas no pintaban bien para la manada. Dos lobos estaban
heridos y la fiesta apenas empezaba.
Gregory y Sakary se pusieron al frente, estaban listos para
proteger al lobo que había sido el primero en ser atacado, el
centinela apenas si permanecía con vida.
El demonio estaba entre la ayuda y el caído, era una situación
desesperada.
Gregory gruñó mostrando los dientes, no esperaría más. Los
planes se vieron frustrados cuando de la nada apareció Velial
atacando por la espalda al demonio.
Al parecer los lobos no fueron los únicos sorprendidos con la
llegada del vampiro, porque el demonio chilló de dolor al sentir las
garras rasgar la materia de la que estaba hecho.
—¡Son míos! — gritó Velial mientras saltaba lejos cuando el
demonio se volvió tratando de encontrar a su atacante. El vampiro
se había llevado un trozo de carne negra de la cual algo parecido a
la brea destilaba.
El demonio chilló nuevamente. Los lobos gimieron de dolor al ser
herido su fino sentido de la audición.
Velial mostró los colmillos en respuesta.
—Hoy te enviaré directo al infierno— advirtió — Lo único que te
doy a elegir es, en qué tan mal estado quieres regresar.
La criatura no parecía muy convencida de tener la situación bajo
control, ahora estaba agazapada como si no supiera qué era lo
mejor. Correr o quedarse.
Velial sonrió.
—Siempre me ha gustado cuando eligen la opción más divertida.
Sakary aulló cuando vio a su pareja abalanzarse contra el
demonio, fue Gregory quién pareció leer su mente porque le dio un
fuerte golpe con el morro impidiéndole entrometerse en la pelea.
El esclavo de sangre tenía una orden: Matar. Era simple y
directa. El hecho de que su víctima fuera un demonio, eso era un
trámite sin importancia.
La pelea fue llevada hasta el bosque, varios árboles fueron
astillados por el golpe de los luchadores. Velial llevaba las de ganar,
ahora el demonio intentaba escapar sin mucho éxito, el vampiro no
le daba espacio para hacerlo.
Velial estaba sangrando, la cosa le había herido la mejilla
derecha haciendo que pudieran verse sus dientes a través de la
carne abierta. En regreso del favor el demonio tenía un bonito
recuerdo de las garras del vampiro, la herida le había dejado el
vientre abierto y la brea oscura destilaba cada vez más rápido.
Los lobos aullaban alrededor de la lucha, ahora tenían la misión
de no dejar que el demonio escapara.
La criatura estaba debilitada, chillaba amenazando a la manada
mientras se cuidaba del vampiro y sus afiladas garras.
Sakary mordió la cosa un par de veces, Velial siseo enfadado al
ver a su compañero tan cerca del enemigo.
No faltaba mucho para el amanecer.
Velial comenzó a sentir en su piel el típico hormigueo que
anunciaba la pronta llegada de la luz del día. El demonio también
pareció saberlo, porque miraba de cuando en vez en dirección al
horizonte.
Una criatura desesperada, sin importar el tipo, siempre era algo
peligroso.
El demonio notó la protección especial del vampiro hacia uno de
los lobos en particular. Cosas como esas eran una debilidad que
una criatura del infierno sabía aprovechar.
Sin preocuparse por los demás lobos, el demonio fue tras
Sakary. Cuando Velial lo notó fue demasiado tarde, la cosa le
llevaba ventaja.
—¡No lo tocarás! —jamás dejaría que lastimara a su compañero.
Con la velocidad sobre natural de la que podía valerse, Velial se
interpuso entre el Beta y el demonio.
Recibió el golpe de lleno justo en su pecho, por muy poco las
garras del demonio tocaron su corazón.
Sakary, un lobo furioso protegiendo a su pareja. Envolvió con
sus fauces el lugar donde debía estar el cuello del demonio y de un
solo movimiento separó el cuerpo de la cabeza.
Capítulo 29

