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Revista Peruana de

Filosofía Aplicada

Filosofía de la corrupción

Volumen XV, Número 23 (Julio - Diciembre 2022)

ISSN: 1024-1531
REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA N° 23, volumen XV
Julio - Diciembre 2022

DIRECTOR Y EDITOR
Manuel Abraham Paz y Miño

EDITOR
David Álvaro Huallpa Vargas

COMITÉ EDITORIAL
Sección ética aplicada y bioética: Francisco Fernández B. (Universidad Pompeu Fabra); Hans Lenk (Universidad
de Karlsruhe); Thomas Pogge (Universidad de Columbia); Miguel Polo (Universidad Nacional Mayor de San
Marcos) / Sección filosofía de la ciencia: Oscar Barreda (Universidad Nacional de San Agustín); Robert T. Carroll
(Sacramento City College); Craig Dilworth (Universidad de Uppsala); Andrew Lugg (Universidad de Ottawa);
Marino Llanos (Universidad Nacional Mayor de San Marcos); William Montgomery (Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos); Antonio Peña Cabrera (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) / Sección filosofía de la
educación: Juan Rivera Palomino (Universidad Nacional Mayor de San Marcos); Miguel Sotomayor Rivera (Uni-
versidad Cesar Vallejo); Víctor Baltodano (Universidad Nacional de Trujillo); / Sección filosofía latinoamericana:
Ladislao Cuéllar (Universidad Nacional Mayor de San Marcos); Víctor Mazzi (Universidad Nacional de Educa-
ción); Mario Mejía (Universidad Ricardo Palma); Thomas Ward (Loyola College) / Sección filosofía social y polí-
tica: Jon Elster (Universidad de Columbia); Manuel Góngora (Universidad Nacional Mayor de San Marcos); Dick
Howard (Universidad Estatal de Nueva York); Octavio Obando (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)

ACCESO ABIERTO
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ISSN: 1024-1531

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Las opiniones y declaraciones vertidas en los artículos de la Revista Peruana de Filosofía Aplicada
pertenecen a sus respectivos autores y no a la Revista Peruana de Filosofía Aplicada.

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Imágen de cubierta: Los funerales de Atahualpa. Luis Francisco Montero Caceres (1867)

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Digitized in Peru

Huancayo, marzo de 2023


CONTENIDO

EDITORIAL 7
ARTÍCULOS
La paradoja de la corrupción
JOSÉ LUIS HERRERA DÍAZ 13
¿Por qué hay pobres en un país rico como el Perú?
MANUEL A. PAZ Y MIÑO 29
¿Por qué la corrupción es cotidiana?
EDUARDO JESUS CHOCANO RAVINA 39
ENSAYOS
Reflexiones sobre la corrupción
DANIEL LOAYZA HERRERA 51
La corrupción que nos vuelve humanos
LUIS ENRIQUE ALVIZURI 59
El animal y sus apetitos: la inteligencia como ejercicio
del gobierno del cuerpo humano
GABRIEL FUENTES BARTOLINI 67
CARTA A LOS AUTORES
Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la
corrupción: entre teoría y práctica
DAVID ÁLVARO HUALLPA VARGAS 79
RESEÑAS DE LIBROS
Manuel Paz y Miño Conde. ¿Qué debemos hacer? Ética
aplicada a dilemas de la sociedad y la naturaleza
EDUARDO JESUS CHOCANO RAVINA 109

COLABORADORES 111
EDITORIAL

El presente número de la Revista Peruana de Filosofía Aplicada esta dedi-


cado al estudio del fenómeno de la corrupción. Es habitual encontrar cons-
tantes señalamientos y acusaciones, muchas veces con pruebas indefectibles,
de corrupción a los diversos funcionarios, elegidos o no, de los diversos Esta-
dos (incluyendo los más cerrados) alrededor del mundo. También resaltan los
múltiples informes que describen cómo la corrupción afecta negativamente
el libre desarrollo de las sociedades. Por todo aquello, repensar este fenóme-
no no se nos encara como una opción accesoria o accidental, sino como una
urgencia moral y necesaria para la sociedad en la que (con)vivimos, labor que
pretendemos llevar a cabo en la presente edición de la revista.

La filosofía, sin duda, puede contribuir a afinar nuestro entendimiento


común o mundano de la corrupción al ser, pues, esta una disciplina crítica
que apunta a los fundamentos de aquello que investiga. Para ello, se sirve
de argumentos razonados, pero también de la discusión abierta de estos al
llevarlos, pues, a la esfera pública como es el caso de la publicación escrita
de aquello que se piensa para someterlos, así, a su vez, a una sucesiva crítica
con los pares ciudadanos. Con todo, y bajo este imperativo, la Revista Peruana
de Filosofía Aplicada tiene el agrado de presentar los siguientes trabajos de-
dicados a este tema, como mencionamos, tan urgente, cuyo fin principal no 7
es otro sino que el de repensar nuestra precomprensión del fenómeno de la
corrupción desde los distintos ángulos filosóficos.

En el primer artículo, José Luis Herrera Díaz muestra una las dimensiones
de la corrupción que muchas veces pasa desapercibida, a saber, es posible
notar que la corrupción implica una cierta paradoja. A partir de allí, despliega

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una investigación filosófica que lo lleva a una serie de reflexiones, pasando
por Wittgenstein, sobre la lógica y sus virtudes (cómo aquello nos puede ayu-
dar a comprender mejor fenómenos como el de la corrupción), pero también
sobre sus límites contemporáneos, e, incluso, da pistas de una posible su-
peración de estas dificultades: una nueva lógica intercontextual. El segundo
artículo, de Manuel A. Paz y Miño, por su parte, nos da una aproximación de
orientación más social al fenómeno estudiado. Investiga las causas del atra-
so del Perú: ¿por qué si este país está dotado de riquezas en diversos ámbi-
tos, no ha llegado a constituirse en un Estado de bienestar? Esto se liga con
la corrupción en diversas esferas, aunque, en el fondo, no habría una única
causa, sino múltiples: históricas, culturales, económicas, jurídicas, políticas y
geopolíticas. Finalmente, el autor da algunos lineamientos para comenzar a
superar la condición de atraso del país, situación que solo depende, al fin y al
cabo, nos recuerda, de los propios peruanos. El último artículo de la presente
edición, escrito por Eduardo Chocano, nos ofrece una perspectiva más indivi-
dualista de la corrupción. Plantea, pues, que la corrupción sobrepasa la esfera
político institucional y halla su fundamento en el individuo. Este actúa no solo
guiado por los valores, sino también por la contraparte de estos, a saber, los
antivalores motivados, en parte, por el egoísmo imperante, lo cual ocasiona
la corrupción. Termina con un cierto tono melancólico al admitir, pues, que
las generaciones mayores ya no pueden revertir el proceso actual regido por
los antivalores: corresponde a las nuevas generaciones, guiadas por algunos
adultos excepcionales, hacerlo.

Además de dichos artículos, presentamos, a su vez, tres ensayos que, de


una manera más libre o sintética, también nos presentan otras formas intere-
santes y originales de continuar (re)pensando el fenómeno de la corrupción.
8
El primero de ellos, realizado por Daniel Loayza Herrera, intenta abordar el
fenómeno de la corrupción desde una perspectiva multidisciplinaria: ética,
económica y jurídica. Sostiene que las teorías éticas —esencialmente las indi-
vidualistas— no logran dar suficiente cuenta del fenómeno estudiado, de allí
que sea preciso complementarlas con otras disciplinas que tomen en cuenta
un contexto más amplio, al Estado y sus respectivas instituciones. Establece,

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pues, pasando por el Análisis Económico del Derecho (lo cual le permite, a su
vez, retomar el tema del individuo), una relación directa entre la fortaleza de
las instituciones estatales y la corrupción. El segundo ensayo, de Luis Enrique
Alvizuri, penetra más hondamente en el fenómeno de la corrupción desde
una óptica más ampliada. Fija la idea de la corrupción más allá del ámbito
estatal e institucional y propone la idea de que la corrupción representa, al
tiempo, pensada neutramente, el fenómeno de la trasgresión de lo estable-
cido. Esta idea le permite constatar que la corrupción se presenta en todo
ámbito humano social donde se establezcan normas de algún tipo: desde
el familiar, pasando por el religioso mítico, hasta el filosófico. Termina remar-
cando que la corrupción, qua trasgresión, es algo esencial para el desarrollo
social, pues es aquello lo que nos permitiría salir de la inamovilidad fijada
comenzando por la que nos impone la naturaleza. La corrupción sería, pues,
una manifestación de nuestra propia libertad humana. El tercer escrito, el en-
sayo de Gabriel Fuentes Bartolini, por su parte, nos presenta una aproxima-
ción lateral al saturar, pues, el fenómeno abordado. Para ello, se vale de una
voz que roza lo poetizante. En ese giro encontramos paisajes y resonancias
que hacen brotar, a lo largo del trabajo, temas como el psiquismo, la profunda
crisis contemporánea social y del ser humano o el medio ambiente. Al final,
con aquello se logra presentar un efecto que termina desgastando aquello
que desgasta: una corrupción corrompida.

Finalmente, tenemos el amplio ensayo de David Álvaro Huallpa Vargas,


uno de los editores del presente número de la Revista Peruana de Filosofía
Aplicada, el cual vuelve a retomar el denso camino del concepto en un inten-
to de libertad, búsqueda y expresión más personal. Este trabajo, a modo de
carta a los autores, pretende continuar y ampliar, por ello mismo, las reflexio- 9
nes sólidamente planteadas por los principales filósofos de la presente edi-
ción de la revista: no es, pues, un trabajo, solitario, sino uno que parte precisa-
mente de un diálogo con los principales trabajos del presente número de la
revista y, en base a ello, despliega sus reflexiones. Para ello, aborda filosófica y
directamente el fenómeno de la corrupción en dos momentos: uno teorético
y otro, en base a lo anterior, práctico aplicado, en el que se evalúan sus prin-

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cipales implicaciones y consecuencias. Dicha investigación lleva al autor a
sostener, con todo, la siguiente tesis filosófica: la corrupción es un fenómeno
universal en la totalidad de lo real movible cuyo concepto se caracteriza por
ser relacional y farmacológico. Con todo ello, pretende, además, dar unidad a
la pluralidad de trabajos aquí presentados.

Por último, esperamos que este número especial de la Revista Peruana de


Filosofía Aplicada dedicado a la filosofía de la corrupción sea de interés y re-
flexión para todos nuestros lectores, tanto del ámbito académico como fuera
de él, y que les den algunas luces para comenzar a comprender mejor este
fenómeno que tanto daño hace a países como el nuestro.

Manuel A. Paz y Miño


David Álvaro Huallpa Vargas
Editores responsables

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ARTÍCULOS
LA PARADOJA DE LA CORRUPCIÓN
THE PARADOX OF CORRUPTION

José Luis Herrera Díaz


Universidad Nacional Federico Villarreal
newton1729@hotmail.com

Resumen: En lo que sigue haré una reflexión filosófica sobre la corrupción.


Como tal, la reflexión se planteará en el ámbito de lo especulativo proble-
matizado y, en este sentido, será distinta a la reflexión que podría hacer un
político, un sociólogo o un jurista. Sostendré que la corrupción, a diferencia
de otros delitos, presenta un carácter paradójico que se refleja en el marco
de los valores y normas de los sistemas jurídicos. La corrupción, lejos de sim-
plemente reconocerse por su oposición a alguna ley o norma, utiliza la ley
en contra del mismo sistema y, para realizar tal operación, comienza no por
oponerse a la ley sino por defenderla y aparentemente cumplirla.

Palabras claves: corrupción, paradoja, sistema jurídico, valores, lógica

Abstract: In what follows I will make a philosophical reflection on corrup-


tion. As such, the reflection will arise in the field of the speculative problema-
tized and in this sense it will be different from the reflection that a politician,
a sociologist or a jurist could do. I will argue that corruption, unlike other
crimes, presents a paradoxical nature that is reflected in the framework of
the values and norms of legal systems. Corruption, far from simply being
recognized by its opposition to some law or norm, uses the law against the
system itself, and to carry out such an operation, it begins not by opposing
the law but by defending it and apparently complying with it.

Keywords: corruption, paradox, legal system, values, logic 13

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José Luis Herrera Díaz

Introducción

La filosofía es metadiscurso, esto es, una reflexión a partir de un discurso


previo al cual critica, analiza o fundamenta. Este discurso puede bien ser el
del sentido común, como sucede con la ética, que es el discurso que critica
la moral de un pueblo dado, es decir, que, a partir de ciertas ideas nativas y
originarias sobre lo bueno o malo, justo o injusto, el filósofo se plantea cues-
tiones, desarrolla problemas y especula soluciones. Este discurso previo reco-
ge la experiencia originaria intersubjetivamente dada y el lenguaje que se ha
desarrollado y que sirve para hablar del tema. Es en este sentido que habla-
mos de la filosofía como un metadiscurso, como discurso sobre el discurso,
o discurso situado en una experiencia previa. Este planteamiento a su vez
evita la excesiva abstracción del discurso filosófico que, sin estar situado en
una experiencia, bien podría extraviarse en la metafísica más lejana y ajena a
nosotros (Castillo, 2021).

Una serie de palabras como “corrupción”, “soborno”, “robo”, etc., nos impi-
de dudar de la existencia de este fenómeno, pero la sola existencia del mismo
no es suficiente para suponer que los términos usados son claros y traspa-
rentes en su significado. Por ejemplo, una definición de corrupción como: “la
corrupción es el mal uso del poder, confiado a un funcionario, de tal forma
que es contrario a la ley”, puede dejarnos más preguntas que respuestas, tales
como ¿en qué consiste el buen uso de la ley? Si se responde que ello consiste
en seguir “el sentido de la ley”, podríamos preguntar por el sentido de la ley,
además podría pensarse que la corrupción consiste en violar el sentido de la
ley y no alguna ley, pero si así fuera entonces la corrupción más que un delito
sería un meta-delito, etc. Es por ello que los términos anteriormente nombra-
14 dos exigen un esclarecimiento.

La paradoja de la corrupción

Resulta paradójico que la justicia muchas veces use a corruptos para com-
batir la corrupción, como sucede, por ejemplo, cuando se busca la colabora-
ción eficaz con la finalidad de obtener pruebas que nos permitan descubrir a

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La paradoja de la corrupción

los jefes de bandas criminales. Este es el caso, por ejemplo, de la colaboradora


Karelin López quien se acogió a la colaboración eficaz.

López es una empresaria que se acogió a la colaboración eficaz después


de reconocer su participación en distintos delitos, que involucran al expre-
sidente del Perú, Pedro Castillo, y varios ministros de Estado. Ella mantuvo
reuniones con el mandatario en seis ocasiones, algunas en el palacio de go-
bierno, otras en su casa del Jirón Sarratea, en Breña (RPP, 2021).

López está acusada del delito contra la administración pública en la mo-


dalidad de tráfico de influencias. Con su empresa Threejots SAC ha participa-
do en los gobiernos de Alan García, Pedro Pablo Kuczinski y Martin Vizcarra;
además, López tendría antecedentes policiales por delitos que involucran
desde el robo hasta la extorsión.

Con todos estos antecedentes, Karelin López ha sido aceptada como co-
laboradora eficaz, esto es, se confía en su declaración, aun cuando esta tenga
que ser verificada. Por otro lado, dicha verificación, según el abogado Ger-
mán Ramiro Alatrista Muñiz, nunca es muy exigente, y por ser de carácter
privado no puede ser cuestionada por el abogado de la defensa. Alatrista
sostiene que el doctor San Martín Castro, especialista en el tema, reconoce
que el mayor problema de la colaboración eficaz es la falta de contradicción
por parte del abogado de la defensa y esto se debe a que la declaración del
colaborador eficaz es solo entre el abogado de la fiscalía y el juez, sin partici-
pación del abogado de la defensa.

El sistema jurídico como tal se sostiene en el supuesto de ser la expresión


normativa del compromiso moral del Estado y en tal sentido expresa un con-
15
junto de valores que aspiran a ser los más altos de una sociedad. Resulta en
este sentido contradictorio que para lograr sus fines éticos tenga que recurrir
a delincuentes, como son los corruptos, para el logro de sus objetivos.

Si el sistema jurídico, para lograr sus objetivos, precisa la colaboración


de delincuentes, que son aquellos a quienes en teoría se opone, entonces él

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José Luis Herrera Díaz

no puede garantizar la eliminación total de aquello a quien se opone, puesto


que se precisa de su colaboración.

El caso es que los sistemas jurídicos son también instrumentos de poder,


y el sistema guiado por una lógica pragmatista utilitaria sacrifica el “hacer jus-
ticia para todos los involucrados” por hacer justicia para la mayoría o aquellos
que tuvieron mayor responsabilidad, y en esto no se guía por lo más justo
sino por lo más útil.

Los ciudadanos al conocer los testimonios productos de la colaboración


eficaz sienten desconfianza de estos, es por ello que estos testimonios deben
ser verificados, pero aun cuando sean verificados no llegan a producir una
confianza adecuada y esta situación muchas veces es explotada por los opo-
sitores políticos para desacreditar el régimen. La frase “dime con quien andas
y te diré quién eres”, producto del sentido común, es usada para la especula-
ción de corrupción del aparato estatal. Es así que el medio por el cual el Esta-
do podría fortalecerse al lograr mayor eficacia en el combate de la corrupción
termina paradójicamente desacreditando al gobierno, deslegitimándolo y, en
algunos casos, produciendo desgobierno, siendo esto claramente paradójico.

Por un lado, si el Estado se decide a luchar contra la corrupción aceptan-


do la colaboración eficaz siempre habrá razones para desconfiar de la hones-
tidad del Estado. Por otro lado, si se decide no utilizar el testimonio de los
colaboradores, el ciudadano tendrá razones para dudar de la honestidad del
Estado: por no utilizar los medios adecuados para combatir la corrupción.

No es por falta de razonamiento que se produce esta situación, sino que,


aun usando un razonamiento correcto, o siguiendo una racionalidad política
16 acorde con los hechos, se produce igualmente. En efecto, la historia ha re-
gistrado casos en el cual un Estado corrupto no investigó adecuadamente y
también casos en el que el colaborador eficaz ha mentido; los ciudadanos no
creen en la verificación de las declaraciones porque su racionalidad les dicta
que éstas pueden ser inventadas.

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La paradoja de la corrupción

El resultado de todo esto es que se produce la paradoja inevitablemente.


La paradoja causa una desagradable sensación de inseguridad y desconfianza
en la que el individuo no quiere permanecer y se apresura a dejar. La forma más
rápida de dejarla es tomar partido por uno de dos bandos. Estos son:

1. El Estado debe aceptar la colaboración eficaz y debemos confiar en


los medios de su verificación.

2. El Estado no debe aceptar la colaboración eficaz de gente deshones-


ta e involucrada, sino que debe buscar otros medios para combatir
la corrupción.

Para defender su posición cada grupo ofrecerá al otro la mitad de la pa-


radoja, sin atender a la otra mitad o simplemente desestimándola; mientras
que un grupo argumentará a favor de la colaboración eficaz y negará la po-
sibilidad de la corrupción del Estado en la verificación de los testimonios, el
otro lo calificará en el mejor de los casos de ingenuo –negando de este modo
su racionalidad– y argumentará a favor de la eliminación de la colaboración
eficaz. ¿Quién tiene razón?

Es claro que, en los casos concretos, con el paso del tiempo, se van reve-
lando –al menos algunas veces– nuevas pruebas que inclinan la balanza ya
sea a un lado o al otro y la gente puede decir “ya ves, tenía razón” o “uf, que
equivocado estaba”, pero también se dan los casos en el que la duda persiste
insistentemente. Muchas veces, sin embargo, no podemos darnos el lujo de
esperar tanto tiempo para tomar una decisión, por esta razón nos pregunta-
mos: ¿Qué hacer con la paradoja de la corrupción?

Los límites del sistema jurídico 17

La desconfianza en la verificación de las declaraciones del colaborador


eficaz puede ser producto, a su vez, de la desconfianza en la perfección del
sistema jurídico o puede ser producto de la desconfianza en el uso que hace-
mos del sistema jurídico. En el primer caso se asume que el sistema jurídico es
ilimitado en su racionalidad, lo cual, como veremos, es un error.

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José Luis Herrera Díaz

Cada vez que se presenta una paradoja debemos hablar de los límites
del sistema que la ha generado. Gracias al gran lógico Kurt Gödel sabemos
que todo sistema capaz de albergar a los números naturales es incompleto,
esto es, que en él existirán teoremas que no pueden ser demostrados por
los medios lógico algorítmicos. El sistema jurídico, por supuesto, es suficien-
temente amplio como para albergar el lenguaje de los números naturales y
presentar, de ese modo, limitaciones, así que, como consecuencia, es un sis-
tema incompleto.

Esto no es ninguna novedad, hace mucho que los ciudadanos percibie-


ron las limitaciones de sus sistemas de justicia y de la política de sus países.
La corrupción política pulula en todo el globo causando una fetidez política
innegable que se expresa en frases como “los políticos son corruptos”, etc., lo
novedoso es que el teorema de Gödel limita el sistema jurídico independien-
temente de la voluntad humana, esto es, aun cuando todos nos esforzásemos
en hacer funcionar el sistema jurídico, aun así, éste tendrá limitaciones y al-
gunas sentencias jamás podrán ser el resultado riguroso de la argumentación
lógica. Quizá sea bueno recordar que esto no solo le pasa al sistema jurídi-
co, sino también a la física, las matemáticas, la ingeniería, etc. El teorema de
Gödel afecta a todos los sistemas capaces de representar números naturales.
Quizá deba mencionarse que luego de que Gödel publicara su teorema se
demostró la existencia de varios sistemas matemáticos incompletos; ello, sin
embargo, no ha limitado la investigación en dichas áreas.

Envueltos en el problema

A diferencia de los problemas lógicos, los cuales pueden ser tomados


18 como un pasatiempo –salvo para los matemáticos y lógicos–, el problema de
la corrupción jamás puede ser ignorado o dejado de lado. Lo político es tal
que invade toda nuestra vida, está en la televisión, la radio, en la conversación
de nuestros amigos y familiares: de alguna manera estamos envueltos en la
problemática en cuanto que manifestar un carácter indiferente ante la misma
es también tomada ya como una posición política, la del inconsciente. El que

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La paradoja de la corrupción

no opina sobre la corrupción se presenta ante los que la discuten como un defen-
sor de la misma y en política como un acomodado, es decir, aquel que “está tan
bien con el régimen que sin duda debe gozar de privilegios que no le hacen
reclamar justicia”, es decir, alguien injusto por su falta de consciencia social.

En el otro extremo están los que opinan, guiados solo por la emoción,
que el problema de la corrupción es una especie de guerra entre los buenos y
los malos. Los que roban al Estado, robándole a todos, y aquellos que son víc-
timas del robo, entre los cuales aquellos se ubicarían. Se muestran entonces
muy indignados y hasta coléricos, hablan de casos que dicen conocer en los
que los corruptos se han apropiado de terrenos, han viajado mucho al ex-
tranjero y, en general, se han dado “la gran vida”. Todo esto es comprensible.

Lo que es muy decepcionante es percatarse que muchas de esas perso-


nas, al preguntarse a sí mismas cómo actuarían de ser ellas las autoridades,
declaran abiertamente que serían corruptos, y robarían todo lo que pudie-
ran. Por supuesto, no lo dicen como respuesta directa a la pregunta de su
interlocutor, sino que lo suelen decir, cuando ya entrados en la conversación,
aparece como idea suelta, sin duda, producto de una asociación libre: “pero
¿tú sabes cuánto se puede robar?”, “un añito no más que estuviésemos en ese
cargo y nos forramos para toda la vida”. Estas frases inmorales son habituales
en las conversaciones de mucha gente sobre la corrupción, algunos parecen
muy indignados y es, entonces, cuando descubres que la indignación que
sentían no era producto del horror que le causa la inmoralidad (la cual han
normalizado), sino el producto de un revanchismo, de que sea a ellos a quie-
nes les roban y no poder ser ellos los que lo hagan.

Todo esto, por supuesto no es un invento mío, sino que doy testimonio de un 19
fenómeno muy habitual.

La sensación de falta de certeza

La corrupción produce “la paradoja de la corrupción” que es la situación


angustiosa en que se encuentra un ciudadano que no confía en el Estado

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José Luis Herrera Díaz

por considerarlo corrupto y que, sin embargo, lleva a cabo sus actividades
como si confiara en él. No podemos tener certeza de que ciertos sectores del
Estado trabajen honestamente, pero no podemos ir a dicha entidad y exigirle
que no sean corruptos, porque generalmente no tenemos los elementos para
demostrar dicha corrupción. No tenemos certeza de aquellas proposiciones
que nos parecen a todas luces verdaderas, como son “Juan Pérez es un juez
corrupto”, “Alan García fue un gran corrupto”, etc.

Sobre la Certeza1 es el último ensayo del filósofo austríaco Ludwig Josef


Johann Wittgenstein (1889-1951). Filosofo de singular profundidad que es a
menudo considerado el más grande filosofo del siglo XX. En SC se examina el
significado del conocimiento certero, sus conclusiones se consideran a menu-
do una refutación, desde la filosofía del lenguaje, del escepticismo clásico, un
nuevo concepto de certeza, y un aporte a la epistemología contemporánea.

En SC Wittgenstein hace un análisis de la forma en que usamos las pro-


posiciones que contienen el término “Sé”. El “sé” se usaría de dos formas muy
distintas, en la primera significaría un saber del que no se tiene ninguna duda,
es el saber de aquello que tenemos certeza, mientras que en otras ocasio-
nes el “sé” reflejaría un conocimiento en el cual creemos, pero no tenemos
el tipo de seguridad que en el primer caso. El “sé” que se usa para expresar
certezas no deja lugar a dudas, de alguna forma se nos impone, y aun cuando
quisiéramos dudar de él la duda sería solo un ejercicio teórico, nunca una
verdadera duda.

8. La diferencia entre los conceptos de «saber» y «estar seguro» no tiene nin-


guna importancia, excepto cuando «Sé» quiere decir: no puedo equivocar-
me. Ante un tribunal, por ejemplo, podría utilizar «Estoy seguro» en lugar de
20
«Sé» en todas las declaraciones. De hecho, podemos imaginar que el «Sé»
estuviera prohibido allí. (Wittgenstein, 2009, p. 780)

Los ciudadanos que afirman que el Estado es corrupto hasta el extremo


de considerarlo un Estado ilegitimo y pedir “que se vayan todos”, “nueva cons-

1. En adelante, simplemente SC

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La paradoja de la corrupción

titución”, “que renuncie el presidente”, etc., tienen la certeza de que hay co-
rrupción. Por esta razón son capaces de, incluso, arriesgar sus vidas, saliendo
en marchas en las que muchas veces hay víctimas mortales, por buscar una
solución para su país.

Esta certeza política, siendo una certeza distinta de la que expone


Wittgenstein en SC es, sin embargo, muy parecida, y, como veremos, muchas
de las categorías que el filósofo encuentra en la certeza epistémica se podrían
haber predicado para la certeza política.

Wittgenstein piensa que el conocimiento humano está estructurado de


tal forma que el saber no certero adquiriría su sentido, en última instancia, en
un conjunto de certezas que todos tenemos y de las cuales no podemos du-
dar como la creencia de que “estoy vivo”, “existe el mundo”, “ésta es mi mano”,
“nunca he estado en la luna”, etc. Este conjunto de creencias empíricas, de
las que nadie duda, son la base para que el hombre se lance al estudio del
mundo físico, la química, la astronomía, etc. que, sin duda, dan por sentadas
estas verdades.

«1. Si sabes que aquí hay una mano, te concederemos todo lo demás»
(Wittgenstein, 2009, p. 778).

Sin embargo, es bueno observar que este conjunto de proposiciones em-


píricas (“ésta es mi mano”, “nunca he estado en la luna”, etc.) no forman parte
de la ciencia, nunca aparecerán en un libro de química o astronomía, no por
ello, sin embargo, son la base de las otras.

En forma paralela y similar, solo cuando hay certeza de la corrupción es


que construimos discursos que niegan destructivamente la honestidad de to- 21
das y cada una de las instituciones, discursos que se imponen en la mente de
las marchas de protestas y que son su verdadero sustento.

Muchas veces se trata de convencer a los marchistas diciéndoles que es-


tán errados, que las conclusiones a las que llegan necesitan de pruebas y que
sin evidencia no se afirma nada. En este caso Wittgenstein nos advierte que

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José Luis Herrera Díaz

nuestro proceder es errado; puesto que no partimos de las mismas certezas,


entonces nuestros juegos del lenguaje serán distintos, y, así, no se reconoce-
rán como argumentos válidos a aquellos que partan de supuestos distintos.

«205. Si lo verdadero es lo que tiene fundamentos, el fundamento no es


verdadero, ni tampoco falso» (Wittgenstein, 2009, p. 834).

Entonces, ¿qué es lo verdadero para Wittgenstein? Lo verdadero es aque-


llo que puede ser sometido a prueba, como sucede por ejemplo con la cien-
cia, que es un discurso que exige demostración. La ciencia, y cualquier dis-
curso organizado en base a ciertas certezas indiscutibles que son el contexto,
precisa argumentación lógica y como resultado de la misma se producen las
proposiciones verdaderas.

Las certezas no son verdaderas porque no pueden, ni siquiera, ser discuti-


das, dado que quien las sostiene no puede sino pensar que en efecto se cum-
plen: si pudiera ponerlas en duda, entonces no serían verdaderas certezas, y si
en algún momento se ponen en duda, entonces se ha ingresado a otro juego
del lenguaje. Mientras que estas proposiciones funcionen como certezas son
simplemente indudables.

105. Cualquier prueba, cualquier confirmación y refutación de una hipóte-


sis, ya tiene lugar en el seno de un sistema. Y tal sistema no es un punto
de partida más o menos arbitrario y dudoso de nuestros argumentos, sino
que pertenece a la esencia de lo que denominamos una argumentación. El
sistema no es el punto de partida, sino el elemento vital de los argumentos.
(Wittgenstein, 2009, p. 808)

El sistema legal se asienta también sobre ciertas certezas previas. Por


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ejemplo, que existe el robo, que estamos de acuerdo con vivir en un Estado,
etc. Son estas certezas lo que hace necesarias las leyes según el juicio de los
ciudadanos. Sin embargo, cuando se pone en duda la ley lo que ha aconte-
cido es que dichas certezas han dejado de ser tales, y a la inversa, cuando las
certezas son de corrupción de los organismos del Estado éstas se convierten

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La paradoja de la corrupción

en la base de un nuevo sistema de pensamientos y reflexiones que tienen por


tema la duda generalizada de todo el aparato estatal

Normalmente hemos pensado los lenguajes como teorías científicas


axiomáticas, teorías que sin el apoyo de sus axiomas colapsan inmediatamen-
te, sin embargo, no es lo que vemos con el sistema legal, no acontece que la
duda en las leyes haga colapsar el sistema de justicia quedándose luego en
un limbo sin ninguna idea de lo que es justo. Lo que realmente se observa es
que un sistema sustituye al otro en la medida en que éste se va derrumbando.
Incluso en la ciencia no sucede que se abandona de golpe una teoría solo
porque presente algunas anomalías, sino que simultáneamente a los intentos
de “repararla” surgen otros sistemas especulativos, que pretenden ser su rem-
plazo. Si el conocimiento humano trabajara como un sistema axiomático, una
contradicción en el sistema nos regresaría a la edad de piedra.

Wittgenstein señala la existencia de las proposiciones bisagras. Las pro-


posiciones bisagras son ciertas proposiciones que, bajo cierto uso (juego del
lenguaje), funcionan como certezas, pero que bajo otro uso no lo son. Esto
implica que no hay una esencia de las certezas, sino que en ciertas circunstan-
cias las proposiciones pueden funcionar como certezas y en otras no.

96. Podríamos imaginar que algunas proposiciones, que tienen la forma de


proposiciones empíricas, se solidifican y funcionan como un canal para las
proposiciones empíricas que no están solidificadas y fluyen; y también que
esta relación cambia con el tiempo, de modo que las proposiciones que flu-
yen se solidifican y las sólidas se fluidifican. (Wittgenstein, 2009, p. 806)

En la paradoja de la corrupción, vemos también un vaivén en la confianza


de la gente, si confían en la verificación de la colaboración eficaz, entonces 23
ésta se debe aplicar y el hecho de que no lo haga el Estado, es un síntoma de
corrupción. Por otro lado, si se desconfía en la verificación, el que el Estado la
use es un síntoma de corrupción. Como sucede que no hay unanimidad so-
bre la confianza en la verificación, se desarrollan distintos juegos del lenguaje
para calificarla: en unos, la proposición “la verificación acredita la colabora-

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José Luis Herrera Díaz

ción eficaz” juega de certeza, mientras que en otros no lo es. Se trata de una
proposición bisagra.

Además, Wittgenstein nos advierte de una “red de certezas”. Las certezas


se encuentran relacionadas unas con otras de modo que el hecho de poner
una en duda afecta a las otras, y esto mismo es lo que pasa en un sistema en
el que se descubre una corrupción, esto de inmediato lleva a dudar de otras
leyes, si bien esto no hace que el sistema colapse, sí produce un ambiente de
desconfianza generalizada: un hedor que contamina y crea malestar.

«225. No me aferro a una proposición, sino a una red de proposiciones»


(Wittgenstein, 2009, p. 701).

¿Por qué existe una tendencia hacia la destrucción en lugar de


construir y apoyarse?

Esta flexibilidad que tienen los lenguajes de poseer proposiciones bisa-


gra no la tiene, sin embargo, la lógica, porque la lógica se guía por el sistema
axiomático, no por la realidad lingüística.

Los primeros lógicos fueron matemáticos, estamos hablando de Frege,


Russell, Boole, etc. Ellos desarrollaron la lógica, pensando que debía ser más
rigurosa que la aristotélica y dado que las matemáticas siempre han sido el
modelo de la rigurosidad, tomaron por modelo las matemáticas.

Nadie puede poner en duda que darle una forma matemática a la lógica fue
un gran paso, esto no solo permitió los avances de la lógica proposicional,
sino sobre todo los de la lógica cuantificacional, también llamada de segundo
nivel que contiene toda la lógica aristotélica y mucho más. No es el momento
24
para dudar de la utilidad de las matemáticas en el desarrollo de la lógica.

Lo que podría pasar, sin embargo, es que nuestra matemática no fuera lo


suficientemente avanzada y que, como consecuencia de ello, la matematiza-
ción de la lógica no fuera completamente desarrollada. Lo que nos sugiere
la paradoja de la corrupción en nuestro análisis no es que la lógica está mal,

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La paradoja de la corrupción

sino que no es suficiente para representar las proposiciones bisagra, que sin
embargo en la práctica todos usamos.

No hay que ser muy observador para percatarnos de que los desencuen-
tros entre los marchistas y los que defienden al Estado producen, en ambos
grupos, actos de violencia irracionales que, incluso, han terminado en muer-
tes; siempre, sin embargo, hemos atribuido esa falta de razón a la emoción y
al fanatismo, al no saber tolerarnos y al ser violentos. Lo que propongo (sin
negar lo anterior) es que puede haber una razón lógica para este desencuen-
tro, una limitación en nuestro entendimiento, en nuestra forma humana de
pensar, que hace difícil comprendernos y ante esta dificultad, unida con una
falta de paciencia, se desencadena la emoción y el fanatismo, el extremis-
mo y la necedad.

Nuestra lógica es contextual de modo que la verdad que puede ser pen-
sada es siempre relativa a ciertos supuestos inalterables. De este modo, la po-
sición del otro, comúnmente llamada “su verdad”, solo puede ser entendida
bajo el supuesto de que cuestionemos a la vez la propia (nuestra verdad),
pero esto parece en principio imposible, pues si cuestionamos los principios
de los cuales partimos no hay garantía de que nuestro razonamiento sea bue-
no y ni siquiera que se pueda dar, pues, como hemos visto, desarrollar un sis-
tema de pensamiento presupone un conjunto de certezas inamovibles para
dotar de sentido nuestro discurso. Por ejemplo, ¿qué sentido tendrían todas
las fórmulas físicas si no existiera un mundo en el que existen cosas que se
mueven? Sencillamente parecerían un ejemplo extraño y abstracto de mate-
máticas y por más que tratáramos de entenderlos no podríamos, porque ca-
receríamos de la experiencia del mundo que es en última instancia donde se 25
sostiene la interpretación de las fórmulas. La existencia del mundo da sentido
a ese conjunto de fórmulas que es la física, y pretender quitarle las certezas
a tal discurso lo convierte en un mero ejercicio abstracto, ingenioso quizá,
pero nunca real.

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José Luis Herrera Díaz

Por supuesto se han propuesto soluciones (como la fusión de horizon-


tes o el principio de caridad) pero sucede que éstas realmente no resuel-
ven el problema.

Las matemáticas son un ejemplo de razón contextual, simplemente no se


puede hablar de nada si no se declara dónde están definidos los signos que
usas, y esto siempre dentro de un conjunto que, junto con los axiomas, cons-
tituyen el contexto.

El dialogo entre dos partes presupone poner entre paréntesis mis certe-
zas más caras y abrirme a otras posibilidades sabiendo, o intuyendo, que al
hacerlo dejo un discurso coherente para mi por la aventura de una verdad
que quizá no llegue a entender. El dialogo precisa valor y audacia intelectual,
pensar no solo con la lógica, esa que precisa de certezas, sino también con
algo más que nosotros tenemos, pero que no tiene propiamente un nombre,
sabemos que existe porque los conflictos acaban y el dialogo algunas veces
se logra, pero no somos dueños de él, no al menos por ahora.

El dialogo es un aspecto del lenguaje que Wittgenstein no llegó a analizar,


esto quizá se deba a que partió del concepto de proposición. Si el fenómeno
fundamental del lenguaje no es la proposición, sino la comunicación enton-
ces la lógica es un discurso limitado, esto sin embargo no implica que no se
le pueda completar.

Si el fenómeno fundamental del lenguaje es la comunicación, y no el


significado, entonces posiblemente toda la filosofía analítica, toda la filosofía
del lenguaje sea un discurso muy limitado, apenas una sombra de lo que debe
ser, pero ello no significa que los filósofos del lenguaje estuvieran equivoca-
26 dos. Porque, así como lo fundamental es la convivencia humana, nacida de
la comprensión y el dialogo, es claro, sin embargo, que dicha comprensión
debe de comenzar por saber explicar con argumentos lo que pensamos, no
podemos comenzar por lo más complejo sin antes conocer bien lo simple.
Si es así quizá llegue un día en que la filosofía analítica nos diga la razón de
nuestros desencuentros.

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La paradoja de la corrupción

Conclusiones

A modo de conclusiones podemos mencionar:

1. Existe una paradoja de la corrupción que es la situación angustiosa


en que se encuentra un ciudadano que no confía en el Estado por con-
siderarlo corrupto y que, sin embargo, lleva a cabo sus actividades
como si confiara en él.

2. La paradoja causa una desagradable sensación de inseguridad y


desconfianza en la que el individuo no quiere permaneces y se apre-
sura a dejar. La forma más rápida de dejarla es tomar partido por
uno de dos bandos.

3. En la paradoja de la corrupción, vemos un vaivén en la confianza de


la gente: si confían en la verificación de la colaboración eficaz, enton-
ces esta se debe aplicar y el que no lo haga el Estado constituye un
síntoma de corrupción; por otro lado, si se desconfía en la verifica-
ción, el que el Estado la use es un síntoma de corrupción. Como su-
cede que no hay unanimidad sobre la confianza en la verificación se
desarrollan distintos juegos del lenguaje para calificarla: en unos la
proposición “la verificación acredita la colaboración eficaz” juega de
certeza, mientras que en otros no lo es. Se trata de un caso concreto
de una proposición que se solidifica (para servir de certeza) y que
luego se fluidifica (deja de ser certeza).

4. La paradoja de la corrupción sugiere que es necesaria una matemati-


zación más amplia de la lógica que permita representar a estos nue-
vos fenómenos lógicos, tema que desarrollo en mi tesis de maestría. 27

5. El significado ha sido hasta hoy la problemática fundamental de la fi-


losofía analítica, pero si el significado solo puede entenderse cono-
ciéndose los juegos del lenguaje –y estos son fluyentes–, entonces es
posible que el concepto fundamental de la filosofía analítica cambie
de la proposición-oración al dialogo.

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José Luis Herrera Díaz

6. El ser humano ha desarrollado a través de la historia ejemplos ex-


traordinarios de discursos contextuados, (como las teorías matemá-
ticas axiomatizadas, las ciencias físicas, las teorías filosóficas, etc.).
Al mismo tiempo se ha mostrado muy limitado cuando ha tenido que
enfrentarse a problemas que involucran más de un contexto, (conflic-
tos armados, racismo, clasismo, eurocentrismo etc.), no es que no
hayamos podido superar algunos, pero por lo general son produc-
to de la genialidad, (teoría de la relatividad de Galileo, teoría de la
relatividad restringida de Einstein, números negativos, el número 0,
el dialogo filosófico, Platón, etc.), todo esto es una muestra de que
nos percatamos del problema de entender más de un contexto o
perspectiva, pero no es algo que realmente manejemos y podamos
siempre superar.

Si el ser humano es un animal producto de la evolución y si la razón, y la


lógica con ella, son productos evolutivos, ¿por qué tendríamos que pensar
que nuestra razón evolucionó perfectamente?, pudo muy bien quedarse a
medio camino entre la conquista de una nueva razón, de una nueva lógica,
y pienso que esa nueva lógica ya no es solo contextual, sino intercontextual,
como se sostiene en Las cinco esquinas de la racionalidad.

Referencias
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Lifeder. https://www.lifeder.com/metadiscurso/
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28 RPP Noticias. https://rpp.pe/politica/gobierno/quien-es-karelim-lo-
pez-la-trayectoria-de-la-empresaria-que-figura-como-visitan-
te-de-palacio-y-la-casa-de-brena-noticia-1373094
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Investigaciones filosóficas. Sobre la certeza (J. Prades & V. Raga, Trad.).
Gredos.

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¿POR QUÉ HAY POBRES EN UN PAÍS RICO COMO
EL PERÚ? QUÉ HACER PARA SER UNA SOCIEDAD
DE BIENESTAR PARA TODOS SUS HABITANTES
WHY ARE THERE POOR IN A RICH COUNTRY LIKE PERU? WHAT
TO DO TO BE A WELFARE SOCIETY FOR ALL ITS INHABITANTS

Manuel A. Paz y Miño


Universidad Nacional Mayor de San Marcos/Linköping University
mpazyminoc@unmsm.edu.pe
https://orcid.org/0000-0001-6549-795x

Resumen: En este artículo presentaremos varias explicaciones para en-


tender nuestro atraso desde la historia, la cultura, la economía nacional e
internacional, la geopolítica, etc., y también algunas reflexiones sobre tal
situación. Finalmente, presentaremos alternativas de solución para superar
tal atraso.

Palabras clave: atraso, desarrollo, causas, soluciones

Abstract: In this article we will present various explanations to understand


our backwardness from history, culture, national and international economy,
geopolitics, etc., and also some reflections on this situation. Finally, we will
present alternative solutions to overcome such delay.

Keywords: backwardness, development, causes, solutions

29

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Manuel A. Paz y Miño

Introducción

El Perú, un país independizado de la corona española desde hace 200


años y con muchos recursos naturales sean animales, vegetales y minerales y
con grandes potencialidades energéticas renovables, ¿por qué no es un país
desarrollado? ¿Por qué está rezagado en ciencia y tecnología, en índice de
desarrollo humano?