Para Velial, el sonido de la carne desgarrándose fue música para


sus oídos, el aullido del lobo victorioso lo hizo sonreír, aunque su
cuerpo poco a poco perdió fuerzas.
Aunque intentó mantenerse en pie, no lo logró. Sus piernas no le
pudieron sostener cayendo de rodillas sobre el suelo del bosque. La
herida en su pecho era peor de lo que había imaginado, el demonio
había hecho más daño del que su cuerpo podía soportar.
Después de todo iba a morir, por fin iba dejar esa media vida. Lo
que en otro momento le hubiera hecho feliz. Ahora, tener el rostro
sobre la tierra mientras la vida se le escapaba, significaba
abandonar a su compañero. Alguien había matado por él, lo había
defendido. Realmente no podía recordar, que fuera de su madre,
alguien lo hiciera alguna vez.
—Sakary— lo llamó. Apenas podía modular palabra, no tenía
fuerza ni para eso.
Los lobos, que habían comenzado a aullar al cielo su victoria,
dejaron de golpe todo sonido. Sakary, aún en su forma de lobo, llegó
hasta donde descansaba Velial sobre el suelo del bosque.
El hocico de la enorme criatura empujó por el dorso al vampiro
haciendo que este se girara, para descubrir el terrible daño en el
pecho.
Un sonido ahogado, un medio ladrido desesperado escapó del
lobo, el animal sabía lo que estaba viendo y el humano con el que
compartía cuerpo sabía lo que posiblemente pasaría de seguir las
cosas por el paso que iban.
Una lengua húmeda limpio las lágrimas que escapaban de los
ojos cerrados del vampiro. Él sufría y el lobo no sabía cómo ayudar
a su compañero que moría.
Fue Alana, la hermosa loba que había criado al Alfa cuando su
madre había muerto, la que trotó hasta donde estaba la pareja.
Sakary gruñó al ver lo que la loba estaba haciendo, pero cuando
quiso detenerla, era demasiado tarde.
Alana había mordido el brazo del vampiro apenas lo suficiente
como para que algunos hilos de sangre escaparan.
El Beta quiso atacarla, pero el Alfa se interpuso.
“Escucha, lobo” — fue la orden mental que le dio el Alfa—
“debemos retener al vampiro en este mundo…Creo que entiendo lo
que hace mi madre de cría”
Sakary simplemente se interpuso entre el cuerpo debilitado de
su amante y el resto de la manada que se estaba acercando
demasiado para el gusto del desesperado lobo.
“No dejaré que le toquen” — advirtió Sakary al resto de la
manada que todavía se encontraba en su forma animal.
La comunicación con los demás lobos era ruido, no tenían
palabras claras a menos que alguien quisiera decir algo, era allí
cuando no había conversaciones privadas si se estaba lo
suficientemente cerca para percibir los intercambios mentales.
Fue Tommy en su calidad de pareja del Alfa el que dio un paso
al frente. Convocando su forma humana quedó desnudo frete al
Beta.
—Nadie le hará daño a tu pareja— quiso hacer razonar al
asustado animal— Solo lo haremos parte de la manada para que la
muerte no pueda llevárselo tan pronto. Luego te harás cargo de
alimentarlo hasta que sane.
La idea no era tan mala. La parte racional de Sakary pudo ver la
oportunidad allí. Convocando a su naturaleza humana se irguió en
sus dos piernas.
—Está bien— dio pasó libre mientras se arrodillaba junto a su
pareja. Tenía miedo de tocarlo, un movimiento en falso y podría
romper el fino hilo que lo ataba a este mundo.
—Lo haremos con cuidado— dijo Tommy mientras se arrodillaba
y cambiaba a su forma felina.
Uno a uno los miembros de la pequeña manada mordieron a
Velial, apenas lo suficiente para hacerlo sangrar unas gotas.
Oficialmente el vampiro había sido reclamado por la manada en un
acto tan sagrado que no existían palabras para describirlo. Era un
compromiso de todos para mantener a la criatura junto a ellos.
Sakary pudo sentirlo, la muerte daba un paso atrás. El vampiro
ya no estaba en la lista de sus posesiones. Un compañero le ataba