Nuestro país es el principal productor mundial de papa (Andina, 2021b),


quinua (Andina, 2021a), fibra de alpaca (Ministerio de Desarrollo Agrario y
Riego, 2021), tara (León, 2020) y harina de pescado (González, 2021), el se-
gundo de cobre (Energiminas, 2021), coca (Gutiérrez, 2021) y uva (Gestión,
2021), el tercero de zinc (Díaz, 2021) y plata (Quinde, 2021a), el cuarto de plo-
mo, molibdeno, estaño (Quinde, 2021b) y kión o jengibre (Andina, 2021c), etc.

No basta con que haya crecido su producto bruto interno (PBI) y que lo
siga haciendo. Se necesita que disminuya y se acabe la corrupción que corroe
todo el sistema estatal, la pobreza, la pobreza extrema, el trabajo informal,
el desempleo, las deficiencias del sistema educativo, de salud, transporte y
judicial, la dependencia económica, científica y tecnológica que tenemos de
otros países, que crezca su índice de desarrollo humano en lo que respecta a
salud, educación y vivienda.

Es decir, ¿por qué no es una sociedad de bienestar donde el Estado brin-


de servicios de calidad a todos sus ciudadanos sin importar en qué parte del
país se encuentren? ¿Por qué hay niños anémicos (700 mil niños menores de
3 años anémicos en el 2019 según el INEI; Ministerio de Salud, 2020), gen-
te analfabeta (casi un millón 400 mil según el INEI en el 2017; Ministerio de
30 Educación, 2017) y otra que se prostituye (más de 66, 500 en el 2016, según
la ONU; Internet Archive, 2016)? ¿Por qué el robo de celulares es un delito
frecuente (más de 3.500 según Osiptel; La República, 2016)? ¿Por qué detrás
de los gastos gubernamentales (a nivel municipal, regional o nacional) se pro-
duce corrupción (casi 23 mil 300 millones soles menos para el país en 2019
según la Contraloría; Perú21, 2020)?, etc.

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¿Por qué hay pobres en un país rico como el Perú?

Explicaciones del atraso peruano

Seguidamente presentaremos varias explicaciones para explicar nuestro


atraso desde la historia, la cultura, la economía nacional e internacional, la
geopolítica, etc.

La causa histórica fundamental que se aduce, con mucha frecuencia, es


que los conquistadores españoles al invadir el Tawantisuyu o Imperio incaico,
refrenaron y destruyeron su evolución como civilización. Como cualquier otra
invasión de conquista, la hispana impuso su cultura sobre la andina, obligan-
do a los habitantes originarios de esta parte del mundo a cambiar su lengua,
su religión, sus vestimentas, etc., por la de los colonialistas europeos que no
solo usurparon sus tierras, sino que los convirtieron, a muchos de ellos, en sus
sirvientes o trabajadores esclavos, explotados hasta la muerte.

Esta invasión dividió en dos a la sociedad emergente: unos, los invasores


españoles, blancos, cristianos y civilizados y así, supuestamente, superiores a
los otros, los conquistados andinos, cobrizos, llamados paganos, incivilizados
y salvajes y, así, inferiores a los conquistadores.

Esta división de la sociedad, con sus consecuencias económicas, cultu-


rales y educativas, encarnada en el Virreinato del Perú, que duró tres siglos,
la heredó la República del mismo nombre, a pesar de los intentos rebeldes
contra los conquistadores, durante la colonia, y los latifundistas, en la década
de 1960. Es, por lo tanto, ésta división la causa social, derivada de la histórica,
una de las razones de nuestro subdesarrollo.

Recién con la Reforma Agraria, implantada desde 1971 por la llamada Re-
volución nacionalista del general Juan Velasco Alvarado, que los campesinos 31
perdieron su status de siervos, y se les adjudicó las tierras expropiadas a los
latifundistas y hacendados que los explotaban.

Pero eso no fue suficiente para que la predominante visión racista coste-
ña sobre los habitantes de la sierra peruana dejara de tratarlos y considerarlos
como ciudadanos de segunda clase, y de ese modo catalogarlos como po-

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Manuel A. Paz y Miño

bres e ignorantes. Esto fue clarísimo de observar en las reacciones de muchos


limeños cuando un partido provinciano ganó la primera y segunda vuelta de
las elecciones generales de 2021, lo cual evidencia que los recientes y actuales
contenidos educativos, así como las normas y leyes antidiscriminatorias aún
no han podido evidentemente solucionar este problema de siglos. Por ello,
también podemos hablar de la causa cultural de la división de nuestro país.

Sin embargo, el racismo no explica el porqué de la pobreza de muchos


peruanos, no solo provenientes de la sierra o el ande peruano, sino también
de las ciudades y la costa. Siendo que por siglos se ha tratado como a inferio-
res a los habitantes de esta parte del mundo, muchos de éstos y sus descen-
dientes han interiorizado su condición de oprimidos, dominados y explota-
dos, situación justificada por sus rasgos raciales y culturales, por lo que ellos
mismos aspiran a ser como sus opresores además de tener un poder econó-
mico y preparación educativa semejantes a las de ellos. Así se entiende que
haya quienes no quieren que sus hijos hablen su idioma originario, se vistan
con su ropa típica o expresen su propio arte.

Siendo el Perú un país predominantemente mestizo, podemos encon-


trar migrantes vueltos en empresarios exitosos, léase millonarios. Entonces
dividir a los peruanos entre limeños y provincianos solo nos da un esquema
limitado de los problemas nacionales.

Cuando hablamos de trabajadores desempleados y subempleados sin


seguro social, estabilidad laboral, vacaciones ni salarios y pensiones dignos
no equivalentes a la canasta básica familiar y en condiciones de explotación
al trabajar más de ocho horas diarias, nos remitimos a la causa económica
que explica su pobreza. Cuando mencionamos que este problema salarial
32
está sustentado por leyes que protegen la explotación contra ellos por par-
te de sus empleadores, estamos apuntando a la causa legal de la pobreza
de muchos de los trabajadores. A su vez, las leyes laborales y las demás que
ordenan la sociedad (la economía, la salud, la seguridad interna y externa, la
tributación, la autoría, el medio ambiente, etc.) son aprobadas y promulgadas
por el presidente y el congreso de la República, los cuales tienen una concep-

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¿Por qué hay pobres en un país rico como el Perú?

ción de la sociedad y la justicia así como una práctica y, de ese modo, estamos
hablando de la causa política de la pobreza.

Entonces tales leyes y su ejecución dependen de los políticos de turno


que gobiernan la sociedad y el país. Leyes a favor o en contra de los derechos
laborales, educativos, culturales, religiosos, económicos, ambientales, de la
vida y la salud, etc. Leyes específicas que favorecen o no a la apertura o el
cierre de empresas e industrias, como la actividad minera formal, la admi-
nistración nacional de los puertos y aeropuertos, los actos de corrupción, la
educación científico-tecnológica escolar, etc.

Pero, además no solo hay malas empresas nacionales que se enfrascan en


maltratar a sus trabajadores y contaminar el medio ambiente sino también
lo hacen filiales de corporaciones transnacionales abiertas y asentadas en el
Perú, cuyos intereses son protegidos por sus respectivos gobiernos sea a tra-
vés de la diplomacia o el intervencionismo, incluso, armado.

Posibilidades de superación de nuestro atraso

Para superar nuestro atraso como país y nación se requerirán entonces


cambiar las causas que lo propician.

En primer lugar, se deberán cambiar las leyes, específicamente anular


aquellas que están contra la vida y la salud de los habitantes peruanos. Se
deberán derogar las leyes que favorezcan la explotación indiscriminada de
nuestros recursos naturales y el no pago de los impuestos correspondientes
por parte de las corporaciones trasnacionales y nacionales, la explotación y
el subempleo de los trabajadores, leyes que criminalicen la justa protesta ciu-
dadana, leyes que limiten la participación ciudadana en la política, etc. Se 33
deberá combatir la corrupción y el narcotráfico con medidas legales y puniti-
vas más duras, como declarar sus prácticas traición a la patria. Sumado a todo
eso, se deberá reformar el sistema judicial, retirar a los jueces incompetentes
y corruptos y reemplazarlos por otros elegidos por voto popular. Y se debe-
rá estimular legalmente en gran manera una mayor participación ciudadana

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Manuel A. Paz y Miño

en la toma de decisiones locales, regionales y nacionales para así tener una


mejor democracia.

En segundo lugar, se deberá promover, estimular económicamente y


apoyar a nivel técnico, y en sumo grado al sector agropecuario, para hacer
un mejor y mayor uso de la tierra, así como mejorar la productividad de la
ganadería, la avicultura, la apicultura y la piscicultura.

En tercer lugar, se deberá efectuar una revolución en la educación en to-


dos sus niveles que propicie en los alumnos la creatividad, el deporte, el pen-
samiento crítico, la participación y la investigación y el conocimiento cientí-
fico, así como una mentalidad del cuidado del medio ambiente y el reciclaje.
Paralelamente se deberá efectuar campañas intensivas de alfabetización para
los adultos que no sepan leer ni escribir.

En cuarto lugar, se deberá realizar tratados de gobierno a gobierno para


traer misiones especializadas y propiciar reformas en todos los sectores de la
sociedad en los cuales sus países de origen destaquen.

En quinto lugar, se deberá imponer mayores tributos a los más ricos como
ya se ha hecho en otras partes del mundo (como países de Europa: Noruega,
España, Suiza y Bélgica, y América Latina: Uruguay, Argentina y Colombia;
BBC New Mundo, 2020).

Sin las transformaciones necesarias no se lograrán los grandes cam-


bios indispensables para que el Perú sea un Estado de bienestar para todos
sus ciudadanos.

Conclusiones
34
Hemos visto que hay varias causas para explicar el atraso social, económi-
co y tecnológico de nuestro país. Causas recientes como centenarias que, una
vez entendidas, nos pueden ayudar a encontrar el camino a la solución de
nuestro estancamiento como nación favorecida en gran manera de recursos
naturales y humanos, de gente capaz de esfuerzo, trabajo e inventiva.

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¿Por qué hay pobres en un país rico como el Perú?

No solo las causas provienen de afuera sino también de adentro. No solo


hemos sido víctimas sino también cómplices de los intereses foráneos y do-
mésticos que solo han buscado lucrar a toda costa, sin importarles la natura-
leza, la salud y la vida.

Nuestros compatriotas olvidados y marginados por siglos demandan ser


escuchados y ser partícipes de la historia actual del Perú. Nadie nos regalará
nuestro bienestar ni una vida mejor. Depende de nosotros, especialmente de
los que tienen fortaleza moral, preparación idónea y valentía, y en la medida
que nos organicemos y seamos conscientes de que debemos cambiar las co-
sas, que haremos del nuestro un país mejor, no permitiendo que los corrup-
tos oportunistas y traidores a la patria sigan entregando muy baratamente
sus riquezas a intereses ajenos.

Referencias
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pe: Plataforma digital única del Estado Peruano. https://anemia.ins.
gob.pe/situacion-actual-de-la-anemia-c1
Perú21 (2020, agosto 19). Contraloría: Corrupción le costó más de S/23 mil
millones al país en 2019. Perú21. https://peru21.pe/politica/contra-
loria-corrupcion-le-costo-mas-de-s23-mil-millones-al-pais-en-2019-
congreso-noticia/
Quinde, B. (2021a, junio 15). China desplazó al Perú como segundo productor
mundial de plata. Tiempo Minero. https://camiper.com/tiempomi-
nero-noticias-en-mineria-para-el-peru-y-el-mundo/china-despla-
zo-al-peru-como-segundo-productor-mundial-de-plata/
Quinde, B. (2021b, mayo 24). Perú líder minero: primero en Latinoamérica
y cuarto en el mundo en reservas de oro. Tiempo Minero. https://
camiper.com/tiempominero-noticias-en-mineria-para-el-pe-
ru-y-el-mundo/peru-lider-minero-primero-en-latinoamerica-y-cuar-
to-en-el-mundo-en-reservas-de-oro/

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REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


¿POR QUÉ LA CORRUPCIÓN ES COTIDIANA?
WHY IS CORRUPTION COMMON?

Eduardo Jesus Chocano Ravina


Universidad de Lima/Universidad TECH
ejchocano@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-2254-6197

Resumen: La sociedad dice que castiga al corrupto y que no tolera ciudada-


nos que vayan en contra del bienestar social. En realidad, esto solo se refleja
en lo político y si uno actúa deslealmente en búsqueda de su beneficio per-
sonal, regido por sus antivalores, se le ve como un ser inteligente y quien ac-
túa en base al bien común, en base a valores, resulta rechazado. El siguiente
artículo busca explicar por qué la corrupción es cotidiana entre las personas.
Esto por medio de comprender qué significa la palabra corrupción, finalizan-
do con una posible solución al problema presentado.

Palabras claves: Corrupción, sociedad, valores, antivalores, egoísmo

Abstract: Society says that it punishes the corrupt and that it does not to-
lerate citizens who go against social welfare. In reality, this is only reflected
in the political and if one acts disloyally in search of one’s personal benefit,
governed by his anti-values, he is seen as an intelligent being and whoever
acts based on the common good, on the basis of values, is rejected. The fo-
llowing article seeks to explain why corruption is common among people.
This is by understanding what the word corruption means, ending with a
possible solution to the problem presented.

Keywords: Corruption, society, values, anti-values, selfishness 39

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Eduardo Jesus Chocano Ravina

«Creo que el diablo no existe, pero el hombre lo ha creado, lo ha


creado a su imagen y semejanza» (Dostoyevski)

¿De qué hablaremos?

“Noticia de último minuto: se encuentra al presidente del Estado X con


siete casas nuevas adquiridas durante el primer año de su mandato. Dice que
recibió todo de una herencia de su abuela”. “Flash informativo: hijo del alcal-
de es encontrado con fajos de dinero debajo de su cama. Se indigna ya que
afirma que la policía allanó su casa porque le tienen envidia”. Noticias como
las anteriores se presentan diariamente, en especial si vives en Latinoamérica.
Es corrupción, decimos con tranquilidad y seguimos con nuestras actividades.
¿Cómo llegamos a este punto?

Con el fin de lograr dar respuesta a esta cuestión, en primer lugar, se des-
cribirá en que consiste la corrupción y su permanencia en la sociedad actual.
Luego, se analizará el egoísmo como característica básica de las sociedades.
Posteriormente, se explicará cómo este egoísmo resulta ser la base para la
permanencia de la corrupción en la sociedad por medio del análisis de la
aceptación de la misma por los ciudadanos. Finalmente, se buscará una ma-
nera de solucionar esta situación, si es que acaso es posible.

¿Qué es corrupción?

Informalmente, la corrupción solo se considera cuando los funcionarios


de los cargos públicos importantes se llevan dinero perteneciente al Estado o
reciben dinero de empresas o entes externos con el fin de enriquecerse. Las
40 marchas políticas son la mejor muestra de esto. Gritos de “muerte a los co-
rruptos”, “quemen el Congreso”, “vacancia presidencial”, y similares son mues-
tra de cómo la corrupción se concentra en el campo político según el pueblo.
Marchas ocurren en países de todos los continentes. Cada una con sus cánti-
cos propios compartiendo una misma meta contra el gobierno.

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


¿Por qué la corrupción es cotidiana?

Sin embargo, el significante “corrupción” posee varios significados. La RAE


brinda cuatro posibles, de los cuales surcan desde la descomposición, corrom-
per a alguien o a uno mismo, deterioro de los valores y la utilización indebida
de las funciones de un cargo público (Real Academia Española, 2021a). Los
dos últimos son los que nos interesan. El primero pues resulta ser el punto de
partida del análisis. El segundo es la corrupción que buscamos comprender.

La corrupción como deterioro de los valores tiene dos elementos de aná-


lisis: Deterioro y valores. El deterioro es un concepto utilizado mayormente en el
campo de la administración, las finanzas y la economía. Escuchamos como se
deterioró el vehículo o las acciones de una empresa. Esto lleva a entender que
deterioro es la pérdida de valor.

Ahora pasamos al segundo elemento, el valor significa algo que es aprecia-


do. Es valioso un buen reloj o una gran casa, económicamente hablando. Pero,
en esta oportunidad buscamos hablar respecto al valor de las personas. Ya no
estamos en las épocas pre contemporáneas en las cuales se podían comprar
personas como esclavos. Los sujetos, actualmente, cuando se refieren a los
valores de una persona se refieren a las ideas que sigue en su forma de vida.

Igualdad, equidad, solidaridad, amor, tolerancia y compromiso son algu-


nos de los valores positivos que se buscan en la sociedad. Los cuales resultan
ser las máximas que los ciudadanos deberían seguir. Roberto Casales García,
filósofo, entiende a la máxima de la siguiente manera: «[…] la máxima es la
unidad de sentido que constituye el núcleo de toda genuina acción racional»
(Casales, 2013, p. 241).

Entendemos entonces que nuestras acciones como sujetos pensantes pro-


41
vienen de un valor. Si regalamos un sol (S/) a un desamparado, es porque el
valor amabilidad originó dicha acción. Los valores no son todos beneficiosos
para la sociedad. Así como existe alguien bondadoso existe un despiadado.
Desde el sujeto que regala una bolsa de pan por ver sonreír a quien lo recibe,
a otro sujeto que su felicidad proviene de quitarle el pan a quien no tiene.

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Eduardo Jesus Chocano Ravina

Conocer que existen valores positivos como “negativos” que terminan


generando máximas en los individuos es la base para comprender qué es la
corrupción. Una definición práctica es que la corrupción es un conjunto de
valores negativos que son la máxima que guía a un individuo a buscar pro-
vecho de los demás usando como medio la posición en la que se encuentre.
El primer pensamiento que viene es el de los políticos robando el dinero del
pueblo o gerentes adueñándose del sueldo de sus empleados. Los cuales
son buenos ejemplos. Sin embargo, cualquier persona está en capacidad
de ser corrupta.

La corrupción de cada día

En el momento que recoges un boleto de bus y lo haces pasar como tuyo


estas siendo corrupto. La probabilidad que el cobrador recuerde que pagaste
es mínima. Suben y bajan pasajeros a lo largo de su jornada laboral de doce
horas. Sabes que te creerá si le muestras un ticket diciendo ya pagué.

El pasajero aprovecha su situación de consumidor y de ser uno entre va-


rios para evitar el pago. Esta acción tiene como “valores” principales al egoís-
mo y el egocentrismo. Ya que, el corrupto solo busca beneficiarse a sí mismo
sin importarle cómo terminará el afectado. Ese pasaje podría significar parte
del pago de la renta de su casa o los panes del próximo desayuno.

A lo largo del artículo se recalcó con comillas la palabra negativo y valor.


Esto se debe a que en realidad el egoísmo no es un valor; es un antivalor.
Bernando Sosa, filósofo panameño, entiende a los antivalores como todo lo
que desagrada a las personas, aquello que va en contra de la dignidad huma-
na (Sosa, 2017). Cada valor tiene su contraparte conocida como antivalor.
42 Sin embargo, no necesariamente un sujeto debe tener un valor para tener el
antivalor correspondiente.

Se supone que los antivalores deben ser rechazados y premiar a quienes


sigan los valores. La valentía se premiaría y se castigaría al cobarde. No obs-
tante, el valiente termina muerto y el miedoso sigue con vida. En la Ilíada,

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¿Por qué la corrupción es cotidiana?

Héctor decide enfrentarse “al de los pies ligeros”, Aquiles. El mejor soldado
troyano contra el “inmortal” rey de los mirmidones. El resultado: Héctor derro-
tado y su cadáver siendo arrastrado alrededor de la muralla troyana para que
todos los ciudadanos puedan ver la humillación de su líder.

Por otro lado, ¿quién sobrevivió a la Guerra de Troya y terminó matando


al poderoso Aquiles? Paris fue el hombre que se escondió dentro de la forta-
leza troyana toda la batalla, quien evitó conflictos directos en cada comba-
te, quien abusó de la confianza del rey espartano con el fin de enamorar a
Helena. El cobarde logró lo imposible, disparó una flecha que culminó con la
vida del máximo guerrero de la historia griega, Aquiles.

Por culpa del guiado por los antivalores, ocurrió la destrucción de una ci-
vilización entera. Los troyanos prefirieron proteger a uno de los suyos que actuar
en base a los valores correctos como la fidelidad y la honradez. Premiaron con
protección al canalla, culminando en la muerte del valeroso.

En la actualidad ocurre lo mismo, tomemos de ejemplo el caso del ex


presidente de EE.UU. Donald Trump. Rubén Perina, analista internacional, pu-
blicó un artículo en el cual coloca algunos de los adjetivos más utilizados para
describir al ex mandatario por los medios de comunicación tradicionales y las
redes sociales. Los cuales son:

Agresivo, “bully,” autoritario, abusivo, caótico, errático, inestable, impetuo-


so, corrupto, deshonesto, “jerk”, mezquino, amoral, dictador, irrespetuoso de
normas y de instituciones, gánster, temerario, imprudente, irresponsable,
el peor presidente de la historia moderna e indigno de ser presidente, peli-
groso, incompetente, inepto, difamador, divisivo, polarizante, egocéntrico,
narcisista, arrogante, pedante, delirante, ignorante, inmodesto, insultante, 43
vulgar, rudo, misógino, mentiroso, mendaz, repugnante, racista, suprema-
cista, xenofóbico. (Perina, 2020)

En esta lista desarrollada por Perina, observamos que todos los adjetivos
son negativos. Antivalores como rudo, misógino, peligroso, mentiroso, por
nombrar algunos, se hacen presentes. Lo cuestionable es: ¿Cómo un señor

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Eduardo Jesus Chocano Ravina

como Trump llegó a ser presidente si es que el voto es voluntario y demo-


crático en EE.UU.?

Sencillo, la población no se fija en lo negativo de su persona. En realidad,


resaltan otros aspectos de Trump como el gran empresario, el hombre de ne-
gocios y el conquistador de mujeres. Los votantes no se fijan en lo malo del
candidato ya que el país no se ve influenciado por ello. Prefieren a un hombre
que tratará a EE. UU como una empresa con el objetivo de maximizar sus be-
neficios antes que a un humanitario altruista que no domina el manejo de los
recursos del Estado.

¿Por qué se premia al guiado por los antivalores?

El egoísmo como base de la sociedad actual

El ritmo es acelerado. Los individuos no tienen tiempo para dedicarlo a


pensar en terceros lejanos de sus temas prioritarios. El poco tiempo dispo-
nible se dedica a los seres queridos y al crecimiento personal. ¿Por qué me
serviría ayudar a X si no me devolverá el favor?

Pensarán que es falso y que existen sujetos que buscan apoyar al resto
sin beneficio alguno. Los voluntariados, por ejemplo. Reúnen a un conjunto
de personas con el fin de realizar labores al servicio de la comunidad. En rea-
lidad, son guiados por su egoísmo. Detrás de la acción social se encuentra un
certificado de agradecimiento, conocer nuevas personas o el reconocimiento
social por la actividad realizada.

El egoísmo definido por la RAE tiene dos significados, de los cuales utili-
zaremos el primero, que dice: «Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que
44 hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los de-
más» (Real Academia Española, 2021b).

El excesivo amor a uno mismo resulta el motor del accionar. Incluso la teo-
ría de la psicología del egoísmo psicológico defiende la idea de que todos
los motivos que tiene el hombre para actuar se basan en nuestros intereses

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


¿Por qué la corrupción es cotidiana?

(Trejo, 2012, p. 114). El egoísmo como motor del accionar humano proviene
desde que el hombre existe. La supervivencia motiva que uno busque todo lo
necesario para subsistir.

Arthur Schopenhauer, filósofo alemán del siglo XIX, plantea lo siguiente


respecto al egoismo:

El egoísmo es ilimitado conforme a su naturaleza: el humano quiere incondi-


cionadamente conservar su propia existencia, quiere estar libre de dolores,
entre los que se cuentan toda carencia y privación, quiere la mayor suma de
bienestar y quiere todo el placer del que es capaz para lo cual busca desa-
rrollar, en cuanto le es posible, nuevas capacidades de goce… cada uno se
convierte a sí mismo en el centro del universo, lo relaciona todo consigo mis-
mo y todo cuanto ocurre, incluso los más grandes cambios en los destinos
de los pueblos, los relaciona siempre y en primer lugar con su propio interés.
(Schopenhauer, 1840, como se citó en Carrillo, 2008)

Idea planteada hace más de cien años que subsiste en la actualidad. El


propio interés define cómo actuaremos. Situación que se vuelve el campo de
cultivo perfecto para la corrupción. Después de todo, debo satisfacer mis ne-
cesidades con el fin de llegar al máximo grado de bienestar posible. Esta idea se
refleja tanto en los políticos como en los ciudadanos del día a día.

¿Se puede hacer algo?

La respuesta es sí. Sonará un cliché lo que expondré, la solución se en-


cuentra en los más jóvenes guiados por unos cuantos viejos que decidan enseñar
valores. El cambiar las máximas guiadas por los antivalores en la población adul-
ta no es posible. Un hombre ya formado, a menos que ocurra un hecho trascen- 45
dental que lo haga cambiar, mantendrá sus ideas hasta el momento que muera.

Por lo que las juventudes resultan la población perfecta para lograr el


cambio. Lo complicado resulta en encontrar a los encargados de educarles.
Los actuales adultos ya forman parte del mundo corrupto. Se necesita hallar a

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Eduardo Jesus Chocano Ravina

las excepciones, a quienes aún sientan felicidad al apoyar al desprotegido y


que entiendan que el mundo son todos y no solo uno.

La enseñanza es la herramienta del cambio social. Uno inculca valores


con la meta que los enseñados las practiquen. Fernando Savater opina que la
educación brindada por la familia funciona por medio del ejemplo (Savater,
1997). Los representantes de la autoridad familiar tienen el deber de educar
basados en la honestidad, honradez, fidelidad, lealtad y demás valores que
van en contra de la vida en corrupción.

Una formación en valores desde la familia permite ciudadanos no corruptos.


Es un trabajo a largo plazo y depende de una interconexión entre los diversos
campos de la vida en sociedad. Cuando una familia honrada se enfrenta con-
tra una sociedad negada a cambiar, el resultado es evidente. Sin embargo, si
el colegio premia al formado en valores y castiga al irrespetuoso, se fomenta
la lucha contra la cultura corrupta.

Conclusión

Donde hay un Judas, hay un Jesús. Donde un Pilatos se limpia las manos
y decide alejarse de los problemas del resto, una María Magdalena llora el
sufrimiento humano y se lamenta el no poder solucionarlo. La corrupción se
presenta históricamente desde los primeros gobernantes colocando en los
cargos de poder a sus amigos y familiares antes que a los merecedores del
cargo. Continua con la llegada del sistema monetario y hasta la actualidad
continúa enraizada en las personas.

Los antivalores son lo aceptado socialmente y se le trata de extraño a quien


46 profesa valores. El instinto de supervivencia llevó a que el egoísmo sea la base de
la vida del hombre. El propio bienestar es el eje del accionar. Si no resulta bene-
ficioso para uno, ¿por qué habría de hacerlo?

Al final, no todos seremos un Mahatma Gandhi o una Teresa de Calcuta


para dedicar la vida a proteger al prójimo. No tenemos que ser ellos en reali-
dad. Con que no pises el billete que se acaba de caer para evitar devolvérselo

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


¿Por qué la corrupción es cotidiana?

al del frente ya se progresó. Un buen ejemplo de actuar basado en valores es


todo lo que se necesita para combatir la corrupción.

Referencias
Carrillo. L. (2008). Schopenhauer: sobre individuos y sociedad. Estudios de Fi-
losofía, 37(1). http://www.scielo.org.co/pdf/ef/n37/n37a06.pdf
Casales, R. (2013). La “Máxima” como base de la acción en la filosofía práctica
de Kant. Universitas Philosophica, 30(61), 237-258. https://revistas.ja-
veriana.edu.co/index.php/vniphilosophica/article/view/10632
Real Academia Española (2021a). Corrupción. En Diccionario de la Lengua
Española (edición del Tricentenario). https://dle.rae.es/corrupci%-
C3%B3n
Real Academia Española (2021b). Egoísmo. En Diccionario de la Lengua Espa-
ñola (edición del Tricentenario). https://dle.rae.es/ego%C3%ADsmo
Savater, F. (1997). El valor de educar. Ariel.
Sosa, B. (2017, setiembre 18). Valores y antivalores. Cátedra Carlos LLano.
https://www.carlosllanocatedra.org/blog-familia-y-sociedad/valo-
res-y-antivalores
Trejo, E. (2021). Reflexiones sobre el egoísmo psicológico (Ensayo). Nóesis. Re-
vista De Ciencias Sociales, 21(42), 112–143. https://doi.org/10.20983/
noesis.2012.2.5
Perina, R. (2020, noviembre 2). Los adjetivos sobre Trump. Perfil. https://www.
perfil.com/noticias/opinion/ruben-perina-adjetivos-sobre-trump.
phtml

47

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


ENSAYOS
REFLEXIONES SOBRE LA CORRUPCIÓN: UNA
MIRADA DESDE LA FILOSOFÍA, EL DERECHO Y
LA ECONOMÍA
REFLECTIONS ON CORRUPTION: A VIEW FROM PHILOSOPHY,
LAW AND ECONOMICS

Daniel Loayza Herrera


Universidad Privada San Juan Bautista
danivan98@gmail.com.

Resumen: El presente artículo aborda el tema de la corrupción desde diver-


sas perspectivas: filosófica, jurídica y económica. Sostiene que la corrupción
entraña un problema ético, pero que esta perspectiva no se agota en sí mis-
ma, pudiendo ser ampliada y profundizada por el análisis propio de la teoría
jurídica y el llamado Análisis Económico del Derecho.

Palabras clave: corrupción, derecho, ética, Estado

Abstract: This article addresses the issue of corruption from various pers-
pectives: philosophical, legal and economic. It maintains that corruption en-
tails an ethical problem, but that this perspective is not exhausted in itself,
and can be broadened and deepened by the analysis of legal theory and the
so-called economic analysis of law.

Keywords: corruption, law, ethics, State

51

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Daniel Loayza Herrera

El hombre, el bien y el mal desde la filosofía ética

Sócrates, el filósofo griego, enseñaba a sus discípulos que la ignorancia


era la causante de los malos actos humanos. Sostenía que todo ser humano
estaba naturalmente guiado hacia el bien, pero lamentablemente no siempre
comprendía la diferencia entre el bien y el mal. La ignorancia era, entonces,
la causa primera del mal. Para mejorar la vida personal y social era imperati-
vo que los seres humanos conociesen la verdad, que adquiriesen sabiduría
(García, 2021).

¿Es el hombre un ser esencialmente bueno? La idea de la bondad natural


del hombre sobrevivió a los tiempos del maestro de Platón. La podemos en-
contrar con toda su fuerza en el Siglo de las Luces. Fue Rousseau quien tal vez
la llevó a su máxima difusión en los tiempos modernos. Para el ginebrino la
bondadosa esencia del hombre se podía encontrar en su estado natural, pero
se perdía a medida que el hombre entraba en contacto con la sociedad. La
sociedad, según Rousseau, juega una función corrosiva del espíritu humano.
Si el hombre es malo o comete maldades es por culpa de la sociedad que lo
hizo así (Abreu, 2018).

La inicial reflexión socrática, centrada en una ética individual, sustentada


en la dimensión cognoscitiva, dio paso a una explicación más bien sociológi-
ca sobre la maldad humana. Las conductas humanas antisociales son, enten-
didas de esta manera, el resultado de la sociedad. La sociedad produce sus
propias contradicciones en el espíritu humano.

Kant, por su parte, tuvo una visión mucho menos idílica de la esencia
humana. Estaba, al igual que Hume, convencido de que la civilización produ-
52 cía la elevación moral. Los actos morales, para Kant, no son el resultado de la
bondad natural del hombre, como lo creía Rousseau, sino de conquistas cul-
turales civilizatorias, del desarrollo del pensamiento, de la adecuada y estricta
formulación de lo que es bueno (Salerno & Assalone, 2020).

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Reflexiones sobre la corrupción

Los imperativos categóricos kantianos constituyen la formulación más


poderosa y acabada sobre la forma de determinar qué es el bien y qué es el
mal, para pasar a juzgar los actos humanos como buenos o como malos. Sin
embargo, la moral solo tiene sentido si se pone en práctica. Al respecto, nos
hacemos una pregunta: ¿Quién asegura que aquellos imperativos se cum-
plan en la práctica? Kant dejaba dicho tema en el terreno del individuo. Si los
individuos no lo hacen, es preciso la existencia del Estado.

El Estado como realidad

El Estado es un nivel de organización de la sociedad muy anterior al desa-


rrollo de la filosofía. Su existencia como esfera de organización del poder es
anterior a cualquier justificación de su existencia. Existe y ya. Su existencia
obedece a la necesidad de manejar y organizar el poder.

Cuando se dice que el Estado es la forma jurídico-política en la que se


maneja el poder, ¿qué estamos diciendo realmente, es decir, qué regula, qué
controla? En principio, el Estado solo puede detentar poder en la medida en
que regula y controla las conductas humanas. El poder del Estado es un poder
sobre los seres humanos, no sobre la naturaleza. El poder del Estado supone
la existencia de dos elementos interrelacionados, de dos caras de la misma
moneda: el monopolio de la fuerza y la legitimidad de esta para ejercerla
(Aragón & Sánchez, 2022).

El monopolio de la fuerza supone que solo el Estado puede regular y con-


trolar las conductas humanas. Por su parte, la legitimidad en el uso monopó-
lico de la violencia radica en que brinda seguridad.

La regulación de las conductas humanas por parte del Estado resulta del 53
hecho de que los seres humanos no necesariamente cumplirán las normas
morales. El que los individuos realicen conductas observando siempre los im-
perativos categóricos kantianos no se condice con la realidad, porque el que
se realicen actos malos no es el resultado de la ignorancia.

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Daniel Loayza Herrera

Derecho, ética y capacidad punitiva del Estado

Desde su aparición, el derecho ha buscado regular las conductas huma-


nas, encauzándolas en concordancia con las normas morales. En el “Código
de Hammurabi”, por ejemplo, encontramos mandatos y regulaciones de las
conductas humanas. Desde sus inicios el derecho y la moral han caminado,
en términos generales, por el mismo derrotero a lo largo de la historia. Sin
embargo, es preciso advertir que el control de las conductas humanas no es
total, como tampoco lo es dicha pretensión.

El derecho regula las conductas humanas a partir de ciertos valores,


considerándolos como los más importantes en el orden social, otorgándo-
les para ello protección. Desde la perspectiva del derecho dichos valores
sociales se conocen como bienes jurídicos. Los bienes jurídicos son protegi-
dos por el Estado, otorgando sanciones administrativas y/o penales ante su
incumplimiento.

El incumplimiento de los bienes jurídicos protegidos por el Estado no


solo se produce fuera del Estado, sino que opera dentro de él, dando origen a
lo que se conoce como corrupción.

La corrupción como expresión de la debilidad de las instituciones

La corrupción es un fenómeno caracterizado por la búsqueda de beneficios


ilícitos que colisionan con los valores que guían el funcionamiento del Estado y
las instituciones. La corrupción debilita las instituciones porque, para poder
llevarse a cabo, es preciso evitar la acción de los mecanismos de control de
dichas instituciones.
54 Desde la perspectiva valorativa, la corrupción es un desafío a los valores
que guían el funcionamiento del Estado y su relación con la sociedad. Desde
la perspectiva jurídica la corrupción contraviene las normas administrativas y
cumple con los presupuestos penales establecidos.

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Reflexiones sobre la corrupción

La corrupción implica la desnaturalización de los fines que cumplen las


instituciones, en esa medida implica un enorme costo económico. En el Perú,
por ejemplo, se calcula que más de 24 000 millones de soles se pierden anual-
mente en corrupción (La Contraloría General de la República, 2022). Es decir,
aquello es el valor económico de lo que se deja de hacer de nuevas pistas,
obras de comunicación, escuelas, postas médicas y hospitales, etc. Por ejem-
plo, la región Puno recibe normalmente por canon minero 150 millones de
soles anuales; sin embargo, el 2022, como consecuencia de los altos precios
de los metales recibió 648 millones de soles por dicho concepto, pese a lo
cual no se ha traducido en obras que mejoren la vida de los puneños.

La debilidad de las instituciones favorece la propagación de la corrup-


ción. Cuando se observa que existe una correlación negativa entre fortaleza
institucional y corrupción es preciso comprender que ello va ligado a la falta
de mecanismos de control eficaces, tanto al interior de las instituciones como
a nivel de la Contraloría General de la República.

La debilidad institucional supone la incapacidad del propio Estado para


regular las conductas de los individuos que conforman las instituciones o que
se relacionan con ellas. Ante ello surge una pregunta recurrente: ¿Por qué la
corrupción es generalizada en el Perú o en algunos países y no en otros?

La idea de que el fenómeno de la corrupción es el simple resultado de la


ética individual no es sostenible. Tampoco lo es la capacitación de los servi-
dores y funcionarios en charlas o coaching en valores, porque poco pueden
hacer para contrarrestar el afán por los beneficios económicos que gene-
ra la corrupción.
55
El llamado Análisis Económico del Derecho ha contribuido a esclarecer
cuál es la lógica que está detrás de la eficacia de las normas jurídicas. Consiste
en analizar la eficacia del derecho desde la perspectiva de costo/beneficio
(Witker, 2020).

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Daniel Loayza Herrera

Es pertinente la pregunta sobre el porqué en la mayor parte de nuestro


país existe una alta tasa de conductores que no respetan las luces del semá-
foro. El Análisis Económico del Derecho explica que el cumplimiento de las
normas es más alto cuando el costo de incumplir o contravenir las normas es
más alto que el beneficio que se puede obtener por incumplirlas.

Así, por ejemplo, si un conductor, por pasarse una luz roja, tiene una mul-
ta de S/. 1000, pero la probabilidad de que sea descubierto y efectivamente
multado sea del 0,1%, entonces la multa probabilística será tan solo de S/. 1.
Esto lo podemos apreciar en conductores que, al ingresar a la Provincia Cons-
titucional de Callao, donde existen cámaras, observan escrupulosamente los
límites de velocidad y las señales de tránsito; pero que, al salir a espacios que
carecen de control, dejan de mantener dicha escrupulosidad en la manera en
la que conducen.

La economía social de mercado y la corrupción

En el Perú la economía social de mercado ha sido ligada a la corrupción.


Es preciso advertir que los casos de corrupción en el Perú, desde la década de
1990 hasta el presente, han sido bastante significativos. En ellos han partici-
pado tanto gobiernos de derecha como de izquierda. Desde Alberto Fujimori
hasta Pedro Castillo, pasando por presidentes regionales y alcaldes, entre las
que destaca la confesa Susana Villarán. En consecuencia, todas las tiendas po-
líticas y colores partidarios comparten la mancha de la corrupción.

Ello ha llevado a que la creencia de que la constitución vigente promueve


la corrupción se haya convertido en moneda corriente. Sin embargo, esta apa-
rente asociación no es más que una falacia de causa falsa (non causa pro causa).
56
Durante las décadas de 1970 y 1980 los casos de corrupción fueron fre-
cuentes, pese a que en el país regían las Constituciones de 1933, primero, y la
de 1979, después.

La corrupción está asociada a la debilidad de los mecanismos de control


y punición (administrativa y penal) que hacen posible que la probabilidad

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Reflexiones sobre la corrupción

de sanción sea tan baja que el análisis costo/beneficio de cometer actos co-
rruptos se incline a favor del beneficio. A ello abona el hecho de que el país, a
partir de las reformas económicas de la década de 1990, ha exhibido una im-
portante fortaleza macroeconómica y tasas de crecimiento altas o aceptables
proveyendo a las instituciones del Estado de ingentes recursos que hacen más
atractiva la comisión de actos corruptos.

Conclusión

La corrupción, entendida como el resultado de conductas reprochables


destinadas a obtener beneficios ilícitos para sí o para terceros, es un fenóme-
no que desde la filosofía ha sido abordada a partir de la ética. Existen diversas
posturas éticas al respecto; sin embargo, comparten la perspectiva individual
al momento de abordar dicho tema.

Es pertinente advertir que pese a la apelación a los individuos para que


mantengan conductas éticas, es frecuente que ello no ocurra. En dicho con-
texto aparece la necesidad del Estado y su capacidad de control y punición.

La capacidad del Estado, para asegurar que las conductas humanas se


ajusten a los valores más importantes de la sociedad (bienes jurídicos), está
en relación con la fortaleza institucional de dicho Estado. Para poder com-
prender la manera en que los individuos evalúan el costo/beneficio de
cometer actos corruptos el Análisis Económico del Derecho es una herra-
mienta poderosa.

En los casos en que las instituciones son fuertes, las probabilidades de


sanción son mayores, lo que genera una reducción de los índices de corrup-
57
ción. Frente a instituciones débiles, es más frecuente la corrupción.

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Daniel Loayza Herrera

Referencias
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ruanos (IEP). https://repositorio.iep.org.pe/handle/IEP/1218
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58

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


LA CORRUPCIÓN QUE NOS VUELVE HUMANOS
THE CORRUPTION THAT MAKES US HUMAN

Luis Enrique Alvizuri


luisalvizuri@yahoo.com

Resumen: El siguiente ensayo versa sobre la idea de que la corrupción, así


como es fundamental para el proceso de la vida, igualmente lo es para el
desarrollo de la sociedad humana. Todo sistema creado por el hombre inevi-
tablemente sufre un proceso de desgaste por obra de él mismo, y ello obe-
dece a un impulso necesario para poder ejercer su voluntad y la libertad. Al
ser humano le urge demostrar que, para ser lo que es, tiene que expresar su
facultad de poder contradecir las medidas establecidas. Por ello es que la
corrupción viene a ser la primera instancia de la manifestación de la libertad,
la cual destruye y corrompe lo dado para poder construir algo nuevo.

Palabras clave: Leyes, libertad, transgresión, evolución

Abstract: The following essay deals with the idea that corruption, just as it is
essential for the life process, is equally so for the development of human so-
ciety. Every system created by man inevitably suffers a process of wear due
to his own work, and this obeys a necessary impulse to be able to exercise
his will and freedom. Human beings urgently need to demonstrate that, in
order to be what they are, they have to express their power to contradict the
established measures. That is why corruption becomes the first instance of
the manifestation of freedom, which destroys and corrupts what is given in
order to build something new.

Keywords: Laws, liberty, transgression, evolution 59

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Luis Enrique Alvizuri

El aspecto familiar

En la mayor parte de los casos cuando se habla de corrupción lo común


es suponer que esta se refiere a las acciones ilegales que se cometen dentro
de un determinado gobierno, supuestamente democrático. Pero en realidad,
la corrupción, en su sentido más neutral, es el actuar en contra de determinadas
normas o disposiciones, sea esto de manera circunstancial o permanente. Si lo
entendemos así, entonces este concepto escapa del usual espacio político
donde se lo ubica para instalarse en cualquier contexto social.

En ese sentido, el problema entra dentro del marco de lo filosófico puesto


que atañe a aquello que nos identifica como actores dentro de una sociedad
específica, lo cual incluye aspectos tan disímiles como las creencias, costum-
bres, religión, conocimientos, etc. Quiere decir que, allí donde existe algún
tipo de estructura (que en su mayor parte es instaurada mediante convenios
o acuerdos tácitos y heredados), allí puede darse la corrupción, es decir, la
violación de dichos pactos o contratos sociales.