a la vida, y una manada cuidaba de su espalda. La parte humana
que todavía quedaba en Velial se había unido por completo al
vampiro, ya no era un media-vida. Ahora era un ser completo.
*****************************
Velial era del tipo que siempre terminaba en la lista de los daños
en una pelea. Ahora que, tenía que admitir, que esta vez se le había
pasado la mano un poco.
Sakary lo había alimentado con sangre hasta que Gregory había
llegado para evitar que el lobo idiota muriera seco. Un vampiro
herido e inconsciente no estaba para esas sutilezas.
Había estado soñando. Dos o tres pesadillas lo hicieron gritar,
pero lo más extraño fue la visión de una mujer, aunque solo pudo
ver su silueta, tenía la impresión de tener que recordarla, aunque no
lo lograra.
La visión había caminado en la oscuridad que le rodeaba, de su
mano había emergido un fuego rojo que luego arrojó. “Corre tras la
luz, eso te dejará fuera de aquí”, le había dicho.
En el extraño sueño, eso fue precisamente lo que Velial había
hecho.
Una voz distinta a la de su sueño le llamó.
—Despierta, no seas perezoso— Alana le dio ligeros golpecitos
en las mejillas— Más te vale estar sentado sobre tu trasero cuando
Sakary regrese o se va a poner histérico.
Velial sonrió mientras luchaba por abrir los ojos.
—Mi compañero no se pone histérico— defendió al hombre que
había peleado por él.
La risita corta de Alana no mostraba estar muy convencida de
eso.
—Todos los hombres pierden la cabeza cuando sus parejas
están mal. Es bueno que al menos Sonia y yo seamos la voz de la
razón por aquí.
Velial logró abrir los ojos. Estaba en el sótano que su pareja le
había prometido convertir en un bonito dormitorio.
—¿Dónde está él? — preguntó sintiendo arder su garganta.
Alana acomodó la cabecera donde estaba recostado el vampiro,
esto de manera que quedara medio sentado.
—El Alfa lo convenció de salir de aquí y tomar un baño. Le dijo
que no te agradaría verlo todavía sucio con la sangre de un demonio
encima. Tommy lo chantajeo para obligarlo a comer algo.
—Él está bien— sonrió mientras se dejaba llevar por el sueño.
—Él está bien y esperando por su pareja— Alana acomodo la
manta que cubría el cuerpo que apenas si había logrado cerrar la
fea herida en el pecho.
Velial descansaba sobre un colchón en el piso. El sótano había
sido limpiado meticulosamente y lámparas habían sido colocadas de
manera que no se viera como una bodega vieja. Todavía faltaba
mucho trabajo, al igual que lo hacía con el resto de las cabañas,
pero todo valdría la pena al final.
La siguiente vez que Velial abrió los ojos, fue para encontrarse
cara a cara con Sakary. El hombre parecía vigilar de cerca que no
dejara de respirar. Antes de que el vampiro lograra decir algo, su
compañero le había besado con tal reverencia que el aletargado
corazón saltó fuera de ritmo una o dos veces.
—Bienvenido al mundo de los vivos— le saludó Sakary apenas
dejo espacio entre sus labios.
Velial no lo pudo evitar. Como desde hace muchos años no lo
hacía. Lloró como un niño abrazando a su compañero de vida.
Estaban juntos. Aunque había esperado el golpe traicionero del
destino, este no llegó. Era como si el universo por fin hubiera
decidido que merecía algo de felicidad. Él la tomaría con uñas y
dientes.
Sakary lo dejó desahogarse, él lo había hecho las suficientes
veces durante toda esa infernal semana. Le parecía increíble por fin
poder mirar a los ojos a su vampiro y saber que de ahora en
adelante las cosas solo podían mejorar.
Velial tomo aire llenando sus pulmones de la esencia caliente de
su hombre.
—Te amo— susurró contra la oreja de Sakary— Aunque alguna
vez me dejes de amar, te juro que yo nunca lo haré.
Sakary sonrió perezoso.
—Eso no pasará— le dio un mordisco juguetón a la mandíbula
del vampiro— Los lobos somos criaturas de una pareja de por vida.