En un ámbito familiar la corrupción se presenta constantemente debido


a que no todos los miembros son fieles cumplidores de la “leyes” internas ins-
tituidas por los paterfamilias y que únicamente son válidas dentro de dicho
ámbito. Tanto los hijos como las mismas cabezas pueden llegar a exceder los
límites por diversas razones, no siempre del todo justificables o comprensi-
bles. Pero tanta es la frecuencia de ello que la psicología ve en dicho fenó-
meno a una de las principales causas de los desórdenes o traumas que se
presentan en gran parte de los adultos (padres que, o bien eran demasiado
estrictos al castigar las faltas o, en su defecto, demasiado laxos en cumplir
sus propias pautas). Actualmente está de moda hablar de “hogares disfuncio-
60
nales”, que son aquellos donde impera el desorden o la anomia en su seno.
Comprender esto no es otra cosa que abordar el índice de corrupción que
ocurre a nivel intrafamiliar.

Estamos refiriéndonos entonces a que en toda familia existen pautas que


deben ser obedecidas para la sana convivencia, pero que no siempre lo son

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La corrupción que nos vuelve humanos

debido al deseo de algunos de sus integrantes por obtener un mayor bene-


ficio personal en contra de los derechos de la mayoría. En este caso la noción
de corrupción se ajusta a ello, y las ventajas que provoca son trasladadas lue-
go fuera del espectro familiar, bajo el supuesto de que se conseguirán los
mismos resultados. Es así que la corrupción se exterioriza en lugares como la
escuela, el vecindario, la iglesia (o el centro de culto respectivo) y el trabajo.
Todos estos están constituidos mediante estatutos que consienten la incor-
poración de sus integrantes siempre y cuando estos acaten los reglamentos.
Pero la experiencia previa en el hogar instaura en los individuos la propensión
a buscar, instintivamente, los resquicios que permitan sobrepasar los linderos
legales sin que ello cause algún perjuicio notorio.

Lo mismo pasa cuando las personas participan en organizaciones más


amplias como las fuerzas armadas o las gubernativas, que es donde la corrup-
ción ocasiona más impacto y escándalo en la comunidad. Sin embargo, los
actos de corrupción que allí se producen no son más que una prolongación de
los que ocurren tanto en los hogares como en los centros educativos. Son sus
efectos lucrativos lo que estimula y motiva a que estos se reproduzcan con
más intensidad y frecuencia. Es decir, la inclinación a obtener una ganancia
o ventaja adicional a la permitida es algo que proviene desde la más remota
infancia y que ha sido transmitida mediante el ejemplo.

Ahora bien, esto no es exclusivo del ejercicio público sino también se


suscita en todo orden de cosas, como en las organizaciones delictivas. Nada
más frecuente que oír historias o ver películas de mafiosos o de piratas don-
de la traición, la estafa y el engaño son lo más común entre ellos, siendo en
estos entornos donde más se produce la corrupción, mucho más que en los
61
que se consideran como los más importantes (como la función gubernati-
va). La diferencia está en que al interior de estas organizaciones criminales la
corrupción se combate y se castiga de la manera más drástica, casi siempre
con la muerte. Tal es el caso de las mafias de la droga, donde el más ligero
incumplimiento o trasgresión significa la desaparición del individuo que la
comete. Eso no quiere decir que en dichas esferas la corrupción sea menor o

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Luis Enrique Alvizuri

se combata bien, sino que la sociedad no la percibe como tal, no cree que en
el espectro criminal esta se dé; sin embargo, sí se da, y mucho.

El aspecto mítico

Hasta aquí hemos desarrollando una postura meramente psicologista,


afirmando que la corrupción es consecuencia de una “mala educación” o for-
mación familiar. Pero esto no agota el tema. Si nos trasladamos al plano de
lo mítico, la “falta” o corrupción (que viene a ser lo mismo) es parte inherente
de tales relatos. La creación del hombre es vista, en la mayor parte de las na-
rraciones, como un acontecimiento “indebido”, sea por acción de algún dios
o por obra del mismo ser humano. Tal parece que la explicación de lo que
somos surge de la comparación con los animales que nos rodean a quienes
observamos como entidades incorporadas plenamente a la realidad, a dife-
rencia de nosotros que nos percatamos que somos ajenos a esta. Eso lo atri-
buimos a un hecho “anómalo” que nos privó de ser uno más como ellos.

Dicho de otra manera, el humano no es un animal más, como todos, sino


algo “diferente”, pero no en razón a su “superación” o “elevación” sino más
bien por causa de su “caída” o por algún “error”, algo que no debió suceder,
pero ocurrió. No quiere decir que todos los mitos lo presenten así, pues hay
muchos que tienen una interpretación diferente, pero aquellos que más se
acercan a nosotros en el tiempo y nos han influido parece ser que tienen esa
particularidad. Los mitos de origen sumerios o egipcios están plagados de
hechos que contradicen el orden universal y que lo trastornan, por lo que se
requiere de alguna “reparación” que restituya el equilibrio roto. Esta ruptura
del “sano equilibrio natural” no es otra cosa que la corrupción, el quebranta-
62 miento de los códigos sagrados que han sido mancillados y que exigen un
perdón para reparar el pecado cometido.

Esto nos lleva a la noción del pecado como producto de una infracción
que se opone a una disposición que debió ser observada y no olvidada o
descuidada (pues a veces la ignorancia o la negligencia es lo que provoca
que la persona sea pecadora y que tenga que “pagar” por ello), o que se pro-

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La corrupción que nos vuelve humanos

dujo, aunque de manera involuntaria, por la alteración de los elementos de


un ritual. Toda transgresión a la ritualidad siempre será sinónimo de pecado,
y a eso también se le llama corrupción, porque se ha corrompido aquello que
debería ser inmaculado e intachable. El tocar algún objeto sagrado sin ser
sacerdote merece, en muchos casos, la pena de muerte, como lo revelan nu-
merosos textos religiosos.

Son también muchos los ejemplos donde la corrupción sirve de causali-


dad para desgracias mayores, como las caídas de imperios o el padecimien-
to de “castigos divinos” debido a las “vidas corrompidas” de sus ciudadanos
(como los casos de Sodoma y Gomorra, la Atlántida o Pompeya). Aquí se
mezclan los mitos con la historia, pero lo transcendental es que la idea de la
corrupción no está fuera de las razones que provocan la desaparición de las civi-
lizaciones. Lo que no pudieron hacer grandes ejércitos lo logran la ambición
y las luchas intestinas por el poder, como ocurrió en el Ande americano con
la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa que, para los ojos de algunos, fue el
principal motivo que facilitó la conquista del imperio incaico.

El aspecto filosófico

Por lo tanto, sea en el aspecto familiar o mítico, la idea de un rompimien-


to de “lo que debe ser” es lo que hace que brote la corrupción como una pro-
piedad que es parte inherente de nuestra humanidad. Eso también nos remi-
te a la visión filosófica sobre el tema que es tratado por la axiología y la ética.
La primera detalla que el ser humano debe tender siempre hacia los valores,
y estos deben ser, por necesidad, su máxima aspiración. Ellos están relaciona-
dos a la esfera de lo cultural, donde tienen un correlato con la conformación
de cada vivencia. Para las sociedades nómadas lo fundamental será aquello 63
que contribuya con un mayor aprovechamiento de las circunstancias aleato-
rias que se presenten a lo largo de una travesía, mientras que para las socie-
dades sedentarias todo lo que consolide la vida urbana o agraria.

Respecto a la ética, a lo que esta apunta es a que el ser humano no pierda


su esencia social, comunitaria, siendo lo principal el señalar que “el bien” es

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Luis Enrique Alvizuri

aquello que solidifica la convivencia y la tolerancia mientras que “el mal” es


todo lo contrario. En ese sentido, el individualismo viene a ser la actitud que
más se aleja de lo bueno puesto que es un rechazo a los lazos que ayudan a so-
lidificar los vínculos con el prójimo. Un exceso de individualismo, el priorizar
el provecho personal sobre el colectivo, es calificado como una incorrección,
y, por ende, como un acto de corrupción pues se está yendo en perjuicio de
los principios básicos que toda sociedad requiere para subsistir.

La propuesta

Como vemos, la corrupción se presenta como un problema múltiple,


tanto psicológico como mítico y filosófico desde el origen del ser humano,
desde que este apareció sobre la Tierra. Ahora bien, ¿qué sería del hombre
si no procediera así, corruptamente? Pues no estaríamos hablando de al-
guien propiamente humano sino de otro animal que cumple estrictamente
con las leyes de la naturaleza, como lo hacen todos sin la menor señal de
arrepentimiento ni complejo. ¿A qué queremos llegar? A que la corrupción,
la trasgresión voluntaria de las normas, es imprescindible para que se engendre
la voluntad humana, llamada también libertad. Es decir, sin corrupción nada se
modificaría y la humanidad permanecería congelada en su primer estadio que
sería la Edad de Piedra.

El proceso humano es una constante de libertad plena, libertad que solo


se manifiesta cuando se violan los compromisos instituidos. Sin esa cuota de
“maldad” o de “egoísmo”, propio de la corrupción, no habría descontentos ni
insatisfechos y no seríamos los humanos que somos ahora. La libertad, para
ser tal, exige que el hombre pueda optar entre el cumplimiento y la corrup-
64 ción, pero necesariamente tiene que ir por este segundo camino si es que quie-
re afirmar lo que es. Sin la corrupción no tendría sentido hablar del bien y la
bondad porque no habría forma de elegirlas, al ser estas impuestas por la
autoridad. Las sociedades siempre tratan de ser eternas y para eso aplican es-
trictos métodos de represión a la corrupción, pero eso es imposible: inevitable-

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La corrupción que nos vuelve humanos

mente ella va a triunfar, perjudicando así a los que usufructúan del tipo de
organización creada.

Para anular la corrupción sería necesario eliminar la voluntad y la libertad,


como lo demuestran los regímenes totalitarios y dictatoriales en donde las
condiciones de vida son sumamente severas y no se consiente la más leve
falla que los perturbe. Es el caso de la novela 1984 de Orwell donde lo único
prioritario es conservar las cosas como están, tal como lo haría cualquier orga-
nismo biológico a través de su sistema linfático. Si los animales se reproducen
y siguen siendo lo que son es porque carecen de la voluntad para decidir en-
tre respetar sus impulsos naturales o negarlos, asumiendo otros elaborados
por ellos. En cambio, en lo humano, el ser “animal” es un insulto, no porque el
paralelo sea en sí algo negativo, sino porque es decirle a alguien que “carece
de la capacidad para independizarse de las leyes naturales”, condición que es
lo que nos identifica como especie.

Conclusión

No vamos a concluir como normalmente se hace diciendo que “por lo


tanto, tal cosa es la correcta y tal la incorrecta”. No tendría sentido puesto que,
como hemos visto, la corrupción es indispensable para la evolución humana,
aunque no sepamos hacia dónde vamos ni para qué. Estamos atrapados en
un destino trágico de tener que admitir que, sin lo que denominamos como
“maldad” (o corrupción), no podremos ser lo que somos ni llegaremos jamás pro-
ducir algún cambio en nuestro ser. Seríamos como un Egipto perpetuo sin que
exista un Akenatón que lo trastoque y lo convulsione; como una isla Sentinel
donde nadie puede ingresar porque está prohibido modificar el permanente
estilo de vida de la tribu que allí reside. 65

Quizá la reflexión final sea que, parafraseando el mito de Caín y Abel, todos
somos Caín y Abel al mismo tiempo, y no podemos dejar de serlo si es que quere-
mos continuar en este derrotero llamado humanidad. Si bien algunos monjes
anacoretas renuncian a su calidad social para vivir en absoluta soledad, es lo
mismo que preferir el suicidio y la desaparición a la subsistencia. Continuare-

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Luis Enrique Alvizuri

mos entonces con nuestros deseos de perpetuidad (que sería hacer lo correcto)
pero, al mismo tiempo, con nuestra vocación a su rechazo (la corrupción) porque
es entre ambas posturas, entre este curioso yin y yang, donde realmente alcanza-
mos nuestra verdadera dimensión humana, que, como las monedas, es diferente
cuando se mira por un lado a cuando se mira por el otro.

66

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EL ANIMAL Y SUS APETITOS: LA INTELIGENCIA
COMO EJERCICIO DEL GOBIERNO DEL CUERPO
HUMANO
THE ANIMAL AND ITS APPETITES: INTELLIGENCE AS AN EXERCI-
SE IN THE GOVERNMENT OF THE HUMAN BODY

Gabriel Fuentes Bartolini


Universidad Antonio Ruiz de Montoya
a2210011@uarm.pe

Resumen: El siglo XXI enfrenta el inminente fin de la vida en la tierra dentro


de un frenesí que nuestras autoridades se demuestran ineptas para contro-
lar. El conocimiento del psiquismo humano, trabajado en silencio por pen-
sadores de todos los tiempos nos da la clave para hallar el germen de la
corrupción que entrega al libertinaje de las pasiones el bienestar del globo
terráqueo. Explicitar la intrínseca unión de las características del alma hu-
mana con el destino que nos hemos forjado es el propósito de este artículo
para dejar en claro cuál es el terreno donde debe encontrarse una solución.

Palabras clave: crisis medioambiental, epistemología, psiquismo, geopolítica

Abstract: The twenty-first century faces the inminent end of life on earth
within a frenzy for which our authorities have shown themselves as incom-
petent to control. The knowledge of human psyche, developed in silence by
thinkers of all times provides us the key to find the seed of corruption which
surrenders to passion debauchery the wellness of the earth. Making explicit
the inherent union of the characteristics of the human soul with the destiny
we have forged for ourselves is the purpose of this article, in order to make
clear which is the ground in which a solution must be found. 67
Keywords: environmental crisis, epistemology, psyche, geopolitics

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Gabriel Fuentes Bartolini

Nuestro presente resulta inconcebible sin la contemplación de las accio-


nes del pasado si es que nuestro discernimiento aspira a profundizarse ver-
sado en aquello que hemos llamado conocimiento, los instintos primigenios
que quizá dirigieron nuestra volátil infancia necesitan del manejo de la es-
pecialización académica contemporánea si pretenden calar en el curso de la
historia, la cual se revuelve dentro de la hiper especialización que la ha fecun-
dado. La verdad, que sin riesgo equiparamos a lo real, es condición para anali-
zar y definir el bien; verdad y falsedad son premisas necesarias para demarcar
bien y mal, el conocimiento es así un paso previo para ambas nociones. Forjar
lo que sobrevenga al devenir, aspirar a la perpetuación del bienestar, ¿no han
sido estos los móviles de la aspiración científica congénita a nuestra especie?
De no pretender una prolongada duración, ¿puede alguien amasar el presen-
te hacia el bien? El azaroso y caótico devenir nos vuelca a aquella empresa en
aras de la supervivencia y la armonía, concepciones fruto de lo atestiguado
por los sentidos.

Jamás la ciencia o el conocimiento escapa pues el reino de lo corporal, este


se sirve de ambos, la verdad ineludiblemente debe constituirse dentro de una
historia de vida personal y esta dentro del entramado de experiencias hu-
manas que llamamos sociedad; incluso la percepción de la perfección mate-
mática a lo largo de la naturaleza nos resulta asequible a través del lenguaje
humano, también fruto de la experiencia corporal. Qué tanto nos suma esta
relación compleja con la fenomenología de la existencia, que en la práctica
se convierte en un diálogo ineludible con las acciones del pasado que, cual
espíritus, moldean también el presente, depende siempre del acto creador
del individuo dentro de un grupo social, de la madurez con que haya vincu-
lado su entendimiento con su cuerpo y todo lo que este involucra. Es decir,
68
por encima de la ciencia y el progreso, esta el cuerpo del ser humano: animal
inconcebible sin repasar los testimonios de sus movimientos a lo largo de los
últimos milenios.

La patente unión de todos los planos del conocimiento, es decir, la paten-


te unión de los hechos en la tierra y el universo, lo que es decir, la tangibilidad

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El animal y sus apetitos

de lo que el argot antiguo concibió bajo la nomenclatura religiosa, ahora se


manifiesta en la inminencia del fin de la vida en la tierra: toda decisión eco-
nómica, política, social, legal, debe contemplar los reclamos de la ecología para
poder ser tomada en serio. Sin embargo, los apetitos que regulan las decisio-
nes macroeconómicas a nivel mundial parecen llevar milenios cultivando su
fortaleza sin par. ¿Cómo controlar aquellos leviatanes que ensayan cada vez
más enérgicamente sus armas para poder defender sus Estados-naciones?
Sin un entendimiento conjunto, sin el establecimiento de una verdad conjunta,
primará la falsedad, y con ella la traición y el desconocimiento del otro, y ¿por
qué no decirlo ya? De uno mismo también, ya que somos una parte inextri-
cable de nuestra sociedad y medioambiente, por más que se busque rehuir
esta realidad amurallándonos y separándonos del resto de animales. ¿Qué es
lo que ciega la percepción del ser humano al punto de solo velar por la perse-
cución de sus apetitos y triunfo propio? Sin apresurarnos a dar una respuesta
aventurada, solo queda precisar que en esta pregunta reside la génesis de la
corrupción que descuida la persecución del bienestar en rededor.

Vivimos tiempos de crisis, la violencia sigue siendo utilizada como he-


rramienta imprescindible para el afianzamiento de la paz y debe justificarse
legal y socialmente a nivel estatal para el resguardo de las sociedades, ¿Tiene
sentido aspirar a otra posibilidad considerando que aún el ser humano se
disputa la hegemonía dentro de su sociedad y que poco logran en combate
las palabras frente a las acciones? Evidentemente, la victoria verídica solo po-
drá ser alcanzada por un camino que no rehúya la violencia y esto se encuentra
lejos de ser una decisión mía, es la coyuntura sobre la que debe el ser hu-
mano inevitablemente plasmar su acción, es la dinámica de la sociedad en
la que vivimos. 69
¿Puede existir una guerra santa? De ser eso posible, requerirá santos y
santas, es decir, el aseguramiento de personas que logren asegurar la correc-
ta intelección de la existencia, que trasciendan las fantasías de su psicología,
que encarnen el conocimiento de lo real y que nos aproximen a las verdade-
ras condiciones que perpetúan el bienestar fundándose en las leyes de este

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Gabriel Fuentes Bartolini

mundo. Debe haber un estricto consenso que recupere la noción de verdad


que justifique la vida y la muerte cuando esta sea imprescindible; la ilegitimi-
dad de la verdad y de la autoridad provoca, como el cortar la rama directriz
de un árbol causa que el resto se dispute su reemplazo, la necesidad de suplir
el vacío. Pero, ¿soluciona algo la muerte? ¿Puede matarse el mal con un golpe
decisivo y violento? Considero que no rehuir de la violencia implica advertir
la futilidad de buscar acabar con el mal con la violencia y la dificultad que su-
pone transformar duraderamente el mal en bien: nunca dejamos el reino de lo
psicológico, en él se libra la batalla real cuando hemos logrado salvar nuestra
vida en el futuro cercano, exponer a luz de todas las causas del mal pueda
quizá esclarecer a la sociedad los grados de falsedad que acarrea una persona
dentro de su psicología al obrar con el mal hacia los demás.

La facilidad que hay para realizar el mal solo puede equipararse a la comple-
jidad que demanda edificar el bien; en un eterno retorno de lo mismo nos envol-
vemos al yacer en la esencia de nuestra acción el fruto de sus resultados, tal
parece ser la condición de nuestra existencia, de esta forma la correcta intelec-
ción del presente puede advertir los desenlaces de décadas, incluso siglos por ve-
nir. Un triunfo retendrá su hegemonía únicamente gracias a las herramientas
que lograron materializarlo: la acción armada, en efecto, resulta insostenible
en el tiempo de no articularse en torno a consignas e ideales, es la necesidad
de sobrevivir y resguardar la vida, y todo lo que ella involucra, lo que justifica
a lo largo de la historia la defensa violenta.

¿Podemos dar la otra mejilla cuando nos arrebatan familiares, tierras o


la vida misma? Es sin duda una pregunta que no debe responderse a la lige-
ra, pero, ¿hay tiempo para pensar cuando la coyuntura demanda urgencia
70 para actuar? Por más que complejicemos el asunto, debemos reconocer que,
aunque pueda servir de mucho entregarnos a la cruz y esperar que Kronos
ponga todo en su lugar, hacerlo no nos garantiza la necesaria victoria. El año
2022 marca el decimotercer aniversario de la “Advertencia de los Científicos
del Mundo a la Humanidad”, firmada por más de 1700 científicos en 1992;
desde esta advertencia original ha habido aproximadamente un incremento

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El animal y sus apetitos

del 40% en las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto es a pesar de


las numerosas advertencias escritas del Panel Intergubernamental sobre el
Cambio Climático y una reciente advertencia de científicos con casi 15,000
signatarios de 158 países (Betts et al., 2022). Las políticas actuales están lle-
vando al planeta a un calentamiento de alrededor de 3 grados Celsius para
el año 2100, una temperatura que la tierra no ha experimentado a lo largo
de los últimos 3 millones de años (Liu & Raftery, 2021). La crisis que vivimos
no puede pues ser una crisis medioambiental, si bien sus efectos se vuelven
ineludiblemente patentes en nuestro medioambiente; no vendría mal recor-
dar dentro de un espacio filosófico la raíz griega original de donde brota esa
palabra, en efecto, “κρίνω” (krínnō) alude a discernir, distinguir, sumado al su-
fijo –σις (sis) que expresa un proceso, estaríamos hablando de un proceso de
discernimiento, de reflexión.

Han sido los sentimientos que motivaron las acciones que propulsaron la
inminente necesidad de llevar a cabo la revolución industrial los que siguen
obligando a los poderes fácticos del mundo a desatender la urgencia de las
advertencias de nuestra ciencia. ¿Cómo entender la revolución industrial sin
las relaciones de esclavitud y colonialismo en el mundo? ¿Cómo hablar de la
guerra sin hablar de la psicología humana? La relación del alma, entendida
como suma de todas las funciones del cuerpo (Lacan, 1974), con los animales
y plantas, con la sociedad, con la materialización de un “cielo” o un “infierno”
en vida, ¿puede seguir siendo entendida metafísicamente? Honestamente,
creo que tal lectura en todo momento de la historia solo ha significado un
superfluo entendimiento de las palabras utilizadas, y el siglo XXI parece vivir
el límite de la desatención de una armonía que no puede entenderse cabal-
mente fuera del reino de lo corporal. 71
Hablemos pues de la corrupción, por dónde acometer la cuestión si el
incesante devenir crea irrepetibles condiciones que, como las aguas de un
río, demandan siempre una respuesta novedosa y única. Dejando atrás la
superfluidad de los juicios condenatorios, la inminencia del fin del paraíso
donde hemos sido “arrojados” nos obliga, como seguramente ocurrió en todo

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Gabriel Fuentes Bartolini

presente del ser humano, a intentar determinar y precisar la gravedad del libre
desarrollo de la corrupción. En efecto, no puede estar esta sino atada a las
condiciones físicas de bienestar y malestar de los organismos vivos, de flore-
cimiento y podredumbre; así como enferma un árbol y con él sus frutos, así
como enferma la mente y con ella el cuerpo o al revés, así como enferma una
cabecera de cuenca y con ella lo que percibe sus aguas, así como enferma una
hija y con ella la familia, así como enferma una líder y con ella su sociedad, así
como una acción provoca una marca en la memoria que deviene en acciones
malsanas, así como una estafa fermenta la desconfianza y el temor, así como
el miedo se destila en violencia, la íntima relación de todo cuanto ocurre en la
tierra es el escenario donde la corrupción se manifiesta en desgracia, carencia,
sufrimiento, goce, enfermedad, muerte.

Los ejemplos anteriores solo buscan explicitar la superfluidad de los ser-


mones y de las palabras cuando la estricta coherencia no vuelca la acción a la
búsqueda de la aplicación del conocimiento, de la ciencia: de poco sirven las
buenas intenciones sin ella, de poco sirve ella sin la resolución de la voluntad.
La verdad, circunscrita por nuestra biología a la experiencia de un individuo o
un grupo social, debe pues construirse conjuntamente en sociedad, de lo con-
trario muy bien podría clasificarse como un mero ejercicio de vanidad: toda la
confección de nuestro sistema educativo lamentablemente revela la profun-
da corrupción de las aspiraciones de nuestra sociedad al limitarse a fomentar
logros individuales donde la difusión, la transparencia, la rentabilidad se cir-
cunscriben siempre independientemente del resto del cuerpo del Estado-na-
ción. Hace falta un esclarecimiento de nuestra esencia como seres humanos
para reubicar los propósitos de nuestras aspiraciones de una forma armónica
con la naturaleza, la cual necesita la paz y el efectivo diálogo ahora que la
72
influencia del ser humano ha dominado la faz de tierra, precisamente para
salvaguardar nuestra existencia dentro del superior dominio de la ecología.

Latinoamérica, históricamente vista como recurso para los “americanos”


que diseñaron la doctrina Monroe –la que aún parece persistir en la incesan-
te guerra–, cobra una especial importancia en esta coyuntura de hecatombe

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


El animal y sus apetitos

medioambiental: las reservas de Cobre en Perú y Chile, así como de abun-


dantes riquezas en Litio, Molibdeno y Tierras Raras a lo largo del continente,
brindan los minerales imprescindibles para llevar a cabo la transición energé-
tica que permitiría a la práctica social actual poder migrar fuera de la quema
de hidrocarburos sin alterar su estilo de vida. Pero cada vez son menores los
descubrimientos de grandes minas que puedan satisfacer la proyectada de-
manda requerida para dicha transición: el Cobre, por ejemplo, ha visto reducir
sus descubrimientos en las últimas tres décadas, coyuntura camuflada por el
hecho de que los altos precios del mineral permitieron que las compañías
comercializaran Cobre de menor grado, antes considerado no-rentable o des-
perdicio, extraído de las mismas fuentes de recursos; esta tendencia tiene un
límite y lo cierto es que nos acercamos a un periodo donde cada vez habrá
más escasez de los minerales críticos para satisfacer la demanda requerida
(Goehring & Rozencwajg, 2021). Este dato claramente nos revela que la cri-
sis no puede solucionarse con un mero viraje hacia las energías renovables,
se necesitan cambios fundamentales en nuestra práctica social a nivel glo-
bal que subyuguen la libertad humana bajo los dictámenes de la ecología:
la guerra y la competencia entre las grandes potencias nos ejemplifica cla-
ramente cómo es que las pasiones inciden en el orden medioambiental, ya
que la supervivencia de aquellos Estados-naciones esta amenazada, resulta
imposible consolidar una verdad que priorice la salud medioambiental sobre
el crecimiento indefinido de sus fuerzas que deben pelear para no ser absor-
bidos por sus pares.

En efecto, la corrupción surge de la esencia de una acción, nace en la pro-


fundidad del psiquismo del ser humano, y se mide según los efectos físicos que
se manifiestan en nuestros cuerpos, economía, sociedad y el resto de elementos 73
que garantizan nuestra salud y supervivencia. La ética jamás ha sido un mero
ejercicio reflexivo, expresa las condiciones del destino del ser humano al defi-
nir el entendimiento de sus acciones; la profundización de su conocimiento, es
la profundización del cuerpo humano y nos habilita para actuar con libertad en
el presente. Sócrates eligió morir antes que vivir entre la equivocación de sus
pares, Mohamed Bouazizi eligió inmolarse cuando le volvieron a arrebatar su

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Gabriel Fuentes Bartolini

carro de frutas por comerciar sin permiso, un grupo de terroristas eligió dar
su vida secuestrando el teatro de Dubrovka en Rusia para pedir desesperados
que cese la guerra en su país, estos ejemplos disímiles e inconexos creo que
muestran que el qué hacer con la propia vida parece siempre apuntar hacia un
fin ulterior, incluso cuando dentro de las ciudades nos limitamos a vivir en el
hedonismo egoísta: el ser humano, en la digestión de sus experiencias, es pues
siempre un puente que expresa lo recóndito de sus ideas y sentimientos, olvidar
que ahí yace la génesis de la actual crisis medioambiental es desconocer milenios
de registro histórico.

Qué poco tiempo ha pasado desde que nos hemos alejado de la escla-
vitud para con los demás, muchos dudamos que nos hayamos alejado defi-
nitivamente de aquellas prácticas, pero ¿es la esclavitud en sí misma lo que
difunde la corrupción y el mal? ¿O es la naturaleza de la ley imperante lo que
desacredita al amo? Buscar un mundo ideal de entendimiento en medio del
imperio de la violencia política es una bellísima empresa para perseguir, pero
considero que no podemos tapar el sol con un dedo y no es posible prohibir inde-
finidamente lo que parece conformar parte de nuestra naturaleza, así como no
podemos desconocer que alcanzar la victoria con la violencia es en sí mismo
un fracaso. La sujeción de la libertad, ya sea por coerción o triunfo en la argu-
mentación, es una condición para el orden social; en un eterno retorno de lo
acontecido en el pasado, las fuerzas del bien y del mal deberán levantar sus
más grandes exponentes para que quienes se atrevan a luchar para la ejecu-
ción de sus metas puedan esclarecer al público cuál es la verdad, y una vez
más renacerán fortalecidas nuevas cepas que impugnen los efímeros detalles
del acontecer, representando un juego de almas donde se decidirá si el ser
humano pudo controlar su psiquismo o si fracasó en su condición de auriga.
74

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


El animal y sus apetitos

Referencias
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should increase by 80% beyond nationally determined contributions
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doi.org/10.1038/s43247-021-00097-8
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Masotta, Trad.). Anagrama. (Trabajo original publicado en 1974).

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CARTA A LOS AUTORES
OMNIA CORRUPTIO. APUNTES PARA UNA
FILOSOFÍA DE LA CORRUPCIÓN: ENTRE TEORÍA
Y PRÁCTICA
OMNIA CORRUPTIO. NOTES TOWARDS A PHILOSOPHY OF
CORRUPTION: BETWEEN THEORY AND PRACTICE

David Álvaro Huallpa Vargas


Pontificia Universidad Católica del Perú
d.huallpa@pucp.edu.pe
https://orcid.org/0000-0003-1936-2282

Resumen: Actualmente, los estudios sobre la corrupción son limitados, no


solamente debido a que la literatura que aborda directamente dicho fenó-
meno es escasa, sino también por la imprecisión conceptual que se presen-
ta en los estudios más específicos, pues suelen asumir acríticamente dicho
concepto y simplemente lo aplican a ámbitos determinados (e.g., corrup-
ción política o del ser humano). En el presente ensayo, nos preguntamos
por el concepto de la corrupción desde el punto de vista filosófico. Para ello,
usamos las dos vías posibles en la filosofía. Primero, la abordamos teoréti-
camente, en el que partiendo de estudios etimológico conceptuales, luego
pasamos a su metafísica y ontología. A partir de dicha clarificación concep-
tual, en segundo lugar, la abordamos aplicadamente desde la perspectiva
de la filosofía práctica. Con todo ello, nuestra investigación muestra que la
corrupción es un fenómeno universal en la totalidad de lo real movible, cuyo
concepto es de naturaleza relacional y de carácter farmacológico. Las im-
plicaciones de este ensayo, finalmente, pueden contribuir a conformar una
filosofía de la corrupción general más sistemática; a su vez, podría ayudar a
clarificar mejor los estudios concretos de la corrupción como en el ámbito
político, moral, ético y natural.

Palabras clave: corrupción, movimiento, metafísica, ontología, ética 79

Abstract: Currently, studies on corruption are limited, not only because the
literature that directly addresses this phenomenon is scarce, but also due to
the conceptual imprecision that arises in more specific studies, since they
tend to uncritically assume this concept and simply they apply it to specific
areas (e.g. political corruption or human corruption). In this essay, we ask
about the concept of corruption from a philosophical point of view. To do
this, we use the two possible paths in philosophy. First, we approach it theo-

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retically, in which starting from conceptual etymological studies, then we go
to its metaphysics and ontology. From this conceptual clarification, secondly,
we approach it apllied from the perspective of practical philosophy. Through
all this, our research shows that corruption is a universal phenomenon in the
totality of the movable reality, whose concept is relational and pharmaco-
logical in nature. The implications of this essay, finally, could contribute to
shaping a more general and systematic philosophy of corruption; in turn, it
could help to better clarify the more concrete studies of corruption in areas
such as politics, morality, ethics, and nature.

Keywords: corruption, movement, metaphysics, ontology, ethics

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REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

§1. Introducción
Sobre el objeto, forma y contexto de la
presente investigación

La corrupción, ese fenómeno cotidiano que actualmente, se nos recuerda


numerosas veces, afecta nuestra propia cotidianidad. Sin embargo, aquello
no es un fenómeno reciente o moderno (e.g., relativo al Estado), ni siquiera
es un fenómeno estrictamente humano, la corrupción ha ocurrido desde el
principio —de hecho, lo actualmente real ha acontecido por la ocasión de
aquello— y continuará sucediendo mientras exista el devenir y cualquier ser
sujeto a él: la corrupción es, pues, un fenómeno de corte más universal. El
presente trabajo es una investigación sobre el fenómeno de la corrupción,
el objeto primordial del presente ensayo, desde el punto de vista filosófico:
hacia una filosofía de la corrupción. Es decir, apuntamos a esclarecer el o los
fundamentos de la corrupción de una manera razonada y sus implicaciones.

Por ello, son dos los momentos esenciales de nuestro estudio. En primer
lugar, iniciamos nuestra investigación en la esfera de la filosofía teorética, es
decir, conceptualmente, el cual se compone, a su vez, de dos momentos. Por
un lado, comenzamos dilucidando el concepto particular de la corrupción a
partir de su significado originario signado por su etimología. En seguida, por
otro lado, y en base a lo anterior, pasamos a un plano conceptual más gene-
ral, es decir, esencialmente metafísico, lo cual nos llevará, posteriormente, a
dilucidar sucintamente su ontología regional. Una vez aclarado el concepto
de la corrupción pasamos, en segundo lugar, a las consecuencias prácticas de
la parte teorética: una filosofía aplicada de la corrupción. Ello, nuevamente, 81
en dos momentos. Comenzaremos delineando una ética, de orientación más
general, de la corrupción y finalizaremos con una ética más particular relati-
va al ámbito académico. Con todo ello, pretendemos defender nuestra tesis
principal, a saber: la corrupción es un fenómeno universal, al menos dentro

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David Álvaro Huallpa Vargas

de la totalidad de lo real de lo movible, y conceptualmente se caracteriza por


ser relacional y farmacológico.

Antes de pasar al estudio de la presente investigación, sin embargo, qui-


siera aclarar lo siguiente. Por un lado, el presente trabajo se trata de un ensa-
yo, es decir, es de carácter más libre y como tal, además, siguiendo a Michel
de Montaigne (1533-1592), representa el medio más idóneo para expresar la
verdad esencial que acontece en cada uno de nosotros sin la, de ordinario,
inoportuna ostentación de recurrir a pomposos adornos postizos o bellezas
artificiales (2018 [1595]). Esto se refleja, por ejemplo, en la presencia práctica-
mente inexistente de citas literales de otros autores o discusiones excesiva-
mente sutiles que rozan lo escolástico.

No obstante, este trabajo no comporta un mero ejercicio solipsista (i.e.,


por para y desde mí mismo) ni, así, tampoco, se trata de un árido monólo-
go, sino, antes bien, comporta algunas lecturas filosóficas definidas. Este es
el caso de la Física (1995) y de la Metafísica (2003) de Aristóteles (384-322 a.
C.), y de parte de La República (2013) y del Fedro (1998) de su maestro, Platón
(429?-347 a. C.). En segundo lugar, aunque con menor impacto respecto a las
ya mencionados, ese es el caso de los trabajos de Alexandr Gelyevich Dugin
(1962-), especialmente su Postfilosofía: Tres paradigmas en la historia del pen-
samiento (2009) y sus lecciones sobre la noología (2022 [2018]); de la filosofía
de la revelación de Friedrich Wilhelm Joseph Schelling (1775-1854), particu-
larmente su parte fundamental (1998 [1856-1861]), y de algunas remembran-
zas de la ontología de W. V. O. Quine (1908-2000), sobre todo, guiados por la
lectura del compromiso ontológico quineano que introduce Matteo Plebani
(2015). Las ideas filosóficas de estos autores representan, pues, la inspiración
82 más esotérica del presente trabajo. Con, sobre y contra estas ideas dialoga-
mos internamente de la manera más libre que nos permite el formato del
ensayo. Por ello, hemos considerado posible evitar las citas literales, pues en
contextos como este, precisamente de libre ensayo, aquello puede, lejos de
ayudar, representar los grilletes (como un árido academicismo) que impiden
el libre despliegue del pensamiento, reduciéndolo a meras sutilizas escolás-

REVISTA PERUANA DE FILOSOFÍA APLICADA (2022), vol. XV, n° 23


Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

ticas. Con ello también pretendemos reafirmar parte de nuestra condición y


milieu hispanoamericano, aquella que, como ha advertido bien Gustavo Flo-
res Quelopana (1959-), tiene una vocación y personalidad ensayística (2022).

Por otro lado, el presente trabajo tampoco comporta una investigación


eminentemente abstracta, sino que es producto de un contexto concreto
bien definido. Surge y germina, pues, a partir de una atención atenta, en pri-
mer lugar, a las propuestas de los compañeros filosóficos de la Revista Peruana
de Filosofía Aplicada: Manuel A. Paz y Miño y Eduardo Chocano Ravina. Res-
pectivamente, sostienen, básicamente, que la corrupción es una de las causas
del atraso social (2023) y que la corrupción está ligada a los antivalores (2023).
Estas perspectivas son legítimas y bien inteligidas, pero la corrupción es algo
más: un fenómeno aún más universal. En segundo lugar, dialogamos con la
propuesta del filósofo José Luis Herrera Díaz, quien llama la atención sobre la
paradoja que implica la corrupción a nivel político, la cual implicaría, incluso,
cierta angustia (2023). No obstante, la corrupción se extiende mucho más allá
de dicho espacio y, reconocerlo, nos lleva a entender, al mismo tiempo, la na-
turaleza potencialmente doble de la corrupción: es, pues, un fármaco. En este
sentido, tampoco es necesario ir tan lejos como a una lógica intercontextual,
sino dirigir la intencionalidad hacia algo más elemental: hacia una lógica más
intuitiva. El último interlocutor, finalmente, es Luis Enrique Alvizuri, quien lle-
ga a ampliar el significado de la corrupción al sostener que representa, en el
fondo, una forma, quizá la más fundamental, de la libertad humana (2023).
Pero la corrupción, excede lo meramente humano: incluso, lo inerte es, pues,
sujeto de corrupción.

La inspiración más exotérica de estos autores nos lleva al imperativo de


83
la confrontación. No, por supuesto, con un afán meramente anihilante, sino,
antes bien, todo lo contrario: para continuar pensando, siguiendo las hue-
llas de sus brillantes reflexiones intelectuales. Rendirles así, pues, homenaje.
Con Heidegger:

Confrontación es auténtica crítica. Es el modo más elevado y la única ma-


nera de apreciar verdaderamente a un pensador, pues asume la tarea de

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David Álvaro Huallpa Vargas

continuar pensando su pensamiento y de seguir su fuerza productiva y no


sus debilidades. ¿Y para qué esto? Para que nosotros mismos, por medio de
la confrontación, nos volvamos libres para el esfuerzo supremo del pensar.
(2013, p. 19)

§2. Filosofía teorética de la corrupción


Algunos lineamientos

El objeto de nuestra investigación, como ya mencionamos, es el fenó-


meno de la corrupción. Esta primera parte de nuestro estudio es teorético,
es decir, conceptual; esto nos permitirá, si lo logramos, tener una mayor cla-
ridad para, luego, evaluar sus consecuencias prácticas y evitar perdernos con
facilidad en preconcepciones o prejuicios asumidos. Para ello, tenemos que
destilar las variaciones accidentales de aquello que estamos estudiando, es
decir, quedarnos con lo fundamental del fenómeno de la corrupción. En esta
empresa nos valdremos, en primer lugar, como punto de partida, de su signi-
ficado originario. Una vez logrado aquello y analizado algunas de sus implica-
ciones más importantes, pasaremos, en segundo lugar, a estudiarlo con una
mayor profundidad. Para ello, intentaremos penetrar en su metafísica. Todo
ello, finalmente, nos permitirá arribar a una determinación más clara de las
relaciones del concepto de la corrupción: pasar, pues, a su ontología.

A. Concepto particular
84
Sobre la naturaleza relacional del concepto
de la corrupción

Partimos nuestra investigación teorética fijándonos en la etimología del


fenómeno que estudiamos. Esto nos llevará a distinguir su significado parti-
cular. El estudio etimológico, ciertamente, representa un punto de partida

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

adecuado para iniciar la investigación, pues nos lleva al significado originario


de lo estudiado. Es, pues, este significado primigenio el que, luego, regirá, a
modo de ἀρχή (fundamento, principio), sus sucesivas alteraciones, las cuales
se producen, por ejemplo, mediante figuras como la metáfora o la analogía.
Sin embargo, aunque el significado original se vea afectado y desplazado por
el empleo de figuras como las mencionadas y, también, por el aparento olvi-
do de su significado original, esa afectación siempre dependerá de su sujeto
originario, de su fundamento, con el que establece una religación semántica:
lo esencial se mantiene. La palabra “absoluto” (lat. absolutus), por ejemplo,
originariamente significaba simplemente aquello que esta liberado o des-
prendido de algo (e.g., cuando un ciudadano era liberado de su condena,
se decía que era absolutus respecto a tal condena), es decir, era un adjetivo,
pero, con el paso de la historia, ha llegado a desplazarse hasta convertirse en
un sustantivo de pleno derecho (e.g., “lo Absoluto” del idealismo alemán). No
obstante, su significado moderno aún permanece determinado por su signi-
ficado originario: aquel “Absoluto” significa, pues, aquello que es distintivo de
todo lo demás al estar liberado o desprendido de aquello, esto es, algo que
revela trascendencia. Por tanto, partir de la etimología nos acerca al conteni-
do esencial de aquello que estudiamos.

Con esto presente, comenzamos la presente investigación. Nuestra pa-


labra “corrupción” proviene del término latino “corruptio”. Esta palabra se
compone del prefijo “com-” (todo, globalmente), del verbo “rumpere” (que-
brar, romper, descomponer) y del sufijo “-tio” (efecto o acción de). Por tanto,
“corruptio” designa la acción de romper o quebrar o descomponer de manera
global. La corrupción es, así, la descomposición, ruptura o el quebrar de ma-
nera global. Este verbo sustantivado, o, más técnicamente, sustantivo dever- 85
bal, representa, así, la fijación o la idea del verbo del que proviene, a saber,
“corrumpere” (“com-” + “rumpere”; esp. corromper), del que, pues, extrae su
contenido semántico.

Como tal, sin embargo, al designar simplemente aquel proceso, la co-


rrupción se mantiene en un plano esencialmente genérico. Ciertamente, po-

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David Álvaro Huallpa Vargas

dríamos intentar estudiar la corrupción como un concepto en sí mismo, es


decir, describir, por ejemplo, qué es lo que implica la ruptura, desunión o des-
composición en términos absolutos, pero aquello resultaría, como veremos a
continuación, en un esfuerzo vano y poco recompensado.

Y es que la corrupción, semánticamente, implica la existencia de otro ob-


jeto al que refiere necesariamente de algún modo. Esto es bastante claro en
el caso del verbo del que deriva (i.e., “corromper”), pues todo verbo, de por sí,
requiere de un sujeto al que precisamente describe. Algo análogo sucede con
su nominalización. En efecto, si simplemente dejamos intacta la definición ini-
cial que señalamos (i.e., la corrupción es la acción o el efecto de romper, que-
brar o descomponer), la definición resulta, en el fondo, poco inteligible, pues:
¿destrucción de qué?, ¿ruptura de qué?, ¿descomposición de qué? Siempre
se trata, pues, de la corrupción de esto o aquello (e.g., de las instituciones, del
ser humano, del Estado, etc.), y en ningún caso de nada en absoluto.