Estas atrapado conmigo hasta que sea nuestro tiempo de
marcharnos de esta vida.
—¿La manada se quedará en este bosque? — preguntó
después de una agradable sesión de besos. Le habría gustado
llegar más lejos, pero su cuerpo todavía estaba demasiado débil
para aspirar a algo más.
Sakary estaba acostado junto a él en el colchón, las manos
grandes del lobo recorrían el pecho delgado de su pareja.
—Esta será nuestra casa— hizo un gesto a la parte donde
estaba el piso de arriba—Mientras arreglo la primera planta de la
cabaña, viviremos en el sótano. No quiero arriesgarme a que el sol
te haga daño.
Velial sonrió sin preocuparse por mostrar los pequeños colmillos
en descanso.
—Contigo, uno a uno se borrarán los malos recuerdos y tendré
nuevos.
—Esa es la idea.
Aunque Velial trató de negarse, el lobo lo convenció de tomar un
poco de sangre directo de su cuello. El momento intimo fue
compartido cuando la luz del día ya se ocultaba tras el horizonte.
Los aullidos de los lobos se escucharon a la distancia, los
centinelas hacían sus guardias por el territorio de la nueva manada.
Todavía quedaba mucho trabajo por hacer, tenían que encontrar una
fuente de dinero que les permitiera sostener una vida digna para la
parte humana que era su naturaleza. Al menos la naturaleza animal
había encontrado un paraíso en esas tierras.
—Todo saldrá bien— Velial apenas pudo reconocer que él había
sido quién lo había dicho. Era extraño tener esperanza nuevamente.
—A sí será.
Estaban comenzando una nueva ronda de besos, cuando un
aullido anuncio que todos debían ir al claro.
—Es Gregory— comentó Sakary mientras se ponía de pie y
buscaba a donde había tirado su ropa— No quiero dejarte aquí— se
detuvo a medio abrochar los pantalones.
—Ve a ver qué pasa— Velial se incorporó lo suficiente hasta
quedar sentado en el colchón con la espalda recostada a la pared—
Si fuera realmente necesario podría ir contigo, pero la verdad es que
prefiero ser un poco remolón por unos días.
La risa del Beta fue abierta mostrando sus blancos y parejos
dientes.
—Vampiro tramposo. Escapas del trabajo.
—Exacto— se encogió de hombros— Así podremos pasar unos
días jodiendo como conejos ahora que estoy comenzando a
sentirme mucho mejor.
Sakary se agacho hasta sostener su peso con una rodilla.
—Veré que pasa y regresaré contigo apenas pueda— le dio un
beso ligero en la boca a su pareja.
Velial le vio subir las escaleras estrechas que llevaban a la
primera planta de la cabaña. Este era su hogar ahora. No era nada
pomposo, pero era justo lo que necesitaba.
Epílogo

Amor de tres. Inocencia rota.


Dos lobos que son pareja destinada no logran enlazarse,
están incompletos. Aunque durante muchas noches hayan jugado el
juego del sudor y los gemidos, su unión no logra completarse. Ese
es su mayor dolor, su más grande vergüenza.
Desley apenas hace poco comenzó a ser un adulto. Aún
algunos lobos le miran con reserva y lo cuentan entre los cachorros
de la manada. Desley está solo y sabe que lo estará por siempre.
Su padre se lo ha dicho muchas veces mientras escupe al piso
después de pronunciar su nombre, lo prefieren muerto antes que
feliz.
La vida le ha dado una oportunidad para escapar del infierno
que es su vida. Hoy le han ofrecido la opción de dejar a su familia
para comenzar algo nuevo. Tiene un secreto y esta cansado de
tener miedo.
Palabras del la autora

De mi puedo decir que me gusta leer y amo escribir.


Todos tenemos vicios en la vida, este es el mío.
Cada vez que ustedes compran uno de mis libros, es como si me dijeran
que mi vicio es útil para algo.
Gracias a todos por recordar leer mis libros.

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Agradecimientos

Gracias por compartir mis locuras.

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