De manera más general, la corrupción también implica un objeto implí-


cito, pues siempre se rompe, se quiebra o descompone un algo, un ser, un
“x”, que en algún momento comportaba cierta unidad y, por efectos de la
corrupción, precisamente se descompone, quiebra o rompe. Si no existiese
aquello como condición previa, entonces dicho efecto de acción carecería
completamente de sentido. Por ello, la corrupción solo forzada y equívoca-
mente puede ser un concepto absoluto (en sí). Antes bien, es, pues, un con-
cepto relacional (para sí): un concepto carente que refiere necesariamente a
un objeto, ya sea este concreto o abstracto formal. Dado aquello, nos encara
ahora otra pregunta: ¿son todos los objetos sujetos de la corrupción o bien
solo algunos o, quizá, ninguno? Tenemos que arribar, al final, a su ontología.
86

B. Concepto general
Sobre la relación entre la corrupción y el movimiento

Continuamos nuestra investigación penetrando en el terreno metafísico


del fenómeno estudiado, aquello nos revelará una dimensión más profun-

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

da del concepto de la corrupción y podremos, así, proseguir con nuestra in-


vestigación teorética. La metafísica es una disciplina filosófica que apunta a
trascender la mera relatividad propia de la realidad del devenir mediante el
empleo de conceptos y términos más generales (i.e., más estables).

Proviene del griego antiguo “μετὰ τὰ φυσικά”, es decir, aquello que está
más allá de la física o naturaleza (lat. metaphysica). Ahora bien, el término “fí-
sica” proviene del griego, también antiguo, “φύσις”, el cual, a su vez, procede
del verbo “φύω” (crecer, surgir, brotar) más “-σις” (usado normalmente para
formar objetos abstractos a partir de un verbo). Por tanto, “física” vendría a
significar algo así como el brotar, el surgir o el crecer. Como se puede apreciar,
los significados implican cierto cambio o movimiento, es decir, devenir. De
este modo, un significado posible, y el que seguiremos aquí, de la metafí-
sica es aquello que va más allá del mero devenir propio, por ejemplo, de la
realidad natural.

Este ir más allá no puede significar otra cosa sino que el exceder el ámbito
de lo meramente cambiante y relativo, y dirigirse, así, a lo más estable como
lo es, pues, el concepto: dirigirse, pues, a un terreno donde sea posible el
pensamiento, el λόγος, pues el pensamiento requiere de algunas condiciones
mínimas no sujetas al sucesivo devenir (e.g., la memoria) para poder desple-
garse. La μετὰ τὰ φυσικά (metafísica) es el milieu del λόγος (pensameinto). De
este modo, por otra parte, la metafísica no trata exclusivamente, pues, acerca
de realidades par excellence abstractas (e.g., la divinidad, el ser qua ser, etc.),
sino que, desde el ángulo que proponemos aquí, incluso, la ecuación cien-
tífica más simple que pretende describir algún aspecto de la naturaleza de
ordinario cambiante (e.g., E=mc²), por ejemplo, ya sería también metafísica
87
en tanto que emplea conceptos de naturaleza más general (e.g., la energía,
la masa, la velocidad o, más evidentemente, la misma idea de igualdad de la
ecuación, etc.).

Si esto es así, entonces desde el inicio ya nos hemos acercado al terreno de


la metafísica en nuestro estudio. Recordemos que mostramos que la etimo-

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David Álvaro Huallpa Vargas

logía nos aproxima al significado esencial, más general, de aquello que estu-
diamos; por lo tanto, aquello ya representa un paso para alejarnos de la mera
relatividad. No obstante, si bien ya hemos avanzado en este camino, aún nos
mantenemos en el proceso: lo que proponemos ahora es seguir avanzando.

En la sección anterior, nos habíamos detenido en el siguiente paso: la co-


rrupción es el fenómeno que designa la descomposición, ruptura o la quiebra
de algo necesariamente dado previamente. ¿Qué implica esto? Lo siguiente:
la corrupción denota aquel cambio de la unidad de algo existente dado: es,
así, una función existencial que depende de un contenido previo. La corrup-
ción representa, así, una de las modalidades del cambio o movimiento. Esto
aún requiere, no obstante, de una mayor precisión conceptual, pues, ¿qué
tipo de cambio es? Veamos: dado lo anterior, la corrupción denota el movi-
miento por el cual un “x” deja ser lo que era. La respuesta se nos aclarará aún
más si continuamos y evaluamos, por ejemplo, aquello que parece ser su con-
trario conceptual.

En la antigüedad helena ya podemos encontrar una pista de aquello. Sim-


plemente recordemos, por ejemplo, el título de una las obras físicas aristotéli-
cas, a saber, su Περὶ γενέσεως καὶ φθορᾶς, el cual fue traducido al latín como
De Generatione et Corruptione (esp. Acerca de la generación y la corrupción). En
dicho título encontramos el fenómeno que estudiamos (i.e., la corrupción)
junto a otro, a saber, la generación (φθορᾶς, generatione). Ambos conceptos
refieren al movimiento, pero se nos advierte precisamente que son contrarios
(1987). El término “generación” procede de la palabra “generatione”, el cual,
a su vez, proviene del verbo “generare” (producir, generar) más el sufijo “-tio”
(efecto o acción de); por tanto, dicha palabra significa el actuar o el efecto de
88 producir o generar (cfr. v.s., la aclaración sobre la física o naturaleza). Si nos
fijamos en su formación, notaremos que esta palabra sigue el mismo camino
que el de la corrupción, es decir, implica un objeto previo necesariamente, es
decir, es también un concepto relacional: se produce o se genera algo, pues,
a partir de otro algo. De este modo, podemos señalar, inspirándonos en Aris-
tóteles, que la generación denota aquel movimiento por el cual un “α” es pro-

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

ducido a partir de un “x”. Ahora bien, como se advierte, este movimiento ya


no implica simplemente a un solo objeto como en el caso de la corrupción,
sino a dos: un “x” y un “α”, el primero es el elemento previo requerido (como
en la corrupción), mientras que el segundo es precisamente lo producido, lo
venido a ser que depende de aquello previo.

Ahora bien, esta diferencia de implicación entre la generación y la co-


rrupción no es superficial; antes bien, todo lo contrario. Analizar éste fenóme-
no nos llevará, más adelante, a determinar las modalidades de la corrupción y
precisar, así, su ontología. Comencemos recapitulando. Hemos arribado a las
siguientes determinaciones:

• Corrupción: movimiento por el cual un “x” deja de ser lo que era

• Generación: movimiento por el cual a partir de un “x” llega a ser un “α”

Con lo visto, podemos notar cierta complementariedad entre estas dos


formas del movimiento. En efecto, para que “α” llegue a ser a partir de un
“x”, se precisa que ese “x” cambie de algún modo; no necesariamente, por
supuesto, que aquello se destruya, pero sí que deje de ser lo que era (al me-
nos, por ejemplo, en el tiempo). Por ejemplo, para que al menos un fruto de
alguna planta llegue a ser, este tuvo que haberse producido a partir de algo
previo, a saber, por lo regular, una flor fertilizada de dicha planta. Ahora bien,
para que aquello ocurra tuvo que haber acontecido cierto movimiento, una
cierta corrupción, que haya llevado a la flor, primero, a polinizarse y, luego,
bajo algunas condiciones favorables, a producir el fruto. Y es que si la flor de la
planta se hubiese quedado estática, absolutamente incorruptible, entonces
no habría sido posible dicho proceso.
89
Por ello, a su vez, se nos revela con mayor claridad que la corrupción es el
elemento previo de la generación. La generación implica la corrupción. Hay,
por tanto, una especie de jerarquía que señala que la corrupción es, de algún
modo, primordial respecto a la generación. Dicho de otro modo, no hay ge-
neración si antes no se ha dado el fenómeno de la corrupción. Por lo tanto, la

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corrupción es el fenómeno más universal del cambio, mientras que la gene-


ración es un tipo especial ulterior de la corrupción: la generación es un tipo
de corrupción más una añadidura, precisamente el “α” de su determinación.
La corrupción es, entonces, uno de los epíteto del cambio o movimiento, su
implicación necesaria: todo aquello que cambia o se mueve pasa, pues, de un
estado en el que aquel es algo a otro en el que deja de serlo, de lo contrario
no habría movimiento.

C. Minima ontologia
Sobre las modalidades de la corrupción y sobre la naturaleza de
sus objetos

Ahora bien, si la generación no es el contrario de la corrupción, sino un


subtipo suyo, cabe precisar ahora si es su modalidad inmediata o no. Recor-
demos nuevamente la determinación de la generación: movimiento por el
cual a partir de un “x” llega a ser un “α”. Recordemos también que para que
aquello acontezca, se precisa de la corrupción, el cual designa el movimiento
por el cual ese “x” deja de ser lo que era. Con ello, notamos que existe un dife-
rencial entre la generación y la corrupción, precisamente el “α” de la genera-
ción. De este modo, la determinación de la generación comparte su atención
no solo al “x” de la corrupción, sino también a algo más. Lo que nosotros nos
proponemos investigar ahora es, sin embargo, lo que ocurre simplemente
con el “x” que deja de ser.

Así, la pregunta que tenemos que hacer es la siguiente: ¿de qué manera
deja de ser? Ciertamente no deja de ser si no está en movimiento: si el “x”
90
fuese estático no podría dejar de ser (por ello, la pura estaticidad se nos revela
como el concepto paralelo opuesto al de la corrupción). De este modo, el “x”
no puede mantenerse tal y como es: deja, pues, de ser. Ese dejar de ser puede
ser, así, solamente de dos maneras posibles: o bien el “x” aumenta o bien el
“x” disminuye (en cantidad o cualidad). Un ejemplo del primer caso puede ser
cuando una semilla se desarrolla y llegar a ser una planta: en este caso, pues,

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

el ser de la semilla aumenta bajo ciertas condiciones favorables. Un ejemplo


del segundo caso, por su parte, podría ser cuando una hoja, por el pasar del
tiempo por ejemplo, se marchita y termina desintegrándose en algunos frag-
mentos: en este caso la unidad original del ser de la hoja disminuye y da paso
a una multiplicidad de fragmentos menores suyos.

Así son, pues, dos las modalidades más inmediatas de la corrupción: la


aumentación y la disminución. El término “aumentación” proviene del tér-
mino latino “augmentatio”, el cual procede, a su vez, del verbo “augere” (de
“augeo”, incrementar, aumentar, crecer) y del sufijo “-tio” (acción o efecto de).
El término “disminución”, por su parte, procede del término latino “diminutio”,
el cual proviene, a su vez, del verbo “diminuere” (reducir, disminuir) y nue-
vamente del sufijo “-tio” (acción o efecto de). En ambos casos sucede algo
análogo a los fenómenos ya estudiados, a saber, presuponen un objeto dado
previo, pues se incrementa algo, aumenta algo, crece algo, se reduce algo o
disminuye algo. Como se ve, ambos casos implican también al cambio o mo-
vimiento en tanto que designan acciones; por tanto, por lo ya dicho anterior-
mente, son formas, pues, de la corrupción. De este modo, es posible definirlas
del siguiente modo:

• Aumentación: proceso de la corrupción por el cual un “x” aumenta su ser

• Disminución: proceso de la corrupción por el cual un“x”disminuye su ser

Con todo, ahora nos es posible, con mayor claridad meridiana, mostrar
los objetos de la corrupción. En lo precedente, vimos que la corrupción es un
concepto relacional dado que presupone un objeto dado. Lo mismo ocurre
con la aumentación y la disminución, los cuales son las modalidades inmedia-
91
tas de la corrupción, pero también con la generación, el cual es una modali-
dad ulterior de la corrupción. Como se ve, todos estos fenómenos implican al
cambio o movimiento. El movimiento es el concepto, la unidad posible supe-
rior, de todos estos: de la corrupción y, en seguida, según el orden y la priori-
dad, de la aumentación y de la disminución, y luego, finalmente, de la gene-
ración. La corrupción es, pues, determinamos también, el movimiento por el

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cual “x” deja de ser lo que es, y como todo movimiento implica dicho proceso
—pues, en todo fenómeno en el que se da el cambio o movimiento el móvil
pasa de un estado en un momento a otro en un segundo momento: el móvil
es algo en el primer momento y deja de ser lo que era para el segundo, y es
que si se conservara tal y como era en el primer momento, entonces no sería
móvil, sino inmóvil, pura estaticidad—, entonces la corrupción no señala otra
cosa sino que el proceso del movimiento, es su nombre velado, mientras que
las modalidades de la corrupción (i.e., la aumentación, disminución y genera-
ción) son, así, las modalidades posibles o accidentales del movimiento.

Lo que nos preguntamos ahora es por el tipo que es ese “x” de la corrup-
ción. La respuesta, para este momento, resulta más clara. El “x” tiene que ser
algo que sea, al menos potencialmente, movible, pues si el “x” fuera estático,
no acontecería corrupción alguna. De este modo, la corrupción es, pues, el
fenómeno más universal en la totalidad de lo real movible. El dominio de la
corrupción, por su parte, amplía su regimiento hasta los límites de lo móvil.

§3. Filosofía práctica de la corrupción


Un esbozo

Una vez aclarado un poco más la parte de la filosofía teorética de la co-


rrupción, podemos pasar a evaluar sus consecuencias prácticas. Realizar, pues,
recién una responsable filosofía aplicada del precedente estudio conceptual,
y es que, como ha expresado Dugin, la aplicación filosófica solo puede suce-
92 der efectivamente cuando se dispone de una clarificación conceptual previa
(2019), o como ya había expresado Platón hace muchos siglos: la κατάβασις
(el camino descendente) del filósofo solo es coherente y necesaria cuando se
ha realizado la ἀνάβασις (el camino ascendente), de lo contrario solo se pue-
de esperar caer en confusiones o, en el mejor de los casos, se podrá acertar,
sí, pero sin saber que se ha acertado y, así, no se podrá dar suficiente cuenta

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del hallazgo con conocimiento de causa (i.e., no habrá filosofía propiamente),


pues se carece de la claridad conceptual superior y el recto criterio que dota
el camino ascendente (2013).

Ahora bien, dada la magnitud y las múltiples variaciones en la esfera de


la praxis y dado, también, la naturaleza esquemática del ensayo, no podemos
aspirar a un estudio exhaustivo de la filosofía práctica de la corrupción, el
cual, como vimos, tiene una abrumadora inmensidad de objetos (i.e., todo lo
movible). En consecuencia, esta parte solamente comporta un esbozo inicial,
bajo la condición de, en un futuro, continuar con la meditación e investiga-
ción que aquí simplemente delineamos. A continuación, veremos dos aplica-
ciones prácticas de nuestro estudio conceptual y algunas implicaciones.

A. Ética general
Sobre la naturaleza farmacológica de la corrupción

En primer lugar, detallemos una consecuencia ética general. Al ser el


objeto de la corrupción todo aquello que es movible —esto, por supuesto,
como adelantamos, no solo actualmente, sino también, principalmente, po-
tencialmente—, entonces aquello nos plantea la siguiente consideración.
Actualmente, tenemos normalizada la creencia de que la corrupción es un
fenómeno nocivo tanto para las personas como para las instituciones socia-
les como, por ejemplo, el Estado. No obstante, lo que hemos mostrado en
la presente investigación teorética es que la corrupción es el fenómeno más
universal del cambio; ni siquiera es, pues, un fenómeno que halle sus límites
en la empresa meramente humana, la encontramos también, ciertamente, en
93
la naturaleza: las plantas también se corrompen, pero también el más diminu-
to corpúsculo estelar inerte, qua móvil, también lo hace.

Más aún, la corrupción, el otro nombre del movimiento, es aquello que


hace a la totalidad de lo real movible ser lo que es. Es decir, la corrupción no
solamente posibilita sucesos perniciosos, decadentes, sino también cadentes

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y sumamente fructíferos: recordemos aquí simplemente que las dos modali-


dades inmediatas de la corrupción son dos fenómenos contrarios, a saber, la
aumentación y la disminución. Por tanto, la corrupción comporta una posi-
bilidad positiva y otra negativa a la vez de manera potencial. Construcción y
destrucción, enfermedad y cura, problema y solución son posibles gracias a
la corrupción, pues ésta es jerárquicamente, como también tuvimos ocasión
de notar, primordial respecto a estas. Incluso, como también determinamos,
la generación precisa de un proceso corruptivo.

Así, sin la corrupción no sería posible ni siquiera, por ejemplo, el naci-


miento: no sería posible, pues, la vida sin la corrupción: corruptio vitam facit
possibilis. La vida orgánica precisa de un proceso corruptivo como condición
previa por la cual, por ejemplo, el animal deje de ser simple y potencialmente
dador de vida para convertirse actualmente en dador de vida: llegar a ser algo
actualmente, pues, y dejar de serlo solo potencialmente. Ese cambio ya es un
proceso, por todo lo dicho, corruptivo. De este modo, también, una reforma
política, por ejemplo, que subsane un atropello ocasionado por una ley ante-
rior injusta, la cual, por ejemplo, corrompa el valor del bien común, aquello,
es también un proceso corruptivo. No solo se corrompe todo aquello que, de
acuerdo con nuestras creencias heredadas o no, consideramos como “algo
bueno”, sino que también puede corromperse, pues, aquello que podríamos
considerar como “algo malo”. Se puede corromper tanto algo que es justo
como algo que es injusto; en este sentido, por todo lo dicho, no es incoheren-
te que pidamos que se corrompa la desigualdad social arbitraria, pues lo que
estamos diciendo de esta otra manera es simplemente que cambie contraria-
mente aquella situación injusta, y es que, como advertimos, la corrupción es
el otro nombre del movimiento o del cambio.
94
De este modo, puesto que la corrupción implica, pues, dos contrarios a
la vez (i.e., uno positivo y otro negativo) en su devenir inmediato para sa-
lir de su potencialidad y ser concreto, dado ello, entonces el juicio práctico
sobre cuál de los movimientos posteriores o modalidades de la corrupción,
respecto a un determinado objeto, es el pernicioso o nocivo y cuál, el movi-

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

miento beneficioso o fructífero no resulta automático ni simple; antes bien,


resulta complejo.

Incluso, en ocasiones lo positivo no resulta del todo provechoso, así como


lo negativo tampoco resulta necesariamente perjudicial. Que lo positivo no
siempre es algo deseable lo muestra, por ejemplo, las investigaciones de
Byung-Chul Han (1959-), quien ha evidenciado que fenómenos neuronales
contemporáneos como la depresión implican y se deben, entre otros facto-
res, a un mundo de la vida con exceso de positividad y empobrecimiento de
la otredad (2015). Que lo negativo, por su parte, no necesariamente resulta
despreciable lo muestra, por ejemplo, la filosofía de Hegel (1770-1831), para
quien la negatividad (i.e., el escepticismo o crítica) es esencial para la dialéc-
tica (2012 [1807]).

Así, pues, ciertamente, resulta complejo distinguir prácticamente cuál de


las dos modalidades posibles de la corrupción es la beneficiosa y cuál no lo es.
No obstante, aquello no resulta absolutamente imposible. Esto simplemente
refuerza aquello que ya habíamos notado en nuestra investigación teorética
sobre la corrupción, a saber, que su concepto no es absoluto: no es, pues, un
en sí. Antes bien, es relacional (para sí): es, pues, un concepto carente o nece-
sitado de algo más.

Para poder juzgar prácticamente sobre cuál de las dos modalidades de


la corrupción es la adecuada precisamos de conocer, también, de algo más:
aquello que lo rodea y aquello que implica, es decir, se precisa considerar del
contexto del caso específico de la corrupción al que dirijamos nuestra inten-
cionalidad. La corrupción se nos revela, así, como un φάρμακον (fármaco) en
el sentido platónico (1998), pues implica, a la vez, dos contrarios de manera 95
potencial y su resolución se alcanza en relación al contexto en el que se lo
aplique. Dependiendo, pues, de cómo se use, de dónde se use, de cuándo se
use, de quién lo use, de para quién se lo use, es decir, dependiendo precisa-
mente del contexto, la corrupción positiva y negativa resultará determinada
de un modo o de otro. Por tanto, para juzgar práctica y rectamente sobre la
corrupción necesariamente tenemos que inquirir siempre sobre el contexto

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específico en el que se emplea precisamente la corrupción de manera con-


creta. Entender esto nos lleva, por otra parte, a comprender que la corrupción
no resulta ser del todo, pues, un fenómeno eminentemente paradójico, sino,
antes, bien, contextual, es decir, farmacológico.

B. Ética particular
Sobre la relación práctica entre la corrupción y
la investigación

En segundo lugar, y en relación con lo anterior, planteamos una conse-


cuencia ética más particular, concretamente respecto a la esfera académica.
Para este momento, podríamos comenzar reconociendo ya que la investi-
gación misma, el fenómeno principal de lo académico, representa un fenó-
meno corruptivo. Lo implica, pues, en tanto que la investigación comporta
cierto cambio o movimiento que comienza con la pregunta y se dirime en un
abordaje determinado. Así también, con la investigación corrompemos, por
ejemplo, nuestra ingenuidad o, en algunos casos, nuestra propia ignoración:
una corrupción que, ya sin los prejuicios iniciales, podemos denominar como
benefactora hasta cierto punto. Esto, ahora lo podemos comprender con ma-
yor claridad: no es una paradoja, sino que es parte de la potencialidad del
concepto farmacológico de la corrupción. Pero, continuemos ahora con una
consecuencia más.

Al ser la corrupción, como mostramos, un concepto esencialmente re-


lacional —implica necesariamente, pues, un objeto (ya sea este abstracto o
concreto) previo dado del que depende— entonces cualquier estudio res-
96
ponsable y coherente sobre la corrupción tiene que determinar necesaria-
mente el objeto del que trata —como vimos hace un momento, el sentido
de la corrupción, negativo o positivo, incluso, depende de su objeto qua
φάρμακον (fármaco)—. Incluso en nuestra presente investigación ha ocurri-
do aquello: tratamos, pues, la corrupción de la manera más general, notamos
que es un concepto relacional y llegamos, a su vez, a determinar, antes de

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

continuar, su objeto general, a saber: todo aquello que, al menos potencial-


mente, es movible.

En consecuencia, cualquier estudio riguroso y solvente, de orientación


más concreta, sobre la corrupción tendría que seguir un proceso análogo.
Por ejemplo, un estudio sobre la corrupción política tendría que llegar a con-
siderar necesaria y explícitamente el objeto de esta corrupción, a saber, el
concepto de la política. Si no se hace, simultáneamente, dicha investigación,
pues, entonces tal estudio sobre la corrupción política está destinado a sufrir
reveces y dificultades conceptuales desde el inicio, pues se estaría discurrien-
do sobre un proceso (i.e., la corrupción, recordemos, simplemente señala el
movimiento por el cual un objeto movible deja de ser lo que era) que depen-
de necesariamente de algo (i.e., la política) de lo cual no se tiene suficiente
claridad. Por consiguiente, dicho estudio hipotético resultaría ser marcada-
mente unilateral.

Una recta investigación sobre la corrupción política es, así, necesaria-


mente, a la par y primordialmente, una investigación sobre lo que es esencial-
mente la política y sus implicaciones. Solamente una vez se ha determinado
el “x”, en este caso el concepto de la política, es que recién se puede comenzar
a evaluar práctica y responsablemente su proceso corruptivo. De este modo,
uno de los primeros aspectos que, a continuación, se precisaría determinar
es si aquello es movible o no. Si lo es, y solamente si lo es al menos poten-
cialmente, entonces, allí recién, podremos hablar de la corrupción política.
Uno de los máximos representantes del llamado idealismo británico, Bernard
Bosanquet (1848-1923), por ejemplo, llegó a considerar al Estado, expresión
máxima de la política para el autor, como una idea ética fija (1899). En con-
97
secuencia, si ese fuese el caso, hablar de la corrupción de tal política sería un
sinsentido, un oxímoron en sí mismo, pues el “x” de la investigación (i.e., la
política) no sería objeto de movimiento o cambio, y, por tanto, no sería, a su
vez, uno de los objetos posibles de la corrupción.

Solo si la política es determinada como objeto posible del cambio o mo-


vimiento, como en buena parte de los casos (e.g., el materialismo, el evolucio-

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nismo, el emergentismo, etc.), solo en esa ocurrencia, es que se podría hablar


de la corrupción política y hacer, por consiguiente, una investigación sobre
ella. Ahora, una vez determinado el concepto de la política y que es, al menos
potencialmente, sujeto de cambio (e.g., en el tiempo), pasaríamos a analizar
el fundamento y sus modos de cambio o de corrupción, los cuales, recorde-
mos, son dos contrarios: uno positivo y otro negativo, qua farmacológico, los
cuales señalan el movimiento por el cual el “x” conserva o disminuye su ser.

Luego de haber pasado por ese proceso teórico conceptual (i.e., luego de
haber comprendido, por un lado, lo que comporta el fenómeno de la corrup-
ción y, por otro lado, al mismo tiempo, luego de haber determinado lo que
es la política, pasando, incluso, por su metafísica y, finalmente, por su ontolo-
gía), podremos alcanzar un mejor juicio práctico sobre la corrupción política:
una filosofía aplicada solvente de la corrupción política. Solamente allí, pues,
podríamos juzgar, con mayor claridad meridiana, qué tipo de corrupción po-
lítica es justa y cuál no: cuál es la positiva y cuál la negativa en realación a
nosotros, cuál es el problema y cuál la cura, etc. Por ejemplo, si es deseable
buscar la aumentación de la política y, por tanto, desmotivar los intentos de
disminuirla (e.g., el socialismo) o si, por el contrario, es justo buscar la dismi-
nución de la política y rechazar su incrementación (e.g., el liberalismo).

§5. Conclusión
Sobre la síntesis, resumen y sugerencias de la
presente investigación

98
En suma, la pregunta por lo que es la corrupción nos ha llevado, con todo,
a sostener y defender la siguiente tesis: la corrupción es un fenómeno univer-
sal en el ámbito de lo movible cuyo concepto se caracteriza por ser relacional
y farmacológico.

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

Por una parte, comenzamos abordando el fenómeno estudiado teoré-


ticamente (i.e., conceptualmente) en tres momentos. En primer lugar, para
aproximados a dicho concepto, comenzamos analizando su etimología, lo
cual nos acercó a su significado originario esencial. De este modo, determi-
namos que la corrupción designa el quebrar, la ruptura o la descomposición.
Continuando con nuestro análisis, notamos que dicha determinación implica
necesariamente la existencia de un algo previo dado al que refiere: siempre,
pues, se corrompe concretamente esto o aquello y, de manera general, se
corrompe un “x” que comporta una unidad inicial, la cual precisamente se
descompone, rompe o quiebra. Así, llegamos a la siguiente conclusión:

Conclusión I: la corrupción no es un concepto absoluto


(en sí, aislado), sino relacional (para sí), pues precisa de un
objeto dado sobre el que precisamente acontece
el fenómeno de la corrupción.

En segundo lugar, continuamos con nuestra investigación penetrando


en la esfera metafísica de la corrupción (i.e., el plano conceptual más general).
De este modo, ahora llegamos a la siguiente determinación: la corrupción
denota el proceso por el cual un “x” deja de ser lo que era inicialmente. En
seguida, notamos que dicha determinación implica el cambio o movimiento,
del cual la corrupción parecía ser una de sus formas. Pero la corrupción no es
una más de sus formas posibles, al contrario. En efecto, todo movimiento o
cambio comporta que el móvil deje de ser, en algún sentido (e.g., espacial,
temporal, etc.), lo que era al inicio. Y es que, si fuese el caso contrario, esto
es, si el móvil no dejase de ser lo que era, entonces no habría cambio o mo-
vimiento, sino pura estaticidad. Por lo tanto, en este punto concluimos así:
99
Conclusión II: la corrupción es la forma principal
necesaria del cambio.

En tercer lugar, analizamos la ontología de la corrupción. En base a los


dos momentos anteriores, por un lado, determinamos cuáles son los objetos
posibles de la corrupción. Dado que la corrupción implica necesariamente

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al movimiento o cambio, entonces sus objetos no pueden ser de otro modo.


En consecuencia:

Conclusión III: los objetos de la corrupción tienen


que ser objetos posibles (i.e., al menos potencialmente)
del movimiento o cambio.

Por otro lado, analizamos las modalidades de la corrupción. Dado que


permanecemos en la realidad del devenir, de lo movible, la conservación no
es una modalidad posible de la corrupción, pues la conservación está ligada
con el no movimiento, con la estaticidad (i.e., el concepto opuesto del movi-
miento). Así, solo nos quedan las siguientes modalidades posibles: la aumen-
tación y la disminución. Determinamos, nuevamente mediante un análisis
etimológico y metafísico, que la primera se define como el proceso de la co-
rrupción por el cual “x” aumenta su ser, mientras que el segundo: proceso de
la corrupción por el cual “x” disminuye su ser. Por tanto, aquí concluimos así:

Conclusión IV: las dos modalidades inmediatas, por tanto, de la


corrupción son la aumentación y la disminución.

Vimos, también, otra modalidad de la corrupción, la generación (que en


ocasiones se ha entendido como el contrario a la corrupción), la cual defini-
mos así: movimiento por el cual a partir de un “x” llega a ser un “α”. Así, dado
que implica al movimiento, entonces es también una forma de la corrupción.
No obstante, a diferencia de las dos modalidades anteriores, la generación no
es inmediata, pues no trata simplemente del “x”, sino también, a la vez, de un
añadido (i.e., el “α”). Por tanto:

Conclusión V: la generación es una modalidad


100
ulterior de la corrupción.

Una vez alcanzado una mejor claridad conceptual, evaluamos, por otra
parte, sus consecuencias prácticas a modo de filosofía aplicada. Comenza-
mos revisando la creencia común según la cual la corrupción acontece exclu-
sivamente en aquello que consideramos como nocivo. Según esta creencia

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

habría corrupción solamente cuando, por ejemplo, una institución del Estado
pervierte injustamente sus funciones, pero no habría corrupción en el caso
contrario (i.e., cuando dicha institución, pasa de la injusticia a la justicia).

No obstante, con todo lo visto en la parte teorética, juzgamos que dicha


creencia es unilateral. Ciertamente, aquella creencia cumple con el criterio de
la Conclusión III, pues considera, implícitamente, que aquello que se corrom-
pe ha pasado de un estado a otro, es decir, es sujeto del cambio o movimien-
to. Sin embargo, dicha creencia solo cumple parcialmente con lo dispuesto
en la Conclusión IV. De acuerdo con dicha conclusión, recordemos, la corrup-
ción admite dentro de sí, potencialmente, dos contrarios: la aumentación y la
disminución. De este modo, la creencia que evaluamos (i.e., que la corrupción
solamente acontece en aquello que consideramos como nocivo) solamente
toma, sin justificación, una sola de las partes del fenómeno de la corrupción:
toma unilateralmente la parte como si fuese el todo. Y es que la corrupción
puede ser, también, fructífera (Conclusión V).

Lo anterior, nos permitió elucidar una conclusión más sobre la corrupción


relevante, de manera general, para la ética. Dado que la corrupción admite
a la vez, potencialmente, dos conceptos contrarios (i.e., uno positivo y otro
negativo), no resulta automático, de manera práctica, cuál de los dos es el be-
neficioso y cuál es el pernicioso. Depende, pues, del contexto (e.g., del objeto
sobre el que se aplique la corrupción), lo cual refuerza lo que ya habíamos
señalado en la parte teorética, a saber, que es relacional (Conclusión I). De
este modo, por tanto, concluimos así:

Conclusión VI: la corrupción comporta un carácter


farmacológico en el sentido platónico (i.e., aquello que es, 101
dependiendo de los casos, cura o veneno).

Finalmente, planteamos una consecuencia ética más particular aplicada


a la esfera académica. Comenzamos señalando que la investigación, qua ob-
jeto de cambio o movimiento, es un fenómeno, también, de la corrupción
(Conclusión IV), la cual, ciertamente, puede ser fructífera (Conclusión V). En

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seguida, llegamos a una conclusión más. Dado que la corrupción es un con-


cepto relacional (Conclusión I), entonces:

Conclusión VII: cualquier estudio concreto sobre


la corrupción tiene que estudiar, al mismo tiempo, el objeto sobre
el que se aplica la corrupción para que tenga sentido.

Y es que la corrupción no es un concepto por sí mismo, siempre depende


de algo previo dado, el cual le dota de sentido contextual. Incluso, en nuestro
estudio más teorético, comenzamos determinando el concepto de la corrup-
ción de manera general y, en seguida, dirigimos la intencionalidad a su obje-
to, también, general.

Para culminar dicha sección, terminamos proponiendo un ejemplo par-


ticular de cómo sería una investigación solvente sobre la corrupción política:

• Primero, tendría que comprender bien la naturaleza del concepto de


la corrupción (i.e., la parte teorética).

• Segundo, tendría que determinar el concepto de política


(Conclusión VII).

• Tercero, a partir de lo anterior, evaluar si es posible relacionar efecti-


vamente ambos conceptos, esto lo hacemos determinando si la po-
lítica es sujeto del cambio (Conclusión III).

• Si lo es, cuarto, estudiar la ontología de la política y, así, determi-


nar sus modalidades más inmediatas para, de este modo, juzgar
cuál es la beneficiosa y cuál, la perniciosa, pues dicho juicio no es
102 automático al ser, pues, la corrupción de naturaleza farmacológica
(Conclusión VI).

En resumen, nuestras conclusiones fundamentales son las que siguen. La


corrupción, de manera general, no es un concepto absoluto, sino relacional
al precisar de un objeto previo dado (Conclusión I). A su vez, este concepto se
caracteriza por estar esencialmente vinculado al movimiento o cambio; es su

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

principal forma, pues la corrupción, de manera general, denota el proceso por


el cual un “x” deja de ser lo que era inicialmente, y esta misma definición es
afín al del movimiento o cambio (Conclusión II). Así, los objetos de la corrup-
ción tienen que ser, al menos potencialmente, movibles (Conclusión III). Estos
objetos pueden cambiar inmediatamente de dos formas contrarias (una po-
sitiva y la otra negativa), a saber, mediante la aumentación o la disminución
(Conclusión IV). La generación, por su parte, es una modalidad ulterior de la
corrupción al implicar, al mismo tiempo, un añadido accidental (i.e., aquello
que se genera) (Conclusión V). De manera práctica, la corrupción compor-
ta un carácter farmacológico: dependiendo del contexto particular, el juicio
práctico sobre la corrupción cambiará al momento de determinar cuál de los
contrarios —que implica, a la vez, potencialmente, la corrupción— es bene-
ficiosa y cuál no lo es (Conclusión VI). En el ámbito académico, por su parte,
cualquier investigación sobre la corrupción tiene que estudiar, al mismo tiem-
po, el objeto sobre el que se aplica la corrupción (al ser, pues, la corrupción de
naturaleza relacional) y, a partir de allí, recién poder juzgar prácticamente (al
ser, pues, la corrupción de naturaleza farmacológica) (Conclusión VII).

Para concluir con el presente ensayo, recordemos que la filosofía compor-


ta una tendencia amorosa al saber. Recordemos que dicho término proviene,
pues, del griego antiguo φιλοσοφία, el cual, como se sabe, está compuesta de
“φίλος” (el adjetivo de φιλέω, amar) más “σοφία” (sabiduría). De este modo, la
filosofía no se realiza si dejamos uno de sus dos polos esenciales relegados.
De este modo, no hay filosofía si no hay una σοφία implicada, pero tampoco
la habrá si no acontece, al mismo tiempo, el φίλος. En consecuencia, si simple-
mente arribamos a una instancia del saber y nos estancamos allí plácidamen-
te, entonces ya no estamos haciendo realmente filosofía, pues el componte 103
amoroso de la filosofía (i.e., el φίλος) nos impulsa a continuar nuestra incesan-
te investigación (σκέψις). Detenerse, así, en la búsqueda, en la investigación,
equivale a dejar de amar la σοφία de la filosofía, traicionarla, engañarla: dejar,
por tanto, de ser filósofos. Por ello, es legítima la distinción entre filosofía y
ciencia, porque la ciencia es más descuidada con ese φίλος de la filosofía,
de allí que, de ordinario, no cuestione sus presupuestos y cuando lo hace ya

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ingresa, pues, en el campo del filosofar. Este φίλος por la σοφία tiene en cada
ser humano un comienzo actual, aunque no un final. La propuesta que aquí
presentamos es también un comienzo: unos apuntes para una filosofía de
la corrupción.

El imperativo de la filosofía nos mueve, así, a continuar con la investiga-


ción que aquí simplemente delineamos. Llegamos, ciertamente, a una ins-
tancia del saber, pero es preciso seguir continuando promovidos por el com-
ponente amoroso de la filosofía. Por de pronto, podemos señalar dos rutas a
seguir a continuación.

Por un lado, es preciso profundizar en una filosofía sístemática más abar-


cadora partiendo de la base de los fundamentos que aquí ya elucidamos. En
el presente trabajo evaluamos el concepto de la corrupción, comenzando por
su significado originario esencial, pasando por su metafísica hasta llegar a su
ontología; así determinamos sus modalidades inmediatas (i.e., la aumenta-
ción y la disminución) y una ulterior (i.e., la generación). En dicho proceso,
notamos un vínculo esencial entre la corrupción y el movimiento o cambio,
del cual, mostramos, que es su forma necesaria principal. Es decir, el movi-
miento o cambio no es un concepto menor respecto a la corrupción (como
sí es el caso de la aumentación, la disminución y la generación), tampoco es
un concepto paralelo opuesto a la corrupción (como es el caso de la pura es-
taticidad), sino un concepto superior: la corrupción se dirime en el cambio o
movimiento. Por tanto, una filosofía más sistemática tiene que, ahora, dirigir
su intencionalidad, de una manera más detallada y amplia, al concepto del
movimiento o cambio para continuar con el proceso de investigación que
nos insta la filosofía.
104
Por otro lado, es preciso, también, ampliar y detallar más una investiga-
ción sobre lo que son los conceptos relacionales: su naturaleza, metafísica,
modalidades y ontología. Como vimos, el concepto de la corrupción es de
ese tipo. Por tanto, para entender mejor dicho fenómeno es necesario com-
prender más profundamente dicho concepto. Y es que no solo la corrupción
es un concepto relacional, sino también la filosofía misma lo es, aquello lo

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Omnia corruptio. Apuntes para una filosofía de la corrupción

señala precisamente la σοφία de la filosofía: la filosofía es siempre, pues, una


tendencia amorosa sobre un saber determinado (concreto o abstracto) sobre
algo que de algún modo es.

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RESEÑAS
Manuel Paz y Miño Conde. ¿Qué debemos hacer? Ética
aplicada a dilemas de la sociedad y la naturaleza. Lima:
EFA, 2022, 190 pp.
Las personas cotidianamente consideran a la filosofía como una rama del
saber lejana a sus vidas. No es común que en una conversación entre amigos
un sábado por la noche, con algunas cervezas en la mesa, alguien comente
sobre qué le pareció la duda metódica o si se consideran virtuosos. Una con-
versación normalmente se dirige hacia temas amicales, amorosos, estudian-
tiles, políticos, económicos, profesionales, ambientales u otros que generen
relevancia social.

Lo interesante es que en todos los asuntos mencionados hay una cuestión


filosófica en común: la ética. La cual es una rama de la filosofía que, en gran
síntesis, se encarga de estudiar qué es para cada persona lo bueno y lo malo
respecto a un acto en específico. La ética no es un campo de estudio para po-
cos; de hecho, cada individuo realiza sus propios análisis éticos diariamente.

El libro ¿Qué debemos hacer? Ética aplicada a dilemas de la sociedad y la


naturaleza (2022) se divide en treinta grandes dilemas que luego se subdi-
viden en múltiples preguntas propias de cada dilema. Ejemplifiquemos con
“Dilemas de ética de los profesionales de la educación”. El dilema predicho
presenta las siguientes cuestiones:

1. ¿Educadores de cursos o maestros para la vida?

2. ¿Relación rígida o cordial con los alumnos?

3. Intereses personales versus intereses del aula 109


4. ¿Aceptar o no obsequios?

Lo presentado ejemplifica la estructura usada en los diversos dilemas. Un


gran campo de dudas el cual se desmenuza en varias cuestiones específicas.
Preguntas que resultan de gran interés al haber sido ya pensadas y luego ol-

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Reseña

vidadas o quizás nunca pensadas. Solo veamos la siguiente incertidumbre:


“¿Por qué hay excelentes mediocres y malos estudiantes?”

La obra de Manuel Abraham Paz y Miño Conde puede entenderse como


la lucha que inicia contra la situación de la negación de la filosofía en la vida
cotidiana de la mayoría de personas. Busca con este libro el demostrar cómo
la ética forma parte de la vida de cada persona. La obra presenta cuestiones
como: ¿qué es la verdadera amistad?, ¿participar o no en política?, ¿la de-
mocracia es el modelo de gobierno correcto?, ¿abortar o no? y ¿es necesario
estudiar en la universidad?

No nombré ni la cuarta parte de las dudas que Manuel busca desarrollar e


incitar a los lectores a que den sus propias respuestas. El autor no plantea sus
respuestas con el fin de que nadie se parcialice y, más bien, que cada uno ex-
plore todo lo posible sobre la problemática de su interés. Siendo esto último
la principal meta del libro.

Eduardo Jesus Chocano Ravina


Universidad de Lima/Universidad TECH
ejchocano@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-2254-6197

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COLABORADORES

José Luis Herrera Díaz

Es Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Federico Villarreal, con


formación en Contabilidad (Universidad Nacional del Callao) y Matemáticas
(Universidad Nacional Mayor de San Marcos), y autor de los libros: Las cin-
co esquinas de la racionalidad (Lima: IIPCIAL, 2016) y de El hombre y la poesía
(Lima: IIPCIAL, 2016). E-mail: newton1729@hotmail.com

Manuel Abraham Paz y Miño Conde

Es Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Mar-


cos y Magister en Letras con mención en Ética Aplicada por la Universidad
de Linköping (Suecia). E-mail: mapymc@yahoo.com. ORCID: https://orcid.
org/0000-0001-6549-795X

Eduardo Jesus Chocano Ravina

Es estudiante de Derecho en la Universidad de Lima y de Filosofía en la Uni-


versidad TECH. Forma parte de la revista de derecho Ius Et Praxis. E-mail:
ejchocano@gmail.com. ORCID: https://orcid.org/my-orcid?orcid=0000-0003
111
-2254-6197

Daniel Loayza Herrera

Es Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Federico Villareal; Li-

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cenciado en Educación, con especialidad en Filosofía y Ciencias Sociales por
la Universidad César Vallejo; Magíster en Educación por la Universidad César
Vallejo; y Docente Universitario en la Universidad Privada San Juan Bautista.
E-mail: danivan98@gmail.com.

Luis Enrique Alvizuri García-Naranjo

Es publicista, cantautor y ensayista. E-mail: luisalvizuri@gmail.com

Gabriel Fuentes Bartolini

Es estudiante del pregrado en Filosofía en la Universidad Antonio Ruiz de


Montoya. E.mail: a2210011@uarm.pe

David Álvaro Huallpa Vargas

Es estudiante del pregrado (quinto año) en Filosofía en la Pontificia Uni-


versidad Católica del Perú. Editor de la Revista Peruana de Filosofía Aplica-
da y miembro fundador del círculo de lectura Logos Spermatikos. E-mail:
d.huallpa@pucp.edu.pe. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1936-2282

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